La ciguatera en Canarias
Transcript of La ciguatera en Canarias
I
Trabajo Fin de Especialidad
Unidad Docente de Medicina Preventiva y Salud
Pública de Canarias
EPIDEMIOLOGÍA DE LA
INTOXICACIÓN ALIMENTARIA POR
CIGUATOXINAS EN CANARIAS
Autora:
Isabel Falcón García
Residente de Medicina Preventiva y Salud Pública
Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria, Santa Cruz de Tenerife.
Tutor:
Domingo Núñez Gallo
Jefe de Servicio de Epidemiología y Prevención
Dirección General de Salud Pública de Canarias.
II
RESUMEN
ANTECEDENTES: la ciguatera es una forma de intoxicación alimentaria provocada por la ingestión
de pescado contaminado con ciguatoxinas (CTX) que produce síntomas cardíacos, sistémicos,
neurológicos y digestivos. Es endémica en aguas tropicales y subtropicales, con una gran repercu-
sión e impacto tanto en la salud humana como en la industria pesquera. En Canarias es una en-
fermedad emergente, detectándose por primera vez en el archipiélago en 2004 y habiéndose
producido múltiples brotes desde 2008, sin que se haya llevado a cabo hasta el momento ningún
estudio que permita caracterizar la epidemiología de la intoxicación en Canarias y detectar las
posibles diferencias con otras regiones del mundo.
OBJETIVOS: describir las características epidemiológicas de los brotes y casos y determinar la
incidencia de la intoxicación por ciguatoxinas en Canarias.
MÉTODOS: se ha llevado a cabo un estudio descriptivo longitudinal con seguimiento retrospectivo
y prospectivo de los brotes y casos de intoxicación alimentaria por ciguatoxina registrados en el
Sistema de Vigilancia Epidemiológica de la Intoxicación por Ciguatera en Canarias (SVEICC) entre
el 1 de enero de 2008 y el 31 de diciembre de 2018. El análisis consistió en cálculo de medias y
medianas, desviación típica y rango, frecuencias y porcentajes, cálculo de tasas de incidencia y
de ataque, análisis de tendencias usando Jointpoint y una regresión de Poisson del número de
casos por brote según año.
RESULTADOS: en total se registraron en el periodo 115 casos de intoxicación alimentaria por
ciguatoxinas (CFP), con una tasa de incidencia cruda de 0,5 casos por 100.000 habitantes-año
(IC95% 0,45-0,54). La isla en la que más brotes se han detectado ha sido Tenerife (57,9%), siendo el
origen del pescado mayoritariamente la pesca deportiva (68,8%) y la especie más frecuente el
medregal (50%), seguido del mero (20%), capturados por todo el archipiélago. La intoxicación fue
más frecuente en hombres (70,3%) y entre los 45 y los 64 años (47,5%). El periodo de incubación fue
menor de 9 horas en el 50% de los casos y los síntomas más frecuentes han sido la diarrea (77,5%),
la inversión térmica (62,2%) y las mialgias (57,7%), persistiendo los síntomas más de 2 semanas en el
47,5% de los casos. Además, el lugar de atención más frecuente fue atención primaria (53,3%), no
solicitando asistencia sanitaria el 22,9% de los casos.
CONCLUSIÓN: la ciguatera es una intoxicación alimentaria endémica en las Canarias, sin que
hayamos observado cambios significativos en la tendencia entre los años 2008 y 2018.
PALABRAS CLAVE: Canarias, ciguatera, ciguatoxinas, epidemiología, incidencia, intoxicación
alimentaria, enfermedad emergente, endemia.
III
PREFACIO
La intoxicación alimentaria por ciguatoxina es endémica en determinadas zonas del
Caribe, el Pacífico y el Índico, mientras que en Canarias y en Europa era desconocida o
anecdótica hasta hace muy poco, registrando sólo algún caso en viajeros procedentes de áreas
endémicas. Sin embargo, durante los últimos años se han registrado varios brotes autóctonos en
nuestra región y en otros países de Europa (tanto autóctonos como por ingesta de pescados
importados). Paralelamente, se han detectado en aguas canarias diversas especies de
dinoflagelados responsables de la intoxicación, así como en el Mediterráneo.
Debido al incremento de la temperatura del agua, como consecuencia del cambio climá-
tico, es previsible estos que dinoflagelados continúen colonizando estas y otras latitudes más al
norte. Además, otras actividades antropogénicas, como la instalación de aerogeneradores o pla-
taformas petrolíferas en el mar, también favorecen el crecimiento y multiplicación de estas micro-
algas. De forma que el problema, lejos de ser algo anecdótico, se podría transformar en una
amenaza para la Salud Pública y la economía del archipiélago. De ahí la necesidad de investigar
y mejorar las técnicas de identificación, confirmación y cuantificación de las CTXs y su toxicidad
en el pescado, mapear nuestras aguas, determinar zonas y especies de mayor riesgo y estimar la
incidencia y características epidemiológicas de los casos de ciguatera en Canarias.
IV
AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, quisiera agradece a mi tutor Domingo Núñez Gallo la oportunidad que me
ha brindado para realizar este trabajo, así como toda la ayuda prestada y su dedicación en estos
meses.
A Carmen Varela Martínez, líder del acuerdo específico número 2 del proyecto EuroCigua
(determinación de la incidencia y características epidemiológicas de los casos de ciguatera en
Europa) y científica titular del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III
(ISCIII) y a Rocío Carmona Alférez, técnico de investigación en el Departamento de Epidemiología
y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad del ISCIII, por su colaboración, el apoyo
metodológico prestado y sus oportunos comentarios y correcciones.
A todos aquellos técnicos y compañeros de la Dirección General de Salud Pública, tanto del
Servicio de Epidemiología y Prevención como del Servicio de Seguridad Alimentaria y a los de las
Secciones de Salud Pública de las Direcciones de Área de Salud de Lanzarote y La Palma, que
con su esfuerzo y diligente labor nos han permitido disponer de toda la información empleada en
la realización del presente estudio. Así como al resto de instituciones implicadas en la Vigilancia y
el Control de la ciguatera (Dirección General de Pesca, IUSA, IRTA, etc.).
Gracias.
V
ÍNDICE
RESUMEN ................................................................................................................................................. II
PREFACIO ............................................................................................................................................... III
AGRADECIMIENTOS .............................................................................................................................. IV
ÍNDICE ..................................................................................................................................................... V
ÍNDICE DE FIGURAS .............................................................................................................................. VII
ÍNDICE DE TABLAS ............................................................................................................................... VIII
LISTA DE ABREVIATURAS ....................................................................................................................... IX
I. ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DEL TEMA .................................................................................. 1
1. HISTORIA ...............................................................................................................................................1
2. ETIOLOGÍA ............................................................................................................................................3
2.1 Gambierdiscus ............................................................................................................................................... 3 2.2 Ciguatoxinas................................................................................................................................................... 5
3. FISIOPATOLOGÍA ...................................................................................................................................6
4. SINTOMATOLOGÍA .................................................................................................................................7
5. DIAGNÓSTICO ......................................................................................................................................9
6. TRATAMIENTO ...................................................................................................................................... 10
6.1 Tratamiento sintomático y de soporte en la fase aguda ................................................................. 10 6.2 Manitol ............................................................................................................................................................ 10 6.3 Brevenal ......................................................................................................................................................... 11 6.4 Otros fármacos para el tratamiento agudo ........................................................................................ 11 6.5 Tratamiento crónico ................................................................................................................................... 11
7. DETECCIÓN EN PESCADO .................................................................................................................... 12
8. EPIDEMIOLOGÍA .................................................................................................................................. 13
9. PREVENCIÓN ....................................................................................................................................... 14
10. LA CIGUATERA EN CANARIAS ............................................................................................................ 15
II. OBJETIVOS ........................................................................................................................................ 17
1. OBJETIVO GENERAL ............................................................................................................................ 17
2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS ..................................................................................................................... 17
III. MATERIAL Y MÉTODOS .................................................................................................................... 18
1. DISEÑO DEL ESTUDIO ............................................................................................................................ 18
2. APROBACIÓN DEL ESTUDIO .................................................................................................................. 18
3. ÁMBITO Y POBLACIÓN DE ESTUDIO ...................................................................................................... 18
4. RECOPILACIÓN DE DATOS EPIDEMIOLÓGICOS ..................................................................................... 19
4.1 Encuestas de caso ...................................................................................................................................... 19 4.2 Notificaciones remitidas por otras fuentes sin encuesta de caso ................................................ 20 4.3 Informes de brote ........................................................................................................................................ 20 4.4 Otras anotaciones y documentos en los archivos del servicio ..................................................... 20 4.5 Sentencias judiciales públicas ................................................................................................................ 21 4.6 Re-entrevista de los casos ........................................................................................................................ 21
5. RECOGIDA Y ANÁLISIS DE LAS MUESTRAS DE PESCADO ......................................................................... 21
5.1 Laboratorio de Toxicología de la Universidad de Las Palmas de GC .......................................... 21 5.2 Centro Oceanográfico de Vigo .............................................................................................................. 22 5.3 Institut Recerca i Tecnologia Agroalimentàries .................................................................................. 22
VI
5.4 Laboratorio Nacional de Referencia de Biotoxinas Marinas .......................................................... 22 5.5 Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria (IUSA) ................................. 23
6. DEFINICIÓN Y CLASIFICACIÓN DE LOS CASOS Y BROTES ....................................................................... 23
7. ANÁLISIS ESTADÍSTICO ......................................................................................................................... 24
IV. RESULTADOS .................................................................................................................................... 26
1. DESCRIPCIÓN DE LOS BROTES .......................................................................................................... 26
1.1 Distribución temporal ................................................................................................................................. 30 1.2 Localización .................................................................................................................................................. 32 1.3 Distribución por especie y preparación ............................................................................................... 35
2. DESCRIPCIÓN DE LOS CASOS .......................................................................................................... 38
2.1 Incidencia ..................................................................................................................................................... 38 2.2 Edad y sexo .................................................................................................................................................. 39 2.3 Presentación clínica ................................................................................................................................... 40
V. DISCUSIÓN ....................................................................................................................................... 44
VI. CONCLUSIONES .............................................................................................................................. 53
VII. BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................................ 54
ANEXO I ............................................................................................................................................... 61
ANEXO II ............................................................................................................................................... 64
ANEXO III .............................................................................................................................................. 65
ANEXO IV .............................................................................................................................................. 67
VII
ÍNDICE DE FIGURAS
FIGURA 1. IMAGEN DEL DINOFLAGELADO GAMBIERDISCUS TOXICUS: EPITECA, HIPOTECA Y DETALLE DEL PORO APICAL. 4 FIGURA 2. ESTRUCTURAS DE LAS CIGUATOXINAS PRINCIPALES DEL PACÍFICO (P-CTX-1) Y EL CARIBE (C-CTX-1). 5 FIGURA 3. ESTRUCTURA TRANSMEMBRANA DEL CANAL DEL SODIO VOLTAJE-DEPENDIENTE Y SITIO DE UNIÓN DE LA
CIGUATOXINA (SITIO 5) EN EL CANAL DE SODIO VOLTAJE-DEPENDIENTE. 6 FIGURA 4. DISTRIBUCIÓN MUNDIAL DE LOS CASOS DE INTOXICACIÓN ALIMENTARIA POR CIGUATOXINA DECLARADOS A JULIO
DE 2016. 13 FIGURA 5: FRECUENCIA ANUAL DE BROTES DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018. 31 FIGURA 6: TAMAÑO MEDIO DE LOS BROTES DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018 POR AÑO. 31 FIGURA 7: DISTRIBUCIÓN MENSUAL DE BROTES DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018. 32 FIGURA 8: MAPA DE LOS LUGARES DE CAPTURA (EN ROJO) E ISLAS DE DETECCIÓN (EN AZUL TURQUESA) DE LOS BROTES DE
CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018. 33 FIGURA 9: DISTRIBUCIÓN DE LOS EJEMPLARES CONSUMIDOS EN LOS BROTES DE CFP POR GÉNERO/ESPECIE EN CANARIAS EN
EL PERIODO 2008-2018. 36 FIGURA 10: REPRESENTACIÓN GRÁFICA DE LA INCIDENCIA ANUAL DE CFP Y MEDIA MÓVIL DE DOS AÑOS EN CANARIAS EN
EL PERIODO 2008-2018. 39 FIGURA 11: DISTRIBUCIÓN DEL PERIODO DE INCUBACIÓN DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018. 40
VIII
ÍNDICE DE TABLAS
TABLA 1: CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DE LOS BROTES DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018. .................... 27 TABLA 2: FRECUENCIA DE SÍNTOMAS GASTROINTESTINALES, NEUROLÓGICOS, CARDIOVASCULARES Y OTROS EN LOS BROTES
DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018. ................................................................................................. 28 TABLA 3: DISTRIBUCIÓN DE LOS BROTES DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018 SEGÚN LUGAR DE CAPTURA, DE
ADQUISICIÓN Y DE CONSUMO DEL PESCADO. ........................................................................................................... 34 TABLA 4: FRECUENCIA DE LOS BROTES DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018 EN FUNCIÓN LUGAR DE CAPTURA Y
DE CONSUMO DEL PESCADO. .................................................................................................................................... 35 TABLA 5: DISTRIBUCIÓN DE LOS BROTES DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018 SEGÚN PESOS REGULADOS EN EL
MOMENTO DE DECLARACIÓN DEL BROTE ................................................................................................................... 36 TABLA 6: DISTRIBUCIÓN DE LOS BROTES DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018 SEGÚN PESOS REGULADOS A
AGOSTO DE 2018 ..................................................................................................................................................... 37 TABLA 7: DISTRIBUCIÓN DE LOS BROTES DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018 SEGÚN PESOS REGULADOS EN EL
MOMENTO DE DECLARACIÓN DEL BROTE Y FORMA DE ADQUISICIÓN. ......................................................................... 37 TABLA 8: DISTRIBUCIÓN DE LOS BROTES DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018 SEGÚN FORMA DE CONSUMO . 38 TABLA 9: INCIDENCIA ANUAL DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018 .............................................................. 38 TABLA 10: DISTRIBUCIÓN POR EDAD Y SEXO DE LOS CASOS DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018 ................. 39 TABLA 11: FRECUENCIA DE SÍNTOMAS EN LOS CASOS DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018.......................... 41 TABLA 12: FRECUENCIA DE PERSISTENCIA DE SÍNTOMAS EN LOS CASOS DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018.
................................................................................................................................................................................. 42 TABLA 13: TIEMPO DE DURACIÓN DE LOS SÍNTOMAS EN LOS CASOS DE CFP EN LOS QUE SE REGISTRÓ PERSISTENCIA EN
CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018. ................................................................................................................... 42 TABLA 14: LUGAR DE ATENCIÓN DE LOS CASOS DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-2018. ................................. 43 TABLA 15: LUGAR DE ATENCIÓN EN FUNCIÓN DE LOS SÍNTOMAS DE LOS CASOS DE CFP EN CANARIAS EN EL PERIODO 2008-
2018........................................................................................................................................................................ 43
IX
LISTA DE ABREVIATURAS
▪ AECOSAN: Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición
▪ Ca2+: ion calcio
▪ CAREC: Centro de Epidemiología del Caribe (Caribbean Epidemiology Center)
▪ C-CTXs: ciguatoxinas del Caribe
▪ CFP: intoxicación alimentaria por ciguatoxina (ciguatera fish poissoning)
▪ CTXs: ciguatoxinas
▪ DGSP: Dirección General de Salud Pública
▪ EDO: Enfermedades de Declaración Obligatoria
▪ EFSA: Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (European Food Safety Authority)
▪ GC: Gran Canaria
▪ h: horas
▪ I-CTXs: ciguatoxinas del Océano Índico
▪ ISCIII: Instituto de Salud Carlos III
▪ IUSA: Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria
▪ Kg: kilogramo
▪ LD50: dosis letal para el 50% de la población
▪ Na+: ion sodio
▪ NO: óxido nítrico (monóxido de nitrógeno)
▪ OPS: Organización Panamericana de la Salud
▪ P-CTXs: ciguatoxinas del Océano Pacífico
▪ REVECA: Red de Vigilancia Epidemiológica de Canarias
▪ SCS: Servicio Canario de Salud
▪ SEP: Servicio de Epidemiología y Prevención
▪ SNC: sistema nervioso central
▪ SVEICC: Sistema de Vigilancia Epidemiológica de la Intoxicación por Ciguatera en Canarias
▪ UE: Unión Europea
▪ µg/g: microgramos por gramo
▪ μg/kg: microgramos por kilogramo
1
I. ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DEL TEMA
La intoxicación alimentaria por ciguatoxinas (CFP) es la intoxicación por consu-
mo de alimentos marinos más frecuente en todo el mundo (1). Es endémica en regio-
nes tropicales y subtropicales y se contrae por la ingesta de pescado contaminado
con ciguatoxinas (CTXs), una toxina liposoluble producida por microalgas (dinoflage-
lados) de los géneros Gambierdiscus y Fukuyoa. Produce síntomas cardíacos (hipoten-
sión y bradicardia), sistémicos (fatiga, mareos), neurológicos (parestesias y disestesias
en extremidades y región perioral, alodinia al frío y prurito generalizado) y digestivos
(vómitos, diarrea, dolor abdominal, náuseas) en 6-48 h tras la ingesta, que pueden per-
sistir durante meses (2).
La CFP no es debida a una mala conservación del pescado y no se puede pre-
venir con ninguna preparación, cocción ni almacenamiento determinado, siendo las
CTXs insípidas, incoloras, inodoras y estables al calor, acidez y la congelación (3–5).
Además, no existe tratamiento específico, ni test directo para su detección en huma-
nos.
1. Historia
Si bien ha sido en las últimas décadas que la ciguatera se ha convertido en un
problema de salud pública global (por diversas razones a las que aludiremos más ade-
lante), esta intoxicación alimentaria se conoce desde hace más de 200 años (6).
De hecho, las primeras referencias a pescado contaminado con ciguatoxinas
datan de la dinastía Ch’en T’Sang-Chi (618-907 A.C.), mencionando que el medregal
es un pez grande y mortalmente venenoso para el ser humano (6,7).
También se conservan muchas descripciones de intoxicaciones producidas tras
el consumo de pescado en exploradores, capitanes, marineros y otros tripulantes des-
de el s. XVI. Así, en 1555, Pedro Martyr de Angleria, un médico italiano al servicio de la
corona española describe en sus citas la intoxicación por ciguatera por primera vez en
el Caribe, asociada al consumo de grandes peces, sobre todo barracudas y picudas
(8). Algo después, en 1606, el explorador español Pedro de Quirós relata la intoxicación
que sufrió toda su tripulación tras la ingestión de pargos mientras navegaban por las
costas de las Islas de las Nuevas Hébridas (hoy Vanuatu) (9).
Por su parte, el capitán Cook y su tripulación sufrieron ciguatera tras la ingestión
de otro ejemplar de esa misma especie, capturado también en las Nuevas Hébridas el
23 de julio de 1774, que quedó registrada en los diarios de los botánicos que formaban
2
parte de la tripulación (7,10). Estos la describieron como un malestar estomacal con
nauseas, debilidad y un desasosiego y dolor en la boca y la garganta (10). El inicio de
síntomas se produjo unas horas después de la ingesta, con: “primero un rubor y calor
de la cara, con dolor de cabeza e inflamación de toda la piel; al poco tiempo co-
mienzan los vómitos y diarreas, con dolor abdominal, después hubo dolor corporal,
pero cuando este era leve, apareció más adormecimiento en las extremidades, con
mucha parálisis, de modo que los pacientes, además de perder carne [por masa mus-
cular], sólo podían caminar o mantenerse de pie con dificultad, también ocurrió una
salivación profusa al cuarto día del inicio de síntomas. Hacia el final, la piel se descamó
y en algunos pacientes aparecieron rashes en las manos”. Afortunadamente, en este
episodio sólo murieron animales que habían comido restos del pescado (6,7,10).
Igualmente, en 1789, la tripulación del Capitán Bling sufrió una intoxicación a las
pocas horas de ingerir las vísceras de un dorado, pescado en el mar de Filipinas, posi-
blemente consecuencia de la presencia de ciguatoxinas (11).
No obstante, de todos estos registros que se conservan, el mayor brote de cigua-
tera fue descrito por Charles Grant en 1801, durante la invasión naval británica de
Mauricio, con 1500 personas afectadas y varios muertos. El número total de fallecidos
es dudoso, pero sí que se describe la presencia de “convulsiones que en ocasiones
acaban en la muerte” (6).
Las primeras descripciones de los efectos neurológicos de la ciguatera datan de
finales del s. XVIII. Por un lado, William Anderson (cirujano del barco del capitán Cook
que ya había reseñado el brote de 1774 en sus diarios) y por otro el portugués Don An-
tonio Parra, que poco después, en 1787, describe el síndrome clínico en el Caribe en
“Descripción de Diferentes Piezas” denominando la intoxicación “siguatera” (12–14).
Se cree que el término ciguatera se empleaba en sus orígenes a la intoxicación
producida por la ingestión de un caracol endémico de las costas caribeñas, Cittarium
Pica (anteriormente denominado Turbo Pica o Livona Pica) que se conocía en las Anti-
llas españolas con el término cubano “cigua” (15–17). Era popularmente conocido por
los indios que la ingestión de este gasterópodo producía indigestión, llamándose a los
afectados “cigatos” o “enciguatotodos” (6,14). Con el tiempo, el término acabó
usándose en el Caribe para denotar cualquier intoxicación por alimento de origen
marino, no obstante, desde la segunda mitad del siglo XX el término ciguatera se cir-
cunscribió a aquellas intoxicaciones por ingesta de pescado caracterizadas por de-
terminados síntomas y signos gastrointestinales y neurológicos y asociados a la ingesta
de pescados de arrecifes de coral y semipelágicos como los pargos, meros, lubinas o
barracudas (6,14).
3
2. Etiología
Ya en 1871 Charles Kinglsey (18) mencionaba en su libro “At Last: A Christmas in
the West Indies” una especie nueva de pescado, la barracuda, de gran tamaño y
agresividad, “capaz de comer a un ser humano pero no al revés [ser comida por un
humano], al menos en determinadas épocas del año, ya que comerla implica enfer-
medad, dolor en todas las articulaciones, caída de las uñas y del pelo durante años y
posiblemente la muerte” y nombra los trabajos del naturalista Richard Hill de Jamaica
que habla de “13 especies de pescados que son más o menos venenosas pero sólo a
veces, pudiendo la misma especie ser venenosa en una isla e inofensiva en otra y
también especies prácticamente iguales, una ser venenosa y la otra inofensiva […]
atribuyendo esta cualidad venenosa, en muchos casos, a la comida sucia que los pe-
ces obtienen de los arrecifes de coral […] donde hay un nauseabundo olor a mercado
de pescado” (18).
A pesar de ello, no es hasta mediados de los años 50 del siglo XX que empieza a
cobrar fuerza la hipótesis que sitúa origen de ciguatera en la cadena alimentaria de
los pescados involucrados. Hasta entonces se barajaban múltiples teorías: que fuera
consecuencia de la contaminación del mar por venenos industriales, metales pesados
o materiales radioactivos, que se debiera a la presencia de sustancias endógenas
producidas por los peces a raíz de una epidemia, o bien a cambios climáticos, a la
propia reproducción (desove) de los pescados o el haber expuesto a los mismos a la
luz de la luna (6). Además, dentro de las hipótesis que ponían el foco en la cadena
alimentaria, se consideraban distintos seres vivos como fuente de la toxicidad: plantas,
protoctistas, corales, medusas, gusanos o moluscos entre otros.
Finalmente, a finales de los años 70 (6) se descubre el origen de la toxicidad, un
dinoflagelado, Gambierdiscus toxicus (19–21).
2.1 Gambierdiscus
Hallado por primera vez en las islas Gambier (Polinesia Francesa) (21),
Gambierdiscus es un género de dinoflagelados marinos fotosintéticos de unas 75
micras de diámetro con forma redondeada y aplanada, esto es, son microalgas
(organismos unicelulares) con dos flagelos cada uno (Figura 1). Su hábito es
generalmente bentónico y epifítico (22), es decir, que viven normalmente sobre
superficies como macroalgas, sedimentos y arrecifes de coral, en aguas tropicales y
subtropicales. Esto hace que los peces herbívoros que se alimentan de dichas algas
acumulen CTXs, las cuales a su vez se acumulan en mayor cantidad en otros
predadores como barracudas, meros, morenas, pargos o medregales, que ingieren
4
esos herbívoros y ponen en riesgo a la salud de personas que se nutren de alguna de
las más de 400 especies que se conoce pueden causar la intoxicación (23). No
obstante, además de por ingesta de pescado contaminado con CTXs, también se ha
descrito la transmisión transplacentaria (24), a través de la leche materna (25) y por vía
sexual (26) aunque tal efecto es anecdótico y poco frecuente.
Figura 1. Imagen del dinoflagelado Gambierdiscus toxicus: epiteca, hipoteca y detalle del poro apical.
En Faust y Gulledge (2002) (27)
A día de hoy se han descrito hasta 13 especies distintas del género
Gambierdiscus distribuidas por todo el mundo (28,29), que producen en mayor o
menor cantidad algún tipo de toxina, entre las que destacan las liposolubles CTXs, y las
hidrosolubles ácido gambiérico y maixotoxina, si bien estas últimas tienen poca
actividad tóxica (27,30,31). A su vez, a medida que las CTXs atraviesan la cadena
alimentaria sufren una serie de biotransformaciones que resultan en toxinas más
polares (oxidadas) y hasta 10 veces más tóxicas que las producidas por G. toxicus (32).
5
2.2 Ciguatoxinas
Se han descrito varios tipos de CTXs, todas isómeras y congéneres de una
misma estructura principal formada por 13 o 14 anillos que tienen en común ser
poliéteres cíclicos muy oxigenados liposolubles y termoestables, con pesos moleculares
que oscilan desde los 1000 a los 1150 Dalton (33). Éstas se clasifican en ciguatoxinas del
Pacífico (P-CTXs), del Caribe (C-CTXs) y del Índico (I-CTXs), diferenciándose
ligeramente en su estructura, toxicidad y polaridad, siendo las P-CTXs algo más tóxicas
y polares (34,35). La primera que se dilucidó fue la P-CTX-1 (Figura 2), principal
ciguatoxina del Pacífico con un peso molecular de aproximadamente 1110 Daltons y
fórmula molecular C60H86O19 (36,37). Por su parte, la principal ciguatoxina del Caribe
(C-CTX-1) (aunque la predominancia de una única CTX no está tan clara en el caso
de las C-CTXs) tiene una masa de 1140.6 Daltons y fórmula molecular C62H92O19 (3,34)
siendo su masa prácticamente igual a la I-CTX-1 de la que aún no se ha dilucidado su
estructura (38).
Figura 2. Estructuras de las ciguatoxinas principales del Pacífico (P-CTX-1) y el Caribe (C-CTX-1).
En Dickey (2008) (34).
6
3. Fisiopatología
Las ciguatoxinas son potentes agonistas de los canales de sodio voltaje-dependientes
con una LD50 (dosis letal para el 50% de la población) en ratones que oscila entre los
0,25 μg/kg (P-CTX-1) y los 20 μg/kg (P-CTX-4B) (39). Estás toxinas se unen al sitio 5 de
dicho canal (figura 3), lo cual produce un cambio en la dependencia al voltaje para
la activación del canal que resulta en una entrada masiva de Na+ en la célula con
potenciales de membrana bajos (que en condiciones normales no activarían tantos
canales de sodio) (33,40,41). Dicha entrada de sodio induce una serie que cambios en
la homeostasis celular con repercusiones a nivel celular y fisiológico, sobre todo en cé-
lulas excitables.
Figura 3. Estructura transmembrana del canal del sodio voltaje-dependiente y sitio de unión de la
ciguatoxina (sitio 5) en el canal de sodio voltaje-dependiente.
El sitio 5 (fechas rojas) está formado por unos residuos concretos en los segmentos 6 del dominio I y 5 del
dominio IV. En Vale et al. (2015) (33).
Por un lado, se reduce el gradiente de Na+ (en condiciones normales hay más
Na+ fuera de la célula que dentro), lo cual reduce la capacidad del intercambiador
de Na+-Ca2+, de meter Na+ en la célula para sacar Ca2+ y, como consecuencia, se
produce un aumento del Ca2+ intracelular (40,42). Por otro, el aumento de la concen-
tración de Na+ intracelular altera el equilibrio osmótico dando lugar a una entrada de
agua a la célula, con el consiguiente edema. Dicho edema se ha observado en axo-
nes mielinizados, axones terminales de las motoneuronas y en células de Schwann peri-
7
sinápticas. Asimismo, el aumento de Ca2+ intracelular desencadena la exocitosis de
vesículas sinápticas dando como resultado la liberación espontánea o repetitiva de
múltiples neurotransmisores (40,43).
Además de activar los canales de Na+, también se ha visto que las ciguatoxinas
bloquean los canales de potasio en axones mielinizados, neuronas ganglionares y fi-
bras musculares esqueléticas (entre otros). Este efecto sobre ambos canales produce
un aumento de la excitabilidad de membrana neuronal, influyendo en el umbral de
disparo y el potencial de membrana en reposo y generando potenciales de acción
espontáneos (33,39,40,44).
A nivel del músculo cardiaco, la liberación de neurotransmisores excitadores y/o
inhibidores en los nervios que los inervan y el aumento del Ca2+ intracelular produce
una reducción en la fuerza de contracción, seguido de un efecto inotrópico positivo
(aumento de la contractilidad) en el ventrículo izquierdo y los músculos papilares de
ambos ventrículos (cuya contracción cierra las válvulas tricúspide y mitral impidiendo
el reflujo de sangre hacia las aurículas durante la contracción ventricular) (40).
En lo que respecta a la base fisiopatológica de la cronicidad de los síntomas en
algunos de los casos, ésta aún no se ha dilucidado, si bien se ha sugerido que pueda
ser resultado de un daño neurológico permanente asociado al edema neuronal (40),
de un aumento de la producción de óxido nítrico (NO) (dado que se comprobado
que las CTXs activan directa o indirectamente la enzima óxido nítrico sintetasa consti-
tutiva e inducible) (44), que refleje una lenta detoxificación (persistencia de las cigua-
toxinas en el cuerpo a consecuencia de su liposolubilidad y acumulación en los tejidos
adiposos) o bien que pueda ser consecuencia de una reacción inflamatoria sistémica
crónica (40,45,46).
4. Sintomatología
El síndrome clínico de la intoxicación alimentaria por ciguatoxinas se compone
de 5 grandes grupos de síntomas: generales, gastrointestinales, neurológicos, cardio-
vasculares y neuropsicológicos (44,47) aunque su frecuencia y aparición varía depen-
diendo del tiempo transcurrido desde la ingesta y de la localización geográfica del
pez implicado, probablemente en relación con el tipo de ciguatoxina acumulada en
el mismo (del Pacífico, del Caribe o del Índico) (39,47,48)
Los primeros síntomas que se manifiestan suelen ser los gastrointestinales (náu-
seas, vómitos, diarrea enterotóxica, cólicos, dolor abdominal y deshidratación), que
con frecuencia aparecen en las primeras 12 horas tras la ingesta del pescado conta-
minado con CTXs, precediendo generalmente a los síntomas neurológicos (44). Las
8
CTXs estimulan la secreción intestinal de líquidos sin dañar la mucosa (49), desapare-
ciendo los síntomas gastrointestinales en unas 24-48h (33).
Por su parte, los síntomas cardiovasculares son poco frecuentes (aparecen en un
10-15% de los casos) (50) y consisten en bradicardia, ritmo irregular, hipotensión y alte-
raciones en el ECG. De presentarse, ocurre en el periodo agudo, revirtiendo en 48-72h
(34,44,51).
No obstante, los síntomas más característicos y persistentes de la CFP son los neu-
rológicos (40), consecuencia tanto de la alteración de pares craneales y nervios perifé-
ricos, como del SNC (33). Estos se pueden expresar desde unas pocas horas hasta 2
semanas después de la exposición a las CTXs (34) y consisten en una amplia variedad
de manifestaciones. Uno de los primeros en aparecer y con más frecuencia son las
parestesias en extremidades (manos y pies) así como peribucales (labios). Otro de los
síntomas patognomónicos de esta intoxicación es la alodinia o hipersensibilidad al frío
que los pacientes describen como una sensación de quemazón y/o disestesias al tacto
con superficies frías (13,47). Además, pueden aparecer otros síntomas sensitivos como
sabor metálico, odontalgia (pérdida de la sensibilidad dental), prurito o visión borrosa
(13,33,40) y otros generales como debilidad, fatiga, insomnio, mareos, cefalea, mialgia
y artralgias (13,44).
En cuadros graves se pueden manifestar ataxia, vértigo, alucinaciones e incluso
coma, en relación con la afectación del sistema nervioso central (SNC), apareciendo
estos con mayor frecuencia en los casos notificados en los Océanos Índico y Pacífico
que en los del Caribe (40).
En el caso de los síntomas neurológicos, la recuperación es menos predecible y
en general más larga, durando entre una semana y 6 meses, aunque en algunos casos
se ha constatado persistencia de síntomas durante años (si bien habría que descartar
causas alternativas si los síntomas recurren años después de la exposición) (34,40,47).
Siendo los síntomas que con más frecuencia se cronifican la alodinia, la fatiga y el in-
somnio, que habitualmente evoluciona gradualmente a hipersomnolencia, y los de la
esfera neuropsicológica (13,47). Además, desde hace más de 30 años se ha visto que
la recurrencia de los síntomas se desencadena con frecuencia por el estrés, la ingesta
de bebidas alcohólicas, la ingesta de otros pescados aparentemente no tóxicos (16)
y/u otros alimentos como los frutos secos, pollo, cerdo o bebidas con cafeína (47).
Por otro lado, entre los síntomas neuropsicológicos descritos se encuentran: an-
siedad, depresión, irritabilidad, confusión, dificultad para la concentración, alteracio-
nes de la memoria e ineficacia mental que aparecen a los días o semanas del inicio
de la CFP (34,40,47). La ansiedad y la depresión podrían ser una reacción a la persis-
9
tencia de otros síntomas como las parestesias o la debilidad, no así los síntomas neuro-
cognitivos (alteraciones de la memoria e ineficacia mental) (13,34).
Sin embargo, como ya comentábamos al principio del apartado, se han obser-
vado diferencias en la frecuencia y gravedad de los síntomas en las distintas áreas
(33,47). Así en el Caribe predominan los signos y síntomas gastrointestinales sobre todo
en la fase aguda, seguidos de manifestaciones de afectación de sistema nervioso peri-
férico, mientras que en el área del Pacífico y el Índico, en la fase aguda predominan
los síntomas y signos neurológicos, tanto periféricos como del SNC, siendo en ocasiones
severos con rápida progresión a distrés respiratorio agudo, coma e incluso la muerte
(33,34). Además, en el Índico la CFP se ha asociado con mayor frecuencia síntomas
neuropsiquiátricos y alteración del estado mental (47).
Si bien es poco frecuente, la CFP puede ser mortal (52), estimándose la tasa de
mortalidad en menos del 0,1% de los casos (53). Esta podría ocurrir en casos graves
debido a la deshidratación, shock cardiovascular o, muy raramente, fallo respiratorio
por parálisis de la musculatura respiratoria (en áreas donde no hay disponibilidad de
soporte ventilatorio y otros tratamientos de emergencia) (47) y suele estar precedida
de convulsiones, coma, déficits neurológicos y síntomas focales (54). Además, la mor-
talidad se ha asociado al consumo de: partes del pescado ricas en CTXs (como la ca-
beza, hígado o gónadas) en grandes cantidades (47,55), especies particularmente
ciguatóxicas (como la morena) y peces pescados después de tormentas, así como a
la susceptibilidad individual de los casos (54).
5. Diagnóstico
Aunque se están desarrollando nuevas técnicas diagnósticas que permitan
detectar la presencia de CTXs en sangre (56), actualmente, el diagnóstico de la
intoxicación por CFP sigue siendo clínico, ya que no existen biomarcadores ni pruebas
analíticas diagnósticas directas que confirmen la exposición a CTXs en humanos (43).
Este se basa en la historia de ingesta reciente de pescado, la presentación clínica y, si
es posible, un resultado analítico positivo a CTXs de los restos del pescado consumido.
Además, es altamente sugerente la aparición de múltiples casos que hayan comido el
mismo pescado o lote (capturados en el mismo sitio y momento) y que experimenten
síntomas, signos y un curso clínico compatibles con la CFP (47). Otros datos que
pueden orientar el diagnóstico son el aumento de creatinina sérica, CPK, y cambios
inespecíficos en el electrocardiograma como trastornos de conducción (57).
No obstante, es necesario descartar otras entidades con presentación clínica
similar como la escombroidosis, intoxicación por marisco, intoxicación por pez globo,
10
botulismo, infección por enterovirus, bacteriemia, intoxicación aguda por arsénico,
intoxicación por pesticidas organofosforados, meningitis eosinofílica, esclerosis múltiple
y síndrome de Guillain-barré antes de diagnosticar una CFP (47).
6. Tratamiento
A día de hoy no existe tratamiento curativo específico para la CFP siendo este
principalmente sintomático y de soporte, a pesar de los grandes avances en la
comprensión de la farmacología de las CTXs en los últimos 20-30 años (17). Se ha
probado una gran variedad de fármacos, tanto para la fase aguda como para la
crónica, sin que se haya podido demostrar aún la eficacia de ninguno (47), dadas las
dificultades para llevar a cabo ensayos clínicos aleatorizados por la relativa baja
incidencia de la enfermedad, falta de recursos allí donde la incidencia es mayor, la
imposibilidad de confirmar la intoxicación en humanos y las potenciales diferencias
entre las toxinas del Caribe, Pacífico e Índico (58).
6.1 Tratamiento sintomático y de soporte en la fase aguda
No se recomienda tratamiento antiemético ni antidiarreico en las primeras horas
tras la ingesta, puesto que el vómito y la diarrea ayudan a la eliminación de la toxina
(salvo pérdida excesiva de líquidos y alteraciones graves del equilibrio
hidroelectrolítico), e incluso, podría ser útil el tratamiento con carbón activo para
prevenir la absorción de más toxina (58).
En cuanto al tratamiento de soporte, en casos graves es importante corregir las
alteraciones del equilibrio ácido-base y el hidroelectrolítico, y el soporte
cardiocirculatorio (para mantener el volumen plasmático), pudiendo requerir
sueroterapia, atropina, dopamina (vasopresores) y/o intubación orotraqueal en
función de los síntomas y la respuesta a los tratamientos.
6.2 Manitol
Mucho se ha hablado del manitol desde que en 1988 se describiera por primera
vez el efecto beneficioso de este fármaco tras su administración a dos pacientes en
coma con sospecha de CFP (59), no obstante, los estudios realizados en humanos son
de baja calidad y el único ensayo clínico aleatorizado y doble-ciego realizado hasta el
momento no encontró diferencias frente a la administración de suero salino (60). A
pesar de ello, se sigue recomendando su uso (sobre todo en las primeras 48-72 horas
tras la ingesta) en la mayoría de las revisiones publicadas hasta el momento
(1,47,58,61), e incluso, en algunas series de casos, se han descrito mejoras sustanciales
11
en los síntomas hasta un mes después de la ingesta del pescado ciguatóxico (62). En
cuanto al modo de acción, se ha postulado que, además de actuar como agente
osmótico reduciendo el edema celular, es posible que altere o reduzca la unión de las
CTXs a los canales de Na+ de alguna forma (63).
6.3 Brevenal
En los últimos años se ha abierto una nueva línea de investigación: una sustancia
no tóxica producida por otro dinoflagelado, Karenia brevis, conocida como brevenal
(64). Ésta, al igual que las CTXs, se une al sitio 5 de los canales de sodio voltaje-
dependientes compitiendo ambas por dicho sitio de unión y desplazando a las CTXs,
de manera que surge la posibilidad de encontrar antagonistas funcionales a las CTXs
que sirvan de tratamiento para los efectos neurotóxicos de las CTXs (64–66). Sin
embargo, a pesar de haberse avanzado en su síntesis total (67), aún es necesario
seguir investigando y avanzando en este campo antes de poder hablar de un
tratamiento específico para la CFP.
6.4 Otros fármacos para el tratamiento agudo
Además de lo ya comentado, para el tratamiento de los síntomas agudos se han
empleado gran variedad de fármacos: vitaminas B12 y C, gluconato de calcio para
los síntomas neurológicos, ácido acetil salicílico e ibuprofeno para las mialgias,
artralgias y cefaleas, antihistamínicos para el prurito, fluidoterapia, esteroides,
anticolinérgicos, inhibidores de las prostaglandinas, pralidoxina, fenobarbital,
verapamil, nifedipina lidocaína, amitriptilina, etc. en general sin mucha efectividad
(14,57,68,69). Además, en algunas regiones también se emplean remedios naturales
(extractos e infusiones de plantas) (69), aunque no hay evidencia sobre su seguridad y
efectividad.
6.5 Tratamiento crónico
Para el tratamiento de los síntomas crónicos se ha empleado: amitriptilina para el
manejo de parestesias, disestesias, pruritos y dolores de cabeza (57,70), fluoxetina para
la fatiga crónica (71), paracetalmol y nifedipino para los dolores de cabeza y gaba-
pentina, pregabalina y antridepresivos tricíclicos para el dolor crónico neuropático y
las disestesias (47,72).
12
7. Detección en pescado
La regulación europea establece en el Reglamento (CE) N.º 854/2004 (73) que
los estados miembros deben controlar los productos pesqueros para asegurar que to-
xinas como las ciguatoxinas no pasan al mercado (73), no obstante, no establece nin-
gún límite de cuantificación de toxinas ni métodos de detección. Sin embargo, en
otras regiones del Pacífico y el Caribe, las administraciones correspondientes sí han
propuesto unos niveles máximos permitidos, fijados en 0,01 µg/g de P-CTX-1 o 0,1 µg/g
de C-CTX-1 en base a los datos sobre intoxicaciones en humanos y a los obtenidos en
distintos test de laboratorio (40).
A pesar de ello, aún no se ha podido desarrollar un método de detección y
cuantificación de CTXs fiable y universal que permita la monitorización rutinaria con
una adecuada sensibilidad y especificidad (44). La gran diversidad y la complejidad
estructural de los distintos congéneres de CTXs dificulta mucho dicha labor.
Entre los métodos desarrollados hasta el momento están:
-Ensayos en animales: alimentar animales de ensayo (ratones, gatos, pollos,
cangrejos y mosquitos entre otros) se ha usado tradicionalmente para monitorizar pes-
cados sospechosos observando los síntomas, comportamiento y supervivencia de los
animales para caracterizar y cuantificar las toxinas (40). Entre los más usados está el
bioensayo en ratón, mediante el cual se cuantifican dosis letales y subletales de CTXs
en extractos crudos administrados intraperitonealmente a ratones. Sin embargo, debi-
do a su variabilidad, baja sensibilidad para detectar niveles bajos de toxicidad y cues-
tiones éticas que entraña el uso de animales como método de rutina, se están estu-
diando alternativas para sustituir los bioensayos con animales (74).
-Ensayos celulares: basados en la detección de la entrada de Na+ en distintas
células (típicamente de neuroblastoma) inducida por las CTXs (75). La citotoxicidad se
manifiesta como una disminución de actividad metabólica y la viabilidad celular que
se determina mediante cromatografía, luminiscencia o fluorescencia. Estos métodos
son simples y sensibles, no obstante, su especificidad es baja (no distinguen entre CTXs
y otras toxinas marinas activadoras de canales de Na+ con baja biodisponibilidad oral)
(40,74).
-Inmunoensayos: son un método rápido, costo-efectivo y altamente sensible de
detección de CTXs basado en la capacidad de anticuerpos específicos frente a CTXs
de unirse a sus antígenos (40). Dentro de este grupo destaca el Cigua-Check, que es-
tuvo comercializado durante varios años pero se ha dejado de producir por su falta de
validez (76).
13
-Ensayos farmacológicos: son muy sensibles y altamente específicos y se basan
en la competitividad por la unión al sitio 5 de los canales de sodio entre una toxina
radiomarcada y otra no radiomarcada (44,75).
-Análisis físico-químicos: combinan la cromatografía con técnicas espectroscó-
picas o espectrométricas, es decir, detectan la presencia de CTXs en función de la
longitud onda absorbida o de la masa de las toxinas (34,44):
8. Epidemiología
La ciguatera es considerada un problema de salud global. Aunque el número
exacto de casos anuales es difícil de calcular debido a la infradeclaración de los
casos, se estima que la ciguatera afecta a entre 10.000 y 500.000 personas al año en
todo el mundo (47,77). Esta es endémica en países tropicales y subtropicales, en áreas
comprendidas entre los 35º de latitud norte y sur (Figura 4).
Figura 4. Distribución mundial de los casos de intoxicación alimentaria por ciguatoxina declarados a julio de
2016. En US National Office for Harmful Algal Blooms, Woods Hole Oceanographic Institution, Woods Hole,
Mass (78).
Como se observa en la figura anterior, la mayoría de casos se detectan en el
Caribe, el Pacífico y el Índico, variando la incidencia en la distintas regiones desde
menos de un caso por 100.000 en Puerto Rico (79) hasta 2.800 casos por 100.000
habitantes en la Polinesia Francesa (80).
Sin embargo, es muy difícil determinar la incidencia real debido, entre otras
cosas, a la incapacidad de confirmar el diagnóstico en humanos, el bajo
conocimiento sobre la enfermedad de los profesionales sanitarios, la dificultad del
diagnóstico por la inespecificidad de los síntomas y las bajas tasas de declaración a
14
las autoridades sanitarias (se calcula que se declara solamente en torno al 10-20% de
los casos) (47). Además, en muchos casos las personas intoxicadas no demandan
asistencia sanitaria y en los que sí, no se reconoce la enfermedad o no se declara a la
autoridad correspondiente. Por otro lado, las definiciones de caso existentes en la
literatura y en los protocolos de vigilancia de las distintas áreas varían enormemente,
dificultando las comparaciones entre regiones.
9. Prevención
Como ya comentamos con anterioridad, la presencia de CTXs no se puede
sospechar a simple vista, dado que no se debe a una mala conservación o
preparación del pescado y no produce cambios identificables en el mismo, siendo las
toxinas insípidas, incoloras e inodoras. Además, tampoco se puede neutralizar su
toxicidad mediante ningún tratamiento ni proceso de cocción puesto que son estables
al calor, acidez y la congelación.
- Evitar pescado ciguatóxico: para disminuir la probabilidad de intoxicación, se
recomienda evitar la exposición a pescado capturado en áreas ciguatóxicas. Así, en
algunas regiones endémicas de CFP se ha prohibido pescar especies de alto riesgo de
contaminación o vender las vísceras, hígado y otras partes del pescado que
acumulan mayores cantidades de toxina, o bien se han establecido controles a
aquellos pescados que cumplan una serie de criterios (determinados por el origen, la
especie y/o el tamaño) (47,58).
-Vigilancia y declaración de los casos a las autoridades sanitarias: permite la
detección, investigación de los posibles casos y la identificación precoz de brotes,
previniendo la aparición de nuevos casos (ej. mediante la retirada del pescado
contaminado). Además, ayuda a caracterizar la intoxicación en la región, a identificar
nuevos riesgos (áreas que no se sabía endémicas, especies no previamente asociadas
con la CPF, etc.) y a desarrollar normativas que regulen la pesca, venta y/o consumo a
fin de disminuir la incidencia de la intoxicación.
-Educación e información a consumidores y profesionales: es fundamental
informar a pescadores (tanto profesionales como recreativos) y distribuidores en
regiones endémicas de la existencia del riesgo de intoxicación, los factores asociados
con mayor frecuencia (áreas con una alta concentración de dinoflagelados, especies
de pescado más comúnmente relacionadas, etc.). También, a los consumidores y
profesionales sanitarios se les debe instruir en las características clínicas de la CFP, a fin
de mejorar el reconocimiento de los síntomas y diagnóstico de los casos y que los
consumidores puedan tomar decisiones conscientes a la hora de ingerir pescado.
15
-Soporte desde un centro de control de intoxicaciones: en algunas regiones
existen centros de control de intoxicaciones con personal especializado, accesibles las
24h los 365 días por vía telefónica, que asisten, orientan y resuelven dudas de los
profesionales sanitarios y pacientes con sospecha de CFP (47).
10. La ciguatera en Canarias
En 1948 Estela Sousa e Silva describió por primera vez en nuestra región,
concretamente en Cabo Verde, una especie de Gambierdiscus (aunque en ese
momento la denominó Goniodoma), más de treinta años antes de la primera
descripción oficial de este género (81) y es probable que haya habido casos
registrados de CFP en el Atlántico Norte desde el siglo XVIII (82).
Sin embargo, la CFP era una enfermedad desconocida en Canarias y, en
general, en el Atlántico Nordeste, hasta el año 2004 que se registra el primer brote
confirmado, considerándose en ese momento una enfermedad emergente (83). Ese
primer brote se registró en Fuerteventura y se produjo tras la ingestión de un medregal
capturado en las islas mediante pesca deportiva, afectando a 5 personas. Después de
eso se han producido múltiples brotes que comentaremos a lo largo de este trabajo,
alguno de los cuales ya ha sido publicado en la bibliografía (84,85).
Por otro lado, casualmente la primera detección de Gambierdiscus en nuestras
islas data también del año 2004 (86). Desde entonces se han detectado en Canarias
hasta cinco especies distintas (87,88), incluyendo dos especies nuevas, G. excentricus
(82) y G. silvae (89), si bien se considera que esta última es la misma que la descrita por
Silva en 1948. Asimismo, también se han detectado Gambierdiscus en otras zonas de
nuestro entorno como en Islas Salvajes (90), Madeira (91), Cabo Verde y Marruecos
(92). Cabe destacar que los estudios realizados hasta ahora demuestran que G.
excentricus, por el momento únicamente hallada en Canarias, es una especie con
una altísima toxicidad similar a las especies más tóxicas del Pacífico (ej. G.
polynesiensis) (93), siendo una de las más frecuentes en nuestras costas (88).
A la luz de los 3 primeros brotes detectados, y debido al problema de salud
emergente que suponía la Ciguatera en Canarias, en 2009 el Servicio Canario de
Salud (SCS) y la Viceconsejería de Pesca, en colaboración con ambas universidades
Canarias y con el Instituto Canario de Ciencias Marinas, deciden implementar
acciones preventivas, poniendo en marcha el Plan para la Determinación de
presencia de la Toxina Ciguatera en el Archipiélago Canario y la creación del Sistema
de Vigilancia Epidemiológica de la Intoxicación por Ciguatera en Canarias (SVEICC), a
fin de evaluar la dimensión del problema y prevenir la aparición de casos (44,94).
16
El primero instaura un “Protocolo de actuación” consistente en un control de los
puntos de primera venta con cribado de los pescados potencialmente portadores de
CTXs antes de su incorporación a la cadena alimentaria, estableciéndose las especies
y los pesos específicos de cada una a partir de los cuales es necesario analizar el
ejemplar capturado en busca de CTXs antes de su comercialización (94,95). Dichos
pesos y los métodos y lugares de análisis del pescado han ido variando a lo largo de
estos años, conforme avanza la evidencia científica y los acuerdos entre instituciones.
En el anexo I se recoge el protocolo actualmente vigente.
El segundo se basa en la inclusión de la CFP en la lista de Enfermedades de
Declaración Obligatoria (EDO) en Canarias (85), siendo la declaración de carácter
urgente, a fin de detectar todos los casos que sean atendidos en la red asistencial con
síntomas compatibles con CFP. Este recoge información sobre los mismos para
investigar el origen del pescado sospechoso, analizarlo y destruir los restos en caso
necesario y prevenir nuevos casos. Asimismo, recopila información sobre los brotes y
casos que permita conocer la incidencia y características epidemiológicas de
presentación de la CFP en nuestro medio.
Además, a raíz de los brotes ocurridos en Canarias, Islas Salvajes, Madeira (96),
Alemania (97) y Francia (en estos dos últimos por pescado importado), se ha puesto en
marcha un proyecto europeo desde 2016 denominado EuroCigua (90,98,99),
financiado con fondos europeos por Agencia Europea de Seguridad Alimentaria
(EFSA) y en el que participan 14 organizaciones de 6 Estados Miembros [incluyendo a
la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) y al
Instituto de Salud Carlos III], a fin de investigar en todos los aspectos relativos a esta
intoxicación en Europa: identificación, confirmación y cuantificación de las CTXs
responsables (recordemos que se trata de una enfermedad de reciente aparición en
nuestras latitudes y que las CTXs detectadas tienen notables diferencias con las
presentes en otras zonas del mundo), optimizar las técnicas de detección en pescado
y comprender la distribución espacial y temporal del Gambierdiscus spp. en las aguas
europeas y su toxicidad. Y por último, determinar la incidencia y las características
epidemiológicas de los casos de ciguatera en Europa.
Es precisamente con ese fin que se enmarca la elaboración del presente trabajo,
que pretende determinar la incidencia y características epidemiológicas de los casos
de ciguatera en Canarias. Puesto que hasta el momento se ha publicado información
aislada referente a la descripción de alguno de los brotes ocurridos en nuestra región
desde la primera detección en 2004, pero no se ha realizado ningún análisis
pormenorizado de toda la información recogida por el SVEICC en estos 11 años.
17
II. OBJETIVOS
1. Objetivo General
Describir las características epidemiológicas de la intoxicación alimentaria por
ciguatoxinas en la Comunidad Autónoma de Canarias entre el 1 de enero de 2008 y el
31 de diciembre de 2018, tanto de cada uno de los brotes como del conjunto de ca-
sos de la serie.
2. Objetivos Específicos
1. Describir la temporalidad, tomando tanto el año como el mes como unidad de es-
tudio, de la intoxicación en el periodo y lugar anteriormente citados y determinar si
existen diferencias en el tamaño medio de los brotes según el año.
2. Describir el origen de la intoxicación en Canarias a través de los estadísticos descrip-
tivos de la especie y lugares de captura, adquisición y consumo del pescado du-
rante el periodo de estudio.
3. Describir las características demográficas de los casos de intoxicación alimentaria
por ciguatoxinas en la región.
4. Describir las características clínicas de la intoxicación alimentaria por ciguatoxinas
en el área, a través de los estadísticos descriptivos de periodo de incubación, fre-
cuencia de síntomas, persistencia de los mismos, asistencia y tratamiento.
5. Estimar la incidencia de intoxicación alimentaria por ciguatoxinas en Canarias y
analizar posibles tendencias en la misma.
18
III. MATERIAL Y MÉTODOS
1. Diseño del estudio
Se ha llevado a cabo un estudio descriptivo longitudinal con seguimiento retros-
pectivo y prospectivo de los brotes y casos de intoxicación alimentaria por ciguatoxina
registrados en el Servicio de Epidemiología y Prevención (SEP), por el Sistema de Vigi-
lancia Epidemiológica de la Intoxicación por Ciguatera en Canarias entre el 1 de
enero de 2008 y el 31 de diciembre de 2018.
2. Aprobación del estudio
El presente estudio se ha realizado con la aprobación del Comité de Ética de la
Investigación del Instituto de Salud Carlos III (número de registro CEI PI 12_2019-v2) y de
conformidad con la Ley 14/2007, de 3 de julio, de Investigación biomédica. Artículo 5.
Protección de datos personales y garantías de confidencialidad (100), a lo dispuesto
en el Reglamento general de Protección de Datos, Reglamento (UE) 2016/679 del
Parlamento Europeo y del Consejo, de 27 de abril de 2016, relativo a la protección de
las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre
circulación de estos datos(101) y a la Resolución Nº163/2019 del Director General de
Salud Pública por la que se registran las actividades de tratamiento de datos
personales (102).
3. Ámbito y población de estudio
Este se ha realizado en el archipiélago canario (figura 5), Comunidad Autónoma
española y Región Ultraperiférica de la Unión Europea, situado en la región macaroné-
sica, a unos 95 km de la costa africana y 940 km de la masa continental europea
(aprox. 27º-29º de latitud norte y 13º-18º de longitud oeste) y con un clima subtropical
que oscila de árido a húmedo según la isla y la zona (103).
La población de Canarias, según cifras de población publicadas semestralmente
por el INE, osciló en el periodo de estudio entre los 2.009.965 (julio 2008) y los 2.188.626
habitantes (julio 2018) (104), con una variación interanual estimada de entre el 0,44% y
el 1,2%, dependiendo del año.
19
4. Recopilación de datos epidemiológicos
La información de los casos se ha obtenido a partir de las notificaciones recogi-
das por el SVEICC, creado en 2009, siendo la intoxicación por ciguatoxinas enferme-
dad de declaración obligatoria y urgente desde que se modificó el Anexo I del Decre-
to 165/1998, de 24 de septiembre (105), por el que se crea la Red Canaria de Vigilan-
cia Epidemiológica y se establecen las normas para regular su funcionamiento, me-
diante Orden de 17 de agosto de 2015 (106).
En este sentido, se recogieron datos de diversas fuentes de información:
4.1 Encuestas de caso
Se recopilaron todas las encuestas de caso cumplimentadas tanto en papel
como a través del software de la Red de Vigilancia Epidemiológica de Canarias
(REVECA) entre el 1 de enero de 2008 y el 31 de diciembre de 2018. A lo largo de dicho
periodo, la encuesta original ha ido sufriendo modificaciones existiendo tres versiones
sucesivas que se incluyen en los anexos II a IV. En las tres versiones de dicha encuesta
se recogen datos sociodemográficos (edad, sexo, residencia), datos de presentación
clínica (fecha y hora de inicio de síntomas, descripción de los mismos y duración),
datos sobre el pescado ingerido (fecha y hora, lugar, adquisición, preparación, peso,
cuantos comieron y cuantos enfermaron) y la asistencia sanitaria recibida (lugar,
tratamiento) pero estos se han ido ampliando en las sucesivas versiones. Estos datos se
obtuvieron por cinco vías posibles:
-Entrevista telefónica directa al caso, realizada por personal del Servicio de
Epidemiología de la Dirección General de Salud Pública (DGSP) o de la Sección de
Salud Pública de la Dirección de Área de Salud correspondiente,
-Entrevista telefónica indirecta realizada por personal del Servicio de
Epidemiología de la DGSP o de la Sección de Salud Pública de la Dirección de Área
de Salud correspondiente, a un familiar cercano del caso (generalmente también
afectado en el mismo brote),
-Entrevista personal directa realizada por el médico de Atención Primaria que
diagnostica el caso,
-Entrevista personal directa realizada por el médico de Atención Especializada
que diagnostica el caso o bien por el médico del Servicio Medicina Preventiva que lo
declara y/o
20
-Revisión de la historia clínica del caso en Drago-AP y/o Drago-AE (programas
informáticos de historia clínica en atención primaria y especializada respectivamente)
realizada por personal del SEP de la DGSP.
4.2 Notificaciones remitidas por otras fuentes sin encuesta de caso
En dos de los brotes no se dispone encuesta de caso, sino que desde la Sección
de Salud Pública de la Dirección de Área de Salud de Lanzarote se remitió la
información básica de cada caso (identificación, fecha y lugar del consumo, FIS,
duración de los mismos y atención sanitaria recibida) en una tabla resumen junto con
el informe de brote correspondiente.
4.3 Informes de brote
Se recopilaron los informes finales de brote disponibles, tanto los llevados a cabo
por personal del Servicio de Epidemiología de la DGSP como los remitidos por los
técnicos responsables de la investigación del brote en otras islas (Lanzarote y La
Palma), para completar la información de los casos. Además, estos informes (junto con
algunas anotaciones) suponen la única fuente de información de los casos en uno de
los brotes. Los informes son muy variados en cuanto a su meticulosidad y grado de
agregación de los datos, conteniendo en general información sobre el número de
casos, la distribución por sexo y edad, los síntomas presentados y los resultados del
análisis de las muestras de pescado, en los casos en los que este que se realizó.
4.4 Otras anotaciones y documentos en los archivos del servicio
Se revisaron también otros documentos disponibles tanto en medios físicos
(anotaciones en papel, historias clínicas impresas, etc.) como en soporte electrónico
(documentos guardados en las carpetas de la DGSP, emails, etc.). Por esta vía se
amplió la información recogida en las encuestas de algunos de los casos (otros
síntomas, la duración de los mismos, ya que se conservan anotaciones con fecha de
re-entrevistas a los casos y/o sus familiares constando la persistencia o no de los
síntomas) y la de algunos de los casos de los que no se disponía de encuesta
(pudiendo recuperarse información sobre sexo y edad en alguno de los casos).
Asimismo, también se obtuvo información de los lugares de captura del pescado por
esta vía.
21
4.5 Sentencias judiciales públicas
En uno de los brotes se interpuso denuncia frente al pescadero que vendió el
pescado responsable de la intoxicación. Las sentencias de la primera instancia y del
recurso de apelación fueron revisadas, aportando información sobre la persistencia de
síntomas en dicho brote.
4.6 Re-entrevista de los casos
Se volvió a contactar y re-entrevistar al caso índice del último brote para
confirmar el número de expuestos y de casos, confirmar la especie y determinar la
duración los síntomas.
5. Recogida y análisis de las muestras de pescado
En aquellos casos en los que los afectados conservaban restos del pescado, se
les solicitó que procedieran a su congelación para la posterior recogida y análisis de
los mismos. Las muestras recogidas por Técnicos Inspectores de Salud Pública fueron
analizadas por distintas técnicas según el brote:
5.1 Laboratorio de Toxicología de la Universidad de Las Palmas de GC
Las muestras de pescado de los dos primeros brotes fueron enviadas al Laborato-
rio de Toxicología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria donde fueron
analizadas con el kit comercial Cigua-check® (53,107–109). Esta prueba desechable,
comercializado en Hawái por Oceanit Test Systems y basado en técnicas de inmu-
noensayo, estaba diseñado para detectar niveles de CTXs >0.10 μg CTX/kg pescado
en 50 minutos. Para ello se introduce una sección de músculo de pescado del tamaño
de un grano de arroz y una tira reactiva con una membrana sintética en un tubo de
ensayo con metanol, se deja 20 minutos y posteriormente se saca la tira reactiva y se
deja secar al aire otros 20 minutos para que se evapore el metanol. Una vez seca, se
introduce la tira con la membrana en una suspensión coloreada de látex con anti-
cuerpos anti-ciguatoxina y después de 10 minutos se extrae y se enjuaga. De haber
CTXs en el fragmento de pescado, estas son transferidas a la membrana que, al entrar
con los anticuerpos anti-CTXs, cambia a color azul. El kit contiene una carta de colores
que va de 0 a 3+ dependiendo de la intensidad de azul clasificándose los resultados
en:
-0: no se aprecia cambio de color en la membrana → negativo
-1-3+: azul (ligero hasta intenso) → positivo (de débil a fuerte)
22
Posteriormente las muestras se remitieron al Centro Oceanográfico de Vigo y al
el Institut Recerca i Tecnologia Agroalimentàries que confirmaron definitivamente el
diagnóstico.
5.2 Centro Oceanográfico de Vigo
Además, las muestras del primer brote fueron también analizadas en el Centro
Oceanográfico de Vigo que confirmó la toxicidad mediante bioensayo de ratón ex-
trayendo la toxina mediante éter dietílico e inoculándola en ratones machos albinos
CD-1 de 20 g observando bajada brusca de la actividad, con erizamiento del pelo
sobre la espina dorsal, algún pequeño salto o convulsión, estiramiento de una de las
patas traseras e hipotermia. Produciéndose la muerte de los ratones inoculados con 1
mL de la dispersión a las 22-24h de la inyección y a las 36h en el caso de los inoculados
con 0,5mL.
5.3 Institut Recerca i Tecnologia Agroalimentàries
Por otro lado, las muestras también fueron analizadas por el Institut Recerca i
Tecnologia Agroalimentàries (IRTA) evaluando la toxicidad de los extractos mediante
ensayos sobre cultivos celulares.
Para ello se extrajeron las muestras en metanol y se re-suspendieron en células de
neuroblastoma Neuro-2a realizando diluciones. Posteriormente se detectaron las CTXs
mediante inhibidores específicos del canal de sodio (ouabaina y veratridina) y se
cuantificó el efecto tóxico evaluando la viabilidad celular mediante el ensayo MMT.
También se usó este laboratorio para la confirmación de los resultados de otras
muestras
5.4 Laboratorio Nacional de Referencia de Biotoxinas Marinas
El análisis del brote 6 se llevó a cabo en el Laboratorio Nacional de Referencia
de Biotoxinas Marinas dependiente de la AECOSAN mediante bioensayo en ratón,
inyectando intraperitonealmente extractos de pescado semi-purificados y diluidos en
serie en ratones y observando posibles signos de toxicidad en las siguientes 24h (110).
La determinación cualitativa de CTXs se establece en base a la presencia de signos
característicos de CFP en ratones (hipotermia, hipersalivación, lagrimeo, erección del
pene, parálisis de las extremidades posteriores, dificultad respiratoria, convulsiones y
muerte) y la cuantitativa en función de la relación entre la dosis y el tiempo en morir
(40,110).
23
Desde el año 2016 y como parte del proyecto EuroCigua, también se realizó en
este laboratorio la confirmación de los resultados positivos obtenidos empleando otras
técnicas [cromatografía y espectrometría (LC-MS)].
5.5 Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria (IUSA)
Las últimas 7 muestras recogidas fueron analizadas por la Unidad de
Enfermedades Infecciosas e Ictiopatología del Instituto Universitario de Sanidad Animal
y Seguridad Alimentaria (IUSA) que realiza un análisis cualitativo para determinar la
presencia de ciguatoxinas basado en aislar las toxinas de la muestra para su posterior
inoculación en cultivos de células in vitro (ensayo de viabilidad celular) (111).
El primer paso es la extracción de las toxinas, que dura aproximadamente 4 días.
Para ello, se obtiene una muestra de músculo del pescado que es triturada y cocinada
unos minutos. A continuación y durante dos días, esta muestra es lavada y purificada
mediante diferentes solventes, centrifugaciones, evaporaciones y filtraciones. Durante
los dos días siguientes se utilizan otra serie de solventes para extraer la toxina purificada
en metanol.
A continuación, se realiza el ensayo de citotoxicidad en células que han sido
tapizadas con solución celular durante 24 horas. Dicho ensayo consiste en exponer
estas células a concentraciones crecientes del extracto de la muestra. Finalmente, los
resultados se leen con diferentes reactivos, detectando las absorbancias en un
espectrofotómetro, y se representan en una curva dosis-respuesta que determina si
existe toxicidad en la muestra.
6. Definición y clasificación de los casos y brotes
Los casos fueron clasificados siguiendo la definición de caso del Protocolo de
Vigilancia de Ciguatera de EuroCigua (112) con una ligera modificación en la
definición de caso sospechoso:
- Criterio clínico: cualquier persona con síntomas neurológicos, que no se deban
a otras causas. Los síntomas más frecuentes son: parestesia, alodinia al frío, disestesia,
prurito sin urticaria o eritema, dolor difuso y debilidad muscular. Los síntomas
gastrointestinales (náuseas, vómitos y diarrea) suelen preceder o acompañar a los
síntomas neurológicos. También pueden presentarse síntomas y signos
cardiovasculares (hipotensión y bradicardia).
24
- Criterio de laboratorio: detección de CTXs, confirmado por laboratorio, en una
muestra de restos del pescado consumido en cuatro días anteriores al inicio de
síntomas.
- Criterio epidemiológico: al menos una de las dos relaciones epidemiológicas
siguientes en los cuatro días previos a la aparición de la enfermedad:
• Exposición a pescado (especie, nombre común o tipo) previamente
asociado con ciguatera (por ejemplo, morena, medregal, barracuda,
pargo o mero)
• Exposición a la misma fuente común que un caso confirmado.
Clasificación de los casos
- Caso sospechoso:
• Cualquier persona que cumpla los criterios clínicos después de consumir
un pescado (especie, nombre común o tipo) NO asociado previamente
con ciguatera o un pescado sin identificar.
• Cualquier persona con síntomas gastrointestinales, sin síntomas
neurológicos y criterio epidemiológico.
- Caso probable: cualquier persona que cumpla los criterios clínicos y
epidemiológicos.
- Caso confirmado: cualquier persona que cumpla los tres criterios.
Definición y clasificación de los brotes
Dos o más casos que hayan estado expuestos al mismo pescado.
- Brote autóctono: relacionado con un pescado capturado en aguas territoriales
de Canarias
- Brote importado: relacionado con un pescado capturado fuera de Canarias
(incluyendo las Islas Salvajes)
7. Análisis estadístico
A partir de los datos recopilados a través de todas las fuentes de información
anteriormente expuestas se creó una base de datos con el software LibreOffice Calc
Versión 6.0.7.3 de casos de intoxicación alimentaria por ciguatoxinas detectados en
Canarias en el periodo comprendido entre el 1 de enero de 2008 y el 31 de diciembre
de 2018 y otra de brotes en SPSS 15.
25
7.1 Depuración de la base de datos
Se procedió a la depuración previa de la base de datos, corrigiendo las
incoherencias encontradas que consistieron en:
- Fechas de consumo posteriores a la fecha de inicio de los síntomas.
- Sujetos sin persistencia de síntomas pero con valor no nulo en el tiempo de
persistencia de los síntomas.
-Datos perdidos en la variable “Periodo de incubación”, que se han imputado
según la fecha de consumo y de inicio de síntomas. En aquellos casos en los que la
diferencia entre las mismas era de dos días, se consideró un periodo de incubación de
48 horas. En aquellos casos en los que la diferencia entre las mismas era de un día, se
consideró un periodo de incubación de 24 horas. En caso de coincidencia entre
ambas fechas, se consideró un periodo de incubación de 12 horas.
- Se realizó un ajuste de los periodos de incubación en aquellos casos (siete) en
los que dicho periodo era elevado (más de 140 horas), considerándose valores
perdidos, puesto que en dos brotes la ingesta del pescado sospechoso se realizó en
repetidas ocasiones durante varios días/semanas hasta el inicio de los síntomas.
Además, se clasificaron los síntomas en cuatro grupos [según la clasificación de
Friedman et al. de 2017 (47)], según síntomas gastrointestinales (diarrea, vómitos,
náuseas, dolor abdominal), neurológicos (parestesias, hormigueos peribucal,
hormigueos en manos, pies, tórax y otros, disestesias, inversión térmica, mialgia,
artralgia, prurito, disuria, pérdida de conciencia, sabor metálico, mareos, dolor ocular,
coitalgia), cardiovasculares (hipotensión), y otros (cefalea, fatiga, sudoración,
síndrome ansioso, fiebre, Inflamación, descamación mucosas, rubor).
7.2 Estudio descriptivo y regresión
Se llevó a cabo un análisis descriptivo de los datos, según brote y casos
individuales, que consistió en cálculo de medias y medianas, desviación típica y rango,
frecuencias y porcentajes. Se elaboraron tablas de contingencia y gráficos de barras.
También se calcularon tasas de incidencia (por 100.000 habitantes-año) utilizando las
cifras de población a 1 de julio de cada año estimadas por el INE (104) y tasas de
ataque (%) como cociente del número de casos y el número de expuestos. Además se
realizó un análisis de tendencias de las tasas de incidencia anuales y una regresión de
Poisson del número de casos por brote según año.
Todos los análisis se llevaron a cabo con el software estadístico SPSS v.24, STATA
15 y Joinpoint-Regression Program version 4.7.0.0.
26
IV. RESULTADOS
Entre el 1 de enero de 2008 y el 31 de diciembre de 2018 se declararon un total
de 115 casos en 19 brotes, recogiéndose información detallada de 111 de los casos. A
continuación se describen las características de brotes y casos por separado.
1. Descripción de los brotes
Las tablas 1 y 2 resumen la información de cada brote: año, mes e isla de
declaración, número de casos y de expuestos, tasa de ataque, pescado implicado,
peso del pescado, si este superaba el peso regulado en el momento, forma de
adquisición, si hubo detección de toxinas en el pescado y la frecuencia de síntomas
en cada brote. A continuación, además de la información recogida en las
mencionadas tablas, aportamos algunos aspectos destacados de los distintos brotes:
El primer brote se detectó en Tenerife en noviembre de 2008 (ver tabla 1), siendo
el mayor de los registrados hasta la fecha. El pescado, un medregal (Seriola fasciata)
fresco de 37 kg, fue vendido en una gran superficie y capturado en Islas Salvajes. Se
recogieron muestras tanto en los domicilios de los afectados como en el
supermercado que distribuyó el pescado, detectándose C-CTXs en todas ellas por
distintos métodos y en laboratorios independientes.
El segundo afectó a 4 miembros de una misma familia que habían consumido
hasta en 10 ocasiones (a lo largo de 4 semanas) parte de un medregal (Seriola
dumerilli) de 67 kg capturado por ellos mismos a una milla al este de los Roques de
Anaga y a 100 metros de profundidad.
El tercer brote afectó a 3 miembros de una familia que consumieron el hígado y
las huevas de un medregal (Seriola spp) del que no aportaron más datos,
desconociéndose por tanto su peso, origen y lugar de captura.
El cuarto brote declarado se produjo a raíz del consumo de un medregal (Seriola
spp) de 1,5 kg capturado mediante pesca deportiva a 150 metros de la costa de
Radazul y 180 metros de profundidad y afectó a dos miembros de la misma familia.
El quinto brote afectó a 4 miembros de un mismo grupo que ingirieron un trozo
de un medregal (Seriola spp) de 80 kg pescado en modalidad deportiva en la costa
de Los Gigantes.
27
Tabla 1: Características principales de los brotes de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018.
Brote Año Mes
Isla de
detección
del brote
Casos Expuestos TA (%) Especie Peso Pes-
cado
Supera límite
peso
Forma de adqui-
sición
Confirmación
presencia toxinas
1 2008 Nov Tenerife 25 50 50 Seriola fasciata 37 kg No regulado Venta legal Sí
2
2009
Enero Tenerife 4 4 100 Seriola dumerilli 67 kg No regulado Pesca deportiva Sí
3 Sept Gran
Canaria 3 3 100 Seriola spp - - - No
4 Nov Tenerife 2 3 67 Seriola spp 1,5 kg No Pesca deportiva No
5 2010 Abril Tenerife 4 7 57 Seriola spp 80 kg Sí Pesca deportiva No
6 2011 Junio Gran
Canaria 5 8 63 Seriola rivoliana 24 kg Sí Pesca deportiva Sí
7
2012
Enero Lanzarote 10 Seriola spp <15 kg No Venta de legali-
dad dudosa No
8 Abril Lanzarote 9 Seriola spp 26 kg Sí Venta ilegal No
9 Mayo Tenerife 4 4 100 Seriola spp - -
Venta de legali-
dad desconoci-
da
No
10 Dic Tenerife 12 12 100 Epinephelus spp 18 kg No Pesca deportiva Sí
11 2013 Dic Lanzarote 16 17 94 Epinephelus spp >29 kg Sí Venta ilegal Sí
12
2015
Feb Tenerife 3 3 100 Mycteroperca
fusca 3 kg No - No
13 Marzo Lanzarote 2 2 100 Pomatomus salta-
trix 10 kg No Pesca deportiva Sí
14 Abril Tenerife 3 4 75 Mycteroperca
fusca 3,5 kg No - No
15
2016
Nov Tenerife 2 5 40 Epinephelus spp 7 kg No Venta legal Sí
16 Dic Tenerife 3 3 100 Seriola spp 12 kg No
Venta de legali-
dad desconoci-
da
Sí
17 Dic La Palma 2 2 100 Pagrus 4 kg No regulado Pesca deportiva Sí
18 2017 Abril Gran
Canaria 2 2 100
Mycteroperca
fusca y Epi-
nephelus spp
8 kg y 29
kg No y Sí Pesca deportiva Sí, ambos
19 2018 Sep Tenerife 4 6 67 Canthidermis suf-
flamen 3,2 kg No regulado Pesca deportiva No
28
Tabla 2: Frecuencia de síntomas gastrointestinales, neurológicos, cardiovasculares y otros en los brotes de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018.
Brote
Síntomas
gastrointestinales Síntomas neurológicos
Síntomas
cardiovasculares Otros síntomas Rango del periodo
de incubación en
horas N % N % N % N %
1 21 88 22 92 0 0 16 67 2-30
2 0 0 4 100 0 0 0 0 -
3 3 100 3 100 0 0 2 67 15
4 2 100 1 50 1 50 1 50 8-15
5 3 75 4 100 0 0 1 25 6-72
6 3 100 3 100 0 0 2 67 1-12
7 10 100 10 100 0 0 1 10 4-12
8 9 100 9 100 0 0 8 89 2-51
9 4 100 4 100 0 0 4 100 5-40
10 6 50 12 100 0 0 7 58 6-96
11 16 100 15 94 0 0 13 81 4-9
12 3 100 3 100 0 0 2 67 6
13 0 0 2 100 0 0 2 100 -
14 3 100 3 100 0 0 3 100 48
15 1 50 2 100 0 0 1 50 24
16 1 33 3 100 0 0 3 100 2:30-6
17 1 50 2 100 0 0 0 0 24
18 0 0 2 100 0 0 2 100 -
19 3 100 3 100 1 33 2 67 11-12:30
29
El sexto brote tuvo lugar en Gran Canaria en junio de 2011 a raíz de la ingesta de
un medregal negro (Seriola rivoliana) de unos 24 kg capturado por uno de los
afectados en Fuerteventura. Hubo dos grupos familiares afectados con un total de 5
casos de 8 expuestos (tasa de ataque del 62,5%), de los cuales tenemos información
detallada de 3.
El séptimo brote se declaró en Lanzarote en enero de 2012 a consecuencia de la
ingesta de medregales (Seriola spp) supuestamente inferiores de 15 kg en dos
restaurantes de Yaiza.
El octavo se produjo también en un restaurante de Lanzarote (en este caso en
Playa Honda) por consumo de un medregal (Seriola spp) de 26 kg con origen en la
pesca deportiva que se introdujo en los canales de consumo de forma ilegal y produjo
síntomas en 9 comensales.
El noveno brote tuvo lugar tras la ingesta de una ventresca de medregal (Seriola
spp) congelada, adquirida 2 meses antes en el mercado de Santa Cruz de Tenerife. Se
desconoce el origen de la captura del pescado que afectó a los 4 miembros de una
misma familia que lo ingirieron.
El décimo brote fue el primer brote en Canarias asociado al consumo de
pescado diferente al medregal, en este caso fue un mero (Epinephelus spp) de 18 kg
capturado en el norte de La Gomera (a 1 hora aproximadamente) por uno de los
afectados y consumido en familia en Nochebuena.
El siguiente brote (11º) se declaró en Lanzarote en diciembre de 2013 tras la
ingesta de un mero (Epinephelus spp) de más de 29kg puesto a la venta en una
pescadería de San Bartolomé, y muy probablemente capturado por el propio dueño
de la pescadería, del que se desconoce su lugar de captura y peso real. Dicho
pescado fue consumido por distintos grupos familiares presentando síntomas un total
de 16 personas. Asimismo, si bien no se pudieron recuperar restos del pescado en la
propia pescadería, las muestras aportadas por los consumidores demostraron la
existencia de CTXs en el pescado involucrado en el brote.
El 2014 fue el único año del periodo en el que no se declaró ningún brote de
CFP, siendo el siguiente brote (12º) por consumo de un abade (Mycteroperca fusca)
de 3 kg en un restaurante de La Matanza, en el norte de Tenerife, del que se
desconoce su origen.
El décimo tercer brote se produjo por la ingesta de un pejerey (Pomatomus
saltatrix) de aproximadamente 10 kg capturado mediante pesca deportiva por uno de
los afectados en Playa Quemada, al sureste de Lanzarote, detectándose ciguatoxinas
30
en una de las muestras enviadas al IUSA. Se desconoce el periodo de incubación
exacto por no asociar los síntomas a la ingesta del pescado hasta meses después.
El décimo cuarto brote se produjo por consumo de un abade de 3,5 kg
(Mycteroperca fusca) en un restaurante de Arico, en el sur de Tenerife,
desconociéndose el origen del pescado.
El décimo quinto brote ocurrió por la ingesta de un mero (Epinephelus spp) de
7kg en un restaurante de La Matanza, en el norte de Tenerife. Dicho mero fue
introducido por cauces legales, ya que no superaba el peso regulado, y resultó
positivo en el ensayo realizado en el laboratorio del IUSA.
El décimo sexto brote se produjo por consumo de un medregal (Seriola spp) de
unos 12 kg adquirido a un vendedor ambulante en Buenavista del Norte del que se
desconoce su peso exacto y lugar de captura.
El décimo séptimo brote se declaró a raíz del consumo de un bocinegro (Pagrus
pagrus) de unos 4 kg, pescado en Islas Salvajes en modalidad deportiva para
consumo propio.
El siguiente brote (18º) se produjo tras la ingesta en múltiples ocasiones de dos
pescados, un abade (Mycteroperca fusca) de 8 kg y un mero (Epinephelus spp) de 29
kg que resultaron ambos positivos tras su análisis en el IUSA. Ambos fueron pescados en
la isla del Hierro en modalidad deportiva. El periodo de incubación es desconocido,
puesto que consumieron el pescado en múltiples ocasiones durante 10 días hasta el
inicio de síntomas.
El último brote incluido en el estudio se produjo septiembre de 2018 tras el
consumo de un gallo romano (Canthidermis sufflamen) de 3,2 kg pescado en
modalidad deportiva en la costa de Los Gigantes, en el oeste de Tenerife. Una de las
personas que ingirieron el pescado estaba embarazada y vomitó poco después de la
ingesta, no considerándola como caso en este estudio dado que no presentó ningún
otro síntoma durante el periodo de seguimiento.
1.1 Distribución temporal
En las figuras 5, 6 y 7 podemos ver la distribución temporal de los brotes
registrados. El año en el que se declararon más brotes fue el 2012 (N=4) seguido del
2009, 2015 y 2016 (N=3) (ver figura 5). El resto de años se registró un único brote o
ninguno (2014). Además, no se aprecian variaciones en la frecuencia de los brotes a lo
largo del periodo, siendo el número medio de brotes por año 1,73 (IC95% 0,873-2,582).
31
Figura 5: Frecuencia anual de brotes de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018.
El tamaño medio de los brotes (número medio de casos por brote) por año
aparece representado en la figura 6. Este oscila entre 2 y 25. En general, el tamaño
medio de los brotes en nuestra serie es de aproximadamente 6 casos por brote (IC95%
3,145-8,960), sin que haya diferencias significativas en el tamaño de los brotes respecto
al año 2018 excepto en el 2008 (p=0,001) y en el 2013 (p=0,013).
Figura 6: Tamaño medio de los brotes de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018 por año.
En lo que respecta a la distribución mensual de los brotes, podemos ver en la
figura 7, en azul, el número total de brotes que se han declarado en cada mes del
año, y, en violeta, el número total de brotes según el mes de captura del pescado
0
1
2
3
4
2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018
Nú
me
ro d
e b
rote
s
Año
0
3
6
9
12
15
18
21
24
27
2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018
Nú
me
ro m
ed
io d
e c
aso
s p
or
bro
te
Año
32
implicado en el mismo. Se han declarado brotes en todos los meses del año excepto
en julio, agosto y septiembre siendo los meses en los que más brotes se han declarado,
abril y diciembre (N=4), sin que se observe un patrón estacional de los brotes. Por otro
lado, el mes de captura del pescado corresponde con el de declaración del brote en
todos los brotes excepto en dos: el brote 9 y el 15.
Figura 7: Distribución mensual de brotes de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018.
1.2 Localización
En la figura 8 se representa en color rojo el número de brotes cuyo pescado
implicado fue capturado en esa zona y en color azul turquesa el número de brotes
declarado en cada isla. La isla en la que más brotes se han declarado es con
diferencia Tenerife, con un 57,9% (N=11) de los brotes detectados en esta isla seguido
de Lanzarote con un 21,1% (N=4), Gran Canaria con un 15,8% (N=3) y por último La
Palma con un único brote declarado (5,3%).
0
1
2
3
4
5
Nú
me
ro d
e b
rote
s
Mes
Captura del
pescado
Inicio de
síntomas
33
Figura 8: Mapa de los lugares de captura (en rojo) e islas de detección (en azul turquesa) de los brotes de
CFP en Canarias en el periodo 2008-2018. Se muestra el número de brotes según lugar de captura del
pescado implicado y el número de brotes declarado en cada isla.
Si bien se desconoce el lugar de captura del pescado en el 47,4% (N=9) de los
brotes (tabla 3), podemos comprobar que estos se distribuyen por toda la región
(figura 8 y tabla 3) incluyendo las Islas Salvajes (N=2), territorio perteneciente a Portugal
a unos 160km de Canarias. Tenerife es la isla en la que se han producido más capturas
de pescados que han dado lugar a brotes de CFP con un 40% (N=4) de los pescados
responsables capturados en esta isla (entre los que se dispone de información),
seguido de las Islas Salvajes con un 20% (N=2). Por otro lado, se ha relacionado al
menos un brote con pescado capturado en cada una de las islas excepto La Palma y
Gran Canaria.
34
Tabla 3: Distribución de los brotes de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018 según lugar de captura, de
adquisición y de consumo del pescado.
Número
de Brotes % % válido
Lugar de
Captura
El Hierro 1 5,3 10,0
Norte de la Gomera 1 5,3 10,0
Oeste de Tenerife 2 10,5 20,0
Este de Tenerife 2 10,5 20,0
Fuerteventura 1 5,3 10,0
Sureste de Lanzarote 1 5,3 10,0
Islas Salvajes 2 10,5 20,0
Desconocido 9 47,4
Forma de
Adquisición
Pesca deportiva 9 47,4 56,3
Venta, legalidad
dudosa o desconocida 3 15,8 18,8
Venta legal 2 10,5 12,5
Venta ilegal 2 10,5 12,5
Desconocido 3 15,8
Lugar de
Consumo
Domicilio 13 68,4 68,4
Restaurante 4 21,1 21,1
Domicilio y restaurante 2 10,5 10,5
Desconocido 0 0,0
En lo que respecta a la forma de adquisición del pescado, en 15,8% (N=3) de los
brotes se desconoce el dato. De los brotes que sí se conoce cómo se adquirió el
pescado, la vía más frecuente es la pesca deportiva con un 56,3% (N=9) de los brotes,
seguido de la venta cuya legalidad es dudosa o desconocida (venta ambulante o sin
trazabilidad) con un 18,8% (N=3) de los brotes y por último la venta legal y la ilegal con
un 12,5% (N=2) cada uno. Además, si tenemos en cuenta que la venta ilegal procede
de la pesca deportiva, esta supone el origen del 68,6% (N=11) de los brotes.
Por último, el lugar de consumo más frecuente ha sido el domicilio, habiéndose
consumido el pescado exclusivamente en un domicilio particular en el 68,4% (N=13) de
los brotes, exclusivamente en un restaurante en el 21,1% (N=4) y en ambos en el 10,5%
(N=2) (por venta del pescado a particulares y restaurantes o consumo de sobras en
domicilio tras adquisición en restaurante).
En la tabla 4 observamos que el origen más frecuente de los brotes es el
consumo de pescados capturados en modalidad deportiva en el domicilio (47,4%
N=9), seguido a partes iguales del: consumo en el domicilio de pescados comprados
de forma ambulante (legalidad dudosa) o desconocida, consumo en un restaurante
35
sin que conste la procedencia y el consumo en restaurante y domicilio de pescado
vendido de forma legal con un 10,5% cada uno (N=2) y, por último, con un 5,3% (N=1)
cada uno, el consumo en el domicilio de pescado de venta ilegal, el consumo en
domicilio de pescado de procedencia desconocida, el consumo en restaurante de
pescado comprado cuya legalidad es dudosa y el consumo en restaurante de
pescado adquirido de forma ilegal.
Tabla 4: Frecuencia de los brotes de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018 en función lugar de captura y
de consumo del pescado.
Lugar de Consumo
Domicilio Restaurante
Domicilio y
restaurante
N % N % N %
Forma de
Adquisición
Pesca deportiva 9 47,4
Venta, legalidad
dudosa o
desconocida
2 10,5 1 5,3
Venta legal 2 10,5
Venta ilegal 1 5,3 1 5,3
Desconocido 1 5,3 2 10,5
1.3 Distribución por especie y preparación
El género más frecuentemente involucrado en los brotes de CFP son los
medregales (ver figura 9), siendo el género implicado en el 50% (N=10)1 de los brotes,
ya sea la especie medregal negro (Seriola rivoliana) (N=1), limón (Seriola dumerili)
(N=1), común (Seriola fasciata) (N=1) o desconocida (Seriola spp) (N=7). Le sigue los
meros (Epinephelus spp) con un 20% (N=4) y el abade (Mycteroperca fusca) con un
15% (N=3) y, por último, el resto de especies involucradas [pejerey (Pomatomus
saltatrix), bocinegro (Pagrus pagrus) y gallo romano (Canthidermis sufflamen)] con un
5% (N=1) cada una.
1 En uno de los brotes hubo dos especies diferentes implicadas
36
Figura 9: Distribución de los ejemplares consumidos en los brotes de CFP por género/especie en Canarias en
el periodo 2008-2018.
En la tabla 5 se recoge la distribución de los ejemplares consumidos en los brotes
en función del peso y la regulación establecida por la Dirección General de Pesca
para el control de la CFP en el momento en que se produjo el brote.
Tabla 5: Distribución de los brotes de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018 según pesos regulados en el
momento de declaración del brote
N % % válido
Peso superior al límite
establecido para dicha especie 5 25 27,8
Peso inferior al límite
establecido para dicha especie 9 45 50
Especie no regulada 4 20 22,2
Peso desconocido 2 10
Se desconoce el peso del 10% de los ejemplares implicados en los brotes, no
obstante, de aquellos de los que sí tenemos datos, el 50% (N=9) tenía un peso inferior al
regulado en el momento de declaración del brote, el 27,8% (N=5) tenía un peso
superior y el 22,2% (N=4) no estaba regulado.
0
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
Nú
me
ro d
e b
rote
s
Especie
37
A continuación, en la tabla 6 se recoge la distribución de los ejemplares
consumidos en los brotes en función del peso y la última regulación establecida por la
Dirección General de Pesca para el control de la CFP (agosto de 2018).
Tabla 6: Distribución de los brotes de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018 según pesos regulados a
agosto de 2018
N % % válido
Peso superior al límite
establecido para
dicha especie
9 45,0 52,9
Peso inferior al límite
establecido para
dicha especie
6 30,0 35,3
Especie no regulada 2 10,0 11,8
Peso desconocido 3 15,0
En lo que respecta a la relación entre el peso y la forma de adquisición del
pescado (tabla 7), el 60% de los pescados con un peso superior al peso límite
establecido para dicha especie procedía de la pesca deportiva y el 40% de la venta
ilegal. Por otro lado, el 57,1% de los pescados con un peso inferior al peso límite
establecido para esa especie procedía también de la pesca deportiva (de aquellos
en los que se conocía la forma de adquisición), el 28,6% de la venta de legalidad
dudosa o desconocida (sin trazabilidad) y el 14,3% de la venta legal. Asimismo, el 75%
de los pescados de especies no reguladas en el protocolo de actuación procedían de
la pesca deportiva y el 25% restante de la venta legal.
Tabla 7: Distribución de los brotes de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018 según pesos regulados en el
momento de declaración del brote y forma de adquisición.
Peso superior al
límite estable-
cido
Peso inferior al
límite estable-
cido
Especie no
regulada
Peso desco-
nocido
N % válido
N % válido
N % válido
N % válido
Pesca deportiva 3 60,0 4 57,1 3 75,0
Venta, legalidad
dudosa o desco-
nocida
2 28,6 1 100,0
Venta legal 1 14,3 1 25,0
Venta ilegal 2 40,0
Desconocido 2 1
5 100 9 100,0 4 100,0 2 100,0
38
En lo relación a la forma de consumo del pescado (tabla 8), esta es
desconocida en el 36,8% de los brotes (N=7) siendo muy variada en aquellos en los
que sí se conoce. Además, en el 33,3% (N=4) de los brotes de los que disponemos
información sobre el tipo de preparación del pescado, hubo más de un tipo de
preparación.
Tabla 8: Distribución de los brotes de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018 según forma de consumo
Preparación N % % válido
Caldo 1 5,3 8,3
Guisado 1 5,3 8,3
Al horno 2 10,5 16,7
Plancha 3 15,8 25,0
Hígado y
huevas 1 5,3 8,3
Varias
preparaciones 4 21,1 33,3
Desconocido 7 36,8
2. Descripción de los casos
2.1 Incidencia
A lo largo del periodo de estudio las tasas de incidencia anuales oscilan entre 0
casos por 100.000 habitantes-año, en el año 2014, y 1,67 casos por 100.000 habitantes-
año en el 2012 (ver tabla 9). Si analizamos todo el periodo en conjunto, la tasa de
incidencia sería de 0,5 casos por 100.000 habitantes-año (IC95% 0,45-0,54)
Tabla 9: Incidencia anual de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018
Año Población Casos Tasa de
incidencia
2008 2009965 25 1,24
2009 2034165 9 0,44
2010 2053116 4 0,19
2011 2073985 5 0,24
2012 2092826 35 1,67
2013 2108462 16 0,76
2014 2118423 0 0,00
2015 2127770 8 0,38
2016 2142250 7 0,33
2017 2163089 2 0,09
2018 2188626 4 0,18
39
En la figura 10 se representa la tasa de incidencia anual CFP, observando que
esta fluctúa de un año a otro sin que se aprecie ninguna tendencia significativa (el
análisis realizado determinó un porcentaje anual de cambio de -4,49% pero este no
resultó estadísticamente significativo).
Figura 10: Representación gráfica de la incidencia anual de CFP y media móvil de dos años en Canarias en
el periodo 2008-2018.
2.2 Edad y sexo
La tabla 10 muestra la distribución por edad y sexo de los 111 casos de CFP
estudiados.
Tabla 10: Distribución por edad y sexo de los casos de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018
Sexo Hombres Mujeres Global
Grupo Edad N % % válido N % % válido N % % válido
<15 años 0 0,0 0,0 2 5,0 5,1 2 1,8 2,0
15-24 años 5 7,0 8,1 5 12,5 12,8 10 9,0 9,9
25-44 años 19 26,8 30,6 9 22,5 23,1 28 25,2 27,7
45-64 años 29 40,8 46,8 19 47,5 48,7 48 43,2 47,5
>=65 años 9 12,7 14,5 4 10,0 10,3 13 11,7 12,9
Desconocido 9 12,7 1 2,5 10 9,0
Global 71 70,3 40 39,6 111 100,0
Se desconoce la edad del 9% de los casos (N=10), 9 hombres (12,7% de los
hombres) y 1 mujer (2,5% de las mujeres). La intoxicación fue más frecuente en
hombres, representando un 70,3% (N=71) del total de los casos y en el grupo de edad
de 45-64 años en ambos sexos (47,5% de los casos en los que se conoce la edad, 46,8%
en hombres y 48,7% en mujeres; N=48, 29 y 19 respectivamente), seguido del grupo de
0
0,2
0,4
0,6
0,8
1
1,2
1,4
1,6
1,8
2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018
Inc
ide
nc
ia
Año
40
25-44 años (27,7% de los casos con edad registrada, 30,6% en hombres y 23,1% en
mujeres; N=28, 19 y 9 respectivamente), siendo el grupo de edad menos afectado los
menores de 15, con sólo 2 casos (1,8%, ambos niñas). La mediana de edad son 50 años
(igual en ambos sexos) y rango abarca de los 4 a los 79 años (16-79 en hombres y 4-74
en mujeres).
2.3 Presentación clínica
En la figura 11 se muestra la distribución del periodo de incubación de los síntomas de
CFP en nuestra serie. Este ha oscilado entre las 2 y las 98 horas, con una mediana de
8,75 horas y una media de 13,7 (IC95% 10,874-16,537).
Figura 11: Distribución del periodo de incubación de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018.
Los síntomas más frecuentes en nuestro estudio son los neurológicos (ver tabla
11), apareciendo en el 96,4% (N=107) de los casos. Dentro de ellos destacan: la
inversión térmica, descrita en un 62,20% (N=69), las mialgias, presentes en el 57,7%
(N=64), el prurito, manifestado en el 53,2% de los casos (N=59) y los hormigueos en
cualquier localización, que fueron registrados en el 52,3% de los casos (N=58). Los
síntomas gastrointestinales son en general muy frecuentes, estando presente algún
síntoma gastrointestinal en el 80,2% de los casos (N=89), además tres de ellos (diarrea,
dolor abdominal y vómitos) se notificaron en al menos el 55% de los casos. Por su parte,
Los síntomas cardiovasculares han resultado ser muy poco frecuentes, estando
Periodo de incubación en horas
1009387807367605347403327201370
Frec
uenc
ia
50
40
30
20
10
0
Histograma
Media =13,71
Desviación típica =14,59
N =102
41
recogidos únicamente en dos casos (1,8%). Mientras que la presencia de otros
síntomas sí que fue muy frecuente (63,1%, N=70), sobre todo la fatiga (cansancio),
presente en el 53,2% de los casos (N=59). En general, el síntoma más frecuente en
nuestro estudio ha sido la diarrea, presente en un 77,5% de los casos (N=86), seguido
de la inversión térmica, las mialgias y el dolor abdominal, presente en el 55,9% (N=62).
Tabla 11: Frecuencia de síntomas en los casos de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018.
Síntoma N %
Gastrointestinales
Diarrea 86 77,5
Náuseas 43 38,7
Vómitos 61 55,0
Dolor abdominal 62 55,9
Algún síntoma digestivo 89 80,2
Neurológicos
Parestesias 13 11,7
Hormigueos peribucal 28 25,2
Hormigueos manos 28 25,2
Hormigueos pies 8 7,2
Hormigueos tórax 11 9,9
Hormigueos otros 30 27,0
Disestesias 26 23,4
Inversión térmica 69 62,2
Mialgia 64 57,7
Artralgia 24 21,6
Prurito 59 53,2
Disuria 3 2,7
Pérdida conciencia 1 0,9
Sabor metálico 3 2,7
Mareos 7 6,3
Dolor ocular 1 0,9
Coitalgia 1 0,9
Hormigueos, cualquiera 58 52,3
Algún síntoma neurológico 107 96,4
Cardiovasculares
Hipotensión 2 1,8
Otros Síntomas
Fatiga 59 53,2
Cefalea 14 12,6
Sudoración 4 3,6
Fiebre 2 1,8
Síndrome ansioso 1 0,9
Inflamación 6 5,4
Descamación mucosas 6 5,4
Rubor 1 0,9
Algún otro síntoma 70 63,1
42
Se desconoce la duración de los síntomas en el 10,8% (N=12) de los casos. En
aquellos casos en los que sí se tiene constancia de esta, los síntomas duraron menos de
dos semanas, es decir, no hubo persistencia de síntomas en el 52,5% (N=52) de los
casos (ver tabla 12). La duración de los síntomas en aquellos casos en los que se
constató persistencia de los mismos es difícil de analizar, puesto que no se recogió de
forma sistemática y la información de la que disponemos es parcial y aproximada
(tabla 13).
Tabla 12: Frecuencia de persistencia de síntomas en los casos de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018.
N % %válido
No 52 46,8 52,5
Sí 47 42,3 47,5
Total 99 89,2 100
Desconocido 12 10,8
Tabla 13: Tiempo de duración de los síntomas en los casos de CFP en los que se registró persistencia en Ca-
narias en el periodo 2008-2018.
Tiempo persistencia N % % válido
<1 mes 14 29,8 30,4
1 mes 6 12,8 13,0
>1 mes 12 25,5 26,1
2 meses 5 10,6 10,9
>2 meses 4 8,5 8,7
3 meses 4 8,5 8,7
>3 meses 1 2,1 2,2
Desconocido 1 2,1
A modo de resumen, se registró el tiempo aproximado de la duración de los
síntomas en el 88,3% de los casos (N=98,). Los síntomas duraron menos de 2 semanas
desde el inicio de estos en el 53,1% (N=52) de los casos, entre 2 y 4 semanas en el 14,3%
(N=14) y al menos un mes en el 32,7% (N=32). Cabe destacar que los síntomas duraron
al menos dos meses en el 14,3% (N=14) de los casos en los que se recogió alguna
información acerca de la duración de los síntomas y se mantuvieron como mínimo 3
meses en el 5,1% (N=5).
La tabla 14 muestra el lugar en el que recibieron asistencia sanitaria los casos.
Este dato es desconocido en el 5,4% (N=6) de los casos, no obstante, en aquellos en los
que sí se registró, el 22,9% (N=24) no requirió asistencia sanitaria, el 53,3% (N=56) acudió
a su centro de salud o a un SNU (Servicio Normal de Urgencias) y el 23,8% (N=25) a
servicios de urgencia hospitalaria, requiriendo ingreso hospitalario uno de ellos (0,9%),
sin que se haya registrado ninguna defunción relacionada con la CFP en el periodo
estudiado.
43
Tabla 14: Lugar de atención de los casos de CFP en Canarias en el periodo 2008-2018.
N % % válido
Atención
primaria 56 50,5 53,3
Urgencias
hospitalarias 25 22,5 23,8
No requirió 24 21,6 22,9
Total 105 94,6 100
Desconocido 6 5,4
En lo que respecta al lugar de atención en relación con el tipo de síntomas
presentes, vemos en la tabla 14 que no hay apenas diferencias en el porcentaje de
casos con síntomas gastrointestinales, neurológicos u otros que acudió a atención
primaria, a urgencias hospitalarias o que no requirió asistencia sanitaria. Así, el
porcentaje de casos que acudió a atención primaria osciló entre el 53,5% (N=54), de
aquellos con síntomas neurológicos, y el 57,8% (N=37), entre los casos con otros
síntomas. Por su parte el porcentaje de casos que acudió a urgencias hospitalarias
fluctuó entre el 24,7% (N=21) (en casos con síntomas digestivos) y el 25% (N=16) (en los
casos con otros síntomas). Del mismo modo, el porcentaje de casos que no requirió
asistencia sanitaria estuvo entre el 17,2% (N=11), de los casos con otros síntomas y el
21,8% (N=22) de los casos con síntomas neurológicos. Donde sí vemos diferencias es en
la atención sanitaria de los casos con síntomas cardiovasculares que el 100% requirió
asistencia siendo el 50% de esta hospitalaria y precisando ingreso. No obstante,
únicamente se registraron 2 casos con síntomas cardiovasculares, con lo cual dicha
diferencia no es significativa.
Tabla 15: Lugar de atención en función de los síntomas de los casos de CFP en Canarias en el periodo 2008-
2018.
Atención
primaria
Urgencias
hospitalarias No requirió Total
N % N % N % N %
Gastrointestinales 47 55,3 21 24,7 17 20,0 85 100,0
Neurológicos 54 53,5 25 24,8 22 21,8 101 100,0
Cardiovasculares 1 50,0 1 50,0 0 0,0 2 100,0
Otros 37 57,8 16 25,0 11 17,2 64 100,0
44
V. DISCUSIÓN
Se han llevado a cabo múltiples estudios en distintos países sobre la epidemiolo-
gía de la intoxicación alimentaria por ciguatoxinas, tanto en el Caribe como en el Pa-
cífico y en el Índico. En Canarias se han publicado estudios de brotes concretos (83–
85), algún que otro trabajo de fin de grado en los que se comentan los brotes detec-
tados hasta ese momento (113,114) y resúmenes de los datos de los brotes registrados
en el SVEICC publicados en las distintas webs de la DGSP (94,115). Sin embargo, este es
el primer estudio que describe de forma extensiva la epidemiología de la intoxicación
alimentaria por ciguatoxinas en el Atlántico Norte, incluyendo la descripción de las
características epidemiológicas de los casos y una estimación de la tasa de inciden-
cia.
En relación a esta última, la tasa de incidencia observada en nuestra serie, 0,5
casos por 100.000 personas-año, es similar a la observada en los últimos estudios publi-
cados en otras regiones, o incluso superior.
Así, la tasa de incidencia anual bruta en Florida según Radke et al. en 2015 (116)
es inferior a la nuestra: 0,2 casos por 100.000 habitantes, si bien en los condados con
mayor incidencia como Miami-Dade y Monroe County esta sube hasta 1/100.000 y
3/100.000 respectivamente, siendo la metodología empleada muy parecida a la nues-
tra (cálculos en base a los casos de CFP, que también es EDO, declarados al Depar-
tamento de Salud de Florida y datos censales de población). En relación a otras regio-
nes del Caribe, nuestra tasa de incidencia observada es similar a la observada en Re-
pública Dominicana (0,5 casos por 100.000) y ligeramente superior a las observadas en
Jamaica (0,4), Puerto Rico (0,3) y Colombia (0,03) según las tasas publicadas por Tester
et al. 2010 (79). Por otro lado, es inferior a las tasas crudas de otras regiones también
publicadas en dicho estudio, como Martinica (2 casos por 100.000 personas-año),
Guadalupe (3), Granada (6), Aruba (16), Islas Vírgenes de los Estados Unidos (23), Islas
Caimán (29) o Bahamas (58). Si bien la metodología del estudio de Tester et al. 2010
(79) fue algo diferente a la nuestra, ya que para el cálculo de las tasas de incidencia
emplearon también datos de series de casos publicadas, además de los datos de vigi-
lancia de la intoxicación de las autoridades sanitarias y/o pesqueras y los publicados
por organismos internacionales como la Organización Panamericana de la Salud
(OPS) o el Centro de Epidemiología del Caribe (CAREC). También Celis y Mancera
2016 (117), publica una incidencia media en los países del CAREC en el periodo de
2000-2010 de 6,4 casos por 100.000 habitantes, oscilando esta entre 0 y 388,1 según el
país y siendo las más próximas a la nuestra las de Bermuda (0,7), Barbados (0,1) y Beli-
ce (0,1).
45
En comparación, las tasas de incidencia en el Pacífico son en general bastante
más altas que las halladas en nuestro estudio. En Chateau-Degat 2007 (80), la tasa de
incidencia cruda en la Polinesia Francesa se estima en 36 casos por 100.000 personas-
año, llegando algunos archipiélagos hasta los 251 casos por 100.000 personas-año
(Marquesas), siendo la metodología empleada similar a la del presente estudio (reco-
pilación de los casos notificados a las autoridades de Salud Pública en un periodo de 9
años, siendo también EDO en la región). Aunque otros estudios, como el publicado por
Skinner et a. en 2011 (118), calcularon una tasa de incidencia anual en la Polinesia
Francesa incluso mayor, de 328,74 casos por 100.000 habitantes-año siendo la inciden-
cia total media estimada en las islas del Pacífico 194,63 casos por 100.000 habitantes y
oscilando entre 1,58 casos por 100.000 h en Samoa y 1436,9/100.000 en las Islas Cook.
No obstante, hasta ahora nos hemos referido a tasas de incidencia crudas o bru-
tas, pero, como ya comentábamos en la introducción, se estima que únicamente se
declara a las autoridades sanitarias entre el 10 y el 20% de los casos. Este infradiagnós-
tico tiene varios niveles, por un lado los casos que no solicitan asistencia sanitaria, por
otro los que, a pesar de hacerlo, no son diagnosticados correctamente y por último los
que son diagnosticados pero no se declara el caso a las autoridades sanitarias corres-
pondientes (por desconocimiento del protocolo, sobrecarga asistencial, etc.).
Para estimar el porcentaje de infradiagnóstico, en Radke et al. (116) realizaron
una encuesta que enviaron por email a todos los pescadores deportivos con licencia,
en la que inquirían a los mismos si habían sido diagnosticados alguna vez de CFP; en
caso negativo, preguntaban si habían sufrido una serie de síntomas característicos de
CFP y si esta respuesta era afirmativa, si habían demandado asistencia sanitaria. En
función de las respuestas estimaron la infradeclaración en los 3 niveles anteriormente
descritos y estimaron la declaración en un 7%, es decir, que el 93% de los casos ocurri-
dos no se habían declarado a las autoridades, siendo la tasa de incidencia estimada
28 veces mayor que la bruta. Por tanto, la tasa de incidencia anual estimada en Flori-
da sería 5,6 casos por 100.000 habitantes, tras ajustar por infradeclaración. Además,
tras un análisis de sensibilidad teniendo en cuenta el sesgo de no respuesta (era más
probable que respondieran a la encuesta aquellos que sí habían sido diagnosticados),
determinaron que dicho factor multiplicador sería incluso de entre 55 y 87 veces. En
nuestro medio y a diferencia de Florida, la asistencia sanitaria es totalmente gratuita,
con lo cual es más probable que nuestra población acuda a un centro sanitario en
caso de presentar síntomas que la población estadounidense. Por otro lado, en Florida
existen otras vías gratuitas de detección y declaración de casos de las que no dispo-
nemos en nuestro medio, como son un formulario online de autodeclaración de intoxi-
caciones alimentarias y una línea de teléfono gratuita y disponible las 24 horas para
46
consultas sobre envenenamientos (que sí existe en España pero su coste depende de
la tarifa contratada por el usuario) (47) y en ambas regiones la CFP es EDO. Así, en
Radke et al. 2015 (116) estimaron que el 57% de los casos demandan asistencia sanita-
ria (y por tanto que el 43% no) mientras que en nuestra serie, un 22,9% de los casos no
acudió a ningún centro sanitario y conocemos su existencia a través de algún otro
implicado en el mismo brote que sí solicitó asistencia, aun así es probable que haya
habido casos aislados o incluso algún pequeño brote en el que ningún afectado con-
sultara. Además, la ciguatera en Canarias es una enfermedad relativamente nueva y
desconocida, tanto por parte del sector sanitario como por los consumidores, sobre
todo en los primeros años. De hecho, en los documentos empleados para la realiza-
ción de nuestro trabajo, consta en uno de los casos del primer brote que fue la pareja,
de origen cubano, quién reconoció los síntomas y en el segundo brote, que los casos
reconocieron sus síntomas al ver información relativa al brote anterior publicada en
prensa. También, en el brote 13 constan hasta 3 visitas a distintos médicos hasta que,
finalmente y después de dos meses, uno de ellos dio con el diagnóstico.
Cabe mencionar también otra estimación de tasas de incidencia publicada por
Boucaud-Maitre et al. en 2018 (119) en Guadalupe, en la que, además de los casos
oficialmente declarados a la Agencia Regional de la Salud, emplearon también los
registrados en los departamentos de urgencias de los hospitales públicos, obteniendo
una tasa 2 veces mayor que la resultante empleando sólo los registros de Salud Públi-
ca. En este sentido, es probable que en Canarias también se hayan diagnosticado
casos en los hospitales públicos que no hayan sido notificados, dado que en la aplica-
ción de historia clínica empleada en los hospitales (Drago-AE) no se abre automáti-
camente ningún tipo de aviso ni la encuesta de declaración de caso al incluir en la
historia clínica un diagnóstico relacionado con la CFP, como sí ocurre en atención pri-
maria donde se emplea otra versión de dicho software (Drago-AP). En este sentido,
hemos localizado al menos 2 casos independientes aislados (no asociados a brote)
diagnosticados en urgencias hospitalarias no incluidos en este estudio por no disponer
de suficiente información para la clasificación del caso.
Asimismo, en la bibliografía se describe al menos un brote que no aparece en
nuestros registros (84) en el año 2009 con 10-40 casos en el que sólo se describen sín-
tomas gastrointestinales, pero con ciguatoxicidad confirmada por LC–MS/MS.
En definitiva, según lo descrito en la bibliografía y lo comentado hasta ahora, es
muy probable que las tasas de incidencia cruda de nuestro estudio estén infraestima-
das. Si suponemos que en Canarias únicamente se notifican entre un 7% y un 20% de
los casos (47,116), la tasa de incidencia de CFP real en Canarias podría oscilar entre
2,49 y 13,95 casos por 100.000 habitantes. Además, es posible que la incidencia au-
47
mente en los próximos años, como consecuencia del cambio climático y otras activi-
dades antropogénicas (84,110). Si bien en algunas regiones no se han observado
cambios en la incidencia a pesar del aumento la temperatura del agua ya registrado,
por ejemplo, en Florida (120), los efectos previsibles del cambio climático en la inci-
dencia de CFP dependen de la zona y de las condiciones climáticas actuales y espe-
rables (121). En nuestro archipiélago se prevé que el aumento de la temperatura del
agua favorecerá el crecimiento de los Gambierdiscus (34,121), sobre todo en invierno
(88). Por otro lado, la instalación de estructuras fijas en los océanos como los aeroge-
neradores marinos que se están instalando en el sur de Gran Canaria (122) crea un
nuevo hábitat en la zona eufótica superior, agregando sustrato que favorece que la
flora bentónica y en concreto los Gambierdiscus, se multipliquen (34).
En relación a la temporalidad de la CFP en Canarias, no hemos observado cam-
bios considerables en el número de brotes, el tamaño de los mismos o la incidencia de
la intoxicación a lo largo del periodo, así como tampoco hemos apreciado estaciona-
lidad de los mismos. En otros estudios se ha observado una mayor incidencia en meses
cálidos (80) o en otoño (115) sin que tampoco hayan resultado estadísticamente signifi-
cativas estas diferencias. Por su parte, las variaciones interanuales son muy diversas en
la bibliografía consultada, habiendo disminuido a lo largo del periodo en algunos es-
tudios (116), aumentado en otros (114) o bien apreciándose picos anuales y periodici-
dad intermitente como observamos en nuestra serie (117,123). Además, los estudios
sobre la estacionalidad de las poblaciones de Gambierdiscus en las islas tampoco han
arrojado mucha luz al respecto, con datos en un sentido (no hay relación con la esta-
ción) (124) y en otro (aumento de estas entre mayo y septiembre, aunque las diferen-
cias no resultaron estadísticamente significativas) (88).
Sí que se aprecian diferencias en la frecuencia de los brotes entre islas, siendo
Tenerife la que acumula un mayor número de brotes. Esto resulta llamativo, teniendo
en cuenta, por un lado, que los estudios realizados hasta ahora demuestran una mayor
densidad de Gambierdiscus spp. en las islas de Lanzarote y Fuerteventura, posiblemen-
te gracias a sus condiciones más favorables para el crecimiento de los mismos (88,124),
y, por otro, que las islas con mayor porcentaje de muestras de pescado positivas a
CTXs son El Hierro, Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote (125). Podría ser que hubie-
ra una menor detección y notificación de los casos ocurridos en Fuerteventura y Lan-
zarote [por ejemplo porque afecte con más frecuencia a turistas que en otras islas,
puesto que en relación al número de habitantes Lanzarote y Fuerteventura reciben
hasta 3 veces más turistas que Tenerife (126)], diferencias en los hábitos de vida de los
habitantes de unas islas y otras (mayor consumo de pescado local, más pescadores
deportivos, etc. en Tenerife) o bien un mayor conocimiento de la intoxicación y su con-
48
trol y regulación por parte de pescadores y distribuidores en las islas más orientales
(como consecuencia del impacto de la sentencia a favor de los afectados en el brote
número 11, ocurrido en Lanzarote, por ejemplo) (127).
En lo que respecta a las especies de pescado involucradas, en nuestra serie los
pescados más frecuentes han sido los medregales y meros que suponen en conjunto el
85% de los pescados involucrados en los brotes (incluyendo el abade, que pertenece
a la misma familia que los meros, Serránidos). En este sentido, la frecuencia de las es-
pecies involucradas es muy variada en la bibliografía consultada, aunque es habitual
la presencia de meros en los primeros puestos [31% en Florida (116), 31,9% en Hong
Kong (123), 48,9% en Nueva Caledonia (128)] y de medregales (116,119).
Por otro lado, en referencia al peso de los pescados implicados y la normativa
vigente, esta última se ha ido modificando con el tiempo, a la luz de los brotes que se
han ido detectando y los resultados de los análisis e investigaciones en estos 15 años
(desde que en 2004 se detectaran el primer brote y los primeros dinoflagelados). No
obstante, aún con la normativa actual (tabla 6) el 47,1% de los brotes no habría estado
sujeto a análisis antes de su consumo (suponiendo que se analizara también el pesca-
do procedente de la pesca deportiva), el 75% de ellos por tener un peso inferior y el
otro 25% por ser una especie no regulada. Si bien es cierto que estos datos han de ser
tomados con prudencia, puesto que, en la mayor parte de los brotes, los pesos y es-
pecies corresponden a los reportados por los propios casos y pescadores, pudiendo no
coincidir con la realidad. De hecho, en relación a la especie, análisis genéticos han
arrojado resultados que contradicen la identificación morfológica (129), como ocurre
en el brote 1 (identificado en nota de primera venta como S. fasciata y genéticamen-
te como S. dumerilii), aunque ello no cambie su categorización respecto al protocolo
de control actual. También, en algún brote los investigadores del IUSA han referido
dudas acerca de la identificación de algunas muestras (brote 10) o ha quedado regis-
trado en nuestros archivos inconsistencias en relación con el supuesto peso del pesca-
do (brotes 4 y 7) que han generado dudas en los técnicos de salud pública encarga-
dos de la investigación del brote.
En cualquier caso, cada vez está más en duda la supuesta relación entre el ta-
maño del pescado y su ciguatoxicidad (34,129,130), a raíz de un estudio realizado en
la Polinesia Francesa, que analizó más de 800 pescados de 45 especies y 32 familias
distintas capturados en 6 localizaciones diferentes sin que se hallara relación entre la
longitud del pez y su toxicidad, salvo en una de las especies (130). Sería por tanto ne-
cesario estudiar esta asociación en nuestro medio, y quizá en relación al peso especí-
ficamente (aunque este sea, en general, directamente proporcional a la longitud del
pescado) y otros factores como su longevidad, hábitos de comportamiento alimenta-
49
rio y movilidad (74) para poder determinar medidas de control y prevención de la CFP
en Canarias lo más eficientes posible. Más si cabe, si tenemos en cuenta que algunas
de las especies incluidas en el protocolo, como el abade (Mycteroperca fusca), el
mero (Epinephelus marginatus) y el pez espada (Xiphias gladius), están sometidas
también al control de pesos y tallas mínimas según el Real Decreto 560/1995, de 7 de
abril, por el que se establece las tallas mínimas de determinadas especies pesquera
(131) o el Reglamento (CE) Nº 520/2007 del Consejo, de 7 de mayo de 2007 por el que
se establecen medidas técnicas de conservación de determinadas poblaciones de
peces de especies altamente migratorias y por el que se deroga el Reglamento (CE)
Nº 973/2001 (132).
También, cabe comentar que prácticamente la mitad de los brotes se han pro-
ducido en relación con el consumo en el domicilio de pescados procedentes de pes-
ca recreativa, capturados por los propios casos o sus familiares y amigos. Además,
aquellos en los que se distribuyó pescado procedente de pesca deportiva (o sospe-
choso de ello) en restaurantes y pescaderías, aun siendo menor en número de brotes,
dieron lugar a un 36,5% de los casos declarados. Por lo tanto, sería conveniente seguir
incidiendo e insistiendo en las medidas de prevención de la CFP en todas aquellas
personas portadoras de licencia de pesca de recreo. En este sentido, destacar que
existen colaboraciones entre asociaciones de pesca deportiva, como entre la Asocia-
ción Canaria de Pescadores Submarinos Responsables (ACPESUR) con el proyecto Eu-
roCigua y el IUSA que permiten a los pescadores asociados analizar sus muestras de
forma gratuita (133).
En cuanto a la distribución por edad y sexo de los casos, la mayor frecuencia de
hombres en edades medias de la vida es habitual en la bibliografía (80,116) y en nues-
tra serie se podría explicar por el origen más frecuente de la intoxicación, la pesca
deportiva, ya que es más frecuente que se dediquen a esta actividad los hombres de
edades medias. Por su parte, la baja frecuencia en menores de 15 años es muy pro-
bable que se asocie a un menor consumo de este tipo de pescado en este grupo de
edad en nuestra población, aunque también es hallazgo habitual en otras series
(80,116), con una distribución por edad, en general, similar a la observada en la nues-
tra.
Comparando la frecuencia de síntomas en nuestro estudio con otros publicados,
los síntomas gastrointestinales suelen estar presentes en un alto porcentaje de los casos
(93,9% en Boucaud-Maitre 2018 (119) vs 80,2 en nuestro estudio). Los neurológicos son,
en general, también muy frecuentes y dependiendo de la definición de caso pueden
estar presentes hasta en el 100% (76% en Boucaud-Maitre 2018 (119) vs 96,4 en nuestra
serie), siendo los cardiovasculares los menos frecuentes. Si bien, llama la atención la
50
baja frecuencia de estos últimos detectada en nuestra serie, puesto que sólo un 1,8%
de los casos declarados de CFP de Canarias presentaron algún síntoma cardiovascu-
lar mientras que en Boucaud-Maitre 2018 (119) este porcentaje fue del 40,3%. Aunque
es posible que se deba a no estar incluidos en la encuesta de caso los síntomas car-
diovasculares hasta el último brote, de manera que sólo se recogió en el apartado
“otros” de dos de los casos. En relación con la frecuencia de cada síntoma gastrointes-
tinal (diarreas, náuseas, vómitos y dolor abdominal) documentado en Friedman et
2017 (47), las halladas en nuestro estudio son muy similares a las del Caribe y superior a
las identificadas en el Pacífico y el Índico, aunque sí son similares a las frecuencias pu-
blicadas en otros estudios relativos a zonas concretas del Pacífico (80). Por su parte, la
frecuencia de síntomas neurológicos también coincide con las observadas en el Cari-
be, siendo inferiores a las citadas para el Pacífico y el Índico (47,80). Por último, en el
presente estudio no hemos detectado diferencias en la frecuencia de síntomas en
relación con el tipo de atención recibida, mientras que en Boucaud-Maitre 2018 (119)
observaron una mayor frecuencia de síntomas cardiovasculares en aquellos casos
atendidos en urgencias hospitalarias en la Polinesia Francesa.
En lo que respecta al periodo de incubación, la mayoría de los casos desarrolla
síntomas en las primeras 24 horas. Llama la atención, en la figura 11, una menor fre-
cuencia de casos que inician síntomas entre las 13 y las 20 horas después de la ingesta
del pescado sospecho, seguido de un pico entre las 20 y 27 horas. No obstante, esto es
debido probablemente a que muchos de los casos al entrevistarlos no recordaban la
hora exacta de inicio de síntomas, en cuyo caso consideramos el periodo de incuba-
ción 12, 24 o 48 en función de las fechas de ingesta e inicio de síntomas. Ello explicaría
una frecuencia mayor de la esperada de casos con dichos periodos de incubación
concretos. Por otro lado, son pocas las series que describen esta característica de la
intoxicación, pero en las que hemos encontrado, los periodos de incubación son infe-
riores a los recogidos en el presente trabajo (123,134). Cabe destacar, que en dos de
los brotes registrados (10,5%) los primeros síntomas aparecieron entre 11 y 25 días des-
pués de la primera ingesta, habiendo consumido el pescado en 10-20 ocasiones en
total. Este hecho podría estar relacionado con la acumulación de ciguatoxinas en el
tejido adiposo después de exposición continua o repetida a dosis bajas de las mismas
hasta superar el umbral sintomático (34,135), aunque esto es sólo una hipótesis, sin que
se hayan hecho hasta el momento estudios toxocinéticos que lo demuestren.
Por su parte, es complicado evaluar la persistencia de síntomas en nuestra serie,
dado que esta no se recogió de forma sistemática en todos los casos. Se registró pri-
mero en el momento de rellenar la encuesta de caso, variando este momento mucho
de unos brotes a otros y pudiendo ser desde unas horas hasta varios meses después del
51
inicio de síntomas (por retraso en el diagnóstico). En la mayoría de los brotes se re-
entrevistó a los casos un tiempo después, pero ese tiempo no es igual en todos los bro-
tes y casos y, además, en muchos casos los síntomas persistían en el momento de la re-
entrevista sin que se llegara a re-entrevistar y registrar más adelante la duración exacta
de los mismos. En cualquier caso, si bien se comenta extensamente en la bibliografía
que los síntomas de CFP con frecuencia persisten en el tiempo (34,40,47,135,136), son
pocos los estudios que analizan la duración exacta. En un clúster de casos en Carolina
del Norte en 2007 publicado por el CDC (137), el 33% de los casos (N=3), continuaron
con síntomas más de 6 meses después y en otro estudio en Nueva Caledonia el 33,3-
34,5% de los casos seguía con síntomas un año después del inicio (128). En nuestra serie
desconocemos cuantos casos seguían con síntomas a los 6 meses/1 año pero el por-
centaje de casos con síntomas a los 3 meses era bastante inferior, un 5,1%. Por otro
lado, en otro estudio en la Polinesia Francesa (138) encontraron que el 40% de los ca-
sos entrevistados a los 2 meses seguían con síntomas (si bien sufrieron un 64% de pérdi-
das al seguimiento, pudiendo estar sobrestimado el dato), siendo ese dato en el pre-
sente estudio mínimo del 14,3%. En cualquier caso, la persistencia de síntomas en nues-
tro trabajo parece ser inferior a la de la bibliografía consultada.
En definitiva, dada la amplia variedad de Gambierdiscus hallados en el archipié-
lago, la frecuencia de pescados positivos detectados y la incidencia de casos autóc-
tonos en nuestras islas, podemos considerar que la ciguatera es una intoxicación ali-
mentaria endémica en Canarias, sin que hayamos observado cambios significativos
en la tendencia entre los años 2008 y 2018, a pesar de que las condiciones para el
crecimiento de los Gambierdiscus spp sean cada vez más favorables, posiblemente
gracias a las medidas de control implantadas. Por ello, es importante mantener y refor-
zar la vigilancia y el control y seguir investigando y trabajando para lograr los objetivos
establecidos en el proyecto EuroCigua.
Por último, debemos mencionar que nuestro estudio presenta una serie de limi-
taciones como son su propia naturaleza descriptiva, que no permite establecer aso-
ciaciones ni relaciones de causalidad, únicamente plantear hipótesis de trabajo para
la realización de futuros estudios. También, la heterogeneidad en la recogida de los
datos, puesto que estos han sido recabados por técnicos distintos en estos 11 años,
que, si bien partían de un protocolo y encuesta específica, no en todos los brotes se
empleó la misma, pues han existido 3 versiones de esta (y en alguno ni siquiera se re-
cogió/remitió encuesta); ni tampoco hubo una sistemática a la hora de recoger la
información de determinadas variables como la persistencia de los síntomas. Asimismo,
muchos de los datos recabados dependen de la memoria y sinceridad de los propios
afectados pudiendo haber incurrido en un sesgo de memoria en algunos de los casos
52
diagnosticados tardíamente, existiendo un alto porcentaje de valores desconocidos
para ciertas variables, como por ejemplo el lugar de captura o el periodo exacto de
incubación de los síntomas.
A pesar de ello, no podemos obviar sus fortalezas: se trata del primer estudio que
estima la tasa de incidencia de intoxicación alimentaria por ciguatoxinas en alguna
región del Atlántico Norte, describiendo de forma extensiva la epidemiología de la
intoxicación e incluyendo una descripción de las características clínicas y epidemioló-
gicas, tanto de los casos como de los brotes, a partir de la recopilación de toda la
información disponible hasta el momento en el SVEICC, permitiendo establecer, junto
con los datos ambientales publicados, la endemicidad de la intoxicación en la región,
hasta ahora considerada un proceso emergente.
53
VI. CONCLUSIONES
1. La intoxicación alimentaria por ciguatoxina puede considerarse endémica Ca-
narias con una tasa de incidencia cruda entre los años 2008 y 2018 de 0,5 casos
por 100.000 personas-año. No obstante, estimamos que la tasa real podría estar
entre los 2,5 y los 13,9 casos por 100.000 personas-año.
2. No se observa temporalidad anual ni estacional en la frecuencia de los brotes,
si bien existen diferencias en algún año concreto.
3. La mayoría de los brotes se han detectado en Tenerife, pero se han declarado
brotes en todas las islas excepto en Fuerteventura, La Gomera y El Hierro.
4. El 50% de los pescados implicados en los brotes fueron medregales (Seriola
spp.) y el 35% pertenecían a la familia Serranidae. El lugar de captura se repar-
te por todo el archipiélago canario (excepto La Palma y Gran Canaria) y las Is-
las Salvajes, procediendo la mayoría de los pescados directa o indirectamente
de la pesca recreativa y siendo el lugar de consumo del pescado más frecuen-
te un domicilio particular.
5. El 70,3% de los casos de CFP declarados fueron hombres y, en ambos sexos, la
edad más frecuente fue entre 45 y 64 años (47,5%), siendo muy baja la afecta-
ción en menores de 15 años (menos de un 2%).
6. La mitad de los casos tuvo un periodo de incubación menor de 9 horas, siendo
este de hasta 4 días en algún caso. El 96,4% de los casos presentó algún sínto-
ma neurológico, siendo los más frecuentes la inversión térmica y las mialgias.
También fueron muy frecuentes los síntomas gastrointestinales y sobre todo la
diarrea. Sin embargo, sólo un 1,8% de los casos presentó síntomas cardiovascu-
lares. Además, en más de la mitad de los casos los síntomas duraron menos de
dos semanas.
7. Más del 75% de los casos declarados acudieron a los servicios sanitarios, mayori-
tariamente a atención primaria, de los cuales sólo uno requirió ingreso hospita-
lario y no se registró ningún fallecimiento entre los casos.
54
VII. BIBLIOGRAFÍA
1. Grattan LM, Schumacker J, Reich A, Holobaugh S. Public Health and Epidemiology. En:
Shumway SE, Burkholder JM, Morton SL, editores. Harmful Algal Blooms [Internet]. Chichester,
UK: John Wiley & Sons, Ltd; 2018 [citado 22 de febrero de 2019]. p. 355-76. Disponible en:
http://doi.wiley.com/10.1002/9781118994672.ch9
2. Lucas-Lerga J, Igartua-Astibia M, Molina-Estirado MJ. Ciguatera. En: Libro electrónico de
Toxicología [Internet]. Servicio Navarro de Salud; [citado 21 de marzo de 2019]. Disponible
en:
https://www.navarra.es/home_es/Temas/Portal+de+la+Salud/Profesionales/Documentacion
+y+publicaciones/Otras+publicaciones/Libro+electronico+de+Toxicologia/
3. Lewis RJ, Vernoux J-P, Brereton IM. Structure of Caribbean Ciguatoxin Isolated from Caranx
latus. J Am Chem Soc. 1 de junio de 1998;120(24):5914-20.
4. National Center for Biotechnology Information. Ciguatoxin [Internet]. PubChem Compound
Database. [citado 8 de marzo de 2019]. Disponible en:
https://pubchem.ncbi.nlm.nih.gov/compound/5311333
5. Abraham A, Jester ELE, Granade HR, Plakas SM, Dickey RW. Caribbean ciguatoxin profile in
raw and cooked fish implicated in ciguatera. Food Chem. 1 de marzo de 2012;131(1):192-8.
6. Russell FE, Egen NB. Ciguateric fishes, ciguatoxin (CTX) and ciguatera poisoning. J Toxicol
Toxin Rev. enero de 1991;10(1):37-62.
7. Watters MR. Organic neurotoxins in seafoods. Clin Neurol Neurosurg. mayo de
1995;97(2):119-24.
8. Regús DRR. La ciguatera: intoxicación por biotoxinas marinas. 2000;66:16.
9. Lewis, N. D. Epidemiology and impact of ciguatera in the Pacific: a review. Mar Fish Rev.
1986;48(4):6-13.
10. Doherty MJ. Captain Cook on poison fish. Neurology. 13 de diciembre de 2005;65(11):1788-
91.
11. Steinfeld AD, Steinfeld HJ. Ciguatera and the voyage of Captain Bligh. JAMA. 3 de junio de
1974;228(10):1270-1.
12. Lee C. Fish poisoning with particular reference to ciguatera. J Trop Med Hyg. junio de
1980;83(3):93-7.
13. Pearn J. Neurology of ciguatera. J Neurol Neurosurg Psychiatry. 1 de enero de 2001;70(1):4-8.
14. Valiente Márquez CA, Corral García J del, Corral Morales E del, Castañeda Hernández JA,
Mora Pérez I, Piñeiro Hernández L. Ciguatera. Avances. 2011;8(23):21-32.
15. Hernández, E. Propuestas etimológicas para palabras de origen indoamericano (DRAE,
21.aed.). En: Botelín de la Real Acamedia Española [Internet]. BRAE; 2000 [citado 28 de
febrero de 2019]. p. 370. Disponible en:
http://www.rae.es/sites/default/files/Hernandez_361_396_Reducido.pdf
16. Ragelis EP. Ciguatera Seafood Poisoning: Overview. En: Ragelis EP, editor. Seafood Toxins
[Internet]. Washington, D.C.: American Chemical Society; 1984 [citado 28 de febrero de
2019]. p. 25-36. Disponible en: http://pubs.acs.org/doi/abs/10.1021/bk-1984-0262.ch003
17. Juranovic LR, Park DL. Foodborne toxins of marine origin: ciguatera. Rev Environ Contam
Toxicol. 1991;117:51-94.
18. Kingsley C. At Last: A Christmas in the West Indies [Internet]. 1871 [citado 28 de febrero de
2019]. Disponible en: http://www.gutenberg.org/ebooks/10669
19. Yasumoto T, Nakajima I, Bagnis R, Adachi R. Finding of a dinoflagellate as a likely culprit of
ciguatera. NIPPON SUISAN GAKKAISHI. 1977;43(8):1021-6.
20. Adachi R, Fukuyo Y. The Thecal Structure of a Marine Toxic Dinoflagellate Gambierdiscus
toxicus gen. et sp. nov. Collected in a Ciguatera-endemic Area. NIPPON SUISAN GAKKAISHI.
1979;45(1):67-71.
21. Beaxls R, Chantsau S, Chungub E, YASUiioxo T, Ixou A. Origins of ciguatera fish poisoning: a
new dinoflagellate, Gambierdiscus toxicus Adachi and Fukuyo, definitively involved as a
causal agent. Toxicon. 1980;18:199-208.
22. Parsons ML, Settlemier CJ, Ballauer JM. An examination of the epiphytic nature of
Gambierdiscus toxicus, a dinoflagellate involved in ciguatera fish poisoning. Harmful Algae.
abril de 2011;
55
23. Lewis RJ, Holmes MJ. Origin and transfer of toxins involved in ciguatera. Comp Biochem
Physiol C Pharmacol Toxicol Endocrinol. noviembre de 1993;106(3):615-28.
24. Rivera-Alsina ME, Payne C, Pou A, Payne S. Ciguatera poisoning in pregnancy. Am J Obstet
Gynecol. enero de 1991;164(1):397.
25. Ciguatera Poisoning. En: Drugs and Lactation Database (LactMed) [Internet]. Bethesda
(MD): National Library of Medicine (US); 2006 [citado 27 de marzo de 2019]. Disponible en:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK532506/
26. Robert Lange W, Michael Lipkin K, Yang GC. Can ciguatera be a sexually transmitted
disease? J Toxicol Clin Toxicol. enero de 1989;27(3):193-7.
27. Faust MA, Gulledge RA. Identifying Harmful Marine Dinoflagellates [Internet]. Vol. 42. 2002
[citado 8 de marzo de 2019]. 35-36 p. Disponible en: https://www.jstor.org/stable/23493225
28. Smith KF, Rhodes L, Verma A, Curley BG, Harwood DT, Kohli GS, et al. A new Gambierdiscus
species (Dinophyceae) from Rarotonga, Cook Islands: Gambierdiscus cheloniae sp. nov.
Harmful Algae. diciembre de 2016;60:45-56.
29. Litaker RW, Vandersea MW, Faust MA, Kibler SR, Nau AW, Holland WC, et al. Global
distribution of ciguatera causing dinoflagellates in the genus Gambierdiscus. Toxicon Off J
Int Soc Toxinology. octubre de 2010;56(5):711-30.
30. Sasaki M, Fuwa H. Total Synthesis and Complete Structural Assignment of Gambieric Acid A,
a Large Polycyclic Ether Marine Natural Product: Total Synthesis of Gambieric Acid A. Chem
Rec. agosto de 2014;14(4):678-703.
31. Lewis RJ, Inserra M, Vetter I, Holland WC, Hardison DR, Tester PA, et al. Rapid Extraction and
Identification of Maitotoxin and Ciguatoxin-Like Toxins from Caribbean and Pacific
Gambierdiscus Using a New Functional Bioassay. PLOS ONE. 28 de julio de
2016;11(7):e0160006.
32. Lewis RJ. Ciguatera: Australian perspectives on a global problem. Toxicon. diciembre de
2006;48(7):799-809.
33. Vale C, Antelo Á, Martín V. Pharmacology of ciguatoxins. En: Botana LM, Alfonso A, editores.
Phycotoxins [Internet]. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd; 2015 [citado 19 de marzo de
2019]. p. 23-48. Disponible en: http://doi.wiley.com/10.1002/9781118500354.ch2
34. Dickey R. Ciguatera Toxins: Chemistry, Toxicology, and Detection. En: Botana L, editor.
Seafood and Freshwater Toxins [Internet]. CRC Press; 2008 [citado 14 de marzo de 2019]. p.
479-500. Disponible en: http://www.crcnetbase.com/doi/abs/10.1201/9781420007541.ch22
35. Hamilton B, Hurbungs M, Vernoux J-P, Jones A, Lewis RJ. Isolation and characterisation of
Indian Ocean ciguatoxin. Toxicon. junio de 2002;40(6):685-93.
36. Murata M, Legrand AM, Ishibashi Y, Fukui M, Yasumoto T. Structures and configurations of
ciguatoxin from the moray eel Gymnothorax javanicus and its likely precursor from the
dinoflagellate Gambierdiscus toxicus. J Am Chem Soc. mayo de 1990;112(11):4380-6.
37. Murata, M, Legrand AM, Yasumoto T. A probable partial structure of ciguatoxin isolated. :4.
38. Hamilton B, Hurbungs M, Jones A, Lewis RJ. Multiple ciguatoxins present in Indian Ocean reef
fish. Toxicon. septiembre de 2002;40(9):1347-53.
39. Kohli GS, Farrell H, Murray SA. Gambierdiscus, the cause of ciguatera fish poisoning: an
increased human health threat influenced by climate change. En: Botana LM, Louzao C,
Vilariño N, editores. Climate Change and Marine and Freshwater Toxins [Internet]. Berlin,
München, Boston: DE GRUYTER; 2015 [citado 19 de marzo de 2019]. Disponible en:
https://www.degruyter.com/view/books/9783110333596/9783110333596-011/9783110333596-
011.xml
40. Vetter I, Zimmermann K, Lewis R. Ciguatera Toxins: Pharmacology, Toxicology, and Detection.
En: Seafood and Freshwater Toxins [Internet]. CRC Press; 2014 [citado 20 de marzo de 2019].
p. 925-50. Disponible en: http://www.crcnetbase.com/doi/abs/10.1201/b16662-38
41. Mattei C, Dechraoui M-Y, Molgó J, Meunier FA, Legrand A-M, Benoit E. Neurotoxins
targetting receptor site 5 of voltage-dependent sodium channels increase the nodal volume
of myelinated axons. J Neurosci Res. 15 de marzo de 1999;55(6):666-73.
42. Molgó J, Gaudry-Talarmain YM, Legrand AM, Moulian N. Ciguatoxin extracted from
poisonous moray eels Gymnothorax javanicus triggers acetylcholine release from Torpedo
cholinergic synaptosomes via reversed Na+ –Ca2+ exchange. Neurosci Lett. septiembre de
1993;160(1):65-8.
56
43. Benoit E, Juzans P, Legrand A-M, Molgo J. Nodal swelling produced by ciguatoxin-induced
selective activation of sodium channels in myelinated nerve fibers. Neuroscience. abril de
1996;71(4):1121-31.
44. Caillaud A, de la Iglesia P, Darius HT, Pauillac S, Aligizaki K, Fraga S, et al. Update on
Methodologies Available for Ciguatoxin Determination: Perspectives to Confront the Onset
of Ciguatera Fish Poisoning in Europe []. Mar Drugs. 14 de junio de 2010;8(6):1838-907.
45. Shoemaker RC, House D, Ryan JC. Defining the neurotoxin derived illness chronic ciguatera
using markers of chronic systemic inflammatory disturbances: A case/control study.
Neurotoxicol Teratol. noviembre de 2010;32(6):633-9.
46. Pierre O, Misery L, Talagas M, Le Garrec R. Immune effects of the neurotoxins ciguatoxins
and brevetoxins. Toxicon. julio de 2018;149:6-19.
47. Friedman MA, Fernandez M, Backer LC, Dickey RW, Bernstein J, Schrank K, et al. An Updated
Review of Ciguatera Fish Poisoning: Clinical, Epidemiological, Environmental, and Public
Health Management. Mar Drugs. 14 de marzo de 2017;15(3).
48. Chan TYK. Regional Variations in the Risk and Severity of Ciguatera Caused by Eating Moray
Eels. Toxins [Internet]. 26 de junio de 2017 [citado 20 de marzo de 2019];9(7). Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5535148/
49. Fasano A, Hokama Y, Russell R, Morris JG. Diarrhea in ciguatera fish poisoning: Preliminary
evaluation of pathophysiological mechanisms. Gastroenterology. febrero de
1991;100(2):471-6.
50. Senthilkumaran S, Meenakshisundaram R, Michaels AD, Suresh P,
Thirumalaikolundusubramanian P. Cardiovascular Complications in Ciguatera Fish Poisoning:
A Wake-up Call. Heart Views Off J Gulf Heart Assoc. 2011;12(4):166-8.
51. Hokama Y. Ciguatera fish poisoning. J Clin Lab Anal. 1988;2(1):44-50.
52. Byard RW. Death by food. Forensic Sci Med Pathol. septiembre de 2018;14(3):395-401.
53. Lewis RJ. Ciguatera management. SPC Live Reef Fish Inf Bull. mayo de 2000;7:11-3.
54. Chan TYK. Characteristic Features and Contributory Factors in Fatal Ciguatera Fish
Poisoning—Implications for Prevention and Public Education. Am J Trop Med Hyg. 6 de abril
de 2016;94(4):704-9.
55. Hamilton B, Whittle N, Shaw G, Eaglesham G, Moore MR, Lewis RJ. Human fatality associated
with Pacific ciguatoxin contaminated fish. Toxicon. octubre de 2010;56(5):668-73.
56. Bottein Dechraoui M-Y, Wang Z, Ramsdell JS. Optimization of ciguatoxin extraction method
from blood for Pacific ciguatoxin (P-CTX-1). Toxicon. enero de 2007;49(1):100-5.
57. Field-Cortazares J, Calderón-Campos R, Rábago-López G. Intoxicación por Ciguatera. Bol
Clínico Hosp Infant Estado Sonora. 2008;2:95-8.
58. Friedman MA, Fleming LE, Fernandez M, Bienfang P, Schrank K, Dickey R, et al. Ciguatera Fish
Poisoning: Treatment, Prevention and Management. Mar Drugs. 21 de agosto de
2008;6(3):456-79.
59. Palafox NA, Jain LG, Pinano AZ, Gulick TM, Schatz IJ. Successful Treatment of Ciguatera Fish
Poisoning With Intravenous Mannitol. JAMA. 13 de mayo de 1988;259(18):2740-2.
60. Schnorf H, Taurarii M, Cundy T. Ciguatera fish poisoning: A double-blind randomized trial of
mannitol therapy. Neurology. 26 de marzo de 2002;58(6):873-80.
61. Mullins ME, Hoffman RS. Is mannitol the treatment of choice for patients with ciguatera fish
poisoning? Clin Toxicol Phila Pa. noviembre de 2017;55(9):947-55.
62. Schwarz ES, Mullins ME, Brooks CB. Ciguatera Poisoning Successfully Treated With Delayed
Mannitol. Ann Emerg Med. octubre de 2008;52(4):476-7.
63. Birinyi-Strachan LC, Davies MJ, Lewis RJ, Nicholson GM. Neuroprotectant effects of iso-
osmolar d-mannitol to prevent Pacific ciguatoxin-1 induced alterations in neuronal
excitability: A comparison with other osmotic agents and free radical scavengers.
Neuropharmacology. octubre de 2005;49(5):669-86.
64. Bourdelais AJ, Campbell S, Jacocks H, Naar J, Wright JLC, Carsi J, et al. Brevenal Is a Natural
Inhibitor of Brevetoxin Action in Sodium Channel Receptor Binding Assays. Cell Mol Neurobiol.
agosto de 2004;24(4):553-63.
65. Nguyen-Huu TD, Mattei C, Wen PJ, Bourdelais AJ, Lewis RJ, Benoit E, et al. Ciguatoxin-
induced catecholamine secretion in bovine chromaffin cells: Mechanism of action and
reversible inhibition by brevenal. Toxicon. octubre de 2010;56(5):792-6.
57
66. Mattei C, Wen PJ, Nguyen-Huu TD, Alvarez M, Benoit E, Bourdelais AJ, et al. Brevenal Inhibits
Pacific Ciguatoxin-1B-Induced Neurosecretion from Bovine Chromaffin Cells. PLoS ONE
[Internet]. 20 de octubre de 2008 [citado 25 de marzo de 2019];3(10). Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2565126/
67. Zhang Y, Rohanna J, Zhou J, Iyer K, Rainier JD. Total Synthesis of Brevenal. J Am Chem Soc. 9
de marzo de 2011;133(9):3208-16.
68. Fernández Menéndez A, Sánchez Teixeira L, Muñoz Calonge A, Molina Gutiérrez MA. Caso
de intoxicación por ciguatera en paciente pediátrico. An Pediatría. 1 de septiembre de
2014;81(3):197-8.
69. Kumar-Roiné S, Taiana Darius H, Matsui M, Fabre N, Haddad M, Chinain M, et al. A Review of
Traditional Remedies of Ciguatera Fish Poisoning in the Pacific: TRADITIONAL REMEDIES OF
CIGUATERA FISH POISONING. Phytother Res. julio de 2011;25(7):947-58.
70. Davis RT, Villar LA. Symptomatic improvement with amitriptyline in ciguatera fish poisoning. N
Engl J Med. 3 de julio de 1986;315(1):65.
71. Berlin RM, King SL, Blythe DG. Symptomatic improvement of chronic fatigue with fluoxetine in
ciguatera fish poisoning. Med J Aust. 1 de octubre de 1992;157(8):567-567.
72. Khalid MM, Waseem M. Tricyclic Antidepressant Toxicity. En: StatPearls [Internet]. Treasure
Island (FL): StatPearls Publishing; 2019 [citado 25 de marzo de 2019]. Disponible en:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK430931/
73. Regulación (CE) No 854/2004 de Parlamento Europeo y del Consejo de 29 de abril de 2004
por el que se establecen normas específicas para la organización de controles oficiales de
los productos de origen animal destinados al consumo humano [Internet]. 854/2004 abr 30,
2004 p. 183-6. Disponible en: http://link.springer.com/10.1007/978-1-137-54482-7_19
74. Alonso LS. Detección de toxinas marinas y caracterización de su mecanismo de acción
mediante ensayos celulares. Aplicaciones a la identificación de riesgos alimentarios.
UNIVERSITAT ROVIRA I VIRGILI; 2015.
75. Reverté L, Soliño L, Carnicer O, Diogène J, Campàs M. Alternative Methods for the Detection
of Emerging Marine Toxins: Biosensors, Biochemical Assays and Cell-Based Assays. Mar Drugs.
26 de noviembre de 2014;12(12):5719-63.
76. Bienfang P, DeFelice S, Dowling A. Quantitative Evaluation of Commercially Available Test Kit
for Ciguatera in Fish. Food Nutr Sci. enero de 2011;2:594-8.
77. Fleming LE, Baden DG, Bean JA, Weisman R, Blythe D. Marine Seafood Toxin Diseases: Issues
In Epidemiology & Community Outreach. Harmful Algae. 1998;
78. Image : Distribution - World : Red Tide [Internet]. [citado 26 de marzo de 2019]. Disponible en:
https://www.whoi.edu/redtide/page.do?pid=14899&tid=542&cid=47588&c=3
79. Tester PA, Feldman RL, Nau AW, Kibler SR, Wayne Litaker R. Ciguatera fish poisoning and sea
surface temperatures in the Caribbean Sea and the West Indies. Toxicon. octubre de
2010;56(5):698-710.
80. Chateau-Degat M-L, Dewailly E, Cerf N, Nguyen NL, Huin-Blondey M-O, Hubert B, et al.
Temporal trends and epidemiological aspects of ciguatera in French Polynesia: a 10-year
analysis: Trends and epidemiology of ciguatera. Trop Med Int Health. 6 de febrero de
2007;12(4):485-92.
81. Fraga S, Rodriguez F, Caillaud A. Ciguatera y Gambierdiscus en la Macaronesia. En Bilbao;
2011.
82. Fraga S, Rodríguez F, Caillaud A, Diogène J, Raho N, Zapata M. Gambierdiscus excentricus
sp. nov. (Dinophyceae), a benthic toxic dinoflagellate from the Canary Islands (NE Atlantic
Ocean). Harmful Algae. noviembre de 2011;11:10-22.
83. Pérez-Arellano J-L, Luzardo OP, Brito AP, Cabrera MH, Zumbado M, Carranza C, et al.
Ciguatera Fish Poisoning, Canary Islands. Emerg Infect Dis. diciembre de 2005;11(12):1981-2.
84. Boada LD, Zumbado M, Luzardo OP, Almeida-González M, Plakas SM, Granade HR, et al.
Ciguatera fish poisoning on the West Africa Coast: An emerging risk in the Canary Islands
(Spain). Toxicon. diciembre de 2010;56(8):1516-9.
85. Nuñez D, Matute P, García A, García P, Abadía N. Outbreak of ciguatera food poisoning by
consumption of amberjack (Seriola spp.) in the Canary Islands, May 2012. :3.
86. Aligizaki K, Nikolaidis G, Fraga S. Is Gambierdiscus expanding to new areas? Harmful Algae
News [Internet]. mayo de 2008 [citado 13 de febrero de 2019];36. Disponible en:
https://www.researchgate.net/publication/285003521_Is_Gambierdiscus_expanding_to_new
_areas
58
87. Fraga S, Rodríguez F. Una inesperada diversidad del género Gambierdiscus en las Islas
Canarias. En Lerma, México; 2014.
88. Rodríguez F, Fraga S, Ramilo I, Rial P, Figueroa RI, Riobó P, et al. Canary Islands (NE Atlantic)
as a biodiversity hotspot of Gambierdiscus: Implications for future trends of ciguatera in the
area. Harmful Algae. 2017;68:273.
89. Fraga S, Rodríguez F. Genus Gambierdiscus in the Canary Islands (NE Atlantic Ocean) with
Description of Gambierdiscus silvae sp. nov., a New Potentially Toxic Epiphytic Benthic
Dinoflagellate. Protist. 1 de diciembre de 2014;165(6):839-53.
90. Soliño L, Costa PR. Differential toxin profiles of ciguatoxins in marine organisms: Chemistry,
fate and global distribution. Toxicon. agosto de 2018;150:124-43.
91. Kaufmann M, Böhm-Beck M. Gambierdiscus and related benthic dinoflagellates from
Madeira archipelago (NE Atlantic). Harmful Algae News. 2013;47:18-9.
92. Ennaffah B, Chaira K. First report of Gambierdiscusin Moroccan Atlantic waters. Harmful
Algae News [Internet]. enero de 2015 [citado 2 de abril de 2019];50. Disponible en:
https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000231423
93. Pisapia F, Holland WC, Hardison DR, Litaker RW, Fraga S, Nishimura T, et al. Toxicity screening
of 13 Gambierdiscus strains using neuro-2a and erythrocyte lysis bioassays. Harmful Algae.
marzo de 2017;63:173-83.
94. DGSP S. Investigación de la ciguatera en Canarias [Internet]. Seguridad Alimentaria,
Eurocigua. [citado 4 de abril de 2019]. Disponible en:
https://www3.gobiernodecanarias.org/sanidad/scs/contenidoGenerico.jsp?idDocument=6
6aa8ee4-15ef-11e7-930c-37179aa54132&idCarpeta=4cc5b940-a9a4-11dd-b574-
dd4e320f085c
95. Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas D. Ciguatera [Internet]. Control de la
Ciguatera en Primera Venta. [citado 4 de abril de 2019]. Disponible en:
http://www.gobiernodecanarias.org/agricultura/pesca/temas/primera_venta/ciguatera
96. Otero P, Pérez S, Alfonso A, Vale C, Rodríguez P, Gouveia NN, et al. First Toxin Profile of
Ciguateric Fish in Madeira Arquipelago (Europe). Anal Chem. 15 de julio de
2010;82(14):6032-9.
97. Mattei C, Vetter I, Eisenblätter A, Krock B, Ebbecke M, Desel H, et al. Ciguatera fish poisoning:
A first epidemic in Germany highlights an increasing risk for European countries. Toxicon.
diciembre de 2014;91:76-83.
98. Canals A, Varela C, Diogène J, Gago A. Risk Characterization of Ciguatera Food Poisoning
in Europe GP/EFSA/AFSCO/2015/03 [Internet]. AECOSAN; 2016 [citado 4 de abril de 2019].
Disponible en:
http://www.aecosan.msssi.gob.es/AECOSAN/web/ciguatera/seccion/the_project.htm
99. Canals A, Varela C, Diogène J, Gago A. EUROCIGUA, Risk Characterization of Ciguatera
Food Poisoning in Europe GP/EFSA/AFSCO/2015/03. En: Abstract [Internet]. AECOSAN; 2017
[citado 4 de abril de 2019]. Disponible en:
http://www.aecosan.msssi.gob.es/AECOSAN/web/ciguatera/seccion/the_project.htm
100. Ley 14/2007, de 3 de julio, de Investigación biomédica. [Internet]. BOE-A-2007-12945. Sec. I.
Disposiciones generales, «BOE» núm. 159, de 4 de julio de 2007, páginas 28826 a 28848 (23
págs.) jul 4, 2007. Disponible en: https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2007-12945
101. REGLAMENTO (UE) 2016/ 679 DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO - de 27 de
abril de 2016 - relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al
tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos y por el que
se deroga la Directiva 95/ 46/ CE (Reglamento general de protección de datos). OJ L
119 may 25, 2018 p. 88.
102. DGSP S. Resolución del Director General de Salud Pública por la que se registran las
actividades de tratamiento de datos personales. Sec. 96, 163 / 2019 mar 22, 2019.
103. Petit J, Prudent G. Cambio climático y biodiversidad en los territorios de ultramar de la Unión
Europea. Reimpresión. Gland, Suiza y Bruselas, Bélgica: IUCN; 2010. 192 p.
104. INEbase / Demografía y población /Cifras de población y Censos demográficos /Cifras de
población / Últimos datos [Internet]. [citado 8 de abril de 2019]. Disponible en:
http://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176951&
menu=ultiDatos&idp=1254735572981
105. DECRETO 165/1998, de 24 de septiembre, por el que se crea la Red Canaria de Vigilancia
Epidemiológica y se establecen las normas para regular su funcionamiento. [Internet]. BOC
59
No 127. Miércoles 7 de Octubre de 1998-1468. Disponible en:
http://www.gobiernodecanarias.org/boc/1998/127/004.html
106. ORDEN de 17 de agosto de 2015, por la que se modifican los Anexos I, II y III del Decreto
165/1998, de 24 de septiembre, por el que se crea la Red Canaria de Vigilancia
Epidemiológica y se establecen las normas para regular su funcionamiento, referentes a la
lista de enfermedades de declaración obligatoria, procedimientos y modalidades de
declaración [Internet]. BOC-A-2015-166-3992., BOC No 166. Miércoles 26 de Agosto de 2015-
3992. Disponible en: http://www.gobiernodecanarias.org/boc/2015/166/001.html
107. Hokama Y, Ebesu JSM, Takenaka WE, Bourke RE, Sullivan PK. Membrane immunobead assay
for the detection of ciguatoxin and related polyether marine toxins [Internet]. US6770490B1,
2004 [citado 29 de marzo de 2019]. Disponible en:
https://patents.google.com/patent/US6770490B1/en
108. Wu N, Huan Q, Du K, Hu R, Jiang T. Ciguatera toxins in wild coral reef fish along the southern
coast of China. Mar Freshw Res. 2015;66(12):1168.
109. Wong C-K, Hung P, Lee KLH, Kam K-M. Study of an outbreak of ciguatera fish poisoning in
Hong Kong. Toxicon. octubre de 2005;46(5):563-71.
110. Dickey RW, Plakas SM. Ciguatera: A public health perspective. Toxicon. agosto de
2010;56(2):123-36.
111. IUSA. La Ciguatera en Canarias [Internet]. [citado 22 de febrero de 2019]. Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=Pxn-aW7jd_0
112. EuroCigua. Surveillance Protocol for Ciguatera Food Poisoning in the EU. 2017.
113. Santana DM. La ciguatera en Canarias. Universidad de La Laguna; 2015.
114. Báez Martín K. Biotoxinas marinas: contaminantes y/o dianas terapéuticas [Internet]. 2018
[citado 31 de marzo de 2019]. Disponible en: http://riull.ull.es/xmlui/handle/915/9605
115. Servicio de Epidemiología. Brotes Autóctonos de Ciguatera 2008-2015 [Internet]. DGSP;
[citado 28 de marzo de 2019]. Disponible en:
https://www3.gobiernodecanarias.org/sanidad/scs/contenidoGenerico.jsp?idDocument=b
b1799ed-b4c0-11de-ae50-15aa3b9230b7&idCarpeta=0f67aaf7-9d88-11e0-b0dc-
e55e53ccc42c
116. Radke EG, Reich A, Morris JG. Epidemiology of ciguatera in Florida. Am J Trop Med Hyg. 5 de
agosto de 2015;93(2):425-32.
117. Celis JS, Mancera Pineda JE. Análisis histórico de la incidencia de ciguatera en las Islas del
Caribe durante 31 años: 1980 – 2010. Bull Mar Coast Res [Internet]. 1 de enero de 2016
[citado 14 de febrero de 2019];44(1). Disponible en:
http://cinto.invemar.org.co/ojs/index.php/boletin/article/view/18
118. Skinner MP, Brewer TD, Johnstone R, Fleming LE, Lewis RJ. Ciguatera fish poisoning in the
Pacific Islands (1998 to 2008). PLoS Negl Trop Dis [Internet]. 13 de diciembre de 2011 [citado
22 de febrero de 2019];5(12). Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3236724/
119. Boucaud-Maitre D, Vernoux J-P, Pelczar S, Daudens-Vaysse E, Aubert L, Boa S, et al.
Incidence and clinical characteristics of ciguatera fish poisoning in Guadeloupe (French
West Indies) between 2013 and 2016: a retrospective cases-series. Sci Rep [Internet]. 15 de
febrero de 2018 [citado 22 de febrero de 2019];8. Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5814543/
120. Radke EG, Grattan LM, Cook RL, Smith TB, Anderson DM, Morris JG. Ciguatera Incidence in
the US Virgin Islands Has Not Increased over a 30-Year Time Period Despite Rising Seawater
Temperatures. Am J Trop Med Hyg. 1 de mayo de 2013;88(5):908-13.
121. Farrés PS, Tejedor MF, Soliva LD. Key points for Ciguatera risk assessment in the European
Coasts.
122. Florido G. El primer molino marino de España puso rumbo a Jinámar. www.canarias7.es
[Internet]. 21 de junio de 2018 [citado 11 de abril de 2019]; Disponible en:
https://www.canarias7.es/siete-islas/gran-canaria/telde/el-molino-se-instala-en-el-mar-de-
jinamar-e-izara-su-torre-90-metros-FB4883513
123. Chan TYK. Epidemiology and clinical features of ciguatera fish poisoning in Hong Kong.
Toxins. 20 de octubre de 2014;6(10):2989-97.
124. Bravo J, Suárez FC, Vega B, Román L, Martel M, Acosta F. Appearance of Ciguatoxin Fish in
Atlantic Europe Waters. En: International Journal of Medical and Health Sciences. London,
United Kingdom: World Academy of Science, Engineering and Technology; 2015. p. 1.
60
125. Hernández MJ. La ULPGC analiza un millar de peces al año para prevenir la ciguatera en las
Islas. La Provincia Diario de las Palmas. 10 de marzo de 2019;2.
126. Hosteltur. Turistas por cada 100 habitantes en 25 islas del mundo | Economía. En Mallorca;
2018 [citado 9 de abril de 2019]. Disponible en:
https://www.hosteltur.com/121462_infografia-turistas-cada-100-habitantes-islas-mundo.html
127. Aitziber Oleaga Orue-Rementeria. Sentencia de ciguatera del juzgado numero 3 de lo
penal de Arrecife de Lanzarote. 000150/2017. 2017.
128. Baumann F, Bourrat M-B, Pauillac S. Prevalence, symptoms and chronicity of ciguatera in
New Caledonia: Results from an adult population survey conducted in Noumea during 2005.
Toxicon. octubre de 2010;56(5):662-7.
129. Caillaud A, Eixarch H, de la Iglesia P, Rodriguez M, Dominguez L, Andree KB, et al. Towards
the standardisation of the neuroblastoma (neuro-2a) cell-based assay for ciguatoxin-like
toxicity detection in fish: application to fish caught in the Canary Islands. Food Addit
Contam Part A. junio de 2012;29(6):1000-10.
130. Gaboriau M, Ponton D, Darius HT, Chinain M. Ciguatera fish toxicity in French Polynesia: Size
does not always matter. Toxicon. junio de 2014;84:41-50.
131. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Real Decreto 560/1995, de 7 de abril, por el
que se establece las tallas mínimas de determinadas especies pesqueras. BOE-A-1995-8639
p. 5.
132. CONSEJO DE LA UNIÓN EUROPEA. Reglamento (CE) no 520/2007 del Consejo, de 7 de mayo
de 2007, por el que se establecen medidas técnicas de conservación de determinadas
poblaciones de peces de especies altamente migratorias y por el que se deroga el
Reglamento (CE) no 973/2001. [Internet]. 12.5.2007. Disponible en:
https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=DOUE-L-2007-80753
133. ACPESUR. Documentación para colaborar con EuroCigua – Asociación Canaria de
Pescadores Submarinos Responsables [Internet]. [citado 28 de marzo de 2019]. Disponible
en: http://asociacioncanariapescadoressubmarinosresponsables.com/documentacion-
para-colaborar-con-euro-cigua/
134. Maya Entenza CM, Martín Labrador M, Monteagudo Torres M. Intoxicación por ciguatera:
Estudio de 227 pacientes durante el periodo 1999 al 2005. Rev Cuba Hig Epidemiol. agosto
de 2007;45(2):0-0.
135. Vilariño N, Louzao MC, Abal P, Cagide E, Carrera C, Vieytes MR, et al. Human Poisoning from
Marine Toxins: Unknowns for Optimal Consumer Protection. Toxins [Internet]. 9 de agosto de
2018 [citado 11 de abril de 2019];10(8). Disponible en:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6116008/
136. Darius T, Legrand A-M, Dewailly E, Nguyen NL, Chinain M, Beuter A, et al. Neurologic Signs of
Ciguatera Disease: Evidence of their Persistence. Am J Trop Med Hyg. 1 de diciembre de
2007;77(6):1170-5.
137. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). Cluster of ciguatera fish poisoning--North
Carolina, 2007. MMWR Morb Mortal Wkly Rep. 27 de marzo de 2009;58(11):283-5.
138. Chateau-Degat M-L, Huin-Blondey M-O, Chinain M, Darius T, Legrand A-M, Nguyen NL, et al.
Prevalence of chronic symptoms of ciguatera disease in French Polynesian adults. Am J Trop
Med Hyg. noviembre de 2007;77(5):842-6.
61
ANEXO I
62
63
64
ANEXO II
Encuesta epidemiológica empleada en los brotes 1 y 2
65
ANEXO III
Encuesta epidemiológica empleada en los brotes 3 a 18
66
67
ANEXO IV
Encuesta epidemiológica empleada en el brote 19
68
69
70
71
72