La Cooperación europea en la investigación...

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LA UNESCO Y SU PROGRAMA 3L/l. G-.‘oo/ XI LA COOPERACIÓN EUROPEA EN LA INVESTIGACIÓN NUCLEAR

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LA UNESCO Y SU PROGRAMA

3L/l. G-.‘oo/ XI

LA COOPERACIÓN EUROPEA

EN LA INVESTIGACIÓN NUCLEAR

LA UNESCO Y SIi PROGRAMA

Una serie de folletos de información que se refieren a aspectos especiales del programa y del trabajo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Hasta el presente se han publicado en esta serie los siguientes folletos:

1. La Vnesco en 1950: sus directivas, sus actividades, 21 págs. II. Programa de base [adoptado por la Conferencia General de la Unesco

en su quinta reunión, Florencia, 19501, 31 págs. III. La cuestión racial, 11 págs. IV. La Vnesco y el Consejo Económico y Social, 39 págs. V. La ayuda técnica para el fomento económico; una concepción humana,

39 págs. VI. El mejoramiento de los manuales de historia, 31 págs. VII. La enseñanza de la geografía al servicio de la comprensión interna-

cional, 38 págs. VIII. El derecho a la educación, 64 págs. IX. El acceso a los libros, 26 págs. x. Artes y letras, 32 págs.

Acabado de imprimir en abril de 1954 en la imprenta Vnion Typogra- phique de Villeneuve-Saint-Georges (Francia) por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 19, av. Kléber,

París 16

MC 53 II 13s

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LA COOPERACION EUROPEA EN LA

INVESTIGACION NUCLEAR

INTRODUCCION

Los legisladores internacionales que decidieron incluir explí- citamente la ciencia entre las actividades de la Unesco reconocieron con ello el papel esencial que desempeña en el mundo moderno esa disciplina del espíritu humano. En efecto, la ciencia asegura una adaptación intelectual del hombre a la naturaleza, que le lleva a encontrar la imagen precisa e inteligible de las leyes del universo. Por otra parte, le impulsa a adaptar la naturaleza a sus necesidades, gracias a realizaciones concretas. Comprender mejor la naturaleza y sujetarla a sus necesidades: en esas dos direcciones, la ciencia ofrece a la humanidad la perspectiva de un progreso inde- finido, que la Unesco debe favorecer por todos los medios a su alcance.

Sin embargo, no basta ayudar a los hombres de ciencia a poner sus conocimientos al servicio de la humanidad J a incorporar sus descubrimientos al patrimonio intelectual legado a cada generación. Ni las aplicaciones ni la compren- sión del mundo podrían progresar si la ciencia se mantuviera estacionaria. A las dos tareas aquí descritas viene, pues, a añadirse necesariamente una tercera: ayudar al progreso de la ciencia. Este folleto está dedicado a un caso particular’ a un caso en el que la investigación científica fundamental ha beneficiado de la ayuda de la Uuesco.

Pero ;,de qué naturaleza puede ser esa ayuda, en vista de la limitación de los medios materiales de la Unesco? En realidad, la tarea de suministrar a los hombres de ciencia y a los investigadores los medios materiales, el personal y el equipo imprescindibles para permitirles proseguir con éxito sus descubrimientos incumbe a los organismos nacionales, privados o gubernamentales. Por tanto, la acción de una organización como la Unesco sólo puede basarse en su

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carcìcter internacional y se limitará necesariamente a esta- blecer y mantener lazos entre los hombres de ciencia de las diversas partes del mundo y a la creación de organismos regionales 0 internacionales en cuyo seno, por un trabajo conjunto, los sabios de las diferentes nacionalidades puedan contribuir al bien general.

Sin entrar aquí a describir el programa de la Unesco en lo concerniente a las ciencias exactas y naturales, podemos recordar la creación del Consejo para la Coordinación de Congresos Internacionales de Ciencias Médicas, de la Unión de Asociaciones Técnicas Internacionales, del Comité Consul- tivo de Investigaciones sobre la Zona Arida, del Centro Internacional de Cálculo Mecánico y finalmente del Consejo Europeo de Investigación Nuclear.

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LOS PROGRESOS DE LA COLABORACION CIENTIFICA

La Organización Europea de Investigación Nuclear fué creada por doce Estados para permitir a los hombres de ciencia de diferentes países proseguir sus trabajos en común y en pro- vecho de todos, y en la actualidad constituye uno de los más notables ejemplos de cooperación científica internacional. Para apreciar la importancia y la originalidad de tal insti- tución hay que recordar las condiciones en que durante más de trescientos años han colaborado los hombres de ciencia. Interesantísima, aunque desgraciadamente poco conocida, es la historia de las relaciones entre investigadores y la reper- cusión de esas relaciones en los descubrimientos realizados desde la fijación de los métodos de la ciencia moderna.

En la edad media ocurrió algunas veces que varios equipos rivales contribuyesen a la solución de problemas de matemá- ticas. Recordemos un famoso encuentro que se produjo en Pisa en 1225: Juan de Palermo y Teodoro, patrocinados por el emperador Federico II, se opusieron a Fibonacci, autor del Liber Abuci, primera obra que enseñaba en Europa el empleo del sistema decimal. Fibonacci salió victorioso de aquel torneo, encontrando un número racional cuyo cuadrado, aumentado o disminuido en 5, siguiera siendo el cuadrado de un número

41 racional. Dió como solución el número iz .

El Renacimiento se caracterizó por un aumento considerable de la curiosidad intelectual. La inteligencia trataba de orientarse en todas las direcciones. Es cierto que los hombres de ciencia estaban aún sugestionados por los trabajos de la antigüedad: los «físicos», por ejemplo, se preocupaban mucho más de las teorías de Aristóteles que de investigaciones de laboratorio. Pero a fines del siglo XVI, la evolución es ya muy neta; con Kepler se afirma la necesidad de la experimentación y comienza a imponerse la idea de «ley».

Los beneficios de esa transformación se perciben en los siglos XVII y XVIII. Los experimentos y los descubrimientos se multiplican a un ritmo muy rápido, que contrasta con la lentitud de los progresos obtenidos hasta entonces. Esa diferen- cia se explica, en gran medida, por una nueva organización del

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trabajo científico y por los contactos cada vez más numerosos que se establecen entre hombres de ciencia.

En otros tiempos, los más comunicativos de entre ellos sólo se dirigían a sus alumnos en una cátedra de facultad y, cuando escribian libros, lo hacían en forma tan obscura que solamente los discípulos iniciados en la ciencia del Maestro podían leerlos con provecho.

En lo sucesivo, la ciencia se elabora a la luz del día. En las obras impresas se abandona cada vez más el latín doctoral al mismo tiempo que el lenguaje esotérico y se utiliza clara y francamente la lengua nacional. Como corrían así el riesgo de perder su alcance universal, los trabajos más notables se traducen inmediatamente.

Por otra parte, los hombres de ciencia no se contentan con dar a conocer en los libros los resultados de sus reflexiones y de SUS investigaciones. Experimentan también la necesidad de comunicarse directamente sus ideas y sus descubrimientos y de reunirse para discutirlos. Ese deseo explica la creación de las primeras academias en el siglo XVII y la publicación regular de «memorias» por las academias más importantes.

Antes no existía ninguna revista científica y aunque había algunas «sociedades de física», eran pequeñas organizaciones locales que reunían de vez en cuando a aficionados apasio- nados por el estudio del mundo que consagraban a la inves- tigación desinteresada una parte de su tiempo y, a veces, de su fortuna. El verdadero medio de intercambio era la corres- pondencia; preocupados por problemas análogos, los hombres de ciencia llegaban a lanzarse pacíficos «desafíos». Millares de cartas circulaban por Europa y llevaban a todos los países descubrimientos y sugestiones. Por este procedimiento los célebres Diálogos de Galileo, que no se imprimieron hasta 1632, se conocían en Francia desde 1629, gracias al padre Mersenne, que mantenía correspondencia seguida con el conjunto del mundo erudito. Fué él mismo quien hizo conocer a Pascal el experimento que acababa de efectuar Torricelli con la «plata viva», para demostrar la existencia de la presión atmosférica. Joseph Louis-Lagrange tenía diecinueve años cuando en una carta dirigida a Euler planteaba, a propósito del famoso problema de los isoperímetros, el principio del calculo de las variaciones. Uu consejero del Parlamento de Provenza apasionado por la ciencia, Fahri de Peirec, dejó a su muerte no menos de diez mil cartas.

A mediados del siglo XVII se organizan las academias. La Accademia del Cimento se fundó en Florencia en 1657 y diez años más tarde publicó una obra colectiva, Su& di naturali

sperienze nell Accademia del Cimento, que fué acogida con el mayor interés. La Roya1 Society of London se constituyó oficialmente en 1662, aunque existía desde 1645, e hizo apare- cer en 1665 sur Philosophical Transactions. Fundada en 1666, la Academia de Ciencias de París sólo contaba en sus comien- zos siete miembros; Colbert atrajo a ella a sahios extranjeros como Huyghens y Cassini. Sólo en 1699 comenzó a publicar sus memorias. Mientras tanto, en 1672, se instaló definitiva- mente en Berlín la Academia de Leopoldo, y una sociedad de física y de medicina experimental se reunió por primera vez en Sevilla en 1697.

En la misma época se multiplican los observatorios que constituyen otros lugares de estudios en común. Tycho-Brahe instaló uno en el Sund el año 1576; el Observatario de París comenzó a funcionar en 1667, el de Greenwich fué fundado en 1675 y el de Berlín en 1706.

Pero las relaciones por correspondencia y la lectura de las memorias académicas no bastaban a los investigadores, que no vacilaban en emprender largos viajes para encontrar a SLIS

colegas y proseguir de viva voz un diálogo comenzado por escrito. Un ejemplo elocuente de ello son las entrevistas de los matemáticos Viete y Adrien Romain en el siglo XVI. El sabio alemán, que había planteado un problema particular- mente difícil a todos los matemáticos de Europa, recibió la solución de Viète, con correcciones; además, éste le proponía a su vez un problema, que Romain sólo pudo resolver mecá- nicamente. Sorprendido de la sagacidad de este nuevo Edipo, partió de Wurtzburg, en Franconia, se dirigió a Francia y no se detuvo hasta haher descubierto a Viète en SLI Poitou natal. Pasaron un mes juntos y se separaron llenos de admiración recíproca.

Esos viajes se multiplican a medida que la ciencia progresa. Se cita el caso de un veneciano, Paolo Sarrotti, entusiasta de la física y de la química, que fué a Londres, hacia 1680, para conocer a Boyle y llevó consigo a Italia «dos jóvenes ingleses muy expertos en manejar las máquinas para hacer experimen- tos*. La influencia de la física experimental inglesa se dejó sentir en Francia, sobre todo en el siglo XVIII, por conducto de sabios holandeses, y a este respecto los viajes del abate Nollet tuvieron felices consecuencias. Priestley atravesó la Mancha para encontrar a Lavoisier; prosiguieron investigaciones en común y una vez separados, descubrieron el oxígeno, cada uno por su parte. Así, aunque pertenecientes a los países más diversos, los hombres de ciencia tenían el sentimiento de formar una «república» ideal. Las guerras no interrumpían

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sus trabajos, e incluso en los momentos en que las comuni- caciones eran más difíciles continuaban enviándose mensajes, se seguían de cerca en su labor, se aprobaban y se felicitaban unos a otros.

Sin embargo, con raras excepciones, sólo se trataba hasta entonces de intercambios de información y de torneos inte- lectuales. Hasta el siglo XIX no se desarrolla en los labora- torios la colaboración propiamente dicha. El triunfo de las nacionalidades no deja de tener repercusiones en el dominio científico, por lo cual los hombres de ciencia que cooperan entre sí suelen pertenecer al mismo país, y a menudo a la misma familia. Por otra parte, el parentesco desempeñó siempre un importante papel en la historia de los descubri- mientos: Pascal y su cuñado Périer unieron sus esfuerzos en el estudio de la presión atmosférica: el descubrimiento del procedimiento de desfosforación del hierro se debe a la cola- boración de Thomas con su primo Gilchrist; los trabajos de Pierre y Marie Curie sohre la radioactividad tendrán conse- cuencias capitales para el estudio de la energía atómica.

En el curso del siglo pasado se dan numerosos ejemplos de colaboración fructífera. Los franceses Dulong y Petit descu- bren la ley según la cual el producto de la masa atómica de un cuerpo por su calor específico es generalmente igual a 6. Sus compatriotas Niepce y Daguerre inventan la fotografía. Los alemanes Bunsen y Kirchoff llevan a cabo el análisis espectral, que permite identificar la naturaleza química de los cuerpos por el examen de la luz que emiten. Los noruegos Guldberg y Waage determinan la ley de acción de las masas. Los alemanes Graebe y Liebermann preparan el primer colo- rante natural, la alizarina, extraído de la raíz de la rubia. Los franceses Sabatier y Senderens descubren el procedi- miento de hidrogenación de substancias orgánicas volátiles, utilizando el níquel como catalizador.

No continuamos la enumeración, que podría ser fastidiosa. Con lo dicho se puede comprobar que los trabajos en común SC cmprendían entonces por dos investigadores, en cada caso pertenecientes a la misma nacionalidad. Sin embargo, hubo algunos casos de colaboración entre personas pertenecientes a dos nacionalidades, como la del francés Friedel y el norte- americano Grafts, que determinó en 1877 un nuevo método de síntesis orgánica y ha desempeñado un importante papel en la industria petrolífera : ambos redactaron conjuntamente más de cincuenta comunicaciones a la Academia de Ciencias de París. Pero tales asociaciones son todavía muy escasas en aquella época.

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En el siglo XX comienza decididamente la era de la investi- gación colectiva. Es cierto que son aún numerosos los hombres de ciencia que trabajan aisladamente o en colaboración única- mente con otro, pero cada vez se considera más útil substituir las investigaciones dispersas por las empresas organizadas colectivamente; cuantos más hombres de ciencia estudien el mismo problema, menos serán los riesgos de error y de titubeo. Esta colaboración resulta necesaria por el estado de la ciencia y por la acción recíproca de las diferentes disci- plinas: la extensión de los laboratorios y la compilación del material la hacen indispensable. El número de descubrimieu tos colectivos simultáneos aumenta sin cesar. El microeeopi electrónico fué ideado, de 1932 a 1934, por tres equipo, independientes: Davidson y Calbick, Kroll y Buska, Binche y sus colaboradores. Cada vez que les es posible, esos grupos se comunican sus trabajos e instituyen una colaboración en un grado superior. La fisión del uranio se logra así: en su origen, por Irène Joliot-Curie y B. Savitch, después, por Otto Hahn y Strassmann, luego, por F. Joliot y finalmente por Frich y Lise Meitner.

Esa forma de cooperación ya no puede concebirse dentro de un solo país. G. Perrier y G. Ferrié, el uno en 1923 y el otro en 1926, han demostrado cómo podía aplicarse la T.S.H. al cálculo de las distancias entre diferentes puntos del globo. A partir de 1933, setenta y dos observatorios se han dedicado a medir nuestro planeta en la forma más completa y exacta posible; el radar permitirá aumentar la precisión de esos cálculos.

Después de diez años de trabajos dirigidos por el Sr. Spencer Jones, en los que participaron veinticinco observatorios pertene- cientes a catorce países y se utilizaron treinta y dos telescopios, se ha podido determinar, con una precisión jamás igualada, la distancia media de la tierra al sol.

Pero otro factor, cuya importancia aumenta sin cesar, favorece el desarrollo de la colaboración científica interna- cional: el factor económico. La instalación de los laboratorios, la fabricación y el ajuste de los aparatos cuestan hoy sumas considerables y requieren, en diferentes aspectos y más espe- cialmente en el de la investigación nuclear, un esfuerzo financiero que sobrepasa los medios de que disponen por el momento cada una de las instituciones científicas de ciertas regiones del globo e incluso cada uno de los Estados de esas regiones. Esa es, por ejemplo, la situación en Europa occi- dental, donde ha podido temerse que los sabios se vean

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obligados a interrumpir sus trabajos por falta de recursos suficientes. En tales condiciones, el movimiento científico corría riesgo de interrumpirse. Así se explica que en la Con- ferencia Europea de la Cultura, reunida en Lausana en diciembre de 1949, Louis de Broglie, a petición del Sr. Dautry, lanzase la idea de crear un laboratorio europeo de investiga- ción nuclear.

Consciente de la gravedad del problema, la delegación de los Estados Unidos de América en la quinta reunión de la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, celebrada en Florencia en 1.950, propuso e hizo adoptar un proyecto de resolnción autorizando al director general de esa organización a «facilitar y alentar la creación y la organización de laborato- rios y centros de investigación regionales para que se esta- blezca una colaboración más estrecha y más fructífera entre los hombres de ciencia de diferentes países que se afanan por aumentar la suma de los conocimientos humanos en dominios en que los esfuerzos desplegados aisladamente por cualquiera de los Estados de la región interesada no permitirían conse- guirlo; y con este fin, determinar en qué medida es posible y necesaria la creación de esos centros de investigaciones regionales, efectuar encuestas preliminares sobre su funcio- namiento e instalación, y ayudar a la elaboración de sus programas de trabajo, pero sin tomar fondos del presupuesto regular de la Unesco para participar en los gastos de construcción o de mantenimiento».

El profesor Isidor Rabi, premio Nobel de física y miembro de la delegación de los Estados Unidos de América, insistió en que el primero de esos centros se estableciese en Europa occidental y fuese dedicado a la investigación nuclear.

«Los hombres de ciencia en los Estados Unidos de América y, en menor escala, en Gran Bretaña, disponen de instrumen- tos de investigación que, por razones financieras, no existen en Europa occidental ni en otras regiones», añadió el Sr. Rabi. «Proponemos, pues, que la Unesco reúua a las naciones en grupos regionales, lo que permitirá la creación de centros de investigación comparables a los que existen en los Estados Unidos de América.

;>La finalidad que perseguimos es dar el mayor impulso posible a los trabajos de nuestros colegas en Europa y en el resto del mundo, para que puedan entregarse a investigaciones que, estamos seguros, serán favorables a la causa de la paz. Tengamos en cuenta que la ciencia ha nacido en Europa y

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Cl”” hay nombres de talento que no pueden actualmente desempeñar su papel conforme a la gran tradición científica europea únicamente por carecer de los instrumentos necesarios para las modernas investigaciones.

BDeseamos trabajar para la confraternidad internacional científica, para que la ciencia se mantenga viva en Europa. También desearíamos muy de veras hacer desaparecer un sentimiento de inferioridad que cunde entre los investigadores de países que no poseen los medios de que disponemos en los Estados Unidos. Por mi parte, pienso que esos centros de investigación que la Unesco contribuirá a establecer consti- tuyen uno de los medios más eficaces de salvar la civilización occidental.

>La Unesco -dijo al terminar el sabio norteamericano- debería hacer de catalizador de la ciencia mundial. No quiero decir que la Unesco haya de hacer funcionar los centros de investigación, sino que debe establecer sus planes preliminares y velar por su buena ejecución. Me parece que la Europa occidental podría poseer un centro tan importante como los que existen en mi país, si la naciones que la componen se asociasen, bajo los auspicios de la Unesco, para crearlo.,

La Conferencia General adoptó por unanimidad el proyecto de resolución así propuesto. Tal es el origen de la acción de la Unesco en materia de investigación nuclear, que condujo a la constitución del Consejo Europeo de Investigación Nuclear, consejo cuyos trabajos duraron más de dos añoe y culminaron en la creación de la Organización Europea de luvestigación Nuclear.

LAS PRIMERAS ETAPAS DE LA COOPERACION EUROPEA

EN LA INVESTIGACION NUCLEAR

Aunque la resolución adoptada por la Conferencia General de la Unesco no hacía mención de una materia especial de investigación ni de una región geográfica determinada, pronto se comprendió que, entre los diferentes proyectos que se podían prever en esa época, uno de los objetivos más útiles y más prometedores lo constituía la creación de una coope- ración internacional europea para las investigaciones funda- mentales sobre la estructura de la materia.

El progreso de los conocimientos a este respecto y, más concretamente, la determinación de las condiciones de pro- ducción y de las propiedades de nuevas partículas pertenece esencialmente, en el momento actual, al dominio de la ciencia pura. Los trabajos en ese sentido habrán de enriquecer nues- tro conocimiento de la naturaleza y, como consecuencia, ampliar el horizonte científico. Aunque por ahora sea difícil prever de una manera concreta los beneficios materiales que pueden esperarse de esos descubrimientos, no hay duda de que, por sus repercusiones en las ciencias aplicadas, faci- litarán importantes progresos sociales.

LAS ENCUESTAS PRELIMINARES DE LA UNESCO Y LA CREACIÓN DEL CONSEJO EUROPEO DE INVESTIGACIÓN NUCLEAR

Desde que empezó a ejecutarse el pograma adoptado en Florencia, la Unesco procedió a una encuesta detallada en los círculos científicos y entre las administraciones encargadas del fomento de la investigación. El Sr. Auger, director del Departamento de Ciencias Exactas y Naturales, expuso lo esencial del proyecto en Oxford, en Ginebra y en Copenhague ante auditorios muy competentes para discutirlo. El proyecto suscitó en seguida un vivo interés y originó controversias apasionadas en las que pudo comprobarse que las reflexiones de los hombres de ciencia europeos consultados coincidían a menudo con las preocupaciones del profesor Rabi.

A este respecto nada es más significativo que las siguientes observaciones, formuladas unánimemente por los miembros

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de la comisión de cooperación cientifica del Centro Europeo de la Cultura, es decir, por una veintena de personalidades, de ocho países diferentesl:

«Es evidente que en este momento, por falta de un material científico adecuado a la investigación moderna, las universidades europeas producen menos físicos (sobre todo teóricos) que los que podrían formar. Hay universidades que, ciertos años, podrían formar diez físicos de talento y que se ven obligadas a estimular solamente a algunos y a dejar que los restantes sean absorbidos por la industria, a falta de poder ofrecerles material y trabajo. Esa misma carencia de medios obliga a esas universidades o a institutos del valor del Polytechnicum de Zurich a dedicarse a problemas secun- darios de física experimental, desdeñados por la investigación norteamericana.

»En tales condiciones, los jóvenes físicos más dotados se ven atraídos por la emigración a los Estados Unidos de América, único país que en la actualidad puede permitirles proseguir sus investigaciones con los medios más recientes. Después de una estancia de varios años en los Estados Unidos, es frecuente que decidan quedarse allí, con lo que se pierden para el desarrollo de la ciencia en Europa y, a la vez, para cada uno de sus países.

»El problema se plantea así: »Si Europa renunciara a dotarse de un material científico

1. Lista de las aersonalidades nresentes al adoatarse ese texto: Sres. Auner, director del Departamento de Ciencias Exactas y Naturales de la Unesco; Capron (Bélgica), vicepresidente de la comisión científica del Instituto I&runivers&rio de Física Nuclear; Ferretti (Italia), profesor de la Universidad de Roma, miembro del Centro di Studi per la Fisica Nucleare: Kramers (Países Baios). uresidente de la Ilnión Internacional de Física; Preiswerk (Suiza)‘, profeior de la Escuela Politécnica Federal de Zurich; Randers (Noruega), del Institutt for Atomenergi; Rollier (Italia), profesor del Politecnico de Milán; Verhaegue (Bélgica), presi- dente de la comisión científica del Instituto Interuniversitario de Física Nuclear.

Se hicieron representar los Sres. Amaldi (Italia), del Centro di Studi aer la Fisica Nucleare: conde A. Casati (Italia). nresidente de la comisión cultural y científica de la Asamblea Consultiva Europea; Colonnetti (Italia), presidente del Consiglo Nazionale delle Ricerche ; Dautry (Francia), administrador general de la Comisaría de Energía Atómica; von Laue (Alemania), premio Nobel de física, profesor de física teórica en la Universidad de Goettingen; Manneback (Bélgica), profesor de física teórica en la Universidad de Lovaina; Scherrer (Suiza), profesor en el Instituto de Física de la Escuela Politécnica Federal de Zurich; Siegbahn (Suecia), del Instituto Nobel de Física, de Estocolmo; Waller (Suecia), profesor en la Universidad de Upsala; Willems (Bélgica), director del Fondo Nacional de Investigación Científica.

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suficiente (cuyo precio es ya prohibitivo para sus recursos nacionales), se expondría en el porvenir no sólo a depender por completo de los Estados Unidos de América en el dominio vital de su equipo energético, sino incluso a ver disminuir paralelamente la calidad de sus investigaciones de ciencia pura, ya que es imposible formar teóricos que traba- jen en una especie de «vacío» intelectual y que no reciban la aportación constante de nuevos problemas de los centros de experimentación y de desarrollo técnico.

»En otros términos, si Europa renunciara a poseer ese material científico se condenaría no solamente a un descenso político y ecónomico más acelerado sino al mismo tiempo a una mengua de toda su intelectualidad (lo que cs evidente si se piensa que la marcha del pensamiento en todos los domi- nios sufre constantemente correcciones 0 impulsos que proce- den de las ciencias exactas).»

Por su parte, el profesor 0. Dahl (Noruega) escribía, entre otras cosas :

«Se puede afirmar que un laboratorio moderno de física nuclear tiene en cierto modo un carácter universal, incluso si su finalidad esencial es efectuar investigaciones muy espe- cializadas. El laboratorio proyectado constituiría así un centro de investigaciones coordinadas, puras o aplicadas, de física, biofísica, química, bioquímica, tecnología y medicina; y permitiría formar investigadores que podrían consagrarse a la investigación industrial en sus países respectivos.

»Con este fin, sería conveniente que el laboratorio acogiera, en gran cantidad, pasantes o colaboradores temporeros, que volverían ulteriormente a sus propias instituciones.,

Los hombres de ciencia consideraban, pues, como una necesidad urgente la integración de los esfuerzos nacionales. A este estimulo tan apreciable venían a añadirse la colabora- ción de las instituciones de investigaciones nucleares de diferentes países y el interés manifestado concretamente por varios gobiernos europeos. Bélgica aportó 50.000 francos bel- gas, por conducto de su Fondo Nacional de Investigación Científica; el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia, 2 millones de francos franceses; y el Consejo Nacional de Investigaciones de Italia, 2 millones de liras. Gracias a esas contribuciones, en mayo de 1951 se creó una oficina de estu- dios que permitía a la Unesco proseguir su encuesta, reunir los datos técnicos necesarios y mantener las relaciones indis- pensables con los organismos nacionales competentes.

Algunos meses de trabajo permitieron la elaboración de un anteproyecto de laboratorio internacional europeo de investi-

gación nuclear. Sin embargo, era evidente que los gobiernos no podrían aprobar un proyecto de tal amplitud sin conocer previamente el resultado de estudios detallados, concernientes en particular al emplazamiento y al material del laboratorio propuesto, así como a las previsiones de cargas financieras. Por razones tanto económicas como administrativas, la Unesco no podía encargarse de cumplir esa tarea por sus propios medios. En vista de ello, el Director General convocó, en diciembre de 1951, en la casa central de la Organización, en París, una conferencia de representantes gubernamentales a la que se invitó a todos los Estados europeos miembros de la Unesco, con la finalidad de asegurar la organización y el finanzamiento de los estudios necesarios, cuyo costo se estimó en un mínimo de 200.000 dólares.

Unos cuarenta delegados, que representaban a doce Estados1 y entre quienes se encontraban tres premios Nobel -10s Sres. Niels Bohr (Dinamarca), Werner Heisenberg (Alemania) y Sir George Thomson (Reino Unido)-, se declararon favo- rables a una empresa común. Algunos de ellos expresaron el deseo de que además de crear un laboratorio internacional se llevase a cabo una acción más amplia que, en particular, procurase llegar lo antes posible a una cooperación europea con ayuda de los medios e instalaciones existentes. La confe- rencia se reunió por segunda vez en Ginebra, en febrero de 1952, y acordó la creación de un nuevo organismo inter- gubernamental : el «Consejo de representantes de Estados europeos para el estudio de los planes de un laboratorio internacional y la organización de otras formas de coopera- ción en la investigación nuclear», título que se abrevió a continuación como Consejo Europeo de Investigación Nuclear (CEIN).

La Unesco llevó a cabo las encuestas preliminares que se le encomendaron en 1950. Pero con ello no terminaba su misión : estaba previsto que colaboraría estrechamente con el CEIN, al cual prestaría los servicios de algunos de sus funcionarios y ayudaría en la realización de su tarea mediante estudioe o consejos técnicos.

1. Bélgica, Dinamarca, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Paises Bajos, Reino Unido, República Federal Alemana, Suecia, Suiza y Yugoeslavia. Enviaron observadores ocho países (Australia, Austria, Brasil, Cuba, China, India, Israel, Japón) y un organismo (el Consejo de Europa).

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LA LABOR DEL C.E.I.N.

El acuerdo del 12 de febrero de 1952 entró en vigor el 2 de mayo siguiente y fué firmado por once países: Bélgica, Dina- marca, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Países Bajos, Repú- blica Federal Alemana, Suecia, Suiza y Yugoeslavia. El Reino Unido no se ha adherido oficialmente al CEIN, pero ha parti- cipado activamente en sus trabajos y ha aportado su contri- bución financiera.

Al crearse el nuevo organismo, cuya sede se fijó en Ginebra, se definió claramente su misión. Estaba encargado «de orga- nizar la colaboración, sobre una base regional europea, en el estudio de los fenómenos en que intervienen partículas de muy grande energía y, con ello, de contribuir al progreso de las ciencias fundamentales». Para llegar a esa colaboración, debía «preparar los planes de un laboratorio internacional de investigaciones nucleares y, con este fin, proceder: a los estudios técnicos acerca del equipo experimental que con- venga suministrarle, y al estudio de los problemas orgánicos, financieros, jurídicos y técnicos que supone la creación de tal institución». Asimismo debía «adoptar las medidas necesarias para utilizar las instalaciones y servicios» que fueran puestos a su disposición. Se acordó que el consejo redactase, al termi- nar sus trabajos, un informe destinado a los gobiernos de sus Estados miembros. En dicho documento figuraría, además del resultado de los estudios emprendidos, un proyecto de conven- ción relativo a la creación del laboratorio previsto así como a la organización de otras formas de cooperación en meteria de investigación nuclear.

El CEIN ha realizado esa tarea en menos de dos años. Hasta ahora ha celebrado ocho reuniones: en París (5-8 de mayo de 1952), Copenhague (20-21 de junio de 1952)) Amsterdam (4.7 de octubre de 1952), Bruselas (12-14 de enero de 1953), Roma (30 de marzo - 2 de abril de 1953)) París (29-30 de junio de 1953), Ginebra (29-31 de octubre de 1953 y 14-16 de enero de 1954).

El funcionamiento del organismo queda asegurado hasta el 31 de enero de 1954l con un presupuesto de 2.081.945 francos suizos (o sean aproximadamente 487.000 dólares, o 174.000 libras esterlinas) repartiéndose las contribuciones de los dife- rentes países en la forma siguiente (en francos suizos) : Bélgica,

1. A partir de esta fecha y hasta que venga a ser sustituído por la nueva organización, se prevé que el funcionamiento del CEIN quedará asegurado con un presupuesto mensual de 262.000 francos suizos.

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137.045; Dinamarca, 60.300; Francia, 555.900; Italia, 213.000; Noruega, 40.300; Países Bajos, 81.100; Reino Unido, 364.400; República Federal Alemana, 332.500; Suecia, 98.900; Suiza, 138.000; Yugoeslavia, 52.000.

Ha sido nombrado secretario general del organismo el profesor Edoardo Amaldi, de la Universidad de Roma, a quien ayuda en su tarea la Secretaría de la Unesco. El consejo ha sido presidido, sucesivamente, por los profesores P. Scherrer (Suiza), J.H. Bannier (Países Bajos) y M. Robert Valeur (Francia). Sir Ben Lockspeiser (Reino Unido) preside el comité administrativo y financiero.

Los trabajos puramente científicos se han repartido entre grupos de estudios. Dirige el grupo de estudios teóricos el profesor Niels Bohr, de Copenhague; el grupo encargado de estudiar la organización y el equipo de laboratorio está dirigido por el profesor Lew Kowarski, director de la Comi- saría Francesa de Energía Atómica; el grupo de estudios sobre la intalación de un sincrotrón de protones, por el ingeniero noruego Odd Dahl, de Bergen; y el grupo de estudios sobre la construcción de un sincrociclotrón, por el profesor C.J. Bakker, de la Universidad de Amsterdam.

Una de las primeras decisiones del consejo fué convocar, en junio de 1952, en Copenhague, una conferencia cientí- fica internacional, para proceder a un intercambio general de opiniones y efectuar una encuesta sobre la situación’actual en física nuclear, a fin de esclarecer qué problemas han de someterse a estudio en el marco de una cooperación inter- nacional. Se aprobó el programa de los grupos de estudios conforme a los resultados de esta conferencia, en la que participaron unos cuarenta hombres de ciencia pertenecientes a doce países.

En particular, el tipo y la energía de los aceleradores de partículas, cuyos planos había que establecer, se examinaron basándose en la experiencia adquirida tanto en Europa como en América con aparatos similares y teniendo en cuenta las exigencias de la investigación y las posibilidades industriales. Ese intercambio de opiniones permitió luego al consejo fijar la energía del sincrociclotrón necesario para el laboratorio internacional en 600 millones de electrones-voltios y la del sincrotrón de protones en 25.000 millones de e.lectrones-voltios. En lo concerniente a este último, el proyecto está basado en un nuevo principio de focalización propuesto por construc- tores norteamericanos en el verano de 1952.

Las discusiones científicas generales habidas también en Copenhague sirvieron para delimitar los aspectos de la

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investigación nuclear en los cuales podría dar más frutos la cooperación entre físicos y laboratorios de los diferentes países. El CEIN se encargó de establecer las bases de esa cola- boración y supo deducir las consecuencias prácticas de los debates. El grupo de estudios teóricos formó un equipo inter- nacional de jóvenes físicos sumamente capacitados, que se instaló en Copenhague, donde disfruta de la hospitalidad del Instituto de Física Teórica. El consejo mantiene estrechas relaciones con los institutos de Upsaln y Liverpool, los cuales poseen un ciclotrón. Y ha patrocinado investigaciones sobre los rayos cósmicos.

Mientras se proseguían esos trabajos, el grupo encargado del laboratorio internacional examinó las ventajas y los incon- venientes de los emplazamientos ofrecidos por Dinamarca, Francia, los Países Bajos y Suiza. En octubre de 1952, el consejo escogió por unanimidad el cantón de Ginebra, lo que permitió al grupo abordar concretamente el estudio del acon- dicionamiento de los edificios, así como su estructura interior y el funcionamiento de los diversos servicios.

Pero no bastaba establecer los planes de los aceleradores y del laboratorio destinado a recibirlos l. También había que someter a la firma de los Estados miembros del CEIN una convención por la cual se instituyera la organización europea permanente para la investigación nuclear. La elaboración de ese texto ha requerido ocho meses de cambios de impresiones y de estudios jurídicos profundos. Finalmente, los represen- tantes de doce gobiernos europeos adoptaron la convención el 1.” de julio de 1953, al terminar la sexta reunión del consejo: celebrada en París, en la casa central de la Unesco.

La misión del CEIN terminará en cuanto entre en vigor la convención que instituye la organización permanente. La nueva institución se hará cargo de la documentación y del material del consejo, así como de las obligaciones y compro- misos contraídos por éste. Hay motivos para pensar que este traspaso se efectuará a principios de 1954.

j. Para la descripción y el funcionamiento del laboratorio y de los acelera. dores, véase más adelante, págs. 19-21.

1.6

LOS FINES Y LOS MEDIOS DE LA NUEVA ORGANIZACION EUROPEA

DE INVESTIGACION NUCLEAR

La convención de 1.0 de julio de 1953, que fija el estatuto definitivo de la Organización Europea de Investigación Nuclear, fué adoptada por los representantes de las doce naciones siguien- tes : Bélgica, Dinamarca, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido, República Federal Alemana, Suecia, Suiza y Yugoeslavia. Entrará en vigor cuando haya sido ratifi- cada por las autoridades legislativas o gubernativas de Suiza -país en cuyo territorio se establecerá la sede de la organi- zación- p de otras seis naciones.

FINES Y FUNCIONAMIENTO DE LA ORGANIZACIÓN

La organización tiene como finalidad procurar <la colabo- ración entre los Estados europeos en las investigaciones nucleares de carácter puramente cientifico y fundamental, así como en otras investigaciones esencialmente relacionadas con aquéllas. Se abstendrá de toda actividad con fines militares y los resultados de sus trabajos experimentales y teóricos se publicarán o, de cualquier otro modo, se pondrán en cono- cimiento del público.»

Según la misma convención, en el programa fuudamental de la organización figurará sla construcción y el funciona- miento de un laboratorio internacional para investigaciones sobre las partículas de gran energía, cou inclusión de los trabajos sobre los rayos cósmicos»; a esas actividades se añadirán <la organización y el fomento de la cooperación internacional en la investigación nuclear, incluso la colabo- ración fuera del laboratorio». Esa cooperación consistirá especialmente en trabajos en matefia de física nuclear y de rayos cósmicos, intercambio de investigadores y fomento de contactos entre hombres de ciencia, difusión de informaciones y colaboración con las instituciones nacionales de investi- gación.

El costo de las actividades de la organización, incluyendo la construcción, instalación y funcionamiento del laboratorio, se calcula en 120 millones de francos suizos (es decir, 28 mi-

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llenes de dólares, o 10 millones de libras esterlinas) para los siete primeros años. Se obtendrán los fondos necesarios mediante contribuciones de los Estados miembros de la orga- nización, conforme a una escala establecida a base del promedio de la renta nacional neta de cada uno de esos Estados. Dicha escala se revisará cada tres años para tener en cuenta los cambios sobrevenidos mientras tanto en las diferentes rentas nacionales, pero queda entendido que la contribución de uno de los Estados interesados nunca será superior al 25% del presupuesto total. Para el primer período hasta fines de 1956, se repartieron las contribuciones de la siguiente manera: Bélgica, 4,880jo ; Dinamarca, 2,48% ; Francia, 23,84% ; Grecia, 0,97% ; Italia, 10,20% ; Noruega, 1,79%; Países Bajos, 3,68yh; Reino Unido (Gran Bretaña e Irlanda del Norte), 23,84%; República Federal Alemana, 17,70%; Suecia, 4,987~; Suiza, 3,710/0; Yugoeslavia, 1,93%.

Sin embargo, como los gobiernos de Grecia y de Yugo- eslavia insistieron sobre las dificultades presupuestarias que encuentran actualmente, se acordó que la contribución de esos Estados para el período 1953-1956 se redujera a 0,35% para el primero y a 0,65% para el segundo. Las restantes naciones, con excepción de Italia y de Suecia, se repartirán la diferencia de 1,9%, conforme a la escala fijada para sus pagos respectivos. Sólo después de crearse la organización se percibirán las contribuciones.

La organización permanecerá abierta a los Estados que expresen ulteriormente el deseo de ingresar en ella, pero la admisión de nuevos miembros estará subordinada a un voto unánimemente favorable de los Estados que ya formen parte de la organización. Esta comprenderá un consejo y un director con el personal que sea necesario. Cada Estado miembro dispondrá de un voto en el consejo, en el cual no podrá hacerse representar por más de dos delegados. El consejo se reunirá al menos una vez por año para determinar la orien- tación de la organización, aprobar los planes de investiga- ciones, adoptar el presupuesto, etc.; nombrará al director -funcionario ejecutivo superior de la institución- por mayoría de dos tercios y contratará el personal a propuesta del director. Siete años después de la entrada en vigor de la convención del 1.” de julio de 1953, todo Estado miembro podrá retirarse de la organización y su retiro será efectivo al terminar el ejercicio financiero en el que se haya notificado l.

1. Los principales pasajes del texto de la convención del 1.” de julio de 1953 se reproducen en anexo, al final de este folleto.

18

En una resolución adoptada en su sexta reunión (París, junio de 1953), el CEIN recomendó que la organización Inserte en el acuerdo que ha de concluirse con Suiza -como Estado en cuyo territorio se establecerá la sede- «disposi- ciones en las cuales se prevea que, en caso de crisis inter- nacional o de conflicto armado en Europa, ese Estado conserve el derecho de adoptar las precauciones necesarias para su seguridad y conforme a los precedentes existentes respecto de otras organizaciones internacionales», como la Organiza- ción Internacional del Trabajo y la Organización Mundial de la Salud.

EL LABORATORIO Y SU MATERIAL

Desde los primeros contactos con los medios científicos, se vi8 claramente que para Europa el mayor interés de un potente laboratorio de investigaciones nucleares residía en la posi- bilidad de construcción de grandes máquinas aceleradoras de partículas. Se sabe que esos aparatos, de una potencia de miles de millones de electrones-voltios son sumamente costosos y requieren considerable personal técnico. Su construcción y su mantenimiento difícilmente pueden estar al alcance de las pequeñas naciones europeas, e incluso para países como Francia e Italia, una acción colectiva es muy ventajosa.

Por ello se llegó con bastante rapidez a escoger dos máqui- nas, una de las cuales constituirá, sin duda, cuando esté instalada, el instrumento más potente del mundo en su cate- goría; mientra& que la otra, de un tipo más corriente, tendrá la ventaja de una construcción mucho más rápida, permitiendo así comenzar las investigaciones del laboratorio en un período flastante breve. La primera es un sincrotrón de protones y la segunda un sincrociclotrón; y se destinan a producir haces de protones de 25.000 millones y de 600 millones de electrones- voltios respectivamente. Dará idea de la importancia de esas máquinas el hecho de que el costo aproximado de la cons- trucción del laboratorio y de los aparatos se ha evaluado en más de 100 millones de francos suizos.

Para cpmprender el interés que ofrece el disponer de seme- jantes aparatos, a costa de un esfuerzo técnico superior al que permitió la construcción del gran telescopio de Palomar, hay que recordar primeramente la extraordinaria «carrera por la energía» que han proseguido los físicos desde hace un cuarto de siglo. Si Röntgen disponía de algunas decenas de millares de voltios para producir los rayos X en 1695, Cockroft y

19

Walton, treinta años después, descubrieron la desintegración artificial con iones acelerados por una tensión sólo diez veces superior. Pero los progresos han sido tan rápidos en los veinti- cinco años siguientes que en cada uno de los iones que salen de los aparatos modernos se acumula no ya diez veca, ni cien, ni mil, sino cien mil veces más energía. Y según las previ- siones, el laboratorio de Ginebra deberá decuplicar otra vez esa energía en los cinco años venideros.

Los descubrimientos han ido jalonando esa carrera y una por una han caído las barreras que defendían la estructura profunda de los átomos contra las actividades de los físicos. Después de las capas electrónicas, atacadas por Röntgen, se han disociado los núcleos. En la actualidad, los consti- tuyentes de los núcleos -los protones y los neutrones-- se desintegran mediante la acción de los proyectiles producidos por nuevas máquinas y entregan a los físicos una multitud de fragmentos nuevos, formando las diversas categorías de «mesones,. iHasta dónde llegará este análisis, cada vez más penetrante, de los elementos de la materia? ¿Se conseguirá llegar algún día a esos granos últimos, los verdaderos &to- mas»? Nada lo hace prever en la hora actual y, por el contrario, es probable que aparezcan nuevos campos de inves- tigación por cada potencia de diez que añadan a la energía de las radiaciones.

Por otra parte, el principio de esas máquinas es bastante sencillo y el ión que gira en el sincrotrón puede compararse a una pelota de tenis ligada a un eje por una goma y a la que un jugador pega con la raqueta cada vez que pasa ante él. Cuanto más de prisa gira, más fuerte tira de su enganche y más hay que aumentar la tensión. En lugar de la goma hay un campo magnético circular, donde se ha colocado el anillo hueco y vacío de gas en que circulan los iones. El golpe de la raqueta lo reciben éstos gracias a una impulsión eléctrica que un campo de alta frecuencia les transmite a cada vuelta. El valor del campo magnético crece a medida que aumenta la velocidad de los iones, para mantenerlos en el tubo anular; y así continúa el juego hasta obtener la energía deseada; esto es todo. Pero es menester un imán de diez mil toneladas, un tubo anular vacío de 200 metros de diámetro y un ajuste del campo magnético suficientemente preciso para que los iones permanezcan en el centro del tubo durante un trayecto de 300.000 vueltas, o sea unos 200.000 kilómetros que reco- rrerán en algunos segundos.

La segunda máquina será de dimensiones mucho más redu- cidas y estará formada por un electroimán de piezas polares

de 5 metros de diámetro. Su construcción, aunque más rápida, requerirá un esfuerzo técnico de análoga precisión, pero no planteará nuevos problemas, ya que en varios laboratorios funcionan aparatos de ese tipo. Habrá de producir, especial- mente, ese haz intenso de mesones que los físicos europeos esperan con tanta impaciencia.

Naturalmente, el laboratorio contará con otros instru- mentos que le permitirán realizar experimentos: cámaras de Wilson (o de niebla), contadores de Geiger, contadores de centelleo, contadores proporcionales, emulsiones fotográficas especiales, en resumen cuantos aparatos permiten hacer obser- vaciones sobre determinadas partículas. Las tknicas de la física nuclear se aproximarán a las de la química de los cuerpos radioactivos y, sin duda, a las de la radiobiología. Se prevén también un servicio de física teórica, y una oficina de cálculo con máquinas electrónicas modernas.

Ese potente conjunto se alojará en los diversos edificios del laboratorio que, sin duda, se alzará pronto en el terreno escogido, cerca de Meyrin y de la frontera francesa, en el lugar en que ésta cruza la gran carretera de Ginebra a Bellegarde por Saint-Genis. La energía eléctrica necesaria para la alimentación de las instalaciones la suministrarán fácilmente las fábricas hidroeléctricas próximas, instaladas en el Ródano. La proximidad de Ginebra y de su universidad contribuirá poderosamente a crear el ambiente intelectual indispensable para esas investigaciones y, al mismo tiempo, garantizará su carácter internacional.

I.AS DEMÁS FORMAS bE COOPERACIÓN

La nueva institución menciona en su título la «investigación nuclear». Las nuevas y potentes máquinas aceleradoras cons- tituyen un material fundamental para el conocimiento del núcleo atómico, pero aun sin ellas es posible emprender ciertas investigaciones en esta materia. En los Estados Unidos de América y en Europa funcionan ya f,astantes aparatos que producen haces de iones o de electrones de suficiente energía para permitir el estudio de los mesones, pero sobre todo existe una fuente «natural» de esas partículas de gran energía, ya que los rayos cósmicos vierten en nuestra atmósfera una lluvia continua de iones que sobrepasan considerafdemcnte los 30.000 millones de electrones-voltios que se esperan de la gran máquina de Ginebra. En realidad, esos rayos naturales ban aervido como de c<modelo» de las radiaciones que han

21

de obtenerse en el laboratorio, igual que los de la radio- actividad natural han constituido durante largo tiempo el modelo que el ciclotrón de Lawrence alcanzó y sobrepasó hace veinte años. Será difícil sobrepasar la energía de las partículas cósmicas, a las que se deben los grandes haces de la atmósfera, y de las grandes explosiones nucleares observadas en las placas fotográficas, ya que alcanza al menos 1.014 elec- trones-voltios, es decir, treinta mil veces más que el sincro- trón actual de Brookhaven. Pero los progresos han sido tan rápidos en estos últimos tiempos que quizá diez años basten para dar este nuevo salto hacia adelante. En todo caso, con- tamos con los rayos cósmicos; los aparatos de Birmingham? de Upsala y de Liverpool funcionan y, en espera de nuevos progresos, hay que utilizarlos lo mejor posible para las inves- tigaciones nucleares.

De nuevo se plantean problemas de cooperación, aunque en un terreno diferente del de las máquinas nuevas, es decir, en el de la mejor utilización de las fuentes actuales. El número de físicos especializados en estas investigaciones no es muy elevado y varias de las naciones miembros de la nueva orga- nización sólo poseen un número suficiente para formar uno de los grupos de investigadores cuya constitución se ha hecho necesaria por la dificultad de los trabajos en ese campo. En bastantes casos ya se ha llevado a efecto una cooperación de tipo personal, pero es claro que el consejo de la Organización Europea de Investigación Nuclear podrá desempeñar un papel fundamental en la preparación y la generalización del trabajo en común. Las misiones de estudio de los rayos cósmicos en alta montaña, las expediciones organizadas para el lanza- miento de globos sondas en la alta atmósfera y las investi- gaciones subterráneas en las minas de sal o de carbón constituyen formas perfectas de cooperación. Esta puede lograrse también por el envío de jóvenes investigadores a los lugares donde ya funcionan las máquinas. Así, bastante antes que el gran sincrotrón de Ginebra comience a proyectar sus primeros protones, se advertirá la acción benéfica del CEIN en provecho de la ciencia.

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ANEXO

PASAJES DEL TEXTO DE LA CONVENCIÓN QUE INSTITUYE UNA ORGANIZACIÓN EUROPEA DE INVESTIGACIÓN NUCLEAR

.4rCículo ZZ. Fines.

1. La organización procurará la colaboración entre los Esta- dos europeos en las investigaciones nucleares de carácter puramente científico y fundamental, así como en otras investigaciones esencialmente relacionadas con aquéllas. La organización se abstendrá de toda actividad con fines militares y los resultados de sus trabajos experimentales y teóricos se publicarán o, de cualquier otro modo, se pon- drán en conocimiento del público.

2. Al procurar la colaboración prevista en el párrafo 1 del presente artículo, la organización se limitará a las activi- dades enumeradas en los siguientes párrafos 3, 4 y 5.

3. En el programa fundamental de la organización figurará: a) La construcción de un laboratorio internacional (deno-

minado en este documento gel laboratorio») para inves- tigaciones sobre las partículas de gran energía, con inclusión de los trabajos sobre los rayos cósmicos. Este laboratorio poseerá: I. Un sincrotrón de protones para energías superiores a

diez mil millones de electrones-voltios (lOI” ev) ; II. Un sincrociclotrón capaz de acelerar los protones

hasta unos seiscientos millones de electrones-voltios (6 X lOS ev) ;

ur. Los aparatos auxiliares necesarios para ejecutar cual- quier programa de investigaciones mediante las má- quinas indicadas en los incisos I y II;

IV. Los edificios necesarios para instalar el equipo indi- cado en los incisos I, II y III, así como para los servicios administrativos de la organización y para llevar a cabo sus restantes funciones.

b) El funcionamiento del laboratorio especificado anterior- mente.

c) La organización y el fomento de la cooperación inter- nacional en la investigación nuclear, incluso la colabo- ración fuera del laboratorio. Esta cooperación puede consistir especialmente en : I. Estudios teóricos en materia de física nuclear;

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II. Fomento de contactos entre investigadores, inter- cambio de éstos, difusión de informaciones, y adopción de las medidas necesarias para que los investigadores puedan profundizar sus conocimientos y completar su formación profesional;

III. Colaboración con las instituciones nacionales de investigación, a las que puede asesorarse;

IV. Investigaciones en materia de rayo9 cósmicos. 4. Todo programa complementario habrá de someterse al

consejo mencionado en el artículo IV y ser aprobado por éste, por mayoría de dos tercios del total de 109 Estado9 miembro9 de la organización.

5. Para la ejecución de su programa fundamental y de todo programa complementario de actividad, el laboratorio colaborará, en todo lo posible, con los laboratorio9 e insti- tuciones situados en el territorio de los Estado9 miembros. En la medida que sea compatible con loe fines de la organización, el laboratorio habrá de esforzarse por evitar toda duplicación de trabajo con las investigaciones efec- tuadas en dichos laboratorios o instituciones.

Articulo 111. Condiciones de udlaesión.

1. Los Estados partes en el acuerdo del 15 de febrero de 1952, mencionado en el preámbulo de la presente convención, así como los Estados que hayan aportado su contribución en dinero o en especie9 al consejo instituído por dicho acuerdo y hayan participado efectivamente en sus trabajos, tendrán derecho a hacerse miembros de la organización al ser partes en la presente convención [...]

2. o) La admisión de otros Estados en la organización habrá de decidirse, por unanimidad de los Estado9 miembros, por el consejo mencionado en el artículo IV.

b) Todo Estado deseoso de ser admitido en la organización en virtud del precedente inciso deberá notificarlo al director. Este comunicará a los Estados miembros la petición, al menos con tres meses de antelación a su examen por el consejo. Todo Estado así admitido ee convertirá en miembro de la organización al adherirse a la presente convención [...]

4r&áculo IV. Organos.

La organización comprenderá un consejo y un director., con su personal [...]

Artículo VZZ. Contribuciones financieras.

1. Cada Estado miembro contribuirá a los gastos de inmovi- lización así como a los gastos ordinarios de funcionamiento de la organización: a) Por el período que termina el 31 de diciembre de 1956,

conforme al protocolo financiero anexo a la presente convención; luego,

b) Conforme a una escala que el consejo establecerá cada tres años, por mayoría de dos tercios del total de los Estados miembros, basándose en el promedio de la renta nacional neta, habida cuenta de sus factores determi- nantes en cada Estado miembro durante los tres años más recientes de 109 cuales haya estadísticas. No obstante: I. Ningún Estado miembro estará obligado a pagar

contribuciones para el programa fundamental supe- riores al 25$/0 del importe total de las contribuciones fijadas por el consejo para cubrir los gastos de ese programa;

II. El consejo podrá decidir, por mayoría de dos tercios del total de 109 Estados miembros, que se tengan en cuenta circunstancias especiales respecto de Ull

Estado miembro y se modifique, por consiguiente, cl importe de su contribución.

Artículo VZZZ. Cooperación con la Unesco y con otrus orga- nizaciones.

La organización cooperará con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Por decisión del consejo, adoptada por mayoría de dos tercios del total de los Estados miembros, también podrá cooperar con otras organizaciones.

Articulo XII. Retiro.

Transcurridos siete años desde la cntrnda en vigor de la presente convención, todo Estado miembro podrá notificar por escrito al director que se retira de la organizaci.ón. Tal retiro será efectivo al término del ejercicio financiero en el transcurso del cual se haya hecho la notificación, cuando ésta se haya hecho en los nueve primeros meses del ejercicio financiero. Si la notificación se ha hecho en los tres meses ultimos del ejercicio financiero., sera efectiva al terminar el ejercicio financiero siguiente.

25

.4rtículo XIV. Disolución.

La organización será disuelta si el número de Estados miem- bros se reduce a menos de cinco. Podrá ser disuelta en todo momento por acuerdos entre los Estados miembros. Sin per- juicio de cualquier acuerdo que se concertare entre los Estados miembros en el momento de la disolución, el Estado en cuyo territorio se halle en ese momento la sede de la organización será responsable de la liquidación, y el activo se repartirá entre 109 Estados miembros de la organización en el momento de la disolución, a prorrata de las contribuciones efectiva- mente satisfechas por ellos desde que ingresaron como partes en la presente convención. En caso de pasivo, esos mismos Estado9 se harán cargo de él, a prorrata de las contribuciones fijadas para el último ejercicio financiero.

Artículo XVIII. Entrada en vigor.

1. La presente convención y el protocolo financiero anexo entrarán en vigor cuando siete Estados hayan ratificado esos instrumentos o se hayan adherido a ellos, a condición de que: ca) El total de sus contribuciones según la escala que figura

en el anexo del protocolo financiero ascienda por lo menos al 75% ; y

b) Suiza, país en cuyo territorio se instalará la sede de la organización, figure entre esos siete Estados.

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