El Kerygma

Retiro o Encuentros de Evangelización

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Pbro. Claudio Castricone

ÍNDICE

ÍNDICE………………………………………………………………………………1

PROCLAMACIÓN DE LOS TEMAS DEL KERYGMA……………….....3

Introducción………………………………………………………………………..3

Tema 1: EL plan original de dios……………………………………………….....5

Tema 2: EL AMOR del padre………………………………………………………...8

Tema 3: El pecado: culpable de nuestros males…………………………….11

Tema 4: Jesucristo: nuestro único Salvador…………………………………15

Tema 5: Jesucristo instaura el reino de dios………………………………...19

Tema 6: la conversión para el perdón de los pecados…………………….28

Examen de Conciencia………………………………………………….…………….38

Primera Celebración: La Vida Nueva (Renovación del Bautismo)……………......41

Tema 7: El señorío de Jesús………………………………………………………50

Tema 8: El don del espíritu……………………………………………………….56

Segunda Celebración: La efusión del Espíritu (Renovación de la Confirmación)..63

Tema 9: La vida en la comunidad eclesial………………………………….....68

Tercera Celebración: La Eucaristía……………………........................................75

Bibliografía....................................................................................................................78

Horario.........................................................................................................................79

Textos bíblicos para la reflexión – Oración - Preguntas para el diálogo…….......80

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PROCLAMACIÓN DE LOS TEMAS DEL KERYGMA

IntroducciónEste material puede ser utilizado para el anuncio en retiros kerygmáticos, o

como proclamación durante una misión. Pero para que no pierda la fuerza que en sí tiene el kerygma, que no se den como temas sueltos, sacados de la integridad de todo el mensaje kerygmático; y que sea dado como proclamación.

Si el anuncio kerygmático se hace en un Retiro es conveniente comenzar con esta introducción para predisponer el corazón de los participantes.

En estos días vamos a participar de una experiencia espiritual en distintas charlas que iremos teniendo.

Cómo viviremos estas jornadas depende mucho de nuestra actitud interior.

Distintas posturas que podemos tomar al escuchar los distintos temas: Como el que se las sabe todo, el que dice “esto yo ya me lo sé”. Entonces, esa

persona ya está “vacunada” y no hay nada que le entre en el corazón por tener esa actitud.

El que se conforma con la vida cristiana que está viviendo. El que se dice a sí mismo “yo ya soy un buen cristiano”, se dice “creer en Dios”. Tampoco a esta persona le entra nada en su corazón porque, como es un buen cristiano, no tiene nada que cambiar. Estas personas son las que saben que Dios existe, tienen algún conocimiento de la vida y de las palabras de Jesús; también tienen un cierto sentimiento religioso y procuran portarse bien. Pero no intentan profundizar más en el encuentro con el Señor y conocer el Proyecto que Dios tiene.

El que tiene una actitud de escucha. Es la actitud del Profeta Samuel que le dice a Dios: “Habla, Señor, que tu servidor escucha” (1 Sam. 3,10).

Para estar con nuestro corazón atento al Señor no hagamos nada que nos pueda distraer la escucha. Por eso: no tomar apunte. Samuel no fue a buscar papel y lápiz; no buscar las citas bíblicas; si el mate o las galletitas nos van a distraer, dejarlas.

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Es conveniente que después de la proclamación de cada tema y de su oración, y antes de pasar a las “Preguntas para el diálogo” se haga algún canto relacionado con el tema.

Para prepararnos a este anuncio kerygmático es conveniente ahora reflexionar la Parábola del Sembrador (Mt. 13,3-9.18-23)

Jesús sale a sembrar “la palabra del Reino” (v. 19). La semilla que Él siembra es el Proyecto que Dios tiene para toda la humanidad, que comienza con la propuesta de que cada hombre y mujer tenga un corazón nuevo. Las semillas son iguales, lo que cambia es el lugar donde cae.

Hoy Jesús viene a sembrar la palabra del Reino en nuestro corazón. ¿Nuestro corazón qué suelo será?

Puede ser: Borde de camino: Ni siquiera llega a meterse en la tierra. Es cuando la Palabra

de Dios y el Proyecto de Dios ni siquiera entra en nuestro corazón. Como se dice habitualmente: “Entra por un oído y sale por el otro”.

Terreno pedregoso: Comienza a crecer hasta que encuentra piedras. Es cuando la palabra del Reino la aceptamos con alegría, pero somos inconstantes y abandonamos. Todo depende de mi estado de ánimo, “si lo siente”, ante la primera piedra en el camino dejo todo.

Entre espinas: La palabra del Reino va creciendo, pero junto a ella crecen las espinas. Es cuando va creciendo en nuestro corazón, pero no cortamos las espinas que ahogan al Proyecto del Padre, como son el egoísmo, el afán de poder y de riquezas. Así terminan secando la palabra del Reino, y dejamos de ser discípulos de Jesucristo.

Tierra fértil: La que cae en un corazón abierto, que se deja cuestionar, que quiere convertirse al mensaje del Señor. En un corazón así, la semilla de la palabra del Reino produce frutos; frutos interiores como son el amor, la paz, la alegría; y frutos exteriores: testimonio, impulso misionero, compromiso con la sociedad.

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Tema 1: EL plan original de dios

Objetivo:Mostrar que las angustias, agobios y miedos no forman parte del Plan original

de Dios, para disponer el corazón al mensaje del Señor.

A) Para tener en cuentaTengamos presente lo que nos dice el Papa Juan Pablo II en la Carta Encíclica

Redemptoris Missio: “Este anuncio se hace en el contexto de la vida del hombre y de los pueblos que lo reciben. Debe hacerse además con una actitud de amor y de estima hacia quien escucha, con un lenguaje concreto y adaptado a las circunstancias.” (R.M. 44).

Si queremos que el kerygma sea significativo para la gente de nuestro pueblo, le ayude a dar respuestas a las preguntas que se hace y a superar sus angustias y temores, debe tomar las situaciones humanas del hombre y de la mujer de hoy, como parte de su contenido.

Se debe tener en cuenta las situaciones especiales que viven los interlocutores y saber acercar el mensaje a cada situación.

Ni el presente es indiferente al kerygma ni el kerygma se desentiende del presente.

En el desarrollo del tema se hace mención de algunos agobios, angustias y miedos, pero en cada lugar pueden ser distintos. Lo importante es conocer qué le pasa al hombre y mujer de hoy en el lugar en el que el kerygma será proclamado, para que la propuesta sea fiel a esas personas.

Son importantes las canciones. Los cantos no son solamente para la animación o de ambientación, los cantos ayudan a profundizar el kerygma. Los cantos que se hagan después de cada tema tienen que ver con ver con el tema dado.

B) Proclamación del tema1. Las angustias y miedos del hombre y la mujer de hoy

Esta sociedad actual en la que vivimos nos ofrece muchísimas cosas para estar mejor. Avances científicos que permite que muchas enfermedades que antes eran

terminales hoy pueda ser sanadas.

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El confort que nos ofrece el aire acondicionado en verano y el calefactor en invierno.

Automóviles, ómnibus y aviones cómodos y veloces. Todo lo que nos ofrece las telecomunicaciones y el mundo de la cybernética. Un mundo que cada día pone más a nuestro alcance el materialismo, el

consumismo, el hedonismo, el erotismo y el juego. El culto del yo y del cuerpo. A los jóvenes se les abren las puertas del alcohol, las drogas, el sexo.

Y, a pesar de todo esto, que deberían hacernos felices, el hombre y la mujer de hoy experimentan, tal vez como nunca en la historia, angustias, agobios y miedos.

Angustia por esta sociedad donde se compite de manera caníbal; por los problemas económicos y desigualdades sociales; por las injusticias; por la violencia familiar; ante la educación de los hijos; ante las crisis familiares; ante la falta de comunicación; por las persecuciones políticas; por la maldad que hay en el mundo, por las injusticia y opresión que veo que sufre mucha gente, por no tener todos las mismas posibilidades; ante un consumismo que lleva a trabajar y trabajar inhumanamente para logra los bienes materiales; por la falta de esperanza, por no sentirme valorado, por la bajo autoestima.

Miedo a la inseguridad, a la soledad, a envejecer, a la enfermedad, a la muerte.

Esto hace que muchos hombres y mujeres, a pesar de todo lo que les ofrece esta sociedad, no vivan felices y experimente “el sin sentido de la vida”, llegando en muchos casos a la depresión o a la desesperación del suicidio.

¿El alcohol y las drogas no tienen que ver con “el sin sentido de la vida”?

2. Dios creó todo en armonía y comuniónEl Plan de Dios sobre la humanidad no era de angustia, agobio y miedo, sino un

Plan de amor, de armonía y de felicidad.Así lo vemos reflejado en las primeras páginas de la Biblia. Eso quedó

expresado en “Y Dios vio que era bueno” al finalizar el relato de cada día de la creación (Gn. 1,12.18.21.25); y al finalizar todo dice: “Y vio que era muy bueno” Gn. 1,31). El hombre vivía en armonía consigo mismo, disfrutando de la paz interior y de

todo lo que Dios le había dado. La Biblia habla del “Jardín de Edén” (Gn. 2,8); “jardín” se traduce por “paraíso” y los israelitas le dieron a “Edén” el significado de “delicias”. Es decir, el hombre vivía en un “paraíso de delicias”.

Dios no creó al hombre y a la mujer con los miedos a envejecer, a la enfermedad. Angustias ante los problemas económicos, las crisis familiares y la educación e los hijos. Dios no los creó para que andaran con bajo autoestima. Dios no creó al hombre y a la mujer para que anduviesen por este mundo sin encontrar el sentido de su vida.

El hombre vivía en comunión con Dios, viviendo en amistad con Él; Dios mismo “se paseaba por el jardín” (Gn. 3,8). Había una íntima comunión. Dios gratuitamente lo introdujo en el Jardín de Edén, símbolo de la amistad divina.

Muchos de nuestros miedos, como por ejemplo a la soledad, al sufrimiento y a la muerte, es por haber perdido esta armonía con Dios. La falta de esperanza es también consecuencia de nuestra separación de Dios.

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Los seres humanos vivían en comunión entre ellos, el hombre al ver a la mujer siente que es parte de él mismo, el complemento ideal que lo hace exclamar que es “huesos de mis huesos y carne de mi carne”. (Gn. 2,21-23).

La violencia, la inseguridad, las injusticias y las rivalidades y competencias caníbales Dios no las creó ni las quiere. Dios nos creó para que nos amásemos. Dios no quiere las persecuciones políticas, ni la maldad que hay en el mundo. Tampoco la falta de comunicación entre nosotros.

El ser humano vivía en comunión con la creación. Dios les había dicho al hombre y a la mujer: “... ‘llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra’. Y continuó diciendo: ‘Yo les doy todas las plantas que producen semillas sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semillas: ellos les servirán de alimento’...” (Gn.1,28-29).El ser humano era el “señor” de las cosas. Dios crea a las personas para que sometan a la creación, todo está a su servicio. “Nuestra hermana la madre tierra es nuestra casa común y el lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación” (D.A. 125).

Las desigualdades no formaban parte del proyecto de Dios.Dios hizo las cosas para que fuéramos los “señores” y no los “esclavos” de un consumismo que lleva a trabajar y trabajar inhumanamente para lograr los bienes materiales. Dios creo todas las cosas para todos, por lo tanto Él no quiere las desigualdades sociales, sino que quiere que todos tengamos las mismas posibilidades.

Hay una persona en quien el Proyecto de Dios permanece intacto. Es María, porque en ella el pecado no pudo entrar. Ella es la Inmaculada, la sin mancha, la llena de Gracia. Ella es el modelo perfecto del Proyecto de Dios. Y vivió de tal manera la armonía soñada por Dios para toda la humanidad, que no conoció la corrupción del sepulcro, sino que fue elevada en cuerpo y alma la Cielo.

Hermanos, saquemos de nuestros labios y de nuestro corazón la expresión: “hemos venido al mundo para sufrir”. No era este el Plan de Dios. El Plan de Dios es lo opuesto: Él nos trajo al mundo para que seamos felices.

El anhelo de nuestro corazón y el Plan de Dios coinciden: ambos quieren la felicidad.

Esta es la primera Buena Noticia del Retiro: Dios quiere tu felicidad.

Oración guiadaSeñor, muchas veces caí en angustias, agobios y miedos

que Vos los conocés mejor que yo mismo.Culpa de ellos, en muchos momentos perdí la esperanza.Caí en el “sin sentido de la vida”Gracias por mostrarme que Vos tenés para mí

un proyecto de Vida y felicidad.Ayúdame a descubrirlo.Amén.

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Preguntas para el diálogo: ¿Qué angustias y miedos tenemos?

¿Hemos experimentado en algún momento “el sin sentido de la vida”?

¿Cómo había pensado Dios al mundo?

Tema 2: EL AMOR DEL PADRE

Objetivo:Descubrir el amor que Dios nos tiene para abrirnos a él y sentir que somos

importantes para Dios.

A) Para tener en cuentaEste tema es como una declaración de amor; como si Dios le pidiera al

evangelizador que fuera en su nombre a declararle el amor al oyente.El tema no tiene que durar más de media hora; veinte minutos es suficiente.

Debe ser testimonial, ya sea porque se narran hechos cortos, o porque la manera como se habla es testimonial: se nota que se está viviendo lo que el evangelizador dice.

Son importantes las citas bíblicas como Palabras del que ama.No importa si se es repetitivo, pues toda declaración de amor lo es.

B) Proclamación del tema1. Dios te ama personalmente Dios nos ama a cada uno de nosotros personalmente, para Él no soy N.N., soy su

hijo amado, con un rostro y una historia. Dios te ama. La primera muestra de amor que Dios te tiene es tu propia vida. Te

creó porque te ama. Te ha llamado personalmente a la existencia y te quiere llevar a la realización plena de su plan de amor, y saciarte los anhelos más profundos. Dios te ama, por eso te creó.

Te ha llamado por tu nombre, sos insustituible, no sos cambiable por nadie. Dios te ama personalmente, cómo si no hubiera nadie más en el mundo. Hoy te tengo que dar una buena noticia, algo que Dios te quería decir desde hacía

mucho tiempo: Dios está enamorado de vos. Está pedidamente enamorado de vos.

Escuchá algunos textos de la Biblia, del Antiguo Testamento que, si bien se refieren a todo el Pueblo dentro de un marco comunitario, sin embargo lo podemos aplicar a cada uno de nosotros. Pensá que Dios te está diciendo esto personalmente ahora:

“… No temas porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú me perteneces.” (Is. 43,1).

“Porque tú eres de gran precio a mis ojos, porque eres valioso, y Yo te amo…” (Is. 43,4)

“…Yo te amo con un amor eterno, por eso te atraje con fidelidad.” (Jer. 31,3).

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El amor de Dios es la respuesta a la soledad, a la baja autoestima. Si estas palabras de ternura por parte de Dios las dejás que penetren en tu corazón,

ellas transformarán tu vida.

¿Cómo sentimos y experimentamos el amor de Dios?No es que Dios nos va a venir a dar un besito cada mañana.Este amor de Dios lo experimentamos en las personas que nos aman (esposo, esposa, hijos, padres, amigos). Lo experimentamos en circunstancias y situaciones que Dios presenta en nuestras vidas.

Debemos estar atentos a estas presencias de Dios que nos grita su amor a través de personas y circunstancias.

2. Dios te ama sin ponerte condiciones Dios te ama tal cual sos. A pesar de que seas pecador, Dios te ama de manera

incondicional. Él no es como nosotros que amamos mientras la otra persona cumpla ciertos

requisitos que yo puse. Si Dios pensara de la misma manera no sé si algún día nos amaría.

Dios te ama tal cual sos, te ama por lo que sos. Dios te ama inmerecidamente. No es que por tus méritos Dios te está amando. Él te

ama sin méritos de tu parte.

Y la Palabra de Dios nos vuelve a hablar:“¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus

entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidare!” (Is. 49,15).“Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas. Mi amor no se

apartará de ti, mi alianza de paz no vacilará dice el Señor que se compadeció de ti” (Is. 54,10). El eco de estas palabras deben estar resonando en tu corazón.

Si Dios te ama tanto, si Él te ama tal cual sos, ¿cómo no te vas a amar a vos mismo? Para Dios soy muy valioso e importante, por eso lo debo ser para mi mismo. Este debe ser el fundamento de mi autoestima.

3. Dios ha tomado la iniciativa Dios es fiel y siempre toma la iniciativa: para crear, para amar, para perdonar, y

hasta envió a su único Hijo para salvar. Aunque la humanidad, por el pecado, rompe el diálogo con Dios, sin embargo, Él reinicia una y otra vez el diálogo con nosotros.

Ese gran sueño que Dios tenía al crear al hombre y a la mujer es muestra del gran amor que Dios nos tiene.

Dios interviene nuevamente en la historia para restaurar a la humanidad:“Porque Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo

el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.” (Jn. 3,16-17). Nosotros no hemos hecho méritos para que Él nos ame, nos amó antes de que

nosotros lo amemos.

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“Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados.” (1 Jn.4,10).

“La prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores.” (Rom. 5,8).

Ahora bien, el amor de Dios no se nos manifiesta a través de que Él mismo viene cada mañana a darnos un besito en la frente, sino a través de las personas que nos aman, en las situaciones y circunstancias de la vida.

Tenemos que saber percibir la presencia de Dios amor que nos grita en personas y acontecimientos.

El catequista es alguien que capta la presencia de Dios amor en su vida y acompaña y ayuda a que sus catequizandos la capten.

Esta es la verdadera imagen de Dios que de debemos tener, la que nos trasmite la Biblia, la que nos enseña Jesús, no es la de un Dios castigador, el que nos está mirando para ver si nos equivocamos. Tal vez nos hayan educado con aquel concepto de un Dios que castiga. No es el Dios en quien creemos.

¡Qué difícil sería amar a Dios al que le tengo miedo!

Oración guiada Dejá resonar en tu corazón:

“Dios me ama personalmente y quiere lo mejor para mí”

“Dios me ama… a mí… personalmente…de manera incondicional… inmerecidamente…”

Si dejo que esta verdad penetre en mi corazón, bastaría eso solo para transformarme.

Dejo que Dios me siga diciendo:“Mi amor no se apartará de ti”

“Porque tú eres de gran precio a mis ojos, porque eres valioso, y Yo te amo…”

“Sos valioso para mí, te pido que lo seas para vos”

Preguntas para el diálogo: ¿En qué cosas concretas sentiste en tu vida el amor de Dios?

¿Tenías una imagen de un Dios castigador? ¿Cómo te llegó esa imagen?

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Tema 3: EL pecado: culpable de nuestros males

Objetivo:Tomar conciencia que la raíz de todos los males está en el pecado, y que

nosotros somos pecadores, para disponernos a una auténtica conversión.

A) Para tener en cuentaEste tema tiene dos enfoques: por un lado, presentar al pecado como ruptura de

todo el Plan original de Dios, y por otro lado, hacernos tomar conciencia de nuestra condición de pecadores.

Si bien el tema del pecado no es grato a nuestros oídos, sin embargo, es fundamental en la espiritualidad y vivencia cristiana. Hoy se está dando una conciencia que atiende más a excusarse que acusarse, no asumiendo el pecado como hecho personal intransferible.

Quien ha perdido el sentido del pecado inevitablemente termina perdiendo también el sentido de Cristo. Quien dice: “Yo no me siento pecador” implícitamente está diciendo: “Yo no necesito ser salvado por Jesucristo”.

La conciencia sana de culpabilidad tiene lugar en una estructura psicológica “abierta”: uno se siente culpable por referencia a otro, por haber fallado en las exigencias del amor al otro; se trata de un sentimiento autentico, sano, ya que se trata de una relación de amor con el otro, y es el primer paso para volver a él.

El pecado aparece como lo que se opone a los designios de Dios, como una actitud del hombre que rechaza la llamada divina y el diálogo con los demás, encerrándose dentro de sí mismo y desconfiando de Dios y de los demás, y que se empeña en construirse por sí solo, obstaculizando entonces el verdadero crecimiento de sí mismo y del Reino de Dios.

B) Proclamación del tema1. El pecado rompe el Plan original de Dios Dios les había dicho al hombre y a la mujer todo lo que podían hacer y lo que no

debían hacer, para que se cumpliera su plan y proyecto de felicidad. (cf. Gn. 2,15-17). La gran mentira del Príncipe de las mentiras es: “serán como dioses” (Gn. 3,5).

Pero Adán y Eva decidieron dejar de lado la voluntad de Dios y hacer lo que a ellos les parecía mejor; tentados por Satanás creyeron que no necesitaban los consejos de Dios, prefirieron organizar su vida por cuenta propia y dijeron NO a Dios.

El pecado es la autoría absoluta respecto a Dios. Eso es el pecado, decirle NO a Dios y a su Proyecto.

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Y desobedecerle a Dios destruyó y sigue destruyendo su plan, el proyecto de felicidad y comunión que Dios tenía para la humanidad, alejándose de todo lo bueno que Dios había pensado para el hombre y la mujer.

El pecado trajo consecuencias: Ruptura consigo mismo: En el relato del Génesis el hombre le responde a Dios

cuando este lo buscaba: “Tuve miedo porque estaba desnudo” (Gn. 3,10). Al desobedecerle a Dios sintieron miedo y tuvieron vergüenza de ellos mismos, se sintieron desnudos, habían perdido todo lo que Dios les había dado, estaban desprotegidos. En definitiva el pecado los hizo sentir vacíos. La libertad que Dios les dio la usaron para hacer lo que el tentador les ofreció, dejando de lado el amor de Dios y el proyecto que Él les prometía. El pecado rompe la armonía de la persona.

Ruptura con Dios: Antes del pecado había amistad con Dios: Él se paseaba por el jardín. Después de desobedecerle se ocultaron de Él: “¿Donde estás?” (Gn. 3,9), preguntó Dios; “oí tus pasos... tuve miedo… me escondí”, respondió el hombre (Gn. 3,10); sabían que le habían fallado. El pecado rompe la comunión con Dios.

Ruptura con el prójimo: En el relato de la creación, cuando Dios le dice al hombre: “¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?” (Gn. 3,11), éste, qué había sentido que la mujer era su complemento, “hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gn. 2,23), la siente ahora como extraña y sin reconocerse pecador dice: “la mujer que pusiste a mi lado” (Gn. 3,12), como si fuera alguien ajeno a él. El pecado rompe la comunión con los demás.

Ruptura con la creación: Dios entregó a la humanidad la misión de someter la tierra para sacar de la creación lo que necesitara para vivir. “Llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a la aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra” (Gn. 1,28). Pero por el pecado: “... maldito sea el suelo por tu culpa.... Él te producirá cardos y espinas...” (Gn. 3,17-18)

Por el pecado entraron las injusticias sociales y de ellas las desigualdades, porque Dios había creado todo para todos, y para que algunos pocos se apropiaran de casi todo. Por el pecado entró la avaricia que lleva a las personas a destruir la naturaleza por ambición y romper el equilibrio ecológico. “La riqueza natural de América Latina y El Caribe experimentan hoy una explotación irracional que va dejando una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda nuestra región…” (D.A. 473). El pecado rompe la comunión con la creación.

El pecado rompe el Plan original de Dios sobre el mundo y sobre la humanidad.

2. Mis pecados rompen el Plan original de Dios El pecado es decir NO a Dios, NO al proyecto de Dios, NO a su amor. Es no amar

a Dios sobre todas las cosas, es ponerme primero yo con mis proyectos, es dejar de lado el amor al prójimo por otros intereses egoístas.

El pecado es una rebeldía hacia Dios. Tal vez me cuesta reconocerme pecador, busco poner excusas para justificar lo que

hice. Tal vez me cuesta asumir tener que acusarme de que pequé.

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O me reconozco pecador de una manera tan abstracta, en el aire y general, que es como si no me sintiera verdaderamente pecador. Y para esto ya hay frases hechas: “yo soy pecador como todo el mundo”, “¿quién no tiene pecado?”, “todos somos pecadores”, “yo no robo ni mato”, “yo no le hago mal a nadie”.

El pecado se realiza en rechazar libremente la voluntad de Dios. Por eso el pecado siempre es contra Dios, aunque el daño, la acción del mismo, esté hecho al prójimo, a nosotros mismos o a la creación.

El pecado es una acción humana. Pero no existe una acción en sí, existe la persona que actúa. No existe el pecado sin el pecador.

Para entender lo que es el pecado nos ayuda la Parábola del Hijo Pródigo (cf. Lc. 15,11ss.). Pecado es lo del hijo menor cuando le dice a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde” (Lc. 15,12). Y si era lo que le correspondía ¿dónde está el pecado? El pecado está en su egoísmo, en su autosuficiencia, en no querer subordinar sus proyectos a los de su padre. El pecado está en querer realizarse a sí mismo al margen de su padre y de su hermano. Ser artífice absoluto de su propio destino. La autonomía absoluta respecto a Dios.

En el fondo de cada pecado hay un problema de fe, ya que es no confiar que viviendo de acuerdo con el Proyecto de Dios encontraré mi realización personal y mi felicidad.

Peco alejándome del Padre Dios cuando no confío que seré feliz si vivo las Bienaventuranzas, y me construyo un proyecto de felicidad basado en el dinero, el poder o la fama.

El pecado original de Adán y Eva va también en esta línea, quisieron prescindir de la propuesta de Dios para ser felices.

Cada vez que me digo: “si todo el mundo lo hace por qué no lo voy a hacer yo” peco porque estoy desconfiando de la propuesta de felicidad que Dios me hace.

Cada vez que me digo: “lo hago esta única vez” peco porque estoy desconfiando de la propuesta de felicidad que Dios me hace.

Ahora puedo entender lo que dice el Apóstol Juan en su Primera Carta: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros” (1 Jn. 1,8).

Por eso el pecado es decirle “no” a Dios, es un rechazo y una ofensa a Dios, ya que es querer construirme a sí mismo sin confiar en su Proyecto y en su Palabra.

El rechazo y ofensa a Dios es la dimensión fundamental del pecado, ya que la persona quiere realizarse desordenadamente a sí misma, haciendo de sí un “ídolo” al que debe subordinar todo lo demás, incluso Dios. Como el hijo menor: utilizo a su padre para realizar su proyecto: “dame…”.

El pecado es egoísmo, es encerrarse en sí mismo. Por lo tanto, es también rechazo a la comunión con las demás personas. El hijo menor no se alejó solamente de su padre, lo hizo también de su hermano.

Cada ser humano, cada persona, cada hombre y cada mujer está llamado a vivir en comunión, comunión con Dios y comunión con los demás. El pecado es, por tanto, negación del propio ser humano, en su estructura fundamental y en su desarrollo; es un obstáculo que impide el cumplimiento de la propia vocación comunitaria.

Por todas estas razones el pecado es una contradicción y encadenamiento de la libertad de la persona.

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Es la experiencia que sufrieron Adán y Eva que queriéndose liberar de Dios quedaron encadenados a sus miedos y desnudez. Es la experiencia que sufrió el hijo menor que queriéndose liberar de su padre quedó encadenado a cuidar cerdos.

La causa de mis angustias y agobios están en el pecado, de otros o míos personales: de no haber sido prudente y por límites, de no haber dialogado a tiempo.

Los pecados son los que rompen el Proyecto de Dios, y mis pecados personales no me dejan experimentar el amor que Dios me tiene, y muchas veces son la causa de mis angustias y miedos.

En todo pecado hay algo que ocupa el lugar que le corresponde a Dios. Poner a una criatura en lugar del Creador.

El pecado destruye el proyecto de Dios para la humanidad.

No es una explicación simplista decir que el pecado es el culpable de todos los males.

Los pecados personales rompen el Proyecto de Dios.

Oración guiadaSeñor, ahora reconozco que es el pecado original

el que rompió todo el proyecto que Vos tenías para la humanidad.El pecado es el culpable de todos los males.Pero también sé que yo soy pecador, pecadora,

porque he construido mi vida poniendo el “yo” como centro,desplazándote a Ti.

Soy ese hijo menor que quise ser artífice absoluto de mi propio destino.Soy pecador porque no creo totalmente que viviendo tu Palabra seré feliz

y busco mis propios caminos para la felicidad.

Preguntas para el diálogo: ¿Dónde está la culpa de los males que hay en el mundo?

Definamos con nuestras palabras lo que es el pecado.

¿Asumo que soy pecador/a o le echo la culpa a otros?

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Tema 4: Jesucristo: nuestro único Salvador

Objetivos: Reconocer a Jesucristo como el Salvador de los pecados. Invitarlo a que sea mí Salvador.

A) Para tener en cuentaComo se está viendo, los temas vienen concatenados unos con otros. Por este

motivo, es fundamental que las personas que son los interlocutores del anuncio del kerygma participen de todos los temas.

Tal vez, el tema anterior pareció haber terminado de manera negativa. Y en cierto sentido es verdad ya que el pecado es lo peor que le pudo pasar a la humanidad. Pero si no tomamos conciencia que somos pecadores tampoco vamos a experimentar la salvación de Jesucristo.

La historia no termina en el pecado. Este tema es la respuesta de Dios a nuestra condición de pecadores. Jesús muerto y resucitado es la respuesta paternal de Dios para que podamos reconciliarnos con Él.

Este debe ser un anuncio lleno de ardor por parte del evangelizador y de manera testimonial, tanto porque está creyendo y viviendo lo que anuncia, como también por los testimonios que compartirá expresando de qué pecados fue salvado por Jesucristo.

Sólo así se podrá superar un conocimiento teórico-intelectual de que Jesús es el Salvador, cosa que conocemos todos los cristianos, para pasar a una auténtica experiencia y convicción de que Jesucristo es “mi Salvador”, el que me salva de todos mis pecados y me libera de todas mis opresiones. Por eso el anuncio se debe hacer en primera persona singular: “murió por vos”…

Poner un crucifijo (lo más grande posible) a la vista, para que también viendo al Crucificado podamos experimentar su salvación.

Y si son pocos los participantes, acercarse a besarlo y, si es un crucifijo chico, pasarlo para que cada uno lo vaya besando.

B) Proclamación del tema1. La solución no está en nosotros

El ser humano, a pesar de estas rupturas que produjo el pecado, sigue teniendo en el corazón un profundo deseo de felicidad. Y trata de dar respuestas a su deseo de felicidad.

La solución de las rupturas que provocó el pecado no está en la persona humana. Esa ruptura consigo mismo, con Dios, con los hermanos y con la creación no la puede restaurar el ser humano.

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El ser humano busca dar respuesta a su búsqueda de felicidad. Pero esas respuestas, una son incompletas y otras son soluciones falsas.

Son incompletas: servirnos de los avances de las ciencias y de técnica. Pero son salidas transitorias y aparentes.

Son soluciones falsas y muchas veces huidas a nuestros problemas: los placeres del sexo, el alcohol, la droga; el activismo, el materialismo, la meditación trascendental, el control mental, “parasicólogos”, etc... Es falso pensar ir al curandero para que me quite el “payé” que me hicieron porque me tienen envidia.

2. Dios Padre tiene la soluciónSólo el Padre Dios tiene la solución del pecado y todas sus consecuencias. La

solución que da Dios es la única verdadera, la única que va a la raíz, la única definitiva, la única total.

El Padre ya ha dado la solución. La solución que Él nos ofrece es su Hijo Jesucristo.

Dijo Pedro ante el Sanedrín: “Porque en ningún otro hay salvación, ni existe bajo el cielo otros Nombre dado a los hombres, por el cual podamos salvarnos” (Hch. 4,12).

Su nombre significa su misión: “Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados” (Mt. 1,21). Su nombre es ‘Yahvé salva’.

Y pare enviarnos al Salvador el Padre quiso necesitar de una mujer: la Virgen María: “Pero cuando se cumplió el tiempo establecido. Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer…” (Gál. 4,4). Así María es la nueva Eva. Por Eva entró el pecado en el mundo, por María el Salvador. Eva fue la madre de la primera humanidad, María la madre de la nueva humanidad, del hombre nuevo.

“Y de la misma manera que por la desobediencia de un solo hombre, todos se convirtieron en pecadores, también por la obediencia de uno solo, todos se convertirán en justos.” (Rom. 5,19).

“Porque Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él” (Jn. 3,16-17).

También: Rom. 5,6-8…

“Él canceló el acta de condenación que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz” (Col. 2,14). Somos salvados de nuestros pecados porque Jesús los clavó en la Cruz.

“El cual fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación” (Rom. 4.25). Resucitando nos hace justos, santos, gratos a Dios.

Salvados por su Cuerpo entregado, por su Sangre derramada. Y a esta salvación la renovamos en cada Misa, ya que en cada Misa hacemos memoria, recordamos

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(hacemos pasar por el corazón), renovamos y actualizamos, éste, su Cuerpo entregado y esta, su Sangre derramada.

“…Él nos amó y nos purificó de nuestros pecados, por medio de su Sangre” (Ap 1,5).

“… la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gál. 2,20).

Si no planteamos la salvación en Jesús mejor ni hablar del pecado, porque lo que vamos a hacer es agobiar con sentimientos de culpa.

Mi vida tiene mucho sentido porque Dios me llama a anunciar esta Buena Noticia de salvación, este perdón, esta reconciliación que Jesús nos mereció con su muerte y resurrección.

Jesús es el que quita el pecado del mundo (cf. Jn. 1,29), es el Salvador del mundo. Pero yo lo tengo que experimentar como “mi Salvador”.

Murió en la Cruz por mí… por mí derramó su Sangre…

Jesús es el Salvador… Jesús es mí Salvador…

Y resucitó para mi justificación… Él me hace justo... Él me hace grato a Dios...

Por su muerte fui perdonado… Por su resurrección tengo Vida nueva…

Jesucristo, con su muerte y resurrección se hizo camino y puente para regresar y reconciliarme con mi Padre Dios.

Él ya te salvó… ya te liberó…

Él sanó todas tus heridas. “Por sus heridas fuimos sanados” (Is. 53,5).

Nosotros no podíamos franquear el muro, no podíamos hacer el puente para el regreso a Dios y superar todas las rupturas que el pecado provocó.

La salvación viene solamente de Jesús.

En el abismo ya se ha colocado el puente: es Jesús en el árbol de la Cruz.

En el Nombre de Jesucristo se nos da la salvación.“… pero ahora han sido purificados, santificados y justificados en el nombre

de nuestro Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Cor. 6,11).Y dice Pedro en Cesarea: “Todos los profetas dan testimonio de Él,

declarando que los que creen en Él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre” (Hch. 10,43).

Jesús, con su muerte y resurrección, restablece el Proyecto de Dios.

3. Debés dar una respuestaPero para experimentar la salvación y la liberación de Jesucristo debo

reconocerlo y aceptarlo como “mí Salvador”.

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“Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado” (Rom. 10,9).

La salvación es una obra ya realizada por Jesucristo. Pero para que se haga mía debo creerlo en mi corazón y profesarlo mis labios con alegría.

La salvación no es un relato de algo pasado, sino el anuncio de hechos de salvación que tienen eficacia actual.

Si querés experimentar esa salvación que Jesús te consiguió con su muerte y resurrección debés aceptarlo como tu Salvador en lo más profundo de tu corazón.

Necesitás creer en Él como Salvador, necesitás hacer ahora un acto de fe en Jesucristo como Mesías y Salvador.

Quiere que le digas “sí”, creo que sos mi Salvador personal, que querés salvarme y liberarme de todos mis pecados y de sus consecuencias, de esos que no me dejan tener paz, ni me deja ser feliz.

Y por último, invitarlo a que entre en mi corazón y en mi vida como Salvador.Escuchá el llamado del Señor: abrile tu corazón, aceptalo como tu Salvador.“Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré

en su casa y cenaremos juntos” (Ap. 3,20).Él llama sin coartar tu libertad.El Señor necesita ahora tu “sí” consciente.Él necesita de tu adhesión personal y libre.

La fe exige una respuesta personal, una aceptación real de Jesucristo como Salvador en tu vida.

Por eso, si crees que Jesucristo es tu Salvador, invitalo ahora a entrar como Salvador en tu corazón y en tu vida.

Oración guiadaJesús, aquí estoy en tu presencia,

te invito a que entres en mi corazón salvando, perdonando, liberando, sanado.

Te abro la puerta de mi corazón.Te pido que entres....

Beso al crucificadoNos acercamos a besar al crucificado (o vamos pasando el crucifijo),

expresando con el beso nuestro reconocimiento de Jesús como Salvador, mostrándole con el beso nuestro amor.

Mientras cantamos...

Si el rato de oración con el crucifijo fue profundo, no es necesario hacer las “Preguntas para el diálogo”

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Preguntas para el diálogo: ¿Hemos buscado la salvación en soluciones falsas o incompletas?

¿En quién está la salvación?

¿Qué diferencia hay entre reconocerlo a Jesús como Salvador y experimentarlo como “mi Salvador”?

Tema 5: Jesucristo instaura el reino de dios

Objetivo:Mostrar que Jesucristo vino a restablecer el proyecto original del Padre

anunciando e instaurando el Reino de Dios.

A) Para tener en cuentaRecordemos que el kerygma de Jesucristo fue el anuncio del Reino de Dios (cf.

R.M. 16).Así como debió quedar grabado en el corazón de los interlocutores es los temas

de “El amor del Padre” y “Jesucristo: nuestro único Salvador”, ahora debe quedar grabado este tema de “El Reino de Dios”. Por eso el evangelizador lo debe anunciar con el mismo ardor.

En esta experiencia fundante de vida cristiana, que es la aceptación del kerygma, debe quedar claro y asumido el tema del Reino de Dios. Sino el interlocutor del kerygma se puede quedar con una vivencia de la fe donde se sienta amado por el Padre y salvado por Jesucristo, pero con el peligro de vivir su cristianismo de una manera intimista, desencarnada de la historia y de la realidad, y sin compromiso con el prójimo y con la transformación del mundo de acuerdo con los valores del Reino de Dios.

El Reino de Dios y JesúsNos dice Juan Pablo II: “La proclamación y la instauración del Reino de Dios

son el objeto de su (la de Cristo) misión: ‘Para eso he sido enviado’ (Lc. 4,43)”. (R.M. 13).

El anuncio del reinado de Dios fue el tema central de la proclamación pública de Jesús; esto es algo aceptado hoy por la mayoría de los estudiosos del Nuevo Testamento. Basta para ello constatar el número elevado de veces que aparece en boca de Jesús esta expresión.

“El Reino que inaugura Jesús es el Reino de Dios” (R.M. 13).“La resurrección confiere un alcance universal al mensaje de Cristo, a su acción

y a toda su misión. Los discípulos se percatan de que el Reino ya está presente en la persona de Jesús y se va instaurando paulatinamente en el hombre y en el mundo a través de su vínculo misterioso con Él.” (R.M. 16).

Quien se compromete con Jesús se compromete con el Reino de Dios. Esto es así indefectiblemente, pues la causa de Jesús fue y es el “Reino de Dios”. ¿Quién es Jesús? Es nada menos que el Reino de Dios en persona.

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Ambos son inseparables: Jesús y el Reino de Dios, el Reino de Dios y Jesús. Jesús nos trae el Reino de Dios y nos introduce en su amplitud y belleza. Y el Reino de Dios hace de Jesús nuestro Cristo, Salvador y Liberador. Por lo tanto, si queremos saber qué es exactamente el misterioso “Reino de Dios” hemos de dirigir nuestra mirada a Jesús. Por otro lado, si queremos entender quién es en verdad Jesús, es menester que experimentemos el Reino de Dios.

¿Qué es el Reino de Dios?Al abrir el Nuevo Testamento no encontramos en sus páginas una definición del

“Reino de Dios”. Jesús nunca definió explícitamente el “concepto” del Reino de Dios. Jesús no transmitió “concepto” alguno del Reino de Dios.

Para decirlo de una manera muy simple: “El Reino de Dios es el proyecto de Dios sobre el mundo”.

El REINO es el nuevo modo de vivir, que hagan posible la vida de la comunidad Trinitaria en la historia, incluyendo a todos en este mundo globalizado.

Verlo a Jesús instaurando el Reino: dejándose llevar por la corriente de sintonía con el Padre, crea comunidad, busca colaboradores, se acerca al marginado y excluido y come con el pecador, contacta, entra en las casas del vivir y sufrir cotidiano y quita los ambientes afiebrados que no permiten la acogida servicial, come con gente, cura de las parálisis, sorderas y mudeces que impiden el gozoso compartir, consuela, se compadece, comparte la BUENA NOTICIA, del amor incondicional del Dios Familia.

En su Encíclica “Redemptoris Missio” Juan Pablo II nos da elementos para entender lo que es el Reino de Dios (R.M. 15): “La naturaleza del Reino es la comunión de todos los seres humanos entre sí y con

Dios”. “El Reino tiende a transformar las relaciones humanas y se realiza

progresivamente, a medida que los hombres aprenden a amarse, a perdonarse y a servirse mutuamente”.

“Trabajar por el Reino quiere decir reconocer y favorecer el dinamismo divino, que está presente en la historia y la transforma”.

“Construir el Reino significa trabajar por la liberación del mal en todas sus formas”.

“En resumen, el Reino de Dios es la manifestación y la realización de su designio de salvación en toda su plenitud”.

La evangelización de Jesús relativa al Reino de Dios es la respuesta concreta de Dios a la situación histórica, bajo estas dos caras: una negativa, de denuncia de las fuerzas diabólicas que se oponen al Reino; otra positiva, anunciadora de la misma llegada de Dios y de su Reino.

El kerygma deberá ser proclamado como verdadera Buena Noticia de que el Padre y su enviado Jesucristo están al lado de los pobres, de los sufrientes, de aquellos que buscan seguridad y salvación frente las fuerzas humanas, la influencia del dinero, el poder político y los imperios económicos.

Para aquellos que gozan de las seguridades que dan los bienes materiales, el anuncio kerygmático del Reino debe acentuar la misericordia del Padre frente al pecado.

En nuestra Iglesia de Latinoamérica no se puede dejar de mencionar en el kerygma su relación con la opción preferencial por los pobres. El kerygma es anuncio del reinado de Dios que se concretiza en la realización de la justicia con los pobres.

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“La opción preferencial por los pobres es uno de los rasgos que marca la fisonomía de la Iglesia latinoamericana y caribeña” (D.A. 391). “Que sea preferencial implica que debe atravesar todas nuestras estructuras y prioridades pastorales” (D.A. 396).

Si vemos que la proclamación de este tema se hace demasiado extensa, el Equipo evangelizador deberá resumirlo.

B) Proclamación del temaJesucristo, con su muerte y resurrección no sólo nos trajo la salvación y el

perdón de los pecados, sino que instauró definitivamente el Reino de Dios. “Al resucitar de entre los muertos Dios ha vencido la muerte y en él ha inaugurado definitivamente su Reino” (R.M. 16).

1. En la persona de Jesús se hace presente el Reino de DiosJesucristo, al morir en la cruz, se hizo nuestro Salvador y Redentor. Pero la

historia no termina allí: Jesucristo resucitó de entre los muertos y está vivo. La Resurrección, la Pascua, es el centro de nuestra fe.

Cuando el Padre resucita a Jesús no solo resucita su cuerpo, sino que resucita, da autoridad, acepta, confirma y resucita todo lo que Jesús dijo e hizo. Y para ver lo que Jesús dijo e hizo debemos volver a Galilea, que fue el lugar donde Jesús anduvo. Por eso Jesús resucitado les pide a sus discípulos que vayan a Galilea, que allí lo verán (cfr. Mt. 28,7).

Y lo que anuncia Jesús es el Reino de Dios. La palabra que más sale de la boca de Jesús es “Reino”.

Con sus dichos y hechos Jesús anunció e instauró el Reino de Dios. Pero ese Reino queda definitivamente instaura con su resurrección, con el que vence el poder del demonio, del pecado y de la muerte.

¿Y qué es el Reino de Dios? Dice Juan Pablo II “La naturaleza del Reino es la comunión de todos los seres humanos entre sí y con Dios”. (R.M. 15). Y diciéndolo con una definición simple: El Reino de Dios es el proyecto de Dios para toda la humanidad. Proyecto de comunión, de amor, de justicia, de igualdad, de paz, de fraternidad, de gracia, de santidad...

La salvación que Jesús trae es integral: abarca a toda la persona y a todas las personas; esta salvación es personal y es social.

Esta Buena Noticia quería anunciarles: ¡Llegó el Reino de Dios! ¡El Reino de Dios está en medio nuestro!

La llegada del Reino de Dios es Buena Noticia porque Jesús viene a restaurar todo lo que el pecado había roto.

2. Se restaura la comunión con DiosDespués del pecado el hombre y la mujer pierden la amistad con Dios. Después

de desobedecerle se ocultan de Él: “tuve miedo… me escondí” (Gn. 3,10).

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Jesús viene y nos dice que los que renacen de lo alto y entran en el Reino, tienen a Dios por Padre.

Porque Jesús nos presenta así a Dios, no como alguien lejano, que nos mira para castigarnos, sino como un Padre cercano. Como nos dice Juan Pablo II: “El Dios revelado, sobre todo en las parábolas (cf. Lc. 15,3-32; Mt. 20,1-16), es sensible a las necesidades, a los sufrimientos de todo hombre” (R.M. 13).

Esto es Buena Noticia: Dios es mi Padre, Él está cerca, me ama, soy realmente hijo (cf. 1 Jn. 3,1).

Es mi Padre misericordioso que siempre me espera para perdonarme (cf. Lc. 15, 20-24).

Un Padre que es providencia, que nunca me dejará faltar lo necesario, porque soy su hijo que vale más que los pájaros y las flores (cf. Mt. 6,25-34). Entonces no podemos angustiarnos por lo económico, por la falta de catequistas, por la educación de nuestros hijos.

Es un Padre que nos trata a todos por igual, que hace salir el sol y caer la lluvia sin discriminaciones (cf. Mt. 5,45).

Pero como todo padre y toda madre, que aman por igual a todos sus hijos, se preocupa y ocupa especialmente del que está enfermo, del más débil. Por eso Jesús, que es la imagen de la bondad del Padre, dice que vino especialmente para ellos (cf. Lc. 4,18) y lo vemos junto a los leprosos, las prostitutas y los publicanos.

Jesús restaura de tal manera la relación con Dios que va más allá de decirle “Padre”, le dice “Abba” (Mc. 14,36), que significa: “Papá”, “Papito”. Y san Pablo nos dice que en nuestros corazones está el Espíritu del Hijo que nos hace clamar “Abba” (cf. Gál 4,6).

Por eso, para entrar en el Reino me debo hacer niño. Ser niño no significa ser caprichoso, egoísta y mentiroso. Ser niño es sentirme seguro, no de sí mismo, sino solamente cuando estoy junto a mi Abba, tomado de la mano de Él. Sentirme niño es no ser autosuficiente como el hijo pródigo (cf. Lc. 15,12-13). Sentirme niño es dejarme conducir por mi Abba, dejarme conducir por su enseñanza, por sus mandamientos.

Jesús vino a restaurar nuestra relación con Dios y nos trajo esta Buena Noticia: “Dios es Padre”, “Dios es Abba”, “Dios es Papito”.

En el Reino Dios es Padre, por lo tanto tiene que desaparecer de nosotros todo miedo a la soledad, porque Él está con nosotros. Tiene que desaparecer el miedo a la muerte, ella es el paso ineludible para entrar en la felicidad eterna, en la unión definitiva con el Señor. El proyecto de felicidad del Padre no tiene fin.

3. Se restaura la relación con el prójimoEl pecado había roto las relaciones con el prójimo. Muchas veces esas

relaciones son falsas, son interesadas, utilizando a las personas para nuestro provecho personal, para nuestros placeres, para trepar. Otras veces son relaciones celosas y posesivas, Relaciones donde he herido y me han herido.

Jesús me dice que en la Buena Noticia del Reino de Dios el otro es mi hermano, porque es hijo de mi mismo Padre.

Cuando nos enseña a rezar el “Padre nuestro” ya nos involucra como hermanos. Si no fuera así nos hubiera enseñado el “Padre mío”.

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Jesús enseña que todos somos hermanos (cf. Mt. 23,8), esto significa que debo ponerme en el mismo nivel que mi prójimo: ni por encima ni por debajo. En todo caso, hacerle el último para servir.

Ser hermano es preocuparme por mi prójimo. El pecado llevó a Caín a matar a su hermano Abel, y después reaccionar ante Dios: “¿acaso yo soy el guardián de mi hermano?” (Gn. 4,10). Jesús viene a restaurar esto y me enseña que verdaderamente debo ser el guardián de mis hermanos, que estoy llamado a ser su prójimo comportándome como buen samaritano (cf. Lc. 10,30-37).

La Buena Noticia es que en el Reino la Ley suprema es el amor. (cf. 1 Cor. 13). El amor es el que me hace salir de mi egoísmo porque es darme y salir al

encuentro del otro.Y amar no sólo al que me ama, sino a todos y a todas: al que no piensa como

yo, al que me critica, al que me perjudica, al que no me saluda, a mis enemigos. (cf. Mt. 5,43-48).

El amor es el resumen de toda la Ley. Y así lo expresa san Pablo: “El que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley” (Rom. 13,8; cf. 1 Jn. 4,20).

Si pertenecemos al Reino (cf. Mt. 13,38), si somos discípulos del Reino (cf. Mt. 13,52) debemos superar las malas relaciones entre nosotros, los conflictos familiares y comunitarios.

¡Cuántas angustias quedarían superadas si acogemos el Reino de Dios y, por tanto, nos amamos como hermanos!

¿Por qué las rivalidades por “ideologías”? El otro es un don para mí (cf. N.M.I. 43).

¡Cómo les cuesta entender a nuestras comunidades que los principal del cristianismo es el amor!

El amor no es algo abstracto, no se puede quedar en palabras lindas, el amor debe hacerse servicio.

Jesús nos da el ejemplo en la Última Cena lavando los pies a sus discípulos (cf. Jn. 13,1-17). Siendo Dios hizo el trabajo que hacían los esclavos.

Jesús nos enseña que el que quiere ser primero debe hacerse servidor de todos (cf. Mc. 10,42-45).

El Reino de Dios es servicio y seremos felices si así lo vivimos. Así lo dice Jesús después de lavar los pies a sus discípulos: “Ustedes serán felices si sabiendo estas cosas las practican” (Jn. 13,17).

Y este servicio tiene que ser como el de Jesús: con una opción preferencial para con los pobres. Ser discípulos del Reinos es trabajar para que nuestra gente no sufra injusticias ni opresión.

Si me encontré verdaderamente con el Señor, si he experimentado su salvación, si reconozco que Jesús me llama a vivir el reinado de Dios, debo comprometerme en la realización de la promoción y la justicia para con los pobres.

Nos dice Benedicto XVI: “Socorrer a los pobres es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad” (Mensaje de Cuaresma 2008).

Si el pueblo de Israel experimentó como Buena Noticia que Dios estaba de parte del oprimido y los discípulos descubrieron que Jesús era el Mesías esperado por los signos que realizaba a favor de los débiles, como Iglesia debemos también hacer esta opción por los pobres, como signo de que estamos procurando vivir el Reino de Dios.

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Reino de Dios es construir un mundo basado en el amor.

La Buena Noticia es que en el Reino de Dios todos somos hermanos.

Si estás bien económicamente, para vos debe ser Buena Noticia que lo que Dios te dio lo podés compartir con tus hermanos más necesitados.

Si hiciste mal uso del dinero, o lo conseguiste de mala manera, la Buena Noticia del Reino es que Dios es un Padre misericordioso que te ofrece el perdón.

4. Se restaura la comunión con la creaciónDios entregó a la humanidad la misión de someter la tierra para sacar de la

creación lo que necesitara para vivir.“En el designio maravilloso de Dios, el hombre y la mujer están llamados a

vivir en comunión con Él, en comunión entre ellos y con toda la creación. El Dios de la vida encomendó al ser humano su obra creadora para que la ‘cultivara y la guardara’ (Gn. 2,15)” (D.A. 470).

Por el pecado “... maldito sea el suelo por tu culpa... Él te producirá cardos y espinas...” (Gn. 3,17-18).

Por el pecado entró la avaricia, “raíz de todos los males” (1 Tim. 6,10), y con ella las injusticias que provocan las desigualdades. Cuando Dios creó todo para todos, “el destino universal de los bienes”, algunos comenzaron a acumular en desmedro de otros.

También, al entrar el pecado en el mundo, llevó a destruir la naturaleza por ambición y romper así el equilibrio ecológico. “La riqueza natural de América Latina y El Caribe experimentan hoy una explotación irracional que va dejando una estela de dilapidación, e incluso de muerte, por toda nuestra región…” (D.A. 473).

Por la avaricia de algunos hombres y mujeres se está destruyendo nuestro planeta y a toda la humanidad.

“Desatender las mutuas relaciones y el equilibrio que Dios mismo estableció entre las realidades creadas, es una ofensa al Creador, un atentado contra la biodiversidad y, en definitiva, contra la vida” (D.A. 125).

El Reino de Dios instaurado por Jesús restauró la relación con la creación y a una justa distribución de los bienes creados por Dios, a construir una sociedad de iguales, nos impulsa a compartir.

El Reino de Dios instaurado por Jesús nos impulsa a trabajar por conservar la naturaleza. “El discípulo misionero, a quien Dios le encargó la creación, debe contemplarla, cuidarla y utilizarla, respetando siempre el orden que le dio el Creador” (D.A. 125).

Dios es el dueño absoluto de toda la creación, yo soy un simple administrador, no el dueño de la creación.

Jesús viene a restaurar mi relación con la creación, “… descubrir el don de la creación, sabiéndola contemplar y cuidar como casa de todos los seres vivos y matriz de la vida del planeta…” (D.A. 474).

La restauración de la relación de los seres humanos con la creación implica el compartir, la justa distribución de los bienes creados por Dios. Es hacer una sociedad con igualdad de posibilidades para todos.

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Debo usar de las cosas creadas con criterios racionales y no economicistas. Debo ser como la abeja con la flor, sacar el néctar necesario sin destruir la flor.

En el Reino de Dios no se puede servir al dinero (cf. Mt. 6,24).La Buena Noticia del Reino es que Dios creó todo para todos y que debemos

cuidar nuestro planeta Tierra, ya que es nuestra casa común.¿Por qué dejarnos esclavizar por las cosas, cayendo en el consumismo y el

materialismo?

5. Se restaura la relación consigo mismoDijo Adán: “Tuve miedo porque estaba desnudo” (Gn. 3,10). Al desobedecerle

a Dios sintieron miedo y tuvieron vergüenza de ellos mismos, habían perdido todo lo que Dios les había dado, estaban desprotegidos. En definitiva el pecado los hizo sentir vacíos.

En el Reino de Dios el hombre y la mujer son restaurados, porque Jesucristo nos hace verdaderamente libres.

Por el “padre de la mentira” (Jn, 8,44), que engañó a nuestros primeros padres, haciéndole creer que serían como dioses (cf. Gn. 3,5), entró el miedo. Por Jesucristo, que es la Verdad, entró la libertad (cf. Jn. 8,32). “Cristo nos liberó para que fuéramos realmente libres” (Gál. 5,1).

Jesús me libera de la idolatría del dinero, me libera del afán de poder, me libera de la idolatría del sexo, me libera de los vicios del alcohol, del juego…

El verdaderamente libre es el santo, el que vive el Proyecto de Dios y hace su voluntad.

Ya no estoy desnudo, estoy revestido del hombre nuevo (cf. Col. 3,10; Ef. 4,24). Estoy revestido del hombre nuevo (cf. Col. 3,10), de los criterios de Cristo.

No estoy desnudo, por lo tanto no debo tener miedo a nada.

El que predicó todas estas Buenas Nuevas, la Buena Nueva de que Dios es Padre, la Buena Nueva de que somos hermanos que debemos amarnos y cuidarnos, la Buena Nueva de que Dios es el dueño de la creación y nosotros somos simples administradores y la Buena Nueva que estamos revestidos del hombre nuevo, quine predicó todo esto no fue un idealista que termino crucificado, sino que resucitó y vive.

El Padre, al resucitar a su Hijo Jesucristo, vino a confirmar todo esto que dijo e hizo. Cristo restauró todo. El Reino está definitivamente presente entre nosotros.

El Reino de Dios es mucho más que un concepto, es una nueva manera de vivir, de relacionarnos, de construir la sociedad.

El Reino de Dios ya está presente entre nosotros, el cual nosotros –la Iglesia– debemos anunciar, pero que llegará a su plenitud en el cielo. Por eso, también, anunciamos y esperamos la segunda venida del Señor Jesucristo y decimos: “¡Ven, Señor Jesús!” (Ap. 22,20).

La vida tiene sentido, tiene mucho sentido, porque Dios me llama a trabajar por el Reino, me llama a construir el Reino.

Encontré el tesoro, descubrí que el Reino de Dios es ese tesoro por el cual vale la pena dejar todo mis proyectos mezquinos. (cf. Mt. 13,44).

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Esta es la propuesta: Aceptar en mi vida a Jesús. Aceptar en mi vida el Reino de Dios.

Oración guiada Creo que es posible el Reino de Dios porque creo que Vos, Jesús, resucitaste; por lo

tanto creo que el bien vence al mal, el amor al odio, la vida a la muerte.

Jesús, instaurando el Reino de Dios, restauraste el Proyecto de Dios para toda la humanidad.

Instaurando el Reino, viniste a restaurar la comunión con Dios: Dios es Abba y yo hijo, hija.

Instaurando el Reino, viniste a restaurar la comunión con el prójimo: somos hermanos y debemos amarnos y servirnos.

Instaurando el Reino de Dios, viniste a restaurar la comunión con la naturaleza, con la creación: somos administradores, el dueño absoluto es Dios.

Instaurando el Reino de Dios, viniste a restaurar la comunión conmigo mismo: me hiciste realmente libre y me revestiste del hombre nuevo, a imagen de Vos mismo.

La vida tiene sentido: estoy llamado a participar de este hermoso Proyecto de felicidad llamado Reino de Dios

Preguntas para el diálogo: ¿Qué entendemos por Reino de Dios?

Cuál es la ley de Reino de Dios?

Habiendo visto que Jesús vino a instaurar el Reino de Dios contestemos: ¿En el Reino de Dios cuál es la comunión de las personas con Dios? ¿Cuál con su prójimo? ¿Cuál con la naturaleza?

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Tema 6: La conversión para el perdón de los pecados

Objetivo:Llamar a la conversión de aquello que nos separa de Dios, invitando a dar una

respuesta explícita.

A) Para tener en cuentaEl kerygma tiene tres momentos:Primer momento: Es la proclamación hecha llena de ardor por parte del

evangelizador que anuncia el evento: Jesucristo muerto y resucitado que inaugura el Reino de Dios.

Segundo momento: Después del anuncio en sí, el evangelizador debe invitar a dar una respuesta. Esto fue lo que hizo san Pedro en Pentecostés cuando responde a la gente que preguntaba: ¿qué debemos hacer? (cf. Hch. 2,37-39).

Pedro pedía a sus interlocutores de Jerusalén que se conviertan y se hagan bautizar. El apóstol estaba pidiendo que cambien el corazón, que cambien de vida y que crean y se adhieran a ese Jesús que es Señor y Mesías, haciéndose bautizar.

Tercer momento: El último momento del kerygma es la respuesta personal que cada oyente debe dar. En Pentecostés, nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, que se hicieron bautizar unos tres mil hombres. (cf. Hch. 2,41).

La invitación a dar una respuesta se está sugiriendo desde el primer tema. Esta invitación se ha ido profundizando cuando invitamos a aceptarlo, por la fe, a Jesucristo como único Salvador, y en el último tema invitamos a aceptar y comprometernos con el Reino de Dios.

En este tema, el heraldo que lo proclama, invitará a los interlocutores a que su respuesta sea su conversión, para un auténtica adhesión a Jesucristo y al Reino de Dios.

Si acepta esta invitación a la conversión podrá participar de la Celebración donde dará su respuesta personal, libre y explícita al Señor.

Nuevamente tengamos en cuenta que si vemos que la proclamación de este tema se hace demasiado extensa, el Equipo evangelizador deberá resumirlo.

B) Proclamación del tema1. ¿Qué es la conversión?

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Jesús, al inicio de su predicación dice: “Conviértanse y crean” (Mc. 1,15). “Conviértanse y háganse bautizar” (Hch. 2,38). No basta con creer y bautizarse, hay también que convertirse.

En el Antiguo Testamento la conversión significaba cambio de camino, retornar, girar para volver, dejar el camino equivocado para volver al camino del Señor. Este cambio de camino era algo bien concreto.

Cuando el Evangelio es anunciado al mundo helénico se utiliza la expresión “metanoia”, que significa cambio de mentalidad. Como Pablo, que de confiar absolutamente en la Ley y en la circuncisión, cambió de mentalidad y a creer que la salvación viene por la fe en Jesucristo.

Tanto en el Antiguo Testamento como en la cultura grecorromana, conversión significa un cambio fundamental de la persona.

En el Nuevo Testamento vemos ejemplos concretos de conversión: Zaqueo, Pablo. En ellos constatamos que lo que hicieron fue dejarse encontrar por el Señor y por el Reino, y eso los llevó a un cambio de vida desde la raíz.

Pablo cambió de camino y cambió de mentalidad…

Te voy a invitar a que seas humilde, porque si decís que no tenés pecados, entonces significa que tampoco tenés nada de qué convertirme.

Para llegar a la conversión te debés sentir pecador. Retomemos el concepto de lo que es el pecado: El pecado es decir NO a Dios, NO al proyecto de Dios, NO a su amor. Es no amar

a Dios sobre todas las cosas, es ponerme primero yo con mis proyectos, es dejar de lado el amor al prójimo por otros intereses egoístas.

El pecado está en querer realizarse a sí mismo al margen de Dios. Ser artífice absoluto de mi propio destino.

Poner el “yo” como centro, desplazando a Dios. En todo pecado hay algo que ocupa el lugar que le corresponde a Dios.

2. La conversión es obra de DiosLa conversión es una gracia de Dios, es un regalo, un don que Dios nos hace.Escuchemos lo que nos dice el libro de las Lamentaciones: “Vuélvenos hacia ti,

Señor, y volveremos.” (Lam. 5,21).Lo que tenemos que hacer nosotros es no poner obstáculos a esta obra que Dios

quiere hacer en nuestros corazones. Es Él quien quiere cambiar nuestro corazón de piedra por uno de carne, como lo dice el profeta Ezequiel: “Yo les daré otro corazón y pondré dentro de ellos un espíritu nuevo: arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, a fin de que sigan mis preceptos y observen mis leyes, poniéndolas en práctica. Así sellos serán mi Pueblo y Yo seré su Dios.” (Ez. 11,19-20).

3. La conversión fundamentalHay dos conversiones: la conversión fundamental y la conversión segunda o

diaria.

Debo examinar si realmente creo en Dios, o mejor dicho, si le creo a Dios, si creo en su palabra.

¿Creo que viviendo las Bienaventuranzas seré “feliz”?

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¿Creo que el Reino de Dios es el tesoro?¿Creo que seré feliz si lavo los pies a mis hermanos?¿Creo que si pierdo mi vida la salvaré?En definitiva: ¿Creo que es viviendo la voluntad de mi Padre y el Proyecto de

mi Padre seré verdaderamente feliz? ¿No será que yo también digo: “dame mi herencia” porque creo más en mis proyectos que en los tuyos?

Muchos de mis pecados son fruto de no creerle al Señor, de no creer que cumpliendo la voluntad de Dios seré feliz, creer que la felicidad la voy a conseguir haciendo lo que a mi me parece.

Debo examinar si en mi vida estoy fallando en el primero y más importante de los mandamientos que es: “Amar a Dios sobre todas las cosas”, o dicho de manera bíblica: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, y con todas tus fuerzas” (Dt. 6,5).

Si lo amo sobre todas las cosas Él debe ser el centro y el eje de toda mi vida. Y esta es la conversión fundamental, la que está como fundamento y base de

todo. Esta conversión es la que me hace poner a Dios como eje de mi vida, buscando

la salvación solamente en Él. Debo entrar en el planteo de repensar el fundamento de mi vida.Para pensar en mi conversión ante todo debo dejar de decir: “Si yo no le hago

mal a nadie”, sino que debo preguntarme: “¿cuál es el eje de mi vida?El pecado es poner a una criatura en lugar de Dios. Hay ejes en mi vida que son

muy buenos, pero que pueden terminar sustituyendo a Dios. Por ejemplo: mi familia; ella es el eje de mi vida y lo pongo a Jesucristo simplemente para que la ayude.

Lo mismo podemos decir del trabajo, del estudio y de otras cosas que de por sí son buena, pero dejan de serlo cuando se transforman en ídolos que ocupan el lugar que solamente le corresponde a Dios.

Peor aun si las cosas no son buenas: el materialismo, el sexo, el alcohol, la droga, el poder (un cargo, un puesto). Si algunas de estas cosas son el eje de mi vida y son para mí como un ídolo, debo convertirme, debo cambiar de camino, debo cambiar de mentalidad.

Otras veces el gran ídolo al que adoro y rindo culto soy yo mismo. Y eso se verifica en mi vanidad, en mi soberbia, en mi autosuficiencia… No necesito de nadie, digo: “a mí nadie me regaló nada”, quiero que los demás me miren y me aplaudan.

Creo en Dios, acudo a Él, pero para que me ayude, porque el centro soy yo.Si yo mismo soy el ídolo tengo que convertirme.

La conversión fundamental es creerle a Dios, creer en su Proyecto.La conversión fundamental es que toda tu vida tenga a Dios como centro y eje.La conversión fundamental es la base de la Vida nueva.

4. Las otras conversionesDespués vienen las otras conversiones. Creo en su Palabra, ya lo puse a Dios

como el eje de mi vida, ahora tengo que convertirme de aquello que es incoherente con esta opción fundamental y vital.

Me debo convertir de todo aquello que no es voluntad de Dios.

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Si me he puesto en el camino del Señor creo que el Reino de Dios ya está presente y que nosotros debemos anunciar este Reino en el mundo; por lo tanto debo convertirme a los valores del Reino, o mejor dicho, dejar que los valores del Reino me conviertan. Esta es la exigencia inicial de Jesús: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia” (Mc. 1,15).

Debo cambiar de los criterios del mundo a los valores del Reino de Dios.. Convertirnos de las cuatro “p”: poseer, poder, placer, parecer.

Del “poseer”: criterio del mundo, al “compartir”: valor del Reino. Del “poder”: criterio del mundo, al “servir”: valor del Reino. Del “placer”: criterio del mundo, a la “austeridad”: valor del Reino. Del “parecer” (o aparentar, fama): criterio del mundo, a la “humildad”: valor del

Reino.Conversión es hacer presente en mi vida el Reino de Dios.

Debo convertirme de los pecados sociales, es decir, de aquellos que provocan consecuencias sociales injustas, o “estructuras de pecado”.

Son “estructuras de pecado”: la discriminación racial, la situación de hambre de gran parte de la humanidad, la explotación de los pueblos subdesarrollados y de grupos marginados por parte del sistema económico vigente e impuesto por la sociedad que se da el nombre de “desarrollada”; el ataque a nuestra casa común, que es el Planeta Tierra, destruyendo la naturaleza.

El Documento de Aparecida retomando lo que había dicho Juan Pablo II en ‘Ecclesia in America’: “…convertirse al Evangelio, para el pueblo cristiano que vive en América, significa revisar todos los ambientes y dimensiones de su vida, especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común” (D.A. 391).

Las estructuras de pecado existen en la medida que haya personas pecadoras que la construyen. Son responsables de ellas todas las personas que pertenecen al grupo cuyas estructuras son portadoras de ese comportamiento o situación inmoral. Y la responsabilidad existe, tanto si actúan de forma que favorezcan el desarrollo del sistema generador de la injusticia, como los que no intentan hacer algo a fin de superar esa injusticia social.

Ante las situaciones de injusticias que conocemos el “no te metás”, muchas veces es un pecado de omisión.

Si me he puesto en el camino del Señor debo convertirme de mi individualismo de querer “salvar mi vida”, y pasar al compromiso de “perder la vida” entregándola a los hermanos.

Nos dice el Documento de Medellín: “Una sincera conversión ha de cambiar la mentalidad individualista en otra de sentido social y preocupación por el bien común” (D.M. XIV,17).

Si me he puesto en el camino del Señor implica que, con su gracia, podré convertirme de los pecados capitales: soberbia, gula, lujuria, avaricia, pereza, envidia, ira.

Si me he puesto en el camino del Señor debo convertirme de mi egoísmo, de mi carácter podrido, de mis críticas al prójimo, de mis injusticias.

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Si me he puesto en el camino del Señor debo convertirme de mis resentimientos y perdonar de corazón. Y si no lo procuro no puedo rezar el Padrenuestro, ya que allí digo: “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

Hay personas que no pueden crecer espiritualmente, porque no están dispuestos a perdonar, superando rencores y resentimientos.

Hoy Dios te está pidiendo que perdones, que dejes de lado tus resentimientos y rencores contra aquella o aquellas personas que te han hecho algo. Preparemos nuestro corazón para perdonar, en la Celebración tendremos un espacio para perdonar resentimientos y rencores.

Perdonar no es fácil, tal vez sea lo más difícil que nos plantea el Evangelio, pero si hoy decidís cambiar de vida tenés que comenzar a pedirle al Señor que sane las heridas de tu corazón para que puedas perdonar.

Si me he puesto en el camino del Señor debo convertirme de cualquier tipo de contacto con Satanás. El mandamiento más grande que dejó Jesús es el del amor, entonces yo no debo procurar hacer algún daño o algún mal a alguien. Debo convertirme de hacer “payé” a mi prójimo.

Si me he puesto en el camino del Señor debo renunciar y convertirme de aquellas otras cosas que son, también, una incoherencia con la vida cristiana, como son las supersticiones, las cábalas, el uso de amuletos, estar pendiente del horóscopo. Si creés en estas cosas significa que no has puesto toda tu fe en el Señor.

Si me he puesto en el camino del Señor debo convertirme de todo aquello en lo que soy antitestimonio para los demás: el alcohol, las infidelidades en el matrimonio, la violencia familiar. Debo convertirme de tener un sueldo fantasma o ñoqui, de mi pensión trucha. Debo renunciar a estas cosas que sé que es dinero mal habido.

No basta con mi conversión en la opción fundamental. En mi vida de discípulo debo procurar convertirme, también, de todo aquello que no está de acuerdo con la voluntad de Dios, aunque esta segunda conversión nos lleve toda la vida.

No abusemos de la misericordia de Dios diciendo: “Dios es un Padre bueno que siempre me perdona”, su amor hacia mí es incondicional. Nos puede servir de ejemplo el pueblo de la Antigua Alianza que pecaba y pecada, y Dios perdonaba y perdonaba; pero esos pecados iban endureciendo el corazón del Pueblo, de tal manera que cuando llegó el Mesías esperado no lo reconocieron.

Por eso hoy Jesús te está diciendo: “Conviértete, el Reino de Dios está cerca”.

5. Hacia una verdadera conversiónLa conversión debe ser total. No puedo decir: “de esto me convierto y de esto

no”. La conversión es total o no es verdadera conversión. No puedo retornar la Padre en algunas cosas y en otras quedarme lejos. No puedo girar en algo y en algo seguir como estoy.

La conversión es volver a poner las cosas en su lugar, dejar que Dios sea Dios, no poner ninguna criatura en el lugar que sólo le corresponde a Dios.

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Y la conversión total es un largo camino que termina en la muerte. Lo importante, de mi parte, es que quiera convertirme y que me ponga hoy mismo en marcha. Empezar hoy la lucha de la conversión aunque la victoria tarde en llegar.

Para que una conversión sea auténtica debe haber:a) Reconocimiento del pecado

Examinar si mi opción fundamental y el eje de mi vida es Dios. También de mis otros pecados particulares.

La conversión debe ser total. No puedo decir: “de esto me convierto y de esto no”. La conversión es total o no es verdadera conversión. No puedo retornar la Padre en algunas cosas y en otras quedarme lejos. No puedo girar en algo y en algo seguir como estoy.

b) ArrepentimientoEl arrepentimiento es fruto del dolor del corazón por haberle dicho “no” al

Dios, a su amor y a su Proyecto. Arrepentimiento por haber querido construir mi proyecto y no el de Dios.

Haberlo sacado a Dios del centro y haberme puesto yo.Arrepentimiento por haber perjudicado a mi hermano, o por haber pasado

indiferente a su lado, por no haberlo atendido. (cf. Mt. 25, 31-46).

c) Renuncia explícitaPara que el amor de una pareja crezca hay que expresarlo y no darlo por

supuesto. No es suficiente pensar: “ya sabe que la amo”, “ya sabe que lo amo”; hay que decir: “te amo”.

Con respecto a la conversión sucede algo similar, no basta con pensar: “Dios ya sabe que quiero cambiar”; debo decírselo expresamente: “Señor, quiero convertirme de esto, de aquello…” Debo expresar mi renuncia al pecado y mi deseo de conversión.

Esto lo haremos en una Celebración.

d) La confesión de los pecadosJesús resucitado dejó a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados:

“…‘Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes’. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: ‘Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan’.” (Jn. 20,21b-23).

Y este poder tiene una doble fuente:- La autoridad de Jesús: ‘Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a

ustedes’. Los Apóstoles no obran en nombre propio, sino ‘en la persona de Cristo’.

- Por la acción del Espíritu Santo: ‘Reciban el Espíritu Santo’. De la plenitud del Espíritu es de donde brota el poder de perdonar los pecados.Lo de recibir el perdón de los pecados por medio de un sacerdote no es ningún

invento humano, es Jesús resucitado quien quiso dejarlo así. Él dio ese poder a sus Apóstoles y los obispos son los sucesores de los Apóstoles. Y los obispos delegan esa facultad a los sacerdotes, que son sus colaboradores.

Jesús quiso dejarle a la Iglesia el signo del perdón. Dios, para darnos su perdón, quiere hacerlo a través de la mediación humana de la Iglesia.

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Esa conversión del corazón, ese querer romper con mis pecados, mi compromiso de lucha para morir al hombre viejo, lo ratifico de manera externa y comunitaria a través de la confesión, del Sacramento de la Reconciliación.

La confesión de mis pecados es una forma de manifestar exteriormente mi conversión interior.

El verdadero sentido de la confesión no es el de una repetición mecánica de una lista de pecados, sino el signo exterior de mi arrepentimiento interior.

“El que quiere obtener la reconciliación con Dios y con la Iglesia debe confesar al sacerdote todos los pecados graves que no ha confesado aún y de los que se acuerda tras examinar cuidadosamente su conciencia…”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1493).

Cuando, en la confesión, recibo la absolución por parte del sacerdote, tengo la seguridad de que Dios ha perdonado mis pecados.

Ya que el pecado de uno daña el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, el Sacramento de la Reconciliación también tiene como efecto la reconciliación con los hermanos.

La confesión es un acto de fe. Al confesarme estoy manifestando mi fe en Jesucristo, al creer que Él perdona mis pecados. Y expreso mi fe en la Iglesia, al creer que a través de Ella se me da el perdón.

Una verdadera conversión debe coronarse con una buena confesión. Confesión sin conversión es mentira; conversión sin confesión es incompleta.

e) La reparación del pecado y la penitenciaEl arrepentimiento de corazón debe llevarme a querer reparar los daños

causados. Con mis pecados he hecho mal y perjudicado a otros, por tanto no basta con pedirle perdón a Dios, hay también que procurar reparar el daño causado, como lo hizo Zaqueo: “… y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más” (Lc. 19, 8b), “…manifestando su conversión con obras” (Hch. 26,20).

Reparación de los pecados cometidos, es manifestación del arrepentimiento por mis pecados y signo de mi deseo de conversión.

La penitencia es signo de mi conversión interior, que incluye el compromiso de corregir mi pasado pecador.

El kerygma, para los que ya recibimos los Sacramentos de la Iniciación Cristiana, tiene también como finalidad renovar esos tres sacramentos: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.

Para los laicos, este retiro está pensado con tres celebraciones, donde le damos la respuesta al Señor.

En la proclamación escuchamos la invitación a creer y a adherirnos a Jesús como Salvador y al Reino que nos trajo. Y también la invitación a dejarnos convertir de todo aquello que impide esta adhesión.

El Bautismo debe ser esto: adhesión a la persona de Jesús y al Reino, expresada en nuestra Profesión de Fe; y la conversión a ello, expresada en las renuncias.

Por eso haremos una Celebración para renovar nuestro Bautismo.

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Oración guiadaSeñor, Vos me conocés mejor que yo mismo,

sabés todo lo que hay en mi corazón.Hoy te digo que quiero convertirme, pero solo, sola no puedo,

necesito de Ti, necesito de tu Gracia.Ayudame a convertirme de no haber creído que

cumpliendo tu Palabra y viviendo tu Proyecto sería felizy quise hacerme mi propio proyecto de felicidad.

Ayúdame a convertirme de haberte desplazado del centroy haber puesto a una criatura en lugar tuyo.

Ayudame a convertirme de todos mis pecados.Señor, quiero seguirte.Amén.

Reconocimiento de nuestros pecadosVamos a ver una lista de pecados por lo que pediremos perdón. Seguramente

que muchos de ellos no los tenemos. Simplemente reconozcamos con humildad los que nos pertenecen.

Vayamos respondiendo: “Perdón, Señor”

Por no amarte sobre todas las cosas... Por no creer que viviendo tu proyecto podré ser feliz… Por tener ídolos que te sustituyen a Vos... Por poner mi “yo” como centro, haciendo de mí mismo un ídolo… Por no escuchar frecuentemente tu Palabra... Por no orar y no mantenerme habitualmente en comunión contigo... Por no participar dominicalmente de la Misa... Por no alimentarme frecuentemente con la comunión de tu Cuerpo... Por utilizar tu Nombre y las cosas sagradas en lo que va contra tu voluntad...

Por estar más interesado en conocer el horóscopo que la Palabra de Dios... Por mis supersticiones, cábalas y uso de amuletos... Por mantener resentimientos y rencores, sin perdonar...

Por la falta de amor, entrega y servicio a mis hermanos... Por no dar buen testimonio de Ti a los demás... Por juzgar y hablar mal mi prójimo... Por toda mentira, engaño, difamación y calumnia... Por toda ofensa, injusticia y desprecio a mis hermanos... Por mis envidias y celos...

Por toda codicia, afán de poseer más, teniendo al dinero como ídolo... Por todo robo o daño a los bienes de otros... Por no restituir o restaurar los daños causados...

Por toda impureza, fornicación y adulterio... Por ser causa consciente de tentación para mi prójimo... Por todo desorden en la comida y en la bebida... Por consumir estupefacientes…

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Por no vivir el matrimonio según Dios y de acuerdo a su plan y voluntad... Por no cumplir responsablemente con la procreación y educación de los hijos...

Por no ser miembro vivo y activo de la Iglesia... Por no proclamar la Buena Noticia a mis hermanos... Por no estar comprometido en la misión evangelizadora de la parroquia... Por no reconocer tu presencia y tu voz a través del Papa y de nuestro obispo... Por no verte presente en la historia de cada día…

Por no cumplir con mi trabajo o estudio de acuerdo con tu voluntad y como servicio a los demás...

Por no transmitir en mis conversaciones los criterios del Evangelio... Por no comprometerme con las instituciones del pueblo, para poner en ellos los

valores evangélicos... Por toda omisión en la promoción de la justicia y de la caridad... Por no preocuparme suficientemente a favor de los pobres... Por no procurar instaurar el Reino de Dios aquí en la tierra… Por no regirme por los valores del Reino, sino por los criterios del mundo,

anteponiendo el “poseer” al “compartir”, el “poder” al “servir”, el “placer” a la “austeridad” y la “fama” a la “humildad”…

Por toda omisión de los pecados sociales, es decir, de aquellos que provocan consecuencias sociales injustas, o “estructuras de pecado”…

Porque ante las injusticias me digo “no te metás”… Por mi individualismo y egoísmo de querer “salvar mi vida” en vez de darla por

los demás…

Reconozcamos y arrepintámonos no sólo de actos aislados de pecado, sino también, y sobre todo, de situaciones permanentes de pecado.

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Invitar a la confesión sacramental, poniendo ya los horarios de confesiones.

A los que están dispuesto a comenzar el camino de la conversión invitarlos a la Celebración, a la cual deberán

llevar una vela.

Si se cree conveniente, a los que participarán de la Celebración, se les puede proponer que entre los miembros integrantes del grupo que está participando de este anuncio del kerygma, elija un padrino (o madrina) o tutor (o tutora). Y esa persona sea quien le derrame el agua en la cabeza en la Celebración de Renovación del Bautismo.

Preguntas para el diálogo: ¿Qué es la conversión? ¿Sentiste, al recibir este mensaje, que Dios te está pidiendo que te conviertas de

ciertas cosas concretas? ¿Querés compartir cuáles son? Ante todo, ¿de quién es obra la conversión?

Entregar el Examen de Conciencia.

Si se cree oportuno dejar de lado las “Preguntas para el diálogo” para que se tenga un momento de oración personal.

Examen de Conciencia“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”

¿He creído siempre en el amor que Dios me tiene? ¿Trato de responder al amor de Dios por mí buscando cumplir con su voluntad en mi vida? ¿Dedico tiempo al diálogo con Dios en mi oración diaria? ¿Leo la Palabra de Dios? ¿Participa de la Misa todos los domingos? ¿Me he enojado con Dios cuando las cosas no salieron como yo quería? ¿Le ofrezco mi jornada y mi trabajo? ¿Soy agradecido/a con Dios? ¿Tengo en cuenta a Dios en las decisiones, criterios de acción e ideales que me propongo? ¿Acudo a los curanderos? ¿Me preocupo más en conocer el horóscopo que la Palabra de Dios? ¿Soy supersticioso/a? ¿Me siento responsable de la difusión del Evangelio a mis hermanos? ¿Integro la comunidad parroquial? ¿Soy parte activa de ella? ¿Procuro conocer lo que me enseña la Iglesia y la Doctrina Social de la Iglesia?

“Ámense los unos a los otros como Yo los he amado” ¿He juzgado a mi prójimo creyéndole a alguien me dijo que me hizo un mal? ¿He ofendido con palabras o con obras a otras personas? ¿Respeto a los que no piensan políticamente igual que yo? ¿Discrimino a los que no son de mi raza o condición social? ¿Soy solidario y servicial con los pobres, los enfermos, los ancianos? ¿Me intereso por los problemas del pueblo? ¿Colaboro con las iniciativas de la parroquia? ¿Soy responsable y honesto en mi trabajo? ¿Trato de defender la verdad y la justicia o prefiero no meterme por miedo o por no querer

tener problemas? ¿Trato de actuar como instrumento de paz y reconciliación, buscando el diálogo y la unión? ¿Digo siempre la verdad y ser leal? ¿o miento y hago daño a los demás con calumnias, juicios

temerarios y chismes? ¿Trato de perdonar y devolver bien por mal o guardo en mi corazón resentimiento y rencor? ¿Siento celos y envidias hacia mi prójimo? ¿He quitado la vida de mi hijo con el aborto? ¿lo he aconsejado a otros a que lo hagan? ¿Perjudico la vida, la salud o los bienes de los demás? ¿Me preocupo por proteger la naturaleza y el medio ambiente?

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¿Me intereso por lo que pasa en la sociedad en la que vivo y por las dificultades y dolores de la gente?

Como esposos y padres: ¿Trato con cariño a mi cónyuge? ¿Tengo mal carácter en casa? ¿He sabido perdonarlo/a? ¿Le he sido fiel? ¿Mi pareja está bendecida por Dios mediante el sacramento del Matrimonio? ¿Le he dado buen ejemplo a mis hijos? ¿Los he maltratado? ¿Los corrijo a tiempo? Junto con mi cónyuge ¿somos los primeros educadores de nuestros hijos tanto en lo humano

como en la fe?

Como joven: ¿Amo, respeto y obedezco a mis padres? ¿Soy responsable con los estudios, prestando atención a los profesores y estudiando en mi

casa? ¿He participado del “juego de las copas”? ¿Busco que me adivinen el futuro? ¿Procuro tener un noviazgo como preparación al matrimonio o es solamente una tranza? ¿Respeto mi cuerpo y el de mi prójimo sabiendo que es templo del Espíritu Santo? ¿He mantenido relaciones sexuales? ¿Me he excedido en el consumo de bebidas alcohólicas o en otro vicio que perjudica mi

salud? ¿Soy buen amigo o amiga? ¿He sabido guardar las confidencias que me han hecho?

“Sean santos como Yo soy santo” ¿Cuál es la orientación fundamental de mi vida? ¿Es el amor a Dios y al prójimo,

construyendo el Reino de Dios en este mundo en la espera de la Vida eterna del cielo? ¿Lucho contra mis malas inclinaciones? ¿Soy soberbio, sin reconocer que todo lo que tengo es porque Dios me lo regaló? ¿Trato de hacer producir los talentos que Dios me ha dado en beneficio de la comunidad? ¿Me comprometo con constancia y con paciencia en el cumplimiento de mis deberes? ¿Enfrento los sufrimientos y contrariedades de la vida en unión con Cristo y sin

desanimarme? Con respecto a la pureza en mis pensamientos y en mi cuerpo, ¿cuáles son mis pensamientos?

¿cómo son mis conversaciones? ¿qué revistas y películas miro? ¿Vivo en alegría y esperanza o me dejo llevar por la amargura y el pesimismo? ¿La ambición me hace esclavo del dinero? ¿Busco mejorarme un poco cada día, recordándome que Dios me llama a ser santo?

“El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca.Conviértanse y crean en la Buena Noticia” (Mc. 1,15).

¿Me rijo por los criterios del mundo o por los valores del Reino? ¿Debo pasar del “poseer”: criterio del mundo, al “compartir”: valor del Reino? ¿Debo pasar del “poder”: criterio del mundo, al “servir”: valor del Reino? ¿Debo pasar del “placer”: criterio del mundo, a la “austeridad”: valor del Reino? ¿Debo pasar del “parecer” (o aparentar, fama): criterio del mundo, a la “humildad”: valor del

Reino?El Documento de Aparecida dice: “…convertirse al Evangelio, para el pueblo cristiano

que vive en América, significa revisar todos los ambientes y dimensiones de su vida, especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común” (D.A. 391).

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¿Debo convertirme de los pecados sociales, es decir, de aquellos que provocan consecuencias sociales injustas, o “estructuras de pecado”?

Ante las situaciones de injusticias que conozco ¿Debo convertirme del “no te metás” u otros pecados de omisión?

¿Tengo algún otro pecado que no está en este Examen de Conciencia?

¿Hay algún pecado que no he confesado en mi vida por vergüenza o temor?

Primera Celebración: La Vida Nueva(Renovación del Bautismo)

Objetivo:Dar nuestra respuesta personal al Señor, para decirle que queremos convertirnos

de nuestros pecados y adherirnos a Jesús y al proyecto del Reino de Dios, renovando nuestro Bautismo.

Materiales necesarios: Dos lectores. Imagen de la Virgen María Cirio Pascual Una vela para cada persona. Agua bendita en la Pila Bautismal o en una fuente. Jarra y toalla. Vestidura blanca. Cantos.

A) Para tener en cuentaLa celebración es el tercer momento del kerygma. Después de haber recibido el

anuncio (primer momento), de haber hecho la invitación a dar una respuesta (segundo momento), ahora llega el momento de dar nuestra respuesta al Señor.

Esta respuesta debe ser personal, libre, conciente y explícita.“El anuncio no adquiere toda su dimensión más que cuando es escuchado,

aceptado, asimilado y cuando hace nacer en quien lo ha recibido una adhesión de corazón” (E.N. 23).

Es conveniente que esta celebración se realice en un Templo o Capilla.Si hay esposos que se coloquen uno al lado del otro.

B) Desarrollo de la CelebraciónIntroducciónEvangelizador: Nos ponemos de pie.

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“Entonces recapacitó y dijo: ...Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré,

pequé contra el cielo y contra ti” (Lc. 15,17.18)

Después de haber recibido la Buena Noticia y de haber sido invitados a creer en Dios y a convertirnos de todo pecado, hoy queremos dar nuestra respuesta libre y responsable al Señor, renovando nuestro Bautismo, teniendo en cuenta lo que nos dice Jesús: “El que crea y se bautice, se salvará” (Mc. 16,16).En esta celebración renovaremos la Vida Nueva que Dios nos dio a través del agua y del Espíritu Santo en nuestro Bautismo. En ese nuevo nacimiento la Virgen María estuvo presente. Jesús la dejó como Madre de todo el que quiera ser su “discípulo amado” (cf. Jn. 19,25-27). Ella también está hoy aquí.La recibimos cantando…

Saludo inicialSacerdote: Queridos hermanos: Que el Señor Jesús que nos llamó a una Vida

Nueva esté con ustedes.

OraciónSacerdote: Padre misericordioso y Dios de todo consuelo, que quieres la

conversión y no la muerte del pecador, ven en ayuda de nosotros, para que nos convirtamos de corazón y tengamos Vida.Que vive y reina por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRAEvangelizador: Tomamos asiento.

Escuchemos en estos textos bíblicos la invitación que Dios nos hace a una Vida Nueva.

Primera lectura: (Ap. 3,1-3.15-20)

Lector: Lectura del Libro del Apocalipsis<Escribe al Ángel de la Iglesia de Sardes: “El que posee los siete

Espíritus de Dios y las siete estrellas, afirma: ‘Conozco tus obras: aparentemente vives, pero en realidad estás muerto. Permanece alerta y reanima lo que todavía puedes rescatar de la muerte, porque veo que tu conducta no es perfecta delante de mi Dios. Recuerda cómo has recibido y escuchado la Palabra: consérvala fielmente y arrepiéntete. Porque si no vigilas, llegaré como un ladrón, y no sabrás a qué hora te sorprenderé.

Escribe al Ángel de la Iglesia de Laodicea: “El que es el Amén, el Testigo fiel y verídico, el Principio de las obras de Dios, afirma: ‘Conozco tus obras: no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Por eso, porque eres tibio, te vomitaré de mi boca. Tú andas diciendo: Soy rico, estoy lleno de bienes y no me falta nada. Y no sabes que eres desdichado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo. Por eso, te aconsejo: cómprame oro purificado en el fuego para enriquecerte, vestidos blancos para revestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez, y un colirio para ungir tus ojos y recobrar la vista. Yo corrijo y reprendo a los que amo. ¡Reanima tu fervor y arrepiéntete! Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos.>

Palabra de Dios

Salmo (Éxodo 15,1b-6.17-18)

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Lector: R. “Mi fuerza y mi poder es el Señor, Él fue mi salvación”

Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria: Él hundió en el mar los caballos y los carros. El Señor es mi fuerza y mi protección, Él me salvó. Él es mi Dios y yo lo glorifico, es el Dios de mi padre y yo proclamo su grandeza. R.

El Señor es un guerrero, su nombre es “Señor”. Él arrojó al mar los carros del Faraón y su ejército, lo mejor de sus soldados se hundió en el Mar Rojo. R.

El abismo los cubrió, cayeron como una piedra en lo profundo del mar. Tu mano, Señor, resplandece por su fuerza, tu mano, Señor, aniquila al enemigo. R.

Tú lo llevas y lo plantas en la montaña de tu herencia, en el lugar que preparaste para tu morada, en el Santuario, Señor, que fundaron tus manos. ¡El Señor reina eternamente! R.

Evangelizador: Nos ponemos de pie.Escuchamos con atención el diálogo de Jesús con Nicodemo. Cantamos el “Aleluya”

Evangelio: (Jn. 3,1-6)

Sacerdote: Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan<Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: “Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él”. Jesús le respondió:

“Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios”. Nicodemo le preguntó: “¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo?

¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?”. Jesús le respondió:

“Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu”.>

Palabra del Señor

Homilía El Señor nos quiere dar Vida Nueva. Para eso debemos convertirnos de nuestros pecados y adherirnos a Él por la

fe.

RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS BAUTISMALES

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Evangelizador: Nos ponemos de pie.Predisponemos nuestro corazón para renovar nuestro Bautismos.

RenunciasEvangelizador: Ser de Cristo lleva consigo morir al pecado y vivir para Dios. El

sacerdote nos invita a renunciar a todo lo que no sea de Cristo.Respondemos. “Sí, renunciamos”

Sacerdote: ¿Renuncias a Satanás, esto es:

- al pecado como negación de Dios;- al mal, como signo del pecado en el mundo;- al error, como negación de la verdad;- a la violencia como contraria a la caridad;- al egoísmo como falta de testimonio del amor?...

¿Renuncias a las obras opuestas al Evangelio de Jesús, que son:- la envidia y el odio;- la pereza y la indiferencia;- la cobardía y omisiones;- el materialismo y la sensualidad:- la injusticia y el favoritismo;- el negociado y el soborno?...

¿Renuncias a criterios y comportamientos que llevan a:- creerse los mejores;- verse siempre superiores;- creerse ya convertidos del todo;- a buscar el dinero como el máximo valor;- a buscar el placer como única ilusión;- buscar el propio interés por encima del bien común?...

Profesión de FeEvangelizador: Nos acercamos al Cirio Pascual y encendemos nuestras velas.

Volvemos a nuestro lugar y permanecemos de pie para hacer nuestra Profesión de Fe.Acompañamos este momento cantando...Respondemos. “Sí, creemos”

Sacerdote: ¿Crees en Dios, Padre todopoderoso, Creador del universo, que nos llama a

completar su obra?... ¿Crees en el Dios, que es “Abba”, Papá, que es cariñoso y compasivo?... ¿Crees en Dios Padre, que nos ama de manera personal e incondicional?... ¿Crees en Dios Padre, que nos muestra el amor en su providencia?... ¿Crees que Él es el Dios de la vida y que quiere que la defiendas?...

¿Crees en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre y nuestro hermano, que murió y resucitó para salvarnos y liberarnos?...

¿Crees que se encarnó en el seno de María Virgen por obra del Espíritu Santo?...

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¿Crees que Él se ha acercado sobre todo a aquellos que estaban excluidos de la sociedad, dándole la preferencia cuando anunciaba la Buena Noticia?...

¿Crees que su sangre nos purifica de todo pecado?... ¿Crees que su Resurrección nos ha dado la Vida nueva y ha inaugurado el Reino

de Dios?... ¿Crees que está glorificado a la derecha del Padre?... ¿Crees que está vivo y viene con nosotros para construir la historia?... ¿Crees que el Reino de Dios que Jesús sembró está creciendo de día y de

noche?...

¿Crees en el Espíritu Santo, Señor y dador de Vida?... ¿Crees que es el Espíritu Santo quien nos da Vida nueva y renueva la faz de la

tierra?... ¿Crees que el Espíritu Santo distribuye sus carismas y dones para que la Iglesia

pueda servir al mundo de hoy?...

¿Crees en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica?... ¿Crees que la Iglesia es el Pueblo de Dios, la Comunidad de los discípulos y el

Cuerpo de Cristo?... ¿Crees que la Iglesia está llamada a anunciar e instaurar el Reino de Dios en la

tierra?... ¿Crees en la Iglesia misionera que debe llevar a todos la Buena Noticia?...

¿Crees en la comunión que hay entre los que estamos unidos en Cristo?... ¿Crees que todo hombre es tu hermano?... ¿Crees que la imagen y semejanza de Dios que hay en cada hombre es la fuente

de su dignidad y de todos sus derechos?... ¿Crees en el Dios misericordioso que perdona nuestros pecados?... ¿Crees en la Resurrección y en la Vida eterna?...

Sacerdote: Ésta es nuestra fe. Ésta es la fe de la Iglesia, la que nos gloriamos de profesar.En Jesucristo nuestro Señor.

Todos: Amén.

Evangelizador:Oración para perdonar resentimientos, odios y rencoresEvangelizador: Apagamos las velas y tomamos asiento.

(Si hay esposos que se coloquen juntos.)Perdonar es una de las condiciones para el seguimiento de Jesucristo. Pero no es fácil perdonar. Pidámosle a Dios que nos ayude a perdonar, superando así resentimientos y rencores. Cerremos nuestros ojos y permitamos ser tomados de la mano por Jesús. Para Él no hay tiempo ni espacio. Él está presente ahora mismo en aquel momento en el que fuimos heridos, dañados y lastimados. Él puede sanar eso desde su raíz.

Si mi mamá no supo ser para mí lo que esperaba de ella. Si me rechazó desde que supo que yo iba a nacer. Si no me abrazó en aquellos momentos en los que ella era todo para mí. Le digo, como si estuviera aquí presente y mirándola a los

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ojos: “Mamá, yo te perdono, que Dios te bendiga”. (dejar algunos segundos en silencio)...

Si mi papá no me dio el cariño y la seguridad que esperaba. Si no estuvo presente en aquella infancia por trabajo o por otra razón. Si fui golpeado o sufrí algo fuerte de parte de él. Si no me estrechó fuertemente en sus brazos; le digo, como si estuviera aquí: “Papá, yo te perdono, que Dios te bendiga”...

Si mis hermanos, por alguna razón me lastimaron. Si no supieron hacerse merecedores de mi confianza. Si alguno de ellos parecería ser más preferido por nuestros padres. Lo llamo a ese hermano o hermana por su nombre y le digo: “Yo te perdono, que Dios te bendiga”...

Si mis padres, en los años del crecimiento, no supieron ser para mí lo que esperaba de ellos. Si rompieron la armonía del hogar. Si se olvidaron de mí o tenían muchas cosas que hacer. Los veo a los dos, como si estuvieran frente a mi y les digo: “Papá, mamá, yo los perdono en nombre del Señor, que Dios los bendiga”...

Si alguien me defraudó, me humilló o ridiculizó delante de todos. Si fui guardando rencor contra esa persona. Lo llamo por su nombre y le digo: “Yo te perdono, que Dios te bendiga”...

Si al comenzar a conocer el mundo del amor y del sexo, alguna persona o algún novio o novia no correspondió a lo que yo sentía en el corazón. Si se aprovechó de mí en alguna forma. Si me engañó o lastimó profundamente. Viéndolo a los ojos como si estuviera presente, lo llamo por su nombre y digo: “Yo te perdono, que Dios te bendiga”...

Si con quien me casé, y se convirtió en mi esposo o esposa, no supo ser para mí lo que esperaba. Si no estuvo a la altura de mi ideal, de aquello que había soñado para toda la vida. Si desde entonces se han juntado pequeñas o grandes cosas. Si actúa y es de determinada manera y no parece cambiar, viéndolo a los ojos como si estuviera aquí y le digo: “Yo te perdono, que Dios te bendiga”... (Si están presentes, en un apretón de manos expresen ese perdón)...

Si algún hijo o hija no ha correspondido a lo que yo sentía haber hecho por él o ella. Si me siento defraudado por su comportamiento. Si me ha lastimado, viéndolo a los ojos como si estuviera presente, lo llamo por su nombre y le digo: “Yo te perdono, que Dios te bendiga”...

Si algún compañero o compañera de trabajo se aprovechó de mí. Si me utilizó para su provecho. Si defraudó mi confianza. Lo llamo por su nombre y le digo: “Yo te perdono, que Dios te bendiga”...

Si algún conocido o familiar me hizo la vida difícil. Si ha perjudicado a mi familia. Si me ha herido y lastimado seriamente. Lo llamo por su nombre y le digo: “Yo te perdono, que Dios te bendiga”...

Si algún sacerdote, religioso o religiosa no supo estar a la altura de lo que yo pensaba de él o de ella. Si su manera de ser o de vivir me alejó de la fe. Si me

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dañó en algo. Viéndolo a los ojos como si estuviera presente y le digo: “Yo te perdono en nombre del Señor, que Dios te bendiga”...

Cantamos...

Oración para recibir a JesúsEvangelizador: Hemos vaciado nuestro corazón de todo lo que impide que Dios esté

dentro de nosotros. Ahora invitémoslo a entrar.

Todos irán repitiendo lo que digo:

Ven, Señor Jesús.Te necesito,te abro la puerta de mi corazón y de mi vida;TE ACEPTO PERSONALMENTE COMO MI SALVADORY SALVADOR DE LA HUMANIDAD.Concédeme experimenta tu amor,tu salvación y liberación;dame tu Vida en abundancia.Límpiame de mis pecados,y libérame de los criterios del mundo.Purifícame,sálvame,renuévame,transfórmame.Entra en mi corazón y en mi viday llénala de Ti.Haz de mí lo que quieres que sea.ME ADHIERO A TU PROYECTO DEL REINO DE DIOS,aceptando a Dios como Padre misericordioso y providentey al prójimo como mi hermano, al que debo amar y servir.Y con ellos construir el Reino de Dios en este mundo,trabajando por la justicia, la solidaridad, la pazy especialmente procurando vivir en el amor.María, madre del Señor y madre mía,llévame a Jesúspara ser testigo valiente del Reino de Dios.Amén.

Cada uno, en silencio, ratifique con sus propias palabras esta oración...

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Agradezcámosle a Jesús, Él ya vive en nosotros.

Cantamos: “Déjame nacer de nuevo”

Oración de consagración de los sentidosSacerdote: Como consagración de nuestros sentidos y de todo nuestro ser,

hagamos una cruz con el dedo pulgar en lo que vaya diciendo: Hagamos la señal de la cruz en la frente, para que sea purificada nuestra mente y

podamos conocer cada día más a Jesús y llegar a tener sus mismos criterios...

Hagamos la señal de la cruz en los ojos, para que veamos la luz de Dios y sepamos ver con su mirada…

Hagamos la señal de la cruz en la nariz, para que percibamos el buen olor de Cristo…

Hagamos la señal de la cruz en nuestros labios, para confesar nuestra fe y ser testigos del Señor…

Hagamos la señal de la cruz en nuestros oídos, para que podamos escuchar la voz de Dios y querer hacer siempre su voluntad…

Hagamos la señal de la cruz en nuestras manos, para que estén siempre abiertas para recibir la bendición de Dios y para servir a nuestros hermanos…

Hagamos la señal de la cruz en nuestro hombro, para que podamos llevar con alegría nuestra cruz de cada día y la unamos a la Cruz redentora de Jesús…

Hagamos la señal de la cruz en nuestro pecho, para que Cristo habite más día a día en nuestro corazón y tengamos sus mismos sentimientos...

Nos persignamos con agua benditaSe puede hacer con una de estas dos modalidades:

Evangelizador: Llega el momento cumbre de esta celebración. Con el padrino o madrina que hemos elegido, nos acercamos a la Pila (o fuente) Bautismal, y él (o ella) nos hará la señal de la cruz en la frente con el agua bendita.Cantamos…

O bien:Evangelizador: Llega el momento cumbre de esta celebración. Ahora, como signo de

la renovación de nuestro Bautismo, nos acercamos a la Pila (o fuente) Bautismal y nos hacemos la señal de la cruz en la frente con el agua bendita.Cantamos…

Imposición de la vestidura blancaEvangelizador: La vestidura blanca es signo de la pureza que nos dio el Bautismo.

Pero especialmente es signo de que hemos sido revestidos de Cristo y de aquella mejor ropa de hijo con que el Padre recibe al hijo pródigo.

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Padrenuestro:Sacerdote: Con un corazón nuevo podemos rezar de una manera nueva la

oración de los hijos de Dios: “Padrenuestro...

Bendición finalSacerdote: Que el Señor esté con ustedes

Y que descienda sobre ustedes la bendición de Dios +Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Felicitación de unos a otrosEvangelizador: Nos saludamos mutuamente con un “¡Feliz Vida nueva!”,

felicitándonos por tener la experiencia de Vida Nueva en nosotros.

Cantos de alegría...

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Invitar nuevamente la confesión sacramental, con los horarios de confesiones.

Tema 7: el señorío de Jesús

Objetivo:Que la persona de Jesús, aceptada como “Salvador”, sea ahora reconocida y

aceptada como “Señor”

A) Para tener en cuentaEste tema puede ser una novedad para algunos de los interlocutores. Muchas

personas reconocen a Jesús como “Salvador” pero aún no lo han descubierto como “Señor”; y aunque muchas veces utilicen la palabra “Señor” tal vez no conozcan su significado.

Ante todo se anunciará que Jesús es el “Señor” y su significado, para después invitar a entregar y consagrar todo el ser a ese señorío.

Hay que destacar que el señorío de Jesús y su reinado no debe quedarse sólo en el corazón de cada persona. Su señorío se debe proyectar en las el espacio y del tiempo (cf. Ap. 11,15). En el espacio siendo “Señor del universo”, en el tiempo siendo “Señor de la historia”.

Consagrarle y entregarle todo al Señor no significa que tengamos que dejar nuestra familia o trabajo para dedicarnos exclusivamente a las cosas religiosas, es simplemente colocar las cosas en su lugar.

Es muy importante que el evangelizador anuncie este tema de manera testimonial, poniendo ejemplos de su vida en que ha entregado todo al Señor.

Este tema es clave en la opción fundamental de nuestra vida.

B) Proclamación del tema1. Jesús es “el Señor”

Después de su resurrección y de su glorificación a la derecha del Padre, Jesús recibe el Nombre que está sobre todo nombre, el nombre de “Señor”, nombre que en el Antiguo Testamento se daba únicamente a Yahvé ya que Él es el único Señor: “Yo soy el Señor, y no hay otro” (Is. 45,18).

El apóstol Tomás, al encontrarse con Jesús resucitado, después de su incredulidad, hace profesión de fe diciendo: “Señor mío y Dios mío” (Jn. 20,28).

En el anuncio que Pedro da el mismo día de Pentecostés anuncia que Jesús ha sido constituido “Señor” (cf. Hch. 2,36).

El texto más claro es el del Himno de la carta a los Filipenses:“Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,para que al nombre de Jesús, se doble toda rodillaen el cielo, en la tierra y en los abismos,y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre:‘Jesús es el Señor’.” (Flp. 2,9-11).

El título propio de Jesús glorificado es el de “Señor”.

“Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado” (Rom. 10,9).

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“Y nadie puede decir: ‘Jesús es el Señor’, si no está impulsado por el Espíritu Santo” (1 Cor. 12,3b).

Señor significa: rey, jefe, centro, cabeza, dueño, principio y fin, alfa y omega.

El señorío y el reinado de Jesús se debe proyectar también en el espacio y en el tiempo (cf. Ap. 11,15), siendo Señor del universo y Señor de la historia.

2. ¿Jesús es “el Señor” de tu vida?a) Lugar que Jesús ocupa en mi vida

Muchos han encontrado a Jesús, han experimentado el nuevo nacimiento y tiene una Vida nueva. Jesús es ya para ellos “su Salvador”, pero esto no significa necesariamente que Jesús sea también “su Señor”.

Jesús, para muchos, ya está dentro de su vida, ya lo conocen y lo han aceptado; pero no es el centro, no es el Señor.

+

¿Está Jesús dentro o fuera de tu vida?Si ya está dentro, ¿quién es el centro de tu vida: vos y tus intereses, o Jesús

como Señor?Analizá cuál es el centro de interés de tu vida, el motivo fundamental de todas

tus aspiraciones y acciones.A veces podemos engañarnos pensando que Jesús está en el centro de mi vida

porque le rezo, porque me protege y me cuida; pero en ocasiones sólo es eso: Jesús me cuida, me ayuda, Él está a mí servicio.

¿Cuál de estas preguntas me hago?: ¿En qué me debe ayudar Jesús a mí? O ¿De qué manera voy a servir yo a Jesús? Recién cuando me hago esta última pregunta es que lo hice a Jesús “Señor de mi vida”.

b) ¿Qué significa que Jesús es el “Señor de mi vida”?Qué Jesús es el “Señor de mi vida” significa que Él es el centro de toda de mi

vida, el centro de cada una de las áreas de mi vida.Es hacer realidad aquello que Dios le pedía a su pueblo cuando les dio los

Mandamientos: “No tendrás otros dioses delante de mí” (Ex. 20,3). Lo que le decía Moisés al pueblo: “No hay otro dios fuera de él” (Dt. 4,35b).Hacer a Jesús centro de mi vida es la manera concreta de amar a Dios sobre

todas las cosas.Hacer a Jesús “Señor” es hacerlo dueño de todo lo mío, es reconocerlo como el

dueño de todo lo que soy y tengo.

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YO YO

+ + yo

c) Las áreas de mi vidaNuestra vida tiene diferentes áreas: vida conyugal y familiar, vida en el mundo,

vida relacional, salud y enfermedad, sufrimientos y alegrías, trabajo y descanso, dinero y posesiones, cuerpo y alma, vida y muerte.

Cuando Jesús no es el centro de mi vida –porque el centro sigo siendo yo–, es cuando se produce el desorden. Cuando dejo de ser yo el centro de mi vida y comienza a serlo Jesús, toda mi vida se ordena.vida conyugal sin Jesús “Señor”: Utilizar a la pareja para mis placeres egoístas;

infidelidades.vida conyugal con Jesús “Señor”: La alegría de entregarme a mi cónyuge y

encontrar allí la felicidad.

Vida familiar sin Jesús “Señor”: Preocuparme por el progreso; descuidando la verdadera educación de los hijos.

Vida familiar con Jesús “Señor”: Construir la Iglesia doméstica.

vida afectiva y relacional sin Jesús “Señor”: Utilizar a las personas para mis propios intereses.

vida afectiva y relacional con Jesús “Señor”: Estar al servicio de mis hermanos.

salud sin Jesús “Señor”: Abuso en la comida y en la bebida, descuidando mi salud.salud con Jesús “Señor”: Don de Dios que debo cuidar.

enfermedad sin Jesús “Señor”: Angustia por experimentar mis limitaciones.enfermedad con Jesús “Señor”: Motivo para ser humilde por experimentar mis

limitaciones.

sufrimientos sin Jesús “Señor”: Me cuesta asumirlos, los veo como un castigo, a veces llevan a la depresión.

sufrimientos con Jesús “Señor”: Unirla a la Cruz de Jesús para que sea redentora.

alegrías sin Jesús “Señor”: Muchas veces las convierto en libertinaje, con abuso de alcohol, y Dios no puede estar en mis alegrías porque no son sanas.

alegrías con Jesús “Señor”: Momentos lindos que Dios me regala para disfrutarlos y glorificar a Dios.

trabajo sin Jesús “Señor”: Para obtener dinero y darme los gustos; vivirlo como una carga; creer que lo conseguí por mérito propio.

trabajo con Jesús “Señor”: La capacidad de colaborar con Dios en la obra de la creación.

descanso sin Jesús “Señor”: Tiempo solamente mío, para hacer lo que quiero.descanso con Jesús “Señor”: Para recrearme y reconstruir relaciones para la Gloria

de Dios.

dinero y posesiones sin Jesús “Señor”: Se convierten en ídolos; caigo en la ambición y la avaricia; haciéndome esclavo del materialismo.

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dinero y posesiones con Jesús “Señor”: Todo es suyo, yo soy simple administrador de las cosas que Dios me da, sabiendo que la propiedad privada tiene una hipoteca social. Esto no significa descuidar lo material, al contrario, lo tenemos que cuidar, porque es del Señor.

cuerpo sin Jesús “Señor”: Darle todos los placer que pueda, hago de él un culto, con dietas, gimnasia.cuerpo con Jesús “Señor”: Templo del Espíritu Santo, al cual lo debo cuidar y

respetar.

alma sin Jesús “Señor”: La descuido totalmente.alma con Jesús “Señor”: Crecer espiritualmente para que cada día ame más a Dios

y más a mis hermanos.

vida sin Jesús “Señor”: Creer que yo soy el dueño y hacer de ella lo que se me da la gana.

vida con Jesús “Señor”: Para entregarla en el servicio.

muerte sin Jesús “Señor”: Un trauma, un tabú en el que no quiero pensar ni hablar.muerte con Jesús “Señor”: El paso para entrar en la Casa del Padre, el encuentro

definitivo con el Señor.

Ponerlo a Jesús como centro de mi vida significa poner en el centro también a mi prójimo. Jesús se identificó con el que tiene hambre, está sin ropa, sin vivienda, enfermo, preso (cf. Mt. 25,31-46). San Vicente de Paúl decía: “Renovemos nuestro espíritu de servicio a los pobres, principalmente para con los abandonados y desamparados, ya que ellos nos han sido dados para que los sirvamos como a señores.” (Oficio de Lectura del día 27 de septiembre). Debo poner a mis hermanos en el centro de mi vida para servirlos.

El señorío y el reinado de Jesús no deben quedarse sólo en mi persona. Su señorío debe proyectarse en el espacio y en el tiempo.

En el espacio siendo SEÑOR DEL UNIVERSO; en el tiempo siendo SEÑOR DE LA HISTORIA.

Se agregan así dos áreas a mi vida en la que Jesús debe ser “el Señor”:Jesús, señor del universo: Jesucristo quiere reinar en la sociedad, en sus estructuras y criterios, impregnado en ellos los valores del Evangelio. Jesús quiere ser Señor de la sociedad, Señor de las naciones. Para esto tenemos algo maravilloso que es la Doctrina Social de la Iglesia.Si existe este Señorío universal de Jesús habrá amor y comunión, justicia e igualdad, perdón y reconciliación. De este Señorío deriva la Justicia Social y la Solidaridad; él iluminará las relaciones internacionales; y también brotará una manera nueva de relacionarnos con la naturaleza y con el medio ambiente, se vivirá el Reino de Dios.

Jesús, señor de la historia: El Señorío de Jesús no puede quedarse en un momento de la historia; Jesús debe ser el Señor de toda la historia. “Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin” (Ap. 21,6). Como decimos en la Liturgia Pascual: “A Él pertenecen el tiempo y la eternidad”; “Aquel que es, que era y que viene” (Ap. 1,4).

Jesucristo quiere ser “mi Señor”, pero también “Señor de la sociedad” y “Señor de la historia”.

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Y esto requiere de mi compromiso, en una vida de testigo y apóstol, para que Él reine en cada estructura y ambiente de la que participo: “Reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo” (Ef. 1,10).

3. ¿Cómo hacer a Jesús “Señor”?a) El Espíritu Santo nos permite reconocer a Jesús como “Señor”

Sólo el Espíritu Santo nos hace capaces de reconocer y proclamar a Jesús como “Señor”. “Y nadie puede decir: ‘Jesús es el Señor’, si no está impulsado por el Espíritu Santo” (1 Cor. 12,3b).

Con la luz del Espíritu Santo iremos abriendo y descubriendo cada área, cada rincón y cada aspecto de nuestra vida, y con su poder seremos capaces de entregárselo y consagrárselo, haciendo a Jesús realmente Señor de todo.

b) Pasos para hacer a Jesús “Señor”Después de haberte adherido a Jesús por la fe y una sincera conversión, lo

primero que debés hacer es reconocerlo como Señor. Reconocer que Él es el dueño de cada área de tu vida. Reconocerlo como el Señor del universo y de la historia.

Aceptarlo como “Señor”, es decir, dueño de tu corazón y en tu vida. Esto también implica un compromiso en que sea Señor de la sociedad, concretamente en los distintos ambientes en los que vivís.

Invitarlo expresamente a que sea el Señor y el centro de tu vida.Consagrar y entregarle cada área de tu persona y de tu existencia a su

Señorío. Es entregarle las llaves de cada aspecto de tu persona y de tu vida. Decirle con todo nuestro corazón: “Jesús, quiero que seas el Señor de toda mi vida, te entrego todo, quiero que seas el Señor de cada área de mi vida, te entrego cada llave de mi corazón.”

c) La consagración debe ser totalLa consagración y entrega debe ser total. Nada debe quedarse sin entregar.En ocasiones tememos que Dios pueda quitarnos aquello que entregamos. Dios

nunca obra así. Él busca nuestro bien.No tener miedo de consagrarle a Jesús todo lo que soy y tengo; decirle: “aquí

están todas las llaves, no me guardo ninguna, son tuyas”.Hacer a Jesús “Señor” no significa necesariamente que dejés lo que estás

haciendo y comenzar a hacer actividades exclusivamente religiosas. Sino que Dios quiere que le entregues todo lo que hacés y que animés con los criterios del Evangelio las realidades temporales.

Cuando Jesús es “mi Señor” ya no trabajo solamente para ganar dinero, sino para colaborar con Dios en la obra de la creación, tratando de construir el Reino de Dios desde ese lugar; y debo hacer mi trabajo lo mejor posible porque Él es el Señor de mi trabajo.

Reconocer que Jesús es el Señor es reconocer que Él es el dueño de todo lo que tengo, por lo tanto, consagrárselo es simplemente reconocer que es suyo.

Esta consagración de todo lo que soy y tengo al Señorío de Jesús inicialmente lo debemos hacer en un acto explícito y consciente. Es necesario dar muerte al egoísmo y permitir que Él sea de hecho el dueño de todo.

Pero nuestra consagración debe seguir como actitud permanente bajo la moción del Espíritu Santo.

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Oración guiadaSeñor, te pido,

que tu Espíritu Santo descienda sobre mí,se renueve en mí,para que pueda reconocerte como “mi Señor”,como “Señor del universo y Señor de la historia”.

Te entrego cada una de las áreas de mi vida,te entrego cada una de sus llaves.

Son tuyas, Señor, no me quiero guardar nada para mí.Me comprometo a salir de mi indiferencia

y comprometerme en la construcción del Reino de Diospara que Vos seas Señor de la sociedady Señor de la historia.

Amén.

Dejar un momento de silencio, acompañado de cantos.

Preguntas para el diálogo: ¿Sabías el sentido de la expresión “Señor”?

Expresá con tus palabras lo que entendés por “Señorío de Jesús”.

¿Te animás a compartir con sinceridad si Jesús es el Señor de cada una de las áreas de tu vida? ¿Hay alguna que queda fuera?

¿Querés hacerlo a Jesús “Señor” de todas las áreas de tu vida? ¿Qué llaves son las que más te cuesta darle?

Tema 8: el don del espíritu

Objetivo:

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Profundizar en quién es el Espíritu Santo y cómo actúa, mostrando que la promesa de Jesús ahora es un Don para cada uno, para invitar a dar la respuesta de tener sed de Él y pedirlo.

A) Para tener en cuentaEste tema es anuncio y exhortación.Es anuncio de quién es el Espíritu Santo y de lo que hace. Consiste en presentar

la promesa de Jesús y que en Pentecostés esa promesa se convirtió en Don. Explicar lo que hace en la vida del creyente y cómo actuó en la primera comunidad cristiana, cómo actúa en la Iglesia y quiere actuar hoy en la vida de cada interlocutor.

Es exhortación porque se invita a abrir el corazón al don del Espíritu Santo.Las citas bíblicas son muy importantes para describir con la misma Palabra de

Dios lo que fue el efecto del Espíritu Santo entre los primeros cristianos.Este tema deberá también ser testimonial, dando el evangelizador testimonio de

cómo el Espíritu Santo está actuando en su vida y en la Iglesia.El Equipo Evangelizador, al preparar la proclamación de este tema, deberá tener

cuidado que no se convierta en una catequesis sobre el Espíritu Santo. Debe ser una proclamación gozosa de quién es y qué hace el Espíritu, para que cada interlocutor tenga sed de Él y lo pida.

Si se ve que, como está aquí desarrollado, es muy extenso, el Equipo Evangelizador deberá quitar lo que crea que no es esencial a sus interlocutores.

B) Proclamación del tema1. El Espíritu Santo como promesaa) La promesa del Espíritu Santo

Es el Espíritu Santo nos hace capaces de reconocer y proclamar a Jesús como “Señor”. “Y nadie puede decir: ‘Jesús es el Señor’, si no está impulsado por el Espíritu Santo” (1 Cor. 12,3b).

“Y Yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto” (Lc. 24,49).

“En una ocasión, les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: ‘La promesa, les dijo, que Yo les he anunciado. Porque Juan Bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días… Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra” (Hch. 1,4-5.8).

b) ¿Quién es el Espíritu Santo?El Espíritu Santo es una Persona, como lo es el Padre y como lo es el Hijo.

Esto vale la pena aclararlo bien, ya que la expresión “espíritu” se puede prestar a deformaciones. Es una Persona, la tercera persona de la Santísima Trinidad.

La palabra griega con que se designa al Espíritu es “Pneuma”, que significa “fuerza invisible”; es el fuego, es el viento (cf. Hch. 2,2-3), es fuerza de lo alto (cf. Lc. 24,49).

El Espíritu Santo es el “paráclito” (Jn. 14,16), el que está llamado a estar a tu lado: como abogado, amigo, consejero y consolador.

Es el que derrama el amor en tu corazón (cf. Rom. 5,5).

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El que permanece en nosotros (cf. Jn. 14,17).

2. El Espíritu Santo como Dona) El cumplimiento de las promesas

Juan el Bautista señala dos aspectos de la misión de Jesús: El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. (cf. Jn. 1,29) El que bautiza en el Espíritu Santo. (cf. 1,33)

Este segundo aspecto no era posible sino después de la glorificación de la humanidad de Cristo a la derecha del Padre, cuando fue constituido “Señor”. El bautismo en el Espíritu Santo se realizó en Pentecostés (cf. Hch. 2,2-4).

Se cumplió así la promesa. La promesa se convierte en Don ya cumplido, con lo que se consuma y culmina la obra de Jesús.

b) Los efectos permanentes del don del EspírituNos puede pasar con el Espíritu Santo lo mismo que con Jesús: nos quedamos

con lo espectacular y nos perdemos lo profundo.De Pentecostés y de la acción del Espíritu Santo hay signos sensibles de la

recepción del Espíritu Santo: Viento y fuego. Hablar en lenguas. Euforia con apariencia de estar borrachos.

Pero lo más importante son los efectos permanentes del don del Espíritu: La comunidad cristiana

El fruto inmediato de Pentecostés es la comunidad cristiana. El Espíritu Santo, vínculo de amor del Padre y del Hijo, realiza la comunidad.

Y estas son las características de aquella comunidad fruto del Espíritu.:Comunidad unida: Comunidad íntima unida con un solo corazón y una sola alma. Ponían su vida en común, compartían sus bienes y no había ningún necesitado (cf. Hch. 2,44-47; 4,32-34).“Koinonía” significa comunión íntima, solidaridad, participación, compañerismo. Esa koinonía de los santos es fruto del Espíritu Santo.Comunidad orante: Acudían al Templo, se reunían en las casas, para escuchar la enseñanza de los apóstoles, para alabar a Dios, para la fracción del Pan (cf. Hch. 2,42.46-47; 5,12).Comunidad testigo: Habían sido revestidos del poder de lo alto, bautizados en el Espíritu Santo; el fruto era el testimonio lleno de ardor dado por las personas y por la comunidad (cf. Hch. 4,33; 5,42). Las primeras comunidades eran testigos porque se ayudaban económicamente unas con otras (cf. 2 Cor. Cáp.8-9). De los primeros cristianos se decía: “Miren cómo se aman”. Una comunidad es también testigo en el compromiso de la promoción humana de la persona, en la defensa de la justicia y los derechos de los hombres y mujeres. Al respecto nos dice Juan Pablo II: “Incluso el trabajar por la paz, la justicia, los derechos del hombre, la promoción humana, es un testimonio del Evangelio…” (R.M. 42).Era una comunidad que vivía el Reino de Dios.

Impulso misionero

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Es fruto de Pentecostés la salida misionera hasta los confines de la tierra. Lenguas de fuego, no sólo para alabanzas, sino además lenguas encendidas para proclamar la Buena Noticia (cf. Hch. 4,31).

Pentecostés es para la misión. Solo con el Espíritu Santo derramado en abundancia en las personas y en la

Iglesia hay ardor y entrega misionera. Los discípulos habían conocido a Jesús, de Él recibieron la misión, pero no podían cumplirla hasta que recibieran el don del Espíritu en Pentecostés.

El Espíritu Santo es quien hace que la Iglesia no se quede encerrada en sus cuatro paredes, sino que salga e instaure en el mundo el Reino de Dios.

Carismas para la edificación de la comunidadEn el interior de las primeras comunidades cristianas se manifestaban como

algo común los carismas, como intervención del Espíritu Santo para edificar con solidez las comunidades. San Pablo nos habla ampliamente de esto en la 1 Cor. Cáp. 12-14.

Por “carismas” entendemos: “Toda manifestación del Espíritu Santo que actúa en y a través de un creyente para el servicio a los demás”.

Hay diversidad de carismas, pero provienen todos del mismo Espíritu.“Cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que Cristo los

ha distribuido… el comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros. Así organizó a los santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado del hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo” (Ef. 4,7.11-13).

También en 1 Cor. 12,8-11 y Rom. 12,6-8.Los carismas son siempre para la edificación del Cuerpo de la Iglesia y para la

construcción del Reino de Dios.Y en los distintos momentos de la historia el Espíritu va suscitando los carismas

necesarios para el servicio de la evangelización.La espiritualidad del laico está en la de ser levadura en la masa, dando fruto

donde el Señor lo sembró: “El mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la economía y también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación de masas, así como otras realidades abiertas a la evangelización como el amor, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, etc.” (E.N. 70). Si nuestras comunidades están abiertas a la acción del Espíritu se suscitarán los carismas para que todas estas realidades sean evangelizadas.

Conducidos por el Espíritu“Si vivimos animados por el Espíritu, dejémonos conducir también por Él”

(Gál. 5,25).Caminar en el Espíritu es la característica del creyente y de las comunidades

que han recibido el don del Espíritu Santo.Ser enseñados y conducidos por el Espíritu Santo en su vida debería ser la

situación normal del discípulo misionero. Así lo vivían los primeros cristianos:“Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán

arrastrados por los deseos de la carne” (Gál. 5,16).

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Si nos dejamos conducir por el Espíritu Santo será Él quien nos irá identificando con el Maestro, para que podamos decir con san Pablo: “Vivo yo, pero ya no soy el que vive, es Cristo que vive en mí” (Gál. 2,20).

Y es el mismo Espíritu el que va construyendo el Reino de Dios, es Él quien renueva la faz de la tierra.

En los Hechos de los Apóstoles leemos constantemente frases como estas: “El Espíritu Santo dijo…” (Hch. 8,29; 10,19; 21,11). “El Espíritu Santo y nosotros…” (Hch. 15,28). “El Espíritu Santo me ordenó…” (Hch. 11,12). “Movido”… “Iluminados por el Espíritu Santo” (Hch. 11,28; 21,4). Siempre en un contexto comunitario.

3. El Espíritu sigue guiando a la IglesiaUna mirada sobre el mundo de hoy nos puede llenar de pesimismo, parecería

que Sodomía y Gomorra se han actualizado. No todo es negativo.El Espíritu Santo dio nacimiento a la Iglesia en Pentecostés.Los primeros capítulos del Libro de los Hechos de los Apóstoles nos propone

como modelo de Iglesia a las primeras comunidades cristianas, impulsadas y guiadas por el Espíritu Santo.

Y el Espíritu Santo es el que sigue actuando hoy en la Iglesia.Con estas palabras y elevando esta plegaria el Papa Juan XXIII invitaba a toda

la Iglesia a orar por el Concilio Vaticano II: “...Renueva en nuestro tiempo los prodigios como de un nuevo Pentecostés” (Humane Salutis 21).

El mismo Concilio es un signo claro de este nuevo Pentecostés. Un impulso del Espíritu que ha hecho que la Iglesia se redescubra a sí misma como el Señor la concibió, inmersa en el mundo contemporáneo y con su mensaje siempre fresco.

Como fruto del Concilio, o impulsados por él, han aparecido en la Iglesia distintos movimientos suscitados por el Espíritu Santo: el movimiento bíblico; la renovación de la catequesis; el redescubrimiento del kerygma y del catecumenado de adultos; la renovación litúrgica; el movimiento carismático; las comunidades eclesiales de bases (C.E.Bs.); redescubrir la importancia de la misión; el impulso a la caridad, a la promoción humana y a la transformación social; el movimiento ecuménico; etc.

Y en la Iglesia de Latinoamérica y El Caribe estamos experimentando también la acción del Espíritu: Medellín, Puebla, Aparecida… son signos de este viento y fuego del Espíritu.

Decía el profeta Joel: “La promesa es para todos” (Jl. 3,1) y la Iglesia esta viviendo hoy este nuevo Pentecostés. Y debe tener los mismos efectos permanentes del primer Pentecostés: es el mismo Señor que está vivo, es el mismo Espíritu que ha sido derramado, es el mismo Proyecto que Dios tiene para el mundo.

Nosotros debemos estar atentos a los signos de los tiempos, para ser fieles al Espíritu Santo que nos habla por medio de ellos.

4. Hoy la promesa es para vosa) Jesús te invita a tener sed

“El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, poniéndose de pie, exclamó: ‘El que tenga sed, venga a mí; y beba el que cree en mí’. Como dice la Escritura: De su seno brotarán manantiales de agua viva. Él se refería al Espíritu

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que debían recibir los que creyeran en Él. Porque el Espíritu no había sido dado todavía, ya que Jesús aún no había sido glorificado” (Jn. 7,37-39).

“Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tiene sed, yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida” (Ap. 21,6).

Jesús te invita a creer y tener sed del Espíritu Santo.Llenos del Espíritu ya no tendrás que buscar la felicidad en el dinero, en el

placer, en el poder, en la fama; esas son “cisternas agrietadas que no retienen el agua” (Jer. 2,13).

Llenos del Espíritu Santo se terminaron los miedos y las angustias. Llenos del Espíritu Santo se terminó el “sin sentido de la vida”.

“El que beba del agua que Yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que Yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna” (Jn. 4,14).

Jesús hoy te regala su Espíritu para que seas verdaderamente feliz.

b) Creer y pedirloNecesitamos del Espíritu Santo. Necesito que se derrame en mí. Necesitamos

que se derrame en el mundo.Si Jesús es ya tu Salvador; si te has convertido y tenés una fe viva en Él; si lo

aceptaste y lo invitaste a ser tu “Señor” y el centro de tu vida: confiá y tené fe en la Palabra y en su promesa, y pedile al Padre-Dios y a Jesús glorificado que se derramen sobre vos el Espíritu Santo.

Le dijo Jesús a la samaritana: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú misma se lo hubieras pedido, y Él te habría dado agua viva” (Jn. 4,10). ¡Qué distinto el “dame” del hijo pródigo, lleno de autosuficiencia, que lo llevó a la muerte, que este “dame”, lleno de humildad, que nos da Vida!

“Si ustedes que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan” (Lc. 11,13).

Si deseo recibir al Espíritu Santo, ante todo, debo quererlo, para mi vida y para que renueve la superficie de la tierra; y después de quererlo debo pedirlo, porque el Padre está dispuesto a dármelo si se lo pido.

La venida del Espíritu no es por méritos míos, sino como regalo: al que crea, tenga sed y lo pida le será dado.

Y así se cumplirá en nosotros lo que decía Juan el Bautista: “Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo” (Mc. 1,8). Y las palabras de Jesús antes de subir al cielo: “Porque Juan Bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días” (Hch. 1,5).

El don del Espíritu Santo no es asunto de sensibilidad, sino de fe en la promesa. Lo importante es tener una fe inquebrantable en esa promesa de Dios de que se me dará el Espíritu Santo.

c) Espero que me transforme¿Para qué pedir al Espíritu Santo?No caigamos en pedidos egoístas...Al Espíritu Santo lo debo pedir:

Para que me ayude a vivir mi vida cristiana en su totalidad.

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Para ser discípulo fiel de Jesucristo. Para que me anime a dar testimonio de Cristo. Para que me ayude a reconocer a Jesús como el “Señor” de toda mi vida, del

mundo y de la historia, porque: “Nadie puede decir ‘Jesús es el Señor’ si no está impulsado por el Espíritu Santo” (1 Cor. 12,3).

Para que infunda el amor en nuestros corazones. Para aceptar el Reino de Dios. Para que me impulse en la misión. Para vivir los otros efectos permanentes del primer Pentecostés:

- comunidad unida, orante y testigo;- carismas para edificar la comunidad.- que nuestras comunidades y nosotros seamos conducidos por el Espíritu.

Todo esto está expresado en el Ritual de la Confirmación, cuando contestamos:El Espíritu Santo:

nos iluminará con la luz de la fe, nos encenderá con el fuego del amor, nos fortalecerá para dar testimonio de Jesús.

Esto es lo que debemos pedir que haga en nosotros el Espíritu Santo: que nos transforme, para que, junto con Él, poder nosotros trasformar al mundo.

Oración guiadaSeñor, te digo ahora, lleno de fe: “Creo en el Espíritu Santo”.Creo que el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.Creo que es una Persona porque es fuerza, porque es abogado.Creo que el Padre y el Hijo glorificado lo enviaron en Pentecostés,

para que diera nacimiento a la Iglesia.Creo que hizo de la primera comunidad cristiana una comunidad unida

y misionera.Creo que el Espíritu Santo hoy sigue actuando en la Iglesia y en el mundo.Creo que lo querés derramar sobre mí.Tengo sed del Espíritu Santo, lo necesito para ser tu discípulo misionero,

tu discípula misionera.Sin Él mi vida andará extraviada, buscando la felicidad en cisternas agrietadas

que no retienen el agua.Te pido que derrames tu Espíritu Santo sobre mí.Amén.

Dejar un momento de silencio, acompañado de cantos.

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Preguntas para el diálogo: ¿Cuándo se cumplió la promesa del envío del Espíritu Santo?

¿Quién es el Espíritu Santo?

¿Qué hizo en la primera comunidad cristiana?

¿El Espíritu Santo actuó solamente en la primera Iglesia?

¿Qué necesita el Espíritu Santo para que descienda sobre mí?

Si se cree oportuno dejar de lado las “Preguntas para el diálogo” para que se tenga un momento de oración personal.

Segunda Celebración: La efusión del Espíritu

(Renovación de la Confirmación)

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A los que están dispuestos a consagrar cada área de su vida al señorío de Jesús y renovar el Sacramento de la

Confirmación y la efusión del Espíritu Santo, invitarlos a la Celebración, a la cual deberán llevar una vela.

Objetivos: Consagrar al señorío de Jesús cada área de nuestra vida. Renovar nuestra Confirmación y la efusión del Espíritu Santo.

Materiales necesarios: Imagen de la Virgen María Cirio Pascual Una vela para cada persona. Perfume

A) Para tener en cuentaEs necesario crear un clima de recogimiento apto para la escucha de la Palabra

y la oración profunda.Elegir varios cantos referidos al Espíritu Santo.La mejor preparación es esperar con fe y ardiente sed el cumplimiento de la

promesa, en unión con la Virgen María.Recordemos que el don del Espíritu Santo no es asunto de sensibilidad, sino de

fe en la promesa. Lo importante es tener una fe inquebrantable en esa promesa de Dios de que se me dará el Espíritu Santo.

La primera parte de esta celebración es la Consagración al Señorío de Jesús, y después renovar el Sacramento de la Confirmación pidiendo el don del Espíritu Santo.

B) Desarrollo de la Celebración

IntroducciónEvangelizador: Nos ponemos de pie.

Nos hemos congregados aquí para hacer nuestra Consagración al Señorío de Jesús y para renovar nuestra Confirmación.En el primer Pentecostés, junto a la primera comunidad cristiana, estaba la Virgen María. Hoy ella también quiere estar aquí con nosotros.La recibimos con alegría cantando…

Saludo inicialSacerdote: Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la

comunión del Espíritu Santo esté con todos ustedes.

OraciónSacerdote: Señor, que enviaste el Espíritu Santo sobre los primeros cristianos,

y quisiste que los apóstoles y sus sucesorescomunicaran ese mismo Espíritu a los creyentes,te rogamos que lo renueves hoy sobre nosotros,para que llenos de tu amor,podamos ser tus testigos en el mundo.Por Jesucristo nuestro Señor.

LITURGIA DE LA PALABRAEvangelizador: Tomamos asiento.

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La Palabra de Dios nos ayudará a abrir nuestro corazón. La escuchamos atentamente.

Primera Lectura: (Jl. 3,1-5a)Lector: Lectura del profeta Joel.

Después de esto, yo derramaré mi espíritu sobre todos los hombres: sus hijos y sus hijas profetizarán, sus ancianos tendrán sueños proféticos y sus jóvenes verán visiones. También sobre los esclavos y las esclavas derramaré mi espíritu en aquellos días. Haré prodigios en el cielo y en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre, antes que llegue el Día del Señor, día grande y terrible. Entonces, todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.

Palabra de Dios.

Salmo (104, 1ab y 24. 27-28. 30-31)Lector: R. R. “Envía, Señor, tu Espíritu y renueva la superficie de la tierra”

Bendice al Señor, alma mía: ¡Señor, Dios mío, qué grande eres!¡Qué variadas son tus obras, Señor! ¡Todo lo hiciste con sabiduría, la tierra está llena de tus criaturas! R.

Todos esperan de ti que les des la comida a su tiempo: se la das, y ellos la recogen; abres tu mano, y quedan saciados. R.

Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra. ¡Gloria al Señor para siempre,alégrese el Señor por sus obras! R.

Segunda lectura: (Flp. 2,6-11)Lector: Lectura del la Carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos

Cristo, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte

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y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos,y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: “Jesucristo es el Señor”.

Palabra de Dios.

Evangelio: (Jn. 14,15-18. 23-26)Evangelizador: Nos ponemos de pie.

Escuchamos una parte del diálogo de Jesús con sus discípulos en la Última Cena. Cantamos el “Aleluya”

Sacerdote:+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Jesús dijo en la Cena a sus discípulos:“Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes. No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes. El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo,que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todoy les recordará lo que les he dicho.”

Palabra del Señor.

Sacerdote:Homilía

Recordar que vamos a consagrarnos al Señorío de Jesús- Nuestra lengua y nuestro corazón te quieren proclamar “Señor”- “Señor” de cada área de mi vida, te entrego todas las llaves.- Mi Señor, Señor del universo y Señor de la historia.- El Padre lo dará a todo el que lo pida.

Pedir el don del Espíritu Santo:- Para que colme nuestra ansia de felicidad.

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- Pedir el Espíritu Santo para que nos configure con Cristo.- Para que me ayude a vivir mi vida cristiana en su totalidad.- Para que Jesús sea nuestro único Señor.- Para construir la comunidad eclesial.- Para ser testigos y misioneros del Reino de Dios.- Pido el Espíritu Santo para ser discípulo fiel de Jesucristo.- Para que infunda el amor en nuestros corazones.- Para aceptar el Reino de Dios.- Para vivir los otros efectos permanentes del primer Pentecostés:

comunidad unida, orante y testigo; impulso misionero; carismas para edificar la comunidad. que nuestras comunidades y nosotros seamos conducidos por el

Espíritu. Exhortar a una oración ferviente y humilde, pidiendo el don del Espíritu.Dejar un momentito de silencio.

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN AL SEÑORÍO DE JESÚSEvangelizador: Ya hemos visto cada una de las áreas de nuestra vida. Ahora vamos a

consagrarlas al Señorío de Jesús. Seguimos sentados.Todos irán respondiendo después de mí:

Jesús Salvador,impulsado por el Espíritu Santo,te reconozco como el Señor,te acepto como mi Señor,te invito a mi corazón como Señor,te proclamo como Señor del universo y Señor de la historia.Quiero que seas Señor de mi viday Señor de toda la humanidad.Te entrego las llaves de toda mi vida.Quiero que seas:

Señor de mi salud y enfermedad;Señor de mis penas y alegrías;Señor de mi tiempo;Señor de mi trabajo y mi descanso;Señor de mi dinero y posesiones;Señor de mi cónyuge;Señor de mis hijos;Señor de toda mi familia;Señor de mi noviazgo;Señor de todos mis afectos;Señor de los ambientes donde me pusiste

y donde Vos querés reinar;Señor de mi vocación y misión;Señor de mi cuerpo y de mi alma:Señor de mi vida y de mi muerte;Señor del universo

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y Señor de la historia.Me entrego totalmente a Ti.Ven, Señor Jesús, y toma posesión de lo que es tuyo.Por manos de María y a ejemplo de ella,te consagro mi ser y mi vida entera como hostia viva,para gloria de Dios y salvación del mundo.Para vivir este Señorío tuyo, Jesús,yo no puedo solo,necesito de tu Espíritu.Padre bueno,derrama sobre mí el don de tu Espíritu.Jesús, bautízame en tu Espíritu.Espíritu Santo, ven sobre mí,lléname de Ti.Dame un corazón nuevo para amar,una lengua nueva para alabar y proclamar,valentía para anunciar el Reino de Dios.Hazme experimentar a Jesús en mi corazón.Dame tu fuerza

para construir la comunidad eclesial.Lléname de ardor

para ser testigo y misionero del Reino de Dios.María, Madre del Señor y Madre mía,acompáñame a disponer mi corazón,

para recibir al Espíritu Santo.Amén.

Evangelizador: Ratificamos con nuestras palabras la oración que terminamos de hacer.

Cantos al Espíritu Santo…

EXHORTACIÓN E INTERROGATORIOEvangelizador: Desde el Cirio Pascual vamos a encender nuestros cirios, signo de

nuestra fe en Cristo.Cantamos…Llega el momento en que renovaremos nuestra Confirmación y la efusión del Espíritu Santo en nosotros.

Sacerdote: Hermanos:Vamos a invocar al Espíritu Santo para que descienda sobre nosotros y nos llene del amor de Dios.El Espíritu Santo nos iluminará con la luz de la fe,nos encenderá con el fuego del amor,nos fortalecerá para dar testimonio de Jesús.Respondan entonces ahora:

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¿Están dispuestos a vivir y a morir en la vocación cristianaa la que hemos sido llamados por el Señor Jesús?

Todos: Sí, estamos dispuestos.

Sacerdote: ¿Están dispuestos a creer, con la luz del Espíritu Santo,todo lo que Dios ha revelado y nos enseña por medio de la Iglesia?

Todos: Sí, estamos dispuestos.

Sacerdote: ¿Están dispuestos, con el fuego del Espíritu Santo,a amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ustedes mismos?

Todos: Sí, estamos dispuestos.

Sacerdote: ¿Están dispuestos, con la fuerza del Espíritu Santo,a dar testimonio de Jesús en todas partes,aunque tengan que sufrir por eso desprecio y persecución?

Todos: Sí, estamos dispuestos.

PROFESIÓN DE FESacerdote: Renovemos ahora nuestra fe diciendo juntos el Credo.Todos: Creo en Dios….

Sacerdote: Ésta es nuestra fe. Ésta es la fe de la Iglesia, la que nos gloriamos de profesaren Jesucristo nuestro Señor.

IMPOSICIÓN DE LAS MANOSEvangelizador: Apagamos nuestros cirios.

Hacemos nuestra oración personal en silencio pidiéndole a Dios que renueve en nosotros el Espíritu Santo…

(Después de unos minutos dice)El sacerdote pide a Dios que renueve en nosotros el don del Espíritu.

El sacerdote extiende las manos y dice:Sacerdote: Dios todopoderoso,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,que hiciste renacer a estos servidores tuyospor medio del agua y del Espíritu Santo,librándolos del pecado:renueva en ellos el Espíritu Santo Paráclito;concédeles el espíritu de sabiduría y de entendimiento,el espíritu de consejo y de fortaleza,el espíritu de ciencia y piedad;y cólmalos con el espíritu de tu santo temor.Por Jesucristo nuestro Señor

Todos: Amén.

Si se cree conveniente, hacer la imposición de las manos a cada uno en particular.

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UNCIÓNEvangelizador: El que está lleno del Espíritu de Cristo tiene el perfume de Cristo, san

Pablo nos dice que “nosotros somos la fragancia de Cristo” (2 Cor. 2,15). Ahora seremos ungidos con perfume para que “por intermedio nuestro se propague en todas partes la fragancia” de Cristo.

Sacerdote: Que la fragancia de Cristo esté en tu vida e invada los demás

Oración sobre el puebloSacerdote: Confirma, Señor, lo que has obrado en nosotros,

y conserva en el corazón de tus hijos los dones del Espíritu Santo,para que siempre sean testigos fieles de Cristo crucificado y gloriosamente resucitado,y cumplan siempre tus mandamientos con sincero amor.

Todos: Amén.

BendiciónSacerdote: El Señor esté con ustedes.Todos: Y con tu espíritu.

Sacerdote: La bendición de Dios todopoderoso,del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo,descienda sobre ustedes.

DespedidaEvangelizador: Hoy el Espíritu Santo se renovó en nosotros y nosotras. Que sus

frutos de amor, alegría y paz inunden nuestros corazones. Y que llenos del fuego del Espíritu anunciemos al mundo la Buena Noticia de Jesucristo y del Reino de Dios.Cantamos…

Tema 9: la vida en la comunidad eclesial

Objetivo: Mostrar que se es discípulo de Jesús en una comunidad concreta. Invitar a formar parte de una Pequeña Comunidad o de una Comunidad

Eclesial de Base y a celebrar, en comunidad, la Eucaristía de cada domingo.

A) Para tener en cuentaHay quienes dicen que el tema de la comunidad no forma parte del kerygma

sino, más bien, de la catequesis.Por varias rezones está incluido aquí en al nuncio kerygmático:

Después del kerygma proclamado por san Pedro en Pentecostés los que aceptaron el mensaje no sólo se hicieron bautizar sino que comenzaron a formar la comunidad (cf. Hch. 2,37-47).

El anuncio misionero no sólo tiene su origen sino también su meta en la comunidad.

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Lo primero que hizo Jesús en su vida pública fue formar una comunidad de discípulos (cf. Mc. 1,16-20).

Los primeros cristianos, venidos del judaísmo, tenían claro que Dios los llamaba como pueblo, cosa que hoy no es así y hay que decirlo. Nos ha quedado la marca del pecado original que nos incita a vivir nuestra fe individualmente y no con los hermanos y hermanos; y eso no es el Proyecto de Dios.

El pecado destruyó la comunión y si bien la redención de Jesús la restableció haciéndonos hermanos, sin embargo, en nuestra naturaleza humana quedó dañada, están las secuelas del pecado que nos lleva a ser individualistas y aislarnos de nuestros hermanos.

Si con el kerygma queremos renovar los sacramentos de la Iniciación Cristiana, para renovar el Sacramento de la Eucaristía debemos proclamar la comunidad.

Este tema es una exhortación a la vida comunitaria. Debe hacerse en forma testimonial, por un evangelizador que tenga y viva una fuerte experiencia de participación en una comunidad parroquial.

Pero no basta con el testimonio del evangelizador, la comunidad parroquial debe dar testimonio. Si no existe una verdadera comunidad que viva la fe, la esperanza y el amor; si cada institución, movimiento o grupo vive aislado de los otros, si hay chismes y críticas al prójimo, no estamos dando testimonio de comunidad cristina.

“...la Iglesia ‘atrae’ cuando vive en comunión, pues los discípulos de Jesús serán reconocidos si se aman los unos a los otros como Él nos amó (cf. Rom. 12,4-13; Jn. 13,34)” (D.A. 159).

Y si en la Parroquia no hay pequeñas comunidades o Comunidades Eclesiales de Bases, a medida humana, que reciba a las personas a quienes el anuncio del kerygma les ha tocado el corazón, la tarea evangelizadora quedará truncada.

“No puede haber vida cristiana sino en comunidad” (D.A. 278).

B) Proclamación del tema1. La comunidad cristiana: signo de la Santísima Trinidad

Hemos visto cómo Dios, en su obra creadora, hizo todo con armonía.Dentro de esta armonía estaba la comunión entre los seres humanos. El pecado original destruye está comunión y si bien la redención de Jesús

restablece la comunión haciendo que seamos hermanos, sin embargo, en nuestra naturaleza humana quedó dañada, están las secuelas del pecado original que nos llevan a ser individualistas y aislarnos de nuestros hermanos.

En el ámbito de la fe este individualismo se expresa en actitudes y frases como estas: “No necesita ir a la Iglesia, si Dios está en todas partes”, “Yo rezo en mi casa y voy a la Iglesia cuando lo siento”, “Voy a rezar al templo cuando no hay nadie”.

La fe no se puede vivir individualmente, ni aislado de nuestros hermanos.

La comunidad cristiana tiene fundamento y su fuente en la comunidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

“Así se manifiesta toda la Iglesia como ‘una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’.” (L.G.4).

La comunión del Padre-Hijo-Espíritu es lo que da fundamento a la comunión de la Iglesia y es signo de ella.

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2. Dios quiere formar un PuebloEn el sueño de salvación Dios elije a Abraham y con él formar un pueblo.Dios siempre se comunica con el pueblo, aunque muchas veces lo hace a través

de los profetas. La comunicación de Dios no es con individuos, sino con el pueblo.Y el pueblo de Israel tenía esa clara conciencia de ser Pueblo de Dios.

3. Jesús forma una comunidadAl inicio de la vida pública de Jesús, después de ser bautizado por Juan el

Bautista, comenzó a formar su comunidad de discípulos (cf. Mc. 1,16-20), ante todo para que estuvieran con Él (cf. Mc. 3,14).

Y elije de todos entre sus discípulos, desde un publicano, como lo era Mateo, hasta pescadores y el zelote Simón.

Con ellos comparte todo durante tres años; a ellos les explica en privado las parábolas y con ellos celebra la Última Cena.

4. Jesús me invita a ser comunidadJesús no sólo formó una comunidad, sino que le pidió a sus discípulos que

formaran comunidades.Después de resucitar les ordenó: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la

tierra. Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que Yo les he mandado. Y Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt. 28,18-20).

Les pidió que “hagan discípulos” y no se entiende un discípulo aislado, se es discípulo solamente en comunidad.

“No puede haber vida cristiana sino en comunidad” (D.A. 278-d).Si verdaderamente me encontré con el Señor resucitado debo vivir mi fe junto

con otros hermanos. Como los discípulos de Emaús que, después de reconocer a Jesús resucitado, fueron a compartir esa alegría con los otros discípulos que estaban en Jerusalén (cf. Lc. 24,31-35).

Jesucristo se manifiesta a la comunidad, y no individualmente. Así ocurrió con el apóstol Tomás (cf. Jn. 20,24-29).

Para que reciban el Espíritu Santo, Jesús les pide que permanezcan unidos (cf. Lc. 24,49) y cuando “estaban todos reunidos en el mismo lugar” (Hch. 2,1) descendió sobre ellos el Espíritu Santo.

San Pablo tenía bien claro que no sólo debía anunciar la Buena Noticia, sino que debía formar comunidades donde se viviera la fe. Así, en sus viajes misioneros fundó numerosas comunidades cristianas, con las que seguía comunicado a través de sus cartas.

Si me encontré con el Señor resucitado no puede pensar más en vivir mi fe aisladamente, lo debo hacer en comunidad.

“Quiso sin embargo el Señor, santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre sí, sino constituir un pueblo que lo conociera en la verdad y lo sirviera santamente” (L.G. 9).

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No existe un cristiano aislado, solo y encerrado en sí mismo. El Señor me llama a vivir en Iglesia, en comunidad.

La comunidad es la manera concreta de vivir el Reino de Dios. Es donde mostramos que todo lo que anunció Jesús se puede vivir.

Es en la comunidad donde sigo creciendo en la fe, donde vivo y profundizo el amor mutuo. Es allí donde me comprometo en el servicio al prójimo y asumo la misión. Es en comunidad que construimos el Reino de Dios en la tierra.

Los primeros cristianos vivían profundamente esta realidad, eran un testimonio viviente del Reino, era una invitación en la que nos decían: ‘Vengan y vean’.

Las primeras comunidades cristianas que creyendo en Jesús vivían el Reino.“Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles

y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo...” (Hch. 2,42-47).

Esta manera de vivir de la comunidad era la concreción del Reino. Los que había creído en Jesús y se adhirieron a Él formaban comunidades que vivían el Reino de Dios.

Estas comunidades se llamaban IGLESIA, que quiere decir “Asamblea de los creyentes”. Aquellos hombres y mujeres que se convertían y eran bautizados, se unían a la Iglesia y comenzaban a ser miembros partícipes y activos en la vida de la comunidad.

El egoísmo está en la base de todo pecado, quien se adhiere a Jesús por la fe deja de vivir aisladamente para sentirse miembro vivo del Pueblo de Dios.

Somos personas convocadas por Jesucristo para formar una comunidad.“La vocación al discipulado misionero es con-vocación a la comunión en su

Iglesia. No hay discípulo sin comunión. ...una dimensión constitutiva del acontecimiento cristiano es la pertenencia a una comunidad concreta...” (D.A. 156).

Y Aparecida, retomando el Documento de Puebla, afirma: “...la evangelización es un llamado a la participan de la comunión trinitaria” (D.A. 157).

“La Iglesia es comunión en el amor. Esta es su esencia y el signo por la cual está llamada a ser reconocida como seguidora de Cristo y servidora de la humanidad” (D.A. 161).

Juan Pablo II, en Novo Millennio Ineunte, nos planteaba este desafío en el año 2001: “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de comunión: este es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo” (N.M.I. 43).

A Jesús lo vamos a reconocer en la comunidad, donde hay dos o tres reunidos en su Nombre (cf. Mt. 18,20).

3. Integración a la comunidada) La Parroquia

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Hablar de comunidad es hablar de un grupo humano concreto. La comunión eclesial se vive en una comunidad en la cual todos podemos compartir, conocernos, apreciarnos, valorarnos, ayudarnos, etc.

Dice Juan Pablo II en Christifideles Laici: “La comunión eclesial, aún conservando siempre su dimensión universal, encuentra su expresión más visible en la parroquia. Ella es la última localización de la Iglesia; es, en cierto sentido, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas” (Ch.L. 26).

“Entre las comunidades eclesiales, en las que viven y se forman los discípulos misioneros de Jesucristo, sobresalen las Parroquias. Ellas son células vivas de la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y la comunión eclesial” (D.A 170).

Muchas veces no encontramos una “comunidad parroquial ideal”. No nos aflijamos; no la encontraremos nunca. Si bien es una realidad construida por el Espíritu Santo, está conformada por hombres y mujeres pecadores, pero que no se contentan con serlo.

b) Comunidades Eclesiales de Bases y Pequeñas Comunidades“La parroquia no es el ‘gran montón’ de los católicos, sino la Comunidad viva

que se convierte cada vez más en Cuerpo de Cristo. La Palabra de Dios está en el centro de cada grupo. Se comparte la fe y la vida en pequeñas comunidades ‘a medida humana’. El meditar juntos la Palabra de Dios se convierte en punto de partida para una vida cristiana en nuestro tiempo. La parroquia se renueva formando pequeñas Comunidades cristianas estables como ‘células sanas’ ” (Renovación de la Parroquia).

Integrarse en la Iglesia comunión-comunidad viva, no en una Iglesia Sociedad Anónima, masiva, donde nadie se conoce, donde vamos simplemente a “servirnos” de ciertas necesidades.

Debemos ser Iglesia en el ámbito de una pequeña Comunidad y en torno a la Palabra de Dios. Recordemos lo que nos decía el libro de los Hechos de los Apóstoles (cf. Hch. 2,42-47). Era una verdadera comunión fraterna, donde el amor mutuo se expresaba y manifestaba de diversas maneras, también en poner todo lo suyo en común. En un ámbito de dimensiones personales, humanas, donde todos se conocen, se aman, comparten su vida.

En el texto citado vemos cuáles son las notas fundamentales de estas comunidades: la Palabra de Dios (la enseñanza de los Apóstoles), la oración en común, la comunión fraterna (amor mutuo, compartir la vida y los bienes) y la Eucaristía (la fracción del pan).

Debemos redescubrir en la pequeña comunidad o en la Comunidad Eclesial de Base el primer nivel eclesial. Recordemos que Pablo le llama “Iglesia”, en singular, también a las que se reunía en las casas (cf. Rom. 16,5; Col. 4,15; Flm.2; 1 Cor. 16,19).

Nos dice el Documento de Medellín: “La vivencia de la comunión a que ha sido llamado, debe encontrarla el cristiano en su ‘comunidad de base’: es decir, una comunidad local o ambiental, que corresponda a la realidad de su grupo homogéneo, y que tenga una dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre sus miembros.... La comunidad cristiana de base es así el primer y fundamental núcleo eclesial, que debe en su propio nivel, responsabilizarse de la riqueza y expansión de la fe, como también del culto que es su expresión. Ella es, pues, célula

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inicial de estructuración eclesial, y foco de la evangelización, y actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo.” (D.M. XV,10).

Para poder vivir nuestra vida cristiana tenemos que estar integrados en una pequeña comunidad donde se viva realmente la fe cristiana. Son estas pequeñas comunidades de vida cristiana las que nos alimentan y ayudan a crecer en la fe.

“Ellas son un ámbito propicio para escuchar la Palabra de Dios, para vivir la fraternidad, para animar en la oración, para profundizar procesos de formación en la fe y para fortalecer el exigente compromiso de ser apóstoles en la sociedad de hoy...” (D.A. 308).

“En la experiencia eclesial de algunas iglesias de América Latina y El Caribe , las Comunidades Eclesiales de Base han sido escuelas que han ayudado a formar cristianos comprometidos con su fe, discípulos y misioneros del Señor, como testimonia la entrega generosa, hasta derramar su sangre, de tantos miembros suyos... Medellín reconoció en ellas una célula inicial de estructuración eclesial y foco de fe y evangelización...” (D.A. 178).

“... Para la Nueva Evangelización y para llegar a que los bautizados vivan como auténticos discípulos y misioneros de Cristo, tenemos un medio privilegiado en las pequeñas comunidades eclesiales” (D.A. 307).

4. Con la Eucaristía como centroCada Eucaristía debe ser la celebración de nuestra comunión.La Eucaristía nos hace uno: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es

acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?. Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan” (1 Cor. 10,16-17).

Nos dice Juan Pablo II en Mane Nobiscum Domine: “...En efecto, es precisamente el único Pan eucarístico el que nos hace un solo cuerpo...” (M.N.D. 20).

“...La comida eucarística lleva a plenitud la comunión fraterna, y renueva, fortalece y profundiza la incorporación a la Iglesia iniciada ya en el Bautismo.”

La Eucaristía debe ser la celebración de vivir la comunión del Reino.

La Eucaristía es el encuentro gozoso, en torno a la mesa de la Palabra y a la mesa de la Eucaristía, con el Señor resucitado y con los hermanos de la comunidad.

La Eucaristía de los domingos es la celebración gozosa de lo vivido en la semana, de sus cruces y alegrías:

“Sos la Fiesta de cada semanaque resume y celebra el amor” (Himno del Xº Congreso Eucarístico Nacional)La Eucaristía es compartir mi vida con los hermanos:“Qué lindo es traer la vidaa nuestra celebración,contarla a nuestros hermanosy que se vuelva oración” (Qué lindo llegar cantando).

La Eucaristía del domingo es la fuente de donde nos nutrimos y el la cima donde llevamos al Señor y celebramos con los hermanos, toda la semana vivida.

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Nos dice el Concilio Vaticano II que: “El sacrificio eucarístico, fuente y cima de toda la vida cristiana” (L.G. 11).

Es la celebración eucarística la fuente y la cima de la vida cristiana, porque allí se renueva el sacrificio salvador de Jesús. La adoración eucarística es muy importante y muy recomendada pero nunca tiene el mismo valor que la celebración eucarística.

Eucaristía es algo dinámico, Eucaristía es comunión, es salvación, es amor hecho entrega, es solidaridad, es servicio, es ofrenda, es compartir.

Es salvación: porque renovamos el sacrificio redentor de Jesús sobre el altar. Es amor hecho entrega: la entrega hasta dar la vida de Jesús. Es solidaridad: los que comemos de un mismo pan debemos compartir nuestro

pan. Es servicio: porque palangana y mesa están unidas. Es ofrenda: porque en el pan y el vino nos ofrecemos nosotros. Si compartimos el mismo Pan, debemos compartir con los demás.

En las ofrendas no damos algo en la colecta, sino que debemos entregarnos a nosotros mismos.

A la Misa llevamos nuestra vida y la Misa continúa en la vida. Por dos veces el Documento de Aparecida habla de “la Misa prolongada”: “…nuestra existencia cotidiana se convierte en una Misa prolongada” (D.A. 354). Y citando al P. Alberto Hurtado: “¡Mi Misa es mi vida y mi vida es una Misa prolongada!” (D.A. 191).

La Eucaristía es signo de la experiencia profunda de unión con Jesús, de fraternidad con los demás y compromiso con una sociedad más justa e igualitaria.

“… la Eucaristía dominical, que es momento privilegiado del encuentro de las comunidades con el Señor resucitado” (D.A. 305).

“Sin una participación activa en la celebración eucarística dominical y en las fiestas precepto, no habrá un discípulo misionero maduro” (D.A. 252).

“Todas las comunidades y grupos eclesiales darán fruto en la medida en que la Eucaristía sea el centro de su vida y la Palabra de Dios sea faro de su camino y su actuación en la única Iglesia de Cristo” (D.A. 180).

Oración guiadaPadre Dios,

Vos no querés santificarnos y salvarnosindividualmente y aislados,sino como pueblo y comunidad.

Ayúdame a no querer vivir mi fe aislado de mis hermanos.Ayúdame a integrarme a mi comunidad parroquial

y a sentirme parte de ella, aunque tenga sus defectos.Quiero vivir mi fe en una pequeña comunidad,

donde, con mis hermanos y hermanas, comparta la fe y la vida.Quiero celebrar junto con ellos y ellas

la Eucaristía de cada domingo.Quiero hacer de mi vida una Misa prolongada,

llevando a mi vida la Misay la Misa a mi vida.

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Amén.

Dejar un momento de silencio, acompañado de cantos.

Preguntas para el diálogo: ¿Qué resonancias hay en mi corazón después de escuchar este tema?

¿Cómo ha sido hasta ahora mi integración en la Iglesia y mi participación en mi comunidad parroquial?

¿Estoy dispuesto/a a integrarme (o formar) una pequeña comunidad cristiana? ¿Qué implicaría esto para mi vida?

Tercera Celebración: La Eucaristía

Objetivos:Celebrar la salvación y la vida, descubriendo en la Misa el centro, la fuente y la

cumbre de la vida cristiana.

Necesitamos: Todo lo necesario para la celebración de la Eucaristía. Ofrendas y signos que los participantes quieran ofrecer o presentar.

A) Para tener en cuentaLa proclamación del kerygma culmina con la Misa. Esta celebración es una oportunidad para que los participantes descubran que la

Misa es una “celebración”, ayudándolos a vivirla en profundad.

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Esta celebración debe ser muy bien preparada, en todos sus detalles: moniciones, cantos, ofrendas. Como también la disposición de los participantes, manteles limpios, arreglos florales, luces, etc.

Procurar que todos estén cerca del altar, como hijos alrededor de la mesa.Si la Misa es en un día de feria puede celebrarse la Misa para las Asambleas

espirituales, o bien para la Evangelización de los pueblos, o de Acción de Gracias...Se debe procurar vivir la Eucaristía como fuente y cima de la vida cristiana (cf.

L.G. 11).La fuente de donde nos nutrimos para vivir como discípulos misioneros de

Jesús.La cima donde llevamos toda nuestra vida, donde nos ofrecemos como hostias

vivas (cf. Rom. 12,1).Vivir la Eucaristía como encuentro de la comunidad, encontrándonos como

hermanos, alrededor de la mesa de la Palabra y de la mesa de la Eucaristía. Para escuchar al Señor, comer su Pan, alabarlo y compartir la fe y la vida.

Vivir la Misa como un acto de culto a Dios (cf. S.C. 7), renovando ese sacrifico redentor de Jesucristo, que se ofrece al Padre para que el mundo tenga Vida.

Que las moniciones sean para que se viva la Eucaristía de una manera “plena, conciente y activa” (S.C. 14).

Esta moniciones puedan ser hechas por el sacerdote, aunque sería mejor que las haga un evangelizador, que esté bien preparado para hacerlas sin necesidad de leer.

B) Sugerencias para el Desarrollo de la Celebración

Canto...

Introducción:Cada Misa es Eucaristía, es decir, Acción de Gracias. Acción de Gracias por la salvación obrada por Jesucristo que se renueva sobre la mesa del altar. Acción de Gracias por ser hijos de Dios. Acción de Gracias porque somos hermanos y formamos una comunidad. Acción de Gracias por todo lo que el Señor nos regala...

Acto penitencial:Si no son muchas las personas que participan es conveniente que se haga espontáneamente.Si no se puede hacer de esta manera, sugerimos que el Acto Penitencial se realice con la “Aspersión con agua bendita”, señalando el sentido penitencial y de purificación que tiene.

Oración Colecta:Se llama Oración Colecta porque “colecta” o “colecciona” las intenciones de la Iglesia orante, y el Ministro que preside la celebración, la eleva al Padre.Esta oración hace alusión al tiempo litúrgico que se está viviendo.Hacemos un breve silencio para que cada uno pueda poner sus propias intenciones, que el sacerdote elevará al Padre.

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Liturgia de la Palabra:Es conveniente hacer una pequeña monición antes de cada lectura, incluso del Salmo responsorial.

Si esta Celebración se lleva a cabo en Feria sugerimos estas lecturas:

Primera lectura: Hch. 2,42-47Lector:Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. Un santo temor se apoderó de todos ellos, porque los Apóstoles realizaban muchos prodigios y signos. Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 133 (132). R. “Que bueno y agradable es ver a los hermanos unidos”

¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! Es como el óleo perfumado sobre la cabeza, que desciende por la barba -la barba de Aarón- hasta el borde de sus vestiduras. R.

Es como el rocío del Hermón que cae sobre las montañas de Sión. Allí el Señor da su bendición, la vida para siempre. R.

Segunda lectura: 1 Cor. 11,23-26Lector:Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.

Hermanos: Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía”. Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.

Palabra de Dios.

Evangelio: Jn. 13,1-17Sacerdote:+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

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Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo; sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. “No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!”. Jesús le respondió: “Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”. “Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos”. Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: “No todos ustedes están limpios”. Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes. Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican.

Palabra del Señor.

Homilía: Centrada en la celebración eucarística como centro, fuente y cumbre de la vida cristiana.

Oración de los fieles:Espontánea

Presentación de las Ofrendas:Explicar su sentido a la luz de Rom. 12,1, presentando todo lo que vivimos (y si es la Misa dominical: la semana transcurrida). Llevando al altar los gozos y las alegrías, las cruces y las tristezas.Se pueden llevar signos que representen nuestra vida; o se puede decir en voz alta lo que le queremos ofrecer al Señor; o se puede escribir y llevar al altar.

Plegaria Eucarística:Prefacio:

Aquí se abre un diálogo entusiasta entre el sacerdote y la Asamblea, que imprime un tono de alegría y agradecimiento.

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Sugerimos que después de:S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.R. Es justo y necesario.hagamos nuestra acción de gracias al Señor por lo que nos regala (y si es la Misa dominical: por todo lo que nos dio en la semana transcurrida). El sacerdote recoge toda esa acción de gracias y se las presenta a Dios diciendo: “Realmente es justo y necesario...

Epíclesis:Cuando el sacerdote extiende sus manos sobre el pan y el vino, invoca que se derrame el Espíritu Santo, para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Y a continuación, realiza los gestos y palabras de Jesús en la Última Cena.En cada Misa no sólo el pan y el vino pasan a ser el Cuerpo y la Sangre de Jesús, para ser nuestro alimento como verdadera comida y verdadera bebida (cf. Jn. 6,55), sino que también renueva, de manera incruenta, el Sacrificio salvador de Jesús. Por tanto, en cada Misa se renueva y actualiza nuestra salvación.

Oraciones:Oramos por la Iglesia, por los difuntos y por nosotros.

Doxología final:Afirmamos la mediación de Cristo. Todo nos viene por Él, y por Él y con Él y en Él, rendimos al Padre y al Espíritu Santo todo honor y toda gloria hasta la consumación de los siglos.Y todos respondemos: “Amén”. San Agustín expresa que decir “Amén” es suscribir, rubricar.

Padrenuestro:Es la oración, que como hermanos, rezamos los hijos.

Saludo de paz:El sacrificio de la Cruz nos trajo la reconciliación y la paz; por eso, antes de ir a comulgar, nos damos el saludo de paz, para reforzar nuestra fraternidad.

Comunión:Se sugiere bajo las dos especies.

Saludo final:Termina la Misa, comienza la misión. Hagamos también nosotros lo que dice el santo chileno, el P. Alberto Hurtado: “¡Mi Misa es mi vida y mi vida es una Misa prolongada!” (D.A. 191).Nos despedimos cantando...

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Bibliografía: P. Alfonso Navarro MSpS – Evangelización “” – SINE – Comunicaciones

Nueva Vida A.C. – México D.F. Seminario Catequístico “San Pío X” (Diócesis de Morón) – “Anunciar a Jesucristo”

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Horario

Primer día

07,30 hs.: Llegada y ambientación (30 minutos)08,00 hs.: Introducción (20 minutos)08,20 hs.: Tema 1 (25 minutos)08,55 hs.: Diálogo (15 minutos)09,10 hs.: Recreo (10 minutos)09,20 hs. Tema 2 (25 minutos)09,45 hs.: Diálogo (15 minutos)10,00 hs.: Recreo (10 minutos)10,10 hs.: Tema 3 (40 minutos)10,50 hs.: Diálogo (15 minutos)11,05 hs.: Recreo (10 minutos)11,15 hs.: Tema 4 (40 minutos)

(si se hace oración pasando el crucifijo: 20 minutos)12,30 hs.: Almuerzo

Descanso14,30 hs.: Tema 5 (50 minutos)15,20 hs.: Diálogo (15 minutos)15,35 hs.: Recreo (10 minutos)

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15,45 hs: Tema 6 (60 minutos)16,45 hs.: Oración personal (20 minutos)17,05 hs.: Primera Celebración (60 minutos)

Segundo día:

08,30 hs.: Llegada y ambientación (30 minutos)09,00 hs.: Tema 7 (60 minutos)10,00 hs.: Diálogo (15 minutos)10,15 hs.: Recreo (15 minutos)10,30 hs.: Tema 8 (50 minutos)11,20 hs.: Oración personal (20 minutos)11,40 hs.: Segunda Celebración (40 minutos)12,30 hs.: Almuerzo

Descanso14,30 hs.: Tema 9 (40 minutos)15,10 hs.: Diálogo (15 minutos)15,25 hs.: Preparación para la Celebración Eucarística (20 minutos)15,45 hs.: Tercera Celebración (75 minutos)

Tema 1: EL plan original de diosTextos bíblicos para la reflexión:

Gn. 1,12-31

El hombre vivía en armonía consigo mismo: Gn. 2,8. El hombre vivía en armonía con Dios: Gn. 3,8. Los seres humanos vivían en armonía entre ellos: Gn. 2,21-23. El ser humano vivía en armonía con la creación: Gn. 1,28.

OraciónSeñor, muchas veces caí en angustias, agobios y miedos

que Vos los conocés mejor que yo mismo.Culpa de ellos, en muchos momentos perdí la esperanza.Caí en el “sin sentido de la vida”Gracias por mostrarme que Vos tenés para mí

un proyecto de Vida y felicidad.Ayúdame a descubrirlo.Amén.

Preguntas para el diálogo: ¿Qué angustias, agobios y miedos tenemos?

¿Hemos experimentado en algún momento “el sin sentido de la vida”?

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¿Cómo había pensado Dios al mundo?

Tema 2: EL AMOR DEL PADRETextos bíblicos para la reflexión:Mc. 10,21 - Is. 43,1.4 - Jer. 31,3 - 1 Cor. 1,26-31 - Is. 49,15 - Is. 49,15 - Jn. 3,16-17 – 1 Jn.4,10 - Rom. 5,8

Oración Dejá resonar en tu corazón:

“Dios me ama personalmente y quiere lo mejor para mí”

“Dios me ama… a mí… personalmente…de manera incondicional… inmerecidamente…”

Si dejo que esta verdad penetre en mi corazón, bastaría eso solo para transformarme.

Dejo que Dios me siga diciendo:“Mi amor no se apartará de ti”

“Porque tú eres de gran precio a mis ojos, porque eres valioso, y Yo te amo…”

“Sos valioso para mí, te pido que lo seas para vos”

Preguntas para el diálogo: ¿En qué cosas concretas sentiste en tu vida el amor de Dios?

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¿Tenías una imagen de un Dios castigador? ¿Cómo te llegó esa imagen?

Tema 3: EL pecado: culpable de nuestros malesTextos bíblicos para la reflexión:

Gn. 2,15-17

Ruptura consigo mismo: “Tuve miedo porque estaba desnudo” (Gn. 3,10). Ruptura con Dios: “Tuve miedo… me escondí” (Gn. 3,10). Ruptura con el prójimo: “La mujer que pusiste a mi lado me sedujo” (Gn. 3,12). Ruptura con la creación: “Maldito sea el suelo por tu culpa” (Gn. 3,17)

OraciónSeñor, ahora reconozco que es el pecado original

el que rompió todo el proyecto que Vos tenías para la humanidad.El pecado es el culpable de todos los males.Pero también sé que yo soy pecador, pecadora,

porque he construido mi vida poniendo el “yo” como centro,desplazándote a Ti.

Soy ese hijo menor que quise ser artífice absoluto de mi propio destino.Soy pecador porque no creo totalmente que viviendo tu Palabra seré feliz

y busco mis propios caminos para la felicidad.

Preguntas para el diálogo: ¿Dónde está la culpa de los males que hay en el mundo?

Definamos con nuestras palabras lo que es el pecado.

¿Asumo que soy pecador/a o le echo la culpa a otros?

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Tema 4: Jesucristo: nuestro único Salvador

Textos bíblicos para la reflexión:Hch. 4,12 - Mt. 1,21 - Jn. 3,16-17 - Rom. 5,8-10 - Rom. 5,19 - Col. 2,14 - Rom. 4.25 – Ap 1,5 – Gál. 2,20 - Jn. 1,29 - Is. 53,5 - 1 Cor. 6,11 - Hch. 10,43 - Rom. 10,9 – Ap. 3,20

OraciónJesús, aquí estoy en tu presencia,

te invito a que entres en mi corazón salvando, perdonando, liberando, sanado.

Te abro la puerta de mi corazón.Te pido que entres....

Preguntas para el diálogo: ¿Hemos buscado la salvación en soluciones falsas o incompletas?

¿En quién está la salvación?

¿Qué diferencia hay entre reconocerlo a Jesús como Salvador y experimentarlo como “mi Salvador”?

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Tema 5: Jesucristo instaura el reino de diosTextos bíblicos para la reflexión:Lv. 25, 8-17 – Sal. 72,1-4.12-14 – Sal. 82,1-2 - Is. 10,1-3 – Is. 58,6-10 - Jr, 5,26-31 – Jer. 22,2-3 – Is. 11,1.3b-5 - Sal. 97,1-2.6.8-11 - Sal. 146, 5-10 - Sal. 10, 16-18 - Sal. 12, 6-9 – Is. 29,18-19 – Is. 61, 1-2 - Is. 35, 3-6a - Is. 32,1 - Lc. 4,18-21 - Mt. 11,4-5 - Lc. 4,43 – Lc. 11,20Se restaura la relación con Dios: Mc. 14,36 - Gál 4,6 - Lc. 15,3-32 - Mt. 6,25-34 – Mt. 5,45Se restaura la relación con el prójimo: Mt. 23,8 - Lc. 10,30-37 - Mt. 5,43-48 – Rom. 13,8 - 1 Jn. 4,20 - Jn. 13,1-17 - Mc. 10,42-45Se restaura la relación con la creación: 1 Tim. 6,10 - Mt. 6,24Se restaura la relación consigo mismo: Jn. 8,32 - Gál. 5,1 - Col. 3,10; Ef. 4,24 - Col. 3,12

Oración Creo que es posible el Reino de Dios porque creo que Vos, Jesús, resucitaste; por lo

tanto creo que el bien vence al mal, el amor al odio, la vida a la muerte.

Jesús, instaurando el Reino de Dios, restauraste el Proyecto de Dios para toda la humanidad.

Instaurando el Reino, viniste a restaurar la relación con Dios: Dios es Abba y yo hijo, hija.

Instaurando el Reino, viniste a restaurar la relación con el prójimo: somos hermanos y debemos amarnos y servirnos.

Instaurando el Reino de Dios, viniste a restaurar la relación con la naturaleza, con la creación: somos administradores, el dueño absoluto es Dios.

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Instaurando el Reino de Dios, viniste a restaurar la relación conmigo mismo: me hiciste realmente libre y me revestiste del hombre nuevo, a imagen de Vos mismo.

La vida tiene sentido: estoy llamado a participar de este hermoso Proyecto de felicidad llamado Reino de Dios

Preguntas para el diálogo: ¿Qué entendemos por Reino de Dios? Definilo con tus palabras.

¿Cuál es la ley suprema de Reino de Dios?

Habiendo visto que Jesús vino a instaurar el Reino de Dios contestemos: ¿En el Reino de Dios cuál es la relación de las personas con Dios? ¿Cuál con su prójimo?

Tema 6: La conversión para el perdón de los pecados

Textos bíblicos para la reflexión:Mc. 1,15 – Lc. 19, 1-10 - Ap. 2,29 - Lam. 5,21

OraciónSeñor, Vos me conocés mejor que yo mismo,

sabés todo lo que hay en mi corazón.Hoy te digo que quiero convertirme, pero solo, sola no puedo,

necesito de Ti, necesito de tu Gracia.Ayudame a convertirme de no haber creído que

cumpliendo tu Palabra y viviendo tu Proyecto sería felizy quise hacerme mi propio proyecto de felicidad.

Ayúdame a convertirme de haberte desplazado del centroy haber puesto a una criatura en lugar tuyo.

Ayudame a convertirme de todos mis pecados.Señor, quiero seguirte.Amén.

Preguntas para el diálogo: ¿Qué es la conversión?

¿Sentiste, al recibir este mensaje, que Dios te está pidiendo que te conviertas de ciertas cosas concretas? ¿Querés compartir cuáles son?

Ante todo, la conversión ¿de quién es obra?

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Tema 7: el señorío de Jesús

Textos bíblicos para la reflexión:Jn. 20,28 - Hch. 2,36 - Flp. 2,9-11 - Rom. 10,9 - 1 Cor. 12,3b - Ap. 21,6 - Rom. 14,7-8

OraciónSeñor, te pido,

que tu Espíritu Santo descienda sobre mí,se renueve en mí,para que pueda reconocerte como “mi Señor”,como “Señor del universo y Señor de la historia”.

Te entrego cada una de las áreas de mi vida,te entrego cada una de sus llaves.

Son tuyas, Señor, no me quiero guardar nada para mí.Me comprometo a salir de mi indiferencia

y comprometerme en la construcción del Reino de Diospara que Vos seas Señor de la sociedady Señor de la historia.

Amén.

Preguntas para el diálogo: ¿Sabías el sentido de la expresión “Señor”?

Expresá con tus palabras lo que entendés por “Señorío de Jesús”.

¿Te animás a compartir con sinceridad si Jesús es el Señor de cada una de las áreas de tu vida? ¿Hay alguna que queda fuera?

¿Querés hacerlo a Jesús “Señor” de todas las áreas de tu vida? ¿Qué llaves son las que más te cuesta darle?

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Tema 8: el don del espírituTextos bíblicos para la reflexión:Lc. 24,49 - Hch. 1,4-5.8 - Hch. 2,1-4 - Jn. 14,16 - Rom. 5,5 - Jn. 14,17 - Jn. 1,33 - La comunidad cristianaComunidad unida: Hch. 2,44-47 – Hch. 4,32-34Comunidad orante: Hch. 2,42.46-47 – Hch. 5,12Comunidad testigo: Hch. 4,33 – Hch. 5,42 Impulso misionero: Hch. 4,31 Carismas para la edificación de la comunidad: Ef. 4,7.11-13 - 1 Cor. 12,8-11 - Rom. 12,6-8. Conducidos por el Espíritu: Gál. 5,25 - Gál. 5,16 - Gál. 2,20 -

En los Hechos de los Apóstoles leemos constantemente frases como estas: “El Espíritu Santo dijo…” (Hch. 8,29; 10,19; 21,11). “El Espíritu Santo y nosotros…” (Hch. 15,28). “El Espíritu Santo me ordenó…” (Hch. 11,12). “Movido”… “Iluminados por el Espíritu Santo” (Hch. 11,28; 21,4).Jl. 3,1 - Jn. 7,37-39 - Ap. 21,6 - Jn. 4,14 - Jn. 4,10 - Lc. 11,13

OraciónSeñor, te digo ahora, lleno de fe: “Creo en el Espíritu Santo”.Creo que el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.Creo que es una Persona porque es fuerza, porque es abogado.Creo que el Padre y el Hijo glorificado lo enviaron en Pentecostés,

para que diera nacimiento a la Iglesia.Creo que hizo de la primera comunidad cristiana una comunidad unida

y misionera.Creo que el Espíritu Santo hoy sigue actuando en la Iglesia y en el mundo.Creo que lo querés derramar sobre mí.Tengo sed del Espíritu Santo, lo necesito para ser tu discípulo misionero,

tu discípula misionera.Sin Él mi vida andará extraviada, buscando la felicidad en cisternas agrietadas

que no retienen el agua.Te pido que derrames tu Espíritu Santo sobre mí.

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Amén.

Preguntas para el diálogo: ¿Cuándo se cumplió la promesa del envío del Espíritu Santo?

¿Quién es el Espíritu Santo?

¿Qué hizo en la primera comunidad cristiana?

¿El Espíritu Santo actuó solamente en la primera Iglesia?

¿Qué necesita el Espíritu Santo para que descienda sobre mí?

Tema 9: la vida en la comunidad eclesialTextos bíblicos para la reflexión:Mc. 1,16-20 - Mc. 3,14 - Mt. 28,18-20 - Lc. 24,31-35 - . Jn. 20,24-29 - Hch. 2,1 – Hch. 2,42-47 - 1 Cor. 10,16-17

OraciónPadre Dios,

Vos no querés santificarnos y salvarnosindividualmente y aislados,sino como pueblo y comunidad.

Ayúdame a no querer vivir mi fe aislado de mis hermanos.Ayúdame a integrarme a mi comunidad parroquial

y a sentirme parte de ella, aunque tenga sus defectos.Quiero vivir mi fe en una pequeña comunidad,

donde, con mis hermanos y hermanas, comparta la fe y la vida.Quiero celebrar junto con ellos y ellas

la Eucaristía de cada domingo.Quiero hacer de mi vida una Misa prolongada,

llevando a mi vida la Misay la Misa a mi vida.

Amén.

Preguntas para el diálogo: ¿Qué resonancias hay en mi corazón después de escuchar este tema?

¿Cómo ha sido hasta ahora mi integración en la Iglesia y mi participación en mi comunidad parroquial?

¿Estoy dispuesto/a a integrarme (o formar) una pequeña comunidad cristiana? ¿Qué implicaría esto para mi vida?

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Tema 1: EL plan original de diosPreguntas para el diálogo: ¿Qué angustias, agobios y miedos tenemos?

¿Hemos experimentado en algún momento “el sin sentido de la vida”?

¿Cómo había pensado Dios al mundo?

Tema 2: EL AMOR DEL PADREPreguntas para el diálogo: ¿En qué cosas concretas sentiste en tu vida el amor de Dios?

¿Tenías una imagen de un Dios castigador? ¿Cómo te llegó esa imagen?

Tema 3: EL pecado: culpable de nuestros malesPreguntas para el diálogo: ¿Dónde está la culpa de los males que hay en el mundo?

Definamos con nuestras palabras lo que es el pecado.

¿Asumo que soy pecador/a o le echo la culpa a otros?

Tema 5: Jesucristo instaura el reino de dios

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Preguntas para el diálogo: ¿Qué entendemos por Reino de Dios? Definilo con tus palabras.

¿Cuál es la ley suprema de Reino de Dios?

Habiendo visto que Jesús vino a instaurar el Reino de Dios contestemos: ¿En el Reino de Dios cuál es la relación de las personas con Dios? ¿Cuál con su prójimo?

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