La alcazaba 72

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Revista La Alcazaba 1 La Gitanilla, obras Ejemplares de Cervantes Marzo 2016, Año VI Núm. 72

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Participan en la revista poetas y escritores de la talla de: Nicolás del Hierro, Susana Roberts, Natividad Cepeda, Laura Lara Martínez, Carlos Villarrubia, María Lara Martínez, Isidoro A. Gómez Montenegro, Fernando J. Sánchez Larroda, Ignacio Rodríguez Márquez, Manuel López Espino, Alfredo Pastor Ugena, Julia Nidelcorf y Luis Manuel Moll Juan

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Revista La Alcazaba

1

La Gitanilla, obras Ejemplares de Cervantes

Marzo 2016, Año VI

Núm. 72

Revista La Alcazaba

2

4 la LA Memoria de Miguel de Cervantes

12 Azorín, la Ruta del Quijote

18 Arte: La pintura

24 El duelo, la momificación y los funerales.

40 Páginas de poesía

48 De Narváez a la Gloriosa

58 Róbinson Crusoe fue español

64 Semblanza de Hidalgo

69 Imágenes de la Guerra

76 Islas Columbretes

82 Con los ojos del puente

86 Stuttgart

98 Los celos

102 Publicidad

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Revista La Alcazaba

3

DIRECCIÓN:

ALFREDO PASTOR UGENA

LUIS MANUEL MOLL JUAN

EDITA:

EL MENTIDERO LITERARIO

ISSN 2173-2184 MADRID

Depósito Legal M-4639-2007

WEB:

http://www.elmentidero.org

EMAIL:

[email protected]

TELF.: (+34) 605434707

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DIRECCIÓN POSTAL

Revista LA ALCAZABA

Av. De Elda, 75, 3º C

03610 Petrer (Alicante) España

Créditos

Revista La Alcazaba

4

Susana Roberts

Revista La Alcazaba

5

D e haber nacido en España seguramente hubiera vivido todas y cada una de es-

tas aventuras durante toda la vida en constante lectura y a los pies de este

grandioso creador ,ante quién me inclino con toda humildad a mantener este

texto, que desde mi Martín Fierro de José Hernández resuenan los campanarios más leja-

nos junto al Hidalgo ambos textos en las lecturas de mi adolescencia que bendigo. Miguel

de Cervantes uno de los más grande creadores de todos los tiempos y máximo exponente

universal de la lengua española, me estremece en este hoy al honrar su vida , su creación

con todas las mayúsculas a este Caballero desde mi sangre celta, mezcla árabe -española

desde la bella Córdoba Natal de mi abuelo materno.

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Mi sentido de admiración hacia este

"Quijote", un hombre, que desde tempra-

na edad bebió la opresión a la que estaba

sumergida la sociedad de su época. El 23

de Abril de 1616 se convierte en una fe-

cha marcada en el designio humano de

hombres y mujeres de las letras al recor-

dar sus libros y claves de la creatividad

expuestas en el prólogo del Ingenioso Hi-

dalgo"donde está el remedio más fácil que

acode de la A a la Z , ese abecedario que

pondréis vosotros que a la clara se vea la

mentira y la sencilla historia vuestra y

cuando no sirva de otra cosa será ese catá-

logo de autores a dar de improviso al li-

bro, y procurad también que leyendo

vuestra historia el melancólico se vuelva a

risa, el risueño la acreciente, el simple no

se enfade, el discreto se admire de la in-

vención, el grave no la desprecie, ni el

prudente deje de alabarla.

Miguel de Cervantes, este hombre que

estudió con los jesuitas allí en su Espa-

ña ,en Córdoba y Sevilla, quizás en Sala-

manca y vivió en tantas ciudades fue acu-

mulando ricas vivencias hasta su regreso

de Roma donde se enroló en la milicia y

las secuelas de su herida en el batalla de

Lepanto lo seguirán en sus historia de vi-

da y obra hasta su muerte. Durante el año

1575, fue apresado por los corsarios y

trasladado a Argel, donde sufrió cinco

años de cautiverio (1575-1580). Es libera-

do gracias al rescate pagado por el fraile

trinitario fray Juan Gil. Después de ese

acontecer parte hacia Madrid y a su llega-

da, se encontró a su familia en la ruina .

Muchos años después, el escritor le dio a

su nombre un segundo apellido: Saavedra.

En septiembre de 1584 viajó a Esquivias y

allí conoció a la joven hidalga de 19 años

llamada Catalina de Salazar y Palacios; el

flechazo fue

instantáneo y

prometieron

casarse ese

mismo año. Cer-

vantes tenía 37

años. Pronto dejó

en Esquivias a su

mujer para buscarse

la vida por otros lu-

gares . Catalina

liquidó la

herencia

mater-

na en

prove-

cho de

sus her-

manos y le

acompañó a Va-

lladolid. Ya no se vol-

vieron a separar hasta

su muerte. Las condi-

ciones de vida parece

ser que fueron misera-

bles a orillas del río Esgueva, ella debió

soportar el cautiverio de su marido en cár-

celes de Sevilla.

Publica La Galatea (1585) y lucha, sin

éxito, por destacarse en el teatro. Sin me-

dios para vivir, marcha a Sevilla como co-

misario de abastos para la Armada Inven-

cible y recaudador de impuestos. Es allí

donde le encarcelan por irregularidades en

sus cuentas. Cuando es puesto en libertad

se traslada a Valladolid. Es posible que se

iniciara en la literatura bajo la supervisión

y en la amistad del humanista y gramático

López de Hoyos. De nuevo es encarcelado

a causa de la muerte de un hombre delante

de su casa. En 1606 regresa con la Corte a

Revista La Alcazaba

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Madrid. Vive con apuros

económicos y se entrega a

la creación literaria.

Entre 1590 y 1612 escri-

bió una serie de nove-

las cortas que, des-

pués del reconoci-

miento obtenido

con la primera parte

del Quijote en 1605,

acabaría reuniendo

en 1613 en la colec-

ción de Novelas

ejemplares. Esta

colección se inicia

con La gitanilla,

fantasía poética

creada en torno

a la figura de

Preciosa y la

relación entre

la gitanilla y

un joven capaz

de renunciar a

su alcurnia por

amor. En contraste con tan embellecido

marco sigue "El amante liberal", novela

bizantina de amor y aventuras.

Don Quijote de la Mancha, considerada

obra universal, se cree que la comenzó a

escribir mientras se encontraba en la cár-

cel a finales del siglo XVI. En el verano

de 1604 estaba terminada la primera parte,

que apareció publicada a comienzos de

1605 con el título de El Ingenioso Hidalgo

don Quijote de la Mancha, tuvo un éxito

inmediato.

En 1614 aparecía en Tarragona la con-

tinuación apócrifa escrita por alguien

oculto en el seudónimo de Alonso Fernán-

dez de Avellaneda, quien acumuló en el

prólogo insultos contra Cervantes. Por en-

tonces éste llevaba muy avanzada la se-

gunda parte de su inmortal novela. La ter-

minó muy pronto, acuciado por el robo

literario y por las injurias recibidas. Por

ello, a partir del capítulo 59, no perdió

ocasión de ridiculizar al falso Quijote y de

asegurar la autenticidad de los verdaderos

don Quijote y Sancho.

Esta segunda parte apareció en 1615

con el título de El ingenioso caballero don

Quijote de la Mancha. En 1617 las dos

partes se publicaron juntas en Barcelona.

Y desde entonces el Quijote se convirtió

en uno de los libros más editados del

mundo y, con el tiempo, traducido a todas

las lenguas con tradición literaria. En el

2002, esta obra literaria fue votada como

la mejor de la historia en una votación en

la que participaron 100 escritores de 54

nacionalidades diferentes.

Cervantes afirmó varias veces que su

primera intención era mostrar a los lecto-

res de la época los disparates de las nove-

las de caballerías. En efecto, el Quijote

ofrece una parodia de las disparatadas in-

venciones de tales obras. Pero significa

mucho más que una inventiva contra los

libros de caballerías. Cervantes no creía

que ésta fuera su mejor obra pensando que

lograría más fama por otros escritos como

las "Novelas Ejemplares" (1613).

En sus últimos años publica además el

Viaje del Parnaso (1614), Ocho comedias

y ocho entremeses (1615). El triunfo lite-

rario no lo libró de sus penurias económi-

cas. Durante sus últimos meses de vida, se

dedicó a Los trabajos de Persiles y Segis-

munda (de publicación póstuma, en

1617).

En 1616, enfermó de hidropesía, en

abril profesa en la Orden Tercera. El 18

del mismo mes recibe los últimos sacra-

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mentos y el 19 redacta, "puesto ya el pie

en el estribo", su último escrito: la dedica-

toria del Persiles.

Miguel de Cervantes Saavedra falleció

el 23 de abril de 1616 en Madrid y es en-

terrado con el sayal franciscano, en el

convento de las Trinitarias Descalzas de la

actual calle de Lope de Vega. Solo con-

servaba seis dientes, tenía la columna

vertebral combada y acusaba los

impactos en el esternón de

los pelotazos de plomo de

arcabuz recibidos en la ba-

talla de Lepanto en

1571. Diez años des-

pués, el 30 de octu-

bre de 1626, se hizo

sitio para acoger el

cuerpo de Catalina.

Los dos cadáveres per-

manecieron bajo la nave

hasta que, en 1671, el

viejo convento fue derri-

bado y sobre sus cimientos

se levantó uno nuevo..

El INGENIOSO HIDAL-

GO DON QUIJOTE DE

LA MANCHA , Uno de

los libros más famosos

de la Literatura

Universal , esta

novela de índole

caballeresca donde

aparecen todas las

clases de la sociedad

española de princi-

pios de siglo, aristó-

cratas, hidalgos, mer-

caderes, curas, solda-

dos, estudiantes, vagabun-

dos, criminales, duquesas,

doncellas, labradoras y

prostitutas. El noble Don Quijano crea a

Don Quijote , un hidalgo venido a menos

de unos cincuenta años y en sus ratos de

ocio se la pasa leyendo, ya que la gente de

su clase no trabajaba nunca y los lectores

en

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el siglo XVI eran pocos , trataba el honor,

la gallardía, un ideal de la nobleza feudal,

la descripción de la vida de una potencia

en declive, España, sin posibilidades ante

el ímpetu industrial de Inglaterra . Mien-

tras que la nueva potencia industrial pasa-

ría a manos de la burguesía mercantil in-

glesa, la nobleza feudal española se afe-

rraba a grandes ideales ajenos al mun-

do ,de la misma manera Don Quijote se

arrimó a revivir el mundo de las novelas

de caballería , por ello se ha afirmado mu-

chas veces que fue la personificación de la

cultura española. A partir del momento

del anuncio de esta obra , toda la literatura

universal adopta una postura adulta, sin

embargo el lector consciente sabe que al

leer a Cervantes entra en un estado ficticio

donde la obra desafía realidad de

ficción, situación que continúa

con las novelas de amor y creo

que el impacto de estas no era

recomendable para las mujeres

del siglo XVIII y XIX por-

que hacía temer su inter-

pretación entre imagina-

ción y realidad.

Esta obra con sus mag-

níficas aventuras enlaza-

das donde Cervantes

en lugar de ver la

realidad como es, las

entiende de acuerdo

a las novelas de ca-

ballería , de esta

manera los rebaños

de oveja se con-

vierten en ejérci-

tos de soldados,

una procesión reli-

giosa son en caba-

lleros enemigos,

las sirvientas son señoritas de la nobleza,

una bacía de barbero se convierte en un

yelmo legendario, y una chusma criminal

troca en un grupo de esclavos de galera

dignos de compasión y a los que es me-

nester liberar , en la mayoría de los en-

cuentros, Don Quijote regresa a casa va-

puleado sobre un carro de bueyes , cansa-

do , enjuto y maltrecho. La Segunda parte

después de diez años se convirtió en una

celebridad literaria , Sancho informa a su

señor que existe un libro que narra las

aventuras que corrieron juntos escrito por

un árabe Cide Hamete Benengelí y co-

mienza la acción ,participa de la broma de

esa realidad ficticia ; de todas las aventu-

ras regresa a casa maltrecho y en su le-

cho de muerte reconoce que todo fue una

ilusión. Es un genio y como todo genio

se habló de su locura, cuando esta

novela se considera una de las forja-

doras de novelas de ilusiones, tam-

bién como autoreferencial y

realista, ridiculizándola del

resto de las novelas de caba-

llería, su lectura se vuelve

más realista.

Para justificar su papel

de salvadores del mun-

do , el Quijote y Sancho

Panza , su escudero ven

opresión en todos lados ,

toma a unos criminales por

hidalgos hechos prisioneros, a

los molinos de viento por gi-

gantes,como una ofuscación

ideológica que el enemigo lo ha

sometido.

Esta obra ha servido de modelo a

muchos escritores, y ha sido imitada

por otros (por ej la novela Joseph An-

drews-Henry Fielding ),

Revista La Alcazaba

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la pareja hidalgo y escudero ha sido consi-

derada un retrato de España.

Cervantes, en el «Prólogo» a las Nove-

las ejemplares, se jacta de ser el primero

que ha novelado en lengua castellana:

"Y es así, que yo soy el primero que he

novelado en la lengua castellana; que las

muchas novelas que en ella andan impre-

sas, todas son traducidas de lenguas ex-

tranjeras, y estas son mías propias, no

imitadas ni hurtadas. Mi ingenio las en-

gendró y las parió mi pluma, y van cre-

ciendo en los brazos de la estampa".

Probablemente Cervantes se esté refi-

riendo al Decamerón de Bocaccio, que se

difundió con relativa rapidez en Espa-

ña donde fue traducido al castellano

y publicado con el título de "Las

cien novelas" (1496) Por otra par-

te, Cervantes no podía aludir con

el término novelar a las narra-

ciones extensas, ya que en tal

género evidentemente él no ha-

bía sido el primero en ninguno

de los subgéneros del XVI. Sus

palabras tendrán que ver con lo

que significaba la palabra novela

en italiano.

Esta obra y su autor han logrado

eternamente el más alto de los elo-

gios y respetos en los procederes de la

lengua española que desde mi interior va-

loro con exaltada alegría tanta maravilla

desde la libertad individual, la pasión per-

sonal y todo el aspecto substancial logra-

do en sus personajes a efectos de domesti-

car esa dura realidad con la imaginación,

entre tragedia y humor, la conciencia hu-

mana feliz a su inocencia nos ha hecho

vivir a todos su espíritu nacional reflejado

en la vida doméstica, costumbres, relacio-

nes sociales , guerras , paz, las necesida-

des intelectuales, las artes , las necesida-

des de todo el pueblo y sus manifestacio-

nes. Cervantes ha logrado con sus pala-

bras hacer vivir el paisaje, donde las le-

tras dejaron de ser signos de sonidos para

convertirse en visión de las palabras, nos

entregó la idea en su forma real con ras-

gos de una individualidad viviente. Al fi-

nal todo fue una ilusión.¡Un gran ídolo de

todos los tiempos!.

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E n España, dentro de la

Comunidad de Cataluña

y en la provincia de Ge-

rona (Girona), rodeado

de los conos volcánicos del Croscat, Roca

Negra y Santa Margarita, por las sierras

de Finestres, el Corb y Sant Juliá del

Mont pertenecientes al Parque Natural de

la Garrocha, en ese recóndito lugar donde

la mencionada sierra de Finestres se va

diluyendo, se encuentra Santa Pau, con

una fisonomía típicamente medieval (con

murallas, calles irregulares y rincones

evocadoras), donde se mezcla el gótico y

el renacimiento con un trazado que data

de la primera mitad del siglo XIV, tiene

edificios de un valor arquitectónico nota-

ble, y sus principales virtudes del recinto

son el austeridad dominante y el carácter

práctico y funcional que revelan las calles

y casas empedradas.

Es curioso echar un vistazo a los dinte-

les de las puertas y ventanas, a los escu-

dos que llevan años grabados en sus pie-

dras, intentar acariciar a los gatos que des-

cansan en paz en los portales y mirar ha-

cia arriba, buscando siempre la plaza Ma-

yor o Firal dels Bous. Se llega allí tras

cruzar el portal de la Vila Nova, todo el

pueblo nos deja atónitos y más cuan-

do vamos haca el mirador del Mar, don-

de nuestros ojos se pierden en el valle del

Ser que rodea Santa Pau.

UN LUGAR PARA VISITAR

Revista La Alcazaba

12

Nicolás del Hierro

Revista La Alcazaba

13

A un cuando no se nos haga im-

prescindible, se me antoja casi

necesario el aproximarnos a la

historia para referirnos a un tema tan

normal como es la Generación del 98

través de uno de sus representantes más

cualificados: José Martínez Ruiz

(“AZORÍN”) y de una de sus obras: La

ruta de Don Quijote.

Tras lo que conocemos como

“clásicos ochocentistas”, donde don Beni-

to Pérez Galdós es acaso el mayor de sus

representantes, la Generación del 98 supo-

ne un nuevo Siglo de Oro para las letras

españolas, representadas, entre otros, por

“Azorín”, Baroja, Valle Inclán, Unamuno,

Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado,

etc. etc.

Por aquellos años, finales del siglo

XIX surge una división, entre quienes es-

timan que lo literario y lo poético habría

de aportar algo al mundo de la idea y el

pensamiento, principalmente el pensa-

miento patrio como en aquel tiempo espa-

ñol de pérdidas coloniales se entendía, so-

bre todo lo entendían buena parte de sus

intelectuales; por ello hay quien diferencia

entre los nombres generacionales los de

Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y

Ramón Gómez de la Serna, cuya creativi-

dad apoyaba más la idea en la palabra que

la propia literatura.

Revista La Alcazaba

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Se puede asegurar que la prosa de

Azorín resulta distinta a las demás de su

época. Alguien escribió que “toda la obra

de Azorín es una mirada”. Y es que el

maestro de Monóvar (Alicante) -8 de ju-

nio de 1873- cuenta lo que ve y como lo

ve. Pero también alguien añadió que esa

mirada estuvo siempre al servicio de una

inteligencia y un sentimiento personalísi-

mos.

Entendido así, debemos admitir que la

obra de José Martínez Ruiz no correspon-

de sólo al descubrimiento que la retina

percibe como una fotografía estática, si no

que detrás de esa mirada y sumándose a la

esencia estética hallamos el toque o distin-

tivo que le aportan inteligencia y senti-

miento. Dejarnos llevar por la literatura

azoriniana a través de obras suyas como

son Los Pueblos, Castilla y, sobre todo,

La Ruta de Don Quijote es pasear por la

España sencilla y profunda representada

en cada paisaje y en cada tiempo que el

escritor aborde, ya se nos manifieste aquél

en forma urbana, rural e incluso cósmica y

esté el tiempo situado en el presente más

realista, tal sucediera en Castilla, o se ci-

mente en un pasado literario que ensamble

el ayer con el hoy, como ocurre en La Ru-

ta de Don Quijote, quizá porque el pretéri-

to es un presente en su obra, del mismo

modo que enraíza el hoy con el ayer histó-

rico y literario como trampolín de un pen-

samiento que traza caminos hacia el futu-

ro. Podemos intuir que Azorín, antes de

realizar su salida para hacer La Ruta de

Don Quijote, se auto/influye duplicando

algunos de los acontecimientos que le su-

ceden en sus aventuras a don Alonso Qui-

jano, el Bueno.

Paralelismos o similitudes que segui-

remos hallando a lo largo del caminar de

Don Quijote y

las aventuras o

desventuras de

este viaje azori-

niano. Ya desde

su inicio, en la

ventanilla donde

el escritor va a

sacar el billete

del tren, traba

“una verdadera

amistad -podéis

creerlo- con este

hombre sencillo,

discreto y afa-

ble”, un hombre

que con sólo su

presencia nos

está recordando

a Sancho, y nos

lo confirma con

la sencilla filoso-

fía que hace

comprender al

propio Azorín

que “todos” no son los ministros ni los

grandes burócratas.

Otro paralelismo sería cuando, en

Argamasilla de Alba, disfruta de la fonda

de la Xantipa, donde al tiempo que en la

psicología del pueblo descubre y admira

cómo los Académicos de La Argamasilla

pudieran ser, y así nos lo dicen, “don Cán-

dido, don Luis, don Francisco, don Juan,

don Alfonso y don Carlos, pues yo no he

conocido jamás hombres más discretos,

más amables, más sencillos que estos bue-

nos hidalgos”.

Viajando, como a la sazón lo hiciera

en carro, tartana y albardada bestia por

carreteras en mal estado y caminos de tie-

rra, pierde la noción del tiempo. Días, ho-

Revista La Alcazaba

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ras, minutos… Todos ellos le son

de total semejanza largos y repe-

tidos, como los interminables sur-

cos, la similitud del paisaje y sus

tonalidades. Redobla verbos en

un mismo tiempo gramatical, uti-

liza diferentes adjetivos, que vie-

nen a calificar la acción de simi-

lar contenido aunque con varia-

dos conceptos para describir

análogos factores y sentimientos.

Observador y detallista, hace del

relato un delicado lienzo como si

sus inmediatos predecesores, los

impresionistas, marcaran en él

esa función que lo real ejerce so-

bre la obra artística y la sutil vi-

sión ambiental que el paisaje pro-

duce en la creatividad.

Aun sabiéndose Azorín ena-

morado de La Mancha resulta

destacable que tras una prolonga-

da monotonía de llanuras y largos

surcos paralelos, de llanos territo-

rios sin apenas un árbol que dé

sombra, cuando “ya el cronista se siente

abrumado” tras un recorrido “de veintio-

cho horas de carro”, acercándose a la cue-

va de Montesinos, el paisaje cambia de

formas y se alegra viendo como “sobre las

colinas hoscas, los romeros, los tomillos,

los lentiscos extienden su vegetación”.

Es cierto que también en el mismo

Campo de Criptana el sentimiento azori-

niano percibe un acercamiento a Sancho

Panza. Fue cuando tras varias horas de

viaje con “Los Sanchos de Criptana”, para

celebrar el pasado tercer centenario de la

inmortal obra cervantina, sobre un mon-

tículo pelado, el comportamiento y razón

de aquellos le hace considerar un nuevo

Sancho. Y es que -nos asegura- “si Arga-

masilla se enorgullece por ser la patria

del caballero de la triste figura,

Criptana quiere repre-

sentar y compendiar el

espíritu práctico,

bondadoso y agudo

del sin par Sancho

Panza”.

Ese amor

que Cervan-

tes, Don Qui-

jote y San-

cho suscitan

en Azorín,

nos lo ubi-

can como

uno de los

más firmes ex-

ponentes de la

Generación del

98, y del que

vamos disfru-

tando durante

toda la lectura de

La Ruta de Don Qui-

jote. A mi modo de

interpretar toma el espí-

ritu de la propia causa

por el que se distingue y

caracteriza al grupo gene-

racional cuando el escritor

llega a El Toboso. La inquietud antibeli-

cista pero politizada que revitalizó a los

escritores del 98, se vio sintetizada en el

espíritu de Azorín mientras recorría las

calles tobosinas de aquel entonces.

España había perdido las colonias,

había dejado Filipinas y fue significativo

el desenlace de Cuba. Estos extravíos y

abandonos político-administrativos exte-

riores, de los que tampoco se libraba el

interior patrio, ejercen una reacción positi-

Revista La Alcazaba

16

va en el pensamiento de varios cerebros,

entre los que se encontraba José Martínez

Ruiz. Azorín fue uno de los escritores de

palabra más pura y con ella abordó el sen-

timiento de los pueblos. El escritor está

enternecido ante una obra literaria tan her-

mosa como es Don Quijote de la Mancha,

pero se estremece frente al abandono y la

desidia de los gobernantes.

Los capítulos finales de La Ruta de

Don Quijote son un fiel reflejo del espíritu

que inmortalizó a dicha Generación. En el

segundo apartado dedicado a El Toboso -

XIV de la obra- el autor de Monóvar se

acoge de nuevo a la esencia literaria que

le originan los Miguelistas del pueblo:

“Yo llego a creer, señor Azorín, -le dice

don Silverio- que he conocido al padre de

Miguel, al abuelo, a los hermanos, a los

tíos”. Y es que para los Miguelistas del

Toboso, Cervantes es sólo Miguel.

“Miguel no era de aquí; pero ¿cómo du-

dar de que el abuelo

lo era?”, reafirmaría

el Académico rural.

No es esta una loca

fantasía irrazonada e

impetuosa que rompa

de pronto la reacción

para caer de nuevo en

el marasmo, pues, sin

duda, este marasmo,

esta paralización o

inmovilidad a que ha-

ce referencia el autor

cuando está finalizan-

do su obra, es a lo que

Azorín se acoge para

conducirnos al último

de los capítulos, en

algo que ya no es, o

me parece que ya

no es propiamente La Ruta de Don Quijo-

te, pero que como epílogo resulta acerta-

dísimo al mostrarnos el verdadero espíritu

del 98 y que tiene como protagonista al

doctor Dekker, miembro del Real Colegio

de Cirujanos de Londres, a la sazón en

Madrid, habitando “una modestísima casa

particular de nuestra clase media”, pero

que, estudioso y bien merecido titulado el

doctor, llevaba siempre un pequeño cua-

derno donde anotaba el tiempo que perde-

mos los españoles. Ironía, sin duda en la

que Azorín se basa para señalar el desca-

labro de una España que no sólo perdía

ese tiempo, sino que, además perdió su

fuerza y poder en el último tercio del siglo

XIX, aun cuando ello sirviera como acica-

te para el prestigio de una generación que

se llamó del 98 y que, tras el Siglo de Oro,

es lo mejor que ha tenido nuestra España

literaria y de pensamiento.

Fotografías en el libro de la Ruta del Quijote de Azorín

Revista La Alcazaba

17

La escritora Nurkia Rudametkin

nos presenta en esta página su libro

“La Llave”. Un libro este, que nos in-

vita a descubrir el equilibrio entre el

cuerpo, el espíritu y la mente. A tra-

vés de sus páginas iremos descu-

briendo el modo de limpiarnos de

todo lo negativo así como ir su-

perando cualquier reto que la vida

nos presente gracias entre otras co-

sas el ir conociendo toda la energía

positiva que nos rodea.

UN LIBRO

Revista La Alcazaba

18

“Todos los judíos de mis reinos son

míos y están so mi protección y am-

paro y a mí pertenece de los defender

y amparar y mantener en justicia”

Isabel I de Castilla “La Católica”)

El autor de esta obra de pintura

histórica, Emilio Salas Francés

(Alcoy, Alicante, 1850 - Madrid,

1910) realizada en 1889 en su estudio

de la calle de Rochechouart de París,

ciudad a la que había marchado como

pensionado tras permanecer varios

años en Roma. Este singular lienzo

fue presentado por el artista a la Ex-

posición Universal celebrada ese año

en la capital francesa, donde el géne-

ro histórico resultaba ya trasnochado,

sin que por otra parte la crítica parisi-

na llegase a comprender el significa-

do profundo de su argumento.

“El título de la obra alude al momen-

to decisivo en que se produce en el ánimo

de los Reyes Católicos la toma de la tras-

PASEOS POR LA HISTORIA DEL ARTE: LA PINTURA

Retrato de Emilio Sala realizado por J. J.Aranda

A:P:U:

Revista La Alcazaba

19

Revista La Alcazaba

20

cendental decisión, plasmada

en el Edicto de Expulsión

publicado el 31 de marzo de

1492, por el cual los judíos

residentes en España debían

abandonar la península en el

plazo de tres meses bajo pe-

na de muerte, salvo los bauti-

zados al cristianismo que re-

nunciaran de hecho a su anti-

gua fe. Concretamente, la

escena ilustra el momento de

máxima tensión, en que el

inquisidor interrumpe violen-

tamente la audiencia conce-

dida por los Reyes Católicos

al interlocutor judío y arroja

el crucifijo sobre la mesa si-

tuada en medio de la sala.

Con su dedo, acusa desafian-

te a los monarcas, sentados

en su trono bajo un gran do-

sel con el lema de su reinado

TANTO MONTA jalonado

por tres yugos con nudo gor-

diano, tan imposible de sepa-

rar como de deshacer, como

los reinos de España unidos

bajo las coronas de Castilla y

Aragón. El rey Fernando es-

cucha la arrebatada interven-

ción del dominico con ate-

rrorizado estupor, clavado en

las pupilas fijas de sus ojos

extremadamente abiertos,

mientras la reina permanece

impasible, con la mirada ba-

ja, como signo de su superior fortaleza de

carácter. El judío retrocede ante tan des-

aforada alocución y los miembros de la

corte asistentes a la audiencia se debaten

entre la curiosidad, la indiferencia y la

sorpresa. Por su parte, el escribiente per-

manece atento a

los acontecimien-

tos y los maceros

reales apenas

reaccionan ante la

gravedad de la

escena, acostum-

brados quizá a las

intervenciones

exaltadas del fa-

moso inquisidor.

Esta obra tiene una especial signifi-

cación en la evolución de la pintura espa-

ñola de historia por cuanto constituye uno

de los ejemplos más tardíos del género

inspirado en el reinado de los Reyes Cató-

licos. La elección de su asunto es sin em-

bargo radicalmente opuesta a la euforia

triunfalista de los años anteriores, testimo-

nio al fin de los cambios ideológicos y po-

líticos de la España de fin de siglo, en los

que la conciencia social y crítica llegó

también a afectar a las escenas históricas,

que se ocuparon de denunciar los aconte-

cimientos más oscuros y controvertidos de

las épocas consideradas hasta entonces

como las más gloriosas del

pasado español. En este ca-

so, tan polémico episodio

está interpretado por Sala

con la extraordinaria jugosi-

dad de su pincel mediterrá-

neo, lleno de frescura y

energía, impregnado además

de la riqueza decorativa y

elegante de la pintura bur-

guesa parisina. En efecto, el

lienzo constituye una es-

pléndida página de la pintu-

ra histórica en su epílogo,

tanto por las novedades for-

males que presenta como

Revista La Alcazaba

21

por la modernidad plástica de su factura,

que anticipa ya -aplicado a este género- el

naturalismo valenciano de fin de siglo.

Obra maestra de la breve producción

histórica de Emilio Sala, causó un gran

impacto en su tiempo por la modernidad

que suponía, ya casi en los albores de una

nueva centuria, su interpretación plástica

respecto a la pintura de historia del resto

del siglo. Así, aspectos como su formato

vertical y su concepción espacial, despeja-

do el primer término de la sala, en el que

sitúa al embajador judío de espaldas al

espectador como un indefenso reo en su

juicio en lugar de como interlocutor de

una audiencia regia, la exagerada expre-

sión de Torquemada, abalanzándose sobre

el sitial real y atreviéndose a dar la espal-

da a los reyes, en un desafío consciente de

la debida etiqueta protocolaria para de-

mostrar su superioridad sobre la concien-

cia y autoridad de los monarcas, y la si-

tuación extremadamente frontal de los Re-

yes Católicos, enmarcados en la rigidez

geométrica del dosel a modo de meras efi-

gies emblemáticas insensibles ante la pal-

pable injusticia, flanqueados por los gru-

pos de caballeros y damas de su Corte -de

una afectación muy francesa en sus expre-

siones-, constituyen rasgos de una atracti-

va novedad estética y conceptual, fruto en

buena medida de la formación parisina del

artista, a los que no habían osado hasta

entonces el resto de los pintores españoles

de historia (Texto extractado de Díez, J.

L.: El Siglo XIX en el Prado, Museo Na-

cional del Prado, 2007, pp. 272-275)”.

Este cuadro de pintura de historia

reproduce una escena que el pintor justifi-

có con este fragmento de William H. Pres-

cott: “Los judíos, que habían tenido aviso

de lo que pasaba, recurrieron á su podero-

sa política ordinaria para granjearse la

protección de los reyes: comisionaron á

uno de los suyos para hacer un donativo

de treinta mil ducados, con destino a los

gastos de la guerra de los moros; pero esta

negociación fue desconcertada de un mo-

do violento por el inquisidor general Tor-

quemada, el cual entrando en el salón del

palacio donde los reyes daban audiencia al

comisionado judío, y sacando un Crucifijo

de debajo de los hábitos, le presentó ex-

clamando: «Judas Iscariote vendió a su

maestro por treinta dineros de plata; Vues-

tras Altezas le van a vender por treinta

mil; aquí está, tomadle y vendedle». Y

dicho esto, aquel frenético sacerdote arro-

jó el Crucifijo sobre la mesa, y se salió.

Los Reyes Católicos en vez de castigar

semejante atrevimiento, o de despreciarle

como simple arrebato de un loco, se que-

daron aterrados.

Revista La Alcazaba

22

Uno de los numerosos comentarios

contemporáneos a esta obra se refiere a la

figura del judío que aparece de espaldas

en primer plano, atribuyéndole una actitud

altanera. Un comentario actual le atribuye

una dignidad monumental... conseguida

por la amplitud de sus gruesos ropajes y

su actitud firme y contenida ante la acusa-

ción del inquisidor. Ninguno hace suposi-

ciones en cuanto a la posible identifica-

ción de tal comisionado, pero la posición

en la corte de Abraham Senior era preci-

samente la que se describe.

Recordemos que los judíos

"formaban, no un Estado en el Estado,

sino más bien una microsociedad al lado

de la sociedad cristiana mayoritaria, con

una autoridad [el rabí mayor] que la coro-

na le delegaba sobre sus miembros". Las

aljamas se organizaban internamente con

un amplio margen de autonomía. Designa-

ban por sorteo al consejo de ancianos que

regía la vida de la comunidad; recaudaban

sus propios impuestos para el manteni-

miento del culto de las sinagogas y de la

enseñanza rabínica; vivían bajo las nor-

mas del derecho judaico, y tenían sus pro-

pios tribunales que entendían de todos los

casos en materia civil –desde las Cortes

de Madrigal de 1476 las causas penales

habían pasado a los tribunales reales-. No

gozaban de la plenitud de los derechos

civiles: tenían un régimen fiscal específi-

co mucho más oneroso que el de los cris-

tianos y estaban excluidos de los cargos

que les pudieran conferir autoridad sobre

los cristianos.

La situación en la que vivían, según

Joseph Pérez, planteaba dos problemas:

"como súbditos y vasallos del rey, los j no

tenían ninguna garantía para el futuro –el

monarca podía en cualquier momento cer-

Revista La Alcazaba

23

cenar la autonomía de las aljamas o

exigir nuevos tributos más importan-

tes-"; y, sobre todo, en "estos años

finales de la Edad Media, cuando se

está gestando un Estado de carácter

moderno, no podía menos de plan-

tearse un problema de inmensa tras-

cendencia: ¿era compatible la exis-

tencia de comunidades autónomas y

separadas con las exigencias de un

Estado moderno? Ésta era la cuestión

verdadera".

Por otro lado, Joseph Pérez, si-

guiendo a Luis Suárez, sitúa la expul-

sión dentro del contexto de construc-

ción del "Estado moderno", que exige

una mayor cohesión social funda-

mentada en la unidad de fe para im-

poner su autoridad a todos los grupos

e individuos del reino.

A diferencia de la época medie-

val en este tipo de Estado no caben

los grupos que se rigen por normas

particulares, como era el caso de la

comunidad judía. Por ello no es ca-

sual, advierte Pérez, que sólo tres me-

ses después de haber eliminado el úl-

timo reducto musulmán de la penín-

sula con la conquista del reino nazarí

de Granada, decreten la expulsión de

los judíos. "Lo que se pretendió en-

tonces fue asimilar completamente a

judaizantes y judíos para que no exis-

tieran más que cristianos.

Los Reyes Católicos debieron

pensar que la perspectiva de la expul-

sión animaría a los judíos a convertir-

se masivamente y que así una paulati-

na asimilación acabaría con los restos

del judaísmo. Se equivocaron en esto.

Una amplia proporción prefirió mar-

charse, con todo lo que ello suponía

de desgarramientos, sacrificios y vejacio-

nes, y seguir fiel a su fe. Se negaron ro-

tundamente a la asimilación que se les

ofrecía como alternativa".

En cuanto al impacto económico de

la expulsión parece descartada la tesis de

que supuso un duro revés y frenó el naci-

miento del capitalismo, con lo que sería

una de las causas de la decadencia de Es-

paña. Como ha señalado Joseph Pérez,

"en vista de la documentación publicada

sobre fiscalidad y actividades económicas,

no cabe la menor duda de que los judíos

no constituían ya una fuente de riqueza

relevante, ni como banqueros ni como

arrendatarios de rentas ni como mercade-

res que desarrollasen negocios a nivel in-

ternacional. Es lo que confirma la situa-

ción en 1492 y en los años siguientes. […]

La expulsión de los judíos produjo proble-

mas a nivel local pero no una catástrofe

nacional. Es a todas luces descabellado

atribuir a aquel acontecimiento la deca-

dencia de España y su pretendida incapa-

cidad para adaptarse a las transformacio-

nes del mucho moderno. Todo lo que sa-

bemos ahora demuestra que la España del

siglo XVI no era precisamente una nación

económicamente atrasada. […] En térmi-

nos estrictamente demográficos y econó-

micos, y prescindiendo de los aspectos

humanos, la expulsión no supuso para Es-

paña ningún deterioro sustancial, sino so-

lamente una crisis pasajera rápidamente

superada".

Revista La Alcazaba

24

Fernando José Sánchez Larroda

I PARTE

Revista La Alcazaba

25

L a inquietud del “Ser Humano” frente a su propia muerte, se remonta al inicio

de los tiempos. Común a todas las civilizaciones, incluida la egipcia, plantea

tres cuestiones clave. En primer lugar, el angustioso problema de la inmorta-

lidad del alma y, por tanto, el de la aniquilazación o no del propio “yo”, tras la desapari-

ción física del individuo. En segundo lugar, la posible presencia real de un universo intan-

gible fuera del mundo que nos rodea. Finalmente,la presumible existencia de una deidad o

deidades superiores que marcan el devenir del sujeto. En la Antigüedad sólo el ámbito

mágico, ritual y religioso era capaz de dar una respuesta convincente a una pregunta tan

emocional como íntima de la Humanidad.

Paralelamene a este pensamiento, nace un repertorio de cultos y ceremonias. Actuacio-

nes que tratan de hacer más fácil para un difunto el tránsito de una “vida” a “otra” . Las

llevaban a cabo una serie de individuos investidos de autoridad moral y sobrenatural. Per-

sonas “iniciadas” desde temprana edad, por sus cualidades personales y espirituales. Así

surgen los “chamanes” (“sabios”), con supuestas capacidades de modifciar el mundo real,

curar, adivinar y comunicarse con los espiritus. A este grupo también pertenecen los

“magos”, personajes dedicados a la astrología, la hechicería y la brujeria. Finalmente, te-

nemos a los sacerdotes, individuos intermediarios entre el pueblo y la divinidad, especiali-

zados en el mantenimiento de un culto concreto y conocedores de secretos herméticos a

los que sólo podían acceder unos pocos. Estos últimos,

constituirán en muchas culturas, incluida la de Egipto,

un estamento social sagrado y dominante. En defiiti-

va, sujetos muy preparados en íntimo contacto

con las fuerzas naturales y una “realidad”

inmaterial paralela, a veces terrible.

Encargados de mediar con las divi-

nidades del“Mundo de Ultra-

tumba”. Aquellas que

juzgaran el alma de

las acciones cometi-

das.

Revista La Alcazaba

26

Desde la perspectiva racionalista y lai-

ca del siglo XXI, son conemplados como

figuras carentes de sentido. Etéreas, sinó-

nimos de oscuridad, superchería, ignoran-

cia y retraso cultural. Nada más lejos de la

realidad. En un mundo en el que los hom-

bres vivían en esencial armonía con la Na-

turaleza. En un período en el que la vida y

la muerte eran un acontecimiento coti-

diano del que nadie podía sustraerse. En el

que el tiempo era algo relativo y el porve-

nir no dependía estrictamente de los de-

seos humanos. En una sociedad que vin-

culaba todo a los pretensiones de las dei-

dades. En un universo abierto a todo y no

constreñido al Antropocentrismo, estas

figuras fueron fundamentales. Así, gracias

a ellos, las gentes sencillas, como el

“baket” egipcio (“sirviente”), podían com-

prender y acatar el mundo que le rodeaba.

Así ocurrió durante la Prehistoria y la

Edad Antigua.

Sin embargo, en algunas culturas la in-

termediación no bastaba. Además de las

ceremonias de propiciación ante los dio-

ses, se requería un apoyo físico para la

supervivencia del “yo” místico. En base a

esta necesidad, nace la momificación o

embalsamamiento del cuerpo para evitar

su destrucción total. Este rito y técnica,

afín a numerosas culturas de todo el Orbe,

fue esencial en el antiguo Egipto, donde

se practicó desde tiempos muy remotos.

Convirtiéndose en la pieza esencial del

duelo y los funerales en dicho territorio.

Allí es donde v vamos a centrarnos.

Las noticias sobre el duelo, la momifi-

cación y los funerales en Egipto

(“Kemet”, la “Tierra Negra”), son fraccio-

nadas y escasas. Nos las proporcionan di-

versas fuentes. Por una parte, autores co-

mo el historiador y geógrafo griego Hero-

doto de Halicarnaso.(s. V a. C.“Los Nue-

ve Libros de la Historia”), y el historiador

italo-griego Diodoro de Sicilia (s. I. a. C.

“Bibliotheca Historica”, primera sec. Lib.

I). En ambos autores encontraremos abun-

dante documentación, sobre todos los te-

mas referidos a Egipto. Sin embargo, ha-

blan de una época en la que la influencia

griega era ya muy importante y por tanto,

pueden darnos referencias imprecisas. Por

otra, ya en el plano estricto del embalsa-

mamiento, cabe citar: 1- papiros: Ipuur o

Leiden nº 344 (s. XIII a. C.); papiro Rhind

(época ptolemaica); Bulaq III del Museo

de El Cairo (traducido por el egiptólogo

francés de origen italiano, Gastón Maspe-

ro) y Louvre nº 5158; ambos de la etapa

romana; 2- estelas: Djehuty y Antef,

(Tebas, XVIII dinastía); nº 1042 de Bolo-

nia; nº 378 del British Museum (período

ptolemaico); 3- Ostrakon egipcio nº 2616

de Florencia; 4- inscripciones: de Amen-

hor. En cuanto a la momificación de ani-

males, práctica normal en Egipto, tenemos

el papiro demótico de Viena nº 27 (época

ptolemaica, dedicado al embalsamamiento

del buey Apis).

Sirviente (baket) egipcio.

Revista La Alcazaba

27

Revista La Alcazaba

28

II.- EL DUELO Y LOS FUNERA-

LES EN EL ANTIGUO EGIPTO.

1.- La vejez y la construcción de la

sepultura.

En este apartado, nos dejaremos

guiar por el gran autor francés Pierre

Montet. El nos introducirá en una men-

talidad muy alejada de la nuestra. Si

bien se centra en el período ramésida,

sus comentarios son válidos para am-

plias etapas de la historia de Egipto.

a.- La vejez.

En el país del Nilo, la muerte era un

hecho omnipresente en todos los esta-

mentos sociales. Y aunque, tal como

afirma Fhilipp Vanderberg, parafrasean-

do a la arqueóloga francesa Christiane

Desroches-Noblecourt, “Para todo egip-

cio, la muerte significaba la transfigura-

ción deseada, el paso que conduce a la

vida auténtica y eterna”, ésta, por su-

puesto, era vista como algo lejano y,

con toda probabilidad, no apetecible.

Aunque había que someterse a ella de

modo inevitable. Por ello había que pre-

pararse para tal trance.

Sólo se atisbaba con los primeros sig-

nos del decaimiento físico. Con la an-

cianidad. Los egipcios la contemplaban

con pesadumbre. Para ellos, significaba

la degradación total de la persona. Sin

embargo, a pesar de esta estremecedora

concepción, anhelaban la longevidad.

Aquel que, por llevar una vida ordenada

o por el azar, llegaba con sus capacida-

des físicas y psíquicas casi intactas, a

viejo, era objeto de la admiración gene-

ral. Incluido la de la realeza. Sin embar-

Revista La Alcazaba

29

go, tener una buena vejez no sólo con-

sistía en eludir las enfermedades. Tam-

bién era necesario, para nos pocos,

haber llegado a un estatus social y eco-

nómico pudiente. O por lo menos, para

la mayoría, poder vivir con decoro.

Esta situación personal era denomina-

da “Amakhu”. La ostentación de este

título era una merced personal del Fa-

raón. Éste, considerado un ser divino,

no se lo negaba a ningún súbdito fiel.

Tal dignidad aseguraba la comida coti-

diana y, tal vez, un buen sepulcro.

El beneficio del “Amakhu”era un

modelo a seguir por los grandes mag-

nates con su propia servidumbre. De

este modo, conforme los criados enve-

jecían, su amo les buscaba una labor,

sueldo y comida acordes con sus acha-

ques y edad, en espera de la sepultura.

El “Amakhu” representaba, para Mon-

tet, una clara muestra del respeto que

sentían los egipcios hacia sus ancianos.

Esta situación podía aliviar los últimos

años de una persona. Sin embargo, se

sabía que la muerte, tarde o temprano,

llegaría. El “Inframundo” esperaba en

la tierra del sueño y de las tinieblas. El

“Occdente”, a la otra orilla del Nilo.

Allí donde el individuo encontraba el

sosiego eterno.

b.- La sepultura.

La idea de la vida de “Ultratumba”,

hacía que la atención de todos los egip-

cios, a partir de cierta edad, se centrara

en la costrucción de su última morada.

Desde el Faraón hasta el último de los

sirvientes. Los monarcas organizaron

la construcción de su tumba desde el

principio de los tiempos. Desde el Im-

perio Antiguo, con las inmensas pira-

mides, pasando por el Medio, con

construcciones más modestas, acaban-

do en el Imperio Nuevo y los períodos

más tardíos. A partir de la XVIII dinas-

tía se levantaron grandes mausoleos al

Oeste de Tebas, en dos lugares monta-

ñosos cercanos. El “Valle de los Re-

yes” y el “Valle de las Reinas”. Allí se

perforaron inumerables tumbas deno-

minadas “Hipogeos”. Éstas, algunas

muy profundas, tenían recubiertas sus

cámaras y pasadizos por jeroglíficos de

carácter magico y ritual. En ellos sólo

se relataba el viaje nocturno de Ra por

las doce regiones del mundo inferior

en lucha contra los enemigos de la luz.

La vida del Faraón no importaba. El

lugar era un territorio sellado e íntimo.

Oculto a la mirada humana. Ideado pa-

ra pasar desapercibido.

En cuanto a las tumbas de los parti-

culares, las primeras consistieron en un

simple hueco excavado en tierra, don-

de se depositaba el cadáver rodeado

por un pequeño ajuar, Con el tiempo,

fueron cambiando y ampliando. Sin

Revista La Alcazaba

30

embargo, diferían mucho de las de

la realeza. Se encontraba en lo más

profudo de un pozo. Depositado el

sarcófago en la cámara funeraria y

realizados los últimos ritos reli-

gioso – mágicos se sellaba su en-

trada y se cagaba el hueco.

Encima se alzaba una

construcción para honrar

la memoria del finado y

realizar plegarias. La por-

tada destacaba dentro de

una explanada decorada

con pinturas. Del patio se

pasaba a una cámara, orna-

mentada en paredes y te-

cho, con pinturas con los

momentos más importantes

del homenajeado (máxime si

era un potentado). El conjunto

se completaba con una segun-

da cámara donde éste adoraba

a sus dioses. Este tipo de tum-

ba correspondería a personas

con cierto grado de poder ad-

quisitivo. Empero, la estructura

de las de los más humildes per-

manece en el olvido.

El sarcófago era el ele-

mento más relevante de todo

el mobiliario mortuorio. El

cuerpo del Faraón y de los

aristócratas era envuelto por

varios. La momia era cubier-

ta por una máscara de oro.

Una vez realizado este acto,

era colocada en el interior de

un féretro de plata. Finalmen-

te, todo el conjunto era aloja-

do en una caja cuya tapa que

por el exterior, representaba

la faz del finado, con los sím-

bolos osiríacos y por el interior, conte-

nía la figura de la diosa del cielo,

“Nut”. El bloque, con ojos esculpi-

dos en los laterales y realizado en

granito negro, se situada sobre un

pedestal rectangular enmarcada

por las deidades guardianas

de los fallecidos. El ataúd

se completaba con un arca

que contenía los vasos ca-

nopes que contenían los

órganos del cuerpo.

La opulencia del mobiliario

fúnebre dependía del esta-

mento social y económico al

que se pertenecía. El más

suntuoso era el del Faraón.

Consistía en un sinfín de obje-

tos. Desde carros de combate,

barcos, sillas, lechos, cofres,

bastones de mando, hasta vaji-

lla y objetos rituales. Elemen-

tos que necesitaría, sin duda al-

guna, como soberano, en el

“Más Allá”. Al lado se coloca-

ban ánforas y otros recipientes

repletos de viandas y bebida para

cubrir las necesidades del monar-

Revista La Alcazaba

31

ca. El ajuar de los aristócratas trataría de parecerse (de

modo lejano), al de su señor. El de los pobres, como

máximo, consistiría en objetos cotidianos y herra-

mientas propios de su profesión. La presencia de es-

tatuillas es común a todos los enterramientos.

“Thot” y “Anubis” eran las deidades a quienes se

confiaba el sueño eterno de los fallecidos. Sin em-

bargo, sus restos eran también protegidos por aves

(halcones, buitres) y ofidios.

2.- El duelo, la momificación y el funeral según He-

rodoto y Diodoro de Sicilia.

a.- Itroducción.

Siguiendo al doctor Eduardo Alfonso, sabemos que

la religión nilótica admitía cuatro existencias en el

“Inframundo”. En primer lugar la del cadáver o

Revista La Alcazaba

32

“Khat”. En segundo lugar, la del doble o

“Ka”. Otra era la del alma o “Ba”. Final-

mente, la del espíritu o “Ju”. En el plano

divino, el espíritu triunfante era dotado de

un cuerpo celestial o “Sahú”. Basándose

en estos principios, se creía que para que

el alma perviviese en el “Más Allá”, nece-

sitaba ser reanimada por el “doble” o for-

ma sustancial de la materia física del fa-

llecido. De ahí la obsesión en la perfecta

preservación de los cuerpos. Ahí es donde

nace la idea de la momificación por me-

dios artificiales.

b.- El duelo.

Las noticias que Herodoto nos ha lega-

do, con todo lujo de detalles, sobre el due-

lo, la momificación y el funeral en el An-

tiguo Egipto. las encontramos en su se-

gundo libro “Euterpe” (85 – 90).

Es de resaltar que las mejores descrip-

ciones que relata se refieren a los finados

pertenecientes a familias pudientes. Así,

en la descripción del duelo tenemos:

“Los duelos y funerales son así: cuan-

do [...]muere un hombre de cierta impor-

tancia, [...] todas las mujeres de la casa

se emplastan de lodo la cabeza y el ros-

tro. Luego dejan en casa al difunto, [...]

recorren la ciudad, golpeándose, ceñida

la ropa a la cintura y mostrando los pe-

chos, en compañía de [...]sus

parientes. En otras partes pla-

ñen los hombres, [...]ceñida la

ropa a la cintura. Concluido es-

to, llevan el cadáver para em-

balsamarlo”. (Hrdt, II, 85).

En esta breve pero intensa na-

rración del duelo, observamos

dos datos muy interesantes. En

primer lugar la existencia de una

división estricta entre mujeres y

hombres en la exteriorización

del dolor por el óbito del finado.

Dentro de esta distribución por

género, vemos que la

“teatralización” del aconteci-

miento es más intensa entre las

féminas que entre los varones.

Éstas exteriorizan su luto me-

diante golpes a la altura del co-

razón, enlodádose el cabello,

subiéndose las ropas a la cintura

y enseñando los pechos. Los

hombres, también con las ropas

subidas a la cintura, se manten-

drían en otro lugar para sollozar.

En segundo lugar, en el frag-

mento se habla de “todas las mu-

jeres de la casa [...] en compañía

de [...] sus parientes”. De él se

desprende que estamos ante un

Revista La Alcazaba

33

evento familiar, pero no en el sentido ac-

tual de la palabra. Afectaría, muy proba-

blemente, a todos los miembros de la ca-

sa. Tanto familiares, clientes, sirvientes

como esclavos. Todos ellos obligados,

moral y socialmente, a manifestar su

aflicción de un modo público y notorio.

También resalta la permanencia del cadá-

ver en su hogar a la espera de llevarlo a la

“Casa de la Muerte” (lugar de preparación

del difunto para su momificación, del que

hablaremos más tarde).

El dolor y el sentimiento serían iguales

en las clases sociales inferiores. Sin em-

bargo, es lógico pensar que el duelo no

sería tan ostentoso ni exagerado como

ocurría en el caso de los magnates. Un

simple artesano o un

“sehety” (campesino egipcio), ja-

más se podrían permitir semejantes gas-

tos.

La viuda egipcia. Óleo de Lawrence Alma-Tadema

Revista La Alcazaba

34

María Lara Martínez

Revista La Alcazaba

35

El punto de partida

La Historia se mueve entre dos ejes: el espacio y el

tiempo, que a la vez que ejercen de coordenadas son magnitudes

en sí mismas con las que contabilizar la amplitud de los fenóme-

nos o los sucesos.

La primera dimensión ha cambiado sustancialmente desde los

orígenes de la vida en la Tierra. Primero por la formación del

planeta y el surgimiento de los continentes en el desarrollo del

proceso geológico que llevó de Pangea, el bloque único, a la

aparición de los océanos y accidentes del relieve. Segundo, por

la exploración del mundo que impulsó el conocimiento del glo-

bo, especialmente desde finales del siglo XV, cuando a Asia,

Europa y África se irían sumando América, Oceanía y la Antár-

tida.

Dejando a un lado los debates entre Creacionismo y Evolu-

cionismo, con independencia de que los primeros pobladores

fueran Adán y Eva, o de que carecieran de identidad propia las

partículas cósmicas del Big Bang, lo cierto es que la aparición

del Sistema Solar tendría lugar hace 4.600 millones de años y

que la vida en la Tierra está atestiguada desde hace alrededor de

unos 4.000 millones de años.

Biología, geología, antropología e historia, entre otras disci-

plinas, cooperan a fin de proporcionar una aproximación al ori-

gen del hombre. Así, del orden de los primates, aparecido hace

12 millones de años, se avanzó hacia el Australopithecus, cuyo

nacimiento vino propiciado por el cambio climático. Este factor

propiciaría la bipedestación (para alcanzar visualmente el hori-

zonte de la sabana) y la separación de los primeros antropoides

de sus parientes los primates. De este modo, la existencia del

Australopithecus está documentada en un amplio período com-

prendido entre los 4,5 y los 1,5 millones de años. Y, de ahí, con

la ampliación de la capacidad cerebral, se pasaría al género Ho-

mo, con el Habilis, hace 2,5 millones de años y, tras una com-

pleja cadena con eslabones paralelos y múltiples, al Homo Sa-

piens Sapiens (el hombre actual) desde el año 35.000 a.C.

Revista La Alcazaba

36

Del mismo modo, la segunda di-

mensión, el tiempo, ha experimen-

tando mudanzas. A pesar de que po-

dría intuirse que el tiempo es objeti-

vamente el que es, no resulta sólo

metafórico, sino científico el conse-

jo de “dar tiempo al Tiempo”. La

relatividad de los datos provoca que

no sea lo mismo hablar de un siglo

en época histórica, donde representa

un lapso considerable, que en la

Prehistoria, cuando 1 cron (millón

de años) supone antes de ayer.

2. Los primeros observatorios

En este orden de cosas, las profe-

cías históricas saltan a la actualidad cuan-

do se aproxima un año bisiesto, expresión

que deriva del latín bis sextus dies ante

calendas martii (sexto día antes del mes

de marzo repetido). Parece un trabalen-

guas, mas no lo es, pues los romanos no

contaban los días del mes del 1 al 31, sino

tomando tres fechas de referencia: calen-

das, nonas e idus, tres secciones del mes

en función de las cuales se señalaban los

días pasados o que faltaban para llegar al

jalón.

El primer calendario del mundo del que

se tiene noticia procede de Escocia, del

8.000 a.C. Los hoyos alineados en el sols-

ticio de invierno habrían servido de guía a

los cazadores-recolectores del Mesolítico

en el valle de Dee. El cromlech de Sto-

nehenge (Salisbury, Inglaterra), que está

en pie desde el siglo XX a.C., pudo ser un

observatorio pues incluye círculos de pie-

dra y avenidas ceremoniales, todo ello en

las proximidades de un asentamiento que

pudo tener cerca de 1.000 casas, si bien no

se trataba de una aldea habitada perma-

nentemente. Como anticipábamos, mu-

chos monumentos megalíticos ostentan

corredores alineados hacia el solsticio de

invierno. En Stonehenge, en el solsticio de

verano, el sol salía atravesando el eje del

supuesto templo. También las pirámides

mayas, aztecas o incas revelan concomi-

tancias astrológicas.

La primera referencia literaria al día y a

la noche, al mes y al año, proviene del

poema de Gilgamesh, narración en carac-

teres cuneiformes sobre las aventuras de

este príncipe de la ciudad sumeria de

Uruk, que vivió sobre el año 2.750 a.C.

Los sumerios se encontraron con un mes

de 30 días y 12 meses en cada año de 260

días. Dividieron el círculo de 360 grados

en 12 sectores de 30 cada uno (signos del

zodíaco) y, al sol y la luna, adhirieron las

constelaciones como herramienta de me-

dir el tiempo, a la par que emblema místi-

co del ascendente de los astros.

No obstante, la necesidad de medir se-

gundos fue posterior pues la trigonometría

no se iniciaría hasta el año 140 a.C., con

Hiparco de Nicea. Este matemático griego

Revista La Alcazaba

37

dividió el día en 24 horas de idéntica du-

ración (hasta la invención del reloj mecá-

nico, en el siglo XIV, las partes del día

variaban con las estaciones). El primer

reloj surgió en Egipto hace 4.000 años,

como era de sol sólo funcionaba en jorna-

das radiantes. En contraste, de noche, el

reloj de agua, o clepsidra, indicaba la hora

al vaciarse el agua que contenía. Habría

que esperar al siglo XI para que se cons-

truyera en China un reloj astronómico del

que cabe detallar que arrastraba un error

de 100 segundos por día. Y, en Europa,

durante el XVI, los relojes de arena se

empleaban para medir la duración de las

misas en las iglesias. En 1656 Huygens

inventaría el reloj de péndulo, en el que se

marca el segundo. El reloj náutico de pre-

cisión para determinar la posición del bu-

que no sería operativo hasta 1680.

3. Juliano y gregoriano

A comienzos del tercer milenio, está

atestiguado el calendario solar egipcio, el

cual se convertiría en la base del actual.

Constaba de 12 meses de 30 días, junto

a 5 días adicionales). Se fundamentaba

en la observación de la salida “heliaca”

de la estrella Sirio (la más brillante del

firmamento), hecho que marcaba la

época de las inundaciones del Nilo.

Transcurría el año 49 a.C., cuando Julio

César llegó a Egipto. Hasta entonces, el

calendario romano cargaba siglos de

desfase debido a la imprecisión. El año

de Rómulo tenía 10 meses: marzo (en

honor a Marte, dios de la guerra), abril

(por Afrodita), mayo (por la diosa

Maia, que otorgaba la fertilidad), junio

(por Juno, la esposa de Júpiter), quinti-

lis (quinto), sextilis (6), septiembre (7),

octubre (8), noviembre (9) y diciembre

(10). El segundo rey de Roma, Numa

Pompilio, añadió dos meses: enero (por el

dios Jano, de dos caras, una hacia el pasa-

do y otra mirando al presente) y febrero

(por la fabrua, fiesta de purificación). Dos

meses, los Mercedonios o Intercalares,

añadidos cada 4 años, trataban de coope-

rar, en vano, al reajuste. Antes de que el

nacimiento de Cristo marcara la era, el

cómputo venía marcado por la fundación

de Roma (753 a.C.), como los griegos te-

nían como hito la primera Olimpíada (776

a.C.) y, posteriormente, los musulmanes

la Hégira (622 d.C.).

El caso es que en la tierra de Cleopatra,

entre otros beneficios, Julio César halló

un excelente calendario. Delegó en el as-

trónomo Sosígenes de Alejandría la tarea

de afinar en exactitud. Sosígenes entregó

a César su calendario entre los años 48 y

46 a.C., basado en el egipcio, pero conser-

vando los nombres romanos. Este calen-

dario poseía una duración de 365 días y

un día adicional cada 4 años, en aras de

compensar el desfase natural producido

Revista La Alcazaba

38

por la revolución no sincrónica de la Tie-

rra en torno al sol. Para compensar el des-

fase y partir de un año cero, el 46 a.C. tor-

nó en el más largo de la Historia, con 445

días. Por la iniciativa particular y los efec-

tos, fue llamado “año juliano” o “año de

la confusión”.

El calendario juliano estuvo vigente en

Europa durante 16 siglos, aunque arras-

trando el error de 11 minutos y 14 segun-

dos con respecto al año solar, una inciden-

cia que ya se advirtió en el Concilio de

Nicea (325 d.C.), en tiempos del empera-

dor Constantino, y que no se corrigió

hasta 1582, en que se adoptó el calendario

gregoriano.

Ayudado por el científico italiano Luis

Lilio y el jesuita alemán Christopher Cla-

vius, viendo que el equinoccio de marzo

llevaba un adelanto de 11 días desde que

el calendario juliano, Gregorio XIII deci-

dió reformularlo. A la Iglesia le preocupa-

ba especialmente este error que afectaba a

la celebración de la Pascua de Resurrec-

ción y otras fiestas movibles que depen-

den de ella.

Para poner en marcha este trascenden-

tal cambio, el papa promulgó el 24 de fe-

brero de 1582 la bula Inter gravissimas, en

la que establecía que al jueves 4 de octu-

bre de 1582 lo seguiría el viernes 15 de

octubre. Esto supuso que Teresa de Jesús,

fallecida justo el 4 de octubre de 1582,

figure como enterrada 11 días después,

cuando en realidad recibió sepultura en la

jornada siguiente al óbito. Desde esta re-

forma, el Domingo de Resurrección es

definido por la Iglesia católica en el si-

guiente domingo al primer plenilunio des-

pués del 20 de marzo. El cráter más gran-

de de la Luna hoy lleva el nombre de Cla-

vius, su compañero, Lilio, ostenta la

“propiedad” de otro, aunque en vida no

pudo ver aplicada su reforma pues murió

en 1576.

En consecuencia, Gregorio XIII dispu-

so adelantar el almanaque oficial 11 días,

para remediar el error acumulado desde el

año 46 a.C., y estableció como regla de

los años bisiestos que tendrían la cadencia

de 1 de cada 4, excepto aquellos termina-

dos en 00 (divisibles por 100), salvo si

son divisibles entre 400, o lo que es más

fácil que sean divisibles entre 4 las dos

primeras cifras, por ejemplo fueron bisies-

tos 1600 y 2000. Aún así, cada 10.000

años tendríamos 3 días de pequeño desfa-

se.

Anecdotario de los calendarios múlti-

ples (siglos XVI-XX)

Pero el calendario gregoriano no fue

adoptado de inmediato en Occidente en

pleno. Turquía lo asumió en 1917; Grecia

y la Iglesia ortodoxa lo harían en 1923.

Después de haberlo aceptado inicialmente

en 1918 y de haber probado otros cómpu-

Gregorio XIII

Revista La Alcazaba

39

tos desde 1923, Rusia lo aplicaría de mo-

do permanente desde 1940.

Cada año, cuando se aproxima el 23 de

abril, se suele conmemorar que en esa jor-

nada, en 1616, murieron Cervantes y Sha-

kespeare, mágica coincidencia que pierde

su misterio al razonar que Inglaterra prosi-

guió con el calendario juliano hasta 1752.

Así, el autor de El Quijote murió el 22 de

abril y lo enterraron el 23. En este último

día pereció el padre de Hamlet, esto es, 10

días después que el alcalaíno porque anda-

ban a vueltas los calendarios juliano y

gregoriano.

En 1712, el 29 de febrero fue seguido

por un extravagante 30, como una estrate-

gia para abolir el calendario sueco y retor-

nar al juliano. Durante la Revolución

Francesa, ante el ansia del pueblo de des-

mantelar el Antiguo Régimen y liberarse

de sus opresores, entró en vigor el calen-

dario republicano. Aconteció el 24 de oc-

tubre de 1793, con meses como Vendima-

rio, Brumario, Frimario (en otoño), Nivo-

so, Pluvioso, Ventoso (en invierno), Ger-

minal, Floreal, Pradial (en primavera),

Mesidor, Termidor y Fructidor (en ve-

rano), en función de los fenómenos at-

mosféricos o de las tareas agrícolas.

En el Archivo Histórico Nacional, al

rastreo de los documentos con falsos bi-

siestos (como el asiento de grado de Ba-

chiller en Cánones por la Universidad de

Alcalá del soriano Antonio Zapata el 29

de febrero de 1607, que no fue bisiesto),

se unen licencias de publicación denega-

das para tratados astrológicos como El

mayor plenipotenciario de astros y plane-

tas. El Gran Piscator de Aragón para el

año 1736, solicitada por su autor, Pascual

Aznar, o el secuestro de ejemplares del

Almanak o kalendario general, de 1792,

del Dr. D. Judas Tadeo Ortiz Gallardo.

Otra de las confusiones resultantes del

uso de distintos calendarios justifica que

la revolución de Lenin no fuera de octubre

sino de noviembre. El alzamiento de Le-

nin contra los zares tuvo lugar en la fecha

juliana del 25 de octubre de 1917, que se

correspondería con la gregoriana del 7 de

noviembre. Curiosamente, una de las pri-

meras medidas de los bolcheviques fue la

de adoptar el calendario pontificio.

Reza el dicho “año bisiesto, año sinies-

tro”, el temor se acrecienta al constatar

que la invasión de las tropas francesas en

la Guerra de la Independencia en 1808, el

hundimiento del Titanic en 1912 o el

inicio de la Guerra Civil Española en

1936 tuvieron lugar en años bisiestos,

comprobación trágica como la de los ase-

sinatos de Mahatma Gandhi (1948), Ro-

bert Kennedy y Martin Luther King

(1968), John Lennon (1980) o Indira

Gandhi (1984).

Mas no todo ha sido nefasto en los años

bisiestos. Por ejemplo, en un 29 de febre-

ro nacieron personajes relevantes como

Paulo III (1468), el papa que aprobó la

Compañía de Jesús o el escritor Lord By-

ron (1788). Y es que en algunos países,

como Irlanda, venir al mundo en esa fecha

es tenido como presagio de buena suerte.

Almanaque de Ju-

das Tadeo Ortiz

Revista La Alcazaba

40

Vuelvo a mirar el cielo de París

y me estremezco. En el Sena

hay nubes turbando la mirada de las aguas.

In memoriam. El Sena gime.

Mi lengua es silencio.

Ahogado grito y réquiem.

Carezco de respuesta por la vida abatida.

No existe un edén

en nombre de un dios vengativo.

En nombre de todos los dioses

que masacran la vida.

No hay Dios, cuando en su nombre,

la sangre brota sin libertad alguna.

Revista La Alcazaba

41

A San Juan de la Cruz

…visito Fontiveros y Úbeda porque tú, Señor,

así lo preferiste, lista para escucharte

a través del silencio de pueblos y plazas

donde tu magnitud se muestra y permanece.

Oírte es el sonido de voces que nos hablan

del pan de cada día, de elevar rogativas

por las calles desiertas a la sombra de templos

por donde las campanas esparcen su llamada.

Por las calles escucho el gorjear quebrado

de pájaros, voces entrecortadas, pisadas

que se cruzan entre sí. Todo a mí alrededor

tiene olor a oración en Úbeda, ciudad

donde el santo murió. Aunque parto, dejo aquí,

mi corazón amante, por San Juan de la Cruz.

Fragmento de mi libro “Camino de amor”

Finalista del Premio Mundial de Poesía Mís-

tica “Fernando Rielo” 2011

Revista La Alcazaba

42

UNA IMAGEN PARA UN POEMA

Revista La Alcazaba

43

A la Pulchra Leonina

Poema a la Catedral de

León

Prodigio de luz y piedra,

poema de vidrio viejo,

danzarina iluminada

por el sol y los luceros;

una estrella cada piedra,

cada ventanal, un verso.

¡Ay, Catedral de León,

que quieres subir al cielo!

Arcón de piedra tallada

rico joyel de aderezos,

urna de cristal, milagros

de luz, de perlas, de cielo.

¡Ay, catedral de León,

que te levantas del suelo!

Brisa de piedra, aroma

del arte imperecedero,

éxtasis maravilloso

y espíritu del ensueño.

Ay, catedral de León,

que quieres volar al cielo!

Cien mantones de Manila

se cuelgan desde sus flecos

de las piedras de sus bóvedas

que están en constante vuelo.

Las agujas de sus torres

se peinan con los luceros.

La luna alegre y morena

en sus veletas de acero,

como veleta prendida,

la satura en su misterio

de purpurina y embrujo,

de marfil y de reflejos.

¡Ay, danzarina sagrada,

milagro de los ensueños!

¡Ay, catedral de León,

que te levantas del suelo!

Poema: Francisco Pérez Herrero

Fotografía: Alberto Rufo Chamorro

Revista La Alcazaba

44

Nació en el seno de familia hidalga; su

padre era Juan Antonio Meléndez Valdés

y su madre María de los Ángeles Díaz Ca-

cho, tuvo numerosos hermanos; tras su

nacimiento la familia se instaló en Almen-

dralejo y a los siete años de edad se quedó

huérfano de madre. En 1767 viajó a la

corte para estudiar bajo la tutela de su her-

mano mayor Esteban, en el Colegio de

Santo Tomás, más tarde ingresó en los

Reales Estudios de San Isidro, donde

aprendió filosofía moral y griego. Final-

mente empezó Leyes en la Universidad de

Salamanca en 1772 al par que escribe sus

primeros poemas y frecuenta las tertulias

poéticas, en especial la de fray Juan Fer-

nández de Rojas, más conocido por Delio,

y la de José Cadalso en 1773, quien le in-

trodujo en la cultura francesa; en 1774

murió su padre y su carácter se volvió de-

finitivamente melancólico. Conoció a Jo-

vellanos y en 1780 obtiene el premio de

poesía de la Real Academia Española con

su obra "Batilo". Entre 1781 y 1783, escri-

be "Las enamoradas anacreónticas" y

"Los besos de amor" y se casa con María

Andrea de Coca. Poco a poco, la fama le

persigue por todo el país. Ha madurado y

es conocido por todos los intelectuales,

poetas y escritores de la época. El famoso

impresor Joaquín Ibarra publica en 1785

el primer volumen de sus poemas con

gran éxito, realizándose diversas edicio-

nes. En 1798 comienza a ejercer de fiscal

durante siete meses y con el favor de Jo-

vellanos, obtiene los destinos sucesivos de

juez de la corte en Zaragoza en 1789, can-

PÁGINA AL CUIDADO DE

NICOLÁS DEL HIERRO

JUAN MELÉNDEZ VALDÉS

Revista La Alcazaba

45

ciller en Valladolid en 1791 y fiscal de la

Sala de Alcaldes de la Casa y Corte en

Madrid en 1797, cargo que ocupará ape-

nas siete meses; escribe entonces sus Dis-

cursos forenses, que circularon de forma

manuscrita hasta ser publicados durante el

Trienio Liberal. Con la caída de Jovella-

nos, Meléndez se ve obligado a dejar Ma-

drid el 27 de agosto de 1798, y le envían a

supervisar las obras de un cuartel que se

construía en Medina del Campo, lo que

suponía en la práctica un castigo. Pero en

1802 se le devuelven sus emolumentos

como fiscal y va a vivir a Zamora, donde

se dedicó a proyectos sociales y al estu-

dio. Marcha luego a Salamanca y a Ma-

drid.

Tras la ocupación francesa, se pone al

servicio de José I de España, ocupando

puestos en el Consejo de Estado y la con-

decoración como Caballero de la Orden

Real de España, lo que le acarreará graves

problemas como afrancesado a la salida

del rey tras la Guerra de la Independencia.

Huido a Francia, residió sucesivamente en

Toulouse, Montpellier, Nîmes, Alès y

Montauban; su salud se deteriora y se ve

aquejado de fuertes depresiones y cuatro

años más tarde fallece en Montpellier. Sus

restos volvieron a Madrid en 1900 y des-

pués de un breve paso por el Panteón de

Hombres Ilustres reposan finalmente en

un mausoleo conjunto con Goya, Moratín

y Donoso Cortés, obra de Ricardo Bellver,

en el Cementerio de San Justo..

DEL LIBRO:

LOS BESOS DEL AMOR

Cuando mi blanda Nise

lasciva me rodea

con sus nevados brazos

y mil veces me besa,

cuando a mi ardiente boca

su dulce labio aprieta,

tan del placer rendida

que casi a hablar no acierta,

y yo por alentarla

corro con mano inquieta

de su nevado vientre

las partes más secretas,

y ella entre dulces ayes

se mueve más y alterna

ternuras y suspiros

con balbuciente lengua,

ora hijito me llama,

ya que cese me ruega,

ya al besarme me muerde,

y moviéndose anhela,

entonces, ¡ay!, si alguno

contó del mar la arena,

cuente, cuente, las glorias

en que el amor me anega.

Revista La Alcazaba

46

A UNOS LINDOS OJOS

Tus lindos ojuelos

me matan de amor.

Ora vagos giren,

o párense atentos,

o miren exentos,

o lánguidos miren,

o injustos se aíren,

culpando mi ardor,

tus lindos ojuelos

me matan de amor.

Si al final del día

emulando ardientes,

alientan clementes

la esperanza mía,

y en su halago fía

mi crédulo error,

tus lindos ojuelos

me matan de amor.

Si evitan arteros

encontrar los míos,

sus falsos desvíos

me son lisonjeros.

Negándome fieros

su dulce favor,

tus lindos ojuelos

me matan de amor.

Los cierras burlando,

y ya no hay amores,

sus flechas y ardores

tu juego apagando;

Yo entonces temblando

clamo en tanto horror:

«¡Tus lindos ojuelos

me matan de amor!».

Los abres riente,

y el Amor renace

y en gozar se place

de su nuevo oriente,

cantando demente

yo al ver su fulgor:

«¡Tus lindos ojuelos

me matan de amor!».

Tórnalos, te ruego,

niña, hacia otro lado,

que casi he cegado

de mirar su fuego.

¡Ay! tórnalos luego,

no con más rigor

tus lindos ojuelos

me maten de amor.

Revista La Alcazaba

47

LA PRIMAVERA

La blanda primavera

derramando aparece

sus tesoros y galas

por prados y vergeles.

Despejado ya el cielo

de nubes inclementes,

con luz cándida y pura

ríe a la tierra alegre.

El alba de azucenas

y de rosa las sienes

se presenta ceñidas,

sin que el cierzo las hiele.

De esplendores más rico

descuella por oriente

en triunfo el sol y a darle

la vida al mundo vuelve.

Medrosos de sus rayos

los vientos enmudecen,

y el vago cefirillo

bullendo les sucede,

el céfiro, de aromas

empapado, que mueven

en la nariz y el seno

mil llamas y deleites.

Con su aliento en la sierra

derretidas las nieves,

en sonoros arroyos

salpicando descienden.

De hoja el árbol se viste,

las laderas de verde,

y en las vegas de flores

ves un rico tapete.

Revolantes las aves

por el aura enloquecen,

regalando el oído

con sus dulces motetes;

y en los tiros sabrosos

con que el Ciego las hiere

suspirando delicias,

por el bosque se pierden,

mientras que en la pradera

dóciles a sus leyes

pastores y zagalas

festivas danzas tejen

y los tiernos cantares

y requiebros ardientes

y miradas y juegos

más y más los encienden.

Y nosotros, amigos,

cuando todos los seres

de tan rígido invierno

desquitarse parecen,

¿en silencio y en ocio

dejaremos perderse

estos días que el tiempo

liberal nos concede?

Una vez que en sus alas

el fugaz se los lleve,

¿podrá nadie arrancarlos

de la nada en que mueren?

Un instante, una sombra

que al mirar desparece,

nuestra mísera vida

para el júbilo tiene.

Ea, pues, a las copas,

y en un grato banquete

celebremos la vuelta

del abril floreciente.

Revista La Alcazaba

48

Alfredo Pastor Ugena

Revista La Alcazaba

49

L a Época Isabelina, desde

la mayoría de edad de la

Reina, pone fin a la Re-

gencia de Espartero (1840-

1843), e inaugura la Década

moderada (1844-1854) regi-

da por la Constitución de

1845. Inmediatamente des-

pués, desde 1854 hasta

1856, se asistió a lo que

se ha llamado Bienio pro-

gresista que desembocó

en los años de la Unión

Liberal (1856-1868) bajo

el gobierno del general O'Donnell, que

se mantuvo en el poder desde el 30 de

junio de 858 hasta el 2 de marzo de

1863. El reinado de Isabel II termina en

1868, cuando la Revolución de este año,

conocida como La Gloriosa, la expulsa

de España y con ella a los Borbones.

Durante estos años, la persistencia

y surgimiento de problemas económicos

y sociales dificultó la labor guberna-

mental y, al tiempo, provocó un gran

desgaste en el partido progresista que

terminó por hacer imposible su conti-

nuidad en el poder.

Los gobiernos y prácticas políticas

dictatoriales del general Narváez y de

González Bravo, en los últimos manda-

tos de los liberales moderados, exten-

dieron la impopularidad de este régimen

y de la reina Isabel II, que siempre les

había apoyado.

Merece la pena indicar de forma más

detenida algunos rasgos de la vida y per-

sonalidad del general Narváez, el

“espadón” protagonista y hombre fuerte

de estos momentos, por su importancia no

sólo en este período sino también en la

historia de España.

El general Narváez, “el espadón de

Loja”

Fue uno de los denominados

“espadones” más célebres del siglo XIX

español, y significativo representante del

clásico autoritarismo militar de la época.

Procedente del seno de una rica y noble

familia andaluza originaria de Loja, inició

Ramón María Narváez y Campos, I Duque de Valencia (Loja,

Granada, 5 de agosto de 1800 - Madrid, 23 de abril de 1868), fue un

militar y político español, siete veces Presidente del Consejo de

Ministros de España entre 1844 y 1868. Conocido como El Espadón

de Loja.

Revista La Alcazaba

50

su carrera militar en el regimiento de la

Guardia Valona en 1815. En el Trienio

Constitucional (1820-1823) tomó partido

por la causa liberal, formando parte del

Batallón Sagrado, donde sobresalió en la

lucha contra el levantamiento absolutista

de la Guardia Real en julio de 1822; com-

batió bajo las órdenes de Espoz y Mina en

Cataluña contra los “Cien mil hijos de San

Luis”. Hecho prisionero por el multinacio-

nal ejército absolutista, permaneció en

Francia hasta 1824.

A la muerte de Fernando VII abrazó

la causa isabelina, y en 1835 participó en

la Batalla de Mendigorría, (tuvo lugar en

los campos situados al sur de esta locali-

dad el día 15 de julio de 1835 entre los

dos bandos contendientes durante la Pri-

mera Guerra Carlista,( con la victoria del

bando liberal), lo que le valió su ascenso a

teniente coronel. En 1836, gracias a su

actuación en la Batalla de Arlabán

(conjunto de operaciones militares que se

desarrollaron durante la Primera Guerra

Carlista en el Alto de Arlabán , situado

entre Álava y Guipúzcoa) fue nombrado

brigadier, y en 1838 fue promovido a ma-

riscal de campo y elegido diputado en las

Cortes Generales.

Fue un constante enemigo de Espar-

tero, al que consideraba responsable del

freno en su carrera política y castrense,

afiliándose al partido liberal moderado,

opuesto al progresista de Espartero. Tras

Batalla de Arlaban, 16 y 17 de Enero de 1836. Óleo de Josep Cusachs y Cusachs.

Revista La Alcazaba

51

un fracasado levantamiento en 1838, tuvo

que exiliarse en Gibraltar y luego en París,

desde donde dirigió una junta de oposi-

ción a Espartero, la “Orden Militar Espa-

ñola”, asociación castrense que defendía

la sublevación para acabar con la situa-

ción progresista en España.

. En 1843 regresa a España y derrota

a las tropas esparteristas de Seoane en

Torrejón de Ardoz (Madrid), lo que le

vale ser nombrado teniente general. Ese

mismo año sufre un atentado en la calle

Desengaño de Madrid del que resulta

ileso, aunque su ayudante tiene peor

suerte y muere. Como culminación a su

carrera política, cuando Isabel II alcan-

za la mayoría de edad en 1844, es nom-

brado presidente del Gobierno.

. En el plano legislativo llevó a

cabo una reforma fiscal, y junto al mar-

qués de Ahumada, creó la Guardia Ci-

vil. Asimismo, reorganizó la Instrucción

Pública y paró la desamortización que

en 1841 había promovido Espartero.

Durante más de veinte años, los que

median entre finales de la década de

1840 y su muerte en 1868, su vida estu-

vo dedicada esencialmente a luchar

contra otros generales por el poder.

Apartado del Gobierno en 1846,

vuelve al año siguiente al frente de un

gabinete del partido moderado que tiene

que enfrentarse a la Revolución de 1848

y a la segunda guerra carlista. Excluido de

nuevo de la jefatura del Gobierno en

1851, volvió como Presidente del Go-

bierno de 1856-1857 y de 1864-1868.Este

último período se caracterizó por la fuerte

represión que ejerció para intentar contro-

lar los movimientos opositores que en to-

dos los ámbitos sociales habían surgido

para denunciar y hacer frente a la corrup-

ción e inoperancia de su gobierno. Empe-

ñado en mantener el régimen por las ar-

mas, tras su muerte en abril nadie pudo

evitar la Gloriosa Revolución de septiem-

bre de 1868 y el resquebrajamiento del

partido moderado. La crisis económica

iniciada en 1866 acrecentó asimismo el

descontento de la población.

Coyuntura y crisis económica

La evolución de la economía espa-

ñola durante los últimos años del reinado

de Isabel II contribuyó en gran medida a

acelerar su deterioro, dada la profunda cri-

sis en que la nación estaba sumida desde

1866. Crisis desdoblada en dos versiones:

una moderna, que incidía sobre el sector

La reina Isabel II de España. Óleo de Madrazo

Revista La Alcazaba

52

financiero y el industrial, y una tradicio-

nal, en torno a la actividad agraria. La co-

yuntura resultante, determinada por el blo-

queo y la recesión económica, escapaba a

todo control de los Gobiernos isabelinos,

incapaces de hacerle frente. Las élites

económicas decidieron entonces buscar

sus propias fórmulas alternativas dentro

de las propuestas liberales. Tras un perío-

do de bonanza, que se inició en 1856, la

recesión se dejó notar ya en 1864 y se

agudizó paulatinamente, hasta estallar en

1866. Coincidió en el tiempo con una se-

vera crisis a nivel europeo que, de una

forma u otra, repercutió sobre la economía

nacional. Sus efectos se concretaron en la

profunda paralización del proceso de in-

ternacionalización económica que el capi-

tal español había experimentado desde

1856, cuando se legisló la entrada de capi-

tal extranjero en grandes dosis, sobre

todo para la financiación del ferrocarril.

Las inversiones foráneas, principal-

mente francesas, habían llegado a conver-

tirse en impulsoras no sólo del ferrocarril,

sino de otros sectores de la economía es-

pañola. De este modo cuando la inyección

de capital se detuvo y se produjo el estan-

camiento del negocio ferroviario, dichos

sectores cayeron también, ocasionando un

crac bursátil. Numerosas empresas y

bancos entraron en suspensión de pagos o

quebraron, multiplicando una situación de

crisis que se agravó aún más con los pro-

blemas de la industria textil catalana, muy

afectada por la guerra de Secesión norte-

americana y por el bajo nivel de consumo

interior. Otro elemento de intensificación

de la crisis viene del lado comercial, dado

que el proteccionismo no era ya más que

un estorbo para el desarrollo industrial y

la consolidación del mercado interior.

Los últimos Gobiernos isabelinos no

dieron con la fórmula adecuada para re-

formar el sistema arancelario, como tam-

poco acertaron con el reajuste presupues-

Mapa político de la España de 1852

Revista La Alcazaba

53

tario, que se había convertido en una ne-

cesidad de primer orden. Los habituales

problemas hacendísticos habían empeora-

do considerablemente, provocan-

do un déficit extraordinario, aun-

que no tanto por lo abultado del

gasto como por el escaso nivel de

ingresos. Las autoridades toma-

ron medidas distintas, destinadas,

precisamente, a aumentar y acele-

rar los ingresos por la vía fiscal,

sin conseguir cotas de eficiencia.

Todo este conjunto de facto-

res muestran las tensiones que

presionaban sobre la economía

española a partir de 1866 y que

redundaron en un alarmante au-

mento de las tasas del paro, afec-

tando a todo el país y a todo el

abanico profesional. La economía

se vería aún más vul-

nerada en 1867, cuando sobrevino la crisis

agraria.

Concluido su ciclo habitual de diez

años, la agricultura española se sumergió

en una crisis de producción, que se tradujo

posteriormente en crisis de subsistencias.

En efecto, las crisis decenales clásicas del

Antiguo Régimen se habían dado en Espa-

ña en 1804, 1812, 1817, 1823-1824, 1837,

1847, 1856-1857. Comenzó un período de

carestía y hambre que repercutió negati-

vamente a corto plazo en la evolución de-

mográfica y colaboró a ensanchar los índi-

ces de paro. El precio del trigo y del pan

se encareció notablemente, en un momen-

to en el que el poder adquisitivo de la po-

blación había descendido sensiblemente.

Los repartos de pan promovidos por las

autoridades no sirvieron para paliar los

efectos de la conjunción de paro y ham-

bre, y la importación de cereal extranjero

para combatir la subida de precios no pu-

do evitar una situación rayana en el desas-

tre.

La crisis económica de 1866–1868

fue la suma de tres crisis sucesivas:

– Crisis bursátil de 1866 debido al des-

plome de las acciones del Banco de Espa-

ña y la Bolsa de Barcelona, debido a la

caída de los valores ferroviarios, seguida

por la quiebra de numerosas Cajas de

Ahorro, destacando “La Peninsular” diri-

gida por Pascual Madoz.

– Crisis de la industria textil catalana,

ya que la Guerra de Secesión americana

(1861–1865) había interrumpido las ex-

portaciones de algodón en rama y los pre-

cios del algodón sufrieron un alza especta-

cular.

– Crisis agrícola de 1867–68 que dio

como resultado la carestía de trigo

Leopoldo O’donell, protagonizó la Vicalvarada que dio

inicio al Bienio Progresista y fue el artífice de los gobier-

nos de la Unión Liberal.

Revista La Alcazaba

54

(alimento básico de la población españo-

la) que duplicó su precio entre 1866 y

1868, provocando un profundo malestar

social.

A la crisis financiera de 1866 se su-

mó una grave crisis de subsistencias en

1867 y 1868 motivada por la malas cose-

chas de esos años, en un momento en que

“el país se encontró totalmente falto de

reservas de las que poder echar mano,

debido a que las exportaciones a Cuba,

Francia e Inglaterra lo habían vaciado

prácticamente”. La primera subida del

precio del trigo se produjo en septiembre

de 1866 debido a la escasez de trigo cau-

sada por las exportaciones realizadas para

reducir el déficit de la balanza comercial

después de dos años de excelentes cose-

chas. El problema se agravó con la mala

cosecha de 1867. "El precio del trigo

subió durante el año agrícola de 1867-

1868 un 37% respecto del año anterior, y

un 64% en relación con 1865-1866". Para

intentar paliar la crisis el último gobierno

de Narváez aprobó un decreto en marzo

de 1868 por el que se ponía fin al tradicio-

nal política proteccionista y se dejaba to-

talmente libre del pago de aranceles la im-

portación de trigos y de harinas, aunque la

medida se tomó no porque se hubiera asu-

mido la teoría del liberalismo económico,

sino como repuesta al descontento popular

y a las revueltas sociales de 1868.

Los afectados por la crisis de subsis-

tencias no fueron los hombres de negocios

o los políticos, como en la crisis financie-

ra, sino las clases populares debido a la

escasez y carestía de productos básicos

como el pan. Se desataron motines popu-

lares en varias ciudades, como en Sevilla,

donde el trigo llegó a multiplicar por seis

su precio, o en Granada, al grito de "pan a

ocho" (reales).

Moneda de oro de 10 escudos del reinado de Isabel II (1868).

Revista La Alcazaba

55

La crisis de subsistencia se vio agra-

vada por el crecimiento del paro provoca-

do por la crisis económica desencadenada

por la crisis financiera, que afectó sobre

todo a dos de los sectores que más trabajo

proporcionaban, las obras públicas -

incluidos los ferrocarriles- y la construc-

ción. Así pues, en esos años confluyeron

dos tipos de crisis, una moderna de tipo

capitalista que generaba desempleo y otra

tradicional, de subsistencias, que provoca-

ba carestía y escasez. La coincidencia de

ambas creaba "unas condiciones sociales

explosivas que daban argumentos a los

sectores populares para incorporarse a la

lucha contra el régimen isabelino".El pro-

blema afectaba especialmente a las ciuda-

des.

A principios de 1866 estalló también

la primera crisis financiera de la historia

del capitalismo español. Dos años antes

era evidente que el ciclo expansivo vivido

durante los gobiernos de la Unión Liberal

había tocado a su fin y que durante ese

tiempo no se había hecho nada por resol-

ver los problemas de base de la economía

española, ya que el crecimiento "más que

en una estructura productiva bien articula-

da" se había basado "en la especulación en

los ferrocarriles y en las finanzas". Por eso

algunos historiadores sitúan en 1864 el

inicio de la "primera crisis moderna del

sistema económico español".

El primer sector afectado fue la in-

dustria textil catalana, como ya hemos se-

ñalado como consecuencia de la escasez

de algodón provocada por la Guerra de

Secesión norteamericana, al que siguieron

la crisis de las compañías ferroviarias ante

la falta de rentabilidad de las mismas tras

la finalización de la primera fase de la

construcción de la red, que inmediatamen-

te "se trasladó al sistema bancario, dado el

estrecho vínculo entre compañías ferro-

viarias y sistema financiero. Los resulta-

dos fueron múltiples: quiebras bancarias,

falta de liquidez y, de un modo más am-

plio, un descenso en la producción de hie-

rro y un retraimiento económico general".

"La nómina de políticos y generales

que prestaron su nombre y su influencia a

bancos y compañías ferroviarias sería in-

terminable".

En enero de 1867 el político progre-

sista Pascual Madoz, que había sido mi-

nistro de Hacienda durante el bienio pro-

gresista, describía así la situación econó-

mica española en un carta enviada a su

amigo el general Prim: “La situación del

país es mala, malísima. El crédito a tie-

Pascual Madoz (Pamplona, 1806 - Génova, 1870). Políti-

co español. Ejerció la abogacía en Barcelona y militó en

las filas del Partido Progresista. Debido a su trabajo, es-

tableció una afinidad muy estrecha con la burguesía

catalana y estuvo muy vinculado a sus intereses indus-

triales, que siempre defendió a ultranza.

Revista La Alcazaba

56

rra... Los negocios, perdidos... Nadie pa-

ga porque nadie puede pagar... La Espa-

ña ha llegado a una decadencia grande, y

yo, como buen español, desearía que hu-

biera medios hábiles de levantar el presti-

gio y dignidad de este pueblo, que merece

mejor suerte”.

El Gobierno Provisional de 1868-1871 fue elgobierno provisional que se formó en España tras el triunfo de la Revolución de

1868, conocida como La Gloriosa, que puso fin al reinado de Isabel II. Constituye el primer período del Sexenio Democráti-

co (1868-1874) .

Revista La Alcazaba

57

El final del reinado de Isabel II

En suma, la crisis económica general

fue el desenlace de un proceso de adición

y superposición de crisis sucesivas que, a

menor escala, habían ido mermando todos

los sectores de la economía. Así la crisis

política se vio robustecida por la acumula-

ción de tensiones procedentes de los ám-

bitos económicos.

Finalmente, la muerte de Narváez en

la primavera de 1868 originó la crisis del

partido que había detentando durante tan-

tos años el poder en España. La muerte de

O'Donnell, un año antes, en 1867, propi-

ció el acercamiento de la Unión Liberal,

ahora encabezada por el general Serrano,

a los progresistas con el propósito cada

vez más definido de poner fin al reinado

de Isabel de Borbón. Los progresistas, di-

rigidos por el general Prim, y los demó-

cratas, partidarios del sufragio universal,

habían firmado en 1866, , el llamado Pac-

to de Ostende, por el que se comprome-

tían en el objetivo de derrocar a Isabel II.

La Revolución de 1868 o La Glorio-

sa, también conocida por La Septembrina,

iniciada el 17 de septiembre en Cádiz, fue

un levantamiento revolucionario español

que supuso, como ya hemos indicado, el

destronamiento de la reina Isabel II y el

inicio del período denominado Sexenio

Democrático (1868.1874).Sus objetivos

fueron, entre otros, lograr el respeto de

los derechos ciudadanos, reconocer la so-

beranía nacional y constituir unas Cortes

elegidas mediante sufragio universal.

Se intentó poner en marcha en Espa-

ña un régimen político democrático, pri-

mero en forma de monarquía parlamenta-

ria, durante el reinado de Amadeo I (1871

-1873), y después en forma de República,

la Primera República Española (1873-

1874). Sin embargo, ambas fórmulas aca-

barían fracasando.

Revista La Alcazaba

58

Luis Manuel Moll Juan

Revista La Alcazaba

59

A lo largo de parte de

nuestra historia mo-

derna, hemos conoci-

do versalmente a Ro-

binsón Crusoe en sus inicios y

como autor de la obra literaria,

escrita allá por el 1717, al escri-

tor inglés Daniel Defoe. Poste-

riormente y más cercano a nues-

tro días, lo conocemos `por algu-

nas las filmotecas como las diri-

gidas por: Luis Buñuel, en 1952

cuyo papel de Robinson fue de

Dan O'Herlihy. En el año 1997,

encontramos otra muy interesan-

te y dirigida por los directores: Rod

Hardy, George T. Miller, donde pudimos

ver por pantalla a Pierce Brosnan, en el

papel de Robinson, y ya en el 2003 el

francés Thierry Chabert, dirigió a Pierre

Richard, en su papel de Robinson.

Un marinero escocés, Alexander Sel-

kirk, tiene el privilegio de ser “la Musa”

de Daniel Defoe para la creación de su

personaje, este, vivió en el archipiélago

de Juan Fernández (Chile). Selkirk que a

raíz de una discusión con el capitán del

Cinque Ports, lo castigó y lo dejó .En esta

isla permaneció cuatro años. El 1 de enero

de 1966 la isla en la que estuvo Selkirk

fue oficialmente rebautizada como Robin-

son Crusoe. Al mismo tiempo, la isla más

occidental del archipiélago Juan Fernán-

dez fue rebautizada como Alejandro Sel-

kirk, aunque es probable que Selkirk nun-

ca la viera, ya que éste habitó la isla ma-

yor oriental. En torno al año 2000 una ex-

pedición dirigida por el japonés Daisuke

Takahashi encontró instrumentos náuticos

del siglo XVIII en la isla, que probable-

mente pertenecieran a Selkirk.

Pero realmente, la gloria de haber sido

uno de los héroes más populares de la lite-

ratura desde el siglo XVIII, debería de pa-

sar a alguien que sin haber sido partícipe

de un libro, estuvo preso de su propio

naufragio durante muchos años y que va-

mos a plasmar un poco de su vida para

entretenimiento de los lectores.

Daniel Foe, más conocido por su seudónimo Daniel De-foe (Londres, entre 1659 y 1661, posiblemente el10 de octubre de 1660-Moorfields, Londres, 24 de abril-de 1731), fue un escritor, periodista y panfletista inglés .

Revista La Alcazaba

60

Pedro Serrano, capitán de un viejo pa-

tache español que navegaba desde la Ha-

bana a Cartagena de Indias, cuando un

temporal los sorprendió en altamar, tra-

gándose al abismo de los mares a la tripu-

lación menos al capitán que llegó a su-

perar, en realidad, a toda ficción del popu-

lar Robinson Crusoe, (a este, lo sitúan en

una isla repleta de fauna, agua y árboles,

todo lo que es necesario para la vida de

una vida o de toda una población de per-

sonas donde inclusive el barco naufraga-

do, fue fuente de suministros diversos co-

mo material de construcción a través de la

madera e instrumentos de todas clases,

pólvora y diversas armas, todas ellas listas

para ser utilizadas), mientras que el mari-

nero español, fue arrojado a un inhóspito

banco de arena, sin apenas vegetación, sin

fuentes de agua dulce y solo con una na-

vaja entre sus manos. La ruptura con la las

cosas cotidianas de la época, fue total. Los

restos del barco que en la novela de Da-

niel Defoe representan el legado de toda

una civilización, se ha ido al fondo del

mar.

Pedro Serrano, desde el momento de su

naufragio, se vuelve un hombre en su más

primitivo estado natural. Toda una vida de

odisea al más puro estilo naturalista “y sin

esperarlo”. No tiene cobertura ni cobijo de

ningún tipo. El banco de arena, en aquella

época no se encontraba documentado

en ninguna carta marina (hoy se

sabe que es un conjunto de arreci-

fes denominado Arenal Serra-

na o Banco de Se-

rrana, en

honor a

este

hombre). Lo que siguió al

naufragio fue una auténti-

ca odisea, como nos cuen-

ta Garcilaso de la Vega en

los Comentarios Reales I

parte, por Garcilaso de la

Vega, el Inca, cuya tra-

ducción al inglés se publi-

có en 1688.: la Historia de

Pedro Serrano: “… Así

se entretuvo hasta que vio

salir tortugas; viéndolas

lejos de la mar, arremetió

con una de ellas y la vol-

vió de espaldas; lo mismo

hizo de todas las que pu-

do, que para volverse a

enderezar son torpes, y sacando un cuchi-

llo que de ordinario solía traer en la cin-

ta, que fue el medio para escapar de la

muerte, degolló y bebió la sangre en lugar

Lugar del naufragio de Pedro Serrano

Revista La Alcazaba

61

de agua; lo mismo hizo de las demás; la

carne puso al sol para comerla hecha ta-

sajos y para desembarazar las conchas,

para coger agua en ellas de la

llovediza, porque toda aque-

lla región, como es notorio,

es muy lluviosa.

De esta manera se sustentó

los primeros días con matar

todas las tortugas que po-

día, y algunas había tan

grandes y mayores que

las mayores

adargas, y

otras como

rodelas y co-

mo broqueles,

de manera que

las había de to-

dos tamaños. Con

las muy grandes no

se podía valer para volverlas de espaldas

porque le vencían de fuerzas, y aunque

subía sobre ellas para cansarlas y suje-

tarlas, no le aprovechaba nada, porque

con él a cuestas se iban a la mar, de ma-

nera que la experiencia le decía a cuáles

tortugas había de acometer y a cuáles se

había de rendir. En las conchas recogió

mucha agua, porque algunas había que

cabían a dos arrobas y de allí abajo.”

También recogió con mucho cuidado

las pequeñas astillas y maderas de barcos,

restos de pescados y los desechos de las

plantas marinas que las olas dejan sobre la

arena en las orillas de las playas, para

producir fuego con las chispas producidas

por los guijarros que previamente había

sacado del mar buceando entre sus aguas,

de este modo y gracias a la producción del

fuego, deja de ser un animal para recon-

vertirse en un hombre. Serrano, pasado un

tiempo desde que fue arrojado por una

tempestad a este miserable islote, está

protegido y ha creado un hogar con las

conchas de las tortugas manteniéndose

caliente gracias al fuego.

Pasado un tiempo, unos tres años, Se-

rrano, tuvo la suerte de ser visitado por

otro naufrago , al verse, quedaron tan ho-

rrorizados de verse uno al otro que Se-

rrano tuvo el pensamiento que le venía a

visitar, para tentarle, el mismo diablo en

forma humana. Así mismo el nuevo hués-

ped pensó que Serrano era el mismo dia-

blo que se le aparecía tras su desdicha

ventura y comenzó a gritar palabras

inimaginables al verle cubierto de cabe-

Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso de la

Vega (Cuzco, Gobernación de Nueva Castilla, 12 de abril

de 1539 - Córdoba, Corona de Castilla, 23 de abril de

1616), fue un escritor e historiador peruano de ascen-

dencia española e inca. Se le considera como el "primer

mestizo biológico y espiritual de América",

Revista La Alcazaba

62

llos retorcidos por la salitre marinera y

prácticamente desnudo. Serrano comenzó

a proliferar palabras: “¡Jesús, Jesús, líbra-

me, Señor, del demonio!”. Al ver que ha-

blaban el mismo idioma se acercaron y el

nuevo isleño le dijo: “No huyáis hermano

de mí, que soy cristiano como vos”, y para

que se certificase, porque todavía huía,

dijo a voces el Credo, lo cual oído por Pe-

dro Serrano, volvió a él, y lo abrazó con

muchas lágrimas, viéndose ambos en la

misma desventura, sin esperanza de salir

de ella.

A partir de aquí, convivieron las dos

soledades donde a veces surgían pequeñas

riñas por el quehacer de los menesteres

diarios. Construyeron con los restos de

corales y rocas una torre que les servía

como refugio así como para efectuar seña-

les de humo que a veces hacían cuando

ante su desesperanza pasaban por el hori-

zonte barcos desplazados de sus rutas ha-

El Banco Serrana es un atolón del mar Caribe perteneciente al

archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, el cual

es administrado por Colombia

Revista La Alcazaba

63

bituales y no veían las señales

que hacían infructuosamente

los dos hombres, caían en la

desesperación porque no veían

otro futuro más que el de mo-

rir. Entre unas cosas y otras, la

vida en la isla superó los cua-

tro años, cuando vieron que un

navío rozaba las costas del

arrecife, hicieron un fuerte hu-

mo y tuvieron la suerte de ser

avistados por la tripulación.

Era el año 1534.

El compañero de Serrano, mu-

rió en la travesía de regreso si

llegar a divisar tierra firme

después de haber sido rescata-

do.

Pedro Serrano, quien consi-

guió regresar a España para

comenzar una nueva vida que

le dio fama y dinero y le con-

virtió en un personaje famoso

no solo en la Corte Española,

sino también en el resto de

Europa, debido a los muchos

viajes que hizo para narrar sus

peripecias en las reuniones de

la alta sociedad. Pedro, llegó a

conocer al Emperador Carlo

V, que le concedió una pen-

sión. Serrano marchó hacia Panamá donde

murió y como nos cuenta el Inca Garcila-

so: “Algunos señores le dieron ayuda de

costas para el camino y la majestad impe-

rial, habiéndole visto y oído, le hizo mer-

ced de cuatro mil pesos de renta. Yendo a

gozarlos murió en Panamá, que no llegó a

verlos”.

Antes de fallecer, Pedro Serrano dejó

constancia de las penalidades sufridas en

la compañía del otro náufrago en unos do-

cumentos que muestran al leerlos la an-

gustia y el sufrimiento interminables pro-

ducto del abandono más absoluto a su

suerte. Su relato se encuentra hoy día en

el Archivo General de Indias, en Sevilla.

El banco de arena en el que Pedro Se-

rrano y su compañero vivieron su desgra-

cia, ha permanecido relativamente inalte-

rado hasta nuestros días. Fue ocupado por

marines estadounidenses durante el con-

flicto con Cuba. Parece ser que durante

los años 1990 unos aventureros estadouni-

denses que visitaban Banco Serrana loca-

lizaron la torre de rocas que construyeron

los náufragos españoles, así como los res-

tos de muchos de los utensilios utilizados

por estos para su supervivencia.

Parece ser que Daniel Defoe, leyó los

Comentarios de Garcilaso de la Vega y

que debido a sus negocios con el vino, ha-

bía estado en la península ibérica, tanto en

Lisboa como en Cádiz, tuvo que tener co-

nocimientos al detalle de la historia de Se-

rrano, con lo cual, es muy probable que la

idea de escribir su Robinson Crusoe, se

basase en las venturas sufridas por Pedro

Serrano durante 8 años de naufrago.

Garcilaso de la Vega, comenta que la

historia se la contó un tal Garci Sánchez

de Figueroa, que conoció a Pedro Serrano

en persona, un relato, el de un hombre que

lucha contra los elementos, la soledad, la

naturaleza salvaje. Y es en los momentos

difíciles, cuando el ser humano demuestra

su grandeza, su inteligencia y su habili-

dad. El hombre acaba sometiendo a la na-

turaleza pero, también, aprende a respetar-

la y a amarla, porque sabe que no puede

vivir sin ella.

En resumen: ¡el verdadero Robinson

Crusoe era un español!

Revista La Alcazaba

64

Isidoro A. Gómez Montenegro.

D on Miguel Hidalgo y Cos-

tilla, nació en 1747 en

Penjamo provincia de

Guanajuato. Su padre Cristóbal Hidalgo,

casó con Doña Ana María Gollarmete con

quien procreó 4 hijos, Miguel Hidalgo fue

el segundo. De otros matrimonios de su

padre, provienen descendientes con diver-

sos apellidos. Don Cristóbal se trasladó a

la Hacienda de Corralejo de la que fue ad-

ministrador. Ahí se educaron sus hijos,

mas adelante los envió a estudiar la carrera

eclesiástica, abogacía y medicina profesio-

nes que les servirían para facilitarles un

porvenir; no poseía herencia.

Don Miguel Hidalgo se distinguió

en el Colegio de San Nicolás en el que dio

con mucho lucimiento cursos de Filosofía

y Teología. Fue rector del mismo estable-

cimiento, le apodaban el zorro los colegia-

les por su aspecto taimado.

En 1778-79, en México recibió

órdenes sagradas y el grado de bachiller de

teología, se le facilitaron $4,000.00 por el

cabildo de Valladolid para gastos y propi-

nas, pero los perdió en Maravatio. Sirvió

en varios curatos, al morir su hermano ma-

yor el Dr. Don Joaquín se le dio el curato

de Dolores en Guanajuato en donde el ex-

tinto servía y la renta anual producía unos

$8,000.00 Según la opinión de Lucas Ala-

man, Miguel se ocupaba poco de las cosas

espirituales de los feligreses, compartió el

curato con Francisco Iglesias y la mitad de

la renta para dedicarse a estudiar y traducir

al francés a otros que escribían de artes y

ciencias.

Con mucho empeño se dedicó a las

ramas agrícolas e industriales de su cura-

to, extendió el cultivo de la uva, el cultivo

del gusano de seda, dicen que aún existen

en Dolores Hidalgo algunos árboles plan-

Revista La Alcazaba

65

tados por él con el nombre de moreras,

se conservan caños para su cultivo, inició

una fábrica de loza y ladrillos, también se

dedicó al curtido de pieles y diversificó

los talleres, se propuso aprender la lengua

de los indígenas y se hizo estimar por los

feligreses. Era apreciado también por el

Obispo de Michoacán Abad y Queipo y el

Intendente de Guanajuato, Riaño, utilizó

el producto del gusano de seda en la pro-

ducción de su ropa y de la última esposa

de su padre, incrementó la cría de las abe-

jas y las trasladó a La hacienda del Jari-

peo, compró la finca, era afecto a la músi-

ca, hizo que los indígenas de su curato la

aprendieran, formó una orquesta. Algunos

lo describen de estatura mediana, cargado

de espaldas, ojos verdes, la cabeza caída

sobre el pecho, era de pocas palabras, solo

cuando entraba en alguna disputa del co-

legio, su vestir era desaliñado como de

cura de pueblo.

No se sabe a ciencia cierta cuanto

empezó Miguel a fraguar la revolución,

había tenido conversaciones con Allende,

cosa cierta, sabía que era útil al país.

No pasaba del discurso, estaba al

tanto; quienes iniciaban no gozaban de

éstas empresas finalmente, aún así se tiene

referencia que iba a ocurrir en septiembre

de 1810. En Guanajuato visitó al Obispo

Abad, pidió al Sr. José M. Bustamante el

diccionario de ciencias y artes para ver la

fabricación de los cañones y llevó a su cu-

rato el libro, buscó en otra biblioteca un

tomo sobre La Historia Universal para ver

la conspiración de Catalinia e invitó al

Obispo Abad y Queipo, al Intendente Ria-

ño a un convite en Dolores para ver la co-

secha de uvas y demás labores, la cuestión

era asegurar las autoridad civil y eclesiás-

Revista La Alcazaba

66

tica. Algunos escritos

han publicado so-

bre la revolu-

ción de Hidal-

go, se le atri-

buye al influjo

francés, por-

que el general

Delvirman tuvo

larga conferencia

con él, fueron

otros los que esta-

ban mas a la vista.

El plan de Hidalgo

tuvo las mismas

ideas de los promo-

tores de La Inde-

pendencia, en las

juntas de Itu-

rrigaray. Proclamaba a Fernando Séptimo,

pretendía sostener sus derechos y defen-

der los de los españoles para evitar que

destruyeran la religión, profanaran las

iglesias y extinguieran el culto católico.

La religión hacía el papel princi-

pal, basándose en la imagen de la virgen

de Guadalupe, el culto principal de los

mexicanos. La inscripción que puso en las

banderas fue: “Viva la religión”, “Viva

nuestra madre santísima de Guadalupe”,

“Viva Fernando Séptimo”, “Viva Améri-

ca” y “Muera el mal gobierno”.

El pueblo simplificó el lema gri-

tando solamente: “Muera el mal go-

bierno” y “Mueran los gachupines”, el

pueblo poco practicaba la religión y quie-

nes lo hacían lo hacían en practicas exte-

riores, pues sus ministros se dedicaban a

la vida licenciosa, el vicio dominante en la

clase humilde tendía al saqueo y al robo,

fue fácil hallar partidarios, abandonaron

Las haciendas donde eran esclavos, liber-

Revista La Alcazaba

67

taron a presos de toda índole, incluso cri-

minales. Se abrieron fuentes de empleo y

grados militares, Hidalgo encontró un

campo fértil para arrastrar tras de si un

gran contingente, tenía efecto sobre las

masas donde se presentaba. Según la opi-

nión de Lucas Alamán, Hidalgo era deter-

mínate se destruyó el edificio social y so-

focaron todo principio de justicia.

Así se formó la turba, con los que

llevaran un sombrero adherido a la causa,

armados de lanzas y machetes, los vaque-

ros que formaban la caballería, la infante-

ría estaba formada de indígenas, divididos

por pueblos y cuadrillas armados con pa-

los, flechas, hondas y lanzas, la mayoría

llevaba a sus mujeres e hijos. Se dio nom-

bramiento a mayordomos y caporales con

el grado de militares, por donde pasaba

Hidalgo, la gente a caballo se le daba un

peso diario por su servicio y a su hermano

Don Mariano Hidalgo lo nombró tesorero.

Vivía Guanajuato en opulencia,

contrastaba con la plebe de Hidalgo, caían

en desgracia las fincas por donde pasaba

la turba, repartían el producto de lo obte-

nido.

Fue grande el empleo a militares

y nombramientos que dio Hidalgo, no ha-

bía más que pedirlos. José María Liceaga

cadete de Los Dragones de España, había

sido despedido, se presentó ante Hidalgo

en Guanajuato, al faltar saloneros para ha-

cer chatarreras le dio empleo y grado de

Teniente Coronel. Hidalgo hizo uso de los

fondos del gobierno y los bienes españo-

les.

Ofreciendo que la nación les paga-

ría, decretó la libertad de los esclavos,

mandó que las tierras fueran cultivadas

por los indios, extinguió el tributo, estan-

có la pólvora y el papel sellado. Con un

decreto trató de evitar la rapiña que había

ocasionado, para evitar tomar las pasturas

y los lujos de las fincas americanas, cosa

Revista La Alcazaba

68

que no consiguió. Se le llegó a dar el trato

de Generalísimo y olvidó el nombre de

Fernando Séptimo. Cuando fue severa-

mente procesado Don Miguel Hidalgo en

Chihuahua alegó que el nunca quiso quitar

la imagen de Fernando Séptimo, ni rom-

per relaciones con él. Durante los seis me-

ses que ejercieron el mando Hidalgo y

Allende, desde el 16 de septiembre de

1810 que dieron el grito en Dolores, hasta

marzo de 1811, nombraron a Ignacio Ló-

pez Rayón para que la sucediera, en ese

espacio tomaron parte del reino, Guana-

juato, Valladolid, Zacatecas, San Luís,

Guadalajara, Sonora y todos las internas

de oriente hasta los limites de EEUU, pa-

saron bajo las banderas gran parte del re-

gimiento provincial de infantería de Cela-

ya y del batallón de Guanajuato. Soldados

ejercitados en el manejo de artillería, el

batallón de Guadalajara, Dragones de La

Reina. Patzcuáro con todas las tropas de

las provincias del nuevo Santander, Nue-

vo León, Coahuila por mencionar algu-

nos.

Hidalgo tuvo medios cuantiosos

por los recursos pecuniarios que los jefes,

al tomar las arcas de las catedrales de Va-

lladolid y de Guadalajara, fue así que se

verificó la independencia, Hidalgo de al-

guna manera sublevó contra la raza espa-

ñola nacida en Europa y nacida en Améri-

ca, especialmente en los individuos que

careciendo de propiedad, industria y otro

honesto modo de vivir pretendían hallarlo.

Calleja se convirtió en espectador,

pretendía que los sediciosos exterminaran

a los europeos, se hubiera mantenido de

manera egoísta inactivo a la vista del peli-

gro, para el Virrey así se lo explicaba Ca-

lleja en carta fechada el 29 de enero de

1811.

La península tal vez hubiera acep-

tado un gobierno impuesto por el sacerdo-

cio cosa que no sucedía por las especula-

ciones mercantiles.

El ejercito de Hidalgo mal com-

puesto o mal organizado, desde un princi-

pio fue derrotado por las tropas, bien or-

ganizadas de Calleja o los realistas, así tal

vez se perdía la forma de un trono teocrá-

tico y la corona venida a sentarse por el

sacerdocio. Esto daría para un artículo

mas pero solamente es necesario mencio-

nar, sí, de alguna manera hubo triunfos,

también perdidas por la incapacidad de

dirigir y la falta de razón de las masas.

Revista La Alcazaba

69

Laura Lara Martínez

Revista La Alcazaba

70

Revista La Alcazaba

71

A pocos meses del octagési-

mo aniversario del inicio de

la Guerra Civil que conme-

moraremos el próximo julio

de 2016, cabe traer al recuerdo esas ins-

tantáneas que, a los historiadores contem-

poraneístas, nos permiten sentir el pulso

de una época compleja, de hambre, enfer-

medad y miseria, como fue la que siguió

al último parte del bando vencedor, dado

en Burgos el 1 de abril de 1939.

La prensa internacional convirtió esta

contienda en la Spanish Civil War, exami-

nada en no pocas ocasiones como labora-

torio de experimentación de la que en bre-

ve estallaría a modo de Segunda Guerra

Mundial; prueba de ello es este periódico

ecuatoriano que el 8 de noviembre de

1936 anunciaba, erróneamente, la inmi-

nente toma de Madrid por los autodeno-

minados nacionales.

Tiempos de delación y de sospecha, de

cartilla de racionamiento, de depuración

del magisterio, de justificaciones sin fin

para que sólo la sinrazón tuviera la última

palabra fueron inmortalizados por las cá-

maras fotográficas de algunos españoles y

extranjeros continuadores de la labor del

estudio de Albero y Segovia, de Hans Gu-

tmann (Juan Guzmán) o del mismo Robert

Capa, quienes ya habían enfocado sus ob-

jetivos en la lucha fratricida.

El último citado no lejos de la duda

acerca de la verosimilitud de ciertas fotos,

como el miliciano caído en Córdoba o el

soldado republicano muerto en un árbol

en Teruel que según otras hipótesis sólo

estaba gritando y, por tanto, no habría si-

Revista La Alcazaba

72

do asesinado mientras tendía hilo telefónico, tal como

publicó la revista francesa Regards el 13 de enero de

1938.

La mirada del vencido siempre suscita la inocencia

del que comienza de cero. Desterrable siempre la instru-

mentalización infantil en aras del provecho de cualquier

fin bélico o político.

Así inició su andadura la industria fotográfica ANA-

CA en Murcia en 1953, acrónimo tomado del nombre de

su fundador, Ángel Navarro Candel, quien empieza su

andadura viajando por toda la provincia esperando en-

cargos de renovación de equipos. Tras el paso de sus fa-

bricaciones por la Feria Internacional de Muestras de

Revista La Alcazaba

73

Revista La Alcazaba

74

Valencia y de Barcelona, se expone la cá-

mara de estudio Anaca en la Photokinia

de 1958. La revista Arte Fotográfico re-

salta todas sus cualidades:

(…) Esta cámara ha llamado la atención

en la Photokinia por su acertado proyecto

y construcción. Es de construcción total-

mente metálica, y sus mandos están dis-

puestos de total forma que se puede enfo-

car en cualquier ángulo que se desee sin

dejar de observar la imagen en el cristal

esmerilado (“Photokinia 1958”, Arte Fo-

tográfico, año VIII, número 85, enero de

1959)..

Durante los veinticinco años se exis-

tencia de ANACA, se fabrican sesenta y

un objetos relacionados con el mundo fo-

tográfico, de los cuales 18 son cámaras de

estudio, 15 maquinaria de laboratorio, 10

aparatos de iluminación, 7 accesorios de

salón y una decena de complementos. La

casa se adapta a las necesidades de los

clientes, llegando a crear una máquina

para que un ciezano pudiera seguir con su

negocio, a pesar de haber quedado lamen-

tablemente manco en un accidente. Sus

piezas viajan por la geografía de una Es-

paña que, tras el aislamiento y la autar-

quía, comienza a recuperar el poder ad-

quisitivo y vive el momento privilegiado

del retrato de galería, cuando varias gene-

raciones, vivieran o no la Guerra, solici-

tan ser inmortalizadas por el fotógrafo,

bien en solitario para documentos oficia-

les o escolares, para los juegos del amor y

del azar, o en grupos familiares, en el

contexto del salón o en fiestas populares.

Nuevamente, el poder evocador de los objetos como exponentes del tiempo que siempre camina en progreso.

Afortunados quienes todavía mantenemos la ilusión de que así sea

Revista La Alcazaba

75

Cámara ANACA propiedad de D. Jesús Álamo Martínez y familia

Nuevamente, el poder evocador de los objetos como exponentes del tiempo que siempre camina en progreso.

Afortunados quienes todavía mantenemos la ilusión de que así sea

Revista La Alcazaba

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Ignacio Rodríguez Márquez

Revista La Alcazaba

77

Revista La Alcazaba

78

De sde épocas remotas siempre ha habido presencia humana en es-

tas islas tan desconocidas del litoral mediterráneo. Para los griegos era Ophiusa,

para otros Serpentaria, debido a la abundancia de serpientes, para los romanos

era Colubraria, de ahí hasta el nombre actual de Columbretes. Un espacio rocoso

del pliocuaternario, esto es, de hace tres millones de años.

Siempre ha sido lugar de paso de pescadores, contrabandistas y piratas que

buscaban en este recóndito lugar refugio temporal.

Solo ha estado poblada desde la construcción del faro ( 1856- 1860 ) por or-

den de Isabel II y realizado por el ingeniero Eduardo Gutiérrez. Con la presencia

continua de obreros durante los 4 años de la instalación, llegaron también las ra-

tas que, junto a la quema incontrolada de la vegetación autóctona para eliminar

las serpientes y la mala dosificación de la pesca, se produjo un fuerte impacto

Revista La Alcazaba

79

ambiental, sin dejar de lado la influencia

que suscitó el que fuera campo de tiro del

Ejército del Aire.

Entre el grupo de islotes solo tiene edi-

ficios en la actualidad la Isla Grossa, en el

que solo viven guardas y técnicos. Todo el

conjunto configura un bello espacio, en

una tierra volcánica protegida, donde solo

se puede visitar, y con permiso, unas po-

cas horas, debido a su declaración de Par-

que Natural en 1888, Reserva Marina en

1990 y Reserva Natural cuatro años más

tarde. Es, tal vez, el archipiélago protegi-

do más importante del Mediterráneo. En

ese poco tiempo es posible encontrar algu-

na de las tres subespecies de lagartijas. Y

admirar con el mar en medio las otras is-

las mayores :La Foradada, y el El Bergan-

tí. También están a la vista las numerosas

islitas como El Baleato, Cerquero y Chu-

rruca, Peña del Lobo, Jorge Juan, Piedra

Joaquín, El LLop, Malaspina, Las Peñas

Bajas de Navarrete, Bouzá y Valdés. En

suma, se compone de cuatro grupos de

islas volcánicas situadas a 30 millas náuti-

cas( 56 kilómetros) al Este del cabo de

Oropesa, frente a la costa de Castellón. La

reserva marina es de 5543 hectáreas. De

especial protección para las aves y micro-

reserva de flora.

Revista La Alcazaba

80

En cuanto a Isla Grossa,con un raro

perfil en forma de arco abierto debido a la

gran actividad volcánica submarina, sur-

gió como consecuencia de una segunda

emisión volcánica. Allí se halla la cota

más alta del archipiélago con 67 metros

de altura, en las cercanías del faro.

Las Columbretes tienen una superficie

total de 19 hectáreas de las que 14 corres-

ponden a L’illa Gossa. El fondo marino es

de singular belleza por sus cristalinas

aguas, con una profundidad de unos 80

metros. En un clima mediterráneo litoral

semiárido. La media anual de precipita-

ciones es bajo, inferior a los 300 litros por

metro cuadrado. Unas lluvias que suelen

aparecer en los meses de Septiembre y

Octubre. La temperatura media oscila en-

tre los 16 y 17 grados centígrados, con un

gran protagonista: el viento, que en gran

medida ha configurado el seco paisaje.

En cuanto a la flora, todo el archipiéla-

go tuvo lentisco, palmito y zarzaparrilla,

pero hoy solo la tiene la isla de Ferreras,

el resto están cubiertas de sosa fina. Hay

abundancia de langostas e insectos autóc-

tonos, pardelas cenicienta, langostas, cor-

moranes moñudos y lagartijas ibéricas. En

cambio, están en peligro de extinción el

halcón de Eleanor y la gaviota corsa.

Es un territorio bello pero hostil, y con

un solo puerto, El Tofiño, de difícil acce-

so y solo utilizable con buena mar. El res-

to de su costa está compuesto por altos y

escarpados acantilados.

Si bien para los humanos es un espacio

complicado, en cambio es un verdadero

paraíso para la avifauna.

Revista La Alcazaba

81

Revista La Alcazaba

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Carlos Villarrubia

Revista La Alcazaba

83

Po r la ciudad de Cernuda-

Sevilla de sombras blancas- en innumera-

bles puentes veo la vida pasar, navego la

corriente. El agua va y todo fluye. Con su

voluntad de piedra, en un camino de estre-

llas, entre el musgo y los zarzales, siem-

pre se ofrece como escalera para cruzarme

al otro lado del bajo tono. Ya no es preci-

so remar-boga boga mariñeiro-, enredadi-

to al amor me ríen damas del río. Es de

plata y nunca para huir; es un sueño si aún

puedes resistir. Un tren que cruza por los

recuerdos entre el vapor y el Norte, el jue-

go de la simetría salvando los abismos.

Visiones de New York, sombreros de

Eduardo Úrculo y travesías nocturnas ma-

drileñas .Mirada al Viaducto, despierta la

ciudad...Ginés Liébana pinta ángeles so-

bre puentes casi invisibles.

Colgantes, levadizos o improvisados. A

modo de pasarelas o de picado en el nau-

fragio. Un reto a la teoría de las ruinas.

Por los arcos escondidos aún se mira la

vida entre bosques y lilas. Venecia no es

tan triste desde el Puente de los Suspiros.

También encuentro en Lima un paso más

en el delirio si espera la alameda y es

Chabuca que suena. Fantasmas que agotan

su duermevela. En Cinerama el río Kwai y

desde Brel a Camus, de Brassens a Tou-

louse-Lautrec la magia-Sena no necesita

riberas. De puente en puente tiempo de

amores supera.

Todo acción y casi siempre en pendien-

te, los puentes de San Francisco; lejos, tan

Revista La Alcazaba

84

lejos del ámbito de Aleixandre. Adoles-

cencia, pasar de un puente a otro... Es hie-

rro o anhelo. La flecha nueva y ante la du-

da la Ile de la Cité y el Pont des Arts me

acercan al Louvre. Aún tengo espejos de

agua para mirarme. Me niego a aceptar un

mundo sin humedad que nunca tiende

puentes.

Busco un paraguas bajo la lluvia por las

calles del olvido, la magia es fiel pasarela.

Latido de barcarolas, alegres son gondole-

ro que cura las heridas del alma. Barrios

plateados por la luna...me siento en el

muelle de la bahía. Cruzo el puente del

Pont des Arts Paris

Revista La Alcazaba

85

deseo como por el río

Cabe Corazón de amor,

corazón que doy y viene

a vivir en mi. No busco

puertas de emergencia y

pese a abismos insalva-

bles siempre aparece en

el horizonte la galanura

de otro puente.

Y por los cielos de Ro-

ma, los ángeles flotantes

por Sant Angelo se aso-

man; no saben de inqui-

siciones ni de mensajes

de hastío. Arcos de

ébano de Bécquer y ri-

mas con leyendas. Un

panorama desde el puen-

te para la USA airada.

Me llega el latido ca-

mino a Extremadura

cuando casi a zancos por

el Tajo ,Alcántara salu-

da. Hay puentes de Dalí

que ilustran a Josep Pla,

enlaces de mundos fragmentarios. Si Bor-

ges lo quisiera. La Pampa en la distancia y

olivos en América. Mendoza, farolito y

haciendas en el mapa. Recodos del ca-

mino en el manantial de la historia. Arcos

sin galaxia bélica, un más allá que llega.

Si algo te atemoriza... vigila por las ori-

llas, también las rutas-serpiente te ofrecen

su mejor silla para que al andar contem-

ples y te sumes al paisaje de la otra orilla.

Saluda con cariño la visita del puente, no

te pide prescindir de tu raíz. Ramblas aba-

jo, la pasarela del Maremagnum trae aro-

mas de nit de Sant Joan. Delicias desde el

puente, consejos en el aire. Vuela que

vuela el recuerdo y el amor nuca sabe ni

cómo acude ni marcha El resplandor aso-

ma en la colina y puentes de amor que

cruzo tras las ruinas. Almas gemelas se

esperan. Al final está el mar. Con los ojos

del puente, asomado a tu orilla en sende-

ros de agua. Con tirantes de vanguardia o

con verdes sobre piedra, en los andenes

del tiempo bajo el puente

Puente de Triana-Sevilla

Revista La Alcazaba

86

S tuttgart es la capital del Estado fe-

derado alemán Baden-

Wurtemberg. Con 600.038 habitantes,

Stuttgart es la ciudad más grande de este

estado y la sexta de Alemania.

Es la puerta de entrada a la Selva

Negra y al Jura de Suabia. Rodeada de

colinas, bosques y viñedos que llegan has-

ta el centro. El puerto se sitúa al noreste

de la ciudad, a orillas del río Neckar.

Stuttgart tiene un clima agradable, con

temperaturas medias de 4ºC en invierno y

25ºC en verano. Es la puerta de entrada a

la mítica Selva Negra y tiene una extraor-

dinaria diversidad cultural

Esta hermosa y pujante ciudad se en-

cuentra en el centro de una región densa-

mente poblada y está rodeada por aldeas

encantadoras.

La ciudad creció sobre una serie de co-

linas, valles y praderas. El lema de la ciu-

dad es: "Standort Zukunft" que traducido

significa "Cuando los negocios encuen-

tran el futuro" y sus habitantes están con-

vencidos de que Stuttgart es la locomotora

de Alemania, su potencia creadora. Su

proyecto para el siglo XXI es desarrollar

un ambicioso plan de infraestructuras que

comuniquen directamente a la ciudad con

toda Europa primero y con el mundo des-

pués. El lema de este plan es "Das neue

herz Europas", el nuevo corazón de Euro-

pa.

Julia Nidelcorf

Revista La Alcazaba

87

El resto de Alemania conoce a Stuttgart

como "Schwabenmetropole", la ciudad

schwabe, en referencia al dialecto que se

habla en la región.

La extraordinaria diversidad cultural,

su particular historia y sus paisajes de en-

sueño conviven con las industrias más

modernas. Paisajes exuberantes, cultura y

costumbres excepcionales, ciudades ani-

madas, atractivos turísticos, una increíble

oferta de actividades deportivas y de di-

vertimento, la hospitalidad de los residen-

tes y la gastronomía remarcable hacen de

las vacaciones en Stuttgart una experien-

cia inolvidable.

Podemos viajar a Stuttgart en avión

ya que el aeropuerto internacional

"Flughafen-Stuttgart" se encuentra a esca-

sos 13 Km. del centro de la ciudad. Este

aeropuerto recibe vuelos internacionales

de las principales compañías y vuelos de

bajo costo. El trayecto entre el aeropuerto

y la ciudad demora entre 30 y 45 minutos

dependiendo del medio. Si alquilamos un

coche en el mismo aeropuerto sólo debe-

mos tomar allí mismo la A8. Si tomamos

el S2 o S3 del Stutgart S-Bahn estamos en

la estación de trenes central en 30 minu-

tos. También hay servicio de taxis y algu-

nos hoteles pasan a buscar a sus pasajeros

por el aeropuerto.

Revista La Alcazaba

88

Si decidimos viajar

a Stuttgart en nuestro

coche, todas las auto-

pistas de Alemania

conforman una red

intercomunicada de

circulación eficaz y

moderna, además son

gratuitas. Todas las

autopistas numeradas

de A80 a A81 condu-

cen a Stuttgart, sólo

es cuestión de enla-

zarlas desde el lugar

que ingresemos al

país.

Viajar a Stuttgart

en tren es muy confortable, el viaje puede

realizarse en diferentes opciones, todas

muy confortables, desde cualquier ciudad

de Europa ya que está articulada de una

manera u otra. En temporada de vacacio-

nes es conveniente realizar la reserva pre-

via.

Tanto Stuttgart como la región ofre-

cen una enorme variedad de alojamiento,

los hay para todos los presupuestos y para

todas las necesidades. Todas las catego-

rías están presentes y la ciudad tiene una

gran cantidad de hoteles de 3 y 2 estrellas

cuyos precios son módicos pero sus servi-

Aeropuerto de Sttugart. Schillerplatz, que muestra el edificio Fruchtkasten de la izquierda y Prinzenbau a la derecha En el centro el monumento a Sc

Revista La Alcazaba

89

cios están a la altura de todas las expecta-

tivas.

Los hoteles rurales en los alrededo-

res son una magnífica opción para vaca-

ciones largas en familia o simplemente

para reponernos después de un año de in-

tenso trabajo. Los hoteles de lujo, o de di-

seño, son ideales para una escapada ro-

mántica tanto como los hoteles resort o

Spa. Otros hoteles están especialmente

preparados para recibir familias y ofrecen

actividades especialmente destinadas a los

pequeños. También hay albergues juveni-

les económicos y hostales que reciben fa-

milias sin límite de edad. Las habitaciones

en casas particulares son una constante en

toda Alemania y Stuttgart no queda a la

zaga.

Los Bed&Breakfast se encuentran

tanto en el centro de la ciudad como en

los suburbios o en las aldeas de los alrede-

dores. Como Stuttgart es una importante

ciudad industrial hay muchas pensiones

económicas pero con un servicio impeca-

ble y una atención familiar.

El primer habitante conocido de la

región data de fines del año 100 de nues-

tra era y sabemos de él gracias a relatos

sobre la vida en un asentamiento romano

en Canstatt, a orillas del río Neckar. Lue-

Schlossplatz

Schillerplatz, que muestra el edificio Fruchtkasten de la izquierda y Prinzenbau a la derecha En el centro el monumento a Schiller .

Revista La Alcazaba

90

go no se sabe mucho de la región hasta el

año 700 gracias a los registros de la Aba-

día de San Gall que hablan de una región

habitada.

La ciudad de Stuttgart fue fundada

probablemente en el 950, poco tiempo an-

tes de la batalla de Lechfeld, librada por el

duque de Souabe y registros de la abadía

de Hirsau, del año 1160, hablan de Stutt-

gart confirmando su existencia como ciu-

dad.

Alrededor del 1300 Stuttgart está bajo

el dominio de los condes de Wurtemberg

y en el año 1321 es elevada oficialmente

al rango de ciudad y el territorio circun-

dante a condado de Wurtemberg. Stuttgart

conoció un crecimiento lento y débil hasta

el año 1846 en que se construyó la esta-

ción de trenes y comenzó su crecimiento

económico.

A fines de la década de 1870, Gottlieb

Daimler inventa el automóvil en un pe-

queño taller de la localidad de Cannstatt y

la región, en tanto que reino independien-

te, se une al Imperio alemán creado por

Bismarck durante la unificación alemana.

Al terminar la Primer Guerra Mundial,

la monarquía de Wurtemberg se derrumba

y nace el Estado Libre de Wurtemberg

formando parte de la República de Wei-

mar y Stuttgart es declarada capital del

Estado Libre.

En 1920, la ciudad se convierte en la

sede del gobierno nacional alemán.

Imágenes del Castillo Viejo: Interior de la Iglesia, vista General y patio interior.

Revista La Alcazaba

91

Museo del Porche

Revista La Alcazaba

92

Durante la Segunda Guerra Mundial, el

centro de Stuttgart fue destruido casi com-

pletamente. En una sola noche, el 12 de

septiembre de 1944, la RAF (Fuerza Aé-

rea del Reino Unido) tiró más bombas so-

bre la ciudad que durante toda la guerra.

Al final de la contienda la región fue

ocupada por los franceses hasta la llegada

de los americanos. El plan Marshall de

reconstrucción de Europa fue presentado

en la Ópera de Stuttgart. Los estados de

Wurtemberg y Baden se fusionaron en el

año 1952, hoy este "Länd" es el tercero en

extensión.

En la localidad de Stammheim tuvo

lugar a fines de los años '70 el juicio y

posterior suicidio de los guerrilleros de la

Brigada Roja alemana Baader-Meinhof.

La red ferroviaria de cercanías no se esta-

bleció en Stuttgart hasta el año 1978.

En Stuttgart, arte y cultura ocupan

un lugar privilegiado. Más de 40 salas tea-

trales, 30 galerías de arte y tres museos de

envergadura nos hablan de las inquietudes

de sus habitantes. El

teatro nacional domi-

na la vida cultural de

Stuttgart junto a la

ópera y la danza clási-

ca. También la músi-

ca en general tiene su

lugar de privilegio en

el « Internationaler

Friedrichsbau » o en

el « SI-Erlebnis-

Centrum ».

También la re-

gión es mundialmente

famosa como lugar de

"salud" gracias a sus

estaciones termales.

Muchos hoteles ter-

males han sido reconocidos con la catego-

ría "Wellness Stars" por la excelencia de

sus tratamientos.

Stuttgart es, después de Budapest, la

ciudad termal más importante de Europa y

Calle del barrio de Bohnenviertel.

Calle peatonal de la Schulstrasse.

Revista La Alcazaba

93

posee la fuente de agua mineral más gran-

de de Europa occidental.

El casco histórico de Stuttgart se en-

cuentra alrededor de la plaza Friedrich

Schiller o Schillerplatz, llamada así en ho-

nor al poeta que pasó sus años de ju-

ventud en la ciudad como estudiante

de la Academia Militar (Hohe Karls-

schule).

En los alrededores de la plaza se

encuentran la antigua cancillería que

data del año 1542, el Stiftsfruchtkas-

ten, hoy museo de instrumentos, que

en sus orígenes era un edificio que servía

de granero y algunos edificios de vivien-

das que sobrevivieron los bombardeos o

fueron reconstruidos más tarde según el

original.

Durante el día, el casco histórico es

una zona muy animada donde, además,

funciona un pintoresco mercado, por la

noche es un lugar tranquilo ya que la ani-

mación se concentra en el barrio Bohnen-

viertel.

Este barrio se encuentra próximo al

casco histórico y aquí la noche cobra vida

en las tabernas de vino y en los restauran-

tes internacionales.

La Calwerstrasse es un pasaje muy

pintoresco, detrás de hermosas fachadas

de casas históricas, se esconden tiendas

exquisitas de artículos de moda y acceso-

rios, joyas y prendas de cuero, un lugar

para mirar vidrieras pero también para mi-

rar hacia arriba y ver los magníficos fren-

tes con entramados tan característicos de

la arquitectura alemana.

El barrio comercial del centro de Stutt-

gart propone un abanico de grandes tien-

das y boutiques especializadas, pero tam-

bién cafés, cervecerías, restaurantes y te-

rrazas que invitan a detenerse. Artistas de

Calle del barrio de la Calwerstrasse

Revista La Alcazaba

94

calle del mundo entero animan la zona

peatonal. Podemos unir la plaza del mer-

cado con la Königstrasse pasando por la

Schulstrasse.

Esta última calle, la Schulstrasse, os-

tenta el orgullo de haber sido la primera

calle peatonal de toda Alemania en el año

1953, pero es en la Königstrasse que se

concentran las grandes marcas internacio-

nales y las tiendas más elegantes de Stutt-

gart.

Stuttgart es además una ciudad verde

que nos seduce desde el primer instante.

Más de la mitad de la ciudad está cubierta

de parques y lagos; bosques, praderas y

los viñedos de la campiña llegan hasta la

ciudad confundiéndose con los jardines.

Podemos pasear por jardines esplén-

didos que bordean el castillo nuevo o en el

jardín botánico y zoológico "Wilhelmina"

que es el más grande de Europa y único

en su género.

Es inmediatamente atrás del hermo-

so castillo de la plaza Schlossplatz que

comienzan los « Schlossgartenanlagen » o

jardines del castillo.

Entre las típicas especialidades gas-

tronómicas suabas encontramos los Maul-

taschen, una mezcla de espinacas y carne

en envoltorio de pasta que se suelen servir

acompañados de Kartoffelsalat (ensalada

de patata). Muy recomendables son tam-

bién los tradicionales Spätzle, una típica

receta del sur del país, similar a la pasta,

que se puede tomar acompañando platos

de carne (como el también típico Zwiebel-

rostbraten) o con queso fundido y virutas

de cebolla.

iglesia de st john's.

Revista La Alcazaba

95

La cultura vinícola de Stuttgart po-

see una larga tradición, siendo los vinos

de la región muy conocidos y apreciados

dentro y fuera de Alemania. Las clases de

vino más populares son Trollinger, Lem-

berger, Riesling, Kerner y Müller Thur-

gau. Muy típicas de la región de Stuttgart

son las tabernas de la escoba

(Besenwirtschaft) en las que el dueño sir-

ve su propio vino. De octubre a marzo los

vinicultores de la región atan sus escobas

en la entrada de sus casas indicando así

que son un Besen-

wirtschaft. Sólo al-

gunos abren durante

todo el año.

Pocos países

igualan a Alemania

en el tema de la cer-

veza, tanto en su

producción como en

su consumo. Los

Biergarten, cervece-

rías al aire libre, son

lugares ideales para

poder degustar la cer-

veza. Entre las mejores cervecerias al aire

libre se encuentra el Biergarten de los jar-

dines de Schlossgarten, Karlshöhe (por

sus vistas de la ciudad y la torre de la tele-

visión) o Amadeus.

En la fiesta del vino (Weindorf) que

se celebra a finales de Agosto se pueden

degustar los vinos de la región, estando

también la tradicional Fiesta de la Cerveza

(Cannstatter Volksfest), que fue fundada

en 1818 y se celebra por todo lo alto a fi-

nales de Septiembre, además de ser una

Viñedos en Stuttgart

Carpe en el Festival de la Cerveza.

Revista La Alcazaba

96

visita imprescindible para los amantes de

la cerveza. El ambiente festivo puede dis-

frutarse en las enormes carpas de las cer-

vecerías que albergan a más de 5000 visi-

tantes, y donde las orquestas folclóricas se

encargan de entretener al visitante mien-

tras disfruta de un Massbier (jarra de 1

litro de cerveza) y de un excelente codillo

o un pollo asado.

¿Qué ver en Stuttgard?

Schlossplatz, en pleno centro de la ciu-

dad, es una de las plazas más bonitas de

Stuttgart, cerca encontraras los jardines de

Schlossgarten, ideales para pasear, ir en

bicicleta, patinar, tomar el sol o disfrutar

de un día de picknick.

Neue Schloss (Palacio Nuevo), lo en-

contraras en la zona sur del schlossplatz,

es un palacio estilo barroco donde actual-

mente es la sede de la conserjería de Cul-

tura y Finanzas del gobierno regional, es-

tupendo para una buena foto.

Rosensteinpark, disfrutaras de este pre-

cioso parque, con estilo ingles, dentro po-

drás visitar el palacio Rosenstein, el Zoo

Wilhelma o el Naturkunde Museum

(Museo de historia natural).

Fernsehturm (Torre de Televisión), Si

quieres tener una panorámica, de la ciu-

dad y de los alrededores, este es el lugar

indicado.

Staatsgalerie Stuttgart, esta galería es

bastante peculiar, tiene un edificio post-

modernista, que llego a causar una gran

polémica ante su construcción, por ser una

arquitectura tan poco convencional. Hoy

es uno de los museos más visitados de

Alemania.

Kunstmuseum Stuttgart, aquí encontra-

ras exposiciones de arte moderno, en la

parte de arriba, tienes una bonita vista so-

bre el centro de la ciudad.

Museo de la casa de

vehículos Mercedes

Iglesia de Stiftskirche.

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Museo Mercedes Benz, encontrarás un

edificio de gran interés arquitectónico, do-

cumentos gráficos y una muestra de 160

vehículos con los que recorrer 120 años

de historia. Si eres un aficionado al mun-

do del motor, este será tu museo.

Museo Porsche, si eres amante de los

coches, este museo será una visita obliga-

da, podrás conocer la historia de la com-

pañía, desde las primera invenciones, el

desarrollo,los avances y los modelos mas

actuales, además de la amplia exposición

de coches. Sin duda, ¡te va a encantar!.

Stiftskirche, esta iglesia más conocida

como la Colegiata, tiene un estilo gótico,

desde su construcción, prácticamente solo

conoció la guerra, fue reconstruida en la

posguerra, donde se encontraron intere-

santes hallazgos arqueológicos.

Bohnenviertel, es uno de los barrios de

mayor tradición. Si lo visitas encontra-

ras en sus calles abundantes restauran-

tes, pub, cafés, galerías de arte, tiendas

de artesanías y antigüedades. Visítalo y

conoce la gastronomía tradicional y

por la noche vive la vida nocturna.

El gran filósofo idealista Friedrich He-

gel nació en esta ciudad en 1770. Uno

de los escritores alemanes más famosos,

Schiller, también vivió en la ciudad,

siendo originario de Marbach am

Neckar, a unos 30 km.

Museo de Arte

Teatro de la Ópera.

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Medea. Fresco de Pompeya

Manuel López Espino.

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L os celos son un cúmulo de

emociones y conductas ne-

gativas, provocadas por el

temor de perder al ser amado y del cual

se depende para su estabilidad emocio-

nal y vital pudiendo llegar a tenerse cua-

dros delirantes y paranoides que pueden

llevar a todo tipo de conducta incluido el

asesinato.

Los celos son un sentimiento hu-

mano, natural, siempre relacionado con

el amor, erróneamente ensalzado por

escritores, músicos y artistas. «Otelo»,

de William Shakespeare, obra en la que

aparecen conjuntamente los celos del

moro veneciano que le llevan a matar a

Desdémona, con el amor de ella que no

se resiste a morir por su amado.

Otro mito, en este caso femenino,

es «Medea», quien los celos la llevan a

matar a sus dos hijos con tal de arrastrar

al infierno a Jasón.

Cervantes, en «El celoso extreme-

ño», un hombre que encierra a su joven

esposa en su casa para que no tenga con-

tacto con nadie. Sin embargo, de nada le

sirve ya que el amante acaba entrando en

su casa.

Historias donde el celoso no se

arrepiente por su conducta al entender

que son un acto de amor en lugar de ser

despreciadas por su egoísmo y nula ge-

nerosidad hacia sus seres amados.

El amor y los celos están íntima-

mente relacionados y como en toda bue-

na combinación, tenemos que saber cuá-

les son sus cantidades para no estropear

el plato. Una pequeña dosis de celos, se-

ría como la cantidad de sal que echamos

a un buen plato, es decir un 1%, y el res-

to del plato podría estar compuesto de

amor, amistad, cariño, atracción, sexo,

inteligencia, risas, cuidados, admiración

y respeto, creando un plato romántico

muy apetecible para cualquier persona.

Cuando los celos no los controla-

mos por creer ver la amenaza de perder

una relación interpersonal importante

por considerarla de nuestra propiedad,

los convertimos en una respuesta emo-

cional que nos bloquea el raciocinio,

donde todos los demás elementos de la

relación se ven mermados y los celos pa-

san a convertirse en la base de nuestra

relación, salándolo tanto que hacemos un

plato incomible, impidiendo la felicidad

del que los padece y amargando la vida

al ser amado y a todas las personas que

rodean al celoso.

Los celos están presentes en todas

las personas, independientemente de su

cultura, estado social o edad con un ras-

go de personalidad en todos ellos direc-

tamente proporcional a sus celos que es

el egoísmo. Para poder amar tengo que

buscar la felicidad del otro ante la mía,

eso es el mayor acto de generosidad que

podemos hacer, dando libertad y respe-

tando las decisiones del otro. El celoso

no es generoso, no sabe amar y entiende

el amor como un acto de posesión, con-

trol y dominio, donde él es quien sabe lo

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100

que realmente el otro quiere, otorgándose

unos dones de adivinación y sabiduría

erróneos que le hacen sentirse con autori-

dad para imponer sus propias normas sin

escuchar al otro.

Los celos sólo se identifican cuando

aparecen, por lo que muchas personas se

sorprenden de sí mismas al no sospechar

que los padecían. No hay que tomarlos de

forma negativa, es bueno hablarlo con la

pareja, identificar que estímulos reales

han hecho que se despierten en nosotros,

darnos cuenta de nuestra inseguridad den-

tro de la relación y no tener miedo a pen-

sar que ya no me quieren y me pueden de-

jar. Pensemos en qué estoy haciendo y

qué he dejado de hacer para que mi rela-

ción no esté como queremos, empezar

cuanto antes a hacer, lo que de forma real

sé que tengo que hacer para volver al esta-

do donde las dos partes de la relación vol-

vamos a estar bien y a gusto; solo así sal-

dremos del estado de celos para volver al

estado de la realidad. Cuando un ser hu-

mano está bien no suele buscar nada nue-

vo, el esfuerzo no merece la pena, solo

cuando estamos mal, nos movemos para

cambiar.

Los celos pueden ser sanos cuando

lo que se espera del otro es coherente,

respetando su libertad como persona y con

un objetivo de compartir las cosas e ilu-

siones, dándonos cuenta que una relación

es algo vivo donde los dos tenemos que

alimentarla y para ello debo dejar que la

otra parte se enriquezca en otras fuentes

para poder aportar a la relación, al igual

que debe hacer la otra parte. Teniendo una

visión sana de la pareja es difícil que sur-

jan los celos, porque nos damos cuenta de

nuestra generosidad, poniendo como obje-

tivo el enriquecernos a nosotros mismos,

para aportar en nuestras re-

laciones, buscando campos

donde no tiene por qué es-

tar la otra parte y donde

nuestro pensamiento no se

ve atado ni necesitado del

otro, por lo que desaparece

el egoísmo y aparece la ge-

nerosidad dentro de la pare-

ja. Para llegar a este punto

los dos tienen que tener un

grado de madurez y con-

fianza en ellos mismos, o

verlo como objetivo impor-

tante dentro del proceso de

madurez personal indepen-

diente a la pareja, porque si

no, lo normal es que la gen-

te busque una pareja para

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101

conseguir sentirse bien a través de ella y

con ella convirtiendo su relación en insana

por depender del otro para nuestra estabi-

lidad emocional y necesitarlo para las co-

sas habituales del día a día convirtiéndo-

nos en una carga en lugar de parte enri-

quecedora de la relación.

La persona celosa refleja carencias

personales muy profundas que nunca po-

drán cubrirse con la pareja, llegando a

provocar que el sujeto celoso, se sienta

vulnerado e intente ejercer el dominio de

la persona objeto del celo, atrapándola en

una red de circunstancias opresivas tales

como privarla de la libertad, aislarla, se-

guirla, revisar sus relaciones, buscando

una evidencia de traición, que justifiquen

sus ideas y conductas.

Tras los celos solemos encontrar una

combinación de miedo e ira, los celos es-

tán alimentados por el miedo de perder a

alguien y la rabia porque otra persona sea

quien lo posea. Es una emo-

ción destructiva, por lo que el

reconocimiento de su existen-

cia es lo primero que pode-

mos hacer para cambiar esa

conducta. Se da siempre en

personas con baja autoestima,

aunque parezca lo contrario,

con dificultad para valorarse a

sí mismos, donde ha habido

poca afectividad en la infan-

cia por padres que les valora-

ban poco o que estaban poco

tiempo escuchándolos y aten-

diendo sus demandas con alto

grado de exigencias o escasez

de ellas, quedándoles patro-

nes afectivos erróneos o poco

útiles.

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