Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

download Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

of 85

Transcript of Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    1/85

    REPORTAJ E AL PIE DEL PATIBULO

    J ULIUS FUCIK

    1

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    2/85

    Ediciones Hombre Nuevo

    APARTADO AEREO 50127 MEDELLIN- COLOMBIA

    2

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    3/85

    Segunda Edicin Colombiana, Octubre 1974Tercera Edicin Colombiana, Marzo 1978Ediciones HOMBRE NUEVO.Impreso y elaborado en Colombia por:

    LITO - IMPRESOS LIMITADA.

    3

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    4/85

    CONTENlDO

    Pgina.

    Prlogo ..................................................................................................................... 5

    Introduccin ............................................................................................................. 12

    Escrito en la prisin de la Gestapo, en Pankrc, durante la primavera de 1943 ........ 13

    Captulo IVeinticuatro horas ..................................................................................................... 14

    Captulo IILa agona .................................................................................................................... 20

    Captulo IIICelda 267 ................................................................................................................... 26

    Captulo IVNmero 400 ................................................................................................................. 33

    Captulo VLas figuras y los figurines ............................................................................................. 43

    Captulo VIEl estado de sitio de 1942 ............................................................................................. 59

    Captulo VIIFiguras y figurines ........................................................................................................ 64

    Capitu1o VIIIFragmento historia........................................................................................................... 80

    4

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    5/85

    Prlogo

    El Triunfo de J ulius Fucik

    Y lo repito una vez ms: he vivido por la alegra. Por la alegra he ido al combate y por laalegra muero. Que la tristeza no sea unida nunca a mi nombre.

    As escribe desde una celda de la Gestapo, poco antes de su ejecucin, el gran escritorcheco Julius Fucik. Es la despedida de un hombre limpio y entero, de un enamorado de lavida, de un combatiente.

    Y as -como l quera- merece ser recordado. Con esa sonrisa clara que sola inundar surostro atezado, con ese su optimismo aguerrido que nada, ni su terrible drama personal,

    pudo disminuir. En la ruda prueba final se afirmaron en l sus ms altas calidades humanasy artsticas. Por eso pudo damos su libro postrero, escrito a escondidas en la celda, en losminutos robados a la tortura, a la vigilancia, a la agona.

    El lo titul, modestamente, Reportaje al Piedel Patbulo.Y estas pginas redactadas deprisa, en espera del nudo corredizo; constituyen sin embargo un clido y luminoso mensajede amor a la vida y a los hombres, a los que hasta en la ltima lnea del libro reclamconfianza y coraje:

    Hombres!Yo os am. Velad!

    Ya desde la Edad Media, la cultura checa afirma tenazmente su orientacin humanista y

    liberal. La larga lucha que debi afrontar ese pueblo para defender su independencia,encontr siempre un eco directo en su literatura. Los escritores supieron recoger sutilmentelas ansias nacionales en obras de sabor realista y popular. Tras la Primera Gran Guerra, seobtuvo por fin la ansiada liberacin nacional. Pero entonces se hizo visible que -comoapunta el crtico Karel Polak- aquella deba ser completada por una liberacin social y unatransformacin econmica del pas. Los intelectuales ms valiosos no permanecieronajenos a este esfuerzo en pro de la renovacin checoslovaca. Luego, cuando se produjo lainvasin nazi, muchos pasaron naturalmente a militar en la Resistencia. Algunos de los msdestacados deban pagar con sus vidas. El brillante Karel Capek ya haba muerto poco antesde la guerra. Su hermano, Joseph Capek, iba a morir tambin en un campo deconcentracin, en vsperas de la victoria. Entre los fusilados figuran Kurt Konrad, Stanislav

    Brunelik, J ean Krejci y otros. Una prdida muy dolorosa fue la de Vladislav Vancura, aquelque haba revolucionado la prosa, detenido mientras diriga la actividad ilegal de losescritores, y al que los nazis ejecutan durante las represalias de 1942, a raz del exitosoatentado contra el verdugo de Bohemia y Moravia, Heydrich.

    As tambin, en pleno combate, cae Julius Fucik.

    5

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    6/85

    Las lneas del drama son simples y severas: un hombre est solo, inerme, frente a losencarnizados verdugos. Pero no tan inerme, porque lo asiste su firmeza. Pero no tan solo,porque siente junto a s la presencia compacta de innumerables rostros, rostros conocidos oannimos, pero igualmente queridos. El no se pregunta si puede ceder o no. No se lo

    pregunta a su cuerpo martirizado. Simplemente, sabe que no puede elegir. Despus detorturarlo durante largo tiempo, lo dan por muerto. Es un pingajo humano, al que debenarrastrar en una camilla para nuevos interrogatorios. Y sin embargo su espritu no conocela derrota, no flaquea.

    A pesar de todo, vive. Deber soportar la prisin y los frecuentes vejmenes durante ms deun ao. Tras la acostumbrada parodia de proceso, ya en Berln, lo condenan a muerte.Quince das despus el hacha -y no la soga, como l haba supuesto- cae bruscamente sobresu cabeza con un resplandor que anuncia la prxima llegada de la justicia.

    Fucik naci en 1903 y lo asesinaron en 1943. Fueron Cuarenta aos vividos plenamente,resueltamente; una existencia fructfera que se clausur con una victoria. Porque cuando sucabeza caa bajo el hacha en la crcel alemana, era l -sin paradoja alguna- quien triunfabasobre sus enemigos, los enemigos del hombre.

    El lo saba. Y en su recio Reportajelo predijo.

    Como si hubiera adivinado su ms urgente deseo, cierto da alguien le desliza en la manoun papel y un trozo de lpiz. Es un guardin: en realidad, un camarada, que ha tomado esepuesto para ayudar a los suyos. As se inicia la singular historia de este libro. Fucikcomienza a escribir sus impresiones de la crcel, su propia peripecia y la de quienes lorodean. Vctimas y verdugos son presentados con trazos breves y definidores. El revela laalianza fraternal de los prisioneros, expuesta aqu a una presin que la condensa, la

    fortifica y la vuelve an ms sensible. Si los recluidos pueden soportar hasta loinsoportable, es gracias a esa fraternidad sangrante e irresistible. La prisin palpita bajosu mano experta. Otros slo notaran el carcter sombro de esa antecmara de la muerte.Pero Fucik ve all el ltimo reducto de los combatientes, la ltima trinchera donde an sepuede pelear, donde an se vence.

    El escritor se alza en medio del torbellino para expresarse con un estilo lmpido y denso desugerencias. La poesa vuela a travs de sus frases concisas. El condenado a muerte sabeque no tiene tiempo que perder. Ni papel...

    Es un testimonio lcido y severo donde resalta la sensibilidad alerta de Fucik, su ternura

    por los hombres.Y as, el Reportaje se convierte en uno de los ms valiosos documentos humanos que seconozcan.

    Ajeno a cualquier esperanza de salvar su vida, Fucik ahonda con lucidez en su destino, uni-do estrechamente al destino de millones de seres. (Qu vendr primero: la muerte del fas-cismo o mi propia muerte ?) .

    6

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    7/85

    La victoria de Stalingrado confirma sus suposiciones. Prev el avance sovitico y laconsiguiente liberacin de su patria, el alzamiento irresistible de los pueblos. Falta poco,muy poco. Pero antes, l caer. Yo he pensado siempre en lo triste que resulta ser el ltimosoldado herido en el corazn por la ltima bala y en el ltimo segundo. Pero alguien tiene

    que ser el ltimo. Si supiera que puedo ser yo, querra serlo an ahoraEsta relacin viva y estrecha de Fucik con el mundo, con el pueblo, es lo que da unacarnadura tan recia a su obra literaria. Y que lo diferencia de esos otros desencantados quecultivan la literatura de la angustia y la desesperacin; de los que, traicionando su misin deartistas, s aferran al orden viejo que se derrumba, dando la espalda a las nuevas formas devida que crean las masas revolucionarias.

    Por eso es falso cualquier parentesco que quisiera encontrarse al Reportajecon El Tiempodel Desprecio. A pesar de sus superficiales analogas, el sentido de ambas obras esdiametralmente. distinto. Y no slo porque la de Fucik se basa en una desgarranteexperiencia real.

    En su prisin -hace notar Roger Garaudy comentando esta novela de Malraux-, el hroecomunista, Kassner, no es sostenido por la certidumbre de ningn ideal, de ningunafraternidad viril del combate. Lo que Malraux llama as falsamente no es sino el eco deotras desesperaciones. En esta soledad desesperada, su coraje haba tomado la forma de lamuerte, an la esperanza era una forma de dolor..

    Kassner es el hroe aislado y en definitiva -como acontece siempre a los personajescentrales en la novelas de Malraux y en la vida real a l mismo- se siente ms oprimido porsu angustia metafsica que por sus cadenas reales. Pero Fucik no es el desesperado quebusca la tragedia como una forma de afirmar su yo y escapar as a la angustia del nant.

    S acepta la muerte con serenidad, es porque resulta la nica manera de seguir viviendo, dereafirmar los ideales que inspiraron su existencia. Aqu el hroe se yergue sobre sucatstrofe individual porque participa del destacamento combatiente y sabe que, aunque lcaiga, los otros siguen y tienen la batalla ganada. Su optimismo nace precisamente de suvinculacin con el resto de los luchadores, con el ejrcito infinito de los obreros, de todoslos hombres que en todos los pases sostienen la misma lucha por el porvenir.

    Mientras Fucik lo escribe, el libro contina su aventura. Una hoja de papel, una simple hoji-ta arrugada, sale de la celda, atraviesa los vigilados corredores y cruza la puerta principal dela crcel escondida entre las ropas del guardin cmplice. Si lo revisaran, esa hojita lecostara la vida. Pero l no vacila y la lleva a una casa donde queda escondida. Das

    despus, otras pginas tambin numeradas la siguen, o van a parar a otros hogares.El que escribe, el que transporta y los que esconden, estn unidos por una misma rotundaconfianza en el futuro. Liberada Checoslovaquia, alguien ir recogiendo amorosamente lascuartillas para devolverles su unidad y permitir que el libro sea publicado.Ese alguien es la misma mujer de Fucik.

    7

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    8/85

    Cunta fuerza hay oculta en esta criatura delgada, de rasgos firmemente tallados, congrandes ojos infantiles, henchidos de una tal ternura.

    Las palabras con que l la definiera en el Reportaje acuden a mi memoria mientrasconverso con Gusta Fucikov en su oficina de la Editorial Svoboda. Fuera, la nieve caesobre esta ciudad de Praga tan ntima, delicada y recia a la vez. Gusta habla poco de smisma. Prefiere quedar en la sombra para ocuparse de Julius.

    Pero tambin ella pas por una dura pesadilla. Detenida poco despus que su marido, la re-cluyen en la misma crcel de Pankrc. Estn bajo el mismo techo, sin verse. Pero tantasveces han debido vivir el uno lejos del otro! La lucha, la separacin continua, han hechode nosotros eternos amantes....

    Todas las noches y todas las maanas, el moribundo hace un esfuerzo volvindose decostado en su msero lecho de paja para cantar a mi Gusta sus canciones preferidas. El lasmusita apenas, pero sabe que ella lo escucha, porque a travs de las celdas el canto vuela y

    hace vibrar la prisin, transmitiendo a la compaera su amor y su confianza.

    Nada ms doloroso y tocante que este idilio renovado a la sombra de la muerte, nada mshermoso tambin. El romance de dos combatientes, cuya mutua firmeza les inyecta nuevosalientos para despreciar las desgracias, para mantener inclume su amor.

    Pero tambin les arrebatan el goce de saberse prximos. Un da, ella es trasladada aPolonia, al campo de concentracin de Ravernsbruk. Fucik piensa que, como tantos otros,ya no volver. Cuando incluye en el Reportajesu testamento literario, seala cules de sustrabajos deben ser escogidos y editados despus de la victoria. Yo esperaba -apuntamelanclicamente- que Gusta los recogera. Pocas esperanzas.

    Pero contra lo que poda esperarse, Gusta figura entre los sobrevivientes. Desde hace cincoaos, est cumpliendo la tarea que le confiara Fucik. Uno de los mejores amigos de ste, elprofesor Ladislav Stoll, colabora con fervor; y a l le pertenece el comprensivo estudio queprlogo la edicin francesa deReportaje al Pie del Patbulo.

    Aquellas hojitas garabateadas por un moribundo en la crcel de Pankrc- ya han dado lavuelta al mundo. Las ediciones se multiplican. Hoy se leen en treinta idiomas...

    As, la voz de Fucik sigue llegando a millones de seres, fortificando su fe en la vida,ensendoles a resistir la opresin, a defender ese ardiente anhelo de la humanidad que esla paz. Es lo que reconocieron los dos mil delegados que en nombre de ochenta y un pasesparticiparon en el II Congreso Mundial por la Paz -realizado en Varsovia en noviembre de1950-, al acordar al Reportajeuna altsima distincin, la ms honrosa que podra desear hoyun intelectual progresista: el Premio de Honor por la Paz.

    El Fucik que nos revelan sus fotografas corresponde exactamente al que permite adivinareste libro: un muchacho grande, robusto, de aspecto deportivo; unos destellos luminosos ensus ojos indagadores y en la boca una sonrisa franca. Su rostro destila optimismo, confianza

    8

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    9/85

    y una contagiosa sensacin de juventud.

    Quienes lo trataron agregan una semblanza moral no menos coincidente: Julius Fucik -di-ce Ladislav Stoll- era el personaje tpico del renacimiento checo. Nunca jugaba el papel deun espritu encerrado en s mismo: estaba pletrico de alegra, de vitalidad positiva, de unaactividad creadora y despierta... Amaba la vida como un nio, despreciaba la muerte comoun hombre. Tras su humor y su delicadeza habitual se perciba una fidelidad seria eimplacable a su doctrina.... Amaba a sus amigos y sus amigos eran todos aquellos que comol amaban al pueblo y al hombre.

    Algunos prisioneros que compartieran sus ltimos das, all en la crcel berlinesa, hanaportado con sus recuerdos lo que podra ser el eplogo del Reportaje. El 25 de agosto de1943, Fucik declar ante los jueces nazis: S que ser condenado y que mi vida llega a sufin, pero tambin se que hice lo que pude por nuestra victoria. Estoy seguro de queseremos los vencedores. Nosotros morimos, pero otros vendrn a continuar nuestra obra.

    Al regresar a la prisin despus de or serenamente su sentencia de muerte, pidi a uncamarada que cantasen en coro y pronto se les unieron otros presos. En vsperas de laejecucin alentaba a sus compaeros de martirio, insuflando coraje a los vacilantes.Cantaba a menudo. Se conduca -relata otro de los condenados, que logr salvarse-como si an tuviera ante l una larga vida por vivir.

    Hasta el ltimo momento rechaz a el ngel de la tristeza...

    -Cumpliendo el testamento de Julius -me dice Gusta Fucikov-, estamos editando una cui-dadosa seleccin de sus trabajos. Ya han aparecido varios volmenes...

    Tambin estos libros tienen una historia. Detengmonos brevemente a relatarla.En 1930 se produce un acontecimiento que habra de influenciar profundamente la vida deFucik: su primer viaje a la URSS. Curioso, dinmico, recorre distintas regiones, desdeLeningrado hasta el Cucaso. Contempla con avidez ese nuevo mundo que surge conmpetu y a los hombres y mujeres que lo van formando entre privaciones y alegras. La fede Fucik en el socialismo se afirma all, en ese pas joven que crea afiebradamente. Regresaansioso por referir lo que ha visto. Posedo de un ardor incansable, no se limita a susartculos, al "gran reportaje", sino que recorre ciudades y aldeas pronunciando conferencias.Por ese motivo conoce la crcel una y otra vez. Estas detenciones perturban el trabajo alque est entregado y que termina en 1931. Es un libro sobre sus experiencias en la URSS alque titula significativamente: En el Pas donde Nuestro Maana ya Significa Ayer.

    En 1934, para substraerse a las persecuciones, se dirige nuevamente a la Unin Soviticacomo corresponsal del Rude Pravo, Han transcurrido cuatro aos, y Fucik puede hacercomparaciones y comprobar los adelantos producidos en ese perodo. Cuando vuelve aPraga, dos aos despus, declara emocionado: He visto edificar el socialismo en carne yhueso. Trae bajo el brazo los voluminosos apuntes que luego se convertirn en otro libro:En el Pas bien Querido.

    9

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    10/85

    De esa comprobacin de lo que puede realizar un pueblo liberado, emana la slidaconfianza de Fucik en el futuro de la humanidad que tan calurosamente se refleja enReportaje al Piedel Patbulo. Pero el firme internacionalista que hay en l convive, comoes lgico, con el vehemente defensor de las mejores tradiciones y del porvenir de

    Checoslovaquia. Su relacin fraternal con otros pueblos -confirma Stoll- no le impeda se-guir siendo un altivo patriota checo, consciente de pertenecer al pueblo de Jan Hus yKomensky.

    As, fue arraigndose en su espritu el proyecto de estudiar crticamente la literatura checa.Quera bucear en su rico historial para poner en evidencia el legado democrtico y elespritu verdaderamente popular de los mejores escritores de su pas. Es sugestivo que hayacomenzado esta tarea cuando Checos1ovaquia estaba sojuzgada por los alemanes, en losmomentos que le dejaba libre su actividad clandestina. Justamente en tan difcilescircunstancias, era oportuna esta empresa de revisin histrica. El beba all su fuerza en lalucha desigual contra el rgimen inhumano de la ocupacin.

    La serie -que debi quedar trunca - iba a titularse Los Olvidados y los Obligados aCallarse.

    Comenz con Bozena Nemvov, escritora que en el siglo XIX compuso los mejorescuentos populares checos. La siguieron otras monografas sobre Julius Zeyer, escritorpico, romntico, y Karel Sabina, que traicion a su pueblo.

    Otro de sus trabajos, tal vez el ms profundo est dedicado , al que fuera su gran amorliterario, famoso poeta y cuentista del siglo pasado Jan Neruda. No pudo concluirlo; peroall, como en sus otros ensayos, Fucik sent las bases de una nueva crtica que recoga ennombre de los sectores revolucionarios los aportes ms valiosos del pasado nacional, y que

    levantaba una de las premisas fundamentales de la esttica marxista al afirmar la necesidadde considerar el valor de una obra basndose, sobre todo, en su contenido popular.

    El da que los nazis invadieron su patria, Fucik comenz una novela en la que proyectabaabarcar la odisea de su generacin. Le serva de prefacio la carta dirigida a un nio an nonacido, transmitindole en herencia los tiempos mejores conquistados a travs de tanarduas luchas. Mientras conspiraba contra el opresor, pudo escribir algunos captulos.Despus... He visto algunos manuscritos en los sumarios de la Gestapo, cuenta l.

    La condicin del escritor, sobre todo en nuestro tiempo, presupone la del combatiente por lalibertad y por la paz. Los que esquivan este carcter indispensable de su misin podrn

    ahorrarse dificultades, pero a la vez renuncian a su parte en las miserias y grandezas de lavida, empobrecen su experiencia, adulteran su capacidad creadora y debilitan por lo tanto lafuerza de su mensaje. Al mutilar al hombre, hieren de rebote al escritor. La vida de JuliusFucik ratifica leal y ardientemente sus convicciones, hasta constituirse en un ejemploinsoslayable para los artistas de hoy.

    Esta gran esperanza de la literatura checa debi dejar su obra interrumpida. Los amplios

    10

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    11/85

    11

    trozos que han quedado acreditan su manejo fcil y armonioso de la prosa, su estilo claro ypujante, en el que las ideas relampaguean. Sin limitarse al reportaje, al que dio categoraartstica, haba trabajado en el ensayo crtico y en la novela. Qu jerarqua hubieraalcanzado su obra, de sobrevivir al vendaval nazi?

    El haba dicho: El rbol que nosotros hemos hecho brotar aportar sus frutos: madurarngeneraciones de hombres nuevos, generaciones socialistas de obreros, de poetas y tambinde hombres de letras que dirn tal vez ms tarde, pero en revancha, mejor que yo, lo que notuve tiempo de decir. Su profeca se est cumpliendo. En 1949 asist al Congreso deEscritores Checoslovacos. All pude ver cmo el recuerdo de Fucik inspira a sus colegassobrevivientes. Son cada vez ms numerosos los que tienden a crear una literatura vigorosay realista, entroncada con los anhelos y las realizaciones de su pueblo. Julius Fucik, soldadocado en el ltimo segundo, no ha podido ver a su patria encaminndose decididamentehacia el socialismo. Pero l lo previ. La nueva Checoslovaquia ha sido posible por laaccin abnegada de seres como Fucik. Y la alegra que palp durante mis visitas a ese pasest formada por millares de sonrisas radiantes como las que vivan en el rostro y en elcorazn de Julius Fucik.

    ALFREDO VARELA

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    12/85

    Introduccin

    En el campo de concentracin de Ravensbruk, mis compaeros de prisin me comunicaron

    que mi marido, Julius Fucik, haba sido condenado a muerte el 25 de agosto de 1943 por eltribunal nazi de Berln.

    Las preguntas referentes a su suerte ulterior han resonado como un eco vano a lo largo delos altos muros del campo.

    Despus de la derrota de la Alemania hitlerista, en mayo de 1945, fueron liberados de lasprisiones y de los campos de concentracin los prisioneros que los fascistas no tuvierontiempo de matar o de torturar hasta la muerte. He tenido la suerte de contarme entre losliberados. He vuelto a mi patria libre. He buscado los rastros de mi marido. He hecho comootros miles y miles que buscaban y buscan an al marido, a la mujer, a los hijos, a los

    padres y madres deportados por los ocupantes alemanes a alguno de sus innumerablescampos de tortura.

    Supe que Julius Fucik haba sido ejecutado en Berln el 8 de septiembre de 1943, quincedas despus de ser condenado.

    Supe tambin que Julius Fucik haba escrito en la prisin de Pankrc. Fue su guardin, A.Kolinsky, quien le facilit los medios de hacerlo, llevndole a la celda el papel y lpiznecesarios. Es l tambin el que se llev a escondidas las hojas del manuscrito redactado enla prisin.

    Tuve una entrevista con ese guardin. Poco a poco recib todo lo que Julius Fucik escribien su celda de Pankrc. Las hojas, numeradas, estaban ocultas en casas de distintaspersonas y en diferentes lugares; las he reunido y hoy las presento al lector. Es la ltimaobra de Julius Fucik.

    GUSTA FUCIKOVA

    12

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    13/85

    Escrito en la prisin de la Gestapo, en Pankrc, durante la primavera de 1943

    Estar sentado en posicin de firme, el cuerpo tenso, inmvil, las manos pegadas a lasrodillas, los ojos fijos hasta la ceguera sobre la pared amarillenta del depsito, en el PalacioPetschek, de Praga; no es seguramente la postura ms favorable para reflexionar. Quinpodra, entonces, forzar a una idea a permanecer, as, sentada, en posicin de firme?

    Tal vez nunca sabremos a quin, y cundo, se le ocurri denominar el cine a este depsitodel Palacio Petschek; he ah una idea genial. Una sala espaciosa, seis largos bancos en filasapretadas, ocupados por los cuerpos inmviles de los reos y frente a ellos la pared limpiacomo una pantalla de cinematgrafo. Ni las productoras de todo el mundo han podido rodartantos filmes como los proyectados por los ojos de los reos sobre el muro, mientrasesperaban un nuevo interrogatorio, o la tortura, o la muerte. Los filmes de la vida entera yno los de los pequeos detalles de la vida; los de la madre, de la mujer, de los hijos, del

    hogar destruido, de la existencia perdida; el filme de un camarada valiente y de la traicin;el filme de ese a quien yo di aquel volante, de la sangre que correr an, de un fuerteapretn de manos, garanta de fidelidad. Filmes colmados de terror y de resolucin, de odioy de amor, de angustia y de esperanza. Cada uno de espaldas a la vida, muere aqu ante suspropios ojos. Pero no todos renacen.

    He visto cien veces mi propio filme, mil veces sus detalles. Ahora tratar de contarlo. Si elnudo corredizo aprieta mi cuello antes de llegar al final, an quedarn millones paraterminar este filme con unhappyend(1).

    (1).Final Feliz ( en ingls en el original )

    13

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    14/85

    CAPITULO I

    Veinticuatro horas

    Dentro de cinco minutos el pndulo del reloj marcar las diez; es una fresca y hermosanoche de primavera, exactamente el 24 de abril de 1942.

    Me apuro -dentro de los lmites de mis posibilidades, las de un seor de edad que cojea- pa-ra llegar a casa de los J elinek antes de que cierren la puerta de calle. Mi ayudante, Mirek,me espera. S que no tiene nada importante que decirme, ni tampoco yo a l. Pero faltar auna cita podra provocar pnico y, precisamente, es necesario evitar inquietudes intiles alas dos buenas almas que nos acogen.

    Me reciben con una taza de t. Mirek ya espera; adems, est el matrimonio Fried. Una im-prudencia ms.

    -Tengo mucho gusto de veros, camaradas, pero no as, juntos. Este es el camino ms seguropara la prisin y la muerte. O respetan las reglas de la conspiracin o dejan de trabajar,porque se exponen y exponen a los dems, comprenden?

    -Comprendido -Qu me han trado?

    -El nmero del 1 de mayo del Rude Pravo.

    -Muy bien. Y t, Mirek?-Bien; nada nuevo, el trabajo marcha.

    -Listo, nos volveremos a encontrar despus del 1 de mayo; les dejar algo dicho. Hasta lavista!

    -Otra taza de t, patrn.

    -Pero no, no, seora Jelinek, somos demasiados!

    -Al menos una tacita, se lo ruego.

    El vapor se eleva del t recin servido. Alguien llama. De noche, a esta hora? Quin po-dr ser?

    Los visitantes son impacientes. Golpes en la puerta.

    -Abran; polica!

    14

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    15/85

    -Rpido, a las ventanas, huyan! Tengo revlveres, proteger vuestra huda!

    Demasiado tarde. La Gestapo ya est bajo las ventanas, apuntndonos con las pistolas.Forzando las puertas, atravesando el pasillo, los esbirros entran rpidamente a la cocina, yd all al cuarto. Uno, dos, tres, nueve hombres. No me ven, porque estoy a sus espaldas,detrs de la puerta que han abierto. Puedo, pues, disparar a gusto, pero sus nueve pistolasapuntan a dos mujeres y a tres hombres desarmados. Si tiro primero, caern antes que yo, yhasta si tirara contra mi mismo comenzara el tiroteo y seran las primeras vctimas. Si notiro, se les encerrar por seis meses, por un ao tal vez, y la revolucin los libertar. SloMirek y yo estamos condenados; nos torturarn. De m no sacarn nada. Y de Mirek?

    El hombre que combati en la Espaa republicana, que vivi dos aos en un campo deconcentracin en Francia y que en plena guerra pas sin autorizacin de Francia a Praga,no, ese hombre no traicionar. Tengo dos segundos para reflexionar. O sern tressegundos?

    Si tiro, no salvar nada; me librar de la tortura, pero sacrificar intilmente la vida de cua-tro camaradas. No es as? As es.

    Estoy decidido.

    Salgo de mi escondite. -Ah! Aqu hay otro.

    Primer golpe en la cara; quizs quieren ponermeknock out

    -Hande auf. (Arriba las manos).

    Segundo, tercer golpe.

    Lo que me haba imaginado.

    Del ordenado departamento no queda ms que un barullo de muebles rotos y de vajilla que-brada.

    Nuevos puetazos y patadas.

    -Marsch! (Camine!)

    Me han hecho entrar en el coche, apuntndome siempre. Durante el viaje empieza el

    interrogatorio.-Quin eres?

    -El profesor Horak. -Mientes!

    Alzo los hombros.

    15

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    16/85

    -Sintate o disparo!

    -Tiren.

    Pero en lugar de una bala, un puetazo.

    Pasamos al lado de un tranva y me parece coronado de flores blancas. Un tranva de bodaahora en plena noche? Creo que empiezo a delirar.

    El Palacio Petschek, al que nunca haba esperado entrar vivo; y ahora, al galope hasta elcuarto piso! Ah!, la harto famosa oficina II A I, la seccin anticomunista. Me parece quehasta siento cierta curiosidad.

    El alto y esculido comisario que ha dirigido el procedimiento contra nosotros, mete surevlver en el bolsillo y me hace entrar con l a la oficina. Me enciende un cigarrillo.

    -Quin eres?-El profesor Horak.

    -Mientes!

    Su reloj de pulsera marca las once.

    -Revsenlo.

    Empiezan a revisarme; me desnudan.

    -Tiene documentos.-Con qu nombre?

    -Profesor Horak..

    Averigen.

    El telfono suena.

    -Evidentemente, no est registrado; los papeles son falsos.

    -Quin te los dio?

    -La Jefatura de Polica.

    Primer palo. Segundo. Tercero. Debo contarlos? Muchacho, tu no publicars estaestadstica en ninguna parte!

    16

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    17/85

    -Tu nombre? Habla! Tu direccin? Habla! Con quin tienes relaciones? Habla! Losdomicilios? Habla! Habla! O te golpearemos hasta matarte!

    Cuntos golpes puede soportar un hombre sano?

    Dan la medianoche en la radio; los cafs se cierran, los ltimos clientes se retiran a sus ca-sas; los enamorados dan vueltas frente a las puertas y no se deciden a despedirse.

    El comisario alto y flaco entra en el cuarto sonriendo alegremente.

    -Qu tal, seor periodista?

    Quin le habr dicho esto? Jelinek? Los Fried? Pero no saben mi nombre.

    -Ya ves que lo sabemos todo! Habla! S inteligente.

    Qu razonamiento! Ser inteligente: traicionar.-No soy inteligente.

    -Amrrenlo y denle ms.

    La una; los ltimos tranvas entran a la estacin.

    Las calles quedan solitarias, la radio da las buenas noches a sus ms fieles auditores.

    -Quines son los otros miembros del Comit Central? Dnde estn las emisoras? Dndeestn las imprentas? Habla, habla, habla!

    Ahora puedo contar los golpes ms tranquilamente; el nico dolor que siento es en loslabios que muerden mis dientes.

    -Desclcenlo!

    Es verdad, la planta de los pies an es sensible. Lo advierto ahora.

    Cinco, seis, siete; y ahora, uno que siento como si el garrote me atravesara hasta el cerebro.

    Las dos; Praga duerme; tal vez en alguna parte gimotea un nio; o un hombre acaricia lascaderas de su mujer.

    -Habla! Habla!

    Me paso la lengua por las encas y trato de contar los dientes rotos. No puedo terminar elclculo. Doce, quince, diecisiete? No, ese es el nmero de los comisarios que ahora meinterrogan. Algunos estn visiblemente fatigados, pero la muerte no viene todava.

    17

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    18/85

    Las tres. Las primeras luces de la maana llegan desde la calle. Los vendedores delegumbres se acercan al mercado y los basureros se desparraman por las calles. Quizllegue a vivir lo suficiente para ver otra maana. Traen a mi mujer.

    -Lo conoce?

    Me trago la sangre para que ella no la vea...Lo que seguramente es bastante tonto, porque lasangre corre de cada poro de mi cara y hasta de la punta de mis dedos.

    -Lo conoce?

    -No lo conozco.

    Dijo eso sin que siquiera su mirada traicionase su horror. Ha respetado nuestro acuerdo, deno confesar nunca que me conoce, por ms que ahora eso ya sea intil. Quin, pues, leshabr dado mi nombre? Se la llevaron; le dije adis con la mirada ms alegre de que an

    era capaz; quiz no fuera alegre, no lo s.Las cuatro de la madrugada. Estar aclarando o no? Las ventanas, camufladas, noresponden. Y la muerte que no llega. Debo ir a su encuentro? Cmo?

    He golpeado a alguien y ca. Me dan de patadas, caminan sobre m. Bueno, ahora el fin serrpido.El comisario moreno me levanta por la barba y re contento, mostrndome susmanos llenas de pelos arrancados. Verdaderamente, es cmico. Y ahora ya no siento dolor.

    Son las cinco, las seis, las siete, las diez, medioda. Los obreros han tomado el trabajo y lohan abandonado. Los nios han ido a la escuela y estn de vuelta. Se vende en los negociosy en las casas se prepara la comida; quiz en este momento mi madre me recuerda, quizlos camaradas ya saben que me han detenido y extreman las precauciones....

    Con todo, si hablara... No, no temis, no hablar, creedme. Y, adems, la muerte no debeestar muy lejos. Ahora es slo un sueo, una febril pesadilla; caen los golpes, luego metiran agua, y otra vez los golpes y de nuevo: Habla! Habla! Habla!, y ms golpes; lamuerte no llega. Madre, padre, por qu me habis hecho tan fuerte?

    Las cinco de la tarde. Todo el mundo est cansado ya, los golpes no caen ahora sino detanto en tanto, tras largos intervalos; slo resta la fuerza de la inercia. Y de repente, escuchodesde lejos, desde muy lejos, una voz apacible, dulce, tierna como una caricia:

    -Er bat schon genug. (Ya tiene bastante).

    Un rato despus me encuentro sentado frente a una mesa que sube y baja ante mis ojos,alguien me da de beber, otro me ofrece un cigarrillo, que no puedo sostener, y otro trata deponerme los zapatos y dice que no es posible hacerlo; en seguida me llevan medio alzadopor una escalera. Bajamos; en el coche en que vamos alguien me apunta con el revlver, loque me da risa; dejamos atrs un tranva coronado de flores blancas, es el tranva de bodas,

    18

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    19/85

    pero quiz todo sea una pesadilla, o la fiebre, o la agona, o, en fin, la misma muerte. Sinembargo, la agona es tan difcil, pero esto no es nada difcil, es vago e informe, livianocomo una pluma; un suspiro todava y todo habr terminado.

    Todo, verdaderamente? Para siempre? Todava no. En este mismo momento me pongo depie, realmente de pie, solo, sin el apoyo de nadie, y cerca de m se extiende una pared de unamarillo sucio salpicado de algo. Por qu? Me parece que es sangre; s, es sangre; levantoun dedo y trato de extenderla; s, est fresca, es la ma....

    Alguien que est detrs de m me golpea en la cabeza y me ordena levantar las manos yhacer genuflexiones; a la tercera me caigo... Unalto SS se me viene encima y me dapuntapis para forzarme a que me levante, pero es intil; otra vez me mojan. Estoy sentado,y una mujer cualquiera me da un medicamento y me pregunta dnde me duele, y a m meparece que todo mi dolor est en el corazn.

    -T no tienes corazn -me dice el alto SS.

    -Pues, lo tengo -le respondo. Y de pronto me siento muy orgulloso, porque an he sidocapaz de tomar la defensa de mi corazn.

    Pero luego todo se desvanece ante mis ojos, hasta el muro, hasta la mujer del medicamento,hasta el SS...

    La puerta de un calabozo se abre ante m, y un gordo SS me arrastra hacia adentro. Retiralos jirones de mi camisa, me pone sobre un jergn, tantea la hinchazn de mi cuerpo yordena que me pongan compresas.

    -Mire -dice a su compaero, y menea la cabeza-. Fjese bien lo que ellos son capaces dehacer.

    Y otra vez desde lejos, desde muy lejos, escucho la voz apacible y dulce, tierna como unacaricia:

    -No ver la maana.

    Dentro de cinco minutos los relojes darn las diez. Es una noche hermosa y fresca deprimavera: el 25 de abril de 1942.

    19

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    20/85

    CAPITULO II

    La agona

    Cuando la luz del sol y el brillo de las estrellas se apagan para nosotros..., seapagan para nosotros....

    Dos hombres, inclinados, con las manos juntas, caminan con paso pesado y lento bajo lacripta blanca, siempre en crculo, cantando en voz alta, discordante, una salmodia triste yreligiosa.

    ...Esdulce a las almas elevarse al cielo..., elevarse al cielo.

    Alguien ha muerto, quin? Trato de volver el rostro; quiz alcance a ver el atad y eldifunto y los dos erguidos cirios en la cabecera.

    Donde la noche no existe, donde siempre es aurora.

    He conseguido abrir los ojos, y no he visto a nadie; no hay nadie, solamente ellos dos y yo.Por quin cantan los salmos?

    Esa estrella que brilla siempre es Jess, es Jess.

    Es la ceremonia fnebre, seguramente el entierro; pero a quin entierran? Quin est

    aqu? Slo ellos dos y yo. Ser mi entierro? Pero escuchen, amigos mos, es un error, seengaan, no estoy muerto, estoy vivo; bien ven que los miro, que les hablo; detnganse, nome entierren.

    Cuando alguien nos dice adis para siempre, para siempre.

    No oyen. Sern sordos? Acaso no hablo bastante fuerte? O estar verdaderamentemuerto, y no pueden or mi voz sin cuerpo? Acostado sobre el vientre, asistir a mi propioentierro? Muy cmico!

    El vuelve su piadosa mirada hacia el cielo, hacia el cielo.

    Recuerdo: alguien me recogi con dificultad, me visti y me llev en la parihuela de losmuertos; los pasos metlicos resonaron en el pasillo, y luego.... Eso es todo, no s ms, nos ms nada.

    ... donde siempreesaurora.

    Pero todo esto es un disparate! Yo vivo! Siento un dolor lejanoytengo sed.

    20

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    21/85

    Y los muertos no tienen sed. Concentro todas mis fuerzas tratando de mover la mano, y unavoz extraa, que no me pertenece, sale de mi garganta:

    -Agua!

    Por fin. Los dos hombres han cesado de caminar en crculo. Ahora se inclinan hacia m, yuno de ellos me levanta la cabeza y me da de beber en un cubilete.

    -Debes comer algo, muchacho; desde hace dos das ests bebiendo, bebiendo siempre.

    -Qu me dices? Dos das, ya? En qu da estamos?

    -Lunes.

    Lunes. Y fui detenido el viernes. Cmo me pesa la cabeza! Y cmo refresca el agua!

    Dormir! Djenme dormir!

    Una gota de agua rompe la lisa superficie del manantial. Es una fuente en el valle, en mediode montaas; me acuerdo, est al lado de la casa de los guardabosques, al pie del monteRokland, y una lluvia fina e incesante rumorea sobre las copas de los rboles... Es dulcedormir...Y cuando me despierto de nuevo es martes. Ante m hay un perro. Es mi perrolobo. Me mira, examinndome con sus hermosos ojos sabios, y pregunta:

    -Dnde vivas?

    Oh, no! No es el perro, esa voz es de otro. S, aqu hay alguien; veo unas grandes botas,otras ms, y tambin pantalones militares, pero ya no veo nada, caigo en el vrtigo cuando

    trato de mirar, y poco me importa; djenme dormir...

    Mircoles. Los dos hombres que cantaban los salmos estn sentados a una mesa y comen enuna escudilla de barro. Los reconozco ya. Uno de ellos es joven. El otro, de ms edad. Notienen aire de monjes. Y la cripta no es en realidad una cripta, es la celda comn de unaprisin; veo las ranuras concntricas del piso, que parte de mis ojos para terminar en unapuerta pesada y negra...

    Rechinan las llaves en la cerradura; los dos hombres saltan, en posicin de firmes, y otrosdos, con uniforme de SS, entran y dan orden de vestirme. Hasta ahora yo ignoraba cuntosdolores pueden esconderse en cada pierna del pantaln, en cada manga.

    Me suben a una camilla, y por una larga escalera me llevan abajo. Las botas herradas resue-nan a todo lo largo del pasillo... Es, pues, el mismo camino por el que me llevaron ytrajeron luego sin conocimiento? A dnde lleva? En qu infierno terminar?

    En el oscuro y desagradable despacho de la Polizei-Gefangnis (prisin de la policaalemana en Pankrc); me depositan en el suelo, y la spera voz de un pobre hombre checome traduce la pregunta escupida con furia por una voz alemana:

    21

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    22/85

    -La conoces?

    Sostengo mi mentn en la mano. Ante mi camilla veo a una joven de gruesos mofletes; estparada y mantiene alta la cabeza altiva, no con obstinacin, pero s con dignidad; la miradaalgo baja, exactamente lo necesario para poder verme y saludarme.

    -No la conozco..

    Recuerdo haberla visto quiz una vez, un momento, durante aquella salvaje noche delPalacio Petschek. Esta es la segunda vez, y desgraciadamente no habr jams una tercera;hubiera querido estrecharle la mano por la dignidad de su conducta. Era la mujer de ArnostLorenz, y fue ejecutada el primer da del estado de sitio del ao 1942.

    -Pero seguramente conocers a sta.

    Anicka Jirascov. Pero, por Dios, Anicka! Cmo ests aqu? Jams he pronunciado tu

    nombre, no tengo riada de comn contigo, no te conozco, comprndelo, no te conozco.-No la conozco.

    -S juicioso, viejo.

    -No la conozco.

    -Es intil, J ulius -dice Anicka, y slo la ligera presin de sus dedos en el pauelo indica suemocin-. Es intil. He sido denunciada.

    -Por quin?

    -Cllense! -Alguien ataja su respuesta y la empuja brutalmente hacia atrs cuando seinclina para darme la mano.

    Anicka.

    No oigo ms preguntas, y como desde lejos, ligeramente y sin dolor, como si fuera mipropio espectador, siento que dos SS me devuelven a la celda, balanceando brutalmente lacamilla, y que, riendo en forma grosera, me preguntan si no preferira balancearme por elcuello.

    Jueves. Ya comienzo a fijarme en uno de mis compaeros de celda. El ms joven se llamaCarlos, y llama Padre al de ms edad. Ellos me cuentan su historia, pero en mi cabezatodo es confusin. Hay ah una mina y nios sentados en bancos; oigo una campana, hayfuego en alguna parte. Parece que el mdico, el SS, viene a verme todos los das. Mi estadono es tan grave, y creen que pronto me repondr. Es el Padre quien lo dice, y lo dice contanta insistencia, y Carlos lo aprueba con tal conviccin, que a pesar de mi estadocomprendo que es una piadosa mentira. Qu buenos muchachos, cmo siento no podercreerles!

    22

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    23/85

    La tarde. La puerta de la celda se abre, y silenciosamente, pisando apenas, se precipita unperro. Se detiene junto a mi cabeza y de nuevo me mira con atencin; luego dos pares degrandes botas -ahora lo s: un par pertenece al dueo del perro, al director de la prisin dePankrc; el segundo par, al jefe de la seccin anticomunista de la Gestapo, que presidi mi

    interrogatorio nocturno-, y luego los pantalones civiles. Los recorro con la vista de abajohacia arriba. S, conozco eso, ste es el comisario alto y flaco que dirigi el procedimientocontra nosotros. Se sienta en una silla. y el interrogatorio comienza:

    -Has perdido! Salva al menos tu cabeza. Habla!

    Me ofrece un cigarrillo. Lo rehso. No podra sostenerlo.

    - Cunto tiempo has vivido en casa de los Bax?

    En casa de los Bax! Tambin esto! Quin se lo habr dicho?

    -Ya lo ves, sabemos todo. Habla! _Si lo saben todo, para qu hablar? No he vivido en vano, no he llevado una vida estril, nitengo por qu estropear mi fin.

    El interrogatorio dura una hora. No gritan, repiten pacientemente las preguntas que quedansin contestacin; hacen una segunda, una tercera, una dcima.

    -Es que no comprendes? Es el fin, entiendes? Todo est perdido.

    -Slo yo estoy perdido.

    -Entonces, crees an en la victoria del comunismo?

    -Evidentemente.

    -Lo cree? -pregunta el jefe, en alemn, y el comisario alto traduce.

    -Crees todava en la victoria de Rusia?

    - Naturalmente. Eso no puede concluir de otra manera.

    Estoy cansado. He concentrado todas mis fuerzas para esquivar sus preguntas, pero ahorami conciencia huye rpidamente, como la sangre que mana de una herida honda. Sientotodava que me dan la mano, quiz leen el signo de la muerte sobre mi frente.. Parece queen algunos pases el verdugo tiene la costumbre de besar al condenado antes de ejecutarlo.

    La noche. Dos hombres, inclinados, con las manos juntas, vuelven a caminar en crculo,uno detrs del otro, cantando con voz alargada y discordante una salmodia triste:

    Cuando la luz del sol y el brillo de las estrellas se apagan paro nosotros....

    23

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    24/85

    Oh, detnganse, amigos mos! Quiz sea una hermosa cancin, pero hoy estamos envsperas del 1 de Mayo, la ms bella y alegre fiesta del hombre...

    Trato de cantar algo alegre, pero debe sonar an ms tristemente, porque Carlos vuelve lacabeza y el Padre se enjuga los ojos. No importa, no me amilano, sigo cantando, y poco apoco juntan sus voces a la ma. Me duermo contento.

    Al alba del 1o de Mayo. El reloj de la pequea torre de la prisin da tres campanadas. Es laprimera vez que las oigo claramente. Por primera vez desde que me apresaron tengo todomi conocimiento. Siento la frescura del aire que pasa por la abierta ventana y se cuela bajola manta; siento las pajitas que se incrustan en mi pecho y mi vientre; cada pequeapartcula de mi cuerpo me duele con mil dolores, y respiro con dificultad. Y de golpe, comosi abriera una ventana, veo claramente: es el fin. Estoy en agona.

    Has tardado mucho en llegar, muerte. Y pese a todo, yo tena la esperanza de conocerte mstarde, de aqu a muchos aos. Haba esperado poder vivir an la vida de un hombre libre,

    poder trabajar mucho, y amar mucho y cantar y recorrer el mundo. Justamente estaba en mimadurez y todava tena muchas fuerzas. Ya no las tengo, se estn extinguiendo en m.Amaba la vida por su belleza, y he ido al campo de batalla. Os he querido, hombres, y erafeliz cuando sentais mi amor, y sufra cuando no me comprendais. Aquel a quien hicedao que me perdone, y al que consol que me olvide. Que la tristeza no sea unida nunca ami nombre. Este es mi testamento para ustedes, padre, madre y hermanas; para ti, mi Gusta,y para ustedes, camaradas, para todos aquellos que he querido. Si creen que las lgrimasborrarn el triste torbellino de la pena, lloren un momento. Pero no se lamenten. He vividopor la alegra, y por la alegra muero, y sera un agravio poner sobre mi tumba el ngel de latristeza.

    1 de Mayo! Antes, a esta misma hora estbamos ya de pie en las afueras de la ciudad ypreparbamos las banderas; a esta misma hora, en las calles de Mosc se ponan en marchalos primeros grupos para participar en el desfile; y tambin hoy a la misma hora millones dehombres combaten por la ltima batalla de la libertad humana, y miles y miles caen en estecombate. Soy uno de ellos. Y ser uno de ellos, uno de 1os combatientes de la ltima hatalla, es hermoso. Pero la agona no es hermosa... Me ahogo, no puedo respirar, de migarganta sale un ronquido. Tengo miedo de despertar a mis compaeros de celda; tal vez situviera la garganta menos seca.... Pero toda el agua del cntaro se ha consumido ya. Slo atres pasos de aqu, en la letrina, hay de sobra. Si tuviera fuerzas para llegar hasta all.

    Me arrastro suavemente sobre el vientre, muy suavemente, como si toda la gloria de la

    muerte consistiese en no despertar a nadie; he llegado, por fin, y bebo con glotonera elagua del fondo de la letrina. No s cunto tiempo ha durado eso, no s cunto necesitarpara volver, arrastrndome, a mi lugar. Vuelvo a perder el conocimiento, busco el pulso demi mueca; no siento nada, el corazn me llega a la boca y vuelve a bajar. Caigo con l.Caigo por largo rato. Durante mi trayecto an oigo la voz de Carlos:

    - Padre, oye, oye... Se est muriendo, el desdichado!

    24

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    25/85

    El mdico vino por la maana.

    Pero todo esto lo supe mucho ms tarde.

    Lleg, me auscult y sacudi la cabeza. Luego volvi a la enfermera, rompi la partida dedefuncin con mi nombre hecha la vspera, y dijo (elogio de especialista):

    -Qu naturaleza de caballo!

    25

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    26/85

    CAPITULO II I

    Celda 267

    Siete pasos desde la puerta a la ventana, siete pasos de la ventana a la puerta.

    Conozco esto.

    Cuntas veces he recorrido este espacio sobre el piso de abeto, en mi celda de Pankrc! Yquiz sta es la misma celda donde estuve antes por el delito de haber visto con demasiadaclaridad las consecuencias que acarreara al pueblo la peligrosa poltica de los burgueses

    checos. Ahora estn crucificando a mi pueblo. Los guardianes alemanes se pasean frente ami celda, y afuera, en alguna parte, las Parcas, polticos ciegos, vuelven a tejer el hilo de latraicin. .Cuntos siglos sern necesarios para que el hombre vea claro, por fin? Cuntas.celdas ha debido soportar el hombre para poder ir hacia Adelante? Oh! Nio Jess deNeruda(2), el fin del camino de salvacin de la humanidad an est lejos de ser alcanzado.Pero no hay que dormirse, no hay que dormirse.

    Siete pasos adelante, siete pasos atrs. En una de las paredes hay un camastro de madera.En otra, un armarito de un marrn sombro, donde se guardan nuestras escudillas de tierracocida. S, conozco esto. Ahora aqu todo est un poco mecanizado: hay calefaccincentral, el balde ha sido reemplazado por una letrina, y ante todo estn mecanizados los

    hombres. Como autmatas. Toca el timbre, es decir, haz un pequeo ruido con la llave en lacerradura de la puerta o abre la mirilla, y los prisioneros se sobresaltarn, ponindosefirmes, sin cuidarse de lo que estaban haciendo; abre la puerta, y el jefe de la celda gritar,sin tomar aliento:- Achtung celecvozibnzechzikbegtmittrajmanalesinordnung!!

    En aleman: Atencin, celda doscientos sesenta y siete, ocupada por tres hombres, todo enorden!

    He aqu: 267. Es nuestra celda. Pero en esta celda el automatismo no funciona del todobien. Slo dos prisioneros se sobresaltan. Yo contino acostado sobre el vientre, en mi

    jergn, bajo la ventana, una semana, quince das, un mes, seis semanas. y luego resucito; yapuedo volver la cabeza, puedo levantar la mano, logro levantarme sobre los codos, y hastahe tratado de volverme de espaldas.... Realmente, esto se escribe con ms rapidez de lo quese vive.

    (2) Se refiere a una poesa de Jan Neruda acerca del Nio Jess atormentado.

    26

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    27/85

    Y tambin la celda ve cambios. En la puerta han escritodosen lugar detres. Carlos, el msjoven de los hombres que me haban enterrado con sus tristes salmos, ha partido; slo haquedado el recuerdo de su buen corazn. En realidad, mi recuerdo de l es borroso y sloabarca los dos ltimos das que pas con nosotros. Pacientemente volva a contarme su

    historia, y yo volva a dormirme en mitad de la misma.Se llama Carlos Malik, es un mecnico, y trabajaba en el ascensor de una mina situadacerca de Hudlik, de donde extrajo explosivos para la resistencia. Fue detenido hace cerca dedos aos; ahora debe presentarse ante el tribunal, quiz en Berln; pertenece a un grupoimportante. Quin sabe cmo terminar este asunto! Tiene mujer y dos hijos, los quiere,los quiere mucho....

    (Pero era mi deber, sabes? No he podido hacer otra cosa).

    Se queda sentado a mi lado largo rato, forzndome a comer. No puedo. El sbado -ya haceocho das que estoy aqu?- se decide a emplear la violencia: le avisa al Polizeimeister

    (guardin enfermero) que no he comido nada desde que llegu. El Polizeimeister, unenfermero de prisin siempre en movimiento, con uniforme SS, sin el permiso del cual elmdico checo no puede recetar ni una aspirina, me trae personalmente una sopa de rgimeny me observa mientras tomo hasta la ltima gota. Carlos est contentsimo del xito de suintervencin, y al da siguiente es l mismo quien me obliga a beber, la taza de sopa deldomingo.

    Pero es bien poco lo que se adelanta. Mis encas, . rotas, no pueden masticar ni siquiera 1aspapas deshechas del guiso del domingo,. y mi garganta, cerrada, no deja pasar ningnbocado medianamente slido.

    -No quiere guiso -se lamenta Carlos, y menea con pena la cabeza por encima de m.Y luego, con glotonera, empieza a comer mi racin, que comparte honradamente con elPadre.

    Ah, vosotros que no habis vivido durante el ao 1942 en la prisin de Pankrc, no sabis;no podis saber todo lo que es un guiso! Regularmente, aun en los peores tiempos, cuandoel estmago muga de hambre, cuando bajo las duchas aparecan esqueletos cubiertos depiel humana, cuando un camarada robaba a otro, al menos con la mirada, los bocados de suracin; cuando hasta la asquerosa sopa de legumbres secas diluidas en una cucharada deextracto de tomate apareca como una delicia largo tiempo esperada; an en los tiemposms duros, dos veces por semana, con toda regularidad, los jueves y los domingos, los pri-sioneros de servicio vertieron en mi escudilla un cucharn de papas, regndola con unacucharada de jugo en el que flotaban algunos hilos de carne.

    Era maravillosamente apetitoso, s, era ms que apetitoso, un recuerdo material de la vidahumana, algo de la vida civil, algo normal en la cruel anormalidad de la prisin de laGestapo, una cosa de la que se hablaba dulce y voluptuosamente. Ah, quin podrcomprender el inmenso valor que puede tener una cucharada de buen jugo sazonado por el

    27

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    28/85

    terror de una desnutricin perpetua! Han pasado dos meses, y por m mismo he podidocomprender el asombro de Carlos. Yo no haba querido ni siquiera el guiso; y ninguna otracosa pudo convencerlo de mi muerte cercana tan claramente como ese hecho.

    La noche siguiente, a eso de las dos de la maana, despertaron a Carlos. En cinco minutosdeba estar listo para el transporte, como si se tratara de una corta salida; no como si seabriera ante l un camino que lo conducira a terminar su vida en la nueva prisin, en elnuevo campo de concentracin, en el lugar de las ejecuciones, sabe Dios dnde.

    Arrodillado a mi cabecera y tomando en sus manos mi cabeza, la bes (del pasillo nos llegael grito ronco de un cerdo con uniforme, que nos recuerda que los sentimientos no tienennada que ver con la prisin de Pankrc). Carlos atraves la puerta corriendo. La llave diovuelta en la cerradura....

    ....Y slo quedamos dos en la celda.

    Volveremos a vernos, muchacho?

    Y el prximo adis, cundo llegar? Cul de los dos se ir primero? Y adnde? Yquin lo llamar? Un guardin con uniforme SS? O la muerte, que no tiene uniforme?

    Lo que estoy escribiendo no es ms que el eco de los pensamientos que me acompaarondespus de su partida. Ha pasado un ao, y los pensamientos que acompaaron al camaradase han repetido a menudo conmayor o menor insistencia.

    El nmero dos, colgado de la puerta de la celda, se cambia de nuevo por un tres, y de nuevoen dos y de nuevos en tres, dos, tres, dos; nuevos detenidos han llegado y vuelto a partir.

    Slo dos que haban quedado en la celda 267 permanecen fielmente juntos.El Padre y yo.

    El Padre.... es el maestro Josef Pesek, de sesenta aos, presidente del comit de maestros,detenido ochenta y cinco das antes que yo, porque mientras preparaba un proyectotendiente a reformar las escuelas libres checas tram un complot contra el Reich alemn. '

    El Padre es....

    Cmo es posible describir todo esto, mis amigos? Sera un trabajo difcil. Dos, una celday un ao!

    Durante ese tiempo las comillas que rodeaban el nombre de Padre han desaparecido;durante ese tiempo los dos detenidos, de edad distinta, se han vuelto verdaderamente padree hijo; durante ese tiempo han cambiado mutuamente los hbitos, las maneras de expresarsey hasta la entonacin de la voz. Trata, si puedes, de reconocer hoy lo que es propio de m ylo que es del Padre, y lo que fue introducido primero en la celda por l o por m.

    28

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    29/85

    Noche tras noche -permaneci a mi lado, de pie, y con compresas hmedas espant a lamuerte que se acercaba. Valientemente limpi el pus de mis heridas, y jams manifestrepugnancia por el olor a podrido que se desprenda de mi jergn.

    Lav y cosi los miserables restos de mi camisa, que junto conmigo haba sido vctima delprimer interrogatorio, y cuando ya no sirvieron para nada me puso su propia ropa... Fue lquien me trajo una margarita y un poquito de hierba verde que se arriesg a arrancar delpatio de la prisin durante el paseo de media hora. Me segua con ojos tiernos cuandosala para nuevos interrogatorios, y volva a poner compresas sobre las nuevas heridas quetraa. Cuando los interrogatorios eran nocturnos, no se dorma hasta verme de vuelta yacostarme en mi jergn bajo las mantas.

    Tales fueron nuestros comienzos y lo que luego vivimos juntos no los ha traicionado nicuando yo pude levantarme y pagar mis deudas de hijo.

    Pero todo esto no puede ser escrito as de un tirn, muchacho. La celda 267 tuvo ese ao

    una vida intensa, y todo lo que ella vivi, el Padre lo vivi tambin, a su manera; Esto debeser contado; pero la historia no ha sido terminada an,

    (Lo que tambin suena a esperanza).

    La celda: 267 tuvo una vida rica. Cada hora, ms o menos, se abra la puerta y pasaba lainspeccin. Era un control especialmente recomendado para el terrible criminal comunista,pero quizs tambin fuera simple curiosidad. A menudo mora gente que no deba morir,pero raramente se vio que no muriese aquel de cuya muerte todo el mundo estabapersuadido. Hasta los guardianes de los otros corredores venan y comenzaban a hablar ylevantaban mis mantas en silencio, apreciaban mis heridas como conocedores, y luego se-

    gn su carcter, hacan bromas cnicas o me trataban ms amistosamente. Uno de ellos, aquien llambamos El Botarate, vena ms a menudo que los otros y preguntaba sonriendosi el diablo rojo necesitaba algo. No, gracias, no necesitaba nada. Pasados algunos das, ElBotarate descubri que el diablo rojo tena necesidad de algo: ser afeitado; y trajo a unpeluquero.

    Es el primer prisionero, fuera de mi celda, a quien conozco, el camarada Bocek. La amableatencin de El Botarate result un flaco servicio: el Padre me tiene la cabeza, y elcamarada Bocek, arrodillado al costado de mi jergn, trata, con una hoja mal afilada, depenetrar en la maraa de mi barba. Le tiemblan las manos y tiene lgrimas en los ojos. Estconvencido de que afeita a un cadver. Trato de consolarlo:

    -Ten valor, viejo; si pude soportar el interrogatorio del Palacio Petschek, creo que podr so-portar tu afeitada.

    Pero no tiene fuerzas, y ambos debemos descansar, l y yo.

    Dos das despus conoc a otros dos prisioneros. Los comisarios del Palacio Petschek sonimpacientes. Me han mandado buscar, y como el enfermero escribe todos los das en mi

    29

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    30/85

    notificacin: intransportable, han dado orden de llevarme a pesar de ello. Dos detenidoscon uniforme de la prisin, que hacen el servicio en los corredores, se detienen frente a micelda, llevando una camilla. El Padre me mete con dificultad en la ropa, los camaradas meponen en la parihuela y me llevan. Uno de ellos es el camarada Skorepa, que ms tarde ser

    el atento padre de nuestros compaeros del corredor. El segundo es...................(3) Se in-clina hacia m en el momento en que resbalo por la superficie oblicua de la camilla mientrasme bajan por la escalera y me dice:

    -Mantente firme all -y agrega ms despacio-...., pase lo que pase.

    Esta vez no nos detenemos en las oficinas de la prisin. Me llevan ms lejos, por un largocorredor, hacia la salida. El corredor est lleno de gente (es jueves, y las familias vienen aretirar la ropa de los prisioneros), y todos se fijan en nuestro triste cortejo. Veo compasinen sus ojos, y esto no me gusta; levanto, pues, la mano y cierro el puo. Puede ser que lovean y comprendan que los saludo, pero puede que mi gesto sea vago; no puedo hacer ms,me siento an demasiado dbil. En el patio de la prisin de Pankrc ponen la camilla en elcamin: dos SS al lado del conductor, otros dos parados a mi lado, las manos apoyadas enla cartuchera del revlver.

    Partimos. No, el camino no es precisamente maravilloso; un pozo, dos pozos, y antes de loscien metros pierdo el conocimiento. Fue una graciosa carrera por las calles de Praga; uncamin de cinco toneladas, con capacidad para treinta prisioneros, gastando nafta por unosolo, y dos SS delante y dos detrs, con las manos sobre las armas, vigilando con sus ojosde fiera a un cadver, con miedo de que se les escape. Al otro da se repiti la comedia.

    Pero esta vez me mantuve fuerte hasta el Palacio Petschek.

    El interrogatorio no fue largo. El comisario Friedrick toc mi cuerpo con cierta indolencia yme devolvieron sin conocimiento.

    Y ahora llegan los das en que ya no dudo de que estoy vivo. El dolor, hermano ntimo de lavida, me lo prueba muy claramente; hasta la prisin de Pankrc sabe ya que por undescuido cualquiera he quedado vivo y me llegan los primeros saludos: por medio de losespesos muros en que repercuten los mensajes y por las miradas de los que estn de servicioen los corredores para la distribucin de la sopa.

    ( 3 ) . Ilegible en el original.

    30

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    31/85

    Slo mi mujer no ha sabido nada de m. Estaba sola en una celda del piso bajo, tres o cuatroceldas ms all de la ma, viviendo entre la angustia y la desesperacin hasta el momentoen que su vecina, durante el paseo de la maana, le susurr que en cuanto a m, todoestaba terminado, que segn decan haba muerto a causa de las heridas ocasionadas

    durante el interrogatorio. Despus de or eso err por el patio, todo giraba a su alrededor; nisiquiera sinti que la guardiana la consolaba a cachetadas, obligndola a volver a la fila,que representa el orden de la prisin.

    Qu han visto, pues, sus grandes y bondadosos ojos, fijos sin lgrimas en los blancosmuros de su celda? Y al da siguiente otra versin. Aquello no era cierto. No me habangolpeado hasta matarme, pero yo, no pudiendo soportar el dolor de las heridas, me habaahorcado en mi celda. y durante todo ese tiempo yo hormigueaba en mi pobre camastro ycada maana y cada noche me volva, de costado con gran trabajo para poder cantarle a miGusta sus canciones preferidas.

    Cmo ha sido posible que no las oyera cuando yo he puesto tanto fervor? Ahora ya lo sabeya me escucha, aunque est ms lejos que antes. Y ahora hasta los guardianes saben y sehan acostumbrado a que la celda 267 cante. No gritan ya desde el otro lado de la puertapara imponer silencio.

    La celda 267 canta. Y o he cantado durante toda mi vida y no s por qu tendr que dejar dehacerlo ahora, justamente al final, en el momento en que vivo de manera ms intensa. Y elPadre, Pesek? Oh! Es un caso excepcional. Canta con el corazn; no tiene odo ni memoriamusical, ni voz, pero adora el canto con tan bello y abnegado amor y siente tal placer alcantar, que casi no me doy cuenta de si cambia de tono o si insiste en cantar do cuando elodo reclama precisamente un la.Y as cantamos cuando nos sentimos tristes; cantamoscuando el da es alegre; acompaamos con nuestro canto al camarada que se va y con quien

    quiz nunca nos volvamos a encontrar; cantando recibimos las buenas noticias del frenteoriental, y tambin cantamos por placer, como cantan los hombres desde siempre y comoseguirn cantando mientras existan.

    No hay vida sin canto, como no hay vida sin sol. Y aqu nosotros necesitamos doblementeel canto, porque el sol no llega hasta nosotros. La nmero 267 es una celda que mira alnorte; slo durante los meses de verano, y por contados minutos, el sol, antes de ponerse,dibuja sobre la pared que da al oriente, la sombra de los barrotes de la ventana; durante esosinstantes, el Padre se mantiene de pie, apoyado en la litera, siguiendo con los ojos estafugitiva visita del sol... Y esa es la mirada ms triste que t puedas ver aqu.

    El sol, con qu esplendor brilla! El redondo hechicero, cuntos milagros pinta ante los ojosde los hombres.... Y tan pocas personas viven al sol. Pero pronto va a resplandecer y loshombres vivirn bajo sus rayos. Es hermoso saberlo. Pero t desearas saber algoinfinitamente menos importante. Brillar tambin para nosotros?

    Nuestra celda mira al norte. Slo algunas veces, en verano, cuando el da esverdaderamente hermoso, vemos ponerse el sol. Padre, cmo deseara ver siquiera una vez

    31

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    32/85

    ms la salida del sol!

    32

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    33/85

    CAPITULO IV

    Nmero 400

    La resurreccin es algo muy especial, tan especial, que es imposible describirla. El mundoresulta encantador cuando el da es hermoso y t has dormido bien. Pero en este caso escomo si el da fuera an ms bello y como si t hubieras dormido mejor que nunca. Creesestar familiarizado con el cuadro de la vida, pero es como si aquel que dirige la iluminacinencendiera a la vez todos los proyectores y de golpe te presentara la escena a plena .luz. Teparece ver bien, pero es como si miraras con gemelos que estuvieran combinados a unmicroscopio. Una resurreccin s parece a la primavera, es como la primavera, que tedescubre encantos inesperados en los paisajes ms conocidos.

    Y eso aun cuando sabes que slo durar un momento. Y hasta cuando lo que te rodea es tanrico y agradable como la celda de la prisin de Pankrc.

    Sin embargo, un da, finalmente, vendrn a buscarte. Un da te llevarn para el interrogato-rio, aun sin camilla, y aunque te parezca imposible, caminars. Hay un descanso en elpasillo, otro descanso en la escalera, y t te arrastrars ms en cuatro que en dos patas;abajo ya hay otros detenidos que se encargarn de ti y te trasportarn hasta el coche celular.Y despus t estars all sentado: diez, doce personas, en la sombra celda rodante; carasdesconocidas que te sonren y a las que sonres; alguien te susurra algo y no sabes quin es,aprietas una mano y no sabes a quin pertenece, y finalmente el coche pasa con un

    barquinazo el gran prtico del Palacio Petschek y los camaradas te bajan. Entras a una espa-ciosa sala de paredes desnudas: cinco bancos en fila, y sentados en ellos los hombres enposicin de firmes, las manos sobre las rodil1as y la mirada fija en la desnuda pared delfrente. Esto, muchacho, es un pedazo de tu nuevo mundo, al que llaman el cine...

    INTERMEZZO DE MAYO DE 1943

    Hoy es 1 de Mayo de 1943. Precisamente estoy de servicio y durante ese tiempo puedo es-cribir. Qu felicidad ser una vez ms, aunque slo sea por unos instantes, un periodistacomunista, e informar sobre el desfile de las fuerzas de combate de un mundo nuevo!

    No esperes orme hablar de banderas flotando al viento. Nada de eso. Ni siquiera puedodescribirte algunos de esos hechos heroicos que se escuchan con tanto placer. Hoy todo esmucho ms simple; ni el oleaje rpido e impetuoso de millares de camaradas que yo veaotros aos irrumpir por lascalles de Praga, ni el majestuoso mar de millones de otroscamaradas que inundaban la Plaza Roja de Mosc. Aqu no puedes ver ni millones nicentenares. Aqu slo se ven algunos camaradas hombres y mujeres, y a pesar de ello sabes

    33

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    34/85

    que esto no es menos importante, porque es la revista de una fuerza sometida en estemomento a una prueba de fuego, y que no se transforma en ceniza, sino en acero. Es comouna revista en las trincheras durante la batalla. Y en las trincheras se lleva el uniforme decampaa.

    Describo todo esto muy detalladamente; quin sabe si t, que me leers sin haber vividocon nosotros, podrs comprenderme. Trata de comprender, sin embargo; creme, hay enesto una fuerza.

    El saludo matinal de la celda vecina, -que toca dos compases de Beethoven, suena hoy msceremoniosamente, ms elocuente, y el muro lo transmite con ms claridad.

    Nos vestimos lo mejor que podemos; lo mismo ocurre en todas las celdas. Recibimos eldesayuno con todos los honores. Frente a las puertas abiertas de las celdas pasa el serviciocon el pan. el caf negro y el agua. El camarada Skorepa nos da tres pedazos de pan enlugar de dos; es su saludo del 1 de Mayo, el saludo activo de un alma llena de atenciones.

    Y bajo los panes tus dedos aprietan otros dedos. Est prohibido hablar -hasta vigilan tusmiradas-; pero acaso los mudos no se expresan claramente con sus dedos?

    En el patio, bajo la ventana de nuestra celda, las mujeres entran rpidamente para elpaseo de media hora. Me subo a la mesa y miro hacia abajo a travs de las rejas. Quizlleguen a verme Me han visto y levantan la mano para saludarme. Repito el gesto; abajo enel patio hay hoy otra animacin, muy distinta a la habitual, ms alegre que otras veces. Laguardiana no ve nada o no quiere ver. Y tambin esto forma parte de nuestro desfile deMayo de este ao.

    Ahora nos toca a nosotros la media hora. Soy el instructor. Amigos, es 1 de Mayo; no

    vamos, pues, a comenzar como los dems das, aunque eso asombre a los guardianes.Primer ejercicio; un, dos, un, dos, el golpe de martillo; y el segundo ejercicio: segar.

    El martillo y la hoz! Con un poco de fantasa los camaradas comprendern quiz. Elmartillo y la hoz! Miro a mi alrededor, sonren y repiten los ejercicios con fervor. Hancomprendido. Amigos, sta es nuestra manifestacin del 1 de Mayo y esta pantomima esnuestra promesa del 1 de Mayo, a la que, aun marchando a la muerte, nos mantendremosfieles.

    De vuelta en la celda. Son las nueve. En este mismo momento el reloj del Kremlin marcalas diez y en la Plaza Roja el desfile empieza. Padre, estamos contigo. En este momento secanta La Internacional; que resuene tambin desde nuestra celda a travs del mundoentero. Cantamos. Uno tras otro se suceden los cantos revolucionarios, pero no queremossentirnos solos, no estamos solos, estamos junto a los que ahora, en libertad, cantan a plenopulmn, pero luchando tambin como nosotros.

    34

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    35/85

    Vosotros, camaradas prisionerosen las celdas hostiles y fras,estis con nosotros; estis con nosotros

    aunque no estis en nuestras filas...

    S, estamos con ustedes.

    Tambin nosotros, los prisioneros de la celda 267, hemos visto con la imaginacin el filmesolemne del desfile de 1943. Realmente esto es todo? Y el servicio de corredores delsector femenino que esta tarde se pasea por el patio silbando la cancin de los guerrilleros yotras canciones soviticas, para dar valor a los hombres que estn en las celdas?

    Y este hombre con uniforme de polica checo que me trajo papel y lpiz, y que en estemomento vigila el pasillo para que ningn indeseable pueda sorprenderme? Y aquel otroque en definitiva ha dado el impulso a esas carillas y que ocultndolas cuidadosamente lassaca fuera para que puedan reaparecer a la luz cuando sea oportuno? J uegan su cabezallevando esas hojas, la arriesgan para establecer el contacto entre el hoy entre rejas y elmaana libre. Luchan con abnegacin, sin miedo, cada uno segn su campo de accin y contodos los medios de que disponen. Y son a la vezsencillos y annimos, y tan desprovistosde patetismo que no podras siquiera adivinar la lucha de vida o muerte que sostienen allado de nuestros amigos y en la que tanto pueden caer como vencer.

    Dos veces, veinte veces, t has visto a los ejrcitos de la Revolucin marchar, en lasmanifestaciones del 1 de Mayo. Eso era glorioso; pero es en la lucha donde puedenapreciarse la fuerza de este ejrcito y su invencibilidad; la muerte es ms sencilla de lo quet creas, y el herosmo no tiene vanagloria. Pero el combate es an ms cruel de lo que

    podra suponer, y para perseverar y llegar a vencer, para eso hace falta una fuerzainconmensurable. La notas todos los das en la accin, pero casi nunca llegas a percibirlapor completo. Todo parece tan evidente, tan natural.

    Hoy has tenido de nuevo la revelacin de esa fuerza.

    EN LA REVISTA DEL 19 DE MAYO DE 1943

    El 1 de Mayo de 1943 he interrumpido por un momento la continuidad de este relato, y

    est bien que haya sido as. Uno recuerda los das solemnes algo ms que los otros, y quizla alegra que domina esos das podra deformar los recuerdos menos notables.

    Y el cine del Palacio Petschek no tiene verdaderamente nada de alegre. Es la antecmarade una sala de torturas, de donde te llegan los gemidos y los gritos de terror de los otros; ydonde no sabes lo que te espera. Ves partir personas sanas y llenas de vida y luego de dos otres horas de interrogatorio las ves volver mutiladas, aniquiladas. Oyes una voz sonora que

    35

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    36/85

    se despide para ir al interrogatorio y a la hora una voz rota, ahogada por el dolor y la fiebre,te anuncia su vuelta. y algo aun peor: aqu ves tambin algunos que parten con una miradaclara, sincera y que cuando vuelven no pueden mirarte a la cara. Posiblemente un segundode debilidad, en algn momento, all arriba, en el escritorio del que interroga; quiz slo un

    instante de hesitacin, slo un relmpago de miedo, o de deseo de salvar la propia vida; yhoy mismo, o maana, llegarn nuevos prisioneros que volvern a vivir todos estoshorrores, nuevas vctimas que algn camarada de lucha ha entregado al enemigo.

    El espectculo de la gente de conciencia sucia es ms terrible que el espectculo de lostorturados fsicamente. Y si tienes los ojos agrandados por la muerte que marcha a tu lado,si tus sentidos estn afinados por la resurreccin, distingues, sin necesidad de or ni unapalabra, al que ha vacilado, al que quiz ya haya traicionado o al que piensa justamente enese momento, en un pequeo rinconcito de su alma, que no estara tan terriblemente malaliviarse un poco entregando, al menos, al ms insignificante de sus compaeros delucha. Oh! Flojos miserables! Cmo si fuera vida la que se paga con la de un camarada!

    Quiz no se me haba ocurrido pensar en esto cuando mi primera estada en el cine, peroluego la idea me asalt con frecuencia y reapareci ms claramente esta misma maana enun ambiente algo distinto; en un ambiente que era aqu la mejor fuente de informacin, enel cuarto nmero 400.

    No permanec mucho tiempo sentado en el cine. Tal vez una hora u hora y media.Despus pronunciaron mi nombre a mi espalda y dos "tiras" de civil que hablaban checo seencargaron de m. Me llevaron en un ascensor hasta depositarme en el cuarto piso,conducindome luego a un gran cuarto en la puerta del cual estaba escrito el nmero:

    400

    Sentado ah, vigilado por ellos, al principio solo y bien al fondo, en una silla aislada junto ala pared, miraba a mi alrededor con la extraa impresin de haber vivido antes la mismaescena. He vivido aqu ya otra vez? No, nunca. Pero de todos modos conozco esto, hevisto antes este cuarto, lo he visto tambin en sueos, en una febril y cruel pesadilla que lodeformaba terriblemente, que lo haca aparecer asqueroso, pero que a pesar de eso puedoreconocer. Ahora encuentro el cuarto agradable, claro, lleno de la luz del da, y por lasgrandes ventanas de finas rejas se distinguen la iglesia de Tynl, las verdes colinas de Letny el castillo de Hradcany ( 4 ) . En mi sueo la pieza era triste, sin ventanas, mal iluminadapor una luz amarillenta, en la cual los hombres se movan como sombras. S, recuerdo, lapieza estaba llena de gente. Ahora est vaca y sus seis bancos apretados son una pradera de

    anmonas y de rannculos. En el sueo estaba llena de hombres sentados en esos bancosunos junto a otros, con sus rostros plidos y ensangrentados. Y all, muy cerca de la puerta,estaba parado un hombre de ojos dolorosos, con el traje azul de trabajo hecho jirones; unhombre que ansiaba beber, beber, y que por fin se desplom en el suelo, lentamente, comoun teln que cae.

    (4) Tynl, Letn, y Hradcany son localidades de Praga.

    36

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    37/85

    S, fue as; pero hoy s bien que aquello no era un sueo, que esa pesadilla cruel y afiebradaera la realidad. Fue la noche que me arrestaron, cuando mi primer interrogatorio. Metrajeron aqu quiz tres veces, quiz diez, qu s yo, cada vez que han querido descansar ovolver a empezar. Yo estaba descalzo, y recuerdo que las baldosas fras del piso refrescabanagradablemente las desolladas plantas de mis pies.

    Los bancos estaban entonces ocupados por obreros de Junkers; era la cosecha nocturna dela Gestapo, y el hombre que estaba parado cerca de la puerta, vestido con los jirones de suropa de trabajo, era el camarada Barton, de la clula de empresa Junkers, la causa indirectade mi arresto. Lo digo para que nadie pueda ser acusado de mi suerte. Mi detencin no sedebi a la traicin ni a la cobarda de ninguno de mis camaradas, slo a un poco deimprudencia y descuido. El camarada Barton buscaba un contacto entre su clula y ladireccin del Partido. Su amigo, el camarada Jelinek, descuidando un poco las reglas de laconspiracin, en lugar de hablarme del asunto primeramente a m, a fin de que se arreglarasin su intervencin, se comprometi a buscar l mismo ese contacto. Primera falta. Lasegunda, ms grave, fue que el camarada Barton confi en un provocador de nombreDvork. El camarada Barton hasta le confi el nombre de Jelinek y de esta manera laGestapo comenz a interesarse en la familia Jelinek. No fue, pues, a causa de la tareaprincipal que ellos cumplieron a la perfeccin durante dos aos, sino como consecuencia deuna pequesima falta a sus deberes de conspiradores. Y que los del Palacio Petschekdecidieran arrestar a Jelinek precisamente la noche en que nos habamos citado, y quefueran all tantos a la vez, fue simplemente una casualidad. No fue un plan preconcebido.Los Jelinek deban ser arrestados recin al da siguiente; la Gestapo fue all casi por dis-traerse, como quien sale a tomar un poco de aire, despus del arresto exitoso de la clula deJunkers. Nuestra sorpresa a la llegada de la polica no fue menor que la de ellos al

    encontramos. Ni siquiera saban, al prenderme, quin era yo. Quiz no lo hubieran sabidonunca si junto conmigo...

    Pero no llegu a reflexionar sobre esto en el 400, sino despus de un buen rato. Aquel daya no estaba solo; esa vez los bancos estaban ya ocupados y empezaban a transcurrir horasllenas de sorpresas. Sorpresas extraas que no comprenda y otras nefastas que comprenddemasiado bien.

    Sin embargo, mi primera sorpresa no correspondi a ninguna de esas dos categoras, fuealgo gentil, nfimo y sin importancia para nadie, pero que jams podr olvidar. El agente dela Gestapo que me vigila -lo reconozco, es el mismo que me dio vuelta los bolsillos el da

    de mi arresto- me ha arrojado la mitad de un cigarrillo encendido. El primer cigarrillodespus de tres semanas, el primer cigarrillo para un hombre que vuelve a la vida. Debotomarlo? No debe pensar que podr comprarme. Pero l sigue al cigarrillo con una miradasin malicia; no, este hombre no trata de comprarme. Ni siquiera he podido acabar de fu-marlo; los recin nacidos no son grandes fumadores.

    Segunda sorpresa. Con paso de ganso entran en el cuarto cuatro personas que saludan en

    37

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    38/85

    checo a los agentes vestidos de civil -y a m-, y se sientan tras las mesas, colocan suspapeles ante ellos, encienden sus cigarrillos con toda libertad, como si fueran empleados;pero yo los conozco, sin embargo; por lo menos conozco a tres; pero ser posible queestn al servicio de la Gestapo? Lo estarn? Estos tambin? Sin embargo, uno de ellos es

    Terrintl, o Renek, como lo llamaban, antiguosecretario del Partido y de los sindicatos, deun natural rstico pero fiel. No, no es posible, y Anette Vikov, siempre tan valiente, tanhermosa, a pesar de sus cabellos ya blancos, militante firme y tenaz. No, no es posible.Vasek Rezek, albail de una mina del norte, ms tarde secretario regional del Partido;como si no lo conociera! En cuntos combates hemos estado juntos en el norte! Esposible que ste se haya doblegado bajo el puo de ellos? No, es imposible! Pero quhacen aqu, entonces?

    An no encuentro respuesta a estas preguntas, cuando ya se acumulan otras. Traen a Mirek,a los esposos Jelinek y al matrimonio Fried. S, s lo que esto significa. Desgraciadamente,fueron arrestados junto conmigo. Pero por qu Pal Kropacek, historiador de arte, esttambin aqu? Secundaba a Mirek en su trabajo entre los intelectuales, y estaba al corrientede todo lo que se haca, exactamente como Mirek y yo. Y, por qu ese joven alto, con lacara hinchada por los golpes, me ha hecho entender que no nos conocemos? Yo no loconozco; realmente, quin es l? Stych? El doctor Stych? Zdenek? Pero, por Dios,esto significa el grupo de los mdicos! Quin podra conocerlos, fuera de Mirek y yo? Ypor qu durante el interrogatorio me han hecho tantas preguntas sobre los intelectualeschecos? Cmo han podido relacionar mi trabajo con el que se hace entre los intelectuales?Quin podra saberlo fuera de Mirek y yo?

    La respuesta no era difcil, pero era gravsima, era cruel: Mirek ha traicionado, ha hablado.En el primer momento yo poda esperar que l no hubiera dicho todo, al menos. Pero luego

    trajeron a otro grupo de prisioneros y he reconocido a Vlad Vancura( 5 ), al profesor Tele ysu hijo, a Bedrich, Vaclavek, desconocido bajo su disfraz, a Bozena Pulpanov, J indrichElbl, el escultor Dvork, todos los que forman o que iban a formar parte del ComitNacional Revolucionario de Intelectuales Checos: todos estn aqu... Sobre el trabajo entrelos intelectuales, Mirek ha dicho todo.

    Mis primeros das en el Palacio Petschek no fueron fciles, pero ste fue el golpe ms duroque recib. Esperaba la muerte, pero no la traicin. Aun juzgando con indulgencia, aunteniendo en cuenta todas las circunstancias y aun recordando todo lo que Mirek no hadicho, no he podido encontrar otra palabra: ha traicionado. No ha sido el aflojamiento de unminuto, ni una debilidad, ni la cada de un hombre torturado hasta la muerte que busca un

    respiro en. medio de su fiebre, nada hay que pueda excusarlo. Ahora comprendo por quconocan mi nombre desde la primera noche. He comprendido por qu Anicka Jirascov, encasa de quien tuvimos varias entrevistas con Mirek, est aqu. Ahora comprendo por quKropcek y el doctor Stych tambin estn.(5) Vladislav Vancura fue uno de los mejores crticos y escritores Checos. Como Fucik narrar mas adelante ,los nazis lo fusilaron en 1942.

    38

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    39/85

    Casi todos los das he tenido que ir al nmero 400, y cada da he conocido nuevos detalles.Era triste y descorazonador. Antes fue un hombre recto, que no haba mezquinado sucuerpo a las balas en el frente de Espaa, y que resisti la cruel experiencia del campo deconcentracin en Francia. Ahora tiembla bajo la vara de un agente de la Gestapo y traiciona

    para proteger su piel. Qu superficial deba ser su valor para ceder bajo algunos golpes!Tan superficial como sus convicciones! Era fuerte en su grupo, rodeado de camaradas quepensaban como l, era fuerte porque pensaba como ellos. Ahora, aislado, solo, hostigadopor los enemigos, ha perdido completamente su fuerza. Lo ha perdido todo porque hacomenzado a pensar en s mismo. Para salvar su piel ha sacrificado todo, ha traicionado.

    El no se dijo que era mejor morir que descifrar los papeles encontrados en su casa. Los hadescifrado. Ha dado nombres. Ha dado la direccin de un refugio. Condujo a los agentes dela Gestapo a la cita con Stych. Los mand a casa de los Dvork; a la cita con Kropcek; haentregado a Anicka; y hasta entreg a Lida, muchacha valerosa y decidida, que lo amaba.Bastaron algunos golpes para que dijera la mitad de todo esto, y cuando crey que yo habamuerto y que no tendra que justificarse ante nadie, dijo el resto.

    Con su conducta no me ha hecho personalmente ningn dao; yo estaba ya en las manos dela Gestapo, qu habra podido agregar a mis males? Al contrario. Su declaracin era algoconcreto, en ella podan basarse para futuras averiguaciones; era algo que semejaba elcomienzo de una cadena cuyos eslabones siguientes estaban en mis manos, y que ellosqueran recorrer hasta el fin; y es slo gracias a eso que he sobrevivido tras el estado desitio, y conmigo gran parte de nuestro grupo. Pero si hubiera cumplido con su deber, ningngrupo habra tenido nada que ver con nuestro caso. El y yo estaramos muertos desde hacetiempo, pero cados nosotros los dems viviran y trabajaran

    Un cobarde pierde mucho ms que la vida. El ha perdido. Es un desertor del glorioso

    ejrcito, y merece hasta el desprecio del ms ruin de sus enemigos. Y aunque salvara lavida, eso no sera ya vivir; porque se ha excluido de la colectividad. Ms tarde trat deenmendar en lo posible su accin, pero sin poder ganar nunca la confianza de loscamaradas. Lo que es ms terrible en la prisin que en ninguna otra parte.

    Los, prisioneros y la soledad: estas dos palabras parecen inseparables. Pero es un granerror. El prisionero no est solo. La prisin es una gran colectividad, de la que ni la mssevera incomunicacin puede separarlo si l mismo no se ha excluido. La fraternidad de losoprimidos est aqu sometida a una presin que la condensa, la robustece y la hace tambinms sensible. Atraviesa los muros, que viven, que hablan o transmiten los mensajes. Abarcalas celdas de un mismo corredor, que estn unidas por idnticas preocupaciones, por

    guardianes comunes, por las comunes medias horas de aire puro, cuando basta una palabrao un gesto para transmitir un mensaje o salvar vidas humanas. Liga toda la prisin por laspartidas en comn al interrogatorio y las comunes permanencias en el "cine", sentadosdurante horas, y por el regreso en comn. Es una fraternidad de pocas palabras y grandesservicios, puesto que un simple apretn de manos o un cigarrillo pasado a hurtadillas abrenla jaula en que te han arrojado y te libra de la soledad que debiera quebrantarte. Las celdastienen manos, t sientes que te sostienen para que no caigas cuando llegas tras las torturas

    39

  • 7/29/2019 Julius Fucik - Reportaje Al Pie Del Patibulo

    40/85

    del interrogatorio; de esas celdas recibes el alimento cuando los otros te quieren matar dehambre. Las celdas tienen ojos: te miran cuando partes para la ejecucin, y t sabes quedebes ir con la frente alta porque eres su hermano y no debes debilitarlos ni siquiera ante unpaso vacilante. Es una fraternidad sangrienta e irresistible. Sin su ayuda no podras soportar

    siquiera la dcima parte de lo que soportas.Ni t ni nadie.

    En esta narracin, si llego a continuarla, puesto que no conocemos ni el da ni la hora delfin, reaparecer a menudo el nmero 400, que intitula este captulo. Conoc esa sala, y misprimeras horas pasadas all y mis primeras reflexiones no fueron alegres. Pero no es dellugar de lo que deseo hablarles, sino de la comunidad, y esa comunidad era alegre ycombativa.

    El 400 naci en 1940, en el momento en que aumentaba la actividad de la seccinanticomunista de la polica. Era un anexo del depsito del cine, la sala de espera de

    quienes seran interrogados, elegida para los comunistas, para evitar tener que conducirlosdesde el piso bajo hasta el cuarto para cada pregunta, y con el fin de que estuvieran en todomomento a disposicin de los empleados de la Gestapo encargados del "interrogatorio".Era, pues, para facilitarles el trabajo; por lo menos esa haba sido su intencin.

    Pero pongan juntos dos prisioneros, sobre todo comunistas, y en cinco minutos estformada la comunidad, que transformar todos los planes. Desde el ao 1940 ya slo sellamaba a ese lugar la central comunista, Sufri muchos cambios, y por sus bancospasaron millares de hombres y mujeres. Pero algo no ha cambiado: el alma de lacomunidad, decidida a la lucha y segura de la victoria.

    El 400 era una trinchera avanzada, cercada por el enemigo y bombardeada con tiroconcentrado, pero resuelta a no rendirse jams. Encima flotaba la bandera roja, y en su senose manifestaba la determinacin de todo el pueblo, luchando por la liberacin.

    Abajo, en el "cine", los guardias SS pasaban arrastrando las pesadas botas, acompaandocon sus vociferaciones el menor movimiento de tu ojo. Aqu, en el 400, la vigilancia secumpla con inspectores y agentes de polica que haban entrado al servicio de la Gestapocomo intrpretes, sea voluntariamente, sea por orden de sus superiores, y que ahoracumplan su deber como mercenarios de la Gestapo o como checos. O como algo entre lasdos cosas. Ahora ya no nos forzaban a permanecer en posicin de firmes, sentados con lasmanos sobre las rodillas y la mirada fija; podamos sentarnos ms libremente, pasear la

    mirada alrededor, hacer un gesto con la mano y hasta algo ms, segn el caso; dependa delguardia que hubiera en determinado momento.

    El 400 era el sitio en que poda conocerse ms profundamente a esa criatura que llamamos