Historia de una Localidad Sanfernandina

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De Punta Chicaa Victoria

Historia de unalocalidad sanfernandina

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Gerardo Osvaldo AmieiroIntendente Municipal

Ramón Alberto EstebanSecretario de Planificación y Desarrollo Institucional

Diego Damián RossiDirector General de Comunicación Social

Héctor Mario Segura SalasCoordinador del Programa de Historia Integral

Diagramación y Armado:Darío Gambino

Diseño de tapaPauline Cruz

Primera Edición: 3.000 ejemplares (octubre de 1998)

Segunda Edición: 3.000 ejemplares (abril de 2001)

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N uevamente tengo el orgullo de presentar, a través delPrograma de Historia Integral llevado adelante por laMunicipalidad de San Fernando, una obra que rescata

parte de nuestra identidad: “De Punta Chica a Victoria. Histo-ria de una localidad sanfernandina”.

En forma seria y rigurosa, pero sin evitar la evocación derecuerdos y sentimientos de viejos vecinos de Victoria, el pro-fesor Segura ha relevado planos, documentos, fotos, ha cami-nado calles y ha conversado con su gente.

Desde el cruce ferroviario que se generó a fines del sigloXIX, con su estación y los talleres, y en un complejo movi-miento demográfico que fue transformando las antiguas caso-nas de la Punta Chica, la ribera, los campos de la zona oestedonde hoy están los barrios Crisol, Santa Rosa, Mejoral, Fa-te..., en sólo cien años Victoria consolidó su compacta tramaurbana con rasgos comunes a otras urbanizaciones del Conur-bano, pero también con marcas distintivas de su propia identi-dad.

Espero que esta segunda edición de la Historia de Victoriasea de utilidad para los jóvenes alumnos de la zona, para suspadres y abuelos, y también para los nuevos pobladores queeligieron a esta localidad de San Fernando como un hogar don-de vivir.

Gerardo Osvaldo AmieiroIntendente Municipal

de San Fernando

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De Punta Chica a Victoria

Capítulo 1

Todo es Punta Chica

En 1580, año en que Juan de Garay funda la ciudad de Buenos Ai-res, ya había pobladores en las márgenes de los grandes ríos meso-potámicos y los riachos que desembocaban en el imponente Río

de la Plata. Pero los indígenas, pronto se vieron superados por el arribode nuevos contingentes de españoles y fueron replegándose a las islas, amedida que los conquistadores se adueñaban de la pampa circundante apartir de la “puerta” que habían abierto frente al Océano Atlántico. Pasa-ron muy pocos años para que toda la costa norte de Buenos Aires se con-virtiera en la huerta de la nueva “ciudad”. Juan de Garay, que hizo los pri-meros repartos de solares urbanos entre los expedicionarios que lo acom-pañaron, también entregó una hilera de chacras que nacían en el río y en-traban una legua en terreno firme. Justamente, la última merced de estaschacras ocupaba una franja en la que 300 años más tarde se iba a formarel pueblo de Victoria. Esta última chacra, que nacía en el Río de la Platay se extendía casi hasta llegar al Río de la Reconquista –por entonces co-nocido como Río De las Conchas- le fue entregada por Garay a su pro-pio sobrino, también llamado Juan de Garay. Aún en el siglo pasado, al-gunos pobladores del lugar llevaban el apellido Garay. Toda la zona, fueinmediatamente conocida como Punta Chica, nombre que la diferencia-ba de la llamada Punta Gorda, más cercana a la confluencia de los ríosLuján y De la Reconquista, y sobre la que se establecería, en los alboresdel siglo XIX, el pueblo de San Fernando.

Durante la primera mitad de ese siglo, el área se nutrió de familiascriollas, diseminadas entre las barrancas del Río de la Plata y el arroyoCordero, principalmente en las cercanías del camino del alto, que comu-nicaba Buenos Aires con los pueblos de San Fernando y Tigre. Entre elarroyo Cordero y los terrenos que bañan las aguas del río De la Recon-quista, la población era menor, y se asentaba, principalmente en una zo-na más alta conocida como Las Lomas. Ubicados en el linde entre SanFernando y San Isidro, los pobladores de Punta Chica formaron, en dis-tintos momentos del siglo XIX, parte de uno y otro distrito, hasta que en1865 se le dieron a San Fernando los límites que posee actualmente.

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Por aquellos años, dos circunstancias provocaron un giro importanteen la historia de Punta Chica: la inmigración y el ferrocarril. En 1870, lainfluencia de la población extranjera, que se hacía sentir ya en los prin-cipales pueblos de la costa, no había llegado aún al área de Punta Chica,donde más tarde se formarían las localidades de Béccar (San Isidro) yVictoria (San Fernando). A partir de entonces, el crecimiento de BuenosAires, y sus problemas de hacinamiento, comenzó a ejercer mayor pre-sión sobre los terrenos libres de la costa norte, hasta entonces cubiertosde montes de talas, espinillos y plantaciones de duraznos. Los grupos in-migratorios, arrendaron tierras, y se establecieron en toda la franja de lalegua, hasta que alcanzaron San Fernando. Pasadas las epidemias de Có-lera y la fiebre amarilla de Buenos Aires, el crecimiento de la poblacióncomenzó a observarse, tanto en San Fernando, como en las zonas veci-nas de Punta Chica y Las Lomas.

La instalación de la línea férrea de la empresa Ferrocarriles del Nortemodificó parcialmente el área, quedando al oeste del riel las tierras másbajas y de menor valor económico.

Por entonces, el partido de San Fernando, estaba dividido en cincocuarteles, secciones administrativas a cuyo cargo se encontraba un Alcal-de y varios Tenientes Alcaldes que lo secundaban. La Zona de Punta Chi-ca, era la correspondiente al Cuartel I, que llegaba hasta las vías. Para ladécada de 1880, los vecinos del cuartel I de San Fernando, contaban conuna escuela, la número 5 de San Fernando. Hacia finales de la misma, unnuevo acontecimiento, relacionado con la extensión de las vías férreas apartir de un punto en San Fernando, del recorrido costero del Ferrocarrildio origen a la historia que se narra en este libro.

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Capítulo 2

Nace otro puebloen San Fernando

La incidencia del Ferrocarril del Norte no fue demasiado grande enlos primeros años. Más allá de que las vías dividían un territorioque anteriormente tenía como límite natural el arroyo Cordero, la

vida de los pobladores no se alteró demasiado por la presencia del riel.Los viajes a Buenos Aires, incluso los que se realizaban llevando provisio-nes, siguieron efectuándose en carretas tiradas por bueyes, utilizando elCamino del Norte, muy transitado desde finales del siglo XIX.

Pero en 1888, el presidente Miguel Juárez Celman, otorgó a la empre-sa del ferrocarril, la concesión para ampliar sus líneas en dirección a Per-gamino. Pronto se comenzó a extender la línea férrea a partir de un pun-to situado dentro del cuartel I. En ese lugar comenzó a levantarse un es-tación, en el sitio de confluencia del nuevo ramal con el antiguo, cuyonombre fue “Victoria”, denominación que se le confiriera antes de reali-zarse los planos con el trazado de las vías. En un plano del año 1888, yaencontramos el nombre de “Victoria”. El mismo, era un homenaje de laempresa - de capitales ingleses- a la reina Victoria de Inglaterra. El esta-blecimiento de la estación y los talleres que comenzaron a construirse ala vera del nuevo ramal, provocaron entonces un cambio estructural entodo el área, que en poco tiempo más dejaría de ser un cuartel rural, pa-ra convertirse en el segundo centro urbano del distrito.

En el año 1891 ya se había inaugurado la nueva estación. El edificioprincipal seguía el estilo de las construcciones civiles británicas, con el ca-racterístico techo a dos aguas, y era realmente imponente, por sus dimen-siones y su altura que se elevaba sobre la loma cercana al camino del Al-to. Las instalaciones de los talleres, -que en la actualidad ocupan una fran-ja de alrededor de un kilómetro- demandaron el movimiento de unaenorme cantidad de materiales y maquinarias, muchas de las cuales fue-ron descargadas en el puerto de San Fernando, y transportadas por el mis-

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mo ferrocarril. Grandes carretas y carretones tirados por bueyes, comple-taron la tarea del traslado y descarga. Desde un principio, un enjambrehumano, sobre todo de hombres, dio vida a las instalaciones de la esta-ción y los talleres, lo que derivaría en el nacimiento del nuevo poblado.

El pueblo de Victoria se formó en muy poco tiempo. Prácticamente,al momento en que comenzó la construcción del edificio de la estación,se desató la especulación inmobiliaria que segregaría una parte de la Pun-ta Chica. Los propietarios, que hasta entonces disputaban los espacios pa-ra la extensión de sus sembrados o el pastoreo de animales, inmediata-mente advirtieron que desde entonces sería más rentable “ceder” algunosterrenos.

La primer solicitud para la apertura de una calle inmediata a la esta-ción, fue recibida por el Concejo Deliberante de San Fernando, cuandola estación aún no había sido inaugurada oficialmente. El 5 de febrero de1890, “se dio cuenta de una solicitud del Sr. Máximo E. Rodríguez solici-tando autorización para abrir calles en un terreno de su propiedad situa-do inmediato a la nueva estación Victoria, entre San Isidro y este pueblo.A dicha solicitud acompañaba un plano del terreno, marcando las callesque quería abrir, resolviendo el Concejo a no autorizarlo para abrir sinoun bulevar marcado en dicho plano y que divide el terreno, teniendo elagrimensor municipal que darle la línea para que pueda abrir las demáscalles trazadas en el plano”.

Quien realizaba la petición, Máximo Rodríguez, era un conocido pro-pietario, y miembro de los grupos que ejercían el poder político por en-tonces, de manera que las tareas del agrimensor municipal no tardarondemasiado, y menos de un año después de la primer negativa, el 3 deenero de 1891, quedó aprobado el plano levantado. El propietario, comoera usual en la época tendría un premio simbólico adicional: una de lascalles trazadas, llevaría su nombre, hasta que años más tarde se lo cam-bió por el de otro propietario de Punta Chica: Dorrego.

Comenzó así la venta y el poblamiento de los primeros terrenos cer-canos a la estación. Posiblemente, en un primer momento se hayan rema-tado los que se encuentran al noroeste de la calle Santamarina, hasta Si-món de Iriondo, por entonces conocidas como Bulevar de la Estación yCalle Larga, respectivamente.

El establecimiento de los talleres y la estación ferroviaria extendió suinfluencia a toda la zona del Cuartel I. Este cuartel se hallaba limitadopor las vías del ferrocarril, la calle Almirante Brown -y su prolongaciónimaginaria hasta la Ribera- y la calle Uruguay. La estación de Victoria,separada por grandes descampados de la planta urbana de San Fernan-

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De Punta Chica a Victoria

do, en un par de años se convirtió en el motor de una nueva urbaniza-ción. En 1893, una nueva línea ferroviaria atravesaba Punta Chica, esta-bleciendo una de sus paradas en el límite de los partidos de San Fernan-do y San Isidro. La estación, al igual que esta línea ferroviaria tuvo, unaescasa influencia en el crecimiento de la población del sector, extendidamás que nada a su área inmediata. Victoria, en cambio, provocó un esta-llido demográfico, que fue paralelo, incluso, a la misma construcción deledificio de la estación y los talleres.

Los nuevos pobladoresCuatro años después de aprobado el primer loteo, en 1895, vivían en

el lugar más de 800 habitantes. Una pequeña población comparada conel total del distrito de San Fernando, y particularmente con el pueblo ca-becera que crecía con pasos acelerados. Una enorme población, si se ve-rifica la velocidad con que se produjo, en nada relacionada con el creci-miento natural de Punta Chica. El crecimiento de la población se debepura y exclusivamente a la influencia de la estación del ferrocarril y lostalleres. Esta influencia se hizo notar en la composición demográfica, conuna primacía de extranjeros, y particularmente de italianos. Más del 40% de la población era extranjera. El porcentaje aumentaba si se conside-ra al grupo familiar, constituido por parejas jóvenes nacidas en Europa,con hijos muy pequeños nacidos en Buenos Aires. Casi la totalidad de lasfamilias eran extranjeras. La mayoría de los niños nacidos en Buenos Ai-res, pertenecían a familias cuyos apellidos hoy suenan muy conocidos enVictoria, pero que por entonces resultaban una novedad: Marzaroli, Poc-cione, Sacaggio, Scarone, Piaggi, Spinelli, Colombo, Fenucci, Poltroni,Pinchiroli, Navoni, Andreotti, Spirito, Prato, Bortelo, Giusti, Parodi, Pei-rano, Cervetto, Burzio, Chiapessone, Bianchi, Cecotti, Baico, Gatti, Rose-lli, Martinelli. Frente a esta corriente mayoritaria, que vivía, en la mayo-ría de los casos en la zona del cuartel más cercana a la estación, en lasquintas y la Ribera estaban los apellidos más tradicionales de Gaetán, Vi-dela, Márquez, Castro, Silva, Gutiérrez, Martínez, Sánchez, etc.; casi sinpeso numérico en el conjunto.

El establecimiento de las familias inmigrantes en las proximidades dela estación dio lugar a una topografía cultural, caracterizada por la exis-tencia de dos áreas distintas: aquella en la que se vivía a expensas de lasactividades primarias y otra que comienza a depender del ferrocarril.

Del total de trabajadores que moran en el Cuartel I, además de lospeones de los talleres instalados al otro lado de las vías, por lo menos al-rededor de 80 ejercen los más diversos trabajos en el Ferrocarril Central

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Argentino. Debajo de los cargos jerárquicos, como los de procurador au-ditor, superintendente, jefe de estación, monopolizados por personal denacionalidad inglesa, venía una cohorte de guarda trenes, capataces, ma-quinistas, foguistas, ajustadores, limpia máquinas, peones de estación,peones de vía, peones carboneros, peones cambistas, etc. que desarrolla-ban toda su actividad dependiendo del febril avance del ferrocarril.

En la zona periférica, a medida que nos acercamos en dirección al ríoy al pueblo de San Fernando, encontramos otras actividades. Cerca de 80familias seguían llevando una existencia más cercana a la naturaleza. Pes-cadores, quinteros, labradores, agricultores y lecheros, eran algunos de lospobladores que habitaban en este sector.

Los hornos de ladrillos, los de Chiapessone, Roselli, Martinelli y otrosdaban trabajo a otros 36 trabajadores: peones de horno, horneros, ladri-lleros, caldereros, carreros, cortadores de ladrillos. Unos pocos vivían dela alfarería.

Pero la influencia del ferrocarril no se dio sólo de manera directa enla generación de empleos directamente vinculados a él, sino también enla creación de oficios, relacionados a la nueva formación urbana: para1895, ya vivían en Victoria, más de 80 carpinteros, herreros, pintores, al-bañiles, torneros, barberos, talabarteros y zapateros. Este número de tra-bajadores urbanos era mayor, si le sumamos el telegrafista, las maestrasde escuela, la partera, el tipógrafo, y algún empleado del gobierno. Lanueva topografía, marcaba una nueva fisonomía con el aumento de alma-cenes en el “centro” del pueblo, existiendo un total de 25 dispersos en to-do el cuartel.

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Año 1895. Los talleres de Victoria en plena actividad.

La sección de montaje y mecánica de los Talleres de Victoria .

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Capítulo 3

“Un floreciente pueblito”

En 1896 se realiza un nuevo remate de tierras, esta vez entre el Bu-levar de la Estación (Santamarina) y la actual calle Martín Rodrí-guez. El otro sector que ya fue vendido anteriormente, entre la Ca-

lle Larga (Simón de Iriondo) y Obreros (posteriormente Juan B. Justo yactualmente, Palacios) -entonces calles sin nombre- contiene edificacionesen varios lotes. Dentro de la franja de lotes que salieron a remate enton-ces, había ya unos terrenos vendidos. Todos los lotes que rodean la esta-ción, están a la venta, y sobre Santamarina ya hay algunos edificios en elsector que va desde 3 de Febrero hasta 11 de Setiembre.

Por entonces, ninguna de las nuevas calles posee nombre, salvo lasque continúan imaginariamente las arterias que nacen en San Fernando:General Lavalle, 3 de Febrero, Constitución y Santa Fe (más tarde 11 deSetiembre y actualmente Pte. Perón). No obstante esto, el particular traza-do original del pueblo, con el cruce en diagonal de la calle Santamarina,nos permite identificar claramente el nombre actual de todas ellas, y laextensión primera de la naciente Victoria: el pequeño conjunto de man-zanas que la formaban se hallaba limitado por las vías del ferrocarril, y lascalles Simón de Iriondo, Santa Fe y Martín Rodríguez. Detrás de esta úl-tima comenzaba la propiedad de Crisol (descendencia Cullen) que corríaen todo el límite con San Isidro. Por el lado de la Calle Larga (Simón deIriondo) un cerco de cina-cina cortaba la línea de edificación, más allá dela cual comenzaban las quintas y hornos de ladrillos.

El bulevar de la estación fue la primer calle que tuvo un empedrado,que continuaba con ripio por la llamada Calle Larga hasta la propiedadde los Santamarina, que se encontraba a la altura de esta calle en el cru-ce con el camino del bajo, a orillas del río. Por este motivo, años más tar-de, cuando en 1909 se establecieron los primeros nombres oficiales de lasarterias de Victoria, el bulevar recibió el nombre de Santamarina.

Por muy breve tiempo, este primer empedrado logró mejorar el trán-sito en el naciente pueblito: ya hacia fines de 1898, se había trasformado

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en su primer problema urbano. El periódico La Razón, -de San Fernan-do - en su edición del domingo 4 de setiembre de 1898 afirmaba: “Lacalle empedrada que parte de la estación del ferrocarril es un lodazalenorme con el aditamento de gran cantidad de piedras sueltas, y comono existen veredas, los peatones no tienen otro recurso que lanzarse poresa “vía crucis” hasta llegar a la calle “Santa Fe” y una vez allí ¿quién lacruza? El lodo tiene más de medio metro de profundidad y en partes,hasta 1 metro!”.

El desarrollo del “pueblito”, obviamente tornaba visibles estos prime-ros problemas. Hacia fin de siglo, con su bulevar empedrado, el actualcentro de Victoria estaba comenzando a tomar forma. Sus primeros al-macenes, definieron los límites. Por entonces, en las principales esquinas,ya estaban instalados los almacenes de Baltasar Chiapessone, EugenioPrato, A. Spirito y “Villa Margarita” de Ituarte.

La “oficina” de policía hasta junio de 1899 funcionó en un viejo va-gón del FCCA, a la sombra de un enorme ombú. La precariedad en lainstalación del destacamento, dado el veloz crecimiento del pueblo, fueun hecho observable por varios años: en el vagón estaba la “oficina”, el“calabozo”, el “depósito de forraje” para los caballos de los agentes, y la“habitación de los soldados y sus respectivas compañeras”. Finalmente,en junio de 1899 la municipalidad arrendó una casa donde se instaló eldestacamento.

Las calles de Victoria se cernían a los límites del propio pueblo, aligual que las de San Fernando, y la única vinculación entre ambos era laavenida Santa Fe (actual Presidente Perón). Victoria, como vemos, nosurgió como una extensión de San Fernando, sino como un pueblo sepa-rado de la cabecera del distrito.

Pronto las autoridades municipales advirtieron la necesidad de esta-blecer una vía de comunicación más directa con la estación Victoria. Esasí que en enero de 1891 el Concejo Deliberante autorizó al intendentemunicipal a abrir la calle Lavalle desde el pueblo de San Fernando has-ta la nueva estación. En marzo de aquel año comenzarían las tareas deapertura de la calle Lavalle, primera arteria que unió San Fernando conla estación de Victoria. Las obras, a principios de 1899 aún no se habíanconcluido. Por entonces, Victoria ya era considerado un “floreciente pue-blito”.

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Capítulo 4

Instituciones pioneras

Aunque el templo de Victoria fue inaugurado en 1920, ya en 1898se había iniciado una colecta popular a fin de recaudar fondos pa-ra la construcción de una capilla. Aquel impulso se cortó a poco

de haberse lanzado, pero puso de manifiesto los lazos comunitarios queentonces comenzaban a conformarse. Estos lazos, se expresaron tambiénen las primeras instituciones de la localidad, de las que nos han quedadoescasos testimonios, huellas muy débiles.

Las instituciones más antiguas de Victoria, vigentes en la actualidad,reconocen su origen en la segunda década del siglo XX. Pero no es co-rrecto pensar que no existió una pequeña red institucional a fines del si-glo pasado. La existencia de esta red, que ha quedado desdibujada en lamemoria popular, es la prueba más concreta de la formación tempranadel pueblo, además de la crecida cantidad de habitantes que en pocosaños se asentó en él. Aquellas instituciones, nacidas en la década de 1890,sirvieron para que se establecieran los primeros vínculos en el interior deese vendaval humano convocado alrededor de las vías, los talleres y la es-tación.

A mediados de la última década del siglo XIX, se formó en Victoriauna asociación, llamada Sociedad Musical “Libertad Argentina”, que or-ganizaba bailes, conocidos entonces como “tertulias”. Esas tertulias fue-ron muy concurridas. Además, atraían a jóvenes de la Capital Federal,Belgrano, San Isidro y San Fernando. Piano de por medio, ejecutado ados o cuatro manos, según el tono de la velada, la Sociedad Musical, fueuna de las primeras entidades, seguramente nada estructurada, que ofre-ció un espacio de encuentro en la primer Victoria. Pero esta entidad, noera la única en organizar este tipo de reuniones. El “Centro Recreativode Victoria” también se ocupaba de ello.

Para el año 1900, este Centro Recreativo-Instructivo de Victoria, po-seía un espacioso salón, equipado con sillería completa, ornamentadocon cuadros de algún valor, espejos luminosos, y pisos alfombrados. Lacomisión directiva de la entidad, parece haber estado sólidamente cons-

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tituida. En el salón del “Centro Recreativo e Instructivo”, los bailes, se rea-lizaban con orquesta.

Otra institución, fue el Centro Local de la Sociedad Argentina de Pri-meros Auxilios. Esta entidad, creada por los empleados del FerrocarrilCentral Argentino, preparaba y ofrecía conferencias en torno a temas desalud, y se encargaba de manera directa en los primeros auxilios de los po-bladores.

Las entidades marcaron un hito importante en la constitución del pue-blo, como tal. Tanto la Sociedad Musical “Libertad Argentina”, como el“Centro Recreativo e Instructivo Victoria” organizaron los primeros espa-cios de “sociabilidad”, en los que no había otro fin que el del acarcamien-to a través del baile, la música y la recreación. El Centro Local de la So-ciedad Argentina de Primeros Auxilios, en cambio tenía un fin concretoque era el de resolver rápidamente los usuales accidentes producidos enlos talleres ferroviarios.

Pronto los pobladores comenzaron a apuntar sus intereses, más allá delos meros encuentros, en dirección a mejoras concretas. Se obtuvieron al-gunos logros. En junio de 1899, la escuela 9 se trasladó a un lugar espe-cialmente preparado para su funcionamiento. En mayo del 1900, tambiénla oficina de correos conseguía un buen local, adecuado a su labor. Mien-tras tanto, empezaron a hacerse oír las quejas por el mal estado de las ca-lles del pueblo, el alumbrado, las inundaciones, etc. El crecimiento de lapoblación, llevó a la inmediata formación de “barrios bajos” dentro delvecindario, y ya una obra de infraestructura, como el arreglo del caminomacadamizado a San Isidro provocaba la inundación de los mismos, pro-duciendo además una cadena de daños que incluía también a los “barriosaltos”. En abril de 1900, las fuertes lluvias causaron la inundación de losbarrios más bajos, lo que trajo como consecuencia que los abundantes ani-males que habitaban los terrenos se concentraran en la zona alta, pululan-do por todo el pueblo.

Otro reclamo, fue por la deficiencia del alumbrado. El primer sistemade alumbrado de Victoria era de faroles de querosén. Pero el ahorro decombustible llevaba a que los faroles se encendieran muy tarde, y se apa-garan temprano. Al principio, las necesidades de orden material, sin em-bargo no generaron ninguna organización permanente. Los vecinos, sim-plemente se unían para concretar o solicitar algunas mejoras. Al compásdel aceleramiento de las obras en la estación y los loteos que en el año1900 habían alcanzado el sector oeste de la misma, comenzaron a multi-plicarse las asociaciones circunstanciales.

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No todos los pedidos surgían del sector más poblado de la localidad. Aunque la mayoría de ellos estaban localizados, y apuntaban en generala un mejoramiento de la nueva planta urbana, la dispersión de los pobla-dores aún activaba otras demandas, como por ejemplo el establecimien-to de la estación entre Punta Chica y San Fernando, del Ferrocarril deBuenos Aires al Rosario. En abril de 1899, los vecinos de lo que enton-ces se conocía como paraje “La Tejedora”, pedían una nueva parada fe-rroviaria en el lugar. Este paraje, se identificaba con una calle que sepa-raba las grandes quintas de la ribera a la altura de la quinta Del Arca.

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Capítulo 5

Punta Chica ya no es Punta Chica

La formación de una nueva periferia

Amediados de la década de 1890 del siglo pasado, Victoria ya eraconsiderada como un punto de referencia oficial. El crecimientopoblacional en aquellos años debe haber resultado impresionan-

te, toda vez que en las cercanías de la estación, vivían hacia fines del si-glo XIX, alrededor de 1000 personas; cantidad de habitantes más que su-ficiente para que el lugar fuera considerado un pueblo. El Segundo Cen-so Nacional de Población, llevado a cabo en mayo de 1895 nos ha per-mitido acercarnos a aquel embrión de la localidad, estableciendo el nom-bre de las primeras familias afincadas en el lugar, al mismo tiempo quesus ocupaciones, muchas de ellas vinculadas al ferrocarril.

Si el establecimiento de la estación de Victoria dio paso a la forma-ción de un segundo pueblo en San Fernando, que crecería vigorosamen-te en las primeras décadas del siglo XX al igual que la cabecera del dis-trito, no es menos cierto que la floración de un conglomerado urbano enmedio de lo que hasta entonces era una zona rural, conocida con el nom-bre de Punta Chica, complejizó la división territorial en esa zona; ya queen torno al nuevo pueblo, y en dirección al río de la Plata y el de las Con-chas, pervivió, durante los primeras décadas del siglo XX, un clima cam-pesino, con matices particulares en ambas bandas del poblado.

Estas franjas rurales, resistieron el proceso de urbanización y expan-sión creciente de Victoria, pero ambas lo hicieron de diferentes maneras:hacia el lado oeste de las vías, se afincó una población de menores recur-sos en loteos urbanos, que acompañó con dificultad los avances del nú-cleo central del pueblo, transformándose a partir de Villa Crisol y VillaPiñeyro, en la zona “pobre” de Victoria. En cambio, desde la avenidaPresidente Perón hacia el Río de la Plata, los antiguos propietarios hicie-ron valer la naturaleza privilegiada de los terrenos por el atractivo de subelleza y por su ubicación costera a las grandes rutas de comunicación.

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Aquí persistió la subdivisión en grandes quintas hasta mediados del sigloXX, en que comenzó el fraccionamiento de las mismas.

Resistido por la pervivencia de una población rural, y por una aristo-cracia ribereña - la de las grandes casonas y quintas -, el proceso de ur-banización puesto en marcha en la última década del siglo XIX se iría ex-tendiendo sin embargo, irrefrenablemente, a las periferias rurales de laantigua Punta Chica, que cada vez más, comenzaba a ser “Victoria”. To-davía a mediados del siglo XX, en una conferencia realizada en la muni-cipalidad de San Fernando, el Historiador Enrique Udaondo, podía ha-cer mención al “pueblo de Victoria”, existente en “Punta Chica”. Sin em-bargo por aquellos años, Punta Chica se había integrado, casi completa-mente dentro de Victoria.

En relación a estas circunstancias, el proceso de urbanización de Vic-toria, puede considerarse siguiendo su desarrollo en cada uno de los sec-tores que se fueron originando a partir de la creación de la estación ferro-viaria, a saber:1- La “Victoria Ferroviaria”, que corresponde al sitio de la primera flora-ción poblacional y una zona emergente que se extendió a partir de los lo-teos entre Santa Fe –actual Presidente Perón- y las vías, en dirección aSan Fernando, entre 1900 y 1920. El progreso de esta urbanización defi-nió el sector tradicional de la localidad, donde se fue concentrando su nú-cleo más vital: los principales comercios, las instituciones más antiguas ylos vecinos históricamente ligados a quienes poblaron los alrededores dela estación a fines del siglo pasado.

2- La zona intermedia. Este sector aunque más tardío en el inicio y máslento en su proceso de urbanización, creció al impulso del desarrollo delnúcleo central. Los vecinos asentados en estos nuevos loteos poseyeronvínculos directos -familiares, sociales, de intercambio comercial- con los“fundadores” de Victoria.En realidad, esta zona intermedia, debe ser geográficamente dividida endos zonas, que al momento de producirse la urbanización crecieron deforma distinta:a- Las quintas de labor. Desde la avenida 11 de setiembre - actualPresidente Perón- hasta Carlos Pellegrini -actual avenida Del Libertador-se encontraban unas pocas quintas.b- “El otro lado de las vías”: fundamentalmente Villa Crisol y los loteosen las cercanías del cementerio, donde las condiciones de progreso ma-terial llegaron con más lentitud.

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3-Las quintas de la ribera o Punta Chica. Un tercer momento del proce-so de urbanización de Victoria, se dio con la subdivisión de las quintasque daban a la ribera. Mientras tanto estas grandes quintas, con residen-cias de estilo, fueron lugar de descanso y veraneo de familias que poseíanresidencia en Buenos Aires. Durante los primeros cincuenta años del si-glo, este sector perdió vínculos con el núcleo central.

Destinaremos los capítulos que siguen a señalar la evolución de los tressectores en que se dividió la antigua Punta Chica, a partir del nacimien-to de Victoria.

Vista aérea de Victoria. A la izquierda se observa la Iglesia de Nuestra Señora de la Guardia .

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Capítulo 6

El núcleo central:Victoria ferroviaria

Los límites de este núcleo podrían establecerse entre las calles Mar-tín Rodríguez, Presidente Perón, Guido Spano y las vías del Ferro-carril.

Esta zona de Victoria, que a través del tiempo ha llegado a convertirse enla zona tradicional por excelencia de la localidad, fue el motor desde don-de se originaron todos los cambios urbanos desde fines de siglo pasado.Aquí se construyeron las primeras casas de material de la localidad y aquíse establecieron los primeros empleados y operarios del ferrocarril. Justa-mente la calle Obreros -actual Palacios- daba a los talleres. En las casas deesta calle podían verse, frente a la feria Martinelli las paredes de adobe.Todavía hoy, podemos observar en esta cuadra algunas casas muy anti-guas.

De manera que cuando decimos, “Victoria era un pueblo de ferrovia-rios”, nos estamos refiriendo a este núcleo. Podía ser que en una manza-na, todos los hombres cabezas de familia fueran ferroviarios, o realizarantareas vinculadas directamente al ferrocarril. Los guardas, los maquinistas,los motorman, residían en este sector.

Aquí la industria era prácticamente inexistente. Había una escobería,una sillería. Un taller de automóviles de los mecánicos, Castelli. Tambiénla herrería de Colombo, en la calle Once de Setiembre. En realidad, erantodos talleres, donde podían llegar a trabajar hasta diez personas, no más.

La industria más importante eran los hornos de ladrillos. El sector máscéntrico, en el que se encontraban los principales comercios se hallaba li-mitado naturalmente por las quintas que se hallaban del otro lado de la 11de setiembre y los hornos de ladrillo, en ambas direcciones, hacia San Fer-nando y hacia San Isidro. En Tres de Febrero al 2400, estaban los hornosde Chiapessoni.

Respecto de los hornos de ladrillo, el crecimiento de la población lle-

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vó a que la intendencia decretara, a fin de marzo de 1909, la clausura delos de Chiapessoni, Roselli, Martinelli y otros. Las cavas para la prepara-ción de los ladrillos eran cada vez más grandes, y aunque no estaba per-mitido, llegaron a tener más de un metro, generándose enormes lagunasen los alrededores del pueblo. Los propietarios de hornos fueron some-tidos a presiones económicas, para mantenerlos en funcionamiento perodespués de un tiempo ya no se pudieron sostener.

Algunos propietarios de hornos se trasladaron a otros distritos. Otros,como Domingo Bordo o Angel Palmucci, permanecieron muchos añosmás.

Paralela con la extinción de algunos hornos, campos y lagunas avan-zaba el proceso de extensión de la planta urbana. En las dos primeras dé-cadas del siglo XX, el entramado original de la “Victoria Ferroviaria” seextendió en dirección a San Fernando y San Isidro, siguiendo el corre-dor de terrenos que enmarcaban las vías y la calle 11 de setiembre. Es asíque se formaron sucesivas villas de pintorescos nombres, tales como Vi-lla Ernestina o Villa Porvenir.

La población de los nuevos barrios se logró merced a la insistentecampaña de las compañías rematadoras de Buenos Aires. Las empresasinmobiliarias, contribuyeron también a definir una determinada identi-dad entre los nuevos pobladores, atraídos por las promesas de un traba-jo seguro en la compañía del ferrocarril. Las publicidades de los sucesi-vos remates estaban basadas en una misma estrategia: la de presentar elatractivo crecimiento de Victoria a partir de la estación y los talleres fe-rroviarios. El remate de diciembre de 1905, efectuado por Públio E. Mas-sini nos sirve como ejemplo. El folleto de propaganda dice: “156 lotes,En Victoria, uno de los pueblos más pintorescos del norte. Donde estánlos grandes talleres con más de 1500 obreros. A sólo dos cuadras de laestación y con frente a la vía, 156 lotes pagaderos en 60 mensualidades,sin interés. Posesión inmediata. Títulos perfectos. No hay más desembol-so que dos mensualidades de garantía en el acto del remate y dos más alretirar el título provisorio. Base de venta: 4$ M/N por mes el lote. Ven-ta liberal, sin retirar lote; las calles están abiertas, el terreno alambrado yel plano aprobado por la municipalidad. Tren expreso gratis desde Reti-ro a la 1 p.m. y para el que deben pedirse pasages en nuestra casa, SanMartín 81. Nuestra comisión de 2% es a cargo del comprador. El lunes25 de diciembre (fiesta) a las 2 p.m. sobre los mismos terrenos. Los queno conocen Victoria, primera estación después de San Isidro, deben con-currir al remate y se darán cuenta de la colosal importancia que ha toma-

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De Punta Chica a Victoria

do este punto con los grandes talleres de los ferrocarriles fusionados quese concentran todos allí.”

Este remate de diciembre de 1905, extendió la planta originaria, des-de Simón de Iriondo, aún sin nombre, hasta Casares. En el plano de losfolletos de publicidad, se pueden observar los primitivos nombres de al-gunas calles: García Mansilla figura como Calle Nueva, Belgrano, comoVictoria, White como Porvenir, Ambrosoni es Progreso, Pte. Perón es to-davía Santa Fe y Casares está sin nombre. El trazado de los lotes, entreCasares, Pte. Perón, Iriondo y General Mansilla no obstante deja mu-chos terrenos aún sin subdividir.

Es evidente, aún cuando la publicidad de las inmobiliarias tal vez exa-geraba la importancia de los talleres, que la estación, implicó el principalatractivo para quienes se asentaron en este sector, comenzando por losobreros del Ferrocarril y de los talleres.

Más allá de la calle Casares, se formó la Villa Eduardo VII, y en lascercanías del Hospital de San Fernando, unas pocas casas formaban lasvillas Ernestina y Porvenir. No obstante la existencia de estas “villas”,puede decirse que hasta la década de 1920 Victoria, apenas llegaba a lacalle Casares. Hasta entonces, la prohibición a la existencia de tambos,hornos de ladrillos y caballerizas en el radio de Victoria, alcanzaba, jus-tamente hasta esa arteria. En 1920, Villa Porvenir estaba separada de Vic-toria por un gran campo que comenzaba en Garibaldi y se prolongabahasta Guido Spano, paralelo a la actual avenida Presidente Perón.

Después de esa fecha, las nuevas “villas”, que llegaban hasta la calleentonces conocida como Correa, al costado de la quinta de Castro, lugaren el que había una gran laguna, comenzaron un proceso de crecienteigualación con el centro del pueblo. Esto, tal vez se debió al hecho de en-contrarse en el camino que unía Victoria con San Fernando. Su media-nía las llevó a obtener algunos de los adelantos que llegaban a Victoria.

La extensión de la localidad en dirección a San Fernando, se comple-mentó con otra en dirección a la zona de las quintas de labor y los ba-rrios del lado oeste de las vías. Esto ayudó a la afirmación de un centro,que permaneció localizado en el sector más antiguo del pueblo. La pe-queña red institucional que se fue formando entre las décadas de 1920 y1950, acentuó esta centralidad, culminando por identificar a toda la loca-lidad con el sector de más antiguo asentamiento. No es ajeno a este desa-rrollo, el simbolismo que produce el recuerdo de un camino recorrido,muchas veces marcado en los nombres de los lugares públicos, las plazas,las oficinas, y fundamentalmente las calles. En el proceso de afirmaciónde la trama urbana central, el nombre de las calles se convierte en un hi-

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to singular: los nuevos nombres de la antigua “Calle Larga” y el bulevardel pueblo serán parte importante de este hito. En Octubre de 1909 reci-birán el nombre de Simón de Iriondo y Santamarina, respectivamente.Poco tiempo más adelante, otra calle del pueblo será denominada comoRamón L. Falcón.

Por otro lado, la existencia de calles públicas, el otorgamiento oficialde nombres para las mismas, y una serie de medidas destinadas a esta-blecer un marco para el ordenamiento urbano, implicaban, por parte delgobierno municipal un primitivo código de zonificación, que efectiva-mente reconocía un nuevo centro urbano junto al de San Fernando.

Obviamente que todas las disposiciones tendientes al resguardo deuna zona urbana central, no implicaron su efectivo cumplimiento; y mu-cho menos un adelanto al efectivo programa de urbanización que el pro-pio pueblo puso en práctica. Al igual que en el caso de los hornos de la-drillos, desde febrero de 1912 estaba prohibido el tránsito de vacas leche-ras por la vía pública, en el centro de Victoria. Sin embargo la prácticade la venta de leche recién ordeñada continuó, de la misma manera quesiguieron existiendo los hornos. El tren lechero, que proveniente de Ca-pilla del Señor, paraba dos veces al día en la estación, mantuvo una con-tinua caravana de lecheros que en pleno centro del pueblo cortaban elpaso con sus carros.

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De Punta Chica a Victoria

Capítulo 7

La zona intermedia

a) Las quintas de labor

Las quintas de labor, trabajadas desde el siglo pasado por inmigrantes,si bien se ofrecían ante la mirada de los viajeros que cruzaban por la ave-nida Santa Fe -actual Presidente Perón- como una zona distinta y separa-da del pueblo, ocultaban a esas miradas extrañas su particular relacióncon éste. Para empezar, los propietarios y trabajadores de las quintas, po-seían algún tipo de vínculo con los pobladores de la estación. Por otro la-do, el ingreso y salida de los pobladores de Victoria en estas quintas eraalgo habitual. Las quintas de labor no eran los “montes negros” que sue-len rodear a algunos barrios y que son ajenos a su vida. Por el contrario,así como los vínculos familiares entre los trabajadores de uno y otro sec-tor era muy fluido, también lo era el cruce físico entre las dos zonas. Enlas quintas de labor, trabajaban los vecinos del pueblo, y hasta algunos jó-venes y niños, cultivando frutas o haciendo de “boyeritos”. A las quintasde labor, se iban a buscar frutas, sobre todo duraznos, o pajas y ramas se-cas para las fogatas de San Juan y San Pedro. En el centro de las quintasde labor estaba la cancha del “Piave”, donde jugaron al fútbol la mayoríade los pibes de Victoria.

Además la zona de las quintas de labor, fue pronto atravesada por doslíneas de edificación que formaron una especie de cuña del pueblo, den-tro del área más agreste. Pronto las calles que cortaban los campos, estu-vieron rodeadas de gran cantidad de construcciones. En agosto de 1909se libraba al servicio público la calle Fénix, entre los terrenos de AndrésParodi y la calle del macadam -Libertador-. Esta calle, junto con Simónde Iriondo, eran las únicas que comunicaban las avenidas Santa Fe -actualPte. Perón- y Carlos Pellegrini -Libertador-.

En abril de 1913 se realizó un remate de lotes urbanos - 121 en total -en la zona de quintas de labor. El mismo fue efectuado por la compañíade Francisco Costa y se realizó frente a la iglesia por entonces ya construi-da. El remate incluyó 8 medias manzanas que se abrían a ambos lados de

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una sola calle, la Calle de los Patriotas. Cuatro cortadas, Moreno, VélezSarfield, Mitre y Roque Sáenz Peña, completaron el entramado del nue-vo barrio. La villa, en la que aún se hallaba la antigua escuela Nº 5, reci-bió el nombre de Villa Los Patriotas.

Las quintas, en realidad poseían una extensión pequeña, pero su cer-canía con un pueblo que se estaba desplegando las hacía aparecer comograndes campos. Por otro lado, formaban una franja continua que se ex-tendía hacia San Fernando. Los vecinos, les daban el nombre más preci-so de “quintones”. En 11 de setiembre, a la altura de Martín Rodríguezhasta Uruguay se hallaba el “quintón de Bartolosi”, conocido de ese mo-do por el italiano que lo explotaba. Este campo, era una quinta de verdu-ras que estaba surcada por dos hileras de eucaliptos que la cruzaban endiagonal, desde la avenida Carlos Pellegrini -Libertador-hasta Santa Fe -Pte. Perón-, muy cerca de las cuatro barreras. Al lado de la casa del pro-pietario, había un ombú enorme, debajo del cual tomaban el mate coci-do los peones de la chacra. Cercana a este ombú, estaba la cancha del“Piave”.

Cuando se remató este campo, a fines de la década de 1930, para ha-cer los loteos, realizaron un desmonte muy grande, tiraron todos los eu-caliptos abajo, y trazaron las calles. Previamente al loteo se efectuó unadonación para las monjas benedictinas, que ocupan una extensión en lascalles Don Orione y Martín Rodríguez, hasta la calle padre Zanochi. Allíestá el convento y la iglesia.

El barrio que se formó allí, limitado por las dos avenidas, las callesMartín Rodríguez, Don Orione, Ricardo Rojas, Kennedy, unido a las edi-ficaciones limítrofes a Béccar; recibió el nombre de barrio parque ElQuintón o también, barrio Marín.

En esta zona, en la esquina de Uruguay y Libertador había una casamuy antigua. Alrededor de 1930, cuando avanzaba el proceso de urbani-zación del sector, era ya una tapera. En esos años se demolió y allí se le-vantó el colegio Cardenal Copello.

b) Al otro lado de las vías

La estación de Victoria y los talleres ferroviarios, definieron dos zonasdistintas entre las vías del Ferrocarril Central Argentino y la avenida So-bremonte. Una de ellas, entre las vías nuevas que conectaban con Capi-lla del Señor y Pergamino y el límite con Béccar, se conoció desde unprincipio como Villa Crisol, o Crisol Oeste. Esta zona, vendida junto con

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De Punta Chica a Victoria

el resto de la propiedad de la descendencia Crisol- Cullen, se integró alcircuito urbano del centro de Victoria.

El otro sector, más indefinido, y al principio menos poblado, es elárea cercana al cementerio, donde los ingleses montaron sus canchas degolf. En las inmediaciones de las calles Casares y Guido Spano, por laque se llegaba al cementerio, era todo campo. Hasta allí llegaban los in-gleses vinculados a la línea del ferrocarril, a jugar al golf, en un camporodeado de tres lagunas grandes, donde los pibes iban a buscar la pelotapor una propina. Las lagunas desaparecieron cuando en todo el terrenose hicieron terraplenes; bajando los terrenos frente al cementerio. Hastaentonces, en la calle Sobremonte había dos metros de altura, más allá dela cual comenzaba una gran barranca, que con el tiempo se fue nivelan-do.

En esta zona, limítrofe con el pujante barrio de Villa Piñeyro, dondese encontraba la escuela 21, fueron asentándose los pobladores, a la parque se hacían algunas mejoras en los terrenos. No obstante, quedó másdistanciada del centro del pueblo.

En Villa Crisol, en cambio las gestiones para equipararla de acuerdoa los adelantos que se iban realizando en el centro, fueron permanentes.En esto tuvo una gran incidencia la acción de la Sociedad de Fomento deVictoria, y hasta mediados de la década de 1950, la acción de la Asocia-ción Vecinal Crisol.

El AsiloSan Luisen 1908.

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Plano en el que se observa la expansión de la planta urbana en la década de 1920

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De Punta Chica a Victoria

Capítulo 8

Las quintas de la Ribera

La zona de quintas de la ribera se caracterizó por una menor vincu-lación con las actividades que se desarrollaron en el pueblo. Enprimer lugar, porque en ellas vivía menos gente. La mayor concen-

tración de población estaba en la zona cercana a Béccar y la estaciónPunta Chica. Pero en dirección a San Fernando, había menos poblado-res, y las quintas eran aún más grandes.

La zona más cercana a la estación de Punta Chica, registró un creci-miento demográfico en la década de 1930. El poblamiento de este sector,donde las quintas eran más pequeñas se fue incrementando con la forma-ción del barrio parque Ibañez. En esta zona residían las familias vincula-das a algunos antiguos propietarios, como los Crisol, los Cullen, los Sil-veira, Greca, Lorens, O’Farrel.

La actual calle Kennedy, antes llamada Crisol, era justamente, la en-trada a la quinta de la familia Cullen-Crisol. Esta casona, actualmente seencuentra en manos de los padres sacramentinos. En este caso, los Cu-llen-Crisol, una familia muy religiosa, como lo fue en general la aristocra-cia ribereña, siguió la costumbre de donar parte de las propiedades a laiglesia católica. Aunque las quintas más cercanas a la estación Punta Chi-ca eran más reducidas, desde principios de siglo, no poseían, sin embar-go las dimensiones que tendrán después de la década del 50. La quintade los Cullen-Crisol, por ejemplo, ocupaba toda una manzana. En estaquinta, que abarcaba todo el límite costero con San Isidro, había un ga-llinero, plantaciones de duraznos, de frutales, que llegaban hasta la calleMiguens. En todo ese sector no había otra casa que la de los Cullen-Cri-sol.

Sobre la calle Miguens, casi en la esquina de Ricardo Rojas, se esta-bleció en la década de 1930, la familia Silveira. Los Silveira compraronlo que era la famosa quinta de Ibañez, un quintón antiguo, un chalet gran-de, tipo colonial. Sobre un sector estaban las cocheras y las caballerizas.La quinta de los Silveira tomaba un frente de casi dos cuadras, prolon-gándose más allá de las vías del Ferrocarril al Rosario, hasta dar con el

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río. Por esos años también, y casi en el límite con San Isidro, se estable-cieron los Ravelli, una familia de floricultores que llegaron a ser muy co-nocidos en todo el área.

Incluso este sector, que era el más poblado a mediados de la décadade 1940 no registraba muchos vecinos. Aunque no era despoblado, y lasquintas no eran de gente que venía a veranear, sino que estaban estable-cidos en el lugar, eran muy pocas familias, comparadas con la poblacióndel centro de Victoria. Por otro lado, también este grupo de pobladoresde la Ribera tenía un vínculo más laxo con Victoria, en cambio las rela-ciones fuertes se establecían con San Isidro o Buenos Aires. Los niños, po-dían ir al colegio Marín, para lo cual debían caminar diez o doce cuadras,dos veces al día.

Como contrapartida, los muchachos tenían su propio club de fútbol,el Club Punta Chica, con una cancha cercana a la estación entre Liberta-dor, Uruguay, Kennedy y Cullen, que era todo baldío. Más tarde se mu-daron sobre la calle Uruguay.

Si pensamos que ésta era la parte más poblada, entenderemos la esca-sa presencia que dentro de Victoria podían tener el resto de las quintas dela zona ribereña. Siguiendo la avenida Carlos Pellegrini, tres o cuatroquintas separaban Punta Chica de San Fernando: las de Huerto, Apella-niz, Frías, -la más grande de todas-, Dorrego y Alvear. Todas estas fami-lias, que eran parte de la aristocracia porteña, tenían sus palacios, susquintas a la orilla del río de la Plata. El vínculo que se estableció entre es-te núcleo y el centro de la localidad fue distante, y por momentos llegó aser de enfrentamiento.

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De Punta Chica a Victoria

Capítulo 9

La nuevaunidad administrativa

La existencia de distintos sectores dentro de una zona que adminis-trativamente era reconocida como una única unidad, obligó al mu-nicipio a la adopción de soluciones parciales para cada uno de los

problemas que se iban presentando, al mismo tiempo que se generabanalgunas políticas comunes para todo el cuartel I. Esta situación se mantu-vo hasta mayo de 1922, cuando se crearon nuevos cuarteles en el distri-to, y el área de la ribera quedó separada de Victoria. El distrito de SanFernando, a partir de aquel año, quedó dividido en 8 cuarteles que que-daron a cargo de los alcaldes y los respectivos tenientes alcaldes.

La antigua Punta Chica, reconocía en esta nueva partición administra-tiva, la existencia del pueblo de Victoria. Punta Chica sería el cuartel Vy Victoria, el cuartel VI. A partir de entonces, Punta Chica reduciría nue-vamente su espacio, quedando encerrada entre la línea de la costa, la ca-lle Uruguay, la avenida 11 de Setiembre (Pte. Perón), la calle AlmiranteBrown, las vías del Ferrocarril Central Argentino y la prolongación de lacalle Maipú hasta la costa. La calle 11 de Setiembre, sin embargo, pron-to dejó de ser un límite real entre los dos cuarteles, dada la expansión delpueblo, que ya entonces había cruzado esta línea divisoria. En pocosaños más, el límite real de Punta Chica se correría hasta la avenida Car-los Pellegrini –Del Libertador- siguiendo la tendencia que había comen-zado en el siglo pasado, cuando este nombre, todavía designaba los cam-pos que llegaban hasta el arroyo Cordero.

Por otro lado, la división, meramente formal, no implicaba la elimina-ción de las diferencias entre las distintas áreas, sino la aceptación de queeran zonas distintas. En definitiva, el municipio se vería obligado, cadavez más, a tomar intervención en los problemas del sector central delpueblo, mientras éste se seguía extendiendo sobre los otros sectores.

Una solución a los problemas más concretos del pueblo, la zona cén-trica de Victoria, más demandante de la actividad del municipio, fue la

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instalación de los delegados municipales. Desde principios de siglo, el car-go de delegado en Victoria, adquirió alguna importancia dentro de la po-lítica local sanfernandina. A partir de él, algunos vecinos de Victoria lo-graron acceder a la secretaría de gobierno, como ocurrió con VicenteScarone. El delegado en Victoria tenía como misión principal, velar porel cumplimiento de las ordenanzas. La delegación tenía atribuciones has-ta la zona del cementerio, y todas las cuestiones relacionadas con el tras-lado de cadáveres, pasaban por los delegados de Victoria. El cargo de de-legado, era parte de un cursus honorum, que podía comenzar en el pues-to de auxiliar en el registro civil y culminar en la titularidad de la secreta-ría de gobierno o la propia intendencia. La mayoría de las veces no eraasí, pero la expectativa estaba, de todos modos creada. Esta expectativa,como la posibilidad de un acceso a una concejalía alentaron la actividadpolítica en Victoria, que contó con algunos representantes de notoriedad,dentro y fuera de San Fernando, tal el caso de Manuel C. Silva.

Paralela a la delegación política que efectuaba el municipio, comien-zan a formarse algunas asociaciones, vinculadas también con el “progre-so” de Victoria, pero más distanciadas de la actividad política. Sin embar-go el municipio seguía teniendo una función preeminente, desde el mo-mento que era el intendente quien disponía la formación de comisiones,ya fueran de fomento, de fiestas, etc. El 14 de setiembre de 1910 se nom-bró la primer comisión de fomento de Victoria, que de acuerdo al decre-to municipal, quedó integrada por Antonio Huertas, Andrés Ripalda yLázaro Buonarrotte.

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De Punta Chica a Victoria

Capítulo 10

Unidos por el pueblo,separados por el balneario

S i bien la existencia de diferentes zonas, marcó a fuego el proceso deevolución de la antigua Punta Chica, a partir del nacimiento y de-sarrollo de Victoria; el crecimiento del principal núcleo poblacional

y la formación de instituciones fuertes, sobre todo a partir de la décadade 1920, produjo un acercamiento, que unido a las urbanizaciones demediados de siglo en la zona ribereña, unificó todo el área, con el nom-bre de Victoria, y trajo aparejado también, una mayor homogeneidad enla composición social de la localidad.

El acercamiento, entre la Victoria ferroviaria y Punta Chica, sin em-bargo no fue un proceso unívoco o exento de rispideces. La formaciónde instituciones representativas del núcleo central, llevó a partir de la dé-cada de 1920 a un continuo enfrentamiento con los pobladores de la ri-bera, no organizados institucionalmente; y acusados por sus vecinos del“otro lado de la 11 de setiembre”, de mantenerse ajenos a todo procesode progreso de la zona.

Las diferencias entre estas áreas se vieron plasmadas en la división ad-ministrativa que a partir de mayo de 1922, separó, siguiendo el recorridode la calle 11 de setiembre, Victoria de Punta Chica. Aunque el pueblode Victoria, había comenzado a extenderse sobre las quintas ubicadas en-tre las calles 11 de setiembre y Carlos Pellegrini, la existencia de las mis-mas, ponía un límite físico al otro límite con la ribera, cada vez más “aje-na” al desarrollo del pueblo. Los campos todavía dedicados a quintas en-tre 11 de setiembre y Carlos Pellegrini (Libertador) eran la expresión deuna barrera entre dos sectores sociales claramente diferenciados, que noposeían mayor comunicación entre sí: el de los poseedores de quintasjunto al río y el de los pobladores de las cercanías de la estación.

Según el censo de 1914, Victoria se había convertido en uno de loscentros urbanos reconocidos de la zona norte de Buenos Aires. Aunquesuperada en cantidad de habitantes por el resto de las localidades del an-

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tiguo “Pago de la Costa” (San Fernando, San Isidro, Martínez, Olivos yTigre), con sus 3620 pobladores, aparecía como el pueblo de mayor cre-cimiento en los últimos 20 años. La influencia de San Fernando, con suscasi 15.000 habitantes, reconocida desde 1909 como ciudad, se hacíasentir también en la nueva localidad, que no dejaba de recibir poblado-res de aquella.

El crecimiento de Victoria, comenzó a operar así como el agua en laroca, frente a aquella Punta Chica más apacible, y aún apegada a hábi-tos del siglo anterior. Los siguientes cuarenta años al censo de 1914, se-rán la historia del avance de Victoria sobre Punta Chica. En 1946, en undiscurso pronunciado en el salón de la municipalidad de San Fernando,acerca del “San Fernando de Antaño”, el historiador Enrique Udaondo,hacía referencia al “paraje de Punta Chica, donde se halla la estaciónVictoria”. En pocos años más, la frase podía invertirse por completo.

El 15 de enero de 1923, el entonces intendente Urcola firmaba un de-creto para el mejoramiento edilicio de Victoria, en “concordancia con elprogreso cultural” y “aumento considerable de población”. En el mismo,decidía la constitución de una nueva “Comisión Pro- fomento de Victo-ria”. La principal misión de la sociedad era “requerir el concurso de ve-cinos e iniciar obras como ser el arreglo de las calles Santamarina y Si-món de Iriondo y su prolongación hasta el río, donde puede hacerse unlugar de esparcimiento adornándolo con árboles, como así la adquisi-ción de terrenos adecuados para formar una plaza.”.

La mayoría de los integrantes de la Comisión Pro-Fomento, eran pro-pietarios de las quintas de la ribera, muchos de ellos sin una presenciapermanente en el lugar. La Comisión, se completaba con algunos políti-cos y profesionales avecindados en el pueblo, todos ellos figuras promi-nentes. En muchos casos, también los nombres de estos “vecinos carac-terizados” correspondía al de antiguas familias afincadas en San Fernan-do desde el siglo anterior, y al de personas que tenían una real predispo-sición para la solución de cuestiones, “como por ejemplo la formaciónde una plaza en el centro del pueblo”, que no los favorecían directamen-te. La Comisión perseguía un fin integrador: arreglar las principales ca-lles del pueblo, formar una plaza, y preparar la construcción de un bal-neario en Punta Chica.

Parte de los fines propuestos se cumplieron, pero el establecimientode un balneario popular en Punta Chica, no llegó a concretarse en losaños inmediatamente subsiguientes, y hacia fines de la década del 20 setransformó en un motivo de continuas quejas y disputas, cuando una so-

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De Punta Chica a Victoria

ciedad de fomento, formada por vecinos del núcleo central del pueblo hi-ciera su aparición.

El deseo de extender un área de esparcimiento sobre la ribera, para locual la continuación de Simón de Iriondo hasta la misma, era un deseo en1923, será en la década de 1930 un motivo de enfrentamiento, cuando losintereses de los propietarios de terrenos en la ribera se enfrente con el delos pobladores. Para entonces, la sociedad de fomento, no incluyó entresus miembros a estos que habían sido designados tal vez, con espíritu in-tegrador, en 1923; y en su mayoría estuvo compuesta por los comercian-tes, artesanos y trabajadores que residían en las cercanías de la estación.

La Sociedad de Fomento, a través de su boletín periódico “Victoria”,manifestaba continuamente el enojo de la entidad por el usufructo priva-do de las playas de Punta Chica. En julio de 1928, bajo el título de “Nues-tra Ribera”, podían leerse las siguientes afirmaciones: “Punta Chica, nom-bre legendario, partida heroica de los 33 orientales, tu nombre se reveren-cia y se respeta […] Está vedado para el pueblo el jolgorio en tus lares, ylos señores propietarios de tierras limítrofes, abusan de la pasividad delpoder, llamado a hacer justicia, porque han cerrado ignominiosamente elpaso a las gentes que no pueden gozar de los encantos de tu río, de tus se-dantes brisas, ni de tus reconfortantes arenas”.

La cuestión por el uso de la ribera, remontaba la situación a antiguoslegajos judiciales, en las que se había definido la propiedad estatal de lacosta.

Los propietarios de terrenos lindantes con la ribera, habían alambra-do sus propiedades, generando un sistema directo de exclusión, al mismoque generando una nueva organización, basada en el beneficio que deja-ba el usufructo de los balnearios privados, -la novedad de aquellos años-en los que se cobraba entrada a los vecinos. La Sociedad de Fomento re-clamaba “Que nuestro público tenga derecho a su libre recorrido comoen otros tiempos, en que los domingos era un lugar de esparcimiento y re-creo”.

Hacia fines de la década de 1920, dos calles daban entrada al río, uncallejón barranca angosto, que en los planos figuraba con el nombre de“Callejón de Juanillo”, y la calle barranca ancha o Callejón de Ibañez. Enaquel año ambas entradas estaban muy descuidadas, y ya casi nadie po-día llegar al río por ellas. Los pozos que dejaban los carros que extraíanarena del río, sumados a las malezas y alambres de púas que colocabanlos propietarios en la llegada a la ribera, volvían imposible el acceso. Lasdos calles, distanciadas una de otra por una extensión de 400 a 500 me-tros, habían sido, años antes, el acceso libre para la gente que se arrima-

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ba a la playa. Pero entonces, se convirtieron en un obstáculo, que obli-gaba a tomar el paso de los terrenos particulares, en los que se cobrabala entrada”.

En setiembre de 1929, el periódico “Victoria” publicaba una nota fe-roz contra el propietario de los terrenos del nuevo “Parque Ibáñez”. Conel título de “El crimen de Punta Chica”, la nota informaba que en el exrecreo “Las brisas” donde se cobraban 20 centavos por la entrada, se ha-bían cortado los árboles: el dueño, afirmaban lo fomentistas, “mandócortar todos los árboles”. Y seguidamente se preguntaban: ¿Será para im-pedir que los destroce la gente? O para agradecer al municipio la apro-bación de los planos de subdivisión del terreno? “barrio parque a su an-tojo, para que pudiera sacar el mejor provecho posible en su renta, de-jando un círculo que apenas cabe una fuente, y a la que le llaman plaza?¿O ha sacrificado lo que costó tantos años hacer crecer para que algúnadinerado que pasea en lancha pueda contemplar la perspectiva del fon-do del Parque Ibañez? ¿O será para vender la leña que pudieron produ-cir esos árboles?”.

Los árboles cortados en esta zona, y la formación del barrio ParqueIbáñez, aunque de características distintivas respecto a los restantes ba-rrios hasta entonces existentes en Victoria, eran sin embargo un adelan-to de los cambios que se producirían años más adelante, cuando toda lazona de quintas entre la avenida Carlos Pellegrini y las vías del tren de lacosta se subdividieran, dando lugar a residencias más permanentes.

Por paradójico, el enfrentamiento, notorio hacia fines de la década del20 y comienzos de la década de 1930, por el uso de las playas de PuntaChica, si bien marca un punto extremo en las diferencias entre PuntaChica y Victoria, por otro lado, evidenciaba el acercamiento paulatinoentre una zona y otra. A principios de siglo, cuando Victoria, en plenodespegue poseía aún una pequeña cantidad de pobladores, los propieta-rios de quintas en la ribera, distantes, pero al mismo tiempo seguros desus propiedades, permitían el paso ocasional de los pobladores que libre-mente gozaban de las playas, en forma solitaria; o comunitariamente, através de los picnics, muy comunes entonces.

A medida que el crecimiento del pueblo de Victoria se fue extendien-do, los propietarios sintieron esta expansión. Este temor fue uno de loscomponentes del cierre de las playas. El otro componente fue el deseo delucro, que provendría de una gran concurrencia a balnearios que cobra-ban una entrada. De modo que la existencia de los alambrados, la tala deárboles, y la “privatización” de la ribera, constituyó un único proceso con

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De Punta Chica a Victoria

el crecimiento demográfico, la formación de los barrios parque en la ribe-ra, y la tendencia al igualitarismo.

Por muchos años, la Sociedad de Fomento, continuó la lucha en pro-cura de la apropiación de un sector de la playa, lo que conseguirá haciafines de la década de 1940.

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Capítulo 11

Tendiendo puentes

Entre el pueblo de Victoria, y la zona de la ribera; alejadas, comoya vimos por una distancia física, que también era social y cultu-ral, vino a establecerse, como factor aglutinante la obra de la igle-

sia católica. Justamente en el límite entre ambas zonas, en el área que he-mos llamado las quintas de labor, sobre las que el pueblo comenzaba aextenderse desde principios de siglo, se afincaron tres instituciones reli-giosas que han tenido un gran peso en la historia de Victoria: el Asilo SanLuis, el Asilo Pradere y el Instituto Cardenal Copello. En los dos prime-ros, familias pudientes que tenían una residencia sólo temporaria en el lu-gar, donaron las casonas para vivienda y lugar de instrucción de niños yniñas, que a medida que fueron pasando los años, fueron mayoritaria-mente de Victoria. No poseemos estadísticas, pero el testimonio de algu-nos vecinos indica que un altísimo porcentaje de niñas de Victoria, pasa-ron por el Asilo San Luis.

De algún modo, el Asilo de San Luis, fue también el primer lugar deencuentro para las ceremonias religiosas, y si bien la iglesia de Victoriahabía estado en los planes de los pobladores desde el siglo pasado, la be-neficencia de la propietaria de la casona donde se instaló el asilo, posibi-litó también la erección del templo.

Hasta la instalación del Asilo, el único centro religioso era la capilladel hospital, que estaba a muchas cuadras del centro principal de pobla-ción. El Asilo, también quedó ubicado en una zona alejada del pueblo deVictoria, pero la labor de las monjitas y los sacerdotes pronto atrajo a losvecinos.

El Asilo San Luis nació en el año 1908, cuando Enriqueta Lezica deDorrego, trajo a su casona de Punta Chica, sobre la avenida Carlos Pelle-grini -hoy Libertador- a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul,para que realizaran allí su labor. El nombre del Asilo era un homenaje almarido e hijo de Enriqueta Lezica, que habían fallecido tiempo antes.

Desde el mismo año de su instalación, el Asilo atrajo a niños y niñas.Muchos padres sacaron a sus hijos de las escuelas a las que iban, especial-

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mente a las niñas, ya que en el asilo podían permanecer pupilas. El Asilo, además de los cursos regulares, ofrecía cursos en el taller de

costura. Las alumnas del mismo, para aliviar los tiempos de traslado,pronto comenzaron a quedarse, y se les ofrecía un almuerzo. Por otro la-do, el hogar practicaba la beneficencia, que era sostenida por la propieta-ria de la casa, quien además daba calzados y vestidos a los más necesita-dos. A todo esto, se agregaba la preparación de los niños para la primeracomunión y lo que se conocía como “catecismo de perseverancia”. Por unbreve tiempo, atendido por un sacerdote funcionó un patronato de varo-nes pero al retirase este sacerdote, el patronato se disolvió y sólo continuóel asilo de niñas.

Todo este plus, que se sumaba a la enseñanza tradicional, benefició alasilo que tuvo un rápido crecimiento desde su instalación.

Una visión de las diferencias sociales existentes en Victoria, se ve re-flejada en la apreciación de las hermanas del asilo, que ha quedado escri -ta en el libro anuario: “Reina un miseria moral muy grande en el pueblode Punta Chica, en el de Victoria y principalmente en la parte llamada elBañado, que podría llamarse una pequeña China; hay muchos niños quehacer bautizar y matrimonios que realizar”. Vemos claramente la distin-ción entre Punta Chica, Victoria y el “Bañado”, como genéricamente seconocían los barrios formados al sudoeste de las vías del Ferrocarril Cen-tral Argentino.

Preocupadas por la ausencia de vida religiosa, las Hijas de la Caridadde San Vicente de Paul, prepararon la primer “misión” en Victoria, quese llevó a cabo el 13 de diciembre de 1908, en una gran carpa cedida porEnriqueta Lezica que fue instalada en un terreno de los Martinelli. Estamisión fue llevada a cabo por los sacerdotes lazaristas, entre ellos VíctorMarcaille.

La “misión” atrajo a una gran cantidad de pobladores y esto renovó elentusiasmo por construir una iglesia en Victoria. Enriqueta Lezica de Do-rrego efectuó un importante aporte económico, y poco tiempo más tarde,la edificación estaba en marcha.

Hasta que se erigió la iglesia, y aún muchos años después de termina-da de construir, la quinta de los Dorrego funcionó como centro religioso.Era algo habitual que las familias de la alta sociedad, construyeran en suscasas de campo pequeñas capillas, en las que atraían a los vecinos, pagan-do el servicio de los sacerdotes de los pueblos. Esta labor, generalmentese encargaba a las mujeres y a los jóvenes de la familia, que cumplían unamisión catequística, junto a sacerdotes y monjas. Esta obra pastoral, seconfundía también con una labor de tipo social. Las hermanas organiza-

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ban las fiestas de navidad, en las que Enriqueta Lezica de Dorrego, ob-sequiaba regalos a muchas familias. La vida privada de la familia Dorre-go, se hacía pública a través de estas y otras celebraciones, como el ca-samiento de algún miembro de la familia, eventos, que eran fielmente re-cordadas por las Hijas de la Caridad como hechos destacados en la vidade la comunidad. En 1909, la propietaria del Asilo compró la quinta ve-cina que daba a la calle Santa Fe -donde hoy se encuentra el Club Tigre-a fin de levantar casitas para las familias “pobres y honradas”. Mientrastanto su hija donó una biblioteca, que se instaló en el Asilo.

La apertura de la iglesia de Victoria en la fiesta de pentecostés, el 23de marzo de 1920, marcó el final de una etapa en la vida del Asilo; quea partir de entonces comenzó a ser una institución más. Fallecida en Eu-ropa Enriqueta Lezica de Dorrego, sus descendientes siguieron atendien-do el Asilo, hasta que finalmente lo donaron a las monjitas.

Al abrirse la iglesia, las niñas que no estaban en el asilo comenzarona asistir al catecismo que se ofrecía en el nuevo templo, y el centro de laactividad religiosa comenzó entonces a coincidir con el centro físico y so-cial del pueblo. La experiencia de beneficencia había pasado a un segun-do plano, y eran ahora los sacerdotes del templo quienes inciarían lanueva etapa, sobre todo, a partir de la instalación del Colegio San José.

La existencia de los Asilos y los colegios católicos, mayoritarios res-pecto de la enseñanza estatal, desde la segunda década del siglo, va amarcar todo una tendencia en la educación de los pobladores: la mayo-ría de ellos recibirá una formación religiosa; y muchos, finalmente se in-clinaron por continuar la vida religiosa en el sacerdocio.

Por otro lado, la presencia en Victoria del sacerdote italiano LuisOrione, “Don Orione”, ha tenido un peso importante en la tradición re-ligiosa del lugar.

La presencia de este sacerdote en Victoria, se relaciona con una situa-ción muy particular que uno de sus biógrafos, Enzo Giustozzi, relata dela siguiente forma:

“1922: la virgen le “ofrece” su primera casa argentina”[…] Sucedió así: Mons. Alberti, ya en la primer audiencia le había

ofrecido la Iglesia de Victoria, en jurisdicción de la Parroquia de San Fer-nando. El día en que - con el P. Maximiliano Pérez, párroco de S. Fer-nando, Mons. Silvani y el Sr. Cullen - fue a visitar la iglesia en cuestión,Don Orione no se sentía bien: estaba con un fuerte dolor de muelas ypreocupado por serias dudas sobre qué obra aceptar de las varias que sele habían ofrecido. De pronto alzó los brazos y comenzó a proferir ex-clamaciones de alegría:

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-“Es la Virgen de la Guardia! - decía radiante, mirando una estatua deesa advocación que había descubierto en el templo -

Vine a la Argentina con la intención de construir una Iglesia a la Vir-gen; pero Ella me ganó de mano, y me la da ya hecha!”

Así se disiparon todas sus dudas y aceptó sin más la Iglesia de Victo-ria. Esa fue la primera casa de Don Orione en la Argentina.”

Junto con el padre Orione, llegó el sacerdote José Zanochi y el escri-bano Manuel Mujica, como representante legal.

Luego de las fiestas patronales de 1944, el 28 de noviembre en un ac-to en el que hablaron Texidor, Blas F. Burzio, Camilo Bertorello y elRvdo. Padre Dutto se dio el nombre de Don Orione a la calle Fénix. Elcambio de nombre provino de una iniciativa de Anselmo Cruzado, quehabía hecho pública en las fiestas patronales de aquel año. La esposa deAnselmo Cruzado, había sido la persona que recibió al sacerdote italia-no, cuando éste llegó a la capilla del Hospital de San Fernando, dondese encontraban las llaves de la capilla de Nuestra Señora de la Guarda,hasta entonces cerrada. Una placa, en las esquinas de Don Orione y 11de setiembre, recuerda aquel acto.

El hecho de que la nueva Iglesia centrara la actividad religiosa en elpueblo, no significó el punto final en la serie de aperturas de centros ca-tólicos en la zona más cercana a la ribera. El asilo Pradere, en la propie-dad de María Jáuregui de Pradere, constituía otro espacio que por añoshabía sido ajeno a los pobladores de Victoria y al que ahora concurriríanlos niños del lugar. Levantada la casona sobre los antiguos terrenos deRoselli, la propiedad de la familia Pradere, que donó el terreno para edu-car a las niñas huérfanas y pobres, se encontraba sobre la misma calleCarlos Pellegrini, a pocos metros del Asilo San Luis.

Finalmente, aunque años más tarde, cuando ya vivían más poblado-res en el área de Punta Chica, se levantó el Instituto Cardenal Copello,siguiendo la línea de la calle Pellegrini, con vistas a la ribera, al igual quelos asilos. El cardenal Copello bendijo la obra, la capilla, un hermoso co-legio de una cuadra de frente, que más tarde llevaría su nombre. La existencia de los asilos y escuelas católicas atraía a la mayor parte delos estudiantes de Victoria. La asistencia a otros colegios, dentro o fuerade San Fernando, sólo se llevaba a cabo cuando se iniciaba el secunda-rio. Hasta entonces, las escuelas católicas marcaban el límite en el que sedesenvolvía la vida de los escolares. Punta Chica y Victoria, se acercaronun poco más, a través de ellos.

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Capítulo 12

El centro se urbaniza

El boom de los adoquinadosLa construcción de adoquinados en Victoria constituyó todo un

boom. Salvo la calle Santamarina, en la que había un macadam, proba-blemente realizado por la familia Santamarina que poseía una quinta enla ribera, el resto era todo de tierra. Hasta que llegó el adoquinado. Jus-tamente, la misma calle de Santamarina por tener este antiguo macadam,fue una de las últimas en adoquinarse, aunque al momento de efectuarselos trabajos, ya estaba llena de pozos.

Antes de 1920, otra calle, además de Santamarina mejoraría su aspec-to y accesibilidad. Fénix -actualmente Don Orione- con su café y su cine“Las familias”, centro vital del pueblo, fue la primer arteria que tuvo ado-quinado. Pero esta obra no formó parte del boom, cronológicamente pos-terior, y su mejoramiento permaneció como un detalle aislado en un pue-blo donde el conjunto de las calles seguían siendo de tierra.

El boom comenzó a partir de 1923, cuando en el transcurso de las ad-ministraciones radicales, se encaró un programa integral de adoquina-miento de la localidad. La realización de estas tareas, llena de idas y vuel-tas, implicaron un momento importante en el desarrollo de la localidad.Si los primeros adoquinados se efectuaron en la planta urbana central deldistrito, esta vez, las obras se extenderán a la vecina localidad de Victo-ria. En marzo de 1923, se inician los trámites para el establecimiento deun pliego de condiciones y el posterior llamado a licitación para la cons-trucción de adoquinados en 15 secciones distintas de San Fernando, va-rias de ellas en Victoria. Las calles a adoquinarse correspondían al áreamás cercana a la estación. La calle Belgrano cuyo adoquinado continua-ría desde Avellaneda hasta Progreso (actual Nicolás Ambrosoni), permi-tiría la unión de las dos plantas urbanas a través de una arteria pavimen-tada.

Durante 1924 las licitaciones de adoquinado iniciadas por el inten-dente Urcola, continuaron, completando tramos de calle que habían que-dado fuera de los primeros planes. Por entonces, todavía el centro de la

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localidad de Victoria en el límite con San Isidro, llegaba hasta la calleMartín Rodríguez, más allá de la cual permanecían indivisos los camposde la descendencia de Crisol.

Ese año de 1924, siendo intendente Giacobone se formaron las comi-siones de vecinos encargadas de inspeccionar la obra del adoquinado. Esasí que algunos pobladores, sobre todo del centro urbano, tuvieron la frá-gil y dudosa autoridad que les otorgaba el título de “inspectores de ado-quinado”.

Los grandes propietarios de las quintas de la ribera, mientras tanto,solicitaban el relleno y levantamiento de los terrenos de la costa desdeColón hasta Uruguay, medida que obviamente incrementaba el valor desus propiedades.

Las licitaciones por adoquinados en Victoria se extendieron durantebuena parte de la segunda mitad de la década del 20. Las obras, no obs-tante la tardanza con que fueron efectuadas, hecho que ocasionó innume-rables problemas, sobre todo en tiempos de lluvias, finalmente acabaronpor dar un nuevo rostro a la localidad, que a principios de la década de1930, se erguía diferente, con pocas calles de tierra, y con las principalesarterias y vías de comunicación completamente pavimentadas. El siste-ma de adoquinados, forma particular de pavimentación que en pocosaños más iba a ser dejada de lado, sin embargo es una de las caracterís-ticas del pueblo de Victoria. La nueva localidad de Virreyes se asfaltaríade otra forma, pero Victoria siguió el sistema utilizado en el pueblo deSan Fernando, lo que junto a la pervivencia de algunas construcciones deprincipios de siglo, le ha dado a la localidad el aspecto tradicional, quees una de sus características.

Otras mejoras

A partir de 1925, fue obligatoria la construcción de veredas en todoel radio que abarcan las calles Colón, Uruguay, Sobremonte y las vías delFCCA (eléctrico). Hubo lugares de Victoria en que la construcción deveredas se hizo en forma más lenta y en los que hubo mayores dificulta-des para afrontar el costo de su construcción, que estuvo a cargo de laempresa Virgilio y Bones.

En la misma época, la iluminación a energía eléctrica se extendió atoda la zona de Victoria, aunque con más retraso en los barrios del oes-te. Por otro lado, el sistema de alumbrado, que se dividía en cuatro cate-gorías, de acuerdo a la potencia de bujía de las lámparas, dejaba a los ba-rrios aledaños al centro del pueblo, en la más baja categoría. La calidad

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del alumbrado de Villa Crisol, por ejemplo, era de “cuarta” categoría. Enla década de 1920, la instalación de luz eléctrica, sin embargo era unarealidad.

Algo similar ocurrió con el agua corriente. Mientras que en el núcleocentral se obtuvo este beneficio, en la zona cercana al cementerio y losbarrios más alejados, no existía o era sumamente deficiente. Por enton-ces, los vecinos de la calle Casares, entre las vías y Sobremonte tenían po-zo. En algunas casas había aljibe y pozo, usándose el agua del aljibe pa-ra lavar. No obstante, el servicio de aguas corrientes fue menos cuidadoen Victoria que en San Fernando.

El adoquinado, las veredas, el alumbrado eléctrico, la plaza, fueronuna suma de elementos, que reunidos, habían hecho de Victoria un “au-téntico pueblo”, del cual sus habitantes comenzaban a sentirse orgullosos.Esto no evitaba las quejas de los vecinos en relación a todo lo que aúnfaltaba por hacerse. Por otro lado, muy avanzada ya la década en la quese produjeron todos estos cambios, el pueblo seguía poseyendo la marcarural con la que había nacido. El destacamento policial, por ejemplo, se-guía movilizándose por medio de caballos, y la caballeriza se hallabaubicada en la calle Constitución, en la esquina de la calle Fénix -actualDon Orione-. Frente a la caballeriza, en pleno centro del pueblo, habíauna carnicería, y al lado se hallaba el “biógrafo”... Por otra parte, los te-rrenos del centro, no estuvieron completamente ocupados por muchosaños. Sobraban los espacios donde se podían instalar las compañías cir-queras y los gitanos ambulantes con sus carpas.

Hacia fines de la década de 1920, más allá de algunas rémoras, el pue-blo había realizado notables adelantos. Además de los que hemos enu-merado, al pedir el aumento de la dotación policial, los vecinos de Vic-toria prepararon un petitorio que avalaron con los siguientes datos, queaunque seguramente un tanto exagerados, expresaban la nueva situacióndel pueblo: 1- Un aumento considerable de la población (160 manzanas)en su mayoría edificadas. 2- La existencia de una estación del FFCA(eléctrico) con 200 trenes diarios (ramal a Pergamino). 3- Los talleres y al-macenes con alrededor de 500 operarios. 4- El camino pavimentado queune Las Conchas con Capital con tráfico constante (1000 vehículos dia-rios). 5- Un importante centro comercial, de 200 negocios. 6- Las dos lí-neas de ómnibus que unen Victoria con San Fernando. 7- La costa delRío de la Plata (20 cuadras) a la que en época veraniega concurren de2.000 a 3000 personas, en domingos y feriados.

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La plazaAl petitorio habría que haberle agregado que Victoria tenía ya una bo-

nita plaza.El 14 de agosto de 1925, el Secretario de Gobierno del municipio de

San Fernando, Serafín Girola tomó posesión de la fracción de terreno ex-propiada entre Constitución, Porvenir, Ambrosoni y “terreno municipal”en medio con Tres de Febrero (“terreno conocido como de Don HopeVan Dems) en nombre del intendente Urcola. El hecho puede registrarsecomo todo un acontecimiento dentro de la historia de Victoria, pues lostrámites que derivaron en esta expropiación y los arreglos posteriores quese hicieron en los terrenos, dieron origen a la primer plaza de Victoria.Hasta entonces, todos los actos de importancia se llevaban a cabo en unapequeña rotonda, frente a la estación.

Fue una comisión “Pro plaza de Victoria” integrada por propietariosde quintas de la ribera y vecinos “notables” del pueblo, la que propuso alHonorable Concejo Deliberante que la plaza fuera designada con el nom-bre de Coronel Manuel Dorrego. Poco después, en marzo de 1926, co-menzó la organización para las obras de formación de la plaza, que ya ha-bía sido designada como “Coronel Manuel Dorrego”. Juan Andreotti, Jo-sé Vacado, Antonio Huertas, Domingo Bordo, Conrado Palmucci, Juan B.Samucci, Juan Mosca, Manuel M. Mujica, Carlos Hora, Juan Saint Este-ven, Abraham Colombo, Blas F. Burzio y Juan J. Martín, integraron unacomisión que colaboró con la intendencia en las obras de iluminación.Poco después, en mayo de ese mismo año, se creó el cargo de guardiánde la plaza Dorrego. Martín Otamendi fue el primer guardián designado.

Las tareas de arreglo de la plaza fueron muy arduas, ya que el terrenoera prácticamente una laguna. Los vecinos vieron desaparecer los prime-ros bancos de cemento que se colocaron; que al igual que los árboles denaranjas amargas recién plantados eran “tragados” por la laguna. Perodespués de un par de años, el lugar, ya parecía una plaza. Sobre todo por-que allí se empezaron a desarrollar los principales eventos, ya fueran re-ligiosos, patrióticos o populares. Hasta allí llegaban los bomberos, con sudesfile, y luego venían los músicos, la “banda de los zapateros”, gordos,italianos, humildes, uniformados, típicos de una época.

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Capítulo 13

Las comunicaciones

Los ómnibusEl 8 de marzo de 1924, la intendencia concedió un recorrido a “títu-

lo precario” a los empresarios de ómnibus José Pasarini, Cosme Sportelliy Bermejo y Santos; desde San Fernando hasta Victoria. El recorrido sehacía considerando la pavimentación en marcha. Los ómnibus debían sa-lir de la estación San Fernando, por San Martín hasta Constitución; porésta llegaban a Almirante Brown, en la que giraban a la derecha, bor-deando la quinta de la familia Castro -que ocupaba varias manzanas- has-ta tomar Belgrano, la que recorrían hasta que se cerraba en “Progreso”(actual Nicolás Ambrosoni). En Progreso giraban nuevamente -esta vez ala izquierda- y por esta calle salían a Lavalle, que los conducía hasta la es-tación de Victoria. Por entonces, Constitución, Tres de Febrero y Lavalleno estaban abiertas en toda la extensión que va desde Quintana hasta Si-món de Iriondo, de manera que los ómnibus adecuaban su recorrido alproceso de urbanización. Grandes propiedades en las que aún no se ha-bían abierto calles, separaban las dos plantas urbanas que unían los co-lectivos. Los boletos costaban 0,10 $, el servicio era de 6 a 23 horas, ydespués de las 22 se pagaba el doble.

Poco tiempo después, se autorizó la circulación de otra línea, propie-dad de M. Sánchez -en junio de 1924 el nuevo dueño era Isaac Castor-que corría -al principio sólo los jueves y domingos- entre el Canal y elCementerio. Los coches entraban a Victoria, al igual que la otra línea,por la calle Belgrano, y en Guido Spano giraban en dirección al cemen-terio. Una curiosidad del decreto que permitió la llegada de esta líneahasta el cementerio, es que en su artículo tercero decía textualmente: “Alhacer el último viaje de regreso desde el cementerio, el propietario o con-ductor deberá tener especial cuidado y cerciorarse de que no quedaraningún pasajero sin embarcar”. Con las leyendas de “aparecidos”, tan co-munes por entonces, seguramente los conductores, se cuidarían más aúnde que no “regresara” algún otro pasajero.

En junio de 1924, esta línea obtuvo otra autorización para ampliar re-corrido, llegando también a la estación de Victoria. De todas maneras, noera muy grande la frecuencia de los ómnibus en esta dirección. Para dar-

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nos una idea del desplazamiento de aquellos días, en diciembre de 1924,entre el Canal y San Fernando circulaban 13 ómnibus de esta línea, y en-tre San Fernando y Victoria sólo 1. No obstante el crecimiento de la po-blación de Victoria era un aliciente al establecimiento de nuevas líneas, ya fin de ese año se autorizó a Luis Charlone a circular desde el Canal has-ta Victoria. El micro salía del Canal por Colón, luego tomaba Tres de Fe-brero hasta 9 de julio, y a partir de esta se dirigía hasta Belgrano la cualrecorría hasta Victoria. El camino de regreso era igual al de ida.

En estos ómnibus, además del conductor, viajaban en forma perma-nente los “guardas”, que generalmente eran menores. El periódico local,siempre quejoso, afirmaba que “los coches son sucios, y los guardas soncriaturas mal habladas, mal vestidas, y sin respeto a los pasajeros”.

Omnibus de la empresa del Ferrocarril Central Argentino, que salía de la Estación Victoria

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Capítulo 14

El pueblo y sus fiestas

Amedida que fue avanzando el siglo, las esquinas de Victoria co-menzaron a convertirse en lugar de encuentro y juego, funda-mentalmente para los más chicos. En estos lugares, se jugaba se-

gún la temporada: en verano a la bolita, con los vientos de la primaverallegaban los barriletes. Los viejos pobladores de Victoria recuerdan conafecto esos juegos de niños, -las bolitas, el hoyo, el arrime, la escondida,cantar canciones, etc. - que han cambiado al compás de las mutacionesmás generales de la sociedad. Muchos de ellos, como la villarda o el ba-lero han desaparecido. Un juego que no hacía diferencia de edades erael fútbol. La cancha más recordada es la del “Piave”. Esta canchita que seformó en el centro de un martillo de urbanización entre las quintas de 11de setiembre y Carlos Pellegrini, era el sitio obligado de encuentro de losequipos del lugar. La cancha pervivió durante muchos años. En las cer-canías de la estación de Punta Chica había otra cancha, del club PuntaChica. Ambos “estadios” expresaban la rivalidad y distancia de dos luga-res distintos aunque cercanos.

Estas diferencias, entre la ribera y el pueblo se veían expresados tam-bién en los grandes festejos populares, como los corsos de carnaval, quetenían su epicentro en la calle Santamarina, mientras que en la zona dela Ribera se perdía ese bullicio que por unos días se centraba entre la es-tación y la 11 de Setiembre. Las fiestas poseían una impronta necesaria-mente familiar y encontraban en los niños el eje de las manifestaciones.El corso infantil se llevaba a cabo en la calle Fénix -actual Don Orione,entre 11 de Setiembre -actual Pte. Perón- y García Mansilla. En aquelloscorsos, recuerdan algunos antiguos vecinos, no se jugaba con agua; sí conel lanzaperfume, “que daba una sensación muy fría”. Serpentina, papelpicado, y lanzaperfume, disfraces, carrozas, bailes formaban parte del ri-tual de cada año.

Desde luego, el cine “Las Familias” fue un importante centro de so-ciabilidad. Además de las películas que se ofrecían semanalmente, las fa-milias del lugar podían asistir a las representaciones de sus propios hijos;

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obras teatrales preparadas en las escuelas, generalmente con el fin de re-caudar fondos para viajes o reparaciones de los edificios.

Una fiesta muy particular de Victoria, aunque extendida también enotros pueblos, fue la “fiesta del árbol”. En 1929 una delegación de la So-ciedad de Fomento, se entrevistaba con el intendente para impulsar la“Fiesta del árbol” en Victoria. El 15 de agosto, la banda empezó a tocardesde la mañana y se celebró dicha fiesta, en la que participaron docen-tes y alumnos de la escuela 9. Uno de los vecinos, el constructor Glereanhabía conseguido cerca de 1000 árboles, que fueron plantados ese día. LaSociedad de Fomento, emitió luego de la fiesta, el siguiente comunicado:“Pedimos a los vecinos a quienes se le han plantado árboles al frente desus casas, tengan la gentileza de echarles un balde de agua por semana,por lo menos hasta que broten, cooperando en esta forma a una impor-tante obra”.

La “Fiesta del árbol” implicaba un necesario homenaje a los mismos,que los alumnos expresaban a través de poesías aprendidas en el colegio.En aquella oportunidad, se anunciaron las siguientes actuaciones, con locual se garantizó una presencia masiva de vecinos: “Los consejos delabuelo”, por María Teresa Belcredi; “El peral” y “Ceibos”, por NélidaMarcos; “El ceibo”, por Roberto Fiori; “El sauce”, por Irma Mosi; “El na-ranjo y el cedro”, por Adelina Sachs; “El árbol”, por Leonor Wilhelm; “Elárbol”, por Nélida Ripalda; “El pino de Fromentor”, por Lía Winter. Lamayor parte de las declamaciones, eran poemas de Rafael Obligado.Tampoco el teatro faltó en esa primer “Fiesta del árbol”: “El árbol y losniños”, fue la comedia que representaron Teresa Baliani, María Luisa Ni-ño, Sara Francini y Clara Mosca.

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Capítulo 15

La vida cotidiana

En la primera mitad de siglo, además de producirse la consolidaciónde algunos espacios institucionales, se fijaron los límites de la cotidia-neidad del pueblo: las nuevas calles asfaltadas, el alumbrado, los co-

legios y los lugares de reunión, los potreros para los más chicos y los boli-ches para los adultos.

Acorde con la tradición argentina, en la familia, la costumbre era que lasmujeres permanecieran más tiempo dentro de la casa. La madre era amade casa. Además de los quehaceres domésticos, era la encargada de coserla ropa (a máquina o a pulmón), zurcir medias y realizar toda clase de arre-glos. Si el terreno daba, además hacía la quinta. Después, con el productode la quinta preparaba dulces, salsas, ensaladas. Las hijas cosían “para afue-ra”. Cuando pequeñas, iban al asilo San Luis, hasta cuarto o quinto grado.

Para el hombre, en cambio, después del trabajo, estaba el boliche. Losb o l i ches, que todas las tardes se llenaban. Eran tres o cuatro boliches, en losque después de las cinco se jugaba a las cartas. El de Capurro, que teníac a n chas de bochas, era el más famoso. Sobre la calle Santamarina, estaba elalmacén de Andreotti. Allí su dueño, entre calle y calle hizo otra cancha deb o chas. Algunos bares, estaban un poco más alejados del centro, y esto per-mitió que los pobladores de los barrios tuvieran sus propios centros de reu-nión, como el famoso bar de Bruno, que tuvo influencia sobre los barriosde Virreyes y Vi c t o r i a .

Hombres, mujeres y niños, por otro lado tenían pasatiempos comunes:uno de ellos, inevitable era contemplar la actividad callejera, la de los ven-dedores ambulantes. Los pescadores, que pescaban a la noche, y a la ma-ñana salían con la “palanca” a vender. En invierno paseaban con su cargade pejerreyes y bogas, y en verano con algún surubí, un patí, o el menospreciado armado.

Un espectáculo que sin dejar de ser impresionante, era habitual hasta ladécada de 1940 fue el de las largas caravanas de carros fruteros. Día y no-che, un carrito detrás de otro, como una película sin final, atravesaban elcentro de Victoria por la calle 11 de setiembre, cargando manzanas, cirue-las, o duraznos que venían del Delta. En la esquina de Uruguay y 11 de Se-

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tiembre, había un boliche donde mientras paraban también les daban decomer a los caballos; en el de Capurro, donde termina la Santamarina, -lu-gar en donde ahora hay una estación de servicio- había un bebedero paradarle agua a los caballos. Toda la temporada de la manzana, el durazno,etc., duraba la procesión de los carritos fruteros.

El trabajo de los hornos, que pululaban en los alrededores del pueblo,también formó parte de los rituales cotidianos. Primero llegaba la tropa decaballos. Los troperos tiraban la hacienda y los caballos (yeguas) las que ha-cían el pisadero. Después preparaban la “cancha”. Y más tarde entraban loscortadores. Cortaban los “ladrillos” y los apilaban formando el “horno”,una cavidad enorme donde se encendía el fuego.

Más allá de los límites físicos del pueblo, aunque cercanos a su vida co-tidiana, se criaban ovejas, vacas, cerdos, gallinas, patos, etc.; y había verdu-leros y fruteros que trabajaban sus grandes quintas. Aquí, la vida transcurríaal compás de la labor de labriegos y de lech e r o s .

Los Roselli, vendían al mercado de abasto cuando las plantaciones aúnestaban en flor. La ganancia de la venta dependía de la cantidad de floresque hubiera en el monte cuando se efectuaba la transacción. De acuerdo alas flores era el pago. Después venían a buscar la fruta en carros tirados alprincipio por bueyes, y más tarde por caballos. Por muchos años unos ca-rros enormes, con unas ruedas grandes cargaban de noche y partían de lasquintas de Victoria para llegar al mercado de abasto, hasta que fueronreemplazados por camiones.

En la propiedad de los Marín, en el límite con San Isidro, por much o saños se sembró batata para el engorde de cerdos. En ella trabajaron much o spobladores de Vi c t o r i a .

Más allá de la avenida Carlos Pellegrini, ocupando toda una manzanase estableció una familia de floricultores: los Ravelli, que llegaron a tener 18invernáculos. En la década de 1930, el vivero no parecía tan grande, ubica-do al costado de las quintas de la ribera y frente al gran quintón, que llega-ba hasta la avenida 11 de Setiembre. Por entonces, recién se iniciaba la ac-tividad de los floricultores. La guerra provocó la llegada de la colectividadjaponesa que contribuyó a que la actividad tomara mucho auge. En aque-llos años, sólo los hijos del matrimonio Ravelli andaban con sus bicicletas,cumpliendo algunos pedidos que llegaban por teléfono, aparato que al igualque las flores, eran toda una novedad en la zona más poblada de Punta Chi-ca.

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Patio de la residenciaSans Souci, de lafamilia Alvear.

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Capítulo 16

La década de 1930

La década de 1930, significó para la localidad de Victoria, el afian-zamiento de una estructura urbana, que al mismo tiempo cristalizóen una topografía institucional anunciada en las décadas anteriores.

Para entonces, una generación completa de niños y jóvenes habían naci-do en Victoria -muchas mujeres llevaron el mismo nombre de “Victoria”-y comenzaban a sumarse a la vida del pueblo, fortaleciendo un tejido queya tenía forma propia.

Con sus calles adoquinadas, su Cine “Las Familias”, sus bares, alma-cenes, farmacias y comercios tradicionales, sus escuelas, la Número 9 y elColegio San José, su iglesia y su plaza, el sector céntrico se había consoli-dado sobre el espacio geográfico de los primeros remates iniciados en elsiglo anterior: las calles Martín Rodríguez, Simón de Iriondo, 11 de Se-tiembre y las vías, eran el límite del “microcentro” de Victoria, a cuyasorillas se prolongaban los barrios.

Sobre la antigua lonja de terrenos de la sucesión Crisol que marcabatodo el límite con el partido de San Isidro se había formado un nuevo ba-rrio, que como otros recordaba el nombre de los primeros propietarios:Villa Crisol. En realidad, el barrio se dividió a su vez en otros dos barrios.Crisol Oeste, del otro lado de las vías, flanqueado en todo el trayecto porla calle Martín Rodríguez, llegaba lánguidamente hasta la avenida Sobre-monte. Crisol Este, entre las calles Martín Rodríguez, Uruguay y 11 de Se-tiembre y las vías del Ferrocarril Central Argentino, formaba un pequeñotriángulo que en pocos años fue asimilado por el centro. Crisol Este secontinuaba en dirección a la avenida Carlos Pellegrini, pero con muy po-cas construcciones. Allí, la familia Cullen-Crisol había cedido media ca-lle, la actual Kennedy -entonces Crisol- que limitaba inmediatamente conlos campos de la sucesión Plácido Marín. Estos campos, que se destaca-ban por su altura y gran extensión sobre todo Victoria, finalmente, haciafines de la década, en 1939, fueron vendidos, completando el proceso deurbanización que había comenzado con la chacra de la herencia Cullen-Crisol. Allí, el nuevo barrio, se llamó Barrio Marín.

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Con estos loteos, la mancha urbana lograba extenderse casi por com-pleto en la zona que hemos denominado “de quintas de labor”, culmi-nando una etapa en el proceso de creciente homogeneización de la zona,y avanzando sobre el sector de las quintas ribereñas, algunas de las cua-les también se habían subdividido, como en el caso de la quinta de Iba-ñez. De modo que la extensión de los loteos había formado ya en la dé-cada de 1930 un bolsón que se cerraba completamente hacia el lado deSan Isidro y que dentro de San Fernando, alcanzaba los bordes de la ave-nida Sobremonte, la actual calle Quintana y la avenida Carlos Pellegrini(Del Libertador).

La expansión física del pueblo, permitió un nuevo aumento de la can-tidad de pobladores, al mismo tiempo que puso de relieve la centralidadde algunos lugares y espacios públicos. Quedaba claro ya que ciertospuntos eran los adecuados para ciertas cosas, y esto también ayudaba acrear un auténtico imaginario pueblerino, en el que se intuía por simplepercepción los límites de esos espacios. El microcentro se mostraba yacomo un cuerpo compacto, con una alta densidad de población, fácil deadvertir en los horarios pico, donde había mayor movimiento de tran-seúntes y vehículos. Solamente a la Escuela Número 9, concurrían a prin-cipios de la década más de 400 alumnos.

A partir de la calle Simón de Iriondo, el pueblo perdía bastante deldecoro que intentaba mantener. Desde la plaza, -donde aunque con ilu-minación y veredas de vez en cuando se podía ver pastar a algún caba-llo- hacia el norte estaba muy mal iluminado, y cuando caía la noche po-dían más las sombras que las pobres bujías de las lamparitas colocadas enalguna esquina. Durante el día, este borde del pueblo parecía cobrar másvida que otros sectores, debido a la concentración en el “triángulo deMartinelli” donde se había establecido la feria municipal. Allí, con eladoquinado aún incompleto, el barro se convertía en uno de los temas dequeja de los vecinos y la sociedad de fomento.

El aspecto del pueblo, no era mejor al otro lado de la avenida 11 desetiembre. Entre Guido Spano, Simón de Iriondo, Pellegrini y 11 de Se-tiembre, el barrio parecía estar abandonado de todo cuidado. La calleGuido Spano, a su vez era el límite de las calles Constitución y Tres deFebrero, que estaban cortadas por una quinta, propiedad de Ojeda. EnGuido Spano, un gran pantano completaba el cuadro.

Para paliar las crecientes dificultades que traía aparejada la expansióndel pueblo, se estableció por aquellos años la delegación municipal. Fun-cionó en Palacios y 11 de Setiembre -donde actualmente hay un lavade-ro de autos, en una casa que fue de las primeras en levantarse-.

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El hecho de que Victoria tuviera ya una sede propia para la delega-ción municipal, más allá de las posibilidades efectivas de la misma, im-plicaba la constatación de la importancia que había adquirido el pueblo,tanto por su magnitud como por su identidad. Un pueblo que habíaabandonado en pocos años su origen aluvial. Apellidos como Martinelli,Andreotti, Casinello, Pellegata y tantos otros que no podían ocultar el ha-ber nacido en Toscana, Venecia, o Nápoles constituían la base del pue-blo. Pero en el término de una generación se habían argentinizado, ha-blaban un perfecto castellano, compartían las fiestas de la nacionalidadcomo fiestas propias, seguían las noticias de lo que sucedía en el país eincluso en San Fernando, operaban los ferrocarriles locales, integraban laAsociación Cooperadora “Sarmiento” de la Escuela Número 9, y partici-paban en los “mítines” radicales de la calle Santamarina. Los primeros re-presentantes de estas familias italianas habían llegado a nuestro país en elsiglo anterior, pero los miembros más jóvenes eran todos argentinos, y ensu mayoría habían nacido en el mismo pueblo, del cual se sentían due-ños. Un pueblo que en sólo treinta años, se había convertido en el segun-do centro de un distrito, cuyo principal asentamiento había nacido entiempos de la colonia. Victoria exhibía entonces el orgullo de su condi-ción, aportaba algunos de los mayores contribuyentes del municipio y re-clamaba para sí el beneficio de la ciudadanía total y los adelantos que pu-dieran verse en el pueblo cabecera de San Fernando.

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Capítulo 17

Red institucional

Acercándonos a la década de 1940, un artículo del periódico La Ra-zón, de San Fernando, planteaba el desaseo de San Fernando, yafirmaba que en Victoria se hacían cosas porque allí los vecinos

sabían hacerse oír. No podemos dimensionar hasta qué punto esta aseve-ración se ajustaba a la realidad de aquellos años. Sí, en cambio, podemosdecir que los vecinos de Victoria, sobre todo los agrupados en torno a laSociedad de Fomento, “sabían hacerse oír”. La Sociedad de Fomento dela localidad, fundada en octubre de 1927, se había convertido al comen-zar la década del ‘40 en el eje por el cual se organizaba la vida local. LaSociedad de Fomento y el Club Atlético y Social Victoria reunirán en suseno las mayores voluntades que había dado el pueblo. Pronto desearonencarar actividades en forma común, y pronto también formaron unaúnica entidad. Mientras esto sucedía, ambas entidades eran el centro dela pequeña pero densa red de instituciones que existían en la localidad.

La Sociedad de Fomento, que tenía su sede en Simón de Iriondo1321, representaba al núcleo de comerciantes y propietarios situados enel centro del pueblo, sumando cientos de asociados que respaldaban sulabor. Su radio de acción alcanzaba el perímetro comprendido entre lascalles Almirante Brown, Uruguay, Sobremonte y el Río de la Plata, inclu-yendo las Villas Piñeyro, Laureles y Crisol. Ya hemos analizado la hete-rogeneidad de este amplio espacio. La Sociedad de Fomento cuya sedegeográfica estaba en el centro del pueblo, representó también a nivel so-cial el centro del mismo. Si bien expresaba particularmente, los interesesde los vecinos y comerciantes del microcentro, intervenía también en fa-vor de los vecinos de los barrios, sobre todo del llamado Barrio Crisol.El sustento de todo su accionar se encontraba en una frase que se repitiómientras la Sociedad tuvo vida autónoma: “Nuestra asociación se haconstituido para que el pueblo de Victoria deje de ser la aldea que fue ensus primeros años”.

Otras instituciones, dieron existencia al eje institucional del pueblo,entre ellas el Club Victoria, nacido en la localidad en el año 1911. Sólo

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en 1938, después de una larga trayectoria, el Club Victoria lograba co-menzar la construcción de su edificio propio en las calles Ingeniero Whi-te y San José, donde se halla actualmente. La vieja sede estaba entoncesen la calle Máximo Rodríguez, cercana a las vías. Ese año, el Club orga-nizó los llamados “Grandes Bailes de Carnaval”. Poco tiempo más ade-lante, el Club Victoria y la Sociedad de Fomento comenzaban el caminoen la formación de una nueva entidad.

La fusiónLa Sociedad de Fomento, que por muchos años luchó para obtener un

espacio de recreación en Punta Chica, había conseguido un sector de laplaya donde se había establecido un balneario, al que intentaba se acer-caran los pobladores de Victoria. Por entonces, el sector de la playa de laSociedad de Fomento tenía como inspector a Blas Burzio, uno de los per-sonajes reconocidos del pueblo, escritor, periodista y orador en los actospúblicos en los que se debía representar a la entidad.

En la década de 1940, la Sociedad de Fomento, estaba empeñada enla promoción de la utilización de la playa de Punta Chica: “la mayoría delvecindario desconoce las comodidades que brinda”, afirmaban los fo-mentistas, intentando recobrar en Victoria el espíritu de los picnics deotros tiempos a orillas del río. El balneario de la entidad tenía un parquearbolado, una casilla, construida durante la administración del intenden-te Arnoldi y un pequeño buffet. A esto se agregaban los ya habituales ba-ños de lluvia, una bomba, y algunas casillas pequeñas para los socios. LaSociedad de Fomento, por otro lado, se había esmerado para que el ca-mino de ingreso, el antiguo Callejón de Ibáñez, estuviese en condicionesperfectas.

La existencia de este espacio de recreación, era vista por la Sociedadde Fomento como una recuperación, toda vez que consideraba a los due-ños de las quintas de la ribera como usurpadores de un espacio que siem-pre había sido público. No obstante, el propio avance de la institución so-bre la costa, implicaba un paso más en el proceso de avance del pueblosobre el río. Curiosamente, para entonces, la ribera parecía no ejercer elatractivo de las épocas en que el acceso a ella era más limitado.

A despecho de este menor interés, una idea surgida en aquellos añosfavorecía la formación del primer club náutico de Punta Chica -en rigorla sección náutica de una entidad ya existente- al mismo tiempo que la fu-sión de las entidades más fuertes de la localidad: la Sociedad de Fomen-to y el Club Victoria.

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En 1948, un grupo de entidades locales, encabezadas por la Sociedadde Fomento, entrevistó al gobernador Domingo Mercante, a fin de soli-citarle algunas mejoras para Victoria, entre ellas un subsidio para la con-creción de una Sección Náutica de la Sociedad de Fomento en la riberade Punta Chica. Para entonces, los interesados ya habían iniciado los trá-mites ante uno de los ministros del gobierno de Juan Domingo Perón, elGeneral Pistarini, para el dragado de un canal a construir en el sectordonde se establecería la Sociedad de Fomento.

Ese mismo año se gestó la unión de la Sociedad de Fomento, presidi-da por Cirilo Alonso, con el Club Victoria, cuyo presidente era AntonioSan Martín. La base de la propuesta de unión se realizó teniendo encuenta la posibilidad de la sección náutica, en la zona que se le habíaotorgado algunos años antes a la Sociedad de Fomento.

En abril de 1949, y mientras avanzaban las gestiones por la posibili-dad del dragado, se produjo un encuentro luego del cual las dos entida-des se fusionaron definitivamente. Es un hecho curioso, y por demás sim-bólico que este encuentro previo a la unión de las instituciones se lleva-ra a cabo en una propiedad particular, la casa de Benito López, en Par-que Ibañez. Veinte años antes, la Sociedad de Fomento cuestionaba el ac-cionar de los propietarios del Parque Ibañez, que cerraban el paso a la ri-bera.

Así nació el Club Social y de Fomento Victoria. La primera ComisiónDirectiva de la nueva entidad quedó constituida por miembros de las dosinstituciones madres. Alberto L. Pascuali fue elegido Presidente y AdolfoSesini, Vicepresidente; Félix Rodríguez fue su primer Secretario Generaly Alejandro Peroglio el primer Secretario. Al poco tiempo, la entidad re-cibía la concesión para el uso de los terrenos de la ribera de Punta Chi-ca, donde funcionaría el primer club náutico instalado en la zona, ante-cedente de los clubes que se instalaron en los años subsiguientes, sobretodo a partir de la década de 1960.

La familia ferroviariaVictoria, un pueblo de ferroviarios no podía estar ajena a la organiza-

ción de los trabajadores del riel, y las entidades que estos formaron in-flueron directa o indirectamente en el desarrollo de la localidad. Inclusoa nivel simbólico es rescatable la unión entre el pueblo y los trabajadoresdel riel: desde un principio, una de las calles de Victoria se llamó Obre-ros. Más tarde como homenajes a dos líderes socialistas, esa misma arte-ria se llamó sucesivamente Juan B. Justo y Palacios, nombre que lleva ac-

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tualmente. Para la década de 1940, las organizaciones de trabajadores fe-rroviarios tenían ya una historia paralela a la historia de la propia locali-dad.

Hacia fines del siglo pasado, los trabajadores de los talleres dieron aVictoria una de sus primeras entidades, cuando a raiz de los comunes ac-cidentes de trabajo, decidieron fundar una filial local de la Sociedad Ar-gentina de Primeros Auxilios. El sentido de esta primer organización, sibien no era el de la defensa gremial estaba íntimamente relacionado conel mundo del trabajo. Muchos trabajadores tomaron parte de los cursos yconferencias que ofrecía la entidad convirtiéndose en especialistas en pri-meros auxilios, que más tarde aplicaban en la curación de los compañe-ros de labor. Esta organización que puso el acento en el tema de la pre-vención en salud, fue uno de los primeros antecedentes de las organiza-ciones sindicales a nivel local. Por entonces ya se había formado uno delos primeros gremios de ferroviarios, el de La Fraternidad, que reunía aun sector especializado dentro de este campo laboral.

Posteriormente se formó una Sociedad Ferroviaria, que integraba adistintos sectores de los trabajadores locales. Esta sociedad, además deejercer una representación gremial, tenía una presencia palpable comouna institución de Victoria. Hasta entonces, los trabajadores ferroviariosse identificaban en dos grupos diferentes: aquellos que trabajaban en lostalleres, cuya agremiación estaba unida a la de otros talleres ferroviariosy los que trabajaban en el sector de transportes. En uno y otro sector, es-taban empleados muchos vecinos de lo que hemos denominado la “Vic-toria ferroviaria”. Todo esto otorgaba una especial vida a la localidad, queen muchos momentos, dependía de la suerte laboral de los ferroviarios:las huelgas, las fechas de cobro, los posibles accidentes y problemas labo-rales influían en el pueblo.

Un hito importante fue la formación de la Unión Ferroviaria, que apartir del 6 de octubre de 1922 nucleó a todos los trabajadores ferrovia-rios, excepto los agremiados en La Fraternidad. A partir de entonces, elsector de los talleres y el de transporte quedaron unidos en una misma en-tidad que se fortaleció en la defensa de sus intereses. Por aquellos años, yhasta la llegada del justicialismo, los obreros agremiados estaban organi-zados tras ideologías de tipo socialista, en menor medida anarquistas y fi-nalmente, sindicales. La Unión Ferroviaria, como no podía ser de otromodo levantó una seccional local en Victoria en donde había un impor-tante núcleo de trabajadores del sector. Esta seccional sigue funcionandoen la calle Simón de Iriondo. Sin duda que el hecho más destacado des-de la óptica sindical y social en la década de 1940, lo constituyó el levan-

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tamiento popular que se recuerda como Día de la Lealtad. El 17 de octu-bre de 1945, entre los trabajadores que marcharon a la Plaza de Mayoconsiguiendo con ese acto la liberación del entonces Coronel Juan Do-mingo Perón, estaban los representantes de la Unión Ferroviaria de la lo-calidad de Victoria.

Plano del remate del “Quintón de Bartolosi”. Año 1939.

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Capítulo 18

El Tigre de Victoria

1938 fue un año muy especial para Victoria. En su transcurso suce-dieron varios acontecimientos de importancia: comenzó a circularel periódico local “El Argentino”, el Club Victoria comenzó la cons-

trucción de su sede, y se trasladaron las oficinas de la alcaldía y el regis-tro civil.

1938, también marca el inicio del vínculo del Club Tigre con la loca-lidad y la historia de Victoria. Ubicado su campo de juego detrás del Asi-lo San Luis, sobre la avenida 11 de Setiembre, el club pronto se incorpo-rará a la vida vecinal como una institución de fuerte peso, no sólo en elaspecto deportivo sino también en la faz social y cultural.

Ya en 1938 se realizaron “Grandes Bailes” en el campo de deportes dela entidad. Con frente a la Avenida, había una cancha de papi-fútbol, y unbuffet grande, que era atendido por Pascual Lanciotti. Allí se hacían losGrandes Bailes, que eran verdaderas fiestas familiares y populares anima-das por las más conocidas orquestas, como las de Pugliese o Darienzo.Los Grandes Bailes se hacían simultáneamente en la sede del Club en Ti-gre, en el Tigre Hotel y en la cancha de Victoria. En el predio de Victo-ria, durante las noches de carnaval, podían verse hasta casi mil personas,que ocupaban todo el salón y la cancha.

En las décadas de 1940 y 1950, las grandes orquestas “típicas” y las“Jazz” actuaron en la cancha del Club Tigre. Los festejos del carnaval, es-taban estrechamente unidos a los Grandes Bailes, que eran los encuentrosa los que asistía más público. Pero los encuentros se extendían en otrosmomentos del año. En abril de 1946, actuó la The American Jazz que di-rigía Armando Leone. El saxofonista de aquella orquesta era un ex alum-no del San José, Antonio Bignone, que vivía en Victoria.

Los Grandes Bailes de los carnavales se extendían durante varias se-manas, realizándose en cada uno de ellos algún evento especial. En 1948,los Grandes Bailes de carnaval fueron siete. El primero de ellos, en el quese eligieron las aspirantes a “Reina del carnaval” fue el “De cotillón”. Enlas noches siguientes se realizaron los bailes “De los piratas”, “Del 900”,

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“Del Reinado de Momo”, con la elección de la reina, la “Noche de rum-ba”, la “Noche española”; y el baile “De despedida”, en el transcurso delcual se coronaba a la “Reina”. En cada noche, el título del baile, orienta-ba la forma en que los asistentes debían ir disfrazados, realizándose laelección de los mejores disfraces alegóricos lo que acreditaba un premiopara los ganadores.

En la faz deportiva, el Club Tigre trajo un nuevo motivo para los ve-cinos de Victoria, que se volcaron masivamente a sus colores. El Clubrealizó algunas brillantes campañas, llegando a tener jugadores de primernivel. Los jóvenes de Victoria, que habían jugado en los potreros de la lo-calidad encontraron en el Club el primer motivo para seguir entusias-mándose con el fútbol.

Con la música en todas partesLos bailes de la década de 1940 y 1950, no sólo se realizaban en el

Club Tigre. Su difusión constituyó parte de una época y se dieron inclu-so en el más elitista Círculo Social Victoria, que tenía su sede en la calleFénix -Don Orione- al 1200. Los bailes del Círculo, que se llevaban a ca-bo generalmente desde las cinco de la tarde hasta la medianoche eranamenizados por la orquesta Rossi. A veces, esta entidad organizaba susbailes en la Sociedad de Fomento Béccar. En febrero de 1943, el CírculoSocial Victoria cumplió su 25 aniversario, y lo celebró con un baile en elque actuaron Alfredo Mallarini y Juan Cafferatta. La propia bibliotecaRómulo Naón, organizaba “veladas danzantes” en la sede del Círculo So-cial Victoria.

Obviamente, además del Club Tigre, el Club Victoria era la institu-ción donde los bailes tenían mayor asiduidad. Cuando aún no tenía sededefinitiva, algunos bailes del Club se hacían en la sede del cine “Victo-ria”, ex “Las Familias”.

En los Grandes Bailes de carnaval, además de las orquestas reconoci-das en todo el país, solían actuar algunos grupos musicales y elencos ar-tísticos menos recordados, pero de coloridos nombres, como “El colma-do de la alegría” o “Los audaces del patín”. En diciembre de 1954, en elClub Victoria, se presentó “Rosita Tulipán, bailarina de color, y su nota-ble conjunto bailable Tropical”. Ese mismo día, el Club recibió la visitade Joaquín Petrosino, “el malo” de “Las aguas bajan turbias”. Por el ClubVictoria, desfilaron la Orquesta Típica de A. Delafranca con su cantor R.Dales y la Jazz Polo; la Orquesta de Oscar Alemán y la Típica de Carli-tos Figari, la Orquesta de Horacio Gollino con sus cantores Arturo Toval,Alberto Giraudo, la Jazz Saudales, la Orquesta de Aníbal Troilo y la Jazz

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de Virginio Gobbi, las típicas Howar-Landi y Franchini-Pontier y las JazzKen Hamilton y Raul Marengo actuarán en el club Victoria. Franchini,es muy recordado porque era vecino de la localidad. Una placa en las“cinco esquinas” recuerda a este artista.

La Avenida 11 de Setiembre (actualmente Pte. Perón) hacia finales de la década del ‘40

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Capítulo 19

Villa Crisol

El crecimiento del Gran Buenos Aires, hecho que generó la forma-ción de zonas urbanas en extensos descampados del área que ro-dea a la ciudad de Buenos Aires, no fue para la localidad de Vic-

toria un fenómeno de paso raudo, como en otras localidades. El pueblo,había ido ganando espacios a su periferia rural en el transcurso de los pri-meros cincuenta años del siglo XX. De modo que cuando se produjo elboom de los barrios en el segundo cinturón del Gran Buenos Aires, Vic-toria ya había producido su propia expansión: a mediados de siglo, la ma-yoría de los barrios de Victoria, salvo los ribereños y los que se formarondespués de la década de 1960 al otro lado de la avenida Sobremonte, yaexistían.

Esta situación, provocó que a mediados de la década de 1940, mien-tras en otros lugares muchos barrios comenzaban a asomar tras los prime-ros loteos, diferenciándose de los espacios urbanos ya consolidados; losbarrios de Victoria comenzaran un proceso de asimilación al centro urba-no, que en poco tiempo los igualó con éste en un mismo patrón edilicio.

En las dos áreas extremas al núcleo central de la localidad, sin embar-go, se presentaban situaciones particulares respecto a esta pauta local dedesarrollo. Los barrios ribereños nacidos de la división de las grandesquintas existentes entre la avenida Libertador y el tren de la costa, conuna población de alto perfomance cultural se formaron en un tiempo pa-ralelo al de las barriadas más humildes del distrito y del Gran Buenos Ai-res. Y Villa Crisol, nacida en los albores del siglo, superaba a duras penasel nivel de los nuevos residentes de los barrios jóvenes de San Fernando.

Quien recorriera Villa Crisol en las décadas de 1940 y 1950, no en-contraría características distintivas respecto de los nuevos barrios de SanFernando. El tipo de vivienda, salvo algunas de las más cercanas a la es-tación, -unas contadas casonas y varios chalets- revelaba la construcciónreciente y en la mayoría de los casos, inconclusa. Dos o tres cuadras másallá de la estación, en cuyo límite se encontraba la escuela del barrio, losterrenos baldíos comenzaban a ser mayoría. Antes de llegar a la avenida

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Sobremonte, la Capilla Medalla Milagrosa, alguna que otra construccióncompletamente terminada y varias casitas aisladas a medio construir,conformaban el resto del barrio. La mayoría de las calles carecían de cu-netas y estaban mal niveladas, notándose los baches, especialmente en lacalle Martín Rodríguez, principal vía de acceso al barrio.

La calle Uruguay, con una zanja paralela del lado de San Isidro demás de un metro de profundidad y otro tanto de ancho, se había conver-tido desde principios de siglo cuando el barrio empezó a poblarse, en elprincipal problema cada vez que había lluvias, debido a que allí conver-gía el desagüe de una extensa zona. Los arroyos Gauto y Pavón, traían ensu curso el agua de las “Lomas” de San Isidro, que en Uruguay desviabahasta dar con la avenida Sobremonte. En una época, la zanja de la calleUruguay, había servido de desagüe a la fábrica de ladrillos instalada enBéccar.

Instituciones en Villa crisolLa organización vecinal de Villa Crisol, nos permite comprobar la

centralidad que ejerció durante la primera mitad de siglo, la zona que he-mos llamado “Victoria Ferroviaria”. Este barrio, formado junto a los ta-lleres del Ferrocarril Central Argentino, recibió sus primeros impulsos apartir de las instituciones céntricas de la localidad, especialmente la So-ciedad de Fomento de Victoria. Esta entidad, fue la que en 1928 dio elpuntapié inicial para que se creara una escuela en el barrio. Posterior-mente, un reconocido periodista, Félix Rodríguez, impulsó la creación dela Asociación Vecinal Villa Crisol, cuyo primer objetivo fue la erecciónde la escuela del barrio. En todo este período, hasta que se creó la Aso-ciación Vecinal Villa Crisol y la Escuela del barrio, Villa Crisol no logróuna organización propia, y dependió del interés y la protección de la So-ciedad de Fomento de Victoria que cubría el radio completo de la locali-dad. Una excepción a esta situación, fueron las esporádicas aparicionesde algún club de fútbol, como el Crisol Football Club, cuyo presidentefue Venancio Pérez. Esta institución, en 1938, pudo incorporar los cam-peonatos de bochas como segunda actividad deportiva.

El antecedente más remoto de las instituciones de Villa Crisol, loconstituyen las propias escuelas. Ya en mayo de 1929, la Sociedad de Fo-mento de Victoria obtuvo la donación de tres terrenos, de Petrona Crisolde Molina y Elina Crisol de Cullen para la construcción de una escuelaen “Crisol Oeste”. Más adelante, en el año 1945, se formó la AsociaciónVecinal Crisol, cuyo principal fin fue la creación de la escuela del barrio.

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La Asociación Vecinal Crisol, que realizó sus primeras reuniones en la se-de de la Biblioteca Naón, había sido impulsada por Félix Rodríguez,quien fue nominado como “Presidente Honorario”. Cullen Crisol y Fran-cisco Charlín, donantes de los terrenos para la escuela y la Capilla Meda-lla Milagrosa, fueron incorporados como “Socios Honorarios”. Pero másallá de este impulso “exterior” que recibió el barrio, la entidad, presididadesde el principio por Enrique Chioconi, mantuvo una sólida organiza-ción que le permitió, en poco tiempo alcanzar su primer objetivo: el 19de febrero de 1946, se creó la escuela, que comenzó funcionando en eldomicilio particular de uno de los miembros de la Asociación. En abrilde ese año la escuelita funcionaba a doble turno, con cuatro grados. Eldomingo 5 de mayo de 1946, se inauguró oficialmente. La escuela se ins-taló en un local alquilado en la calle J. Terri 55.

La inauguración de la Capilla Medalla Milagrosa, ese mismo año,constituyó el segundo gran hecho de importancia para el barrio. En se-tiembre de 1946, las fiestas patronales de “Nuestra Señora de la Guardia”de Victoria, tuvieron una especial significación para Villa Crisol. Duran-te las mismas, la Comisión de Fiestas, que presidía Italo B. Piaggi -figuraque alcanzaría un notable lugar en la política nacional en el transcurso delgobierno justicialista de aquellos años- se inauguró la Capilla Medalla Mi-lagrosa, en un terreno donado por Francisco Charlín, en las calles Crisol-actual Kennedy- y Edison.

Para entonces, la Asociación Vecinal Crisol, se había convertido en laprincipal entidad, trasladando la toma de decisiones y la solución de losproblemas barriales, al mismo barrio. El límite de su accionar, estuvo enprincipio marcado por las vías del ferrocarril, -la calle Brandsen, donderealizó los primeros bailes familiares y donde se estableció, finalmente susede- y la avenida Sobremonte. Durante 1946, y en los años subsiguien-tes, mientras la escuela y la capilla continuaban su propio desarrollo, laentidad siguió bregando por otras cuestiones, como el cuidado en el pa-so a nivel de las vías, a la altura de la calle M. Rodríguez, y fundamental-mente la solución del problema de las inundaciones, que en julio de 1946,en medio de las inauguraciones, recordaba el principal drama del barrio.Ese mes se inundaron todas las zonas bajas de San Fernando: Cemente-rio, Villa Piñeyro y Camino a campo de Mayo, Carupá y…Villa Crisol.El barrio, que seguía creciendo en cantidad de habitantes, con una moda-lidad muy especial de loteos, con terrenos que no alcanzaban los 9 me-tros de frente, requería algunas medidas que se pedían desde veinte añosantes: el arreglo de la calle Uruguay, los desagües y la pavimentación dela avenida Sobremonte.

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En 1947 mientras se esperaba la solución a este problema, el barrio ob-tenía otros adelantos. La Administración Nacional de Agua comenzó porentonces, la instalación del agua corriente. Paralelamente, la municipali-dad, arreglaba un pequeño parque para los alumnos de la escuela. El ba-rrio, ya reconocía a algunos hombres de San Fernando, en los nombresde sus calles: Crisol, Bolloqui, Pincirolli.

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Capítulo 20

Vida cultural

En las décadas de 1940 y 1950, paralelamente a la organización deencuentros populares, como los bailes de carnaval, los festejos pa-trios o las fiestas patronales, que marcaron toda esa época, se con-

cretaron otros, más ligados al terreno del arte y el conocimiento. Los mis-mos clubes, organizaban, en forma paralela a los “Grandes Bailes”, algu-nos encuentros a los que se calificaba como eventos “culturales”. Las con-ferencias, sobre temas tan disímiles, como la “lucha antivenérea” “La ba-talla de Tucumán” o “El plan quinquenal y sus beneficios” se convirtie-ron en otro motivo para el encuentro, cuando todavía no había hechoirrupción la TV.

Aunque la mayoría de las instituciones promovía algún tipo de confe-rencia entre sus asociados, la Biblioteca Popular “Rómulo Naón”, fue elespacio específico para este tipo de reuniones. La Biblioteca, cuyo nom-bre recuerda a uno de los grandes promotores de las bibliotecas popula-res, el Doctor Rómulo Naón, había nacido en 1938 en el Círculo SocialVictoria, en cuyo local - calle Fénix 1200, actual Don Orione- funciona-ba su sede. Su creador y primer presidente, fue Albino R. Bartolo, quiena través de diversas gestiones logró donaciones importantes que en pocosaños, dotaron a la entidad de una importante cantidad de volúmenes. Enjunio de 1943, la Biblioteca se trasladó a la calle Santamarina 1315. El 25de setiembre de 1946, la Cámara de Diputados de la Nación donó$90.000 a la Biblioteca Popular para la construcción de su sede propia.

La Biblioteca se convirtió en un centro cultural de relativa importan-cia para el pueblo. En ella se daban cursos gratuitos de telegrafía, aero-modelismo, bordado a máquina, corte y confección, solfeo, taquigrafía yencuadernación. También se practicaba ajedrez. Una actividad que se de-sarrollaba de manera tradicional en la Biblioteca eran los “repartos de ví-veres entre las familias pobres”, que se efectuaban en el transcurso de lasfiestas patrias. La acción de la Biblioteca era complementada por la de los periódicos,

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que además de la información, daban lugar en sus páginas para la expre-sión de los autores locales. Tal vez el más antiguo poeta que haya vividoen Victoria, fue Vicente Scarone, hermano de una de las primeras maes-tras del pueblo y reconocido político. Posteriormente hubo otros, comoEnrique S. Migliorelli, quien fue autor de dos novelas: Valle Místico y LosBuitres.

En la década de 1940, los mismos periodistas, son también esmeradosescritores. Tal vez el que logró una mayor trascendencia fue Blas Francis-co Aurelio Burzio, quien además de colaborar en distintos periódicos deSan Fernando, lo hizo también en las más conocidas revistas de la época.Bibliotecario y docente, la mayor parte de sus escritos tuvieron un enfo-que religioso y filosófico. En 1947, Blas Burzio dirigía su propia revista,“Carácter”, que ese año pasó a ser editada por otro periodista de Victo-ria: Domingo Enrique Bordo. Bordo era a su vez, director de “La Voz delNorte”.

Por entonces, circulaba otra publicación de gran significatividad paraVictoria: “El Argentino”, que desde 1938 dirigía Félix Rodríguez. Com-pletaban la nomenclatura de publicaciones de aquellos años, Aurora, queera editada por el Club Victoria, y Victoria, el periódico de la Sociedadde Fomento.

Todos estos emprendimientos periodísticos, tenían con la comunidadde Victoria un particular vínculo, ya que no entendían la propia labor co-mo la misión de transmitir información. En cierto modo, participaban delas características de lo que hoy se suele llamar “periodismo cívico”, porel interés que ponían en incitar a la comunidad en acciones solidarias.Además de las publicaciones de las entidades que perseguían una finali-dad netamente social, quién más acento puso en la labor “cívica” fue Fé-lix Rodríguez. Su actividad como periodista lo llevó a intervenir en todaslas instituciones locales, siendo fundador de algunas de ellas y presidentede otras. Al momento de crearse la sección náutica de las fusionadas So-ciedad de Fomento y Club Victoria, Félix Rodríguez era presidente de laentidad “Club Social y de Fomento Victoria”. Intervino en la creación dela Asociación Vecinal Crisol, la Biblioteca e incluso en el establecimientode la estación ferroviaria de Virreyes. Su periódico, “El Argentino”, man-tuvo una constante preocupación por la localidad, y en particular por losbarrios: Villa Adalgisa, Villa Laureles, Villa Piñeyro y Villa Crisol. Do-mingo Enrique Bordo, director de “La Voz del Norte”, fue presidente dela Cooperadora de la escuela Número 9.

La vida cultural, finalmente se completaba con los espectáculos queofrecía el Cine local, que en su última época se llamó “Rex”. Hacia fines

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De Punta Chica a Victoria

Quinta de Dorrego. En las décadas del 50 y 60 se registró la subdivi -sión y loteo de las grandes quintas de Punta Chica.

de la década del 50, la antigua sala se presentaba completamente renova-da. La sala contaba entonces con “pantalla panorámica”, “proyección sú-per luminosa”, y “sonido de alta fidelidad”.

El polo cultural, estuvo representado por la zona central de la locali-dad, lugar donde se establecieron los principales colegios, la Biblioteca“Rómulo Naón”, y la sede de las instituciones históricas. En la década delcincuenta, el centro de la localidad -que durante un breve tiempo llevó elnombre de “Evita”, al igual que la estación- se había consolidado comoel centro en el cual, residían además de los comercios más antiguos, losprofesionales que brindaban sus servicios en toda el área, como médicosy abogados. Mientras que San Fernando llegaba a tener más de treintafarmacias, y los barrios periféricos de Victoria, ninguna; el centro de lalocalidad llegó a poseer nueve, la mayoría de ellas ubicadas a lo largo delas calles Santamarina y 11 de Setiembre, que eran las arterias donde sedesplegaba mayor actividad.

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De Punta Chica a Victoria

Capítulo 21

La década de 1960

Durante la década de 1960, la localidad de Victoria ha completadosu expansión urbana, incluso en los frentes rurales más allá de laavenida Sobremonte y las viejas quintas sobre la barranca de

Punta Chica. En la zona de las quintas, se van a formar barrios residenciales de me-

dio y alto nivel económico. Allí se instalaría, ya entrados los años ’80 laUniversidad San Andrés, que alcanzó en pocos años prestigio entre lascapas altas de la población porteña.

Más allá de las vías del tren costero, los primeros clubes náuticos noalcanzan aún el estilo edificatorio que tendrán más tarde.

En el transcurso de esta década, la población de San Fernando, aun-que con un desarrollo menor al de otros períodos de su historia, ha cre-cido más que otros distritos del conurbano. Su población se multiplicó,sobre todo en los barrios de reciente formación.

La localidad de Victoria reprodujo, de manera parcial, lo que estabasucediendo en todo el distrito: los barrios incrementaron su población,mientras el casco histórico se estancaba. El centro de la localidad de Vic-toria, con 12.900 vecinos, prácticamente mantuvo el mismo nivel de po-blación que en la década anterior. Este factor, agregado a una casi nularenovación de edificaciones en la década precedente acentuó el carácterhistórico del centro (ver Plan Regulador, 1961). La franja de terrenos aambos lados de los talleres ferroviarios, de aproximadamente 1 kilóme-tro de extensión, entre la calle Brandsen y la avenida Sobremonte, encambio creció enormemente, alcanzando una población de 5.819 habi-tantes, casi la mitad de la que vivía en el centro. Lo mismo sucedería másallá de la avenida Sobremonte y la Ruta Panamericana, donde el área deLas Lomas, alcanzó una población superior a los 17.000 habitantes. Pun-ta Chica, aunque continuó poseyendo una porcentaje de pobladores exi-guo respecto del total de la localidad, sin embargo, también experimen-tó un notorio crecimiento poblacional, producto de los loteos de las gran-des quintas; pasando de 1.210 habitantes en 1960, a 2.264 habitantes, ca-si el doble, en 1970. En la zona de la ribera, escasamente poblada, comen-

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zó no obstante un proceso en pos de su usufructo, que derivaría en la ins-talación de varios clubes náuticos. De manera que durante la década de1960 asistimos al fin de un proceso iniciado setenta años antes, con el to-tal -o casi total- parcelamiento de los terrenos periféricos al centro de lalocalidad.

La zona de Punta Chica se mantuvo en un centro residencial de altonivel, que fue acompañado por el proceso de generación de un área náu-tica en la ribera; mientras que el área de los barrios más jóvenes se po-bló de industrias que atrajeron a gran cantidad de trabajadores. Poraquellos años, se resolvió -aunque no de manera definitiva- el problemade las inundaciones en el barrio Crisol, con la obra de entubamiento alo largo de la calle Uruguay. En estos dos sectores, los de más recientepoblamiento, se constituyeron dos tipos de entidades que marcaron lasdistancias sociales que los separaban. En los barrios nuevos, se crearonnuevas sociedades de fomento; en la ribera de Punta Chica, en cambiocomenzó la instalación de los clubes náuticos, que atrajeron, cada vezmás, a los sectores de mayor poder adquisitivo. Los barrios más anti-guos, en cambio, no experimentaron una renovación de su vida institu-cional que permaneció ligada al centro de la localidad, con el cual ha-bían culminado por formar un sólo cuerpo.

Villa Crisol OesteEl barrio de Villa Crisol es la zona en donde los cambios fueron más

notorios. Con un importante crecimiento poblacional que fue densifi-cando la zona de antiguo asentamiento, el barrio se extendió también,más allá de la avenida Sobremonte. Toda el área, uno de los últimos rin-cones del distrito que aún no había sido subdividido en lotes urbanos,tenía hacia fines de la década del cincuenta un aspecto que pronto semodificaría.

Quien recorriera la zona por entonces, se encontraría con un barriocompletamente distinto al actual. En el lugar donde funcionaba la escue-la 33, estuvo anteriormente la cancha de fútbol de la Asociación VecinalCrisol. Desde allí, en dirección a la avenida Sobremonte comenzaba eldescampado. Incluso cerca de la misma escuela había muchos terrenosbaldíos. En las inmediaciones, en un terreno de veinte metros de frente,por cuarenta de fondo, y rodeada por eucaliptos, había una casilla en laque funcionaba una nueva sociedad de fomento, la Junta Vecinal Recon-quista; y más allá, en la continuación de la avenida Sobremonte, del la-do de San Isidro, el mercado de abasto, que aún no funcionaba, sólo es-

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taba el edificio. Aunque el sector se presentaba como un gran descampa-do, con amplios terrenos desiertos, con calles de tierras y zanjas enormes,recién después de la avenida Sobremonte comenzaba la zona netamenterural.

Allí, y ocupando un espacio que cruzaba el Acceso Norte y la actualavenida Blanco Encalada, zona conocida desde el siglo pasado como LasLomas, estaba la fábrica de ladrillos cerámicos de Luchetti y Fontana, ins-talada desde 1944. Entre la avenida Sobremonte y el sector donde co-menzaban las lomas, había un extenso bañado en el que se registraba lasola presencia de una vieja casa de la familia Chiapessoni. El bañado lle-gaba hasta el lugar que hoy ocupa un barrio privado, detrás de la Escue-la Número 4. Estos terrenos, antiguamente de la familia Piaggio -así se lla-mó la avenida que los circunvaló y que posteriormente recibió el nombrede Malvinas Argentinas- eran flanqueados por la calle Uruguay y las víasdel ferrocarril Bartolomé Mitre, a cuya vera crecían tupidos cañaverales.El campo, todavía indiviso estaba poblado de cina-cinas y sauces. Ape-nas llovía un poco se llenaba de ranas y anguilas. También había patos yliebres.

Por el lugar donde se formaría la continuación de la calle Martín Ro-dríguez, cruzaba un trencito, sistema decouville, de siete u ocho vagones,que atravesaba el bañado llevando tierra a la fábrica de ladrillos. Los pi-bes del barrio se colaban en el último vagón, en el que generalmente ibaun “guarda”: con una mano se aferraban al vagón, mientras en la otra lle-vaban la “perrera” y los “palitos engomados” con los que atrapaban jil-gueros, corbatitas, cabecitas negras, mixtos, etc. Incluso durante la déca-da de 1960, cuando ya comenzaba a edificarse del otro lado de la aveni-da Sobremonte, el trencito siguió pasando.

El panorama no era diferente en todo el trayecto de la avenida Sobre-monte, detrás del cementerio y el destacamento, creado en la década de1950. Hasta la loma, donde había unas cuantas casitas, era todo un exten-so bañado. Hacia el lado de Virreyes, a la altura de la calle Pasteur en sucruce con la calle 4 -actual Italia- estaba el casco de las tierras de Fernan-do Alvear, que dominaban una amplio espacio.

Con un sector del barrio Villa Crisol casi desierto, y una amplia frac-ción de campo detrás de la avenida Sobremonte, sin calles asfaltadas, noera extraño, que en el lugar, hasta entonces, e incluso tiempo despuésexistieran todo tipo de repartos y servicios efectuados con carros y caba-llos: el hielero, Juan Bautista Moreira que vivía en el barrio; el querose-nero, que venía de Las Lomas; el botellero, Ernesto Cuevas, seguido de

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10 o 12 perros; y los Saltamore, ordeñando sus vacas frente a las mismascasas, ponían el toque rural a aquella barriada que comenzaba a formar-se.

El crecimiento demográfico aquí sí, fue entonces explosivo, y al mis-mo tiempo determinante de los cambios que se sucedieron. A poco decomenzar a poblarse la zona, los vecinos comenzaron a organizarse. LaJunta Vecinal Reconquista, que había tomado su nombre de la escuelaNúmero 33, fue la primera entidad que surgió. Esta Sociedad de Fomen-to se fundó el 24 de mayo de 1952, siendo Roberto Berrier su primer Pre-sidente. Los vecinos, agrupados en la Junta Vecinal Reconquista, comen-zaron ocupando en carácter de préstamo una casilla, en la que instalaronun buffet. Allí realizaba sus reuniones la Comisión Directiva y se organi-zaban kermesses, festivales folklóricos y bailes familiares donde se recau-daban fondos. Con el tiempo, lograron construir una sede propia, queaún sigue funcionando en Independencia 152. En esta Sociedad de Fo-mento se asentó la primer sala de auxilio de la zona, que luego se cerródurante el gobierno militar del “Proceso”. Dentro de la sociedad funcio-nó, aunque por breve tiempo una peña folklórica, y una biblioteca. Ac-tualmente desarrollan actividades deportivas, fútbol infantil.

La extensión de los loteos sobre los campos de la fábrica de ladrilloscerámicos de Luchetti y la contigüidad con San Isidro originó varios pro-blemas a los pobladores, de difícil solución.

Durante la década de 1960, se empezaron a levantar los terrenos delbañado y comenzaron a lotearse los campos cercanos a la fábrica de la-drillos. La lonja de terrenos entre las calles Martín Rodríguez y Uruguayfue la primera en poblarse. Desde Sobremonte, cuatro cuadras hacia laruta Panamericana. Pronto se formó allí una nueva comunidad, que aun-que vinculada al barrio Crisol, poseía características distintivas que sefueron acentuando con el correr de los años: allí se establecieron grancantidad de industrias y en los últimos años, algunos barrios privados.

Del otro lado de la avenida Sobremonte, sobre la calle Malvinas Ar-gentinas, se fundó la Sociedad de Fomento Argentina, pero después de al-gunos años cesó en su funcionamiento, dejando sus instalaciones a la es-cuela Número 4, antes de que ésta se trasladara a su actual domicilio so-bre la calle Martín Rodríguez. Este barrio, se había formado a partir deuna villa de emergencia instalada en el lugar hacia de la década. Cuandola Sociedad de Fomento Argentina se extinguió, la Junta Vecinal Recon-quista extendió su zona de influencia hasta la fábrica de Luchetti. La principal acción de las Sociedades de Fomento fue buscar solucionesa los problemas de desagües y poner en estado de viabilidad las calles y

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veredas, levantándolas con todo tipo de materiales de desecho. La JuntaVecinal construía unos baldosones cuadrados, con los que se efectuaronla mayoría de las veredas del barrio. El problema de los desagües se ali-vió durante un tiempo, cuando se construyó el canal Gauto-Pavón. Para-lelamente, en la década de 1960 se asfaltaron algunas arterias importan-tes, como la calle Uruguay y la avenida Sobremonte, lo que facilitó la en-trada y salida de los barrios, que era otra de las preocupaciones de los ve-cinos. Al principio, el único colectivo que llegaba hasta los “fondos” deVilla Crisol, era el 7 -actual 707-, que venía de la localidad de Béccar. Amediados de la década, empezó a pasar el 710. Como venía del centro dela localidad, se suscitó desde un principio, el problema del paso de lasvías. De manera que como solución, se implementó un recorrido que lle-gaba sólo hasta la estación. Al finalizar la década de 1960, con una masa importante de pobladores,con servicios instalados, con asfaltos, con algunas industrias y con salidasvehiculares hacia San Fernando y Victoria, el aspecto de Villa Crisol y elantiguo bañado había cambiado mucho, aunque faltaban otras mejoras,que deberían esperar un par de décadas más para su concreción.

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Capítulo 22

Los clubes náuticos

E l primer antecedente de los clubes náuticos de la ribera de PuntaChica, fue la concesión que se le hizo a la Sociedad de Fomento deVictoria, en 1939. Un edificio de madera sobre pilotes, fue la sede

del balneario que la Sociedad de Fomento explotó por años, y a partir delcual surgió la idea de la constitución de una sección náutica de la entidad.Poco después de que se formalizara la unión entre la Sociedad de Fomen-to y el Club Victoria, se constituyó la sección náutica. La nueva entidad,denominada Club Social y de Fomento Victoria, recibió en 1952 la con-cesión para el usufructo de los terrenos, que llegaban hasta el límite de lacontinuación de la calle Victoriano Montes -antes Callejón de Juanillo-.El acceso principal a la sede náutica del Club se ubicó a 200 metros dela calle Ibañez, -actual Ricardo Rojas-. El terreno ocupaba una superficietotal de 32.246 metros cuadrados, con casi 140 metros de frente al cami-no de la ribera y poco más de 220 metros de ingreso hasta el río. Más alláde una frondosa arboleda de sauces, la sede náutica no poseía ningúnatractivo especial, como tampoco lo tuvieron los restantes clubes náuti-cos que se instalaron por entonces.

Al lado del Club Social y de Fomento Victoria estaba el Club Náuti-co General San Martín, con un frente de 142 metros y 246 metros de fon-do hasta el río. Este club, contaba a fines de la década de 1960, con quin-cho, buffet, galpón, portería, y un taller astillero. El acceso principal a lasede del club era la calle Ricardo Rojas.

En todos los casos, los Clubes debieron sortear las dificultades que im-plicaba el cambio de jurisdicción de los terrenos de la ribera, dependien-tes en un momento de la Dirección Provincial de Turismo, y más tardede los mismos municipios, quienes fueron los responsables de implemen-tar una política de desarrollo turístico en sus áreas respectivas. La trans-ferencia a los municipios se efectuó en el año 1972.

Por otro lado, la idea de un San Fernando “Capital Nacional de laNáutica” dio un importante impulso a la actividad de los clubes náuticos,que con el correr de los años, fueron ocupando la zona más baja de la ri-

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bera, sector que durante muchos años permaneció semiabandonado, cu-bierto de juncales y bañados. Entre los clubes náuticos que se instalaronen la década de 1960, encontramos el Yacht Club Atlántico, y el Club deVeleros Barlovento, ubicado entre el Club General San Martín y el YachtClub Atlántico. En todos los casos, los clubes pagaron un canon al muni-cipio, y tomaron para sí la responsabilidad del mantenimiento de la ribe-ra como un área de turismo. En 1972, los terrenos que ocupaba el YachtClub Atlántico en la ribera de Punta Chica, fueron reincorporados al usopúblico.

Ocupando un sector de terrenos de la ribera, entre los clubes náuticos,estaba el balneario, que comenzaba a la altura de la calle R. Rojas, por lacual se ingresaba al mismo. Después de la playa de estacionamiento se en-contraban los vestuarios y en las cercanías de la playa había una canchade fútbol. Sobre un lateral estaban el kiosco y un quincho. En dirección aSan Isidro, el balneario limitaba con el Club de Sociedades Gallegas (Fe-deración de Sociedades Gallegas de San Fernando) y el Club Náutico Al-batros. El balneario, con instalaciones más precarias que los clubes náuti-cos, funcionó por temporadas, en algunas de las cuales fue explotado porparticulares. Al igual que en el caso de los clubes náuticos, los particula-res se comprometían a limpiar la playa de juncales y malezas, nivelar lacalle de acceso, podar los árboles para formar un camping, etc. Quienesasistían a la playa de Punta Chica, por entonces, podían acceder a un pe-queño balneario que poseía mínimas comodidades, un bar y parrilla y unsector de karting, además de una frondosa arboleda en pleno crecimien-to. Los antiguos vecinos de Victoria recuerdan aún las playas de PuntaChica. Esas playas en las que en un tiempo, para poder bañarse, los hom-bres debían usar “pecheras” para tener cubierto el cuerpo entero.

Bajando por la calle Del Arca, entre las vías del bajo y el río, en el “lí-mite” entre Victoria y San Fernando, crecieron a partir de la década del‘80 nuevas marinas y barrios privados como Marina del Norte y Marinadel Buen Puerto. Desde la prolongación de la calle Del Arca hasta la pro-longación de la calle Lanusse, se destaca la Costanera Municipal que per-mite disfrutar a todos los vecinos de 400 metros con frente al río. Detrásde la Costanera Municipal se encuentra la Marina del Sol, y en direccióna San Isidro la guardería y empresa náutica Canestrari Hnos., la Asocia-ción Deportiva y Cultural del Norte y la Asociación Civil Escuela Esco-cesa San Andrés (Universidad de San Andrés). Limitando con esta últimase encuentra el Club de Veleros Barlovento. Linderos con la nueva costadel río Luján, entre la prolongación de la calle Simón de Iriondo y la ca-

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lle Uruguay se encuentran el Club San Martín, el Club Social y FomentoVictoria, el Parque Náutico Punta Chica y el Club Náutico Albatros, quetiene su ingreso por San Isidro. Detrás de los clubes náuticos, bordeandola calle de ribera, Avda. Luis Piedrabuena se encuentran los astilleros Pa-gliettini, y más allá de la calle Ricardo Rojas en el límite con San Isidro,el Centro de Industriales Panaderos de Buenos Aires y la Sociedad Albo-rada.

Entre las décadas del ‘60 y el ‘80 se multiplicaron las amarras en Victoria y San Fernando

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Crisol cambia. Barrio privado en las cercanías de Acceso Norte.

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Capítulo 23

Los años recientes

En los últimos tiempos terminó por consolidarse un modelo urbanoque venía perfilándose desde principios de siglo. Seguramente al-gún matiz de diferencia aportó la formación de los barrios al oes-

te de la calle Brandsen y los talleres ferroviarios, al igual que la instala-ción de los barrios de Punta Chica y los clubes náuticos; pero de todosmodos, la localidad de Victoria completó un desarrollo que parecía estarinscripto desde el inicio como un específico y particular programa.Al recorrer la localidad, se pueden corroborar las líneas de su historia, re-marcadas en su particular trazado urbano y en la topografía de su vidainstitucional.

Parte de la actividad de principios de siglo, nacida en el centro de lalocalidad, se mantiene dentro de este sector, con la pervivencia de algu-nas instituciones como el Club Social y de Fomento Victoria, la Bibliote-ca Popular “Rómulo Naón”, y el Club Tigre, que con una trayectoria desesenta años se ha convertido también en una entidad tradicional de lazona. Por este club pasó la década de 1960 con la música de Billy Caffa-ro peleando por entrar a la cancha, y resistido por los más tradicionales“tangueros”; como también aquellos corsos con el furor de los “GrandesBailes”; pasó la década del 70 con su desfile de murgas y comparsas -los“Dandys de Victoria”, los “Cometas”, los “Galanes”, que eran murgas dela zona con 300 o 400 personas; y finalmente, pasó la década del ochen-ta con el Gotán, que unía el tango y la música tropical, anterior a las bai-lantas que se apoderaron del Club y atrajeron una enorme cantidad depúblico en esta década que aún no culmina.

El centro de Victoria mantiene el atractivo de sus adoquinados, algu-nos antiguos almacenes como aquel de don Nicola Domici, frente a la es-tación, que hasta un tiempo atrás supo mantener el “estaño”; y las cons-trucciones de principios de siglo que la asemejan, por su aspecto “tradi-cional” a la ciudad cabecera de San Fernando. En Victoria funcionan va-rias escuelas primarias de carácter estatal y privado, y algunas secunda-rias de carácter privado. Las escuelas están ubicadas, mayoritariamente,en el Centro de la localidad y la avenida Libertador. La escuela 9 y los

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colegios San José, Winter Garden, Cardenal Copello, San Luis, y MaríaJáuregui de Pradere atraen una importante cantidad de alumnos de la lo-calidad y zonas vecinas.

La avenida Presidente Perón, ha extendido el área comercial del cen-tro urbano, encontrándose en todo su recorrido una gran variedad de co-mercios. La calle Santamarina, por otro lado, se reafirma como el Paseocentral de Victoria.

Más allá de las vías del ferrocarril Mitre, la sede de la Asociación Ve-cinal Crisol, anuncia la entrada a uno de los barrios antiguos de Victoria,y de mayor desarrollo en los últimos tiempos. Villa Crisol tiene ahora sa-lida a San Fernando y Victoria. Circulan los colectivos 710, 707, 343 y 60.Entre sus escuelas, se hallan la Número 33, la Número 4 con un edificiorecientemente construido, y en las cercanías de la comisaría, la escuelaNúmero 29. Próximos a la Escuela Número 4, en la calle Martín Rodrí-guez, también funcionan un Centro de Salud y un Taller Protegido y deRehabilitación para discapacitados.

A partir de la avenida Sobremonte, en dirección al Acceso de la Ru-ta Panamericana, y detrás de ésta, se han formado nuevos barrios junto auna zona industrial. Hasta hace pocos años estuvo allí la fábrica de ladri-llos de Luchetti. En la actualidad, hay varias industrias, vinculadas a laalimentación, químicas, y metalúrgicas.

Hacia Virreyes, y lindando con el “barrio Mejoral”, también se en-cuentra el complejo conocido como Mil Viviendas, que aportó una im-portante cantidad de nuevos vecinos al San Fernando actual.

Entre otras industrias menores, hay empresas muy importantes, comoMolinos Río de la Plata, que ocupa el lugar donde primeramente estuvola fábrica de ascensores Otis y luego la empresa Ford Motors; o la fábri-ca de golosinas Stani -actualmente Stani-Cadbury- que a partir del año1972 se instaló en la zona, trasladándose del barrio Once, de Buenos Ai-res. Detrás de esta empresa, sobre la calle Martín Rodríguez, está la em-presa de cosméticos Avon. A la altura del Acceso Norte, se encuentra lafábrica Mejoral, en la calle Carlos Casares. Sobre el Acceso Norte, y ocu-pando un frente de cuatro cuadras, se halla Farmasa SB y en la avenidaMalvinas Argentinas, la fábrica de Chuker. Finalmente, recostada sobrela avenida Blanca Encalada y ocupando un amplio predio se encuentrala industria Fate.Entretejidos con las fábricas se han formado algunos barrios privados co-mo “La Chacra” y “Victoria” ubicados sobre los terrenos baldíos de la fá-

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brica Luchetti. No obstante la presencia de las nuevas urbanizaciones y las fábricas,

la población mayoritaria del lugar corresponde a los barrios de Santa Ro-sa, Bartolomé Mitre y Villa Jardín, que se han formado en esta antigua zo-na de Las Lomas. Estos barrios, surgidos en las últimas tres décadas po-seen organizaciones vecinales que en algunos casos se encuentran sólida-mente establecidas. El barrio Santa Rosa, que ocupa un rectángulo de for-ma alargada entre el Acceso Norte, la calle 4 -Italia-, Carlos Casares yMalvinas Argentinas posee una Sociedad de Fomento en la que funcionael Centro Cultural “La Vía”. Entre el Acceso Norte y la avenida BlancoEncalada, el barrio Mitre, también posee una Sociedad de Fomento. Enesta zona, funciona la escuela Número 37, y en sus cercanías la única es-cuela estatal media de Victoria, la Escuela Media Número 2 “Hernanda-rias”. El barrio de más reciente formación, Villa Jardín, también poseeuna Sociedad de Fomento.

La labor de la Capilla Medalla Milagrosa, donde no hay cura estable-cido en forma permanente, se complementa con un centro misional en lacalle Mendoza, donde se dan misas los días sábados. Al mismo tiempo,existen varias iglesias evangélicas, ubicadas en su mayoría, sobre la calleUruguay. La Junta Vecinal Reconquista, en los últimos años pone sus es-fuerzos, principalmente en la formación de equipos infantiles de fútbol yen la práctica de este deporte.

En 1988 se establecieron nuevos límites a las localidades que integranel distrito de San Fernando. De esta manera, las tres localidades que for-man el partido, San Fernando –localidad cabecera-, Virreyes y Victoria sehan estructurado, cubriendo cada una de ellas un sector de las zonas másrecientemente pobladas al oeste del arroyo Cordero. Según esta divisiónadministrativa, la localidad de Victoria se extiende entre la ribera del Lu-ján, la calle Uruguay que separa San Fernando de San Isidro, Río Recon-quista, Malvinas Argentinas, Pasteur, General Mansilla, Quintana y calleDel Arca. La nueva división del distrito, rescata las diferencias naturalesdel territorio, al mismo tiempo que las características de los asentamien-tos poblacionales y su antigüedad histórica.

En el mapa de San Fernando, a fines el siglo XX Victoria ocupa un te-rritorio mucho más amplio de aquel con el cual nació hacia fines del si-glo pasado. Hemos intentado, en este libro, que aquí concluímos, ofreceruna explicación acerca del modo en que esa expansión se produjo a lolargo de más de cien años de historia sanfernandina.

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Aunque el cansancio intente do-blegar la voluntad, las imáge-nes que disparaba Umberto

Della Rosa (h) hicieron focalizar miviaje de regreso a los comienzos de es-te siglo donde el cine se disfrutaba pre-cariamente sin sonido. La primer ima-gen se sitúa en aquel cine que ya noexiste, muy cerca de la estación Victo-ria, donde Umberto Della Rosa padre,inmigrante de origen italiano que a laedad de 12 años vino a este país abso-lutamente solo para trabajar y progre-sar. En principio fue el barrio de Floresel que lo albergó, hasta que decidió es-tablecerse en Victoria donde, tal vezpor razones comerciales, construyóaquel cine que llamó “La Familia”.

En la infancia se observan las cosasde otra manera, es por eso que hoyUmberto (h) no sabe responder exac-tamente qué sensación le produjo es-cuchar la voz de Carlos Gardel; a mihumilde entender, la figura más im-portante que ocupó el espacio físicodel recinto. En este particular sitio elpaso del tiempo, que es como la ceni-za que no puede ser contenida entrelas manos, como el humo del cigarrilloque forma lugares sin espacio pero conforma, que crea imágenes distorsiona-das pero visibles; fue hospedando dife-rentes “empresarios” y diversas activi-dades. Las fiestas de carnaval son re-cordadas, los concursos de preguntas yrespuestas, los ilusionistas también;creo que de todos ellos, lo que más re-cuerda Umberto (h) es el número lla-mado “La Flor Azteca”. Ese númeroconsistía en colocar a una persona delpúblico en una guillotina, donde sinanestesia hacían rodar su cabeza por elescenario dando chorros de sangre, pa-ra luego colocarla en un gran jarrón.

Lo más sorprendente de todo es que lacabeza hablaba. “-Era todo un juegode luces-” recuerda Umberto divirtién-dose con lo grotesco del truco y de laescena.

“-La gente atrae gente-” dice refi-riéndose a la modalidad que en algúnmomento se la llamó cine continuado,creo que él también atraía al cine. Unaamiga que trabajaba en la productorade cine “Baires” le presentó a LucasDemare, quien observándolo en unbar de San Fernando, próximo al Ca-nal, le propuso hacer de guapo en unade sus películas. Otras tantas oportuni-dades vinculadas con el cine aparecie-ron, pero siempre las rechazó. Enaquel cine donde, en un principio ha-bía un pianista que tocaba mientras ro-daba la película y donde luego el discode pasta giraba sin hacer coincidir laescena, donde el blanco y negro mos-traba la época dorada de nuestro cine,Umberto presenciaba todos estos cam-bios y los disfrutaba. En realidad estecine de pueblo era un fragmento dehistoria que dejamos pasar, dejamosque ese ilusionista haga el acto de “LaFlor Azteca” y ahora solo existe el re-cuerdo. Las necesidades cononómicasformaron parte de este acto, pero denada sierve tratar de recuperarlo conel pensamiento. En realidad todo estámás allá, más allá de la importancia dehaberlo perdido para siempre.

Alejandro Pereyra

(Extracto de un reportaje a Umberto della Ro -sa, que obtuvo el 1er premio del certamen His -tórico-Vecinal “Semblanzas Sanfernandinas”,organizado por la Asociación San FernandoTradicional en 1998).

Contribuciones

“PROYECCIONES DELA FLOR AZTECA”

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De Punta Chica a Victoria

Agradecimientos

Agradecemos la colaboración de:Personal del Archivo de Geodesia del Ministerio de Obras Públicas de laProvincia.Personal del Archivo Histórico de la Nación.Personal de la Biblioteca Juan N. Madero de San Fernando.Personal de la Biblioteca “Rómulo Naón” de Victoria.Personal del Archivo Histórico y Biblioteca Municipal de San Isidro.Personal de la Dirección General de Comunicación Social, de la Direc-ción de Catastro y de la Dirección de Decretos y Despacho de la Munici-palidad de San Fernando.Secretaría del Concejo Deliberante de San Fernando.Instituto Emilio Ravignani, de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).Academia Nacional de la Historia.Personal de la Biblioteca y Hemeroteca de la Biblioteca Nacional.Instituto de Estudios Históricos de San Fernando de Buena Vista.

Y muy especialmente a: Bernardo Lozier Almazán, Yolanda Monta-ni, Alberto N. Manfredi, Pedro Pellegata, Gloria Cruzado de Ro-dríguez, Miguel Angel Moreira, Natividad Oviedo, Luis OsvaldoLegnani, Pedro Lauro Sánchez, Victorio Ravelli, Norberto Raveca,Rodolfo Natalio Enrique Andreotti, Héctor O. Calcagno, JorgeBarberini, Marta Turón, Rubén O. Colombo, Ana María VenencioDíaz, Nazareno Scialpini, Vicente Cosentino, Carlos Ibarra, Ma-bel Jáuregui, Cristina I. de Ambrosoni, Elena Ana Pasquali, Mar-celo Luis Biasotti, Alejandra Firpo, Jorgelina Alvarez, Andrés Fica-ra, Víctor Bocci, Natalia Porión, Fernando Lynch, Amalia Sosa, Ru-bén Daniel De la Iglesia, Horacio Merlo.

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Héctor Mario Segura Salas

BibliografíaBurone Risso, Enrique: Las viejas quintas de San Fernando, 1982.Cordero, Héctor Adolfo: La educación en San Fernando, origen de nuestras pri-meras escuelas, 1963.Cordero, Héctor Adolfo: Del San Fernando de Ayer, la inquietud de una épocaen sus poetas, 1951.Instituto de Estudios Históricos de San Fernando de Buena Vista: Boletines Nú-meros 1 a 6, Ocruxaves, 1990 a 1997.Costa de Arguibel de Donadío, María Rosa: El pueblo de Victoria, en Boletín delInstituto de Estudios Históricos de San Fernando de Buena Vista, Número 6, pág.9.Nougues de Monsegur, Clara: El Instituto Santiago Luis Copello: el Colegio, laCapilla, sus Sacerdotes y sus Religiosas, en Boletín del Instituto de Estudios His-tóricos de San Fernando de Buena Vista, Número 6, Pág. 47.Gilardoni, Alberto: Hitos históricos de San Fernando, 2 Tomos, Ocruxaves, 1987.Lozier Almazán, Bernardo P.: Reseña histórica del partido de San Isidro, Muni-cipalidad de San Isidro, Segunda Edición, 1987.Pastor, José M. y Bonilla, José: Plan regulador del desarrollo de la ciudad y parti-do de San Fernando, Municipalidad de San Fernando, 1973.Rossi, Diego: Arte, cultura y sociedad en San Fernando, Municipalidad de SanFernando, 1992.Scialpini, Nazareno Atilio: La historia de Victoria, Vicente Cosentino, 1992.Segura Salas, Héctor M.: Virreyes en San Fernando, Municipalidad de San Fer-nando, 1997.Yasnig, Alfonso: Hombres de San Fernando en mi recuerdo, 1990.

FuentesCensos Nacionales de Población, 1869 y 1895, en Archivo General de la Nación.Digesto de Ordenanzas Municipales, Municipalidad de San Fernando.Libros de Actas de la Corporación Municipal, Municipalidad de San Fernando.Memorias municipales, varios años, Municipalidad de San Fernando.Libros de Decretos y Resoluciones, Municipalidad de San Fernando.Mensuras y Planos de Mensuras, en Archivo de Geodesia, Ministerio de ObrasPúblicas, La Plata.Periódicos Locales (en hemeroteca de la Biblioteca y Museo Popular Juan Nepo-muceno Madero): El TiempoLa Voz de San FernandoLa Razón de San FernandoVictoriaEl ArgentinoAuroraHoy, San Fernando y TigreTestimonios Orales de vecinos de la localidad de Victoria.Colección de Planos de Remates, Archivo Histórico y Biblioteca Municipal deSan Isidro.

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Indice

Capítulo 1 Todo es Punta Chica Página 9

Capítulo 2 Nace otro pueblo en San Fernando Página 11

Capítulo 3 “Un floreciente pueblito” Página 17

Capítulo 4 Instituciones pioneras Página 19

Capítulo 5 Punta Chica ya no es Punta ChicaLa formación de una nueva periferia Página 23

Capítulo 6 El núcleo central: Victoria ferroviaria Página 27

Capítulo 7 La zona intermedia Página 31

Capítulo 8 Las quintas de la Ribera Página 35

Capítulo 9 La nueva unidad administrativa Página 37

Capítulo 10 Unidos por el pueblo,separados por el balneario Página 39

Capítulo 11 Tendiendo puentes Página 43

Capítulo 12 El centro se urbaniza Página 47

Capítulo 13 Las comunicaciones Página 51

Capítulo 14 El pueblo y sus fiestas Página 53

Capítulo 15 La vida cotidiana Página 55

Capítulo 16 La década de 1930 Página 57

Capítulo 17 Red institucional Página 61

Capítulo 18 El Tigre de Victoria Página 65

Capítulo 19 Villa Crisol Página 67

Capítulo 20 Vida cultural Página 71

Capítulo 21 La década de 1960 Página 75

Capítulo 22 Los clubes náuticos Página 81

Capítulo 23 Los años recientes Página 85

Contribuciones Página 89

Agradecimientos Página 90

Bibliografía Página 91

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Municipalidad de San Fernando