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2 La Sana Doctrina

ContenidoArtículos:

3 La Doctrina de Cristo (31)

Samuel Rojas

5 Una Mujer (4)

Gelson Villegas

7 Distinción entre la Ley y la Gracia

Andrew Turkington

10 La Oración

David Gilliland

14 Criterios Espirituales (5)

Neal R. Thomson

15 El Patriotismo y el Nacionalismo

La Perspectiva Cristiana de Nuestra Sociedad (XVI)A. J. Higgins

20 Cuando Dios no hace nada

Believer's Magazine

21 Lo que Preguntan

24 Página Evangelística:

Del Odio al Amor

Portada: De: Pixabay.com

LA SANA DOCTRINA

Revista bimestral publicada por asambleascongregadas en el Nombre del Señor Jesucristo

en Venezuela.

Año LVIII Nº 362Julio-Agosto 2019

Redactores:Guillermo Williams (Fundador: 1958-61)Santiago Saword (1961-76)Santiago WalmsleyAndrew Turkington (Redactor)

Tlf. (0416) 4373780 E-mail: [email protected]

Suscripciones: Joseph Steven Turkington a/c Carrera 6ª Nº12-61, San Carlos, Cojedes, Venezuela. Teléfono: (0416) 3020889 E-mail: [email protected]

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La Doctrina de Cristo (31)Samuel Rojas

ios demostrará sin lugar a dudaque el mal no está en el ambien-te del ser humano, sino en su co-

razón. En condiciones paradisíacas, sin lapresencia e influencia del enemigo, conel Rey por excelencia provisto por DiosMismo, el ser humano seguirá siendo pe-cador. La causa de la tragedia humana noestá, pues, en las condiciones socioeco-nómicas, ni en las políticas, sino en laraíz pecaminosa que está en todo ser hu-mano, con la excepción del Señor Jesu-cristo. Éste, Su Hijo eterno encarnado, esel Hombre Perfecto y, como Rey Ideal,podrá controlar todo el Universo. Pero, siel ser humano no se convierte a ÉL detodo corazón y nace de nuevo, su corazónsigue siendo la fuente de todas las malda-des.

D

Si no se establece este Reino Sin Par,cualquiera podría argumentar en el Juicioque no tuvo las condiciones ambientalesadecuadas para ser bueno. Pero, en aquelDía, “toda boca” se cerrará; no habrá ex-cusa para la destrucción final de los impí-os, quienes hacen obras impías, y lashacen impíamente.

Hemos visto, pues, a) las tres Ciuda-des llamadas ‘Jerusalén’ y su relación conel Reino Milenario. Luego, b) las tres Ra-zones que justifican a Dios en establecerSu Reino aquí en la tierra por mil años.En cuanto a la última razón dada, no nos

olvidemos que el Pacto con Abraham (elPacto Abrahámico) es la promesa de “latierra” como se ve en Gén.15. Dios con-firma a Abram (Gén. 15:1,2,3,11,12,13,18; su nombre fue cambiado por‘Abraham’ después de esto, en 17:5) queél iba a ser el progenitor de multitudes,v.5. Dios expandió aún más Su promesaal prometer “la tierra” como heredad, v.7.Abraham ya había aceptado, y creído, lapromesa de una simiente (v.6), pero élquiso también una garantía del heredar“esta tierra” (v.8). Así que, en este Pactounilateral (de un solo lado, el lado deDios), Dios fue Quien hizo las promesasy, por eso, ÉL fue el único que pasó porel medio de los animales –sacrificios di-vididos–, representado por “una antorchade fuego” (v.17). Entonces, Dios prome-tió la tierra al patriarca y a sus descen-dientes, v.18. En el Reino Milenario Dioslo cumplirá.

Ahora, c) en el terreno de la TipologíaBíblica, veamos tres Tipos de Cristo enSus actividades Reales. (1) En el carácterde David, Él aparecerá como el Rey Gue-rrero y Conquistador. La primera tareaque ÉL desarrollará al venir a la Tierraserá destruir a los enemigos de Dios y li-brar a los miembros del remanente delpueblo Judío. En el Salmo 45:3-5 es pre-sentado este aspecto de antemano. (2)Entonces, como Salomón sobresalió en

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su reinado, el Cristo como el Rey Sabioestablecerá Su reino en justicia, y la pazsobrevendrá como resultado universal, entoda la extensión de Su Reino. El Salmo72 presenta este aspecto; los resultados entodos los ámbitos del sabio reinado delRey justo y correcto. (3) Por último, en lamención Escritural de Melquisedec(Gén.14:18-20), sumo sacerdote del DiosAltísimo y rey de Salem, el Señor Jesu-cristo como el Rey Benefactor, esparcirá através de toda la nación de Israel, total-mente unida en su tierra, bendición ygozo a todos los habitantes del mundo. ElSalmo 110 prevé este bienestar generali-zado en el cual el Señor Se ocupará todoslos años de Su reinado terrenal. ¡Oh, quéfuturo tan bendito ÉL producirá aquí!

Para terminar con las ‘cosas triples’,en el terreno Dispensacional, recordemosd) los tres Grupos de gentes huma-nas directamente involucradas en el Mi-lenio: la Iglesia (Asamblea) de la presenteDispensación, el pueblo celestial de Dios;Israel, el pueblo terrenal de Dios; y, lasNaciones, los pueblos, las gentes no-judí-as. El propósito de Dios para las nacio-nes, para Israel, para la Iglesia, aguardasu pleno cumplimiento en “el cumpli-miento (= ‘pleroma’), plenitud, de lostiempos” (Efesios 1:10).

La palabra “plenitud” transmite la ideade orden y completación. Por ejemplo, esla palabra que se usa de un barco cuandola cantidad total de su tripulación está abordo, con cada uno en su puesto. En estaforma hermosa transmite las condicionesque existirán en el Reino Milenario,cuando el propósito de Dios se verá en

pleno funcionamiento. La Iglesia, Israel ylas Naciones ocuparán los lugares que lescorresponden y cumplirán sus funcionesordenadas.

La Iglesia total (Dispensacional, uni-versal, “la cual es Su cuerpo”, Ef. 1:22-23), como ya se ha dicho, cuando Cristovenga a la tierra estará con ÉL como laEsposa del Cordero. A donde quiera queÉL Se mueva, nosotros nos moveremoscon ÉL, porque desde el momento quenos encontremos con ÉL en el aire “asíestaremos siempre con el Señor” (1 Tes.4:17). La Iglesia reinará “con Cristo” (2Tim.2:12; Ap. 20:4). En la “nueva Jerusa-lén” el apóstol Juan no vio templo porqueDios y el Cordero son el templo de ella(Ap. 21.22,2). Eso quiere decir, que ellamora en Dios y Dios mora en ella. Esta esla “perfecta unidad” por la cual pidió elSeñor en Juan 17:23.

Ni el Señor Mismo ni Su Iglesia mora-rán en la tierra durante el Reino Milena-rio. Claro que el Señor y Su Iglesiavisitarán la Tierra y reinarán en ella. Pero,esto será una administración celestial so-bre la tierra milenaria. La Tierra no serála residencia permanente del Señor sinola ‘Ciudad del cielo’, estando ‘fuera’ delcielo, en el espacio cercano a los morado-res de la tierra. Habrá una continua ycompleta interacción o interrelación con“las naciones que hubieren sido salvas”(21:24). La ciudad tenía “doce puertas”, ycada puerta es una “perla”: cada uno quetenga interacción con los salvados, quie-nes forman la Iglesia, verá ¡cuánto amóCristo a Su Iglesia! (Mt. 13:45,46; Ef.5:25,26,27). Se hace, pues, énfasis en es-

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tas doce puertas porque esta ‘ciudad’ go-bernará sobre (por encima) la tierra. Sinduda alguna, pues, habrá una amplia co-municación entre las esferas celestiales yterrenales (Jn. 1:51). Los ángeles seránentonces los emisarios de esta adminis-tración celestial.

Esta “ciudad”, la “nueva Jerusalén” esun cubo, representando la perfección; eneste caso, la perfección relativa, porquela perfección absoluta está en Dios. ¡Ellaes la obra maestra de Dios de todos lossiglos! El uso frecuente del número “12”en ella, el cual es el número de la admi-nistración de gobierno, indica que ella esel centro de gobierno de Cristo en SuReino terrenal. El gobierno del Señorserá administrado a Israel y, de este, almundo entero.

Israel, el verdadero Israel de Dios, ha-bitará en su tierra, cada tribu en su here-dad (Ez. 47:13 - 48:35). Así que, en elnivel inferior de este régimen de justicia,un Israel restaurado funcionará, comouna unida nación-de-doce-tribus bajo eldominio de su Rey Mesías. La parte mi-lenaria de Israel, pues, es terrenal. Ellaheredará completamente la tierra de Ca-naán hasta los límites de sus fronteras di-vinamente prescritas (Jer. 32: 40-41).Todo Israel será salvo en aquel día,Rom.11:26, y se convertirá en la princi-pal de las naciones. Jerusalén, la ciudadelegida de Jehová, será no solo el centrogeográfico del mundo, sino también sucentro político y religioso.

Las naciones gentiles salvadas, com-puestas de los gentiles que sobrevivan alperíodo de la tribulación, experimentaránlas bendiciones de la era del reino traspa-

sadas a ellas a través de Israel (Is. 40:5;Jl. 2:28; Zac. 8:20-23. Y a la ciudad deJerusalén, los representantes de esas na-ciones viajarán anualmente para buscar yrendirse ante el Rey de reyes y celebrar lafiesta de los tabernáculos, Zac. 14:14; Is.56:7. Además, los reyes de la tierra rendi-rán homenaje a la Iglesia, la esposa delCordero. De nosotros, pues, representa-dos en esta resplandeciente ciudad celes-tial, posicionada sobre la tierra milenaria,recibirán las políticas de gobierno y la luzde la sabiduría, para regular todas sus re-laciones internacionales, Ap. 21:24.

Los Estragos del PecadoCuando Leonardo da Vinci estaba

pintando su obra maestra “La UltimaCena”, buscó por mucho tiempo un mo-delo para retratar al Cristo. Finalmenteencontró en una iglesia de Roma un jo-ven de muy buen semblante y vida mo-ral, llamado Pietro Bandinelli.

Pasaron los años, y el cuadro aun noestaba terminado. Todos los discípuloshabían sido retratados menos uno, JudasIscariote. Ahora Leonardo comenzó abuscar un hombre con el rostro endureci-do y desfigurado por el pecado. Al finalencontró un mendigo en las calles deRoma con una cara tan perversa que ledio escalofrío. Alquiló al hombre para po-sar mientras él pintaba el rostro de Ju-das en el lienzo. Cuando ya estaba paradespachar al hombre, le dijo: “No te hepreguntado por tu nombre”. “Yo soy Pie-tro Bandinelli”, respondió el mendigo,“Yo también posé como tu modelo pararetratar al Cristo”.

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“Y Ana le respondió diciendo: No, se-ñor mío, yo soy una mujer atribulada deespíritu; no he bebido vino ni sidra, sinoque he derramado mi alma delante deJehová” (1 Sam. 1:15).

Una vez más, nos encontramos endías cuando los hombres (el sacerdote Elíy sus hijos) del santuario son tinieblas yno luz para el pueblo de Dios. Pero Diosno se ha quedado sin recursos: tiene unamujer que como sólo punto fuerte haaprendido a derramar su alma delante deJehová. ¡Cuán necesarias son, pero cuánescasas en nuestros días!

¡Qué hombres los de su tiempo! Uno,su esposo, se sobredimensionaba (pensa-ba que valía para Ana más que diez hi-jos); otro, el sacerdote, la infravalorabaconfundiéndola con una mujer ebria,pero ¡qué Dios el Dios suyo! Es “el Diosde todo saber” y “El levanta del polvo alpobre, Y del muladar exalta al meneste-roso, para hacerle sentarse con príncipesy heredar un sitio de honor” (1 Sam.2:3,8).

En cuanto a la esterilidad de Ana, cla-ramente se dice que “Jehová no le habíaconcedido tener hijos” (1 Sam. 1:5,6).Sin duda, esto ponía a aquella mujer es-piritual en una ruta muy evidente: si elasunto venía de Dios había que tratarlodelante de él. Al final, ella podía decirle

al sacerdote Elí: “Yo soy aquella mujerque estuvo aquí junto a ti orando a Je-hová… y Jehová me dio lo que le pedí”(1 Sam. 1:26,27). Ella llevó su esterilidadante el Dios que “levanta del polvo al po-bre” y que hace posible que “hasta la es-téril” dé a luz siete (2:5). Al respecto,podemos seguir su ejemplo. Sin duda,muchas veces se evidencia una esterili-dad personal (no vemos que estemossiendo canales para el bien de otros), fa-miliar (los miembros de la familia nocreen o no crecen en la fe) o congrega-cional (la asamblea no gana almas, nocrece en el conocimiento y la práctica dela palabra). Aunque muchas veces se re-curre a estrategias humanas para reme-diar el mal, volverse a Dios de todocorazón, buscarle fervientemente en ora-ción y esperarlo todo de él es el camino.

No nos llama la atención el hecho deque Ana pidiera a Dios un hijo, pues eraeso, precisamente, lo que se pedía a Diosen Israel para quitar la afrenta de la este-rilidad, tal como se aprecia en el caso deRebeca, Raquel y Elizabet (Gén. 25:21:30:32 y Lucas 1:13), sino que lo notorioes para qué pidió Ana ese hijo. Ella mis-ma lo dijo: “Yo lo dedicaré a Jehová to-dos los días de su vida” (1:11). Una vezque el niño nació, Ana no subió con El-cana su marido a la casa de Dios, sinoque ella esperaría hasta que fuese deste-

Una Mujer (4) Gelson Villegas

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tado para presentarlo delante de Jehová“y se quede allá para siempre” (1:22).

Es evidente que en aquellos días tandecadentes la nación necesitaba un hom-bre acorde a ese tiempo. Dios daría esehombre y bien pudo usar cualquier vien-tre de las muchas mujeres en Israel. Perousó a una mujer que pidió ese hombre, nopara ella, sino para Dios y, sencillamente,eso hizo la diferencia.

Hoy día, muchos hermanos piden porsalud y ruegan a otros que oren para queel Señor les socorra en cuanto a sus malesfísicos. En tales casos, me gusta pregun-tarles: “Si el Señor le concede la salud¿qué va a hacer con ella?” Muchos lausan para trabajar como unos burritos enlas cosas materiales o para divertirse,pero poco se acuerdan de darle tiempo yfuerza al Señor como una expresión deafecto y gratitud.

Distinción entre

La ley y la graciaAndrew Turkington

n los tiempos del Señor y de losapóstoles fue muy difícil para mu-chos dejar atrás la dispensación

de la ley y aceptar la dispensación de lagracia. Y, a pesar de todas las claras ense-ñanzas que tenemos en los evangelios yen las epístolas, muchos hoy en día toda-vía no distinguen bien entre la ley y lagracia. El apóstol Juan claramente desta-ca esa diferencia: “Pues la ley por mediode Moisés fue dada, pero la gracia y laverdad vinieron por medio de Jesucristo”(Jn. 1:17). No tomar en cuenta esa distin-ción ha resultado en muchas falsas doc-trinas y posturas equivocadas aun entreverdaderos creyentes.

E

Algunas figuras utilizadas en la Biblianos ayudarán a entender que la ley y lagracia son dos cosas distintas que no sepueden mezclar.

Vestido viejo o vestido nuevo (Mt. 9:16; Lc. 5:36).

La ley es como un vestido viejo; tuvosu utilidad en el pasado, pero ya ha sidodescartado. La gracia es como un vestidonuevo y hermoso. El Señor no vino pararemendar el sistema viejo de la ley y ce-remonia, sino para descartarlo completa-mente. Los judaizantes se asían de esevestido viejo de la ley, queriendo remen-darlo con el vestido nuevo de la gracia.Pero, cortar un pedazo de un vestido nue-vo y ponerlo en un vestido viejo trae tresconsecuencias negativas: se rompe elnuevo, el remiendo no armoniza con elviejo y además tira del vestido, empeo-rando la rotura. Definitivamente la ley yla gracia no se pueden mezclar.

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Odres viejos u odres nuevos. (Mt. 9:17).

Los odres viejos, tiesos e inflexibles,representan la ley. Los odres nuevos re-presentan la gracia. El vino nuevo noshabla del gozo de la salvación que trae elEvangelio. Ese gozo exuberante echa aperder las formas rígidas del ritualismo, ysólo puede contenerse dentro de los nue-vos principios de la gracia de Dios. Sinembargo, como los fariseos, muchos to-davía prefieren estar bajo la ley, dicien-do: “El añejo es mejor”.

Estar bajo ayo o ser mayor de edad (Gál. 3:24,25).

El ayo era el esclavo guardián o tutordel hijo menor de edad, que lo dominabay enseñaba hasta que llegaba a la mayo-ría de edad. Para los judíos la ley eracomo un ayo, sujetándolos y conducién-dolos a Cristo. La ley les hizo sentir suculpabilidad y la imposibilidad de salvar-se a sí mismos, para que pudieran recibira Cristo y ser justificados por la fe. “Perovenida la fe, ya no estamos bajo, pues to-dos sois hijos de Dios por la fe en CristoJesús”. La ley ya cumplió su función.Volver a la ley es como volver a la niñezy ponerse de nuevo bajo el ayo.

Yugo pesado o yugo fácil (Hch. 15:10; Mt. 11:29,30)

Cuando algunos de los fariseos insis-tieron que era necesario circuncidar a losgentiles que habían creído y mandarlesque guardasen la ley de Moisés, Pedrodijo: “¿por qué tentáis a Dios, poniendosobre la cerviz de los discípulos un yugo

que ni nuestros padres ni nosotros hemospodido llevar?” Pablo exhorta: “Estad,pues, firmes en la libertad con que Cristonos hizo libres, y no estéis otra vez suje-tos al yugo de esclavitud” (Gál. 5:1). Elcreyente no está bajo ese yugo pesado dela ley, pero el Señor le anima a llevar Suyugo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, yaprended de mí, que soy manso y humil-de de corazón; y hallaréis descanso paravuestras almas; porque mi yugo es fácil,y ligera mi carga.” Volver a la ley es vol-ver a una esclavitud (Gal. 4:9).

Ismael o Isaac (Gál. 4:21-31)

Al señalar la distinción entre la ley yla gracia, Pablo utiliza la alegoría de losdos hijos de Abraham. “Decidme, los quequeréis estar bajo la ley: ¿no habéis oídola ley? Porque está escrito que Abrahamtuvo dos hijos; uno de la esclava, el otrode la libre.” Ismael está asociado con elMonte Sinaí, con la Jerusalén actual y laesclavitud de la ley. Isaac está asociadocon la Jerusalén de arriba, con la promesay la libertad en Cristo. Ismael e Isaac nopodían vivir juntos. “Mas ¿qué dice laEscritura? Echa fuera a la esclava y a suhijo, porque no heredará el hijo de la es-clava con el hijo de la libre”.

El estanque de Betesda o el poder del Señor (Jn. 5:1-9)

Para beneficiarse del poder curativodel estanque de Betesda, uno tenía queser el primero en descender al estanquedespués del movimiento del agua. El po-bre paralítico confesó que no tenía quiénle metiera en el estanque, y entre tantoque iba, otro descendía antes que él. La

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ley (como ese estanque) es santa, y elmandamiento santo, justo y bueno (Rom.7:12). Pero el problema es que el hombre(como el paralítico) no tiene la capacidadpara guardar la ley (la ley “era débil porla carne” Rom. 8:3). Volver a la ley, seríacomo decirle al paralítico que siguieraesperando (inútilmente) el movimientodel agua, cuando, por gracia, el Señor po-día suplir su necesidad de manera inme-diata.

Sombra o sustancia (Col. 2:16,17)

La ley, con sus regulaciones en cuantoa comida y bebida, días de fiesta, lunanueva y días de reposo, era solamente lasombra de lo que había de venir. Cristoes el cuerpo, la sustancia, la realidad queproducía esa sombra. La ley tenía “lasombra de los bienes venideros, no laimagen misma de las cosas” (Heb. 10:1).Viendo solamente la sombra de una per-sona que se acerca, se puede apreciar al-gunas características de esa persona (porej. si es gordo o flaco, si es alto o bajo,etc.). Por medio de la ley se podía vis-lumbrar algo de lo que iba a venir al lle-gar la gracia. Al llegar la gracia pormedio de Jesucristo, vemos claramente loque la ley vislumbraba. ¿Por qué volver alas sombras de la ley cuando ya ha llega-do la sustancia en Cristo?

Entender la enseñanza de estas figurasnos guardará de volver a la ley con susdecretos, demandas, días, diezmos, die-tas, dominio y dureza.

La ley es un sistema de salvación porobras. Pero la gracia provee salvacióncompletamente aparte de méritos y obras.

Si se trata de añadir el uno al otro, dejande ser lo que son. “Y si por gracia, ya noes por obras; de otra manera la gracia yano es gracia. Y si por obras, ya no esgracia; de otra manera la obra ya no esobra” (Rom. 11:6). No, la ley y la graciano se pueden mezclar.

Pero, por si acaso alguno esté pensan-do mal, el hecho de que ya no estamosbajo la ley sino bajo la gracia, no se debetomar como excusa para abusar de la gra-cia de Dios. Veamos las advertencias dela Palabra de Dios en cuanto a esto:

“Me he hecho…a los que están sinley, como si yo estuviera sin ley (no es-tando yo sin ley de Dios, sino bajo la leyde Cristo)” (1 Cor. 9:21).

“Porque vosotros, hermanos, a liber-tad fuisteis llamados; solamente que nouséis la libertad como ocasión para lacarne, sino servíos por amor los unos alos otros.” Gál 5:13

“Como libres, pero no como los quetienen la libertad como pretexto para ha-cer lo malo, sino como siervos de Dios”(1 Ped. 2:16).

Y Judas nos advierte sobre los “hom-bres impíos, que convierten en libertinajela gracia de nuestro Dios”. (Jud. 4).

Entonces, hermanos, no confundamosla ley con la gracia. No podemos volver ala ley. Tampoco podemos usar la ley pararemendar la gracia (como si esto fueranecesario).

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10 La Sana Doctrina

Lectura: Lucas 10:38-11:14

Algunos temas ocurren varias vecesen el evangelio de Lucas y acudimos allíal buscar ayuda espiritual sobre esosasuntos. Él habla más que los otros evan-gelistas sobre la pobreza, el perdón, elpoder, la alabanza y la paz. Otro tema fa-vorito de Lucas es la oración. Lo men-ciona más que los otros evangelistas y elpárrafo que hemos leído es posiblementela sección más larga sobre este tema tanimportante.

Hagámonos la pregunta inmediata-mente –¿Cómo nos va en cuanto a la ora-ción? Si fuéramos honestos tal vezdiríamos que es el área más débil denuestra vida Cristiana. No nos va tan malen la predicación, y en los estudios bíbli-cos, y podemos hablar mucho sobre lasdoctrinas y los tiempos gramaticales, ytodas esas cosas son buenas y tienen sulugar. Pero solamente son como el dinerode bolsillo del Cristianismo. ¡Lo vital dela vida es la comunión privada de unapersona con Dios!

Queremos considerar 7 aspectos de laoración en estos párrafos:

1. La perfección de la oración –El mis-mo Señor Jesús estaba orando en cier-to lugar, 11:1

2. La preparación para la oración –vis-ta en la actitud de María al final delcap. 10

3. El modelo de la oración –que Él dioa Sus discípulos

4. La parábola sobre la oración, 11:5-8

5. Los principios de la oración, 11:9-10-pedir, buscar, llamar

6. El cuadro de la oración, 11:11-13 –lailustración casera de un padre dandodones a su hijo es un cuadro de unarealidad celestial

7. El producto de la oración. ¿Qué pro-duce la oración?

1. La Perfección de la Oración

¡El Señor Jesús orando! “Acontecióque estaba Jesús orando en un lugar, ycuando terminó, uno de sus discípulos ledijo: Señor, enséñanos a orar, como tam-bién Juan enseñó a sus discípulos”(11:1).

Encontramos a Cristo orando siete ve-ces en el evangelio según Lucas. Esto esun mensaje en sí. Fueron siete ocasionesmuy significativas. Podemos decir sin te-mor a ser contradichos, que nadie jamásoró como el Salvador. ¡Qué delicia parael oído y el corazón de Dios escuchar lasoraciones de su Hijo!

La OraciónTranscripción de mensaje

David Gilliland

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La Sana Doctrina 11

Cuando terminó, uno de sus discípu-los habló. Seguramente que quedaroncautivados hasta que Él terminó. Pareceque le encontraron en una de esas ocasio-nes cuando se apartaba de ellos y estabaorando. De modo que, se quedaron en si-lencio hasta que terminó, y luego uno deellos le dijo: “Señor, enséñanos a orar”.Quienquiera que fuese, había orado an-tes. Tal vez había orado mucho, en supropia manera. Pero cuando escuchó alSalvador orar, ¡sintió que ni siquiera ha-bía comenzado a orar!

¿Alguna vez has sentido así? ¿No tegustaría más oír a un hombre orar quepredicar? ¿Has tenido la experiencia deestar en la presencia de alguien cuandoestaba orando, y estabas contento de queno te lo perdiste? Si supieras el rincóndonde una persona acostumbra a arrodi-llarse y tener comunión con el trono eter-no, y si lo encontraras postrado allí en lapresencia de Dios –¡habrás encontrado lapersona tal como es en la realidad!¿Cómo eres tú cuando estás orando a so-las?

Podría sorprendernos, sin pensarlo,que el Señor Jesús oraba tanto. Si Él eraperfecto, ¿por qué necesitaba orar? Mu-chos han hecho esta pregunta. No tienendificultad en saber por qué criaturascomo nosotros tienen que orar –somospecadores y propensos a la tentación ytenemos que clamar siempre por el soco-rro divino. Pero ¿por qué tenía que orarÉl? Entonces sugieren que Él orabacomo una exhibición, para darnos unejemplo. ¡Pero eso es ridículo! Cristonunca oró solamente como un espectácu-

lo. Él oraba porque, como Hombre Per-fecto, necesitaba orar. La maravilla no esque el Señor oraba tanto; ¡la maravilla esque nosotros oramos tan poquito! Si fué-ramos hombres perfectos como Él, orarí-amos mucho más. Este es un puntoimportante. La esencia del pecado es laindependencia de Dios. La razón por lacual cayó Adán es que escuchó al Diabloy pensó que podía dispensar de Dios yadministrar el huerto por su propia cuen-ta, como él lo quería. Cuando asumió supropia independencia, cayó. En contrastea esto, el Señor Jesús dependió de SuDios cada día que vivió.

Ha sido señalado con frecuencia queel velo en el tabernáculo es un cuadro dela perfecta humanidad del Señor. Apren-demos una maravillosa lección allí. Esta-ba colgado con corchetes de oro, su pesosuspendido desde arriba (Ex. 26:31-35;36:35-36). Es un cuadro de la manera enque Él anduvo en este mundo. Sus manosde fe siempre estaban alzadas hacia elcielo. Cada día que vivió estaba depen-diendo de Dios.

Claramente podemos ver la perfec-ción de la oración en la vida del SeñorJesús. Nadie oró como Él.

2. La Preparación para la oración

La oración lleva tiempo. Esta ense-ñanza se desprende del final del capítulo10, donde Marta estaba preocupada ymolesta con mucho servir. Estaba co-rriendo de una tarea a otra preparando lacomida para el Señor Jesús que había lle-gado con todos Sus discípulos. Estabaafanada con muchas cosas. ¡Estaba casidistraída! No debemos ser muy duros

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con ella. Recuerda, ella quería dar lo me-jor que podía al Señor. No dejaría nada sihacer para dar lo mejor al Salvador. PeroMaría tenía otro punto de vista. Ella sabíaque había algo más importante que traba-jar para el Señor. Ella entendió la impor-tancia de escuchar primeramente a Cristo.Mientras que Marta se frustraba más ymás corriendo para hacer todo, María sesentó tranquilamente a los pies de Jesús.

Si vamos a poder orar efectivamente,tendremos que pasar tiempo sentados alos pies del Maestro.

Vivimos en un mundo de ajetreo.¡Pero la oración no es un asunto de aje-treo! ¡No podemos entrar corriendo a lapresencia de Dios, y salir corriendo otravez, y verdaderamente hacer contacto conel Altísimo! Si vamos a progresar espiri-tualmente, y si los surcos de carácter es-piritual y devoción van a profundizarsemás en nuestras vidas, ¡la oracioncita de5 minutos en la mañana y la oracioncitade 5 minutos en la tarde, sencillamente noservirán para nada! Tendremos que pro-fundizar más y negociar en serio conDios. Tendremos primeramente que sen-tarnos. Tendremos que tomar el tiempopara orar.

Debemos preguntarnos si sabemosalgo de sentarnos. Muchos de nosotroscreemos que no somos de la clase de per-sonas que se pueden sentar. Pensamosque tenemos tantas cosas que hacer, y lacasa se caería si no las hacemos –se tieneque lavar el carro, cortar la grama, tapizarla pared y… todo esto se tiene que hacer.Por supuesto que hay que atender a todoesto, pero no debemos permitir que mu-

chas cosas legítimas de la vida saquen ala fuerza la única cosa que es absoluta-mente esencial de nuestras vidas.

Puede ser que hay un creyente aquícuya relación con el Señor está menguan-do. Al considerar los últimos seis mesesde tu vida ¿sientes que tu pulso espiritualestá debilitándose? ¿Estás perdiendo te-rreno? ¿Ahora no puedes orar como an-tes? ¿No estás disfrutando igual laoración? ¿No logras verdaderamente en-trar en la presencia de Dios? ¿Has perdi-do tu fervor? ¿Sientes en tu alma queestás deslizando, y hundiendo? Es algoterrible descubrir que las cosas no estánbien, y sin embargo tratar de seguir oran-do públicamente en los cultos y tomarparte en la adoración. ¿Estás procurandomantener la fachada cuando por dentrohay decaimiento? Si es así, ¡no pases niuna sola noche más en esa situación!¡Tendrá consecuencias muy serias! La ra-zón por el decaimiento espiritual internopuede ser que tienes muchas cosas entremanos. ¿Estás demasiado enredado en ne-gocios, comercio, educación, u otra cosa?Todas esas cosas son importantes. Lasresponsabilidades ordinarias de la vidason asuntos muy importantes. Las presio-nes, el estrés y la tensión entran en todoslos aspectos de la vida humana. Pero, enla disciplina de la vida, tenemos que serabsolutamente despiadados. Cuando lascosas comienzan a imponerse y entrome-terse en nuestra vida devocional, tenemosque sacar algo, y tomar el tiempo de sen-tarnos a los pies del Maestro, y colocar-nos bajo la Palabra de Dios, yconscientemente leer y meditar en las Es-crituras. ¡Es algo que tiene que ser aten-

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dido rigurosamente! Si la eternidad esuna realidad, y si servir a Dios aceptable-mente como individuos y en la asamblealocal son lo que decimos ser, entonces lacomunión con Dios es la única cosa queverdaderamente importa. No podemospermitir que disminuya o decaiga.

A.T.Pierson escribió que hay muchosCristianos que no permanecen suficientetiempo en la presencia de Dios para per-der la impresión de lo que está afuera, nise quedan lo suficiente en el santuariopara obtener la impresión de lo que estáadentro. ¡Es cierto! En nuestra vida deoración fácilmente podemos caer en lacostumbre de balbucear algunas expresio-nes familiares y luego salir a nuestros ne-gocios diarios casi olvidándonos de loque dijimos. ¡No podemos entrar corrien-do a la presencia de Dios! Cuando termi-namos el trabajo y tratamos de orar,nuestras mentes a menudo están tan satu-radas con las cosas del día que es imposi-ble concentrarnos en hablar directamentecon Dios. Es mejor dejarlo por unos mo-mentos hasta que nuestras mentes se es-clarezcan, y más tarde regresar para orar.

María se sentó a Sus pies escuchandoal Maestro. Antes de pensar en nuestraspalabras a Él en oración, debemos pensaren Sus palabras a nosotros. Esta es la pre-paración para la oración. ¿Cómo sabre-mos qué decir a Dios si no hemosprimeramente escuchado lo que Él tieneque decirnos a nosotros? Se dice que Jor-ge Mueller tuvo dificultad para orar pocodespués de creer, y sus oraciones estabanllegando a ser muy apagadas y sin vida.Sabía que debía orar, y procuraba obligar-se a hacerlo, a orar más largamente, y es-taba llegando a ser una esclavitud legal.

Si comenzamos a decirnos que debemosorar 10 o 15 minutos más, y nos forzamosa hacerlo, esto no durará mucho y prontodesaparecerá. Los Cristianos no puedenmanejar sus vidas por medio de reglas.Debemos llegar a los grandes fundamen-tos espirituales. El Sr. Mueller descubrióque, si leía y meditaba un poco, entoncesera mucho más fácil orar. Cuando leía laSanta Palabra de Dios, podía recoger unpoco del propósito de Dios, Sus promesasy Su mente. Entonces, llevaba lo que ha-bía recogido otra vez a la presencia deDios, y podía decirle al Señor: “Tú hasdicho en Tu Palabra”, y luego oraba sobrelo que había leído. Él fue como María. Sesentó primeramente a los pies de su Ma-estro escuchando Su Palabra, y así acon-dicionando su alma, antes de entrar en lapresencia de Dios para orar. No puedesprecipitarte a entrar en la presencia deDios, ni salir de allí de manera precipita-da, o de nada te servirá haber entrado.

Si obviamos la preparación, descubri-remos que nuestra presentación en la pre-sencia de Dios será poco interesante, yaburrido, y difícil de mantener.

Las características sobresalientes deaquel gran predicador Phillips Brooks

fueron el equilibrio y laimperturbabilidad. Sin embargo, sus

amigos íntimos sabían que a veces sufríamomentos de frustración e irritabilidad.Un día un amigo le encontró andando deun lado para otro como un león en una

jaula. “¿Cuál es el problema, Dr. Brooks?”preguntó su amigo. “El problema es que

yo estoy apurado, y Dios no”.

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4. El Equilibrio (continuación).

El apóstol Pablo demostró gran equili-brio espiritual en Tesalónica. Dijo en 1Ts. 2:7,11-12: “Fuimos tiernos entre vo-sotros, como la nodriza que cuida conternura a sus propios hijos”. La nodrizaestá entrenada para saber cómo cuidar alos niños, pero cuando llega a ser madre,con su propio hijo añade mayor ternura ala aplicación de su conocimiento. Así fuela actitud de Pablo con los creyentes allí.Pero esto no significaba que soportabacualquier desorden, o que nunca corregíael mal. Dijo: “También sabéis de quémodo, como el padre a sus hijos, exhortá-bamos y consolábamos a cada uno de vo-sotros, y os encargábamos que anduvie-sen como es digno de Dios”.

Las palabras son interesantes. “Exhor-tar” contiene la idea de animar por pala-bras persuasivas. “Consolar” indicaalentar con simpatía y entendimiento.Pero la palabra traducida “encargar”, esla palabra usada por Pablo en cuanto a ladisciplina de hijos, que el padre a vecesle “azota” o castiga (Heb. 12:6). Demodo que con ternura él animaba. y conternura él corregía a los creyentes. ¿Nofue esto el carácter de Cristo, perfecta-mente equilibrado?

En cuanto a Juan y Jacobo, vemos alprincipio gran desequilibrio. Jesús les dioel apellido de Boanerges (significa “hijosdel trueno”, Mr. 3:17). Parece que así era

su carácter. Cuando Jesús fue desprecia-do en una aldea de los samaritanos, Jaco-bo y Juan respondieron como trueno.“Señor, ¿quieres que mandemos que des-cienda fuego del cielo, como hizo Elías, ylos consuma? Entonces volviéndose El,los reprendió, diciendo: Vosotros no sa-béis de que espíritu sois” (Lc. 9:52-56).Pero ¿nunca hemos nosotros respondidoen forma como trueno cuando alguna pa-labra o acontecimiento no nos agradó?Somos ligeros en condenar, juzgar y cas-tigar, pero a veces muy tardos en felicitary en perdonar.

Un poco antes, Juan había condenadoa uno que echaba fuera demonios en elnombre del Señor, porque no era de losdoce apóstoles. Le respondió Jesús aJuan: “No se lo prohibáis; porque el queno es contra nosotros, por nosotros es”(Lc. 9:49-50). Nos congregamos enasambleas donde procuramos seguir elorden sencillo instituido y enseñado porlos apóstoles. Sabemos que muchas otrascongregaciones practican diversas doctri-nas. En vez de criticar y condenar a aque-llos mismos creyentes, ¿no debemosdarles un buen ejemplo de vivir la Pala-bra de Dios, para que ellos sean atraídosa la verdad? Debemos condenar falsasdoctrinas y malas prácticas, pero mien-tras que enseñamos la verdad, frecuente-mente no practicamos el amor de Cristo,ni la consagración a Cristo, y damos maltestimonio a otros creyentes. Si ellos son

Criterios Espirituales (5)Neal R. Thomson

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creyentes de verdad, son nuestros herma-nos. Algunos no son desobedientes sinoignorantes. Si los tratamos como Juantrató a aquel discípulo, nunca los vamos aayudar. En vez de ahuyentarlos debemosatraerlos por nuestro buen testimonio.

Juan llegó a ser llamado “el apóstoldel amor”. El maduró en las cosas del Se-ñor, y en sus epístolas hablaba con ternu-ra a los creyentes como “hijitos míos” (1Jn. 2:l). Sin embargo, tal madurez del de-sarrollo espiritual no le llevó al otro dedesequilibrio, para tener un carácter per-misivo que pudiera soportar cualquieramundanalidad. Fue Juan –el apóstol delamor– quien escribió: “No améis al mun-do, ni las cosas que están en el mundo. Sialguno ama al mundo, el amor del Padreno está en él”. “El que practica el pecadoes del diablo”. “Todo aquel que aborrece

a su hermano es homicida”. “Si algunoviene a vosotros y no trae esta doctrina,no le recibáis en casa” (1 Jn. 2:15;3:8,15; 2 Jn. 10). Muchos dirán que estaspalabras no concuerdan con el amor. Peroson palabras inspiradas por el EspírituSanto.

¡Ojalá que la dureza que hayamos te-nido en nuestro carácter, como en el casode Juan, se ablande para que maduremosen forma pareja! Hay frutas grandes quese maduran de un lado, mientras que elotro extremo queda verde, algo como tor-ta no volteada. ¡Que el Señor nos ayude aajustarnos a Su propio ejemplo, y seguirSus pisadas! Debemos confesar nuestrafalta de equilibrio espiritual, y con humil-dad proseguir hacia la meta de conocerlemejor, y “el poder de Su resurrección y lacomunión de Sus padecimientos”

La Perspectiva Cristiana de Nuestra Sociedad (XVI)

XV – El patriotismo y el nacionalismoA J Higgins / Trad. D R Alves

Truth & Tidings, Worldview

Nota del traductor El autor de esteartículo habla de América del Nortecomo si fuera solamente los Estados Uni-dos y las áreas de Canadá de origen an-gloparlante, o aun a veces de los EstadosUnidos no más. Con todo, se ha traducidoel escrito al español, permitiendo al lectorleerlo a la luz de la historia y la condiciónespiritual de su propio país.

¿La Palabra de Dios es contraria asentimientos de patriotismo? ¿Tener afec-to por la patria es pecaminoso? ¿Saludarla bandera en señal de lealtad es ser infielal reino de Dios? Sin duda, nuestra pri-mera lealtad es al Reino de Dios, Mateo6.33, pero ¿es malo sentir cierta afinidadcon el país donde uno vive?

El patriotismoLa mayoría de nosotros en América

del Norte trazamos nuestras raíces fami-

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liares solamente pocas generaciones atrása emigrantes que llegaron a este conti-nente con muy pocos bienes materiales yen bancarrota de tesoro espiritual. Llega-ron con la esperanza de que los suyos dis-frutaran de una vida mejor. Encadenadosa circunstancias que limitaban una movi-lidad social y un desarrollo económico,buscaban un clima mejor y diferente en elcual criar a sus hijos. Como resultado, to-dos nosotros, prácticamente sin excep-ción, tenemos un estilo y nivel de vidaque pocos de nuestros antepasados creíanposible. Hemos sido bendecidos material-mente como pocas generaciones en lahistoria.

Sin embargo, más importantes que lasposesiones materiales son las incontablesbendiciones espirituales que han resulta-do del traslado a América del Norte. Mu-chos de esos antepasados, criados entinieblas religiosas en su tierra natal, oye-ron el evangelio y fueron salvos en estecontinente. La libertad que el evangeliogozaba en América del Norte contrastabagrandemente con la que prevalecía en supaís de origen. Si bien aquellos en el Rei-no Unido disfrutaban de libertad para elevangelio desde siglos atrás, muchos enotros países europeos estaban en las tinie-blas espirituales. Es cierto que debemostodo a la gracia de Dios, pero una peque-ña parte de aquella asombrosa gracia esla bendición de una tierra donde era posi-ble predicar el evangelio sin restriccio-nes.

La libertad y estabilidad económica denuestros países han sido responsables enbuena medida de nuestra prosperidad ma-terial y espiritual. Detrás de todo, sin em-

bargo, está un Dios soberano quien, en sumisericordia, ha ordenado todo lo que hasido nuestra porción. Le damos graciasprimeramente a Él.

Pablo nos recuerda que no debemosdeber a nadie nada, Romanos 13.8, y queademás debemos dar honra a quien le de-bemos honra, y respeto a quien le debe-mos respeto, v. 7. Todo esto se presentaen el contexto de nuestra responsabilidadante la autoridad civil en Romanos 13.Pedro expresa sentimientos parecidos almandar, en medio de las prioridades másimportantes del amor a los hermanos y eltemor de Dios, “Honrad a Dios” y “Hon-rad al rey”, 1 Pedro 2.17. Aunque las cir-cunstancias que prevalecían en los díasde Jeremías eran completamente diferen-tes, él instruye a los cautivos en Babilo-nia a procurar la paz de la ciudad donderesidían, construir casas y ser ciudadanosproductivos, Jeremías 29.5,7. Jerusaléndebía seguir siendo su mayor gozo y suenfoque, como se ve en el hecho de queDaniel oraba hacia Jerusalén, Daniel 6.No había nada intrínsecamente malo enser un ciudadano leal en Babilonia.

Pablo, al escribirle a Tito, ordena a loscreyentes en Creta a sujetarse a los go-bernantes y autoridades y a no difamar anadie, 3.1,2. Ciertamente reconocemoslas fallas y fracasos de los que están enautoridad, pero no nos corresponde estaral frente de disturbios civiles ni emplearel lenguaje virulento de algunos contralos que gobiernan en nuestro país. Pode-mos estar en desacuerdo, y señalar susdeficiencias, pero no hablar mal de ellos.No es nuestro deber hacerlo; el nuestro esprimeramente a Dios, y después a ellos.

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Pablo no fue reticente a hacer saberque era ciudadano romano, Hechos22.25, ni a valerse de sus privilegios y li-bertades para la extensión del evangelio,25.11.

Entonces, si el patriotismo se definecomo lealtad y honra a la nación de parteuna persona por los privilegios y bendi-ciones que ha brindado, parecería que nohay nada antibíblico en esa actitud. Estono es lo mismo que una actitud arrogantede “Mi país, con o sin razón”. Tenemosque reconocer el mal y la corrupción don-de los veamos, y nunca olvidarnos de quela Palabra de Dios retrata a los gobiernoscomo bestias. En toda forma de gobiernoaparte de una teocracia hay corrupción,mal y opresión. No debemos estar ciegosa las limitaciones de toda forma de go-bierno humano.

Que uno sienta aprecio por su país, ymuestre lealtad a él, no es patriotismo fu-ribundo ni fanático. De manera que, ¡on-dee la bandera si quiere! Pero acuérdesede darle gracias al Dios soberano cuyamisericordia le ha traído las bendicionesque todos disfrutamos.

El nacionalismoEs posible incursionar más allá del pa-

triotismo y llegar a las puertas del nacio-nalismo. El espíritu del nacionalismo sepuede encontrar en muchas áreas de lasociedad, expresado como ceguera chovi-nista, intolerancia, xenofobia y arrogan-cia militar.

No vamos a ocuparnos de la formapolítica que asume, sino concentrarnos enel desarrollo extraño del nacionalismoentre cristianos en América del Norte. No

lo hacemos para condenar las bromas di-vertidas entre canadienses y americanos,ni entre los ingleses y sus hermanos esco-ceses. Estamos considerando la mentali-dad presente en muchos círculos decreyentes que sienten que su país tiene unlugar especial en el programa divino y esel precursor del reino de Dios sobre latierra.

Antes de considerar algunos de los pe-ligros del nacionalismo, sería convenien-te reflexionar sobre la perspectivaescrituraria de las naciones. Pablo, en sudiscurso en Atenas, les recuerda a susoyentes que Dios había “prefijado los lí-mites de su habitación”, Hechos 1.26. Enotras palabras, Dios permite a las nacio-nes crecer en el paisaje de la historia yluego retroceder. La lección de la historiasubraya la realidad de la naturaleza tran-sitoria de aun los más grandes imperios ynaciones. Cada una de las grandes dinas-tías de la tierra se veía a sí misma comopermanente e invocaba el favor divino –sea de Dios o de los dioses – para su se-guridad. Pero cada una duró sólo un tiem-po.

Las naciones cumplen un propósitoútil para el bien de la humanidad. Las ne-cesidades espirituales de los hombres sonel principal interés de Dios, pero en subenevolencia como creador de todo, Élha instituido naciones y gobiernos para elbienestar de los habitantes de la tierra,Romanos 13.1 a 5.

Las necesidades humanas de seguri-dad y otras necesidades de la vida sonatendidas por una capacitada administra-ción de los gobiernos. Un sentido de “co-munidad” dentro de una nación protege

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también del individualismo, que piensaque toda cuestión atañe a uno mismo.Este sentido del bien común de una na-ción es lo que ha impulsado a hombres adar sus vidas en campos de batalla y ser-vir a su país en innumerables maneras sa-crificiales, pero apreciar los aspectospositivos de constituir una nación no eslo mismo que nacionalismo.

Quizás los ejemplos más trágicos denacionalismo en el siglo 20 han sido laadhesión ciega al dogma nazista por par-te de personas inteligentes y la fidelidadfanática de la juventud china a la “Revo-lución Cultural” de Mao. Millones per-dieron la vida como resultado de la furiafanática de aquellos que no podían, o noquerían, ver el mal en su propia nación ysus líderes. Aquí en los Estados Unidosel origen puritano de nuestra nación trajoconsigo una teología que se concentró enestablecer el Reino de Dios sobre la tie-rra. Pronto, y con un esfuerzo mínimo, secomenzó a ver a aquella nación comouna de destino divino.

En nuestra propia generación tambiénhay algunos que han abrazado este modode pensar. Si bien es cierto que la Teolo-gía Reformada no nombra una nación enparticular como la que Dios ha escogidopara sus propósitos (de hecho hasta leniega a Israel ese papel), sí limita el pro-grama profético de Dios al regreso deCristo para establecer su reino sobre latierra, sin pensar en el rapto pre-tribula-ción ni en un futuro para Israel.

Esa teología se concentra en un reinoterrenal hecho realidad por la difusióndel evangelio y una tierra preparada parasu reino. Incluso hay quienes se tildan de“dispensacionalistas” que asignan un pa-

pel singular a esta nación en los propósi-tos de Dios. Ciertamente creemos en, yanticipamos, el establecimiento del reinoterrenal de Cristo, pero esto no será porlos esfuerzos de creyentes en la tierra,sino por el regreso del Señor como la“piedra” que aplastará a sus enemigos.

Pruébese a ver hasta dónde usted hasido llevado por el nacionalismo. “Si mipaís dejara de existir, ¿serían frustradoslos planes de Dios para el futuro? ¿So-mos nosotros una nación especial que Élha levantado para realizar su voluntad‘como nación’, o solamente una de lasnaciones en el gran designio divino, sibien es cierto que somos una nación queha sido bendecida de diversas manerasmaravillosas?”

Trasládese en su mente a los padresfundadores de la nación. Tenían gran vi-sión los Puritanos a bordo del Arbellaque abordaron en Inglaterra en 1630 consu nueva Carta real. Según su futuro go-bernador, John Winthrop, iban a ser unejemplo para el resto del mundo. “Sere-mos como una ciudad asentada sobre unmonte; los ojos de todo el pueblo estánfijados en nosotros”. Once barcos lleva-ron a más de mil Puritanos a Massachu-setts aquel año para ser un faro para elresto de Europa. Eran, en sus palabras, unmodelo de caridad cristiana. “Una ciudadasentada sobre un monte” era el sueño delos padres fundadores puritanos cuandoarribaron a las costas de América delNorte. El título, no sin mérito en sí, sugi-rió la fundación del reino de Dios sobrela tierra.

Esto era un intento de establecer unateocracia en una tierra nueva. Juan Calvi-no había establecido una suerte de teocra-

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cia en Ginebra. Los resultados fuerontristes y trágicos, un capítulo vergonzosoen su historia. Los Puritanos, así comotantos otros grupos, no aprendieron lalección. Aun cuando es loable tener comometa una sociedad justa y moral, la ideade establecer el reino de Dios sobre la tie-rra por legislación, coerción y conversióncarece de autorización bíblica y está con-denada al fracaso.

El sentido del vocablo cristiandad esun reino perteneciente a Cristo. Este con-cepto fue introducido desde el siglo 14para denotar tierras donde imperaba lacristiandad, pero Dios no es una exclusi-vidad de cierta nación o naciones, y noserá utilizado por una de ellas. Él emplealas naciones para sus fines, y no vicever-sa.

Hace dos milenios el Señor Jesús estu-vo ante un gobernador romano y declaró:“Mi reino no es de este mundo”, Juan18.36. En realidad eso debe resolver lacuestión para cualquier nación, Israelaparte, en cuanto al hecho de ser indis-pensable para los fines de Dios. Hayquienes creen que la meta de un cristianoes mejorar el mundo por medio del evan-gelio, hasta que alcance tal grado de bon-dad que Cristo volverá para establecer sureino. Parece casi irónico que la verdadsea todo lo contrario: el mundo irá de malen peor hasta que Él deba descender enjuicio, Apocalipsis 19, para aplastar losreinos de este mundo y establecer uno ca-racterizado como “la piedra… cortada, nocon mano”, Daniel 2.34.

El patriotismo y el orgullo nacionalson polos opuestos. El patriotismo debehacernos llorar por la nación en su pro-gresivo descenso moral, fomentado por el

razonamiento secular y humanista. Envez de ser esenciales para el programa di-vino, hemos llegado al mismo estado enque se encontraban Sodoma y Gomorraantes de caer el juicio del Señor sobreellos.

Aquellos que perciben este país comosi ocupara un lugar “único” en la historiaestán haciendo caso omiso de las leccio-nes de la historia, o atribuyendo a la na-ción una misión divina especial. Elconcepto de un “destino divino” ha pro-movido un espíritu de nacionalismoevangélico que no tiene base en la Escri-tura.

El vínculo que tenemos con creyentesen todo país sobre la tierra trasciende lasbarreras nacionales: un vínculo espiritualpor estar en Cristo y ser parte de la fami-lia de Dios. El orgullo nacional nuncadebe competir con los vínculos que tene-mos unos con otros en el Cuerpo de Cris-to. Existe el peligro de que una fidelidadfanática a una nación nos ponga en con-flicto con creyentes en otras naciones. Lanación en que vivimos tiene el derechode contar con nuestra lealtad y patriotis-mo, pero cuando exige que la pongamospor encima de toda otra fidelidad, enton-ces ha sobrepasado los límites de la Es-critura, y nunca debemos dejar de tener alSeñor Jesucristo por encima de todo.

Nuestro principal vínculo como cre-yentes no es con aquellos que residen endeterminada área geográfica, hablan undeterminado idioma, o saludan a una de-terminada bandera. Nuestro vínculo escon todos aquellos que reconocen a Jesúscomo Señor.

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Cuando Dios no hace nada(Believer's Magazine, Agosto, 1940)

n la Biblia encontramos cosassorprendentes que nos podríanperturbar. Esto en sí es una prue-

ba que el Libro no es de origen humano,sino Divino. En la Biblia se demuestraque Dios es todopoderoso, que muestrasu justo desagrado contra la maldad, yque ejerce Su poder a favor de la justicia.Esta declaración puede ser verificada casien cualquier parte del Antiguo o del Nue-vo Testamento. No hace falta dar citas es-pecíficas.

E

Sin embargo, pronto se descubre paranuestra sorpresa que se registran en la Bi-blia historias de hombres cuyas experien-cias parecen contradecir lo antesexpuesto. Son casos cuando Dios pareceser impotente, la maldad parece triunfar,y el clamor del justo para ser librado sequeda sin respuesta.

El hecho de que tales pasajes están in-cluidos en las Sagradas Escrituras indicasin duda que en la Biblia encontramos unverdadero reflejo de las experiencias hu-manas. La Biblia no es una colección deescritos escogidos y arreglados para de-fender la tesis que Dios siempre intervie-ne cuando la maldad está ganando.

Con todo, estas aparentes contradic-ciones, cuando Dios no hace lo que espe-rábamos, encajan perfectamente en elplan de la revelación Bíblica, y nos ase-

guran que hay un propósito en cada pasa-je que espera nuestra investigación.

La pequeña profecía de Habacuc esasí. Este profeta tuvo que enfrentar en sudía el problema de que Dios no estabahaciendo nada, cuando él esperaba quemanifestara su gran poder para contra-rrestar la maldad desbordante. El clamorde desesperación no trae ninguna res-puesta ni intervención de Dios. No suce-de nada cuando el profeta ora. Hay dosrealidades contradictorias: “Hasta cuan-do, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y darévoces a ti a causa de la violencia, y nosalvarás?” (Hab. 1:2). Este es el lenguajede la desilusión, de las esperanzas frus-tradas.

¡Cuántas veces los creyentes en estosdías deben tener pensamientos similares!Pero ¿no es posible que nuestras expecta-tivas estén equivocadas porque no tene-mos un concepto adecuado del propósitodivino? ¿No será que estamos engreídoscon nuestro supuesto conocimiento deDios? ¿Pensamos que Él debe actuar se-gún nuestros deseos humanos, que surgende un amor por la comodidad personal?Por tanto, hemos sido decepcionadosporque las cosas no han sucedido comolo habíamos anticipado. Sin embargo, po-demos afirmar con plena confianza queDios siempre tiene la razón.

Habacuc

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La Sana Doctrina 21

Habacuc era un hombre de carácterfuerte. Tenían un conocimiento íntimo deDios, y una fe viva. Amaba la justiciacon una pasión nacida de su experienciaen los caminos de Dios. Reaccionabaviolentamente contra toda forma de in-justicia, detestando la iniquidad, la vio-lencia, el pleito y la contienda. El temorde perder la popularidad no le hizo desis-tir de levantar la voz contra la maldad en-tre su pueblo. No se le podía llamar uncobarde moral.

Sin embargo, se encontró retando aDios porque parecía no estar haciendonada frente a la injusticia descarada. Elprofeta tuvo que aprender lecciones quelos hombres de cada generación han teni-do que aprender: que Dios no puede serobligado a actuar en contra de Su divinopropósito, ni va a apresurar sus juiciossimplemente para satisfacer la queja per-pleja del profeta.

La situación en los días del profeta noes muy diferente a la nuestra. Tenía pordelante dos problemas. Primero, no podíaentender por qué la iniquidad triunfabasobre la justicia, y Dios guardaba silen-cio. Segundo, no podía entender por quéuna nación extranjera rapaz fuese permi-tida invadir la tierra del pueblo escogidopor Dios, y por qué los Caldeos tuviesentanto éxito en llevar a cabo sus metasguerreras.

Situaciones parecidas a estas constitu-yen un problema para personas pensantesde nuestra generación. Las fuerzas delmal, tanto nacionales como internaciona-les, parecen avanzar sin freno. Algunosdicen que Dios no está haciendo nada.Pero ¿debemos adoptar esa actitud fata-lista? La respuesta es un NO enfático.

Siempre se deben corregir los concep-tos equivocados en cuanto a Dios y suaparente inactividad. No se debe olvidarque los eventos temporales no afectan losresultados finales. El mal triunfa sola-mente bajo la voluntad permisiva deDios, Quien hace todas las cosas segúnSu propia voluntad.

Habacuc recibió una visión del díacuando “la tierra será llena del conoci-miento de la gloria de Jehová, como lasaguas cubren el mar” (Hab. 2:14). Enten-der esta realidad tendrá un efecto estabi-lizador sobre todos los que se sientententados a dudar la sabiduría del silenciodivino cuando la maldad se desborda en-tre la gente.

Así también el mensaje del profetaacerca de Dios mismo, ciertamente traeráconfianza a aquellos que claman a causade la presente situación. “¿No eres túdesde el principio, oh Jehová, Dios mío,Santo mío? No moriremos. Oh Jehová,para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lofundaste para castigar. Muy limpio eresde ojos para ver el mal, ni puedes ver elagravio” ( Hab. 1:12-13).

En la Biblia de Jorge Mueller,aquel gran hombre de fe y

oración, a lado del versículo:“Por Jehová son ordenados lospasos del hombre” (Sal. 37:23),estaba anotado en el margen:

“y las paradas también”.

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Muchos tienen curiosidad en saberquién fue ese joven (Marcos 14:51, 52) quedejando la sábana con la cual cubría sucuerpo en manos de sus captores huyó des-nudo. Cada vez que me han preguntado so-bre el caso contesto que uno no puededecir nada acerca de algo que el mismoDios calla, pero en días pasados alguienme preguntó qué lección se puede sacar deese episodio y, realmente, esa si fue unapregunta nueva para mí.

Huir no es algo agradable para el serhumano y hacerlo desnudo, menos. Pero,ante un grave peligro casi toda persona ha-ría igual que ese joven, pues entre salvar laropa y salvar la vida la elección es muyevidente. El mismo Señor preguntó: ¿Noes… el cuerpo más que el vestido? (Mateo6:25). Muchas almas se pierden por darmás valor a lo que es accesorio al cuerpo,al alma y a la vida (joyas, vestidos lujososy demás). También el creyente debe apren-der el principio de perder para ganar y estosólo es posible si prestamos atención al or-den de prioridades según la mente de Diosy no según la valoración humana.

Si Dios sabía que el transgresor eraAcán (Josué capítulo 7), ¿por qué no lodijo de inmediato a Josué? ¿Para qué ha-cer acercarse primero a la tribu de Judá,luego a la familia de Zera, después los va-rones de esa familia y fue tomado Zabdi y,finalmente, por los de la casa de Zabdi fuetomado Acán hijo de Carmi?

Es posible que tengamos aquí algo demucho valor para quienes, no habiendo co-metido el mal, les sea saludable examinar-se. Hay suficiente maldad en cada corazónque le hace capaz de hacer igual o peor queaquel o aquellos que sucumben ante el pe-cado. En el Nuevo Testamento, el Señor Je-sucristo pudo decir claramente a susdiscípulos el nombre y apellido del traidor,pero solo les dijo: “Uno de vosotros me vaa entregar” (Mt. 26:21), lo cual llevó a cadauno a preguntarse: ¿Soy yo, Señor? Saluda-ble ejercicio para nuestras almas no consi-derarnos inmunes al pecado. Aun losmaduramente espirituales –al tratar las fal-tas de otros- deben considerarse a sí mis-mos, no sean que también sean tentados,según leemos en Gálatas 6:1.

¿Puede uno de los ancianos imponerdisciplina a otro creyente, y esto sin reu-nirse con los otros ancianos y consultar yacordar con ellos?

Si Dios hubiera querido que en la igle-sia local un solo hombre ejerciera el cuida-do y gobierno del rebaño, tendríamos ladoctrina y la práctica de UN pastor. Pero laverdad que Dios expresa en su libro es queaquellos a quienes él llama a tal ministerioconforman un número plural (a lo menos,dos o tres). Es por ello que leemos de an-cianos, pastores y obispos, en plural. Apar-te de esto, el Espíritu Santo nos ha dadouna palabra corporativa (‘presbuterion’)para referirse al conjunto de ancianos (se

Lo que preguntanGelson Villegas

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menciona dos veces más en el Nuevo Testa-mento, Lc. 22:66 y Hch. 22:5, y siemprecon el mismo sentido). De manera que si al-guno de los ancianos actúa a solas está pa-sando por encima de la voluntad expresadapor Dios en su Palabra; arrogantemente seestá imponiendo sobre los otros y está me-nospreciando el ministerio que igualmenteel Señor ha dado a los demás ancianos.

Si el decirle “necio” a un hermano lohace culpable de ser llevado ante el conci-lio (Mt. 5:22), ¿por qué, entonces, el após-tol Pablo dice a los Gálatas “necios” en3:3?

Las palabras usadas (en el texto griego)en ambos pasajes son diferentes y, por su-puesto, el sentido en cada uno de las por-ciones citadas también es diferente. EnMateo 5: 22 el término que se usa es‘Raca’, probablemente de origen arameo,para referirse a una persona vacía de mentey que apunta a decirle ‘estúpida’, ‘imbécil’.En Gálatas 3:3 – y en 3:1 donde la traduc-ción es ‘insensatos’- la palabra es ‘anoëtos´con el sentido de falta de sensatez o enten-dimiento para pensar y actuar correctamen-te en los asuntos de la vida cristiana.También el mismo Señor usa esta expresiónhacia sus discípulos en Lucas 24:25. Deigual manera, en los dos pasajes la inten-ción es diferente. En Mateo 5 el propósitoes ofender feamente a otra persona; en lacarta a los Gálatas, Pablo está procurandohacer reflexionar a aquellos creyentes tanvolubles y cambiadizos.

exigía, venganza para sus enemigos.La paz de la que Jacob hablaba eraprecisamente la que Fuchida, enaquel entonces amargado y desilusio-nado, estaba buscando. Consiguióuna Biblia, empezó a leerla y quedósumamente impresionado. Cuandoleyó la oración de Jesús en la cruz“Padre, perdónalos, porque no sabenlo que hacen” (Lucas 23:34), tuvo lasensación de tener un encuentro conJesús. Comprendió que Jesús habíamuerto en su lugar, que había pagadola deuda que él tenía con Dios debidoa sus pecados. Y le pidió perdón. En-tonces la paz de Dios echó fuera suamargura. Jesús, a quien había igno-rado, hizo de él un mensajero delamor de Cristo. Él también escribiósu historia: “De Pearl Harbor al Cal-vario”. Predicó entre los jóvenes pre-sentando a Cristo como la únicaesperanza en medio de un mundo co-rrompido: sólo Jesucristo puede darla salvación, la paz y la libertad. In-cluso tuvo un encuentro con JacobDeShazer. Y más allá de toda com-prensión humana, ¡el amor de Dios,más poderoso que las bombas, hizode estos dos enemigos, dos hombresunidos por el amor divino!

La Buena Semilla (ampliado)

Del odio al amor(viene de la última página)

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Del odio al amoros asombra cómo la gracia deDios alcanzó dos oficiales re-nombrados en la Segunda Guerra

mundial, uno americano y el otro japonés,cada uno lleno de odio hacia el país ene-migo.

NMitsuo Fuchida, comandante japonés,

fue el que dirigió la primera oleada deataques sobre Pearl Harbor y emitió el cé-lebre mensaje codificado: “¡Tora, Tora,Tora!” (que significa: el ataque ha sidouna sorpresa total). La flota americana delPacífico fue destruida en gran parte. Ja-cob DeShazer, un sar-gento americano, se en-teró de la noticia a travésde la radio y se presentóvoluntariamente para elasalto de venganza “Do-olittle”, cuyo objetivoera bombardear a Tok-yo, capital de Japón.

En esta operación Jacob DeShazer fuecapturado por los japoneses y tuvo quesufrir crueles torturas. Su corazón estaballeno de odio hacia el enemigo. Habíasido criado en una familia cristiana, perono compartía la Fe; sin embargo, recordóque el cristianismo enseña responder conamor al odio. Después de muchas súpli-cas, un guardia le consiguió una Bibliaque leyó con avidez. Aunque solamente latuvo por tres semanas, descubrió en ellaque Jesús es efectivamente el Hijo deDios. Cuando leyó: “Si confesares con tuboca que Jesús es el Señor, y creyeres en

tu corazón que Dios le levantó de losmuertos, serás salvo” (Romanos 10:9), Ja-cob suplicó a Dios que le perdonase, y seconvirtió en una nueva persona. Se sentíaliberado y tenía paz en el corazón. Suodio hacia esas personas tan crueles secambió en compasión. Recordó las pala-bras de Jesús en la cruz: “Padre, perdóna-los, porque no saben lo que hacen”(Lucas 23:34). Y Dios le dio la fuerzapara responder con amor a la brutalidadde los guardias.

Una vez liberado, Jacob DeShazer re-gresó a su país, perounos años después vol-vió al Japón a predicarel Evangelio. Escribióun tratado titulado: “Yofui prisionero de los ja-poneses”, y lo distribuyóampliamente. Entre lasmiles de personas que lo

recibieron estaba Mitsuo Fuchida, el co-mandante del ataque de Pearl Harbor.

La historia que Fuchida leyó lo con-movió profundamente. ¿Cómo pudo elsentimiento de venganza que estaba enJacob DeShazer transformarse en compa-sión hacia los japoneses? Ya había sidoimpresionado al saber de una joven ame-ricana que había servido a los prisionerosjaponeses con amor y respeto, a pesar deque los padres de ella, que eran misione-ros, habían sido muertos por los japone-ses. Para Fuchida esto era inexplicable,porque su religión no solo permitía, sino

Mitsuo Fuchida Jacob DeShazer

(Continúa en la pág. 23)