introduccion- El marxismo en América Latina

25
11 INTRODUCCIÓN PUNTOS DE REFERENCIA PARA UNA HISTORIA DEL MARXISMO EN AMtRICA LATINA unl\ historia relativamente bien documentada del comunismo latinoame- v6ale el libro de Boris Goldenberg Kommunismus in Lateinamerika., Verlag lJIler, Stuttgart, 1971 j pete a BUS defectos y a cierta tendencia antic.omu. sin embargo muy BUperior a los libros equivalent.es publicados en Estados todos profundamente marcados por la guerra fría. Las siguientes observaciones procuran proporcionar algunos puntos de re- ferencia para el estudio de la evolución del pensamiento marxista en Amé- rita Latina, haciel1do hincapié en el problema de la l.!fiÓn; no se trata, por supuesto, de resumir en treinta páginas la historia .e cincuenta años de movimiento obrero en el continente.]. En efecto, uno de los principales problemas que el marxismo latinoame- ricano tuvo que enfrentar fue el de la definición del carácter de la í luci6n en el continente. Esta definición era simultáneamente el resultadoJ de cierto análisis de las formaciones sociales latinoamericanas y el punto de partida para la fonnulac.i6n de una estrategia y de una táct.ica política; otros términos, el punto -noda! de la y una :ecisiva e.ntre la teoría y la, ·práctica. Toda una serie de cuestiones políúcas ves -alianzas de clases, vía annatla o pacífica, etapas de la lucha, etcé. ra- se relaciona Últimamente con esta problemát.ica cen tra\: la natura- de la revolución. A nuestro parecer., .¡Íueden esquem;í.ticamente tres perio- OS en. la historia del marxismo l1noarnericano: (:aJ ..un p'eriodo revotu- ñario de losiños -veinte a 1935, cuya expresión té6rica más profunda fa obra de Mariffi,tegui y cuya manifestaci6n práctica más importante es !lUrrecciL>n Es el periodo en que Jos a caracJeriZ?oI"-1a. revolución latinoamericana corno, socialista, y ;pltim- sta simultáneamente /b] periodo stalinista, de mediados de los treinta a 1959, en que lá:--interpret.acióil soviética del marxismo es he- ,nica y, por tanto, también la c!0f!IW.a d.e.S.Ul.lit1p.sobre la revoluci6n P2!. que definía la etapa .en Latina comQ. nuevo periodo revoluciOnario, en que surgen (o se consolidan), des- Ie1a-revolUdoñ'Ciibana,'éOtt'ientes radicales cuyos puntos de referencia es son necesidad ck.. Ja. conientes cuyo inspirador y shnbolo fue, en-'grañIñ'edida, ...G:J¡ev.ara..., roblema de la naturaleza de la revolución está relacionado en último • con algunas cuestiones teóricas y metodológicas fundamentales, que

Transcript of introduccion- El marxismo en América Latina

Page 1: introduccion- El marxismo en América Latina

11

INTRODUCCIÓN

PUNTOS DE REFERENCIA PARA UNA HISTORIA DEL MARXISMO EN AMtRICA LATINA

unl\ historia relativamente bien documentada del comunismo latinoame­v6ale el libro de Boris Goldenberg Kommunismus in Lateinamerika., Verlag

lJIler, Stuttgart, 1971 j pete a BUS defectos y a cierta tendencia antic.omu. sin embargo muy BUperior a los libros equivalent.es publicados en Estados todos profundamente marcados por la guerra fría.

Las siguientes observaciones procuran proporcionar algunos puntos de re­ferencia para el estudio de la evolución del pensamiento marxista en Amé­rita Latina, haciel1do hincapié en el problema de !~:..!JQ.t.ur~dc la reu~ l.!fiÓn; no se trata, por supuesto, de resumir en treinta páginas la historia

.e cincuenta años de movimiento obrero en el continente.]. En efecto, uno de los principales problemas que el marxismo latinoame­

ricano tuvo que enfrentar fue el de la definición del carácter de la revo~ í luci6n en el continente. Esta definición era simultáneamente el resultadoJ de cierto análisis de las formaciones sociales latinoamericanas y el punto de partida para la fonnulac.i6n de una estrategia y de una táct.ica política;

otros términos, el punto -noda! de la refl~!§~ ci~!!.fjca y una medJ.ac~ :ecisiva e.ntre la teoría y la, ·práctica. Toda una serie de cuestiones políúcas

ves -alianzas de clases, vía annatla o pacífica, etapas de la lucha, etcé. ra- se relaciona Últimamente con esta problemát.ica cen tra\: la natura­

de la revolución. A nuestro parecer., .¡Íueden djstin~muy esquem;í.ticamente tres perio-

OS en. la historia del marxismo l1noarnericano: (:aJ ..un p'eriodo revotu­ñario de losiños-veinte a 1935, cuya expresión té6rica más profunda fa obra de Mariffi,tegui y cuya manifestaci6n práctica más importante es • !lUrrecciL>n sa.l,.v~QreñaAe.1932.; Es el periodo en que Jos Q.!a~.stas.tien­

a caracJeriZ?oI"-1a. revolución latinoamericana corno, socialista, y ;pltim­sta simultáneamente /b] ~el periodo stalinista, de mediados de los

treinta a 1959, en que lá:--interpret.acióil soviética del marxismo es he­,nica y, por tanto, también la c!0f!IW.a d.e.S.Ul.lit1p.sobre la revoluci6n P2!.

que definía la etapa .en Aql~dca Latina comQ. pemo~ti&Q.-naciP~ nuevo periodo revoluciOnario, en que surgen (o se consolidan), des­Ie1a-revolUdoñ'Ciibana,'éOtt'ientes radicales cuyos puntos de referencia

es son ~JLa.turaleza...socialista-ge..~!!~ necesidad ck..Ja. UIW-ªS!¡~; conientes cuyo inspirador y shnbolo fue, en-'grañIñ'edida,

...G:J¡ev.ara..., roblema de la naturaleza de la revolución está relacionado en último

• con algunas cuestiones teóricas y metodológicas fundamentales, que

Hugo Blanco, ¿Milicia o g~rriila?, (J 965), 391 Luis Vitale, América Latina: ¿feudal o capitalista?, (1966), 395 El POR boliuiano y la guerrilla del Che, (1967), 402 Adolfo GilIy, La revolución interrumpida, (1971), 408 Las tesis del PRT sobre la Revolución Mexicana, 415 XI Congreso de la. IV Internacional, Resolución sobre América Latina, \1979), 420 .

Partido Comunista del Brasil, La revolución n<lcio71al~democrática, (1968), 382 Pal'tido Comunista del Brasil, La guerra popular, (1969), 385 Partido Comunista (ML) de Colombia, La guerra del pueblo, (1965), 387

Rodney Arismendi, Una revolución "ontinental, (1961), 355 José R.evueltas~ Un proletariado sin- cabeza, (1962), 363 Vittorio CodoviHa, Historia del marxismo en América Latina, (1964), 367 Luis Corvalán, El Gobierno Popular, (1970), 3'72 Jorge del Prado, ¿Revolu.G'ión en el PerÚ? (1971)~ 375 Partido Comunista Mexicano, Por el'pluralismo socialista, (1977),379

VI. EL TROTSI<ISMe

V. EL MAOíSMO

IV. LOS PARTIDOS COMUNISTI\S

Page 2: introduccion- El marxismo en América Latina

girn.n en tomo a la pregunla "¿cómo aplicar el marxismo a la realidad' latinoamericana?"

El marxismo en América Latina se vio amenazado por dos tentaciones opuestas: el exotismo' indoamericano y el europeísmo. - ­

El .exotismo tiende a absolutizar la espedfic.idad de América Latina, su cultura, su historia o su estructura social. Extremado h~sta sus últimas consecuencias, este particularismo "indoamericano" acaba por enjuiciar al propio plarxismo, c.omo una doctrina demasiado exclusivamellte europea. El ejemplo más significativo de este' enfoque fue, por supuesto, el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) ,Il que, bajo la dirección de

.Haya de la Ton'e, trató primero de "adaptar" el marxismo a la realidad del continente, para más tarde "superarlo" en provecho de un populismo sui generis y ecléc.tico. Para Haya de la Torre, "el espacio-tiempo histórico indoamericano" se rige por leyes propias, m.uy distintas o las del "espacio­tiempo europeo" analizado pOI' Marx, y exigen, por consiguiente, una nue­va teorla, que niegue y continúe el marxismo.8

Pero la doctrina del APRA se sitúa esencialmente fuera del terreno del marxismo, y el t".xOti..'mlO nunca fue una corriellte hegemónica en el peno samiento marxista en América LatIna, aun si pudo influir e.n tal o (',lJal autor o grupo político (por ejemplo, la llamada Izquierda Nacional en Al'· gentina).F~ sobre todo el eltroJ,eísmo lo que causó estragos en el marxismo lati.

noamericano. DesignamOJl por este término una concepción que se limita.. a­trasplantar mecánicamente a Améric~ Latina los modelos de desarrollo eco­n6mico y social de Europa en su evolución histórica hasta el siglo ~. De cada aspecto de la realidad europeaestudiada por Marx y Engels -la con·\ tradicción entre las fuerzas productivas ca,pitalistas y las relaciones de pro·

A ducci6n feudales, el papel histórica.mente progresista de la burguesía, la ) revolución democráticcrburguesa en contra del estado absolutista feudal,

etcétera, se trata de encon~,r laboriosamente e.l equivalente latinoal!-lerl.wl..­no, transfomlanclo a.~í la teoría marxista en un verdadero lecho de :132­custo, sobre el cual se "acorta" o se "alarga" de modo despiadado la rea­

• El' APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) fue (undado en 1924­por el peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, exiliado en :td'bico. Ideol6gicamente ecléctico, se impira sobre todo en el ejemplo de la revoluci6n mexicana para elabo­rar una doctrina "indoarnericaniRta" sui géneris. Durante los años veinte, el APRA fue un movimiento de carácter continental, con secciones en variN países de América Latina, pero poco a poco se limita a las fronteras peruanas, donde se volver! un partido de masas. En su origen, el APRA reivindicaba el antimperialismo, pero est:l dimensión le matizará progresivamente hasta desaparecer del todo.

• Según Haya de la Torre, "el aprismo formula una nueva interpretación del marxismo para lndoamérica. Y transporta la 'concepción einsteiniana del espacio­tiempo en el ámbito histórico-social de este complejo conglomerado de regiones y de razas, de formas de producci6n y de cultura", En Vlctor Alba, Historia del movimiento obrero en Amhica Latina, cd. Limusa 'Wiley., México, 1964, p. 278.

12

f'iii&~~ las ne~sid_adl"~ deJ~.5ausa, Gracias a este enfoque, ~~ etura a¡e-arla del continente como feudal, se supone que la burguesla progreslsta:-si no revolucionaria, se considera al campesinado como

te para con el socialismo colectivista, etcétera. En esta problemática, implicita o explícitamente cualquier especificidad de América La-

y el continente parece concebirse como una especie de Europa trQpi~l~ un sjgl~ de retraso y sometida al dominio del imperio norteamericano,__

dos tentaciones son rigurosamente opuestas y contradictorias, pero d6jicamente coinci<1en a nivel de una conclusión común; el socialismo ,tá a la orden del día en América Latina. Según Haya de la Torre,

tes de la revolución socialista. que llevaría al poder al proletariado, nl1es­pueblos deben pasar por periodos previos de transformación eoonó­

:ca y politica, y quizá por una revolución social que realice la eman­paci6n nacional contra el yugo imperialista y la unificación et.~onómica

Utica indoamel·i~na. La revolución proletaria llegará después.4

hablar de la especificidad de América Latina, los apristas (por ejem­arIos Manuel CON.) critican a Mariátegui por no haber entendido rencia entre las sodedades industriales europeas y la sociedad indoa­

cana, esencialmente agraria, y de haber inventado así el mito de un tariado latinoamericano de vocación revolucionaria.6

Qra bien, la corriente europeísta (que se inspiraba eIJ las obras de Sta­desemboca precisamente en el mismo resultado: las condicione~ ecQ.: icas y socíales en América Latina no están maduras para !JDa revQ­n socialista; se trata por el momento de realizar (como en Europa en .glos XVIll y XIX) una etapa histórica democrática y antifeudal. Así, por ¡plo, Ale.xandro Martínez Cambero, un teórico del pe mexi'cano, escri­n 1945:

condiciones objetivas y subjetivas en las cuales nos hallamos no pel'­n la instauración inmediata del socialismo en México. ¿Acaso las fuer­

productivas han alcanzado, en nuestro país, un grado tal de desarrollo vuelva necesaria y también posible la ruptura de las relaciones capi.

de producción que existen act~mente? i Creemos que no! Obje­~ente, las condiciones económicas, el modo de producción (en sus ba­

fundamentales y no s6lo en centros industriales aislados) aún no es

id., pp. 277-78. ~ Carlos M. Cox, "R.eflexiones sobre José Car.1os Mariátt;gui", 1934, en rrismo latinoamericano de Mariátegui, ed. Crisis, Buenos Aires, 1973, pp. : "Mariátegy.i pretendia que el proletariado, incipiente, por otra parte, en

como lo 'es l'n toda Américll Latina, acometiera la tarea que hist6rica­tnca cumplir a la burguesía ( ... ] Mariátegni hizo del pruletariado su rnito".

13

Page 3: introduccion- El marxismo en América Latina

ninar un comportamiento del campesinado indoamericano distinto al del ueño campesino europeo dt>.scrito por Marx en el J8 BmmariQ" De ahí bién la preocupación de un Hugo Blanco o de un Ricardo Ramírez por "zar la doble naturaleza de la opresión a la cual está sometido el cam­ado indígena y el carácter simultáneamente económico-social y étnico­

Ultural (o nacional) de su rebeli~n. Mientras la corriente "dogmática" sólo en la lucha del campesinado un combate demoerático-burgués" seme­te al de los campesinos en la Gran Revolución francesa, el punto de vis­concreto-dialéctico capta la especificidad del campesinado latinoame­

o, qué se desprende de sus tradiciones culturales y/o del carácter ¡ta1ista de su explbtaci6n, y descubre el potencial explosivo, revo1ucio~ io socialista, de las masas de trabajadores dd campo (Salvador, 1932, ba, 1957-61, etcétera). .

tro debate significativo en ese contexto es el de la dependericia. ¿Acaso érica Latin,a puede liberarse de la dominación imperialista y experi­tar un desarrollo capitalista independiente, autónomo, semejante al deJQ 67ft

naciones europeas que se unificaron y emanciparon del yugo extranjero prr /)tL 1 siglo XIX (Italia. Alemania, etcétera)? La corriente represeptadapor jtlJ4.Po. ,

.riátegui y que .se desarrolla actl~atmente en la nueva ciencia social m.ar. ~ , rechaza aquí ta.mbién el modelo eu~opeo: las.bur~esfas latinoam~ri- f\A

llegaron demasIado tarde al escenano de. la hlstona. En el marco del ·0 de producción capitalista, están inevjtablemente condenadas a la de­

dencia, a la sumisión al poder económico y políti~milítaT del imperia­o. La única vía para acabar con la dominación "semicolonial" de la me·

;poli norteanlericana y la hegemonía de los monopolios multinacionales, imico camino para escapar al subdesarrollo exógeno, es la ruptura con el

"o sistema capitalista1 la vía del socialismo. .elIulta evidente que el desarrollo y la hegemonía de uno de esos. dos

oques en el marxismo latinoamericano, el europeísta o la dialéctica con. ~ta (dejamos de lado el exotismo ecléctico, que tiende a escapar al marco

marxismo) depende no sólo del talento individual de cada pensador, .0 también y sobre todo de las condiciones históricas de la situación del riJniento obrero en el mundo y en Amérita Latina. De ese modo, el :000 de los afias veinte, el del "pr:imer comunismo", antes de la dogma­:i6n y del empobrecimiento llevados por el tl'iunfo del stalinismo, fue icularmente favorable al enfoque "abierto", a5í como la nueva era que

abre con la revolución cubana. Sin embargo, esto no impide la aparición investigadores marxistas creadores y fecundos aun en el periodo más

V6ase por ejemplo un texto maoísta brasileño que publlcamps en esta antolo· que declata en térmil\os taj Gntes: "Postular el socialismo como tarea de la .actual de la revolución l." .) significa negar el papel de los campesinos. En tuales circunstancias en América Latina, el movimiento campesino, principal d. masas de la revolución,. es esencialmente democrá'tico". Á linha revollldo­

ritJ lio Parlido"Comunísla do Brasil. ed. Caramuru, Rlo de ,laniero, 1971, p. 282.

14

G A. M. Oambero, "Perspectivas dl'1 sodalismo en México", La VOl de Mlxico, 25 de noviembre de 19'15, p. 7.

esencialmente capitalista."

La aplicación creadora del marxismo a la realidad latinoamericana im. plica precisamente la superaci6n de esas dos tendencias, la AlI,fhebung del

(\ [dilema entre el particularismo vuelto hipótesis y el dogmatismo universa­• lista, la unidad dialéctica entre lo específico y lo universal en un plantea­

(?I - miento C'.oncreto y riguroso. A nuestro parecer, no es una casualidad si la . mayoría de los pensadores que eomparten esta posición metodofógica -des­

de Mariátegui hasta Gunder Franl<, para citar dos ejemplos c.onocidos­llegan a la conclusión exactamente invel'Sa: la revolución en América La­tina será socialista o no será.

Una de las cuestiones que sirvió de punto de partida para un enjuicia­miento del modelo europeo fue la de las etapas histól·icas del desarrollo social en América Latina. En el análisis de la estructura de las relaciones de produ<'.ci6n, una. serie de investigadores manistasde los años cuarenta y cincuenta, como Sergio Bagú, Marcelo Segall, Caio Prado Junior, se n~gaban a considerar las fonnaciones sodoe<;on6micas latinoamericanas co­mo una versión local del feudalismo europeo. Partiendo de esas investiga­ciones, Andre Gunder Frank, Luis Vitale y otros desarrollarán el análisis de la dimensión capitalista específica de la. estructura productiva latinoame­ricana y de su combinación con formas precapitalistas, recalcando que la evolución de las etapas socioeconómicas no fue en absoluto idéntica a la que la Europea del medioevo experimentó hasta la era del capitalismo in­dustrial. Al mostrar que la causa del subdesarrollo, de las desigualdades. regionales, de la profunda miseria de lo.~ campesinos no es el feudalismo sino el carácter particular que revistió el capitalismo en América Latina (colonial y luego semicolonial o dependiente), estos autores cr¡ticarán la tesis de los europeístas acerca de la dimensión "antifeuclal" del desarrollo de) capitalismo en América Latina. De esta comprensión en términos mar­xistas de la especificidad latinoamericana deriva lógicanlente, según ellos, que sólo medidas anticapitalistas, en el marco de un proceso revolucionario socialista, pueden resolver el problema agrario en el continente y abrir la vía a un desarrollo económico y social annonioso. Observamos cómo se articulan, en semejante interpretación, ciertos instmmentos conceptuales marxistas totalmente "clásicos" con el pleno reconocimiento del carácter único y su; generis de la economía y de la sociedad latinoamericanas.

~.Qr. o.~J;a parte....esta. pmolemática _e.stá relacionada con e1-;problema indí gena. Se trata de descubrir· la especificidad del camp.esinado.Jatinoamerica;­no con ~spec;~o--.ill JIlodelo europeo. De ahí el interés de Ull Mariátegui o de un Diego Rivera por el estudio de los modos de producción precolom­binos, intentando encontrar ciertas tradiciones colectivistas que pudieran de-

rI¡11,

'l

Page 4: introduccion- El marxismo en América Latina

I

difícil (1935-59), ya sea al margen del movimiento comunista oficial, ya sea incluso' en su seno.

1;

El. marxismo co!!?:iel'~a a di!~!.1~~~. .Ailltm_Latin.!l haci~ finale} <!e1 s~C;>2?5' iñtrouuc.ido por emigrántes .~~~~nes~ it.!.lian~ ~aí!oles. Surgen os pnmeros partlclos obreros y losprl1Íleros pensadores que se valen del

marxismo. También aparece una corpente socialista inspirada en la n In­ternacional, cuya ala moderada está representada por Juan B. Justo (1865­1928) Y su Partido Socia,lista Argentino (fundado en 1895) y el ala revo­lucionaria por Luis Emilio Recabarren (1876~1924') y su Partido Socialista Obrero de Chile (fundado en 1912).

Juan B. Justo fue el primer traductor de El Capital al espa.ñol (1895), pero debido a su pensamiento po1ItJco tan ecléctico y semilíberal, sería muy difícil considerarlo como el primer marxista de América Latina, So. partido estaba ligado a la JI Internacional, pero Germán Ave-La1lernant (1835­1910), marxista alemán inmigrado a Argentina y corresponsal de la Neue Zeit, consideraba a los círculos dirigentes del PS argentino como "ideólogos burgueses" o, en el mejor de los casos, como "turaciallos",a

G2B la-!Jlt!E.cr6n Jk la..~cmiro~~.. ¡;:.flm.!!.t!i~~~. se.~d~rrollª-!.on ..1Q,L.m'il'Qero~ int~!1t:PS. significativos pol'-analizar la...rea.lidadJatinoamerícana en "remUnos ~s~ y .por~establ~c~r _un¡,\. o~en.ta,<.:.i~e..olitica __rev2.luciona;l'i~. Los.p~­udos comumstas surgen en 108 anos ve!l)te, a partir de OOS ongenes dlstm­tos:

aJ el ala izquierda, internaciopalista, de ciertos partidos socialistas (Ar.­ge.ntina 1918) o aun la mayoria de e.stos pro:tidos (Uruguay 1920, Chile 1922), que se adhirió a la Revolúción de Octubre. .

bJ la evo1uci6n hacia el bolchevismo de ciertos grupos anarquistas o anar­cosindicalistas: México 1919, Brasil 1922_

La fuena de estos partidos seguirá siendo durante mucho tiempo bastante limitada: el Pe chileno, el más fuerte, no superaba en 1929 los cinco mil miembros. - >~ Durante I~ primeros años, su orien~ación se inspí.rará en amplia m~dida

~ ~ n las resoluclOnes de l,a nI Internacl~.na1, en pa~t~cular el documento ;de ~ ~,t-i enel'O de 1921 "Acerca de la revoluClon en Amenca, llamado a la clase y obrera de las dos Américas" y el de enero de 1923 l/A 108 obreros y cam·

.1:;. pesinos de América del Sur""

8 VéA!le Germán Ave-LaUemaJ;lt, "Kapitalismus und Soziali.mlUs in Argentinien", Die Nelu Zeít, año 23, vol. 2, Stuttgart, 1905, p. 454.

,. 1/ Vb8e en este lib.ro 101 extractos de esos documento qUE', después de los años treinta. cayeron en un "olvido" significativo. Aun un observador tan sagu como Régis Debray los ignora, cuando escribe que el primer documento olidal de la Internacional Comunista dedicado a América Latina es una protesta en oontl'" de

atribuían claramente a la lucha revolucionaria en América lIimultáneamente agrarias, antimperialistas y anticapito1istas.

d eut~ el P!9)etariado y__~~gmpes.in.ªcJ.9_ ~.t.a:.~~d>ida-en el una estrategia de revoluci6n "ininterrumpiCla", C!P~ de hacer

~icaLatina directamente del..capitalismo.8ubdesa~ e'atrasado y ~micoiOñíaln en la tenninoJ,..QgiUeJA 111 ~­

la dietadqra del prOl~!~:!ti>~ Se niega explicitamente la idea e '\ilj:ttapa hist6rica de capitalismo independiente, "nacional y democrático'!,

.. ~ié...mJiU:Q.wp!kip';MLq~_Jas_b~ª-iM..loca1~_~-elJma~

E bservemos de paso que estos docwnentos nunca se refieren al , rJ' en el campo, y describen la lucha de 101l campesinos como

alela contra el capitalismo agrario. ~ . - apoyar ~u demostración, estos documentos estudian el estancamien­

la revolución mexicana y lo comparan con la Revolución de Octubre,­ejemplo de _t.!.~~~~~imiento de la revolución democrática en socia,"

revolución rusa ejerci6 por supuesto una profunda influencia en el ':ento obrero y la inteligencia en América Latina.no

Emilio Recabarren quizá sea el ejemplo más típico del viejo dirigen­rio que se adh'iri6, bajo la influencia de Octubre, al bolchevismo,

tip6grafo, Ilmdador del Partido Socialista Obrero de Chile, lo trans­en 1922 en PartidO Comunista, sección chilena de la 111 Internacio­

escritos y discursos de Recabarren, verdadero dirigente de masas no popular, tienen. por eje central la lucha de clases irreconciliable

los obreros de las minas y de las fábricas y los capitalistas, lucha cuyo 'ace histórico sólo puede ser la revoluci6n socialista, el poder ~role.. Sin embargo, su pensamiento conserva cierto matiz "obrerista', ya bestima la cuesti6n naeional y la cuestión agraria. Su adhesi6n pro­y sincera a la revolución rusa no significa UDa aprobaci6n real de emática leninista. .

io Antonio Mella (1903-1929) es a su vez el pt:irqero y brlllante eje.m,.. de una especie ,que se volverá -a encontrar frecuentemente en la historia

de América Latina: el estudiante o joven intelectual revolucionario, itu anticapitalista romántic-o que encuentra. en el marxismo la res­

ta a su pasión por la justicia social.:l'l ndador de la Liga Anticlerical de Cuba (1922), de la Federaci6n de

Estudiantes Universitarios (l923), de la secci6n c.ubana de la Liga

.vast6n norteamericana a Nicaragua en la época de Sandina. cr. R. Debray, 'iea dI las armas, ed. Siglo XXI, México, 1975, t. 1, p. 41. . ~cerca de la iniluencia de 1917 en los intelectuales. véase en este libro ~l de Am'bal Ponce, 'soci6logo JIIlUXÍata argeJItino. :.

Sn arquetipo es el personaie legendario del "Estudiante" en El "cII.rso 'del ,do del gran elcritor cubano Al~jo Carpentier,

16 17

Page 5: introduccion- El marxismo en América Latina

.1

Antimperialista de las Américas (1925), .Tulio Amonio Mella participa ell

la constitución del Partido Comunillta Cubano (1925) Y es elegido miembro del Comité Central.· Debido a su actividad t~ontra el dictador Machado ("el asno con h-arras" según la célebre expresión del poeta comunista Rubén MartJnez ViIlena) ,Mella es detenido y obligado a exiliarse en México. Se adhiere al pe mexicano pem en 1928 tiene dificultades con su dirección que lo acusa. de tendencias "trotskistas".12

Mella organiza a los emigrados cubanos en México y prepara ulla expe­dición annada para desembarcar en la isla, pero el 10 de enero de 1929 es asesinado, a. 10826 años, por agentes de Machado.13

¿Cómo enfocaba Mella la lucha revolucionaria en Cuba? Con el grito de guerra i Delenda est Wall Street!, llama a la (olIDación de un frente unido antimperiaiista, compuesto de "obreros de todos los matices, cam­pesinos, estudiantes, intelectuales .libres" ; se niega a incluir a la bUl~guesía

Ollcional, que considera cómo cómplicé de la dominaci6n imperialista.u 'Ex~ ho~ta a los soldados cubanos a ya. no defender "a los explotadores, los bur­gueses nativos y extranjeros" y a unirse a sus hennanos de clase, los obreros y los campesinos. . .. :'

tMella entiende la lucha contra la dictadura de Machado como un com­

bate a muerte entre el proletariado y las clases dominantes : "Ya no· hay p~tria. Sólo hay d~es en~~~gatl. La guerra (clasista) ha estallado, brutal, Violenta, sangumatla l ...] .. . .

El problema del nacioné1-lismo y de la liberación nacional ocupa un lugar central en la obra de MelTa. Apoya con entusiasmo el movimiento de San­dino que lucha a la cabeza de su ejérC'ito de guerrilla campesina contra la invasi6n norteamericana en Nicaragua. En cambio, critica muy duramente el nacionalismo "populista" del APRA de Haya de la Torre, que pretendía ser "el Kuomintang de América Latina". En un follcto coteltra el APRA, publicado en 1928, Mella rechaza "el frente único en favor de la burguesía, traidora clásica de todos los movimientos nacionales de verdadera emam:i­pación" y recalca que

la lucha definitiva por la destrucción del imperialismo [ ...J no es· s~lo la lucha pequeñoburguesa nacíonal, sino la proletaria internacional, ya

' .. 1.2 Véase Claridad, Boletln de la oposición de izquierda, México, 11. 5, niárzo de ]9!l1. ;..

13 La tesis desarrollada por Julián Gorkín, Víctor Albll y otros, según la cual Mella babtía sido ejecutado por un agente de la. GPU (Vittorio Vidali), n08 pa· ,rece ser muestra de la mitología anticomunista.

u Cl. Julio Antonio Mella, "Cuba: un pueblo que jamás ha sido libre", eriJo A. M.lIa, documento.i , artículos, ed. de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1975. . .. , "

1~ Este artículo se refiere al asesinato de obreros por Machado; véase loa extrac­:tOfl más largos incluidos aqul.

sólo venciendo a la causa del imperialismo, el capitalismo, podrán ¡tir naciones verdaderamente libres.1ol1

concepciones se sitúan -basta compararlas para verificarlo- en el terreno político que los textos del Comintern de 1921-1923 y emiten

mJsma estrategia de fusi6n, "choque de frente" o combínaci6n de las nsiones antimperialistas y anticapitalistas de la revoluci6n latinoame·

na. ternacionalista convencido y militante, Mella e9tá al mismo tiempo pro­amente inserto en la cultura y las tradicíoneli revoludonarIas cubanas:

los castristas más tarde, se considera un discípulo de José MartP' y ero de su mensaje democrático, revolucionario y antimperialista.u

sintesis dialéctica entre lo universal y lo particular, lo internacional latinoamericano se vuelve a encontrar aún más 'nítidamente en el que

da es el pensador más vigoroso y más original de América Latina: Carlos Mariátegui (1894-1930). Escritor y periodista, Mariáteguile

socialista en 1918 y descubre ,.el marxismo y el comunismo durante Jarga esta.ncia en Europa (1920-23), sobre todo en Italia. Al regresar

ú, se integra al movimiento obrero y participa activamente en la cons­.6n de sindicatos obreros y campesinos. En 1926 funda la revista Amou­

torno a la cual se agrupa la vanguardia cuhural y política pemana ~ericana, y que publica también numerosos textos literarios y po­europeos (Breton, Gorki, Lenin, Marx, Rosa Luxemburgo, Romain d, Erost Toller, Lean Trotsky, etcétera). En 1927 Mariátegui par­en el congreso de la Federación Obrera de Lima; pocos meses dts­

:el gobierno del dictador Leguía inventa un oscuro "complot comu­y encarcela durante un corto periodo a Mariátegui y a varios de sus -eros. haber participado durante algún tiempo en las actividades del APRA

h Mariátegui rompe con Haya de la Torre y funda en 1928 el Par- ,. Socialista, que se declara acorde con la III Internacional, y redacta rograma. Rechaza la propuesta de Haya de transformar el APRA en :do político unific.ado, y subraya de manera clara y tajante:

.guardia del proletariado y los trabajadores conscientes, fieles a su n dentro del terreno de la lucha de clases, repudian toda tendencia signifique fusión COIl las fuerzas u organismos políticos de las otras . Condenamos como oportunista toda política que plantee la renun-

A. Mella, "Qué es el ARPA?", en op. cito, pp. 380·403, Mart1 (1853-1895), p<Jeta y'revolucionario, fue el principal dirigente de de liberación de Cuba contra la metrópoli española (y las "eIeidades

encanas) en el siglo XIX. SU id~logía "jacobina" se acercaba al socialismo. , A. Mella., "Glosas al pensamiento de José Martí", en Op, cit., pp, 267-74.

19

Page 6: introduccion- El marxismo en América Latina

cia momentánea del pr()letariado a su independencia de programa yac­ci6n, la que en todo momento debe mantener íntegramente. Por eso re· pudiamos la tendencia del APRA.l1v

Mariátegui fue también el fundador del periódico obrero Labor en 1928 ¡ Y de la CGTP (Confederación General de 109 Trabajadores Peruanos) er 1929. Simultáneamente a BU actividad de militante socialísta, Mariátegul desarrolla su obra teórica: en 1928 publica su libl'O más ímportante. Sietl ensayos de ínte1'p1'6tacíóni de la realidad peruana, que constituye la primera tentativa de análisis marxista de una formación social c,oncreta en Améríe.tII Latina.

Al no poder participar, debido a su enfermedad, en la. Primera Confe­1 rencia Comunista Latinoamericana (Buenos Aires, 1929), Mariátegui en·1,

vía con la delegación peruana dos tesis acerca de la cuestión indígena y de la lucha antimperialista, que provocan intensos debates y polémicas. Por úl· timo, en 1928·29, escribe, contra Henri de Man y Max Eastman, Defensd del ~r)(ÍS?'fl.0' que desar~ona sus conet:PCiones fil~f~cas y ético~s~ales. Manátegw no toma partido en el confhcto entre Staltn y la oposlCl6n dI izquierda, pero sus articulos a este respecto apenas si ocultan su pesar frentt a la derrota de Trotsky:

Tiene, en todo caso. un sentido internacional de la revolución socialista Sus nQtables escritos sobre la transitoria estabilización del capitalismo k colocan entl'C los más alertas y sagaces críticos de la época. Pero esti mismo sentido internacional de la revolución, que ~e otorga tanto pres­tigio en la escena mundial, le quita fuena momentáneamente en la prác.

\ tica de la poUtica rusa.20

Mariátegui eue acusado por sus adversarios apristas de C<europelsmo" por el contrario, de "nacional-populismo" indoamericano por ciertos auto

1. José Carlos Mariátegui, "Sobre un tópico supcra~o", Amauta~ n. 28, ene de 1930, en Iddologla ')1 políti~a, ed. Amauta, Lima, 1971, p. 211. Poco despl,l de la ruptuta con Haya, Mariátegl)i escribía a Eudocio Ravines "Cualquiel que le& el sesgo que siga la polítíca nacional, y en particular la acciÓn d loa elementos con que hasta ayer habíamos colaborado identificados en aparien cia -hemol descublerto ahora que era en apariencia- los intelectuales que no hemos entregado al socialismo; tenemos la obligaci6n de reivindicar el deno.cl1o el la clase obrera a organizarse en un partido autónomo". Carta publicada en B Martínez de la Torre, Apuntes para una interpretación marxista de la historia $(

¡;jal del Perú, ed. Peruana, Lima, 1948, t. n, p. 335; agradecemos al historiadd perlUUlo Héctor Milla haber llamado nuestra atenci6n sobre elte documento.

:lO J. C. Mariátegui, "Trotsky y la oposición comunista", febrero de 1928, Obr. fJolítica, ed. Era, M&.ico, 1979, pp. 218.19. Según Picne Naville (en co ven&ei6n con nosotros, en 1971) existió una correspondencia entre la opoaici6n d j~uíerda europea Y Mariil.tegui.

,)'

,)!.~

iéticos..21 \" 1>' realidad, su pensamiento se caracteriza precisamente por la fusión

la herencia cultural europea más avanzada y las tradiciones milenarias comunidad índí~na y por el intento de asimilar, en un mareo teórico

iIta, la ~xperiencla social de las masas campesinas. iátegui también fue considerado a menudo como "beterpdaxo", "idea·

~, O "romántico". Es verdad que sus obras ~ particular Dt!fensa d~l 'Jeismo- evidencian una profunda influencia del idealismo italiano (ero-Gentile), de Bergson, y sobre todo de Sorel. Sin embargo hay que enten· ese voluntarismo ético-social de Mariátegui como una reacción contra

versión economicista y materialista vulgar d~l marxismo. En este sentido, pensamiento marxista de Mariátegui presenta parecidos notables con el cbteanisnlo" del joven Lukács y el "bergsonismO"'-' del joven Gramsci, Ibibl formas de -revuelta antipositivista (contra el "marxismo ortodoxo" la JI Internacional) .12 -Este intento de renovación revolucionaria del

marxismo, pese a sus excesos idealistas, permite a Mariá.tegui librarse del Ilucionisnio neokautskyano, con 5U versi6n rígida y detenninista de la

i6n de las etapas hist6ricas, que el Comintern empezaba a difundir América Latina. Resulta interesante recalcar que en el momento mismo 'ciUe S~lin y Mar'íÍnov desarrollaban para China la concepción de una I)luci6n democrático-burguesa romo etapa aut6noma, Mariátegui hacia

cltamente hincapié en la fusión histórica en Perú entre el. socialismo tareas democráticas:

mentes insuficientemente profundas y críticas pueden pensar que la • ·nación del feudalismo es una medida ~iberal-bu~esa típica y que el

de otorgar a este proceso un carácter socialista es una adulteración ántica de las teyes hist6ricas objetivas. A ese criterio vulgar se limitan te6ricos baratos que oponen al soc.ialismo su único argumento: que

capitalismo aún no ha agotado sus posibilidades en el Pero. ¿Cuál no el asombro de los partidarios de esta idea cuando sepan que enu'c

tareas del socialismo, cuando llegue al poder en el país, figul'a la de lizar el capitalismo, o más bien, las posibilidades hist6riclls que aún

ntiene el capitalismo? .. 13

VEaae por ejemplo V, M. Miroshe~ki. fiEl 'populismo' en el Perú. Papel d~ tegui en la hist"Oria del pensamiento social latinoamericano", en Mar,ategui orlg.,,'1s del marxismo lalinoamerieano, ed. Pasado y Present.e, México, 1978, 5·70. Acerca de la, afinid&d entre Mariátegui y Gramsei o Lukács, véase el eXcID­artIculo de Robert Pans, "El mArxismo de Mariáteguí", en ¡bid. Paris coma por ejemplo la Cónn\lla "tanto peor para la realidad", que Mllri'tegui atrir +-_ 11 LeniD, con la cita de Fichte, "Tanto or para los hechos", ue Lukács

lidera. en. 1919 con10 la esencia de la poltuca revoludonaria. de 101 bolche­lel. '

i 1. c. Mariátegui, prefacio' a L. E. Valcárcel, Tem~stQd en los A.ndes, Lima;· 7, p. 14.

21

Page 7: introduccion- El marxismo en América Latina

El método de Mariátegui, su interpretación de la dialéctica materialista, desempeñó un papel fundamental, pues, en su rechazo del etapismo (men­

,7 chevíque ylo stalinista') y que analizaba el desarrollo histórico como regido '\ por "leyes naturales", y para el cual la sucesión feudalismo-capitalismo

0- ... atrasado-capitalismo avanzado-socialismo era tan invhiable Como la de las tt estaciones en el año. .. '"

; La hipótesis político-social der..isiva de Mariátegui es que "no existe cn '1 ;;. l' el Perú, Como nunca ha exi~tído, una burguesía progresista, con una sensi­1) . if''¡ bilidad nacional, que se proclame liberal y democrática y que inspire suf· política en los postulados de Su doctrina".,$i

' .........,~\O· . A~ora bien, el di~gent~, comunist.a per~~no no p?día ignorar l,a c?ntra­....0 • cll('~16n entre esta aÍlrmaclOu y la onentaclOn precoillzada por el eommtcm

en Chilla en esta época; trata de salirse del apuro invocando hipotéticas pCo{ razones de "civiJización nacional" que explican por qué la burguesía china,

!{ al contrario de la peruana, participa en la lucha antimperialista.25

Es a partir de su análisis de la burguesía indígena que Mariáteb'Ui desa. rrolla, en el preámb¡.I1o del programa del Partido Socialista (1.928), su con­cepción de la estrategia revolucionaria en el Perú:

.r- La emancipación de la economía del país es posible únicamente por la · acción de las masas proletarias1 solidarias con la lucha antimperialistal

o mundial. Sólo la acción proletaria puede estimular primero y realizar des.Lpuéslas tareas de ]a revolución democrático-bul'guesa, que el régimen bur­o gués es incompetente para desarrollar y cumplir.'2C

Más allá de.! Pero, Mariátegui abarca a· toda América Latina en su aná. lisis: .J~ !'evoluci6a.!!.ti!l~nmic;mfUólQ-PQ2r¡i$L \lll~Lr~y'ojudJ>JU.ociaJista, que incluya o6jetivos waríQS Yo antimperialistas;- en~el_continente sometido a la dominación de los imperios, ya Ro.hay lugar para un !,:apital~~de_ -pe,!lgje1lte: la burguesía local llegó demªsi<!dotarde~ al_es.C.\.!nario dv hi§:.toria.:a: a

•. Ertciertos escritos sobre el Pero, Mariáteguí pal'ece sugerir que la v:íasocialista, en particular en el campo, puede seguirse gracias a las superviven.

cias del "comunismo inca"; esta idea es en particular uno de los ejes de su comunicación sobl'e el problema indígena en la Primera Conferencia Co­munista Latinoamericana. Más que en el populismo, hay que pensar aquí en Jos escritos de Marx y En~eIs sobre el "mir" ruso y su pape] en el paso

11* J. C. Mariátegui, Siete ensayos de inllTp"tación ae la realidad peruana, ed.­El'a, México, 1979.

:!j; J. C. Mariátegui, "Carta colectiva del grupo de Lima"" l'n El proletariadQ y su orgalll'J:4ción, ed. Grijalbo, M6cioo, 1970, p. l l.

ZG J. C. Mariátegui, "Principios programáticos del Partido Socialista", en Obr"política, cit., p. 270. 27 V€a~e en este libro p. 106.

22

de la Rusia zarista al socialismo. ¿ Ac.aso podemos hablar de un romanti­cismo anticapitalista en Mariátegui, de una crítica de la civilí7.ación bur­guesa en nombre de una nostalgia de las comun.ídades precapitalistall del pasado como ~n Bergson y Sorel (y también en Luckáes y Gramsci; antes de su adhesión al marxismo) ? Hay que abstenerse de simplificar su pensa­miento complejo y matizado: su visión idHica del pasado está sin embargo limitada por el marco riguroso de la problemática materialista.histórica; en d programa del Partido Socialista, Mariátegui se esfuerza por precisar cla­

\ m'mente:

. El socralismo encuentra lo mismo en la subsistencia de las comunidades .que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de una solución so­cialista de la cuestión agraria [ ... J P~ro esto {... ] no significa en .lo absoluto una romántica y antihistórica tendenda de reconsttucción o re· surrección del socialismo incaico, que correspondió a condiciones hist6riA eas completamente superadas, y del cual $ólo quedan, como factor apr~ vechable dentro de una técnica de producción perfectamente científica.

"Jos hábitos de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas.~

Paralelamente a unos cuadros y pensadores auténticamente revoluc.iona.­rios e internacionalistas, pero al mismo tiempo capaces de una reflexión all­t6noma, como Mella y Mariátegui, el comunismo latinoamericano de lines de' los años veinte empieza a ver surgir también otro tipo de dirigentes, mucho más estrechamente vinculados, desde el punto de vista intelectual y politko, al~I~~? d.eLC~~!iQtern..flirig:id~ Epr &t.~lin.l, cuyas etapas repro­ducen con una IJdel1aad ejemplar. El pnmcr representante y uno de los más talentosos en esta,categoríá es Vittorio Codovilla (1894-1970), sec~ tado general del Pe argentino. Nacido en Italia, Go'dovilla llega a Argentina eíl 1912 y se adhiere poco después al Partido Socialista. En 1918, es uno.de los fundadores del Partido Socialista Internacional, que se transf01m~ poco después en el Parlido Comunista Argentino, secci6n de la Tercera Interna­cional. A finales de 1924, Codovilla participa, en calidad de delegadp ~el peA, en la reunión del comité ejecutivo ampliado de la le. Rápidamente integrado al aparato del Comintem, hace adoptar en 1926 una resolución en el ce del Pe argentino que condena al trotskismo y se solidariza con I'a. dirección del PCUS.

En 1929, Codovilla participa en la Primera Conferencia .comunista La· o tinoamericana, en Buenos Aires. Es el inicio del lIamado "Tercer Periodo" , del Comintern (1929~1933), <;aracterizado por uní1~ línea ofensiva y por el

o rechaio de cuafquier acuerdo con la social·democracia (bautizada "social· fa:sci.smo" por Stalin). Codovilla presenta, en nombre del Secretariado Su.

u J. C. Mal'iátcgui, "Principios programáticoa del Partido Socialista", en Ob'/! polllica, cit., p. 270.

23

Page 8: introduccion- El marxismo en América Latina

damericano de la Internacional Comunista, un informe acerca de "La si­tuación internacional, América LatiDa y los peligros de guerra". Este infoc­me es muy significativo: por una parte, haciendo eco fiel a la doctrina stalinista del "social-fascismo", CodovilJa elabora el concepto de u~cional- ­faacis!JlOu que aplica a diferentes gobiernos latinoamericanos, incluso-ef de México-' (el PO mexicano volverá a utilizar el término en los inicios de los aftas treinta para criticar a Lázaro Cárdenas); por otra parte, en pleno viraje hacia una ofensiva revolucionaria, recatea, que '~el carácter de la re­voluci6n en América Latina es el de una revolución democrátk.o-burgllesa". En otros ténninos: Codovilla había entendido perfectamente que la revo-? lución por etapas, era en adelante el fundamento inquebrantable de la es-? trategia del Comintem para América Latina, independientemente de los virajes táctk-os a derecha o izquierda.:·

Ciertos partidos como el argentino seguían la orientaci6n del "tercer pe­riodo" del Comintem en toda su ortodoxia rígida y estéril (lucha contra el "nacional-fascismo", etcétera) y otros veían en esa corz:iente de izquierda un estimulante asu propia tendencia revolucionaria autónoma. Es el caso, en particular, del Partido Comunista del Salvador, fundado en 1930 por cuadros sindicales y un ex.estudiante, AgtlStín Farabundo Mattí (1893­1932), que organizó en 1932 la única insurrección de masas dirigida por un partido comunista en toda la historia de América Latina.

La situación social del Salvador, entonces sometido a la dictadura militar del general Martínez, puede perfectamente resumirse por estas frases de un informe enviado en 1931 por el mayor norteamericano A. R. Harria, en­cargado de asuntos militares centmamericanos en El Salvador:

Treinta o cuarenta familias poseen casi todo el pais. Viven en un lujo regioeon muéha servidumbre [... ] El resto de la población casi no posee bada [... ] Supongo que la situaci6n del Salvador hoy día se parece mü­cho a la de Francia, de Rusia o de México antes de sus revoluciones. La

. situaci6n está madl.lra para el comunismo y parece que los comunistas 1.0 descubrieron.8o

.. Frente ala represión gubernamental contra la prensa y la propaganda comunista.• Farabundo Marti (que había combatido en 1929 en la guerrilla. d~ Sandino) declara: "Cuando ya no se puede escribir con la pluma, hay qti~ escribir con la espada", El partido comuni~ta> que dirige los primeros sindicatos obreros y campesinos, decide preparar una insurrecci6n, basán­

.. Cl. El movimi',,'o "volueionario latifloam'ric4tlo, v,r#on's d, 14 Prim,ra Crmf,,'''cia CómunisltJ LG'ifV)Gm'ricGflG, junio de 1929, editado por la Correspoii~ dencia Sudamericana, Buenos Aires, pp. 19-27.

.so Citado por Thomaa P. Ander~n, Matanza, El·SalvlZdor's Communi$I R,volC01 1932, Unlversity 01 Nebraska Press, Lincoln, 1971, p. 83. , ,

24

dase sobre todo en el trabajo revolucionax'Ío en las filas del ejército, en Ja agravación del conflicto entre los soldados campesinos (e indígenas) y los oficiales, hijos de la Oligar<tUUl (y blancos). ­

Sin embargo, el gobierno, infonna<io de Jos preparativos comunistas, de­sata una represión preventiva, detiene a algunos de los principales dirigentes del Pe salvadoreño (Farabundo MartÍ, Alfonso Luna, Mario Zapata, Mi­guel Mármol') y fusila a los soldados sospechOsos de simpatías comunistas. En respuesta, una insurrección campesina, animada y dirigida por los co­munistas, estalla en enero de 1932, sobre todo en la región de las grandes plantaciones de café. Los destacamentos rojos de campesinos indigenas, armados con unos cuantos fusiles y sobre todo con machetes, ocuparon du­rante algunos días cierto número de aldeas, donde instauraron efuneros uso_ viets locales". Parece que más de cuarenta mil combatientes participaron en el levantamiento.DI

¿Cuál era el programa político del movimiento? Una serie de documen- . tos y llamamientos del PO del Salvador muestran claramente que el objetivo , no era n:\da menos que una revolución socialista, un poder de consejos de/! obreros, soldados y campesinos que bwc;lba "la destrucci6n implacable-,de la burguesía nacional y del imperialismo". __../ .' ­

En realidad, no existía una verdadera cooJ'dinaci6n política y milit~.r central de la insurrección y, como las bases rojas del ejército habían sido

. pre~iamente destruidas, éste pudo (con la ayuda de las "guardias civiles" de la oligarquía) aplastar una tras otra las sublevaciones locales. Lo que ocurrió después pasó a la hi.toria del Salvador con el nombre de "Matan­za": durante semanas, el ejército mató, fusiló y quemó las aldeas caro· pesinas, ejecutando a unos veinte mil hombres, mujeres y niños en las re· giones "rojas". Tras un simulacro de proceso, Farabundo Marti, Luna.y Zapata también fueron fusilados; el único superviviente de la dirección del partido fue el dirigente obrero Miguel Mármol (dejado por muerto por el pelotón de ejecución). . ....

¿ Cuál fue la relación Qel Comint.em con este episodio, sin precedente (ry sin porvenir!) en la historia de los pártidos comunistas latinoamericanos? Según Mánuol (en sus recuerdos de 1970) .• la Internacional no des~mpeñó ~ ningún papel en la decisión de la acci6n, qu~ la dirección del PeS tomó­(',,(lO toda independencia.$!! La reacción de los representantes oficiales del --, movimiento comunista despu~s de los acontecimientos tiende a confinnar1o: J al mismo tiempo que saludaba "la lucha heroica de los obreros y campesinos del' Salvador", ~l 6rgano del ro norteamericano criticaba· "las tendenc'i;ts

: I •

31 Véase en este libro los documentos de la insurrección de 193,2, pp. 114·20.:. ~ Roque Dalton, "Miguel Mirmol: El· Salvador 1930-32", P'lVami,nto Crftieo,

n. 48, enero de 1971, La Habana, p. 70. Según \In historj~or universitario dé la rebeli6n de 1932, Farabulldo Martl tenIa tendencias trotlkistas y estaba en malu! t&-minos con Mosc6. Cf. T. P. Anderson, op. cit., p. 68.

15

Page 9: introduccion- El marxismo en América Latina

Puts~histas y sectarias de izquierda" del PCS;&3 en tanto que David Alfaro Siqueiros, dirigente delPC mexicano, recalcaba q_ue la sublevación había sido un error, ya que de todos modos el imperialismo norteamericano hu­biera intervenido directamente para impedir una victoria "roja".'!" La au­tocdtica de Mármol, cuarenta años más tarde, se SÜlla. en una problemáticamuy diferente:

Nuestros errores fueron de derecha y no de izquierda. Nuestros errores fueron por Ulla parte la vacilación en la aplicación de una línea q,ue era fundamentalmente correcta, lo cual no permitió aprovechar la oportuni. dad adecua.da, la sorpresa, el mantenimiento de la iniciativa, etcétera. J

Nuestros errores también fueron el gran despn~cio por los medios mate­riales de l~' insurrección: armas, transportes, medios económicos, comu­nicaciones, etcétera."ü

Por lo tanto, se puede conduir que la rebelión de 1932 constituye un acontecimiento muy pa,rticular en la historia del comunismo latinoamerí~ cano, }>9r su empleo de la lucha armada de carácter de másas, por su pro. grama abiertamente socialista y por su autonomía con respecto al Comintem. El hecho de que este epiSodio haya sido después más o menos "olvidado" o despreciado por el movimiento Comunista oficía,l es evidentemente la con. secuencia de esas particularidades, que contradecían cada vez más la nueva orientación de 198 partidos comunjsta~. Sólo será redescupierto y "rehabili.tado" 'por el casttismo en los años sctenta::J6

El otro intento (y el último) de sublevación annada bajo dirección co. munista en América Latina fUe la rebelión roja de 1935 en Brasil. Sin em. bargo, por su'.estiÍo y su carácter, se 'distingue radicalmente de la del Sal. vador: 1'1 no se trata de 'una verdadera insurrección popular, con masas armadas,. sino en lo esencial de una rebelión militar fracasada; 2J el progra.: ma del movimientQ no era socialista sino solamen.te nacional-democrático; 3J la acci6n de 1935, al contrarío de la del Salvador, fUe minuciosamente

' ...discutida, decidida y ,pfanifkada: 'por el COmintcl:n.

u Citado par 1'. P. Anderson. op. cit., p. 146. •" Testimonio de Mármol en R. DahO/l, arto cit., p. n.. :13 Ibid., p. 69.

~1I Roque DaltoJl, comunista salvadoreño exiliado en Cuba, Publicó Su entrevista con Mármol en la rtvista cubana P81Uamienlo Crliico. La obra de Graciela A García (del PC guatemalteco), dedicada 'a las "luchas revolucionarias en América Centra)" puede wr l\..J1 ejemplo de la actitud actual del comuni5lnu oficial hacia la re~ellón de 1932. Este lihro sólo menciona de paso la sublevación del Salvador, en el transcul'3o de una rrase: "los acontecimientos trágicos de 1932, pJaneados Por el dictador Martínez IJara destruir de una Vez' por todas el movimiento sindical [...J". Graciela A. García, iO'!.Páginru d8 lucha r8lJoludona";Q en CiJntroamlr¡ea, ed.Lint~rna, México, J971, p.

J .....-...,.

Parece que desde diciembre de 1934, con motivo de un encuentro de los partidos comunistas latinoamericanos en Mosc.ú, se tomó la decisión de desatar en Brasil un movimiento insurreccional dirigido por un frente po­pular antimperialista. Cierto n~mero de delegado.s del Comintl"l'n fueron mandados a Brasil para aconsejar al partido comunista, entre los cuales "Harry Bcrger" (seudónimo del dirigente y ex diputado comunista alemán Artur Ewert) y RodoJfo Ghioldi del PO argentino.31 En el VII congreso del Comintem (julio de 1935) varios oradores abordaron el problema de Brasil. Elpl'opio Dimitrov habla abiertamente de lucha por el poder, y el delegado brasileño da a entender que una imurrección se prepara.ss

El hombre designado para dirigir el movimient.o era Luis Carlos Prestes, personaje legendario en Brasil; como capitán del ejercito, había parti ­éipado en 1924 en una ~ubkvac.ión militar de jóvenes oficiales contra el gobierno de la oligarquía de fas plantadores de café que dominaba Brasil desde finales del siglo XIX. Ante el fracaso del movimiento en las grandes ciudades, forma una columna de varios miles de soldados y oficiales suble· vados, que se retira hacia el interior de Brasil; durante tres años, recorrerá el país de norte a sur y de este a oeste, escap-alldo con éxito a los intentos de c.erco de las tropas gubernamentales. La columna tomará el nombre de "Cohma Prestes" y su jefe se volverá un héroe popular apodado "El Ca­ballero de la Esperanz.a". En 1926, los últimos s~pervivientes de la columna tienen que refugiarse en Bolivia y Prestes se exilia en la Argentina. La su­bJevaci,ón de 1924 era un episodio de un alnplio movimiento. de impugna~ ción de los jóvenes oficiales, sobre todo de los tenientes, en portugués te­nentes -de ahí el nombre de tenentismo-. qt!e había empezado en 1922

.(:on una revuelta en el Fuerte de Copacabana en Río y que prosiguió hasta 1930. El.eE?_gr~!!.l.ll:.~y.la }de?logi~ del.t~§!!t.i~1110 er~Jl mur. ._vagos _y_ C\?-l" fusos: contra la ohgarqma agrarIa, por la democracia, el progreso, la in­

dependenCia naeional, etcétera. Hac.ia 1930, el movimiento estalla: mientras la derecha se une a(políiicó Qurgués Getulio Vargas para desatar la llamada "Revolución de 1930", Prestes se radicaliza y, después de un breve inter­medio pro-trotskista3S se acerca al pe brasileño. En 1931, regresa a Brasil,

J toma la direcci6n del partido comunista y organiza el movimiento insurtec•

87 Hein:¡; Neumann, otro dirigente del Pe alemán, mis o menos "en desgracia" en 1935, también había sido propuesto para esta tarea peligrosa, debid., a su_ ex­periencia como organ.jzador de la insurrección de Cantóil en 19'27; finalmente no fue enviado y desapareció en la ,URSS, víctima de los procesos de M05CÚ. Cf. Mar­garete Buber·Ncumarm, La révoluti011 mondiale, ed. Castcrmann, Parb, 1971, cap. lOIX.

~~ Véase Helio Silva, 1935, A revolta verme/ha,< ed. Civilizac;ao Brasileira,. Rio de Janeiro, 1970, pp. 117, 286-8'7.

!Il En un artículo autobiográfico de 1973, Prestes reconoce la influencia que tu­vieron los ttolSkistas en JU pensamiento y recalca que su manifiesto de julio de 1930 contenla opiniones "típicamente trotikbt:u". Cf. Luís Carlos Pre.'tes, "Com· ment je suis "cnu au Parti", Nouv~lle Revue lnternationole, n. 174-, 2/1973. p. 223.

27

26

Page 10: introduccion- El marxismo en América Latina

,ciona!.

Antes del regreso de Prestes, los comunistas y el aja izquierda del tenen 4tismo c~an la 4.l:lL, Ali4~a..Na.r¡k!lE1JJjberta..4~!!L y eligen al "CaballeJ'Ó

de la Esperanza" como Pm!ldcnte de nonor. La ANL se desarrolla bastante r rá.pidamente y obtiene éxitOl; considerables. Los dirigentes oficiales son ofi­

ciales tenentistas de izquierda (ex miembrOl; de la CO/una Prestes), pero los animadores reales son los cuadros cOIÍ1wlistas. Hacia mayo de 1935, había mil seiscientas ramas de la ANL, cuyo enemigo directo era el Partido In­~ II I tef,'l'alista, versi4n brasileña del fascismo (combates callejeros opusieron tre~I

CUt."ntemente a ambos bandos, sobr-e todo en Sao PauIo). M.Jmigz:ama.,gullA&' era bastante. moderado: ref0nr!.as na,cionales y_democráticas compati_ e~ con una.estrategia de (!SU~ POJlll~. El niétodo de lucha escogido -la'/ pular.InSurrección arrnada_ era 10 que distmgufa a la ANL de Un Frente Po-.

El 5 de julio de 1935 Prestes, de regreso al Brasil, pronuncia un discurso memorable, en el cual acusa a Vargas y al gobierno de haber traicionado Jos ideales del movimiento tenentirta y las promesas de 1930, y lanza ,la

consigna "1 Todo el poder a la ANL!". Vargas pone inmediatamente (ueril de la ley a la Alianza Nacional Libertadora y Jos preparativos para Jasu~ blevación se intensifican. En noviembre de 1935, la rebelión militar estalla por fin, Comenzando por el norte del país: en las ciudades de Natal y de Recife, varios batallones se sublevan, djrigidoJi por sus suboficiales. En Natal logran incluso tomar el poder en la ciudad e instaurar un Gobiel'no Popu~ lar Revolucionario d(~ la provincia. Después de algunos días, las fUerzas~bernamentale,s, reforzadas por tropas llegadas _del sur, aplastan la re. beJión. Tres semanas nlás tarde, otra~ iuerzas se sublevan en la capital del país, Rfo de ]aneiro: el Tercer Regimiento de Infantería, bajo la direccióh dol capitán AgUdo Ilarata, y la EocueI. de Av;ación M;/itar. Otros res>­mientos qUe Sltpuestamente se iban a sublevar no lo hicieron y ,por conlii~ . guiente el movimiento aoort6, tras algunas horas de Jucha encarnizada.. ,

Aparentemente,' los dirigentes del PO brasileño contaban con el apoyó de la "burguf13ía progresista" (en particular el gobernador del estado de Rfo de ]aneiro) ,; ahora bien, como 10 reconOCe un historiador simpatizante de lq, comunistas, Ab&"Uar Bastoll, "la burguesia progresista -industria, co­mercio; intelcctuales_ comprometida cO_o el movinlie.n~o, n,O dio un solo pa~ para 'unirse' a'la 'revoludó!1 'f.. ·1 Despur.s de las sublevaciones [.'. '.]' toda la bú_. se unió,en t(i¡n. a Vargas par., acaba, con, ,1 'co'"4"\I'tno' " ..'0 _ . ", I

En teaUdad, la acción fue enteramente concebida como un DlOv;";en.. mi/i<...; no hubo (con excepcr"ón un poc" do! norte) verdadera moviliz:t~ó~ y annamento de las masas ~bter~s y, campesinas. Su fracaso fue Seguido

.~.6, p. 323., ' . 40 Abguaf B~'st05, Prestes el' a r~TJ~IUfQo. so~i~J, ed, Cai'Yino,' Rfo de Jane~ro, 28

de una inmensa ola represiva, con miles de ejecuciones, torturas en masa, ,decenas de miles de prisioneros políticos, El propio Prestes fUe detenidó y encarcelado durante diez años; su esposa, comunista de origen alemán, fue .entregada a la Gestapo. Artur Ewert perdió la raz6n debido a las torturas­de la policía brasileña. " La acción de 1935 fue el producto de un periodo de transición: su pro- \. !? grama es frente-populista, pero su método insurreccional correspondía más: \ bien a las tendencias del "Tercer Periodo". El carácter casi totalmente mi­litar (y no popul~) de la rebeli6n deriva de dO$ factores:

1) el origen te7l1entista de Prestes y de los dirigentes de la ANL, acostum­brados a l~s conspiraciones y a las sublevaciones militares j

2) sobre todo, la propia naturaleza del programa de la ANL, que nO' exigía que se armara a las masas¡ puesto que la revolución se defilÚa como democrático-nacional, resultaba normal contar con la burguesía llamada progresista y el ala nacionalista (burguesa) del ejército. } . . En este sentido, la rebeli6n brasileña de 1935 es simultáneamente la úl­tima sublevación revolucionaria animada por un partido comunista en Amé­rica Latina y el primer paso hacia la poHtica de· alianza de clase que orien­tará al movimiento comunista durante la mayor parte de su historia desde los años treinta..,¡jI

Después de la muerte de Mella y de Mariátegui empieza en América La­tina un proceso de empobrecimiento del pensamiento marxista que durará ~ecenas de años. Una excepci6n de los añoe treinta es el soci610go argen~ tino Aníbal Ponce (l898-1938). Disclpulo, amigo y cOlaborador del célebre pe~ador (próximo al positivismo) José Ingenieros, Ponee no será marxista ~nó a partir de 1928, cuando declara durante una conferencia clamorosa que los, ideales de la revolución rusa eran los mismos que los de la RevO­lución de Mayo (la revoluci6n "jacobina" de mayo de 1810 que proclam6 la independencia de Argentina del poder colonial español) .ten .su signifi­cado integral". Simpatizante del partido comunista, preside en 1933 el Con­greso Latinoamericano contra la Guen-a Imperialista (Montevideo). pero no desempeña un papel politice significativo en el movimiento obrero ar­gentino. , .

Ponce es autor de varias obras de historia y de sociología, de las cuale$ las más conocidas son Educaei6n )' lucha de clases (1937) y Humanismo burgués 'Y humanismo proletario (1935), Estos eKritos -y en particular el segundo-revelan no 8610 una cullura univenal, sino también un domi­nio real del materialismo hist6rico. En cambio, las escasas obras de Anlbaf

,Ponce sobre América Latina parecen ajenas a cualquier problemática mar­xista. Su biografía del gran escritor y caudillo argentino del siglo XIX, Sar­miento, es muy apologético y sobre todo no contiene ningún aná.tisis en

29' .......

Page 11: introduccion- El marxismo en América Latina

I términos de clases del personaje y de su papel político."l Si compar~m08 a Ponce eOIl Mariátegui, llay que reconocer que SllS escritos sociológicos de

,( carácter general se SÜúan en un nivel equivalente a Jos notables trabajos del marxista peruano, mientras que sus obras sobre América Latina' son mucho menos interesantes que las del autor de Jos Siete cTlSay<JJ' de interpretación 'de la realidad peruana y, sobre todo, se caracterizan por un pJanteamif\Oto esencialmente premarxista. ¿ Acallo esta diferencia ---así como el papel po_ lítico marginal de Ponce_ se debe solamente a causas psicológicas e in­dividuales? Nos parece que la ocpJicación debe buscarse taPlbién eu el des­fase entre dos periodos del movimiento obrero, ya que el de los años treinta. era menos favorable a la unidad entre lo universaJ y Jo particular (latino­americano) o entre la teoría y la práctic..'l. ''/ A partir de 1936 se cristaliza y se COmpleta el prOCeso de "stalinización" de los partidos comunistas que se había desarrollado de modo desigual y eonUadktodo d"d, Ilnal" d, lo. año. veInte. Por ".ta¡inizacI6n" entend...,. '!los la con~tituci6~ en cada p~rtjdo, de un aparatodít;.Jgeñ:te~jerarquizado, "

Q!JTcgrático y autorltarí~.estrechaIllent~ vi.l)<;ulado, desde el punto de vista'?~á[)íco~ político ~ ideol6gko¿ a la dirección soviética, que adopta fiel. meiife-rodos los vh:ajes de su orientación internacional. El resultado de este proceso fue la adopción, Como fundamento de toda Ja práctica política, de la doctrina de la re....olución por etapas y deJ bloque de las cuatro clases -proletariado, campesinado, j5equefut burguesía )' burguesía nacional__ a fin de realizar la etapa nacional-democrática (o antimperialista y ar ­feudal) ; doctrina elaborada por Stalin y apJicada a China, y Juego generali.ti zada por el conjunto de Jos países llamados coloniales y scmicoloniales "(ip­cluyendo, por supuesto, a América Latina'). Su pUnto de partida metodo­lógico es una interpretación economicista del marxismo, que ya se encuentra en Plejánov y los menchcviques: en un país semifeudal y económicamente atrasado, las condiciones no están "maduras" para una revolución soda­lista.042

.

Para 'evjtar cualquier malentendido, l'l'caltluemos, que desde el punto de

oC] Domingo Faustino Sarmiento, autor de la célebre novela Facundo, luPo. presi­dente de la. República. Argentina de 1868 a 1874-. Según Anibal Ponee, "pocasv~ ces un hombre de Estado conoció mejor las necesidades de su pueblo". cr. Sar­miento, constructor 4e la Nueva Argentina, ed. Eapasa-Clllpe, Madrid, 1.932, 'p. 199. En cambio. según el cacritor marxista cubano Roberto FernáJldez Retamar, Sarmiento fUe "el implacable ideólogo de una bUl'gueBfa argentina que intentó trasladar los eSquemas de la.s burguesías metropolitanas. (¡011Cretamente Ja nOrte­americana, a su país .[••.J Quizá sea el más consecuente, el más activo de los ideólogos burgueses en nuestro continente durante el siglo XlX". CC. Roberto Fer­nández Retamar, Calibón, apullte~ sobre la clIltura de lIuestra. Amiric4, ed. LaPléyade.• Buenos Aires, 1973, p. 98.

42 El t.érmino mismo de "maduración" es IÍpico de una concepci6n "naturalista" y no dialéctico de la. leyes del desarrollo econ6rnico y social. Véase a este respecto nUestra obra Dialíe/irQ y Tevolución, ed. Siglo XXJ, Mé.ltÍco, 1975. .

30

vista subjetivo, esos dos fenómenos correspondían, para la mayoría de los militantes y cuadros comunistas, a una sincera convicción de que al la URSS era la patria del socialismo, cuya defensa era un imperativo primor­dial, y b] la revolución democrático-nacional abriría en el futuro el camino hada el objetivo final d.el movimiento obrero: el socialismo.

Regis Debray escribió acerca de las relaciones entre el comunismo latino­americano y el Comintern:

América Latina iba a la cola, siempre demasiado pronto o demasiado tarde: cada viraje de la situación mundial se opera. a contratiempo de los vuelcos en la situación continental o n:gional, de modo que, inspi. rándose cada vez en las dil'e(:tivas de la le. los partidos comunistas se t'.ncontraban actuando a contrac.orriente de su historia local, afrontando sus tareas especific.as a contrapelo.·3

A nuestro parecer el problema no se sitúa solamente a nivel de AmériCa~ Latina: la orientación del Comintem stalinizado también est.aba a "con­trapelo" con respecto a Asia y a Europa (Alemania 1929·1933 ... ) .. Sin embargo, mientras que en Asia (China. Vietnam) algunos partidos comu~ ( njsta~, sin 1'0I;nper con el C~n:lintem,. siguen en la práctica ~na orientac~ón propia y autonoma, en Amenca Latma (como en la mayona de los palses de Europa) los partidos comunistas seguirán incondicionalmente la "línea general" definida por la direcc.ión soviética, limitándose a adaptarla, mal que bien, a las condiciones específicas de su país (adaptación que permitía, por supuesto, cierto margen de maniobra y que e.xplicaba diferencias a veces importantes en la táctica de los partidos).

~_'priID.i<.(¡¡...manif~.stación de esta nueva ~u.ma -caracterizada por la he­gemonía del "fenómeno StalliiiSta' -só1ireeT marxismo latinoamericano.-. es el (ren~.-P-9.pJJlar. -ETVkaje mundial hacia el frente popular --o sea hacia una alianza .an­

tifascista entre partidos comunistas, soc.ialistas y burgueses democrático~, esbozado desde 1934, será oficialmente sancionado por el VII Congreso del Comintern en 1935. A partir de este momento, cada partido comunista latinoamericano tratará de aplicar la nueva orientación, buscando los aso­ciados para un frente 'popular local, En la mayoría de los países del con· tinente, en ausencia de partidos socialdel'n6<;ratas, las alianzas se harán di­l'ectamente con fuerzas burguesas, consideradas liberales o nacionalistas, o simplemente no-fasCÍstas. En Perú, frente al rechazo del APRA, el PO se une al "Frente Democrático" que apoya la candidatura de Manuel Prado, representante de la oligarquía liberal tradicionaL·" En Colombia, el Pe

43 R. Debray, La critica d. las armas, cit., p. 4-2. .... Cí. Boris Boldenberg, Kommunismus in Latei1wmerika. Verlag Kohlhammer,

St\lttgart, 1971, p. 94-.

31

Page 12: introduccion- El marxismo en América Latina

l·, ! H.\

i

11,1

I1

1111\

I

·apoya al Partido Liberal, apoyo que tomará (según la historia oficial del partido publicada en 1960) cada vez más 1Ul carácter incondicional. En 1938. el PC colombi~o ,incluso romperá con la izquierda del partido li­beral, para apoyar a Eduardo Santos, jefe de la derecha liberal.4lI De modo semejante, el Pe mexicano rompe en 1939 ('.on el general Mújic;a, dirigente de )a izquierda del Partido de la Revolución Mexicana -el ~ido gu­bernamental- para apoyar al ala moderada representada' por Avila Ca­macho.·8 Por último, en Cuba, el PC, al no poder unirse a socialdem6cratas, liberales o demócratas, acaba por apoyar en enero de 1939 a FuIgencio Batista, por la sencilla raron de que éste seguia una política de "c.olabora­ción eficaz de Cuba y de los Estados Unidos co~tra la amenaza fascista".·' " E1 único país en que pudo constituirse un frente popular que presentara cierta'similitud con el modelo europeo fue Chile, donde el PC, el PS y el Partido Radical se unieron, bajo la hegemonía de este último, representado por el presidente elegido en 1938, Aguirre Cerda!s El objetivo del Frente Popular era, para el PC chileno, la realización de la etapa democrático-na­cional, mediante un desarrollo independiente y progresista del capitalismo ·chileno.~o La posición del partido socialista era más compleja. Fundado en 1933 por la fusión de variós pequeños partidos y grupos socialistas y 'fortalecido en 193'7 por la adhesión de ,la Izquierda Comunuta (escisión h'otskista del Pe) ,~l .PS chileno no era un partido sodaldem6crata, sino \lna formaci6n politlca sui géneris, que se valla del marxismo :y destacaba

V en su programa "la dictadura de lós trabajadores'" y "la Rep4blica Socia.~ \; lista de América Latina". Sin embargo, su principal dirigente en los años \·t treinta, el comodoro de tyiaci6n Marmaduke Grove, uno de los jefes de la () efímera (doce días) "República Socialista" establecida en junio de 1932

por una sublevación militar, era más bien un ecléctico, más pr6ximo a un nacionalismo socializante que al maI'XÍsnio. Durante algún tiempo, el PS se resistirá a las proposicío,"es frente-populistas, recalcando que acabarían por transformar a los partidos obreros en Ínstmmento del radicalismo de­,moburgués, y por hacer desaparecer el progtama"socialista, para no asustar 'a los aliacl,os capitalistas. Sin embargo, en su IV Congreso de 1937, el PS decidió unirse al Frente Popular ya en vías de constitución entre el pe Y

of~ Cl. Treinta años de luch4 del PlZ1'lid'o Comunisra de Colombia, 1960. EsbO'J:o elaborado pOr una. comisión del CC del PC de Colombia, ed. La Pulga, Mede1l1n, 1973, pp. 40, 47, 48.

.. Véase la carta abierta de Mújica. del 14 de julio de 1939 en Adolfo GilIy, LrJ revQlur;ión intlrrumpida, ed. El Caballito, México, 1972, p. 389. ,.

• 1 ~laA Roca, La unidad uenr;erá el fasci.smo, ed. Sociales, La. Habana, 1939, p. 12.

"Il En la convención del Frente Popular en 1938, el pe desempeñ6 un papel de­cisivo en la elecci6n del candidato Aguirre Cerda, dirigente del ala derer.ha del Partido Radical, en contra del socialista Marmaduke Grove. .

ft el. "A programme of Actlon for the Victory of tite Chilean People'. Front", The C<¡mmllflist, xx, n. 5, mayo de 1941.

!

el Partido Radical. 'Convertido l'ápidamente en un partido de -magas, el PS siempre se caracterizó por una ex;trema heterogenidad política e iMo­l6gica, que reunía en una confederación flexible e illorgánica las corrientes

ás diversas, desde el trotskismo hasta la socialdemocracia "etásica".fiO El Frente Popular chileno duró, en formas diversas, hasla 1947, y aun,

con un ala del PS, hasta 1952. Durante estos catorce años el Partido Radi­cal contaba a veces con los comunistas contra los sodalistas, a veces con os socialistas (o una de sus' fracciones) contra los comunistas. Por ejemplo, :n 1946 el presidente radical Duhalde reprime a los cOJnl)nist.as con el apoyo .el ala derecha de los socialistas; en 1947, el I\uevo presidente radical, Gon­aIez Videla, reprime al PS, apoyándose en el pe que pá'tticipa en el go­,ierno, a reserva de invertir las alianzas con el inicio de la guerra fría 1948) y poner al pe fuera de la ley (con el apoyo de los socialistas de el'echa). Ct1ando finalmente, en 1952, el pe y ut;l: ala del PS se unen para nstitl.\lr un frente único, la desmoralización del movimiento obrero erá

que su candidato común, Salvador Allende, sólo obtuvo el 6% de los

utos ...Se podría resumir el p~pel histórico del Frente popular comparando los omentarios siguiCl)tes: 1] de un historiador universitario norteamericano: 'la victoria del Frente l,'opular impidi6 una revol\lción y enseñó a las masas

utilizar la urna. electoral en vez de la espada" ;'(,1 2] de un comunista cili. eno: "El triunfó del Frente p.opular en 1938 y el de la Alianza Democrá­tica en 1946 demostraron, preósamente, que la clase obrera y el pueblo chileno podían conquistar el gobiern9 por una vía diferente a la de la in­surrecdóu" ;"1 31 de un socialista de izquierda chileno, Osear Waiss (de origen trotskista): "el Frente popular fue un gigantesco error político que rehabilit6 al Partido Radical en descomposición y, quitó a las masas la ini· ciativa revolucionaria t ...] que nunca trató de modificar la estructura de la propiedad de la tierra o de recuperar el dominio de nuestras riquezas

fundamentales" .~¡Si bien en un principio (1935-1936) el frente popular en América Latina

tenía un programa antimperialista, esta dimensión tiende a desaparecer confomle se opera el acercamiento URSS-EU contra la Alemania nazi. De un roQdo general, la .política de los partidos comunistas para con Estados

50 A partir de 194'8, el PS chileno s~rirá una considerable infill.el}cia del titis­roo y después de 1960, en derta medida, del castrismo. Acerca. dt' lo~ años treinta, véase Julio C&ar Jobc!, El Partido Socialista de Chil~, 3a. ed., ed. Prensa Latino­

americana, Santiago, 1971, t. J.111 John Reese Stevenson, Thc Chil6an popular Front, Greenwool!,. 1942, p. 136. B Galo Gonz61ez, "X Congreso del pe de Chile", abril de 1956, en Luis Cor­

valin, Chili, les commlmistlls dans la mDrchll al' socialisme , ed. Sociales, París,

1972, p. 36.u Ostar 'Waiss, Nacicl1lalimw y socialismo tn Ambic{J Latina, 1954, ed. [gua:z.ú

,

Buenos Aires, 1961, p. 139. 33

Page 13: introduccion- El marxismo en América Latina

Unidos durante los años treint.a y c.uarenta seguirá de muy cerca los virajes de la política exterior soviética. El ejemplo más sorprendente es el Pe ar­gentino, desde siempre el más fiel a la URSS. He aquí por ejemplo algunas declaraciones de \In conocido dirigente del PeA sobre los Estados Unid!'" de Franklin DeJano Roosevelt:

1933, el "Tercer Periodo": "Cuba, ese formidable movimiento revolu~ cionario de las masas antillanas, mostró que Rooseve'lt e,ra tan imperialistat como Hoover" (P. González Alberdi, lnformaéiones, octubre de 1933) .

1938, la alianza de la URSS con la... potencias occidentales: "Los esfuer­zos italo-nazis por promover el antimperialismo yanqui fratasaron. Las nadones del continente entendieron que uila colaboración estrecha con Ro­osevelt 4ue no pueden considerarse como la expresi6n de las fuerzas impe rialistas que existen en el norte-- no disminuye en nada Ja autonomía d cada país y 110 afecta su dignidad personal" (P. Gonzále7. Alberdi, Orient. ci611, J5 de diciembre de 1938).

1940, el pac,to Molotov-Ribbentropp: "En nombre de la lucha ,contl el na7.ismo, el imperialismo yanqui conspira contra las libertadas ptlblicas d' los países americanos" (P. González Albe,rdi, La Hora,. 14 de julio ( 1940) .114

Durante el periodo de~ pacto german0~soviético, \.In dirigente del pe a, gentino, Ernesto Giudici, publica una interesante obra que se c.aracterÍ7 JI

de una parte por un ataque radical (y justificado) contra el imperialism angloamericano y su dominio sobre Argentina, y de otra, por un análisi~ bastante sorprendente del fenómeno fascista: "Hay que saber y entender que, varias veces, tras la ideología fascista se encuentra una aspiración de masa, que, siendo de masa, poco importa que sea fascista o no, ya que, en el movimiento de masa, que se desarrolla sin la ideología reaccionaria que se le quiere atribuir [...1es posible la necesaria rectificación política".lI6

Después de junio de 1941 (invasi6n de la URSS por Hitler), será el aná­lisis opue.~to el que se d~sarro!laFá en Argentina y en otras partes del con­tinente: en el l11~rcO de la alianza antifascista de Estados Unidos y de la URSS, cualquier propaganda contra el imperialismo norteamericano es du­ramente cri.ticada y presentada por los partidos comunistas como una ma­niobra al servicio del fascismo:1I6

Durante el periodo 1944-45 se desarrQl1a en América Latiná un fenómeno designado con el término de "browderismo". En la euforia de los acuerdos

IK Paulino González Alberdi es delde los años veinte uno de los principales diri­gentes del Pe argentino. Las citas están sacadas de J. Abelardo Ramo~, Hisforja d.l stalinismo f:n la Arglrnlina, ed. dl"J M'ar Dulce, Buenos Aires, 1969, p. 176.

5G Ernesto Giudici, lmoerialirmo )' liberación Rac,ional, 1940, ed. Crónica, 1974, pp. 3-4. Véale en este libro un extracto más largo de eate texto. .

56 Ce. por ejemplo la crítica del PC mexicano a la "demagogia antimperialista de los trotskistas": Bias Manrique, "El aplastamiento de 101 reptiles trotskistas: él. debe ser una. tarea. de los antiflllcístas", La Voz de Mbico, 13 de mayo' de 1945.

34

~erán, Earl Browder, socret~rio del PC norteamericano, declara el ini­e una era de amistad y colaboración total entre el campo socialista y ~tados Unidos, destinada a durar aún después de la guerra. Browder concluslones "excesivas" de e.sta perspectiva histórica diluyendo al Pe americano en una vaga "Asociación política". Esta práctica fue can­da como liquidacionista por el movimiento comunista int~rnacional, a

és de un discuno de Jacques Duelos en abril de 1945. Los partidos iunistas latinoamericanos también serán arrastrados por el "browderls­'. Por ejemplo, en U11 libro publicado en 1944, En marcna por un mun­

o ¡me jor, Vittono Codovilla escribía lo siguiente:

Las condiciones internacionales de la coo~ci6n entre las grandes po-­encias capitalistas, Y entre éstas y la URSS, para la creación de un undo mejor, muestran que Estados Unidos e Inglaterra llegarán a un uerdo referente a la política económica que hay que seguir en América at,ina, con el objeto de contribuir al desarrollo económico, político y so­

cial en un sentido progresista {... ] Este acuerdo se basará en la coope­ación de ambas grandes potencias, con gobiernos democráticos Y progre­

sistas de América Latina, para la realizaci6n de un programa C01nún, que, al mismo tiempo que proporcíona un mercado diez o veinte veces mayor al actual para sus capitales, sus máquinas y sus productos indus­triales, contribuya al desarrollo independiente de la economía de esoS países, y les permita en pocos años liquidar el retraso en el cua-l viven desde hace decenas de aí'ios.'6T

El "browderismo" también, tendrá consecuencias a nivel de la política '.nterna de los partidos comunistas: en Cuba por ejemplo, después de haber

articipado en el gobierno del general Batista de 1943 a 1944;1\08 el Partido

S'I' Citado por J. A. Ramos, op. cit., pp. 190-91. Vbse también, en el mismo estilo, la carta de Bias Roca a Earl Browder, publicada por el PC cubano en 1945: "Querido amigo: su libro es un documento i~estimable para los pueblos latino­americanos l.,.l Hasta ahora. hablamos sostenido que s610 la. nacionalizaci6n de todas las iuversiones y propiedades extranjeras, en una violenta oposición a los intereses ing1eses y norteamericanos. nos pemlitiría alcanzar el nivel más elevado de desarrollo econ6mico ( ...] La colaboración que Estados Unidos, Inglaterra y la URSS establecieron en Tebcrfm nos abre otra perspectiva. Nos abre la perspec­tiva de obtener estos resultados progresistas por la colaboración con un programa como el que su¡(iere usted [ ...1 la colabora.ci6n con Inglaterra Y Estad08 Unidos en un plan de conjunto para resolver armoniosamente nue~troa problemas econó· micos más agudos y má~ urgentes". Bias Roca, E/lados Unidos, Teher4n :v la Aml­,ica lAtina, una .carta a Earl Browd~r. ed. Sociales, La Habana, 1945.

G8 En 1944, cuando Batista renuncia, el PC cubano le manda una carta que de­clara: "Desde 1940, nuoestro partido fue el apoyo más leal y mis constante de sus medidas gubenlamentales, el promotor máa enérgico de su pl'ataforma inspirada por la democracia, la justicia sodal y la defensa de la prosperidad nacional l·· .]".Cf. BIas Roca, Los socialistas JI la realidad popular, ed. del PSP., La Habana, 1944.

35

Page 14: introduccion- El marxismo en América Latina

Socialista Popular (nuevo nombre del Pe cubano) publica en 1945 un folleto )Jamado La colaboración entre los patr2!,:e,s, _Y.j91....~~reros, para con­memorar W1 irnpol'tante desayuno que reuníó, en La Habañá'"i\ la asocia­ción patronal de los industriales, al gobierno y a los dili~.ntes (comunistas) de la Confede1"aCi6n de TrabajadOl'es Cubanos (Central Sindical) .1111 En abril le 1945, en México, la central sindical (CTM) y la as09.ación patro.­nal firman un pacto de unidad nadonal; La Voz' de M éiiéo, órgano del PO mexicano, celebra el acontecimiento con un gran titulo en primera pá­gina: "Histó~co~c~c!..?!?.ret;.~p.~tro~al.. Base sólida para el desarroJlo y c:I progresooer piLi".Resulta mteI'esante recalcar que uno de los puntos de este pacto declaraba solemnemente: "Abandonar la tesis de la autosufI­ciencia económica y actuar a partir de la tesis de la interdependencia eco­nómica, la cooperaci6n financiera y técnica con los paísl'.s del contineI1te, para el beneficio com{m y como parte integrante de un programa intFr­nacional que considera las necesidades de todos los pueblos de la tierra". Según La Voz de M é:~ico, el pacto es ucon'ecto", "patriótico" e "impecable­men.te formulado", y refleja la., nuevas condiciones en México y en el mundo que "obligan la alianza de los obreros con los capitalistas".60

Con el artículo de Duelos en 1945 y el alejamiento de Earl Browder 'de la dirección del Pe estadounidense, sigue un periodo de autocritica y recti­ficación, que lleva at abandono de la perspectiva del acuerdo "anlloni~6" con Estados Unidos y de las medidas organizativas consideradas como ~i­quidacionistas. No obstante, eSte nuevo perIodo, que podría llamarse "po~­browderismo" (1945-47) se caracteriza por la continuidad de la orienta­ci6n de "unidad nacional". Por ejemplo, en México, en noviembre de 1945 (o sea mucho después de la carta de Duelos), el periódico del PCM desa­rrollaba la tesis siguiente:

, El objetivo del desarrollo del c.apitalismo en México es un objetivo revo­lucionario, ya que significa el desarrollo de una economía nacional, la eliminación de las garras que mantienen el país en una condici6n de semicolonia, la desaparición de los vestigios semicoloniales y la realiza­ción de la refOlma agraria, el desarrollo democrático y ge.neral del país gracias. a la revoluci6n agraria. antimperialista,

También según este artículo, las medidas propuestas por el PCM "son, como la refonna agraria, medidas burguesas que pemlitirán el desarrolJo del capitalismo en México, la industlializaci6n del ~país y la Iiberaci6n de

6. :BIas Roca, Lázaro Peña, La colaboración ,ntr, obT'ros y palrones, ed. Socia­les, La Habana, 1945; d. p. 21, dond~. BIas Roca explica: "estamos proclamando cierta fonna de colaborac:i6n de clase~'.

0110 La V (1,1; d, Mlxico, 12 de abril de 1945, pp. 1, 7.

36

cualquier intervención imperialista".61 El hi5toriador soviético Anatol Shul· govsky, autor de una obra sobre la historia moderna de México, escribe con respecto a este periodo (1945) que la ideología "marxista" del movimiento obrero mexicano podia compararse al "marxismo legal" de la Rusia zarista (P. Struve, etcétera), cuyo tema central era que la clase obrera debía apo­yar el desarroIlo industrial como precondici6n de cualquier lucha social futura. Sin embargo, Shulgovsky sólo se refiere explíc,itamente a la orien­taci6n del círculo de los "marxistas" en torno a la direccióíl de la CTM {Lombardo Toledano) y no menciona que el partido comunista preconiza. ba una orientación semejante.6~

Uno de los episodios más famosos del "posbrowderismo" fue la orienta­ción adoptada por el PC argent.ino frente al peronismo. Profundamente convenddos de que Perón y sus partidarios erall fascistas, los comunistas argentinos participan en la constitución de la Unión Democrática, amplia coalición antiperonista cuyas fuerzas, según Vittorio CodovilJa (en su in­forme a la Conferencia Nacional del peA de diciembre de 19L~5), eran laS siguientes:

1. Todos los partidos tradicionales. 2. La par~e más consciente y más combativa del movimiento obrero y

campeslIlo. 3. Gtan parte Jc la juventud obrera y campesina, la inmensa mayoría

de la juventud universitaria, profesores, empleados, clases medias. 4. La mayoría de los industriales, comerciantes, agrictlitores, ganaderos y

financieros. 5, La mayoría: del Ejército y de la marina, y una parte de la polida

uniformada [ ...] . No obstante, la Unión Democrática tiene aún un carácter demasiado

restringido, ya que ~lgunos sectores progresistas del Partido Conservador no participan aún en ella.G3

La participaei6n del PC en esta alianza -apoyada además por' el emba" jadol' norteamericano en /úgentina, Spruille Braden, desconfiado frente al nacionalismo demag6gico de Pcrón- tuvo consecuencias a largo plazo: a partir de este momento, una dist~lJcia se instaura entre la mayoría de la clase obrera argentina cuya adhesión se había granjeado el peronismo, y los comunistas.. acusados por Perón de colaboración con los militares y los pro­pietarios de bienes inmuebles más conserv~dorcs ("la oligarquía.").

$J Carlos Sánchez Cárdenas, "La revolución mexicana y el desarrollo capilalis.· ta de MélC.ico", 1;.a. Voz d8 México.• 20 de noviembre de 1945, p. 1.

oIl::l Anatol Shulgovsky, México en la lI1Icrucijada de su historia, ed. Fondo de .Cultura Popular, México, 1969, p. 494.

168 Citado por el periódico del pe mexicano, La Voz de México, 13 de enero de 1946,

37

Page 15: introduccion- El marxismo en América Latina

SituacwJ¡es semejanteTsé presentan en otros países del continente, sobre to~o en Bolivia, donde el PIR (Partido de la Izquierda Revolucionaria, prosoviético) se reÍlne con los partidos oligárquicos tradicionales para de­rrocar (en ]946) al gobierno del MNR (Movimiento Nacional Revolucio­nario), considerado como profascista. La excepci6n miÍS notable es Brasil, donde el POB apoya en 1945 al caudillo populista Getulio Vargas, entre otras cosas porque ést.e (contrariamente a Peron y a Villaroel. el presidente vinculado al MNR boliviano) había participado del lado de los alIados en la segunda guerra mWldiaJ.(H

Resulta interesante observar que en este periodo de extrema modera.ción política de los partidos c.omunistas, surgen por vez primera manifestacio­nes de oposición de i'¿quierda en el seno del movimiento obrero, a escala de mas.:'lS.

La oposici6n de izquierda comunista y el trotskismo aparecieron en Amé. rica Latina desde el inicio de los años treinta, primero en Brasil y luego en Chile; la Izquierda Comunista chilena, afiliada a la oposición. de iz-. qwerda internacional, la constituye en 1933 una fracción importante del PCCh, que se había escindido en 1931 (dirigida por Manuel Hidalgo, Humberto Mendoza, Osear 'Waiss, etcétera) i sin embargo, en 1937 la ma­yoría de los miembros de este grupo se adhieren al Partido Socialista, y a partir de este momento el trotskismo será constantemente una de las ten~ dencias idoológicas difusas del socialismo c.hileno. En realidad, fue sobre.. todo en Bolivia donde la oposición trotskista logró implantarse realmente. Fundado en 1934, por J. Aguirre Gainsbol'g y TrisUín Marof, el POR (Par­tido Obrero Revolucionario), secóón boliviana de la IV Internacional, lo­gra a part.ir de la segunda guerra mundial una influencia significativa den­tro del movimiento obrero. En 1946, un congreso de la FSTMB (Fede~ ración Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia) reunido en la ciudad de Pulacayo, aprueba uIl conjunto de tesis de inspiración netámente trots­kista, cuyo eje central es la estra.tegia. de transfonnaci6n de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista en un proceso ininterrumpido,

~ajo la dirección del proletariado aliado al campesinado. (Véase el docu­. mento en este volumen, pp. 170-85.) ~ Esta concepción, y el rechazo que de ella deriva lógicamente de una' "'-'! ..,:aTianza estratégica con la burguesía nativa (considerada como incapaz de

(.. u Sin embargo, el PCB también tendrá una orientación "posbrowderista" de .. "unidad nacional", Por ejemplo, en un libro publica,do en 1945, Luis Carlos Pres­

tes escribía: "gracias a sús organj'zaciones sindicales, la clase 'proletaria, pu~de ,ayudar al gobierno y a los patrones a encontrar soluciones prácticas, rápida¡ y eH­.,caces para .105 graves problemas económicos actuales". Luis Carlos PresL("s, Uniíio Nacional para a Democracia e o ProgressQ, ed. Horizonte, Río de Janeiro, p. 25. Véase a este respecto el notable trabajo de F. Weffort, "Origens do sindicato popu­lista no Brasil (a conjuntura do apoll guerra)", Estudo$ CEBRAP, n. 4, abril-junio de 1973.

,1

desempeñar un papel revolucionario consecuente); la perspectiva de una re­volución que combine tareatl democráticas, agrarias, nacionales y antica­pitalÍlitas, van a diferenciar radicalmente al trotskismo de la corriente co­munista "ortodoxa" (así como, por supuesto, BU .independencia con respecto a la URSS). .

Por su visión de l~ estrategia revolucionaria, la corriente inspirada por las ideas de Trotsky en América Latina se considera como la continuadora de las tesis del comunismo latinoamericano de los años veinte, en particu­lar de Mariátegui, a cuya herencia política los trotskistas apelarán cons· tantemente,65

Denunciados como "provocadores" y I'agentes del fascismo" por los par­tidos comunistas, marginados del movimiento obrero que eStos últimos con· trolan, divididos por querellas fratricidas, los trotskistas se reducírán en nlU­chas paises a sectas compuestas esencialmente de intelectuales. En Bolivi3 l y en menor medida en Argentina y en Chile, el trotskismo se implantará (an. tes de la revolución cubana) realmen.te en la clase obrera y los sindicatos, y desempeñará un papel político real. Fue el caso en particular de los mi­litantes del ¡POR; que durante la revoluci6n boliviana de 1952-1953, desem­peñaron un papel decisivo en la creación de la COB (Central Obrera Boli· viana) ; el primer programa de.la COB, pub~icado a fines de 1952, de franca inspiración trotskista (probablemente redactado por Gon7.ález MoscosQ¡ di· rigente del POR), ree.alea:: "El proletariado realizará las tareas que co . ponden históricamente a la burguesía".'86 El POR también estimul6 las ocu­paciones de 'licrras por el campesinado en 1952·53 que obligaron al gobierno delMNR a decretar la reforma agraria,61

Durante 194-8-54 se instaura, a escala internacional, el periodo llamado de la "guerra fría", que empieza por una ofensiva generalizada del impe­rialismo contra la URSS, seguida, por el endurecimiento de ésta y del mo~ vimicnto comunista ,intemacional. En América' Latina, desde 1948, se pone a los partidos comunistas fuera de la ley (por ejemplo en BrasiI., en Chile) y la policía acosa a los sindicalistas comunistas (asesinato de Jesús Menén­dez, dirigente de los trabajadores del azúcar en Cuba) i gobiernos elegido!! con la. ayuda de :Jos votos de los partidos comunistas (o apoyados por ellos} en 1945-40. tales como Grau San' Martí~ en Cuba, González Videla en ,.Chile, Miguel Alemán en México, se inspirarán en la política norteameri­cana para desatar la cacería de brujas y la represión anticomunista.

Como réplica (y ~egún la llueva orientaci6n de la URSS) los Pe lati.

'SIl eL por ej.emplo E, Espinoza, "Aniversario de la muer-le de Mariátegui", Cla-U#, t,ibuna marlrista, México, n. 8·9. abril-mayo de 1940. .

66 Líborio Justo, Bolivia, la rtt'olución derrotada, ed, Cochabamba, Bolivia, 1967, p. 156.

fl1 Cl. acerca del papel del POR en el campo, véase Il,.,W. Patch, "Bolivia", Social Change in Latín .4merica Toda')!, Council of Foreign Relntions, Nueva York, 1960, p. 121.

39 38

Page 16: introduccion- El marxismo en América Latina

noameric.anos dan un nuevo impulso al antimperialismo y en cierta me­dida a la lucha de clases contra la burguesía nativa; el periodo de la guerra fría experimenta un nuevo viraje a la izquierda del comunismo prosoviético en América Latina. Pero contrariamente al periodo 1929.1935, los partidos comunist.'1S no llevan a cabo ninguna acción revolucionaria de masas; ad~ más, el nuevo viraje no enjuicia en absoluto el fundamento esencial de la estrategia de esus partidos para el continente: la interpretadón "stalinista" del marxismo, la doctrina de la revolución por etapas y del bl.oque de cuatro clases para la realización de la etapa nacional-democrática.

El ejemplo más característico para este periodo es sin duda alguna la· Guatemala de los años 1951·54, cuando, bajo la presidencia de Jacobo Ar­benz., el PGT (Partido Guatemalteco del Trabajo, comunista) se convierte en una de las principales fuerzas políticas del país. Hegemónico en los sin· dicatos ohreros y campesinos, el PGT concibe su tarea en el marco de una revolución democrático-nacional en unión con los sectores considerados co­mo progt-esistas de la burguesía y de las Fuerzas Annadas. Los Estatutos del Partido, aprobados en su II Congreso (11·14 de diciembre de 1952), de­dara.n claramente:

ei PGT no tiene por objetivo inmediato la lucha por el establecimiento del socialismo en Guatemala. Orienta su lucha inmediata contra el retraso feudal y la opresi6n imperialista que padece nuest.ro pals [ .. ,]U

Lo que pasó después es conocido: la expropiaci6n por el gobierno de Al'­benz de ciertas propiedades de la United f'ruit Company provocó, en junio de 1954, la invasión de Guatemala por un ejército de, mercenarios, armados y entrenados por los Estados Unidos. Las Fuerzas Armadas gubenlamellta­Jes· se defienden con muy poca convicción y su Estado Mayor acaba por abatiaonal' a Jacobo Arbenz y reunirse con el coronel Castillo Annas, jefe de las fuerzas invasoras, gracias a la mediaci6n del embajador norteame· ricano en Guatemala, John Peurifoy. Salvo algunas excepciones locales, el movimiento obrero y campesino (y el PGT), desalmados, no podrán resis­tir.dl/

'68 Jaime, Díaz Rouotto, La ,~volu,ion al' Guatemala, 19+1-54, ed. Sociales, Pa­rís, 1971, p. 261. El informe del secretario genl'.ral, José Manuel Fortuny, en el n Congreso, es aún más explicito: "Nosotros los comunislas reconocemos que debido ¡t IUS condiciones espeeiales, el desarrollo de Guatemala deberá r.ealizarse durante algún tiempo mb por el camino del capitalismo". José Manuel Fortuny, Retatario robr, la actividad del CDmitJ Clmtrn./ al S,gl'rldo COllgreso d,l Partido, Guatémala. 11 de rliciembre de 1952. '

·(19 Se sabe que el Che Guevara le encontraba en ese momento en Guatemala y que había tr.atado en vano de lI,u:har contra la invasión pronorteamericana. Según su primera mujer, HUda Gadea, "Ernesto me contaba que insistentemente proponía en la Alianza de la Juventud la necesidad de ir al frente a pelear y que muchos j6venes, alentados par él,. estaban dispue~tos, y que una y otra vez lo presentaban

La victoria de G.astillo Armas dio paso a una represión masiva y san­grienta anticomunista y a ull verdadero terror bJanc.o, mientras que la Uni­ted Fruit Company volvía a poseer sus tierras expropiadas.

¿ C6mo fue posible tal derrota? En 1955, la direcdón del PGT publica un balance autocrftieo que reconoce que el partido "no había seguido una línea suficientemente independiente con respecto a la burguesía democrá­tica"; en particular, "el PGT contribuyó a mantener ilusiones acerca del ejército al no desenmascárar la verdadera posición y la actividad contra· rrevolucionaria de los, jefes del ejércíto".'f{) No obstante, esta autocrítica no enjuicia el fundamento estratégico de la orientación del PGT (la concep­ción de las etapas del desarrollo histórico, etcétera') .. sino solamente 10'1

errores tácticos cometidos en la aplicación COncreta de esta estrategia etapis­ta: por lo tanto el PGT reafimlará en 1955 la nC<".esidad de fomlar un blo· que con la burguesía nacional para una revolución democrática y patri6.tica,;l Du~ante el periodo 1948-1953, los comunistas tendrán que enfrentarse,

con valor y tenacidad, a una sangrienta represión policiaca y militat' en la mayoría de los países del continente. Por otra parte, es indiscutible que en algunos paises tu,vo lugar una verdadera radicalizaci6n durante la guerra fría: los comunistas enCabe7.lUl grandes movimientos de huelga (Brasil 1953. 54) o participan en acdones de guerrilla campesina (Colombia 1949.55). Pero para otros PO del continente, el endurecimiento político no signifir.aba necesariamente una actividad revoluéionaria concreta, A este respectlil, el ejemplo cubano es muy significativo.

Después del golpe militar de Batista (1952), el PSP denuncia enérgica­mente el carácter reaccionario y pronorteamericano del putsch, pero no se prohíbe al partido y su periódico cotidiano (Hoy) sigue publicándose, lo q~e repercutirá quiz,á~ en su polí~ica.'n El PS~ no lleva a cabo acc!wles . .>

Violentas contra el regtmen de Batista y denunCia el asalto al Moncad~del 26 de julio de 1953 como una iniciativa "putschista, aventurerista, deses· perada) característica de una pequeña burguesia sin principios y comprome­tida con el gangsterismo".~·8 Esto no impide de ningún modo que Batista. desate, después del 26 de julio de 1953, ona brutal represión anticomunista

al PGT, pero que no les hacían caso, dándoles c.omo respuesta que el ejército habla toma,do las medidas necesarias y que el pueblo no debía preocuparse". Hilda Gadea, Che Guevafa, años decisivos, ed. AguiJar, Mi-.xico. 1972, p. 65. Acerca del diálogo polémico entre el Che y Fortutly, ambos ~liados en México en 1955, véase p. 117 del mismo libro.

70 La inllffmmción norteamericana en Grtatemala y el derrocamiento ·¡Jel régimm democrático, ed. Comisi6n Política del PGT, 1955, p. 31-32.

Tl lbid., p. 42. n er. J. Aroault, Cuba et le 7Ilar·xisme., ed. Sociales, ·París, 1963, p. 48. '1~ "Carta a los militantes", .Comisión ejecutiva del PSP, 30 de agosto de 1953,

citado })<Ir K. S. Karol, Les gu,rrilleros au POUUOíf, ed. Laffollt, París, 1970, p. 142.

40 41

Page 17: introduccion- El marxismo en América Latina

y ponga fuera de la ley al PSP. La preocupación del PSP por no ser confundido con los "aventureristas"

vuelve a encontrarse en las páginas de la revista del partido, Fundam,entos" en junio de 1957 (seis mt".ses después del desembarco en Cuba de los com­batientes del Movimiento del 26 de julio, bajo la dirección de Fidel Cas­tro): "es import;ante volver a afirmar r, .. ] que hoy como ay~r, rechazamos y, condenamos y seguiremos rechazando y condenando los métodos terroris. tas y putsrhistas, como ineficaces, nocivos y contrarios al interés del pue· bla".N La arientaci6n preconizada por el partido en ese momento es la de los cambios "por la vía pacífica, sin violencias ni dolores" 1 objetivo para el cual el PSP "está dispuesto -hoy como ayer y como siempre-- a hacer todos los sacrificios y todas la.s concesiones: honorables, en base, por supuesto, a los intereses supremos de la clase obrera, del pueblo y de la patria".',& El objetivo del cambio es denocar a Batista y llevar a cabo la revolución de­mocrá,tica y de liberaci6n nacional, mediante una alianza entre el PSP y la burguesia progresista.1G

Durante 1958, el PSP acaba por integrarse al c.ombate del M-26 de Julio c.ontra la dictadura; varios militantes y también algunos dirigentes del par­tido (en particular Carlos Rafael Rodríguez) suben a la. Sierra para par· ticipar en la lucha annada y contribuyen honorablemente al triunfo de la guerrilla en enero de 1959. El PSP no deja, de ser por ello un factor de mode.ración en el seno del movimiento revolucionario cubano, que debe pennanecer, a su parecer, dentro de los límites de la etapa democrático­nacional. Así, Bias Roca (secretario general del PSP) subraya, en su in­fornle a la VIII Asamblea Nacional del Partido (agosto de 1960) :

La revoluci6n cubana 1... ] es una revoludón que, dadas las tareas his­tóricas que enfrenta y realiza, puede calificarse, con razón, de revolución nacional·liberadora y agraria, de revolución patriótica y democrática [ ... ] La burguesía nacional que saca provecho de la revolución brracias al au­mento del poder adquisitivo del pueblo y del númerO de consumidores apoya la revolución, pero se asusta frecuentemente por sus medidas ra· dicales y por las amenazas, las .baladronadas y los ataques del imperia­lismo norteamericano [... ] Dentro de los límites establecidos, hay que garantizar los beneficios de la empresa privada, Stl funcionamiento y su desarrollo normal. Hay que estimular entre los trabajadores de esas em­presas el c.elo y el aumento de la productividad [ .. .]Y

Por lo tant.o, podemos concluir que el PSP no desempeñó un papel im­

1~ Fundamentos, n. 149, diciembre de 1956-j unio de 1957, p. 9. 'ft¡ !bid..• p. 8. 1~ Ibid., pp. 3. 6. 7"1' Bias Roca, Balanee de la labor del partido d'sdlJ la última asamblila nadonal

-; el de!(Jl"roUo dIJ la rrvolución, La Habana, 1960, pp. 42, 80, 87.

42

portante en la preparación y en la inióación de la lucha armada contra Batista (1953-57), o en el paso de la revolución cubana al socialismo agos­oo-octubre de 1960). Esto no $e debe a una limitación específica del PSP, sino que resulta de la orientación política fundamental del movimiento co­munista oficial en el c.ontinente: la revolución por etapa'.l, el bloque con la burguesía nacional. En este sentido, la política del PSP de 1953 a 1960 es un ejemplo 'Cle lo difícil que fue para los partidos comunistas tradiciona,les desempeñar un papel revolucionario real, pese a la abnegación, el valor y el desvelo de sus miembros.

La muerte de Stalin (1953) Y el XX Congreso (1950) inauguran una nueva época en el comunismo latinoameric,ano «prosoviético" que ha per· durado hasta ahora. La disolución del Cominform (1956) no significa la abolición lile los laZos político-ideológicos entre los partidos comunistas en América Latina y la dirección soviétic.a. La orientación de la URSS hacia la coexistencia pacífica instit.ucionalizada y el viraje moderado después del final de la guerra fría se traducen.• para los PC latinoamericanos, en una política de apoyo a gobiernos burgueses considerados progresistas yIo de­mocráticos: JusceIino Kubitschek en Brasil, 'Frondizi en Arg~J1tina, etcétera. El fundamento te61ico de esta polític.a queda resumido en una declarac.í6n del pe brasileño de marzo de 1958, según la cual la contradicción entre el proletanado y la burguesía

no exige una solución radical en la etapa actual. En las condiciones ac­tuales del pais; el desarrollo capitalista corresponde a los intereses del pro­letariado y de todo el pueblo [... ] El proletariado y la burguesía se reú­nen en tomo al objetivo c.omÚll de lucha por un desarrollo independiente y progresista contra el imperialismo norteamericano.78

La hegemonía stalinista sobre el pensamiento marxista latinoamericano no $ígnific.a que no se haya hecho ning\'ma aportación científica durante el periodo que va de los año:; treinta a la revolución cubana. Después de la guerra; en una serie de países, toman impulso las investigaciones sobre todo de historia económica marxista; además, tanto dentro Gomo fuera de los partidos comunistas se discuten los esquemas de interpretación habituales de las formaciones socioecon6mlcas del continente, en particular la tenden­cia ti. cakar sobre la realidad de las estructuras agrarias la.tinoamericanas el modelo del feudalismo europeo. En 1949 se publica también el libro pio­nero de Sergio Bagó Economía de la sociedad colonial que desarrolla, pro­bablemente por primera vez, la tesis siguiente:

La economía que las metrópolis ibéricas organizaron en América fue de

78 D~cl4ra'(Jo sobre a politiea do Partido Comunista do Brasil, oo. Comit~ Cen­tral do PCB, R(o de Janeiro, roarzo de 1958, p. 15, 18.

4-3

Page 18: introduccion- El marxismo en América Latina

inc.uestionahle índole colonial [... ] No fue feudalismo lo que apareció en América en el periodo que estudiamos, sino capitalismo colonial {...] Iberoamérica nace para integrar el cido del capitalismo naciente, no para prolongar el agónico ciclo fcudal.19

Poco después Caio Prado Junior, historiador muy conocido ligado al par... tido comunista brasileño, publica su Historia económica de Brasil (1953) que partía de la siglliente hipótesis:

En su ~onjunto, considerada desde el punto de vista mundial e interna­cional, la colonización de los trópicos toma el aspecto de una vasta em­presa comercial r...] destinada a explotar los recursos naturales de un territorio virgen en provecho del comercio europeo [ ... ] Con estos ele­mentos, articulados dentro de una {Ulica organización productiva, me-.T­cantil, se constituirá la colonia brasileña.so

Paralelamente se desarrollan en Chile las investigaciones de Mal-celo Se­gall que critica a los partidarios de fa tearia del feudalismo e insiste en la importancia de la industria minera -típic.amcntc capitalista- en la eco­nomía colonial.lll También podemos mencionar importantes trabajos de algunos autores trotskistas argentinos como Nahuel Moreno y MUdades Peña (que se inspiran de la temía del desarrol.lo desigual y combinado) .. so­bre los aspectos capitalistas de la colonización española y portuguesa y su combinación con las relaciones ,ociales precapitalistas, existentes en esa épo­ca. (Los de Mifcíades Peña serán publicados más tarde.) 82

Nahuel Moreno insiste sobre la combinación de las distintas estructuras productivas: "Sí bien es derto qi.1e los objetivos de la colOlúzación europea fueron capitalistas y no feudales, los colonizadores no establecieron un siste­ma de producción capitalista porque no existía en el mercado de trabajo americano un ejército de trabajadores libres. Asi es como los colonizadores para llevar a cabo la explotación capitalista, se ven obligados a establecer relaciones de producción no capitalistas: la esclavitud o la semiesclavitud de los indígenas".

Durante este periodo los historiadores "oficiales'" del movimiento comu­

'7'9 Sergio Bagú, Economla dI! la soci4da'd coloníal: ensayo de histaría comparada de Áml,.íca Latína, ed. El Ateneo, Buenos Aires, 1949, p. 260.

80 Caio P.rado Ju.nior, Hi,toria 4coJJomíC(l do Brasil, ed. Brallilicnse, Sao Paulo, 1957, p. 23.

S1 Marcelo Segall, Desarrollo del r.apítalismo en Chile, Santiago, 1953. .. 81 Cí. Nahucl Moreno, "Cuatro tesis sobre la colonización española y portugue­

su"., Estrat4gic, n. 1, septiembre de 1957, Buenos Aires. Mi}cía'des Peña,' Claves para entender la colonización e.lpañola en la Argentina, Fichas n. 10, 1966. Véase tam­bién. George Novack Para comprend4" l(¡ !listaría, ed. Fontamarn, Barcelona, 1981, cap. VI, "Fonnaciones híbridas".

44

nista seguían defendiendo, contra viento y marea, la doctrina tradicional; pOl' ejemplo Hernán Ramírez Necochea, el historiador del PC chileno in­siste en la tes.is de que la economía colonial chilena "poseía en forma pre­dominante diversos elementos de tipo estrictamente feudal [ .. ·1 Presentó C~ racterísticas adquiridas p01' el feudalism.o euro<peo Q. finales del medioevo [... ] La manufactura y aun las minas no tenían actividades independientes y estaban también dominadas por relaciones feudales de producción.~1

En el caso de los historiadores tr:otskistas, este debate se. relacionaba di~ rectamente con su crítíca a la doctrina de la etapa democrático-burguesa ("anti-feudal") de la revoluci6n latinoamericana. Para los demás autores._ a veces militantes o simpatizantes de los partidos comunistas, sus descubri­mientos hist6I,'Ícos no rebasarán el marco de su especialidad científica; las consecuencias politiDls no ~erán desarrolladas y no serán en absoluto to­madas en consideración por la dirección de sus partidos. En una obra pu­blicada en 1966, Caió Pradq Junior, intelectual conocido del pe brasileño, se queja de que el partido no admite el resultado de sus investigaciones "he­réticas" :

No fue posible oponer a concepciones tan profundamente arraigadas el tes.timonio de ~os hechos., por más convincentes que fueran [...] ya que los propios hechos se consideraban únicamente a través de los lentes de.­fonnanies de estas falsas concepciones [ ..•] Se ha seguid,a y se sigue hablando, respetando el viejo esquema originario establecido a partir de la experiencia europea, se ha seguido hablando en Brasil de esa revolu­ción democrát.ico-burguesa dClltinada a eliminar los "restos feudales" que existen supuestamente en nuestro país.s•

Incidentalmente, este testimonio muestra. que no fue la ignorancia cien­tífica la que originó esos errores políticos, sino viceversa ...

Contrariamente a este desarrollo de la historia económica, no se publi­.caron en esa época trabajos científicos de sociología marxista, orientados hacia los problemas del presente. Una excepción es la obra del universitario (sociólogo, historiador y jurista), profesor en la Universidad de la Plata y militante revolucionario, Silvio Frondizi (1907-1974), cuyos escritos -fi ­losóficos, socioeconómicos y poIíticos- revelan simultáneamente un pro­fundo conocimiento de la cultura europea y de los clásicos del marxismo y una comprensi6n concreta de la realidad latinoamericana. Sus escIitos acerca de América Latina se distinguen de la obra de los historiadores de la economía por Sil carácter mucho más directamen~e comprometido y po-

SI Hernán Ramirez Necochea:, Ánt8e4dlntcs er.oMmicos de la Ind4pend6 ncia de Chil" 2a. eq'J ed. Universitaria, Santiago, 1967, p. ~O, subrayado nuestro.

&1 Caío Prado Junior, A rlllolufiio I¡,.asíl,ira, 1966, 4a. ed., ed. Brasilieru>e., Sio Paulo, 1972, p. 288.

45

Page 19: introduccion- El marxismo en América Latina

lítico. En,La realidad argentina, ensa~'o de interpreta,ción sociológico, (19550­56) Silvio Fl'ondizi -ayudado por un equipo de j6venes colaboradores en­tre los cuales se contaban Milcíades Peña, Marcos Kaplan, Ricardo Napuri, Mareelo Torrens-- desarrolla un análisis al misJ.no tiempo económico, so­cial y político de la formación social argentina tal como se constituye a par. tir de 1943, que tiene por eje central la comprensi611 del fenómeno peronista, Criticando la concepción defendida en 1945 por el partido comunista (el "nazi.peronismo"), Silvio Frondizi analiza. la 11aturaleza bonapartista del régimen de Perón, su papel de seudo-árbitro encima de las clases, su capa­cidad para neutralizar al movimiento ohrero "nacionalizándolo". Por otra parte, subraya que el fracaso de la experiencia peronista DO se debe al 37.ar, sino a la incapacidad orgánica de la burguesía argentina (como la de los países "semicoloniales" en general) para llevar a cabo una verdadera re­volución democrática. Esta tarea hist6rica s610 podrá realizarse bajo la dirección del proletariado, pero en este caso "ya, no sy trata de realizar la revolución democrático-burguesa como etapa encerrada en sí. misma, sino de realizar tareas democrático-burguesas en la marcha de la revolución so­cialista".­

Debido a la audacia de sus concepciones teóricas y políticas, Silvio Fron­d¡Zi seguirá siendo durante los años cincuenta un personaje relativamente aislado, sin mucha influenda en el movimiento obrero organiza.do. Su papel crecerá en los años sesenta y setenta, cuando se une a las organizaciones re~ volucionarias armadas; la Alianza Anticomunista Argentina lo asesina en 1974. t- La revolución cubana constituye evidentemente un viraje capital en la historia del marxismo latinoamericano y la historia de América Latina a secas.­

Después de la destrucción del Estado dictatorial de Batista y de su apa­rato represivo a manos de la guerriJIa dirigida por el joven abogado Fidel Castro (1927), la revoluci6n democrática cubana experimenta un proceso de "transcredmien10" hacia el socialismo, que desemboca hacía. 1960.61 en la instauración de un Estado de tipo proletario. Las medidas democrá­ticas y nacionales de 1959-60 -reforma agraria radir.al, expropiación de las refinerías de petróleo imperialistas, etcétera- se topan rápidamente con la oposición y la hostilidad creciente no sólo del capital extranjero y de la oligarquía terrateniente, sino del conjunto de las clases dominantes de la isla. En agosto de ]960, el régimen castrista expropia los principales capita­les norteamericanos en Cuba (teléfono, electricidad, centrales azucareras, etcétera) ; luego, frente al sabotaje econ6mico y la parálisis de la produc­

86 Silvio Frondizi, La realidad arge1ltin4i ensayo de interpretación sociológica, t. I1, La revoludón sodalista, ed. Praxis, Buenos Aires, 1956, p. 234.

8$ Dado que la revolución cubana y lo! acontecimiento en América Latina desde 1959, se conocen mucho mejor que el periodo anterior, nos limitaremos aquí a situar esta época en el contexto global de la evolución del marxismo en el continente.

46

ci6n llevada a caso por la burguesía cubana, los revolucionarios del Mo­vimiento 26 de Julio intervienen las fábricas abandonadas; finalmente, en octubre de 1960, llega la expropiación del conjunto de la gran burguesía nacional y la abolici6n de lacto del capitalismo en Cuba, así como la cons­titución del milicias obreras y campesinas, fundamento de 'un nuevo Esta­do. La proclamación de )a revoluci6n socialista por Fidel Castro en mayo de 1961 (después de la derrota de la invasi6n contrarrevoludbnarla de Ba. hía de Cochinos) s610 será la sanción explícita y "oficial" de una realidad ya existente.

Una observación de Fidel Castra de diciembre de 1961 resume la con· clusión a la cual llegaron los dirigentes y militantes de la izquierda del M-26 de Julio: "Había que hacer la revolución 8ntimperialista y socialista. Bien. La revolución antimperialista y socialista sólo tenia que ser una, una sola revólud6n, porque no h~y más que una revolución. Esa es la gran verdad dialéctica de la humanidad: el imperialismo, y frente al impcria-_ lismo el s~cia!iliJIl-º~' ,81 Algunos revolucíonarlos cubanoS"tenían esta pers­pediVi"(les{k inicios de 1959; es el caso en particular de Guevara, que se proclamaba partidario, de-sde abril de 1959, del "desarrollo ininterrum­pido de la revolución" hasta la destrucción del sistema social existente y de sus fundamentos ecol)ómicos.88 Para la mayoría de los demás la prác­tica precedió a ,la teoría, y el descubrimiento del marxismo y de la via socialista ocurrió durante el propio proceso revolucionario: "Gracias a la revolución vamO!l. a, a45l.4irir _un gJ:an fondo _de_experiencia. La ~oIuclon 'oos-rrevolucÍóna' ~iñteriorment~\~e ­

EIllCClío'excejJCioñ-ar-de'la revolución cubana. es que todo un equipo politico de origen peql.,leñoburgués y animado por una ideología jacobina (inspirada en José Martí) se haya pasado al campo del proletariado y se haya vuelto marxista por una verdadera "metamorfosis ideológica" colec­.tiva, sin precedente. Fue la detenninación de llevar a cabo, sin concesiones y hasta el final, transformaciones democráticas radicales, lo que llevó a Fi· del Castro y a la .izq.uierda del Movimiento 26 de Julio a ver en la revo­luci6n socialista Ja únicSJ vía capaz de realizar esas tareas históricas. Libera· da de los esquemas etapistas paralizante~ del PSP, la dirección castrista no tuvo miedo de rebasar el marco. democrático-burgués y de tomar lliedidas anticapital4tas. Por lo tanto, no es casual el hecho de que la primera re­voluci6n socialista en Amériea Latiná se haya realizado bajo la dirección de revolucionarios que rompieron C.on el molde ide.ol6gico del comunismo

17 Véase en este libro p. 2'60. alI Ernesto Che Guevara, "A New OId Interview", 1959, S6le'Cteti Work.r, MIT

Press, 1969, p. 372. 811 Fidel Castro, "Di5coun Ion de la séance inaugurale du ge eye,le de ]'Univenité

Populaire", 2 de diciembre de 1961, en 3 discou,s S11r la formation du Partí Uni ti. la Révolution Socialist, Cubain,. editado por la Embajada de Cuba en Fran­cia~ Paris, f962, p. 55.

4-7

Page 20: introduccion- El marxismo en América Latina

'tradicional y con su conc.epción evolucionista del proceso histórico y Iu in­ sirvió de bandera ideoJ6gica y programática paTa toda la izquierda revolu­terpretación economicista del marxismo.9O cionaria del continente): "Las burguesías nacionales ya no son en absoluto

La revoluci6n cubana trastocó evidentemente la problemática tradicional capaces de oponerse al imperiali.smo -si algún día lo fueron- y forman de la corriente marxista hegemónica en América Latina j por una parte, ahora su traspatio, Ya no hay otros cambios por realizar: o revolución so­mostraba que la lucha armada era una vía eficaz para destruir un poder cialista o caricatura de revolución. reaccionario y proimpetialista y una precondición indispensable para el paso del socialismo; por otra, mo!!tr~sibilidadobjetiva de una revolucj6n que combinara tareas democráticas y socialistas en un proceso revolucio­nario ininterrumpido.1Esta~ lecciones -eminentemente contra.dictorias~­p-c_~to de la orientación de los partidos c,omunistas hacia efcambio pacifico y la aIfa~n)a bU~~J~ J~~ü-stí'Jal para uñ aes.arToIIoa¡ll).ocrát~~~!o­-greslsfa y nacIonal del capItalismo- esfuñü}an eVldentemente la aEancJiSÍl

_«!e .cómentes marxistas' insprrad~ en el. ej~110 cubanQ" --­Por 10 tanto, a partir de 1959, el mandilno aunoamericano atraviesa por

un nuevo periodo revolucionario, que vuelve a adoptar algunas de las ideas más vigorosas del "primer comunismo" de los años veinte. No existe continuidad política e ideo16gica directa entre ambas épocas, pero los cas­tristas se valen de Mariátegui y sacan del olvido a Mella y a la revolución del Salvadol' de 1932.91 El dirigente y pensador revolucionario que mejor reswne y simboliza este nuevo periodo del marxismo en América Latina es Ernesto Che Guevara (192B-1967), no sólo por su papel histórico en la re­voluci6n cubana, sino sobre todo por la influencia profunda de S\I obra y de su práctica en las nuevas corrientes revolucionarias del continente.

Esta influe.ncia se ejerció a través de una serie de temas estrechamente relacionados entre sí, que constit\lyen el eje central del marxismo del Che.92

1] el hombre nuevo como objetivo final de la revoludón y el rechazo de los métodos económicos de construcción del socialismo fundados en "las annas melladas que nos legara el capit¡llismo (la mercancía como célula econóJIÚca, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcét~ra)".$8

2] El carácter socialista de la revolución en América Latina, revolución que debe derrocar "al mismo tiempo a los imperialistas y a los explotadores locales" ,94 Según la célebre fórmula de la Carta a la Tricontinental (que

80 También el cierto que Un la a1Uda Y el apoyo económico y militar de la URSS, hubiera lido dlffcil que la revolución cubaJla soJ¡reviviera al bloqueo eco­nómico y al intervendonismo de Estados Unidos.

In Loa escritos de Mf'lla, fundador del PC cubano, no volverán a editarse en Cuba sino hasta después de la revolución castrista. El PSP no había publicado estol escritos desde los afios treinta.

• Cí. nuestra obra El pensamiento dtJl Che Cuevara, ed. Siglo XXI, México, 1979.

ea Ernesto Che Guevua, "El socialismo y el hombre en Cuba", en Obra. r,volu. eio7laria, cit., pp. 6SD-31,

H Ernesto Che Guevara, "Guerra de gu«<rrillal: un método", en Obra TIIvolu­eionaria, cit., pp. 23-] 09.

48

Con respecto a Cuba, Guevara examina, en un impOltante ensayo de 1964, las premisas metodológicas para un análisis marxista de la transfor­mación de la revolución democrática en socialista. Plantea tina pregunta: ¿cómo puede llevarse a cabo la transición al s~ialisnlo en un pals semi­colonial y poco industrializado? Rechaza irónicamente el punto de vista etapista, que contestaría "como Jos t{',6ricos de la II Internacional [ ... ] que

;~ Cuba rompió todas las leyes de la dialéctica, del materialismo histórico" del marxismo". Partiendo de una comprensión muy diferente del marxismo y de la dialéctica entre el sujeto y el objeto, lo económico y lo político, re­calca que en Cuba las fuerzas revolucionarias "saltan, las etapas" para ,"for­zar la marcha de los acontecimientos pero fOl'23J'la en el marco de .16 quees objetivmente posible".\)l¡ La crítica de Guevara es válida no sólo para el menchevismo y el marxismo de la 11 Internacional, sino también para todos ,aquellos que en América Latina se valen del evolucionismo rígido, ­detenninista y científico-naturalista de la doctrina de las etapas elaborada por Stalin.

3] la lucha armada como condición necesaria para esta revolución so· cialista, ya que la vicwria del proletariado implica la destrucción del apa· rato militar burgués. Para Guevara, la guena de guerrilla rural, r.onc-ebida como continuación por otros mE'.dios de la lucha política de los trabajadores, es la forma más segura y más realista de lucha armada. Pero insiste en el hecho de que "pretender realizar este tipo de guerra sin el apoyo de la po. blación, es el preludio de un desastre inevitable. La guerrilla es la vanguar­dia. combativa del pueblo r... ]. Está awyada por las masas campesinas y obreras de la zona y de todo el territorio de que re trate","

Bajo la influencia de la obra y del ejemplo del Che Guevara, de los discursos y escritos de Fidel Castro, de los documentos programáticos de la dirección cubana -la Primera (1960) Y la Segunda (1962) Declaración de La Habana- y sobre todo del ejemplo vivo y concreto de la revolución cubana misma, se constituye en América Latina una nueva corritm,te mal'-­xista: el castl'ismo. Una de las características más fut1darnentales de la interprctadón del marxismo por esta corriente es cierto "voluntarísmo revo­lucionario", a la vez polí~íco y ético, que se opone a cualquier determinis­mo fatalista-pasivo: "El deber de todo revolucionario es hacer la revolución,

911 Ernesto Che Guevara. "La planificad6n sociaij~ta, su 5ignificado", Obras 11,

ed. C3$a de las Américas,' La Habana, pp. 322-23. 118 Emesto Che Guevara "Guerra de guel,rilIM: un método" en Obra revolucio­

naría, cit., pp. 5'51-52. '

49

Page 21: introduccion- El marxismo en América Latina

Sabemos que en Amérie.a y en el mWldo la revoluci6n vencerá, pero no es digno de un revolucionario sentarse a la puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo". (~gunda DeclaraCi6n de La Habana, 1962). De ahl también la idea de q\le no hay que esperar· que todas las condicio­nes estén reunidas para empezar la lucha armada, en la medida en que el mlsmo foco de guerrilla puede contribuir a la constitución de estas con­diciones.

Las primeras organizaciones castristas aparecerán a inielos de los años sesenta, a partir de la ruptura de los sectores de la juventud de ciertos par­tidos populistas (APRA peruano, Acci6n Democrática en Venezuela, et­cétera). o de partidos comunistas tl'adicionales. Durante un primer periodo (1960-68), la mayoría de estos movimientos se lanza a la guf'.rrilla ru­ral, tratando de volver a realizar la gesta cubana del Movimiento 26 de Julio. Así surgen la guerrilla de las FALN (Fuerzas Armadas de Libera­ci6n Nacional, dirigidas por Douglas Bravo') y del MIR (Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, dirigido por Américo Marín) en Venezuela,de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias, dirigidas por Turdos Lima) y del MR-13 (Movimiento Revolucionario 13 de noviembre, dirigido por

. Yon Sosa) en Guatemala, del MIR (dirigido por Luis de la Pllente Uceda) y del ELN (Ejército de Liberación Nacional, dirigido por Héctor Béjar) en Perú, del ELN (dirigido por Fabio Vázque.z) de Colombia, del Frente San­dinista de Liberación (dirigido por Carlos Fonseca Amador) de Nicaragua, del Movimient.o 14 de junio de la República Dominicana, y finalmente del ELN de Guevara en Bolívia.

En 1967 se reúne en La Habana el Congreso de la Organizaci6n Lati­noamericana de Solidaridad (OLAS), que constituye la expresión potitica más acabada de este primer periodo castrísta en el continente. La signifi­caci6n histórica de este congreso reside: a] en la grandiosa perspectiva de la coordinación continental del proceso revolucionario latinoamericano, por vez primera desde Bolívar, y: b] en ,la proclamaci6n ünívoca y sin, ambigüe­dad de la unidad del contenido democrático y ~ociaIista de la revoluci6n en América Latina: "El carácter de la revolución es el de la lucha por la independencia nacional, la emancipación de las oligarquías y el camino socialista para su pleno desarrollo econ6míco y social".1n LA OLAS esco­gerá la guerra de guerrillas como el método más eficaz para la lucha en la mayoría de los países del continente.

Por esta época se publica la obra del joven filósofo francés Régis Debray que desarrolla de modo coherente y excesivo algunas de las ideas implícitas en la corriente castrista en ese mome-.nto. Su obra (Revolución en la Revo­lución? (1966) tendrá mucho impacto y sus principal!".! proposiciones -prio­ridad de lo militar sobre lo politico, el foco de guerrilla como nádeo o remplazante del partido político- serán adoptadas por una parte impor­

t7 V~ase texto en este libro p. 295.

tante de las organizaciones castristas. Debido a su orientación "militarista" y voluntarista, la mayoría de estos

movimientos de guerrilla experimentará un fracaso total o parcial, militar y politico a la vez: después de alg·unos éxitos coyunturales, los combatientes y sus dirigentes serán diezmados y los núcleos de guerrilla desaparecerán (Bolivia, Perú) o serán aislados y marginados (Venezuela y en cierta me­dida Colombia). Por lo general, los guerrilleros lograrán establecer lazos locales con sectores del campesinado pobre, pero la ausencia de un movi­miento de masas y de una organización política a escala nacional impedirán la extensi6n de la lucha armada. El Frente S-andinista de Nicaragua parece ser una de las raras exc.epciones, pero el eje de su actividad se desplazó ha­

... cia las ciudades. Después de 1968 empieza Wla nueva etapa del castrlsmo, caracterizada

sobre todo por el· desarrollo de ciertos movimientos de guerrilla urbana, que tendrán un impacto político consi<;lerable: el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (dirigido por Raúl SendiC) en Uruguay, el PRT­ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revoluciona­rio del Pueblo, dirigida por Roberto Santucho) en Argentina, la ALN (Ac­ción de Liberación Nacional, dirigida por Carlos MarighelJa) y el MR-8 (Movimiento Revolucionario 8 de Octubre, dirigido por el capitán Carlos Lamarca) en Brasil; por último, el MIR (dirigido por Miguel Enríquez), en Chile. Si bien contaban con bases en el campó, estos movimieotos serán fundamentalmente urbanos; encontrarán un apoyo significativo en el medio estudiantil e intelectual y en menor medida en los cinturones de miseria y en dertos sectóres radicalizados de la clase obrera. Sin embargo, la mayoría serán destruidos o muy debilitados por la represión bruta.J ejercida por los regímenes militares durante los años setenta. Algunos harán un balance autocrític.o de su "militarismo" y de su incapacidad para arraigarse orgá­nicamente en las masas obreras y campesinas y tratarán de reorientar su práctica política. , A partir de 1974, la corriente castrista se organiza sobre todo en la Junta de Coordinación Revolucionaria formada por PRT·ERP, el MIR chileno, los Tupamaros y el ELN de J}olívia.. Si bien sigue manteniendo lazos fra­ternales con Cuba, la Junta quiere ser autónoma con resper.to a la direc­ci6n cubana y a su nueva política en América Latina (apoyo a ciertos re­gimenes militares QacionaHstas, acercamiento con los partidos comunistas tradicionales; etcétera). Desde 1977-78, atraviesa una crisis profunda, de­bido a diverg~ncias internas y a un debilitamiento de los gnlpos.

Uno de los pocos movimientos de guerrilla castrista que sobrevivió a la represión ha sido desde luego el Frente Sandinista de Liberaci6n Nacional (FSLN). de Nicaragua. Durante los años 1977-79 el FSLN supo combinar campañas políticas de masas, actividades guell.¡neras rurales y urbaIlas e in­surrecciones locales sostenidas por la población pobre organizada en comités

50 51

Page 22: introduccion- El marxismo en América Latina

de barrio. El derrocamiento revolucionario de la dictadura de Somoza por la insu·

rrección popular generali7..ada, bajo la dirección del FSLN puede abrir un nuevo capitulo en la historia social del continente. Gracias a la deStruc­ción del aparato militar burgués, existe hoy la posibilidad objetiva, corno sucedió en Cuba en 1959-60, de un proceso de revolución permanente que desemboque en transfonnaciones socialistas.

En El Salvador, que se encuentra actualmente en estado de guerra civil larvada, algunos grupos gl.\errilleros presentan características particulares. Surgieron en el curso de los años setenta y, extrayendo lecciones de las derrotas del foquismo, ban tratado de impulsar, al mismo tiempo que el accionar armado, la organi,zación masiva de los obreros, campesinos, estu­diantes, maestros, habitantes de tugurios, etcétera. R.an surgido así, para­lelamente a los grupos armados, varios frentes de masas, incluyendo am­plios sectores populares organizados en 'sus sindicatos y asociaciones: el BPR (Bloque Popular Revolucionario), el FAPU (Frente de Acción Po· pular Unificada) y la.~ LP·28 (Ligas Populares 28 de febrero) que recien­temente se han unido en una Coordinadora Revolucionaria de Masas (en la que partic:ipa también la Unión Democrática Nacional, cercana al Par­tido Comunista). La organizaci.ón armada más importante es probablemen­te el Frente Popular de Liberación "Farabundo Martí" (cuyo nombre es un homenaje al dirigente comunista fusilado. en 1932), que sostiene como línea la "revolución popular hacia el socialismo" y la lucha por "una sola patria soc~'lista latinoamericana" .D8

a revolución cubana provoca, paralelamente a la extensión de la co­e' te castrista, un desarrollo--illtenso-_de la ciencia social ma~r vez pl'imcr~ el nlañO~~ surge masivame~-te -en-las-ulUversiaades 'latinoa­mericanas 1. 1ecuñáa ra sociología, la' ~onóm¡a política, la hístor~ ciencia pofltica., Una serie de trabajos de inveStigación te6rica y empírica enjuicia y critica las tesis de la ciencia social norteamericana y sus ~Ja=" dores en América Latina, las concepciones c!esarroIlistas de la OEPAL_ (CO: misión Económica para América Latina de la ONU) y su problemática dualista ("sociedad moderna" versus "sQéie_~d arcaica"), así como I.as dO{;­_ttinas petrificadas (generalmente de origen stalinista) de la izquierda tra: diciona!. La cntica de algunos de esos lugares comunes domina11tes ser formulada de modo conciso y polémico en el famoso ensayo del sociólogo mexicano Rodolfo Stavenhagen Siete tesis erróneas sobre Amé7'ica Latina (1965) Yen el artículo de Luis VitaJe. Amériqu6 Latine, t¿vdale DU' capita­liste? (1966),' y luego, de manera más extensa, por Andre Gunder Frank en Capitalismo y subdesarrollo en América Latina (1967), Desde el inicio de los años sesenta, se publicó gran cantidad de investigaciones marxistas importantes e innovadoras acerca de los ámbitos clave de la realidad Iati­

U5 El Salvador Rebelde, La Habana, septiembre de 1979, pp. 3 y 5.

52

~

-.

noamcricana: la dependencia y el subdesarrollo, el populismo, los sindica­tos y sus relaciones con el Estado, el movimiento obrero y campesi.no, la cuestión agraria, la marginalidad, etcétera. Si bien a veces defienden tesis contradictorias, no hay duda de que estos trabajos -por ejemplo los de Alonso Aguilar, Arturo Anguiano, José Aric6, Mario Arrubla, Vania Bam­birra, Roger Bartra, Carlos Blanco, Julio Cotler, Arna,ldo C6rdova, Fer­nando Henrique Cardoso, Francisco Delich, Enzo Faletto, Roberto Fet'­nández Retamar, Adolfo GilIy, Octavio lanni, Mare,os Kaplan, Ernesto Lac1au, Rigoberto Lanz, Héctor Malave Mata, Héctor Silva Michelena, José Alvaro Moisés, Gilberto Mathias, José Nun, Francisco de Oliveira, Juan Carlo,$ Portanticro, Aníbal Quijano, Eder 'Sader, Germán Sánchez, Theo­lonio Dos Santos, Enrique Semo, Azis Sima0, Paul Singer, Edelberto Torres Rivas, Ftancisco Weffort, etcétera- aportaron una rica y estimulante con­tribución a la interpretaci6n marxista de América Latina.

Resulta importante recalcar que la nueva ciencia marxista 110 se limita al mar{;o académico y participa frecuentemente en los debates ideológicos y en las luchas del movimiento obrero. Por ~jemplo, entre los autores próx.imos a la izquierda revolucionaria como Gunder Frank, Ruy Matlro Marini, Aníbal Quijano y Luis Vitale, la investigación económica y social lleva expüeitamente a clerta concepción de la estrategia política. Su problemá­tica común se sitúa en torno a los ejes siguientes:

1] Rechazo de la doctl,ina de un feudalismo latinoamericano y caracte~ rizaci6n de la economía colonial del pasado y de las estructuras agrarias del presente como esencialmente capitalistas;

2] Crítica del concepto de "burguesía nacional progresista" y de la pers­pectiva de un posible desarrollo capitalista independiente para los países latinoamericanos;

3] Análisis del fracaso de las experiencias populistas como resultado de la propia naturaleza de las fonnaciones sociales latinoamericanas, de su de­pendencia estructural, de la naturaleza política y social de la burgllesla lo­cal) etcéterJ; .

4] Descubrimiento del origen del retraso económico no en el feudalismo o en obstáculos precapitalistas al clesarrollo económico, SillO en las caracte­rísticas del propio desarrollo capitalista dependiente;

5J Como condusión: la imposibilidad de una vía "democrático--nacional" (burguesa). para el desarrollo económico y social de América Latina y la necesidad de la. revolución socialista como única respuesta realista y co­herente al'subdesarrollo y a la dependencia.

No cabe ninguna duda de que la revolución cubana fue un poderoso es­tímulo para tal enjuiciamiento de la ciencia social establecida. De una ma­nera más global, ]a revolución cubana creó el "clima ideológico" favorable a un renacimiento del marxismo en América Latina, y a su emancipaci6n del modelo de marxismo-leninismo vehiculado por la Unión Soviética. Sobre

53

Page 23: introduccion- El marxismo en América Latina

todo, el triunfo de una revolución socialista en Cuba asestó un golpe mortal al étrgumento idcol6gico clásico del pensanliento burgués en e.l continente: "el marxismo es una doctrina europea, vísceraJmeote extranjera a la idiosin­crasia de los pueblos latinoamericanos" ...

En la propia Cuba, se asistió durante los añós sesenta a uo florecimiento de investigaciones sociológicas, históricas y filosóficas que demostraron la el<;istencia de un marxismo creador y abierto, cuya expresión más notable fue la revista Pensamiento Crítico, publicada entre 1967 y 1970.

No obstante, el castrismo no fue la única corriente revoluciona.ria que se desarrolló en Amélica Latina después de 1959; el trotskismo y el maoísmo también experimentaron en menor grado una exlensi6n significatjva.

La consolidación del trotskismo durante este periodo deriva entre otras cosas del hecho de que algunos sectores de la, juventud radicalizada consi­deraron a la revolución cubana como una confinnación de ciertas. tesis que se valen de las ideas de Trotsky y/o de la IV Internacional, en particular la teoría de la revolución permanente como proceso que lleva al transcreci­miento de la revolución democrática en socialista. El trotskismo pudo tam­bién desarrollarse debido a la crisis del movimiento comunista tradicional después de la revolución cubana y a la polémica del castrismo con la política moderada de los pe latinoame1Í.canos.

En Perú en 1961-1963., un militante trotskista, Hugo Blanco, dirigi6 uno de los mayores movimientos de masas campesinas de la historia reciente del continente, las ocupaciones de tierl'.éis por los sindicatos campesinos del valle de la Convenci6n. Hugo Blanco tratará también de organizar una mi­licia campesina para d~fender al movimiento contra los propietarios terra­tenientes y la policía, pero la represión de las Fuerzas Armadas destruirá los sindicatos campesinos y detendrá a su dirigente."

La simpatía de los trotskistas por la revolución cubana y la ausencia de prejuicios antitrotskistas en los castristas pennitirán en una serie de países relaciones de colaboración entre ambas corrientes, e incluso cierta "simbio­sis" política y/u organi1.ativa durante algún tiempo.

En Clúle, por ejemplo, los trotskistas (Luis Vitale, etcétera) participarán en la fundación del MIR en 1965; aun después de su salida alRunos años más tarde, sus ideas seguirán influyendo en la organizaci6n, y los trotskis. tas consideran al MIR como el grupo castrista más cercano a su proble. mática.

En Bolivia, el POR de GOJlzál~ Moscoso y el ELN de Inti Peredo cola­boran estrechamente de 1969 a 1971, e incluso fusionan parcialmente sus ramas militares.

"Militante·s del FIR (Frente de 13 Izquierda Revolucionaria), organizaci6n trotskista peruana a la cual pertenecía Hugo B1an('.o, llevarAn a cabo en 1961-62, bajo la dirección de Daniel Pereyra, las primeras "expropiaciones de bancos" en América Latina.

54

Por último, en Argentina, surge en 1965, de la fusión t'ntre un grupo cas­trista y una organizaci6n trotskista, el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) que será, de 1969 a 1973, la sección argentina de la Cuarta lntemacional.l1oo

Esta alianza trotsko-castnsta cristalizar;.\ en el IX Congreso de la IV Internacional (1969), que proclama una orientación hacia la. lucha anna­da y hacia la integraci6n de las organizaciones trotskistas en la corriente de la OLAS. Sin embargo, en los años setenta, divergencias estratégic.as y tác­ticas provocarán un distanciamiento entre ambas tendencias, que no .obs­tante seguirán teniendo relaciones fraternales en la mayoría de los países. Durante este nuevo periodo, el trotskismo se de.t;arrollará sobre toao en Mé­xico, donde el PRT (sección mexicana de la IV Internacional) se desa­rrolla rápidamente ~on una influencia importante en sindicatos campesinos independientes, y en Perú, donde el FOCEP (Frente Obrero Campesino Estudiantil), coalición de dominante trotskista, dirigida en particular por !;J.ugo Blanco, recibirá e~ 12% de tos VQtos en las elecciones de junio de 1978 para la Asamblea Constituyente. ~n cambio, las relaciones entre el maoísmo y el castrismo serán conflic.ti­

vas en la mayoría de los casos. El m~ísmo surgirá en el continente a con­secuencia de la polémica sino-soviética y como resultado de escisiones de partidos comunistas tradicionales. El primer grupo maoista latinoamerica­no será el Partido Comunista de Brasil, producto de una disidencia, en 1962, en el Parti~o Comunista Bra~leño, prosoviético; el Pe de Brasil lo funda una parte de la antigua dirección del partido (que' apelaba a la dostrilla de Stalin), descontenta eon el XX Congreso y la destalinización, y cuyas principales preocupacioneg con-espondían con las crh.icas de China a Jruschov. El pe de Brasil oscilará entre el regreso a la política más ofen­siva del partido en la época de la guerra fría (1949-53) Y un intento de aplicación de la estrategia revolucionaria del PC clúno; por lo tanto, el partido maoista brasil'eño predicaba un "bloque de las cuatro clases" y el establecimiento de un gobierno popular revolucionario mediante la guerra del pueblo (concebida como "cerco de las ciudades por el campo"), que debía llevar a cabo una revolución antimperialista y antilatifundista. Los ruaoístas estaban de acuerdo con los prosoviétir.os en ter.hazar el carácter socialista de la revolución en su etapa actual y en la necesidad de un frente con la burguesía nacion~l; no obstante, insistí.an en la hegemonía del pro­letariado en el sena de la alianza de clases y en la necesidad de la lucha annada. Durante los años sesenta, el Pe de Brasil se negará a entablar ac· ciones armadas y criticará severament.e las actividades de la guerrilla cas­

"-00 En 196'8, una escisión, dirigida por Nabuel Moreno dejaIli el PRT, negán­dose a entablar la rucha armada contra el régimen militar argentino, y constituirá más tarde el PST, Partido Socialista de los Trabajadores. En cuanto el PRT·ERP, de.jarA e.n 1973 la IV Internacional trotskista y SIl orientación pollticó\ e ideo­16gica se acercarA sobre todo al comunismo vietnamita.

55

Page 24: introduccion- El marxismo en América Latina

trista (ALN, MR-8, etcétcm) como contrarias a la verdadera. guerra del pueblo; sin embargo, hacia 1971.73, el partido participará en una acción de guerrilla campesina cn Amazonia, que el Ejército brasileño acabará por diezmar. La adhesión en esta época de una parte importante de la Acci6n Popular, organización de origen cristiano de izquierda que durant.e los años Sellenta fue hegemónica en el movimiento estudiantil b:rasileño, fortaleció al pe de Brasil.

Organizaciones semejantes al PC de Bl<\Sil surgirán en otroS paises: el PCML (Partido Comunista Marxista-Leninista) de Perú, el PCML de Bo­livia, el PCML de Colombia, etcétera. Este último se distingue de los demás grupos maoístas por el desarrollo de una importante organización de gue­rrilla rural, el EPL (Ejército Popular de Liberaci6n) desde 1967. En cam. bio, la negativa del PCML' de Bolivia (dirigido por Osear Zamora) a apoyar la guerrilla del Che en 1967 será uno de los temas del enfrentamiento PQ_ lítico entre maoísmo y castrismo en el continente. Durante los años setenta, la nueva política exterior de China (acercamiento a Estados Unidos, acti­tud ambigua hacia Pinochet, etcétera) provoca UIla profunda crisis en la corriente maoÍ~ta, como resultado de la cual varias organizaciones (en particular el PC de Brasil ML) se acercarán a Albania.

/:- El de~arrono del castrismo, del maoísmo y del trotskismo en América Latina después de 1959 significa evidentemente un desafío para la hegemo­nía de los partidos comunistas tradicionales sobre el movimiento oborero.

Estos partidos reaccionarán diversamente frente a las organizaciones cas­tristas; algunos de ellos (Argentina, Brasil, Colombia, Chile) rechazarán desde un principio cualquier compromiso con la nueva corriente, clasificada como aventurera pequeñoburguesa; otros tratarán episódicamente de cola. borar con los grupos armados castristas (Bolivia, Venezuela, Guatemala); pero muy pronto las divergencias profundas acerca del papel mismo de la lucha arrn.-'lda (¿ estrategia o táctica?) provocarán HIla ruplura, por lo que cuadros militares comunistas (Douglas Bravo en Venezuela') o sectol'es de las juventudes comunistas (Inti Pereda en Bolivia) pasarán a las filas de la guerrilla castrista. Por último, algunos partidos, en particular el uruguayo (bajo la dil'ecci6n de Rodney Arismendi) participarán en la OLAS y logra­rán establecer un modus vivendi e incluso cierta colaboración con la co­mente castrista (Tupamaros).

El partido que experiment6 la crisis más profunda despu~ de la revolu­ción cubana fue probablemente el PC brasileño.I1Ol Profundamente com­

110l El PC venezolano también atl'aves6 hacia 1969-70 por una crisis grave, que provocó la salida de una buena parte de los dirigentes y de sectores importantes de la 'base, que constituin\n e) MAS (Movimiento al Socialismo, dirigido por Theo­doro Petkofí); esto no Se debí6 a la lucha annada, síno más bien al problema de las relaciones con la URSS, cuestionadas después de la invasión a Checoslovaquia en 1968; se trata por lo tanto de una crisis semejante a la que atraviesa el Partido Comunista Griego hacia la misma época.

prometido en el régimen populista del preflidente Joao Goulart y confiando en el sector "democrático-nacional" de las Fuerzas An(ladas brasileñas, el PO.B será sorprendido por el putseh militar de abril de 1964, que establecerá la dictadura que sigue en el poder hoy d'ía. Sin embargo, contrariamente al PGT de Guatemala que, después de la caída de Arbenz en 1954, se autoeri· tic6 por haber seguido a la burguesia, el PCB subraya, mediante una reso­luci6n de su Comité Central en mayo de 1965, las t.endencias "sectarias e izquierdistas" del partido durante los años 1962-64, tendencias que habían "alejado del frente único a importantes sectores de la btirguesía nac.ional'','lillll El fracaso de 1964 y et tipo de autocritica (considerada. como "de dere,cha" por los oponentes) provocarán una crisis intema del partido que el impacto de la conferencia de la OLAS fortalecerá mucho; a partir de 1967 muchos militantes y algunos de 10$ principales dirigentes del PCB (Carlos Marighe­na, Joaquim Cílmara Ferreira., Mario Alves, Apolinio de CarvaIho, etcéte­ra) dejarán el partido para fundar organizaciones de la izquierda revolu· cionaria y entablar la lucha arlliada.

Otros partidos, en cambio, como el Pe chileno, no experimentarán nin­.guna, escisi6n importante (salvo algunos sectores de la juventud unida al MIR) y no se dejarán influir en absoluto por la revolución cubana. Gracias a su fuerza de organización y a su coherencia ideol6gica, el Pe chilen9 ~ c.mlYerJirá en la f~~rza hegemónica dentro.de..1o .que p.!!~ge,_.~Q.~!fQ~~~_ como el intento más hnportant,Lde paso pacifico_ ~l socia1is~ en América LaUna. - -- ' - . -rrafque recalcar que frente a I~ vacilaciones del Partido Socialista, cuya base estaba profundamente influida por tendencias castristas y trotskistas, el PO será en el gobierno de Allende la fuerza obrera más moderada. Conven­cido desde siempre que Chile no podía volverse socialista sin pasar primero por una etapa "antio1i.gárquica y antimperialista",108 el partido comunista trata por todos los medios posibles de asegurar un modus uilfendi entre el gobierno de la Unidad Popular y fuerzas burguesas consideradas corno pro· gresistas, mediante la limitación de las nacionalizaciones,lO. mediante el diálogo con la Democracia Cristiana y sobre todo por medio de la colabo­ración con las Fuerzas Armadas, entre las cuales, según los diágentes comu­nistas, "reina el espíritu profesional y el ,respeto al gobierno establecido con­forme a la Constitución".10S En conclusión, se puec!e decir que los trágicos

, :' .... i~.·~ 1lll:2 Cf. CanL1s Rosai, "Le pc'brúilien", en R¿rtollltion p"rmlln,nt, 11'/1.' A~"j;ique

Llltine, ed. Maspero, Paris, 1972, p.15. 110B Cf. por ejemplo el iníanne del secretario general al XIV Congreso del par­

tido en noviembre de 1969, Luis Corvalán, Camino dI! victoria, Santiago, septiem­bre de (971, p. 323,.

- I1CN El famoso "plan Millas" e1abol'ado poI' el minis.tro cOll)unista de Finanzas, preve1a incluso la devoluci6n a los propietarios de ciertas empresaa expropiadas durante la "huelga patronal" de octubre de 1972.

D.0l5 er. L. ('.oTValán, Camino d, victoria, cit., pp. 425-26. En una entrevista a LJHumanit~, Corvalán -sec.retario general del Pe chileno- subraya,: "En los

, 56 57

Page 25: introduccion- El marxismo en América Latina

acontecimientoS de septiembre de 1973 no habian 8ido previ8tos y eran difí­cilmente previsibles en el marco de la concepción que tenía el PO chileno de la naturaleza del aparato de Estado y su relación con las cJases sociales.

Algunas paIapras sobre las corrientes socialistas en América Latina. La so­cialdemocracia no llegó a implantarse efectivamente en el continente. La. principal excepción -hasta los afios sesenta- fueron los Partidos Socialis­tas de Argentina y Uruguay, que luvieron durante muchos años un papel sigo nificativo en el movimiento obrero, en Unlguay bajo la dirección de E. Frugoni, yen Argentina de Juan B. Justo, Alfredo Palacios, Américo Ghiol­di, Alicia Moreau de Justo, etcétet'a. Pero aquí también la revolución cuba­na tuvo su impacto, provocando la radicalizadón de sectores de esos par· tidos. En los años sesenta el PS argentino conoce varias escisiones,. tanto de derecha (Partido Socialista Democrático, de Ghioldi y Nicolás Repetto) como de izquierda (Partido Socialista de Vanguardia, de David Tieffen­berg, etcétera; una de las fracciones socialistas, dirigida por Juan Coral, se unificó con el grupo "La Verdad" de Nahuel Moreno para formar en 1972 el Partido Socialista de los Trabajadores, ubicado dentro del trotskis­mo): en consecuencia, se ha debilitado y marginado la corriente social­demócrata argentina, (;asi desapareciendo como fue17A sindkal o política importante. Un proceso semejante ocurrió en Uruguay'. donde los sectores más combativos del Partido Socialista constituyen (bajo la direcci6n de Raúl Sendie) el Movimiento Tupamaro.

Los principales partidos latinoamericanos que se autoubkan dentro del socialismo, como el PS chileno, el Partido Socialista Revolucionario del Ecuador, el MAS (Movimiento Al Socialismo) de Venezuela, por su refe­rencia al marxismo, por su programa y su estrategia, por sus relaciones internacionales, et('.é~ra, no pueden ser considerados partidos socialdemó­cratas. En realidad, en el seno de las varias corrientes del marxismo en América Latina predomina la ref~rencia positiva a ]a Revotuci6n de Oc· tubre, desde los años veinte hasta hoy.

~ct\l~~,m~e,Jª--;ªpla.lltªll~~ mayorí~ .de l~ pob.laci6n de ~~~ se encuentr~sQffi.~!Id~.a .r:eggnenes mlltta~" cbnservadores y represiVOS, eu'; yas fuéñas armadas y policiacas~ se ~sp.ecia~n en la detenci6n, fórtUrltT­1lsesinato de los militantes marxistas de varias tendencias: comunistas pro­'soviéticas o maoísta!, castristas o trotskistas, revolucionarios o reformistas. Más allá del debate político necesario y de los enfrentamientos ideo16gicos inevitables, un número creciente de militantes considera por lo tanto que

círculos ultrarrevoluclonarioa, se aíinna que el enfl'l~ntamiento con el ej4Srcito el ineluctable, fatal {...1 A f¡~ de cuentas, considerar el enfrentamiento annado como Catal implica -y alguno. lo sug¡-~.ren- la fonnaci6n inmediata de milicias populares armadas. En IIf sitUaci6n actual e$to equivaldria a una señal de descon­fianza hacia el ej6rcito. Ahora híen, el ej6rcito no es impermeable a 106 vientos nue­vo. que soplan en Am6rica Latina y que penetran en todos los rincones", L'Huma­ftill, 7 de enero de 1971.

la unidad de acci6n del conjunto de las corrientes del movimiento obrero que se valen del socialismo y del marxismo es, más que nunca., lID impera­tivo urgente. Como lo escribía Mariátegui, el lo. de mayo de 1924:

Fonnar un frenty único es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una necesidad urgente. No es renunciar a la doctrina que ('ada uno sirve ni a la posición que cada ullO ocupa en la va.nguard¡·a. La val'iedad de tendendas y la diversidad de matices ideológicos es inevi. table en esa inmensa legi6n humana que se llama el proletanado. La existencia de tendencias y grupos definidos y precisos no es un mal; es por el contrario la señal de un periodo avanzado del proceso revolucio­nario. Lo qu·e importa es que esos grupos y esas tendencias sepan enten· derse ante la realidad concreta del día {. , .] Que no empleen sus ar­mas [, .. ] en herirse unOS a otros, sino en combatir el orden social, sus instituciones, sus injusticias y sus críroenes:

1CMI

Paris, 26 de ,julio de 1979

!lOll J. C. Mariátegui, "Ello. de mayo y el frente úniC()", 1924-, en ObTQ polflica,

cit., pp. 253-540.

59 58