La era de la revolución - Hobsbawn

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La era de la revolución de Hobsbawn

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    1. EL MUNDO EN 1780-1790

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    Le dix-huitieme siecle doit etre mis au Panthon. SAINT-JUST 1

    I

    Lo primero que debemos observar acerca del mundo de 1780-1790 es que era a la vez mucho ms pequeo y mucho ms grande que el nuestro .

    . Era mucho ms pequeo geogrficamente, porque incluso los hombres ms cultos y mejor iriformados que entonces vivan -por ejemplo, el sabio y via-jero Alexander von Humboldt (1769-1859)- slo conocan algunas partes

    . habitadas del globo. (Los mundos conocidos de otras comunidades menos expansionistas y avanzadas cientficamente que las de la Europa occidental

    eran todava ms pequeos, reducidos incluso a los pequeos segmentos de la tierra dentro de los que el analfabeto campesino de Sicilia o el cultivador de las colinas birmanas viva su vida y ms all de los cuales todo era y sera siempre absolutamente desconocido.) Gran parte de la superficie de los oca-nos, por no decir toda, ya haba sido explorada y consignada en los mapas gracias a la notable competencia de los navegantes del siglo XVIII, como James Cook, aunque el conocimiento humano del lecho de los mares segui-ra siendo insignificante hasta mediados del siglo xx. Los principales contor-nos de los continentes y las islas eran conocidos, aunque no con la seguridad de hoy. La extensin y altura de las cadenas montaosas europeas eran cono-cidas con relativa exactitud, pero las de Amrica Latina lo eran escasamente y slo en algunas partes, las de Asia apenas y las de frica (con excepcin del Atlas) eran totalml'!nte ignoradas a fines prcticos. Excepto los de China y la India, el curso de los grandes ros del mundo era desconocido para todos, salvo para algunos cazadores de Siberia y madereros norteamericanos, que conocan o podan conocer los de sus- regiones. Fuera de unas escasas reas --en algunos continentes no alcanzaban ms que unas cuantas millas al interior desde la costa-, el mapa del mundo consista en espacios blancos

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    cruzados por las pistas marcadas por los mercaderes o los exploradores. Pel\ por las burdas informaciones de segunda o tercera mano recogidas por lQ viajeros o funcionarios en los remotos puestos avanzados, esos espacios blan cos habran sido incluso mucho ms vastos de lo que en realidad eran.

    No solamente el mundo conocido era ms pequeo, sino tambin . mundo real, al menos en trminos humanos. Por no existir censos y empa dronamientos con finalidad prctica, todos los clculos demogrficos sor puras conjeturas, pero es evidente que la tierra tena slo una fraccin de J poblacin de hoy; probablemente, no ms de un tercio. Si es creencia gene ral que Asia y Africa tenan una mayor proporcin de habitantes que hoy, li de Europa, con unos 187 millones en 1800 (frente a unos 600 millones hoy} era ms pequea, y mucho ms pequea an la del continente americano. Aproximadamente, en 1800, dos de cada tres pobladores del planeta erar asiticos, uno de cada cinco europeo, uno de cada diez africano y uno d1 cada treinta y tres americano y .ocenico. Es evidente que esta poblaci1 mucho menor estaba mucho ms esparcida por la superficie del globo, salve quiz en ciertas pequeas regiones de agricultura intensiva o elevada con. centracin urbana, como algunas zonas de China, la India y la Europa cen. tral y occidental, en donde existan densidades comparables a las de los tiem. pos modernos. Si la poblacin eraqis pequea, tambin lo.era el rea de asentamiento posible :del hombre. C'a-'s condiciones climatolgicas {probable-mente algo ms fra:f y ms hmedas que las de hoy, aunque no tanto como durante el perodo de la pequea edad del hielo, entre 1300 y 1700) hicie-ron retroceder los lmites habitables en el rtico. Enfermedades endmicas, como c:;:l paludismo, mantenan deshabitadas muchas zonas, como las de Ita-lia m~ridional, en donde las llanuras del litoral slo se iran poblando poco a p6~s~) lolargo del siglo XIX. Las formas primitivas de la economa, sobre todO la caza y (en Europa) la extensin territori.al de la trashumancia de los ganad'os, impidieron los grandes establecimientos en regiones enteras, como, por ejemplo, las llanuras de la Apulia; los dibujos y grabados de los prime-ros turistas del siglo XIX nos han familiarizado con paisajes de la campia romana: grandes extensiones paldicas desiertas, escaso ganado y bandidos pintorescos. Y, desde luego, muchas tierras que despus se han sometido al arado, eran yermos incultos, marismas, pastizales o bosques.

    Tambin la humanidad era ms peq~ea en un tercer aspecto: los europeos, en su conjunto, eran ms bajos y ms delgados que ahora. Tome-mos un ejemplo de las abundantes estadsticas sobre las condiciones fsicas de los reclutas en las que se basan estas consideraciones: en un cantn de la costa ligur, el 72 por 100 de los reclutas en 1792-1799 tenan menos de 1,50 metros de estatura. 2 Esto no quiere decir que los hombres de finales del siglo XVIII fueran ms frgiles que los de hoy. Los flacos y desmedrados soldados de l Revolucin francesa demostraron una resistencia fsica slo 1

    2. A. Hovelacque, La taille dans un canton ligure, Revue Mensuelle de l'cole d'An-thropologic (1896), Pars.

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    igualada en nuestros das por las ligersimas guerrillas de montaa en las guerras coloniales. Marchas de una semana, con un promedio de cincuenta kilmetros diarios y cargados con todo el equipo militar, eran frecuentes en aquellas tropas. No obstante, sigue siendo cierto que la constitucin fsica humana era muy pobre en relacin con la actual, como lo indica la excepcio-nal importancia que los reyes y los generales concedan a los mozos altos, que formaban los regimientos de elite, guardia real, coraceros, etc.

    Pero si en muchos aspectos el mundo era ms pequeo, la dificultad e in-certidumbre de las comunicaciones lo haca en la prctica mucho mayor que hoy. No quiero exagerar estas dificultades. La segunda mitad del siglo xvm fue, respecto a la Edad Media y los siglos XVI y xvn, una era de abundantes y rpidas comunicaciones, e incluso antes de la revolucin del ferrocarril, el aumento y mejora de caminos, vehculos de tiro y servicios postales es muy notable. Entre 1760 y el final del siglo, el viaje de Londres a Glasgow se acort, de die:z; o doce das, a sesenta y dos horas. El sistema de mail-coaches o diligencias, instituido en la segunda mitad del siglo XVIII y ampliadsimo entre el final de las guerras napolenicas y el advenimiento del ferrocarril, proporcion no solamente una relativa velocidad --el servicio postal desde Pars a Estrasburgo empleaba treinta y seis horas en 1833-, sino tambin regularidad. Pero las posibilidades para el transporte de viajeros por tierra eran escasas, y el 'transporte de mercancas era a la vez lento y carsimo. Los gobernantes y grandes comerciantes no estaban aislados unos de otros: se esti-ma que veinte millones de cartas pasaron por los correos ingleses al principio de las guerras con Bonaparte (al final de la poca que estudiamos seran diez veces ms); pero para la mayor parte de los habitantes del mundo, las cartas eran algo inusitado y no podan leer o viajar --excepto tal vez a las ferias y mercados- fuera de lo corriente. Si tenan que desplazarse o enviar mercan-cas, haban de hacerlo a pie o utilizando lentsimos carros, que todava en las primeras dcadas del siglo XIX transportaban cinco sextas partes de las mer-cancas francesas a menos de 40 kilmetros por da. Los correos diplomticos volaban a travs de largas distancias con su correspondencia oficial; los pos-tillones conducan las diligencias sacudiendo los huesos de una docena de viaje-ros o, si iban equipadas con la nueva suspensin de cueros, hacindoles padecer las torturas del mareo. Los nobles viajaban en sus carrozas particulares. Pero para la mayor parte del mundo la velocidad del carretero caminando al lado de su caballo o su mula imperaba en el transporte por tierra.

    En estas circunstanci,as, el transporte por medio acutico era no slo ms fcil y barato, sino tambin a menudo ms rpido s los vientos y el tiempo eran favorables. Durante su viaje por Italia, Goethe emple cuatro y tres das, respectivamente, en ir y volver navegando ie Npoles a Sicilia. Cunto tiempo habra tardado en recorrer la misma distancia por tierra con muchsi-ma menos comodidad? Vivir cerca de un puerto era vivir cerca del mundo. Realmente, Londres estaba ms cerca de Plymouth o de Leith que de los pue-blos de Breckland en Norfolk; Sevilla era ms accesible desde Veracruz que desde Valladolid, y Hamburgo desde Baha que desde el interior de Pomera-

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    nia. El mayor inconveniente del transporte acutico era su intennitencia. Has-. ta 1820, los correos de Londres a Hamburgo y Holanda slo se hacan dos veces a la semana; los de Suecia y Portugal, una vez por semana, y los de Norteamrica, una vez al mes. A pesar de ello no cabe duda de que Nueva York y Boston estaban en contacto mucho ms estrecho que, digamos, el condado de Maramaros, en los Crpatos, con Budapest. Tambin era ms fcil transportar hombres y mercancas en cantidad sobre la vasta extensin de los ocanos -por ejemplo, en cinco aos (1769-1774) salieron de los puertos del norte de Irlanda 44.000 personas para Amrica, mientras slo salieron cinco mil para Dundee en tres generaciones- y unir capitales dis-tantes que la ciudad y el campo del mismo pas. La noticia de la cada de la Bastilla tard trece das en llegar a Madrid, y, en cambio, no se recibi en Pronne, distante slo de Pars 133 kilmetros, hasta el 28 de julio.

    Por todo ello, el mundo de 1789 era incalculablemente vasto para la casi totalidad de sus habitantes. La mayor parte de stos, de no verse desplazados por algn terrible acontecimiento o el servicio militar, vivan y moran en la regin, y con frecuencia en la parroquia de su nacimiento: hasta 1861 ms de nueve personas por cada diez en setenta de los noventa departamentos fran-ceses vivan en el departamento en que nacieron. El resto del globo era asun-to de los agentes de gobierno y materia de rumor. No haba peridicos, salvo para un escaso nmero de lectores"de ls clases media y alta -la tirada corriente de un peri'cico francs era dt? 5.000 ejemplares en 1814-, y en todo caso muchos no saban leer. Las noticias eran difundidas por los viaje-ros y el sector mvil de la poblacin: mercaderes y buhoneros, viajantes, artesailqs y trabajadore~ de la tierra sometidos a la migracin de la siega o la vendim,ia, la amplia y variada poblacin vagabunda, que comprenda desde frair~

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    consumos, y a veces hasta la vieja lnea de la muralla, divida a ambas. En casos extremos, como en Prusia, el gobierno, deseoso de conservar a sus ciu- III dadanos contribuyentes bajo su propia supervisin, procuraba una total separa- . cin de las actividades urbanas y rurales. Pero .aun en donde no exista esa rgi- El problema agrano era por eso fundamental en el mundo de 1789, y es da divisin administrativa, los ciudadanos eran a menudo fsicamente distintos'cil comprender por qu la primera escuela sistemtica de economistas de los campsinos. En una vasta extensin de la Europa oriental haba islotes:ontinentales -los fisicratas franceses- consideraron indiscutible que la germnicos, judos o italianos en lagos eslavos, magiares o rumanos. Inclusoierra, y la renta de la tierra, eran la nica fuente de ingresos. Y que el eje los ciudadanos de la misma nacionalidad y religin parecan distintos de los lel problema agrario era la relacin entre quienes poseen la tierra y quienes campesinos de los contornos: vestan otros trajes y realmente en muchos casos a cultivan, entre los que producen su riqueza y los que la acumulan. (excepto en la explotada poblacin obrera y artesana del interior) eran ms Desde el punto de vista de las relaciones de la propiedad agraria, pode-altos, aunque quiz tambin ms delgados.4 Ciertamente se enorgullecan denos dividir a Europa -o ms bien al complejo econmico cuyo centro radi-tener ms agilidad mental y ms cultura, y tal vez la tuvieran. No obstante, en :a en la Europa occidental- en tres grandes sectores. Al oeste de Europa su manera de vivir eran casi tan ignorantes de lo que ocurra fuera de su ciudad$taban las colonias ultramarinas. En ellas, con la notable excepcin de los y estaban casi tan encerrados en ella como los aldeanos en sus aldeas. astados Unidos de Amrica del Norte y algunos pocos territorios menos

    Sin embargo, la ciudad provinciana perteneca esencialmente a la econo-mportantes de cultivo independiente, el cultivador tpico era el indio, que ma y a la sociedad de la comarca. Viva a expensas de los aldeanos de las rabajaba como un labrador forzado o un virtual siervo, o el negro, que tra-cercanas y (con raras excepciones) casi como ellos. Sus clases media y pro- >ajaba como esclavo; menos frecuente era el arrendatario que cultivaba la fesional eran los traficantes en cereales y ganado; los transformadores de los ie1ra personalmente. (En las colonias de las Indias Orientales, donde el cul-productos agrcolas; los abogados y notarios que llevaban los .asuntos de ivo directo por los plantadores europeos era rarsimo, la forma tpica obli-los grandes propietarios y los interminables litigios que forman parte de la :atoria impuesta por los poseedores de la tierra era la entrega forzosa de posesin y explotaciQ.;j de la tierra; I-:S mercaderes que adquiran y revendan leterminada cantidad de producto de una cosecha: por ejemplo, caf o espe-el trabajo de las hilanderas, tejedoras y enc~eras de las aldeas; los ms res- :ias en las islas hol~ndesas.) En otras pala~ras, el cultivador tpico no era petables representantes del gobierno, el seor o la Iglesia. Sus artesanos y ibre o estaba som.etldo a una coaccin poltica. El tpico terrateniente era el tenderos abastecan a los campesinos y a los ciupadanos que vivan del cam- ,ropietario de un vasto territorio casi feudal (hacienda, finca, estancia) o de po. 1'.a ciudad provinciana haba declinado tristemente desde sus das glorio- ma plantacin de esclavos. La econom1a caracterstica de la posesin casi

    so~. d~Jia Edad Media. Ya no eran como antafio ciudades libres 0 ciuda- eudal era primitiva y autolimitada, o, en todo caso, regida por las demandas des~~tado, sino rara vez un centro de manufacturas para un mercado ms mramente regionales: la Amrica espaola exportaba productos de minera, amp'liq o un puesto estratgico para el comercio internacional. A medida que ambin extrados por los indios -virtualmente siervos-, pero apenas nada declinaba, se aferraba con obstinacin al monopolio de su mercado, que de- le productos agrcolas. La economa caracterstica de la zona de plantacio-fenda contra to~os los competidores: gran p~e del provincianismo del que 1es de esclavos; cuyo centro e~t~ba en las islas del.Caribe, a lo largo de las se burlaban los Jvenes radicales y los negociantes de las grandes ciudades ostas septentnonales de Amenca del Sur (especialmente en el norte del p:oceda de ese movimiento de autodefensa econmica. En la Europa meri- kasil) Y las del sur de los Estado~ Unidos, era la obte_ncin de importantes d1onal, gran parte de la nobleza viva en ellas de las rentas de sus fincas. En osechas de productos de exportacin, sobre todo el azucar, en menos exten-Alemania, las burocracias de los innumerables principados -que apenas in tabaco Y ~af, colorantes y, desde el principio de la revolucin industrial, eran ms que.inmensas fincas- satisfacan los caprichos y deseos de sus 1 algodn mas que nada. ste formaba por ello parte integrante de la eco-serensimos seores con las rentas obtenidas de un campesinado sumiso y oma europ~a y,. travs de la trata de esclavos, de la africana. Fundamen-respetuoso. La ciudad provinciana de finales del siglo xvm pudo ser una llme~te la lustona de e~ta zona en el perodo de que nos ocupamos podra comunidad prspera y expansiva, como todava atestiguan en algunas partes ~sumirse en la decadencia del azcar y la preponderancia del algodn. de Europa occidental sus conjuntos de piedra de un modesto estilo neoclsi- Al este de Europa occidental, ms especficamente an, al este de la lnea co o rococ. Pero toda esa prosperidad y expansin proceda del campo. ue corre a lo largo del Elba, las fronteras occidentales de lo que hoy es Che-

    oslovaquia, y que llegaban hasta el sur de Trieste, separando el Austria 4. En 1823-1827 los ciudadanos de Bruselas medan tres centmetros ms que los hom- riental de la occidental, estaba la regin de la servidumbre agraria. Social-

    bres de las alde~s ruri:l~s, y los de Lovaina, dos centmetros ms. Existe un co.nsiderable volu- 1ente, la Italia al sur de la Toscana y la Umbra, y la Espaa meridional, per-men de estadsucas militares sobre este punto, aunque todas corresponden al siglo x1x (Quete- ~necan a esta reain- pero no Escandinavia (con la excepcin parcial de Jet, citado por Manouvrier, Sur la taille des parisiens, Bulletin de la Socit Anthropologique )" 1 d ' S ) E , 1 de Pars, 1888, p. 17 1. . mamarca y e sur e uecia . sta vasta zona con tema a gunos sectores

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    de.cultivadores tcnicamente libres: los colonos alemanes se esparcan I cin de Europa occidental, y principalmente de Inglaterra, acababan de toda~ partes, desde Eslovenia h~ta el ~o~ga, e~ ~Janes virt~almente in~;ezar haca poco a estimular _las ex~orta~i~nes de cere~les del cinturn pendientes en las abruptas montanas de lhna, casi igualmente que los hos1 tierras negras rusas, que senan casi la umca mercanc1a exportada por campesinos guerreros que eran los panduros y cosacos, que haban consti{ ia hasta Ja industrializacin de la URSS. Por ello, tambin el rea servil d~ hasta poc_o ant~s la fron~era militar ~ntre los cristianos y los turcos ':( ~!ntal puede considerarse, lo mismo que la de la~ colonias ultramarina~, trtaros, labnegos mdepend1e_ntes del s~n~r o el E~tado, o aquellos que v1'bmo una economa dependiente de Europa occidental en cuanto a ah-en los grandes bosques en donde no ex1stia el cultivo en gran escala. En c~entos y materias primas. junto, sin embargo, el cultivador tpico no era libre, sino que realmente es. Las regiones serviles de Italia y Espaa tenan caractersticas econmicas ba ahogado en la marea de la servidumbre, creciente casi sin interrupc~milares~ aunque la situacin legal de los campesinos era distinta. En trmi-des~e finales del siglo XV o princ~pios del XVI. Esto era m~nos pate?te. en0 s generales, haba zonas de grandes p~opi_edades de la nobleza. N~ es regin de los Balcanes, que babia estado o estaba todavia baJO la dirl'.lnposible que algunas de ellas fueran en S1c1ha y en Andaluca descend1en-administracin de los turcos. Aunque el primitivo sistema agrario del ~s directos de los latifundios romanos, cuyos esclavos y coloni se convir-feudalismo turco, una rgida divisin de la tierra en la que cada unideron en los caractersticos labradores sin tierra de dichas regiones. Las mantena, no hereditariamente, a un guerrero turco, haba degenerado en~andes dehesas, los cereales (Sicilia siempre fue un riqusimo granero) y la sistema de propiedad rural hereditaria bajo seores mahometanos. Esixtorsin de todo cuanto poda obtenerse del msero campesinado, producan seores rara vez se dedicaban a cultivar sus tierras, limitndose a sacar lo

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    : ado urbano, y en la que una mayora de campesinos medianos y peque-IV :~abra vivido_ con cierta ind~pendencia d~ sus recursos, a menos que stos

    . n tan pequenos que les obhgaran a dedicarse temporalmente a otros tra-Socialmente, la estructura agraria en el resto de Europa no era muy df"~r~ agrcolas o industriales, que les permitieran aumentar sus ingresos.

    rente. Esto quiere decir que, para el campes~no o labrador, cual~~iera ~Jslo unas poc~s ~omarcas ~aban impulsad.o el d~sai:ollo ?r~o d~do poseyese u~a finca era un caballero, un miembro de la clase dmgente aso adelante hacia una agncultura puramente capttahsta, pqncipalmente vic~versa: la c,o.ndicin de n~b~e o hid~lgo (que llevaba aparejados privile~~ fnglaterra. La gran propieda? estaba.muy c~ncentrada, per? el tpico cul-sociales y p~httcos y. era e~ umco cammo P:U- acceder a los alto~ puestos (vador era un comerciante de tipo m~~cho, granJero:_arrendat~o 9ue ope~aba Estado) era mconcebible sm una gran propiedad. En muchos paises de EU!. n trabajo alquilado. Una gran cantidad de pequenos propietarios, habitan-p~ occid_e~tal el orden feudal implicado por tales ma~eras de pensar est(~ en chozas, embrollaba la situacin. ~ero cuando sta ~ambi (entre 1?60 vivo pohucamente, aunque cada vez resultaba ms anticuado en lo econn- IS30, aproximadamente), lo que ~urgi no fue una agricultura campesma, co. En ~alidad, su obsolescencia que haca ~umentar las rentas ~e los nob(foo una clase de empresarios agrcolas -los granjeros- y un ~r_an proleta-Y, los hidalgos, a pesar del au,mento d~ ~~ec10s y _de_ ga~tos'. hacia a los ai}iado agrario. Alg~nas regiones europeas en donde. eran trad1c1onales. las

    t~cra~as explotar c~d~ vez mas su p~s1c10n econom1ca mahenabl~ y los ~11versiones comercuiles en la labranza -:-como en ciertas zo?as de Ital~a ?' v1leg1os de su nacimiento y condicin. En toda la Europa contmental los Pases Bajos-, o en donde se producian cosechas comerciales especiah-nobles expulsaban a sus rivales de origen ms modesto de los cargos Pfudas, mostraron tambin fuertes tendencias capitalistas", pero ello fue excep-vechosos dependientes de la corona: desde Suecia, en donde la proporci~ional. Una excepcin posterior fue Irlanda, desgraciada isla en la que se de oficiales plebeyos baj del 66 por 100 en 1719 ( 42 por 100 en l 700);0 mbinaban las desventajas de las zonas ms atrasadas de Europa con l~ de 23 por 100 en 1780,9 hasta Francia, en donde esta reaccin feudal: precia proximidad a la economa ms avanzada. Un puado de latifundistas

    tar~ l.. revolucin. Pero in~lus~_,en don~e haba en algunos aspectos cieabsentistas, parecidos a l~s de Sicilia y Andaluca, explota?an a una vasta flex1bihdad, co~ en Francia, en que el mgreso en la nobleza territorial masa de pequeos arrendatarios cobrndoles sus rentas en dmero. relativamente fcll, o como en Inglaterr'a, en donde la condicin de noble Tcnicamente, la agricultura europea era todava, con la excepcin de propietario se alcanzaba como recompensa por servicios o riquezas de O\.mas pocas regiones avanzadas, tradicional, a la vez que asombrosamente gnero, el vnculo entre gran propiedad rural y clase dirigente segua finn~neficiente. Sus productos seguan siendo lo.s ms tradicionales: trigo, cente-acab por hacerse ms cerrado. m), cebada, avena y, en Europa oriental, alforfn, el alimento bsico del pue-

    , /Sin embargo, econmicamente, la sociedad rural occident.al era muy diiblo; ganado vacuno, lanar, cabro y sus productos, cerdos y aves de corral, "''.~Fente. El campesino haba perdido mucho de su condicin servil en los l'frutas y verduras y cierto nmero de materias primas industriales como

    ~fuos tiempos de la Eda

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    seda se criaba en numerosas regiones del sur de Europa. El ms importa- ., . Del oriente europeo venan granos, madera de construccin, lino (muy de esos nuevos productos -la patata-;- empezaba a abrirse paso poc~~~itado en los trpicos), camo y hierro de esta segunda zona colonial. poco, excepto en Irlanda, en donde su capacidad alimenticia por hect11r 1 tre las economas relativamente desarrolladas de Europa -que incluan, muy superior a la de otro~, la haba popularizado rpidamente. Fuera' ~;~do en trminos econmicos, las activas comunidades de pobladores Inglate:i-a y los Pases Bajos, el cultivo de l~s tubrculos y forrajes \~ancos en las colonias britnicas de Amrica del Norte (desde 1783, los Esta-excepctonal, y slo con las guerras napolemcas empez la produce U "dos .de Amrica)- la red comercial se haca ms y ms densa.

    . d l h . OS Ill masiva . e remo ac a azucarera. : El nabab 0 indiano, que regresaba de las colonias con una fortuna muy El siglo xvm no supuso, desde luego, un estancamiento agrcola. Por ralos sueos de la avaricia provinciana el comerciante y armador

    . . , upen o ' ' contrano, una gran era de expansin demografica, de aumento de urbani plndidos puertos -Burdeos, Bristol, Liverpool- haban sido cons-. ' f l h . uyos es c1on, come~c10 y m~nu ac~ra, i~pu .s. y asta exigi el desarrollo agrano.~uidos 0 reconstruidos en el siglo, parecan los verdaderos tri~nfadores

    segunda mitad del siglo v10 el. pnncip10 dt'.l tremendo, y desde entonces in. cos de la poca slo comparables . los grandes funcjonarios y fi-"d d bl ' , con m1 ' terrumpi o, aumento e po aci n, caractenstico del mundo moderno: en1 . s que amasaban sus caudales en el provechoso servicio de los esta-

    1755 y 1784, por ejemplo, la poblacin rural de Brabante (Blgica) aumeJ~ncieros aquella era la poca en la que el trmino Oficio provechoso bajo 44 loo rn p 1 - 1 1os, pue . en un por . ero o que ongm numerosas campanas para e pro!!I teni'a un significado literal. Aparte de ellos la clase media de abo-, 1 1 l . l' , 1 . d . ~l corona '

    so agnco a, o que mu t1;> ic~ as soc1edade~ . e labradores, _los mfom,ados, administradores de grandes fincas, cerveceros1 tenderos y algunas gubernamentales y las puphcac10nes propagand1sticas desde Rusia hasta EsP, "esones que acumulaban una modesta riqueza a costa del mundo - f , 1 'd d d b , . 1tras pro1 . t na, ue, mas .que sus progresos, a cantl a e o staculos que dificultaban . , 1 v>an unas vidas humildes y tranquilas, e incluso el industrial pare-avance agrano. . .gnco a, vi i . . , . .

    :a poco ms que un panente pobre. Pues aunque la mmena y la mdustna se :xtendan con rapidez en todas partes de Europa, el mercader (y en Europa

    \:i "-r: 'v 1riental muy a menudo tambin el seor feudal) segua siendo su verdadero . I lirector.

    .. El ... d d 1 lt lt b 1 . Por esta razn, la principal fonna de expansin de la produccin indus-. piun o e a agncu ura resu a a perezoso, sa vo quiz para su sect . . , . . c_?.pitalista. El del comercio y el de las manufacturas y las actividades trial fue la dt::nommada sistema domestico, o puttzng-out system, ~or la cu~l nicas e intelectuales que surgan con ellos era confiado, animado y expacln mercader comp~aba todos los productos del artesano o del trabajo no ?n-

    .',,v9{ as .como eficientes, decididas y optimistas las clases que de ambosiola.de ~os.campe~mos PU: vende:l~ lu~go en los grandes m~rcados .. El sim~ Weneficiaban. El observador contemporneo se senta sorprendidsimo por/~e_cr~cimiento d~ este trafico ~re? me~1tablen:iente unas rud1menta~1as con vasto despliegue de trabajo, estrechamente unido a la explotacin coloni~1c1ones para un tem~rano capi~ahsmo mdustnal. El artesano: vendiendo su Un sistema de comunicaciones martimas, que aumentaba rpidamente ~roduccin total, po~ia convertirse en algo ms ~ue un trabaJad~r pagado a volumen y capacidad, circundaba la tierra, beneficiando a las comunidacJ1estajo, sobre todo s1 el gran me:cader le proporc~onaba el ma~~nal ~n bru~o mercantiies. de la Europa del Atlntico Norte, que usaban el podero coloni' le su~inistraba al~unas herram1,entas. ~l, campesmo q~e tam~ien teJia podm

    para despojar a los habit~ntes de las Indias Orientales 11 de sus gneroonvertirse en el tejedor ~u~ tema tamb1~n una par~e_l~ta _d~ ~ierra. ~~ espe-exportndolos a Europa y Africa, en donde estos y otros productos europe1ializacin en los procedimten~os y func10_nes penmtio dividir la vie}a arte-servan para la compra de esclavos con destino a los cada vez ms impoana o crear un grupo de trabajadores sem1expertos entre los campesmos. El tantes sistemas de plantacin de las Amricas. Las plantaciones americarinCiguo maestro artesano, o algunos grupos especiales de artesanos o algn exportaban por su parte en cantidades cada vez mayores su azcar, su alg~rupo local de intermediarios, pudieron convertirse en algo semejante a s.ub-dn, etc., a los puertos cj.el Atlntico y del mar del Norte, desde donde ~ontratistas o patronos. Pero la llave maestra de estas fomias descentrahza-redistribuan hacia el este junto con los productos y manufacturas tradicitlas de produccin, el lazo de unin del trabajo de las aldeas perdidas o los nales del intercambio comercial este-oeste: textiles, sal, vino y otras merca~uburbios de las ciudades pequeas con el mercado mundial, era siempre

    1lguna clase de mercader. Y los industriales que surgieron o estaban a pun-o de surgir de las filas de los propios productores eran pequeos operarios a

    1 O. Pierre Lebrun et. al., La rivoluzione industrlale in Belgio, Studi Storici, n, 3:u lado, aun cuando no dependieran directamente de aqul. Hubo algunas (1961), pp. 564-565. 1 l I 1 d 1 L " . d

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    0 . d d b aras excepciones, especia mente en a ng aterra m ustna . os iorJa ores, y

    ,, 1 1 a gun ex en~1on a x remo neme, en on e compra an sedas, t, po . celana, etc., productos de los que era creciente la demanda en Europa. Pero la independen2tros hombres como el gran alfarero Josiah Wedgwood, eran personas orgu-poltic:a de China y el Japn quitara a este comercio una parte de su carcter de piratera. losas y respetadas, cuyos establecimientos visitaban los curiosos de toda

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    28 LA ERA DE LA REVOLUCIN, 1789-1848 EL MUNDO EN 1780-1790 29

    Europa. Pero el tpico industrial (la palabra no se haba inventado toda,, bras sobre el mundo; la supersticin de las iglesias (tan distintas de la reli-segua siendo un suboficial ms bien que un capitn de industria. gin natural o racional); de la irracionalidad que divida a los hombres

    No obstante, cualquiera que fuera su situacin, las actividades del corn en una jerarqua de clases altas Y bajas segn el nacimiento o algn otro cri-cio y la manufactura florecan brillantemente. Inglaterra, el pas europeo { terio desatinado. La libertad, la igualdad -y luego la fraternidad- de todos prspero del siglo xvm, deba su podero a su progreso econmico. y h~. los hombres eran _sus lemas. (En debida forma seran tambin los de la 1780 todos los gobiernos continentales que aspiraban a una poltica racio~- Revolucin francesa) El reinado de ~a libertad individual no podra tener fomentaban el progreso econmico y, de manera especial, el desarrollo indi sino las ms benefic10sas consecuencias. El libre ejercicio del talento indi-trial, pero no todos con el mismo xito. Las ciencias, no divididas toda vidual en un mundo de razn producira los ms extraordinarios resultados. como en el acadmico siglo XIX en una rama superior pura y en otra iif La apasionada creencia en el progreso del tpico pensador ilustrado refle-rior aplicada, se dedicaban a resolver los problemas de la produccin: 1: jaba el visible aumento en conocimientos y tcnica, en riqueza, bienestar y avances ms sorprendentes en 1780 fueron los de la qumica, ms estrecl civilizacin que poda ver en tomo suyo y que achacaba con alguna justicia mente ligada por la tradicin a la prctica de los talleres y a las necesida~ al avance creciente de sus ideas. Al principio de su siglo, todava se lleva-de la industria. La gran Enciclopedia de Diderot y D' Alembert no fue 8~ ba a la hoguera a las brujas; a su final, algunos. gobiernos ilustrados, un compendi? d~l pen~a~iento progresista poltico y social, sino tamb: como el ~e Austri~, haban ~balido no ~lo la tortura judicial,, sino tambin del progreso tecmco y c1ent1fico. Pues, en efecto, la conviccin del progreso- la esclavitud. Que no cabna esperar s1 los obstculos que aun oponan al c?nocimiento humano, el racionalismo, la riqueza, la civilizacin y el dor progreso los intereses del feudalismo y la Iglesia fuesen barridos definiti-mo de la naturaleza de que tan profundamente imbuido estaba el siglo ~ . vamente?

    l~ Ilustracin, debi su fuerza, ante todo, al evidente progreso de la produ No es del todo exacto considrar la Ilustracin como una ideologa de c1n y el comercio, y al racionalismo econmico y cientfico, que se c{ clase media, aunque hubo muchos ilustrados -y en poltica fueron los asociado a ellos de manera ine\!!tab_le. y sus mayores paladines fueron! ms decisivos- que consideraban irrefutable que la sociedad libre sera una clases ms progr~istas econmicamnte~ las ms directamente implicadasi.- sociedad capitalista. 12 Pero, en teora, su objetivo era hacer libres a todos los los tangibles adelantos de los tiempos: los crculos mercantiles y los grana~ seres humanos. Todas las ideologas progresistas, racionalistas y humanistas seores econmicamente ilustrados, los financieros, los funcionarios con fi estn implcitas en ello Y proceden de ello. Sin embargo, en la prctica, los

    , ma~in ~conmica y sociai, la clase m~dia educada, los fabricantes y ,L jefes de la emancipac!n por l~ que clama~~ la Ilustracin procedan por lo , e:}_pre~ano~. Tales hombres s~ludaron. a un Benjamn Franklin, impresor'' general de las clases i~te~edias d~ la sociedad :--~10mbres nuevos y racio-

    '\l?:~,nod1sta, mventor, empresano, estadista y habilsimo negociante, como'.,. nales, de talento y mntos mdepend1entes del nac1m1ento-, y el orden social ~~mbolo del futuro ciudadano, activo, razonador y autoformado. Tales hci'. que nacera de sus actividades sera un orden burgus y capitalista. bres, en Inglaterra, en donde los hombres nuevos no tenan necesidades'i Por tanto, es ms exacto considerar la Ilustracin como una ideologa ei:ica~naciones revolucionarias transatlnticas, formaron las sociedades 1Jl"' revol~cionaria . a pesar de la cautela y moderacin poltica de muchos de sus vmcianas de las que brotaran muchos avances cientficos, industriald .. paladmes contmentales, la mayor parte de los cuales -hasta 1780- ponan polticos. La Socied~d Lunar (Lu?ar Socie.ty) de Birmingham, por ejempl: su fe ~n la mo1.1a.r~ua absoluta i~~strada. ~l d~spotismo ilustrado su-contaba entre sus miembros al citado Josiah Wedowood, al inventor de': pondna la abohc10n del orden poht1co y social existente en la mayor parte

    m~quina de v.apor, James Watt, y a su socio Matthew Boulton, al qumi\. de Europ?. ~ero era demas~ado esperar que los '!ciens rgimes se destru-Pnestley, al bilogo precursor de las teoras evolucionistas Erasmus Dara-' yeran a s1 mismos voluntanamente. Por el contrario, como hemos visto, en (abuelo de un Darwin ms famoso), al gran impresor Baskerville. Todl: algunos aspectos se reforzaron contra el avance de las nuevas fuerzas socia-estos hombres, a su vez, pertenecan a las locrias masnicas, en las que;Q les Y econmicas. Y sus ciudadelas (fuera de Inglaterra, las Provincias Uni-contaban las diferencias de clase y se propag~ba con celo desinteresaddl das Y algn otro sitio en donde ya haban sido derrotados), eran las mismas ideologa de la Ilustracin. '~ .. monarquas en las que los moderados ilustrados tenan puestas sus espe-

    . Es significativo que los dos centros principales de esta ideologa -Fr~ ranzas. cia ~ Inglaterra- lo fueran tambin de la doble revolucin; aunque de hed sus ideas alcanzaron mucha mayor difusin en sus frmulas francesas (inch so cuando stas eran versiones galas de otras inglesas). Un ndividualism. ., 12. Co~o Turgot, Oeuvres, p. 244: Quienes conocen la marcha del comercio saben tam-e ul

    1. , cr . . . . ,. ,, bien que toda importante empresa, de trfico o de industria, exige el concurso de dos clases de

    S ~ ~ ra~IO~a 1sta )' ~roc,res1v?, ~o~maba el pensamiento Ilustr~d~. L hom?res, l_os empresarios ... y los obreros que trabajan por cuenta de los primeros, mediante un objetivo prmc1pal era hberar al md1v1duo de las cadenas que le opnm1an:J) salano estipulado. Tal es el verdadero origen de la distincin entre los empresarios y los maes-tradicionalismo ignorante de la Edad Media que todava proyectaba sus sori';' tros, Y ls obreros u oficiales, fundada en la naturaleza de las cosas.

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    30 LA ERA DE LA REVOLUCIN, 1789-1848

    VI

    Con la excepcin de Gran Bretaa (que haba hecho su revolucin en el siglo xvn) y algunos estados pequeos, las monarquas absolutas gobernaban. en todos los pases del continente europeo. Y aquellos en los que no gober- naban, como Polonia, cayeron en la anarqua y fueron absorbidos por sus poderosos vecinos. Los monarcas hereditarios por la gracia de Dios encabe-zaban jerarquas de nobles terratenientes, sostenidas por la tradicional orto-doxia de las iglesias y rodeadas por una serie de instituciones que nada te-nan que las recomendara excepto un largo pasado. Cierto que las evidentes necesidades de la cohesin y la eficacia estatal, en una poca de vivas ri~ validades interna

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    32 LA ERA DE LA REVOLUCIN, 1789-1848 EL MUNDO EN 1780-1790 33

    quas antiguas podan soportar la prdida de una o dos provincias, y la vcti. ra vctima de nadie. Al contrario, una parte de la influencia cultural ma principal del autonomismo colonial -Inglaterra- no sufri las debilidano \ desde el este hacia el oeste, y los filsofos europeos ponderaban. las des de los viejos regmenes, por lo que permaneci tan estable y dinmica ,~~ones de aquella civilizacin distinta pero evidentemente refinada, m1en-pesar de la revolucin americana. Haba pocos pases en donde concurriera1 ecc;os artistas y artesanos copiaban los motivos -a menudo ininteligibles-las condiciones puramente do~stica~ par~ una ampl~a n:ansf~rencia ~e lo~:: Extremo Oriente en sus obras y ad~pt~ban s.us nuevos materi~les (porce-poderes. Lo que .ha~a e~plos1va .la situacin era la nvah,dad mternac1onallana) a los usos europeos. Las potencias ISl~~icas (como Turqma), aunque

    La extrema nvahdad internac10nal -la guerra- poma a prueba los re: udidas peridicamente por las fuerzas mihtares de los estados europeos cursos de un Estado. Cuando era incapaz de soportar esa prueba, se tarn.5~inos (Austria y sobre todo Rusia), distaban mu~ho de ser los puebl~s des-baleaba, se resquebrajaba o caa. Una tremenda serie de rivalidades polti.v~lidos en que se convertiran en el siglo XIX. Africa permaneca vi~tualcas imper en la escena internacional europea durante la mayor parte de\v ente inmune a la penetracin militar europea. Excepto en algunas regiones siglo XVIII, alcanzando sus perodos lgido$ de guerra general en 1689-1713,~rededor del cabo de Buena Esperanza, los blancos estaban confinados en 1740-1748, 1756-! 7?3, 1776-1783 y sobr~ todo en l~ poca que estudiamos,fas factoras comerciales costeras. . . , . 1792-1815. Este ultimo fue el gran conflicto entre Gran Bretaa y Francia,. Sin embargo, ya la rpida y creciente expansion del c?mercio Y las que tambin, en cierto sentido, fue el conflicto entre los viejos y los nuevosempresas capitalistas europeas socavaban su orden social; en Africa, a travs regmenes. Pues Francia, aun suscitando la hostilidad britnica por Ja rpid.1de Ja intensidad sin precedentes del terrible trfico de esclavos; en el ocano expansin de su comercio y su imperio colonial, era tambin la ms poderofodico, a travs de la penetracin de las potencias coloni.zadoras ri_v_ales, Y en sa, eminente e influyente y, en una palabra, la clsica monarqua absoluta Ye! Oriente Prximo, a travs de los conflictos comerciales y militares. La ari~tocrtica. En ~.nguna ocasi~n se hace ms m~nifiesta la superioridad delconquista europea directa ya emrezaba a e~tenderse signifi_ca~i~amente i:ns nuevo sobre el vieJO orden social que en el conflicto entre ambas potencias.all del rea ocupada desde hacia mucho tiempo por la pnmitiva colomza-Los ingleses no slo vencieron ms o menos decisivamente en todas esas guecin de los espaoles y los portugueses en el siglo XVI, y los emigrados blan-rras excepto en una, sino que soportardn ~l esfuerzo de su organizacin, soscos en Norteamrica en el xvu. El avance crucial lo hicieron los ingleses, q~e ten_imiento y consecue)tc~as con relativa facili\dad. En ':.ambio . para la monar-ya haban e.sta?lecid0 un co~trol territorial dire~to sobre parte de la India qma fr~nces~. aunque mas grande, ms populosa y mas provista de recursoS(Bengala pnnc1palmente) y vlrtual sobre el lmpeno mogol, lo que, da~do un que la mglesa, ~l esfu~rzo fue demasiado gran~: Despus des~ derrota en lapaso ms, los llevar~a .en el perodo estudjado_ por nosot~os a co.nertJrse en guei:ra,de los ~iete Anos (17_56-1763), la rebehon de la5 colomas americanasgobemadores y adrmmstradores de toda la India. La relativa d~b~hdad _?e !as le dio o~ortumdad de cambiar las tornas para con su adversario. Francia lacivilizaciones no europeas cuando se enfrentaran con la supenondad tecmca aprax:pp. Y naturalmente, en el subs~guente conflicto internacional Grany militar de Occidente estaba prev~sta. La.que.ha s~do llamada la poca de Bretat.ta fue duramente derrotada, perdiendo la parte ms importante de su vasco de Gama, las cuatro centunas de histona umversal durante las cuales

    impe~o-~mer_icano, mientras Francia, ali?da ~e los nuevos Estados Unidos.un puado de estados europeos y la fuerza del capitalismo europeo establ~resulto victonosa. Pero el coste de esta victona fue excesivo, y las dificulta-ci un completo, aunque temporal -como ahora se ha demostrado-, domi-des del gobierno francs desembocaron inevitablemente en un perodo de cri-nio del mundo, estaba a punto de alcanzar su momento culminante. La doble sis poltica interna, del que seis aos ms tarde saldra la revolucin. 1 revolucin iba a hacer irresistible la expansin _e~ropea, aunqu~ tambin iba

    a proporcionar al mundo no europeo las condiciones y el eqmpo para lan-. zarse al contraataque. . .

    VII

    Parece necesalio completar este examen preliminar del mundo en la po~ ca de la doble revolucin con una ojeada sobre las relaciones entre Europa (o ms concretamente la Europa occidental del norte) y el resto del mundo. El completo dominio poltico y militar del mundo por Europa (y sus prolon-gaciones ultramarinas, las comunidades de colonos blancos) iba a ser l pro-ducto de la poca de la doble revolucin. A finales del siglo xvm, en varias de las grandes potencias y civilizaciones no europeas, todava se conside-raba iguales al mercader, al marino y al soldado blancos. El gran Imperio chino, entonces en la cima de su podero bajo la dinasta manch (Ch'ing),

    ~~f\i\C~ 1!1\~!3(~\Bi\!:J:lii'.' ~it: \ 11tofila:;;\1: ..;. Sobra D:esarrn\\rJ Urbann

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  • 2.

    ''=! ~::..:' V f LA REVOLUCIN INDUSTRIAL 35

    la literatura y las artes empiezan a sentirse atradas por la ascensin de la sociedad capitalista, por ese mundo en el que todos los lazos sociales se aflo-jan salvo los i.mplacables nexos del oro y los pagars (la frase es de Carly-Ie). La comedia humana de Balzac, el monumento ms extraordinario dedi-cado a esa ascensin, pertenece a esta dcada. Pero hasta cerca de 1840 no empieza a pro~ucirse la gran corriente de literatura oficial y no oficial sobre Jos efectos sociales de la Revolucin industrial: los grandes Bluebooks (Libros

    LA REVOLUCIN INDUSTRIAL Azules) e investigaciones estadsticas en Inglaterra, el Tableau de l'tat physique et moral des ouvriers de Villerm, La situacin de la clase obrera en Inglaterra de Engels, la obra de Ducpetiaux en Blgica y los informes de

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    '~, .. ?i ')'/' -t:

    ...

    observadore.s inquietos u horrorizados viajeros de Alemania a Espaa y a los Tales trabajos, a pesar de sus operaciones, causas y con;e. Estado~ Unidos. Hasta ! 840, el. pr?letariado -ese hijo de la Revolucin

    cuencias, tienen un mrito infinito y acreditan los talentos de este industnal- Y el comunismo, umdo ahora. a sus movimientos sociales ~el hombre ingenioso y prctico, cuya voluntad tiene el mrito, donde fantasma del Manifiesto comunista-, no se ponen en marcha sobre el conti-quiera que va, de hacer pensar a los hombres ... Liberadlos de esa nen te. El mismo nombre de Revolucin industrial refleja su impacto relati-

    indif~rencia perezosa, soolienta y estpi? de esa ociosa negij. " vamente tardo sobre Europa. La cosa exista en Inglaterra antes que el nom-genc1~ que l?s ~ncade?a .los. sen?eros ti:illados .d~ sus antepasa. bre. Hacia 1820, los socialistas ingleses y franceses -que formaban un gra-dos, sm.cunos1dad, sm 1magmacin y sm ambicin, Y tened la po sin precedentes- lo inventaron probablemente p r l l

    'd d d h 1 b' Q , d . o ana og a con a revo-segun a e acer e ien. ue sene e pensanuentos, qu esp1 i. n poltica de Francia J ritu de lucha, qu masa de energa y esfuerzo ha brotado en ca de la vida, de'1{s obras de hombres como Brindley, Watt No obs~ante, conviene considerarla antes, por dos. razones. Pnmero, por-Priestley, Harrison Arkwright. /. ! En qu campo de la actividad q_ue en reahdad, estall antes de la .toma de la Bastilla; y segundo, porque podramos encontrar un hombre que no se sintiera animado en sus sm ella ~o podramos comprender el i~personal subsuelo de la historia en el ocupaciones contemplando la mquina de vapor de Watt? que nacieron los hombres Y se produ3eron los sucesos ms singulares de

    A n y ..,., . E l d d 111 l 1 nuestro perodo; la desigual complejidad de su ritmo. ~THUR OUNG, ,ours m ng an an na es Q fi l f , u s1gm ica a rase estallo la Revolucin mdustnal? Significa que un

    Desde esta sucia acequia la mayor corriente de industria h. muna saldra para fertilizar al mundo entero. Desde esta chara corrompida brotara oro puro. Aqu la humanidad alcanza su mi completo desarrollo. Aqu la civilizacin realiza sus milagros y d hombre civilizado se convierte casi en un salvaje.

    A. de ToCQUEVILLE, sobre Manchester, en 1835 2

    I

    da entre 1780 y 1790, y por primera vez en la historia humana, se liber de sus cadenas ~l. poder productivo de las sociedades humanas, que desde entonces se hicieron capaces de una constante, rpida y hasta el presente ili-mitada multiplicacin de hombres, bienes y servicios. Esto es lo que ahora s7 den?~ina tcnicament_e por l~s economistas el despegue (take-off> hacia e1 crecimiento autosostemdo. Nmguna sociedad anterior haba sido capaz de romper los muros que una estructura social preindustrial, una ciencia y una tcnica defe~tuosas, el paro, el hambre y la muerte imponan peridicamente a la produccin. El take-off no fue, desde luego, uno de esos fenmenos que,

    ~?mo_los terremotos y los cometas, sorprenden al mundo no tcnico. Su pre-vamos a empezar con la Revolucin industrial, es decir, con Gran Breta- mston.a. en ~urop~ puede remontarse, segn el gusto del historiador y su cla-

    a. A primera vista es un punto de partida caprichoso, pues las repercusionfl s~ de m_teres, al ano l 000, .si no antes, Y sus primeros intentos para saltar al de esta revolucin no se hicieron sentir de manera inequvoca -y _menos ai a:i: ~torpes, como los pnme~~s ~asos ~e un patit~- ya hubieran podido fuera de .Inglaterra- hasta muy avanzado ya el perodo que estudiamo~ reci~ir. el nombre de Revoluc1on mdus~ial en el siglo XIII, en el xv1 y en

    , seguramente no antes de 1830, probablemente no antes de 1840. Slo-en 183~ las .~!timas dcadas del XVII. Desde mediados del xvm, el proceso de acele-' rae10n se hace tan patente que los antiguos historiadores tendan a atribuir a

    l. Arthur Young, Tours in England a11d itales, edicin de la London School of EconG mies, p. 269. , . . 3. Anna Bezanson, ''The Early Uses of the Tenn Industrial Revolution, Quarterly Jour-

    2. A. de Tocqueville, Joumeys to England and !reland. edicin de J. P. tvlayer, 19~8 ' 11fl~ of Eco11omics, XXXVI (1921-1922), p. 343. G. N. Clark, The Idea of the Industrial Revolu-pp. 107-108. tio11.Glasgow, 1953. .--,.,... -----:o. -v '".'~:;""~~.-'

  • 36 LA ERA DE LA REVOLUCIN, 1789-1848

    ,, ... LA REVOLUCIN INDUSTRIAL 37

    la Revolucin industrial la fecha ini.cial de 176~ .. Pero un estudio ms dete.: dad cientfica y tcnica. En l~s ciencias naturales,. seguramente los frani;eses nido ha hecho a los expertos prefenr corno tleclSlva la dcada de 1780 a la superaban con mucho a los mgle;ses. La Revolucin francesa acentuana de de 1760, por ser en ella cuando los ndices estadsticos tornaron el sbito, modo notable esta ventaja, sobre todo en las matemticas y en la fsica. Mie_n-intenso y casi vertical impulso ascendente que caracteriza al take-off La eco. tras el gobierno revolucionario francs estimulaba las investigaciones cientfi-norna emprendi el vuelo. .. cas, el reaccionario britnico las consideraba peligrosas. Hasta en las ciencias

    Llamar Revolucin industrial a este proceso es algo lgico y conforme a sociales los ingleses estaban muy lejos de esa superioridad que haca de las una tradicin slidamente establecida, aunque algn tiempo hubo una ten. econmicas un campo fundamentalmente anglosajn. La Revolucin industrial dencia entre los hstoriadores conservadores -quiz debida a cierto temor eo puso a estas ciencias en un primer lugar indiscutible. Los economistas de la presencia de conceptos incendiarios- a negar su existencia y a sustituir el dcada de 1780 lean, s, a Adarn Srnith, pero tambin -y quiz con ms pro-trmino por otro ms apacible, corno, por ejemplo, evolucin acelerada. Si. vecho- a los fisicratas y a los expertos hacendistas franceses Quesnay, Tur-la sbita, cualitativa y fundamental transformacin verificada hacia 1780 no got, Dupont de Nernours,. Lavoisier, y tal vez a uno o dos italianos. Los fran-fue una revolucin, la palabra carece de un significado sensato. Claro que la ceses realizaban inventos ms originales, corno el telar Jacquard (1804), con-Revolucin industrial no fue un episodio con principio y fin. Preguntar cun.., junto mecnico muy superior a cualquiera de los conocidos en Inglaterra, y do se complet es absurdo, pues su esencia era que, en adelante, nuevos cam. construan mejores barcos. Los alemanes disponan de instituciones para la bios revolucionarios constituyeran su norma. Y as sigue siendo; a lo sumo enseanza tcnica corno la Bergakadernie prusiana, sin igual en Inglaterra, y podemos preguntarnos si las transformaciones econmicas fueron lo bastante la Revolucin francesa cre ese organismo impresionante y nico que era la lejos corno para establecer una economa industrializada, capaz de producir Escuela Politcnica. La educacin inglesa era una broma de dudoso gusto, -hablando en trminos generales- todo cuanto desea, dentro del alcance de aunque sus deficiencias se compensaban en parte con las escuelas rurales y las las tcnicas disponibles, una madura economa industrial, por utilizar el austeras, turbulentas y democrticas universidades calvinistas de Escocia, que trmino tcnico. En Gran Bretaa y, pci,i:_;tant9, en todo el mundo, este perodo enviaban un flujo de jvenes brillantes, laboriosos y ambiciosos al pas rneli-inicial de industrializacin coincide probable"lente y casi con exactitud con dional. Entre ellos figuraban James Watt, Thornas Telford, Loudon McAdarn, el perodo que abarca este libro, pues si ernpeZ con el take-off en la dcada James Mill y otros. Oxford y Cambridge, las dos nicas universidades ingle-de 1780, podemos afirmar que concluy con la construccin del ferrocarril y sas, eran intelectualmente nulas, igual que los soolientos internados privados la creacin de una fuerte industria pesada en Inglaterra en la dcada de o institutos, con la excepcin de las academias fundadas por los disidentes, 1840. :Pero la revolucin en s, el perodo cte take-off. puede datarse, con 1a excluidos del sistema educativo anglicano. Incluso algunas familias aristocr-preci.~iqi'f posible en tales materias, en los lustros que corren entre 1780 y ticas que deseaban que sus hijos adquiriesen una buena educacin, los con-1 SOO~:~s decir, simultneamente, aunque con ligera prioridad, a la Revolu- fiaban a preceptores o los enviaban a las universidades escocesas. En realidad, cin fraucesa. no hubo un sistema de enseanza primaria hasta que el cuquero Lancaster

    Sea lo que fuere de estos cmputos fue probablemente el acontecimiento . (y tras l sus rivales anglicanos) obtuvo abundantsirna cosecha de graduados ms importante de la historia del mundo y, en todo caso, desde la invencin elementales a principios del siglo XIX, cargando incidentalmente para siempre de la agricultura y las ciudades. Y lo inici Gran Bretaa. Lo cual, evidente- de discusiones sectarias la educacin inglesa. Los temores sociales frustraban mente, no fue fortuito. Si en el siglo XVIII iba a celebrarse una carrera para la educacin de los pobres. iniciar la Revolucin industrial, slo hubo en realidad un corredor que se Por fortuna, eran necesarios pocos refinamientos intelectuales para hacer adelantara. Haba un gran avance industrial y comercial, impulsado por los la Revolucin industrial.4 Sus inventos tcnicos fueron sumamente modestos, ministros y funcionarios inteligentes y nada cndidos en el aspecto econmi y en ningn sentido superaron a los experimentos de los artesanos inteligen-co de cada monarqua ilustrada europea. desde Portugal hasta Rusia, todos los cuales sentan ta.nta preocupacin por el desarrollo econmico corno la que pueden sentir los gobernantes de hoy. Algunos pequeos estados y regiones alcanzaban una industrializacin verdaderamente impresionante, corno, por ejemplo, Sajonia y el obispado de Lieja, si bien sus complejos industriales eran demasiado pequeos y localizados para ejercer la revolucionaria influen cia mundial de los ingleses. Pero parece claro que, incluso antes de la revo luci6n, Gran Bretaa iba ya. muy por delante de su principal competidora potencial en cuanto a produccin per capita y comercio.

    Corno quiera que fuere, el adelanto britnico no se deba a una superiori

    4. Por una parte, es satisfactorio ver cmo los ingleses adquieren un rico tesoro para su vida poltica del estudio de los autores antiguos, aunque ste lo realicen pedantescamente. Has-ta el punto de que con frecuencia los oradores parlamentarios citan a todo pasto a esos autores, prctica aceptada favorablemente por la Asamblea, en la que esas citas no dejan de surtir efec-to. Por otra parte, no puede por m~nos de sorprendemos que en un pas en que predominan las tendencias manufactureras, por lo que es evidente la necesidad de familiarizar al pueblo con las ciencias y las artes que las favorecen, se advierta la ausencia de tales temas en los planes de edu-cacin juvenil. Es igualmente asombroso lo mucho que se ha realizado por hombres carentes de una educacin formal para su profesin (W. Wachsmuth, Europaeische Sittengeschichte 5, 2 (1839), Leipzig, p. 736).

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    f< 38 LA ERA DE LA REVOLUCIN, 1789-1848 LA REVOLUCIN INDUSTRIAL 39

    tes en sus tareas, o las capacidades constructivas de los carpinteros, co11 inos y canales. La poltica estaba ya engranada con los beneficios. Las tructores de molinos y cerrajeros: la lanzadera volante, la mquina para hi4 ~a~ciones especficas de Jos hombres de negocios podan encontrar resis-e! huso mecnico. Hasta su mquina ms cientfica -la giratoria de vapoqpe ~ia en otros grupos de intereses; y como veremos ms adelante, los agri-James Watt (1784)- no requiri ms conocimientos fsicos de los asequibltte~tores iban a alzar una ltima barrera para impedir el avance de los en la mayor parte del siglo -la verdadera teora de las mquinas de va~~udustriales entre 1795 y 1846. Sin embargo, en conjunto se aceptaba que el slo se _desarr?llara ex P?st facto por el .r:anc_s Cru;i~t en 1820- y sel'tXnero no sl? hablaba, sino. que gobemaba.1:odo lo que un i~dustrial nece-.' necesanas vanas generac10nes para su ut1hzac1n practica, sobre todo en~ itaba adquirir para ser adm1t1do entre los regidores de la sociedad, erabas-; minas. Dadas las condiciones legales, las innovaciones tcnicas de la Rt~nte dinero. volucin industrial se hicieron realmente a s mismas, excepto quiz . El hombre de negocios estaba induda~lemente en un proceso de ganar la industria qumica. Lo cual no quiere decir que los primeros industriales lms dinero, pues la mayor parte del siglo xvm fue para casi toda Europa un se interesaran con frecuencia por la ciencia y la bsqueda de los beneficiiperodo de prosperidad y de cmoda expansin econmica: el verdadero fon~ prcticos que ella pudiera proporcionarles.5 'do para el dichoso optimismo del volteriano doctor Pangloss. Se puede argir

    Pero las condiciones legales se dejaban sentir mucho en Gran BretaJique ms pronto o ms temprano esta expansin, ayudada por una suave infla-en donde haba pasado ms de un siglo desde que el primer rey fue procicin. habra impulsado a otros pases a cruzar el umbral que separa a la eco-sado en debida forma y ejecutado por su pueblo, y desde que el benefitjnoma preindustrial de la industrial. Pero el problema no es tan sencillo. Una privado y el desairo}l_o econmico haban sido aceptad?s _como lo~ ~bjetivigran parte de la expansin industrial d~l. siglo xvm no c~?d~jo de _hecho, supremos de la pohtica gubernamental. Para fines pract1cos, la umca solijnmediatamente o dentro del futuro prev1s1ble, a la Revolucwn mdustnal, por cin revoluci.~maria britnica para el problem~ agrario ya ~aba sido e1_1coiejemplo, a la creacin d~ un sistema de ta~ler~s mecanizados que a su vez

    . tra~a. U_n punado de ten-~tementes de mental~dad comercial monopohzalprodujeran tan gran cantidad de artculos ~1smmuy~ndo tanto su coste co~o . casi la uerra, que era cultivada por airendatanos que a su vez empleaban-para no depender ms de la demanda existente, smo para crear su prop10 . gentes sin tierras o propietarios de pequesimas parcelas. Muchos residuimercado.6 As, por ejemplo, la ram~ de la construccin, o las numerosas de la antigua economa aldeana subsistan todava parh ser banidos por hindustrias menores que producan utensilios domsticos de metal. --:clavos, Enclosure Acts (1760-1830) y transacciones privadas, pero difcilmente1navajas, tijeras, cacharros, etc.- en las Midlands inglesas y en Yorkshire, puede hablar de un campesinado britnico en e1 mismo sentido en q1alcazaron gran expansin en este perodo, pero siempre en funcin de un' se habla de un campesinado francs, alemn o ruso. Los arrendanentos rmercado existente. En 1850, produciendo mucho ms que en 1750, seguan ticos eran numerossimos y los produ~tos de las granjas dominaban los rn1hacindolo a la manera antigua. Lo que necesitaban no era cualquier clase de cados; la manufactura se haba difundido haca tiempo por el campo no f~expansin, sino la clase especial de expansin que generaba Manchester ms dal. La agricultura estaba preparada, pues, para cumplir sus tres funcion:ben que Birmingham. fundamen.tales en una era de industrializacin: aumentar la produccin r Por otra parte, las primeras manifestaciones de la Revolucin industrial productividad para alimentar a una poblacin no agraria en rpido y cwcurrieron en una situacin histrica especial, en la que el crecimiento eco-ciente aumento; proporcionar un vasto y ascendente cupo de potencialnmico surga de las decisiones entrecruzadas de innumerables empresarios reclutas para las ciudades y las industria.s, y suministrar un mecanismo paprivados e inversores, regidos por el principal imperativo de la poca: coro-. la acumulacin de capital utilizable por los sectores ms modernos de: prar en el mercado ms barato para vender en el ms caro. Cmo iban . .a

    _economa. (Orrai> dos funciones eran probablemente menos importantesdmaginar que obtendran el mximo beneficio de una Revolucin industrial Gran Bretaa: la de i.;rear un mercado suficientemente amplio entre la poblorganizada en vez de unas actividades mercantiles familiares, ms provecho-cin agraria -normairnente la gran masa del pueblo- y la de prnporcionsas en el pasado? Cmo iban a saber lo que nadie saba todava, es decir, un excedente para la exporta..:in que ayudase a as importaciones de ca que la Revolucin industrial producira una aceleracin sin igual en la expan-,tal.) Un considerable volumen de capital social --el costoso equipo genersin de sus mercados? Dado que ya se haban puesto los principales cimien-.necesario para poner en marcha toda la economa- ya estaba siendo cantos sociales de una sociedad industrial -como haba ocurrido en la Inglate-tituido, principalmente en buques, instalacfones portuarias y mejoras 1rra de finales del siglo xvm-, se requeran dos cosas: primero, una industria

    que ya ofreca excepcionales retribuciones para el fabricante que pudiera 5. Cf. A. E. Musson y E. Robinson, Science and Industry in che Late Eighteelllh

    tury, Economic Hisro1y Review, XIII (2 de diciembre de 1960); y Ja obra de R. E. Schof' 6. La moderna industria del motor es un buen ejemplo de esto. No fue la demanda de sobre los industriales de las Midlands y la Sociedu Lunar, f,-{s, 47 (marzo de !~56); .is (195automvile& existente en 1890 la que cre una industria de moderna envergadura, sino Ja capa-: Awzals of Science. Il (junio de 1965), etc. cidad para producir automviles baratos la que dio lugar a la moderna masa de peticiones.

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    40 LA ERA DE LA REVOLCIN, 1789-1848 LA REVOLUCIN INDUSTRIAL 41

    aumentar rpidamente su prod~ccin total, si era menester, con in~ovacio n indio 0 indianas, que ganaron los me~ca~os: de los que los ~ab~~antes ' razonablemente baratas y sencillas, Y segundo, un merc~do mundial ampd eos intentaran apoderarse con sus 1m1tac1ones. En un pnnc1p10 no mente monopolizado por la produccin de una sola nacin.7 .:eur?P n e'xito aunque fueran ms capaces de reproducir a precios de com-

    . d t d l a' tuviero ' Estas consideraciones son aplicables en cierto mo 0 0 os os P iset a las mercancas ms toscas y baratas que las finas y costosas. Sm e.I perodo que.'estud}amos .. Por ejempl.o, en .todos ellos se pusieron la c~~~~~~o, por fortuna~ lo~ antiguos y pod~r~s?s mag~ates del comerci.o de za del crecimiento mdustnal los fabncantes de mercanctas de consumo conseguan peridicamente la proh1bic1n de importar los calicoes masas -principal, aunque no exclusivamente, textiles-,3 porque ya exi1\3~~anas (que el inters puramente mercantil de la East India Company el gran mercad~ J?~ra tales mercanc.~s Y los negociantes pudieron ver ~o 1~0~paa de las Indias Orientales-,:- trataba ~e exportar desde l~ India en claridad sus posibilidades de expans1on. N? ~~stant~, en o~r~s aspectos ra mayor cantidad posible), dando asi oportumdades a los sucedaneos que

    ' pueden aplicarse a Inglaterra, pues los pnm1tlvos mdustnahzador:s se~ d ca la industria autctona del algodn. Ms baratos que la lana, el algo-=-frentaron con los problemas ms difciles. Una vez que Gran Bretana ~lll~r;' u las mezclas de algodn no tardaron en obtener en Inglaterra un mer-z a industrializ~se, otros J?ases .empezaron a disfrutar d~ los beneficios(:~~/ modesto, pero beneficioso. Pero sus mayores posibilidades para una la rpida expansin econ.nuca ~stt?1ulada por la vanguardia, de la Rev~luc!i' ida expansin estaban en ultramar. . . . .-, industrial. Adems, el xito bntmc~ demostr lo que .P?dia consegmr~e'.,p El comercio colonial haba creado la mdustna del algodn y contmuaba tcnica britnica se poda imitar, e importarse la habthdad Y ~os ~aptll'utrindola. En el siglo xvm se desarroll en el hinterland de los mayores ingleses. La industria textil sajona, i.ncapaz de ~~c;r sus propt?s mv~n~uertos coloniales, como Bristol, Glasgow y especialmente Liverpool, el gran copi los de los ingleses, a veces baJO la superv1s10n de mecm~os bnt~~ itro de comercio de esclavos. Cada fase de este inhumano pero rpidamen-cos; algunos ingleses aficionados al continente, como. los Cockenll, se ei:-:~rspero trfico, pareca estimular aqulla. De hecho, durante todo el pero-blecieron en Blgica y en algunos puntos de Alemama. E?tr~ 1789 Y l8rfo a que este libro se refiere,' la esclavitud y el algodn marcharon juntos:~ --Europa y Amrica se vieron inundadas d~ expertos, maq.um~s de vap~.os esclavos africanos se compraban, al menos en parte, con algodn indio; maquinaria algodonera e inversiones de capital: todo ello bntmco. , ;iero cuando el suministro de ste se interrumpa por guerras o revueltas en

    Gran Bretaa no disfrutaba de tales ventajas. Por ot~a parte, tema ua India 0 en otras partes, Lancashire sala a la palestra. Las plantaciones de economa lo bastante fuerte y un Estado lo bastante agresivo para apoderis Indias Occidentales, adonde los esclavos eran llevados, proporcionaban la se de los mercados de sus competidores. En efecto, l~s guerras de 1?93-18':antidad de algodn en bruto suficiente para la industria britnica, y en com-ltima y decisiva fase del duelo librado dur~nte un siglo por Francia e Ingiensacin los plantadores compraban grandes cantidades de algodn elabora-terra, eliminaron virtualmente a todos los nval~s en el mu~do extraeuroplo en Manchester. Hasta poco antes del take-off, el volumen principal de ex-con la excepcin de los jvenes Estad~s Umdos. Ade~as, Gran Bret~ortaciones de algodn de Lancashire iba a los mercados combinados de

    posea una industria admirablemente eqmpada para acaudillar la Rev?luc\rrica y Amrica.9 Lancashire recompensara ms tarde su deuda a la escla-industrial en las circunstancias capitalistas, Y una .~oyuntur~ econmica ~itud conservndola, pues a partir de 1790 las plantaciones de esclavos de los se lo permita: la industria algodonera Y la expans1on colonial. ~stados Unidos del Sur se extenderan y mantendran por las insaciables y

    ~bulosas demandas de los telares de Lancashire, a los que proporcionaban la

    ,

    II 'asi totalidad de sus cosechas de algodn.

    De este modo, la industria del aigodn fue lanzada como un planeador 'r el impulso del comercio colonial al que estaba ligada; un comercio que

    La industria britnica, como todas las dems indust~as algodoneras, ,turometa no slo una grande, sino tambin una rpida y sobre todo imprevi-su origen como un subproducto del comereio ultramanno, que produciaible expnsin que incitaba a los empresarios a adoptar las tcnicas revolu-material crudo (o ms bien uno de sus materiales crudos, pues el produionarias para conseguirla. Entre 1750 y 1769 la exportacin de algodones original era el fustn, mezcla de algodn Y lino), Y los artculos de allritnicos aument ms de diez veces. En tal situacin, las ganancias para el

    ombre que llegara primero al mercado con sus remesas de algodn eran . . . , 5tronmicas y compensaban los riesgos inherentes a las aventuras tcnicas.

    7. Slo lentamente el poder adquisitivo aument con el crec~miento de poblacion, la "ero el mercado ultramarino, y especialmente el de las pobres y atrasadas per capita, el precio de los transportes y las limitaciones del c~merc10. Pero el mercado ~~ amp ba, y la cuestin vital consista en que un producto de n:i~rcanc1as de gran.~onsumo ad~umera l vos mercados que le permitieran una continua expans1on de su producc1~n (K: Bemll, lntei tional Trade and the Rate of Economic Growth, Economic Histmy Review, Xll (1960), p. l 9. A. P. Wadsworth y J. de L. Mann, The Cotton Trade and Industrial Lancashire, 1931,

    8. w. G. Hoffmann, The Growth of Industrial Economies, Manchester, 1958, p. 68. ip. VII.

  • 42 LA ERA DE LA REVOLUCIN. 1789-1848 U!'

    ~> LA REVOLUCIN INDUSTRIAL 43

    zonas subdesarrolladas, no slo aumentaba dramticamente de cuando _ tado siempre de Oriente mucho ms de lo que all venda, por ser poco lo que -cuand~, sino q_u,e se extenda .constant~mente sin lmites aparentes. Sin du~ Jos merca_ctos orientales pedan a Occiden~e a ca~bio de las especias, sedas, cu~lqmer. seccion de l, con~1derada aisladam:nte, _era pequea par~ la ese indianas, JOYa.s, etc., que se co~~ra?an alh: Por pnmera vez las tela~ de algo- . la mdustnal, y la competencia de las economias avanzadas lo hacia toda~ dn para camisas de la Revoluc1on mdustnal trastrocaban esas relaciones que ms pequeo para cada una de stas. Pero, como hemos visto, suponiendo hasta ahora se haban equilibrado por una mezcla de exportaciones de metal cualquiera de esas economas avanzadas preparada, para un tiempo sufici~ y latrocinios. Sola1:1ente la conservadora y autrquica China se negaba a temente largo, a monopolizarlo todo o casi todo, sus perspectivas eran re~ comprar Jo que Occidente o las economas controladas por Occidente le ofre-mente ilimitadas. Esto es precisamente lo que consigui la industria briu can, hasta que, entre 1815 Y 1842, los comerciantes occidentales, ayudados nica del algodn, ayudada por el agresivo apoyo del gobierno ingls.11 por Jos caoneros occidentales, descubrieron un producto ideal que podra ser trminos mercantiles, la Revolucin industrial puede considerarse, salvo a exportado en masa desde la India a Oriente: el opio unos cuantos aos iniciales, hacia 1780-1 790, como el triunfo del mercad El algodn, ~or todo e~lo, ofreca unas perspectivas astronmicas para exterior sobre el interior: en 1814 Inglaterra exportaba cuatro yardas de le\ tentar a los negociantes particulares a emprender la aventura de la Revolucin de algodn.por cada tres consumidas en ella; en 1850, trece por cada ocho: industrial, Y una ex.pansin lo suficientemente rpida como para requerir esa Y dentro de esta creciente marea de exportaciones, la importancia mayor revolucin. Pero, por fortuna, tambin ofreca las dems condiciones que la adquiriran los mercad?s coloniales o semicoloniales que la metrpoli tena e. hacan posible. Los nuevos inventos que lo revolucionaron -las mquinas de el exterior. Durante las guenas napolenicas, en que los mercados europeo hilar, los husos mecnicos y, un poco ms tarde, los poderosos telares- eran estuvieron cortados por el bloqueo, esto era bastante natural. Pero una vez ta relativamente sencillos Y baratos y compensaban en seguida sus gastos de minadas las guerras, aquellos mercados continuaron afirmndose. En 18a instalacin con una altsima produccin. Podan ser instalados -si era pre-abierta Europa de nuevo a las importaciones britnicas, consumi 128 ni ciso, gradualmente- por pequeos empresarios que empezaban con unas llones de y~das de algodones ingleses, y Amrica -excepto los Estad cuantas. libras pre~tadas, pues .los hombres que controlaban las grandes con-Unidos-, Africa y Asia consumieron 80 millones; pero en 1840 Europa coi centrac10ne~ de nqueza del siglo xvrn no eran muy partidarios de invertir sumira 200 millones de yardas, mientras las zonas subdesarrolladas con cantidades importantes en la industria. La expansin de la industria pudo miran 529 .millones. financiarse fcilmente al margen de las ganancias corrientes, pues la com-

    Dentro de estas zonas, la industria britnica haba establecido un mor binacin de sus conquistas de vastos mercados y una .continua inflacin de polio a causa de la guerra, las revoluciones de otros pases y su pro'~ precios produjo fantsticos beneficios. No fueron el cinco o el diez por cien-gobierno imperial. Dos regiones merecen un examen particular. Amii to, sino centenares y millares por ciento los que hicieron las fortunas de-Latina vino a depender virtualmente casi por completo de las importaciora Lancashire, dira ms tarde, con razn, un poltico ingls. En 1789, un ex britnicas durante las guerras napolenicas, y despus de su ruptura co ayudante de paero como Robert Owen podra empezar en Manchester con Espaa y Portugal se convirti casi por completo en una dependencia econ[ cien libras prestadas y en 1809 adquirir la parte de sus socios en la empresa mica de Inglaterra, aislada de cualquier interferencia poltica de los posibk New Lanark Mills por 84.000 libras en dinero contante y so11ante. Y este fue competidores de este ltimo pas. En 1820, el empobrecido continente adqli un episodio relativamente modesto en la historia de los negocios afortunados. ra ya una cuarta parte ms de telas de algodn ingls que Europa; en 184 Tngase en cuenta que, hacia 1800, menos del 15 por 100 de las familias bri-adquira la .mitad que Europa. Las Indias Orientales haban sido, como hernr tnicas tenan una renta superior a cincuenta libras anuales, y de ellas slo visto, el exportador tra~icional de mercancas de algodn, impulsadas pori una cuarta parte superaba las doscientas libras por ao. 11 Compaa de las Indias. Pero cuando los nuevos intereses industriales pri Pero la fabricacin del algodn tena otras ventajas. Toda la materia pri::-dominaron en Inglaterra, los intereses mercantiles de las Indias Orientales! ma provena de fuera, por lo cual su abastecimiento poda aumentarse con los "'.inieron abajo. La India fue sistemticamente desindustrializada y se convi ~sticos procedimientos utilizados pcir los blancos en las colonias -escla-t1 a su vez en un mercado para los algodones de Lancashire: en 1820, 1 v1tucl y apertura de nuevas reas de cultivo- ms bien que con los lentsi-subcontinente asitico compr slo 11 millones de yardas; pero en rn mos procedimientos de la agricultura europea. Tampoco se vea estorbado lleg a adquirir 145 millones. Esto supona no slo una satisfactoria extt'I . por los tradicionales intereses de los agricultores europeos. 12 Desde 1790 la sin de mercados para Lanc.ashire, sino tambin un hito importantsimo en: historia del mundo, pues desde los m

  • w-LA REVOLUCIN INDUSTRIAL 44 LA ERA DE LA REVOLUCIN, 1789-1848 . i.:.'

    industria algodonera britnica encontr su suministro, al cual permaneci{ ligada su fortuna hasta 1860, en los recin abiertos estados del sur de lo1

    . Estados Unidos. De nuevo, entonces, en un momento crucial de la manufac. tura (singularmente en el hilado) el algodn padeci las consecuencias de una merma de trabajo barato y eficiente, vindose impulsado a la mecaniza. cin total. Una industria como la del lino, que en un principio tuvo mucha ms posibilidades de expansin colonial que el algodn, adoleci a la larg de la facilidad con que su barata y no mecanizada produccin pudo exten. derse por las empobrecidas regiones campesinas (principalmente en Europa central, pero tambin en Irlanda) en las que floreca sobre todo. Pues el camj. no evidente de la expansin industrial en el siglo XVIII, tanto en Sajonia y No1. manda como en Inglaterra, era no construir talleres, sino extender el llamado sistema domstico, o putting-out system, en el que los trabajadores -una veces antiguos artesanos independientes, otras, campesinos con tiempo Iibr1 en la estacin muerta- elaboraban el material en bruto en sus casas, con su1 utensilios propios o alquilados, reeibindolo de y entregndolo de nuevo a Io1 mercaderes, que estaban a punto de convertirse en empresarios. 13 Claro esu que, tanto en Gran Bretaa como en el resto del mundo econmicamente pre. gresivo, la principal expansin en el perodo inicial de industrializacin con. tinu siendo de esta .clase. Incluso en la industria del algodn, esos procedi. mientas se extendieron mediante la creacin de grupos de tejedores manuales domsticos que servan a los ncleos de los telares mecnicos, por ser el tra. bajo manual primitivo ms eficiente que el de las mquinas. En todas parte~ el tejer se mecaniz al cabo de una generacin, y en todas partes los tejedc. res manuales mu1ieron lentamente. a veces rebelndose contra su terrible des. tino, cuando ya la industria no los necesitaba para nada.

    III

    As pues, la opinin tradicional que ha visto en el algodn el primer pas~ de la Revolucin industrial inglesa es acertada. El algodn fue la primen industria revolucionada y no es fcil ver qu otra hubiera podido impulsan' los patronos de empresas privadas a una revolucin. En l 830 la algodonen era la nica industria britnica en la que predominaba el taller o hilandera. (nombre este ltimo derivado de los diferentes establecimientos preindustrfa. les que emple.aron una potente maquinaria). Al principio (1780-1815) estru mquinas se dedicaban a hilar, cardar y realizar algunas otras operacionei secundarias; despus de 1815 se ampliaron tambin para el tejido. Las fbri cas a las que las nuevas disposiciones legales -Factory Acts- se referaF,

    13. El sistema domstico.->, que es una etapa universal del desarrollo industrial en 11 camino desde la produccin artes~na a la moderna indui;tria, puede tomar innumerables forma algunas de las cuales se acercan ya al taller. Si un escritor del siglo xvm habla de manufactu ras, lo que quiere decir es invariable para todos los pases occidentales.

    45

    fueron, h~sta 1860-1870, casi exclusivame~te talle~es textiles, con absoluto predominio de los algodoneros. La produccin fabnl en las otras ramas tex-tiles se desarroll lentamente antes de 1840, y en las dems manufacturas era casi insignificante. Incluso las mquinas de vapor, utilizadas ya por numero-sas industrias en 1815, no se empleaban mucho fuera de la de la minera. puede asegurarse que las palabras industria y fbrica en su sentido mo-derno se aplicaban casi exclusivamente a las manufacturas del algodn en el Reino Unido.

    Esto no es subestimar los esfuerzos realizados para la renovacin indus-trial en otras ramas de la produccin, sobre todo en las dems textiles, 14 en las de la alimentacin y bebidas, en la construccin de utensilios domsticos, . muy estimuladas por el rpido crecimiento de las ciudades. Pero, en primer ; lugar, todas ellas empleaban a muy poca gente: ninguna de ellas se acercaba ni remotamente al milln y medio de personas directa o indirectamente empleadas en la industria del algodn en 1833. 15 En segundo lugar, su poder de transformacin era mucho ms pequeo, la industria cervecera, que en muchos aspectos tcnicos y cientficos estaba ms avanzada y mecanizada, y hasta revolucionada antes que la del algodn, es.casamente afect a la eco-noma general, como lo demuestra la gran cervecera Guinness de Dubln, que dej al resto de la economa dublinesa e irlandesa (aunque no los gustos locales) lo mismo que estaba antes de su creacin. 16 La demanda derivada del algodn -en cuanto a la construccin y dems actividades en las nuevas zonas industriales, en cuanto a mquinas, adelantos qumicos, alumbrado industrial, buques, etc.-. contribuy en cambio en gran parte al progreso econmico de Gran Bretaa hasta 1830. En tercer lugar, la expansin de la industria algodonera fue tan grande y su peso en el comercio exterior brit-nico tan decisivo, que domin los movimientos de la economa total del pas .. La cantidad de algodn en bruto importado en Gran Bretaa pas de 11 mi-Illones de libras en 1785 a 588 millones en 1850; la produccin total de telas, de 40 millones a 2.025 millones de yardas. 17 Las manufacturas de algodn representaron entre el 40 y el 50 por 100 del valor de todas las exportacio-nes britnicas entre 1816 y 1848. Si el algodn prosperaba, prosperaba la economa; si decaa, languideca esa economa. Sus oscilaciones de precios determinaban el equilibrio del comercio nacional. Slo la agricultura tena u,na fuerza comparable, aunque declinaba visiblemente.

    No obstante, aunque la expansin de la industria algodonera y de la eco-noma industrial dominada por el algodn superaba todo cuanto la ima-ginacin ms romntica hubiera podido considerar posible en cualquier cir-

    14. En todos los pases que posean cualquier clase de manufacturas comerciales, las tex-tiles tendan a predominar; en Silesia (1800) significaban el 74 por 100 del valor total (Hoff-mann, op. cit., p. 73).

    15. Baines, History of the Cotton Manufacture in Great Britain, Londres, 1835, p. 431. 16. P. Mathias, The Brewing Industry in England, Cambridge, 1959. 17. M. Mulhall, Dictionary of Statistics, 1892, p. 158.

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    cunstancia, 18 su progreso distaba mucho de ser unifonne y en la dcada', 1830-1840 suscit los mayores problemas de crecimiento, sin mencionar el desasosiego revolucionario sin igual en ningn perodo de la historia moder. na de Gran Bretaa. Estos primeros tropiezos de la economa industrial capitalista se reflejaron en una marcada lentitud en el crecimiento y quiz incluso en una disminucin de la renta nacional britnica en dicho penodo.11 Pero esta primera crisis general capitalista no fue un fenmeno puramente

    . ingls. \ Sus ms graves consecuencias fueron sociales: la transicin a la nueva ! economa cre miseria y descontento, materiales primordiales de la revolu. cin social. Y en efecto, la revolucin social estall en la forma de levanta. rrientos espontneos de los pobres en las zonas urbanas e industriales, y dio origen a las revoluciones de 1848 en el continente y al vasto movimiento car. tista en Inglaterra. El descontento no se limitaba a los trabajadores pobres. Los pequeos e inadaptables negociantes, los pequeos burgueses y otras ramas especiales de la economa, resultaron tambin vctimas de la Revolu.

    cin industrial y de sus ramificaciones. Los trabajadores sencillos e incultos reaccionaron frente al nuevo sistema destrozando las mquinas que considc.

    ; raban responsables de sus dificultades; pero tambin una cantidad -sor. prendentemente grande- de pequeos patronos y granjeros simpatizaron abiertamente con esas actitudes destructoras, por considerarse tambin vcti-mas de una diablica minora de innovadores egostas. La explotacin del trabajo que mantena las rentas del obrero a un niver de subsistencia, penni-tiendo a los ricos acumular los beneficios que financiaban la industrializacin y aumentar sus comodidades, suscitaba el antagonismo del proletariado. Pero tambin otro aspecto de esta desviaciqn de la renta nacional del pobre al rico, del consumo a la inversin, contrariaba al pequeo empresario. Los grandes financieros, la estrecha comunidad de los rentistas nacionales y extranjeros, que perciban lo q1.,1e todos los dems pagaban de impuestos --alrededor de un 8 por 100 de toda la renta nacional-, 20 eran quiz ms impopulares toda-va entre los pequeos negociantes, granjeros y dems que entre los braceros, pues aqullos saban de sobra lo que eran el dinero y el crdito para no sentir una rabia personal por sus perjuicJ,os. Todo iba muy bie para los ricos, que podan encontrar cuanto crdito necesitaran para superar la rgida deflacin y la vuelta a la ortodoxia monetaria de la economa despus de las guerras napolenicas; en cambio. el hombre medio era quien sufra y quien en todas partes y en todas las pocas del siglo XIX solicitaba. sin obtenerlos, un fcil crdito y una flexibilidad financiera. 21 Los obreros y los pequeos burgueses

    18. Baines, op. cit., p. 1 i 2 19. Cf. Phyllis De:me,

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    por los hombres de negocios a errores particulares-como, por ejemplo, la; superespeculacin en los depsitos americanos-o a interferencias extraas ' en las plcidas operaciones de la economa capitalista siri creer que refleja~ ran alguna dificultad fundamental del sistema.

    No as la disminucin del margen de beneficios, como lo ilustra clara- mente la industria del algodn. Inicialmente, esta industria disfrutaba de inmensas ventajas. La mecanizacin aument mucho la productividad (por ejemplo, al reducir el costo por unidad producida) de los trabajadores, muy mal pagados en todo caso, y en gran parte mujeres y nios.25 De los 12.000 operarios de las fbricas de algodn de Glasgow en 1833, slo 2.000 perci-ban un jornal de 11 chelines semanales. En 131 fbricas de Manchester los jornales eran inferiores a 12 chelines, y slo en 21 superiores.26 Y la cons-truccin de fbricas era relativamente barata: en 1846 una nave para 410 m- .. quinas, incluido el coste del suelo y las edificaciones, poda construirse por unas 11.000 libras esterlinas. 27 Pero, por encima de todo, el mayor costo -el del material en bruto- fue drsticamente rebajado por la rpida expansin del cultivo del algodn en el sur de los Estados Unidos despus de inventar Eli Whitney en 1793 el almarr. Si se aade que los empresarios gozaban de la bonificacin de una provechosa inflacin (es decir, la tendencia general de los precios a ser ms altos cuando vendan sus productos que cuando los hacan), se comprender por qu los fabricantes se sentan boyantes.

    Despus de 1815 estas ventajas se vieron cada vez ms neutralizadas por la reduccin del margen de ganancias. En primer lugar, la Revolucin indus-trial y la competencia causaron una constante y dramtica cada en el precio del artculo terminado, pero no en los difer~ntes costos de la produccin. 28 En segundo lugar, despus de 1815, el ambiente general de. los precios era de deflacin y no de inflacin, o sea. que las ganancias, lejos de gozar de un alza, padecan una ligera baja. As, mientras en 1784 el precio de venta de una libra de hilaza era de 1 O chelines con 11 peniques, y el costo de la materia bruta de dos chelines, dejando un margen de ganancia de 8 chelines y 11 pe-niques, en 1812 su precio de venta era de 2 chelines con 6 peniques, el cos-to del material bruto de 1 con 6 (margen de un cheln) y en 1832 su precio fo venta 11 peniques y cuarto, el de adquisicin de material en bruto de

    'he Causes and Consequences ofthe Pressure on the Money Afarket, 1837; el veterano detrae- :or de las Corn Law.~ J. Wilson, Flucwatio11s of Cttrre11cy, Commerce and Manufacture; Refe-able to the Com Laws,. 1840, y en Francia, por A. Blanqui {hermano del famoso revoluciona-io), en 1837, y l'v1. Briaune, en 1840. Y sin duda, por muchos ms.

    '.25. E. Baines estimaba en 1835 el jornal medio de los obrerns de los telares mecnicos :n diez chelines semanales --con dos semanas de vacaciones sin jornal al ao-, y el de los >breros de telares a mano, en siete chelines.

    26. Baines, op. cit., p. 441; A. llre y P. L. Simmonds, 111e Cotto11 Manufacture of Grcat 'Jritain, edicin de 1861, pp. 390 ss.

    27. Geo. White, A Treatise on "-eaving, Glasgow, 1846, p. 272. 28. M. Blaug, The Productivity of Capital in the Lancashire Cotton lndustry during the'

    'l"ineteenth Century, Economic Hilitory Review (abril de 1961 ).

    LA REVOLUCIN INDUSTRIAL 49

    7 peniques y medio y el margen de beneficio no llegaba a los 4 peniques.29

    Claro que la situacin, general entoda la industria britnica -tambin en.la avanzada-, no era del todo pesimista. Las ganancias son todava suficientes -escriba el paladn e historiador del algodn en 1835 en un arranque de sin-ceridad- para permitir una gran acumulacin de capital en la manufactura. 30 como las ventas totales seguan ascendiendo, el total de ingresos ascenda tam-bin, aunque la unidad de ganancias fuera menor. Todo lo que se necesitaba era continuar adelante hasta llegar a una expansin astronmica. Sin embargo, pareca que el retroceso de las ganancias tena que detenerse o al menos ate-nuarse. Esto slo poda lograrse reduciendo los costos. Y de todos los costos, el de los jornales --que McCulloch calculaba en tres veces el importe anual del material en bruto- era el que ms se poda comprimir.

    Poda comprimirse por una reduccin -directa de jornales, por la sustitu-cin de los caros obreros expertos por mecnicos ms baratos, y por la com-petencia de la mquina. Esta ltima redujo el promedio semanal del jornal de los tejedores manuales en Bolton de 33 chelines en 1795 y 14 en 1815 a 5 chelines y 6 peniques (o, ms prcticamente, un ingreso neto de 4 chelines y un penique y medio), en 1829-1834.31 Y los jornales en dinero siguieron dis-minuyendo en el perodo posnapolenico. Pero haba un lmite fisiolgico a tales reducciones, si no se quera que los trabajadores murieran de hambre, como les ocurri a 500.000 tejedores manuales. Slo si el costo de la vida descenda, podan descender ms all de ese punto los jornales. Los fabri-cantes de algodn opinaban que ese costo se mantena artificialmente eleva-do por el monopolio de los intereses de los hacendados, agravado por las tre-mendas tarifas protectoras con las que un Parlamento de terratenientes haba envuelto a la agricultura britnica despus de las guerras: las Com Laws, las leyes de cereales. Lo cual tena adems la desventaja de amenazar el creci-miento esencial de las exportaciones inglesas. Pues si al resto del mundo todava no industrializado se le impeda vender sus productos agrarios, cmo iba a pagar los productos manufacturados que slo Gran Bretaa poda y tena que proporcionarle? Manchester se convirti en el centro de una desesperada y creciente oposicin militante al terratenientismo en gene-ral y a las