La dualidad de una mascara: las historias de un joven griego

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La dualidad de una máscara: Las historias de un joven

griego

Daniel Alejandro Contreras Castro

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© Daniel Alejandro Contreras Castro

© Derechos Reservados al Autor

© Bubok Publishing S.L., 2015

1ª edición

ISBN:

Impreso en Colombia / Printed in Colombia

Impreso por Bubok

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Dedicatoria

Al lucero de la mañana que alumbra mis días desde hace algunos

años y cambio mi historia para siempre.

A los integrantes de “Grupoya”; Paula Jaramillo, Yarleidy

Vázquez, Leidy Casteblanco, Liceth Restrepo, Marcela Delgadillo,

Angie Navarro, John Soto, Brayan Martínez, Diego Otero y John

Forero, por darme el mejor regalo, reencontrarme.

De igual manera, a cada mundo que me dio la oportunidad de ser

un ciudadano y no un extranjero más en sus vidas, siendo una

inspiración para mí. En especial a ti mi pequeña Y. A. M. Z.

Agradezco el cariño y el tesoro que viste en mí, desearía que

hubieras estado más tiempo conmigo y hubieras visto mi triunfo en lo

que ambos soñamos profe M. A.

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Prologo

Cada ser humano ha construido a lo largo de su vida una diversidad de máscaras en los diferentes tejidos de su realidad; es decir, que actuará siempre dependiendo de su contexto, social, cultural psíquico, anímico, y psicológico, por esta razón, aún existen personas que realmente nunca han logrado ser quienes son en realidad…

Es difícil encasillar los tiempos en los cuales surgió cada una de las historias que se narran en este libro, aunque sean ficción en cada página se describe las vivencias, los sueños, los miedos, las frustraciones, las sensaciones, sentimientos y emociones, que sentimos las personas en cualquier momento de nuestras vidas y que tal vez tú hayas sentido, es esta esencia, la que nos permite acercarnos a ese otro que muchas veces marginamos, lograr así reconocernos como seres humanos; seres libres que pueden ser quienes realmente son en esta vida…

No siendo más, disfruten el misterio, las emociones, las tensiones y la incertidumbre que encontrarán en el misterio que encierra cada uno de sus personajes…

Daniel Alejandro Contreras Castro

El autor

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Índice

El comienzo ............................................................................................ 8

Los pasillos del tiempo ........................................................................ 12

El joven misterioso............................................................................... 15

La mirada del joven hacia el horizonte ............................................. 16

Mi encuentro inesperado en el Olimpo ............................................ 18

Los espejos del tiempo ........................................................................ 24

El oráculo de Delfos ............................................................................ 28

La intención del joven griego ............................................................. 31

La travesía hacia Éfeso ........................................................................ 32

La joven de la biblioteca ...................................................................... 35

La leyenda del narrador de cuentos ................................................... 39

El demonio en el espejo ...................................................................... 42

La mujer de mi sangre .......................................................................... 44

La mascara ............................................................................................. 45

La última historia .................................................................................. 46

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El comienzo

Es una noche llena de estrellas; la osa mayor acaricia a su pequeño, la luna brilla en gran manera mientras los observa, las aves nocturnas atónitas y expectantes ante el gran firmamento, contemplan el bosque en el que habitan; el cual es frondoso, tupido, y diverso. Pero existe allí un árbol, muy antiguo, en donde se han narrado miles de historias, y los mortales le han atribuido un gran misterio a través del tiempo; causando que muchos teman habitar bajo su sombra así que solo se deleitan viéndolo desde las lejanías.

Sin embargo, hoy es distinto, al a adentrarse en él, se encontraba un pequeño niño; con un cabello tan oscuro como la penumbra, cuyos ojos teñidos de un sombrío café, parecían no tener fin, sus labios suaves y medianos, rodeados por una piel morena; originaria de lejanas tierras, había escapado de casa, para compartir con las aves su expectación, pero, su cansancio pudo más que su alma y ahora duerme profundamente, sujetando con gran fuerza un libro; que desde donde me encuentro se ve que su nombre es la dualidad de una máscara: las historias de un joven griego.

No era coincidencia que tuviera un libro bajo sus brazos, además desde hace varias noches lo ha leído ahí donde lo ha asaltado el sueño, de pronto –mientras divaga en lo que decía-, el libro se desprende de sus brazos y deja caer una

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carta; -al verla caer solté un suspiro y dije-, la recuerdo muy bien porque se la dio una dulce mujer; de un bello semblante, cuyos secretos habitaban en su mirada; pero descubrir aquellos misterios, más en ese lugar era toda una travesía que se rumora alguien logró.

Dicha mujer ha venido cada a noche –desde hace algunas semanas- a leer con él trayendo consigo un libro cada uno…por cierto, ¿porque no estará ella con él hoy? –pensé, mientras miraba el cielo-.

La luna seguía dando pleitesía a las constelaciones que le danzaban, mientras la orquesta del cielo parecía persuadir mi corazón de sus intenciones de tomar la carta y leerla; pues desde el momento en cayo mis ojos no han parado de observarla – mientras parecía tomar una decisión, suspiré- volviendo a observar aquel pequeño que seguía durmiendo profundamente. Entonces descendí de donde me encontraba y cuando llegue a donde él estaba, tome asiento bajo aquel hermoso árbol y tomando la carta –la cual era una hoja mediana doblada por la mitad- al abrirla decía:

Llego el día que temía; no pensé que llegara tan rápido. Hace poco empezamos a leer juntos; quien diría que hallaría en ti, lo que he encontrado en cada lectura. Los mortales son criaturas extrañas como tú dices, al menos cumpliste tu promesa; la que me hiciste aquel día en Alejandría, en su biblioteca, espero cumplir la mía. Solo tengo algo que pedirte; me has dado tanto, me siento en deuda contigo, pero quien podría ganar ante tu terquedad. Deseo que leas

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mi libro; en él hay una nota al final, una vez lo termines, léela.

Por último, espero que me hables del cielo algún día; cada vez que lo miras tu alma suspira, y tu corazón se quiebra, es como si vieras al invisible. Y sí, he aprendido a conocerte, no he olvidado lo que me has enseñado. Con cariño, hasta cuando el cielo nos permita volver a leer junto a aquel árbol en donde sé que leerás esta carta. Te quiero.

Mientras la leía más de un suspiro salió de mí, inevitablemente sus palabras me hacían recordar a alguien…

Una vez termine de leer la carta –doblándola la deje tal como la encontré-, inmediatamente mi mirada se posó sobre aquel libro, el cual tome sin titubear y divagaba en lo había leído sobre él, mientras decía -con una leve risa-, entonces es el libro de ella…Es su libro… quien diría que lo tendría en mis manos. Entonces comencé a detallar su portada rustica; la cual consistía en un personaje central rodeado por demasiadas personas –que eran iguales- pero con expresiones diferentes en sus rostros que reflejaban otras personalidades y culturas –como una máscara-, sin embargo el sujeto principal tenía su rostro agachado y sus manos estaban posadas en él, como quien desea quitarse algo. No tenía el nombre del autor, y en la parte de atrás estaba este mensaje:

Se rumoró por mucho tiempo la historia de dos jóvenes; uno había encontrado la manera de descifrar el secreto del alma de las personas, a las cuales leía

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como libros abiertos o como él llamaba: ser un extranjero más en sus mundos.

Pero para él fue como una especie de maldición –o eso creyó al principio-, pues había tenido que dejar lo que más amaba. Sin embargo los dioses le recompensaron con algo que ni ellos mismos pretendían darle. A diferencia del otro personaje, quien le había robado el secreto al primer joven; pues se creía más astuto que él, ya que conocía su historia y su desgracia. Usándolo a su antojo y ganándose la discordia de los Olímpicos. Intentando un día hallar solución a su desgracia acude al oráculo quien se mofa de él, y lo manda buscar al joven que robo. Sin embargo, lo único que se ha encontrado sobre ellos son una serie de cuentos; que se presume que fueron hechos por quienes escucharon sus aventuras, a simple vista son irreales, fantasiosos, míticos. Los cuales han sido recopilados en este libro, algunos sostienen que son la clave de un misterio, adéntrese, y saque sus conclusiones, tal vez la clave del secreto de una mirada; de la que tanto hablo el joven este en sus páginas…

La noche parece estar en su plena juventud –sostuve-, es momento de conocer esta historia –dije, mientras abría el libro-, veamos que aventuras nos espera en esta lectura….

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Los pasillos del tiempo

Son tantas emociones, y demasiadas las vueltas que da este carrusel que llamo vida; son demasiadas las personas que han pasado por ella, algunas las extraño tanto, a otras las anhelo volver a ver… ¡oh!, qué gran predicamento aqueja mi alma, recuerdo cuando una vez caminando por los pasillos del tiempo; aquellos recuerdos que se encuentran perdidos en la memoria de los mortales, allí recordé a mi bella flor del campo; la cual seducía mi alma, con sus pétalos, su fragancia y su existencia, robándome más de un suspiro cada vez que habitaba en ella, y como no hablar de sus tiernos besos, esos que te hacían elevar a mil mundos… ahora aterrizar y saber que estas allí intangible, en un recuerdo, haciendo parte de quienes anhelo…Eres la primera que encuentro en este lugar, ahora, es tiempo de seguir y en ello encuentro a los que me han regalado una sonrisa, y los que me han hecho llorar; de dolor o de alegría; momentos únicos.

Como duele recorrer estas calles del tiempo, y saber que son un efímero recuerdo perdidos en la laguna de la vida, ¿Cuándo?, ¿Cómo?, ¿Por qué?, son las preguntas que surgen contra Cronos, y la única respuesta es el eco de mi voz, la soledad invade mi alma, y de la penumbra de estos caminos se escucha las carcajadas de un ser que al parecer murmura con alguien, mientras tanto me acercaba para descubrir quiénes son, y de pronto a la conversación se une un tercer integrante y dicen:

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-Hemos logrado -al parecer- arruinarle la vida a este humano; al burlarnos de su existencia, de las desgracias que ha vivido. Hay que dejar que siga recorriendo estos pasillos del tiempo, para ver hasta dónde es capaz de llegar, mis pasillos- añadió uno-.

Al escuchar estas palabras mi alma se enajeno y acercándome a estos seres despreciables –pues estaba un poco retirado- los confronté; al contemplarlos supe quiénes eran; Cronos, Hades y Cupido. Entonces les grité, ¡que tienen en mi contra!, ¡dioses olímpicos!, ¡qué les he hecho!, para ganarme su burla, su injusticia, ¡Qué Zeus los maldiga!, y yo los maldigo aún más. Su respuesta, fue reír a grandes carcajadas, mofarse de mi irá con gran descaro.

Luego desapareciendo, dejando atrás el eco de sus estúpidas risas, encontré un nuevo pasillo, uno que no había visto antes, al final había una puerta que contenía una inscripción:

-Un pequeño detalle-

Lleno de curiosidad por semejante palabras, decidí entrar, y cuando lo hice, contemple un maravilloso cuarto, algo que jamás había visto en este lugar, era como vivir en un recuerdo, y comenzaron a pasar uno a uno, tan real, parecían revivirlos, fue inevitable que las lágrimas recorrieran mis mejillas, esta habitación me permitía acceder y vivir aunque fuese por unos minutos, los tiempos perdidos, los que perdí…tantas palabras, abrazos, besos, regalos, vivencias, que dulce es disfrutarlos una vez más, ¡que dulce y fragante!, es volver a ver mi bella flor, sentir sus brazos, experimentar sus besos; tan cálidos, tan reales. Está habitación me ha

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hecho tan feliz, es como un sueño del que no quisiera despertar, luego apareció una persona en la habitación que me llamaba, y cuando fui -sin darme cuenta ya había salido de donde me encontraba- aquel desconocido portaba un cartel en sus manos que decía:

-Nunca olvides que tu vida está en el presente, disfruta del pasado bueno o malo, y conquista tu futuro.

Abrumado por tales palabras, le pregunte, ¿Qué quieres decirme realmente?, -con su mirada fija en mí- dice, serás bienvenido en estos pasillos, cada vez que lo desees, sin embargo, no debes vivir en ellos, es hora de volver, entonces -llorando- le dije, los extraño tanto…acercándose, -con una serenidad y un profundo suspiro- respondió, la vida te quitará personas; conserva lo bueno que te han dejado, pues así mismo está te permitirá conocer a otras, a medida que vayas recorriendo tu camino.

De pronto desperté, con lágrimas que aún rodeaban mis mejillas, sin embargo ahora tenía una leve y suave sonrisa, pues lo entendía todo.

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El joven misterioso

Hace algún tiempo mientras caminaba por una llanura en las lejanías de Atenas; me topé con un joven que al parecer estaba desorientado, al verme, me pidió ayuda -había algo en el que me dio confianza- y mientras charlábamos sobre lo que necesitaba en el camino a la aldea más cercana, parecía conocerme más a mí de lo que yo mismo me conozco, era algo perturbador pero no sentí temor, y mientras divagaba en esto, sin perder la charla con él, me dijo de repente:

-Los antiguos poetas solían llamar a él secreto de una mirada a aquel espejismo del alma que solo se halla en los ojos de los mortales, pero, nunca se creyó que hubieran mortales capaces de leer estos secretos en sus semejantes, suelen esconderse, y rara vez se les llega a conocer, hasta que otro lo pueda ver a los ojos, se rumoran mucho de ellos, pero ya hace bastante tiempo que no veo ni hablo con uno…

Dicho esto, partió aquel joven-que tenía apariencia de ser griego- sin decir alguna palabra, con rumbo desconocido, hasta el día de hoy pienso que él era uno de ellos…

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La mirada del joven hacia el horizonte

Un día se encontraba un joven griego en tierras extrajeras; en lugares en donde el horizonte no tiene límite, estando allí, él contemplada los cielos divagando en agridulces recuerdos, al parecer a la expectativa de tomar alguna decisión…

Cuando a su lado aparece de repente, Cronos, y le dice, tanto daño te he hecho-con un tono frío en su voz-, mientras observaba lo mismo que él, estupefacto por tales palabras el joven -con una leve sonrisa- le respondió, sería injusto de mi parte decir que no me has ayudado, de hecho todo lo que me hiciste, me robaste e intentaste herir, me ha permitido ser quien soy, y exclamó, ¡puedes envejecer mis huesos pero jamás mi alma!, Cronos sin quitar su mirada, -riendo- dijo, algún día entenderás el secreto de quién soy en verdad, realmente me has impresionado desde el momento en que tu búsqueda empezó…-dicho esto desapareció-.

Una vez todo aconteció y el silencio retomo el lugar, aquel joven suspiro como quien resiste sus emociones, se sentó y con una mirada melancólica volvió a observar el horizonte, y dijo, realmente Cronos es mi mayor temor, temo no culminar mi búsqueda -suspirando añadió- tanto tiempo ha pasado y realmente me da miedo no llegar a la meta que me he trazado -lagrimas rodeaban sus mejillas- y exclamó,

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¡Cronos porque me atormentas!, dicho todo esto, aquella alma desconsolada siguió contemplando el horizonte un largo tiempo en silencio, luego partió con rumbo desconocido.

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Mi encuentro inesperado en el Olimpo

Tras lo que había sucedido conmigo, Zeus me había permitido entrar libremente por el olimpo-todos los dioses se alegraron por la decisión, pues todos éramos grandes amigos-, un día tome la iniciativa de ir, pues mi curiosidad me ganó-griego tenía que ser, pensé-, una vez llegué me maraville con tal lugar; es indescriptible, esplendido, mágico y fantástico.

Al verme varios dioses se acercaron y con regocijo me recibieron, y me enseñaron cada parte del olimpo mientras me contaban alguna que otra historia, de pronto, había en una pequeña colina una columna grande de mármol pero no había la figura de nadie en ella, solo tenía, una gran inscripción que decía:

-"Al Dios desconocido"

Inmediatamente exclamé, ¡hay otro dios!, con su mirada fija como quien divaga, Zeus respondió, desde antes de los titanes se ha reconocido su existencia, pero, desconocemos todo de él, se le llama el Alfa y el Omega, se dice que aun suele habitar el olimpo, -al decir esto-, todos se miraban unos a otros y dijeron unánimes, no sabemos quién sea en

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verdad, intrigado me quede con Zeus hablando, mientras los demás se fueron a hacer sus cosas.

Una vez estuvimos solos me llevó a una habitación que parecía estar oculta, y me dijo, acá esta contenido todo el conocimiento sobre el Olimpo, no termino de decir esto cuando entré… Aún me preguntó porque decidí entrar.

No podría describir lo que halle allí, basta decir que desde ese día no soy el mismo, y recordé las palabras de una mujer ateniense en cuanto a la naturaleza de la filosofía: "una vez que empiezas es un proceso que nunca se detiene, es como aquella rueda que nunca dejará de girar". Creo que ahora comprendo mejor esas palabras, pero veo que los dioses no me mentían, había relativamente nada sobre el "dios desconocido".

Cuando salí Zeus me recibió con un leve gesto de curiosidad, y dijo, hay cosas en esa habitación que se ha pensado que es mejor que los mortales nunca deben saber, te he permitido entrar porque de alguna forma confió en vos, y quiero ver qué pasa –soltando una leve carcajada-, a lo cual respondí, no sé si me has bendecido o maldecido con esto, son tantas cosas que ahora comprendo, pero aún no lo he logrado asimilar, llegamos a una pequeña colina mientras charlábamos, le pedí a Zeus que nos sentáramos y mientras observaba el horizonte -era más hermoso desde acá-, fue

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inevitable no pensar en ella, lágrimas rodeaban mis mejillas, al verme el gran dios, dijo, es por ella que te lamentas ¿no es cierto?, no tengas temor, eres un mortal, son las emociones, le respondí con un tono brusco, ¡No!, ¡es debilidad!, no quiero que la veas, respondiendo el dios, no seas testarudo, somos amigos, a lo cual repliqué, diciendo, has dicho bien, pero me disgusta mostrar esta parte, entonces Zeus apoyaba sus manos sobre mis hombros, mientras decía, no hay nada que temer, y proseguí diciendo, es tan difícil sobrellevar todo esto, desearía no haber estado en la habitación de Cronos, hubiera vivido a su lado aunque en el futuro seria infeliz, y exclame, ¡No!, que egoísta sería -mientras refunfuñaba-, porque no me detuvieron si en las aguas del destino se reflejaba que iba a pasar esto, Zeus, quedando en silencio por unos segundos, me miró, y respondió, ¿cómo lo sabes?, todos temen ir a ese lugar, ¡recuerda que estuve en la habitación!, ahora se muchas más cosas -fue mi comentario, con sequedad-, Zeus recordándolo guardo silencio, mientras tanto continúe diciendo, hay cosas que es mejor desconocer -con gran desconsuelo lo sostenía-, y añadí –irónicamente-, mientras se pueda saber, ¿por qué no saberlo?, mientras lloraba en gran manera, como quien necesitaba un desahogo.

Mire a Zeus con repudio y le grité, ¡la naturaleza de los dioses es malvada contra los mortales!, pueden y no hacen nada, el mirándome fijamente guardaba silencio, -y continúe diciendo-, quién sabe si este "dios desconocido" sea diferente a ustedes, pues no es descendiente del olimpo, no había terminado de decir esto, cuando un gran resplandor

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cubrió el lugar, y escuche mi nombre -que provenía de aquella luz- con voz de trueno, me estremecí, me acerqué y dije heme aquí, Zeus se hizo detrás mío desconcertado y atónito, mientras tanto al estar cubierto en esta extraña luz, logré ver que había alguien con semejanza de hombre, pero no era un mortal, y no era como un dios del olimpo, se me acerco y me abrazó con gran amor y fortaleza, desconcertado por tal escena, solo me aferre a él y lloré varios minutos -en gran manera-, sin embargo, mi alma tenia reposo, aunque su rostro no podía ver, le dije, ¡¿por qué?!, dímelo, -escuché que me llamaba- y me respondió, nunca podrías entender la naturaleza de un dios, menos la mía, tampoco puedes culpar a los olímpicos, yo oculte las aguas del destino de ellos y de los seres humanos, mi creación. Los mortales son seres magníficos, sus emociones suelen ser como el talón de Aquiles, pero ellos tienen gran coraje y valentía, el corazón de estas criaturas es un mar de secretos, y a veces se sufre pero en otras se goza, debes saber que debes continuar, yo sabía lo de dulcinea antes de que pasara, pero te di la oportunidad de conocerlo; al permitir ver lo que ningún mortal podrá, el futuro. Porque conocía tu corazón, y sabía cuánto la amabas, para que así entendieras, el error que estabas haciendo, atónito por tales palabras supe quién era y exclame ¡Eres tú!, el "Dios desconocido", has dicho todo con mayor sabiduría que cualquiera de los dioses, -y con una paz indescriptible que sobrepasa todo entendimiento- continúe diciendo, ahora comprendo algunas cosas, pero, aún tengo dudas…

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Sin embargo, él respondió, Yo Soy, y me conocerás con otro nombre cuando estés en tierras extranjeras, te he visto desde que empezaste, te daré alguien que cuidara de ti y te consolará cuando tu alma se turbe, y te enseñara los secretos del cielo, mayores que los terrenales. Él no hablará por su cuenta, hablará lo que yo le diré, aunque no lo veas, lo podrás sentir y estará para ti considéralo una muestra de mi naturaleza.

Una vez termino de hablar, el resplandor, desapareció, y aquel que tenía semejanza de mortal también, pero escuché dentro de mí una voz que dijo, acá estoy contigo, tal como se te ha prometido, consternado por lo que paso, pues jamás había experimentado tantas cosas juntas, pero me sentía tan feliz, lleno de paz, es algo indescriptible, jamás había vivido lo que sentí aquella vez.

Zeus me miraba atónito, acercándose me miró, y exclamó ¡qué paso!, quede por fuera y no podía oír nada, solo vi una especie de mortal, tu semblante ha cambiado, le contesté, fue el "dios desconocido" estoy seguro de ello, enmudecido por mis palabras, miré el horizonte con gran agonía, y luego llegaron todos los demás, pues habían visto el resplandor, Zeus contó lo que vio, y yo le dije lo mismo que le respondí al gran dios, y todos quedaron atónitos, les conté lo que paso -aunque reserve algunas cosas-, nunca había visto a los dioses del olimpo tan preocupados y pálidos, de repente todos se van y Zeus se acerca y me dice, con gran seriedad,

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creemos que es el tiempo, inmediatamente lo entendí al igual que el por qué me permitió entrar en aquella habitación.

Desde aquel día, no soy el mismo, y continúe mi camino, después de haber salido del olimpo, siguiendo la guía que mi nuevo amigo, me ha dado desde entonces…

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Los espejos del tiempo

En aquellos días, me encontraba caminando por la antigua roma, maravillado de su coliseo, -cuan majestuoso es este lugar, como lo admiro, pensaba-, mientras caminaba a su alrededor una melancolía embriagaba mi alma con recuerdos de aquel espejismo de lo que fue un amor -mientras divagaba en esto- aparecido a mi encuentro Zeus, exaltado por tan repentina aparición, me dijo, ¿qué ha pasado?, ¿qué has hecho?, ¿dónde está dulcinea?, ¿dónde la has dejado?, desde el Olimpo he contemplado este amor, como olvidar tal locura vuestra; corrían bajo la lluvia, por los campos, reían como locos. La forma en que la seducías y ella a ti, cómo pretendes que olvide semejante amor, que aun los dioses del Olimpo envidiaban, de repente un día no le vi más a vuestro lado, atónito por tales palabras, le dije, aun insistes en que os cuente la historia, ¿no es así?. Me respondió, por el Olimpo dilo por favor, entonces dije os contaré:

Un día, caminando por el panteón griego; un lugar esculpido en mármol en donde se sentaban los griegos a discutir los asuntos del estado, me encontraba solo pues dulcinea estaba haciendo sus cosas -a veces prefería hacerlas así, aunque disfrutaba cuando lo hacíamos juntos-, mientras daba vueltas encontré una especie de camino oculto -tengo el espíritu de Grecia como no dejarme seducir por el misterio, decía

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dentro de mí-, cuando halle una puerta, tenía una inscripción que decía:

-Los espejos del tiempo.

Me pareció muy curioso y con más ganas entre, era una habitación hermosa, habían muchos espejos de gran tamaño, cada uno con inscripciones en un lenguaje extraño para mí, cuando pase por uno, este comenzó a mostrar sucesos, me exalte por un momento, pero seguí viendo, como una especie de recuerdos; era el día en que conocí a dulcinea, como olvidar aquello, me sonroje, y más de un suspiro salió de mí, ¡Ja! que más revelaran estos espejos dije, y continúe caminando, encontré otro, expectante ante lo que podría ver, estuve atento, y he aquí observe, lo que había pasado en este día, hasta el momento en que me despedí de dulcinea y fui al panteón, me pareció paradójico, y había entendido algo…

Casi escondido dentro de la habitación del pasillo, había un último espejo oculto por una gran manta, con mucha expectación entré y al quitar la manta que lo cubría, contemplé, que estaba en otras tierras, estaba muy contento, disfrutando y gozoso, abrazaba y besaba a dulcinea pero sabía yo que esa no era la mujer que conozco, algo había pasado, impaciente por responder esta incógnita, vi que me alejaba, ella se quedaba sentada, mirando por la ventana un hermoso paisaje, lanzo un suspiro, y comenzó a decir, le amo tanto, muero por él, pero como hubiera deseado haber

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viajado, conquistado los misterios de la lírica, la música y de los antiguos poetas, haber llegado a la cúspide de mis sueños, aunque jamás se lo dije, recuerdo cuando nos enamoramos, no pensé en el futuro, aunque sabía que sus sueños eran irreconciliables con los míos, aun así continúe, pues este amor es tan hermoso, pero…mis sueños aún los anhelo. Y lágrimas rodeaba su rostro en gran manera.

Mientras miraba esto, fue imposible que las lágrimas no brotaran y rodearan mis mejillas, un silencio rodeaba la habitación, y solo pude exclamar, ¡Por Zeus!, que atrocidad abre de cometer, amo tanto a dulcinea, como poder hacerle esto, pero desearía pasar toda mi vida con ella, lloré amargamente un rato, recordé tantas cosas e invoque a Cupido, me pregunto que deseaba, le dije, quiero que quites el amor que siente dulcinea y ponlo en mí, permite que ella pueda cumplir sus sueños y que viva un amor con alguien que le ayude a cumplirlos, a cambio seré tu esclavo, me respondió, ¡estás loco!, es el amor de tu vida desde el Olimpo te hemos visto, ¿por qué pretendes que hagas eso?, respondiéndole con desesperación, ¡Por Zeus!, haz lo que te pido, ¡por favor!, solo hazlo, entonces Cupido, compadecido y confuso, decidió hacerlo, antes de irse, pude ver como se lamentaba y un llanto leve recorría sus mejillas.

Acontecido esto, salí de aquella habitación, sequé mis lágrimas y volví a mi casa, donde hallaría a dulcinea, estaba nervioso pero sentía que la amaba profundamente más,

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cuando llegue, la encontré caminando nerviosa por la casa, apenas me vio me dijo –temblorosa e inquieta-, hay algo que quiero decirte, llevo todo el día pensando, en que es mejor separar nuestros caminos, me he dado cuenta que eres muy diferente de mí, perdóname, pero pienso que es lo mejor, anonadado -comprendí que Cupido había cumplido-, pero por dentro quebrado, estaba feliz, y respondí, no te preocupes son cosas que suelen pasar, puedo pedirte una última cosa, -con su mirada fija- dijo, ¿qué deseas?, le dije abrázame, y sin responder nada, lo hizo, mientras me abrazaba la amaba más, tanto que mi alma se elevaba, pero pude sentir la sequedad de la suya hacia mí, y había confirmado lo obrado por el dios del amor.

Después de esto, dulcinea se marchó, y a veces nuestros caminos se topan, pero no más que el saludo, suele darme.

Habiendo culminado mi historia, pude ver como las lágrimas rodeaban las mejillas de Zeus, y exclamó, ¡el Olimpo llora! , y el lugar que encontraste eran los espejos del tiempo de Cronos, donde veías el pasado, presente y futuro, os daré algo, y se fue lamentándose en gran manera, aun no entiendo que habría de darme, pero desde ese día, en mis sueños he hallado a mi amada dulcinea –suspirando añadí-, como he amado cada noche, donde ella y yo podemos ser uno, solo espero que en aquel espejo, ahora mi bella dulcinea sea tan feliz, como ella misma desee, y yo lo soy al serlo ella, ahora continuo mi camino, y suelo recorrer el panteón en búsqueda de aquella habitación que aquel día encontré pero no he éxito alguno.

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El oráculo de Delfos

Un día cuando estaba de nuevo en mi amada Grecia, -como disfrutaba andar en ella, a pesar no ser oriundo de estas tierras-, me encanta estar en este lugar donde todo empezó, a veces desconozco tantas cosas a pesar del tiempo que ha pasado, estar acá me hace suspirar y soñar, pero no debo olvidar la razón por la cual he venido.

En una tarde mientras recorría la ciudad, y divagaba en mis pensamientos, pase por el coliseo, y había una disputa entre dos hombres, uno le dijo al otro, ¡es por tu culpa!, ¡por qué me has llevado a Delfos!, el otro le respondió, eres tú el que querías conocer el futuro ¿no?, yo seguí de largo y no escuche más, pero recordé a Delfos; se decía mucho sobre aquel lugar y más por el oráculo, ¡Ja! dije, recuerdo lo que paso la vez que fui.

Aun lo recuerdo bien, fue un viaje extremadamente extraño, me habían hablado mucho sobre la sabiduría del oráculo; guiado por la gran inquietud y por las ganas de aprender, emprendí mi marcha hacia aquel lugar. Recuerdo que me perdí, era muy raro, al parecer no me querían en aquel lugar, y a pesar de la extraña sensación seguí, habiendo llegado, en plena oscuridad una voz exclamó mi nombre, y dijo, te tardaste en venir, te he esperado mucho tiempo, inmediatamente se prendieron los candelabros y una fogata, desconcertado por las palabras más que por lo acontecido, mencioné, se me ha dicho que acá hallaría sabiduría y tal vez

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una respuesta, aun así sin seguir viendo a nadie, la voz respondió, ¿sabiduría? ¡Ja!, ¿Por qué pretendes ocultar tu deseo?, has venido para saber como entrar en su mundo, te has topado con un obstáculo y te has remordido la conciencia, porque siendo hombre griego, no hallaste el secreto para entrar, y lo ocultas llamándolo búsqueda de sabiduría, estupefacto por tal respuesta, pero guardando la compostura -aparentemente-, le dije, ¡muéstrate oráculo y dime lo que tengas que decirme!, prosiguió la voz y dijo, no te interesa verme, acaso lo que le robaste aquel joven griego, no te ha servido como esperabas ¡Ja!, el mundo que buscas con tanto anhelo, el cual te ha seducido con su mirada, por sus palabras, que pareciera tener sangre de Atenea y pensamiento sofista, se te esconde en vez de abrirse, para que deseas mis palabras si la respuesta ya la conoces.

Confuso por lo dicho, respondí airado, ¡Qué sabes sobre el mundo que estoy buscando!, ¡Qué sabes!, no he podido entrar y buscar el tesoro perdido; cosa que nadie ha visto, ni persona ha tomado de aquel mundo. Al joven griego yo no le robé, solo lo escuché y lo agarré para mí, ¡Acaso me culpas de tomar los secretos de las almas de las personas!, ¿no es él tan culpable como yo?, sonando una gran carcajada, la cual rodeo aquel lugar, exclamó, ¡¿acaso intentas ser sofista conmigo?!, y prosiguió diciendo, te has dejado seducir, por la sabiduría que se te ha dado, esclavo eres de tus conocimientos, caíste en el mismo error que el joven griego, ser seducido por los secretos del alma humana, pero… mientras aun hablaba aconteció que aparecieron dos seres, atónito y ahora estupefacto de la impresión me arrojé al piso, y estos seres se burlaban de mí, y dijeron con burla, ¡Eres tan

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diferente de aquel joven!, tomaste algo que no era para tu vida, ahora eres preso de ello, el mundo que buscas, se te permitirá verlo, pero estará en tus manos si deseas entrar o no, y el otro ser con una mirada iracunda, exclamo, ¡Hasta cuando lo entenderás!, aun no es el tiempo, evita que la belleza de atenea te confunda ni seas presa de sus palabras, dicho esto -ambos seres desaparecieron al tiempo-, les grité, ¡dioses del olimpo que tenéis contra mí y el deseo de mi alma!.

La voz del oráculo volvió a estremecer la habitación, y exclamó, ¡No olvides lo sucedido en Éfeso!, entonces lo había comprendido todo, pero a la vez nada, suspire, y dije, ¡oráculo os maldigo!, pero mi alma ahora es bienaventurada, espero contemplar aquel mundo, aquellas palabras, y su mirada -mientras divagaba- su voz me interrumpió y gritó, ¡¿No aprendes, verdad?!, reí al escucharlo, y abandoné aquella habitación, algo perturbado.

Habiendo regresado a Grecia, había entendido, que debía hallar a este joven, he oído que se le llama el amigo de los dioses, ¡Ja! dije, entonces creo que soy el enemigo de ellos, mientras reía con locura por mi desgraciada ironía y seguí mi camino por estas tierras.

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La intención del joven griego

Una noche se encontraba un joven -al parecer de procedencia griega-, bajo la luz de la luna, en la cúspide de una montaña con cupido, y hablaban sobre los secretos de su arte y su corazón ardía, en hacerle una pregunta al gran dios del amor, cupido conociendo su historia sabía cuál era su intención y le dijo, sabes, siempre temí usar una de mis flechas en ti, así que hasta el día de hoy por Zeus os digo que no lo he hecho, entonces el joven dedujo que cupido sabia el deseo de su corazón y le respondió -con el corazón turbado-, ¡por el Olimpo!, ¡me has descubierto! -mientras sonreía-, cupido prosiguió, amigo mío, acaso crees que estas flechas lograrían en los hombres lo que tu hiciste por dulcinea, recuerdo la historia tan clara… llegue a pensar con gran orgullo que fue obra mía, accidental, pero era imposible pues no llevaba flechas ese día, incluso en el olimpo me preguntaron si lo había hecho yo -soltando una carcajada- continuo diciendo, ¡ja!, que injusto y arrogante seria robarme el crédito -con gran alegría decía cada palabra-, sin embargo, con un suspiro termino diciendo, cuanto me dolió verla partir de tus brazos-lo decía sollozando-, le pedí a Zeus con gran interés que me contara la historia… nadie haría lo que tu hiciste, aquel joven suspirando por tales palabras, lagrimas comenzaron a rodear sus mejillas abrazo a cupido y le dijo, cuan feliz me has permitido ser, al decirme esto, has hecho que haya valido la pena, y aquel joven prosiguió su camino, y cupido contemplando el horizonte dijo en voz baja, vaya amigo el que tengo, y desapareció.

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La travesía hacia Éfeso

En aquellos días me encontraba en la ciudad de Éfeso, no suelo frecuentar ciudades romanas, pues ellos no son como nosotros, a pesar de que nos hayan robado todo; nuestras creencias, cultura e ideas.

Sin embargo, mientras habitaba la ciudad inicie una conversación con dos personas–aparentemente romanas-, en un momento de la charla, uno de ellos exclamo: ¡Deja de ser como un griego!, entonces deduje que no sabían quién era yo –son cosas que suelen pasar pensé- entonces respondí, ¿Por qué dicen tal cosa?, y me dijo, no hablas como nosotros, siempre estas razonando, colocando tu escepticismo por delante, hablas de los antiguos poetas y de sus filosofías, ¿acaso eres un sofista?, o eres esclavo de tu razón, ¡¿Por qué no eres más como nosotros?!, anonado por sus argumentos –para ser un romano- dije, ¡Ja!, ¿Qué hay de vosotros?, qué queréis que sea un inmoral como ustedes que pierden hasta la cordura –exclamando- ¡Los romanos son tan insensatos!, ¡Solo quieren satisfacer su estúpida carne!, perdiendo de vista los tesoros del cielo y el alma. Ellos al ver mi reacción, se confundieron en gran manera, se sintieron insultados- no los culpo, yo también me sentiría así-, por tanto, tuve que salir, para no ser apresado.

Una vez logré estar lejos de aquella situación, seguí caminando – como si tuviera un rumbo fijo- y divagaba en

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las razones por las cuales estaba en esta ciudad, después de un rato, recordé con una sonrisa y elevé carcajada, al recordar que huía de una mujer, ¡Maldito cupido! Que no hace bien sus cosas –riendo aún más por mi situación-.

Todas mis desgracias son culpa de esos Olímpicos que solo vienen a mí para burlarse, ¡dioses desgraciados!, que tropiezan en mi camino; venia de una aldea a unas horas de Éfeso, era un pueblo singular con gente curiosa, y estando allí entable una conversación –que resultó llegar a ser una amistad- con una bella mujer, desde que la vi, su mirada me cautivo, y decidí prestarle atención e intentar algo que me enseño –más bien algo que tome para mi uso- un conocido joven de Grecia, que él llamaba “el secreto de una mirada”.

Aquella mujer parecía ser muy esquiva –a pesar de que todas las piezas de mi análisis encajaban y comprendía el por qué actuaba así- sin embargo, un día le ofrecí mi ayuda pues la vi muy atareada, no había terminado de decirlo, cuando gritó, ¡Crees que yo no puedo!, -sólo me preguntaba que había hecho mal- quedando atónito ante su grito,-analice miles de conjeturas, buscando las palabras apropiadas, la respuesta correcta-…Solo respondí, lo siento en gran manera, ella aceptándolas -o eso manifestó- siguió su camino.

Anduve aquel día pensativo sobre lo que había sucedido; lo cual hacia incrementar mi intriga.

Un día mientras hablaba con ella sobre filosofía, pude ver como ardía su alma -parece griega esta mujer, pensé-, logré ganar su amistad y se volvió cercana a mí, era dulce, analítica,

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detallista, muy delicada, pero orgullosa no daba su brazo a torcer, siendo una persona ilustrada y letrada, la hacía fascinante para mí.

En una bella tarde de aquel pueblo, divagaba, y pensaba en esta mujer, y de repente tuve un pensamiento como un susurro, ¡Ella te gusta!-escuché-, quede atónito frente a tal afirmación, y con locura comencé a debatir, dando miles de razones y argumentos en contra; eso es imposible-decía con una gran carcajada-, no me puede pasar, inmediatamente recordaba la historia de aquel joven griego, ¡Ja! -exclamé- tanto que me le burle por haber dejado escapar a dulcinea, y que yo no tenía por qué temer a cupido, ¡Maldigo al olimpo!, me tendré que tragar mis palabras, y mientras refunfuñaba, apareció el dios del amor y dijo, ¿a quién temes?, ¿dónde está la arrogancia?, con la que le respondiste a mi amigo griego, tu silenció dice mucho –mientras se burlaba-, exclamando le dije, ¡Os conjuro que te largues cupido!, una vez lo dije, había desaparecido dejando el eco de su estúpida risa.

Ardido por lo acontecido, divagaba en todo, cuando apareció ella, con su mirada, y esa bella sonrisa, de pronto solo la miraba fijamente, y maldije mi fortuna, ella me estaba cautivando, aterrorizado, y enaltecido por mi orgullo de no reconocerlo, tuve una charla con ella, como la disfrute -y más aquella-, le dije que tenía que regresar, y abandone la aldea en rumbo a Éfeso.

Ahora abandonare Éfeso, y buscaré en Grecia a este joven, tal vez sea prudente hablar con él…

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La joven de la biblioteca

Un día me encontré en tierras extranjeras de las cuales no tengo memoria, pero sí de lo que viví allí, llevaba tiempo de andar con mi amigo, el que anda conmigo desde la última vez que estuve en el Olimpo, he aprendido tantas cosas; me hace reír cuando he querido llorar, me da aliento cuando quiero desistir de mi camino. Sin embargo, no tengo noticias de los dioses olímpicos desde algún tiempo, y mientras divagaba en esto, unos forasteros se me acercaron y me dijeron, si estás buscando un lugar de sabiduría y conocimiento, los griegos como tú, suelen ir a la gran biblioteca, la llamaban Biblioteca de Alejandría, decidí ir movido por la intriga, nunca había visto algo semejante, como griego era un manjar de conocimiento, con algo de persuasión y habilidad logré entrar, pues precisó en este día no se encontraba abierta al público. Ha pasado mucho desde que sentía tanta emoción por estar en un lugar así, mientras lo recorría era inevitable no maravillarme por sus pasillos, sus libros, sus manuscritos, sus acabos, que gran cantidad de detalles, de pronto, encuentro una joven leyendo un manuscrito, muy centrada, me pareció curioso ver una mujer de su semblante en aquel lugar, era muy hermosa de parecer, dudoso me acerque y platique con ella, puede ver tanto en su mirada, me dijo que solía

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frecuentar la biblioteca a pesar de que su pasión era el baile; la danza el misterio la música que mueve los cuerpos… Hubo mutua simpatía, sin embargo, decidí hacer algo diferente con ella, deje ver un poco más de mí, de lo que usualmente permito, pues note lo diferente que era esta joven en gran manera, perdí la noción del tiempo en nuestra charla, los temas variaban, existió un momento, en donde noto que me estaba analizando, me sorprendí, cuando dijo –con la mirada puesta en mí y melancolía-, temo perderme en unas de tus facetas y no llegar hasta a ti, anonadado por esa expresión respondí, al parecer me estas conociendo –soltando ella una leve sonrisa-, continué diciendo, te enseñaré algo de lo que se, -con una mirada pensativa- responde, ¡hazlo!. Jamás le había enseñado a alguien como ella, pude notar como empezaba a descubrirme, a leerme como una carta abierta y eso me dejaba sorprendido, pues mis sospechas se confirmaban aquella mujer, tenía el poder, la bendición o maldición de ver el secreto de una mirada y ¡no lo sabía! -lo dije soltando un gran suspiro-, es tan inocente y sencilla –añadí-. Ese mismo día mientras miraba el horizonte, tenía muchas dudas y de repente comenzó a hablarme él –mi amigo- y me dijo, realmente temes que ella vea tu secreto, el de tu mirada, le respondí, ¡es imposible que lo haga! –sorprendido por sus palabras, añadí- ¿cómo logras saber lo que inquietad mi alma sin haber mencionado palabra alguna?, entonces como un

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susurro dijo, porque en mis manos está lo que crees imposible, guarde silencio por unos minutos y de alguna manera lo sabía –pensé-, pero no lo creía, sonreí y en voz baja dije, me alegra que este en buenas manos y me marché de aquel lugar… Después de unas cuantas semanas, aquella joven de la biblioteca, había terminado sus cosas en la ciudad y ahora se marchaba, recuerdo el ultimo día que la vi, estaba con sus allegados, apenas me vio me sonrío y me saludo con gran entusiasmo, le respondí con un gesto tímido, mientras merodeaba en algunos pasillos, cuando de repente se me acerca, me abraza con fervor, y se despide entregándome lo que parece un pergamino, al instante se marcha, dudoso no abrí el pergamino en días, meditaba en aquello, hasta que una vez decidido lo hice, y contenía lo siguiente:

-Nunca pensé hallar a alguien como tú, me has conocido tanto en tan poco tiempo, espero encontrarte pronto en mi camino, y terminar lo que dejaste inconcluso de enseñarme, sé que dudarías en abrir este mensaje, lo sé, he aprendido a conocerte, pero no tanto como tú a mí, te aprecio en gran manera.

Anonadado por tales palabras, atesore aquel pergamino, y ese mismo día proseguí mi camino, abandonando aquellas tierras, y a su hermosa biblioteca, mientras daba mi último vistazo a la ciudad, solo divagaba cuan sorprendente fue conocer a aquella mujer y meditaba en las palabras de mi

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amigo…-soltando una leve risa-, al parecer la naturaleza del "dios desconocido" es muy diferente a la de los dioses olímpicos, y –soltando un suspiro- dije, hasta este día, no he visto un secreto tan dulce como el de aquella joven que conocí, de alguna forma me hacía recordar a dulcinea...

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La leyenda del narrador de cuentos

En tiempos muy remotos de los cuales nadie tiene memoria, existía una leyenda, sobre una persona misteriosa que fomentaba la curiosidad de muchos para escuchar sus diversas historias, solía reunirse con los jóvenes de diferentes regiones, los cuales habían perdido la esperanza, los sueños y en algunos casos el rumbo de sí mismos. Sin embargo, existían personas que al oírlo, llegaban y descubrían que sus vidas eran un espejismo atormentado por alguna de estas situaciones mencionadas.

Durante cada charla les narraba maravillosas historias de tiempos remotos sobre las aventuras, las proezas, la vida e incluso muerte, de grandes héroes, heroínas, diosas y dioses de la sabiduría y de la muerte. Otras veces les contaba sobre los brillantes prodigios de hombres y mujeres que lucharon y dieron sus vidas por causas justas y otras no tanto…

Permitiendo así que cada oyente fuera embarcado en un mundo mágico lleno de emociones en donde sus almas e imaginaciones volaran por cientos de mundos, logrando así, que perdieran la noción del tiempo y día tras día, sin ellos saberlo sus alas crecían; aquellas que el mundo había querido destruir con sus mentiras, miedos, y espejismos, las cuales ansiaban volar tan alto como les fuese posible para conquistar metas y sueños.

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Aquel narrador misterioso conociendo esto de antemano, un día semejante a este, les contó la que al parecer sería la última historia; en la cual los jóvenes –sin saberlo- imaginaron infinidad de mundos, mil formas de imaginar sus vidas y de ser quienes verdaderamente son, para ser libres y a su vez de luchar, defenderse, amar y perseverar…el arte de volar.

Al acabar está historia los jóvenes entusiasmados, esperaban la siguiente –con gran expectativa y una gran sonrisa-, sin embargo este misterioso narrador, se puso en pie –después de mirarlos con melancolía, lanzando un suspiro- les dijo:

-¡Recuerden siempre las historias pequeños y pequeñas!, cada palabra ha sido sembrada y dará fruto en su tiempo.

Mientras lo oían –sonreían y lo escuchaban con una mirada fija y expectante-, una vez terminó se levantaron y lo abrazaron –con el deseo de que llegará el otro día para escucharlo de nuevo-, sin embargo, él sabía que era hora de partir a otras tierras, mientras los jóvenes se marchaban a sus casas, había una pequeña, que tomaba un paso más ligero –a comparación de los otros- divagaba en su mente sobre aquel libro que siempre cargaba este sujeto, el narrador misterioso; pues nunca les leía y los demás al mirarlo fijamente nunca notaron su existencia, ¿Cuál será su contenido? –sé preguntaba- cuando se devolvió para saciar su curiosidad, lo vio volar... volaba muy lejos por ese gran cielo de colores de ese bello atardecer, y vio que donde había estado, estaba el

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gran libro, ¡El libro! -exclamó esta pequeña-, al abrirlo, encontró una nota que decía:

-Este libro es para ti pequeña, pensaste que no te había descubierto, te pareces tanto a alguien que conocí… cada día lo notaba al leer tu historia en tu ojos, eres libre de seguir este camino, el mismo que yo escogí en un momento como en el que te encuentras... ¡Se feliz pequeña!

Una vez terminó de leer la nota, sus lágrimas rodeaban sus mejillas y a su vez una sonrisa aparecía en su rostro, cuando cerro el libro se percató que el título que poseía era: la dualidad de una máscara: las historias de un joven griego.

Una vez de narrada la historia, ella añadió, se rumora que cada narrador hereda su libro al siguiente, el cual tiene la decisión de elegir ese camino, desde aquel entonces no se ha vuelto a escuchar a nadie como aquel sujeto misterioso–o al menos hasta ahora-, muchos piensan que es un invento, otros sostienen que han visto el libro, y algunos afirman que lo han escuchado. De pronto el atardecer llegó, y todos comenzaron a despedirse, cuando ella tomaba su camino, alguien grito:

¡Ella es el narrador!, ¡Ella tiene el libro ahora!

Los demás atónitos voltearon a ver, y aquella joven había desaparecido, entonces lo comprendieron todo...Era su historia.

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El demonio en el espejo

Hace tiempo que te esperaba -decía aquel sujeto con una carcajada-, mientras tanto guardaba silencio, luego replicó, no piensas decir nada, ¿crees que conmigo funcionará tu manipulación, tus mentiras?, ¡Se quien eres!, a lo cual con gran irá grité, ¡Cállate!, ¿por qué insistes cada día; mañana, tarde y noche en atormentarme?, riéndose responde, ¿de qué tormento hablas?, si solo te recuerdo quien eres... O ¿eso te duele?, tu silencio dice mucho...

¿No vas a intentar engañarme o al menos persuadirme?, como lo haces con todos, usándolos a tu antojo y a tu favor, mintiéndoles en sus caras, teniendo la hipocresía de reír y llorar con ellos como si nada, ¿acaso no es un poco de justicia el tormento del que tanto te quejaste al principio?, además, es muy divertido para mí-lo decía mientras reía-, sin poder aguantar más, antes de que siguiera, volví a gritarle con desespero, ¡Por qué no te callas!, ¡Cállate!, trágate tus palabras y cuestionamientos, es infamia lo que dices... -Me interrumpió con una carcajada-, si es así mírame fijamente y sostenlo ante mí, a ver si puedes creerte tus mentiras, ¡Cállate mejor!, es momento que tomes la decisión que tanto evades, deberías escuchar un poco a tu conciencia -soltando una pequeña risa- claro, si es que la tienes, antes de que siguiera,

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le grité, ¡Maldito sofista!, ¡Que te calles!, y cegado por el odio, lo agarre con mis manos y lo golpee hasta tenerlas ensangrentadas, y contemple con gran placer el silencio que ahora se encontraba en la habitación, pues estaba rodeada por miles de pedazos que hacían parte de él...

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La mujer de mi sangre

Estaba allí ensangrentada, ensordecida por su locura, exclamando con gran excitación, ¡Debo matarles!, me acerqué a su lado y cuando se percata de que estoy ahí, su mirada dulce -y desquiciada ahora-, se posa en mí, y exclama, ¡eres tú!, ¿Me ayudas?, debo matarlos a todos…. de repente un disparo se oyó, cayó entre mis brazos y lágrimas rodeaban mis mejillas, sin embargo, ella a pesar de no poder ver mi rostro, rodeaba con sus manos la máscara que tenía puesta, y dice, vamos a construir un nuevo mundo entre los dos, ¿no es verdad?, así no tendrás que volver a usar tu mascara y estaremos juntos…cierto que así será…lo prometiste. Mientras sollozaba por sus palabras, otro disparo sonó, y al caer ella, exclamé, ¡Mujer! -con un llanto amargo-, yo destruiré este mundo y lo reconstruiré, pero, quien dispara debe estar dispuesto a ser disparado, esta vez fue tu turno pronto será el mío...Adiós, mujer de mi sangre, mi primer amor…

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La mascara

La luz de la luna irrumpía en medio de la cueva, mostrando con claridad aquella mirada fría y llena de irá puesta en mí, al igual que lo estaba su arma, -mientras me encontraba a unos cuantos pasos de ésta-, de pronto, él rompió el silencio y dijo con gran irá, te escondes entre las sombras y manipulas a los demás para que hagan lo que desees, los tratas como peones de tu estúpido ajedrez, ¡eres un cobarde egoísta!, -y gritó-, ¡ella merecía saber la verdad!, sin esperarse un estruendo inundó la cueva…

De repente, la máscara que llevaba puesta cae y mi rostro se hace visible, la sangre comienza a rodearlo lentamente, él reconoce mi rostro pálido y la mirada fría como de quien lo ha perdido todo, sin pensarlo comienza a sollozar con irá–gritando- ¡Piensas traicionar a todos los que te rodean! -mientras que con sus manos temblorosas me apuntaba con su arma-, deje de contenerme y reí con gran locura –exclamando- ¡Tengo a todos en la palma de mi mano! y ella fue mi mejor peón….-con rapidez saque mi arma- y le grité, ¡Dispara si te atreves!, ¡Hazlo!... y de pronto otro estruendo se oyó, y el silenció se apodero de aquel lugar….

Lo último que recuerdo es haber dicho en voz baja, tal vez llego mi turno...

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La última historia

La luna brillaba en gran manera, tan radiante, rodeada de un hermoso halo, tras ella las estrellas danzaban mostrando el sin número de constelaciones que habitan el inmenso firmamento, todo esto, era el único consuelo que hallaba aquel joven encadenado en la intemperie de un bosque frondoso, y tupido con gran diversidad de árboles.

De repente, la fogata que estaba al lado de aquel desdichado sujeto prisionero, revelaba la presencia de alguien que se acercaba llevando en sus manos una pequeña daga y en su rostro una sonrisa de satisfacción como de quien ha cazado a su presa y es hora de sacrificarla…

De pronto, en un abrir y cerrar de ojos este desconocido se abalanza sobre su prisionero -mientras él guardaba silencio-, irrumpiéndolo este sujeto le dice, eres víctima de tu propio invento –mientras bordeaba la daga que tenía alrededor de su cuello-, soltando una risa añade, despezaste tu alma, yo haré lo mismo con tu cuerpo, pero esta vez cada parte será para mi… ¡Lo entiendes! –sostuvo, acercando su respiración a la de su prisionero-.

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Sin darse cuenta el verdugo, aquel joven sonreía levemente, cuando sin previó aviso soltó una carcajada, diciendo, ¿te crees mi verdugo?, ¿si despedace mi alma porque habría de temer que le hicieran lo mismo a mi cuerpo?, ¡eres estúpido!, mi mayor tormento esta en mí, -sollozando- añade, ¡Mátame!, si estoy en tus manos, es porque se te ha entregado mi vida, ¡No seas iluso!...

No había terminado de decir estás palabras cuando su captor lo abofeteo, pateo, y acercándose, rosaba la daga en sus mejillas, diciendo con gran frialdad, ¿acaso quieres que mi diversión se acabe al matarte?, solo quiero ver tu sangre correr, y cortar algunos tejidos e ir mas adentro –mientras lo cortaba por la espalda- ¡Esto es lo que quiero! Y mostraba sus manos a la luz de la luna ensangrentadas por los cortes que había hecho, -mientras lo hacía se quedó divagando como quien recuerda algo- y sin previo aviso, exclamo, ¡Ningún dios vendrá en tu rescate!, perdiendo la razón lo cortaba una y otra vez, -saboreando de una forma desquiciada su sangre-, mientras a grandes carcajadas gritaba, ¡Zeus!, ¡Rescátalo!, ¡¿no es que era tu amigo?!, ¿Dónde estás?-mofándose mientras decía esto-, sin embargo, el prisionero –que parecía más una presa- contenía su dolor, en un momento no lo aguanto más, y gritó, ¡Cállate!,-Sacudiéndose–, ¡Deja de invocarlos!, ¡Ellos traicionaron a los mortales!, ¡Que te calles! –Replicó-, al mismo tiempo que lo decía, sin esperarse un gran ruido se oye, -las aves del bosque

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huyen de inmediato- cuando el joven mira a su alrededor queda atónito al ver a su verdugo muerto a su lado.

Sin previo aviso del bosque salió un hombre –la luna se había ocultado impidiendo ver de quien se traba- que cargaba en sus manos un arma que aún tenía humo del reciente disparo en su boquilla, se acercó al prisionero, lo desató y lo miro a los ojos, cuando este le vio, sonrió y dijo, siempre tienes la costumbre de llegar tarde ¿no? –Soltando una leve risa-, este misterioso hombre, respondió con un gesto de indiferencia, y dijo, no olvides nuestro trato -sostuvo mientras retomaba su arma y la volvía a cargar- , una vez los dos estuvieron de pie, el que antes estaba prisionero, miraba la luna –la cual acaba de aparecer en el firmamento- diciendo, déjame verla por última vez, ¿no es bella? –le pregunto a su acompañante-, este con una expresión de cólera y odio -ahora visibles a la luz de la luna- respondió empujándolo, ¡basta de jugar con tus palabras!, ¡hasta cuando pretenderás usarlas para tu estúpido ajedrez!, no olvides que tú la mataste –apuntándolo con su arma-, a pesar de estar tan débil, conservaba la compostura, y con una mirada frívola, aquel joven respondió, quien dispara debe estar dispuesto a ser disparado, pronto será mi turno, ¿no es así? -mientras observaba el arma de su acompañante apuntándolo-, ¡llego la hora! –gritó este hombre-, sin avisar un gran estruendo…

Cuando todo se disipó –al parecer habían arrojado una bomba que explotado en medio de ellos- quien había

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gritado, se había desvaneció cayendo al suelo, de pronto, una figura misteriosa se acerca y le apunta con su arma diciendo, eres tan parecido a él, pero ambos tomaron caminos opuestos, uno por la venganza entrego su alma para ser destrozada y poseía por el deseo de salvarse a sí mismo y a los otros, y tú buscaste la justicia terrenal y aunque encontraste el amor, lo perdiste…los mortales son criaturas extrañas como él suele decir, pero no morirá ahora, porque lo hará junto a mí…Tú serás testigo.–soltando una leve risa-disparo…

En sus últimos instantes este hombre en medio de la confusión y del aturdimiento, escuchó todo lo que dijo esta criatura, mientras veía al joven que había ayudado a desatar, desmayado, sucio y ensangrentado, con una mirada de odio y venganza.

Al otro día solo se encontró el rastro de sangre, la fogata, pero ningún cadáver…

Han sido maravillosas las historias que se encuentran acá escritas, dije- mientras soltaba un suspiro-, ahora sí podré leer la nota que se encuentra al final, la cual ansíe leer desde que comencé esta historia, la cual decía así:

Sabía que leerías este libro antes que él, he hecho mi mejor esfuerzo en narrar tu historia, y sí, aprendí a conocerte mejor, me has dado el mejor regalos de

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todos, Tú, el verdadero. Te quiero, y esta nota es para ti, pequeño asaltante. Creíste que no sabía que me espiabas. Espero algún día encontrarte de nuevo, he escuchado que has resucitado…

Una vez termine de leer aquellas palabras, un suspiro y luego una sonrisa salió de mí, es momento de partir –dije-, el alba se acerca y de pronto este pequeño despertará…Aún recuerdo como ocurrió todo, yo le mejoraría algunos detalles que no pasaron así…Algún día regresaré por el libro más que por su contenido es por su autora…