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Jesús M. García, autor de cuentos y lector de NarrativaBreve.com, apuesta por el
surrealismo humorístico de Slawomir Mrozek, cuentista y dramaturo polaco.
Jesús nos recomienda el cuento !"l #r$ol%, pu$licado por "l &cantilado en
'((), traducido por Bozena *a$oklicka y +rancesc Miravitlles.
" -B/
0cuento1
Slawomir Mrozek
2ivo en una casa no le3os de la carretera. Junto a esa carretera, a la entrada de la
curva, crece un #r$ol.
4uando yo era ni5o, la carretera era aún un camino de tierra. "s decir, polvorienta
en verano, 6anosa en primavera y en oto5o, y en invierno cu$ierta de nieve iual
7ue los campos. &hora es de as6alto en todas las estaciones del a5o.
4uando yo era 3oven, por el camino pasa$an carros de campesinos arrastrados por
$ueyes, y s8lo entre la salida y la puesta de sol. os conocía todos, por7ue eran de
por a7uí. "ran m#s raros los carros de ca$allos. &hora los coches corren por la
carretera de día y de noche. No conozco ninuno, aparecen de no se sa$e d8nde y
desaparecen hacia no se sa$e d8nde.
S8lo el #r$ol ha 7uedado iual, verde desde la primavera hasta el oto5o. 4rece en
mi parcela.
eci$í un escrito de la &utoridad. !"9iste el peliro :decía el escrito: de 7ue uncoche pueda chocar contra el #r$ol, ya 7ue el #r$ol crece en la curva. ;or lo tanto,
hay 7ue talarlo%.
Me 7ued< preocupado. leva$an raz8n. "6ectivamente, el #r$ol est# 3unto a la
curva, y cada vez hay m#s coches 7ue cada vez corren m#s r#pido y sin prudencia.
"n cual7uier momento puede chocar aluno contra el #r$ol. &sí 7ue tom< una
escopeta de dos ca5ones, me sent< $a3o el #r$ol y, al ver acercarse al primero,
dispar
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+ernando &rístide econdo, $uen conocedor de la literatura alemana, nos
recomienda para la secci8n os me3ores A((A cuentos literarios de la istoria !"l
lo$o%, de erman esse, premio No$el de literatura nacido en un día como hoy, el
' de 3ulio 0de ACDD1.
“Sólo unas pocas familias de lobos vivían allí, y la necesidad las empujó hacia una
unión más fuerte. Durante el día salían solos. Aquí y allá, uno de ellos cruaba la
nieve, flaco, hambriento y vi!ilante, silencioso y temeroso como un fantasma. Su
sombra del!ada se desliaba a su lado sobre la superficie nevada. "evantaba el
hocico puntia!udo en el viento y de ve en cuando emitía un llanto seco, tortuoso.
#ero de noche salían todos juntos y rodeaban los pueblos con aullidos roncos$.
EL LOBO
Herman Hesse (Alemania, 1877-1962)
0cuento1
Nunca antes las monta5as 6rancesas ha$ían su6rido un invierno tan 6río y laro.
acía semanas 7ue el aire se mantenía claro, #spero y helado. Eurante el día, los
randes campos de nieva, color $lanco mate, yacían inclinados e intermina$les $a3o
el cielo estridentemente azulF de noche los atravesa$a la luna, pe7ue5a y clara, una
luna helada, 6uri$unda, con un $rillo amarillento cuya luz 6uerte se volvía azul y
sorda so$re la nieve, y 7ue parecía la escarcha en persona. os seres humanos
evita$an todos los caminos y, so$re todo, las alturasF ap#ticos y maldiciendo,
permanecían en las ca$a5as, cuyas ventanas ro3as, de noche, aparecían empa5adas
y tur$ias 3unto a la luz azul de la luna, y se apaa$an pronto.
+ue un tiempo di6ícil para los animales de la zona. os m#s pe7ue5os murieron
conelados en randes cantidadesF tam$i
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y las aves, y detr#s de los postios se apoya$an las escopetas. "n escasas ocasiones
les toca$a una presa menor, por e3emplo un perro, y ya ha$ían sido muertos dos
lo$os de la manada.
a helada persistía. Muchas veces los lo$os se echa$an 3untos, en silencio y
pensativos, calent#ndose uno contra el otro, y escucha$an acono3ados el vacío
mortal 7ue los rodea$a, hasta 7ue uno, martirizado por los maltratos espantosos
del ham$re, pea$a de pronto un salto con un alarido terrorí6ico. "ntonces todos
los dem#s diriían sus hocicos hacia
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Eelante de sus o3os se arremolina$an círculos ro3os y sanuinolentos, y de vez en
cuando emitía un 7ue3ido sil$ante, doloroso. Hn hachazo le ha$ía dado en el lomo.
;ero se recuper8 y pudo volver a levantarse. S8lo entonces vio cu#n le3os ha$ía
corrido. "n ninún lado podían verse personas o casas. Eelante de
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Hn poco m#s tarde surieron luces y pasos. 4ampesinos con a$rios ruesos,
cazadores y muchachos 38venes con orros de piel y $otas toscas avanza$an por la
nieve. Se oyeron ritos de alería. a$ían descu$ierto al lo$o mori$undo, le
dispararon dos tiros y am$os 6allaron. "ntonces vieron 7ue el animal ya esta$a a
punto de 6allecer y se le echaron encima con palos y arrotes. Il ya no los sinti8.
o arrastraron hacia a$a3o, a Sankt mmer, con los miem$ros 7ue$rados. eían,
alardea$an, se alera$an por el auardiente y el ca6< 7ue $e$erían, canta$an,
maldecían. Ninuno vio la $elleza del $os7ue nevado, ni el $rillo de la alta meseta,
ni la luna ro3a 7ue cola$a so$re el 4hasseral y cuya luz d
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&melia 4oll 2ilar, autora, entre otros te9tos, del cuento !=u casa o la mía% y
del !Eiccionario creativo%, nos recomienda !"l desaparecido%, de Julio lamazares,
un cuento 7ue nos retrotrae al 6antasma de la Guerra 4ivil "spa5ola.
!"l desaparecido% est# incluido en &anta pasión para nada 0&l6auara, '(AA1. a
6otora6ía 7ue ilustra el relato es del $riadista suizo ans utter.
" E"S&;&"4E/
0cuento1
Julio lamazares
"n todas las 6amilias hay un secreto y la mía no es una e9cepci8n. Eurante muchos
a5os, 6orm8 parte de su imainario y continúa 6orm#ndola del mío, pese a 7ue no
conocía a su protaonista. &sí son las cosas, a veces, en esta vida.
"l secreto de mi 6amilia, al 7ue yo accedí siendo ya un adolescente, tiene 7ue ver
con la uerra civil, como los de muchas otras 6amilias espa5olas. ;ero su
particularidad estri$a en 7ue no desapareci8 con ella, 7uiero decir, con la
eneraci8n 7ue vivi8 la uerra, sino 7ue la so$revive, incluso so$re su recuerdo. @
es 7ue, como di3o aluien, los 6antasmas so$reviven a los muertos.
Mi tío el desaparecido tendría ahora, si viviera, cerca de los cien a5os. "ra hermano
de mi padre, el seundo, en concreto, de una lista 7ue lle8 a sumar hasta diez,
pero 7ue las condiciones hii
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de la 4ruz o3a, de la policía 0un tío mío lo era1, de los proramas de las radios
clandestinas, a7uellos con los 7ue los e9iliados se comunica$an con sus 6amilias
dedic#ndoles canciones y envi#ndoles noticias, incluso a trav
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aún 6alta$a mucho para eso1, y el conocimiento de su verdadera historia despert8
en mí una simpatía 7ue no ha cesado hasta el día de hoyF tanto como para
conservar su 6oto cuando, pasados los a5os, tam$i
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7ue tienen todos los visos de seuir si
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Jos< S#nchez inc8n, a 7uien ya conocemos por microrrelatos como !"l sacri6icio
de &$raham% y !a centinela% y !a $otella!, nos recomienda el cuento !a noche
de los 6eos%, de Mario Bendetti, autor de cuentos imprescindi$les como !os
pocillos!.
LA NOCHE DE LOS FEOS
(cuento)
Mario Benedetti
A
&m$os somos 6eos. Ni si7uiera vularmente 6eos. "lla tiene un p8mulo hundido.Eesde los ocho a5os, cuando le hicieron la operaci8n. Mi as7uerosa marca 3unto a
la $oca viene de una 7uemadura 6eroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.
=ampoco puede decirse 7ue tenamos o3os tiernos, esa suerte de 6aros de
3usti6icaci8n por los 7ue a veces los horri$les consiuen arrimarse a la $elleza. No,
de ninún modo. =anto los de ella como los míos son o3os de resentimiento, 7ue
s8lo re6le3an la poca o ninuna resinaci8n con 7ue en6rentamos nuestro
in6ortunio. Ouiz# eso nos haya unido. =al vez unido no sea la pala$ra m#s
apropiada. Me re6iero al odio implaca$le 7ue cada uno de nosotros siente por su
propio rostro.
Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos
hermosos cuales7uiera. &llí 6ue donde por primera vez nos e9aminamos sin
simpatía pero con oscura solidaridadF allí 6ue donde reistramos, ya desde la
primera o3eada, nuestras respectivas soledades. "n la cola todos esta$an de a dos,
pero adem#s eran aut
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;or 6in entramos. Nos sentamos en 6ilas distintas, pero contiuas. "lla no podía
mirarme, pero yo, aun en la penum$ra, podía distinuir su nuca de pelos ru$ios, su
ore3a 6resca $ien 6ormada. "ra la ore3a de su lado normal.
Eurante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas $ellezas del rudo
h
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!Hsted admira a los hermosos, a los normales. Hsted 7uisiera tener un rostro tan
e7uili$rado como esa muchachita 7ue est# a su derecha, a pesar de 7ue usted es
inteliente, y ella, a 3uzar por su risa, irremisi$lemente estúpida.%
!Sí.%
;or primera vez no pudo sostener mi mirada.!@o tam$isa$e?, de 7ue usted y yo
lleuemos a alo.%
!>&lo c8mo 7u
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tem$lorosos, lueo proresivamente serenos1 pasaron muchas veces so$re sus
l#rimas.
"ntonces, cuando yo menos lo espera$a, su mano tam$i
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=enía dudas so$re el cuento a pu$licar en esta secci8n. ;odría ha$er eleido aluno
de 4h
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& 4/M;H"=& NTM"/ A'
Baldomero illo
;a$lo se a6err8 instintivamente a las piernas de su padre. *um$#$anle los oídos y el
piso 7ue huía de$a3o de sus pies le producía una e9tra5a sensaci8n de anustia.4reíase precipitado en a7uel au3ero cuya nera a$ertura ha$ía entrevisto al
penetrar en la 3aula, y sus randes o3os mira$an con espanto las l8$reas paredes
del pozo en el 7ue se hundían con vertiinosa rapidez. "n a7uel silencioso descenso
sin trepidaci8n ni m#s ruido 7ue el del aua oteando so$re la techum$re de hierro
las luces de las l#mparas parecían prontas a e9tinuirse y a sus d
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diario de tantas miserias, e9periment8 una piadosa sacudida a la vista de a7uel
pe7ue5uelo arrancado de sus 3ueos in6antiles y condenado, como tantas in6elices
criaturas, a lanuidecer misera$lemente en las humildes alerías, 3unto a las
puertas de ventilaci8n. as duras líneas de su rostro se suavizaron y con 6inida
aspereza le di3o al vie3o 7ue muy in7uieto por a7uel e9amen 6i3a$a en
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hom$re 3oven aún, i$a delante y m#s atr#s, con el pe7ue5o ;a$lo de la mano,
seuía el vie3o con la $ar$a sumida en el pecho, hondamente preocupado. as
pala$ras del capataz y la amenaza en ellas contenida ha$ían llenado de anustia su
coraz8n. Eesde alún tiempo su decadencia era visi$le para todosF cada día se
acerca$a m#s el 6atal lindero 7ue una vez traspasado convierte al o$rero vie3o en untrasto inútil dentro de la mina. "l $alde desde el amanecer hasta la noche durante
catorce horas mortales, revolvi
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os dos hom$res y el ni5o despu
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os o$reros se miraron satis6echos. "l novato era ya un portero e9perimentado, y el
vie3o, inclinando su alta estatura, empez8 a ha$larle zalameramente
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insensato de su 7uimera. a mina no solta$a nunca al 7ue ha$ía coido, y como
esla$ones nuevos 7ue se sustituyen a los vie3os y astados de una cadena sin 6in, allí
a$a3o los hi3os sucedían a los padres, y en el hondo pozo el su$ir y $a3ar de a7uella
marca viviente no se interrumpiría 3am#s. os pe7ue5uelos respirando el aire
emponzo5ado de la mina crecían ra7uíticos, d
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cuerpo, 7ue penetra$a como una cu5a en la $recha a$ierta, ensanch#ndose con el
a6#n del presidiario 7ue horada el muro 7ue lo oprimeF pero sin la esperanza 7ue
alienta y 6ortalece al prisionero hallar al 6in de la 3ornada una vida nueva, llena de
sol, de aire y de li$ertad.
U Subterra, AL(VW
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Jos< &ntonio +ern#ndez, 6ot8ra6o y copropietario de la escuela de
6otora6ía maenat, ha seleccionado para esta secci8n uno de los ha$ituales 3ueos
de inenio de Julio 4ort#zar, un ilustre de la narrativa $reve.
!nstruccionese3emplos so$re la 6orma de tener miedo% est# incluido en el
li$ro )istorias de cronopios y de famas, pu$licado en ALR'.
INSTRUCCIONES-EJEMPLOS SOBRE LA FORMA DE TENER MIEDO
(cuento)
Julio Cortá!r
"n un pue$lo de "scocia venden li$ros con una p#ina en $lanco perdida en alúnluar del volumen. Si un lector desem$oca en esa p#ina al dar las tres de la tarde,
muere. "n la plaza del Ouirinal, en oma, hay un punto 7ue conocían los iniciados
hasta el silo XX, y desde el cual, con luna llena, se ven moverse lentamente las
estatuas de los Ei8scuros 7ue luchan con sus ca$allos enca$ritados.
"n &mal6í, al terminar la zona costanera, hay un malec8n 7ue entra en el mar y la
noche. Se oye ladrar a un perro m#s all# de la última 6arola.
Hn se5or est# e9tendiendo pasta dentrí6ica en el cepillo. Ee pronto ve, acostada de
espaldas, una diminuta imaen de mu3er, de coral o 7uiz# de mia de pan pintada.
&l a$rir el ropero para sacar una camisa, cae un vie3o almana7ue 7ue se deshace, sedesho3a, cu$re la ropa $lanca con miles de sucias mariposas de papel.
Se sa$e de un via3ante de comercio a 7uien le empez8 a doler la mu5eca iz7uierda,
3ustamente de$a3o del relo3 de pulsera. &l arrancarse el relo3, salt8 la sanre la
herida mostra$a la huella de unos dientes muy 6inos.
"l m
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;uri 4laver, autora de microrrelatos recoidos en la antoloía *n rato para un
relato 0umor 2isual, '(A(1 y del li$ro de relatos #artir de cero 0umor 2isual,
'(A'1, nos recomienda !PEiles 7ue no me matenQ%, de Juan ul6o, incluido en +l
llano en llamas 0ALY)1, sin duda uno de los me3ores li$ros de relatos pu$licados en
el silo XX.E"S OH" N/ M" M&="N
Juan ul6o
(cuento)
PEiles 7ue no me maten, JustinoQ &nda, vete a decirles eso. Oue por caridad. &sí
diles. Eiles 7ue lo haan por caridad.
No puedo. ay allí un sarento 7ue no 7uiere oír ha$lar nada de ti.
az 7ue te oia. Eate tus ma5as y dile 7ue para sustos ya ha estado $ueno. Eile7ue lo haa por caridad de Eios.
No se trata de sustos. ;arece 7ue te van a matar de a de veras. @ yo ya no 7uiero
volver all#.
&nda otra vez. Solamente otra vez, a ver 7u< consiues.
No. No teno anas de eso, yo soy tu hi3o. @ si voy mucho con ellos, aca$ar#n por
sa$er 7ui
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de vivir como s8lo las puede sentir un reci
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llevaron le3os, donde unos parientes. &sí 7ue, por parte de ellos, no ha$ía 7ue tener
miedo.
!;ero los dem#s se atuvieron a 7ue yo anda$a e9hortado y en3uiciado para
asustarme y seuir ro$#ndome. 4ada vez 7ue llea$a aluien al pue$lo me
avisa$an!;or ahí andan unos 6ure5os, Juvencio.
!@ yo echa$a pal monte, entrever#ndome entre los madro5os y pas#ndome los días
comiendo verdolaas. & veces tenía 7ue salir a la media noche, como si me 6ueran
correteando los perros. "so dur8 toda la vida . No 6ue un a5o ni dos. +ue toda la
vida.%
@ ahora ha$ían ido por
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a$landa$a y el coraz8n le pea$a con todas sus 6uerzas en las costillas. No, no podía
acostum$rarse a la idea de 7ue lo mataran.
=enía 7ue ha$er aluna esperanza. "n alún luar podría aún 7uedar aluna
esperanza. =al vez ellos se hu$ieran e7uivocado. Ouiz# $usca$an a otro Juvencio
Nava y no al Juvencio Nava 7ue era
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@o nunca le he hecho da5o a nadie eso di3o. ;ero nada cam$i8. Ninuno de los
$ultos pareci8 darse cuenta. as caras no se volvieron a verlo. Siuieron iual,
como si hu$ieran venido dormidos.
"ntonces pens8 7ue no tenía nada m#s 7ue decir, 7ue tendría 7ue $uscar la
esperanza en alún otro lado. Ee38 caer otra vez los $razos y entr8 en las primerascasas del pue$lo en medio de a7uellos cuatro hom$res oscurecidos por el color
nero de la noche.
Mi coronel, a7uí est# el hom$re.
Se ha$ían detenido delante del $o7uete de la puerta. Il, con el som$rero en la
mano, por respeto, esperando ver salir a aluien. ;ero s8lo sali8 la voz
>4u#l hom$re? preuntaron.
"l de ;alo de 2enado, mi coronel. "l 7ue usted nos mand8 a traer.
;reúntale 7ue si ha vivido aluna vez en &lima volvi8 a decir la voz de all#
adentro.
P"y, túQ >Oue si has ha$itado en &lima? repiti8 la preunta el sarento 7ue esta$a
6rente a & don upe? Sí. Eile 7ue sí lo conocí. @a muri8.
"ntonces la voz de all# adentro cam$i8 de tono
@a s< 7ue muri8 di3o. @ siui8 ha$lando como si platicara con aluien all#, al otrolado de la pared de carrizos
Guadalupe =erreros era mi padre. 4uando crecí y lo $us7u< me di3eron 7ue esta$a
muerto. "s alo di6ícil crecer sa$iendo 7ue la cosa de donde podemos aarrarnos
para enraizar est# muerta. 4on nosotros, eso pas8.
!ueo supe 7ue lo ha$ían matado a machetazos, clav#ndole despu
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Eesde ac#, desde 6uera, se oy8 $ien claro cuando di3o. Eespu
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No tenía pinta de pastor ni de va7uero, y tras o$servar su ropa nera y cu$ierta de
polvo, su rostro ris cu$ierto de polvo y sus a6as de montura de acero di3e
>Ou< animales eran?
&nimales diversos di3o neando con la ca$eza. =uve 7ue de3arlos.
@o esta$a contemplando el puente y el aspecto de paisa3e a6ricano del delta del
"$ro y me preunta$a cu#nto tardaríamos en ver al enemio, y todo el rato esta$a
atento por si oía los primeros ruidos 7ue delataran ese misterioso suceso
denominado contacto, y el hom$re seuía allí sentado.
>Ou< animales eran? preunt@ no tiene 6amilia? preunt"n 7u< $ando est# usted? le preunt
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"sperar< un poco di3o, y lueo seuir&d8nde van esos camiones?
& Barcelona le di3e.
No conozco a nadie en esa direcci8n di3o, pero muchas racias. Se lo repito,muchas racias.
Me mir8 sin e9presi8n, cansado, y a continuaci8n, necesitando compartir su
preocupaci8n con aluien, di3o
&l ato no le pasar# nada, estoy seuro. No hay por 7u< in7uietarse por un ato.
;ero a los dem#s, >7u< cree 7ue les pasar# a los dem#s?
Bueno, pro$a$lemente tampoco les pasar# nada.
>Ee verdad lo cree?
>;or 7u< no? di3e mirando la otra orilla, donde ya no ha$ía carretas.
;ero >7u< har#n cuando empiece el 6ueo de la artillería, si a mí me di3eron 7ue
me 6uera por culpa de la artillería?
>Ee38 a$ierta la 3aula de los palomos? preunt
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@o solo cuida$a los animales di3o sin enería, pero ya no ha$la$a conmio. Solo
cuida$a a los animales.
No se podía hacer nada por
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