La dictadura como defensa a la soberanía de la razón para Juan Donoso Cortés
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La dictadura como defensa de la soberanía de la razón para Juan Donoso Cortés
José Manuel Toral Cruz
La obra del político español Juan Donoso Cortés (1809 – 1853) puede ser dividida en
dos partes. La primera fue su época conservadora entre 1830 y 1840.1 La segunda fue
marcada por la ola de revoluciones de 1848. A partir de ese momento el autor no sólo se
muestra reticente a la idea de rebelión, sino que, además, desarrolla su obra teórica con
base en la mitigación del movimiento revolucionario.
En su Discurso sobre la dictadura, pronunciado en el parlamento español el 3 de
enero 1849 como respuesta al líder de la bancada progresista, Donoso Cortés describió
de una manera paradójica al parlamento inglés. Por un lado afirmó que Inglaterra era “la
nación quizá más libre, más fuerte y más digna de serlo en la tierra”.2 Por otro, el autor
presentó a la constitución inglesa como la única en el mundo “en que la dictadura no es
de derecho excepcional sino de derecho común”.3 Los términos libertad y dictadura
parecen ser términos congruentes con la idea de gobierno de Donoso Cortés.
Durante la primera época de su obra, Donoso construyó su filosofía política con
base en la escuela de los doctrinarios franceses que proclamaban una soberanía de la
razón4. Si bien Donoso reacciona contra dicha escuela luego de 1848 y asume que la
búsqueda por la razón fuera del ser humano es una pedantería y que la razón absoluta
proviene sólo de Dios, la justificación para instaurar una dictadura es la misma:
defender a la sociedad. Así pues, la soberanía de la razón como base fundacional del
gobierno permanece en su obra.
1 Antonio Regalado, “The contrarrevolutionary image of the World”, Yale French Studies 39 (1967): 98. 2 Juan Donoso Cortés, “Discurso sobre la dictadura” en Discursos Políticos (Madrid: Tecnos, 2002), 17.3 Ibid., 8.4 Regalado, “The contrarrevolutionary image”, 107.
Este ensayo busca responder si es la dictadura una forma legítima de defender la
soberanía de la razón y, por tanto, la libertad. Para poder alcanzar dicho objetivo, el
trabajo se dividirá en cuatro partes. Primero, se mostrará la evolución del concepto de
libertad para Donoso Cortés y su carácter determinante para la justificación a una
dictadura. Segundo, se explorará a la soberanía de la razón como la base fundacional del
Estado y su contraposición a la soberanía popular y al derecho divino de los reyes.
Tercero, se mostrará como la dictadura representa no sólo una forma para mitigar los
efectos de las revoluciones de 1848, sino que también es congruente con la teoría
fundacional del estado de la primera época del autor. Se concluirá que la dictadura es
necesaria para defender la soberanía de la razón y, así, defender a la sociedad política en
sí. Defender a la sociedad política significa proteger la libertad del individuo y, a la vez,
defender los límites que la razón le impone a ésta.
La libertad y la inteligencia
Para Donoso, la sociedad que Platón propuso en La República era incompleta porque
carecía de un elemento imprescindible: la libertad.5 La libertad, para el autor, no sólo
hace al individuo una unidad separada de las demás, sino que lo define como tal.
Donoso afirma que “la libertad es la que constituye el yo y la personalidad del
hombre”.6 La libertad, al constituir al individuo, es de carácter indivisible,
intransmisible y de unidad. Es imposible, declara Donoso, que “el hombre divida,
transmita o multiplique su yo; cualquiera de estas operaciones le aniquilaría”.7 En
consecuencia, “el carácter absoluto e individual de la libertad resiste a toda asociación y
no puede formar un todo armónico”.8 Wilson afirma que Donoso “seguramente estaba a
5 Donoso, “Lecciones de derecho político”, III: 236.6 Ibid., I: 214. Énfasis en el original.7 Ibid., I: 215. 8 Ibid.
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favor de la sociedad orgánica en contra de la individualista”9. Esta afirmación sólo es
posible si se considera a la libertad individual como invasora de la inteligencia. Sólo en
ese sentido se puede argumentar que Donoso reaccionó contra la sociedad
individualista, ya que el hombre, como objeto de estudio, tiene la libertad
inherentemente ligada a su existencia individual.
La idea antes mencionada permanece aún en el Ensayo sobre el catolicismo, el
liberalismo y el socialismo, un texto de su segunda etapa. En dicha obra, Donoso afirma
que la libertad del hombre es “a un tiempo mismo su explicación y la explicación de
todas las cosas”.10 La libertad no es algo que pueda ser separado de la noción del
individuo. El autor modifica su definición de libertad en este periodo: “suponer que la
libertad está en la facultad de escoger, cuando no está sino en la facultad de querer, la
cual supone la facultad de entender”.11 No obstante, esta concepción no significa una
imposición de comportamiento. En cambio, es una reforma moral a la libertad. Para el
autor, “un ser dotado de entendimiento y de voluntad es libre”.12 Donoso agrega que “si
la libertad consiste en la facultad de entender y de querer la libertad perfecta consistirá
en entender y querer perfectamente”.13 Dado que sólo Dios puede entender y querer con
perfección, sólo Dios es perfectamente libre.14 Ser libre, por tanto, es también una
búsqueda por una verdad.15 En el Discurso sobre la dictadura donde aparece una
evidente racionalización de la libertad en términos teológicos. Donoso Cortés concibe
una verdadera libertad. Ésta, afirma el autor, “no vino al mundo sino con el Salvador
9 Francis G. Wilson, “Donoso Cortes: The Continuing Crisis”, Journal of Inter-American Studies 2, núm. 1 (Enero, 1960): 47. 10 Donoso, “Del libre albedrío del hombre” en Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1949), II.I:71. 11 Donoso, “Del libre albedrío del hombre” en Ensayo, II.I:73. 12 Ibid., II.I:73. 13 Ibid., II.I:73. 14 Ibid.15 Esta concepción de la libertad no es nueva. EL
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del mundo”.16 Existe una libertad que necesita ser explicada en términos religiosos en
aras de mitigar el caos de la época revolucionaria.
La razón, en cambio, es presentada como un principio externo al individuo17. La
razón, afirma el autor, “son cosas que están en él; pero no son él mismo y no le
constituyen”.18 Es decir, que el hombre puede conocer la verdad a través de la razón,
pero no puede poseer la verdad. La razón es entendida por Donoso en el mismo sentido
que lo hace Guizot.19 Este último presenta un concepto de razón enlazado a la existencia
de una suprema ley: “En su vida interior (…) el hombre que se siente libre y capaz de
acción, tendrá siempre noción de una ley natural que regula su acción (…) algo que no
es su voluntad, pero debe regularla”.20 Dado que la sociedad es una colección de
individuos, agrega Guizot, “la suprema ley de la sociedad debe ser la misma que ejecuta
el correcto control sobre éstos”.21 La única forma de encontrar esta ley natural es a
través de la mente humana, que está sesgada por las pasiones y la fragilidad.22 Así, la
razón conlleva tras de sí un perfeccionamiento constante de la organización política:
“ningún hombre o grupo de hombres puede conocer y comportarse enteramente acorde
a la razón, la justicia o la verdad; pero tienen la facultad de descubrirlo”.23 La razón es,
entonces, una forma de regular la acción de la sociedad fuera del individuo y de la
voluntad.
El gobierno es el resultado de la lucha entre inteligencia y razón. El origen del
gobierno para Donoso surge con la sociedad. Donoso considera que la sociedad es una
16 Donoso, “Discurso sobre la dictadura”, 20. 17 En las Lecciones de derecho político, Donoso usa como sinónimos razón e inteligencia.18 Donoso, “Lecciones de derecho político”, I: 215. Énfasis en el original.19 En la Lección novena, Guizot es considerado como una autoridad indiscutible. Véase Donoso, “Lecciones de derecho político”, IX: 315.20 François Guizot, “Representative, Institutions in England, France, and Spain, from the fifth to eleventh century”, The History of the Origins of Representative Government in Europe (Indianapolis: Liberty Fund, 2002), VI:51. Traducción propia.21 Ibid.22 Ibid.23 Ibid., VI:55.
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“reunión de individuos unidos por medio de relaciones recíprocas y ordenadas”.24 Así,
donde existen estas relaciones existe una acción común, que se denomina Gobierno.25
Para conservar esta sociedad, producto de la razón, es necesario limitar la libertad.
Razón y libertad son dos principios inherentes al ser humano y, a la vez, incompatibles
uno con el otro: “si la inteligencia del hombre ha hecho necesaria la sociedad, la libertad
del hombre ha hecho necesario el Gobierno (…) el hombre, absolutamente libre,
destruiría la sociedad (…) porque la libertad es por su naturaleza un principio disolvente
de toda asociación”.26 El objeto del Gobierno es, entonces, “defender a la sociedad de
las invasiones de la individualidad humana”.27 El gobierno como una construcción
emanada de la sociedad ejecuta un contrapeso a la naturaleza libre del ser humano. Es a
través del gobierno que el hombre no destruye con su libertad lo que alcanzó con su
inteligencia.
La justicia es lo que le pondrá límites al poder del gobierno. Dicho concepto
deriva directamente de la razón. Donoso asevera que “las verdades eternas,
consideradas en su estado de reposo, son la razón absoluta (…) la razón absoluta
explicada pierde su nombre en el de justicia”.28 La presencia de la justicia como
principio rector opera también como garante de la libertad: “La justicia exige la
conservación de todas las existencias y, por consiguiente, a conservación simultánea de
la sociedad y de la libertad del hombre (…) La sociedad, pues, tendrá derecho a
absorber aquella parte de la individualidad que sea necesaria para su existencia…”.29 La
legitimidad de la acción del gobierno se da en función de la necesidad de defender la
sociedad, emanada de la razón. Si dicha condición se cumple, la acción del gobierno es
24 Donoso, “Lecciones de derecho político”, I: 213.25 Ibid.26 Donoso, “Lecciones de derecho político”, I: 216.27 Ibid.28 Ibid., VI: 271. 29 Ibid., I: 217.
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legítima en cuanto está al servicio de la razón. Al respecto, Donoso escribe que “[e]l
Gobierno, encargado de realizar la justicia por medio de su acción, obrará
legítimamente siempre que resista a la destrucción de la sociedad amenazada en su
existencia por la libertad humana”.30 Esta constante lucha tiene como preeminencia la
defensa del estado como salvaguarda de la libertad. Con base en estos principios,
Donoso, de igual forma que Guizot, construirá las bases de la razón como soberana.
La soberanía de la razón y la omnipotencia social
Donoso argumenta que, dado que el hombre es un se social porque es inteligente y libre,
se necesita que el gobierno sea posible y, por tanto, el súbdito.31 La libertad es la base de
la sumisión puesto que faculta al individuo a desobedecer. Donoso asevera que “un ser
libre es el que prestando obediencia puede desobedecer”.32 Para que la acción del
gobierno conserve la sociedad, agrega, es necesario que dicho Gobierno sepa calcular la
resistencia y prever los obstáculos.33 El autor asevera que “la libertad hace posible el
súbdito y la inteligencia hace posible el soberano (…) el hombre manda porque está
dotado de inteligencia y obedece porque está dotado de libertad, porque la libertad no es
otra cosa que la facultad de obedecer”.34 De esta forma, Donoso declara que si el
Gobierno emana de la razón, el mando también lo hace. Se concluye que “la razón es la
única soberana de la sociedad”.35 La soberanía, por tanto, no puede residir en ningún
individuo o grupo, las decisiones que éstos tomen necesariamente tendrán que llevar
tras de sí un cálculo que anteponga la justicia.
30 Donoso, “Lecciones de derecho político”, I: 217.31 Donoso, “Lecciones de derecho político”, VI: 268.32 Ibid.33 Ibid.34 Ibid.35 Ibid., VI:271.
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Donoso agrega a este argumento que la soberanía del pueblo o la que se le
atribuye al derecho divino de los reyes, lejos de ser diferentes, son idénticos y
constituyen un absurdo. Ambas responden al mismo principio: “consagran el principio
de la obediencia pasiva del súbdito y de la infalibilidad legal del soberano” La
soberanía, entendida como la capacidad de hacer ley, sólo puede provecer de la razón
absoluta: “el que se proclame omnipotente debe ser infalible (…) no siendo infalibles
los pueblos, les negamos la omnipotencia, no siendo infalibles los reyes, negamos la
omnipotencia a lo reyes; no pudiendo localizarla en el mundo, la localizamos en el cielo
(…) no pudiendo localizarla en la razón humana, la localizamos en la razón absoluta:
ella sola es infalible (…) ella sola es omnipotente”.36 Es decir que le legitimidad de los
reyes o de las asambleas no radica su carácter de entes políticos en sí, sino sólo en el
fundamento de que buscan descubrir la ley emanada de la razón absoluta.
La soberanía de la razón y la dictadura del hombre fuerte
En términos reales, si la soberanía yace en la razón, el gobierno debe depositarse en
aquellos más cercanos a descubrir la razón absoluta, es decir, a los más inteligentes.
Donoso argumenta que si la misión del gobierno es conservar a la sociedad de la
libertad y si sólo se conserva con la previsión de los seres inteligentes, los que prevén
mejor son los más inteligentes.37 De tal forma, los más inteligentes “tienen derecho a
gobernar, porque sólo los más inteligentes ofrecen una garantía proporcionada al poder
de que se hallan revestidos”.38
La soberanía, que reside en la razón, tiene la legítima posibilidad de instaurar
una dictadura temporal. Para Donoso, la omnipotencia social es terrible en sociedades
constituidas y fuertes, pero bien puede ser la única forma en que las sociedades que se
36 Donoso, “Lecciones de derecho político”, VII: 277.37 Ibid.38 Ibid.
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constituyen pueden sobrevivir.39 La defensa a la sociedad se presenta como la prioridad
ante un levantamiento social que proviene de la libertad. Para Donoso “la omnipotencia
es necesaria en esos periodos de cataclismo en que un vapor de sangre se desprende de
la Libertad”.40 La lucha entre libertad e inteligencia funda este argumento. Es en esta
situación cuando, declara el autor, la omnipotencia residirá “en el hombre fuerte e
inteligente que las Constituciones no adivinan”.41 Será legítima la obra de la
omnipotencia en una mano cuando los principios fundacionales que pongan límite a la
libertad sean trasgredidos. Esta noción es congruente con los principios fundacionales
del Estado para Donoso.
Así, la dictadura no es un elemento que aparece en la segunda etapa. En cambio,
en las Lecciones es defendida de manera más sistemática. La lucha entre inteligencia y
libertad se traduce en una pugna entre la ley del Gobierno y la ley de las costumbres
particulares. Cuando hay correspondencia entre éstas la sociedad es próspera y
armónica.42 En contraste, asevera Donoso, “[c]uando las costumbres son la causa del
desarrollo de las revoluciones, sólo puede terminarlas el Gobierno por medio de la
dictadura”.43 Aunado a lo anterior, es importante mencionar que el autor hace una
diferencia entre revoluciones políticas y sociales. Donoso argumenta que hay tres
posibilidades: que las leyes sean viciosas, que las costumbres sean viciosas o que ambas
sean viciosas.44 Puede que una reforma ante el advenimiento de un nuevo poder
inteligente cure la primera. La segunda es curable por una dictadura, ya que, añade el
autor, solamente un dictador puede “meter en su cauce el torrente de las costumbres
39 Ibid., VI: 274.40 Ibid.41 Ibid., VI:275.42 Ibid., X:326.43 Ibid., X:327.44 Ibid., X:328.
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desbordadas” 45 y “extirpar el cáncer que a la sociedad devora”.46 Las revoluciones de
1848 bien pueden ser consideradas con un nuevo cáncer devorador de la inteligencia.
Sin embargo, la omnipotencia en un solo cuerpo es necesariamente temporal:
“Cuando él haya pasado, el dominio de las sociedades volverá a pertenecer a los más
inteligentes, y la omnipotencia, ese derecho de Dios, sólo habitará en su tabernáculo”.47
Donoso explica que “el poder constituyente colocado en una sola mano en medio de una
crisis social, no es una excepción, es una confirmación del principio de la soberanía de
la inteligencia”. La sociedad siempre estará fundamentada en la inteligencia. La
transmisión de la omnipotencia sólo se hace de las inteligencias a una inteligencia. En
este sentido, el proceso de continua perfección de las leyes se suspende en aras de
limitar la libertad que pretende trasgredir el dominio de la soberanía de la inteligencia.
Regalado afirma que “el pensamiento contrarrevolucionario está basado en una
sólida realidad, el fracaso de la Revolución Francesa para cambiar al mundo como lo
prescribió en sus principios abstractos”.48 Esta idea no es ajena en lo absoluto a la obra
de Donoso Cortés. Es precisamente la situación europea luego de 1848 la que le permite
argumentar en favor de la dictadura: “Cuando la legalidad basta para salvar a la
sociedad, la legalidad; cuando no basta, la dictadura”.49 La dictadura no se presenta
como la mejor forma de gobierno, ni siquiera como la más virtuosa, se presenta como
una opción necesaria para contrarrestar el caos y el desorden que la Revolución traerá
tras de sí. De esta forma, Donoso antepone condiciones reales de existencia al éxito de
una dictadura cuando afirma que ésta “en ciertas circunstancias, en circunstancias
dadas, en circunstancias como las presentes, es un gobierno legítimo, es un gobierno
45 Ibid., X:327.46 Ibid.47 Ibid., VI:275.48 Antonio Regalado, “The contrarrevolutionary image of the World”, Yale French Studies 39 (1967): 101. 49 Donoso, “Discurso sobre la dictadura”, 6.
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bueno, es un gobierno provechoso como cualquier otro gobierno”.50 De esta forma,
Donoso afirma que “esta palabra [dictadura] tremenda, qué tremenda es, aunque no
tanto como la palabra revolución, que es la mas tremenda de todas”.51 El autor no
imprime una prescripción normativa de la dictadura, sino que la concibe como una
opción viable, legítima y útil ante los peligros de la Revolución.
Esta cuestión queda clara cuando el autor rechaza que el debate sea entre libertad
y dictadura. Para él la respuesta parece obvia: “si estuviera entre la libertad y la
dictadura, yo votaría por la libertad”.52 El dilema real, según Donoso, es entre qué
dictadura es peor, la dictadura del gobierno o la dictadura de la insurrección. Sin
dudarlo, el autor elije la primera porque la considera “menos pesada y menos
afrentosa”.53 Donoso reacciona contra esos gobiernos “con sus mayorías legítimas,
vencidas siempre por las minorías turbulentas, con sus ministros responsables que de
nada responden, con sus reyes inviolables siempre violados”.54 Donoso tiene una
aversión al desorden político. La instauración de la dictadura presenta una posibilidad
de alejar el caos y el desorden de las revoluciones de 1848.
El cambio con la primera etapa de Donoso Cortés radica en que la dictadura se
convierte en un elemento teológicamente fundamentado. Existen dos formas de
represión: la religiosa y la política. Las represiones se comportan de manera inversa:
“cuando el termómetro religioso está subido, el termómetro de la represión política está
bajo; y cuando el termómetro religioso está bajo, el termómetro político, la represión
política, la tiranía está alta”.55 Donoso explica este comportamiento inverso a través del
Evangelio mismo: “con Jesucristo, donde nace la represión religiosa, desaparece
50 Ibid.51 Ibid.52 Ibid., 29.53 Ibid.54 Ibid.55 Donoso, “Discurso sobre la dictadura”, 20.
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completamente la represión política”.56 Aunado a lo anterior, el autor argumenta que la
sociedad de Jesucristo con sus discípulos “fue aquella la única sociedad que ha existido
sin gobierno (…) no había mas gobierno que el amor del Maestro a los discípulos y el
amor de los discípulos al Maestro”.57 Así, Donoso concluye que “cuando la represión
era completa, la libertad era absoluta”.58 En consecuencia, cuando no había represión
religiosa la sociedad estaba conformada por tiranía y esclavos.59 Es posible entrever
cómo la dictadura no lleva tras de sí la sujeción violenta o la pérdida de libertad, sino
que asume la libertad de una manera diferente. La represión religiosa debe estar
garantizada para poder mantener bajo el termómetro político.
La palabra tiranía tiene una connotación negativa aún en al segunda etapa. En
este sentido, Donoso padece más bien de desconfianza ante el descubrimiento de la
razón absoluta por los seres humanos que un cambio al interior de su planteamiento
teórico. Al no haber manos confiables el gobierno, Donoso recurre a una solución más
allá del hombre: Dios. Es Dios el albacea de una concepción
Conclusión
La instauración de la dictadura no es sólo una forma de garantizar la acción del
Gobierno como conservador de la sociedad ante una amenaza proveniente de la
búsqueda excesiva de libertad. La dictadura es, además, una solución proveniente de la
inteligencia. Ante la probable derrota de la estructura gubernamental construida para
limitar la libertad, el traslado de la inteligencia, única soberana, en poder de muchos al
poder de uno solo es una opción legítima.
56 Ibid., 21.57 Ibid.58 Ibid.59 Ibid.
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Donoso argumenta que la dictadura ejerce la potestad de la legítima defensa de
la sociedad en situaciones específicas. Si bien la conquista por otra nación o la reforma
de las instituciones son opciones viables para el autor, en el Discurso deja en claro que
en ese momento específico se necesita de una dictadura. Dicha opción es legítima si se
considera que no se asigna la soberanía a uno sólo, sino que se asigna la facultad de
descubrir los designios de la razón absoluta, única soberana.
Ahora bien, la recodificación de la libertad en términos teológicos es más un
síntoma de la desconfianza que un cambio radical en el pensamiento del autor en su
primera etapa. La razón absoluta sigue estando allí como un concepto divino, ajeno e
inalcanzable por los individuos. Sin embargo, las revoluciones de 1848 le mostraron a
Donoso el peligro de las rebeliones y la incapacidad del Gobierno para entender los
designios de la razón absoluta, la inteligencia. La dictadura tiene un elemento teológico
tras de sí en la segunda etapa, pero ya en la primera fue defendida como una manera
legítima de asegurar la soberanía de la razón.
La dictadura, en este sentido, es necesaria para defender a la sociedad de la
tiranía. Esta conclusión paradójica es legible en el pensamiento de Donoso Cortés. La
dictadura protege un Gobierno que reconoce la soberanía de la razón ante los peligros
que representan aquellos que quieren instaurar un Gobierno que reconozca la soberanía
del pueblo. La soberanía del pueblo es un absurdo porque asume la infalibilidad de la
voluntad popular que, de acuerdo con el autor, es volátil y falible. De tal forma, la
dictadura defiende a la inteligencia de las pretensiones de omnipotencia social de una
mayoría del pueblo.
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Bibliografía
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