Introducción a La Problemática de La Psicosis En

8
INTRODUCCIÓN A LA PROBLEMÁTICA DE LA PSICOSIS EN PSICOANÁLISIS Para los neuróticos, el tratamiento analítico puede tener lugar. En es del psicoanalista una cierta cantidad de libido que circula, que es sus objetos (y en consecuencia hacia personas) que le son exteriores es lo que llamamos transferencia. El psicoanalista se sir!e de la transferencia para hacer Por el contrario, en el caso de la enfermedad mental propiamente dicha, la libido est# sustraída de los objetos (y por tanto de las personas). confinada en el interior del sujeto. Este hecho con!ierte a estas patol inaccesibles a la terapia psicoanalítica. $in embargo, %reudmantenía la !alide" de su descubrimiento para la totalidad de los seres humanos. En la psicosis, a la dial&ctica de la palabra y de la interpretación, pero no por ello es constituti!o del ser humano en tanto en cuanto habla. 'hora bien, hay un caso de psicosis al cual %reud prestó una gran atención se t caso del presidente Schreber , caso particular por !arias ra"ones. $chreber era ni!el era presidente de la corte de apelaciones de resde. ' los * a+ depresi!o gra!e con síntomas hipocondríacos y se hace tratar por el pro psiquiatras m#s eminentes de la &poca. ' continuación, $chreber desarro de gran intensidad y ser# internado por !arios a+os. Publicar# un libro pasó Memorias de un neurópata . En la introducción del libro, $chreber decía q resultaría til a la ciencia futura. -o se equi!ocó. %reud no conoció /aya si lo leyó0 Por un lado, entonces, %reud confiesa disponer de escasos medios terap& psicosis, pero, por otro lado, se interesa en ella concien"udamente. 1P !a a darse cuenta de que la psicosis des!ela, pone al desnudo de cierta dir# 3acan), las bases sobre las que &l fundaba el descubrimiento mismo saber, el inconsciente. 3o que asombra a %reud es que los psicóticos ti re!elar lo que los neuróticos guardan en secreto. Ellos ense+an algo so psiquismo. 3os neuróticos ense+an a %reud el modo de funcionamiento, la d inconsciente. 3os psicóticos, por su parte, le ense+an lo que el incons decir, su estructura. %reud obser!a que el psicótico, el paranoico en particular, dice siempre lo que quiere . Esto quiere decir que el paranoico no se somete a la regla fundamental del disposit libre, la cual es tambi&n su condición de posibilidad. $e trata del hec hablar, se deja lle!ar por lo que dice y a partir de un momento dado un que dice es la lógica interna del inconsciente la que toma el control del sujeto. Pues bien, el paranoico no pierde el control. -o. 4l perman &l es el amo del lenguaje, dice 3acan. 5on el sujeto neurótico, el psicoanalista se pone a escuchar, a escucha tambi&n a escuchar y deducir el sujeto que se enuncia en la queja misma !iene al primer plano con el psicótico es la !ertiente de la lectura, a presenta como una lógica que se puede leer de entrada (el ps sentido). 16u& es entonces lo que %reud deduce de la lectura de este li la teoría psicoanalítica. 8etengamos entonces, por una parte, que el psicótico es el amo del leng es,de un modo digamos natural, un profesor del saberinconsciente. E!oquemosahora r#pidamente lo que !ino despus de !reud . En síntesis, podemos distinguir dos !er un lado est# la !ertiente del psicoan#lisis post9freudiano. $u particul ser una rama del psicoan#lisis que se centró progresi!amente en estudia funcionamiento del yo en detrimento del inconsciente y su lógica. e el orientación terap&utica que, en lugar de apuntar al desciframie orientado cada !e" m#s hacia la adaptación y la reeducación del yo. Por otro lado, tenemos a la psiquiatría contempor#nea a %reud, represen :leuler escribió un tratado sobre la esqui"ofrenia que marcó la histori cual utili"a los mecanismos de funcionamiento del inconsciente descrito

description

Psicologia

Transcript of Introducción a La Problemática de La Psicosis En

INTRODUCCIN A LA PROBLEMTICA DE LA PSICOSIS ENPSICOANLISIS Para los neurticos, el tratamiento analtico puede tener lugar. En este caso, hay a disposicin del psicoanalista una cierta cantidad de libido que circula, que es susceptible de transferirse hacia objetos (y en consecuencia hacia personas) que le son exteriores: es lo que llamamos transferencia. El psicoanalista se sirve de la transferencia para hacer avanzar la cura.

Por el contrario, en el caso de la enfermedad mental propiamente dicha, a saber, en las psicosis, la libido est sustrada de los objetos (y por tanto de las personas). Ella no circula, quedando confinada en el interior del sujeto. Este hecho convierte a estas patologas en prcticamente inaccesibles a la terapia psicoanaltica. Sin embargo, Freud mantena la validez de su descubrimiento para la totalidad de los seres humanos. En la psicosis, el inconsciente se sustrae a la dialctica de la palabra y de la interpretacin, pero no por ello deja de existir. El inconsciente es constitutivo del ser humano en tanto en cuanto habla.

Ahora bien, hayun caso de psicosisal cual Freud prest una gran atencin: se trata del clebre caso del presidenteSchreber, caso particular por varias razones. Schreber era un jurista de alto nivel: era presidente de la corte de apelaciones de Dresde. A los 50 aos, cae en un estado depresivo grave con sntomas hipocondracos y se hace tratar por el profesor Fleschig, uno de los psiquiatras ms eminentes de la poca. A continuacin, Schreber desarrollar un estado delirante de gran intensidad y ser internado por varios aos. Publicar un libro en el que explica lo que le pas:Memorias de un neurpata. En la introduccin del libro, Schreber deca que su testimonio resultara til a la ciencia futura. No se equivoc. Freud no conoci a Schreber pero ley su libro. Vaya si lo ley!

Por un lado, entonces, Freud confiesa disponer de escasos medios teraputicos para tratar la psicosis, pero, por otro lado, se interesa en ella concienzudamente. Por qu? Pues bien, porque va a darse cuenta de que la psicosis desvela, pone al desnudo de cierta manera (a cielo abierto, dir Lacan), las bases sobre las que l fundaba el descubrimiento mismo del psicoanlisis, a saber, el inconsciente. Lo que asombra a Freud es que los psicticos tienen la particularidad de revelar lo que los neurticos guardan en secreto. Ellos ensean algo sobre la estructura del psiquismo. Los neurticos ensean a Freud el modo de funcionamiento, la dinmica del inconsciente. Los psicticos, por su parte, le ensean lo que el inconsciente es realmente, es decir, su estructura.

Freud observa que el psictico, el paranoico en particular,dice siempre lo que quiere. Esto quiere decir que el paranoico no se somete a la regla fundamental del dispositivo analtico: la asociacin libre, la cual es tambin su condicin de posibilidad. Se trata del hecho de que uno se pone a hablar, se deja llevar por lo que dice y a partir de un momento dado uno pierde el control de lo que dice: es la lgica interna del inconsciente la que toma el control sobre la voluntad consciente del sujeto. Pues bien, el paranoico no pierde el control. No. l permanece dueo de la situacin: l es el amo del lenguaje, dice Lacan.

Con el sujeto neurtico, el psicoanalista se pone a escuchar, a escuchar la queja, claro, pero tambin a escuchar y deducir el sujeto que se enuncia en la queja misma. Sin embargo, lo que viene al primer plano con el psictico es la vertiente de la lectura, a saber que el inconsciente se presenta como una lgica que se puede leer de entrada (el psictico testimonia, en cierto sentido). Qu es entonces lo que Freud deduce de la lectura de este libro? Una confirmacin de la teora psicoanaltica.

Retengamos entonces, por una parte, que el psictico es el amo del lenguaje, y por otra que l es, de un modo digamos natural, unprofesordel saber inconsciente. Evoquemos ahora rpidamente lo que vinodespus de Freud. En sntesis, podemos distinguir dos vertientes. Por un lado est la vertiente del psicoanlisis post-freudiano. Su particularidad reside en el hecho de ser una rama del psicoanlisis que se centr progresivamente en estudiar la estructura y el funcionamiento del yo en detrimento del inconsciente y su lgica. De ello se desprendi una orientacin teraputica que, en lugar de apuntar al desciframiento del inconsciente, se ha orientado cada vez ms hacia la adaptacin y la reeducacin del yo.

Por otro lado, tenemos a la psiquiatra contempornea a Freud, representada por Eugen Bleuler. Bleuler escribi un tratado sobre la esquizofrenia que marc la historia de la psiquiatra, y en el cual utiliza los mecanismos de funcionamiento del inconsciente descritos por Freud, pero dejando de lado la teora de la sexualidad. De l se desprende una teraputica muy centrada en las funciones cognitivas y su asociacin/disociacin, pero que deja de lado la dimensin de la libido y la pulsin.

Despus vinoLacan. Ahora bien, respecto a la psicosis, Lacan tena una ventaja en relacin a Freud. Y es que Lacan era psiquiatra. La puerta de entrada al psicoanlisis para Freud fue la neurosis, mientras que para Lacan fue la psicosis. A continuacin voy a introducir algunos puntos de referencia y de orientacin general respecto a la cuestin de la psicosis en la enseanza de Lacan.

Primero, el problema de la psicosis debe ser considerado a partir de una concepcin del ser humano en su condicin de ser hablante. Desde este punto de vista, el hombre ha de vrselas con la locura de entrada, como lo decamos hace un momento. Con su propia locura, digamos. La locura es un aspecto constitutivo del ser humano. Esto quiere decir queella es vivida enteramente en el registro del sentido(Lacan). El fenmeno de la locura no es separable del problema de la significacin del ser en general, es decir del lenguaje. La psicosis es el modo de ser que ms pone en evidencia que el lenguaje es una gangrena, un parsito que vuelve loco al hombre. Es por el sesgo del lenguaje, como consecuencia del hecho de que l es un ser tejido por el lenguaje, que el hombre se ve llevado a alienarse a identificaciones que pueden ocasionalmente petrificar su ser, dejarlo presa de significaciones a las cuales queda adherido sin mediacin. Puede quedar atrapado en ellas con un profundo desconocimiento y verse llevado a tomarse realmente por quien cree ser.Conviene observar que si un hombre que se cree un rey est loco, un rey que se cree un rey no lo est menos(Lacan).

Lacan afirma as que el hombre siempre tiene que vrselas con la locura,pues el riesgo de la locura se mide segn la atraccin que ejercen en l las identificaciones en las que l compromete al mismo tiempo su verdad y su ser.Lejos de que la locura sea el hecho contingente de las fragilidades de su organismo, ella es la virtualidad permanente de una falla abierta en su esencia [del hombre].Mientras que Henri Ey -eminente psiquiatra contemporneo de Lacan- haba definido a las enfermedades mentales como insultos y trabas a la libertad, Lacan sostena que la locura era la ms fiel compaera del hombre, que segua sus movimientos como una sombra. Desde cierto punto de vista, el ser hablante est loco por definicin, en la medida en que est alienado a ciertos significantes a los que se identifica.

Ahora bien, precisemos de entrada que, si bien todos los hombres estn locos, no lo estn todos de la misma manera. Podemos decir que existe, por un lado, la locura comn a todos, y, por otro lado, lo que se llama la psicosis, que toma formas distintas que la clnica aprehende bajo los nombres de esquizofrenia, paranoia y melancola.

La psicosis es una modalidad de respuesta a las cuestiones fundamentales que conciernen a nuestro ser: la vida, la muerte, nuestro modo de ser en el mundo, nuestra condicin de ser sexuados (ser hombre o mujer). Segn Freud, existen tres modos de responder (tres mecanismos psquicos), modos que determinan tres maneras de tomar posicin frente a estas cuestiones que Freud va a llamar neurosis, psicosis y perversin. Ahora bien, estas cuestiones le son planteadas al hombre por mediacin de su inconsciente, el cual no es un saco cerrado y esttico lleno de recuerdos reprimidos y condenados al ostracismo. Se trata ms bien de algo dinmico. El inconsciente es sencillamente ese medio vital que est hecho, compuesto, constituido por el discurso que nos rodea desde antes incluso de nuestro nacimiento, ese discurso que nos condiciona por toda una serie de significantes a los cuales nos identificamos, discurso que es a la vez personal y particular a cada uno, como tambin colectivo y general. Lacan condensa todo ello en una frmula muy simple:El inconsciente es el discurso del Otro.Y la condicin del sujeto, aade, depende de lo que discurre en el Otro.

Qu quiere decir esto? Pues bien, esto quiere decir que todo ser humano es, ciertamente, una persona, un individuo, pero tambin un sujeto. Un sujeto del inconsciente, en el sentido de estar tambin sujeto al inconsciente en tanto discurso del Otro. El sujeto del inconsciente es entonces l mismo un efecto del universo simblico en el que l est sumergido desde antes incluso de nacer (por ejemplo l tiene a menudo ya un nombre antes de nacer!). He aqu, entonces, el binomio fundamental constitutivo del ser humano: el sujeto y el Otro.

Pero cmo se aplica todo esto a la psicosis? Pues bien, para empezar digamos que todo esto va en el sentido contrario de lo que piensa la psiquiatra biologicista sobre la psicosis, a saber que se trata de un ser preso de un dficit cognitivo, vctima de una disociacin de funciones. Si ustedes cogen el texto de Schreber, o tantos otros ejemplos de psicticos, se dan cuenta enseguida de que para nada se trata de deficitarios. Al contrario, Schreber pone a la luz la pertinencia de las categoras forjadas por Freud. Revela verdaderamente la estructura del inconsciente, nos da a leer su lgica. El psictico nos revela con su delirio cmo est articulado ese saber que llamamos inconsciente, saberpresente para todos y cerrado para cada uno(Lacan). El inconsciente es un saber que el sujeto no sabe que sabe, dice tambin Lacan.

Mientras que frente a su paciente psictico el psiquiatra tiende a desplegar su arsenal farmacolgico y a inculcarle el comportamiento adecuado, el psicoanalista se pone primero en una actitud de aprendizaje. Del psictico el psicoanalista se hace primero el escriba, o el secretario (secretario del alienado,deca Lacan). Es una tarea necesaria para ayudar al psictico a hacer frente a su Otro, a orientarse frente a l, al tiempo que lo sita, haciendo del Otro una suerte de cartografa. Y es que el Otro del psictico no es un Otro amable y bien educado, sino que toma ms bien un cariz de perseguidor feroz y cruel.

Para dar una idea an ms precisa de lo que es el Otro, digamos que es la atmsfera del sujeto. Un sujeto no es concebible sin ese Otro que es su atmsfera. Se trata de una atmsfera que est hecha de sentido, de verdad y de deseo. Y, en el mejor de los casos, tambin de apoyo, de sostn. Ahora bien, es entrando en esta atmsfera del sujeto hecha de sentido, de verdad y de deseo, que un analista tiene la posibilidad de encontrar un lugar que no sea slo el de cuidador o de terapeuta, sino ms bien el lugar departenairedel sujeto (partenaire en el sentido de compaero, de aqul con el que el sujeto juega su partida).

Tomemos como ejemplo a un sujeto neurtico que sufre de sus sntomas. El analista, que es introducido en la atmsfera del sujeto por el sujeto mismo (es lo que llamamos demanda), se presta a dar su voz, a dar su presencia para encarnar esta atmsfera del sujeto, encarnar su inconsciente, para lograr as situar las cuestiones fundamentales del sujeto, cuestiones a las cuales los sntomas son ya respuestas. Observen entonces que en la neurosis, el binomio sujeto-Otro que evocbamos ms arriba est caracterizado por lo siguiente: el sujeto est afectado por un menos: l sufre, no puede, no est a la altura, le falta algo, no es capaz de hablar, est inhibido, etc. Pongan todo eso del lado del menos, del lado del sujeto. Correlativamente, el Otro est afectado por un ms: tiene todos los derechos, sabe lo que pasa y lo que hace falta, tiene siempre razn, etc. En este caso, el sujeto se dirige al Otro para demandarle algo, puesto que l supone que el Otro tiene lo que a l le falta.

Pues bien, para el sujeto psictico podemos decir que el binomio sujeto-Otro est atravesado por una dialctica inversa: aqu es el Otro el que est afectado por un menos, mientras que el sujeto est afectado por un ms. En el caso de la psicosis, no es el sujeto el que est enfermo Lacan lleg a decir que el psictico es el nico normal! No. En el caso de la psicosis, es el Otro el que est enfermo, el que persigue al sujeto, el que est afectado por una falta, lo cual confiere una especie de glotonera al Otro con respecto al sujeto: ste ltimo tiene lo que al Otro le falta. En consecuencia, aqu es el Otro el que hace sufrir al sujeto y el que es responsable de todas sus desgracias. Ustedes pueden observar fcilmente que la dinmica se invierte en este caso: aqu es el Otro el que se dirige al sujeto, el que lo provoca y lo interpela para sonsacarle lo que a l le falta. Es como si la atmsfera en la que vive el sujeto estuviera intoxicada, polucionada. El sujeto est parasitado, contaminado por lo que ocurre en el lugar del Otro. De hecho, es el Otro el que habla, y ocasionalmente el sujeto el que oye su voz. l podr decirles, por ejemplo, que la radio habla de l.

He aqu, entonces, lo que el psicoanlisis sostiene respecto del sujeto psictico. En lugar de etiquetarlo con un dficit, con una falla a nivel de las funciones cognitivas, el psicoanlisis afirma que el sujeto psictico est, como todo ser hablante, inscrito en el lenguaje, inserto en la atmsfera del discurso: l est tambin sujeto al inconsciente. Para l tambin las cuestiones fundamentales se inscriben en el lugar del Otro, lugar en el que yacen su ser y su verdad. Sin embargo, a diferencia del neurtico, el psictico no es solamente un sujeto del inconsciente. l est tambin sujeto al goce (a menudo obsceno) del Otro. Digamos ms precisamente que se encuentra a menudo en posicin de ser el objeto del goce del Otro, lo cual para nada se parece al placer, sino ms bien a lo que Freud llamms all del principio del placer.El goce es ese displacer que acompaa al ser hablante y del que nunca puede desembarazarse del todo.

Es por esta razn que Lacan deca que hay un goce en todo sntoma. Incluso el neurtico, cuando va a ver a un analista, se da cuenta a partir de un momento dado que abandonar su sntoma es ms difcil de lo que crea, porque hay un cierto quantum de goce que se le agarra. El goce puede domesticarse mediante la palabra. Pero para el sujeto psictico el poder de la palabra muestra sus lmites. Digamos que hay, en el caso de la psicosis, una omnipotencia del lenguaje (que viene del Otro), y una fragilidad del poder de la palabra (palabra que el sujeto tiene dificultades para tomar de la buena manera). En la psicosis adems, el lugar del Otro, la atmsfera, no es solamente el lugar del ser y de la verdad del sujeto, sino tambin el lugar de esta potencia monstruosa y obscena que es el goce.

De este modo, con Lacan, podemos definir al sujeto psictico como un mrtir, mrtir del inconsciente. Mrtir en el sentido de que hay toda una serie de fenmenos y de significaciones que le son impuestos de una manera aplastante. Pero, como lo veamos ms arriba, l es tambin un doctor, doctor en lgica del inconsciente, de la cual puede, ocasionalmente, testimoniar con un rigor admirable.

A continuacin, ms all de estas escuetas referencias tericas, tratemos de mostrar cul esla posicin que el psicoanlisis proponetomarcon el sujeto psictico. En la poca de Freud, se consideraba que la situacin del psictico no se prestaba al dispositivo psicoanaltico: bien porque no haba transferencia en absoluto y la libido del sujeto quedaba encerrada en l mismo (configuracin frecuente en los casos esquizofreniformes), bien porque la transferencia era tan masiva e incontrolable que era susceptible de producir la precipitacin del sujeto en situaciones dramticas como el pasaje al acto (configuracin ms frecuente en los casos melancoliformes o en la paranoia).

Comoquiera que sea, hay una maniobra peligrosa que hay que evitar particularmente. Ella consiste en situarse, frente al sujeto psictico, como aqul que sabe: que sabe acerca de su ser, de su verdad, del sentido de sus sntomas. Por qu? Pues bien, porque se trata de una situacin favorable al desencadenamiento, a la eclosin de la psicosis. De ah la importancia crucial de hacer un diagnstico preciso antes de realizar interpretacin alguna. El sujeto psictico tiene tendencia a considerar el saber del Otro respecto de l mismo como malintencionado. Ello lo vuelve especialmente proclive al sentimiento de persecucin. El mejor lugar a ocupar es el del ignorante, el escriba, el secretario del alienado, aqul que se deja ensear por la lgica de su discurso. Al mismo tiempo, esto quiere decir ocupar un lugar tercero en relacin al psictico, tercero en el sentido de que no hay que dejarse identificar con el lugar del sujeto supuesto saber (aqul al que el sujeto supone un saber respecto de su sntoma). ste es el lugar que conviene encarnar en la transferencia con el sujeto neurtico, en la medida en que ste se encuentra en la posicin de dirigirse al Otro para realizarle una demanda. Sin embargo, se trata del lugar que hay que evitar ocupar con el sujeto psictico, puesto que esto lo persigue: el saber del Otro lo persigue. Al ocupar el lugar del secretario del alienado, se trata de permitir al sujeto psictico una toma de palabra que le permita situarse respecto al Otro con el que tiene que vrselas. Que pueda realizar una cartografa significante del Otro, y, consecuentemente, tomar una posicin de enunciacin en el discurso que le permita defenderse mejor de la intrusin del Otro. En sntesis, se trata de que pueda situar al Otro para poder as situarse mejor a s mismo (recuerden que se trata de situar en trminos significantes).

Ahora bien, en el interior de la psicosis hay diferencias. El esquizofrnico ha sido ms bien abandonado por el Otro. Las palabras toman para l la consistencia de un cuchillo (trata las palabras como cosas, deca Freud). Se trata pues, en este caso, de acompaarlo en la tarea de volver a coser, de remendar la atmsfera del Otro y poder as insuflar cierto quantum de vida, de modo tal que tanto el Otro como el sujeto vuelvan a conferir consistencia y puedan al mismo tiempo ser distinguidos entre s. Se trata tambin de ayudar al sujeto a tomar distancia respecto del aspecto demasiado real que toma para l el lenguaje: que pueda tratar las palabras como smbolos y no como cosas, si me permiten esta simpleza.

En el caso de la paranoia, nos enfrentamos a un sujeto que, por el contrario, en absoluto ha sido abandonado por el Otro: es permanentemente asaltado, invadido por un Otro demasiado consistente que le enva signos, le habla, se re de l continuamente, etc. El sujeto es as constreido a interpretar permanentemente los signos del Otro. La maniobra que hay que poner en juego es entonces diferente: se trata ms bien de disecar al Otro y sus significaciones, de reducir al mnimo su consistencia y su presencia, de difractarlo ocasionalmente entre varias personas para evitar el riesgo de que sea una sola la que lo encarne. En sntesis, se trata de reducir la amenaza que suponen las significaciones oscuras que el sujeto atribuye a su Otro malintencionado.

Evidentemente, esto son slo unas pinceladas que necesitaran un desarrollo ms preciso que se apoyara en ejemplos clnicos. En cualquier caso, terminaremos diciendo que para que todo esto sea posible, se trata primero de suscitar el encuentro adecuado con el sujeto, sabiendo que, incluso cuando el primer encuentro ha sido logrado, ste deber ser multiplicado, refractado, desplazado, repetido indefinidamente para que la atmsfera conveniente se implante y sea sostenible.

Pars, 13-V-2013

Nicols LandrisciniINTERABIDE-PARIS

Cul el lugar para el sntoma psictico en el diagnstico estructural de Lacan?Paula BorsoiII Jornadas Anuales de la EOLEl psicoanlisis plantea una subversin respecto de la psicosis, no se trata de un dficit. Del primero al ltimo momento de la enseanza de Lacan se destaca este punto como esencial al psicoanlisis; en sus diversas modalidades, desde la clnica del desencadenamiento a la llamada continuista. Lo primordial en la direccin de la cura es la produccin de un sntoma -nuevo y singular- que produzca un pasaje entre lo simblico y lo real, una suplencia que funcione como lazo entre goce y significante. Un caso testimonia esta compleja operacin.

IntroduccinLacan plante la clnica de la psicosis como esencial al psicoanlisis. Durante toda su vida, sus estudios y su enseanza, demostr eso. El principal divisor de aguas desde que Lacan ha abordado esa clnica se debe al hecho que sigue hasta hoy: que la psicosis no debe ser abordada como un dficit, una deficiencia.

Cmo podemos hoy valernos de los conceptos que Lacan ha formulado en los primeros aos de su enseanza sobre las psicosis sin considerar que sus ltimas formulaciones superan este primer momento? Propongo que pensemos en los trminos de una reorientacin pues, en cuanto al psicoanlisis, uno de los principios que orientan esta prctica es que para crear o inventar, no debemos perder el rigor y la cautela.

La base material de este momento de la enseanza de Lacan es la estructura del lenguaje. De este modo l demuestra lo que sostiene el sntoma en el sentido psicoanaltico. En ese contexto el sntoma se muestra en relacin con una estructura significante que lo determina. (J.-A. Miller, "Seis fragmentos clnicos de psicosis")

La estructuraSi tomamos la "clnica estructural de Lacan" apenas por la vertiente en la cual hay un privilegio del registro simblico y el sntoma es un mensaje dirigido y por lo tanto descifrable, los sujetos psicticos tendran poca chance de construir enlazamientos para lo real, lo simblico y lo imaginario a travs del sntoma y con eso obtener una regulacin del goce. La estructura por definicin es una cadena de elementos significantes distintos, pero articulados a un conjunto, y esa articulacin obedece al movimiento de ligazn que es la metonimia y al de sustitucin que es la metfora.

En la tesis estructuralista de Lacan, el principio fundamental es que lo real irrumpe bajo la forma de "cadena fragmentada" (expresin usada en el texto "Una cuestin preliminar") en el punto en que la cadena significante, como demuestra la alucinacin, para de articular los significantes en trminos de metfora y metonimia y se fragmenta en favor de la emergencia de lo real, imponiendo una discontinuidad radical en la articulacin de la cadena. (Marita Manzzoti)

Estructura es entonces, como esclarece Miller, lo que localiza una experiencia para el sujeto que incluye (accin de la estructura).

En el seminario "Cosas de finura", Miller retoma este concepto y define las estructuras clnicas en el sentido de Lacan de esta manera: no son apenas montones de signos listados como tantos tems. El concepto de estructura acrecienta la causa a la clase, y en eso se destaca la descripcin de lo que llam objetivante. En relacin a la estructura, los sntomas tienen el sentido de aquello que de ella aparece, aquello que de ella es su manifestacin. Sobre el concepto de discurso converge toda la elaboracin estructural de la clnica. Con esa divisin, sigue, entre estructura y elementos de acaso previo que l encaja y significa empieza la ltima enseanza de Lacan. (J.-A. Miller, 57)

La forclusinLa funcin del Nombre-del-Padre responde, en ese momento de la enseanza de Lacan, a la necesidad de anclar el orden Simblico y la metfora paterna, y el significante detiene el deslizamiento de la significacin. Ella opera las funciones, en las leyes que promulga, de aquello que el sujeto dice al hablar, su servicio es el lugar del Otro que autoriza y da acceso. La falta de este significante determina una disolucin imaginaria, que desnuda la relacin especular dual en su vertiente mortfera donde proliferan los fenmenos de agresividad, transitivismo, despersonalizacin. El Nombre-del-Padre como significante es aqul del todo o nada, y cuando ocurre la forclusin de este significante, no se trata de ms o menos, mucho o poco, lo parcial est fuera de cuestin y eso lleva a efectos (suplemento tope). En ese momento la psicosis es una respuesta del sujeto, una determinada posicin del sujeto frente a la castracin del Otro. Alrededor del falo significante de la falta en el Otro se articulan, como modos de respuesta, las diferentes estructuras clnicas. Manejamos entonces, en esta clnica, la ausencia de un significante que separe deseo y goce y saque al sujeto de la posicin de objeto del goce del Otro. La consecuencia de esta posicin es que el psictico se ponga a merced del Otro que todo ve y todo habla, experimentando por lo tanto una presencia invasora y consistente para el sujeto.

La forclusin del Nombre del Padre, ese accidente en el recorrido simblico de un sujeto, fue puesto por Lacan en el ncleo de la psicosis, porque en esos casos lo simblico no retorna en el elemento del discurso sino en lo real. Eso no significa que el sujeto no hable o no entienda, pero destaca que el lenguaje no asegura el lazo social, el discurso. La psicosis, por lo tanto, est afuera del discurso, pero lo imposible de la relacin sexual como real no est excluido del lenguaje. La forclusin revelada como falla en la estructura simblica repercute sobre la estructura imaginaria, la disuelve y la reduce a una estructura elemental llamada por Lacan regresin tpica al estadio del espejo. De eso deriva una abundancia de fenmenos. El desencadenamiento va ocurrir en ocasin de una "coyuntura dramtica", y tenemos una serie de situaciones propicias a esos desrdenes que van a exigir del sujeto una suplencia.

La suplenciaSe trata entonces, para el psictico, de encontrar el recurso que le permita operar una regulacin en ese exceso de goce, sea por las producciones artsticas, por las inhibiciones, por las rutinas estereotipadas, o por la elaboracin delirante. Diferentes vas que le permitan suplir la no funcin del objeto, engendrando un nuevo arreglo con el goce. La construccin de una suplencia puede ubicar y moderar el goce invasor y arrebatador. En lugar de erradicar el delirio, dejndose llevar por la seduccin de los medicamentos coherentes y eficaces, debemos respetar el sntoma, el trabajo del paciente para construir sus soluciones delirantes, y con eso retomar operaciones vitales en su cotidiano. Una suplencia exitosa es un intento de cura, al decir de Freud, es lo que impide todo el desorden y lo que va a religar los elementos dispersos (R.W.). La metfora delirante es el modo privilegiado en los trminos de una estabilizacin, donde el sujeto va a utilizar los elementos encontrados para regular los fenmenos de lo real. El esfuerzo del sujeto psictico es suturar la incompletud del Otro con la ayuda de una construccin delirante, de la metfora delirante, con la cual el sujeto se sostiene y, an de modo precario, no se borra totalmente.

Direccin de la curaUno de los hechos ms importantes de ese momento de la enseanza de Lacan es la insistencia clnica, como nos dice Laurent, en buscar algo, y no solamente mantenerse en una posicin pasiva buscando el elemento nuclear de la psicosis, que se presenta alrededor de los fenmenos elementales.

Una exigencia puesta para el analista es precisar de la mejor manera posible cmo algo producido en anlisis puede estabilizarse en un nuevo sntoma. Cmo en la relacin con el lenguaje se produce un pasaje entre simblico y real que se articulan sin el apoyo de la funcin paterna.

A travs de un pequeo fragmento clnico, tratar de demostrar lo siguiente:

El padre de Mara es uno de sus perseguidores. Quiere su mal y no puede verla bien, quiere sacar todo lo que ella consigue. Como una paradoja, y justo por eso, su dependencia de l es grande y se manifiesta a travs de su dependencia econmica. Maria es profesora jubilada, gana alguno de dinero, pero est siempre con deudas. Recibe su sueldo y gasta todo el mismo da. Segn ella, no le alcanza la plata. Porque ella gasta todo. Pero no es sobre esta lgica que Mara est apoyada, ella no conoce la propiedad flica del dinero: se acaba, falta. Cuando Mara produce algn dinero extra con clases particulares, compra varios aparatos domsticos. Al mes siguiente vende todo. Su teora para que el padre tenga que completar su presupuesto se debe al hecho que l quiso que ella fuera profesora (es graduada en letras, profesora de lengua extranjera), y esa profesin no da dinero. Luego l es el responsable. A cada vez que se encontraba con esa falta de dinero, o sea, casi todos los das, era la razn para "quedarse con la cabeza suelta", "no saber donde piso", "quedarse tirada en la cama sin comer ni baarse". Vale resaltar que esas expresiones no tienen valor de metfora. Cuando peda dinero al padre, pasaba por una humillacin terrible: lloraba, sufra mucho. Cierta vez una intervencin en un tono dulce produjo un viraje: "Pare de hacer eso". Ella entonces dice: "intentar". La relacin con el padre fue cambiando, hubo un vaciamiento del sentido persecutorio, el pedido de dinero para completar el presupuesto se volvi una demanda, y se volvi "un mal necesario", segn ella. Necesitar el dinero del padre produjo una separacin entre el padre y l mismo, lo que hizo que ella pudiera verlo ms grande, enfermo, y su figura se borr un poco.

A pesar del gran esfuerzo que hace para seguir su vida Mara es muy desregulada, inestable, sus soluciones son precarias, a veces tiene trabajo, casa, comida; a veces pierde todo. Todas las veces que rompe con el padre, ella cae literalmente. Pasa por momentos muy difciles donde su ligazn con la vida est tomada por un hilo. Tiene un fuerte vnculo con el trabajo del anlisis, con la construccin que hace cotidianamente.

Mis intervenciones en ese momento tuvieron la direccin de separar las cosas, crear intervalos, resolver una cosa por vez, decir que las personas son como son. Esa funcin ejercida por el analista permite que el sujeto pueda accionar sin estar permanentemente aturdida con las formulaciones delirantes que lo invaden. En la transferencia, el sujeto psictico est en la posicin del que sabe, l puede enunciar un saber desconocido para el Otro. La posicin del analista est de ese modo determinada por la peculiar estructura del saber en la psicosis. El analista en esos casos, lejos de identificarse con el saber, no busca restaurar el sentido sino ubicar el sin sentido de un goce vivido como extrao. Entonces, todo lo que funcione como punto de capitn, aquello que en la experiencia de cada sujeto funcione como un lazo entre significante y goce, sirve.

Esto impone al analista el lugar de una especie de "garanta de un nuevo orden universal fuera del discurso" (Laurent 33). Tenemos como exigencia la delicadeza y la prudencia, y no jugar con el significante en esas circunstancias, lo que sera desastroso, ya que el sujeto se encuentra atravesado por un goce que viene de todos lados y que l lo experimenta como una invasin impuesta a su cuerpo (RW).

Para concluirSera un error reducir la enseanza de Lacan al texto "Funcin y campo de la palabra y del lenguaje", como nos advierte Miller. Esa posicin permite dar cuenta de que no todo es significante en la experiencia. Cuando S se "deja suelto" como objeto, se trata de un momento de exclusin absoluta respeto al orden significante (des-sentido para la psicosis). Por lo tanto, la clnica del diagnstico diferencial, que est apoyada sobre la estructura del lenguaje, demuestra tambin los efectos de goce del significante, y por eso no podemos abordar la psicosis solamente por los efectos relativos a la no incidencia de la metfora paterna. Nuestro desafo actual es articular la clnica universal del delirio, ya que los psicticos saben mejor que los neurticos que el inconsciente puede estar afuera, viene desde afuera, y que adems de sus efectos de significante, tiene tambin los del goce, donde hay un desconocimiento del Otro.

El punto de imposible de lo real del sexo, que emerge en el cuerpo como exceso de goce, escapa a una regulacin y a una simbolizacin, y cada uno a su modo, a despecho de las diferencias de estructura, tendr que trabajar para encontrar una solucin singular, nica, sin inscripcin en el campo del Otro. Lo que no cesa de no inscribirse slo podr apaciguarse cuando el sujeto agujerea el Otro.

La importancia de comparar las categoras de la primera poca de la enseanza de Lacan que enfatiza el desencadenamiento y, por eso, es llamada discontinuista con las de la ltima enseanza llamada continuista en razn de los enlazamientos y invenciones encontradas por el sujeto es prctica y clnica, o sea, como hacerlo para que la evolucin de un sujeto sea ms continua que discontinua, es decir que debemos trabajar para contornear las crisis, los desencadenamientos y las escansiones traumticas.

Para concluir, un recuerdo de J.-C. Maleval sobre la forclusin: si todava hoy ella nos puede servir, es con la condicin de no hacer depender el nombre del padre de la ley social, pero con la condicin de acordarse que ella se ancla en la funcin de conexin del S1.

Traduccin: Isabel Collier do Rego Barros