José Antonio Primo de Rivera - Antología

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  • 7/29/2019 Jos Antonio Primo de Rivera - Antologa

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    B R E V I A R I O S D E L P E N S A M I E N T O E S P A O L

    Jos AntonioPrimo de Rivera

    ( A N T O L O G A )

    Seleccin y prlogo de

    GONZALO TORRENTE BALLESTER

    EDICIONES FE - MCMXL

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    ndice

    PRLOGO de Gonzalo Torrente Ballester

    CitasPrimera Parte

    I - LAS BASES INTELECTUALES.............................................................. 1 a 5II - EL CONCEPTO DE HOMBRE ............................................................... 6 a 19

    III - LIBERTAD HUMANA............................................................................. 20 y 21IV - PROPIEDAD Y TRABAJO COMO ATRIBUTOS ELEMENTALES ............. 22 y 23V - CONCEPTO DE LA VIDA....................................................................... 24 a 27

    VI - PUEBLO ............................................................................................... 28VII - HISTORIA ............................................................................................. 29 a 35

    VIII - PATRIA, PATRIOTISMO ........................................................................ 36 a 50IX - TEORA DE LA NACIN ........................................................................ 51 a 57X - EL ESTADO .......................................................................................... 58 a 64

    XI - LA POLTICA ......................................................................................... 65 a 75XII - TEORA DE LA REVOLUCIN............................................................... 76 a 95

    XIII - MANDO ................................................................................................ 96 a 100

    Segunda Parte

    I - CRTICA DE LIBERALISMO POLTICO .................................................. 101 a 111II - CRTICA DEL LIBERALISMO ECONMICO .......................................... 112 a 117

    III - CRTICA DEL MARXISMO .................................................................... 118 a 126IV - EL LIBERALISMO ESPAOL ................................................................. 127 a 132V - SOBRE EL ESTADO CORPORATIVO Y OTRAS FORMAS DE ESTADO .. 133 y 134

    VI - EL FASCISMO ...................................................................................... 135 a 140VII - CRTICA GENERAL DE LA POLTICA ESPAOLA ................................. 141 a 215

    bis

    Tercera Parte

    I - LA JUVENTUD A LA INTEMPERIE ........................................................ 216 a 234II - EL INSTRUMENTO DE LA REVOLUCIN ............................................. 235 a 274

    III - LA TAREA DE LA REVOLUCIN ........................................................... 275 a 303IV - CONSIGNAS TCTICAS ........................................................................ 304 y 305V - EL HECHO DEL IMPERIO O DOCTRINA DE LA LTIMA PALABRA ...... 306 a 309VI - INVOCACIN FINAL ............................................................................. 310

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    Prlogo

    De tres maneras muy generales puede el escritor de hoy considerar la figurade Jos Antonio Primo de Rivera, de cuya obra escrita se ofrece, en este libro,un ordenado florilegio; tres maneras determinadas, de una parte, por el carcterde su figura; de la otra, por las condiciones especiales del tiempo que sigui asu muerte, por la proximidad de sta, por su presencia innegable y sui gnerisen las mentes y en los corazones espaoles.

    La primera manera es exclusiva de aquellos que le conocieron y trataron, delos que con l partieron, o la amistad, o la angustia de la lucha y la creacinpoltica, y comprende todo gnero de descripcin personal y anecdtica, el relatode hechos y hazaas, y tambin la expresin emotiva de su trato y presencia.

    Manera es sta que hasta hoy slo frutos fragmentarios produjo, pero que sonde desear ms abundantes y completos, pues eludirlos supondra hurtar a lahistoria datos que se creen importantes, preformando y deformando enconsecuencia biografas futuras.

    La segunda es la expresin del mito, es decir, del modo de estar operantecon que Jos Antonio vive en las conciencias juveniles contemporneas; maneraque se considera propia de poetas, a cuyo trabajo y numen se entrega;entendiendo bien que importa al futuro que cantos bien timbrados y pulidos,subidos de acento y cautos y exactos en el concepto, acompaen la memoria deJos Antonio; por aquello de que la calidad de las emociones suscitadas entrelos contemporneos valen bien para calibrar el propio valor.

    La tercera es la histrica, entendiendo el adjetivo en toda su anchura, acasoms ampliamente que lo usual. A ella se ha entregado, con pocos peroprofundos aciertos, un sector muy escueto y bien definido entre los que hoyescriben de modos y cosas de la Falange: todos aquellos que, en las horasperplejas y dudosas de la orfandad, procuraban hacer ms precisa y accesible lafigura del que, desde el otro lado entonces no sabamos bien el significadocruel y definitivo de este otro lado, espiritualmente nos guiaba. Aislada, unpoco anrquicamente, se fueron dando a la luz y a las imprentas, intuiciones,pensamientos de unos y de otros, dejando presentir en los casos mejores todoun sistema de valoraciones y de ideas que la urgencia de la guerra impidi

    cuajar en libro. (Libros, ni siquiera inditos, pensados y no escritos, que andanpor la cabeza de muchos camaradas cuyos nombre no se quiere, ni se debe,recordar aqu; pero a los que estas pginas envan un ruego.)

    Debe advertirse que el colector de esta antologa, aunque como escape entredivertido y acongojado de su quehacer cotidiano practique la literatura, profesaen realidad la Historia. Parecera, pues, oportuno y puesto en su lugar, que eneste prlogo ensayase un estudio histrico de la figura extraordinaria de JosAntonio Primo de Rivera. Pero no es, hic et nunc, empresa fcil. Ciertamente, elestudio de Jos Antonio por quien no le conoci ni vio jams, si quiere ser algo,tiene que acogerse a los lmites y normas de lo estrictamente histrico; tiene queenfocar la figura tal y como es concebida por una generacin que, si en sumayora no la conoci directamente, vive y acta bajo su signo y en muy buenaparte segn la direccin por l marcada. Pero esto no es lo bastante. Nopodemos decir que nuestra generacin viva y ame el Jos Antonio histrico,

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    sino el Jos Antonio mtico por ella misma elaborado. El mito es, tambin, unelemento histrico de primera fuerza, pero no es todo. A su lado, importa eldocumento fiel, la referencia exacta; en el caso de un poltico, como es elnuestro, falta el desarrollo total de la obra para que la figura cobre su exacto

    volumen, el volumen con que ha de ser contemplada por la posteridad.Adems, el estudio histrico requiere la distancia; no la frialdad, que sin

    amor nada es fructfero ni positivo, ni el desapasionamiento, que sin pasin nohay crtica frtil; pero s la lejana, sin la cual la perspectiva no es posible. Y hoytodos los jvenes de la Falange todos los jvenes de Espaa estamos,quirase o no, atmosfricamente dentro de Jos Antonio, nutrindose de lnuestra savia y nuestra actividad poltica. Sus mismos recatados enemigos senutren un poco de l.

    Para el estudio histrico, pues, falta sazn y faltan documentos. Tenemos,eso si, muy cercano, el mito, tenemos el comienzo de la obra poltica; tenemos

    un manojo de escritos y de discursos, tenemos la Falange y tenemos unahazaa, gloriosa y trgicamente rematada. Pero, amn de la distancia, faltan losdatos que pueden aadir los que compartieron su intimidad, los que asistierona su vida poltica en cooperacin y ayuda; falta un epistolario, falta un libro quesuministre datos suficientes para una reconstruccin psicolgica que sea algoms que una hiptesis. Y sin esto, todo ejercicio histrico es prematuro, ycondenado, antes de nacer, a flojo e incompleto.

    En consecuencia, este prlogo a una antologa de sus escritos y discursos,no puede pasar de ensayo muy ligero y sin la menor pretensin detrascendencia. Todo lo que aqu se diga no tiene otro valor que el de opininpuramente individual, siempre sujeta a reforma y enderezamiento. Pero una

    cosa quedar en pie, seguramente, de las que aqu se sostengan, y es sta: laposteridad no ver en Jos Antonio ni un poeta, ni un profeta, ni un terico dela revolucin, Jos Antonio pasar exclusivamente como poltico, y sudimensin de grandeza la alcanzar como tal. Jos Antonio fue el primer polticoespaol contemporneo, frustrado por anticipada muerte: por esa muerte quelos honrados demcratas de todos los tiempos reservan para quienes intentanrestaurar formas polticas ambiciosas y de gran estilo, las formas creadoras yheroicas.

    * * *

    Si leemos los peridicos de la Falange anteriores a la guerra aquellos

    semanarios heroicos cuya venta era de por s batalla, y los publicados, diariao peridicamente, durante la guerra, una cosa sobre todas llama poderosamentela atencin: es la manera de tratar periodsticamente a Jos Antonio. braseel ARRIBA su coleccin est hoy puesta a todos los alcances. Jos Antoniollena todas sus pginas. En cada nmero, un artculo suyo, la resea de unaconferencia, el texto de un discurso, el relato escueto de un episodioparlamentario o callejero. Se le llama siempre nuestro Jefe Nacional, o el JefeNacional de la Falange, o Jos Antonio Primo de Rivera. As, escuetamente,sin adjetivos, sin otras determinaciones, sin definicin (Nota a pie de pgina enla edicin impresa: Se excepta, si acaso, un ensayo de Gimnez Caballeropublicado en FE) ni metfora. El clich que de Jos Antonio da la primera

    Prensa falangista es sencillo, sobrio, elegante. Ni un solo vocablo valorativo, niun elogio, ni un halago.

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    Debe interpretarse esto como muestra del distinto aprecio de Jos Antonioentonces y ahora? De ningn modo, rotundamente. En primer lugar, ya enaquel tiempo es, para la juventud que lo sigue, Jos Antonio, sin msapellidos. En segundo lugar, es tambin figura preeminente e indiscutible entre

    sus escuadristas, es el jefe, resumen de una fe, smbolo de una actitud, cabezay gua de una accin.

    Por qu, pues, esa ausencia de adjetivos, esa carencia absoluta depropaganda, esa modestia? Debe creerse que responde solamente a lavoluntad personal del Jefe? No. Jos Antonio es, desde su primera salida a lavida poltica, una figura histrica, algo ms que una figura poltica: Es unhombre con un especial destino que lo distingue de otras figurascontemporneas en la accin y en la vida. Es, en poco tiempo, algo ms que eljefe de un partido. No por decisin propia, naturalmente, sino por... llammoslefatalidad. Y una figura histrica es algo distinto de lo que puedan creer loscontemporneos, siempre a riesgo de equivocacin o estimacin falsa.

    Expresemos, un poco indirectamente, una idea difcil: la figura histrica,cuando lo es, va necesariamente acompaada de un bagaje de adjetivos,grande, o egregia, o genial por ejemplo, si de figura seera se trata. Yestos aditivos no pueden discernirse sino a la vista de una obra total, rematada,pero nunca ante la obra en marcha, ante la personalidad en formacin, ante loque se mueve o se gesta. El adjetivo que acompaa y define la obra o la personahistricas hace siempre referencia a lo pasado, definido y concluso, jams a lopresente y dudoso.

    Es natural que estas cosas no vivan muy claras en el alma popular, peroevidentemente se sienten, con cierta obscuridad, aunque con innegable

    eficacia. Cuanto ms amor, entusiasmo y esperanza despierta un hombrepblico en su generacin o en su pueblo, ms reacio se siente ste a lacalificacin en vida. Entindase esto bien: hay un cierto tipo de honores, que sereciben en vida como fragmentos o partculas de gloria, que el hroe necesita,alimento de su heroicidad. Pero las honras definitivas, la definitiva gloria, essiempre post-mortem. Por lo menos, es posterior a la obra conclusa. Elpremio al militar victorioso se le da, justamente, cuando es victorioso, pero nose otorga en pleno combate, cuando an es dudoso o aleatorio el resultado final.En este momento, los soldados no aclaman, sino que obedecen y prestan fe.

    Todo esto puede percibirse con claridad en los tiempos heroicos de laFalange. Tena el Jefe, de sus secuaces, la adhesin, la fe, la obediencia, la

    disciplina, y, muy destacadamente, el amor. Cuando un hombre y un equipo serelacionan de esta excepcional manera, ante una empresa tan importante comola que la Falange acometa, cosas ms urgentes hay que disipar el tiempo enpirotecnias de adjetivos. Sobre todo, cosas ms apremiantes rodean al Jefe quebuscarlos. Si el Jefe es el primer servidor, a la fe, al entusiasmo, a la obedienciay amor que se le dispensan debe corresponder con la ms perfecta funcin deconduccin y mando. Nada ms, pero tampoco nada menos.

    Las circunstancias cambian al iniciarse la guerra civil. El Jefe est en lacrcel, y el destino quiere a su prisin enclavada en el punto ms alejado de lazona de combate, en territorio hostil. La Falange toma parte en la guerra en

    orfandad, si provisional, no por eso menos efectiva. Del Jefe nada se sabe, salvoleyendas que corren por todas partes. Prcticamente, est ya perdido, aunque laidea desespere a los falangistas y se agarren a la ausencia como a un clavoardiente. Pero ya no es posible, sin Jefe, la actuacin poltica. No basta el

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    mando interino: hay una calidad espiritual de la Jefatura que no admiteprovisionalidad, y es esta calidad espiritual la que ms echan de menos losfalangistas. Y entonces acontece el milagro no hay palabra ms exacta deque la Falange recrea esa proteccin espiritual de su Jefe, la exalta y propaga

    por toda Espaa: es cuando comienzan a decirse del Jefe cosas que nadie seatrevera a proclamar siendo l vivo y presente.

    Hay, todava, un segundo aspecto: la lucha poltica. No slo la Falange, sinootros grupos, con credos y personas diversas, toman parte en la guerra. Eldenominador comn es el patriotismo, pero los numeradores son diversos y anopuestos. Cada grupo trae su Jefe con pretensiones de totalidad. Hay,indudablemente, una especie de miopa, para los valores vivos, y ni unos niotros coinciden en el que, finalmente, reunir a la romana todas lasmagistraturas, todos los mandos fragmentarios, todos los grupos. La Falange obscura, ciegamente, como en toda obra colectiva adivina la superioridad desu Ausente sobre aquellas figuras estrictamente polticas que empiezan abrillar y bullir como fundamento, o pretexto, o cabeza de esta o aquelladireccin que los diversos grupos quieren dar al Movimiento. Entonces, JosAntonio es ms que el Jefe Nacional, ms an que ese Jefe espiritual y mticoque se ha ido forjando a golpes de palabra hablada o escrita: es una figura decombate: un smbolo y una bandera; un acicate y un ariete; es tambin lapiedra de contraste de muchas glorias espontneas.

    De esta manera, por todas estas razones, se va inculcando en la mente de losespaoles un Jos Antonio que no es, exactamente, el histrico; pero que es elque promueve historia; es decir: un Jos Antonio mtico. Como a aquel quemuri, y cuya obra ha tenido digno y cumplido remate, no se le regatea el honor

    y la gloria. Sobre su persona y hechos se ensayan definiciones y calificaciones.Su figura cobra todas las condiciones del hroe poltico, y, corona de todas ellas,preforma el ideal masculino popular, y muchos nios que nacen se llaman,como l, Jos Antonio.

    En honor a la verdad, digamos aqu que esto no se debe slo a la Falange. Nocabe duda que ella promueve el acontecimiento, pone sus cimientos, lo dirige;pero hay mucho de obra popular y nacional, Jos Antonio, en poco tiempo, esya algo ms que el mito de la Falange: es el mito nacional de Espaa. Elburgus espaol conoce otros hombres y otros nombres, pero el pueblo, elpueblo que trabaja y que combate, el que muere en la guerra y pierde sushombres, no conoce sino dos: uno, real, tangible, que a veces se ve o se oye: el

    Caudillo; otro, un poco raro, que suena en las imaginaciones populares comoun hroe de tiempos pretritos, del cual la gente tiene idntico saber que tienede sus santos o de sus hroes espontneos y queridos: es Jos Antonio. Muy aciencia cierta, las mujerucas humildes que pronuncian su nombre no saben niquin fue, ni cundo, ni dnde. Saben de l un modo de ser intuido, no tantoen lo que oyen como en lo que desean. Cada espaol honesto, sencillo y sincero,ve en Jos Antonio lo que l querra que fuese el gobernante, el conductor. As,Jos Antonio no tiene parecidos en la imaginacin popular, porque en l vanponiendo propiedades o cualidades absolutamente opuestas a las que losespaoles conocieran o adivinaran en esa desdicha de gobernantes que entantos aos Espaa padeciera.

    Todo esto tiene sus inconvenientes, y no es el menor el haberse achacado aJos Antonio cualidades que, si no tuvo, realmente, acaso tampoco convengan ala proyeccin mtica de su figura. As por ejemplo, se habla, en ciertos medios

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    poco rigurosos, de un Jos Antonio poeta, o profeta o teorizante de lapoltica.

    La primera afirmacin tiene origen bien conocido es aquella frase del mismoJos Antonio, a los pueblos no los han movido... , etc. La palabra poeta estincluida en ella. Se la toma all, indudablemente, en un sentido muy amplio,ms cerca de su significado original que de este otro, ms restringido, que ledamos habitualmente. Pero lo bueno del caso es que a nadie se le ocurre,cuando llama poeta a Jos Antonio, pensar en un modo de ser poeta comn,por ejemplo, a Csar, Napolen y Fernando el Catlico, o cualesquiera otrosconductores de pueblos. Es decir, en la poiesis inherente a todo polticocreador. Cuando se habla del Jos Antonio poeta, se relacionan,inmediatamente, determinados prrafos de acusado lirismo, bien escasos porcierto en sus discursos, as como la perfeccin formal, literaria, de los mismos; yquirase o no, se pretende para ellos un puesto en la Historia de la literatura. Yno se crea que este modo de estimarlo, bien precario por cierto, pudiera ser

    exclusivo de aficionados o irresponsables: por esos diarios de Dios anda elarticulo de un profesor de literatura, crtico notable, en que se estampanconceptos por este estilo. Como si la mayor virtud de esos discursos fuera suposible ejemplaridad en las futuras escuelas de retrica!

    La segunda afirmacin es de origen ms difuso, pero no cabe dudar que sedebe a las innegables predicciones de orden poltico, cumplidas la casi totalidadde ellas por lo menos, todas las hechas de un modo riguroso, dispersas porlas palabras de Jos Antonio.

    y, sin embargo, afirmarlo como profeta daa extraordinariamente su figura.

    Pinsese bien qu es un profeta, y cul es su misin respecto del pueblo.Olvdense, si se quiere, los ejemplos suministrados por el Antiguo Testamento, ycircunscrbase la meditacin a formas menores y ms modernas de profeca, yhasta de profeca poltica. Hay casos muy populares y recientes. El profeta essiempre un hombre que, o por permisin divina en los casos supremos, o poraguda mirada en los de andar por casa, tiene conocimiento anticipado de loshechos FUTUROS E INEVITABLES. Pero nada ms. El profeta predice, y siacaso predica; pero no se coloca a la cabeza del pueblo para oponerse a lo fatal,entre otras razones porque sabe que es fatal; porque sabe que oponrsele seraintil y estril.

    La tarea poltica es absolutamente distinta. Todo buen poltico necesita

    mirada de largo alcance, no slo para los hechos presentes, sino para losfuturos. El poltico, en parte por lo que tiene de inspirado (de vate), no depoeta), adivina posibilidades; pero, y que esto quede bien claro, su adivinacincomprende no slo hechos fatales, inevitables, sino tambin muyprincipalmente hechos, si importantes, contingentes, y precisamente paraevitarlos es para lo que asume las funciones de capitana. Es, por lo tanto,profeta, en el mismo sentido en que lo es un estratega o un financiero. Pero estono es ser profeta. Llamarle, pues, profeta a un poltico es siempre uncontrasentido: son dos funciones irreconciliables.

    La tercera afirmacin se refiere a la capacidad terica de Jos Antonio,cifrando su mayor gloria en sus dotes de pensador poltico, es decir, deintelectual.

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    Los que lo afirman, as, sin distingos, parecen no haber ledo lo muysubstancioso que el mismo Jos Antonio escribi en el famoso articuloHomenaje y reproche a don Jos Ortega y Gasset. All qued claramentesentada la distincin que a su juicio exista entre el intelectual y el poltico en

    trminos tales, que necesariamente hay que encasillar a Jos Antonio en elgrupo de los ltimos. Estbamos en Espaa tan acostumbrados a la inculturaenciclopdica de los que a oficios polticos se dedican, que no pudimos menosde sorprendernos ante la finura mental de Jos Antonio. No es aqu oportunohacer un anlisis de su formacin intelectual segn se infiere de su obraescrita; un da se har, y por quien tenga datos seguros y pulso firme para ello(las obras de aficionados, mejor es que permanezcan inditas), quedar aclaradoel mapa de sus lecturas y el de sus ideas generales; habr, indudablemente,muchas sorpresas. Se ver tambin que el estilo intelectual de Jos Antonio nopertenece a esa larga tradicin de escritores que va desde Maquiavelo a RamiroLedesma Ramos: hombres que inquirieron el hecho poltico y sobre sus

    observaciones levantaron tericas arquitecturas. Jos Antonio saba lo quequera, porque su voluntad poltica y revolucionaria era posterior alconocimiento y al estudio, lo saba claramente, y adems lo expresaba conelegancia y firmeza. Como hombre rigurosamente formado en las disciplinasintelectuales, sabia el valor de las palabras. Sus intuiciones de poltico eranformuladas agudamente. Ahora bien: lo menos de que tienen aire sus escritos,sus discursos, es de teora poltica. Sus discursos critican, atacan o defienden,proponen o destruyen. Buscan un efecto inmediato y activo en el auditorio. Separecen lo menos posible a una conferencia. Aun aquellos ms alejados delmitin y de la propaganda, como el discurso del Circulo Mercantil de Madrid, nobuscan tanto aclarar las mentes de los oyentes en materia econmica, cuanto

    convencerlos de que la solucin de unos problemas muy sabidos que acaba deexponer est, precisamente, y en lo que a Espaa se refiere, en el nacional-sindicalismo. Sus frases tienen un carcter parecido. Aslense a guisa deexperiencia de discursos, de artculos de semanario. Sea, por ejemplo, aquellatan conocida La revolucin es la tarea de una resuelta minora inasequible aldesaliento. Contiene una serie muy apreciable de virtudes intelectuales yliterarias. Es una definicin perfecta formulada concisamente, acertadamente.Pero no es ste el mrito mayor de la frase. Cuando uno la lee, no slo asiste auna verdad de orden intelectual, sino que inmediatamente se cree obligado aesa inasequibilidad, a esa resolucin. Es una frase que mueve, que empuja. Esdecir, la frase de un conductor, de un poltico; no la de un intelectual.

    Jos Antonio era un hombre culto, lo que, como sabemos, no quiere decirque haya ledo ms o menos, sino que su cabeza y su corazn contienen unsistema completo y ordenado de su mundo. Sera fcil, leyendo sus obras,reconstruir ese sistema. Pero es un error creer que el resultado seria una nuevadoctrina poltica. Se encontrara, en cambio. que sus convicciones, sus ideaspolticas, y su accin, estaban ntimamente relacionadas, consecuentementeligadas al complejo de sus ideas y de sus sentimientos. Esto, en Espaa, era unespectculo desusado en nuestros hombres polticos. No es de extraar que sehayan confundido con una doctrina poltica un cerebro y un corazn bienorganizados.

    Quiere esto decir que Jos Antonio careca de doctrina? No. Era un nacionalsindicalista, y al edificio total de la teora contribuy con buena parte de susideas. En otras fue subsidiario de las JONS y los primeros jonsistas. Pero hay

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    dos cosas en Jos Antonio, que constituyen el eje de su pensamiento y de suaccin, anteriores a sus relaciones con los jonsistas, anteriores acaso a sumisma formacin universitaria. No sera extrao que se tratase de ideasrecibidas por educacin, o por tradicin, de las que constituan el acervo

    familiar. Una es la idea de la grandeza de Espaa, la otra, el respeto al hombreportador de valores eternos. Como se ve, son tan generales que nadie puedeatribuirse pruritos de originalidad: ellas constituyen el tutano del pensamientode Jos Antonio y los motivos ms ntimos y fundamentales de su accin.

    Parece que con esto queda bien sentado que tampoco fue un terico de lapoltica, un elaborador de doctrinas. Qu fue, pues, Jos Antonio?

    Un poltico. Nada menos. Que no es ser poco. Mejor an: que es ser una delas ms difciles y gloriosas cosas que se puede ser en el mundo.

    Al colector de esta Antologa le hubiera gustado escribir un libro con el titulode El Poltico Jos Antonio. Este libro no es posible hoy: sera, por todos

    conceptos, prematuro. Requiere bastantes aos de historia y una bibliografacopiosa. Podra concebirse en varias partes o captulos, y, en la primera de ellas,una reconstruccin psicolgica del protagonista basndose en todos los datosposibles, desde los iconogrficos hasta los grafolgicos. Su culminacin sera ladescripcin del conflicto intimo de Jos Antonio, no tan ntimo que no puedaadivinarse hoy, a pesar de la escasez de datos personales e histricos que sepadece. Los que lo conocieron tienen la palabra, pero ese conflicto aparece comouna pugna entre vocacin y destino. Repetidas veces, desde su primerdocumento pblico una hoja de propaganda electoral pidiendo al pueblo deMadrid un puesto en las Cortes Constituyentes para defender la memoria de supadre, insiste Jos Antonio en que, si las circunstancias de la Patria no se lo

    exigieran, l permanecera recluido entre sus libros y sus ocupacionesintelectuales. Todo en l, hasta la eleccin de amistades, revela una fuertevocacin intelectual. Pero, ni su corte mental es de hombre de gabinete ybiblioteca, ni su destino permiti que la vocacin cuajara. La familia, formaparte del destino del hombre, y por su familia, Jos Antonio se encaja en unaestirpe dedicada al servicio de la Patria y del Estado. Es una familia ascendenteque se glorifica a la antigua en el servicio del Rey. De vieja sangre hidalga,un Primo de Rivera gana la Grandeza de Espaa y el Marquesado de Estelladefendiendo al Estado y a la Reina. El servicio se aquilata con don Miguel, quepasa de la servidumbre de las armas a la ms compleja y grande servidumbrede la poltica. Jos Antonio seala la cumbre. Esta cosa familiar, este deber

    heredado, le obliga a abandonar sus dilectas ocupaciones y lanzarse al campode la poltica activa. Al principio, como ocupando un puesto vacante con ciertoaire de provisionalidad; como esperando otro mejor que le substituya. Por fin,entregado totalmente a su destino, asumido el puesto de Jefe con carcterdefinitivo, irrevocable e indiscutible. Nada sabemos del proceso ntimo, de lalucha personal de Jos Antonio antes de decidirse a la asumpcin de su papelculminante, sino ciertas frases significativas dispersas por su obra escrita. Peros se puede afirmar que en esta pugna interior y esta decisin final, que lecondujo a recibir la muerte con la mayor gallarda, es donde reside su mayorvalor humano.

    Otro captulo sera el estudio de su carrera poltica. Los primeros pasoscarecen de importancia. Pese a ciertas afirmaciones contrarias, hechas conocasin de su segundo aniversario, el Jos Antonio propagandista monrquicode 1930 no tiene el menor inters, salvo el anecdtico. Ni siquiera el profascista

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    de los primeros aos de la Repblica, Jos Antonio comienza su actuacin el 29de Octubre de 1933, en el Teatro de la Comedia. All se marca, con caracteresdefinitivos, su camino, y all contrae decididamente un compromiso trgico. En1933 hay muchos grupos polticos enemigos del rumbo republicano. Algunos de

    ellos se hacen eco de la salida de Jos Antonio a la vida pblica. Destaquemosdos reacciones: una, la de las JONS: puede verse en uno de los primerosnmeros de la revista que llevaba el mismo ttulo. Ante la bandera que se alzalos jonsistas hacen notar cmo Jos Antonio ha recogido muchas de susconsignas, lo cual les parece bueno y legtimo, pero exigen, en nombre de susentido real de la poltica, hechos. Si no engaa el recuerdo, la frase era algo ascomo esto: actitudes como la del seor Primo de Rivera son voraces de hechos.Otro eco puede verse en la revista Accin Espaola. El articulista se limitaba aafirmar que lo proclamado por Jos Antonio era conocido, si no hasta lasaciedad, muy poco menos, y desde luego, coincidente casi en su totalidad conlo sostenido por cierta doctrina poltica. Nosotros los falangistas, desde luego,

    no vimos esa coincidencia tan literal, ni debi verla tampoco Jos Antonio, pues,situado en un momento entre ambas actitudes, se decidi por la primera, dandomuestras de autntico sentido poltico: porque aquel grupo mnimo y casiindigente de las primeras JONS, aquellas consignas estridentes y catilinarias deRamiro eran llamadas a ser las nicas con porvenir poltico en Espaa.

    La historia de Jos Antonio poltico contina con su actividad parlamentaria.El capitulo podra titularse Voz que grita en el desierto. Hoy, que conocemos eltexto de sus discursos, no podemos explicarnos los espaoles jvenes losviejos s se lo explicarn cmo fue posible su silenciamiento por la Prensa deuno y otro lado, hasta el punto de ser totalmente ignorados, Jos Antonio pasvarios aos en el Parlamento diciendo verdades de a puo, pronunciando

    estupendos discursos, peleando contra la cerril incomprensin de las izquierdasy la irona de las derechas; respondiendo con la mayor elegancia irnicatambin a unos y a otros, salvo cuando respondi a puetazos. Sus discursosson la Categora; todos los dems pronunciados en el Parlamento durante laRepblica son pura ancdota. Pero vayan ustedes con Categoras a aquellasgentes... Las soluciones que ahora, despus de la guerra, daremos a losproblemas nacionales, fueron predicadas a voz y en grito, con la mayor claridady con la mayor energa, por Jos Antonio en el Parlamento. Su voz subray losgrandes temas tratados en aquella magistratura, a veces de manera tandefinitiva no menos definitiva porque no le hayan hecho caso en lalegislacin, a veces tan definitiva como con ocasin de la Reforma Agraria.

    Viene despus un capitulo obscuro. Un escritor nuestro le llam la locura deJos Antonio. Se trata del intento de revolucin tramado en 1935. Algn da sehistoriar debidamente. Por lo que ahora se sabe, de haberse llevado a cabohubiera fracasado. Esto se le reprocha a Jos Antonio, embarcarse en unaaventura condenada al fracaso. Pero, efectivamente hubiera sido as? Y defracasar, no sera bastante para conmover y despertar a los espaoles,evitando los males que vinieron despus? No puede prejuzgarse, ni convieneechar adivinaciones sobre un suceso pasado... que no lleg a pasar. Lo que simporta esclarecer es que el haberlo proyectado no merma la grandeza polticade nuestro primer Jefe.

    Se acercan los das ms duros. Los ltimos discursos de 1935, los de 1936anteriores al triunfo de las Izquierdas, estn llenos de previsiones angustiosas ycerteras. Jos Antonio ha medido sus fuerzas, y las fuerzas afines, y las

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    contrarias. Sabe mucho de estrategia poltica y mucho de revoluciones. Yconoce que no hay ms que una solucin para nuestros males. En mayo de1936, desde la crcel, escribe la segunda de sus cartas a los militares, invitandoa la rebelin. Mientras tanto, grandes polticos espaoles tontean,

    solemnemente, buscando y esperando soluciones legales...La prisin y la muerte frustraron un gran poltico; al aceptarlas, Jos

    Antonio coron su heroica figura humana, pero priv a Espaa de un cerebro yde un brazo de primera magnitud. Su ltima obra, su testamento, es unconmovedor documento personal, una manifestacin, por ltima msemocionante, de su elevada grandeza.

    El libro tendra una segunda parte, destinada a valorar el perfil poltico delprotagonista. Conocida la trabazn, los motivos y consecuencias, sus actoscobrarn el debido volumen, y podra llegarse al adjetivo justo, a la justamedida. Al juicio sin error, pero apasionado, con la pasin que despierta la

    noble grandeza humana.Acaso como eplogo, la expresin del amor que le tuvo la Falange. Ese amor

    que prendi en la mejor juventud espaola, desesperada y sin gua en los dasms duros, refugiada ansiosamente en el hermoso mito de la ausencia. Por esteamor tan extraamente despertado, y que prendi, acaso con mayor fuerza, enlos que le haban manifestado hostilidad o indiferencia, podr medirse sudimensin espiritual. Haca muchos aos que Espaa no presenciaba amor tanhermoso y tan cargado de promesas.

    * * *

    Aqu van, de alguna manera ordenados, trozos de su obra escrita.

    Escogiendo de aqu y de all, se intenta dar cohesin y presentar unpensamiento completo, o, por lo menos, lo ms completo posible. Tiene elflorilegio, entre otras deficiencias, la de no haber repasado la totalidad de susdiscursos, sino aquellos que hasta este momento pudieron ser recogidos. Acasotambin algn escrito de otro gnero se haya olvidado.

    De sus afirmaciones e ideas, se rechazaron todas aquellas que carecen de unvalor permanente. Todo pensamiento circunstancial ha sido eliminado de laantologa, que se distribuy en tres partes. En la primera, se exponen las basesespirituales del pensamiento y del sistema, es decir, aquello que entre su obrapuede interpretarse como respuesta o actitud ante los problemasfundamentales del Hombre, de la Patria, de la Cultura o de la Historia. En lasegunda, sus ideas polticas generales, y en la tercera, su pensamiento ante laEspaa actual, as como sus ideas polticas concretamente nacional-sindicalistas.

    Quiere el colector de esta Antologa, que se interprete su trabajo comomanifestacin del amor que l, miembro de una generacin con diez aos deprotagonismo poltico, profesa a Jos Antonio, nuestro primer Jefe Nacional.

    Ferrol del Caudillo, agosto de 1939

    Ao de la Victoria.

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    Parte Primera

    En esta primera, parte se renen aquellos pensamientos quepueden considerarse como fundamentales, como formando partede una concepcin del mundo. No se pretenda hallar en ellosprofundidad metafsica, originalidad filosfica, sistema. Elpoltico, como el poeta, toman su concepcin del mundo de lacultura en que se hallan sumergidos; pero no es lcito exigirlesque la produzcan o creen ellos mismos. Sera sacar las cosas desu quicio, y confundir lamentablemente ocupaciones y tareas.

    Se ver se ha visto ya, y comentado mucho la posicinrigurosamente antimoderna de JOS ANTONIO: si la culturamoderna es decir, la anterior a la guerra europea gira

    alrededor de una frase de Pascal El corazn tiene sus razonesque la razn no comprende y de una frase de Goethe En elprincipio era la Accin, JOS ANTONIO, proclamando lasupremaca de la Inteligencia, del Verbo del Logos, yproclamando su modo de amor intelectual, aparece bienclaramente opuesto al principio fustico de la Accin y a laobscuridad pascaliana de las razones sentimentales.

    Las nociones del Hombre, de la Historia, de la Patria, de laNacin y del Estado, as como las de Poltica, Revolucin yMando, no son sino el desenvolvimiento consecuente y orgnicode aquella postura inicial que profesa y mantiene la supremaca

    de la Inteligencia.

    ILAS BASES INTELECTUALES

    1.- Junto a esta piedra miliar de nuestro camino se nos exige, ya de caraa la Historia, un rigor de precisin y emplazamiento.

    Discurso sobre la Revolucin Espaola. Cine Madrid, de Madrid, 19-05-1935.

    2.- El bien y la verdad son categoras permanentes de razn, y para sabersi se tiene razn no basta preguntar al rey cuya voluntad para los partidariosde la soberana absoluta era siempre justa, ni basta preguntar al pueblo cuya voluntad, para los rousseaunianos es siempre acertada, sino que hayque ver en cada instante si nuestros actos y nuestros pensamientos estn deacuerdo con una aspiracin permanente.

    Parlamento. "Concepto de Estado". 19-12-1933.

    3.- ...se puede llegar al entusiasmo y al amor por el camino de lainteligencia.Parlamento. "Romanticismo, revolucin, violencia". 03-07-1934.

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    4.- El corazn tiene sus razones, que la razn no entiende. Pero tambinla inteligencia tiene su manera de amar, como acaso no sabe el corazn.

    "Ensayo sobre el nacionalismo". Revista JONS, n 16. 04-1934.

    5.- El juego impasible de las normas es siempre ms seguro que nuestraapreciacin personal, lo mismo que la balanza pesa con ms rigor que nuestramano.

    "Derecho y poltica". Conferencia de inauguracin de curso del SEU. 11-11-1935.

    II

    EL CONCEPTO DE HOMBRE

    (A)

    6.- Nosotros consideramos al individuo como unidad fundamental,porque ste es el sentido de Espaa, que siempre ha considerado al hombrecomo portador de valores eternos.

    "Espaa y la barbarie". Conferencia en el teatro Caldern, de Valladolid. 03-03-1935.

    7.- ...slo se respeta la libertad del hombre cuando se le estima, comonosotros le estimamos, portador de valores eternos; cuando se le estimaenvoltura corporal de un alma que es capaz de condenarse y de salvarse. Slocuando al hombre se le considera as, se puede decir que se respeta de veras

    su libertad...Discurso de Fundacin de la Falange. Teatro de la Comedia, de Madrid. 29-10-1933.

    8.- El individuo es, respecto de la persona, lo que el pueblo respecto de lasociedad poltica.

    "Ensayo sobre el nacionalismo". Revista JONS, n 16. 04-1934.

    9.- Nadie es "uno" sino cuando pueden existir otros. No es nuestrainterna armadura fsica lo que nos hace ser personas, sino la existencia deotros de los que el ser personas nos diferencia.

    "Euzkadi libre?". FE, n 1. 07-12-1933.

    10.- La verdadera unidad jurdica es la persona, esto es, el individuo,cnsiderado, no en su calidad vital, sino como portador activo o pasivo de lasrelaciones sociales que el Derecho regula; como capaz de exigir, de sercompelido, de atacar y de transgredir.

    "Ensayo sobre el nacionalismo". Revista JONS, n 16. 04-1934.

    11.- No se es persona sino en cuanto se es otro; es decir: uno frente a losotros, posible acreedor o deudor respecto de otros, titular de posiciones que noson las de los otros. La personalidad, pues, no se determina desde dentro, por

    ser agregado de clulas, sino desde fuera, por ser portador de relaciones."Ensayo sobre el nacionalismo". Revista JONS, n 16. 04-1934.

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    12.- Nadie ha nacido nunca miembro de un partido poltico; en cambio,hacemos todos miembros de una familia; somos todos vecinos de unMunicipio; nos afanamos todos en el ejercicio de un trabajo.

    Discurso de Fundacin de la Falange. Teatro de la Comedia, de Madrid. 29-10-1933.

    13.- Slo se alcanza dignidad humana cuando se sirve. Slo es grandequien se sujeta a llenar un sitio en el cumplimiento de una empresa grande.Este punto esencial, la grandeza del fin a que se aspira, es lo que no quieresconsiderar.

    "Carta a Juan Ignacio Luca de Tena" (2 carta). Diario ABC. 23-03-1933.

    14.- El "seoritismo" es la degeneracin del "seor", del "hidalgo" queescribi, y hasta hace bien poco, las mejores pginas de nuestra historia. Elseor era tal seor porque era capaz de "renunciar", esto es, dimitir privilegios,

    comodidades y placeres en homenaje a una alta idea de "servicio". Noblezaobliga, pensaban los hidalgos, los seores; es decir, nobleza "exige". Cuantoms se es, ms hay que ser capaz de dejar de ser. Y as, de los patrones dehidalgua salieron los ms de los nombres que se engalanaron en el sacrificio.

    "Seoritismo". FE, n 4. 25-01-1934.

    (B)

    15.- Pensad a lo que ha venido a quedar reducido el hombre europeo porobra del capitalismo. Ya no tiene casa, ya no tiene patrimonio, ya no tieneindividualidad, ya no tiene habilidad artesana, ya es un simple nmero deaglomeraciones.

    Discurso sobre la Revolucin Espaola. Cine Madrid, de Madrid, 19-05-1935.

    16.- La caracterstica de la tragedia espaola y de la tragedia europea... (essta): el hombre ha sido desintegrado, ha sido desarraigado, se ha convertido,... en un nmero en las listas electorales y en un nmero en la cola de lapuerta de las fbricas; este hombre desintegrado lo que est pidiendo a voceses que le vuelvan a poner los pies en la tierra, que se le vuelva a armonizar conun destino colectivo, con un destino comn, sencillamente llamando a lascosas por su nombre, con el destino de la Patria.

    "Ante una encrucijada en la historia poltica y econmica del mundo".Conferencia en el Crculo Mercantil de Madrid. 09-04-1935.

    (C)

    17.- El hombre en la ciudad casi no ve. Est siempre escondido detrs desu cargo, detrs de su traje. En la ciudad se ve al comerciante, al electricista,al abogado, etc. En el campo se ve siempre al hombre.

    "Id al campo" (sic).

    18.- Los que vamos de la Ciudad siempre nos sentimos un poco inferioresante ellos (los del campo), que casi no nos encuentran entre la ropa."Id al campo" (sic).

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    (D)

    19.- Cuando el mundo se desquicia no se puede remediar con parches

    tcnicos; necesita todo un nuevo orden. Y este orden ha de arrancar otra vezdel individuo.

    "Espaa y la barbarie". Conferencia en el teatro Caldern, de Valladolid. 03-03-1935.

    III

    LIBERTAD HUMANA

    20.- Frente al desdeoso "Libertad, para qu?", de Lenin, nosotroscomenzamos por afirmar la libertad del individuo, por reconocer al individuo.Nosotros, tachados de defender un pantesmo estatal, empezamos por aceptarla realidad del individuo libre, portador de valores eternos.

    "Estado, individuo y libertad".

    Conferencia en curso de formacin de FE y JONS. 28-03-1935.

    21.- El hombre tiene que ser libre, pero no existe la libertad sino dentro deun orden.

    "Espaa y la barbarie". Conferencia en el teatro Caldern, de Valladolid. 03-03-1935.

    IV

    PROPIEDAD Y TRABAJO COMO ATRIBUTOS ELEMENTALES

    22.- La propiedad es la proyeccin directa del hombre sobre sus cosas: esun atributo elemental humano. El capitalismo ha ido sustituyendo estapropiedad del hombre por la propiedad del capital, del instrumento tcnico dedominacin econmica.

    Discurso sobre la Revolucin Espaola. Cine Madrid, de Madrid, 19-05-1935.

    23.- El trabajo es una funcin humana, como es un atributo humano lapropiedad. Qu es esto de armonizar el capital y el trabajo?

    "Espaa y la barbarie". Conferencia en el teatro Caldern, de Valladolid. 03-03-1935.

    V

    CONCEPTO DE LA VIDA

    24.- lo religioso y lo militar son los dos nicos modos enteros y serios deentender la vida.

    Discurso de clausura del II Consejo Nacional. Cine Madrid, de Madrid, 17-11-1935.

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    25.- Toda existencia humana de individuo o de pueblo es una pugnatrgica entre lo espontneo y lo difcil.

    "Ensayo sobre el nacionalismo". Revista JONS, n 16. 04-1934.

    26.- Las posiciones espirituales ganadas as, en lucha heroica contra loespontneo, son las que luego se instalan ms hondamente en nuestraautenticidad.

    "Ensayo sobre el nacionalismo". Revista JONS, n 16. 04-1934.

    27.- Tal es, entre otras, la dulce recompensa que se gana con el esfuerzopor mejorar; si se pierden goces elementales, se encuentran, al final delcamino, otros tan caros y tan intensos que hasta invaden el mbito de losviejos afectos, extirpados al comenzar la empresa superadora.

    "Ensayo sobre el nacionalismo". Revista JONS, n 16. 04-1934.

    VI

    PUEBLO

    28.- ...un pueblo es... una integridad de destino, de esfuerzo, de sacrificio yde lucha, que ha de mirarse entera y que entera avanza en la Historia y enteraha de servirse.

    Parlamento. "Concepto de Estado". 19-12-1933.

    VIIHISTORIA

    29.- La vida de todos los pueblos es una lucha trgica entre lo espontneoy lo histrico. Los pueblos en estado primitivo saben percibir casi vegetalmentelas caractersticas de la tierra. Los pueblos, cuando superan este estadoprimitivo, saben ya que lo que los configura no son las caractersticas terrenas,sino la misin que en lo universal los diferencia de los dems pueblos. Cuandose produce la poca de decadencia de ese sentido de la misin universal,

    empiezan a florecer otra vez los separatismos, empieza otra vez la gente avolverse a su suelo, a su tierra, a su msica, a su habla, y otra vez se pone enpeligro esta gloriosa integridad, que fue la Espaa de los grandes tiempos.

    Discurso de proclamacin de Falange Espaola de las JONS.

    Teatro Caldern, de Valladolid. 04-03-1934.

    30.- El sentido entero de la historia y de la poltica, como dije en el mitinde la Comedia, es como una ley de amor; hay que tener un entendimiento deamor, que sin necesidad de un programa escrito, con artculos y prrafosnumerados, nos diga, en cada instante, cundo debemos abrazarnos y cundodebemos reir.

    La Falange ante las elecciones de 1936.

    Discurso en el Cine Europa, de Madrid. 02-02-1936.

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    31.- Que asistimos al final de una poca es cosa que ya casi nadie, comono sea por miras interesadas, se atreve a negar. Ha sido una poca, esta queahora agoniza, corta y brillante; su nacimiento se puede sealar en la tercera

    dcada de] siglo XVIII; su motor interno acaso se expresa con una palabra: eloptimismo. El siglo XIX desarrollado bajo las sombras tutelares de Smith yRousseau crey, en efecto, que dejando las cosas a si mismas produciran losresultados mejores, en lo econmico y en lo poltico.

    "La tradicin y la revolucin".

    Prlogo al libro Arriba Espaa, de J. Prez de Cabo. Agosto 1935.

    32.- Nuestro tiempo no da cuartel. Nos ha correspondido un destino deguerra en el que hay que dejarse sin regateo la piel y las entraas. Porfidelidad a nuestro destino andamos de lugar en lugar soportando el rubor delas exhibiciones; teniendo que proferir a gritos lo que laboramos en la mssilenciosa austeridad; padeciendo la deformidad de los que no nos entienden yde los que no nos quieren entender; derrengndonos en ese absurdo simulacroconsuetudinario de conquistar la "opinin pblica", como si el pueblo, que escapaz de amor y de clera, pudiera ser colectivamente sujeto de opinin.

    "Homenaje y reproche a don Jos Ortega y Gasset". Haz, n 12. 05-12-1935.

    33.- Todas las juventudes conscientes de su responsabilidad se afanan enreajustar el mundo. Se afanan por el camino de la accin y, lo que importams, por el camino del pensamiento, sin cuya constante vigilancia la accin espura barbarie. Mal podramos sustraernos a esa universal preocupacin

    nosotros, los hombres espaoles, cuya juventud vino a abrirse en lasperplejidades de la trasguerra."La tradicin y la revolucin".

    Prlogo al libro Arriba Espaa, de J. Prez de Cabo. Agosto 1935.

    34.- Nosotros, los jvenes, los que nos movemos por impulsos espirituales,libres del egosmo zafio de los viejos caciques; nosotros aspirbamos a unaEspaa grande y justa, ordenada y creyente.

    "Juventudes a la intemperie". Arriba, n 18. 07-11-1935.

    35.- A qu aguardan ahora las juventudes a la intemperie? Renunciarna toda esperanza? Se retraern a torres de marfil? Aguardarn a confiar denuevo en voces partidistas que otra vez las seduzcan para desencantarlas?

    "Juventudes a la intemperie". Arriba, n 18. 07-11-1935.

    VIII

    PATRIA, PATRIOTISMO

    (A)

    36.- La patria es aquello que, en el mundo, configur una empresacolectiva. Sin empresa no hay patria; sin la presencia de la fe en un destinocomn, todo se disuelve en comarcas nativas, en sabores y colores locales.

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    "Patria. La gaita y la lira". FE, n 2. 11/01/1934.

    37.- La Patria es una unidad total, en que se integran todos los individuosy todas las clases; la Patria no puede estar en manos de la clase ms fuerte ni

    del partido mejor organizado. La Patria es una sntesis trascendente, unasntesis indivisible, con fines propios que cumplir.Discurso de Fundacin de la Falange. Teatro de la Comedia, de Madrid. 29-10-1933.

    38.- Sueo de unidad y de comn tarea, frente al angosto particularismo yal paso atrs de las fragmentaciones suicidas.

    "Arenga a Catalua" (sic).

    39.- La Patria es el nico destino colectivo posible. Si lo reducimos a algoms pequeo, a la casa, al terruo, entonces nos quedamos con una relacincasi fsica; si lo extendemos al Universo, nos perdemos en una vaguedadinasequible. La Patria es, justamente, lo que configura sobre una base fsicauna diferenciacin en lo universal; la Patria es, cabalmente, lo que une ydiferencia en lo universal el destino de todo pueblo; es, como decimos nosotrossiempre, una unidad de destino en lo universal.

    "Ante una encrucijada en la historia poltica y econmica del mundo".

    Conferencia en el Crculo Mercantil de Madrid. 09-04-1935.

    (B)

    40.- Queremos que la patria se entienda como realidad armoniosa eindivisible, superior a las pugnas de los individuos, las clases, los partidos ylas diferencias naturales.

    "Ante las elecciones". Arriba, n 28. 16-01-1936.

    41.- Una patria exacta, ligera, emprendedora, limpia de chafarrinoneszarzueleros y de muchas roas consuetudinarias. No una patria paraensalzarla en gruesas efusiones, sino para entendida y sentida como ejecutarade un gran destino.

    "Ante las elecciones". Arriba, n 28. 16-01-1936.

    42.- La Patria, que no es meramente el territorio donde se despedazan aunque slo sea con las armas de la injuria varios partidos rivales ganosostodos del Poder. Ni el campo indiferente en que se desarrolla la eterna pugnaentre la burguesa, que trata de explotar a un proletariado, y un proletariado,que trata de tiranizar a una burguesa. Sino la unidad entraable de todos alservicio de una misin histrica, de un supremo destino comn, que asigna acada cual su tarea, sus derechos y sus sacrificios.

    "Crisis del liberalismo" (1 Carta a J.I. Luca de Tena). Diario ABC. 22-03-1933.

    (C)

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    43.- ...Espaa es ms que una forma constitucional; ... Espaa es msque una circunstancia histrica; ... Espaa no puede ser nunca nada que seoponga al conjunto de sus tierras y cada una de esas tierras.

    Parlamento. "Sobre Catalua". 04-01-1934.

    44.- Espaa, no como vana invocacin de falsas cosas hinchadas, sinocomo expresin entera de un contenido espiritual y humano: la patria, el pan yla justicia.

    "Ante las elecciones". Arriba, n 28. 16-01-1936.

    45.- Espaa, desde que existe, es y ser siempre un quehacer; ... Espaase justifica por una misin que cumplir; ... a Espaa no se la puede entregar atemporadas inacabables de ocio, de dispersin, de falta de explicacin vital.

    Parlamento. "El 6 de octubre, el estado de guerra y la Falange". 25-01-1935.

    (D)

    46.- Espaa se justifica por una vocacin imperial para unir lenguas, paraunir razas, para unir pueblos y para unir costumbres en un destino universal.

    Parlamento. "Espaa y Catalua". 30-11-1934.

    (E)

    47.- Espaa es "irrevocable". Los espaoles podrn decidir acerca de cosas

    secundarias; pero acerca de la esencia misma de Espaa no tienen nada quedecidir. Espaa no es "nuestra", como objeto patrimonial: nuestra generacinno es duea absoluta de Espaa: la ha recibido del esfuerzo de generaciones ygeneraciones anteriores y ha de entregarla, como depsito sagrado, a las que lasucedan. Si aprovechara este momento de su paso por la continuidad de lossiglos para dividir a Espaa en pedazos, nuestra generacin cometera paracon las siguientes el ms abusivo fraude, la ms alevosa traicin que esposible imaginar.

    "Espaa es irrevocable". FE, n 15. 19-07-1934.

    48.- Si el patriotismo fuera la ternura afectiva, no sera el mejor de loshumanos amores. Los hombres cederan en patriotismo a las plantas, que lesganan en apego a la tierra. No puede ser llamado patriotismo lo primero queen nuestro espritu hallamos a mano. Es elemental impregnacin en lotelrico. Tiene que ser, para que gane la mejor calidad, lo que est cabalmenteal otro extremo, lo ms difcil; lo ms depurado de gangas terrenas; lo msagudo y limpio de contornos; lo ms invariable. Es decir, tiene que clavar suspuntales, no en lo sensible, sino en lo intelectual.

    "Patria. La gaita y la lira". FE, n 2. 11/01/1934.

    49.- ...no hay patriotismo fecundo si no llega a travs del camino de la

    crtica. Y os dir que el patriotismo nuestro tambin ha llegado por el caminode la crtica. A nosotros no nos emociona, ni poco ni mucho, esa patrioterazarzuelera que se regodea con las mediocridades, con las mezquindades

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    presentes de Espaa y con las interpretaciones gruesas del pasado. Nosotrosamamos a Espaa porque no nos gusta. Los que aman a su patria porque lesgusta la aman con una voluntad de contacto, la aman fsica, sensualmente.Nosotros la amamos con una voluntad de perfeccin. Nosotros no amamos a

    esta ruina, a esta decadencia de nuestra Espaa fsica de ahora. Nosotrosamamos a la eterna e inconmovible metafsica de Espaa.

    Discurso sobre la Revolucin Espaola. Cine Madrid, de Madrid, 19-05-1935.

    50.- ...esta suerte de patriotismo es ms difcil de sentir; pero en sudificultad est su grandeza. Toda existencia humana de individuo o depueblo es una pugna trgica entre lo espontneo y lo difcil. Por lo mismo queel patriotismo de la tierra nativa se siente sin esfuerzo, y hasta con unasensualidad venenosa, es bella empresa humana desenlazarse de l ysuperarlo en el patriotismo de la misin inteligente y dura. Tal ser la tarea deun nuevo nacionalismo: reemplazar el dbil intento de combatir movimientosromnticos con armas romnticas, por la firmeza de levantar contradesbordamientos romnticos firmes reductos clsicos, inexpugnables.Emplazad los soportes del patriotismo no en lo afectivo, sino en lo intelectual.Hacer del patriotismo no un vago sentimiento, que cualquiera veleidadmarchita, sino una verdad tan inconmovible como las verdades matemticas.No por ello se quedar el patriotismo en rido producto intelectual.

    "Ensayo sobre el nacionalismo". Revista JONS, n 16. 04-1934.

    IX

    TEORA DE LA NACIN

    51.- La nacin no es una realidad geogrfica, ni tnica, ni lingstica; essencillamente una unidad histrica. Un agregado de hombres sobre un trozode tierra slo es nacin si lo es en funcin de universalidad, si cumple undestino propio en la Historia; un destino que no es el de los dems. Siempre"los dems" son quienes nos dicen que somos "uno".En la convivencia de los hombres soy el que no es ninguno de los otros. En laconvivencia universal, es cada nacin lo que no son las otras. Por eso lasnaciones se determinan desde fuera; se las conoce desde los contornos en quecumplen un propio, diferente, universal destino.

    "Euzkadi libre?". FE, n 1. 07-12-1933.

    52.- ... Nosotros entendemos que una nacin no es meramente elatractivo de la tierra donde nacimos, no es esa emocin directa y sentimentalque sentimos todos en la proximidad de nuestro terruo, sino, que una nacines una unidad en lo universal, es el grado a que se remonta un pueblo cuandocumple un destino universal en la Historia.

    Parlamento. "Sobre Catalua". 04-01-1934.

    53.- Las naciones no son "contratos" rescindibles por la voluntad dequienes los otorgan: son "fundaciones", con sustantividad propia, nodependiente de la voluntad de pocos ni de muchos.

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    "Espaa es irrevocable". FE, n 15. 19-07-1934.

    54.- Para entenderse, conviene usar ya la palabra nacin, significando conella precisamente eso: la sociedad poltica capaz de hallar en el Estado su

    mquina operante. Y con ello queda precisado el tema del presente trabajo:esclarecer qu es la nacin: si la realidad espontnea de un pueblo, comopiensan los nacionalistas romnticos, o si algo que no se determina por loscaracteres nativos.

    "Ensayo sobre el nacionalismo". Revista JONS, n 16. 04-1934.

    55.- La tesis romntica iba encaminada a la "descalificacin"; esto es, a lasupresin de todo lo aadido por el esfuerzo (Derecho e Historia) a lasentidades primarias, individuo y pueblo. El Derecho haba transformado al"individuo" en "persona"; la Historia haba transformado al pueblo en "polis",en rgimen de Estado. El individuo es, respecto de la persona, lo que el pueblorespecto de la sociedad poltica. Para la tesis romntica, urga regresar a loprimario, a lo espontneo, tanto en un caso como en el otro.

    "Ensayo sobre el nacionalismo". Revista JONS, n 16. 04-1934.

    56.- El romanticismo es una actitud endeble que precisamente viene acolocar todos los pilares fundamentales en terreno pantanoso; el romanticismoes una escuela sin lneas constantes, que encomienda en cada minuto, encada trance, a la sensibilidad la resolucin de aquellos problemas que nopueden encomendarse sino a la razn.

    Parlamento. "Romanticismo, revolucin, violencia". 03-07-1934.

    57.- El romanticismo era afecto a la naturalidad. La vuelta a la Naturalezafue su consigna. Con esto, la nacin vino a identificarse como lo nativo. Lo quedeterminaba una nacin eran los caracteres tnicos, lingsticos, tipogrficos,climatolgicos. En ltimo extremo, la comunidad de usos, costumbres ytradicin; pero tomada la tradicin poco ms que como el recuerdo de losmismos usos reiterados, no como referencia a un proceso histrico que fueracomo una situacin de partida hacia un punto de llegada tal vez inasequible.Los nacionalismos ms peligrosos, por lo disgregadores, son los que hanentendido la nacin de esta manera. Como se acepte que la nacin estdeterminada por lo espontneo, los nacionalismos particularistas ganan unaposicin inexpugnable. No cabe duda de que lo espontneo les da la razn. Ases tan fcil de sentir el patriotismo local. As se encienden tan pronto lospueblos en el frenes jubiloso de sus cantos, de sus fiestas, de su tierra. Hayen todo eso como una llamada sensual, que se percibe hasta en el aroma delsuelo: una corriente fsica, primitiva y encandilante, algo parecido a laembriaguez y a la plenitud de las plantas en la poca de la fecundacin.A esa condicin rstica y primaria deben los nacionalismos de tipo romnticosu extremada vidriosidad. Nada irrita ms a los hombres y a los pueblos que elver estorbos en el camino de sus movimientos elementales.Cuando se ofende uno de esos sentimientos primarios instalados en lo

    profundo de la espontaneidad de un pueblo, la reaccin elemental en contra esinevitable, aun por parte de los menos ganados por el espritu nacionalista.Casi se trata de un fenmeno biolgico. Pero no es mucho ms aguda la

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    actitud de los que se han esforzado en despertar directamente, frente alsentimiento patritico localista, el mero sentimiento patritico unitario.Sentimiento por sentimiento, el ms simple puede en todo caso ms.Descender con el patriotismo unitario al terreno de lo afectivo es prestarse a

    llevar las de perder, porque el tirn de la tierra, perceptible por unasensibilidad casi vegetal, es ms intenso cuanto ms prximo. Cmo, pues,revivificar el patriotismo de las grandes unidades heterogneas? Nada menosque revisando el concepto de "nacin", para construirlo sobre otras bases. Yaqu puede servirnos de pauta para lo que se dijo respecto de la diferenciaentre "individuo" y "persona". As como la persona es el individuo consideradoen funcin de sociedad, la nacin es el pueblo considerado en funcin deuniversalidad. Un pueblo no es nacin por ninguna suerte de justificacionesfsicas, colores o sabores locales, sino por ser otro en lo universal; es decir: portener un destino que no es el de las otras naciones. As, no todo pueblo ni todoagregado de pueblo es una nacin, sino slo aquellos que cumplen un destinohistrico diferenciado en lo universal.De aqu que sea superfluo poner en claro si en una nacin se dan losrequisitos de unidad de geografa, de raza o de lengua; lo importante esesclarecer si existe, en lo universal, la unidad de destino histrico.Los tiempos clsicos vieron esto con su claridad acostumbrada. Por eso nousaron nunca las palabras "patria" y "nacin" en el sentido romntico, niclavaron las anclas del patriotismo en el oscuro amor a la tierra. Antes bien,prefirieron las expresiones como "Imperio" o "servicio del rey"; es decir, lasexpresiones alusivas al "instrumento histrico". La palabra "Espaa", que espor s misma enunciado de una empresa, siempre tendr mucho ms sentido

    que la frase "nacin espaola". Y en Inglaterra, que es acaso el pas depatriotismo ms clsico, no slo existe el vocablo "patria", sino que muy pocosson capaces de separar la palabra "king" (rey), smbolo de la unidad operanteen la Historia, de la palabra "country", referencia al soporte territorial de launidad misma.Llegamos al final del camino. Slo el nacionalismo de la nacin entendida aspuede superar el efecto disgregador de los nacionalismos locales. Hay quereconocer todo lo que stos tienen de autnticos; pero hay que suscitar frentea ellos un movimiento enrgico, de aspiracin al nacionalismo misional, el queconcibe a la Patria como unidad histrica del destino.

    "Ensayo sobre el nacionalismo". Revista JONS, n 16. 04-1934.

    X

    EL ESTADO

    58.- Nosotros queremos que el Estado sea siempre instrumento al serviciode un destino histrico, al servicio de una misin histrica de unidad:encontramos que el Estado se porta bien si cree en ese total destino histrico,si considera al pueblo como una integridad de aspiraciones, y por eso nosotrosno somos partidarios ni de la dictadura de izquierdas ni de la de derechas, nisiquiera de las derechas y las izquierdas, porque entendemos que un pueblo eseso: una integridad de destino, de esfuerzo, de sacrificio y de lucha, que ha demirarse entera y que entera avanza en la Historia y entera ha de servirse.

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    Parlamento. "Concepto de Estado". 19-12-1933.

    59.- Nosotros consideramos que el Estado no justifica en cada momentosu conducta, como no la justifica un individuo, ni la justifica una clase, sino

    en tanto se amolda en cada instante a una norma permanente.Parlamento. "Concepto de Estado". 19-12-1933.

    60.- Qu es eso de un Estado fuerte? Un Estado puede ser fuerte cuandosirva un gran destino, cuando se sienta ejecutor del gran destino de unpueblo. Si no, el Estado es tirnico.

    "Ante una encrucijada en la historia poltica y econmica del mundo".

    Conferencia en el Crculo Mercantil de Madrid. 09-04-1935.

    61.- ...slo puede ser fuerte sin ser tirnico, el Estado que sirva a unaunidad de destino. He ah cmo el Estado fuerte, servidor de la conciencia dela unidad, es la verdadera garanta de la libertad del individuo. En cambio, elEstado que no se siente servidor de una unidad suprema temeconstantemente pasar por tirnico.

    "Espaa y la barbarie". Conferencia en el teatro Caldern, de Valladolid. 03-03-1935.

    62.- ... la divinizacin del Estado es cabalmente lo contrario de lo quenosotros apetecemos.

    Parlamento. "Concepto de Estado". 19-12-1933.

    63.- ...es falso el punto de vista que coloca al individuo en oposicin al

    Estado, y que concibe como antagnicas las soberanas de ambos. Esteconcepto "soberana" ha costado mucha sangre al mundo y le seguircostando. Porque esa soberana es el principio que legitima cualquier accinnada ms que por ser de quien es. Naturalmente, frente al derecho delsoberano a hacer lo que quiere se alzar el del individuo a hacer lo que quiere.El pleito es as irresoluble.

    "Estado, individuo y libertad".

    Conferencia en curso de formacin de FE y JONS. 28-03-1935.

    64.- El Estado se encastilla en su soberana: el individuo, en la suya; los

    dos luchan por su derecho a hacer lo que les venga en gana. El pleito no tienesolucin. Pero hay una salida justa y fecunda para esta pugna si se planteasobre bases diferentes. Desaparece ese antagonismo destructor en cuanto seconcibe el problema del individuo frente al Estado, no como una competenciade poderes y derechos, sino como un cumplimiento de fines de destinos. LaPatria es una unidad de destino en lo universal, y el individuo, el portador deuna misin peculiar en la armona del Estado. No caben as disputas deningn gnero; el Estado no puede ser traidor a su tarea, ni el individuo puededejar de colaborar con la suya en el orden perfecto de la vida de su nacin.La idea del "destino" justificador de la existencia de una construccin (Estadoo sistema), llen la poca ms alta que ha gozado Europa. el siglo XIII, el siglo

    de Santo Toms. Y naci en mentes de frailes. Los frailes se encararon con elpoder de los reyes y les negaron ese poder en tanto no estuviera justificado porel cumplimiento de un gran fin.

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    Aceptada esta definicin del ser portador de una misin, unidad cumplidorade un destino, florece la noble, grande y robusta concepcin del "servicio". Sinadie existe sino como ejecutor de una tarea, se alcanza precisamente lapersonalidad, la unidad y la libertad propias "sirviendo" en la armona total...

    Nadie se siente doble, disperso, contradictorio entre lo que es realidad y lo queen la vida pblica representa. Interviene, pues, el individuo en el Estado comocumplidor de una funcin, y no por medio de los partidos polticos; no comorepresentante de una falsa soberana, sino por tener un oficio, una familia, porpertenecer a un municipio. Si es as, a la vez que laborioso operario,depositario del poder...... El Estado, sntesis de tantas actividades fecundas, cuida de su destinouniversal. Y como el jefe es el que tiene encomendada la tarea ms alta, es l elque ms sirve. Coordinador de los mltiples destinos particulares, rector delrumbo de la gran nave de la Patria, es el primer servidor; es como quienencarna la ms alta magistratura de la tierra, "siervo de los siervos de Dios".

    "Estado, individuo y libertad".

    Conferencia en curso de formacin de FE y JONS. 28-03-1935.

    XI

    LA POLTICA

    (A)

    65.- Si una poltica no es exigente en sus planteamientos es decir,

    rigurosa en lo intelectual, probablemente se reduce a un aleteo pesado sobrela superficie de lo mediocre."Homenaje y reproche a don Jos Ortega y Gasset". Haz, n 12. 05-12-1935.

    (B)

    66.- La poltica es, ante todo, temporal. La poltica es una partida con eltiempo en la que no es lcito demorar ninguna jugada. En poltica hayobligacin de llegar, y de llegar a la hora.

    "Homenaje y reproche a don Jos Ortega y Gasset". Haz, n 12. 05-12-1935.

    67.- ...Ningn rgimen se sostiene si no consigue reclutar a su alrededor ala generacin joven en cuyo momento nace, y para reclutar a una generacinjoven hay que dar con las palabras justas, hay que dar con la frmula justa dela expresin conceptual.

    Parlamento. "Juicio sobre la dictadura y la necesidad de la revolucin espaola".

    06-06-1934.

    68.- Cuando se llega a una posicin poltica a travs de este caminobastante dramtico que yo he tenido que seguir, de este camino donde hetenido que ir sufriendo muchas cosas en lo ms vivo de mi intimidad, no se

    sale al mundo exterior, no deja uno su tranquilidad, su vocacin, sus mediosnormales de vida, la posibilidad de cultivar el espritu, la posibilidad de vivirfuera del ruido, en ese silencio de donde se sacan las nicas obras fecundas;

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    no se sale de todo eso, digo para darse el gusto de levantar el brazo por ah. ...Se hace porque nuestra generacin, que tiene tal vez por delante treinta ocuarenta aos de vida, no se resigna a seguir otra vez viviendo en aquella capachata incluida entre una falta de inters histrico y una falta de justicia social.

    Parlamento. "Juicio sobre la dictadura y la necesidad de la revolucin espaola".06-06-1934.

    69.- Hay que creer en algo. Cundo se ha llegado a nada en actitudliberal? Yo, francamente, slo conozco ejemplos fecundos de poltica creyente,en un sentido o en otro. Cuando un Estado se deja ganar por la conviccin deque nada es bueno ni malo, y de que slo le incumbe una misin de polica,ese Estado perece al primer soplo encendido de fe en unas eleccionesmunicipales.

    "Crisis del liberalismo" (1 Carta a J.I. Luca de Tena). Diario ABC. 22-03-1933.

    70.- Toda gran poltica se apoya en el alumbramiento de una gran fe. Decara hacia afuera pueblo, historia la funcin del poltico es religiosa ypotica. Los hilos de comunicacin del conductor con su pueblo no son yaescuetamente mentales, sino poticos y religiosos. Precisamente, para que unpueblo no se diluya en lo amorfo para que no se desvertebre, la masa tieneque seguir a sus jefes como a profetas. Esta compenetracin de la masa consus jefes se logra por proceso semejante al del amor.De ah la imponente gravedad del instante en que se acepta una misin decapitana. Con slo asumirla se contrae el ingente compromiso ineludible derevelar a un pueblo incapaz de encontrarlo por s en cuanto masa su

    autntico destino. El que acierta con la primera nota en la msica misteriosade cada tiempo, ya no puede eximirse de terminar la meloda. Ya lleva sobre sla ilusin de un pueblo y abierta la cuenta tremenda de cmo la administre.Cul no ha de ser su responsabilidad si, como el poema de Browning, arrastraa una turba infantil detrs del caramillo para sepultarla bajo la montaa de laque no se vuelve!

    "Homenaje y reproche a don Jos Ortega y Gasset". Haz, n 12. 05-12-1935.

    71.- Se ha encendido en Europa, y arde ya en Espaa, la llama de una fenueva. De una fe que ve, en lo terreno y en lo civil, como primera verdad, sta:

    un pueblo es una entidad total, indivisible, viva, con un destino propio quecumplir en lo universal. El bienestar de cada uno de los que integran el pueblono es inters individual, sino inters colectivo, que la comunidad ha de asumircomo suyo hasta el fondo, decisivamente. Ningn inters particular justo esajeno al inters de la comunidad. Y, por consecuencia, no es lcito a nadietirotear los fundamentos de la comunidad por estmulos de inters privado,por capricho intelectual o por soberbia.

    "Luz nueva en Espaa".

    Artculo no publicado y destinado a Patria Sindicalista, de Zaragoza. Mayo 1934.

    72.- He aqu la tarea de nuestro tiempo: devolver a los hombres los

    sabores antiguos de la norma y del pan. Hacerles ver que la norma es mejorque el desenfreno; que hasta para desenfrenarse alguna vez hay que estarseguro de que es posible la vuelta a un asidero fijo. Y, por otra parte, en lo

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    econmico, volver a poner al hombre los pies sobre la Tierra, ligarle de unamanera ms profunda a sus cosas: al hogar en que vive y a la obra diaria desus manos.

    "La tradicin y la revolucin".

    Prlogo al libro Arriba Espaa, de J. Prez de Cabo. Agosto 1935.

    73.- El hombre es el sistema; y sta es una de las profundas verdadeshumanas que ha vuelto a poner en valor el fascismo. Todo el siglo XIX se gasten idear mquinas de buen gobierno. Tanto vale como proponerse dar con lamquina de pensar o de amar. Ninguna cosa autntica, eterna y difcil, comoes el gobernar, se ha podido hacer a mquina; siempre ha tenido querecurriese a ltima hora a aquello que, desde el origen del mundo, es el nicoaparato capaz de dirigir hombres: el hombre. Es decir, el jefe. El hroe.

    "En una tarde de octubre". Prlogo a "El Fascismo", de B. Mussolini. Octubre 1933.

    74.- Qu aparato de gobernar, qu sistemas de pesos y balanzas,consejos y asambleas puede reemplazar a esa imagen del Hroe hecho Padre,que vigila junto a una lucecita perenne el afn y el descanso de su pueblo?

    "En una tarde de octubre". Prlogo a "El Fascismo", de B. Mussolini. Octubre 1933.

    75.- ...este jefe volver a encarnar el sistema para muchos aos. Mas l Duce, conductor seguir la fe de su pueblo en comunicacin de hombre ahombre, en esa forma de comunicacin elemental, humana y eterna que hadejado su rastro por todos los caminos de la Historia.

    "En una tarde de octubre". Prlogo a "El Fascismo", de B. Mussolini. Octubre 1933.

    XII

    TEORA DE LA REVOLUCIN

    (A)

    76.- ...una sociedad que sabe que tiene que reformarse es que tiene lanocin de su propia injusticia; y una sociedad que se cree injusta no es capazde defenderse con bro.

    Parlamento. "Doctrina de la revolucin espaola". 06-11-1934.

    (B)

    77.- Nadie se juega nunca la vida por un bien material. Los bienesmateriales, comparados unos con otros, se posponen siempre al bien superiorde la vida. Cuando se arriesga una vida cmoda, cuando se arriesgan unaventajas econmicas es cuando se siente uno lleno de un fervor mstico poruna religin, por una patria, por una honra o por un sentido nuevo de lasociedad en que se vive.

    Parlamento. "Doctrina de la revolucin espaola". 06-11-1934.

    78.- Las rebeliones son siempre el resultado, por lo menos, de dosingredientes: el primer ingrediente, difuso, es una inexplicacin interior, una

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    falta de razn interna en el rgimen vigente, en el estado social, en el estadopoltico vigente. Tiene que haber eso para que, una rebelin se produzca conprobabilidades de triunfo; simplemente, para que algunos se lancen a intentaruna rebelin tiene que haber un cierto descontento una falta de razn vital de

    existencia en el rgimen contra el cual la rebelin estalla. Esto es indudable;nunca han estallado rebeliones sino contra regmenes que empezaban acaducar. De otra parte, es necesario que exista una minora enrgica queaprovechando, que captando este estado de desaliento, esta falta de razninterna de subsistencia en el estado poltico que pretende atacar, se lance alataque con ms o menos fortuna.

    Parlamento. "El 6 de octubre, el estado de guerra y la Falange". 25-01-1935.

    (C)

    79.- Esto de querer echarlo todo a rodar, salga lo que salga, es una actitudcaracterstica de las pocas fatigadas, degeneradas; echarlo todo a rodar esms fcil que recoger los cabos sueltos, anudarlos, separar lo aprovechable delo caduco... No ser la pereza la musa de muchas revoluciones?

    "La tradicin y la revolucin".

    Prlogo al libro Arriba Espaa, de J. Prez de Cabo. Agosto 1935.

    (D)

    80.- ...todo hecho histrico, todo rgimen histrico que se impone por un

    acto de violencia se puede considerar de dos modos, y esto es lo que yo creoque se ha perdido un poco de vista durante todo este debate a que venimosasistiendo: todo perodo histrico se puede considerar bien como coleccin deancdotas, de datos locales, de datos individuales, o bien como fenmeno total,desde el punto de vista total, en orden al propio destino que ese hechohistrico se asign a s mismo al advenir.

    Parlamento. "Juicio sobre la dictadura y la necesidad de la revolucin espaola".

    06-06-1934.

    81.- Una revolucin es siempre, en principio, una cosa anticlsica. Todarevolucin rompe al paso, por justa que sea, muchas unidades armnicas.

    Pero una revolucin puesta en marcha slo tiene dos salidas: o lo anega todo ose la encauza. Lo que no se puede hacer es eludirla; hacer como si se laignorase.

    "La victoria sin alas". FE, n 1. 07-12-1933 (censurado). Arriba, n 23. 12-12-1935.

    (F)

    82.- Se necesita la revolucin cuando, al final de un proceso dedecadencia, el pueblo ha perdido ya, o est a punto de perder, toda formahistrica.

    "Azaa. La revolucin, ocasin de un csar". Arriba, n 17. 31-10-1935.

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    83.- Una revolucin si ha de ser fecunda y no ha de dispersarse enalborotos efmeros exige la conciencia clara de una norma nueva y unavoluntad resuelta para aplicarla.

    "Acerca de la revolucin". Haz, n 9. 12-10-1935.

    84.- La revolucin es necesaria, no precisamente cuando el pueblo estcorrompido, sino cuando sus instituciones, sus ideas, sus gustos, han llegadoa la esterilidad o estn prximos a alcanzarla. En estos momentos se producela degeneracin histrica. No la muerte por catstrofe, sino el encharcamientoen una existencia sin gracia ni esperanza. Todas las actitudes colectivas nacenenclenques, como producto de parejas reproductivas casi agotadas. La vida dela comunidad se achata, se entorpece, se hunde en mal gusto y mediocridad.Aquello no tiene remedio sino mediante un corte y un nuevo principio. Lossurcos necesitan simiente nueva, simiente histrica, porque la antigua ya haapurado su fecundidad.Pero quin ha de ser el sembrador? Quin ha de elegir la nueva semilla y elinstante para largarla a la tierra? Esto es lo difcil.

    "Acerca de la revolucin". Haz, n 9. 12-10-1935.

    85.- A nadie que medite unos minutos puede ocultrsela esta verdad: alfinal de un perodo histrico estril, cuando un pueblo, por culpa suya o porculpa ajena, ha dejado enmohecer todos los grandes resortes, cmo va allevar a cabo por s mismo la inmensa tarea de regenerarse?... Un pueblo hundido es incapaz de percibir y aplicar la norma; en eso mismoconsiste su desastre. Tener a punto los resortes precisos para llevar a cabo

    una revolucin fecunda es seal inequvoca de que la revolucin no esnecesaria. Y, al contrario, necesitar la revolucin es carecer de la claridad y delmpetu necesarios para amarla y realizarla. En una palabra: los pueblos nopueden salvarse en masa a s mismos, porque el hecho de ser apto pararealizar la salvacin es prueba de que se est a salvo.

    "Acerca de la revolucin". Haz, n 9. 12-10-1935.

    86.- La masa de un pueblo que necesita una revolucin no puede hacer larevolucin.

    "Acerca de la revolucin". Haz, n 9. 12-10-1935.

    87.- A los pueblos no los han movido nunca ms que los poetas, y ay delque no sepa levantar, frente a la poesa que destruye, la poesa que promete!

    Discurso de Fundacin de la Falange. Teatro de la Comedia, de Madrid. 29-10-1933.

    (G)

    88.- Todo el que se lanza a hacer una revolucin se compromete aconcluirla; lo que no puede hacer nunca es escamotearla.

    Parlamento. "El 6 de octubre, el estado de guerra y la Falange". 34. 25-01-1935.

    89.- ...desgraciados los que no lleguen al torrente bronco de la revolucin hoy ms o menos extendido y encauzan para bien todo el mpetu suyo.

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    "La victoria sin alas". FE, n 1. 07-12-1933 (censurado). Arriba, n 23. 12-12-1935.

    90.- ...la nica manera de que la revolucin se salve consiste en queencuentre lo que las masas no tardarn en llamar un traidor. Las masas, en

    su ingenua insolvencia, siempre consideran tibio lo que hacen sus jefes:siempre te consideran traicionadas. Es vano querer evitar esta reprobacin delas masas cediendo ms y ms a sus gritos. Slo los hombres de una especiese salvaron del castigo impuesto por las masas a los que creyeron traidores:aquellos que, sin preocuparse de ser fieles al perifollo de la revolucin,supieron adivinar su sentido profundo y desenlazarla por caminos nosospechados por la masa. Paradjicamente, estos traidores a las masas son losnicos leales y eficaces servidores del destino del pueblo.

    "Azaa. La revolucin, ocasin de un csar". Arriba, n 17. 31-10-1935.

    91.- Los guas de un movimiento revolucionario tienen la obligacin desoportar incluso la acusacin de traidores. La masa cree siempre que se latraiciona. Nada ms intil que tratar de halagara para eludir la acusacin.

    "Acerca de la revolucin". Haz, n 9. 12-10-1935.

    92.- Ninguna revolucin produce resultados estables si no alumbra suCsar. Slo l es, capaz de adivinar el curso histrico soterrado bajo el clamorefmero de la masa. La masa tal vez no lo entienda ni lo agradezca; pero slo lla sirve.

    "Azaa. La revolucin, ocasin de un csar". Arriba, n 17. 31-10-1935.

    93.- La revolucin es la tarea de una resuelta minora, inasequible aldesaliento. De una minora cuyos primeros pasos no entender la masa,porque la luz interior fue lo ms caro que perdi, vctima de un perodo dedecadencia.

    "Acerca de la revolucin". Haz, n 9. 12-10-1935.

    (H)

    94.- Ningn hecho revolucionario se justifica, ni se han justificado nunca,con arreglo al orden jurdico anterior. Todo sistema poltico que existe en el

    mundo, sin ninguna excepcin, ha nacido en pugna abierta con el ordenpoltico que rega. a su advenimiento; porque una de las cosas que no estnincluidas en las facultades de los rdenes polticos es la facultad de testar.

    Parlamento. "Juicio sobre la dictadura y la necesidad de la revolucin espaola".

    06-06-1934.

    95.- ...rgimen revolucionario se justifica siempre por su hoja de servicios,y esta hoja de servicios, considerada bajo la especie de historia, no bajoespecie de ancdota; esta hoja de servicios, considerada precisamente por uncotejo entre lo que se propone el rgimen revolucionario al romper con elsistema anterior y lo que dej tras s al terminar su ciclo.

    Parlamento. "Juicio sobre la dictadura y la necesidad de la revolucin espaola".

    06-06-1934.

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    XIII

    MANDO

    96.- La jefatura es la suprema carga, la que obliga a todos los sacrificios,incluso a la prdida de la intimidad, la que exige a diario adivinar cosas nosujetas a pauta, con la acongojante responsabilidad de obrar.

    Por eso hay que entender la jefatura humildemente, como un puestode servicio, y, pase lo que pase, no se puede desertar ni por impaciencia ni pordesaliento ni por cobarda.

    Discurso en el acto de constitucin del SEU. Valladolid. 21-01-1935.

    97.- El jefe no debe obedecer al pueblo, debe servirlo, que es cosa distinta;servirlo es ordenar el ejercicio del mando hacia el bien del pueblo, procurando

    el bien del pueblo regido, aunque el pueblo mismo desconozca cul es su bien;es decir, sentirse acorde con el destino histrico popular, aunque se disientade lo que la masa apetece.

    "Acerca de la revolucin". Haz, n 9. 12-10-1935.

    98.- Ser jefe, triunfar y decir al da siguiente a la masa: "S t la quemande; aqu estoy para obedecerte", es evadir de un modo cobarde la gloriosapesadumbre del mando.

    "Acerca de la revolucin". Haz, n 9. 12-10-1935.

    99.- Los conductores no tienen disculpa si desertan."Acerca de la revolucin". Haz, n 9. 12-10-1935.

    100.- Los conductores no tienen derecho al desencanto. No pueden entregaren capitulaciones la ilusin maltrecha de tantas como les fueron a la zaga.

    "Homenaje y reproche a don Jos Ortega y Gasset". Haz, n 12. 05-12-1935.

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    Parte Segunda

    Esta segunda parte contiene la parte crtica,probablemente la de mayor volumen, de la obra escrita de

    JOS ANTONIO.

    No slo la poltica nacional desde la Dictadura, sino lossistemas econmico-polticos vigentes en la actualidaduniversal, los que justamente han contribuido al desordenpresente o trabajan por una nueva aurora, fueron por lcomentados y criticados, siempre buscando herir de frente

    y muy en lo profundo alguno de los compartimentosestancos de la faramalla poltica nacional, buscandosiempre, por el duro camino de la crtica, la salvacin de

    la Patria, en aquellas horas amenazadoras dehundimiento, cuando ya hasta las ratas abandonaban ladesbaratado nave.

    I

    CRTICA DE LIBERALISMO POLTICO

    (A)

    101.- El liberalismo es, por una parte, el rgimen sin fe: el rgimen queentrega todo, hasta las cosas esenciales del destino patrio, a la libre discusin.Para el liberalismo nada es absolutamente verdad ni mentira. La verdad es, encada caso, lo que dice el mayor nmero de votos. As, al liberalismo no leimporta que un pueblo acuerde el suicidio con tal que el propsito desuicidarse se tramite con arreglo a la ley electoral. Y como para que funcionela ley electoral tiene que estimularse existencia de bandos y azuzarse la luchaentre ellos, el sistema liberal es el sistema de la perpetua desunin, de laperpetua ausencia de una fe popular en la comunin profunda de destino.

    "Luz nueva en Espaa".

    Artculo no publicado y destinado a Patria Sindicalista, de Zaragoza. Mayo 1934.

    102.- El liberalismo nos divide y agita por las ideas; el socialismo taja entrenosotros la sima, an ms feroz, de la lucha econmica. Qu se hace, en unoy otro rgimen, de la unidad de destino, sin la que ningn pueblo espropiamente un pueblo?

    "Luz nueva en Espaa".

    Artculo no publicado y destinado a Patria Sindicalista, de Zaragoza. Mayo 1934.

    103.- El Estado no cree en nada; el Estado no cree en la libertad, ni cree enla soberana del pueblo, porque la suspende cada vez que hace falta. El Estado

    no se cree siquiera depositario ni cumplidor de un fin supremo.Parlamento. "Doctrina de la revolucin espaola". 06-11-1934.

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    104.- El Estado liberal no cree en nada, ni siquiera en s propio. Asiste conlos brazos cruzados a todo gnero de experimentos, incluso a los encaminadosa la destruccin del Estado mismo. Le basta con que todo se desarrolle segnciertos trmites reglamentarios. Por ejemplo: para un criterio liberal, puede

    predicarse la inmoralidad, el antipatriotismo, la rebelin... En esto el Estadono se mete, porque ha de admitir que a lo mejor pueden estar en lo cierto lospredicadores. Ahora, eso s: lo que el Estado liberal no consiente es que secelebre un mitin sin anunciarlo con tantas horas de anticipacin, o que se dejede enviar tres ejemplares de un reglamento a sellar en tal oficina. Puedeimaginarse nada tan tonto? Un Estado para el que nada es verdad slo erigeen absoluta, indiscutible verdad, esa posicin de duda. Hace dogma delantidogma. De ah que los liberales estn dispuestos a dejarse matar porsostener que ninguna idea vale la pena de que los hombres se maten.

    "Crisis del liberalismo" (1 Carta a J.I. Luca de Tena). Diario ABC. 22-03-1933.

    105.- El liberalismo es la burla de los infortunados: declara maravillososderechos: la libertad de pensamiento, la libertad de propaganda, la libertad detrabajo... Pero esos derechos son meros lujos para los favorecidos por lafortuna. A los pobres, en rgimen liberal, no se les har trabajar a palos, perose los sita por hambre. El obrero aislado, titular de todos los derechos en elpapel, tiene que optar entre morirse de hambre o aceptar las condiciones quele ofrezca el capitalista, por duras que sean. Bajo el rgimen liberal se asisti alcruel sarcasmo de hombres y mujeres que trabajan hasta la extenuacin,durante doce horas al da, por un jornal msero y a quienes, sin embargo,declaraba la ley hombres y mujeres "libres".

    "Luz nueva en Espaa".Artculo no publicado y destinado a Patria Sindicalista, de Zaragoza. Mayo 1934.

    (B)

    106.- Cuando, en marzo de 1762, un hombre nefasto, que se llamaba JuanJacobo Rousseau, public El contrato social, dej de ser la verdad poltica unaentidad permanente. Antes, en otras pocas ms profundas, los Estados, queeran ejecutores de misiones histricas, tenan inscritas sobre sus frentes, yaun sobre los astros, la justicia y la verdad. Juan Jacobo Rousseau vino adecirnos que la justicia y la verdad no eran categoras permanentes de razn,sino que eran, en cada instante, decisiones de voluntad.

    Discurso de Fundacin de la Falange. Teatro de la Comedia, de Madrid. 29-10-1933.

    107.- El filsofo ginebrino es un hombre enfermizo, delicado, refinado; es unfilsofo al que, como dice Spengler que acontece a todos los romnticos y steera el precursor ya directo del romanticismo, fatiga el sentirse viviendo enuna sociedad demasiado sana, demasiado viril, demasiado robusta. Leacongoja la pesadumbre de esa sociedad ya tan formada y siente como elapremio de ausentarse, de volver a la Naturaleza, de librarse de la disciplina,de la armona, de la norma.

    Esta angustia de la Naturaleza es como la nota constante en todos susescritos: la vuelta a la libertad. El ms famoso de sus libros, el libro que va ainfluir durante todo el siglo XIX y que va a venir a desenlazarse casi ya en

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    nuestros das, no empieza exactamente como habis ledo en muchas partes,pero s casi empi