Jorge Yaguez - Heidegger Libro de Peter Trawny

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 Nota a propósito del libro de Peter Trawny, Heidegger et l´antisémitisme, Seuil, Paris, 2014.  Jorge Yaguez La tesis central del libro de Trawny es que en los Hefte el antisemitismo se inscribe en la  Historia del ser . Tesis que yo diría no viene aquí sino a confirmarse, pues no es esta la primera vez que se nos ofrece. Es una interpretación conocida que en Heidegger lejos de haber un corte estricto respecto de sus querencias políticas de la experiencia del rectorado, lo que se da  posteriormente es un elaborado trabajo de ocultamiento de esas posiciones siendo retomadas en un nivel de abstracción en que el  judaísmo se convierte en la quintaesencia de lo que otras figuras ya expresaban. El americanismo, la democracia, el bolchevismo, el imperialismo, el nazismo, digamos, “desviado”, actores todos ellos, sonámbulos, del cumplimiento de la metafísica en su última etapa de la tecnología. Los judíos encarnan en estos Cuadernos la “racionalización y tecnificación”, “la maquinación”, el “desarraigo” (Entwurzelung, Bodenlosigkeit), la “ausencia de mundo”, “pérdida de la historia”, el “subjetivismo de los Tiempos Modernos”, en fin, todo aquello que significa la decadencia de una civilización, de Occidente; muy particularmente lo que impide al “pueblo” alemán, a su “raza”, realizar aquello a que está llamada: un “nuevo comienzo”. La depuración -el término “purificación” es muy frecuente en esos escritos- de ese elemento infectante es mero corolario. No se puede hacer frente a lo uno (maquinación) sin lo otro (depuración de los judíos). Un pensamiento que sabe calar en este devenir civilizatorio ha de estar preparado para lo más terrible; en 1941 Heidegger anota que el proceso de superación puede exigir los más graves acontecimientos, un “último acto” en que se vea “la tierra estallar y la humanidad actual desaparecer ”, lo que ante una mirada penetrante no será “una desgracia, sino la primera  purificación del ser de su más profunda desfiguración por la predominancia del ente” (40) Lo que aparece en los Cuadernos, son las claves, por momentos tabernarias    con evocación inevitable del panfleto  Los protocolos de los Sabios de Sión -, de esa ontoteología, las que emocionalmente, en su cotidianidad, harían entender la gran filosofía a los profanos, y que a la  postre serviría de justificación a su autor.  Ni que decir tiene que con estos Cuadernos queda absolutamente demolida la tesis de un Heidegger no antisemita (Safranski), de un hombre que incluso en los momentos de mayor compromiso con el nazismo se distanciaba del antisemitismo vulgar de sus mamporreros colegas de partido; por momentos ni siquiera se puede hablar de una diferencia de estilo, pues lo que por un lado se disimula en la ontología se desvela en la expresión sincera de lo que puede escucharse a micrófono cerrado (“judería mundial”, “los judíos”, “judaidad”, “raza”, nómadas semitas…).  La raza judía aparece definida por una estar en el mundo, por una forma d e pensamiento, tiene, se nos dice, un “don particularmente acentuado para el cálculo” - una expresión que apenas disimula el tópico del apego al dinero del semita; lo que era consignado por la época en que se quemaba la sinagoga de Friburgo, se hacían destrozos en el cementerio judío de la ciudad, y se deportaba a varios cientos al campo de Dachau. El “cálculo”, esta “racionalidad vacía” sería la forma de pensamiento que mejor conviene al omniabarcante imperio de la tecnificación del mundo, y que hace que las más graves decisiones que exige el futuro sean «inaccesibles a esta

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Yaguez, infrapolitica, Heidegger, antisemitista, Historia del Ser

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  • Nota a propsito del libro de Peter Trawny, Heidegger et

    lantismitisme, Seuil, Paris, 2014.

    Jorge Yaguez

    La tesis central del libro de Trawny es que en los Hefte el antisemitismo se inscribe en la

    Historia del ser. Tesis que yo dira no viene aqu sino a confirmarse, pues no es esta la primera

    vez que se nos ofrece. Es una interpretacin conocida que en Heidegger lejos de haber un corte

    estricto respecto de sus querencias polticas de la experiencia del rectorado, lo que se da

    posteriormente es un elaborado trabajo de ocultamiento de esas posiciones siendo retomadas en

    un nivel de abstraccin en que el judasmo se convierte en la quintaesencia de lo que otras

    figuras ya expresaban. El americanismo, la democracia, el bolchevismo, el imperialismo, el

    nazismo, digamos, desviado, actores todos ellos, sonmbulos, del cumplimiento de la metafsica en su ltima etapa de la tecnologa. Los judos encarnan en estos Cuadernos la

    racionalizacin y tecnificacin, la maquinacin, el desarraigo (Entwurzelung, Bodenlosigkeit), la ausencia de mundo, prdida de la historia, el subjetivismo de los Tiempos Modernos, en fin, todo aquello que significa la decadencia de una civilizacin, de Occidente; muy particularmente lo que impide al pueblo alemn, a su raza, realizar aquello a que est llamada: un nuevo comienzo. La depuracin -el trmino purificacin es muy frecuente en esos escritos- de ese elemento infectante es mero corolario. No se puede hacer

    frente a lo uno (maquinacin) sin lo otro (depuracin de los judos).

    Un pensamiento que sabe calar en este devenir civilizatorio ha de estar preparado para lo ms

    terrible; en 1941 Heidegger anota que el proceso de superacin puede exigir los ms graves

    acontecimientos, un ltimo acto en que se vea la tierra estallar y la humanidad actual desaparecer, lo que ante una mirada penetrante no ser una desgracia, sino la primera purificacin del ser de su ms profunda desfiguracin por la predominancia del ente (40) Lo que aparece en los Cuadernos, son las claves, por momentos tabernarias con evocacin inevitable del panfleto Los protocolos de los Sabios de Sin -, de esa ontoteologa, las que

    emocionalmente, en su cotidianidad, haran entender la gran filosofa a los profanos, y que a la

    postre servira de justificacin a su autor.

    Ni que decir tiene que con estos Cuadernos queda absolutamente demolida la tesis de un

    Heidegger no antisemita (Safranski), de un hombre que incluso en los momentos de mayor

    compromiso con el nazismo se distanciaba del antisemitismo vulgar de sus mamporreros colegas

    de partido; por momentos ni siquiera se puede hablar de una diferencia de estilo, pues lo que por

    un lado se disimula en la ontologa se desvela en la expresin sincera de lo que puede escucharse

    a micrfono cerrado (judera mundial, los judos, judaidad, raza, nmadas semitas). La raza juda aparece definida por una estar en el mundo, por una forma de pensamiento, tiene,

    se nos dice, un don particularmente acentuado para el clculo- una expresin que apenas disimula el tpico del apego al dinero del semita; lo que era consignado por la poca en que se

    quemaba la sinagoga de Friburgo, se hacan destrozos en el cementerio judo de la ciudad, y se

    deportaba a varios cientos al campo de Dachau. El clculo, esta racionalidad vaca sera la forma de pensamiento que mejor conviene al omniabarcante imperio de la tecnificacin del

    mundo, y que hace que las ms graves decisiones que exige el futuro sean inaccesibles a esta

  • raza. Justamente aqu, por sorprendente que pueda parecer a hermenutas ms finos, habra que hallar

    la razn ltima de por qu Husserl, aun a pesar de su valor, no alcance de ningn modo el dominio de las decisiones esenciales, y su fenomenologa recaiga en la tradicin, en el neokantismo y el hegelianismo formal, en el olvido de la cuestin del ser. El judasmo es la

    ceguera del maestro, el calculismo vinculado al racionalismo de los judos ha sido un lmite

    insalvable para l. Pero el ataque a su maestro como tal, apenas importaba a Heidegger, pues en

    l se jugaba mucho ms, no era una cuestin de personas: El ataque funda un momento histrico para la decisin suprema entre el primado del ente y el fundamento de la verdad del

    ser (52). La decisin suprema no se jugaba solo en el plano de la teora, ciertamente. Es evidente que aqu de la decisin de que se trata es de la Entscheidung schmittiana. Al fin, la

    hostilidad entre los judos y el pueblo alemn debe ser comprendida ontolgicamente, como

    encarnando dos principios raciales opuestos, uno el del clculo, el otro el del que est en las vas del pensamiento meditativo y es fiel a su suelo, a su tierra. No era esto lo que, en definitiva,

    delimitaba la divisin amigo/enemigo? Heidegger extrae las consecuencias para el devenir de la

    Ontoteologa de la concepcin poltica schmittiana. Y no cabe duda de que la decisin puede

    implicar desagradables efectos; el ms que cauto y extracomedido Trawny, es lo suficientemente

    ecunime para afirmar cosas como esta: no podr excluirse nunca que pudiera tener por necesaria la violencia contra los judos (28).

    Ahora aparece a otra luz aquel excusador cuando un hombre piensa a lo grande se equivoca a lo grande. El error no habra sido otro que dar crdito a una especie de nazismo inautntico, el pensar, al ver, desde su ventana, al Fhrer pasar, que ste era la encarnacin del Espritu, del

    nuevo comienzo, ese que la filosofa heideggeriana, confundida una vez ms con la marcha de la Historia, revelaba. Ya se sabe, Alemania sera la heredera de Grecia, solo su lengua como

    otrora la griega podan dar acogida al ser. Solo el alemn puede poetizar y decir de nuevo el ser de manera original solo l llegar a conquistar la esencia de la thera y a crear finalmente la lgica escribe en sus Cuadernos en 1938 (43). Ese era el gran mito, que l no tena por tal, en el que todo caba ser dispuesto. Segn Trawny esta construccin es esencialmente lo que llev a

    Heidegger al compromiso nazi (46)). Heidegger habra credo en un nazismo espiritual, que distingua del nacional-socialismo vulgar expresiones de los Cuadernos. Su equivocacin fue creer que aquel empezaba a plasmarse; eran aquellos momentos en los que hablaba de la verdad y grandeza internas de este movimiento (Introduccin a la metafsica). Ms tarde, escaladas ya las alturas de la historia del ser, se dara cuenta de que el mismo nazismo no era sino una figura

    ms en el complejo cumplimiento de la metafsica. Habr pues que esperar otro momento

    auroral? Heidegger no corrige, entonces, nada en lo esencial, no era aquel el movimiento

    esperado; ha sido un problema ptico; la gran decisin aun est por tomarse. Con sus

    purificaciones?

    Todo se transmuta en categora, perteneciente al devenir ontolgico, y as adquiere otro cariz.

    Ante los signos de la derrota de la Guerra, el necesario nuevo comienzo ser reinterpretado como cada, el momento trgico del proceso de salvacin, parte necesaria del complejo Ereignis.

    Y tambin aparece a otra luz, su silencio sobre Auschwitz. Habra que decir que no fue sino

    silencio en la esfera pblica, que l, por otra parte, tan consecuentemente -tan anti-

  • kantianamente-, despreciaba (recordemos aquello de la dictadura de la publicidad) pues por lo bajo rumiaba su justificacin, a lo grande.

    Entendiendo en claves de la historia del ser las luchas de la poca, toda posicin de asuncin de

    responsabilidades aparecera como ejemplo de incomprensin, cuando no de antropomorfismo

    naif. Qu se le va a hacer si el decurso del Ser en la historia es antisemita!. La marcha de las

    categoras sustrae a los hombres de toda carga moral individual. Mientras Heidegger poda

    restituir a Nietzsche al destino de la metafsica por mucho que le pesara al filsofo del martillo -

    no sin tomar de l acaso lo mejor que late en su propio pensamiento- s poda simpatizar o

    sumarse pasionalmente a sus invectivas antisemitas, sirvindose al tiempo del aristocratsimo

    situarse ms all de bien y de mal.

    Como tantas veces en la historia de la interpretacin, no cabe otro camino que leer a Heidegger

    en contra de s mismo; pero tambin el de ser muy consciente de que una de las lecturas es la que

    l mismo hace de s, nada es unvoco. Es muy posible que tras la categoras heideggerianas est

    toda esta experiencia; que, por ejemplo, el ser arrojado del Dasein se entienda en claves de referido a una tierra concreta, a un suelo al que ha de serle fiel si no quiere caer en la

    inautenticidad ; la mejor plasmacin de esa categora podra verla su autor en ciertos impulsos del movimiento nacional-socialista. Evidentemente de ese humus la categora se distancia y

    transciende, lo que hace que otro pueda leerla al margen de l, y tambin de la plasmacin que

    vea su autor, pero tampoco podr negar la coherencia de este.

    La infrapoltica ha de ser una contestacin a la metapoltica como forma poltica que no se

    reconoce como tal al disimularse bajo la especie de ontologa. La infra, mira desde abajo, es

    desconfiada y acecha al enano que mueve los hilos del mueco.

    (Nota: todos los trminos entrecomillados y citas, salvo cuando se especifica otra cosa, son de

    Heidegger, pertenecen a los Cuadernos excepto la correspondiente, como se indica, a la

    Introduccin a la Metafsica)