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Hacer arder el corazón Introducción a la lectura orante de la Palabra Carlos Mesters

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Hacer arder el corazónIntroducción a la

lectura orante de la Palabra

Carlos Mesters

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Carlos Mesters

HACER ARDER EL CORAZÓN

Introducción a la lectura orante de la Palabra

2006

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Presentación........................................................ 5

Introducción ........................................................ 111. Un poco de historia ....................................... 122. Un desafío para todos los creyentes ............... 153. Orientaciones para leer el libro ...................... 17

Primera parte«¿NO ARDÍA NUESTRO CORAZÓN...? (Lc 24,32)

1. Así es como los pobres leen la Biblia«Escuchar lo que el Espíritu dice a las Iglesias» (Ap 2,7) ................................ 211. «Manteniendo con firmeza la

palabra de vida» (Flp 2,16) ............................. 212. Luz, fuerza, autoridad ................................... 223. El método de los pobres ................................ 254. Peligro de cierre............................................. 275. Novedad y alcance de la lectura

popular de la Biblia ....................................... 29

2. La Biblia lee la BibliaLa dinámica de la lectura orante....................... 311. Frente al desafío del progreso y del caos ....... 312. La semilla: una nueva experiencia de Dios .... 34

ÍNDICE

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3. El corazón de la lectura orante: una nueva lectura del pasado........................ 36

4. El resultado: una nueva lectura del presente ... 385. Conclusión .................................................... 40

3. Jesús lee la Biblia«Así está escrito de mí en un capítulo del libro» (Heb 10,7) ............................. 431. El ambiente de oración

en el que creció Jesús.................................... 432. La oración en la vida de Jesús ...................... 463. Jesús oraba con los salmos........................... 484. Jesús se orienta con la Biblia para la misión 505. Jesús relee el pasado de su pueblo ............... 526. Por el camino de Emaús (Lc 24,13-35) .......... 56

4. Monjes y consagrados leen la Biblia/1«En primer lugar, manejen cotidianamente la Sagrada Escritura» (PC 6) .............................. 591. Los cuatro grados de la lectura orante .......... 602. La lectura: conocer, respetar, situar .............. 613. La meditación:

rumiar, dialogar, actualizar............................ 65

5. Monjes y consagrados leen la Biblia/2«Una existencia transfigurada, caminando gozosamente» (VC 112) .................... 711. La oración: suplicar, alabar, recitar ............... 712. La contemplación:

discernir, saborear, actuar............................. 763. Resumiendo .................................................. 80

6. La Iglesia lee la Biblia«La oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad» (DV 10) ...... 831. Creer que la Biblia es Palabra de Dios........... 83

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2. Es Palabra de Dios en lenguaje humano (DV 12) ............................................ 84

3. Dios se revela a sí mismo en su Palabra (DV 20).................................... 85

4. Jesús es la clave principal de la Sagrada Escritura (DV 2.4.16)............... 86

5. Aceptar la lista completa de los libros (DV 16) ...................................... 87

6. La Biblia es libro de la Iglesia (DV 21) ........... 88

7. Tener en cuenta los criterios de fe (DV 12) .... 898. Tener en cuenta los criterios

de la realidad (Pablo VI) ................................. 90

9. Lectura orante de la Biblia (DV 25)................ 91

10. Toda la interpretación está al servicio de la evangelización (Juan Pablo II) ........................ 92

7. La lectura orante y el carisma del Carmelo«Meditar día y noche la ley del Señor»(Regla del Carmelo, cap. 10) .............................. 95

1. Lugares en que la Regla recomienda la lectura bíblica ......................... 96

2. La lectura orante de la Palabra en la Regla....... 98

3. El modo como la Regla utiliza y lee la Biblia..... 100

4. Conclusión .................................................... 103

8. Oportunidad de un método«Con asidua lectura y con estudio diligente» (DV 25)............................................... 105

1. El método que debe orientar nuestra lectura.... 105

2. El ritmo del «ora et labora» ............................ 107

3. Diez consejos sobre la mística de la lectura orante ....................................... 108

4. Para la lectura orante personal cotidiana ...... 113

5. Sugerencias para la lectura orante en grupo . 114

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Segunda parte«ACOGED CON MANSEDUMBRE LA PALABRA» (Sant 1,21)

Propuestas prácticas de lectura orante

1. «El Señor ve el corazón»(1 Sm 16,1-13).................................................. 119Introducción...................................................... 120Meditar la Palabra............................................. 121La Palabra juzga nuestra vida ........................... 125Orar la Palabra.................................................. 126

2. Dios revela sus secretos a los pequeños(Mt 11,25-30).................................................... 129Oración inicial................................................... 129Lectura.............................................................. 130Algunas preguntas ............................................ 130Meditar la Palabra............................................. 131Orar la Palabra.................................................. 136Oración final ..................................................... 136

3. «Los publicanos y las prostitutas os precederán»(Mt 21,28-32).................................................... 137Oración inicial................................................... 137Lectura.............................................................. 138Meditar la Palabra............................................. 139Oración: Salmo 121 (120): El guardián de Israel.. 145Oración final ..................................................... 145

4. Las mujeres que seguían a Jesús(Mc 15,40–16,8) ................................................ 147División del texto............................................... 148Meditar la Palabra............................................. 148Aplicación a la vida ........................................... 151Oración: Salmo 27 (26), Dios es mi victoria ........ 153

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5. «Haced todo lo que Él os diga»(Jn 2,1-12)........................................................ 155Acogida ............................................................. 155Orar .................................................................. 160

6. «Misterio mantenido en secreto, misterio revelado»(Rom 16,17-27)................................................. 163Introducción...................................................... 164Leer .................................................................. 164Meditar la Palabra............................................. 165La Palabra juzga nuestra vida ........................... 171Orar la Palabra.................................................. 172

Bibliografía .......................................................... 173

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«Que la espada del Espíritu, toda palabra de Dios,os pueble colmadamente

los labios y el corazón.Y cuanto hagáis,

realizadlo por la palabra del Señor»(Regla primitiva del Carmelo, n. 19)

Es la Palabra de Dios la que garantiza la autentici-dad de la experiencia espiritual cristiana: y el intensoretorno actual a la centralidad de la Palabra en la vi-vencia cristiana es una buena señal del retorno a lasfuentes genuinas de la espiritualidad. En efecto, la ex-periencia espiritual cristiana no puede ser plenamenteconforme a los datos de la revelación si no es una res-puesta vivida a la Palabra de Dios revelada y escrita, sino es memoria y profecía de la Palabra.

A buen seguro, la inteligencia espiritual de la Bibliano puede ser más que una «inteligencia múltiple»: dehecho, los Padres hablaban de cuatro sentidos bíblicosfundamentales, conexos y entrelazados entre sí: el sen-tido literal o histórico, el sentido alegórico o típico, elsentido tropológico o moral, y el sentido anagógico oescatológico. El pluralismo no deriva de la fantasía ca-prichosa de los lectores creyentes, sino de la insonda-ble e inagotable riqueza de aquel que es la cima y elmisterio de la historia salutis.

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PRESENTACIÓN

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Ahora bien, también es doctrina de los Padres queno es posible acceder al misterio vital de la Palabra sino media la conversión: «Si al leer las Sagradas Escri-turas –escribió Orígenes– no conseguimos compren-derlas y éstas nos siguen pareciendo oscuras e impe-netrables, eso significa que todavía no nos hemosconvertido al Señor»1. Hasta tal punto que H. de Lubacrecuerda que, para los Padres, «pasar a la inteligenciaespiritual» de las Escrituras equivale a «convertirse aCristo», y se trata de situaciones entre las que existeuna causalidad recíproca. «La novedad de la inteligen-cia es correlativa a la “novedad de la vida”. Pasar a lainteligencia espiritual significa, por tanto, pasar al“hombre nuevo”, que no cesa de renovarse “de clarita-te in claritate”»2.

La unidad entre exégesis y teología, entre comenta-rio bíblico y vida cotidiana y, por consiguiente, entreespiritualidad cristiana y escucha obediente y orantede la Palabra, ha conocido estaciones fecundas y pe-ríodos de esterilidad y de olvido. Hoy estamos vivien-do una estación nueva, sorprendente. Podemos cons-tatar que la acogida de la Palabra y su traducción enla práctica se convierten en el momento genético de lacomunidad eclesial, y figuran asimismo en el centrode su crecimiento en la comunión y en la esperanza, desu servicio de discernimiento y de profecía en la his-toria.

Se vuelve cada vez más evidente que la Palabra nosoporta ser un objeto entre otros objetos, la razón deello es que no es posible intercambiar a Cristo –el ver-dadero centro secreto de la Palabra– por ningún otro.Y el Espíritu, que fermenta la comunidad para que vi-va en novedad generosa y tienda a la verdad comple-

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1 ORÍGENES, In Exodum, Hom. XII, 1 (G.C.S. VI, 263).2 H. DE LUBAC, La Sacra Scrittura nella tradizione, Morcelliana,

Brescia 1969, pp. 24-25.

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ta (Jn 16,13), no conduce a ningún otro más que alCristo vivo, Palabra hecha carne para la salvación delmundo.

Éste es el contexto espiritual y eclesial en que semueve la escena de la retama –rotem en hebreo (sólo seusa tres veces en la Biblia)– bajo la que se sentó, de-cepcionado y abatido, el profeta Elías (1 Re 19,4-8). Enlos desiertos de la vida hay lugares y momentos depausa y de reanudación, semejantes al que vivió el pro-feta en el desierto del Negueb. Ahora bien, precisa-mente allí le visita aún la Palabra; lo hace a través dela invitación del ángel a comer y reemprender el cami-no, a fin de alcanzar la cumbre de la montaña, el Ho-reb. La retama también es figura de la cruz y del queen ella fue colgado, el Cordero, cifra única y definitivaque interpreta la historia.

La palabra y el pan le dan a Elías la fuerza y la con-fianza necesarias para llegar ante Dios, para estar ensu presencia, una presencia que se revela en la miste-riosa voz de «un ligero susurro» (1 Re 19,12). En estamisma perspectiva se sitúan otras muchas experien-cias de «escucha orante de la Palabra»: son experien-cias que han madurado en medio de la comunidad, noen la soledad personal de quienes las han vivido. Pre-cisamente por eso tienen una estructura que reclama yrequiere la implicación de la comunidad que escucha,discípulo y testigo de la Palabra.

Este libro de Carlos Mesters, exégeta holandés-bra-sileño comprometido desde hace muchos años en lapastoral bíblica popular en Brasil y en toda AméricaLatina, a través de sus ocho capítulos, pretende intro-ducir al lector en la lectura orante de la Palabra. En élmuestra cómo esta «fuente pura y perenne de vida es-piritual» (Dei Verbum, 21) esta dando de beber ahoracon sus aguas puras y fecundas a comunidades y pue-blos enteros. Precisamente fue Mesters el primero queusó la expresión «lectura orante de la Palabra», como

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adaptación más comprensible para nuestra mentali-dad de lo que pretendía decir la expresión clásica delectio divina.

Este gran maestro de la lectura bíblica popular, conun lenguaje eficaz y directo, aunque también substan-cioso, nos ayuda a ver la constelación de implicacionesde la nueva experiencia. Se trata de la lectura del pue-blo llano y marginado, pero también de un arte queejercitó el mismo Jesús, y que atraviesa la historia delmonacato y de la vida religiosa. Pero también es doc-trina consolidada del magisterio eclesial, que, en estosúltimos decenios, ha insistido en particular precisa-mente en la práctica personal, comunitaria y pastoralde la lectio divina (cf. Vita consecrata, 94; Novo millen-nio ineunte, 39).

También es interesante el análisis que hace Mestersdel vínculo entre la escucha orante de la Palabra y elproyecto carismático de la Regla del Carmelo. No setrata de un simple homenaje a su carisma y al contex-to carmelita en el que nacen las propuestas de este li-bro, sino también de la revelación de una sintonía evi-dente y espontánea, objetiva, entre el proyecto de laRegla y la escucha de la Palabra. Además, todo caris-ma auténtico encuentra precisamente en esta conso-nancia con la Palabra su sentido y su función: llegar aser memoria viva de la sabiduría evangélica, testigos ydiscípulos de la Palabra hecha carne y sabiduría de vi-da eterna, siguiendo el itinerario de un determinadocarisma.

Ojalá este libro pueda contribuir en la Iglesia –conuna fidelidad dinámica y creativa al carisma del Car-melo– a una escucha de la Palabra que, mientras ins-pira e ilumina la vida, nos llame a todos nosotros a laadhesión a Cristo, a una verdadera «obediencia» (la fa-mosa hypakoé de los Padres) de todo el ser a su Pala-bra y al misterio de la salvación que se nos ha comu-nicado y dado en ella y a través de ella. El autor, con

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modestia, pero con seriedad, desearía contribuir a po-ner en práctica lo que decían los obispos italianos: «Lapráctica de la lectio divina, entendida como celebracióncontinua e íntima de la Alianza con el Señor medianteuna escucha orante de las Sagradas Escrituras, [es]capaz de transformar nuestros corazones y de iniciar-nos a cada uno de nosotros en el arte de la oración yde la comunión»3.

Fiesta de la presentación del Señor, 2003.BRUNO SECONDIN, O. Carm.

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3 CONFERENCIA EPISCOPAL ITALIANA, Comunicare il vangelo in un mun-do che cambia, Roma 2001, n. 49.

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La lectio divina es la lectura confiada y orante de laPalabra de Dios. En los orígenes, ésta no era otra cosasino la lectura de la Biblia realizada por los cristianosa fin de animar su fe, su esperanza y su amor. Es an-tigua como la Iglesia misma, que vive de la Palabra deDios y depende de ella como el agua de la fuente (cf. DeiVerbum, 7, 10, 21). Al principio, no se trataba de unalectura organizada y metódica, sino que representabaalgo así como una especie de «tematización» de la mis-ma vida cristiana, que se transmitía de generación engeneración.

Muchos prefieren conservar la antigua expresión la-tina lectio divina, que se remota a san Ambrosio de Mi-lán. En este libro preferimos emplear con mayor fre-cuencia la expresión lectura orante. Esta referencia alaspecto orante se remonta asimismo al subtítulo quelleva la obra: Introducción a la lectura orante de la Pa-labra. Así es como mejor se puede expresar y traducirel sentido y el objetivo de la lectura de la Palabra deDios.

La lectura orante nace de la certeza de fe de que laPalabra no está lejos de nosotros, sino al alcance de to-dos. «Pues la palabra está muy cerca de ti, en tu bocay en tu corazón, para que la cumplas» (Dt 30,14). El ob-jetivo de la lectura orante es el mismo objetivo de la Bi-blia: «las Sagradas Escrituras, [...] te guiarán a la sal-vación por medio de la fe en Jesucristo. Toda Escritura

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INTRODUCCIÓN

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ha sido inspirada por Dios, y es útil para enseñar, pa-ra persuadir, para reprender, para educar en la recti-tud, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y estépreparado para hacer el bien» (2 Tm 3,15-17).

Pero la lectura orante también tiene como objetivoofrecer perseverancia, consolación, esperanza (cf. Rom15,4); ayudarnos a aprender de los errores de nuestrospredecesores (cf. 1 Cor 10,6-10). Espera obtener lo queJesús nos ha prometido: «el Espíritu Santo, a quien elPadre enviará en mi nombre, hará que recordéis lo queyo os he enseñado y os lo explicará todo. [...] os ilumi-nará para que podáis entender la verdad completa» (Jn14,26; 16,13).

1. Un poco de historia

La expresión lectio divina es la traducción de la fór-mula theía anágnôsis de Orígenes († 254). Éste afir-maba que para leer la Biblia con provecho es necesariorealizar un esfuerzo de atención y de asiduidad: «De-bemos volver cada día de nuevo, como Rebeca, a lafuente de la Escritura». Y lo que no obtengamos connuestro propio esfuerzo debemos pedirlo en la oración,«puesto que es absolutamente necesario orar parapoder comprender las realidades divinas [...]. De estemodo, llegaremos a experimentar lo que esperamos ymeditamos». En estas reflexiones de Orígenes tenemosuna síntesis de lo que representa la lectura orante dela Biblia.

La lectura orante se ha convertido en la espina dor-sal de la vida religiosa y se está convirtiendo en lo mis-mo para toda la vida cristiana. En torno a la Palabra deDios –escuchada, meditada y orada– surgió y se orga-nizó el monacato en el desierto. Las sucesivas reformasy transformaciones de la vida religiosa han retomadosiempre la lectura orante como su marca distintiva.Las Reglas de Pacomio, Agustín, Basilio y Benito han

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señalado en la lectura de la Biblia, en el trabajo ma-nual y en la liturgia, la triple base de la vida religiosa1.

La sistematización de la lectura orante en cuatrogrados, tal como la conocemos hoy, no apareció hastael siglo XII. En torno al año 1150, Guigo, un monje car-tujo, escribió un librito llamado La escala de los monjes(Scala claustralium)2. En la introducción, antes de expo-ner la teoría de los cuatro grados, se dirige al «queridohermano Gervasio» y dice: «me he propuesto transmi-tirte algunas cosas que se me han ido ocurriendo so-bre los ejercicios de la vida espiritual de los monjes,para que tú, que las has aprendido por la experienciamejor que yo por la reflexión, seas el juez y correctorde mis pensamientos». Guigo quiere que la teoría de lalectura orante sea valorada y corregida a partir de laexperiencia y de la práctica de los hermanos.

De inmediato introduce los cuatro grados: lectura,meditación, oración y contemplación. Al describirlos,Guigo sintetiza una tradición ya consolidada y latransforma en instrumento didáctico para los jóvenesque tuvieran la intención de emprender la vida mo-nástica.

En el siglo XIII, los mendicantes crearon un nuevo ti-po de vida religiosa, más ligada a la de los minores (lospobres). Ellos hicieron de la lectura orante de la Bibliala fuente de inspiración de su movimiento renovador.La vida y los escritos de los primeros franciscanos, do-minicos, carmelitas, agustinos, servitas no dejan du-

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1 Cf. AA.VV., La lectio divina nella vita religiosa, Qiqajon, Bose1994.

2 Su texto, traducido al castellano, puede verse en G. ZEVINI, Lalectio divina en la comunidad cristiana, Verbo Divino, Estella 2005,pp. 149-170. Para conocer las otras obras de Guigo II el Cartujo,puede verse la edición catalana de J. FÀBREGAS, Textes cartoixansprimitius, Proa, Barcelona 1995; así como la edición italiana prepa-rada por E. ARBORIO MELLA, Tornerò al mio cuore, Qiqajon, Bose1987.

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das en este punto. Como veremos en la Regla de sanAlberto de los carmelitas, éstos, fieles a esta larga tra-dición, buscaron ya desde el principio alimentar su vi-da por medio de la lectura y la meditación asidua de laPalabra de Dios.

Vino, a continuación, especialmente a partir del finalde la Edad Media, un prolongado período durante elque la lectura orante se diría que se enfrió. No se pro-movía la lectura de la Biblia, ni siquiera en la vida re-ligiosa3. Santa Teresa del Niño Jesús, por ejemplo, notenía acceso al texto integral del Antiguo Testamento.Se insistía, en cambio, en la lectura espiritual, que con-sistía en leer la vida de algún santo, documentos delmagisterio y, en los últimos siglos, hasta artículos derevistas o periódicos sobre temas religiosos.

Tras el concilio de Trento, también por miedo al con-tagio con la mentalidad de los protestantes, que pro-clamaban la autoridad de la sola Scriptura, aumentó ladistancia que separaba a los católicos de la Biblia. Seprohibió traducir el texto para el pueblo, se prohibíaespecialmente a las mujeres comentarlo. ¡Hasta se hi-cieron hogueras con la ediciones de la Biblia en lenguavulgar! Todo esto hizo perder el contacto con la fuente.

Todo el siglo XX fue una centuria de recuperacióndel contacto –por parte católica– con la Sagrada Escri-tura: con ello se volvió a descubrir también la expre-sión lectio divina, que ahora sólo permanecía en la me-moria de los eruditos. El concilio Vaticano II aprobócon toda su autoridad esta recuperación de la tradiciónantigua. En su documento sobre la Sagrada Escritura–la constitución dogmática sobre la divina revelaciónDei Verbum–, recomienda con gran insistencia la fami-liaridad con la Palabra para la vida espiritual, la predi-

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3 Véase, por ejemplo, la historia en los artículos Lectio divina etLecture spirituelle, en Dictionnaire de Spiritualité, 9, Beauchesne,París 1976, pp. 470-510.

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cación, la liturgia (cap. VI). De aquí renació la gran co-rriente de la lectio divina, o como la llamamos nosotrosahora lectura orante.

La lectio divina ha reaparecido de un modo nuevo,«sin etiquetas» y sin definición, particularmente en lalectura de la Biblia realizada por los pobres de las pe-queñas comunidades cristianas, y no sólo en los cen-tros monásticos y de espiritualidad. Gracias a Dios,vuelve a ser cultivada y estudiada, cada vez con mayorinsistencia, también entre los religiosos. Sería muy be-llo que nosotros, los religiosos, tuviéramos la humildadde Guigo y nos dirigiéramos al pueblo de las comuni-dades diciendo: «me he propuesto transmitirte algunascosas que se me han ido ocurriendo sobre los ejerciciosde la vida espiritual de los monjes, para que tú, que lashas aprendido por la experiencia mejor que yo por lareflexión, seas el juez y corrector de mis pensamien-tos».

2. Un desafío para todos los creyentes

Hoy los religiosos y religiosas, aunque también loscristianos y cristianas, nos encontramos ante un desa-fío. Estoy pensando, sobre todo, aquí, en América Lati-na, donde trabajo y vivo. Pero estoy convencido de quevale, ciertamente, para todos los lugares y situaciones.La vida de santidad y de oración no se puede llevar acabo en plenitud si no sentimos la necesidad de la lec-tura orante de la Biblia: «No cabe duda de que esta pri-macía de la santidad y de la oración sólo se puede con-cebir a partir de una renovada escucha de la Palabrade Dios», escribía el Papa al final del Jubileo4.

Además de ser una exigencia intrínseca a nuestramisma vocación, también el pueblo nos pide que le

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4 JUAN PABLO II, Novo millennio ineunte, 39.

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orientemos en la lectura de la Biblia. Reclama alimen-to sólido para su vida espiritual, para continuar en elempeño de alcanzar una vida vivida cristianamente.«Conviene incluso –escribió también el papa Juan Pa-blo II– que se proponga esta práctica también a losotros miembros del Pueblo de Dios, sacerdotes y laicos,promoviendo del modo más acorde al propio carismaescuelas de oración, de espiritualidad y de lecturaorante de la Escritura»5. Sin embargo, muchas veces nosabemos qué responder a las preguntas del pueblo. Noestamos habituados a practicar una lectura cotidianade la Biblia. No sabemos bien cómo llevar a cabo la lec-tura orante.

Las dificultades son innumerables. Las necesidadespastorales nos llevan a leer la Biblia más para los otrosque para nosotros mismos. Por falta de tiempo no con-seguimos detenernos, de suerte que la Palabra de Diospueda penetrar en nuestra vida. Con frecuencia, nues-tra lectura es más estudio y discusión que meditacióny oración. La secularización hace, ciertamente, que nospreguntemos: «¿Por qué la Biblia? Hay otros libros queson mejores y nos ayudan mucho más». Un cierto ra-cionalismo y algunos restos de fundamentalismos nosincomodan con preguntas de este tipo: «¿Habrá suce-dido de verdad? ¿Cómo pudo permitir Dios eso?». Todoesto hace más difícil una tranquila aplicación de la Pa-labra de Dios.

Aprender de nuevo la lectura orante es una tarea ur-gente para que podamos ser fieles a lo que Dios y elpueblo nos piden hoy. Es como renovar las venas a tra-vés de las cuales circula la sangre que nos mantiene envida. Este libro quiere ser una ayuda para los religio-sos y para los cristianos comprometidos. Con todo, nopretende sustituir el esfuerzo personal, sino alentar aexplorar un mundo rico de vida y de sabiduría.

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5 IDEM, Vita consecrata, 94.

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3. Orientaciones para leer el libro

Para comprender lo que hoy nos pide la Iglesia, demuchas maneras y en muchas ocasiones, y nos ense-ña sobre la lectura orante, no basta con re-aprender elejercicio de los cuatro grados tradicionales (lectio, me-ditatio, oratio, contemplatio), por muy importante queesto sea. La lectura orante es mucho más que una téc-nica de lectura. Es una actitud existencial. Es un mo-do de mirar hacia la Biblia, de situarse en la tradicióny de vivir como «memoria viviente del modo de existir yde actuar de Jesús como Verbo encarnado ante el Pa-dre y ante los hermanos»6. La lectura orante de la Bi-blia sólo produce frutos en la vida cuando ésta se en-cuentra integrada en el conjunto más amplio de larealidad, de la historia, de la tradición, de la Iglesia.

El objetivo de este libro es situar la lectura orante enel interior de la gran tradición, a fin de que se mani-fieste toda su riqueza e importancia para nuestra vida.Llamaremos a distintas puertas, allí donde tengamosla certeza de encontrar una palabra segura que puedaorientarnos en la lectura fiel de la Palabra de Dios.

Empezaremos interrogando a la tradición viva delpueblo de Dios, que se manifiesta hoy sobre todo en me-dio de los pobres. «Escuchar lo que el Espíritu dice a lasIglesias». Queremos descubrir lo que los pobres tienenque decirnos sobre la lectura de la Palabra de Dios.

A continuación, veremos cómo la Biblia lee la Biblia.La Biblia misma nació de un proceso constante de lec-tura y de relectura. Veremos los principios que orien-taban esa relectura y la actitud interpretativa que ha-bía en su origen. Esto podrá servir de orientación anuestra lectura orante, puesto que nadie mejor que laBiblia misma puede enseñarnos cómo debe ser leída yasimilada ella misma.

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6 Ibíd., 22.

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Leeremos los evangelios para saber cómo leía Jesúsla Palabra de Dios, cómo buscaba en ella la luz y lafuerza para su misión, y cómo «desvelaba» el sentido delas Escrituras a sus discípulos. Veremos el ambientede oración en que vivió.

Analizaremos nuestro pasado como religiosos y reli-giosas. La lectura orante fue la espina dorsal de la vi-da religiosa, desde sus orígenes. Analizaremos de cer-ca y ampliamente los cuatro grados, tal como fueronelaborados por el monje cartujo Guigo II en el siglo XII:lectura, meditación, oración y contemplación.

Preguntaremos a la Iglesia y al magisterio cómo de-be ser leída la Biblia, qué enseñanza tienen para ofre-cernos ella y su tradición secular, a fin de que podamosorientarnos.

Dado que el autor de este texto es fraile carmelita, ydado que tiene la intención de conservar la inspiraciónde este carisma también en la modalidad de la escuchaorante de la Palabra, es lógico que analice también laRegla del Carmelo. Ella es la fuente común de nuestratradición y de nuestra espiritualidad, para saber cómoy qué nos enseña sobre la lectura orante. En efecto, es-te acercamiento nos revelará riquezas sorprendentes,tal vez no bien reconocidas hasta hoy. Y puede servirasimismo de inspiración para otras familias religiosas.

Desde este largo camino, a través de la tradición deayer y de hoy, volveremos a casa y veremos cómo noso-tros, creyentes y discípulos del Señor, y en fidelidad aesta tradición, debemos leer la Biblia, qué método de-bemos seguir y qué conclusiones podemos extraer pa-ra nuestra vida. Algunos esquemas prácticos de lectu-ra orante, realizada en diferentes contextos y encircunstancias diferentes, nos ayudarán a comprendercómo se puede llevar a cabo este encuentro fecundo,orante y estimulante con la Sagrada Escritura. Con suvariedad de esquemas y de lenguaje, nos muestran quela fidelidad y la creatividad deben ir juntas.

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Primera parte

«¿NO ARDÍA NUESTRO CORAZÓN...?»(Lc 24,32)

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La gran novedad eclesial de los últimos decenios es-tá representada por el reencuentro de los pobres con laPalabra de Dios. Nadie sabe explicar bien cómo ha su-cedido. De improviso, desde los años sesenta en ade-lante, ha crecido el interés de los pobres por la Bibliacomo nunca antes había sucedido en toda la historiade la América Latina. Si alguien, hace cuarenta años,hubiera querido proclamar una profecía y hubiera pre-sentado una descripción minuciosa de la lectura que elpueblo de las comunidades eclesiales de base hace hoyde la Biblia, nadie le habría creído.

1. «Manteniendo con firmeza la palabra de vida» (Flp 2,16)

La Biblia está empezando a ser usada para todo: ora-ciones y preces, cursos y asambleas, ejercicios y reti-ros, reuniones y encuentros, celebraciones y vigilias,sermones y discursos, catequesis y novenas, teatro ydramatizaciones, músicas y cánticos, relatos y cantos.Se recurre a la Palabra incluso en la lucha sindical yen la organización de huelgas, construcción de capillasy cooperativas para la construcción de barracas, críti-cas al clero y revisiones existenciales, reuniones y co-micios políticos, luchas por la tierra y defensa de losindios, cartas de apoyo y manifiestos de solidaridad,

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1ASÍ ES COMO LOS POBRES LEEN LA BIBLIA

«Escuchar lo que el Espíritu dice a las Iglesias»

(Ap 2,7)

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procesiones de la patrona y marchas para reivindicarlos propios derechos, luchas en favor de la salud delpueblo y esfuerzos para volver a las medicinas tradi-cionales, rosarios a Nuestra Señora y mes de mayo.También para la educación en el seno de la familia ypara la educación popular de base, asociaciones demadres y organizaciones de barrio, ocupación de tie-rras y peregrinaciones, luchas obreras y piquetes a laspuertas de las fábricas, ayunos de protesta y protestascontra la criminalidad, manifestaciones contra las uni-dades de policía y apoyo a los prisioneros políticos, ma-nifestaciones ecológicas en defensa del medio ambien-te y de los derechos humanos, etc.

Realmente, el pueblo de las comunidades emplea laBiblia para todo.

La intención de esta lista tan extensa no es enume-rar algunos empleos curiosos que el pueblo hace de laBiblia. ¡Al contrario! Lo que queremos hacer es llamarla atención sobre algo muy importante: los pobres sa-ben combinar la Palabra de Dios con todos los asuntosde su vida. Y en ella encuentra la fuerza para caminary no desanimarse en la lucha. Se trata de un uso de laBiblia muy semejante al que hace la Regla del Carme-lo: «Y cuanto hagáis, realizadlo por la palabra del Se-ñor»1.

Esta presencia tan fuerte de la Biblia en la vida delas comunidades revela algunos puntos sobre la lectiodivina o lectura orante que merecen nuestra atencióny que ahora deseamos ver de cerca.

2. Luz, fuerza, autoridad

En la interpretación que los pobres hacen de la Bi-blia existe una novedad de gran alcance. Una novedad

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1 Regla primitiva del Carmelo, n. 19.

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antigua, que, sin embargo, recoge algunos valores bá-sicos de la tradición.

La Biblia como luz que ilumina mejor la vida

El pueblo está descubriendo que la Palabra de Diosno se encuentra sólo en la Biblia, sino también en la vi-da. «Dios habla hoy combinando las cosas». Descubreque el objetivo principal del uso y de la lectura de la Bi-blia no es interpretar la Biblia, sino más bien interpre-tar la vida con la ayuda de la luz que viene de la Biblia.Esto engendra, de una manera gradual, una actitudcontemplativa.

El pueblo, al leer la Biblia, tiene presente los proble-mas de la dura y sufrida realidad de su vida. La Bibliaaparece como un espejo de lo que hoy se vive. El pue-blo descubre que hoy pisamos el mismo terreno deayer. De este modo, establece un vínculo profundo en-tre la Biblia y la vida. Se produce una iluminación re-cíproca: la Biblia proyecta su luz sobre la vida y la vi-da hace más comprensible la Biblia.

A partir de este vínculo entre la Biblia y la vida, lospobres realizan el mayor de los descubrimientos: «SiDios estuvo junto a aquel pueblo en el pasado, estarátambién ahora junto a nosotros. Si escuchó la invoca-ción de aquel pueblo, también escuchará la nuestra. Silos liberó a ellos, también estará de nuestra parte en lalucha que sostenemos por la libertad».

Aquí se encuentra la raíz popular, el material toscocon el que se elaboró después la teoría de la teología dela liberación.

El pueblo empieza a imitar a Jesús y a los profetas.Crea conciencia crítica y descubre las carencias quehay en la sociedad, en la Iglesia, en la vida de la co-munidad, en su propia vida personal y familiar. Des-cubre su misión. Surge la profecía con el valor de de-nunciar. Son muchas las personas que han entrado en

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el movimiento popular, en el sindicato o en la política acausa de la nueva conciencia que ha surgido en ellos apartir de la lectura comunitaria de la Biblia. Descubrenla dimensión profética y transformadora de la contem-plación.

La Biblia como fuerza que hace actuar mejor

Difícilmente se reúne el pueblo de las comunidadesen torno a la Biblia sin orar o sin cantar. Sabe y sien-te que, sin la ayuda del Espíritu y sin el ambiente co-munitario de fe, no es posible descubrir el sentido queel texto tiene hoy para nosotros. El «sentido» de la Bi-blia no es sólo un mensaje que se capta con la razón.Es también un «sentir», una consolación, una fuerza,un alivio que «se siente» con el corazón.

La Biblia entra en la vida del pueblo como una bue-na noticia que atrae a los pobres y les revela la pre-sencia liberadora de Dios. La Palabra de Dios, que an-tes permanecía lejos, se ha acercado ahora. Y, junto ala Palabra de Dios, es el mismo Dios el que se acerca.¡El Dios liberador! Nace una nueva fuerza: «Si Dios es-tá con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?». Paramucha gente, esta convicción de fe representa unafuente de coraje y un apoyo en la lucha. Es un nuevocomienzo en nuestra vida. ¡Una resurrección!

Los mismos pobres se encargan de divulgar estabuena noticia, puesto que ella les confirma en el cami-no y alimenta en ellos la esperanza. Por eso se buscatanto la Biblia: en pocos años se han vendido millonesde ejemplares en toda la América Latina. Lo que eramisterioso e inaccesible ha empezado a formar parte dela vida cotidiana de los pobres. En Guatemala, en Bra-sil, en Nicaragua, los regímenes militares han matadomuchas veces a campesinos en los pueblos sólo porquetenían la Biblia en su casa. Era un instrumento temi-do, un instrumento que les daba miedo.

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La Biblia como autoridad que hace decidir mejor

Ya no consideramos la Biblia como un libro extrañoque pertenece sólo al clero y está prohibido a los sen-cillos. La consideramos, más bien, como nuestro libro:«Todas estas cosas que les sucedieron a ellos eran co-mo ejemplo para nosotros y se han escrito para escar-miento nuestro, que hemos llegado a la plenitud de lostiempos» (1 Cor 10,11). Como un libro que lleva unmensaje de Dios. Aceptamos la Biblia como Palabra deDios. Por eso la Biblia es un libro dotado de autoridad.Esta autoridad, sin embargo, no procede de una impo-sición exterior, sino más bien de una experiencia per-sonal y comunitaria de fe.

La Biblia no sólo es luz que permite discernir, estambién fuerza y autoridad que lleva a los hombres atomar decisiones en la vida. Cuando alguien consiguedemostrar que lo que dice está escrito en la Biblia, sepuede dar por zanjada la discusión. Todos lo aceptan.Esta fe, para la que la Biblia es Palabra de Dios, es an-terior a cualquier trabajo que realicemos. Si no existie-ra esa fe, nuestro método de trabajo debería ser com-pletamente distinto.

3. El método de los pobres

En la lectura de los pobres, a pesar de las diferen-cias propias de cada país o región, existe un métodocuyas características esenciales son comunes a todos ydel que podemos aprender. Un método es mucho más queuna serie de técnicas y dinámicas. Es una actitud que seadopta frente a la Biblia y a la propia vida. El métodode los pobres es muy sencillo. Se caracteriza por lostres criterios siguientes:

– Los pobres llevan consigo, al interior de la Biblia,los problemas de su vida. Leen la Biblia a partir desu lucha y de su realidad.

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– La lectura se hace en comunidad. Se trata, másbien, de una lectura comunitaria, de una prácticade lectura y de escucha orante, de un acto de fecomunitaria.

– Practican una lectura obediente: respetan el textoy se ponen a la escucha de lo que Dios va a decir,dispuestos a cambiar si él lo exige.

Estos tres aspectos (texto, comunidad, realidad) soncomo tres objetivos de la misma actitud interpretativafrente a la Biblia. Entre los tres existe como una diná-mica interna, que marca la historia del proceso de lainterpretación popular de los últimos años.

Todo comenzó hace ya algunos años, con la voluntadde conocer el texto de la Biblia.

La voluntad de conocer el texto de la Biblia llevó aconvivir en comunidad.

Convivir en comunidad llevó a observar la realidad ya querer servir al pueblo.

A su vez, servir al pueblo está llevando a muchos adesear un conocimiento más profundo del marco deorigen de la Biblia.

Estos tres aspectos se originan entre sí, y sin uno deellos no subsiste el otro. No importa tanto a partir decuál de los tres aspectos empieza el proceso de inter-pretación. Eso depende de la situación, de la historia,de la cultura y de los intereses de la comunidad o delgrupo. Lo que importa es comprender que un aspectose queda incompleto sin los otros dos.

– Los que desean conocer la Biblia y se interesanmayormente por el estudio.

– Los que insisten más en la comunidad y en susfunciones internas.

– Los que se preocupan por servir al pueblo y porbrindar su contribución en la política y en los mo-vimientos populares.

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Todo esto produce tensiones saludables y fecun-das.

Por ejemplo, en algunos lugares, la intensa prácti-ca política de los últimos años está pidiendo un co-nocimiento más profundo del texto bíblico y una vidacomunitaria más penetrada por la espiritualidad de laliberación. En otros lugares la vida comunitaria hallegado a su límite y está pidiendo una acción máscomprometida en los movimientos populares. Dichocon otras palabras, las tensiones ayudan a crear unequilibrio que favorece la interpretación de la Biblia eimpide que ésta se vuelva unilateral.

4. Peligro de cierre

Las tensiones pueden contener también en sí mis-mas un riesgo y llevar a un cierre que erige en absolu-to a alguno de los tres criterios, excluyendo a los otrosdos. Por eso, el itinerario de la interpretación populares, con frecuencia, tenso y conflictivo, no exento deriesgos de clausura y retroceso. Algunos miembros dela comunidad, por fidelidad a la Palabra, desean avan-zar y dar un paso adelante. Otros, en nombre de lamisma fidelidad, rechazan la apertura. Es el momentode la crisis y también de la gracia. No siempre vence elgrupo que desea avanzar.

Cierre en torno al estudio literal

Todos los movimientos pastorales emplean la Bibliay se apoyan en ella. En nombre de la Biblia, los funda-mentalistas rechazan la interpretación y la apertura ala realidad. En algunos lugares, los grupos bíblicos quese cerraban en torno a las palabras de la Biblia se con-vertían en los grupos más conservadores de la parro-quia. El mismo exégeta puede correr el riesgo de ence-

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rrarse en el estudio del especialista, o bien hacer unalectura sólo progresista del texto bíblico.

Cierre dentro de la comunidad

Muchos movimientos se encierran en ellos mismos,en la mística, y rechazan la apertura a la realidad y ala política. Éstos se abren al servicio a los pobres (a ve-ces incluso mucho, con muchas acciones), pero noaceptan comprometerse en una línea de transforma-ción y de liberación. Se trata de una espiritualidad ge-nerosa en las acciones concretas, pero carente de unaperspectiva abierta a la transformación, eliminando lasestructuras de pecado y de injusticia.

Cierre en lo social y en lo político

Existe un cierre en sentido opuesto, aunque se dacon menor frecuencia. La comunidad llega a un gradode servicio más comprometido y adquiere una concien-cia política más clara. Comprende que lo comunitario,lo personal y lo que pertenece al orden de la devociónpueden ser manipulados con relativa facilidad por laideología dominante, y concluye que estas cosas nocontribuyen a la transformación de la vida social. Poreso, la comunidad corre el riesgo de encerrarse en losocial y en lo político, identificando el reino de Dios conla pura acción sociopolítica.

Aunque comprensibles, esos cierres son graves,puesto que ninguna de estas tres actitudes está encondiciones de alcanzar por sí sola el sentido de la Bi-blia. Para superar ese peligro es importante conservarun ambiente de diálogo, puesto que, donde la palabrahumana circula con libertad y sin censura, la Palabrade Dios encuentra el espacio apropiado para poder ge-nerar una conciencia cristiana auténtica y libertad.

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