IFE Cuaderno No.28 - Democracia y Formación Ciudadana

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  • DEMOCRACIA Y FORMACIN CIUDADANA

    TEREsA GONzlEz lUNA CORvERA

  • DEMOCRACIA YFORMACIN CIUDADANA

    Teresa Gonzlez Luna Corvera

  • Instituto Federal Electoral

    Consejero PresidenteDr. Leonardo Valds Zurita

    Consejeros ElectoralesMtro. Virgilio Andrade MartnezMtro. Marco Antonio Baos MartnezDra. Mara Macarita Elizondo GaspernMtro. Alfredo Figueroa FernndezLic. Marco Antonio Gmez AlcntarDr. Francisco Javier Guerrero AguirreDr. Benito Nacif HernndezMtro. Arturo Snchez Gutirrez

    Secretario EjecutivoLic. Edmundo Jacobo Molina

    Contralor GeneralC.P. Gregorio Guerrero Pozas

    Director Ejecutivo de Capacitacin Electoral y Educacin CvicaMtro. Luis Javier Vaquero Ochoa

    COLECCIN CUADERNOS DE DIVULGACIN DE LA CULTURA DEMOCRTICAISBN de la coleccin completa:

    DEMOCRACIA Y FORMACIN CIUDADANA

    Primera edicin, 2010 2010, Instituto Federal Electoral Viaducto Tlalpan Nm. 100, esquina Perifrico Sur Col. Arenal Tepepan, 14610, Mxico, D. F.

    ISBN: (en trmite)

    Impreso en Mxico/Printed in MexicoDistribucin gratuita. Prohibida su venta

  • Presentacin ............................................................................................................

    Introduccin ............................................................................................................

    El contexto histrico de la formacin ciudadana ................................................

    Los enfoques y contenidos de la formacin ciudadana .............................................

    Los objetivos y retos actuales de la formacin ciudadana .........................................

    Bibliografa ..............................................................................................................

    Sobre la autora ........................................................................................................

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    Contenido

  • 7La educacin en las sociedades democrticas, al presuponer que todas las personas son sujetos de derechos y los adultos son ciudadanos, tiene como una de sus principales fina-lidades la formacin cvica, aunque no siempre se haga explcito este propsito. Por esta razn, el desarrollo de la democracia moderna ha estado ligado a las polticas educativas implementadas por los Estados.

    De acuerdo con los resultados de diversos anlisis comparativos entre pases y, al interior de cada pas, entre grupos sociales e individuos, existe una fuerte correlacin positiva entre escolaridad y democracia. Una larga tradicin de investigacin emprica, que se remonta a mediados del siglo pasado con los estudios clsicos de Lipset, Almond y Verba, y que ha sido revisada y puesta al da con los de Putman e Inglehart, entre otros, ha argumentado convincentemente que la educacin es uno de los principales factores que influyen en el desarrollo democrtico.

    Y no podra ser de otra manera, ya que la democracia se fundamenta en la razn p-blica, y los conocimientos, habilidades y actitudes necesarios para ejercerla se adquieren principalmente en la escuela.

    Ms discutibles son los efectos de los programas educativos cuyos objetivos, conteni-dos y mtodos estn dirigidos especficamente a formar ciudadana, ya sea en el sistema escolarizado o en espacios de educacin no formales. Si bien se han realizado investiga-ciones que confirman la eficacia de este tipo de programas, se trata de un campo de estudio relativamente incipiente. Por eso no es raro escuchar voces que cuestionan la utilidad de la educacin cvica en general o de algunas de sus modalidades. Si est demostrado que la educacin bsica favorece el desarrollo democrtico no conviene invertir en mejorar la calidad de la educacin pblica en lugar de gastar recursos en programas especiales de formacin ciudadana? Para promover la formacin de ciudadana no sera suficiente

    Presentacin

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    con hacer reformas institucionales que favorezcan la participacin de la gente en los asuntos pblicos?

    Se trata, sin duda, de una discusin tan interesante como necesaria. Por eso debe re-conocerse que ha sido un gran acierto de Teresa Gonzlez Luna Corvera presentar en este trabajo un encuadre terico e histrico que, con una claridad didctica que se agradece, acerca al pblico no especializado a este complejo tema. Y lo hace ordenando coherente-mente los momentos histricos ms relevantes en el desarrollo de la educacin cvica en Mxico, al mismo tiempo que los articula a los enfoques tericos ms influyentes.

    Junto con sus reflexiones sobre los retos actuales de la formacin ciudadana, este eficaz cuadro terico e histrico que nos ofrece la autora seguramente contribuir, como es su intencin, a enriquecer la deliberacin pblica sobre los fines y modos de la educacin para la ciudadana.

    INstItUtO FEDERAl ElECtORAl

  • 9Educacin, ciudadana y democracia son conceptos ideales portadores de utopas y tambin realidades empricas. Son tres conceptos dinmicos que tienen luz pro-pia y se alumbran entre s, y comparten la tensin entre lo que de hecho se da o es probable (realidad) y lo que es deseable (idealidad). Tienen en comn la caracte-rstica de ser instituciones en desarrollo, en el sentido de conquistas sociales que hay que defender constantemente, que impli-can a las instituciones de un Estado de derecho democrtico y son objeto de dis-tintas decisiones que derivan en diferen-tes consecuencias polticas y educativas para la sociedad.

    As, en la medida en que la democracia es un orden en construccin e incierto, la ciudadana tambin lo es y, por tanto, la educacin para la ciudadana; pero, tam-bin, el sentido comn nos indica que sin democracia no existe la ciudadana y sin edu- cacin los ciudadanos no pueden desarro-llar las competencias necesarias para vivir en democracia.

    Las relaciones entre la educacin, la ciudadana y la democracia son estrechas y se manifiestan de manera diferenciada en la historia y en las sociedades. En todos los casos se presenta una correlacin entre el sistema educativo y el sistema poltico, pero de manera especial en el caso de las sociedades democrticas, en las que la educacin se mantiene vinculada a la for- ma en que se organiza y se piensa su dimensin poltica. Como bien insiste Cornelius Castoriadis, no puede haber sociedad democrtica sin paideia demo-crtica, porque la democracia, si bien requiere de instituciones efectivas y com-patibles con ella, tambin exige individuos que hagan funcionar sus procedimien- tos y los defiendan.1

    La formacin del carcter del ciuda-dano aparece, con distintos fundamentos, contenidos y estrategias, como condicin que hace posible la vida democrtica. Las distintas tradiciones polticas coinciden en admitir que la ciudadana no es slo 1 Cornelius Castoriadis, Ciudadanos sin brjula, Edicio-

    nes Coyoacn, Mxico, 2000, p. 156.

    Introduccin

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    una cuestin de adquisicin de derechos y obligaciones de los individuos frente al Estado, sino que constituye una cualidad moral distintiva de pertenecer a una co-munidad poltica, por lo que el proceso de desarrollo de las capacidades morales e in-telectuales relativas al ciudadano adquiere mayor relevancia y se constituye como una condicin necesaria para el sostenimiento de la democracia.2 El argumento principal es que, en la medida en que todo orden de-mocrtico depende no solamente de sus es- tructuras bsicas, sino tambin de las cualidades y actitudes de sus ciudadanos, las relaciones entre educacin y demo-cracia son indisolubles.3 En efecto, la democracia es el sistema poltico que menos puede desentenderse de la educa-cin de los individuos, pues requiere que estos acten como ciudadanos, es decir, como sujetos responsables noblemente 2 El hecho es que tanto en la tradicin liberal como en

    la comunitarista de la poltica, con todo y sus variantes internas, la formacin del ciudadano aparece como condicin posibilitadora de la vida democrtica. No obstante que ambas consideran la competencia cvica como condicin del ejercicio de la ciudadana y la educacin como medio para desarrollarla, cada una la entiende desde una concepcin particular y atienden por vas diferentes las necesidades educativas de los individuos y las sociedades.

    3 Ver Gilberto Guevara Niebla, Democracia y educacin, Cuadernos de Divulgacin de la Cultura Democrtica, nm. 16, IFE, Mxico, 1998.

    interesados por la cosa pblica.4 Su existencia descansa en el respeto a los valores democrticos que existen porque son enseados, aprendidos y practicados formalmente a travs de la educacin.5

    Existen abundantes estudios que ex-ploran los vnculos entre la democracia y la educacin de los ciudadanos que desde diferentes perspectivas analticas advier-ten que la disposicin hacia la democracia no se da por generacin espontnea y es producto del aprendizaje social, del que deriva la influencia ms significativa para la internalizacin de las normas que establecen las libertades individuales y la adhesin a los principios democrticos. As, pues, la ciudadana no se da simple-mente por estatus o declaracin formal de la misma, puesto que precisa para su construccin del desarrollo de las capaci-dades individuales para el ejercicio pleno de los derechos y prcticas que la definen. La institucin escolar, evidentemente, apa-rece como el principal vehculo que tienen los gobiernos democrticos para educar a los futuros ciudadanos, y la enseanza 4 Jos Antonio Prez Tapias, Claves humanistas para

    una educacin democrtica. De los valores humanos al hombre como valor, Anaya, Espaa, 1996, p. 35.

    5 Mara ngela Prial Valle, La democracia y el sistema educativo, Escuela Electoral del Per/Instituto Univer-sitario de Investigacin Ortega y Gasset y jNE, Per, 2006.

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    formal como uno de los factores que expli-ca, en buena medida, lo que los ciudadanos hacen en poltica y lo que piensan de ella, incluyendo su comportamiento electoral.6

    La educacin es fundamentalmente un fenmeno social, en tanto afecta las condiciones de vida de las personas y de-termina, de manera decisiva, la integracin de todos los sectores y grupos de la socie-dad. Es, a la vez, una necesidad personal y un derecho social, objeto de atencin por parte del Estado a travs, principalmente, de polticas universales dirigidas a toda la poblacin, entre las que destaca la educa-cin bsica. El fenmeno educativo es de tal naturaleza que mantiene y profundiza el debate sobre cmo la educacin influye en el desarrollo de las sociedades.

    Tanto en el discurso terico tradicional como en la discusin actual se acepta que la educacin es portadora y transmisora 6 Organismos internacionales como la Organizacin

    de Estados Americanos (ver OEA, Carta Democrtica Interamericana, 2001) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pNUD, La democracia en Amrica Latina. Hacia una democracia de ciudada-nas y ciudadanos, pNUD, Colombia, 2004) subrayan el papel de las escuelas en la promocin de la ciudadana y la democracia, destacando que stas son las nicas instituciones con capacidad y mandato para llegar a to- das las personas de manera sistemtica y directa, con la enorme responsabilidad de impartir normas a los ciudadanos.

    de concepciones y valores que estimulan los cambios en la sociedad, a la vez que es legitimadora de los paradigmas domi-nantes y de las condiciones sociales de exis-tencia. Este dilema clsico plantea la do- ble funcin reproductora y transformadora de la educacin, pero por lo general se admite que sta cumple funciones de for-macin de los ciudadanos que potencian las instituciones democrticas, adems de otras funciones instrumentales ligadas al mundo de la economa.7

    Varios tericos confieren un lugar de-terminante a la educacin y van ms all de considerarla como un factor clave de acceso a las posiciones sociales y pues-tos de trabajo, o punto de partida para la prosperidad econmica de las sociedades. As, por ejemplo, para Pierre Bourdieu la educacin lleva en s el futuro y en ella ra- dica la condicin mayor de acceso al ejer-cicio verdadero de los derechos del ciu-dadano, con todo y las contradicciones y posibilidades de accin que conlleva.8 7 En democracia podemos pensar como lo hace Amy

    Guttman (La educacin democrtica. Una teora po-ltica de la educacin, Paids, Espaa, 2001): en una reproduccin social consciente de la sociedad, que implica educar para que las personas sean capaces de participar en la definicin colectiva de la sociedad y en la determinacin de los objetivos educativos.

    8 Pierre Bourdieu, Capital cultural, escuela y espacio social, Siglo xxI Editores, Argentina, 2008, p. 90.

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    En tanto, Alain Touraine encuentra que el espritu y la organizacin de una sociedad se manifiesta, de manera significativa, en sus programas educativos, por lo que la respuesta a su pregunta podremos vivir juntos? exige una reflexin sobre la edu-cacin.9 Por su parte, Anthony Giddens considera que frente a los profundos efectos de la globalizacin en las vidas e identidades de los ciudadanos, la educa-cin para la ciudadana debe ocupar un lugar como tema prioritario en las agendas de las sociedades actuales.10

    Por lo comn, se da por sentado que la educacin es algo bueno en s mismo, toda vez que es un bien social que distribu-ye a las personas no slo el tipo de futuro que puedan llegar a vivir, sino tambin su realidad presente dentro del conjunto de condiciones histricas que inciden en los procesos de distribucin de todos los bienes sociales. Michael Walzer sostiene que la formacin de ciudadanos es el fin educativo fundamental y la funcin de la educacin escolarizada es la integracin

    9 Ver Alain Touraine, Podremos vivir juntos?, Fondo de Cultura Econmica, Brasil, 1999.

    10 Ver Anthony Giddens, Un mundo desbocado. Los efec-tos de la globalizacin en nuestros das, Taurus, Espaa, 2000.

    social de los futuros ciudadanos;11 en consonancia con John Dewey, considera que la educacin debe contribuir a la re-produccin de la democracia como forma de vida y formar para la participacin de los ciudadanos en la sociedad.12

    Desde esta concepcin, para el caso mexicano, Pablo Latap plantea la forma-cin de los ciudadanos como una tarea del Estado, y la distribucin equitativa de la educacin, junto con el desarrollo de la conciencia ciudadana y el sentido de res-ponsabilidad social, como componentes esenciales de la calidad educativa. En tanto bien social intermedio, entre los bienes fundamentales y los bienes de carcter suntuario, la educacin es un medio de acceso a otros bienes y oportunidades, instrumento de cohesin social y proce- so indispensable para la realizacin de las personas.13

    11 Consultar Michael Walzer, Las esferas de la justicia. Defensa del pluralismo y la igualdad, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1996.

    12 Ver John Dewey, Democracia y educacin (1916), Morata, Espaa, 1998.

    13 Ver Pablo Latap Sarre, Reflexiones sobre la justicia en la educacin, en Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, vol. xxIII, Centro de Estudios Educativos, Mxico, 1993.

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    En efecto, la formacin de la ciudadana constituye un tema de inters permanen- te de educadores e investigadores del cam-po de la educacin y la poltica, as como de quienes toman decisiones e intervienen en las polticas educativas del pas. Asi-mismo, ha sido y es un asunto que importa, con propsitos e intensidades diferentes, a los actores sociales y polticos, grupos que desde la sociedad civil impulsan acciones a favor de la democracia, iglesias y medios de comunicacin social y, desde luego, a los mismos ciudadanos y destinatarios de los programas educativos.

    A partir de la ltima dcada del siglo xx se observa una creciente conciencia social respecto al papel de la educacin ciudadana en el funcionamiento de la democracia. Este renovado inters por la ciudadana aparece asociado a las demo-cracias emergentes, como la nuestra, y al redescubrimiento de la teora republicana de la democracia:

    Hoy el concepto de ciudadana se ha convertido en la cuestin central de la fi- losofa poltica, y la educacin cvico-democrtica es el tema de nuestro tiempo. En efecto, el centro de la atencin de la poltica democrtica empieza a pasar del diseo liberal, centrado en los partidos polticos y en las instituciones de la repre-

    sentacin y de los gobernantes, al diseo republicano, que enfatiza, sobre todo, la formacin democrtica de los ciudadanos, tanto en sus aspectos cognitivos (dere-chos, deberes e instituciones) como en los prcticos (participacin y control).14

    La ciudadana se ha entendido como estatus y como prctica, lo que concier-ne en trminos muy amplios a la ideas liberales y a las ideas comunitaristas de la democracia. En trminos modernos, la calidad de ciudadano es una condicin jurdica y poltica de la persona dentro de un Estado, que alude al conjunto de derechos a cuyo ejercicio se accede por el hecho de ser ciudadano nacional y haber cumplido la edad requerida. La igualdad ante la ley es el primer basamento contem-porneo de la ciudadana: define quines son miembros de una sociedad en trminos de derechos y deberes. Pero, cabe insistir, el ejercicio pleno de los derechos ciuda-danos depende, de manera significativa, de los procesos de formacin ciudadana que dotan a los individuos de las capa-cidades y competencias para participar y vivir en democracia. Las dimensiones de la ciudadana (civil, poltica, econmica, 14 Jos Rubio Carracedo, Jos Mara Rosales y Manuel

    Toscano Mndez, Democracia, ciudadana y educa-cin, Universidad Internacional de Andaluca y Akal, Espaa, 2009, p. 9.

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    social y cultural) contribuyen a identificar las ideas, principios, modelos y dilemas que han acompaado el tema sobre los fines de la educacin y que, de manera decisiva, han determinado los objetivos, contenidos y prcticas de la educacin cvica.

    El tema que vamos a desarrollar en este Cuaderno de Divulgacin tiene una gran trascendencia educativa y poltica, pues se trata ni ms ni menos de entender lo que significa e implica formar a los ciu-dadanos que requiere la democracia para

    sostenerse y profundizarse. Esta aproxi-macin terica al tema busca responder algunas de las mltiples interrogantes sobre el significado que se le atribuye a la educacin como va para la construccin de ciudadanas democrticas, el tipo de ciudadano que se desea formar y la democracia que se aspira a construir. Y, de esta manera, pretende tambin contribuir a la deliberacin pblica sobre los fines y modos de la educacin para la ciuda-dana, que es una tarea que nos compete a todos.

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    El inters por la formacin de los ciuda-danos que le den sustento y vigor a la de-mocracia no es nuevo. La pregunta sobre los fines y los modos de la educacin ha estado presente a lo largo de la historia del pensamiento poltico y social moder-no, en la que se destaca su papel funda-mental en la construccin del Estado. Es tan estrecho el vnculo entre la educacin y la democracia que es posible estable-cer un paralelismo entre la historia de la educacin y la evolucin de los derechos ciudadanos y entre la aparicin del Esta-do educador y la vigencia de los derechos sociales. Will Kymlicka lo expresa de manera contundente: de hecho la nece-sidad de crear una ciudadana informada y responsable fue una de las principales razones para el establecimiento de un sis-tema de escuela pblica y para hacer que la educacin fuera obligatoria, de don- de se desprende el carcter central que tiene la educacin para la ciudadana tanto en la teora poltica como en la filo-sofa de la educacin.1515 Will Kymlicka, La poltica verncula. Nacionalismo,

    multiculturalismo y ciudadana, Paids, Espaa, 2003, p. 341.

    En este mismo sentido, Gilberto Gue-vara Niebla advierte una asociacin in- teresante entre la evolucin del derecho al voto y el desarrollo de los sistemas escola-res (derecho a la educacin), lo que explica que se llegue a confundir la existencia de la educacin pblica con la historia de las repblicas modernas.16 Por su parte, Pierre Bourdieu tambin encuentra una coincidencia entre las fases de desarrollo de la institucin escolar y las etapas de de-sarrollo de la burocracia del Estado, esto es, una asociacin entre la invencin del Estado y las ideas de lo pblico, bien comn y servicio pblico que, en lo que toca al caso francs, son inseparables de la invencin de las instituciones, de mane- ra destacada la escuela, que fundan el po-der del Estado y su reproduccin.17

    En efecto, la cuestin de la ciudadana y la democracia ha formado parte central de las discusiones sobre las reformas educativas en todo el mundo, y como bien

    16 Gilberto Guevara Niebla, Democracia y educacin, op. cit.

    17 Pierre Bourdieu, Capital cultural, escuela y espacio social, op. cit.

    El contexto histrico de la formacin ciudadana

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    seala Carlos Alberto Torres, las construc-ciones tericas en torno a ellas marcan el nacimiento de la ciencia poltica mo-derna y reflejan en toda su complejidad, los desafos tericos y prcticos a los que debe hacer frente la democracia en las sociedades contemporneas.18

    A partir del siglo xIx, la evolucin de los derechos humanos se ha dado de forma similar en las sociedades, pero cada una tiene su propia historia y ha recorri-do su propio camino para conquistarlos. Desde la Ilustracin, la pertinencia de la formacin ciudadana descansa en dos supuestos concatenados: la necesidad que tienen los Estados y los sistemas polticos democrticos de cohesin social y legitimidad, y la necesidad que tienen los nios y jvenes de educarse como ciudadanos. De ah que a la educacin c- vica se le supone una fuerza cohesiva ca-paz de apoyar la identidad nacional y una dimensin prctica capaz de modelar el comportamiento.19

    18 Carlos Alberto Torres, La educacin en Amrica Latina y el Caribe: una aproximacin terica a la ciu-dadana, la democracia y el multiculturalismo, en Ana Ayuste (coord.), Educacin, ciudadana y democra- cia, Organizacin de Estados Iberoamericanos y Edi-ciones Octaedro, Espaa, 2006, p. 131.

    19 Pedro Gerardo Rodrguez, Educacin ciudadana: los lmites y retos de la escuela, en Foro de educacin cvica y cultura democrtica, Memorias, IFE, Mxico, 2000, p. 237.

    La democracia moderna se relaciona particularmente con las revoluciones francesa y estadounidense, pero es hasta el siglo xIx que se registra una difusin amplia de la escuela pblica de carcter laico, encargada de formar ciudadanos por medio de una educacin bsica gra-tuita a toda la poblacin.20 En el siglo xx predomin en las sociedades occidentales una visin instrumental en la que se va-lora el vnculo positivo entre educacin, desarrollo econmico y democracia, y se afirma, con base en estudios comparativos entre pases, que a mayor inversin en educacin se incrementa la productivi-dad de los individuos y se registra una mejora en las economas nacionales, lo que a mediano plazo contribuye a con-solidar la democracia.21 Sin dejar de lado 20 Gilberto Guevara Niebla, en el Cuaderno nm. 16 de es-

    ta misma coleccin (op. cit.), ofrece un recorrido en clave educativa en torno a las teoras polticas ms elaboradas entre los siglos xvI y xIx, en el que inclu-ye el pensamiento de autores clsicos como Hobbes (1588-1679), Locke (1632-1704), Rousseau (1712-1778) y Mill (1806-1873), quienes destacan el valor poltico de la educacin, pero difieren sobre sus fines (instruir al pueblo en el conocimiento de las leyes, contribuir a la convivencia social pacfica, capacitar a los ciudadanos para participar en los asuntos pblicos) y sus agentes (la familia y/o el Estado, a travs de la educacin pblica).

    21 En lo esencial, se considera que el acceso y la perma-nencia en los sistemas educativos de toda la poblacin es una de las fuentes ms poderosas para reforzar los sistemas polticos, aunque sabemos que esto por s solo no garantiza la democratizacin de la educacin ni la mejora en la calidad de vida en las democracias.

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    su contribucin al desarrollo econmico y social, otras vertientes de este enfoque integran los aspectos ticos y culturales de la educacin e indagan sobre sus efectos en los componentes del sistema poltico, sobre todo los que tienen que ver con la formacin de una cultura cvica favorable al sistema democrtico. Consideran que a travs de la educacin se pueden alcanzar dos objetivos simultneos: la formacin moderna de la ciudadana y la competiti-vidad internacional.22

    Otra visin es la de la filosofa poltica que se interesa por los fundamentos de la democracia y explora la funcin edu-cativa en la formacin de valores y acti-tudes favorables a ella, bajo el supuesto de que la educacin no debe limitarse a la transmisin de conocimientos y que le corresponde contribuir a la construccin 22 Es el caso de la UNEsCO, al plantear los cuatro pilares

    de la educacin para el siglo xxI: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser (Jacques Delors, coord., La educacin encierra un tesoro. Informe a la unesco de la Comisin Interna-cional sobre la Educacin para el Siglo xxi, UNEsCO, Mxico, 1997), as como de la CEpAl, que admite que educar en la modernidad supone aceptar el desafo de conciliar funciones instrumentales con compromisos ticos y polticos, toda vez que la racionalidad ins-trumental no garantiza la vigencia de componentes valorales como los derechos humanos, la democracia, la equidad y la solidaridad (CEpAl, Equidad, desarrollo y ciudadana, Agenda Social II, Alfaomega y CEpAl, Colombia, 2001).

    de una cultura cvica que predispone a los ciudadanos a participar en la poltica y a hacer propios los principios y prcticas democrticos. A diferencia de la primera, en esta visin se destaca la contribucin direc-ta e individual a la democracia, en la medida en que las personas tienen mayor educacin y asumen actitudes democrticas.

    Hay que tener en cuenta que buena parte de los estudios empricos sobre la formacin poltica de los ciudadanos se ha realizado desde la perspectiva concep-tual y metodolgica de los estudios en cultura poltica, los cuales indagan sobre las percepciones que se tienen acerca del ejercicio y las relaciones de poder y se in-teresan en conocer el grado de aceptacin y la adhesin o apego de la poblacin hacia el conjunto de instituciones polticas.23 En el caso de Mxico, a partir de la dcada de los aos noventa del siglo xx, se han rea- 23 El estudio pionero de Gabriel Almond y Sydney Verba

    (La cultura cvica. Estudio sobre la participacin poltica democrtica en cinco naciones, Euroamrica, Espaa, 1970), constituye un marco de referencia obligado en lo que toca a los estudios sobre la cultu- ra poltica, determinada por los procesos de socializa-cin, de manera significativa por la educacin. Ambos autores introducen el concepto de cultura cvica y la entienden como aquella que combina actitudes y orientaciones de orden cognitivo, afectivo y evaluativo de los miembros de una comunidad hacia los fenme- nos polticos, en la que se mezclan aspectos demo-crticos y/o modernos y patrones de comportamiento autoritarios y/o tradicionales.

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    lizado diversas investigaciones en torno a la cultura poltica de la poblacin en gene-ral que en su mayora centran la aten-cin en las percepciones de los ciudadanos respecto a la poltica, las instituciones y actores de la misma, con el detonante es-pecial de los procesos electorales. Si bien la mayor parte de estos estudios no abor- dan de manera directa el elemento edu-cativo, sus hallazgos han dado lugar a reflexiones sobre la educacin de los ciu-dadanos y ofrecen pistas para comprender la racionalidad y el sentido de las acciones y programas nacionales de educacin para la ciudadana.

    Ahora bien, tradicionalmente la for-macin ciudadana ha tomado forma en el curso de instruccin cvica, educacin cvica o civismo de la educacin bsica. En el caso de Mxico, los constructores del sistema educativo nacional en el siglo xIx se inspiraron en las ideas de otros pases. La idea de contar con un cuerpo de conocimientos destinado a capacitar a los futuros ciudadanos para el ejercicio de la democracia se remonta, como hemos men-cionado, a la Revolucin Francesa, que da origen al Estado moderno como lo conoce-mos y a la conversin de la educacin en servicio pblico (educacin universal de carcter obligatorio, uniforme y laico), con

    el claro propsito de promover la igualdad y la instruccin para toda la poblacin, la cohesin social, la integracin poltica y la legitimidad de la nueva sociedad libe-ral.24 En Mxico, al decir de Pablo Latap, junto a las finalidades polticas de educar a las nuevas generaciones en conformidad con los principios republicanos, figuraba el propsito de impartirles una formacin moral que diera solidez y consistencia al proyecto poltico nacional.25

    A partir de la Independencia en 1810, se estableci el laicismo en el mbito edu-cativo y la educacin se propuso formar ciudadanos, en el sentido de transmitir a las nuevas generaciones el patriotismo y la lealtad hacia la nueva nacin que se constitua. Por vez primera, se defini la competencia del Estado respecto a la educacin y se habl de instruccin cvica y poltica para los estudiantes desde la primaria. Con la Constitucin de 1857, las Leyes de Reforma de 1857-1861 y la Ley Lerdo de 1874, quedaron definidos los

    24 Uno de los resultados de la Revolucin Francesa fue la Declaracin de los Derechos Universales del Hombre que, entre otros avances, institucionaliz la ciudadana como base del orden poltico, estableci el derecho a la educacin y plante la necesidad de promover las virtudes ciudadanas como pieza clave del nuevo orden social.

    25 Pablo Latap Sarre, El debate sobre los valores en la escuela mexicana, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 2004, p.13.

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    mbitos de competencia de la Iglesia y el Estado, as como el carcter libre y laico de la enseanza. La nocin de educacin c-vica que prevaleci en ese tiempo fue la de fomentar valores patrios hacia la nueva nacin, mediante la creacin de smbolos, mitos y hroes que favorecieran los lazos sociales, y en instruir a la poblacin sobre las reglas urbanas y las normas de convi-vencia social.26

    A fines del siglo xIx, durante el Porfi-riato, se divulgaron con fuerza las ideas del positivismo y los valores de libertad, orden y progreso, a los cuales se aadi el de moralidad, entendida como formacin del carcter. El Estado se interesaba por la moral de los individuos en la medida en que favoreca el cumplimiento de las leyes y promova valores como la obediencia, el respeto, la puntualidad, el amor filial, la gratitud y el amor a los dems, entre otros. En ese contexto, se consider que corresponda a la instruccin pblica ase- gurar las instituciones democrticas, desa- rrollar los sentimientos patriticos y con-tribuir al progreso moral y material de la nacin, a travs de una educacin primaria integral que atendiera el desarrollo moral, 26 Consultar rika Tapia, Socializacin poltica y educa-

    cin cvica en los nios, Instituto de Investigaciones Dr. Jos Mara Luis Mora e Instituto Electoral de Quertaro, Mxico, 2003.

    fsico, intelectual y esttico de los escola-res, y de una educacin laica y gratuita. De esta manera, la educacin se propuso incor-porar a todos los mexicanos al desarrollo del pas y lograr la unidad nacional.

    La asignatura de moral o civismo, con cambios en su denominacin, se mantuvo en el currculo de primaria a lo largo del siglo xIx, dado el propsito de los gobiernos republicanos de promover conductas morales para la convivencia y la estabilidad poltica. Pablo Latap dis-tingue dos grandes etapas en este largo periodo que va desde la Independencia hasta el Porfiriato: una de preparacin (1821-1867), en la que prevaleci la idea de impulsar la educacin para formar una sociedad homognea y moderna; y otra de consolidacin (1867-1911), en la que se concibi la educacin como factor de orden y progreso, as como medio para integrar la sociedad y afianzar la identidad nacional.27 Durante ese tiempo se perfila-ron algunos de los rasgos de la enseanza pblica mexicana: la laicidad que ad- quiere plena expresin con el trmino en- seanza laica, la obligatoriedad, la gratuidad y la enseanza primaria, que se va conformando de manera gradual 27 Ver Pablo Latap Sarre, El debate sobre los valores en

    la escuela mexicana, op. cit.

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    hasta adquirir su perfil actual. Hacia finales de ese siglo se hace una distincin impor-tante entre los trminos de instruccin o enseanza (transmisin de conocimientos) y educacin, y se reserva este ltimo para referirse a las tareas del Estado encami-nadas al desarrollo de las capacidades de las personas y a la inculcacin de valores morales y estticos.

    A principios del siglo xx, con la consolidacin de los Estados nacionales en el mundo, el civismo adquiri gran importancia como vehculo de afirmacin de las identidades nacionales. En Mxico se dieron transformaciones importantes en la educacin nacional a partir de la Re- volucin, la Constitucin de 1917 y la fundacin de la sEp en 1921. La funcin educativa del Estado se concibi como ex- presin de la lucha por la justicia social, la laicidad se convirti en ideario, se cre la escuela popular y se emprendi una cam- paa nacional de alfabetizacin. La ne- cesidad de autoafirmarse llev a los gobiernos revolucionarios a concebir la educacin como instrumento poderoso para transformar la sociedad y al nacio-nalismo revolucionario como poltica educativa que diera unidad e identidad a todos los mexicanos. Desde esa visin de moral laica, la formacin de los ciudada-

    nos y futuros ciudadanos deba promover el sentido nacionalista y socializar en los valores de la vida social, lo que condujo a resaltar el civismo sobre la moral en el currculum formal.

    A partir de la dcada de los treinta, de nueva cuenta se emprende una revi-sin de la asignatura de civismo, en un contexto de tensiones entre las polticas internacionales y la fuerza de la tradicin nacional en materia educativa. Finalmente se impuso un paradigma que, en opinin de Gilberto Guevara Niebla, se concentr en la esfera cognoscitiva de la educacin, lo que deriv en un civismo de carcter fundamentalmente informativo y terico, desligado de la prctica.28 El acento se puso en el tema de la identidad, sin estimar los aspectos polticos, pero no se impulsa-ron el pensamiento crtico ni los valores bsicos de la democracia, entre estos el de la participacin ciudadana. Esto se vio reforzado con la aparicin de los libros de texto gratuitos y obligatorios (1959), a partir de los cuales se uniformaron los contenidos de la enseanza recibida por la poblacin infantil de todo el pas bajo el principio de igualdad de polticas educativas.

    28 Ver Gilberto Guevara Niebla, Democracia y educacin, op. cit.

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    Tiempo despus, con el surgimiento del Estado de bienestar, se consolid una concepcin del ciudadano como simple depositario de derechos y se abandon el esquema curricular por asignaturas para dar lugar a la organizacin de contenidos por reas de conocimientos. As, durante el periodo de 1970-1976, se reform el plan de estudios de la educacin bsica con ba- se en nuevos criterios que enfatizaron una formacin armnica, con capacidad crea-dora, y una educacin democrtica, con conciencia histrica; al rea de ciencias sociales (integrada por conocimientos provenientes de diversas disciplinas como la historia, la geografa, la economa y la poltica) correspondi la tarea de educar para la ciudadana. Sin embargo, no pas mucho tiempo para que surgieran las crti-cas a este nuevo esquema curricular.

    Dos voces reconocidas caracterizan lo ocurrido en Mxico durante casi 50 aos en relacin con la enseanza del civismo en la primaria, a partir de la reforma al ar-tculo 3 constitucional en 1946. Pablo Latap identifica tres constantes en sus contenidos: el conocimiento de las leyes e instituciones del pas (cultura poltica), la formacin de hbitos que necesita el funcionamiento de la sociedad (socializa-cin) y el fomento del sentido de identidad

    nacional (nacionalismo).29 Por su parte, Gilberto Guevara Niebla encuentra que la formacin escolar se vio condicionada por tres factores: ausencia de una preo-cupacin explcita por la formacin de la personalidad moral del alumno, un sistema educativo centralista y burocrtico en el que imper una concepcin jerrquica de la relacin maestro-alumno y una ges-tin institucional vertical, as como una orientacin filosfica que postulaba la neutralidad del conocimiento.30

    Al inicio de la dcada de los ochenta se comenz a percibir una acusada ten- dencia a la abstencin electoral en los pases con una tradicin democrtica, junto con expresiones de rechazo a la poltica, des-prestigio de las autoridades en el gobierno y conflictos relacionados con la identidad cultural. Esta situacin llev, por un lado, a cuestionar la concepcin de ciudadana y el lugar de la formacin de los ciudada-nos en el modelo democrtico liberal; por otro, motiv a varios pases a emprender reformas con el claro propsito, entre otros, de imprimir una visin integral a la educacin y atender de manera simultnea 29 Ver Pablo Latap Sarre, El debate sobre los valores en

    la escuela mexicana, op. cit.30 Ver Gilberto Guevara Niebla, Civismo contra la bar-

    barie, en Foro de educacin cvica y cultura poltica democrtica, IFE, Mxico, 2000.

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    la dimensin pblica (bases para la con-vivencia social) y privada (bases para la regulacin del comportamiento propio) de la persona. De esta manera, ante los mlti-ples dficit democrticos, la educacin para la ciudadana adquiere un renovado inters y significado como alternativa para edificar democracias consolidadas y gobernables.31

    Por su parte, los pases de Amrica Latina tambin se han dado a la tarea de re- visar los programas y las acciones de edu-cacin de los ciudadanos asociadas a los procesos de desarrollo de la democracia con el propsito, entre otros, de superar la mera democratizacin electoral con un cambio ms profundo en la cultura poltica de la poblacin. A partir de las transiciones polticas y las reformas econmicas de la dcada de los ochenta, el concepto de ciu-dadana adquiere centralidad en el debate pblico regional, entendida como la cali- 31 En este contexto de revitalizacin de la educacin

    de los ciudadanos para la democracia, Bradley Le-vinson observa una tendencia a la articulacin de modelos y programas internacionales, el incremento de la colaboracin entre los ministerios de educacin y otros sectores gubernamentales y sociales, as como la canalizacin de recursos por parte de organismos internacionales para la educacin de los ciudada- nos (Ver Bradley Levinson, La consagracin cvica en Amrica Latina, en Metapoltica, nm. 53, CEpCOM y Ediciones de Educacin y Cultura, Mxico, mayo-junio de 2007).

    dad personal de ser portador de derechos frente al Estado y los dems individuos, y como libre opcin de involucrarse en las decisiones y asuntos pblicos de la socie-dad. La educacin, sobre todo la escuela, es vista como el camino ms eficaz para llevar a cabo dicho cambio.32

    Lo cierto es que las reformas educativas surgen en un contexto de cambios estruc-turales ms profundos en las sociedades de la regin, derivados de la globalizacin, el debilitamiento del Estado en la financia-cin de la educacin, el incremento de los procesos de privatizacin y la tendencia a la descentralizacin administrativa, como condicin de los Estados para favorecer la competitividad en un mundo globaliza-do, entre otros factores. En el campo edu-cativo, Alberto Martnez Boom advierte, en lo esencial, una orientacin del servicio educativo en el nivel bsico, focalizado ha- 32 Al respecto, la OEA plantea Una educacin en donde en-

    sear y aprender sea parte de un mismo proceso. Una educacin que permita construir consensos a travs del disenso, que problematice la realidad y forme concien-cias crticas. Una educacin que a partir de los hechos y los datos forme opiniones sustentadas en el respeto a la diversidad de creencias y valores sin perder de vista el bien comn. La educacin para la democracia va mucho ms all de educar a los jvenes a conocer los mritos de la democracia representativa, sustentndose en la nece-sidad de formar valores cvicos y ticos que les permitan convertirse en ciudadanos libres, informados, crticos y capaces de actuar responsablemente para transformar su entorno (Carta Democrtica Interamericana, 2001).

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    cia sectores marginales como expresin de la equidad en lo social; el constructivismo como estrategia pedaggica; esfuerzos en la profesionalizacin de los docentes; autonoma universitaria en lo pedaggico, lo administrativo y lo financiero; nfasis en la formacin de competencias bsicas; un replanteamiento de la educacin como servicio pblico que puede ser prestado por particulares o por el Estado, y una concepcin de la educacin como medio para alcanzar el nivel competitivo en la acumulacin de conocimientos.33

    A fines del siglo pasado, en Mxico se emprende una nueva etapa de revisin de la educacin bsica, que da lugar a la reforma de 1992-1993, a partir de la cual se recupera el ordenamiento curricular por materias y se elaboran nuevos li-bros de texto y materiales didcticos, en correspondencia con los nuevos planes y programas de estudio. La educacin cvica reaparece como una asignatura especfica con un enfoque que enfatiza la conducta individual y la norma como base de la convivencia social, as como la relacin existente entre los derechos y las 33 Ver Alberto Martnez Boom, Polticas educativas en

    Iberoamrica, en Cuadernos de la oei, Educacin comparada 4: Poltica y educacin en Iberoamrica, Organizacin de Estados Iberoamericanos, Espaa, 2000.

    obligaciones de las personas. Por primera vez incluye contenidos sobre derechos humanos, los cuales se integran a los gran-des lineamientos de la poltica educativa y cobra relevancia la idea de capacitar a los ciudadanos y futuros ciudadanos pa-ra intervenir activamente en los asuntos de inters pblico.34 En este contexto, nuestro pas ratifica en 1990 la Conven-cin sobre los Derechos de la Niez, ins-trumento jurdico internacional de carcter vinculatorio, que considera a nios y nias como titulares de derechos.35 Pablo Latap resume en cuatro tendencias la nueva con-cepcin curricular: formacin de valores, conocimiento de los deberes y derechos, familiaridad con la organizacin poltica del pas, y fortalecimiento de la identidad nacional.36 As, el civismo retoma su lu-gar como contenido y espacio curricular en la primaria, con el nombre de Educacin cvica, y se introduce en la secundaria la asignatura de Formacin cvica y tica a partir del curso escolar 1999-2000.

    34 Ver Gloria Ramrez, La educacin ciudadana ante los retos de la democracia en Mxico, UNEsCO, Mxico, 2005.

    35 Sin embargo, aun con la Convencin sobre los Derechos de la Niez, el derecho a la educacin sigue pensndose principalmente en su vnculo con el orden escolar y adopta como su objeto la relacin del individuo con el sistema educativo que el Estado ofrece como servicio pblico.

    36 Pablo Latap Sarre, El debate sobre los valores en la escuela mexicana, op. cit., p. 24.

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    En el Programa Nacional de Educa-cin 2001-2006 el tema de los valores tiene una presencia discursiva relevante y se habla de una educacin que, adems de ser equitativa, de calidad, pertinente e incluyente, deber ser formativa e integral, vinculada con la construccin de una tica pblica.37 Desde el enfoque de desarrollo de competencias ciudadanas y cvicas, se busca que los estudiantes asuman las actitudes necesarias para ejercer una ciudadana competente y responsable y se establezcan las bases de una autntica vida democrtica, sustentada en la par- ticipacin y compromiso en la vida pblica de los ciudadanos, as como en el respeto a las diferencias culturales y en una cultura de la legalidad, respetuosa de los derechos de los dems y a favor de la justicia. Estos ideales se concretan en la pretensin indita de aplicarlos no sola-mente en las interacciones pedaggicas que ocurren dentro del aula y en la escuela, sino tambin en el perfil profesional de los docentes de educacin bsica.

    37 La vinculacin que se establece entre la formacin moral y una tica pblica resulta de especial inters para Pablo Latap, quien encuentra que nunca antes un documento de poltica educativa haba explicitado la proyeccin de la escuela sobre los comportamientos ticos de la sociedad (Ibdem).

    Cabe mencionar que a la par de los pro- cesos de reforma de los programas curricu-lares de la educacin bsica se han diseado mltiples programas transversales que, des-de distintos enfoques, apelan a la formacin de un sujeto ciudadano ms participativo.38 En los ltimos aos las escuelas del pas se han abierto a nuevos temas ligados a los derechos humanos (derechos de la ni-ez, gnero, cuidado del medio ambiente, igualdad de oportunidades, entre otros) y se instrumentan programas especiales, en su mayora promovidos por instituciones pblicas como el Instituto Federal Electoral (IFE), la Comisin Nacional de Derechos Humanos (CNDh), la Comisin Nacional para Prevenir la Discriminacin (CONApRED) y el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUjEREs), junto con algunas secretaras de Estado.39

    38 La misma existencia de mltiples denominaciones para expresar y dar cuenta de la formacin ciudadana (educacin cvica, civismo, educacin en derechos hu-manos, educacin en y/o para la democracia, educacin ciudadana, educacin en valores y educacin para la paz, entre otras) refleja la riqueza del campo de la educacin de los ciudadanos, la intensa dinmica de las sociedades, pero tambin la existencia de diferentes y hasta opuestas posturas polticas, ideolgicas y pedaggicas.

    39 No obstante lo novedoso y refrescante de estas ini-ciativas, se trata por lo comn de acciones puntuales y dispersas que suelen llegar tan slo a una parte de la poblacin estudiantil y sobrecargar con demandas y programas extracurriculares mltiples y divergentes a los docentes y centros educativos que, en la mayora de los casos, los aplican de manera desarticulada al curriculum formal y ordinario.

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    El referente ideolgico y valoral de la educacin nacional en Mxico ha sido y es, a partir de la segunda mitad del siglo xx, el artculo 3 de la Constitucin, re-formado en 1946, que plantea el carcter laico, democrtico y nacional de la edu-cacin pblica como uno de sus rasgos esenciales. Pablo Latap identifica cuatro valores centrales y otros subordinados en esta norma constitucional:

    a) Desarrollo armnico de las facultades del ser humano; b) primaca del conoci-miento cientfico y laicismo; c) naciona-lismo y amor a la patria (comprensin de nuestros problemas, defensa de nuestra independencia poltica y promocin de la econmica; aprovechamiento de nuestros recursos; continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura; solidaridad interna-cional; autoridad social del Estado); y d) democracia como mejoramiento eco-nmico, social y cultural (dignidad de la persona; integridad de la familia; inters general de la sociedad; fraternidad; igual-dad de derechos; justicia).40

    Si bien en este recorrido histrico se destaca un impulso sostenido del patrio-tismo y la nacionalidad en la educacin cvica escolar, se observa que sta ha 40 Pablo Latap Sarre, El debate sobre los valores en la

    escuela mexicana, op. cit., p. 22.

    sido deficitaria en el conocimiento de la democracia y sus mecanismos, as como en la formacin de sujetos democrticos. Adems, hay asuntos que, por ausentes o tenues en el debate sobre la formacin de los ciudadanos y en las reformas edu-cativas, llaman la atencin; por ejemplo, est el relativo al perfil profesional de los docentes de educacin cvica y a una estrategia de capacitacin y formacin, como acompaamiento constante de las polticas educativas nacionales.

    Como hemos visto, el mbito escolar es el eje sobre el que se ha construido la historia de la educacin de los ciudadanos en Mxico, toda vez que es el espacio privilegiado de institucionalizacin de la educacin, que incluye o niega deliberada-mente la formacin ciudadana. Sin embar-go, hay que considerar que la formacin de los ciudadanos tambin tiene que ver con los procesos educativos no escolares o informales y con la distribucin equitativa de los conocimientos y el dominio de los cdigos en los que circula la informacin social necesaria para la participacin ciu-dadana. Si bien es indudable que la escuela representa un espacio fuera del ambiente familiar en el que el individuo comienza a entenderse a s mismo como igual a los otros y se vincula con una comunidad

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    social distinta, y que como dice Carlos Cullen, la escuela, como vigencia de lo p-blico, es todava el espacio de aprendizaje de lo comn como lo universal, lo abierto y lo justo, es importante considerar que existen otros espacios abiertos a la edu- cacin de los ciudadanos: el hogar, el es-pacio urbano, la comunidad, la calle y el lugar del trabajo, que se distinguen entre s y de la escuela por el tipo de sociabilidad que prima en cada uno de ellos.41

    En este sentido, Gilberto Guevara Niebla sostiene que la primera escuela de ciudadana es la poltica misma, la poltica real, en donde se aprende primero que nada de los diversos intereses que entran en juego en el terreno de la poltica y se confirma el principio educativo de que son las generaciones adultas las que educan a las jvenes.42 Por otra parte, para la teora

    41 Consultar Carlos Cullen, Crtica de las razones de educar, Paids, Argentina, 1997.

    42 Ver la intervencin de Gilberto Guevara Niebla en el Panel nacional sobre educacin ciudadana (versin estenogrfica), celebrado en el IFE, Mxico, diciembre de 2006.

    poltica de la educacin importa no slo el contenido de la educacin ciudadana sino su distribucin y el reparto de la autoridad educativa. Amy Guttman argumenta que las escuelas tienen una capacidad y ventaja comparativa mayor que la de las familias para ensear a razonar en voz alta sobre los desacuerdos que surgen en la poltica de- mocrtica y a entender la moral poltica apropiada para la democracia.43

    Por ltimo, cabe destacar que en Mxico el renovado inters por la formacin de los ciudadanos y la reconstitucin del espacio pblico ha estado ligado al proceso de construccin de la democracia electoral.44

    43 Ver Amy Guttman, La educacin democrtica, op. cit.

    44 Ver Alberto J. Olvera, Ciudadana y democracia, Cuadernos de Divulgacin de la Cultura Democrtica, nm. 27, IFE, Mxico, 2008.

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    La educacin para la formacin de la ciu- dadana nunca es neutral y sus princi-pios, propsitos, contenidos y mtodos siempre promueven, aunque no se haga explcito, algn tipo de valor y de pensa-miento. Su cercana con la moral es evi-dente, toda vez que formar el carcter de las personas es funcin legtima e inevita-ble de la educacin. Los fines educativos son en realidad valores, no queda duda, aunque se les formule de otra manera, ya que su finalidad es que las personas lle-guen a apropiarse de su propia dignidad como seres humanos. Detrs de todo fin educativo, lo mismo que en la democra-cia, hay valores y visiones del mundo y del ser humano que lo sustentan.

    Existe una pluralidad de enfoques tericos y modelos educativos que han orientado las estrategias y programas de formacin ciudadana a lo largo de la his-toria y que nutren el debate actual sobre la funcin de la educacin en el orden democrtico. Su referente principal, como hemos visto, es la educacin formal, dada la larga y central aunque no exclusiva tradicin escolar.

    Por ejemplo, desde el punto de vista de las racionalidades pedaggicas aso-ciadas a la formacin de los ciudadanos, Henry Giroux identifica tres enfoques principales: a) La racionalidad tcnica, con intereses de dominacin, que se funda en ideas de adaptacin y comportamientos ideales de los individuos (conformacin del individuo a las normas establecidas), sin considerar las condiciones sociales de existencia; en este modelo, la nocin de ciudadana se limita al dominio de tareas procedimentales desprovistas de compro-miso poltico en torno a lo que es democr-ticamente justo o moralmente defendible. b) En cambio, la racionalidad hermene-tica se interesa en la intencionalidad y significado de la comunicacin, y atiende el ideal del ciudadano libre, independiente y autnomo que encuentra en el dilogo una condicin de individuos-ciudadanos libres para construir acuerdos y vivir en una sociedad mejor. c) Por su parte, la ra- cionalidad emancipatoria parte de las condiciones sociales en las que se dan las relaciones pedaggicas y se estructu-ran las subjetividades particulares en torno a lo que significa el hecho de ser miem-

    Los enfoques y contenidos de la formacin ciudadana

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    bro de la sociedad. Concibe la ciudadana como una prctica histrica vinculada con las relaciones de poder y con las forma-ciones sociales de significado.45

    Ahora bien, en funcin de los conteni-dos en juego y de la enseanza cvica, Eric Suzn Reed identifica los elementos ms significativos que estn presentes en los di- versos planes y programas escolares y distingue nueve modelos que expresan dis-tintas intencionalidades educativas: a) La enseanza como patriotismo promueve la lealtad ya sea al Estado o a la comunidad, y exalta la historia oficial y el naciona-lismo. b) La enseanza como responsabili-dad paterna otorga a los padres la potestad de elegir el tipo de formacin que desean para sus hijos, de acuerdo con sus propios valores, lo que deja fuera la multiplicidad de posiciones valorativas que existen en la sociedad. c) La enseanza religiosa deri-va de la conviccin de que la mejor manera de ensear las virtudes cvicas es a travs de las normas morales de las creencias reli-giosas, pero no atiende la disparidad que se presenta entre lo que indica la moral y lo que dicta la religin, entre lo que ambas determinan y lo que privilegia el inters pblico o de la comunidad poltica. d) La 45 Ver Henry Giroux, La escuela y la lucha por la ciuda-

    dana, Siglo xxI Editores, Mxico, 1993.

    educacin centrada en el conocimiento de la Constitucin transmite saberes relacio-nados con el gobierno y los derechos que frente a l tienen los individuos y los gru- pos, pero se limita a la descripcin de las instituciones pblicas y de los derechos ciudadanos sin considerar la naturaleza conflictiva que tiene la poltica en toda sociedad. e) La enseanza cvica a partir del pluralismo busca formar ciudadanos moralmente autnomos y con pensamien-to crtico, que se conduzcan con base en principios en la expresin de sus ideas y en la resolucin de conflictos. f) La ense-anza basada en los sentimientos y en los afectos se sustenta en la idea de que la empata es una fuente de motivacin cvi-ca y est directamente relacionada con la probabilidad de involucrarse en acciones de carcter social. g) La enseanza basada en la experiencia que ofrece el entorno es-colar considera que ciertos valores, como el respeto, slo se aprenden mediante la prctica y aplicacin de reglas. h) La ense-anza basada en la experiencia que ofrece la accin comunitaria privilegia los apren-dizajes que promueven la intervencin de los alumnos en los asuntos comunitarios, el sentido de responsabilidad y el hbito de participacin voluntaria en causas so-ciales. i) La enseanza centrada en el desa-rrollo de habilidades para la participacin

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    ciudadana est dirigida a que los alum- nos emprendan en el futuro acciones como ciudadanos mediante el anlisis de la rea-lidad, la prctica de actividades cvicas y la solucin grupal de problemas cotidianos comunes.46

    Por su parte, Pablo Latap examina dos grupos de enfoques tericos y m-todos empleados en la formacin del ciudadano.47 En el primero agrupa cuatro concepciones que representan posiciones de principio ante el propsito de formar en valores: a) La indoctrinacin, me-diante la cual se imponen los principios y comportamientos deseables a travs de su proclamacin insistente y autoritaria, con base en el sometimiento, y se inhibe el contacto con lo diverso.48 b) El espon-tanesmo, que en el polo opuesto y bajo 46 Consultar Eric Suzn Reed, Ciudadanos ausentes. La

    educacin cvica como prioridad nacional, en Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, vol. xxvII, nm.1 y 2, Centro de Estudios Educativos, Mxico, 1997.

    47 Ver Pablo Latap Sarre, El debate sobre los valores en la escuela mexicana, op. cit.

    48 Para Adela Cortina (El quehacer tico. Gua para la educacin moral, Aula xxI, Santillana, Espaa, 1999) tambin resulta imprescindible hacer la distincin entre indoctrinar y educar, que radica esencialmente en la meta que se persigue y no tanto en el contenido que se transmite o el mtodo que se utiliza. La indoctrinacin, desde una moral cerrada, transmite contenidos mo-rales con el propsito de que el alumno los incorpore y ya no est abierto a otros contenidos posibles.

    el supuesto de la neutralidad, postula la libertad sin lmite del educando, quien definir sus propios valores y encontrar las conductas convenientes. c) El relati-vismo, que considera que los valores son relativos porque han variado en la historia, de tal suerte que son valores de situacin que los educandos habrn de elegir para adaptarse a su entorno; sin embargo, en esta postura se ignora que s hay valores universales y son los derechos humanos. Y d) La neutralidad, que se confunde con la laicidad escolar y es un falso principio, conduce a los maestros a ser pretendida-mente neutrales de manera activa o pasiva, puesto que se considera que a la escuela no le corresponde educar en valores. Lo cierto es que en materia educativa no se puede ser neutral. En el segundo grupo incluye los enfoques que profundizan en los mtodos ms cercanos a una pedagoga de los valores, que retoma del esquema propuesto por Silvia Schmelkes, el cual exponemos a continuacin.

    Otra forma de agrupar los enfoques formativos es segn su presencia en el medio educativo mexicano, como lo hace Silvia Schmelkes: a) En el enfoque prescriptivo se pretende formar por la va de la asimilacin de informacin y la ejercitacin de la memoria. Hay ausen-

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    cia de significado en la medida en que la formacin est desvinculada de la conduc-ta y la atencin se centra en el maestro. b) El enfoque clarificativo aumenta en profundidad al introducir la reflexin y, con ello, la objetivacin de los valores que facilita la congruencia entre el pen-samiento y la accin. c) En el enfoque reflexivo-dialgico se busca que el sujeto identifique los valores en juego, reflexione sobre ellos y tome decisiones, a partir principalmente de situaciones di-lemticas hipotticas y reales en dilogo con los otros. Se aprovecha lo que ofrece el currculum para la reflexin indivi-dual y la discusin colectiva de valores. d) El enfoque vivencial complementa el anterior porque ampla las situaciones y fuentes de aprendizaje de valores del aula al centro o institucin escolar, considerada como una microsociedad democrtica. Y e) El enfoque de construccin de la tica a travs del servicio al otro supone la existencia de oportunidades graduadas de servir en el mbito escolar y en la comu-nidad inmediata.49

    Por ltimo, desde una perspectiva filo-sfica, Rodolfo Vzquez resume en cinco

    49 Ver Silvia Schmelkes, Cinco premisas sobre la for-macin en valores, en Antologa: Formacin cvica y tica ciudadana, Movimiento Ciudadano por la Democracia y Amnista Internacional, Mxico, 2001.

    los modelos tericos que dan cuenta de la educacin de los ciudadanos: a) El modelo tradicional o conservador busca el perfec-cionamiento moral, a partir de la idea de que lo que es bueno para un individuo es independiente de sus propios deseos, y que el Estado puede dar preferencia a aquellos intereses y planes de vida que considera que son objetivamente mejores. b) En el modelo libertario o liberal se privilegian los derechos individuales y se estima que la educacin no debe estar basada en nin-guna concepcin particular del bien, y que le corresponde, ms bien, proporcionar los elementos morales y supuestamente neutrales que permitan a los individuos elegir por ellos mismos. Se considera, en consecuencia, que cada individuo puede aprender por s mismo lo que est bien (y lo que est mal) y llegar a tener sus propios valores. c) El modelo comunitario, por su parte, prioriza los derechos sociales por encima de los individuales y enfatiza la importancia de la pertenencia a la comu-nidad poltica. Desde un relativismo cul-tural, considera que la calificacin moral de una accin como buena o mala de- pende de cada cultura o cada grupo social. d) El modelo republicano pone el acento en la formacin del ciudadano basada en el desarrollo de las virtudes cvicas como la lealtad, el patriotismo, la honestidad,

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    la prudencia y el orgullo, entre otras. Y, e) El modelo liberal-igualitario sostiene que hay una prevalencia de lo correcto so- bre lo bueno, a partir de un objetivismo moral mnimo que acepta como mar- co normativo los principios de autonoma, dignidad e igualdad de los seres humanos. Se compromete con los derechos huma- nos, entendidos tanto en su dimensin in- dividual y social, y con la educacin de-mocrtica de los ciudadanos, concebida como la formacin de la autonoma de las personas a partir del reconocimiento de sus necesidades y el desarrollo de sus capacida-des bsicas. Reconoce la diversidad social y la existencia de un pluralismo de valores que enriquecen la vida de los individuos y las sociedades, y plantea la necesaria promocin de la imparcialidad y el respeto mutuo, as como de las virtudes liberales, igualitarias y democrticas, que se derivan de los derechos humanos fundamenta- les (civiles, polticos y econmicos, sociales y culturales).50

    Ahora bien, en la medida en que el proceso educativo promueve un cambio de estado en la persona, cambio en el que 50 La referencia es doble: Rodolfo Vzquez, Educacin

    liberal. Un enfoque igualitario y democrtico, Fon-tamara, Mxico, 1999, y su intervencin en el Panel nacional sobre educacin ciudadana, op.cit.

    la idea de valor juega un papel esencial, el principio de neutralidad defendido en las posturas extremas de la visin liberal es imposible, ya que la educacin tiene efec-tos que no son neutrales. Si se acepta que los valores son sustanciales en la educa-cin, elementos que hacen que un proceso educativo lo sea, entonces el principio de neutralidad no opera. La democracia, la educacin y la ciudadana no se pueden pensar al margen de sus consecuencias prcticas en la vida social, poltica y cul-tural de las sociedades ni de la tradicin que determina sus orientaciones, as como tampoco se pueden definir en abstracto o solamente en trminos normativos e ideales.

    Por otra parte, hay que tener en cuenta que el referente principal de las perspec-tivas desde las cuales se ha pensado y desarrollado la formacin de los ciudada-nos ha sido la institucin escolar, y que el papel que se le ha asignado ha variado en funcin de las relaciones de poder en ca- da momento histrico. No obstante, un elemento que ha permanecido y se in-crementa con el paso del tiempo es la presin que se ejerce sobre este espacio regulado socialmente, particularmente sobre la educacin bsica, la primera y fundamental. As, las polticas pblicas

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    y las orientaciones curriculares revelan distintas presencias ideolgicas y tericas, que determinan los objetivos, conteni- dos, programas, estrategias y prcticas de la educacin ciudadana.

    Educar es, ante todo, una praxis orientada a capacitar a las personas a leer e interpretar la realidad y a asumir res- ponsabilidades frente a ella y, por consi-guiente, educar en la moral significa formar en y para la responsabilidad frente a los dems. A partir de estas premisas, Pedro Ortega y Ramn Mnguez sostienen que la educacin moral consiste en desarro- llar la capacidad del individuo para pensar y actuar autnomamente desde parmetros de justicia y equidad, es decir, en educar en las competencias morales y cvicas que son indispensables al ciudadano que desea una sociedad justa y pacfica y un planeta respetuoso con la vida.51 Consideran que la educacin moral debe concentrarse en el desarrollo de competencias relacionadas con tres mbitos: dilogo y convivencia entre los pueblos e individuos de culturas distintas, accin responsable contra la desigualdad y la exclusin, y relaciones ms respetuosas con el medio natural y urbano. De ah que la educacin para una 51 Pedro Ortega y Ramn Mnguez, La educacin moral

    del ciudadano de hoy, Paids, Espaa, 2001.

    vida moral no se agota en facilitar al sujeto un adecuado desarrollo del juicio moral; implica, sobre todo, desarrollar hbitos vir- tuosos de manera que los principios mora-les se expresen en la vida cotidiana de las personas y grupos sociales. Educar signifi-ca, entonces, educar en la responsabilidad moral que tiene lugar en el encuentro con el otro.

    En el terreno propiamente pedaggico, para Freinet todo est por hacer o por rehacer en el asunto de forjar al ciuda-dano consciente de sus derechos y de sus deberes, que sepa jugar su papel esencial como miembro activo de una sociedad democrtica. Luego de reconocer que la influencia de la escuela slo cubre una parte reducida del conjunto de la vida, y que es mucho ms determinante la influen-cia de la familia y el medio ambiente en la formacin cvica, afirma que la moral no se ensea, se practica.52

    En efecto, todo modelo de educacin cvica debe, al menos, bosquejar los rasgos de ese ciudadano autnomo que desea formar, no dando por bueno cualquier modelo de ciudadana. En este sentido, Adela Cortina opta por un modelo a la 52 Clestin Freinet, La educacin moral y cvica, Fonta-

    mara, Mxico, 2001.

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    vez nacional y universal que deriva, por un lado, de un proceso de diferenciacin por el que el ciudadano se sabe vinculado a los miembros de su comunidad (identidad que lo diferencia de los miembros de otras comunidades); por otro, de un movimiento de identificacin, en tanto que persona, con todos aquellos que son tambin perso-nas, aunque de diferentes nacionalidades. Este modelo de doble ciudadana se con-figura a partir de la autonoma personal, la conciencia de derechos que deben ser respetados, el sentimiento del vnculo cvi-co con los conciudadanos, la participacin responsable en el desarrollo de los proyec-tos comunes y el sentimiento del vnculo con cualquier ser humano. Esta filsofa con- sidera que la educacin del hombre y el ciudadano ha de tener en cuenta, por tanto, la dimensin comunitaria de las personas, su proyecto personal, y tambin su capacidad de universalizacin, que debe ser dialgicamente ejercida, habida cuenta de que muestra saberse responsable de la realidad, sobre todo de la realidad social, aquel que tiene la capacidad de tomar a cualquier otra persona como un fin, y no simplemente como un medio, como un interlocutor con quien construir el mejor mundo posible.53

    53 Adela Cortina, El quehacer tico, op. cit., pp. 119 y 120.

    La clave est, entonces, en identificar aquellos modelos y propuestas concretas que comparten el fin educativo de formar ciudadanos para vivir en democracia desde una concepcin de ciudadana activa y res-ponsable, reconocen que en los procesos educativos est de por medio la dignidad humana y encuentran en los derechos fundamentales un horizonte moral obli-gado. Con todo, es necesario considerar que los esquemas ideales de ciudadana y educacin se encuentran mediados por las condicionantes de la vida social. Desde esta visin, es importante recordar que la ciudadana no es slo cuestin de titularidad de derechos ni una condicin de libertad privada y derechos polticos b- sicos; es, tambin, una de las condiciones que tienen que ver con la calidad de vida de todos aquellos que forman parte de la so- ciedad, dentro de las cuales se destaca la educacin como derecho y como condi-cin de calidad de vida.

    La formacin de ciudadanos con capacidad para ejercer a plenitud sus derechos civiles, polticos, econmicos, sociales y culturales, con miras a partici-par de manera efectiva en la vida pblica, exige una resignificacin del vnculo conceptual y emprico entre la democra-cia, la educacin y la ciudadana. Ms

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    que sealar las omisiones, dificultades y ausencias de los distintos enfoques y modelos que han animado hasta la fecha la educacin cvica, toca ahora pensar en las transformaciones necesarias para modificar tanto los horizontes temticos o curriculares (contenidos) como las rutas de aprendizaje (mtodos pedaggicos), ya que, como atinadamente plantea Pedro Gerardo Rodrguez, los ciudadanos y futuros ciudadanos necesitamos aprender a resolver problemas cognitivos, morales y legales que plantea la vida pblica y la convivencia con los dems.54 En otras palabras, se trata de introducir conteni-dos o temticas que sean cercanos a las experiencias cotidianas de los escolares y adultos en formacin y despierten su inters por los asuntos pblicos y las prcticas, valores e instituciones de la democracia; metodologas que favorezcan la aplicacin de los conocimientos y sabe-res prcticos, de manera que los ciudadanos cuenten con los elementos y competen- cias necesarios para desenvolverse con eficacia en el ejercicio y defensa de sus derechos, as como en la promo-cin de sus intereses legtimos; habi-lidades que les permitan asociar las nociones bsicas de la poltica y los pro- 54 Pedro Gerardo Rodrguez, Educacin ciudadana: los

    lmites y retos de la escuela, op. cit., p. 40.

    cedimientos esenciales de la poltica de-mocrtica con la vida cotidiana, as como participar en la vida poltica del pas.

    En suma, la educacin de los ciudada-nos y el ejercicio de las virtudes cvicas aparecen, con distintos nfasis, como algo necesario para los procesos democrati-zadores, aunque no se sepa muy bien cmo educar ni cmo facilitar que sean funcionales para la profundizacin de la democracia.55 Con todo, la educacin poltica de los ciudadanos s tiene prima-ca sobre otros objetivos de la educacin pblica porque prepara a los ciudadanos para participar y reproducir de forma consciente su sociedad, lo que es ideal no slo de la educacin democrtica sino tambin de la poltica democrtica.56

    55 Jos Rubio Carracedo, Jos Mara Rosales y Manuel Toscano Mndez, Democracia, ciudadana y educa-cin, op. cit., p.11.

    56 Amy Guttman, La educacin democrtica..., op. cit.

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    El concepto de formacin ciudadana no tiene un significado unvoco. En la his-toria, la formacin ciudadana aparece asociada al sistema educativo nacional y a la poblacin infantil escolarizada, pero en la actualidad su uso se hace extensi-vo, como concepto y como prctica, para referir a la formacin que reciben tanto los ciudadanos como los futuros ciudada-nos, a la educacin en el mbito formal (escuela) y a la que se desarrolla en los espacios informales, y no se constrie a una determinada temporalidad, ya que demanda una educacin permanente a lo largo de la vida. Desde esta perspec-tiva, la educacin es un hecho poltico que puede contribuir a la transformacin social y que, como proceso dinmico, desborda los lmites de los aprendizajes escolares para vincularse prcticamente a la realidad social y poltica con intencio-nalidad democratizadora.

    Ahora bien, la educacin cvica puede definirse, de manera inicial y en un sentido amplio, como un proceso integral y per-manente de formacin de los individuos

    que alienta el desarrollo pleno de sus potencialidades, en un contexto de reco- nocimiento y respeto a sus derechos fun-damentales. En el presente se le asigna la tarea genrica de desarrollar las capaci-dades y competencias en los ciudadanos para participar en las instituciones y en la vida pblica, concretamente la tarea de favorecer la adquisicin de conocimientos, el desarrollo de habilidades y destrezas, as como la internalizacin de actitudes y valores que les permitan el ejercicio de una ciudadana activa en funcin de sus derechos y responsabilidades ampliadas.

    La educacin debe ser democrtica tanto por sus fines como por sus pro-cedimientos. El objetivo genrico de la formacin ciudadana es formar mejores ciudadanos para el sistema democr-tico que, a diferencia de otros rdenes polticos, se define por la reivindicacin del conjunto de derechos ciudadanos. El objetivo especfico es desarrollar en los ciudadanos y futuros ciudadanos las ca- pacidades y competencias necesarias (cog- nitivas, valorales, sociales, afectivas y

    Los objetivos y retos actuales de la formacin ciudadana

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    prcticas) para ejercer esos derechos, as como las responsabilidades asociadas a ellos, en su calidad de miembros de una comunidad poltica determinada. En democracia, un buen ciudadano es aquel que conoce y ejerce sus derechos que es-tn garantizados en la ley, y que adems sabe de los mecanismos de proteccin de esos derechos, reconoce la titularidad de los mismos en los dems y asume sus obligaciones legales y responsabilidades sociales.

    Desde este fin abstracto de formar buenos ciudadanos se derivan distintas concepciones y mandatos a la educacin. As lo hace Larry Diamond, quien de-termina tres tareas fundamentales de la educacin cvica: la generacin de la de-manda democrtica, el desarrollo de las capacidades de los ciudadanos para hacer que la democracia funcione, se profundice y vigorice, y el fomento a la gobernabili-dad.57 La primera gran tarea plantea el reto de que los ciudadanos y futuros ciudadanos perciban la democracia como un rgimen deseable en razn de su superioridad tica y poltica sobre otros rdenes alternativos. 57 Larry Diamond, El cultivo de la ciudadana democr-

    tica: la educacin para un nuevo siglo de democracia en las Amricas, en Conferencia Civitas Panamericano Educacin para la Democracia, Buenos Aires, Argentina, octubre de 1996.

    La capacitacin para el mejor funciona-miento de la democracia, como segunda tarea, supone la recuperacin de la poltica como actividad propia de los ciudada- nos y su disposicin a involucrarse en los asuntos pblicos y proyectos colectivos. Por ltimo, el fomento a la gobernabilidad significa acreditar que la democracia es un orden al mismo tiempo estable y eficaz para resolver los problemas sociales, que requiere educar en las prcticas y valores que contribuyan a edificar democracias ms gobernables.

    Bajo esta ptica, es importante expli-car lo que la democracia puede hacer para no sobrecargarla de expectativas y promo-ver no slo los derechos y libertades sino tambin las responsabilidades y deberes ciudadanos, el apego a la legalidad y un compromiso bsico con sus normas e ins-tituciones.58 Para lograr que la democracia se sostenga en el tiempo, es importante ex- plicar lo que la democracia realmente puede hacer y educar en valores y prc- 58 En este sentido, Amy Guttman (La educacin de-

    mocrtica, op. cit., p.17) afirma que la educacin democrtica es un ideal a la vez poltico y educativo. Porque siendo educado, un nio es al mismo tiempo gobernado, ya que no puedes ser un gobernante si nunca has sido gobernado. Ser un ciudadano democrtico implica gobernar, por lo tanto el ideal de la educacin democrtica consiste primero en ser gobernado para luego gobernar).

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    ticas que templen y equilibren las deman-das hacia ella, atemperen los conflictos, generen responsabilidad y un sentido de pertenencia a la comunidad. Es cierto que la democracia supone libertades y derechos, pero tambin obligaciones, res-ponsabilidades y un compromiso mnimo con sus principios, normas e instituciones, lo que implica que se admite y se respeta el ejercicio de la autoridad, por supuesto dentro de los lmites de la ley.

    Actualmente, los ciudadanos descu-bren que la democracia puede ser aplicada a otros campos de los tradicionalmente esperados y generan nuevas expectativas sobre su funcionamiento, juzgndola con base en su experiencia cotidiana. En efec-to, el orden democrtico aparece asociado no solamente a mejores reglas de represen-tacin poltica sino a resultados sociales y al efecto acumulado del desempeo institucional, lo que revela una conexin entre democracia y calidad de vida, entre democracia como forma de gobierno y equidad social. Al pensar en la formacin de los ciudadanos, es necesario entender las restricciones que estos enfrentan en la realidad y considerar, al mismo tiempo, tanto los derechos que los ciudadanos disfrutan formalmente como las condi-ciones bajo las cuales se ejercen, de ma-

    nera que se pueda dar cuenta de todas las dimensiones que favorecen o restringen la participacin de las personas en el m-bito pblico, as como de las relaciones y procesos nacionales e internacionales que las atraviesan.

    Una de las apuestas democrticas es lograr una educacin que, a la vez que promueve entre los ciudadanos y futuros ciudadanos la democracia como la mejor forma de gobierno posible y modo de convivencia social, contribuye a recuperar la poltica como asunto y capacidad pro-pia de los ciudadanos. Esto supone, entre otros retos, desarrollar las capacidades de intervencin efectiva de los ciudada-nos en la esfera pblica a travs de los distintos mecanismos de participacin democrtica, como el sufragio y la deli-beracin pblica.

    En lo esencial, la formacin ciudadana es un medio para incidir deliberadamente, con intencionalidad poltica y pedag-gica, en los procesos de formacin de los ciudadanos en un sentido democrtico. Esta construccin de la democracia y de la ciudadana a travs de la educacin es un asunto que compete a toda la sociedad en su conjunto y es responsabilidad de to-dos. Por su propia naturaleza no puede ser

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    encomendada a un solo actor o institucin, pero evidentemente compete de manera especial al Estado, que debe distribuir los recursos y priorizar entre los bienes pbli-cos para garantizar a todos los individuos una adecuada educacin para participar en los procesos polticos democrticos.59

    No hay duda de que la educacin tiene como fin esencial el desarrollo continuo de las personas y las sociedades, y que las polticas educativas, en tanto criterios permanentes mediante los cuales los go-biernos se relacionan con la sociedad, son una estructuracin privilegiada de las per-sonas y de las relaciones entre individuos, grupos y entre naciones; como polticas de Estado tienen, evidentemente, un papel decisivo en la formacin de los ciudadanos en las democracias.

    A partir de la dcada de los noventa del siglo pasado, la emergencia de la figura del ciudadano como sujeto de derechos, en-tre ellos y de manera destacada el derecho a la educacin, ha dado lugar a cambios 59 Al respecto, Amy Guttman (Ibdem) considera que

    no es positivo ceder la autoridad y las decisiones a un solo agente educativo de manera exclusiva, toda vez que la poltica educativa debe dejar lugar a las deli-beraciones pblicas sobre los fines y los modos de la educacin cvica. Esto es, el control democrtico de la edu- cacin por parte de todos los interesados (Estado, pa-dres de familia, docentes, estudiantes, actores polticos y sociales).

    en la relacin poltica fundamental entre gobernantes y gobernados, as como a diversas concepciones de ciudadana, en las que se discute la naturaleza del hombre y el carcter del Estado y de la sociedad modernos. La cuestin de la ciudadana democrtica y la educacin se ha discutido principalmente a la luz del individuo y de la comunidad, de la democracia y de los derechos humanos, y de los valores y vir-tudes cvicas, desde las perspectivas libe-rales y comunitaristas de la democracia.

    En efecto, como se constata en la literatura especializada sobre el tema, existen variedad de interpretaciones y criterios para agrupar las distintas pers-pectivas desde las cuales se ha teorizado sobre la democracia, la ciudadana y la educacin. Ms que centrar la atencin en las distintas maneras de clasificarlas y ca-racterizarlas, lo que importa es identificar las concepciones que estn detrs de ellas y sus implicaciones cuando se piensa en la educacin para el ejercicio de los derechos y responsabilidades de los ciudadanos. Tal como lo hemos mencionado, la de-mocracia, la educacin y la ciudadana son conceptos histricos y dinmicos que ensanchan o angostan su significado de acuerdo a las circunstancias histricas y tambin en funcin de los enfoques o perspectivas tericas desde los que se

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    abordan. Se trata, pues, de construcciones sociales que demandan el conocimiento de las ideas que las fundamentan y de las con- diciones materiales e institucionales que las soportan, as como de conceptos con-testables, en el sentido de que generan dilemas y plantean imperativos sociales.

    Para efectos prcticos relaciona-dos con las finalidades de la formacin ciudadana, en lnea progresiva hasta la actualidad, podemos identificar dos no-ciones fundamentales o ejes bsicos que estn en la base de las diferentes ideas de ciudadana, en funcin de los cuales se entretejen diversidad de teoras e inter-pretaciones que predominan en el debate pblico: la ciudadana como estatus, que concierne en trminos muy amplios a las ideas del pensamiento liberal que tiene como piso bsico los derechos indivi-duales, y la ciudadana como prctica, que refiere principalmente a los enfoques comunitaristas o republicanos, en los que se destaca el papel de los individuos como miembros de una comunidad poltica.60 60 La idea central es que la identidad individual no se

    fundamenta slo en la autonoma radical del sujeto, sino que sta se forja en la integracin en la comunidad. La ciudadana, por tanto, es activa y consiste en la par-ticipacin en la vida comunitaria, en sus instituciones y prcticas, y en la defensa de sus valores y principios, por lo que las obligaciones de los ciudadanos pueden ser mayores que sus derechos.

    Por un lado est el individuo hecho ciu-dadano por una disposicin jurdica; por otro, los ciudadanos que luchan por hacer cumplir las aspiraciones contenidas en sus derechos. 61

    Ahora bien, de manera simultnea a los procesos de transicin a la democracia que se han vivido en diversas latitudes y en Mxico, se ha presenciado un creciente y renovado inters por la formacin de los ciudadanos. Sin embargo, de manera paradjica, en los ltimos aos diversas encuestas y estudios de opinin pblica dan cuenta, entre otras cosas, del desen-canto, decepcin y distancia de los ciuda-danos frente a la poltica, revelando serios cuestionamientos hacia los polticos, los partidos polticos, las instituciones de la democracia, las entidades pblicas de servicio e, incluso, referidos al compor-tamiento de los mismos ciudadanos, para quienes la dimensin de lo pblico apa-rece como un universo ajeno y poco con- fiable. Aun cuando la democracia en Amrica Latina y en nuestro pas parece perder vitalidad, los partidos polticos disminuyen su nivel de estima pblica y el Estado es mirado con expectativa y recelo a la vez: se le prefiere como orden

    61 Ver Fernando Brcena, El oficio de la ciudadana. Introduccin a la educacin poltica, Paids, Espaa, 1997.

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    poltico y social, pero se desconfa de su capacidad para mejorar las condiciones de vida de la poblacin.62

    Si bien se observa una profunda insatisfaccin con los resultados de la de- mocracia, que no logra responder a las expectativas de mejora de calidad de vi- da de la mayor parte de la poblacin, efi-cacia gubernamental e inclusin poltica (decepcin ciudadana), coexiste un renova-do inters por la ciudadana, lo ciudadano, los derechos ciudadanos, las virtudes cvi-cas y la formacin ciudadana, que se pue-den interpretar como una respuesta ante la conciencia de la crisis de lo pblico en las democracias liberales actuales. Junto con las problemticas sealadas, se registran experimentos innovadores en el campo de la poltica y construccin de la ciudadana en los pases de Amrica Latina, los cuales resignifican el concepto de democracia, amplan el ejercicio de derechos y abren espacios pblicos a la participacin de los ciudadanos y a la inclusin de las di-ferencias.63 As, observamos que los con- 62 Ver, pNUD, La democracia en Amrica Latina, op. cit.,

    y Una brjula para la democracia. Aportes para una agenda de gobernabilidad en Amrica Latina, Siglo xxI Editores, Argentina, 2008.

    63 Consultar Evelina Dagnino, Alberto Olvera y Aldo Panfichi, Para otra lectura de la disputa por la cons-truccin democrtica en Amrica Latina, Universidad Veracruzana y CIEsAs, Mxico, 2006. Respecto a los problemas que enfrentan las democracias actuales, Jos

    textos cambiantes generan nuevos pro-blemas, pero tambin ofrecen nuevas oportunidades, es decir, que problemas presentes y proyectos de futuro conviven en el nimo ciudadano.

    En otro diagnstico similar, Norbert Lechner refiere tres procesos de trans-formacin que se concatenan en las sociedades contemporneas: cambios pro- fundos y acelerados en las estructuras socioeconmicas y en la subjetividad de las personas, la transformacin de la poltica, que pierde centralidad en la regu-lacin de la vida social, y una resignifica- cin de la ciudadana. No obstante lo ante-rior, la referida prdida de centralidad de la poltica y el malestar de los ciudadanos con ella no significan necesariamente un proceso de despolitizacin ni la muerte de la misma, sino el cambio en sus mo-dos de funcionamiento, lo que exige que las transformaciones de la poltica sean acompaadas de la reconstruccin de los cdigos de interpretacin de la realidad y

    Nun (Democracia: Gobierno del pueblo o gobierno de los polticos?, Fondo de Cultura Econmica, Argentina, 2000) expresa la paradoja latinoamericana de manera clara y directa: tratar de consolidar democracias re-presentativas en contextos marcados por la pobreza, la desigualdad y la polarizacin, donde los regmenes sociales de acumulacin fomentan la marginalidad y la exclusin, mientras los Estados se achican y se revelan incapaces de lidiar con la crisis.

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    de un nuevo mapeo del espacio poltico.64 Frente a los mltiples datos y anlisis que confirman que en Amrica Latina la democracia no est consolidada, y desde el punto de vista de la formacin ciudada-na, podemos pensar que esta renovacin de la poltica y sus cdigos pasa obligada-mente por la construccin de ciudadanas democrticas a travs de la educacin cvica, e insistir en la necesidad de pro-mover la profundizacin democrtica a travs de la educacin, en una perspec-tiva de largo plazo.

    Cabe recordar, como bien lo hace Fernando Savater, que

    Los demcratas no surgen de las piedras naturalmente, como las flores silvestres; hay que cultivarlos, regarlos. Los griegos tenan claro que la paideia era una parte absolutamente imprescindible de la demo-cracia; que precisamente, la democracia es, ante todo, una mquina de crear demcra-tas, si no est perdida. Para crear esos de- mcratas hay que formarlos, dar unos principios elementales, hay que aprender a discutir y discutir mientras se ensean los principios.65

    64 Ver Norbert Lechner, Nuevas ciudadanas, en Revista de estudios sociales, nm. 5, UNIANDEs, Chile, enero de 2000.

    65 Fernando Savater, De qu sirve la tica para los jve-nes? La educacin es el momento adecuado de la tica, en tica y ciudadana, Monte vila, Venezuela, 1999.

    La formacin ciudadana tiene la gran tarea de promover los valores de la auto-noma personal, la cooperacin social y la participacin, dotando a los ciudadanos y futuros ciudadanos de las competencias cvicas y capacidades necesarias para el ejercicio pleno de sus derechos. Tambin enfrenta el reto de despertar en ellos el inters o la vocacin de participar en la vida pblica.66

    Desde la conviccin de que la forma-cin de los ciudadanos capaces de asumir un papel activo en la sociedad acompaa necesariamente las transformaciones de-mocrticas, el desempeo de las institucio-nes y la renovacin de la cultura poltica de las sociedades, es posible imaginar y pensar en la capacidad transformadora de la educacin y sus potencialidades de- mocratizadoras para el pas. Hay que considerar que en tanto la democracia y la ciudadana son resultado de un proceso instituyente, ms que de un discurso, declaracin o estatus establecidos, su carcter inacabado y en construccin abre posibilidades y plantea exigencias a la formacin ciudadana.

    66 Ver Juan Manuel Ramrez Siz, Ciudadana mundial, ItEsO y Universidad Iberoamericana, Mxico, 2006.

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    Una de las caractersticas de la de-mocracia es que siempre busca un futuro mejor y contiene, en s misma, las palancas para su perfeccionamiento y profundiza-cin. De ah que es