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    El kahal

    Oro

    Hugo WAST

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    Un poco ms y la Serpiente,smbolo de nuestro pueblo,

    cerrar su circulo y envolver atodas las naciones. Protocolos

    de Sin, Ses. 3o30.

    PROLOGO

    BUENOS AIRES, FUTURA BABILONIA

    1. Hace 30 aos no haba anti semi ti smo en l a Argenti na.

    -Pr imeros antisemi tas, los Faraones de Egipto. -El anti semitismo no es producto

    del cri stianismo

    Hace muchos aos, en mi mocedad, escrib una novelita con el ttulo de "El Judo"para no recuerdo qu revista espaola.

    Excusronse de publicada, porque en el relato apareca injusto el comn recelo delas gentes contra la raza juda.

    Es posible que esta explicacin no fuese ms que un pretexto para devolverme lahistorieta, que, ahora lo veo, era muy malucha. Pero es seguro tambin que tal excusano se le hubiera ocurrido en aquel tiempo a ninguna revista argentina. Entonces nosabamos aqu de los judos ms que lo que nos contabn los libros de Europa.

    El episodio slo sirvi para enardecer en mi joven corazn. Una romntica simpatahacia el pueblo ms perseguido de la historia.

    No se me ocurri pensar que aquella prevencin, a mi juicio seal de intolerancia yde atraso. Poda tener motivos ignorados en la tierra argentina.

    El judo era para nosotros uno de los tantos extranjeros, que la excelencia del clima,

    la fecundidad del suelo, la dulzura de las costumbres y la generosidad de las leyes,atraen a nuestras playas indefensas.

    Ni ms ni menos que el francs, el alemn, el italiano o el espaol.

    Nos vanagloribamos de nuestros doscientos o trescientos mil inmigrantes anuales.Tenamos confianza ilimitada en la poderosa pepsina de esta tierra capaz de asimilar

    los alimentos ms heterogneos, y con pueril satisfaccin comprobbamos que nuestraliteratura era francesa; nuestra filosofa, alemana; nuestra finanza, inglesa; nuestrascostumbres, espaolas; nuestra msica, italiana; nuestra cocina, de "todos los pases dela tierra", como dice la Constitucin.

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    En suma, no se adverta aqu malquerencia al extranjero; ms bien lo contrario, unadebilidad por las ideas y los gustos de afuera. Y el judo era un extranjero como losdems.

    Han pasado treinta aos. Seguimos creyendo que aqu no existe un problema ingls,ni francs, ni alemn, ni espaol, ni italiano. Pero ya no pensamos igual respecto de los

    judos.

    A nadie se le ocurre fundar peridicos para atacar, ni defender, por ejemplo, a losvascos o a los irlandeses.

    Pero todos los das vemos diarios y revistas cuyo principal propsito, disimulado o no,es atacar o defender al judo.

    Qu significa eso? Significa que este pas,'a pesar de que no tiene prejuicios de raza,ni prevenciones xenfobas, no ha podido comprar la paz interior, ni con su hospitalidadsin tasa, ni con la generosidad hasta el despilfarro de su riqueza, y de sus puestos pblicos

    an de su ciudadana, y ha visto nacer el conflicto de que no se ha librado ningn pueblo,en ningn siglo: la cuestin juda.Efectivamente, releyendo las historias, penetrando hasta en los tiempos ms remotos,

    observamos este hecho singular: en todas partes el judo aparece en lucha con la nacinen cuyo seno alta.

    Mil novecientos aos antes de la era cristiana los israelitas se establecen en, Egipto,conducidos por Jacob.

    Siglos despus, el Faran se alarma y dice: "He aqu que los hijos de Israel forman unpueblo ms numeroso y fuerte que nosotros. Vamos! Tomemos precauciones contra l,porque si sobreviene una guerra, se podran unir con nuestros enemigos y combatirnos."(Exodo, 1,9-10).

    Ni la hospitalidad de cuatrocientos aos, ni la multitud de generaciones nacidas en elpropio Egipto, haban convertido a los israelitas en ciudadanos de la nacin. Seguansiendo extranjeros, y el Faran tema, que en caso de guerra se aliasen con los enemigosdel suelo donde haban nacido.

    Esto desencaden la primera persecucin antisemita d que habla la historia. Seimpuso a los hebreos las ms rudas tareas y toda clase de servidumbres, y como no

    bastara a disminuidos, el Faran llam a las parteras y les orden que mataran a los niosrecin nacidos, y discurri otras iniquidades, que provocaron la clera de Dios.

    Sobrevinieron las diez plagas de Egipto, y los hebreos emigraron en masa, conducidospor Moiss, hacia la tierra prometida.

    En el quinto siglo antes de nuestra era, los vemos en Persia, bajo el reinado de Jerjes I,que es el Asuero de la Biblia, conforme al libro de Esther.

    El decreto en que el rey manda a los strapas y gobernadores de sus ciento veintisieteprovincias, pasar a degello a todos los hebreos, hombres y mujeres, viejos y nios,desde la India hasta la Etiopa, se fund en una accin que honra a Mardoqueo, el judoque no quiso doblar su rodilla delante de Amn, primer ministro.

    Pero la terrible carta de Asuero merece transcribirse:

    "Hay un pueblo malintencionado, mezclado a todas las tribus que existen sobre latierra, en oposicin con todos los pueblos en virtud de sus leyes, que desprecia

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    continuamente el mandato de los reyes, e impide la perfecta armona del imperio quedirigimos. Habiendo, pues, sabido que este nico pueblo, en contradiccin completa contodo el gnero humano, del cual lo aparta el carcter extrao de sus leyes, mal dispuestohacia nuestros intereses, comete los peores excesos e impide la prosperidad del reino,hemos ordenado... que sean todos, con mujeres e hijos, radicalmente exterminados por laespada de sus enemigos, sin ninguna misericordia, el decimocuarto da del mes de Ader,del presente ao." (Esther, 13,4-7.)

    Es sabido cmo la reina Esther, que era juda, consigui de su esposo el rey Asuero, laanulacin del espantoso mandato.

    Mil aos antes de Cristo, bajo el reinado de Salomn, hallamos israelitas hasta enEspaa (Tarsis), encargados de proveerle de oro y de plata. (I Reyes, 10-22.) (1)

    Y Estrabn, en el primer siglo de nuestra era, afirma: "que sera difcil sealar un solositio en la tierra, donde los judos no se hayan establecido poderosamente."

    En todas partes proceden igual, forman un estado dentro del Estado, se infiltran en las

    leyes y en las costumbres y acaban por provocar el odio y la persecucin."Los romanos-exclama Sneca-han adoptado el sbado'" Y en otro lugar: "Esta nacin

    abominable (Israel), ha llegado a difundir sus costumbres en el mundo entero; losvencidos han dictado la ley a los vencedores".

    El antisemitismo, o el odio al judo, no es, pues, un producto del cristianismo. Haexistido mucho antes de Cristo V tambin en pueblos como los rabes, enemigos amuerte de la Cruz.

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    (1) Actualmente Espaa despus de treinta siglos de colonizacin judaica, no tiene sino tres mil israelitas en suterritorio; y el gobierno de la Generalidad de Catalua acaba de negar permiso para instalarse all a un grupo de judosexpulsados del Saar alemn y no admitidos en Francia.

    La Argentina, con slo medio siglo de colonizacin judaica, ya contiene seiscientos mil judos, de los cuales haytrescientos mil en Buenos Ares.

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    2. Israel ha sobrevivido a la persecucin-Doble enigma: su vitali dad y el odio

    un iversal que lo persigne.-E l judo es patr iota y nmade-Aora la patr ia, pero no

    quiere volver a el la.-" Esdras se llev el af recho" , dice el Tal mud.so de la

    restauracin de Palestina.-La patr ia real del judo es el mundo.-Est cmodo entodas partes, pero no es asimilado en ninguna.

    Tan encarnizada persecucin habra exterminado a cualquiera otra nacin. El pueblode Israel, sin territorio y sin gobierno aparente ha sobrevivido a muchos de sus

    perseguidores, y ofrece al historiador un doble problema: IoRazn de su vitalidad.2Causas del odio universal que lo persigue.

    Conviene dejar la explicacin a libros de autores judos.

    Ciertas cualidades de ese pueblo aunque fuesen una gloria para l, suenan comoinjurias si son dichas por cristianos; y es mejor que sean autores de su raza, quienesrepitan en nuestra poca, con otras palabras, lo que dijeron un Faran y el rey Asuero,muchos siglos antes de Cristo.

    Llamo la atencin de quienes me leen hacia el hecho muy simple, pero muysignificativo de que no cito aqu sino escritores judos y de los mejores.

    Teodoro Herzl, gran apstol de la restauracin de la patria israelita dice: "La cuestinjuda existe dondequiera que habitan judos en cierta cantidad. No es ni una cuestineco- nmica, ni una cuestin religiosa, aunque a veces tenga el color de una y otra. Esuna cuestin nacional, y para resolverla tenemos que hacer de ella una cuestin

    mundial." (1)El judo segn Kadmi Cohn, en su libro Nmades, pertenece a una raza distinta de

    las otras, fsica y moralmente."La sangre que corre por sus venas ha conservado su fuerza primitiva, y la sucesin

    de los siglos no har ms que reforzar el valor de la raza. La historia de este pueblo, talcomo est consignada en la Biblia, insiste en todo instante en

    (1) Th. Herzl: "LEtat Juif", Pars, Librairie Lipschutz. 1926, p. 17.

    La prohibicin de aliarse con extranjeros... y en nuestros das, como hace treintasiglos, la vivacidad de este particularismo de raza se justifica y se mide con la escasezde los matrimonios entre judos y no judos.

    El pueblo es una entidad autnoma y autgena, que no depende de un territorio, niacepta el estatuto real de los pases donde reside.

    "Y es igualmente ese formidable valor, as conferido a la raza, el que explica estefenmeno nico y exclusivo: de entre todos los pueblos, uno solo, el pueblo judo,sobrevivndose a s mismo, prolonga una existencia paradjica, contina una duracin

    ilgica y, para decido todo, impone la fulgurante claridad de la unidad, el signoresplandeciente de la eternidad y la supremaca de la idea, a pesar de todos los asaltos,

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    de todas las desmembraciones y de todas las persecuciones ordenadas. Un pueblo hasobrevivido a pesar de todo." (1)

    Tal aislamiento es una fuerza, pero al mismo tiempo es un fenmeno, tal vez unamonstruosidad.

    Escuchemos an a Kadmi Cohn.

    Desde la dispersin, la historia juda es una paradoja y un reto al buen sentido."Es una monstruosidad vivir durante dos mil aos en rebelin permanente contra todas

    las poblaciones donde se vive, e insultar a sus costumbres, y a su lengua, y a su religinpor un separatismo intransigente." (2)

    En suma, a ese sentimiento separatista, de que el Talmud (su cdigo civil, penal yreligioso) ha hecho un dogma de fe; a ese horror por la mezcla de sangre debe Israel el nohaberse disuelto en la marea cristiana, que lo ha envuelto y oprimido, como las aguas deldiluvio al Arca de No.

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    (1)

    Kadmi Cohn: "Nmades", p. 26, cit. Poncins: "Las fuerzas secretas de 1-a revolucin". Fax, Madrid. 1932. p.202.

    (2)

    Id.: "ibd.". p. 26. cit. Poncins: "Op. cit.." p. 203.

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    Admiremos este patriotismo forjado como una coraza con metales indestructibles: lanacionalidad y la religin.

    Todos los pueblos desterrados del suelo que los viera nacer: lloran un tiempo la patriaperdida, pero acaban por refundirse. S~ en la nueva patria y olvidar su propia lengua y suhistoria y su religin.

    El judo no. Lo hallamos en todos los siglos y en todos los climas; en Europa, en Asiay en Amrica. Siempre est de paso, como un peregrino, con el bordn en la mano,cumpliendo las palabras del xodo, que prescribe la forma de comer el cordero pascual:"Lo comeris as: la cintura ceida, las sandalias en los pies, el bastn en la mano, y lo

    comeris de prisa."(Exodo, 12-11.)En vano las leyes de los pases que habitan intentan asimilarlos y les atribuyen talo

    cual nacionalidad y hasta los obligan a batirse por una bandera. Su corazn est preso porlas tradiciones de la ciudad santa, inspiradora de salmos exquisitos

    "A la orilla de los ros de Babilonia nos sentbamos a llorar acordndonos de Sin."En las ramas de los sauces habamos colgado nuestras arpas. Y all los que nos tenan

    cautivos, nos pedan que cantsemos; y los que nos haban oprimido, nos pedan alegradicindonos: "Cantadnos un cntico de Sin!"

    "Cmo cantaramos cancin de Jehovah en tierra de extranjeros?

    "Si me olvidara de t, oh Jerusaln!, que mi mano derecha se olvide de moverse; y quemi lengua se pegue a mi paladar."

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    La dulce y melanclica cancin del desterrado, termina en una tremenda imprecacincontra los hijos del extranjero: "Hija de Babilonia, bienaventurado el que te diera el pagode lo que t nos hiciste.

    "Bienaventurado el que tomase tus nios y los estrellare contra las piedras." (Salm.137.)

    Esta fidelidad feroz a su nacionalidad, hace del judo un ser insaciable e inasimilableen pas extrao.

    En cualquier nacin que habite, y aunque detrs de l tenga veinte generacionesnacidas en esa tierra, el judo se siente cautivo, como sus antepasados a la orilla de los rosde Babilonia.

    Pero su adhesin a la tierra santa es de un carcter singular. Las nostalgias que tiene de'su patria son puramente imaginativas.

    Cuando Ciro, rey de Persia, conquist el imperio caldeo: permiti a los israelitas quelloraban el cautiverio de Babilonia, la vuelta a Palestina.

    Ms no fueron muchos los que aprovecharon el permiso, y siguieron a Esdras yNehemas, los jefes de la nacin juda restaurada. La mayora, especialmente los ricos eimportantes, permanecieron en Asira y Babilonia.

    "Esdras se 'llev el atrecho y dej la flor de harina en Babel", dicen la tradicin y elTalmud. (Kduschin, fol. 70.) Despus de la guerra mundial se restaur en Palestina, graoas al apoyo ingls-declaracin Balfour-la patria israelita, que otros conquistadoreshaban destruido de nuevo.

    Se entreg a Sin un territorio de veintitrs mil kilmetros para que lo gobernase bajola proteccin de Inglaterra y se hizo grande y costosa propaganda invitando a los judos

    de todo el mundo a volver a la tierra prometida. El gobierno ingls la pona en sus manos,soldados ingleses los defenderan, si a los quinientos mil rabes, habitantes del suelo, seles ocurra discutir a los recin llegados el derecho de ser sus seores.

    De los quince o veinte millones de israelitas que viven desterrados sobre el globo, nicien mil acudieron al 'llamado de las dulces colinas de Judea.

    Los otros siguen cantando el salmo: "que mi mano derecha se olvide de moverse, si teolvido, oh Jerusaln!; que mi lengua se pegue"... Pero no van, porque el judo slo puede

    prosperar entre los cristianos. (1)No nos asombremos de esta contradiccin. Desde los tiempos de la Biblia, las ms

    rudas contradicciones son frecuentes en el carcter del pueblo escogido, que era, a la vez,segn palabras de Jehovah, el pueblo prfido hasta cuando manifestaba elarrepentimiento: "El prfido Jud no ha vuelto a m de todo corazn: lo ha hecho confalsa." (Jeremas, 3-10.)

    Nadie ha perfeccionado tanto el sistema capitalista, como los banqueros judos,Rothschild, etc.

    Y nadie lo ha condenado con ms acerbidad que los economistas judos, Marx, etc.El judo es conservador y es revolucionario. Conserva con tenacidad sus instituciones,

    pero tiende a destruir las de los otros.Es patriota, como ningn otro pueblo, y al mismo tiempo fcil para abandonar la

    patria. Se le encuentra en todas partes, pero no es asimilado por ninguna.

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    Y la razn es simple: la patria real del judo moderno, no es la vieja Palestina; es todoel mundo, que un da u otro espera ver sometido al cetro de un rey de la sangre de David,que ser el Anticristo.

    Tal esperanza de un pueblo escaso y disperso, pareca ridicula, si no fuera un dogmade su religin, una promesa de

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    (1)

    En el ao 1928 llegaron a Palestina 3.086 inmigrantes, pero emigraron 3.122, de los cuales 2.168 eran judos.Se trata de un ao normal.

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    Dios, por la boca de los profetas que le hablan desde hace miles de aos, en las

    sinagogas.En la fiesta del ao nuevo (Rosch Hassanah), primer da del mes de Tizri (septiembre),

    entre los aullidos del cuerno que toca treinta veces, leen siete la profeca de David:"Batid palmas y aclamad a Dios con jbilo. Porque Jehovah, el altsimo y terrible,

    someter a todas las naciones y las arrojar a vuestros pies." (Salm. 47.)Hay en ese orgullo judaico una mezcla de patriotismo y de religiosidad, que amasada

    por dieciocho siglos de Talmud, han hecho el carcter del judo actual.El ms miserable de ellos, se considera cien codos arriba del ms noble y poderoso de

    los goyim (cristianos), pues forma parte del pueblo escogido.

    "El mundoafirma el Talmud- no ha .sido creado sino a causa de Israel. (BereschithRabba, seco 1.)

    "Si Israel se hubiera negado a aceptar la ley del Sina, el mundo habra vuelto a lanada." (Sabbath, fol. 88.)

    Ya el salmista lo proclamaba: "El (Jehovah), ha revelado su palabra a Jacob, sus leyesa Israel. Y no ha hecho 10 mismo con las otras naciones". (Salm. 147. 19-20')

    Cul fue el motivo de esta predileccin divina?El cumplimiento de las promesas a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob."Vosotros sois un pueblo santo para Jehovah, dice uno de los libros de Moiss, que

    constituyen la sagrada Thora juda. Jehovah os ha elegido para ser su pueblo predilecto,ms que todos los pueblos que estn sobre la faz de la tierra.

    No porque vosotros sobrepasis en nmero a los otros, puesto que sois el ms pequeo detodos los pueblos, sino porque Jehovah os ama y quiere cumplir las promesas hechas avuestros padres." (Deuter., 7. 6. 8.)

    Y de qu manera ha correspondido Israel?

    Muy conocida es aquella amarga expresin del Eterno, repetida no menos de diezveces en los libros santos: "Pueblo de cerviz dursima eres t." (Exodo, 33. 5.)

    Si el orgulloso aislamiento en que le gusta vivir, fundado en la tradicin y en la sangre,

    explica la supervivencia del pueblo judo, es al mismo tiempo la razn del odio universa;que ha provocado.

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    Bernardo Lazare, uno de los escritores judos que mejor han disecado el espritu deIsrael, en su excelente libro L' Antisemitisme, plantea la cuestin:

    "Qu virtudes o qu vicios valieron al judo esta universal enemistad? Por qu fue asu tiempo igualmente odiado y maltratado por los alejandrinos y por los romanos, por106 persas y por los rabes, por los turcos y por las naciones cristianas?

    "Porque en todas partes y hasta en nuestros das, el judo fue un ser insociable."Porque jams entraron en las ciudades como ciudadanos sino como privilegiados.

    Queran ante todo, habiendo abano donado la Palestina, permanecer judos, y su patriaera siempre Jerusaln.

    "Consideraban impuro el suelo extranjero y se creaban en cada ciudad una especie deterritorio sagrado. Se casaban entre ellos; no reciban a nadie... El misterio de que serodeaban excitaba la curiosidad y a la vez la aversin." (1)

    Es posible que si los judos no se hubieran regido por otras leyes que las de la Biblia,habran acabado por confundirse con los pueblos cristianos. Mas se aferraron al Talmud,

    su cdigo religioso y social, selva inextricable de prescripciones rigurosas que conferana los rabinos, sus nicos intrpretes: una autoridad superior a la de Moiss y de los

    profetas.

    --------------------

    (1)

    B. Lazare:"L'Antisemitisme". Jean Crs. Pars, 1934. 1.1. pp. 43 Y 74.

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    "Hijo mo-ordena el Talmud- atiende ms a las palabras de los rabinos, que a laspalabras de la ley." (Tratado Erubin, fol. 21b.)

    "Las palabras de los antiguos (lase rabinos) son ms importantes que las palabras delos Profetas" (Tratado Bera- chot 7. 4.)

    El gran rabino Miguel Weill, en una obra fundamental dice: "Israel debe a la moral delTalmud en buena parte su conservacin, su identidad y el mantenimiento de suindividualidad en el seno de la dispersin y de sus terribles pruebas." (1)

    La misma idea en Bernardo Lazare:"El Talmud form a la nacin juda despus de su dispersin... fue el molde del alma

    juda, el creador de la raza." (2)Pero el Talmud ya no lo leen sino los rabinos; la mayo- ra de los judos ignora lalengua (un antiguo caldeo muy difcil) en que est escrito.

    Es verdad: el judo moderno ha perdido las ideas sobrenaturales; no cree en Dios y siobserva algn rito religioso no es por piedad, sino por nacionalismo.

    El no lee el Talmud, pero su rabino lo lee, yeso basta para que el fuerte espritu de laobra se difunda en ese pueblo que ve en sus sacerdotes a los conductores de la raza.

    "El judo irreligioso y a veces ateo, dice Lazare, subsiste porque tiene la creencia desu raza. Ha conservado su orgullo nacional; se imagina ser una individualidad superior,un ser diferente de los que le rodean, y esta conviccin le impide asimilarse; porque

    siendo exclusivista, rehsa mezclarse por el matrimonio con los otros pueblos." (3)

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    (2)

    Weill : "Le Judaisme, ses dogmes et sa mission".Introd. gnerale. Paris, A la Librairie isralite, 1866, pg. 135.(3)

    Lazare: "L'Antisemitisme". Jean Crs. Pars, 19341.1.

    (4) Lazare: "Op. cit.", t. I, pg. 138.

    I I I - Espritu del Talmud: orgull o y astucia.-E l Talmud ha suplantado a la

    Biblia.-Los rabinos mataron a los profetas. -M aimnides, ejemplo de astucia.-El

    gobierno judo es una sociedadsecreta.-ElKahal.-M isterio ambulante.

    Cul es, pues, el espritu de ese libro, que ha preservado a Israel de fundirse en lamasa de los pueblos cristianos? En dos palabras: el orgullo nacional y la astucia.Dejar otra vez la palabra a grandes escritores judos, que son testigos

    insospechables de parcialidad en contra de Israel.Sin embargo, no se tema que un buen israelita pueda ofenderse porque le digan

    orgulloso y astuto. La simplicidad y la humildad son virtudes del Evangelio, no delTalmud.

    "El punto de vista utilitario de la moral juda, dice un escritor religioso de esanacionalidad, aparece en el trmino mismo con que designan su ideal aquellos que laensean: el trmino hokma, sabidura.

    "Mas no entienden que sabidura sea conocimiento de Dios y mucho menosespeculacin filosfica, sino posesin de los medios prcticos para llegar al fin de lavida que es la felicidad: la sabidura es, pues, la habilidad, la prudencia." (1)

    Quien dice habilidad y prudencia, dice astucia. No hay nao da ms sutil y traviesoque la casustica de un rabino, experto en el Talmud.

    Diremos en pocas palabras lo que es el Talmud. Los judos desde la ms remotaantigedad reconocan una ley oral, con que se interpretaba la ley escrita (de Moiss y sus

    profetas).Esta ley oral se llamaba Mischna (segunda ley) y con el andar de los siglos lleg a ser

    infinitamente copiosa y confiri un poder inmenso a los doctores que la conocan y lainterpretaban.

    Pero la vida entera de un hombre no bastaba para aprender de memoria y trasmitir depalabra a un sucesor aquella colosal legislacin, y se fueron perdiendo millares de reglas.

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    (1)

    Ad. Lods: "Les Prophetes d'Israel". Pars, La Renaissance du Livre, 1935, pg. 374.

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    En el siglo II (era cristiana), el Rabino Jehuda el Santo, condolido de la desaparicinpaulatina de tantas religiones, resolvi recogerlas por escrito, violando con ello ciertaregla que lo prohiba.

    Convoc un snodo de doctores y empez la redaccin de la Mischna, y luegoaparecieron los comentarios de los rabinos, o sea la Guemara.

    Estos comentarios constituyen, el Talmud. Casi simultneamente se redactaron dos:uno en Tiberades, que se llam-Talmud de Jerusaln, y otro en Babilonia, que lleva sunombre. Este es el ms acreditado y el que generalmente se cita.

    No slo contiene todas las grandes cuestiones teolgicas y filosficas que interesan ala humanidad, y se refieren a la naturaleza y a la creacin del hombre, al alma, a la vidafutura, a la resurreccin, metempsicosis, cielo e infierno, ngeles y demonios, deshiladasen hebras finsimas, verdaderos cabellos partidos en cuatro; sino tambin innumerablesleyendas, poticas y pueriles, graves y ridiculas; y nociones acerca de todo, agricultura ymatemticas, higiene y astronoma, metafsica e historia sagrada. . .

    El lector pierde la paciencia y pasa de la admiracin a la sorpresa, a la indignacinmisma, atrado y desorientado alternativamente por aquel frrago de contradicciones y deextravagancias, de grandeza y de puerilidad, de profundidad y de pornografa. . .

    Y si considera que el Talmud ha sido casi dos mil aos el alimento espiritual de todoun pueblo, y ha suplantado a la Biblia, no puede menos de caer en profundo estupor.

    Recordemos la acerba palabra de uno de sus Profetas:"He aqu, que para la mentira ha trabajado la pluma engaadora de los escribas."

    (Jeremas, 8.8.)Los rabinos mataron a los profetas, y su casustica utilitaria y astuta, sirvi

    maravillosamente para que aquel pueblo odiado y perseguido, se doblegara bajo lapersecucin y se adaptara y subsistiera y prosperase."El Talmud y las legislaciones antijudas, dice Bernardo Lazare, corrompieron

    profundamente al judo."Ms adelante completa as su pensamiento:"En esta guerra que, para vivir, tuvo el judo que librar contra el mundo no pudo salir

    vencedor sino por la intriga. Y este miserable, condenado a las humillaciones y a losinsultos, obligado a agachar la cabeza bajo los golpes, bajo los vejmenes, bajo lasinvectivas, no pudo vengarse de sus enemigos, de sus verdugos sino por la astucia.

    "El robo y la mala fe fueron sus amias, las nicas amias de que pudo servirse, y as seingeni para afilarlas, complicarlas, disimular." (1)

    Siento la necesidad de repetir que B. Lazare es un escritor judo que goza de granautoridad.

    Y lo que afirma podra ilustrarse con ejemplos. Bsteme citar uno solo, por laactualidad que tiene.

    Hace poco tiempo los judos han celebrado el octavo centenario del nacimiento deMaimnides (30 de marzo de 1135) con entusiastas ceremonias, conferencias, escritosque nos presentan al sabio cordobs como un Toms de Aquino de la Sinagoga.

    Era ciertamente un hombre extraordinario, pero en la Iglesia catlica no hubiera

    llegado a los altares.

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    Rabino perfectsimo, por su ciencia, por su intolerancia y por su astucia, escribi unlibro que puede considerarse un segundo Talmud, la Mischna-Thora. De una ortodoxiaaudaz y al mismo tiempo rgida, no consideraba verdadero israelita al que discrepaba encualquier punto con su doctrina.

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    (1)

    B. Lazare: "L' Antisemitisme". Jean Crs, Pars, 1934, t. II, pg. 231.

    Pues bien, "es un hecho extrao, pero del que no se puede dudar, que el mayor doctorde la Sinagoga, a quien llamaban la antorcha de Israel, la luz del Oriente y del Occidentey a quien un adagio presentaba como un nuevo Moiss, durante diez y seis o diez y sieteaos ha profesado exteriormente la doctrina musulmana." (1)

    No nos escandalicemos demasiado de esta aparente apostara, que no era ms que unrasgo de astucia talmdica. Maimnides tena en El Cairo el empleo altamente

    provechoso de mdico a sueldo del emperador Saladino.Adems, era autor de una obra en que sostena ser ilcito apostatar aparentemente.Los rabinos del Talmud, han trabajado, pues, el barro milenario de los judos bblicos,

    duros y rezongones, y han hecho al judo de los Protocolos de los Sabios de Sin. (2)Pocos problemas tan difciles de resolver como los que se relacionan con el gobierno

    interior de este pueblo. No hay misterio mejor guardado que el de sustelones.

    El gobierno judo es una verdadera sociedad secreta.Y as como en todas las sociedades secretas existen iniciados que no pasan de las

    ltimas filas, y no penetran jams en las bambalinas, ni llegan a conocer a los directoresde las 'figuras que ven moverse en el proscenio, as en el judaismo hay circuncisos deabsoluta buena fe, que ignoran la constitucin y hasta la existencia misma del Kahal, esdecir, de la autoridad que desde la sombra gobierna a su nacin.

    ----------------------------------------------------------------------

    (1)

    Fr.anck: "Dictionnaire des Sciences Philosophiques", artc. Maimlnides.(2)

    Sin pronunciarme sobre la insoluble cuestin de la autenticidad de los"Protocolos", me limitar a decir que con buenas palabras de judos alegan que son falsos; perocon hechos, todos los das nos prueban que son verdaderos. Los "Protocolos" sern falsos... perose cumplen maravillosamente.

    ----------------------------------------------------

    El poeta Heine, que era judo y saba a qu atenerse, ha dicho:

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    "Las acciones y los gestos de los judos, al igual que sus costumbres, son cosasignoradas del mundo. Se cree conocer- los porque se ha visto su barba; pero no se havisto nada ms que eso, y, como en la Edad Media, los judos continan siendo unmisterio ambulante."

    I V- El beceiro de oro Israel he aqutu Dios! -Irona del texto sagrado? Profeca?

    - El judo no es productor.-Un texto del Talmud sobre la agri cultura.-EI oro nica

    riqueza.

    Israel, lleva en su propio nombre un poco de su destino. Israel significa en hebreo: el

    que lucha contra Dios. (Gen. 33, 28.) Y, en efecto, la historia del pueblo escogido es labatalla de Dios, que quiere conducirlo por los caminos de su providencia y se estrella ensu rebelda y obstinacin.

    "Desde el da que salisteis del pas de Egipto, hasta que en trasteis en este lugar (latierra prometida) habis sido rebeldes a Jehovah." (Deuter., 9. 7.)

    Colmado de promesas y de favores, libertado milagrosamente de la esclavitud de losegipcios, apenas se aleja Moiss, empieza a rezongar, y pide a Aarn, Sumo Sacerdote deJehovah, que le fabrique un dolo para adorarlo.

    Aarn consiente; recoge las joyas de las mujeres, las funde fbrica un becerro de oro y

    lo presenta al pueblo:"Israel, he ah tu Dios!" (Exodo, 32, 4.)Estas palabras fueron de los israelitas, segn el sagrado texto. Seguramente fueron

    tambin las de Aarn.Pero el hermano de Moiss con qu espritu las pronunci? Fu un ironista o un

    profeta?

    Quiso decirles: a qu me peds un dios, si ya lo tenis y lo adoris en secreto,y es el oro? O pretendi anunciarles cul sera su destino y el mvil de su futura

    poltica?

    -No s! Sin embargo, sospecho que cuando en la Sinagoga, el rabino desenvuelve elvenerable rollo de la Thora, donde sobre una piel escrupulosamente preparada estescrito el Pentateuco, al exponer el pasaje del becerro de oro, debe sentir la misma

    perplejidad.Profeca? Irona?Y no sabiendo cmo resolver la cuestin, se encoger de hombros. Qu importa? Al

    fin y al cabo, el amor al oro est prescrito en sus libros santos. El Zohar, comentandolas bendiciones de la Biblia, afirma que: "La bendicin en la tierra consiste en lariqueza." (1-87 b.)

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    Pero tampoco es necesario. Esa moneda es papel, cuya garanta son quinientosmillones en oro.

    Bastara aduearse de ese oro, aunque se lo dejara dormir en las cajas de sus bancos,para dominar los negocios y poseer prcticamente la riqueza entera de la nacin.

    ----------------------------------------------------------

    (1)

    Kadmi Cohn: "Nmades", p. 85.

    5. Una doctri na econmica que es una trampajudaica.-" Se compra oro" .-Esta

    cri sis, vasta maniobra de los financistas judos.-La cri sis prepara la revolucin.-El

    judo es revolucionar io.-La Argentina lo atrae especialmente.-La apatacriol la.-Buenos Ai res, fu tura Babilonia.

    La doctrina del oro, como sper moneda universal, conduce al sper reinado de Israelsobre el mundo.

    Este es el sentido en que debe interpretarse el famoso manifiesto de Adolfo Crmieux,fundador de la Alianza Israelita Universal, que ya en 1860 se dirige a Moiss Montefierey le dice:

    "...8-No est lejano el da en que todas las riquezas de la tierra pertenezcan a loshebreos."

    Ciertamente, no lograrn nunca apoderarse de todos los campos, de todas las fbricas,de todos los ferrocarriles, de todas las empresas cristianas; pero al apoderarse del oro,tendrn en sus manos todos los medios de pago de la humanidad, que se fundan en el oro.

    Podrn provocar crisis y encender guerras y preparar por ellas la revolucin mundial,que allanar el camino del Anticristo, su Mesas.

    En el captulo V de la segunda parte de esta novela, el banquero judo Blumen dice alos financistas consternados por la noticia de que un alquimista ha descubierto la manera:de producir oro artificial, al precio del jabn:

    "Algn da la humanidad se asombrar de que haya habido una poca en que ella

    misma se dej encerrar en esta prisin israelita del prejuicio del oro. Hallar inconcebibleuna crisis, como la actual, en que el mundo, conservando y hasta aumentando sus fuerzas

    productoras, ha vivido pereciendo de miseria, por carecer de medios de pago, a causa deque el oro, del que nuestros sabios han sabido hacer la base de las monedas universales,ha sido retirado de la circulacin, en grandes masas por nosotros mismos..."

    Nunca haba el mundo presenciado la avidez por el oro, que actualmente se observa.En todas las calles de esta ciudad y en todas las ciudades de la Repblica y del mundohan aparecido sugestivos letreros: "Se compra oro" "Compramos oro". "Oro, oro, oro,

    pagamos el mejor precio."

    No es una simple casualidad: es el indicio claro de una poltica no menos clara, aunquese dirige desde la sombra: la poltica del Kahal, que por un lado incita a los judos a

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    acaparar el oro, y por el otro difunde en libros, peridicos y universidades la doctrinaeconmica que ha dado al metal amarillo un privilegio insensato.

    Con el andar del tiempo se ver que esta crisis ha sido una vasta maniobra definancistas, para quienes los mejores semilleros de negocios son las crisis y las guerras.

    Esta crisis prepara la guerra que acabar en una colosal revolucin e introducir elcaos en las naciones. Del caos saldr lo que el Talmud promete a Israel.

    "El Mesas dar a los judos el imperio del mundo al cual estarn sometidos todos lospueblos " (Trat. Schabb f. 120 c.l.) El Mesas? Acaso los judos esperan eladvenimiento del Mesas?

    Es posible que algunos judos, de sos que todava lloran al pie del muro de laslamentaciones en la Ciudad Santa, conserven la esperanza de un Mesas personal, quevendr como un rey omnipotente a realizar las profecas.

    Pero la inmensa mayora, inclusive sus telogos de ms autoridad, han abandonadohace tiempo esa interpretacin.

    No creen en el Mesas, pero creen en la misin mesinica Israel.Y se apoyan en las palabras de Moiss, en la ltima asamblea general de su nacin

    (Deuter. XXX, 1-9), donde, a manera de un testamento, predice la futura grandeza delpueblo escogido.

    "En esta profeca-observa el gran rabino y telogo" Weill- no hay ninguna mencindirecta, ni indirecta, de un Mesas personal. .. Ningn vestigio de un rey, prncipe e

    personaje cualquiera, encargado de esta misin reparadora, Moiss no conoce o al menosno anuncia al Mesas personal. Predice una regeneracin, un renacimiento nacional...Este mesianismo se resume en una restauracin moral y religiosa." (1)

    Tan restringida interpretacin de las profecas, concuerda muy bien con la religiosidadjuda, desmo vago o inanimado, pequeo par de alas de su nacionalismo pesado,vigoroso y materialista.

    El judo encuentra insustancial la esperanza del cielo. No sabe ni quiere saber de lascosas del otro mundo. Cree en el paraso terrenal.

    No siempre es ateo, pero siempre es anticristiano."Habra que examinar, dice B. Lazare, cul ha sido la contribucin del espritu judo al

    terrible anticlericalismo del siglo XVIII." (2)Sabido es que de ese anticlericalismo brot el liberalismo del siglo XIX, pesado Mar

    Muerto en cuyas aguas plmbeas ninguna vida espiritual subsiste, filosofa taimada, queencendi las luchas religiosas y polticas de aquel siglo, y atiza la guerra social del

    presente.Dejemos otra vez la palabra al autor de L' Antisemitisme. "En la historia del

    liberalismo moderno en Alemania, en Austria, en Francia, en Italia el judo hadesempeado un gran papel"

    "El liberalismo ha marchado a la par del anticlericalismo. El judo ha sido ciertamenteanticlerical; l ha provocado el Kulturkampt, en Alemania: l ha aprobado las leyes Ferryen Francia. Es justo decir que los judos liberales han descristianizado, o a lo menos hansido los aliados de los que fomentaban esta descristianizacin, y para los antisemitas con-

    servadores, descristianizar es desnacionalizar." (1)

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    -------------------------------------------------------------

    (1)

    Michel Weill: "Le Judaisme", Librairie A. Franck. Pars. 1869. t. III. pp.409-421.

    (2)

    Lazare: "Op Cit.", t, II, p. 193.

    Recojamos esta preciosa confesin: el judo es un poderoso factor antinacional.Por el apego que tiene a sus tradiciones, por su espritu de economa, por su admirable

    patriotismo, se nos presenta como un tenaz conservador.Y lo es, pero conservador de sus propias instituciones. Sumergido en un ambiente

    cristiano, resulta insocial, inasimilable y revolucionario.Citemos otro testimonio insospechable:Oigamos de nuevo a Teodoro Herzl, en una estupenda confesin:"Abajo nos volvemos revolucionarios proletarizndonos y constituimos los

    suboficiales de todos los partidos subversivos. Al mismo tiempo que se agranda arribanuestra temible potencia financiera." (2)

    ---------------------------------------------------(1)

    Lazare: "Op. cit,", t. II, p. 224.(2)

    Th. Herzl: "L'Etat Juif', Pars, Librairie Lipschutz, 1926, pg. 84.(3)

    Lazare: "Op. cit, t. E, pp. 182, 225, 269.

    "El judo tiene espritu revolucionario; consciente o no, es un agente de revolucin", diceB. Lazare. Y ms adelante agrega esta observacin: "El da en que el judo ocup unafuncin civil, el estado cristiano se puso en peligro... En ese gran movimiento queconduce cada pueblo a la armona de los elementos que lo componen, los judos son losrefractarios, la nacin de la dura cerviz." (3) Palpita en las entrelineas de estos escritoresel orgullo de la raza, porque esa condicin de revolucionario y de insociable que

    confiesan, es toda una definicin: El judaismo no es una nacionalidad, no es una leligin,es un nacionalismo, mejor todava, un imperialismo.Y esto es lo que sintieron dos mil aos antes de Cristo los primeros antisemitas de lahistoria, los Faraones de Egipto, y despus todos los pueblos de todos los siglos.

    No poda nuestra joven patria ser una excepcin, y ya tiene tambin su conflicto.El judo argentino no es generalmente el personaje antiptico, que han caricaturizado

    los escritores europeos.Por de pronto no es mezquino. Nosotros conocemos otros pueblos que son

    caractersticamente cicateros y miserables.El judo no. Cuando pobre, es econmico hasta el herosmo. Pero cuando rico es

    generoso y gran seor, como nadie.

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    No es spero ni prepotente. Por el contrario, sus maneras son civiles y afables. Nadiesonre como l; nadie es complaciente como l.

    Adase que es dctil, tenaz e inteligente, y suple con sagacidad y perseverancia lascondiciones de fuerza o de genio que pueden faltarle.

    Los argentinos no hemos inventado la cuestin juda. Exista fuera de aqu y muchoantes que nosotros. Ahora existe aqu, porque los judos mismos la han planteado.Recordemos las palabras ya citadas de su gran apstol Herzl: "Tenemos que hacer de lacuestin juda una cuestin mundial."

    Debemos creer que la Argentina tiene para ellos una atraccin especial. Y aun hubo untiempo en que pensaron seria- mente hacer de una porcin del territorio argentino (tal vezla provincia de Entre Ros o el norte de Santa Fe) la tierra prometida, donde se cumpliranlas profecas de sus libros santos.

    Les pareca fcil lograr de nuestro gobierno una cesin de territorio, quetransformaran en nacin independiente. Y hasta llegaban a creer que nos halagara

    mucho su preferencia.Esta no es una Suposicin gratuita. He aqu las palabras del gran sionista ya citado,

    Teodoro Herzl:"La Repblica Argentina tendra el mayor inters en ceo demos parte de su territorio.

    La actual infiltracin juda ha producido all, es verdad, cierta inquietud. Sera, pues,necesario explicar a la Repblica Argentina la diferencia esencial de la nueva emigracin

    juda." (1)A la apata criolla, que es una forma de la generosidad petrificada en el prembulo de

    la Constitucin, todava no le inquieta la infiltracin juda en nuestro comercio, en

    nuestra finanza, en nuestras leyes, en nuestra enseanza, en nuestra poltica y en nuestroperiodismo.No le damos importancia al descanso del sbado, porque le llamamos sbado ingls.No nos preocupa la multiplicacin de esas escuelas misteriosas, en que se ensea a los

    nios argentinos, no solamente una lengua, sino un alfabeto extrao, que hace pocomenos que imposible vigilar el espritu de esa enseanza.

    Cuando pensemos de otro modo, ser tiempo todava? Repitamos las palabras deBernardo Lazare, cuyo testimonio es irrecusable: "El da en que el judo ocup unafuncin civil, el estado cristiano se puso en peligro."

    Buenos Aires, cabeza enorme de una repblica de poblacin escasa, palanca dedireccin omnipotente de este pas sin tradiciones, densamente extranjerizado, puede serla Babilonia incomparable, la capital del futuro reino de Israel.

    Ni Nueva York, ni Varsovia, podran disputarle el honor de ser la cuna o la metrpolidel Anticristo.

    Nuestros judos no creen, seguramente, en el Mesas, pero s en la misin mesinica deIsrael, que un da tendr a todas las naciones a sus pies.

    Nadie como el judo est armado para esta conquista universal, que no se realizar porla espada, sino por el oro, el amia de los tiempos modernos. .

    En muchos pueblos se est librando ya la gran batalla financiera, que primero conduce

    a la crisis, luego a la guerra y, finalmente, a la revolucin.

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    El judo la fomenta, la dirige, la subvenciona y cuando ha hecho tabla rasa del estadocristiano, la sofoca y se instala en el Capitolio vaco, a gobernar bajo la inspiracin delKahal, precursor del Anticristo.

    La Revolucin rusa es un ejemplo actual y completo.Y sta es la razn por la que en todos los pueblos, el grito contra el que se ha levantado

    constante y enrgicamente la voz de los Papas: "muera el judo!" haya querido sersinnimo de "viva la Patria!"

    Porque dos naciones no pueden coexistir en la misma nacin.

    Buenos Aires, 22 de abril de 1935

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    Dos enemigos en la Sinagoga

    El 15 de septiembre de 1887 se levant el censo de Buenos Aires.Sobre 433,000 habitantes, aparecieron 366 israelitas, reconcentrados en los barrios del

    norte y del oeste, en el tringulo que forman las calles de Crdoba y Junn, cortadas alsesgo por el Paseo de Julio.

    Ha pasado casi medio siglo. Cuntos son ahora? Lo ignoramos, porque una neciapreocupacin liberal ha borrado de las planillas de los censos, la pregunta sobre lareligin de los censados.

    Al pobre estadgrafo a quien se le ocurri la idea de eliminar ese dato, con unainspiracin; digna del boticario Homais, le interesaba ms saber cuntos cretinos, tuertosy msicos ambulantes hay en Buenos Aires, que cuntos catlicos, protestantes, budistaso tesofos.

    En el fondo, lo que deseaba era ocultar oficialmente esta vigorosa realidad argentina:que el pas, por inmensa mayora, es catlico.

    Lo cierto es que aquel tringulo se ha extendido ahora sobre kilmetros y kilmetros,hacia el oeste y el sur, y en las vecindades de Callao y Corrientes hay manzanas que hoycontienen ms judos que toda la ciudad en 1887.

    Basta ver las calles, al atardecer, cuando los nios vuelven de las escuelas y los viejosse asoman al umbral. Arden las cabelleras de color pimentn de las pequeas Rebecas ySarahs, entre las barbas talmdicas de Salomn, Jacobo y Levy.

    Hacia 1887, uno de los ms relumbrosos levitones del Pasee de Julio era el de ZacarasBlumen.

    Desde haca cuatro o cinco lustros habitaba tres piezas de la planta baja, con recova, enese antiguo Hotel Nacional, que existi hasta hace muy poco, esquina de la calleCorrientes, en cuya arcaica muestra se lean estas palabras impresionantes:

    "Fundado en 1830". Un siglo ha durado ese hotel aqu, donde una casa envejece enveinte aos y una constitucin se desacredita a los cincuenta.

    A la puerta de su tienda, Blumen tena suspendida una caa, que los transentes sehaban acostumbrado a ver, sin explicarse su significado.

    Era la Mezuza, que al entrar o salir, tocaba con tres dedos de la mano derecha, queluego besaba.Esa caa encerraba un pergamino, en que un copista, con la admirable escritura ritual,

    que no tolera defecto alguno, haba escrito seis versculos del Deuteronomio,comenzando por el que dice: "Escucha, Israel: el Seor, nuestro Dios, es uno... "

    Zacaras Blumen, es aquel Matas Zabuln que, con David su hermano mellizo fueronproveedores del ejrcito aliado durante la guerra del Paraguay, en 1867

    Luego habr ocasin de referir por qu Matas cambi de nombre y Daviddesapareci.

    Con su nueva firma Zacaras fund una casa de cambio de moneda en la recova del

    Hotel Nacional. Su clientela principal fueron los marineros y la gente de ultramar, quepululaban en las cercanas del puerto.

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    No faltarn hasta en los miembros del ghetto (barrio judo), quienes lo crean loco deambicin o de avaricia.

    Peor para ellos, que no ven el porvenir de Israel en un; pas que, con virginalinexperiencia y desde la primera hoja de su Constitucin, se ofrece a todas las razas delmundo romo una granada que se parte!

    Todas las razas no son igualmente temibles, porque no todas son igualmente capacespara las conquistas modernas.

    Ha concluido la misin de la espada. Ha pasado la era de los cartagineses, romanos,rabes, espaoles, franceses, hombres de hierro y de sangre, vencidos y aplastados porlas ideas econmicas.

    Mejor que la espada, el fusil; mejor que el fusil, el can; mejor que el can, el oro.Quien maneje el oro, mandar ms que Csar, ms que Felipe II, ms que Napolen.

    Pero as como no todas las razas fueron capaces de manejar la espada, no todas soncapaces de manejar el oro.

    Esto piensa Blumen, encorvado sobre el asiento. Parcele sentir el carro delAnticristo, sobre ruedas de oro, tirado por los economistas cristianos!

    -Dentro de medio siglo habr llegado! Y ser el Mesas! Su agitacin esta! que otrospasajeros lo notan y el boletero se le acerca.

    -Est enfermo, don Zacaras?El banquero lo mira, atolondrado, completamente en la luna, y sin responderle se

    agacha y vuelve a soar.En las bocacalles hay un farol, debajo del cual algn impaciente, que acaba de comprar

    un diario de la tarde, "El Nacional", o "Sud Amrica", devora las noticias. El oro sube, las

    acciones en la Bolsa bajan, en la Cmara de Diputados se pronunciar discursosamenazantes. Rumores de revolucin. Las horas del gobierno estn contadas.Zacaras Blumen suea que algn da sus hijos o los hijos de sus hijos sern diputados

    o ministros; tal vez uno de ellos presidente de la repblica. Toda su fortuna y todo elpoder de la Sinagoga se arrojarn en el platillo de la balanza.

    Quin podr vencerlo?En verdad, no tiene ms que un hijo, linftico muchachito de trece aos, que ha

    heredado su nombre, sus venas blancas, su nariz fina. Pero cuando l se case, con unamuchacha argentina, cristiana de religin, ella ser ms fecunda que 'la bella Milka Mir.

    La estridente cometa del mayoral rompe el frgil tul de sus visiones. El sueo y el viajehan terminado. Desciende. Calle lbrega, con aceras de ladrillo y calzada de tierra, lacalle de la Sinagoga, casi en los extramuros del oeste.

    Los pocos zaguanes vecinos cerrados a esa hora. Un farolito, de trecho en trecho, yalgunas sombras, que se deslizan a lo largo de las paredes y de pronto se hunden enmayor oscuridad.

    Zacaras piensa: Cuando solamente la mitad del oro del mundo, est en manos judas,la Sinagoga, o ms propiamente, el Gran Kahal de Pars o de Nueva York, con un solosigno, podr desencadenar tan grande crisis en el mundo, que las naciones cristianas

    perezcan de hambre y se vendan ellas mismas a Israel

    Y se cumplirn las promesas del misterioso Salmo 47, que los judos leen siete vecesel da de ao nuevo (Rosch Haschama) entre los horripilantes aullidos de un cuerno de

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    carnero que slo esa vez se toca: "Pueblos, batid palmas y celebrad a Dios con gritos dealegra. Porque Jehovah, el Altsimo, someter y arrojar a vuestros pies a todas lasnaciones."

    Con esto lleg a la puerta de la Sinagoga, que miraba al occidente, y estaba entornada.La empuj, haciendo deslizarse la piedra que la mantena, entr y volvi a cerrada.

    Es el vetusto' casern de una quinta, lugar de recreo de algn rico, en tiempos de losespaoles. Entonces, aquel punto de la ciudad era la plena campaa y las casas tenanhumos de fortalezas, con sus espesos paredones, sus slidas rejas, sus puertasinfranqueables.

    Una lmpara a kerosene colgada en el zagun, apenas alumbraba el primer patio,circundado de galeras con gruesos rilares. Luego otro zagun y otra lmpara, que oscilaen el viento; un segundo patio sin galeras, con un aljibe y un parral, a manera de toldo; yms all, detrs de una tapia, la huerta de naranjos, tan sombra, que ya al atardecer causamiedo.

    All est la Sinagoga; y all funcionan los dos supremos tribunales que mantienen launidad y la fisonoma de los judos: el Kahal y el Beth-Din.

    Los cristianos piensan que ser judo es profear la religin judaica. No se imaginan quees otra cosa: que es pertenecer a una nacin distinta de aquella en que se ha nacido o sevive.

    Suponen que la Sinagoga no es ms que el templo del culto israelita. Ignoran que es,adems, su Casa de gobierno, su Legislatura, su Foro, su Tribunal, su Escuela, su Bolsa ysu Club.

    La Sinagoga es la clase de uno de los hechos ms sorprendentes de la historia.

    Los fenicios, los caldeos, los asirios, los egipcios, los me- das, los persas, loscartagineses, han desaparecido.Mientras que los judos, sus contemporneos y alguna vez sus siervos, han perforado

    los siglos, han llegado a nosotros, y con admirable orgullo nacional, se proclama elpueblo anunciado por la Sagrada Escritura para dominar el mundo.

    De la antigedad, anegada en el diluvio de los pueblos cristianos, no queda ms que laSinagoga, insumergible, como el arca de No, con su tripulacin escogida, sus leyes, suscostumbres, sus ritos, su sangre, y hasta las lneas indelebles de su rostro.

    La Sinagoga es el alma del judaismo.Y el alma de la Sinagoga no es la Biblia, es el Talmud.Yel alma del Talmud es el Kahal.Pero, quin sabe, sobre todo, quin osa explicar exacta- mente lo que es el Kahal?En un ngulo de aquella vieja mansin de galeras enladrilladas y patio con aljibe y

    parral, haba un pedazo de pared sin revoque, en memoria de Jerusaln y su templodestruido y un letrero que deca: Zescher la shorban (recuerdo de la desolacin).

    Yen otra esquina un largo tronco de palmera, que asomaba, como un mstil, por arribade los techos.

    Solamente quienes conocan el ritual comprendan su sentido. La Sinagoga, dondefunciona el sagrado Kahal, tiene que ser la construccin ms alta de la ciudad.

    Cuando no pueden levantar una torre, erigen un mstil.Los rabinos son los ms ingeniosos casuistas del mundo.

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    El mstil era una solucin all por 1887. Ahora no basta, por culpa de los rascacielos,cada da ms audaces. Dnde hallar palmeras ms altas que un vigsimo piso?

    Ylos rabinos se han vuelto a sumergir en el estudio de la Mischna, que es la Leyescrita, y de la Guemara, comentarios de la Ley por los antiguos rabinos. Y ciertamenteen esa vasta coleccin de libros que forman la Mischna y la Guemara, y a la cual se da elnombre de Talmud, acabarn por hallar algn versculo que los libre de rehacer sussinagogas.

    Entretanto-recurso de emergencia-, han discurrido alquilar, para ciertas ceremonias, elltimo piso del ms alto rascacielo de la ciudad, que las ms de las veces, pertenece a un

    buen hijo del Talmud.Qu son, pues, el Kahal y el Beth Din?Desde que un judo toca los umbrales de la vida, hasta que sus despojos, lavados con

    agua en que se han hervido rosas secas y envueltos en un taled se encierran en la "casa delos vivos" (Beth hachaim), vive secretamente sometido al Kahal.

    Tribunal misterioso, como una sociedad de carbonarios, existe dondequiera que hayjudos.

    Si son pocos y la comunidad es pobre, se le llama Kehillah.Si son muchos y tienen rabino y Sinagoga, ya es un Kahal, que manda sobre todo los

    Kehillahs de la regin.Ysi se trata de una capital populosa, donde habitan millaales de hebreos, se instala un

    Gran Kahal, con jurisdiccin sobre todos los Kahales del pas.Hace medio siglo, los trescientos y tantos judos de Buenos Aires no hubieran

    obtenido en Europa o en los Estados Unidos ms que un modesto Kehillah. Sin embargo,

    concediseles un verdadero Kahal, en atencin a las riquezas del pas y a las ilimitadasperspectivas que sus leyes sabias y generosas y su hospitalaria poblacin ofrecen alpueblo de Sin.

    Esperanzas que no se defraudaron. Hoy Buenos Aires tiene la honra de poseer un GranKahal, la suprema autoridad de innumerables Kahales y Kehillahs erigidos en ciudades y

    pueblos argentinos, que slo dependen a su vez, del Gran Kahal de Nueva York,verdadero Vaticano judo.

    Aunque sean varios los miembros del Kahal, la accin se la imprime el ms enrgico;y se puede ser un ilustre Rosch (jefe), un Gran Rabino o un simple lkur (vocal) y hastaun modesto Schemosch (secretario) que se haya hecho conferirla temible facultad de

    perseguidor secreto, o sea de ejecutor de las altas decisiones del tribunal.El Kahal es un soberano invisible y absoluto.Comercio, poltica, religin, vida privada en sus detalles ms minuciosos (relaciones

    entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre amos y criados) todo est regido por elTalmud y controlado por el Kahal, que es su expresin concreta.

    Yaunque instituido para aplicar la ley de Moiss, y el Talmud, en la prctica desborday contradice a la misma ley.

    La Biblia es como el agua. El Talmud es como el vino.El Kahal es, mejor an, como el vino aromtico.

    El mismo Talmud proclama la infalibilidad y la omnipotencia de los rabinos, susintrpretes.

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    "Hijo mo, atiende ms a las palabras de los rabinos que a las palabras de la ley."(Erubin, 21 b.)

    "Porque la palabra de los rabinos, es ms suave que la de los profetas." (SepherCaphtor U-Perach, 1590,121.)

    "Y el temor al rabino es el temor de Dios" (Maimonides Jad. Chaz. Nilch Talm. Thora,Prek S. I), a tal punto que "si un rabino te dice que tu mano derecha es tu izquierda y quetu izquierda es tu derecha, debes creerle." (Rabbi Raschi. Ad. Deuter. XVII, II.)

    Por lo cual, el Talmud declara que "el que desprecia las palabras del rabino, merece lamuerte". (Erubin, 21 b.)

    Y entre el rabino que hace la doctrina y el Kahal que la aplica, hay una estrechainteligencia, que el pblico ignora.

    El, slo sabe que es intil rebelarse y conveniente obedecer.Porque si el Kahal es duro y temible como un tirano caprichoso, es tambin un

    protector omnipotente.

    Junto al Kahal, que legisla y manda, acta el Beth Din, verdadero tribunal secreto quese avoca todo pleito judo, y lo juzga no conforme a las leyes del pas sino conforme alTalmud Y sus sentencias se cumplen, as el condenado se esconda en el seno de la tierra.

    Ambos tribunales funcionan en la Sinagoga.La sala de 1887, donde se reunan las asambleas de los judas, era modesta y limpia,

    toda pintada de blanco. Sus paredes, hasta donde un hombre poda alcanzar, estabancubiertas de tapices, sobre cuyo borde superior corra una ancha franja de lienzo, conmisteriosas leyendas hebraicas, estrellas de seis picos y tablas de la ley.

    Cada vez que se abra la puerta, una bocanada del viento de la calle haca oscilar como

    pndulos, las tres lmparas de aceite suspendidas de los desnudos tirantes del techo.En el costado del oriente haba un arca, llamada Arn, recuerdo del Arca de la Alianza,donde se guardaban, envueltos en preciosas telas, los rollos de la Ley, o la Sefer Thora, ellibro sagrado por excelencia.

    La Thora contiene los cinco libros de Moiss, el Pentateuco, que es la historia delpueblo de Israel desde la creacin del mundo hasta la muerte de Moiss, y su legislacincivil y religiosa.

    En largos rollos de pergamino, meticulosamente preparado, un copista de rarahabilidad, empleando tinta negra, cuya estricta frmula dan los rabinos, ha escrito amano el antiqusimo texto, sin cometer un solo error.

    Bastara, en efecto, que se hubiera equivocado en una jota, o que su tinta no fuera ladel ritual, o se descubriera que una de las pieles haba sido aderezada por un cristiano

    para que toda la obra fuese desechada como indigna de la Sinagoga.Hacia el tercio de la sala, no lejos del Atn, estaba el altar, sobre el cual ardan cuatro

    velas, para facilitar la lectura de la Thora, ya que la luz de las oscilantes lmparas eraharte mezquina.

    Seguan los escaos, para los fieles.Blumen sentase en el primer lugar, por haber comprado al Kahal ese privilegio.A su lado sentbase Mauricio Kohen, de Varsovia, descendiente de la familia de

    Aarn, los antiguos levitas, como lo indicaba su nombre (Kohen, sacrificador).

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    En otros escaos, sentase diversos personajes, todos con el sombrero puesto, porquelos israelitas en la Sinagoga, y en la mesa, y en sus visitas, permanecen cubiertos.

    Cuando se llenaron todos los asientos se levant el Rosch hak Keneset (jefe de laasamblea), que era entonces tambin el jefe del Kahal, Salomn Wofcy, anciano

    barbudo, de anteojos de oro.Tena puestas las tefflilin, correas con que se cie en la treno te y los antebrazos, un

    pergamino donde se han escrito pasajes de: Exodo: "Escucha, Israel... etc."Y arriba del sombrero el taled, velo blanco de cuyas cuatro puntas cuelgan los zizith,

    flecos de ocho hilos de lana, anudados cinco veces.El Rosch tena majestad de sacerdote y de prncipe.Despleg entre la asamblea uno de los rollos de la Sefer Thora y con vos penetrante

    pronunci en hebreo las clsicas palabras del libro santo: "Esta, es la ley que Moissimpuso a los hijos de Israel." E invito a Kohen, primero que a Blumen a leer el comienzodel captulo correspondiente a ese da.

    Han dividido el Pentateuco en 52 lecciones, una para cada semana, de tal modo que alcabo del ao terminan su lectura y vuelven a empezar.

    Kohen conoca el hebreo, e iba l mismo traduciendo al idisch lo que lea, para que leentendieran sus oyentes, en su mayora rusos, polacos y alemanes.

    Despus fu el turno de Zacaras Blumen, que entenda la letra hebrea, pero nocomprenda el texto, y necesitaba el auxilio del turgeman (traductor) de la Sinagoga, elcual lo interrumpa al final de cada versculo, si era la Ley, o de cada tres versculos, sieran los profetas, marcando as la menor veneracin que merecen los Profetas,comparados con Moiss; y pona sus palabras en lengua vulgar.

    Zacaras Blumen, ms rico que Mauricio Kohen, sentase humillado por suignorancia.El leer ante la asamblea es un honor, que, como todos lo; honores de laSinagoga, se adquiere mediante el pago al Kahal.Pero exista, adems, el derecho de hablar a manera de predicacin o comentarios y

    aun para debatir asuntos y negocios.En este caso apagbanse las velas del altar, seal de que podan tratar cosas profanas.Esa noche Zacaras Blumen pidi la palabra. Su voz era exnime y sin timbre, mas

    sus ojos lanzaban penetrantes rayos.-Quiero que, segn nuestras leyes y costumbres, el Kahal ofrezca en venta la casa de

    don Justino Adalid, en la calle Florida, y su estancia de dieciocho leguas cuadradas, conhaciendas y colonias.

    Gracias a la poca luz, pudo Mauricio Kohen disimulaba su fastidio. No habl, sinembargo; ni mir a Blumen, que con la cabeza cada sobre el pecho, aguard larespuesta del Kahal, por boca del jefe.

    El vecino de Kohen, a su derecha, dijo a ste, en voz baja. -Yo ofrecer por usted.Hasta cuanto?

    Kohen escribi con el dedo sobre la tabla del escao, para que no advirtieran susmaniobras, la cifra que l quera ofrecer. Mas fu intil, porque Blumen principi las

    ofertas con una cantidad cinco veces mayor, lo cual significaba su propsito de nodejarse vencer.

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    -Est loco! -dijo, entre dientes, Kohen.Los seis miembros del Kahal, y el Rosch, deliberaron por frmula, y respondieron a

    Blumen que aceptaban su propuesta, y l, sin prisa, cont un centenar de billetes decien pesos, y lo deposit sobre el altar. Y, el Rosch se puso de pie y solemnemente, los

    brazos extendidos sobre los ya invisibles rollos de la Thora, pronunci estas palabras:"Hay, jueves, vspera de la luna Aira, del ao 5648 se pan todos que este Kahal ha

    vendido a Zacaras Blumen, por la suma de 10.000 pesos, el derecho de explotar la casapaterna y la estancia de don Justino Adalid, desde el centro de descendientes tierra,hasta las nubes ms altas, para l y para todos sus descendientes. Y sepan todos los

    judos que ninguno de ello, puede comprar esas propiedades, aunque el mismo Adalidquiera vendrselas en todo o en parte, por ningn precio, motivo ni pretexto"

    Zacaras Blumen habl de nuevo.-He comprado el Hazaka, esto es, el derecho de explotar los bienes materiales de don

    Justino Adalid. Propongo ahora comprar el Meropii, o sea, el derecho de explotar su

    persona Mauricio Kohen repuso prontamente:-Yo ofrezco diez mil pesos por ese derecho. Sardnica sonrisa de su rival.- Diez mil pesos? i Yo ofrezco cien mil?Kohen pareci hundirse bajo aquella cifra, que para un negocio absolutamente

    imaginario, resultaba insensata; y guard silencio. Y el Rosch, se levant de nuevo,recibi los cien mil pesos y con tria solemnidad anunci que el negocio estabaconsumado, y que ningn judo de Buenos Aires ni del mundo podra en adelante prestardinero o comerciar en otra forma con don Justino Adalid ni sus descendientes, hasta laterminacin de los siglos. Para que esto fuera sabido, se mano dara copia del acta de

    venta a todos los Kahales del Universo.-Cien mil veces loco! murmur Kohen.Blumen alcanz a orlo, y exclam con voz lamentable:-He pagado un alto precio! Ahora exijo que el santo Kahal apostrofe y maldiga al que

    intente burlar mi derecho. -Es justo-dijo el Rosch, que extendi las manos otra vez, ypronunci esta solemne imprecacin:

    "En nombre de Aqul que dijo: No hay ms Dios que yo. y yo soy el Dios de todos,que te saqu de la tierra de Egipto y de la casa de la servidumbre; y conozco los pecadosde los padres, que me aborrecieron en los hijos de los hijos hasta ! a cuarta generacin, ytengo misericordia de los que me aman y guardan mis mandamientos; y en nombre delKahal y del Beth Din de Buenos Aires, aviso a todos los judos del mundo, el derecho deZacaras Blumen; y si alguien no cumple y lo desconoce, spase que su pan no es el pande un judo; que su vino es el vino de un goy; que sus frutos estn podridos; que sus librosson libros de hechicera; y hay que cortar los zizith de su manto; y arrancar la mezuza desu puerta; y no hay que comer, ni beber con l; ni circuncidar a su hijo; y si bebe en unacopa, y es de cristal, hay que romperla; y si es de plata, hay que fundirla en el fuego,

    porque es un Nahri (pagano)."Unos escuchaban con horror; otros con indiferencia. Los ms ignoraban quin fuese

    don Justino Adalid, ni qu clase de negocios poda tener nunca ninguno de ellos con tal

    seor.

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    Mauricio Kohen, profundamente irritado, pidi la palabra y se aproxim al altar. Laspupilas penetrantes, detrs de los gruesos cristales de sus anteojos de oro. Las mejillasencendidas; el rubio y escaso cabello en remolinos. Odio personal? Fanatismoreligioso? Intereses desbaratados?

    Mientras l habl, Zacaras Blumen pareca dormitar.-Recordad, hermanos, que se aproximan los tiempos anunciados por los profetas.

    Dentro de 89 aos, segn nuestro Zohar, el Libro del Esplendor, o sea en 1966 para loscristianos, se levantar el verdadero Cristo, que entregar a Israel el Imperio de todas lasnaciones. El Universo no ha si- do creado sino a causa de Israel, segn afirma el Talmud.

    Nos han perseguido, nos han dispersado. Con eso nos han derramado sobre la tierra, yhemos podido filtramos en todos los pases. Hemos destruido los privilegios de las castasy de las coronas y hemos inventado los privilegios del oro, dolos que el Sumo SacerdoteAarn levant en el desierto y adoraron los israelitas de Moiss.

    Somos el uno por ciento de la poblacin del mundo entero, y poseemos ya la mitad

    de las riquezas de todo el mundo. No es necesario luchar por la otra mitad. Nos bastarapoderarnos de todo el oro, que es apenas la centsima parte de la riqueza universal. Ycuando ya no quede ni un adarme de oro en manos de los gobiernos ni de los

    particulares, podremos hacer que los pueblos cristianos mueran de hambre y de fro,aunque posean todo el trigo, y todos los rebaos, y todas las minas existentes. Porqueno podrn cambiar lo que les sobre por lo que les falte y no sern capaces de renegar delas doctrinas que les hemos enseado.

    No nos embaracemos, pues, ni de casas, ni de campos, ni de haciendas que no sepuedan transportar, ni esconder; y que apartan nuestro corazn de la tierra prometida.

    Y a ti, que quieres llenarte de campos y de estancias te pregunto: vas a hacerteagricultor? No conoces la mxima del Talmud: "el que tiene cien florines en el

    comercio, come carne y bebe vino; el que los tiene en la agricultura, comer hierba"...?Por eso te conjuro y te digo con el espritu de nuestra raza: "No cultives el sueloextranjero; pronto cultivars el tuyo; no te fijes en ninguna tierra, porque sers infiel alrecuerdo de tu patria; no te sometas a ningn seor, porque no tienes otro que Jehovah;consrvate como si estuvieses de viaje, a punto de partir; y pronto vers las colinas detus abuelos, y esas colinas sern el centro del mundo, del mundo que estar bajo tus

    pies."Gruesas gotas de sudor aparecieron sobre la trente del fogoso Kohen.Zacaras Blumen no contest ni pareci advertir la alusin, y la asamblea se disolvi

    en silencio.En la esquina de la calle juntronse de nuevo Blumen y Kohen y tomaron el mismo

    tranva.Y sucedi aquella noche que Blumen dio diez centavos al mayoral, y dijo a Kohen:-Mauricio, ti pago la tranva.YMauricio se hizo el desentendido, pero se lo dej pagar.

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    Los comienzos de Zacaras.

    Los que vieron a Zacaras Blumen meterse en su covacha del Paseo de Julio, con susguedejas rituales, su barbaza retinta y su levita escrofulosa, nunca lo hubieran reconocidoen el caballero de trac, atusado y sin tirabuzones que a eso de las diez de la noche sali

    para asistir al casamiento de la hija mayor de don Justino Adalid.De acuerdo con la extraa costumbre talmdica, acababa de comprar en la Sinagoga el

    derecho de arruinar al rico estanciero.Pero una cosa son los negocios y otra cosa la amistad.El, era ya personaje a quien agasajaban no solamente los que podan necesitarlo, sino

    todos esos que alternan gustosos con los ricos, aunque no sean de buena estirpe nireputacin.

    Zacaras, merced a sus relaciones de Bolsa y de banca, iba penetrando en los salones.

    Y como ech de ver que su aspecto era ridculo resolvi transformarse.Se mand hacer un trac, con el mejor sastre de la capital, y aguard la primera

    invitacin.Le lleg en buena hora la de Adalid. Su fiesta hara poca en los fastos de la vida

    portea, y le permitira ver por dentro aquella casa que tanto le gustaba por fuera.Mand llamar al peluquero y ante la estupefaccin de Milka, se hizo cortar a la moda

    la barba y el cabello.De trac, con chaleco blanco, una flor y guantes niveos, su mujer y su hijo empezaron a

    admirarlo. La blandura, la simplicidad, el apocamiento con que se presentaba en pblico,

    no eran sus cualidades domsticas. En su casa tronaba y fulminaba como un Sina, ycuando en las mejillas se le pintaban dos chapitas de carmn, seales de mal tiempo, labella Milka y el alebronado pequeo Zacaras, procuraban echarse a la calle o guarecerseen un rincn.

    -Yo querra acompaarte, Zacaras!suspir su mujer.Y l respondi:-como me llam Zacaras, que significa Dios se acuerda; un da llegar en que hasta

    los perros de mi casa entrarn en la sala de Adalid.Escaln por escaln iba ascendiendo en la vida social Ya, varias veces, haba llegado

    al despacho del presidente de la repblica. Ms difcil resultaba entrar en lasaristocrticas mansiones porteas.

    La fiesta de Adalid sera, pues, su bautismo de fuego. Seguramente lo habraninvitado, con la esperanza de que no fuese.

    Temeran verlo aparecer con su indumentaria de mercachifle. No! El, saba muy biencmo deba presentarse.

    No le importaba que aquellos pobres goyim (cristianos) se rieran de su torpe idioma.Era blando y humilde por fuera; por dentro orgulloso. A su tiempo se despojara de suhumildad exterior y los aristcratas se disputaran su amistad, y las mujeres de ellos, msvanas que ellos mismos, y ms codiciosas, invitaran a Milka.

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    -Seor, Seor!-pens Zacaras. Lo que vaya tener que gastar en joyas, cuando estosuceda! Pero no importa! Los brillantes y las perlas, bien comprados, es buenainversin.

    Al peluquero que lo afeit y ayud a vestirse le regal su levita.-Te servir para ir a la Sinagoga, Samuel.-S, s. El da de Yom Kipur me la pondr -respondiSamuel, pensando que por aquella prenda le dara dos pesos otro judo en la misma

    calle.Vol el pequeo Zacaras a la plaza de Mayo, a cuatro cuadras del hotel Nacional.

    Recorri la fila de victorias apostadas all, y eligi una a su gusto y se la llev albanquero. -No conviene llegar a pie a una fiesta semejante-haba dicho Blumen tocandola mezuza de su puerta y besndose los dedos.

    Y su mujer le clav una saeta al partir.-Apuesto mi tapado de pieles a que a ella la han invitado. Intil nombrarla. Ella era la

    mujer de Mauricio Kohen, que se iba introduciendo en todas partes y haba hecho deldescendiente de Aarn un personaje influyente.

    Zacaras reprimi un gesto de fastidio, acordndose de que Sarah Zyto, la actualesposa de Mauricio Kohen, haba sido desdeada por l, aos antes, a causa de los bellosojos de Milka Mir, Error o acierto? Dios lo saba!

    Si grande era la rivalidad de los dos banqueros, mucho mayor era la de sus dosmitades: Milka, la de Blumen, y Sarah, la de Kohen.

    Esta, envidiaba a aqulla su fortuna; y aqulla, envidiaba las buenas relaciones de sta.Si la fortuna de Kohen se calculaba en un milln, haba que calcular en cinco la de

    Blumen. Y, sin embargo, esa noche, la ambiciosa Milka, bebera sola y. aburrida el t desu samovar, mientras Sarah exhibira sus collares sospechosos bajo las araas de losAdalid.

    El gas ti de espectro la cara del nuevo invitado. Los curiosos le abrieron paso sinreconocerle. Un criado le tom sombrero, sobretodo y bastn.

    El dueo de casa acudi a recibirlo, y qued pasmado.-Usted es... Blumen?-Para servirle.Mauricio Kohen, su contendor de esa tarde en la Sinagoga estaba en el saln, con su

    mujer, y ambos corrieron a presenciar el prodigio: Zacaras Blumen a la moda!Sarah Zyto lo llam por el nombre que l habra querido enterrar bajo siete leguas de

    tierra.-Oh, mi querido Zabuln! Qu has hecho de tus barbas patriarcales? Qu va a decir

    tu pobre Milka? Y ella no ha venido? Por qu no has trado a la hermosa Milka?Zacaras maldijo su estrella, di algunas explicaciones, y se escabull de aquella mujer

    que lo tuteaba como a un criado.-Tan amigo es de Sarah Zyto que lo trata con tantafamiliaridad?

    -S... no... , es decir, entre nosotros.Huy de nuevo, para no contar que Sarah Zyto, veinte aos atrs, fu la mujer de su

    hermano David. Y se perdi en el tumulto de los invitados, saludando a todos, y sin saberen qu grupo mezclarse.

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    Hasta que le cort el paso un muchachn despejado e insolente, que lo condujo albuffet.

    -Venga, vamos a tomar champagne, y a hablar de negocios. Yo soy Rogelio, el menorde los Adalid varones. Hay, todava una hermana de seis aos. Yo tengo quince, pero soyel que sabe ms. Ellos se burlan de m porque no quiero trabajar. Yo les contesto quecuando se tienen cinco millones, es una imbecilidad ponerse en peligro de perderlos, portenis seis.

    Zacaras hizo el gesto habitual de tirarse las guedejas, y su mano indecisa ara lamejilla flcida.

    -Y qu es lo que sabe usted, mi amiguito?-Vivir!... Supongo que usted querr champagne seco no es as? El dulce para las

    mujeres. Bueno, igame.Yo quiero que usted sea mi banquero...Zacaras bebi una copa y pregunt suavemente: -Tiene usted la libre disposicin de

    sus bienes?-Todava no; pero cuando el viejo usted sabe, nadie es eterno y un da u otro tambin a

    l le tocar el turno. Mi madre ya muri, y de ella tenemos, cada uno de los hermanos, dosmillones. Si el viejo no se funde, por trabajar demasiado, heredaremos otros cinco o seismillones, cada uno.

    -Dios del Talmud! Contine, nio, me interesa.-Pongamos que no sean ms que cinco; que no sean ms que cuatro. Cuatro que tendr

    y dos que tengo son seis. Puede un mozo vivir en Pars y en Londres y en Viena con larenta de seis millones?

    -Ya lo creo! Ms que vivir! Puede morirse si se empea en gastar su renta.-Y cul sera la de seis millones?-Segn en qu los invirtiera. Casas? Campos? Vacas?-Ni casas, ni campos, ni vacas! Dinero contante! Buenas hipotecas! Mi padre y mis

    hermanos son unos infelices. Echan los bofes por adelantar sus capitales; vivencomprando y vendiendo; mejorando sus estancias, edificando sus terrenos; levantndoseal alba y trabajando como negros todo el da.

    Zacaras asinti. Las gentes citaban como ejemplo la laboriosidad de los Adalid.-La gran ambicin de mi padre es que lo llamen pionneer del progreso argentino. Qu

    estupidez! Tome otra copa! Y igame bien. Usted es judo, y yo soy cristiano, pero tengoms confianza en los que van a la Sinagoga, que a la Catedral.

    -Muchas gracias.-Me refiero a negocios. Ningn judo se empobrece. En cambio, los cristianos viven

    dando tumbos. - Tambin suele ser verdad.-Yo quiero entonces confiar mis asuntos a un banco judo- Cmo el Banco Blumen?-Eso es. Cuando a mi padre le toque el turno... usted? me entiende? no aceptar ni una

    vaca, ni un terreno, ni una hectrea de campo. Si me obligan a aceptar, lo liquidar en elacto, y le entregar a usted el dinero, y usted lo colocar en buenas hipotecas. No me ha

    dicho qu renta pueden dar seis millones de pesos... Otra copa? Y ahora, mi banquero yamigo, dgame por qu esa rubia 1 o trata de t y 1 o llama Zabuln...

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    Zacaras invent cualquier explicacin y sali del paso como pudo. El mozalbete, enrealidad, apenas le escuch. En los salones danzaban elegantes parejas, y l envidiaba alos mayores aquel placer, vedado todava para un colegial.

    Zacaras aprovech ese instante para escabullirse. Ya se haba entrenado en la alta vidasocial. Ya lo haban visto en correcta indumentaria y nueva fisonoma. En adelantelloveran las invitaciones.

    -Ah Milka! Qe no haber sido t tan hermosa, yo sera dueo del corazn de SarahZyto. Y ella no se acordara de llamarme Zabuln. Maldito sea!

    Era una historia antigua. Los viejos Zyto de Polonia, a raz de uno de esos frecuentespogrom, en que los judos son perseguidos a sangre y fuego, emigraron a la Argentina,con su nica hija, Sarah, que tena cinco o seis aos.

    Mala suerte y peor salud. Murieron dejando en la miseria a Sarah, de quince aos, queno tard en hallar amparo en casa de los mellizos Zabuln, pues se cas con uno de ellos,David, el ms juicioso y tmido y tartamudo.

    Buenos y laboriosos muchachos, David y Matas. Haban llegado de Varsovia sin msbienes que sus lustrosas levitas y dos pastelillos de felpa, a guisa de sombreros.

    Llegaron en tiempos propicios, pues no tard en estallar la guerra.Desde la antigedad el judo ha preferido la guerra a la paz, porque sta no engendra

    negocios.Cuando hay prncipes que se disputan y pueblos que se entrematan, el ojo

    acostumbrado a leer los caracteres hebraicos del Talmud, sabe, tambin descubrirsoberbias oportunidades.

    El judo no ama la guerra como soldado, sino como proveedor de los soldados y

    prestamista de los gobiernos.Ciertamente, alguna vez ha tenido que formar en las filas y marchar al frente. Perosiempre ha hallado manera de cumplir la avisada mxima del Talmud: "Si partes a laguerra, no vayas adelante, sino atrs, a fin de que puedas vol. ver el primero." (Pesdchim,112 b.)

    Los dos Zabuln tenan buen ojo, y eran capaces de convertir en oro no solamente elhambre y la sed de un ejrcito, sino tambin la sangre, el dolor y hasta la derrota. Y lohacan con una sencillez enternecedora y una dulzura invencible.

    Eran, pues, los tiempos de la guerra del Paraguay, que se inici en noviembre de 1864,y dur ms de cuatro aos.

    Parece increble que la pequea nacin paraguaya resistiera tan largo tiempo contra losejrcitos aliados de la Argentina, el Brasil y el Uruguay.

    Conviene explicar que en aquella poca el Paraguay tena mejores arsenales, astilleros,telgrafos y ferrocarriles que la Argentina.

    Francisco Solano Lpez, su ominoso presidente vitalicio, haba logrado reunir ms desesenta mil soldados, en sus famosos campamentos de Cerro Len, Encarnacin yHumait, y provoc la guerra par hacerse conocer del mundo.

    Un da de noviembre del 64, en plena paz, se anim a desafiar al Brasil, apoderndosede un vapor mercante, que toc en Asuncin.

    Y meses despus, todava en paz con la Argentina, invadi su territorio y pas adegello las tripulaciones de dos vapores de su escuadra, sorprendidos en Corrientes.

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    Entre los proveedores de las tropas argentinas, que partieron a los lejanos campos debatalla, deslizndose David y Matas. Aqul, segn dijimos, ya era casado con la jovenSarah Zyto, que se qued en la ciudad para servirle de corresponsal.

    Vendiendo aguardiente y tabaco, y contrabandeando yerba del Paraguay, que esinsustituible para los buenos tomadores de mate; pasndose del campamento argentino, alde los brasileos o de los uruguayos; y en ocasiones metindose furtivamente hasta en laslneas paraguayas, es decir, traficando con el enemigo, los mellizos Zabuln, en cuatroaos, ganaron centenares de miles de pesos fuertes.

    Infinitas penurias y verdaderos peligros. Tan verdaderos que al fin se produjo latragedia.

    Su don de oportunidad, que los haca caer a tiempo, y volverse indispensables, puessiempre tenan dinero listo; su discrecin, su paciencia, su mansedumbre, su sagacidadvulpina, virtudes histricas de su raza, y hasta el ser dos personas tan idnticas queresultaba imposible saber cundo se trataba de David y cundo de Matas, y facilitaba

    ciertos negocios y muchas coartadas, explican su xito.Ms tanto va el cntaro al agua.Un da los centinelas brasileos sorprendieron a Matas volviendo de las lneas

    paraguayas, y se tuvo indicios de que haba llevado noticias.Consejo de guerra inmediato y pena de muerte dentro de las veinticuatro horas.El prisionero mand llamar a su hermano para despedirse.Desde el campamento argentino acudi el dulce David, des- hecho en lgrimas y ms

    tartamudo que nunca.Y el cauto Matas le hizo una extraordinaria proposicin.

    -No te crees capaz de obtener mi gracia, del presidente Mitre, general en jefe de losejrcitos aliados?-Hermano mo, ms querido que la misma Sarah! No me creo capaz ni de obtener la

    vida de un caballo, ni de una vaca, ni de un ratn; mucho menos la tuya. Soy tmido ytartamudo como Moiss. No me tientes y preprate a morir...

    -No, hermano mo: tengo una idea salvadora. T eres tmido, pero yo soy audaz; teres tartamudo, como Moiss, pero yo soy elocuente como su hermano Aarn.

    -Es verdad!-Estoy seguro de que si el general Mitre me escuchara, me concedera su gracia.-Tambin yo estoy seguro, porque hablas como un profeta. Pero ests preso y el

    general no te escuchar. Preprate a morir, querido mo!-No, porque yo ir al general Mitre, y le dir.-El centinela no te dejar pasar.-S, me dejar pasar, si t ocupas mi lugar. Nunca sabrn ellos, ni nadie, si eres t o soy

    yo el que se queda preso, o el que sale. Recuerda que la misma Sarah, tu querida esposa...David no acertaba con un argumento que disuadiera a su hermano Matas de aquella

    pavorosa ocurrencia. Hallaba de psimo gusto explicarle que aunque eran tan parecidosque nadie los distingua, l sentase absolutamente distinto de su hermano.

    Para l, Matas no era el mismo que David. Le causara inmensa pena si fusilaran a

    Matas, pero mayor pena si fusilaran a David.Silenciosamente se mes las barbas, hasta que Matas le dijo con amargo desprecio:

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    HUGO WAST

    -Mal hermano! No quieres salvarme; cuando estoy pre- so por haber hecho negociospara ti! Y cuntos buenos negocios tengo pensados! Pero no quieres que viva!

    -S, hermano mo, quiero que vivas. Pero sin oponerme a la voluntad del Eterno. El haquerido que seas t el preso y t el fusilado. Qu puedo hacer yo, pobre hormiga, contralos designios de mi Creador?

    Discutieron una hora ms. Matas se lamentaba de la~ grandes ideas que con l se irana la tumba. Y David se horripilaba ante el riesgo de dejar viuda a la joven Sarah. Viuda ysin posteridad!, es decir, que su nombre desaparecera de la haz de la tierra, tremendavisin para un buen judo.

    Pero no de balde era uno tartamudo y el otro elocuente.Acab Matas por convencer a David. Y ste se qued en la prisin y el otro parti

    para andar quince leguas a caballo y volver con el indulto.Al darse el postrer abrazo, todava David, agarrando por los hombros a Matas y

    mirndolo en el fondo de los ojos, le pregunt:

    -Y si no consiguieras el indulto, volveras lo mismo?-S, hermano; si no consiguiera tu indulto volvera lo mismo.-Mi indulto no, el tuyo querrs decir.-Como t quieras; pero desde este momento, y puesto que eres t el que se queda

    preso, el indulto que yo debo pedir no es el mo, sino el tuyo. Adis hermano mo!Pas por delante de los centinelas, que no advirtieron el cambiazo, y vol a convencer

    al general Mitre; mientras David se quedaba sumido en los ms tristes presentimientos.No era buen jinete, pero galop toda la tarde, a travs de la selva correntina, hasta

    llegar a la carpa de Mitre. Pero el generalsimo de los ejrcitos aliados estaba a veinte

    leguas de all.Ya no haba tiempo de llegar.Entonces Matas pens qu deba hacer, si proseguir En busca de Mitre o volver a

    ocupar su sitio y libertar a su hermano.Extraa terquedad la suya. Se empe en buscar a Mitre.Yal fin di con l, pero tres das despus. Y cuando baado en lgrimas le habl del

    asunto, el generalsimo le mostr un papel donde le daban cuenta de la ejecucin deMatas Zabuln, fusilado por espionaje das atrs.

    Qued pulverizado, con el flaco mentn hundido en el pecho.-Yo tambin voy a morir -dijo, en su desesperacin. Y los que le oyeron, exclamaron:

    Pobre hombre! do que se iba a suicidar.-Puesto que Matas Zabuln ha muerto para la ley y David Zabuln ha muerto para m,

    yo no puedo ser Matas ni soy David. Yo tambin voy a morir! ...Yse mat... civilmente.Adopt el nombre de su abuelo, Zacaras, y el apellido materno, Blumen, que en

    alemn significa flores. Era eufnico y potico.Liquid sus asuntos en el campamento y regres a Buenos Aires, donde lo aguardaba

    Sarah, para arreglar cuentas.No hablaron de negocios al principio. Los ojos hermosos de ella tenan fulgores

    romnticos.-Hermano mo, has ledo el Libro de Ruth?

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    -S, hermana ma.-Te acuerdas algo de l?-Ni una letra!Entonces ella le entreg una edicin de la Ley y los Profetas, escrita en slidos y

    hermosos caracteres hebreos, pero compuesta en idisch que es una especie de alemnpara el uso de los judos de su raza.

    Zacaras Blumen (llammoslo as en adelante) no di mayor importancia al capricholiterario de Sarah, ni a los romnticos fulgores de sus ojos, ni a la cadencia de sus

    palabras. Ni reley el Libro de Ruth.Entonces ella hoje el Deuteronomio, uno de los cinco libros sagrados que forman la

    Thora, y le ley el versculo 5odel captulo 25, que dice as:"Cuando los hermanos viviesen juntos y muriese uno de ellos, y no tuviese hijo, la

    mujer del muerto no se casar con hombre extrao; y su cuado la tomar por mujer."Esto era a fin de que el primognito que ella diera a luz fuese llamado como el muerto

    y el nombre de ste no pereciera.Mas como Zacaras no se apresuraba a cumplir con la ley, Sarah lo acorral delante del

    rabino y de los ancianos de su nacin, reunidos en la Sinagoga.Era de maana, y las plidas velas del Hechal, donde se extendera la Sefer Thora,

    tenan aspecto funerario.El Rosch revisti sus ornamentos: cise en la frente, en las manos y en el antebrazo

    los minuciosos teffilin; separ con un apretado cinturn las partes nobles e innobles delcuerpo; se ech sobre el sombrero el thaled sacerdotal, adornado por los simblicosflecos (zizith) y vuelto el rostro hacia Jerusaln y puesta la mano sobre el corazn, y

    juntos los pies, a la manera de los ngeles, porque Ezequiel ha dicho: "sus pies estabanderechos" (c. l,v.7) enton las dieciocho bendiciones (scemona esre) comenzando poraquella hermossima que se recita debe hace cuatro mil aos en las Sinagogas, y que

    Nuestro Seor Jesucristo rez muchas veces:"Bendito seas, Seor, Rey del Universo, que produces la luz y creas la oscuridad; que

    haces la paz y sacas las cosas de la nada, y da por da renuevas la obra de tu creacin."Despus vuelto la cara a la concurrencia, en la que haba muchas mujeres, despleg un

    rollo de la Thora, ley algunos pasajes y lo cerr, diciendo: "Esta, es la ley que nos hadado Moiss."

    Gurdalo respetuosamente y volvindose al pueblo explic la historia de Ruth laMoabita.

    Hallbase entre las mujeres la joven y hermosa viuda de David Zabuln, que sentallover sobre ella las miradas fogosas y textos sagrados; y estaba, tambin, muy resignadoa su deslucido papel, Matas Zabuln, que iba a ser el chivo negro de los pecados ajenos.

    Refiri el Rosch de qu manera Ruth, habiendo enviudado en el pas de Moab, fu aBethleem, por consejo de su suegra Noem, y entr en casa de Booz, su pariente. Y Boozse despos con ella para suscitar posteridad al muerto, "a fin de que su nombre no se

    borrara de entre sus hermanos".-Tal se haca en los tiempos antiguos! -exclam el Rosch, despidiendo llamas por los

    ojos-; pero los judos de ahora no quieren dar hijos a los muertos y se resisten a cumplirtan dulce ley de fraternidad.

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    Diciendo esto mir a Sarah Zyto y aadi para su coleto: -.Qu pretende ese animalde Zabuln? Dnde va a hallar mujer ms hermosa?

    Yen voz alta, prosigui:-Por la terquedad de Matas