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La decisión moral: principios universales, reglas generales y casos paniculares GILBERTO GUTIÉRREZ LÓPEZ (Universidad Complutense) Por su función práctica, el discurso moral posee una dimensión des- criptiva y normativa. Insistir en la normatividad del dircurso moral resul- ta doblemente insatisfactorio. Por una parte se corre el riesgo de olvidar los aspectos afectivos y volitivos asociados a la atracción que ejercen el bien y el valor morales, que en este preciso sentido son literalmente ali- cientes. Por otra, el de exagerar las semejanzas entre los llamados «códi- gos» morales y otros tipos de códigos, de carácter más imperativo y hete- rónomo. Este segundo riesgo parece ir implícito en el análisis de las deci- siones morales en términos de normas y reglas, ya que el ámbito típico de aplicación de estos conceptos es el discurso jurídico. En la medida en que los códigos legales formasen un sistema de normas deductivo, axiomatiza- do y formalizado sería posible formular sus axiomas rigurosamente e in- ferir —o, más exactamente, calcular— sus conclusiones prácticas según las reglas válidas del razonamiento deductivo. La decisión es por consi- guiente única —ad unum determinata— cierta y necesaria ~. Aun sin negar la plena validez del análisis lógico del discurso moral dentro de límites muy precisos, cabe dudar del rendimiento teórico del que podriamos llamar, por analogía con el judicial, modelo «codicial» del 1. Al permitir «la formulación rigurosa de los axiomas en un lenguaje puramente simbólico» la lógica deóntica hace posible cálculo jurídico. E. GARCIA MAY- NEZ: Los principios de la ontología formal del derecho y su expresión simbólica (México. Imprenta Universitaria, 1953). p. 9-10. Cfr. KALINOWSKY: Lógica del discurso nor- mativo (Madrid. Teenos. 1975), p. 18. Pero ni el discurso práctico en general ni el ético en particular se agotan en las expresiones normativas creadas por los funtores deónti- cos de obligación, prohibición o permisión. Existe un amplio conjunto de expresiones comparativas basadas en la relación de preferencia entre alternativas en una elección. cuyo estudio sistemático compete a la lógica prohairética o de la preferencia. Cír. G. H. y. WRIGHT: The logic of preference (Edinburgh U. P. 1963); K. J. ARROW: Elección social y valores individuales (Madrid. Instituto de Estudios Fiscales. 1974): A. K. SEN: Elección colectiva y bienestar social (Madrid. Alianza. 1976) cl. Preferir es, en definitiva. valorar diferencialmente, es decir, juzgar una alternativa mejor que otra. De ahí la es- trecha interrelación de las nociones de elección y de bien. Revista de Filoso/Ya. 3,a época, vol. 1(1987-88), págs 127-155. Editorial Complutense Madrid

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La decisiónmoral: principios universales,reglasgeneralesy casospaniculares

GILBERTO GUTIÉRREZ LÓPEZ(UniversidadComplutense)

Por su función práctica,el discursomoral poseeunadimensióndes-criptiva y normativa.Insistir en la normatividaddel dircurso moral resul-ta doblementeinsatisfactorio.Por unapartese corre el riesgode olvidarlos aspectosafectivos y volitivos asociadosa la atracción que ejercenelbien y el valor morales,queen este precisosentidoson literalmenteali-cientes.Porotra, el de exagerarlas semejanzasentrelos llamados«códi-gos»moralesy otros tipos de códigos,de caráctermásimperativoy hete-rónomo. Estesegundoriesgopareceir implícito en el análisis de las deci-sionesmoralesen términosde normasy reglas,ya queel ámbito típico deaplicaciónde estosconceptoses el discursojurídico. En la medidaen quelos códigoslegalesformasenun sistemade normasdeductivo,axiomatiza-do y formalizadoseríaposibleformular susaxiomasrigurosamentee in-ferir —o, más exactamente,calcular— sus conclusionesprácticassegúnlas reglasválidas del razonamientodeductivo.La decisiónes por consi-guienteúnica—ad unum determinata—ciertay necesaria~.

Aun sin negarla plenavalidez del análisislógico del discursomoraldentro de límites muy precisos,sí cabedudardel rendimiento teórico delquepodriamosllamar, por analogíacon el judicial, modelo«codicial»del

1. Al permitir «la formulaciónrigurosade los axiomasen un lenguajepuramentesimbólico» la lógica deónticahaceposible eí cálculo jurídico. E. GARCIA MAY-NEZ: Los principios de la ontologíaformal delderechoy su expresiónsimbólica (México.ImprentaUniversitaria, 1953).p. 9-10. Cfr. KALINOWSKY: Lógica del discurso nor-mativo (Madrid.Teenos.1975), p. 18. Peroni el discursoprácticoen generalni el éticoen particularse agotanen las expresionesnormativascreadaspor los funtoresdeónti-cos de obligación,prohibición o permisión.Existe un amplioconjuntode expresionescomparativasbasadasen la relaciónde preferenciaentrealternativasenuna elección.cuyo estudiosistemáticocompetea la lógica prohairéticao de la preferencia.Cír. G.H. y. WRIGHT: Thelogic ofpreference(EdinburghU. P. 1963); K. J. ARROW: Elecciónsocial y valores individuales (Madrid. Instituto de Estudios Fiscales.1974): A. K. SEN:Eleccióncolectivay bienestarsocial (Madrid. Alianza. 1976)cl. Preferires,en definitiva.valorardiferencialmente,esdecir, juzgaruna alternativamejorqueotra.De ahí la es-trechainterrelaciónde las nocionesde eleccióny de bien.

Revistade Filoso/Ya. 3,a época,vol. 1(1987-88),págs 127-155.Editorial ComplutenseMadrid

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razonamientomoral. Sobre todo si se suponeque representalos rasgosfundamentaleso máscaracterísticosde esteo. peoraún,quelo caracterizaadecuadamente.Pues incluso admitiendoque los códigosmoralesde-sempefianunafunción reguladorade la acciónhumana,la analogíaconlas formas propiamentejurídicasde regulaciónde la conductaes muyprecaria.Es un lugarcomúnen la historiade las relacionesteóricasentrederechoy moralidadseñalar,si no la oposiciónirreductible,sí al menosladistinción entrela obligación legal in foro externoy la obligaciónmoralin foro interno.

Concebirel fenómenode la moralidadcomo un hechoinstitucionaltal vez sealaúnica alternativametodológicaseñaquese ofreceal científicosocialparapoderoperarconla dimensiónsólita, públicay exógenade lamoralidadpositivaquerecogela etimologíalatina del vocablo.Peroigual-menteseriasson las inevitablesrestriccionesque todo modelo impone ala realidadsobrela quese aplica.En estecaso,los rasgosque se seleccio-nanparaconstruirel modelocodicial o institucionalde la moralidadsonjustamentelos quela asemejan,por unaparte,ala legalidady, por otra,alas costumbresen sentidoamplio. Ambascompartenidénticaobedienciaa reglaspúblicasde conductacuya obligatoriedadestáfuertementeres-paldadapor sancionessociales,formalesen el casode lasconductasregu-ladasjurídicamente,informalesen el casode las costumbres.

Perosi se incorporaen las normaso reglasmoralesunareferenciain-trínsecaa las sancionesque llevanaparejadas,no sólo subsistela dificul-tad de especificaren qué consisteel significado ético de la sanción sinoque, además,presuponemosuna muy determinadaconcepción—metaética—de lo que la moralidades2.Y aunqueen principio nadahay de ilegítimo en sostenerlaseríanecesarioargumentarexplícitamenteeh su favor, sin dar porsupuestolo quese pretendeprobar.El modeloco-dicial propendea entenderla moralidadcomo unaforma ffias refinada,por interiorizada,de control social‘~. Comoestecumplela funciónde re-forzar la integracióndel grupo, los aspectosde la moralidad que desdeotra perspectivametaéticaaparecencomo másdecisivosy fundamentalesforzosamentehan de quedaren penumbrao ser objeto de explicacionesad hoc quedisuelvensu irreductibleespecifidad.Entre estosse cuentanlos que recalcanla autonomíadel agentemoral para tomar decisionespersonalesen concienciaaúnen contrade las reglasde la moralidadco-

2. Concretamente,unaconcepciónautoritaria quepuede,a su vez, entrañarunaperspectivaetnocéntricaal darpor sentado«quetodo códigomoral incluye la ideadecastigoy recompensa(cuando)hayevidenciade queno esasí».J. BARNSLEY: fle so-cial reality qf erhics (Londres.Routledge.1972), p. 37-8.

3. BARNSLEY, oc., p. 40; G. WARNOCK: Pie ob/ectof morality (Londres. Met-huen.1973), p. 53-5; 1. PARSONS:Thesocialsystem(NuevaYork. FreePress.1964) p.1345.

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mún,paradisentir y resistiraunacostade la respetabilidadsocialo paradecidir qué haceren situacionesimprevistas“. Pero concebirla autono-míay la creatividadcomoesencialesa la moralidadno es tan sólo unaes-tipulación metaéticasino, asimismo,unahipótesis plausiblesobrela ra-cionalidadespecíficamentehumana‘t

Sin dudapuedecaracterizarseválidamenteal hombrecomoun animalque siguereglasen su conducta,destacandocon ello el carácterconven-cional delas regulacionessocialesfrentealas regulacionesinalterablesdela naturaleza.Ni siquieraPiaget.nadasospechosode favorecerlas inter-pretacionessociologistasde la moralidad,tieneinconvenienteen afirmarque«todamoral consisteen un sistemadereglas,y la esenciade todamo-ralidad hay que buscarlaen el respetoque el individuo adquierehaciaesasreglas»6 Estaconcepciónde la moralidadcomo sistemade reglasescompartidapor muchosfilósofos moralesqueconsideranqueestasocu-panun lugarcentralen la moralidad~. Pero,sin embargo,no sólo se echade menosla mayoríade las vecesun análisissistemáticodelo que seen-tiendepor «regla»,sino quetampocose explicitan las razonesquepermi-tensuponerquela racionalidadhumanaen generaly la racionalidadmo-ral en particularquedanadecuadamentecaracterizadasen el modelo derazonamientodeductivoquepareceindisolublementeligado a la nociónmismade código como sistemade reglas.

Regulacionesy normas

La idea de regulacióndesempeñauna importantefunción en la expli-caciónde los comportamientosde los organismosvivos a todo lo largo de

4. No puedeolvidarsela presenciade estaperspectivakantianaen la obra de J.PIAGET: Lejugementmoral chezlen/ant (Paris.PUF. 1969)cuandoreprochaala con-cepcióndurkheimianade la moralidadel despojara esta«delo queconstituyesu ca-ráctermásprofundoy especifico:su autonomianormativa»y adviertedel peligro quecorrela explicación sociológicade «comprometerla moral en la razónde estado,enlasverdadesde opinión o enel conservadurismocolectivo;en suma,en todo aquelloque los mayoresreformadoresmoraleshancombatidosincesaren nombrede la con-ciencia’> (p. 276).

5. Paraun planteamientoincisivo y original de estaplausible hipótesis,dr. D.HOFSTXDTER:GódeLEscher.Bach (Madrid.Tusquets.1987).caps. 18 y 19; Metamagi-cal themas(NuevaYork. BasicBooks. 1985), caps. 21 a26.

6. PIAGET, oc., p. 1. El autoranalizael procesode aceptacióny adquisicióndelaconcienciade las reglasde interacciónsocialqueva desdela heteronomiaa la autono-mm normativa.El conceptoreapareceenProblemasgeneralesde la investigacióninterdis-ciplinaria y mecanismoscomunes,publicadoen J. PIAGET y otros:Tendenciasde la it,-vestigaciónenlas cienciassociales(Madrid.Alianza. 1973),sección6 (p. 233-7) dedicadaa los sistemasdc reglas.

7. P. ej.. 8. GERT: The moral rules (NuevaYork. Harper& Row, 1973), p. 5.

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la jerarquíaestructural,tantode las especiesbiológicascomode los nive-les de conductaen los individuos de las especiessuperiores,particular-menteen el hombre.Existen autorregulacionesqueresultande la opera-ción de estructurasbiológicasy neurofisiológicasmáso menoscenadas,aunqueen muchoscasosmediadasporprocesoscognitivos8~

Es clásicoel ejemplode las abejasque regresana la colmenatrasha-llar alimentoy transmitenmediantesusdanzasinformaciónacercade es-te de manerasuficientementeeficaz como parapermitir prediccionesso-bre el comportamientode suscongéneres.Los apiólogoshandescubiertoreglasque relacionanciertos aspectosde la danzacon diversasvariablesque identifican la fuentede alimento.Pero no porello es posiblehablarde lenguajeni de racionalidaden el comportamientode las abejas.Estas«no poseende hechorazonesparasu comportamientoy por lo tantosusdanzasno son simbólicasen sentidoliteral ni constituyenun lenguaje».Las danzasde las abejasson reguladaspor desarrollarseconformea re-gas,pero no puededecirseque las abejasposeanreglasde acuerdoconlas cualesdancen.Afirmar quesusdanzassonregulares,perono guiadasporreglasno equivaleasostenerquesuregularidadseaexpresióndeleyesdeterminísticasya queentoncesseríacausalmenteimposiblequeunaabe-ja infringieselas reglas,cosaquede hechoocurre.Paraafirmarqueun sersigue reglases necesarioqueseacapazde contravenirlasde ciertamane-ra, no por erroro inadvertenciasino intencionadamente.Esto es.de serconscientede las reglascomotales ~>.

Lasreglasdecoberturadel comportamientodanzantede las abejasdi-fierenpuesde forma radical de aquellasotrasreglasquesonconvencio-nalesen el sentidomásliteral del términopor estarvinculadasa estructu-rasabiertasy no determinadasen sucontenidoporellas.Sonestaslas queconstituyenel ámbitode la normatividadpropiamentedicha.

Existendistintostipos de normasqueporsuscomplicadasrelacionesysemejanzaspuedencaractenzarsecon el conceptowittgensteinianode

8. El funcionamientode las estructurasvivientesy organizadassupone,en efecto,la seleccióno elecciónentrelos elementosinternoso externos,lo queexplicala impor-tanciade la informaciónquees necesariaparallevarlasacabo.Estapuedeser inme-diata o mediatasegúnla distanciaespacio-temporalentreel estimuloy la respuesta.Amedidaqueesta aumentaintervieneademásla nociónde significación, puesun ele-mentoqueno seaintegrablecomo talo carezcade valorfuncionaldirectoo inmediatoparael organismo,puedeencambioserrepresentantede estructuracioneso funciona-mientosposteriores.Esteelemento«representante»puedeno ser reconocidocomo talpor el organismoy enestecasoalmacenarsecomo reservade informaciónparaseruti-lizado más tarde.Peropuedeserloy convertirseasíen un estímulo«significativo» queacercael organismoal umbral de los sistemasde comunicaciónpropiosdel conoci-mientohumano.PIAGET. Problemasgenerales...p. 210-2.

9. 1. BENNETT: Rationality(Londres.Routledge.1967)p. 8-16.

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«familia» lO Comointroduccióna su investigaciónsobrelos fundamentosdela lógicadeónticavon Wright mostrólas complicadasrelacionesdepa-rentescoqueligan entresi distintasramasde la familia de las normasEntre ellas se incluyen las reglas propiamentedichas quecomprendentanto las reglasde los juegos—las pautascon arregloa las cualesse insti-tuyen los juegos mismosy se definenlos movimientospermitidos,prohi-bidosy obligatoriosparalos jugadores— comolas reglasde la gramáticade los lenguajesnaturalesy las reglasde los lenguajesartificialespropiosde los cálculoslógicoso matemáticos.LasreglasgramaticalessonmásIle-xibles y variablesque las deun juego, dadoqueestánen constantedesa-rrollo y no puedenporello enunciarseen un momentodadode la historiade un idioma de forma exhaustivay sistemática;por otra parte,y a dife-renciade los juegosy los cálculos,un rasgoesencialy exclusivo del len-guajenaturales suproductividady creatividad,quecapacitaalos hablan-tesparaconstruiry entenderun númeroindefinidamentegrandede ora-cionesnuevas12 estoes,oracionescuyo significadono es decidibledefor-ma unívoca en virtud de una regla antecedente.Esta plasticidad semanifiesta en la textura abiertade los conceptosdel lenguajenaturalyfundamentala crítica de Wittgenstein a quienesconcibenel procesodeentendero usarun lenguajecomo una operaciónde cálculo con reglasdefinidas.

Otrosmiembrosde la familia son los preceptoslegaleso leyesen senti-do amplio —que comparten,entre otras, las característicasde originarseen la voluntadde un legislador,serpromulgadasexplícitamentey contarcon el respaldode sancionesformales—y lasreglasprácticasde formula-ción típicamentehipotética que. a modo de instruccioneso normas deuso,prescribenlos mediostécnicosnecesariosparaalcanzarun fin. Lugardestacadoocupanlas normasconsuetudinariaso, genéricamente,las cos-tumbres.En cuantoespeciede los hábitoscreanunadisposiciónregularahacercosassimilaresen ocasionessimilareso recurrentes.La semejanza

lo. P. ej.: L. WIrFGENSTEIN: PhilosophischeUntersuchungen(Francfort. Suhr-kamp. 1977), n. 66-67. Cfr. G. BAKER y P. I-IACKER: An analytical coinmentaryonWittgensíeinsPhilosophicalInvestigations(Oxford. Blackwell. 1983)p. 130-6;Wittgenstein:Meaningand Understanding(Oxford. Blackwell. 1983) p. 334s.

II. G. H. von WRIGHT: Normay acción (Madrid. Tecuos.1970). cl, passim paratodo lo que sigue.

12. Estacaracteristicadel lenguajeya fue advertidaporHumboldícuandoafirma-baque«el lenguajescenfrentapropiamentecon un ámbito infinito y verdaderamenteilimitado, con el conjunto~Inbegri/Jjdetodo lo pensable.Paraello ha de hacerun usoinfinito de mediosfinitos, y puedehacerlograciasala identidadde la fuerzagenera-doradel pensamientoy dellenguaje»:EinleitungzumKawi-Werk. Ueberdic Verschieden-heit der menschlichenSprache recogido en Schr~/tenzur Sprache(Stuttgart.Reclam.1973)p. 96.

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de estasregularidadessocialescon las queestudianlas cienciasde la na-turalezaha permitidoa la sociologíaconcebirsecomo físicasocialo cien-cia de las costumbres.En cuanto usos socialesdefinenformas de vida—en el sentidode Wittgenstein13 y guardanunaestrecharelaciónconlas reglasque, demaneraanáloga,definenlosjuegosdel lenguaje.Peroencuantoquevanacompañadasde ciertapresiónnormativay de sancionesinformalesse asemejantanto a los preceptoslegalesquepuedehablarsecon propiedadde derechoconsuetudinario.

Una última e importanteramade la familia de las normasincluye lasreglasidealesquedefinenlo que debehacerseen términosde lo quedebeser; estolas asociaestrechamentecon los tipos idealeso formas básicasde vida —ahoraen el sentidode SprangerIC. y en definitiva con el con-ceptode bien y de vida buena.Sonestasprecisamentelas nocionescen-tralesde la moralidadentendidacomoel caminode perfecciónquecon-ducea Ja realizaciónde un ideal de excelenciahumana,lo que resaltaJadimensiónestéticade la bellezay la fealdad morales15

Es obvio que paranuestropropósito,el grupomásimportantede nor-masson las morales,quepresentan«complicadasafinidadeslógicas conlos otros tiposprincipalesde normas»y resultanparticularmentedificilesde clasificar, por el hechomismo de quetodaclasificaciónremite de for-

13. P. ej., PhilosophischeUntersuchungenn.” 19. 2314. Paraquien sonestasmásbien «tiposidealesbásicosde la individualidad»de

intemporalcarácter«quehan de ser referidoscomoesquemaso estructurasnormati-vas a los fenómenosde la realidadhistóricay social».E. SPRANGER:Formasdevida(Madrid. Revistade Occidente.1972) p. 149.

15. Concebirla moralidaden términosde idealesy privilegiar los sentimientoses-téticosen la apreciaciónde la excelenciamoral podríaconducira la formulacióndeunamoralajenaalas nocionesde culpay deremordimiento.Estepodríaserel casodeculturascomo la japonesa—cfr. R. BENEDICT: The Chrysanthemumaná the Sword(Boston.HoughtonMifllin. 1946) p. 222-4; R. nARRE y P. SECORD:Pieexplanationof social behaviour(Oxford. Blackwell. 1972) p. 92-3, 143-5— o la de los indiosnavajos—cfr. J. LADD: Thestrucwreo/amoralcodeCambridgeMA. HarvardU. P. [957)p. 22.ParaL. OLLE LAPRUNE «losjuicios de la rectarazón,tal comoAristótelesla entien-de. formulanlas condicionesde la bellezahumanamásque de la moralidadpropia-mentedicha...La razónpráctica...no esla concienciaconel sentimientoderesponsa-bilidad propiamentemoral (sino) la concienciacon delicadezasexquisitasde artista,conel disgustopor la fealdad,conun vivo amorpor todolo quees nobleza,gracia,be-lleza»:Essaisur la morale dAristote(1884: reimpresoenAalen. ScieutiaVerlag. 1979) p.103; véase,de R. A. GAUTHIER: Magnanimité(Paris.J. Vrin. 1951), caps.2 y 3; D. Rl-CHAROS:A rheory ofreasonsforaction (Oxford. Clarendon.1971) p. 116-7.Sobrelosidealesmorales,cfr. M. RADER: fico ydemocracia(Estella.Verbo Divino. 1975),par-tes II y III; M. OSSOWSKA:Para una sociologíade la niara! (Estella. Verbo Divino,1974)cap.III; D. WRIGHT: Psychologyofmoralbehaviour(Harmondsworth.Penguiri.1971)p. 31-8; 1. BARNSLEY, oc., p. 52-54.

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ma explícita o implícita a unaconcepcióndeterminadade la naturalezade la moralidad16

Aunqueen cierto sentidoinstituyenunaprácticay definenlo prohibi-do, lo permitidoy lo obligatoriodentrode ella comolo hacenlas reglasdelos juegos,no parecerazonableconcebirla moralidadal modode un jue-go.Estossonsistemasnormativosautónomosen un sentidomuy diferentede lo quese entiendepor autonomíade la moralidad.En ellos las reglasylos valores son interdependientesen el sentido de que «los valoressólopuedenidentificarseen términosde las reglasy las reglasdependen,parasu validez, de los valores»pero unosy otros sonliteralmenteartificialesen cuanto instituidospor convenciónexpresay sin conexiónsistemáticacon intereseshumanosmásampliosIt Si a pesarde todo se insiste enmantenerla analogíacon losjuegos,seriamásexactoconcebirla morali-dad como un metajuego18 de cuyasreglasno es posibledesentenderseyque, por lo tanto, no cabeabandonarsin incurrir en paradojasI~

Tampocoresultaviable la reducciónde las normasmoralesa las cos-tumbres,a pesarde las raícesetimológicasde los términosquedesignanla ¿ticay la moralidado de la dimensióncolectivay cooperativaquepo-seenlos idealesy las prácticasmoralesde unacomunidad.Si las concep-cionesmoralesdeunacolectividadpuedensera suvez enjuiciadasmoral-mentey tienepor tanto sentidohablarde disidenciamoral. de progresoodecadenciamorales,e instara la reformade las costumbres,entonceseslógicamentenecesarioque la normacolectiva no seala definición mismade lo moral.

Igualmenteproblemáticaaparecela equiparaciónde las normasmora-les a las leyes.No quedaclaroel sentidodel isomorfismoentrelosprecep-tos moralesy los legalesya queen elcasode estosúltimoses posibleiden-tificar el legislador.el contenidode lasleyespromulgadasy, lo quees másimportante,las razonesque fundamentanla obligaciónde obedecera la

16. Sobrelos posiblescriteriosde identificaciónde las reglasespecíficamentemo-rales,cfr. G. WALLACE y A. WALKER (eds):Piedefinitionof morality (Londres.Met-buen.1970) p. 1-20; B. GERT oc cap.4; J. BARNSLEY, oc. cap. 2.

17. J. RAZ: Practical reason and norms (Londres.Hutcbinson.1975) p. 113-23.18. D. WRIGHT, oc. p. 13; M. SINGER: Generalizationin ethics (Nueva York. A.

Knopli 1961) cap. 5.19. Sobrela posibilidaddel amoralistacfr. G. GUTIERREZ:Másacá dela libertad

y la dignidad, en Los valoreséticos en la nuevasociedaddemocrática(Madrid.FundaciónF. Ebert/Fey Secularidad,1985) p. 23-25; R. HARE: Moral thinking (Oxford.Claren-don. 1981) cap. 10 especialmentep. 182-7; sobreparadojasmoralesen general,cfr. O.RYLE: Onforgettingthediferentebetweenright and wrong, enA. MELDEN (ed.): EssaysIn moralphilosophv(Seattle.Univ. of WashingtonPress.1958);J. ESLTER: Ulyssesandthesirens(CarnbridgeU.P.) cap.4; D. PARFIT: Reasonsandpersons(Oxford U.P.) caps.1-5.

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autoridad,queno puedeconfundirseconlos motivos psicológicosdeha-cerlo.Pero desdeel Eutjfrdn sonconocidaslas dificultadeslógicasqueen-trañatodo intentode basarla bondado la obligaciónmoralen unasupre-ma autoridadlegisladorao inclusoen la ley natural:«engeneral,si la éti-ca normativaquealguien sostienees autoritariay las autoridadessonra-cionalesparaformularlosjuiciosmorales,entoncesla metaéticadeesetalno puedeser tambiénautoritaria»20,

Para respetarla estructurafinalistica e intencional de la voliciónhumanay escaparalos paralogismosde la fundamentaciónautoritariadelas normasmoralesseha buscadoasimilaríasal génerode las normashi-potéticasalquepertenecenlas reglasprácticasde tipo instrumental,comolo hanhecholas éticasteleológicasy. másen particular,las consecuencia-listas21• En estecasosubsistela dificultad de especificar,con independen-cia de todanoción previade bien o mal moral, los fines quehacenmo-ralmenteobligatoriasciertasformasde conducta,asícomo los resultadoscontraintuitivosqueproducela reducciónde la moral a interés22 Si, porel contrario,se atribuyea las normasmoralesunaautonomíaradicalquelas conviertaliteralmenteen suigenerissetropiezaconescollosinsupera-

20. 8. M. COHEN: Socrateson Me definition ofpiety, en O. VLASTOS (ed): Piephi-losophyofSocrates(GardenCity NY. Doubleday.1971)p. 159; cfr. R. BRANDT: Teoríaética (Madrid. Alianza. 1982) cap.4.

21. P.ej.1. HARSANYI: Ethicsin termsof kvpotheticalimperatives«Mmd»67(1958)305-16,repr. enEssaysin ethics~socialbehaviourandscientWcexplanation(Dordrecht.13.Reidel. 1976) p. 24-36.

22. Como lo pretendiaHume al afirmar que una teoríamoral no podría servir aningúnpropósitoútil «amenosquepudiesemostrarcontododetalle quetodoslos de-beresquerecomiendacoincidentambiéncon el verdaderointerésdel individuo»:Anenquiry concerningtheprincipIesof morals, SecciónIX, ParteII (Oxford. Clarendon.1966) p. 280.Pero«unateoríaasí seriademasiadoútil: si el deberno fueramásque in-terés,[a moral sedasuperflua»:13. GAUTHlER: Morais¿‘y agreement(Oxford. Claren-don. 1986)p. 1; sobrelas relacionesentremoral e interéscfr.. del propio Gauthier:Mo-raliry and advantage«PhilosophicalReview»76 (1967)460-75,reproducidoen G. WA-LLACE y A. WAILKER (eds.)oc. p. 235-50 y enla recopilaciónde D. Gauthier:Mora-lity and rational self-interest (Enflewood Clifís NJ. Prentice-Hall.1970) p. 166-80, asícomo su introduccióna estaantologia,p. 1-23; C. MORRIS: Pie relation betweenself-interestandjustice ¡ti contractarian ethics, enE. E. PAUL (cd.): Fije newsocialcontract.Es-says on Gauthier (Oxford. Blackwell. 1988) p. 119-53; T. NAGEL: Pie possibility of al-truism (PrincetonNJ. Univ. Press.1970)passim;R. BRANDT: A theoryofthegoodandihe right (Oxford. Clarendon.1979),passim,pero esp. cap. 17; 13. PARTIT: Prudence,morality atid prisonersdilemma (Oxford U. P. 1981; reproducidoen J. ELSTER(cd):Rationalchoice (Oxford. Blackwell. 1986, p. 34-59); tr. esp.en «Diálogo Filosófico» 13(1989) 4-30 la ya citadaReasotisatid Persotis, caps.6-8; G. GUTIEREZ:La congruenciaentre lo buenoy lo justo «RevistadeFilosofía» 2t Serie2(1979)39-54.

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bIesde índole epistemológica.que los críticos del llamado intuiciontsmoético no handejadode señalar.

Lo que llevamosdicho permiteapreciarlas complejidadesinternasdelámbito de aplicación del conceptode norma y la dificultad añadidaqueinevitablementepresentarátodo intento simplista de reducir las normasmoralesa un único y específicotipo de norma,como parecensobreenten-derlo sin mayoresprecisionesmuchos de quienespropugnanla aplica-ción del modelo codicial a la moralidad.Aunqueunaversión refinadade estemodelo se ccntrará en la innegablefunción que desempeñanlasnormasy reglasmoralesen la economíade las decisionesprácticas,siguesiendodudosoqueen última instanciacaptelascaracterísticasespecíticasdel razonamientoque conducea la decisión moral.

La función propia de una regla, entendidagenéricamentecomo algoqueprescribe,proscribeo autorizala realizaciónu omisión deciertasac-cioneses la de excluir o al menosreducir las alternativasposiblesen lascircunstanciasparticularesen las quese aplica,aumentandoasí la proba-bilidad y, por tanto,la previsibilidadde un efectodeseado.Sonestasca-racteristicasdelas reglaslasqueexplicanel enonnerendimientosocialdela conductareguladay la presiónfavorablea la extensióndel áreade lasconductasinstitucionalizadas.A esteprocesocorresponde,en el ámbitode la conductaindividual, la adquisición y el mantenimientode ciertastendencias,disposicionesy hábitosque,al eliminar la necesidadde deli-beración.simplifican los actosmtinariosy recurrentesde la conductaco-tidiana.La filosofía moralprestóatencióna estemodestoperoimportanteaspectode la acción humanadesdesus comienzoshistóricosen Grecia.englobándologenéricamentedentro del tratamientode los hábitosy lasvirtudes.Pero ha de tenerseen cuentaque la acción virtuosa remite a unprincipio de operaciónque es intrínsecoal agentey quepermitehablar,con mejoro peorfortuna,de unasegundanaturaleza,mientrasqueactuarconformea reglaspresuponeunadeterminaciónkaí~xothen,extrínsecaalsujeto. lo que hace problématicala conexiónentre obligación y motiva-ción.

En efecto,como criterio a la vez generaly extrinseco,toda regla tiendeen cuantotal a sustraeral arbitrio del sujeto la determinaciónde labon-dado malicia de la acciónquecaebajoella. Concebirel procesode deli-beraciónmoral, o inclusoel juridico, segúnel modelode la aplicacióndeuna reglageneral a un casoconcretoplanteaal menosdos tipos de pro-blema.Uno de ellos es.precisamente,el del tipo de razonamientonecesa-rio paraapreciarque una acción o un casoparticular son o no subsumi-bIes bajo la regla; o, de forma inversa,el de la contraccióno individua-ción de la regla. El otro problemaes el relacionadocon la justificacióndela propia existenciade la regla.

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Paraqué las reglas

Lina teoríamorales unateoríade las razonesparaactuarmoralmente.Actuar moralmenteesunaciertaforma de actuarracionalmente.Es decir,entreotras cosas,de forma intencionaday voluntaria. En el esquemate-leológico clásicoestopresuponela aprehensiónintelectualdela ratio ¿‘onuque presentanlos objetosde la voluntad23 Toda acción es intentadaencuantoproductivade un bien en un sentidode «producción»que incluyetanto la causaciónobjetiva de buenosefectoscomo la consecuciónpor elagentede susfines subjetivos.Si la naturalezadelos bienesdeterminalade las accionesque los producen,esobvio que la condiciónmoral deunaacción vendráespecificadapor la bondadmoral de losobjetospropuestosa la voluntaddel agente.De lo cual scsiguequeninguna teoría¿tica hayapodidodisociarpor enterola bondadmoral de las accionesde la bondaddelos efectosproducidospor ellas24 o quealgunasde ellassostenganIn-cluso que la corrección moral de una acción dependeíntegramentedesusconsecuencias25

Puedeimaginarsedossituacionesidealessegúnel tipo de relaciónqueguardaunaacción individual con susconsecuencias.En la primera la ac-ción producepor si misma e inmediatamentelos resultadosbuenos.En lasegunda,la naturalezamismade los efectosrequierequeseanproducidos..

23. La ideabásicaseencuentratantoenAristóteles(EN 1094a3)comoenSantoTo-más:«id quodappetitur,appetiturvero ut estconveniensautbonum»(5. Th. 1 q.80 a.2ad 2); «bonumintellectum est obiectum voluntatis.et movet ipsamut finis» (U q.82a.4 ad resp.);cfr. U. 1-2 q.l a.3 ad resp.:q.9 al ad resp.;«voluntasenim,inquantumhuiusmodi,movetur a suo obiecto,quod est bonumapprehensum»:Coní. Genn 3,26circa finem: y es aceptadano sin reservaspor Kant en su versiónde «antiguafórmulade las Escuelas»cuandoafirma, en el segundocapitulo de la Analítica de la RazónPráctica,que«nihil appetimusnisi sub rationeboní, nihil aversamurnisi sub rationemali». L. BECK: A commentaryon Kant\ Cririque of Practical Reason(Univ. of ChicagoPress.1960) p. 131. nota9. no localiza la formulaciónexacta,perosi una parecidaenWolffy en Baumgarten.Cfr. E. ANSCOMBE: Intention (Oxford. Blackwell. 1957)$21,39-40.

24. Cfr. p. ej., M. SINGER:oc., cap.4.25. La leonaConsecuencialistasostieneespecíficamenteque,en unasituaciónda-

da, la accióncorrectaes la queproduceel mejor resultadoglobal posible desdeunaperspectivaimpersonalqueconcedeigual peso a los interesesde todoslos afectados.Cfr. S. SCHEFFLER(ed): Consequenrialismanditscritics (Oxford U.P. 1988).Perocomono se puedeafirmar,sopenade incurrir en una regresióninfinita, quetodo lo moral-menevalioso tienevalor en virtud desusconsecuencias,eslógicamentenecesarioafir-mar que hay cosasque poseenvalor intrínseco.Lo distintivodel Consecuencialismoes afirmar quelo único intrinsicarnentevaliososonprecisamentelos estadosde cosasque las accionescontribuyena producir. Clix J. SMART y 8. WILLIAMS: Utilitarismo,pro y cOntra (Madrid.Tecnos.1981).

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mediantela coordinación de accionesdiversas,del mismo agenteo deagentesdistintos. En el primer caso,además,es imaginableuna doblepo-sibilidad: queel agentepuedao no verificarpor sí mismola eficaciade suacción individual en la produccióndelos efectos,de forma tal que,en ca-so afirmativo, puedaadoptarsudecisiónencondiciones—en el límite—decerteza.La informacióndisponibleen el momentode la elecciónsobrelos efectosy consecuenciasde la acción elegidaes.pues,función de la na-turalezadela relacióncausalentrela decisiónindividual y susefectos.Es-ta relaciónviene determinadapor la naturalezadel entornoen el que seadoptala decisión. Las dos situacionesidealesmencionadasconfigurandos entornostípicos que determinanla naturalezadc la racionalidaddelas decisiones26

En la situaciónideal del primertipo la acción queeligiría un hipotéticoagentemoral plenamenteracionaly perfectamenteinformado22seriapordefinición aquellacuyasconsecuenciasfueranlas mejoresposiblesen esasituación.Varias teorias moraleshan consideradoque las situacionesdeestetipo son el paradigmamismo del razonamientoque se aduceparafundamentarlos principios morales28 Esteagenteideal,en efec(o,no juz-garíade la bondad de la acción concretadel modo como se subsumeelcasoparticularen un principio universal,o como se aplica una reglage-neralal casoindividual. Antesbien,sucapacidadde aprehenderla mora-lidad de la decisión concretaen su irrepetiblesingularidad29es la que le

26. Ene1 entornoparamétricoel agenteconsiderasu propiadecisióncornola únicavariable y los restantesfactores—tanto si se trata de agentespropiamentenaturalescomode otros agentespersonalesconcebidoscomo invariantes—como constantesoparámetrosde su problemade decisión.En el entornoastracégicvel agentetoma encuenta queexisten otros agentescon sus propias funcionesde utilidad que formanpartede su entornoy quesabenque él forma partedel suyo. Cfr. J. ELSTER: Ulvssesandchesirens(CambridgeU. P. 1979)p. 18: J. L-IARSANYI: Advancesiii undersiandingra-tional behaviour. repr. enEssaysin ethics...(citadoen n. II). p. 89-117; sobrelasperpicil-dacesqueprovocanlas expectativasracionalesreciprocas.cfr. M. HOLLIS: Thecan-ning of reason (CambridgeU.P. 1987) esp.cap. 7.

27. Porejemplo.el espectadorimparcial deAdam SMITH: Pietheoryofmoral senti-mern.s; parte II, sec. 1, cap.2: en O. D. RAPHAEL (cd): Rritish moralists (Oxford. CIa-rendon.1969) vol. 2. núm. 789: o el artóngelde R. HARE: oc. c. 3.

28. Por ejemploeí Consecuencialismoo Utilitarismo «del acto,>, «extremo,,o «di-recto»:cfr. oc., en nota 25:13.REGAN: Utilitarianism andco-operation(Oxford.Claren-don. 1980)esp.caps.2 y 3; y la Eticade situación: cfr. J. FLETCHER:Erica desituación(Harcelona.Miel. 1970).

29. Entreotrasrazonespor la queaduceSantoTomáscuandoafirma queDios noconocelas cosassingularesaplicandolas causasuniversalesa los efectosparticulares,puesnadiepuedeaplicar unacosaa otra a menos queconozcaesta de antemano,delo que seinfiere quedic/a applicationonpotes!e,sweratio cognoscendiparricularia. sedcog-titttofletfl singularium praesupponit:S.Tlm. 1 ql4 a.l 1 ad resp.;dr. 1 q.57 al sobreel co-

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permite elaborarprincipios y reglasparasu aplicación en aquellasotrassituacionesen las queel agenteno conocecon certezalas consecuenciasde sudecisión.Peroque,al no tenermásvalor queel de merasgeneraliza-cionesempíricasson estrictamentedispensables.

Parece,pues.evidenteque no seránecesariorecurrira instituir una re-gla «si hay razonesparapreverque los individuos van a actuarde todoscomo la regla prescribeque lo hagan»~<>. Es decir, que si los individuostienen buenasrazones,independientesde la regla, para realizaru omitirunadeterminadaaccióny, porconsiguiente,vana realizarlao a omitirlaen cualquiercaso,con regla o sin ella, la existenciade estase vuelve re-dundantey superflua.Al menosdesdeun punto de vista lógico, puesnocabeolvidar la importantefunción que desempeñala redundanciaen lacomunicaciónde todomensaje.

En lo quevenimosllamando modelocodicial, sin embargo.el casopa-radigmáticode observanciade unareglano es el del agenteque le limita asuponerqueexistenen generalbuenasrazonesparaobrarde forma habi-tual como la reglaprescribe,sino más bien el del que suponeque estáobligado a hacerloasí, «hayao no en cada caso,allí y entonces,buenasrazonespara hacerloasí».EJ agenteha de tenerrazonesparacreerque laobservanciade la reglaes en general—ut in pluribus— beneficiosa,justao útil, peroal observarlaen un casopanicular no sc limita a haceraque-lío paralo queconsideraqueexistenbuenasrazones.Más bien podríade-cirse que,cuandounareglaexistey seestádispuestoa invocaría,sepresu-pone una especiede disposición a «cerrarlos ojos a los méritos del casoparticular»,hastatal puntoquepodríaalegarseque las reglasexistenpre-cisamentepara eso.

Esto es lo que implican las diferentesformulacionesdel llamado«uti-litarismo de las reglas»32a1 considerarque la bondad (o maldad) moral

nocimientoangélicodel singular.Hare cree, no obstante,queal enfrentarsecon unasituaciónnueva,el arcángel«serácapazde examinarde inmediatotodassusprop~e-dades,incluidas lasconsecuenciasde lasaccionesalternativas,y formular un princi-pio universal(tal vez sumamenteespecifico)quepodríaaceptarparaactuarenesa si-tuación,sin queimporte la posiciónqueél mismoocupaseenella» «sc.,p. 44). Confie-so mi incapacidadparaentenderquénecesidadlógica ni prácticatendríade hacerloen una saciedaddearcángeles.

30. 0. WARNOCK, oc., p. 46.31. Id., ibid32. Tambiénllamado«restringido»o «indirecto»,por contraposiciónal utilitaris-

mo «del acto». Bajo esta denominaciónse incluyen tanto el «utilitarismo de las re-glas» propiamentedicho como la «generalizaciónutilitarista». Parael primero «losagentesdebenseguireí conjuntode reglas~ tendriamejoresconsecuenciassi todoslo siguiesen»;parala segunda,deberíanseguirel conjuntodereglasqueproduciriare-sultadosóptimossi fueseseguido«porel propio agentey todoslos demásqueesténsi-

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de los actosindividualesderiva de suconformidadconlas reglas,las cua-les a su vez sejustifican apelandoa las consecuenciasbenficiosas(o per-niciosas) que se seguiríanen la hipótesis de que fueran generalmenteobservadas.

El elementoutilitario no esesencialal modelode las reglas,puesexac-tamenteigual podríahablarse,por seguircon la terminologíahabitual,deun deontologismode las reglas.que no las justificaría por las consecuen-ciasde su generalcumplimiento,sino por la bondado maldadintrínsecade los actosque ordenao prohibe‘~. Pero ni su funcionamientológicorespectoa los casosparticularesni la actitud del sujetorespectoa ellasson diferentesen unay otra teoría.

Si tal es el casoideal de observaciade unaregla,parececongruentesu-ponerque,en términos generales,los destinatariosde la reglacarecendecompetenciaparaapreciarpor si mismosla bondaddel casoparticularyque debencedera consideracionesque trasciendensujuicio individual.La certezaque proporcionaal agenteel asentimientoqueprestaa la reglamisma —que en última instanciaderivaríade la apodicticidadde esta—desciendea travésde la premisamenordel silogismoprácticohastala de-cisión concreta. El modelo de las reglaspresuponepues una situaciónque.por máscomúnque sea,dista mucho de serparadigmáticade lo queimplica una decisiónmoral individual.

milarmentesituados».Los dostiposbásicosde utilitarismo —del actoy de la reglaensusdosversiones—intentansatisfacerdospropiedadesfundamentalesde toda teoríaéticacorrecta:1) hade ser la mejor teoríaquelos individuoscomo talespuedanseguir,estoes.que«cuandoun individuo satisfacela teoriaproducelas mejoresconsecuen-cias queescapazde produciren las circunstanciasen las que seencuentra»:y 2) ha deser la mejorteoríaquetodoslos individuosenconjuntopuedanseguir,es decir«quesitodoslos agentesla satisfacen,entoncesla clasede los agentesproducelas mejoresconsecuenciasquepuedenproducircolectivamentemediantecualquierpautade con-ducta».El mejor análisisde los problemasquesuscita la produccióncooperativadebuenosresultadosesla densaobradefl. REGAN citadaen la nota 28; cfr. tambiénlastambiéncitadasde D. PARFIT y las de M. TAYLOR: Anarchyandcooperation (Lon-dres.J. Wiley. 1976). y Pie possibility ofcooperation(CambridgeU.P. 1987).

33. Unateoriaconsecuencialistaquedefiniesecomo intrinsecamentebuenoun es-tado terminal de cosasen el que fuese mínimo el númerode engaños,coaccionesytraiciones,propondríasu realizacióncomoobjetivo moral común para todo agente,definiría como objetivamentecorrectaslas accionesquecontribuyesena producirlo ysería«neutralrespectodel agente».Lo quchaceno consecuencialistaa unateoríaeselhechode ser «relativasal agente».La diferenciaentreambases que la primera pro-pondria a todo agentecomo objetivo de susaccionesqueno haya al final engaños,coaccionesni traiciones:la segunda,queél no engañe,coaccioneni traicione.Paraes-ta seríaincorrectoqueyo coaccionasea otros, inclusoaunquegraciasa ello hubiesealfinal menoscoacción;efr. D. PARFIT,Reason...,p. 27; R. NOZICK: Anarchy,átateandutopia (Oxford. Blackwell. 1974) p. 28-33.

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No es necesariosostenerque la ética kantianaseajustaplenamenteaeste modelo para reconocerque compartealgunasde suscaracterísticasformales.La universalidady necesidadcon la que se presentala obliga-chin moralno puedenextraersede la observaciónde la naturaleza.La in-sistenciade Kant enla apodicticidadobjetivade la ley moralcomofunda-mentode la certezasubjetivadela máximamoral estáligadaa suconcep-to del conocimientocomo aprehensiónde la Gesetzlichkeitporla quene-cesariamentetodo ocurre en la naturalezao debeocurrir en la libertad.Perono se siguequeel carácterapodícticode la ley moralhayade procu-rar al agente,además,la certezade quela bondadde su acciónconcretano dependeen principio de susconsecuenciasen el mundoreal, de formasemejantea como la fe ofrece al creyenteun conocimiento indudableycierto de susobjetosque ni necesitani tolera ningún recursoa la expe-riencia.Kant afirma taxativamenteque las leyesmorales«ordenanabsolu-tamente.cualquieraseasu resultado,e inclusoobligan a abstraerabsolu-tamentede él cuandose trata de una acción particular...Todos los hom-brespodríantenerbastantecon esto si (como debieran)se atuviesentansólo a la prescripciónde la razónpuraen la ley.¿Quénecesidadtienendesaberel resultadodesuhacermoral queel cursodel mundollevará consi-go?Paraelloses suficientehacersu deber,aúncuandocon la vida terrenase acabasetodo y en esta incluso no coincidiesen nunca felicidad ydignidad»~

Preguntarsepor el sentidoque tiene hablar de certezaen materiademoralidad es plantearsede forína radical lo que se esperade una teoríaética. Desdelas primeraspáginasde la Etica a NicómacoAristótelesexclu-ye el rigor y la exactitud (akribeia) de los asuntosmorales,puesla propie-dad más notablede estoses su caráctererrático: no en vano el términoque la designa—plane—es el quesirve paradistinguir los astroserrantes—los planetas—de las estrellasfijas ‘~. Ciertamenteel conceptoaristotéli-co de exactitud no es intercambiablecon el de certeza kantiano.Estemienta el carácterincomovible del asentimientoqueprestamosal princi-pio objetivo de la moralidad; aquel, el grado de determinacióncon quepodemosformular el principio para subsumiren él el casosingular.

Aunque Kant sostieneque «essuficientementeclaro para cadauno Joque debe hacer para mantenerseen el carril del deber (im Gleise der

Itflicht)»3~ sin necesidadprinzipielí de atenderal curso de los acontecl-

34. La religión dentrode los limites de la mera razón,Prólogo a la primeraedición.Edición de K. VORLANDER (Hamburgo.Felix Meiner. 1966) p. 7.

35. EN 1094b16. Cfr. W. HARDIE: Arisrotles ethical theory (Oxford. Clarendon.1980) p. 31-4.

36. La paz perpetua. Edición de El. VOLÁNDER en Kleinere Sebrifien zur Ge-schichtsphilosophie.Ethik undPolitik (Hamburgo.Felix Meiner. 1973) p. 152.

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mtentos,formula no obstantela reservade que ha de procederse«segúnreglasde sabiduría».Pero resultaimposible concebir la formulación deestasreglasde forma que no implique examinarempíricamentea dóndeconduce,en cadacasoconcreto,seguirel carril del deber.En Sobreun pre-suntoderechoa mentirporfilantropía el propio Kant apruebala observaciónde Constantsegúnla cual «siempreque un principio demostradocomoverdaderoparece inaplicable,es que ignoramosel principio intermedioquecontieneel medio de su aplicación»,peroeste «no puedeencerrarsi-no la más precisa determinaciónde la aplicación de (aquél) a los casosquesepresenten,masnuncaexcepcionesa él»3’. AunqueKant no muestrala conexión sistemáticade esosprincipios intermedios —las reglasde lasabiduriao de la política en sucaso—con losextremosentrelos que me-dia, al menosquedaclaro que la certezaqueconfiereal agenteel carácterapodícticodel principio universaldesciendeasí, a travésde los principiosintermedios,hastasu propiadecisión individual.

Aun aceptandola utilidad de reglasque,al cubrir ciertos casosrecurren-tes, ahorranperplejidada los sujetos.confierenprevisibiidad a suconductay garantizanbajo ciertascondicionesla consecucióndelos unesparalos quehan sido instituidas,lo cierto esque el estatutológico de toda reglaespordefinición secundario.La razón última de la institución de una regla noes ella mismaunareglasino un juicio sobrela bondado maldadmoral —si intrínsecao consecuencialimporta menosen esterespecto—delas pro-pias accionesqueregula.Y esevideatequeestaspropiedadesdelas accio-nes no puedenderivarsede su adecuacióno inadecuacióna las reglas.Só-lo esposibleentenderloasí graciasa unailegítima analogíacon la validezo nulidad legal de un actojuridico. Carecede sentidodecir queuna nor-mamoral hacebuenaunaacciónde la mismamaneraque la normalegalhace válida una actuación determinadaconforme a ella. Más aún, lasmismasrazonesque se aleganpara considerarqueuna acciónX es mo-ralmentecondenabley. por tanto, debeprohibirse. son las que justificanla adopciónde una reglaque prohiba las accionesdel tipo X. Pareceevi-dentequeel hechode quefumaren un polvorín seapeligrosono esmera-menteuna razón para aceptaruna regla que prohiba fumar, sino que esdirectamenteuna razón parano fumar38.

Si estasobservacionesson acertadas,comprobamosuna vez másquela regla es en sí misma redundantey superfluapara explicarel razona-miento que precedea la decisión moral, sin que se vea qué añadea lacreenciaacercade la índole moral de los actosque regula,ni en qué me-dida la formulaciónde estacreenciaen los términos de una regla le pro-porcionaun pesoadicional a la hora de tomar la decisión.Pero nadade

37. En la edicióncitadaenla nota anterior,p. 203-4; cito por la traduccióndei.M.Palaciosen 1. KANT: Teoríay práctica (Madrid. Tecnos.1986) p. 64.

38. G. WARNOCK, oc. p. 63.

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esto impide quedisponerde reglasy observarlassea en si mismoy siem-pre un atentadocontra la racionalidad.

El quede ciertasaccionesindividualesse siganconsecuenciascolecti-vas —bien directamente,bien indirectamentepor sus efectosacumulati-vos o por surepercusiónen la producciónde bienespúblicosmediantelacooperación—hacerazonablela institución de sistemaspúblicos de re-glas. En una perspectivameramentejurídica la expectativa,también pú-blica. de atenimentoaellasconfiere un alto gradode seguridadjurídica alos individuos frentea posiblesformasde discriminacióninjusta,garantt-za cierta medidade coherenciay de consistenciaa las institucionesy ro-dea determinadasactuacionesde garantíasprocesales.Perola instituciónde un sistemade reglasresultarazonableinclusoconcriteros moraleses-trictamenteconsecuencialistasquecalifican moralmentelos actospor sucontribucióndirectaa la producciónde buenosefectos.Como laexperien-cia enseñaque confiar al exclusivo juicio del agenteindividual —

imperfectamenteracional—la ponderacióndel conjuntode factoresqueaseguranla decisiónóptima en cadacasoparticularproduceconsecuen-cias peores,es aconsejablesubordinarsujuicio a la observanciade unareglageneralqueproducemejoresconsecuenciassi es observadapor to-dos o por un gran número~.

Pero aúnasísigue siendocierto quela decisiónmisma de subordinarel juicio individual en el casoparticular al mejor juicio contenidoen laformulaciónde la reglaquesubsumeel casoparticular no puedejustifi-carseapelandoa esaregla.Antes bienla decisiónmoral está indisoluble-menteligada a la apreciaciónpersonalde la relaciónqueexisteentrelasrazonesy los principios morales,por una parte,y lascircunstanciasrele-vantesde la situación,por otra. Se trata,por consiguiente,de un acto deraciocinio prácticoque va más allá de la mera aplicaciónde unareglapreviamenteaceptadaaun casoparticular.El pesodela cuestióndescan-sa en la diferenciaqueexisteentreaplicarreglas,por un lado,y razonarcon arreglo a principios,por otro.

Aplicar reglas

Antes seha sugeridoqueentenderel procesode deliberaciónmoral se-gún el modelocodicial implicaba trasladarinjustificadamenteciertasfor-masdel razonamientojurídico ala esferade la moralidad.Esaafirmaciónparecíadar por sentadoqueel modelodelas reglasrepresentabaadecua-

39. Estees el defectobásicode la teoríascentradasen la apreciaciónde las conse-cuenciasbeneficiosasde los actos individualescomo el utilitarismo del acto,y que sebuscócorregirmediantelas formulacionesya mencionadasen lanota32. Cfr. R. HA-RROD: Urilicarianism revised«Mmd» 45(1936)137-156: U. REGAN. oc, cap.12.

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damentelas característicasdel razonamientoqueconducea la decisiónjudicial 40, Peroestesupuesto,sobreel quedescansaen granmedidael po-sitivismo jurídico, puedeponerseen dudaintroduciendounadistinciónentreprincipios y reglas.

Parael positivismolegal,el derechode unacomunidades «unconjun-to de reglasespecialesutilizadas por la comunidaddirectao indirecta-mentecon el propósitode determinarquéconductasseránpenadaso im-puestascoactivamentepor los poderespúblicos».Estasreglas«no se iden-tifican por su contenidosino por la forma como han sido adoptadasodesarrolladas»,lo quepermiteno sólo diferenciarlasválidasde las inváli-dasdentro del sistemade reglas,sino a estasen suconjuntode otros tiposde regulacionessocialeso morales.Para esacomunidadel derechoescoextensivocon ese sistemade reglas,hastael punto de que,si un casoparticularno caebajo ningunaregla«porqueningunaes apropiadao silo parecees vaga,o por cualquierotra razón»entoncesel casono puededecidirseaplicandola ley, debiendoel juez recurrira criteriosextralegalesque le permitanconfeccionaruna nuevareglao completaruna antigua.En consecuenciaalguien tiene unaobligación legal únicamentecuandosu casoparticular cae bajo una reglaválida que le exige quehagao seabstengade haceralgo41.

Dworkin reservala dominación.de«principios»paradesignar.de for-ma genérica.el conjuntode criteriosqueempleaun juez parallegar a unadecisióny queen sí mismosno sonreglasdelsistemalegal; y de forma es-pecífica,aquelloscriteriosquehandeobservarse,no tantoporquesuapli-cación«promuevao garanticeunasituacióneconómica,política o socialquesejuzguedeseable,sino porquerespondena unaexigenciadejusticia,de equidado de algunaotra dimensióndela moralidad».Así entendidos,los principios se distinguende las «políticas»(policies) . queson precisa-menteel tipo de criterios«queproponenun objetivo queha dealcanzarsey queconsistepor lo generalen la mejorade algunacaracterísticaeconó-mIca, política o social de la comunidad»42~

La diferenciaentre principios y reglas es de índole lógica. Ambosapuntana ladecisiónquedebetomarseen circunstanciasparticularesso-bre lo queconstituyeunaobligación legal, perodifieren en elcarácterdeladirectriz queofrecen43. Cíñéndonosmomentáneamentea las reglas,sucaracterísticamássingular es queson disyuntivasen su aplicación:o se

40. Véase,paralo quesigue.R. DWORKIN: Takingrights seriously(Londres. liuck-worth. 1978)caps. 1 y 2. Cito por estaedición,pero haytraducciónespañola:Losdere-chosen serio (Barcelona.Ariel. 1984).

4?. id. p. ¡7.42. Id., p. 22.43. Id., p. 24.

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aplicano no seaplican.Si se danlas condicionesquela reglaestípula,en-tonces,o bienla reglaes váliday el fallo es inapelable,o bienno es váliday entoncesno viene a cuentoinvocaríaparatomar la decisión,hastaelpuntode resultarpmblemáticohablarde «decisión»en sentidopropiocuan-do se tratadeaplicarreglas.En expresióndeWittgenstein,«cuandosigo la re-gla no elijo; sigola reglaa ciegas»‘~. Con las salvedadeshechasmásarriba,parecerazonableafirmarqueasí funcionanlas reglasde losjuegos.En rí-gor una reglano admiteexcepcionespuesnadase opone,en teoría,a quepuedareformulárselaincorporandola excepción.de forma quetoda reglaqueno lo hicieseasí seríaincompleta.En un juegocompletamentedeter-minado por reglasestasno dejanlugar a dudas,pues.«le taponantodoslos agujeros»~.

Esto se explica si tenemosen cuentaqueel esquemade razonamientoquesubyacea la aplicaciónde la reglaal casoparticularha de estarcon-tenidoen la formulaciónde la reglacomola conclusiónen las premisas.Paraello es preciso incorporara este modelo las propiedadesformalesque permitenprocederdeductivamente.En primer lugar, la formulaciónsin ambagesde la regla; a continuación,la determinacióninequívocadelos procedimientosde decisión:por último, la definición precisade lascondicionesnecesariasy suficientespara queun determinadoaconteci-mientoen el mundoconstituyaun casoparticularde aplicaciónde la re-gla. Esto equivalea seleccionardeterminadosrasgosde las actuacioneshumanascuyasólapresenciapermitaclasificarlasdentro de la categoríade «casoparticular».

Tenemosasí,por una parte,un código o sistemade reglasy, por otraunaseriede hechosqueentraráno no lascategoríasquedefineel código,segúnque se cumplano no determinadascondicionespreviamenteesti-puladas.La misión del juez o árbitro consisteen conectarambosconjun-tos, verificando si se dano no las condicionesquepermitensubsumirloshechosenla reglao, lo quees equivalente,contraerla reglaal casoindivi-dual. La tareaquecompeteal árbitro en un partido de fútbol deja escasomargenparala discrecióny la interpretaciónindividual. Dicho con másprecisión,el árbitono tanto interpíetala reglacuantoapreciaqueconcu-rren las circunstanciasquela hacende aplicaciónautomática.Y esascir-cunstanciasse dano no se dan,sin términosmedios:el balón entrao noentraen laportería,el jugadortocao no tocaelbalónconla mano,etc. Laregla,porlo tanto,se aplicao no se aplica.Paraello es necesarioquetantola formulaciónde la reglacomola definición de los hechosrelevantesca-rezcan,al menosen teoría,de todaambigúedad.

44. PhilosophischeUnteru¿chungennY 219.45. Id. nY 84.46. DWORKIN. oc, cap.4.

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En términosprácticostodoestoimplica quelas actuacionesy conduc-tas a las que se aplica la reglahande ser susceptiblesde unadefiniciónprecisa.segúnrasgosnetamentedefinidosy reconociblescomo tales.Pe-ro estascircunstanciassólo concurrenen las conductasrelativamentees-tereotipadasy artificiosascomo son los juegos,las transaccionescomer-ciales, las ceremoniaslitúrgicas,etc. pero estánausentesen los casosdeperplejidado de conflicto moralo legal ‘~.

Análisis formal y texturaabierta

Hemosllamadola atenciónsobrelas analogíasdel razonamientonor-mativo dentro del códigocon el razonamientodeductivoy, másespecífi-camente,con los cálculos.La aplicación del modelo de análisisformalpropiode la lógicadeónticanecesariamentesuponela plenadefinibilidadde los términos,conceptosy principios morales‘Q en principio, los pro-blemasderivadosde la «porosidad»o «texturaabierta»de los conceptosempíricosse planteanpor supropianaturalezaen todo intentode tradu-cir un lenguajenaturala un lenguajeformal y. por tanto,artificial 48~ Noobstante,en el caso específicodel razonamientomoral, único queaquínos interesa,la aplicacióndel modelo añadeciertaspresuposicionesme-taéticasqueno es fácil concebircomo éticamenteneutrales‘~.

Una de las dificultades a las que se enfrentael intento de reproduciren el modelode análisisformal las característicasespecíficasdel razona-

47. KAiL¡NOWSKI, oc. píS.48. Cfr. para lo quesigue: F. WAISSMANN: J”erflabiliíy, repr. en: A. FLEW (cd.):

Logic andlanguage(Oxford.Blackwell. 1963)vol. 1. p. 117-44;].KOVESI: Moral notions(Londres.Routledge.1967); J. BRENNAN: Pieopen-textureofmoral concepts(Londres.Macmillan. 1977); 0. GIJTIERREZ. nota crítica a estaúltima obra: «Revistade Filo-sofia»22 serie, 2(1979)105-lío.

49. Los cultivadoresde la lógicadeónticareconocenque ella no agotael ámbitodela argumentaciónmoral.cfr. J. MUGUERZA: Otra vez «es»y «debe»en La razonsin es-peranza(Madrid.Taurus. 1977) p. 198. Peroel mero hechode presentarsecomo «ms-tmmentode la meíaética»no garantizaque el análisislógico-deónticosea«moral-menteaséptico»:dr.J. RODRIGUEZMARIN: Lógica deántica(Universidadde Valen-cia. 1978) p. 34-5. las relacionesentreaieay metaéticason bidireccionales;véaseT.TANNSJO: The relevanceof meíaethicslo ethics(Estocolmo.Almqvist & Wikscll. 1976)cap. 6 y pp. 18 y 212. Por ejemplo,la clasificación tricotómicadelos actosmoralesenobligatorios,permitidosy prohibidosdejafueralossupererogatorios:cfr. J. URMSON:Sainis andheroe.s en A. MELDEN, oc. p. 198. 201, 207; la codificaciónpareceexigir lareduccióndetodoslos valoresa unaescalaunitaria,lo que «violentanuestrasintuicio-nesmoraleselementales»:cfr. L. KOLAKOWSKI: El racionalismocomoideologíay <Vi-ca Sm código (Esplugues.Ariel. 1970)p. 152-3.

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mientomoral provienedel hechoya mencionadode que, en términoses-trictos,la aplicaciónde la reglaa un casorelevanteha de estarexentadeambigíledady ser inequívocamentedecidible.Puedendarsedos supues-tos.Enel primerode ellos,si los hechosquehacenal casosonclaros,perono lo es qué regladebeaplicarse,nos hallamosa primera vista anteunconflicto de reglas.Nada se oponeen principio a queexistaunaregladerangosuperioren cuyavirtud puedadecidirsecuál ha de prevalecer,en elsupuestoinsoslayablede queel códigoes un conjuntoordenadoy un sis-tema coherente.Si estoes así, se disuelve inclusoel propio supuestoini-cial de un conflicto entrereglas,y la contradicción,quedemuestrasersóloaparente,quedasuperadaen unareformulaciónampliadade la regla.Enel segundosupuesto,si los hechosquehacenal caso son ambiguosy nopermitendecidir si estecaeo no bajounadeterminadaregla, tampocoesimposiblereformularla reglaañadiéndoleespecificacionesque incluyantodas las característicasrelevantesquepermitendescribirlos hechossinambages.

En cualquierade las dosalternativasel supuestocomúnes queel casoparticularpuedeseradecuadamentedefinidopor la regla.Peroestoes ver-daderotodo lo másen el casode las reglasllamadaspor Searle«constitu-tivas»quecreanex novo laactividadmismaqueregulan,perono en el delas «regulativas»,quereglamentanuna actividadquepreexistea ellass~.Así, por ejemplo,las reglasde unjuego comoel ajedrez,enla medidaqueinstituyen,al definirlos,el conjuntode movimientosen los queconsistelaactividaddejugaralajedrez,permitenen teoría ladescripciónconipletayanticipadade todaslas situacionesposiblesde forma tal que todacues-tión quepuedasuscitarsu aplicaciónquedadirimida de antemano.

Ya mencionamosantesla impropiedadde concebirel proceso deentendero significaren un lenguajenaturalcomo si se tratasede operarconun cálculodefinido dereglas.ParaFriedrichWaissman—quecreeIn-terpretarcon su conceptodePorositdtder Begriffe las referenciasde Witt-gensteina los conceptosque, como el del «juego», poseencontornosborrosos51. carecede sentidohablar de unadefinición exhaustivate-niendoencuentaquees precisamenteesatexturaabiertade los conceptosempíricos«la que nos impide verificar de forma concluyentela mayorparte de nuestrosenunciadosempiricos;los términos que aparecenenellossonno-exhaustivos,lo quesignificaqueno podemosprevercomple-tamentetodaslas condicionesposiblesen quehayande usarse,todaslascircunstanciasposiblesen las que el enunciadoresulte verdaderoo fal-so»52. Si fuésemoscapacesde describir situacionesde forma completa,

50. .1. SEARLE: Speechcas(CambridgeU.P. 1969)p. 33-42. La distinciónno es sinembargodisyuntiva:cfr. RAZ. oc, p. 108-111.

51. «Begriffemit verscbwommennenRandern»:WITTOENSTEIN, oc., n. 71.52. WAISSMANN, oc. p. 45.

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sin omitir nada,podríamospresentarunalista exhaustivade todaslas cir-cunstanciasen las queun términova a serusado,de modoque no subsis-tan dudas;es decir, un modelo mentalqueanticipey dirina todacuestiónde uso53.

La texturaabiertade los conceptosempíricosempleadosparadescribirel casoparticular de aplicación de una regla impidenque los enunciadosde experienciaquelos incluyenseanverificablesde forma concluyente,yello por la razónfundamentalde que no existen razonesapriori queex-cluyan la posibilidad de queocurraalgo imprevisto en la formulacióndela regla.Al afirmar la total definibilidad en principio delos términosmo-ralesy la plena aplicabilidad de las reglasmorales.el modelo codicialpostulaun sistemaempírico de moralidad—necesarioen todocasoparapoder interpretarel sistemaformal y hacerde él algo másqueun juegoabstracto—básicamenteestáticoen el quepor hipótesisno puedeaconte-cer nadanuevoni imprevisto.Pero pareceplausibleafirmar queel carác-ter específicode la racionalidadprácticase muestraprecisamenteen lacapacidadde los agentesparahacerfrentea situacionesde perplejidadoconflicto moral, en las queno cabepartir, al modo silogístico,de presu-puestosgeneralesde los quederivanconclusionesespecíficas.Es imposi-ble que «unprocedimientopuramenteanalíticopuedaseren última ins-tanciadecisivopararesolverun problemaético,yaqueesteimplica porsupropianaturalezaenfrentarseconla necesidadde resolvery decidir, y sonjustamentelos elementosnuevos,extrañose imprevistoslos queconfierena la situaciónsu carácterproblemático»~ ParaSchilpp incluso Kant es-taba,en laépocade la Dissertatiode 1770,a puntodetomarconcienciadequeno hay forma de escapara las dificultadesque suscitala oposiciónentrela normay los impulsosno moralesen tanto se sigabuscandola so-lución al problemamoral en términosde normaso reglas,ya que estenoes básicamente«un problemade elecciónentrealternativassimultáneas,sino un procesoconstructivoextendido en el tiempo. Lo que Kant real-mentedesea—aunqueno seaplenamenteconscientede ello— no es unaregla,dogmáticao intuitiva, sino un métodoconstructivo»~.

Nada de esto implica que los factoresqueconfiguranuna situaciónnuevay. portanto,problemática,seanradicaly absolutamenteinasimila-bIesen categoríasprevias.Sólo puedeconcebirsequeunasituacióninédi-ta o un casodifícil planteenun problemamoral si existeun mareocon-ceptualprevio configuradopor la aceptaciónde. y la creenciaen, unosprincipios —no reglas— moralescuya correctainterpretaciónresultapro-blemáticao contradictoria.Cualquierotra alternativasería,literalmente,

53. Id. p. 45.54. P. A. SCHILPP:Kanty preeriticalethics(EvanstonIL, NorthwesternU. P. 1960)

p. 50-2.55. Id. p. 96.

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impensablee inexpresable.Los problemasmoralesse suscitan«cuandolos individuos se hallan perplejosacercade la extensiónprecisade susconceptosmorales»y no es una solución racional creerque estos«hanquedadoadecuadamenteexplicitadosde una vez por todasy que las re-glasde conductaexpresadaspor mediode ellos representanla verdadmo-ral definitiva. Decir quelos términosmoralesposeentexturaabiertasigni-fica quesu rationale no puedeexplicitarsede maneracompletay definiti-va y queinclusounaexplicitacióndadalo es en forma de reglasdetexturaabierta»56

La regla lesbia

Anteriormentese hizo observara propósitode la exactitudy la certezade la decisión moral que Aristóteles fue consciente de que la naturalezamisma del razonamiento práctico hacía inviable la utilización del esque-ma deductivoparacaracterizarel procesode deliberaciónqueconsisteeninterpretarla ley y aplicarlaa los casosparticulares.En el libro V de laEtica Nicomaquca~ desarrollasu teoría de la equidadfrpieikeía3y lo equi-tativo (to epieikés,).Lo justo (díkaion)y lo equitativoson lo mismo y ambosbuenos,pero lo equitativo es mejor porqueno es justo segúnla ley (katánómon), sino como una corrección o mejora (epanórdzoma,)de la justicialegal fromikón). El verbo epanorthóoposee el significado de corregir y rec-tificar mejorando.Así, porejemplo,Platón5~ comparala tareadel legisla-dor con la del pintorquequisieraconservarla bellezade unaimagenher-mosaretocandolo queel tiempohubieraestropeadoen ella: al igual queeste,el legisladorha de seguiratendiendoa sus leyes«haciendoretoquesfrpanonhouÑparaquenuncase vuelvapeorsinomejorconstantementeelrégimeny la ordenaciónde la ciudad fundadapor él». La posibilidaddemejorarla justicia legal es consecuenciadel hechode quetodaley es uni-versal,perahaycosas que no pueden tratarse correctamente deforma uní-versal —o como traduceRoss:«acercade ciertascosasno es posiblefor-mular un enunciado universal que sea correcto» ~. En estoscasosla leytoma en consideraciónlo máshabitual(té hasepí u> pléon, ut in plur¡busjaunque no ignora la posibilidad de errar: «pero no por eso es menos recta,porqueel yerro no estáen la ley ni en el legislador.sino en la naturaleza

56. BRENNAN, oc p. 130. Tambiénlas reglaslegalesposeentexturaabierta:dr.H. l-IART: The conceptof law (Oxford. Clarendon.1975) p. 121-32.

57. En 1137a31-1138a4.58. Leyes769. Versión de J. Pabón y M. Fernández-Galiano (Madrid. Instituto de

Estudios Políticos. 1969>.59. Pie NicomacheanEthicsof Aristotie (Londres. Oxford LP. 1975) ad loc.

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de la cosa, puesto que tal es desde luego la indole de las cosas prác-ticas» 6(1

La tareade la epiqueyaconsiste,literalmente,en legislarparael casosingularqueno quedacubiertopor la ley universal. Lo equitativo no essuperiora la justiciaabsoluta,perosi esmejorqueel error quese producepor el hechomismode la formulaciónuniversal de la ley: «sobrealgunascosases imposibleestableceruna ley, de modo quehaynecesidadde undecreto»~1. El término empleadoes psefisma,que proviene de pséfis, lapiedrecilla —calculus—queservía paracontarlos votos en la asamblea.Psefízo significa decidir mediante el voto, es decir, dirimir una cuestióndebatidamedianteun procedimientoad hoc, introduciendopor así deciruna «razónsingular» cuandola «razónuniversal»queofrece la ley nOcubreel casoparticular.Así, pues,«tratándosede lo indefinido,la reglaestambiénindefinida,comola reglade plomo de los arquitectoslesbios,quese adapta a la térma de la piedra y no es rígida, y como los decretos que scadaptan a los casos» 62~

En un artículo de 1955titulado precisamente«La reglalesbia»63 JohnLucas desarrollélas virtualidadeslógicas del molíbdinoskanón de los les-bios paraexplicar la [unción de las «razonessingulares»en las humani-dadesen generaly en el discurso moral en particular. El problemaqueplanteanlas cienciassocialesno tiene cabidaen las cienciasnaturalespueséstas últimas, o bien no se ocupan de casos individuales, o, si tienenque ver con ellos, se trata simplementede individuos cualitativamenteidénticosy sólo numéricamentediversos.La cuestiónno es ajenaa las di-ficultadesimplícitas inclusoen nocionesmatemáticascomo la «direcciónde unacurvaen un punto»,debidasa «la incompatibilidadentrela gene-ralidad o universalidadde la idea de direccióny el caracterúnico de unpunto particular»M y quejustifican la convenciónde analizarlas curvascomo si en realidad fuesenrectas,o los círculos como si fuesenmiriágo-nos,etc.65 Perosi la naturalezaespecíficadel razonamientomoral sema-

60. EN 1 137b15-19.Versiónde i Manas(Madrid. Instituto de Estudios Políticos.1970).

61. EN 1137b29.62. EN 1137b29-33.63. .1. LUCAS: 77w lesbian rule «Pliilosophy»30(1955)195-213.64. Id. p. 197.65. Id, ibid Para Lucas,pues. unasvecesadoptamos«una especiede atomismo

geométricocomoel ya mencionado;otras,desesperamosdel métodogeométricoaun-queno de la materiaa la que seaplicay creemosquelas curvastienenrealmenteunadirección, peroparadeterminaríano vale el tosco instrumentalde reglasy compases.sino que necesitamos más bien «unavistaejercitaday un tactodelicado».Lascurvas.ciertamente, poseen direcciones en susdiversospuntos, pero «llegamos a conocerlas»—parodiendoa Hl ME. ¿sc, p. 170— «no por unacadenade razonamientos,sino por

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nifiestaparadigmáticamenteen ladeliberaciónen torno a las razonesquejustificanla decisiónen unacircunstanciasingular,una teoríadela morali-dad que no incluya una justificaciónteóricade esetipo de razonamientose limita a tomar la parte por el todo de la moralidad.

La concienciade estaspeculiaridadesdel procesode deliberaciónmo-ral esantiguaen la historia de la ética,y Lucasobservaquees ella laquedeterminael frecuenterecursode Platón y Aristóteles al modelo de latécline, la asimilacióndel discursomoral y político al arte de curar o degobernar,considerándolomása la manerade —por emplearlos términosde Ryle66— un «sabercómo» inarticulado que al modo de un «saberque»articulado.Así entendida,la «pericia»moral no eraalgo susceptiblede transmitirsede forma meramenteverbalsino quese adquiríagraciasala educación,el trato y la experiencia.Una consecuenciainevitableera larestricciónde la capacidadde deliberar y juzgar en los asuntosmorales.pero sobretodo políticos, a «una aristocraciadel espíritu compuestaporaquellosque,graciasa un instituto heredadoo a unasensibilidadnatural,a unaeducaciónespecial,a unaautorizacióndivina o a una perspicaciametafísica»67 estabancalificadosparaello.

El argumentode Lucasse desarrollaen el marco de unacrítica a laaplicacióna las cienciassocialesy humanasdel paradigmahempelianode las cienciasnaturales,parael cual las únicasdiferenciasentreaquellasson de grado68 El usode términoscomo«verdadero»,«correcto».«váli-do», «causa»o «consecuencia»en unateoría científica implica que losenunciadosquelos contieneno a los que se aplican son susceptiblesdepruebaconcluyente,y sólo puedenemplearselegítimamentesi se disponede un procedimientode decisióno de experimentacióncientífica, de unanálisisde tablasde verdado de unacadenade pasosdeductivosindiscu-tibles. De forma análoga,los términosmoralessólo podránemplearseco-rrectamentesi existeun reglamento,decálogoo código por cuyo medio

medio de un sentimientoinmediatoy un sentidomásrefinado».Por las razonesquedesarrollaen su articuloLucascreeestaren condicionesde defenderque «el espril definessees,despuésde todo,geométrico»(p. 210).sin queello implique aceptarningunaforma de intuicionismoni abandonarseal escepticismo»(p. 198).

66. G. RYLE: Theconceptofmmd(Harmondsworth.Penguin.1976)cap.2. Haytra-ducción española:El conceptode lo mental(Barcelona.Paidós).

67. LUCAS. oc. p. 196.68. No es meracasualidadqueLucasincorporaseel desarrollode estacríticaen el

contexto másamplio de su muy sugerentediscusónde Thefreedomofihewifl (Oxford.Clarendon. 1970) cap. 9. Obra quese inserta en la extensísima polémica suscitada porla publicación de su articulo Minds, machinesand Godel«Philosophy» 36(1961)112-127que dio pie a varias decenasde artículosy, másde un cuartode siglo después,aún si-gue viva: cfr. D. HOFSTADTER,oc., p. 388-90; 471-77; 577-8; D. DENNETT: Elbowroom. Pievarietiesoffreewill worth wanting (Oxford. Clarendon. 1984) cap. 2; J. M. VE-GAS MOLLA: Determinismoy libertad «Diálogo Filosófico» 12 (1988) 341-3.

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pueda establecerse su corrección de forma concluyente 69 En esteesque-ma conceptual nuestra incapacidad para articular precisa y exhaustiva-mente nuestros principios morales sería achacable, pues, tan sólo a nues-tra insinceridad o a nuestra incompetencia.

Pero este es precisamente el supuestodel modelo de las reglas.Su pri-meraconsecuenciaes desfigurarla naturalezade ladeliberaciónqueper-mite al agente moral —opara el caso al juez— alcanzar una decisión ra-zonable y justa. Si se imagina que ambosse guían nada más por reglasque se aplican o no de forma exhaustivamente disyuntiva al caso particu-lar, se desconoce que las decisiones, tanto morales como judiciales, no tie-nen porqué ser, o bien justificables de forma concluyente, o bien comple-tamente injustificadas.Las decisionespuedenser razonablesy justassinque haya necesidad de suponer que las razones han de ser concluyentes almargen de cualquier interpretación o decisión personal. Al criticar la afir-mación socrática de que las virtudes son razones, Aristóteles sostiene queno lo son meramente, sino que van acompañadas de razón. De manerasemejante la decisión moral puede no ser katá tón orthón lógon y sin em-bargo seguir siendo metá tau art/tau lógau»7Q Más aún, del hecho de quelos argumentos en favor de una decisión moral o incluso judicial no pue-dan ser concluyentemente demostrados no se siguequeno puedanserra-cionalmente impugnados; de que no sea posible demostrar que un juiciomoral singular es correcto no se sigue que no se pueda demostrar que nolo es; el que no sea verificable no implica que no sea falsable.

Por supuesto, siempre cabe la posibilidad de sostener que los jueces ylos agentes morales no actúan, de hecho, racionalmente aunque crean ha-cerlo, cuando llegan a conclusiones o adoptan decisiones que no puedenser probadas, demostradas o verificadas de forma concluyente. Los casosclaros de aplicación de la regla serian los verdaderamente paradigmáticosde la racionalidad práctica, mientras que en los casos dudosos o difícilesla decisión judicial o moral quedaría a la decisión literalmente arbitrariadel sujeto. fuera del paradigma de la racionalidad práctica, y sólo expresa-ría —más bien cabría decir que a su travésse expresarían—susinclina-clonespsicológicas.suscondicionamientossociales,etc. El interés teóricoen estos casos se desplazaría de la justificación racional a la explicacióncausal.

Si las cosas son así entonces forzosamente habría de existir «una dis-tinción clara y tajante entre los casos claros y los dudosos, porque la dis-tinción entre lo racional y lo irracional, entre lo que es capaz de determi-nación lógica y lo que no lo es, es clara y tajante, en términos de blanco y

69. LUCAS, The lesbianrule, p. 200.70. EN 1 144b26-27. Lucas traduce«not accordingto the right míe, buí still witb

right reason»,oc p. 200.

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negro». Pero si existiesetal distinción, los casosclaros podríandecidirsede forma automática, y los dudosos «sustituyendo el capricho psicológicode los jueces por la evidente imparcialidad de una moneda» 71 Y aún asísubsistiría el problema, por la necesidad de asignar pesos a las distintasprobabilidades según el grado en que los casos dudosos pudieran ser sub-sumidos bajo la regla. Pero lo que de hecho existe es una gradación conti-nua entre los casos extremos que caen o no caen de forma evidente bajoella.

Atenerse a principios

Lo que resulta mássugerente de la argumentación de Lucas es su pro-puesta de dos esquemas de argumentación dialéctica que permiten captarlas diferencias entre dos formas muy distintas de concebir la naturalezade la decisión moral.

En el primero de ellos el supuesto del que se parte es, en sustancia, el dela posibilidad de subsumir en un principio universal, por medio de todaslas reformulaciones y especificaciones que sean necesarias, el juicio sin-gular formulado en la situación concreta. Este es el supuesto ya conocidodel modelo de las reglas, cuya consecuencia es la búsqueda de un imposi-ble rigor en las reglas morales 72 Pero el factor Msepító po/ti no puede cli-minarse del razonamiento moral ni legal, por mucho que la exigencia deconsistencia del modelo nos impela a formular cada vez con mayor deta-lle las reglas, incorporando las excepciones pertinentes. Al reformular laregla para incluir la excepción, esta deja de serlo para forma parte de unanueva formulación, más exacta, de la regla, la cual «se convierte así, enrealidad, en una premisa mayor de la que es posible deducir todas lasconclusiones, y sólo las conclusiones, que se deseaquejustifique» ~ Peroel procesode reformulaciónpuedeproseguirseindefinidamentesin llegarjamás a la descripción exhaustiva del caso particular Un mapa de tama-ño naturalya no es un mapa,sino el territorio mismo.

Wittgensteinya advertíaquelas palabras«coincidencia»y «regla»es-tán emparentadasy son primas. Si aprendoa usaruna,por ello mismoaprendoa usarla otra74; la aplicaciónde la palabra«regla»está entrela-

71. LUCAS, oc. p. 201.72. Id. p. 205.73. Id., ibid La referenciaes a It lIARE: The languageof morals (Oxford. Claren-

don. 1952) quien intentaevitarque setilde de laxos(loosó alos principiosmorales:«elquesehaganexcepcionesno essignodelaxitud esencialalguna,sino de nuestrodeseodehacerloslo másrigurososquepodamos...Una vezquela excepciónse ha hechoex-plícita y se ha incorporadoen la formulacióndel principio, esteno es más laxo queantes,sino másaiustado»(p. 52-3).

74. Oc. nY 224.

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zadaconla de la palabra«igual» ~ Porestarazónel segundoesquemaderazonamientoparte del supuestode queobrar con arreglo a principiosimplica actuarde forma similar en las circunstanciasqueseansuficiente-mentesimilares.Pero al no especificarsede antemanolos criterios de se-mejanza.si el sujetoproponetratarde forma diferenteun casoqueapare-ceprima facesomo similar, lo único que se requiere para preservar la co-herenciade susprincipios moraleses queestéen condicionesdejustificarqueel casoen cuestiónes diferenteen un sentidorelevante.Son las dis-crepancias y las discriminaciones las que han de ser justificadas y la cargade la pruebarecae sobrequien las alega76,

Ahorabien,en las decisionesmoralesimporta tanto la consistenciaenla aplicaciónde los principios —quees un criterio formal— comoel con-tenido materialde estos.El segundoesquemade razonamientopende,portanto, de los criterios materialesde relevanciay de semejanzaya que. silográsemos ponernos de acuerdo en un criterio de semejanza. sería posi-ble dirimir las disputasmoralespor mediosformales.Pero el problema.paraLucas,esprecisamenteque«no disponemosni de cirteriosrígidosderelevancia, ni de método alguno para fundir los distintos tipos de diferen-cia a unaescalaúnica»~. La cuestiónestriba,por tanto,en la posibilidadde precisarun conceptooperativode «gradode semejanza»quepermitaafirmar que, por muy restrictivos que seanlos criterios según los cualespuede considerarse que una decisión es semejante a otra decisión dada. sien algunasituacióndeterminadase adoptaunadecisiónquesegúndichoscriterios no es semejante,entoncesexisteunaclaseabiertade situacionesde la queestasituaciónno es miembroy la situaciónoriginal silo es. O.hablandoen términosde cualidades,si lasdecisionestomadasde acuerdocon algún criterio son diferentes,entoncesexisteunacualidaddiferencialque una de las situacionesposeey la otra no. Es decir, que se trata de si-tuacionesdiferentes.Y estees el punto quetrata de ponerde manifiestoelsegundoesquemade Lucas: si la decisiónes diferente,la consistenciaexi-ge tan sólo queseaposiblemostrarquela situaciónen la quese haadop-tado es razonablementedistinta.

Es posibleconsiderarque la propuestade Lucasponea nuestradispo-sición«unaglosa muy válida del principio de universalizabiidad,ayudán-donosa percibir con másclaridad lo que implica decir quedebemosjuz-gar de forma semejantelos casossemejantes»~ aunqueno nos propor-cione. ni haya sido su propósitohacerlo,un método de identificación de

75. Id. n.0 225.76. Para un razonamientoanálogoa propósitode quienesquierenrestringir la

aplicaciónuniversalde un derecho,cfi-. 5. BENN y R. PETERS:Socialprinciplesandthedemocratic«tate (Londres.Alíen & Unwin. 1969)p. 99.

77. LUCAS, oc. p. 211.78. BRENNAN. oc. p. 99.

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las clasesabiertasantesmencionadas.La búsquedade estecriterio no hade perderde vista que,aunquelos conceptosmoralesque intervienenenel juicio moralposeentexturaabiertay no sonsusceptiblesdeverificaciónen el sentidodisyuntivoquecaracterizala aplicacióndeunareglapropia-mentedicha.«el elementoimponderabledejuicio personalqueentraenla decisiónfinal es,a todoslos efectos, unjuicio y no unaopción (choice),pretendeserunaapreciaciónde la evidenciay no el productode lavolun-tad irrestricta»~

De lo que se trata, en definitiva, es de entenderla naturalezadel ele-mentoracionalpresenteen el juicio prácticosingular,ya sea legal o mo-ral. El criterio deconsistencia,aunsiendofonnal.es un indicadorinduda-ble deracionalidad.Perosi la versiónquede este se adoptaes el queofre-ce. incluso en susversionesmáselaboradas,el modelo codicial o de re-glas. es esta misma racionalidadla que se evapora.al representarsedeforma falseadalo que implica la contracciónde un principio universalauna circunstanciasingular. Por esta razón resulta preferible hablar deprincipios y no dereglas.No porqueunatransmutaciónmeramenteseman-tica obre milagros, sino porque el conceptode regla, y el de código comosistemade estas,que manejael modelo codicial que estamoscriticandoexcluye del juicio moral dimensionesqueno puedenelinrinarsesin igno-rar lo que este tienede específicamenteracional.

En su propiacrítica al modelode las reglas. Dworkin no deja lugaradudas sobre el hecho de que los principios, por el contrario, poseen di-mensiones de las que carecen las reglas y funcionan de manera muy dife-rentea estas.Así, por ejemplo,de la formulacióndeun principio no sesi-guen«consecuencias legales de forma automática cuando se dan las con-diciones requeridas»ni estánsujetosa excepcionesen el sentidoen el quelas reglaslo están, precisamente «porque no podemos esperar recoger to-dos los ejemplos de casos en los que no se aplica en la forma de un enun-ciado más extenso del principio; no sería posible, ni siquiera en teoría,enumerartales ejemplos»~ Por otra parte,en el propósitode los princi-pios tampoco entra el «establecer las condiciones que hacen su aplicaciónnecesaria;másbienenuncianunarazónqueapuntaen unadirección,pe-ro queno requierede forma necesariaunaparticular decisión...porquepuede haber principios que apunten en otra dirección». Los principios,además,poseenotra dimensióna la quelas reglasson ajenas:la dimen-sión de peso o importancia. De modo que «cuando alguien ha de dirimirun conflicto entreprincipios ha de teneren consideraciónel pesorelativode estos»81~ Por definición estono puedeocurrir conlas reglasde un có-digo, puessi dosde ellasentranen conflicto una deellasno puedeseruna

79. id p. 110.80. DWORKIN, oc. p. 25.81. Id. p. 26.

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155La decisiónmoraL principios universale&..

regla52 y la decisiónacercade cuál lo es y cuál ha de serabandonadaoreformulada«tiene que adoptarseapelandoa consideracionesque tras-ciendena las propiasreglas»83•

Pensarsobrela moralidaden términosdereglasy códigosimplica des-conocerquela deliberaciónmoral consistemásbien en «ofrecerrazonesen favor o en contrade la moralidadde cierta línea de conductaqueenapelar a reglas fijadas de antemanopor una decisión social o indivi-dual» ~. Los principios moralespuedenser concebidoscomo expresiónaproximadade creencias,conviccioneso nocionesmorales—términosto-dos ellos que remitena un contenidocognitivo y por lo tanto racional.Sostenerestos principios, decidir conformea ellos y actuarde acuerdocon ellos no ha deconcebirsecomo un asuntode «reconocero aceptarunsistemade reglas.sino másbien de reconocerun conjuntoo variedadderazonesparajuzgar y, cuandoes oportuno,decir o hacer»85

La hipótesisqueha guiadolos análisisprecedenteses queel modelode racionalidadprácticaquese adopteno es indiferente a la hora de ex-plicar y justificar porquéla dignidaddel hombrese fundamentaen su li-bertadpersonal;y cómo ésta,a su vez, es inconcebiblesin la autonomíadel agentemoral,la cual implica deliberación,responsabilidady riesgodeerror. El modelode las reglasy los códigosprometeunamaximizacióndeaciertosen las decisionesgraciasa la drásticareducciónde los motivosdeincertidumbre.El precioteórico—al menos,también teórico—es la huidade la libertad.

82. Harécita la inscripciónqueun párrocohabíacolocadoenla puertade su igle-sia: «si tienesun conflicto dedeberes,unodeellosno es tu deber»:Moral thinking p. 26.

83. DWORKIN. oc p. 27.84. Id, p. 72.85. WARNOCK oc p. 70.