La educación de masas, una encrucijada en el mundo actual

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185.LXIII LA EDUCACION DE MASAS, UNA ENCRUCIJADA EN EL MUNDO ACTUAL [89] 89 te, digamos también que la comprensión histó- rica excede con mucho el hecho simple de la pura aprehensión visual de los fenómenos. El tiempo y el espacio reales son dos categorías de la historia como lo son del movimiento. En ellos gana la imagen televisada toda su preeminencia documental. Para terminar digamos que el paso de las lla- madas hoy «ciencias tautológicas» (lógica y ma- temática) a las ciencias «semánticas» es un as- pecto que todavía no ha sido desvelado suficien- temente por la investigación científica. Sin embargo, creemos que radica en él toda la fuer- za y la profundidad de la verdadera epistemolo- gía. La teoría de la información de Shannon ma- neja nociones de base que pueden cotejarse con las acciones propias de la fisiologia, la psicología, la psiquitría y la sociología: habla, por ejemplo, de «sistema nervioso», «cálculo», «universos», «lenguaje» y «sociedad», etc. Las modernas obras de cibernética ensayan sus intentos de explicar los fenómenos biológicos, psicobiológicos e inclu- so los fenómenos del comportamiento social, a partir de teorías psicomatemäticas. Las analo- gías entre mecanismos electrónicos y estructuras cerebrales fueron señaladas ya en un congreso del ario 1925 sobre «máquinas de calcular y pen- samiento humano», al que acudieron la mayor parte de los investigadores que habían colabo- rado con Wiener en los primeros ensayos de ci- bernética. Las investigaciones han avanzado ex- traordinariamente de la mano de MacCullogh, Grey Walter, Ross Ashby, Mac Kay, Mandel- brot, etc. La extensa problemática técnica y humana de la televisión no es ajena en manera alguna a la explicación de estos fenómenos de interciencia. La teoría de la información ha servido para hil- vanar múltiples problemas que preocupaban desde hace tiempo a los ingenieros de telecomu- nicaciones. En la televisión se dan el soporte y la semántica de todo proceso correcto de in- formación, y la televisión es, al mismo tiempo. un fenómeno de signo, que deberá estudiar la semiótica. A este respecto me voy a permitir citar unas frases de Charles Morris, conocido experto de este ámbito del saber: «En una edad en que la imprenta, la fotografia, la pintura, el cine y la televisión ocupan un lugar tan importante, se requiere imperiosamente la tarea de los semió- ticos, que presten especial atención a los signos visuales». La sociedad humana, en sus aspectos cultura- les, depende de los signos y, especialmente, de los signos del lenguaje, aunque no todos los fe- nómenos culturales sean a su vez fenómenos de signo. En el ámbito de la semiótica creo que radica la mayor posibilidad para explicar la función que la imagen de televisión está ya desempe- ñando, para bien o para mal, en la estructura y en la patología social. La sociología de la te- levisión sigue siendo, según creo, una segunda Instancia, pendiente de esta mararia de proble- mas que afectan a la epistemología de la imagen. (Continuará.) La educación de masas, una encrucijada en el mundo actual FRANCISCA MONTILL 4 MASIFICACION Es un fenómeno ya cuajado. Su proceso for- mativo superó las fases primaria y secundaria. Hoy nos encontramos con que la masificación se ofrece como hecho incontrovertible del que no cabe dudar. Los factores que 16 iniciaron se fueron con- jugando armónicamente, para acelerar el desen- lace: ingente crecimiento demográfico, favore- cido por la elevación del nivel higiénico y de la seguridad social; incremento del desarrollo in- dustrial, que produce gigantescas concentracio- nes humanas; grandes ciudades; extensos nú- cleos fabriles; lugares de esparcimiento conce- bidos para miles de espectadores; beneficios aplicables a extensas mayorías; etc. Todo en proporciones inconcebibles para la mente humana, hecha a contemplar cercanías, limitaciones, contornos reducidos. «Estamos pasando de una fase en donde do- minaron los llamados grupos primarios—la fa- milia, la vecindad— a otra en donde prevalecen los grupos de contacto indirecto» (1). Yo digo ( 1) KARL MANNHEIM Diagnóstico de nuestro tiempo. página 30. México. 1959.

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LA EDUCACION DE MASAS, UNA ENCRUCIJADA EN EL MUNDO ACTUAL [89] 89

te, digamos también que la comprensión histó-rica excede con mucho el hecho simple de lapura aprehensión visual de los fenómenos. Eltiempo y el espacio reales son dos categorías dela historia como lo son del movimiento. En ellosgana la imagen televisada toda su preeminenciadocumental.

Para terminar digamos que el paso de las lla-madas hoy «ciencias tautológicas» (lógica y ma-temática) a las ciencias «semánticas» es un as-pecto que todavía no ha sido desvelado suficien-temente por la investigación científica. Sinembargo, creemos que radica en él toda la fuer-za y la profundidad de la verdadera epistemolo-gía. La teoría de la información de Shannon ma-neja nociones de base que pueden cotejarse conlas acciones propias de la fisiologia, la psicología,la psiquitría y la sociología: habla, por ejemplo,de «sistema nervioso», «cálculo», «universos»,«lenguaje» y «sociedad», etc. Las modernas obrasde cibernética ensayan sus intentos de explicarlos fenómenos biológicos, psicobiológicos e inclu-so los fenómenos del comportamiento social, apartir de teorías psicomatemäticas. Las analo-gías entre mecanismos electrónicos y estructurascerebrales fueron señaladas ya en un congresodel ario 1925 sobre «máquinas de calcular y pen-samiento humano», al que acudieron la mayorparte de los investigadores que habían colabo-rado con Wiener en los primeros ensayos de ci-bernética. Las investigaciones han avanzado ex-traordinariamente de la mano de MacCullogh,Grey Walter, Ross Ashby, Mac Kay, Mandel-brot, etc.

La extensa problemática técnica y humana dela televisión no es ajena en manera alguna a laexplicación de estos fenómenos de interciencia.La teoría de la información ha servido para hil-vanar múltiples problemas que preocupabandesde hace tiempo a los ingenieros de telecomu-nicaciones. En la televisión se dan el soportey la semántica de todo proceso correcto de in-formación, y la televisión es, al mismo tiempo.un fenómeno de signo, que deberá estudiar lasemiótica.

A este respecto me voy a permitir citar unasfrases de Charles Morris, conocido experto deeste ámbito del saber: «En una edad en que laimprenta, la fotografia, la pintura, el cine y latelevisión ocupan un lugar tan importante, serequiere imperiosamente la tarea de los semió-ticos, que presten especial atención a los signosvisuales».

La sociedad humana, en sus aspectos cultura-les, depende de los signos y, especialmente, delos signos del lenguaje, aunque no todos los fe-nómenos culturales sean a su vez fenómenosde signo.

En el ámbito de la semiótica creo que radicala mayor posibilidad para explicar la funciónque la imagen de televisión está ya desempe-ñando, para bien o para mal, en la estructuray en la patología social. La sociología de la te-levisión sigue siendo, según creo, una segundaInstancia, pendiente de esta mararia de proble-mas que afectan a la epistemología de la imagen.

(Continuará.)

La educación de masas, unaencrucijada en el mundo actualFRANCISCA MONTILL 4

MASIFICACION

Es un fenómeno ya cuajado. Su proceso for-mativo superó las fases primaria y secundaria.Hoy nos encontramos con que la masificación seofrece como hecho incontrovertible del que nocabe dudar.

Los factores que 16 iniciaron se fueron con-jugando armónicamente, para acelerar el desen-lace: ingente crecimiento demográfico, favore-cido por la elevación del nivel higiénico y de laseguridad social; incremento del desarrollo in-dustrial, que produce gigantescas concentracio-

nes humanas; grandes ciudades; extensos nú-cleos fabriles; lugares de esparcimiento conce-bidos para miles de espectadores; beneficiosaplicables a extensas mayorías; etc.

Todo en proporciones inconcebibles para lamente humana, hecha a contemplar cercanías,limitaciones, contornos reducidos.

«Estamos pasando de una fase en donde do-minaron los llamados grupos primarios—la fa-milia, la vecindad— a otra en donde prevalecenlos grupos de contacto indirecto» (1). Yo digo

( 1) KARL MANNHEIM Diagnóstico de nuestro tiempo.página 30. México. 1959.

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que esa fase no la estamos pasando. porque yase realizó.

Los grupos de contactos indirectos se aproxi-man entre sí. merced a su volumen. Algo tieneque haber para que el hombre se solidarice condesconocidos a los cuales jamás llegará a tratar.Es que la masificación unifica intereses, apeten-cias, incluso gustos y pasatiempos, comunes acuantos caen bajo su área. La dimensión de sec-tores tan extensos no constituye un obstáculopara agrandar el espíritu de afinidad: al con-trario. la mente se incorpora de modo trasla-ticio al pensamiento de cuantos participan ensectores comunes con circunstancias parecidas.Y no es extraño que al defender lo que privada-mente afecta a cada uno, se esté dispuesto a darla batalla por los demás, incluso a costa de par-ticulares renuncias.

Esto no significa que la sociedad haya crecidoen volumen. manteniéndose su estructura ante-rior y su configuración. Todo ha cambiado, por-que tampoco el individuo es lo mismo.

Las grandes sociedades ofrecen perspectivasnuevas y presentan problemas propios. Tambiénsus elementos constitutivos, individuos y fami-lia, acusan la presencia de actitudes y aspira-ciones distintas.

No se puede enjuiciar la vida de una sociedadde masas, con criterios pretéritos. Es preciso aso-marse a ella desposeídos de prejuicios y ávidosde penetrar en la esencia íntima que la confi-gura, para interpretarla equitativamente, bus-cando dar solución satisfactoria a sus interro-gantes.

La estructuración masiva del mundo modernoha sido tan rápida que no dió lugar a que se pro-dujesen bajo igual ritmo las transformacionesindispensables en los estamentos llamados a con-dicionarla. Hoy padecemos por eso un desajusteincómodo, cuyo remedio requiere esfuerzos yperspectivas no iniciados a veces.

La educación es uno de los elementos máscomprometidos en estos cambios. Hasta ahora,su mutación se manifiesta reacia e indecisa. Mu-cho tiene que cambiar en ella para que operandosobre la realidad de una sociedad masificada noclaudique sometiéndose indefensa a sus imperati-vos y conserve intacto el ímpetu renovador quela debe impulsar.

PROBLEMAS IMPLICADOSEN LA SOCIEDAD DE MASAS

Una sociedad de masas engloba los elementosque la constituyen de forma que produce unaresultante de características propias. Para lo-grarlo, esos elementos básicos pierden cuando seintegran en el conjunto notas típicas de acusadorelieve. A cambio de tal sacrificio, siempre redu-cido porque afecta a la minoría, se produce unasincronización de estratos, ascendiendo los infe-

riores al nivel de los que hubieron de sacrificarciertos privilegios para conjugarse con ellos.

La masa es igualitaria por excelencia. Y eseesfuerzo de equiparación se vierte sobre todoslos órdenes de la vida: nivelación social, econó-mica, artística, cultural. etc.

Pero no ha de producirse arrastrando a loshombres a estratos ínfimos, sin permitir que na-die descuelle sobre la línea fijada como horizontetipo al que se quiere llegar. La intención es me-jorar la condición de los peor situados, hastaponerlos a la altura de quienes disponen decuantos medios precisa un individuo o una fa-milia para vivir decorosamente, disfrutando delas conquistas modernas con legítimo derecho.

Esto comporta un ascenso susceptible de lle-var a efecto la movilidad social necesaria parasituar a los hombres en ese nivel. Aquí se per-fila el papel decisivo que a la educación le co-rresponde jugar en tan trascendental negocio.

Es decir: que la obra igualitaria reclamada porla sociedad de masas, tiene que cumplirla estric-tamente la educación.

Así se hace en los países más avanzados, coin-cidiendo los de régimen democrático con los dic-tatoriales.

El individuo presenta allí unos rasgos espiri-tuales muy semejantes, que los tipifica. Fruto deesa coincidencia son criterios muy generalizados.conductas bastante afines, reacciones demasiadosimilares. Ante cualquier acontecimiento, puedepredecirse cuál ha de ser la actitud de la masay de cada uno de sus componentes. Mentalidadcaracterística, que no se desmiente.

El hombre es entonces un producto de la edu-cación de masas rigurosamente aplicada, sin te-ner en cuenta apenas los valores individuales.

Pero semejante meta no constituye un idealapetecible; porque priva a la sociedad de unosrecursos relevantes, que deben ser cultivados yesclarecidos, en beneficio de la propia sociedad.

De ahí que la educación tendente a produciruna igualdad de clases, siempre legítima, debatener la flexibilidad necesaria para que al mis-mo tiempo subsistan estratos superiores cuyasestimables cualidades estén al servicio de la masa.

Por eso la educación tiene que ser al mis-mo tiempo igualitaria y discriminatoria. La anti-gua «élite» surgida de privilegios extrínsecos:nacimiento, herencia, suerte, etc., ha de ser sus-tituida por la que impongan los valores persona-les de los hombres destacados en talento, dotesde mando y de gobierno, inspiración creadora,etcétera. La educación cultivará tales disposicio-nes, elevándolas a su máxima potencialidad. Ycomo todos los individuos no las poseen. se de-duce que cada uno recibirá el trato formativoexigido por sus peculiares condiciones.

Queda así sometida la sociedad de masas, aun flujo y reflujo constante: promoción socialtendente a la conquista de una clase común connivel superior; selección de individuos suscepti-bles de escalar puestos directivos y de mando.aunque procedan de estratos ínfimos. Lo cual

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equivale a estabilizar las conquistas logradas enbeneficio de quienes no las poseían y a romperbarreras para que los talentos no se pierdan yafloren sin dificultad a las zonas más altas.

Esa obra la tiene que realizar la educación.

MOVILIDAD SOCIAL

La movilidad social es indispensable para quedesaparezcan las clases situadas en ambos extre-mos: miseria y monopolio de riqueza. El idealigualitario que aproxime a los hombres hacién-dolos partícipes del goce que proporcionan losbienes—aunque los situados en las altas zonasque abundantemente los detentan, hayan de ce-der una parte de sus excedentes—, requiere comocondición previa el ascenso o promoción de losestadios menos favorecidos, hasta que amboscoincidan en zonas de tipo intermedio.

La pequeña «elite» representación del capita-lismo privilegiado, de la riqueza imponderable,también tiene que bajar algunos peldaños pararealizar así su contribución a empresa de tantaenvergadura.

La movilidad social que privilegia la situaciónde las clases bajas es deseable, aunque muchasveces los individuos que deben conquistarla nomiden sus felices consecuencias o no les apeteceponer en juego el esfuerzo Que se les pide, pesea que el empuje que los impulsa puede ser de-cisivo.

La eficacia de esta movilidad de ascenso se ase-gura cuando se produce por las conquistas degeneraciones n u ev a s apoyadas en la decisivacooperación de generaciones precedentes. Es elcaso de los hijos que se preparan —muchas vecesa costa del sacrificio de los padres— para escalarpuestos mejores que los ocupados por ellos.

El Magisterio ofrece abundantes ejemplos deeste tipo: un porcentaje muy elevado de hijosde maestros realiza estudios que los habilita parahacerse médicos, ingenieros, abogados, etc. Soncarreras costosas. Las clases particulares duran-te horas inverosímiles, tras la dura jornada es-colar, permiten sufragar los gastos. El méritode estos padres es extraordinario; pero casi siem-pre, la aplicación y el talento de los hijos res-ponde ampliamente a las ilusiones concebidas ya la abnegación practicada.

Un fenómeno así no se presenta como casoaislado. Su generalidad es asombrosa. Y de modosemejante se da en otros sectores de la sociedad.Multitud de trabajadores manuales quieren parasus hijos una situación más favorable que la suyay se imponen duras renuncias para conseguirque aquellos estudien, buscando un porvenir máslucrativo y honroso.

Muchas veces el esfuerzo económico resultóprácticamente imposible. Desistir se imponía auncuando existiesen capacidades naturales que per-mitían abrigar las mejores esperanzas. Los ta-

lentos se anulaban, y de ese fracaso participabanjuntamente el individuo y la sociedad.

El principio de igualdad de oportunidades equi-tativamente aplicado aspira a dar respuesta sa-tisfactoria al terrible dilema: que los mejores noqueden sofocados por la pobreza, entre los menoscapaces. Todo aquel que posea disposiciones so-bresalientes, aptitudes especiales, talentos desta-cados, debe cultivar sus dones naturales paraocupar en su día el puesto que le prometen. Siel nacimiento o la posición de los progenitoresle impiden ponerse en situación de adquirir cul-tura y adiestramiento para llegar a la meta mo-vilizando medios propios, el Estado debe acudiren su ayuda, haciendo posible la preparación quenecesita.

Hay otra promoción social que se produce sinel refuerzo aportado por generaciones pretéritas.Es la del profesional que se situó precipitada-mente por imperativos de necesidad apremianteo porque no percibió a tiempo cuál era su voca-ción. Tardíamente descubre posibilidades antesno calibradas y se lanza a su conquista. Se pro-duce entonces un ascenso social, legitimo y me-ritorio, que debe ser favorecido.

En todos los casos, la educación tiene un papelpreponderante. Sin ella, la promoción social seriaprácticamente nula.

PERSISTENLOS ESTRATOS SOCIALES

Esa aspiración igualitaria no conduce a resul-tados análogos a los perseguidos por el comunis-mo: el establecimiento de una sociedad sin cla-ses; que ni siquiera en el caso de aplicación vio-lenta de los principios marxistas se ha podidorealizar.

Los estratos sociales se mantienen. Pero la fi-sonomía de la sociedad de masas es distinta a laofrecida por una ordenación liberal capitalista.

Hoy no son posibles las castas. Aquellos con-glomerados de artesanos y campesinos sobre loscuales se alzaban los terratenientes; o bien lasagrupaciones obreras sometidas a la tiranía ca-pitalista han pasado a la historia.

Nuestra sociedad ofrece como característicapropia la desaparición de barreras entre los di-ferentes estratos y la posibilidad de fusión queexiste para los más próximos; sin dejar cerradala puerta a nuevas posturas intermedias.

Esto es inevitable: la vida social exige funcio-nes distintas, que corresponde cumplir a escalapropia. Persiste la división del trabajo, aunqueya no revista un rigor tan acusado. El maqui-nismo de los robot y los cerebros electrónicosestán llamados a trastornar esa disposición. Peroaun así, la aportación social de cada individuotiene que responder a una esfera precisa, por suscualidades específicamente logradas; lo cual su-pone un lugar determinado en el que coincidenotros sujetos de condición análoga.

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De no plantearse así el problema de la vidasocial, la falta de estímulos crearía una medio-cridad común, que sería fatídica para todos.

Que la aspiración igualitaria se interprete deuna o de otra manera, no quita valor a la nece-sidad de mantener los estratos, si se quiere con-servar una sociedad vigorosa y justa. En defini-tiva, semejante aspiración no es válida cuandodesemboca en posturas políticas de extrema vio-lencia: anarquismo, comunismo. Sólo pu edeaceptarse si se busca con ella la pretensión —yalograda en paises supercivilizados— de que la mi-seria, el hambre, los bajos fondos, sean total-mente barridos.

Hay un estadio mínimo, del que humanamenteno se debe bajar: que nadie padezca necesida-des primarias; pero, a la vez, que ninguna per-sona se sienta proscrita de una situación mate-rial y cultural, a cuyo disfrute tiene tanto dere-cho como el resto de los hombres.

A esa conquista no han llegado más que pue-blos de privilegio. Y es preciso que la alcancentodos.

La primera meta se cifra en la desaparición delos estadios críticos antihumanos y anticristia-nos. Nadie tiene derecho a emplear lo que le so-bra en dispendios injustos y en lujos ostentosose inútiles, sabiendo hay en el mundo pueblosenteros que perecen bajo la cruel garra delhambre.

El carácter masivo de la sociedad actual afec-ta también a las calamidades públicas que sie-gan innumerables vidas humanas. Las catástrofesazotan los pueblos en proporciones gigantes-cas: inundaciones, terremotos, epidemias, inani-ción, guerras. Sus efectos alcanzan cifras fabu-losas. Mientras los hombres no se encuentrenen condiciones de hacer frente a tales estragosporque posean medios que los combatan y ami-noren, existirá una clase social de parias, ver-güenza y escándalo de unos progresos y unosadelantos cuyo disfrute no es lícito, mientrasno se pongan al alcance de todos los hombres.

No pueden bastar por eso unas conquistas so-ciales que se limiten a borrar de la superficieterrestre la zona de los proscritos. Es precisoobligar como sea, a los que están aún debajo dela línea que marca un nivel de vida digno. paraque abandonen su estrechez, su incultura, su in-civilidad. Hay que forzarlos, sometiendo a loshijos a una educación y a una instrucción queellos no recibieron; pero a la vez, imponiendo alos padres un adiestramiento y una capacitaciónacelerada, que les permita aportar al bien co-mún un rendimiento positivo, a la vez que lossitúe dentro de un estadio más acorde con sudignidad y con su condición de hijos de Dios y

ciudadanos del mundo nuevo.Esta elevación de abajo arriba presupone cier-

tos desvanecimientos de los perfiles acusadoresde una minoría reducidísima de poderosos. Nodesaparecerá totalmente esa miinoría; pero almenos sabrá compartir su opulencia con los que

necesitan ayuda para poder levantarse de la pos-tración que los destruye.

Una doctrina social cristiana bien practicadaha de producir esa relativa nivelación, lenta ydifícil, pero inevitable.

LOS PLANES DE DESARROLLOY LA EDUCACION

Los pueblos se mueven hoy impulsados porun ideal de progreso incontenible. Ese ideal hacristalizado felizmente en los países que se en-cuentran a la cabeza de la civilización, consti-tuyéndolos en rectores del mundo. Pero su re-ducido número los convierte en prototipo queaguijonea la marcha de los que ya caminan y ala vez los hace protectores obligados de aquellosque, careciendo de riqueza intelectual, necesitanayuda y orientación para r e c o r r e r su propiasenda.

La solución no está en el paternalismo. Aunlos pueblos subdesarrollados poseen riquezas bá-sicas inertes, que esperan su explotación, y éstala deben llevar a cabo ellos mismos. Toda ayudaexterior para que sea efectiva tiene que descan-sar sobre la preparación de los nativos, a fin deque sean ellos y no otros quienes eleven su nivelde vida. Tan apremiante objetivo se alcanza mer-ced a una educación masiva que avanzando con-tra reloj, habilita las potencialidades humanasdormidas, convirtiéndolas en artífices de su pro-pio progreso. Todo lo que no sea educar a lamasa, disgregada y disforme en tales casos, po-drá constituir una ayuda pasajera más o menosgenerosa; pero a la larga, inútil y contraprodu-cente. Ahí está el ejemplo de los pueblos afri-canos, que se independizaron sin haber llegadoa poseer el nivel cultural preciso para adminis-trarse y desenvolverse con éxito.

El desarrollo económico de un pueblo no esposible sin el antecedente y la cooperación deun plan educativo amplio, masivo y sistemático.

Ese plan educativo tiene que plantearse convistas al aumento de puestos escolares y de ariosde escolaridad. Se incrementará el número deescuelas, lo que supone un contingente propor-cionado de educadores. Pero también tal con-tingente crece al subir la población infantil so-metida a tutela escolar, si en lugar de ser seisson ocho, por ejemplo, los arios que obligatoria-mente deban vivirla.

Un plan educativo conjugado con otro de des-arrollo económico abre posibilidades a todos losniños comprendidos en las edades que se fijen—más ambiciosas cuando aquél es de mayor en-vergadura—, sin permitir a la iniciativa familiarun retraimiento que debe ser severamente san-cionado. Prescindiendo ahora de la aportaciónimportante que la iniciativa privada puede pres-tar, se mira sólo a la postura de torpe renuncia,que aún presenciamos, permitiendo quede trun-

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cada la educación de muchos niños, por condes-cendencia de sus familiares y por propia y sui-cida apatía.

El plan educativo que contribuya al crecimien-to de las riquezas de un país tiene que ser muysevero y castigar cuantos fallos culpables se pro-duzcan con peligro de sostener vigentes índicesde analfabetismo que se conducen como rémorainsuperable de avance.

De ahí que ningún individuo puede permane-cer al margen de ese plan. Las primeras metasque fije han de tener carácter mínimo; perodeben llegar a todos los ciudadanos sin excepción.

Por lo mismo, sus contornos serán estableci-dos con precisión rigurosa.

He ahí la verdadera educación de masas: uni-formidad en cuanto al mínimo; amplitud por loque a las personas se refiere; sistematización,pormenorizando métodos y medios que asegurenel rendimiento apetecido.

En su estructura, el plan educativo que pre-tende favorecer el desarrollo de un pueblo, ha-brá de tener en cuenta factores de ese tipo —deleconómico—por su extraordinario interés.

Una planificación de avance económico pre-senta como característica típica su constantemovilidad: la sociedad evoluciona, convirtiéndo-se en otra cosa distinta. A veces lo hace conuna celeridad tan grande que se necesitan ojosproféticos para captarla. Una educación que secierre a este hecho, amaga sólo fracasos. Debecontar, por tanto, con necesidades nuevas yprescindir de estructuras caducas o a punto decancelación. Ocupaciones que ya no tienen ra-zón de ser; oficios que se inician pletóricos depromesas, pero aún inseguros y enigmáticos;audaces ensayos que sólo pueden atraer a mino-rías de selección.

Pero todo eso envuelve una discriminación queno concuerda con la uniformidad de la educa-ción de masas.

Vale la pena considerarlo por separado.

EDUCACION INDIVIDUALIZADAY FORMACION HUMANA

La movilidad social que exige un pueblo paraengrandecerse no se ajusta a moldes rígidos.Cada individuo puede saltar los estratos que susméritos personales permitan.

Habrá un promedio muy crecido—verdaderasmayorías— que no podrá salvar más que un pe-queño desnivel. Entonces la educación cumple elcometido mínimo que se le asigna. Pero existenmuchos talentos inéditos que hubiesen permane-cido enterrados, si un hábil artífice no los des-cubre y los cultiva. La sociedad en desarrollotiene que ayudar económicamente a esos valo-res latentes. porque ellos serán los que haganposible su engrandecimiento.

Ahora bien, una educación de masas, que abar-ca igualitariamente grandes mayorías, no puedeaplicarse a quienes necesitan trato especial, sopena de que pasen a engrosar anodinamente elnúmero multiforme de los que se detienen por-que no son capaces de seguir adelante.

Y aunque a veces resulte prematuro discernirdentro del estadio de la educación primaria, laspromesas de granazón venturosa, no cabe dudaque la escuela tiene una importante palabra quedecir en esta cuestión.

Por lo mismo, su obra no puede ser rigurosa-mente válida, cuando presionada externamente sele imponen con exclusividad tareas culturalesque asfixian su fundamental misión formativa.

Ahí está el punto de fricción que contradice yenfrenta los aspectos contenidos dentro de e lla-mada educación de masas: si por una parte setiene que elevar el nivel cultural del pueblo aritmo acelerado, y esto se consigue mediante pla-nes de índole intelectualista; de otra, dicha ele-vación se halla supeditada al encumbrimiento deunos valores que dan personalidad propia al in-dividuo, rasgándose entonces la homogeneidadapetecida en el primer empeño.

Así acontece que las exigencias sociales del mo-mento obligan a trastornar viejas teorías y pos-turas ya inservibles.

Un plan de educación que coopere con eficaciaal progreso acelerado —imperativo aCtual de to-dos los pueblos— tiene que plegarse a la diversi-dad de capacidades individuales, para potenciar-las y enriquecerlas; porque en fin de cuentas silas sociedades modernas están constituidas porgrandes masas, su bienestar se debe como siem-pre a minorías selectas.

Antaño, tales minorías se valoraban por la no-bleza de origen, por la riqueza acumulada, porglorias militares, etc. Ha sonado ya la hora deltalento preclaro, de las encumbradas cualidadeshumanas, del raro equilibrio, de la serenidadperfecta, del don de gentes brillante.

Para hacer resaltar tales valores hay que po-ner en juego una educación susceptible de situaral individuo frente a si mismo, haciéndolo cons-ciente, responsable y culto.

España se ha dado cuenta de este planteamien-to y ensaya nuevos planes de contenido más ra-cional y armónico que los anteriores. Mucho po-demos esperar en un futuro próximo del rumboque desde ahora ha de seguir nuestra educaciónprimaria.

COORDINACION DE EXIGENCIAS

La sociedad de masas reclama una elevacióncultural que alcance a todos sus miembros. Massi el desarrollo de un país se despliega según elritmo fijado, a medida que van siendo rebasadaslas metas previstas, los presupuestos de la edu-cación se quedan empobrecidos.

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Como punto inicial pudo concebirse un pano-rama que arrollando todo indicio de analfabe-tismo situase grandes contingentes humanos so-bre la línea marcada por el tope impuesto parala conquista del certificado de estudios primarios.

Una vez logrado ese objetivo, o en vías de lo-grarse, el progreso creciente del bienestar socialpuntualiza como requisito ineludible la elevacióndel hombre a otros estadios superiores, que lohabiliten para coadyuvar a esa superación. Ya nobasta una educación primaria bien lograda. Seprecisa más. Y son los estudios medios los quese presentan como premisa indispensable paraque el ciudadano sea capaz de desenvolerse den-tro de un mundo cada vez más exigente y am-bicioso.

La masificación del bachillerato se impuso.Serä.•primero un bachillerato elemental que re-valorice y afiance la cultura primaria, sin otroobjeto que poner al hombre en condiciones fa-vorables, dentro del medio que lo rodea. Des-pués, la masificación se producirá sobre la basede un bachillerato completo, sea o no laboral,que tenga en si un sentido formativo para quie-nes no lo tomen como paso obligado a los estu-dios universitarios o superiores.

La masificación del bachillerato plantea in-gentes problemas de personal y de plazas en es-tablecimientos destinados a impartirlos. Pero nohay más remedio que abordarlos con valentía ydecisión; porque resistir en este caso equivale aretroceder.

El bachillerato radiofónico quiere paliar enparte tan agudo problema; mas no lo hace sinoen proporciones muy reducidas. Vale la pena f a-\vprecer la iniciativa privada, siempre rica enaportaciones de toda índole.

Una difusión cultural a gran escala no puedeproducirse desentendida de la preparación profe-sional. Detrás de ella está la orientación comoempresa que debe ser abordada.

No basta la posesión de saberes enriquecedoresdel espíritu para formar hombres útiles en unmundo orientado hacia las conquistas tecnoló-

gicas. Hay que mostrarles qué posibilidades ofre-ce a sus dotes y talentos ese mundo, y hay quedotarlos también de las destrezas que le permi-tirán adaptarse con éxito a su futura vida pro-fesional.

Aunque tal empeño implica discriminación.dado su volumen, puede reputarse también deefecto masivo. A la vez, se erige en agente mo-vilizador de los estratos sociales. Mientras mejorpreparado está el hombre técnicamente, más de-purado y decisivo será su rendimiento.

También se podrá asi mantener un régimende selección amplio, fuera ya del marco reducidoque la escuela primaria ofrece.

Junto a la exigencia masiva del bachilleratoy. paralelamente, se produce un movimiento dela juventud trabajadora que busca puestos cua-lificados. Los estudios especiales y los centros decapacitación brindan medios para que el perfec-cionamiento deseado se pueda lograr.

No se trata de una selección aplicable en pro-porciones reducidas. La promoción profesional ysocial de especialistas comprende amplios secto-res de la vida del trabajo, que se perfeccionan ydesenvuelven superando las marcas conseguidasanteriormente.

Para quienes tienen méritos sobresalientes,aunque no posean bienes materiales, el paso ala universidad y a la escuelas técnicas ha de serposible. Aun en tales casos, se da un desborda-miento masivo. El incremento de alumnado enlos estudios superiores es un hecho tangible. Yano son lugares reservados a los hijos de fami-lias pudientes. Las aulas de altos estudios se handemocratizado, abriendo a todos sus puertas conlas únicas barreras de la vocación y la capacidad.

La educación sigue teniendo la palabra en esteempeño renovador que anuncia la superación deuna sociedad pretérita férreamente estratificadae inmóvil, para convertirla en otra de ágil mo-vimiento ascensional, que no paralizará iniciati-vas individuales; pero que tampoco ha de per-mitir quede nadie rezagado por torpeza o apatía.