Historia e Historiografia -Mauricio Gomez
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Mauricio Gómez GómezHistoriografíaProfesor Oscar Calvo18 de septiembre de 2009.
Historia e historiografía: el lugar del poder
La palabra historia tiene diferentes acepciones que van desde el objeto de estudio (el
pasado), la forma cómo se accede a él (método) y el conocimientos del pasado (lectura y
escritura). Iván Gaskell lo resuelve en forma sencilla al decir que la historia es el discurso
elaborado por los historiadores y no el pasado, es decir, que para él la historiografía es la
historia. Debido a que es imposible acercarse de forma objetiva y totalizadora y sólo es
factible conocer una parte del pasado, una interpretación particular o más concretamente
una historia del pasado.
De esta definición se desprende que la historia es algo que se vive en el presente
aunque el objeto de estudio esté en el pasado, aunque la definición pise el terreno de la
historiografía. Esta también puede entenderse de varias formas: la escritura de la historia, el
acervo de escritos históricos sobre un tema o región específicos y la forma de escribir la
historia.
En vista de la dificultad de definir los dos conceptos pueden diferenciarse a través
de la práctica de la escritura. La historiografía se define como lo escrito, el texto impreso y
publicado luego de la investigación histórica realizada por el historiador en las fuentes
primarias. Mientras que la historia puede entenderse como el acercamiento al por medio de
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en la lectura [conocimiento] y mediante la elaboración del escrito por el historiador
[método].
En algunos textos leídos de historiadores como Dosse, De Certau, Burke, Scott,
Levi y Darnton, es posible elaborar una concepción personal del desarrollo de la
historiografía (a través de la historia [tiempo pasado]), pues todos estos autores dan cuenta
de una manera propia de hacer la historia desde el lugar (geográfico, intelectual,
económico) en que está situado cada uno. Remontándose más al pasado también es
perceptible una punto de quiebre en el ejercicio historiográfico a partir de la fundación de la
Revista de Annales por Marc Bloch y Lucien Febvre en 1929. Con este hito llegó una
nueva forma de hacer historia, quedaba atrás una vieja historiografía tradicional,
acontecimiental, especialmente política, de grandes hombres y héroes, basada en fuentes
oficiales, que hablaba desde el alto poder y por lo tanto era hegemónica. Y la nueva historia
que desde entonces sería interpretativa, que utilizaría una gran variedad de fuentes, restos y
vestigios conservados del pasado en el presente, que incluiría grupos minoritarios, siendo
económica y social y proponiendo diferentes puntos de vista.
Podría entenderse el hito marcado por Annales como una especie de
“democratización” de la escritura de la historia, que busca el significado de los fragmentos
de historia de todos los componentes de la sociedad y a la vez parte de lugares del
conocimiento distintos al de un poder central.
También debe entenderse la historiografía anterior o tradicional como la respuesta a
las necesidades de su tiempo. En la época de la conformación de los estados nación se
requería que la historia como instrumento del poder político fuera el vehículo de
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aprendizaje de los valores nacionalistas. Los historiadores (en su mayoría empíricos
provenientes de profesiones liberales) como integrantes de las élites del poder ocupaban un
lugar desde el cual ejercían su discurso hegemónico, haciendo la historia de sus iguales,
héroes o figuras políticas, una historia donde el pueblo no aparecía en forma individual sino
como masa sin determinación propia. En tanto que estos historiadores se dedicaban su vida
a la política era pertinente que abordaran temas políticos, que eran los que conocían, al
escribir su versión de la historia, definida por los grandes acontecimientos políticos.
Con la nueva historia, los lugares desde donde escriben los historiadores se multiplican,
también son más numerosas las academias de historia, más personas se atreven a contar de
forma empírica algo de su historia personal y local, y se comienza a formar historiadores
profesionales en las universidades. De esta forma es posible historizar sectores de la
población o aspectos de la vida que hasta el momento no eran parte de la historia oficial
(mujeres, lectura, arte, animales), se empezaron a usar nuevas herramientas que ayudaron a
comprender ese pasado como la estadística, la arqueología, los diarios, la fotografía, la
literatura y se echó mano de las ciencias sociales como auxiliares de la historia (psicología,
antropología, sociología, economía), generando un concepción total de un hecho particular.
Esta es una revolución dentro de la manera de hacer historia pues abrió un universo
de posibilidades que hizo posible historizar una pequeña localidad, una actividad
económica marginada y cualquier grupo social así este no detentara el poder. Aunque está
visto que la forma de abordar la historia es un ejercicio de poder, en la cual el historiador
tuvo la opción de elegir su tema, su problema, sus fuentes, escribió su propia interpretación
de ese pasado y elaboró un relato histórico con pretensión de ser verdad de forma
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convincente, para llegar a un lector que desde su poder analizando el texto de forma crítica
y aceptando lo que cree verdadero o lógico.
De esta forma como lo afirma De Certau la historia es una ficción del presente,
donde el historiador parte de su propia posición para su tipo de análisis historiográfico. Esto
quiere decir que el que hace la historia, es decir, quien la escribe, parte de su realidad, de
sus conocimientos previos, su posición política y económica, su género y a través de las
huellas que encuentra en el presente (vestigios, documentos, monumentos, imágenes,
leyendas) intenta elaborar una versión propia de una parte del pasado que quiere
comprender porque es una explicación de su presente. Por ello la historia escrita o
historiografía hecha en un momento dado o un lugar determinado, no sólo dan cuenta de un
pasado perdido o un conocimiento de tiempos remotos, sino que es un reflejo del
historiador, de su tiempo y del lugar que este ocupa, el cual le sirve de óptica para analizar
el pasado y relatar su historia. Por ello es posible saber que cuando un historiador de la
época de Felipe II escribía la historia del Imperio Romano, lo que trataba de explicar era el
imperio que estaba viviendo en su presente y no el que ya no existía. De igual modo las
historias patrias que aprendíamos en la primaria, no nos estaban enseñando solamente las
historias de conquistadores y próceres de la Independencia colombiana, sino cuales eran los
valores propios de un buen patriota.
De esta forma el historiador ostenta el poder y carga con la responsabilidad de
encargarse de representar el pasado que define el comportamiento en el presente de una
región, lugar o grupo de personas, que se pueden reafirmar en altos valores precedentes o
aprender de errores del pasado y cambiar.