LA DOCTRIN CALLAWAYA DAE LOS CONTRAPUESTOS. La …

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LA DOCTRINA CALLAWAYA DE LOS CONTRAPUESTOS. La Khaikha.— La Chchalla.— Diálogo entro los Achachilas de Akhamani y Tuana.— El Supay. Escribe: Enrique OBLITAS POBLETK El concepto callawaya sobre la existencia de las cosas radica, en el equilibrio que producen las fuer- zas contrapuestas de que se halla constituida el universo; el mundo si no estuviera dominado por las dos fuerzas o corrientes que ha- cen su estabilidad, no podría exis- tir, (mana cajmanta caj — la exis- tencia al frente de la no existen- cia) ; por eso el bien se contrapone al mal; el día a la noche; la salud a la enfermedad; la integración al frente de la desintegración. Según esta doctrina, en el universo luchan constantemente dos fuerzas, una que trata a toda costa de mante- ner la estabilidad de la materia y otra que trata de destruirla; cuan- do predomina la fuerza destructo- ra aparece en el mundo toda clase de calamidades, como terremotos, huracanes, granizos, heladas, etc.; pero, cuando predomina la fuerza del bien sobreviene la abundancia, la alegría, la felicidad. De aquí na- cen dos cultos, el culto a los dio- ses malos y el culto a los dioses buenos. A los malos se les venera para aplacar su ira mediante la paga que consiste en sacrificar vi- cuñas, llamos, conejos: a los bue- nos para que contrarresten el po- der de los malos. Cuanto mayor os el enojo de los dioses malos, más copiosa tiene que ser la paga, lle- gando a extremos aun de ofrecer sacrificios humanos (runa cuchu) aunque esto ocurre en casos muy excepcionales y para ello ofrecen al dios malo, a una persona gra- vemente enferma o a dementes y epilépticos. En la actualidad se ha llegado a reemplazar el cuchu de gente con el cuchu de cerdo. A los dioses buenos se les ofre- ce coca, sebo de llama (untu o llamppu), aguardiente, cuchu de llamo, de conejo, de cordero. Esta paga se hace para que el dios bue- no aplaque la ira del malo por me- dio de su influencia y las fuerzas poderosas de que dispone. Entre los contrapuestos de las yerbas medicinales tenemos, que unas curan las enfermedades del frío y otras del calor y esto en atención a que el origen de las en- fermedades se encuentra en el frío 131

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LA DOCTRINA CALLAWAYA DE LOS CONTRAPUESTOS. La Khaikha.— La Chchalla.— Diálogo entro los Achachilas de

Akhamani y Tuana.— El Supay. Escribe: Enrique OBLITAS POBLETK

El concepto callawaya sobre la existencia de las cosas radica, en el equilibrio que producen las fuer-zas contrapuestas de que se halla constituida el universo; el mundo si no estuviera dominado por las dos fuerzas o corrientes que ha-cen su estabilidad, no podría exis-tir, (mana ca jmanta ca j — la exis-tencia al f ren te de la no existen-cia) ; por eso el bien se contrapone al mal; el día a la noche; la salud a la enfermedad; la integración al f rente de la desintegración. Según esta doctrina, en el universo luchan constantemente dos fuerzas, una que t r a t a a toda costa de mante-ner la estabilidad de la materia y otra que t r a t a de destruir la; cuan-do predomina la fuerza destructo-ra aparece en el mundo toda clase de calamidades, como terremotos, huracanes, granizos, heladas, etc.; pero, cuando predomina la fuerza del bien sobreviene la abundancia, la alegría, la felicidad. De aquí na-cen dos cultos, el culto a los dio-ses malos y el culto a los dioses buenos. A los malos se les venera para aplacar su ira mediante la paga que consiste en sacrificar vi-cuñas, llamos, conejos: a los bue-nos para que contrarresten el po-der de los malos. Cuanto mayor os el enojo de los dioses malos, más copiosa tiene que ser la paga, lle-

gando a extremos aun de ofrecer sacrificios humanos (runa cuchu) aunque esto ocurre en casos muy excepcionales y para ello ofrecen al dios malo, a una persona gra-vemente enferma o a dementes y epilépticos. En la actualidad se ha llegado a reemplazar el cuchu de gente con el cuchu de cerdo.

A los dioses buenos se les ofre-ce coca, sebo de llama (untu o llamppu), aguardiente, cuchu de llamo, de conejo, de cordero. E s t a paga se hace para que el dios bue-no aplaque la ira del malo por me-dio de su influencia y las fuerzas poderosas de que dispone.

En t re los contrapuestos de las yerbas medicinales tenemos, que unas curan las enfermedades del fr ío y ot ras del calor y esto en atención a que el origen de las en-fermedades se encuentra en el f r ío

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o el calor; el acierto en las cura-ciones consiste o depende de saber elegir las yerbas que mejor les cuadran; así tenemos por ejemplo la enfermedad de la tos, puede te-ner origen de fr ío o de calor, cuan-do es de frío, aconsejan abrigarse, tomar remedios calientes como la wirawira, wamanlipa, choquecanlla etc.; si es por calor el remedio con-siste en baños fríos, tomar helados, beber tomainas de yerbas f rescas como la puusillo, chchullcu, etc.

Todas las cosas y los seres de la naturaleza, se caracterizan por su contra, por ello hay cerros ma-chos y cerros hembras; hay estre-llas machos y estrellas hembras ; yerbas machos y yerbas hembras ; astros que emanan irradiaciones benéficas y ot ras maléficas; la hu-medad se contrapone a la seque-dad; el calor al f r ío ; lo sólido a lo líquido.

LA KHAIKHA La khaikha consiste en que un

individuo se enferma como conse-cuencia de las emanaciones malé-ficas que despiden las momias o chullpas; de ciertos lugares donde habitan malignos como el Anchan-cho, el Supay; por la irreverencia de ciertos lugares sagrados; por las corrientes misteriosas que des-piden los astros, etc.

Los espíritus de los difuntos que vagan en el espacio, en especial de aquella gente que dejó de existir hace mucho tiempo y a los que de-nominan chullpas penetran en el cuerpo de una persona causándole enfermedades; o t ras veces sus-traen del cuerpo el ánimo (alma menor) sullk'a ajayo, y este hecho ocasiona t ras tornos físicos y psí-quicos. Los dioses Jawaris se ven-

gan del irreverente causándole do-lores de cabeza, palpitaciones de corazón, anemia, calosfríos y fie-bre. En estos casos es indispensa-ble consultar al Yatiri, si posible al Pako (gran sabio), para que és-te busque el origen de la enferme-dad y haga la paga y le haga in-gerir el remedio que necesita.

La khaikha también tiene lugar, cuando al pasar por una Apache-ta no se reverencia al Achachila o Machula del lugar; cuando al paBar por ciertos farellones, cuevas pro-fundas de los lugares desérticos no se toma la precaución de convidar al lugarniyoj (dios del lugar) al-guna golosina de su preferencia; cuando al a t ravesar un río no se bebe su agua después de besarla; cuando no se reverencia al Jaiwa-cunarumi o a l ta r de sacrificio, etc. El Khaikha se denomina también jappiska, o que es lo mismo, que la divinidad del lugar lo ha a t ra-pado al individuo.

La explicación de estos fenóme-nos la hacen los callawayas de la manera siguiente: la tierra, los pe-ñones, los montes, los ríos, los ba-rrancos, las lagunas, la nieve, las cuevas, las cascadas, etc., tienen un poder de atracción, una especie de imán que coge al individuo y lo tiene aprisionado hasta que se re-pare la fa l ta de irreverencia con la paga. Cuando la t ierra es la que atrapa a la persona, se denomina jallnpai jappiskan; si es la nieve, rittij jappiskan; si es el maligno, wak 'a j jappiskan, lo que quiere de-cir agarrado por la tierra, por la nieve, por la wak'a. Pa ra que la normalidad vuelva al cuerpo, como consecuencia de la anormalidad nue ocasiona este atrapamiento del lu-garniyoj, es necesario recurrir a

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ciertas ceremonias, para lo que de-be determinarse previamente que clase de divinidad o maligno ha ocasionado la Khaikha o jappis-ka, según ello ofrecer y pagar la ofrenda que corresponda.

Generalmente atribuyen la Khai-kha al chchisinpaye o sea esa obs-curidad que se presenta el mo-mento que desaparece el sol, que-dando la t ierra en tinieblas. El chchisinpaye es muy peligroso y su atrapamiento causa graves dolen-cias porque se halla saturado de fuerzas misteriosas que provienen del éter; es la hora en que vagan por el aire corrientes maléficas que influyen en la salud de la persona que se pone en contacto con ellas.

Tener la ropa expuesta al aire libre hasta esas horas sin recoger-las es fa l ta de precaución que tie-ne que lamentar la persona negli-gente, porque esa ropa se conta-mina con la Khaikha y ocasiona enfermedades a la persona que la usa.

Los niños no deben ser expues-tos al chchisinpaye porque les co-ge la khaikha y a veces les causa enfermedades incurables.

El sereno de la noche ocasiona también la khaikha produciendo la enfermedad de la pulmonía. Ade-más resulta muy peligroso mirar al cielo durante la noche porque pue-de caer a los ojos la gota serena (kasawekei) y quemar el cristali-no encegueciendo de por vida a la persona que tuvo la mala suerte de caer bajo su influencia.

Algunos callawayas hacen una diferenciación entre khaikha, jap-P'ska y machariska; dicen que la Khai ' fha solamente se produce por efecto del sereno y el chchinsinpa-ye: el jappiska por efecto de la tie-rra, de los malignos, de ciertos lu-gares solitarios; el manchariska

cuando sale el ánimo del cuerpo y se queda vagando en el lugar don-de se ha asustado el individuo.

Por ampliación se denomina también khaikhaska al mancharis-ka, o sea a los estados patológicos que provoca el susto. La forma de preservar los efectos que causa el susto, consiste en azotar el suelo donde una persona se ha asustado r con un bejuco o varilla de mato-rral, con preferencia el sippiñuco (cisus estr icta) . Toda persona que se asusta, debe recoger del suelo una pequeña porción de t ierra y comérsela, en seguida debe l lamar su ánimo en estos términos: "ven-te y sigúeme ánimo de fulano, Ven-te, vente, vente." Mientras camina no debe dirigir la mirada hacia a t r á s porque el ánimo puede irse nuevamente al lugar donde se asus-tó.

Cuando un indio se tropieza al es tar caminando, tiene forzosamen-te que castigar el suelo donde se ha tropezado, para evitar que le agar re la t ierra del lugar, en su defecto debe escupir t res veces en el suelo donde tropezó.

El Khaikhaska se cura de la misma manera que el Jab jaska y el jappiska, es decir, mediante la paga, para ello se emplea cuchu de llama (feto de llama) mucho me-jor si es de vicuña, lana blanca y negra de alpaca, mostacilla, chiu-chi recado, sebo de llama (untu) , conchas marinas, vino, licor de uva, coca. La mostacilla y la lana de color sirven para adornar al cu-chu así como la f lor de clavel; con el algodón se envuelve las pat i tas del cuchu a manera de polainas; el enfermo con su propia mano de-be escoger algunas hojas de coca

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y a r ro ja r al depósito común; debe rociar igualmente una parte del contenido de una copa de licor. El Yatiri hace un envoltorio con to-das las especies de la mesa sagra-da lo que se denomina k'into, lue-go le llena con su resuello y a las doce de la noche en punto sale de la habitación llevando la paga ha-cia el lugar donde se asustó el en-fe rmo; allí deja el k'into y llama su ánimo dirigiéndose hacia los cuatro puntos cardinales, hace el ademán de a t rapar el ánimo del en-fermo con la ropa de él llevada ex-profesamente, envuelve el ánimo at rapado cuidadosamente y regre-sa a la casa, donde tiene lugar la ceremonia de la reencarnación, es-ta ceremonia consiste en desenvol-ver la ropa encima de la cabeza del enfermo, ordenándole el Yatiri con energía que vuelva a en t ra r al cuerpo de su dueño y no vuelva a salir más. Es de advertir que el Yatiri cuando se dirige al lugar donde debe verificarse la paga lo hace en medio del mayor recogi-miento y silencio, nadie debe mo-dular una palabra; el regreso lo ha-ce del mismo modo sin dirigir pa-ra nada la mirada hacia a t rás . E s mal signo tropezar con gente ex-t raña o animales en el t rayecto .

¿Por qué se paga a la t ierra y a los Machulas?— Los callawayas explican, que no solamente los se-res vivientes tienen sed y hambre, también los espíritus de los muer-tos que se han convertido en dio-ses encarnándose en los cerros, en los lagos, en los montes, tienen ta -les necesidades, con la única dife-rencia de que la comida de estos espíritus consiste en ofrendas lige-ras como la sangre de los anima-les, el feto seco de la llama, el hu-

mo del cigarrillo, el olor del aguar-diente. A Pachamama se le paga porque se recibe de ella toda cla-se de beneficios y sería mucha in-gratitud no reverenciarla ofrecién-dole algunas golosinas que son de su agrado.

El Machula o Achachila que siempre está sediento, recoge en sus labios resecos las gotas de li-cor y después de saborear con to-da fruición recompensa al que le ha ofrecido la ofrenda enviándole to-da suerte de granjerias. El olor del untu quemado, del tabaco, de la coca, le proporcionan gra ta satis-facción.

LA CH CHALLA Cuando un Callawaya bebe chi-

cha, aguardiente o cualquier otra bebida espirituosa, lo primero que hace es verter al suelo una par te del contenido de su copa, lo que significa saludo o recuerdo, acto de veneración a la divinidad prefe-rida; si se pone a masticar coca, como primera medida deshace al-gunas hojas en pedazos y los sopla al viento como ofrenda al Machu-la del lugar. Simbólicamente el Machula se alimenta con untu, apa-ga su sed con el olor del vino o de cualquier otro licor que se le ofre-ce, mitiga su cansancio milenario absorbiendo el olor de la coca y del cigarrillo; todo este conjunto de aderezos constituye el menú preferido por los dioses.

La ofrenda de licor se llama chchalla o chchua; ambos términos significan: rociar, hacer gotear, regar. El indio cuando hace su chchalla dice: "Lugarniyoj Machu-

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la, caillatapas ujyari , ama ñokapa j phiñacunquichu ni ima llaquitapas apachiwanquiehu" (Dios del lugar, te ofrezco esta ofrenda para que depongas tu enojo y me prodigues tus favores) .

La chchalla y el ofrecimiento de las hojas de coca se realizan ca-da día y a todo momento; es una especie de padrenuestro cuotidia-no, ya que al pagar se invoca el nombre del Machula o Achachila pidiendo su protección y su ayuda "Oh buen Machula te ofrezco es-ta pequeña ofrenda de coca para que me ayudes en esta empresa; que mi viaje sea próspero; que es-te matrimonio sea feliz; que mi hi-jo sea de buen corazón; que mi es-posa sane de su enfermedad; que gane el pleito que sustento con fu-lano; que este año sea abundante y exento de malestar", etc. DIALOGO ENTRE EL MACHU-LA DE AKHAMANI Y DEL TUANA

El señor de Tuana se ha permi-tido visitar al señor de Akhamani, desea saber si se le recibirá o nó.

El Machula de Akhamani, con-tes ta : —El Machula de Akhamani recibe con todo agrado al Machula de Tuana, uno de los dioses más querido y respetado, por cuya ra-zón puede aloiarse en su palacio como si lo estuviera haciendo en sus propios dominios.

El Machula de Tuana agradece el honor y la deferencia que se le dispensa, protestando en la misma forma recibirlo en sus dominios al Gran Machula de Akhamani. (Am-bos Machulas se encuentran, unen sus caras y se abrazan en la for-ma particular que acos tumbran) .

El Machula de Akhamani invita

asiento a su noble y divino visitan-te sobre una butaca de nieve, él a su vez toma asiento a su lado y entablan conversación en estos tér-minos: ¿Qué noticias me traéis Sr. del T u a n a ? . . .

Machula de Tuana. ¡ Oh gran Ma-chula! noticias muy graves tengo que daros, a pesar de que vuestra clarividencia ha debido captar ya lo que debo deciros; sin embargo, quieroos enterar, por haber ocurri-do en mis dominios. ¿Es posible que los preceptos que hemos esta-blecido sean vistos por los hombres con toda indiferencia; que las le-yes se pisoteen y con ello nues t ras memorias?

— Un vecino de Camata se ha permitido quebrantar esas leyes; nosotros dijimos: ' A m a panaiqui-wan tianquichu a thun jucha", y sin embargo ese vecino ha quebranta-do este precepto y menospreciando a los demás hombres, vive mari-dablemente con su hermana. ¿Qué han hecho los demás vecinos pa ra castigar a este delincuente? Pues, nada; luego ellos son cómplices de este hecho monstruoso; yo como encargado de la justicia divina, he resuelto cast igar a este pueblo, mandándole la hambruna, y la fie-bre, y actualmente sufren las con-secuencias de su desacato.

Machula de Akhamani, habéis procedido en justicia como no po-día ser de otra manera; a los hom-bres que no cumplen con los pre-ceptos que hemos establecido en la t ierra, hay que castigarlos severa-mente, para que de esta manera guarden nuestras leyes con mayor estrictez y acatamiento.

Yo debo comunicarte señor de Tuana otro hecho que se ha co-metido en mis dominios: se t r a t a nada menos que de un adulterio,

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pues, una mujer de Curva ha trai-cionado a su esposo conviviendo con su compadre, ha cometido doble delito; por una parte el adulterio y por otra convivir con su compa-dre que es como convivir con su padre o su hermano.

Machula de Tuana. ¡Qué horror ! Eso no se puede perdonar porque se difundiría la promiscuidad y los hombres dejarían de ser lo que son para convertirse en animales como los conejos o los perros. ¿Y qué castigo les has infligido a los cul-pables ?

Machula de Akhamani. He idea-do un castigo tremendo, precisa-mente quise solicitar tu ayuda, pa-ra que me facilites el fuego y la ceniza de tu volcán a fin de hacer desaparecer este pueblo.

Machula de Tuana. Pero dime señor de Akhamani, tu ira llega-ría hasta el exterminio de t an t a gente entre las que hay jus tos y pecadores '

Machula de Akhamani. Tu ob-servación señor de Tuana parece que tuviera toda la razón del mun-do, pero dime, acaso cuando hay que a r rancar la mala yerba se dis-crimina si hay culpables o inocen-tes? Vale decir si hay yerbas pro-vechosas o maléficas?

Machula de Tuana. Tienes toda la razón señor de Akhamani, pero siento mucho decirte, que discrepo de tu opinión; tú sabes muy bien, que sin los hombres nuestra vida se convertiría en una soledad es-pantosa, sin ellos nos acosaría la penuria del hambre y la sed; ¿no sería mejor, que castigues en for-ma menos severa, pero que sea su-

ficiente para escarmentar a este pueblo donde se han cometido crí-menes tan graves? Desde luego debo indicarte, que tu pueblo Cur-va, es uno de los que más se acuerda de mí, siempre en todo momento llega a mis narices sus ofrendas; para los curveños hasta cierto punto estoy muy agradecido y sentiría mucho no poder colabo-rar te en la imposición del castigo que has ideado.

Machula de Akhamani. Me lla-ma la atención tu modo de razo-nar poderoso Machula, parece que has descendido de tu sitial de Dios para colocarte en el lugar de un simple mortal. Acaso el hambre y la sed pueden anonadarnos, exis-tiendo otros pueblos que nos brin-darán y nos ofrecerán sus convites ? Este pueblo maldito debe perecer y tú estás en la obligación de pro-porcionarme tus tempestades, tus lavas y cenizas.

Machula de Tuana. Siento mu-cho no poder proporcionarte los elementos que solicitas, también los dioses debemos ser gratos para los hombres que nos ofrecen sus ban-quetes.

Machula de Akhamani. Veo que tú también estás complicándote con los curveños, pues no vas cum-pliendo tu deber de Dios; si no me proporcionas los elementos que te pido me quejaré a Pac.hacamaj, pa-ra que te desaloje del Tuana y te destine a un miserable cerrillo.

Machula de Tuana. ¿Me amena-zas?, muy bien, podemos luchar con nuestras fuerzas, mandaré fuego de mi volcán sobre tus do-minios y la nieve que te cubre se derretirá y dejarás de ser el Gran Machula del majestuoso nevado.

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Machula de Akhamani. En rea-lidad, reconozco, puedes hacer eso, por lo que no quierp tener cuestio-nes contigo, es mejor que sigamos manteniendo la buena amistad que nos ha caracterizado, pero él pue-blo de Curva será castigado con la hambruna.

Se despidieron los dos Machulas muy amigablemente y el pueblo de Curva fue azote de una hambruna nunca vista; entonces las gentes clamaron misericordia y castigaron a la adúltera precipitándola de una peña y al Phanchallinti que había convivido con su comadre, lo que-maron en leña verde.

EL SUPAY

Ent re las divinidades contra-puestas que dominan el mundo se tiene al Supay, que es el genio del mal que se ocupa en hacer daño a los seres humanos. Es te genio es el dueño de las minas de oro, pla-ta y platino, tiene el poder de con-vertir ricos filones auríferos en pi-rita y a la inversa la pirita en oro.

Cuenta la tradición que en el ce-rro llamado Sunchulli, residencia de un Curaca Aimara, apareció de un momento a otro ricas vetas de oro, siendo así que antes no se había conocido en dicho lugar este precioso metal. Averiguado el ori-gen de tan extraño prodigio se ha-bía llegado a saber que el Supay t ransformado en apuesto mancebo se había enamorado de la hija del Curaca, mocetona hermosa y viví-sima que constituía el delirio de los habitantes de la comarca y a quien

la había pedido en matrimonio ofreciéndole como dote una cuan-tiosa for tuna. Todas las riquezas contenidas en el Illampu, Illima-ni, Wallatiri, Eskani, Suchez, Lau-ra, Tuana, serán para tí, le ha-bía dicho, y en efecto cumpliendo su palabra había concentrado en el indicado cerro gruesos filones de oro que constituía el asombro de todos los que se allegaban a él. El Curaca ante la perspectiva de convertirse en el hombre más rico del mundo, había accedido a las pretensiones del Supay f i jando fe-cha para el verificativo del matri-monio a t res días del pacto. Gran-des caravanas de arrieros fueron llegando a Sunchulli portando va-liosos cargamentos, entre ot ras co-sas, odres de vino, comestibles de toda clase, alfombras y sederías para adornar el palacio del Cura ca; centenares de ovejas y novi-llos se había encerrado en los co-rralones para devorarlos. Todo anunciaba que en Sunchulli iba a ocurrir algo extraordinario. Las gentes comentaban que el matr i -monio sería tan faustuoso que ni en la Corte del Inca se habría vis-to un espectáculo semejante. Ano-ticiado el Pako de Usipala sobre el matrimonio de la hi ja del Cura-ca con un joven desconocido, de inmediato intuyó que éste no po-día ser otro personaje que el Su-pay, por lo que buscándolo al Cu-raca le hizo una seria reconvención concluyendo que dicho matrimonio sería el comienzo y el fin de su desventura; todo contrito el Cura-ca después de pedir perdón por su precipitada aquiescencia, puso el problema en sus manos para que le diera la solución que viere más conveniente; el Pako por toda res-puesta le había aconsejado que im-

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provisara una fiesta el mismo día del matrimonio, algo así como una despedida de solterío, y que se sir-viera en ella abundante comilona de manera que los invitados se vieran obligados a defecar en abundancia en los alrededores del palacio; tal como preveyó el Pako había ocurrido, pues, hacia el chchisinpaye del día convenido se había presentado el Supay despi-diendo llamaradas de fuego de-mostrando una alegría indescripti-ble; encaminados sus pasos hacia el palacio del Curaca, antes de f ranquear el umbral de la puerta se había resbalado al pisar el es-tiércol humano precipitándose en las oquedades del baranco sin po-der contenerse, a r ras t rando consi-go una gran par te del cerro Sun-ehulli que llegó a enter rar en su totalidad la población floreciente que se había levantado a sus pies. Ante el f racaso de su aventura, to-do furioso el Supay había abando-nado aquellas t ierras exclamando: "Jacú Sunchulli, jacú Akhamani. kori wik'uñitantin" (vamos Sun-chulli, vamos Akhamani con más la vicuña de oro) y cosa curiosa, desde aquel día habían desapare-cido las vetas de oro y la hija del Curaca había caído enferma de una dolencia rara que los sabios más afamados no pudieron diagnosticar ni curar la : pues, llegó a perder el apetito para la comida, no podía conciliar con el sueño, una profunda melancolía le consumía y a cada instante clamaba por su Waina que resultó ser el Supay, hasta que un día ocurrió lo inevitable, pues dejó de existir en medio de horri-bles contorsiones y despidiendo su cuerpo un olor penetrante a azu-f re que las gentes no pudieron so-

portar por lo que huyeron de aquel lugar todo asustados. Los mine-ros sobrevivientes abandonaron aquella población maldita y se trasladaron a Curva, famosa por sus médicos herbolarios.

Al Supay lo pintan como a un monstruo con cuernos de carnero, dentadura de tigre, cuerpo de león y pezuña de la gran bestia, dicen que despide un olor penetrante de azufre ; sus gritos cuando se enfu-rece se asemejan a los mugidos de un felino y gruñe a veces igual que el cerdo, tiene la particularidad de presentarse como hermoso mance-bo unas veces y como bella don-cella otras, a veces se t rans forma en gato, chancho, lechuza o en ele-mentos de la naturaleza como el huracán, terremoto, granizada. Cuando el Supay llega a conquistar la confianza de la gente penetra a su cuerpo y se apodera de él pro-duciendo enfermedades nerviosas como la epilepsia» la histeria; en-fermedades mentales, como la pa-ranoia y la locura.

El Dr. Ur teaga en su obra titu-lada "Boceto Histórico del Perú", hace una comparación del Supay con la divinidad Siva de los Indúes encontrando coincidencias asom-brosas.

El Supay callawaya, es un genio del mal, enemigo del hombre a quien t r a t a de hacerle toda clase de daños. Se encuentra en constan-te lucha con Pachamama y los Machulas que son dioses del bien y amigos de los humanos. Las se-quías, los solazos, los granizos, las heladas, etc., se deben en su ma-yor parte al Supay, y cuando es-tos flagelos caen sobre la tierra, el

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Supay se alegra y siente gra ta complacencia, riendo a carcajadas y bailando una danza que se ase-meja a las contorsiones de un epi-léptico; al tiempo de bailar despi-de chispas y hace sonar como cas-

cabeles los adornos de libras ester-linas que tiene prendidas en su ro-pa.

Las personas que sorprenden bailando al Supay dicen que mue-ren como fulminados por el rayo.

Nevado de Akliamani. Curva

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