La Cultura Popular en La Edad Media y en El Renacimiento El Contexto de Francois Rabelais - Mijail...

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La Cultura Popular en La Edad Media y en El Renacimiento El Contexto de Francois Rabelais - Mijail Bajtín

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    MIJAIL BAJTIN LACULTURAPOPULARENLAEDADMEDIAYENELRENACIMIENTO

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    Esta obra ha sido publicada en ruso por Editorial Literatura, de Mosc. Primera edicin en Alianza Universidad: 1987 Primera edicin en Ensayo: 1998 Tercera reimpresin: 2003 Ed. cast.: Alianza Editonal, S. A./Madrid, 1987, 1988, 1989, 1990. 1995, 1998, 1999, 2002,2003 Calle Juan Ignacio Luca de Tena. 15: 28027 Madrid; telf. 91 393 88 88 www.alianzaeditoriai.es ISBN: 84-206-7907-0 Depsito legal: M. 16.684-2003 Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Polgono Igarsa Paracuellos de Jarama (Madrid) Printed in Spain 3

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    IntroduccinPLANTEAMIENTODELPROBLEMA

    En nuestro pas, Rabelais es el menos popular, el menos estudiado, el menos comprendido y estimado de los grandes escritores de la literatura mundial.

    No obstante, Rabelais est considerado como uno de los autores europeos ms importantes. Blinsky1 lo ha calificado de genio, de Voltaire del siglo XVI, y estima su obra como una de las ms valiosas de los siglos pasados. Los especialistas europeos acostumbran a colocarla por la fuerza de sus ideas, de su arte y por su importancia histrica inmediatamente despus de Shakespeare, e incluso llegan a ubicarlo a la par del ingls. Los romnticos franceses, sobre todo Chateaubriand y Hugo, lo tenan por uno de los genios ms eminentes de la humanidad de todos los tiempos y pueblos. Se le ha considerado, y se le considera an, no slo como un escritor de primer orden, sino tambin como un sabio y un profeta. He aqu un juicio significativo de Michelet: Rabelais ha recogido directamente la sabidura de la corriente popular de los antiguos dialectos, refranes, proverbios y farsas estudiantiles, de la boca de la 1

    BlinskyVissarion(18111848),lderdelacrticaylafilosofarusadevanguardia

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    gentecomnylosbufones.

    Y a travs de esos delirios, aparece con toda su grandeza el genio del siglo y su fuerza proftica. Donde no logra descubrir, acierta a entrever, anunciar y dirigir. Bajo cada hoja de la floresta de los sueos se ven frutos que recoger el porvenir. Este libro es una rama de oro. 2

    Es evidente que los juicios y apreciaciones de este tipo son muy relativos. No pretendemos decidir si es justo colocar a Rabelais a la par de Shakespeare o por encima o debajo de Cervantes, etc. Por lo dems, el lugar histrico que ocupa entre los creadores de la nueva literatura europea est indiscutiblemente al lado de Dante, Boccacio, Shakespeare y Cervantes. Rabelais ha influido poderosamente no slo en los destinos de la literatura y la lengua literaria francesa, sino tambin en la literatura mundial (probablemente con tanta intensidad como Cervantes). Es tambin indudable que fue el ms democrtico de los modernos maestros literarios. Para nosotros, sin embargo, su cualidad principal es la de estar ms profundamente ligado que los dems a las fuentes populares (las que cita Michelet son exactas, sin duda, pero distan mucho de ser exhaustivas); el conjunto de estas fuentes determinaron su sistema de imgenes tanto como su concepcin artstica.

    Y es precisamente ese peculiar carcter popular y, podramos decir, radical de las imgenes de Rabelais lo que explica que su porvenir sea tan excepcionalmente rico, como correctamente seala Michelet. Es tambin este carcter popular el que explica el aspecto no literario de Rabelais, quiero decir su resistencia a ajustarse a los cnones y reglas del arte literario vigentes desde el siglo XVI hasta nuestros das, independientemente de las variaciones que sufriera su contenido. Rabelais ha rechazado estos moldes mucho ms categricamente que Shakespeare o Cervantes, quienes se limitaron a evitar los cnones clsicos ms o menos estrechos de su poca. Las imgenes de Rabelais se distinguen por una especie de carcter no oficial, indestructible y categrico, de tal modo que no hay dogmatismo, autoridad ni formalidad unilateral que pueda armonizar con las imgenes rabelesianas, decididamente hostiles a toda perfeccin definitiva, a toda estabilidad, a toda formalidad limitada, a toda operacin y decisin circunscritas al dominio del pensamiento y la concepcin del mundo.

  • De ah la soledad tan especial de Rabelais en el curso de los siglos siguientes: es imposible llegar a l a travs de los caminos trillados que la creacin artstica y el pensamiento ideolgico de la Europa burguesa, siguieron a lo largo de los ltimos cuatro siglos. Y si bien es cierto que en ese tiempo encontramos numerosos admiradores entusiastas de Rabelais, es imposible, en cambio, hallar 2

    Michelet:HistoriadeFrancia,Flammarion,t.IX,pg.466.SerefierealaramadeoroprofticaqueSibilaentregaEneas.Enlascitas,lossubrayadossondelautor.

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    una comprensin total, claramente formulada, de su obra. Los romnticos, que redescubrieron a Rabelais, como a Shakespeare

    y a Cervantes, no supieron encontrar su centro y no pasaron por eso de una maravillada sorpresa. Muchos son los comentaristas que Rabelais ha rechazado y rechaza an; a la mayora por falta de comprensin. La:imgenes rabelesianas incluso ahora siguen siendo en gran medida enigmticas.

    El nico medio de descifrar esos enigmas, es emprender un estudio en profundidad de sus fuentes populares. Si Rabelais se nos presenta como un solitario, sin afinidades con otros grandes escritores de los cuatro ltimos siglos, podemos en cambio afirmar que, frente al rico acervo actualizado de la literatura popular, son precisamente esos cuatro siglos de evolucin literaria los que se nos presentan aislados y exentos de afinidades mientras las imgenes rabelesianas estn perfectamente ubicadas dentro de la evolucin milenaria de la cultura popular.

    Si Rabelais es el ms difcil de los autores clsicos, es porque exige, pata ser comprendido, la reformulacin radical de todas las concepciones artsticas e ideolgicas, la capacidad de rechazar muchas exigencias del gusto literario hondamente arraigadas, la revisin de una multitud de nociones y, sobre todo, una investigacin profunda de los dominios de la literatura cmica popular que ha sido tan poco y tan superficialmente explorada.

    Ciertamente, Rabelais es difcil. Pero, en recompensa, su obra, descifrada convenientemente, permite iluminar la cultura cmica popular de varios milenios, de la que Rabelais fue el eminente portavoz en la literatura. Sin lugar a dudas, su novela puede ser la clave que nos permita penetrar en los esplndidos santuarios de la obra cmica popular que han permanecido incomprendidos e inexplorados. Pero antes de entrar en ellos, es fundamental conocer esta clave.

    La presente introduccin se propone plantear los problemas de la cultura cmica popular de la Edad Media y el Renacimiento, discernir sus

    dimensiones y definir previamente sus rasgos originales. Como hemos dicho, la risa popular y sus formas, constituyen el campo menos

    estudiados de la creacin popular. La concepcin estrecha del carcter popular y del folklore nacida en la poca pre- romntica y rematada

  • esencialmente por Herder y los romnticos, excluye casi por completo la cultura especfica de la plaza pblica y tambin el humor popular en toda

    la riqueza de sus manifestaciones. Ni siquiera posteriormente los especialistas del folklore y la historia literaria han considerado el humor del pueblo en la plaza pblica como un objeto digno de estudio desde el

    punto de vista cultural, histrico, folklrico o literario. Entre las numerosas investigaciones cientficas consagradas a los ritos, los mitos y las obras

    populares, lricas y picas, la risa no ocupa sino un lugar modesto. Incluso en esas condiciones, la naturaleza especfica de la risa popular aparece

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    totalmente deformada porque se le aplican ideas y nociones que le son ajenas pues pertenecen verdaderamente al dominio de la cultura y la esttica burguesa contemporneas. Esto nos permite afirmar, sin exageracin, que la profunda originalidad de la antigua cultura cmica popular no nos ha sido revelada.

    Sin embargo, su amplitud e importancia eran considerables en la Edad Media y en el Renacimiento. El mundo infinito de las formas y manifestaciones de la risa se opona a la cultura oficial, al tono serio, religioso y feudal de la poca. Dentro de su diversidad, estas formas y manifestaciones las fiestas pblicas carnavalescas, los ritos y cultos cmicos, los bufones y bobos, gigantes, enanos y monstruos, payasos de diversos estilos y categoras, la literatura pardica, vasta y multiforme, etc., poseen una unidad de estilo y constituyen partes y zonas nicas e indivisibles de la cultura cmica popular, principalmente de la cultura carnavalesca.

    Las mltiples manifestaciones de esta cultura pueden subdividirse en tres grandes categoras:

    1) Formas y rituales del espectculo (festejos carnavalescos, obras cmicas representadas en las plazas pblicas, etc.);

    2) Obras cmicas verbales (incluso las parodias) de diversa naturaleza: orales y escritas, en latn o en lengua vulgar;

    3)Diversasformasytiposdelvocabulariofamiliarygrosero(insultos,juramentos,lemaspopulares,etc.).

    Estas tres categoras, que reflejan en su heterogeneidad un mismo aspecto cmico del mundo, estn estrechamente interrelacionadas y se combinan entre s. Vamos a definir previamente cada una de las tres formas. Los festejos del carnaval, con todos los actos y ritos cmicos que contienen, ocupaban un

    lugar muy importante en la vida del hombre medieval. Adems de los carnavales propiamente dichos, que iban acompaados de actos y

    procesiones complicadas que llenaban las plazas y las calles durante das enteros, se celebraban tambin la fiesta de los bobos (festa stultorum) y la fiesta del asno; exista tambin una risa pascual (risus paschalis) muy singular y libre, consagrada por la tradicin. Adems, casi todas las

    fiestas religiosas posean un aspecto cmico popular y pblico, consagrado

  • tambin por la tradicin. Es el caso, por ejemplo, de las fiestas del templo, que eran seguidas habitualmente por ferias y por un rico cortejo de regocijos populares (durante los cuales se exhiban gigantes, enanos, monstruos, bestias sabias, etc.). La representacin de los misterios aconteca en un ambiente de carnaval. Lo mismo ocurra con las fiestas

    agrcolas, como la vendimia, que se celebraban asimismo en las ciudades. La risa acompaaba tambin las ceremonias y los ritos civiles de la vida

    cotidiana: as, los bufones y los tontos asistan siempre a las funciones del ceremonial serio, parodiando sus actos (proclamacin de los nombres de los vencedores de los torneos, ceremonias de entrega del derecho de

    vasallaje, de los nuevos 7

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    caballeros armados, etc.). Ninguna fiesta se desarrollaba sin la intervencin de los elementos de una organizacin cmica; as, para el desarrollo de una fiesta, la eleccin de reinas y reyes de la risa.

    Estas formas rituales y de espectculo organizadas a la manera cmica y consagradas por la tradicin, se haban difundido en todos los pases europeos, pero en los pases latinos, especialmente en Francia, destacaban por su riqueza y complejidad particulares. Al analizar el sistema rabelesiano de imgenes dedicaremos un examen ms completo y detallado a las mismas.

    Todos estos ritos y espectculos organizados a la manera cmica, presentaban una diferencia notable, una diferencia de principio, podramos decir, con las formas del culto y las ceremonias oficiales serias de la Iglesia o del Estado feudal. Ofrecan una visin del mundo, del bombre y de las relaciones humanas totalmente diferente, deliberadamente no-oficial, exterior a la Iglesia y al Estado; parecan haber construido, al lado del mundo oficial, un segundo mundo y una segunda vida a la que los hombres de la Edad Meda pertenecan en una proporcin mayor o menor y en la que vivan en fechas determinadas. Esto creaba una especie de dualidad del mundo, y creemos que sin tomar esto en consideracin no se podra comprender ni la conciencia cultural de la Edad Media ni la civilizacin renacentista. La ignorancia o la subestimacin de la risa popular en la Edad Media deforma tambin el cuadro evolutivo histrico de la cultura europea en los siglos siguientes.

    La dualidad en la percepcin del mundo y la vida humana ya existan en el estadio anterior de la civilizacin primitiva. En el folklore de los pueblos primitivos se encuentra, paralelamente a los cultos serios (por su organizacin y su tono) la existencia de cultos cmicos, que convertan a las divinidades en objetos de burla y blasfemia (risa ritual); paralelamente a los mitos serios, mitos cmicos e injuriosos; paralelamente a los hroes, sus sosias pardicos. Hace muy poco que los especialistas del folklore comienzan a interesarse en los ritos y mitos cmicos.3

    Pero en las etapas primitivas, dentro de un rgimen social que no conoca todava ni las clases ni el Estado, los aspectos serios y cmicos de la divinidad, del mundo y del hombre eran, segn todos los indicios, igualmente sagrados e igualmente, podramos decir, oficiales. Este

  • rasgo persiste a veces en algunos ritos de pocas posteriores. As, por ejemplo, en la Roma antigua, durante la ceremonia del triunfo, se celebraba y se escarneca al vencedor en igual proporcin; del mismo modo, durante los funerales se lloraba (o celebraba) y se ridiculizaba al difunto. Pero cuando se establece el rgimen de clases y de Estado, se hace imposible otorgar a ambos aspectos derechos iguales, de modo que las formas cmicas algunas ms temprano, otras ms tarde, adquieren un carcter no 3

    VanselosinteresantsimosanlisisdelossosiascmicosylasreflexionesquestossuscitanenlaobradeE.Meletinski,Elorigendelaepopeyaheroica,Mosc,1963(enruso).

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    oficial, su sentido se modifica, se complica y se profundiza, para transformarse finalmente en las formas fundamentales de expresin de la cosmovisin y la cultura populares.

    Es el caso de los regocijos carnavalescos de la Antigedad, sobre todo las saturnales romanas, as como de los carnavales de la Edad Media, que estn evidentemente muy alejados de la risa ritual que conoca la comunidad primitiva.

    Cules son los rasgos tpicos de las formas rituales y de los espectculos cmicos de la Edad Media, y, ante todo, cul es su naturaleza, es decir su modo de existencia?

    No se trata por supuesto de ritos religiosos, como en el gnero de la liturgia cristiana, a la que estn relacionados por antiguos lazos genricos, El principio cmico que preside los ritos carnavalescos los exime completamente de todo dogmatismo religioso o eclesistico, del misticismo, de la piedad, y estn por lo dems desprovistos de carcter mgico o encantatorio (no piden ni exigen nada). Ms an, ciertas formas carnavalescas son una verdadera parodia del culto religioso. Todas estas formas son decididamente exteriores a la Iglesia y a la religin. Pertenecen a una esfeta particular de la vida cotidiana.

    Por su carcter concreto y sensible y en razn de un poderoso elemento de juego, se relacionan preferentemente con las formas artsticas y animadas de imgenes, es decir con las formas del espectculo teatral. Y es verdad que las formas del espectculo teatral de la Edad Media se asemejan en lo esencial a los carnavales populares, de los que forman parte en cierta medida. Sin embargo, el ncleo de esta cultura, es decir el carnaval, no es tampoco la forma puramente artstica del espectculo teatral, y, en general, no pertenece al dominio del arte. Est situado en las fronteras entre el arte y la vida. En realidad es la vida misma, presentada con los elementos caractersticos del juego.

    De hecho, el carnaval ignora toda distincin entre actores y espectadores. Tambin ignora la escena, incluso en su forma embrionaria. Ya que una escena destruira el carnaval (e inversamente, la destruccin del escenario destruira el espectculo teatral). Los espectadores no asisten al carnaval, sino que lo viven, ya que el carnaval est hecho para todo el pueblo. Durante el carnaval no hay otra vida que la del carnaval. Es

  • imposible escapar, porque el carnaval no tiene ninguna frontera espacial. En el curso de la fiesta slo puede vivirse de acuerdo a sus leyes, es decir de acuerdo a las leyes de la libertad. El carnaval posee un carcter universal, es un estado peculiar del mundo: su renacimiento y su renovacin en los que cada individuo participa. Esta es la esencia misma del carnaval, y los que intervienen en el regocijo lo experimentan vivamente.

    La idea del carnaval ha sido observada y se ha manifestado de forma muy sensible en las saturnales romanas, que eran 9

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    experimentadas como un retorno efectivo y completo (aunque provisorio) al pas de la edad de oro. Las tradiciones de las saturnales sobrevivieron en el carnaval de la Edad Media, que represent, con ms plenitud y pureza que otras fiestas de la misma poca, la idea de la renovacin universal. Los dems regocijos de tipo carnavalesco eran limitados y encarnaban la idea del carnaval en una forma menos plena y menos pura; sin embargo, la idea subsista y se la conceba como una huida provisional de los moldes de la vida ordinaria (es decir, oficial).

    En este sentido el carnaval no era una forma artstica de espectculo teatral, sino ms bien una forma concreta de la vida misma, que no era simplemente representada sobre un escenario, sino vivida en la duracin del carnaval. Esto puede expresarse de la siguiente manera: durante el carnaval es la vida misma la que juega e interpreta (sin escenario, sin tablado, sin actores, sin espectadores, es decir sin los atributos especficos de todo espectculo teatral) su propio renacimiento y renovacin sobre la base de mejores principios. Aqu la forma efectiva de la vida es al mismo tiempo su forma ideal resucitada.

    Los bufones y payasos son los personajes caractersticos de la cultura cmica de la Edad Media. En cierto modo, los vehculos permanentes y

    consagrados del principio carnavalesco en la vida cotidiana (aquella que se desarrollaba fuera del carnaval). Los bufones y payasos, como por ejemplo

    el payaso Triboulet, que actuaba en la corte de Francisco I (y que figura tambin en la novela de Rabelais), no eran actores que desempeaban su

    papel sobre el escenario (a semejanza de los cmicos que luego interpretaran Arlequn, Hans Wurst, etc.). Por el contrario, ellos seguan siendo bufones y payasos en todas las circunstancias de su vida. Como

    tales, encarnaban una forma especial de la vida, a la vez real e ideal. Se situaban en la frontera entre la vida y el arte (en una esfera intermedia),

    ni personajes excntricos o estpidos ni actores cmicos. En suma, durante el carnaval es la vida misma la que interpreta, y durante cierto

    tiempo el juego se transforma en vida real. Esta es la naturaleza especfica del carnaval, su modo particular de existencia.

    El carnaval es la segunda vida del pueblo, basada en el principio de la risa. Es su vida festiva. La fiesta es el rasgo fundamental de todas las formas de ritos y espectculos cmicos de la Edad Media. Todas esas formas presentaban un lazo exterior con las fiestas religiosas. Incluso el

  • carnaval, que no coincida con ningn hecho de la vida sacra, con ninguna fiesta santa, se desarrollaba durante los ltimos das que precedan a la gran cuaresma (de all los nombres franceses de Mardi gras o Carme-prenant y, en los pases germnicos, de Fastnacht). La lnea gentica que une estas formas a las festividades agrcolas paganas de la Antigedad, y que incluyen en su ritual el elemento cmico, es ms esencial an. 10

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    Las festividades (cualquiera que sea su tipo) son una forma primordial determinante de la civilizacin humana. No hace falta considerarlas ni explicarlas como un producto de las condiciones y objetivos prcticos del trabajo colectivo, o interpretacin ms vulgar an, de la necesidad biolgica (fisiolgica) de descanso peridico. Las festividades siempre han tenido un contenido esencial, un sentido profundo, han expresado siempre una concepcin del mundo. Los ejercicios de reglamentacin y perfeccionamiento del proceso del trabajo colectivo, el juego del trabajo, el descanso o la tregua en el trabajo nunca han llegado a ser verdaderas fiestas. Para que lo sea hace falta un elemento ms, proveniente del mundo del espritu y de las ideas. Su sancin debe emanar no del mundo de los medios y condiciones indispensables, sino del mundo de los objetivos superiores de la existencia humana, es decir, el mundo de los ideales. Sin esto, no existe clima de fiesta.

    Las fiestas tienen siempre una relacin profunda con el tiempo. En la base de las fiestas hay siempre una concepcin determinada y concreta del tiempo natural (csmico), biolgico e histrico. Adems las fiestas, en todas sus fases histricas, han estado ligadas a perodos de crisis, de trastorno, en la vida de la naturaleza, de la sociedad y del hombre. La muerte y la resurreccin, las sucesiones y la renovacin constituyeron siempre los aspectos esenciales de la fiesta. Son estos momentos precisamente (bajo las formas concretas de las diferentes fiestas) los que crearon el clima tpico de la fiesta.

    Bajo el rgimen feudal existente en la Edad Media, este carcter festivo, es decir la relacin de la fiesta con los objetivos superiores de la existencia humana, la resurreccin y la renovacin, slo poda alcanzar su plenitud y su pureza en el carnaval y en otras fiestas populares y pblicas. La fiesta se converta en esta circunstancia en la forma que adoptaba la segunda vida del pueblo, que temporalmente penetraba en el reino utpico de la universalidad, de la libertad, de la igualdad y de la abundancia.

    En cambio, las fiestas oficiales de la Edad Media (tanto las de la Iglesia como las del Estado feudal) no sacaban al pueblo del orden existente, ni eran capaces de crear esta segunda vida. Al contrario, contribuan a consagrar, sancionar y fortificar el rgimen vigente. Los lazos con el tiempo se volvan puramente formales, las sucesiones y crisis

  • quedaban totalmente relegadas al pasado. En la prctica, la fiesta oficial miraba slo hacia atrs, hacia el pasado, del que se serva para consagrar el orden social presente. La fiesta oficial, incluso a pesar suyo a veces, tenda a consagrar la estabilidad, la inmutabilidad y la perennidad de las reglas que regan el mundo: jerarquas, valores, normas y tabes religiosos, polticos y morales corrientes. La fiesta era el triunfo de la verdad prefabricada, victoriosa, dominante, que asuma la apariencia de una verdad eterna, inmutable y perentoria. Por eso el tono de la fiesta oficial traicionaba la verdadera naturaleza de la fiesta humana y la 11