Jose Beteta Morazan y La Federacion 1887
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•POR EL LICENCIADO
JOSK A. Bl-rrETA
«UATEJttAl.AIMI'ltKNTA DE Sll.VA. •'.. = .
1887
V.-'A^y s^O
I.
En realidad, la siuM'te de los genios es un verdaderobiireasmo, una irrisión del destino.
Las medianías, las vulgaridades, ofuscan el tiempo en
que apar«^cen y le arrancan la celebridad y el aplaus-
Pero el genio, esa sublime extracción del cielo, na^'e con-
denado al odio y al martirio; trae consigo el pecado ori-
íiinal
Es que las grandes figuras do la historia respiran fue-
ra de la atmósfera de sus contemporáneos.
Nacidas en las alturas de la inteligencia, la luz del poi
venir que las ilumina y los magníficos resplandores eu (p.
se envuelven, deslumbran y ciegan. Por eso Sócrates lai
za el último suspiro oyendo resonar la terca vocinglerí
que le declara corruptor.
Colón que llevaba dibujado un mundn .i :l
letina, muere cargado de cadenas y de insultos eu el ii
mundo légamo de la calumnia.
Napoleón, el hombre-océano, rival del mismo I)¡o.<
muere solitario en apartado peñón, tlevorando el sni
tico desdén del destino; y .Vergniaud. el divino PL.:
de la Gironda. sucumbe en el odioso banquillo de los mal
vados ¡Kxtraños absurdos, estúpidos contrasentidos.!
Pero los 2'randes hombres 1í»m)p!i ñor forínna. un uu-
—4—
íiMisto tribunal (jue los absuelve y á donde uo llegan ja-
más ni la calumnia, ni la rechifla de las pasiones. El tri-
bunal soberano es la posteridad: el juez incorruptible, la
Historia.
II.
Morazán pertenece d la estirpe de los héroes: por eso
llevd su misma suerte.
Encendida el alma en las devoradoras llamas de hlibertad; oculto en el fondo de acpiel pecho inmenso, cual
sibila misteriosa, el ideal de un pueblo; llevando en la
entrañas, cual torrente de abrasadora lava, la divina pa-
sión del heroismo, vesele descender majestuoso desde 1<>
alto de los Andes, la frente inundada en la fulgurant»'
aureola de la predestinación.
Desde esa excelsa cumbre se liabía avistadlo con lo>
héroes de la emancipac¡(ju americana. Sobre la frente del
Chimborazo divisó á Bolívar y se hicieron de señas. Allá
sobre el Anahuac, estaban Hidaliroy Morelos.
insignes personalidades (pie llevaban encendido, en s
j)echo un haz formidable de meteoros qwe rasgaría 1;
servidumbre de cien pueblos.
Figuras extraordinarias, (|ue, mas (pie hombres, encar-
nan épocas y acontecimientos, mas que ideas parciales
materializan porciones de la humanidad. Por eso no alcan-
zan i\ mancharlas las sucias tempestades del odio y la ca-
lumnia que en torno de ellos se desatan .
Ese misterioso fluido que las rodea, las deifica, porque
es la misma inmortalidaií, y la inmortalidad es la serena
región en donde mora el espíritu de los genios.
Así, Morazán en el cadalso dista mas de los bandidos.
(|ue en el venerando campo de la Trinidad
Morazán en el cadalso se unge en el óleo perfumado
de los mártires y se transfigura en hermoso niolo, digno
de figurar como un Dios, en los altares de la Fratría
IH.
Mirarllo en (iiialcho! Un puiíado de lionibres descono-
cidos, el vivac ardiendo, un rincni sin salida, el héroe
paseándose. ;Que desasosiego mortal hay en el fondo deaquel pecho (]ue se ensancha y se dilata? ¿que acerado
torcedor le calcina el alma? ;,que quiere, (jué anhela aque-
lla partida misteriosa (]ue asecha atormentada el alba del
si(>;uieute día? No temáis, son los protagonistas de un gran
poema que el sol va á bendecir; es Morazán, el valiente
Morazán, que va á escribir con la punta de su espada la
pa'giua primera de la Iliada Centro Americana.
Ahora bien. El libro est;í abierto. El Espíritu Santo,
(xualcho, San Antonio, La Trinidad, hacen como de pró-
logo en la admirable obra. Pedazos de acpiella alma, en
columbas de granito convertidos; despojos de aquel brazo,
en arco triunfal tornados, vosotros atestiguareis ante laá
generaciones, la grandeza inmortal de la ilustre víctima.
Seréis como las piíamid"^ 'ofno el letrej-o d" Sim<5-
nides
IV.
Moraziín escarnecido, Morazán vilipendiado, Morazánultrajado, bien alcanza la estatura de Washington y de
Bolívar.
Tiene el cQrazun y la magnanimidad de aquel santo
varón, el orio y la fiereza del indómito soldado de Junín.
Morazán es tan demócrata como Washington, tan guerre-
ro como B>lívar;* tiene la serenidad y la constancia del
ciudadano del Norte, la intrepidez y la bravura del hijo
del medio día.
Voluntad inquebrantable, inteligencia privilegiada, caa-
dal inextinguible de nobles aspiraciones, imperecedero
amor á la patria, maravillosa intuición; tales son los ele-
mentos inapreciables que entran en la bella composición
de esa naturaleza bravia.
Solo (lue Morazán. á «iifereucia de Washington y de Bo-
-6—
li'var fué cobardemente asesinado.
Y.
La obra de Morazan no es ni menos o-rande. ni menc>difícil.
En medio de un pueblo estulto y obcecado; frente á
frente de las hordas forajidas del servilismo que pueblan
el territorio de Centro- América, como ascpieroso enjambra
de culebras; del fanatismo que conviene en hediondo es-
tiércol la conciencia y de las estúpidas preocupaciones
de la ignorancia; en frente de un verdadero turi)¡6n de
faLsos intereses, encayadas las inteligencias con trevscien-
tos años de amarga servidumbre y por la sevicia liorri-
pilantede los señores de la autocracia, Morazan despliega
su inmortal bandera y asesta atléticos golpes á las dor-
midas mav^as que de súbito sacuden el vil letargo. ¿Quién
se atreve á acometer tan estupenda empresa?
La conciencia de su deslino no le deja ni un punto de
reposo, le aguijonea sin cesar; la luz de su mente, 1<
alumbra los abismos; su perfil de águila le pone en cobn»
la vestal que atiza el fuego sagrado de su alma, resopL
con la furia desencadenadora del huracán y el genio de
la guerra Centro- Americana, le brinda flamígera, inven-
cible espada.
Al despuntar la figura de Morazan, tiemblan los vica-
rios de la tii'anía, tiembla el mercad^^r de tonsura, lo-
agiotistas mitrados y la pestilente cloaca d<^ l<i< rruí!*'^ y
de los nobles se destorrenta á sus pies
VI.
Pero aquel hombre, siniestro á los ojos de la canalla, esta-
ba sentenciado ya. Habíase formulado un terrible dilema:
ó la muerte del héroe, ó la ruina de los nialvados: uno
de los dos debía de sucumbir, y como la suerte sienijjre
es adversa al genio, fulminó contra él su estúpida sentencia.
í—
Muere el héroe, y al caer de sus manos la inmortal
bandera,, se despedaza, menos (]ue en girones, en o.iuco
m «igr¡en tos a n (i rajos
.
Envolveos en ellos ¡Ohl miserables serviles, ya j .
negro manto de vuestras glorias ha de teñirse siemprecon la sangre de los mártires.
Gózaos en vuestra obra nefanda; regocijaos con vues-
tros crímenes: pero sufrid también la treíuenda indigna-
ei(5n de la Patria (pie llorará eternamente su desgraciaül.
.
No quiero concluir estos mal pergeñados renglones, sin
agregar una palabra al distinguido biógrafo (pie ha dise-
ñado con tan bellas tintas, la gran figura de la xVmérica
Central. Artista feliz, pudo desde el fondo de una lóbre-
ga mazmorra, iluminar con el fuego de su brill+nte imagri-
nación, la fisonomía histórica de tan egregia personalidad.
Necesítanse fuerzas superiores para hacer tamaña de>-
cripción.
La juvímtud recibirá con agrediHMuiiento esa magnífica
obra, en donde encontrará siempre palpilanles, los subli-
mes rasgos del malogrado titán, ante cuyo pedestal, ven-
drán las futuras generaciones á d<'p >sitar. adiuirada^. las
coronas de la inuiortalidad.
Fabián A. T. ;¡ /
MORAZANYLA FEDERACIÓN.
].
Francisco Mokazax nació on la ciudaJ do Ti-rucigalpa enel año de 1799;(1) eran sus padres, un criollo de las Islas Occiden-tales pertenecientes á Francia v una señora de la mencionadaciudad, hoy Capital de Honduras.
Desde sus primeros años mostró Morazán una inteliirencia
despejada y un carácter firme y perseverante: ]Xiro im recihió o-
tra educación que la que por lo general se <lal»a á los hijos dflas provincias Centro-Americanas en a<|uella época de atraso yo-curantismo, en ()ue la ilustración era patrimonio exclusivo dt^ li-
nos cuantos.
Jamás tuvo maestix3s que le enseñasen los diversos conoci-
mientos que mostró en su carrera jK)lítica, y puede asetjurarsi-.
que el cultivo de su inteli^rencia, lo debió A sus propios esfuerzos
y á la constancia con (^ue se dedicó al estudio privado de al;íu-
nas materias útiles, (2).
Su hermosa ñsononomía. anunciaba desde lue<;o al hombi*e su-
perior, no pi'esentando rasgo alguno de vulgaridad sus nunlales
eran distinguidos y prevenían favorablemente al que le liablaba
por primera vez; y hasta la implosión p(>co grata que causal>íi el
timbre un tanto afectado de su voz, desaparecía á los jhxíos mo-mentos de conver.sar con t'l, merced ala facilidatl con que so espn*-
saba, acomodando su estil^|f*#i lenguaje á las circunstancias que
le rodeaban. -r**^^En su carácter se observaba la penetración, la sagacida»! y el
disimulo del político, pero .pt..- «..iv: n. ,,;-..< p,vi fi?«n."vv ..vi.hh-
sÍvo.
(1] Squier dice que Morazán iiaciA en 1T9Í». David Gti/nian dice eii el df»-
< uiNO que pronució en osír aHo. d<'lí<S»i w>i ''-•>•>>" ••• f!-' V/w..ii-.-
).o hemos podido eneontrar un dat«» t>xa.
(2; FJosuucjo Histórico ilf Maruri'.
— 10-
La intrepidez, la cunstancia y la actividad, eran en él pren-4as naturales, que i-eveló desde temprana edad, presagiando al
líombre que más larde dirigiría los eieva<;los destinos de la pa-
tíia>.
Su primera ocupación no fué la mas propia para el de^^arro-
llo de sus facultades singulares.
Al principio estuvo empleado en una casa de comercio, dedonde salió para desempeñar una jJaza de esí^ribiente en unode los juzgados de Tegucigalpa.
Después, cuanflo la provincia de Honduras se erigió ei> Esta<l
Morazán era conocido ya como liáljil plumista y quizá á esto del>i>.
que el Jefe don Dionisio Herrera, le hiciese su Si'cretario.
En este destino dio á conocer Morazán las lu'llas cualidades deque- le dotara la naturaleza y sc^ granjeó la estimación y confian-
za de su Jefe, pí>r cuya influencia fué elevado en 1S24 al 4listin-
;;iiido puesta de Consejero de Estado, donde mostró graiMle am<
por la causa liberal.,
Con una afición bastante grande á las escenas marciales, Mu-THzán no po<lía resignarse á la vidn sedentaria del en^pleado ci-
vil, ni la gloria del U'ibuno pcvlía colmar sus aspiraciones de gran
deza. Era, pues, indudal)le (jue en la primera oix)itunidad (pie si
le pn^sentase, caudjiaiía «^u [>n»'<f(> en el C^onsejo. iior un lugar enlas filas del Ejército.
La revolución de ltS27 le deparó isa l»rill.iiiii .oportunidad
que el supo aprovechar, empuñando la espada en defensa de la
causa de los libi-es.
II.
Krael año de icS27. AI frente del l^]j(H-utivt. i'r.n:i;ii tlt-
(-entro-América se encontraba don Mamud Jom' Arce, quiendominado por los serviles (pie le nKleabau, pret»^ndía sojuzgará todos los astados, ingiriérniose en los asuntos dt^ su réirimeninterior.
Hlsta tendencia produjo. Vonju «-ra natural, la alarma de lo>
ítnsmos estados, (|ue por el golpe (]ue <liera el Pj-eddente á las autoridades legítimas de (iuatemala, comprendieron cuales erank>s males que se les prepa ral mn.Los principales jefes del partido Iil>eral de (iuatemala, se ha-
llaban desterrados y trabajaban por la caída del Presidente, cu-yo desprestigio era ya bien notable. Arce, sosterddo por los ser-viles, que hacían de él un instrumento ciego, al cual debían a-bandonar cuando ya no les fuera necesario. íl(^v() los avances de
-TI-
SÚ poder, hasta el grado de hacer la guerra al Salvador y á Hon-duras, con hi jnira de colocar al frente de estos pueblos.* jofos su-misos á su política,
3l1 partido servil, envalentonado con el triunfo dt- sus armasen el campo de Anazola. cr<;ía muy fjícil la realixación ik; a<iiK:-
11a empresa.
En Nicaragua alimentaba distensiones políticas entre el Jt^V('Crda y vice-jefe Arguello, favoreciendo al primero im.jmuv iuttenecía al bando servil. (1)
En Honduras se servía del clc-ro ('2] y {]<' la aii-L-.ci^i^... r^-Vil suscitar diticultades 3- promover trastornos, á íin tk' ti^íSfM»-
jar del mando al Jefe d<m Dionisio Herrera, ilustre liljeral, cuv»biografía nos presenta numerosos ejemplos de cívicas virtudes.
En el Salvador agotaba los medios ma({UÍavélicos con rl
pi'opósito de derrocar al vice-jei'e don Mariano Prado, (|ue se ha-
'laba al frente del Gobierno y dirigía la política en sontido li-
bei-al.
Pero como quiera (jue las arterías del ser\ilisino, no l)astasfii
para obtener el fin (pie Arce deseaba ultimar. |>ens6est«* ¡efe darun gul]x' que cambiase completamente la faz tle Contro-Amórica
y que le cubriese de una gloria qu<? e>*tal>a uuiy k'jos d»- ad-
< piirir
Con la mira <le Ivacer la guerra al Salvador, determinó ap*»-
d erarse de Honduras.Bajo pretesto de custodiar cantidades de tabaco existente» en*l< -
Llanos, el coronel Justo Milla, al fíente del batallón fe(k^ral miiiK^'o 2, invadió el teriitoiio á fines de Marzo ile 1S27.
Herrera (pie tenía sobraílos motivos para temer tal invasión,
reunió algunas tropas y envió un piquett^ de 40 lioinV»re.f con **1
único objeto de observar los movimientos de Milla, quien no la
dó en descubrir sus planes, avanzando subiv Comayagiia. á ci
Yas puertas llegó el 4 de Abril, sin encontrar resi.sti'noia al;:i
na. (li)
Aunque Herrera contal:>a con el patriotismo délos Hür.dm*eíi<
carecía de los elementos n<'cesaiTDs jara defenderse. Su situaci<
cía, pues, bastante crítica.
Buscó algunas personas de su confianza (jue saliei-an secretam»
;
(1) Memorias de Morazán paj. 21, edición de 1870. Maniré, B-
(luejo Histórico.
(2) El canóniguo D. XicolíU irías era el i>rinoipal j,
iliscordias
(8) Mciuoriii^ d«' ^^<>r.•l/;'^l i-^i. 27.
—72-
te de Comayagua para reunir Igunas tropas que acudiesen enauxilio (Je Ja Capital y Morazán. que como hemos dicho, eraConsejero, se presto voluntariamente para desempeñar esa comi-sión.
Morazán se puso en marclia con los coroneles J)íaz. Gutiérrez
y Márquez.
^^a habían nMinido 200 homhrep, cuando los .- .,j^..- ndió uü'división federal al mando del Teniente Coronel Hernández, y aii
([ue este fué reeliazado, Morazán no [>udo evitar que sus trop. -
s • disolvieran en la hacienda de M.iradiugi.
Dirigióse entonces al encuentro de una fuerza auxiliar quePi'aáo enviai-a del Salvadm*; pero cuando esta lle<ró a Tegucigal-
pa, el comandante de Comayaíruí;, haciendo traición á su Gobier-
no, había firmado el convenio que puso á merced de Milla
la Capital, sin garantías para sus halátantes v menos para Her-rera que fué reducido á prisión. (1]
Morazán no podía ver con indiferencia ¡os cxetsos cometidospor las tropas f(iderales en Comayagua; los pj-inci pales edi-
ticios de esta ciudad convertidos en cenizas, Ins ca^as «le comerciosaqueadas, sus habitantes reducidos á la mi.-eria: los desafectos.
á Arce presos, y al Jefe legítimo de Honduras, próximo á ser
conducido á Guatenuda. i)ara que se le juzgase como criminal
por haber cunq)lido la sagrada obliLfaeión de d"f«'nder á su pa-
tria.
Pero Morazán (nii lia de t-leiiu iu./.^ p.na ¿ünijai ai iii\a^<M y
no le quedó otro partido que <lirigii'se á Nicaragua. En unióí^
de los coroneles mencionados, llegó hasta Clioluteca, protegi-
do siempre por los restos de la falange salvadoreña; pero el ase-
sinato que cometieron algunos soldados sin disciplina en la per-
sona de un comerciante, sin otro objeto que el de robarle, indignó
de tal manera á los pundonorosos jefes, (|Uh se resolvieron á se-
pai'arse de ellos y á ])ermaiiecer en Honduras.Solicitaron del coronel Milla les diese las seguridades necesn
rías, y este Jefe les otorgó un pasaporte. Márcjuez, Gutiérrez
Díaz, por una desconfianza que los hechos justifican, no quisii -
nm hacer uso del salvoconducto y se separaron de Morazán,({uieni se dirigió al pueblo de Ojojona con el objeto de reunirse a
su familia.
Diez horas después de su llegada, Morazán fué preso yconducido á Tegucigalpa, donde se le encerró en una cárcel dt^
{ \) Mouiorias de Morazán \\\j. '11. "Hosípiejo Histórico".
r-
órden del comandante local de a'jn<?lla plaza, [i } Kiivano presont(')
su pasaporte, envaiio escribió á Milla haciéndole ver os abusos< le que era víctima: este jefe le hizo conocer por sus contesta-ciones, que le había tendido un lazo; conducta <|ue obl¡g() á Mo-razán á an-epentirse de haber confiado en la palabra de un mili-
tar, que no tenía escrúpulo en faltar á los principios del d«»r^-
cho de la guerra y á las leyes sagradas del lionor.
Al cabo de 23 dias de prisión, pudo burlar la vigilancia de sus
carceleros, y huyó al Salvador, con v\ propósito de pasará Ni-caragua, en busca de recursos para volveí- sobre Honduras. {'¿)
Durante su permanencia en el ])uerto de la Unión. entíi''ló re-
laciones con don José Mariano Vidaurre, enviado de Prado,para procurar un avenimiento '^"<^' i '»-^' ^- ^ i-..-;..!'.. .i.A*;--
ragua.
V^idaurre le ofreció interesarse para «[Ue se ic auxiuast' en
a(|uel Estado con algunos elementos de gueiTa.
Morazán aceptó con reconocimiento las ofertan de Vidaurre
y se embai'có en su conipafiía.
En estos dias tuvo lugar la caida de Arguello y la elevación al
poder del Coronel Ordófiez.
Vidaurre cumplió su promesa, y Ordóñez. acogiendo con agra-
do la iilea de Morazíín, puso á su disposición algunos recursos.
Ciento treinta y cinco leoneses componían toda la fuerza qu«'
Morazán pudo reunir en Nicaragua, pero Prado le remitió una
considerable división que fué á reunírsele en Choluteca. (3)
Oiganizalo asi su pequeño ejército, Morazán se dirige á Co-
niayagua: Milla sale de esta ciudad, encuéntranse los dos ejt'rcitos
en el campo de la Trinidad el 10 <le Noviembre de 1S27, y libnist»
la célebre batalla (jue dio por resultado la derrota <le los opre-
sores de Honduras.Esta gloriosa jornada, fué, por decirlo así, el principio de una
serie de triunfos no interrumpidos din-ante ti" " ?>•'"- '-^"H^ -1
partido aristocrático.
Morazán entra en Comayagua en medio de las aeinuiaciMio^ .i^i
pueblo, (|ue olvidó aípiel día sus infortunios para fe-stejar al
patriota que acababa de romper sus cadenas*
En el acto leorganiza el Estado; reúne el ( 'onsejo, y este alto
cuerpo le encarga del Ejecutivo por falta de jefe y de vice-jefc.
(1) Morazán, Memorias: páj 31.
•2) Morazán, Memorial.
(3) S. Salvador no abandonó jainá^ á no hrrmana Hondiiias en «que;
cióu desesperada.
—14—
Los serviles no podían permanpcer tranquilos despuijs de la
derrota de Milla, tan funesta para sus planes.
Apenas el Presidente Arce tuvo noticia de este fracaso,
liizo ujarcliar contra Honduras al coronel Domínguez.Morazán hace un llamamiento á sus tropas, situando su cuar-
tel general en Texiguat. Domínguez, no atreviéndose á atacar-
le, recorrió ligeramente la costa y ocupó San Migii-l.
Ambos jefes entablaron una coirespondencia con mira^
coociliatori'is; pero el fusilamiento del General Merino, veritica<Io
por Domínguez en aquellos días, hizo comprender á Morazán la
suerte que le esperaba si caía en manos de sus enemigos, y se deci-
dió á cortar toda coiiespondcMcia con los agentes de Arce. (1)
Resuelto á atacar á Domínguez, se sitúa en un pueblo llamadoLolotique. esperando la llegada de una fuerza auxiliar (^ue Pra-
do le había remitido al mando del coronel Santiaofo Ramírez.
Este ref tler/o era indispensable para reponer las baja* quediariamente sufría el ejéi-cito, á causa del rigor del clima y la
abundada de las lluvias. (2)
El coronel Domínguez con todas sus tropas, se estaciona á unalegua de distancia de Loloti(jue, y deseoso de conocer r\ n lune-
ro de las de Morazán, procura forzar las avanz ¡das.
Al íiñ ve desplegarse el pequeño ejército de Morazán, y cono-
ciendo (|ue apenas sería una tercera parte del suyo, adcjuicre unacontianza ciega.
Trascurrieron, sin eiubargo, once días, sin que entreaud.. > v ,v i
citos ocurriese algo notable; pero al cabo de este tiempo, Moraz.mtuvo noticia do (jue la fuerza auxiliar, tan esperada, debía pasar
el Lempa, río caudaloso y difícil de vadear en la (\stacion lliiviosn.
Con el objeto de protegerla, en caso de (]ue fuese descubierta,
,-;ilió Morazán d í L')lotique á las 12 de una noche lK)rrascosa,
viéndose obligado, por la lluvia, á detenerse en la hacienda dfGualcho.
Enterado Domínguez del movimiento de su contrario, le siguió
por su iz(|uierda; pero fué detenido por los mismos obstáculos
y se detuvo á una legua de distancia de aquel punto.
Poco después de la madrugada del siguiente día. una partida
de observación dio parte á Morazán de ijue el enemigo se hallaba
(1)" Reseña Histórica" M'^ríno fué eximido de un huque extranjero contra
iodo re^pet() de l;\s leyes Inlernncionales, cuando se emL)«rc;iba para ¡«u pairia
y fusilado en la plaza de San Miguel, sin forma de juicio: Merino fué a-^esinado
como Pierson, Velasquez y otros.
r2] Morazán, Memorial*
— 1.-)-
Á tiro de cañón de las coinpnfiííts de cazadores que había man-dado colocar en una altura que domina la roferi<la liacienda.
Morazán .se hallab'í en una situación inu\ difícil .Ic-ciit; i
:sus Meiíiorias, en los términos siguientes:
"NTo podía ya retroceder en estas circnriNLiuu ííi-, p.-i-jur uii«
retirada con tropas que no son veteranas, tiene peores cnnsecuen-cias que una derrota, sin la gloria de haber peleado con honor.
No era ya posil)le continuar mi mai-cha ])or una inmensa llanura
y á presencia misma de los contraiios, menos podía detVnderinfen la hacienda, colocada btijo una altura de más de doscientos pies,
que en forma de semicírculo domina á tiro de pistola el principal
edificio, cortado por el extremo opuesto con un río inaccesible qu«'
le sirve de foso. Fué, pues, necesario aceptar la batalla con todas
las ventajas que había alcanzado el enemigo, colocado ya en acti-
tud de batirse á tiro de fusil de nuestros cazadores."
La posición de Morazán no podía ser mas desventiíjosa. Si su
pequeño ejército no lograba salvar la altura que lo separaba del
campo, sería acribillado en una especie de holla sin salida y sin de-
fensa .Era necesario pues, detener el movimiento de Domínguez,á cuyo efecto, hizo avanzar Moj-azán á los cazadores, que en
número de 175, resistieron los primeros aia([ues, sin perder
un solo palmo de terreno, mientras tanto (]ue el grueso de la
<livisión. ascendía á la llanura por un sendero pendiente y es-
trecho.
Los valientes cazadores logran mantener á raya á bu enemi-go ))()r espacio de un cuarto de hora, (juedando el campo que o-
mipaban cubierto de cadáveres. La división hondurena logi-ó sal-
var la altura, y llena de entusiasmo, á la vista do tanto heix>ísnio,
«ntró á su vez en acción. Bien |)ronto se genendiza el comlwite, yel ala derecha del ejército de Jiorazán se vé obligada á retr«K*e-
der; pero aquel caudillo se |>one al frentt* de la reserva y cargamlocon singular denuedo, rwol)ra en poco tiempo la línea: se apo<lera
lie la artillería que había sido ocupada, y arroUand») parte del
centro y todo el llanco iZfjuierJo. le arroja sobre el resto del ej»»r-
cito, que se ])one en precipitada fuga.
Kl ejército de Domínguez, conq)letamente dc^oi-ganizíido, se ili*»-
pei'só en la llanura, donde fué pei*seguido }><>r los sidvadorofios
<|ue llegaron á tiem})o de pr^'-'H'-i-n- 1,» .li.n-. .tM nn.'< wl ««n- .•!
fuego, apresuraron su maivli;
(rrande fué el número de un urtos. iitrnn»s \ |>ii»i«Mnrn»> qn»-
Domínguez dejó sobre el canqu»: entre los líltimos, se encontraban
jnuchos ((ue habían ocurrido c< )mo simples es|.>ectadores, }vir el pla-
cer de prcs(Miciar la derrota d« Morazán. cuyo triunfo ejstaban
—16—
iriuy lejos (leirnaginai-se, pues tenían completa conliaijza en la ha-bilidad de Domínguez Y en el número y disciplina de los fed ra-les, que en mas de una ocasión habían sido vencedores. Li nyor parte de esos curiosos era de San Miguel, lo que prueba qiu-la causa de Morazán, eo gozaba en este pueblo de mucho pres-tigio. Pero este jefe, lejos de enojarse, les puso en libertad, hacién-dose, por su clemencia, nuis digno aún de oIolhos que ].or snpericia militar.
La batalla de Gualcho, célebre en los fasiw.-, ,., ...it .-m.i , iM<.ri;t.
ejerció gran influencia en los acontecimientos posteriores. Ella sal-vó á Honduras de la opresión de los serviles; eviti) el derramamien-to de sangre y todos los horrores que Domínguez, victorioso, ha-bría cí.metido en el Estado. Fa'MÜtó la i-endición de Montúfar enMexicanos, por haber dividido ós¿e su eje-cito, al tener noticiade la ])crdída de Domínguez. En fin, cubrió de gloria y de ])i-esti.
gio á Morázán, preparando de esta manera los triunfos Vpie dieronpor resultado la caída de los serviles, y el restabhrimirntn do lasautoridades depuestas por aipicllos en LS2íJ.
Entre los enemigos de Morazán, no ha faltatlo qm. ,. ..um-un.. hla casualidad esta gloriosa victoria; sin duda por que parece e.xtrao i--
dinario, que^ con un corto número desoldados visónos, haya ven-cido á un ejercito de línea numeroso y acostund)rado á las fatigasde la guerra. Empei'o, no se ha tenido en cuenta, que no siempn^ es el
número de las tropas, ni su disciplina, la que decide del é.xito deuna acción de armaos; sino otms muchas causas que 'influyen más[)oderosamcnte, entre ellas, el amor patrio, (pie sienn>n- y en todoslos pueblos, ha realizado verdaderos pj-odigios de valor y de heroís-mo. Basta observar que el soldado que hace la guerní en tierraextraña, sin comprender siquiera el objeto de esa guerra, no pvunletener el valor, el an-ojo y la abnegación del que defiende su fa-rnilia y sus hogares. Recuérdese los actos de heroísmo de que di. '»
muestras el ])ueblo guatemalteco en las jornadas de A rrazola \
Chalchuapa en 1826 y 27, y no st^ extniñara que Morazán hayatriunfado en Gualcho con reclutas^ pero reclutas inspirados poi-guales sentimientos de patriotisino que aquellos, y dirigidos por ii.
jefe hábil, que con la mtuisión misteriosa del genio, sabía coi;
i
lunar y realizar un plan, extrayendo elementos v juxlcr, de don.K('tro cualquiera, no habría visto más awc obstáculos, i.elioros ^
<liíicultades.le.
^De Gualcho, se dirigió Morazán á San Miguel, donde restable-
ció el orden, asegurándolas propiedades de sus enemiiros, que s-
hallaban amenazados: conducta mu v diferente déla que obseí-
,
-17-
vara Milla en Comayagua. Verdad es (juc á Moinzán n»» lo »]irioía
mngán cura como Irías, sino su amor á la libertad v á la pa-tria.
El ejército vencedor se hallaba com])letaniente destiT>zado, ytan luego como llegó á San Miguel, comenzó á reclamar el i»agode sus sueldos; los nicaragüenses, que servían voluntariamente,pidieron su retiro, j no fué posible negárselo, pues con muestrasostensibles manifestaron deseo de regresar á su país
Morazán carecía absolutamente de recui'sos pecuniarios, su
ejército había sufrido mil privaciones, y hasta las alimentos eran
suministmdos por los pueblos del ti-ánsito gratuitamente: si
no acudía con prontitud á satisfacer las perentorias necesidades drsus tropas, estas se disolverían. Se vio, pues, en la necesidad delevantar un empréstito de ^16,000, previa autorizaei<>n «leí (í<>-
bierno salvadoreñaEsta suma fué repartida íntegramente á .*^us ti\)})as, en pre-^^eii-
cia de los mismos contribuyentes.
Mientras tenían lugar los sucesos i-eferidas, el coixmel Montúfar,
llevando adelante el plan de Arce, asediaba la caj»ital del Salva-
dor, que no obstante estíu* sitiada por numerosiu^ fuerzas. Imcfa he-
roicos sacrificios para defenderse,
Al tener noticia Mcrntúfar del fracas^^ de Domíngur,.. v...ióá
San Miguel al General Arzu para batir á Monizíin y evitar que•este acudiese en defensa de los sitiado.s.
El ejército hondureno se había reducido notablemente jior
causa de la retirada de los leoneses, de que ya se ha habladaPor lo qne no }x)día Morazán empeñar una acción contra unenemigo cuatm veces más numeroso, y con trojias tan tral»aJ4idas
por los anteriores sacrificios.
Con objeto de reori>anizai-las, se retiró de San Miguel, dirigién-
dose á Honduras: llegó á Tegucigalpa, engmsó las lilas de su ejér-
cito y volvió sobre San ^ligucl, cuya ciutlad había tx'U]»ado
Arzú durante su a\isenci;k
Este liltimo jefe, por razones que no entra en nuestro proj>ó-
sito analisar, no se atrcvió á em]H*nar una acción ei^n Moraz^in. ni
quiso acudir al cuartel general de Mejieaí'"- «l-^nJ.- Aí..iitñfar <,•
hallaba en situa'íión bastante crítica. (1)
Arzíi se retiró por la villa de Usulután, con inicnciuii «i.- |'a>ai
al Departamento de Gracias y huir j>or la sierra á (ruatemala:
pero Morazán comprendieiulo el objeto de aquel movimiento, le
I
(1) Véanselas Memorias del General Don Miguel G. GraJiadi.t$
págma n^l
— IS—
(•ort() la retirada.
Arzú dejó en aquellos días el uiaiido de si^ fuerzas, touiáu-
dolo el Coronel Antonio Ayeinena.Cuando la vanguardia del ejército federal lleg*aba á ocupar la
margen de un arroyo profundo, Monizán salió á su encueiitro arro-
llándola y h 'ciendo rpic sp arroj.'tse <'n <d llano donde se eivontra-
ha la retaguardia.
Ayeinena quiso ini))edir á Morazán el paso á la hacienda d<'
San Antonio, donde comienza á elevarse la sierra por la que se pen-
sab i letirar; pero el veiicedoi* de Cxualcho, más hábil y deno«ia-
<lo que aquel jefe, ocupó la uiencionada hacienda, merced á la ma-niobia referida. Ayeinena deliberó Unía la noche, y al amanecer del
siguiente día, pi'opuso á Morazán una capitulación, ofreciéndole en
tregarle todas las armas y (piedar preso, con sus principales jefi^
y oficiales, á disposición del Gobierno de Honduras. Morazán acept
estas bases y la capitulación fué firmada.
Pero si Morazán era grande en el camix) de batalla, si en me-dio del cond^ate se le veía sereno yarrojailo arrostrarlos nuiyores
peligros, era mucho más gri nde cuando el triunfo coionaba sus
esfuerzos y acudía personalmente á soc< rier á los heridos y á
consolar á los prisiíncro^. Ayeinena tuvo ' rasión de recono-
cer ttsta verdad.
Cuando creía que se encontraba |)reso y »|Ue iba á si-r conduci-
do á Honduias. como lo fuera Herrera a (iuatemala, el propio Mf)
lazcin le dio la noticia de que le dejaba libre con todas sus tropa-
[)ero la sorpresa del Sr. Ayeinena debe haberse conv^ertido en ad
miración, cuando el caudillo liberal le suministró el dinero suficien-
te para (]Ue pagase á sus soldados el sueldo t[ue se les delna, conce-
diéndoles, adenuís, por una graeia, lo (jue cada uno pidiera.
Esta era la conducta <|ue el General Morazán obsei-vaba con su
prisioneros de guerra: con<lucta tanto más digna de eneóndo, si
se recuerda cómo fué fritado él por Milla, en circuntantias
t'nttM'ainente distintas y n\ucho n);ís desfav()ral»les para el milita
«[ue faltai'a á su palabra, haciendo ])i-endei- al uíisino :i duic n (íídi
gaba pasaporte diez días ánte-^.
Ayeinena correspondió njuy mal á aquel aeto dt* generosidad.
])ues en el deseo de llegar pronto á Guatenuila, se adelantó consus jefes y oficiales unís adictos, abandonando sus trojms ásu pi-«
pia suerte, las cuales cometieron en los pueblos por dond«^ ])asa
ron, toda clase de excesos y hasta un asesinato. (I)
(1) Mein(tria>v d(^ Mdia/.'In — Resfua de Monjúfar.
— 10—
Aun antes de que Morazán venciera á Aycinena en >;,.. .;.„...... .
Montiifar capitulaba en Mejicanos, el 20 de Setiembre de 1.S28
Este jefe, de sitiador se convirtió en sitiado, y de vencedoren vencido, gracias á la abnegación y patriotismo de los salva-doreños, que sin armas, sin pan y sin agua, st)stuvieron el sitio
alentados y mantenidos por sus mujeres, esas valientes bijafe delpueblo que en más de una ocasión han imitado la conducta heroi-ca de las mujeres de la antigua Gi-ecia. (1).
Morazán se cubrió de gloria con el triunfo de San Antonio, al
cual se debió en gran parte el desenlace de la guerra, sienrlo al
enti-ar á S. Salvador, objeto de verdadero entusiasmo y sinpatíapor parte del partido liberal, que lo vio desde entonces como al li-
bertador de la pati'ia.
Barrundia, el Presbítero Delga<lo, Molina, Ciálvez, etc., etc. se
pusieron en relación con ól y le aclamaron como el único llama-do á salvar a Guatemala de la opresión en que la tenía sumergi-rla la teocracia-
111.
Apenas vencedores los Estados del Salvador y Honduras,los ánimos comenzaron á exaltarse, temitn.jn una un. xa in\:i-
sión de parte del Gobierno de GuatemalaArr;e, que en 1820 despojara del mando <!.• aqiní Kstauo m jtir
don Juan Barrundia, reclamaba ^«nvano la presidencia de 1h
República, que le Ijabía usurpado el vice-presidente Be!ti*anena,
al lerminar la campaña.Don Mariano Aycinena, que á las bayonetas del pit^jíio Arce,
y no al voto espontáneo de los pueblos, debió .<u elevación al
])Uesto que ocupara Barrundia, le pagabii con la ingratitud y ci
desprecio. jCosasdelos serviles! ;Así expió el incon.secuej * \-
ce sus crímenes políticos!
Aycinena que habia dominado al Presidente, no podía niouu.^
que dominar á Beltraneiia,cou <|uien estaba em})arentado. De e.sta
manera la autoridad íederal y la de (íuateuiala, .se liallaban
en las mismas nuinos, y el círculo ari.strocí ático que tanto tmbaja-
ja por la anexión al Imperio de Iturbide, dirigía á su antoje»
(1) Las causas que ifluyeron en la rendición de Mejicancs, no
au?enguan la gloria de 1« -s salvadoreños poi* su patriotismo eno—7* — eesta ocación.
— 20—
la política (1)
Bajo el régimen absolutista de los nobles, la situación de Gua-temala era en extremo deplorable. ;La dictadura encubierta conel velo de la Constituciónl En consecuencia, muertas las liberta-
des públicas: la pi*ensa opi-imida por una rígida c^ensura, toda
asociación prohibida, la más ci'uel intolerancia relioiosa, los acto-
de la \ida publica y privada fiscalizados por el clero; todas la
obras científicas que pu»lieran ilustrar reducidas á ceniza: uncuerpo organizado de espías pagados en continua actividad,el pue-
blo en la más degradante ignorancia practicando aquel probervio (i
los persas que dice: "Besa la mano que no puedes cortar:" pev'
maldiciendo desde el fondo de su corazón á sus* opresores espeí-,
con ansia el momento oportuno de romper sus cadenas. Tal era el
cuadro tristísimo que en esos días |)resentaba la patria guatemalteca
Mientras tant(j, el círculo aristocrático dominante, en estrecb
unión con el clero, atesoral>a la.s riquezas (pie pudieran emplear>t
en bien general de la Nación. Y para ahogar el «lescontento de la-
masas contra un Gobierno completamenU- desprestigiado, aeu«lía a
los milagros, al pulpito, al confesonario y procuia)>a distraerlas
con i-idículas ceremonias y procesiones. (2)
Pero el estado efervescente de los ánimos se manifestó ti 22 d<
Mnero deI(S2í>, con el pronunciamiento de los antigüenos contra »1
Gobierno de Aycinena.A ese luoviniieiito contribuyen ni algunos libeiidi's que no ha-
llan sido desterrados, entre ellos, el Dr. Dn. Mariano Gálvez, (pi-
<(' encontraba á la sazón, reconcentrado en dicha eiudad(3)
Esta eni la situaei(>n cuando» el vencedor de (fualcho, autorizad'
por los Gobiernos de IIon<iuras, el Salvad(^r y Xicanigua, et>menz< >
á levantar el ejercito que debía marchar contra (iiiateTnala.
Moi-azán oruanizó una fuer/>a de 2,000 hond)i puso en
(1) Don Juan José Aycinena, primo hermano de don Marian»-
y aun este, fueron los principales autores de la anexión á Méxic»
Véase la Biografía del primero por don José Milla, publicada enLa (íaceta.
(2) Para dará conocei* los medios de (pie Aycinena se valí,
para levantar sus ejércitos, publicamos bajoel nÚT«i'M«> 1: «n^» «nr';.
suya, dada á luz en San Salvador, desde 1828.
(8) '^Dou Mariano iíalvez, uno de los })rincipale> jetc.< <l(i \kiv\i
(lo fid)re, y talvez el más activo y diestro entre ellos, fué el alni;
de ese nioviniiento rcvolucionario que tuvo lugai" <'l 22 de-enen-
ele " M.MU.,r¡,M^ .!.> r, ÍH-;n,;u1..<. p^g. 247.
—21—
marcha, lleiiando en })oc()s días liasta Corml de Piedra.
¡Cual no filé la inquietud de los serviles al tener noticia de que^íorazán se liallaba á pocas leguas de la capital!
El Gobierno hizo inútiles llamamientos á liis annas, liajo
severas penas, ex|)¡dió })r()clamas ])resentando á Morazán como ;i
un homl)re lleno de and)¡ción y de envidia por (hiatemala; di-
jo que el localismo imjtulsaba á este ilustre patriota, )* colmó deinjurias y de amenazas á los lil)eralcs que auxiliaran sus openi-
(íiones.
El clero, por su })arte, empleal)a todos los ardides y ]»runó>tk-os
(pie desde el fondo de los claustros, salían, en otra éjioca, de los lá-
l)ios de la madre Teresa, para seducir á las masas itriu)rantes y (obli-
garlas á deíend(?r á un Gobierno odioso*
Este decreto emprt^stitos (pievdgunos de los mismos nobles re-
chazaron con energía, y en fuerza de amenazas, logró reunir un(^j(^rcito como de 2,000 hond)res más dispnestc»s á la deserción queá la lucha. (1)
No había entre los jefes serviles uno solo que inspirase confian-
za y amor á sus soldados. Cáscai-a estaba comi)letamente despivsti-
giado: y además, los serviles n(^ tenían confianza en él. Arzú ha-
bía dado muestras en la campana del Salvador y Honduras de noser ca])az de enfnmtarse con ]\Ioi-azán: Domíngutv. y Aycinena ha-
bían sufrido vergonzosas derrotas y Montúfar se hallaba preso enSan Salvador. ¿Quién 3ería, pues, el jefe (pie condujera las huesti's
(•(Hiservadoras al campo de l)atalla? No quedaban mááque Aycine-
na, Pra(h), Pacheco, Domínguez y otros hombres ]>orel estilo. El te-
rror de los serviles llegó á su colmo, y la mayor parte de ellos s*»
i'efugi() en el interior de hw conventos. (2)
La capital h\6 f()rtitic:,ida apresuradamente |H>r tivs líneas de de-
ftMisa construidas á manera de barricadas.
FÁ ejército de Morazán que había recibido la denominación de"Ejércit-- aliado protector de la ley," llegó, como hemos dicho, á( '(^rral de I^iedra, donde se le unien^n varios [)atr¡oti\s, enti-e ellos el
(reneral Haoul y un batall(jn antigüeno al mando del General Lsi-
doro Saget.
Al mismo tiempo fué ocupada la hacienda de Azeituno por unacolumna salvadonMia dv 1000 hombres, al mando del c(>ronel Ter-
l-elonííC, la cual l¡;d>f:i <!.].» iMi\i;it1;i ron :int.'rinrld:id i>:ir;i ..i.«'r:ir
])or ese rumb(\El General Nicolás lúioui, <h-.íjv) "
,'
* -i
(1) Memorias del Gral. García (jraiiados, pag. 24.3.
^2) Memorias citadas.
_ —22—
del ejército. Morazán obró con acierto al emplearlo, pues aquelilustre militar le fué de grande utilidad. (1)
Morazán se situó en Pinula y envió una división al mandodel coronel Cerda á tomar el pueblo de Mixco, con el objeto decortar esta salida á los serviles y de evitar la introducción del aguaá la capital.
Al mismo tiempo se dirigió con una parte de sus fuerzas á la
Antigua, donde estableció un Gobierno provisorio compuesto dealgunas de las autoridades depuestas ]K>r Arce el año de 26.
Durante la permanencia de ^íorazán en dicha ciudad, Cerda fue
batido y derrotado por una división guatemalteca, al mando del co-
ronel Pacheco, el cual se apoderó de Mixco el 18 de P'ebrero de
1829. Morazán atribuye á ineptitud y cobardía de Cerda el triunfo
de los serviles. (2)
En el acto que el General en jefe tuvo noticia de la derrota dr
Cerda, volvió á su cuartel general de Pinula, donde permanecióalgún tiempo, y deseoso de llamar la atención del enemigo, por di-
versos punios, y al mismo tiem)x> en la necesidad de pedir recur-
sos é instrucciones al Gobierno provisorio, mai*chó de nuevo á la
repetida ciudad de la Antigua.Pastando allí el dia 6 de Marzo subsiguiente, supo que Paclieci»
había salido de sus fortificaciones de Mixco para batirlo. Marchó á
su encuentro, pero habiéndole asegurado los espías que el enemi-go llevaba otro camino, r(*gresó, dejando al coronel Terrelonge al
frente de una* división.
Las fuerzas de Terrelonge y las de PacluHio se encontraron en el
¡meblo llamado San Miguelito; rompióse el fuego inmediatamen-te y después de un cond)ate sangriento, fué derrotado este último.
El buen éxito de esta acción se debió en gran jnirte al arrojo y de-
nuedo del ííMÚente coronel Corzo, (3) comandante de un escuadrónde caballería, quien en los momentos en que Terrelonge se conside-
raba perdido, cargó contra el enemigo, destrozándolo }X)r conqdeto:
y á la falta de un jefe hábil que dirijie^e l:i b:it;dl:i. ]^uo< Pacheconi siquiera la presenció. (4)
Morazán, que había tenido noticia de (pie Terrelonge se estabn
batiendo, \\\7á) cuantos esfuerzos ])udo por tomar })arte en el com-bate, })ero él mismo dice "que solo llegó á tienq)o de premiar el
(1) Morazán, liaciendo realzar su modestia, confiesa en sus Me-morias los luéritos de Raúl v h>s servicios que le prestó, páu". 46.
(2) Memorias de Morazán, páh. 46.*"
(3) Corzo era quezalteco, Morazán lo elogia en la ])ág. 47.
(4) Memorias del (tí-mI. G. (iranados, pág. 251 v 252.
-23—
valor, socorrer d los heridos y proteger á U)s i)risioncro.>."
IVi.si-
guió á Pacheco hasta Sumpango y al día siguiente ocupó el pue-blo de Mixco que aquel había evacuado.
Las tropas de Pacheco entraron derrotadas á la capital, y el Go-l)ierno de Aycinena, comprendiendo lo crítico de su situación, man-dó proponer á Morazán se celebi-ase una conferencia con la media-ción del cónsul general de las Países Bajos, para tratar de la j)az.
Los encargados de Aycinena conferenciaron con ^[orazán en la
hacienda de Castañaza; pero nada pudo arreglai-se para terminar la
guerra, continuando las hostilidades.
Morazán envió una división al mando del coronel Jonama álos Departamentos de los Altos, donde obraba don Antonio Jost-
de Ii"izaiTÍ, con fuerzas de Aycinena, y j)ai*tió para el cuartel gene-i-al.
Al pasar por las Charcas, el lo del propio mes de ^larzo, oWei vó(jue una fuerza guatemalteca considerable, marchaba á atacarlo, a-
})rovechando la ocasión en que la suya se había disminuido.
Dn. Agustín Prado, Mayor general de Aycinena, mandaba a!
ejercito guatemalteco, el cual era tres ^•eces nuls numeroso que el
((ue Morazán tenía en esos momentos á sus órdenes.
Pero el entusiasmo del ejército aliado, que en esos días se au-
mentara con el trimifi» <1i' í>;in ^^ig^<'lit<>. nn í>\;i^:t^•^ «'M l-x {]];<
del de Prado.
Este contaba »/<ni Li<>[);i> íol-zada^.' uv>rn>:i> <i»' \«-i>»' iiDit'v
de un Gobierno conq)letamente desprestigiado: ninguno de sus je-
fes le ins|)iraba conlianza y ardimiento: entre tanto que ^íorazán
con solo su })resencia animaba á las suyas y las hacía marcharserenas al cond)ate. De no ser así, los guatemaltecos habrían |)e-
recido antes que rendirse. Pero ¿de qué no creían capaz al quehabía vencido en la Trinidad, Gualcho, San Antonio y San Mi-
guelito?
¿Como no habían de temer al ({ue abatiera las armas de los je-
fes más afamados del i)artido de la aristocracia.?
Prado hizo abanzar o< >0 hombres de infant^^^ría contra Morazán,mientras tanto que el grueso del ejército y toda la cabídlcría, au-
mentada por un gran iiúmci-o de csntM'tadorrS. (iili'daba f>«nii:id.t
<'n el Valle.
Los (TlUatenialteCO> l<»iii|>nH'ii «i iu<¿:<'U hkíhf iii>'<h m.-n. i-i
cual fué contestado á i)ie linne iK)r los salvadoreño-s. "Can.sado deaguardar que se a].)roxima8e el re.st<> de la infantería," (dice ^íora-
zán en sus ^íemorias,) "'y toda la caballería enemiga que conti-
nuaba guardando la distancia en qu^ .se había colocado al princi-
pio, li ice mareliar dos compañías de caza<lores }x>r el flanco dere
—24—
clio y tirar algunas bomba?. Estas causaron muchos estragos en
la caballería y á las primeras descargas que aquellos hicieron,
avanzando siempre sobre el enemigo que peleaba, éste huyó y el
resto siguió su ejemplo sin hacer un solo tirt-»r l^á caballería lo
imitó volviendo .caras, y la nuestra, aunque en pequeño námero.cargó sobre esta confusa masa de hombres que huían sin motivo,
liaciendo un terrible estrago en todo el valle y centenares de pri-
sioneros. Los que no lo fueron, entraron en la plaza en gran de-
sorden y no hice un esfuerzo por ocuparla aquel día por esperai-
tpie se incorporara la división que obralja en k)s Altos."
No podía desearse un triunfo más completo; así fué que para
conmemorarlo, el batallón quí> 1<> obtuvo recil>ió el nombre de
"Batallón Charcas."
Morazán se dirigió al día siguiente á Azeituno donde pennanc-ció algunos di as.
Allí tuvo noticia de la división que había enviado á los Altos.
Su comandante, Jonama, le escribió diciéndole que los pueblos
exasperados por el excesivo rigor de Irizarn, se habían levantado
cíontra él, entregándole prisionero con sus jefes principales.
A esta noticia tan favorable, acompañaba otras alarmantes.
Decía que con motivo de dar muy buen trato á los presos políti-
cos, en virtud de las órdenes de Morazán, un oficial luibía su-
blevado j)arte de la división, pretextando que él, (Jonama) se ha-
llaba en connivencia con los enemigí^: aseguraba además que la
viruela había cundido entre las tropas, por lo (pie se dirigía conellas á la Antigua.
Morazán temió que esta epidemia continnin:"-' ri ^•'•^•> .-1 eji'í-cit»»
y que este se disolviese.
Tomó las medidas necesarias para evitar lu propagación de a-
quella enfermedad; pero no quedo satisfecho }>or no haber encon-
trado la vacuna.
Pensó entonces en dar un ténnino honn^st) á la guerra, y soli-
citó del Cónsul general de los Paises Bajos, que niedia.se jxira ce-
lebrar otra conferencia.
Los tres Estados beligerantes nond)raron sus comisionados y la
conferencia tuvo lugar en el sitio llamado Ballesteros.
Morazán representaba á Honduras y Nicaragua, el General Es-
])inosa al Salvador, el señor Arlx^u al vice-Presidente de la
República, y don Manuel J. Pavón á Aycinena. Este último a-
l)(>yado por el mediador. General llever, i)retendía que .\íorazán
retirase su ejército á la Villa de Ahuachapán. Por supuesto queesta proposición no fue neeptnda.
3
5:,—
en Guntf
Pero los toiii(;rcs íuii(l:i(]')s (jiu' ]\i' :
disolviese el ejercito, le ílec¡<lieron, á los pocos di; t-
otra conferenoia,^ á 1:1 eual eoncurrieTon las mism.K i.ir- .aa>.Además, oedia i\ un sentinuento jíeneroso: i'l í|nenn •vitMr In
efusiüWe sangre y todos los desastres eousiguit;!de la plaza por medio de las armas.
Los serviles vieron talvez, en la conducta del héroe de (jualcho,lina muestra de deb;lid;¡d y rec liaz.-¡r(.i¡ !.••. !,.<..< ,...,.,.,,...,.,.'
por el y ]X)r Espinosa.
"Estas bases están concebidas cii vÁ mu i mi
1. ^ Establecer un (íobierno ])rovisorio
puesto del mismo jefe G Mariano Aycinemi. (\ M.ri-iM. I
(xeneral Francisco ^íorazán.
2. ^ Los dos Ejércitos debían reducii"se al numen) de mil Ihuji-
l)res, y comooncrsc m iíjn.-dcv o.-n-tcs d.- t.iinri-nf.lf. ><..,.; x- «.-..],.._
dórenos,
o. Jlíl tivMMviiH» i 'n >\ i.-^ >i n> <K-iu;i 1 11 > I ;i 1 ¡u'x ' C 1 1 l'lllUlaN rjl-
trar después á Guatemala con a(piclla fuerza, destinada á *hr res-
petabilidad al mismo Gobiern- el <Sr(leii'
tado.
4. ^ Un olvido general ]>or lo pasadoi'
Se comprende por estas base^;. cual era la ..... ... ,<,,, ,,. .,.,...,..^„,
y ellas, lejos de revelar debilidad, ó falta de energía, j»onen de ma-nifiesto la generosidad del que no dudando, jH>r los ti'
obtAíuidos en San Migneliti» y las Charcas, el estudo de :,
•en los jefes y soMados que defendían la pln/^a, es|>en»^
ñu de la campafia le sería favoiitble.
Si Aycinena hubiera aceptado .este- arreglo, Moni;íán iiabn'a
ocu})ado la Capital, restablecido el órileu yo rgaiiizado m» i ;..!.:....
no liberal por medio del voto espontórieo de los j»ueh!. >~
Desde luego que el partido servil habría cpu-daKoido, puesto que se hallaba completamente <lesprtíst¡giado.
])ueblos no le hubieran favorecido con sus sufn»gi«»s: ]"K'r«> .<c ha-brían ahorrado d(\s cosas: la huiuillacióu de rcu«lirse |H»r una ca-
]>itulación ({ue acusa falta de valor y tíe energía, como se verái. iís adelante, y los desastres v el derramamiento d,> ^..inrr.. .i..
los dias 8, 9, y 10 de Abril Ellos, además, hubier(•(ím})leta libertad, puesto que en el artí •' f
ba l^fi olvido fit^iinrol por lo posaih».
Cuando el G.ruandante de una phiza cuenuí coa los clcnuiiit».-
ne;'csíiri(Ki para ílcfciubTla, cuando el entusia-mo y desición ílc
.-^us tro])as están prcdicien<lo la resistencia (pie o|>ondráM ¿i'
eiiciniL»"'^. 1^^ ii.itiir.il, iiinv ii;iíiir;d r<'fli;r/;ir or»>n<)sir¡ou«*s ri*iv.
— 20—
íü^dí' Monizán: ])ero cuaii'i' -rcito ha manifestíido su des-
conteiito yendo forzado al CíHübatc; ciiaiido los jefes priiieipab -
lian sido vencidos casi sin esfuei'zo,* c<^)mo lo fuera el niav^
general Prado; cuando los pueblas han hecha ver c*on denios-
fVadones evidentes í[ue desean la (íaída del gobierno que 1(>5 rige,
corno sucediera con el pronunciamiento de la Antigua y la rc-
\ (alucian de los Altí)s que se lanzarían sol^'e Irisarri: la obsti-
nación en no acej7tar arreglos tíui hoiu'osos como el que Mom-zaii proponía, demuestra que se trata de defender á tcxla eost;
mía causa puramente personal, y que para sostenerla, na se v;i
cila' en acarrear al país todas las calamidades de la guernuPero aun en este caso, si Aycinena hubi-^ra lucl>ad<3 liasta el
último momento, si hubi ra muerto al pie de las triuiilieras com;>
un vajiente general, la historia le culparía por sas errores políti
eos, pero le concedería al fM''í"'< ^' '.'i— í-! -K.l ..i,.. ^.. ....... oí, -u,
muere con honor.
No fué asi; Aycinena recliazo las pioposiciones üe Moraz in
]> ir i sjlicitir dieá días m i< tirl-.on aiiirr*). itna capit;ilaciÓH
dictada por el temor.
Pesa pues, sobre el Sr. A^>» .¡i. ..,», > ->» [.<*. i. ../, ». i^ -^.v^isabi-
lidad por la sangre derramada en nuestras calles, sangre (^ue el
vencedor de Gualcho trató de ahorrar por cuantos .neíUas estu
ieron á su alcance.
Al fin llegó de los Altos la 1. * «livisión, reorganizándose en 1
Antigua, donde se preparó paia it^^v..!...,- .^ive ^^ ''pital. c"' ^
correspondiente artillería"
Don Miguel G. Granados dice t-n sus memorias, con ret'creucia ;t
las líneas de <lcfenza (pie guarecían la Capital:
"La piimera ó esterior com])rendía por el Sur, lo ([ue era eon<
•ido con el nombre de Buena Vista, esteiidiéndose por el Oeste ha-
a la Barranca del Incienso y )x)r el Este hasta mas allá delaBaí.in([uilla. Del Ih»Io del Norte, la línea se trajo sobre las onritM
Icl Golfo y de Chinautla, formando así un pei'ímctro de Nor-N(>
deste á Sur-Sur Oeste y de tres cuartos de hígua de Este á Oest'
En cuanto á las dos líneas interiores, de las cuales solo la cercan
á la plaza (juedó concluida, consi>tía en un <'0rdón de barrica<l;
y parapetos llamados aípií inq^ropiamente trincheras"
Raoul concibió un plan para tomar la Capital .^iii derramamiento de sangre. Este plan consistía en hacer creer á Aycinena, p*»
medio de espías, que iba á partir para el Salvador una fuerza <i
1,000 hondires, con el objeto de sofocar una revolución supuest,
llamar al mismo tienq)o la atención de los sitiados por el la«i
de Buena Vista y el Incienso; y en el momento en que el cnemig
«revese que se le iba á ai*i-ollai' por su derec-luí, v a^ ^
mayor parte de sus fuerzas hacia el rumbo indicado, penetral* po'
el potrero de Rii)>io á Santo DoniiniiO y ocupar durante la i^ '
:
Ciuílad sin disparar un tiro.
Morazán aceptó este plan, y el dia .siete de Abril, comenzó áp»-
nerse en ejecución.
Raoul con toda la cabalkría y dos conpañías de infantes, fué ;
esplorar el campo (pie se halla al frente de Buena Vista, Uaiuan
do hacia aquel punto la atención de las .sitiados y liaciéiulolescivt*r
que iban á ser atacados, lo que produjo en ellos la alarma ijU
suponía,
Al dia siguiente, (8 de Abril) Raoiil volvió con tres divi.sion»^
de infantería y toda la caballería y artillei-ía, y ilesfilan<lo a.
frente de las fortitícaciones enemigas, .se dirigió por el camino del
Guarda Viejo hacia Mixco, dejando parte <le e.stas fuerzas en Saii
Fedro las Huertas. Esta maniobra tenía por objeto hacer creer a'
i-nen^iigo en la supuesta marcha á San Salvadoi*. de 1.000 hombre-
Por la noche, Kaoul regiesó á San Pedro, ilejando frente á ];.
garita de Buena Vista 50 caballos, iiO infantes y una banda, para
mantener el error del enemigo, de que ¿ba á ser >-^l^.-;l'> p-»»- -n
derecha, por medio de una serie de falsos ataqu« -
Raoul tenía orden de ocupar la misma noche, con la mayorparte del ejército, la chacra de Smto Domingo y con este tin
mandó ú las doce al Ingenien* en Jefe, jí que practicase las ojM'iit
cienes necesarias para facilitar hi ip archa.
Raoul envió adenuis, el escuadrón Chairas, á las lO^Í reuniíN
on Azeituno con la división que ocupaba dicha hacienda y qu-
se hallaba al mando :lel Coronel Gutiérivz, á (juien se dio orden <1»
<pie obrase esa misma noche por el lado de la garitd de Chinautla
Extraviado el Ingeniero por los guía.s, en vez de ocu}>ar el
p^itrero de Rubio, .se dirigió á otro de un señor Conde, y desjuT-
tando las avanzadíis ene!iii<jas aruínció su preseiuia en an lol
punto.
Si no hubiera sido este uiciaentc, que no se sai»e á que ainonn*-
lo, si á traición ó eri'or de los guías, Moiasán hubiei-a tenido la
gloria de ocupar aíiuella misma noche la ciudad, .sin derraiiim
una gota de sangre; pero llegó el amanecer del día nu» vr- >in ni»
el plan de Raoul hubiese podido llevai-se á caho
Sin embargo, las operaciones 3' el ai'did practica. »- ...^. .--.. ,.-
el enemigo retirase la mayor parte de sus fuerzas, que tenírf del
lado.de Chinautla y el Colfo y las aglomerase en la Barran» piil la.
Buena Vista e' Incienso, fací litámlo.se asi la éntrala á la ciudad
yo laquellos puntos.
—fs-
Fi'ustrado el pUm de Raonl, en cuanto á la ocupación de la ciu-dad, Morazsn tomo una resolución iniprevistíí, suponiendo qu(^
(iutién-ez se hallaba empeñado ya en un combate por el lado d.
la garita d^ C hinautla.
En el acto dispuso atacar la Barraníjuira, 3' mamló replegar su-fuerzas sobre San Petlro las Huertas, rnienti-as la artillei-ia ocu-paba una posición elevada y ventajosa.
Raoul recibía sus órdenes sobre las circunstancias y las comu-nicaba al ejército con activiilad v exactitud.
Morazán di6 á Raoul la orden de h cer avanzar sobre la lín.
desperación varias guerrillas, al mi>?mo tiempo que la aitillevi
disparaba. Esta operación fue veritica<la en el acto.
El enemigo se cf)ncentró en el punto atactulo y parecía est;;
dispuesto á la resistencia; pero Moraz in <lió orden de tomar las
fortificaciones, cunhjinera que h}v<r v,\ ol^stáculo qno se opusie-i"a.
Mienii'as lanLu, d c<M-(»nei «iun<*iiez, que durar:te la n<>che li;i
bía salido de Azei'uno, llegó al frente de la garita de Chinautlpasando por (d "Molino di- la Merced", situado á la derecha <1
camino viejo del mencionado pueblo, y después d«' iv»» <-Mn>1,Mt».,
<iue murieron 14 hombres, se apoderó de ella.
En seguida n>andó una parte <le su división ai munio aci
teniente coronel Peña, á tomar K garita del Golfo, cuya ocupaciónU(¿ obtenidií sin muchos esfuerzos. Hiz ) a\anza»' la caballería
por la calle de San José y con el ri'sto «le la rlivisión, atacó el c»'i-
ro del Carmen, que se hallaba fortificado y defendido por fuer/:
de Aycinena. Luego (pie fué tomad», este punto »le apoyo, por el
propio coi-one.l Gutiérrez, dejó en él con un batallón al teniente
coionel Villaseñor y se dirigió hacia el convento <le la Merced(|ue ocupó después de algunos fuegos. De nquí marchó Gutiérrez
á la plaza vieja, donde hoy se encuentra nuestro Teatro del Co-liceo, habiéndosele reunido el eoi-onel Peña, que dejaba ocupadopor parte <le sus fuerzas el Golfo, y el valiente coi-onel Corzo,
jefe del escuadrón de caballería, de quien se h;i hablado, el mis-
mo á cuyo denuedo sedtdáera en gran parte el triunfo de Sh'^
Miguelito. De allí mandó Gutiérrez á ocupar Santo DomingaCapuchinas, precisamente en los momentos en (|ue Morazjín ataca-
l)a la garita de la Barranquilla; de suerte (pie el enenngo se vio
batido por vanguardia y retaguardia y al apercibirse de esto,
comenzó á desorganizarse, desocupando bien pronto la línea d.»
operación, sobre la cual se arrojó el batallón número 7 al m;
do del coronel Hueso, de orden de Morazón.Desde -ese momento la resistencia fu« mu}' débil por parte
—2!)—
los sitiatlos, qiic al).!nuniiMr()n hasta la '2."""
Kii. ;í, •iitraiidoplaza en completa coiifiisi()n y desónlen.
Morazán úió óváan á su ayudante de campo, Pedro Molina, (!•
hacer avanzar la caballería en h'nea recta contra el enemigo; perMolina desfiló al frente de lasfortifi -aciones con dirección a Buen.Vista. Así fué como los sitíalos pndi'-ron t's(*a]i:;r ':'"•; - ^
ta la 3. ^ línea.
Luego que Morazán entró en la ciutlad, mandó .»cupar 8aiiFrancisco y la Universidad, en cuyo asalto ninrió dorios;!!!!.!!!.
el teniente coronel Villacoita.
La 4. * división ocupó todas ' - ..
,
tificaciones enemigas.
Moraznn había dado orden de oue no so iiieiese íucgo, suiu «
caso de muclia necesidad: pero el propio Raoul dice en su pancircunstanciado (|ue dirigió al Gobierno del Salvador: *' el arro
Jo no pudo s »meterse á las reglas de la prudencia, }' en este cniibate, contrario á las disposiciones del General, que fué sin fin c» >
nio sin resulta lo, hemos tenido 4 muertos y 1<S heri<los, entre 1<
últimos el teniente coronel Hueso y el capit.»n Joaquín Gun)án con otros oficiales.
Quedaban pues, en poder del "Ejército aliado," la Parroqni .
Candelaria, el Ci'i'i'o, Sto, Domingo, Universidad. Capuchinas, B.;
rranquilh», San Francisco etc.,y la> fii.'i/;is d.- .\\ .ii!,!!;! r.-dicid.i
al estrecho círculo de la Plaza
La posición de Morazin no p."iia -i mi^ \riii;ij..-,i. |Min ^u i
q'Metud era grande á causa de que una 4. * parte <lel ejército >
líaliaba en la iuj posibilidad de obiar, por carecer de piedi.
chispa, que se habían destruido.
Ksta circunstancia le obligó á operar con mas lentitud «le la *\u
d- s aba. Ordenó tpie las fuerzis ocupasen sus cuarteles y qm- i
hiciesen fuego sino en caso de nuicha necesida«l; i>ero al d
guíente (diez de Abril) los comandantes de ilivisión hicieron ui i.
par las lK)ca-calles por sus avaii/.adas. y se rompió de nuevo <
fuego, sosteniéndole tenizmente por ambos eje'rcitos.
Advertido Moiazin, temió (jue las piedras que se hallaban «'
buiMí estado se destruyesen y se deci«lió, por una de a<iuellas res«
luciones que sabía pon«'r «ji oi/k» Ir;» con lai.id.z :Í d>Li- »•>..• ml-i:
día un ataque decisivo.
Al efecto, ordenó en rl arh» a ti kmh «jUr mauo.i^f iiMii.ii i. I 1.
las manzanas que se hallaban entre los punto;? de apoyo ocup.
dos por el ejé)cito. y la plaza del Sagrario, :i
decisivo á la plaza mayor.Mientras Raoul dirigía aquellas openiciou-
—80—
Aycineria atacruuii ."lan j j hih:Í^«:«j, ctuí iiiu^-iiuiuii de abrirse un pa-
V. pero Morazán estaba allí para dirigir la det'enza de aquel im-
portante puiito de apo\"o. Cuatrocientos infantes y sesenta ciiba-
llos, couiponían las fuerzas que por las cuatro calles convergente-
á la iglesia de San Francisco, desembocaron rompiendo el fuego
con denuedo; pero las tropas de Morazán lo contestaron con no
menos energía.
El General, situado en una trinchera que se había mandadoconstruir, daba sus órdenes con la sangre fría con oue acos-
tumbraba hacerlo en tales momentos.Las fuerzas de Morazán, colocadas «obre Ihs iglcMas d. .^an
Francisco, Santa Clara y Tercera Orden, hoy A«lininistración de
Correos, hacían fuego nutrido, deteniendo el ardor del enenng«>
Al fin este se vio obligado á abandonar la temerMria empresa dt
apoderarse de aquellos puntos de apoyo, en los que, puede asegu
rarse, que diez hombres se defenderían contra ciento, y volvió á
ocupar su tercera línea de operaciones, abandcm-rindo al vencedor
4ian númeio de prisioneros y una pieza de artillería, con la qu»
habían causado algún extrago á los aliados.
Este combate, que Rauol cnlitica de temerario y disparatado
3' en el que obrara el eneniigo sin plan, sin tino y sin acierto. n«
sirvió á Aycinena sino pai'a ponei <lo manifi»'sto lo difícil y apu
lado de su situación.
Entonces debe haberse aiiepi;nLÍdo el ¡ele de los .serviles d»-
no haber aceptado el arreglo que Morazjín le propusiei*a en 1;;
conferencia de Ballesteros. Entonces del>e hiiber comprendid-
que una mala causa no puede sostenerse por mucho tiempo; y te
luiendo sin duda que fuese llegado el momento de expiar sus erro-
res p(^líticos y los males que eso-; ervov..< liJ.ÍMn <-mi>.:).I.> :'• Tcn-
íro-América, se decidió á capitular.
Morazán había pensa<lo ocupar ese unsmo iiia la plaza; ]u'i -
los trabajos para tomar todas las manzanas se habían ret»asad<'
y dispuso dar ai^uel golpe hasta el siguiente día. Además, lo-
triunfos continuos que habían alcanza<loen tan poco tiempo, le hacían ver cual era el estado de desmoralización en que se hallaban
las fuerzas de Aycinena, (pie á todas luees, de.seaban la pronta
caída de este Jefe. Espei'aba pues, que la palza se le rnidiesr
in necesidad de nuevas víctimas.
Efectivamente, por la mañana del día 12 de Abril, rec¡bi(3 unamunicación de Aycinena cocenbida en estos términos:
"Al C. General Francisco Morazán, General en Jefe de los e-
jércitos de Honduras y el Salvador.Señor Jeneral.—Creo haber llenaiio jnis deberes defendiendo
_ —81-
el Estado y la capital liasta doiule me ha parecido razonable.
'•Ahora, propongo á Ud se suspendan las hostilidades, ínterin
se arregla una capitulación para la que estoy dispuesto, y esjx*r<
se sirva Ud. decirme el punto á (jue dehen concurrir los jefi-
(juc anunciare al efecto.
'Tengo el honor de oficcer á Ud. mis respetos y consideración.
—D. U. L.—Guatemala. 11 de Ahril de 182Í). Mariano Aycine-
na.
Obsérvese de past> cual es la conducta de los serviles y com-párese con la del partido liberal en los momentos del peligro.
En 182-'^, Filtróla al frente de 2,000 soldados mejieaiios,
sitio á la ciudad de San Salvador, ])ero los hijos de acjuel pml»i.
vigoroso, que defendían los mils sagrados intereses de la }>atri;i.
resistieron de una manera heroica la invación mejicana, y si biep
fueron vencidos por un concurso de poderosas cireunstancias y (1<
adversos elementos, no dieron una muestra de cobardía como hque encierra hi nota anterior de Avcinena.
En 1828, Comayagua fué sitiada j)or ^[lll. . 1 l^i-esident»'
Herrera no solo no quiso rendirse, sino (pu* tiit' necesaria la tnii-
eióii del comandante Fernández, de (pie se ha habla<lo. ]).'u-:i fpi«
la ]^\l\zu fuese (H'U])a(la.
Fn el mismo año fué sitiada la dv S;tii Salvador |..^. , , ,..;.... 1
>rontiifar: pero los salvadoreños no solo no capitulamn, sino qu»
merced al valor y tMiergía con que ivchazan)n cuantas j>roj)<^si<*¡t>-
nes les hicieran, obtuvieron sobre Nbmtúfar, el más glorii>.>i> \
coniplett) triunfo. (1)
Nías tardecí )>artido s< i\ il vuelve á encender la gU'
tiucl Estaih). Mora/án ataca la ca})itiil con 80O hombivs; yjefes .serviles (pie la defe"'Kii! ^.' rin.l.'n \ .•i-..,.n/..<:mi,-i.t«' r
héroe de (lualcho.
Eil 18()rí, la misma pla>::i me siti.nia p-H v ;nreia; jm-im ei *h-im
ral dcrar(lo Barrios, no solo reehaz'S vigon>Síimeiite las huMiillantA-
jn'opnestas (pie Carrera le hizo en las «livei'sas • --íils t\\\
celebraron, sino (pu' manteniéndose tírme en su ; -olo lo a
bandonó (ies|)ues de veintiséis días de des;istros«> fuego, euand-
la mayor paite desús troj»as había mn.if.. \.i \ .M-an his niujen-
y los niños (]uienes defendían los n- i*es incendi;
i\ X. Aquel héroe |)agó bien pnmto >.i >>>',>'.>. i n fra¡l«\ «ligU"
hijo de boyóla, le inmola traidoraniente en anw del fanatismo \
por .saciar la venganza •' '' (* "
'-
Los tnitiulo< hecho- til .. : 1 .. • iieralin»
rl puoblo evitó que se ratificasen, deltiéndone a
— í]-2—
sus más leales y a<lict<)s }»;«! '.^ Li-uaten;alter.
írungaraj. Luna y Oyai-siin.
Se ve pues, míe el ]>artido servil no lia vencido en el caní]de batalla, ni luchado por sus opiniones, con el denuedo, el val«
y la lealtad que siemjjre lia disdinguidt) á los liberales
¿Cómo ha logrado dominar tanto tiem]>o en Centro-América;;Pe qué mistenoso y terrible poder se ha servido j)ara manf nei-
á los pueblos uncidos al carro de la barbarie? jAli! el fanat smointriga, la cabala, la ignorancia de las masas, he ahí sus aimlas más fuei*tes si bien las más cobardes! Si, los serviles luchan cla tenasidad la constancia, laHhii)ocresía y la negra })erfidia de I
sectarios de Loyola. Cuando son vencidos, ]}arecen resignai-aceptan con a])arente agrado las reformas que áiites han comb:tido
;se fingen los más ardientes defensores de las instituciones qi
han llamado absurdas y desmoralizadoras; abauílonan hasta s
costumbres y sus prácticas religiosas, rodean al mandatario y k-
colman de elojios, aplauden sus errores y medidas que causan másdescontento á la Tsaciói»: y entre tanto trabajan sordamente, coi
])iran á la sombra del misterio, y cuando fnicasiui sus smiesti
proyectos, señalan á los amigos del mandatario como á los autoi
<le las revoluciones que ellos solos han tramado. Así es eoniO :
gran la división del partido lil)eral, y cuamlo va lo juzg.
dcbil, lo minan, lo atacan y lo vencen })ara que el ])ueblo, cist»
pueblo crédido y d{\sLn'aciado. caiíj'a d»' inicvo entre In e:irrM fe-
roz del despotismo.
Y así es como han Liimí a-M» >mMih>h-, ¡im es eonio hUikiii ai
¿Cuando será el día en (jue i^xlamos asegurar que ha tennina-
para sienq>reesa lucha im}>lacable entre el partido de las sombra.^
y el partido de la luz, lucha que ha «lividido y (h >i>< da/adc esta
])atria tan débil, tan })equeña y tan desgraciad;
Morazán temió que Aycinena tuviese j)or objen» -;narpara llevar á cabo algún plan y contestó en éstos téiinidos:
"Al ciudavlano Mariano Aycinena^ (Teñera! de las«fuerza> qi
existen en la plaza mayor de esta ciudad.
"Señor General: acalx) de recibir la estimable nota de Ud. (
la que, al manifestaiTiie hal)er cumplido hasta hoy defendicndeste Estado y su capital, me propone suspensión de hostilidad
para arreglar una caiñtulación, á cuyo efecto vendrían dos je!<
por su parte al punto que señala. L.i posición en <pie me hallo, i
me permite perder un momento, ni convenir en otra cosa que i
sea la rendición de la plaza, ofreciendo que se garantizarán 1;
vidas y propiedades de cuantos existen en ella.
"Creo, señor General, que está eu los intereses ile I M y decuantos se hallan á sus órdenes el ado}>tar e.-ti pioposición, pues
—r^n—
tístoy seguro de que los nuevos esfu(3rzos no liarán más que muítiplicar víctimas y desmejorar su situación.
"luengo la honra de ofrecer á Ud. mis respetos v considera
vión.— D. L\ Ij. fcliíi, ut supra,—Francisco Monizán."Como se yé, Morazán no reconocía á Aycinena como Jefe de
Estado de Guatemala y la razón es muy obvia.
Don Juan Barrundia aun no había cumplido su perítKlo cons-
titucional, cuando fué se})arado de hecho }K>r el Presi<lentc An»quien no tenía por la Constitución, como no podía tener, derech'
alguno para ingerii-se en los asuntos- jiarticularcs de los estados. Vsi bien Aycinena, fue electo jefe de Guatemala, esta elección lu
solo era contraria á la Carta Constitutiva, j>or no liallarse en 1.
v)portunidad ó casos designados }K)r ella, sino que se hizo bajo l:i
]>resión de las armas, no pudiendo los pueblos dar exjK)ntán<"a-
mente su voto.
Morazán tenía ))ues, razón pai-a no considerar á Aycinena sin<
como General de las fuerzas que existían en la })laz;L
Aycinena escribió de nuevo á Morazán en estos términos:
"Señor General: Al exitar á 1(1 para una confei*encia en qu»
]>udiesen fijarse las bases bajo las cuales pu<liera ser ocufKula esí;¡
plaza, no he tenido otro objeto (jue evitar la efusión de sangn
y ahorrar víctimas á nuestra })atria.
"Veo con sentimiento que desecha este medio }>ara arreglar
puntos demasiado interesantes á ambíis partes, y me (punía la síí-
tisfacción de haber agotado mis recui'sos á lin <le im])edir los ma-les consiguientes á la guernu Aun es tienqx), ciu<la<hino General,
de poner término á estos desiístres, cuya resjxínsabilidad nopue<le
va pesar sobre el Gobierno (pie es á mi cargo.
La conferencia sería indispensable, aun cuando la i>laza se ha-
llase en el cíiso de una rendición, y no veo los inconvenieirtes (pir
])udieran impedirla, así ctuno tampoco que ésta llegue á yeriíicar-
se sin uiuLSUspención momentánea de hostilidades ñor .nnb.-is par-
tes.—'^rengo el honor etc.—Mariano Aycinena.
Para aumentar el desconsieilo de los serviles, lii"* in»|..t> .^
Morazán habían penetrftdo hasta la plaza del sagrario, (hoy mer-cado Nacional.) prepín'ánd(\<e una mina, bajo la vasa del Vice-
presidente Beltranena.
En una de las tiendas se encontraron 3,000 pie(li-as de chispa,
(pie como hemos dicho, hacían mucha falta al "Ejército aliado."
Desde la n(Xíhe anterior hablan comenzado á desertarse la.** tn^-
pas de la plaza, y el extrago que alli causaban las lx)nl)aí< ani»-
jadas ])or los gi*an-guardias de Morazán, (]nc o-upaban la.^ lH>ca-
calles, aumentaba el terivr de los sitia<h)s.
— r}4-
Morazán contestó la uota anterior en estos térniinos:
''Cuando Ud. se sirva decirme que conviene en lo que le
]n-opnesto en mi nota de hoy, estaré ponto á admitir los coi
:
sionados qtie deban arreglar la capitulación y entonces se suspvderán las hostilidades ]x)r el tiempo que sea necesario/'
"Señor Genei-al: Jos males de la guerra que afligen á Centro-xV-mérica, pesarán sí^bre los autores de ellos y nuuca sobre los qn"la han hecho por defenderse, y por sostener los derechos del pr,
1)1 í).'^
A vciuena envió entonces u»\ofici;
comunjcación, manifestando que aceptaba la.s bases proDuestas porMorazán; es decir, la rendición de la plaza, garantizando este las
vidas y proj)iedades; y sin esperar la respuesta^ hizo marchar al
General don ^Manuel Arzft y á don Manuel Francisco Pav('ampliamente facultados para arreglar la entivga de IíT plaza.
,Ese mismo día se firmó la ca])itulación, cuyos artículos princi-
])ales dicen: que el ejército sitia<lor <jcuparía ía plaza á his diez d^»
Ifi mañana del día siguiente, suspendiéndose mienti-as tanto !
liostilidade^s y conscr- - ''
• ' '-' -s puntos hasta ci:
tonces ocitpados.
Tíxhis hus armas y demás elemeiUo» de guerra, sitian entrega-dos á las perdonas que Monizán rncMi-onr.i n.-nvi n-cibíi-l.w dos;
horas antes de su entradaMorazán garantizaba las \mkis y pr>.|M(Mi;i.M's mnr.ini.nio \
laría pasa])orte á los qno quision^n wdir á <-utílqniíT ]»u!ito df» l.-i
¡Cuanto debió arrejKíntirse Aycinena de no haber acept;i
las i)r(^posiciones hechas por M orazán en el sitio de BallesteroslAlgi¿nos comerciantes espaíloles, enemig<)s de los liberal
temien(ío que sus tiendas fuesen saquea<las por los salvadoreños,comenziu'on á repartir algunas mercaderías entre las tropas de l.i
plaza; esto ]irodujo desórdenes^ de los cuales se valió Aycineipara pedir á Morazán que ocupasí* aquella misma niK-hc Ía pía/con la mira de que se rouq)ievSe asi uno de I(ís artículos de la r
pitulación. Morazán íiccedió después de rejictidas instancias, eu-viaudo una pe(pteña fuerza ni mnndo «Id coi-oím'] Gregorio Vi-llaseñor, para que poniéiid< \ cinemí, re}>ri-
íni(\<e eualipiier atenta.lo,
.Vycinena no <piiso dictar orden alguna. \ K.! •
. . c;)-go de la fuerza de Villaseñoj*. Los servih-s en metilo <lel desóivlen(|ue reina])a, lograron eseon<ler aipu^lhi misma n(H'he parte del-•iiiaineuto, (pie según el :irtíeul«> T».
~
apitulación, debí
—:V>—
sei" (le])osita(l() y ciiti-oiíaclo ol dia siguicul'
comisionase el (Teneral Morazán.Al (lia siguiente, (LS de Abril (\v 1829) Munizán <)cmi])Ó la pl:.
za, ido jáiK lose en el Palacio del Ejecutivo.
¡He aqui al hijo del pueblo de Tegucigalpa, vencef^or de 1
soberbia aristocracia centnvaniericnnM v (íinMl'' ''- '— lo-*:--
<le la Ke))ú1)lical
La Ke])ública no sería por entonces dividida, ni repariulus cntr
los nobles sus desjíojos.
El 13 de Abril de 18'29 es una fecha meniond)le en nuesti.
historia. Los serviles la recordarán sieiniire con amargura, porrpí
^^'lla les trae a la memoria uno de los dias mas gloriososdel j>ar
tido liberal, y el nombre iliistn^ <!(>! sr.lvndor d-- Ir--•"•:•• ('"
tro-amei'icaniL
V,
Morazán solo habia garantizado la vida v pn)^)ie(lades d
que se hallaban en la ]»]aza y su situación le exijía pnicetler
pnidenciíL . . ;
l"na de sus [)rimeras medidas fue, j>ues, mandar iXMlucir a j»i.
sion al vice- Presidente Pcltr.rnrii.i. al (b-neral Aycinona que »titulara Jefe del Esta»
i
¡linistm.^ de Hacieiul.
y ele Kelaciones.
Morazán no era más <jin' un mandatario Oobterno» <l'
los estados y est(X< le haí)ian ordenado tal ¡«ror.M ümiento. Rü.uíedida, era necesaria para dejar en inrajvieidad de n)»)*»r n l^^ stM
viles.
Cuando se vei'iHcó la ciitreg.i
observó (jue faltaba una consideral)lec^iuti<Íad de fusiles,
Morazán la reclamó por medio d<' 1' ^ ó" ^ "<*•' '>•» •!'> 'i'
ivspuesta franca y satisfactoria.
El (reiieral no creía sin embargo que >»• ooiasi' ue ükiui if; jmm
bien [)ront<> tuvo el sentimiento de convencei*se «le lo coninn*io.
La prueba evidente de (jue Aycinena había faltado al artí
culo 5. ^ de la capitidaciini, llegó a sus manos.
El jefe de Estado Mayor, auUjrizó una») que >'e |K^nni
tía salir a los soldados de la plazií, no obstan i. , • j>orel artícul •
S.^ (lela capitulación, dichos sohlados debían |»ennaneeer aeuar-
t(^lados, á fin de «pi-'' " -- :
'* * '•- *
*' '''1
—36—
armamento. En virtud de esa orden, muchos salieron fuera de la
capital, llevando sus fusiles y cometiendo grandes excesos en algu-
los pueblos. (1)
"Esto produjo serios temores de una reacción en el ánimo delos cobardes, y dio un nuevo y fundado motivo para creer lo po-
co que respetaban los vencidos sus compromisos." (2)
La capitulación había sido violada por parte de Aycinena y nopodía ya tener efecto.
Morazán expidió el 20 de abiil un decreto manifestándolo así,
y declarando nula dicha capitulación; pero aun después de ser
derogada, el caudillo liberal la cumplió estrictamente, no fusilando
á nadie ni exigiendo contribución alguna. "La obligación," (dice ensus Memorias,) cedió entonces su lugar á la generosidad y no tuvode qué arrepentirse. Y no se diga que faltaba sangre que vengar
agravios que ca.-tigar y reparaciones que exigir. Entre otra
muchas víctimas sacrificadas, los (generales Pierzon v Merinofusilados, el uno, sin ninguna forma judicial, y arrancado el otro
de un bu<iue extrangero para asesinarlo en la ciudad de San Mi-
guel, pedían entonces venganza, así como los incendios y saqueos
(le los pueblos del Salvador y Honduras, demandaban una justa
reparación." (3)
Morazán era, como ya lo hemos dicho, generoso y magnánimoprincipalmente en los momentos del triunfo, y no abrigaba con-
tra sus enemigos políticos, ni rencor ni deseo de venganza; pero
los temores fundados de que el partido servil operase una reac-
ción, las órdenes que le dieran los representantes de los estados
y las exposiciones de varias Municipalidades, entro ellas la de la
capital, que pedían el castigo de los culpables de aquella geria
sangrienta y fatricida, le obligaron á obrar con prontitud yinergía dictando orden de prisión contra las })rincipales persona-
(|ue habían figurado en el Gobierno intruzo, que tantos mahscansara á la República.
Los serviles culpan á Morazán por haber desterrado de la Rc-
]»úbl¡ca á las pei*sonas que fueron reducidas á prisión; pero esa
medida, que en otras circunstancias habría jx^cado de cevera, Uu
(1) Memorias de Morazán.- Moníúfar iíonla HUtoru-a.2) Memorias de Morazán .— Montúíar, Kosefía Ilistóriea.
(o) No solo estas víctimas demaiulalmn jii'íticia; tami)ieii la pedían Flores,el Viee-»Jefe asesinado por los sectarios de los serviles y del clero: Velásqu»/mandado ejecutar por Aycinena, sin motivo justificable y todos los huérfanos.indas y deudos de los centenares de muertos por causa de las guerras que lo-
-«rviles hicieran contra sus hermanos, sin más olyeto qne satisfacer una ambi-' íón de maiuloque no se justifica.
--:í7~
necesaria y por lo mismo se justifica. Efectivamente:, . .^ w.4>ur-
nos dé los íístados, los pueblos, el Ej<^rc;ito, la prensa toda de Cen-tro-América, pedían que Morazán dictíuse })ix)videncias aun niá>
rigurosas. ¿Cómo haría est<' jefe ]Kird ohnir con más leniíiad y .síi-
tisfacer al mismo tiempo las exigencias de los Estwlos y pueblos
que habían dejwxsiíado en él su confiímzíi, otorgándole sus i><m1«'-
res para llevar á cabo la guerm?El Ejercito principalmente, á quien no se pueile re<bu i¡ u ...,.i
verdadei-a modaracion, en ciertas circunstancias, ¿habría que<ia<in
satisfecho si Monizán no hubiera obrado con esa enerjía?
Si la división de los Altos se sublevó contra su ComandanteJonaniiu ]X)r el l)ueu tnito que este diera á los prisioneros Irisiirn
y sus oliiciales, ¿c^ué habría hecho el ejéix-ito aliado, cual hubiera
sido su proceder? Indudablemente la i-evelión, el dcsóixlen y la
^inaixjuía; y en medio de este cúmulo de niales se habría levantado
el monstruo que acababa de caer anodado bajo las armas del ven-
cedor de GualchaEntonces la historia culparía á Morarán lejos de elogiarle, y no
mei'eceiia de los centro-americanos la gratitud eterna á que 8U5
hechos le hiciei'on acredor!
La Ciudad de Guatemala debe estar aun más agradecida á Mo-razán, pues en los días en que el ejército aliado la ocupó, si es
verdad que se cometieron algunos saqueos de poca imp«^>rtanci»,
contra la voluntad y las órdenes de aquel, sus habitantes no tu-
vieron que lamentar ni los robos, ni los incendios, ni los asi*,sinatos
cometidos en Comayagua, y en el Síilvador. y los que diez afios
después llevó (.arrera á cal>o <3n nuestra Cajútal y en Quezidtr-
nango, (pie todavía se extremcneen de teiTí)r al i*econlarl«x
En el Salvador el número de ca.sas y eilitici^w inctnuliados, en
varios pueblos, por las trojas de Kks serviles, aticiende á nn'l fk»-
cienfas ^^'se^ikf y orlto: númeix) consi<lei'al)lc si se atien<le al <»stado
de po])lación de íupu'lla éjxx^a. En Guatemala no IiuIk) una <*Au
ca^a reducida á ceniziis y sus habitantes quedaron tninquiios des-
p\iés del 19 de AbrilLos Jefes serviles en sus triunfos no dieit)n cuartel á nadie: Ca-
n-era llev^ó á cabo ast^inatos, rolxís, estupros, y violacioiM> <ni«' lo-
historiadores nos pintiui con vivísimos coloides. (3)
Los liberales jamás tomanin ])aite en siMucjantos crinnn»-.-. 1a»í»
n(mibres de MoKAZÁN, Hakklndia, Molina, Galvi-:/ etc, no
tienen esa mancha; sin cmlwu'go, rllos han sido calumniados por el
partido servil, y Morazán <'ídiHcado con los mas amargos adjcti-
:(3) Véíiscel -BoltMiii Ofk-ial d«' «.nattMiíala, d»! :»Ao (!• \'
—m-
\ os. ¿Mns qué importa? el tiempo lia píisado, la Historia se li; ^
'•rito 7 el eiTory la calumnia desaparecen ante la lóü-iea inveuei-í>lede k>s hechos. Esa historia contient^ padrinas llenas de hiz v(ralqiiíer centm-am«-icano qne la Tea, sin dejarse ct\o-ar nor els{)íritu de partido, tributai-á gratitud sincei-i v una y-'-f-^- • - . |.
ición por aquel hombre extraordinario1 1 U Vi
VI.
Desde el inonieta en í|ue iíorazán ocnf)ó h phiza <le (xuatema-i.i, reíisiimió el mando de t<xlas la.s aíitoridades; pen) en seguid;'liizo que el^ (iobíerno del iiDo de 2(i, ivinstahido en la Antigua, s.
traslíulase á hi (Japital En el acto c<mivocó el CoTigivso y el Se-nado disueltos por Arce en la citada épociLl^armndia lleg-ó de su destien-o y por un Decreto de la Asiun-
Mea, se hizo cargo de la Jefatura del Esta<l<).
El prestigio del licroe del 18 de Abril se habúi aumentíid.le una ni merji prodigiosa, los puf^blos por medi»> de sus Muuici-¡'ulidades iicudían á í<'li<-it.-trl.. \ Ir. I?.M.n].i;. .it,.,.., i !.,.....],.,
corno á su salvador.
El :íO de Abril del niisiiin aiu» la .isaiüíaca (iicíó un iJecril^ >
declarándolo lienemérifo dr la J\t/na;\t* coiuhvvrní cítn una mcM!:iHa de oro y manda, que se haga uu retrat-
[)ara colocarlo en la Sala de Sesiones. ""
Los presos i«)ülític()s permanecLau auii en la Capitíd-La Asamblea de Guatemala dictó un Decreto en (jue se coníii-
nia la nulidad de la capitulacitSn c«'lebrnda con Morazán, v declaraque los prisionercx^ quethuí sujeto^ -tablecidas paralos delitos que hubiesen cometidt».Muchos (le ellos, según esiis misuítuí leves debía: .jenad^x^
a muerte, pr(5vio el juicio correspondiente. (1)AlciTuuys del)ían ser desten-ados de la Repúblic:i t^^mporal ó
{)erpétuamente, según h»s casos.
J.a Asamblea, del Salvador dictó nir, . 1)..i.m,^ , i, .,.,:, . ..
[1] _'>Todool que intontc on el l^iado ali< raí ,., * .m,^. i, ,..>,,, i .,<• .:, lirpuM-.p-a.íionspinindo contra el sistema de (íohienio adojUado por ella, se hará di-no dela execración púldica y acred<»r ó la pena de muerte." Decreto de la 7vsam-f»lea C de (Guatemala, dado en la .Vniiirua á 20 de Knero de. IS'J.k Arce. Avcine-na. y todos los serviles que le rodeaban, habian intentado estal>lecer el centra-lismo: conspiraban, pues, contra (I M<t.ma de (iobierno. \ eran por lo m¡sm<»acreedores á p«na de muerte.
^ - í^9~
íirtíeu los declara: i^.k i>^-^ ..n.^.-.- .-..n m-lh-h-ioh |>í im«)immo> .p
guerra de los Estados aliados, y por li» uiisiiH» sujeUw á la juri-
<licción militar de dichos Est:idos."
Las autoridades houdurtMlas dirigieron ex|K)siciones
greso Federal y á las del Estado de (hiatemala, pidiendo ei
tigo de los prisi(.)iier(.)s.
Se ve, pues, \K>r estas luaiiifestAciones, cuan lejos estuvo Mo-razán de obrar |)or ciueidad y venganza, al dictar la prisión ti
los que habían tomado parteen la política nefanda del scrvi
lismo.
El 22 de Junio del propio año se instaló el Congn -
como Senador más antiguo j)nni <l<.'seupenar el Ejeeutiyo Fedcrai.
á don José Francisco Bnrrui!<lin. iiiin de los nivHci-t*.- iliisti--> d»- Ih
independencia.
Esta elección íué muy úín a n Jvfpúhliv u, j-.n^-^ íí.uimiiuíu >
^fonizán caminaron siem})re de acuenlo, en aquello* dí^ en que i.
paz no estaba aun asegurada,
Barrundiacon sus íuces y ^Morazán prestigio militar,
«lebían mantener el costx)So triunfo alcanzado ])or el partido liU -
ral: empresa tan difícil, ({ue necesitaba para llevarse á «abo d.
la unidad de acción que ellos suj)ieron mantener.
Los principales Jefes del partido recaí si tnintCs ó sei \ n, -t uíoh-
\n\n presos: pero un nuevo niotiVo de inquietud turlnS los aiiiniov
El odio que inspiraban los vencidos al pueblo, y principalmen-
te al ejército, sujirió á algunos enendgx>s del (inlen, la i<iea dt
traniar una conspiración (pie tenía \H)r objeto as4.'s¡nar á los princi-
j)ales presos y saquear sus c;usas y las de algún» >s españoles mi.
se habían mesclado en favtu* del (.Tobierno de Aycineua .IV
idea, alhagadora de las pasiones más innc>bleís de algunos luaái.i-
<los que nunca faltan en el seno de to<.la soeitnlad, se puso imi
])ráclica á la sondara del misterio, y ciuindo tiin
á realizarse, Moray.án tuvo notieia de él.
El (leneral en Jefe dio \K\rie inmediatamente al *
Esta<h», dictando con la mayor j^rudencia las in.'di'
})aríi (pie no se llevase á efecto a( pupila tnun
El Jefe de Guatemala, en tales itircunstancu.. * .u . ^-v -.
) lido á la Asand)l(MV y ('ste Alto Ouequ) le otorgó, j)or un actieitlo
facultades extraordinarias, á lin de ri»stal>lecer el ónlen y de pr-
der címtra sus consitadores, autorizándol(* jiara delegar .
facultades en persona de su eontian?ui.
La Asamblea quería, á no du<larlo. qu»' Moi-azáít se (-ncm^in
de pacificar el Esta» !. V]>o-^(> di* <'s:i
"•"•'.•••''.'
—40—
V^4ise pues, cuan necesario fue el caudillo liberal á la Repúbli-ca, y cuan grandes son los í*evicios qoe le prestó en esta ocaciÓR5
/sin arredrarse.
El JetV del Estado delegó eii Morazan sus facultades extra-
ordinarias.
Veamos cuál fue el uso que hizo de ellas.
Las exposiciones de los- Gobiernos de los Estados,, las de los
pueblos y las del ejército, estaban manifestando la necesidad
de tomar coiv i'espeta de los prisioneros políticos, una medidapronta y enérgica.
Monizán dio orden para qee fuesen conducido» á Sonsonat.
"'El día 9 de Julio"—dice el Doctor Montúfar,—''salieron bajo la
custodia de Raoul la mayor parte de los prt^sos. Arce y Aycine-na quedaron en Guatemala. Aquellos fueron comlucídos á Son-sonate y emVmrcados en el puei-to de Acajutla el 28 de Agosto,
en el Bergantrn Mejicano '"General Hi<]algo"* que se dirigía á
Panauíá. Con ellos salieron los guatemal te< -os que se hallaban
en San Salvador desde la rendición de Mejicanos, escepto Irisarri
que obtuvo permiso paní quedarse en aquella Ciudad, de dondese fugó á Chile."
l>os frailes, (|ue f<ni>entando el fanatismo habían opuesto unaconstante remora al progreso, que aptirtáiMlose de los deberes desu mini.sterío habían contribuido podero-saFuente á la guerra.
Los frailes que tanto auxiliaran á los stTviles, lanzando anatemas^
y excomuniones contra todo el que alimentase cuahiuier idea li-
bernl y democrática, no podían <iuedar impune y tranquilamen-
te en Guatemala después del triunfo de Morazán. (1)
Pero el Gobierno (|Ue comprediera los des< ordenes y motines
que en las masas fanatizadas, po<lía sueitar la extinción de los
con vientos, trató de preparar el Decreto que expidió la Asam-blea el 28 de Agosto, aboliendo tales comunidades.
Morazán fué encarg^a^ío de llevar á cal>o lo (¡ue el Ejecutivo
había ya dispuesto y dictó algunas medidas secretas con el objeto
de extraer á los frailes de sus guacidas.
"La noche del 10 al 11 de Julio fueron sorprendidos el Arzo-
bispo Casaus en su Palacio y los frailes de Santo Domingo, SanFrancisco y la Recolección, y todos fueron ]>or la vía de Gualánconducidos á Ou)oa, <V^ndí' so MnbaivaroTi." (Montufar.)
(I) Recuérdese que el avc^iiiato ele l'iorc>í liie motivado por ellos, qne Irías hal'i.i
hecho la levolución con AJilla contra Herrera, y que según la carta de Aycinenaj)ul)licada al lin de este irabají», tomó el Arzobis^x) una parte muy activa •rt hxlas laí.
maquinaciones contra los liberales desde el año de áO.
41 -
de los conventos, llevada ti cabo por el General Barnos. ii
podemos menos de elo<TÍ;ir la conducta enérjica «leí Ejecutivode la Asamblea del año lcS2!), y más aún la «le Moraziín, sin cu'valiosa cooperación , aquellas me«lidas nec«.'sarias pero peli«n-os;;
por el estado de fanatismo en que el pueblo se eii'""^» -í" '
brían causado grandes y tal vez irreparables males
Es, pues, á la actividad, al valor y á la energía de Aloiazán. áquien debió el país verse libre por entonces, de los principalespromotores de su des«licha y más fuertes obstáculos á su engniidecimiento y civilización.
Esta conducta del Benemérito General Morazán; conducta c\\:
por sí sola bastaría á cubrir su nombre de impereceilera glori.
mereció grandes elogios de los pueblos, y solo se le culpó ení;
el círculo recalcitrante, al cual está siempre unid»» estrechamenrel clero, en lo i^-eneral. íoneitador d«'l «'idcn v ^,rt,^^^A.<^n^,]]^•<
«le absurdos.
El Jefe don Juan barrundia en el Mensagc que levo ante .
nueva Asamblea, el O de Agosto, dice estas palabras: 'Afurtt.
nadamente el Gobieino ha obrado de acuenlo en toilo conGeneral Morazán. tanto en coniormi«lad de principios, como p«
la deferencia que le < > debida al Libertador de Centro-Aui«rica.
El Estado de Guatemala > 1, será m^nos agradecido p.
restablecimiento del úr«len y repusici«»n «le sus a\itoriilades, (pi
por haberles desembarazado de los obaitáculos «jue se oponían ;
su réghmen y á su engrandeeimiento; y el Gobierno recomíen«l
á la Asamblea este nuevo título "M" ^í -v - para una fxprejja nui
nifestación de gratitud."
La Asaml)lea aprobó t«)<los los aeius \. ' > por el Jet"
Barrundia y por Morazán y decivtó la « ¡ación de Ii»
frailes.
La trauquili«lad pública quedó restablecida; p<'ro Centro Am.rica estaba destinada á no tener paz duradera.
Ocho arios hacía ya «{ue el pneblo centro -anu'iu.m.. n... i
el grito de In<lependencia; y sin embargo E.»pana aun abr«'speranzas de reeonípiista.
Estas esperanzas se fundaban en las divisiones polítio:
la Rep'.íblica y en la creencia «le que el part¡«lo m« '
que tanto amara el' efímero inui^-rio dr ítin\¡<l<'. «
al triunfo de la Península.
Se armo cnr\^'--' V-"''^--^ ^^
Ti
—42—
en la Habana un Ejército de dos ó tres mil hombres para intro-
ducirse en Centro-A marica por Omoa, con h1 oV^jeto de dominareste país y facilitar la invasión á Méjico.
El General Mantilla, uno de lo^ libertadores de Venezuela,
dirigió una comunicación al Jefe del Estado de Nicaragua, po-
niendo en su conocimiento las noticias que tenía de aquel pro-
yecto.
Guatemala recibió en Setiembre de 829 copia de la nota áv^
Mantilla, quien aseguraba (jue en Enero del mismo año debía
salir la expedición de la Habana. Esta nota estaba datada enCartajena á 8 de Enero del propio año.
El General en Jefe del Ejército, Francisco Moraz4n, compren-dió que no había un momento que perder, y dio órdenes eücaces
para organizar las milicias y para fortificar los puertos de Omoay de Trujillo.
Hizo marchar fuerzas de Honduras para las puertos referidos
y su preparó para la guerra.
Al mismo tiempo el Presidente «Uí la República, don J. Fran-
cisco Barrundia, expidió una proclama llena de ardor y de entu-
siasmo, en la que invoca el patriotismo de los centro-americanos
y los llama á que tomen las armas on defensa de la Patria co-
mún.El Congreso por su parir, uirtu i ím-i¿;íiíi.^ ii->ohiciont'>, entre
las cuales se hallan los Decretos de 3 de Octubre y el de 25 de
Noviembre.Mientras tanto que estos sucecos ponían en alarma los ánimos
de los republicanos, el partido de la aristacracia alimentaba ri-
sueñes esperanzas de reconijuistar ?ius antiguos fueros por mediode España.
Ya creían ver ondear en nuestras playas el pabellón español,
cuando se tuvo noticia del fracaso sufrido en Méjico por el Ge-neral Barradas, jefe de los conquistadores. Así terminó esa in-
tentona que mas tuvo de ridículo que de serio.^
Pero el servilismo, que no descansa nunca ni triunfante ni ven-
cido, levantó en Honduras la rev()lucion.
La Asamblea de aquel Estado había emitido un Decreto de
expulsión, en armonía con el de Guatemala. Algunos de los emi-
grados se retiraron á Belice, desde donde hicieron circular publi-
caciones incendiarias.
Además de estos medios, enviaron emisarios á Honduras y su-
blevaron el Departamento de Olancho.Morazán no se hallaba al frente por entonces del Estado, por vi-
Ti^^z:
vir en Guatemala, sino el' Vice-Jefe don Diego Vijil.
Este hizo cuanto pudo por reducir al orden á los sublevada«lictando medidas benignas y accediendo á sus pretenciones: |H'.
todo fue inútil. La facción continuó, encíd>ezada por el PresbíU-i
Antonio Rivas, (^uien por medio de una traición capturó al C"
mandante de Opoteca y se apoderó de sus armas.El Coronel Terreloiige, que había sido enviado por Morazán
con motiv^o de h)s sucesos-de España contra Centro-Américirecibió instrucciones de Vijil para obrar militarmente conti
los facciosos.
Morazán que tampoco descansaba un momento para mantentla paz y unidad de la República, march<') al frente de una Divi-
sión federal contra el Departamento de Olancho.
El Presidente Barrundia que obraba en todo de acuerdo con •
General en Jefe, obtuvo de la Asamblea del Estado de Guateni.i
la, que se le enviasen a este los reeura>os necesarios para sosten^
la campaña, no obstante la oposición del Jefe don Pedro Moli-
na. (])
Morazán alcanzó un nuevo trinnfo sol>re el partido servil. I».;
tiendo á los olanchanos en el sitio llamado "La vuelta dil Oc'(»tr
y derrotándolos completamente.
"El 21 de Enero,—dice el Dr. Montúfar,— .>>t^ ajustó uíj.. ^.i-i
vención en la cual se comprometieron los olanchanos á reconuc»
y prestar olK'diencia al Gobiei'no de Honduras."
En seguida, marchó el General contra los de Opoteca y l»atién-
dolos el 19 de Eebrero, los derrotó i igualmente.
El padre Rivas con 40 de .sus adeptos fué preso en la acción \
condenado por el Gobierno á cinco años de servicio militar
Fuerte de San Felipe del Golfo. (2)
El Coronel don Vicente Domínguez, á (juien Morazán derrota-
la en Gualcho. como recordarán nuestros lectt^rcs, era uno d^los cabecillas de los insurrectos de Honduras.
Acompañábale don Feímin Pavón y una pequeña fuer/a, co'
la cual in.surreccionaron los pueblos de Jano y Ijiguat: pei*o Mrazan envió contra ellos al Capitán Conceix'ión Canlona y canti;
lado Pavón, el Coronel Domínguez huyó á las montaña^ aí':'n-
donando su eíjuipaje y 14 fusiles.
Al mismo tiempo (^ue Morazán .<e esforzaba en pacificar el K-
tado de Honduras, pensaba en Nicaragua cuya» di>enciones p.
(1) Molina quería mandar él nii^nio las fue r/ar, ttiu tener pan ello la» aptitu.
(les in(lisp«Misul»U's.— <!{. II.''
(2 -lí.s.na Histñri«'a.''
—44—
Jíticas se oponían al proo-reso de la América Central y á la con-
solidación del sistema federativo.
La funesta rivalidad que existía entre León y Granada, bacía
surgir continuamente dificultades para la marcha de aquel país.
El orden y la tranquilidad pública se veían alterados y Mora-zán pensaba marchar personalmente para restablecerlos, si la di-
plomacia no bastaba para alcanzar tal propósito.
Morazán envió, con tan laudable objeto, al señor don Dionicio
Herrera, de quien ya hemos hablado anteriormente.
Este personaje cumplió dignamente su misión, se e.cj v vo-
luntad y simpatías del Estado y fué popularmente electo Jefe de él.
El señor Herrera, ilustre ciudadano, promovió durante su admi-nistración la felicidad y la pax <m' X!í-;n:í"níi sírvi.n.lo df .-qx^yo
á las instituciones liberales.
Fué tal la inflnencia benéfica «jue ejen-ió su permanencia enNicaragua, ([ue al tomar poseeión <le la Jefatura del Esta<lo, st*
restal>leció el orden y cesaron las hostilidades de las dos poblacio-
nes disidentes.
Mientras tanto que Morazán trabajaba por consolidar la pazse ^'el•ificaban en toda la República las elecciones de las auto-ridades federales.
El Congreso se instaló el 27 de Marzo de 1880. Hechas la-
elecciones de Presidente de la República, obtuvieron votos el
General Morazán, don J. Francisco Bíirrundia, don José del Valledon Antonio Rivera Cabezas y don Pedro Molina.
Se hizo en Junio el escrutinio, y entonces se vio que los voto>-
populares estaban divididos entre Morazán y Valle; pero el pri-
mero obtuvo mayor número.Se suscitó una cuestión en la cual las opiniones no estallan
í' acuerdo.
Para que hubiese 6 no elección popular, debía declararse cualera el número de sufrajios que serviría de base: si el de los
emitidos ó el de los que podía emitir la República. El Congresoopino en el primer sentido y declaró popularmente electo á Mo-razán.
Esta elección fué de pi-ovtH'h. )sns n'-^nltüilo^ ít.ir.M ( '. nfrí»- \nii'-
rica.
Efectivamente, ni Barrun<na, ni Valle, ni ^iojnuí, in iiiv"ra
Cabezas, habrían podido mantener la unión de los Estados, sin unhombre que tuviese el prestigio militar del vencedoi* de Gualcho.En países organizados, don<].' I-ms ¡J.'a< r.Mud'li-'-niM^ ^«' hnllnn
__ — 4:.-
bien cimentadas, cIoikIc se usa de la libertad con las limitaeit)ip -
que le impone el derecho, donde la paz es constante y los pueblos
todos caminan hacia un solo ün, su engrandecimiento y prospe-
ridad, fácil es gobernar á un patriota ilustre como Barrun(lia,
ó á un sabio com*) Valle; pero aquí, donde se comenzaban á dar
los primeros y vacilantes j)as()S en la vida republicana, en tiempos
de anarquía y de transición, cuando surgían de la misma carta
constitutiva continuas diticultades y transtornos, pi;r falta de con-
vencimiento y de amor al sistema federal, que parece tan com-plicado á los que no han hecho de el un estmlio práctico y de-
tenido; era necesario para salvar la República, un hombre quecomo el General Mora/án, reuniese á sus virtudes y caí '
'
des, cierta energía militar y un gran prestigio entre las m..
Barrundia, patriota sincero y ajxisionado j^orla causa del partid»»
liberal, lo comprendió así y tiTiba ¡ó nonnie Moi;i/áii oern-.ise ];i
[)residencia.
''Morazán,—diee el l)r. Mow.n..,..— .-. |.i. .-v mu..... ,,,.. i...^,.
roles de la victoria. Era ya no solo el héroe de la Trinidad.
(nialcho, de San Antonio, de San Miguelito y de las Chaiva>.
sino de Olaucho y ()})oteca, y el i)acifica(lor de ÑicaraguiL Su au-
reola en la j)0<iueriez do niiestro suelo, era la que roileaba en gi'a
de escala á Bona})arte al volvev de Ej¡pt(.)."
Bien se ve que ninguno tenía más títi Morazá
i-egir los destino de Centro-América.
El había salido de una oficina (escura i^ara dar liliertacl á Il<
tluras, al Salvador, á Guatemala, á Nicaragua, ¿En quién i
estos Estados tener mayor cíMifanza? Los j)ueblos. ]>ues,j
á Morazán una deuda de gratitud, honi"áiid»'l
su suerte.
El nuevo Presidente fué llamado |)or el Congreso, é Iuzm
trada triunfal en Guatemala, el 14 de Setiend)re de 1S.S0.
En medio de los regocijos ])úbliet>s con que se celcbnib;
aniversario de la Tndependenel, '' , ' '" ' "
General Morazán,l\i( los los Estados le felicitaron, y la A.^iimblea de ( iiut;
})or medio de su orador don Aleja n<in> Maniré, le dirigió
curso (pie insertamos á continuación.
Plt^h) aquí:
"Ciudadano Presidente: Já\ Asímd)lca liegi.slat.iva
felicita á Ud. por su elevación á la silla del i.Kxlcr Sui-m im' N..-
nal. Siente el más vivo placer al contenq>larid hijo de la vietoi
sosteniendo con la autoridad legítima y con.^tituciíMial, Icvfleivcl
A- libertades de ini pueblo que reconcpiistó l'<l- con rriunfos >>
—46—
-ulaiu.-. Este Estado es reeonocido á íauti^ l>eiicíiriu: su rt-^tn--
-(Mitación boy nos bonm confiándonos la eoiuisióii de hacerlo así
presente ante Ud, y también de nianifestade la expontánea volun-
tad que tiene de hacer en adelante los mismos servicios que actual-
mente ha prestado al Supremo Gobierno, de mantenerse firme \
continuamente unida á él y de j>robar en todo tiempo su amor• lecidido ])or la ley. Nosotros á la vez, ofrecemos á Ud. nuestro res-
[M^tuoso afwtf) hacia la jiersona «le Ud,"Morazán contestó estas seiKMllas y literales paíabrits:
''El sistema federativo, so-lo puede s<^stenerse por la íntima \
<*strecha unión de los Entibe sí, y chmi el Gobierno Nacional; por 1<»
mismo líie es u>uy grata la actual demostración de la Legislatuní
< le este Estado, con la cual deseo vivamente mantener la may«'
arnu)nía, sin perdonar ]mni ello medio ni sacrificio alguno."
Morazán cumplió fielmente su pmjnSsito y Incíió como un.(tleta infatig^LiHe yyor d niíiiitenimiento «te esa unión, sin la cu:ii
( V,ntro- America no |Kxlía consol i<hir su sistema ¡x^rlítico: [kto i
fue imitado ]>or todos, (n)nM> veivnn>s más a<lelate.
Luego (puM'l (icnend «KnqnS la Presidencia, los princif>ales |>oh'-
ticos de Centi-o-AuH'ricra fijaron en él su atención, coiifiauílo l:i
rausa de la hUírtad á sus talentos y cívitras virtudes.
\ái tran(piilidad renació (ni los eoi'aXí>nes y .se auguró una épo<;i
(le verdadera paz.
Aun los países extrntijeiDs (TevenMi que las luchas sjuigricni.
de ( 'entro- Amérí(-a hal>ían terminado jKira sientpre v que la Rcpú-l>lica ilxi á marcliar á pasos agigantados ]>or la scMula del pi-ogrcs"
¡Bien proto fut^ desvanecida esa es^xM-anza por el partido ser\
<(ue renaciendo como el h'uix de los antiguos, volvió á enrend'
Vil.
h^l cangrejo Federal, (pie obraba Imjo las inspiraciones do .\fo-
razán, se ocupó durante la paz en dictar algunas leyes impor-
tantes.
En Julio de ls:>l, expidió un Decreto, declaran<lo (pie el pa-
tronato eclesiástico correspcmde á la Nación, y (pie debe ser rier-
cido por el Presidente de la República.
Este h\é un golpe mortal contra el clero y prin» i[)alnn im v «»u-
tva Fray Ramón Casaus, que desde su destierro en la Habanaconspiraba contra los lil)erales de Centro-América.
—47—
En el ramo (le Haeien(U se dicturon oraiide-s rcíürmas, varián(lose el plan establecido 011 182Ó. 8e<lió una ley «¡ue e.stahiece l.i
manera de proceder contra los Ministros y Cónsules <le la R«*pii
blica: so reglan>entó la administración del ranio de tabacos: »e en-,
en favor del Tesoro Nacional, una contribución de dos pesos poi
cada pasaporte que se expidiera. Se declaró líbrela elaboraciói.
de pólvora y salitre }* el comercio de estos proiluctos.
Guatemala, sobre tolo, proj^resaba rápidamente. Los Jefes Hi
vera Cabezas, Márquez y Calvez, dictamn niedidas deverdadej.tutilidad. Este último, con la cooperación del Di*. Molina y deotix)^
ilustres ciudadanos, reformó conpletamente el sistema de instruc-
ción pública, creando la celebre Academia de Estudios, de doiul-
salieron ciudadanos notables por su ilustración. Galvezestimullasciencias y la literatin-a, protetrió las artes y la industria, se ein
peñó en llevar á cabo pro^^resos materiales, como la ci-eación de unMercado, un Hospital, un TeatiK) etc, etc. y organizo una milicia
disciplinada, con tcnlos los elementos necesarios para mantener la
paz interior del Estado. Honduras, El Salvador y Nicaragua a-
delantaban también, aunque no eon la celeridad que era «le de-
searse.
La República Centro Americana se bailaba, ]Hies, n unatuación bonancil)le, debi<la en mucha parte al (íeneral Morazan
Pero esta .situación debía variar muy pront^o.
Los serviles vencidos en 1829, conspira! >an snnlamente. El Arzobispo Casaus, desde la HaVmna, atizaba e.sa conspiración ]».!
medio de pastorales y de emisarios.
Un Decreto del Congreso le declaró fuera de la lev v traidoi a
la patria. El Jefe d«d Salvador, don Juan Cornejo, sostenía relaci»»
nes con el Arzolnspo, con Arce y con otix)s serviles, y se negó a
reconocer el Deci*eto. (1)
Arce se preparaba en México para invadir Guatemala por v
lado de Soconuzco. Domínguez, no escarmentarlo con las tIeiTOla-
-que sufriera en Honduras, levantal»a d»* nuevo el estandarte d»
la revolución en este Estado.
La reacción .servil tenía ramiticaciones por to<las parte.s. Kra
pues, llegado el momento tle que Morazán emprendiese nueva
lucha, para ahogar tanto elemento de discordia. Con la mira d»
obrar activamente contra la facción de Homlura.^. se dirigió el Piv
sidente á San Salvador. Pidió á Nicai*agna una fuei-za auxiliar d»
SOO hombres v envió al mando del Coronel Tenvlonge, cerca dt-
[1| -'Reseña Imtórica.'
—4S—
1 ,000, para cornVjatir las facciones de Honduras. La revolución >
había hecho normal en este país.
Morazán y Cornrjo no marchaban de acuerdo, pues este úl-
timo, como hemos dicho, sostenía relaciones secretas, pero ínti-
mas, con los reacionarios. Sin embargo, Morazán manchó á SanSalvador de acuerdo con él, no llevando más (]ue una simple guar•lia.
Al mismo tiempo el Dr. Gálvez, Jefe de (Juatemala, envió al
(leneral Espinosa, con el ol)jeto de que mediase en cualquier desa-
venencia (jue ocurriera «'utrc »'l Pitsíd» ñff Ao 1a Iv-núblicM yCornejo.
Antes de llegar Espiníj/a á Santa Ana. supo que se había «i.
do órdenes paia prenderlo }' se volvió á (.iuatemala.
Morazán llegó a a(juella Ciudad, y el G de Enero de 1832, Cornejo le intimó la orden de evacuarla, amenazándole con atacarl
si no lo hacía, y moviendo algunas fufizas contra é\. El Preside
i
te no contaba más (jue con una pe(|ueña guai*(lia y se retiró. Aeste acto de insubordinación, del (juf hasta entonces no se habíadado ejemplo en Centro-América, hizo Cornejo llevará cabo otr
iogranílo que se decretase qu»^ (d K^' i •. < i. .;.j ..., ^,^^^,.j^,
del pacto federativo.
Este golpe fué fatal para la R(;píiblica y puso en alarnni á t-
dos los Estados. La hidra del servilismo asomaba sus ávidas cab
zas por todas partes. El Coronel Raoul, al frente de las fuerza.s d-
stadode Cuatemala, marchó á la frontera de México para repeler á
Vrce, al mismo tiempo (jue una fuerza de observación, al mandodel ('Oronel Prem, se situaba en la línea divisoria de Santa An.
El Congreso facultó extraordinariamente al (General MorhzóJ])ara que dictase todas las medidas necesarias á la salvación de 1;
Kepública.
El Jefe de Nicaragua, Don Dioniciv) 1 ierre ra, se aprestó á en-
\ iai" á Morazán los recursos solicitados, y la Asamblea expidió u
Decreto en que se declaran ilegítimas las autoridades salvadoreñas y nulos todos su actos: pone fuera de la protección de la ley
:i los expulsos de Nicaragua que presten sus servicios á las autoi'idades desconocidas, y establece pena de muerte contra hw di i
tengan correspondencia con los enemigos de la Repúblií< 'osta-Rica ofreció también los auxilios (pie se le pidieseji.
La indignación contra Cornejo ««ra general.
Este tomó entonces por pretesto, la necesidad de una reforni-
al pacto federativo. Esta reforma, si bien era necesaria, servía d
motivo ú los partidos j)ara turbar la paz: y en las circunstancia
—4M—
en que el país se encontraba, ora imposibU' ^ur ->. ii.-\a>. a cal."
Los c misionados de Cornejo se reunieron con los deGáI\«/pura conferenciar: pero atjuellos se retiraron ale«,'ando fútiles prc
testos. La fuerza de las armas eia la única <jue jxMlía desenlazmid drauía político.
Morazán encabezaba el Ejército que debia operar en el SalvadorRaoul, el de la frontera de México, y Terrelonj^e, el de HonduraDe esta manera dividió el General en Jefe las fuerzas de 1
Republi(.*a, para condjatir la reacción por los tres puntos amen;zados.
La fuerza del Presidente se componía de trepas federales, <lcl
Salvador, de Honduras y de Guatemala.Cornejo se hallaba en el pueblo del Jocorro, con ÍÍOO lioiid.r. -
Morazán avanzó á marchas forzadas contra él.
El día 14 de Marzo á las 12 de la noche, la dcNcuiMciin ^c n\ i-
tó con algunas avanzadas de Cornejo y hubo un tiroteo.
Morazán esperaba que amaneciese para atacar: pero á la.s tr.
y media, el enemigo, cu va retaguardia había cubieito el propi
Morazán con 400 hombres, rouipió el fuego por la derecha.
Este cesó después de una hora, volviendo á comenzar.se á In-
cinco; pero al poco tiempo las tropas de Cornejo empezaron á r<
troceder, <leclarándose luego ]a derrota de este Jefe, que jienli
entre muertos, heridos y prisioneros, conko 500 hombres.(l)
Cornejo fué perseguido hasta el Portillo: pem allí se vio obli-
gado Morazán á suspender su marcha, para «pie descans^tran
sus fuerzas en extremo maltratadas.
El l(i de Marzo, la Villa de Metapán se pronnnri'^ onti-.i
nejo.
Chalatenaiigo imitó esta eon<luctn, }* el pueblo (uspii>u ia> iu« i-
zas que allí se encontraban del (íobierno, a|KMÍerándo.se de «O
fusiles y reuniendo 800 hombres pronunciados
La opinión pública era contraria al jefe reaccionario.
El 18 se adhirió á ese pronunciamiento Sonsonate, |K)niéndos4»
á dispocición de Morazán los elementos y dinero ci>n que contalja.
El mismo día, el Coronel don Carlos Salazar, al mando de unu
parte de las fuerzas de Prem, ocupó Santa Ana. cuyo vecindaiio
le había manifestado que lo hiciera,
Morazán se dirigió á San Miguel, donde tuvo uotitias favora-
bles del Ejército de Terrelonge y recibió nuevas mue.sti*as de
afecto, y recursos para continuar la guerni.
Dio las órdenes corres]>ondient»< á P'.im vmm atacar simultá-
(IJ Montúfar "R. II.*
—ÓO—
iicaiiiente la capital del Salvador, y se puso en marcha.VA plan del Generil consistía en atacar por Sovapango, San
Esteban y Milingo, llamando la atención del enemigo por otros
})untos.
El día 27 de Marzo, ocupo Morazán el primero de dichos pue-blos, á donde había llegado la vanguardia, al mando del Teniente
(yoronel Narciso Benites, (juien sorprendió y captur<'> la avanzadaijue allí estaba colocada.
A las nueve y media de la mañana del 2m de Marzo, salió Mo-jazán de Soyapango, por el camino intermedio, entre este pueblo ySan Esteban, con una fuerze como de 400 hombres, para llamar
la atención del enemigo, á fin de atacarlo por este último punt(>
y por Milingo; mas al llegar sin obstáculo «1 frente de las fortifi-
caciones, á tiro de fusil, observó «^ue se hallaban descuidadas, ha.sta
(d grado de carecer de fosos, y (pie ei-an por consiguiente de fácil
acceso. Entonces resolvió tomarlas en el acto, á cuyo efecto) di<>
orden al Coronel Benites, de marchar al frente de los reductos <i'
la iz(|nierda, colocados en una peí|ueña altura; y al Coronel A.
Domínguez, le mandó tomar una pequeña trinchera quesehallab;»
á la derecha, con un cañón de n cnatro, al mismo tiempo r|ue ei
debía atacar el centro. El ataipie se verific*'» con éxito muy feliz
y las fortificaciones de los fiancos fueron tomadas siníultánea-
mente, mientras Morazán <le.salqjaba ,al enemigo, rech:izán<lol(>
vigorosamente hasta hacerlo internarse á la Ciudad. Entonces
mandó suspenfleí- el movimient'v, pero los fuegos d(* las tropas d«'
Benites le hicieron comprender (jue este había avanzado hacia la
plaza, batiendo al enemigo con energía, por lo cual dispuso mar-char á protejerlo, dando orden para (|ue el resto de las fuerzas
ocupara la garita de San Sebastián, orden (pie fué tardía, pues el
(^omandante Valladares con ^A Batallón de Nicaragua, lo había
1 lecho ya.
Reforzado Benites por Moiazan, el ata«iue continuó muy \i\o
sobre la trinchera de San Francisco, que fué tomada con grandes
esfuerzos, pues el t^nemigo se resistía coíi valor. En uno «fe esto^
combates, Morazán perdió su cal>allo: pero tomó <'tro y continuó
peleando poi* más de una hora, hasta que tomada por el Comandante Lacayo la trinchera situada á la izquierda de Catedral, la>
tropas de Cornejo huyeron en precipitada fuga, decidiéndose el
combate en favor del General Morazán, (piien ocupó en el acto la
plaza.
Tomada la Ciudad, Morazán reasumió el mando del Estado, re-
duciendo á prisión al Jefe insurrecto y á algunos niiend>ros de la
Asamblea, para (jUc el Coiiiiicso los ¡u^-;;a-' j mmnu)-"atentado contra la Constitución.
Entre tanto que Moi-azán vencía á los reaenunurius cu SanSalvador, el Ct^ronel Martínez, y llaoul, triunfaban de Arce enEscuintla de Soconu/.co, después de una serie de acciones «;lorii--
sas para las armas ¿^niatem al tecas, (jue destruvrron pí)r ;imu« 1
punto al enemijro <]ue nos amenazaba.El Coronel Gutiérrez, que tanto inHuveía tu lN2!í t-n \n »>eu
pación de Guatemala, vencía á Domín^j^uez en »laiti(jue, muriend-i^doriosamente en el c.ami>o de batalla, después de .salK>rear por
alíennos minutos el tiiunfo, adtjuirido á precio de su propi.i
existencia.
Terrelonge, que había marchado á Omoa, donde Ramón Gu/-mán hizo tremolar el pabellón de España, ileclarán<li>se siilnlit-
del Rey, mantenía un sitio largo y penoso, con fuerzas guatemal-tecas, hondurences y salvadoreñas.
Al tin la guarnición del Castillo, después de una i*esi.stencia •!•
niás de seis meses, contra mil hombres, (1) se rindió, entregand'
al cabecilla Ramón (iuzmán, contra (juien .se habla sublevad»
Este fué fusilado de orden del Conumdante en Jefe, Coron'l V-nx
tín Guzmán, quien fungía por enfermedad de Terrelong»
Domínguez, aprehendido también, fué contlenadn á nnunr. • \-
piando sus delitos el 14 de Setiembre de 1S;>2, en la plaza «le
( 'omayagua.Así terminó la gran con-^piración servil ramificada por UmIrs
partes.
Las tropas vencedoras entraron á Guatemala el 2() de Diciem-
bre, en ílonde fueron recibidas con arcos triunfales y Moraziin fué
objeto de los mayores elogios y mue.stras de entusia.«mo.
La República (piedó tr.iii([uila. y el Salvadt>r eligió para su .le-
fatura á don Mariano lirado; jH^n» hubo una revuelta que dio |H»r
resultado la caída de a(puíl y la ele\ae¡ón al jHxler de don .biaquíu
San Martín. Este permaneció algún tiempo en armonía «•<»n Momzán; pero no tardó en unirse al partido ('<»iii. ii-f.i dajid.» iii..ti\.. á
nuevos trastornos, eon\o vei-euH)á adelaní
"Morazán.— dice el l)r. Montúfar.—ni «n *im.ihii->. m tu uiul:.!-
no de los canqH>s en <pie la victoria ciñó su frente, fué mas gnnide
que al triunfar .sobre Cornejo, Aive y Domínguez, iiaeiend*» tiv-
molar la bandera de los libres .-^obre únla la exteneióii de (Vntn»-
Américíu"
(I) VéH^e el Estado «juo |nii»lii:i <•! Or. .Montúf«r vu l:« "Kí^rfi.-!
tomo I.®
," pá'.'in» "is"
—.52—
VIÍÍ.
•'El sistema federativo solo puede nianteiierso ]k}y h íntiinii yestrecha unión de los Estados entre sí y eon el Gobierno Nacional'
Esta verdad, ex|)i*esada por Morazán en contestación ;d discurso
del señor Maniré, fué muy j^ronto desatendida jK)r los pro])ios li-
Ucrales.
El Dr. Gálvez, (jue tanto se empeñara en la guerra (]ue debía
librar á Centro-Ame'rica de Arce, Cornejo y Domínguez, comien-
za á oponer diñcultades á Morazán, y trabaja hábilmente para
dismiimir su piestigio. ^Cuál era el propósito de Gálvez? Sería
diñcil acertar á conoíM-rlo. ])ncs su jíolítica no rst;í muv l)icn defi-
nida.
Por una paite, se le ve unirse á .Nb)rMzan e>^ireriiain«'iile. ^e^uir
to<las las ndras y tendencias de (»ste caudillo, luchar con él infa-
tigablemente por el triunfo <lel partido y de las ideas lil>erales: \
cuando parece que una aurora de paz y bienandanza va á ilumi-
nar el horizonte de la patria, comienza á trabajar contra el Presi-
dente, H(" une á San Martín para «lerrocar a l^rad<\ con la mira de
disminuir la ¡ntluenciii de Morazán en el Salva«lor v Imsta celebra
con el Jefe de este Estado, un convenio «jUe tiende á nulificar al K-
¡ecutivo federal. Pero en los momentos en(|Ue se anuncia otra in-
\ asión de Arce, Gálvez influye en la Asand>lea para <|ue ese con-
venio celebrado poi* él mismo, no se ratificjUe. V^uelve a unirse es-
trechamente con Morazán y contribuye á la caida de San Martín.
;i)e dónde nace esta vacilación? Nosotros creemos que el pensa-
miento de Gálvez era disminuir el poder de Moraz«án, para <pu'
hubiese entre éfite y los Gobiernos délos Estados, cierto equilibrio
(pie le impidiera sojuzgarlos, como lo había hecho Arce.
La idea de Gálvez pudiera parecer política: ponjue si el primer
Magistrado de la Repril)lica dominaba en Nicaragua, por mediode Herrera, en el Salvador por medio de Prado, y en Hondura-])on|ue era su país natal y se le (juería niás que en otra parte, ¿qu»
obstáculo podría presentársele para gobei'uar á su capricho la si-
tuación y eligirse en arbitro de los destinos <le la Repiíblica, nu-
lificando si quería á los Jefes de los Estíulos y ahogando la auto-
nomía de éstos?
Arce había entrado en pu;Li*na con don Juan Barrundia, y jMtr
medio de las armas, le arrebató la Jefatura de Guatemala: ¿no po-
—53—
(lía Morazán hacer otro tamo c»)ii <iiu\t/ »n casi» dr «hvsiwut'nlo.''
Don Francisco Barrundia había encontrado (liHculta<le» opues-tas por Molina, y por medios más diplonuíticos <iue k)s empleados])or Arce, Molina se vio separado de la Jefatura. Hí.bía, j»ues, al-
«^unos motivos aparentes para que Gal vez mantuviese una conti-
nua zozobra, y sería disculpable su conducta, si Morazi'm no hubie-se demostrado siempre su faliíi de and)ición, su res|>et<^ á la ley
y su imperecedero amor á Centro- Amt^rica.
Por otra parte, (iálvez «lebió com})render, (pie si em un pelign)
para los Estados la suma ])reiK)nderan('iíi del Presidente, niái* lo e-
ra aún destruir la unidad de acción, tan necesaria como Moraziuilo había exj)resado, ])ara el sostenimiento del sistema fedi'nitivo.
Galvez talvéz sin (piererlo, caminaba de estii manera á la sepa-
lación de los Estados, y sin coníXíerlo, á su proj)ia ruina.(l)
Morazán conocía las as] )i raciones, los fines y la jKjlítica del Je-
fe de Guatemala; veía la unión de este con San Martin, eompiTii-
día (pie se preparaba contra él un »i-ol])e y sin embarjro se t^foi-Zíi-
l)a en un avenimient(j pacífico, no dandi) á entender cpie le omnt:onocidos los i)lanes de aípiellos Jefes, con el tin de evitar un rom-
pimient(j que jKxlía producir fatales consecuencias.
Cuando San Martin, colcxíado en la Jefatura del Salvador |K>r
las masas amotinadas, con vík-ó una nueva Asamí 'í f^..... ,
Nacional declaro ilegítima su autoridad
Morazán pivsentó un ])lan de pasitieacion (pie no lu\»» el'
St' situó en la Villa de Agnacliapán, eon el rin de llevará • i ..
ese plan, y alli le sorprendió la noticia del ata(pie ile los salvado-
rimos contra Benites y la derrota de este, (pie había sido llamado
por los habitantes de San Miguel \)íui\ defenderlos contra las inva-
siones del foragido A<piino.(2)
Predominaba en el Siilvador el j)artidode Coni' lui-
<'ían incre])aeiones á Morazán }H)r los suces4»s de Marzo «le INÍÍS.
Morazán se limitó á poner en noti<*ia del (íobienio Naeituml
iodo lo ocurrido, indicando algnnos mediosparai' í '^do.
Luego pe dirigió á Sania Ana. dondr i>.>dí;i ..ir n -
<ursos federales de (pie caivcííu
Manifestó su provecto de paeiu' .«» iuh .u u»-..hiim. '.' . i^ ....-,
y marchó á Chalciniapa, donde K)s habit^intes y autoridailes le
felicitaron por sus buenas intenciones.
fl) Resuena JíisiÓMca.
{-2} Aquino era hombre de tal condición, que para caNtigar á los qoe talan en
sn> manos, mandaba reunir sus li-.>pas y les decía: ¿Se afu5>ila csicl si elUscoo-
tcstaban "que 'c afusile," mandaba á ejecuiarlóen el acto- R II.
—54—
Allí recibió una nota de 8au Martin, en que le pedia á los Je-
tes militares Benites, Ángulo y Menéndez, para juzgarlos |)or al-
gunos excesos que se les atribuían, anienaz;lndole con que si no los
entregaba, daria motivo ]):ini (pie las fuerzas salvadoreñas le a-
taeasen,
Morazán era eonseeilelite eoli los jeíe> que si-r\ laii la eaii>a
<pie encabezaba, el tenia una consideración sin límites ])or losipu'
derramaran su sangre en las luchas contra la aristocracia y no })o-
día entregarlos á merced de los cpie se hallaban dominados por el
<is})íritu de venganza.
El General, en esta, eomoen íímIhs oeaeioiie>, íiu- leal á sus a-
migosyásus jefes. Jamás cometió un acto de deslealtad contra
ellos, nunca les abandonó, y ]X)r eso se liallaron siempre dispues-
tos á derramar j)or él toda su sangre,
Morazán no entregó ni á Benitt^s, ni á Ángulo, ni á Mennédez.A ])oco tuvo noticia de que marcliaban 300 h()nd)res á atacarlo.
¿Que valían oOO reclutas encal)ezados por san Martin, para Mo-iazán (jue tenía en esos momentos un número de tropas j)oco uíc-
lor, pero conq)uesto de veterano.^, con Jefes acreilitsdos en los di-
\ ei-sos combates y familiarizados con la victoria? El General (|Ue
desde 1827 no liabía sufrido una sola derrota, habría vencido á
San Martin, marchado contra San Salvador, cuvíus fortiíícacione.-
se hallaban abandonadas, y ocupado \í\ Ciudad en méni^s íienq>o
(jue en 1882.
Pero el Presidente estaba resuelta) á mantener la j)az, pues
comprendía (puí una nueva entrada á San Salvadoi-. seií;; ' •'!•-
nien de más funestas luchas.
El mismo Morazán, en un manificí^to que dio, lo e.\j)resa en e.s-
íos t<^rminos:
"La entrada á San Salvador, me hubiera puesto en la precisióü
4 le reponer á las autoridades legítimas, y esta habría sido la señal
de uiui nueva alarma y el origen de otra revolución. El partido qu(
iba á suííumbir, lnd)¡era ampliado sus esfuerzos jiara deponerlas,
porque onin el objeto do su odií». El (pie las sostenía, habría sucum-bido nuevamente j)or su apatía ó tlebilidad; y uuíus autoridades
.sin prestigio, acecliadas por un partido másjxKleroso ó más activo,
hubieran abandonado sus íisientos bien pronto segunda vez. Larevolución habría seguido con mas encarni/^auiiento: y la opini<>n
pública ([ue debe ser nuestra guía, no hubiera juxlido íijai*se entre
tantos acontecimientos complicados, resultado necesario de untrastorno semtíjante. Por otra parte, mi misión era «le ]»i4z; los ver-
daderos motivos de ella los había manifestado al p6blic(->; mi pala-
bra se hallaba enípeñada del modo mas solemne, v el honor <lel
—55—
Uohienio fcilcnil eoiuproiiK'tido. l^a Niu-ióii ol>-< i x .,...1 mi> jmm'v
y mÍ6 enemigos ]>uscal){in pretextos ])ani (les{»cre< litarme. Y es jhh-
esto que mas bien (plise retirarme, usamlo de una delieadexii «pir
mis amigos graduarán de ext-esiva, antes que dar la nuts U'vr s«»s-
peeha á mis eontnu'ios ])ara (pie me supusiesen niinis <1<
eneender Ja guerra eivil."
La política de Morazán es muy digna de eneómio.El quería por medio de la paz, afianzar los hizos de t....M.. mc 1...-
Estados, cimentar las instituciones liberales, llevar á ealn) 1<ís pn>-gresos iniciados, y las grandes mejoras emprendidas: pero IcmIos
sus esfuerzos tenían que ser vanos: la Hepúblii-a no contaba conuna constitución ])racticable, tení:i esta graves im-onvenieiites yomicitmes que era necesario subsanar [)or medio de una refonna,
y esta reforma no podía dictarse, })or(]ue era el pretexto, el arma(le que los serviles se valían siempre i>ara pertiu'bar continuanient*'.
el (Srden, para no dar un momento de tregua al |X)bi*e pueblo, qurjigotaba sus recursos y sus elementos, y que estaba próximo á lan-
zarse en la espantosa lucha de la ananjuía, j^aní caer ;d lin exáni-
me y sin fuerzas en una vida esUicionaria y apática, semejante a!
sueño precuj-sor de la muelle,Morazán veía este aljismo y trataba de salvarlo.
Había dirigido una exi)osición á (iálvez, al .<aber el mn\ :.>
de San Martín, pidiéndole 500 hombres, no con el ol>jet<) de atacar
á este Jete, sino de dar respetabilidad al (íobierno fetlenil. Pen»1.1, Asaml)lea guatemaltecíi lo negó. Entonces el I*ivs¡dente se retiró
de Chalchua])a á las orillas de la laguna de (iuija.
San Martin se envalentonó con la actitud jtrndciiTf i\r Mt^ntzjÍ!!.
creyendo qua esa actitud luKÍa ilc debilida»!
mantener la ])az.
(rahez, que talvéz influyera en el ánimo <le la Asanibleau juira
(pie se negase al Presidente el auxili») de los .*>(K) liom)>res, i|U¡S4>
demostrar que de^seaba un arreglo pacífico y pn»vei'liof<*> entn.'
aquel alto fancionario y el .lefe del Salvador, enviando un comi-
sionado para (pie confeiXMíciase c(»n el ix'presiMitante de Sjm Martín
y el ([uc n()m])rara el PrcsidiMitc,
El General Espinozn, con el canícter.de mediador, por parte de
Gálvez; Máximo Orellana por la de Moraziín, y San Martín iM?r-
sonal mente, tuvieron algunas conferencias.
Orellana pedía ([ue inmediatamente que. «e i-euniese la Asam-blea del Salvador, decreta.se una amnistía. San Mai-tín y Espinoza
se opusieron tenazmente á ello, lo (lue pone en evidencia que en-
tre el Jefe de Guatemala y el del Salva^ior, existía una liga que
tenía por objeto exasperar á Morazán y ]>reci]>itar <n '••.i.iíi \.»
—56—
era posible que Morazán cediese, cuando comprendía que se tra-
taba de que sus Jefes militares quedasen en manos de San Mar-tín sin o^arantía alcjuna.
El Presidente demostró en esta ocasión, que por muy penosa>
que fuesen sus circunstancias, no era capaz de olvidar la conse-
cuencia con que era justo corresponder á los que le servían leal-
mente.
Amenazó á San Martín con que partiría á Guatemala á prepa-
rarse para emplear las armas, haciéndole cargos por los resultados
de la guerra.
Snn Martín cedió entonces á la proposición de Orellana y '-
celebró un convenio.
En este convenio Morazán se compromete á retirarse á Guate-mala y disolver las fuerzas salvadoreñas que Benitez. Menendez
y Ángulo habían puesto á sus órdenes, devolviendo las armas á
un comisionado del Salvaílor.
San Martín se obliga á que la Asamblea se reúna en la Villa
de Metapán ccm el único (ilijeto de expedir el Decreto de conv.
catoria, para la renovación de las autoiidades del Salvador.
En los demás artículos del convenio .se ve la tendencia de SanMartín á asegurarse contra una invasión de Morazán en el Sal-
vador.
Aquel Jefe se hnbía opuesto al Presidente de una manera os-
tensib'e y le temía; pero Morazán era incapaz de un hecho seme-jante al que Arc^. cometiera contra don Juan Barrundia.
El último artículo del tratado dice: "Se reserva á la nueva Le-
gislatura el Decreto de amnistía; mientras tanto el Gobierno se
compromete á no perseguir á los militares y particulares que ha-
yan tomado parte directa ó indirectamente en los actuales tras-
tornos, quedando en libertad de reclamar las personas de los Co-roneles Benitez, Menendez y Ángulo, y de no permitirles quepisen el territorio del Estado."
Morazán ratificó este convenio en 14 de Abril de 1883. Eracuanto podía hacer en beneficio de la paz.
El Congreso lo aprobó, y San Martín, en cumplimiento de unode los artículos, convocó la Asamblea.
Viendo Morazán que la situación se había calmado, pidió usen-
cia temporal para retirarse <le la Presidencia y se dirigió á Coma-yagua, como simple particular.
E«te viaje dio motivo á que los partidarios de Gálvez dijesen
que Morazán se proponía reclutar tropas en Hondur.is, para vol-
ver sobre el Salvador.
—:>7-
Se le atribuyeron nlira^ aiiilticiosas y Imsta se «lijo (juc pretni
<h'a anular las autori^lades de los Estados y lincers»' un Dietadoi
"encal>iei-to bajo el velo de la Nacionalidad." ;Cu:hi ])oeo eonf»cíai
al salvador de la República, (jue después rehusó la dictadura cjUí
le ofrecieran los serviles, mo.strando (jue no ansiaba oti'a cosa qu»
sostenei- los pricipios republicanos!
Sm Martín, sin espeiar (jue la Asamblea se reuniese, con voc(
á elecciones de Jefe directanu-nte, infringiendo así uno «le !<•-
artículos del tratndo cjue reserva la convocatoria á la propia
Asamblea. Bajo la iníiuencia de San Martín, las elecciones d<
diputados recayeron en sus partidarios.
La Asamblea .se reunió, declarando electo popularmente á SanMartín para desempenai- la Jefatura del Estado, y al cerrar su>
sesiones pub'icó un manifiesto en el cual atribuye á Morazán la-
miras y tendencias de que hemos hablado.
Además, la Asuniblea había llamado á d(sem|KM"lar los destino.-
públicos á luMubres pertenecientes al pai*tiilo de Cornejo y de Arce.
Morazán no podía guanlar silencio euan<lo la calumnia pretendí.^
manchar su frente: no jK.día Uimpoe») ]>ernKUn.ver tmnquilo con»'
ciendo cuan rá]>idamente volvía á enseñorearle en el Salvador,
])artid<> que tantos sacrificios le costara vencer.
Con fecha 9 de Julio )»nbl¡có en Coniaya^iua un manifiesto. »!
<jue se detiende de las minis (pie le suponen, hace vercpie el objct-
<le su viaje no era el de reclntar íiopas y dá á cí^pocer las iiir. tu-. -
cuencias de San Martín.
Este manifiesto fué contestado en San Salvador en ti*rm¡n<'.- •
josos para Morazán.
lia situación Ví>lvió pues, á poner.-e <ir:i>, horizoiii'
Oenti'o-América se nubló d<' nuevo.
Las íirmas iban á decidir el dnmia |M>lític«'. la patria iba a >«
ensan^irentaíla: pei-o Morazán había .sjdvad») su ix»s|M)ns;d)ili<lad. \
San Martín \ mi-m^o (íálxc/ ^fi-í.-m i-t'sinni>ab]t'> .!»• ](.< dcs.i.-^r.- .!
la guerra.
Estos dos Uli IIIK » rriciii.in MI a ii> mim-h < k .-m.- i n m mi in >.- n n i i .
tado de paz v amistad, por el cual se nulificaba á la autoriilad fc<|.
ral; tratado (pie parece hech<) |>or dos Xaciones independientes y n-
por dos E.stados de una .sola Hi'púbüea. EL l)r. Montúfar en 1
^vKeseña" le califica de monstruo.<(».
El partido servil (pie está sienqnx' á la esjxvtíitiva |)íir:i,
íhar la más jKítpiefia onoil unidad, á tin ne i)j>erar una re;u«
invocaba la nei-esida(í de las «'formas en Nicai-agua, al mi
tiempo (pie Ciálvez v San Martín las iMilían. auncjue am ^li^ •
nuras. '^
/
—58—
I^íi tea (le hi revolución volvió á ¡TiflniíiMrse en Niearaoua, y esi<t
>inplieó más la sitiiación de CeMtro-.\nKTÍea.
IX
Moi'azáii estafía (le elioíjiie, auiiíjiic no lo pareeiera, con (íálVfZ
y San Martín; |>ero en eainV)¡o, eonta})a con un gran |>arti<lo en <*1
Salvador, Nicaragua, Honduras y (TUateinahu
Kl Congreso NaciouMl «• coMinoní;! «'n <ii ?n,M\-(>r jtartr d»- parti-
darios del Presidente.
l^arrundia, (jue eoniprciidía peinrTjiiiK'ute la situación y <[uc
marchaba de acuerdo con Moia/án, minaba con su luminosa, plu-
ma el Gobierno de San Martín.
•'Kl Centro- Americano" era una arma j^xlero.si y tcnnblc (pi<-
San Martín liubient (pierido iT)in]>er: jxr'm no le em |K>sible hacer!
m una épiM-a «mi (pu' la libertad de imprenta no «Ta una palabí:,
\ ana.
Por oti'a jtarte. (rálvc/ se hallabji di\ididi) y atacado |»oi- los li-
Ím -rales.
Kivera CalK'Ziis escril>Í!i contni el una crítie^i aguda y piinzantr.
Una circunstancia imiirevista vino á |>oner mas complicada la
situación de (r;ilvez y á hacerle volver sol>íe sus jkusos.
Kn Octubre de 1888, <ijilvez recibió una «-arta, en la (pie se le
aseguraba (pie Ante se hallaba en Acapulcí), buscando flete par:j
trasportar 800 fusiles y «ti-- elemento* de guerní á uno de \>
puertos del Salvador.
(rálvcv. jamás se uni(') á los sci'viles ni al elei*o: sus ideas eran
altamente lilK'rales. y si se |>onía en ptigna con Morazán, era por-
<[ue temía el exc(\<ivo poder de este: :usí es (pie cuando el enemigocomún amenazaba á la Kepúl)lica, el .lefe de (ruatenuda iio vaci
taba t?n uniívie al Pr(\sideut(^ \' á su partido, para «Icri-ocar á tod»»
t lance el S(M'VÍI¡sm(). (1>
(1) Gnlvez era uno de los iiorribres más Hbcmles y proj; resistas. La mayor parf? do
!os adelantos realizados en nnesU'0^« días, lanío en el orden legislativo, como econó-
mico y social, (ueron iniciados por él; pero cometió el mismo error jx»liti«"o que nin-
ifún liberal de aquellv)s tiempos pudú evitar: príulujo ki división del partidc: la anarquía
La política de (íálvez, adema;", l'né un lanto cgosíta; él i>u»lía llamarse verdadero
1,'ualemaltecü; pero no nierecoria el nombre de ("ftífro-anifricano, tanto como MtJia-
/án V como Rarrundin
—59-
Kii los <lías vil (jiir el ilvk" uc < I ual('iii;ii.i imttio i:i imiifia <i-
<|ue Arce se [)re|)aral)a para otra intentona. (le)>ía ratitiear l;i
Asamblea el tratíuío dv i\\w liemos hecho mención.(xjilvez intiiiyó en la Asamblea y la ratitieaeión fué n<»gjuia-
San Martín se había hecho el centro del partido rtvalcitrant»
sostenía correspondencia con Arce, había empleado á los partida
rios V aun á los panent^^s de este: era, pues, ueceí»ari(> hacerle l:i
LTuerra, principalmente en los momentos en que el servilismo -•
armaba de nuevo.
La situación de San Martín varió completanícnte con el lKvret«
emitido por la Asamblea de (luateinala, en que se di'í'lara traid»»!
al que sostenga corres|)ondencia con Arce.
San Martín estaba en este caso: lue<rn. seonn .i.ni.I Dirr.'t..
traidor á la patria.
El Jefe salvadoreño vio venir la tormenta \ ii.iiu w «miijuiíu i.i.
Escribió á Gálvez intentando probar que eran falsas las noticia.-
relativas á Arce; })ero no obtuvo otro resultado sinc» que (vÁ\\v/
aparentixse seguir una política conciliadora. San Martín se engañó.
creyendo que |)odía contiir con el apoyo del Jefe de (luatemala.
Monizán comprendía perfecüimente la situación, y se aprovivha
ba de los mismos elementos cond)inados j)or (lálvez y Sam Martín.
panv hacer que el drama político se resolviese de una maii' -•^
factoria pj ra la Jlepública.
\Jn hecho de fatales consecuencias para la cau.sa hlieral. i<>ii
tribuyó, no obj^tíuite, á la })érdida (h' San Martín y de los eonieji>-
tas: la traslación del Gobierno genenil al Salvador.
(iálvez había trabajad<> contínuumente, en confomiulaii (."on >n
política, para que las autA>ri(hules fe<leniles, que residían en Guate-
mala, se trasladasen á alguno de los í)tn>s Retados.
Durante la |>ermanencia dt* Morazin en Comayagua, el Congre-
so acordó que el señor don Gregorio Salazar, quien enUmees fu u-
Guatemala debe muchos bienes al Doctor Gal vez, no obstante su» errores; Centro
América no le debe gian cosa.
Morazáü y Barrundia aman'u á Centro-Amé rica !>in predilección en una u otra «1»
s»is secciones. Gálvez puil«> decir en diversas épocas "antes que lodo üoy guatemal-
teco."
El quería el engrandecimiento de Guatemala, aun cuando fuea« á costa del sacrifi-
cio de los otros E-stado?.
Morazán quería el scisienimiento de la República, su pruaperidad y su etusraodeci-
miento, sin que en ella predominase una ú otra sección.
Hemos tratado de deQnir la política de Gálvez, no porque sea ésia la oportunidad
de juzgar sus hechos, siiiu para que sean mejor coraprendi.los los obstáculos contra
ios cuales tenia que luchar Morazán, y realce m-^ ' — 'üo de e^egraa patriota.
— í)0—
liíii coino \'ic(' Pivs¡(k'iitt\ sefialase el hiü'ur tloiule lu Koí leraeióu
»l('bía recidir.
Salazar eligió el Deparüimeiito de Sonsoriate.
1^1 traslación de las autoridades federales tuvo efecto, y el Con-greso abrió sus sesioiH\s <í1 1.> de Junio de ]<S34.
Morazán volvió á hacerse cargo de la Presidencia de la Repú-blica en tales ciicunstancias.
El Conjíreso había declarado iletrítimas á las autoridades del
Salvador, crea< las por la Asamblea que San Martín convócalacuntía el texto expreso de uno de los artículos del tratado d»*
.lutiapa.
El Congreso se componía en su mayor parte de partidarios de
Morazán.
Barrundia, su Presidente, era el redactor del "Gentro-Ameri-cano" que t^tnto combatía á San Martín. Este, pues, tenía que po-
nerse en pugna c^n las autoi'idades federales, y la gueria era. por
lo tanto inevitable.
ba^^ circiinstaiírifis (jUc r«Mlt'aban :i San ^bl^•tín eran diticilí-
-inias.
Lds puelílos dc>;de rl ano í\í- \^:\'.\ >. naoian c(.)nit'nza lo a [pro-
nunciar contra el.
San Miguel se había levantado en Diciembre, y el pueblo, asal-
ían<lo la guarnición se apoderó de las armas.
Pidi(') un Cabildo abierto y en é\ hizo ver la ilegitimidad ^U-
las autoridades de San Martín. Lueg<) (H!urrió «temandando ampa-10 del (iobieruo fedeial y se puso bajo la protecci<'>n del Presi-
dente.
Hallándose el orden amenaza«lo, Morazán pidl.'i {'n.i /ms á (íil-
\ i'z al mismo tiempo que lo hacía San Martín
El Jefe de Guatemala envió á Sonsonate el Escuadrón perma-nente á la disposición de Moiazán.
La mira secreta de Ciálvez, era en nuestro concepto, favorecer
la causa del Gobierno Nacional contra San Martín. j)ero de tal
manera (jue este no pu<liese «íchái'selo en cara. Hé a(juí la razón
por lo tme, en el acuerdo en (jue <lis|>one dar el auxilio de fuer-
zas, dice, (jue es con el objeto de que el Gobierdo Nacional "pueda
l)restar auxilios al del Salvador, para conservar el orden público."
San Martín dio un decreto de aimiistía y suspensi(*>n de armas,
dijo que no podía entenderse con Morazán, pero sí con el Vice-
presidente Salazar y ofrecí»'» qne se haría una renovación de las
autoridades del Estado.
Morazán «quería agotar los ine<lios pacíficos y conciliatorios: ha-
—fn-
ccr wr á lu.s ijue lo calumniaban .|lh iiw í- ..... iii. i .uii..,i , .>;i^
y no vaciló en dejar el niainlo del Ejt^rcito.
Salariar se hizc» cargo de el, é hizo proposiciones ^fnero>aN n
8an Martín, otrecit^ndole que el mismo Jete «jue mandaba li»^
fuerzas sah adoreñas, mandaría las federales.
No podía hacer más Mora/.an; su intención era quitar á SanMartín todo pretexto le discordia y hacer ver á las pueblos qu»
estaba lejos de desear encender la «rueri-a civil.
Moiazán logró (pie el Congreso aprobara las proposiciones in-
dicadas y otros medios pacíficos. KlV'ice- Presidente Salazar, conel ñn de darlos á conocer á San Martín, envió un porta-pliegos aCojutepeque, ilonde se hallaba el Jefe salvadoreño aumentandocada día más sus fuerzas.
El porta-pliegos dio á conocer el objeto de su misión; pero envez de recibirlo, las tropas de San Martín le hicieron una descar-
ga, á quema i-opa, dejándole muerto.
•Salazar pidió una satisfacción y la entrega de los culpables dea(juel atentado, pero San Martín no los dio.
El Congreso se vio obligado á cerrar sus sesiones y ¿ trasladar-
se á Santa Ana.San Martín, rompiendo abiertamente coii el (iobiemo federal.
marchó el 28 de Junio contra la capital del Salvaiior - í '
mil hombres, al mando del Coronel Castillo. (1)
Moiazán, (pie hal)ía agotado los medios pacíficos, para e\ itai drompinuento que San Martín buscaba, no podía |K»rmanecer indi
ferente cuando un nuevo golpe se «lirigía á la Kepública.
El defensor de la patria se puso al frente de sus fuerza.s iii\ ^ ..
cibles, y dirigió en persona la defensa de la capital, que no h«-
fortificó por falta de tiempo.
Dí^spués de un combate sangriento de cinco koras, las fuencis
invasoras huyeron en todas direccione»*, que<laiulo el suelo d. h»^
ealles regado de sangre.
Más de ochenta hombres de las tropas de San Martín murie-
]'on en la acción, entre el I<>>: •«! (\ir<>)i.') <).»?» .T l)..¡«»ii> ( 'uNtill.. \
cinco ó seis oficiales.
Las pérdidas (hd Ejercito de .Mora/un aseen» iientii h llla'^ «i«-
treinta, entre oficiales y soldados, y como sesenta heridos, entr»-
los cuales se hallaba e! propio Morazán. Así vertía su .sangre est**
ilustre patriota en defensa de la lilKTta»!.
Sm Martín huyó con 150 hombres, pero liatido por el General
(1) Parte de Sajt^t al (iíMioral iii Jefe Cario* Saín ir«r. dado
»lt' is.'M.
—62—
Espinoza, fué completamente derrotado en el pueblo de Jiquiliseo.
Las fuerzas defensoras de la capital se componían de salvado-
reños, hondurences y guatemaltecos, quienes mostraron una vez
más que eran dignas del vencedor de Gualcho.
El Senador don Carlos Salazar, que había funjido durante la
defensa como General en Jefe del Ejército, entregó el mando al
Vice-Presidente, al terminar la acción.
Morazán puso en libertad á los prisioneros de guerra, y dispu-
so que los heriflos fuesen curados sin distinción alguna.
El Vice-Presidente de la RepiiWica tomó también el mandodel Estado.
El señor Salazar, (don Jo.->é G.) facultado por el Corgreso, s<-
<»cupó en el acto en la reorganización del Estado.
El Presidente de la Asand^lea en el discurso que pronunció en Uapertura de las sesiones el 21 de Setiembre del mismo año de 1834,
<lijo, refiriéndose á los sucesos del mes de Junio anterior, despuw-<le describir el estado deplorable en que el Gobierno de San Martín colocara al Salvador:
"En ciicunstrancias tan penosas, los pueblos en masa se sublc
varón contra la tiranía y la usurpación; el Beneuíérito Presidenta
<le la República, C. General Francisco Morazín, libei-tó al Salva-
dor por tercera vez y unido con toilos los patriotas, obró hasta
conseguirlo el 23 de Junio último, en que el Gobierno intruso
cayó y abandonó su presa."
Moraz4n hizo un viaje á Guatemala, donde fué recibido con
demostraciones de aprecio y se le colmó de honores por el nuevotriunfo obtenido á costa de su pi*opia sangre, derramada en bien
de la libertad y de la patria.
La Asamblea del Salvador emitió un Decreto nombrándolo Comandante del Ejército y declarándolo Benemérito.
El partido de Arce y Cornejo quedó de nuevo aimtido y \o>
serviles se hallaron por entonces en imposibilidad de operar unaleacción.
X
Los serviles han desprestigiado completamente el sistema fede
ral, jHjrque no pudo consolidai*se en Centro-América, y pretendetí
hacer creer que el centralismo habría pnxiucido mejores resultado-
entre nosotros. Así es como ])iensaa que pueden disculparse de K»
—r>8—
trastornos causados ]M>r ellos desde líSlií?. No eutraivinos noí*oti*n-
en argumentaciones para eonihatir el sistema de (lobiernu <jue ello-
querían se adoptíise en 1824, porque creemos, q»ie dadas las eir-
cunstanciíis en que el país se encontr.iba, euaUpiieni forma de iu>
Uierno que no fuese la República fe<leral, habría 8Ído inqnisible,
JKH* muchas ventíija^s que presentase su ado|KM<)n. V.iiinx :i demostrarlo.
El Salvador, ese ])ueblo clásico de la libertad, es el }U'imero en
promover la iiulependencia, y a})énas priK-lamada esta, seleimjn^ne
el yugo monárquico. [)or medio de la fuei-Zí». Das inviusiones sufrid
anteas de i'endii-se á la esclavitud, y aun cuando nos sea dolon)st»
í'onfesarlo, debemos manifestar que la arist<K'nicia guatemalt^vii,
representó en esta ocasión el infame pa}>el de Caín. He aquí el
principio del mal. Las divisiones send)nidas por estas guerras fni-
tricidas pesan aún sobre nosotros como una maldición del cielo.
Después de la muerte de Iturlúde, (ruatt^nala se pnxdama denuevo inde|)endiente y se divide en dos partidos. Sin que sus ten-
«lencia^s dejanm de ser las mismas, el uno se llamó "Centndista" yel otro '*Fedend.*' De parte de acpiel están los principales autoi^e^
de la anexión á México, los enemigos de la in<le|>endencia, los
«pie hicieron talar los camp-s, in<*endiar los hogares y ensangren-
tar las ciudades de los salvadoi*eños. De esta paHe están los ami
gos del pueblo, los independientes de 1811 y 18, los liijos de las
])rovinc;ias que reinierdan con horn)r lo.-: sucesos pa.^idos. De a*pie-
ila parte, la absorción del poder, el ab.solutismo, la tiranía: de ésta,
la independencia }' la .solnM-anía de los E.*<tados, unidos |H»r la ac-
»ión de un Gobienio general, proteel( >stene<lor de la.s Iükt-
t Miles públicas.
Düdos estos procedentes dtxúd: 'ern |K»sible (lue las provineias
entrasen á formar parte de un Gobierno central, ¡wini jx'nler »»sii
jiutonomía y cpunlar dominada.s jK)r la orgullos;i metrói)oli (pie h-s
acababa de hacer una guerra sangrienta, vow el tin de inqxMuTles
la cadena de la esclavitud «pie ellas hala'an sido las primeni.< en
rompt^r? ¿Km posible (pie el pm*blo que tanto sufriera tles<h- iMll
por su eniancipación de K.spaña, entnise á ftuiiiar parte de una
Hepública (jue debía tener |M»r eanital al <-entn» del HTvilisnio, ¡d
centro de líus preocupaciones noviliarijus, al eeiitn» de h»* qiie. i>i»r
eanservar sus inju.<tas preeminencias y sus ridículos bla.si>ne!*, ha-
bían nnexado In patrin á >íé¡ien*.' PNtns |*.-'— •••••< <- »í.'"- •-
testación.
Bien claro dejaron ver los .<alvadorerio.s cuando vmiei'ÍM» á pn»-
icjcr á (ruatemalji, con motivo de la iu^onadiide Arizii, que estatuí
junv nml dis]>uestos contni .sns ooni[íatriotafs en qiiieiiw no veían
—64—
sino á los invasores de su país. Era, pues, uecesarii» ado}>tar un
sistema de (jobierno que consiliase eí^as diñcultades: que umntr-
niendo la uniou de las provincias, dejase á estas su autouoniía v
eierta independencia de que no se querían desj)rtMider.
La lucha de los partidos fue terrible; pero triunfó el liberal y >*
adoptó el sistema federativo. Desgraciadamente el {)acto que con
el nombre de Constitución debía regir al país, fue obra del m<>
mentó y no de la meditación, el estadiu y la sabiduría. Este ])ac:
no pudo liacerse con el <lebido detenimiento, ])orque era necesaria
aprovechar los días del triunfo y no dar tiem]>o á que los monái-quicos se rehabilitasen.
De un ])aís nuevo, (pie entra i-niim ciego en la vida indepen-
diente, ])oblado de niíusas ignomrites y bien halhuhxs con la esc-l;i-
vitud, (íividido en bandos intolerantes y e.xijentes, y que va á s-
rejido por una constitución inqn^rfecta y ]H)r tiranos enemigos d<
sistema político odoptado: ;<pié junlía resultar sino el trastorna.
la íuiarcpiía, el despotismo? Así sucedió. J^)s liberales cometieron
un grave error elevan<lo al poder á Aive, {xn-que CvSte liabía sufridc
nuKího por la independencia y resistido la anexión á Méjico.
Arce, traicionando sus ¡dcíus, sus honrosos antecedente-
principios y Á sus partidai'ios. se arrojó en brazi)s de los nu)na!
(piicos y se erigió en un venladero dictador encubierto con el \vh<
(le la constitución. Si Arce hubiera seguido una |K)lítica íirme \
consecuente, si hvd)iera sido ejecutor estricto de la ley, si no hnbiera })retendi(lo la consiliación inq)osible de opuestos bandos, 1;
pioíundas rivalidades y divisiones de los Estados, talvéz se li;
l)i"ían extinguido, los partidos con el t¡enqx> hubi(.'ranse fucionad-
y el país jirogresíindo á la sond)ra benéfica de la j)az, prcscntari:i
hoy un aspecto muy diverso.
Pero ya hemos visto (pie Aix;e, canverti(h) en un vil instrumen-
to de los servil(\s, hizo todo lo contrario. No es malo (pie record-
mos su conducta, ])ues así se vendi*á en conoí-imicnto de 1;
causas por las cuales fut' infructuosa la energía y abnegaci(')n, con
([ue Morazán pretendió dar al j)aís un;i marcli;' r.-rnlnr \- í.iflfu.Ml.i.
á fin de consolidar el sistema federal.
ApcMKis sube al mando Arce, convertido en nistrunn.'nto d( '
servilismo, sigue una política abs(^rvente. Su autoridad no recono<<
límites, se ingiere en h^s asuntos pro])ios del i'égimen interior di
los Estados, disuelve los cuerpos representativos, destruye his au-
toridades lejítimas de Guatemala, enciende la tea (pie produjo el
asesinato de Flores, hace elegir á los principales autores de las gue-
rras ini])(M'ialistas y unido con (.'stos, \\o reconoce más constitución
ni más ley que su capricho.
—65— _Ayciiicna. colocado ))or Arce cu la .lefatiira <lc (tuatiMmii;>
<l¡ctíi (lisposiíMuiies inhumanas v s;iiijíncntas: asesina lí Pií'i^^m
y Yelázqnez, mata todas las «¿arantías: dt^struyc la lilH-iiaíl
<lo imprenta, luute (juemar f)or mano del verdii^'o í<j<las Iíu*
obras que pueden difundir la ilustración, |M)niue n<» cuadniíi
á su cómplice el Arzol)is|K) c(>ns})imdor y fanático; establece el
espionaje, pone en manos del clero la ¡íustracitMi del pueblo. :'
<[uien envilece y fanatiza, y al misnu> tiempo (pie usurpíi, asesina
<lestroza cuanto liay da más sauradn y respetable, invm-a la rttli«¿iói
habla en nond>rc de Dios y recibe las bendiciones de los ()bis|»«-
para sarítilicar á los ojos de los i<:norantes. una causa cnntni
los intereses y á hi libertiid del j)ueblo. (1)
En medio de tan mlioso des|^H)tismo, se agita Síjnlamentv la p
volución: los Estíidos se arman y traen la guerm á (iuatemala ai:
tes de ser invadidos por tercera ve/* Pero los «ruatemalteciís, eii
cañados por los serviles y j>or sus sacenlotes. no ven en aquel 1
invasión la lucha de la libertad contm la tiranía, sino la amena/<le destrucción de sus más caros interesen, los golpes de la heivji
<-ontra su religión y su Dios: entonces el |)atriotismo obr.i p^mI
giosamente y acuden hasta lits mujeres y los nifios al cain|H» d
Arrazola, donde las armas salvailoreñas «puMluu -.K-.t;.! .> ,...Mípl.
tameutí». (2)
Este gol J)e fué de muerte, no solo conira el >ai\a»ior sim» con
tra Centro-América, contra la libertad: |K)npie los serviles vene
ílores va no reconocieron límites á su ambición. Ya hemos vist
4jue envalentonados con su triunfo, llevanm la guerra á llomluní-
al Salvador y á Nicaragua. Pero cuando t^Mlo si' hallaba al |>arei'er
<lispuesto ])ára dar el gol})e de gracia á la Federación, euandt> «1
partido liberal pei*seguido y ju^osiido bus(.*aba el refugu» en los Es-
tados del Salvador y Chia'pas. cuandt> K>s ser\•iU^s st»gun»s de >».
obra V llevand(» su dcspotisnn» hiL>ita un ^^nuh^ increíble, arrojaban
de la }>residencia á su propio in.strumento. Arce: cuainh» el c-
lismo iba á establecerse i)ara siempre y con él la dictailura\
tua, la oligarquía odiosii, cuando en tin nada faltalK» para qm- -
ronsumase la obra que el .servililismo venía trabajando desde lí>21
apareció en el horizonte de Centn»-América una luz n^spiandocieii
(1) Don Miguel (Jarcia (iranacloj* díco on Mi*» Meiuorlait, tiue Ayclneii» <
nonmte y fanático, hasta el jurado de que habría dejado atrá« «I lul-nm Tor«íU
lurtíla. Páx»"» '*^^^'
(2) Muchas nmjpreH undahan armada* y en cuor|K>. >ivando la reli^1óu: al;:
ñas tomaron partt; en la acción de Ana/.»!:.. :ih| . onu. i:inil»i. n niflo^ * l«Kla cia-
do íjente. Véase el Bosquejo de Manir
—66—
Te (jue aleiitaiido á los lil)res, les seiialaluí el cainijiu del ti"iiinf(».
Ivsa luz, setnejaiite á la (jiie guiaba á los Israelitas eu medio dol
desierto, era Morazáii. Ya hemos visto como este grande hoiiíbrc
caminando de victoria en victoria, logró restablecer la libertad.
¿Pero los malí>s elementos que Morazán venció en 1829, desaj);!-
recieron })ara siempre? No: los serviles vencidos, <lesterrados ó fu-
üos, continuaron minando sordamente el ediñcio Nacional. I^os
líenlos visto luídiar nifatigablemente y reaparecer por todas partes.
En su empeño por tnunfar, no vacilaron en pedir pmtección ó
Méjico, lo mismo que á Kspañíi, con quienes combinaron ei'
iiientos ('ímtra el ói'oen, contra la paz. contra el j^rogreso, contra l;i
inde|)endencia. contra el bien y la diciía de su patria. .•
Decid- ahora, ¿quienes son los autores de la ruptura del pací
federal? '¿Será |X)r defectos de est<? sistema que Centro-iVmérica n
pudo estrechar los lazos de unión 'entre sus propias seccione-
¿Tcíndrán los libera h>s la cul]»a de (\ne el país no haya adelantad
tanto como st^ esperal>a? Y sin embaí'gn: ¿quién puede ncgai* ipi'
bajo el mando de Morazán y su partido. Centro- America pi'ogresó
• iianto'le fué ])osible, dadas las cirounst^meiíu* ifatides en (pu' !<»-
serviles la (>ol<)caron? Una Hjera ojeada al ])asado bastará ])ara \<
• pie sin la continua a<-ción <le los serviles, el país j)resentan
un asjM'cto semejante al dv la gran Kepúl»lica <lel Norte.
\1
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u'tii» >> ii;t I MiM h • «11/Si ( » ohstantt' U '> i I ii>i ' 'I I n »> > < 'I I i 1 1 1 1 1< », <lf «ju<'
[as páginas anteriores, la República avanzaba á |>asos presuroso-^
(MI el eamino de la vida <lem«H'rática.
Abatida la nobleza y ensalsado rl puebld. lifcnzaba á It-
\ antarse de la postracié)!! <^n que le había sumergido la t«*<K-raci.
y el ]>an de la enseñanza, distribuido profus;miente, <laba golpes <l
muert(* c»ontra ese cáncer de nuestras s<KHedades llannido fanatism
religioso.
Leyes justas, sabias y humanas re<.'nq)lazaron á las más cruei. ~
de la legislación pi'nal que nos rigiera durante la Colonia, y nosolo hubo en este órdiMi \nia completa reforma, sino (pu' en el ei\il
se dictaron leyes nuis tilosóficas y acordes con h>s adelantos mo-dernos.
Kl l)r. (láK'cz, ese genio cniprendí^doi- v pi'ogresista. sostenid'
[M)r Morizán. llcxó á cabo cw (luatemala gi'andes adelantos.
-67-
Kl vwó la célchrc Acndciiiiii de Estudios i\v donde salieron \uAn-l)les ciiidadnnos, i'st:d)leci() csciichis y difundió Ins luvcs iin'i\-iil áun sistiMna do libre ensonanza. Bajo su inllucncia. fuenMi dtn-ivta-
dos*el inatriiiionio civil y oí divorcio absoluto: así como la lilHTtaddel comercio y de la iníhistria; fomentó las prineipalcs fuentes d<"
la riqueza ])ública y abrii') ancha y diiat^ida vía a¡ espíritu de ein-
])resa.
Las puertas de Centro- Aiiu-rica rueion abiertíis á la mmi-,i¿ración. Se celebraron aluiinos convenios paní fundar colonias y«lar vi< la li nuestros fértiles y des}>oblados cam|M)s. Si* estíiblecic
•
ron contj-ibuciones acordes con los iirimtipios de la ciencia geoiió-
mica, distribuyéndolas con equidad y empleando su priMÍucto ensostener loS gastos del (iobierno y en fi»ment;ir enipn*sii¿i verdade-ramente útiles. Se fomentó la agricultura de una maiieni muy •>-
|»eciíd: se abolió el tributo qiu* p<'saba como ominoso yugo sobrela clase iiuiíjena. sustituyéndolo con la C(»ntribiuMÓu tlirecta másgeneral y menos gravosa. Se abolieron las vincidaci«Mies. los nia-
Torasgos. etc.; se suprimieron los «liezmos (pie tanto gnivabau álos puet)los, principalmente al de Honduras, tl»»n<le la príneipal
fuente <le riqueza consiste en las empresa.s gíinaileiius. Si' al)nen>n
nuevas vías de comunicación v se repararon las j pie va existían.
Se habilitaron algunos ]>uertos |»ani la ex|M»rtac¡ón c im)N.>iiación
de mercaderías. Se hizo un reeonoeimiento para la aj>ertui"a del
canal de Nicaragua, y se celebró un contnito en términos ventajos
sos con tjd objeto. En tin. la He])iíblica varió com}»letaniente <le
aspecto y adelantando con rapi<lez, hiz(» ver á las naciones» de Eu-ropa que ])odía gobernai-se j)or sí nnsma, bastándole Hiw |)n)pio-
elenuMitos |)ara sosteneivc. sin ntresidad dr la pmteeiáón extran-
jera.
Aípiellos (pie anexaron la Hepública de Centro- America, al
efímero im])erio de Iturbide. j>retextan<h» ipie un país pcpírA». ydébil sería absorvido |>or otrf> más gninde, (pie<lan»n *\<
dos j)or completo, ante las pruebas qu(» e.«ite país i.«iiii. ñ •
el mando de los liberales, de bastarse á si nii.sin<'
Desgraciadamente ese partido inqKM-ialisia, ó ari>io«i ;<».»• o x i ^ d.
pues bajo estos di vei-sos nombres ha sido v es i»l misino, no do-cansó un momento en la empix^s:» q"- ' iTüpiuvto pamllevar á cabo la ruina del país.
Esas mismas reformas fuei-on el ariete con «pie habían de derm-
ar .'] trono de la lilwit-.,! .. M.l.'l-
68—
XIÍ,
El Jefe del j>arti(lo líl)enil. el caudillo republic^iiiu que abatiera
(;ii cien eí)inV)at<"s las anuas serviles y que de victoria en victt)ri:i
.había uiarcliado lia.sta restiibleoer el orden constitucional, y entro-
nizixr la libertad, arrojada de su solio por los tiranos de 1)^2H. El
patriota abnegado á cuyo valor y energía se delueran la existencia
de la Fedemcióíi y su ei^ciente ]>rogTeso. tenía in4s títulos qxu-
otro alguno ])ara merecer de los pueblos lí)s votos con que, poi'
segunda vez, le honj-aron en lf^84. para elevarlo á la categoría de
Pi'esidente.
En esta segunda campana eleet^jnil. ((nien si no M<jrazán ]>odía
obtener por su pi'estigio la mayoría <pu* se necesitaIxi paiir subir
á la primera Magistratuní <le la República? Solo un hombre <pi«-
ya en dos o<!asii>nes había alcanzado el voto de los pueblos, podía
«•omp(*tii' en prestigio con v\: y habría obteni<lo el <*argo á <pu' do-
veces fué ihunado, si la miu^ile no le bnbiesf lu'iido t-n los <lí;i-
mismos en que se verifi(ríd>an his elecciones
Ese sabio, honra y gloria de Centro- Anu-i na \ «•iit>pt<i.u i.
Ilondur:is qut* fué sntMUia. eni don Jost* C. del Valle. (1)
Muerto t'ste, el ('ongreso convcx ó á nuevas votaciones y fue po-
jMilarmente electo el (lenentl Mora/án, (pn*«Mi tomó pos4»sión del
mando el día 15 de Febrero de 1885.
Ya hemos visto cual era la sitnacuní del país manilo Níoiaz^ii
se hizo cargo de la presidencia en J880: vamos á ver ahora en «pif
condiciones se encontmba al (^lUr.u- á ej«M-cer este empleo. tMi 1830.
(1) Véase su bioi^rafi» «'mitííji y piihlíoada jmm* «;1 dfx'tor (I<mi Kaiiión Kosa, «I
año 1884.
"Perdió (Jenno-Améríca con el lallecímiento Jel Lilo. .losó (iel Valle, uno de su-
mas distinguid.rs hijos. Conocido ya desile el iieinfx> del Gobierno K.^pafloj poi su-
irlandés talentos y exiraordínario saber, luego que se prcolainó la indenpendencia fu
elevado á los priuieros deslinos de la naciente República: Uu- individuo de la Juiu
y:ubernaliva qne se estableció en Guatemala en lH*2l: el siguiente aflo concurrió á ¡;(-
Cortes de Méjico, en donde sostuvo vicloriosamenle los derechos de su patria y so-
bresalió por su elocuencia y laboriosidad. Victima de ¡-us opiniones contra ei Iui[>erio,
y preso por ellas de orden de Iturbide, fué poco dcí^pués nombrado primer minisn
por ei mismo Iturbide, pasando asi de la prisión á la primera silla del Gabinete im-
perial y debiendo únicamente su elevación, á ?k> reeomjckto mérito. Después de ki
—69-
xiír.
El) los iiiomentos ou (|iio Morazáii iha á tomar ol iiiaii»!. •
ni oxtivino crítica la situación del país.
Jiíi Constitución, como hemos diclio, c^)ntiene notiibles omicione.-.
Entre ellas, la de no design.ir un distrito fedend. Teniendo el (in-
fierno fedei*al «[ue vivir en el Estado de (íiiatemala, ni pudo evit;i)
l:u^ })revensiones odiosiis de los demás Estados, nacidas de lius c;in
sius (|ue hemos referido, ni armonizar su acción con la de Iüíí (jÍm-
l)iernos particulares, (pie le veían <',umn á un huéspe<l molesta» \
Liravoso.
Arce no pudo vivir en ])az con don Juan Barrundia; tuvieroDdisturVjios hasta por cuestiones de mera forma y con un pn»text«»
ridículo, y por medio de las armas, le arn)jó de la Jefatiin
de Guatemala, l^ari'undia, (h)n José Francisco, no i'stuvo i-n
píiz con el Jefe ^^olina y \H)r medios mil< diplomátic<K<, lo arn»jó
tand)ién del mando. Ya liemos visto ijuc Monizjin y (íálvez tam-]kk;o estahan sicnijírc en buena armonía; pero c;;tos dí>s |K'rsonajes
más tolerantes (pie sus pre<lece.sore.s. evitaban á tocia costa un rompimiento <|ii«' «Icbía ser funesto ]>arM la ]{»'¡M'd»'''-t \ ' ••'••t-fl-»
liberal.
Esto lu) impedía (pie (iáivcz trai»ajase liaiuinienie para i- .
(pie el (ndmMMio federal saliese de (iuateiriala: tnd>ajos (|ue «-ade acuerdo con su política, tpic UMidía á neutralizar el exce^^iv»»
[Mxler del Presidente. (íálvez es disculpable )K)r esta ct">nduct;i,
pues ya hemos dicho (pie no eni fácil (pi« en im misiiio E.stadt»
i;aída del héroe de Iguala, Valle regresó á su pairia k d«>s«ropenar las altas fiinciu-
ney de individuo del Supremo Poder Ejecutivo de la Nación; y en 5éi(i>ida obiovo la
mayoría de los votos fxjpulares para primer Presidente de la Repúhlica. Valle me-
reció de sus compatriotas el sobrenombre de "••abio," y sus escritos ju>ii(ican esi'-
dictado. Kentliam y otros ilustres escritores de Kuropa le honranm con su aniista<!.
y la Academia de ciencias de Paris, le inscribió en el catálos:o de sus miembros. L.i
memoria de esie distinguido centro-americano fué justamente honrada por su.< com-
patriotas: ta Asamblea de Guatemala declaró en 13 d« Marzo del mismo bño de 31
que su retrato í'u(»se colocado en el salón de sesiones, y que en demostración de sen-
limienlo por su muerte lodos los t'uncionarios públicos vistiesen luto jxir tres días. Kj
9 de Abril siguiente, la Asamblea del Salvador decretó también los mismos houore-^
á Valie. (Vlarure. •'Efemérides," página 35)
—70-
i-ecidiesen dos poderes, cuyos límites no esUibau bien determinados
por la Constitución.
La reforma de esta era por tanto indispensable, y solo ella ])odí;i
salvar el conflicto; pero la reforma no se bacía. ¿Porqué? Porqueunos liberales querían que la dictase el pueblo por medio de una(Constituyente; y otros nó.
¿Quién podía asegurar que la Constituyente se compondríasolo de Iliberales? ¿No podían los serviles ganar en su mayoría
las votaciones, atendida la ignorancia del pueblo, y exjilotando la-
divisiones de los liberales, el mal estar de los Estíidos, los desónU'
lies que liabían descontentado á una j^arte de ese pueblo, desónlc-
ues príxlncidos por las maquinaciones de los mismos sen'iles? Y si
esa Asand)lca se componía de estos en su mayor paite, ¿no operarían
un verdadero camino en la organización de la República? Amlx»partidos invocaban, pues, la reforma, aunque, como st» deja ver.
con muy distintas miras.
Permítasenos una lijera reflexión. El partido servil es cobarda:
cuando desenvaina la espada para defeiuler sus pnncijuos es ven-
cido y humillado. Pero aesgraciadaiuente tiene la unión, la saga-
cidad y la hipocresía del jesuíta. Así, él no Síil)e'balii'se en lo-
campos de batalla; pero hace la revolución dividiendo á los lil>era-
|{^s, y luego (pie estos se lian delulitado, se lanza sobre ellos jm^i*
medio de algiin instrumento que halla á la mano. Luego se ])rc
senta en los cuerpos legislativos \^ con una sola plumada, \;trí
todo un sistema Esto es lo que ha hecho sierapixí para vencer.
Los trabajos de Gálvez no fueron infructuosos: pues el Sal\a<i<T
alhagad(^ con la idea de que su capital fuese la cabeza de la Hcpú-blica y deseando por otra parte disminuir ]V)r este medio la })rc-
[K)n(lerancia de (iuatemala sobre los demás EstaiU)s. decretó por
medio de su Asamblea, que la cíípital con sus pueblos anexos[»odía erigirse en distrito federal. [1]
M(U'azRn recibió bien esta idea, no solo ponpie con tal medidas(^, evitaría un i"()m])imiento con (lálvcz, snio porque alliagando al
Salvadoi-, se de})ilitarían la ri^•alidad y el odio nacidos del localismo.
Además, el Gobierno fedei-al no podía permanecer nuicho tiemjx»
en Sonsonate, á donde, como hemos dicho, se había trasladad»
<lesde 1834. El Congreso aprobó también est^i resolución y ei
virtud del Decreto expedido en 25 de Jiuii<^ de 1833. las autori
dados federales hicieron su traslación al Salvador, (pie cambió si:
nond)rc })or el primitivo de Cuscatlán.
[1] Véanse las "Ereméridex" de Maniré, página ;U.
— 71 —
J.a ciudad do San X'ircnl»- in'' ^l. .'.'•..i . ,,,:t ,' ,:,
^^
ella se trasladó el (lobierno.
Esta medida influyó iiu^iiniiiaiicimtiitc «mi i;i j.a/, mirn.M «i'l
Salvador, pues como se ha visto ]>or la caída de San Martín, don-<le Morazáu residiese, no podía levantarse la reacción. Pim-o |h.'
esto mismo tuvo funestiis consecuencias. Aislado Morazán de (iua-temala, centro del servilismo, no ])udo sofocar las facc¡oní»s pro-movidas por este })artido, ni imponer silencio á los l¡l>eralcs de 1;.
oposición, que arrojando de la presidencia al doctor (talvczei'1838, abrieron el camino del triunfo á los enenn<ros de Li liUM'tad.
En los días en que Morazán era re<^lecto, ce<lien<lt) al rlamo;>;'eneral, el Congreso decretó una nueva constitución en la que .-•
Iiacían reformas á la de 1824: pero (»llu no satisfizo las iL<pi racione-
de los })aitidos, ni los intereses de los Esta<los v .solo C«>sta-Hic;i
y Nicaragua la aceptaron. En í'oiisccii.iici.i no tii\«» .•f..i-t.. v .-i
malestíir creció de día en día.
Tal era la situación cuamlo M<.i;,/.uii tuiio u .j.i.mi .i caí-
Presidente por segunda vez en 1885.
El edilieio nacional descansaba sobre ba.<es tan írágik»s v uíum -
<lizas, que tenía (pie sufrir horribles cnnvuldones paní t-aerallin
hecho ])edav:<>s, hundieinlo bajo sus escoud)iv>s al atleta iníati>rabl«-
que hasta entonces 1<> había sosíí-nido.
XIV
En medio de i 1 .i>L» M I n '-» \ 1 n iuili" 1.1' M .-» I I .1-»' M I I M I 1 iii n •> .iii'i- 'i<
1830 y 183(). El stMvilismo, aliiulo cí^n el ílero, n«^) había eesac!»
»
tle trabajar en contra délas instituciones lÜK'nihs. Tomando eoin»»
ya hemos dicho, por ])retexto, las n'formas implantad:!-, hixo *m!m-
dii" i'l descontento por todas partid
Las masas ignorantes, (lue no comprendían ^
nuevM legislación adopUida en (Tuateinala, la t\vliax:ib»n i*»>n toii.n-
cidad. El sistema de enjuiciar de £.<i¡Kiria, al •'• - '^ ^».....
brada.s, les parecía niejor (pie el jnmdí». (1)
lia exaustes del tesoro á causa de las contí
necesidad de imponer contr¡buci(»nes (pie no -
Los progresos materiales enquvndidos |Mir (iálvtv^ ínvivn aiiiia.-
de (pie el clero y los serviles se a|MMlenin'n taiiibiifi.
(l) Véase hi nota lUI .liuv. don Beniardin» i i>:ilillcacU en Julio dr i
—72—
Gálvez promovió la creación de un mercívdo y ordenó se exhu-masen los cadáveres que existían en la plaza del Sagrario paní
construirlo allí. El clero se op)uso á esta medida que tendía á me-jorar el estado sanitario de la población, y comenzaron á divulgar-
se los rumores más enojosos. "¡Extraer y profanar los restos vene-
randos de nuestros santos padres! ¡qué horror! ¡qué sacrilegio! ¡que
herejía!"
Así hablaba el clero, oponiéndose á los avances de la civiliza-
ción, por medio de las mazas fanatizadas e inconcientes.
Para aumentar el desconcierto apareció entre nosotnx^í j)or pri-
mera vez el cólera asiático. Entonces las especies más absurdas síi
lieron del seno del clero y de h)s serviles. Se dijo que los liberale>
envenenaban las aguas y el pueblo lo creyó. Ajiarecieron las fac-
<*iones. Carrera dio en Mataquescuintla el grito de insurrección, al
<iue respondió todo el Oriente. El clero, alentado, señaló á Cíi-
irera como á su salvador. Le aj)ellidó el Ángel Rafael, y el rudo
campesino vio desde entonces en él, al enviado del Señor que debí;i
restituirle su religión y sus Obispos. Al ángel vengador que debí:i
acabar con la herejía y que liabía de salvarlos de los envenenado-res de las aguas.
¡Cuánta tristeza causa ver un pueblo fraguando él mismo su.-
grillos, sus cadenas, el hierro de sus cárceles!
Nos acercamos al momento más doloroso de la historiíi, I^i plu-
ma cpiisiera caerse de las manos v se resiste á narnir los su(teso-
de 1887. iVro la venlad exige referir estos sucesos })or más que dellos apjirezca la responsabilidad de los lil)erales, á la par que la d«
los serviles.
¡Oh! los liberales que debían haber formado una masa compactii
y unida, para destruir Uiuta elemento <le discordia aglomera<lo j>or
sus enemigos, estaban divididos. ¡Divididos, es decir. penUdos paní
siempre!
Ya hemos indicado que la j)olítica de (iálvcz había luvho nacer
la desconñanza entre sus coo])artidarios. Rivera Cabezas, Molina.
Barrundia, se hallaban mal dispuestos contra él.
Los pueblos i nsurrecrtos|K*d ían que se al)oliese el sistema de juni-
d(Ks, y Gálvez que veía marchar la insurrección á pasos veloces,
accedió á tal demanda. Esto, así como algunos incidentc^s ]>iir:i-
mente particulares, })rodujo el descontento de Barrundia.
El chmpie fué violento. Empeño.se una lucha |>eri<xlística (pu-
debía inflamar la tea revolucionaria. (1)
('l^ Véanse las cartas de no y otro, publicadas en 18;iT. \'t:«»«' ••Klciuéridt's'
de Marine^ páginas o8 y 40: y el apéndice al fin de este trabajo.
Creóse el partido de la "Oposición" y el perió<lieo que fu^ ^uórgano.
El pi'estigio de Gálvez fué minado v d^sfinl.l.. ¡\] fin Tw.r .,,.,,
pleto.
El partido llamado ministerial le »i uii>«)(> m.Muuu^ \ iohiíihs
para deshacer las facciones. En medio di* mil diticultad^-s, Cíálvezconvocó la Asamblea, dándole para reunirse un término bi*cve.
Los diputados se instalaron, pero fhitaban algunos que no habíanpodido concurrir por el término corto (jue se señaló para su reu-nión. Esta Asamblea facultó extraordinariamente á Gálvez pararepeler á los facciosos. En virtud de esta facultad Gálvez dictóalgunas medidas violentas, por lo cual le increparon dui*ameitte
los liberales de la "Oposición." (1;
Talvez no comprendieron (jUe solo la violencia podía destruirlas facciones, y culpando al Jefe del Estado, haciéndole una opo-sición ruda y sistemática, abrieron las puertas del triunfo al par-tido servil, que atiza siem))re á los lil)erales con maña y sagacitiad
inconcebibles, para batirlos después en detal y vencerlos fácil-
mente.
Lección es, y muy amarga, la que nos da esta conducta iinpoli-
tica de los 1 i Itérales. ^ Hemos sabido aprovecharla »on posteriori-
dad.^ Quién .sabe; el porvenir será á pro})ósito para juzgar estcis
asuntos: ho}' que la opinión st» halla en contra de todo lo queparece despótico, no podríamos afirmar (jUe (íálvez debía halierse
puesto á la altura <le la situación, obrando como un Barrios, 8Ín
el temor de (jue nos llamaren jKUttrn'sUis. Mas califíque-enos comose quiera: nosotros creemos (pie el rigor es necesario. indis|H>nsa-
ble algunas veces para salvar un si.stema |x>lític(».
El rigor, empleado con justicia y c<»n necesidad; no la tii*ania
ejercida por crueldad ó por manifestar un ¡Mnler «jue s*ilo e.s lejí-
timo cuando se emplea en defensa de la sociedad amenazada.
Si Gálvez hubiese acallado la grita de la o|x>s¡c¡ón. si Gálvez
hubiera desplegado una energía .semejante á la «le Barrios en cir-
cunstancias penosas, conti*a los facciosos <le C'ari*er«, habría obra-
do con acierto, á nuestro modo de pensar. ;Ah! no s<* habría entn>-
nizado entonces el nefando sistema que durante .*iü años, mantuvoal país en un estado de atrazo lamentable.
(1) Véanse las cartas ciudas. ««Junio 16 de 1888. En enU fecha w rviinió ex-
traorílinariamente la novena Legislatura de <tuateinala. E!«t« reunión dio origen
á una de las más ruidosas contiendas politic-as que lian alterado la pas del Kvtado, y en la cual dos partidos, el Ministerial y el de la Opoídción. »e di^pntaroa
el triunfo con encarnizamiento.*' (Efeníérides, Marure. pá^na 41.)
10
—74—
En cuanto á Morazán: ;Mué hacía:' ;que podía hacei'^ Se hallaba
en San. Salvador al frente del Gobierno. Acababa de sofocar al-
gunos movimientos revolucionarios que habían tenido luo^ar con
motivo de la prevensión estúpida del envenenamiento de las
aguas. El distrito federal y todo el Estado del SalvadcM* se halla-
ban tranrjuilos.' En el mes de Diciembre, recibió Morazán una ex-
posición docuiíícntada de Gal vez. Este, olvidando sus antiguos
manejos contra Moi-az.ín, le describe la situación deplorable drl
país y le pide sus auxilios para destruir la anarquía.
Esta situación no podía ser más horrible. Tratemos de dar unidea de ella.
Carrera, al fr^^nte de numerosas honlas, recoiTiendo los Depaitamentos de Oriente, don«le sembró la muerte, la desolación, ti
infortunio. Parece mentira, pero es un hecho rjue sus hueste-
salv^ajes, violaban á las mujeres y les cortaban las orejas y cab<
líos, asesinaban á los ancianos y robaban á todo el (|ue considera
ban en(3migo suyo.
(xálvez, acosado por todas partes, dict;indo medidas mucha-veces inconducentes.
Los serviles en estrecha alianza con el clero, conspiradlo en rl
interior de la capital, en la Escuela de Cristo, á ciencia y pacien-
cia de todo el mundo, y sin que Ciálvez pudiese dictar ningunamediíla enérgica contra ellos, por(|ue los Jefes de la Oposición
ei'an los más exaltados defimsores de las garantías de los ciud.i
danos, en a<]uellos momentos en que solo se debió haber ptnsa<l
t'íi la salvación de la Re])ública, la salvación de las ¡nstituciom -
liberales, la salvación de ellos mismos!
Barrun<lia. ;0h Barrundia! el ilustre pnScer de la indepen<len-
cia, el iib?ral exaltado <|Ue había combatido en las calles, entre
las masas, en el Congreso, en las Asand)leas, en el Gobierno, enel campo de la prensa y en to<las partes, contra los amigos del
hnperio, contra los déspotas de 1 82(5, contra los serviles que i-o-
deaban á Arce, contra Cornejo, contra San Martín, contra l<
Pavón, etc., etc., Barrundia, oh dolor! uni<lo también á un círculo
servil, destruyendo con sn ]>luma luminosa el (íí^bícrno del J)r.
(iálvez.
Molina, Ri\'era Cabc/as, Kst-obfir, MaKpuv. \ ouos muelios li-
berales, siguiendo las huellas de Barrundia.
Enfrente de esta anarquía tan completa ^que podía hacer Mo-razán (* Al mismo tiempo que Galvez le pedía auxilio, é increpaba
el mal estar á los liberales de la "Oposición," estos le escribían
culpando á Gálvez y pidiéndole le abandonase para derrocarl<
"̂Qutí liacer.'' ;A (luién dar la razón:' /Contra cuál de ambos part
«los debía proceder Moiazán?Galvez le pintaba á los facciosos con sus propios coloi
decir, cuino salvajes destructoivs de la humanidad. Entrr tninque Barrundia decía en una de sus cartas al Uíisiuc Dr. (íálvt
refiriéndose á esos facciosos, <jue eran "montoneros sin j»-fes. coatreinta escopetas encendidas con tizones por arniainento. <in unsolo hombrea la cabeza que supiese leer, y sin más id'
prevención estúpida del envenenamiento del cólera."
^ despuPs agregaba Barrundia en otra de sus caitas en la cu.-;
se ve toda la intolerancia propia < le su carácter: "prefiero al de^potismo de Ud., á la dict;i<lUra ilisfrazada bajo el velo<le facultad,
extraordinarias, todos los horrores de la sublevación de las masas
¿A quie'n destruir entonces? ¿Era Gal vez el déspota nemnianá quien Morazán debía airojar del mando, ó eran los facciosos di-
tructores de la liumanidad á quienes debía conibatirse.' El Presidei
te se hallaba en una vei-daderaditiciilta<I. ¡Ah! si él hubiera vivi
en Guatemala, si se hubiese hallado en el teatro de los si;
bría podido apreciarlos con exactitud. Entonces, ni la •
'j .-.
hubiera atacado á Gálvez de una manera tan ruda, ni este hubi.
ra dictado meilidas inconducentes, ni los serviles hubiei*an potlidu
conspirar, ni Carrera hubiera enirrosado sus tilas, ni el país ,se
hubie)-a visto durante .SO años, bajo el reinado de la teocracia,
sumerí^ido en el uvSs lauientable v veríjonzoso atraso.
Entonces debió arrepentirse Gálvez de sus niai|UÍnacioiies paraque el Presi<lente saliese fuera de Guatemala; entonces tl««b¡ó
comprender que e'^a política vacilante y conciliadora que tiende
á presti;íiar al (lue la enqdea ci>n «los partidos enterMneírtos en ideas y tendencias, es contraproducente, pu«*s no
otro resultado (jue seud)rar dése* »nfianzas y mal estar vu iii«li*>,
preparando elementos de oposici«'»n, (pie combinados nuis ó niencis
tarde, han de diri(rii-se hacia un .solo Hn; la destnit^ción «le aA|Ucl
que no ha .sabido ser bastante leal para arrojarse abiertamente enbrazos de uno ó de otro. Y no es (¡ue (iálvez cambiase alirua vez
de idea.s. Ya hemos dicho tjue era lilkeral y liU*rul i
pero quiso nnntenerse neutral en me<lio de los oí»!
parti los; (juiso avenir elementos que ilebían n«
'
'iite cho-
car, (pliso en una palabra estar bien con unos y «
Recuérdese su alianza con San Martín contra Mora;cán. y su
uni(')n con este para perder á aquel. Gálvez recoiría. pues, el fruto
de su propia obra. Desirraciadamente los resultados fueron funes-
tos para todos los liberales, i>ara la patria to^la. ¡(>jal4 que estas
—76-
lecciones, en verdad bien amargas, estuviesen siempre grabadas enla mente de ciertos políticos de actualidad, que creen que se puedeser á un mismo tiempo liberal y cachureco.
XV.
No obstante el empeño de los liberales de la oposición porqueMorazán negase á Gálvez sus auxilios, aquel, olvidando las incon-
secuencias de este y fijo solo en la idea de .salvar la República
reunió 600 homljres y dispuso enviarlos á Guatemala. Peio ántt-
s
([uiso poner en juego los medios políticos y á tal efecto, comisio-
nó á Barrundia para que asociado á los presbíteros José Mai'ía
Castilla, Vicente Orantes y Manuel María Zeceña, acudiese á
hablar con Carrera, y tratase de reducirlo al orden por medio dela convicción.
Mal conocía Morazán al Jefe de los insurrectos, y este fué unerror lamentable. Morazán debió marchar sin pénlida de tiempocontra el faccioso, y no dar á este una importancia legal, envian-
do para tratar con él una comisión. Pero lo repetimos, Morazánno podía apieciar delndaraente y C(>n exactitud los sucesos, ((Ue
solo conocía por relaciones de las personas (jue se hallaban en
oposición. Morazán tenía además suma confianza en el patriotis-
mo y luces de Barrundia y sin duda creyó que este emplearía
toda su habilidad en reducir á Carrera á la obediencia.
Morazán se engañó. Barrundia, lejos de apresurarse en el cum-plimiento de su deber, hizo publicar la nota de Morazán, haci«'n-
do creer de esta manera á los serviles, (jue aquel Jefe temía vn-
trar en abierta pugna con Carrera.
Barrundia hizo más. Entró en corres])ondencia con Carrera.
Nosotros no nos atreveremos á interpretar las intenciones deBarrundia como favorables á los planes de Carrera; tampoco di-
remos (]ue aquel sincero liberal estuviese de acuei'do con el gue-
rrillero de Mata(|uescuintla: pero las apariencias dieron motivo ii
(|ue el partido ministerial supusiese que realmente existía unaliga entre los Jefes de la Oposición y los serviles. El hechoes (jue Barrundia fué altamente impolítico y la verdad histórica
exige confesar, que unido á los serviles Arrivillagas y Cepe<las,
contribuyó poderosamente á que se v.'rlHcn^i^Ti tod<is Uw trastor-
nos que el país lamentaba.
-77-
Un mes tardó Barnindia en dar cumplimiento á la nota «If
Morazán. La conriai^nación fué general contra el Jefe «Ir
Guatemala. Los serviles, viendo lle<;a<lo el momento en ^^\l>
el partido liberal se hallaba dividido y destrozailo, terciaronen las cuestiones. Oi-ganizóse una junta por dispos¡ci<)n delConorreso representativo. Esta junta se componía de los serví
les Francisco de Arrivillaga, ((¿ue estaba unido á BarrnndiaJuan José de Aycinena, José M. de Castilla, y otros. Est* junt.i
levantó una acta }• propuso un proyecto de pacificación <jue fu-
aceptado por Gal vez. En consecuencia este nombró Mini.^^tro d.
de Gobernación y Justicia á don José de Aycinena; y de Hacienda á don Marcial Zebadiía^ Aycinena, el que tanto había trabajado contra los liberales, el que llevó á cabo la anexión al Tmperi-
de Méjico, el autor de los folletos contra Morazaín, contra Barrui»
dia, contra la Federación, ¿ol)i-aría de buena fé al entrar al in'
terio? ;0h no! Aycinena era uno de los serviles que en aqu.
días conspiraban contra el Jefe de (iuaU*mala. (1) TckIo fué entonces confusión y desórilen; Gal vez acusal>a á los HIhí rales, estu^
á Galvez y los serviles entre tanto, ya en el potier, triunfal^in «-¡n
esfuerzo. La Anti«j!:ua se sublevó contra (Jal vez, tomando las ar
mas más de 500 houdtres.
A grandes rasgos vamos narrando estos sucesos p»'
que no sería propio de este trabajo referirlos detallan
El ejército antigüeno pronunciado contra GáJve^ ii^g<> «^
j)nertns de la capital el 80 de Enero de l.s:{8.
(iálvez tenía una fuerza poco menor; pero compuesta de fiol
dados veteranos, dispuestos a morir antes que entregar la pin
con Jefes como Preen, (jue era uno de los mas valient4'>i y e\,
mentarlos. Los antigüenos comprendieron que eiti i t^ue
vencieran solos y el círculo ile la ofH>.sición, con U ^ ;«> dotodos los serviles, aconló pedir auxilio á Carrera. ;Knt<mce.s fué
cuando Barrundia, acompañado de don Manuel Arrivillaga. quecon los Cepe«ia había tomado atjuella resolución, marchó en bu.sca
del guerrillero! /A quéí* á dar cu¡nplimienU> á la nota <ie Mora-
;2íUi, dice Montúfar. (2) Pero nosotros preguntamas: >Por quéBarundia espera para cumplir su delicada misión los moment<en que los antigüenos, en que los liU'rales de la o|)osición d'
quien era el alma, escriWn á Carrera llamándolo!' ^Cónio es qu<
Barrundia va en busca de Carrera, |>ara tralmjar pomue est
se reduzca á la obediencia, con el mismo AmviHaga que na acor
(1) Véa«se la «Reseña HÍRtórlca/* tomo 2.» capitulo :i;i, iiégina 494.
{2J Reseña página 275—Tomo 2. =
—Tes-
elado llamarlo en contra de Gal vez.' Cirande. profunda pena nos
cau?a decirlo; pero Barrundia empañó en este día, los laureles
acumulados á su frente, durante 20 años de luchas incesant«
-
contra el partido de la aristocracia!
Carrera no se hizo esperar, y acudió al fivnte de sus hordas.
Gálvez, después de cinco días de una resistencia heroica, resignó el
mando en el Vice-Jefe Valenzuela.. sin que sus enemigos huhiesen
podido vencerlo.
Desde el momento en (|ue Carrera ocupó la plaza con 600 hom-bres armados y con 5000 montoneros, que á los gritos de "viva
la religión, vivan los santos padres," unía los de ''mueran los here-
jes, mueran los tiehres, (queremos sacjueo etc., etc," el vesindario
entero se extremeció de terror y el pánico cundió en todos los cír
culos, disgustándose los mismos antigüenos.
Así terminó a<[uella lucha sangrienta entre el partido minist'
rial y el de la oposición. Entonces la sociedad aten-ada ya nopensó sino en verse lil)re de Carrera; y los liheiales, al ver cjue
el resultado de su obra iba á ser la destrucción de todos ellos
íjuizá de la sociedad entera, hicieron mil ofertas al caudillo de lu.>
rebeldes, (pie solo contuvo sus huestes, que deseaban vivii menteentregarse al pillaje, cuando le dieron 11,000 pesos y lo halagaron
con grados y destinos militares. (1)
Carrera salió al tin; pero seguido de sus hordas armadas, con
dinero y elementos para volver bien pronto sol)ro la capital ate
rra<la y presa del más horrible pánico.
Antes de pasar adelante, debemos indicar que los Departamen-tos de los Altos, aterrados también por la espantosa ananpua <]ue
deboraba al Estado, y aprovechando los momentos críticos < n
(juc el país se encontraba, dieron el grito de independencia '
se erigieron en Estado libre y soberano, auncpie sujeto a la Feil-
rasión.
He a()uí otra de las consecuencias de la división de los libera
les. Guatemala dividida de esta manera, había de poner meii'
obstáculos á los planes del partido servil, quien sin embsrgo d<
truyó el mismo Estado délos Altos, cuando creyó que su ex i
tencia podia servir de apoyo á lar reorganización del sistema
federativo.
|l] El General Carrascosa, jofi' de lu liui/a juitigiiefla, quiso ileshaeersc d'
Carrera; pero los mismos liberales se lo imi)idierou, por temor de un rompíiiüento.
\\I
MieiUia^ i.iiii't tjUr t»'iiifiii iul;;ii f>i.<»> MiL't'*>ns, Mur;i/.an in-niia"
necia en el distrito federal al frente del Gobierno. Al shUt fl
resultado de la división de los liberales, comprendió íjii-
gado el momento de obrar con mas actividad. Carrera it
por sus directores, los padres Duran, Lovo, Orellana y otros, vol-
vió á sublevarse contra el Gol)ierno, y los pueblos de Oriente.
respondiendo á sus proclamas, pretendían formar otro Estailo
corno el de los Altos.
Entonces el Gobierno, la Asamblea, los liberales, llamaron áMorazán de quien esperaban salvación. El Presi. lente no se 1
'
esi)erar por esta vez, y entró á Guatemala el día 14 de Alii
de l.SoS. El vecindario le recibió, dice Montufar, "con muestrasdo entusiasmo y regocijo injis grandes ijue las oue le dieranal tomar el mando de la República después del triunfo deOpoteca y Olancho en IJS.SO.^' .\1 m«?mento .<e le presentaron los
vecinos más notables, suplicándole .«^e hisiest» earí^'n «Kd |x»il»'r
del Estado: pero Moraz.in no aceptó, sino li
Asamblea el 21 del mismo mes. Facultado »
Morazán dictó sus medidas con prontitud y energía, y estabi :•
su cuartel generfil --m íU^ui..,^^u\^t ..^>.i,i'i.-»«.I" -i»- rn-.y,.^ -
todo el ( )riente.
Carrera fué persi'i;ui<i«» y ar«>«>a<in p.»r i.>.i;i«> pan.-El 27 «le Abril, .'J(K) facciosos <jue al mando de C«'s¡lirt í«iiiia i
Sarco Gallo, atacaron el Batallón dutiapa.y fueran
pletamentí'. Este triunfa lo nlttnbo rl Trin-iit' <
quín García (íranados.
El 5 de Mayo otrap....... < .^ -i . ;... .. .. ;
i-.
el Comandante Est« Imn Ciei*o; y el 7. el Coronel Antonio Laz«>.
obtuvo otro triunf(» completo contra más d»- 400 h« nibn*s que.
con el propio Carrera á la caln-'/a, asaltaron la pla/.a de Aniati-
tlán.
Morazán dirigió una proclama que dice:
"El Presidente de la República, General leí Ejéni:
á los vencedores en Amatitlán.
/Soldados! Los candi lias de la facción que todo lotAÍay «:
truye en Guatemala, habían decretado la mina de la Iirni. i
Aniatitlán.
—80— ________„
Carrera, Rueda, Herrera, Porras, Gallo, Mangandí y SantaRosa, unieron sus partidas para sorprender aquella población
y se habían ya repartido de antemano las grandes riquezas quese encuentran allí acumuladas por las manos del industrioso co-
merciante y del agricultor laborioso.
Desde las alturas que dominan el Valle de Guatemala se arro-
jaron sobre su presa como fieras salvajes, sedientas de sangre yde tesoro. Pero ellos ignoraban que allí existían los veteranos qm*en diez años de guerra, han adornado sus cabezas con los laureles
de tantas viciorias, sin que jamás haya sido humillada su tVent
por la desgracia.
¡Soldados! Siempre os he apreciado como valientes, pero en la
gloriosa jornada de ayer, en donde cada uno de vosotros tuvisteis
que vencer á ocho enemigos armados y decididos á consumar su
crimen, os habéis portado como héroes. Yo os saludo en nombrede la patria con este honroso título. Seguid mereciéndolo y evi-
tareis (]ue el nombre de nuestro hermoso país, sea para siempi*e
borrado por la mano de los salvajes, del número de los pueblos
civilizados.
Guatemala, Mayo 9,de 1888.
F. Morazáii**
Compárense estas líneas del caudillo de la libertad, con los
mal redactados escritos de Carrera, en los <|ue á nombre de la rr
ligión, habla como enviado de Dios, é Ínsita al saqueo, al ast
sinato, al esterminio de sus hermanos. Los pueblos (jue recorrían
los facciosos eran talados y destruiílos y en la historia de Mon-túfar, pueden leerse los números del Boletín Oficial, donde s.
refieren los crímenes verificados por aquellas hordas, crímenes
que la pluma se resiste á referir.
Morazán ciñó su frente con nuevos y preciados laureles y ha-
bría concluido por completo con las facciones; pero asuntos ur-
gentes le llamaron al distrito federal.
Parece que el servilismo había fraguado allí un plan contra
la federación y ei-a indispensabla la presencia de Morazán para
cortarlo. Obse'rvese que la escacós de medios de comunicacióndificultaba á cada paso la marcha de la administración pública:
si hubiese habido telégrafos, ferro-camles, caminos y correos
como hoy, la Federación se habría salvado acaso.
Morazán marchó en los primeros días de Junio de 1838, dejan-
do al frente del Ejército al Coronel José Antonio Carballo. Esto
descontentó á algunos liberales, entre ellos al Doctor Pedro Mo-
)ina. (juieii pitlió á la Asaiiililt-a, en tfi-iiiiiios «'iiojosos para t-í l*i.
sidente, (jiie volviese al ejecutivo del Kstado, eí(íol»ierno «jUe e~taba encomenda.lo á él! La Asanil.lea dictt) el iM-reto «le :;i deJulio, en íjue despojamlu a Muiazjin de todo el poiler de que lelialu'a investido, ni aun si(|uiera se le dan las gracias por sus im-portantes serv icios.
"No había esperiencia capa/ .1. unir ;í los libei-ales—diceMontúfar en la Reseña— El menor d¡s<rust<), la menor rencillaproducía una ^^rande exploción. Era preciso í\íw el Presidentediera austo á todos en todo y por todo, satisfueiendo toda-s las
aspiraciones y toilos los deseos y sin esceptuar nin^'uno, porquedesde «1 momento en que un liljeral no quedaba satisfecho, olvi-
dando toda la historia y los orrandes servicios qu«* á su partidohabía prestado el General .Nlorazjín, se luiría á este jefe ilustre
como si fuera el primer recalcitrante."
Ya ha visto el Di*. Montúfar (¡ue en la actualidad no hemossabido aprovechar aquellas lecciones y que por el contrario, estA-
mos dando muestras de menos cordura y sen.satéz, que aquellosilustres patriotas. ¿Por qu^ el partido liberal ha <Íe ser .siempre
suicidaí* Porque es ingrato con los suyosLa insurrección continuaba, y Carrera, no escarmentado con
los anteriores fracasos, apareció tle nuevo en Setiembre <le 1S;18.
Más fuerte y más empeñado que nunca en llevar á caln) su obrade destrucción y de esterminio, atiicó al Coronel Honilla, al freis-
te de dos mil salvajes armados. Los llanos de .lalapa se enrro-
jecieron con la sangre de los valientes guat» nialtecos, que ennúmero de 500, reistieron durante algunas horas aquella luchadívsigual y terrible, contra un en»*iiiÍLro i.iá»; fn»Mte \M>r •! nú-meio.
Carrera ciñó su fii.nic c(<n K» i. i. ..*.... ..v .»..,..... . ... divido
de la fortuna, se aproxiuíó á la CapiUil, creyendo llega<lo el mo-mento de atacarla. Situó sus huestes en Petapa y desile allí co-
menzó á amenazar la Ciudad de Auuititlán. cuyos elementos devida y de r¡ |Ueza eran grande ¡sentivo de nu co<licia.
En .seguida se apodera de la iiidebiisa Ciudad de In AntiiTUn.
donde sus hordas se entregan al vandalismo
Amenaza la Capital, pero el General Saia/ai. m ii.no -i. -y^
valientes, le derrota conqiletamente en la Villa. Este triunfo nodesalentó á Carrera, (juien en seguida ajMireció de nuevf». Denada sirvieron los esfuerzos del General (íu/mán, pue.»* el trata-
do del "Rinconeito," fué más bien un triunfo que una derrota
para el ^jn.-rill.-riv 11
H2—
XVII.
Arreglados los asuntos que Morazán lialúa dejado pendientes
en el Salvador y tranquilizado completamente en cuanto á los
ternores de una reacción en aquel Estado, volvió á Guatemalaá donde le llamaron todas las clases sociales. El 20 de Octubre, á su
paso por el Guapinol, aldea de Cuajiniquilapa, fué trairloramente
sorprendido por una emboscada de asesinos carreristas. Le hi-
cieron estos algunos disparos, muriendo el ayudante de Morazán,Juan Estévan Milla, que iva á su lado. Los asesinos huyeron yMorazán continuó tranquilo su marcha.
El Presidente entró á la capital á tinos de ()ctul»re d«l mismoaño de 1888.
Hallábase al IVíjhUí «Ud (iobierno, p')r rt-nunc-ia dt- \ aM-n/iirla,
( 1 Consejero don Mariano Rivera Paz, (juien salido del seno del
pueblo, se unió á los serviles, conspiró con ellos y llamó
á Carrera contra los liberales, como 8e verá más adelante.
Las facciones habían tomado incremento y los horrores come-tidos por ellas hacían estremecer á serviles y lil)erales.
Parece que en los angustiosos días de Octubre de 1.S.S8, un pen-
samiento común dominaba á la sociedad guatemalteca, y era el
«le destruir á Carrera. ;V ((uit'n sino Mora/:ni t'ia caDaz de una
obra tan humanit-^ria í*
Pero si el parti<lo ser\'il dt*si'al)a la dcsiiiu-cion (u- (.añera, n-;
era para que continuase en vigor el sistema democrático (pie Mo-razán sostenía. Así pues, é\ pensó unirse al Presidente y trabajar
con é\ contra Carrera; pero scducirndolo antes v hacii'ndolo cam-
biar de política y de idea-
Si Moraziín hubiese si<K) como Aicr, como Kivera l'az y comoalgunos de nuestros presidentes (jue con posterioridad nos han go-
bernado, se habría convertido en un verdadero ultramontano,
arrojándose en l)razos de los serviles. Estos, aún antes de queel caudillo lil>eral llegase á Guatemala, fijos en la idea de con-
vertirlo á sus principios y erigirlo en «lictador, y creyendo muyfácil realizar este pensamiento, presentaron una solicitud á la
Asamblea, firmada por muchos vecinos, para que se <lepositase
en Morazán el mando de los cuatro Departamentos (jue habían((uedado unidos, autorizándolo ampliamente para (jue emplease enla defensa común todos sus elementos. Esta solicitud está firnm
<»* i n/^.. 11 mi. I < -I u MI I I al
— s:í
da por el Vicario Capitular «Ion Antonioneto, como se diría ahora, y uno de los más fervientes adulndoide Carrera.
Favorecían las miras del partitlo servil, las difíciles circuí.
tancias que el país atrave/ulm y el cambio político <|Ue en 1
demás Estados de Centro-América había veniílo 0{)eránd(-Los emigrados de 182Í) habían vuelto en su mayor parte, inert-
á un Decreto de amnistía general.
Morazfín se vio, pues, rotleado de tmlos sus enemigos, y ac:i-
habría caído en el lazo que se le tendiera, si su iK*i*spica<'ia no le
hubiese hecho ver el fondo de la trama. Toilos los nobles los clé-
rigos y los más acérrimos enemigo» del Presidente le rodearon,tributándole mil elogios. Se le ob.sequió en casa del hondurenodon Pedro N. Arriaga, servil que tomaron como instrumento pampioponer la dicta«lui-a al caudillo liberal, pero to<lo fué inútil.
"Ei Cieneral Morazan,— dice Ban undia don José F.— liabía a-
parecido en Guatemala para calmar bis facciones y coml^atir áCarrera. El orgulloso partido se arrastró entoncea á sus pies,
lo recibió en triunfo, lo cubrió de flores, lo aduló hasta el fasti-
dio, lo festejó y rodeó a,siduamente, sufrió conístante el desdénmerecido á su bajeza y le pidió encarecidamente dc•^trllyel*a álos liberales, hiciera abolir las instituciones y aceptar la <lieta-
<lura. Esta solicitud inamlita, esta adulación al hombre que de-
testaban en el fondo de su alma, que los había vencido, huini-
|la<lo y reprimido severamente, no tuvo más efecto <iue la ver-
güenza de los aduladores y caracterisiar .su abyeccum infamebajo todos los partidos."
¡ái Morazan hubiese aceptado la dictadura, haciendo recaer ho-
bre los propios .^^erviles todo su rigor ¿.se habría salvatlo!' Ci-vem*»
que no; en primer lugar, los serviles .se hubieran aprov»- '"»'" d»»l
mismo poder omiiím«jdo ofrecido á Momzán, para ávs] le
y dividirle de los liberales, en cuyo caso ellos habrían n-pre dueños de la situación. Hariun<lia. Molina. Km'íjI -rs
los que derrocaron á (íálvez ^so.sten* Irían á un .«>:
un candáo tan vergonzoso /era propio del v» i; .»?
¿De qué serviría á éste sostenerse en el man<lo sobre un ii*ono
de crímenes? ¡Ahí Morazaín no ha sido tan grande en (iualclio,
San Antonio, ChMrcas, etc., como en estos momentos aHictivoft,
en que pretiere luchar .sólo, contra las tempestades que ilian ádescargarse sobre su cal»eza. antes (|ue empañar su reputaci«'»n
y su ilustre nombre, con el o<lioso título de dictador. No se queautor ha dicho: "un gran genio se hace admirar: ¡K'ro un gran
—84—
corazón se hace querer." Tal nos sucede á nosotros: Morazán nosinspira una admiración profunda y un vivo y sincero afecto; entre
tanto que otros hombres al mismo tiempo que nos deslum-hran por su genio, nos son odiosos por su carácter. EntieWashington y Napoleón hay una diferencia que á nadie se
ofulta. ;Y sin emVjargo, ambos son grandes!
Morazán rechazó, como hemos dicho, las ofertas de los serviles,
y aun (jue estos quedaron disgustados, continuaron prodigándole
mil elogios por su coii<lucta liberal. De.spués de esta última nega-
tiva, el Presidente expi lió el Decreto de 24 de Octubre por el
cual declara <jue Guatemala se halla bajo el réjimen militar.
"Estos momentos,—dice el Doctor Montúfar, (R. H.)— coinci-
den con la abierta pugna del conciliábulo servil, compuesto de
don Pedro y don Juan José Aycinena, don Manuel Pavón y <lon
Luis Bátres, contra el Presidente de la República y coincidían
con la idea doniinanfctMlc este confiliábiilo «Ir (linnrnr por nitMÜo
de Carrera."
Los serviles ({ue no liabían podido .seilucir á Morazán, se pro-
pusieron educar á a<iuel faccioso p«ra arrojarlo contra los libera-
les y destruir las instituciones democráticas. Con este tin, se pu-
sieron en relación con los facciosos é hicieron que invadiesen los
Departamentos de Santa Ana y Aguachapán, para Ihuuar por
estos puntos la atención del Presidente. Este mai-chó en el acto
contra los facciosos y Carrera evacuó el territorio salvadoreño,
pasando á Chi(|uimulilla, donde Morazán en convinación con el
Coronel CarbaUo, le batió y derrotó completamente, hacit^ndole
gran número de prisioneros, entre los cuales se hallaban los sa-
cerdotes Aqueche, Girón v Aguirre. (1)
Mientras Morazán sofocaba en el Estado salvadoreño algunos
desórdenes promovidos por la reacción fanática, después de la
acción de Chiquimulilla, Carrera acosado por el (ieneral Guzmán,(\ue al frente de una división de los Altos, había acudido al so-
co)*ro de Guatemala, se veía próximo á rendirse. Pero el valiente
Guzmán que se hallaba inspirado en los consejos de <lon ManuelPavón, lejos de concluir para siempre con las hordas inhumanas<|ne cortaban las orejas y los cabellos á las mujeres después deviolarlas, entró en tratados con ellas.
Guzmán obraba de buena fe, siguiendo los consejos del servil
Pavón, (|ue le había dicho que hiciera la guerra á Carrera "por
medios políticos y morales más bien que con las armas." (2) Esta
[1] -'R. H."(2) Biogra fia (lol S.'ñor r;i\ .'ii. ivrrii n por (ion .lo^,- >I ¡Ha.
—Só—
aconsejaba el (]U0 pocos (lías antes ol recia á M-ra; ¿podrá creerse (pie obraba el señor Pavón Cfi
Guzin4n y Carrera celebraron en 2.S de Diciembre del iiiisni-
año de 1838, el tratado llamado del "Rinconcito," |x)r el cual est
debía continuar de Oomaiídanté en Mita, reconociendo al Gobieino y entregando las armas, lo (jue jamás cumplió.
Por segunda vez Carrera (juedó en posisión <le obrar conti _
Gobierno, que le dio de nuevo un puesto militar, acaso Ilevand
adelante I*) r*-'^buM/»íi del conciÜMbMl" i- "v* «v- i...».i.. >» .
tufar.
Tal futí el resultado de acjuella larga y peii(»tt eampaiia, tal el
castigo impuesto al bombre cu\'a cabe/a se liabía puesto á preH'io
pocos meses antes, según estas ridiculas palabras del boletín oficial
del 16 de Junio: "Ofrecimiento que se cumplirá religiosamente».—
La persona ó personas que entregen al criminal Rafael Carrera,
vivo ó muerto, si no se pivsenta voluntariamente, aeogiéndoM* al
último indulto, se le premiará con mil y quinientos pesos, en dine-
ro efectivo, entregados al momento, y dos caballerías de tierra euel distrito que elija el aprehensor."
He aquí, pues, cómo se hacían infructuosas los esfuerzos y sa-
crificios de Mora/Ym por pacificar el Estado. Estas ¡ne n-
cias, estas contiadiec¡«''nes en la política de los gnat
esas arterías del servilismo y devilidail de los lil . |r».
(lían menos de desagra iarle. Sin embargo, volvió a lala yapesar de la abierta pugna de los serviles, convocó la Asambleaordinaria.
Este Alto Cuerpo se instaló el 30 de Enero de 18;}í) y el mi<«riio
día se expidió ef Decreten en que hace ees» r en el ej- I
Poler Ejecutivo al Conséjelo Rivera Va/.. Emo fue un ^^^
i
los serviles, pues como ya hemos dicho. Rivera se halla i .
acuerdo con ellos ven relaciones con Carix»ra. (1)
En el mismo Decreto se nombra á don Cario» Salazar |»#*r
(pie sustituya en el mando á Rivera. Este nombru<
tal para los liberales, pues Sala/.ar, auníjuc leal á .
de carácter débil e' indeciso y no supo jwnerse á la altura de i..
circunstancias. Muy pronto los .serviles, con su táctica acostun
brada le rodearon, le arlularon y le engañaron como á un nifto.
Morazán teniendo que atenderá t<xlo, volvió hÍ
ral. Entre tanto Salazar colocó al frente <le los cu.
—86—
á jefes de la aristocracia y los propios agentes de Carrera se sen-
tar(m á su mesa. Bien pronto vio este Jefe los resultados de su
complacencia.
XVIII.
Morazj'm haliía perdido la confiianza en Salazar; veía que en
Guatemala, centro del servilismo, se preparaba un golpe mortal
contra la Federación: que Honduras y Nicaragua, en medio de
tantos tiastornos, se habían separado del pacto federativo y cele-
brado alianzas secretas con el Consejo ck los cuatro.
Gobernaba el pueblo hondureno el General Francisco Ferrera,
ultramontano exaltado y enemigo del sistema federal.
Había, pues, en los tres Estados una contiagración general
contra Morazán y su partido. Esto le deci<li»> á disolver las
fuerzas de Guatemala, antes df partir lltvánd»'^»' una rantidal
considerable de fusiles. (1)Para mayor conflicto, Morazán había cuiii[>ii<i(» sji sf^undo [)t-
n'odo presidencial y deja<lo v\ mando en poder del Viee-Presiden-
te Vijil. El pudo retener la presiílencia; pero esa medida de he-
cho, era muy ajena é sus principios.
El Doctor Montúfar dice—"honor hace A la memoria de aquel
ilustre General el que no se le haya podido arrojar del mando, en
medio de una contiagración general contra la unidad Centro-A-mericana y contra su persona."
Ciertamente que es muy honroso, para el héroe cuya vida bos-
([uejamos, el haberse sostenido en el mando, sin apelar jamás á
esas medidas violentas y tiránicas, á que suelen recurrir los man-datarios, cuando han perdido el prestigio de los pueblos; y sin
haber tampoco abandonado á su partido en días asiagos, débil v
miserable recurso de los cobardes, (pie para sostenerse también,lio vacilan en apostatar de sus principios. ¿Honor, sí, al héroe
(1) Los serv¡Ie>í afirman que si Carrera entró á Guatemala, fué porque el Estail"
se hallatia indefenso por haberse llevado Morazán las armas. ¿Por qué entonces
dieron á Carrera los 2. 000 fusiles que en IH'29 escondieron en las bóveda.-? ¿Poi
qué dieron á Carrera los 1,000 fusiles que ios Altos tenían en Belieel Carreta no
necesitaba de otras arnoas para entrar que e! concurso decidido del partido servil y la
suma soníianza del Jefe del Estado, Salazar, quien era un valiente en el combate,
pero débil en la política.
(le (juicii ilice Maruii*. «^ut- i-ii iiumÍk» de lo espinoso t\v las nrcunstancias, supo mantenerla respetalúlidml del mamlo, liaciéndolo al mismo tienpo snrm' ¡j (ipftHrúl,, ,¡f UnOm.
Pero lo que niíis honra á Morazán, lo que le hace verda<leramente grande, es la abnegación sul»lime con fjue, después d«
dejarla presidencia el día mismo que se cumpliera su segundaperíodo, se coloca al frente del Ejército, para resistir los ataqu»-de un partido poderoso é implacable. Y no se diga que él }•
"
engañarse respecto de la situación; y no se diga (jue el puestComandante del Ejército podía ofrecerle mesquinos alhagos. t
bien se vé cuan grande era la exaustes de la Hacienda Pul ¡
y los peligros que amenazaban á los lil>erales. El potlía i-etirars»
al seno de su familia, restañar allí sus heridas, volver á la cal
ma que necesitaba después de tantos años de incesantes fatiga>.
pero no creyó cumplida su misió, el partido lilnTal <le que eraJefe, estaba destiozado y perseguido, la Federación, su sueño m^-hermoso, casi deshecha. Por esto renuncia á su bien estar, ol\ i
sus intereses, su familia <iue le llama, y desafiando la tempe-ta i
que se desploma sobre su cabeza, coníjuista en vez de riqueza^*.
en vez de goces y placeres que alhagan la mateiirí H •• • - '••••
nosa y bendita de los mártires.
XIX.
El servilismo triunfante en Nicai*agua, hace invatlir el Salva-dor de acuerdo con Honduras y (iuatemala.
Pero Morazán derrota á los invasores y le.s oblir^a á evacuarel territorio.
Entonces se levanta un ejército de más de l,ó(K) hoiubre.4 com-puesto de hondurenos y nicaragíiensf.s, que al niaiido del OenrmlFrancisco Feírera, invaden de nuevo por San Miguel.
Morazán llama á sus veteranos que le rotiean .sin liacerHií eísi>e-
rar. Reúne 000 hombres Ijien equipados, y generales como (.'ale-
ñas, Rivas, Saravia, Benites, Lazo, etc., que habían inmortalizado
su nombre en cien cond>ate.s.
El General Morazán marcha hacia San Miguel tinír*» qn- i
á disputar á Ferrera el paso del Lempa, le «?
de marchas y contramarchas y el día ."i .l.« Abril -i
hacienda del "Espíritu Santo."
A las soi^ <lo la tarde del. m\ "" ll-"->-í-- -^r.,.!;. •,.
—88—
o n el número de sus fuerzas ataca las guenías que Morazín ha-
bía hecho destacar. Estas hacen fuego en retirada, replegandose
al grueso del Ejército. Los aliados avanzan y atacan á los salva-
doreños por los flancos, luego por el centro. La noche pliega sus
alas y en medio de la oscuridad, los comlmtientes de una y otra
parte se confunden. Ferrera hace esfuerzos inauditos por decidir
el combate; pero enyano, su infantería retrocede al empuje violen-
to, irresistible de la reserva, que con JIoraz4n al frente, le ataca
y le rechaz^í. Envano Ferrera hace avanzar su caballería, pues
esta se estrella inútilmente contra los corrales de piedra ([ue
sirven de fortiflcacione^ á los salvadcreños. Al fin Ferrera, com-prendiendo que la oscuridad de la noche entorpece sus manio-
bras, retrocede decidido á esperar el día. Los aliadrs se dividen
en dos columnas, ocupando dos pequeñas colinas situada^
al frente de Morazán. Esta retirada, verificada en buen orden
hizo comprender á Morazán, que si bien el enemigo había retro-
cedido, se hallaba dispuesto á emprender de nuevo el combate.
Además, la posición del ejército aliado era ventajosísima. Mora-
zán recorre su canq)0 y v-e (pie el ejército se halla cojnpletamen-
te desoi'ganizado 3' disminuido en una tercera parte. El escuadrón
d(i caballería se había estraviado con su Comandante, los heridos
m número considerable se hallaban confun«lidos con los muertos.
entre estos últimos el valiente General Benites que en a(]uella
joi-nada encontró gloriosa muerte. Morazán al reconocer su cam-po, c()n\])rendió (|ue estaba perdido si no empleaba la astucia. Era
imposible que al día siguiente no le atacase Ferrera, con m:ís
ardor aún al ver las pérdidas ctinsiderables que había sufridcx
Entonces concibió uno de esos planes que asombran por la au-
dacia y valor (jue se requiei-en para llevarlos á cabo. Llamó en
el acto al General Rivas y le ordenó (pie hici'n-a emboscar un:i
parte de la fuei'za en un cerrito cercano á la hacienda. Esta
orden fué cumplida en el acto. A las tres de la mañana, Rivas
yol vio con la otra parte de las fuerzas y replegó á los end)os-
cados, alistándolos para el coml)ate. En esos momentos ^b)razán
y Cabanas con una pequeña partida de tropa, se introducen en el
espacio que mediaba entie los dos cerritos, ocupados por los
leoneses y los hondurenos que se habían dividido como hemos dicho.
La oscuridad de la noche no permitió que los aliados descubrie-
sen las fuerzas de Mor zán y del General Cabanas, sino hasta el
momento en que estos dos jefes con la intrepidez que acostumbra-
ban, atacaron por derecha é izquierda. La sorpresa de los aliados
fué momentánea y sin reflexionar, se lanzaron hondurenos contra
leoneses y se empeñaron en un combate formal, entre tanto (jue
_ —8Í)—
Morazúii y Cal>aíia8, se^ui'los de unos j. . . .-.ul«la«li).>. ^o ivpl.
gabán al cerrito donde Rivas permanecía emboscado. Moi*axáD ^
Cabanas fueron heridos en la refriej^a, y entre tanto <|ue >
curaban en el eerrito donde se hallaba Rivas, oían el fuego d»* 1>
fusilería de los aliados que se «lestrozaban niútuanient**, crr\
batirse con los salvadoreños. Antes de rayar el allia los hon-.
ños retrocedieron y fueron arrojados por los leoneses, precisanien
ie hacia el punto ocupado por Rivas. Entonces Mora/4n. al fi-en
te de sus denodados «ruerreros, se arroja contra acjuellos des^r.t
ciados, les ataca por retaguardia y les hace volver caras y cnn
fundirse con los leoneses. Toilo fué en aquel momento confusión;
desorden en el Ejército de Ferrera, (|ue al amanecer d»* a»ju<
memorable día, se puso en precipitada fuga, sin pensar en sal
var á sus heridos, que en número considerable, quinJaron en el
campo, entre trescientos diez y nueve cadáveres. Moraz:ín pro-
digó á los heridos toda clase de cuidados y dio liljertad y dinero
á los prisioneros, á <]uienes arengó antes. Estos resp<mdien)n congritos de 'Viva Moraz;in" y muchos de ellos engrosaron sus tilas.
"La batalla del Espíritu Santo —dice Montúfar,—es una <ie lan
páginas más gloriosas de la historia del Salvador. El triunfo del t»
de Abril de 1839 nadie lo poilrá empanar. Los serviles decanta-
rán el triunfo obtenido por ellos en la Arada: pero jamás pudranmancillar el heroísmo, la disciplina y admirable valentía de los sal-
vadoreños, en los campos glorioi^os del Espíi-itu Santo."
Hemos dicho que la cal>allería de Moray.án se había extrav¡a»lo
la noche anterior. Así fué: to<la ella se dis|x'rsó y su C<>man«hmte
con dos ó tres dragones, cieyendo deri-ot^do á Mora/.án, entró píx*-
cipitadamenteen San Salva<lor, produciendo allí su ivlato, una a-
larma «jue á poco se desvaneció con el part<' del triunfo. Fiit* ^-n-
tonces que el célebre Doctor Pedro Molina, noble y venerable an-
ciano, cuya suerte se hallaba estrechamente unidad á la de Mom-zán, escribió en medio del júvilo estos memorables versuN:
Se realza mucho y no es nada.
El triunfo de Morozán;Los que ((uiei-an lo creerán:
Fué una mística all)ora<la.
Un cura y un sacristán. • I
)
Fingieron allá un espanto
De (|ue se espantaixin luegr.
Y fué que en lenguas de fueg»»
Bajó el Espíritu Siinto.
(_l) Ferrera fué «acnstár '•'" ' «er «oldado, í»ei
00
XX
Entre tanto que Morazán agregaba nuevos laureles á su frente,
j en el campo del Espíritu Santo ¿que pasaba en Guatemala^ Ca-
rrera, instado por los serviles, se había vuelto á pronunciar con-
tni el Gobierno, celebrando tratados con Ferrera, cuya derrota
acabamos de referir. (1)
Casi se allaVja en las puertas de la Capital cuando Wv^ó la no-
ticia del triunfo de Morazán.
El momento era oportuno para K>s liberales y pudi.iv»ii fq.i..-
\ echarlo dando un golpe á los ^erviles; pero el Jefe Salazar con
su eterna indicisiún, no (juizo oír los consejos de sus parti<larios.
Bien pronto pagó su devilidad, pues Carrera llamado por los
nables que casi publicamente conspiraban, entró á la Capital el
día IS de Abril de 1«.S9, diez años después de la toma de aquella
plaza por Morazán. Entonces los liberales tuvieron (pie huir á
salto de mata, como vulgarmente se dice, para librarse de las
horJas salvajes. <¡ue jamás Iwibrían triunfado si fll..s no se hubie-
11 dividido.
Puesto Rivera l*a/ en el mando. e.\pid¡u el 17 «i'-i iuímuo Abril
(1 celebre Decreto en (|ue se declara disuelto el pa'jto federal. Laobra de los serviles estaba pues, consuma<la: ya no existía la fe-
deración, ya no había más que cinco pedazos débiles, pe< píenos,
( spuestos á las humillaciones extranjeras y sujetos á las leyes del
mas fuerte. ¡Vergüenza eterna para la aristt»cracia centro-ame-
ricana, (|ue desde 1821 trabajó sin descanso contra la patria, hasta
verla destroza<la y envuelta en sangre de sus hijos! ¡Dolor eterno
para los liberales que no supieron mantener su triunfo! El espec-
táculo que presenta Centro-Améria dividida, es risible y doloro-
so; pero talvez no esta lejano el día en que veamos ondear el pa-
bellón que el 2 de Abril del año próximo pasado, ostentalian su
hermosura en los campos de Chalchuapa.Reanudemos el roto hilo de nuestra histeria.
El Salvador debía elejir en estos días un Jefe, y Morazán fué
eleto popularmente. Morazán aceptó con la esperanza de recons-
truir la República. Pero los serviles, que odiaban de muerte al
Jefe que dui*ante diez años había sostenido la nacionalidad, levar.-
(l) Memoria (lue prosontó el Consejero .lefe Rivera Pa/. á la A^aiul»l<'a C. en
Mavode lS;íít.
t:iron enérgicas prott'xtas contra Ins elecciones. tach:nnl()l;
ilegales, y se armaron para llevar la «guerra al Salvador. M«>ii. ,;:..
sólo, iba á luchar contra (luateniala, Homlura.s y Nicara^^ia. El
Estarlo (ie los Altos se hallaba dispui'sto á ayu«lurle en esta cniíMi-
ta lucha contia los scrvih's. Estos pensaron entonces en (lesítr^a-
nizarlo y á tal efecto comenzaron á ma«[uinar. llanta «j>
el momento de emplear la fnoi/a. 8iem¡>re astutos y a» i
lebraron tratados hasta con el Salvador: tratados que muy pron-
to hicieron pedazos.
La guerra no tardó en reaparecer, Ferrera descaso de obtener
el desejuite, levantó un nuevo ejército de 1300 hombres- '•--
pus 1 á invadir por s*'guuda vez el Salvador.
j Al mismo tiemjK) Carrera, con objeto de j»n)tejerlo, Ihuiiaiüit^ la
atención de Morazáu, sesituóenla frontera del río de Paz, con 1200hombres. Bien pronto dio este Jefe á con<K'er su planes, haeiemi»!
circular una priK-lama impreca el 8 de Setiembre, en la eual e.xiíai
á los sal \ adórenos á la revolución y colma de injurias al veneetlor
de Gualcho. Este, por medio de su Min¡stn>, (ienend-.b- ^'
Saravia, ivelamó á (íuatemala. |M)r una violación tan ;
tratado <le amistad y alianza, que uu mes antes se
Pero el Ministro de Guatemala, don Joaquín l)ui*án.
síuigi-e del caudillo adorado de los pueblo», {Can\»m) ha si»
I
cogida j)or ellos que junni á gritos vengjirla: el (iobiemo pr
])or t'sta perliília, hasta de la fjieulta<l de e;.lniarh»s, no pue
liaeer otra cosa (pie seguir su SU' <>rre8j)ond-
lianza ([ue han puesto en él,"
Ya todos sabemos, que la simgrv ilel t.-
vertida en la eseiu-aniusa que é\ mismo pr,
i
cierta joven salvailoi-eila que se hallaluí en An-si:iitMi>
logrado el rapto, lo atribuyó Á íuer'-'^ '^••' "•" I*-» "I--
l)retexto para hacer la guerra. (1)
Ferrei-a invadió de nuevo el SalNa-i.-i.
hasta Suchitoto, con una fuer/a de *2<hmi |,
linndurefios y nicaragüenses.
^bn'azán, con solo ;jOO limu
organizar sus fuerzas; peix» no liaiáa iii'gatio ai n-
cuamlo el 1(> de Setiembiv, reeilnOa ««..t;. Im d.- .¡ut- i
ción salvadoreña se había subkn'a-
é hijos. T^s comisionados (jue tal ii«'ini;i i« -i
nombre de los faeeios«vs, que si no pn>metía d«-
familia sem acuchillad
{\J Véase la Resefla Histórica.
—92—
liubía teinhlado eu iiie(li(j (k4 fragor de las batallas, no pudo dejar(Uí estremecerse; pero dominando su justa impresión, res])ondió eon\ <>z firme, estas palabras que bastan por sí solas ])ara inmortali-
zarlo: ''Los rehenes que mis enemigos tienen, son para mí sagrados
y hablan muy alto á mi corazón: pero soy el Jefe del Estado v mi(kíber es atacar. Pasaré sobre los cadáveres de mis hijos, escannen-l;iré á los reVjeldes, y uo sobreviviré un momento á tan horrible
desgracia."
Dio orden de marcha, y antes de que los comisionados hulüesentenido tiempo de dar cuenta de su horroroso mensage, la victoria
coronaba los esfuerz(;s del que merece figurar, por este hecho, al
lado del héroe de Tarifa, como dice Montiifar.
La familia de ^íorazán fué libertada, y los asesinos huyeron des-
pavoridos.
El 22, Ferrei-a ocupa Suchitoto y seguro de la victoria, expideun vltinmUiia, en (pie pide (pie se declaren nulas las elecciones
liedlas para Presidcntíí en favor de Morazáii: (pie este y el Presi-
dente del (]ue aun coiitinuabíi llamándose (Tobienio general, deso-
cupen San Salvador dentro de 24 horas, señalándoles el j)unt(>
donde debían recidir. Estos son los principales artículos. Morazánque conocía i^ei-ftx-tamente el cai*ácter de los (»e!itro-americaiios yque había visto en mucha,< ocasiones los ])rodigios de valc^r (pie
sabe jn-oducir el patriotismo, hizo publicar el ultimátum de Ferré
ra. Los salvadoreños creyeron ofendido su amor patrio, sintiéronse
heridos en lo más vivo de su alma y se reunieron á ^[o^lzán en
número de 600. Entre ellos había muchos veteranos de (lualcho ydel LS de Abril de 1829. Mora/áii les arenga recordándoles las
jornadas más gloriosas, y ellos al oír los nombres memorables (hí
la Trinidad, (iiuilcho, San Antonio, Espíritu Santo, etc., se enar-
decen y aprestan al combate. Morazán sale al encuentro de Ferrera
y este ocupa las alturas de San Pedro Perulapán. Moi-azán se di-
rige hacia mpiel j)unto á marchas foiv.adas, y el (.lía 2o de St^tiem-
bre, antes de rayar el alba, llega al frente del ejército enemigo.
Monizán no puede contener el entusiasmo de his tropas, en con-
secuencia da la orden de ataque, y aquellos valientes, 9e lanzan
contra el enemigo que resiste á pié firme, sin abandonar sus })osi-
ciones. Bien pronto el combate se generaliza y antes de dos horas,
el ejército aliad(^ ("omienza á retroceder.
El valiente General Hivas, al frente de la vanguai-dia salvadore-
ña, se lanza hasta confundii-se con el enemigo y cae herido de unbayonetazo, para levantarse envuelto en una nube de humo y con-
tinuar }>elcando.
Morazán, la frente erguida, la mirada centellante, como el genio
(jue nnlló cu Austcrlits y Afaiviigo, revorn'iiuít'SiiiitoiiHMiU' la líiiwi(le sn ejercito y aparece donde quiera (lue as necc^síiria su |)r»^*n-cia, para animar al soldado y seílalurle el ciiinino de la gloria Pe-rrera, herido üimbién, huye con algunos otíciales. y IíhIo el ején»iu>se desbanda y abandona el (;aini)o. Solo un l)atallón de Yon) Mtsostiene parapetado en l.i ij^lesia, único testigo indifrn-nie «le a<|ue-11a escena sangrienta. Por las ventanas de su eanii»anari<>. rnvnfltoaun entre las lírunias de la noche, brotan ráfagiu< de fn-
Lazo, Ciero, Del Hío y Cordem, logran llegar ha-'-L. ...„. . .
esfuerzos se debe que el enemigo lo «lesidoge, dejando en jKKler delvencedor gran número de prisioneros. El sol iluminó aquel cnadn»sangriento, donde se })resentar<jn á los ojos de los veneeilon's más dedoscientos cadáveres y como cien heridos, Al t<Hiue de diana seoían los gritos de *'viva Morazán, viva el jMieblo salvadorefio, mue-ra ¡a arist<H*racia."
Este triunfo, más gl(»rioso acai<^> que el del "Espíritu Sjuií.-.
debía ser el j)recui*sor de nuevas y sangrientas luchas, pnjmovidiuHpor los serviles que no descansíiron hasta < ^" >•• <m o-arní
j- -- •• -
en todos los ámbitos de Centro-América
XXI.
Honduras, sin ivsneto ninguno á los tratador, había invadid*» '
Salvador ])or segunda vez, alimla con Xicamgua. (iua'
protegerlas, llamando la atención «le Monizán )H)r la -:
tuaba fuerzas á la orilla del l^iz, al mamlo del Genend Cum»ni,<(uien exitaba á los pueblos á la relH'lión |M»r inedii> de pnielniíiuA
incendiarias. El Salvador tenía pui»s un den*eho ¡lerfei'to piíni iik-
vadir cualquiera de aquellos tn-s E.stjidos. Además, In \kiz de lo^
salvadoreños exigía la <le.siq)arición de Cam*ra v ile Uta M'nili"<
de la escena polítK-a, y la rtH)rgjunzjieión de la lit»|»úb' " ...
Americana no podría llevai'se á ealn», mieiitnis el!«>' d«
situación; porque con subterfugios y ;
ro, inq)edían la reunión de los e«»nve,
de tívn delicado jtóunttx No eni Mora:^n. como lo« serviles atímui-
ban, un obsUÍculo á la reeoiLStrucción de la NaeionalidaiL sino ¡n»r
el contrario, el más anuente defensor de la Ke<leración, y he aipií
j)recisamente la causji del odio que aquellos le tenían.
^[onlzán, con la mira de mudar de un solo goljíc la faz !:
Centro-América y de o^KU-ar un ctunbio radical semejante al de 1829,
—04—
se propuso invadir Guatemala, para lo cual contaba con el apo\(\e los Altos, donde se encontraban Barrundia, Gálvez, Eivera Ca-
l>ezas y otros muchos de los liberales, que ] perseguidos por Garrernoii 18 de Abril de 1839, se habían visto o>)ligad.os á pedir hospii,
lidad á aquel Estado.
Los serviles de Guatemala, compnmdiendo la alianza qne existí
entre el Salvador y los Altos, tratíiron de <lesorgan¡zar á este ú
timo, enviando emisarios que sublevasen á los indios, al misii
tiem[)o que engañaban, por medio de una política maquiavélica,
Jefe del Estado d(^n Marcelo Molina. (1) Vero viendo que sus ni;i
((uinaciones no daban de una vez los resultados que se ])iT)mctían.
llamaron á Carrera, quien se j)repar6 á invadir el terntorio altens
cuando el Jefe Rivera. Paz, ''protextaba solemnemente, que i
se atentaría contra los derechos de este Estado." Carrera no tardóen marchar al frente de sus fuerzas, exjúdiendo una [)roclama cu
<[ue aseguraba (pie el objeto de la es¡>edic¡ón, era perseguir á 1<
enemigos i)úbl icos de Guatemala; (2") pero sin amenazar ni á la ind^
[)endencia ni á las autoridades de la nueva lieinihlica. Todos sab<
nios ya como cunq)lieron los sen'iles esas ])n^mcsas. En 15 dí:i
(.arrera disolvic) todas las autoridades, é hizo dcs:q)arecer el Es1a<;
de los Altos, del número <t<' 1"> piu 1.1(»> >.»berauo.s, i-eincorpoizán-
dolo al de Guatemala.Es imposible leer sin liori< límenes verificados jK)r Can
>
i"a en la ciudad de Quezaltenaugo, donde fusiló á casi toda la Min¡cij)alidad, después de recibir el dinero que el tirano pidió con
precio de su rescate. "Yo no pue<lo,—dice el señor ^íolina enexposición citada,— detener mi memoria ni mi corazón en es-
(escena de inaudita barbarie, que aun despedaza mi alma, ni sobr
1 1 agresión del inerme jnieblo, j)or los asesinatos, saqueo y violo,
cia á las mujeres." Y en otro párrafo dice: *'La historia del des.i
parecimiento de los Altos, es la de i)erlidias, la de ini(piidades yde atentados de parte de lo''. con(piistad<jres. La fuerza somcT;
a piel Estado; la fuerza quiere arranear los votos quepalíen la vi<
1 Micia; y la intriga ha eludido la ixMínión de una KepresentaciónNacional que juzgue, ]K)r(pie su fallo sería de libci-tad ])ara aípiell<'-
pueblos."
Jamás opinaremos })or la independcuna de los .\ltos. si esta ii'
es un medio eücaz para llevar á cabo la Unión Centro-Americana.
(1) Véuse la exposit'ión diriirida por ol señor Molina á l:i roiviMiciún Xacioual.
é impresíi en Méjico en 1841.
(2) Los enemigos de Guatemala. i<ar.i . 1. > lan ; ;>, - . . i .. i'.i.o ii
protección de las leyes de los Altos.
Los (jiie trMÍ);i¡;m ]m)1- la realización <lo ai{uella úlrtí, ó soi^tltmia-
(lo incautos ú obran de mala fe. La división «le (tiuittMiíala imi <!
Bepúblicas independientes, creemos (jue sería, no solo el priiicii
(]e una san«jfnenta guena civil, sino el de la muerte total de nntra [)atr¡a. ¿Qué proveclu)s recogerían los l)e|>artameut«»s deAltos con su erección en [»nel)lo soln'rano? (.fuellarían á ?iien**»íi
cualquier vecino [Muleroso, ipie no Uinlaría en A/?"
neficios (h su (h'~sÍ}ü^ri'st((lt( pmterci('m. Nosotms no <
á los serviles })or haber ivincorporado |<ís Altos á <Tuatenialu: I<ih
culpamos por los nunlios inicuos, atrin-es, de <iue se sirvienjii p*"-»
llevar á cabo aquel tin. Keprobanios los íusesinatos, lo8 roboes
violaciones cometidas ])or Carivra sin necesidad alginin. Y r
(pie todo. reprol»amos el des|>otisrno «[ue fué cansa de que aiquel
pueblos buscaren su Sidvación en su inde|><'ndencia.
Nos liemos detenido en esta aciaga é|)<K*a <le nn<\ítn! Iii.^itm ,,.
porque los sucesos referidos, tienen íntima ivlación con lo veriíie;id<»
por Morav.án. ¿Qué confianza jxxlía ins|>inir á los .^alvadoreilos ni
al Presidente, un gobierno como el de Rivera Paz, flonnna<l<>
cai)riclio de un désjM>t<i sin ejemplo? I^a <lestrucc¡ón de los Abhizo conqn-ender á los salvad» renos loque debían es|x*Rir. .«<i
("
rrera invadía su territorio. \áí guerm se fia<-ía, pue.<, n-
no se trataba solamente de rt»constru ir la Xacionalida'^
de la propia defensa, se trataba de la propia con.«*ervaei<in.
zada por Carrera. Muy justificado se encuentra, ¡xM-lon»-
(lenend ^^orazán. quien al invadir O uat^Mnala, ut> hizo sin-
])lir con el delnM' que su cargo de Pn\<¡<lente del Scdvador ., •...
ponía, y con el destío de ríícon.struir la i>atria Centn>-AnierieíUMu
Con el objeto de llamar la atención «le Honduras y po '
libremente en Guatemala, había enviado í'on aiit^rÍM!
neral Cabanas, (piien |Mir una coincidencia fat;i
una derrota en el lugar llamado "Kl Poti*in»." M])ues, con ningún apoyo, y sólo, sin mafs reeui's»**» que l«»í» o
diera reunir en el Salvador, ¡l)a á enqiitMider una í«'«I«r« -
contra Guatemala, Hondunus y Nicaragua ulíadaj^
En los prinuM'os «lías de Mai-zo de 1840. ivunió
iM)() hondjres divididos de esta manera: <'Uatn> *•• •
infantes cada una, y una caballería coin|>uesta «le 100 di
\a\ primera sección tic c:izad«m^ venía al nian«l<' d. !. - TCoroneles Ignacio Péivz y Mariano del Hú».
segunda al del Coronel Domingo Asturias y M.i.-i • •
bien guatemaltecos. La teiTcra al de Ignacit» Mah'spín. >.
y la cuarta al de Antonio v Heñíanlo Kivera <'
tecos; C(^mandando la caballería, los Tenieuti-s '
—96—
tonio Arií^s y Mí nuel Ángel Molina, también guatemaltecos. Seve, pues, que el pequeño ejército de Morazán, con el cual venía á
invadir Guatemala, se hallaba mandado en su mayor parte por
guatemaltecos, lo cual pone de manifiesto el prestigio de aquel
caudillo y la honrosa confianza que este tenía en sus leales com-pañeros de armas.
En los primeros días del mes de Marzo citado, atravesó ^íorazáii
la frontera, ocupando el 16 del mismo el lugar llamado "Corral d*
piedra." La aristocracia guatemalteca, á la vista del uigante qu«
durante diez años había pisado sus falsos títidos, no i)ensó sino en
esconderse en el interior Je los conventos.
El Jefe Rivera Paz, dictó decretos imponiendo penas severas á
los que no acudiesen á tomar las amas. El mismo día expidió umi
proclama llamando al pueblo en defensa de su religión, y este
pueblo, engañado como en 1826 ]>or los serviles y jx^r sus sacerdo-
tes, acude en numero de 2,000 hombres á reforzar la guarnición
numerosa que existía en la jílaza Las campanas de los templo>
sonaban de una manera lúgubre, anunciando un gran peligro \
])or todas partes se hacían circular los rumores que tan bueno-
resultados dieron á los serviles cuando la batalla de Arrazola. Ija
situación, como se vé, era distinta á la de 1S29. Ya no estiiban allí
los liberales para auxiliar á Morazán. Este había j)erdido su pret^-
tigio entre las masas fanáticas (pie le ci*eían hereje y envenenado!-
de las aguas. Los curas habían vuelto á dominar al ]>ueblop(r
medio del fanatismo. Este pueblo no veía en Carrera al enemigo de
la civilización y del progreso, sino al ángel encargado de salvarle.
¿Cómo no había de ser lusí cuando el mismo Arzobispo decía en
una carta dirigida á Carrera desde líi Ilabjuia, con fecha 21 de Ju-
lio de 1889 y j)ublicada en esta Capital en el mismo año: "El Se-
ño]' parece ha designado á Ud. para que i-edima de la opresión v
de la inq)iedad á íos ]iueblos de Guatemala, a.sí como designó al
Macabeo para que redimiera á Israel. Del cielo bajó la ins})iraeión
ipie movió á Ud. ])ara hacer una resistencia al parecer desesjKM'adíi
y del cielo bajaron también los scx'orros ])ara adelantai- su empresa.
hasta el estado presente "(1)
Era, pues, muy natural (pu' el j)ueblo ignorante y imiatuo atti-
diese á rodear á Carrera para oponerse al inq)ío ^lorazán.
[Ij Es digna de leerse esta carta del señor OÍH'spo Casaus. por lo cual la in-
sertamos al fin de este trabajo. Ella pone de manifiesto la lijra del clero y de los
serviles contra los liberales y disculpa á estos por haber arrojado á aquellos del
país.
¡El pastor predicáis a
las caer entre sus íjarras!O"
Si nos detenemos en estas cnnsidrrari»Mu*>, «> |miii|iii> im Iüí.í
ultramontanos que suspiren ponjue la ijílesia ixvohrt* su ! k
dominio sobre el Estado; y porrjue eivein-'-s que 16 nfloe* de i:
pendencia al)sohita entre esos doa |H)deres, no han )-:-•"'-
extraer de las sond)ras del fanatismo á una gnuí parí-
pueblo, y es necesario repetir continuamente á este sus o
enseñarle quienes son los auto. 'es de sus infortunios, pai.
comprenda cuan perniciosa influencia j)ue<leii ejen-er en su u
los que, á nondn'o d(^ Dios, id varilnri en comi-ti-r t«»«l:i rh-crímenes.
La capital (Ir V I iiaU'Miaia iui' loM ilica» la ap|-«'>uraoaiu«Mit»' «-oin.
en 1829, y Carrera, con una f¿ran parte de sus fuei%is, se situó imi
la hacienda de Azeituno. á tin de realizar un plav
binado con los serviles.
El dia 17 i>or la noche, Morazán ocu|)ó el llano de la Culel
Villa de Guadalupe y al amaneeer del 18 entró ala eapit:' •
Guarda de Buena Vista. En s<'<ruida dividió sus fuerziis.
])()s¡ciones de esta mantara: el General Cabanas con un.'
infantería y toda la ctiballería, (H'upó las alturas del (
inmediaciones déla Plaza de Toros. Una partt* '
caballería marchó al Cerro del Carmen, á fimlein-,
rera, cuyo movimiento de avance liácia la Capital había si«i'
Morazán marchó hacia el Hospital de San Juan de Dios o
colocó el tren. Lue^ío avanzó hasta el Santuario y mifutnis t
que el General Rivas iisaltaba la plaza mayor p»r hi
fio, él ]^erman<^'¡ó «n la i-lazuda <1«' ílnadalnpf. Á la
Carrera.
Las Hicr/.as or la jua/.a, ai iii;t!m«i m-«M»u ^ !
una vi<íorosa resistencia: pero al cabo de dos lu»i:
ta la Catedral y luet»<) hacen fuejro en n-linida. Uza apoderán(h>se de una jrnni cantidad de j>ü1\««!
toda cla.<e de munir-iones almacenadas en el•'
que intencioualmente se desocupó la i laza;
la gloria de hal)erla tomado |k>s : i doft hor
gunto; si este era el plan de Cati. ..•<j"»r tpi»' '
tanto elemento de gucrm? ¿A qué mibtar -
nar una plaza foinilicada. dejaiuloen ella t«>«i'
cientes para «jue el enemigo .«¡e delienda?
Nosotros creemos que Carrera pensaba reunir en A^ix],»-" ^'1-: Ti»,>'»t. wii>r. k¿ y \-\ i-ijii juim fil»«i*/i 11 II I iii'r« »s:i. :
—98-
atucar á Morazáu antes de <|Ue t-ste liul>ier>c «-i^uíuuk^ ia>
trinclieras: para esto Can-era Áehe haber contado con que la
resistencia íle las tro})as que dejó en la ciudad, se prolongaría porlargo tiempo. Mas sea como fuere, no podemos negar que el
plan de Can*era dio el resultado que los serviles esperaban.
Morazán, vencedor ])or el momento y previendo acaso ipic
muy pronto sería batido por nuevas fuerzas, se dinjió en el acto
á las prisiones y ]iuso en libertad á algunos liberales que se halla-
ban encerrados en inmundas masmorras. Entre ellos seencontral)a el
General Guzmáii á quien Garrem tenia preso desde la destrucción dr
los Altos. Entre tanto Carrera llega de Azeituno y le ataca repen-
tinamente ]K)r dos puntos: el Calvario y el Hospital. Don Vi-
cente Cruz á la vanguardia de sus troj^a;?, reforzadas con las de
Carrera, ataca á Cabanas en la Pla/^i de Tor<x<. Líi acción fué san-
grienta y dilatadíu Los salvadoreños hacen esfuerzos sobrehumanos:
pero les es imposible resistir y al tin se replegan hacia el Calvario
donde Morazán les apoya. Al mismo tiemjx) Sitiero Can\»m ataca
el Hospital y lo toma, apoderándose del tren salvadoreño (pie había
quedado allí. El General Cabanas y Moraznn liacHi esfuerzos inau-
ditos ))or rechazar á los guatemaltecos: pero Canvra, cuyo valor yaudacia n<^ pueden hoy ])onerseen duda, hace cubrir todas las b<K*a-
'•alles y animando á sus tropas con su intrepidez y con su ejenq)l(>.
• arga con energía digna de mej(»r causa.
Morazán es atacado por todas ])artes. ]»or tropas más nunu'ro-
sas que las suyas: y al tin se ve obligado á retnK'cder híistíi el re-
cinto de la ])lazíi. El combate generalizado conq^letamente, se pro-
longa durante todo el día y el vencedor de (Jualcho, que no ha
pcnhdo ni |M^r un nuMuento la serenidad (pie le es habitual, es]>e-
ra hi iKH.'he |)ara romper cl sitio. A las seis de la tíirde, hora en (pn-
las tropas de Carrera habían avanzado á distancia de dos cuadras
de las tiincheras, nuinda este sus})ender el atacpie y su ejército áuna voz, entona la salve regina. Entonces los salvadoreños no |)u-
dieron menos de estremecerse, pues al oír aquellas voces que llena-
ban o] espacio. coniK-ieron (pie eran más de cinco mil los guate-
inalíocros. Realmente, las tilas de Carrera aimientadas durante todo
el día con los canq)esinos de los pueblos himediatos, no l)ajabaii de
a(piella suma, aunque no todos estaban annados de fuciles.
Para mayor ventura de los Si^rvik^s, Carrera si» apo<leró, como he-
mos dicho, del panpie que Morazán había deja(h> en el Hospital
y así pudo proh^ngar el ataque durante la noche. El sitio se fué
estrechando hasta llegar los guatemaltecos á nunlia cuadra delas foititicaciones de la plaza, desde donde lanzaban sus gritos de'Siva el ArzobisjH), viva la religión, mueran los hereges;" gritos
— f)í) -
que coDtestahaii los salvadoreños ron lo.N ut i.,... ..m i.- i luii
muera la aristocracia, viva San Salvador, viva la I¡l>frtíul." Kgritos ponen (le Maniíiesto los móviles á (pu-
lientes soldados, que desafiaban la iiiuei-t** si i,
inaltecos creyendo defender sn reli«rión, ei-eycnd»» mtin ir u mi I
'
no son menos intré}>idos v ;il)ne<r:i<los (lUclns sil\;id..r.'ri..> d.
diendo la libertad.
No culpamos, pues, por e>l;i jorii.....i ^.. ..,-.-.. |...... ...u.^-
-
citos, pero al mismo tiempo desastmsa y de coiisencueiicias fuií. -
para Centro America toda, sino á los ultnunoutanoíí, á I«
grados que disfrazando el motivo de la guerní, encend;el corazón de los montaneces guatemaltecos el fanatismo v l;i
sión localista, les arrojan sin reparo á la matanzii^ mientras :,
que ellos ¡cobardes! desde el fondo de los claustros efioondid
las detonaciones del arma fnitricida.
A eso de las tres de la mañana Morazán de ónleii de que In-
sultos no se contesten y de (pie los fuegos se hagan nuí-'
de no agotar el parque. En seguida reúne sus jef«*s v
distinguidos y les consulta. En este consejo st» hall.'
ñas, Gonzáles Saravia, Líizo, Rivera Calx'Zius y otr-
tes. Todos ellos decidieron cjue era necesario Sidir antes «iei ani.'
cer, pues de lo contrario estudian jn^rdidos; ¿eónio nnn|RT ""
línea (íompacta que les cercalm á semejanza de un anillo d<
La situación era es])antos{i: más de 800 entre muertos y h-
hidlaban fuera de combate. Con oQO hond^res (pu* pn»x¡!
habían, muchos de ellos inutilizados por!;
aquella línea de más de .5.000. ¿Y e«>nio >..
salvodoreños que quetlaban, de una niueric- scHfuní;
Carrera era hombre que no dalja cuartel á nadie, «
visto en otms tiempos las mnjei-es sin orej:u* y sin vu^
mas del faccioso. En esos ¡n.^^tiiutes vt-rd
pensanuento horroroso acudió á la mente
dijo: "tomemos los barrillas de pólvora <jue h«»v *
rrémoslos en las lK)vedas de ('atcdral y (Mianifo ( .
plaza fusilando á nuestiH>s solda(K»s, hai \olur e*>mo una
l)omba." Algunos aceptaix>n ei*ta idea y .«<i ...._. ..»n á (nuierl» ••'
jiráctica: pem Morazán que no había i»eniido hi eahna ni sn 1
dad natural, les detuvo diciéndoKís "que aKin(Ionit<«'n aq" '
Sarniento criminal hijo solo de la desesjKTación, pues un 1
mejante,—agregó,—no es digno de uno>
que pelean }K>r la libertad de la j>atria." Kal estanque de la plaz;i, dos*Ment*Ks barriles» «ir |HÍlvorn quu iuibia
en Pala**'", inntili/ámlol.i .•i>í I'.-uti i'l v oai-.i su> tMiriii¡i/«»>.
—100—
Dcspuúí^ <ic v^U) tfiuiiu a KXMJí- !()> jrieí> v oiiriíik's (jue se halla-
han montados y los armó de lanzas, organizando como se pudoiiriíi eabállería para poder salir. A esas horas los salvadoreños ape-
nas contestaban el fuego de los guatemaltecos, obedeciendo las
órdenes que Morazán había dado en ese sentido con objeto de cpie
los sitiadores no notasen su salida. A las cuatro de la mañana Mo-razán hizo concentrar en la plaza más de cuatrocientos infantas,
dejando unos pí)cos entre trincheras para contestar de una maneniviva los disparos del enemigo, á fin de engañarle y se puso con
Cabanas al frente de la caballería, que salió por la calle de Guada-lupe. La infantería iba á la retaguardia, con el General Rivas á la
eabeza. Todas las calles se hallaban cubiertas por los guatemalte-
cos, apostados tras de los balcones y en los tejados de las casas de
am>)os lados de la calle.
Al llegar á la escpiina de la que ahora es im}>renta de **E1 Pro-
greso," la caballería se dividió en dos tilas al mando de Morazánuna, y al de Cabanas líi otnu Aquel tomt') jí la derecha y este á la
izquierda, rompiendo con su empuje violento, irresistible, aquella-
masas (•onq)actas de hombn^s (pie se o{)onían á su paso, y logrando
de esta manera abrir a(piellas calles cuajadas de gente, volvieron
caras en el rt<*t(». |>ara pr;i«'í!<ar Íl^kiI inaniobi*n en h euadra si-
guiente.
Así fué coniíj esca[)ó la iníanteria saUadoreña, (pie de otra suei'tr
liabría perecido en poder de sus (^ontninos. J^os estnigos })roduci<h>-
por la caballería fueron (^i)antosos. En cada encuentro con lo-
guatemnl tecos, una lluvia de balas la cubría, y en medio de líi-
ílensas nubes de liumo, de^saparecían los combatientes; pero lo-
caballos avanzaban sobre cadáveres, heridos y contusos, rompiendocon sus cascos los cráneos de los hombres.
Al llegar al santuario de GuadalujK*, Moi*azán \;i ik- encontró
obstáculo alguno, y no viéndose pei'seguido pudo seguir en buenorden, saliendo fuera de la cimhid por la garita d(^l Incienso. EnnuMÜo del (h^sórden en (]ue quedaban h)S guatenuiltecos, Rivera
(cabezas, ^Innuel Ángel Molina y otros cuantos valientes ([ue ha-
bían (][uedado con unos pocos soldados sosteniendo el fuego, lo-
graron escapar y algunoí^*se incor|>oraron al (\jeivito. Sin embargo(piedaron aún muchos heridos (pie no fue posible salvar. Comodesdo Ins ti*es de la mañana aj^enas contestaban el fue^ro los salva-
doreños, cumpliendo con las órdenes de Morazán, los guatemalte-
cos creyeron que aun continuaban ocujnulas las tniicheras; pero á
los primeros fulgoi-es del día, las saltaron viendo entonces (]ue solo
([uedaban muertos y heridos. Entre los últimos se encontraban
algunos jefes (pie fueron fusilados, entre estos el Coroyel Antonio
—mi—
xVrias, Miguel Saiu-lioz. Joiu^uín iV-ivz, Alariam» «U-l Jiío. SPadilla y Maximiliano ArLíiiollocMnijano ipuMunMló f-rt In
Cxuadalupe por haberle matado su caballo al salir.
Durante todo el día 19, las honlas de Caminíentregaron á los mayores (k^sónlenes, fusiiniido á ruaiit«
antojó. El número de inuertos salvadoreilos iu»c¡('ndc Á
eu^trocientos niclnsive los fusilados: y el de herid» >s, u
veinte. De estos últimos muy jkx-os sidvaron de la f
Carrera. Prisioneros quedaron como 200. iin-lu.*íive lo>
No puede menos de liorrorizarnos la feíiK-idad de ios .»*erviles t»n
esta ocasión. Apenas supieron (jue la j)laza había sido toi¡i:id;i
aparecieron en las calles todos los nobles nue liabíaii t.*stad. •
didos en los conventos. "Se abrazaban»—aiee Montúfar,—«Imn. «-i
cordiales enhorabuenas, y bendiciendo á señor S;in J<>sé:*'—era 19de Marzo.—En aipiellos momentos ert»ían que Moi.
prisionero ó había muei*to; el j)adre Viten. despui.'>
Salvador, les sacó de aquel enxn* con estas ¡«dabras qur dmi Ma-riano Aycinena esv'uchó esti*emeciéndose: "se esi-apó Mi>nizáii.**
Aycinena preguntó: "¿Y no se le j)ersigue?" Viten dijo: "Síüió
desde las cuatro de la mañana, ya e? difícil cojerla" El án'*"- •^"
los serviles en aquellos momentos decayó. En esos insta
i
persona se acerco y dijo: "se escaj^aron (^ ' " Saravia y íír.
;se han ido los })rincipalcsl" Desde a<[uel • «»lo s»» »>#•• .,
en vengar en los que habían ípu'dado la salvarion •
Al mismo tiemjM) que los repiques anunciaban «
serviles y que t<Mlos los frailes lo celebnihan. se oían i
que hacían las hordas de Carreni fusilando á h^s p¡
heridos. A cada una de esas descarpi-s el mismo indix
1837 recomendaba al (icneral (luzínán **»|ue hieieí»o ia i:M»rr.i »
Carrera por medios ])olíticos y morales, mna bien que am las
armas," decía ahoni: "¡Bien. bien.
tan religioso como este, al ver el '
Antonio Arias, dijo conteníplánd'
a ver este ciinalla!"
Pero nos cansaríamos refiriendo las muc>ítra.< ile impiedail -
(pie estos ]omlm\s hicienm ver el 19 de Mar/4> de ^sv^
mismo tiempo que inv(x*an la religión v la Tnond ú
ofenden á Dios, hollando sin tcMuor hasta lo !
respetable y digno de veneración como son 1-
viles, después de su triunfo c^dmnniaron á Momzáii, en el y.
(pie ellos mismos escrilueron á nombre de Ca^vn^ pui-sto rpi»-
no sabía leer ni escribir pero la liistoria se ha encargad»
»
mentirlos y de poner en dan.» la vop la«l.
—102—
Carrera, después de hacer muchas fusilaciones }- asesinatos,
i,í^uió las huellas de Morazán que llegó á la Autigua, descansótres horas y continuó su marcha. Carrera pudo atacarle y no h >
hizo. ¡El gigante vencido espantaba aún á los pigmeos!
XXII.
Morazán salió dd Estado por la costa, llegó á los llanos deAguachapán y al saber que cerca de esta ciudad se hallaban al-
gunas fuerzas dispuestas á batirle, manda al Cieneral Cabanas al
frente de los 400 hombres que le quedan. Este se lanza á atacar
y al grito de "Viva. MoiJizán" los insinT*'(t<»> lni\»i) abnuJoTunilo
el campo.Al llecfar á San SaUador, Mora/im rrunc un consejo (ic vccnios
notables, y estos interpretando la opinión pública, le dicen ([Ur
deje el mando. Morazán comprendió (pie le sería imposible dete-
ner el torrente revolucionario. Guatemala, Honduras y Nicaraguaunidas iban á invadir el Salvador, pretextando que su objeto era
arrojarlo de la presidencia; entonces se decidió á expatriarse, colo-
cando en el puesto á (jue le habían elevado los pueblos, al Conse-
jero Antonio José' Cañas. De esta manera creyó evitar al Salva-
dor la guerra y sus calan!Í<l?i'l''<
Al rayar el alba del día o de Abril de 1840, precisamante unaño después de la gloriosa batalla del "Espíritu Santo," se balan-
ceaba en el puerto de la Lil>ertad la Goleta Izalco.
La playa estaba colmada <le gente y en la mar se veían algu-
nas lanchas cruzando el espacio que mediaba entre la tierra y la
end^arcación próxima á partir.
Hoi)d)res, mujeres y niños agitaban sus pañuelos y sus mano-como diciendo adiós á una persona querida. Algunos de los espec-
tadores sollosaban tristemente. Otros creyendo que la Goleta iba
á zarpar ya, decían "no: todavía no; es muy pronto."
Esta escena duró como dos horas. Las brum;is de la noche se
despejaron y á los primeros fulgoivs del día, se vio la última lan-
cha (|ue volvía de la Goleta trayendo algunos pasajeros.
¿Quién era el viajero que así atraía tanta gente al puerto? EraMorazán.
—103-
Sobre cubierta t'stal)a ol luíroo rtxloado de sus ,, \llí es
hallaban el Viee-Presidente Vijil, Mi<riu'l Alvarez <1 Hule»*
y sentido poeta migueleño, cuya bio^j^rafía nos hn el nú-mero 5 de "El Civismo" el Ldo. don Mariano Mi. nerale.n
José Miguel Saravia, Isidro Menendez, Ciarlos Salazar, MáximoOrellana, Nicolás Ángulo, Trinidad Cabanas, EnriíjUe Kivas, (íe-
rardo Barrios, Felipe Molina, José Molina, Manuel Irnn^ray,Antonio Rivera Cabezas, Bernardo Rivera Cal»ezjis, Jos^^ MaríaSilva, Máximo Cordero, Antonio Lazo y el noblt» Rnciano donPedro Molina, con tres ó cuatro personas más. 'I "is iltan
á acompañar en su destierro al ilustre Jefe del pan ral.
La Goleta estremecióse anunciando pu marcha. Entonces todosaquellos valientes y leales ciudadanos comenzaron á aí»itar sti*»
pañuelos contestando los adioses á sus amigos de la playa.
El Dr. Molina, el venerable y lx)ndadoso anciano (jue no altan-
donó jamás á Morazán, dirigió sus ojos llenos de llanU) hacia la
playa y dijo tristemente: "AdiosI Quiera el cielo que algúndía vuelva á pisar e>tas hermosas pluj'as" MoiB/án, quesehallaba junto á él, volvió el rostro hacia otro lailo pai-a ocul-
tar su emoción. En aquellos momentos i*esonó el cañonazo
que anuncia la partida, y la (ioleta, i-ompiendo las ola<. partió
velozmente para desaparecer bien pronto ante los ojos
espectadores
La Goleta Izalco fondeó en Puntarenas y el General Morazánpidió hospitalidad al Jefe de Costa- Rica «Ion Braulio Carrillo;
pero este la negó, permitiendo no olistaiit^í á al^uníxs de Ion pró-
fugos que desembaicasen. El Dr. Molina, cuyos aeliaquen le im-
pidieron continuar con Morazán, fué con sus hijas á reci»lir á SanJosé. Algunos imitaron su ejemplo como las Rivera, y los demás
siguieron á Morazán (jue se dirigió á la Amori ir.
Morazán, con sus leales amigos, fijó -íu n : en I>aN
(Nueva Granada,) desde donde dirigió á los centro-americanos >: i
manifiesto con fecha 1() de Julio de IS-H. en que s«- ' '
palabras que el ex-Marquéz ile Aycinena «lebe hal»er
meciéndose: "Ni el om del rio (íuaj-epe. ni la-» '
Nicoya, volverán á a<lornar la corona del M..
el pueblo centro-americano verá más vMa stúnl v d»* •«•u
antigua esclavitud; pero si alguna vez hrilla>ie «i ite e-^t»-
símbolo de la aristocracia, será el blanco de loa tiros del sóida-:
republicano."
—104—
En David publicó también aquella parte de sus iiiemorias i^uv
han visto la luz pública y que escribió él mismo para desvanecer
las calumnias de sus enemigos, que como Arce, Montúfar y Ayci-
nona, mojaron su pluma en el veneno de la injuria, pai-a desga-
rrar el corazón del más grande de los centro-americanos. Estas
memorias son la historia viva desde 1821 hasta 1829. En ellas
realza la dulzura del carácter de Morazán, quien contesta los cargo-
que le hacen sus enemigos con un lenguaje comedido, digno ysuave. En ellas se exhibe su autor como im gran patriota, comoameno é imparcial escritor, y como ilustrado publicista
Morazán pasó con sus compañeros al Perú, donde se le recibi»)
con inusitada pompa en el Palacio de los Incas. El Mariscal Ga-inarra y los Generales Bermudez y Echenicjue, le rogaron ([\h
aceptase el mando de una considerable división del ejército (ju-
debía operar contra los chilenos. También le ofrecieron un Miriisterio; pero él rehusó modestamente, aceptando solo algiuu»-
it'cursos para volver á su patria, á tin de empeñar una nut'\
campafia contra la teocracia estendi<la por to<la Centro-Améiica
XXÍII.
Centro-América se hallaba dominada por el clero y por lu>
nobles. Las leyes liberales de lcS2í), fueron sustituidas por In-
del año de 182(). Todo el sistema político cand>ió por complot*
y la oligarquía imperaba en este desgraciado país»
Los serviles habían pretextado que Mora/un era la caus;.
(jue la Nacionalidad no se reconstruyese. Morazán desaparecí'
de la escena política y entonces se ratiticó la disoluciíSn del pact*
federal. La Convención Nacional de 1841, fué, como todas las d-
su génei'o, una ridicula farza.
Costa-Rica se hallaba á la sazón gobernada por don Braulio
Carrillo, quien se había erigido en Dictador perpetuo, no recono-
ciendo más ley que su capricho.
Carrillo era cruel, intransigente, autocrático. Los costarricense^
lo odiaban y estaban dispuestos á derrocarlo eli la primei-a opor-
tunidad. Muchos de los lil)erales de este Estado llanmi-on á Mo-razán, así como el gran número de partidarios ([ue aún tenía en
toda la Repúl)lica.
10."
Moiazan no se hizo esperar, y se embarcó para la Unión á dondellegó con 22 jefps y oficiales. Reunió allí 2()0 hombres. luejxo ím-
dirigió á Acajiitla, llegando hasta Sonsonate. St» enf.-ró .|,.
la situación del Estado y se puso en relación con .sus pr¡partidarios. Sus amigos le presentaron varios planes; pero n.i ..;
con las cartas de los costa ricenses, que le llamal»an, se embarcó denuevo con dirección á la isla de Martín Pérez, en el Cíolfo deFonseca, donde organizó una fuerza de 500 hombres. "Su e.seua-dra se componía de cinco l»U(jues: el Cruzador, la Asunción (íra-nadina, la Josefa, la Isabel II y el Cosmopolita. Sus GenoniI-<eran Saget, Saravia, Cabanas y Rascón."
El 7 de AbriL esta flota ancló en el puert*^ dr CnM.-rMbarcando el ejército nacional sin dificultad.
Al tener noticia Carrillo del desembanjue or .^i-Ma/.nu, txpi.noun Decreto llamando á los costaricences á las armas: j^ro estos
que deseaban vivamente la caí<la del tirano, no aeud'prontitud que él deseaba. Al fin logró organizar 7'
que marcharon al mando del Coronel Vicente V'illaseñor.
Morazán expidió una proclama y los cnstaric<«n^*-<; im .¡i-«nmi
laron su alegría.
Villaseñor se apio.ximó á Morazán con sus fuerza>; jK*ro al lle-
gar á la Aldea del Jocote, arengó á sus tropas dieiéndoles: "Costa*ricenses: la suerte del Estado está en vuesti*a8 ninnos: el GeneralMorazán asegura que desea el orden, el progreso, la lilM?rtad yque aspira á que de la escena pública desapaivzca don BraulioCarrillo, cuyo gobierno vosotros halx*is experii ' "^ -
fuerzas son supeiiores á las (jue trae el ex-I'i
América. Decid si .se da la orden de ata<jue ó »i í»«r !
tado de paz." Los jefes y oficiales contestai*on: "iju»- ^ ni
tratado." Así recibieion los costariceiises ¡í Morayjín, con los brazoH
abiertos y sin disparar un solo tii*o, comn los franceseí» á Na|)oleün
l.P á su vuelta de la isla de Elva. Villasefior había ido á atücar
á Morazán y abrió sus braz<»s al héroe de (iualeho.
El 11 de Abril,Morazán y Vill}iseñ»)r, con toilos los jefcH y otici.i
les de ambos ejércitos, hicieron un convenio |X)r el cual «lebín e»-
tablecerse uri (íobierno provisorio al mando de Morazán. y con-
vocarse una Asamblea Constituyente. Rste convenio fué raüfícado
por el propio Carrillo, que vio <jue no contal>a con ningún parti-
dario. La opinión públiwi estulta conti*a él. jMfiwido premio con
que los pueblos pagan á los tiranos!
Morazán entró en San José al frente de un . , - coinpue-t
en su mayor parte, de costaricenci'8:allí se le recibió con mue*ti..
14
—106—
de un júbilo extraordinario y las autoridades y el vecindario
todo, le acSamai-on corno á su salvador.
"Los triunfos de Gualclio, San Antonio, San Miguelito, Charcas.
Guatemala, Olancho, Opoteca, Espíritu Santo, Ptrulapán, los de-
bió Morazán á su pericia militar; el triunfo de Costa-Rica se lo
debió á su nombre, á su prestigio, á su crédito-yal odio que aVjru-
maba á Carrillo."
XXIV.
Morazán, al hacerse cargo de la Presidencia de Costa-Rica,
nombró Ministro General, al Brigadier don José Miguel Saravia.
ilustre guatemalteco que como Iciri-lndoi-. como militar y comoamigo, fué sienqjre útil á su Jefe.
En el acto dio un Decreto de amnistía gem^ral, abriendo las
j)uertas del Estado á todos los centro-americanos sin distÍTU'i<)ii
de clases ni de partidos.
Nombró una junta paia n \ i.xtr las hvi's de Carrillo} on..^.»
todas aquellas que estaban én desacuerdo con la eíjuidad y conlos progresos de la ciencia. Luego, convocó una Asamblea Consti-
tuyente y esta lo nombró por unanimidad, Jefe provisorio del
Estado. Este Alto Cuerpo decretó honores en favor de Mora/ándeclarando que se llamaría "Libertador de Costa-Rica." El Jefe
liberal, que como hemos dicho, era modesto, se negt) á publicar ese
Decreto; pero la Asamblea lo compelió A hact^lo.
Bajo su mando Costa- Rica tomó un impulso rápido hacia el
progreso y los pueblos que, después de la tiranía de Carrillo, go-
zaban de todas sus garantías, se hallaban contentos y satisfechos.
Morazán no lo estaba. El (]uería reconstruir la Nacionalidad, fijo
en esta idea, no pensaba en otra cosa. Si había marchado á Costa-
Rica, no era ponpie ambicionase la Jefatura <le este Estado, sino
porque creía fácil levantar allí un ejército, dirigirse á los centro-
americanos y auxiliado por ellos, establecer la unidad de la patria
basada en una constitución que no tuviese los defectos de la de1 S24.
A tal efecto, la Asamblea le invistió de facultadas extraordina-
rias, y usando de ellas, levantó un ejército, perfectamente equi-
pado. Arreglado su plan de campaña, se proponía realizarlo
cuando surgieron algunas diticulta<les. Los costaricenses no esta-
' 't*
ban de acuei-do con Mora/.nii. Ell.»s \o hjil.íun rrcihido i*n sus íin.zos para librarse de Carrillo, estaban .satisfechos con s^-r >,'oU'mi»dos por él, pero no queiían salir de su patna para euipt'narse «nuna o^ueria cuyos resultados eran oscuros. Por otra parto. la Nncionalidad estaba desacreditada á los ojos de ese EsUdo. -pi.
siempre se distinguió por su política de aislamiento y s. u.Fué, pues, grande la renu<^ncia de los eostaricens«»s para ..
alas filas del ejército nacional. Si á esto se agrejjan al^ain-.sórdenes producidos por las tropas del 8alvad(»r, se verá <|U» M-razan se hallaba sobre el cráter de un volcán (|ue no tardaría «-i.
producir una catástrofe. De todfs esos elementos <h' ' v ncombinados, se aprovechaba el partido separatista, «pir -i
relaciones con Carrera y con los nobles de Ciiiatemala.tado al saber los sucesos de Abril de 1.S41, cerró sns rela<
Costa-Rica, imitándolo el Salvadoi- y Hon<lura.s. Nicaragua am*nazaba la frontera pMVM niMvnr í-niiflíft.. por •'! Uid" ••••1 < ^'í
nacaste.
La situación de Morazau era en extriino j
lo conoció; fijo en los vastos planes t|ue había t
súmente en una idea, la Nacionalidad, y )>ensando.soío en ix*a
tizarla, no vio que estaba á los bonles de un abi.snio. Morazan recibe partes del Comandante del Guanacaste en (jue s«
le asegura que las fuerzas nicai'aguenses, se hnllalian pronta
>
á invadirlo. Esto le obligó á reclutar algunjis tropas, In «imI
descontentó aun más á los joseiinos.
Un episo<lio sangriento, la muerte del General Riva.s.
la vanguardia del ejército expedicionario y el fusilamiento de M i
nuel Ángel Molina, aumentó el desorden y contrilmyó á la horri
ble catástrofe que condujo á la tumlwi al caudillo «le la Nucionalidad.
Manuel Ángel Molina, por un. i ; ... .... .. , . .,....•
en el pueblo de Bagaces unos cuantos .«-oldados y al Gua-nacaste, donde se hallab* su jefe Rivas, quien .se',;uM u» »r.
Molina, había impedido su matrimonio con una jovenJosefa Elisondo, j»or favorecer á E luvijes <itii\én. oficial «i
to que tauíbién la pretendía. Molina ataca á liivas la n<M
de Agosto de 1842, y en la refriega, est*» que<la muerto lo uiismo qu»*
el oficial Guiyén. Molina, convertido en criminal ¡íor la Hel>re delos celos, no huye ni se i*esiste á .sus aprehen.sore» Est« delito.
á t )das luces, merecía la muerte .según las leyes militare.*». Mo-lina era Coronel y Rivas su General y su Jefe: ;c|uien podni ne-
gar la legalidatl con que Molina fué fa.siIado.' Sin embargo. Mo-
—108—
razan pudo salvarlo y debió haberlo hecho, en recompensa de los
inmensos servicios prestados á la patria por el Dr. Pedro Molina,
padre de aquel desventurado joven. Peio Morazán no escuchóentonces más voz que la de su deber, y Manuel Ángel fué fusila-
do en Puntarenas, después de ser juzgado y condenado por unConsejo de Guerra. Este episodio doloroso conmovió de una ma-nera violenta los ánimos, pues Molina tenía un gran prestigio.
Los serviles y separatistas api'ovecharon equella ocación, y el
11 de Setiembre, el Jefe de las fuerzas de Alajuela, i[ue se ha-
bían reclutado pai-a custodiar una cantidad de pólvora y otros
pertrechos cjue Saget debía embarcar para la expedición nacio-
nalista, dio el giito de iourrección, instado poi los enemigos del
General Morazán, (jue pocos meses antes había sido recibido con
arcr»s triunfales.
Don Florentín Alfaro, Jefe insurrecto, marcha h^cia San José
con cerca de 400 homores; los barrio.s se conmueven y estalla la
revolución. Los insurrectos buscan un jefe y don Ant<mio Pinto,
en cuya casa se ri^mían hvs principales enemigos de Morazán, se
pone ásu cabeza. Morazán es atacado en un cuartel donde apenas
tenía una guardia de 40 salvadoreños. Esta guardia heroica, digna
de los tiempos de Leónidas, rechazó tres veces el ataque, pero
aumentadas las fuerzas de Pinto a más de 1000 hombres, tuvo
que retirarse al cuartel principal, (pieílando muerto el valiente
Coronel J. Antonio Lazo, y heridos José Antonio Ruiz, hijo na-
tural de Moi'azán y algunos oficiales. El fuego continuó por la
noche con menos viveza. Al <lía siguiente, 12 de Setiembie, Mo-razán, Cabanas, Saravia y Conlero, al fri nte de HO hondjres,
sostuvieron un nuevo combate. Durante todo este día las tilas»
de Pinto se aumentaron hasta el número de cinco mil. Morazánestaba perdido. El furor de los sitiadores aumentaba de momentoen momento. Los víveres faltaban: la esposa de Morazán con
algunos de sus hijos, había sido presa al atravezar la calle en
medio de un fueu'O uíortífero. An<;ulo se hallad "a también arres-
tado; de ninguna parte })odían llegar recursos. En esos instantes
el Capellán Antonio Castro fué enviado al cuartel para hacer
proposiciones á Morazán. Castro le propuso una capitulación
ofreciéndole garantías para su persona y para sus intereses, con
tal de (pie saliese del p^ís. Pero el vencedor de Gualcho no ha-
bía capitulado jamás: creyó que con aquel acto de debilidad
mancharía sus gloriad militares y r^'chazó las proposiciones de
Castro. Este sacerdote llegó con los insurrectos y les dijo (jue Mo-razán estaba empeñado en derramai- la sangre costaricense, lo
que irritó más al pueblo.
—lOí)-
El 1-3 (leSetienihíe Mora/.án ajHnas contaha con un ptiñaílo .1
valientes, que de una manera heroica resistieron aquel conibitdesigual, muertos de hambre, de sed y de fatiga. No tenían c\sp.
ranza alguna de auxilio. Saget no llegaba nunca, no olwUntMorazán le había prevenido que cuando dejase de recibir n-
suyas acudiese con su fuerza á San José. Ángulo estudia pn-M). M .
yorga había sido deri-otado y dejado de ser amigo de .su Jefe. I'..
ni desconcertar más á los sitiados, Monizán cayó lierido v Imíia*:
en sangre. Pero el héroe tenia un temple de acero y continuó p.leando como si la muerte fuese su única esperanza. En esos ¡n-tantes el Capellán Castro y don Juan Mora se pre.se nta»*on en .
campo de los sitiados, suspendiendo.se el fuego entre tanto I >
nuevo hicieron proposiciones á Morazán, de nuevo le
la seguridad de respetar su vida y -sus inteicses :\ trueqse rindiera. Pero todo fué inútil. Las con<liciones eran d»
¡
vas y Morazán las rechazó. ¿Que le importaba la vi la ^^S
de manchar sus laurelesí* Antes «|ue toilo estaba su hon¡Cuan admirable debe haber pareci<lo á los contar' ;i
lor heroico de aquel puñado de hombres, .>olo c^'i -enlos defensores de las Termopilas!
El 14 de Setiembre entre una \' dos de la mañana se n)nipi<> «i
nuevo el fuego, que había cesmío por algún tiempo y «Je u
también aquellos héroes rechazaron las masas que Iíks acoui'
Pero de repente se oyó una voz desesperada, espantosa, qu.
estremecer los corazones—"parcjue. .se acaUi el panjue. e-»
economisarlo." Esta fué la señal <le ".sálve.sc quien pu.
tonces aquel grupo de valientes, se lanzó de8e.spei*ado, ruuipienn
la gruesa lila de los sitiatlores.
Morazán que no perdía nunca su serenidad, pensó diriji
Tárcoles, en cuyo camino creyó que debía nr al (Jen. :.ii
Saget. Pero V'illaseñor y otros jefes le «i n **->tn i i-.i
induciéndolo á que se dirigiese á Cartago. ,(
'
biese escuchado solo la voz de sus consijos, lu
vado; pero parece que el ángel tic la fortuna que hasta entone*
le había guiado en el .sendero del triunfo, le abandonalia ya.
Envueltos en las sombra^ de la noche aquellos ht^rot^s n»nd¡«li
por el hambre, por la sed, por In fatiga, .se diriiri*'ron á CavEntretanto tjue Morazán y \*illaseñor huían. Cabanas so-
el fuego en retirada, con unos veinte ó tn-iiita s;d vadoreftos. Al
llet^ar á Cartago, Moraz in tuvo otra idea salvadora: (lui*^»». -.f-ti.
á su hijo que con Cabanas y Saravia venía ala ret
pero Viilaseñor en quien parece que se había reencarna* u» ei «le-
—no-
tino, le hizo retíecciones y lo convenció de que debían ir -A casa
de Mayorga, para buscar allí un cirujano que le vendase y le
ijurase la herida que estaba sangrando. La intención de Villaseñor
era muy sana y muy laudable su cuidado por Morazán pero e to
les per<lió. Mayorga, cuya derrota ignoial>a Morazán, recibió al
ilustre huésped en su casa; pero temeroso de perdt^r su fortuna
si le protegía, salió el mismo á dar parte de que Morazán y Villa-
señor estal)an allí alojados. ; Así manchó aquel miserable su frente,
con el estigma eterno de la traiciónl Su esposa m«s digna queél, avisó á los fugitivos del peligro que les amenazaba. Moi-azún
y los suyos montaron á caballo para huir: pero era demasiadotarde, pues la 'vwm ('<f;il>?» í-.'ivkIm \- í^n el acto fn»'r<>n prehcn-
didos.
Saravia y el hijo de Morazán llegaron cuando este se hallal>a
pieso y se entregaron espont- neamente.¡Cuanto contrasta la honradez, la lealtad, la abnegación del
General Saravia, con la pretidia, la traición y la cobardía del Co-
ronel Mayorga!
En aquella noche fatal del 14 de Setiei»ibre, el destino había
de valerse de medios extraordinarios para consumar la ruina
del que, durante 14 años de incesantes peligros, había sido el
hijo uiiiiiado de la fortuna. A la traición de Mayorga, siguió la <lel
español don Buenaveiítui*a Es])inaoh. Éste temía ([ue á la llegada
de Cabanas los muchos partidarios que aún tenía Morazán enCartago, le protegiesen y le salvasen. l*ara evitarlo acudió conMorazán y ofresiéndole que su v'ulo. no correría ningún peligro,
le pidió una óixlen para (|ue Cabanas entregase las armas y otra
para Saget (|ue estaba en Putarenas. Trató de convencerlo de
que su situación se agravaría si Cabanas promovía un nuevo rom-pimiento. Pero Morazán no cayó en el lazo (jue el malvado le
tendiera; y este, sin orden alguna, corrió al encuentro de Cabana»,
á quien convenció de que Morazán había huido por el camino de
Matina y que debía disolver sus fuerzas. Cabanas lo hizo así ycuando llegó á aquel pueblo, sólo, se le hizo prisionero. El judashabía logrado su objeto.
Morazán, Saravia y Villaseñor, estaban presos en un mismositio. El día 15 al anianecer, se presentó un oficial pa a ponerles
grillos. Ante aquella humillación espantosa, el joven Saravia pre-
ñri ) la muerte. Piimero quiso tomar una pistola y dispai-arla ensu cabeza; Morazán se lo impidió; pero mientras ponían á est-e las
esposas, el leal y valiente joven, apuró un veneno que llevaba
oculto, según se dice, entre la plancha de un anillo. Cuando el
—111 —
verdugo le reiiiaelmba los instruinontos ili> tortum, Saravia ca\*6con una convulción y su cadáver quedo asegurado. Ahí teriiiinósu brillante cerrera, á la edad de liH años, «no de los más ilustr.
de los más valientes y de los más lóales ami^^'os de Mora/.án.Villaseñor quiso seguir el ejemplo dr Saravia y cuando el ofi-
cial se dirigía á él para ponerle los grillos, sacó un puñal, se <ii
UFja herida y cayó bañado en sangre. La e-!U)ca<la era grave ¡mtTiO mortal. El verdugo le vendó la herida y de.spuéí» le puso l<
grillos. Solo Morazán, con la sublime resignación de un niártii
presentó sus pies y sus brazos, enrojecidos con su propia sangr<
para que lo atasen como se ata á los malvados.
XXV
Desde el momento en qne Moraz4n cayó preso, sus enejí
comenzaron á trabajar en el ánimo de Pinto para que en el
fuese trasladado á San José y fusilado. Entre estos enend^hallaban don Luz Blanco y el joven secretario do Pinto, Vux;.;
Herrera, de triste cel^bridnd. (1) Al fin estos lograron ahogar hi-
voces de algunas personas honradas, tjue pedian .se ]>rocedie><
calma y le'galidad y la orden de traslación se ejecutó el ii.
día 15. Morazán fué conducido á caballo y Villaseñor en una hamaca. Peio Al llegar á cierto punto donde le.^ esper:d>a una fuer/ji
«rmada, se obligó á desmontar :í Morazán. (piien aconpañado di* Par-
do y de Vijil, entró á San José en me<lio <le un inmenso gentío. Kr.t
el XXI aniversario de nuestra emancipación ¡ndítica. Al reconlar
lo Mórazán dijo á Vijil: ";Con qué solemnidad celebranitxs la Ind.
pendencia !" zarcasmo que envuelve un doloraso reproche f..hr ni
aquel pueblo versátil, (|Ue le asesinaba el día n"
biera habei'se entregjido á la celebración »lel iiias-i
tros acontecimientos políticos, l'na inmensa niucheilunibre n»
deaba á los prisioneros. Morazán no veía eu torno más «|U«
seiiiblantes horribles que revelalian el odio y el deüeo de ven
ganza, ni escuchaba otras vocez que las amenazas ó impn - " -
íle sn[ue\ populacho ebrio y trastornado por las más inr
siones. Sin embargo, no le abandonan»n un instante la calma
renidad que le eran habituales. Con la frente levantada al •
los ojos resplandecient- >niisa de los justos en IcM labio**.
[Ij Véasesu Hio^ratia. IJ. II. pág. «4©, torao 3.®
—112—
volvía á todas partes su rostro tranquilo corno <lesatianüo con su
serenidad la tormenta que biamaV)a sobre su cabeza.
E^ntre tanto luchaban al lado de Pinto, unos porque se juzorase
á Morazán, otros para que se le fusilase en el acto. Herrera hizo
valer en este último sentido todo su pernicioso ingenio, aduciendo
cuantas razones pudo, hasta que Pinto, ahogando la vez de su
conciencia y la de muchas personas honradas, dictó la óiden de
muerte. Morazán y Villaseñor la oyeron con calma. Y entonces,
en medio de lo^ soldados, y á la vista cíe aquel pueblo enfurecido,
Morazán dictó á su hijo, con voz clara, si'gura y ])erceptible, su
testamento, en el cual, como dice Barrun<lia, se ve diáfana el al-
ma, noble, tranquila y generosa, del lu'roe que «h-secndia á la tum-ba. Ese testamento dice así:
"San José, Setiembre ló de 1842, «lía «Irl aiii\rrs;nio dt' la In-
dependencia cuya integridad he procurado mantener.
"En nond>re del Autor del Universo en cuya religión muero.
"Declaro que soy casado y dejo á mi mujer por única Albacea.
"Declaro que todos los intereses que poseía míos y de mi esposa,
los he gastado en dar un Gobierno de leyes á Costa-Rica, lo mis-
mo cjue diez y ocho mil pesos y sus réditos que adeudo al Sr.
Genei-al Pedro Bernnules.
'Declaro que no he merecido la muerte porque no he cometido
más crimen que dar libertad á Costa-Rica y procurar la paz de la
República. Por consiguiente mi muerte es un asesinato tanto nuls
agravante, cuanto ((Ue no se me ha juzgado ni oído. Yo no he
hecho más que cumplir las órdenes de la Asamblea en consonancia
con mis deseos de reorganizarla República"Protexto que la reunión de Soldados que hoy ocasiona mi
muerte, la he hecho únicaíuente para tlefender el Departamentodel Guanacaste, pertí neciente al Estado amenazado, .según las
comunicaciones del Comandante de dicho Departamento, por
fuerzas del Estado de Nicaragua. Que si ha tenido lugar en mis
deseos el usar después de algunas de estas fuerzas para pacificar
á la República, solo era, tomado de aquellas (pie voluntariamente
(quisieran marchar, porque jamás se emprende una ubra seme-
jante con hombres forzados.
"Declaro que al asesinato se ha unido la falta de palabra queme dio el comisionado Espinach de Cartago, de salvarme la vida.
"Declaro (|ue mi amor á Centro-América muere conmigo. Éxito
á la juventud que es llamada á dar vida á este país, que dej(^ con
sentimiento por quedar anar([uizad(\ y deseo que imiten mi ejem-
plo de morir con firmeza, antes fjue dejarlo abandonado a1 desor-
den en que desgraciadamente hoy se encuentra.
"Deelaro que no tengo enenü^^os ni el menor ivncor llevo al
sepulcro contra mis asesinos: que los perdono y les deaeo el mayorbien posible. Muero con el s('ntin)ient« ile hal^er causado hI^uhmales á mi país, aunque con el justo deseo de pitxíurarle hu bi.
y este sentimiento se aumenta por que, cuando había rectifica»
mis opiniones en política en la carrera déla revolucicn y creía
hacerle el bien que me había pronjctido para subsanar de e«te
modo aquellas faltas, se me (juita la \ ¡<la injustamente.
"Quiero que este testamento se imprima en la parte que tiene r»
lación con mi muerte v los negocios públicos."
Después de firmado este testamento, Muia/mi ininn.-iK lo n
gunos momentos con don Mariano Montealegre, entregándole i;
pañuelo y algunos otros objetos para que los llevase á su espo-
En seguida se esforzó en alejar á su hijo que se emp4*rialta .
morir con él, y cuando lo hubo retirado, se preparó para mar-
char al suplicio. -Quien no se conmueve al referir esta escenn
dolorosa! ¡Y sin embargo, aquellos de los enemigas de Mora2.
que estaban allí presentes, la contemplaban con la sonri-n
juvilo en los lábiosl
Morazán marchó con paso firme y seguro: al llegar al cadal
abrazó á Villaseñor y le dijo: "Querido amigo: la jK)steridad n
hará justicia," y pasíindole la mano jor la frente, le orden»'* i.
cabellos con la solicitud de un hermano. En seguida.—dice hf
rrundia—mando preparar las armas, se descubrió, mando apunta i
rorrigió la puntería, dio la voz de fuego y calló. Aún levantó ^
cabeza sangrienta y dijo: "estoy vivo." Tna nueva descarga
hizo espirar.
IAsí murió, el XXI aniversario de nuestra Independencia,»!
más grande, el más valiente, el más noble, el más generoso. «
más ilustre de los defensores del pueblo Centro-Americano par
renacer en la vida de la Historia que le consagra página.H inniin
tales!
X \ \'í
Despuds de la muerte del (¡eneral Morazíín. : jlvió 4 ín
tentar de buena fé la reconstrucción de la Patria, pues el «1
tismo ejercido por el bando triunfante. alejal>a t<Hl3 coasilitovi-n
—114—
con el otro. Guerras crueles y sangrientas continuaron fomentan-do la rivalidad de los Estados y lejos de desarraigarse los vicios
primitivos, se arraigaroa más y más cada día.
La eterna noche del oscurantismo, esa noche de 30 años, con-
virtió á Centro-América en un sepulcro, para enserrar en él todai<lea noble, toda aspiración generosa y elevada. Y siempi-e que se
manifestó algún pensamiento innovador, fue pronto sofocado por
las maldiciones del clero y el látigo de los tiranos.
Guatemala, con razón Hamada la pequeña Roma, fue conver-
tida en un vasto monasterio, donde solo se escuchaban los des-
templados cantos (jue supo inspirar el jesuitismo; jamás las armo-niosas notas íjjue hace brotar el amor á la libertad y á la patria.
Empero la simiente del bien, regada con la .sangre de Moraz.-ln
y de otros ilustres proceres, no estaba del todo muerta. Ella,
aunque lentamente, fué brotando y venciendo las dificultades.
Llegó el hermoso día del 71, y aparecieron los primeros frutos
entonces se inició una época distinta: el toi*rente revolucionan»
arrazó todo lo viejo; la reforma política no fué infructuosa por
<me á la par se hacia la reforma social: el pueblo fué elevado,
la nobleza al)atida, el clero derrocado más que con el ostrasismo,
(;on el formidable ariete de la instrucción pública; y hoy. la p>da-
bra religión, empleada para levantar «'it'icitos ni conimH'vi» á las
masas ni despierta el entusiasmo.
Retrógrados y separatistas, rea(.*(ion;iri()s y lan.iticos: tiMiiblad
si pretendéis hacer reti'ogradar al pueblo centro-ameiicano; por
(pie el impulso está da<lo y no es ya posible volver ati'ás. Nilos tormentos de las bartolinas, ni la perspectiva del cadalzo. po-
drán entibiar ese fuego sagrado que hace arder los corazone-^
juveniles y aún aquellos ya helados por la nieve de los año^
cuando se escuchan estas mágicas palabias: "Libertad, Unión.Sobre las ruinas de la patiáa despedazada por vosotros, yace hoyolvidado y triste el pabellón entre cuyos pliegues se evuelven las
sangrientas cabezas de Morazán y de Bariios; pero del círculo qu«
\ ierte sobre esos escombros sus láirrimas desconsoladas, bro-
tará talvéz la mano poderosa, que elevando ese estandarte á la
altura en (|ue le contenplaron nuestros padres, os confunda com«)
al buho entre las sombras de la verirín'o/.M \ d<'l olvi<lo eternos!
FIN
DOCUMENTu .NLMKKO 1.
CaHa del Jefe de Guatemala, don Mariano Aycine^m tí di>
Antonio del mismo apellido, publicad r'v-)--
"Guatemala, Diciemiíjík !t i.i ls27.
.Níuy rcsei*va<i«.
Mi querido Antonio:
He recibido tu grata del 6 que equiv(X*adamente me (liri)^* c«'t
esta fecha. Por ella veo las oeurrt;nci'.iíí aeacx'idus en el ejéiT'it»
Veo también las obsen-aciones que uie haces con reH|K»cto ú ^
Jefe, y te aseguro que me mortifica en extriMno la sola « '
'
cióu de no haber encontrado hasta aquí un exlnuijcn» iy
va con fidelidad. Tú sabes nu'jor (jue ningún», los '
que nos debe este hond)re á (juien nunca vnA tan \\\):r
lo pintas y él es en efecto. Piensíis muy bien sobre su inepimidpara mandar el ejército diciéndomc que corre {>arejas con el i**
'
cil é ignorante de Arce. Pero es convenienU» el (li.««imulo y pri
cia mientras tengamos enemigos (pie combatir y ilifi '* '
vencer. Hemos sacrificado l<»s pueblos pan» iibnmi.
de los guanacos y fiebres. Ellos están irritad<»s «
.
sé si con justicia, y debenuKS pi-evcnir su rencor a
za y de una política desconiK'ida aún de Maquiaveio.
cultades que hasta ahora se han cruziulo no delnMi arn
El centndismo se establecerá, yo te lo aseguro, sobre liaseit niii\
sólidas; y deja que el fantjismón de Cascara gn.»ite sn Innnnr je
suítico y dominante á las vtMcs contigo, que llegani t¡cni|>i» d»
hacerle sentir, muy á pesiu* suyo, (pie el \\o es más que un italiano
encerrado en su corbatín. Vamos á otni c<»sa.
No puedo ocultarte mi cuidado |»or la suerte que j
Uds. y esa columna eñ el caso de (pie el lK>tarate c"
atreva á atacarlos. Yo sé que él no es ca|>az de nada y U> cc»nven-
cen las noticias fid<'*^'"'""-^ "'•" .-»''•"".•>•.' :« .-.-•• í;..i...i-..1 .... i*í .í..i
—116—
pasíido. Pero cuando se acercan los instantes en que uno espera
ver el desenlace feliz de una ardua empresa, se agolpan mil ideas
V mil i)resentimientos todos funestos. Yo confío, sin embargo, enht Providencia que tanto nos proteje, en la buena disciplina y en-
tusiasmo del ejército), en tí y nuestro Montúfar que sabni dirigir
si ese autómata en jefe. Creo que no dejarán arrollai-se en SantaAna como en Milingo Arce, y en Honduras Milla. Es un dolor
pensar sobre todo esto. Voy á comunicarte mis ])royectos parat'l caso en que experimentemos un revez, lo que Dios no [)ermitíL
Tú sabes lo bien que nos salieron nuestras extratajemas y en-
icdos en Marzo anterior. Los salvadoreños peleando tontíimente,
(le buena íé, con un jefe militar en acpiella éjWK'a todo nuestro,
reconocen las ventajas que les liaceinos. Ellos son muy niños, se
llevan de teorías, suenan en abstracciones y se olvidan de la ig-
norancia de lus pueblos, de sus preocupaciones v creencia religio
sa. Pues bien. Si perdemos con las anuas, desplegai-emos aipií las
del fanatismo para exaltíir este pueblo deví)to y levantar de nuevoun famoso ejército. Dirésmosle en nuestras ])roclamas que los ene-
migos no respetan la honestidad de las doncellas; los hizos cimyu-
uiales ni la inocente infancia; que todo lo asolan y destruyen, qu<
todo lo violan y pisan, hastil los mas sagrado. Que su elemento (s
el robo, las depredaciones: sus deseos hartarse de síingre guatemal-
icca; íjue los religiosos van á ])erecer en sus manos, las ínonjas, los
santos y los templos. Que to<lo será perdido si los pueblos no salen
:i la defensa de su religión y de su patria y otras mil <;osas semejantes.
No dejo de temer (pu' el entiusiasmo de la multitud no se^a como(I (pie vimos con tanto placer nuestr(% "allá por »»1 n íes citado d<
M:irzo, porcpie los malos han minado mucho y no cesan de minar;
pero tampoco cesaré yo de perseguirlos y .^obrt* t4)do (pie nuestros
IVailesitos con sus exliort4ici(mi>s, nuestras monjitascou sus rogati
\ as y imestro ilustrísimo con su incompar.d)le destreza en esta cla-
se de negocios, serán los instrumentos (pie dirijan al piieblo en
nuestra nueva campaña.Ayer te ha escrito Juan José una muy larga c^irtíi. También yo
escribo ahora á Montúfar pero nada le digo sobre política. Tú pue-
des mostrarle esta y ipiemarla al momento.—A Dios pide te guar-
de de los fiebres tu Mariano Aycinena,Adición.—Salúdame á ese General |X)r pura política y dile í{\uí
mis grandes atenciones no me i>ermiten e.scTibirle, (pie lo haixí en
la primera oportunidad.
Mariano de Ai/cinena/^
DOCUMENTO NÚMERO _>
Cartd dirigida por el Hn^insiuio .^eñor Arznhispo al ¡higadier Rafael Carrera en confestarión á la suya
^fecha 24 de Junio de 1839.
"Ciudadano Gerienil de Brigada H;ifael Carrera.
Habana, Julio 31 de 1889.
Con ])íirticular gusto he ivcihido y leído la carta oficio que IM.se ha servido dirigirme en 24 del próximo |wusiidt> Junio, instando-me para que regrese luego A re^usnmir mi silla iuetn»|x»l¡tanii, yofreciéndome custodiarme con la fuerzii tie su nuuuio en t«xio ól
tránsito ten-estre.
El Señor paieee ha designado á Ud. para que redima ele In i»pr»»-
sión y de la im])iedad á los puel)los d<' (rnr.tennila, il<í e«>inn d«"si-j-
nó al Maealjeo para ([ue redimiera á Isniel. Del cielo Imjó hi inspi.
lación que movió á Vd. para hacer una ivsistenciu al i»:m'»vr de-
^esperada, y del cielo bajaron tiunbién los stxíorros |wir:i adelantar
vsu empresa hastíi el estado presente. Dios ha premiathi l<»s M*iiti>
mientos religiosos <le su corazón, y ^wrscvenuuio TcL Hnne enellos. Dios también será tiel en sus designiíw y consumará sn olmuNada deseo más (pie volver al seno de mi famir
1>eudecir á mis hijos en .lesn-C^-isto ant<ís de mi f;i
todavía no he logrado descargarme de la administniíMÚn Kpir*«-o|i;i!;
luego (pie m(* dcscargiic trnt.üv <>i>orfiniaiiiriit«' d.- <!'>i»'»:i«t mi
ínarclia.
Doy á XJd. (.'xprcsi va> i.:i .1» i.i.^ I" 'I .-'i <-m ^ mm ni-* -i» •— .i.u hü
])ersona en el camino; pero Ud. nt» llevará á mal que no lo acepte
y (|iie le responda lo que re.<j>on<lió Santo T«)más »le CantorlnTv:
"Los Obispos y la Iglesia no se han de defender «'«mi fuei^Zíb* y ar-
mas." Si muriera jMjr ciunplir mi min ^ladenujK
ílidiosa
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Sii[)lico á U(l. encarecidamente que su> <uiii]'aÍRM(;> m- alllla^^, t-n
su conducta y moderación, acrediten que sostienen la buena causa,
la de Dios. No cese Ud. de predicarles con el Bautista: ''Soldad-
contentaos con vuestro estipendio."
Espero en Dios qne me concederá el gusto de recibir entre misbrazos trémulos al Macabeí) de inl rebaño, y que Su Majestad con-
.servará á IJd. muchos anos como se lo pide su A. S. y Capellán
Fray Raiiión.
ArxobisiK) de Guatemala.
Iiiipr''iita drl ( íobicrii" '. á «¡ii'jo !< A. \\^\k\
ERRATAS NOTABLES.
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