John Cornwell, El Papa de Hitler. La verdadera historia de ... · Eugenio Pacelli, quien años...

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Revista de Estudios, Universidad Costa Rica. No. 17, pág. 349-352, 2003 r , John Cornwell, El Papa de Hitler. La verdadera historia de Pío XII. Barcelona: Planeta, 2000, 465 pp. I I ~ La Segunda Guerra Mundial fue sin duda uno de los más violentos y atroces momentos de la historia del siglo XX. Se cometieron innume- rables abusos, crímenes, persecuciones, todo lo que generó grandes odios. Dentro de los múlti- ples abusos destaca en lugar preeminente el holo- causto contra los judíos por el régimen nazi. Es en este marco histórico en el que se ubica el libro de Cornwell que se comentará a continuación, y explica con grandes detalles el papel del papa Pío XII respecto del holocausto. Eugenio Pacelli, quien años después se convertiría en el Papa Pío XII, nació en Roma, de una familia católica con una fe muy firme. Su pa- dre y su abuelo fueron abogados del Vaticano y otros miembros de su familia trabajaron también en el minúsculo territorio de 44 hectáreas perte- neciente al Vaticano. Se educó en colegios cató- licos y mostró pronto su deseo de ser sacerdote. Ya ordenado, ingresó al servicio del Vaticano co- mo ayudante del subsecretario de Asuntos Exte- riores en la Secretaría de Estado Vaticano. Su as- censo fue rápido y pronto ocupó puestos muy al- tos dentro de la curia vaticana. Pacelli llega a ser un gran diplomático y representó a su Santidad en muchas ocasiones, ante los gobiernos de Inglaterra y Francia y sobre todo Alemania. Impulsó el concordato con Servia, lo que trajo muchas molestias con Austria, dado que es- te acuerdo entre Servia y el Vaticano, a los ojos de Austria, significaba el reconocimiento tácito de Servia, territorio que el Imperio Austro-Hún- garo había dominado. Por otro lado, como el au- tor explica, Servia tenía especial interés en este Concordato, pues representaba su reconocimien- to como Estado independiente, no como parte del Imperio Austro-Húngaro. Cornwell asimismo f - f explica el contexto histórico de estos aconteci- mientos y cómo la participación de Pacelli, co- mo representante del Papa, fortalecía los Con- cordatos con el propósito de lograr la protección de los católicos en Servia, dado que mayorita- riamente la población de Servia es ortodoxa. En esta situación internacional el autor asimismo explica los importantes deseos que tenía Servia de encontrar una salida al mar Adriático, pues Montenegro se la obstaculizaba. Austria, por otra parte, en su expansión imperial también de- seaba una salida al mar. Es importante señalar que el autor siempre ubica todas las acciones políticas, la acción de los Concordatos y otros asuntos de Pacelli, dentro del contexto histórico del momento y a lo largo del libro explica los distintos cambios históricos, políticos, sociales y culturales, lo que da a esta obra una dimensión muy amplia y completa. Por cosas del destino, a Pacelli le tocó ser obispo destacado en Alemania como nuncio du- rante la Primera Guerra Mundial. Tanto él como el Papa de ese momento, Benedicto XV, pensa- ban que los regímenes de derecha aunque fueran un poco extremistas siempre serían mejores que el régimen comunista que comenzaba a aparecer en Rusia y al que Pacelli temió toda su vida. El autor asimismo enfatiza en estos asuntos del gran temor de Pacelli al comunismo, aún después de convertirse en Papa. El autor, más adelante en su obra, se pregunta si no sería mayor el temor al comunismo que tenía el Papa Pío XII, que una posible enemistad con Hitler y que por ello quizá nunca realmente condenó con nombres claros, como el Nazismo y la muerte y persecución de judíos, para no enemistarse con Hitler, quizá -se pregunta Cornwell- porque Hitler se enfrentaba al comunismo.

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Revista de Estudios, Universidad Costa Rica. No. 17, pág. 349-352, 2003

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John Cornwell, El Papa de Hitler. La verdadera historia de Pío XII.Barcelona: Planeta, 2000, 465 pp.

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La Segunda Guerra Mundial fue sin dudauno de los más violentos y atroces momentos dela historia del siglo XX. Se cometieron innume-rables abusos, crímenes, persecuciones, todo loque generó grandes odios. Dentro de los múlti-ples abusos destaca en lugar preeminente el holo-causto contra los judíos por el régimen nazi. Esen este marco histórico en el que se ubica el librode Cornwell que se comentará a continuación, yexplica con grandes detalles el papel del papa PíoXII respecto del holocausto.

Eugenio Pacelli, quien años después seconvertiría en el Papa Pío XII, nació en Roma, deuna familia católica con una fe muy firme. Su pa-dre y su abuelo fueron abogados del Vaticano yotros miembros de su familia trabajaron tambiénen el minúsculo territorio de 44 hectáreas perte-neciente al Vaticano. Se educó en colegios cató-licos y mostró pronto su deseo de ser sacerdote.Ya ordenado, ingresó al servicio del Vaticano co-mo ayudante del subsecretario de Asuntos Exte-riores en la Secretaría de Estado Vaticano. Su as-censo fue rápido y pronto ocupó puestos muy al-tos dentro de la curia vaticana.

Pacelli llega a ser un gran diplomático yrepresentó a su Santidad en muchas ocasiones,ante los gobiernos de Inglaterra y Francia y sobretodo Alemania.

Impulsó el concordato con Servia, lo quetrajo muchas molestias con Austria, dado que es-te acuerdo entre Servia y el Vaticano, a los ojosde Austria, significaba el reconocimiento tácitode Servia, territorio que el Imperio Austro-Hún-garo había dominado. Por otro lado, como el au-tor explica, Servia tenía especial interés en esteConcordato, pues representaba su reconocimien-to como Estado independiente, no como parte delImperio Austro-Húngaro. Cornwell asimismo

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explica el contexto histórico de estos aconteci-mientos y cómo la participación de Pacelli, co-mo representante del Papa, fortalecía los Con-cordatos con el propósito de lograr la protecciónde los católicos en Servia, dado que mayorita-riamente la población de Servia es ortodoxa. Enesta situación internacional el autor asimismoexplica los importantes deseos que tenía Serviade encontrar una salida al mar Adriático, puesMontenegro se la obstaculizaba. Austria, porotra parte, en su expansión imperial también de-seaba una salida al mar. Es importante señalarque el autor siempre ubica todas las accionespolíticas, la acción de los Concordatos y otrosasuntos de Pacelli, dentro del contexto históricodel momento y a lo largo del libro explica losdistintos cambios históricos, políticos, socialesy culturales, lo que da a esta obra una dimensiónmuy amplia y completa.

Por cosas del destino, a Pacelli le tocó serobispo destacado en Alemania como nuncio du-rante la Primera Guerra Mundial. Tanto él comoel Papa de ese momento, Benedicto XV, pensa-ban que los regímenes de derecha aunque fueranun poco extremistas siempre serían mejores queel régimen comunista que comenzaba a apareceren Rusia y al que Pacelli temió toda su vida. Elautor asimismo enfatiza en estos asuntos del grantemor de Pacelli al comunismo, aún después deconvertirse en Papa. El autor, más adelante en suobra, se pregunta si no sería mayor el temor alcomunismo que tenía el Papa Pío XII, que unaposible enemistad con Hitler y que por ello quizánunca realmente condenó con nombres claros,como el Nazismo y la muerte y persecución dejudíos, para no enemistarse con Hitler, quizá -sepregunta Cornwell- porque Hitler se enfrentabaal comunismo.

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Pacelli trabajó intensamente durante laPrimera Guerra Mundial llevando alimentos ymedicinas al frente, intervino con el Kaiser paratratar de que terminara la guerra pero el Kaiseralegó que Alemania no había comenzado la gue-rra. Finalmente el conflicto terminó el 11 de no-viembre de 1918 con la rendición de Alemania.

Los años siguientes fueron difíciles. Pace-lli, gran diplomático, trató de que todo fuera me-jor en las relaciones de la Iglesia y el resto de Eu-ropa. En febrero de 1922 muere Benedicto XV ycomienza el papado de Pío XI. Durante este pa-pado Pacelli logró el concordato Bábaro y el Pru-siano, como parte de sus políticas concordatariaspara la protección de los católicos en esas regio-nes, lo que significaba una mayor participaciónde la Iglesia en la zona.

En la navidad de 1929 el Papa Pío XI con-sagró a Pacelli como cardenal y lo nombró Secre-tario de Estado, el puesto más importante del Va-ticano después del Papa, ya que el Secretario deEstado es quien en realidad dirige toda la políti-ca interna e internacional del Vaticano, aunquesiempre fiel a las directrices pontificias. Es en es-te puesto donde Pacelli más se destacó y dondellegó a tener una gran influencia en Alemania,Italia y muchos otros países europeos, en losaños inmediatos antes del estallido de la Segun-da Guerra Mundial.

En tanto en Alemania, Hitler comenzabasu ascenso, negociaba con la Iglesia Católica co-mo parte de sus políticas que le ganarían recono-cimiento del Papa y por ende reconocimiento tá-cito a sus actuaciones, pero por otra parte decla-raba "o se es católico, o se es alemán", dando aentender que eran incompatibles. Es oportuno re-calcar el hecho de que, como el autor enfatiza ensu obra, para Hitler el reconocimiento del Vatica-no y el posterior Concordato entre el Papa y laAlemania de Hitler, tenía principalmente aspira-ciones políticas y lograr el reconocimiento inter-nacional, pues casi de inmediato, Hitler persiguióa los católicos alemanes en diversas partes.Miembros del partido nazi golpearon, arrestarony mataron a muchos católicos, pretextando suparticipación política y oposición a Hitler. El au-tor analiza con detalle cómo Hitler, por medio desus representantes, en las negociaciones por el

Concordato con Pacelli, impuso la prohibiciónde que los católicos participaran en partidos po-líticos de tinte católico y que se establecía comoabsolutamente prohibido que los sacerdotes ale-manes participaran en puestos públicos y queformaran parte de partidos políticos. En esto Hi-tler fue un gran negociador y se impuso. LaIglesia tuvo que ceder y perdió terreno en estasnegociaciones en el Concordato con la Alema-nia de Hitler.

Cornwell critica con fuertes palabras elhecho de que el Vaticano no se hubiera enfrenta-do en esos primeros años con mayor firmeza ydecisión a Hitler y que hubiera cedido tanto a laspresiones del dictador alemán. También criticaque el Vaticano, primero Pío XI y luego Pío XII,no protestaran enérgicamente contra las persecu-ciones de los católicos en Alemania, contra losabusos, golpes, arrestos e inclusive muertes. Co-mo parte de las demandas de Hitler para el Con-cordato, el autor también señala el acontecimien-to de que la Iglesia presionó para que se abolierael Partido de Centro, pues este significaba unagran oposición a Hitler. Así Hitler encontraba elcamino abierto y sin obstáculos, gracias tambiénal Concordato y a las relaciones entre la Iglesia yel Partido Nazi.

Hitler negoció también con las iglesiasprotestantes por lo que hubo libertad religiosa enAlemania, pero comenzaba ya la lucha nazi con-tra los judíos. En este tiempo Pacelli representóal Santo Padre ante Francia y Estados Unidos enun importante viaje. En estos países tenía un in-menso triunfo como diplomático y religioso.Posteriormente también estuvo en Sur Américapresidiendo un Congreso Eucarístico en BuenosAires, Argentina y pasando luego a otros paísessuramericanos, como Brasil. El autor explica es-tos viajes y la pompa con que lo recibían los lí-deres políticos de los países que visitó en SurAmérica, así como el católico pueblo argentino yel brasileño.

Por otra parte, en Alemania Hitler seguíasu lucha antisemita, persecución y confiscaciónde los bienes de los judíos. Al mismo tiempotambién prohibió a los niños alemanes asistir aescuelas católicas y el culto externo fue prohibi-do. Todo esto con el propósito de disminuir

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cualquier posible oposición y mantener a todosbajo estrictos controles. Hitler también persiguióa judíos que se habían convertido al catolicismo,lo que le ganó la protesta de uno de los obisposde Alemania, pero no del Vaticano, pues Pacellievitaba este tipo de confrontaciones y más bieninfluyó sobre otros obispos alemanes para queevitaran esas críticas en sus pastorales. Aquí esdonde el autor señala que posteriormente se es-cribió una carta pastoral firmada por todos losobispos alemanes, pero en términos muy vagos yno puntualizaron con claridad los asuntos que sequerían corregir y evitar. Ahí, explica Cornwell,estaba la mano de Pacelli, Secretario de Estadodel Vaticano.

Pío XI pareció comprender esta situacióny escribió una encíclica sobre el asunto pero estano fue conocida públicamente. Pío XI muere enfebrero de 1939 luego de un papado relativamen-te corto. Eugenio Pacelli es elegido Papa, escogeel nombre de Pío XII y es coronado con gran es-plendor, inusual porque desde hacía mucho tiem-po las coronaciones papales eran muy sencillas.Pío XII daba la sensación de un ser angelical, He-no de santidad, así lo llamaron Pastor Angelicus.Su vida privada era muy simple, se levantaba alas 6:30 a.m., desayunaba un poco de leche ypan, siempre sus comidas fueron muy frugales,quizá por los problemas digestivos que padecióen su juventud, como explicó el autor al principiode su obra. Esto es evidencia de los múltiples de-talles que contiene la obra. Pío XII leía los asun-tos urgentes en las primeras horas de la mañana,atendía las audiencias privadas, paseaba por losjardines del Vaticano, almorzaba y luego en lasprimeras horas de la noche cenaba igualmente deforma liviana. De nuevo el libro abunda en deta-lles triviales.

Todos los días decía misa en su capilla pri-vada. El gran deseo de Pío XII fue convertirse enun portador de paz y por ello luchó constante-mente por mantener la paz en Europa. Inglaterray Francia habían prometido a Polonia que la ayu-darían si Alemania hacía algo contra ella, el Papale pidió a Polonia que cediera algo en las exigen-cias de Alemania para prevenir la guerra. La in-tervención del Papa Pío XII en estos asuntos y lascondiciones que pedía a Polonia en realidad se

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percibían como ayuda a Alemania, para que éstalograra sus objetivos, tal como lo explica Corn-well. Las medidas conciliadoras del Papa y susdeseos de evitar una guerra fracasaron. Así, el 1de Septiembre de 1939, Alemania invadió Polo-nia, y el 3 de ese mes, Inglaterra y Francia decla-raron la guerra a Alemania.

Comenzaba un largo camino en el quemurieron millones de personas, se destruyeronciudades enteras y el mundo cambió. Desde elprincipio el Papa quiso la paz y luchó por obte-nerla, pera era muy difícil pues sus políticas con-ciliadoras no llenaban las expectativas de losfranceses ni de los ingleses, ni de los polacos nide muchos otros, como los belgas y los holande-ses. Además el Papa no criticaba a Hitler y no seoponía a él, ni a sus políticas de persecución delos judíos. Estas eran las más importantes de-mandas de los aliados para una posible conferen-cia de paz. Finalmente Pío XII se olvidó de laconferencia de paz.

Durante los primeros años de guerra Pace-I1iintervino muy calladamente en los países inva-didos pero no mostró parcialidad hacia ninguno.Sin embargo, el gran problema del que se le acu-sa es no haber intervenido directamente a favor delos judíos, cruelmente tratados, martirizados y sa-crificados durante la tiranía nazi. El autor señalaque entonces la política de la Iglesia respecto delos judíos era: "los judíos tienen que valerse porsí mismos", como dando a entender que no era dela incumbencia del Vaticano, aunque sí desde elpunto de vista humanitario, pero la Iglesia debíamantener su neutralidad. PaceIli ayudó, no obs-tante, a muchas familias judías hacia las que de-mostró gran misericordia. Así favoreció a algunosjudíos que huían de la persecución nazi, pero noquiso intervenir públicamente condenando el ho-locausto. El Papa tenía más miedo al comunismoque al Nazismo. Esto, asegura el autor, le ha cos-tado una condena casi mundial. Aún a los judíositalianos a los que se esperó que ayudaría, tampo-co les mostró mucha simpatía, salvo casos excep-cionales de aquellos que él mismo protegió en elVaticano al darles asilo, como al rabino de Roma.

El autor enfatiza a lo largo de su libro que siel Papa hubiera criticado y condenado públicamen-te las atrocidades de Hitler, desde los primeros

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tiempos en que tuvo noticias de éstas, quizá suscondenas hubieran evitado tantas muertes y per-secuciones de judíos y de otras minorías. Sin em-bargo, me parece que esto es solo una especula-ción, pues no sabemos si una condenada pontifi-cia a los horrores del holocausto hubiera hechocambiar a Hitler. Cornwell basa esta opinión enevidencias circunstancial es, como los casos queexplica en la obra de algunos cambios de opiniónde Hitler ante ciertas críticas de la Iglesia.

Por otro lado, la Iglesia también debía dehaber protestado ante las atrocidades que se come-tían en Croacia contra las poblaciones servias or-todoxas. Muchos de estos crímenes los llevaban acabo no solo católicos, sino inclusive sacerdotes,en la búsqueda de "las limpiezas étnicas" que des-de entonces cobraban gran auge en la zona que fueYugoslavia, la patria de los eslavos del sur. Pero elVaticano se mantuvo mudo al respecto.

En 1954 Pacelli enfermó y dos días des-pués de un serio padecimiento murió. Sus fune-rales y entierro fueron de lo más suntuoso de losúltimos tiempos, por lo menos 500 personas porminuto desfilaron ante su cadáver.

Pío XII dejó una Iglesia necesitada de re-novación. Su sucesor, Juan XXIII, convocó a unconcilió en el Vaticano que generó el aggiorna-mento de la Iglesia. Pablo VI, sucesor de Juan

XXIII, llevó a cabo otros profundos cambios conlos que la liturgia y en general la Iglesia se trans-formaron notablemente.

El actual papa, el polaco Juan Pablo 11,también quiere ser un papa de paz y lograr launión de las iglesias siguiendo las palabras de Je-sús, "un solo rebaño, bajo un solo pastor".

Este libro de John Cornwell es una deta-llada y exhaustiva investigación sobre uno de lostemas más polémico s de la Iglesia en el siglo XXy sobre uno de los más dramáticos períodos de lahistoria contemporánea. Está muy bien escrito,magistralmente organizado, es didáctico y críti-co. El uso de las fuentes es asimismo encomia-ble. Hay, no obstante, algunas repeticiones inne-cesarias y algunas opiniones que pueden ser de-batibles, sobre todo por ciertos seguidores delCatolicismo, como por ejemplo algunos de losataques a Pío XII, a quien trata de hipócrita y deactuar solapadamente y de no haber protestadoante los horrores de Hitler. En conclusión, es unaobra muy provechosa para todo tipo de lector in-teresado en estas temáticas de la Segunda GuerraMundial y el papel de la Iglesia y del papa duran-te la confrontación armada.

Juan Carlos Cortés Montoro