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INSTITUTO DE GASTROENTEROLOGÍA INSTITUTO SUPERIOR DE CIENCIAS MÉDICAS- HABANA CENTRO PROVINCIAL DE HIGIENE Y EPIDEMIOLOGÍA- MATANZAS Evaluación de medicamentos alternativos en el tratamiento de la giardiosis en pacientes pediátricos Tesis presentada en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Médicas Autor: M.Cs, Dr. Roberto Cañete Villafranca.

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INSTITUTO DE GASTROENTEROLOGÍA

INSTITUTO SUPERIOR DE CIENCIAS MÉDICAS- HABANA

CENTRO PROVINCIAL DE HIGIENE Y EPIDEMIOLOGÍA- MATANZAS

Evaluación de medicamentos alternativos en el

tratamiento de la giardiosis en pacientes pediátricos

Tesis presentada en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Médicas

Autor: M.Cs, Dr. Roberto Cañete Villafranca.

Ciudad de La Habana

2008

INSTITUTO DE GASTROENTEROLOGÍA

INSTITUTO SUPERIOR DE CIENCIAS MÉDICAS- HABANA

CENTRO PROVINCIAL DE HIGIENE Y EPIDEMIOLOGÍA- MATANZAS

Evaluación de medicamentos alternativos en el

tratamiento de la giardiosis en pacientes pediátricos

Tesis presentada en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Médicas

Autor: M.Cs, Dr. Roberto Cañete Villafranca.

Tutor: Nereyda Cantelar de Francisco, Dr. C. Biológicas.

Asesor: René Suárez Martínez, Dr. C. Médicas.

Ciudad de La Habana

2008

AGRADECIMIENTOS

AGRADECIMIENTOS

La investigación científica es un proceso esencial en la creación de

soluciones para problemas presentes y futuros tanto para individuos aislados

como para la sociedad en general y por ende la responsabilidad y el

compromiso deben ser, sin discusión, compartidos por todos.

Los resultados de ese proceso no son huérfanos, por el contrario, tienen

padres, hermanos, amigos, colectivos que merecen justo agradecimiento,

respeto y devoción.

Sería impropio entonces no agradecer de todo corazón a aquellos que me

ayudaron, desde la concepción inicial de la idea hasta la redacción final de

este documento, a aquellas personas que con su cooperación

desinteresada, su altruismo, su respeto y su amistad posibilitaron la

conclusión del estudio.

A todos, que no enumero por el temor a la omisión involuntaria, gracias por

existir, gracias por ayudar, gracias por ser AMIGOS.

DEDICATORIA

DEDICATORIA

A mi esposa y mi pequeño hijo por su paciencia y amor.

A mis padres y hermana por el esmero en mi educación.

A mi abuelo Juan Rayner por ser ejemplo y modelo a seguir.

Nous sommes tous des ignorants mais nous n’ignorons pas les mêmes

choses

Todos somos ignorantes, sin embargo, no todos ignoramos las mismas

cosas

Albert Einstein

SÍNTESIS

SÍNTESIS

Giardia lamblia (G. lamblia) es reconocido como el protozoo intestinal más

común y una de las causas más frecuentes de diarrea y brotes de

transmisión hídrica a escala internacional. Considerando su impacto sobre la

salud de las poblaciones, sobre todo en regiones tropicales y subtropicales,

la polémica relacionada con la selección del medicamento más eficaz para el

tratamiento de la infección es tema de vital importancia en la práctica clínica

diaria y en los programas docentes de pre y post- graduación que involucran

esa temática. Se evaluó la eficacia y seguridad de Mebendazol, Clorhidato

de Cloroquina y Nitazoxanida, en el tratamiento de la infección por G. lamblia

en niños con edades comprendidas entre los 5 y 15 años asistentes a la

consulta de Parasitología Clínica Infantil del Instituto de Gastroenterología.

Los resultados demostraron la existencia de tres medicamentos alternativos

que; a las dosis propuestas, mostraron ser eficaces y seguros y podrían ser

empleados cuando los considerados como de primera elección hayan

fallado, ya sea por su baja eficacia o porque las reacciones adversas que

aparecieran con su empleo obligaran a retirarlos, y en los casos de

infecciones mixtas con otras parasitosis (helmintos transmitidos por el suelo

en los casos de Mebendazol y Nitazoxanida) u otras desviaciones de la

salud (amebiosis, artritis reumatoidea y lupus eritematoso sistémico en el

caso de Clorhidrato de Cloroquina) dada la probada eficacia de los

medicamentos alternativos propuestos en esas indicaciones médicas.

TABLA DE CONTENIDOS

TABLA DE CONTENIDOS

Pág

inas

INTRODUCCIÓN 1

ANTECEDENTES 1

HIPÓTESIS DE TRABAJO 8

OBJETIVOS 8

NOVEDAD CIENTÍFICA 9

VALOR TEÓRICO 9

VALOR PRÁCTICO 10

CAPÍTULO I. MARCO TEÓRICO DE REFERENCIA 12

I.1. Breve historia de la Parasitología humana 12

I.2. Primeros escritos 13

I.3. Descubrimiento de los Helmintos 14

I.4. Descubrimiento de los Protozoos 15

I.5. Giardia y giardiosis 15

I.5.I. Algunos apuntes sobre su historia 15

I.5.II. Taxonomía 16

I.5.III. Ciclo de vida 17

I.5.IV. Epidemiología 18

I.5.V. Prevención y control 20

I.5.VI. Patogenia 21

I.5.VII. Inmunología 23

I.5.VIII. Manifestaciones clínicas 27

I.5.IX. Diagnóstico 28

I.5.X. Tratamiento 30

CAPÍTULO II. DISEÑO METODOLÓGICO 41

II. Tipo de estudio 41

II.I. Ensayo aleatorio evaluando Eficacia y Seguridad de Mebendazol y Secnidazol

en el tratamiento de niños infectados por G. lamblia

42

II.II. Ensayo Clínico aleatorizado evaluando Eficacia y seguridad de Mebendazol y

Quinacrina en el tratamiento de niños con G. lamblia 56

II.III. Ensayo clínico abierto, aleatorio y controlado evaluando Eficacia y Seguridad

de Mebendazol y Tinidazol en niños infectados por G. lamblia 59

II.IV. Eficacia y seguridad de Clorhidrato de Cloroquina y Metronidazol en el

tratamiento pacientes pediátricos infectados por G. lamblia

60

II.V. Ensayo comparativo de Tinidazol y Nitazoxanida en el tratamiento de la

infección por G. lamblia en niños

61

CAPÍTULO III. RESULTADOS 64

CAPÍTULO IV. DISCUSIÓN GENERAL DEL ESTUDIO 71

CONCLUSIONES 99

RECOMENDACIONES 100

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 101

ANEXOS

ABREVIATURAS UTILIZADAS EN EL ESTUDIO

EP: Enfermedades Parasitarias

OMS: Organización Mundial de la Salud

G. lamblia: Giardia lamblia

FDA: Food and Drugs Administration

EI: Enfermedades Infecciosas

IGE: Instituto de Gastroenterología

TTR: Trabajo de Terminación de Residencia

TTM: Trabajo de Terminación de Maestría

IPK: Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí”

VIH: Virus de la Inmunodeficiencia Humana

SIDA: Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida

AC: Antes de Cristo

DC: Después de Cristo

ON: Oxido Nítrico

ELISA: Ensayos inmunoenzimáticos en fase sólida

ECCs: Ensayos Clínicos Controlados

NBPCC: Normas de Buenas Prácticas Clínicas Cubanas

CIA: Conferencia Internacional de Armonización

ECC: Ensayo Clínico Controlado

CRE: Comité Institucional de Revisión y Ética

CREI: Comité de Revisión y Ética Independiente

CRD- 1: Cuaderno de Recolección de Datos- 1

CRD- 2: Cuaderno de Recolección de Datos- 2

EA: Evento Adverso

EAa: Experiencia Adversa

RAF: Reacción Adversa a los Fármacos

RAI: Reacción Adversa Inesperada

RAS: Reacción Adversa Severa

RASe: Reacción Adversa Seria

IC: Intervalo de confianza

ENI: Enfermedades no Infecciosas

IF: Industria Farmacéutica

GFF: Grandes Firmas Farmacéuticas

IP: Industrias Privadas

INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

ANTECEDENTES

Las Enfermedades Parasitarias (EP) son causa significativa de

morbimortalidad y constituyen, aún, uno de los problemas de mayor

importancia en Salud Pública a pesar de las modernas medidas para el

control de su transmisión (1). Los parásitos intestinales, como causantes de

muchas de esas enfermedades, no están exentos de lo expresado;

independientemente de la revolución científico- técnica que ha tenido lugar a

escala global, así como las avanzadas medidas de diagnóstico, tratamiento y

control existentes, se presentan como un desafío para la medicina moderna (2).

Los parásitos se encuentran ampliamente representados por todo el planeta;

sin embargo, las afecciones que ocasionan aparecen con mayor frecuencia

en los países con menor desarrollo socio- económico, particularmente,

aquellos asentados en regiones tropicales y subtropicales (3,4), donde son

causa importante de morbilidad y pueden provocar pérdidas inestimables de

vidas (5).

Se conoce que los humanos pueden servir como hospederos a más de 300

especies de helmintos, muchos de ellos asociados a su sistema digestivo (6).

Los geohelmintos, en especial, tienen alta prevalencia y se ha notificado que

alrededor de 1273 millones de personas en todo el mundo están infectadas

por Ascaris lumbricoides, 902 millones por Trichuris trichiura y 1277 millones

por ancylostomídeos (5).

La importancia de los protozoos no se discute. La Organización Mundial de

la Salud (OMS) estima que cerca de 480 millones de personas están

infectadas por Entamoeba histolytica, con una mortalidad que oscila entre

40,000 a 110,000 casos anualmente, lo que hace de esta la segunda causa

de muerte a escala global debido a enfermedades parasitarias (6,7).

Por otro lado, cada año se incrementa el número de notificaciones de

Cryptosporidium sp., Cyclospora cayetanensis, Isospora belli y

microorganismos del phyllum Microspora como productores de enfermedad,

principalmente, entre personas con algún grado de inmunodeficiencia (8,9).

Giardia lamblia (G. lamblia), parásito intestinal también conocido como

(Giardia duodenalis o Giardia intestinalis), es un protozoo flagelado que

constituye un problema de salud en muchos países y ha sido identificado

como una de las causas más frecuentes de diarrea en América del Norte (10,11). Estimados recientes evidencian que alrededor de 280 millones de

personas se infectan cada año con ese parásito y se identifica a los niños

como el grupo de edad más vulnerable (12).

El modo de transmisión más común de G. lamblia se produce a partir de la

ingestión de agua y/o alimentos contaminados (13,14); sin embargo, se han

encontrado casos en los que se produce directamente de persona a persona

por prácticas sexuales oro- anales (adultos) (15) y entre niños asistentes a

Círculos Infantiles (guarderías o jardines de la infancia) consecuente con sus

hábitos gregarios. Adicionalmente, se ha documentado la posibilidad de

transmisión de ese protozoo entre animales y humanos (16).

El espectro clínico de la parasitosis es en extremo variable y oscila desde

casos asintomáticos hasta casos con diarrea severa y persistente asociada

con malabsorción (17). Al parecer, la variabilidad en la virulencia de las

diferentes cepas del parásito y el número de quistes ingeridos así como la

edad y estado inmunológico del hospedero en el momento de la infección

son elementos que podrían justificar tal comportamiento (18,19).

Es difícil comparar estudios cuando se evalúa la eficacia clínica de los

medicamentos utilizados en el tratamiento de la infección por G. lamblia

debido a las diferencias en los métodos seguidos en las investigaciones, el

tipo de población estudiada (niño, adultos, sintomáticos o asintomáticos),

cómo se evaluaron finalmente los resultados (desde el punto de vista clínico

o parasitológico) y las diferencias en la duración de los tratamientos (20).

Es oportuno considerar; además, que el aislamiento de rutina, el cultivo y las

pruebas de susceptibilidad para G. lamblia han sido difíciles, no están

estandarizados y los resultados son variables por lo que la mayor parte de la

información sobre la eficacia de los medicamentos se basa en la experiencia

clínica acumulada (20). Hasta el momento, no se cuenta con un medicamento

que pueda considerarse como ideal: 1.- se logre un ciento por ciento de

curación, 2.- no se notifiquen, o sean escasas las reacciones adversas tras

su empleo, 3.- tenga bajo costo de producción y 4- sea accesible a la

totalidad de los individuos infectados (20,21).

Históricamente, la giardiosis fue tratada con mercuriales, productos

arsenicales y bismuto (20). Sin embargo, la introducción de Quinacrina en la

década de los años treinta como agente antimalárico y, su utilización más

tarde, como medicamento antigiardiósico con eficacia superior al 90%,

constituyó un importante paso de avance en la terapéutica (22,23).

Independientemente de la eficacia demostrada, la frecuente aparición de

reacciones adveras tras su utilización ha traído aparejado una disminución

drástica de su empleo, así como el cese de su producción en algunos

países, incluido los Estados Unidos de Norteamérica (20).

Furazolidona, es un producto eficaz contra gran cantidad de bacterias y su

utilización en el tratamiento de esta parasitosis se inició en los años

cincuenta (24). Estudios realizados en la década de los ochenta indicaron que

las tasas de curación alcanzadas con ese compuesto oscilaban entre el 80 y

90% y sugirieron su utilidad en población infantil, entre otras razones, por su

baja probabilidad de inducir reacciones adversas y por presentarse en forma

de suspensión (25,26,27).

Es indiscutible que los compuestos 5- nitroimidazólicos constituyen los

medicamentos más utilizados para el tratamiento de la infección por G.

lamblia dada las elevadas tasas de curación notificadas, el bajo costo de

producción y la facilidad con que se pueden adquirir (10). La introducción de

ese grupo de medicamentos se produjo en el año 1955 y ya para el año

1962 Darbon A et al., (28) notificaron su eficacia como drogas antigiardiósicas.

Dentro de ellos, Metronidazol ha sido el más estudiado y sus tasas de

curación oscilan entre el 60 y 100%, de acuerdo con los resultados de

diferentes investigadores (10,29). Es curioso que, aún siendo una droga tan

ampliamente utilizada a escala global, la Agencia para la Administración de

Drogas y Alimentos de los Estados Unidos de Norteamérica (Food and

Drugs Administration, FDA por sus siglas en inglés) nunca la ha aprobado

para esa indicación en ese país (30).

Diferentes medicamentos han sido ensayados, algunos in- vitro, otros in-

vivo y muchos en ambas condiciones evaluando su acción contra G. lamblia (29). Entre ellos Azitromicina, Doxiciclina, Bitionol, Diclorofeno, Hexaclorofeno,

Rifampicina, Ivermectina, Pirimetamina, Niridazol, Sulfato de Paromomicina

y Mefloquina (10,15,17,18,29,31,32). Además, se investigan nuevas alternativas de

tratamiento que incluyen las plantas de uso etnobotánico con las que hasta

la fecha se han obtenido resultados variables (33,34).

La resistencia constituye, en la actualidad, un serio problema para el control

de las Enfermedades Infecciosas (EI) en general y para las EP en particular (35,36). Fallas terapéuticas han sido notificadas con todos los antigiardiósicos

considerados como de primera elección (37,38,39) e, incluso, esa resistencia ha

sido inducida a escala de laboratorio (40,41). En consecuencia, muchos autores

exponen la necesidad de buscar alternativas con las que se alcance buena

eficacia terapéutica con mínimas reacciones adversas y que,

adicionalmente, sean accesibles para la comunidad.

Tres medicamentos se presentan como posibles alternativas en el

tratamiento de la giardiosis: Mebendazol, Clorhidrato de Cloroquina y

Nitazoxanida.

Desde inicio de los años sesenta los derivados Benzimidazólicos,

esencialmente Mebendazol y Albendazol, han sido ampliamente utilizados

como agentes antihelmínticos en medicina humana y veterinaria y como

agentes antifúngicos en la agricultura; sin embargo, su utilidad contra G.

lamblia se encuentra aún en etapa de evaluación (42).

Diferentes estudios, in- vitro, han demostrado la eficacia de Mebendazol en

esa indicación médica (42-48). Todos coinciden en que afecta el crecimiento de

los trofozoítos, induce la separación del parásito del tubo de ensayo y

distorsiona su estructura general, esencialmente, el disco adhesivo a partir

de su acción antimicrotubular. Es significativo la notificación hecha por

Edlind TD et al., (43) quienes demostraron que ese medicamento fue entre 30

a 50 veces más activo que Metronidazol y entre 4 a 40 veces más activo que

Quinacrina en su acción contra G. lamblia.

La experiencia clínica, sin embargo, ha sido escasa, contradictoria y se limita

a notificaciones de casos y no a estudios adecuadamente diseñados.

Mebendazol fue notificado como ineficaz en los estudios conducidos por

Gascon J et al. (49), di Martino L et al. (50) y Bulut BU et al. (51); por otro lado,

fue notificado como eficaz por Al- Waili NS et al. (52), Al- Waili NS et al. (53) y

Rodríguez- García R et al. (54). La variabilidad de los resultados en esas

investigaciones se debió, probablemente, al hecho de no existir uniformidad

con la dosis a administrar y a la no existencia de ensayos clínicos aleatorios,

controlados y adecuadamente diseñados que avalasen esa indicación

médica.

Dos estudios in- vitro sugieren la actividad antigiardiósica de Clorhidrato de

Cloroquina. El primero, publicado en 1985 (55), evaluó la actividad de seis

drogas contra 25 aislamientos del parásito y demostró que más del 50% de

esos aislamientos fueron sensibles a Clorhidrato de Cloroquina, sin

embargo, Tinidazol y Metronidazol tuvieron un efecto giardicida superior. No

fue hasta 1998 (56) que el segundo estudio in- vitro fue conducido

demostrándose, nuevamente, la actividad del medicamento ante ese

protozoo.

El mecanismo de acción por el cual Clorhidrato de Cloroquina actuaría

contra G. lamblia parece estar relacionado con su interferencia en el proceso

de adhesión aunque no existe consenso sobre el mecanismo molecular

implicado (17,20,23). Si bien la actividad lítica de metronidazol fue superior los

resultados de ese segundo estudio no negaron la utilidad de Clorhidrato de

Cloroquina contra el parásito.

Considerando esas evidencias científicas como punto de partida aparece el

primer y único Ensayo Clínico Controlado indizado en el que se intentó

demostrar la eficacia de ese medicamento en infecciones por G. lamblia. Ese

ensayo evaluó la eficacia y seguridad de Clorhidrato de Cloroquina,

Albendazol y Tinidazol en el tratamiento de 165 niños con esa parasitosis (57).

La eficacia demostrada luego de la utilización de Clorhidrato de Cloroquina

fue de 86% sin diferencia estadísticamente significativa con la alcanzada con

Tinidazol 91%. Las reacciones adversas notificadas luego de su utilización

fueron ligeras, transitorias y no obligaron a suspender el medicamento en

estudio. Ambos medicamentos superaron en eficacia a Albendazol.

Nitazoxanida, es un nuevo derivado 5- nitrotiazol al que se le atribuyen

efectos antiparasitarios y antibacterianos (58). Ese medicamento ha

revolucionado el tratamiento de la criptosporidiosis y ya ha sido aprobado en

pacientes, niños y adultos, infectados por G. lamblia en los Estados Unidos

de Norteamérica (59). Estudios in- vitro mostraron que Nitazoxanida y su

derivado (tizoxanida) fueron entre 2,5 a 50 veces más activos que

Albendazol y Metronidazol y que su acción sobre G. lamblia se dirigía,

principalmente, hacia cambios en la morfología y la estructura interna del

protozoo (60-63). Los resultados clínicos han sido satisfactorios tanto en niños

como adultos e, incluso, han sido favorables en pacientes con VIH- SIDA (38,64-66).

Debido a las formas diversas de presentación de esa parasitosis, sobre todo

en la población infantil, así como lo variable de las respuestas a los

diferentes medicamentos utilizados en su tratamiento y considerando la

disponibilidad de Mebendazol y Clorhidrato de Cloroquina en nuestro país,

sus bajos costos de producción, y las mínimas reacciones adversas al ser

utilizados en dosis terapéuticas así como la nula realización de estudios en

nuestro medio (Mebendazol) y el antecedente de sólo un Ensayo Clínico

Controlado indizado a escala universal (Clorhidrato de Cloroquina) donde se

midió la eficacia y seguridad de esos productos contra G. lamblia, se decidió

realizar la presente investigación.

Adicionalmente, se decidió evaluar la eficacia y seguridad de Nitazoxanida

debido a la carencia de estudios nacionales relacionados con esa indicación

médica y la frecuente solicitud de información que la comunidad hace a los

médicos asistenciales sobre su empleo.

Los resultados aportarán información confiable, novedosa y actualizada con

la que se podrá sugerir al Ministerio de Salud Pública el empleo de esos tres

medicamentos alternativos en el tratamiento de una parasitosis de elevada

prevalencia a escala global, sobre todo, entre la población infantil.

HIPÓTESIS DE TRABAJO

Los medicamentos antigiardiósicos propuestos como alternativos en el

tratamiento de niños infectados por G. lamblia (Mebendazol, Clorhidrato de

Cloroquina y Nitazoxanida) presentan eficacia terapéutica similar a los

medicamentos convencionales utilizados en los grupos control.

Para demostrar esta Hipótesis nos planteamos los siguientes objetivos.

OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL

Evaluar la eficacia y seguridad de tres medicamentos alternativos, por vía

oral, en el tratamiento de la infección por G. lamblia en niños.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

1. Determinar la proporción de niños con curación parasitológica con cada

uno de los medicamentos propuestos como alternativos en los diferentes

ensayos clínico- terapéuticos.

2. Precisar la dosis de mebendazol con la cual se logre un máximo de

curación parasitológica.

3. Identificar cambios en las manifestaciones clínicas de los niños luego del

empleo de los medicamentos propuestos.

4. Identificar la aparición de reacciones adversas consecuentes con la

utilización de los medicamentos propuestos.

NOVEDAD CIENTÍFICA

Fallas terapéuticas han sido notificadas con los antigiardiósicos

convencionales por lo que diferentes investigadores han evaluado la eficacia

y seguridad de medicamentos alternativos en esa indicación médica. La

mayoría de los estudios carecen de diseños metodológicos adecuados por lo

que su precisión y reproducibilidad es limitada.

Se determinó la dosis más eficaz de Mebendazol y su seguridad en el

tratamiento de niños con edades comprendidas entre los 5 y 15 años

infectados por G. lamblia siendo la primera notificación a escala nacional y

global en la que, utilizando una serie de ensayos clínico- terapéuticos

consecutivos, se determinó la dosis óptima de ese medicamento y, en

consecuencia, se propuso al Ministerio de Salud Pública su utilización en

edad pediátrica.

Se demostró la eficacia y seguridad de Clorhidrato de Cloroquina en el

tratamiento de niños infectados por ese protozoo toda vez que sólo existía

un Ensayo Clínico Controlado indizado a escala universal relacionado con

esa indicación médica.

Se demostró la eficacia y seguridad de Nitazoxanida como medicamento

antigiardiósico alternativo siendo esa la primera notificación en Cuba y uno

de los primeros Ensayos Clínicos Aleatorizados y Controlados

adecuadamente diseñados a escala universal relacionados con esa

temática.

Los ECCs cubanos acreditan la existencia de medicamentos alternativos

eficaces y seguros que constituyen herramientas adicionales en la solución a

un problema de salud identificado en la población pediátrica cubana e

internacional.

VALOR TEÓRICO

Se demostró la existencia de tres medicamentos alternativos eficaces y

seguros en el tratamiento de una parasitosis altamente prevalente todo lo

cual acredita la utilización de esos medicamentos a la hora de abordar casos

de difícil manejo.

Dos de los medicamentos propuestos (Mebendazol y Clorhidrato de

Cloroquina) son fabricados en Cuba, su costo de producción es bajo y son

conocidos en el tratamiento de otras parasitosis, especialmente entéricas. El

beneficio adicional radica en que Mebendazol y Nitazoxanida, que están en

la actualidad en uso amplio en la práctica clínica contra nematodos

intestinales, podrían ser recomendados como alternativas útiles en el

tratamiento de la giardiosis, ofreciendo ventajas sobre los 5- nitroimidazoles

a causa de la amplia variedad de infecciones que pudieran ser eliminadas

con su empleo y por ende la posibilidad de utilizarlos en niños

poliparasitados, esencialmente, en áreas rurales.

Nitazoxanida no se produce en nuestro país, sin embargo, es un

medicamento ampliamente utilizado en la actualidad a escala internacional

en esa indicación médica de ahí la utilidad de la presente investigación por

su contribución a mejorar el estado del conocimiento en relación con ese

producto en población pediátrica cubana.

VALOR PRÁCTICO

El trabajo de laboratorio relacionado con la investigación fue realizado en el

Departamento de Microbiología y Parasitología del Instituto de

Gastroenterología (IGE) y sirvió para la introducción de la técnica de

concentración de Ritchie en el proceso de diagnóstico parasitológico de

rutina con lo cual se contribuyó a elevar la calidad de los servicios que se

brindan en esa institución. Adicionalmente, se demostró la existencia de

medicamentos alternativos eficaces y seguros que podrían ser introducidos

en la práctica clínica diaria de Médicos Especialistas y Médicos Residentes

de ese centro asistencial en el tratamiento de la giardiosis en edad

pediátrica, información de gran utilidad en momentos en que los

medicamentos de uso convencional fueran ineficaces o cuando los padres

y/o tutores se negaran a administrárselos a sus hijos.

Algunos de los 5 ensayos clínico- terapéuticos expuestos sirvieron de temas

para Trabajos de Terminación de Residencia (TTR) y Trabajos de

Terminación de Maestría (TTM) en el Hospital Pediátrico Pedro Borrás, el

Instituto de Gastroenterología y el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí

(IPK) centros de reconocido prestigio nacional e internacional en el manejo y

tratamiento de Enfermedades Infecciosas y del Sistema Digestivo.

Los resultados del estudio han sido presentados en 28 eventos científicos de

alcance nacional e internacional y publicados en 9 revistas científicas de las

cuales 3 son consideradas de alto impacto en el campo de la

Gastroenterología, la Farmacología y la Medicina Tropical.

Los resultados expuestos acreditan, sobre base científica catalogada como

de nivel uno de acuerdo a los criterios de la Medicina o Asistencia Basada

en la Evidencia (Medicina o Asistencia Basada en Pruebas), la utilización de

Mebendazol, Clorhidrato de Cloroquina y Nitazoxanida como medicamentos

alternativos en el tratamiento de niños con edades comprendidas entre 5 y

15 años infectados por G. lamblia.

MARCO TEÓRICO DE REFERENCIA

CAPÍTULO I. MARCO TEÓRICO DE REFERENCIA

I.1. Breve historia de la Parasitología humana

Durante su relativamente corta estancia en la tierra los humanos han

adquirido una increíble cantidad de parásitos, cerca de 300 especies de

helmintos y alrededor de 70 especies de protozoos (67). Muchos de esos

micro/macro-organismos son raros o desarrollan el proceso infeccioso

únicamente de manera accidental; sin embargo, existen cerca de 90

especies que se presentan con relativa frecuencia y, de ellas, una pequeña

cantidad es responsable de muchas de las Enfermedades Infecciosas (EI)

más importantes, no solo por su capacidad de producir daño en diferentes

órganos de la economía sino, por su capacidad real de llevar a la muerte al

huésped susceptible (68).

El desarrollo de los primeros conglomerados humanos, el florecimiento de la

trata de esclavos y, más tarde, el desarrollo de las grandes ciudades ha

facilitado la transmisión de las infecciones entre humanos e, incluso, de

animales a humanos y viceversa. Si a eso le sumamos el desarrollo

vertiginoso del comercio, los medios de transporte y las comunicaciones

entenderemos lo importante de implementar adecuadas medidas de

prevención y control dada la facilidad de diseminación de esas infecciones (68).

Mención especial merece la reciente aparición y diseminación del Virus de la

Inmunodeficiencia Humana (VIH) y su desenlace clínico el Síndrome de

Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) con el que han hecho acto de presencia

un gran número de agentes infecciosos que hasta la fecha solo se

notificaban esporádicamente y ahora pueden conducir a la muerte de los

individuos afectados (69).

I.2. Primeros escritos

Los primeros documentos en los que se hizo referencia a las infecciones

parasitarias provienen del período en el que florecía la medicina Egipcia

(3000- 400 antes de Cristo, AC); particularmente, los Papiros de Ebers (1500

AC) descubiertos en Tebas (70). Más tarde, aparecerían otras descripciones

sobre enfermedades que pudieran, o no, relacionarse con parásitos

especialmente brotes febriles notificados por médicos Griegos entre los años

800 y 300 AC. Entre esos documentos se destacó la colección de trabajos

de Hipócrates, conocidos como (Corpus Hippocratorum) y de otros médicos

de culturas diferentes como la China (3000- 300 AC), la India (2500- 200

AC), la Romana (700 AC- 400 después de Cristo, DC) y la Árabe a finales

del primer milenio (68). Según el tiempo pasaba las descripciones se hacían

mas detalladas y algunos médicos arábigos, particularmente, Rhazes (850-

923 DC) (71) y Avicenna (980- 1037 DC) (72), escribieron trabajos importantes

en los que se abordaban temas claramente relacionados con las

enfermedades parasitarias.

En Europa; durante la Edad Media, caracterizada por las creencias religiosas

y supersticiosas, el desarrollo de la medicina se vio paralizado. Ese progreso

tomó nuevos bríos a finales del siglo XIX e inicios del XX donde se

produjeron importantes descubrimientos que constituyeron aportes

altamente significativos para la humanidad en todos los campos del

conocimiento. En el campo de las Ciencias Médicas, en particular, Louis

Pasteur, demolió la teoría sobre la generación espontánea de los gérmenes

al demostrar que las enfermedades podían ser causadas por bacterias. En

ese sentido fue de gran ayuda el descubrimiento de los viruses por Pierre-

Paul Emile Roux y la introducción, por Robert Koch, de métodos para la

prevención de enfermedades causadas por microorganismos así como la

demostración por Patrick Manson de la participación de vectores en la

transmisión de infecciones parasitarias (68).

I.3. Descubrimiento de los Helmintos

Debido a su gran tamaño los primeros habitantes del planeta reconocieron,

casi desde los inicios, la presencia de lombrices. En los papiros de Ebers se

hace referencia clara a las infecciones helmínticas intestinales. Eso puede

ser confirmado a partir del descubrimiento y clasificación de muchos de los

huevos de helmintos en momias que datan de los años 1200s AC. Los

griegos, particularmente Hipócrates (460- 375 AC) (73), conocían acerca de

lombrices que procedían de peces, animales domésticos y humanos.

Médicos Romanos, particularmente Celsus (25 AC- 50 DC) (74) y Galeno

(Galeno de Pergamon, 129- 200 DC) (75), estuvieron muy familiarizados con

Ascaris lumbricoides, Enterobius vermicularis y parásitos aplanados (Taenia

sp.).

Años más tarde, Paulus Aegineta (625- 690 DC), describió detalladamente la

morfología de Ascaris lumbricoides, Enterobius vermicularis y muchas de las

Tenias, además, expuso excelentes descripciones clínicas sobre la

evolución natural de las infecciones producidas por esos parásitos (76). Con la

caída del Imperio Romano los mayores aportes en ese campo de las

ciencias médicas recayeron sobre los médicos árabes, principalmente

Avicenna, quienes no solo reconocieron los helmintos anteriormente

mencionados sino que describieron otros entre ellos, Dracunculus

medinensis.

La literatura médica es verdaderamente limitada en lo referente a las

infecciones helmínticas durante la Edad Media, sin embargo, se recogen

referencias sobre parasitosis intestinales producidas por helmintos en las

comunidades de ese período (68).

El despegue de la Helmintología como ciencia ocurrió en los siglos XVII y

XVIII en el período conocido como Renacimiento. En esa etapa Carl von

Linneo (1707- 1778) describió y nombró seis especies de helmintos (Ascaris

lumbricoides, Ascaris vermicularis= Enterobius vermicularis, Gordius

medinensis= Dracunculus medinensis, Fasciola hepatica, Taenia solium y

Taenia lata= Diphyllobothrium latum) (68). A partir de ese momento nuevas

especies fueron descritas hasta reconocerse en la actualidad alrededor de

300 (77,67).

I.4. Descubrimiento de los Protozoos

Debido a su pequeño tamaño, no fue posible reconocer ningún protozoo

hasta la invención del microscopio óptico. Ese adelanto tecnológico, que se

produjo a finales del siglo XVII, fue perfeccionado por el comerciante y

científico Holandés Antoine van Leeuwenhoek (1632- 1723). El estudio de

esos “animáculos”, como se denominaron de inicio, no tuvo un despegue

real hasta dos siglos más tarde período en el que se descubren las bacterias

y se produce la demolición de la teoría sobre la generación espontánea de

los microorganismos por Louis Pasteur (68).

I.5. Giardia y giardiosis.

I.5.I. Algunos apuntes sobre su historia

Giardia lamblia (G. lamblia), también conocido como, Giardia duodenalis o

Giardia intestinalis, es un parásito protozoo flagelado que ocupa un lugar

especial en el campo de la Parasitología debido a que fue el primer protozoo

observado por Antoine van Leeuwenhoek en 1681 (78,79). Las ilustraciones

presentadas por Leeuwenhoek en relación con ese microorganismo no

fueron muy informativas; sin embargo, tal limitación no fue corregida hasta

1859 cuando el médico checo Vilem Lambl (1824- 1895), a partir de estudios

minuciosos, hizo una completa caracterización del género. La nomenclatura

lamblia, con que se designó la especie que afecta a los humanos y otros

mamíferos, fue dada por Blanchard en 1888 (17).

Durante mucho tiempo luego de su descubrimiento el parásito recibió pobre

atención. No fue hasta 1902 cuando el Parasitólogo Norteamericano Charles

Wardell Stiles expone una posible relación causal entre G. lamblia y la

aparición de diarrea (80). Esa observación fue desestimada hasta el período

comprendido entre 1914- 1918, durante la Primera Guerra Mundial, cuando

se encontró que gran número de soldados infectados por G. lamblia

padecían de enfermedades diarreicas y que los quistes del protozoo

obtenidos en las heces de esos soldados desencadenaban igual

sintomatología en roedores infectados de manera experimental (81).

En 1921, Clifford Dobell sugirió que Giardia era un parásito patógeno (82) y,

en 1926, Reginald Miller, médico que laboraba en Londres demostró que,

algunos niños infectados por G. lamblia podían ser portadores asintomáticos

o sufrir malabsorción intestinal (83). No fue, sin embargo, hasta 1954 que

detallados estudios conducidos por Robert Rendtorff demostraron la

asociación del parasito con la producción de enfermedad en humanos (84).

I.5.II. Taxonomía

Hasta la fecha se refiere de acuerdo a lo publicado por Levine ND et al.,

1980 (85).

Reino: Protista.

Subreino: Protozoa.

Phyllum: Sarcomastigophora.

Subphyllum: Mastigophora.

Clase: Zoomastigophorea.

Orden: Diplomonanida.

Familia: Hexamitidae.

Género: Giardia.

Especie: lamblia.

I.5.III. Ciclo de vida

G. lamblia habita en las primeras porciones del intestino delgado, donde el

pH ligeramente alcalino le resulta favorable para su desarrollo (17,19). Su ciclo

de vida es relativamente simple (Figura 1) y se caracteriza por la existencia

de dos formas, el trofozoíto o forma vegetativa y el quiste o forma infectante

altamente resistente en el medio exterior.

El trofozoíto (Figura 2 y 3) mide 12- 15 μm de longitud por 5- 9 μm de ancho,

posee superficie dorsal convexa y superficie ventral plana en la que se

encuentra el disco adhesivo que le facilita adosarse a la mucosa del intestino

delgado. Cuenta con 2 núcleos y 8 flagelos cuya función es la motilidad

celular. El quiste (Figura 4), es de forma ovalada, mide aproximadamente 10

μm de largo, posee superficie lisa y doble pared altamente resistente (86).

Los quistes acceden a los huéspedes susceptibles al ser ingeridos con el

agua de consumo, los alimentos contaminados (13,14,87) o directamente de

persona a persona por prácticas sexuales oro- anales (adultos) y entre niños

asistentes a círculos infantiles (guarderías o jardines de la infancia) debido a

sus hábitos gregarios (15,86). Con menor frecuencia se ha notificado la

adquisición a partir de animales, esencialmente castores (16).

Una vez ingeridos los quistes, el proceso de exquistación se inicia en las

primeras porciones del intestino delgado y, aunque no se conocen

claramente los mecanismos involucrados en el proceso, es probable que la

influencia del cambio de pH entre el estómago y el duodeno, unido a la

participación de enzimas digestivas sean elementos favorecedores para el

mismo (88,89). Como resultado aparecen dos nuevos trofozoítos que viven y se

multiplican asexualmente en la superficie mucosa del intestino delgado.

El parásito se encuentra, habitualmente, en el duodeno y primeras porciones

del yeyuno de los individuos infectados y es consenso general que no

desarrolla fenómenos invasivos (88,89). Por condiciones no bien dilucidadas;

entre las que se señalan, la acción de algunos medicamentos

antiparasitarios, la reducción en la concentración de nutrientes, la elevación

en la concentración de sales biliares y la sobre población parasitaria, pero

aparentemente adversas para los trofozoítos se desarrolla la enquistación (15,17,86). Los quistes son eliminados al exterior y pueden, potencialmente,

infectar un nuevo huésped inmediatamente después de haber sido

excretados. Esta forma de resistencia en el medio exterior tiene la capacidad

de mantenerse con vida varios meses a bajas temperaturas (89).

I.5.IV. Epidemiología

G. lamblia tiene una distribución mundial (15,17). Su frecuencia es mayor en

regiones tropicales y subtropicales donde la temperatura, la humedad y las

malas condiciones higiénico- sanitarias favorecen su transmisión (3,4,90,91). Es

frecuente, en animales domésticos, especialmente perros y gatos, y se

presenta con relativa frecuencia en animales salvajes como los castores. La

transmisión a partir de la exposición a quistes del parásito provenientes de

fuente animal ha sido notificada, a pesar de reconocerse como una vía no

común de adquisición de la infección (16).

En países en vías de desarrollo, G. lamblia afecta entre un 20 a un 30% de

la población, siendo los niños menores de 5 años los más afectados debido

a sus hábitos gregarios (15-17,91). En los países desarrollados el parásito es

frecuente en guarderías (círculos infantiles o jardines de la infancia) (92), sin

embargo, se notifica también en determinados grupos de la población

(nadadores, campistas, homosexuales, viajeros internacionales a áreas

endémicas) y entre personas que viven en condiciones de hacinamiento:

refugiados, ancianos en instituciones para la tercera edad e individuos con

trastornos mentales recluidos en sanatorios (10,15,86).

Ese parásito es, además, la causa principal de brotes de transmisión hídrica

en esos países (10,11) y se estima que los portadores sanos de quistes

representan el 15% de la población adulta y hasta el 50% de la población

infantil y que ellos son los mayores responsables de la diseminación de la

infección en el hogar y a escala comunitaria (15).

Ya se hizo referencia con anterioridad a que la adquisición de la infección

requiere la ingestión de los quistes por el huésped susceptible (15,27).

Adicionalmente; se han conducido estudios en los que se han desarrollado

infecciones experimentales con la ingestión de solo 10 quistes del parásito e,

incluso, no son pocos los autores que refieren que un sólo quiste es

suficiente para desencadenar el proceso infeccioso (12,14,15).

La hipoacidéz, la gastrectomía, la pancreatitis crónica, así como las dietas

ricas en carbohidratos, hierro y colesterol, constituyen factores

predisponentes a la infección (17). Se sabe, además, que los niños menores

de 5 años, los homosexuales, los viajeros internacionales, los individuos en

instituciones cerradas y, posiblemente, los individuos severamente

inmunodeprimidos tienen mayor probabilidad de adquirir la parasitosis (16,17,93).

La prevalencia de G. lamblia en población general cubana se estima en un

7,2%, según la Encuesta Nacional de Prevalencia conducida en 1984 (94).

Ese mismo estudio evidenció que la tasa de infección era superior en niños

con edades comprendidas entre 1 y 5 años (22,6%). Otro estudio cubano,

recientemente publicado, refiere que el 25% de los niños con edades

comprendidas entre los 5 y 15 años asistentes a alguno de los centros

educacionales del municipio San Juan y Martínez en la Provincia de Pinar

del Río tenían ese protozoo en su sistema digestivo (95).

Por otro lado se considera que alrededor del 20% de los niños que asisten a

los círculos infantiles de la isla están infectados por ese parásito (96,97) lo que

demuestra que, a pesar de los esfuerzos realizados por la dirección política

del país, aún existen condiciones favorecedoras para la transmisión de las

parasitosis intestinales en esos centros educacionales.

Los estudios en los que se mide la prevalencia de la infección por G. lamblia

en niños evidencian variaciones significativas a escala universal. En ese

sentido un estudio desarrollado en Turquía por Gunduz T et al., en el año

2005, mostró que el 40,1% de los niños que presentaban algún tipo de

síntoma y/o signo gastrointestinal estaban infectados por G. lamblia (91). Sin

embargo; otro estudio conducido por Batista de Carvalho T et al., en 2002,

en una guardería (círculo infantil o jardín de la infancia) en Brasil evidenció

que el 26,88% de los niños asistentes al centro educacional presentaban ese

parásito en su aparato digestivo (98).

I.5.V. Prevención y control

Se conoce que para implementar acciones encaminadas a la prevención y el

control de cualquiera de las parasitosis es importante el conocimiento de los

aspectos relacionados con la biología, el ciclo de vida, la epidemiología y la

repercusión clínica en el humano del parásito hacia el cual vaya dirigida tal

actividad debido a que el desconocimiento podría condicionar la toma de

decisiones inadecuadas y, en consecuencia, inefectividad de las medidas a

ejecutar. En concordancia con lo expresado un estudio publicado por

Muennig P et al., (99) en 1999, en los Estados Unidos de Norteamérica,

evidenció que los gastos en servicios médicos relacionados con el manejo

de las EP podrían reducirse significativamente si se aplicaran adecuados

controles a inmigrantes y se educara correcta y sistemáticamente a la

comunidad en aspectos relacionados con el control y prevención de las

parasitosis.

En el caso de G. lamblia una adecuada intervención higiénico- sanitaria seria

suficiente para evitar nuevas infecciones. Por otro lado, el tratamiento y

seguimiento adecuado redundarían en la curación de los individuos ya

infectados y en la prevención de la diseminación del proceso infeccioso a

escala familiar y comunitaria (17).

Mucho ha sido escrito en relación con la necesidad del correcto y frecuente

lavado de las manos, el uso del baño sanitario, el correcto destino final de

los residuales ya sean líquidos o sólidos así como la necesidad de sistemas

de abasto de agua bien diseñados y concientemente administrados como

pilares en la prevención de las infecciones con G. lamblia. Otro tanto se ha

publicado en relación con lo imprescindible del acceso a los sistemas

nacionales de Salud Pública y Educación (vacunación social) para lograr una

protección efectiva y duradera de la comunidad contra las parasitosis en

general y las infecciones por G. lamblia en particular. Sin embargo; no se ha

logrado, hasta la fecha, suficiente conciencia gubernamental ni social en la

mayoría de los países en relación con esa situación.

I.5.VI. Patogenia

En una época se consideró que G. lamblia era un comensal del tubo

digestivo. En la actualidad; a partir de minuciosos estudios en los que se

demostró su asociación con procesos diarreicos y síndrome de malabsorción

intestinal (11,12,15,16), su participación como agente causal de brotes de

transmisión hídrica (21), así como, el desarrollo de infecciones experimentales

en roedores y humanos (101), no existe duda del potencial patogénico de ese

microorganismo (17,84).

La producción de diarrea y ocasionalmente malabsorción es el resultado de

una complicada interacción entre el parásito y el huésped en la que, al

parecer, la variabilidad en la virulencia de las diferentes cepas del parásito y

el número de quistes ingeridos, así como la edad y el estado inmunológico

del hospedero en el momento de la infección poseen un papel significativo (18,19).

Los quistes, una vez ingeridos, pasan por el estómago y se convierten en

trofozoítos en el duodeno diseminándose por ese órgano y por el yeyuno,

donde se adhieren por medio de su ventosa ventral a la superficie de las

células del epitelio intestinal. A partir de aquí se desarrolla un espectro de

anomalías en la arquitectura de las vellosidades intestinales que van desde

una apariencia completamente normal al microscopio óptico hasta una

atrofia parcial y/o total de las vellosidades con gran infiltración linfocítica (15,100).

El acortamiento de las vellosidades y el incremento en la profundidad de las

criptas, visto en humanos y en modelos animales de experimentación, se

asocia con un incremento en la producción de las células a ese nivel y una

rápida migración de los enterocítos en la vellosidad, con la consiguiente

pérdida en el proceso de maduración celular, así como una reducción de la

actividad enzimática en la membrana lo cual redunda en trastornos en la

absorción de los alimentos y la aparición de diarrea (15,100,102).

El sobrecrecimiento bacteriano, frecuentemente encontrado en individuos

con esta parasitosis, facilita la adhesión parasitaria a la mucosa y genera

condiciones favorables para el desarrollo del microorganismo en el intestino

delgado (100,102). Por otra parte, algunos investigadores aducen el posible

papel protector que la microbiota local podría jugar en contra de la

colonización del intestino delgado por el protozoo. La posible competencia

por sustratos nutricionales y por receptores específicos en las células de la

mucosa intestinal entre el parásito y los miembros de la microbiota local; así

como la amplificación de la respuesta inmune y, posiblemente, la producción

de sustancias con actividad lítica sobre G. lamblia son los sustentos de tal

afirmación (103).

Hasta el momento no se ha demostrado que G. lamblia produzca ninguna

toxina que favorezca su acción patogénica, sin embargo, existen referencias

acerca de la actividad citopática de algunas sustancias contenidas en los

productos de excreción y secreción del parásito (104). Adicionalmente, se

reconoce que la acción de recubrimiento sobre la superficie mucosa del

intestino delgado podría condicionar limitaciones en el proceso de absorción

de los nutrientes que se agravaría más a partir de la reacción inflamatoria de

intensidad variable que se desencadena por la respuesta defensiva del

huésped ante la parasitosis (17,100,1004).

I.5.VII. Inmunología

La respuesta inmunitaria juega un papel importante en el grado de

susceptibilidad del huésped ante cualquier agresión parasitaria. En el caso

de G. lamblia los estudios relacionados con la caracterización de los

mecanismos defensivos han estado fuertemente influenciados por dos

características clave del proceso infeccioso: 1) La localización del parásito

en la superficie del intestino delgado y 2) La carencia de un proceso

inflamatorio significativo a nivel de la mucosa intestinal luego de la infección

inicial.

Los mecanismos inflamatorios, reconocidos como imprescindibles en la

erradicación de muchos microorganismos intestinales como Salmonella sp.,

no parecen ser tan importantes en el caso de las infecciones por G. lamblia (105).

Función de los anticuerpos secretorios

Los anticuerpos del tipo IgA e IgM, al parecer, juegan un papel destacado en

los mecanismos defensivos del huésped contra las infecciones por G.

lamblia, esencialmente, porque se segregan abundantemente en el lumen

intestinal y sus acciones son antígeno específicas (105).

Diferentes estudios han sido diseñados con el objetivo de determinar el

posible papel de las células B en la eliminación de esta parasitosis y, aún

sabiéndose que este no es el único mecanismo defensivo involucrado, en la

casi totalidad de ellos se concluye que esas células son imprescindibles en

la erradicación del protozoo. En ese sentido se ha demostrado que las

infecciones humanas por G. lamblia y las producidas en roedores por Giardia

muris (G. muris) desencadenan una producción elevada de anticuerpos de

tipo IgA, IgM e IgG en la mucosa intestinal, que son altamente específicos

para esos tipos de parásitos (106,107) y que los roedores con deficiencias en la

producción de células B son incapaces de eliminar las infecciones por G.

muris o G. lamblia GS/M-H7 (108).

Por otro lado, Singer SM et al., (109) utilizando modelos murinos deficientes en

células B demostraron que estos, al igual que los roedores utilizados como

controles, controlaron el proceso infeccioso pasadas 4 semanas del contacto

con el parásito y con ello sugirieron que las células B solo jugaban un papel

limitado en la eliminación del agresor.

Las razones que podrían justificar esas discrepancias aún se discuten pero

podrían estar relacionadas con divergencias en los diseños de las

investigaciones referidas. Por ejemplo, las diferencias en los inóculos

iniciales podrían generar variaciones en los niveles pico de carga parasitaria

y esto desencadenaría la selección, por el sistema defensivo del huésped,

del mecanismo de respuesta celular, humoral o incluso varios de los

múltiples mecanismos inespecíficos de los que dispone para eliminar el

agresor. Es conocido que las células B son más importantes a la hora de

controlar infecciones en las que el inóculo inicial sea elevado (108).

Otros mecanismos podrían jugar un papel de mayor o menor grado en la

eliminación del parásito, entre ellos, las funciones defensivas secundarias a

la dinámica de la microbiota local. Singer SM et al., en un estudio publicado

recientemente, evidenciaron el papel de la microbiota local en la

susceptibilidad de ciertos roedores a la infección por G. lamblia (110).

Los datos procedentes de estudios clínicos sobre la incidencia y la severidad

de la infección por G. lamblia en pacientes con inmunodeficiencias selectivas

han mostrado resultados contradictorios (105). En uno de ellos se refiere como

pacientes con inmunodeficiencia variable común presentaron susceptibilidad

aumentada a la infección con este parásito (111). Esos pacientes tenían

trastornos en la función de las células B pero también en la función de las

células T por lo que el incremento en la prevalencia de la infección no puede

ser solamente atribuido a la carencia de anticuerpos específicos.

Los mecanismos a partir de los cuales las inmunoglobulinas realizan su

función antigiardiósica no están completamente esclarecidos pero, al

parecer, se encaminan más a la inmovilización y la separación del parásito

de la pared intestinal que a la lisis directa del mismo. Un estudio demostró

que la IgA no mataba los trofozoítos de G. muris en presencia o ausencia del

sistema de complemento (112), sin embargo, otro trabajo similar publicado por

Stager S et al., evidenció que esa inmunoglobulina podría ejercer un efecto

citotóxico real contra G. lamblia (113).

Función del óxido nítrico

Adicionalmente a la función de los anticuerpos secretorios otros mecanismos

efectores podrían jugar un papel, más o menos protagónico, en las funciones

defensivas del huésped contra G. lamblia. Los efectores de esos

mecanismos, al igual que los anticuerpos secretorios, deben alcanzar el

lumen intestinal en suficiente cantidad para poder ejercer su acción. Es por

ello que los productos antimicrobianos producidos y liberados por las células

epiteliales del intestino delgado serían excelentes candidatos a desarrollar

tales funciones.

Uno de esos productos es el Oxido Nítrico (ON), que posee un papel

demostrado ante gran cantidad de infecciones bacterianas y parasitarias (105).

Eckmann L et al., en un estudio in- vitro, publicado en el año 2000, demostró

que el ON era altamente eficaz inhibiendo la proliferación del parásito y los

procesos de enquistación y exquistación pero carecía de efecto giardicida (114); sin embargo, otro estudio, igualmente a escala de laboratorio, evidenció

que el ON si poseía efecto citotóxico (115).

Independientemente de lo expuesto el valor real de ON como mecanismo

defensivo ante este protozoo podría ser limitado toda vez que los trofozoítos

de G. lamblia como mecanismo de escape pueden suprimir la producción

epitelial del producto (114)

Función de péptidos antimicrobianos

Los péptidos y otras proteínas con actividad antimicrobiana están

ampliamente conservados en la evolución y, al parecer, poseen un rol

ponderante como parte de la inmunidad innata de las mucosas del cuerpo.

Las defensinas constituyen un grupo de péptidos con actividad microbiana

de reconocida actividad giardicida in- vitro (105). Las defensinas pueden

dividirse en dos grandes familias a) Las alfa defensinas y b) Las beta

defensinas. Las primeras son producidas por neutrófilos y células epiteliales

así como por las células de Paneth en las criptas del intestino delgado (116) e,

independientemente de su actividad giardicida demostrada a escala de

laboratorio, no existen estudios in- vivo que avalen su función protectora

contra G. lamblia.

Otros mecanismos efectores

En adición a las alfa defensinas, las células de Paneth liberan otros dos

productos a los que aún no se le han evaluado su papel en la infección por

G. lamblia, la lisozyma y la Phospholipasa A (105).

Otra proteína a la que se le aduce actividad antimicrobiana es la lactoferina,

producto elaborado por las células epiteliales de las mamas y abundante en

la leche materna, a la que se le atribuye actividad antigiardiósica in- vitro y

se le asocia un posible efecto protector a la infección en niños que estén

recibiendo lactancia materna exclusiva (117). La lactoferrina es, también,

producida en las células epiteliales del intestino delgado.

Estudios in- vitro han demostrado que los macrófagos pueden ingerir

trofozoítos de G. lamblia y por ende destruirlos a partir de su actividad lítica (105), sin embargo, para ello deben encontrarse en la luz intestinal en

suficiente cantidad y no existen evidencias, hasta la fecha, que avalen hasta

que punto este mecanismo sea útil in- vivo.

A modo de comentario

La respuesta inmunitaria juega un papel importante en el control y la

eliminación de la infección; sin embargo, la complejidad de los mecanismos

defensivos, no totalmente esclarecidos en la actualidad, y las limitaciones

derivadas de ello no permiten determinar con alto grado de certidumbre

hasta que punto el huésped puede adquirir resistencia luego del contacto

inicial. Se sabe que los síntomas y/o signos relacionados con la parasitosis

son más ligeros ante exposiciones reiteradas al parásito.

I.5.VIII. Manifestaciones clínicas

El espectro clínico de la infección por G. lamblia varía de acuerdo a la

intensidad de la infección, la virulencia de la cepa del parásito a la que se

exponga el huésped susceptible y la edad y el estado inmunológico del

paciente en el momento del contacto (12,17). La mayoría de las veces la

parasitosis cursa sin síntomas y/o signos que sugieran la presencia del

agresor; sin embargo, en otras, se presenta con cuadros clínicos

caracterizados por diarrea severa y persistente asociada con malabsorción (11,12,15).

Los cuadros agudos se caracterizan por su inicio brusco, con diarreas

malolientes y acuosas que tienden a flotar en el agua del baño sanitario. Es

frecuente la aparición de náuseas, vómitos y distensión abdominal, así como

dolor en región epigástrica. No aparecen signos de invasión de la mucosa

como sangre en las heces o fiebre. La presencia de moco en las heces no

suele notificarse, a no ser por la existencia de otras parasitosis o

enfermedades que así lo justifiquen (15,17).

La giardiosis aguda suele ser autolimitada en un periodo de 2 a 7 días; sin

embargo, puede prolongarse y desarrollar cuadros diarréicos subagudos o

crónicos (17,20). La forma crónica de la infección se caracteriza por períodos

diarreicos con heces pastosas y espumosas acompañadas de flatulencia y

meteorismo que alternan con periodos en que las deposiciones son

aparentemente normales (83). En algunos pacientes la infección cursa con

malabsorción y las consecuencias clínicas que de ella se derivan (17).

Existen en la literatura médica resultados contradictorios en relación con los

efectos de la giardiosis sobre el estado nutricional de los niños infectados.

Sackey ME et al., en 2003 (118), y Valencia ME et al., en 1995 (119), notificaron

retardo en el crecimiento de los niños infectados por ese flagelado. Sin

embargo, Núñez FA et al., en 1999 (120), en un estudio longitudinal que

incluyó 365 niños asistentes a tres guarderías de Ciudad de La Habana y

que fueron seguidos por un período de 18 meses, no hallaron tal asociación.

Es conocido que G. lamblia puede conducir a trastornos de la absorción

intestinal y, por ende, producir estados deficitarios de tal magnitud que

conduzcan a la desnutrición. Sin embargo, es también conocido que los

estados de desnutrición asociados a deterioro del sistema inmunitario de

mucosas predisponen a las infecciones por parásitos intestinales (13,121). Lo

anterior evidencia que los daños observados al parecer son multicausales y

dependen de múltiples fenómenos que coinciden en el tiempo en una misma

persona o población.

I.5.IX. Diagnóstico

El diagnóstico de G. lamblia se realiza, habitualmente, al encontrar quistes

y/o trofozoítos en heces o estos últimos en el aspirado o biopsia

duodenoyeyunal (17). El examen microscópico de las heces es un método

rápido, sencillo y efectivo a la hora de identificar parásitos intestinales, en

general, y G. lamblia, en particular, en el humano.

El examen de una sola muestra de heces es capaz de detectar sólo el 60%

de los casos positivos (15,122). Esto, en gran medida, se debe a la intermitencia

con que las formas parasitarias son eliminadas y a que el examen, en

muchas ocasiones, se realiza horas después de la defecación lo que

imposibilita la observación de trofozoítos debido a su destrucción (123). Esos

resultados pueden ser mejorados al examinar de tres a seis muestras de

heces en un período de diez días y mediante la utilización de técnicas de

concentración como el método de Ritchie (Formol- éter/ acetato de etilo) o el

de Faust (Sulfato de Zinc) (12,17).

El estudio microscópico del líquido duodenal obtenido por sondaje, el uso de

la cápsula de Beal o la biopsia duodeno- yeyunal son alternativas en casos

de difícil diagnóstico. Sin embargo, su uso debe ser limitado pues son

procedimientos molestos para los pacientes (17).

Las pruebas serológicas para la detección de anticuerpos anti- G. lamblia

han sido utilizadas, pero presentan desventajas debido a la variabilidad en la

respuesta inmune humoral de cada paciente y a que en ocasiones se

presentan reacciones cruzadas (121). En consecuencia, se han desarrollado

técnicas para la detección de antígenos del parásito en heces por métodos

inmunológicos; los más usados han sido los ensayos inmunoenzimáticos en

fase sólida (ELISA), con los que se han obtenido valores de sensibilidad y

especificidad superiores al 98% (124).

En ese sentido un estudio realizado en Cuba y publicado en 1997 (125) en el

que se normalizó un ensayo inmunoenzimático en fase sólida para la

detección de antígenos de Giardia en heces evidenció que la técnica tuvo

una sensibilidad de 94,8% y una especificidad de un 98,3%. Los resultados

de ese estudio fueron comparables con los obtenidos por Scheffer EH et al.,

en un estudio similar en 1994 (126).

Se han desarrollado técnicas novedosas para la extracción de ácidos

nucleicos a quistes del parásito y varias pruebas de reacción en cadena de

polimerasa con cebadores lo suficientemente eficaces para detectar y

biotipificar G. lamblia en heces y en agua (127), no obstante, estos han sido

limitados a detección del parásito en agua y en estudios de parasitología

ambiental toda vez que son técnicas de elevado costo y requieren la

existencia de personal altamente especializado.

II.5.X. Tratamiento

La selección adecuada de un medicamento a la hora de tratar individuos

(niños o adultos) infectados por G. lamblia se mantiene como un tópico

atractivo y no totalmente esclarecido al que los clínicos prestan especial

atención (128). Históricamente la giardiosis fue tratada con mercuriales,

productos arsenicales y bismuto (20), sin embargo, el desarrollo alcanzado por

la medicina moderna ha redundado en la incorporación de nuevos

medicamentos contra esa parasitosis. Si bien esos nuevos productos

ofrecen mejores resultados en lo que a eficacia se refiere al ser comparados

con los anteriores, se conoce que existen considerables diferencias entre

ellos y que esas diferencias han sido demostradas tanto in- vitro como in-

vivo (128).

Diferentes autores han llamado la atención, adicionalmente, acerca de cual

sería el medicamento y el régimen de tratamiento más adecuado a la hora

de tratar pacientes en los que se halla diagnosticado esa infección

parasitaria toda vez que ninguno cumple con los criterios que los ubicaría

como medicamentos ideales (17).

Compuestos 5- nitroimidazólicos.

El descubrimiento de azomycin (compuesto 2- nitroimidazólico) en 1955 (129)

y la demostración de su actividad contra Trichomona spp. inició el camino en

la síntesis y en la evaluación de otros nitroimidazólicos que serían

rápidamente incorporados en el tratamiento de las infecciones por G.

lamblia. Dentro de esos nuevos compuestos 5- nitroimidazólicos se sintetizó

Metronidazol (130,131), Nimorazol (132), Tinidazol (133), Ornidazol (134) y Secnidazol (135). Los compuestos 5- nitroimidazólicos constituyen los medicamentos más

utilizados para el tratamiento de infecciones por ese parásito dada las

elevadas tasas de curación notificadas, el bajo costo de producción y la

facilidad con que se pueden adquirir (10).

La introducción de ese grupo de medicamentos se produjo en el año 1955 y

ya para el año 1962 Darbon et al., (28) notificaron su eficacia como productos

antigiardiósicos.

Metronidazol

Metronidazol ha sido ampliamente utilizado durante los últimos 40 años en la

práctica clínica contra G. lamblia y aún hoy es considerado el medicamento

más eficaz en esa indicación médica (17). Ese medicamento se absorbe

rápidamente en el intestino delgado luego de su administración oral y tiene

amplia distribución corporal, incluso es secretado con la leche materna. Su

tiempo de vida medio es de aproximadamente 7 horas y su metabolismo se

produce, esencialmente, a nivel hepático a partir de un proceso de oxidación

excretándose, posteriormente, por la orina (136).

El mecanismo a partir del cual Metronidazol destruye los microorganismos

sensibles se desencadena a partir de la acción tóxica de productos

reducidos. Metronidazol es considerado como una pro- droga pues el

medicamento per se es inactivo (128). Metronidazol, luego de penetrar el

trofozoíto de G. lamblia, utiliza el metabolismo anaeróbico presente en el

parásito para activarse. La proteína de transporte electrónico, ferrodoxina,

presente en el parásito dona electrones al grupo nitro del medicamento y

este se vuelve activo a partir de su reducción. Esta reacción favorece la

mayor penetración y acumulación del medicamento en el trofozoíto y

condiciona el daño de biomoléculas y componentes importantes que

redundan en la muerte celular (137). Adicionalmente, se ha demostrado que

Metronidazol afecta el proceso de respiración celular del parásito a partir de

su actuación como receptor de electrones alternativo (138).

Metronidazol ha sido ampliamente utilizado en la práctica clínica en

diferentes indicaciones. En el caso de infecciones por G. lamblia sus tasas

de curación, tanto en niños como en adultos, oscilan entre el 60 y 100% al

ser utilizado por períodos de entre 5 y 10 días con eficacia media de 89% (10,29,139).

Debido a que los periodos de tratamiento más prolongados redundan en un

aumento de las reacciones adversas y por ende menor complacencia de la

comunidad algunos investigadores han propuesto esquemas de tratamientos

por 1, 2 ó 3 días. La eficacia con esos esquemas se reduce

considerablemente, 36- 60% con eficacia media inferior a 51% (140,141), 76-

80% con eficacia media inferior a 78% ( 142,143 ) y 93%, respectivamente (144).

Se ha notificado eficacia de 92,9% al ser utilizado a razón de 15 mg por

kilogramo de peso corporal diarios por un período de 7 días (51).

En relación con las reacciones adversas se acepta que estas aumentan al

aumentar las dosis y el tiempo ingiriendo el producto pero, generalmente,

son ligeras y autolimitadas (128). Las reacciones más frecuentemente

notificadas son: sabor metálico, náusea, vomito, cefalea y disminución en el

número de las células blancas en sangre (17). La terapéutica debe

continuarse, solamente, si las reacciones adversas son toleradas por los

pacientes. Otras reacciones adversas, notificadas excepcionalmente, son las

alteraciones toxicas a nivel del Sistema Nervioso Central (SNC) (145).

Es importante alertar a los pacientes sobre la necesidad de no ingerir

bebidas alcohólicas durante la ingesta de Metronidazol (17). Se ha notificado

el efecto mutagenético de Metronidazol en bacterias (17,128,146) y carcinogénico

en roedores (7,128,147), sin embargo, un estudio in- vitro, utilizando cultivos de

sangre periférica, evaluó el posible daño geno y citotóxico de Metronidazol

en humanos sin que se notificara suficiente evidencia de que su uso

incrementase el riesgo a padecer cáncer (148).

Otros compuestos 5- nitroimidazólicos

Otros compuestos 5- nitroimidazólicos (Tinidazol, Ornidazol y Secnidazol)

con el mismo mecanismo de acción que Metronidazol han sido utilizados en

el tratamiento de infecciones por G. lamblia. La vida media en suero de esos

medicamentos es muy superior a la de Metronidazol u otros antigiardiósicos

de uso frecuente siendo ese un elemento a su favor a la hora de considerar

la selección. El tiempo de vida medio en suero notificado en el caso de

Tinidazol ha sido fijado en 12 a 13 horas, 10,9 horas en el caso de Ornidazol

y entre 17 y 29 horas en el caso de Secnidazol. Esta distinción

farmacológica justifica su empleo en dosis únicas que redundan en

resultados favorables en cuanto a complacencia y eficacia.

Las reacciones adversas más comúnmente notificadas se restringen a

trastornos gastrointestinales que, generalmente, no obligan a retirar la

medicación. Como Metronidazol, esos medicamentos presentan buena

absorción intestinal, se distribuyen con facilidad por todo el organismo y

poseen metabolismo a nivel hepático (149).

Tinidazol

Existen algunas evidencias que demuestran que el efecto antigiardiósico in-

vitro de Tinidazol es superior al ser comparado con el de Metronidazol (150,151).

Diferentes estudios han comprobado, adicionalmente, el efecto beneficioso

in- vivo de ese medicamento tanto en niños como en adultos. En ese sentido

diferentes esquemas de tratamiento han sido evaluados; los más comunes,

2 gramos en adultos y 50 mg por kilogramo de peso corporal en niños,

ambos esquemas en dosis única. La eficacia terapéutica oscila entre el 72 y

el 100% con una media de 89% (140,143,152-155).

Tinidazol es mejor tolerado que Metronidazol siendo el sabor metálico, las

náuseas y el rash las reacciones mayormente notificadas (17,128). Un estudio

in- vitro evidenció que ese medicamento poseía efecto mutagenético en

Salmonella typhimurium (156). Otro estudio in- vitro (152), refirió su posible

efecto geno y citotóxico en humanos.

Orninidazol

Ornidazol es otro de los compuestos 5- nitroimidazólicos con probada

eficacia en infecciones por G. lamblia. Congruentemente algunos autores

han utilizando dosis únicas de 1 a 2 g, en adultos, y han notificado tasas de

curación que oscilan entre el 90 y 100% de los casos (152,153). En niños dosis

de 40 ó 50 mg/kg han sido utilizadas con resultados excelentes (17,157,158).

Estudios in- vitro han sugerido el posible efecto geno y citotóxico de

Ornidazol (148). Las reacciones adversas con el empleo de ese fármaco

similares a las notificadas con Metronidazol (128).

Secnidazol

Secnidazol ha sido ampliamente utilizado como medicación de primera línea

en el tratamiento de infecciones por G. lamblia. En ese sentido un estudio in-

vitro en el que se medían las concentraciones medias de diferentes

medicamentos capaces de inhibir el crecimiento del parásito demostró que

las concentraciones de Secnidazol necesarias para lograr tal efecto fueron

significativamente menores que las de Furazolidona y Metronidazol (159).

Secnidazol se absorbe bien en el intestino delgado y posee un tiempo de

vida medio superior a todos los 5- nitroimidazólicos (17). En estudios clínicos,

igualmente, los resultados han sido excelentes. Los esquemas de

tratamiento más comúnmente utilizados son de 2 g en adultos y 30 mg/kg en

niños, ambos en dosis única. Las reacciones adversas más frecuentemente

asociadas con el producto son sabor metálico, náusea, vómitos y dolor

abdominal (10,17,128).

Otros antigiardiósicos

Qinacrina

Quinacrina fue introducido en el mercado en la década de los años treinta

como agente antimalárico y su utilización posterior como medicamento

antigiardiósico con eficacia superior al 90%, constituyó un importante paso

de avance en la terapéutica (22,23,160). Por varios años ese medicamento sería

el más utilizado en infecciones por G. lambia; sin embargo, tempranamente

en la década de los años sesenta, dos investigaciones conducidas por

Schneider J et al., (130) y Maundoul R et al., (131) demostraron la utilidad y mejor

tolerancia de Metronidazol en esa indicación.

El mecanismo de acción de Quinacrina no esta totalmente esclarecido. Se

han propuesto varias teorías sobre el particular, entre las cuales las más

aceptadas redundan acerca de una disminución de la utilización de oxigeno

a partir de la interferencia con componentes flavínicos de enzimas como la

NADH oxidaza, así como la inhibición de la síntesis de ácidos nucleicos (10,20,138,161).

Luego de su administración oral Quinacrina es rápidamente absorbida en el

intestino, incluso en pacientes con diarrea, y se distribuye ampliamente en el

organismo. Su tiempo de vida medio es prolongado y su excreción lenta (10,20). Estudios in- vitro sugieren que ese medicamento reduce la viabilidad

del quiste y su exquistación (162). La eficacia in- vivo comprobada en

diferentes investigaciones cuando se utiliza por períodos de 5 a 10 días es

superior al 90% (153,157,163) por lo que la dosis recomendada por la mayoría de

los expertos sería de 100 mg cada 8 horas por 5 días para adultos y de 6

mg/kg divididos en tres dosis diarias por un período de 5 a 7 días en niños (17,128).

Las reacciones adversas notificadas luego de la administración de

Quinacrina son frecuentes e incluyen cefalea, náuseas y vómitos lo que

redunda, en gran medida, en gran recelo de los pacientes a la hora de tomar

la medicación. Otras reacciones adversas, notificadas con menor frecuencia,

son coloración amarillenta de la piel, orina y escleras así como urticaria,

dermatitis exfoliativa, hemólisis en pacientes con déficit de Glucosa 6

Fosfato Deshidrogenada (G6PD). Algunos estudios han notificado, además,

incremento de la Psoriasis y trastornos tóxicos del Sistema Nervioso Central

(SNC). Quinacrina es capaz de atravesar la placenta y alcanzar el feto por lo

que debe ser prohibida durante el embarazo. Se ha notificado la posible

asociación entre la aparición de Espina Bífida y Agenesia Renal con la

ingesta del medicamento en el período gestacional (20,164).

Furazolidona

Furazolidona, es un producto efectivo contra gran cantidad de bacterias y su

utilización en el tratamiento de esa parasitosis se inició en los años

cincuenta (24). A partir de la acción de la enzima NADH oxidasa Furazolidona

es reducida a radícales nitro altamente tóxicos que afectan importantes

componentes celulares, especialmente, el DNA (17,20).

Diferentes autores han hecho referencia a la eficacia de ese medicamento

frente a G. lamblia tanto en estudios in- vitro como en notificaciones in- vivo.

Sin embargo, su eficacia terapéutica es inferior a Metronidazol o Quinacrina

con variaciones que oscilan entre el 80% y 90% (17,20,24-27,31,165-167). El hecho de

que ese medicamento se presente, además de las tabletas convencionales,

en forma de suspensión lo hace atractivo a la hora de tratar niños pequeños

con esta parasitosis. La dosis de mejor aceptación por la comunidad médica

internacional es de 100 mg cuatro veces al día, en el caso de pacientes

adultos, y de 6 mg/kg divididos en cuatro tomas diarias por 10 dias en niños.

En ambos grupos por un período de 10 días.

Las reacciones adversas comúnmente notificadas son náuseas, vómitos y

diarreas (17,20,128,165). En pacientes con déficit demostrado de Glucosa- 6-

Fosfato Deshidrogenada (G6PD) pueden presentarse episodios de

sangrado. Adicionalmente, sería recomendable prohibir la ingestión de

bebidas alcohólicas. Considerando que Furazolidona posee efecto inhibitorio

sobre la Monoamino Oxidasa no se debe emplear cuando los pacientes

estén ingiriendo medicación en ese sentido. Tampoco es recomendable en

madres que estén en el período de lactancia dado que podría producir

cuadros de anemia hemolítica en los menores. Furazolidona es

carcinogénico en animales pero este efecto no ha sido reportado en

humanos (17,20,128).

Sulfato de Paromomicina

Sulfato de Paromomicina fue aislado por primera vez en 1956 de cultivos de

Streptomyces rimosus, pertenece al grupo de los aminoglucósidos y posee

acción contra gran variedad de protozoos, helmintos y bacterias. Debido a su

casi nula absorción a nivel del intestino delgado y a su seguridad

demostrada ha sido recomendado como alternativa en el tratamiento de las

infecciones con G. lamblia en embarazadas (168). Diferentes estudios, in-

vitro, han evidenciado que ese medicamento posee actividad antigiardiósica

inferior a los 5- nitroimidazólicos, Quinacrina o Furazolidona (27,55,169). En

roedores neonatos, por otro lado, Sulfato de Paromomicina fue más activo

que Metronidazol y Quinacrina (170).

La acción de Sulfato de Paromomicina se desencadena a partir de la

inhibición de la síntesis proteica (171). Luego de su administración oral la

absorción intestinal es limitada por lo que la mayor concentración se alcanza

a nivel local y la excreción se produce por vía fecal. Solo una pequeña

proporción es absorbida y luego de la filtración se excreta en la orina.

Estudios clínicos han mostrado que su eficacia es inferior a otros

medicamentos antigiardiósicos (172,173). Las tasas de curación notificadas

hasta la fecha oscilan entre el 55 y el 91% (172,174). La dosis recomendada es

de 500 mg tres veces al día en adultos y de 25 mg/kg diarios, distribuidos

cada 8 horas, en niños. En ambos casos por un período de 10 días. Las

reacciones adversas son relativamente poco comunes y se relacionan

mayormente con el aparato digestivo. Entre ellas podemos citar: náuseas,

vómitos, diarreas y alteraciones en la motilidad intestinal. Adicionalmente,

pueden aparecer modificaciones en la microbiota intestinal normal (175).

Benzoimidazólicos

Desde inicio de los años sesenta los derivados Benzimidazólicos,

esencialmente Mebendazol y Albendazol, han sido ampliamente utilizados

como agentes antihelmínticos en medicina humana y veterinaria y como

agentes antifúngicos en la agricultura (42). Diferentes estudios, in- vitro, han

demostrado la utilidad de Mebendazol y Albendazol en esta novedosa

indicación (42-48) y refieren, como posible explicación, que ambos

medicamentos afectan el crecimiento de los trafozoítos, inducen la

separación del parásito del tubo de ensayo y distorsionan su estructura

general, esencialmente, el disco adhesivo a partir de su acción

antimicrotubular.

En 1994 (47) un estudio in- vitro, evaluando la acción de algunos

Benzoimidazólicos (Mebendazol, Albendazol y Tiabendazol), Azitromicina y

Metronidazol contra G. lamblia demostró que Mebendazol y Albendazol

inhibían la adhesión del parásito a concentraciones inferiores de lo que lo

hacía Metronidazol. Simultáneamente, otro estudios in- vitro conducido por

Edlind et al., (43) demostró que estas drogas fueron entre 30 a 50 veces más

activas que Metronidazol y entre 4 a 40 veces más activas que Quinacrina

en su acción contra G. lamblia.

Existen grandes discrepancias entre la eficacia notifica en los estudios in-

vitro y de los estudios in- vivo y esto, al parecer, está relacionado con la

carencia de estudios clínicos rigurosamente diseñados a escala universal.

Mebendazol será motivo de amplia discusión durante este documento por lo

que solo se referirá en este punto algunas consideraciones relacionadas con

Albendazol.

Aprobado e introducido en el mercado para uso en humanos en el año 1983,

Albendazol ha sido utilizado como terapéutica alternativa en el tratamiento

de individuos infectados por G. lamblia. En ese sentido diferentes

investigadores han demostrado que ese medicamento presenta eficacia que

oscila entre el 34,6 y el 96,4% al ser utilizado a dosis de 400 mg diarios por

un período de cinco días (154,176,177). Albendazol se absorbe pobremente a

nivel del intestino delgado (< 5%) por lo que, si se desea aumentar su

biodisponibilidad, se debe sugerir a los pacientes la ingestión concomitante

con comidas grasas (178).

Las reacciones adversas son poco comunes luego de la ingestión de este

medicamento siendo las más comunes: náuseas, vómitos, diarreas y dolor

epigástrico. El efecto teratogénico de Albendazol ha sido demostrado en

roedores por lo que no se recomienda su empleo durante el embarazo. Sin

embargo, en algunos casos en los que el medicamento se administró para el

tratamiento de infecciones helmínticas durante el embarazo no se reportó

efecto deletéreo alguno en los productos de la concepción (179).

Adicionalmente, durante tratamientos masivos con este medicamento en

mujeres embarazadas de Ghana, no se reportó abortos o malformaciones (180).

Nitazoxanida

Nitazoxanida es un derivado 5- nitrotiazol, relativamente nuevo, introducido

en el mercado en el año 1996, en México, por la Secretaría Nacional de

Salud para su uso en adultos y niños mayores de 2 años cuyas

características más relevantes, según sus patrocinadores, son su amplio

espectro y casi nula toxicidad (60,61).

Estudios in- vitro han mostrado que ese fármaco y su derivado (tizoxanida)

son entre 2,5 a 50 veces más activos que Albendazol y Metronidazol y que

su acción sobre el protozoo se dirige, principalmente, hacia cambios en la

morfología y su estructura interna (60-63). En particular, su derivado tizoxanida,

ha mostrado mayor eficacia, tanto frente aislamientos del parásito

susceptibles como aislamientos resistentes a Metronidazol (61). Los

resultados clínicos han sido satisfactorios tanto en niños como adultos e,

incluso, han sido favorables en pacientes con VIH- SIDA (38,64-66).

En noviembre de 2002, la Agencia para la Administración de Drogas y

Alimentos de los Estados Unidos de Norteamérica (Food and Drugs

Administration, FDA por sus siglas en inglés), aprobó su uso para el

tratamiento de la criptosporidiosis en niños inmunocompetentes de 1 a 11

años de edad y en julio de 2004 para el tratamiento de niños y adultos

infectados por G. lamblia.

El mecanismo de acción de Nitazoxanida es similar al de los compuestos 5-

Nitroimidazólicos (61). Una vez en contacto con el fármaco el trofozoíto sufre

cambios ultraestructurales que conducen a alteraciones de su morfología

celular y formación de áreas vacías citoplasmáticas así como ruptura de la

membrana citoplasmática (60-62). Abundante información referente a su

eficacia y reacciones adversas será brindada en la discusión de este trabajo

toda vez que Nitazoxanida es una de las alternativas propuestas en esta

investigación.

Terapéuticas experimentales

Diferentes medicamentos han sido ensayados, algunos in- vitro, otros in-

vivo y muchos en ambas condiciones para evaluar su acción frente a G.

lamblia (29). Entre ellos Clorhidrato de Cloroquina, Azitromicina, Doxiciclina,

Bitionol, Diclorofeno, Hexaclorofeno, Rifampicina, Ivermectina, Pirimetamina,

Niridazol y Mefloquina (10,29,31,32,181). Además, se investigan nuevas alternativas

de tratamiento que incluyen las plantas de uso etnobotánico con las que,

hasta la fecha, se han obtenido resultados variables (33,34).

A modo de comentario

Fallas terapéuticas han sido notificadas con todos los medicamentos

considerados como de primera elección en el tratamiento de las infecciones

por G. lamblia (17,37-40,128) e, incluso, esa resistencia ha sido inducida a escala

de laboratorio (40,41). En consecuencia, muchos autores exponen la necesidad

de buscar alternativas con las que se alcance buena eficacia terapéutica con

mínimas reacciones adversas y que, adicionalmente, sean accesibles para la

comunidad (15,17,20).

DISEÑO METODOLÓGICO

CAPÍTULO II. DISEÑO METODOLÓGICO

II. Tipo de estudio.

Se realizaron cinco Ensayos Clínicos fase III, aleatorizados, abiertos y controlados, con dos

grupos en paralelo en cada caso, en los que se evaluó la eficacia y seguridad de tres

medicamentos alternativos (Mebendazol, Clorhidrato de Cloroquina y Nitazoxanida) en el

tratamiento de niños con edades comprendidas entre los 5 y 15 años infectados por G.

lamblia asistentes a la consulta de Parasitología Clínica infantil del Instituto de

Gastroenterología.

Para garantizar la calidad de la investigación los grupos control, en cada ensayo, fueron

tratados con 5- Nitroimidazólicos (Secnidazol, Metronidazol y Tinidazol) o Quinacrina

medicamentos que, hasta la fecha, son considerados de primera línea en el tratamiento de

esa parasitosis. Los medicamentos utilizados, tanto en los grupos estudio como en los

grupos control, se administraron por vía oral.

Los cinco Ensayos Clínicos Controlados (ECCs) que conforman la investigación fueron

realizados de acuerdo a las Normas de Buenas Prácticas Clínicas Cubanas (NBPCC) (182)

armonizadas con la Conferencia Internacional de Armonización (CIA).

El análisis de cada uno de los ECCs se hizo por «intención de tratar», debido a que

generalmente las pérdidas que se producen durante el desarrollo de ese tipo de

investigación no suelen producirse al azar, y si son excluidas del análisis se perdería la

capacidad de medir realmente la efectividad de la intervención y por ende se podría

comprometer la validez del estudio.

Considerando; la similitud de la metodología seguida en cada Ensayo Clínico Controlado

(ECC), la necesidad de economizar espacio en la redacción y, adicionalmente, evitar ser

reiterativos en la información que se brinda a los lectores se expondrá, secuencialmente, la

metodología seguida en cada uno de los trabajos tomando como modelo el primero de ellos

y se esclarecerá, en los demás, sólo las diferencias con ese modelo original.

II.I: Ensayo aleatorio evaluando Eficacia y Seguridad de Mebendazol y Secnidazol en el

tratamiento de niños infectados por G. lamblia.

PRIMERO DE TRES ENSAYOS CLÍNICOS CONTROLADOS EVALUANDO MebendazolII.I.1: Tipo de estudio.

Se realizó un Ensayo Clínico fase III, aleatorizado, abierto y controlado, con dos grupos en

paralelo, en el que se evaluó la eficacia y seguridad de Mebendazol comparado con

Secnidazol, ambos por vía oral, en el tratamiento de niños con edades comprendidas entre

los 5 y 15 años infectados por G. lamblia asistentes a la consulta de Parasitología Clínica

Infantil del Instituto de Gastroenterología.

II.I.2: Consideraciones éticas.

El Proyecto fue sometido a la consideración del Comité Institucional de Revisión y Ética

(CRE) para la Investigación Clínica del Instituto de Gastroenterología. Ese órgano lo evaluó

y certificó su aprobación desde el punto de vista ético, científico y metodológico el 13 de

Febrero de 2002. Adicionalmente, el Proyecto se sometió a la consideración de los Órganos

Científicos Homólogos de las Vice- direcciones de Epidemiología y Parasitología del

Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” (Comité de Revisión y Ética Independiente,

CREI) toda vez que ese Ensayo Clínico constituyó el Trabajo de Terminación de Residencia

(TTR) del autor para alcanzar el Título de Especialista de Primer Grado en Microbiología,

Perfil Parasitología.

El proyecto cumplió con las consideraciones éticas expuestas en la Declaración de Helsinki

adoptada por la 18ª Asamblea de la asociación médica mundial (Finlandia, Junio 1964) y

enmendada en la 29ª Asamblea Médica Mundial de Tokio, Japón, Octubre 1975, en la 35ª

Asamblea Médica Mundial Venecia, Italia, Octubre 1983, en la 41ª Asamblea Médica

Mundial Hong Kong, Septiembre 1989, en la 48ª Asamblea General Somerset West,

Sudáfrica, Octubre 1996 y en la 52ª Asamblea General Edimburgo, Escocia, Octubre 2000 (183).

Adicionalmente; el colectivo de investigación fue congruente con las recomendaciones y

normas metodológicas expuestas en la declaración CONSORT, documento universalmente

aceptado con el que se persigue optimizar la calidad en las publicaciones relacionadas con

Ensayos Clínicos Controlados y con ello esclarecer al máximo la información referente al

diseño, la conducción, el análisis y la interpretación de ese tipo de investigaciones (184).

II.I.3: Población a estudiar.

En el ECC se incluyeron niños con edades comprendidas entre los 5 y 15 años infectados

por G. lamblia que asistieron a la consulta de Parasitología Clínica Infantil del Instituto de

Gastroenterología en Ciudad de La Habana, en el período comprendido desde Febrero a

Mayo de 2002. Con el objetivo de minimizar el tiempo de inclusión de pacientes en el

estudio, todos los especialistas del Instituto de Gastroenterología que estaban involucrados

con la atención a niños fueron informados de las características del estudio e invitados a

participar en el mismo a partir de la referencia, a la consulta especializada, de los casos que

cumplieran los criterios de inclusión expuestos en el documento impreso del proyecto al que

todos tuvieron acceso a través de la biblioteca especializada de la institución.

II.I.4: Selección de los sujetos.

Se consideró que un niño estaba infectado por G. lamblia cuando carecía de

síntomas y/o signos de la enfermedad (giardiosis) pero se encontraron

quistes y/o trofozoítos del parásito en sus materias fecales. Consideramos,

además, que un niño tenía giardiosis cuando presentaba síntomas y/o

signos compatibles con esa enfermedad (diarrea, dolor abdominal,

flatulencia, náuseas, vómitos, distensión abdominal) y se encontrara, a su

vez, quistes y/o trofozoítos del parásito en, al menos uno, de los tres

exámenes de heces en días alternos que se realizaron previos a su inclusión

en el estudio.

II.I.5: Nivel de cegamiento.

El ECC fue abierto, dada la imposibilidad de enmascarar los tratamientos debido a las

diferentes formas de presentación de las tabletas, así como las diferencias entre los

esquemas de tratamiento en cada uno de los grupos de pacientes a incluir.

II.I.6: Deontología médica.

A los padres y/o tutores de los niños que acudieron a la consulta y que reunían los criterios

de inclusión se les ofreció participar de manera voluntaria en la investigación. Se les informó

sobre las características del estudio en el que serían incluidos sus hijos y/o tutelados, sobre

la parasitosis, los riesgos y beneficios de los medicamentos que se utilizarían, así como los

conocimientos existentes del uso de dichos fármacos en edad Pediátrica. Todo lo anterior

se informó de forma oral. Se solicitó, a su vez, el consentimiento por escrito, el que fue

firmado y fechado por cada familiar y el médico responsable en el momento de inclusión del

menor en el estudio. Modelo de Consentimiento Informado. (II.I.22).

Cada familiar y/o tutor del niño recibió una copia del consentimiento para que durante la

marcha del ECC recordara las características del estudio y su voluntariedad al participar en

el mismo. En la información oral y escrita se empleó un lenguaje claro y sencillo que le

permitiera entender a la persona que no hacía renuncia legal alguna o pareciera liberar al

investigador, a la institución, o al productor de sus obligaciones en caso de negligencia.

A su vez; cada persona, antes de firmar, tuvo la oportunidad de preguntar los pormenores

del estudio y contó con el tiempo que consideró pertinente para su análisis y toma de

decisión. El consentimiento fue firmado de forma voluntaria, libre y sin coerción.

Se informó, además, que en caso de decidir abandonar el ensayo, no se ejercería influencia

alguna para que continuasen y que esto no dañaría la relación médico- paciente, ni

paciente- institución.

A cada uno de los padres y/o tutores se les brindó información acerca de las medidas

higiénicas que se debían seguir para evitar la re- infección del niño una vez finalizado el

estudio.

II.I.7: Métodos de asignación del tratamiento a los niños.

Para la asignación de los tratamientos se confeccionó un listado aleatorio en cada uno de

los estudios, asignándose un número fijo de pacientes a incluir, de manera que los dos

grupos de tratamiento estuviesen equitativamente representados.

Para la elaboración de la lista se utilizó una tabla de números aleatorios generados

automáticamente en una computadora Pentium IV a partir del programa EPITABLE del

paquete de programas EPIINFO, versión 6. 4. (II.I.23).

II.I.8: Criterios de inclusión.

1. Niños con edades comprendidas entre los 5 y 15 años en los que se encontró, por

alguno de los métodos de diagnóstico utilizados, la presencia de quistes y/o trofozoítos

de G. lamblia y en los que los síntomas y/o signos presentes fueran compatibles con

giardiosis según se describió previamente.

2. Consentimiento por parte de los padres y/o tutores en la participación del niño en el

estudio. (II.I.22).

II.I.9: Criterios de exclusión.

1. Aquellos que no cumplían los criterios de inclusión.

2. Presencia de otra(s) parasitosis concomitante(s) que requerían tratamiento

antiparasitario al mismo tiempo.

3. Niños afectados por enfermedades asociadas que tuvieran tratamiento específico:

Diabetes Mellitus, cáncer conocido, estados sépticos severos, afecciones del sistema

nervioso central, hepatopatías y nefropatías.

4. Alergia conocida a algunos de los medicamentos que se utilizarían.

5. Antecedentes de tratamiento antigiardiósico en un período menor de un mes.

6. Niños que estuviesen recibiendo tratamiento con inmunosupresores, corticoides o

citostáticos.

7. Niños con discrasias sanguíneas.

8. Niños que se encontraban recibiendo tratamiento con anticoagulantes.

9. Niños que estuviesen participando en otro ensayo clínico en el momento de su posible

inclusión en el estudio.

II.I.10: Criterios de salida del ensayo.

1. Interrupción del tratamiento, ya sea porque los padres y/o tutores decidieran abandonar

voluntariamente el estudio o consecuente con la indicación médica por la aparición de

reacciones adversas severas.

2. No recogida de las tres muestras de heces postratamiento en un período de 7 días.

3. Aparición de algún criterio de exclusión.

4. Reacciones adversas serias o muy graves que incluyera el fallecimiento del menor.

II.I.11: Recogida y procesamiento de las muestras.

Se recogieron tres muestras de heces por defecación espontánea en días alternos a cada

niño. Las muestras se colectaron en frascos limpios y secos, sin preservante alguno, y se

trasladaron de inmediato al laboratorio de Microbiología- Parasitología del Instituto de

Gastroenterología para su procesamiento. Una vez en ese lugar fueron estudiadas por dos

métodos coproparasitológicos: Examen directo de heces con eosina y lugol (185) y Método de

concentración de Ritchie (186).

II.I.12: Tratamientos.

El esquema de tratamiento aplicado se describe a continuación:

Grupo A . Mebendazol: 200 mg cada 8 horas por 3 días.

Grupo B . Secnidazol: 30 mg/ Kg de peso corporal. Dosis única.

. Mebendazole: Tabletas de 100 mg. Waterland Laboratories, Harlem- The Netherlands.

. Secnidal: Tabletas de 1000 mg. Rhodia farma, Rhone Poulenc Rorer- Brazil.

El control de los medicamentos fue responsabilidad de un farmacéutico designado y se

refleja en un modelo que se empleó en este ECC (Anexo 1) en el que, además, se reflejó el

lote de producción de cada uno de los medicamentos utilizados.

La Identificación del lote del medicamento designado a cada paciente quedó registrada,

adicionalmente, en el modelo creado para ese fin (Anexo 2).

II.I.13: Cumplimiento del tratamiento.

Un investigador que no participó en la asignación de los tratamientos ni en la medición del

efecto, a partir de la lista de números aleatorios, preparó los sobres para cada participante a

incluir en la investigación. Los sobres contenían un método en el que se exponía

detalladamente la frecuencia, cantidad y duración del tratamiento a seguir.

El número de inclusión de los niños fue consecutivo según la fecha de aceptación para su

entrada en la investigación. Así, quedaron conformados dos grupos de tratamiento: A

(Grupo estudio) y B (Grupo control).

Se confeccionó una encuesta que recogía datos generales de cada uno de los niños en el

momento de la inclusión, Cuaderno de Recolección de Datos- 1 (CRD- 1, Anexo 3).

Adicionalmente, se hizo una evaluación inicial con el objetivo de conocer, a través de los

padres y/o tutores de cada niño, los síntomas o signos que motivaron la consulta y otros

datos de interés para los investigadores (CRD- 1, Anexo 3).

Cada uno de los tratamientos fue suministrado a los niños por sus padres o tutores en el

hogar. Se hicieron recomendaciones para prevenir reinfecciones y sobre la conducta a

seguir en caso de que aparecieran reacciones adversas.

II.I.14: Cumplimiento del tratamiento por los Padres y/o tutores.

Al asignar el tratamiento, a cada padre o tutor, se le explicó la frecuencia en que debían

administrar el medicamento y las posibles reacciones adversas que pudieran presentarse.

Se les entregó un sobre donde cada cual encontró el medicamento necesario para el

tratamiento según la asignación y las recomendaciones pertinentes para ello.

II.I.15: Mediciones de eficacia y seguridad.

Variables empleadas para evaluar la eficacia y seguridad.

Variable principal de respuesta.

Curación parasitológica al final del tratamiento: Ausencia de quistes y/o trofozoítos de G.

lamblia en los exámenes microscópicos de heces que se realizaron al final del tratamiento.

Variables secundarias de respuesta.

Desaparición de los síntomas y/o signos clínicos, que motivaron la asistencia al centro

de salud, al final del tratamiento.

Severidad y/o seriedad de las reacciones adversas a los medicamentos empleados.

Variables de control.

Edad.

Sexo.

Color de la piel.

II.I.16: Exámenes para la evaluación. Frecuencia de su realización.

Cada niño fue evaluado desde el punto de vista parasitológico a través del análisis

microscópico de tres muestras de heces colectadas en días alternos por los métodos de

Examen Directo con eosina y lugol (185) y de concentración de Ritchie (186).

La evaluación clínica al inicio del estudio (consulta de inclusión) y al final del tratamiento

(consulta de evaluación, 15 días después) se efectuó a través del examen físico realizado a

cada niño y por medio de la entrevista.

II.I.17: Medición de la eficacia del tratamiento.

La eficacia de cada esquema de tratamiento se evaluó mediante el examen microscópico de

heces los días terceros; quintos y séptimos posteriores al tratamiento, considerando que el

período prepatente de la infección por G. lamblia se ha fijado en 12 días (12). El tratamiento

se consideró eficaz cuando las tres muestras de heces fueron negativas. Los niños que

interrumpiesen el tratamiento serían excluidos del ensayo.

La información referente a cada una de estos acápites quedó reflejada en el Cuaderno de

Recolección de Datos- 2 (CRD- 2, Anexo 4).

Adicionalmente se evaluó la respuesta clínica de los niños al fármaco asignado a partir de la

información objetiva y/o subjetiva referida por los padres y/o tutores. De esta forrma los

niños, en cada estudio, fueron clasificados como mejorados o no mejorados.

II.I.18: Definiciones y Terminología asociada con la seguridad consecuente al uso de los

medicamentos empleados en la investigación

Las definiciones de los términos evento o experiencia adversa, reacción adversa y reacción

adversa no esperada se basan en los criterios expuestos por Edwards IR en 1994 (187).

Se consideró como Evento Adverso (EA) o Experiencia Adversa (EAa) todas aquellas

manifestaciones que aparecieran en el transcurso del estudio sin que necesariamente ese

evento o experiencia tuviese relación causal con los medicamentos utilizados.

Adicionalmente, se consideró como Reacción Adversa a los Fármacos (RAF) aquellas

reacciones que aparecieron por primera vez al administrar algunos de los fármacos

utilizados o se hicieron más severas al incorporar estos.

Cada reacción adversa fue evaluada por medio de observaciones clínicas y entrevistas que

se efectuarían a cada padre y/o tutor de los menores en la consulta médica o en su hogar.

Dicha información se registró en el modelo de reacciones adversas a drogas de cada

paciente referido en el CRD- 2 (Anexo 4) del estudio.

Se consideró como Reacción Adversa Inesperada (RAI) aquella que pudo notificarse y no

se reconoce en el modelo de información para pacientes (prospecto o inserto) adjunto a los

fármacos empleados en el estudio.

El término Reacción Adversa Severa (RAS) a los fármacos se asoció con la intensidad o

severidad de un evento específico. En ese sentido cada evento podría ser clasificado como

ligero, moderado o severo. Es oportuno señalar que el evento por si mismo podría tener un

significado médico menor como por ejemplo “cefalea severa”.

Por otro lado consideramos Reacción Adversa Seria (RASe) toda reacción adversa que

resultase en muerte, discapacidad temporal o incapacidad permanente, hospitalización o

que el niño hubiese estado cerca de fallecer por esa reacción.

A los padres y/o tutores se les informó que en caso de aparición de alguna Reacción

Adversa Severa (RAS), Reacción Adversa Seria (RASe) o cualquier Reacción Adversa a los

Fármacos (RAF) podrían contactar el servicio de guardia de la institución por el número

(8325594) para solicitar asistencia. Adicionalmente, se les informó los números telefónicos

en los que podrían localizar al Investigador Principal de estudio (Dr. Roberto Cañete

Villafranca, Teléfonos: 8336670 ó 8336678) quien sería el máximo responsable de la

seguridad de los menores en esa etapa.

II.I.19: Síntomas digestivos

Se consideraron sintomáticos aquellos niños que al preguntarle a sus padres y/o tutores

refirieron que presentaban en las tres últimas semanas uno o más de los síntomas que se

señalan en la encuesta diseñada para ese fin (CRD- 1, Anexo 3).

Tipo de signo o síntoma:

Niño con diarrea: Se consideró aquellos niños que al preguntarle a sus padres y/o tutores

refirieron que presentaron en las últimas tres semanas cambios en el patrón normal de

defecación, caracterizados por aumento del número, o cambios en la consistencia

(pastosas, líquidas y/o semilíquidas) de las heces.

Niño con dolor abdominal: Se consideró aquellos niños que al preguntarle a sus padres

y/o tutores refirieron que en las últimas tres semanas presentaron dolor en cualquier

sitio del abdomen.

Niño con disminución del apetito: Se consideró aquellos niños que al preguntarle a sus

padres y/o tutores refirieron que mostraban inapetencia parcial o total en el momento de

la ingestión de los alimentos fundamentales del día, y que fuera inhabitual en el niño.

Se determinaron las frecuencias absolutas y relativas para cada una de

estas categorías.

II.I.20: Análisis Estadístico.

Los datos fueron almacenados y procesados en el paquete de programas EPIINFO, versión

6. 4 (Centers for Diseases Control and Prevention, Atlanta, GA, USA) en una

microcomputadora Pentium IV.

El número de pacientes a incluir en cada grupo de tratamiento (n) fue

calculado de acuerdo a Armitage P y Berry G (188), suponiendo que la tasa de

curación que se obtendría con el uso de la terapia alternativa seria de un

70% y considerando un 90% de eficacia para el fármaco administrado al

grupo control. La muestra para cada grupo de tratamiento se calculó para

obtener una potencia estadística de 80% y un nivel de confianza de 95% con

lo cual se podría rechazar la hipótesis nula, el medicamento utilizado como

control y el propuesto como alternativo no son equivalentes, en favor de la

hipótesis alternativa, los grupos de tratamiento son equivalentes.

La siguiente ecuación fue utilizada para el cálculo de la muestra necesaria.

Donde:

1: Denota la proporción de individuos curados con la terapéutica estándar.

2: Denota la proporción de individuos curados con la terapéutica bajo

investigación.

Z2= 1.96

Z2ß = 0.842

De acuerdo con ese método 122 niños serían necesarios para desarrollar el

proyecto (61 por cada grupo de tratamiento). Adicionalmente, a criterio de

los investigadores, 24 niños (20%) fueron incluidos por la probabilidad de

posibles pérdidas en el transcurso del mismo.

Para el análisis de los resultados se emplearon las pruebas de t de Student y de

Probabilidad Exacta de Fisher considerándose un nivel de significación estadística de alpha

= 0,05.

II.I.21: Técnicas coproparasitológicas.

Examen Parasitológico Directo (185):

1. Se coloca en el centro de un portaobjetos una gota de una solución de Lugol

Parasitológico.

2. Luego de homogeneizar la muestra se toma un pequeño fragmento de heces y se

diluye en una gota de la solución de Lugol en el portaobjetos.

3. Si existen partículas gruesas se apartan y se coloca un cubreobjetos (Es importante

tomar partes mucosas o muco- sanguinolentas, en el caso de que existiesen).

4. Se observa al microscopio con lente ocular 10X, y con objetivo 10X primero y 40X

después.

5. Observar toda la lámina con ocular 10X y con objetivo 10X para el diagnóstico de

larvas y huevos de helmintos.

2

6. Cuando estos elementos se localizan con el objetivo 10X en formas de pequeñas

masas redondeadas se pasa al objetivo 40X para identificar correctamente su

morfología, detallando las características nucleares en el caso de las amebas.

Solución de Lugol Parasitológico:

Yodo cristaloide: 2 gr.

Yoduro de Potasio: 4 gr.

Agua destilada: 100 mL

Técnica de concentración de Ritchie (186):

1. Si la materia fecal es dura se le agrega solución isotónica y se mezclará hasta que

quede líquida en cantidad aproximada de 10 mL.

2. Se pasa por una gasa doble y húmeda, una cantidad aproximada de 10 mL de la

materia fecal líquida a un tubo de centrífuga de 15 mL.

3. Se centrifuga a 1500- 2000 r.p.m. por dos minutos, y se decanta el sobrenadante.

4. Se diluye el sedimento en solución salina, se centrifuga como antes y se decanta. Este

paso se repite hasta que el sobrenadante sea claro.

5. Se agrega al sedimento, aproximadamente 10 mL de formol al 10 %, y se mezcla bien,

dejándolo reposar por 5 minutos.

6. Se agrega 3 mL de éter o de acetato de etilo, se tapa el tubo con un tapón de goma y se

agita fuertemente durante 30 segundos. Se destapa cuidadosamente.

7. Se centrifuga a 1500 r.p.m. por 5 minutos más. Se formaran cuatro capas distribuidas

así: una de sedimento pequeño que contenía los huevos, quistes y otros elementos, una

capa de formol, un anillo con restos de materias fecales y el éter en la superficie.

8. Con un palillo se afloja el anillo con restos de materia fecal de las paredes del tubo, para

decantarlo cuidadosamente con las tres capas superiores.

9. Se mezcla el sedimento con la pequeña cantidad de líquido que bajaba por las paredes

del tubo y se hacen preparaciones en fresco y con solución de Lugol parasitológico para

ser observadas al microscopio.

II.I.22: CONSENTIMIENTO DE PARTICIPACIÓN.

Información a padres y/ o tutores.

Quien suscribe: ________________________________________________ está de

acuerdo en que mi hijo/a- tutelado/a participe en el estudio “Ensayo Aleatorio evaluando

Eficacia y Seguridad de Mebendazol y Secnidazol en el tratamiento de niños infectados por

G. lamblia", y se le practiquen las investigaciones de laboratorio necesarias. Para firmar este

consentimiento he recibido una amplia y detallada explicación al respecto por el Dr.

___________________________, informándome lo siguiente:

A mi hijo/a- tutelado/a le han diagnosticado una infección por Giardia lamblia.

Esa infección con frecuencia tiene recurrencia.

Mi hijo/a- tutelado/a puede ser incluido/a en cualquiera de los grupos de tratamiento

diseñados en esta investigación, según sea asignado: Mebendazol (tabletas) o

Secnidazol (tabletas).

Los grupos de tratamiento recibirán la medicación por vía oral y se les realizarán

exámenes coproparasitológicos al inicio del estudio para confirmar la infección por ese

parásito y al final de este para comprobar la eficacia del medicamento utilizado.

Son ligeras y poco frecuentes las reacciones adversas que se presentan con los

medicamentos utilizados en el estudio. En el caso de Mebendazol pudiera aparecer

dolor abdominal, nauseas y/o vómitos. En el caso de Secnidazol orinas amarillentas,

náuseas y/o vómitos, sabor metálico y cefalea.

La participación de mi hijo/a- tutelado/a es absolutamente voluntaria y el hecho de no

aceptar no afectará nuestras relaciones con el médico o el hospital según las normas de

la institución.

En cualquier momento mi hijo/a- tutelado/a puede retirarse del estudio sin que se

afecten las relaciones con el médico o el hospital.

En caso de urgencia o duda por la aparición de alguna Reacción Adversa Severa

(RAS), Reacción Adversa Seria (RASe) o Reacción Adversa a los Fármacos (RAF)

puedo contactar con el servicio de guardia de la institución por el número telefónico

(8325594) o al Investigador Principal de estudio por los números telefónicos (8336670 ó

8336678).

Y para que conste por mi libre voluntad firmo este consentimiento junto con el médico que

me brindó las explicaciones a los _____ días del mes de ______________ de ______.

Padre o tutor: ____________________ Médico: ___________________

Firma __________ Firma __________

Número de inclusión. _______ Fecha de inclusión. ________

Teléfono del padre o tutor. __________

II.I.23: Tabla de números aleatorios.

n=146

00467 69762 67374 25760 67676 44040 68849 78400 31331 35169 41810 94914 98148 18909 50865 02431 99161 02353 66127 99718 44301 90596 65298 11402 12232 29678 17116 48918 73884 17972 07079 82897 73110 03228 91393 56659 12908 07445 90088 95508 20650 46760 55214 91514 90754 38550 75091 68480 28232 12922 00521 56755 41551 70786 03912 32615 58257 55707 07251 01872 61782 31699 39863 32414 72887 84172 11891 65354 24162 86216 14432 59482 01040 97392 82280 48707 47745 87240 80200 17172 61626 00677 98669 21731 24300 07476 70035 16484 43051 03023 41020 59039 00924 52519 62509 03215 38944 95835 82562 07837 18907 55197 53584 16356 40162 12884 89597 86937 08853 51147 34541 77741 83024 71511 27555 17047 42048 35660 76159 12948 53808 95097 73296 82273 38073 01759 19147 03440 49492 16770 33671 22913 28673 59539 70816 69972 94743 64364 70316 59466 77875 36754 08023 87236 15166 26636 30718 47914 58356 60651

II.II: Ensayo Clínico aleatorizado evaluando Eficacia y seguridad de Mebendazol y

Quinacrina en el tratamiento de niños con G. lamblia.

SEGUNDO DE TRES ENSAYOS CLÍNICOS CONTROLADOS EVALUANDO Mebendazol

II.II.1: Tipo de estudio.

Se realizó un Ensayo Clínico fase III, aleatorizado, abierto y controlado, con dos grupos en

paralelo, en el que se evaluó la eficacia y seguridad de Mebendazol comparado con

Quinacrina, ambos por vía oral, en el tratamiento de niños con edades comprendidas entre

los 5 y 15 años infectados por G. lamblia asistentes a la consulta de Parasitología Clínica

Infantil del Instituto de Gastroenterología.

II.II.2: Consideraciones éticas.

El Proyecto fue sometido a la consideración del CRE para la Investigación Clínica del

Instituto de Gastroenterología. Ese órgano lo evaluó y certificó su aprobación desde el punto

de vista ético, científico y metodológico el 25 de Enero de 2003. Adicionalmente, el Proyecto

se sometió a la consideración del Órgano Científico Homólogo del Centro Provincial de

Higiene y Epidemiología de la Provincia de Pinar del Río (CREI).

El proceso de inclusión se llevó a cado entre los meses de Mayo a Diciembre de 2003.

II.II.12: Tratamientos.

El esquema de tratamiento aplicado se describe a continuación:

Grupo A . Mebendazol: 200 mg cada 8 horas por 5 días.

Grupo B . Quinacrina: 6 mg/ Kg de peso corporal distribuidos cada 8 horas por un

período de 5 días.

. Mebendazol: Tabletas de 100 mg. Empresa Laboratorio Farmacéutico “Reinaldo

Gutiérrez”. Ciudad de La Habana. Cuba.

. Quinacrina: Tabletas de 100 mg. Empresa Laboratorio Farmacéutico “Reinaldo

Gutiérrez”. Ciudad de La Habana. Cuba.

II.II.20: Análisis Estadístico.

Los datos fueron almacenados y procesados en el paquete de programas EPIINFO, versión

6. 4 (Centers for Diseases Control and Prevention, Atlanta, GA, USA) en una

microcomputadora Pentium IV.

El número de pacientes a incluir en cada grupo de tratamiento (n) fue

calculado de acuerdo a Armitage P y Berry G (188), suponiendo que la tasa de

curación que se obtendría con el uso de la terapia alternativa seria de un

70% y considerando un 90% de eficacia para el fármaco administrado al

grupo control. La muestra para cada grupo de tratamiento se calculó para

obtener una potencia estadística de 80% y un nivel de confianza de 95% con

lo cual se podría rechazar la hipótesis nula, el medicamento utilizado como

control y el propuesto como alternativa no son equivalentes, en favor de la

hipótesis alternativa, los grupos de tratamiento son equivalentes.

La siguiente ecuación fue utilizada para el cálculo de la muestra necesaria.

Donde:

1: Denota la proporción de individuos curados con la terapéutica estándar.

2: Denota la proporción de individuos curados con la terapéutica bajo

investigación.

Z2= 1.96

Z2ß = 0.842

De acuerdo con este método 122 niños serían necesarios para desarrollar el

proyecto (61 por cada grupo de tratamiento).

Para el análisis de los resultados se emplearon las pruebas de t de Student y

de Probabilidad Exacta de Fisher considerándose un nivel de significación

estadística de alpha = 0,05.

II.II.22: CONSENTIMIENTO DE PARTICIPACIÓN (ANEXO 5).

II.II.23: Tabla de números aleatorios (Anexo 5).

Cuadernos de Recolección de Datos.

Los Cuadernos de Recolección de Datos- 1 (CRD- 1, Anexo 3) y Cuadernos de Recolección

de Datos- 2 (CRD- 2, Anexo 4), utilizados en esta investigación son similares en cada uno

2

de los ECCs. Es por ello que al referirse a cada uno en particular sólo se modifican los

títulos, los medicamentos a utilizar y las reacciones adversas que se esperaban para cada

fármaco. Consecuentemente y por la necesidad de economizar espacio sólo se exponen los

CRD- 1 y CRD- 2 correspondientes al primero de esos Ensayos Clínicos Controlados.

II.III: Ensayo clínico abierto, aleatorio y controlado evaluando Eficacia y Seguridad de

Mebendazol y Tinidazol en niños infectados por G. lamblia.

TERCERO DE TRES ENSAYOS CLÍNICOS CONTROLADOS EVALUANDO MebendazolII.III.1: Tipo de estudio.

Se realizó un Ensayo Clínico fase III, aleatorizado, abierto y controlado, con dos grupos en

paralelo, en el que se evaluó la eficacia y seguridad de Mebendazol comparado con

Tinidazol, ambos por vía oral, en el tratamiento de niños con edades comprendidas entre los

5 y 15 años infectados por G. lamblia asistentes a la consulta de Parasitología Clínica

Infantil del Instituto de Gastroenterología.

II.III.2: Consideraciones éticas.

El Proyecto fue sometido a la consideración del CRE para la Investigación Clínica del

Instituto de Gastroenterología. Ese órgano lo evaluó y certificó su aprobación desde el punto

de vista ético, científico y metodológico el 18 de Enero de 2004. Adicionalmente, el Proyecto

se sometió a la consideración del Órgano Científico Homólogo del Centro Provincial de

Higiene y Epidemiología de la Provincia de Pinar del Río (CREI).

El proceso de inclusiones llevo a cabo entre los meses de Febrero a Mayo de 2004.

II.III.12: Tratamientos.

El esquema de tratamiento aplicado se describe a continuación:

Grupo A . Mebendazol: 200 mg cada 8 horas por 1 día.

Grupo B . Tinidazol: 50 mg/ Kg de peso corporal. Dosis única.

. Mebendazol: Tabletas de 100 mg. Empresa Laboratorio Farmacéutico “Reinaldo

Gutiérrez”. Ciudad de La Habana. Cuba.

. Tinidazol: Tabletas de 500 mg. Empresa Laboratorio Farmacéutico “Reinaldo Gutiérrez”.

Ciudad de La Habana. Cuba.

II.III.20: Análisis estadístico. Similar a II. II. 20.

II.III.22: Consentimiento de participación (Anexo 5).

II.III.23: Tabla de números aleatorios (Anexo 5).

II.IV: Eficacia y seguridad de Clorhidrato de Cloroquina y Metronidazol en el tratamiento

pacientes pediátricos infectados por G. lamblia.

II.IV.1: Tipo de estudio.

Se realizó un Ensayo Clínico fase III, aleatorizado, abierto y controlado, con dos grupos en

paralelo, en el que se evaluó la eficacia y seguridad de Clorhidrato de Cloroquina

comparado con Metronidazol, ambos por vía oral, en el tratamiento de niños con edades

comprendidas entre los 5 y 15 años infectados por G. lamblia asistentes a la consulta de

Parasitología Clínica Infantil del Instituto de Gastroenterología.

II.IV.2: Consideraciones éticas.

El Proyecto fue sometido a la consideración del CRE para la Investigación Clínica del

Instituto de Gastroenterología. Ese órgano lo evaluó y certificó su aprobación desde el punto

de vista ético, científico y metodológico el 15 de Junio de 2004. Adicionalmente, el Proyecto

se sometió a la consideración del Órgano Científico Homólogo del Centro Provincial de

Higiene y Epidemiología de la Provincia de Matanzas (CREI).

El proceso de inclusiones se llevó a cabo entre los mes de Septiembre de 2004 a Junio de

2005.

II.IV.12: Tratamientos.

El esquema de tratamiento aplicado se describe a continuación:

Grupo A . Clorhidrato de Cloroquina: 10 mg/ Kg de peso corporal distribuidos cada 12

horas por 5 días.

Grupo B . Metronidazol: 15 mg/ Kg de peso corporal en dosis dividida cada 8 horas por

5 días.

. Clorhidrato de Cloroquina: Tabletas de 250 mg, 150 mg Cloroquina base. Empresa

Laboratorio Farmacéutico “Reinaldo Gutiérrez”.

. Metronidazol: Tabletas de 250 mg. Empresa Laboratorio Farmacéutico “Reinaldo

Gutiérrez”.

II.IV.20: Análisis Estadístico. Similar a II.II.20.

II.IV.22: CONSENTIMIENTO DE PARTICIPACIÓN (ANEXO 5).

II.IV.23: Tabla de números aleatorios (Anexo 5).

III.V: Ensayo comparativo de Tinidazol y Nitazoxanida en el tratamiento de la infección por

G. lamblia en niños.

II.V.1: Tipo de estudio.

Se realizó un Ensayo Clínico fase III, aleatorizado, abierto y controlado, con dos grupos en

paralelo, en el que se evaluó la eficacia y seguridad de Nitazoxanida comparada con

Tinidazol, ambos por vía oral, en el tratamiento de niños con edades comprendidas entre los

5 y 15 años asistentes a la consulta de Parasitología Clínica Infantil del Instituto de

Gastroenterología infectados por G. lamblia.

II.V.2: Consideraciones éticas.

El Proyecto fue sometido a la consideración del CRE para la Investigación Clínica del

Instituto de Gastroenterología. Ese órgano lo evaluó y certificó su aprobación desde el punto

de vista ético, científico y metodológico el 26 de Febrero de 2006. Adicionalmente, el

Proyecto se sometió a la consideración de los Órganos Científicos Homólogos de la Vice-

dirección de Parasitología del Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí” y del Centro

Provincial de Higiene y Epidemiología de la Provincia de Matanzas (CREI). Este ECC

constituyó el TTM de una Maestrante en Parasitología en el Instituto de Medicina Tropical

“Pedro Kourí”.

El proceso de inclusiones se llevó a cabo entre los meses de Abril a Noviembre de 2006.

II.V.12: Tratamientos.

El esquema de tratamiento aplicado se describe a continuación:

Grupo A . Nitazoxanida: 7.5 mg/Kg de peso corporal cada 12 horas por 3 días.

Grupo B . Tinidazol: 50 mg/ Kg de peso corporal. Dosis única.

. Nitazoxanide: Tabletas de 100 mg. Daxon ® Columbia Laboratories, S.A. De C.V.,

México.

. Tinidazole: Tabletas de 500 mg. Pharmaceutical NOVA ARGENTIA- Milano, Italy.

II.V.20: Análisis Estadístico.

Los datos fueron almacenados y procesados en el paquete de programas EPIINFO, versión

6.4 (Centers for Diseases Control and Prevention, Atlanta, GA, USA) en una

microcomputadora Pentium IV.

El número de pacientes a incluir en cada grupo de tratamiento (n) fue

calculado de acuerdo a Armitage P y Berry G (188), suponiendo que la tasa de

curación que se obtendría con el uso de la terapia alternativa sería de un

70% y considerando un 90% de eficacia para el fármaco administrado al

grupo control. La muestra para cada grupo de tratamiento se calculó para

obtener una potencia estadística de 80% y un nivel de confianza de 95% con

lo cual se podría rechazar la hipótesis nula, el medicamento utilizado como

control y el propuesto como alternativa no son equivalentes, en favor de la

hipótesis alternativa, los grupos de tratamiento son equivalentes.

La siguiente ecuación fue utilizada para el cálculo de la muestra necesaria.

Donde:

1: Denota la proporción de individuos curados con la terapéutica estándar.

2: Denota la proporción de individuos curados con la terapéutica bajo

investigación.

Z2= 1.96

Z2ß = 0.842

De acuerdo con este método 118 niños serían necesarios para desarrollar el

proyecto (59 por cada grupo de tratamiento). 48 niños, a criterio de los

investigadores, fueron incluidos adicionalmente por posibles pérdidas en el

desarrollo del estudio. De esta forma 166 niños fueron incluidos, 83 por cada

grupo de tratamiento.

Para el análisis de los resultados se emplearon las pruebas de t de Student y

de Probabilidad Exacta de Fisher considerándose un nivel de significación

estadística de alpha = 0,05.

II.V.22: CONSENTIMIENTO DE PARTICIPACIÓN (ANEXO 5).

II.V.23: Tabla de números aleatorios (Anexo 5).

2

Los Flujogramas de Trabajo de cada uno de los ECCs así como Los Deberes y

responsabilidades de los investigadores participantes en esos estudios se exponen en los

Anexos 6 y 7 respectivamente.

RESULTADOS

CAPÍTULO III. RESULTADOS

III.I. Ensayo aleatorio evaluando Eficacia y Seguridad de Mebendazol y Secnidazol en el

tratamiento de niños infectados por G. lamblia.

PRIMERO DE TRES ENSAYOS CLÍNICOS CONTROLADOS EVALUANDO Mebendazol

Los 146 niños de ambos sexos (80 niños y 66 niñas) seleccionados para ser

incluidos cumplieron las diferentes etapas del estudio y recibieron,

solamente, la medicación asignada en cada caso de acuerdo a su lugar en la

tabla de números aleatorios. El número que le correspondía a cada niño en

la tabla de números aleatorios identificaba, según diseño previo, la

medicación que se le asignaría. La información relacionada con el proceso

fue incluida en la base de datos y en el análisis estadístico subsiguiente.

Ambos grupos de tratamiento (Tabla 1) fueron similares en términos de edad

y sexo.

La eficacia terapéutica demostrada luego de la utilización de Mebendazol (78,08%, 57/73)

fue ligeramente inferior a la obtenida con Secnidazol (79.45%, 58/73); sin embargo, esa

diferencia no fue estadísticamente significativa (P=0,8396) [odds ratio; 0,92 (intervalo de

confianza (I.C): 0,39- 2,19]. La mayor parte de los padres y/o tutores, en ambos grupos de

tratamiento, refirieron que los niños bajo su custodia presentaron mejoría clínica luego de

recibir la medicación (P=0,8056) [odds ratio; 0,89 (I.C): 0,31- 2,56]. Tabla 2.

Los medicamentos asignados fueron bien tolerados por lo que no hubo necesidad de

retirarlos ni incorporar nuevos fármacos para minimizar las reacciones adversas notificadas

por padres y/o tutores e, incluso, algunos niños de mayor edad. Las reacciones adversas

relacionadas con los medicamentos utilizados se exponen en la Tabla 3.

Las reacciones adversas fueron notificadas con frecuencia significativamente superior entre

el grupo de niños tratados con Mebendazol (P=0,0061) [odds ratio; 3,09 (I.C): 1,26- 7,68]. El

dolor abdominal estuvo representado con frecuencia significativamente superior entre los

niños a los que se les asignó el tratamiento con Mebendazol (27,40% vs. 8,22%) (P=0,0024)

[odds ratio; 4,21 (I.C): 1,46- 12,71]; sin embargo, el sabor metálico fue notificado solamente

entre los niños que recibieron Secnidazol (8,22% vs. 0%).

Otras reacciones adversas fueron notificadas pero en un número reducido de casos y con

frecuencia similar en ambos grupos de tratamiento (P>0,05).

III.II. Ensayo Clínico aleatorizado evaluando Eficacia y Seguridad de Mebendazol y

Quinacrina en el tratamiento de niños con G. lamblia.

SEGUNDO DE TRES ENSAYOS CLÍNICOS CONTROLADOS EVALUANDO Mebendazol

Los 122 pacientes pediátricos (54 niños y 68 niñas) incluidos cumplieron

satisfactoriamente las diferentes etapas del estudio y los datos emanados

del proceso incorporados en el análisis estadístico final de la investigación.

La información referente a las características demográficas de ambos grupos

de tratamiento se muestra en la Tabla 4. Ambos grupos fueron similares en

términos de edad y sexo.

La eficacia terapéutica demostrada fue similar en ambos grupos de tratamiento (P=0,4874)

[odds ratio; 0,72 (I.C): 0,26- 1,97]; sin embargo, fue ligeramente inferior en el grupo de niños

tratados con Mebendazol [48 de 61 (78,69%)] en comparación con el grupo tratado con

Quinacrina [51 de 61 (83,61%)]. La mayoría de los padres y/o tutores, en ambos grupos de

tratamiento, refirieron que los niños bajo su custodia evidenciaron mejoría clínica luego de

ingerir la medicación (P=0,4718) [odds ratio; 0,71 (I.C): 0,25- 2,00]. (Tabla 5).

Ambos medicamentos fueron bien tolerados y no produjeron reacciones adversas que

obligaran a retirarlos (Tabla 6). De los 122 niños incluidos 72 (59,02%) no presentaron

reacciones adversas; sin embargo, 50 [14 en el grupo tratado con Mebendazol (22,95%) y

36 (59,02%) en el grupo tratado con Quinacrina] informaron al menos una de esas

reacciones adversas (P=0,0000512) [odds ratio; 0,21 (I.C): 0,09- 0,49]. Ninguna de las

reacciones adversas notificadas fue inesperada.

Náuseas, vómitos (P=0,0040) [odds ratio; 0,17 (I.C): 0,04- 0,70] y cefalea (P=0,0023) [odds

ratio; 0,08 (I.C): 0,00- 0,60] fueron notificadas en frecuencia significativamente superior

entre los niños tratados con Quinacrina. La coloración amarillenta de la piel y/o mucosas fue

la reacción adversa más frecuente y sólo se notificó entre los niños que recibieron ese

medicamento.

Las reacciones adversas a los medicamentos fueron ligeras, transitorias y autolimitadas. A

excepción de la coloración amarillenta de la piel y/o mucosas, las reacciones adversas

reportadas tuvieron resolución clínica en las siguientes 48 horas y ninguna de ellas interfirió

en el desarrollo de las actividades diarias del menor.

III.III. Ensayo clínico abierto, aleatorio y controlado evaluando Eficacia y Seguridad de

Mebendazol y Tinidazol en niños infectados por G. lamblia.

TERCERO DE TRES ENSAYOS CLÍNICOS CONTROLADOS EVALUANDO Mebendazol

Ciento veintidós niños de ambos sexos (59 niñas y 63 niños), con edades

comprendidas entre 5 y 15 años y con peso corporal que oscilaba entre los

18 y 48 kilogramos, fueron incluidos en el estudio. Cada niño recibió el

medicamento que le correspondía según la asignación en la tabla de

números aleatorios y completaron las diferentes etapas de la investigación.

El número de cada niño en la tabla de números aleatorios identificaba, según

diseño previo, la medicación que le correspondía. Los datos colectados

fueron incluidos en el análisis estadístico final. Ambos grupos de tratamiento

(Tabla 7) fueron similares en términos de edad y sexo.

La eficacia terapéutica demostrada luego del empleo de Mebendazol fue de

63,93%, muy inferior a la obtenida con Tinidazol (81,97%). La eficacia

terapéutica fue estadísticamente superior en el grupo de niños tratados con

Tinidazol (P=0,024) [odds ratio; 0,39 (I.C): 0,15- 0,97]. La mayor parte de los

padres y/o tutores refirieron que los niños bajo su custodia presentaron

mejoría clínica luego de ingerir la medicación (Tabla 8), sin embargo, esa

mejoría clínica fue significativamente superior entre los niños tratados con

Tinidazol (P=0,0116) [odds ratio; 0,33 (I.C): 0,12- 0,86].

Ambos medicamentos fueron bien tolerados sin que se notificaran

reacciones adversas que obligaran a retirarlos o agregar otros fármacos para

disminuir el efecto de esas reacciones adversas. Las reacciones adversas

notificadas se exponen en la Tabla 9. De los 122 niños estudiados, 100

(81,97%) no presentaron reacciones adversas luego de la ingestión de los

medicamentos asignados. Sin embargo; 22 (18,03%), 5 entre los tratados

con Mebendazol (8,20%) y 17 (27,87%) entre los tratados con Tinidazol,

notificaron al menos una de esas reacciones indeseables (P=0,0047) [odds

ratio; 0,23 (I.C): 0,07- 0,74].

Ninguna de las reacciones adversas notificadas fue inesperada. El dolor

abdominal se notificó con frecuencia ligeramente superior entre los niños

tratados con Mebendazol, sin embargo, esa diferencia no fue significativa

(P=0,2428) [odds ratio; 2,63 (I.C): 0,43- 20,54]. La pérdida de apetito

(P=0,0001) [odds ratio; 0,05 (I.C): 0,00- 0,39] y el vómito (P=0,0023) [odds

ratio; 0,08 (I.C): 0,00- 0,60] fueron notificados con frecuencia

significativamente superior entre los niños que recibieron tratamiento con

Tinidazol. Las náuseas, por otro lado, se notificaron con frecuencia similar en

ambos grupos de tratamiento (P=0,9399) [odds ratio; 0,19 (I.C): 0,01- 1,73].

El sabor metálico (22,95%) y la cefalea (18,03%), sólo se notificaron entre

los niños que recibieron tratamiento con Tinidazol.

Otras reacciones adversas fueron notificadas pero sólo esporádicamente y

con frecuencia similar entre los dos grupos de tratamiento (P>0,05).

III.IV. Eficacia y Seguridad de Clorhidrato de Cloroquina y Metronidazol en el tratamiento de

pacientes pediátricos infectados por G. lamblia.

122 niños de ambos sexos (70 niños y 52 niñas) con edades comprendidas

entre los 5 y 15 años fueron incluidos en el estudio. Cada niño recibió

solamente el medicamento que le correspondía según su asignación en la

tabla de números aleatorios y todos completaron las diferentes etapas de la

investigación. El número que le correspondía a cada niño en la tabla de

números aleatorios identificaba, según diseño previo, la medicación que le

correspondía. Los datos colectados fueron incluidos en el análisis estadístico

final. Ambos grupos de tratamiento (Tabla 10) fueron similares en términos

de edad y sexo.

La eficacia terapéutica demostrada en el grupo de niños que recibió la

terapéutica experimental fue de 85,25%, ligeramente superior a la obtenida

con la utilización de Metronidazol (73,77%) pero sin diferencia

estadísticamente significativa, (P=0,1163) [odds ratio; 2,05 (I.C): 0,76- 5,63].

La mayor parte de los padres y/o tutores refirieron que los niños bajo su

custodia presentaron mejoría clínica luego de ingerir los medicamentos

asignados en cada caso, sin diferencia estadísticamente entre ambos grupos

de tratamiento (P=0,8169) [odds ratio; 1,11 (I.C): 0,41- 3,03]. (Tabla 11).

Las reacciones adversas notificadas en ambos grupos de tratamiento fueron

ligeras, transitorias y autolimitadas por lo que no hubo necesidad de retirar la

medicación ni incorporar nuevos medicamentos para minimizar el efecto de

esas reacciones.

Las reacciones adversas (Tabla 12) fueron más frecuentes entre los niños

que recibieron tratamiento con Clorhidrato de Cloroquina, sin embargo, esa

frecuencia no fue estadísticamente significativa en relación con el número de

reacciones adversas notificadas entre los niños que recibieron tratamiento

con el medicamento control (P=0,1015) [odds ratio; 1,82 (I.C): 0,83- 4,01].

La coloración amarillenta de la orina (P=0,0001) [odds ratio; 0,09 (I.C): 0,01-

0,43] y el sabor metálico (P=0,0000025) [odds ratio; 0,03 (I.C): 0,00- 0,24]

fueron las reacciones adversas notificadas con frecuencia significativamente

superior entre los niños que recibieron tratamiento con Metronidazol. Sin

embargo, el dolor abdominal (P=0,1139) [odds ratio; 2,92 (I.C): 0,65- 14,74],

los vómitos (P=0,0939) [odds ratio; 5,36 (I.C): 0,58- 125,01], las náuseas

(P=0,6479) [odds ratio; 1,53 (I.C): 0,20- 13,63] y los mareos (P=0,0536)

[odds ratio; 3,13 (I.C): 0,85- 12,57] fueron notificados en frecuencia similar

entre ambos grupos de tratamiento. La cefalea fue la única reacción adversa

notificada con frecuencia significativamente superior entre los niños que

recibieron Clorhidrato de Cloroquina (P=0,0435) [odds ratio; 2,56 (I.C): 0,93-

7,21]. Los episodios de diarrea sólo fueron notificados entre los niños que

recibieron Clorhidrato de Cloroquina.

Otras reacciones adversas fueron notificadas sólo de manera excepcional y

con frecuencia similar en ambos grupos de tratamiento.

III.V. Ensayo comparativo de Tinidazol y Nitazoxanida en el tratamiento de la infección por

G. lamblia en niños.

Las características demográficas de los individuos incluidos en la

investigación se refieren en la Tabla 13. Ambos grupos de tratamiento fueron

similares en términos de edad y sexo.

Ciento sesenta y seis niños cumplieron los criterios de inclusión y fueron

asignados a alguno de los grupos de tratamiento diseñados en el estudio, sin

embargo, 29 de ellos fueron excluidos toda vez que la información

relacionada con ellos contenida en los Cuadernos de Recolección de Datos

estaba incompleta. Once niños asignados al grupo que recibió Nitazoxanida

fueron excluidos: 4 completaron el tratamiento pero no completaron la

entrega de muestras fecales para evaluación parasitológica, 1 presentó rash

cutáneo (esta reacción adversa resolvió espontáneamente sin medicación

alguna) pero la madre decidió retirarse del estudio y 6 se perdieron en el

proceso de seguimiento. Otros 18 niños fueron excluidos del grupo que

recibió tratamiento con Tinidazol: 5 completaron la medicación pero no

trajeron las muestras de heces post- tratamiento para evaluación

parasitológica y 13 se perdieron en el proceso de seguimiento.

Eficacia y seguridad determinado por “Análisis por intención de tratar”

La eficacia terapéutica demostrada luego del empleo de Tinidazol fue de (58/81) 71,60%,

similar a la alcanzada con Nitazoxanida (58/85) 68,23% (P=0,6362) [odds ratio; 0,85 (I.C):

0,42- 1,74]. La mayoría de los padres y/o tutores refirieron que los niños bajo su custodia

evidenciaron mejoría clínica luego de ingerir la medicación asignada en cada caso

(P=0,5823) [odds ratio; 1,20 (I.C): 0,60- 2,40]. (Tabla 14).

Las reacciones adversas notificadas en ambos grupos de tratamiento fueron

ligeras, transitorias y autolimitadas y no obligaron a retirar la medicación en

ninguno de los casos (Tabla 15). La incidencia de esas reacciones fue

significativamente superior en el grupo de niños tratados con Nitazoxanida

32/85 (37,65%) en relación con las notificadas en el grupo de niños tratados

con Tinidazol 14/81 (17,28%) (P=0,0033) [odds ratio; 2,89 (I.C): 1,32- 6,37].

Las reacciones adversas referidas se corresponden con las que

normalmente refieren los fabricantes de ambos productos. La coloración

amarillenta de la orina fue notificada solamente entre el grupo de niños que

recibió Nitazoxanida. Sin embargo, el sabor metálico se notificó solamente

entre los niños que recibieron Tinidazol. Otras reacciones adversas fueron

notificadas pero en frecuencia muy baja y similar en ambos grupos de

tratamiento (P>0,05).

Con el objetivo de economizar espacio en la redacción de este documento

las tablas referidas en cada uno de los ECCs se exponen en el Anexo 8.

DISCUSIÓN GENERAL DEL ESTUDIO

CAPÍTULO IV. DISCUSIÓN GENERAL DEL ESTUDIO

Un estimado publicado en fecha reciente por La Organización Mundial de la

Salud (OMS) evidenció que en el año 2000 las Enfermedades Infecciosas

(EI) fueron responsables del 22% de las muertes y el 27% de los años de

vida potencialmente perdidos en la población mundial y que esas

alteraciones de la salud humana; independientemente de estar

representadas en personas de todas las edades, fueron más frecuentes en

niños, más aún, entre aquellos de edad inferior a cinco años (189).

Diferentes han sido las opiniones que se esgrimen en el intento por explicar

ese fenómeno, sin embargo, ninguna de ellas se ha limitado a relacionarlo

con el hecho conocido de que los individuos más jóvenes de la comunidad

tienen baja prevalencia de Enfermedades no Infecciosas (ENI) sino que han

disertado, con sentido lógico, acerca de que los individuos de menor edad

son más susceptibles a la adquisición de nuevas infecciones por la carencia

de un sistema inmunológico lo suficiente maduro y eficaz para enfrentarlas (190).

Se conoce que en los países con menor desarrollo socioeconómico (en vías

o en desarrollo de acuerdo a la designación actualmente utilizada por La

Organización de las Naciones Unidas, ONU) los gastos por concepto de

compra de medicamentos, en especial aquellos destinados al manejo de las

EI, ascienden a aproximadamente el 30% de los presupuestos nacionales

destinados a la salud. Congruentemente; Baris E y Mcleod K (191), en un

estudio publicado en el año 2000, argumentaron que a partir de la reducción

de los precios como resultado de la liberalización del comercio la importación

de medicamentos en esos países se ha elevado y que ese aspecto, en

teoría, sería beneficioso para muchos de ellos principalmente los que tienen

limitada o nula capacidad logística para producirlos.

La disminución de los precios y el aumento de las importaciones de

medicamentos, si bien incrementaría el número de fármacos disponibles en

la práctica clínica diaria y por ende debía redundar en mejoría en la calidad

de la atención Médico- Estomatológica, sería un reto difícil de afrontar por

esas naciones dada la indiscriminada utilización de los medios de

comunicación que incitarían al empleo de medicamentos muchas veces no

tan beneficiosos para la salud y la limitación del desarrollo local de las

potencialidades científico- productivas en esa rama de las ciencias.

Por otro lado, las opciones terapéuticas disponibles a la hora de enfrentar las

infecciones parasitarias consideradas como de elevado riesgo por la OMS

(Enfermedades del Grupo III) son limitadas aún en la actualidad. La Industria

Farmacéutica (IF) ha sido prolífica en muchos campos de la terapéutica pero

ha ignorado, en gran medida, las enfermedades que matan a millones de

personas en los países con menos ingresos (190).

El desentendimiento relativo de las Grandes Firmas Farmacéuticas (GFF)

por algunas de las EI, en general, y las Enfermedades Parasitarias (EP), en

particular, se relaciona con diferentes factores; entre los que podemos citar:

1- las decisiones, en lo que a inversiones se refiere, se basan en la

posibilidad final de ganancias y los países pobres (los más afectados por las

EI) no son confiables en ese aspecto, 2- el proceso de investigación y

desarrollo de nuevos productos es costoso y riesgoso y 3- los requerimientos

regulatorios favorecen el mercado seguro. Adicionalmente, las GFF operan

como cualquiera de las Industrias Privadas (IP), sin ninguna función social

específica (no se interesan por lo que no reporte ganancia) (192).

G. lamblia es considerado el protozoo intestinal más común por lo que la

discusión relacionada con la elección de la terapéutica más eficaz para su

tratamiento, tanto en niños como adultos, es tema de vital importancia en la

práctica clínica diaria y en la docencia de pre y post- graduación a escala

internacional (193,194).

Existen diferentes medicamentos con eficacia y seguridad variable en el

tratamiento de ese microorganismo, sin embargo, ninguno de ellos es capaz,

por si solo, de satisfacer las expectativas en todos los casos (17). Estudios

recientes, referidos en un trabajo publicado en el año 2001 por Upcroft P y

Upcroft J, indican que 3000 millones de seres humanos corren el riesgo de

infectarse por G. lamblia ya que viven en sitios donde la prevalencia de ese

parásito es de alrededor del 30% y que 1000 millones de nuevas infecciones

aparecen cada año contribuyendo, de forma directa, a los 2,5 millones de

muertes por enfermedades diarreicas notificadas entre personas de

cualquier edad y área geográfica en ese lapso de tiempo (195).

La carencia, hasta la fecha, de vacunas eficaces y seguras hace que la

prevención y el control de la infección por G. lamblia se mantengan, como en

el pasado, a partir del estricto cuidado de las medidas de higiene personal y

comunitaria y el empleo de medicamentos antiparasitarios (7,196). Es por ello

que la terapéutica medicamentosa es pilar esencial en el manejo de esa

parasitosis tanto en países desarrollados como en países con menor

desarrollo socioeconómico (17,20,191,193).

Los compuestos 5- nitroimidazólicos han sido, con mucho, los fármacos más

utilizados para el tratamiento de la infección por G. lamblia dada las

elevadas tasas de curación notificadas, el bajo costo de producción y la

facilidad con que pueden ser adquiridos (10), sin embargo, la frecuente

aparición de fallas terapéuticas con esos y otros medicamentos

antigiardiósicos (37,38,39) y la resistencia creada por diferentes cepas del

parásito demostrada incluso a escala de laboratorio (40,41) han desatado el

interés de la comunidad científica en la búsqueda de nuevas alternativas de

tratamiento o, al menos, la demostración de efectividad contra ese parásito

de medicamentos que hasta la fecha eran utilizados para el enfrentamiento

de otras infecciones parasitarias o entidades clínicas.

Desde inicio de los años sesenta Mebendazol ha sido ampliamente utilizado

como agente antihelmíntico en medicina humana y veterinaria y como

agente antifúngico en la agricultura (42). Adicionalmente, se conoce la pobre

capacidad de absorción de ese producto a nivel del intestino delgado, la

escasa frecuencia con la que se notifican reacciones adversas luego de su

empleo y su amplio espectro de acción contra helmintos, aún en dosis única (54).

Esas observaciones, unidas a que Mebendazol no tiene acción sobre la

microbiota local del intestino (197) y la notificación anecdótica de su eficacia

contra G. lamblia hecha por Hutchison JC et al., en 1975 (198), estimuló el

desarrollo de investigaciones con las que se pretendía evaluar la veracidad

de tal planteamiento.

En el estudio conducido por Hutchison JC et al., (198) se evaluó la eficacia y

seguridad de Mebendazol en un grupo de pacientes infectados por

nematodos intestinales transmitidos por el suelo (geohelmintos) y,

accidentalmente, los autores descubrieron que algunos de esos individuos

que estaban coinfectados por G. lamblia negativizaron ese parásito luego de

ingerir la medicación.

Comprobar la veracidad de ese estudio ha sido, uno de los objetivos

primarios de algunos de los Ensayos Clínicos Controlados (ECCs) que se

exponen en la presente investigación pues; de ser cierto, se dispondría de

un medicamento accesible, de producción generalizada en el planeta, con el

que se notifican escasas y/o ligeras reacciones adversas y con el que,

además de curar las infecciones helmínticas comunes, se curarían gran

cantidad de casos coinfectados por G. lamblia. El impacto sería altamente

positivo en la práctica clínica diaria, sobre todo, en áreas geográficas donde

las poliparasitosis son frecuentes y la ingesta de varios medicamentos se

hace difícil debido a las diferencias socio- económicas imperantes.

Mebendazol podría utilizarse en casos en los que la terapéutica

convencional fuese insuficiente ya fuera por alergias, por resistencia del

microorganismo o, simplemente, en los que la comunidad rechazara su

utilización por intolerancia a las reacciones adversas consecuentes con su

ingestión.

Ya se ha hecho referencia a los estudios, in- vitro, que fueron diseñados y

demostraron la eficacia de Mebendazol en esa indicación médica (42-48).

Todos coincidieron en que Mebendazol afectaba el crecimiento de los

trafozoítos, inducía la separación del parásito del tubo de ensayo y

distorsionaba su estructura general, esencialmente, su disco adhesivo a

partir de la acción antimicrotubular que poseía. Dentro de esos trabajos se

destacó el conducido por Edlind TD et al., (43) quienes demostraron que

Mebendazol era entre 30 a 50 veces más activo que Metronidazol y entre 4 a

40 veces más activo que Quinacrina en su acción contra G. lamblia aspecto

altamente llamativo dado que son dos de los medicamentos considerados,

hasta la fecha, como estándares de oro en el tratamiento de la parasitosis.

La experiencia clínica antes del desarrollo de los estudios expuestos en el

presente documento era limitada, contradictoria y se limitaba a notificaciones

de casos lo cual redundaba en marcada variabilidad de los resultados,

probablemente, por no existir uniformidad en la dosis a administrar por la no

existencia de ECCs adecuadamente diseñados que avalasen esa novedosa

indicación.

La primera notificación en la que se evidenció la posible utilidad de

Mebendazol en individuos infectados por G. lamblia luego de la observación

anecdótica referida por Hutchison JC et al., en 1975 (198), fue publicada 13

años más tarde por Al- Waili NS et al. (52), en 1988. Ese estudio incluyó 40

pacientes (niños y adultos de ambos sexos) de entre 2 y 32 años (media:

10,2) de edad de los cuales 18 estaban poliparasitados. La dosis utilizada

fue de 200 mg tres veces al día por un día y se notificó una eficacia

terapéutica de 95%. En consecuencia los autores no dudaron en

recomendar Mebendazol a esa dosis como alternativa viable ante

infecciones por ese flagelado.

La alegría relacionada con esos resultados no duró mucho tiempo ya que un

año más tarde otro grupo de trabajo publicó, en la misma revista, resultados

totalmente contrarios. Gascon J et al. (49), trataron 14 pacientes adultos con

la dosis recomendada previamente y 9 con Metronidazol 250 mg cada 8

horas por 7 días y notificaron que solo 2 (14,29%) de los 14 individuos

tratados con Mebendazol negativizaron el parásito en heces en comparación

con el 100% reportado entre los que recibieron Metronidazol. Los autores

concluyeron que su experiencia con Mebendazol, a esa dosis, no fue

satisfactoria pero sugirieron, considerando la experiencia in- vitro

acumulada, que tal vez dosis superiores podrían redundar en una eficacia

terapéutica más alentadora.

Siete años más tarde Bulut BU et al. (51) condujeron un estudio en niños en el

que administraron Mebendazol, en un grupo, 100 mg diarios por un día y en

el otro, 100 mg diarios por 7 días y obtuvieron tasas de curación de 41,7% y

58,3% respectivamente. A partir de esos resultados los autores coincidieron

con el planteamiento hecho por Gascon J et al. (49) previamente en relación

con la posibilidad de obtener eficacia terapéutica superior administrando

dosis superiores de Mebendazol.

En México, Rodríguez- García R et al. (54), en 1999, evaluaron nuevamente la

eficacia y seguridad de Mebendazol en el tratamiento de niños infectados

por G. lamblia. En ese estudio se incluyeron 82 niños de entre 4 y 12 años

de edad quienes fueron divididos en dos grupos de 41 integrantes cada uno

y se administró, a uno de ellos, Mebendazol 100 mg cada 12 horas por 3

días, y al otro Nitazoxanida en dosis similar. La eficacia terapéutica fue

similar en ambos grupos de tratamiento, 80,4% y 78% respectivamente.

Considerando esos antecedentes se condujo un primer Ensayo Clínico (EC)

cubano fase III, aleatorizado, abierto y controlado, con dos grupos en

paralelo, en el que se evaluó la eficacia y seguridad de Mebendazol (200 mg

cada 8 horas por tres días, grupo estudio) o Secnidazol (30 mg/kg de peso

corporal en dosis única, grupo control), ambos por vía oral, en el tratamiento

de niños con edades comprendidas entre los 5 y 15 años infectados por G.

lamblia (199).

Esa investigación (Primero de los ECCs referidos en este documento

evaluando Mebendazol) evidenció que Mebendazol tuvo una eficacia similar

a la obtenida con una dosis de Secnidazol (78,08% y 79.45%

respectivamente), por lo que se avalaba su uso en esa parasitosis al ser su

eficacia comparable con un fármaco que, hasta la fecha, es considerado de

primera línea en esa indicación médica.

La eficacia terapéutica demostrada luego del empleo de Mebendazol fue

similar a la notificada en México por Rodríguez- García R et al. (54), en 1999,

a pesar de que la dosis utilizada por esos investigadores fue inferior a la

utilizada en el estudio cubano (199). In- vitro ese resultado queda totalmente

avalado a partir de los resultados obtenidos por Edlind TD et al., (43) en 1990,

quienes demostraron que el efecto nocivo de Mebendazol sobre G. lamblia

se iniciaba a las 3 horas de la exposición pero su pico máximo de acción no

se producía hasta pasadas, aproximadamente, 36 horas de ese contacto

inicial.

Por otro lado la eficacia terapéutica demostrada con el empleo de

Secnidazol (79,45%) fue inferior al 91,3% notificado por Cimerman B et al., (200) en 1997, el 98% notificado por Di prisco MC et al., en el año 2000 (201) o el

100% notificado por Rastegar- Lari A y Salek- Moghaddam A (202) en 1996.

Una posible explicación a ese hallazgo podría relacionarse con la mayor

probabilidad de detección del parásito en las muestras post- tratamiento en

el ECC cubano al utilizarse siempre tres muestras de heces y cada una de

ellas estudiarla no solo con el examen directo con lugol y eosina (185) sino

también utilizando la técnica de concentración de Ritchie (186). Otra probable

explicación estaría relacionada con la posibilidad de diferencias entre las

cepas de G. lamblia presentes en cada caso ya que se conoce que clones

diferentes muestran susceptibilidades variables a la acción de los diferentes

medicamentos antigiardiósicos actualmente en uso a escala internacional (203).

La mejoría clínica referida por padres y/o tutores e incluso, los propios niños

de mayor edad se relacionó, en opinión de los investigadores, no solo a la

curación parasitológica real sino, posiblemente, a la reducción de la carga

parasitaria y/o el efecto antiinflamatorio secundario de los medicamentos

utilizados en el estudio o ambos (17).

La existencia de fallas terapéuticas que en realidad se correspondiesen con

reinfecciones se minimizó en esta y el resto de las investigaciones referidas

en este documento a partir del examen de las muestras para comprobación

de cura parasitológica en los días terceros, quintos y séptimos posteriores al

tratamiento asignado en cada caso, o sea, considerando que el período

prepatente de esa parasitosis se ha fijado en 12 días (12).

Las reacciones adversas notificadas en este Ensayo Clínico Controlado

(ECC) fueron ligeras, transitorias y autolimitadas por lo que no fue necesario

retirar la medicación asignada en cada caso ni la incorporación de nuevos

medicamentos para reducir el efecto de esas reacciones. Entre los niños

tratados con Mebendazol las notificaciones de reacciones adversas se

produjeron con frecuencias significativamente superiores que entre los que

recibieron Secnidazol lo cual es lógico si se considera que ese último

medicamento se administró en dosis única. En general los derivados

benzimidazólicos (Mebendazol y Albendazol) son bien tolerados por la

comunidad y es excepcional la aparición de reacciones adversas

consideradas como serias o severas (204,205).

En el caso de Secnidazol una revisión minuciosa sobre el tema realizada por

Gillis JC et al. (206), en 1996, evidenció que las reacciones adversas

relacionadas con ese medicamento solo se notifican de manera esporádica y

eran similares a las notificadas con otros 5- nitroimidazólicos siendo las más

frecuentes el sabor metálico y las nauseas.

El dolor abdominal es uno de los síntomas que con mayor frecuencia se

notifica entre individuos tratados con Mebendazol. En ese sentido Grover JK

et al. (207), en un trabajo de revisión, en el cual evaluó la eficacia y seguridad

de ese medicamento al ser utilizado en infecciones helmínticas, evidenció

que fueron los dolores abdominales y las nauseas las reacciones adversas

mayormente notificadas en la serie de estudios revisados por él. Otro

estudio, publicado en 1997 por Rafi S et al. (208), sugirió que Mebendazol era

un medicamento seguro y que, en su serie de casos, las diarreas ligeras

fueron las únicas reacciones adversas presentes.

Secnidazol, por su parte, es un medicamento seguro con el que solo se

notifican reacciones adversas ligeras, transitorias y poco frecuentes (12,15,17,18,20). Un estudio publicado en el año 2003 por Girginkardeayler N et al., (209) en el que utilizaron una dosis de Secnidazol similar a la del ECC cubano

evidenció la nula aparición de reacciones adversas luego de su empleo. De

igual forma Gillis JC et al. (206), refieren que son esporádicas y ligeras las

reacciones adversas relacionadas con ese medicamento.

Una posible debilidad del ECC cubano (se incluye en este comentario todos

los ECCs que se describen en el presente documento) radicaría en que tanto

los padres y/o tutores de cada niño como los investigadores conocían el

medicamento asignado en cada caso, sin embargo, esa debilidad no

redundó en modificación intencionada de los resultados debido a que los

informes de laboratorio en los que se hacía referencia sobre quien curó

parasitológicamente, o quien no lo hizo, eran suministrados por personal

técnico que no conocía la medicación asignada a cada niño y que en su

labor diaria no solo debía examinar las muestras de heces de los niños

incluídos en cada ECC sino las muestras que normalmente se reciben de los

pacientes atendidos en la institución.

A modo de comentario del primer ECC evaluando Mebendazol

A partir de los resultados obtenidos (199) se concluyó que: Mebendazol en

dosis de 200 mg cada 8 horas por 3 días es efectivo y seguro en el

tratamiento de infecciones por G. lamblia en niños de entre 5 y 15 años de

edad y, por consiguiente, podría ser utilizado como medicamento alternativo

en casos en que los medicamentos de primera línea no pudieran utilizarse

ya fuera por alergias, por resistencia o, simplemente, porque rechazaran su

utilización por intolerancia a las reacciones adversas.

Si se considera la eficacia probada de Mebendazol en el tratamiento de las

helmintosis transmitidas por el suelo y la eficacia demostrada en el primer

ECC cubano contra G. lamblia y valoráramos entre el uso de ese

medicamento o el uso de dos o más medicamentos diferentes en el

tratamiento de las infecciones mixtas, con la posibilidad de aparición de

reacciones adversas, la mayor demora en el período de tratamiento y las

incomodidades lógicas que esto pudiera condicionar, sería acertada la

selección de tratamientos en los que un sólo fármaco eliminara todos los

parásitos existentes. No sería necesario entonces un segundo producto para

la curación del proceso infeccioso mixto y, por ende, la tolerancia de los

menores al tratamiento antiparasitario sería mayor.

Algunos grupos de trabajo intentaron evaluar la eficacia y seguridad de

Mebendazol por un período de tiempo mayor en busca de una posible

elevación de su eficacia terapéutica. En ese sentido una investigación

realizada por di Martino L et al. (50), en 1991, utilizando el medicamento (200

mg cada 8 horas por 5 días) evidencio nula acción de Mebendazol contra

ese protozoo. Por otro lado, otro estudio publicado por Al- Waili NS et al (53)

un año más tarde, en el que utilizaron igual dosis en 23 niños de entre 3 y 13

años de edad notificó una eficacia de 91,3%. Ambas investigaciones fueron

pobres y discutibles en cuanto a diseño y por ende de limitada confiabilidad

y/o reproducibilidad.

Sadjjadi SM et al (197), en el año 2001, evaluaron nuevamente la eficacia y

seguridad de Mebendazol en infecciones por G. lamblia. Ese estudio, con

mayor rigor científico, incluyó 100 niños de entre 7 y 12 años de edad

divididos en dos grupos de 50 menores cada uno a quienes se les administró

aleatoriamente; Mebendazol en igual dosis que la utilizada por di Martino L

et al. (50) y Al- Waili NS et al (53) previamente o Metronidazol en dosis estándar

(15 mg/Kg de peso corporal distribuidos cada 8 horas por 7 días). La eficacia

terapéutica notificada fue de 86% y 90% respectivamente sin diferencia

estadísticamente significativa.

A partir de esos estudios un nuevo ECC cubano fue conducido (210) (Segundo

de los trabajos referidos en este documento evaluando Mebendazol) esta

vez utilizando un grupo estudio conformado por 61 niños de ambos sexos

que recibieron Mebendazol en dosis similar a la estudiada por di Martino L et

al. (50), Al- Waili NS et al ., (53) y Sadjjadi SM et al., (197) y otro grupo

representado por 61 niños de ambos sexos que recibieron Quinacrina

(6mg/Kg de peso corporal distribuidos cada 8 horas por 5 días). La eficacia

terapéutica luego de recibir los tratamientos asignados fue de 78,69% y

83,61% respectivamente sin diferencia estadísticamente significativa.

Ese resultado nuevamente evidenciaba la utilidad de Mebendazol en esa

novedosa indicación toda vez que la eficacia notificada con su empleo era

similar a la notificada en el grupo de niños que recibió Quinacrina

medicamento que es, aún en la actualidad e independientemente a lo

frecuente de las reacciones adversas que aparecen luego de su ingestión,

considerado de primera línea en el tratamiento de esa parasitosis (17,20).

La eficacia terapéutica demostrada con el empleo de Mebendazol (78,69%)

fue inferior a la notificada por Al- Waili NS et al ., (53) (91,3%), o por Sadjjadi

SM et al ., (197) (86%) y al igual que en el primero de los ensayos referidos en

este documento las posibles explicaciones a ese fenómeno estarían

relacionadas con la mayor probabilidad de detección del parásito en las

muestras post- tratamiento y la posibilidad de que existiesen diferencias

entre las cepas del parásito presentes en cada caso ya que se conoce que

clones diferentes muestran susceptibilidades variables a la acción de los

diferentes medicamentos antigiardiósicos (203).

Quinacrina es un medicamento que ha sido ampliamente utilizado en la

práctica médica a escala global en el tratamiento de las infecciones

malaricas y por G. lamblia, si embargo, ha sido desplazado de estas

indicaciones por Clorhidrato de Cloroquina y Metronidazol respectivamente (20).

Contrariamente a lo esperado, Quinacrina mostró eficacia terapéutica inferior

a la referida por otros autores. Wolfe MS; en un artículo de revisión en el

cual hizo una extensa valoración de diferentes publicaciones médicas

relacionadas con ese medicamento planteó que Quinacrina era,

independientemente de la frecuente aparición de reacciones adversas tras

su empleo, el medicamento antigiardiósico más eficaz (211) debido a que las

tasas de curación siempre superaban el 90%. Ese medicamento posee

ventaja sobre otros antigiardiósicos de uso común debido a que su absorción

no se ve interferida por los procesos diarreicos (20) y a que tiene acción letal,

incluso, sobre los quistes del parásito (212).

Ya se hizo referencia con anterioridad a la mejoría clínica referida por la

mayoría de los padres y/o tutores e incluso, los niños de mayor edad, luego

de la ingestión de los medicamentos incluidos en la investigación. Ese

fenómeno se relacionó no solo al hecho de que se lograra curación

parasitológica real sino, posiblemente, a la reducción de la carga parasitaria

en cada caso (17,128).

Ambos medicamentos fueron bien tolerados (las reacciones adversas fueron

catalogadas como ligeras en todos los casos) por lo que en ninguno de los

niños fue necesario retirar la medicación asignada o incluir fármacos

adicionales para disminuir o eliminar las reacciones adversas consecuentes

con su empleo.

Las reacciones adversas, independientemente de ser ligeras, transitorias,

autolimitadas y no interferir en las actividades diarias del menor en ambos

grupos de tratamiento, fueron significativamente más frecuentes en el grupo

de niños tratados con Quinacrina. Las nauseas, los vómitos y la cefalea se

notificaron con frecuencia significativamente superior entre los niños que

recibieron ese medicamento. Por otro lado, la coloración amarillenta de la

piel y/o mucosas solo se notificó entre niños que recibieron Quinacrina.

Esas reacciones adversas eran esperadas ya que son las que se notifican

consistentemente tras el empleo de Quinacrina en esta u otras indicaciones

médicas (163,164). Independientemente de la eficacia terapéutica demostrada

por Quinacrina, la frecuente aparición de esos efectos indeseables ha traído

aparejado una disminución drástica de su empleo, así como el cese de su

producción en algunos países, incluido los Estados Unidos de Norteamérica (20).

Mebendazol, a pesar de haber sido utilizado por un período de 5 días, fue

bien tolerado. Una posible explicación a este fenómeno ya se ha referido con

anterioridad y estaría relacionada con la mínima absorción en la mucosa

intestinal de ese medicamento (no más del 20% de la dosis oral) incluso

luego de comidas ricas en grasa (199,207,208,213).

El valor de esta investigación se ve incrementado ante la evidencia de que,

en muchos países, debido a la carencia de información y de acceso a la

literatura médica de mayor rigor científico Mebendazol no es considerado

siquiera como una posible alternativa en el tratamiento de niños infectados

por G. lamblia.

Existen otros estudios (49-54,197,199), la mayor parte de ellos notificaciones de

casos, en los que se evalúa la eficacia de Mebendazol en individuos

infectados por G. lamblia, sin embargo, es este el único en el que se utiliza

como grupo control Quinacrina y por ende actualizamos la información

referente a ese medicamento en niños cubanos infectados por ese protozoo.

A modo de comentario del segundo ECC evaluando Mebendazol

Con la información obtenida en el segundo EC cubano (210), ¿que evidencias

resultan de la utilización de Mebendazol en niños infectados por G. lamblia?

Claramente ese nuevo ECC (210), al igual que el primero (199), avala la

utilización de Mebendazol como medicamento alternativo en el tratamiento

de niños con edades comprendidas entre los 5 y 15 años infectados por ese

protozoo cuando: (a) los medicamentos considerados como de primera línea

han fallado ya sea por resistencia del parásito o por intolerancia secundaria

a la aparición de fenómenos alérgicos o de reacciones adversas, (b) en

áreas geográficas donde esta parasitosis y otras infecciones sensibles

(nemátodos intestinales) sean frecuentes, y (c) posiblemente, como terapia

combinada con otros antigiardiósicos en casos reincidentes en busca de

elevar la probabilidad de curación.

Considerando que el medicamento antiparasitario ideal debe: 1- ser 100%

eficaz, 2- ser fácil de administrar, 3- lograr su acción en dosis única, 4- tener

bajo costo de producción, 5- ser accesible, 6- no condicionar o inducir solo

limitadas reacciones adversas, Mebendazol no debe ser aconsejado como

medicamento de primera elección a la hora de tratar esa infección

parasitaria. Sin embargo, podría ser considerado como una excelente

alternativa en casos de fallas con los fármacos comúnmente utilizados en la

práctica clínica diaria. En el estudio cubano, al menos, fue tan efectivo como

Quinacrina.

Una nueva interrogante emerge de los resultados hasta ahora expuestos:

¿Por qué aumentando la duración del tratamiento con Mebendazol hasta 5

días no se logró aumentar la eficacia terapéutica?

La respuesta a esa interrogante puede encontrarse en un estudio publicado

en 1990 por Edlind TD et al., (43). En esa investigación, in- vitro, los autores

demostraron que Mebendazol poseía un potente efecto sobre la estructura

morfológica de G. lamblia que se inicia aproximadamente 3 horas luego del

contacto inicial y que este efecto se hacía máximo aproximadamente a las

36 horas del contacto. En ese momento ya casi la totalidad de los trofozoítos

del parásito asumían apariencia grotesca y se hacía casi imposible

reconocer los elementos de su estructura original. Adicionalmente; esos

autores probaron, como otros (42,44-48), que Mebendazol disminuía la

capacidad de adhesión del parásito al tubo de ensayo y que esos efectos no

se hacían mayores pasadas 36 horas del contacto inicial.

Finalmente una nueva evidencia emergía de esos resultados. El empleo de

Mebendazol utilizado en dosis de 200 mg cada 8 horas por períodos de 3 y 5

días tendría eficacia terapéutica similar y por ende se preferiría su empleo

como medicamento alternativo en regimenes por 3 días con los que se logra

buena eficacia terapéutica disminuyendo el tiempo de ingestión del

medicamento hecho que redundaría en menor gasto monetario para el

paciente, en particular, y el Sistema de Salud Pública, en general.

Lo resultados in- vitro (42-48), expuestos con anterioridad justificarían el

porque la eficacia de Mebendazol contra G. lamblia in- vivo por un período

de tratamiento de 3 días (Primero de los ECCs) (199) no se incrementaba al

aumentar la duración del mismo hasta los 5 días (Segundo de los ECCs) (210).

Ya se ha hecho referencia a los trabajos publicados por Al- Waili NS et al. (52)

y Gascon J et al. (49) en los que, utilizando Mebendazol 200 mg cada 8 horas

por un día, obtuvieron eficacias terapéuticas de 95% y 14,29%

respectivamente. Esos resultados, divergentes por si solos, se

correspondieron con notificaciones de casos y no con diseños

experimentales tipo ECC por lo que poseían pocas probabilidades de ser

reproducidos y, más aún, su confiabilidad era muy limitada.

Como idea, sin embargo, fueron excelentes toda vez que si se demostraba

la utilidad de ese fármaco a esa dosis estaríamos ante un medicamento que

eliminaría no solo helmintos intestinales comunes a la hora de implementar

programas masivos de desparasitación a escala comunitaria sino que,

adicionalmente, estaríamos eliminando gran cantidad de posibles

infecciones coexistentes por G. lamblia.

En concordancia con ello un nuevo ECC cubano evaluando Mebendazol fue

conducido (Tercero de los trabajos referidos evaluando Mebendazol) (214).

Ese tercer estudio evaluó la eficacia y seguridad de Mebendazol en dosis

similar a la referida por Al- Waili NS et al. (52) y Gascón J et al. (49) y comparó

los resultados con los que se obtuvieron en un grupo de niños que recibieron

Tinidazol 50 mg/kg de peso corporal en dosis única.

Tinidazol tuvo una eficacia significativamente superior a Mebendazol,

81,97% y 63,93% respectivamente. Independientemente de la elevada

eficacia notificada por Al- Waili NS et al. (52) (95%) los resultados del ECC

cubano no avalan el uso de Mebendazol, en esa dosis, en niños infectados

por G. lamblia al menos no como primera elección, se prefiere el régimen de

3 días referido previamente en el primero de los ECCs conducidos en el país (199) debido a que demostró que Mebendazol poseía eficacia terapéutica

similar a la demostrada en los grupos de niños tratados con Secnidazol,

Quinacrina y Tinidazol.

Contrariamente a lo esperado Tinidazol presentó eficacia terapéutica inferior

a la notificada previamente por diferentes autores a escala internacional. En

ese sentido, Pengsaa K et al., (215) en un estudio publicado en 1999 y Nigam

P et al., (216), en otro similar en 1991, en los que utilizaron dosis de Tinidazol

igual a la utilizada en el tercer ECC cubano obtuvieron eficacias terapéuticas

de 96,1% y 97,5% respectivamente. Otro estudio cubano publicado en el año

2003 por Mendoza D et al., (217), al igual que en el último ECC cubano,

evidenció que la eficacia terapéutica de Tinidazol fue inferior a lo esperado

(72%).

La mejoría clínica notificada fue significativamente superior entre los niños

tratados con Tinidazol aspecto totalmente lógico si consideramos la

evidencia in- vitro de que Mebendazol necesita, para alcanzar su pico

máximo de acción terapéutica, 36 horas de interacción con el parásito (43).

Las reacciones adversas notificadas entre los niños tratados con

Mebendazol fueron ligeras, transitorias y autolimitadas y ocurrieron en

frecuencia similar a lo reportado en la literatura científica nacional e

internacional (51-54,197,199,210). No se notificaron reacciones adversas

inesperadas ni hubo necesidad de interrumpir la medicación o incluir nuevos

fármacos para minimizar el efecto de esas reacciones adversas.

En el caso de Tinidazol las reacciones adversas fueron también ligeras,

transitorias y autolimitadas pero fueron notificadas en frecuencia mayor que

lo evidenciado en un estudio multicentrico internacional conducido por Apte

W y Packard RS en 1978 (218). Ese artículo, considerado como una referencia

obligada para todos los investigadores que abordan la temática, evaluó la

seguridad de Tinidazol en 1517 individuos (859 mujeres con Trichomoniasis,

74 pacientes pediátricos con Giardiasis, 502 mujeres adultas con amebiasis

intestinal y 82 adultos con absceso amebiano confirmado) y evidenció que

solo 143 (9,4%) de ellos experimentaron al menos una reacción adversa

relacionada con la ingestión de ese medicamento. En ese estudio las

nauseas (3,6%), el dolor abdominal (2,4%), los vómitos (1,7%), la anorexia

(1,3%), la constipación (1,2%), la cefalea (0,9%) y la sequedad de los labios

(0,6%) fueron las reacciones adversas mayormente notificadas.

Gazder AJ y Banerjee M (140), en un Ensayo Clínico aleatorio, abierto y

controlado en el cual compararon la eficacia y seguridad de Tinidazol y

Metronidazol en niños infectados por G. lamblia notificaron que entre los

menores tratados con Tinidazol el sabor metálico, las nauseas, los vómitos y

la cefalea fueron las reacciones adversas mayormente representadas. De

igual forma un excelente trabajo de revisión, publicado en el año 2003 por Ali

SA et al., (219) en el que los autores hacen una caracterización pormenorizada

de la infección por G. lamblia confirmó, al igual que los estudios

mencionados anteriormente, que esas reacciones adversas eran las más

comúnmente notificadas luego de la utilización de Tinidazol. Fung HB y

Doan TL (220), por otro lado, en otro estudio de revisión publicado en el año

2005 en el cual refirieron información relevante publicada durante ese

período de tiempo en tres buscadores de reconocido prestigio a escala

internacional (MEDLINE, Lowa Drug Information Service e International

Pharmaceutical Abstracts) encontraron que el sabor metálico, las nauseas,

el dolor abdominal, la anorexia y el vómito fueron las reacciones adversas

mayormente notificadas.

En el tercer ECC cubano, independientemente de que esas reacciones

adversas fueron más frecuentes que en las investigaciones expuestas,

ambos medicamentos fueron seguros y bien aceptados ya que las

reacciones adversas fueron catalogadas siempre como ligeras.

En general Mebendazol es mejor tolerado que Tinidazol. Una posible

explicación a ese fenómeno podría relacionarse con lo limitado del proceso

de absorción a nivel intestinal del primero (17,197). La complacencia fue buena

en ambos grupos de tratamiento lo cual, posiblemente, estaría relacionado

con la utilización de los fármacos por solo un día.

Ya se ha referido el trabajo de Edlind TD et al., (43) en el que demostró que el

efecto nocivo de Mebendazol in- vitro se iniciaba aproximadamente a las 3

horas de exposición al parásito y se hacía máximo a las 36 horas. Con esa

observación quedaría justificada la baja eficacia terapéutica obtenida en el

Tercer ECC cubano (214) y la relativamente buena eficacia reportada al ser

utilizado por 3 (199) ó 5 días (210).

A modo integración de los resultados obtenidos una vez concluidos los tres

ECCs cubanos evaluando Mebendazol

¿Que nuevas evidencias resultan luego de concluidos los tres ECCs

cubanos en los que se utilizó Mebendazol?

Mebendazol (200 mg cada 8 horas por un período de 3 días) (199) se presenta

como una alternativa adecuada en el tratamiento de niños de entre 5 y 15

años de edad infectados por G. lamblia, especialmente, en aquellos entre los

que los medicamentos de primera línea hayan fallado, bien sea por que no

fueron eficaces o porque las reacciones adversas que aparecieron con su

empleo obligaron a retirarlas, y en los casos de infecciones mixtas con

helmintos intestinales, dada la probada eficacia de Mebendazol contra ese

grupo de parásitos. Adicionalmente, la eficacia terapéutica obtenida al utilizar

Mebendazol por 1 día (63,93%) (214), no sería del todo rechazable toda vez

que, en zonas donde se estén aplicando tratamientos masivos periódicos de

lucha contra infecciones helmínticas transmitidas por el suelo tendría un

efecto positivo al reducir, adicionalmente, el número de individuos

coinfectados por G. lamblia.

Clorhidrato de Cloroquina

Ampliamente reconocido por su eficacia en el tratamiento de las infecciones

palúdicas, amebianas y como medicamento antiinflamatorio en el manejo de

individuos con Artritis Reumatoidea y Lupus Eritematoso Sistémico (221)

Clorhidrato de Cloroquina ha sido evaluado como posible medicamento

alterativo en el tratamiento de infecciones por G. lamblia.

Dos estudios in- vitro, conducidos por Gordts B et al., y Baveja UK et al.,

demostraron la actividad farmacológica de ese medicamento contra G.

lamblia. El primero de ellos, publicado en 1985 (55), evaluó la actividad de

seis drogas contra 25 aislamientos del parásito y demostró que más del 50%

de esos aislamientos resultaron sensibles a Clorhidrato de Cloroquina, sin

embargo, Tinidazol y Metronidazol tuvieron un efecto giardicida superior. El

segundo, publicado en 1998 (56), demostró nuevamente la actividad del

medicamento ante ese protozoo refiriéndose, como posible mecanismo de

acción, su interferencia con el proceso de adhesión parasitaria y

consecuentemente la incapacidad del parásito de colonizar la superficie

mucosa del intestino delgado (17,20,23). En ese segundo estudio, al igual que en

el primero, la actividad lítica de metronidazol sobre los trofozoítos de G.

lamblia fue superior.

Previamente en Cuba, en la década de los años cuarenta y cincuenta, se

publicaron algunos artículos científicos que, si bien no se correspondieron

con diseños tipo ECC, hacían clara alusión a la posible actividad giardicida

de Clorhidrato de Cloroquina y sugerían que ese medicamento lograba la

curación parasitológica tanto en niños como en adultos hasta en un 70% de

los casos (222-224).

Tomando como referencia esos estudios y considerando lo frecuente de las

infecciones por ese protozoo a escala global (225) se decidió conducir un ECC

cubano (ECC evaluando Clorhidrato de Cloroquina) en el que se

determinara la eficacia y seguridad de ese medicamento en el tratamiento de

niños con edades comprendidas entre los 5 y 15 años infectados por G.

lamblia y con ello comprobar si mostraba in- vivo eficacia terapéutica lo

suficientemente alta como para que pudiese ser utilizado como medicamento

alternativo en el tratamiento de la infección parasitaria en niños con esas

edades.

La eficacia terapéutica alcanzada con el empleo de Clorhidrato de

Cloroquina fue de 85,25% similar al 86% notificado previamente por

Escobedo AA et al., (57) en un estudio similar conducido en Cuba y que se

recoge como el primer ECC en la literatura médica internacional de alto

impacto científico en el que se evalúa la acción de ese medicamento contra

G. lamblia. Clorhidrato de Cloroquina fue similar en términos de eficacia a

Metronidazol toda vez que la eficacia terapéutica encontrada entre los niños

que recibieron ese otro medicamento fue de 73,77%. Con ese resultado

nuevamente se avala el uso de Clorhidrato de Cloroquina como terapia

alternativa contra G. lamblia, más aún, si consideramos que su eficacia fue

similar a la de Metronidazol medicamento considerado hasta la fecha como

el estándar de oro a la hora de tratar infecciones por ese flagelado intestinal (17,20).

Metronidazol, por el contrario, fue menos eficaz en este estudio que lo que

se ha referido en la mayoría de los artículos a escala internacional

relacionados con esa temática.

Una investigación in- vitro, publicada por Busatti HG et al., (226) en 2007

evidenció que Metronidazol y sus 5 productos análogos fueron altamente

eficaces en su acción contra trofozoítos de G. lamblia cultivados

axénicamente y que, adicionalmente, no ejercían acción negativa sobre las

células mononucleáres humanas presentes en el medio de cultivo. En esa

investigación Metronidazol fue menos eficaz que sus análogos pero

igualmente su acción farmacológica sobre los trofozoítos del protozoo fue

significativa.

Los estudios in- vivo, al igual que los conducidos a escala de laboratorio, han

evidenciado la buena eficacia terapéutica que se obtiene luego del empleo

de Metronidazol contra G. lamblia. Sadjjadi SM et al., (197) en un ECC en el

cual evaluaba la eficacia y seguridad de Mebendazol y Metronidazol en el

tratamiento de niños de entre 7 y 14 años infectados por ese parásito en el

año 2001, notificó una eficacia de 90% luego del empleo de Metronidazol,

similar al 85,3% referido por Saffar MJ et al., en el año 2005 (227) y el 89,1%

notificado por Yereli K et al., (228) en el año 2004. Otros autores han

encontrado eficacias que oscilan entre el 80% y 100% (10,29 65,139,229).

La mejoría clínica referida por padres y/o tutores luego de la ingestión de

ambos medicamentos por sus hijos y/o tutelados fue similar en ambos

grupos de tratamiento. Una posible explicación a ese resultado podría estar

relacionada con la reducción de la carga parasitaria subsiguiente a la acción

directa de los medicamentos bajo investigación o al efecto antiinflamatorio

que sobre la superficie mucosa del intestino delgado pudieran ejercer los

mismos (17,128).

Las reacciones adversas notificadas luego de la ingestión de los

medicamentos utilizados en el estudio fueron ligeras, transitorias y

autolimitadas por lo que no fue necesario suspender la medicación en

ninguno de los casos; sin embargo, aún sin tener un impacto estadístico

demostrable, esas reacciones adversas fueron encontradas con frecuencia

ligeramente superior entre los niños que recibieron Clorhidrato de

Cloroquina.

Recientemente un ECC fase I conducido por Mzayek F et al., (230) en el que

evaluaban aspectos relacionados con la farmacocinética y la seguridad de

Clorhidrato de Cloroquina y otro antimalárico experimental en un grupo de

voluntarios sanos evidenció que, al igual que en el ECC cubano, el dolor

abdominal, los episodios de diarrea, la cefalea, los mareos y los vómitos se

encontraban entre los eventos adversos mayormente referidos por los

individuos a los que se les asignó ese medicamento. Resultados similares

fueron notificados por Laufer MK et al. (231), luego de administrar el

medicamento en niños africanos infectados por Plasmodium falciparm y por

Escobedo AA et al., (57) en niños cubanos infectados por G. lamblia.

Jong EC y Nothdurft HD, en un artículo de revisión publicado en el año 2001 (232), evidenciaron que las reacciones adversas comentadas anteriormente

eran comunes entre los pacientes que recibían Clorhidrato de Cloroquina y

se hacían más serias e intensas cuando el producto se utiliza en dosis más

altas o por períodos de tiempo más prolongados. En esa última situación

podría aparecer además; según esos autores, alopecia, trastornos en la

visión, discrasias sanguíneas y trastornos neuromusculares. Otros

investigadores han sugerido, al igual que Jong EC y Nothdurft HD (232), que

los trastornos de la visión deben ser activamente monitoreados en pacientes

que estén recibiendo tratamiento con Clorhidrato de Cloroquina (233), sin

embargo, esa reacción adversa no fue referida por ninguno de los padres y/o

tutores de los niños que recibieron el medicamento en el ECC cubano.

La coloración amarillenta de la orina y el sabor metálico fueron las

reacciones adversas más frecuentemente notificadas entre los niños que

recibieron tratamiento con Metronidazol. Resultados similares fueron

notificados previamente por Sadjjadi SM et al., (197) en un ECC en el que

evaluaban la eficacia y seguridad de Mebendazol y Metronidazol en niños

iraníes y por Alizadeh A et al., (177) en otro ECC conducido en ese mismo país

pero evaluando eficacia y seguridad de Albendazol y Metronidazol en

adultos.

Otros autores que han evaluado la eficacia y seguridad de Metronidazol en

diferentes indicaciones médicas han notificado consistentemente el sabor

metálico, las náuseas, la anorexia, la coloración amarillenta de la orina y los

mareos como las reacciones adversas más frecuentes luego del empleo de

ese producto (234-241).

A modo de comentario

Los resultados de este ECC avalan el empleo de Clorhidrato de Cloroquina

como medicamento alternativo en el tratamiento de niños con edades

comprendidas entre los 5 y 15 años infectados por G. lamblia toda vez que

su eficacia terapéutica fue similar a la de Metronidazol medicamento

considerado, aún en la actualidad, como el estándar de oro en esa

indicación médica. Ese medicamento sería altamente beneficioso en casos

de difícil manejo y en casos donde la infección por G. lamblia coexista con

infecciones por Entamoeba histolytica o Plasmodium spp.

Nitazoxanida

Una alternativa diferente en el tratamiento de las infecciones por G. lamblia

en niños lo constituye Nitazoxanida. Ese medicamento es un derivado 5-

nitrotiazol relativamente nuevo que se utilizó por primera vez en México y

que ha demostrado ser eficaz tanto en infecciones helmínticas como por

protozoos; revolucionando, adicionalmente, el tratamiento de las infecciones

producidas por Cryptosporidium sp. tanto en individuos en los que se ha

confirmado algún grado de inmunosupresión como en individuos

inmunocompetentes (58,59) (ECC evaluando Nitazoxanida).

Diferentes estudios in- vitro e in- vivo han confirmado la eficacia de

Nitazoxanida en el tratamiento de infecciones por G. lamblia (242), en

concordancia con ello, un estudio in- vitro publicado por Cedillo- Rivera R et

al., (60) en el año 2002, demostró que Nitazoxanida y su derivado, tizoxanida,

fueron entre 2,5 y 50 veces más activos que Albendazol y Metronidazol

frente a diferentes cepas de G. lamblia. El derivado tizoxanida,

particularmente, mostró mayor eficacia que Metronidazol tanto frente a

cepas sensibles como resistentes a ese medicamento. Resultado similar fue

notificado por Adagu IS et al., ese mismo año cuando demostraron, en otro

estudio in- vitro, que el derivado tizoxanida fue 8 veces más activo que

Metronidazol frente a aislamientos del parásito sensibles a ese último

antiparasitario y hasta 2 veces superior al mismo en aislamientos resistentes (61).

El mecanismo mediante el cual Nitazoxanida daña G. lamblia se produce a

partir de una modificación de la estructura general de los trofozoítos

consecuente con la formación de áreas vacías en el citoplasma y

destrucción de la membrana citoplasmática (61,62). Ese medicamento posee,

adicionalmente, ventajas sobre otros anteriormente utilizados toda vez que

su acción no solo se ejerce sobre los trofozoítos del parásito sino también

sobre la pared de los quistes (63).

Considerando las evidencias expuestas se condujo un ECC cubano en el

que se evaluó la eficacia y seguridad de Nitazoxanida en niños con edades

comprendidas entre los 5 y 15 años infectados por G. lamblia y donde se

compararon los resultados con los que se obtuviesen en otro grupo de niños

que recibieron tratamiento con Tinidazol (uno de los medicamentos

propuestos, hasta el presente, como de primera línea en el tratamiento de

esa parasitosis) (243). Los resultados de ese ECC demostraron que Tinidazol

fue similar en términos de eficacia a Nitazoxanida (71,60% y 68,23%

respectivamente) por lo que demostraron la utilidad de ese segundo

medicamento como alternativo en el tratamiento de niños infectados por G.

lamblia.

Otros autores han evaluado previamente Nitazoxanida frente a G. lamblia y

han notificado eficacias terapéuticas que oscilan entre 71% y 94%. En ese

sentido Rossignol JF et al., (64) en un estudio conducido en el 2001, en el que

evaluaron Nitazoxanida frente a diferentes protozoos productores de diarrea

aguda demostraron que la eficacia de Nitazoxanida frente a G. lamblia fue

de 71%. Rodríguez- García R et al., (54) por otro lado, evaluó Nitazoxanida

100 mg cada 12 horas por 3 días en un grupo de niños Mexicanos de entre 4

y 12 años y notificó una eficacia de 78% superior al 71% notificado por Ortiz

JJ et al., (65) e inferior al 94% notificado por Abaza H et al., en 1998 (244).

Como colofón a lo expresado un estudio reciente evidenció que Nitazoxanida

fue altamente útil en pacientes VIH positivos infectados por G. lamblia que

previamente habían sido insatisfactoriamente tratados con Metronidazol o

Albendazol y que los aislamientos de ese protozoo resultaron resistentes in-

vitro a Metronidazol y Albendazol pero sensibles a Nitazoxanida en modelos

murinos (30).

Las reacciones adversas notificadas en ambos grupos de tratamiento

(Nitazoxanida y Tinidazol) fueron ligeras, transitorias y autolimitadas y no

obligaron a retirar la medicación en ninguno de los casos. Nitazoxanida fue

segura y bien tolerada y las reacciones adversas consecuentes con su

administración fueron similares a las notificadas previamente en un estudio

conducido en 1996 en el que se determinaba algunos de los parámetros

farmacocinéticos del producto (245).

Las reacciones adversas luego de la ingestión de Nitazoxanida fueron

notificadas en frecuencia significativamente superior que las notificadas

entre los niños que recibieron Tinidazol, sin embargo, ninguna de esas

reacciones adversas obligó a detener la medicación. Solo uno de los

menores incluidos en el grupo que recibió tratamiento con Nitazoxanida

abandonó el estudio pero esa pérdida no se debió a la reacción adversa en

sí (fue considerada como ligera) sino por una decisión de la madre del

menor.

El dolor abdominal, reacción adversa consistentemente referida en otros

estudios, (54,58,246) no fue tan común en el ECC cubano, de hecho esa

reacción adversa fue transitoria, autolimitada y su duración mayor nunca

superó las 24 horas. La coloración amarillenta de la orina fue la reacción

adversa que mayormente se notificó luego del empleo de Nitazoxanida. Esa

reacción advera ha sido consistentemente notificada en diferentes ECCs en

los que se utilizó ese medicamento (54,64,65).

La eficacia terapéutica demostrada luego del empleo de Tinidazol (71,60%)

fue inferior a las notificadas previamente por Nigam P et al., en 1991 (216),

Pengsaa K et al., en 1999 (215), Escobedo AA et al., en 2003 (57) y Cañete R et

al., en 2006 (214) (97,5%, 96,1%, 91% y 81,9% respectivamente), sin

embargo, fue similar a la notificada por Mendoza et al., en 2003 (217) (72%)

posiblemente por diferencias en los diseños empleados en las diferentes

investigaciones. Un estudio a escala de laboratorio conducido por Ponce-

Macotela M et al., en el año 2001, demostró que Tinidazol poseía un efecto

giardicida superior a Nitazoxanida (62).

Tinidazol es un derivado 5- notroimidazólico altamente valorado para su

utilización en infecciones por G. lamblia tanto en niños como en adultos,

principalmente por la posibilidad de ser utilizado en dosis única mucho más

fácil de administrar y con la que se reduce considerablemente la posibilidad

de aparición de reacciones adversas (17,20). En el ECC cubano (243), al menos,

fue bien tolerado y las reacciones adversas notificadas, en conjunto, tuvieron

una frecuencia significativamente inferior a las notificadas entre los niños

que recibieron Nitazoxanida. El sabor metálico solo fue notificado entre los

niños que recibieron Tinidazol. Esa reacción adversa, al igual que en el ECC

cubano (243), es consistentemente notificada en otros trabajos publicados

recientemente (57,214,244).

Considerando que los medicamentos empleados tenían diferentes formas de

presentación y que las dosis a administrar eran también diferentes se decidió

no utilizar enmascaramiento en el ECC. Esta sería una debilidad de la

investigación ya que los padres y/o tutores y los médicos responsables

conocían la asignación en cada caso y por ende podrían sesgar los

resultados, sin embargo, los técnicos encargados de evaluar las muestras

fecales para la comprobación de cura parasitológica no conocían tales

asignaciones y las muestras que debían evaluar se incluyeron junto a las

que recibían en su trabajo diario en la institución disminuyendo con ello la

posibilidad de alteración conciente de los resultados.

Algo que si fue previsto en el diseño de la investigación fue las pérdidas que

se produjeron, más aún entre el grupo de niños que recibió tratamiento con

Tinidazol. Nitazoxanida representó, para esos padres y/o tutores, una nueva

medicación y por ello una nueva esperanza de curación (considérese que

algunos de esos menores estaban infectados por G. lamblia por períodos

realmente prolongados) por lo que de no existir reacciones adversas que así

lo dictaran ellos participarían hasta el final en espera de una curación

definitiva de sus hijos y/o tutelados.

A partir de los resultados obtenidos en ese estudio (243) sería justo plantear

que Nitazoxanida se presenta como una alternativa adecuada en el

tratamiento de niños infectados por G. lamblia y su utilidad debe ser

evaluada de acuerdo al tipo de paciente y la disponibilidad o no de otros

medicamentos con eficacia superior (128).

Nitazoxanida presenta ventajas que, sin sobre- valoraciones, deben ser

consideradas: 1. Es eficaz en esquemas de tratamientos de corta duración

(3 días), 2. Se dispone de presentaciones en formulación líquida para niños

de menor edad, 3. Puede ser un medicamento alternativo ventajoso en

pacientes en los que los medicamentos de primera línea han fallado o en

aquellos en los que la infección es causada por cepas resistentes a los

compuestos 5- nitroimidazólicos (Ej. Metronidazol) (30) y; sobre todo, 4.

Puede ser utilizado como medicamento eficaz en enfermedades diarreicas

agudas producidas por rotavirus (247), Cryptosporidium (248), en otras

infecciones por protozoos intestinales como la producida por Blastocystis

hominis (249,250) y en infecciones helmínticas (251,252), 5. Es útil como

medicamento alternativo en el enfrentamiento de infecciones por

Helicobacter pylori y Clostridium difficile (253,254) e incluso puede ser utilizado

de forma empírica en el tratamiento de enfermedades diarreicas en niños (255).

A modo de comentario

Considerando lo expresado Nitazoxanida se presenta como un fuerte

candidato en el tratamiento de niños infectados por G. lamblia en áreas

geográficas donde las poliparasitosis son comunes y los medicamentos

disponibles, los medios diagnósticos y los procedimientos de seguimiento

individual y/o colectivo son deficientes.

Comentario final

La elevada cifra de niños y adultos infectados por G. lamblia y la frecuente

aparición de casos de difícil manejo ya sea por resistencia a los

medicamentos comúnmente utilizados o por intolerancia a los mismos

acreditan la importancia y la vigencia de esta serie de ECCs cubanos. Con

ellos se demostró la existencia de medicamentos alternativos eficaces,

seguros y accesibles en el tratamiento de esa parasitosis.

CONCLUSIONES

CONCLUSIONES

Mebendazol en esquemas de tratamiento por tres y cinco días es

eficaz y puede ser utilizado como medicamento alternativo en el

manejo de infecciones por G. lamblia en niños con edades

comprendidas entre los 5 y 15 años.

El esquema de tratamiento de tres días de duración tiene una eficacia

similar al de cinco días por lo que debe preferirse toda vez que se

reduce el tiempo ingiriendo la medicación y el costo de la

intervención.

Los esquemas de tratamiento propuestos con Clorhidrato de

Cloroquina y Nitazoxanida resultaron eficaces por lo que son

recomendados como alternativos en el manejo de esa parasitosis en

niños con edades comprendidas entre los 5 y 15 años.

Los esquemas de tratamiento de tres y cinco días con Mebendazol y

los propuestos con Clorhidrato de Cloroquina y Nitazoxanida lograron

mejoría clínica en la mayoría de los niños tratados.

Con el esquema de un día de tratamiento con Mebendazol la mejoría

clínica fue inferior a la alcanzada con los demás medicamentos y

esquemas propuestos, sin embargo, esa mejoría clínica se alcanzó en

más de la mitad de los niños tratados.

El dolor abdominal fue la reacción adversa mayormente notificada

luego del empleo de Mebendazol en cualquiera de sus esquemas. En

los casos de Clorhidrato de Cloroquina y Nitazoxanida las reacciones

adversas mayormente notificadas fueron cefalea y coloración

amarillenta de la orina respectivamente.

RECOMENDACIONES

RECOMENDACIONES

Proponer al Ministerio de Salud Pública la utilización de los

medicamentos alternativos propuestos en niños con edades

comprendidas entre los 5 y 15 años infectados por G. lamblia en los

que no se haya logrado curación parasitológica luego de utilizar la

terapéutica convencional.

Proponer al Ministerio de Salud Pública la incorporación, en la

literatura interior o inserto con información para pacientes (prospecto)

acompañante de los medicamentos alternativos propuestos,

información referente a sus eficacias contra G. lamblia y las dosis a

utilizar en edad pediátrica.

Proponer al Ministerio de Salud Pública desarrollar adecuaciones en

los programas docentes de pre y post graduación relacionados con

farmacología y educación clínica que permitan a los educandos

conocer y comprender los mecanismos mediante los cuales los

medicamentos alternativos propuestos actúan contra el parásito.

Realizar ECCs en pacientes adultos con los que se pueda evaluar la

eficacia y seguridad de los medicamentos alternativos propuestos en

ese grupo poblacional.

Realizar ECCs Fase IV que posibiliten evaluar la efectividad de los

medicamentos alternativos propuestos en las condiciones

heterogéneas de la práctica clínica habitual.

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