Invasiones biológicas: entrevista a James T Carlton · ENTREVISTA ¿Cómo se define usted...

5
J ames T Carlton es uno de los científicos más reconocidos internacionalmente en el estudio de las invasiones biológicas. Nació en 1962 en Texas pero se crió en California. Realizó estudios de grado orientados a lingüística y paleontología en la Universidad de California en Berkeley, en 1979 obtuvo su doctorado en ecología en la sede de Davis de la misma universidad y luego se desempeñó como investigador posdoctoral en la Woods Hole Oceanographic Institution, en Massachusetts. Desde hace más de dos décadas vive en Mystic, estado de Connecticut. Es profesor de ciencias del mar en Williams College (Williamstown, Massachusetts) y director de un programa de estudios marítimos en el que participa esa universidad, cuya sede es el museo Mystic Seaport. Es editor fundador de la revista Biological Invasions y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos. 23 Volumen 20 número 119 octubre - noviembre 2010 ENTREVISTA ¿C ómo se define usted profesionalmente, pro- fesor Carlton? Siempre aconsejo a mis estudiantes que se presenten ante sus colegas como ecólogos marinos, pero que digan a sus familias que son biólogos marinos, porque debe- mos dar las respuestas más simples que podamos. En rea- lidad, como científico me interesan, entre otras cosas, la Invasiones biológicas: entrevista a James T Carlton Alejandro Bortolus y Evangelina Schwindt Grupo de Ecología en Ambientes Costeros Centro Nacional Patagónico, Conicet Producto de conversaciones en varios cafés y restaurantes de Buenos Aires, el texto que sigue fue producto de la presencia del entrevistado en dicha ciudad como conferencista invitado a la V Reunión Binacional de Ecología, celebrada en agosto de 2010. evolución, la ecología marina, la biogeografía, las extin- ciones recientes y la historia ambiental. Pero no me sue- lo clasificar en una disciplina específica, porque siempre me encuentro explorando nuevos campos, tratando de comprender los problemas con nuevas perspectivas. A usted, además, le atrae cruzar las fronteras de las disciplinas, algo que a veces se llama pensamiento transversal. ¿Cuán importante es integrar disciplinas? Efectivamente, me gusta el pensamiento transdiscipli- nario. Siempre intento unir, por ejemplo, la historia bio- lógica con la ciencia que hago. Conocer la historia de los sistemas biológicos que estudiamos tiene una importancia crítica para las conclusiones que sacamos y para nuestra

Transcript of Invasiones biológicas: entrevista a James T Carlton · ENTREVISTA ¿Cómo se define usted...

Page 1: Invasiones biológicas: entrevista a James T Carlton · ENTREVISTA ¿Cómo se define usted profesionalmente, pro-fesor Carlton? Siempre aconsejo a mis estudiantes que se presenten

J ames T Carlton es uno de los científicos más reconocidos internacionalmente en el estudio de las invasiones

biológicas. Nació en 1962 en Texas pero se crió en California. Realizó estudios de grado orientados a lingüística y paleontología en la Universidad de California en Berkeley, en 1979 obtuvo su doctorado en ecología en la sede de Davis de la misma universidad y luego se desempeñó como investigador posdoctoral en la Woods Hole Oceanographic Institution, en Massachusetts. Desde hace más de dos décadas vive en Mystic, estado de Connecticut. Es profesor de ciencias del mar en Williams College (Williamstown, Massachusetts) y director de un programa de estudios marítimos en el que participa esa universidad, cuya sede es el museo Mystic Seaport. Es editor fundador de la revista Biological Invasions y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos.

23Volumen 20 número 119 octubre - noviembre 2010

ENTREVISTA

¿Cómo se define usted profesionalmente, pro-fesor Carlton?

Siempre aconsejo a mis estudiantes que se presenten ante sus colegas como ecólogos marinos, pero que digan a sus familias que son biólogos marinos, porque debe-mos dar las respuestas más simples que podamos. En rea-lidad, como científico me interesan, entre otras cosas, la

Invasiones biológicas: entrevista a James T Carlton

Alejandro Bortolus y Evangelina SchwindtGrupo de Ecología en Ambientes Costeros Centro Nacional Patagónico, Conicet

Producto de conversaciones en varios cafés y restaurantes de Buenos Aires, el texto que sigue fue producto de la presencia del entrevistado en dicha ciudad como conferencista invitado a la V Reunión Binacional de Ecología, celebrada en agosto de 2010.

evolución, la ecología marina, la biogeografía, las extin-ciones recientes y la historia ambiental. Pero no me sue-lo clasificar en una disciplina específica, porque siempre me encuentro explorando nuevos campos, tratando de comprender los problemas con nuevas perspectivas.

A usted, además, le atrae cruzar las fronteras de las disciplinas, algo que a veces se llama pensamiento transversal. ¿Cuán importante es integrar disciplinas?

Efectivamente, me gusta el pensamiento transdiscipli-nario. Siempre intento unir, por ejemplo, la historia bio-lógica con la ciencia que hago. Conocer la historia de los sistemas biológicos que estudiamos tiene una importancia crítica para las conclusiones que sacamos y para nuestra

Page 2: Invasiones biológicas: entrevista a James T Carlton · ENTREVISTA ¿Cómo se define usted profesionalmente, pro-fesor Carlton? Siempre aconsejo a mis estudiantes que se presenten

24

concepción de la historia natural de un sistema. Hoy es común hablar de ambientes naturales –o prístinos, como dicen muchos–. No me parece mal, pero el problema que veo en eso es que, muchas veces, se ignora la historia de esos ambientes. No existen registros apropiados de hace cien, doscientos o quinientos años. Si uno estudia un am-biente o una comunidad considerada natural o prístina, no se puede ignorar que alguna o varias de sus especies podrían no ser nativas. Esa circunstancia cambiaria prác-ticamente todas las conclusiones ecológicas o evoluti-vas que se podrían sacar sobre ese ambiente. Les doy un ejemplo reciente de playas rocosas de California, cubier-tas por mejillones. Por mucho tiempo se calificó a esos sistemas de naturales, nativos o sanos, hasta que estudios moleculares realizados por uno de mis estudiantes (aho-ra mi colega), Jonathan Geller, revelaron que coexistían en ellos varias especies nativas de mejillón con una que no lo era. Analizando colecciones de museo que databan de comienzos de siglo XX, se pudo reconstruir la historia completa del sistema. Resultó, para nuestra sorpresa, que la costa había sido invadida por un mejillón asiático, que por tener forma y color idénticos a los nativos, pasó inad-vertido. Tampoco se observó que la llegada de esa especie invasora causó la extinción local de una nativa. Es decir, el ambiente natural o sano resultó ser todo lo opuesto. Hay ejemplos como este en todo el mundo, incluso en las ma-rismas patagónicas de las que ustedes se ocupan, con una especie de arbusto que probablemente fue introducido mucho antes que los primeros botánicos llegaran al lugar y la consideraran nativa. La historia nos revela patrones que son invisibles a nuestros ojos de ecólogos.

¿Aprendió de alguien esta forma de mirar los eco-sistemas?

Aprendí mucho de diversas personas, por lo que no pue-do mencionar a un solo maestro. Siempre me fascinó el po-der de síntesis y el conocimiento de la naturaleza de varios de mis profesores. En la universidad leí todo lo escrito por Robert MacArthur (1930-1972), uno de los ecólogos más brillantes que haya existido. En su elegante libro Geographical Ecology (editado por Harper & Row en 1972) apuntó: hacer ciencia es buscar patrones repetidos, algo similar a lo planteado por John Platt en un artículo clásico de 1964 sobre inferencia científica (‘Strong Inference’, Science, 146, 3642:347-353, octubre de 1964). Yo crecí asimilando esas ideas y me encan-ta buscar patrones en la naturaleza analizando su historia.

¿Cuándo comenzó a estudiar las invasiones biológicas?

Con toda precisión, fue en septiembre de 1962, cuan-do tenía catorce años y vivía cerca de San Francisco con mi familia paterna. Estábamos de picnic en la costa de la bahía

y, un poco aburrido, me puse a vagar por la playa de un estuario llamado Lake Merritt, donde tropecé con algo pare-cido a un pequeño arrecife. Llevé una muestra a casa, que mi madre me hizo guardar en el sótano. Averigüé después que se trataba de una colonia del gusano marino Ficopomatus enigmaticus, una especie que construye y habita unos tubos calcáreos de unos 10cm de longitud y 2cm de diámetro. Descubrí entonces que no era nativa de la zona sino inva-sora, y ahora sé que también llegó a la Argentina.

El año siguiente visité la Academia de Ciencias de Ca-lifornia con las muestras que había encontrado en aque-lla costa. Me indicaron a quien consultar para saber más sobre ellas y así me enteré de que había dado con una especie nunca mencionada antes para esa región, y que provenía de algún lugar remoto. Para mí resultó una ex-periencia inolvidable, que me valió relacionarme con numerosos científicos. Para ese entonces ya tenía un la-boratorio completo en el sótano de mi casa, con acuarios y microscopios. Incluso me había hecho hacer unas hojas con membrete que decían Natural Science Center, Oakland, Cali-fornia, para dar un poco más de prestancia a mis cartas.

A esa edad, sus amigos debían considerarlo alguien muy especial.

No exactamente. En la escuela me destacaba en literatu-ra, arte o historia, pero nunca en ciencia. Llegué a partici-par de la edición del diario del colegio. Siempre tuve algo así como una doble vida y no logré compartir mis descu-brimientos con mis amigos. No podía ir a clase de biología y, cuando el profesor se esforzaba por diseccionar una rana, decir sin más: ¿Saben qué? Hoy descubrí en la zona otra especie de inver-tebrado que proviene de Asia, y luego recitar un nombre en latín. Intuía que eso no me traería nada bueno.

Con quien compartía mi actividad secreta era mi ma-dre, que fue muy influyente en mi vida. Ella pensaba que el único modo de leer Goethe era en alemán. Yo solía me-morizar poemas enteros de la literatura norteamericana. Cada día, al volver de la escuela, empezaba otra educación en casa. Debía estudiar idiomas, geografía, historia y pie-zas de la literatura clásica, como las obras de Shakespeare. Gracias a eso, hoy puedo hablar y leer alemán y francés.

Volviendo a las invasiones biológicas, siempre que se las menciona se les da connotaciones negativas. ¿Por qué? ¿Son un peligro para los seres humanos?

Pueden serlo. Pueden afectar la economía y la salud de las poblaciones. En términos ecológicos o evolutivos, debido a esas invasiones, en muchos lugares del mundo desconocemos cómo era el paisaje décadas o siglos atrás. Las invasiones biológicas han cambiado por completo la configuración de nuestro mundo.

Page 3: Invasiones biológicas: entrevista a James T Carlton · ENTREVISTA ¿Cómo se define usted profesionalmente, pro-fesor Carlton? Siempre aconsejo a mis estudiantes que se presenten

25Volumen 20 número 119 octubre - noviembre 2010

ENTREVISTA

¿Que aporta la ecología teórica para comprender mejor las invasiones biológicas?

Creo que las leyes de compactación de especies (species packing laws) son lo que más avance ocasionó. Como saben, se refieren a que las comunidades actuales pueden contener más especies que antes porque la evolución fue dotan-do a los organismos de mayor cantidad de adaptaciones. Esto lleva a reflexionar sobre cuántas especies introduci-das puede soportar una comunidad determinada. Vemos que el número de ellas se incrementa cada año y nos preguntamos si habrá un límite o si ese número puede crecer sin cesar. Suelo plantear a mis estudiantes si creen que sería factible introducir diez o cien especies en un ambiente. Ellos suelen reír y, por lo común, se arriesgan a imaginar que el límite podría andar por las doscientas. Entonces les pregunto qué pasaría si, llegados a ese lími-te, introdujéramos otras diez y así sucesivamente, con lo que el número total se va ampliando hasta llegar, a menudo, a alrededor de mil. Lo habitual es que en ese momento alguno sostenga que el sistema dejaría de so-portar las introducciones, pues no habría alimento para todos, o faltarían refugios, o la competencia entre espe-cies lo impediría o alguna otra razón. Entonces pido que me indiquen qué evidencia concreta tienen para apoyar ese argumento. Todos se asombran al saber que no hay muchos estudios que indaguen acerca de esto sobre la base de evidencias concretas. Es algo que parece claro in-tuitivamente y podemos recurrir a bastante teoría, pero nos faltan muchas veces los datos empíricos.

Otras áreas de la ecología también han aportado ideas para el estudio de las invasiones biológicas. La conocida teoría sobre la biogeografía de islas del mencionado MacAr-thur y Robert Wilson (nacido en 1929) sigue contri-buyendo a la comprensión de las invasiones, lo mismo que a la de muchos otros problemas ecológicos. También proporcionan luz las leyes que rigen patrones biogeo-gráficos, como las relaciones entre diversidad y latitud.

¿Dónde se ha prestado más atención a las invasio-nes biológicas?

En Australia. Me parece que las culturas isleñas y los paí-ses en que estas se mantuvieron vigentes tienen una mejor percepción de las invasiones biológicas. Quizá porque allí los cambios son más visibles. Por ello suelen tener más capaci-dad de detectar nuevas invasiones, y mejor legislación para impedirlas o controlarlas. Tomemos el caso de Hawai. ¿Quién no se imagina sus playas como lugares prístinos y silvestres? Sin embargo, todas las especies nativas de las islas están en lo alto de las montañas, donde la gente no accede. En las playas las cosas son muy diferentes. Las palmeras y la vegetación frondosa que vemos en cuanta imagen se publica son todas introducidas. Ni una sola especie vegetal o animal, terrestre o marina, es nativa. Todas fueron traídas por los polinesios o por exploradores provenientes de Asia o de Europa.

Cientos de barcos cargueros circulan hoy por el mundo con tanques de lastre llenos de agua que contiene larvas y adultos de organismos marinos diversos. Los descargan en regiones distintas de la de origen y dan así lugar a permanentes invasio-nes. Buena cantidad de países no tienen legislación o mecanismos que controlen esas diseminaciones. ¿Son efectivos los esfuerzos de los pocos países que lo hacen? ¿Vale la pena el esfuerzo?

La pregunta apunta a algo importante. Definitivamente creo que el esfuerzo vale la pena. Los países que tienen legislación y formas de aplicarla obtienen resultados muy efectivos. Es posible tomar como modelo a la Organización Mundial de la Salud, que no puede garantizar la erradica-ción de, por ejemplo, la tuberculosis de todos los países del mundo. Pero puede detectar dónde existe más riesgo de contraerla y hacer recomendaciones precisas para controlar su dispersión y disminuir sus consecuencias globales. Lue-

Page 4: Invasiones biológicas: entrevista a James T Carlton · ENTREVISTA ¿Cómo se define usted profesionalmente, pro-fesor Carlton? Siempre aconsejo a mis estudiantes que se presenten

Mejillón dorado invasor (Limnoperna fortunei) sobre una almeja autóctona, Río Paraná. Foto G Darrigran

26

go, cada país tiene la libertad de tomar medidas locales. Yo pienso que en más o menos veinticinco o treinta años exis-tirán una legislación y formas de control de esas invasiones marinas que operen muy bien en la escala global.

¿Por qué veinticinco o treinta años? ¿Por qué no antes?

Ese el tiempo promedio de vida útil de un carguero oceá-nico. Por lo tanto, es más o menos el plazo en que la flota que hoy circula por el mundo será reemplazada por otra que cumpla con nuevas normas sobre agua de lastre y sobre el transporte de organismos que viajan incrustados al casco.

¿Se puede esperar resistencia por parte de las em-presas navieras y de los capitanes de barcos a reali-zar cambios como los que indica?

Les voy contestar empezando por una anécdota. Una vez presencié por casualidad en Washington una discusión entre la Guardia Costera y el capitán de un barco que había entra-do a los Grandes Lagos desde el mar, por el río San Lorenzo. No había cambiado el agua de lastre en mar abierto, como es reglamentario. Ello era indiscutible a la luz de la baja sa-linidad del agua que tenía en los tanques. Por esa razón, le impidieron cargar mercadería en su destino, pues para hacerlo tenía que descargar sus tanques, en los que podía haber organismos capaces de vivir en los lagos. El capitán

se negaba a volver al mar para hacer la operación que había omitido, por el costo de ese viaje. Tras tres días de discusión, las autoridades aceptaron que se agregaran varias toneladas de sal al agua de los tanques, lo que equipararía su salinidad a la del mar e impediría la vida de los organismos de agua dulce. En otras palabras, la resistencia que encuentran las medidas de prevención de invasiones es proporcional a los intereses económicos que se pueden ver afectados.

Hay organismos públicos y hasta entes privados que intentan erradicar especies invasoras. ¿Le pare-ce que tendrán éxito?

En materia de especies marinas, que es mi tema, me parece en alto grado improbable que logren hacerlo, ex-cepto en aquellos casos, extremadamente raros, de de-tección temprana, en que se trata de eliminar unos pocos individuos introducidos. Creo que el esfuerzo debe po-nerse en la prevención, con el objetivo principal de evi-tar que sigan entrando nuevas especies. La erradicación, en todo caso, solo debería considerarse para especies que pongan en peligro la salud humana.

¿Es posible recuperar lo que a menudo se llama pai-sajes o comunidades prístinas u originales?

Lo que sucede es que no sabemos cómo eran esos siste-mas prístinos u originales. Además, ¿cuándo fueron tal cosa? Las comunidades cambiaron por millones de años sin que nosotros las viéramos ni pudiésemos obtener registros que nos indiquen cómo eran. Es cierto que nos hemos podido formar una idea de las especies que había, pero de la gran mayoría no sabemos cómo se distribuían ni cómo interac-tuaban. Podemos especular y aventurar hipótesis, pero no mucho más. Aun si lográramos erradicar una especie invaso-ra, no estaríamos recuperando el sistema que la preexistió.

¿Que prioridades recomendaría establecer en mate-ria de invasiones biológicas a países que se debaten en medio de dificultades económicas y sociales?

Yo diría que lo mejor sería establecer programas coope-rativos con los países vecinos, con los que comparten proble-mas ambientales y a los que les interesará dividir costos.

Es sabido que algunos científicos no creen que las especies introducidas originen grandes trastornos. También, por alguna razón, tendemos a pensar que esos trastornos son más comunes en países subde-sarrollados o con poca tradición científica. ¿Está de acuerdo con lo anterior?

Page 5: Invasiones biológicas: entrevista a James T Carlton · ENTREVISTA ¿Cómo se define usted profesionalmente, pro-fesor Carlton? Siempre aconsejo a mis estudiantes que se presenten

Lecturas sugeridas

carLtON Jt, 2000, ‘Global change and biological invasions in the oceans’, en H A

Mooney y R J Hobbs (eds.), Invasive Species in a Changing World, Island Press, Covelo CA.

–, 2001, ‘Introduced species in US coastal waters: environmental impacts and

management priorities’, Pew Oceans Commission. Disponible (noviembre de 2010) en

http://www.pewoceans.org/reports/introduced_species.pdf.

darrigraN ga, 1997, ‘Invasores en la cuenca del Plata’, CienCia Hoy, 7, 38:17-22.

OreNsaNZ JM et al., 2002, ‘No Longer a Pristine Confine of the World Ocean. A Survey

of Exotic Marine Species in the Southwestern Atlantic’, Biological Invasions, 4:115-143.

alejandro Bortolus

Doctor en ciencias biológicas, Universidad Nacional de Mar del Plata.

Investigador adjunto, Conicet.

Coordinador del grupo de Ecología en Ambientes Costeros, Centro Nacional Patagónico.

[email protected]

www.cenpat.edu.ar/geac/indexgeac.htm

evangelina schwindt

Doctora en ciencias biológicas, Universidad Nacional de

Mar del Plata.

Investigadora adjunta del Conicet.

Coordinadora del Grupo de Ecología en Ambientes Costeros, Centro

Nacional Patagónico.

[email protected]

Pienso que lo primero se debe a la tradición de la taxo-nomía y la sistemática, es decir, las ramas de la biología que procuran clasificar a los seres vivos. Hay una antigua con-cepción que plantea la existencia de especie cosmopolitas o que pueden vivir en todo el mundo. Sin embargo, gracias a los estudios genéticos y moleculares estamos aprendien-do que la mayoría de esas supuestas especies cosmopolitas son, en realidad, un conjunto de especies distintas pero morfológicamente similares. Curiosamente, las especies fáciles de distinguir y clasificar a simple vista suelen des-cribirse como endémicas de algún sitio, mientras que las más pequeñas y de difícil observación, cuyos miembros solo se distinguen con lupas o microscopios, suelen ser consideradas cosmopolitas. Esta relación sugiere la existen-cia de serios problemas en la determinación taxonómica de los animales más pequeños, y la consiguiente falta de información actual e histórica sobre ellos.

Usted fue citado nueve veces a informar sobre in-vasiones biológicas a comisiones del Senado de los Estados Unidos. ¿Cómo fueron esas experiencias?

Opinar como experto ante el Senado es un gran honor. No se recibe paga, ni viáticos: solo la invitación, que les ha llegado a pocos científicos. La persona, llamada en el lengua-je jurídico anglosajón expert witness (equivalente al concepto local de perito), tiene cinco minutos exactos para hablar so-bre un tema específico. Uno tiene delante una luz verde, que cambia a amarilla a los cuatro minutos y medio y a los cinco se transforma en roja. Es decisión de los senadores autorizar que el perito siga hablando. El texto se envía con anticipación

a los senadores para que puedan preparar preguntas, que por lo general definen sus asesores. Estos suelen ser jóvenes, muy inteligentes y bien formados. Exponer en ese contexto es una gran responsabilidad, porque la intervención puede llevar a cambios de políticas y, concretamente en cuanto a la investigación, producir modificaciones en el destino de grandes partidas de dinero destinadas a promoverla.

¿Con qué grado de acierto o desacierto realizan la televisión y los otros medios la labor informativa en materia biológica y ecológica?

Puedo responder esa pregunta con otra historia. Una vez me vinieron a ver integrantes de un famoso canal de noticias y documentales, pues querían preparar un pro-grama sobre ecología e integridad ambiental. Aproveché para decirles que había estado en las islas Galápagos y me había sorprendido el tamaño de las ciudades, los edi-ficios, las calles y las avenidas. Les pregunté por qué en los documentales de ese canal nunca se veían personas, ni ciudades, ni autos, como si no existieran los humanos ni las perturbaciones ambientales asociadas con ellos. Me respondieron que todo eso quedaba registrado, pero de-saparecía en el proceso de edición, porque nadie quiere prender el televisor al volver del trabajo por la noche y descubrir que el mundo es peor de lo que creía. Me seña-laron que la gente más que educación quiere entreteni-miento. Así aprendí que muchos documentales que uno ve en casa no responden a un criterio científico o educa-tivo, sino a lo que sus autores interpretan que el público quiere ver para sentirse bien. Interesante, ¿no?CH

PeNcHasZadeH P (ed.), 2005, Invasores. Invertebrados exóticos en el Río de La

Plata y región marina aledaña, Eudeba, Buenos Aires.

ruiZ gM y carLtON Jt, 2003, Invasive species: vectors and management

strategies, Island Press, Washington DC.

scHWiNdt e, 2008, ‘Especies exóticas en el Mar Patagónico y sectores aledaños’,

Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia. Estado de

conservación del Mar Patagónico y áreas de influencia. Disponible en http://www.

marpatagonico.org

27Volumen 20 número 119 octubre - noviembre 2010

ENTREVISTA