Identidad social, deporte y turismo deportivo: una...

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1 Identidad social, deporte y turismo deportivo: una aproximación cualitativa. Manuel Ángel Santana Turégano 1 , María de los Ángeles Barroso González 2 . Universidad de La Laguna 1 Introducción .............................................................................................................. 2 2 Ocio, deporte y turismo: un marco teórico para el análisis. ...................................... 5 3 Metodología e hipótesis. ......................................................................................... 10 4 Resultados. .............................................................................................................. 13 5 Conclusiones. .......................................................................................................... 17 6 Referencias .............................................................................................................. 18 Resumen: en los últimos años la práctica de actividades deportivas de fondo como el atletismo, el triatlón o el ciclismo, que implican una considerable inversión en tiempo, esfuerzo y también recursos monetarios por parte de sus participantes se ha incrementado considerablemente. Siguiendo el concepto de ocio serio (Stebbins, 2007; Shipway y Jones, 2007) los individuos construyen su identidad social, parcialmente a través de la implicación en este tipo de actividades, lo que implica el desarrollo de una carrera deportiva a medio y largo plazo que incluye como ritos de paso entre etapas la participación en eventos masivos que se asocian viajes turísticos. Así, para los maratonianos la realización de algún viaje anual para participar en determinados maratones, para los ciclistas la participación en eventos como la “Quebrantahuesos” o la “Etapa del Tour” prácticamente como un elemento clave para obtener la consideración de “ciclista serio” y para los triatletas la participación en determinados eventos. Como consecuencia de todo ello se ha desarrollado un sector de empresas que ofertan todo tipo de servicios a este colectivo, desde “campus” de entrenamiento a viajes organizados a eventos pasando por simples estancias en que combinar la práctica del deporte con el descanso familiar. El objetivo de esta comunicación es, a través de entrevistas con gestores, observación y charlas con participantes, acercarse al conocimiento empírico de esta realidad tomando, la isla de Tenerife como campo de estudio. La aproximación cualitativa permite reconstruir los esquemas mentales que utilizan los sujetos para dar sentido a sus vidas, y desde un punto de vista teórico, contrastar empíricamente proposiciones sobre los procesos de construcción de identidad social en sociedades de modernidad líquida, postmodernas u otro tipo de calificativos que se han utilizado. Desde un punto de vista práctico, el acercamiento pretende ofrecer herramientas para mejorar la gestión tanto de las empresas como de los destinos en que se desarrollan este tipo de actividades. Palabras clave: turismo deportivo, ocio serio, identidad social, Tenerife. 1 Autor para correspondencia: correo electrónico: [email protected]; Teléfono móvil: 610 80 93 02. Dirección Postal: Universidad de La Laguna, Facultad de Economía, Empresa y Turismo, Departamento de Sociología y Antropología Social, Apartado 456, San Cristóbal de La Laguna- Tenerife. 2 Alumna de máster, Universidad de La Laguna

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Identidad social, deporte y turismo deportivo: una aproximación

cualitativa.

Manuel Ángel Santana Turégano1, María de los Ángeles Barroso González

2.

Universidad de La Laguna

1 Introducción .............................................................................................................. 2 2 Ocio, deporte y turismo: un marco teórico para el análisis. ...................................... 5

3 Metodología e hipótesis. ......................................................................................... 10 4 Resultados. .............................................................................................................. 13 5 Conclusiones. .......................................................................................................... 17 6 Referencias .............................................................................................................. 18

Resumen: en los últimos años la práctica de actividades deportivas de fondo como el

atletismo, el triatlón o el ciclismo, que implican una considerable inversión en tiempo,

esfuerzo y también recursos monetarios por parte de sus participantes se ha

incrementado considerablemente. Siguiendo el concepto de ocio serio (Stebbins, 2007;

Shipway y Jones, 2007) los individuos construyen su identidad social, parcialmente a

través de la implicación en este tipo de actividades, lo que implica el desarrollo de una

carrera deportiva a medio y largo plazo que incluye como ritos de paso entre etapas la

participación en eventos masivos que se asocian viajes turísticos. Así, para los

maratonianos la realización de algún viaje anual para participar en determinados

maratones, para los ciclistas la participación en eventos como la “Quebrantahuesos” o la

“Etapa del Tour” prácticamente como un elemento clave para obtener la consideración

de “ciclista serio” y para los triatletas la participación en determinados eventos. Como

consecuencia de todo ello se ha desarrollado un sector de empresas que ofertan todo tipo

de servicios a este colectivo, desde “campus” de entrenamiento a viajes organizados a

eventos pasando por simples estancias en que combinar la práctica del deporte con el

descanso familiar. El objetivo de esta comunicación es, a través de entrevistas con

gestores, observación y charlas con participantes, acercarse al conocimiento empírico de

esta realidad tomando, la isla de Tenerife como campo de estudio. La aproximación

cualitativa permite reconstruir los esquemas mentales que utilizan los sujetos para dar

sentido a sus vidas, y desde un punto de vista teórico, contrastar empíricamente

proposiciones sobre los procesos de construcción de identidad social en sociedades de

modernidad líquida, postmodernas u otro tipo de calificativos que se han utilizado.

Desde un punto de vista práctico, el acercamiento pretende ofrecer herramientas para

mejorar la gestión tanto de las empresas como de los destinos en que se desarrollan este

tipo de actividades.

Palabras clave: turismo deportivo, ocio serio, identidad social, Tenerife.

1 Autor para correspondencia: correo electrónico: [email protected]; Teléfono móvil: 610 80 93 02.

Dirección Postal: Universidad de La Laguna, Facultad de Economía, Empresa y Turismo, Departamento

de Sociología y Antropología Social, Apartado 456, San Cristóbal de La Laguna- Tenerife. 2 Alumna de máster, Universidad de La Laguna

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1 Introducción

En las dos primeras décadas del siglo XXI la práctica del deporte se ha convertido en un

fenómeno cuantitativamente tan importante que ha alcanzado relevancia sociológica.

Las estadísticas muestran que la práctica de deportes se ha generalizado a más de la

mitad de la población y se ha intensificado en algunos grupos sociales. Para el año 2015

puede estimarse que un 53% de la población española practicaba deporte con cierta

regularidad3. En los últimos 40 años se ha dado un incremento significativo: en 1975

sólo un 22% de la población practicaba deporte, en la década de 1980 el porcentaje se

estabilizó en torno al 35% y en la actualidad en España practica deporte cada semana el

46% de la población (García Ferrando, 2006; CSD, 2015). El fenómeno de la práctica

deportiva en España presenta una incidencia similar a la que puede encontrarse en otros

países occidentales avanzados. El porcentaje de población que practica deporte en

Canadá y los Estados Unidos ronda el 45% (datos de Kolokakis et al, 2012). Para el

conjunto de la Unión Europea el porcentaje de personas que practican deporte

habitualmente ronda el 42%, si bien existen diferencias significativas: en los países

nórdicos ronda el 70%, mientras que en algunos países del Este de Europa está en torno

al 25% (datos de Eurobarómetro para 2014; Comisión Europea, 2014). Traducidos en

personas, estos datos implican que en la Unión Europea más de 200 millones de

personas practican con regularidad algún deporte, y en el caso de España se trata de

unos 20 millones. Y de éstos, 9 millones lo hacen prácticamente a diario (el 20% de la

población), dedicando a ello una media de cinco horas semanales. En definitiva, para

gran parte de la población la práctica de algún deporte se ha convertido en una parte

más de la vida cotidiana. Como consecuencia de ello se ha desarrollado un amplio

mercado de productos y servicios asociados al deporte, entre otros el sector del turismo

deportivo. En este trabajo definiremos al turismo deportivo (activo) como aquellos

viajes turísticos en que la práctica activa de deporte(s) es un elemento central en la

motivación turística. Es decir, personas que realizan viajes, en gran medida, para

esquiar, montar en bicicleta, practicar senderismo, windsurf, surf, vela, jugar a deportes

individuales (tenis, pádel) o colectivos (fútbol, baloncesto).

En la actualidad (datos de la EHDE para 2015) las actividades deportivas más

practicadas en España son: ciclismo (38,7% de la población que practica deporte),

natación (38,5%), fútbol-fútbol sala (36%), senderismo- montañismo (31,9%), carrera a

pie (30,4%), gimnasia intensa (29%) y suave (28,8%), y musculación- culturismo

(20,1%)4. Como se puede ver, se trata de prácticas deportivas que implican en muchos

casos el desplazamiento por el territorio (ciclismo, senderismo- montañismo, carrera a

pie) y que por lo tanto se relacionan, por definición, con el turismo. Si recordamos que

la definición canónica del turismo considera que éste consiste en “viajes por motivos de

ocio que implican al menos una pernoctación”, y que todo lo que no implica

pernoctación se considera excursionismo, puede afirmarse que, prácticamente por

definición, los practicantes de muchos de los deportes más populares en la actualidad

son, prácticamente por definición, al menos excursionistas. Pero esto no ha sido siempre

así: en 1980 los deportes más practicados eran la natación (33%), el fútbol (31,7%) y el

ciclismo (19,1%) y las distintas modalidades que podrían englobarse como gimnasia y

carrera a pie se quedaban en torno al 20% respectivamente (García Ferrando, 2006). En

cualquier caso, el mundo del deporte entendido como práctica activa (y no mero

3 Datos de la Encuesta de Hábitos Deportivos en España, Consejo Superior de Deportes, 2015; en

adelante, EHDE. 4 Los porcentajes suman más de 100 porque cada persona puede practicar más de un deporte.

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espectáculo) se ha convertido no sólo en un fenómeno sociológico sino en un mercado

emergente. Por dar sólo algunas cifras, en base a las estadísticas disponibles puede

estimarse que en 2015 cerca de 15 millones5 de personas en España van al gimnasio/

practican gimnasia, frente a los 2,2 millones que lo hacían en 1980. Unos 8 millones de

personas practican ciclismo, frente a los 2,2 que lo hacían en 1980. Y unos 6,5 millones

de personas practican la carrera a pie, a los que habría que sumar otros

aproximadamente 6 millones que practican el senderismo/montañismo (sólo dos

millones de personas practicaban la carrera a pie en 1980).

La creciente interrelación entre turismo y deporte se hace comprensible si tenemos en

cuenta que en los últimos 40 años hemos asistido a un cambio importante en el sistema

deportivo, y no sólo por el crecimiento en el volumen de quienes hacen deporte. El

deporte era tradicionalmente algo que se realizaba en entornos, tiempos y espacios

delimitados (ir a una piscina a nadar, jugar o entrenar al fútbol, baloncesto o voleibol).

En ese contexto, el turismo deportivo tenía que ver fundamentalmente con los viajes

que realizaban los equipos federados para participar en competiciones. En la actualidad,

por las modalidades que se practican, el deporte es cada vez más algo que se realiza al

aire libre y que, en muchos casos por la definición de la actividad, implica

desplazamiento por el territorio (ciclismo, atletismo, senderismo). El atractivo de viajar

para practicar deporte es mucho mayor en el sistema social del deporte de la actualidad

de lo que lo era en el de hace unos años: al fin y al cabo, si de lo que se trata, por

ejemplo, es de jugar al fútbol o al baloncesto, básicamente todas las canchas son

iguales, y si bien al aficionado medio podría gustarle practicar su deporte favorito en los

mismos escenarios que sus ídolos eso es imposible. Por el contrario, es viable que los

corredores populares participen en las pruebas más míticas (Maratón de Nueva York,

Londres o Berlín, por ejemplo), y que los aficionados al ciclismo puedan practicar su

deporte en las mismas carreteras (ciclismo de carretera) o pistas (ciclismo de montaña).

En cualquier caso, la práctica del deporte y del turismo deportivo, no se reparte de

manera equitativa por el espacio social. Practican más deporte quienes tienen más

recursos (dinero y tiempo) para hacerlos, lo que enlaza con las teorías económicas y de

la elección racional que plantean la práctica deportiva como una elección de consumo

que maximiza la utilidad (Kolokai et al, 2012). Por ello, y en la medida en que el trabajo

doméstico sigue recayendo mayormente en las mujeres, es comprensible que, en la

medida en que tienen menos tiempo libre, las mujeres tiendan a practicar deporte en

menor medida que los hombres, algo que se da en menor medida en lugares como los

países nórdicos en que la igualdad de género es mayor. Pero es que, además, tanto en

España (EHDE, 2015) como a nivel internacional parece existir una relación positiva

entre nivel de estudios y práctica deportiva: entre las personas con mayor nivel de

estudio es más habitual la práctica deportiva6. Aunque un análisis detallado de estas

5 Para calcular estas cifras, además del porcentaje que cada actividad deportiva representa sobre el total

de personas que hacen deporte hay que tener en cuenta que la población española ha crecido entre 1980 y

2015, pasando de unos 38 a 46,5 millones de habitantes, y que el porcentaje de población que practica

deporte ha pasado del 30 al 45%, aproximadamente. Esta cifra se obtendría, multiplicando el porcentaje

de cada actividad por la población que practica deporte; para este caso de sumar las categorías de la

Encuesta de Hábitos Deportivos en España (EHDE) de “gimnasia suave”, “gimnasia intensa” y

“musculación- culturismo”. 6 De acuerdo con Kolokai et al (2012) esto podría interpretarse, desde los modelos de la elección racional,

con que un mayor nivel de estudios se relaciona con una mayor conciencia de los beneficios del deporte

para la salud. Desde un punto de vista sociológico ello podría asociarse más bien al proceso de

socialización: el proceso por el que una persona se convierte en alguien con educación superior tiene que

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cuestiones superaría los límites de este trabajo, las estadísticas disponibles muestran que

hay deportes practicados fundamentalmente por hombres, otros por mujeres y otros que

son mixtos; deportes practicados más por personas jóvenes y otros por personas de más

edad; deportes que se asocian a las clases populares, deportes que se asocian a las élites

y deportes interclasistas7. Y, lo que es aún más importante, también muestran que todo

ello varía a lo largo del tiempo y el espacio, lo que remarca la necesidad de hacer un

estudio sociológico del deporte y de tener en cuenta las vivencias subjetivas en torno al

mismo: una misma actividad puede ser vivida y percibida de forma distinta por distintos

grupos sociales. La práctica deportiva puede ser vivida bien como un ámbito de

socialización, como una tarea asociada a la higiene y la salud o como actividad

fundamentalmente lúdica en sí, ya sea como espectador o como participante. De

acuerdo a los datos de la EHDE (Consejo Superior de Deportes, 2015) los principales

motivos que declaran los españoles para hacer deporte son: “estar en forma” (30%),

“diversión o entretenimiento” (23%), “motivos de salud” (14%) o “relajarse”. La

evolución de las motivaciones para hacer deporte implica cambios en las preferencias a

la hora de practicarlo, lo que se relaciona tanto con las actividades que se practican

(aparición y/o popularización de nuevas prácticas, del pádel al triatlón pasando por

zumba o pilates), como con las funciones y significados que social y sociológicamente

cabe atribuir al deporte.

En definitiva, en la actualidad un número importante de personas dedican gran cantidad

de tiempo y recursos a la práctica de actividades deportivas, lo que a menudo implica la

realización de viajes de mayor o menor distancia. En el marco de cambios sociales que

otorgan una mayor centralidad al ocio y el consumo en la construcción de la identidad,

se está asistiendo a un cambio en las funciones sociales asociadas al deporte. En las

sociedades que se han denominado modernas o fordistas, el ocio (y el deporte) era un

escaparate en el que demostrar la posición social que se adquiría en función de la

posición que se ocupaba en el sistema productivo. En las sociedades contemporáneas,

denominadas a menudo postfordistas o postmodernas, la cuestión es más compleja. Por

supuesto que la posición que se ocupa en el sistema productivo sigue siendo un

elemento clave en la definición de la identidad social. Pero, cada vez más, el ocio (y el

deporte, y el turismo deportivo) no son ya tan sólo un escaparate en el que demostrar la

posición social adquirida en el ámbito productivo, sino también un medio en el que

construir ésta. En la presentación del yo en la vida cotidiana, que hubiera dicho

Goffman, uno no se presenta ya, simplemente, como “profesor de universidad”, por

poner un ejemplo. Sino como “profesor de universidad que corre maratones sub tres

horas”. En este mismo sentido, las formas de consumo, tanto de ocio como de otros

productos, han pasado de modelos pasivos a otros en que el consumidor juega un papel

ver a menudo con la interacción con otras personas a través del deporte, y éste fenómeno no es nuevo.

Poniendo un ejemplo literario, ya en la década de 1920, Ernest Hemingway comienza su novela “Fiesta”

(“The sun also rises”) describiendo al protagonista, Robert Cohn, como boxeador en sus tiempos de

estudiante en Princeton. 7 Con datos de la EHDE: el fútbol es muy practicado por hombres y apenas por mujeres; el ciclismo es

practicado por muchos más hombres que mujeres, en el caso de la carrera a pie el desequilibrio es menor;

la natación es un deporte relativamente equitativo y las prácticas asociadas a la gimnasia están

feminizadas. En cuanto a la edad, el baloncesto y voleibol son más practicados en edades más jóvenes,

mientras que otros como la natación, el ciclismo y la carrera son más practicados entre grupos de edad

media. La misma actividad puede ser vivida de forma distinta: puede que hombres y mujeres practiquen

ciclismo o carrera a pie en niveles no muy distintos, según muestran los datos de la EHDE, pero a las

mujeres les gusta “competir” mucho menos que a los hombres, si tenemos en cuenta las cifras de

participación de las carreras populares, maratones y eventos ciclo deportivos que se celebran en España a

lo largo del año.

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cada vez más activo en la elaboración de aquellos productos y servicios que consume

(del consumo al prosumo; sobre este concepto puede verse Ritzer, 2015). Y como un

interesante ejemplo de esto nos encontramos lo que en el marco de este trabajo

queremos analizar, la creciente participación popular en pruebas deportivas de

resistencia (maratones, carreras de trail running, triatlones o pruebas de ciclismo

popular8), que lleva a muchas personas a practicar turismo, desplazándose para

realizarlas, y también a menudo para entrenarlas. Un maratón es un espectáculo

deportivo, pero también, para un número de personas creciente, algo en lo que se

participa. Eventos tradicionales como el Tour de Francia implican cada vez más la

participación más o menos activa de los espectadores, que quieren también vivir el

deporte y no ser meros espectadores (para un análisis de este caso, véase Lamont,

2014). Como mero botón de muestra, desde 2012 en torno a 2 millones de personas

termina un medio maratón en los EEUU (datos de runners.com).

¿Cómo podemos entender desde la Sociología estos fenómenos? ¿En qué medida puede

el análisis de los mismos resultar relevante para la comprensión sociológica de las

sociedades contemporáneas? Lo que pretendemos realizar en este trabajo es una

aproximación al análisis sociológico del turismo que se relaciona con la participación

popular en pruebas deportivas de resistencia, ya sea para la participación en las mismas

o para entrenarlas. Para ello desarrollaremos, en primer lugar, las perspectivas teóricas

en torno al análisis del deporte y el ocio. Plantearemos que el papel que juega el deporte

en las sociedades contemporáneas se entiende mejor desde la dicotomía entre dos tipos

ideales de práctica deportiva, y que ambas tienen consecuencias muy diferentes para el

binomio turismo- deporte. Desde esta perspectiva teórica señalaremos algunos de los

ítems que resultan interesantes para caracterizar las realidades concretas, y pasaremos a

realizar un análisis empírico, en base al análisis de entrevistas semiestructuradas. De los

resultados del trabajo realizado se deduce que el marco teórico señalado resulta útil para

comprender el complejo fenómeno del deporte popular en la actualidad, aportando

pistas importantes de cara a la adecuada gestión práctica del mismo. Además, permite la

interpretación teórica de los fenómenos asociados al turismo de manera que resulta

fructífera para una mejor comprensión desde la Sociología de las sociedades

contemporáneas.

2 Ocio, deporte y turismo: un marco teórico para el análisis.

El papel que el turismo y el deporte, como fenómenos enmarcados dentro del tiempo de

no trabajo o tiempo libre, han desempeñado en las sociedades occidentales ha cambiado

de manera significativa en los últimos 60 años, lo que se ha reflejado en los enfoques

teóricos que se han desarrollado para su análisis. Hasta aproximadamente la década de

1950 el papel que el ocio y el tiempo libre ocupaba en la sociedad no era para las

Ciencias Sociales objeto de una gran atención. Se consideraba que lo verdaderamente

digno de análisis era la producción de bienes y servicios, que organizaba los tiempos de

trabajo, y lo que las personas hacían en el tiempo que quedaba al margen de éste

(tiempo libre, ocio) era un epifenómeno. Se suponía que lo que las personas hacían en

8 A modo meramente ilustrativo: cada año se celebran a lo largo del mundo multitud de eventos como los

Maratones de Nueva York, París o Londres, la “Etapa del Tour de Francia” u otras pruebas de ciclismo

popular como la Quebrantahuesos (España) o la Maratona delle Dolomiti (Italia), o bien de Trail Running

o Triatlón que implican que una gran cantidad de personas se desplacen para realizarlas, e incluso a

menudo para entrenar para ellas, practicando por tanto turismo deportivo.

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su tiempo de ocio era principalmente recuperar las energías físicas y mentales para estar

en condiciones de cumplir con sus compromisos laborales y de trabajo doméstico. La

vida cotidiana se organizaba en torno a jornadas de ocho horas, de lunes a viernes, con

fines de semana libres, aproximadamente un mes de vacaciones al año y diversas fiestas

repartidas a lo largo del año, que dan lugar, en algunos casos, a períodos vacacionales

más cortos. Aunque esto puede considerarse un tipo ideal teórico, que ha jugado un

papel clave en la configuración de los idearios y de las aspiraciones, en la práctica éste

modelo ha presentado importantes variaciones, no sólo entre las distintas clases sociales

sino también entre países, lo que se ha traducido en importantes diferencias en la

manera en que en cada país se ha desarrollado el ocio, el deporte y el turismo. Por hacer

referencia tan sólo a dos países relativamente cercanos culturalmente, la introducción de

la jornada laboral de 8 horas se realizó en Francia antes de la II Guerra Mundial, lo cual,

junto al importante papel que distintas organizaciones tuvieron en la postguerra, implicó

un importante desarrollo del sector del loisir en el país galo9. En Alemania y otros

países del centro y norte de Europa la situación socio- política de la postguerra y los

pactos entre organizaciones patronales y sindicales dieron lugar a un calendario anual en

que la existencia de unas segundas vacaciones en invierno se acabó viendo como un

derecho laboral más de los trabajadores10

. La situación ha sido históricamente distinta

en países como Japón y Estados Unidos, en que arreglos sociales distintos en torno al

tiempo de trabajo han contribuido a desarrollar sistemas de ocio relativamente distintos,

en que un número de días de vacaciones anuales más reducido se ha traducido en un

menor desarrollo del turismo.

Existe una abundante literatura, centrada en el mundo del turismo, que sintetiza la forma

en que el ocio se organiza (o se organizaba) en este contexto socio- histórico en torno al

concepto de turismo fordista (u ocio fordista; para una revisión sintética de las mismas

puede verse Santana Turégano, 2000: Mazón, 2001; Marrero Rodríguez, 2009). En este

contexto el tiempo de ocio era considerado un tiempo vacante, de ahí que la principal

pausa anual en el tiempo de trabajo era la vacación, que se ocupaba principalmente en

actividades pasivas (descansar en la playa), con el objetivo de recuperar fuerzas para la

actividad cotidiana. En un marco de divisiones temporales claras entre tiempo de ocio y

de trabajo cabe hablar de un esquema dual del ocio. Para el ocio cotidiano, como

pueden ser las tardes liberadas de trabajo o el fin de semana, actividades de ocio: como

pueden ser ir al cine o u otros espectáculos (también deportivos) la práctica de un

deporte, o cantar en un coro. Para el ocio “extraordinario” (la pausa anual), la vacación,

dedicada a múltiples actividades en función del presupuesto disponible y otros

condicionantes sociales. De ahí que la clara diferenciación entre el turismo y otras

actividades de ocio haya sido identificada como una de las características de este

modelo de ocio- turismo fordista (Santana Turégano, 2000). Sin salirnos de este

esquema podemos entender que las actividades a las que se dedica el tiempo de ocio en

9 Desde colonias de vacaciones en la montaña y la playa patrocinadas por sindicatos y asociaciones

gremiales al desarrollo del deporte como elemento con que ocupar el tiempo de ocio, que dio lugar al

desarrollo de federaciones deportivas “de ocio” paralelas a las puramente competitivas. Por ejemplo, para

el caso del ciclismo, además de la FFC (Féderation Française de Cyclisme (la de competición pura, que se

ocupa de asuntos como el Tour de Francia o los Juegos Olímpicos, http://www.ffc.fr/) existen la

Féderation Française de Cycloturisme (que se ocupa del ciclismo desde un punto de vista

fundamentalmente recreativo, excluyendo la competición, www.ffct.org) y la UFOLEP (Union Française

des Oeuvres Laïques d’Education Physique, www.ufolep.org ), creada en 1928, que se ocupa de lo que

podríamos denominar “deporte popular”. 10

Lo que indirectamente acabó repercutiendo en los países del Sur de Europa y otras zonas en la medida

en que los ciudadanos del norte comenzaron a viajar al sur en invierno.

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las pausas cortas y cotidianas (tiempo diario de no trabajo, fines de semana) y

periódicas (vacaciones) pueden haber ido cambiando en función de la evolución de los

sistemas productivos. A mitad del siglo XX, cuando el trabajo cotidiano de gran parte

de la población trabajadora requería un considerable esfuerzo físico, tras el trabajo

“descansar” se casaba mejor con la realización de actividades pasivas (por ejemplo, el

deporte como espectáculo). En la actualidad, cuando los factores de estrés para la

mayoría de la población ocupada son psíquicos más que físicos, la práctica activa del

deporte se convierte en una opción más atractiva para realizar justamente esa ruptura

con las actividades propias del trabajo. La evolución de los sistemas productivos, junto

a cambios sociales más amplios, lleva al surgimiento de un nuevo modelo de ocio y

turismo, que ha sido denominado a menudo como postfordista. En el ámbito del

turismo, los cambios hacia este nuevo modelo se han asociado la aparición o

acentuación de tres características: de- diferenciación entre el turismo y otras formas de

ocio, desconcentración espacial y desconcentración temporal (Santana Turégano, 2000).

Aplicando de manera un tanto libre estas ideas al deporte podemos decir que la manera

en que las personas se acercan a la práctica deportiva en la actualidad se agruparían a

partir de la interacción de tres pares de polos contrapuestos: 1) el deporte como

actividad instrumental versus el deporte como actividad finalista 2) el deporte como

ámbito de especialización funcional y actividad auto- contenida versus el deporte como

espacio social multifunción y 3) el deporte como actividad concentrada espacial y

temporalmente versus el deporte como actividad cada vez menos concentrada en el

espacio (social) y el tiempo (social; ciclo de vida). En función de las distintas

combinaciones teóricamente posibles y empíricamente contrastables es posible hablar

de distintos modos de vivencia social del deporte, con implicaciones importantes tanto

para la relación entre turismo y deporte como para la gestión de cada uno de ellos por

separado. Al igual que ya se ha planteado respecto de los conceptos de turismo fordista

y postfordista, se trata de tipos ideales que, aunque surgen de forma diacrónica (primero

el ocio fordista, luego el postfordista) en la realidad se superponen temporalmente,

pudiendo encontrarse ambas en un mismo período de tiempo y para actividades y

espacios temporales similares. Cada práctica, cada evento o vivencia deportivo turístico

estará más o menos cerca de cada uno de los polos en función en que se den de manera

combinada unas características u otras. Antes de pasar a ver estos pares de valores

contrapuestos de manera detallada remarcamos que se trata de tipos ideales que en la

realidad nunca se encuentran de manera pura.

Para entender la diferenciación entre el deporte como actividad finalista o como

actividad instrumental es necesario en primer lugar recordar la diferenciación entre

deporte y actividad física. Actividad física es cualquier actividad que conlleva esfuerzo

físico, con todo lo que ello implica (quema de calorías, desarrollo de la capacidad

cardíaca o de determinados músculos, etc.). Deporte es una actividad reglada, con unas

normas, pautas, competiciones y federaciones (el deporte es un juego). Generalmente el

deporte implica actividad física, pero no siempre (i.e. ajedrez). Y no toda actividad

física es deporte. El deporte, salvo que se practique de forma profesional, es una

actividad claramente de ocio, mientras que la actividad física puede a menudo realizarse

en actividades no de ocio: muchas actividades agrícolas y ganaderas tradicionales

implican actividad física, al igual que el transporte, en muchas ocasiones (desplazarse a

pie o en bicicleta). Existe un amplio consenso acerca de que ciertos niveles de actividad

física son necesarios para tener una vida saludable, y las campañas de promoción del

deporte se basan en ello. Que ahora se practique mucho más “deporte” tiene que ver con

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que las personas, en su vida cotidiana y en su trabajo, realizan menos actividad física.

Por ello tenemos en la actualidad muchas personas que se acercan a la práctica

deportiva con una actitud higiénica y casi de obligación. Personas que, de la misma

manera que asumen que hay que lavarse los dientes o ducharse para mantener la salud,

asumen que hay que mantener ciertos niveles de actividad física. Pero a la vez nos

encontramos con muchas personas que reclaman que su actividad física sea algo

divertido y que les ayude a distraerse y/o distanciarse de su trabajo.

Si recordamos los datos de la EHDE anteriormente mencionados es evidente que

algunas de las prácticas “deportivas” más habituales en la actualidad son actividad

física, más que deporte: hacer gimnasia o musculación, e incluso natación, salvo para un

pequeño número de personas que lo hacen con ánimos competitivos, es una actividad

física, no un deporte. Y, aunque se pueden encontrar múltiples motivaciones que hagan

su práctica más agradable, la práctica de muchas de estas actividades tiene

fundamentalmente un carácter instrumental: se conciben más como un medio (para estar

en forma, para tener salud, para prevenir enfermedades) que como un fin en sí mismo.

En cuanto al resto de actividades deportivas más practicadas en España en la actualidad,

el senderismo- montañismo, el ciclismo y la carrera a pie (con la excepción del fútbol-

fútbol sala) son actividades que son, para la mayoría, más actividad física que deporte,

aunque algunas personas empiezan practicándolas como actividad física y terminan

haciendo de ellas un deporte, participando en competiciones. En este sentido, tenemos

una aproximación al deporte fundamentalmente instrumental cuando las personas

practican un deporte (en el sentido amplio de actividad física) fundamentalmente por los

beneficios de carácter biomédicos derivados de dicha práctica. Por el contrario, tenemos

una aproximación finalista a la práctica deportiva cuando las personas declaran

practicar un deporte porque disfrutan con la práctica, sea porque les divierte, les permite

relacionarse con el tipo de personas que valoran o estar en entornos que valoran (la

naturaleza) o por cualquier otro motivo.

En cuanto a la diferenciación entre la práctica deportiva como práctica auto

contenida o como espacio social multifunción, concebir la práctica deportiva como

una actividad auto contenida es vivir el deporte como una relación social que acaba y

termina en sí misma. Para estas personas se puede ir a una cancha a practicar un deporte

colectivo, a una instalación a practicar gimnasia o musculación o bien a un parque a

correr. Pero no se pretenden hacer amistades en el gimnasio, el parque o la cancha: el

rol de “deportista” es algo que adoptan las personas sólo durante el tiempo que practican

una actividad, y que además se disocia mucho del resto de roles que adopta cada

persona. El de deportista no es un rol que defina la identidad social de una persona. Por

el contrario, concebir la práctica deportiva como un espacio social multifunción es

concebirla como un ámbito que se entremezcla con otros. El de deportista es un rol más

total, que define la identidad social de una persona. Las “personas deportistas” visten

ropa deportiva o de “sport”, prefieren realizar vacaciones activas y su condición de

“personas deportistas” condiciona incluso a qué bares o restaurantes acudir (sports bar,

pizzerías y restaurantes italianos la víspera de una prueba de fondo, por ejemplo).

Haciendo deporte se pueden hacer amistades con las que además de compartir la

actividad deportiva podemos compartir relaciones de amistad en un sentido más amplio

(incluso, eventualmente, se pueden convertir en pareja); amistades que a veces pueden

tener también un valor laboral (se sellan contratos y relaciones laborales haciendo

deporte).

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9

Como se puede deducir de los ejemplos anteriores, existe relación entre la visión

instrumental o finalista de la práctica deportiva y su concepción como actividad auto

contenida o como un espacio social multifunción, pero no de manera que quepa asociar

plenamente una variable a otra. En principio parecería que una visión no instrumental

del deporte favorecería no concebir la actividad como algo auto contenido, pero no

siempre es así. Se puede elegir como “deporte” la musculación, con una visión

fundamentalmente higiénica y casi médica y sin embargo concebir el gimnasio al que se

acude a hacer este deporte como un centro de interacción social. La observación

participante permite ver que hay muchas personas que acuden a los centros deportivos

con auriculares de música y no se relacionan apenas con el resto de usuarios,

transmitiendo de forma más o menos clara que “no vengo aquí a hacer amigos/as, sino a

cumplir con una obligación de salud”. Pero otras actitudes son también observables, y

eso tiene seguramente que ver con las actividades y con los ciclos de vida. Algunas

actividades deportivas se prestan más que otras a ser concebidas como un espacio social

multifuncional: mientras que es prácticamente imposible hablar mientras se practica

natación, ciclistas y corredores conversan durante buena parte de sus entrenos de baja

intensidad. En este sentido es ilustrativo el caso de los bike commutters, personas que

realizan desplazamientos de considerable distancia en bicicleta para ir a trabajar, que se

han incrementado mucho en algunos países en que existen políticas de promoción de la

bicicleta como medio de transporte: el tiempo que dedican en ir de casa al trabajo y

viceversa. Para muchas de estas personas, para las cuales la bicicleta es a la vez un

deporte y un medio de transporte, el ciclismo no es una actividad auto contenida sino un

espacio social multifuncional11

. En cualquier caso, como los ejemplos puestos ponen de

manifiesto, se trata de una cuestión que depende de la visión subjetiva de las personas.

Para algunas personas el de deportista es un rol total, que afecta a todas las parcelas de

su vida: se autodefinen como corredores, ciclistas, culturistas, montañeros o surferos,

por poner algunos ejemplos, lo que se asocia a estilos de vida, y a menudo a la

realización de viajes. Para otras, el de deportista es un rol parcial, que no resulta central

en definición de la identidad: de la misma manera que alguien se lava los dientes

cotidianamente con un dentífrico, practica un deporte para mantener un mínimo

bienestar físico, pero lo puede no afectar a su autopercepción mucho más que lo

primero. En el trabajo que aquí se presentará se intentará operacionalizar este concepto

a través de cómo las personas se auto presentan y se autodefinen.

Por último, respecto a la dicotomía entre el deporte como actividad concentrada

espacial y temporalmente versus el deporte como actividad cada vez menos

concentrada, el ejemplo de los bike commuters sirve de ilustración. Siguiendo modelos

que presentan sin duda una homología con la organización fordista de los tiempos de

trabajo, algunas personas tienen una concepción del deporte como algo que se hace en

espacios muy concretos (instalaciones construidas ex profeso) y en tiempos concretos y

definidos: acudir a una cancha a jugar un partido de tenis o a un gimnasio a una clase de

Zumba, Pilates o Body Pump serían ejemplos muy claros en este sentido. Por el

contrario, otras actividades se desarrollan en contextos en que no se da una separación

11

En muchos lugares del mundo cientos de miles de personas se desplazan desde las afueras al centro de

las grandes ciudades en bicicleta. No pocas de estas personas participan cotidianamente en los miles

eventos ciclistas, de triatlón o carreras populares que se celebran cada año, y conciben estos viajes como

parte de su entrenamiento. Con lo cual, podría pensarse que algunas de estas personas que usan la

bicicleta como medio de transporte están practicando deporte y otras no. Para un caso especialmente

ilustrativo, el uso de la bici como medio de transporte en el Reino Unido véase “Bike to work scheme en:

http://www.bike2workscheme.co.uk/

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10

tan clara entre entornos para el deporte y para otro tipo de actividades: un entorno

natural, un parque urbano o una calle pueden servir para correr o montar en bicicleta,

pero también para otras cosas (habría una menor especialización funcional). Además,

los tiempos no están tan claramente definidos, tanto a nivel micro (un partido o una

clase dirigida tiene una duración predeterminada, un entreno de carrera o bici no) como

a nivel macro. Las estadísticas de la EHDE muestran que algunas prácticas deportivas

se asocian con determinadas fases del ciclo vital: el porcentaje de personas que

practican deportes como voleibol, baloncesto o atletismo es muy importante en los

grupos de edades más jóvenes y prácticamente inexistentes a partir de ciertas edades.

No sucede lo mismo en otros deportes.

Si tenemos en cuenta algunas de las cifras que vimos al principio resulta evidente que el

deporte ya no es una actividad auto contenida y restringida al ocio, sino que para un

número creciente de personas el deporte puede acabar siendo un modo de vida. De 1980

a 2015, tan sólo en España. Se ha pasado de 2,2 millones de personas que van al

gimnasio a 15, con todo lo que ello implica de compra de bienes (ropa, zapatillas) y

servicios (cuotas de gimnasios, entrenadores, nutricionistas). De 2 millones de personas

que practicaban ciclismo a 8, con lo que implica también grandes oportunidades en la

venta de bicicletas, accesorios y servicios para ciclistas (lo que incluye, en no pocos

casos, viajes). Y 2 a 12 millones de personas que bien sea porque practican la carrera a

pie, el senderismo o el montañismo, son potenciales compradores de “material de

running”, como ahora se suele decir. Hace 40 años el deporte como opción laboral era

algo reservado a unos pocos deportistas de élite. Ahora el “mundo del deporte” es una

opción de trabajo (o al menos de complementar ingresos) para quienes han de atender a

la creciente demanda de deporte popular, y que, dado el volumen que se ha alcanzado,

no se restringe tan sólo al deporte de élite.

3 Metodología e hipótesis.

El objetivo de este trabajo es conocer, desde una aproximación cualitativa, los modos

sociales de vivir el deporte. Las estadísticas disponibles muestran que la participación

activa en el deporte es algo que se ha incrementado muchísimo en los últimos años,

pero también que el deporte puede vivirse de manera distinta, que incluso una misma

actividad realizada al mismo tiempo por dos personas distintas puede tener significados

sociales distintos. Por lo tanto, enlazando con la larga tradición de la Sociología

comprensiva, el objetivo es conocer el sentido subjetivo que las personas otorgan a las

experiencias sociales que viven, bajo el supuesto, ya ampliamente trabajado en otros

ámbitos, de que éste resulta determinante de las propias experiencias (para una

aplicación de estas ideas a un campo tan aparentemente poco subjetivo como la

economía véase Dobbin, 2005). En el campo específico que aquí nos interesa, la

relación entre turismo y deporte, la hipótesis de partida es que la propensión de los

individuos a practicar turismo deportivo será mayor en la medida en que se

encuentren más cerca de los segundos pares de valores contrapuestos

anteriormente señalados. Es decir, en la medida en que las personas tengan una visión

finalista del deporte, más que instrumental, en que vean el deporte como un espacio

social multifuncional, y no como una actividad auto contenida, y que consideren que

puede verse de forma difusa en el tiempo (ciclo de vida) y espacio social, serán más

propensos a practicar turismo deportivo. En realidad, podría extenderse esta hipótesis,

combinándose con la idea de “relevancia de la identidad” (identity salience, Shipway y

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Jones, 2007) para plantear que, en términos generales, las personas invertirán más

tiempo y esfuerzo en el deporte en la medida en que éste les permita construir una

identidad social positiva, y que ello se relaciona con los pares de valores contrapuestos

anteriormente señalados. Este marco teórico ayuda a comprender fenómenos

relativamente novedosos, como es el hecho de que en la actualidad una gran cantidad de

esfuerzos y recursos a actividades por las que no reciben remuneración monetaria. Por

supuesto, esta aproximación cualitativa parte de la complementariedad entre técnicas, y

del conocimiento obtenido mediante técnicas cuantitativas como la ya reseñada EHDE.

En etapas posteriores de la investigación sería interesante conocer la distribución social

de estas maneras de vivir socialmente el deporte, para lo que serían imprescindibles

técnicas cuantitativas.

Como hipótesis subsidiarias de éstas, se plantea que en un modelo “tradicional” de

deporte (fordista, moderno) el ciclo de vida y las características socio-

demográficas de la persona influye en la actitud que se adopta ante el deporte. Así,

a priori la visión higiénico-instrumental del deporte parecería más propia de los adultos

y de las personas con mayores obligaciones laborales y familiares. Quien construye su

identidad social (de manera satisfactoria) en el trabajo y/o la familia no se proyecta

tanto en el deporte. Por el contrario, para muchos jóvenes el deporte es un mecanismo

de proyección social en positivo: practican un deporte para competir, con el ánimo de

convertirse en profesionales y/o conseguir reconocimiento social en él. Sin embargo, en

un modelo de deporte menos tradicional (postfordista, postmoderno) los individuos

construyen su identidad también a través de sus prácticas de ocio, con lo que las

prácticas deportivas se relacionan menos con las distintas etapas del ciclo vital y/o

con características socio- demográficas. Practicar deporte, o practicar deporte con una

determinada orientación (no sólo como higiene) e intensidad, dedicando a ello

importantes inversiones en tiempo y dinero, ya no es algo propio sólo de jóvenes. Las

personas invierten tiempo y recursos en aquellas actividades, también de ocio, que les

permite presentar socialmente una auto imagen más positiva, como subrayan los

conceptos de “relevancia de la identidad” (identity salience) y ocio serio (serious

leisure), (Shipway y Jones, 2007; Stebbins, 1982, 1996, 2007). Por poner un ejemplo,

no es lo mismo auto presentarse como “profesor de sociología” que auto presentarse

como “profesor de sociología sub tres horas en maratón”. En un contexto en que correr

maratones está de moda, invertir tiempo en entrenar para correr maratones permite

construir una autoimagen más positiva. Y, en un contexto en que el deporte no es una

actividad auto contenida, tener una determinada marca en maratón constituye un capital

simbólico en dicho campo que puede traducirse en capital relacional o económico en

otros.

Para aproximarse a estas cuestiones se han combinado entrevistas semi-estructuradas y

observación participante. Se realizaron seis entrevistas, en el marco de un Trabajo de

Fin de Grado, a participantes en pruebas atléticas de larga distancia, que habían

realizado viajes asociadas a las mismas y por lo tanto turismo deportivo. Las entrevistas

fueron realizadas en Tenerife (Islas Canarias). También se realizó una entrevista al

gestor de una empresa de turismo deportivo, dedicada a atender a ciclistas que visitan la

misma isla con el objetivo principal de montar en bicicleta, lo que conciben como un

entrenamiento, generalmente para participar en otros eventos ciclo deportivos. Todo ello

se combinó con la observación participante, usando lo que se podría denominar “auto-

etnografía”, método que ya ha sido utilizado para el estudio de este tipo de fenómenos

en otras ocasiones, siendo aceptado como válido en las revistas más prestigiosas

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12

(Lamont, 2014). Entre 2012 y 2016 participé en diversos eventos deportivos que se

asocian al turismo en mayor o menor medida. En el ámbito atlético, entre otras pruebas,

en 10 maratones. Tres veces en el maratón de Barcelona (2013, 2015, 2016), que, en

2016, con más de 20.000 inscritos, fue el 5º con mayor participación de los que se

celebraron en dicho año en Europa y un 43% de inscritos provenientes del extranjero

(Revista Runner’s Word en español, abril de 2016). Seis veces en el maratón de Gran

Canaria (2010, 2012,13,14,15 y 16) evento celebrado a finales de enero en dicha isla,

combinando pruebas de Maratón, Media Maratón y 10 K, con una participación total

rondando las 6.000 personas en las últimas ediciones, con una importante presencia de

corredores-turistas (provenientes del resto de Europa, de España y de otras Islas

Canarias). Una vez en el maratón de Rotterdam (2014), considerado de los más rápidos

de Europa, y con una participación cercana a los 11.000 participantes. Además, la

participación en eventos de carácter más local, en distintas partes del mundo, permitió

hacerse una idea de ciertas variaciones en la cultura deportiva entre países y de los

puntos en común. Entre las pruebas atléticas de carácter más local se participó, además

de en innumerables pruebas en Canarias, en 2013, en una carrera de 10 kms en Chicago

y una media Maratón en Massachussets (EEUU); en la Media Maratón de Montevideo

(Uruguay, 2012); en una carrera de 10 kms en Londres, y en la Media Maratón de St.

Albans (Inglaterra), en 2015. En el ámbito del ciclismo, la experiencia de observación

participante se centró en la participación, en 2012, en la Etapa del Tour, evento de

ciclismo popular que consiste en realizar, un par de días antes, exactamente la misma

etapa que los profesionales de la carrera ciclista realizarán después. La etapa recorrida,

Pau- Bagnères de Luchon, contó con la participación de más 5.000 ciclistas

provenientes de todo el mundo. En 2014, en el Swiss Alpen Challenge, celebrado en

Meiringen (Alpes Suizos), evento que incluía pruebas de distintas distancias (se

participó en la de 137 kilómetros). Por último, se participó en 2013 en un Triatlón

Olímpico de carácter más local (Triatlón de Mogán, Gran Canaria). Además, y aunque

la recogida de datos no fue sistemática, con anterioridad al período analizado se

realizaron también otros viajes de turismo deportivo12

.

La información recogida de las entrevistas fue grabada y transcrita. La proveniente de la

observación participante fue recogida en forma de notas, que fueron publicadas en un

blog; la interacción que estos medios permiten, así como el seguimiento del número de

visitas, permitieron también obtener información valiosa. Con posterioridad, una vez

desarrollado el marco teórico, la información fue sometida a un análisis categorial, con

el objetivo de recoger aquellos verbatim y fragmentos que aportaran información sobre

12

Participación en los maratones de Madrid y Valencia en 2011. Participación en la vuelta Cicloturista

“Giro delle Dolomiti”, en Bolzano, Italia, en 2011, y en la vuelta cicloturista a Maspalomas (Gran

Canaria), en los años 2008, 09, 10, 11 y 12. Travesía de los Alpes Franceses con la empresa especializada

en cicloturismo activo “Terra Diversions, julio de 2009. Stage cicloturista en los Pirineos con la empresa

especializada SR Events (julio de 2010). Además de todo lo anterior, obviamente se realizaron

innumerables entrenamientos, fundamentalmente en ciclismo y carrera a pie, que también permitieron

recabar información valiosa. Es destacable, como elemento de contraste, los realizados en bicicleta con el

CC Islington (Londres, Reino Unido), entre mayo y junio de 2015, que permitieron ver similitudes y

diferencias entre la “cultura ciclista” en dicho lugar y la propia de Canarias y otros lugares de España.

También la conversación y las charlas que se pudieron realizar mientras corría a pie en diversos lugares

de España, Reino Unido, Uruguay, Argentina o Estados Unidos, o montaba en bicicleta en Italia, Francia

o Suiza, permitieron ver motivaciones y prácticas similares (y algunas diferencias) entre los practicantes

de éstas disciplinas en diversos lugares del mundo. Por último, la visita regular al Centro Deportivo San

Benito (La Laguna, Tenerife), permitió hacer observación (y conversación informal) de quienes acudían a

la piscina, a la sala de musculación y a algunas actividades dirigidas (Stretching, Total Body, ABDS).

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los pares de valores contrapuestos: 1) deporte instrumental/finalista 2) deporte

autocontenido/espacio social múltiple y 3) actividad concentrada espacial y

temporalmente/difusa.

4 Resultados.

De los resultados del trabajo empírico realizado se deduce que, efectivamente, entre las

personas que practican turismo deportivo se puede encontrar una visión finalista del

deporte. El deporte es algo que se practica como un fin en sí mismo, y no tan sólo como

un medio o instrumento para conseguir otros fines, como pudiera ser la salud o bajar de

peso. Para algunas personas (que no cobran por ello) el deporte es su pasión. Así, se

pueden encontrar, por ejemplo, personas que se desplazan desde Australia, Israel o

Estados Unidos a la isla de Tenerife (un día de viaje) a entrenar en bicicleta. Y el

entrenamiento no es algo que se haga para obtener un resultado extra deportivo. Se trata

de personas que no van a lograr, gracias a su entrenamiento, ganar dinero, cambiar su

situación socio- económica o un empleo. A menudo los practicantes de distintas

actividades deportivas de fondo expresan la idea de que no les obsesiona las

competiciones, como pueden ser un maratón, una prueba ciclo deportiva o un triatlón,

sino que entrenan “para disfrutar”. Y a menudo se encuentra en su discurso la idea de

que disfrutan enormemente practicando su deporte(s) favorito, ya sea en su entorno

habitual o viajando para ello:

yo es que disfruto mucho cuando corro, tanto en los entrenamientos como en las carreras,

eh... veo igual que si llueve o ves realmente como corren los barrancos o como florecen,

pues todas estas cosas… a mí me reportan mucho y eso me da…bastante, bastante energía

para seguir corriendo… (corredora de Trail, 47 años)

Ahora bien, una particularidad de la participación en pruebas deportivas de fondo es que

las personas obtienen placer de actividades físicamente extenuantes, por lo que el

discurso a menudo presenta expresiones contradictorias en que se mezcla los términos

“sufrir” y “disfrutar”. Algo que tienen en común todos los participantes en los deportes

de resistencia (endurance sports) es que, de alguna manera “disfrutan sufriendo”, lo que

contribuye a generar una identidad común compartida (“nosotros” frente a “los demás”).

Aunque estamos hablando de actividades fuertemente físicas, se asocian a menudo a

estados mentales, y es bastante habitual el uso de términos tan abstractos como

“filosofía”.

Porque se sabe que en todas las carreras sufres, pero yo creo que ya de antemano sabes

que vas a sufrir, pero si encima sufres más de lo esperado, creo que yo la satisfacción la

tengo clarísimo, las carreras voy a disfrutar, en cuanto yo ya me va mal y realmente eso,

yo me retiro, porque esto, yo no soy profesional, esto es amateur y lo hago porque quiero,

esa es mi filosofía (corredora de Trail, 47 años)

No es extraordinario que el discurso adopte la forma de cierta oposición entre un

“nosotros”, los que practicamos estas actividades, que somos capaces de valorar el

esfuerzo, de sacrificarnos por entrenar, y así obtener la recompensa que es la

satisfacción de terminar y “disfrutar” del deporte, y un “ellos”, la población general, que

quizá no tiene tanta “capacidad de sacrificio/esfuerzo”, un término que se convierte en

un mantra en muchas sub culturas deportivas. A veces se usa la expresión inglesa no

pain no gain, para señalar que se trata de actividades en que hay que sufrir para obtener

una ganancia. Con lo cual, respecto a la dicotomía del deporte como actividad finalista o

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instrumental, cabe afirmar que, efectivamente, es vivido, de forma genérica, como una

actividad finalista (practico el deporte X porque me gusta). Pero, a la vez, a menudo la

práctica concreta es vivida de forma instrumental. Podría decirse que las personas

plantean que, en términos generales, les gusta el deporte (correr/nadar/montar en bici)

pero que, de forma puntual, hay días en que no lo hacen porque les apetezca, sino

porque quieren entrenar para disfrutar cuando vayan a la prueba X (lo que,

generalmente, se asocia a prácticas de turismo deportivo). En este sentido es también

interesante destacar que la participación en pruebas deportivas de resistencia se asocia a

un ethos meritocrático: hay que sacrificarse para obtener resultados; quien obtiene

resultados es porque ha sabido sacrificarse. En este sentido, se dan a veces jerarquías

alternativas a los de otros ámbitos de la vida cotidiana. Quizá en otros ámbitos el

prestigio y el estatus se asocien a cuestiones como el salario, cómo este se obtiene (cuál

es el trabajo), la casa o el coche. En este tipo de espacios sociales, el prestigio y el

estatus se asocian a cuestiones que sólo parcialmente coinciden con lo anterior. Haber

participado (y terminado) en determinadas pruebas, como, por ejemplo, ser un “Ironman

Finisher”, haber terminado X maratones o una de las pruebas ciclodeportivas míticas (la

etapa del Tour, la Quebrantahuesos, la Marmotte, entre otras) otorga prestigio, de la

misma manera que hacerlo en determinados tiempos. Con lo cual pasamos al otro par de

valores contrapuestos que analizábamos, el deporte (el turismo deportivo) como práctica

auto contenida o como espacio social multifunción. De forma coherente con la hipótesis

planteada, las personas que se implican más en la práctica deportiva, y en el turismo

deportivo, tienden a concebirla como un espacio social multifunción. La práctica del

deporte es un ámbito en que no sólo se practica deporte:

Es un deporte muy sociable, súper sociable, tú sal a correr y un entrenamiento puede ser ir

a hacer senderismo al Teide. Cuando antes no subía nadie al Teide, ahora subes un sábado

y… parece eso la romería de Garachico (corredor, entrenador personal y organizador de

carreras de trail y asfalto en Tenerife, 37 años)

Cuando se pregunta a los practicantes de estas actividades qué es lo que les aporta, en

general tienden a identificarse mucho con la práctica de este tipo de actividades, hasta el

punto de que a la mayoría les resultaría difícil concebir su vida sin practicar algún tipo

de actividad parecida a la que realizan. Aunque el deporte se practica como un fin en sí

mismo, implica, según los participantes, múltiples beneficios de cara a la vida cotidiana:

Si tú me dices a mí defínelo en una palabra… equilibrio. Y ya después te puedo decir:

¿equilibrio por qué? Porque me permite olvidarme de los problemas de la familia, de los

niños, la mujer, me permite olvidarme un poco del trabajo, me permite compartir con otra

gente que no está en mi entorno laboral, mi entorno diario, me permite evadirme, si todo

eso que te estoy contando lo defines en una palabra es “equilibrio” (corredor de trail y

asfalto en Tenerife, 41 años)

Aunque los aspectos de evasión, que son comunes a otras formas de ocio (el ocio

escapista) están sin duda presentes en este tipo de prácticas, más que tratarse de

paréntesis en la vida cotidiana, de vacaciones, en el sentido de “tiempos vacantes”, se

trata de partes constitutivas de la vida cotidiana. Teniendo en cuenta la cantidad de

tiempo y recursos que se dedican a este tipo de prácticas no es extraordinario que

desempeñen un papel importante en la autodefinición de la identidad personal. No se

sabe si es antes el huevo o la gallina, si es que por tener determinadas características

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personales las personas acaban practicando ciertos deportes o es al revés, o es que

desarrollan estas características a través de la práctica deportiva, pero parece innegable

que hay una relación entre ambas:

Y después lo llevas a la vida y te das cuenta de que, si eres capaz de hacer eso, cualquier

problema en la vida lo afrontas de otra manera… No es que le recomiende a todo el mundo

hacer burradas de éstas, pero deporte sí, y no tienes por qué correr, hacer senderismo,

ciclismo… a mí me da vida (corredor de trail, ex ciclista y actualmente propietario de tienda

especializada, 38 años)

La idea de que “el deporte es vida”, expresada de múltiples maneras, como por ejemplo

“correr es vida, lo demás son detalles13

” acaba convirtiéndose en una idea prescriptiva:

todo el mundo debería de hacer deporte, algún deporte. Como muestra la trayectoria

profesional de este entrevistado, el extraordinario crecimiento de la práctica activa de

deporte es un nicho de mercado y una posible fuente de trabajo para algunas personas.

Los millones de personas que practican este tipo de deportes, en la medida en que se

socializan en la subcultura de una práctica deportiva se convierten en consumidores de

una serie de bienes, lo que tradicionalmente ha sido más habitual, como pueden ser

zapatillas, bicicletas, mochilas de trail o barritas energéticas. Pero también de servicios,

algo hasta ahora menos habitual: desde entrenadores a fisioterapeutas pasando por

nutricionistas. Al igual que fuera estudiado por Bourdieu (1999) para el consumo

cultural y los estilos de vida (y el autor francés también hablaba de las prácticas

deportivas) tiende a darse una creciente mediación, con la proliferación de profesiones

que se desarrollan en torno a tareas de mediación e interpretación, ya sea con el medio

cultural o natural (guías, monitores de buceo, parapente) o incluso con el propio cuerpo,

que es sometido a disciplina a través del entrenamiento:

Entreno con un entrenador personal, tengo un entrenador personal desde hace ahora

pues… dos años y medio (…) eso sí se lo recomiendo a todo el mundo, tiene que haber

alguien que sepa lo que está haciendo. Yo lo que veo por ejemplo en Trail Running, es que

veo mucha gente que se mete sin saber lo que realmente es, termina las pruebas, me parece

muy bien, pero yo creo que el nivel de exigencia tanto físico como de salud que tiene este

tipo de pruebas requiere que haya detrás alguien que te acompañe, tanto en la parte física

como en la de salud. Y después, yo tengo un fisioterapeuta, amigo desde hace muchos años,

que cada 15-20 días, tiene que haber un masaje de descarga, un poco que te evalúe, como

está tu cuerpo…” (corredor de trail y asfalto en Tenerife, 41 años)

En definitiva, el auge de este tipo de actividades deportivas implica el crecimiento de

todo un conjunto de profesiones: fisioterapeuta deportivo, entrenador personal,

nutricionista deportivo. Aunque para la mayoría el deporte es una forma de ocio, un

consumo que les cuesta dinero, para un número no desdeñable de personas es una

forma, al menos potencial, de ganarse la vida, en que se puede invertir para obtener

estatus y prestigio. No es lo mismo tener un entrenador personal, fisioterapeuta o

nutricionista “cualquiera” que uno que ha hecho tales o cuales pruebas, a tales o cuales

niveles. Si en el modelo tradicional del deporte (que aquí hemos denominado a veces,

de manera simplificada, fordista), las posibilidades de ganarse la vida con el deporte se

limitaban a ser deportista de élite, o entrenador o fisioterapeuta de estos, ahora las

posibilidades se amplían enormemente. Dado que ahora también muchos deportistas

13

Lema de la LPA Night Run, carrera urbana nocturna celebrada en Las Palmas de Gran Canaria en que

participé en 2013 y 2014.

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populares pagan por servicios como los de fisioterapia o entrenamiento personalizado,

es posible que más personas se dediquen a este tipo de profesiones.

Por último, en cuanto a la dicotomía entre la práctica deportiva como actividad

concentrada o desconcentrada espacial y temporalmente (ciclo de vida) de las

entrevistas realizadas se deduce que existen unas trayectorias o carreras deportivas. Las

personas comienzan practicando unos deportes, y a menudo por lesiones o problemas de

salud acaban pasando a otros y, como suele suceder con tantas otras cuestiones de la

vida social, las trayectorias están segmentadas por género y (aunque sean menos visible

a simple vista en las entrevistas) clase social:

En el mundo del deporte comencé jovencísimo, con 10 años. Empecé jugando al fútbol, y

cuando eso jugaban los niños de 10 años con los hombres de 16. (…) Pues en aquel

entonces tuve que empezar a hacer deporte a escondidas de mi padre, cogí, empecé a hacer

hockey, baloncesto (…) Y luego empecé con la lucha, y con la lucha estuve hasta los 33-34

años, que me vino la lesión de espalda, y tuve que dejar de luchar, todavía me quedaban

años por delante, pues empecé con la bicicleta, la bicicleta me dolía también la espalda y

me dedicaba a salir a correr (corredor de Trail, 54 años).

Yo siempre me ha gustado… el mundillo del deporte, recuerdo que de pequeña (…) yo veía

a los chicos entrenando en la charca del manisero, y se me estallaban los ojos, me

desconsolaba (…) Pero ya cuando me desarrollé, como digo yo, con 14 años, ya yo me vi

como que yo no me veía ahí, y lo dejé (…) siempre he intentado estar un poco ligada al

deporte, en el sentido de gimnasia de mantenimiento, una temporada también corría, pero

corría un poco por mantenerme. Después otra temporada estuve haciendo spinning, estuve

también haciendo natación, y bueno, por último, he retomado otra vez con el tema de

correr... (corredora de Trail, 47 años)

En definitiva, la especialización y el gran desarrollo experimentado por el mundo del

deporte implica que, cada vez más, las personas vean la práctica activa del deporte

como algo que les acompaña durante toda su vida, si bien, obviamente, van cambiando

las modalidades practicadas, los intereses e incluso algo tan subjetivo como el ánimo

con que se practica una actividad, que en algunos casos puede ser la misma pero puede

practicarse con sentidos distintos a lo largo de las distintas etapas del ciclo de vida. Éste

es un fenómeno social relativamente novedoso, y es que si bien no hace tanto “hacer

deporte” era algo que se concebía como propio de gente joven nos encontramos ahora

que algunas prácticas y espacios deportivos se acaban convirtiendo en un espacio

importante para la sociabilidad de las personas no precisamente jóvenes. Dado que, por

lo general, se trata de personas con mayor poder adquisitivo y, en muchos casos,

también más tiempo libre, son un tipo de clientela muy apetecible para toda la oferta

especializada que surge en torno al mundo del deporte, entre otros ámbitos, en el

turismo deportivo. Por poner sólo ejemplos que nos son cercanos: quizá hasta los 25 o

30 años quienes participan en pruebas de atletismo, ciclismo o triatlón tienen un espíritu

más competitivo, y viajan, en gran medida con ese afán. Sin embargo, a medida que van

cumpliendo años tienen por lo general mayor poder adquisitivo. Quizá

“competitivamente” nunca pudiste ir al maratón de Berlín, a pedalear en los Alpes o

hacer una etapa del Tour de Francia. Pero ahora puedes, “turísticamente”, pagar a una

agencia de turismo deportivo y participar en uno de esos maratones, o participar en la

Etapa del Tour o eventos similares que reproducen milimétricamente los recorridos de

grandes eventos ciclistas. En definitiva, parece un fenómeno que ha llegado para

quedarse.

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5 Conclusiones.

El objetivo de este trabajo era acercarse al fenómeno del creciente turismo deportivo

desde una perspectiva sociológica que permitiera comprender teóricamente estos

fenómenos. Para ello, y tras exponer las cifras, cuantitativamente tan importantes, que

han alcanzado en la actualidad tanto la práctica del deporte como el turismo deportivo,

hemos desarrollado un marco teórico que parte de las diferentes funciones que cumple

el ocio en las sociedades modernas y en las postmodernas. Planteábamos como hipótesis

que las nuevas formas de vivir subjetivamente el deporte favorecen el surgimiento y el

desarrollo del turismo deportivo. Y para ver esto hemos hecho un análisis, a través de

entrevistas semi- estructuradas, en torno a tres pares de valores contrapuestos: la

práctica deportiva como actividad finalista o instrumental; como actividad

autocontenida o como espacio social multifunción y por último como actividad

concentrada o desconcentrada tanto en el espacio como en el tiempo (ciclo vital).

Los resultados del trabajo empírico están en la línea de trabajos realizados

anteriormente en contextos relativamente distintos de los nuestros. Así, por ejemplo, la

idea de la existencia de unas trayectorias y carreras, tanto en la práctica deportiva como

en el deporte turístico, desarrollada por Buning y Gibson (2015) para países

anglosajones, parece encontrarse también en el análisis realizado en un contexto

relativamente distinto (Canarias). Las ideas desarrolladas pos Shipway y Jones (2007) y

Shipway et al (2016), en torno al concepto de “relevancia de la identidad” (identity

salience), y cómo las personas tienden a invertir más en aquellas actividades que les

permiten construir una identidad social en positivo también parecen útiles para el

análisis de la realidad. Por último, conceptos como el de ocio serio (Stebbins, 1982,

1996, 2007) también parecen útiles para comprender el significado subjetivo que las

personas otorgan a las prácticas de deporte y de turismo deportivo en que participan.

En cualquier caso, lo que aquí hemos realizado no es más que una primera

aproximación cualitativa, que ha permitido hacer emerger algunos discursos, a un

fenómeno multifacético. Sin duda sería conveniente, de cara al futuro, hacer trabajos

complementarios, también de carácter cuantitativo, a diferencia de los anteriormente

mencionados (mayoritariamente cualitativos), que ayudaran a cartografiar la difusión

social de determinadas prácticas. Porque, efectivamente, sabemos que este tipo de

prácticas, que pueden parecer sorprendentes o incluso incomprensibles al profano, se

dan en la actualidad. Efectivamente, hay personas que dedican mucho tiempo y dinero a

entrenar y a viajar para participar, por ejemplo, en eventos de deportes de fondo como

pueden ser el ciclismo, las carreras (de montaña y de asfalto) y los triatlones. Pero ¿de

cuántas personas estamos hablando? ¿Qué perfiles sociodemográficos tienen? Sabemos

que la disponibilidad de ocio y recursos, así como la necesidad de construir una

identidad social en positivo, se encuentran entre las motivaciones que están detrás de

estas prácticas, pero, ¿se dan por igual en todos los grupos sociales? ¿Hay diferencias

por género y/o clase social? Creemos que el avance en estas líneas de trabajo puede ser

positivo tanto teórica como pragmáticamente. Empezando por esto último, parece obvio

que un mayor conocimiento de estos fenómenos permitiría planificar mejor el sector y

las distintas actividades. Así, por ejemplo, desde el punto de vista de las políticas

públicas de promoción de la actividad física como mecanismo para mejorar la calidad

de vida y evitar enfermedades, un mayor conocimiento de las motivaciones y prácticas

permitiría planearlas más adecuadamente, evitando emplear recursos en infraestructuras

que quizá después sean infrautilizadas. También, es obvio que el conocimiento de este

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tipo de cuestiones puede ser muy interesante para toda la industria que se ha

desarrollado en este sector. Pero pensamos también que este tipo de trabajos tiene

también un interés teórico, pues nos pueden ayudar a comprender mejor las sociedades

contemporáneas, en las que el ocio juega un papel cada vez mayor en la construcción de

la identidad.

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