Historia Como Sistema

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Libro de José Ortega y Gasset donde plantea su método.

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  • HISTORH COMO SISTEMAes, como otras obras de Ortega,

    tales como En torno a Galileo e ldeas y creencias,de la mayor importancia,

    no slo en la filosofa del autor,"

    sino tambin en la filosofa de nuestro tiempo,porque ofrece una salida a la polmica

    sobre el ser del hombre suscitadapor los pensadores

  • FIIST'ORIACOMO SIS'TEMA

    $.a edicinen castellano

    IOSE ORTE,C}A -'f G.{S5E-T

    [']tlir"ioners dc laR'ri,';lri k ()t't ilcnt t

    IJhrberr tlt": llraganza, I 2N,IAt)RII)

  • ljr.fuER.' sntCru : 19415-xr.r l.orcN : 1970

    Hn lrs eelicionis anteriores, {istaria comosistenta ;e rublic en un mismo volumen

    ccrn el cnsayo Del [mperia romno.

    @ Copyright byRevista de Occidente, S. A.M.A.DRID (Espaa), 1970

    Depsito legal: M. 3.318-1970

    Printed in Spain - Impreso en Espaa

    Tallcrcs Grficos dc Ediciones Castilla, S. A. - Maesrro Alonso, 23 - Ir,f adrid TX

    Ixnrcf;,

    3:Nota de tus cditores ".. 3T

    HisrcRl couo srs'rltA ... IF-R.a Ft (,{Riltir\o Dl.r LA p\t.,tt-iRAr 61I.*El qui.ltarr-;- dr:l lrli'5c ... 9

    Il-*Con:rttc rie la Hislcrii.r 11Innas pARA uqi l{rs'roRrA D. r-^. FrI-osrjFa .. 7j

    Las rocas }:sluc;idas... 7tBrcve excirsirr sobre cl

  • iptcE

    lo1:

    Pnroco A tA qHtstorun DB L.A Flrosor"t DtsIinr VclnliiNorn .. " l4L

    La dificulmd cle !a l'ilosofia 144Filoscf a e Historia de la Filosof ... 1,46Facilidad de la Filosofa ... 147Iiscepticismo ... . 148La incultura especfica ,le nuesffo tiempo ... 150Condnuidad y discontinuidad 152

    A L r-irttlrirnir l{istoria como sistema clentro tl.e \ .csi,t ,'rltccir)n, 1, t:cntinuando el propsito de

    ttg;'t/ptr c;? -r//r ttrlos las ctbras rns at'ines, heruos cre-do alecu,ulo a{1'c[]drlg attrios textos de tem.n fitos-fico cua lto re b.tlnt. colccciontulo hastrt la feclta entnt t.' o I um en. intl epen.cli cn te.

    Lt priin.c'r ctlicirin rJe l\is,tr:ria como sistema, clt !u.rcr;in origind, sc pub/it.ri tor c,rto Etlitrtrirtl t'n 1941;pcro en traluccin ingle.rrt st: hrtbla .btblicado ante-ricrmt'ntt: c'j,t. el 't,olutncn cof,rtcfit,r Philosophy andHistory (dirigilo por Klibit;?sklt ), editado (,n 1935por !t Oxt'ord Uniuersity []rars). .b:li"rt el, que /ohasido re'd.acad. En est/ ltrttct,rt cdicin le a1ycgrtm.os,en pri'm+r l,ag,u', el lexto Ce do: di.rca,r r,tbttt/os conla. t,oz del ator, c,l. 3() ,Jcirtn,:o tir' l9.l-), ptrtt cl , que cl (enrt; ,lc E.rtrclios IIi.r-t(;ricos tn.alrile.os ue,na f ormando con /,t contribucinde las ter.rortalidat/,e.r m.s sobre:saliente,r dtl rnunrl,tliterario y ci.entfico es/taol. A continttocin, el prri-logo com{tttesto en 1941 para Ia cdicin drgentinads la Historia de la Filosofa, de Enzile Brbier. Porltimo, el prlogo tambin antepuesto a la uersin

    XI

  • castellana de una Historia de la Fiiosofa : la d,el KmlVorlinder. Este prlogo lleua, en la etlic,in original,la fecba de enero de 1921,

    Todos est0s escrios sont .pues, ocasionales. Perorecurdese que Ortega ha esmito:

  • Publicrdo en traclriruioil ir-rglrsn rrr lit l' ),forman,jo l,arte clel volur.rcn Pbilon.Qlty utJHi$ory, clirigido flor KuBANslty y ediradopor l Oxfo'd l.lnive r.srry Press.

    I

    [ _ ^, vida. hir nrana es una rcali,Ja,J exrraa, de la cualH to p'mero que c'nviene clccir cs que es Ia reali_dad radicirl, en .i s.nriclo cle qLre a eila rencmos querefe rir ioclas las clcnr s., ya q,,i l'rs cirms real iclacles,efectvas o prcsr-lnras, ti.:,,.,r .i., r-rilo u otro mocro queaparecer en elia.

    La noia ms rrivial, pcro ,r ia vez Ia ms inrpor-tanfe Ce la vida hunrana, rs (rl;i cl hclinirre no rieneo,:rc remcdio cluc cstrr iricie ,r.-lc, aiqr_r -:af o. sostenerseen la existen cLa. l-a rricla lios cs ,.lar]., 'ir.',*rro que noncs Ja damo' a nosotrcs mis.r(J-1, Sino q,.,a rlo,\ cncon-trarlt{rs cr} ella clc pronto

    ,,sirr :saLre,r i,irno. pero lavicia que nos cs.lnda no no:i es.i.rcir kr:cha, siloque necesitamos hrccrnos l rlosc)iros? cacia curl laslii/a. L'a vida es qlcilacer. 1' lo nr;is grave de estosqiiehaccrrs en qLre la rri,ja consisrr: no es que sea pre_tiso har-erlos, .sitto, en cicrto

    'rcclo, io contr'r,ri'-.-quie-ro clc'cir q ue nos encr)lr tra,'..os siernllre, forzados l ha-cer.algo.- lx'ro no nos 'ncuili rrnro:; rlLlnca. estrictanren-te forzacios r hacr:. algr,i cictcrininark.r, que no nos esimpircsto estc {s el ofro qlri_.iiar.r:r, (-orr}o i" a, ir:rpuc.staaI a.stro su ri'tysr.ria. ,, i ia p,,ir:ijra ;Li :.r,r vtt.acn. An_

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    tes que hacer alg?, tiene cada hombre qu1 decidir,por su cuenta y rlesgo, lo que va a hacer. Pero estaecisin es imposible si el hombre no posee algunasconvicciones tbr. lo que son las cosas en su derre-dor, los otros hombres, l mismo. Slo en vista deellas puede preferir una accin a otra' puede, o su-ma, vivir.

    - .De aqu que el hombre tenga que estdf siemp-reen alguna crencia y que_ la estructura de su vida depend primordialmnt de las creencias en que

    .e1ty que ior cambios ms decisivos en Ia humanidadr."tt los cambios de creencias, la intensificacin o de-bilitacin de las creencias. El diagnstico de una exis'tencia humana-de un hombre, de un pueblo, d.una poca-tiene que comen zar filiando el reperto-rio de sus convicciones. Son stas el suelo de nuestravida. por eso se dice que en ellas el hombre esr. Lascreencias son lo que- verdacleramenre constituye elestado del hombre. Las he llamado ( reprcorio > paraindicar que Ia pluralidad de creencias en que unhombre, un pueblo o una poca est no posee nuncauna articuluCin plenamente lgica, es decir, que noforma un sistem de ideas, como lo es o aspira aserlo, por ejemplo, una f iloscf a. Las creencias quecoexisten .o o." vida humana, que Ia sostienen, im-

    . pulsan y dirigen son, a veces, incongruentes' contra-iictoriai o, por 1o menos, inconexas. Ntese que to-clas esras .uiifi.aciones afectan a las creencias por loque tienen de ideas. pero es un error definir la creen-cia corno idea. La idea agota su papel y corrsistenciacon ser pensada, y un hombre puede pensar cuantose le antbje y aufl muchas cosas contra su antoio. En

    HISTORIA COMO SISTEMA

    la rnente surgen espont neamente pnsamientos sinnuestra voluntad ni deliberacin y sin que produz-can efecto alguno en nuestro comportamiento. Iacreencia no s, sin ms, la idea que se piensa. sinoaquella en que adems se cree. Y el creer no es yauna operacin del mecanismo < intelectual >, sino quees una funcin del viviente como taI, Ia funcin deorientar su condu cta, su quehacer.

    Hecha esta advertencia, puedo retira r Ia expresinantes usada y decir que las creencias, mero repertorioincongruente en cuanto son slo ideas, ,forman siem'pre un sistema en cuanto efectivas creencias o, lo quees igual, gu, inarticuladas desde el Punto de vistalgico o propiamente intelectual, tienen siempre unaarticulacin vital, funcionan como creencias apoyn-dose unas en otras, integrndose y combinndose. Ensuma, que se dan siempre como miembros de un or-ganismo, de una estrucura. Esto hace, entre otrascosas, que posean siempre una arquiteffura y actenen jerarqua. H^y en toda vida humana creencias b^'sicas, fundamentales, radicales, y h^y otras derivadasde aqullas, sustentadas sobre aqullas y secundarias.Esta indicacin no puede ser ni.s trivial, pro yo notengo Ia culpa de 9e, aun siendo trivial, sea de Iamayor importancia.

    Pues si las creencias de que Se vive careciesen deestructura, siendo Como Son en cada, vida innumera-bles, constituiran una pululacin indcil a todo or-den y, For lo mismo, ininteligible. Es decir, que se-ra imposible el conocimiento de la yida humana.

    El hecho de 9ue, por ei cc.ptrario, aparezcan enestructura y con jerarqua permite descubrir su orden

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    secreto y, por tanto, entender Ia vida propia y Iaajena, la de hoy y Ia de otro tiempo

    As podemos decir ahora: el diagnstico de unaexistencia humana-de un hombre, de un pureblo, deuna poca-tiene que comen zar f iliando el sistema desus convicciones y para ello, antes que nada, fiiandosu creencia fundamental, la decisiva, la que porta yvivifica todas las dems.

    Ahora bien : pafa fijar el estado de las creenciasen un cierto momento, no huy ms mtodo que el decomparar ste con otro u otros. Cuanto mayor seael nmero de los trminos de comparacin, ms pre-ciso ser el resultado-otra advertencia banal cuyasconsecuencias de alto borclo emergern sbiramenteal cabo de esta meditacin.

    u

    Si comparamos el estado de creencias en que elhombre europeo se halla hoy con el reinante haceno ms de treinta aos, nos encontramos con que havariado profundamente, por haberse alterado Ia con-viccin f undamental.

    La generacin que f loreca hacia 1900 ha sido lalrima de un amplsimo ciclo, iniciado a fines delsi,qlo xvl y que se caracterz lrorque sus ho.mbres vi-vieron de Ia fe en La razn. r: En qu consisle esta fe?

    Si abrimos el Discarso del IVItodo, que ha sido elprograma clsico del tiempo nuevo, \remos que cul-mina en las siguientes frases r ct Las largas cadenas derazones, todas sencillas y fciles, de que acostumbranlos gemetras a servirse para lleqar a sus ms difcilesdemostraciones, me haban dado ocasin para. imagi-narme que todas las cosas que puedan caer baio elconocimiento de los hombres se siguen las unas a lasotras en esta misma manera, y que slo con cuidarde no recibir como verdad era ninguna que no [o seay de guardar siempre el orden en que es preciso de-clucirlas unas de las otras, no puede baber ningana

  • JOS ORTEGA Y.GASSET

    tan renzota qrc no qepd, a ld postre, llegn a ella,ni tan oculta qile no se la pueda descubrir.>> 1

    Estas palabras son el canto de gallo del raciona-lismo, Ia emocin de alborada que inicia toda unaedad, eso que llarnamos la Edad Moderna. Esa Edadh'Ioderna de la cual muchos piensan que hoy asisti-rnos nada menos que a su agona, a su canto de cisne.

    Y es innegable, por lo menos, gu entre el estadode espritu cartesiano y el nuestro no existe floia dife-rencia. Qu alegra, gu tono de enrgicO desafo aIUniverso, qu petulancia rnaanera h^y en esas mag'nficas palabras de Descaftes ! Ya 1o han odo uste-des : aparte los rnisterios divinos, que por cortesadeja

    ^ un lado, parr- este hombre no hay ningn prG

    blema que no sea soluble. Este hombre nos aseguraque en el Universo no huy arcanos, no hay secretosirremediables ante los cuales Ia humanidad tenga quedetenerse aterro rizada e inerme. Ei mundo que rodeapor todas partes al hornbre, y en existir dentro dellual consiste su vida, va a hacerse transparente a lafnente humana hasta sus ltimos entresiios. El hom-bre y7, por fin, a saber la verdad sobre todo. Bastacon que no se azoe ante la compleiidad de los pro-blemas, con que no se deie obnublar la mente Por laspasiones : si usa con serenidad y dueo de s el ap^ra-lo de su intelecto, sobre todo si lo usa con buen orden,hallar que su facultad de pensar es ratio, taz6n, yque en Ia raz6n posee el hombre el poder como m'gico de poner claridad en todo, de convertir en cristalio ms paco, penecrndolo con el anlisis y hacin-

    1 Oeaares, ed. Adam et Tannrr, tomo Vf, Vlg. 19.

    HISTORIA COMO SISTEMA

    dolo as patente. EI mundo de la rcalidad y el mundodel pensamiento segn esto-dos cosmos quese corresponden, cada uno de ellos compacto y con-tinuo, en que nada queda abrupto, aislado e inase-quible, sino que de cualquiera de sus puntos pode-mos, sin intermisin y sin brinco, pasar a todos losdems y contem plat su con junto. Puede, pues, lhombre con su nz6n hundirse tranquilarnente en losfondos abisales del Universo, seguro de extraer aIproble ma ms remoto y al ms hermtico enigma laesencia de su verdad, como el buzo de Coromandelse sumerge en las profundidades del ocano para re-aparecer a poco trayendo entre los dientes la perlainestimable.

    En los ltimos aos del siglo xvl y en estos pri-rneros del xvII en que Descartes medita, cree, pues,el hombre de Occidente que el mundo posee unaestructura racional, es decir, que Ia realidad tiene unaorganizacin coincidente con Ia del intelecto huma-oo, se entiende, con aquella forma del humano inte-lecto que es la ms pura : con Ia razn matem tca.Es sta, por tanto, una clave maravillosa que propor-ciona aI hombre un poder, ilimitado en principio,sobre las cosas en torno. Fue esta averiguacin una bo-nsima fortuna. Porque imaginen ustedes que los eu-ropeos no hbiesen en aquella sazn conquistado esacreencia. En el siglo xVI, las gentes de Europa habanperdido la fe en Dios, en la revelacin, bien porquela hubiesen en absoluto perdido, bien porque hubiesedeiado en ellos de ser fe viva. Los telogos hacen unadistincin muy perspi caz y que pudiera aclararnos nopocas cosas del presente, una distincin entre Ia fe

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    viva y la fe inerte. Gener alizando el asunto , ye for-mulara as esta distincin : creemos en algo con feviva cuando esa creencia nos basta para vivir, y cree-rnos en algo con fe muefta, con fe inerte, cuando,sin haberla abandonado, estando en ella tcd.auia, noactua ef.jcazmente en nuestra vida. La arrastramos in-vlida a nuestra espalda, forma an parte de nos-otros, neto yaciendo inactiva en el desvn de nuestraalma. No apoyamos nuestra existencia en aquel alqocredo, lo brotan ya esponrneamente de esta fe lasincitaciones y orientaciones para vivir. La prueba deello, que se nos olvida a toda hora que an creemosen eso, mientras que Ia fe viva es presencia perrna-nente y activsirna de la entidacl en que creemos. ( Deaqu el fenrneno perfectamente natural que el rns-tico llama

  • mLas creencias constiruyen el esrraro bsico, l ms

    profundo de la arquitecura de nuesrra vida. vivimosde ellas y, por lo mismo, oo solemos pensar en ellas.Pensamos en lo que nos es rns o menos cuestin,Por eso decimos que tenent.os esras o las orras ideas .pero nuestras creencias, ms que tenerlas, las ,o-oJ.

    Cabe simbolizar la vida de cada hombre como unBa.nco. Este vive a crdiro de un encaje oro que nosuele verse, que yace en lo profundo de cajas mer-licas ocultas en los stanos de un edificio. La mselernental cautela invita a revidar de cuando en cuan-do el estado efectivo de esas garantas-diramos deesas creencias, base del crdito.

    Hoy es urgenre hacer esro con la fe en la raz6n deque tradicionalmenre-en una tradicin de c4si dossiglos-vive el europeo. Puc'de decirse que hasta haceveinte aos el estado de esa creencia no se habamodificado en su figura general, pero que de haceveinte aos a la fecha presente-[ra sufrido un cambiogravsimo. Innumerables |rechos, sobrem anera nororios y que fuera deprimenre enunciar una vez ms, lomuestran.

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    HISTORIA COMO SISTEMA

    No ser necesario advertir que al hablar de la fetradicional en la razn y de su actual modificacinno me refiero a lo que acontece en ste o el otro in-dividuo como tal. Aparte de lo que crean los indi-viduos como tales, es decir, cada uno por s y porpropia cuenta, hay siempre un estado colectivo decreencia. Esta fe social puede coincidir o no con Iaque taL o cual individuo siente. Lo decisivo en esteasunto es gue, cualquiera sea Ia creencia de cada unode nosorros, encontramos ante nosotros constituido,establecido colectivamente, con vigencia social ensuma, un estado de fe.

    La fe en Ia ciencia a que me refiero no era slo yprimero una opinin individual, sino, al, revs, unaopinin colectiva, y cuando algo es opinin colectivao social es una realidad independiente de los indivi-duos, que est fuera de stos como las piedras delpaisaje, y con la cual los individuos tienen que con-taf quieran o r1o. Nuestra opinin personal podr sercontraria a Ia opinin social, pero ello no sustrae asta quilate alguno de realidad. Lo especfico, lo cons-titutivo de la opinin colectiva es que su existenciano depende de que sea o no aceptada por un indi-viduo determinado. Desde la perspectiva de cada vidaindividual aparece Ia creencia pblica como si fueseuna cosa fsica. La realidad, por decirlo as, tangiblede la creencia colectiva no consiste en que yo o tr Iaacepternos, sino, al contrario, es ella quien. con nues-tro beneplcito o sin 1, nos impone su realidacl y nosobliga a contar con ella. A este carcter de la fesocial doy el nombre de vigencia. Se dice de una leyque es vigente cuando sus efectos no dependen de

  • JOSE ORTEGA Y GASSET

    que yo Ia reconozca", sino que acta y opera prescin-diendo ,Ce mi adhesin. Pues lo mismo la creenciacolecriva, para existir y gravitar sobre m y acasoaplastarme, no necesita de que Io, indivicluo deter-minado, crea en ella. Si ahora acordamos, para

    m-

    tendernos bien, llamar ,, dogma social p al conrenidode una creencia colectiva, esramos listos para, podercontinuar nuestra meditacin.

    Si, perrrechados con estos concepros instrurnenta-les, com pararnos la siruacin en que haca 19 10 loseuropos se encontraban y la de ahora, la adverren-cia del ca.mbio, de la muracin sobrevenida, deberacausarnos un saludable pavor. Han bastado no msde veinte aos-es decir, slo un rrozo de la vidade un hornbre, que es ya de suyo tan breve- paratrastrocar las cosas hasta tal punr de que mientrasenronces, en cualquier pame de Europa, poda recu-rrirse a La fe en la ciencia y en los derechos de laciencia como mximo valor hurnano, y esra instan-cia funcionaba autornticarnenre y, dcil a su impe-rativo, reAccionaba eficaz, enrgico y sbilo el cuerposocial, hoy bay ya naciones donde ese recurso pro-vocara slo sonrisas, naciones que hace unos aoseran precisamenre consideradas' como las grandesmaestras de la ciencia, y no creo lllie hava ninsunadonde, a la fecha en que hablo, el cu.:rpo .sccial seestremeciese ante la apelacin.

    IV

    La ciencia est en peligro. Con lo cual no creoexager ar*-porque no digo con ello que la coleccivi-dad europea ha1' dejado radicalrnente de creer en Iaciencia--, pero si que su fe hil pasaCo, e tr nuestrosdas, de ser fe viva a ser ie inc,rte. Y esro basta paraque la ciencia esr en peligrc y no pueda el cientlicoseguir viviendo corno hasta aqu, sonrnbulo clentrcde su trabajo, creyendo que ei contorno social sigueapoyndole y sostenindole y vencrndc,le. Qu eslo que ha pasado prira que tal situacin se pr',.lCuzc'?La ciencia sabe hny nuchils cosas con fabulcisa pre-cisin sobre lo que est acont'cienCo cn rcnrotsimasestrellas y galaxias. Lo cicncia, con razn, esr orgu-llosa de ello, y pu'r ello, aunque con rr,cnos razn, ensus reuniones acacln'ricas hace Ia rueda con su colade pavo real. Pero entre tanto ha ocurrido que e,!amisma ciencia ha pasado de ser fe viva social a sercasi despreciacla por Ia coicctividad. No porque esieheclro no haya aconre,:ido erl Sirio, sirro en l;r Tierra,deja cle tener alguna inrporcancia-- pienso ! La cien-cia no pue,Je ser solo le cienca sclrre Sirir;, sino qllepretende ser mmbin l ciencia sobre el hornbre. Pues

    15

  • JOSE ORTEGA Y GASSET

    bien, qu es lo que la ciencia , la taz6n, tiene quedecir hoy con alguna precisin sobre ese hecho tanurgente, hecho que tan a su carne le va? Ah !, puesnada. La ciencia no sabe nada claro sobre este asun-to. No se advierte Ia enormidad del caso ? No esesto vergonzoso ? Resulta que sobre los grandes cam-bios humanos, La ciencia propiamente tal no tienenada preciso que decir. La cosa es tan enorme 9u,sin ms, nos descubre su porqu. Pues ello nos hacercparar en que la ciencia, Ia razn a que puso su fesocial el hombre moderoo,

    s, hablando rigorosa-mente, slo la ciencia fsico-matem tica, y apoyadainmediatamente en ella, ms dbil, pefo beneficiandode su prestigio, Ia ciencia biolgica. En suma, re-uniendo ambas, lo qLre se llama la ciencia o nz6nnaturalista.

    La situacin acnral de la ciencia o razn fsica re-sulta bastante paradica. Si algo no ha fracasado enel repertorio de las actividades y ocupaciones huma-nas, es precisamente ella cuando se la consid era cir-cunscrita a su genuino territorio, la naturaLeia. Eneste orden y recinto, leios de haber fracasado, hatrascendido todas las espera nzas y, por vez primeraen la historia, las potencias de realizacin, de logro,han ido ms lejos que las de Ia rnera fantasa. Laciencia ha conseguido cosas que Ia irresponsable ima-ginacin no haba siquiera soado. El hecho es tanincues:ionable, que no se cgmprende, al pronto, cmoel hombre no est hoy arrodillado ante la cienciacomo ante una entidad mgica. Pero el caso es queno lo est, sino, ms bien al contrario, comie nza avolverle Ia espalda. No niega ni desconoce su ma-

    r6 grsrontr.- 3 L7

    HISTORIA COMO SISTEMA

    ravilloso poder, su triunfo sobre la naruraleza; perqal mismo dempo, cae en Ia cuenta de que la narura-leza es slo una dimensin de la vida humana, y elglorioso xito con respecro a ella no excluye su ra-caso con respecio a la totalidad de nuestra existencia.En el balance inexorable que es en cada inscanre elvivir, la razn fsica, con todo su parcial esplendor,no impide un resultado terriblernente deficitario. Esms : el desequilibrio entre Ia perfeccin de su efi-ciencia parcaL y su f.alla para los efectos de totalidad,los definitivos, es tal 9u, a mi juicio, ha contribuidoa exasperar la desazn universal.

    Se encuentra, por tanto, el hombre ante la raznfsica

    n una situacin de nimo parecida a la queLeibniz nos describe de Cristina de Suecia cuando,despus de abdicar, hizo acuar una moneda con laefigie de una corona y puso en el exergo estas pala-bras : N on mi bisogna e non mi basta,

    A Ia postre, Ia paradaja se resuelve en una adver-tencia sobrem aneta sencilla. Lo que no ha fracasadode la fsica es Ia fsica. Lo que ha fracasado de ellaes Ia retrica y la orla de petulancia, de irraciona-les y arbitrarios aadidos que suscit, lo que hacemuchos aos llamab a yo el c trorismo de los labora-torios >. He aqu por qu, desde que comenc a escri-bir, he combatido lo que denomin el utopisrno cien-tfico. Abrase, por ejemplo, El tema de nuestro tiem-po en el captulo titulado (El sentido histrico de lateora de Einsteinr, compuesro hacia L921 t. All sedice r r

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    placer es conseguir _una imagen certera de las cosas'

    ir.i" alimenr"ls. de ilusions" o Recuerdo que. sobreini pensamienro e jerci suma inf luencia un detaile.HacL muchos aoi Lea yo una conferencia del fisilogo Loeb sobre los tropismos. Es el tropismo unconcepro con que se ha intentado describir y aclar.arla l.y que rige los nrovimientos elementalcs de' losinfusorios. nnf que bien, con correcciones y .aadi-d,os, este concePto sirve pary cornprender algunosde .ro, fenmenos. pero al final de su conferenciaIeb agregat

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    cargo de Ia posreridad, deiando Ia propia vida sincimienros, races ni encaje profundo. El vicio se en-gendra tan en la raz de esta actituC, 9ue se encuen-tra ya en Ia (moral proyisional> de Descartes' L)eaqr-r que aI prirner enipelln sufrido po! Ia armaznsup.rficial ,c; nliesrra clvilizacin : ciencia, econonra,miral, polt rca, el hombre se ha encontrado con q'leno tena verda.les propias, posiciones claras y firmessobre nada irrr Portante'

    Lo nico en q,re crea era en Ia raz6n f sica, y sta,aL hacerse urqente su verdad sobre los problemas nrshumanos, nJ'h" sabido qu decir. y esros pueblor.4.occiclenre han experimentad,o de srbito Ia impresinde que perdan pi., que carecan de punto de a':o'y'o'y hn senrido t.iro, p.ti.o y les parece que se hun-..,. que nauf raqan en el vaco'y, sin embar,lo, basta un poco de serenidad paraque el pic vuelva a sentir l; deliciosa sensacin derocar lo duro, lo slido de la madre tierra, un cle-mento capaz de sostener al hombre' Como siempreha acaecido, es preciso y bastante, en vez de azorarsef p.rd., la cab ir^, convertir en p"lto de apoyo aqlle-llo 'misrno que engenclr Ia impresig" d5 abismo ' Laraz6n fsica no puede decirncs nada claro sobre elombre. ivr", bien ! pues esro qr-riere. clecir simple-menre qu; de'bemos desasirnos con rodo radicalismode trat,.r aL moclo fsico y naruralista 1o humano. Envez de ello rommoslo e n su espontaneidad, segn lovemos y nos sale al Paso. O,, dicho de otro modo : elfracaso de Ia razn fsica defa Ia va libre para larazn vital e histrica.

    V

    La naturaleza es Llna cosa. una g)ran cosa, que seconrpone de muchas cosas menores. Ahora bren:cualesquicra que sean las difercncias enire las cosas,rie ncn toCas ellas un carcter radrcrl ccm n, el cualcolrsisre sirnplemente en qrre las cosas s oI?, tienen unser. Y esto signfica no slo que cxisten, 9ue las h^y,que estn ah. sino quc pcseen una estructllra o ccn-sisccncia tija y dacla. Cuando hav una piedra hty y].est o.h, lo que Ia pieclra es. Todos sus cambios ymuda nzas sern, por los siglos de los siqlos, combi-naciones regiatlas e su consisteircia funclarnental. Lapicdra no serir. nunca nada nuevo y distinto. Esta con-sistencia fija y clada de una vez para siempre es ioque solemos entender cuancio hablamos de I ser deuna cosa. Otro nombre para expresar lo misrno esla palabra natLrraleza. Y la faena de la ciencia natu-raI consiste en descubrir ba jo las nubladas aparien-cias esa natliraleza o textura permanente.

    Cuando la razn natlrralista se ocupa del hombre,busca, consecuente ccnsigo misma, poner aI descu-bierto su naturaleza. Repara en que el hornbre tienecuerpo-que es una cosa-y se apresure a extender

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  • JOS ORTEGA Y GASSET

    e l la fsica, y, como ese cuerpo es adems un orga'nismo, lo entrega a Ia biologa. Nota asimismo queen el hr,rnbre, como en el animal, funciona ciertornecanismo incorporal o conf usamente adscrito aLcuerpo, l mecanismo psquico, que es tambin unacosa, y encarga de su estudio a Ia psicolo ga, que esciencia natural. Pero el caso es que as llevamos tres-cientos aos y que todos los estudios naturalistas so-bre el cuerpo y el alma del hombre no han servidopafa aclararnos nada de lo que sentimos como msestrictamente hurnano, eso que llamamos cada cualsu vida y cuyo entrec ruzamiento forma las socieda-des 9u, erviviendo, integran el destino humano. Elprodigio que la ciencia natural representa como cono-cimiento de cosas contrasta brutalmente con el fraca-so de esa ciencia natural ante lo propiamente hu'rnano. Ircl humano se escapa a La razn fsico-flla-temtica corno el agrra por una canastilla.

    Y aqu tienen ustedes el motivo por el cual la feen la razn ha entrado en deplorable decadencia. Elhombre no puede esperar ms. Necesita que Ia cien-cia le aclare los problemas humanos. Est Y7, en elfondo, un poco cansado de astros y de reacciones ner-viosas y de tomos. Las primeras qeneraciones racio'nalistas creyeron con su ciencia f sica poder aclararel destino humano. Descartes mismo escribi Va unTratado del hombre, Pero hoy sabemos que todos losFrtentos, en principio inagotables, de las cienciasnaturales se detend rn siempre ante Ia extraa rea-lidad que es la vida humana. ' Por qu ? Si todas iascosas han rendido grandes porciones de su secreto ala razn fsica, por qu se resiste esta sola tan de-

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    HISTORIA COMO SISTEMA

    nodadamente? La causa tiene que ser profunda y ra-dical; tal vez, nacla rnenos que esto : que el hombreno es una cosa, que es falso hablar de la naturalezahumana, que el hombre no tiene naturaleza. Yocomprendo que or esto ponga los pelos de punta acualquier fsico, ya que significa, con otras palabras,declarar de raz a la fsica incompetente para hablardel hombre. Pero que no se hagan ilusiones con mso menos claridad de conciencia, sospechando o noque h^y otro modo de conocimiento, otra raz6n c?-paz de hablar sobre el hombre-la conviccin de esaincompetencia es hoy un hecho de primera magniruden el horizonte europeo. Podrn los fsicos senrirante l enojo o dolor-aunque ambos sean en estecaso un poco puerileS-, pero esa conviccin es elprecipitado histrico de trescientos aos de fracaso

    La vida humana, por lo visto, no es una cosa, notiene una naturaleza y, en consecuencia,

    s preciso r-solverse a pensarla con categoras, con conceptos a,-dicalmente distintos de los que nos aclaran los fen-rnenos de la materia. La empresa es difcil, prque,desde hace tres siglos, el fisicismo nos ha habituadoa deiar a nuestra espalda, como entidad sin importan-cia ni realidad, precisamente esa extraa realidad quees la vida humana. Y as, mientras los naturalistasvacan, beatamente absortos, a sus menesteres profe-sionales, le ha venido en gana a esa extraa reali-dad de cambiar el cuadrante, y al entusiasmo por laciencia ha sucedido tibieza, despego, quin sabe si,matana, fuanca hostilidad ?

  • VI

    Se dir gu, cdnforme iba notndose la resistenciadel fenm.no humano a Ia razn fsica, iba tarnbinacenrundose orra forma de ciencia opuesta a ella :frente a las ciencias naturales, en efecto, surgan y sedesarrollaban las llamadas ciencias del espritu, cien-cias morales o ciencias cie la cultura. A Io cual rs'pondor pof lo pronto, 9ue esas ciencias d.l espritu-G eisteswissen-schaften-no

    han conseguidO, hastaLa fecha, suscitar Ia creencia en el hombre europeo'como lo hab an logrado l..rs naturales.

    Y Se comprende que fuera as. Los representantesde las ciencias del espritu combatan los intentospaladinos de investig6:r lo humano con ideas natLlra-listas ; pero es el .ulo gue, de hecho, las ciencias delespritu no han siclo hsta hoy *:. q.t9 un intencolaivado de hacer lo misnro. Me erolica-r'

    Geist? W er inst clento der Rttrsclts2 r-preguntnba

    Schopenhauer, malhumorado e insolente, pero. no sinsobra de razn. Este gran concePto utpico de esp-ritu prerenda opon.ri. al de Ia naruraleza. se pre"

    , Espritu? Quin es ese mozo?

    HISTORIA COMO SISTEMA

    senta que la naturaleza no era la nica re alidad y,sobre todo, que no era la primaria o fundamcntal.Cuanto ms se la apretaba, ms pareca depcndcr delo humano. El idealismo alemn, como el, positivis-mo de Comte, significan el ensar/o de poner el hom-bre antes que la natural.eza. Fue aqul quien dio aIhombre, en cuanto no es naturaleza, el nombre deGeist, espritu.

    Pero el caso es gue, aI intentar comprender lo hu-mano como realidad espiritual, las cosas no marcha-ban mejor : los fenmenos humanos mostraron Iamisma resistencia, Ia misma indocilidad a. deiarseapresar por los conceptos. Es rns : qued teservadoaI pensamiento de esa poca permitirse las ms es-candalosas e irresponsables utopas. Se comprendemuy bien el malhumor y la insolencia de Schopen-hauer. La Filosofa de la Historia, de Hegel, y la Ltyde los tres estados, de Comte, son, sin duda, dos cbrasgeniales. Pero bajo esta calificacin de r genio r, Ionico que hacemos claramente es dirigir un aplausoa la magnica destreza de un hornbre como tal des-treza, a lo que en l h^y de juglar, de g1l o de atleta.Mas si estudiarnos esas obras-principalrnente Ia deHegel-desde el punto de vista decisivo, que es elde Ia responsabilidad intelectual y como sntoma deun clirna moral, pronto advertimos que hubieran sidoimposibles, ceteris paribus, en ninsuna poca normalde pensamiento, en nin,qn tiempo de continencia,mesura y pattico respeto a la misin del intelecto.

    Me atrevo a decir esto slo como extrnseca sealde que la interpretacin del hombre como realicladespiritual no pudo ser ms que violenta, arbitraria

    24 25

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    y fallida. Porque no es lcito en este contexto seguir!*o;no rrirrabra aespri-tur en un .'raq.g.sentido,sino que conviene referirla al ciclo de sienificacionesprecisas que ha tenido en la filosofa de los dos lti-mos siglos'

    res'ntamo: ' el conceptoY si ahora nos Preguntamos Por quede espriru se ha reveldo insuficiente par^ dar raz6nde los humanos, nos encontramos con La siguienteconsideracin fundamental :

    cuando los caballeros del Espritu salan en guerracontra el naruralismo, resueltoi a refleiar escrupulosamente los fenmenos humanos en su estricta genui-nidad,

    "f.tndo de s los concePtos y categoras que la

    natura trzi tot obli,qa a pensar, oo advertan que aL;;;;tt truuirn deiado ya a su espalda al enemigo'vean slo en la n"tr" leza cierios peculiares atri-butos, como Ia especialidad, Ia fuetza, SU manifest&cin sensoriar, etc.; y crean que basta con sustituirlospor orros atributos antagnicos-la cogitatio, Ia cotl'Ciencia, [ pensarse a s"misffio, etc'- paf a estar fuea del naruralismo. En definitiva, comeran el misrnoerror que Descarres cuando crey suficiente pafa deLfinir el mot-mme oponerlo como res cogi'tans a Iares eNtensrt, pero colsiste la diferencia fundamentalenrre esa extraa reatidad que es el hombre, que esel !o, y esa otra realidad que son los cuerpos' en que;i 'i; ii.rr* y los cuerpos se extienden? Qu in'Convenlente h^V en que la misma res que. piensa, seextien d^ y- t^ it-" res que se extienda piense? As'rutam.n,, f)escarres suele aadir que la res que .pien-sa no se xtiende y la res que se extiende no piensa'pero esra negacin aadida es perfectarnente arbitra'

    HISTORIA COMO SISTEMA

    :i^, y Spinoza, que no se dei asusrar, saca traqui-lamente la consecuencia de que una misma res-. ..-,N a-trlra siue Deas-piensa y se extiende. para dirirnir lactrestin fuera preciso hacer lo que Descanes no hizo,a saber : pregunrarse qu es .io de re:, cul es testrudura previamente a su calificacin de peosanreo extensa. Porque si los atriburos de cogitatio y 0x-tensio son de tal modo anragonistas quJ no puedenconvivir en una misma re!, es de sospchar qe cadauno de ellos repercure sobre la esrrucrura rrirrn, dela res como tal res, o, lo que es igual, que el trrninores resulta equvoco en ambas expresiones.

    Ahora bien : el concepto de res haba sido est[f s-cido por la onolo Ea tradicional. El error de orr.r*tes y el de los caballeros del Espritu ha sido n0 lle-var a fondo su reforma de la filosofa y aplicar, sinms, a la nueva realidad que aspiraban esiatui-lpense,

    l Geist-la doctrina verLrsta sobre el sr, U[nente gue consiste en pensar, puede ser en el mismosentido en que es un enre que consiste en exrenderse?Aderns de diferenciarse

    _en que el uno piensa y .fotro se exrietd., no se diferencian en su mismO ser,como entidades sensil stricto?

    En la antolo ga trad:cional, el trmino rer vasiem pre con iu,gado con el de narura, bien coo si-nnimo, bien en el sentido de que la natilra

    s laver(radera rei,- el principio de la ,Zt, Como es sa.bi,Jo,el concepto de narura leza es de pura sangre ariega :recibe una primera estabil izacin en Arisiteles, iu.,mocl fica.la por los esroicos, enrra en el Renacimirnroy, fior aquel gran boquete inunda la poca mode.En Robert Boyle adapta su expresin an vigenre:

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    la natura 6 Ia regla o sistema de reglas segn-la cualse comportan los fenmenos-en suma, Ia l.y t.

    No es posible hacer aqu la historia del conceptode naturaleza y sera nefcaz hacer su resurnen. Paraahorrar palabras, me limito a una alusin : no essorprendente gu, con perfecta continuidad, el trmi-no de naturaleza haya pasadc de significar lo quesiqni ficaba pafa Aristteles a significar Ia l.y de losfenmenos ? No es enorme la Cistancia entre am-bos significados? Esa distancia-ntese-implicabanada menos que todo el cambio en Ia manera de pen-sar sobre el Universo desde el hombre antiguo aLhombre moderno. Pues bien : qu es lo 9ue, al tfa-vs de toda esa evolucin, ha permanecido invaria-ble en el concepto de nat utaleza?

    En pocos iemas Se ve con tanta claridad como enste hasta qu punto el hombre europeo es un here'dero del hombre griego. Pero una herencia no esslo un tesoro i es, a Ia vez, una Carga y una cadena'Larvada en el concepto de naturaleza hemos recibidoIa cadena que nos ha hecho esclavos del destino he-lnico.

    El pensamiento griego se constituye en Parmni'des. Sin duda fue este hombre pura Bsencia de logrieqo, porque el hecho es que el eleatismo ha impe-rado siempre en las cabezas helnicas. Todo 1o queno era eleatis simple o comPuesto-fue slo opo-sicin. Este dbstino griego sigue gravtando sobrenosotros y, a pesar de algunas ilustres rebeliones' se'

    1 C-assirer: Das Erkenntnis yoblem, II, 433.

    HISTORIA COMO SISTEMA

    F"i-9t prisioneros dentro del crculo mgico que di-buj la ontolo ga eletica.Desde Parmnides, cuando el pensador ortodoxo

    busca el ser de una cosa entiende qu. busca una con-sistenciat fija y esttica, por turtro, algo que el enreya

    s, que y? lo integra o constituye. El prororip" deeste modo de ser, que tiene los c^rucr.t, de iirr^,estabilidad y actualidad ( : ser ya lo que es), el 'or"-totipo de tal ser ea el ser de los co.ri.pro, y de losob jetos matemticos, un ser invariable, un ier-sienr-pre-lo-mismo. como se encont raba con que las cosasdel mundo en rorno eran mudad izas, t"n , comie nza por . negar su realidad. Arisrre-les, ms cuerdo, renuncia I tal absolutismo y adoptauna solucin Tuste milieu, Busca en la cosa muda-blelo que en su cambio no vara, lo que en su movimien-to permanece. A eso es a lo que llamo ( naiur aleza>>de las cosas, por tanro, lo q.-,e en Ia cosa real pareceocultarse de ser, como son los concepios y ls ob-jetos matemticos. I-a pbysis, gut;e, era el principioinvariable de las variaciones. De esre modo se hacaposible conserva el eleatismo fundamental del sery, sin embargo, pensar corno realidades las cosas quepara el eleatismo absoluto carecan de autntica r-ea-lidad, de usa, ooia. La idea del tiempo, inrer caln-dose entre la ooia invariable y los estados diversosde la cosa, serva de puenre enrre la unidad latentedel ser y su aparenre multiplicidad. La res quedaba

    1 Frente al trminoalgo que existe ,iene unao lo otro.

    existencia uso el de consistencia. Elconsistencia, es decir, consiste en esto

    2g

    i

    t;

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    aqu concebida como algo qle tiene en su entraa-o

    su "pl-Ia misma condicin ontolgica que el

    concepto y el tringulo : la identidad, Ia invariabi-lidad radical, la estabilidad, la profunda quietud quepara el griego significaba el vocablo ser,

    El proceso que lleva la natura del aristotelismo acottn.itirse en 1^ regla o l.y estable de los inestablesfenmenos para Boyle, lejos de ser una degenerecines una depuracin del concepto originario !, comosi diiramos, su confesin sincera. As, en Comte'Stuart Mill todo pende, como de un clavo, de lac invariabilidad de las leyes de la naturalezar> . La oa,-taraleza del pOsitivismo es ya pura y declaradu ain-variabilidado, ser fiio, esttico. . . eletico 1.

    Ahora bien : poner como condicin a 1o real,para que sea admitido como tal, que consista en algoidntico, fue la giqantesca arbitrariedad de Parm-nides y, en general, del griego ortodoxo. No vamosahora a indaqar el origen de eso que llamo sublimeaarbitrariedad,r, aunque el tema es terriblementeatractivo. La palabra es concepto expreso, y el con-cepto es una realidad entre las real idades que tienela peculiariclad de consistir en identidad, diramosde estar hecho de identidad. Al hablar sobre la rea-lidad ontologa-nos encontramos teniendc que serfieles, a la vez, a las condiciones de lo real sobre qr-lepensamos y a las condiciones del pensar con que

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    que aprender a desintelectualizar lo real a fin de ser-le f ieles.

    EI eleatismo fue la intelectualizacin radical delser, y ella constiillye ei crculo meico a que antesme iefera y que es urqente trascenrler. Lo que en elnaturalismo nos estorba para concebir los fenme-nos humanos y loq tapa ante nuestra mente, oo sonlos atributos secundarios de las cosas' de las res, sinola idea misrna de fes fundada en el ser idntico Y'porque idntico, fiio, esttico, previo y dado. Dondeit. suril atributo perdure sique habiendo naturalis-to, Ser invariable. El naturali.smc s, en su ra2, in-telectualismo ( : proyeccin sobre lo real del modode ser peculiar ; los concep:os). Renunciemos ale-gremente, valerosamente, a la comodiclad de presu-it que lo real es lgico , Y reconozcamos que lonico lqico es el pensamiento t. Ya el obieto_nrate-mtico presnta simas de ilogismo tan tremendas cGmo el ol"b.rinto de las dificultades de lo continuoDy todos los problemas que inspiraron ? BroLrwer el'int.nro de derrocar el trincipitm tertii exclusi', Lafsica nos sorprende hoy dramticamente con los es-tados de in-ide ntif icacin de los eleme ntos atm icos.

    No ser necesario Ceclarar qlle este artculo no esrrn tratado, Sino, todo lo Contrario, Llna serie de tessqlre presento inclefensa al fa.ir Flny meditativo de loslectores. Creo, sin embargo, qlle ahora cob rari al-gn sentido mi enigm tica afr,trr,acin antecedente, se-

    1 Vase aLa Filosofa de la historiatoriologa>. Reuista de Occidente, febrero,Hegel. Diltbey, o esta C-oleccin.l

    de Hegel y la his-L928. [Vase Kant.

    HISTORIA COMO SISTEMA

    gn la cua[, el concepro de Espritu es un naturalis-mo larvado y, por ello, inoperanre frente a las con-cepciones naruralistas, sus presunras enemigas.

    El espritu, si algo en el mundo lo s, es identidad

    Y, por tanto, res, cosa, todo lo sutil, etrea, 9u sequiera. EI espritu tiene una consistencia estcica : esya y desde iuego lo que es y va a ser. Era tan evi-dente la rebelda de lo humano a ser concebido esr-ticamenre, que pronto hubo de intentarse-If,ibniz-su perar el estatismo haciendo consistir al espriru enectividad, en dynamis '. Intento vano ! porgue esaactividad, como toda acrividad, es siempre una y lamisma, fiia, prescrita, onrolgicamenre inmvil. EnHegel,

    l movimienro del espritu es pura ficcin,porque es un movimiento inrerno al espritu, cuyaconsistencia es en su verdad fiia,, esttica y preesra-blecida. Ahora bien : toda entidad cuyo ser ionsisreen .ser idntico posee evidenrernenre ya y desde luegotodo lo que necesita para ser. por esra razt, el r.tidntico es el sbr substanre o substancia, el ser quese basta a s mismo, el ser suficienre. Esto es la cosn.El espritu no es sino una cosa. No parece sino queJas orras cosas son cosas por su n-,rr.iialidad' por suespacialidad, por su fuerza. De nada les servira rodoesto si no fuesen adems, y anres que toclo, idnricas,Por tanto, conceptos, La protocosa, la Urding, es el

    I slo Fichte represenra un caso aparre. Se advierte quealqa el verdadero ser dc la vida; p.to el intelecrualismo nole d.i" ver eso que palpa, y tiene, por fuerza, que pensareleticamente. De aqrr ese aspecro corr-oucdor 'de cieio ca-minanre que lleva Fichre por las sierras de la metafsica

    32 utsronle.-4 33

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    intelecro. Et identi- frca, cosi-fic a-a ef-d'in glicht-todolo dgms'

    ^,|^-^^ ror Fc,-.ri.r dgrgcho aLos caballeros del Espritu no tlenensentir ese asco frente a la naturaleza, un graciosour.o plotiniano. Porque el error profundo del natura-lismo es .rro def que se le supone: no consisteen que rraremos las ieas corno t fuesen realidadescorporales, sino, al revs, en qug tratemos las reali-dades-cuerpos o flHomo si fuesen ideas, concePtos: en surna' identidades' o,,lir Ao rrn le

    cuando Hine, sin duda al salir de una leccin (Hegel, pi.g"nr"" a su cochero : u Qu- son

    '

    las

    ideas? >, ste responda: ( Las ideas? . . - Las ide-sson las cosas que se |e meten a uno en la Cabeza'"pero el caso es que podemos ms formalmente decirque las cosas ,on las ideas que se nos salen fuera deIa cabeza y son tornaclas pot nosotros como reali-dades. . r r

    La necesidad de superar y trascencler la idr:a denaruratrru-pro..d" precisamenre cle q.-le no puede va-ler sta corno r"uli.lo.l autnt ica, sino que es a! qorelativo al intelecto del hombre' el c'al' 'a' su vez'no tiene realidad tomado aparre y s'-relto-ste esel error de todo idealismo o

  • vIIMal poda la raz6n fsico-rnatern nica, en su forma

    crasa d naturalismo o en su forma beatfica de es-piritualismo, afrontar los problernas humanos. Porr" misma constitucin, no poda hacer ms que bus-ca la natura leza del hombre. Y, claro est, no Laencontraba. Porque el hombre no tiene naturaleza.El hombre no es su cuerpo, 9ue es una cosa; ni essu alma, psique, co-nciencia o espritu, que es tambinuna cosa. El hombre no eS cosa ninguna, Slno undrama-su vida, un puro y universal acontecimien-to que acontete a cada cual y en que cada cual noS, a, su vez, sino acontecimiento. Todas las cosas'sean las que fueren, son ya meras interpretaciolesque se esfu erzan en dar lo que encuentran. El hombreno encuentra cosas, sino que las pone o supone. Loque encuentra son puras dif icultades y puras facili-d"des pafa, existir. El existir mismo no le es dado< hecho> y regalado como a La piedra, sino q,r*-ri-zando el rizo que las primeras palabras de este ar'tculo inician, diremos-al encontrarse con que exis-te, al acontecerle existir, lo nico que encuentra ole acontece es no tener ms remedio que hacer algo

    HISTORIA COMO SISTEMA

    Dara no dejar de existir. Esio muesrra que el modode ser de la vida ni siquiera como simple existenciaes Jer !d, puesto que lo nico que nos es dado y quehoy cuando h^y vida humana es rener que hacrsela,cada cual la suya '. la vida es un gerundio y no unparticipio : un faciendum y no un factum, La vidaes quehacer. La vida, en efecto, da mucho que ha-cer. Cuando el mdico, sorprendido de que Fonre-nelle cumpliese en plena salud sus cien aos, le pre-guntaba qu senta, el cenrenario respondi : Rien,rien du tort. .. Seulentent une cert(ine dif f icaltd'tre. Debemos genera lizar y decir que la nida, noslo a los cien aos, sino siempre, consisre en diffi-cult d'tre. Su modo de ser .J formalmente ser di-fcil, un ser que consiste en problemtica rarea. Frenteal ser suficiente de Ia sustancia o cosa, la vida es' elser indigente, el ente que lo nico que riene es, prGpiamente, menesteres. El astro, en cambio, v3, dor-mido como un nio en su cuna, por el carril de surbita.

    En cada momento de mi vida se abren anre mfdiversas posibilidades : puedo hacer esro o lo otro.Si hago esto, ser A en el instanre prximo; si hagolo orro, ser B. En esre instante puede el lecror dejar

    t Be.gson, el rnenos elerico de l

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    de leerme o seguir leyndorne. Y por escasa que seala importancia de este ensayo, segn que haga louno o lo otro, el lector ser A o ser B, habr hechode s mismo un A o un B. El hombre es el ente quese hace a s mismo, o ente que la ontolo ga tradi-cional slo topaba precisamente cuando conclua yque renunciaba a entender: Ia causa sr4i, Con Ia di'ferencia de que la cail.sa sui slo tena que

  • JOS ORTEGA Y GASSETla l> , consistencias inva-riables, identidad, etc. La vida humana no es, por

    HISTORIA COMO SISTEMA

    tanto, una entidad que cambia accidentalmente, sino,aI revs, en ella Ia ( sustancia > es precisamenre cam-bio, lo cual quiere decir que no puede penrrse ele-ticamente como susran cia. Como la vida es un c dra-tnaD que aconrece y el (sujeto> a quien le aconreceno es una (cosa)) aparrc y anres de su drama, sinoque es f uncin de L, quiere decirse que la ( susran-cia.,r sera su argumento. Pero si ste vara, quieredecirse que Ia variacin es ( susrancial >.

    Siendo el ser de lo viviente un ser siempre disrintode .s mismo-en trminos de la escuela, uo ser me-tafsicamente y no slo fsicamenre mvil-, tendrque ser pensado medianre concepros que anulen supropia e inevitable idenridad. Lo cual no es cosa rantremebunda como a primera vista parece. Yo no pue-do ahora rozan siquiera Ia cuestin. Slo, para no de-i^r Ia menre del lector flotando desorienrada en elvaco, me permito recordarle que el pensamiento tie-ne mucha ms capacidad . As el conceproeaqu>, el concepto (yoD, el concepro

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    nntus, porque, segn I, el hombre, al ser libre, escreador como Dios, se entiende: es un ente creadOrde su propia entidad. Pero, a diferencia de Dios, sucreacin no es absoluta, sino limitada por Ia ocasin.Por tanto, literalmente, lo que yo oso afrmar: queel hombre se hace a s mismo en vista de la circuns.tancia, gu es un Dios de ocasin.

    Todo-concepto es una allgemeine Bedeutung (Hus-serl). Pero, mientras en los otros conceptos Ia gensralidad consiste en g, aI aplicarlos 'a un caso sin''gular, debemos pensar siemprc lo mi'smo que al apli'cado a otro caso singular, en el concepto ocasional,la generalidad acr,a invitndonos precisamente a nopensar nunca Io ntismo cuando lo aplicamos. Eiem-plo mximo, el propio concepto avida> en el senti-do de vida humana. Su significacin qua sienificacins, claro est, idntica ; pero lo que significa es noslo algo singular, sino algo nico. La vida es la decada cual.

    Permtaseme, en gracia de la brevedad, que inte-rrumpa aqu estas consideraciones y r_enuncie a saliral p"io de tas ms obvias dificultades'.

    1 Por ejemplo, si dos vidas cuyos. atributos fuesen losrnismos y, por ianto, indiscernibles, no seran la mi'srna vida.La idea de la vida obliga, en efecto,

    ^ invertir el principio

    leibniziano y a hablar de .O bien, cmo si la vida es nica es, a la vez, mltiple, puestoque se puede hablar de las vidas de los otros, etc., etc. Todasesras dificultades se engendran eil los viejos hbitos intelec'tualisras. La ms interesante y frtil consiste en preguntarsecmo es que Ia vida mediante caraderes BQfir-ta.-les diciendo que es en todos sus posibles casos esto y estoy esto.

    VIII

    Lindoro, r antiguo homme femmes, rne haceesta confianza i

    aAyer he conocido a Hermione : es una muier o-cantadora. Ha estado conmigo deferente, insinuante.Se me ocurre hacerle el alnor e intentar ser corres-'pondido. Pero es que mi autntico ser, eso quellamo !o, puede consistir en (ser el arnante de Her-mione> ? Apenas, en la anticipacin que es el ima-ginar, me represento con alquna precisin mi amorcon Hermione, rechazo enrgicamente tal proyectode ser. Por qu ? No encuentro reparo alguno queponer a Hermione, pero es... que tengo cincuentaaos, y a los cincuenta aos, aunque el cuerpo seconserve tan elstico como a los treinta y los resortespsquicos funcionen con el mismo vigor, no puedoya ser amante de Hermione. Pero por qu? Ahest ! Porque, como tengo bastantes aos, he tenidotiempo de ser ants el amante de Cidalisa y el aman-te de Arsinoe y el amante de Glukeia, y ya s lo quees , conozco sus excelencias, pero cGnozco tambin sus lmites. En suma, he hecho a fon-do la experiencia de sa forma de vida que se llama

    42 43

  • JOS ORTEGA Y GASSET(amar a una muiero y, rancamente, ffi basta. Dedonde resulta que la (causaD de que yo no sea rnx-tana un amante es precisamente que lo he sido. Sino lo hubiera sido, si no hubiera hecho a fondo esaexperiencia del arnor, yo sera el arnante de Her-mione.n

    He aqu una nue\ra dimensin de esa extraa rca-lidad qde es la vida. Ante nosotros estn las diversasposibilidades de ser, pero a nuestra espalda est loque hemos sido. Y lo que hemos sido acttta negati-vamente sobre lo que podemos ser.

    El hombre europeo ha sido adem cratan , c libe-ral n, c absolutista n, c feudal n , pro ya no lo es. Quie-re esto decir, rigorosamente hablando, que no sigaen algn modo sindolo? Claro que no. El hombreeuropeo sigue siendo todas esas cosas, pero lo es enla c forma de haberlo sido >. Si no hubiese hecho esasexperiencias, si no las nrviese a su espalda y no lassiquiese siendo en esa peculiar forma de haberlassido, es posible qug ante las dificultades de la vidapoltica acnral, s resolviese a ensayar con ilusin al-guna de esas actitudes. Pero a haber sido algo > es lafuerza que ms autom ticamente impide serlo.

    Si Lindoro nci hace el arnor a Hermione, por tan-to, si la realidad de su vida es ahora la que s, la queva a. ser, se debe a lo que vulgarmente se llama ( x-periencia de la vidar. Es sta un conocimiento de loque hemos sido que la memoria nos conserva y queencontramos siempre acumulado en nuestro hoy, ennuestra acrualidad o realidad. Pero es el caso que eseconocimiento determina negativamente mi vida enlo que sta tiene de realidad, en su ser. De donde

    HISTORIA COMO SISTEMA

    resulta que la vida es constituiivamente experienciade La vida. Y los cincr.ren ra aos sign if ican una r8-lidad absoluta, no porque el cuerpo flaquea o la psi-quis se afloja, cosa que a veces no aconrece. sino por-que a esa edad se ha acumulado ms pasado vivienre,se ha sido ms ccsas y se a tiene ms experiencra r.De donde resulta que el ser del hombre es irreversi-ble, est ontolgicamenre forzado a avanza siempresobre s mismo, oo porque ral instante del riem pono puede v y con ello que deie de ser unaforma espontnea de la vicia oersonal. El uso tardaen formarse. Todo uso es vieio. O lo que es igual,la sociedad eS, primariamente. pasado, y relativarnen-te aI hombre, tardgrada. Por lo dems , la instaura-cin de un nuevo uso-de una nueva o

  • Jos oRTEGA y cASSETOccidente se encuentran con que no pueden ser, sinms ni rns, sliberalesrr (demctutr^ir, (moniqui-czs >, < feudales D, ni,. . . s,f,annicas ), pfcisamente por-que ya lo han sido, por s o por saber cmo lo fueronotras. En la copinin pblica poltica> actual,

    o eseuso hoy vigentq sigue acnrando una porcin enorrnede pasado y, por tanrq es todo eso en Ia forrna dehaberlo sido t.

    Tome el lector, sencillamenre, nora de to que leWa cuandq anre los grandes problemas polticos ac-t-uales, quiere adoptar una actitud. Prirnero se ponede pie en su rnenre una cierta figura de posibl go-bernacin, por ejemplo: el auroritarismo. ve en ?1,con razn, el medio de dominar algunas dificultadesde la situacin poltica, Mas si esa solucin es Ia pri-fnera o una de las primeras que se le han ocurrido,no es por casualidad. Es ran obvia precisamenre por-que ya estaba ah, porque el ledor no ha tenido queinventaila por s. Y estaba ah no slo corno proyec-

    -E-

    I Es ya sobrada mi audacia y, consiguienternenre, rni ries.go al haber atacado L la @rteta, como solan los guerrerosmedas, los remas ms pavorosos de la ontologa genral. per-mtaseme que al llegar a esre punro, en que fueia necesario,Van ser un poco claro, frjar bien La diferencia ene la lla-.mada y la vida personal, renuncieradicalmente a hacerlo. Si el lector siente alguna curiosidad pormis ideas sobre el asunto, como en general, por el desarrollo detodo lo antecedente, puede hallarlo expuesro con algn decoroen dos libros prximos a publicarse. En el primero, bajo el tru-lo El hombre y la gente, hago el intent leal de una socio-Loga donde no se eludan, corno ha aconrecido hasta aqu, losproblemas verdaderamerite radicales. El segund s-5o6 hrazn aioiente-es el ensayo de una fuirnd pbilosopbia. IVA-se El hombre y la gente, en esta coleccin.J

    HISTORIA COMO SISTEMA

    to, sino como experiencia hecha. El lector sabe, porhaber asistido a ello o por referencias, que ha ha-bido monarquas absolutas, cesarisffio, dictaduras uni-personalr,s o colectivas. Y sabe tambin que todosestos autoritarismos, si bien resuelven algunas difi-cultades, no resuelven todas ; anres bien, rraen con-sigo nuexas dificultades. Esto hace que el lector re-chace esa solucin y ensaye mentalmente otra en Iacual se eviten los inconvenientes del autoritarismo.Pero con sta le acontece lo propio, y as sucesivamente hasta que agota todas las figuras de goberna-cin que son obvias porque ya estaban ah, porquey^ saba de ellas, porque haban sido experimentadas.At cbo de esre movimienro intelectual aI travs delas formas de gobieroo, se encuentra con que since-ramente, con plena conviccin, slo podra aceptaruna. .. nueva, una que no fuese ninguna de las sidas,que necesita nvent arla, inventar un nuevo ser delEstado-aunque sea slo un nueu o autoritarismo, oun nueao liberalismo-, o buscar en su derredor aI-guien que Ia haya inventaclo o sqa capaz de inven-tatl,a. He aqu, pues, cmo en nuestra actitud polticaactual, o nuestro ser poltico, pervive todo el pasadohurmsno que nos es conccido. Ese pasado es pasadono porque pas a otros, sino porque forma parte denuestro presente, de lo que somos en la forma de ha-ber sido; en suma, porque es nuestro pasado . La vidacomo realidad es absoluta presencia: no r:uede decir-se que hny algo si no es presente, acrual. Si, pues,bay pasado, lo habr como D,resente y actlrando aho-a en nosotros. Y, en efecto, si analizamos lo queahora somos, si miramos aI trasluz la consistencia de

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  • JOSE ORTEGA Y GASSET

    nuestro presente Para descomponerlo en sus elemen-tos como pueda hacer el qumico o el fsico con uncuerpo, nos encontramos, sorPrendidos, con que nues-tfa vida, que es siemPre sta, la de este instante pre',sente o acnral, s compone de lo que hemos sidopersonal y colectivarnenre. Si hablamos de sef en elsentido tradicional, cOmo ser ya lo que se s, comoser fi jo, esttico, invariable y dado, tendremos quedecir que lo nico que el hombre tiene de ser, de( natur aleza>> , es lo que ha sido. El pasado es el mo-rnento de identidad en el hombre, lo que tiene decosa, lo inexorable y fatal. Mas, por lo mismo, Si elhombre no tiene ms ser eletico que Io que ha sido,quiere decirse que su autntico ser, el 9u, en efec-to, es-y no slo c ha sido D-, es distinto del pasa-do, consiste precisa y formalmente en ( ser lo que noha sido>, en un ser no-eletico. Y como el trmino( ser )) est irresistiblemente ocupado por su signif ica'cin esrrica tradicional, convendra libertarse de 1.El hombre no s, sino que a v4 siendo > esto y lootro. Pero el concepto ,< ir siendo u es absurdo : pro-mete algo lgico y resulta, tl 'cabo, perfectamenteirracional. Ese < ir siendo u es lo gu, sin absurdo,llamamos

  • JOSE ORTEGA Y GASSET

    personaie es su verdaJero ser. Pero al experimentarloaparecen sus insuficiencias, los lmites de ese progra-rna vital. No resuelve todas las dificultades y produceotras nuevas. La figura de vida aparec primero defrente, por su faz luminosa : por eso fue ilusin, eo-tusiasmo, la delicia de la promesa. Luego se ve sulirnitacin, su espalda. Entonces el hombre idea otroprogra ma vital. Pero este segundo programa es con-formado, no slo en vista de la circunstancia, sino envista tambin del primero. Se procura que el nuevoproyecto evite los inconvenientes del primero. Portanto, en el segundo sigue actuando el primero, quees conservado para ser evitado. Inexorablemente, e[hombre evita el ser lo que fue. Al segundo proyectode ser, a la segunda experiencia a fOndo, sucede unatercera, foriada en vista de la segunda Y la primera,y as sucesivamente. El hombre (va siendo> y

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    cismo porque procluce en nosotros o corrobora la con-cicncia .le que^lo hurnano es, en rodas sus direcciones'rnudadizo i nu,lu concreto es en l estable' Como -siel ser .r,I.--lu pieclra, por eiemplo-f uese prefe-rible al murante ! La muracin .. sustar:cial > es la.o"i.i" de que una entidad pueda ser progresivacomo tal entidad, que su set consista en progrso'hor^ bien: del hmbre es preciso decir, no .sloque su let es variable, sino que su ser crece Y,

    en

    esre sentrdo, g progresa. El errot del vieio progre-sismo estribaba en afmar a priori que progfesa.hacialo mejor. Esro slo podl decirlo a posteriori' Ia r^-z6n histrica .orr.r.t". Esra es la g_ran averiguacinque de ella esperamos, pfesio que de ella esPeramosIa ac?aracin de la t*iidud humana y con ello dee-* lo bueno, qu es lo rnalo, quq es lo meior ydu es lo Peor. Pgio el catqet simplelnente progre-sivo de nostra vida s es cosa que cabe-afirmar a 'prio-ri, con plena evidencia y con segurii"d incomp ra-ble a la h" ilevad o supon.ilr irlplggresividadde la ,rr*r,leza, es decir, f^ < invariabilidad de sus; i.-Et mismo conocimiento que nos descubre Lavariacinlei hombre nos hace parente su consisterl-cia progresiva. El europeo actual no es solamente dis-tinto de lo que era. hace cincuenta aos, sino que suser de ahora incluye el de hace medio siglo' El eu-ropeo actual se siente hoy

    -titt fe viva en la ciencia,prlcisamenre porque hace cincuenta aos crea a' fon-do en ella. E; fe vigenre hace medio siglo puede de-

    ? las ltimas palabras de la nota final

    ,2

    HISTORIA COMO SISTEMA

    finirse . con suficiente rigor, y entonces se vera queera tal porque hacia 1800 esa misma fe en Ia cienciatena otro perfil, y as sucesivamente hasta 1700, apro-ximadamente, fecha en que se constituye como (creen-cia colectiva )) , como a vigencia social >, Ia fe en larazn. ( Antes de esa fecha, Ia fe en La razn es unacreencia individual o de pequeos grupos particula-res que viven sumergidos en sociedades donde La fe enDios, ya ms o menos inercial, sigue vigente.) En nues-tra crisis presente, en nuestra duda ante la tazn, o-contramos, pues, inclusa toda esa vida antecedente.Somos, pues, todas esas figuras de fe en Ia raz6n yadems somos la duda que esa fe ha engendrado. Somos otros que el hombre de 1700 y somos ms.

    No h^y, por tanto, que lagrimar demasiado sobrela mtr danza de todo lo humano. Es precisamente nues-tro privilegio ontolgico. Slo progresa quien no estvinculado a lo que ayer ea, preso para siempre cnese ser que ya es, sino que puede emigrar de ese ser otro. Pero no basta con esto: no basta que puedalibertarse de lo que ya es para tomar una nueva for-rnx, como Ia serpiente que abandona su camisa paraquedarse con otra. El progreso exige que esta nuevaforma supre la anterior y, para superatla, la conser-ve y aproveche; que se apoye en ella, que se subasobre sus hombros, como una temperarura ms altava a caballo sobre las otrds ms baias. Progresar esacumulat ser, tesaurizar realidad. Pero este aumentodel ser, referido slo aI individuo, poda interpretar-se naruralsticamente como mero desarrollo o eno-ddio de una disposicin inicial. Indemostrada comoest la tesis evolucionista, cualquiera que sela su pro-

    1 Remito al lectordel captulo anterior.

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  • JOSE ORTEGA Y GASSET

    babilidad, cabe decir que el tigre de hoy no es msni rnenos tigre que el de hace mil aos : esrrena elser tigre, es siempre un primer tigre. Pero el indivi-duo humano no estrena la humanidad. Encuentradesde luego en su circunstancia otros hombres y lasociedad que entre ellos se produce. De aqu que suhumanidad, la que en l comie nza a desarrollarse,parte de otra que ya se desarroll y lleg a su culmi.nacin; en suma, acumula a su humanidad un modode ser hombre ya forjado, que no tiene l que inven-tar, sino simplemente instalarse en 1, partir de lp^ra su individual desarrollo. Este no empieza para1, como en el tigre, que tiene siempre que empezarde nuevo, desde el cero, sino de una cantidad positivaa la que agrega su propio crecimiento. El hombre noes un primer hombre y eterno Adn, sino que es f,or-malmente un hombre segundo, tercero, etc.

    Tiene: puS, su virrud y su gracia ontol gica lacondicin mudadiza y da ganas de recordar las pa-labras de Galileo: I detrattori della corruptibilitdmerituebber d'esser cangiati in statue.

    Tome el lector su vida en un esfuerzo de reflexiny mftela a trasluz como se mira un.vaso de agua paraver sus infusorios. Al preguntarse por qu su vida esas y no de otro modo, le aparecern no pocos detallesoriginados por un incomprensible azar. Pero las gran-des lneas de su realidad le parecern perfectamentecomprensibles cuando vea que es l as porque, endefinitiva, es as la sociedad-ael hombre colectivoD-donde vive y, a su vez, el modo de ser de sta que-dar esclarecido al descubrir dentro de l lo que esasociedad fue-crey6, sinti, prefiri

  • JOS ORTEGA Y GASSETLa historia es ciencia sistem tica de La realidad ra-

    dial que es mi vida. ES, pues, ciencia del ms rigo-roso y actual presente. Si no fuese ciencia del pre-sente, dnde bamos a enconrrar ese pasado q,t.se le suele atribuir como tema ? Lo opuesro, que eslo acostumbrado, equivale a hacer det pasado unacosa abstracta e irreal que qued inerte alL en sufecha, cuando el pasado es Ia fuerza viva y acruanreque sostiene nuestro hoy. No h^y actio in distans,El pasado no est alL, en su fecha, sino aqu, en m.El pasado soy yo'--se enriende, rni vida.nrisma proposicia poda valer pa:,a la vida europea acrual.Fio embargo, quin duda de que el muruo conocimienro quehoy creen rener los pueblos europeos unos de otros es muy is-tinto del de hace dos siglos ? Y, entindase bien, disdnro norytg ni principalmente por su contenido, sino por la seguri-dad, plenirud, presencia coddiana y senrido general qu ennosotros tiene. Pero esto quiere decir que cofno elemento &c-tuanre en nuestra vida, por tanro, su realidad, es muy diferentede la realidad de hace dos siglos. Por ranro, aquella proposi-cin, el concepro que sus tminos expresan, son iadecua.dos porque son equvocos. Si valen para nuesrro tiempo, DOvalen para 1700. Y si valen para ambos, valdrn lo mismoPara 1500, F)rque es incuestionable que tambin enroncelrlas naciones de Europa crean conocerse. Ahora bien : en lamedida en que un concepto vale para riempos humanos dife-rentes es absrracto. Mas lo eue las expresiones de Hazardpretenden conccbir cs de un circicn muy concrero y escapa en-tre las mallas abstractas de aquella proposicin. Si hubiera1ido sra pensada rcniendo en clenta la rcaliCad de I i 00 yla de 1900, por ejenrplo, es evidente quc nos aclarara niuchoms lo que cfectivamrnte pasaba en 1700. En hisroria inrcr-vienen-y tendrn que intcrvenir ms cuando se constiruya,resueltamente en razn histrica-concepios abstracros quevalen para 1rccas enreras y aun para todo el pasado humano.Pero se au, de conceptos cuyo objeco es tambin un rnornen-

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    HISTORIA COMO SISTEMA

    ro abstracto de la realidad y del mismo grado de abstraccirinque ellos. Claro es que en la medida en que son al-,strrtcttsson formales y, pof S, no piensan algo real, sino que rccla'man una concrecin. Al decir, pues, que valen para ticntposdiferentes, entindase que valen aI modo de forrnas quc hayque llenar; valen instrumentaimente, pero no describen afucr'ias histriczs>. Es algo anlogo a lo que acontece con ios con'ceptos geomtricos, que valen para los fenrnenos fsicos, pcrono los explican, porque no represenmn fuerzas'

    La necsidad de pensar sistemticamente en historia obligaa muchas cosas, y una .le ellas es que necesitar aurncntar enBrarn medida el nmero de sus conceptos y de sus trminos.Pero los narura]istas no podrn llevar esto a mal, si rcur'dan que ellos poseen hoi vario$ millones de conceptos y detrminos para describir las especies vegeales y animales

  • IxEl hombre necesita una nueva revelacin. Y h^y

    revelacin siempre que el hombre se siente en con-tacto con una reaiidad distinta de 1. No importacul sea sta, con taI de que nos parezca absoluta-mente realidaC y no mra idea nuesrra sobre unarealidad, presuncin o imaginacin de ella.

    La razn fsica fue, en su hora, una revelacin. Laastron oma anterior a Kepler y Galileo era un merojuego de ideas, y cuando se crea en uno de los variossistemas usados y en tal o cual modificacin de esossistemas, se ttataba siem pre de una pseudo-creen cia.Se crea en una o en otra teora como tal teora. Sucontenido no era la realidad, sino slo una c salva-cin de las apaencias>. La adhesin que un cierrotazonamiento o combinacin de ideas provoca en oos.otros no va ms all de ellas. Suscirada pcr las ideascomo tales, termina en stas. Se cree que aquellasideas son, dentro del ,iuego y orbe de tas ideas, lasmejor elaboradas, las ms fuertes, las srtiles, pero nopor eso se experimenra Ia impresin arrolladora deque en esas ideas alora la realidad misma; por ran-tq que esas ideas no son aideasr, sino poros que se

    58 59

    HISTORIA COIVO SISTEMA

    abren en nosotros, por los cuales nos penetra a lgoultramental, algo trascendente 9e, sin intermediolate pavorosamente baio nuestra mano.

    Las ideas, pues, representan dos papeles muy dis-tintos en la vida humana : unas veces son m erd.fideas, El hombre se da cuenta de 9u, a pesar de lasutileza y aun exactitud y rigor lgico de sus pensa-rnientos, stos no son ms que invenciones suyas ; enltima instan ca, juego intrahurnano y subietivo, in'trascendente. Entonces la idea es lo contrario de unarevelacin-es una invencin. Pero otras veces la ideadesaparece como tal idea y se convierte en un puromodo de pattica presencia que una realidad absolu-ta elige. Entonces la idea no nos parece ni idea ninuestra. Ircl trascendente se nos descubre por s mis-ffio, nos invade e inunda-y esto es Ia revelacin t.

    Desde hace ms de un siglo usamos el vocablocazn>>, dndole un sentido cada da ms degradado,hasta venir de hecho a signifi caf el rnero juegO deideas. Por eso aparece la fe corno lo opuesto a laraz6n. Olvidamos que a la hora de su nacimiento enGrecia y de su renacimiento en el siglo xVI, la raznno efa juego de ideas, sino radical y tremenda con-viccin de que en los pensamientos astronm icos sepalpaba inequvocamente un orden absoluto del cos-rnos; que, a travs de la razn fsica, Ia naturalezacsmica disparaba dentro del hombre su formidal'rlesecreto trascendente. La raz6n era, pues, una fe. Poreso, y slo por eso-no por otros atributos y ,qraciaspeculiares-, pudo combatir con Ia fe religiOsa hasta

    I Vase cldeas y CreenciasD, Obras Completas, vol. V.

  • JOS ORTEGA Y GASSETentonces vigente Viceversa, se ha desconocido quela fe religiosa es tambin razn, porque se tena deesia ltima una idea angosta y fortuita. Se preren daque Ia ra'zn era slo lo que se haca en los laborato-rios o el cabalismo de los maremricos. La Dreren-sin, contemplada desde hoy, resulta bastante ridcu-la y parece como una forma entre mil de pr:ovin cia-lismc intelecrual. La verdad es que lo especfico dela fe religiosa se sostiene sobre una construccin tanconceptual como puede ser la didctica o la fsica,Me parece en alto grado sorprendente que hasra lafecha no si5-[ rnenos yo no La conozco-unaexposicin del cristianismo conno puro sistema deidcas, pareja a Ia que puede hacer.se del platonismo,del kantismo o del positivisrno. Si existiese- y esbien fcil de hacer-, s vera su parentesco con ro-das las dems teoras como tales y no parecera lareligin mn abruptamente separada de la ideologa.

    Tcdas las definiciones de Ia razn, que hacan con-sistir lo esencial de sta en ciertos modos particularesde operar con el intelecto, adems de ser estrechas,Ia han esteril izado, amputndole o embotando su di-mensin decisiva. Pala m es raz6n, en el verdaderoy rigoroso sentido, toda accin intelectual que nospone en contacto con la realidad, por medio de lacual topamos con lo trascendente. Lo dems no essino. .. intelecto; mero juego casero y sin consecuen-cias, que primero divierte aI hombre, luego le estragay, por fin, le desespera y le hace despreciarse a srnismo t.

    -'-Ito- ,. olvicle de que, para Descartes, verdad es aquelcarcter es:ecfico del pensamiento en virtud del cual ste

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    HISTORIA COMO SISTEMA

    De aqu que sea preciso en La situacin actual tlela humanidad, de jar atrs, como fauna arcaictt, losllamados y orientarse de nuevo hacialos lrombres de Ia razn, de Ia revelacin.

    El hombre necesita un nueva revelacin. Por qLlese pierde dentro de su arbitraria e ilimitada calrals-tici interior cuando no puede contrastar sta y disc-i-plinarla en el choque con algo que sepa a autntica inexorable realidad. Esta es el nico verdadero pe-trasciende de s mismo y nos descubre el ser' nos pone encontacto con lo que no es 1. Et criterio que nos permire dis-tinguir cuando, o efecto, el pensamiento trasciende es inma-n"nte al pensamiento, puesto que no tenernos otro medio quel de satir al ser. Pero no se confunda la inrnanencia del cri-terio con la del caraer *verdad > ; ste no es inmanente'sino que es la trascendencia misma (La arit tant ilnornme cbose ttoec l'tre. . .,

    F,l idealismo conternporneo es subjetivismo-sostiene queno hay realidad uascendente al pensamiento : que Ia nicarealidad o ser es el pensamiento misnto-(serD una cosa egpensarla como siendo-; por tanto, que el ser es inrnanente alpensamiento, puesto que es el pensamiento.

    Esto quita, en efectg, su sentido primario, ingenuo y sin-cero al concepro de ralidad como trascendencia. Toda eali'dad es sto reatiad pensada y nada ms. En cambio, da uncierto valor de realidad, de ser, a todo lo pensado : un valorque antes oo tena. Antes, cuando sq adverta que ?l3o erl*to un pensamiento, se entenda qu"t ,ro rcna iealida nin-guna: era ens rationis-el pseudo-ente.- As, el matemtico actual considera como verdadero unteorema cuando cree haber logrado dernostrar que las ideasintegrantes de 1, como ideas y slo en cuanto tales, cumplenciertos requisitos. Es decir, que considera su matemtica comoefectivo conocimiento, aunque no valga, y desentendind

  • JOSE ORTEGA Y GASSET

    dagogo y gobernante del hombre. Sin su presenciainexorable y pattica, ni h^y en serio cultura, ni h^yEstado, oi hay siquier a-y esto es lo ms rerrible-realidad en la propia vida personal. Cuando el hom-bre se queda o cree quedarse solo, sin otra realidad,distinta de sus ideas, que le limite crudamente, pier-de la sensacin de su propia realidad, se vuelve antes mismo entidad imagin aria, espectral, fantasmag5a_l!o bajo Ia presin formidable de alguna tras-

    Ahora bien : los griegos, los pensadores medievales y Des-cartes mismo Llamaran a una tal matemtica poesa-ya quepoesa es un pensar entes imaginarios. No le llamaran (co-nocimientoD.

    A conienzos de siglo se sola interpretar arbitrariamentea Descarres, olvidando esto y haciendo de l un idealisa.Descartes, en efecto, prepara el idealismo, pero l no lo esan. Lo^ que ha dado lugar L esta interpretacin errnea esgu, de puro no ser idealista, no se le ocurie romar las caute-las frente L sta y, por lo tanto, frente a aquella mala inte-ligencia.

    Conste, pues, siempre que Descartes habla de la

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    ha perdido miedo a Ia fsica y con el miedo, respeto,y con el respeto, entusiasrno.

    Pero, entonces, de dnde puede venirnos esa nue-va revelacin que el hombre necesita?

    Toda desilusin, al quitar aI hornbre la fe en unarealidad, a Ia cual estaba puesto, hace que pase aprimer plano y se descubra la realidad de lo que lequeda y en La que no haba reparado. As, la prdidade la fe en Dios deja al hombre slo con su natu-nleza, con lo que tiene. De esta naturaleza forma par-te el intelecto, y el hombre, obligado a atenerse a 1,se foria Ia fe en la nz6n fsico-matem tica. Ahora,perdida tambin-en la forma descrit a-La f e en esarazn, se ve el hombre forzado a hacer pie en lonico que le queda y que es su desilusionado vivir.He aqu por qu en nuestros das comienza a descu-brirse Ia gran realidad de la vida como tal, de queel intelecto no es ms que una simple funcin y queposee, en consecuencia, uo carcter de realidad msradical que todos los mundos construidos por el in-telecto. Nos encontramos, pues, en una disposicinque poda denominarse (certesianismo de Ia vida> yno de la cogitatio.

    El hombre se pregunta : qu es esta nica cosaque ine queda, mi vivir, mi desilusionado vivir? Crno h,a llegado a no ser sino esto? Y Ia respuesta esel descubrimiento de Ia trayecoria humana, de laserie dialctica de sus experiencias, 9u, repito, pudoser otra, pero ha sido la que ha sido y que es precisoconocer porque ella es. . . la realidad trascendente.El hombre ena ienado de s mismo se encuentra cotl-slgo mismo como realidad, corno historia- Y, por vez

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    HISTORIA COMO SISTEMA

    primera, se ve obhgado a ocuparse de su pasadq nopor curiosidad ni prara encontrar ejemplo$ normarivos,sinO porqae no tiene otra cosa. No se han hecho enserio las cosas sino cuando de verdad han hecho falta.Por eso es la saz6n, esta hora presentg de que lahistoria se instaure como raz6n histrica.

    Hasta ahora, Ia hisqoria era lo contrario de la ta-z6n. En Grecia, los trminos raz6n e historia eranconttapuestos. Y es que hasta ahora, en efectq atrre-nas se ha ocupado nae de buscar n la historia susustancia racional. El que ms, ha querido llevar aella una nz6n forastera, como Hegel, eu inyecta enla historia el formalismo de su lgica, o Buckle, ltrazn fisiolgica y fsica. Mi prosito es esrricta-mente inverso. Se tata de encontrar en la historiamisma su original y iutoctona raz6n. Por eso ha deentenderse en todo su rigor Ia expresin

  • JOS ORTEGA Y GASSET

    ella habla. Es ms: hace de esta asctica renunciasu m&odo formal, y llega, por lo mismo, a dar aItrmno entender un sentido yaradiico de que pro-testabr ya Scrates cuando, en el Fedn, nos refieresu educacin intelectual, y tras Scrates todos los fi-lsofos hasta fines del siglo xvII, fecha en que se es-tablece el racionalismo empirista. Entendemos de lafsica la operacin de anlisis que ejecuta al reducirlos hechos complejos a un repertorio de hechos mssimples. Pero estos hechos elementales y bsicos dela fsica son ininteligibles. El chcque es periecta-mbnte opaco a la inteleccin. Y es inevitable que seas, pusto que es un hecho. La nzn histrica, encambio, no acepta nada como mero hecho, sino quefluidifica todo hecho en el fieri de que proviene: aecmo se hace el hecho. No cree aclarar los fenme-nos humanos reducindolos a un repertorio de instin-to6 y

  • tEt Centro de Estudios Histricos regis-tr vari,os discos con la palabra de las per-sonalidades sobresalientes del mundo lite-rario y cientfico esgaol. He aqu el discoimpresionado por Jos Onega y Gasset'l

    I

    EL QUEHACER DEL HOMBRE

    T A vida es quehacer y Ia verdad de Ia vida, es der cir, la vida autntica de cada cual consistir enhacer lo que h"y que hacer y evitar el hacer cual-quiera cosa. Para m un hombre vale en la medidaque la serie de sus actos sea necesaria y no capri-chosa. Pero en ello estriba la, dificultad del acierto.S nos suele presentar como necesario un repertoriode acciones que ya otros han ejecutado y nos llegaaureolado por una u otra consagracin. Esto nos in-cita a ser infieles con nuestro autntico quehacff, quees siempre irreductible aL de los dems. I.a, vida ver-dadera es inexorablemente invencin. Tenemos queinventarnos nuestra propia existencia y, a la ve,este invento no puede ser caprichoso. El vocablo in-ventar recobra aqu su intencin etimolgica de < ha-llar>. Tenemos que hallar, g descubrir Ia trayec-toria necesaria de nue$tra vida que slo entonces serla verdaderamente nuestra y no de otro o de na;iigcomo lo es la del frvolo.

    Cmo se resuelve tan difcil problema? Para m

    69

  • JOSE ORTEGA Y GASSET

    no ha cabido nunca duda alguna sobre ello. Nos en-contramos como un poeta a quien se da un pie forza-do. Este pie fgrzado es la circunstancia. Se vive siem-pre en una circunstancia nica e ineludible. Ella esquien nos marca con un ideal perfil lo que huy quehacer.

    Esto he procurado yo en mi labor. He aceptadola circunstancia de mi nacin y de mi tiempo. Es-para padeca y padece un dficit de orden intelecrual.Haba perdido la destreza en el manbio de los con-ceptos, eue son-ni ms ni menos-los instrumen-tos con que andamos entre las cosas. Era preciso en-searla a enfrontarse con la realidad y transmutarsta en pensamiento, con la menor perdida posible.Se trata, pues, de algo ms amplio que la ciencia. I.a"ciencia es slo una manifestacin entre muchas de laayacidad humana para reaccionar intelecnralmenteante lo real.

    Ahora bien, este ensayo de aprend izaje intelectualhaba que hacerlo all donde estaba el esEaol : enla charla amistosa, en el peridico, en la ccinferen-ciu Era preciso atraerle hacia la exactirud de la ideacon la gracia del giro. En Espaa para, persuadir esmenester antes seducir.

    Registrado en disco el 30 de iunio de 1932.

    II

    CONCEPTO DE LA HISTORIA

    Hablo desde el Centro de Estudios Histricos yquiero aprovechar este instante y lugar en que mehallo para manifestar mi entusiasmo y mi fe en lahistoria. ln, historia es hoy pafa Europa Ia primeracondicin de su posible saneamiento y resurgir. Por-que cada cual slo puede tener sus propias virnrdesy no las del prjimo. Euopa es vieja, no puede as-pirar a tener las virnrdes de los ivenes. Su virrud esel ser vieja; es decir, el tener una larga memoria,una larga historia. Los problemas de su vida se danen altirudes de cOmplicacin que exigen tambin so-luciones muy complicadas, y stas slo puede Propor-cionarlas Ia historia. De otro modo haba un ara-cronismo entre La compleiidad de sus problemas Yla simplicidad juvenil y sin memcria que quisieradar a sus soluciones. Europa tiene que aprender enla historia, no hall'ando en ella una norrna de loque puede hacer-la historia no prev el futuro-sino que tiene que aprender a evitar lo que no hayque hacer; por tanto, a renacer siempre de s misma

    7L

  • J()Sr.j ORTEGA Y GASSET

    cvirrnclo el pasado. Para esro nos sirve la historia :plra libertarno$ de lo que fue, porque el pasado esun reaenant y si no se le domina con la merto ria,refrescndolg l vuelve siempre conrra nosorros yacaba por estrangularnos Esta es mi fe, esre es mientusiasmo por la historia y me complace vivamenrey siempre ha sido para m un gran fervor espaol verque en este lugar s condensa la atencin sobre elpasado, s pasa sobre el pasado, 9ue es la manera dehacbdo fecundo, como se pasa sobre la vieja tierracon el arado e hirindola con el surco se la fructif ica.

    Regisrado en disco el 30 de junio de 1932.

    IDEAS PARADT, LA

    UNA HISTORIAFILOSOFA

  • Publicado eo 1942 como prlogo ^

    lsHistoria de Ia Filosofd, de Emile Brhier

    Seopov... ndDoorq eig ar,j.-Meditar es un progreso hacia s mismo.

    (ArusrTELES z Tratado del Alma, II,5-417 b, 5.)

    LAS POCAS DESLUCIDAS

    F t'o libro de Brhier es, pienso, Ia ms recientet-' historia de la filosofa que se ha publicado enEuropa. Es un libro tranquilo y claro. Como el autoianuncia, su designio estriba en ser una obra elemen-tal y, en efecto, pdrce muy adecuado para que selo use' como texto escolar universitario. Pero, a lavez, no est de ms que se asomen a l los dedicadosa estudios filosiicos, porque es muy ancterstico deBrhier poseer una fara erudicin, quiero decir, unaerudicin de lo aro. Donde menos se piensa aparecetal cita de una obra valiosa poco conocida, antigua ocontemprna, gub suele ser, a Ia vez, sorprendentey til. Adase a esto que los trabajos especiales deBrhier se refieren a una de las pocas rnenos bienconocidas de la tradicin filosfica-los siglos' prime-ros de nuestra era, y ms cohcretamente, la escuelaneoplatnica. Despus de escribir un libro sobre Fi-ln de AleiandrL', figara confusa y venerable en quese inicia lo que haba de ser la gran sntesis y com-

    I Les ides philosopbiqaes religieases de Pbilon tAle-xotrie, 1908. Adase el libro Ctrysi,ppe, 1910.

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    binacin de culturas dispares.-griega y oriental-conocida bajo el nombre insuficiente de neoplatonis-o, Brhier se dedic a una tarea hercl ea i la ta-ducin de Plotino t. Slo exista un,a versin en len-gra moderna de la enotme y densa mole que son lasEnneadas, la de Bouillet ( 18 ,7 -1860). Esto sugierecul es el calibre de las dificultades que empresa talimplica'.

    Como sta, h"y otras pocas en la historia de lafilosofa que estaban y, en rigor, siguen estando pocoesclarecidas. Se llama a unas, pocas de transicin'a otras, pocas de decadencia. -Con ello se insinlque son tiempos de produccin filosfica menos esti-rnable t. Pero ambas calificaciones (transicinn y .rde-cadencia> son impertinentes. Transicin es todo en

    .

    la historia hasta el punto de que puede definirse lahistoria como Ia ciencia de la transicin. Decadenciaes un diagnstico parcial, cuando no es un insultoque dedicamos a una Edad. En las pocas llamadasde decadencia algo decae, pero otras cosas germinan.Convendra, pus, usar con ms cautela ambos tr-minos, eue tienen el comn incohveniente de no de-nominar la poca a que se atribuyen por caracteresintrnscos, por rasgos efectivos de Ia vida que enellas se vivi, sino que son meras apreciaciones nues-

    t Ctl.ccin Guillaume Bud ( Socit d'Edition . Seis volmenes. Vease tambin Brhier : La Pbilo-sophie de Plotin (Boivin).2 Paralelamente a la de Brhier se ha hecho otra exce-lentsima traduccin inglesa.3 Por supuesto que esto no reza para Plotino, uno delos ms altos filsofos de todos los tiempos y cu]a influen-ca ha sido ms larga y profunda.

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    IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFIA

    tras, externas y ajenas a la realidad que nombran.Es indudable que en ciertas etapas los hombres hanvivido con La conciencia de que se hallaban entre ungran paiado ya ruinoso y un gran porvenir an in-dito. A su deplorable situacin ambivalente llama-ban, tal yez, ellos mismos ( transicin>. Pero aun eneste caso extremo se trata solo de na idea que sobres rrrismos tenan esos hombres. El historiador debertomarla en cuenta porque esa idea, aunque fuese err-nea ( y a veces lo ha sido), pertenece a la realidadque l va a historiar. Debe, pues, tomarla en cuen-tn, pero no debe adoptarla como ttulo o definicinde un tiempo histrico. Bastara, para quedar pro-bada su inopcirnrnidad, advertir que es uo, trminogenrico, el cual puede aplicarse a muchas pocas desob,ra diferentes entre s. En surna, que aI hablar detransicin y decadencia debemos darnos cuenta Ce lopoco que decim,os y en vez de hacer funcionar esasnoc'iones como aparatos mecnicos que por su propiaoperacin autom tica pretenderan aclararnos un tro-za del pasado, veamos en ellos una invitacin a ave-riguar La extraa y concrera figura que toma la vidrhumana bajo los abstractos signos (transicin> y. La condicin negativa de stos conceptos no debe hacernos olvidar que. toda poca es po-sitiva, que toda vida implica Ia afrmacin de s mis-ffia,, que no h^y ninguna fecha en que Ia humanidadse haya suicidado. Y la tarea ltima del historiador esdescubrir, aun en los tiempos ms atroces, los mori-vos satisfactorios que para subsistir ruvieron los con-temporneos. Los que viven en una poca de transi-cin no viven transitando a ,otra, sino resueltarnnte

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    instalados en la suya, ni ms ni menos que los de lapoca ms estabil izada. Porque. viceversa, no ha habi-do ningSrna en la cual faltasen disidenres, hombres ogrupos que prefer an o uean preferir otra edad, futu-ra o pretrita. No se confunda la cuestin con el hechode que en ciertas pocas se haya creCo el hombreanormalmente infeliz.

    Va todo esto al tanro de una peculiaridad intere-sante que me ha saltado a los oios al leer esta obrade Brhier y que constiruye acso su ms estimabledistintivo, lo que le proporciona mayor acualidad.Sabamos, como acabo de decii, que el auror habadedicado su esfuerzo ms especial y continuado a unade esas pocas de decadencia o transicin. Pero estahistoria nos re\rela que esa preferencia por un tiempode tal cariz obedece a una inspii'acin ms g.ner"l,a una inclinacin sumamenre curiosa de su espritu.

    En efeco, una de las ventaias de esre amplio libroes gu, a diferencia de todos sus similares, tata casicon la misma arencin las pocas clel pensamientoque sublen considerarse como culminanres, triunfaleso lucidas y las pobres pr;cas desdichadas que las his-torias elementales de la filosofa se brincan galana-mente o narfan a toda prisa. Ahora bien, esto es sGbrbmanera importante.

    La historia de la filosofa es, en cuanto ciencia, unade las disciplinas ms recientes : en verdad, oo cuen-ta an cien aos. I)uranre la segunda mitad del siglopasaclo rurvo que dedicarse a !o ms obvio: recons-trxir, con primera aproximacin, el pensamiento delas grandes figrras de la filosofa. Entonces se hizoel orimer esrudio formal de Plarn y Aristteles, de

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    IDEAS PARA UNA HISTORIA DE LA FILOSOFIA

    Descartes, de kibniz, de Kant. Aun hace veinticincoaos se desconoca a Fichte, Schelling, Hegel. Erantodava ffes mi,sterios. Hoy rnisrno se est empezandoa esftrdiar a Spinoz at.

    Aun juntando todo eso no sera una historia de lafilosofa, como la orcgrtf.a no es slo la ciencia delas cirnas. I-a montaa reclama el valle.

    Pero Ia imagen del pasado filosfico que an tene-mos a la vista es un paisaje alpino en jornada de ne-blina. Vemos en lo alto los picachos de los ms altoscerros, aislados entre s y flotando ingrvidos e irrealessobre el blando caos de la bruma. Tal vez en el fon-do de sta entrevemos confusamente alguna fisonoma espectral, pero lo que no vmos es cmo emer-gen del nivel continental las prceres montaas ycul sea La lnea de seno en que los valles las hacencomunicar. En suma, nos falta lo principal: la gectcnica de Ia gran cordill era filosfica.

    A mi iuicio, la historia de la filosof a no puede darun paso y empezar de verdad a constituirse en lo quesu ttulo promete, si no se llenan esos vacos de cG.nocimiento que se abren como simas entre las gran-des e ilustres etapas det pensamiento. Urge acomererel esrudio de las pocas deslucidas.

    El desconocimiento que de ellas padecemos poseeen cada caso caacteres y proporciones diferentes ge,aunque slo sea en va de algn ,5eero ejemplo, con-viene dibujar.

    Despus de Aristteles comienza ya la oscuridad.Se trata de las tres grandes filo,sofas de la u decaden--T- Un este pas aaba de iniciarse un amplio esndio sobreSpinoza, por Leon Dujovne.

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    cia> antigua: estoicismo, epicuresmq escepticismo.No puede decirse que no se haya trabajado sobreellas, especialmente sobre el estoicismo,. Pero ni enla cuanta ni en el m,odo de la labor se ha hechonada ni de lejos parecido aI cultivo intensivo de quePlatn y Aristteles han beneficiado. El hecho es queslo tenemos una idea borrosa de esos tres movimien-tos de la mente clsca, sin duda menos valiosos comosistemas de tcnica conceptual que la primera Acade-mia y el Peripato, pero 9ue, en cambio, han sido losque mayor influbncia han tenido en la historia. Ja-ms filosofa