INTA - Conservacion de La Biodiversidad en Plantaciones Forestales de Salicaceas Del Bajo Delta....

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EL DELTA BONAERENSE – NATURALEZA, CONSERVACIÓN Y PATRIMONIO CULTURAL 301 PROBLEMÁTICA Y ANTECEDENTES. LA CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD EN SISTEMAS PRODUCTIVOS Durante muchos años, la conservación biológica estuvo focalizada en las áreas na- turales protegidas y en catalogar y describir especies que habitan en áreas poco ex- ploradas. En la actualidad, sin embargo, la mayor parte de la superficie terrestre posee algún tipo de manejo y las áreas de conservación no son suficientes para conservar la fauna silvestre, lo que fuerza a muchas especies a habitar paisajes alterados por las ac- tividades humanas (Giman et al., 2007), entre las que encontramos a las plantaciones forestales. A su vez, estas plantaciones dependen de los servicios que ofrecen compo- nentes clave de la biodiversidad de los ecosistemas naturales, como microorganismos de suelo y predadores de especies plaga. En este contexto, y desde la aproximación de la ecología del paisaje, estos pueden ser productivos y ser diseñados y manejados no sólo para preservar las especies silvestres, sino también, para mantener las funciones CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD EN PLANTACIONES FORESTALES DE SALICÁCEAS DEL BAJO DELTA. DESAFÍOS Y ESTRATEGIAS DE GESTIÓN Natalia Gabriela Fracassi, Adrian González y Gerardo Mujica E. E. A. Delta del Paraná, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). [email protected] Figura 1. Áreas protegidas en campo forestal. Foto: N. Fracassi.

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  • EL DELTA BONAERENSE NATURALEZA, CONSERVACIN Y PATRIMONIO CULTURAL 301

    PROBLEMTICA Y ANTECEDENTES. LA CONSERVACIN DE LA BIODIVERSIDAD EN SISTEMAS PRODUCTIVOS

    Durante muchos aos, la conservacin biolgica estuvo focalizada en las reas na-turales protegidas y en catalogar y describir especies que habitan en reas poco ex-ploradas. En la actualidad, sin embargo, la mayor parte de la superficie terrestre posee algn tipo de manejo y las reas de conservacin no son suficientes para conservar la fauna silvestre, lo que fuerza a muchas especies a habitar paisajes alterados por las ac-tividades humanas (Giman et al., 2007), entre las que encontramos a las plantaciones forestales. A su vez, estas plantaciones dependen de los servicios que ofrecen compo-nentes clave de la biodiversidad de los ecosistemas naturales, como microorganismos de suelo y predadores de especies plaga. En este contexto, y desde la aproximacin de la ecologa del paisaje, estos pueden ser productivos y ser diseados y manejados no slo para preservar las especies silvestres, sino tambin, para mantener las funciones

    CONSERVACIN DE LA BIODIVERSIDAD EN PLANTACIONES FORESTALES DE SALICCEAS DEL BAJO DELTA. DESAFOS Y ESTRATEGIAS DE GESTIN

    Natalia Gabriela Fracassi, Adrian Gonzlez y Gerardo Mujica

    E. E. A. Delta del Paran, Instituto Nacional de Tecnologa Agropecuaria (INTA). [email protected]

    Figura 1. reas protegidas en campo forestal. Foto: N. Fracassi.

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    ecosistmicas con efectos neutrales o an positivos sobre la produccin agropecuaria y el ambiente (Foley et al., 2005; Scherr y McNeely, 2007). Este nuevo paradigma de la conservacin de la biodiversidad en mosaicos de paisajes naturales y productivos, no puede ser abordado comprensivamente desde una sola disciplina (Simonetti et al., 1992) sino que incluye a la sociologa, la biologa de la conservacin y la silvicultura, entre otros, y requiere de coordinacin poltica y de apoyo estratgico y logstico de las comunidades, gestores, entidades de investigacin, productores y ONGs.

    El Delta del Paran cuenta con al menos 179.636 ha (el 10,5% de su superficie total -Fracassi et al., 2006-) resguardadas bajo alguna categora de proteccin, ya sea, Re-serva de uso Mltiple, Reserva Natural, Reserva de Biosfera MAB - UNESCO, Reserva Natural Integral, Reserva Municipal, Reserva Natural ctica, Parque Nacional o Paisaje Protegido. Sin embargo, de las 14 unidades de conservacin que componen este siste-ma, dos de ellas (la Reserva Natural Otamendi -APN- y la Reserva Provincial Ro Lujn) no se encuentran estrictamente dentro de la regin del Delta del ro Paran, sino dentro de la unidad geomorfolgica de los bajos ribereos (Bonfils, 1962), en tanto que siete, no poseen personal de vigilancia ni planes de manejo (Fracassi et al., 2006). Esta baja representatividad de reas protegidas, as como la falta de implementacin efectiva o de confeccin de planes de manejo especficos, obliga a muchas especies emblem-ticas, amenazadas y/o claves a transitar o utilizar paisajes y ambientes con diferente grado de modificacin, que incluyen las plantaciones de salicceas en sus diferentes modalidades. Trabajar con los actores clave del territorio para mejorar la calidad de las plantaciones como hbitat para estas especies, resulta de vital importancia tanto para la conservacin, como para el mantenimiento de las funciones ecosistmicas asociadas a la biodiversidad y la sustentabilidad de los mismos sistemas productivos.

    CONTEXTO GENERAL DE LAS PLANTACIONES DE SALICCEAS EN EL DELTA. EVOLUCIN Y AVANCE TECNOLGICO

    Las salicceas, principalmente lamos y sauces, son las especies forestales ms di-fundidas en la regin del Delta del Paran. Las caractersticas de las mismas, con respecto a su posibilidad de propagacin por va agmica, su resistencia a perodos de anegamiento, su rpido crecimiento y su capacidad de rebrote, entre otros, las ponen en situacin de ventaja con respecto a cualquier otra alternativa productiva (Borodowski y Suarez, 2004). A su vez, las caractersticas ecolgicas regionales y las de estas especies, promovieron una relacin intensa e histrica entre las salicceas y la poblacin de la zona. Esta relacin y aprovechamiento forestal se inici en el siglo XIX con la utilizacin de las formaciones espontneas del denominado sauce criollo o sauce colorado (Salix humboldtiana). El cultivo forestal con sentido comercial, sin embargo, comenz a mediados del siglo XIX con la introduccin del sauce llo-rn (Salix babylonica), que fue sustituyendo al sauce criollo. En 1920, finalizada la primera guerra mundial, se introduce en el Delta el lamo criollo (Populus nigra) (Borodowski y Suarez, 2004).

    Existe coincidencia en estimar en aproximadamente 20.000 habitantes la poblacin

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    del Delta Bonaerense hacia 1940, punto mximo de su crecimiento. Para 1960 la poblacin fue disminuyendo hasta alcanzar unos 12.200 habitantes en el ao 1980 (CFI, 1985). La fruticultura y la horticultura, que estaban entre los sistemas productivos dominantes y fuertes generadores de empleo en la regin, entran en crisis luego de los `60, y el deterioro de las plantaciones y cultivos por las inundaciones (especialmente la de 1982-83), la difusin de plagas y el costo del flete tornan menos rentable y com-petitivas dichas actividades. Esto, sumado a la escasez de servicios bsicos, llev a una reconversin del resto de las actividades productivas hacia la forestacin en mayores escalas. El punto culminante se alcanza en 1979, cuando se registran aproximadamen-te 110.000 ha forestadas con salicceas, de las cuales 80.000 ha correspondan a sau-ce y 20.000 ha a lamo. Desde esa dcada a la actualidad, tanto los cambios econmi-cos como la sucesin de inundaciones de gran magnitud, hicieron disminuir en parte la superficie forestada y cambiar la tipologa de productor, encontrndose superficies prediales por debajo de la unidad econmica forestal (Borodowski y Surez, 2004).

    Durante muchos aos, la tpica produccin forestal de salicceas era llevada adelan-te desde la unidad familiar (bsicamente en pequeas superficies), donde los lamos se plantaban slo sobre los albardones y los sauces sobre los pajonales, aprovechando las tierras cercanas a los cursos de agua navegables. En los albardones originalmente se desarrollaban bosques de alta diversidad biolgica, denominados localmente Monte Blanco (Burkart, 1957), de los cuales en la actualidad slo quedan relictos debido a su reemplazo por plantaciones y al asentamiento de las actividades frutcolas, recrea-tivas e incluso la construccin de las casas de los pobladores. En sus comienzos, las salicceas no se plantaban hasta ms de 1.000 m hacia el interior de la isla, debido a problemas de faltas de drenaje, ocupando aproximadamente un 30% de la superficie de los campos (INTA, Delta del Paran, 1973). Sin embargo, luego de los `90, un pe-rodo de prdida de competitividad de los pequeos y medianos productores, adems del incremento de la brecha tecnolgica (entre los pequeos y los grandes produc-tores del sector), se pas a otro sistema en el cual los propietarios han tenido que ir incorporando nuevas fuerzas de trabajo para mantener en produccin superficies ms grandes, avanzando tambin hacia el interior de las islas. Esto se evidencia en la uni-dad econmica forestal, que pas de las 150 ha (segn INTA) a fines de la dcada de 1980 (Galafassi, 2005) a las 300 ha para mediados de la presente dcada (Borodowski y Surez, 2005).

    Hoy, en todo el bajo Delta, el 60% de los productores poseen predios con super-ficies de menos de 50 ha y un 30% es propietario de entre 50 y 200 ha (pequeos productores -Borodowski y Surez, 2005-). Slo un 6% posee entre 200 y 1000 ha (productores medianos), en tanto que carca del 2% de los productores posee su-perficies mayores a 1000 ha. Trasladadas a la regin del ncleo forestal (concentrada principalmente entre el cruce de la RN 12 con las islas hacia el norte y el Canal de la Serna hacia el sur), estas cifras se ven modificadas por hallarse un mayor porcentaje de medianos y grandes productores.

    En cuanto al tipo de manejo de las plantaciones, si bien desde sus orgenes para el cultivo de salicceas ya se implementaban sistemas de drenajes y desages, as como

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    protecciones ante inundaciones (ej. zanjas, ataja-repuntes y diques/alteos -SAGPyA, 1999-), denominados sistemas abiertos, los sistemas posteriores a los `90 evolucio-naron mayormente hacia endicamientos con cierres de predios completos (sistemas cerrados), que ofrecen mayor seguridad en el tiempo al sistema productivo ante los grandes eventos de inundacin y permiten mayor incorporacin de maquinarias. Ade-ms, estos cerramientos permitieron que muchos de los medianos productores hayan diversificado sus actividades, incorporando por ejemplo la ganadera como comple-mento de sus ingresos forestales (de ms largo plazo) con ingresos anuales (Gonzlez, 2010a). En sntesis, la cuenca forestal, si bien se ha concentrado, ocupa aproximada-mente unas 83.370 ha en total (casi 20% menos que en los aos 60-70), con 60.091 ha para Buenos Aires, y abastece de madera para la fabricacin de productos de cuatro segmentos industriales: el de pasta celulsica, tableros de partculas, aserraderos y de-bobinadoras, representando ello el motor de la economa de la regin del Bajo Delta (PTR-CERBAN, 2009).

    Ambos tipos de modalidades de manejo del agua (sistema abierto y cerrado), donde se desarrolla la forestacin de sauces y lamos, alteran de alguna manera el rgimen hidrolgico y los ambientes naturales del humedal. El sistema de forestacin bajo di-que, sin embargo, produce un cambio mucho ms drstico que el sistema abierto, afectando la estructura y el funcionamiento de los humedales. Esto es as porque, aunque depende del manejo particular del agua en canales, compuertas y bombas en cada predio, en general, el impedimento de la entrada de agua natural al interior del campo genera una tendencia a la terrestrializacin del mismo (Galafassi, 2004). Este cambio genera modificaciones tanto en las comunidades vegetales (reemplazo de la vegetacin nativa), como en la composicin y diversidad de la fauna (Fracassi, 2012) y cambios en el funcionamiento por modificacin de procesos biogeoqumicos (Ceba-llos et al., 2010), perdiendo la condicin de humedal (Kandus et al., 2006).

    El dique, por otra parte, es posiblemente la herramienta ms efectiva que tiene el productor del Delta para recuperar los esteros integrando los interiores de islas no utilizables, ampliar las opciones de especies forestales a implantar con mayores tasas de crecimiento y precios en la industria maderera del lamo, dejando de lado el mo-nocultivo de salicceas (Gaute et al., 2007). Esta infraestructura se correlaciona, como se nombr anteriormente, con una transformacin fundamental del paisaje de las islas, tendiente a aprovechar al mximo las potencialidades productivas de estas tierras de-bido al subsidio constante de materiales aportados por el ro, pero evitando o dismi-nuyendo los efectos negativos de las crecidas e inundaciones (Galafassi, 2004). En el Bajo Delta bonaerense, con una superficie aproximada de 290.000 ha, se encuentran bajo proteccin de dique unas 48.073 ha, correspondiendo al 16,5% del rea (Gaute et al., 2007). El 62,7% de los diques se encuentran en la IV Seccin del partido de Campana y II Seccin del partido de San Fernando, coincidiendo con la denominada zona del ncleo forestal, la mayor superficie continua plantada y con establecimientos de mayor superficie. Se calcula que durante las dcadas del `70 y `80 se registr la mayor expansin de los endicamientos.

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    Como se puede observar, estas modificaciones sobre los ambientes y el sistema na-tural hidrolgico conllevan a una mejora para el productor forestal, pero con un costo ambiental grande que es necesario equilibrar.

    LAS SALICCEAS Y LA BIODIVERSIDAD. HACIA EL EQUILIBRIO

    Algunos autores coinciden en que, como producto de la transformacin histrica, el Bajo Delta del Paran posee una importante variedad de hbitats tanto naturales como antrpicos, resultado de la presencia de diferentes tipos de coberturas vegetales y de usos de la tierra (ej. plantaciones forestales bajo distintas modalidades, sistemas mixtos de forestacin-ganadera, zanjas y canales agropecuarios conjuntamente con parches de los pajonales y ceibales; reas para recreacin y turismo, plantaciones sin manejo, entre otros) que se traduce en una importante oferta de nichos y promueve la existencia de una elevada diversidad biolgica (Acealoza et al., 2004; Kandus et al., 2006; Quintana y Kalesnik, 2008; Quintana y B, 2010). Sin embargo, la desaparicin y reemplazo de los ambientes naturales de alta diversidad, como el bosque ribereo (histrica) y los pajonales y baados (mas recientemente) por plantaciones, tanto de lamo como sauce, principalmente bajo sistemas cerrados, ha afectado la diversidad biolgica, especialmente modificando la composicin de las comunidades de flora y con ello la fauna, promoviendo el aumento de las especies generalistas de hbitat, especialmente aquellas asociadas a bosques (Fracassi, 2012).

    Estas modificaciones histricas asociadas al manejo del agua en las plantaciones,

    Figura 2. Canal en plantacin de lamo. Foto: N. Fracassi.

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    por otra parte, pueden haber influido tambin de manera positiva en el desarrollo de un paisaje con alta conectividad para especies particulares como el carpincho (Hy-drochoerus hydrochaeris), puesto que las zanjas y canales en sistemas abiertos actan como corredores para esta especie facilitndole la accesibilidad a los distintos parches de hbitat (Quintana, 1996). Sin embargo, el sistema forestal bajo sistema cerrado, pre-dominante en la actualidad, genera cambios en los ciclos hidrolgicos ms profundos, disminuyendo esa conectividad (aunque dependiendo del manejo de las compuertas y bombas), reduciendo la superficie de los ambientes de bajo (como pajonales y jun-cales) y homogeneiza el paisaje por la ocupacin de casi el 100% de los campos con plantaciones. Estos cambios ms recientes en la historia de uso del Bajo Delta afectan mayoritariamente a especies de flora y fauna asociadas a pastizales hmedos, entre ellas, algunas endmicas de pajonales como la pajonalera de pico recto (Limnoctites rectirostris) y el ratn del Delta (Deltamys kempii), entre otras (Fracassi, 2012).

    En un panorama de modificaciones de los ambientes naturales y de la composicin de las comunidades vegetales y animales, considerar aspectos clave que hacen a la sustentabilidad de la produccin forestal tambin resulta de vital importancia. Se sabe que la biodiversidad es esencial para la estabilizacin y el mantenimiento de procesos evolutivos y funciones ecosistmicas (Ehrlich y Wilson, 1991; Srivastava y Vellend, 2005) y que la prdida de especies y procesos puede generar un decrecimiento en la resiliencia ecolgica del ecosistema ante disturbios (Thbault y Loreau, 2003), vol-vindolos ms vulnerables. Considerando la posibilidad que esto ocurra en el Delta, y que las plantaciones de salicceas se vuelvan ms vulnerables a eventos naturales por prdida de especies y funciones ecosistmicas, el INTA ha incorporado la conser-vacin de la biodiversidad, no slo como un objetivo estratgico para lograr la susten-tabilidad de las plantaciones, sino para el mantenimiento de ambientes naturales y de los servicios ambientales del humedal.

    Por otra parte, las presiones sociales para que las instituciones trabajen para la pre-servacin de ecosistemas frgiles como el Delta, generan la necesidad de proponer medidas de preservacin de especies, mitigacin y compensacin por los impactos, as como la incorporacin de la gestin ambiental en las actividades productivas, en las polticas de subsidio, y en el ordenamiento territorial y desarrollo tecnolgico. Estas presiones, tambin las reciben las empresas forestales del Bajo Delta y dado que, adems, se han elevado los estndares de proteccin ambiental de los recur-sos con leyes y normas que deben cumplimentar (ej. Ley de Presupuestos Mnimos de los Bosques Nativos de la Provincia de Buenos Aires, Ordenanzas sobre uso de agroqumicos), las empresas comienzan a preocuparse por minimizar o mitigar los impactos e intentan sentar las bases de un modelo productivo sostenible, sumando a la biodiversidad como parte de sus estrategias, sistemas de gestin y en sus procesos de toma de decisin. En los ltimos aos las empresas forestales nucleadas en la Regional Delta de la Asociacin Forestal Argentina (AFoA), as como productores pequeos y medianos individualmente, han demostrado su inters en la generacin de prcticas de cultivo sustentables y su compromiso con la proteccin del medio ambiente. Algu-nos ejemplos incluyen dos empresas que han implementado normas de certificacin

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    ISO y FSC en sus plantaciones forestales y un grupo de pequeos productores (con al-rededor de 700 ha forestadas) que han ini-ciado un proceso de demostracin de des-empeo ambiental en la actividad forestal. Estos ltimos, acompaados por el INTA, in-cluyen entre sus actividades prcticas para la conservacin de especies amenazadas y el buen uso de agroqumicos, entre otros, perfeccionando la aplicacin de principios de Buenas Prcticas de Manejo Forestal y el cumplimiento de indicadores aplicados en el contexto de la ISO 14.031, norma no certificable (Gonzlez, et al., 2008).

    Como parte de la cadena de valor foresto industrial argentina, compuesta por la Aso-ciacin Forestal Argentina (AFoA), la Asociacin de Fabricantes de Celulosa y papel (AFCP) y la Federacin Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA), junto con el Organismo Argentino de Acreditacin (OAA) y el Instituto Argentino de Normaliza-cin (IRAM), se ha constituido una asociacin civil para la administracin del Sistema de Certificacin Argentino (CerFoAr), encargado de impulsar la propuesta nacional que incluye criterios e indicadores para el manejo adecuado de los bosques nativos e implantados (Gonzlez, 2010b). La EEA Delta del Paran de INTA y miembros de la AFoA -Regional Delta- han estado presentes en estas instancias de elaboracin de las normas voluntarias para su aplicacin en los bosques, pudiendo incluir conceptos o indicadores propios de la actividad en la regin.

    Por todo lo nombrado anteriormente y considerando un momento de coyuntura pol-tica, social y empresaria, es donde la implementacin de medidas se vuelve ms fuerte y exitosa.

    LA APLICACIN DE ESTRATEGIAS DE MITIGACIN Y CONSERVACIN DE LA BIODIVERSIDAD EN PLANTACIONES

    Partiendo de la base de que, en general, las consecuencias ecolgicas de las prcti-cas forestales sobre la diversidad de especies varan segn las modalidades de manejo silvcola (Lars y Elmberg, 1996; Maclaren, 1996) y que para el Bajo Delta en particular, tanto las especies de salicceas cultivadas, como el tamao de los predios, el ambiente reemplazado y el manejo del agua de los establecimientos forestales, tienen impactos diferenciales sobre la flora y la fauna (Quintana et al., 2005, Magnano, 2011; Nanni et al., 2011; Fracassi, 2012; Fracassi et al., 2012), se deben generar prcticas forestales o de manejo de predios asociadas a la conservacin de la biodiversidad acordes a cada situacin particular. Este diseo de buenas prcticas o estrategias para la conservacin de la biodiversidad, debe ser llevado adelante tomando en cuenta los resultados de las investigaciones y considerando el cumplimiento de las leyes nacionales y provin-ciales, los convenios internacionales (ej. RAMSAR, Convenio Diversidad Biolgica) y

    Figura 3. Campo forestal certificado Iso 14001. Foto: N. Fracassi.

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    la posibilidad de certificacin de los campos incluidos. Tambin debe considerarse la aplicabilidad de las estrategias para los actores clave involucrados en la cadena fores-tal, ya que de esta manera se asegura que las mismas puedan implementarse por los diferentes tipos de productores y sistemas.

    A fin de llevar adelante estas acciones, el INTA forma parte de un ejercicio mul-tisectorial (del que participan investigadores, tcnicos, ONGs, etc.) que tiene como objetivo la creacin de estrategias de gestin ambiental. Dichas estrategias se generan mayormente tomando como base la informacin de las especies o ambientes ame-nazados o claves como foco de las propuestas. Consideran adems los criterios e indicadores para la certificacin forestal, tanto del CerFoAR, como los sistemas de certificacin internacionales FSC y PEFC, y son consensuadas con AFOA en el marco del convenio INTA-AFOA para una estrategia de gestin ambiental para producciones forestales del Delta del Paran. La sntesis de este trabajo interdisciplinario concluye en manuales de buenas prcticas y en diferentes protocolos para la conservacin del agua, suelo y biodiversidad, actualmente en edicin.En el caso del protocolo sobre biodiversidad (Fracassi et al., 2013), el mismo plantea una serie de estrategias para alcanzar a mediano y largo plazo la sustentabilidad de las plantaciones forestales, el mantenimiento de la integridad ecolgica y la conservacin de la biodiversidad de los humedales del Delta del Paran. Conformado en base a informacin cientfico-tcnica y la experiencia de los productores del territorio, alude a las especies y los ambientes naturales del Bajo Delta y la principal actividad produc-tiva de la regin, las plantaciones con sauce (Salix spp.) y lamo (Populus deltoides). Sin embargo, algunas estrategias pueden implementarse en bosques plantados de otras especies (como el mimbre -Salix viminalis- y el pecn -Carya illinoinensis-) o incluso en otras actividades productivas como el sistema silvo-pastoril o la ganadera extensiva. El protocolo se divide en estrategias generales, aplicables a todos los tipos de estableci-mientos y usos (por ejemplo, ordenamiento predial, control de la cacera, y regulacin y uso adecuado de agroqumicos y fuego) y estrategias especficas que se desarrollan

    Figura 4. Ciervo de los pantanos hembra en planta-cin de sauce. Foto: N. Fracassi.

    Figura 5. Ciervo de los pantanos en plantacin de lamo. Foto: L. Landi.

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    a diferentes escalas espaciales (rodal, establecimiento/predio, paisaje y regin), consi-derando el tipo de productor (pequeo, mediano y grande) y el uso del suelo (forestal puro, silvo-pastoril, ganadero). Cada estrategia tiene como objetivo una poblacin o grupo de especies de fauna y flora. As, la meta es aportar a la sostenibilidad forestal y a la conservacin de la biodiversidad de diferentes formas. Las estrategias a nivel de rodal o establecimiento implican mejoras en la gestin forestal, el manejo del agua y el incremento o mantenimiento de ambientes naturales que generen conectividad a escala de paisaje (ej. corredores de canales Figura 6-), estructuras clave y especies focales por su importancia tanto ecolgica como socioeconmica. Estas mejoras de-beran traducirse en un aumento local de la biodiversidad, buen funcionamiento del ecosistema, mejora de la productividad forestal, demostracin de la responsabilidad social empresaria y la posibilidad de acceder a la certificacin forestal y a un mayor nmero de mercados. Las estrategias a nivel de paisaje y regin apuntan a la al ordena-miento territorial, la conservacin de especies a escala poblacional y la definicin de reas de importancia para el Bajo Delta. Al final del documento se incluye un listado de las estrategias de biodiversidad e indicadores que cumplen con los principios y criterios para acceder a la certificacin nacional forestal CERFOAR y para acceder a los planes de la Ley de Presupuestos Mnimos de los Bosques Nativos de la provincia de Buenos Aires.

    Figura 6. Corredor en canal forestal. Foto: N. Fracassi.

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    CONCLUSIONES

    Segn las proyecciones para Amrica, la produccin de todos los productos made-rables experimentar un incremento del 15% para 2020 (MacGregor, 2002) y se prev adems que el sector foresto-industrial crezca a escala econmica, usando madera proveniente principalmente de bosques plantados o de madera de bosques naturales que posean planes de manejo. Para el Bajo Delta en particular, segn las necesidades de la cuenca de abastecimiento de madera, se planifica tambin un incremento de la superficie forestal en los prximos aos. En ese contexto de crecimiento potencial de la superficie plantada, de responsabilidad social empresaria, el compromiso del INTA con la sustentabilidad de los sistemas productivos y la integridad de los humedales, es que nos proponemos junto a los actores de la cadena forestal del Delta, crear pai-sajes productivos sustentables mediante la planificacin de la produccin forestal y la aplicacin de manuales de buenas prcticas, sistemas de gestin o certificacin y protocolos que incluyan la biodiversidad como componente clave.

    En la actualidad ya se ha avanzado en el proyecto conjunto de Estrategias de Con-servacin de la Biodiversidad en Bosques Plantados de Salicceas del Bajo Delta del Paran con varias empresas forestales de AFOA (ej. APSA, Ederra S.A., Papel Prensa SA), as como ONGs (ej. Wetland, ACEN), Universidades (UNSAM, UBA) y Reservas Naturales (ej. Reserva Natural Otamendi APN). Durante 2013 este proyecto recibi el Primer premio Fidel Antonio Roig, distincin otorgada por el Ministerio de Cien-cia, Tecnologa e Innovacin Productiva y evaluada por La Comisin Asesora sobre Biodiversidad y Sustentabilidad. Asimismo, se estan evaluando las estrategias gene-radas en el Protocolo de biodiversidad de 8 campos piloto y se estn comenzando a realizar tareas de restauracin de riberas y selva en galera de 3 arroyos ubicados bajo sistema de endicamiento en predios forestales para mejorar la conectividad regional de especies asociadas a cursos de agua a lo largo del bajo Delta.

    Todas estas acciones, sin embargo, deberan ir acompaadas por la efectivizacin del manejo de las reas protegidas, el ordenamiento territorial y la aplicacin y efec-tivizacin de normativas por parte de las autoridades competentes que aseguren la implementacin de sistemas de seguimiento en el tiempo y con ello la conservacin a largo plazo de los principales sistemas naturales y productivos de la regin.

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