Historia de la Ciencia

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MAESTRIA EN FORMACIÓN DOCENTE Estrategias de aprendizaje de ciencias experimentales en educación básica HISTORIA DE LA CIENCIA La necesidad, el valor, o el demérito y el peligro de introducir algunos elementos históricos para poner en perspectiva o justificar la introducción de las ideas centrales de la ciencia. Hablar de Euclides o de Descartes si el tema es la geometría, aludir a Lamarck y Darwin si el tema es la evolución, o referirnos a Marx y Weber si se trata de la estructura social. Hasta qué punto y para qué es necesario hablar de evolución, por qué hablar de deriva continental o de la traslación de la Tierra. No es importante si esto o aquello fuese cierto, simplemente el propósito educativo en uno y otro caso es distinto, pero el mismo: transmitir a cada sujeto una perspectiva de sí mismo y de los otros, y vivir con ella. La tremenda convergencia de las distintas religiones no es garantía de la existencia de un dios, sino de la existencia de un mecanismo adaptativo común de orden social. El regreso (no digo ‘retroceso’, como algunos le llaman) a la explicación teológica de nuestros orígenes en algunos sitios de Estados Unidos obedece a una necesidad, legítimamente sentida o artificialmente creada, de fomentar ciertos vínculos sin cuya existencia algunos auguran la disolución de la sociedad. Fomentar, por otro lado, la enseñanza de la evolución biológica y, más radical aún, la humana, obedece al impulso moderno de crear una visión naturalista del hombre, así como de valorar los patrones racionales de explicación por encima de los motivos inspiracionales. Es parte entonces de una ideología que sólo se expresa por la síntesis que exige: racionalidad en todo y para todo, desde la caída de las piedras hasta el contrato social. Aislada del marco común y general de racionalidad, la teoría de la evolución no sólo es incomprensible, sino contradictoria, pues se opondrá al determinismo de la mecánica clásica (la cuántica sólo se explica en los niveles superiores), chocará con las modas cargadas a los ‘valores’, y con otras tantas concepciones renacentistas o decimonónicas que inundan nuestras aulas; confrontación que lleva a los maestros a dilemas tan insolubles como insensatos. De ahí que se ponga todo el énfasis en la repetición (motivada o desmotivada), en el éxito de las exposiciones, las tareas o los exámenes, en suma, en el ‘conocimiento’, saber las cosas, y no en entenderlas por sus orígenes o por sus implicaciones. La ciencia, se dice, debe ser neutra, ajena a la ideología o la ética, pues de otra manera no se disuelve el intolerable conflicto. La ciencia nos enseña las cosas como son, dicen y repiten, la ética nos muestra cómo deben ser. ¿Cómo pudo un gran científico, Darwin, llevarnos a pensamientos de consecuencias tan pérfidas como el darwinismo social? ¿No será culpa más bien de sus seguidores y pervertidores que sus consecuencias nos lleven tan lejos? No, el dar-winismo social es tan sólo una de sus posibles implicaciones, aunque rompa con el ingenuo objetivo de lograr una cosmovisión unificada de valores simples y racionalidades estrechas. En ocasiones, donde se ve maldad se oculta una profunda ignorancia.

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Reseña de puntos importantes de la ciencia

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MAESTRIA EN FORMACIÓN DOCENTE Estrategias de aprendizaje de ciencias experimentales en educación básica

HISTORIA DE LA CIENCIA

La necesidad, el valor, o el demérito y el peligro de introducir algunos elementos históricos para poner en perspectiva o justificar la introducción de las ideas centrales de la ciencia. Hablar de Euclides o de Descartes si el tema es la geometría, aludir a Lamarck y Darwin si el tema es la evolución, o referirnos a Marx y Weber si se trata de la estructura social. Hasta qué punto y para qué es necesario hablar de evolución, por qué hablar de deriva continental o de la traslación de la Tierra. No es importante si esto o aquello fuese cierto, simplemente el propósito educativo en uno y otro caso es distinto, pero el mismo: transmitir a cada sujeto una perspectiva de sí mismo y de los otros, y vivir con ella. La tremenda convergencia de las distintas religiones no es garantía de la existencia de un dios, sino de la existencia de un mecanismo adaptativo común de orden social. El regreso (no digo ‘retroceso’, como algunos le llaman) a la explicación teológica de nuestros orígenes en algunos sitios de Estados Unidos obedece a una necesidad, legítimamente sentida o artificialmente creada, de fomentar ciertos vínculos sin cuya existencia algunos auguran la disolución de la sociedad. Fomentar, por otro lado, la enseñanza de la evolución biológica y, más radical aún, la humana, obedece al impulso moderno de crear una visión naturalista del hombre, así como de valorar los patrones racionales de explicación por encima de los motivos inspiracionales. Es parte entonces de una ideología que sólo se expresa por la síntesis que exige: racionalidad en todo y para todo, desde la caída de las piedras hasta el contrato social. Aislada del marco común y general de racionalidad, la teoría de la evolución no sólo es incomprensible, sino contradictoria, pues se opondrá al determinismo de la mecánica clásica (la cuántica sólo se explica en los niveles superiores), chocará con las modas cargadas a los ‘valores’, y con otras tantas concepciones renacentistas o decimonónicas que inundan nuestras aulas; confrontación que lleva a los maestros a dilemas tan insolubles como insensatos. De ahí que se ponga todo el énfasis en la repetición (motivada o desmotivada), en el éxito de las exposiciones, las tareas o los exámenes, en suma, en el ‘conocimiento’, saber las cosas, y no en entenderlas por sus orígenes o por sus implicaciones. La ciencia, se dice, debe ser neutra, ajena a la ideología o la ética, pues de otra manera no se disuelve el intolerable conflicto. La ciencia nos enseña las cosas como son, dicen y repiten, la ética nos muestra cómo deben ser. ¿Cómo pudo un gran científico, Darwin, llevarnos a pensamientos de consecuencias tan pérfidas como el darwinismo social? ¿No será culpa más bien de sus seguidores y pervertidores que sus consecuencias nos lleven tan lejos? No, el dar-winismo social es tan sólo una de sus posibles implicaciones, aunque rompa con el ingenuo objetivo de lograr una cosmovisión unificada de valores simples y racionalidades estrechas. En ocasiones, donde se ve maldad se oculta una profunda ignorancia.

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