José María Arguedas

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CENTENARIO DE

JOS MARA

ARGUEDAS(ANDAHUAYLAS, 18 DE ENERO DE 1911 LIMA, 2 DE DICIEMBRE DE 1969)-1-

Jos MARA ARGUEDAS Jos MARA ARGUEDAS

Dos Textos

AutobiogrficosDecantada ya la sorpresa, que a todos inspir la trgica y prematura muerte de Jos Mara Arguedas, y claramente perfilada la significativa proyeccin de su obra en el proceso de la cultura peruana, juzgamos oportuna y necesaria la investigacin documental en torno a su vida y sus desvelos creadores. Y as como nos cupo la satisfaccin de alentar su iniciacin escuchando las primeras lecturas de los relatos incluidos en AGUA, corrigiendo las pruebas de la edicin original, dando a la publicidad el primer ensayo crtico sobre sus valores literarios y sociales, y aun promoviendo su difusin entre escritores de diversas latitudes, as nos complace ahora divulgar dos textos autobiogrficos del inolvidable amigo. Ostentan la espontaneidad y la frescura admiradas en sus creaciones; y, por corresponder a suscitaciones de las extremas etapas de su existencia literaria, ofrecen datos y motivaciones que esclarecern cualquier estudio posterior. El primer texto data de 1937: es la respuesta dada a un cuestionario que le formulara el suscrito, movido a la sazn por el propsito de acopiar informaciones directas sobre la vida y las obras de los escritores coetneos, como informacin preparatoria del amplio trabajo que aspiraba a consagrarles. La guard hasta hoy con especial afecto. Y creo que el lector estudioso sabr apreciarla. El segundo texto data de los comienzos del ao 1968. Proviene de una cinta magnetofnica, que en un momento de inquietud y soledad grab el autor de LOS ROS PROFUNDOS, y que, a la manera de una misiva confidencial, envi a Alejandro Ortiz Rescaniere. Se encontraba ste en Pars, efectuando estudios de postgrado en Antropologa, bajo la direccin de Claude Levi Strauss; y, acosado ya por sus designios letales, deseaba constituirlo en legatario de sus planes y sus materiales de investigacin folklrica. Por eso hubo de incluir en la cinta algunas referencias personales al destinatario, quien ahora ha juzgado discreto suprimirlas de la transcripcin (y representarlas por convencionales puntos suspensivos). Treinta aos de diferencia entre uno y otro textos; y entre ellos, las circunstancias de una vida intensa, fecunda, atormentada. Vaselos con el afecto y la uncin que merece el recuerdo de Jos Mara Arguedas,

Alberto Tauro-2-

11) Jos Mara Arguedas Altamirano. Nac en Andahuaylas el 18 de enero de 1911. 2) Mi padre, Vctor Manuel Arguedas de Arellano, naci en el Cuzco; era de origen muy espaol; su aspecto lo denotaba as inmediatamente; tena barba rubia, ojos azules y nariz aguilea. Mi padre fue abogado de profesin; pero naci con espritu de vagabundo. Ejerci su profesin en ms de quince provincias. A todas partes lo acompa yo. b) Mi madre, Victoria Altamirano, era bien mestiza, morena y bajita. Muri cuando yo tena tres aos de edad. No tengo ningn recuerdo claro de ella. Era Andahuaylina. 3) a) Aprend a leer en la Escuela Elemental del Pueblo de San Juan; all estudi hasta el primer ao. El segundo ao lo estudi en Puquio en la escuela particular de un viejo maestro, muy severo. Cuatro aos estuve casi abandonado, entre una hacienda y un pueblo de indios. En seguida me recogi, otra vez mi padre; y fuimos a dar al Colegio Nacional de Abancay; all estudi el cuarto y quinto ao de Primaria, b) La Instruccin Media la estudi en Ica, Huancayo, y Lima, los dos ltimos aos de alumno libre, estudiaba slo en la sierra y vena a dar examen al Colegio de la Merced, c) La Instruccin Superior en Lima, con las alternativas que ya conoces, d) Quiz llegue a ser doctor en Letras, e) De idioma slo s castellano y kechwa. II: a) Aprend a leer en la Escuela Elemental del pueblo de San Juan, con una profesora limea. La Srta. Elena haca como que me adoraba, yo era el hijo del Juez de la Provincia. Estuve casi tres aos en esa Escuela, mezclado con los escoleros indios y mestizos. Tuve en esos tres aos, varias maestras, b) Si la pregunta se refiere a influencia intelectual, no sufr la influencia personal de nadie; cuando empec a leer libros, ningn autor me influenci hasta que le a Vctor Hugo y Baudelaire, esos s me sugestionaron muchsimo. 4) Una sola vez he sido burcrata: casi cinco aos de honorable auxiliar de la Administracin de Correos de Lima. 5) Esta pregunta es largusima de contestar para m. He vivido en ms de veinte pueblos; he viajado, en detalle, casi por todo el sur del Per. En unos pueblos nos fue muy bien, en otros muy mal. En el pueblo de Pampas, casi nos morimos de hambre; all odian a los forasteros; todos los vecinos, y principalmente los tinterillos, sitiaron a mi padre. Yo y mi hermanito menor Carlos, tenamos que robar choclos, habas y un poco de fruta; robbamos gallinas con trampas de rata; mi padre se ocupaba en rezar y lamentarse; pero a veces, tambin robaba gallinas; gallo o gallina que entraba al patio de la casa, ya no sala, mi padre colaboraba bien en esa tarea; a veces cuando venamos de la calle, encontrbamos al viejo persiguiendo algn gallo o gallina entre las yerbas que crecan en el patio. Pero lo ms interesante de mi vida son los aos que pas en la hacienda Viceca y en el pueblo de Utek'. Durante unos aos conviv con los indios en el mismo plano, de igual a igual; y aprend a conocerlos. Los detalles de esta experiencia sera largo de contarlos; adems mucho ya he contado en mis cuentos que he publicado; y en los que estoy escribiendo y en los que ms tardes escribir. 6) T me conoces bastante. Sabes cmo es mi carcter: sabes que soy violento, apasionado, pero que lo caracterstico de mi corazn es la ternura. Que durante toda mi vida he aprendido a odiar la injusticia. Que he estado enamorado varias veces, sin pizca de suerte, que ahora estoy ms enamorado que nunca, que amo a mi Ratita. 7) "Agua" 1935. Cuentos en "La Prensa" y "La Calle", "Palabra", "Ecos y Noticias", "Literatura Americana" de Bs. As. Traduccin de "Agua" por la Rev. Literatura Internacional al ruso, alemn, francs e ingls. 8) Mis canciones kechwas y dos novelas que publicar en 1938.

2Este cuento o estos cuentos fueron recogidos por un padre alemn cuyo nombre no me acuerdo en este momento, pero que te lo voy a decir en carta, Alejandro. El dice que tiene una coleccin como de cuarenta cuentos, recogidos, como ste, en quechua y castellano. El me dijo que todos los cuentos los haba recogido durante el tiempo que permaneci de prroco en varios pueblos de Ancash, especialmente en el callejn de Huaylas. Voy a tratar de conseguir copias de los otros cuentos que ya los escuchar; parece que ste lo recogi de una chica que no se sabe si es enferma o es empleada del hospital Stella Maris. Bueno Alejandro, sabes que recib tu carta anteayer, porque haca das que no iba al apartado. Ayer me avis tu pap de una manera casual, que tu mam se va el lunes. Hoy es viernes, as que no he tenido tiempo de copiar estos cuentos y en la casa de tu mam lo acabo de grabar. T no puedes tener la menor idea, por mucho que hagas no puedes tener idea de cmo me han hecho bien, y nos han hecho bien a todos, las dos cartas, especialmente la segunda. Hemos tenido un almuerzo como para la carta de que te habl y despus del almuerzo la hemos ledo y hemos meditado y hemos discutido algo con tu mam. Tu pap y yo estamos completamente de acuerdo de que solamente cuando un hombre tiene una sensibilidad sin lmites, una sabidura tan grande y un amor tan igualmente grande pueden llegar a hacerse las deducciones profundas que t haces, que estn llenas de una seguridad en el porvenir de las gentes por las cuales yo incluso he estado un poco desanimado, a pesar de que ellos han sido la razn de mi vida.-3-

He decidido hablarte al final de sta cinta y veo que hablar es mucho ms difcil que escribir. No te preocupes que de alguna manera vamos a conseguir que tengas cmo permanecer todo el tiempo que sea en Pars. Voy a hablar con Silva ahora y vamos a ver si podemos arreglar de modo que puedas tener si no es la beca, una bolsa de viaje........ yo no s, pero en fin, t sabes que en este pas mediante los compadres, puedes conseguir cosas a favor o en contra de alguien, por los modos ms insospechados, ilegales o legales, pero de todos modos vamos a conseguir que t ests por lo menos hasta diciembre del ao entrante. No te preocupes. Lo que ests aprendiendo, a medida que voy leyendo tus cartas, comprendo que tu campo es todava mucho ms vasto. Es formidable comprobar como los mejores descubrimientos sobre el Per, los hacen en ese pas. Como es indispensable tener el dominio de la teora, para poder hacer los descubrimientos ms difciles. Pero la teora como decamos con tu pap, sin un corazn Heno de amor y deseos en el ser humano no dan para mucho. Creo que pases tan ricos como ste, siempre logran formar a las personas que lo necesitan en el momento oportuno. Todava t vas a llegar a tiempo, para poder demostrar cuan maravillosa fuente de conocimiento del ser humano y felicidad tambin para cualquiera es la cultura quechua. Es una de las manifestaciones ms bellas y al mismo tiempo una de las ms sabias. Bueno: estoy grabando estas cintas completamente entrecortadas, porque Merln est rondando aqu, acaba de subirse sobre la mesa y he tenido que echarlo fuera. No te puedes imaginar tampoco, la alegra incalificable, inexpresable que tiene tu mam de hacer el viaje. Yo estoy aqu en un estado de nimo de lo ms indecible; anoche pas una noche espantosa, tuve una pesadilla horrenda, como solamente la pueden tener las gentes que han tenido experiencias demasiados feas, y yo seguramente las he tenido, pero en una poca de la cual no me acuerdo. Casi no he dormido nada, he trabajado toda la maana. Bueno, estoy en un grado bastante fuerte de decaimiento y bastante deprimido, pero la carta que t me has escrito est demostrando que efectivamente no debo estar tan mal como yo creo, pues anoche, por ejemplo, he dormido muy poco, casi nada y sin embargo en mi trabajo, sta maana, he hecho algunos descubrimientos formidables. Sabes que he copiado el catlogo de discos de msica folklrica serrana y recib seiscientas cuarenta piezas? Esprate un momentito, te voy a dar las cifras exactas, aunque despus te voy a mandar los resultados. Copi el catlogo de una tienda de ventas de discos de la sierra, son mil trescientos trentaicuatro discos, con dos mil seiscientas sesentaiocho muestras de msica. De estas, dos mil doscientas cuarenticinco son huaynos y son huaylas el nmero ms alto siguiente o sea doscientos cuarenta. El huaylas fue una danza ritual, hasta hace solamente treinta aos, en el valle del Mantaro. Fjate que de las dos mil doscientas sesentaiocho piezas, mil cincuentaidos corresponden al valle del Mantaro, porque he dividido el pas en nueve reas, y de los dieciocho tipos de msica o relativamente de gnero de msica que hay por todo, hay del valle del Mantaro una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce!, mientras que el inmediatamente ms rico que es el del Cuzco, slo tiene cuatro, como en la zona de Ancash y tambin la zona de Ayacucho. Es decir que de cuatro muestras de msica andina que es lo ms que se imprime en discos de msica de Ancash, del Cuzco, de Apurmac, y de Huancavelica y de Ayacucho, cuatro fjate en cambio del valle del Mantaro son catorce. Son tantas que ahora se estn popularizando, como la chunguinada, el toril, el huaylas del que ya te he hablado es decir que, una de las zonas ms intensamente aculturadas, como diran los antroplogos, es al mismo tiempo, la que ha conservado la mayor cantidad, y variedad de msica de origen pre-hispnico por un lado y de la msica colonial que fue profundamente modificada por la influencia indgena. Todo esto viene a comprobar de la manera ms categrica lo que dices en tu carta: all donde ms aparentemente han incidido, o no aparentemente, sino all realmente donde ha incidido ms la cultura occidental, donde ms ha penetrado es all, justamente donde ms fuertemente se ha impuesto o ha sobrevivido la msica de origen pre-hispnico. Entonces no solamente estamos de acuerdo, sino que estoy cosechando tu aprendizaje y me lo ests trasmitiendo en los momentos ms necesarios, en los das ms angustiados, ms preocupados. Te quiero hacer una confesin muy importante para m: hace muchos aos tena gran dificultad para poner en orden el argumento de los "Ros Profundos". Estaba angustiado, escuchando la suite francesa nmero dos o tres, no me acuerdo cual, de Bach, en casa de Manuel Moreno Jimeno, cuando logr enlazar todo el argumento de manera que ya poda empezar a escribir. Eso mismo me ha ocurrido hoy en la maana, amanec con una pesadilla verdaderamente pavorosa, cre que en unos momentos ms me morira. Pero me puse a pensar en t, en todo lo que t me decas en tu carta, y creo haber enlazado los precisos elementos, argumentos, historias, intenciones que. bueno un verdadero caos de universo........ que he estado tratando de enlazar en una nueva novela, que provisionalmente se debe llamar "El zorro de arriba y el zorro de abajo". Esto est inspirado, lo he tomado de los mitos de Huarochir. A propsito: cuanto ms los leo, encuentro que son cada vez ms reveladores, ms ricos, verdaderamente es un mar sin fondo.-4-

Bueno, "El zorro de arriba y el zorro de abajo" se encuentran en estos mitos y cuentan todo lo que est ocurriendo en la parte alta "El zorro de arriba" y el mundo yunga es "el zorro de abajo". Yo voy a hacer ms o menos lo mismo, voy a contar todo lo que est ocurriendo en la parte de la costa por medio de un zorro y lo que est ocurriendo en todos los Andes por medio del otro zorro. Tengo ya muchas historias verdaderamente interesantes que estn llenas, creo, de significado y de revelaciones y una cosa es decirlo simplemente as, que yo creo que alguna vez t viste que cuando yo empiezo a escribir, por lo menos cuando yo empiezo a escribir, empiezan a brotar mundos que yo mismo no sospechaba y uno no se convierte sino en una especie de mdium intermediario de verdaderos universos y van saliendo del cuerpo de uno de la manera ms extraa. Entonces yo he enlazado, o creo haber enlazado, todas esas historias dispersas, formidables que a m me parece quizs te puedan mostrar el Per de hoy que es formidable, tan mezclado, tan viviente, tan catico, aparentemente, pero a travs del cual o de un enrejamiento por todas las cosas que dices en tu carta y que me han servido para galvanizar una serie de angustias, de sospechas de preocupaciones, de temores, de relmpagos, de destellos mismos. Todo esto lo he enlazado y zas! me pongo a escribir, yo me pongo a escribir Alejandro y basta que me ponga a escribir y logre hacer unas cinco o seis pginas, me voy de largo sin parar y quizs escriba unas cuatrocientas o quinientas pginas, lo que me pasa es que estoy tan deprimido o creo estar tan deprimido, que apenas leo un libro me inquieta mucho y llego a delirar a exaltarme en un grado espantoso, tampoco puedo leer mucho y no puedo escribir. Oye, a propsito no s si has ledo un libro que te voy a mandar de todas maneras maana. Maana te voy a mandar este libro, que a m me parece formidable, realmente una maravilla de Garca Mrquez, que se llama "Cien aos de soledad", y tambin te voy a mandar un mate de Huancayo que es de los ltimos que estn haciendo, que estn imitando los antiguos mates de Ayacucho, lo he comprado en la feria y te lo voy a mandar. Creo que te va a gustar, bueno ya no s que ms decirte y todava falta un poco de la cinta. Voy a pensar algo. Sabes que tengo un xito descomunal en el curso de quechua? He tenido solamente seis alumnos y en tres meses he conseguido ya que los alumnos conversen, as que el viaje, tu viaje a los Estados Unidos sera muy importante para que conozcas el pas, porque ese pas hay que conocerlo antes de venir definitivamente al Per. Si yo te enseo quechua, estoy seguro Alejandro de que conmigo, antes de que pase un mes.... te exagero, antes de que pasen dos meses, haciendo una hora diaria aprenders el quechua. Ser un infinito goce para los dos el que t vayas descubriendo el idioma, porque conmigo a medida que vayas descubriendo el idioma, vas a ir descubriendo otros aspectos de este mismo mundo en el cual ests penetrando a travs de los mitos y de las leyendas, pero con el lenguaje te vas a meter mucho ms al fondo. Bueno Alejandro, yo pocas veces he estado ms angustiado, pero pocas veces tan feliz. Seguramente t eres la criatura a quien he visto crecer fsica y espiritualmente como s fuera un hijo mo, y alcanzar lmites y alturas que cre que no estaban ya para ser tocadas con las manos. Bueno me he puesto medio solemnote, y todo eso es parte de mi depresin. Ah, una cosa: no s cuando voy a llegar a Pars, porque no he recibido los pasajes. La nica informacin que tengo es que debo de estar en Cuba hasta el diez de febrero, pero no s en que fecha voy a partir, pero ya te pasar un cable y si t no estas en Pars no importa, porque yo voy a estar hasta el diez de febrero y tengo que pasar por Pars de todos modos, de manera que no te preocupes si para la fecha de llegada t no ests, porque de todos modos al regreso te escribir con tiempo. Entonces haremos un plan para estar los tres juntos con tu mam, ser una cosa muy regularcita. En este pedacito voy a tratar de cantar la fiesta de la cosecha de alberjas...... (canta Arguedas una cancin en quechua). Esto que he cantado tan mal lo he odo en Pampas, Tayacaja, cuando tena unos quince aos de edad. Estbamos caminando por las afueras del pueblo, a la orilla de un ro que tiene un valle muy plano; sentimos este canto a lo lejos, con mi hermano y otro amigo, y alcanzamos a llegar al sitio donde estaban cantando las mujeres, mientras que los hombres con los pies trillaban las alberjas o arberjas. Como te dije, hemos almorzado aqu con tu pap...... oye no te imaginas lo feliz que est ese individuo con la lectura de tu carta, adems con cuanta inteligencia ha comprendido los alcances que ella tiene como informacin, como sabidura, como intuicin, como felicidad tuya, sobretodo. Oye, esta gente est muy contenta. No puedo decir de ninguna manera que estoy ms contento que ninguno, pero sin duda que estoy tan contento como ellos y es bastante decir. Bueno Alejandro, te he hablado as tan imperfectamente, como lo hago cuando estoy muy fregado, pero quera que aprovecharas este pedazo de cinta para conversarte un poco. Bueno mi amigo, yo a nadie le debo ms que a t en cuanto a transmisin de luz, de f, en algo que yo nunca deba haber perdido la f, pero ya vez, que la f sin la iluminacin de la teora.......Publicado en San Marcos Revista de Artes, Ciencias y Humanidades editada por la UNMSM. N 12. Lima, julio-setiembre de 1975. Pp. 5-12. Digitaliz: http://www.arlequibre.blogspot.com

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La guerra silenciosa de

Todas las sangresPor ALBERTO ESCOBAR

LAS ULTIMAS novelas de Arguedas han confirma-

do la calidad excepcional de su talento y le han conferido un lugar de privilegio entre los escritores de ese gnero en Hispanoamrica. Todas las sangres (Losada, 1964) indica adems un fenmeno especial-mente significativo: el afinamiento del aparejo tcnico que demanda el canon novelesco, y la ampliacin, enriquecida, del mundo imaginario que descubre el escritor. Para el lector de Agua, Yawar Fiesta y Los ros profundos, el libro ltimo de Arguedas reserva algunas sorpresas que, ms que por su novedad, valen por el cambio que introducen en el mtodo constructivo y en la dimensin ideal de la realidad. En cuanto a lo primero, se ha desbordado el dualismo simple de la estructura y el ordenamiento lineal del desarrollo; respecto de lo segundo, se ha fracturado la nocin del espacio humano, en favor de una presentacin plurivalente que, desplazada sobre un eje de simultaneidades, se revela en un cmulo de personajes que circulan, en disloque constante, por los mbitos que no sean el propio, y que, en su repetido roce o interseccin, imponen la ley interna de una sociedad mltiple. De esta manera podra explicarse que algunos lectores echen de menos en la reciente novela la precipitacin lrica o la remembranza mgica tan propias de Los ros profundos y de Agua; o que otro lector le reproche detalles imprecisos que, desde un punto de vista sociolgico o desde una esttica verista, podran imputarse al autor. No es el caso justificar o rebatir esas reacciones; con estas notas ensayamos explicar el cambio operado en el arte de Arguedas, pero al mismo tiempo, la causa de su identidad profunda, de su relacin con los textos precedentes, no obstante que, por otros aspectos, el nuevo libro aparezca tan radicalmente diverso. Todas las sangres merece, en primer trmino, ser entendido como lo que es: la novela de un escritor maduro que llega a la plenitud de su carrera literaria, cuando ese esplendor coincide con el ensanche de su experiencia humana y su anlisis del mundo y los hombres que le prestan la inspiracin creadora. Quisiramos, por tanto, asomarnos a la intimidad de la obra; penetrar en ella con entusiasmo, sin prejuicios, y sin el vano afn de cotejarla con el libro que cada uno de nosotros quisiera reclamar a Arguedas, y que quiz l alguna vez escriba.

Antecedentes

Las anteriores novelas de Jos Mara Arguedas nos han habituado a un cierto tipo de caracteres, que presuponemos en su tcnica y en la realidad figurada de aquellas. Uno de stos, extraordinario por el vigor que comunica y el acento de autenticidad que traduce, es, sin duda, el corte autobiogrfico de la mayora de sus pginas. Entindase que puede resultar cierto o falso que el hombre-Arguedas haya experimentado situaciones equivalentes a las que produce el escritor-Arguedas; lo que se seala en este caso es la tcnica de concebir a un personaje de la obra como actor y relator de la historia novelada. En cada ocasin, es decir, Agua, Warma Kuyay, Diamantes y Pedernales, El Sexto, Los ros profundos, Arguedas encomienda a un personaje el testimonio y la funcin de referir el curso de la aventura en el contexto literario; en cada circunstancia, ese personaje se instituye en una suerte de crucero desde el cual se nos entrega e ilumina la realidad: y, a menudo, el que la tarea se halle a cargo de un nio, de un adolescente o de un adulto que evoca el pasado, ha permitido que la ruptura de la visin lgica ensamble este factor con la vertiente mgico-sentimental que aflora del horizonte indgena, integrndose con una intensidad deslumbradora e ingenua. Creemos que este rasgo estilstico se vincula con dos situaciones fcilmente discernibles: a) la innegable virtud sugestiva de las evocaciones y cuadros descriptivos, en los pasajes ms logrados de nuestro escritor: su-6-

colorido emocional y la estricta pureza que conquistan en dicha versin los sentimientos; y, b) el arreglo de la accin en torno de un eje de referencias que dispone personas y sucesos desde un ngulo visual, el que se diluye en un correlato apretado, personalsimo, de los planos objetivo y psicolgico de la trama. Sobre este esquema se articulan los hallazgos ms lcidos de la prosa narrativa de Arguedas, y de la misma fuente, casi por paradoja, se desprenden las vacilaciones de estructura de alguna de sus piezas. De cualquier modo, el esquema es distinto en Todas las sangres: no tenemos por exacto que sea un personaje concreto el que trasmita la visin esencial de la novela, la criatura que insertada en el nivel literario, deje un testimonio encubierto del autor; esta vez el foco ha desaparecido: por instantes, la multitud de personajes accede a la postulacin de su verdad y es desplazada luego por la rplica de otras criaturas, y en ese continuo disloque de planos y actores se expande el mundo real e individual de las criaturas de la obra. El impersonalismo del mtodo expositivo propicia, pues, este descentramiento del foco de la accin, y, al conseguirlo, incluye un factor, dinmico, que impone en el texto un elemento rtmico de "tempo narrativo", con el cual se favorece el recuento de la historia 'mltiple y multitudinaria' que es Todas tas sangres.

Estructura

La fluencia natural que cautiva en las buenas novelas descansa siempre en un requisito menos visible, oculto a los ojos del lector, pero indispensable para que el conjunto novelesco se organice en un orden (o desorden) que fundamentan su 'sentido' el literario por cierto; es decir, aquella necesidad interna que asimila el bagaje de experiencias, de ideales o sentimientos, y despoja a la realidad material e ideal del mundo en que vivimos, para conformar la creacin de un universo que, frente a aqul, puede o no revelar su parentesco, pero que slo adquiere razn de ser en la medida que alcanza autonoma, y se sostiene por el poder verbal de su arquitectura y su alquimia simblica. En verdad, no hay una manera exclusiva de conseguir la estructura novelesca; al contrario, existen posibilidades sin lmite para hacerlo; pero segn las pocas y segn los autores, esa opcin sin recortes cede ante preferencias ms o menos constantes. En el caso de Arguedas, p. e., Yawar Fiesta revela la manera ms simple, ms prxima al esquema tpico del siglo diecinueve: el curso novelesco depende de una previa introduccin en el 'escenario' y luego asoman los actores, tipos de grupos en conflicto social, y, en secuencia cronolgica, se adiciona la trama, la captura de Misitu y el desborde vital, pico, que difiere los proyectos del sector oficialista y de los jvenes 'civilizados' en la capital. En El Sexto, la coyuntura se organiza sobre un espacio cerrado, que, en virtud del aguzamiento existencial que evidencian los actores, reclusos, cuestiona la nocin de 'realidad' y la objetiva, desbordndola en el plano simblico, en la figura fsica de la crcel como imagen volumtrica de la sociedad y el destino plural. Los ros profundos establece, si no equivocamos, una composicin que combina los factores ms activos en los textos citados y, por ello, descubre una medida espacial abierta, pero visible, material, subrayada por la vigencia del campo y los caminos; pero de otra parte adosa a ese elemento primario una dimensin de idealidad, conquistada por la remembranza o la interpretacin infantil, que, confundida con la nocin de espacio, nos procura esa dualidad fsico-mgica de la realidad y los actores. Si juzgamos en trminos estrictamente constructivos, quiz pueda explicarse as que Yawar Fiesta aparezca como la obra, entre esas tres, de ms firme composicin, y que sea, aunque muy simple, muy bien integrada. Tratndose de El Sexto, en cambio, se advertir que la fuerza unitaria deviene de la imagen que decanta en segunda instancia el discurrir de los actores, y que por tal causa, en alguna medida se excusa la prematura muerte de Cmac. En Los ros profundos descubrimos la vigorosa alianza de 'realidad' e 'irrealidad' con la resultante potica como nervio central, la que, no obstante el moroso tempo de los captulos primeros y la repentina prdida de el "Viejo", trasunta la brutalidad feudal y su contrapunto mtico en la vertebracin de un texto dramtico, incluso en la tersura de su lirismo. Todas las Sangres es, sin riesgo de error, tambin en este punto una estancia diversa en el arte novelstico de Arguedas. Vase que no slo se ha desplegado, como un espectro, la nocin espacial; sino que este hecho, en concierto con la retraccin del personaje narrador o del contexto autobiogrfico, hace posible la presencia de una serie de personajes de la ms surtida naturaleza psicolgica y social: tipos caracterizados individualmente, como Don Bruno y Don Fermn, o el padre de ambos; personajes colectivos como Paraybamba o Lahuaymarca; actores singularizados en el ambiente local, como Asunta, Anto, o Rendn Wilka; criaturas mticas como Pukasira y Apukintu; presencias invisibles como el consorcio o la patria; personas agentes, mandatarios simblicos, como los miembros del sistema poltico, Cabrejos o los accionistas, por citar apenas una seleccin estrecha. Pues bien, esta concurrencia de personajes que alternan y al hacerlo demarcan los cambios de escena, el tiempo cronolgico y el tempo novelesco, define el recorte o la ampliacin incesante del mundo de la novela, y son ellos, por el mrito de su funcin, los que definen no slo el ensambla -miento de las partes en un vasto mosaico, sino tambin la configuracin del espacio geogrfico, social, mtico de la obra; pero esta vez, su actuar es siempre consecuencia de un ajuste o redefinicin sobre los otros miembros o grupos, y en ese planteamiento dual, que los disocia e integra, se construye un equilibrio engrampado a las distintas normas, que ya en el conflicto o en el acuerdo de sus intereses, cimenta la extraordinaria solidez estructural de la obra.-7-

Aventura del personajeLa galera de personajes que accede a la escena novelesca de Todas las sangres importa, pues, un vario elenco de caracterizaciones que, con su comportamiento y la explicitacin de sus actitudes, entreteje el decurso narrativo y proyecta una visin del proceso mltiple que cristaliza en la accin de la trama, y aprehende en su trazo figuraciones imaginarias de su trasmutacin artstica. En ese sentido, y como ninguna de las obras anteriores, sta es por esencia una novela de personajes, aunque parezca perogrullesco; pero lo es, a nuestro juicio, en la medida en que no hay presupuestos; en la misma escala en que por su gestin se configuran los planos de realidad, se actualizan los conflictos, acrece la tensin de la pieza y se avizora un prisma de desarrollos efectivos y virtuales que perfeccionan la imagen de su mundo. Desde este mirador, lo dicho podra resaltarse sosteniendo que la problemtica del libro se difunde y fragmenta en la problemtica social y psicolgica de los actores, y que sta descansa sobre el amasijo del contacto intercultural que sustenta su caracterizacin. Vase, para confirmar estas lneas, que segn avanza la novela y se incluyen en ella distintas perspectivas personales, ideolgicas, econmicas, sociales, el conflicto total, es decir, el nudo novelesco, padece modificaciones que, sin desvirtuarlo, lo enriquecen y trasladan hasta nuevos ngulos, y acumulan su intensidad, de acuerdo con la mudanza de la perspectiva que corresponde al sujeto. En ese respecto, y aunque pudiera sealarse un asunto genrico que subyace en la obra, sta es ms bien el resultado de la exposicin de una serie de estratos y cortes perpendiculares que proceden de la problemtica encarnada y revivida en cada uno de los personajes dominantes. El estrato semntico de la novela se resiste a la identificacin temtica a priori; su clasificacin en las categoras tradicionales de 'indigenismo', 'ruralismo', 'lucha por la tierra', 'por el poder', empalidece la multivalente postulacin que emerge del flujo fabulado; circunscribe el factor determinante de esta sustitucin continua, que, en el texto, sirve de hilvn y fibra al encadenamiento de un mundo ms complejo que cualquiera de las dicotomas que pudieran aislarse en la novela, y que, en las obras precedentes, constituan el apoyo primario del aparato novelstico. Si en el "haber" creativo de Arguedas se haba reconocido ya el desvelamiento del mundo anmico de los seres del Ande; si, desde Agua, este hallazgo se increment con la interiorizacin de un sentimiento natural, fogueado por una conciencia mtica de la realidad, y en desbalance con el agrietamiento de la norma social, en ningn caso, como en Todas las sangres, se haba compuesto el mural desde la problematizacin social y psicolgica de una galera de personas que, en su contraste, se compensan y forjan esa necesidad destructiva e hiriente; la articulacin que se refleja con pattica versosimilitud en un cuadro individual y comunitario, lugareo y nacional, realista y mgico, providencial y emprico, poltico y humano. Y este decurso mltiple se integra progresivamente por obra del quehacer de figuras que, como Bruno o Fermn, Cabrejos o Rendn Wilka crecen en la novela e instalan en ella la valencia abigarrada de su carcter individual y su conducta contextual, como una aventura singular, pero sometida al reajuste con todos los planos por los que discurre la realidad de la novela.

La verdad subyacente

Si la clsica temtica del indigenismo centraba el problema social en el avasallamiento de la propiedad y dignidad del indgena, por mano del terrateniente y sus secuaces, y con ese motivo demoraba la accin en el relieve de la crueldad con que se someta a los desposedos a un rgimen tan injusto como inhumano, Arguedas, sin acallar la protesta, fue diversificando el conflicto, y por ende, resaltndolo en sus matices, al presentar a sus indios o comuneros libres en una serie de ambientes, que nos descubran sus pautas tradicionales en el amor y en el trabajo, o sus creencias, ritos y temores. Hoy es lugar comn insistir en que su pintura del indio procede desde adentro del mbito comunitario y personal; pero la empresa de Arguedas hasta ahora tena un lmite, se hallaba circunscrita al choque entre la hacienda y los siervos, o la comunidad, o el pueblo vecino, y al despojo e imposicin que ocurra al encontrarse esos grupos, o la friccin que suscitaba el roce entre la cultura serrana-campesina, con la serrana-mestiza o la costea urbana. Esta vez asistimos a una expansin, gradual, de la controversia. No falta la figura paternalista y arbitraria, ni el seoro despiadado e inicuo; pero esa voracidad ha encajado en un marco ms amplio que la comprende y sita dentro de un sistema econmico y moral. Es por eso que, conforme se desarrolla la trama, la problemtica se ampla como el fuelle de un acorden, y difunde el abuso, el despojo, la usurpacin, el empobrecimiento material y tico. Y cada uno de estos pasos se ilustra con varias resonancias subjetivas, con las distintas rplicas sociales, con la transformacin de los hombres y de un carcter en el discurso general de la historia. Si de un lado el "patrn grande" se querella con la esposa y maldice a los hijos; de otro los Aragn de Peralta, Don Bruno y Don Fermn, se destruyen en silencio, y los dos acosan, aunque por razones distintas, a los hacendados colindantes, y son amenazados por ellos; y todos en conjunto asedian a los vecinos de San Pedro. Pero estos, a su vez, son un escaln del peso que soportan los indios, quienes, por ocasionales diferencias, no representan un grupo homogneo, definible por su oposicin a los vecinos y gamonales. Sin embargo, el esquema de la pugna no se agota en esta lista; la rivalidad y la insidia entre los vecinos, la ambicin o la venganza entre algunos de los indgenas, en especial entre aquellos prximo a los grupos de-8-

poder; la competencia sorda entre Cabrejos y Don Fermn, entre el consorcio extranjero y el empresario local, entre el repentino nacionalismo y la complicidad oficialista, y, superpuesto a todo ello, entre la visin patriarcal, cnicamente eglgica y cristiana de Don Bruno, y la imagen de un torpe progresismo material de Don Fermn, hacen el correlato polifnico a una subyacente controversia entre un ideal aborigen de vida y cultura, y el paradigma de un deforme 'desarrollo' productivista. Todas estas fracturas se dan a plenitud en la novela y exaltan un sucesivo enfrentamiento de la honestidad y la ignominia, campaa en la que el valor humano, en un espiral de frustraciones, sucumbe ante la voracidad creciente de quienes, desde una jerarqua de poder, testimonian de un modo irreversible la nueva reparticin del Per, aquella lucha impersonal, segn el Ing. Cabrejos (p. 156); aquella rplica, en pequeo, de la distribucin de los pases dbiles entre las grandes potencias, despus de cada gran guerra; el desvaimiento de los rasgos locales o internos, en una amalgama indescifrable que desconocamos en nuestra literatura.

Lirismo

Hemos intentado explicar la condensacin lrica que ha distinguido a los libros de Arguedas y sealamos algunos elementos sobre los que se asentaba su pureza. Cotejando esos textos con Todas las sangres, no debe omitirse la extensin de este ltimo, carcter que adems de los rasgos de composicin tambin ya discutidos, ilustra sobre el fugaz desvanecimiento de aquella constante. Pero lo cierto es que por efecto del auge de un nuevo factor, que habremos de considerar ms abajo, la ltima novela ha diseminado la connotacin lrica que, de otro lado, es un rasgo definitivo en la visin de la realidad que comparten Arguedas hombre y escritor. Por qu llega al circuito novelesco esa dosis de ternura irradiante o de violencia catrtica? Son innumerables los canales por los que mana esa persistente presentacin del sentimiento en su estado ms fino, en su expresin ms tersa y vehemente, y el cual aparece en las circunstancias menos previsibles, como, por ejemplo, cuando el sacristn, abocinando las manos, pregona: "La gran seora, doa Rosario Iturbide de Aragn de Peralta, que en paz descansa bajo la tierra, ha sido entregada por sus hijos a la comunidad de Lahuaymarca. Ella, como las campanas lo han anunciado, es ya muerta india, no gran seora. Los indios estn bebiendo en este momento la copa de la despedida. Ningn vecino podr arrodillarse ante su tumba. Que un lirio brote de ella y suba hasta los cielos. He pregonado, como Arariwa, por orden del alcalde mayor del Comn, don Felipe Maywa. En el nombre de Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espritu Santo." (p. 221) Tambin alcanza expresividad notable el coro que repite los versos de la p. 217, cuando entona "Gusano negro" en homenaje de la "gran patrona". Pero as como nos conmueve el temblor ante la muerte o el recogimiento con el que se despide a los difuntos, as mismo nos hiere el impacto con que irrumpen el odio o el desdn, ya al rechazar la visita de los propietarios colindantes, ya en el juramento de Anto, y en sin fin de pasajes. La maestra de Arguedas para expandir la atmsfera animista y reconciliar la creencia con la supersticin, el conocimiento con la fantasa popular, no sufre mengua: el Apukintu y el Pukasira descienden en el mensaje del gaviln mientras los vecinos de San Pedro celebran su cabildo, u orea levemente la plegaria del colono; su presencia fsica se vitaliza y envuelve el clima de las relaciones de los indios y los blancos e impresiona ms de una vez a los incrdulos. Pero en Todas tas sangres este despliegue mtico avasalla, por instantes, al grupo dominante y lo penetra e impele a una meditacin que pone en duda su firmeza lgica; e incluso, en Don Bruno se instala y resplandece como una verdad purificante. Tal sucede, verbigracia en la aceptacin de los planos del trasmundo al que nos conduce la muerte; escchese: Gracias, alcalde Maywa continu don Bruno. Has recibido a mi madre. Ya no le alcanzarn las falsas compasiones de los vecinos; ya no le alcanzarn las maldiciones de mi hermano. K'oto, hijo de mi hacienda, hijo mo: don Fermn va a maldecir mucho. Recen por l, hermanos. Llvense de una vez a mi madre al K'oropuna, que trabaje all, junto con los muertos lahuaymarcas. Ella saba cocinar, hacer ros-quitas de azcar. En el K'oropuna hay malos y buenos, Maywa? No, hermano Bruno Aragons de Peralta. Son muertos no ms. Trabajan, pues, De noche duermen. Quin los manda? Nuestro seor San Francisco. (p. 231.) Quiz nunca antes el lirismo se haba compenetrado tan hondamente con la doble norma cultural, con las distintas facetas de la vida y la realidad de los personajes de Arguedas. Asimismo, podra decirse que en este libro el lenguaje ha ganado una notable libertad para frasear el espritu del hablante quechua; para incluso, con slo ciertas acotaciones y algunos recursos de tipo gramatical, dejar la impresin de que el personaje se expresa en su lengua nativa, y que, como tal, puede encomendar a ella toda la delicadeza o gravedad que sus vivencias demandan.-9-

Visin de la realidadLa realidad de Todas las sangres se nos aparece no como una secuencia espacial, abierta o cerrada; no como un territorio discontinuo; no como una imagen simblica; no como una frontera entre indios y blancos, o siervos y patrones, sino como todo eso a la vez y mucho ms. Ya hemos visto en que forma los personajes componen una articulacin multitudinaria y polivalente; de otra parte, recordemos que la problematica se ensancha y transfigura en sucesivas expansiones; sabemos tambin que el decurso tensivo de la obra se apoya en un intermitente cotejo de las distintas versiones en conflicto, y que el estrato econmico y tico, al que podra reducirse la entraa del fenmeno humano y social, se nos entrega no como un todo continuo, sino como las caras distintas de un poliedro sobre el que se refracta la luz constante de las pasiones humanas, sus miserias, y la cual, al rozar y atravesar los distintos planos y secciones de ese objeto, se difunde y trasmuta, se fracciona y rehace, y proyecta como las variantes de una versin repetida por muy distintos ecos. La realidad de Todas las sangres est pues atrapada en la interaccin constante de sus criaturas y en la pugna de los intereses envueltos en aquella lucha impersonal que los enfrenta y rechaza, que los rene y disocia, y al hacerlo configura la imagen de una sociedad definible por el aislamiento, pese a la relacin necesaria de cada una de sus partes, pero vctima de una desintegracin que la aniquila. Este mundo complejo, recorrido por pasiones turbulentas, por fros clculos, por voraces apetitos, por teoras inhumanas, por vocaciones frustradas, se identifica en un signo de negacin constante, de extravo irredento.

Mensaje

El mensaje de la novela es igualmente mltiple, como su realidad. Si la lucha de intereses destierra el rgimen de una norma moral; si la imagen del pulpo caracteriza la organizacin de un universo concebido para la explotacin; si la sicosis anticomunista empaa la inteligencia de los hechos que deprimen la condicin del campesino, y si en el nivel de la gran empresa, la idea de la patria se empequeece y diluye, buena parte de la lectura de la novela nos invita a la contemplacin reflexiva de ese mundo catico, indescifrable para la mirada tradicional, localista e ingenua, incluso en su perversidad. Pero de otro lado, esa versin de una sociedad gobernada desde el mercado de los influyentes consorcios internacionales, adquiere un nuevo rostro en la descomposicin del grupo feudal que cede sus privilegios al capitalismo moderno. Y de otra parte, si el grupo indgena se exhibe en la riqueza de sus valores, pero en la sumisin a la autoridad del "mando", los instantes en que se avizora un cambio nos llegan desde su ladera. Ya sea en el surgimiento de la figura excepcional de Rendn Willka, ya sea en la actitud concertada y solidaria de los campesinos ante el falso Amaru; ya en la dignidad de los alcaldes al fijar el salario de su gente, o en la arrogante resurreccin de la Comuna de Paraybamba. Es entonces cuando un hilo emocional nos conecta con la revuelta de Pantacha y la fuga del nio (Agua), con la brava terquedad de los indios de Puquio (Yawar Fiesta), con el brillo incisivo del ojo sano de Cmac (El Sexto), con el cruce del ro por la masa indgena dispuesta a morir (Los ros profundos). En la medida que el mbito indgena se difunde y colora a los otros grupos y realidades; en la medida que se proyecta sobre ellos, la diversidad de sangres, cultura e intereses adquiere el frescor rudo de una esperanza indita, y la sabidura absorta de quien empieza a reconocer su fortaleza.Publicado en la Revista Peruana de Cultura. N 5. Lima, Abril, 1965. Editada por la Comisin Nacional de Cultura. Pp. 37-49. Digitaliz: http://www.arlequibre.blogspot.com

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ARGUEDAS Y LA EPOPEYA AMERICANA1Por ARIEL DORFMANLas semejanzas ENTRE LA CIUDAD Y LOS PERROS de Mario Vargas Llosa y LOS ROS PROFUNDOS de Jos Mara Arguedas, son evidentes en una primera lectura. Ambas novelas se desarrollan en un internado, uno regido por militares, el otro por sacerdotes; es decir, establecimientos educacionales dirigidos por miembros de las instituciones ms tradicionales de Per y de Amrica, la espada y la cruz que, habiendo realizado la Conquista, mantuvieron vigente durante siglos, hasta nuestros das, el orden social y econmico del continente. La tensin de las novelas deriva, en gran medida, del hecho de que justamente estos organismos, iglesia y Ejrcito, que miran hacia atrs, aferrados al pasado, enceguecidos por el poder y una falsa concepcin de la realidad, sean los encargados de educar a los jvenes, de ir (de) formando el futuro. Estos adolescentes, sntomas de una Amrica aprisionada por una paideia retrgrada, ponen de manifiesto una bsica ambigedad, la contradiccin entre lo que los hombres creen acerca de la realidad y la realidad misma que ellos viven. As, sin poner en duda ni por un momento los mitos religiosos, patriticos, sociales, que dan fundamento a las instituciones educacionales y al mundo injusto que las soporta, viviendo plena y activamente esas ilusiones torcidas, interpretando lo real a travs de los ojos religiosos y militares de sus educadores, los muchachos padecen una circunstancia muy otra, una que desmiente tanto al Cristo divino como al Hroe Militar. En ambas novelas el objetivo de los protagonistas sigue siendo cumplir el ideal de sus mayores, sin advertir que ste ya se ha desvirtuado: la santidad o el herosmo blico, la caridad o el coraje. No hay rebelda contra el sistema o el mito como tal; la lucha indirecta entre autoridades y jvenes permite al lector ironizar la situacin. Tanto en una obra como en la otra, se muestra ese internado como el punto de reunin de, los ms diversos representantes de Per, como una muestra, diminuta pero simblica, de las diferentes geografas y clases sociales de ese pas, y las alianzas, treguas y luchas entre ellos pueden proyectarse en una parbola acerca de las divisiones regionales, tnicas, econmicas y culturales que enfrenta toda nacin americana. Los muchachos viven en un profundo abandono, que tiene todas las caractersticas del desamparo existencial contemporneo: sufrimiento, culpabilidad, expiacin, mirada introspectiva a las races de la maldad, odio e incomunicacin, soledad. A esto se agrega la infaltable violencia, y las luchas estn descritas con metforas extradas del reino animal. Lo mismo ocurre con el sexo. En ambas novelas, frente a la descarnada caverna de lo sexual, bestializado, se alza la figura irreal, sublimada, casi idlica, de una mujer, una Beatriz salvadora capaz de guiarlos ms all del Inferno. Sin embargo, Arguedas logra configurar, frente a este mundo y dentro de l, un sentido totalmente diferente, un impulso que lleva en otra direccin. En LOS ROS PROFUNDOS, en "Amor Mundo" y tanto otros cuentos, en el pequeo indgena de EL SEXTO, en las experiencias escolares de Rendn en TODAS LAS SANGRES, aparece el tema del nio abandonado, el hogar destruido, el alejamiento del padre. Ernesto se enfrenta a la crueldad de un ancho mundo, que extermina pjaros como exprime a indios, a "El Viejo", que puede aniquilar a un pongo con una orden, al Padre Director, al ejrcito, y a la peste, smbolo de todas las fuerzas del mal. El joven logra salvarse, esquivando la ubicua dura boca de la muerte, porque para Arguedas el hogar persiste en cada hombre y nunca desaparece la solidaridad con la gran familia de la naturaleza o de los otros. Mediante la espada mgica de ojos y manos imaginando orgenes, a travs del acto potico que funde al hombre con un universo que ya lo incluye y aguarda, por medio de las lluvias brillantes, ensoadas, que caen desde el hombre a la tierra, desde las nubes al hombre, cada personaje puede salir del 'abismo de hiel, cada vez ms hondo y extenso, donde no poda llegar ninguna voz, ningn aliento del rumoroso mundo'. Una montaa que clarea y calma, un pjaro que une guitarra y lejana oreja, un zumbayllu como un valle que baila alto, pierna y cumbre, un ro que se lleva la infeccin, algn apretn de manos desde el pasado en la noche. Los hermanos del protagonista son innumerables otros hombres, especialmente indgenas, explotados por una sociedad que tambin los ha abandonado. Es ms fuerte en Arguedas este hogar universal, unin de tradicin occidental y precolombina, que las fuerzas destructivas que han empozado al individuo en el desamparo. Frente al "Viejo", ancestro del nio y parte-peldao de su familia, est el Origen autntico, las lgrimas que cantan en los muros del Cuzco, la campana Mara Angola que todo lo canta-vierte en oro. La obra entera de Arguedas es la lucha entre las tinieblas y los diversos tipos de luz ('el claror, el1

Este estudio es parte de un ensayo ms completo y complejo, 'Mario Vargas Llosa y Jos Mara Arguedas: Dos Visiones de una sola Amrica', cuya versin original ser publicada por Casa de las Amricas y en mi libro IMAGINACIN Y VIOLENCIA EN AMRICA, en prensa en la Editorial Universitaria de Santiago de Chile. Las referencias a Vargas Llosa han sido reducidas a un mnimo indispensable, con lo cual, naturalmente, la intencin inicial se menoscaba. Por falta de tiempo fue imposible re-escribir el presente ensayo dedicndolo exclusivamente a Jos Mara, ni tampoco me hubiera parecido justo, ya que la grandeza de cualquier escritor de cualquier hombre se entiende cabalmente desde los caminos igualmente vlidos que l no quiso escoger.

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relmpago, el rayo, toda luz vibrante. Estas especies de luz no totalmente divinas con las que el hombre peruano antiguo cree tener an relaciones profundas entre su sangre y la materia fulgurante'). Los monstruos, omnipresentes en la obra de Arguedas, sern ahogados en los ros profundos que surgen desde la estructura solidaria del cosmos ('Tu sangre acaso no es agua? Por ah le habla el alma, al agua que siempre existe bajo la tierra.') Si bien Arguedas ve la realidad como una crcel ('y no tenamos adonde ir. Las paredes, el suelo, las puertas, nuestros vestidos, el cielo de esa hora, todo pareca contaminado, perdido o iracundo. Ningn pensamiento, ningn recuerdo poda llegar hasta el aislamiento mortal en que durante ese tiempo me separaba del mundo'), no desarrolla esta idea hasta sus ltimas consecuencias, como lo hace Vargas Llosa, para quien Amrica aparecera como una prisin ontolgica, de tiempo, de muerte, de palabras, donde el hombre es un verbo siempre escrito en tiempo pasado, una voz sin cuerpo visitado por tiempos simultneos y fantasmas futuros. La imaginacin del hombre que en Arguedas liberaba las potencias luminosas de la msica y del herosmo, sirve en LA CASA VERDE para construir espejismos lingsticos, ilusiones devorantes, que succionan al hombre hacia la nada. La inocencia del indgena termina en el burdel de la Chunga. Arguedas evoluciona hacia otra concepcin: ya en TODAS LAS SANGRES no se trata de seres que sobreviven dentro de la crcel esperanzados en su ligazn emocional y mgica con el hombre y la naturaleza que lo llaman desde fuera de su encadenado existir, sino de hroes que se enfrentan a la prisin desde el exterior, desde el otro lado de la puerta, y que han de destruir con su accin rebelde todas las crceles del mundo, hombres que liberarn a los presos, que harn realidad social eso que las venas de hombre y bosques prometan con su canto salvaje y alegre. La lucha en la primera etapa de Arguedas, anterior a TODAS LAS SANGRES era individual e interior, era la batalla del ser humano por superar la maldad que l encuentra en el mundo, mediante el procedimiento de derrotar las tentaciones, las bajezas, la peste, que intuye en su propia conciencia. Es una idea cristiana, dostoievskiana, en parte existencialista: en mi salvacin personal est cifrada la del universo todo. Las guerras sociales por un mundo mejor se ganan con seres divididos, desgarrados, complejos. Slo la contaminacin interna puede explicar la persistente predominancia del mal en el mundo. Cada hombre redime a los dems. Pero una vez que Arguedas, despus de aos y aos de lucha con sus propias tormentas y tormentos, ha logrado no sucumbir a la perversin, a la crcel interior que cada hombre cobija, debe retornar para buscar a los seres que ama, a los indgenas que le permitieron, mediante su solidaridad y ejemplo y canto subterrneo, liberarse: debe abrazar la lucha colectiva del pueblo en rebelda. 'Y as,' dice Ernesto, 'renovado, vuelto a mi ser, regresaba al pueblo: suba la temible cuesta con pasos firmes. Iba conversando mentalmente con mis viejos amigos lejanos que me criaron, que hicieron mi corazn semejante al suyo'. La huida de Ernesto, finalmente, es posible porque l saba que 'los colonos, con sus imprecaciones y sus cantos, haban aniquilado a la fiebre' y que 'el ro la llevara a la Gran Selva, al pas de los muertos'. Acaso podr olvidarlos? Podra negarse a volver? Porque Jos Mara vuelve ahora, tiene que retornar, transfigurado, sano, entero ahora, para enfrentarse socialmente con esas fuerzas que ha derrotado en su interior en las novelas anteriores. Para exorcizar a la muerte no basta con vencerla en la soledad compartida, sino que debemos llegar a la gigantesca aniquilacin de las fuerzas econmicas que, de no extinguirse, enleprarn el mundo. (La lucha interior, naturalmente, sigue en diversos personajes Don Bruno, el caso ms sobresaliente, y estas almas acosadas por el sufrimiento y la duda son bastante ms que una intensificacin de la guerra mayor que se desarrolla en el contorno. Es la mirada que se le reserva a la sombra, a lo diablico, a la negra mano derramada que no nos permite despertar en el medio de un sueo atroz, a todo eso que debera ser explicado como simple producto de la enajenacin social, pero que existe para Arguedas como algo insondable y ambiguo, algo que no puede ser explicado y tal vez nunca del todo derrotado. Arguedas vacila, y esa misma vacilacin profundiza su eco en algunos personajes. Los mismos conflictos que antes motivaban y daban unitaria estructura a toda la accin narrada, aparecen en TODAS LAS SANGRES reforzando una titnica lucha en todos los niveles, y tambin con cierta silenciosa advertencia, dando a entender que tampoco todo es tan claro. Pero esto es materia para otro estudio, que examinara el cristianismo y el marxismo en Arguedas.) Las novelas y los cuentos anteriores a TODAS LAS SANGRES presentan a los adolescentes que se inician en un mundo perverso e injusto. Mediante una voluntad lrica, bella pero confusa, llena de vibrante ternura hacia todo lo viviente, narrada en primera persona, el joven decide no dejarse destruir. Pero en TODAS LAS SANGRES, objetivada en tercera persona como para alejar toda nocin de subjetividad o egocentrismo, las fuerzas que se rebelan no se apoyarn slo en sentimientos mgicos o en la dignidad feroz del indgena, sino que tambin habr una estrategia de combate a largo plazo, una preparacin racional y emotiva para la guerra, una guerra homrica que se desarrollar en torno a una mina en el Per. Trataremos de demostrar que esta lucha toma caractersticas picas, es decir, que TODAS LAS SANGRES, sin dejar de ser evidentemente una novela, se aproxima en muchos sentidos al gnero literario de la epopeya. Para entender la originalidad genial de Arguedas, hay que hacer ante todo una rpida revisin comparativa de la visin narrativa con la cual entronca y que l ha superado definitivamente: la novela- 12 -

indigenista anterior, que es una de las formas que toma la novela de la explotacin social en Amrica, 2 cuyo inters principal es mostrar la opresin. En esas vidas despedazadas por vejmenes, en esos indios aplastados, ingenuos, engaados, inconscientes del mundo en que viven, se enfatiza la pasividad, la acumulacin de sufrimientos, la falta absoluta de control sobre los acontecimientos. La personalidad de cada cual se establece desde los golpes y las heridas. Esta visin no slo se debe a las condiciones histricas que prevalecan en esa poca y que desafortunadamente an persisten en parte en la nuestra, sino tambin a la influencia del determinismo naturalista en la literatura, el hombre como un ser agarrotado por la fatalidad exterior (su medio ambiente, sus circunstancias histricas) e interior (su raza, sus genes). El mundo revelado en estas novelas sociales es esttico, casi eterno, sin movimiento o cambio. Cuando por fin, en la ltima pgina, los indios se rebelan (si es que lo hacen), se debe a un impulso ciego, instintivo, intil, un ltimo intento desesperado por no ser despojado del ltimo reducto de tierra que les va quedando. Es una reaccin automtica, casi pavloviana, para poder sobrevivir, llevada a cabo por seres que resisten no porque tengan un plan para su liberacin, una estrategia para la batalla, sino debido a que ya no tienen dnde escapar: tendran que huir fuera de las pginas del libro, escurrirse ms all de sus tapas. Se han cerrado todos los caminos, las alternativas han sido examinadas todas, y ahora, contra su voluntad, con rabia y resignacin, puesto que intuyen que morirn infructuosamente, deciden luchar. Reiteradamente se muestra a los indgenas listos para retroceder, felices en sus exiguas posesiones, con tal de que los dejaran en paz. Si no fuera por la accin continua de los gamonales y de los intereses extranjeros, no habra conflicto. El estallido est provocado por la repeticin intensificada de los abusos. La aniquilacin del pobre es consecuencia natural de su falta de preparacin militar e ideolgica, su letargo. La tensin dramtica de estas novelas es naturalmente mnima. La novela de Arguedas, en cambio, sin dejar de denunciar la opresin e indignarse por ella, muestra desde el principio la rebelin, y no como resultado casi mecnico de abusos inaceptables, sino como una ofensiva decidida de parte de un sector de los indgenas por instaurar un nuevo orden social y humano, cuyas races futuras se hunden en el ser mitolgico. No se trata de re-accin biolgica, el hombre no es un reflejo condicionado o un perro que muerde de tanto que lo han pateado, sino de accin originaria, poltica y militarmente originaria. La novela de Arguedas no muestra el camino que recorre el indgena para llegar a la conclusin de que debe resistir: es la resistencia misma, desde la primera pgina. Donde termina la obra de Ciro Alegra, Lara, Icaza, ah es donde comienza la rebelin de Jos Mara. Rebelin inevitable, indispensable, esencial, necesaria. No hay ceguera ni accidentalidad en esta lucha. Rendn Willka, smbolo del pueblo, figura prometeica, sabe perfectamente qu hacer. Ni es ingenuo ni le engaarn. Ha medido todo: puede leer no slo libros, sino almas humanas y sus intenciones. Su lucha es para largo, y dentro de su plan figura su propia muerte. El universo le pertenece, con calma y aplomo. Con dones profticos, conocimientos casi sobrenaturales, aparece como un ser semi-divino, una leyenda hacindose ante nuestros ojos. Descarga los golpes cuando a l le conviene, no cuando es provocado por los terratenientes o por el Consorcio Extranjero. Derrota uno por uno a sus adversarios. Arguedas ha ido preparando el herosmo de sus indgenas en todos sus libros anteriores. No slo ha mostrado cmo el hombre aniquila la maldad interiormente, sino que establece en LOS ROS PROFUNDOS, (en la actitud de Doa Felipa, y cuando dice 'pero podra igualmente luchar contra una legin de cndores y de leones o contra los monstruos'), en YAWAR FIESTA (tareas de Hrcules que cumplen los indios: el camino y el toro), en innumerables cuentos, que el indio es moralmente superior a sus explotadores, ms inteligente y fuerte y bello. Ha ido creando un concepto de la dignidad del indio que faltaba en toda la tradicin anterior. Porque aun los autores que ms amaban al indgena lo miraban desde afuera, desde lejos, con una mirada turstica que se posaba paseante en su exotismo y costumbres raras. La solucin propuesta era generalmente que el indio se civilizara, es decir, que elevara su estatura a la del hombre blanco y entonces podra resistirlo, incorporndose plenamente al mundo opresor. Algo as como una va pacfica, reformista. Pero en Arguedas siguiendo el principio que Aristteles estableci para el gnero de la cancin pica estos hombres son "mejores" que el lector, superiores a l, y la batalla que desarrollarn es ms importante que la cotidiana lucha de los lectores. Los brbaros son ms humanos, ms necesarios, ms "civilizados". Quien es pasivo es el lector, dedicado a recibir las imgenes que un narrador le entrega. El hroe pico es activo: cambiar el mundo.

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Nuestras ideas se basarn principalmente en las siguientes obras: HUASIPUNGO (Icaza), EL INDIO (Lpez y Fuentes), METAL DEL DIABLO (Cspedes), RAZA DE BRONCE (Alcides Arguedas), PLATA Y BRONCE (Fernando Chaves), TUNGSTENO (Vallejo), los cuentos de Lpez Albjar, ALUVIN DE FUEGO (Oscar Cerrutto), ALTIPLANO (Ral Botelho Goslvez), ms algunas obras que muestran la explotacin sin indgenas (Fallas, Gallegos, Lomboy, Rivera, Gil Gilbert. Osorio Lizaraso y Csar Uribe Piedrahita), pero nos fijaremos especialmente en aquel monumento, EL MUNDO ES ANCHO Y AJENO, con el cual TODAS LAS SANGRES guarda una extraa e inversa relacin.

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Claro que la novelstica anterior prepar el terreno para Arguedas al documentar la vida indgena y proponer, como solucin final, definitiva, la violencia. Antes de poder narrar la gesta liberadora de Amrica, que es el sentido de TODAS LAS SANGRES, era necesario desmitificar y desmixtificar al indio, rechazando tanto la falsa visin decorativa, sentimental, del romanticismo a imitacin de Chateaubriand, as como la concepcin feudal de que era un salvaje, ignorante, bestial, irredimible. Con ese material fotogrfico, con las superficies que los criollistas trajeron de vuelta de la tierra, Arguedas debi empezar otro camino, ahora hacia el mito, debi crear un nuevo mito, uno verdadero esta vez y no falso, la leyenda contempornea de la rebelin en pos de una nueva humanidad. Partiendo del resultado a que llegara la novelstica anterior, Arguedas narra las consecuencias complejas de esa decisin de resistir, y lo hace tomando en cuenta toda la maraa de actitudes posibles en el mundo actual, encarnndolas en individualidad, de acuerdo con la tendencia de la nueva novela hispanoamericana, y que slo es posible cuando al hombre se lo libera de la pasividad y del sufrimiento mudo, y se lo personaliza en una relacin cambiante con su medio. Con esto, Arguedas rescata una de las vertientes esenciales de Amrica (y de toda la humanidad actual, especialmente en el Tercer Mundo), continente donde an es posible lo heroico. No slo por sus luchas pasadas y futuras de liberacin social y por su primitivismo brbaro, sino tambin porque su situacin cultural es lo suficientemente madura como para esbozar grandes obras en torno a estos temas. Narrar este destino social colectivo, ideal y posible, ya significa afirmar que, contrariamente a lo que sucede en casi todas las novelas contemporneas (incluyendo las de Vargas Llosa), el hombre puede cambiar su mundo: se construye una esperanza, el futuro discernible de Per y de Amrica. Se narra una potencialidad. Los protagonistas participan de la caracterstica primordial del hroe pico: la ambicin orgullosa, pero no desmedida. Derriban montaas, se enfrentan a los monstruos de la noche que se dice viven dentro de la mina, desafan a ejrcitos e intereses que aparecen como invencibles y siniestros, los terratenientes y un Consorcio Internacional que dispone de la tecnologa moderna con redes tentaculares en todo el mundo y que tiene a su favor, adems, al Parlamento, a los Juzgados, a las autoridades locales, a la iglesia. Frente a esto se hallan las figuras macizas, gigantescas, mticas ya, de Rendn y de su aliado Don Bruno. Este desafo emocionante nos indica que aquella lucha, para Arguedas y para el lector, tiene las dimensiones trascendentales de otros hechos, histricos o imaginarios, que han movido a otros cantores picos: la disputa por la mina, que representa la lucha por la liberacin de Amrica, reviste la misma seriedad de momentos tales como la fundacin de Roma (LA ENEIDA de Virgilio), como la conquista de Jerusaln por los cruzados (LA JERUSALEMME LIBERATA de Tasso), como la creacin del Imperio Espaol (LA ARAUCANA de Ercilla) o del Imperio Portugus (OS LUSIADAS de Camoens), como la justificacin de la cada del hombre, o su salvacin (PARADSE LOST y PARADISE REGAINED de Milton). Segn C. S. Lewis (A PREFACE TO PARADISE LOST) una caracterstica fundamental de lo que l llama la pica secundaria o escrita (en contraposicin a la homrica u oral), es que estos momentos tratados son nicos, irrepetibles, arquetpicamente significativos. Ya veremos que Arguedas, a pesar de que su obra es una novela y no un poema pico, intenta crear un mundo irrepetible y picamente nico. El mundo, despus de la accin de los hroes de todas estas obras, ha de quedar esencialmente alterado. Puede haber herosmo, entonces, porque aqu la accin tiene sentido, dispone de una jerarqua valorativa, un eje de claridad axiolgica en torno al cual girar. Para Vargas Llosa, su obra misma es la bsqueda de este sentido. El significado est, si es que se halla en alguna parte, en el recorrido, en el desarrollo, en el encuentro que se adelgaza y atena entre el humo de gestos y vocablos. Para Arguedas el sentido est dado, ya estructura la accin con una determinada orientacin combativa. La muerte, en TODAS LAS SANGRES, es una resurreccin en la historia, porque hay un significado mayor que enmarca los momentos transitorios de la derrota. La muerte es un obstculo ms, el ms duro, en la lucha; pero no es el esqueleto mismo de las cosas, como en Vargas Llosa, donde los personajes estn cadavercomidos por la eterna, nica, cotidiana muerte, el comn denominador en este caos demasiado exacto e inevitable, donde cada historia paralela y simultnea es la negacin de la libertad y del sentido en toda otra secuencia. Para Arguedas, la muerte es la pequea muerte o la muertecita, como dice Rendn Willka, anticipndose profticamente al Che. La vida puede ms. Los fusiles no pueden apagar el sol.- 14 -

Esto, por lo dems, nos da una clave para entender la actitud hasta cierto punto tradicional de Arguedas frente a la estructura narrativa y al lenguaje. La guerra, tema central, exige dimensiones claras, indudables: hay un centro en torno al cual giran los hechos y acontecimientos, hacia el cual convergen situaciones, personajes, espacios. La tcnica narrativa pide tambin definicin. exactitud, limpieza, casi como si fuera un personaje pico ms. Destruir el funcionamiento aparentemente racional del universo imposibilitara la unidad de la epopeya. As, el hecho de que la obra misma de Vargas Llosa es un tumultuoso viaje hacia s misma, hacia un universo que slo se desenmascara en el transcurso de rebuscar un significado que tal vez no exista, el hecho de que el exilio es ms importante que la guerra, porque en el hacerse ajeno a las races, perderlas, se las recrea de nuevo en cada instante, el hecho lingstico y formal, no puede separarse en absoluto de un tema fundamental en Vargas Llosa y en toda la literatura contempornea: la imposibilidad de ser un hroe. Ser pico (se entiende en el sentido aristotlico y no en la forma de Staiger) es ser protagonista de su propia historia, ser ms que la masa en el cambio de la historia, elevarse por encima de su circunstancia. El personaje de la novela actual, europea y norteamericana, es una vctima, un espectador dentro de la masa, que busca la dignidad en su propia conciencia, raramente en la accin. Enfrentado a un mundo tan complejo que lo enreda y lo engaa, se refugia en los confusos rincones expuestos de su yo. Desentraar su situacin dentro de la totalidad de interrelaciones que lo inmovilizan, dialogar con su pasado brumoso, negarse a la corrupcin, conservar la humanidad a la defensiva, es lo ms que se puede hacer. En Latinoamrica se agrega la necesidad de la violencia, de sobrevivir. En Vargas Llosa podemos advertir, muy de pasada, que no existe el honor, sino que la hombra, la transitoria alianza para alejar la muerte y morder alguna dignidad, porque la muerte no puede ser trascendida. Si miramos la otra cara de la guerra, la del amor, se llegan a las mismas conclusiones. Para Vargas Llosa al hombre slo le queda la mujer, una relacin personal, en un mundo que se desintegra: la accin se centra y se formaliza en torno al eje femenino, el principio de falsa eternidad que la mujer-tierra encierra. En Arguedas, todas las mujeres se parecen entre s, neblinosas y vagas, importando en TODAS LAS SANGRES en cuanto retardan o adelantan los acontecimientos, tal como Armida en la obra de Tasso, apoyando o haciendo retroceder lo heroico. Don Bruno no vacila en dejar a la mujer que ha encontrado; es ms importante para l la lucha, a pesar de que ha logrado lo que los personajes de Vargas Llosa han anhelado siempre: una mujer, un hogar, el respeto de los dems, un hijo. Se repite as el lugar subordinado de la mujer de la epopeya: Dido en LA ENEIDA (sirve para mostrar la voluntad de Eneas, el plan de los dioses, y para configurar la futura lucha de Roma con Cartago), Andrmaca en LA ILIADA (la nostalgia, lo que Hctor dejar al morir, como puntualiza Rachel Bespaloff en ON THE ILIAD), o la transitoria aparicin de la dama de Roldan, llorando su muerte. No hablamos, claro, de los romanzi caballerescos, basados en el amor corts (Boiardo, Ariosto, Spenser). An el problema de la violacin de la indgena, tan reiterada en la novela social americana importa en cuanto ayuda a Don Bruno a tomar conciencia pica, al situarlo frente a una batalla con el demonio interno que tambin deber derrotar en la sierra peruana. La lucha en el nivel alegrico-moral se funde con la lucha social. Por lo dems, esta actitud de Arguedas ante la mujer se relaciona con el hecho de que para poder acercar su cosmos al de una epopeya, el autor ha tenido que rechazar la realidad cotidiana, endeble, carcelaria, de todos los das, para lograr la creacin de un mundo esttico que vaya ms all de los lmites de lo minucioso fotografiable y factual. La novela anterior de la explotacin ha sido, en palabras de Portuondo, 'documento denunciador, cartel de propaganda, llamado de atencin, hacia los ms graves y vigentes problemas sociales dirigidos a las masas lectoras como excitante a la accin inmediata'. Pero una gesta heroica no puede ser un documento o una fotografa, o un ensayo adornado con personajes, ni puede tener un "mtodo naturalistanativista-tipicista-vernacular" (frase de Carpentier); hay que exagerar para llegar a lo heroico, hay que salirse de las reducidas dimensiones del escamoteo fenomenolgico que mata la hazaa, hay que crear gigantes. Lo objetivo, lo veraz, lo cientfico, lo observable, eran los fundamentos de la novela social anterior: desmitificar, informar sobre lo que se ha simulado ignorar. Es una intencin gnoseolgica realista. Arguedas, aunque no deja de mostrar nuevas realidades factuales, est ms interesado en la reordenacin de stas, en la gestacin de un ente nuevo, nico, cuya bondad no resida en su correspondencia exacta con la realidad objetiva, sino que tiene calidad en cuanto crea un nuevo mito, encarnando el deber ser de lo real, el sentido profundo y hasta ahora oculto de la historia, y esto se hace utilizando las categoras de lo pico. Una situacin exactamente como la de TODAS LAS SANGRES no ha ocurrido ni ocurrir, aunque puede estar imitando la estructura potencial o actual del acontecimiento mayor e ntegro de toda Amrica Latina: la liberacin de los pueblos oprimidos mediante la accin revolucionaria. Por otra parte, las situaciones de las novelas sociales anteriores han ocurrido efectivamente, son la copia fiel, pero no profunda, de una realidad repetible. Casi todos esos autores fundamentan su novelar con extractos de diarios, pruebas de permanencia entre los explotados, etc., demostraciones de que su obra es verdadera, basndose especialmente en lo que Wolfgang Kayser llama el "asunto". Arguedas no copia, no- 15 -

calca, aunque tampoco deja de documentarse l, pero el sentido no es documentar al lector, sino conmoverlo estticamente: es un supremo acto de la imaginacin, la creacin de otro mundo. Proyecta en el papel algo nuevo, algo que es REPRESENTATIVO de todo el proceso de Per, pero que representa porque no toma fotografas, sino que selecciona, intensifica y concentra. Lo pico pide la elevacin de lo cotidiano a mito, el alejamiento de lo periodstico, el salto por encima de la interioridad que tal vez posea la mesa del comedor o la hoja que cae al suelo. Basta de cepillos de dientes llenndose de algas! Todas las sangres del Per, es decir, todos los intereses, individuos, clases, convergen hacia un sitio y batallan en l. El lugar existe en cuanto representa y rene todas esas fuerzas que no se tocan en la habitualidad diaria, pero que en el teatro de la historia americana, debern, y ya lo estn haciendo, enfrentarse. Parece imposible la reunin de tantas tendencias en un solo lugar, todas las gradaciones dentro de cada categora; parece imposible esta reunin, imposible pero no inverosmil. El lugar donde se encuentran todas estas fuerzas es imaginario y no factual: el espacio nico, original, mtico. No trata de destruir antiguas falsedades acerca del indio, sino de crear una nueva leyenda, basada en su liberacin. El resultado para el lector es maravillarse. En las novelas indgenas anteriores, incluyendo las de Asturias, la obra se estructuraba mediante la adicin de cuadros, cada uno de los cuales ampliaba el espacio, mostrando todas las formas posibles de la miseria y de la explotacin, todas las regiones en que este fenmeno se manifestaba. Haba que espacializar la opresin. As, en EL MUNDO ES ANCHO Y AJENO se muestra como, tras el despojo de la comunidad de Rumi, viene la dispersin, los viajeros que advierten en todos los lugares la misma injusticia. Es la acumulacin de escenarios, parecidos en su estructura bsica de explotacin, diversos por el lugar geogrfico en que ocurren y el oficio (minero, trabajador urbano, cauchero, agricultor independiente, agricultor semiesclavo): lo fundamental era agotar un pas por medio de la ampliacin variada, agregando a esto cuentos y ancdotas. El mundo es ANCHO: por los diferentes espacios. Y AJENO: en todos ellos predomina la enajenacin. Arguedas lucha, en LOS ROS PROFUNDOS, en EL SEXTO, en TODAS LAS SANGRES, contra ese sistema de dispersin acumulativa concentrando en un solo punto a todos esos seres que la novela anterior fotografiaba en los esparcidos rincones del pas. El espacio es personal y humano ms que geogrfico en Arguedas: l necesita enfrentar constantemente a sus protagonistas, porque es una guerra pica, y lo logra mediante una tpica operacin homrica, similar a la que hace Tasso. Esa mina es mucho ms que un mero paraje donde hay un determinado tipo de explotacin. Es el punto convergente ya legendario, alejado de lugares concretos, donde estn todos los tipos de explotacin, un lugar creado por la mezcla unitaria, inencontrable en el mapa fsico del Per, pero s en la geografa imaginativo-mental de Arguedas. Nos encontramos, pues, ante una batalla representativa en un lugar tambin representativo, simblico, ideal. No slo los personajes, por ende, son mejores que nosotros, reconocemos en ellos nuestras mejores aspiraciones y ms notables cualidades, sino que el espacio es tambin superior al nuestro, concentrando lo que est disperso en la cotidianidad de un pas o de un continente. Es como Troya, un lugar donde lo sobrenatural en el hombre puede expandirse, casi fuera del tiempo y del espacio. Al tratar de superar la realidad, al buscar un absolutismo imaginativo y rechazar los esquemas, Arguedas se integra a las corrientes superrealistas de la novela hispanoamericana actual, sitio que se le ha negado constantemente. Lo mgico se apodera ahora de la estructura misma del mundo. Este irrealismo se manifiesta, adems, en la creacin de personajes que encarnen una voluntad casi sobrehumana de lucha, una dimensin pica de sobreponerse y determinar por s mismos el mundo. Se cercena en el personaje todo lo que pudiera mostrarle como ineficaz o pequeo. Los personajes hablan, por lo dems, con una cierta solemnidad, un cierto primitivismo apasionado y lejano, que nos recuerda las sonoras slabas de los hroes homricos o virgilianos o ercillescos. No hay retrica, pero s claridad y persuasivo peso en cada smil. La peculiar construccin sintctica del hablar, nos aleja an ms. Lo que en los novelistas criollistas era un afn de regionalizar y grabar costumbres lingsticas exticas, es en Arguedas la forma de distanciar al lector de un mundo ya lejano. Arguedas tiene tambin una deuda con los mtodos de la epopeya en cuanto a la mquina maravillosa pagana (los dioses en Homero y Virgilio) o cristiana (la pica renacentista-barroca, vase Spingarn o Weinberg), ya que aqu el lugar del deus ex machina est ocupado por la naturaleza mgica de Amrica, gran aliado del hombre en su lucha con el universo. La intervencin de los ros, montaa, aves, el aire, la tierra misma, equivale a la intervencin divina en los poemas picos anteriores. La armona entre macro y microcosmos, comunicados por la magia verbal indgena y la inocencia madurada, sita la novela en la zona que est ms all de lo visible o cotidiano. Y la presencia de la anticipacin y la profeca tambin ligan al hombre a lo sobrenatural, como frmula mgica pero no teolgica, ya que es la imaginacin misma la que permite al hombre intuir las realidades autnticas que el futuro guarda recelosamente y que slo el acto potico, la augurante intuicin del indgena, puede revelar. Los adversarios, los explotadores, se muestran tambin como casi invencibles. Icaza y otros trataban a los opresores con irona tragicmica, tratando de ridiculizar lo que eran incapaces de destruir en la realidad social. La stira, como se comprender al leer a Swift, es esencialmente fruto de la impotencia. Arguedas- 16 -

rechaza la maqueta o la caricatura. Mientras ms poderoso el adversario, ms grande ser el triunfo de los hroes indios. Mientras ms serio el tono, ms trascendental es el hecho. Los indios van a destruir a sus explotadores. No tienen para qu rerse de ellos o del mundo como mecanismos de compensacin o para adquirir conciencia. Detrs de esto hay un cambio sustancial frente al lector. La novela social anterior era el documento de un padecer objetivo y esttico, cuyo sentido era golpear al lector con horrores para ver si ste cambiaba su actitud y luchaba a favor del indio. Eran obras "escandalosas", pero su fin era, segn los dictados de Le Romn Experimental de Zola, mostrar verazmente la realidad. El mundo novelesco comenzaba con la miseria de los protagonistas y termina en ella, una mirada idntica, invariable, y se peda que el lector, informado, espantado, transformara el mundo mediante su accin poltica o legislativa: se supone que el cambio se operar en la realidad del lector porque justamente la novela ha pintado a hombres que no pueden librarse por s mismos del peso de la explotacin y necesitan ayuda. Tampoco, notemos, se hace diferencia alguna entre el mundo ficticio del personaje y el real del lector. Arguedas cambia este esquema totalmente, al ver que el mundo no ha cambiado ni cambiar por muchos llamados de auxilio que se le haga al lector. No se preocupa, entonces, por el efecto poltico en quien lee. Si ste quiere, que se sume al movimiento de liberacin que ha iniciado el indgena y que Arguedas muestra como un desarrollo, una rebelin, una dialctica, en el mundo novelesco mismo. Si el lector no quiere luchar junto al indio, all l. El indgena no es un ser desvalido, sino uno superior al lector que lo lee, y har su revolucin sin ayuda caritativa. Arguedas narra esa lucha pica; no apela a los sentimientos humanitarios de nadie. Un hroe legendario, que ha perdido el miedo a la muerte, que anticipa el futuro, que habla con los pjaros y derrota consorcios internacionales, no necesita de la conmiseracin barata de los lectores. A la mierda! El se basta a s mismo, es su propio futuro. La novela anterior se preocupa por desarrollar una actitud poltica en el pblico. Mostraba un estado esttico y supona que el cambio que se llevara a cabo en el mundo factual del indgena sera por obra del lector. Arguedas cree que el cambio en el mundo factual del lector se har por la presencia pica del indgena, e incorpora esa transformacin al mundo literario, que no es esttico, sino desenvolvimiento revolucionario, movimiento progresivo. El mundo de la barbarie es superior al mundo de la civilizacin: la barbarie es la imaginacin, la civilizacin el cmodo silln del lector. El personaje liberar al lector, porque la ficcin que narra Arguedas es la epopeya de la realidad profunda. (Y de pronto nos encontramos con que hay interrelaciones insospechadas entre Arguedas y Julio Cortzar y su teora del lector-hembra.) Esto se une a otra caracterstica pica: los poemas picos, segn Bowra en FROM VIRGIL TO MILTON, nacen en una edad de reforma moral, y tratan de establecer arquetipos sociales, modelos y modos de enfrentar la realidad perpleja que se vive, buceando en lo legendario para encontrar all la orientacin necesaria. Virgilio, Tasso, Milton, Camoens, Ercilla, escriben en momentos crticos, y hay una profunda melancola, como en Arguedas, en toda su obra. No hay ahora espacio para referirse a este manierismo pico, pero importa sealar que Arguedas tambin crea un arquetipo heroico dual: Rendn Willka y Don Bruno, que muestran el camino que ha de seguirse para la liberacin. El novelista cree contar con la verdad y contar la verdad, con la omnisciencia que predetermina confianza total y que sustenta toda posible hazaa. En Vargas Llosa, en cambio, no hay una verdad, apenas verdades contingentes, perspectivas cambiantes. La ley fundamental de su mundo es la relativizacin: la fragmentacin formal de las vidas incide en la falta de jerarquizacin verbal en el tiempo y de ubicacin adverbial en el espacio. Las voces tienen que ordenarse solas, conferirse sentido desde s mismas. El lector mismo se convierte en un signo de interrogacin, espejismo entre espejos, tejedor de manto peruano invisibilizndose en sus criaturas. Y cada palabra s, cada palabra de LA CASA VERDE imita la soledad aterradora de cada personaje y del libro entero, encadenada dentro de un ciclo que dibuja espirales en forma de crculo, donde origen y descomposicin, comienzo y final, son lo mismo. Arguedas cree en el progreso, cree en la accin que tiene sentido. La pica secundaria se funda en la necesidad de la accin histrica. Para Vargas Llosa no hay progreso, la ilusin es intil, y aunque hace andar el tiempo, ya uno est predestinado. Tal como Arguedas ampla y complejiza su realidad, as Vargas Llosa tambin crea un panorama, pero de la verdadera geografa humana, la del hombre en el tiempo y no en el espacio. Vargas Llosa rompe mitos, convenciones, comodidades. Arguedas construye mitos. Ambos rechazan lo esquemtico. Notemos, sin embargo, que Arguedas es uno de los nicos escritores en el mundo que le asesta golpes al mundo cotidiano de la novela desde lo pico, desde la imaginacin de lo heroico. En la actualidad, y desde Joyce y Proust en adelante, se ha hecho evidente una tendencia que busca la antinovela, una nueva forma de la novela. RAYUELA, EL TAMBOR DE HOJALATA, PONGAMOS QUE ME LLAME GANTENBEIN, las de Beckett, le nouveau roman francs (Robbe-Grillet, Sarraute, Butor), NAKED LUNCH, las novelas de Barthelme, y sin duda LA CASA VERDE. Algo similar ocurre en mucho de la lrica contempornea. Los golpes no vienen, en estas obras, desde lo pico, sino desde la disolucin del mundo cotidiano por el cido corrosivo de la imaginacin interior, individual, ensoada.- 17 -

Arguedas va contra toda una tendencia contempornea: afirma la realidad del mundo. La lucha no es, como en el caso de Vargas Llosa, lucha de niveles de realidad, de simultaneidades temporales y personales, de dimensiones que se niegan unas a otras, sino la lucha por conquistar el poder en un mundo objetivamente idntico para todos los personajes que viven en l. La novela mundial actual empieza o termina por dudar radicalmente acerca del mundo mismo. Arguedas no hace esto. Ni tiene dudas la Compaa Internacional, ni duda el pueblo indgena, que sin embargo usa su imaginacin como aliado en la batalla. Tal vez, muchos aos despus, cuando el hroe colectivo de Arguedas domine el universo y controle efectivamente su destino natural y social, quiz entonces se le plantear la duda que ahora aqueja a Vargas Llosa, tal vez algn da preguntar: y este mundo por el cual he luchado, es real, existe, y yo mismo, acaso existo? Y no he sido controlado por otros todo el tiempo? Y qu es la realidad? Y cmo recupero mi pasado, cmo hago para no morir, para sobrevivir con dignidad, para clarificar lneas en un universo cada vez ms complejo, para no morir? Para no morir, y las preguntas de repente cobran otra dimensin, otro sentido: este ensayo lo haba terminado haca dos aos, y al ir rehaciendo algunas partes para el homenaje en AMARU, no pude evitar que me deslumbrara la tentacin de suponer que en aquellas pginas, escritas antes, tan categricas, tan supuestamente vlidas para la obra literaria, debera haber algo as como un mensaje, un parcial reencuentro, una huella que tapara o explicara esto que no puede taparse, que no necesita explicacin, su muerte. Era buscarlo de nuevo, como si estuviramos tan tranquilos sentados en torno a una mesa, como si la mesa fuera el ensayo y pudiramos hablar. Es as que fui pensando en la estrategia francamente pica para lograr la muerte que deseaba, o la frrea actitud de ir ordenando el mundo despus y desde la desaparicin. Desfilaban esquemas tan bonitos, casi cmodos: la literatura se converta en realidad, el espacio ideal se ensanchaba desde la muerte, se afirmaba una vez ms la magia que una palabras y mundo, y una muertecita ms ocupaba su lugar, transparente, inevitable, dentro del gran proceso social y natural. Pero no, y tampoco, porque hay que preguntarse si l no estara sustentando su mundo desde la muerte al verlo justamente amenazado, a punto de derrumbarse, porque quiz dud por primera vez de esa magia primordial, pens que se estaban construyendo ahora, alguna vez, mundos en que ya no cantaran los ros, no s por qu me siento traicionndolo, pero es lo que debo transcribir, lo que las pginas sugeran, que tal vez la epopeya imitaba el pasado potencial del indgena y no su futuro, que civilizacin y barbarie no podan fusionarse en Amrica, que la epopeya era un gesto y no una realidad, dicen que uno de sus carnavales serranos haba terminado en una fiesta a go-go, dicen que estaba muy desanimado, habra visto una gigantesca, metlica, monstruosa computadora, y el cepillo de dientes s enverdece de algas, y ese Chimbote, fluida imagen del caos contemporneo, el mundo no es Per, y todos se salvarn o ninguno, Chimbote, que no ingresaba en ninguna categora, que se sala de lo posible, aun de lo posible pico, cada noche era ms difcil derrotar lo ambiguo y torcido, cada vez haba que respirar ms hondo y apretar ms fuerte los puos para que los rboles se pusieran en movimiento, todo esto lo iba pensando yo, l, no s quin lo iba pensando, y de repente entendi que las nuevas tcnicas de la novela americana no eran algo superpuesto, sino algo que responda a esa angustia y la interpretaba, ese desquiciamiento, ese mundo en crisis y en vaivn, esa crcel de palabras flotando sobre el vaco que es Amrica tambin, eso que sentimos todos y que Jos Mara crea poder superar, Ernesto, Rendn, todos, y entonces se uni a sus personajes y a su pueblo, entonces irradi sus imgenes de la nica manera que le quedaba, en esa direccin, se jug entero en el riesgo y perdi o gan, ya se haba introducido como personaje en su ltima novela, ya haba vuelto al yo que se senta acorralado, y era necesario que ahora l se responsabilizara de su presencia, salvando a Chimbote y al Per y al mundo con su propia muerte desesperada y esperanzada, complet el ciclo de su obra fuera de su obra, dio un paso ms all, el ltimo posible, para que de una vez los hombres entendieran, en las vsceras de la piel al leer esa noticia, un paso ms all de TODAS LAS SANGRES, porque faltaba su propia sangre, (y no quisiera que esto fuera elega o explicacin, es como lo que el profesor le va dictando a un nio y que se copia trabajosamente, con algunos errores), reasegur su canto, cerr los prpados para mirar ms lejos, subi por las cataratas de su infancia, y dijo an algo ms, en voz baja y terremoteada, para que todos lo pudieran leer sin haber abierto una de sus novelas, justamente para los que ni saban leer pero entenderan mejor, lo nico que faltaba decir, ese acto limpio, ese acto continuo, uno ms entre otros, y no hay consuelo, tal vez hay un mensaje, s, cmo decirlo, el pjaro deja de volar para reconciliarse con la sombra propia que lo persigue desde siempre desde tierra, el cuerpo que cae todava dialoga con el sol, aqu estoy, si hubo derrumbe haba montaa, y las piedras, los huaycos reiterados, impregnarn otra cordillera o tal vez no sean ms que una colinita ms o slo piedras para otro camino, y no te dir que seguiremos, no prometer, pero estoy tranquilo y con rabia, estoy vivo, gracias.Publicado en Amaru, Revista de Artes y Ciencias editada por la UNI. N 11. Lima, diciembre de 1969. Pp. 18-26. Digitaliz: http://www.arlequibre.blogspot.com

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JOS MARA ARGUEDAS La Creacin como Compromiso y la Voluntad de RealismoPor ALEJANDRO LOSADAJos Mara Arguedas consideraba a Todas las sangres (1964), su mejor obra3. Tuvo la intencin de revelar al Per total: "Conozco el Per a travs de la vida e intent escribir una novela en que mostrara todas estas jerarquas, con todo lo que tienen de promesa y todo lo que tienen de lastre"4. Es ms, quera reflejar a su pueblo, combatiendo, enrolado en dos tendencias opuestas5. Tena una concepcin dinmica de la nacin y pretenda entregarle al Per su propia lucha en una imagen artstica. Sin embargo, Arguedas, al presentar esas "jerarquas sociales", relacionadas en una estructura productiva y social bajo el signo de la dominacin y la transformacin, tuvo un lmite. Slo pudo mostrar el lastre y la promesa de la tradicional burguesa decadente y de la pequea burguesa. La nica lucha que escogi fue una escaramuza marginal: el repliegue y descomposicin de la vieja dominacin. Cuando quiso retratar al pueblo; lo mir desde arriba, desde el punto de vist