La carta de un amigo
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Guillermo Mateo Gadea Cáceres – Asunción/Paraguay 2009La carta de un amigo.
El niño llegaba a su hogar, hecho de una madera vieja y gastada. Unas plantas adornaban su entrada y
el sol por su tejado entraba, mientras yo lo miraba. En ese momento el cielo se puso de colores que se
confundían con mi jardín.
Esperaba que pasen las horas para así poder ir a jugar con él. Él era mi amigo, pero por más que la vida
nos separó yo siempre lo recordaré. Es más, aun tengo recuerdos de aquel lugar donde lo conocí. Nuestras
peleas, travesuras, y todo lo demás. Si me preguntaran diría que es mi mejor amigo.
Ese niño es Raúl, tiene 13 años y vive en un baldío a casas de mi hogar. Es un niño, sin embargo vive
solo, sin compañía alguna. Siempre quise saber de sus padres, pero nunca me lo ha contado. ¡Cuán injusta
puede ser la vida! me pregunto. Sin embargo, su situación jamás le impidió ser el que quiso ser. Era bueno en
el colegio, diría que el mejor. Yo lo ayudaba a comprar sus libros y cuadernos, incluso cuando mis padres no lo
ayudaban, íbamos a trabajar en la avenida. Su anhelo siempre fue ser un gran escritor digno de respeto y
admiración.
Llegó la hora de la diversión, mis padres habían llegado. Baje a lo de Raúl y fuimos a recorrer la ciudad.
Pasamos por la fábrica y nos divertimos juntando latas a pesar de aquel olor, que era fuerte y nauseabundo.
Luego fuimos a correr al parque, pero terminamos trabajando. A Raúl se le ocurrió que podíamos juntar más
latas y así poder venderlas. Así lo hicimos, juntamos muchas latas que encontramos en el parque y en la
avenida. Para nosotros era diversión. Al terminar la tarde fuimos a venderlas en el mercado de la ciudad, nos
las compraron a buen precio. Juntos decidimos tomarnos un jugo de naranja para luego ir a nuestras casas. Y
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Guillermo Mateo Gadea Cáceres – Asunción/Paraguay 2009así lo hicimos. Pasamos el matorral, las malezas y sin darme cuenta ya estaba ayudando a Raúl a colocar bien
su tejado.
Llegó la tarde y una leve brisa me indicó que el tiempo cambiaría, entonces me despedí y fui rumbo a
mi hogar. Llegó la noche y traté de dormir. Se vino una tormenta.
Desperté en la mañana luego de la tormenta, dormí a pesar de los truenos y relámpagos que no me
permitieron hacerlo del todo. Mis miedos al ruido de los truenos y a la luz de los relámpagos me dejaron con
las ganas de un profundo sueño.
En ese momento escuche el grito de mi padre comentándome que había llegado algo para mí. Baje
lentamente las escaleras y me encontré con un sobre mojado. Como estaba apurado no lo abrí. Desayuné
tranquilo y prendí la televisión. Iba cambiando y cambiando para así ver la mayor cantidad de canales, sin
embargo todos hablaban de lo mismo. Hablaban de algo llamado: El cambio climático. Mi corta edad no me
permitía entender las ideas de esas personas, que a juzgar por sus vestimentas cualquiera diría que eran
personas muy importantes. Tenían lo que yo anhelaba el saco y la corbata. Hablaban con palabras raras frente
un fondo azul con algo que parecía ser el planeta tierra. En el fondo me decía, ¿qué de importante dicen esas
personas en la televisión? ¿Acaso importa lo que dicen? ¿Son pronosticadores del tiempo?
Tanta confusión me aburrió que decidí mirar el sobre que había recibido, estaba aún mojado. Con
mucha suavidad lo abrí y encontré unas palabras escritas con una letra muy familiar las cuales decían:
“Es tan oscuro este momento que mis ojos apenas ven el tormento que pasa en mi tejado, tejado que
con tanto anhelo construí, más oscuro el momento en el cual aquello va saliendo de mi hogar, que también
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Guillermo Mateo Gadea Cáceres – Asunción/Paraguay 2009con tanto anhelo construí. Sin darme cuenta ya el cielo lloraba con tanto sufrimiento, que las gotas parecían
ser resultado de un largo lamento. No queda más nada que encogerme de hombros y darme al tiempo para
protegerme de aquello que nunca antes vi. La noche hacía pedazos aquellos anhelos que construí, con una
furia destructora que nunca antes sentí ¿será que Dios está enojado o simplemente se ha marchado? Raúl.”
Mis ojos se humedecieron y gotas de cariño y nostalgia atacaron mi ser, hoy entiendo a la lluvia, hoy
día entiendo lo que puede ser. Por favor hagan que la gente entienda.
EL MEJOR AMIGO DE RAÚL.
Esta carta fue recibida por el Dr. González en fecha 13/09/2008, la misma fue escrita por un niño de 12
años aparentemente, sin embargo todavía es un misterio la procedencia de la misma. El Centro Meteorológico
Nacional considera que la carta merece ser difundida pues tiene aspectos referentes a la importancia de la
conservación del medio ambiente. En la misma el joven escritor nos solicita la mayor difusión de los aspectos
del calentamiento global y de la preservación del medio en el que los niños se desarrollan. Es importante
dejar en claro que las ideas elementales del escritor de la carta demuestran una idea de cómo el niño percibe
el medio y de cómo se desarrolla en él.
FIN