La ética según protágoras

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La ética según Protágoras I. Protágoras Protágoras fue el primer sofista del que tenemos noticia. Nació en Abdera, en la costa norte del Mar Egeo, aproximadamente en el año 490 a.C. y vivió en Atenas y Sicilia. En Atenas, lugar donde adquirió una gran fama, se hizo amigo de Pericles y se dedicó a la enseñanza basada en el arte del discurso persuasivo, ejercitando a los jóvenes en las técnicas de argüir a favor de las dos caras de un mismo argumento. Entre sus labores profesionales se le encomendó la elaboración de un código penal para Turios. Entre sus obras se encuentran: - Sobre la verdad, llamada también Discursos demoledores, que comienza con su famosa declaración del hombre como medida. - Antilogías o Argumentos contrarios - Sobre los dioses Sin embargo, la dificultad principal de conocer sus principios filosóficos estriba en que las fuentes de conocimiento sobre Protágoras provienen de sus mayores oponentes: Platón y Aristóteles. De vuelta a su tierra natal, Protágoras murió ahogado en un naufragio después de ser desterrado de Atenas, donde fue juzgado por impiedad (fundamentalmente por su agnosticismo sobre la creencia en los dioses). II. Los sofistas en la época de Protágoras Hemos visto que los filósofos anteriores se habían ocupado preferentemente del estudio de la naturaleza, es decir de la investigación acerca del principio último de la realidad, del "arjé". Los sofistas, aunque contemporáneos prácticamente de los pluralistas, desplazarán su centro de interés hacia el estudio del hombre y de la sociedad, y de todo lo relacionado con ellos.

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La ética según Protágoras

I. Protágoras

Protágoras fue el primer sofista del que tenemos noticia. Nació en Abdera, en la

costa norte del Mar Egeo, aproximadamente en el año 490 a.C. y vivió en Atenas y

Sicilia. En Atenas, lugar donde adquirió una gran fama, se hizo amigo de Pericles

y se dedicó a la enseñanza basada en el arte del discurso persuasivo, ejercitando

a los jóvenes en las técnicas de argüir a favor de las dos caras de un mismo

argumento.

Entre sus labores profesionales se le encomendó la elaboración de un código penal

para Turios. Entre sus obras se encuentran:

- Sobre la verdad, llamada también Discursos demoledores, que comienza

con su famosa declaración del hombre como medida.

- Antilogías o Argumentos contrarios

- Sobre los dioses

Sin embargo, la dificultad principal de conocer sus principios filosóficos estriba en

que las fuentes de conocimiento sobre Protágoras provienen de sus mayores

oponentes: Platón y Aristóteles.

De vuelta a su tierra natal, Protágoras murió ahogado en un naufragio después de

ser desterrado de Atenas, donde fue juzgado por impiedad (fundamentalmente por

su agnosticismo sobre la creencia en los dioses).

II. Los sofistas en la época de Protágoras

Hemos visto que los filósofos anteriores se habían ocupado preferentemente del

estudio de la naturaleza, es decir de la investigación acerca del principio último de

la realidad, del "arjé". Los sofistas, aunque contemporáneos prácticamente de los

pluralistas, desplazarán su centro de interés hacia el estudio del hombre y de la

sociedad, y de todo lo relacionado con ellos.

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Se ha intentado explicar este cambio de orientación en la investigación filosófica

por el cansancio al que había conducido la investigación de los filósofos anteriores:

la multiplicidad de explicaciones acerca del principio de la realidad habría generado

un cierto escepticismo respecto a la posibilidad de obtener un conocimiento

verdaderamente objetivo y seguro de la naturaleza última del universo. Pero quizá

influya más en este cambio de orientación el hecho de que la sofística se desarrolle

fundamentalmente en Atenas, aunque no precisamente a través de filósofos

atenienses, sino de extranjeros afincados en Atenas o que residen temporalmente

allí, y que encuentran una predisposición por parte de la sociedad ateniense hacia

la recepción de sus conocimientos. Los cambios sociales que tienen lugar en

Atenas a lo largo del siglo V y que la llevarán a ejercer la hegemonía cultural y

política en el mundo griego, bastarían para explicar el desarrollo de la sofística, así

como el papel de los sofistas como personajes "ilustrados", poseedores de un saber

útil que transmitirán a los atenienses.

Los sofistas no formaron una escuela, aunque sus enseñanzas poseían

características comunes entre las que podemos destacar:

• 1. El interés por el hombre y la sociedad, en relación con la creciente

reflexión sobre el fenómeno de la civilización y la cultura;

• 2. El mantenimiento de una posición relativista, tanto respecto a la

posibilidad del conocimiento como respecto a las formas de organización

social y política del hombre;

• 3. La consecuente distinción entre las leyes sociales (nómos) que se

consideran un mero producto humano y las leyes de la naturaleza (physis),

dando lugar al estudio y teorización de la oposición entre convención y

naturaleza;

• 4. El interés por la retórica y la erística, en una sociedad democrática en la

que el dominio de la palabra y del discurso significaba el éxito y la

consideración de sus miembros; ello les convertiría en los educadores de la

sociedad ateniense y en los primeros pedagogos, especialistas en el arte de

enseñar, estudiosos y conocedores de sus dificultades y recursos;

• 5. por último, lejos de un interés especulativo, lo que guiaba la investigación

de los sofistas era la finalidad práctica, es decir: enseñar el arte de vivir y de

gobernar.

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La mala reputación que posteriormente adquirieron los sofistas es debida en gran

parte a la interpretación que hace Platón de ellos, en varias de sus obras.

Originariamente el término "sophistés" era sinónimo de sabio y como tal fue

utilizado por Heródoto para referirse a Solón y a Pitágoras, o tradicionalmente para

referirse a los sabios en Grecia.

Por lo demás, las acusaciones de Platón de que cobraban por enseñar, o de que

eran relativistas y que sus teorías conducían al escepticismo, y que tanto influyeron

históricamente en la consideración negativa de los sofistas, no pueden dejar de

resultar ridículas en nuestros días.

Entre los sofistas más destacados podemos citar a Protágoras de Abdera, Pródico

de Ceos, Hipias de Elis y Gorgias de Leontini.

III. El relativismo de Protágoras

Protágoras defendió un relativismo del conocimiento y de los valores, esto es, negó

que existieran valores y verdades universales para todos los hombres.

"El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son, en tanto que son, y de

las que no son, en cuanto que no son"

No hay verdades objetivas, absolutas y universales, sino que las cosas son tal y

como son percibidas por cada uno de nosotros. Este relativismo se aplica a todos

los ámbitos de nuestra existencia.

Por ejemplo, lo que para una persona sana es un sabor agradable, para un enfermo

es amargo. ¿está confundida la persona enferma? Protágoras dirá que, para él, en

su situación, la verdad es que el sabor es amargo.

El relativismo impide establecer un criterio de verdad, teniendo todas las opiniones

la misma validez. Esto nos lleva a poder permitirnos defender tesis contrarias al

mismo tiempo, técnica en la que el filósofo destacó con maestría y que fue

duramente criticada por Platón y Aristóteles. Sin embargo, según Guthrie,

Protágoras difuminó la radicalidad de este criterio hacia una postura utilitarista:

aunque todas las opiniones particulares tengan la misma validez, algunas son más

ventajosas que otras.

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En el caso mencionado anteriormente, es ventajoso para el enfermo volver a

reestablecer el sabor que tenían los alimentos antes de la enfermedad.

El relativismo de los valores implica que una misma cosa o acción puede ser buena

para un sujeto y mala para otro. Es más, una acción puede ser mala o buena para

un mismo sujeto dependiendo de cada circunstancia, y en la medida en que él lo

crea así.

IV. El pensamiento de Protágoras

Protágoras defendía el relativismo y el convencionalismo de las normas,

costumbres y creencias del hombre. Es su tesis más conocida y que queda reflejada

en la frase El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto

que son y de las que no son en cuanto que no son, uno de los fragmentos que

conservamos de su obra. Respecto al relativismo de Protágoras cabe interpretarlo

de dos modos:

a) Si concebimos que el hombre al que se refiere Protágoras es el hombre particular

y concreto, el individuo, Protágoras estaría afirmando un relativismo radical, de

modo que cada hombre tendría "su verdad". Platón en el Teeteto así lo interpreta:

lo que a mí me parece frío es frío, aunque no le parezca así a otro.

b) Pero podemos interpretar que Protágoras entiende "hombre" como "ser

humano", y tendríamos que hablar entonces de un relativismo social, en el sentido

de que aceptamos como verdadero lo que en nuestra sociedad es aceptado como

verdadero.

También se ha discutido si Protágoras aceptaba el relativismo ético o moral. Si

Protágoras afirma que el hombre es la medida de todas las cosas parece que el

relativismo se hacía extensivo a los valores éticos, (aunque Platón en su diálogo

"Protágoras" mantenga que el relativismo no se extendía a los valores éticos). De

tal modo, lo bueno será lo bueno "para mí", si adoptamos la perspectiva del

relativismo individual, o lo bueno "para la sociedad", si adoptamos la perspectiva

del relativismo social o cultural.

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En relación con la tesis del relativismo se desarrollará la contraposición "nómos /

physis", entre las leyes sociales y las naturales, oponiendo así la sociedad a la

naturaleza. Las leyes sociales son el resultado del pacto o de la convención entre

los individuos, es decir no tienen carácter natural; el determinante de la ley social

no es ni el individuo, ni la naturaleza, sino el conjunto de los hombres que viven en

esa sociedad. De ese modo se explica el carácter modificable de la ley, y las

diferencias entre las leyes imperantes en distintos pueblos y culturas, o dentro de

la misma cultura entre distintas ciudades, o en distintas épocas. Dado que no existe

una ley que por naturaleza obligue a los hombres a organizarse de esta u otra

manera, las leyes de la sociedad quedan sometidas al acuerdo o a la convención

de todos los hombres; en este sentido será el criterio de la utilidad el que determine

qué leyes se adoptarán y, una vez adoptadas, serán de obligado cumplimiento.

V. El hombre como medida de todas las cosas

El principio filosófico más famoso de Protágoras alude al estatus del hombre

enfrentado al mundo que lo rodea. Habitualmente se designa con la

expresión Homo mensura («El hombre es la medida»), fórmula abreviada de la

frase Homo omnium rerum mensura est («El hombre es la medida de todas las

cosas»), que traduce al latín la sentencia original en griego. Esta última,

según Diógenes Laercio, habría sido la siguiente:

πάντων χρημάτων μέτρον ἔστὶν ἄνθρωπος, τῶν δὲ μὲν οντῶν ὡς ἔστιν, τῶν δὲ οὐκ ὄντων ὠς οὐκ ἔστιν37

El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son.

La frase figuraba, según refiere Sexto Empírico, en la obra perdida de

Protágoras Los discursos demoledores, y ha llegado hasta nosotros a través de la

transcripción de varios autores antiguos. Aparte de Diógenes Laercio, es citada

por Platón, Aristóteles, Sexto Empírico y Hermias.

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Interpretaciones

La sentencia acusa diversas interpretaciones, como resultado de la dificultad que

implica determinar el sentido y alcance de sus tres expresiones fundamentales, a

saber: a) El hombre; b) La medida; c) Las cosas

a) Se discute si la expresión "el hombre" se refiere al hombre en sentido individual

o en sentido colectivo.

1. La interpretación en sentido individual señala que el hombre al que hace

mención la frase de Protágoras es cada hombre concreto, cada individuo, de tal

forma que habría tantas medidas distintas para las cosas como hombres

individuales hay. A tal lectura adhiere Platón, quien, por medio de Sócrates, señala

en el Teeteto:

¿No es verdad que Protágoras dice algo así: Tal como me parecen las cosas, tales

son para mí, tal como te parecen, tales son para ti. Pues tú eres hombre y yo

también.

2. La interpretación en sentido colectivo, a su vez, tiene dos enfoques distintos:

uno que entiende que la expresión alude a cada grupo social humano; otro, que la

considera en sentido genérico, es decir, referida al género humano:

a) El primer enfoque, que podemos denominar sociológico, ha sido defendido

por Eugène Dupréel, e implica plantear que la frase de Protágoras alude a cierta

forma de relativismo cultural, donde cada sociedad, cada polis, actuaría como

medida de las cosas.

Hay autores (como Untersteiner y Schiappa) que, adhiriendo a la tesis sociológica,

consideran que ella no es incompatible con el sentido individual del término, ya que

Protágoras habría contemplado ambas visiones al formular su sentencia.

b) El segundo enfoque, que podemos denominar genérico, fue formulado

por Goethe y defendido especialmente por Theodor Gomperz, e implica entender

la existencia de una única medida común para todos los hombres individuales; una

misma forma, compartida por el género humano, para tasar la totalidad de las

cosas.

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A veces se interpreta este dicho como simple antropocentrismo,

como relativismo de la verdad de las cosas, como que cada hombre es la norma de

lo que es verdad para sí mismo, y que toda verdad es relativa para el individuo que

la sostiene y que no podría tener validez más allá de él. Él, con su frase célebre, se

refería al ser humano y no a cada sujeto, por eso tenía fama de moderado, no era

radical. Heidegger propone una interpretación más penetrante de él en su

curso Introducción a la Filosofía.

VI. La filosofía de Protágoras

El filósofo de Abdera concibe el ser como algo en movimiento, como un constante

fluir: es la realidad cambiante y multiforme, plural, sumergida en el río de Heráclito.

En esta concepción ontológica se soporta toda la filosofía protagórica y adquiere

validez. Es así como, desde un principio, nos encontramos con algo determinante:

la radical distancia entre el pensamiento de Platón, fundamentado en la ontología

inmóvil de Parménides, y el pensamiento de Protágoras, el cual ha encontrado una

fuerte empatía con el filósofo de Efeso.

"Fue el primero (Protágoras) en decir que sobre cualquier tema son posibles dos

tesis contrarias entre sí".

"También Protágoras sostiene que el hombre es la medida de todas las cosas, de

las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son"

De estas dos sentencias es posible deducir lo que he visto como el fundamento

Protagórico: la lógica de relaciones. Con la primera sentencia que hace referencia

al principio antilógico, Protágoras pone de manifiesto que las cosas no son en sí

mismas sino que son en relación con algo, es decir, que no existe lo absoluto, único

e inmutable; la justicia , la bondad o lo pequeño no son realidades universales y

absolutas, pues algo puede ser bueno para ciertas personas (animales , plantas o

cosas) mientras que para otras no, ejemplo: que la madera se quiebre, debilite o

corrompa, es bueno para el carpintero pero malo para los demás. E incluso, para

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las mismas personas algo puede ser bueno en determinadas circunstancias y

puede no serlo en otras, ejemplo: que llueva es bueno en tiempos de sequía pero

no en tiempos de fuerte invierno. De igual forma un elefante puede ser muy grande

en relación con el tamaño del hombre, pero extremadamente pequeño en relación

con el planeta. Entonces no puede decirse que el elefante es por sí solo grande o

pequeño, o que algo es justo, bueno o feo por naturaleza.

Protágoras con esto no hace más que eliminar la verdad absoluta, divina, esa

verdad única e inmutable que mora en el Topos Uranos de Platón y que determina

todo lo existente en el mundo sensible, "aparente" y mundano. Si sabemos que

para Platón la verdad es preexistente y que la intención humana debe estar

encaminada a conocerla, entonces es comprensible la manera tan vehemente

como Platón ataca a Protágoras y a los sofistas en general. La filosofía de

Protágoras no solo contradice el sistema platónico, sino que lo destruye, lo deja sin

piso, sin ideas.

Con la segunda sentencia, la que se refiere a la frase Homo-Mensura, Protágoras

además de reiterar el predominio de una lógica de relaciones sobre una lógica

monádica o absoluta (desde la que nos habla Platón), pone de manifiesto un

profundo humanismo. Cuando Protágoras dice: "el hombre es la medida de todas

las cosas", está diciendo que es el hombre el que da sentido a su entorno, es quien

aprehende el mundo y construye así una realidad propia de valoraciones y

conocimientos determinados. Es importante aclarar que hay distintas teorías que

polemizan sobre el tipo de ‘Hombre’ al que se refiere Protágoras en la frase, si habla

del ánthropos como ser individual, como especie o como ser integrado en círculos

sociales.

Puesto que no es el caso exponer aquí las distintas teorías, basta con aclarar que

la más coherente con el pensamiento protagórico y por tanto más acertada es la

que presenta José Barrio Gutiérrez. Éste advierte una conjunción de la tesis

individualista con la sociológica, entendiendo que el hombre individual está

referenciado a la polis. Y es aquí donde nos encontramos con un Protágoras

amante y defensor de la sociedad y la cultura.

Protágoras admite la pluralidad de representaciones en los hombres, pues todo

fluye y por tanto la realidad es infinitamente cambiante, pero no distingue entre ellas

unas verdaderas y otras falsas sino unas más convenientes que otras. Las diversas

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opiniones no se determinan por su nivel de verdad al modo platónico, sino por su

nivel de conveniencia, ¿y conveniencia para quién? Para la sociedad, que en

últimas es lo que afirma a los individuos y al hombre como agente creador.

"Pues lo que a cada Estado (polis) le parece justo y bello, efectivamente lo es para

él, mientras tenga el poder de legislar".

"...por naturaleza no hay nada que lo sea esencialmente, sino que es el parecer de

la colectividad el que se hace verdadero cuando se formula y todo el tiempo que

dura ese parecer".

Hemos dicho entonces que de las dos sentencias que se refieren al principio

antilógico y a la Frase Homo-Mensura se deriva el fundamento protagórico, es

decir, el pilar de todo su sistema y, a mi parecer, el gran aporte del filósofo de

Abdera: la lógica de relaciones. La profunda relación que existe entre las dos

sentencias puede entenderse como una complementación.

VII. La ética de Protágoras

Protágoras fue un filósofo golpeado por la tradición. En el ámbito de la ética, ha

sido tachado un sinnúmero de veces como un inmoral pensador practicante del

relativismo y perteneciente al igualmente obsceno y vicioso movimiento de la

sofística. Sin embargo, aunque es verdad que era sofista y relativista, su propuesta

distaba mucho de ser inmoral. De paso, es prudente señalar que primero habría

que demostrar que la sofística y el relativismo son conceptos perniciosos.

El Abderita era un pensador comprometido con la educación en la eubolía, es decir,

en ser mejor cada día a través de la enseñanza en torno a la administración de la

casa y de la ciudad. La eubolía, al parecer, era una excelencia, una virtud, que,

según cuenta el mito de Prometeo en su versión protagórica, era enseñable. Este

mito muestra que el sentido moral del ser humano (aidós y diké) es producto de la

evolución del hombre, asumiendo que dicha narración es una metáfora que explica

la génesis del ser humano y la moral dentro del contexto de la problemática phúsis-

nómos. Recordemos que nuestro sofista contó que, una vez robados por Prometeo

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la capacidad técnica y el fuego a Atenea y Hefesto, Zeus -tras castigar al protector

y los protegidos vía Epimeteo-Pandora-, temió que la especie humana

desapareciera y envió a Hermes para otorgararles el sentido moral, dado que cada

vez que se juntaban en ciudades los hombres, se separaban por las injusticias

cometidas mutuamente.

Ahora bien, el que la moral sea producto de la evolución, no significa que haya una

ley moral natural concebida en la filosofía de Protágoras, sino que el sentido moral

es posible gracias a la necesidad natural de sobrevivir, y eso hizo que los hombres

tomaran medidas para convivir, pues la humanidad no tiene bloqueos instintivos

que le permitan reprimir la violencia entre los congéneres para garantizar la

supervivencia del grupo. Por eso el Abderita afirmó que si algunos hombres no

respetaban tales reglas indoctrinadas por el cuidado, el ejercicio y la enseñanza,

eran sancionados para así regular su conducta mediante la intimidación del castigo,

pero si ésta no funcionaba, entonces deberían ser expulsados de la ciudad o

matados como una enfermedad. El ostracismo y la pena de muerte, para este

sofista no eran estrictamente inmorales.

De esto se deduce que el sentido moral es una regulación intersubjetiva de las

conductas dentro de un grupo humano en aras de la supervivencia de éste. ¡Qué

polémica!: se defiende la vida del grupo, incluso aniquilando a algunos de sus

miembros; se enseña la moral y se recurre a las amenazas y los golpes. Pareciera

que el conflicto es inevitable en la educación moral. Por eso José Solana observó

que la ética protagórica:

✓ Tiene como fundamento los comportamientos reales y concretos de los

individuos concretos

✓ Considera el bien y la justicia como relaciones y no como objetos ideales

✓ Refleja a nivel de teoría las contradicciones de la moral concreta en lugar de

limitarse a una pura teoría normativa.

Efectivamente, el criterio de la ética de Protágoras es relativo. En otras palabras,

depende de una relación, o mejor dicho, de cada relación. Sin embargo, habría que

preguntarse si esta relación o serie de relaciones se apegan a algunas nociones

mínimas compartidas por todos en el abanico de una diversidad enorme de formas

de pensar. Al parecer todos, o buena cantidad de los individuos, consciente o

inconscientemente procuran la conservación de la humanidad.

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Esto Protágoras no lo aclara, pero sí especifica que el factor único del cual

participan todos los ciudadanos es la virtud del hombre, constituida por la

moderación, la piedad y la justicia.

¿El que todos los ciudadanos participen de tales valores significa que para el

Abderita todos los seres humanos guían su moral a través de semejantes virtudes?

Podemos inferir que si hay una serie de relaciones compartidas por todos los

miembros de la polis y que si éstas corresponden a una virtud humana, entonces

hay detrás de esto una serie de relaciones compartidas quizá por el resto seres

humanos. Sin embargo, recuerda Protágoras aludiendo a la comedia Agrioi de

Ferécrates, a unos seres humanos que no tiene educación, tribunales de justicia,

leyes, ni cuidado de la virtud. Así, aunque hay una necesidad natural de

supervivencia, de ella no se desprende la necesaria educación en las virtudes.

¿Acaso pensó Protágoras que en realidad hay sociedades inferiores sin

regulaciones internas a su grupo (muy al estilo de la antropología eurocéntrica de

la Inglaterra victoriana)? No ha habido testimonio antropológico sólido de semejante

tipo de grupos; lo más que se han hallado son a individuos aislados sin educación

por haber sobrevivido accidentalmente fuera de la sociedad.

¿Estamos frente un prejuicio etnocéntrico griego, o bien Protágoras pensó –como

sugiere el contraste de la comedia de Ferécrates con el mito prometéico- que en el

pasado hubo sociedades que no desarrollaron el sentido moral y otras que sí,

seguramente desapareciendo las primeras y conservándose las virtuosas?

Posiblemente.

No es que las virtudes sean homogéneas en todas las sociedades para nuestro

sofista, más bien son heterogéneas, como las partes de un rostro. Es decir, parece

que, al menos en el Protágoras 329 d-e, la virtud, en su concepción abstracta, es

equiparable al sentido moral, en tanto que, en ambos, el individuo es una estructura

-como un rostro-, pero que no todos poseen siempre la misma configuración, dado

que hay virtudes que unos presentan y otros no. Por ejemplo: algunos son valientes

pero injustos, otros justos, pero no sabios. Por ende, la justicia no necesariamente

implica la valentía, ni la valentía tiene que ser justa o sabia en un caso.

Las virtudes no son reducibles unas a las otras, sino sólo agrupables bajo la

etiqueta general de la virtud, detrás de la cual se halla el estado singular y concreto

del sujeto virtuoso. La virtud es el producto de una medida personal.

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Ya antes habíamos señalado que todos los ciudadanos participan de la virtud, pero

ahora observamos que cada quien la troquela individualmente. De aquí se

desprende la paradoja de que para Protágoras el sentido moral está determinado

por la sociedad y por el individuo al mismo tiempo. ¿Cómo es posible? Primero que

nada, Protágoras sabe que cada ser humano es contingente, no sólo por el

reconocimiento de que en cada sujeto las virtudes concretas se manifiestan

diversamente, sino porque al aplicar su método de enseñanza consideraba los

intereses propios de sus alumnos, y porque al hablar de las sanciones impuestas a

los infractores, éstas eran aplicadas a quien no quería obedecer. En otras palabras,

al hablar de educación, jurisprudencia, gobierno, moral, se supone la existencia de

la libertad en cuanto un dato natural del yo, como reconoció nuestro sofista, según

aseveró Rodolfo Mondolfo. Cada ser humano es medida de su mundo al elegirlo.

Sin embargo, también es verdad que Protágoras de antemano reconoce el impacto

social de la educación porque nuestra sociabilidad permite la supervivencia y

describe el proceso de configuración de la moral desde la infancia vía nanas,

madres, padres, maestros, quienes educan a los niños enseñando y amonestando,

y que culmina con la obligación impuesta por la polis de memorizar las leyes y vivir

conforme a ellas. El esquema casi conductista de estímulos positivos y negativos

que reproduce el sofista de enseñanza de la virtud es un dato sociológico innegable.

En conclusión, si se da una regulación de la conducta a través de lo que otros

señalan, también es cierto que el individuo confronta dichas regulaciones, por eso

la polis acuñaba sus leyes democráticamente. La tensión entre lo impuesto por las

instituciones y la libertad de los individuos, constituye el campo sobre el cual se

mueve el sentido moral en tanto que regulación intersubjetiva. Obviamente esta

regulación resulta problemática para los grupos sociales e individuos. ¿Cómo

puede haber una objetividad o universalidad del bien y a la vez una subjetividad y

particularidad? Para Protágoras éste jamás es objetivo, sino subjetivo debido a

que es una relación de un sujeto con otro o con un objeto de elección; sin embargo,

esta subjetividad se da en un marco de universalidad que no es hueca.

La universalidad es posible por una intersubjetividad condicionada por la naturaleza

(una estructura biológica relativamente común a todos, incluso en el caso de las

mutaciones) y por un consenso complejo, heterogéneo y en tirantez entre lo que se

dice que es bueno y lo que el individuo quiere para sí.

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Denota una relación de poder en la cual ciertamente la retórica tuvo –y tiene- un

papel importante, pues ésta, como expresó Giorgio Colli, es un instrumento

agonístico, es decir, una herramienta política y de discusión que desde la óptica

protagórica, más que perseguir el poder por el poder, buscaba elkairós, un término

de difícil traducción que se refiere a la ocasión de actuar oportunamente en una

relación; es decir, apunta a lo conveniente dentro de una situación concreta

delimitada en un marco de decisión. Tenemos entonces un utilitarismo ético que

finalmente se convierte en el tiempo interno del acto virtuoso.

Dicho utilitarismo puede ser catastrófico o benéfico, en función de la intención con

que sea aplicado. Puede ser egoísta, como sucedió con los discípulos de

Protágoras de acuerdo con el testimonio de Tucícides (3, 82, 4) o puede ser

humanista, como aparentemente pretendió el Abderita, pensando en la

conservación de la especie y la igualdad democrática de los ciudadanos, teniendo

esta última su parangón en la unidad democrática de la naturaleza que, gracias a

Epimeteo, brindó a todas las especies oportunidades de continuidad en el contexto

de la lucha por la supervivencia.

No hay una idea del bien en sí, ni un mundo aparte del cual podamos extraer

nuestros criterios, y si existe tal, no tenemos con certeza acceso a él, como se

desprende del agnosticismo del sofista. Acaso hay una bondad natural restringida

y por supuesto relativa, que, a pesar de su restricción, sirve de límite a la ética en

tanto que da la base para la preservación de la vida. Al respecto dice Protágoras:

[...]yo al menos sé que muchas cosas son nocivas a los hombres, a saber, comida,

bebida, medicinas y otras miles de cosas; otras, en cambio, son provechosas; unas

no son ni lo uno ni lo otro a los hombres, pero sí a los caballos; unas sólo a las

reses, otras, a los perros; otras a ninguno de ésos, pero sí a los árboles; unas son

buenas para las raíces del árbol; pero dañinas para sus tallos, por ejemplo el

estiércol puesto alrededor de las raíces de todas las plantas es bueno, pero si

quieres ponerlo a los retoños y a las ramas nuevas todo lo destruye. Así también el

aceite es para todas las plantas totalmente nocivo y sumamente dañino para el pelo

de todos los seres vivos, menos para el del hombre, pues hace más fuerte el pelo

del hombre y el resto del cuerpo. Lo bueno es algo tan variado y diverso que aquí

lo que es bueno para las partes exteriores del cuerpo es lo peor para las interiores

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y por ello todos los médicos prohíben a los enfermos usar el aceite, salvo un poquito

en lo que se va a comer, justo una pequeña cantidad para mitigar la molestia

producida por las sensaciones del olfato en diferentes comidas y condimentos.

Además de dicho límite natural respecto al bien, en el ámbito de la cultura sólo

tenemos como lindero la medida que el hombre pone buscando el kairós.

De ahí que Federico Reyes Heroles justamente retome esta dialéctica y recuerde

el más radical concepto protagórico: el de homo mensura, que se manifiesta en la

famosa sentencia que constituye su punto de crisis y distensión: el hombre es la

medida de todas las cosas, de las que son para lo que son y de las que no son para

lo que no son”. El “antropocentrismo” ahí presente protege de la sacralización de

las creencias relativas al Estado, la religión, la ciencia, las utopías, los mitos y, en

general, de la cultura.

La medida (metrón) es ya un concepto metafórico desde el instante en que deja de

ser considerada el objeto medido o de hacer referencia a un instrumento de

medición. Convierte al hombre mismo en lo medido y la medición. Cada individuo

es medida de sus creencias. El ejercicio de su medición hace a la persona más

dueña de sí y de la sociedad. Implica aidós, una noción no sólo subjetiva, sino

intersubjetiva, que algunos prefieren traducir como respeto (el cual de suyo se

define en relación a un otro). La ética protagórica tiene un carácter de nostreidad,

ya que en ella el hombre es relación con otros hombres y con su entorno natural;

es medida de ellos.

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VIII. Protágoras, una posibilidad ética

Bajo el yugo de platón

Protágoras se afirma en el cambio, en el continuo devenir. Creo que es por aquí

por donde se debe comenzar a interpretar al sofista, por su ontología. El filósofo de

Abdera concibe el ser como algo en movimiento, como un constante fluir.

En esta concepción, se soporta toda la filosofía protagórica y adquiere validez. Es

así como, desde un principio, nos encontramos con algo determinante: la radical

distancia entre el pensamiento de Platón, fundamentado en la ontología inmóvil de

Parménides, y el pensamiento de Protágoras, el cual ha encontrado una fuerte

empatía con el filósofo de Efeso.

El fundamento Protagórico sería: la lógica de relaciones. Con la primera sentencia

que hace referencia al principio antilógico, Protágoras pone de manifiesto que las

cosas no son en sí mismas sino que son en relación con algo, es decir, que no

existe lo absoluto, único e inmutable; la justicia , la bondad o lo pequeño no son

realidades universales y absolutas, pues algo puede ser bueno para ciertas

personas (animales , plantas o cosas) mientras que para otras no, ejemplo: que la

madera se quiebre, debilite o corrompa, es bueno para el carpintero pero malo para

los demás. E incluso, para las mismas personas algo puede ser bueno en

determinadas circunstancias y puede no serlo en otras, ejemplo: que llueva es

bueno en tiempos de sequía, pero no en tiempos de fuerte invierno. De igual forma

un elefante puede ser muy grande en relación con el tamaño del hombre, pero

extremadamente pequeño en relación con el planeta. Entonces no puede decirse

que el elefante es por sí solo grande o pequeño, o que algo es justo, bueno o feo

por naturaleza.

Protágoras con esto no hace más que eliminar la verdad absoluta, divina, esa

verdad única e inmutable que mora en el Topos Uranos de Platón y que determina

todo lo existente en el mundo sensible, "aparente" y mundano. Si sabemos que

para Platón la verdad es preexistente y que la intención humana debe estar

encaminada a conocerla, entonces es comprensible la manera tan vehemente

como Platón ataca a Protágoras y a los sofistas en general.

Page 16: La ética según protágoras

Con la segunda sentencia, la que se refiere a la frase Homo-Mensura, Protágoras

además de reiterar el predominio de una lógica de relaciones sobre una lógica

monádica o absoluta (desde la que nos habla Platón), pone de manifiesto un

profundo humanismo. Cuando Protágoras dice: "el hombre es la medida de todas

las cosas", está diciendo que es el hombre el que da sentido a su entorno, es quien

aprehende el mundo y construye así una realidad propia de valoraciones y

conocimientos determinados.

Es importante aclarar que hay distintas teorías que polemizan sobre el tipo de

‘Hombre’ al que se refiere Protágoras en la frase, si habla del ánthropos como ser

individual, como especie o como ser integrado en círculos sociales. Puesto que no

es el caso exponer aquí las distintas teorías, basta con aclarar que la más coherente

con el pensamiento protagórico y por tanto más acertada es la que presenta José

Barrio Gutiérrez. Éste advierte una conjunción de la tesis individualista con la

sociológica, entendiendo que el hombre individual está referenciado a la polis. Y es

aquí donde nos encontramos con un Protágoras amante y defensor de la sociedad

y la cultura.

El pilar de todo su sistema y, a mi parecer, el gran aporte del filósofo de Abdera

seguiría siendo: la lógica de relaciones. La profunda relación que existe entre las

dos sentencias puede entenderse como una complementación, es así como Solana

Dueso dice que las antilogías enuncian un principio general del que la FHM sería

el resultado de aplicar tal principio a dos ámbitos específicos: las valoraciones y el

conocimiento.

Para Solana Dueso, estas dos sentencias junto con la de "hacer fuerte el argumento

débil", constituyen el núcleo fuerte del protagorismo. En realidad, esta última

sentencia no es más que la reafirmación de la lógica de relaciones: toda opinión es

verdadera en relación con quien así la considera o percibe. Esto se deriva de una

concepción ontológica que entiende el ‘ser’ como algo cambiante y plural, contraria

a una ontología inmóvil e inmutable desde la cual Platon deriva su lógica absoluta.

Hasta el momento se ha intentado desarrollar ligeramente lo que Solana Dueso ha

llamado el núcleo duro del protagorismo, presentando a la vez algunas

consideraciones acerca de la dicotomía Platón-Protágoras, éste último como

representante de la sofística. Pero, ¿qué es lo que en realidad se disputan Platón

y Protágoras y los sofistas en general?, ¿qué implica el asumir una ontología inmóvil

Page 17: La ética según protágoras

e inmutable a diferencia de una movible y cambiante?, ¿cuál es la consecuencia

práctica de una lógica absoluta y la de una lógica de relaciones?, ¿qué implica

juzgar todo lo humano a la luz de la verdad o a la luz de la conveniencia?

Para intentar dar respuesta a esto creo necesario realizar ciertas aclaraciones que

en su mayoría son de carácter histórico, apoyado más que todo en el texto de Paul

Elthen: "Los sofistas y Platón".

La civilización griega en los siglos VI y V a. de c. atraviesa por un momento histórico

en el que el logos comienza a imponerse y a ser la forma mediante la cual se

aprehende el mundo; el pensamiento racional y secular prevalece sobre el mítico,

se pasa de una cosmogonía a una cosmología.

Esto da lugar a que se comience a pensar en la posibilidad de una vida social, esto

es, la unificación de los grupos humanos no por instituciones familiares y religiosas

sino por instituciones de carácter político que pongan en juego el ejercicio de lo

común: nomos.

Es en este momento histórico de occidente en el que aparecen Platón y los sofistas

como dos corrientes opuestas que pretenden teorizar sobre el cómo debe ser la

vida socio-política en el reciente espacio urbano.

Lo que se disputan entonces las dos corrientes, es la forma correcta en que debe

ser entendido y fundamentado el orden social en el nuevo mundo regido por el

logos, secular y político.

Es así como nos encontramos con dos perspectivas distintas y opuestas de

entender el mundo, dos formas de habitarlo, dos posibilidades éticas.

Protágoras, como sofista que es, ha obtenido una sabiduría mediante la

peregrinación por diversas culturas y civilizaciones, y gracias a esto entiende el

mundo como el producto del obrar humano, y la cultura como el artificio del hombre

mediante el cual supera su status nature. Esto le permite establecer que el ‘ser’ es

cambiante y por tanto no hay verdades absolutas. Todo lo que rige las relaciones

humanas no son más que convenciones, pues ha descubierto que entre unas

culturas y otras varían los valores, las creencias religiosas y las formas de entender

el mundo. Es así como el hombre es la medida de todas las cosas; cada una de las

sociedades determina los parámetros en que gira su propia realidad.

Page 18: La ética según protágoras

Nos encontramos aquí con la relación fisis-nomos, entendiendo por fisis lo que

emerge espontáneamente: materia y hombre, y entendiendo por nomos el artificio

humano que se hace común. Para Protágoras, el nomos es un logro del hombre,

pues es una realidad más elaborada y superior que la fisis. Superior en términos de

conveniencia y utilidad, obviamente no en términos de verdad. El nomos constituye

el logro del derecho, de la justicia, de la cultura, de la vida en sociedad.

De lo anterior podemos deducir varias cuestiones: un relativismo axiológico y social,

una fundamentación de la democracia, un profundo sentimiento de admiración y de

aceptación de lo humano, cuestiones estas que a mi modo de ver hacen parte

significativa de una propuesta ética, y por tanto política, incentivada por Protágoras.

Es importante advertir en lo que hasta ahora hemos expuesto, una concepción

inmanente del lenguaje por parte de Protágoras. El lenguaje, tan justamente

reivindicado y elogiado por los sofistas, es fuente creadora, es fundamento de lo

humano que permite colmar de sentido al mundo. Es el logos en su más pura

significación: pensamiento y palabra.

La afirmación del lenguaje como agente creador, es la más clara afirmación del

hombre, de lo mundano. Es una feliz aceptación de nuestra condición, a la vez que

es un reconocimiento en el más perfecto azar, una afirmación de vida; caso distinto

al que presenta Platón que ve en el lenguaje tan solo un vínculo con las ideas, con

la verdad, algo predeterminado y para nada contingente.

La relatividad axiológica y social que defiende Protágoras es fundamento de la

democracia, es el reconocimiento de la diversidad de opiniones. Con esto, se

advierte el surgimiento de una verdadera libertad política y de la tolerancia, como

principios de la vida en sociedad, ese gran logro del hombre, de la razón, del

lenguaje: del logos.

Radicalmente contrario, Platón fundamenta lo humano mediante una concepción

metafísica, es decir, plantea una forma de entender al hombre no mediante su

condición mundana sino mediante algo totalmente ajeno a él.

Page 19: La ética según protágoras

Introducción

Protágoras ha sido para la historia de la filosofía un pensador controversial. que se

haya proclamado a si mismo sofista, es más que suficiente para que haya sido visto

con sospecha por la posteridad. Sabemos, sin embargo, que en la antigüedad gozo

de consideración y prestigio, y que su obra y su influencia en la cultura de Atenas

fueron muy relevantes. Quizá la mejor manera de comprobar esa importancia es

detenerse a considerar la atención y el empeño que muestran Platón y Aristóteles

para discutir y oponerse a sus postulados más importantes.

Las ideas de Protágoras empujan a ubicarnos en nuestra propia realidad de

ciudadanos de aquí y ahora, a replantearnos lo que puede llegar a ser la ética, y

entender el papel que hemos de ejercer en el contexto de la democracia, un

concepto moderno, sin duda, pero que pocos han entendido tan lúcidamente como

nuestro filósofo. Espero que las siguientes páginas sean lo suficiente explicativas

al respecto.

Por lo tanto, la mirada que extendemos a la antigüedad, trata de recuperar y de

indagar en un pensamiento, lamentable perdido y no siempre interpretado sin

prejuicios, que puede darnos luces y motivos para pensar desde la sabiduría

clásica, la ética de nuestro propio mundo.

Page 20: La ética según protágoras

Análisis

Sin lugar a duda el criterio de la ética de Protágoras es relativo, es decir, depende

de una relación, o mejor explicado, habría que preguntarse si esta relación o serie

de relaciones se apegan a algunas nociones mínimas compartidas por todos en el

abanico de una diversidad enorme de formas de pensar.

Cabe resaltar que Protágoras especifica que el factor único del cual participan todos

los ciudadanos es la virtud del hombre, constituida por la moderación, la piedad y

la justicia; desde esta perspectiva podemos inferir que si hay una serie de

relaciones compartidas por todos los miembros de la polis y que si estas

corresponden a una virtud humana, entonces hay detrás de esto una serie de

relaciones compartidas quizá por el resto de los seres humanos.

Protágoras defendió el relativismo gnoseológico y moral, negando que existieran

verdades y valores universalmente válidos.

Las leyes de los hombres (nomos, leyes positivas) son fruto del consenso humano

y no fruto de un principio divino. Los nomos nos permiten vivir en comunidad y

diferenciarnos de las bestias.

Defiende que hay que mantener las leyes, si estas parecen buenas a la mayoría; y

muestra un enfoque profundo al agnosticismo.

Page 21: La ética según protágoras

Conclusiones

Si se da una regulación de la conducta a través de lo que otros señalan, también

es cierto que el individuo confronta dichas regulaciones, por eso la polis acuñaba

sus leyes democráticamente, puesto que la tensión entre lo impuesto por las

instituciones y la libertad de los individuos, constituye el campo sobre el cual se

mueve el sentido moral en tanto que la regulación intersubjetiva.

Es verdad que Protágoras de antemano reconoce el impacto social de la educación

porque nuestra sociabilidad permite la supervivencia y describe el proceso de

configuración de la moral desde la infancia, ya sea por medio de nanas, madres,

padres o maestros quienes educan a los niños enseñando y amonestando.

Ahora bien, el que la moral sea producto de la evolución, no significa que haya una

ley moral natural concebida en la filosofía de Protágoras, sino que el sentido moral

es posible gracias a la necesidad natural de sobrevivir, y eso hizo que los hombres

tomaran medidas para convivir, pues la humanidad no tiene bloqueos instintivos

que le permitan reprimir la violencia entre los congéneres para garantizar la

supervivencia del grupo.

Page 22: La ética según protágoras

Presentación

La Presente monografía contiene un estudio de temas sobre el modo de

pensar de Protágoras sobre la ética, su función y reconocimiento que tuvo

en la época en que vivió. También un análisis de las frases que él empleaba,

junto con un estudio de su pensamiento, filosofía y relativismo.

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Anexo

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Bibliografía

❖ Dueso, J. 1996, Protágoras de Abdera, Madrid, Akal.

❖ Melero, A. 1996, Sofistas, testimonios y fragmentos, Madrid, Gredos.

❖ Bravo, F. 2001, Estudios de la filosofía griega, Caracas, UCV, 1ª edición.

❖ Campillo, N. 1976, Protágoras y los sofistas, Valencia, 1ª edición.

❖ Cappelletti, A. 1969. La filosofía de Protágoras, Caracas, 1ª edición.

❖ Cappelletti, A. 1987. Protágoras: naturaleza y cultura, Caracas, 1ª edición.

❖ Capizzi, Á. 1955. Protágoras, La Nouva Italia, Firenze, 1ª edición.

❖ Zeppi, S. 1961. Protágoras y la ética de su tiempo, La Nouva Italia, Firenze.

❖ www.slideshare.com/éticaprotagórica

❖ www.revistasfilosóficas.com

Page 26: La ética según protágoras

Recomendaciones

Las leyes y las normas según las cuales se rigen los estados cambian de pueblo a

pueblo y de ciudad en ciudad, pero no por eso son menos válidas en cuanto a la

responsabilidad de los ciudadanos.

Protágoras sigue un método realista y optimista en cuanto al funcionamiento de

estos “sentimientos del ciudadano”, en contraste con Platón, quien muchas veces

expone sus dudas acerca de la posibilidad de que se realice su estado utópico.

La ética de Protágoras se basa en el sentimiento de convivencia de los ciudadanos

tal y como se manifiesta y funciona en la vida social. Este sentimiento de Protágoras

lo formula con los términos “respeto para consigo mismo, respeto para los demás”

la cual es una gran enseñanza que se debe ponerlo en práctica en la vida diaria.