La alcazaba 72
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Revista La Alcazaba
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4 la LA Memoria de Miguel de Cervantes
12 Azorín, la Ruta del Quijote
18 Arte: La pintura
24 El duelo, la momificación y los funerales.
40 Páginas de poesía
48 De Narváez a la Gloriosa
58 Róbinson Crusoe fue español
64 Semblanza de Hidalgo
69 Imágenes de la Guerra
76 Islas Columbretes
82 Con los ojos del puente
86 Stuttgart
98 Los celos
102 Publicidad
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Revista La Alcazaba
3
DIRECCIÓN:
ALFREDO PASTOR UGENA
LUIS MANUEL MOLL JUAN
EDITA:
EL MENTIDERO LITERARIO
ISSN 2173-2184 MADRID
Depósito Legal M-4639-2007
WEB:
http://www.elmentidero.org
EMAIL:
TELF.: (+34) 605434707
FACEBOOK:
https://www.facebook.com/pages/La-
Alcazaba/446791628677017?fref=ts
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DIRECCIÓN POSTAL
Revista LA ALCAZABA
Av. De Elda, 75, 3º C
03610 Petrer (Alicante) España
Créditos
Revista La Alcazaba
5
D e haber nacido en España seguramente hubiera vivido todas y cada una de es-
tas aventuras durante toda la vida en constante lectura y a los pies de este
grandioso creador ,ante quién me inclino con toda humildad a mantener este
texto, que desde mi Martín Fierro de José Hernández resuenan los campanarios más leja-
nos junto al Hidalgo ambos textos en las lecturas de mi adolescencia que bendigo. Miguel
de Cervantes uno de los más grande creadores de todos los tiempos y máximo exponente
universal de la lengua española, me estremece en este hoy al honrar su vida , su creación
con todas las mayúsculas a este Caballero desde mi sangre celta, mezcla árabe -española
desde la bella Córdoba Natal de mi abuelo materno.
Revista La Alcazaba
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Mi sentido de admiración hacia este
"Quijote", un hombre, que desde tempra-
na edad bebió la opresión a la que estaba
sumergida la sociedad de su época. El 23
de Abril de 1616 se convierte en una fe-
cha marcada en el designio humano de
hombres y mujeres de las letras al recor-
dar sus libros y claves de la creatividad
expuestas en el prólogo del Ingenioso Hi-
dalgo"donde está el remedio más fácil que
acode de la A a la Z , ese abecedario que
pondréis vosotros que a la clara se vea la
mentira y la sencilla historia vuestra y
cuando no sirva de otra cosa será ese catá-
logo de autores a dar de improviso al li-
bro, y procurad también que leyendo
vuestra historia el melancólico se vuelva a
risa, el risueño la acreciente, el simple no
se enfade, el discreto se admire de la in-
vención, el grave no la desprecie, ni el
prudente deje de alabarla.
Miguel de Cervantes, este hombre que
estudió con los jesuitas allí en su Espa-
ña ,en Córdoba y Sevilla, quizás en Sala-
manca y vivió en tantas ciudades fue acu-
mulando ricas vivencias hasta su regreso
de Roma donde se enroló en la milicia y
las secuelas de su herida en el batalla de
Lepanto lo seguirán en sus historia de vi-
da y obra hasta su muerte. Durante el año
1575, fue apresado por los corsarios y
trasladado a Argel, donde sufrió cinco
años de cautiverio (1575-1580). Es libera-
do gracias al rescate pagado por el fraile
trinitario fray Juan Gil. Después de ese
acontecer parte hacia Madrid y a su llega-
da, se encontró a su familia en la ruina .
Muchos años después, el escritor le dio a
su nombre un segundo apellido: Saavedra.
En septiembre de 1584 viajó a Esquivias y
allí conoció a la joven hidalga de 19 años
llamada Catalina de Salazar y Palacios; el
flechazo fue
instantáneo y
prometieron
casarse ese
mismo año. Cer-
vantes tenía 37
años. Pronto dejó
en Esquivias a su
mujer para buscarse
la vida por otros lu-
gares . Catalina
liquidó la
herencia
mater-
na en
prove-
cho de
sus her-
manos y le
acompañó a Va-
lladolid. Ya no se vol-
vieron a separar hasta
su muerte. Las condi-
ciones de vida parece
ser que fueron misera-
bles a orillas del río Esgueva, ella debió
soportar el cautiverio de su marido en cár-
celes de Sevilla.
Publica La Galatea (1585) y lucha, sin
éxito, por destacarse en el teatro. Sin me-
dios para vivir, marcha a Sevilla como co-
misario de abastos para la Armada Inven-
cible y recaudador de impuestos. Es allí
donde le encarcelan por irregularidades en
sus cuentas. Cuando es puesto en libertad
se traslada a Valladolid. Es posible que se
iniciara en la literatura bajo la supervisión
y en la amistad del humanista y gramático
López de Hoyos. De nuevo es encarcelado
a causa de la muerte de un hombre delante
de su casa. En 1606 regresa con la Corte a
Revista La Alcazaba
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Madrid. Vive con apuros
económicos y se entrega a
la creación literaria.
Entre 1590 y 1612 escri-
bió una serie de nove-
las cortas que, des-
pués del reconoci-
miento obtenido
con la primera parte
del Quijote en 1605,
acabaría reuniendo
en 1613 en la colec-
ción de Novelas
ejemplares. Esta
colección se inicia
con La gitanilla,
fantasía poética
creada en torno
a la figura de
Preciosa y la
relación entre
la gitanilla y
un joven capaz
de renunciar a
su alcurnia por
amor. En contraste con tan embellecido
marco sigue "El amante liberal", novela
bizantina de amor y aventuras.
Don Quijote de la Mancha, considerada
obra universal, se cree que la comenzó a
escribir mientras se encontraba en la cár-
cel a finales del siglo XVI. En el verano
de 1604 estaba terminada la primera parte,
que apareció publicada a comienzos de
1605 con el título de El Ingenioso Hidalgo
don Quijote de la Mancha, tuvo un éxito
inmediato.
En 1614 aparecía en Tarragona la con-
tinuación apócrifa escrita por alguien
oculto en el seudónimo de Alonso Fernán-
dez de Avellaneda, quien acumuló en el
prólogo insultos contra Cervantes. Por en-
tonces éste llevaba muy avanzada la se-
gunda parte de su inmortal novela. La ter-
minó muy pronto, acuciado por el robo
literario y por las injurias recibidas. Por
ello, a partir del capítulo 59, no perdió
ocasión de ridiculizar al falso Quijote y de
asegurar la autenticidad de los verdaderos
don Quijote y Sancho.
Esta segunda parte apareció en 1615
con el título de El ingenioso caballero don
Quijote de la Mancha. En 1617 las dos
partes se publicaron juntas en Barcelona.
Y desde entonces el Quijote se convirtió
en uno de los libros más editados del
mundo y, con el tiempo, traducido a todas
las lenguas con tradición literaria. En el
2002, esta obra literaria fue votada como
la mejor de la historia en una votación en
la que participaron 100 escritores de 54
nacionalidades diferentes.
Cervantes afirmó varias veces que su
primera intención era mostrar a los lecto-
res de la época los disparates de las nove-
las de caballerías. En efecto, el Quijote
ofrece una parodia de las disparatadas in-
venciones de tales obras. Pero significa
mucho más que una inventiva contra los
libros de caballerías. Cervantes no creía
que ésta fuera su mejor obra pensando que
lograría más fama por otros escritos como
las "Novelas Ejemplares" (1613).
En sus últimos años publica además el
Viaje del Parnaso (1614), Ocho comedias
y ocho entremeses (1615). El triunfo lite-
rario no lo libró de sus penurias económi-
cas. Durante sus últimos meses de vida, se
dedicó a Los trabajos de Persiles y Segis-
munda (de publicación póstuma, en
1617).
En 1616, enfermó de hidropesía, en
abril profesa en la Orden Tercera. El 18
del mismo mes recibe los últimos sacra-
Revista La Alcazaba
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mentos y el 19 redacta, "puesto ya el pie
en el estribo", su último escrito: la dedica-
toria del Persiles.
Miguel de Cervantes Saavedra falleció
el 23 de abril de 1616 en Madrid y es en-
terrado con el sayal franciscano, en el
convento de las Trinitarias Descalzas de la
actual calle de Lope de Vega. Solo con-
servaba seis dientes, tenía la columna
vertebral combada y acusaba los
impactos en el esternón de
los pelotazos de plomo de
arcabuz recibidos en la ba-
talla de Lepanto en
1571. Diez años des-
pués, el 30 de octu-
bre de 1626, se hizo
sitio para acoger el
cuerpo de Catalina.
Los dos cadáveres per-
manecieron bajo la nave
hasta que, en 1671, el
viejo convento fue derri-
bado y sobre sus cimientos
se levantó uno nuevo..
El INGENIOSO HIDAL-
GO DON QUIJOTE DE
LA MANCHA , Uno de
los libros más famosos
de la Literatura
Universal , esta
novela de índole
caballeresca donde
aparecen todas las
clases de la sociedad
española de princi-
pios de siglo, aristó-
cratas, hidalgos, mer-
caderes, curas, solda-
dos, estudiantes, vagabun-
dos, criminales, duquesas,
doncellas, labradoras y
prostitutas. El noble Don Quijano crea a
Don Quijote , un hidalgo venido a menos
de unos cincuenta años y en sus ratos de
ocio se la pasa leyendo, ya que la gente de
su clase no trabajaba nunca y los lectores
en
Revista La Alcazaba
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el siglo XVI eran pocos , trataba el honor,
la gallardía, un ideal de la nobleza feudal,
la descripción de la vida de una potencia
en declive, España, sin posibilidades ante
el ímpetu industrial de Inglaterra . Mien-
tras que la nueva potencia industrial pasa-
ría a manos de la burguesía mercantil in-
glesa, la nobleza feudal española se afe-
rraba a grandes ideales ajenos al mun-
do ,de la misma manera Don Quijote se
arrimó a revivir el mundo de las novelas
de caballería , por ello se ha afirmado mu-
chas veces que fue la personificación de la
cultura española. A partir del momento
del anuncio de esta obra , toda la literatura
universal adopta una postura adulta, sin
embargo el lector consciente sabe que al
leer a Cervantes entra en un estado ficticio
donde la obra desafía realidad de
ficción, situación que continúa
con las novelas de amor y creo
que el impacto de estas no era
recomendable para las mujeres
del siglo XVIII y XIX por-
que hacía temer su inter-
pretación entre imagina-
ción y realidad.
Esta obra con sus mag-
níficas aventuras enlaza-
das donde Cervantes
en lugar de ver la
realidad como es, las
entiende de acuerdo
a las novelas de ca-
ballería , de esta
manera los rebaños
de oveja se con-
vierten en ejérci-
tos de soldados,
una procesión reli-
giosa son en caba-
lleros enemigos,
las sirvientas son señoritas de la nobleza,
una bacía de barbero se convierte en un
yelmo legendario, y una chusma criminal
troca en un grupo de esclavos de galera
dignos de compasión y a los que es me-
nester liberar , en la mayoría de los en-
cuentros, Don Quijote regresa a casa va-
puleado sobre un carro de bueyes , cansa-
do , enjuto y maltrecho. La Segunda parte
después de diez años se convirtió en una
celebridad literaria , Sancho informa a su
señor que existe un libro que narra las
aventuras que corrieron juntos escrito por
un árabe Cide Hamete Benengelí y co-
mienza la acción ,participa de la broma de
esa realidad ficticia ; de todas las aventu-
ras regresa a casa maltrecho y en su le-
cho de muerte reconoce que todo fue una
ilusión. Es un genio y como todo genio
se habló de su locura, cuando esta
novela se considera una de las forja-
doras de novelas de ilusiones, tam-
bién como autoreferencial y
realista, ridiculizándola del
resto de las novelas de caba-
llería, su lectura se vuelve
más realista.
Para justificar su papel
de salvadores del mun-
do , el Quijote y Sancho
Panza , su escudero ven
opresión en todos lados ,
toma a unos criminales por
hidalgos hechos prisioneros, a
los molinos de viento por gi-
gantes,como una ofuscación
ideológica que el enemigo lo ha
sometido.
Esta obra ha servido de modelo a
muchos escritores, y ha sido imitada
por otros (por ej la novela Joseph An-
drews-Henry Fielding ),
Revista La Alcazaba
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la pareja hidalgo y escudero ha sido consi-
derada un retrato de España.
Cervantes, en el «Prólogo» a las Nove-
las ejemplares, se jacta de ser el primero
que ha novelado en lengua castellana:
"Y es así, que yo soy el primero que he
novelado en la lengua castellana; que las
muchas novelas que en ella andan impre-
sas, todas son traducidas de lenguas ex-
tranjeras, y estas son mías propias, no
imitadas ni hurtadas. Mi ingenio las en-
gendró y las parió mi pluma, y van cre-
ciendo en los brazos de la estampa".
Probablemente Cervantes se esté refi-
riendo al Decamerón de Bocaccio, que se
difundió con relativa rapidez en Espa-
ña donde fue traducido al castellano
y publicado con el título de "Las
cien novelas" (1496) Por otra par-
te, Cervantes no podía aludir con
el término novelar a las narra-
ciones extensas, ya que en tal
género evidentemente él no ha-
bía sido el primero en ninguno
de los subgéneros del XVI. Sus
palabras tendrán que ver con lo
que significaba la palabra novela
en italiano.
Esta obra y su autor han logrado
eternamente el más alto de los elo-
gios y respetos en los procederes de la
lengua española que desde mi interior va-
loro con exaltada alegría tanta maravilla
desde la libertad individual, la pasión per-
sonal y todo el aspecto substancial logra-
do en sus personajes a efectos de domesti-
car esa dura realidad con la imaginación,
entre tragedia y humor, la conciencia hu-
mana feliz a su inocencia nos ha hecho
vivir a todos su espíritu nacional reflejado
en la vida doméstica, costumbres, relacio-
nes sociales , guerras , paz, las necesida-
des intelectuales, las artes , las necesida-
des de todo el pueblo y sus manifestacio-
nes. Cervantes ha logrado con sus pala-
bras hacer vivir el paisaje, donde las le-
tras dejaron de ser signos de sonidos para
convertirse en visión de las palabras, nos
entregó la idea en su forma real con ras-
gos de una individualidad viviente. Al fi-
nal todo fue una ilusión.¡Un gran ídolo de
todos los tiempos!.
Revista La Alcazaba
11
E n España, dentro de la
Comunidad de Cataluña
y en la provincia de Ge-
rona (Girona), rodeado
de los conos volcánicos del Croscat, Roca
Negra y Santa Margarita, por las sierras
de Finestres, el Corb y Sant Juliá del
Mont pertenecientes al Parque Natural de
la Garrocha, en ese recóndito lugar donde
la mencionada sierra de Finestres se va
diluyendo, se encuentra Santa Pau, con
una fisonomía típicamente medieval (con
murallas, calles irregulares y rincones
evocadoras), donde se mezcla el gótico y
el renacimiento con un trazado que data
de la primera mitad del siglo XIV, tiene
edificios de un valor arquitectónico nota-
ble, y sus principales virtudes del recinto
son el austeridad dominante y el carácter
práctico y funcional que revelan las calles
y casas empedradas.
Es curioso echar un vistazo a los dinte-
les de las puertas y ventanas, a los escu-
dos que llevan años grabados en sus pie-
dras, intentar acariciar a los gatos que des-
cansan en paz en los portales y mirar ha-
cia arriba, buscando siempre la plaza Ma-
yor o Firal dels Bous. Se llega allí tras
cruzar el portal de la Vila Nova, todo el
pueblo nos deja atónitos y más cuan-
do vamos haca el mirador del Mar, don-
de nuestros ojos se pierden en el valle del
Ser que rodea Santa Pau.
UN LUGAR PARA VISITAR
Revista La Alcazaba
13
A un cuando no se nos haga im-
prescindible, se me antoja casi
necesario el aproximarnos a la
historia para referirnos a un tema tan
normal como es la Generación del 98
través de uno de sus representantes más
cualificados: José Martínez Ruiz
(“AZORÍN”) y de una de sus obras: La
ruta de Don Quijote.
Tras lo que conocemos como
“clásicos ochocentistas”, donde don Beni-
to Pérez Galdós es acaso el mayor de sus
representantes, la Generación del 98 supo-
ne un nuevo Siglo de Oro para las letras
españolas, representadas, entre otros, por
“Azorín”, Baroja, Valle Inclán, Unamuno,
Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado,
etc. etc.
Por aquellos años, finales del siglo
XIX surge una división, entre quienes es-
timan que lo literario y lo poético habría
de aportar algo al mundo de la idea y el
pensamiento, principalmente el pensa-
miento patrio como en aquel tiempo espa-
ñol de pérdidas coloniales se entendía, so-
bre todo lo entendían buena parte de sus
intelectuales; por ello hay quien diferencia
entre los nombres generacionales los de
Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y
Ramón Gómez de la Serna, cuya creativi-
dad apoyaba más la idea en la palabra que
la propia literatura.
Revista La Alcazaba
14
Se puede asegurar que la prosa de
Azorín resulta distinta a las demás de su
época. Alguien escribió que “toda la obra
de Azorín es una mirada”. Y es que el
maestro de Monóvar (Alicante) -8 de ju-
nio de 1873- cuenta lo que ve y como lo
ve. Pero también alguien añadió que esa
mirada estuvo siempre al servicio de una
inteligencia y un sentimiento personalísi-
mos.
Entendido así, debemos admitir que la
obra de José Martínez Ruiz no correspon-
de sólo al descubrimiento que la retina
percibe como una fotografía estática, si no
que detrás de esa mirada y sumándose a la
esencia estética hallamos el toque o distin-
tivo que le aportan inteligencia y senti-
miento. Dejarnos llevar por la literatura
azoriniana a través de obras suyas como
son Los Pueblos, Castilla y, sobre todo,
La Ruta de Don Quijote es pasear por la
España sencilla y profunda representada
en cada paisaje y en cada tiempo que el
escritor aborde, ya se nos manifieste aquél
en forma urbana, rural e incluso cósmica y
esté el tiempo situado en el presente más
realista, tal sucediera en Castilla, o se ci-
mente en un pasado literario que ensamble
el ayer con el hoy, como ocurre en La Ru-
ta de Don Quijote, quizá porque el pretéri-
to es un presente en su obra, del mismo
modo que enraíza el hoy con el ayer histó-
rico y literario como trampolín de un pen-
samiento que traza caminos hacia el futu-
ro. Podemos intuir que Azorín, antes de
realizar su salida para hacer La Ruta de
Don Quijote, se auto/influye duplicando
algunos de los acontecimientos que le su-
ceden en sus aventuras a don Alonso Qui-
jano, el Bueno.
Paralelismos o similitudes que segui-
remos hallando a lo largo del caminar de
Don Quijote y
las aventuras o
desventuras de
este viaje azori-
niano. Ya desde
su inicio, en la
ventanilla donde
el escritor va a
sacar el billete
del tren, traba
“una verdadera
amistad -podéis
creerlo- con este
hombre sencillo,
discreto y afa-
ble”, un hombre
que con sólo su
presencia nos
está recordando
a Sancho, y nos
lo confirma con
la sencilla filoso-
fía que hace
comprender al
propio Azorín
que “todos” no son los ministros ni los
grandes burócratas.
Otro paralelismo sería cuando, en
Argamasilla de Alba, disfruta de la fonda
de la Xantipa, donde al tiempo que en la
psicología del pueblo descubre y admira
cómo los Académicos de La Argamasilla
pudieran ser, y así nos lo dicen, “don Cán-
dido, don Luis, don Francisco, don Juan,
don Alfonso y don Carlos, pues yo no he
conocido jamás hombres más discretos,
más amables, más sencillos que estos bue-
nos hidalgos”.
Viajando, como a la sazón lo hiciera
en carro, tartana y albardada bestia por
carreteras en mal estado y caminos de tie-
rra, pierde la noción del tiempo. Días, ho-
Revista La Alcazaba
15
ras, minutos… Todos ellos le son
de total semejanza largos y repe-
tidos, como los interminables sur-
cos, la similitud del paisaje y sus
tonalidades. Redobla verbos en
un mismo tiempo gramatical, uti-
liza diferentes adjetivos, que vie-
nen a calificar la acción de simi-
lar contenido aunque con varia-
dos conceptos para describir
análogos factores y sentimientos.
Observador y detallista, hace del
relato un delicado lienzo como si
sus inmediatos predecesores, los
impresionistas, marcaran en él
esa función que lo real ejerce so-
bre la obra artística y la sutil vi-
sión ambiental que el paisaje pro-
duce en la creatividad.
Aun sabiéndose Azorín ena-
morado de La Mancha resulta
destacable que tras una prolonga-
da monotonía de llanuras y largos
surcos paralelos, de llanos territo-
rios sin apenas un árbol que dé
sombra, cuando “ya el cronista se siente
abrumado” tras un recorrido “de veintio-
cho horas de carro”, acercándose a la cue-
va de Montesinos, el paisaje cambia de
formas y se alegra viendo como “sobre las
colinas hoscas, los romeros, los tomillos,
los lentiscos extienden su vegetación”.
Es cierto que también en el mismo
Campo de Criptana el sentimiento azori-
niano percibe un acercamiento a Sancho
Panza. Fue cuando tras varias horas de
viaje con “Los Sanchos de Criptana”, para
celebrar el pasado tercer centenario de la
inmortal obra cervantina, sobre un mon-
tículo pelado, el comportamiento y razón
de aquellos le hace considerar un nuevo
Sancho. Y es que -nos asegura- “si Arga-
masilla se enorgullece por ser la patria
del caballero de la triste figura,
Criptana quiere repre-
sentar y compendiar el
espíritu práctico,
bondadoso y agudo
del sin par Sancho
Panza”.
Ese amor
que Cervan-
tes, Don Qui-
jote y San-
cho suscitan
en Azorín,
nos lo ubi-
can como
uno de los
más firmes ex-
ponentes de la
Generación del
98, y del que
vamos disfru-
tando durante
toda la lectura de
La Ruta de Don Qui-
jote. A mi modo de
interpretar toma el espí-
ritu de la propia causa
por el que se distingue y
caracteriza al grupo gene-
racional cuando el escritor
llega a El Toboso. La inquietud antibeli-
cista pero politizada que revitalizó a los
escritores del 98, se vio sintetizada en el
espíritu de Azorín mientras recorría las
calles tobosinas de aquel entonces.
España había perdido las colonias,
había dejado Filipinas y fue significativo
el desenlace de Cuba. Estos extravíos y
abandonos político-administrativos exte-
riores, de los que tampoco se libraba el
interior patrio, ejercen una reacción positi-
Revista La Alcazaba
16
va en el pensamiento de varios cerebros,
entre los que se encontraba José Martínez
Ruiz. Azorín fue uno de los escritores de
palabra más pura y con ella abordó el sen-
timiento de los pueblos. El escritor está
enternecido ante una obra literaria tan her-
mosa como es Don Quijote de la Mancha,
pero se estremece frente al abandono y la
desidia de los gobernantes.
Los capítulos finales de La Ruta de
Don Quijote son un fiel reflejo del espíritu
que inmortalizó a dicha Generación. En el
segundo apartado dedicado a El Toboso -
XIV de la obra- el autor de Monóvar se
acoge de nuevo a la esencia literaria que
le originan los Miguelistas del pueblo:
“Yo llego a creer, señor Azorín, -le dice
don Silverio- que he conocido al padre de
Miguel, al abuelo, a los hermanos, a los
tíos”. Y es que para los Miguelistas del
Toboso, Cervantes es sólo Miguel.
“Miguel no era de aquí; pero ¿cómo du-
dar de que el abuelo
lo era?”, reafirmaría
el Académico rural.
No es esta una loca
fantasía irrazonada e
impetuosa que rompa
de pronto la reacción
para caer de nuevo en
el marasmo, pues, sin
duda, este marasmo,
esta paralización o
inmovilidad a que ha-
ce referencia el autor
cuando está finalizan-
do su obra, es a lo que
Azorín se acoge para
conducirnos al último
de los capítulos, en
algo que ya no es, o
me parece que ya
no es propiamente La Ruta de Don Quijo-
te, pero que como epílogo resulta acerta-
dísimo al mostrarnos el verdadero espíritu
del 98 y que tiene como protagonista al
doctor Dekker, miembro del Real Colegio
de Cirujanos de Londres, a la sazón en
Madrid, habitando “una modestísima casa
particular de nuestra clase media”, pero
que, estudioso y bien merecido titulado el
doctor, llevaba siempre un pequeño cua-
derno donde anotaba el tiempo que perde-
mos los españoles. Ironía, sin duda en la
que Azorín se basa para señalar el desca-
labro de una España que no sólo perdía
ese tiempo, sino que, además perdió su
fuerza y poder en el último tercio del siglo
XIX, aun cuando ello sirviera como acica-
te para el prestigio de una generación que
se llamó del 98 y que, tras el Siglo de Oro,
es lo mejor que ha tenido nuestra España
literaria y de pensamiento.
Fotografías en el libro de la Ruta del Quijote de Azorín
Revista La Alcazaba
17
La escritora Nurkia Rudametkin
nos presenta en esta página su libro
“La Llave”. Un libro este, que nos in-
vita a descubrir el equilibrio entre el
cuerpo, el espíritu y la mente. A tra-
vés de sus páginas iremos descu-
briendo el modo de limpiarnos de
todo lo negativo así como ir su-
perando cualquier reto que la vida
nos presente gracias entre otras co-
sas el ir conociendo toda la energía
positiva que nos rodea.
UN LIBRO
Revista La Alcazaba
18
“Todos los judíos de mis reinos son
míos y están so mi protección y am-
paro y a mí pertenece de los defender
y amparar y mantener en justicia”
Isabel I de Castilla “La Católica”)
El autor de esta obra de pintura
histórica, Emilio Salas Francés
(Alcoy, Alicante, 1850 - Madrid,
1910) realizada en 1889 en su estudio
de la calle de Rochechouart de París,
ciudad a la que había marchado como
pensionado tras permanecer varios
años en Roma. Este singular lienzo
fue presentado por el artista a la Ex-
posición Universal celebrada ese año
en la capital francesa, donde el géne-
ro histórico resultaba ya trasnochado,
sin que por otra parte la crítica parisi-
na llegase a comprender el significa-
do profundo de su argumento.
“El título de la obra alude al momen-
to decisivo en que se produce en el ánimo
de los Reyes Católicos la toma de la tras-
PASEOS POR LA HISTORIA DEL ARTE: LA PINTURA
Retrato de Emilio Sala realizado por J. J.Aranda
A:P:U:
Revista La Alcazaba
20
cendental decisión, plasmada
en el Edicto de Expulsión
publicado el 31 de marzo de
1492, por el cual los judíos
residentes en España debían
abandonar la península en el
plazo de tres meses bajo pe-
na de muerte, salvo los bauti-
zados al cristianismo que re-
nunciaran de hecho a su anti-
gua fe. Concretamente, la
escena ilustra el momento de
máxima tensión, en que el
inquisidor interrumpe violen-
tamente la audiencia conce-
dida por los Reyes Católicos
al interlocutor judío y arroja
el crucifijo sobre la mesa si-
tuada en medio de la sala.
Con su dedo, acusa desafian-
te a los monarcas, sentados
en su trono bajo un gran do-
sel con el lema de su reinado
TANTO MONTA jalonado
por tres yugos con nudo gor-
diano, tan imposible de sepa-
rar como de deshacer, como
los reinos de España unidos
bajo las coronas de Castilla y
Aragón. El rey Fernando es-
cucha la arrebatada interven-
ción del dominico con ate-
rrorizado estupor, clavado en
las pupilas fijas de sus ojos
extremadamente abiertos,
mientras la reina permanece
impasible, con la mirada ba-
ja, como signo de su superior fortaleza de
carácter. El judío retrocede ante tan des-
aforada alocución y los miembros de la
corte asistentes a la audiencia se debaten
entre la curiosidad, la indiferencia y la
sorpresa. Por su parte, el escribiente per-
manece atento a
los acontecimien-
tos y los maceros
reales apenas
reaccionan ante la
gravedad de la
escena, acostum-
brados quizá a las
intervenciones
exaltadas del fa-
moso inquisidor.
Esta obra tiene una especial signifi-
cación en la evolución de la pintura espa-
ñola de historia por cuanto constituye uno
de los ejemplos más tardíos del género
inspirado en el reinado de los Reyes Cató-
licos. La elección de su asunto es sin em-
bargo radicalmente opuesta a la euforia
triunfalista de los años anteriores, testimo-
nio al fin de los cambios ideológicos y po-
líticos de la España de fin de siglo, en los
que la conciencia social y crítica llegó
también a afectar a las escenas históricas,
que se ocuparon de denunciar los aconte-
cimientos más oscuros y controvertidos de
las épocas consideradas hasta entonces
como las más gloriosas del
pasado español. En este ca-
so, tan polémico episodio
está interpretado por Sala
con la extraordinaria jugosi-
dad de su pincel mediterrá-
neo, lleno de frescura y
energía, impregnado además
de la riqueza decorativa y
elegante de la pintura bur-
guesa parisina. En efecto, el
lienzo constituye una es-
pléndida página de la pintu-
ra histórica en su epílogo,
tanto por las novedades for-
males que presenta como
Revista La Alcazaba
21
por la modernidad plástica de su factura,
que anticipa ya -aplicado a este género- el
naturalismo valenciano de fin de siglo.
Obra maestra de la breve producción
histórica de Emilio Sala, causó un gran
impacto en su tiempo por la modernidad
que suponía, ya casi en los albores de una
nueva centuria, su interpretación plástica
respecto a la pintura de historia del resto
del siglo. Así, aspectos como su formato
vertical y su concepción espacial, despeja-
do el primer término de la sala, en el que
sitúa al embajador judío de espaldas al
espectador como un indefenso reo en su
juicio en lugar de como interlocutor de
una audiencia regia, la exagerada expre-
sión de Torquemada, abalanzándose sobre
el sitial real y atreviéndose a dar la espal-
da a los reyes, en un desafío consciente de
la debida etiqueta protocolaria para de-
mostrar su superioridad sobre la concien-
cia y autoridad de los monarcas, y la si-
tuación extremadamente frontal de los Re-
yes Católicos, enmarcados en la rigidez
geométrica del dosel a modo de meras efi-
gies emblemáticas insensibles ante la pal-
pable injusticia, flanqueados por los gru-
pos de caballeros y damas de su Corte -de
una afectación muy francesa en sus expre-
siones-, constituyen rasgos de una atracti-
va novedad estética y conceptual, fruto en
buena medida de la formación parisina del
artista, a los que no habían osado hasta
entonces el resto de los pintores españoles
de historia (Texto extractado de Díez, J.
L.: El Siglo XIX en el Prado, Museo Na-
cional del Prado, 2007, pp. 272-275)”.
Este cuadro de pintura de historia
reproduce una escena que el pintor justifi-
có con este fragmento de William H. Pres-
cott: “Los judíos, que habían tenido aviso
de lo que pasaba, recurrieron á su podero-
sa política ordinaria para granjearse la
protección de los reyes: comisionaron á
uno de los suyos para hacer un donativo
de treinta mil ducados, con destino a los
gastos de la guerra de los moros; pero esta
negociación fue desconcertada de un mo-
do violento por el inquisidor general Tor-
quemada, el cual entrando en el salón del
palacio donde los reyes daban audiencia al
comisionado judío, y sacando un Crucifijo
de debajo de los hábitos, le presentó ex-
clamando: «Judas Iscariote vendió a su
maestro por treinta dineros de plata; Vues-
tras Altezas le van a vender por treinta
mil; aquí está, tomadle y vendedle». Y
dicho esto, aquel frenético sacerdote arro-
jó el Crucifijo sobre la mesa, y se salió.
Los Reyes Católicos en vez de castigar
semejante atrevimiento, o de despreciarle
como simple arrebato de un loco, se que-
daron aterrados.
Revista La Alcazaba
22
Uno de los numerosos comentarios
contemporáneos a esta obra se refiere a la
figura del judío que aparece de espaldas
en primer plano, atribuyéndole una actitud
altanera. Un comentario actual le atribuye
una dignidad monumental... conseguida
por la amplitud de sus gruesos ropajes y
su actitud firme y contenida ante la acusa-
ción del inquisidor. Ninguno hace suposi-
ciones en cuanto a la posible identifica-
ción de tal comisionado, pero la posición
en la corte de Abraham Senior era preci-
samente la que se describe.
Recordemos que los judíos
"formaban, no un Estado en el Estado,
sino más bien una microsociedad al lado
de la sociedad cristiana mayoritaria, con
una autoridad [el rabí mayor] que la coro-
na le delegaba sobre sus miembros". Las
aljamas se organizaban internamente con
un amplio margen de autonomía. Designa-
ban por sorteo al consejo de ancianos que
regía la vida de la comunidad; recaudaban
sus propios impuestos para el manteni-
miento del culto de las sinagogas y de la
enseñanza rabínica; vivían bajo las nor-
mas del derecho judaico, y tenían sus pro-
pios tribunales que entendían de todos los
casos en materia civil –desde las Cortes
de Madrigal de 1476 las causas penales
habían pasado a los tribunales reales-. No
gozaban de la plenitud de los derechos
civiles: tenían un régimen fiscal específi-
co mucho más oneroso que el de los cris-
tianos y estaban excluidos de los cargos
que les pudieran conferir autoridad sobre
los cristianos.
La situación en la que vivían, según
Joseph Pérez, planteaba dos problemas:
"como súbditos y vasallos del rey, los j no
tenían ninguna garantía para el futuro –el
monarca podía en cualquier momento cer-
Revista La Alcazaba
23
cenar la autonomía de las aljamas o
exigir nuevos tributos más importan-
tes-"; y, sobre todo, en "estos años
finales de la Edad Media, cuando se
está gestando un Estado de carácter
moderno, no podía menos de plan-
tearse un problema de inmensa tras-
cendencia: ¿era compatible la exis-
tencia de comunidades autónomas y
separadas con las exigencias de un
Estado moderno? Ésta era la cuestión
verdadera".
Por otro lado, Joseph Pérez, si-
guiendo a Luis Suárez, sitúa la expul-
sión dentro del contexto de construc-
ción del "Estado moderno", que exige
una mayor cohesión social funda-
mentada en la unidad de fe para im-
poner su autoridad a todos los grupos
e individuos del reino.
A diferencia de la época medie-
val en este tipo de Estado no caben
los grupos que se rigen por normas
particulares, como era el caso de la
comunidad judía. Por ello no es ca-
sual, advierte Pérez, que sólo tres me-
ses después de haber eliminado el úl-
timo reducto musulmán de la penín-
sula con la conquista del reino nazarí
de Granada, decreten la expulsión de
los judíos. "Lo que se pretendió en-
tonces fue asimilar completamente a
judaizantes y judíos para que no exis-
tieran más que cristianos.
Los Reyes Católicos debieron
pensar que la perspectiva de la expul-
sión animaría a los judíos a convertir-
se masivamente y que así una paulati-
na asimilación acabaría con los restos
del judaísmo. Se equivocaron en esto.
Una amplia proporción prefirió mar-
charse, con todo lo que ello suponía
de desgarramientos, sacrificios y vejacio-
nes, y seguir fiel a su fe. Se negaron ro-
tundamente a la asimilación que se les
ofrecía como alternativa".
En cuanto al impacto económico de
la expulsión parece descartada la tesis de
que supuso un duro revés y frenó el naci-
miento del capitalismo, con lo que sería
una de las causas de la decadencia de Es-
paña. Como ha señalado Joseph Pérez,
"en vista de la documentación publicada
sobre fiscalidad y actividades económicas,
no cabe la menor duda de que los judíos
no constituían ya una fuente de riqueza
relevante, ni como banqueros ni como
arrendatarios de rentas ni como mercade-
res que desarrollasen negocios a nivel in-
ternacional. Es lo que confirma la situa-
ción en 1492 y en los años siguientes. […]
La expulsión de los judíos produjo proble-
mas a nivel local pero no una catástrofe
nacional. Es a todas luces descabellado
atribuir a aquel acontecimiento la deca-
dencia de España y su pretendida incapa-
cidad para adaptarse a las transformacio-
nes del mucho moderno. Todo lo que sa-
bemos ahora demuestra que la España del
siglo XVI no era precisamente una nación
económicamente atrasada. […] En térmi-
nos estrictamente demográficos y econó-
micos, y prescindiendo de los aspectos
humanos, la expulsión no supuso para Es-
paña ningún deterioro sustancial, sino so-
lamente una crisis pasajera rápidamente
superada".
Revista La Alcazaba
25
L a inquietud del “Ser Humano” frente a su propia muerte, se remonta al inicio
de los tiempos. Común a todas las civilizaciones, incluida la egipcia, plantea
tres cuestiones clave. En primer lugar, el angustioso problema de la inmorta-
lidad del alma y, por tanto, el de la aniquilazación o no del propio “yo”, tras la desapari-
ción física del individuo. En segundo lugar, la posible presencia real de un universo intan-
gible fuera del mundo que nos rodea. Finalmente,la presumible existencia de una deidad o
deidades superiores que marcan el devenir del sujeto. En la Antigüedad sólo el ámbito
mágico, ritual y religioso era capaz de dar una respuesta convincente a una pregunta tan
emocional como íntima de la Humanidad.
Paralelamene a este pensamiento, nace un repertorio de cultos y ceremonias. Actuacio-
nes que tratan de hacer más fácil para un difunto el tránsito de una “vida” a “otra” . Las
llevaban a cabo una serie de individuos investidos de autoridad moral y sobrenatural. Per-
sonas “iniciadas” desde temprana edad, por sus cualidades personales y espirituales. Así
surgen los “chamanes” (“sabios”), con supuestas capacidades de modifciar el mundo real,
curar, adivinar y comunicarse con los espiritus. A este grupo también pertenecen los
“magos”, personajes dedicados a la astrología, la hechicería y la brujeria. Finalmente, te-
nemos a los sacerdotes, individuos intermediarios entre el pueblo y la divinidad, especiali-
zados en el mantenimiento de un culto concreto y conocedores de secretos herméticos a
los que sólo podían acceder unos pocos. Estos últimos,
constituirán en muchas culturas, incluida la de Egipto,
un estamento social sagrado y dominante. En defiiti-
va, sujetos muy preparados en íntimo contacto
con las fuerzas naturales y una “realidad”
inmaterial paralela, a veces terrible.
Encargados de mediar con las divi-
nidades del“Mundo de Ultra-
tumba”. Aquellas que
juzgaran el alma de
las acciones cometi-
das.
Revista La Alcazaba
26
Desde la perspectiva racionalista y lai-
ca del siglo XXI, son conemplados como
figuras carentes de sentido. Etéreas, sinó-
nimos de oscuridad, superchería, ignoran-
cia y retraso cultural. Nada más lejos de la
realidad. En un mundo en el que los hom-
bres vivían en esencial armonía con la Na-
turaleza. En un período en el que la vida y
la muerte eran un acontecimiento coti-
diano del que nadie podía sustraerse. En el
que el tiempo era algo relativo y el porve-
nir no dependía estrictamente de los de-
seos humanos. En una sociedad que vin-
culaba todo a los pretensiones de las dei-
dades. En un universo abierto a todo y no
constreñido al Antropocentrismo, estas
figuras fueron fundamentales. Así, gracias
a ellos, las gentes sencillas, como el
“baket” egipcio (“sirviente”), podían com-
prender y acatar el mundo que le rodeaba.
Así ocurrió durante la Prehistoria y la
Edad Antigua.
Sin embargo, en algunas culturas la in-
termediación no bastaba. Además de las
ceremonias de propiciación ante los dio-
ses, se requería un apoyo físico para la
supervivencia del “yo” místico. En base a
esta necesidad, nace la momificación o
embalsamamiento del cuerpo para evitar
su destrucción total. Este rito y técnica,
afín a numerosas culturas de todo el Orbe,
fue esencial en el antiguo Egipto, donde
se practicó desde tiempos muy remotos.
Convirtiéndose en la pieza esencial del
duelo y los funerales en dicho territorio.
Allí es donde v vamos a centrarnos.
Las noticias sobre el duelo, la momifi-
cación y los funerales en Egipto
(“Kemet”, la “Tierra Negra”), son fraccio-
nadas y escasas. Nos las proporcionan di-
versas fuentes. Por una parte, autores co-
mo el historiador y geógrafo griego Hero-
doto de Halicarnaso.(s. V a. C.“Los Nue-
ve Libros de la Historia”), y el historiador
italo-griego Diodoro de Sicilia (s. I. a. C.
“Bibliotheca Historica”, primera sec. Lib.
I). En ambos autores encontraremos abun-
dante documentación, sobre todos los te-
mas referidos a Egipto. Sin embargo, ha-
blan de una época en la que la influencia
griega era ya muy importante y por tanto,
pueden darnos referencias imprecisas. Por
otra, ya en el plano estricto del embalsa-
mamiento, cabe citar: 1- papiros: Ipuur o
Leiden nº 344 (s. XIII a. C.); papiro Rhind
(época ptolemaica); Bulaq III del Museo
de El Cairo (traducido por el egiptólogo
francés de origen italiano, Gastón Maspe-
ro) y Louvre nº 5158; ambos de la etapa
romana; 2- estelas: Djehuty y Antef,
(Tebas, XVIII dinastía); nº 1042 de Bolo-
nia; nº 378 del British Museum (período
ptolemaico); 3- Ostrakon egipcio nº 2616
de Florencia; 4- inscripciones: de Amen-
hor. En cuanto a la momificación de ani-
males, práctica normal en Egipto, tenemos
el papiro demótico de Viena nº 27 (época
ptolemaica, dedicado al embalsamamiento
del buey Apis).
Sirviente (baket) egipcio.
Revista La Alcazaba
28
II.- EL DUELO Y LOS FUNERA-
LES EN EL ANTIGUO EGIPTO.
1.- La vejez y la construcción de la
sepultura.
En este apartado, nos dejaremos
guiar por el gran autor francés Pierre
Montet. El nos introducirá en una men-
talidad muy alejada de la nuestra. Si
bien se centra en el período ramésida,
sus comentarios son válidos para am-
plias etapas de la historia de Egipto.
a.- La vejez.
En el país del Nilo, la muerte era un
hecho omnipresente en todos los esta-
mentos sociales. Y aunque, tal como
afirma Fhilipp Vanderberg, parafrasean-
do a la arqueóloga francesa Christiane
Desroches-Noblecourt, “Para todo egip-
cio, la muerte significaba la transfigura-
ción deseada, el paso que conduce a la
vida auténtica y eterna”, ésta, por su-
puesto, era vista como algo lejano y,
con toda probabilidad, no apetecible.
Aunque había que someterse a ella de
modo inevitable. Por ello había que pre-
pararse para tal trance.
Sólo se atisbaba con los primeros sig-
nos del decaimiento físico. Con la an-
cianidad. Los egipcios la contemplaban
con pesadumbre. Para ellos, significaba
la degradación total de la persona. Sin
embargo, a pesar de esta estremecedora
concepción, anhelaban la longevidad.
Aquel que, por llevar una vida ordenada
o por el azar, llegaba con sus capacida-
des físicas y psíquicas casi intactas, a
viejo, era objeto de la admiración gene-
ral. Incluido la de la realeza. Sin embar-
Revista La Alcazaba
29
go, tener una buena vejez no sólo con-
sistía en eludir las enfermedades. Tam-
bién era necesario, para nos pocos,
haber llegado a un estatus social y eco-
nómico pudiente. O por lo menos, para
la mayoría, poder vivir con decoro.
Esta situación personal era denomina-
da “Amakhu”. La ostentación de este
título era una merced personal del Fa-
raón. Éste, considerado un ser divino,
no se lo negaba a ningún súbdito fiel.
Tal dignidad aseguraba la comida coti-
diana y, tal vez, un buen sepulcro.
El beneficio del “Amakhu”era un
modelo a seguir por los grandes mag-
nates con su propia servidumbre. De
este modo, conforme los criados enve-
jecían, su amo les buscaba una labor,
sueldo y comida acordes con sus acha-
ques y edad, en espera de la sepultura.
El “Amakhu” representaba, para Mon-
tet, una clara muestra del respeto que
sentían los egipcios hacia sus ancianos.
Esta situación podía aliviar los últimos
años de una persona. Sin embargo, se
sabía que la muerte, tarde o temprano,
llegaría. El “Inframundo” esperaba en
la tierra del sueño y de las tinieblas. El
“Occdente”, a la otra orilla del Nilo.
Allí donde el individuo encontraba el
sosiego eterno.
b.- La sepultura.
La idea de la vida de “Ultratumba”,
hacía que la atención de todos los egip-
cios, a partir de cierta edad, se centrara
en la costrucción de su última morada.
Desde el Faraón hasta el último de los
sirvientes. Los monarcas organizaron
la construcción de su tumba desde el
principio de los tiempos. Desde el Im-
perio Antiguo, con las inmensas pira-
mides, pasando por el Medio, con
construcciones más modestas, acaban-
do en el Imperio Nuevo y los períodos
más tardíos. A partir de la XVIII dinas-
tía se levantaron grandes mausoleos al
Oeste de Tebas, en dos lugares monta-
ñosos cercanos. El “Valle de los Re-
yes” y el “Valle de las Reinas”. Allí se
perforaron inumerables tumbas deno-
minadas “Hipogeos”. Éstas, algunas
muy profundas, tenían recubiertas sus
cámaras y pasadizos por jeroglíficos de
carácter magico y ritual. En ellos sólo
se relataba el viaje nocturno de Ra por
las doce regiones del mundo inferior
en lucha contra los enemigos de la luz.
La vida del Faraón no importaba. El
lugar era un territorio sellado e íntimo.
Oculto a la mirada humana. Ideado pa-
ra pasar desapercibido.
En cuanto a las tumbas de los parti-
culares, las primeras consistieron en un
simple hueco excavado en tierra, don-
de se depositaba el cadáver rodeado
por un pequeño ajuar, Con el tiempo,
fueron cambiando y ampliando. Sin
Revista La Alcazaba
30
embargo, diferían mucho de las de
la realeza. Se encontraba en lo más
profudo de un pozo. Depositado el
sarcófago en la cámara funeraria y
realizados los últimos ritos reli-
gioso – mágicos se sellaba su en-
trada y se cagaba el hueco.
Encima se alzaba una
construcción para honrar
la memoria del finado y
realizar plegarias. La por-
tada destacaba dentro de
una explanada decorada
con pinturas. Del patio se
pasaba a una cámara, orna-
mentada en paredes y te-
cho, con pinturas con los
momentos más importantes
del homenajeado (máxime si
era un potentado). El conjunto
se completaba con una segun-
da cámara donde éste adoraba
a sus dioses. Este tipo de tum-
ba correspondería a personas
con cierto grado de poder ad-
quisitivo. Empero, la estructura
de las de los más humildes per-
manece en el olvido.
El sarcófago era el ele-
mento más relevante de todo
el mobiliario mortuorio. El
cuerpo del Faraón y de los
aristócratas era envuelto por
varios. La momia era cubier-
ta por una máscara de oro.
Una vez realizado este acto,
era colocada en el interior de
un féretro de plata. Finalmen-
te, todo el conjunto era aloja-
do en una caja cuya tapa que
por el exterior, representaba
la faz del finado, con los sím-
bolos osiríacos y por el interior, conte-
nía la figura de la diosa del cielo,
“Nut”. El bloque, con ojos esculpi-
dos en los laterales y realizado en
granito negro, se situada sobre un
pedestal rectangular enmarcada
por las deidades guardianas
de los fallecidos. El ataúd
se completaba con un arca
que contenía los vasos ca-
nopes que contenían los
órganos del cuerpo.
La opulencia del mobiliario
fúnebre dependía del esta-
mento social y económico al
que se pertenecía. El más
suntuoso era el del Faraón.
Consistía en un sinfín de obje-
tos. Desde carros de combate,
barcos, sillas, lechos, cofres,
bastones de mando, hasta vaji-
lla y objetos rituales. Elemen-
tos que necesitaría, sin duda al-
guna, como soberano, en el
“Más Allá”. Al lado se coloca-
ban ánforas y otros recipientes
repletos de viandas y bebida para
cubrir las necesidades del monar-
Revista La Alcazaba
31
ca. El ajuar de los aristócratas trataría de parecerse (de
modo lejano), al de su señor. El de los pobres, como
máximo, consistiría en objetos cotidianos y herra-
mientas propios de su profesión. La presencia de es-
tatuillas es común a todos los enterramientos.
“Thot” y “Anubis” eran las deidades a quienes se
confiaba el sueño eterno de los fallecidos. Sin em-
bargo, sus restos eran también protegidos por aves
(halcones, buitres) y ofidios.
2.- El duelo, la momificación y el funeral según He-
rodoto y Diodoro de Sicilia.
a.- Itroducción.
Siguiendo al doctor Eduardo Alfonso, sabemos que
la religión nilótica admitía cuatro existencias en el
“Inframundo”. En primer lugar la del cadáver o
Revista La Alcazaba
32
“Khat”. En segundo lugar, la del doble o
“Ka”. Otra era la del alma o “Ba”. Final-
mente, la del espíritu o “Ju”. En el plano
divino, el espíritu triunfante era dotado de
un cuerpo celestial o “Sahú”. Basándose
en estos principios, se creía que para que
el alma perviviese en el “Más Allá”, nece-
sitaba ser reanimada por el “doble” o for-
ma sustancial de la materia física del fa-
llecido. De ahí la obsesión en la perfecta
preservación de los cuerpos. Ahí es donde
nace la idea de la momificación por me-
dios artificiales.
b.- El duelo.
Las noticias que Herodoto nos ha lega-
do, con todo lujo de detalles, sobre el due-
lo, la momificación y el funeral en el An-
tiguo Egipto. las encontramos en su se-
gundo libro “Euterpe” (85 – 90).
Es de resaltar que las mejores descrip-
ciones que relata se refieren a los finados
pertenecientes a familias pudientes. Así,
en la descripción del duelo tenemos:
“Los duelos y funerales son así: cuan-
do [...]muere un hombre de cierta impor-
tancia, [...] todas las mujeres de la casa
se emplastan de lodo la cabeza y el ros-
tro. Luego dejan en casa al difunto, [...]
recorren la ciudad, golpeándose, ceñida
la ropa a la cintura y mostrando los pe-
chos, en compañía de [...]sus
parientes. En otras partes pla-
ñen los hombres, [...]ceñida la
ropa a la cintura. Concluido es-
to, llevan el cadáver para em-
balsamarlo”. (Hrdt, II, 85).
En esta breve pero intensa na-
rración del duelo, observamos
dos datos muy interesantes. En
primer lugar la existencia de una
división estricta entre mujeres y
hombres en la exteriorización
del dolor por el óbito del finado.
Dentro de esta distribución por
género, vemos que la
“teatralización” del aconteci-
miento es más intensa entre las
féminas que entre los varones.
Éstas exteriorizan su luto me-
diante golpes a la altura del co-
razón, enlodádose el cabello,
subiéndose las ropas a la cintura
y enseñando los pechos. Los
hombres, también con las ropas
subidas a la cintura, se manten-
drían en otro lugar para sollozar.
En segundo lugar, en el frag-
mento se habla de “todas las mu-
jeres de la casa [...] en compañía
de [...] sus parientes”. De él se
desprende que estamos ante un
Revista La Alcazaba
33
evento familiar, pero no en el sentido ac-
tual de la palabra. Afectaría, muy proba-
blemente, a todos los miembros de la ca-
sa. Tanto familiares, clientes, sirvientes
como esclavos. Todos ellos obligados,
moral y socialmente, a manifestar su
aflicción de un modo público y notorio.
También resalta la permanencia del cadá-
ver en su hogar a la espera de llevarlo a la
“Casa de la Muerte” (lugar de preparación
del difunto para su momificación, del que
hablaremos más tarde).
El dolor y el sentimiento serían iguales
en las clases sociales inferiores. Sin em-
bargo, es lógico pensar que el duelo no
sería tan ostentoso ni exagerado como
ocurría en el caso de los magnates. Un
simple artesano o un
“sehety” (campesino egipcio), ja-
más se podrían permitir semejantes gas-
tos.
La viuda egipcia. Óleo de Lawrence Alma-Tadema
Revista La Alcazaba
35
El punto de partida
La Historia se mueve entre dos ejes: el espacio y el
tiempo, que a la vez que ejercen de coordenadas son magnitudes
en sí mismas con las que contabilizar la amplitud de los fenóme-
nos o los sucesos.
La primera dimensión ha cambiado sustancialmente desde los
orígenes de la vida en la Tierra. Primero por la formación del
planeta y el surgimiento de los continentes en el desarrollo del
proceso geológico que llevó de Pangea, el bloque único, a la
aparición de los océanos y accidentes del relieve. Segundo, por
la exploración del mundo que impulsó el conocimiento del glo-
bo, especialmente desde finales del siglo XV, cuando a Asia,
Europa y África se irían sumando América, Oceanía y la Antár-
tida.
Dejando a un lado los debates entre Creacionismo y Evolu-
cionismo, con independencia de que los primeros pobladores
fueran Adán y Eva, o de que carecieran de identidad propia las
partículas cósmicas del Big Bang, lo cierto es que la aparición
del Sistema Solar tendría lugar hace 4.600 millones de años y
que la vida en la Tierra está atestiguada desde hace alrededor de
unos 4.000 millones de años.
Biología, geología, antropología e historia, entre otras disci-
plinas, cooperan a fin de proporcionar una aproximación al ori-
gen del hombre. Así, del orden de los primates, aparecido hace
12 millones de años, se avanzó hacia el Australopithecus, cuyo
nacimiento vino propiciado por el cambio climático. Este factor
propiciaría la bipedestación (para alcanzar visualmente el hori-
zonte de la sabana) y la separación de los primeros antropoides
de sus parientes los primates. De este modo, la existencia del
Australopithecus está documentada en un amplio período com-
prendido entre los 4,5 y los 1,5 millones de años. Y, de ahí, con
la ampliación de la capacidad cerebral, se pasaría al género Ho-
mo, con el Habilis, hace 2,5 millones de años y, tras una com-
pleja cadena con eslabones paralelos y múltiples, al Homo Sa-
piens Sapiens (el hombre actual) desde el año 35.000 a.C.
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36
Del mismo modo, la segunda di-
mensión, el tiempo, ha experimen-
tando mudanzas. A pesar de que po-
dría intuirse que el tiempo es objeti-
vamente el que es, no resulta sólo
metafórico, sino científico el conse-
jo de “dar tiempo al Tiempo”. La
relatividad de los datos provoca que
no sea lo mismo hablar de un siglo
en época histórica, donde representa
un lapso considerable, que en la
Prehistoria, cuando 1 cron (millón
de años) supone antes de ayer.
2. Los primeros observatorios
En este orden de cosas, las profe-
cías históricas saltan a la actualidad cuan-
do se aproxima un año bisiesto, expresión
que deriva del latín bis sextus dies ante
calendas martii (sexto día antes del mes
de marzo repetido). Parece un trabalen-
guas, mas no lo es, pues los romanos no
contaban los días del mes del 1 al 31, sino
tomando tres fechas de referencia: calen-
das, nonas e idus, tres secciones del mes
en función de las cuales se señalaban los
días pasados o que faltaban para llegar al
jalón.
El primer calendario del mundo del que
se tiene noticia procede de Escocia, del
8.000 a.C. Los hoyos alineados en el sols-
ticio de invierno habrían servido de guía a
los cazadores-recolectores del Mesolítico
en el valle de Dee. El cromlech de Sto-
nehenge (Salisbury, Inglaterra), que está
en pie desde el siglo XX a.C., pudo ser un
observatorio pues incluye círculos de pie-
dra y avenidas ceremoniales, todo ello en
las proximidades de un asentamiento que
pudo tener cerca de 1.000 casas, si bien no
se trataba de una aldea habitada perma-
nentemente. Como anticipábamos, mu-
chos monumentos megalíticos ostentan
corredores alineados hacia el solsticio de
invierno. En Stonehenge, en el solsticio de
verano, el sol salía atravesando el eje del
supuesto templo. También las pirámides
mayas, aztecas o incas revelan concomi-
tancias astrológicas.
La primera referencia literaria al día y a
la noche, al mes y al año, proviene del
poema de Gilgamesh, narración en carac-
teres cuneiformes sobre las aventuras de
este príncipe de la ciudad sumeria de
Uruk, que vivió sobre el año 2.750 a.C.
Los sumerios se encontraron con un mes
de 30 días y 12 meses en cada año de 260
días. Dividieron el círculo de 360 grados
en 12 sectores de 30 cada uno (signos del
zodíaco) y, al sol y la luna, adhirieron las
constelaciones como herramienta de me-
dir el tiempo, a la par que emblema místi-
co del ascendente de los astros.
No obstante, la necesidad de medir se-
gundos fue posterior pues la trigonometría
no se iniciaría hasta el año 140 a.C., con
Hiparco de Nicea. Este matemático griego
Revista La Alcazaba
37
dividió el día en 24 horas de idéntica du-
ración (hasta la invención del reloj mecá-
nico, en el siglo XIV, las partes del día
variaban con las estaciones). El primer
reloj surgió en Egipto hace 4.000 años,
como era de sol sólo funcionaba en jorna-
das radiantes. En contraste, de noche, el
reloj de agua, o clepsidra, indicaba la hora
al vaciarse el agua que contenía. Habría
que esperar al siglo XI para que se cons-
truyera en China un reloj astronómico del
que cabe detallar que arrastraba un error
de 100 segundos por día. Y, en Europa,
durante el XVI, los relojes de arena se
empleaban para medir la duración de las
misas en las iglesias. En 1656 Huygens
inventaría el reloj de péndulo, en el que se
marca el segundo. El reloj náutico de pre-
cisión para determinar la posición del bu-
que no sería operativo hasta 1680.
3. Juliano y gregoriano
A comienzos del tercer milenio, está
atestiguado el calendario solar egipcio, el
cual se convertiría en la base del actual.
Constaba de 12 meses de 30 días, junto
a 5 días adicionales). Se fundamentaba
en la observación de la salida “heliaca”
de la estrella Sirio (la más brillante del
firmamento), hecho que marcaba la
época de las inundaciones del Nilo.
Transcurría el año 49 a.C., cuando Julio
César llegó a Egipto. Hasta entonces, el
calendario romano cargaba siglos de
desfase debido a la imprecisión. El año
de Rómulo tenía 10 meses: marzo (en
honor a Marte, dios de la guerra), abril
(por Afrodita), mayo (por la diosa
Maia, que otorgaba la fertilidad), junio
(por Juno, la esposa de Júpiter), quinti-
lis (quinto), sextilis (6), septiembre (7),
octubre (8), noviembre (9) y diciembre
(10). El segundo rey de Roma, Numa
Pompilio, añadió dos meses: enero (por el
dios Jano, de dos caras, una hacia el pasa-
do y otra mirando al presente) y febrero
(por la fabrua, fiesta de purificación). Dos
meses, los Mercedonios o Intercalares,
añadidos cada 4 años, trataban de coope-
rar, en vano, al reajuste. Antes de que el
nacimiento de Cristo marcara la era, el
cómputo venía marcado por la fundación
de Roma (753 a.C.), como los griegos te-
nían como hito la primera Olimpíada (776
a.C.) y, posteriormente, los musulmanes
la Hégira (622 d.C.).
El caso es que en la tierra de Cleopatra,
entre otros beneficios, Julio César halló
un excelente calendario. Delegó en el as-
trónomo Sosígenes de Alejandría la tarea
de afinar en exactitud. Sosígenes entregó
a César su calendario entre los años 48 y
46 a.C., basado en el egipcio, pero conser-
vando los nombres romanos. Este calen-
dario poseía una duración de 365 días y
un día adicional cada 4 años, en aras de
compensar el desfase natural producido
Revista La Alcazaba
38
por la revolución no sincrónica de la Tie-
rra en torno al sol. Para compensar el des-
fase y partir de un año cero, el 46 a.C. tor-
nó en el más largo de la Historia, con 445
días. Por la iniciativa particular y los efec-
tos, fue llamado “año juliano” o “año de
la confusión”.
El calendario juliano estuvo vigente en
Europa durante 16 siglos, aunque arras-
trando el error de 11 minutos y 14 segun-
dos con respecto al año solar, una inciden-
cia que ya se advirtió en el Concilio de
Nicea (325 d.C.), en tiempos del empera-
dor Constantino, y que no se corrigió
hasta 1582, en que se adoptó el calendario
gregoriano.
Ayudado por el científico italiano Luis
Lilio y el jesuita alemán Christopher Cla-
vius, viendo que el equinoccio de marzo
llevaba un adelanto de 11 días desde que
el calendario juliano, Gregorio XIII deci-
dió reformularlo. A la Iglesia le preocupa-
ba especialmente este error que afectaba a
la celebración de la Pascua de Resurrec-
ción y otras fiestas movibles que depen-
den de ella.
Para poner en marcha este trascenden-
tal cambio, el papa promulgó el 24 de fe-
brero de 1582 la bula Inter gravissimas, en
la que establecía que al jueves 4 de octu-
bre de 1582 lo seguiría el viernes 15 de
octubre. Esto supuso que Teresa de Jesús,
fallecida justo el 4 de octubre de 1582,
figure como enterrada 11 días después,
cuando en realidad recibió sepultura en la
jornada siguiente al óbito. Desde esta re-
forma, el Domingo de Resurrección es
definido por la Iglesia católica en el si-
guiente domingo al primer plenilunio des-
pués del 20 de marzo. El cráter más gran-
de de la Luna hoy lleva el nombre de Cla-
vius, su compañero, Lilio, ostenta la
“propiedad” de otro, aunque en vida no
pudo ver aplicada su reforma pues murió
en 1576.
En consecuencia, Gregorio XIII dispu-
so adelantar el almanaque oficial 11 días,
para remediar el error acumulado desde el
año 46 a.C., y estableció como regla de
los años bisiestos que tendrían la cadencia
de 1 de cada 4, excepto aquellos termina-
dos en 00 (divisibles por 100), salvo si
son divisibles entre 400, o lo que es más
fácil que sean divisibles entre 4 las dos
primeras cifras, por ejemplo fueron bisies-
tos 1600 y 2000. Aún así, cada 10.000
años tendríamos 3 días de pequeño desfa-
se.
Anecdotario de los calendarios múlti-
ples (siglos XVI-XX)
Pero el calendario gregoriano no fue
adoptado de inmediato en Occidente en
pleno. Turquía lo asumió en 1917; Grecia
y la Iglesia ortodoxa lo harían en 1923.
Después de haberlo aceptado inicialmente
en 1918 y de haber probado otros cómpu-
Gregorio XIII
Revista La Alcazaba
39
tos desde 1923, Rusia lo aplicaría de mo-
do permanente desde 1940.
Cada año, cuando se aproxima el 23 de
abril, se suele conmemorar que en esa jor-
nada, en 1616, murieron Cervantes y Sha-
kespeare, mágica coincidencia que pierde
su misterio al razonar que Inglaterra prosi-
guió con el calendario juliano hasta 1752.
Así, el autor de El Quijote murió el 22 de
abril y lo enterraron el 23. En este último
día pereció el padre de Hamlet, esto es, 10
días después que el alcalaíno porque anda-
ban a vueltas los calendarios juliano y
gregoriano.
En 1712, el 29 de febrero fue seguido
por un extravagante 30, como una estrate-
gia para abolir el calendario sueco y retor-
nar al juliano. Durante la Revolución
Francesa, ante el ansia del pueblo de des-
mantelar el Antiguo Régimen y liberarse
de sus opresores, entró en vigor el calen-
dario republicano. Aconteció el 24 de oc-
tubre de 1793, con meses como Vendima-
rio, Brumario, Frimario (en otoño), Nivo-
so, Pluvioso, Ventoso (en invierno), Ger-
minal, Floreal, Pradial (en primavera),
Mesidor, Termidor y Fructidor (en ve-
rano), en función de los fenómenos at-
mosféricos o de las tareas agrícolas.
En el Archivo Histórico Nacional, al
rastreo de los documentos con falsos bi-
siestos (como el asiento de grado de Ba-
chiller en Cánones por la Universidad de
Alcalá del soriano Antonio Zapata el 29
de febrero de 1607, que no fue bisiesto),
se unen licencias de publicación denega-
das para tratados astrológicos como El
mayor plenipotenciario de astros y plane-
tas. El Gran Piscator de Aragón para el
año 1736, solicitada por su autor, Pascual
Aznar, o el secuestro de ejemplares del
Almanak o kalendario general, de 1792,
del Dr. D. Judas Tadeo Ortiz Gallardo.
Otra de las confusiones resultantes del
uso de distintos calendarios justifica que
la revolución de Lenin no fuera de octubre
sino de noviembre. El alzamiento de Le-
nin contra los zares tuvo lugar en la fecha
juliana del 25 de octubre de 1917, que se
correspondería con la gregoriana del 7 de
noviembre. Curiosamente, una de las pri-
meras medidas de los bolcheviques fue la
de adoptar el calendario pontificio.
Reza el dicho “año bisiesto, año sinies-
tro”, el temor se acrecienta al constatar
que la invasión de las tropas francesas en
la Guerra de la Independencia en 1808, el
hundimiento del Titanic en 1912 o el
inicio de la Guerra Civil Española en
1936 tuvieron lugar en años bisiestos,
comprobación trágica como la de los ase-
sinatos de Mahatma Gandhi (1948), Ro-
bert Kennedy y Martin Luther King
(1968), John Lennon (1980) o Indira
Gandhi (1984).
Mas no todo ha sido nefasto en los años
bisiestos. Por ejemplo, en un 29 de febre-
ro nacieron personajes relevantes como
Paulo III (1468), el papa que aprobó la
Compañía de Jesús o el escritor Lord By-
ron (1788). Y es que en algunos países,
como Irlanda, venir al mundo en esa fecha
es tenido como presagio de buena suerte.
Almanaque de Ju-
das Tadeo Ortiz
Revista La Alcazaba
40
Vuelvo a mirar el cielo de París
y me estremezco. En el Sena
hay nubes turbando la mirada de las aguas.
In memoriam. El Sena gime.
Mi lengua es silencio.
Ahogado grito y réquiem.
Carezco de respuesta por la vida abatida.
No existe un edén
en nombre de un dios vengativo.
En nombre de todos los dioses
que masacran la vida.
No hay Dios, cuando en su nombre,
la sangre brota sin libertad alguna.
Revista La Alcazaba
41
A San Juan de la Cruz
…visito Fontiveros y Úbeda porque tú, Señor,
así lo preferiste, lista para escucharte
a través del silencio de pueblos y plazas
donde tu magnitud se muestra y permanece.
Oírte es el sonido de voces que nos hablan
del pan de cada día, de elevar rogativas
por las calles desiertas a la sombra de templos
por donde las campanas esparcen su llamada.
Por las calles escucho el gorjear quebrado
de pájaros, voces entrecortadas, pisadas
que se cruzan entre sí. Todo a mí alrededor
tiene olor a oración en Úbeda, ciudad
donde el santo murió. Aunque parto, dejo aquí,
mi corazón amante, por San Juan de la Cruz.
Fragmento de mi libro “Camino de amor”
Finalista del Premio Mundial de Poesía Mís-
tica “Fernando Rielo” 2011
Revista La Alcazaba
43
A la Pulchra Leonina
Poema a la Catedral de
León
Prodigio de luz y piedra,
poema de vidrio viejo,
danzarina iluminada
por el sol y los luceros;
una estrella cada piedra,
cada ventanal, un verso.
¡Ay, Catedral de León,
que quieres subir al cielo!
Arcón de piedra tallada
rico joyel de aderezos,
urna de cristal, milagros
de luz, de perlas, de cielo.
¡Ay, catedral de León,
que te levantas del suelo!
Brisa de piedra, aroma
del arte imperecedero,
éxtasis maravilloso
y espíritu del ensueño.
Ay, catedral de León,
que quieres volar al cielo!
Cien mantones de Manila
se cuelgan desde sus flecos
de las piedras de sus bóvedas
que están en constante vuelo.
Las agujas de sus torres
se peinan con los luceros.
La luna alegre y morena
en sus veletas de acero,
como veleta prendida,
la satura en su misterio
de purpurina y embrujo,
de marfil y de reflejos.
¡Ay, danzarina sagrada,
milagro de los ensueños!
¡Ay, catedral de León,
que te levantas del suelo!
Poema: Francisco Pérez Herrero
Fotografía: Alberto Rufo Chamorro
Revista La Alcazaba
44
Nació en el seno de familia hidalga; su
padre era Juan Antonio Meléndez Valdés
y su madre María de los Ángeles Díaz Ca-
cho, tuvo numerosos hermanos; tras su
nacimiento la familia se instaló en Almen-
dralejo y a los siete años de edad se quedó
huérfano de madre. En 1767 viajó a la
corte para estudiar bajo la tutela de su her-
mano mayor Esteban, en el Colegio de
Santo Tomás, más tarde ingresó en los
Reales Estudios de San Isidro, donde
aprendió filosofía moral y griego. Final-
mente empezó Leyes en la Universidad de
Salamanca en 1772 al par que escribe sus
primeros poemas y frecuenta las tertulias
poéticas, en especial la de fray Juan Fer-
nández de Rojas, más conocido por Delio,
y la de José Cadalso en 1773, quien le in-
trodujo en la cultura francesa; en 1774
murió su padre y su carácter se volvió de-
finitivamente melancólico. Conoció a Jo-
vellanos y en 1780 obtiene el premio de
poesía de la Real Academia Española con
su obra "Batilo". Entre 1781 y 1783, escri-
be "Las enamoradas anacreónticas" y
"Los besos de amor" y se casa con María
Andrea de Coca. Poco a poco, la fama le
persigue por todo el país. Ha madurado y
es conocido por todos los intelectuales,
poetas y escritores de la época. El famoso
impresor Joaquín Ibarra publica en 1785
el primer volumen de sus poemas con
gran éxito, realizándose diversas edicio-
nes. En 1798 comienza a ejercer de fiscal
durante siete meses y con el favor de Jo-
vellanos, obtiene los destinos sucesivos de
juez de la corte en Zaragoza en 1789, can-
PÁGINA AL CUIDADO DE
NICOLÁS DEL HIERRO
JUAN MELÉNDEZ VALDÉS
Revista La Alcazaba
45
ciller en Valladolid en 1791 y fiscal de la
Sala de Alcaldes de la Casa y Corte en
Madrid en 1797, cargo que ocupará ape-
nas siete meses; escribe entonces sus Dis-
cursos forenses, que circularon de forma
manuscrita hasta ser publicados durante el
Trienio Liberal. Con la caída de Jovella-
nos, Meléndez se ve obligado a dejar Ma-
drid el 27 de agosto de 1798, y le envían a
supervisar las obras de un cuartel que se
construía en Medina del Campo, lo que
suponía en la práctica un castigo. Pero en
1802 se le devuelven sus emolumentos
como fiscal y va a vivir a Zamora, donde
se dedicó a proyectos sociales y al estu-
dio. Marcha luego a Salamanca y a Ma-
drid.
Tras la ocupación francesa, se pone al
servicio de José I de España, ocupando
puestos en el Consejo de Estado y la con-
decoración como Caballero de la Orden
Real de España, lo que le acarreará graves
problemas como afrancesado a la salida
del rey tras la Guerra de la Independencia.
Huido a Francia, residió sucesivamente en
Toulouse, Montpellier, Nîmes, Alès y
Montauban; su salud se deteriora y se ve
aquejado de fuertes depresiones y cuatro
años más tarde fallece en Montpellier. Sus
restos volvieron a Madrid en 1900 y des-
pués de un breve paso por el Panteón de
Hombres Ilustres reposan finalmente en
un mausoleo conjunto con Goya, Moratín
y Donoso Cortés, obra de Ricardo Bellver,
en el Cementerio de San Justo..
DEL LIBRO:
LOS BESOS DEL AMOR
Cuando mi blanda Nise
lasciva me rodea
con sus nevados brazos
y mil veces me besa,
cuando a mi ardiente boca
su dulce labio aprieta,
tan del placer rendida
que casi a hablar no acierta,
y yo por alentarla
corro con mano inquieta
de su nevado vientre
las partes más secretas,
y ella entre dulces ayes
se mueve más y alterna
ternuras y suspiros
con balbuciente lengua,
ora hijito me llama,
ya que cese me ruega,
ya al besarme me muerde,
y moviéndose anhela,
entonces, ¡ay!, si alguno
contó del mar la arena,
cuente, cuente, las glorias
en que el amor me anega.
Revista La Alcazaba
46
A UNOS LINDOS OJOS
Tus lindos ojuelos
me matan de amor.
Ora vagos giren,
o párense atentos,
o miren exentos,
o lánguidos miren,
o injustos se aíren,
culpando mi ardor,
tus lindos ojuelos
me matan de amor.
Si al final del día
emulando ardientes,
alientan clementes
la esperanza mía,
y en su halago fía
mi crédulo error,
tus lindos ojuelos
me matan de amor.
Si evitan arteros
encontrar los míos,
sus falsos desvíos
me son lisonjeros.
Negándome fieros
su dulce favor,
tus lindos ojuelos
me matan de amor.
Los cierras burlando,
y ya no hay amores,
sus flechas y ardores
tu juego apagando;
Yo entonces temblando
clamo en tanto horror:
«¡Tus lindos ojuelos
me matan de amor!».
Los abres riente,
y el Amor renace
y en gozar se place
de su nuevo oriente,
cantando demente
yo al ver su fulgor:
«¡Tus lindos ojuelos
me matan de amor!».
Tórnalos, te ruego,
niña, hacia otro lado,
que casi he cegado
de mirar su fuego.
¡Ay! tórnalos luego,
no con más rigor
tus lindos ojuelos
me maten de amor.
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47
LA PRIMAVERA
La blanda primavera
derramando aparece
sus tesoros y galas
por prados y vergeles.
Despejado ya el cielo
de nubes inclementes,
con luz cándida y pura
ríe a la tierra alegre.
El alba de azucenas
y de rosa las sienes
se presenta ceñidas,
sin que el cierzo las hiele.
De esplendores más rico
descuella por oriente
en triunfo el sol y a darle
la vida al mundo vuelve.
Medrosos de sus rayos
los vientos enmudecen,
y el vago cefirillo
bullendo les sucede,
el céfiro, de aromas
empapado, que mueven
en la nariz y el seno
mil llamas y deleites.
Con su aliento en la sierra
derretidas las nieves,
en sonoros arroyos
salpicando descienden.
De hoja el árbol se viste,
las laderas de verde,
y en las vegas de flores
ves un rico tapete.
Revolantes las aves
por el aura enloquecen,
regalando el oído
con sus dulces motetes;
y en los tiros sabrosos
con que el Ciego las hiere
suspirando delicias,
por el bosque se pierden,
mientras que en la pradera
dóciles a sus leyes
pastores y zagalas
festivas danzas tejen
y los tiernos cantares
y requiebros ardientes
y miradas y juegos
más y más los encienden.
Y nosotros, amigos,
cuando todos los seres
de tan rígido invierno
desquitarse parecen,
¿en silencio y en ocio
dejaremos perderse
estos días que el tiempo
liberal nos concede?
Una vez que en sus alas
el fugaz se los lleve,
¿podrá nadie arrancarlos
de la nada en que mueren?
Un instante, una sombra
que al mirar desparece,
nuestra mísera vida
para el júbilo tiene.
Ea, pues, a las copas,
y en un grato banquete
celebremos la vuelta
del abril floreciente.
Revista La Alcazaba
49
L a Época Isabelina, desde
la mayoría de edad de la
Reina, pone fin a la Re-
gencia de Espartero (1840-
1843), e inaugura la Década
moderada (1844-1854) regi-
da por la Constitución de
1845. Inmediatamente des-
pués, desde 1854 hasta
1856, se asistió a lo que
se ha llamado Bienio pro-
gresista que desembocó
en los años de la Unión
Liberal (1856-1868) bajo
el gobierno del general O'Donnell, que
se mantuvo en el poder desde el 30 de
junio de 858 hasta el 2 de marzo de
1863. El reinado de Isabel II termina en
1868, cuando la Revolución de este año,
conocida como La Gloriosa, la expulsa
de España y con ella a los Borbones.
Durante estos años, la persistencia
y surgimiento de problemas económicos
y sociales dificultó la labor guberna-
mental y, al tiempo, provocó un gran
desgaste en el partido progresista que
terminó por hacer imposible su conti-
nuidad en el poder.
Los gobiernos y prácticas políticas
dictatoriales del general Narváez y de
González Bravo, en los últimos manda-
tos de los liberales moderados, exten-
dieron la impopularidad de este régimen
y de la reina Isabel II, que siempre les
había apoyado.
Merece la pena indicar de forma más
detenida algunos rasgos de la vida y per-
sonalidad del general Narváez, el
“espadón” protagonista y hombre fuerte
de estos momentos, por su importancia no
sólo en este período sino también en la
historia de España.
El general Narváez, “el espadón de
Loja”
Fue uno de los denominados
“espadones” más célebres del siglo XIX
español, y significativo representante del
clásico autoritarismo militar de la época.
Procedente del seno de una rica y noble
familia andaluza originaria de Loja, inició
Ramón María Narváez y Campos, I Duque de Valencia (Loja,
Granada, 5 de agosto de 1800 - Madrid, 23 de abril de 1868), fue un
militar y político español, siete veces Presidente del Consejo de
Ministros de España entre 1844 y 1868. Conocido como El Espadón
de Loja.
Revista La Alcazaba
50
su carrera militar en el regimiento de la
Guardia Valona en 1815. En el Trienio
Constitucional (1820-1823) tomó partido
por la causa liberal, formando parte del
Batallón Sagrado, donde sobresalió en la
lucha contra el levantamiento absolutista
de la Guardia Real en julio de 1822; com-
batió bajo las órdenes de Espoz y Mina en
Cataluña contra los “Cien mil hijos de San
Luis”. Hecho prisionero por el multinacio-
nal ejército absolutista, permaneció en
Francia hasta 1824.
A la muerte de Fernando VII abrazó
la causa isabelina, y en 1835 participó en
la Batalla de Mendigorría, (tuvo lugar en
los campos situados al sur de esta locali-
dad el día 15 de julio de 1835 entre los
dos bandos contendientes durante la Pri-
mera Guerra Carlista,( con la victoria del
bando liberal), lo que le valió su ascenso a
teniente coronel. En 1836, gracias a su
actuación en la Batalla de Arlabán
(conjunto de operaciones militares que se
desarrollaron durante la Primera Guerra
Carlista en el Alto de Arlabán , situado
entre Álava y Guipúzcoa) fue nombrado
brigadier, y en 1838 fue promovido a ma-
riscal de campo y elegido diputado en las
Cortes Generales.
Fue un constante enemigo de Espar-
tero, al que consideraba responsable del
freno en su carrera política y castrense,
afiliándose al partido liberal moderado,
opuesto al progresista de Espartero. Tras
Batalla de Arlaban, 16 y 17 de Enero de 1836. Óleo de Josep Cusachs y Cusachs.
Revista La Alcazaba
51
un fracasado levantamiento en 1838, tuvo
que exiliarse en Gibraltar y luego en París,
desde donde dirigió una junta de oposi-
ción a Espartero, la “Orden Militar Espa-
ñola”, asociación castrense que defendía
la sublevación para acabar con la situa-
ción progresista en España.
. En 1843 regresa a España y derrota
a las tropas esparteristas de Seoane en
Torrejón de Ardoz (Madrid), lo que le
vale ser nombrado teniente general. Ese
mismo año sufre un atentado en la calle
Desengaño de Madrid del que resulta
ileso, aunque su ayudante tiene peor
suerte y muere. Como culminación a su
carrera política, cuando Isabel II alcan-
za la mayoría de edad en 1844, es nom-
brado presidente del Gobierno.
. En el plano legislativo llevó a
cabo una reforma fiscal, y junto al mar-
qués de Ahumada, creó la Guardia Ci-
vil. Asimismo, reorganizó la Instrucción
Pública y paró la desamortización que
en 1841 había promovido Espartero.
Durante más de veinte años, los que
median entre finales de la década de
1840 y su muerte en 1868, su vida estu-
vo dedicada esencialmente a luchar
contra otros generales por el poder.
Apartado del Gobierno en 1846,
vuelve al año siguiente al frente de un
gabinete del partido moderado que tiene
que enfrentarse a la Revolución de 1848
y a la segunda guerra carlista. Excluido de
nuevo de la jefatura del Gobierno en
1851, volvió como Presidente del Go-
bierno de 1856-1857 y de 1864-1868.Este
último período se caracterizó por la fuerte
represión que ejerció para intentar contro-
lar los movimientos opositores que en to-
dos los ámbitos sociales habían surgido
para denunciar y hacer frente a la corrup-
ción e inoperancia de su gobierno. Empe-
ñado en mantener el régimen por las ar-
mas, tras su muerte en abril nadie pudo
evitar la Gloriosa Revolución de septiem-
bre de 1868 y el resquebrajamiento del
partido moderado. La crisis económica
iniciada en 1866 acrecentó asimismo el
descontento de la población.
Coyuntura y crisis económica
La evolución de la economía espa-
ñola durante los últimos años del reinado
de Isabel II contribuyó en gran medida a
acelerar su deterioro, dada la profunda cri-
sis en que la nación estaba sumida desde
1866. Crisis desdoblada en dos versiones:
una moderna, que incidía sobre el sector
La reina Isabel II de España. Óleo de Madrazo
Revista La Alcazaba
52
financiero y el industrial, y una tradicio-
nal, en torno a la actividad agraria. La co-
yuntura resultante, determinada por el blo-
queo y la recesión económica, escapaba a
todo control de los Gobiernos isabelinos,
incapaces de hacerle frente. Las élites
económicas decidieron entonces buscar
sus propias fórmulas alternativas dentro
de las propuestas liberales. Tras un perío-
do de bonanza, que se inició en 1856, la
recesión se dejó notar ya en 1864 y se
agudizó paulatinamente, hasta estallar en
1866. Coincidió en el tiempo con una se-
vera crisis a nivel europeo que, de una
forma u otra, repercutió sobre la economía
nacional. Sus efectos se concretaron en la
profunda paralización del proceso de in-
ternacionalización económica que el capi-
tal español había experimentado desde
1856, cuando se legisló la entrada de capi-
tal extranjero en grandes dosis, sobre
todo para la financiación del ferrocarril.
Las inversiones foráneas, principal-
mente francesas, habían llegado a conver-
tirse en impulsoras no sólo del ferrocarril,
sino de otros sectores de la economía es-
pañola. De este modo cuando la inyección
de capital se detuvo y se produjo el estan-
camiento del negocio ferroviario, dichos
sectores cayeron también, ocasionando un
crac bursátil. Numerosas empresas y
bancos entraron en suspensión de pagos o
quebraron, multiplicando una situación de
crisis que se agravó aún más con los pro-
blemas de la industria textil catalana, muy
afectada por la guerra de Secesión norte-
americana y por el bajo nivel de consumo
interior. Otro elemento de intensificación
de la crisis viene del lado comercial, dado
que el proteccionismo no era ya más que
un estorbo para el desarrollo industrial y
la consolidación del mercado interior.
Los últimos Gobiernos isabelinos no
dieron con la fórmula adecuada para re-
formar el sistema arancelario, como tam-
poco acertaron con el reajuste presupues-
Mapa político de la España de 1852
Revista La Alcazaba
53
tario, que se había convertido en una ne-
cesidad de primer orden. Los habituales
problemas hacendísticos habían empeora-
do considerablemente, provocan-
do un déficit extraordinario, aun-
que no tanto por lo abultado del
gasto como por el escaso nivel de
ingresos. Las autoridades toma-
ron medidas distintas, destinadas,
precisamente, a aumentar y acele-
rar los ingresos por la vía fiscal,
sin conseguir cotas de eficiencia.
Todo este conjunto de facto-
res muestran las tensiones que
presionaban sobre la economía
española a partir de 1866 y que
redundaron en un alarmante au-
mento de las tasas del paro, afec-
tando a todo el país y a todo el
abanico profesional. La economía
se vería aún más vul-
nerada en 1867, cuando sobrevino la crisis
agraria.
Concluido su ciclo habitual de diez
años, la agricultura española se sumergió
en una crisis de producción, que se tradujo
posteriormente en crisis de subsistencias.
En efecto, las crisis decenales clásicas del
Antiguo Régimen se habían dado en Espa-
ña en 1804, 1812, 1817, 1823-1824, 1837,
1847, 1856-1857. Comenzó un período de
carestía y hambre que repercutió negati-
vamente a corto plazo en la evolución de-
mográfica y colaboró a ensanchar los índi-
ces de paro. El precio del trigo y del pan
se encareció notablemente, en un momen-
to en el que el poder adquisitivo de la po-
blación había descendido sensiblemente.
Los repartos de pan promovidos por las
autoridades no sirvieron para paliar los
efectos de la conjunción de paro y ham-
bre, y la importación de cereal extranjero
para combatir la subida de precios no pu-
do evitar una situación rayana en el desas-
tre.
La crisis económica de 1866–1868
fue la suma de tres crisis sucesivas:
– Crisis bursátil de 1866 debido al des-
plome de las acciones del Banco de Espa-
ña y la Bolsa de Barcelona, debido a la
caída de los valores ferroviarios, seguida
por la quiebra de numerosas Cajas de
Ahorro, destacando “La Peninsular” diri-
gida por Pascual Madoz.
– Crisis de la industria textil catalana,
ya que la Guerra de Secesión americana
(1861–1865) había interrumpido las ex-
portaciones de algodón en rama y los pre-
cios del algodón sufrieron un alza especta-
cular.
– Crisis agrícola de 1867–68 que dio
como resultado la carestía de trigo
Leopoldo O’donell, protagonizó la Vicalvarada que dio
inicio al Bienio Progresista y fue el artífice de los gobier-
nos de la Unión Liberal.
Revista La Alcazaba
54
(alimento básico de la población españo-
la) que duplicó su precio entre 1866 y
1868, provocando un profundo malestar
social.
A la crisis financiera de 1866 se su-
mó una grave crisis de subsistencias en
1867 y 1868 motivada por la malas cose-
chas de esos años, en un momento en que
“el país se encontró totalmente falto de
reservas de las que poder echar mano,
debido a que las exportaciones a Cuba,
Francia e Inglaterra lo habían vaciado
prácticamente”. La primera subida del
precio del trigo se produjo en septiembre
de 1866 debido a la escasez de trigo cau-
sada por las exportaciones realizadas para
reducir el déficit de la balanza comercial
después de dos años de excelentes cose-
chas. El problema se agravó con la mala
cosecha de 1867. "El precio del trigo
subió durante el año agrícola de 1867-
1868 un 37% respecto del año anterior, y
un 64% en relación con 1865-1866". Para
intentar paliar la crisis el último gobierno
de Narváez aprobó un decreto en marzo
de 1868 por el que se ponía fin al tradicio-
nal política proteccionista y se dejaba to-
talmente libre del pago de aranceles la im-
portación de trigos y de harinas, aunque la
medida se tomó no porque se hubiera asu-
mido la teoría del liberalismo económico,
sino como repuesta al descontento popular
y a las revueltas sociales de 1868.
Los afectados por la crisis de subsis-
tencias no fueron los hombres de negocios
o los políticos, como en la crisis financie-
ra, sino las clases populares debido a la
escasez y carestía de productos básicos
como el pan. Se desataron motines popu-
lares en varias ciudades, como en Sevilla,
donde el trigo llegó a multiplicar por seis
su precio, o en Granada, al grito de "pan a
ocho" (reales).
Moneda de oro de 10 escudos del reinado de Isabel II (1868).
Revista La Alcazaba
55
La crisis de subsistencia se vio agra-
vada por el crecimiento del paro provoca-
do por la crisis económica desencadenada
por la crisis financiera, que afectó sobre
todo a dos de los sectores que más trabajo
proporcionaban, las obras públicas -
incluidos los ferrocarriles- y la construc-
ción. Así pues, en esos años confluyeron
dos tipos de crisis, una moderna de tipo
capitalista que generaba desempleo y otra
tradicional, de subsistencias, que provoca-
ba carestía y escasez. La coincidencia de
ambas creaba "unas condiciones sociales
explosivas que daban argumentos a los
sectores populares para incorporarse a la
lucha contra el régimen isabelino".El pro-
blema afectaba especialmente a las ciuda-
des.
A principios de 1866 estalló también
la primera crisis financiera de la historia
del capitalismo español. Dos años antes
era evidente que el ciclo expansivo vivido
durante los gobiernos de la Unión Liberal
había tocado a su fin y que durante ese
tiempo no se había hecho nada por resol-
ver los problemas de base de la economía
española, ya que el crecimiento "más que
en una estructura productiva bien articula-
da" se había basado "en la especulación en
los ferrocarriles y en las finanzas". Por eso
algunos historiadores sitúan en 1864 el
inicio de la "primera crisis moderna del
sistema económico español".
El primer sector afectado fue la in-
dustria textil catalana, como ya hemos se-
ñalado como consecuencia de la escasez
de algodón provocada por la Guerra de
Secesión norteamericana, al que siguieron
la crisis de las compañías ferroviarias ante
la falta de rentabilidad de las mismas tras
la finalización de la primera fase de la
construcción de la red, que inmediatamen-
te "se trasladó al sistema bancario, dado el
estrecho vínculo entre compañías ferro-
viarias y sistema financiero. Los resulta-
dos fueron múltiples: quiebras bancarias,
falta de liquidez y, de un modo más am-
plio, un descenso en la producción de hie-
rro y un retraimiento económico general".
"La nómina de políticos y generales
que prestaron su nombre y su influencia a
bancos y compañías ferroviarias sería in-
terminable".
En enero de 1867 el político progre-
sista Pascual Madoz, que había sido mi-
nistro de Hacienda durante el bienio pro-
gresista, describía así la situación econó-
mica española en un carta enviada a su
amigo el general Prim: “La situación del
país es mala, malísima. El crédito a tie-
Pascual Madoz (Pamplona, 1806 - Génova, 1870). Políti-
co español. Ejerció la abogacía en Barcelona y militó en
las filas del Partido Progresista. Debido a su trabajo, es-
tableció una afinidad muy estrecha con la burguesía
catalana y estuvo muy vinculado a sus intereses indus-
triales, que siempre defendió a ultranza.
Revista La Alcazaba
56
rra... Los negocios, perdidos... Nadie pa-
ga porque nadie puede pagar... La Espa-
ña ha llegado a una decadencia grande, y
yo, como buen español, desearía que hu-
biera medios hábiles de levantar el presti-
gio y dignidad de este pueblo, que merece
mejor suerte”.
El Gobierno Provisional de 1868-1871 fue elgobierno provisional que se formó en España tras el triunfo de la Revolución de
1868, conocida como La Gloriosa, que puso fin al reinado de Isabel II. Constituye el primer período del Sexenio Democráti-
co (1868-1874) .
Revista La Alcazaba
57
El final del reinado de Isabel II
En suma, la crisis económica general
fue el desenlace de un proceso de adición
y superposición de crisis sucesivas que, a
menor escala, habían ido mermando todos
los sectores de la economía. Así la crisis
política se vio robustecida por la acumula-
ción de tensiones procedentes de los ám-
bitos económicos.
Finalmente, la muerte de Narváez en
la primavera de 1868 originó la crisis del
partido que había detentando durante tan-
tos años el poder en España. La muerte de
O'Donnell, un año antes, en 1867, propi-
ció el acercamiento de la Unión Liberal,
ahora encabezada por el general Serrano,
a los progresistas con el propósito cada
vez más definido de poner fin al reinado
de Isabel de Borbón. Los progresistas, di-
rigidos por el general Prim, y los demó-
cratas, partidarios del sufragio universal,
habían firmado en 1866, , el llamado Pac-
to de Ostende, por el que se comprome-
tían en el objetivo de derrocar a Isabel II.
La Revolución de 1868 o La Glorio-
sa, también conocida por La Septembrina,
iniciada el 17 de septiembre en Cádiz, fue
un levantamiento revolucionario español
que supuso, como ya hemos indicado, el
destronamiento de la reina Isabel II y el
inicio del período denominado Sexenio
Democrático (1868.1874).Sus objetivos
fueron, entre otros, lograr el respeto de
los derechos ciudadanos, reconocer la so-
beranía nacional y constituir unas Cortes
elegidas mediante sufragio universal.
Se intentó poner en marcha en Espa-
ña un régimen político democrático, pri-
mero en forma de monarquía parlamenta-
ria, durante el reinado de Amadeo I (1871
-1873), y después en forma de República,
la Primera República Española (1873-
1874). Sin embargo, ambas fórmulas aca-
barían fracasando.
Revista La Alcazaba
59
A lo largo de parte de
nuestra historia mo-
derna, hemos conoci-
do versalmente a Ro-
binsón Crusoe en sus inicios y
como autor de la obra literaria,
escrita allá por el 1717, al escri-
tor inglés Daniel Defoe. Poste-
riormente y más cercano a nues-
tro días, lo conocemos `por algu-
nas las filmotecas como las diri-
gidas por: Luis Buñuel, en 1952
cuyo papel de Robinson fue de
Dan O'Herlihy. En el año 1997,
encontramos otra muy interesan-
te y dirigida por los directores: Rod
Hardy, George T. Miller, donde pudimos
ver por pantalla a Pierce Brosnan, en el
papel de Robinson, y ya en el 2003 el
francés Thierry Chabert, dirigió a Pierre
Richard, en su papel de Robinson.
Un marinero escocés, Alexander Sel-
kirk, tiene el privilegio de ser “la Musa”
de Daniel Defoe para la creación de su
personaje, este, vivió en el archipiélago
de Juan Fernández (Chile). Selkirk que a
raíz de una discusión con el capitán del
Cinque Ports, lo castigó y lo dejó .En esta
isla permaneció cuatro años. El 1 de enero
de 1966 la isla en la que estuvo Selkirk
fue oficialmente rebautizada como Robin-
son Crusoe. Al mismo tiempo, la isla más
occidental del archipiélago Juan Fernán-
dez fue rebautizada como Alejandro Sel-
kirk, aunque es probable que Selkirk nun-
ca la viera, ya que éste habitó la isla ma-
yor oriental. En torno al año 2000 una ex-
pedición dirigida por el japonés Daisuke
Takahashi encontró instrumentos náuticos
del siglo XVIII en la isla, que probable-
mente pertenecieran a Selkirk.
Pero realmente, la gloria de haber sido
uno de los héroes más populares de la lite-
ratura desde el siglo XVIII, debería de pa-
sar a alguien que sin haber sido partícipe
de un libro, estuvo preso de su propio
naufragio durante muchos años y que va-
mos a plasmar un poco de su vida para
entretenimiento de los lectores.
Daniel Foe, más conocido por su seudónimo Daniel De-foe (Londres, entre 1659 y 1661, posiblemente el10 de octubre de 1660-Moorfields, Londres, 24 de abril-de 1731), fue un escritor, periodista y panfletista inglés .
Revista La Alcazaba
60
Pedro Serrano, capitán de un viejo pa-
tache español que navegaba desde la Ha-
bana a Cartagena de Indias, cuando un
temporal los sorprendió en altamar, tra-
gándose al abismo de los mares a la tripu-
lación menos al capitán que llegó a su-
perar, en realidad, a toda ficción del popu-
lar Robinson Crusoe, (a este, lo sitúan en
una isla repleta de fauna, agua y árboles,
todo lo que es necesario para la vida de
una vida o de toda una población de per-
sonas donde inclusive el barco naufraga-
do, fue fuente de suministros diversos co-
mo material de construcción a través de la
madera e instrumentos de todas clases,
pólvora y diversas armas, todas ellas listas
para ser utilizadas), mientras que el mari-
nero español, fue arrojado a un inhóspito
banco de arena, sin apenas vegetación, sin
fuentes de agua dulce y solo con una na-
vaja entre sus manos. La ruptura con la las
cosas cotidianas de la época, fue total. Los
restos del barco que en la novela de Da-
niel Defoe representan el legado de toda
una civilización, se ha ido al fondo del
mar.
Pedro Serrano, desde el momento de su
naufragio, se vuelve un hombre en su más
primitivo estado natural. Toda una vida de
odisea al más puro estilo naturalista “y sin
esperarlo”. No tiene cobertura ni cobijo de
ningún tipo. El banco de arena, en aquella
época no se encontraba documentado
en ninguna carta marina (hoy se
sabe que es un conjunto de arreci-
fes denominado Arenal Serra-
na o Banco de Se-
rrana, en
honor a
este
hombre). Lo que siguió al
naufragio fue una auténti-
ca odisea, como nos cuen-
ta Garcilaso de la Vega en
los Comentarios Reales I
parte, por Garcilaso de la
Vega, el Inca, cuya tra-
ducción al inglés se publi-
có en 1688.: la Historia de
Pedro Serrano: “… Así
se entretuvo hasta que vio
salir tortugas; viéndolas
lejos de la mar, arremetió
con una de ellas y la vol-
vió de espaldas; lo mismo
hizo de todas las que pu-
do, que para volverse a
enderezar son torpes, y sacando un cuchi-
llo que de ordinario solía traer en la cin-
ta, que fue el medio para escapar de la
muerte, degolló y bebió la sangre en lugar
Lugar del naufragio de Pedro Serrano
Revista La Alcazaba
61
de agua; lo mismo hizo de las demás; la
carne puso al sol para comerla hecha ta-
sajos y para desembarazar las conchas,
para coger agua en ellas de la
llovediza, porque toda aque-
lla región, como es notorio,
es muy lluviosa.
De esta manera se sustentó
los primeros días con matar
todas las tortugas que po-
día, y algunas había tan
grandes y mayores que
las mayores
adargas, y
otras como
rodelas y co-
mo broqueles,
de manera que
las había de to-
dos tamaños. Con
las muy grandes no
se podía valer para volverlas de espaldas
porque le vencían de fuerzas, y aunque
subía sobre ellas para cansarlas y suje-
tarlas, no le aprovechaba nada, porque
con él a cuestas se iban a la mar, de ma-
nera que la experiencia le decía a cuáles
tortugas había de acometer y a cuáles se
había de rendir. En las conchas recogió
mucha agua, porque algunas había que
cabían a dos arrobas y de allí abajo.”
También recogió con mucho cuidado
las pequeñas astillas y maderas de barcos,
restos de pescados y los desechos de las
plantas marinas que las olas dejan sobre la
arena en las orillas de las playas, para
producir fuego con las chispas producidas
por los guijarros que previamente había
sacado del mar buceando entre sus aguas,
de este modo y gracias a la producción del
fuego, deja de ser un animal para recon-
vertirse en un hombre. Serrano, pasado un
tiempo desde que fue arrojado por una
tempestad a este miserable islote, está
protegido y ha creado un hogar con las
conchas de las tortugas manteniéndose
caliente gracias al fuego.
Pasado un tiempo, unos tres años, Se-
rrano, tuvo la suerte de ser visitado por
otro naufrago , al verse, quedaron tan ho-
rrorizados de verse uno al otro que Se-
rrano tuvo el pensamiento que le venía a
visitar, para tentarle, el mismo diablo en
forma humana. Así mismo el nuevo hués-
ped pensó que Serrano era el mismo dia-
blo que se le aparecía tras su desdicha
ventura y comenzó a gritar palabras
inimaginables al verle cubierto de cabe-
Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso de la
Vega (Cuzco, Gobernación de Nueva Castilla, 12 de abril
de 1539 - Córdoba, Corona de Castilla, 23 de abril de
1616), fue un escritor e historiador peruano de ascen-
dencia española e inca. Se le considera como el "primer
mestizo biológico y espiritual de América",
Revista La Alcazaba
62
llos retorcidos por la salitre marinera y
prácticamente desnudo. Serrano comenzó
a proliferar palabras: “¡Jesús, Jesús, líbra-
me, Señor, del demonio!”. Al ver que ha-
blaban el mismo idioma se acercaron y el
nuevo isleño le dijo: “No huyáis hermano
de mí, que soy cristiano como vos”, y para
que se certificase, porque todavía huía,
dijo a voces el Credo, lo cual oído por Pe-
dro Serrano, volvió a él, y lo abrazó con
muchas lágrimas, viéndose ambos en la
misma desventura, sin esperanza de salir
de ella.
A partir de aquí, convivieron las dos
soledades donde a veces surgían pequeñas
riñas por el quehacer de los menesteres
diarios. Construyeron con los restos de
corales y rocas una torre que les servía
como refugio así como para efectuar seña-
les de humo que a veces hacían cuando
ante su desesperanza pasaban por el hori-
zonte barcos desplazados de sus rutas ha-
El Banco Serrana es un atolón del mar Caribe perteneciente al
archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, el cual
es administrado por Colombia
Revista La Alcazaba
63
bituales y no veían las señales
que hacían infructuosamente
los dos hombres, caían en la
desesperación porque no veían
otro futuro más que el de mo-
rir. Entre unas cosas y otras, la
vida en la isla superó los cua-
tro años, cuando vieron que un
navío rozaba las costas del
arrecife, hicieron un fuerte hu-
mo y tuvieron la suerte de ser
avistados por la tripulación.
Era el año 1534.
El compañero de Serrano, mu-
rió en la travesía de regreso si
llegar a divisar tierra firme
después de haber sido rescata-
do.
Pedro Serrano, quien consi-
guió regresar a España para
comenzar una nueva vida que
le dio fama y dinero y le con-
virtió en un personaje famoso
no solo en la Corte Española,
sino también en el resto de
Europa, debido a los muchos
viajes que hizo para narrar sus
peripecias en las reuniones de
la alta sociedad. Pedro, llegó a
conocer al Emperador Carlo
V, que le concedió una pen-
sión. Serrano marchó hacia Panamá donde
murió y como nos cuenta el Inca Garcila-
so: “Algunos señores le dieron ayuda de
costas para el camino y la majestad impe-
rial, habiéndole visto y oído, le hizo mer-
ced de cuatro mil pesos de renta. Yendo a
gozarlos murió en Panamá, que no llegó a
verlos”.
Antes de fallecer, Pedro Serrano dejó
constancia de las penalidades sufridas en
la compañía del otro náufrago en unos do-
cumentos que muestran al leerlos la an-
gustia y el sufrimiento interminables pro-
ducto del abandono más absoluto a su
suerte. Su relato se encuentra hoy día en
el Archivo General de Indias, en Sevilla.
El banco de arena en el que Pedro Se-
rrano y su compañero vivieron su desgra-
cia, ha permanecido relativamente inalte-
rado hasta nuestros días. Fue ocupado por
marines estadounidenses durante el con-
flicto con Cuba. Parece ser que durante
los años 1990 unos aventureros estadouni-
denses que visitaban Banco Serrana loca-
lizaron la torre de rocas que construyeron
los náufragos españoles, así como los res-
tos de muchos de los utensilios utilizados
por estos para su supervivencia.
Parece ser que Daniel Defoe, leyó los
Comentarios de Garcilaso de la Vega y
que debido a sus negocios con el vino, ha-
bía estado en la península ibérica, tanto en
Lisboa como en Cádiz, tuvo que tener co-
nocimientos al detalle de la historia de Se-
rrano, con lo cual, es muy probable que la
idea de escribir su Robinson Crusoe, se
basase en las venturas sufridas por Pedro
Serrano durante 8 años de naufrago.
Garcilaso de la Vega, comenta que la
historia se la contó un tal Garci Sánchez
de Figueroa, que conoció a Pedro Serrano
en persona, un relato, el de un hombre que
lucha contra los elementos, la soledad, la
naturaleza salvaje. Y es en los momentos
difíciles, cuando el ser humano demuestra
su grandeza, su inteligencia y su habili-
dad. El hombre acaba sometiendo a la na-
turaleza pero, también, aprende a respetar-
la y a amarla, porque sabe que no puede
vivir sin ella.
En resumen: ¡el verdadero Robinson
Crusoe era un español!
Revista La Alcazaba
64
Isidoro A. Gómez Montenegro.
D on Miguel Hidalgo y Cos-
tilla, nació en 1747 en
Penjamo provincia de
Guanajuato. Su padre Cristóbal Hidalgo,
casó con Doña Ana María Gollarmete con
quien procreó 4 hijos, Miguel Hidalgo fue
el segundo. De otros matrimonios de su
padre, provienen descendientes con diver-
sos apellidos. Don Cristóbal se trasladó a
la Hacienda de Corralejo de la que fue ad-
ministrador. Ahí se educaron sus hijos,
mas adelante los envió a estudiar la carrera
eclesiástica, abogacía y medicina profesio-
nes que les servirían para facilitarles un
porvenir; no poseía herencia.
Don Miguel Hidalgo se distinguió
en el Colegio de San Nicolás en el que dio
con mucho lucimiento cursos de Filosofía
y Teología. Fue rector del mismo estable-
cimiento, le apodaban el zorro los colegia-
les por su aspecto taimado.
En 1778-79, en México recibió
órdenes sagradas y el grado de bachiller de
teología, se le facilitaron $4,000.00 por el
cabildo de Valladolid para gastos y propi-
nas, pero los perdió en Maravatio. Sirvió
en varios curatos, al morir su hermano ma-
yor el Dr. Don Joaquín se le dio el curato
de Dolores en Guanajuato en donde el ex-
tinto servía y la renta anual producía unos
$8,000.00 Según la opinión de Lucas Ala-
man, Miguel se ocupaba poco de las cosas
espirituales de los feligreses, compartió el
curato con Francisco Iglesias y la mitad de
la renta para dedicarse a estudiar y traducir
al francés a otros que escribían de artes y
ciencias.
Con mucho empeño se dedicó a las
ramas agrícolas e industriales de su cura-
to, extendió el cultivo de la uva, el cultivo
del gusano de seda, dicen que aún existen
en Dolores Hidalgo algunos árboles plan-
Revista La Alcazaba
65
tados por él con el nombre de moreras,
se conservan caños para su cultivo, inició
una fábrica de loza y ladrillos, también se
dedicó al curtido de pieles y diversificó
los talleres, se propuso aprender la lengua
de los indígenas y se hizo estimar por los
feligreses. Era apreciado también por el
Obispo de Michoacán Abad y Queipo y el
Intendente de Guanajuato, Riaño, utilizó
el producto del gusano de seda en la pro-
ducción de su ropa y de la última esposa
de su padre, incrementó la cría de las abe-
jas y las trasladó a La hacienda del Jari-
peo, compró la finca, era afecto a la músi-
ca, hizo que los indígenas de su curato la
aprendieran, formó una orquesta. Algunos
lo describen de estatura mediana, cargado
de espaldas, ojos verdes, la cabeza caída
sobre el pecho, era de pocas palabras, solo
cuando entraba en alguna disputa del co-
legio, su vestir era desaliñado como de
cura de pueblo.
No se sabe a ciencia cierta cuanto
empezó Miguel a fraguar la revolución,
había tenido conversaciones con Allende,
cosa cierta, sabía que era útil al país.
No pasaba del discurso, estaba al
tanto; quienes iniciaban no gozaban de
éstas empresas finalmente, aún así se tiene
referencia que iba a ocurrir en septiembre
de 1810. En Guanajuato visitó al Obispo
Abad, pidió al Sr. José M. Bustamante el
diccionario de ciencias y artes para ver la
fabricación de los cañones y llevó a su cu-
rato el libro, buscó en otra biblioteca un
tomo sobre La Historia Universal para ver
la conspiración de Catalinia e invitó al
Obispo Abad y Queipo, al Intendente Ria-
ño a un convite en Dolores para ver la co-
secha de uvas y demás labores, la cuestión
era asegurar las autoridad civil y eclesiás-
Revista La Alcazaba
66
tica. Algunos escritos
han publicado so-
bre la revolu-
ción de Hidal-
go, se le atri-
buye al influjo
francés, por-
que el general
Delvirman tuvo
larga conferencia
con él, fueron
otros los que esta-
ban mas a la vista.
El plan de Hidalgo
tuvo las mismas
ideas de los promo-
tores de La Inde-
pendencia, en las
juntas de Itu-
rrigaray. Proclamaba a Fernando Séptimo,
pretendía sostener sus derechos y defen-
der los de los españoles para evitar que
destruyeran la religión, profanaran las
iglesias y extinguieran el culto católico.
La religión hacía el papel princi-
pal, basándose en la imagen de la virgen
de Guadalupe, el culto principal de los
mexicanos. La inscripción que puso en las
banderas fue: “Viva la religión”, “Viva
nuestra madre santísima de Guadalupe”,
“Viva Fernando Séptimo”, “Viva Améri-
ca” y “Muera el mal gobierno”.
El pueblo simplificó el lema gri-
tando solamente: “Muera el mal go-
bierno” y “Mueran los gachupines”, el
pueblo poco practicaba la religión y quie-
nes lo hacían lo hacían en practicas exte-
riores, pues sus ministros se dedicaban a
la vida licenciosa, el vicio dominante en la
clase humilde tendía al saqueo y al robo,
fue fácil hallar partidarios, abandonaron
Las haciendas donde eran esclavos, liber-
Revista La Alcazaba
67
taron a presos de toda índole, incluso cri-
minales. Se abrieron fuentes de empleo y
grados militares, Hidalgo encontró un
campo fértil para arrastrar tras de si un
gran contingente, tenía efecto sobre las
masas donde se presentaba. Según la opi-
nión de Lucas Alamán, Hidalgo era deter-
mínate se destruyó el edificio social y so-
focaron todo principio de justicia.
Así se formó la turba, con los que
llevaran un sombrero adherido a la causa,
armados de lanzas y machetes, los vaque-
ros que formaban la caballería, la infante-
ría estaba formada de indígenas, divididos
por pueblos y cuadrillas armados con pa-
los, flechas, hondas y lanzas, la mayoría
llevaba a sus mujeres e hijos. Se dio nom-
bramiento a mayordomos y caporales con
el grado de militares, por donde pasaba
Hidalgo, la gente a caballo se le daba un
peso diario por su servicio y a su hermano
Don Mariano Hidalgo lo nombró tesorero.
Vivía Guanajuato en opulencia,
contrastaba con la plebe de Hidalgo, caían
en desgracia las fincas por donde pasaba
la turba, repartían el producto de lo obte-
nido.
Fue grande el empleo a militares
y nombramientos que dio Hidalgo, no ha-
bía más que pedirlos. José María Liceaga
cadete de Los Dragones de España, había
sido despedido, se presentó ante Hidalgo
en Guanajuato, al faltar saloneros para ha-
cer chatarreras le dio empleo y grado de
Teniente Coronel. Hidalgo hizo uso de los
fondos del gobierno y los bienes españo-
les.
Ofreciendo que la nación les paga-
ría, decretó la libertad de los esclavos,
mandó que las tierras fueran cultivadas
por los indios, extinguió el tributo, estan-
có la pólvora y el papel sellado. Con un
decreto trató de evitar la rapiña que había
ocasionado, para evitar tomar las pasturas
y los lujos de las fincas americanas, cosa
Revista La Alcazaba
68
que no consiguió. Se le llegó a dar el trato
de Generalísimo y olvidó el nombre de
Fernando Séptimo. Cuando fue severa-
mente procesado Don Miguel Hidalgo en
Chihuahua alegó que el nunca quiso quitar
la imagen de Fernando Séptimo, ni rom-
per relaciones con él. Durante los seis me-
ses que ejercieron el mando Hidalgo y
Allende, desde el 16 de septiembre de
1810 que dieron el grito en Dolores, hasta
marzo de 1811, nombraron a Ignacio Ló-
pez Rayón para que la sucediera, en ese
espacio tomaron parte del reino, Guana-
juato, Valladolid, Zacatecas, San Luís,
Guadalajara, Sonora y todos las internas
de oriente hasta los limites de EEUU, pa-
saron bajo las banderas gran parte del re-
gimiento provincial de infantería de Cela-
ya y del batallón de Guanajuato. Soldados
ejercitados en el manejo de artillería, el
batallón de Guadalajara, Dragones de La
Reina. Patzcuáro con todas las tropas de
las provincias del nuevo Santander, Nue-
vo León, Coahuila por mencionar algu-
nos.
Hidalgo tuvo medios cuantiosos
por los recursos pecuniarios que los jefes,
al tomar las arcas de las catedrales de Va-
lladolid y de Guadalajara, fue así que se
verificó la independencia, Hidalgo de al-
guna manera sublevó contra la raza espa-
ñola nacida en Europa y nacida en Améri-
ca, especialmente en los individuos que
careciendo de propiedad, industria y otro
honesto modo de vivir pretendían hallarlo.
Calleja se convirtió en espectador,
pretendía que los sediciosos exterminaran
a los europeos, se hubiera mantenido de
manera egoísta inactivo a la vista del peli-
gro, para el Virrey así se lo explicaba Ca-
lleja en carta fechada el 29 de enero de
1811.
La península tal vez hubiera acep-
tado un gobierno impuesto por el sacerdo-
cio cosa que no sucedía por las especula-
ciones mercantiles.
El ejercito de Hidalgo mal com-
puesto o mal organizado, desde un princi-
pio fue derrotado por las tropas, bien or-
ganizadas de Calleja o los realistas, así tal
vez se perdía la forma de un trono teocrá-
tico y la corona venida a sentarse por el
sacerdocio. Esto daría para un artículo
mas pero solamente es necesario mencio-
nar, sí, de alguna manera hubo triunfos,
también perdidas por la incapacidad de
dirigir y la falta de razón de las masas.
Revista La Alcazaba
71
A pocos meses del octagési-
mo aniversario del inicio de
la Guerra Civil que conme-
moraremos el próximo julio
de 2016, cabe traer al recuerdo esas ins-
tantáneas que, a los historiadores contem-
poraneístas, nos permiten sentir el pulso
de una época compleja, de hambre, enfer-
medad y miseria, como fue la que siguió
al último parte del bando vencedor, dado
en Burgos el 1 de abril de 1939.
La prensa internacional convirtió esta
contienda en la Spanish Civil War, exami-
nada en no pocas ocasiones como labora-
torio de experimentación de la que en bre-
ve estallaría a modo de Segunda Guerra
Mundial; prueba de ello es este periódico
ecuatoriano que el 8 de noviembre de
1936 anunciaba, erróneamente, la inmi-
nente toma de Madrid por los autodeno-
minados nacionales.
Tiempos de delación y de sospecha, de
cartilla de racionamiento, de depuración
del magisterio, de justificaciones sin fin
para que sólo la sinrazón tuviera la última
palabra fueron inmortalizados por las cá-
maras fotográficas de algunos españoles y
extranjeros continuadores de la labor del
estudio de Albero y Segovia, de Hans Gu-
tmann (Juan Guzmán) o del mismo Robert
Capa, quienes ya habían enfocado sus ob-
jetivos en la lucha fratricida.
El último citado no lejos de la duda
acerca de la verosimilitud de ciertas fotos,
como el miliciano caído en Córdoba o el
soldado republicano muerto en un árbol
en Teruel que según otras hipótesis sólo
estaba gritando y, por tanto, no habría si-
Revista La Alcazaba
72
do asesinado mientras tendía hilo telefónico, tal como
publicó la revista francesa Regards el 13 de enero de
1938.
La mirada del vencido siempre suscita la inocencia
del que comienza de cero. Desterrable siempre la instru-
mentalización infantil en aras del provecho de cualquier
fin bélico o político.
Así inició su andadura la industria fotográfica ANA-
CA en Murcia en 1953, acrónimo tomado del nombre de
su fundador, Ángel Navarro Candel, quien empieza su
andadura viajando por toda la provincia esperando en-
cargos de renovación de equipos. Tras el paso de sus fa-
bricaciones por la Feria Internacional de Muestras de
Revista La Alcazaba
74
Valencia y de Barcelona, se expone la cá-
mara de estudio Anaca en la Photokinia
de 1958. La revista Arte Fotográfico re-
salta todas sus cualidades:
(…) Esta cámara ha llamado la atención
en la Photokinia por su acertado proyecto
y construcción. Es de construcción total-
mente metálica, y sus mandos están dis-
puestos de total forma que se puede enfo-
car en cualquier ángulo que se desee sin
dejar de observar la imagen en el cristal
esmerilado (“Photokinia 1958”, Arte Fo-
tográfico, año VIII, número 85, enero de
1959)..
Durante los veinticinco años se exis-
tencia de ANACA, se fabrican sesenta y
un objetos relacionados con el mundo fo-
tográfico, de los cuales 18 son cámaras de
estudio, 15 maquinaria de laboratorio, 10
aparatos de iluminación, 7 accesorios de
salón y una decena de complementos. La
casa se adapta a las necesidades de los
clientes, llegando a crear una máquina
para que un ciezano pudiera seguir con su
negocio, a pesar de haber quedado lamen-
tablemente manco en un accidente. Sus
piezas viajan por la geografía de una Es-
paña que, tras el aislamiento y la autar-
quía, comienza a recuperar el poder ad-
quisitivo y vive el momento privilegiado
del retrato de galería, cuando varias gene-
raciones, vivieran o no la Guerra, solici-
tan ser inmortalizadas por el fotógrafo,
bien en solitario para documentos oficia-
les o escolares, para los juegos del amor y
del azar, o en grupos familiares, en el
contexto del salón o en fiestas populares.
Nuevamente, el poder evocador de los objetos como exponentes del tiempo que siempre camina en progreso.
Afortunados quienes todavía mantenemos la ilusión de que así sea
Revista La Alcazaba
75
Cámara ANACA propiedad de D. Jesús Álamo Martínez y familia
Nuevamente, el poder evocador de los objetos como exponentes del tiempo que siempre camina en progreso.
Afortunados quienes todavía mantenemos la ilusión de que así sea
Revista La Alcazaba
78
De sde épocas remotas siempre ha habido presencia humana en es-
tas islas tan desconocidas del litoral mediterráneo. Para los griegos era Ophiusa,
para otros Serpentaria, debido a la abundancia de serpientes, para los romanos
era Colubraria, de ahí hasta el nombre actual de Columbretes. Un espacio rocoso
del pliocuaternario, esto es, de hace tres millones de años.
Siempre ha sido lugar de paso de pescadores, contrabandistas y piratas que
buscaban en este recóndito lugar refugio temporal.
Solo ha estado poblada desde la construcción del faro ( 1856- 1860 ) por or-
den de Isabel II y realizado por el ingeniero Eduardo Gutiérrez. Con la presencia
continua de obreros durante los 4 años de la instalación, llegaron también las ra-
tas que, junto a la quema incontrolada de la vegetación autóctona para eliminar
las serpientes y la mala dosificación de la pesca, se produjo un fuerte impacto
Revista La Alcazaba
79
ambiental, sin dejar de lado la influencia
que suscitó el que fuera campo de tiro del
Ejército del Aire.
Entre el grupo de islotes solo tiene edi-
ficios en la actualidad la Isla Grossa, en el
que solo viven guardas y técnicos. Todo el
conjunto configura un bello espacio, en
una tierra volcánica protegida, donde solo
se puede visitar, y con permiso, unas po-
cas horas, debido a su declaración de Par-
que Natural en 1888, Reserva Marina en
1990 y Reserva Natural cuatro años más
tarde. Es, tal vez, el archipiélago protegi-
do más importante del Mediterráneo. En
ese poco tiempo es posible encontrar algu-
na de las tres subespecies de lagartijas. Y
admirar con el mar en medio las otras is-
las mayores :La Foradada, y el El Bergan-
tí. También están a la vista las numerosas
islitas como El Baleato, Cerquero y Chu-
rruca, Peña del Lobo, Jorge Juan, Piedra
Joaquín, El LLop, Malaspina, Las Peñas
Bajas de Navarrete, Bouzá y Valdés. En
suma, se compone de cuatro grupos de
islas volcánicas situadas a 30 millas náuti-
cas( 56 kilómetros) al Este del cabo de
Oropesa, frente a la costa de Castellón. La
reserva marina es de 5543 hectáreas. De
especial protección para las aves y micro-
reserva de flora.
Revista La Alcazaba
80
En cuanto a Isla Grossa,con un raro
perfil en forma de arco abierto debido a la
gran actividad volcánica submarina, sur-
gió como consecuencia de una segunda
emisión volcánica. Allí se halla la cota
más alta del archipiélago con 67 metros
de altura, en las cercanías del faro.
Las Columbretes tienen una superficie
total de 19 hectáreas de las que 14 corres-
ponden a L’illa Gossa. El fondo marino es
de singular belleza por sus cristalinas
aguas, con una profundidad de unos 80
metros. En un clima mediterráneo litoral
semiárido. La media anual de precipita-
ciones es bajo, inferior a los 300 litros por
metro cuadrado. Unas lluvias que suelen
aparecer en los meses de Septiembre y
Octubre. La temperatura media oscila en-
tre los 16 y 17 grados centígrados, con un
gran protagonista: el viento, que en gran
medida ha configurado el seco paisaje.
En cuanto a la flora, todo el archipiéla-
go tuvo lentisco, palmito y zarzaparrilla,
pero hoy solo la tiene la isla de Ferreras,
el resto están cubiertas de sosa fina. Hay
abundancia de langostas e insectos autóc-
tonos, pardelas cenicienta, langostas, cor-
moranes moñudos y lagartijas ibéricas. En
cambio, están en peligro de extinción el
halcón de Eleanor y la gaviota corsa.
Es un territorio bello pero hostil, y con
un solo puerto, El Tofiño, de difícil acce-
so y solo utilizable con buena mar. El res-
to de su costa está compuesto por altos y
escarpados acantilados.
Si bien para los humanos es un espacio
complicado, en cambio es un verdadero
paraíso para la avifauna.
Revista La Alcazaba
83
Po r la ciudad de Cernuda-
Sevilla de sombras blancas- en innumera-
bles puentes veo la vida pasar, navego la
corriente. El agua va y todo fluye. Con su
voluntad de piedra, en un camino de estre-
llas, entre el musgo y los zarzales, siem-
pre se ofrece como escalera para cruzarme
al otro lado del bajo tono. Ya no es preci-
so remar-boga boga mariñeiro-, enredadi-
to al amor me ríen damas del río. Es de
plata y nunca para huir; es un sueño si aún
puedes resistir. Un tren que cruza por los
recuerdos entre el vapor y el Norte, el jue-
go de la simetría salvando los abismos.
Visiones de New York, sombreros de
Eduardo Úrculo y travesías nocturnas ma-
drileñas .Mirada al Viaducto, despierta la
ciudad...Ginés Liébana pinta ángeles so-
bre puentes casi invisibles.
Colgantes, levadizos o improvisados. A
modo de pasarelas o de picado en el nau-
fragio. Un reto a la teoría de las ruinas.
Por los arcos escondidos aún se mira la
vida entre bosques y lilas. Venecia no es
tan triste desde el Puente de los Suspiros.
También encuentro en Lima un paso más
en el delirio si espera la alameda y es
Chabuca que suena. Fantasmas que agotan
su duermevela. En Cinerama el río Kwai y
desde Brel a Camus, de Brassens a Tou-
louse-Lautrec la magia-Sena no necesita
riberas. De puente en puente tiempo de
amores supera.
Todo acción y casi siempre en pendien-
te, los puentes de San Francisco; lejos, tan
Revista La Alcazaba
84
lejos del ámbito de Aleixandre. Adoles-
cencia, pasar de un puente a otro... Es hie-
rro o anhelo. La flecha nueva y ante la du-
da la Ile de la Cité y el Pont des Arts me
acercan al Louvre. Aún tengo espejos de
agua para mirarme. Me niego a aceptar un
mundo sin humedad que nunca tiende
puentes.
Busco un paraguas bajo la lluvia por las
calles del olvido, la magia es fiel pasarela.
Latido de barcarolas, alegres son gondole-
ro que cura las heridas del alma. Barrios
plateados por la luna...me siento en el
muelle de la bahía. Cruzo el puente del
Pont des Arts Paris
Revista La Alcazaba
85
deseo como por el río
Cabe Corazón de amor,
corazón que doy y viene
a vivir en mi. No busco
puertas de emergencia y
pese a abismos insalva-
bles siempre aparece en
el horizonte la galanura
de otro puente.
Y por los cielos de Ro-
ma, los ángeles flotantes
por Sant Angelo se aso-
man; no saben de inqui-
siciones ni de mensajes
de hastío. Arcos de
ébano de Bécquer y ri-
mas con leyendas. Un
panorama desde el puen-
te para la USA airada.
Me llega el latido ca-
mino a Extremadura
cuando casi a zancos por
el Tajo ,Alcántara salu-
da. Hay puentes de Dalí
que ilustran a Josep Pla,
enlaces de mundos fragmentarios. Si Bor-
ges lo quisiera. La Pampa en la distancia y
olivos en América. Mendoza, farolito y
haciendas en el mapa. Recodos del ca-
mino en el manantial de la historia. Arcos
sin galaxia bélica, un más allá que llega.
Si algo te atemoriza... vigila por las ori-
llas, también las rutas-serpiente te ofrecen
su mejor silla para que al andar contem-
ples y te sumes al paisaje de la otra orilla.
Saluda con cariño la visita del puente, no
te pide prescindir de tu raíz. Ramblas aba-
jo, la pasarela del Maremagnum trae aro-
mas de nit de Sant Joan. Delicias desde el
puente, consejos en el aire. Vuela que
vuela el recuerdo y el amor nuca sabe ni
cómo acude ni marcha El resplandor aso-
ma en la colina y puentes de amor que
cruzo tras las ruinas. Almas gemelas se
esperan. Al final está el mar. Con los ojos
del puente, asomado a tu orilla en sende-
ros de agua. Con tirantes de vanguardia o
con verdes sobre piedra, en los andenes
del tiempo bajo el puente
Puente de Triana-Sevilla
Revista La Alcazaba
86
S tuttgart es la capital del Estado fe-
derado alemán Baden-
Wurtemberg. Con 600.038 habitantes,
Stuttgart es la ciudad más grande de este
estado y la sexta de Alemania.
Es la puerta de entrada a la Selva
Negra y al Jura de Suabia. Rodeada de
colinas, bosques y viñedos que llegan has-
ta el centro. El puerto se sitúa al noreste
de la ciudad, a orillas del río Neckar.
Stuttgart tiene un clima agradable, con
temperaturas medias de 4ºC en invierno y
25ºC en verano. Es la puerta de entrada a
la mítica Selva Negra y tiene una extraor-
dinaria diversidad cultural
Esta hermosa y pujante ciudad se en-
cuentra en el centro de una región densa-
mente poblada y está rodeada por aldeas
encantadoras.
La ciudad creció sobre una serie de co-
linas, valles y praderas. El lema de la ciu-
dad es: "Standort Zukunft" que traducido
significa "Cuando los negocios encuen-
tran el futuro" y sus habitantes están con-
vencidos de que Stuttgart es la locomotora
de Alemania, su potencia creadora. Su
proyecto para el siglo XXI es desarrollar
un ambicioso plan de infraestructuras que
comuniquen directamente a la ciudad con
toda Europa primero y con el mundo des-
pués. El lema de este plan es "Das neue
herz Europas", el nuevo corazón de Euro-
pa.
Julia Nidelcorf
Revista La Alcazaba
87
El resto de Alemania conoce a Stuttgart
como "Schwabenmetropole", la ciudad
schwabe, en referencia al dialecto que se
habla en la región.
La extraordinaria diversidad cultural,
su particular historia y sus paisajes de en-
sueño conviven con las industrias más
modernas. Paisajes exuberantes, cultura y
costumbres excepcionales, ciudades ani-
madas, atractivos turísticos, una increíble
oferta de actividades deportivas y de di-
vertimento, la hospitalidad de los residen-
tes y la gastronomía remarcable hacen de
las vacaciones en Stuttgart una experien-
cia inolvidable.
Podemos viajar a Stuttgart en avión
ya que el aeropuerto internacional
"Flughafen-Stuttgart" se encuentra a esca-
sos 13 Km. del centro de la ciudad. Este
aeropuerto recibe vuelos internacionales
de las principales compañías y vuelos de
bajo costo. El trayecto entre el aeropuerto
y la ciudad demora entre 30 y 45 minutos
dependiendo del medio. Si alquilamos un
coche en el mismo aeropuerto sólo debe-
mos tomar allí mismo la A8. Si tomamos
el S2 o S3 del Stutgart S-Bahn estamos en
la estación de trenes central en 30 minu-
tos. También hay servicio de taxis y algu-
nos hoteles pasan a buscar a sus pasajeros
por el aeropuerto.
Revista La Alcazaba
88
Si decidimos viajar
a Stuttgart en nuestro
coche, todas las auto-
pistas de Alemania
conforman una red
intercomunicada de
circulación eficaz y
moderna, además son
gratuitas. Todas las
autopistas numeradas
de A80 a A81 condu-
cen a Stuttgart, sólo
es cuestión de enla-
zarlas desde el lugar
que ingresemos al
país.
Viajar a Stuttgart
en tren es muy confortable, el viaje puede
realizarse en diferentes opciones, todas
muy confortables, desde cualquier ciudad
de Europa ya que está articulada de una
manera u otra. En temporada de vacacio-
nes es conveniente realizar la reserva pre-
via.
Tanto Stuttgart como la región ofre-
cen una enorme variedad de alojamiento,
los hay para todos los presupuestos y para
todas las necesidades. Todas las catego-
rías están presentes y la ciudad tiene una
gran cantidad de hoteles de 3 y 2 estrellas
cuyos precios son módicos pero sus servi-
Aeropuerto de Sttugart. Schillerplatz, que muestra el edificio Fruchtkasten de la izquierda y Prinzenbau a la derecha En el centro el monumento a Sc
Revista La Alcazaba
89
cios están a la altura de todas las expecta-
tivas.
Los hoteles rurales en los alrededo-
res son una magnífica opción para vaca-
ciones largas en familia o simplemente
para reponernos después de un año de in-
tenso trabajo. Los hoteles de lujo, o de di-
seño, son ideales para una escapada ro-
mántica tanto como los hoteles resort o
Spa. Otros hoteles están especialmente
preparados para recibir familias y ofrecen
actividades especialmente destinadas a los
pequeños. También hay albergues juveni-
les económicos y hostales que reciben fa-
milias sin límite de edad. Las habitaciones
en casas particulares son una constante en
toda Alemania y Stuttgart no queda a la
zaga.
Los Bed&Breakfast se encuentran
tanto en el centro de la ciudad como en
los suburbios o en las aldeas de los alrede-
dores. Como Stuttgart es una importante
ciudad industrial hay muchas pensiones
económicas pero con un servicio impeca-
ble y una atención familiar.
El primer habitante conocido de la
región data de fines del año 100 de nues-
tra era y sabemos de él gracias a relatos
sobre la vida en un asentamiento romano
en Canstatt, a orillas del río Neckar. Lue-
Schlossplatz
Schillerplatz, que muestra el edificio Fruchtkasten de la izquierda y Prinzenbau a la derecha En el centro el monumento a Schiller .
Revista La Alcazaba
90
go no se sabe mucho de la región hasta el
año 700 gracias a los registros de la Aba-
día de San Gall que hablan de una región
habitada.
La ciudad de Stuttgart fue fundada
probablemente en el 950, poco tiempo an-
tes de la batalla de Lechfeld, librada por el
duque de Souabe y registros de la abadía
de Hirsau, del año 1160, hablan de Stutt-
gart confirmando su existencia como ciu-
dad.
Alrededor del 1300 Stuttgart está bajo
el dominio de los condes de Wurtemberg
y en el año 1321 es elevada oficialmente
al rango de ciudad y el territorio circun-
dante a condado de Wurtemberg. Stuttgart
conoció un crecimiento lento y débil hasta
el año 1846 en que se construyó la esta-
ción de trenes y comenzó su crecimiento
económico.
A fines de la década de 1870, Gottlieb
Daimler inventa el automóvil en un pe-
queño taller de la localidad de Cannstatt y
la región, en tanto que reino independien-
te, se une al Imperio alemán creado por
Bismarck durante la unificación alemana.
Al terminar la Primer Guerra Mundial,
la monarquía de Wurtemberg se derrumba
y nace el Estado Libre de Wurtemberg
formando parte de la República de Wei-
mar y Stuttgart es declarada capital del
Estado Libre.
En 1920, la ciudad se convierte en la
sede del gobierno nacional alemán.
Imágenes del Castillo Viejo: Interior de la Iglesia, vista General y patio interior.
Revista La Alcazaba
92
Durante la Segunda Guerra Mundial, el
centro de Stuttgart fue destruido casi com-
pletamente. En una sola noche, el 12 de
septiembre de 1944, la RAF (Fuerza Aé-
rea del Reino Unido) tiró más bombas so-
bre la ciudad que durante toda la guerra.
Al final de la contienda la región fue
ocupada por los franceses hasta la llegada
de los americanos. El plan Marshall de
reconstrucción de Europa fue presentado
en la Ópera de Stuttgart. Los estados de
Wurtemberg y Baden se fusionaron en el
año 1952, hoy este "Länd" es el tercero en
extensión.
En la localidad de Stammheim tuvo
lugar a fines de los años '70 el juicio y
posterior suicidio de los guerrilleros de la
Brigada Roja alemana Baader-Meinhof.
La red ferroviaria de cercanías no se esta-
bleció en Stuttgart hasta el año 1978.
En Stuttgart, arte y cultura ocupan
un lugar privilegiado. Más de 40 salas tea-
trales, 30 galerías de arte y tres museos de
envergadura nos hablan de las inquietudes
de sus habitantes. El
teatro nacional domi-
na la vida cultural de
Stuttgart junto a la
ópera y la danza clási-
ca. También la músi-
ca en general tiene su
lugar de privilegio en
el « Internationaler
Friedrichsbau » o en
el « SI-Erlebnis-
Centrum ».
También la re-
gión es mundialmente
famosa como lugar de
"salud" gracias a sus
estaciones termales.
Muchos hoteles ter-
males han sido reconocidos con la catego-
ría "Wellness Stars" por la excelencia de
sus tratamientos.
Stuttgart es, después de Budapest, la
ciudad termal más importante de Europa y
Calle del barrio de Bohnenviertel.
Calle peatonal de la Schulstrasse.
Revista La Alcazaba
93
posee la fuente de agua mineral más gran-
de de Europa occidental.
El casco histórico de Stuttgart se en-
cuentra alrededor de la plaza Friedrich
Schiller o Schillerplatz, llamada así en ho-
nor al poeta que pasó sus años de ju-
ventud en la ciudad como estudiante
de la Academia Militar (Hohe Karls-
schule).
En los alrededores de la plaza se
encuentran la antigua cancillería que
data del año 1542, el Stiftsfruchtkas-
ten, hoy museo de instrumentos, que
en sus orígenes era un edificio que servía
de granero y algunos edificios de vivien-
das que sobrevivieron los bombardeos o
fueron reconstruidos más tarde según el
original.
Durante el día, el casco histórico es
una zona muy animada donde, además,
funciona un pintoresco mercado, por la
noche es un lugar tranquilo ya que la ani-
mación se concentra en el barrio Bohnen-
viertel.
Este barrio se encuentra próximo al
casco histórico y aquí la noche cobra vida
en las tabernas de vino y en los restauran-
tes internacionales.
La Calwerstrasse es un pasaje muy
pintoresco, detrás de hermosas fachadas
de casas históricas, se esconden tiendas
exquisitas de artículos de moda y acceso-
rios, joyas y prendas de cuero, un lugar
para mirar vidrieras pero también para mi-
rar hacia arriba y ver los magníficos fren-
tes con entramados tan característicos de
la arquitectura alemana.
El barrio comercial del centro de Stutt-
gart propone un abanico de grandes tien-
das y boutiques especializadas, pero tam-
bién cafés, cervecerías, restaurantes y te-
rrazas que invitan a detenerse. Artistas de
Calle del barrio de la Calwerstrasse
Revista La Alcazaba
94
calle del mundo entero animan la zona
peatonal. Podemos unir la plaza del mer-
cado con la Königstrasse pasando por la
Schulstrasse.
Esta última calle, la Schulstrasse, os-
tenta el orgullo de haber sido la primera
calle peatonal de toda Alemania en el año
1953, pero es en la Königstrasse que se
concentran las grandes marcas internacio-
nales y las tiendas más elegantes de Stutt-
gart.
Stuttgart es además una ciudad verde
que nos seduce desde el primer instante.
Más de la mitad de la ciudad está cubierta
de parques y lagos; bosques, praderas y
los viñedos de la campiña llegan hasta la
ciudad confundiéndose con los jardines.
Podemos pasear por jardines esplén-
didos que bordean el castillo nuevo o en el
jardín botánico y zoológico "Wilhelmina"
que es el más grande de Europa y único
en su género.
Es inmediatamente atrás del hermo-
so castillo de la plaza Schlossplatz que
comienzan los « Schlossgartenanlagen » o
jardines del castillo.
Entre las típicas especialidades gas-
tronómicas suabas encontramos los Maul-
taschen, una mezcla de espinacas y carne
en envoltorio de pasta que se suelen servir
acompañados de Kartoffelsalat (ensalada
de patata). Muy recomendables son tam-
bién los tradicionales Spätzle, una típica
receta del sur del país, similar a la pasta,
que se puede tomar acompañando platos
de carne (como el también típico Zwiebel-
rostbraten) o con queso fundido y virutas
de cebolla.
iglesia de st john's.
Revista La Alcazaba
95
La cultura vinícola de Stuttgart po-
see una larga tradición, siendo los vinos
de la región muy conocidos y apreciados
dentro y fuera de Alemania. Las clases de
vino más populares son Trollinger, Lem-
berger, Riesling, Kerner y Müller Thur-
gau. Muy típicas de la región de Stuttgart
son las tabernas de la escoba
(Besenwirtschaft) en las que el dueño sir-
ve su propio vino. De octubre a marzo los
vinicultores de la región atan sus escobas
en la entrada de sus casas indicando así
que son un Besen-
wirtschaft. Sólo al-
gunos abren durante
todo el año.
Pocos países
igualan a Alemania
en el tema de la cer-
veza, tanto en su
producción como en
su consumo. Los
Biergarten, cervece-
rías al aire libre, son
lugares ideales para
poder degustar la cer-
veza. Entre las mejores cervecerias al aire
libre se encuentra el Biergarten de los jar-
dines de Schlossgarten, Karlshöhe (por
sus vistas de la ciudad y la torre de la tele-
visión) o Amadeus.
En la fiesta del vino (Weindorf) que
se celebra a finales de Agosto se pueden
degustar los vinos de la región, estando
también la tradicional Fiesta de la Cerveza
(Cannstatter Volksfest), que fue fundada
en 1818 y se celebra por todo lo alto a fi-
nales de Septiembre, además de ser una
Viñedos en Stuttgart
Carpe en el Festival de la Cerveza.
Revista La Alcazaba
96
visita imprescindible para los amantes de
la cerveza. El ambiente festivo puede dis-
frutarse en las enormes carpas de las cer-
vecerías que albergan a más de 5000 visi-
tantes, y donde las orquestas folclóricas se
encargan de entretener al visitante mien-
tras disfruta de un Massbier (jarra de 1
litro de cerveza) y de un excelente codillo
o un pollo asado.
¿Qué ver en Stuttgard?
Schlossplatz, en pleno centro de la ciu-
dad, es una de las plazas más bonitas de
Stuttgart, cerca encontraras los jardines de
Schlossgarten, ideales para pasear, ir en
bicicleta, patinar, tomar el sol o disfrutar
de un día de picknick.
Neue Schloss (Palacio Nuevo), lo en-
contraras en la zona sur del schlossplatz,
es un palacio estilo barroco donde actual-
mente es la sede de la conserjería de Cul-
tura y Finanzas del gobierno regional, es-
tupendo para una buena foto.
Rosensteinpark, disfrutaras de este pre-
cioso parque, con estilo ingles, dentro po-
drás visitar el palacio Rosenstein, el Zoo
Wilhelma o el Naturkunde Museum
(Museo de historia natural).
Fernsehturm (Torre de Televisión), Si
quieres tener una panorámica, de la ciu-
dad y de los alrededores, este es el lugar
indicado.
Staatsgalerie Stuttgart, esta galería es
bastante peculiar, tiene un edificio post-
modernista, que llego a causar una gran
polémica ante su construcción, por ser una
arquitectura tan poco convencional. Hoy
es uno de los museos más visitados de
Alemania.
Kunstmuseum Stuttgart, aquí encontra-
ras exposiciones de arte moderno, en la
parte de arriba, tienes una bonita vista so-
bre el centro de la ciudad.
Museo de la casa de
vehículos Mercedes
Iglesia de Stiftskirche.
Revista La Alcazaba
97
Museo Mercedes Benz, encontrarás un
edificio de gran interés arquitectónico, do-
cumentos gráficos y una muestra de 160
vehículos con los que recorrer 120 años
de historia. Si eres un aficionado al mun-
do del motor, este será tu museo.
Museo Porsche, si eres amante de los
coches, este museo será una visita obliga-
da, podrás conocer la historia de la com-
pañía, desde las primera invenciones, el
desarrollo,los avances y los modelos mas
actuales, además de la amplia exposición
de coches. Sin duda, ¡te va a encantar!.
Stiftskirche, esta iglesia más conocida
como la Colegiata, tiene un estilo gótico,
desde su construcción, prácticamente solo
conoció la guerra, fue reconstruida en la
posguerra, donde se encontraron intere-
santes hallazgos arqueológicos.
Bohnenviertel, es uno de los barrios de
mayor tradición. Si lo visitas encontra-
ras en sus calles abundantes restauran-
tes, pub, cafés, galerías de arte, tiendas
de artesanías y antigüedades. Visítalo y
conoce la gastronomía tradicional y
por la noche vive la vida nocturna.
El gran filósofo idealista Friedrich He-
gel nació en esta ciudad en 1770. Uno
de los escritores alemanes más famosos,
Schiller, también vivió en la ciudad,
siendo originario de Marbach am
Neckar, a unos 30 km.
Museo de Arte
Teatro de la Ópera.
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L os celos son un cúmulo de
emociones y conductas ne-
gativas, provocadas por el
temor de perder al ser amado y del cual
se depende para su estabilidad emocio-
nal y vital pudiendo llegar a tenerse cua-
dros delirantes y paranoides que pueden
llevar a todo tipo de conducta incluido el
asesinato.
Los celos son un sentimiento hu-
mano, natural, siempre relacionado con
el amor, erróneamente ensalzado por
escritores, músicos y artistas. «Otelo»,
de William Shakespeare, obra en la que
aparecen conjuntamente los celos del
moro veneciano que le llevan a matar a
Desdémona, con el amor de ella que no
se resiste a morir por su amado.
Otro mito, en este caso femenino,
es «Medea», quien los celos la llevan a
matar a sus dos hijos con tal de arrastrar
al infierno a Jasón.
Cervantes, en «El celoso extreme-
ño», un hombre que encierra a su joven
esposa en su casa para que no tenga con-
tacto con nadie. Sin embargo, de nada le
sirve ya que el amante acaba entrando en
su casa.
Historias donde el celoso no se
arrepiente por su conducta al entender
que son un acto de amor en lugar de ser
despreciadas por su egoísmo y nula ge-
nerosidad hacia sus seres amados.
El amor y los celos están íntima-
mente relacionados y como en toda bue-
na combinación, tenemos que saber cuá-
les son sus cantidades para no estropear
el plato. Una pequeña dosis de celos, se-
ría como la cantidad de sal que echamos
a un buen plato, es decir un 1%, y el res-
to del plato podría estar compuesto de
amor, amistad, cariño, atracción, sexo,
inteligencia, risas, cuidados, admiración
y respeto, creando un plato romántico
muy apetecible para cualquier persona.
Cuando los celos no los controla-
mos por creer ver la amenaza de perder
una relación interpersonal importante
por considerarla de nuestra propiedad,
los convertimos en una respuesta emo-
cional que nos bloquea el raciocinio,
donde todos los demás elementos de la
relación se ven mermados y los celos pa-
san a convertirse en la base de nuestra
relación, salándolo tanto que hacemos un
plato incomible, impidiendo la felicidad
del que los padece y amargando la vida
al ser amado y a todas las personas que
rodean al celoso.
Los celos están presentes en todas
las personas, independientemente de su
cultura, estado social o edad con un ras-
go de personalidad en todos ellos direc-
tamente proporcional a sus celos que es
el egoísmo. Para poder amar tengo que
buscar la felicidad del otro ante la mía,
eso es el mayor acto de generosidad que
podemos hacer, dando libertad y respe-
tando las decisiones del otro. El celoso
no es generoso, no sabe amar y entiende
el amor como un acto de posesión, con-
trol y dominio, donde él es quien sabe lo
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que realmente el otro quiere, otorgándose
unos dones de adivinación y sabiduría
erróneos que le hacen sentirse con autori-
dad para imponer sus propias normas sin
escuchar al otro.
Los celos sólo se identifican cuando
aparecen, por lo que muchas personas se
sorprenden de sí mismas al no sospechar
que los padecían. No hay que tomarlos de
forma negativa, es bueno hablarlo con la
pareja, identificar que estímulos reales
han hecho que se despierten en nosotros,
darnos cuenta de nuestra inseguridad den-
tro de la relación y no tener miedo a pen-
sar que ya no me quieren y me pueden de-
jar. Pensemos en qué estoy haciendo y
qué he dejado de hacer para que mi rela-
ción no esté como queremos, empezar
cuanto antes a hacer, lo que de forma real
sé que tengo que hacer para volver al esta-
do donde las dos partes de la relación vol-
vamos a estar bien y a gusto; solo así sal-
dremos del estado de celos para volver al
estado de la realidad. Cuando un ser hu-
mano está bien no suele buscar nada nue-
vo, el esfuerzo no merece la pena, solo
cuando estamos mal, nos movemos para
cambiar.
Los celos pueden ser sanos cuando
lo que se espera del otro es coherente,
respetando su libertad como persona y con
un objetivo de compartir las cosas e ilu-
siones, dándonos cuenta que una relación
es algo vivo donde los dos tenemos que
alimentarla y para ello debo dejar que la
otra parte se enriquezca en otras fuentes
para poder aportar a la relación, al igual
que debe hacer la otra parte. Teniendo una
visión sana de la pareja es difícil que sur-
jan los celos, porque nos damos cuenta de
nuestra generosidad, poniendo como obje-
tivo el enriquecernos a nosotros mismos,
para aportar en nuestras re-
laciones, buscando campos
donde no tiene por qué es-
tar la otra parte y donde
nuestro pensamiento no se
ve atado ni necesitado del
otro, por lo que desaparece
el egoísmo y aparece la ge-
nerosidad dentro de la pare-
ja. Para llegar a este punto
los dos tienen que tener un
grado de madurez y con-
fianza en ellos mismos, o
verlo como objetivo impor-
tante dentro del proceso de
madurez personal indepen-
diente a la pareja, porque si
no, lo normal es que la gen-
te busque una pareja para
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conseguir sentirse bien a través de ella y
con ella convirtiendo su relación en insana
por depender del otro para nuestra estabi-
lidad emocional y necesitarlo para las co-
sas habituales del día a día convirtiéndo-
nos en una carga en lugar de parte enri-
quecedora de la relación.
La persona celosa refleja carencias
personales muy profundas que nunca po-
drán cubrirse con la pareja, llegando a
provocar que el sujeto celoso, se sienta
vulnerado e intente ejercer el dominio de
la persona objeto del celo, atrapándola en
una red de circunstancias opresivas tales
como privarla de la libertad, aislarla, se-
guirla, revisar sus relaciones, buscando
una evidencia de traición, que justifiquen
sus ideas y conductas.
Tras los celos solemos encontrar una
combinación de miedo e ira, los celos es-
tán alimentados por el miedo de perder a
alguien y la rabia porque otra persona sea
quien lo posea. Es una emo-
ción destructiva, por lo que el
reconocimiento de su existen-
cia es lo primero que pode-
mos hacer para cambiar esa
conducta. Se da siempre en
personas con baja autoestima,
aunque parezca lo contrario,
con dificultad para valorarse a
sí mismos, donde ha habido
poca afectividad en la infan-
cia por padres que les valora-
ban poco o que estaban poco
tiempo escuchándolos y aten-
diendo sus demandas con alto
grado de exigencias o escasez
de ellas, quedándoles patro-
nes afectivos erróneos o poco
útiles.
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