Habermas%2C J - Historia y Critica de La Op - Parte 1[1]

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j j J l j l l l l l l 1~ ~ I I ' ! l l j l jUNAM 190829

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Editorial Gustavo GiJi, S. A.

Barcelona-29 Rosellen, 87-89. Tel. 259 1400

Madrid-6 Alcantara, 21. TeL 4011702

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JHabermasHistoria y critica

de la opinion publica2 < 1 edicion

GG MassMedia

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Comite Asesor de Ia Colecci6n

Lluis Bassets

Roma GubernMiquel de Moragas

indice

CP 190829tegorie der

f A C U L T A O D E C i f N G f A S

J ' D L H l C A S Y S O G I A L E SAdvertencia del traductor •

Prologo a la edicion castellana: El diagnostico de Jiirgen

Haberrnas, veinte alios despues, par Antoni Domenech

Prefacio .

Version castellana de Antoni Domenech, con la

colaboraci6n de Rafael Grasa

Revision bibliografica por Joaquim Romaguera iRami6

I. Introducchim Delimitachin propedeutica de un tipo

de la publicidad burguesa

1. La cuestion de 'partida .

2. Acerca del tipo publicidad representativa .

Excursus: EI final de la publicidad represen-

tat iva ilustrado con el ejernplo de Wilhelm

Meister .

3. Sobre la genesis de Ia publicidad burguesa .

© Hermann Luchterhand Verlag GmbH & Co KG,

Darmstadt y Neuwied, 1962y para la edicion castellanaEditorial Gustavo Gili, S. A., Barcelona, 1981

II. Estrncturas sociales de Ia publicidad

4. E1 elemento fundamental .

5. Instituciones de la publicidad .

6. La familia burguesa y la institucionalizacion

de una privacidad inserta en el publico .

7. La relation de la publicidad literaria can la

publici dad poIit ica .r inted in Spain

ISBN: 84-252-106!WDeposito Legal: B . 19611·1982

Ill. Funciones politicas de la publicidad

8. E1 caso modelico de la evolution inglesa .

9. Las variantes continentales

10. La sociedad burguesa como esfera de la auto-Gcificas Diamante, Zamora, 83, Barcelona-If

9

11

37

41

44

5153

65

69

80

88

94103

261

268

27 5

33 7

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nomia privada: derecho privado y mercado li-

beralizado .. .

11. La contradictoria institucionalizacion de la pu-

blicidad en el estado burgues de derecho .

109

11 5

IV. Publicidad burguesa: idea e ideoJogia

12. Public opinion, opinion publique, ottentliche

meinung, opinion publica: acerca de la prehis-

toria del topico .'

B. La publicidad como principia de rnediacionentre politica y moral (Kant) .

····14,·Sobre-Ia dialectiea-de-la 'publicidad (Hegely

Marx)

15. La ambiva1ente concepcion de la publicidad

en la teoria del liberalismo (John Stuart Mill

y Alexis de Tocqueville)

124

13 6

149

161

V. La transformacUin social de la estructura de Ia pu-blicidad

16. La tendencia al ensamblamiento de esfera pu-

blica y ambito privado . 172

17. La polarizacion esfera social -estera intima 181

18. Del publico culto al publico consumidor de

cultura . 18919. EI plano obliterado: Iineas evolutivas de la

disgregacion de la publicidad burguesa . 203

VI. La transformaeion politica de la funci6n de la pu-blicidad

20. Del periodismo de los escritores privados a

los servicios publicos de los medios de co-

municacion de masas, EI rec1amo publicitario

como funcion de la publici dad . 209

21. La transforrnacion funcional del principio de

la publicidad 223

22. Publicidad fabricada y opinion no publica: la

conducta electoral de Ia pobJaci6n 237

23. La publicidad politica en el proceso de trans-

formacion del estado liberal de derecho en

estado social 248

VII. Sobre el concepto de opinion publica

24. La opinion publica como ficcion del estado

de derecho y la disolucion socio-psicologica

del concepto

25. Un intento sociologico de clarificacion

261

268

Notas 27 5

Bibliografta . 337

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Para Wolfgang Abendroth, can gratitud

Advertencia del tradnctor

El titulo original aleman del presente libra es: Struk-

turwandel del' C;lfentlichkeit. (Untersuchungen zu einer Kate-

gorie der biirgerlichen Gesellschaft .] La traducci6n literal de 61reza como sigue: El cambio estructural de la publicidad. (In-

vestigaciones sobre una.categoria de la sociedad burguesa.) Lo

problematico de esta traducci6n literal es la voz castellana «pu-

blicidad». El termino Offentlichkeitse forma en el aleman mo-

demo incorporando primero el latinisrno Publizitiit (trasladado

del frances publicitey para luego germanizarlo. Se da, en cam-

bio, la curiosa circunstancia de que mientras todos los idiomas

latinos han ida perdiendo, al romper el siglo xx, las connota-

ciones y la denotacion principal de Ia palabra («puhlicidad» no

significaba otra cosa en el castellano de hace una centuria que

vida social publica), en el aleman de nuestros dias se conserva

esta intacta. Eso explica la muy extendida traducci6n de O f-[entlichkeit par «vida publica», «esfera publica», «publico» yhasta a veces por «opinion publica». Ninguna de esas traduc-

ciones era aqul posible sin que se perdieran matices importan-

tes de la noci6n habermasiana de Offentlichkeit; en favor de

traducirla par «publicidad» habla tarnbien la circunstancia de

que este libra sea en buena medida una exploracion historica

de su asunto; por otro lado.. eI que «publicidad», en el sentido

que aqui se usara, sea ya en castellano casi exclusivamente un

tecnicismo culto, quedara de sobra compensado por la atorrnen-

tad a elaboraci6n conceptual a que Habermas somete al colo-

quial termino (Jffentlichkeit. ()ffentlichkeit, pues, ha sido tra-

ducido a 10 largo de todo este libro por «publicidad», reservan-

do de ordinario para la voz, mas primitiva pero aun en circu-

lacion, de Publizitiit la traducci6n de «notoriedad publica».

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Verter ya, sin embargo, en el titulo : n ismo, Otfentlich-keit por «publicidad», pudiera resultar enganoso dadas l~S a~;

tuales connotaciones de la palabra castellana. Y asl opt ~ .

hacer una excepci6n en el titulo y traducir: La t:ansform~lOnestructural de la vida publica. Tratandose ~e u~. libro de~!lDa~O

a formar parte de una serie sabre ccmoracacion Y ~e 10~ • e

comunicaci6n, los editores han preferido el de Historia ~ en/lea

de la opini6n publica, reduciendo mi propu~sta. a subt l~ul? de

la edici6n castellana. Quiero manifestar aqui rni total ajenidad

a esta decisi6n de la editorial.

A.D.

10

Prologo a Ia edicion castellana: el diagnostico

de Jiirgen Habermas, veinte aDOS despues

Antoni Domenech

Si no yerra la extendida opinion segun la cual la edad

quincuagenarla comprende el periodo de mayor fecundidad fi-

los6fica, a sus cincuenta y un afios andara Jlirgen Habermascercano a la cima de su potencia intelectual, No son pocos los

resultados que ha arrojado ya la intensa produccion del filoso-

fa, ni es inmerecidc el imponente exito acadernico mundial con-

seguido en los dos ultimos lustros. El sociologo conservador

norteamericano Daniel Bell, par ejemplo, 10 ha calificado «el

principal estudioso marxista de la actual idad». ' Tambien Richard

Bernstein, en la amplia panoramica por el construida de la fila-

sofia social de nuestros dias, ha prestado a Haberrnas atenci6n

preferente.i La nombradia y la buena reputacion de que suele

gozar nuestro autor en el mundo acadernico no estan, en cam-

bio, tan s6l idamente arraigadas en otros ambientes.

Habermas, cuya primera publicacion importante hay

que insertar en el marco del incipiente movimiento estudiantilaleman de comienzos de los sesenta,' tuvo hacia el final de esa

decada un choque frontal con Ia rebeli6n de los estudiantes, y

en particular con sus dos dirigentes polttica e intelectualmente

1. Daniel Bell, Las contradicciones culturales del capitalis-

mo, version castellana de Nestor Miguez, Madrid, 1977,p. 235.2. Richard Bernstein, The Restructuring O f Social and Po-

litical Theory, Nueva York y Londres, 1976.No dispongo en el mo-menta de escribir estas lineas de la version original inglesa de estelibra, sino de su version alemana, traducida por Holger Fliessbach

con el ti tulo de Restrukturierung der Geseitschaitstheorie (Frank-

furt, 1979);a ella referiran las citas que en adelante se hagan.3. Jurgen Habermas, Student und Politik, Neuwied y Ber-

lin, 19613

.11

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mas significados: Hans-Jurgen Krahl y Rudy Dutschke,' En el

fragor de ese choque llego Habermas al dicterio, acufiando para

la resuelta voluntad estudiantil de no aceptar ilustraci6n alguna

que no fuera acompaiiada de acci6n {ekeine Aufklarung ohne

Aktion»}, la sumaria califieaci6n de cfascismo de izquierda»,Consecuencia de esos incidentes fue Ia segregaci6n de Haber-

mas de los medios intelectuaIes alemanes de izquierda, con cu -yas eontroversias estan sin embargo familiarizados antiguos dis-

cipulos y asistentes suyos como Claus Offe y Oskar Negt. Tam.poco es eompletamente ajena a todo ello la poea simpatia que

despierta Habermas en varios autores de izquierda que han res-

pirado la atm6.sfera __alemanadeaquellos afiQs,jnclus_o .cuando10 dirimido no rebasa el plano mas puramente filosofico-acade-mico.t

Comun a quienes tienen a Habermas en los mayo res

colmos de estimaci6n y a quienes le consideran un escritor poco

menos que vitando, acostumbra a ser Ia desconsideracion de

la obra habermasiana anterior a 1963,6 de Ia obra, esto es, maspolitologica y sociologica, atendiendo de mejor grade a los tra,

bajos posteriores, de mayor estructnra filosofica. El litH ensa-

yo, ya mencionado, de Richard Bernstein sobre la reestructu-

racion en curso de la teoria politiea y social, mas de una cuar-

ta parte del cual esta dedicada a Ia versi6n habermasiana de

la teoria crftica, no cree neeesario siquiera eitar el libro que

estamos prologando; que es, empero, el de nervaje mas propia-

mente politologicc y socio16gico de cuantos ha escrito el contro-

vertido filosofo frankfurtiano. La virulenta invectiva dirigida

contra Habermas por Hans-Jtirgen Krahl -recogida en un li-

bra de postuma aparici6n-,1 por otra parte, tampoeo muestra

mucho interes por ocuparse crit icamente del Haberrnas primero.

Ma.:'.es dificil entender cabalmente, y no digamos 50-

meter ~ crmca, al valedor de la «situacion ideal de dialogo»

mantc:n~~ndo ,en. la sombra aI escritor de Historia y critica dela optnton. publica [HCOP]; 10 impide la circunstancia de que

en esta obra cuajan definitivamente las motivaciones centrales

del autor y se constituye asi en suelo nutricio de posteriores

~esarrollos. p_or anticipar condensadamente la opinion de quien

firma estas hneas: el decurso intelectual de Jiirgen Habermas

e~~a ya en cierto ~odo prefigurado en Ia temprana investiga.

...CIQIl, __Y .JantoJostmos como ...os. desa-tinosdeeU-ahabran-cte

hallar ampliado eco en la ulterior evolucion del fil6sofo. De

ahi la oportunidad de la presente edicion castellana en un mo-

mento en que la «rnoda Habermas» parece estar irrumpiendo

con fuerza en los paises de habla hispana, acrecentandosa el

interes pOT un autor cuya obra resta aim practicamenre inedita

en lengua castellana.s

I

. _ ~ocos libros tan reveladores de la epoca y de las tra-

diciones mtelectuales en que esta su autor como este que pro-

logamos. Fechado en 1961, en HCOP son perfectamente visibles

muchos asuntos que removieron el esfuerzo analitico de Ia iz-quierda en el periodo de restauracion capitalista que sigui6 a

la Segunda Guerra Mundial. Tampoco el estro filos6fico de la

Escuela de Frankfu~t escapara allector; tanto menos cuanto que

es ~a ~n Iugar comun la presentacion de Jiirgen Habennas como

el ultimo representante del movimiento intelectual organizado

4. Constituye un triste stmbolo del agotamiento de las ener-

gias revolucionarias sesentaiochescas el que ambos hayan muerto.EI berlines Dutschke, recientemente, como tardia consecuencia de

un atentado neofascista, Krahl, el bril lante y apasionado tribuno

estudiantil franckfurtes, agudo eincisivo escritos filosofico y ayu-

dante de catedra de Adorno, perecio en 1969 -poco antes que elmaestro, con el que se encontraba en abierta pole-mica al morir-en un accidente automovilistico.

5. Asl, par ejemplo, en su importante estudio sobre Hegel,The Divided Nation, Assen y Amsterdam, 1977, pp. 79, 184 Y 185, nose priva Jose Maria Ripalda de constatar en Habermas una verda-

dera identificacion can la Ilustracion, un regreso a su topica, 10 que

le alejaria del pensamiento post-ilustrado y,en particular, del socia-lista, (Existe version castellana de esta obra con el titulo de La

nacion dividida, pero no dispongo de ella en elmomento de escribir

estas lineas; Fondo de Cultura Bconomtca, Mexico, D_F.,1978) ..

6 _ Ana· de la aparicion de Theone und Praxis.

7. Hans-Jiirgen Krahl, Konstitution und Klassenkamp/Frankfurt, 1971. '

8. Par el mornento, aparte de un buen nurnero de artfcu-los y ensayos r~cogidos en obras colectivas, hay tan solo un libra de

Ha~e~as vertl~o al castellano: Problemas de legitimacion en elcaptta!lsmo tardio, version castellana de Jose Luis Etcheverry, Bue-no.s Aires, 1975. Se da, en cambio, la curiosa circunstancia de que

=v= ya _par 10 menos dos ensayos publicados en Espana quemtentan guiar a traves del laberinto filosofico habermasiano iEnri-que Urena, La teoria critica de la sociedad de Habermas Madrid

1978: y, aparecido cuando ~s.tas lineas estaban ya en impre'nta, R a u iGabas, 1. Habermas; dominic tecnico y comunidad lingiiistica, Bar.

celona, 1980.

12 1 3

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alrededor del Institut flir Sozialforschung. Mas este topico pue-

de aqui inducir a cierta injusticia y a algun error de estima-

cion: determinadas dificultades con miembros prominentes del

Institut llevaron al joven Habermas a redactar HeOp, su me-

moria de habilitacion para la docencia universitaria, no en

Frankfurt, can el critico de 1a cultura Theodor W. Adorno, sinoen Margburgo, con Wolfgang Abendroth, el respetado jurista y

politologo socialdemocrata,? Tambien con el tiene que ver la tex-

tura del presente ensayo.

Hasta el estallido de la actual crisis economica, el in-

tento de esclarecer la larga oleada de prosperidad conocida por

el capitalismo de la posguerra entretuvo bastante centralmente

.a_Joscientificosy_filos_Qfosso.ciales, y resulto.obsesivnen ....IDe..bientes de izquierda, sobre todo en los afios sesenta, Dorninaba

el panorama la impresion de que la civilizacion industrial es-

taba evolucionando en un sentido y con unos rasgos bien dis-

tintos de los que caracterizaron el desarrollo y la naturaleza

del capi taltsrnc decimon6nico estudiado por Marx. Ese apercu

solia elaborarse intelectualmente entroncando con investigacio-clones de la entreguerra, sefialadamente con la obra de sociolo-

!!:osde la economia norteamericanos. como Thorstein Veblen 0

Adolph A. Berle." Comun denominador de esos autores habia

sido la descripcion y el analisis de las consecuencias sociales

generales del surgimiento de las grandes corporaciones econo-

micas, can sus administraclones burocraticas internas, su staff

de ejecutivos, su organizacion cientffica del trabajo y la disocia-

cion creciente en su seno entre la esfera de la propiedad de la

ernpresa y Ia esfera de su management 0 direcci6n tecnico-or-

ganizativa, Tal fue el humus ferti lizante de las ulteriores teo-

rias sabre el «capitalismo organizado», un capitalisrno, esto es,

ya no regido -'-0 no regido primordialmente- por la dinamica

del beneficia en un contexto anarquico de mercado, sino masbien par criterios de eficiencia tecnica en un marco de compe-

tici6n oligopolisticamente restringida; un capitalismo coordina-

9. Ell. esta epoca de desgaste y trituracion del Ienguaje, en

Ia que hasta un politico de humores fascistas puede recibir el cali-ficativo de «socialdemocrata», nadie ha de tomarses ya la Iibertad

de no estar al quite de las palabras que emplea: «sccialdemucrata»

se emplea aquf en su sentido claslco, esto es, .denotando un al~politica del movimiento obrero configurada esencialrnente en el pn-

mer terciodel siglo xx.. , 10. Thorstein Veblen, Engineers and the Price System, Nue-

va York, 1932; Ado~phA . Berle, Jr./Gardner C. Means, The ModernCorporation and Private Property, Nueva York, 1932.

14

do y orientado por managers, no ya estimulado por la miope

adicci6n al beneficio de los propietarios privados. Esta genera-

Iizacion de resultados parciales obtenidos por las calas de la

sociologia economics se hizo aun mas plausible con el adveni-

miento de 10 que se ha dado en Hamar «revolucion keynesian a»,

es decir, can la instrumentacion consciente -no meramente es-pontanea, como era el caso desde el cambio de siglo- de un

conjunto de tecnicas politico-econornicas de intervencion esta-

tal en los resortes del sistema de mcrcado destinadas a paliar

los desajustes de este y/ o a cornpensar sus costes sociales, La

mas 0 menos homogenea constituci6n de Estados sociales 0

asistenciales en el mundo industrializado occidental de la se-

..gunda.posguerra·refoFzaba··todas ·estas··extendidas-convicciones·

e invitaba a una tarea cientifica empatica con las filias socio-

logicas de los afios treinta."

La investigaci6n de Haberrnas esta perrneada par este

ambiente. Pero no s610 la constelaci6n espiritual imperante en

Ia epoca es responsable de nociones muy fundarnentantes de

HeOp; pues esas nociones le han venido a Habermas tarnbien

por 1a agencia de su propia tradicion intelectual. La corriente

11. En 1941 public6 ya James Burnham su conocida TheManagerial Revolution (version castellana : La revoluci6n de los di-rectores, Editorial Huemul, S. A.jEditorial Sudamericana. S. A., Bue-nos Aires, 1957).Poco antes de acabar la guerra aparecia eI infIu-yente ensayo de Karl Polany, The Great Transiormation: The Politi -cal and Economic Origins of our Time, Boston, 1944, en e] que se

intenta estudiar (can un punto de vista bastante historico) el "co-lapse de la civilizacion decimononica». En 1959 volvfa Adolph A. Ber-Ie Jr. a la carga con su Power without Property (version castellana:Poder sin propiedad, Tipografica Editora Argentina, S. A.-TEA, Bue-

nos Aires, 1961). Y, ya en los aiios sesenta, habrian de desarrollar

John Kenneth Galbraith su concepcion de la «tecnoestructura» regi-dora de los destines del «nuevo Estado industrial» (The New Indus-trial State, Boston, 1967;version castellana: El Nuevo Estados In-dustrial, Editorial Ariel, S. A., Esplugues de Llobregat [Barcelona],

1974) y Daniel Bell su teoria del advenimiento de una sociedad post-industrial (teoria que culminaria con su monumental The Con . .ngof Post-Industrial Society, Nueva York, 1973; version castellana: Eladvenimiento de Lasociedad post-industrial, Alianza Editorial, S. A.,Madrid, 1976),en Ia que no predominarian ya los «rnodos de eco-

nornizar», sino los de «sociologizar», Junto a capaces economistas

influidos por el punto de vista sociologico (como Galbraith) 0 apotentes sociologos a los que no ha sido del todo ajena la optics

de los economistas (como Bell), se alinearon tambien en posiciones

semejantes soci61ogosmucho mas vagarosos, como Alain Touraine 0Alvin Ward Gouldner.

1~

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inclinacion a ver en la Escuela de Frankfurt tan solo a un gru-

po de filosofos y criticos de la cultura ha redundado en el 01-

vido de Ia importancia que han tenido siempre algunos cientf-

ficos sociales en la fundaci6n y en la historia del Institut. Par-

ticularmente influyentes fueron las posiciones del economista

Friedrich Pollock, objeto de la dedicatoria de la Dialectica deliluminismo de Horkheimer y Adorno. Por las mismas fechas en

que Veblen 0Berle publicaban sus consideraciones acerca del

creciente grado de organizaci6n de la vida economica indus-

trial, por las mismas fechasen que Bruno Rizzi gestaba sus

ideas sobre la burocratizacion del mundo, exponia Friedrich

Pollock sus tesis sobre el «capitalismo de Estado», Pollock se

···anim6-probablemente-·-a-·-tra-bajar-en--ese--·concepto-··como···conse c

cuencia de las controversias que desgarraron el Congreso MUll-

dial de Economistas, celebrado en Amsterdam el afio 1931,acer-

ca de la naturaleza de la crisis econ6mica en curso y de los en-

foques a sus posibles salidas. La crisis era entendida par Po-

llock como el canto de cisne del capitalisrno concurrencial tra-

dicional; y la veia agravada par la ceguera tardoliberal (del es-

tilo de la representada por un Ludwig von Mises) respecto de

la politica estabilizadora a aplicar. Una politica estabilizadora

eficaz pasaba ineluctablemente, segun el, por la «reorganizacion

completa de la eccnomia», quiza en un sentido socialista, 0 bien,

en el otro extermo, en un sentido fascista. En cualquier caso:

el mercado, como instrumento indirecto de regulacion del equi-

librio entre la oferta y la demanda, tenia que ser substituido

-10 estaba siendo ya- por un sistema de planificacion directo

controlado por el Estado, el cual era dirigido par una omnipo-

tente burocracia, fusion de la tradicional burocracia de la Ad-

ministraci6n can la nueva burocracia del management industrial.

Eso podia aclarar a la vez el empuje Iascista y el new deal roo-

seweltiano como fenomenos de epoca, y habrfa de servir luego

como primer armazon conceptual de la teoria de la convergen-

cia de las sociedades industriales avanzadas (que ve la experien-

cia sovietica tarnbien a traves de estos cristales).

La recepcion de esas tesis por los miembros y colabo-

radores no economistas del Institut no fue homogenea, aparte

de que en su entorno trabajaban economistas, como Henryk

Grossmann, radicalmente opuestos a elIas. Pero en 10 que a

Horkheimer y Adorno hate, fueron sin ninguna duda determi-

nantes del proceso intelectual posteriormente seguido." La con-

elusion era obvia: la vida econornica, los mecanismos de acu-

mulacion y valorizacion del capital que la aliment an, habia de-

jado de ser import ante para entender el mundo en que vivirnos:la politica de las burocracias, dispuesta segun los moldes de la

«razon instrumental» cientifico-tecnica tornaba ahora el relevo.

Si ya las primeras generalizaciones a partir de resultados frag-mentarios obtenidos por la sociologia economica empfrica nos

resultan hoy un si es no es incautas, y todavia menos cautelosa

puede parecernos la ambiciosa teorizacion del econornista Po-

llock, la desmedida extrapolacion a que procedieron Max Hor-

kheimer y Theodor W. Adorno adquiere dimensiones grotescas:

en 1a Diaiectica del iluminismo se reconstruye ya la entera his-

.toriade Iacultura-raeterial-y espiri tual-burguesaalhilodeI .des-

pliegue de la «raz?n instrumental». -En una operacion que, di-

cho sea de paso, mstruye mucho acerca de los habitos intelec-

tuales predominantes entre filosofos especulativos.

_~ Aunque heredero de esta linea de pensamiento, el . 1 0 -

ven Habermas demuestra estar bastante mas libre de especula-

Clan poco fundada -0 fundada en motivos primordialmente Ii-terarios- que sus maestros frankfurtianos. A juzgar par la== con que esta impuesto en conocimientos legales y cons-

titucionales, es verosimil que la solidez cientifica de jurista y

politologo de Wolfgang Abendroth Ie haya influido beneficiosa-

segurarnente el hecho de que sus ensayos fueran de diffcil accesohasta que Helmut Dubil hizo una manejable cornpilacion de los mas

significativos: Friedrich Pollock, Stadien des Kapitalismus, Munich,

1975.Por 10 demas, bien puede afirmarse que las tesis de Pollock

dividieron de un modo definitive a los rniembros de la Escuelasobre todo a partir de una eontroversia habida a comienzos de Iosaiios cuarenta en el Institute of Social Research (que era como se

llamaba en el exilio norteamericano) sobre las relaciones entre eco-nomia y politica. Neumann, Gurland, Kirehheimer y Marcuse com-ponian un frente; el mismo Pollock, Adorno y Horkheirner, el otro.De poco sirvio que Neuman, el refinado jurista estudioso del nazis-mo, probara que en el curso seguido por las «corporaciones auto-gestionadas» creadas por los nazis para controlar la economia, cor-poraciones a las que fluian los respectivos pinaculos de la buro-

eracia estata] y del management industrial, se invirtio completa-mente la originaria intencion de control: los controladores politicosdel Estado acabaron siendo totalmente controlados por los represen-

tantes de los monopolios industriales. De poco sirvio: los frentesde disputa se habian ya estabilizado para siempre, dando Iugar auna «izquierda» (por la que en aquellos momentos se distinguiaNeumann) y a una «derecha» (capitaneada por Horkheimer) frank-

furtianas.12. Una de las causas del frecuente olvido en que tienen

a Pollock los eriticos y estudiosos de la Escuela de Frankfurt es

16 17

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mente. De Abendroth viene seguramente tambien el refinado

designio politico socialdem6crata de HCDP , la predisposicion,

esto es, a ver en las sociedades industriales constituidas por el

Estado social un marco que ofrece la posibilidad de una trans-

formaci6n socialista. En fin: la sensibilidad historica -que es

una de las .cualidades mas notables del presente libro-, proce-

dente de los frankfurtianos y del maestro herrneneutico de

Habermas, Hans-Georg Gadamer, posiblernente se ha robuste-

cido y posit ivizado tambien en contacto con el politologo (autor

a su vez de trabajos historiograficos). Pero tampoco hallo en

el, a 10 que se ve, instrumentos analiticos que le permitieran pe-

netrar en la naturaleza de la vida econ6mica; las referencias

econ6rnlcas·soll c o n · f r e · c u e n c i a o jjlicuasalasiirifbfrafadoy ·es~tan inspiradas siempre por el pun to de vista histori co y sociolo-

gico. La compacidad propia del razonamiento teorico-econornico

es ajena a este ensayo, incluso cuando parece ineludible, como

en varies pasos de su ultimo tercio.

el Estado), es 10propiarnente denotado pur la categuria «publi-

cidad burguesa». En Ia medida en que el Estado liberal de De-

recho habra de legitimarse ante ella, acabando por incorporarla

a sus tareas legislativas, la nocion se convierte en un elernento

central de la teo r ia politica moderna. La base social originaria

de la publicidad burguesa Ia arroja un publico compuesto por

pequeiios propietarios privados que convierten su esfera pri-

vada en objeto de comun raciocinio. De la mas intima esfera

familiar extraen la sabiduria psicologica que trasladaran lite-

rariamente a publicidad. Su vocaci6n de ciudadanos activos en

el plano de la publicidad polit ica, de otro lado, esta alentada por

su insercion como propietarios privados en la esfera productiva

···Csegun·el-c-elebreideoiogel1m:·de -Mandeville: .«private vtces,pu~

blie benefits»). Habermas repasa las Iases evolutivas de la publi-

cidad burguesa y de su base social, y somete a critica varias

teorfas politicas tipicas de esas fases.

La publicidad literaria y politica constituida nor el ra-

ciacinio publico de propietarios -privados instruidos puede man-

tener la ficcion de su general accesibilidad mientras no se de-

rrumba la ficcion socioeconomica pretextada, a saber: la idea

de que la sociedad civil burguesa esta tendencialmente asentada

sobre un ordre naturel que posibilita el igualitario y universal

cumplimiento de los requisites irnprescindibles para acceder a

la publici dad politica: la propiedad privada y la instruccion, La

irrupcion, tan caracteristicamente decimononica, de las masas

desposeidas e iliteradas en la pubJicidad burguesa viene a ser

el marbete empleado por Habermas para indicar la entrada en

una nueva etapa de conformacion de la public idad. Ocurre ahora

que el entero orden politico-social burgues se ve arnenazado en

sus rakes por la nueva situacion, -Habermas resume las ideas

del joven Marx al respecto.- De ahi la terminante reaccion con-tra la crecientepreeminencia de la opinion publica perceptible

en los clasicos de la doctrina liberal: Habermas dedica un fe-

liz paragrafo a Ia diseccion del pensarniento politico de Mill y

Tocqueville. Se enfrentan estes, en substancia, elitariarnente a

la inopinada extension del ambito de la publici dad politica: su

invasion plebeya arruina la posibilidad de un gobierno y una

legislacion competentes: Ia vida politica anda henchida de de-

II

HCDP contiene un diagnostico de la sociedad industrial

constituida por el Estado social, y casi se atreve a un pronos-

tico. EI modo de elaborar el diagnostico es esencialmente his-

torico-genetico: la observacion de la evolucion de la publicidad

burguesa hasta nuestros dlas sirve a la interpretacion de sus

actuales tendencias conflictivas. La publici dad burguesa es con- .

oebida como un ambito caracteristico de la era del capital. Can

el desarrollo historico de la cultura material burguesa tiene Iu-

gar la progresiva emancipaci6n del trafico economico entre los

hombres respecto de las ataduras del poder politico publico. Enesa esfera tradicionalmente privada del tejido econ6mico va

abriendose paso un ambito «social>, -independiente de y hasta

enfrentado a la autoridad publica- que reune los comunes in-

tereses -0 intereses «publiccsv=- de los sujetos privados en 10

tocante a la regulacion de su trafico mercantil y a su posicion

ante el poder politico. Ese ambito «social», encargado de me-

diar entre sociedad civil y Estado, de hacer valer las necesida-

des de la sociedad civill3 [rente al Estado (y luego tambien en

13. La misma aparicion del concepto de «sociedad civil»

en los teoricos politicos europeos de los siglos XVI y XVII, recupe-rando la idea romana de societas como asociacion privada y reco-

giendo el antiguo eco denotador de Ia ley civil en el derecho privado

romano clasico, es suficientemente ilustrativa de los cambios socia-

les que se estaban imponiendo. Pues se trataba de un eco perdido

en el medioevo: "civil» tenia por esa epoca connotaciones de bajezay el significado de vileza, como esta documentado para el siglo XVI

hispanico por el celebrado Didlogo de la lengua (edicion al cuidado

de Jose F. Montesinos, Madrid, 1928,p. 189) de Juan de Valdes.

18 19

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magogos de baja catadura, can tan poea instruccion como es-

cnipulos, y sin embargo capaces de gran audiencia, EI formal

igualitarismo cobijado par el principia de la publicidad burgue-sa impide distinguir entre el demagogo populista y el estadista

de amplias miras, y tanto mas grave es la eosa euanto mas a?-cho el portal de entrada a Ia publicidad politica burguesa. Mill

no comete el anacronismo de reclamar el atrancamiento de ese

portal; exige antes bien un escalonamiento jerarquico en el

recinto mismo de la publicidad, algo as} como una restauracion

de la «publici dad representativa» preburguesa (segun el Iexico

de Carl Schmitt, recogido por Habermas), en virtud de la cual

ne-pednan-las- gentes sencillas.juzgar de.Jos program as .y.Iasdecisiones de la minoria instruida llamada al ejercicio de la

politica profesional, sino s6lo de los personajes en sf, de sus

curiosidades biograficas, del papel que «representan» ante el

publico; que no tendria que opinar ya del texto representado

y escenificado por esos actores, sino solo de las tablas y las

maneras de ellos. Aconseja Mill: «el publico deberia limitarsea convertir en objeto de su juicio, par 10 comun, mas al ca-

racter y a los talentos de las personas a las que llama para que

se ocupen de estas cuestiones, en vez de las SUYaSpropias, que

a las cuestiones mismase.P Esa tendencia ideal a la «refeudali-

zacion» de la cultura politic a burguesa rnadura ha hallado un

cauce de realizaci6n en el ulterior desarrollo hist6rico del ca-

pitalismo hasta convertirse en una de las tendencias material-

mente tangibles de las sociedades altamente industrializadas de

nuestros dias.En su tercera fase evolutiva relevante, se ha vista can-

dicionada la publicidad burguesa por el socavamiento de la

base de la publicidad literaria y el surgimiento de un publico

consumidor de cultura, engendro de la penetraci6n de las leyesdel mercado en la esfera intima de las personas privadas y de

la consiguiente aniquilacion del hogar tradicional del raciocinio

burgues. Eso por un lado. Por el otro, esta el hecho de que la

estructura social antag6nica fnsita al capitalismo impele cada

vez mas a la organizaci6n de los sujetos privados segun las

orientaciones de sus intereses, con 10 que el publico de perso-

nas privadas polfticamente raciocinantes se ve tambien conde-

nado a la extinci6n; en su lugar aparece un conjunto de insti-

tuciones (partidos politicos, organizaciones sindicales, asociacio-

nes corporativas, uniones patronales, etc.) que cargan can las

tareas de mediaci6n entre la sociedad civil y el Estado. Los in-

14 . Citado en la pagina 16 8 del presente libro.

20

tereses privados antag6nicamente organizados toman al asalto la

publicidad politica,

El escenario, cormin a ambos fenornenos, esta definido

par 10 que Habermas llama «tendencia al ensamblamiento de

esfera publica y ambito privado». EI Estado, crecientemente ur-gido a compensar los intereses en pugna que ahora maculan

la esfera de la publicidad politica -ante la cual, segun el viejo

designio constitucional del Estado de Derecho esta obligado a

legitimarse-, no puede resistirse a una intervenci6n cada vez

mas directa sobre los rnecanismos reguladores de la vida eco-

nornica y social. -Con acribia de jurista, rastrea Habermas esa

transfnrmacion __e laiactividad del Estado enjaevolucion ..de . .

las concepciones y las practicas legales, sefialadamente en la

evolucion del derecho privado burgues en su relacion con las

instituciones de derecho publico.- Tarnbien, al reves, las ins-

tituciones tradiclonales de la esfera privada del capitalismo con-

currencial van haciendose con tareas antes reservadas a los po-

deres publicos y contagiandose de su pathos burocratico-admi-nistrativo. Las empresas capitalistas cornienzan ya al romper el

siglo a desprenderse de su inveterada vinculacion al reducto de

Ia privacidad; el trabajo, la profesi6n, van adquiriendo una di-

mension publica, y aparece eI tiempo de ocio como su contra-

peso privado. Pero no es poco precaria esa privacidad, comple-

tamente invadida como esta por la industria de los medios de

comunicaci6n y la propaganda comercial pertrechada can las

tecnicas de las public relations. Habermas persigue estilizada-

mente la historia de los medios de comunicaci6n, particularmen-

te Ia de Ia prensa peri6dica, en su articularse con la puhlicidad

burguesa y can las determinantes sodoecon6micas de esta, Re-

cuerda que el reclamo publicitario no es inherente a Ia natu-

raleza misma de la cultura material burguesa y vincula hlstoricamente su aparicion al surgimiento de dificultades serias de

reaIizaci6n del beneficio en un contexto de oligopolizaci6n in

crescendo del mercado.

Las tecnicas de las public relations resultan bastante

esenciales para entender 10 que Habermas califica como incli-

nacion a Ia «refeudalizacion» de Ia sociedad industrial avanzada.

Esas tecnicas, a diferencia de los anuncios comerciales decimo-

n6nicos, evitan a toda costa Ia presentacion de la propaganda

comercial como si estuviera movida por un interes particular

(el interes de dar salida a una mercancfa), travistiendo las ge-nuinas intenciones privadas del publicista can ropajes de inte-

res publico: el producto es ofrecido como si fuera de interes

general y como si no moviera otra cosa a ofrecerlo que el in-

21

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teres general; fingen, esto es, tratar a su publico como a un

publico de ciudadanos, no de consurnidores. Y asi se ven las

instituciones politicas y sociales de nuestros dias constreriidas

a proceder analogarnente, con resultado invert ido: los ciuda-

danos son tratados como consumidores. De ahi la conversion

de la vida politica conternporanea en un asunto de marketing

en el que nada importan los principios, los programas ni las

intenciones de las varias politicas, sino merarnente su imagen

de rnarca, sus apices venales. Habermas picnsa que el mundo

mental de las public relations -vehiculado por los medios de

cornunicacion de masas- se ha convertido en una rcalidad subs-

tancialmente configuradora del actual desgozne de la publici-

..dad hlirguesa;Fdesu·fegiesf6iia [ormasprehiirguesas ·(k"rlt.I~

blicidad representativa», basada antes en el aura personal del

dominador que en Ia moderacion y racionalizacion del ejercicio

del poder politico a traves del raciocinio de un publico, que,T " , , - . . 1 " ' " 1£10. P T T " l I o ; S " , ~ct6. "/~ rnnlnlpi:::anlPntp tJrrllin.ndn COnl{) rnn,f';C"lIen-y_.& ~ _ ,]- - ~£~rL- - ~ ~ £ _ -. - ~ -- - - - - -- - - - -- - - - ~ ~ - ~ - - ~ ~ - --

cia del quebranto de su intirnidadyprivacidad. EI lugar delraciocinio publico 10 ocupa ahora 13 aclarnacion plebiscitaria

de la masa.

III

No pasara inadvertida la impronta frankfurtiana de

esa manera de ver las cosas. Es bien notoria, por 10 pronto, en

el aristocraticismo cultural, en la tendcncia, en el fondo, a con-

templar la irrupcion de las masas en la pub!icidact (Iiteraria y

politica) como uno de los agentes de la ruina de los admirados

ideales ilustrados, y entre ellos, el del principio de publicidad.

Claro es que este elitismo es mucho rnenos grave en el Haber-mas de HeOp gue en el Adorno critico de jazz. Pero aun asi

no es tangencial a la confeccion misrna del ensayo: todo ocurre

como si al margen de la publici dad burguesa no hubiera exis-

tido una s6lida y robusta publicidad plebeya; la que perrnitio

pensar al joven Marx en la clase obrera industrial como un

elemento que estaba y no estaba en Ia sociedad civil burguesa.

Ahora bien: la industrializacion y el desarrollo capitalistas han

acabado par destruir en buena medida esta publicidad plebeya

15. No podra negarsele al rnenos solidez filologica a este

aserto : «publicidad», que aun en el castellano de haee un sigloreferfaexclusivarnente al estado y Ia calidad de la vida publica, ape-

nas significa hoy otra cosa en el idioma corriente que propaganda

cornercial, reclamo publicitario.

2 2

a proletaria; y ese es uno de los datos mas importantes que con-

viene registrar cuando se quiere explicar la facilidad e impuni-

dad con que avanza la tendencia manipulativa, muy agudamente

descrita por Habermas, en la publicidad politica del presente,

El dejarlo fuera de su campo de vision no puede menos de

mermar el alcance del penetrante diagncstico.ls

Tarnbien resulta apreciable esa impronta frankfurtia-

na en la afici6n -muy acusada en el ultimo Horkheirner-c- a

espejear filos6ficamente el ideario burgues dieciochesco, afi-

ci6n que acostumbra a desembocar en los maestros frankfur-

tianos en una pesimista est imacion crftica (de cufio rornantico)

de las presentes realidades y en una invocacion de ]0 «entera .

meriie6fro»-com6fiansCerideiiie refiigi6de la··pasividacfp6H-

tica a que fuerza la futilidad misma de la accion. No es este,

empero, el casu del joven Habermas: el contra pone a aqueJta

tendencia resueltarnente regresiva descubierta en la publici dadnnHti,...-: : ., rlp 1~1ii:: ~('\riprhlr1pc::: lnr111l;;t~h"&;: ("l\n~titl1irl~c: n .-.r p l P oI;;:t .::J_,t'_ _ .._ ._.....,-----~ ~~~--~~- -----~ -~-.~-.----- l"""-~ ~ ~~--

do social otra tendencia que, de imponerse, abrirla el caminoa una sociedad socialista, colmando el ideal emancipator io con-

tenido como promesa en el principio de la publici dad burguesa.

La realidad de esta contratendencia no parece, desde luego, tan

s6lida como Ia de su prepotente competidora. El que nuestro

autor, de todas formas, se esfuerce en hallarla obliga a pensar

en la influencia politica del socialdernocrata Abendroth, y el

modo como nos la presenta es muy caracteristicc de un estilo

intelectual que, con los aries, habra de acentuarse:

"EI cambio de funcion que en el Estado social experimen-tan los derechos fundamentales, la transforrnacion del Estado libe-

ral de Derecho en Estado social, en general, contrarresta esta ten-

dencia efectiva al debilitamiento de la pubJicidad como principio : el

mandato de publicidad es ahora extendido, mas alia de los organos

estatales, a todas las organizaciones que actuan en relacion al Es-

tado. De seguir realizandose esa transformacion, reemplazando a unpublico -ya no intacto- de personas privadas individualmente in-

sertas en el trafico social, surgiria un publico de personas privadasorganizadas. En las actuates circunstancias, solo elias podrian part i-cipar ejectivamente en un proceso de comunicacion publica, valien-dose de los canales de la publicidad int e rna a los partidos y aso-ciaciones, y sobre la base de la notoriedad publica que se impon-

16. Estas limitaciones de HeOp han sido criticadas parW. Jager, ( jf fentIichkeit und Parlamentarismus, Stuttgart, 1973; tam-

bien, mas indirectamente, por A . Kluge/D. Negt en (jffentlichkeitund Erjahrung. Zur Organisationsanalyse von biirgerlicher Ulld pro-

letarischer Dffentlichkeit, Frankfurt. 1972.

2 3

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dria a la relaci6n de las organiza -iones con el ES,t~do y entr~ ellasmismas. El establecimiento de compromisos P?h~ICOS;endna quelegitimarse ante ese proceso de comunicacion pubhca.» [El subra-

yado es del autor.]

Adviertase que a la tupida y profunda raigambre so~ial

y economica de la tendencia regresiva no pu:de Habermas SI~O

enfrentar el «mandata de publicidad», que I~onna ~l Es~a 0

liberal de Derecho, ampliado por el Est~do. SOCial,«mas ~lla de

los organos estatales, a todas las orgamzaclOnt;s. que a~tuan e~

relacion al Estado». La clasica utopia ,estrateglca soclaldemD-

. crata, basada-en laobliter_aci(lIlcl.el(;l3:rac~~~_dedase ?el Esta-

do burgues, salta a la vista de. ~ modo m~n~s llamatlvo, pero

acaso mas instructivo, en el slgUlente pasaje:

«Caracteristico de la evoluci6n del Estado social es que la "• ••.• __~ __ l~~ ;,.,t"rupnciones en las rentas y en las

diferencla cualltauva ;::ULlC "'~ •••• __ . ----. l' . .

fortunas por una parte,yen la disposicion so~re a propleaa

a

,or la ~tra vaya convirtiendose en una diferenCla meramente de;rad~. de ~odo que incluso la gravacion fiscal -!mede llegar a con-

~~~tir~een un instrumento de control de Ia p10pledad privada. Pe;o

el Estado fiscal s610 se convertiria definit lvamente en ~a SOCle-

dad estatal si todo poder social un poco re~eyant;7~~htlCamente

estuviera tambiensometido a control democrattco-»

No hay que ser marxista para saber que el ~stado fis-

cal 0im ositivo esta estructural y funcionalmen~e vm~u~a.do a

los meca~ismos de acumulaci6n del capital y, asi, l~poslbl11tado

como organizador directo de la acti~~dad prod~c:1Va. -La ~,o-ci6n de «Estado fiscal» y la aclaracion de suoIntima conexion

con la vida economica burguesa proceden preclsam~~te. del con-

servador Joseph Alois Schumpeter.- La poc~ famlhand~d .conel instrumentarium analitico de los economls~as -,academlcos

. .dio a Habermas atisbar rnucho mas alla de .un ho-~ : o ~:r:~inado por los teoricos (principalmente soclolo~oS

de la economia y del derecho y filosofos ~orales). del «capita-

lismo organizado». En Keynes mismo hubler~ ~odld~ ap~ender

que el intervencionismo estatal tiene unos Iimrtes hlstoncos Y

economicos irrebasables.18

17. P. 257.17bis Pp. 255-256. .18 s'chumpeter acun6 la noci6n de «Estado fiscal» en su

'do o~usculo Die Krise des Steurstaats, Leipzig, 1918.~B:~yuna

~~:~~i6n reciente en: R. Goldsche~d/J. S. Schumpeter, Beltrage zu~politischen 6korlomie der Staatstmanzel1, Frankfurt, 1976, prepara

24

IV

La intensa gravedad y el alcance planetario de la crisis

econornica que atraviesa de nuevo el sistema productiva capi-

talista desde comienzos de Ia decada de los setenta estan con-

tribuyendo en buena medida a la remocion del panorama de lasciencias sociales en los ultimosafios, Poco han tardado en desa-

parecer las versiones mas apologeticas (0 ingenuas) sabre el

«capitalismo organizado» que nunea [amas habria de conocer

crisis economicas, y las teorias de la «sociedad postindustrial»,

segun las cua1es la dinamica de 1a busqueda imperativa del be-

neficia habia dejado de ser un rasgo relevante de las socieda-

des avanzadas de nuestros dias, apenas consiguen hacerse air,

cua:ndonouptan=yesteesnormalmenteelcaso···desus-repre •... .

sentantes menos garrulos-> por un prudente y expectante silen-

cio. A ello contribuye tanto un renacimiento, importante y evi-

dente, de las investigaciones economicas mas 0 menos tradicio-

nalmente orientadas en el marxismo, cuanto, y sobre todo, una

creciente alineacion de los economistas academicos en posicio-nes neoclasicas (en 10 que a la comprension de los fenomenos

hace, no menos que en las pohticas estabilizadoras propugna-

das): el griterto de las herederos de Ludwig von Mises, por as!

decirlo, sofoca las timidas protestas de los descendientes de

Friedrich Pollock." E1 Estado social ve amenazada su apoyatura

da por Rudolf HickeL) La ajenidad respecto de la 6ptica de los eco-nomistas, a pesar de la segura influencia en Habermas de un juristay politologo tan solido cientificamente como Abendroth, no resultadernasiado extrafia si se recuerda el escaso interes por la econornia

de los juristas positivos de tradicion gerrnanica. Del mas grande deellos, del genial Kelsen, es Ia siguiente afirmaci6n expeditiva : «Y noparece imposible

queel fascismo,

la forma poHticaadoptada

porla

burguesia en la lucha de clases, se revele en ultimo termino como la

via adecuada para imponer una econornia colectivista dirigida y pla-nificada -en 10 que consiste 1a medula del sociallsmo=- en lugar

de 1a anarquia economica del capitalismo [... I . e incluso cabe afir-

mar que Ia burguesia constituye una condicion mas favorable parael logro de esta misi6n, ya que el proletariado no dispone, natural-mente, del gran numero de fuerzas cualificadas que se requierenpara efectuar el paso de una a otra forma de produccion.» (HansKelsen, Teoria general del Estado, version castellana de Luis LegazLacambra, Mexico, 1979,p. 469; la edicion original es anterior a Ia

Segunda Guerra Mundial.)19. No es exagerado decir que, respecto de la comprension

de 10 que esta ocurriendo hoy, hay ahora bastante mas claridad y.

acuerdo, entre economistas de muy distintas tendencias, de los,que

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-cimientos no parece haber tenido nunca- y se tarnbalea ya

hasta la veleta. Los hilos del tejido legal que Ie arropo (tan Ia-

boriosamente seguidos por Habermas) no estan hoy, en su gran

parte, menos conminados a remadejamiento: bas.te aqui con

consignar la seria hostigacion jurtdica de que .es objeto en nues-

tros dias el derecho laboral producto de decemos de luchas obre-ras. De las dos tendencias contrapuestas por Habermas. en su

diagnostico, una, la manipulativa y disol~toria, la regresiva ha-

cia formas de «publicidad .representatrvae preburguesa (tan

oportunamente recreada por Haberrnas ~n Ia vocacion teatral

de Wilhelm Meister), siguc plenamente vigente en las demoera-

cias parlamentarias oecidentales; hasta po~ria decir~e que. al-. d.I bl h e solo unos anos· rmen-...canza ...hoy.una ..plenitudJrnpensa .. e.. a.c..............-.._--, ..,.-...

tras un mediocre actor hollywoodense -que es ademas uncotizado modelo de spots publicitarios televisivos- llega a pr.e-sidente de Estados Unidos, un conocido comico, reline -sm

programa politico alguno- eerca del 15% de las intenciones.,..... ... r __~ "I ~~~~.~ ~~--!-..l- ....._- 1 1....

de VOIOael electoraco trances a1 i:lIlUUL:lO:U !:IU t.:<U!U!U<1LU<L <L•.,.

presidencia de la Republica. La contratendencia apuntada porHabermas en cambio, aparece aun mas claramente a la luz de

"h"T'''' {'n~" ]" I111P siemnre fue: buena intenci6n normativa del

;~;~;, d~~;r~;i;t;- d~-~a~ce material visi~~e de re~lizaci6n.

Es tipico de 1a posterior evolucl~n de .~urgen Ha~er-

mas el ir cargando las tintas en la «buena mtencion norma~lva»

en detrimento de Ja exploracion de su posible encauzamiento

hubo en los afios treinta, Los keynesianos mas mteligentes hace mu-

cho tiempo que han entendido que el analisis del maestro «estaba

estructurado en terrninos de un periodo muy corto en el que el acer-

vo de capital y Ia tecnica de producci?~ estan dados» (Joan Ro-

binson La acumuLaci6n de capital; version castellana de Edmundo

Flores: Mexico, 1960,p, 7;.la edici6n original inglesa es. de ~9¥,!: 10que en plata quiere decir que este analisis es mas bien inutil en

una' epoca, c~mo la nuestra, de reyoluc~?n tecnologic.a acelerada y

denecesidad de renovacion del capital flJo. Can ~os ~Jos.I?uestos enelloinsisten los neoliberales a LaFriedman en la mevltabl.hdad: p~rahacerf'rente a esas necesidades de renovacion, de reduclr. d.rastlca-

mente. el gastopublico, 10 que ~mplic.a(aunque no eS 10 .umco queimplica).el. final del Estado asistencial. Muchos econornistas m~r-

xistas ' tratan de acoplar la teoria de las ondas largas de Kondratief

(.recuperadas tambien ahora, curiosamente~ par el conservador ~os-tow) a .la hipotesis de los ciclos de renovacion estf1:Ictural del capital

fijo, y otros trabajan en la pron:e.tedora perspectiva qu~ ab_r~a Ia

investigaci6n .economica .el analisis de Ia mternaciOna~lzaclOn de!capital 'yde la nueva division internacional_ del t rabajo que esta

surgiendo,

26

material. ~so puede observarse bien atendiendo al espectro de

preocupaciones y procedimientos inteJectuales determinantes

del curso seguido por nuestro autor desdc mediados de : los

sesenta. Apenas ha vuelto sobre los ternas sociolozicos histo-

ricos, jurfdicos y economico-sociologicos que comp~nen' buena

parte del transfondo de HCOP. -Y cuando ha vuclto, ha sidomas para explicitar puntas de vista implicitos en HCDP que

para proseguirlos cririca 0 autacritjcamente.-~() Los proyectos

esboz~dos par Jiirgen Habermas en los ultirnos lustros pueden

reducirse, en subsrancia, a tres: la cru ica de la filosofia de l co-

nocimi~nt~,2l la construccion de una t eor ia de Ia competencia

comurucauva 0 «pragrnatica universal» 22 V Ia «reconstruccion

...del-material-i·smo· his-t6rico»Y Desdeluego . q U e · todos" t i e n en q u e~er con arnbitos problernaticos y con motivos ya presentes en

HeOp (de ahi la significaci6n de esta obra en la produccion

global de Habermas), pero el estilo intelecrual ha experimentado

un desplazarniento hacia la espcculacion filosofica Oill" irnnidl-'

o dificulta Ia discusion de otros ternas v asuntos bicnesenciales

a fa investigaei6n juvenil, ~En la Reconst ruccion del mat erialisino historico, par

{nm~l" II-: '-: :tor .:: .- 1"..", +-.. . . . aticamern ~ .... -I--"<~,~~ vB 'u L<;m<1L1L:<t rene mas atln a nrusen te ensayo se

propene Habermas una tarea que, en verdad, por la desrnesura

de su intencio.11 (y por la precariedad del material ernpirico y

de las herrarnientas conceptuales disponibles), s6Jo un filosof'o

optimistamente tradicional podria proponerse: disefiar una teo.

ria de 1a evolucion social. No dejan de ser significativas las

. . 1 . ..

• 20. Asi, por ejemplo: en Theorie lind Praxis, Franckfurt,

1?72 , ~p. 238 y ? s . , . declara abiertarnente Haberrnas que el «irrever-

SIble» l~tervenclo~lsmo. y la «definitiva» regulaci6n estatal de laeconom~a vuelve inservible no solo el instrumental conceptual de

~arx, s~no su entero programa cientifico. Analogamente bastantesanos mas tarde, en nLegitimationsprobJeme im mudernen'Staat» n

Zur Rekonstruktion des hist=rischen Materialismus, Frankfurt, 1'9;6,

p. 28~, ~a vuelto. a hablar con la misrna impasibilidad de «un sistemaeconomlc,o.relativamente imperturbado» en el que el «Estado carga

programaticarnente con una garantfa de aval para el funcionamientodel proceso econornico»,

21. Te.chnik und Wissenschaft als ldeologie, Franckfurt,1968; Erkenntnis und Interesse , Frankfurt, 1968.

22. Sobre todo, en «Vorbereitende Bemerkungen zu einer

Theori.e der kommunikativen Kompetenz», en Habermas/Luhman,Theone t}er Ge~ellschaft oder Sozialtechnologie?, pp. 10 1 a 141, y en"Was heisst Universalpragmatik >» , en K. O. Apel (ed.) Sprach prag-

matik und Philosophic, Frankfurt. 1976,pp, 174a 272. '

23. Zur Rekonstruktion des historischen Maierialismus, cit,

27

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principales influencias que ha recibido en ese empefio. En pri-

mer termino, las investigaciones piagetianas sabre la ontogene-

sis de Ia conciencia moral y del aprendizaje, par homologia con

las cuales -yaun si can ciertas reservas- quiere Haberrnas

trazar las lineas maestras de su teorfa general de la evolucionsocial. (Si ya los estudios psicologicos piaget ianos han side cri.

ticados por el caracter fantasioso de algunas de sus const rue-

ciones, nada hay que decir del intento de trasladarlos, al del-

gada hil a de la analogia, al plano del despl iegue civilizatorio.)

Luego es tambien patente la influencia del funcionalismo socio-

16gico norteamericano; no por cierto el del morigerado y sen-

sate capataz de abrade la construccion de «teorias de media

alcanee. ··(-RobertK, Merton), sino-el-del ambieioso-y espeeula-

tivo arquitecto de una teoria global del «sistema de la action

social» (Talcott Parsons). De este, en buena parte, le viene aho-

ra a Habermas la tendenda a pensar que:

«El desarrol lo de las estructuras normativas es el motorde la evolucion social, puesto que principles nuevas de organizacion

social vienen a significar t ambien for rnas nuevas de integracion so-

cial: V solo estas, a su vez, hacen posible la implementacion de fuer-zas ·p;'oductivas ya existentes, 0 el surgimiento de otras nuevas, as!

como el incremento de complejidad social.» 24

Por (,est ructuras norrnativas> ent iende Haberrnas los

ambitos del derecho y de la moral y, en general, 10 que l lama

esferas de Ia ,{interaccion cornunicativa». (Dicho sea de pasada:

con este aserto del Habermas de 1976 se aclaran en buena me-

dida las esperanzas, ya mencionadas, puestas por el Habermas

de 1961 en el evanescente «mandate de publicidad» del Estado

de Derecho.) La nocion de «interacci6n cornunicativa» procede

de la filosofia del conocimiento haberrnasiana.P y se basa ensu distincion entre «accion estrategica>' -propia de 10 que, se-

gun Habermas, configura el «trabajo s-e- y «accion comunica-

tiva» -alojada en el habitaculo de Ia «interacci6n »-, tipos de

acciones a los que sUbyacerian «intereses de conocimiento» dis-

tmtos y que, en consecuencia, darian lugar a distintos tipos de

conocimiento y racionalidad (Ia racionalidad tecnico-instrumen-

tal y 1a racionalidad herrneneurica de la praxis)," Habermas no

24_ Ibidem, p. 35 .25. Vease Technik und Wissenschaft als Ideologie, cit., pp.

6 , 2 . : . _ , y " s s .26. Habermas afiade a estos dos intereses de conocimiento

~.tecnicoyeleomunicat ivo- el «interes emancipatorio». Pero no

28

ha conseguido, par el memento, esclarecer bien el status quasi

transcendental que hay que atribuir a esos «intereses de conoci-

miento», Todavia menos convincente resulta Ia operatividad de

1a tajante diferenciaci6n categorial -procedente de Hannah

Arendt- ent re «trabajo» e «interaccion comunicativa». Cuando

Habermas intenta t raducirla a Iexico marxista, trasl adando, por

ejemplo, «trabajo» por «fuerzas productivas» e «interaccion»

por «relaciones de produccion», resulta particularmente desa-

fortunado, porque estafrnplicando 1a calificacion de la moral

o del derecho como «relaciones de produccion», La inclusion de

1a lucha de cIases en el ambito de la «accion estrategica», por

poner otro ejemplo, no es ya muy coherente con la compren-

sion-dela-«(accioncotr1uniCaffVa» comoerniotorde I i i b Is t6ria :·pero mas grave aun es que esto invite a entender (bastante de

acuerdo, por ot ra parte, con los instintos politicos juveniles dis-

tinguibles en HeOP) el Estado, el Derecho y la moral como ins-

tancias mas 0 menos ajenas a los cheques de las clases, en vez

de atravesadas por su agencia,"

t iva tampoco es cosa reciente; corren con un papel muy princi-

pal en Heop. Ya hemos tenido ocasi6n de constatar el interes

La ocupacion can problemas de interaccion comunica-

quedan bien definidos sus contornos, pues a menudo 10 declara fun-damentante de los otros dos.

27. Richard Bernstein que, como rnuchos filosofos anali-ticos post-sesentaiochescos con mala conciencia, no puede menos de

sentir simpatia por Habermas, ha criticado en cambio con rnucha

r~solucion estas ambi~edades de Ia gnoseologia habermasiana (op.

ctt., pp. 321 Y ss.), Hintikka, cuya conciencia de filosofo anali tico

parece menos atormentada, ha escrito (un poco a la diabla) una eri-

tica demoledora de este tipo de distinciones entre racionalidades :

«Razon practica versus razon teorica : un legado arnbiguo», en larevista Teorema, vol. VI, n.O2, pp. 213 a 236. Por otra parte, la

tendencia habermasiana a recoger lexico e ideas de arnbientes muy

varies (a veces, incluso, a traves de tereeros) y a intentar Iuego las

traducciones, puede gastarle brornas peores que la que hemos co-

mentado: el trabajo con demasiadas hipotesis. en efecto, puede He-

val ' incluso a la argumentacion logicamente inconsistente a contra-dictoria (no solo a la esterilidad cientifiea). Asf, par e jemplo, cuan-

do, influido por el pensamiento parsoniano, llega a formular conlexico marxista (Zur Rekonstruktion __, cit., pp. 178 y 179) que Ia

neoli tica division de la sociedad en clases y edificacion de institu-

ciones politicas estables de dominacion son anteriores a (y no con-

seeuencia de) un aumento import ante de las fuerzas product ivas;

una formula cion asf hace inconsistente toda la argumentacion, par-

que Ia existencia, por ejernplo, de instituciones politicas estables de

29

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demostrado en esta ternprana obra por Ia «participacion efec-

tiva» de las «personas privadas organizadas en un proceso de

comunicaci6n publica». Las circunstancias que hayan de permi-tir esa comunicaci6n publica autentica, imponiendose al entor-

no concitador de Ia espurea comunicaci6n manipulada caracte-

ristica de la publicidad politica contemporanea, no son bien es-pecificadas, El «mandate de publicidad» heredado del Estado

de Derecho por el Estado social requiere, ciertamente, a ello,

pero no es muy inteligible como habra de conseguirlo, c6mo

habra de hacer valer esa contratendencia idealmente prefigura-

da.28 Cuando el proseguido interes de Habermas por los pro-

blemas de la comunicacion ha fructificado en su proyecto de

«pragrnatica-universal», 0 de «teorfa-general-de Ia-eempeteneia

comunicativa», en cierto modo se ha repetido Ia situacion, Ese

dominacion, y la existencia de una casta de dominadores, presupone....::-""-_.."........""- 1..." .o...,.-:C"t-.o.~"""''; ; '''' . . . 1 . . : . 1-;:t"\ ~rnT\"""1"t~nt,Q ~VP.P~PT1tp ppnnAn-lir() (f'll)P~.1""~.l.1l-".L"" .LU AL~I.. .LI .I" _ L.I A --4 -~ l"'" "" '''' - "' " • . .. .. -~-- .. - ._ , '\-:J--

explica Ia posibilidad de que se forme una casta estable de dorni-nadores, una casta, esto es, no directamente vinculada ya al trabajo

productive), 10 que implica un incremento relevante previo de las

fuerzas productivas. Los antropologos de inspiracion parsoniana (sig-

nificativamente, no mencionados por Habermas) pueden al menos

eludir esta contradiccion, entre otras cosas, porque en su lexico no

figuran nociones tales como «excedente economico» 0 «fuerzas pro-

ductivas»,

28. Un poco despues del pasaje, ya citado, al que hacemos

referencia, se alude, en calidad de apoyatura, al topico marxista dela extincion de los antagonismos de clase como consecuencia deldesarrollo de las fuerzas productivas y de una situacion de abun-

dancia tal que haga innecesaria la disputa entre los hombres por elproducto social. La riqueza de las sociedades industriales constitui-

das por el Estado social posibilitaria la paulatina perdida de acritud

de los conflictos sociales, redundando en favor del «mandate depublicidad» del Estado de Derecho. Pero, aparte de que en la tra-

dicion marxista no vulgar jarnas se ha confiado en las virtudesautomaticas del desarrollo de las fuerzas productivas si no va acorn-pafiado de la mediaci6n de la voluntad polit ica -articulada en otro

plano: en el de la lucha de clases=-, esta el hecho economico funda-mental de que la riqueza de esos paises industriales depende en

buena medida del reparto de rentas imperiales, 10 que les situa in-mediatamente en el centro de otro campo de batalla : el de los cho-

ques de las clases y los pueblos a escala internacional. Por-Ia epoca

en que Habermas escribfa esas paginas, estaban contribuyendo ya ala prospera abundancia de la Republica Federal de Alemania, entreotros mucho mas alejados de ella, varies rnillones de trabajadores

extranjeros inmigrados a los que el Estado social aleman-occidentalno concedia

-mconcede aun__;.el mas minimo derecho politico.

30

~;

I[

[ 1 . , \ ,

proyecto de «pragmatica universal» es cautelosamente distingui-

do respecto de 1a «pragmatica empirical> desarrollada por los

herederos del legado carnapiano. Mientras esta ultima estudia

las situaciones tlpicas de un acto lingiiistico concreto contex-

tu~l~zfmdo~o psicologica, sociologica y etnologicamente: la prag-

matica ~mversal en el sentido de Karl-Otto Apel y Jiirgen Ha-bermas intenta, antes que otra cosa, explorar las condiciones

ultimas (nichthintergehbaren) 0 transcendentales de posibilidad

de .la argumentacion ~iscursiva. No es este lugar oportuno para

calibrar m las dimensiones ni los provisorios resultados de tan

ambiciosa y sugestiva tarea; pero vale la pena Ilamar la aten-

cion acerca de 10 que parece ser una cada vez mas frecuente

..constante ..delpensamiento ..habermasiano. ..I-nfluidopor-Apel ..Ha.bermas utiliza su estudio sobre la competencia comunicativa

para anticipar transcendentalmente una comunidad universal

ideal de dialogo. El a priori de la interaccion comunicativa ven-

~;f~ cumplirahora un ~Ja~eIa?aiogo al del «mandate de pu-

O~IClQaa"ampnaao por el nstado social a todas las organiza-

crones que tuvieran relevancia publica. Este a priori, constitui-do por los presupuestos transcendentales (verdad correccion

, ) . - - 1 ' ,etcetera" _e todo usc Iingiitstico, independienternente de todas

sus diferencias empiricas, anticiparia (transcendentalmente) una

situacion de comunicacion perfecta, no empafiada u obstaculi-

zada por interferencias sistematicas tales como las emanadas

de 10 que en Heap se llama «publicidad manipulativa». Apely. Haber~as extraen no pocas conclusiones de esta en aparien,

c~a sencilla construccion filosofica; entre ellas, una cuyas mag.

mtudes -muy en 1a tonica de los «desordenes filos6ficos» de

l<?sfelice~ .sesenta- no parecen arredrarles: 1anegativa a COD-

siderar valida (0, al menos, con sentido) en el terrene de deter.

minadas ciencias humanas -las basadas en «intereses» de la

praxis y en «intereses» de la emancipaci6n- la Independen-

CIa entre el «es» y el "debe» (formalizada como no-validez de

L :. 1 A - < .A_~n Ia logica deontica): 0 10que es igual, la invitaciona la comrsion de la falacia naturalista en ese terrene. (Pocas

dudas puede haber de que, ademas de Ia infIuencia fenomeno-

logica, que no siempre esta dispuesta a conceder el que las nor.

mas y los valor~s puedan c.onsidera,rse de otro modo que como

hechos de conciencia. subsiste aqui la «metafisica del desarro-

llo» de ascendencia hegeliana, y en parte marxiana aficionada

aver derivarse (sich ableiten} valores y normas de modestas

seri~s .?e hechos; las nonnas difici1mente son captadas en esa

tradicion como algo separado -0 logicamente separab1e- del

decurso del ser. El discfpulo de Habermas Thomas McCarthy

31

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10 ha compendiado can claridad e ingenuidad americanas: «EI

fundamento normativo de la teoria critica no es, par tanto, ar-bitrario, sino inherente a la estlUctura de la accion social que

ella investiga=." Se puede ahora comprender mejor el interes

habermasiano por la ontogenesis de la conciencia moral piage-

. tiana: su metodica le sirve para articular la recepcion de Hegel

y de Husserl.)Sabre si esa situacion ideal de dialogo transcendental-

menteanticipadf;l,en l!1J:e!it;r:OSc_pJ;opiossos lingiiisticos va_a des~pojarse 0no algun dia del prieto cors6 q u e - h a y I a lacefa,poco

se nos dice; menos que poco acerca de como habrfa de Iibrarse

de el, y nada sobre nuestra posible participaci6n en ello.30La

mas probable es que la respuesta a todo eso haya que busearla

antes bien.en la (C;pragmatica empirica», o en algun otro ambito

teorico menos inmaculado que el regido par los ,dntereses eman-cipatorios de conocimiento)). Haberrnas ya dejo bien sentado en

la introduccion de 1971 a la nueva edicion de Theorie und Pra-

xis -respondiendo indireetamente a los feroces envites estudian-

tiles- que:

29. T. A.McCarthy, «A Theory of Communicative Competen-

ce», en Phi losophy of the Social Sciences, p. 154. [El subrayado es

mio _ A.D.] Respecto de la metafisica del desarrollo (Entwicklung)de ascendencia hegeliana y su problematica presencia en la rneto-

dica de Marx, vease el original ensayo de Manuel Sacristan sobre

«El trabajo cientifico de Marx y su nocion de ciencia», en la revista

mientras tanto, n,> 2, 1980, pp. 61 a 96.

30. Javier Muguerza, el mismo bastante amigo de frecuen-tes visitas al templo de las situaciones ideales, no ha podido resis-

tirse a sacarle punta, con sus acostumbradas dotes para la ironia

benevola, a esta «situacion ideal de dialogo» habermasiana cornpa-

randola a Ia «cornunion de los santos». Por otra parte, Helmut

Schnelle, un caracteristico representante de la «pragmatica empiri-

ca», ha entrado polemicamente en el terreno de los transcendenta-

listas, y ha hecho una observacion aguda, que vale la pena resefiar :

si la anticipacion transcendental de una situacion ideal de dialogo

ha de deducirse de pretensiones insitas en nuestros propios usos

lingiiist icos empiricos, entonces pueden encontrarse otros conceptos

transcendentales inherentes a la comunicacion [mguis tica y contra-

dictorios del concepto transcendental de Apel y Haberrnas. La po-

sicion Apel/Habermas habria extrapolado indebidamente la «indeii-

nite community of investigators» de Peirce, convirtiendola en una

comunidad universal Y pasando por alto la ineludibilidad (<<trans-

cendental») de la existencia de diversas variantes lingiiisticas intra-

ducibles (en el sentido de Quine). Vease la contribucion de Schnelle

en el volumen, ya citado, al cuidado de Apel, pp. 394 y ss.

" « _.. de ningun modo puede la teoria, en con textos concretes

legitimar las arriesgadas decisiones de la accion estrategica.» 31 '

v

EI adentramiento progresivo de Jurgen Habermas en 10

que Arnold Gehlen, describiendo el talante intelectual imperan-

te 7n la academia filos6fica alemana durante la Republica de

W~lm;r; coneeptuo _como «aj emdad+al+murrdo» - -- (-Wel tf remd~ ' _

heit ), hace. poco probable que vuelva en su madurez sabre al-

gunas cuestiones que en 1961 deja abiertas 0sobre otras -muy

relevantes para el diagnostico y el pronostico de HCOP- que

a la }uz.de los acontecirnientos relacionados can el ciclo larf!~

economico depre~ivo iniciado par el capitalismo a comienzos

d~ la,s.setenta, exigen cuando menos revision crftica del marcocientffico en el que se insertan.v Los conflictos surgidos recien-

ternente -yrecogidos ya por la prensa peri6dica- en el Ins-

31. Theorie und Praxis, cit., p. 38.

. _ 32. De la IIl!sma epoca y de Ortega, que pocas cosas filo-s?f~ca~ tuvo. en comun c.o~ Gehlen, e,s un conocido apunte de pare-

clda~ intenciones : «~l fdosofo aleman puede desentenderse de los

destl~os de. Germama [ - - . J iQue impedira al aleman empujar su

P~OplOesquife aI, mar de ~as,e,ternas cosas divinas y pasarse veinte

a~os pe.nsando solo en 10 infinito?», Por 10 demas, las propias tradi-

Clones mtelect~a_les hispanicas dificultan la localizacion de la raiz

de~ t:onco eSI;n~ltual en que esta Habermas injerto: el cultivo ro-

mantr co ?erma~llco del e'WtgeGespriicb (de la «eterna conversacion»).

Nad~ mas ~le_Jado del temperamento espiritual del romanticismo

e~panol, decididarnente antiburgues (aunque no siernpre reacciona-

no): de. D0o.0so Co:tes es la denuncia de la burguesia como una

".clase discutidora», mcapaz de acci6n. Sobre esas diferencias advir-

t~6 ya en 1929 Carl Schmitt en su celebre Politische Theologie, Ber-

1m, 19733, pp. 75 y 5S.

.33., Revisar e~e marco y abandonar Ia teoria sociclogica

del «capitalismo organizado- son cosas que van como de la m

Los econ~mlst~s pueden contribuir a eso de dos formas: ac1ara~~~

la ~xc~pclOnahdad del largo periodo expansivo atravesado por el

capltahs~o de la posguerra, e investigando la nueva configuracion

planetaria que, puede adquirir el capitalismo tras la reestructuracion

~n curs~, dominada po: las empr~sas transnacionales, de la division

mternacl(~nal del trabajo. (No deja de ser una ironia de la historia

que precisamente e~as grandes corporaciones empresarialesconstltuyeron. el punto inicial de arranque empfrico para q~eq~~

grupo de sociologos de Ia econornia elaborara los rudimentos d 1

teoria del «capitalismo organizado», sean hoy causantes [cone s~

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t ituto Max Plank de Stanberg para Ia investigacion de las con-

diciones de vida en el mundo cientffico-tecnico, del que Haber-

mas es codirector, tienden a confirmar esa sospecha.P

Mas HCOP tiene un interes que rebasa ampliamente el

ya de por SI importante de proporcionar la clave de much~s

facetas de la obra habermasiana: cuenta, entre otras, con vrr-tudes bastantes como para convertirse en un libro inevitable

de la teorfa politica del Estado asistencial; pero es el caso que,

sin que su autor llegara a proponerselo, ni a imaginarlo siquie-

ra, buena parte de los factores regresivos diagnosticados con-servan vigencia mas alla de la era politica del ne-w deal corona-

da pot el Estado social, y aun es de preveer que se reforzara-su-peso en-Ia barbarie neolibel"al-augurada--po.rRonaId-Reagan····

y Alexander Haig. EI que parte substancial del diagnostico hayasalvado el obstaculo del marco cientffico que le circundaba 3S

asalto a los ya debiles diques de los -Estadcs sociales y sus exigen-

cias de movilidad internacional sin barreras] y promotoras [hablan-

do en crudos terminos financieros] del revival neoliberal.)

34. El Inst ituto de Stanberg consta, par asi decirlo, de dos

alas. Una de ellas, Ia originaria, esta diriglda por el ffsico VonWeizsacker y forrnada por dos equipos de economistas, un equipo

de soci6logos de la ciencia y un equipo de especialistas en cues-

tiones belicas: uno de los grupos de economistas esta compuesto

por Folker Frobel, Jiirgen Heinrichs y Otto Kreye, mundialmente

conocidos por sus investigaciones sobre la nueva division interna-

cional del trabajo. Su libro principal acaba de aparecer en ver-

sian castellana. El ala dirigida por Habermas -mas reciente y

menos articulada- esta compuesta por fiI6sofos, psicologos y so-

ciologos, Los conflictos estallaron a raiz del anuncio de jubilacion

de Von Weizsacker: el Instituto Max Plank quiere ahora disolver

el Instituto de Stanberg y encargar a Habennas la fundacion de

otro nuevo en Munich, constando el como unico director. Ent re losplanes futuros de Habermas como director esta, por 10 vis to, la

liquidacion del ala Von Weizsacker y el despido de sus cornponen-

tes par incompatihilidad en los programas de investigaci6n. En

efecto : mientras Frobel, Heinrichs y Kreye estan preguntandose por

casas tales como el excedente existente en los paises subdesarrol la-

dos del recurso hombre y de su explotacion par los paises imperia-

Iistas a traves de las empresas transnacionales, Habermas esta

interesado en interrogaciones de mas hondo calado : "iSe conver-

tira el medio vinculat ivo que es el sentido culturalmente producido

en un recurso escaso, y esa escasez, repercutira mas bien anomica-

mente 0mas bien innovativamente?» (Der Spiegel, nP 19, 1980).

35 . De ahi que, en Ia unica ocasi6n, por el memento, en

que Habermas ha intent ado encarar Ia innegable oleada neoliberal de

los ultimos cuatro aiios, haya dicho cosas agudas y de poderosa

34

aproxima a HCOP a la categona de clasico (si clasicas sonaquellas obras que se Ieen y releen can gusto independiente-

mente de sus limitaciones epocales), que sobrevivira con mu-

cho a la trivial literatura de ciencia politica que goz6 en sus

dias de mayor favor y divulgacion que el presente texto. No es

poco que de entre la futil evagacion caracteristica de nuestracultura intelectual tardoburguesa pueda redimirse a un libro

diciendo que cumple el precepto de los antiguos: inter folia[ructum.

Antoni DOMENECHFrankfurt am Main - Barcelona, diciembre de 1980

capacidad sugestiva. Por fortuna, existe version castellana de ese

texto, que es el de una entrevista concedida al semanario comunista

italiano Rinascita en 1978 (vease J. Habermas: "Crisis del capitalis-

mo tardio y posibilidades de la democracia», version de Paco Fer-

nandez Buey, en revista Materiales, n. n 11, 1978, pp. 5 a 21).

3S

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i!

Prefacio

La tarea de la presente investigaci6n es el analisis del

tipo «publicidad burguesa»."

El estilo de trabajo de Ia investigaci6n esta solicitado

por las especificas dificultades de su objeto, cuya complejidadprohibe par 10pronto el que se dote de los recursos y procedi-

mientos especificos de lila disciplina aislada. La categoria de

la publicidad hay que buscarla mas bien en el amplio campo

que antiguamente abarcaba la mirada de la «polftica» tradicio-

nal; 1 enmarcado dentro de los limites de cualquiera de las

varias disciplinas cientffico-sociales, aisladamente tomadas, nues-

tro objeto se disuelve. La problematica resultante de la integra-

cion de aspectos sociologicos y economicos, juridico-estatales

y politologicos, historico-sociales e historico-ideales, salta a la

vista: en e1 actual estadio de diferenciacion y especializacion de

las ciencias sociales casi nadie podria «dominar» varias de esas

disciplinas. par no hablar de todas.

* Se traduce aqui, siempre =-excepto en el titulo del Ii-bro-. Ia voz alemana Offentlichkeit par «publicidad». Con ella eecorre el riesgo de la mala interpretacion; en efecto: la palabra «pu-blicidad» tiene en castellano dos usos, uno de los cuales -precis a-

mente el aludido en esta traducci6n- es hoy poco frecuente. «Pu-

blicidad» acostumbra a rernitir a actividades relacionadas con elreclamo y la propaganda comercial , Aqui se intenta recuperar sureferencia, mas arcaica, al estado y Ia calidad de las cosas publicas,COIl el convencimientode que esta palabra vierte, en el presente COIl-

texto, mejor a Offentlichkeit que a «vida social publica», «opinionpublica» 0, simplemente, 10 «publico», todas ellas versiones acepta-bles, en diferentes contextos, del termino aleman. (Las notas canasterisco son siempre del traductor; las numeradas, del autor.)

37

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"

, ,i

La otra parti cularidad del metodo empleado resul ta de

la necesidad de proceder a la vez hist6rica y sociologicamente,Entendemos la «publici dad burguesa» como categoria t ipica de

epoca: no es posible arrancarla de la inconfundible evolucion

historica de la «sociedad burguesa» salida de 1a alt a Edad Media

europea, y no es posible, con generalizaciones ideal-tipicas, tras-

ladarla a constelaciones formalmente indi ferentes respecto de

Ia variedad de las situaciones hist6ricas. Asi como intentamos

mostrar que por vez primera puede hablarse de «opinion pu-

blica» en la Inglaterra de finales del siglo XVII y en la Francia

del siglo XVIII, asi tambien damos por 10 general a la categoria

de"«pu5l icmad» un···tratamientohist6rico.Con. e110_Sf!clistingue

nuestro proceder a limine del punta de vista de 1a sOclologia_-

formal, cuyo estadio mas desarroll ado suele verse en Ia Hamada

teoria estructural-funcional ista. Por otra parte, la invest igacion

sociologica de las tendencias hist6ricas se mantiene en una

etapa de general idad en 1a que los precedentes y los aconteci-

mientos son citados de modo ilustrativo, a saber: como ejem-plos de una evoluci6n social que rebasa ampliamente el caso

particular y que cia el marco interpretative de los mismos.

Del ejercicio de la historia en sentido estricto se diferencia este

proceder sociologico por una mayor Iibertad de estimaci6n

-0 a1 menos, eso parece- del material hist6rico; pero se so-

mete, de todos modos, a los igualrnente estrictos criterios de

un anali si s est ructural de las conexiones sociales globales.

Luego de esas dos prernisas metodologicas, valdra la

pena anunciar una advertencia que atafie a la cosa misma. La

investigacion se Iimita a la est ructura y a la funcion del rno-

delo liberal de la publicidad burguesa, a su origen y transfer-

macion: se remite a los rasgos que adquirieron caracter domi-

nante en una forma historica y no presta atenci6n a las varian-tes sometidas, par asi deci rlo, en el curso del proceso hist6rico,

de una publicidad plebeya. En Ia fase de la Revoluci6n fran-

cesa ligada al nombre de Robespierre, aparece una publicidad

-digamos que par un instante- despojada de su ropaje lite-

rario: no son ya su sujeto los «estamentos instruidos», sino el

«pueblo» sin instruccion. Tambien esa publicidad plebeya, que

prosigue subterraneamente en el rnovimiento cartista y en las

tradiciones continentales del movimiento anarquista, resta orien-

tada segun las intenciones de la publ icidad burguesa. -Hist6-

rica e intelectualmente es, como ella, una herencia del si-

glo XVIII.- Por eso se distingue claramente de la forma plebis-

citario-aclamat iva de la publ icidad reglamentada de las dicta-

duras de las sociedades industriales al tamente desarrolladas.

38

Amb.a~ tiene.n ciertos rasgos formales en c '.publicidad, hterariamente detenninada d om~n,. pero de lato por personas privadas r .. ,e un publIco cornpues,d aClOClllantes s di ti

e elias a su modo: como ilit d e IS mgue cada unaasi decido, Ia otra, La cOl·nIc,Ideraa una, como posli terar ia, por• 1encia de dete . d .crones plebiscitarias no puede 1 rnuna as rnamfesta-variantes de la publicidad b ocu tar el heche .de que ambas

aqui-, sabre la base de los :;.esa -des~tendldas por igual

social en los que se asienta tmJos esta~lOs de 1a evoluci6ncas diversas, n, cump en tambH~n funciones polfti-

Nuestra investigacion sorn t T...tO~!i1:>_eral~;.d~_l~publicidad bur eu:s

aes ti, IzaClon los elemen-

rnacion socIaI-estatal. ·····JL a, asi como su t rll Il sf()r~

A Ia Deutsche Forschungscrei rnei hdecer una generosa colaboraci6n Con nsc .~ft tengo que agra,

13 y 14, este trabajo ha sido p;ese t e~cepclon de los epigrafeslosofia de Maro-hl1rO-(l ('ATnro .n a 0 ~n 1a Facultad de Fi-

o--o~ -~---~memoria de catedra.

Frankfurt am Main, otona de Ji9~·

39

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I. Introdnectonr delimitacidn propedeutica de un

tipo de 1a puhlicidad burguesa

I. La cuestldn de partida

El usa lingtitstico de «publico» y «pubnctdad. denota

una variedad de signlficaciones concurrentes, Proceden de faseshistoricas diversas y, en su sincronica aplicacion a las circuns-tancias de la sociedad burguesa industrialmente avanzada y so-cial-estatalmente constituida, se prestan a una turbia conexion,Ciertamente pareeen permitir esas circunstancias -que se pa-nen a la defensiva frente al uso lingiiistico recibido- una utili-zacion tan confusa como siempre de aquellas palabras, su rna-nipulacion termino16gica.Porque no s610el lenguaje cotidianocontribuye a ello, especialmente maculado par la jerga de Iaburocracia y delos medics de comunicacion de masas; tambienlas ciencias, sobre todo la ciencia jurfdica, la politologfa y la

sociologia son manifiestamente incapaces de substituir catego-rfas tradicionales como «publico» y «privado», «publicidad»,

«opinion publica», por conceptos mas precisos, Por de pronto,ese dilema seha vengado ir6nicamente de la disciplina que haceexpresamente de la opinion publica su objeto: con la interven-cion de las tecnicas empfricas, 10que propiamente ha de cap-tarse como public opinion research [investigaci6n de la opinionpublica] se ha disueIto en una magnitud insondable, ' al tiern-po que se priva a la sociologfade la consecuencia de renunciara esas categorfas; ahara como antes, se trata de la opinionpublica.

«Publicas» Ilamamos a aquellas organizaciones que, encontraposicion a sociedades cerradas, son accesibles a todos;del mismo modo que hablamos de plazas publicas 0 de casaspublicas, Pero ya el hablar de «edificios publicos» irnplica algo

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mas que la alusi6n a su accesibilidad general; ni siquiera ten-

drian por que estar abiertos al trafico publico; albergan insta-

laciones del Estado y ya s610 por eso cabrfa predicar de ellos

Ia publicidad. El Estado es Ia «administraci6n publica». Debe elatributo de la publicidad a su tarea: cuidar del bien comun,

publico, de todos los ciudadanos. Distinta significaci6n tiene 1apalabra cuando se habla, pongamos par caso, de una «audiencia

publica»; en tales oportunidades se despliega una fuerza de l~

representacion, en cuya «pubJicidad» algo cuenta el reconoci-

miento publico. Tamblen se remueve 1a significaci6n cuando

decimos que alguien se ha hecho un nombre publico; 1a pub li-

cidad de la reputacion 0 incluso de la fama procede de otras

. . . .. .¢ po9a~,ig!!al_q)J_~_J: '! ._d_~Ja «b_ue_:nasoc_iedad~... ...._- _- .

Con todo, la utilizaci6n mas frecuente de la categoria en

el sentido de la opinion publica, de una publicidad sublevada 0

sojuzgada, implica unas significaciones que tienen que ver can

publico, can notoriedad publica, can publicar, perc que no

coincide en absolute con estos. El sujeto de esa publicidad

es el publico como portador de la opini6n publica, y Ia noto-riedad publica esta vinculada can la funci6n critica de aquella;

la nublicidad de las sesiones de lin tribunal; pongamos par

case, En el ambito de los medics de comunicaci6n de masas

la notoriedad publica ha varia do evidentemente su significa-

cion. De una fund6n de la opini6n publica ha pas ado a ser un

atributo de aquello que precisamente atrae a la opini6n publica

hacia sf: Ias public relations, esfuerzos que, ultimamente, quie-

ren decir «trabajo de publicidad», estan destinadas a crear una

tal publicity. Incluso Iapublicidad se presenta como una es-

fera en 1a que los ambitos de 10 publico y de 10 privado estan

frente a frente, A veces aparece simplemente como la esfera

de la opinion publica, contrapuesta incluso a los poderes pu-

blicos. Segun las circunstancias, se cuenta entre los «6rganosde la publicidad» a los organos estatales 0 a aquellos medics

que, como la prensa, sirven a Ia comunicaci6n del publico.

Un arullisis sociohist6rico del sfndrome significativo de

«publico» y «publicidad» podria conducir las diversas capas lin-

gilisticas historicamente superpuestas a su concepto sociologico,

Ya 1a primera indica cion etimol6gica respecto de publicidad es

rica en conclusiones. EI sustantivo se form6 en aleman a partir

del adjetivo, mas antiguo, otfentlich [publico], hacia el si-

glo XVIII, en analogia con publicite y publicity; 2 ann a finales de

siglo resultaba tan inutilizable la palabra que pudo ser obje-

tada par von Heynatz.i Si Offentlichkeit [publicidad] exigi6 par

vez primera su nombre en esa epoca, lfcito es suponer que esa

42

esfer~~ al menos en AIemania, se forma por aquella epoca y

tambien p~r. entonces adquirio su funcion: la publicidad perte-

nece, especlflcamente a la «sociedad burguesa, que, por la mis-

rna epoca, se asento como ambito del trafico mercantil y del

trabajo social segun sus propias Ieyes, Lo que no quita que

pueda .hablarse de 10 «publico» y de 10 que no es publico, de10 «privado», desde rnucho antes:

. ~e trata d~ categorias de origen griego que nos han sidotransmitidas can impronta romana. En la ciudad-estado griega

~lenamente formada, la esfera de la polis, cormm al ciudadano

hbre (koyne}, esta estrictamente separada de la esfera del oikos

e~ ~a que ca.da un,o ~a de .apropiarse aisladamente ..de .. )_~llY~......{tdza).LaV-lda-pubhea;bwspalitikos; "se- d e s e r i V i i e l v e en el

agora: pero no esta localmente delimitada: la publici dad se

C~?stltuye en la conversacion (lexis), que puede tamar tam-

bien la forma de la deliberacion y del tribunal, as! como en el

hacer cormin (praxis), sea esta Ia conducci6n df' h "'"P""'" ~

el juego pugnaz. (Para la legislacion, a menudos~~c~-d;;-f~;a;

teres, ya que, ~o pertenece prapiamente a las tareas publicas),E] or~en polftico descansa, como es sabido, en una economla

esclavista de forma patrimonial. Los ciudadanos estan descar-

g~do.s del trabajo productivo; pero Ia participacion en la vida

publica depende de su autonomfa privada como senores de su

casa . .La esfera privada no esta solamente en el nombre (grie-

go) hgada a la casa; la riqueza mueble y Ia disposicion sobre

Ja fuerza de trabajo constituyen un tan mal substituto del po-

?er sabre la econornla domestica y sobre 1a familia como, a Ia

mver~a, la pobreza y la carencia de escIavos constituyen ya de

por Sl un obstaculo para la adrnision en la polis: el destierro

la expropiacion y 1a destrucci6n del patrimonio dornestico so~

todo ~no. ,La posici?n en 1a polis se basa, pues, en la posicion

del oikodespota. Bajo la cobertura de su dominio se realiza Ia

reproducci6n de la vida, el trabajo de los escIavos el servicio

de 1a~ mujeres, acontece 1a vida y Ia muerte; el ~einD de Ia

necesidad y de Ia transitoriedad permanece anclado en las som-

bras de 1a esfera privada. Frente a ella se alza 1a publici dad

s.egun 1a autocamprensi6n de los griegos, como un reino de Ia

1Iber.t~d y de la continuidad. A Ia luz de la publicidad todo se

manifiesta tal como es, todo se hace a todos visible. En la

conversaci6n entre ciudadanos fluyen las cosas hacia el len-

guaje y ganan forma; en la disputa entre iguales sobresalen los

mejores y ganan su esencia: Ia inmortalidad de la fama.Asi

como Ia necesidad vital y el mantenimiento de 10 necesaria para

Ia vida estan pudorasamente ocultos tras los Iimites del oikos,

43

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asf tambien ofrece la polis el campo libre para la mendon ho-

norifica: los ciudadanos trafican como iguales con iguales (ho-moioi), pero todos procuran la preeminencia (aristoiein). Las

virtudes, cuyo catalogo codifico Aristoteles, se preservan tan

solo en la publicidad, alli encuentran reconocimiento,

Ese modelo de la publici dad helenica, tal como 10 he-mos recibido, estilizado par la autointerpretacion de los grie-

gos, comparte desde el Renacimiento, con todos los l lamados

clasicos, la fuerza propiamente normativa que ha llegado hasta

nuestros dias.' No la formacion que le subyace, sino el patron

ideo16gico mismo ha preservado su continuidad -una continui-

dad histcrico-ideal-« durante siglos. Par 10 pronto, estan atra-

····vesando--Ia-EdadMedialas·categol'-ias-delopublico -ylo .pri-vado en las definiciones del Derecho romano, y la pub l id dad

es contemplada en 61 como res publica. Y vuelven a adquirir

una aplicaci6n tecnico-jurtdica efectiva por vez primera con el

nacimiento del Estado moderno yde la esfera, separada de el,

de la sociedad burguesa; sirven a la autocomprension pohtica al

igual que a la institucionalizacion juridica de una sociedad civilburguesa en el sentido especifico de la palabra, Desde hace apro-

ximadamente un siglo, sus presupuestos sociales vuelven a ser

captados disolutamente; las tendencias a la destruccion de la

publicidad son inequivocas: mientras su esfera se amplia fe-

nomenalmente, su funcion va perdiendo fuerza. Can todo, sigue

siendo la publicidad un principio organizativo de nuestro orden

politico. Evidentemente, la publicidad es distinta de y mas que

un jiron de ideologfa liberal que la democracia social pudiera

arrancarse sin sufrir dafio. Si hay que concebir el complejo

que hoy, de modo harto confuso, subsumimos bajo el rotulo

de publicidad en el contexto de sus estructuras historicas, espe-

remos que sobre la base de una clarificacion sociol6~ica del

concepto podamos asir a nuestra propia sociedad sistematica-mente por una de sus categorias centrales.

2. Acerca del t ipo ptihlicidad representativa

Durante la Edad Media europea, la contraposicion ju-

ridica romana de publicus y privatusf aun cuando utilizable,

no es obligatoria, Precisamente el precario intento de aplicar

esas nociones a las relaciones juridicas de sefiorio y propiedad

de la tierra proporciona indicios involuntarios de que no se

dio una. contraposici6n entre publicidad y esfera privada segun

44

el modelo antiguo (0 moderno). Tarnbien aqui, evidentemente

una O I ; . .ganizacion economics del trabajo social haee de la casa

d~l senor el elemento central de todas las relaciones de dorni-

nIO; no obstante, la posici6n de] sefior de la easa en e1 pro-

ces~ productivo. no ~s comparable con el poder de disposicion

«privado» del ozkodespota 0 del pater [amilias. EI dominio dela. tierra (y el sefiorio basado en El) puede todavia, incIuyendo

a, t<;>d<;>sos derechos sefioriales sueltos, contemplarse como ju-

n d t : : t . l ? : pe~o no puede acomodarse a la contraposici6n de dis-

pOSICIOnprivada (domini.um) y autonomia publica (imperium).

Hay «supertoridades» bajas y altas, bajas y altas «prerrogativi-

dades», pe~? no un status fijado desde el punto de vista del

.....4_efC:~~hQnvado_apartirdelcualtuvieranaceesolaspersonas

pnvadas a la publicidad. EI dominio del feudo, plenamente for.

mad? en 1a. alta Edad Media, comienza a dar paso en Ia Ale-

ma:ua del siglo XVHI, como consecuencia de la liberaci6n cam-

~.:~~n:! l~e!!~~lige~:nien.to d.e 10.s ~eudos, a la propiedad pri-V<l.LL"; UC 1<1 rrcrra, D1 poner uomesnco no es dominio ni en el

sentido del Derecho civil clasico nl en el del moderno: Si trans-portamos esas eategorias a unas condiciones y relaciones so-

cla,les ~n la~ que no se puede distinguir entre esfera publica

y ambito privado, surgen dificultades: «Si concebimos el pais

como la esfera ~e 1.0publico, entonces nos las tenernos que ver

con un poder pubh,:_o de segunda categoria: el poder ejercido

en la ca.s~ por el se~or; que, cle:-tamente, es un poder privado

en relacion al d~l pRISal cual esta subordinado, pero que es pri.

vado en un sentido muy diferente del de la ordenaci6n moderna

del derecho privado. Asi, me parece mas clarificador entender

que las facultades "privadas" y "publicas" de dominio se me _

clan en una un~da~ inext7'icable, de modo que arnbas emana~

de un poder ull1ta~.o, estan adheridas a la tierra y pueden ser

tratadas como Iegitimos dereehos privadosss, De todo.s modos, puede constatarse una cierta coinci-

dencia e~t~e la vieja tradici6n j~ridica gerrnanica Congemeinlich

y .;undellzch, common y particular, y los clasicos publicus y

pnvatus. Aquella oposicion se remite a elementos comunitarios

elementos ~l;1ehan adquirido relieve bajo las relaciones feudale;

de produccI(~n. ~a dula es publica; el manantial, la plaza de mer-

cado,son ?ubhc::'- I?ente accesibles y de usa comun, loci com-

munes, l~Cl publici. Est~ «comun» (gemeinlich), del que arran-

ca ~a linea hacia el bien comtin 0 publico (common wealth

public wealth), esta enfrentado a 10 "particular» (Besondere/

Este Beson.dere ~~10separado, en un sentido de 10privado que,

con la equiparacion de intereses part iculares e intereses priva-

4 5

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dos, aun proseguimos. En el marco de la constitucion feudal se

refiere, par otro lado, 10 particular tambien a los distinguidos

con derechos particulares, con inmunidades y privilegios: en

ese sent ido, 10 excepcional, 10 particular, constituye la liberaci6n

respecto del nucleo de la feudalidad y con ello, al mismo tiern-

po, de 10 «publico», La coordinacion de categorias juridicas

germanicas y romanas se altera tan pronto como estas son

absorbidas por el feudalismo (el common man es el privateman), Esa circunstancia recuerda el usa lingiiistico de common

soldier * en el sentido de private soldier **: el hombre comun

sin range, sin 10 particular de una autoridad luego interpretada

ih:;s#:~W:~hj···e~~u!fliZadd~ll~:J~:iri~~~~~~:' ;~~~~~7~;~~blicare significa para el senor embargar.' En el ambivalente sig-

nificado de gemein (common, comun) como cornunitario, esto

es, accesible a todos (publico), y gemein, esto es. excluido de

derechos particulares, es decir, senoriales" excluido del ran go

(publico), se refleja hasta nuestros was la integraci6n de e:e~

mentos de organizacion comunitaria en una estructura social

basada en el dominic feudal,"No es posible documentar para Ia sociedad feudal de

la alta Edad Media, de un modo sociologico, es decir, con cri-

terios institucionales, una publicidad con ambito propio, se-,

parado de una esfera privada. Sin embargo, no por casualidad

se llama a los atributos de dominio, como el sello regio, ponga-

mos por caso, «publicos»: no por casualidad disfruta el monarca

Ingles de publicness: 9 se trata de una representacion publica

del dominio. La publicidad representative no se constituye como

un ambito social, como una esfera de la publicidad; es ma~

bien, si se permite utilizar el termino en este contexto, algo ast

como una caracteristica destatus.

Elstatus

del senor feudal,

siempre encaramado a su jerarquia, es neutral frente a los cri-

terios «publico» y «privado»: pero el poseedor de ese status 10

representa publicamente: se muestra, se presenta como la cor-

poreizacion de un poder siempre «elevadov.P La nocion de esa

representaci6n se ha conservado hasta en la mas reciente doc-

trina constitucional. De acuerdo can ella, la representaci6n solo

puede «darse en la esfera de la publicidad [,',] no hay repre-

sentacion que pudiera considerarse "asunto privado?».'! Y, cier-

tamente, 10 que pretende esa representacion es hacer visible,

* Literalmente «scldado comun», del manton, actualmentc

usado en el sentido de esoldado raso»,

** «Soldado raso».

46

par medio de la presencia publicarnente presente del senor, un

ser invisible: «,. .algo muerto, algo de poca valia, 0 carente to-

talmente de ella, algo bajo, no puede obtener representacion. Le

falta el elevado modo de ser capaz de resaltar en el ser pu-

blico, de ser capaz de una existencia. Palabras como grandeza,

alteza, majestad, fama, dignidad y honor van al encuentro deesa particularidad del ser capaz de representacion». Delega-

cion en el sentido, por ejemplo, de representaci6n de la Nacion,

o de determinados elientes, no tiene nada que ver con esa pu-

blicidad representativa, adherida a la concreta existencia del

senor y expendedora de un «aura» a su autoridad, Cuando el

senor del pais reunia en su torno a los senores mundanos y a

loSdelespifitti;If"lbscabaliefos. · · ·a· lo s · ·p r e la d o sya 16 s · e sf a~ ·mentes (0, como acontecia en Alemania hasta 1806, cuando el

Kaiser invitaba al Reichstag a principes y obispos, condes im-

periales, irnperiales estamentos y abades), no se trataba de una

asamblea de delegados en Ia que cada uno reoresentaba a otros.

En tanto el soberano y sus estamentos «son>:e l pais, en vez de

delegarlo meramente, pueden, en un especifico sentido de Ia

palabra, representar: elIos representan su dominic, en vez de

para el pueblo, «ante» el pueblo.

La evoluci6n de la publicidad representativa esta Iigada

al atributo de la persona: a insignias (condecoraciones, armas),

habitos (vestimenta, peinado), gestos (modos de saludar, adema-

nes) y ret6rica (forma de las alocuciones, discursos solernnes

en general)." Por decirlo en pocas palabras: en un codigo es-

tricto del comportarniento «noble». Este cristaliz6 a 10 largo

de la alta Edad Media en el sistema de virtudes cortesanas

una version cristiana de las virtudes cardinales aristotelicas en

la que 10 heroico templaba 10 caballeresco y 10 sefiorial. Signifi-

cativamente, en ninguna de esas virtudes perdi6 10 fisico su re-

levancia: pues las virtudes tenian que adquirir cuerpo, habia

que exponerlas publicamente." Esa representacion vale, sabre

todo, para el torneo, para la figura de la pugna entre caballeros.

Cierto que tambien la publicidad de la polis griega conoce una

escenificacion agonal de Ia arete; pero Ia publicidad de la re

presentaci6n cortesano-cabaUeresca, desarrollada mas en los

dias festivos, en las «epocas elevadas», que en los dias de audien-

cia, no constituye una esfera de la comunicacion poIitica. Como

aura de 1a autoridad feudal, es signo de un status social. Por

eso Ie falta «emplazamiento»: el codigo caballeresco de conduc-

ta es comtin a todos los senores, desde el rey hasta el semicam-

pesino caballero de un unico escudo; en ese codigose orientan

no solo en oportunidades y emplazamientos definidos, como

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«en» la esfera de 10 publico, pongamos por case, sino de con-

tinuo y en cualquier parte donde representen en ejercicio de

sus derechos sefioriales.

Solo aquellos de entre los senores que 10 son del espf-

ritu poseen, par encima de mati vas mundanos, un local para

su representacion: la iglesia, En el ritual eclesiastico, en la li-turgia, en Ia misa, en la procesion, sobrevive aun hoy la publi-

cidad representativa. De acuerdo con una conocida observacion,

la Camara de los Lores inglesa, el Estado Mayor prusiano, Ia

Academia francesa y el Vaticano en Rorna fueron los ultimos

bastiones de la representacion; finalmente, s610 Ia Iglesia ha

sobrevivido, y «tan solitariamente que quien no ve en ella sino

fachada externa esta obligado a decir, can epigramaticos~!:c<l~~

.mo,-queyase.lo-representaa la-reprtrSefilac16ii»J4-P O T -16 dernas,

la relacion entre laicos y clero muestra hasta que punto el «en-

torno» forma parte de la puhlicidad representativa y como, sin

embargo, esta tambien excluido de ella: es privada en el mismo

sentido en que el private soldier [soldado rasa] estaba exclui-

do de la representacion, de la dignidad militar, aun cuando «per-teneciera a ella». Esa exclusion corresponde a un enigma 10-

calizado en el interior del circulo de la publicidad: esta se basa

en lL."I arcanum; misa y Blblia son leidas en latin, no en el len-

guaje del pueblo. . .

La representacion cortesano-caballeresca de la publici-

dad tuvo su ultima forma pura en las cortes francesa y bor-

gofiona en el siglo XV.IS El celebre ceremonial espafiol es el f6sH

de esa flor tardia. Y en esa forma se mantendra todavia duran-

te siglos en las Cortes de los Austrias. De nuevo se forma la

publicidad representativa a partir de la cultura aristocratica

urbanamente asentada de Ia Italia norteiia tempranamente ca-

pitalis ta , principalmente de Florencia, luego tambie,n en Paris

y Londres. Precisamente su asirniIaci6n del humanisrno de Iaincipiente cultura burguesa Ie permitio conservar toda suopo- _

tencia: el mundo iIustrado humanista fue por 10 pronto inte-

grado en la vida cortesana.s Como consecuencia, d~ Ia intro-

ducci6n en la Corte de los preceptores de los prmcipes, apro-

xirnadarnente en 1400, ayudo eI humanisrno, que hacia el siglo XVI _

cornenzaba a desarrollar lasartes de la critica filo16gica, a mo-

dificar el estilo de la vida cortes ana. Con el cortegiano comien-

za a desprenderse del caballero cristiano un cortesano huma-

nisticamente instruido, cuyo estilo recuerdan, posteriormen~e,

el gentelman Ingles anti guo y el honnete homme de Francia,

Su serena y elocuente sociabilidad es sintoma de la nueva s.c-

ciedad en cuyo nucleo central esta situada la Corte.'? La arts-

48

tocra~ia agraria, autosuficiente merced a sus propiedades rura.

les, pierde fuerza representativa; Ia pubIicidad representativa

s~ concentra en la corte del soberano. Todos sus momentos coin-

elden de un modo tan patente como fastuoso en la fiesta ba-rroca.

, La fiesta ba~roca ha perdido ya, literalmente, publici-dad respecro de las fiestas de 1a Edad Media occidental inclui-

do el Re~a~imiento. Torneo, danza y teatro se reHran'de las

plazas publ!cas, a los jardines, de las calles a los salones de

palacl~. E1 jardfn paiaclego, aparecido a mediados del siglo XVII

extendido par toda Europa nipidamente, como toda la arqui~

~:~~ura fr~ces~ d:esesigl?,~?si~i~it_a,_~l jwal.quee~-palacio ... .___Qc_o_mIs~o, 10 que, p~r as] declrlo, ronda al ambtente de

Ia sa.la de fiestas: una VIda cortesana guarecida del mundo

exte~or. Pero el funda~ento de la publicidad representativa

no solo es cons~rvado, sino que se rnanifiesta aun mas clara-

n;tente. ~ademOlseIle de Scudery da noticia en sus Conversa-

tt(m~ de lOS empefios que anirnaban a esas grandes fiestas' no

servl~n tanto a1 placer del participante cuanto a la de~os-

tracion de la grandeur del anfitrion, -E1 pueblo n1a -- nre-o b ,; , ... -, " ' " 1 ' l r < . " - ' .1J.U prcisa a m~s que conternplar, s~ entretenia al maximo.18_ Tam-

poco aqui estaba eI pueblo completamente excluido. quedaba

en , 1 0 1 cal!e constantemente a Ia expectativa; la representaci6n

esta destmada a un entorno ante eI cual desenvalverse.19 S610

los banquetes burgueses para notables, a puerta cerrada co-

rnenzaron a ser exclusives. «E1 talante burgues se difer~ncia

del c~:tesan~ en que, en 1a casa burguesa, el espacio festivo es

tam.bIen habltabl~, en tanto que, en palacio, incluso el espacio

h~blt~ble es festivo '. Y, efectivamente, desde Versal les, el dor ,

mlt~no rea! se convierrs en una especie de segundo centro de

las lllstalaclOnes de palacio, Se encontraba alIi 1a cama armada

como en un escenario, sobre un estrado, a modo de trono parael repose, separado del espectador por un armario: asf es, en

efecto, ese espacio del escenario cotidiano de ceremonias de

== ~,cou~he:s, escenario que eleva 10mas Intirno a 1a con-

slde~a~lOn publica.» 20 En la etiqueta de Luis XIV alcanza Ia

pubhcIdad representativa la cirna refinada de su concentraci6ncortesana.

~a «sociedad)}aristocratica, procedente de 1a sociedadrenacentlsta, carece ya de dominic propio -de d mi .• 1 '. 0 mlO pro-

PIO, a" menos, de prrmera fIla-, no riene seiiorfo feudal que

representar, y se puso al servicio de 1a representaci6n del rna-

narca. La ~ap~. sefiorial de la nobleza cortesana ofrece 1a base

deuna sociabilidad, altamente individualizada en todos los cere-

49

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moniales. a aquella esfera propiarnente Iibre, pero tarnbien des-

cuajada de la «buena sociedad» forrnada en el siglo XVIII, luego

de que, sabre la base de 1a economia mercantil precapitalista,

los poderes estatales nacionales y terri toriales hubieran sur-

gido y hubieran sido rninados los fundamentos feudz les de ladominacion sefiorial_2lLa ultima forma de la publicidad repre-

sentativa, contraida y retirada en la corte del monarca y, al mis-

mo tiernpo, agudizada. es ya una reserva en medio de una

sociedad que se esta separando del Bstado. Solo ahora cornien-

zan a escindirse las esferas publica y privada en un sentido es-

pedficamente .moderno.En aleman se encuentra ya a mediados del siglo XVI

l~'pala"ilrzprlvai;··derivad'a de'lillifinii'pi:ivdtus;ZZ ·ydesd-e lU-egocon 1a misma significacion que por entonces habian adquirido

private en [ngles y prive en frances. Lo que quiere decir: sin

oficio publicof" not holding public office or official position

[s in ocupar cargo publico 0 posicion oficial]," sans emplois,

que Pengage dans les affaires publ iques [sin empleo que 10 im-plique en los asuntos publicoS].25 Privat alude a la exclusion

de la esfera del aparato estatal; pues «publico» tiene que ver

con el Estado forrnado entretanto can el absolutismo, que se

objetivizz frente a la persona del dominador. Das Publikum,

the public, le public, el publico es, en contraposici6n a la «pd,

vacidad», el «poder publico». Los servidores del Estado son

personas publicas. oftentliche personen, public persons, person_-

nes publiques; tienen un oficio publico, los negocios de su ofi-

cia son publicos (public office, service public), y publicos se

llama a los edificios Yestablecimientos de la autoridad. Del otro

lado estan la gente privada, los cargos Y oficios publicos, los

negocios publicos y los hogares privados: Gotthelf, finalmente,

habla del hombre privado. Enfrentados a la autoridad estan lossubditos excIuidos de ella; aquella -se dice- sirve al bien co-

mun, estes persiguen s'u provecho privado ..Las grandes tendencias que se irnponen hasta el final

del siglo XVIII son generalmente conocidas. Los poderes feudales

-Iglesi\l, soberania Y estamento sefiorial-, a los que la publi-

cidad representativa esta adherida, se disgregan a 10 largo de

un proceso de polarizaci6n; por un Iado se atomizan en ele-

mentos privados; por otro, publicos, La posicion de la Iglesia

se transforma con la Refonna; el vinculo con la autoridad di-.

vina que ella representaba, la religion, se convierte en un asunto

privado. La Hamada Iibertad religiosa garantiza hist6ricamente

la primera esfera de autonomia privada; la Iglesia misma pro-

longa su existencia como una corporacion de Derecho publico.

50

La correspo?~iente polarizacion del poder sobcrano comienza

a, hacerse VlSl?le co~ la separacion de presupuesto publico ybienes dornestl.C?S privados del senor feudal. Can Ia burocracia

y el c~e~o militar (yen una parte tambien can la legalidad)

se objetivizan las, in~tituciones del poder publico frente a Ia

cada vez mas p.nvatlzada esfera de la corte, A partir de lose~ta.I?-entos, en fin, se desarrollan los elementos sefioriales con-

vlr,tlendose en o::?anos del poder publico, en Parlamento '(yen

oti a parte tambien .en Iegalidad); los elementos del estarnento

artesanal, en la ~edlda en que cuajan en corporaciones urbanas

y se producen cler~as. diferenciaciones .en los estamentos arte-

sanales rurales, evolucl~:manhacia la esfera de Ia «sociedad bur-

·'-guesa-»que;'como-genumo·a"1l1bitodelaaufonomIa:··pri'vadaes tK ·contrapuesta al Estado. '

Excursus: el final de Ia pubficidnd representattva Ilustrado

eon el ejemplo de Wilhelm Md"ll'r

, Las forrnas de Ia publicidad representativa conservan

evidenternente plena efectividad hasta el urnbral del siglo XIX

especialmente en la atrasada -tanto politica cuanto econorni-

c~~nente-- Alemania, en la que Goethe escribio la segunda ver-

SID:;de su Wilhel;n Meister, En esa obra se encuentra la car-

ta e~ ~a que WIlhelm renuncia al ajetreado mundo burgues

rnatenahzado por su cufiado Werner. Ahi explica par que para

el la,s, t ab l as significan el «mundo» -es decir: el mundo aris-

tocratlc~ de la buena sociedad (publicidad en su forma re-

presentatlva):_ ~Un burgues puede conseguir su sustento yaban-

donar su espIn~u a la mas extrema miseria, pero su personali-

dad anda erratica, p6ngase como se ponga. En Ia rnedida enque el noble, que se rodea de los mas distinguidos, esta obli-

gado a comportarse can decoro y elegancia, en Ia medida en

que ese dec?roso comportamiento, que le abre puertas y porta-les, se convierte en un decoro libre, puesto que su propia per-

sona Ie avala, ya sea en la corte 0 en el ejercito, tiene motivo

para velar algo p o r la reputaclon de su persona, y para mos-

t:ar que algo ~da de su propia reputacion». El noble es auto-

I7d~d en la m~dl.da en que la representa; la muestra, la mate-

nahza en ~u ~ultivada personalidad, y par consiguiente «es una

persona publica; y cuanto mas cuidados sus rnovimientos cuan-

to m~s sonora su voz, cuanto mas estudiada y medida su propla

esencia, mas perfecto es [ ... ) Y t odo 10d emas que posea y que

S l

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le circunde, capacidad, talento, riqueza, s610 pareceran afiadi-

dos», Goethe ha captado aun el resplandor de Ia publicidad re-

presentativa, cuya luz se refract6 evidentemente en el Rococo

de la corte francesa y volvi6 a refractarse en el remedo alemande los reyezuelos. Tanto mas preciosos resaltan los colores: la

aparicion graciosamente estilizada del «senor», el cual se hace«publico» en virtud de la representacion y se crea solemnemen-te un aura en esa publicidad. Goethe interpret a la nocion de

«persona publica», que en el uso lingUistico de su tiernpo co-

menzaba a adquirir la significacion de servidor del poder pu-

blico, del Estado, de nuevo en el sentido de la representation

..publica, Cie_rtamente, de un modo bien visible, la «persona» se

vuelve «personaIidad ..cultivac,lI:l:»;el_IlQ_bl~_ha.sidotomado,en-

esa caria; comoliil pretexto para la descripcion de la idea corn-

pletamente burguesa, impregnada del neohumanismo del cla-

sicismo aleman, de la personalidad libremente desplegada. En

nuestro contexto, importa la observaci6n de Goethe segun Ia

cual la burguesia ya no puede seguir representando, ya no pue-

de conseguir una pubUcidad representativa desde su casa, Elnoble es 10 que represents: e! burgues, 10 que produce: «Si el

noble, par media de la exposicion de su persona, todo 10 da,

nada da, en cambia, el burgues -y nada ha de dar- mediante

su personalidad, A aquel Ie es dado y ha de parecer; este solo

ha de ser, y 10 que 151quiera parecer resulta cursi y grotesco».

La apariencia representativa de la que quiere dotarse el nou-veau riche se convierte en la comedia del mero aparentar. Par

eso aconseja Goethe no preguntarle: {{(Que eres?», sino s610:

«(Que tienes? (Que clase de inteligencia? (Que conocimientos?

cQue capacidad? (Cuanto poder?», Una sentencia que la pre-

tension aristocratica de Nietzsche llego a hacer suya: que el

hombre no se confinne en aquello de 10 que es capaz, sino

como aquello que es.Wilhelm declara al cuiiado la necesidad «de ser una

persona publica, inserta y activa en un amplio circulo». Puesto

que 151mismo no es un noble, ni quiere, como burgues, moles-

tarse vanamente en parecerlo, busca, por asf decirlo, un subs-

tituto de la publicidad:elescenario. Tal es el secreto de su

vocaci6n teatral: "Sabre las tablas aparece el hombre cultivado

tan personalmente en su brillo como en las c1ases altas», El

secreta equivaco de la «personalidad cultivada» (e la necesidad

de cultivar mi espfritu y mi gusto») pretende hacer posible la

intencion burguesa en la figura disefiada como noble, preten-

de hacer una y la mismacosa de la representacion teatral y de

la representaci6n publica; pero la percepcion de la decadencia

52

de la publicidad representativa en la sociedad burguesa es, por

otro lado, tan certera, y la vocacion de pertenecer a ella, a pe-

sar de todo, tan fuerte, que no puede conformarse con esa con-

fusion. Wilhelm aparece ante el publico como Hamlet y, por

10 pronto, can exito. Pero el publico es, sin embargo, portador

de otra publicidad que nada en comun tiene ya con la publici-

dad representativa. Por eso la vocacion teatral de Wilhelm Meis-

ter esta condenada al naufragio. Es como si a ella Ie fallara

la publicidad burguesa, a cuyo podia habfa ascendido entre-

tanto el teatro: el Figaro de Beaumarchais habfa entrada ya

en escena, y con el, segun eI celebre donaire de Napoleon, la

Revoluci6n.

3. Suhre Ia genesis de 18 puhlicidad bueguesa

Con eI temprano capitalisrno financiero y comercial,

irradiado a partir del siglo XIII desde las ciudades norteitalia-

nas hacia la Europa occidental y nordica, surgen primero los

emporios de los Paises Bajos (Brujas, Lieja, Gante, etc.) y apa-

recen Iuego las grandes ferias en las encrucijadas de las rutas

cornerciales largas; con 151se dan los elementos para la forma-

cion de un nuevo orden social . AI comienzo, son integrados sin

muchas cornplicaciones por el viejo sistema de dominacion,

AquelJa iniciaI asimilacion del humanismo burgues por la cul-

tura cortesana aristocratica, que hemos podido observar a pro-

p6sito del ejemplar origen de Ia sociedad renacentista floren-

tina, tiene tambien ese fundamento. El capitalismo temprano

es conservador, no solo en el sentido economico tan vivamente

descrito por Sombart, en el modo «honorable» de entender los

negocios," sino tambien polfticamente. En la medida en que

sigue vivien do de los frutos del viejo modo de producci6n (la

produccion agraria forzosamente feudal de un carnpesinado no

libre y la pequefia produccion mercantil forzosamente corpora-

tiva del artesanado urbano), sin reestructurarlo." no consigue

Iibrarse de la ambigtiedad de sus rasgos: este capitalisrno es-

tabiliza, par un lado, las relaciones estamentales de dominio;

y pone, por otro Iado, los elementos en los que aquellas habran

de disolverse. Nos referimos a los elementos del nuevo mar-

co de relaciones: el trdfico de mercancias y noticias creado por

el comercio a larga distancia del capitalismo temprano.

Las ciudades, maturalmente, disponen desde sus co-

mienzos de mercados locales. Estos restan entretanto en manes

de gremios y cofradias, estrictamente reglamentados, y son an-

53

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tes un instrumento del dominic sabre los alrededores que del

trafico mercantil libre entre ciudad y campo.v Con el comercio

a larga distancia, para el cual =-segun las observaciones de

Pirenne- Ia ciudad era ya solo una mera base operativa, sur-gen rnercados de otro tipo. Se consolidan como ferias periodi-

cas, y pronto se establecen, can el desarrollo de las tecnicas

financieras capitalistas (la letra feriaria y el cambia son ya usua-

les en las ferias de la Champagne del siglo XIII), como balsas:

en 1531, Amberes se convierte en «feria permanentes.w Ese

trafico del intercambio se desarrolla de acuerdo con reglas rna-

nipuladas, ciertamente, por el poder polit ico; sin embargo;se

despliega horizontalmente una red de amplias miras, una red

de dependencias eC():l1?mi(;<:l~'Il()l>~$a_dasa, _enprincipio;en··formasae--- eco i iOmia dornestica cerrada y , par tanto, diffcil-

mente encuadrables en las relaciones verticales de dependencia

del sistema de dorninio estamentaI. Evidenternente, el orden

politico no resulta afectado par los nuevos procesos que, como

tales, esquivan el marco existente, mientras la vieja capa domi-

nante participa de ello solo como consumidora. En tanto ella

distrae una parte creciente de los propios productos en bienes

de Iujo, accesibles gracias al cornercio a larga distancia, no cae

atin Ia vieja produccion -y con ella la base de su dorninio-

en manos del nuevo capital.

De igual modo ocurre can el trafico de noticias desarro-

lIado sobre las vias del trafico mercantiI. Los calculos del co.

merciante orientado en el mercado necesitaban, como conse-

cuencia de la extension del cornercio, de informacion mas

frecuente y mas exacta sabre hechos y antecedentes especial-

mente lejanos. Por eso, desde el siglo XIV, el viejo trafico epis-

tolar del comerciante da lugar a una especie de sistema pro-

fesional de correspondencia. Los prim eros trayectos de los emi-

sarios, de los llamados correos ordinaries -que partian endeterminadas fechas-, fueron organizados par los comercian-

tes de acuerdo can sus propios fines. Las grandes ciudades co-

rnerciales son al mismo tiernpo centros de trafico de noticias-"cuya permanencia se hizo urgente en Ia rnedida en que el tra-

fico de mercancias y de papeles-valor se hizo tambien perrna-

nente. Casi al mismo tiempo que surgen las balsas, instituciona-

lizaron el correa y la prensa los contactos y la comunicacion

duraderos. De todos modos, bastaba a los mercaderes un sis-

tema de informacion profesionalmente discreto y a las cancille-

rias urbanas y cortesanas un sistema administrative interno.

A ninguno de ellos Ie resultaba c6moda la pubIicidad de la

informacion. Mucho mas coincidfan con sus intereses los «pe-

54

riodicos escritos», las correspondencias privadas organizadas

profesionalmente por los comerciantes de noticias.F EI nuevo

ambito de comunicacion se afiadia sin mas, can sus institucio-

nes del trafico de noticias, a las formas de comunicacion exis-

tentes mientras falto el momento decisive de la publicidad.

Del rnismo modo que, segun una observacion de Sombart, no

puede hablarse de «correo» hasta que Ia oportunidad del trans-

porte regular de cartas es accesible al publico en general.v tam-

poco puede decirse que haya prensa, en el sentido estricto de

la palabra, hasta que la informacion periodistica regular no se

hace publica, esto es, hasta que no resulta accesible aI publico

en general. Pero esto ...eon teci6. par vez pr:il!:ler:a,_ijim'lJ~s_d_el-sigloxvIT.34-Hastaeseiriomeiifci,el\ilejo· ambito cornunicativo

de Ia publicidad representativa no estuvo amenazado por el

nuevo ambito de una publici dad publicisticamente determina-

da. Las noticias profesionalmente vendidas no son todavia dadas

a la publicidad: las novedades irregularmente publicadas no se

materializan todavia como noticias."

Los elementos que forman el marco del trafico tern-

pranamente capitalista, del trafico de mercanctas y noticias, de-

rnuestran par vez primera su paten cia revolucionaria en Ia fase

del mercantilismo, fase en la que se forman las economias

nacionales y terri toriales al rnismo tiempo que el Estado mo-

derno.s EI que en 1597 la Liga hanseatica fuera definit ivamente

confirmada desde Londres, instalandose pocos afios despues la

compafita de los Merchant Adventurers en Harnburgo, indica no

solo e1 ascenso comercial y politico de Inglaterra, sino que es

sintoma de una nueva etapa alcanzada entretanto par el capita-

lismo. Las compafifas cornerciales se organizan desde el siglo XVI

sobre una base ampliada de capital que no se conforma, como

10hicieran los viejos ernporios, can mercados que acaban resul-

tan do siempre limitados. Exploran y abren, mediante expedi-ciones de gran envergadura, nuevos terrenos para el mercado

propio." Para satisfacer Ia creciente necesidad de capital, y para

comparttr los riesgos crecientes, pronto se configuraron esas

cornpafiias como sociedades par acciones. Pero necesitaban ade-

mas s6lidas garantias politicas. Los mercados del comercio ex-

terior eran considerados por entonces, fundadarnente, como

«productos institucionales»: eran el resultado de esfuerzos po-

liticos y de violencia militar, La vieja base operativa ofrecida

por los enclaves urbanos de origen se amplia a otros centros

urbanos del territorio estataI. Comienza entonces aquel proceso

que Heckscher ha descrito como nacionalizacion de la econo-

mfa urbana," Evidentemente, en ese proceso se constituye por

5 5

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:

. !;

vez primera 10 que desde entonces Ilamamos «nacion»: el Es-tado moderno, con sus organizaciones burocraticas y una ne-eesidad financiera creciente, que actua a su vez retroactivamen-

te como acelerador de Ia polftica mercantiI. Ni los acuerdos pri-

vados de prestamo entre soberano y financiero n los empres-

titos ptiblicos bastan para cubrir aquella necesidad, hasta que

un sistema impositivo eficaz satisfaee la demanda de capital.

El Estado moderno es esencialmente Estado impositivo, y Ia

administracion financiera la pieza clave de su administracion

general. La delimitacion -que acornpafia a este nacimiento-

entre bienes domesticos del soberano y bienes estatales ~9 - re-

suIta ejemplar para la objetivizacion de las relaciones perso-

__ales.de __ominic. Las administracieaes-leeales fuerorrpuestas --

en Inglaterra bajo control de la autoridad mediante Ia institu-

cion del juez de paz; en el continente, siguiendo el modelo

frances, por medio de Ia figura del intendente,

La reduccion de la publicidad representativa que aeon-tece con la rnediatizacion de las autoridades estamentales pro-

ducida por causa de Ia de los senores feud ales, ofrece otra es-

fera espacial que esta enlazada con el nornbre de publici dad en

eI moderno sentido de la palabra: la esfera del poder publico.

Este se objetiviza en una administracion constante y en un

ejercito permanente; Ia permanencia de los contactos en el tra-

fico de mercancias y noticias (Bolsa, Prensa) coincide ahora

con una actividad estatal continuada. EI poder publico se con-

solida como un perceptible estar-frente-a aquellos que Ie estan

meramente sometidos y que, por 10 pronto, solo encuentran en

61 su propia determinacion negativa, Porque ellos son las per-

sonas privadas que, par carecer de cargo alguno, estan excluidas

de Ia participacion en el poder publico. «Publico» en este es-

tricto sentido resulta analogo a estatal; el atributo no se refie-

re ya a la «corte» representativa de una persona dotada de auto-

ridad, sino mas bien al funcionamiento, regulado segun corn-

petencias, de un aparato dotado del monopolio de Ia util izacion

legftima de la violencia. EI dominic sefiorial setransforma asi en

«policia»; las personas a ella subsumidas forman, como destina-

tarios de Ia violencia publica, el publico.

La polftica mercantilista, formalmente orientada de

acuerdo con el equilibria comercial, presta a la relacion entre

subdito y superioridad una forma especial. La exploracion y

ampliacion de los mercados exteriores, en los que las compa-

mas privilegiadas consiguen una posicion de manopolio bajo

presion politica, en una palabra, el nuevo colonialismo, actua,

como es sabido, cada vez mas en provecho del desarrollo de

5 6

las economias mercantiles internas; en la misma medida, los

intereses del capital manufacturero prevalecen frente a los del

capital comercial, Asi se modifica un elemento del marco tem-

pranamente capitalista del trafico, el trafico de rnercancias, y

con ello tambien Ia estructura productiva: eI intercambio entre

rnaterias primas introducidas y productos acabados 0 semiaca-bados tiene que entenderse como funci6n de un proceso de

transformacion del viejo modo de produccion en un modo ca-

pitalista de produccion. Dobb ha Hamada la atencion sabre eI

registro de ese cambio par Ia literatura rnercantilista de finales

del siglo XVII. E1 comercio exterior ya no es valorado per se

comofuente de riqueza, sino ..solo .en.la ..U1e~il:l<l~J:lql ,l~_p_o~ihi~_

Iita efempleo de la poDl:lCi6iinafiva(employement created by

trade = empleo originado por el comerciol.s Las medidas de

la adrninistracion se deciden de ese modo, crecientemente, con

el objetivo de la realizacion del modo de producci6n capitalis-

tao La plaza de los privilegios profesionales y estarnentales de

las corporaciones es ocupada por los privilegios personales de

origen real; Ia industria existente habra de convertirseen pro-

duccion capitalista 0 dar Iugar a nuevas manufacturas. Unida a

todo ello va la reglamentacion del proceso rnismo de produc-

cion."Como pendant de Ia autoridad se constituye la 50-

ciedad burguesa. Las actividades y dependencias que hasta

el momento habfan sido proscritas en eI marco de la eco-

norma domestica, aparecen en el umbral hogarefio a la Iuz de

Ia publicidad. La afirmaci6n de Schumpeter, segun la cual «las

viejas formas que subsumian Ia entera personalidad en siste-

mas de objetivos transpersonales agonizaban, y la economia

individual de cada familia se habia convertido en el elemento

central de su existencia, con 10 que se fundo una esfera privada

que aparecfa ahora ante 1 0 publico como un algo distingui-ble»," afecta solo a un aspecto del curso emprendido -Ia pri-

vatizaci6n del proceso de reproduccion-e-, pero no a su nueva

relevancia «publica». La actividad econornica privada ha de

orientarse de acuerdo con un trafico mercantil sometido a di-

rectivas y supervisiones de caracter publico; las condiciones

economicas bajo las que ahora se realiza estan emplazadas fuera

de los confines del propio hogar; por vez primera son de in-

teres general. Esta esfera privada de Ia sociedad, esfera que ha

adquirido relevancia publica, ha caracterizado, en opinion de

Hannah Arendt, Ia moderna relacion de la publicidad con Ia

esfera privada, tan diferente de Ia antigua, engendrando 10 «so-

cial». «La saciedad es Ia forma de vivir en cormin en la que

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la dependencia del hombre respecto de su igual tiene Iugar por

amor a la vida misma, y ninguna otra cosa l lega a alcanzar rele-

vancia publica; y en la que, como consecuencia de ello, las ac-

tividades que sirven sencillamente al mantenirniento de la vida

no solo se mani fiestan publ icarnente, sino que estan ll amadas a

determinar la fisonomia del espacio publico.» 43

En la transformacion de la economfa legada por los

ant iguos en economia polit ica se reflejan las cambiadas con-

diciones. El concepto misrno de 1 0 econornico, vinculado hasta

el siglo XVII al circulo de competencia del oikodespota, del pa -

ter [amilias 0del senor de Ia casa, adquiere ahora por vez

primera, en la pract ica del funcionamiento de los negocios -fun-

cionamiento calculado de acuerdo con criterios ..de rentabi li-

...·dad~;su-madernasignifitaei6ri: l a s obligaClones s d i o r i a i e s - d ~mesticas se reducen, esmerando su celo en ella, al ahorro,"

La economta moderna no se orienta ya de acuerdo con e1 oikos;el mercado ha ocupado la plaza de la casa y Ia ha convertido

en una «economfa de comercios», En la cameralistica del 31-

glo XVIII (que deriva su nombre de camera, Ia camara del teso-ro 0 tesorerfa feudal) se situaba, por una parte, a esta precur-

sora de Ia moderna economia politica junto a Ia teoria finan-

ciera, y por la otra, junto a la tecnica agraria desprendida de

la economfa tradicional, es decir, como un elemento de la «PO-

Iicfa», de 1a propia doctrina administrativa; tan estrechamente

coordinada esta la esfera privada de la sociedad burguesa con

los 6rganos del poder publico.

Dentro de ese orden pol itico y social refigurado duran-

te Ia fase mercanti l del capi taIismo (orden cuya nueva configu-

radon Ilego ya en buena parte a expresarse en esa fase, pues-

to que en ella los momentos de 10 politico y de 10 social apare-

cen separadamente) se desarrolla tambien ahora vigorosamente

el segundo elemento constitutive del marco del trafico tempra-namente capitalista: la prensa, Los primeros peri6dicos en sen-

t ide estricto, i ronlcamente Ilamados tambien «periodicos poli ti -

cos», aparecen con periodicidad semanal al principle, diaria-

mente ya a mediados del siglo XVII. Las correspondencias pri-

vadas contenian por entonces circunstanciadas noticias de curso

mundial acerca de Dietas imperiales y acontecimientos belicos,

de rendirnientos de cosechas, impuestos, t ransportes de metales

nobles, y sobre todo noticias acerca del trafico cornercial inter-

nacional." Pero solo un arroyuelo de esa corriente de noticias,

filt rada como esta por esos peri6dicos «escrl tos», Ilega a aque-

lIos peri6dicos impresos. Los suscriptores de las corresponden-

cias privadas no tenian ningun interes en que el contenido de es-

58

tas se hiciera publico. Por eso los periodicos poli ticos no existen

para los comerciantes, sino, al reves, los comerciantes exis-

ten para los periodicos. Custodes novellarum les Haman sus

conternporaneos, precisarnente por esa dependencia de la in-

formacion periodistica publica respecto del trafico privado de

ncticias.f La criba del cont rol no oficial de not icias efectuadapar los comerciantes y la censura oficial de noticias practicada

por la Administracion constituian obstaculos salvados de or-

dinaria por las not icias referentes al extranjero, a la corte y al

cornercio mismo si la noticia era irrelevante; del repertorio de

la hoja impresa se conservaban las «nuevas" tradicionales ~las

curas rnilagrosas y las Iluvias torrenciales, los asesinatos, __::pJ-demiasc.e-Iaeendios-c-." A-si;-se-daba-a· · - r a ··piibIicaClon.Inform a-

ciones de segundo crden del material de noticias disponible;

sin embargo, el por que Ilego a ampliarse ese volumen de infor-maciones y a hacerse accesible, incluso publico, requiere una

explicacion, Es cuestionable que el solo interes de! escritor hu-

biera bastado: en todo caso, siempre tuvieron los expendedo-

res de noticias interes en su publicacion, EI trafico de noticiasse desarrolla no solo en relacion con las necesidades del tra-

fico mercantil: las noticias mismas se han convertido en mer-

candas. La informaci6n periodistica profesional obedece, por

tanto, a las rni smas leyes del mercado, a cuyo surgimiento debe

ell a su propia existencia. No por casualidad se desarrollan los

periodicos impresos frecuenternente en las mismas oficinas de

correspondencia en las que se confeccionan los periodicos es-

critos. Toda informacion epistolar tiene su precio, y resulta

natural la pretension de ampliar Ia ganancia aumentando las

ventas. Una parte del material de noticias recibidas comenzo,

pues, a imprimirse peri6dicamente y a venderse an6nimamen-

te, consiguiendo asl, pues, publicidad.

Con todo, el interes de las nuevas autoridades par uti-lizar a la prensa de acuerdo can los objetivos de la adrninis-

traci6n se habia entre tan t o robustecido. En la rnedida en que

ese instrumento les servia para dar a conocer ordenes y dispo-:siciones, se convirtieron los destinatarios propiamente por vez

primera en «publ ico». Los peri6dicos politicos cornenzaron in-

formando acerca de idas y venidas reales, sobre Ia llegada de

personalidades extranjeras, sobre fiestas, solernnidades de la

corte, nombramientos, etc.; en conexion con esas noticias cor-

tesanas -noticias que podemos entender como una especie de

adaptaci6n de Ia representacion a la nueva forma de Ia pub l i-

cidad-, aparecian tambien «disposiciones del soberano para

el bien de los subditos». Pero al punto se convirti6 la prensa

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en una sistematica servidora de los intereses de 1a Administra-cion. Una disposicion del Gobierno vienes, de maTZO de 1769,sobre la prensa muestra el estilo de esa practica: «Para que

el periodista pueda saber que clase de decretos internes, en-

tidades y otras casas que acontezcan son apropiados para el

publico, seran cornpendiados semanalmente par las autorida-des y l ibrados a los autores periodfsticos»." Ya Richelieu pose-

yo, como sabemos por las cartas de Hugo Grotius -por en-

tonces ministro plenipotenciario sueco en Paris-, un vivo sen-

tido para el aprovechamiento del nuevo instrumento.w Era

protector del periodico estatal fundado en 1631 par Renaudot,periodico que es el modelo inspirador de la Gazette of London,.aparecida __n1665bajo. CarlosI-L-Dos·· anos-antes-habfa-hecho

su aparicion el Intelligencer, oficialmente autorizado, que pue-

de enlazarse con un Daily Intelligencer of Court, City and Coun-try, que aparecia esporadicamente ya desde 1643.49 Esas hojas

de anuncios aparecidas en Francia como media auxiliar de los

despachos de noticias y anuncios se convirtieron en todas par-

tes en instrumento dilecto de los gobiernos.v En muchas oca-siones, incautaron los gobiernos los despachos de noticias y los

periodicos de anuncios se convirtieron en hojas oficiales, Esa

medida, dice una orden ministerial prusiana del afio 1772, debe

ser «util al publico» y «facilitar la inversion», Junto a las dis-

posiciones y lieitaeiones «en policia, comercios y rnanufactura»,

aparecen las cotizaeiones de los mercados de frutas, las tasa-

eiones de los vfveres y, en general, los precios mas importan-

tes de los productos propios e importados; ademas, cotizacio-

nes de balsa, noticias de trafico comercial, informes sobre el

nivel del agua, etc. Asi pudo el Gobierno palatino-bavaro par-

ticipar al «publico comerciante» la creacion de una hoa de

anuncios «al servicio del comereio y del hombre comun, para

que pueda enterarse de las disposiciones soberanas libradas de

cuando en cuando, as! como de los precios de diversas mer-

candas, y para que pueda, en consecuencia, dar mas ventajosa

salida a sus mercancias»."

La autoridad dirigia sus participaciones (<31» publi-

co, es decir, en principio, a todos los subditos: pero no llegaban

par este camino, de ordinario, al «hombre cornun», sino, en todo

caso, a los «estamentos ilustrados», Junto al nuevo aparato del

Estado moderno ha surgido una nueva cap a burguesa que ha-

bra de ocupar una posicion central en el conjunto del «publi-

co». Su nucleo 1 0 constituyen los funcionarios de la Administra-

ci6n real, predominantemente juristas (al rnenos en el conti-

nente, donde la tecnica del Derecho romano recibido ha sido

60

utilizada como instrumento de racionallzacion del trafico social),

A ellos se anaden medicos, curas, oficiales y profesores, los

«sabios», cuyo rango esta por encima del de maestros y escri-

banos, y el de estes por encima del «pueblos.v

Entretanto, los propiamente «burgueses», los viejos es-

tamentos profesionales de artesanos y tenderos, han perdidorelevancia social; la han perdido junto a los estamentos mis-

mos, en cuyo derecho de ciudadania se basaba su posicion. Al

mismo tiempo, los grandes comerciantes han rebasado los es-

trechos marcos de Ia eiudad y, con las compafiias, se han vine

culado directamente al Estado. As!, alli donde -como en Ham-burgo- la ciudad no supo afirmarse frente al poder territo-

rial del .soberano. ·16s--«capitalistas»,-c6ri:i.er-diln f e s ; b a n q u e r o s :editores y manufactureros, pertenecen a una categoria de 10

«burgues», que es tan poco «burguesa. en sentido tradicional

(habitante del burgo) como el nuevo estamento de los sabios.P

Esa capa «burguesa» es Ia verdadera sostenedora del publico,

el cual es, desde el principia, un publico de lectores. No puede

ser ya integrada en bloque -como 10 fueron en su tiempo gran-des comerciantes y funcionarios por la cultura aristocratica de

la corte renacentista italiana- par la cultura aristocratica del

postrer barroco. Su posicion dominante en la nueva esfera de

Ia sociedad burguesa lleva mas bien a una tension entre «ciu-

dad» y «corte», de cuyas divers as form as de manifestacion na-

cional nos ocupareruos mas adelante."

La autoridad provoca en esa capa, afectada y reque-

rida por la politica mercantilista, un eco que permite Ia toma

de conseiencia del publicum -el abstracto oponente del poder

publico-c. su autocornprension como un competidor en el jue-

go, como publico de Ia naciente publicidad burguesa. Una pu-

blicidad tal se desarrolla en Ia medida en que el interes publi-

co de la esfera privada de la sociedad burguesa deja de ser

percibido exclusivamente por la autoridad, y comienza a ser to-

mado en consideraclon como algo propio por los mismos subdi-

tos. Junto a los agentes del capitalismo comereial y financiero,

el creciente grupo de editores, manufactureros y fabricantes

pasan a ser dependientes de medidas administrativas; y de ahf

la intenci6n de no dejar reglamentar meramente su actividad

profesional y empresarial, sino de que el reglamento mismo

sea un acicate para Ia iniciativa. El mercantilisrno no favorece

de ningun modo, como pretende un prejuicio muy extendido,

al funcionamiento del Estado: 1a politica industrial requiere

mas bien la construccion y demolicion de empresas privadas

trabajando en sentido capitalista, evidentemente par vias buro-

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crat icas.v La relacion entre la auunidad y los subditos cae asi

en Ia propia ambivalencia de la suma de reglamento ?~blico

e iniciativa privada. Y de ese modo se vuelve problernatica l~

zona en la que el poder publ ico entra en contacto, por el cam~-

no de los actos adrninistrativos continuos, con las personas pri-

vadas. Eso no solo es valido para las categorias sociales direc-

tamente part icipantes en 1a produccion capital ista. En I :a m.edi-

da en que esta va imponiendose, disminuye la autosuficiencia Y

crece la dependencia de los mercados locales respecto de los

territoriales y nacionales, de modo que amplias capas de la po-

blacion, sabre todo de la poblacion urbana, se ven afectadas

-en su calidad de consumidoras- en su exist encia cotidiana

par las medidas de la politica mercanti1isti:l_ll<:JY<l~pJQmode

las ceIebr:es---dispos-icionessnbre-lainduirientaria, sino en tor-

no de tasaciones e impuestos y, en general, en torno de la in-

tervenci6n publica en el privatizado hagar, y se forma una es-

fera critica; cuando la escasez de trigo, llega a prohibirse por

decreta el con sumo de pan los viernes por la neche." Puesto

que Ia sociedad, contrapuesta a1 Es:ado,. delimita, par un, l~do,

un ambito privado claramente distinguido del poder publico,

pero como, par otro lado, 1a reproduccion de Ia vida rebasa los

l imites del poder domest ico privado, convirt iendose en un a~u.n-

to de interes publico, Ia zona de continuado contacto adminis-

trativo se convierte en zona «crttica» tambien en el sentido de

que rec1ama 1a critica de un publico raciocinante, Faci lmente

podra el publico atender a esa reclamacion, pues s610 necesita

poner en funcionamiento el instrumento can cuya ayuda ha-

bia convertido ya la administracion a la sociedad en un asunto

publico: 1a prensa.

Ya desde el ultimo tercio del siglo XVII los periodicos

eran cornpletados can revistas, que no solo contenlan, princi-

palmente, informaciones, sino tambien instrucciones pedagogi-cas, cri ricas incluso, y resefias. AI comienzo, las revistas cient i-

ficas se dirigfan al circulo de legos ilustrados: el Journal des

Savants (1665) de Denys de Salle, luego la Acta Eruditorum

(1682) de Otto Mencken y, finalmente, las celebres Monatsges-

prdche (1688) de Thomasius (todas el las tomadas COll.O model?

de una c1ase entera de revistas). En eI curso de la prrmera rm-

tad del siglo XVIII, hace su entrada en la prensa diaria, con el

articulo «sabio», el raciocinio, Cuando tambien el Hallenser

Intelligenzblatt aparece -a partir de 1729- no ya s610 can ar-

tfculos culturales y resefias de libros, ademas de los tradicio-

nales anuncios, sino, de vez en cuando, can «una narracion

hist6rica de actualidad, confeccionada par un profesor», el rey

62

de Prusia se ve impelido a coger las riendas de esa evolucion,

El razonarnienro como tal esta todavia sometido al reglamento.

Todos los profesores ordinaries de las facul tades de Derecho,

Medicina y Filosoffa han de enviar invariablemente «una nota

particular, escrita de un modo claro y pulcro a ~a seccion de

declaraciones del directorio, como muy tarde, los jueves»." Por10 general, los sabios han de participar al pu?lico «verdades

suscept ibles de apl icacion», Los ciudadanos. reciben, por e?car-

go del soberano, ideas que al punto convierten en propias y

vuelven contra aquel. En un escrrto de Federico II del afio 1784

se dice: "Una persona privada no esta autorizada a ernitir jui-

cios publicos, especialmente juicios reprobatorio~'_~()1:Jr~tI''':I!9::

dos s.. PI9c:ederes,Jeyes,-Feglasydi-rectiva-sdels6berano y de la

Corte, de sus servidores estatales, de colegios y cortes judicia-

Ies, ni esta autorizada a dar a conocer noricias recibidas acerca

de todo ello ni a divulgarlas por rnedio de la irnpreslon. Una

persona privada no esta capaci tada para someter todas esas ~o-

sas a juicio porque Ie falta el conocimiento completo de las err-

cunstancias y los motivos»." Pocos afios antes de la Revolucionfrancesa, son visibles en Prusia unas circunstancias -como en-

quistadas- que tanto en Fran~ia como, ~obre todo,. en I~gla-

terra sehan disuelto ya a cormenzos de siglo. A los impedldos

juicios se les llama «publicos» con la mirada puesta en una pu-

blicidad que obviamente habia hecho las veces de. una esfer~

del poder publico, pero que ahara se separaba de el como tn-

buna sobre Ia cuall as personas privadas, reunidas en calidad de

publico, se disponian a forzar al poder publico a su legitin:a-

cion ante la opinion publica. El publicum se desarrolla convir-

tiendose en publico, el subjectum, en sujeto; el destinatario de

los mandatos de Ia superioridad, en su adversario,

La etimologfa sigue el rastro de esa transformacion

plena de consecuencias. Desde mediados del siglo XVII se ha-bla en Inglaterra de public, mientras que hasta ese momento

se utilizaban los terminos world y mankind. Por esa epoca aso-

ma tambien en frances le public como cal ificacion de aquella

realidad que, siguiendo el diccionario de Grimm, se conceptuo

en la Alemania del siglo XVIII con termino procedente de Ber-

lin: Publikum. Hasta aquel momento se habia hablado en Ale-

mania de 1a Lesewelt (Iiteralmente: «rnundo Iector»), a simple-

mente de la Welt (del mundo), palabra que aun conserva alga

del viejo sentido: alle Welt, tout le monde, todo el mundo. Ade-

lung 59 distingue el publico reunido en torno de un conferen-

dante 0 un actor, en un sitio publico, del publico lector; pero

en ambos casos se trata de un «publico juez». Lo que se so-

63

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mete a juicio publico consigue «publicidad». A finales del si-

glo ~~I, surge el termino Ingles publicity, derivado del frances

pu_b.llczte;. en Alemania aparece la palabra en el siglo XVIII. La

cnt:ca misma se expone en forma de «opinion publica", nocion

acunada. e? la seg~da mitad del siglo XVIII a partir de la fran-

cesa opinion 'pubh.q~e. Casi par la misma epoca, surge en In-

glaterra public optnion; y hacia tiempo que se hablaba ya degeneral opinion.

, . i ' ·

64

II. Estructuras soeiales de la puhlicidad

4. EI elemento fundamenta l

La publicidad burguesa puede captarse ante todo como

la esfera en la que las personas privadas se reunen en calidadde publico. Pronto se redaman estas de Ia publicidad regla-

rnentada desde arriba, oponiendola al poder publico mismo,

para concertar can ella las reglas generales del trafico en la

esfera -basicamente privada, pero publicamente relevante-

del t rance mercanti l y del trabajo social. Carece de paradigma

-propia e historicamente-> el medio de que se valio esa con-

certacion: el raciocinio. En nuestro uso lingti istico conserva

esta palabra * perfectamente los dos polernicos matices: la l la-

mada a la razon y, al mismo tiernpo, su desdefiosa rebaja a re

funfuiiante sutileza.' Hasta aquel momenta, los estamentos ha-

bian llegado a acuerdos con los soberanos en los que, caso a

caso, las encontradas aspiraciones de poder habian conseguido

equilibrarse sabre la base de la delimitaci6n de las libertadesestamentales respecto de las autoridades reales a de las sobe-

ranias.! Esa practica condujo desde el siglo XIn a una dualiza-

cion de los estamentos sefioriales y del soberano; no tardaron

los estamentos provinciales en representar meramente a la pro-

vincia frente al soberano.' Como es sabido, adopto en Inglaterra

esa evolucion, con Ia relativizacion del poder real por medio

del Parlamento, un curso distinto que en el continente, en el

que los estamentos fueron mediatizados par el monarca. Can

ese modo de compensacion del poder, aparece el tercer esta-

'I< La palabra aludida es Riisonement, introduc.da comogalicismo en el aleman de la epoca considerada.

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mento, que no puede ya imponerse como un estamento de. do-

minio. Un reparto del dominic mediante Ia delimitacion de los

derechos sefioriales (derechos sefioriales fueron tambien las «li-bertades» estamentales) no es ya posible sobre la base de la

economia de trafico mercantil -la capacidad de disponer pri-vadamente de la propiedad capitalista fungible es un poder irn-

politico-. Los burgueses son personas privadas y, como tales,

no «dorninan». Par eso sus exigencias de poder frente al poder

publico no se enfrentan al conglomerado del dorninio con in-

tendon de «repartirlo», sino que tienden a acatar eI principia

del dominio existente. EI principio del control que el publico

burgues enfrenta al principia del dominio, es decir, precisa-

mente,Ia . P tl IJ U c i q _ ;'I .d , . .no...uierecambiar ..el·dominiocomotal.

La--ejdgencia de poder exhibida en el raciocinio publico, que

eo ipso renuncia a Ia forma de una exigencia de dominic, tenia

que conducir, si queria prevalecer, a algo mas que a una re-

mocion de la base Iegitimatoria de un dominic par principia

legftimo (vease el epigrafe T),

Las medidas de Ia «razon» y las formas de la «ley»,

a las que eI dominic publico desea someter y, de ese modo,

transforrnar, solo revelan su senti do sociologico en un analisis

de Ia publicidad burguesa misma, sobre todo del heche de que

sean personas privadas las que en ella trafican entre S1 en ca-

Iidad de publico. La autocomprension del razonamiento publi-

co esta especificamente guiada par esas experiencias privadasprocedentes de la subjetividad -insert a en el publico- de la

esfera intima de las pequefias familias.* Tal es el punta de

arran que historico de la privacidad en el moderno sentido de

intirnidad libre y colmada. El antiguo sentido de 10 «privado»-de un decurso inevitable, sentenciado par la necesidad de

sobrevivir- parece ahara desterrado, junto a las fatigas y a las

relaciones de dependencia del trabajo social, del nucleo de la

esfera privada, de la casa, En la medida en que eI trafico mer-

cantil rebasa las fronteras de la econornia domestica, queda

delimitada la esfera familiar respecto de la esfera de la repro-

ducci6n social: el proceso de polarizaci6n entre Estado y so-

dedad se repite otra vez en el seno de Ia sociedad. EI statusde un varon privado combina el rol del poseedor de mercanctas

con el del padre de familia, el del propietario con el del «hom-

* La noclon de «pequeiia familia» procede de los clasicosde Ia filosofia politica de la modernidad. Asi habl6 Hobbes, porejemplo, de las small families modernas, contraponiendolas a lasgreat families de Ia Antigiiedad y Ia barbarie.

66

bre». EI desdoblamiento de la esfera privada en los planos de

mavor elevaci6n que Ia esfera intima (paragrafo 6) proporciona

el iundamento para identificar aquellos dos roles con el rotulo

comun de <<10 privado»: a esa identificaci6n se reduce tambien,

en Ultima instancia, la autocomprension politica de la publici-

dad burguesa.Antes de que la publicidad, emplazada en un campo de

tensiones entre el Estado y la sociedad, se hiciera expresamen-

te cargo de funciones politicas, Ia subjetividad nacida en el am-

bito de intimidad de las pequefias familias, forma, de todos mo-

dos, par as! decirlo, su propio publico. Aun ant~s ~e que la

publicidad se volviera pugnaz respecto del poderpup1Ic9=:para ....

acabarcompIeiam-entedlStallciada de el-, a traves del racio-

cinio politico de las personas privadas, se forma bajo su manta

una publicidad de configuracion impolitica: el embrion de la

publicidad politicamente activa. Ella constituye el campo de

~{':rjt)nriP r r rt raciocinio publico que se mueve aun alrededor de

;i~~~m-;,~~~-·;;~~~so de autoilustracion de las personas pri-

vadas respecto de las genuinas experiencias de su nueva pri-

vacidad. Junto a la economia politica, constituye la psicologia

una de las dos ciencias espedficamente burguesas surgidas en

el siglo XVIII. Son intereses psicologicos tambien los que guian

al razonamiento, que prende en las formaciones culturales aha-

ra publicamente accesibles: en Ia sala de lectura y en el tea-

tro, en rnuseos y conciertos. En la medida en que la cuItura

cobra forma mercantil, convirt iendose as! propiamente, par vez

prirnera, en «cultura» (como alga que se da par su misma V _ 0 ·luntad de existir), es reclamada como objeto de sazonada dIS·

cusion, objeto sobre el cual puede Ia -publicamente insertada-

subjetividad llegar a acuerdo consigo mlsma,

La publicidad representativa no es, evidentemente, una

publicidad autoctonamente burguesa; conserva cierta continui-

dad can la publicidad representativa de la corte real. La van-

guardia burguesa de la cap a media instruida aprende el arte

del raciocinio publico en comunicacion can el «mundo elegan-

te» una sociedad cortesano-aristocratica que, obviamente, iba

dis~anei<indose, a su vez, de Ia corte y formando un contra-

peso en la ciudad a medida que el moderno aparato estatal.se

autonomizaba frente a la esfera personal del monarea. La «ClU-

dad» no es solo centro economicamente vital de Ia sociedad

burguesa; en contraposiclcn polit ico-cultural can la «corte», es

signa, sabre todo, de una pubJicidad literaria que cuaja i~sti-

tucionalmente en las caffe-houses, en los salons y en las TIsch-

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gesellschaften.* La herencia de aquella sociedad humanistico-

aristocratica tendio, en el encuentro can los intelectuales bur-

gueses, y gracias a sus conversaciones sociables y comunicati-vas, el puente entre los residuos de una publicidad decadente

-la cortes ana- y el embri6n de u{la nueva publicidad: la bur-guesa (paragrafo 5).

No sin la reserva de estar slmplificando como ocurre

de ordinaria can este tipo de iIustraciones, eI elemento funda-

mental de la publicidad burguesa en el siglo XVIII puede ex-

pon~rse. gn'ificamente del modo que sigue, como un esquemade ambItos sociales:

Ambito privadoEsjera del .poder publico

Publicidad burguesa

(Ambito del trafico

mercantiI y del tra.bajo social)

Publicidad polftica.

Publicidad Ii teraria

(Clubs, Prensa)

Estado

(Ambito de Ia «poli-cia»)

Espacio celular de lapequefia familia(InteIectualidad pe-

queno-burg-uesa)

(Mercado decuIturales )«Ciudad»

bienes . Corte

(Sociedad arlstocran,

co-cortesana)

La linea de separacion, fundamental en el presente con-

~ext~, ent~e Estado y sociedad escinde a la esfera publica del

am~lto privado, EI am.bito publico se limita al poder publico

-:-aun contamos a la corte en el-. La «publlcldads propiamente

dicha hay que cargarla ~n, el haber del ambito privado, puesto

que ,se t~ata de una publicidad de personas privadas, En el seno

del ~m~lto reservado a las personas privadas distinguimos, par

conslgulente, entre esfera privada y publicidad. La esfera pri-

vada c~mp~ende a la,sociedad burguesa en sentido estricto, esto

es: .al ambito del trafico mercantil y del trabajo SOcial; la fa-

milia, c?~ su esf~r~ intima, discurre tambien por sus cauces,La publicidad polftica resuita de la puhlicidad Iiteraria: media

a travcs ~e la opinion publica, entre eI Estado y las nec~sidade~de la sociedad.

* Tischgesellschajr se traduce normalmente por «convida-d,os»° «~omensales». En este contexte se alude a la institucionaliza-clon social de las reuniones de cornensales.

68

5. Instituciones de la puhlicidad

Le public se llamaba en la Francia del siglo XVII a los

lecteurs, spectateurs, auditeurs, en su calidad de destinatarios,

consumidores y crft icos de arte y literaturar ' se entendia toda-

via por ella, en primer lugar, a la corte, y luego tambien a laparte de la aristocracia urbana que, junto a una rala capa su-

perior de la burguesia, tenia asiento en los palcos del teatro de

Paris. A este publico temprano pertenecen, pues, corte y ciudad,

Un memento modern a aparece formado ya en Ia socialidad com-

pletamente aristocratica de ese circulo; con el Hotel de Ram-

bouillet aparece, en Iugar de la sala cortesana en la que el so-

.beranocelebrabasusfiestas;··reuniendoen ··5U ·torno;errcaUdad

de mecenas, a los artistas, 10 que luego habria de llamarse sa-

16n.5 Siguiendo su ejernplo surgieron las preciosas ruelles, * quellegaron a gozar de cierta autonomia respecto de la corte. Aun

cuando podamos distinguir ya aqui aquella reunion tan caracte-

ristica del salon del siglo XVIII de aristocracia urbana -econ6-

micamente improductiva y politicamente afuncional- y rele-vantes escritores, artistas y cientificos -a menudo procedentes

de la burguesfa=-, no puede aim desprenderse e1 espiritu, en

eI clima imperante de Ia honnetete, de la autoridad del anfitrion

aristocrata, consiguiendo 1a autonomia que habia de transfer-

marla conversacion en crftica y los bonmots ** en argumentos,S610 con la regen cia de Felipe de Orleans, que traslado la resi-

dencia de Versalles a Paris, perdio la corte su posicion central

en la publicidad, perdio su posici6n como publici dad. En la me-

dida, pues, en que Ia «ciudad- toma el relevo de sus funciones

culturales, cambia no solo el sosten de Ia publici dad, sino 1a

publicidad misma. La esfera de la representacion real, y can

ella el grand gout de Versalles, se convierte en apenas con-

servada fachada, El regente y sus dos sucesores prefirieron lospequefios cenaculos, cuando no simplemente el circulo familiar,

y se despojaron hasta cierto punta de Ia etiqueta, El colosal

ceremonial retrocede a casi intimidad burguesa: «En la corte

de Luis XVI tenian las recepciones, seis dias a Ia sernana, el

caracter de una reunion privada. El (mica lugar en donde, du-

rante la regencia, tuvo lugar algo parecido a una recepcion

cortes ana fue el castillo de la duquesa de Maine en Sceaux, que

lleg6 a convertirse en escenario de celehraciones brillantes, cos-

* Reuniones mundanas celebradas alrededor de la camade una persona distinguida,

** Agudezas, ocurrencias,

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tosas y fecundamente creativas, asi como en' centro artfstico,

en un verdadero palacio de las musas, Los festejos organiza-

dos por la duquesa contenfan, sin embargo, la semiIla de la

destruccion de la vida cortesana: configurarori la transicion

entre la corte, en elviejo sentido, y el salon del siglo XVIII, he-

rencia espiritual de la corte»,"

Jamas habia de conseguir dorninar Ia corte a la ciudad

en Inglaterra como 10 habia, en carnbio, Iogrado en la Francia

del Rey SoU Se puede observar, sin embargo, luego de la Gran

Revolucion, un cambio tan profundo en las relaciones entre

court y town * como, una generacion mas tarde, en las rela-

ciones entre co.ury ville. Can los Estuardos, hasta Carlos II,

estuvieron la literatura y el ~:l:te_al_se.rviclo .de..Ia.irepresenta-

cion: delRey. «Pero trasIaRevolucion palidecio el brillo de Ia

corte, Ni la posicion politica de la Corona ni los atributos per-

sonales de su portador conservaban las mismas proporciones

que en el pasado. El estricto Guillermo, la cuitada Ana, losreyes alernanes que adoptaron el nornbre de Jorge, el agricultor

Jorge, Ia hogarefia Victoria: ninguno de ellos albergo el deseode mantener una corte como la de la reina Isabel. La corte fue

en 10 sucesivo Ia residencia de una familia rea! de vida reti-

rada a la que se contemplaba a distancia y a Ia que solo era

posible aproximarse, con dificultades, en ocasiones de gran

formaIidad y proverbial aburrimiento»." EI sobrepeso de la «ciu-

dad» es apuntalado can nuevas instituciones que, con toda su

diversidad, tienen en Inglaterra y en Francia identicas funciones

sociales: las casas de cafe en su epoca floreciente, entre 1680 y

1730, los salones en la epoca que media entre la regencia y Ia

Revolucion. Se trata, aqui como alla, de centros de crftica lite-

raria y, luego, tarnbien politica, en los que comienza a estable-

cerse una pari dad entre las gentes cultivadas procedentes de

la sociedad aristocratica y las de Ia intelectualidad burguesa.A mediados del siglo XVII, con posterioridad no solo al

ya extendido te, sino a Ia conversion del chocolate y el cafe en

bebida corriente -al rnenos entre las capas pudientes de la

poblacion=-, abrio el cochero de un comerciante de Oriente Ia

primera casa de cafe. En Ia prirnera decada del siglo XVIII se

cuentan en Londres 3000 cates, cada uno de ellos con un circu-

10 propio de clientes de alcurnia.? Asi como Dryden mantuvo

una disputa sobre «antiguos y modernos» en el circulo de jove-

nes escritores que se reunian en la Casa Will, y Addisson y

Steele, algo mas tarde, mantuvieron en la Casa Button su little

* Court y cour =corte. Town y ville =ciudad.

70

senate (pequefio senado), as! tambien se reunian ya en el Rota-

club, bajo la presidencia de un adlatere de Milton, Marvell y

Pepis can Harrington, que presento aqui las ideas republicanas

de su Oceana.A Igual que en los salones, busca la literatura su

Iegitimaci6n en esas casas de cafe, en las que la «Intelectuali-

dad» coincide can la aristocracia, Una aristocracia ligada a la

capa granburguesa esta aqui, sin embargo, en posesi6n de fun-

ciones sociales que Ie han sido arrebatadas a la nobleza fran-

cesa; la aristocracia inglesa representa landed y moneyed inte-

rests.* Asi se extiende bien pronto el raciocinio -que prende

en obras artfsticas y Iiterarias-e- tam bien a disputas econornicas

Y politicas, sin que esa_s~isp_llt~_splldjert:lng02:f!,r.~omo.Qcunia, ...

en carnbio, conIosdiscursos de salon, de garantias respecto de

las consecuencias que acarrearfan, al menos de las directas,

Tambien con ello puede tener que ver el heche de que s610

fueran admitidos varones en las casas de cafe, en tanto que el

estilo de salon, como el rococo en general, llevaba una sustan-

ciaImpronta femenina. Las nocturnamente abandonadas muje-

res de la sociedad londinense Ilevaron a cabo una lucha tan vi-gorosa como vana en contra de la nueva institucion," L.a casa

de cafe abri6 sus puertas no s610 a los circulos decisivos, sino

que lleg6 a albergar sobre todo a las mas nutridas capas me-

dias, incluso a artesanos y tenderos. La que Ned Ward relata

acerca de la visita diaria reiterada del wealthy shopkeeper,** 12

vale tarnbien para los pobres.PEn Francia, en cambia, los salones formaban un en-

clave propio, En Ia medida en que la burguesia estaba poco

menos que excluida de la direccion del Estado y de la Iglesia,

tornando, por el contrario, cada vez mas las posiciones clave

de la economfa y forzando a la aristocracia a cornpensar su ori-

llamiento material a traves de privilegios reales y de una acen-

tuacion estricta de la jerarquia en el trato social, se produjoaquf un comun alineamiento de la nobleza y de la -a ella asi-miIada- gran burguesia bancaria y burocratica con la «inte-

Iectualidad», EI plebeyo D'Alambert no constituye una excep-

cion; por los salones de las damas mundanas -tanto aristo-

cratas como burguesas- circulan vastagos de prmcipes y con-

des, de fabricantes de relojes y de tenderos.s' No par mucho

tiempo sera capaz eI espfritu de rendir servicio al mecenas en

el sal6n; la «opinion» se emancipa de los vinculos de la depen-

dencia economica, Si los salones eran todavfa bajo Felipe mas

* Intereses hacendados y adinerados.

-* Tendero acaudalado.

71

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centros de diversion galante que de sesudos discursos, pronto

habran de asentarse las discusiones en los banquetes. La dis-

tincion de Diderot entre escritos y discursos IS acIara las fun-

clones del nuevo punto de reunion. Casi nadie de entre los gran-

des escritores del siglo XVIII hubiera vertido °por vez primera

ideas esenciales en esos discours, sino que las hubiera some-tido a discusi6n mediante disertaciones ante las Academias y,

sobre todo, en los salones, El salon mantenia, por asl decirlo,el monopolio de Ia primera publicaci6n: un nuevo opus, inc1ui-do el musical, tenia que comenzar legitlmandose ante esa tri-

buna. Los Didlogos del Abbe Galiani sobre el comercio del tri-

go dan una imagen bien clara del tenor de esas discusiones y

conversaciones: de su elegante contencion, quela5;oiII:lp~l~fI,Jra~

tarconigualograveda-d 10 °irteIevarife, °losvlajes y la bienandan-

za, que 10 relevante, teatro y polftica, en passant.En la Alemania de esa epoca no hay «ciudad» alguna

que pueda servir de infraestructura a una remocion de Ia publi-

cidad representativa de la corte, favoreciendo la aparicion de

instituciones de publicidad burguesa. Pero analogos elementosse encuentran tambien aqui, par 10 pronto en las ilustradas

Tischgesellschaiten, en las viejas reuniones dialogantes del si-

glo XVII. Evidentemente son menos efectivas y estan menos ex-

tendidas que las casas de cafe y los saIones. Estan excluidas de

la practica polftica de un modo aun mas estricto que los salo-

nes; pero, al igual que el de las casas de cafe, su publico se re-

cluta entre personas privadas activas en el trabajoproductivo,

es decir, al margen de Ia honorabilidad de la residencia real y

con un peso extraordinariamente fuerte de los burgueses aca-

dernicamente ilustrados, Las «Sociedades alemanas» apoyadas

en la Leipziger Griindung de Gottsched (1727) enlazan can las

ordenes dialogantes del siglo anterior. ~stas eran convocadas

aun par el soberano, pero eludfan la exclusividad estamental:ulteriores intentos de transformarlas en 6rdenes caballerescas,

significativamente, naufragaron. Partian de la base, como se dice

en uno de los documentos fundacionales, de que en ellas podia

«encontrarse una igualdad y una soclabilidad entre personas de

estamentos desigualess.v Esas ordenes, camaras y acadernias

dedicaban sus esfuerzos a la lengua materna, puesto que en

ella se veia el medio de entendimiento entre los hombres como

tales. Por encima de las barreras de Ia jerarquia social, coinci-

dian aqui los burgueses con Ia nobleza -socialmente reconoci-

da, pero desprovista de influencia poHtica- como «meros»

hombres.'? No es tanto la igualdad politica de los miembros,

como su exclusion respecto del ambito politico del absolutis-

72

rna 10 decisivo: la igualdad social era posible, por 10 pronto,

s61~ como una igualdad fuera del Estado, La conjunci6n de per-

sonas privadas en calidad de publico se mante-?i~, par ende,

en secreta; anticipaba, a puerta cerrada, Ia publicidad b?rgue-

sa. La practica secreta de la lIustraci6n, tan caracterfstica ?e

las Iogias, pero tambien de otras ligas y Tischgesells~haften, tie-

ne un caracter dialectico, La razon, que ha de realizarse en la

comunicacion racional de un publico de hombres instruidos en

el uso publico del entendimiento, necesita -puesto que esta

amenazada por circunstancias de dominio-s- protegerse frente

a la divulgaci6n. En tanto la publici dad ocupa s~ puesto eI_l~a

secreta cancillerfa real, no puede acceci~or l < i I : : a ; Z ( ) J : l l lldQilll1:119

publicu~SUpiibliCidad-perm"anece secreta, ~u publico, incIu~o

como tal, interno. La luz de la razon, necesariarnente oculta bajo

un velo protector, va descubriendose par etapas. A ella alude la

celebre sentencia de Lessing sabre la francmasoneria, que es ya

f' 't _. . : I p.., nT"loo:l· ..nll .... ..,~....._...3--!_

por entonces un enomeno comun a rona rsuropa: ,",ua v"uuu~

a ser -se nos dice- tan vieja como Ia sociedad burguesa, «SI

es que acaso no es la sociedad burguesa s610 UTI vastago de la

francmasoneria=J"

La practica de las sociedades secretas invalida a su

propia ideologfa en la medida en que el publico raciocinante

_yo con el, Ia publicidad burguesa .q~e 61 tran~po~taba- co-

mienza a prevalecer frente a Ia publicidad autontanamente re-

glamentada. De enclaves publicfsticos del sentido cornun bur-

gues se convert iran en «forrnas intimas, cuyo .~ndament? es Ia

delimitad6n de que gozan respecto de Ia publicidad surgida en-

tretanto»." Otras sociedades, sobre todo las nacidas en el curso

del siglo XVIII de la crema de los burgueses notables, se am-

plfan, en cambio, dando Iugar a agrupaciones publicas de un

relativamente facH acceso -tambien sobre la base de la coope-

racion=-. En ellas han ganado cIaridad el estilo burgues del tra-to social, la intimidad y una moral contra ria a la convencion

corresana: y, en cualquier caso, no se necesita ya de los prepa-

rativos de la hennandad ceremonial.Aun cuando las Tischgesellschaiten, los salones y las

casas de cafe pudieran diferenciarse entre s1 respecto a la mag-

nitud y a la composicion de ~u pu~Iico, al estilo del .tr~t~ en

ellos imperante, respecto al clima circundante del racrocirno y

respecto a la orientaci6n ternatica, todos organizaban, sin em-

bargo, una tendencia hacia la discusion pennanente entre per-

sonas privadas; de aID que dispusieran de una ~erie de. crite-

rios institucionales comunes. Por 10 pronto, se exige un tipo de

trato social que no presupone la igualdad de status, sino que

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prescinde por 10 general de el. Se impone, tendencialmente,

frente al ceremonial de los ranges, el tacto de la igualdad de

calidad humana de los nacidos iguales," La pari dad, sobre cuya

base, y solo sabre cuya base, puede la autoridad del argumen-

to afirmarse, y hasta acabar prevaleciendo, frente a la au tori-dad de la jerarquia social, significa -de acuerdo con la auto-

comprension de la epoca-e- pari dad de los «merarnente hom-

bres». Les hommes, private gentlemen, die Privatleute, las per-

sonas privadas constituyen el publico, y no s610 en el sentido

de que el poder y la vigilancia de los funcionarios publicos

han sido puestos fuera de juego; tampoco las dependencias

economicas tienen ahora, per principle, eficacia: las Ieyes del

mercado estan tan suspendidas Garno las delEstado, Noesque

en--lasca-sB:s-dFcafe,en1os salones y en las sociedades se haya

realizado de un modo serio esa idea del publico; pero con ellosse ha institucionalizado como tal idea, cuajando asi como exi-gencia objetiva y haciendose asi, si no efectiva, sf eficaz.

La discusion en el marco de un publico tal presupone,en segundo lugar, 1a problematizacion de ambitos incuestiona-

dos hasta aquel memento. «La general», de que ahora se ocu-

paba el publ ico, seguia siendo monopolio interpretat ive de las

autoridades eclesiasticas y estatales, y no solo bajo el pulpito,

sino en filosofia, en literatura y en arte, cuando el desarrollo

del capitalism a exigio para determinadas categorfas sociales una

conducta racionalmente orientada cada vez mas en la informa-cion. Pero en 1amedida en que las obras filosoficas y Iiterarias,las obras artisticas en general, cornenzaron a ser producidas

para el mercado y mediad as por el, adquirieron semejanza esos

productos culturales can aquellas informaciones: en su cali-dad de mercancias, comenzaron a ser universalmente accesi-bies. Poco tiempo les quedaba ya como elementos de repre-

sentacion de la publicidad eclesiastica 0 cortesana; exactamen-te a eso se alude cuando se habla de la perdida de su aura, de

la profanacion de su en otro tiempo sacramental caracter, Las

personas privadas a las que, como mercancia, se les vuelve ac-

cesible Ia obra, Ia profanan en la medida en que bus can su

sentido de un modo autonomo, por los caminos de Ia cornpren-sion racional, conversan entre sf respecto de el y estan obli-

gados a rnanifestarse precisamente respecto de aquello sobre

10 que 1a fuerza de la autoridad habia impedido hasta el rno -mento toda manifestacion, Como ha demostrado Raymond Wil·

Iiams," deben el «arte» y la «cul tura» al siglo XVIII su relevan-

cia modern a como esfera desprendida de la reproduccion de

la vida social

7 4

EI mismo proceso que Ileva a la cultur~ a convertirse

en una forma mercantil, haciendola par vez prrmera una cuI-

tura capaz de discusion y controversia, lleva, .en tercer lugar,

al desenclaustramiento del publ ico. Par exclus~vo que f~era el

publico, nunca podia llegar a echar tr~s de SI e~ ce~roJo con-

vir tiendose en un clan; porque se entiende a SI IDISIDO Y se

encuentra dentro de un publico mas amplio formado por to-

das las personas privadas a las que,. con:o 1ec~ores, oy~ntes yespectadores, se les presupone patrrmorno e mstr:uccIOn su?-

dentes como para ensefiorearse del mercado de objetos en dis-

cusion, Las cuestiones discutidas se convert ian en alga .«,gene-

ral», no s610 en el sent ido de su relev~ncia,siIl (}t~mQl~D~n

elde-suaccesi-bilidad: todos -del5"iiri poder en tender de ella.

Alii donde el publico se Instltucionaliza como grupo fijo de in-

terlocutores, este no se equipara con el publico, sino q~e,J ~n

todo caso, reclarna ser reconocido como su portavoz, quiza m-

cluso como su educador, quiere actuar en su nombre, repre-

sentarlo: tal es la nueva forma de Ia representacion burgue-

sa. EI publico de la primera generaci6n se sabe, alli donde seconstituye como circulo especificable de personas, ~~ntro d~

" ... nublico mayor Se trata siernpre de una corporacion publi-. .. .: ,, " f .J ' U~.EII..,. & • •

cfst ica, pues una discusion interna puede tornarse slcmpre. : x -terna. -Los Discursos de los molineros que Bodmer y Breitin-

ger comenzaron a prodigar en Zurich a partir de 1721 no son

sino un ejernplo entre muchos-.El "gran» publico, formado difusamente 21 margen de

las tempranas inst ituciones de publico, t iene evidentemente una

envergadura reducida si se la campara can la masa. de l.a po-

blaci6n rural y del «pueblo» urbane. La escuela pnm~na es,

alIi donde Ia hay, inferior; el numero de analb,betos .es m~lus~

superior -al menos en Inglater:a- que en. ',a epoca lsabelm.a,'

A comienzos del sigloXVIII,

mas de la mit ad de la poblacionvive en los limites de la mera supervivencia: las masas no son

solo completamente iletradas, sino que :s~an. tan depau?era-

das que ni siquiera podrian llegar a adquirrr lit eratura. Ni tan

solo disponen de un poder adquisitivo como eI que se reque-ri rta para una participaci6n tan modesta en, el.mer~ado de pro-

ductos culturales," Sin embargo, con el publico difuso forma-

do a part ir de la comercializacion del trafico cul tural surge una

nueva categoria social. . . ,La aristocracia cortesana del siglo XVII no constituia

propiamente un publico lector. Es ~e.rdad que sostenia a. :os li-

teratos, y que estes le rendian servicros, pero Ia prO?UCClOnba-

sada en _el mecenazgo tiene que ver mas can un estilo de cons-

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picious consumption [consume visible], que can Ia seria lectu-

ra ~e un publico interesado. Se forma este en los primeros de-

ceruos del siglo XVIII, luego de que los editores hayan sustituido

a los rnecenas en el encargo de obras a los escri teres, encargan-

do despues al mercado su distribuci6n.24

Igual que la literatura, tambien se hace el teatro porvez.primera con un publico cuando el teatro cortesano y de pa-

laCIO se hace «publico» -fen6meno especialmente observable

en ~lemania-. El pueblo, 1a plebe, como se Ie llama por aque-

Ila epoca, aparece en Francia e Inglaterra ya en eI siglo XVII

(p~r ejernplo, en ~~Glo"?e Theatre 0 en la Cornedie). La plebe

q~le.re decir tambien criados, soldados, aprendices, jovenes es-

c~~~l~ll~es_:Yl:l~_So!()PJ:()I~~ar:ia!:lQiempre dispuesto _al«espec-

tacu~o~,. Pero todos ellos son aun parte de aquel otro tipo de

publlcidad en 1a. que los grad os y las gradas (que como reli-

quia arquitectonicamenra disfuncional mantienen todavia hoy

nuestros teatros) creaban representaci6n ante los ojos del pue-

blo aclamativo. Las disposiciones de la policia de Paris mues-

tran,. si~tomaticamente, como la «platea» hubo de convertirseen publico burgues, Estas disposiciones encaminadas desde el

edicto real de 1641, a combatir el alboroto v hi m>lA! > '",~{ ~~~ ~. ~ - - - J .... l " " " " . . . . . .. . _ . . . . . ~ ; : L _ T..-Vll.J.U

h~eralmente, el hOn;t~cidio,25pronto tuvieron que preocuparse no

solo de la proteccion de la «sociedad» de palcos y balcones

frente a los filous [pillos l, sino incIuso tambien de la de una

determinada parte del publico de platea (del publico burgues,

del que son par 10 pronto prototipos los marchands de la rue

St. Den!s, .los propietari.os de comercios de modas y Iujos: jo-

yeros, opticos, almacenistas de obras musicales y fabricantes

de. guantes). En 1aplatea se va juntando pau1atinamente 10 que,~as tarde, se contara entre los estamentos cultivados, y que,

sm pertenecer a la capa alta granburguesa, circulara par lossalones,

En Inglaterra es ann mas claro el sesgo. E1 teatro pa-

pular sucumbia por complete; en 1a epoca de Carlos II se man-

tenia un. u~ic~ teatro en Londres bajo el patronazgo de la Cor-

te, «y m sl~Iulera era frecuentado por los burgueses, sino por

la alta sociedads.s S610 en la fase posrevolucionaria can la

transicion de las comedias de Dryden a los dramas de' Congre-

v~, S8 abren los teatros a un publico del que Gottsched en los

anos sesenta del siguiente siglo, podria decir: "En Berhn se

n.ama ahara a la cosa publico»," Pues Alemania posee ya, grz-

c~as ~ los esfuerzos criticos de .Gottsched y Lessing, un escena,

no fijo desde 1766 can el Deutschen Nationaltheater-.

La transformaci6n habida puede observarse aiin mas

76

claramente en el publico de conciertos que en el publico lector

o espectador; esa transtormacion no ha acarreado cambia en

el publico, sino que ha dado lugar al «publico» mismo como

tal. Hasta las postrimerfas del siglo XVIII siguio la musica ata-

da a las funciones de la publici dad representativa; sigui6 sien-

do, como se dice hoy, musica al usa. De acuerdo can ella, su

funcion social servia a la devoci6n y a la dignidad del oficio

divino, a las magnificencias de las reuniones cortesanas y, en

general, al esplendor de las escenas festivas. Los compositores

estaban ernpleados en cali dad de musicos de la Iglesia, de la

corte 0 del concejo, y trabajaban, igual que los escritores de

servicio para sus mecenas, y los actores cortesanos para los

soberanos.isiguiendciencargos. .Los.cciudadanos _apenastenian

oportunidades de ofr musica fuera de Ia Iglesia 0 de una reunion

de 1a nobleza, En primer lugar, comenzaron a emanciparse los

Collegia Musica privados, para establecerse pronto como reunio-

nes publicas de conciertos. La entrada de pago convirtio al COD-

cierto en mercanda; al mismo tiempo, aparecio algo asi como

una musica desvinculada de fines U obligaciones: par vez pri-

rnera se juntaba un publico a oir musica como tal; un publico

arnante de Ia musica, a! que se le suponen patrimonio e ins-truccion, ha entrado en escena.e El arte, descargado de sus fun-

ciones publicitario-representativas, se convierte en objeto de li-

bre elecci6n y de inclinaciones cambiantes, EI gusto, de acuer-

do con el que a partir de ahora se orienta, se manifiesta en los

juicios -libres ya de trabas para entrar en competicion unos

con otros- de los profanos; porque, en el publico, todo el mun-

do puede aducir cornpetencia.

La disputa en torno del juicio profano, en tomo del pu-blico como instancia crftica, resulta encarnizada alli donde un

cfrculo de connoisseurs habfa vinculado su competencia especia,

Iizada can algun privilegio social (en la pintura, par ejemplo,que fue una pintura esencialmente destinada al entendido co-

leccionista de la nobleza hasta que el artista se via impelido

finalmente aquf tambien a trabajar para el mercado). En la mis-

rna medida se emancipan los pintores de las ataduras del gre-

mio, de las de la corte y de las de la Iglesia; del artesano sur-

ge una ars liberalis, aunque esta, evidentemente, por la via del

monopolio estatal. En 1648 fue fundada en Paris, bajo Le Bru-

ne, la Academia de las Artes; y solo tres aiios despues (1667)

de que Colbert la dotara con Identicos privilegios que la Aca-

dernie Francaise, se abre, con el primer Salon, a la publicidad.

A 10 sumo diez de esas exposiciones habian tenido Iugar du-

rante el reinado de Luis XIV.29Solo a partir de 1737 tuvieron

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un caracter regular: par otra parte, diez arios despues apare-

ce? las ce1ebr~s ,re,flexiones ?e La Font, que formulan por vez

primera el prmcipio: «Dna Imagen expuesta es un libro dado

a la Iuz de ,la imprenta, una pieza representada en escena: todo

el mundo, tiene derecho a juzgar sobre ello».30Los museos, igual

que eoncl:rtos y teatros, Instltucionalizan el juicio profano en

~rte: laodiscusion se convierte en un medio de apropiarse de

el. Los llln~merables panfletos que tenian por objeto la crttica

y Ia apologia de las teorias artfsticas imperantes enlazan con

las co?~ersaciones de salon y son, a su vez, recibidos por ellas

(Ia cntI~a ? e arte como conversaci6n). El cfrculo interno del

n~evo pubh,co de arte ]0 forman, pues, tarnbien, en Ia primera

.n:~~a~d~l~y~I?:I{yII~Ll{)sq,rnqJ~urseclaires[aficionados -instrul.

dos]. En la rnedida en que las exposiciones publicas atraen a

otros. cir~ul<?s,e~trando, 1a.sobras de arte en contacto can un

ampho publico SIll mediacion de los entendidos, no pueden ya

e~~os mantener p~r mue~o t,iempo su posicion, aunque su fun-CIon se h~ hp,.. .h", .~~_~~_. _ _'_L.f__ h .

-- --- ---- ••~uU" .."...HU1Ult:; por eso son a ora sustituidos

par lo~ eriticos d,e arte profesionales. Como Ia crftica de arteprofeslOn~1 ha salido, en realidad, de los salones se aprecia bien

en su prrrner y mas relevante representante: Diderot esc:t 'ibj6

su Informes de Salon,31 enjuiciamientos artfsticamente cornpe-

tentes de las peri6dicas exposiciones de la Academia desde 1759

par~ la. Correspondencia literaria de Grimm, un escrito peri6di~

co 1.nsplrado.por el conocido salon de Madame d'Epinay y pro.

ducido tarnbien para uso domestico del mismo.

, En ,las instituciones de 1a critic a artistica, comprendidas la

hteraJ;la,. la teatral y la musical,se organiza el juicio profane

del publico mayor de edad, 0 que se cree Uegado a la mayoria

de ed~d. La nueva profesi6n que se compadece con ello recibe,

en la jerga de la eP,oca, el no;nbre de juez de arte, Bste carga

con una tarea propiamente dlalecttca: se entiende a sf rnismocomo mandatario del publico y, al mismo tieznpo, como su pe-

dagogo.» Los jueces artisticos pueden entenderse a si mismos

-yen su pugna con los artistas este es eltopos centraI-

como portavoces del publico, porque no conocen autoridad al-

guna fuera de la que proporciona el razonamiento, y se sieiIten

uno can to~as aq~ellos que se dejan convencer por argumentos.

Pero, al mls~o tiempo, pueden volverse contra el publico rnis-

rno cuando impugnan en cal,idad de~~pertos el «dogma» y la

«rnoda» apelando a Ia capactdad de juicio de los malos alum-

nos. ,~n el mis~o marco de esa autocomprensi6n, se aclara

tan:?len la efe~tlVa po.sid6n del critico: no ·constituye tina pro

fesion en sentido estricto, El juez artfstico tiene algo de ama-

78

teur; su perrcia tiene un valor revocatorio; en ella se organiza

el juicio profano, sin que su especializacion Ie Ileve a ser otra

cosa que el juicio de un hombre privado entre todas las de-

mas personas privadas (que no habran de adrnitir, en ultima

instancia, que el juicio de nadie se les imponga como obliga-

tono): ahi radica, precisamente, la diferencia entre el juez ar-tistico y el juez, A 1a vez, tiene que procurarse audiencia ante

el pleno del publico, que cornienza a rebasar los estrechos circu-

los del salon, de las casas de cafe y de las perias, aun en su apo-

geo, Pronto se convierte el escrito peri6dico -al principia

como correspondencia manuscrita, luego ya como revista im-

presa mensual 0 semana1- en instrumento publicistico de esa

crftiea.

Los peri6dicos de critica artistica y cultural.P como

instrumentos que son de la critica artistica institucionalizada,

son creaciones tipicas del siglo XVII! . ({Ya es suficientemente no-

table», se maravilla fundadamente Dresdner, «el hecho de que

la critica de arte, luego de haberse pasado el mundo milenios

sin ella, aparezca de golpe en el horizonte de mediados del si-glo XVIII».34 Por una parte, la filosofia es ya solo posible como

filosoffa crftica, y Ia Iiteratura y el arte son 5610 posibles en

conexi6n can la critica literaria y artfstica: 5610en los «perio-

dieos crtticoss Uega a su propia meta aquello que las obras ar-

tfsticas mismas critican. Par otro lade, adquirio tambien el pu-

blico ilustracion 5610 por la via de la apropiacion crttica de

filosoffa, literatura y arte: solo por esta via Ilego a compren-

der el proceso vivo de la Ilustraci6n.

Un fen6meno clave, en este contexto, son los sernana-

rios morales. A rm estan aquf revueltos los mementos que luego

habran de separarse, Los periodicos criticos se han desprendi-

do ya tanto de los circulos sociales de conversacion como de

las obras a las que su raciocinio se refiere. Pero aquellos sema-narios constituyen una parte de las discusiones de las casas de

cafe y se entienden aun como piezas literarias (can razon se

les ha Hamada Essays periodicosj.s

Cuando Steele y Addison sacaron en 1709 el primer nu-

mero del Tailer, eran ya las casas de cafe tan numerosas, tan

amplios los circulos de asiduos= que ei marco entero de estos

millares de grupos 5610podia ser abarcado par un periodico."

La nueva revista esta, par 10 dernas, tan intimamente vinculada

a las casas de cafe. que podria incluso reconstruirse la vida de

las mismas a partir de los numeros sueltos de la publicacion.

Los artfculos del peri6dico no s610 son objeto de discusion por

parte del publico de las casas de cafe, sino que son conside-

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rados incluso como artes on:] pres rmsmas de sus discusiones como

c~ai:~e~~:i~a ra~~~ de escri tos ,enviados a] periodico, e~tre los

irn eel or que elegir semanalmente para Ilevar a

1 prenta. Las cartas de los lectores se institucionalil'aron por

l:d~~ca en 9ue el Spectator se desprendio del Guardian: en el

leon ee pomente de la C~sa Button se Insralo una cabeza deTam'bie~ ~~Y:;r fau,;s ]habla de depositar el lector sus cart as.s

dica la proXimi:~ I~ Og~ ~ue muchos articUlos mantenian in.

transportada a otro am~~o a ra hab!ada. L~ misrna discusi6n es

a traves de la lectura a] , ~rc:'seg~.udaen, el, para volver Iuego,

Muchos de los ' . ongma~o medic de 1 8 . conversaci6n.incluso si semanartos postenores de ese genero aparecen

decirlo-c, I~r;~~~:~co:o par~acentuar1~. c?IIyn~i;claci -:::porasj..-J .------,-----p raL-del proceso de dustracIOn mutua Eas semananos morales 39 aparece la te . , . . ncepci6n d' nsion rnterna de la con-

procediml~~to ~r:~ ~:n~~ ;;~~~l1os, q~e se sent ian llamados al

posteriores La :nas c aro que en los peri6dicos

a1 en' . '.. '. que pronto habra de especializz rse dando lugar1UIClfUD!ento del·- . d -' - ...~

critica ~rtistica, Iitera~~~~ ;s c~ti~:l~i;~a~~s as~~~~al'ri~sl apru,tbel~co se mira -1 espej ~ 1~ - - . ...... 1·

dian' aun no eJO"on e .L after, can el Spectator, con el Guar.r es canaz riP entender t '

-- ~ " • . -- ~~""'HUt:: se a raves del rodeo de unreneXlOn sabre obras fil 6fi '. .... aficas, sino s610 entrando 0~ 1 ~ ~ s y lIteranas,. artisticas y cienti-

ra», Addison se calificabs ' sn:ocomo objetn en Ia «Iiteratu,

a. a S1 rmsrnr, como ce fand morals' * trato de '. nsor 0 manners

, orgamzaclOnes beneficas d 1

~:rsa :eo~~~~~~~;da~soac~;~~ras en :a ensefianza, ~h,o~t~S~u~o~

vicio del· juego contra el ~ cO~. I" moral, polem1zo contra elel rnal st d i '. .na ismo y la pedanteria, contra

de los ~bi~s;etr~~:j~I;~~sl~n~~~o~?S Ydcontra la exc~ntricidad

emancipacion de la moralidad ci ~ 1 O ; e Ia tolerancI<t, par la

gia moral de la sabidu ' u a ana respecto de la teolo-bresca. EI' publico que 1;II:yr:'undana r~spect .o de 1a fi losofia Ii .tema, a y comento se VIO a si mismo como

!~iV~d:~~~!:l"t:u:!u:~a p~~:o institucionaIizaci6nd~,\,una

Mientras que las . tit .pubIicid db' In~ ~ uciones mas tempranas de Ia

a urguesa estan pnslOneras dela nobleza desprendi.

* Censor de modes Y costumbres.

80

da de Ia corte, en cambia, el «gran» publico, forma do en tea-

tros, museos y conciertos, es un publico burgues tambien des-

de el punta de vista de su procedencia social. Su influencia

triunfa alrededor de 1750. Ya los sernanarios morales , que Ile-

garon a invadir a Europa entera, coinciden can aquel gusto que

habria de convertir a la mediocre Pamela en un best-seller, Esossemanarios surgen de necesidades de un publico lector bur-

gues que luego podra satisfacer de un modo genuino a traves

de las formas literarias de la tragedia burguesa y de la novela

psicologica. Las experiencias, en las que un publico apasiona-

do, ternat lzador de si mismo, busca entendimiento e i lustracion

-en el marco del razonamiento publico de personas privadas

. .dialogantes-,fluyendelas-fuentes .deTl.na sub jefividiia:· e s p e c rfica, cuyo hagar, en el sentido literal de Ia palabra, es Ia esfe-

ra de Ia pequefia familia patriarcal . Como es sabido, procedente

de mutaciones profundas en 1a estructura familiar, que se han

ido gestando desde varios siglos antes can Ia transformacion

capitalista, se consolida Ia familia nuclear patriarcal como el

tipo dominante en las capas burguesas,La aristocracia urbana. evidenternente, en particular la

paris ina -que es modelica para la del resto de Europa-, con-

tinua manteniendo «casa» y ve can malos ojos la intimidad de

la vida familiar burguesa, EI mero nombre basta para garanti-

zar Ia sucesion, que es a Ia vez transmision hereditaria de pri-

vilegios: y para ella no se necesita siquiera del hagar comun

del matrimonio, cada uno de cuyos miembros vive a menudo

en su propio hotel [mansion], para coincidir de vel' en cuando

en las esferas extrafamiliares ann mas a menu do que en el cfrcu-

10 de la propia familia. La maitresse [querida] es una institu-

cion, 10 cual es smtoma de que las relaciones -tan iluctuantes

y, sin embargo, tan convencionalizadas- de Ia «vida social»

s610· raramente permitan una esfera privada en el sentido bur-gues, La intimidad juguetona, cuando se da, se diferencia cla-

ramente de Ia duradera intimidad de Ia nueva vida familiar,

~sta se desprende, par otra parte, de las viejas formas de Ia

comunidad granfamiliar que se conservaban bien, sabre todo

en el campo, todavia durante todo el siglo XVIII. -Formas fa-

rniliares que eran preburguesas tambien en el sentido de que

no se sujetaban a la diferenciacidn entre «publico» y «priva-

do»-.

Pero ya la aburguesada aristocracia rural inglesa del

siglo XVII parece estar apartada de este estilo de vida apegado

a la «casa completa», La prlvatizacion de la vida puede obser-

varse en un cambia estilistico de la arquitectura: «En las fin-

81

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cas de nueva planta se habian efectuado algunas modificaciones

arquitectonicas, El alto vestibule con techo de vigueria [ ... Jpaso de moda. El comedor y los dormitorios fueron traslada-dos a la planta superior, en donde las distintas funciones que

el antiguo vestibulo habfa desempefiado dieron aquf Iugar a la

distribucidn del espacio en un numero de camaras de magni-tud corriente. Tambien el patio, en el que habia transcurrido

buena parte de la vida domestica, se encogio [ . .. ] y fue tras-lad ado de su posicion central en la casa a la fachada peste-rior».4lILo que Trevelyan relata aqui acerca de las fincas rurales

de la gentry * inglesa, vale en el continente para las mansiones

burguesas del siglo siguiente: «En las mansiones privadas mo-

.dernas ....eJas-grandesciudades-·hansidoreducidos·a -su-masminima expresion todos los espacios funcionales a la "casa com-

pleta": los amplios vestfbulos se han visto reducidos a un mi-sero zaguan, y por Ia profanada cocina tan s610 corretean don-

cellas y cocineras en lugar de la familia y el espfri tu hogare-

no; pero es sobre todo notable que los patios se hayan Con-

vertido en rincones a menudo angostos, humedos y malolien-tes [ ... I. Si echamos un vistazo al interior de nuestras vivien-

das, encontramos que Is "habitaci6n familiar", esto es, Ia estan-cia comun de marido, mujer y nifios y servicio se ha hecho cada

vez mas pequefia, si no ha desaparecido del todo. En cambio,las habitaciones particulares de los diversos miembros de la

familia han sido provistas cada vez mas y con mayor propiedad.

EI aislamiento del miembro de Ia familia incluso en el interior

de la casa pasa por distinguldo»." Riehl analiza el proceso de

privatizacion de la casa, que la lleva, como el mismo dice en

una ocasion, a ser mas habitable para cada individuo, pero mas

estrecha y mas pobre para la familia.41 La «publicidad» gran-

familiar del vestfbulo, en el que la seiiora de Ia casa, junto al

sefior, representaba ante sirvientes y vecindario, cede a la «pu-blicidad» pequefio-familiar de la sala de estar, en donde el ma-trimonio se atsla, con sus rnidosos nifios, del personal de ser-vicio. Las fiestas de mansion seconvierten en veladas de so-

ciedad, la habitacion familiar en sala de visita y en esta se

reuniran las personas privadas en calidad de publico: «Aque-Has salas y vestfbulos funcionales a Ia casa completa se han

reducido a la minima expresi6n. El espacio mas importante en

Ia casa burguesa distinguida es, en cambio, destinado a un apo-sento completamente nuevo: al salon [ . .. J. Pero el salon norin-de tampoco servicio a la casa, sino a Ia sociedad, y esa socie-

* Gente bien, en especial burguesfa rural,

82

dad esta muy lejos de ser meramente equivalente al estricto

y fijo drculo de amigos de la casa»," La linea fronteriza entre

la esfera privada y la publicidad atraviesa la casa. Las perso-nas privadas salen de la intimidad de su sala de estar a la pu-

blicidad del salon: pero una y otra estan estrechamente relacio-

nadas, Solo el nombre de salon recuerda el origen de la discu-sion sociable y del razonamiento publico, su procedencia: la

estera de la sociedad aristocratica. De ella se ha desprendido,

entretanto, el salon como centro de circulacion de los padres

de familia burgueses y de sus mujeres. Las personas privadas,

que constituyen aqui publico, no entran «en sociedad»: surgen

siernpre, por as! decirlo, de una vida privada que se ha perfila-

.doenel··espacio·interior ·delafamilianucIearpatriarcaL

Ese espacio consti tuye el lugar de una emancipaci6n

psicologica 44 coincidente con la emancipacion polftico-econ6mi-

ca. Aun cuando la esfera del circulo familiar no quiere sino

verse independiente, desprendida de todo vinculo social, ambi-

to de la pura humanidad, esta en una relacion de dependen-

cia con la esfera del trabajo y del trafico mercantil. -Hastala consciencia de independencia puede entenderse a partir de

la efectiva dependencia de ese ambito intimo respecto del a m -bito privadoen el mercado-. Los poseedores de mercancias

pueden considerarse, en cierto modo, autonomos, En la medi-

da en que se han emancipado de las directivas y controles es-

tatales, deciden libremente de acuerdo can criterios de renta-

bilidad; y en ese proceso nadie es sometido a obediencia, sino

que todo el mundo se encuentra a merced de las anonimas le-

yes del mercado, regidas, al parecer, por una racionalidad eco-

nomica que Ie es inherente. Estas leyes estan provistas de Ia

garantia ideol6giea del intercambio justo, y han de posibilitar,

en general, la superacion de Ia coercion mediante la equidad.

Una autonomia de las personas privadas de este estilo, basadaen la disposicion sabre la propiedad y realizada tarnbien en

cierta medida a traves de la participacion en el trafico comer-

cial, no podia menos de encauzarse representativamente. La

autonomia del propietario en el mercado coincide con una auto-

rrepresentaci6n de los hombres en la familia, a cuya intimidad,

arrancada -a 10 que parece- a la consrriccion social, subyace,en verdad, una autonomia privada ejercida en el mundo compe-titivo de . los negocios. Una autonomia privada que reniega de

su origen economico, una autonomia que cae [uera del ambito

de la autonomfa de que goza el competidor en el mercado (com"

petidor que se da tono con esa autonomia), presta, pues, tam-

bien a la familia burguesa consciencia de sf misma. Ella parece

83

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l ibremente fundada par individuos l ibres y parece mantenerse

sin constriccion alguna; parece basarse en 1a duradera comuni-

dad amorosa de ambos conyugues; parece deposi taria del l ibre

desarrollo de todas las capacidades que perfilan a Ia persona-

lidad cultivada. Esos tres mementos: l ibertad volitiva comu-

nidad amorosa e instruccion, dan lugar a una idea de hurnani-dad que se entiende como inherente a ella y que, ciertamen-

t~, Ie fi ja par vez prirnera, y de un modo absolute, su posi-

CIon: Ia ernancipacion -portadora aun del eco de las senten-

cias acerca de 10 pura 0 rneramente humano- de Ia intimidad

del sujeto, regida y desplegada de acuerdo can sus propias Ie-

yes, respecto de final idades y objet ivos externos de cualquierclase.

.. . ___s_aidea,segl iD-lacual·la esferafri timapequefio-farni-

liar se constituye par sf misrna, choca, de todos modes, can las

funciones reales de Ia familia burguesa, y ese cheque se regis-

tra en Ia consciencia del burgues mismo. Porque, naturalmente

no esta Ia familia libre de 1a constriccion a Ia que Ia sociedad

burguesa, co~a toda.s, la somere. Ella desempefia un rol per-fectamente circunscnto en el proceso de valorizacion del capi-

tal. Como marco genealogico, garanriza la continuidad perso-

nal, objetivamente encauzada en Ia acurnulacion de capital y an-

dada juridicamente en la libre transmision hereditaria de Ia

propiedad. Ella es funcional, sabre todo, como agente social, a

la dificil mediaci6n consistente en mantener estrictamente las

exigencias sociales necesarias preservando una apariencia de li-

bertad. Freud ha descubierto el mecanisrno de internalizaci6n

de la autoridad paterna; sus discipulos han relacionado Ese me.

canisrno, ~~sde un P\IDto ~e vista psicosociologico, can el tip a

de Ia familia nuclear patriarcal.v Siempre vendria a coincidir,

segun estes, la ~utonomia del propietario en el mercado y en el

seno ~e Ia propia empresa can 1a dependencia de la mujer y delos mnos respecto del padre de familia; la autonomia privada

de alli se transformaria aqui en autoridad y convertiria en ilu-

soria aquel la pretendida l ibertad volitiva del individuo. Tam-

bien la forma contractual del matrimonio, que presupone la au-

tonoma declaracion de voluntad de ambos contrayentes serta

una ficcion: Y, sabre todo, el enlace matrimonial, en 1a medida

en que 1a familia es portadora de capital, no podria permane-

cer al margen de consideraciones tales como su mantenimien-

to y reproduccion, (La amenaza connatural a la idea de Ia co-

munidad amorosa ocupa, como conflicto entre amor y razon[matrimonio de conveniencfas], a la creacion literaria hasta

nuestros dfas, y no solo a la Iiteratura.) 46 Finalmente, tambien

84

las necesidades profesionales vendrian a contradecir una idea

de la instruccion, segun la cual le es dado a ella el ponerse como

fin en si misma. Pronto ha entendido Hegel como la instruc-

cion, Ia forrnaci6n, esta encadenada al nucleo del trabajo social ,

nucleo al que no Ie es dado reconocerse como burgues. La vieja

contradiccion prosigue hasta hoy en 1a disputa entre 1a for-macion de la personalidad, par una parte, Y la men: instruc-

cion posibi li tadora de oficio, par Ia otra.

Si las necesidades de la sociedad burguesa hacen tam-

balear tan severarnente a la autocomprension de Ia famil ia como

una esfera de la humanidad constituida en su intimidad, no son

en cambia mera ideologia las ideas de libert:<tcl,?moLy_forma.

cion-nacldas .delasexperiertCias de .hi ..esfera privada pequefio-

familiar. Estas ideas son tarnbien realidad en su calidad de dis-

posicion mental can peso objetivc en Ia configuracion de la

misma institucion, y sin su valor subjetivo no podria reprodu-

cirse Ia sociedad. Con el especifico concepto de hurnanidad se

extiende entre Ia burguesia una concepcion de 10 existente que

promete una cornpleta redencion respecto de las constriccio-nes del mismo sin evadirse en un mas alla. EI trascender de Ia

inmanencia fijada es el momenta de verdad, 1a ideologia bur-

guesa destaca de entre las ideologias; en sus prirneros cornien-

zos, precisamente allf donde la experienciz de 1aHumanitdt * 47

tiene su punta de arranque: en la humanidad de la intima re-

laden de los hombres como meros hombres a1 resguardo de la

familia,"

En Ia esfera de la intirnidad pequefio-farniliar las per-

sonas privadas se conciben a sf misrnas como independientes

incluso de la esfera privada de su actividad economica (preci-

samente como hombres que pueden contraer relaciones «pura-mente humanas»). No par casualidad se convierte el siglo XVIII

en un siglo de intercambio epistolar:49

escribiendo cartas serobustece el individuo en su subjetividad, En los primeros tiern-

pas del trafico de correo -medio de transporte principalmen-

te util a los nuevas periodicos=-. sirve ya la carta para la co-

rrespondencia intelectual asi como para la cortesia familiar.

Pero todavia Ia carta familiar «bien escrita» del siglo XVII, que

brinda de antemano a los conyuges «amor matrimonial y fide Ii-

* Humanitdt es un Ia tinismo introducido en la lengua ale.

mana en el siglo XVI. Da a Ia nocion de humanidad tMenschlichkeit,

en aleman) una cualificacion de civilidad. Como se observant can la

lectura de Ia nota 47, valia la pena registrar aqui la peculiaridadde Humanitiit en vez de traducirla sin mas par «humanidad» como

se hace en otras ocasiones.

85

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dad», 0 que asegura al senor padre ya la senora madre Ia obe-

diencia de los nitios, vive de las secas participaciones, de los

«periodicos» que habrfan de autonomizarse Iuego con un rotulo

propio. La novia de Herder teme ya, en cambio, que sus cartas

«no contengan sino narracion», «dejandole a usted en condicio-

nes de considerarme una buena escritora de periodicos-J" Enla era del sentimentalismo, las cartas son receptaculos antes

aptos al desahogo del corazon que a la «fria noticia» (Ia cual,

cuando llega a ser mencionada, requiere disculpa). La carta es

considerada, segun el lexica de la epoca -que tanto debe a

Gellert-, «estampa del alma», una «visita del alma»; las cartas

quieren ser escritas con sangre del corazon, quieren ser -pre-

c_i!>:;'i.mer!t~_PQres_~..loradass' ..EI.interes·psico16g-icocrece-des"·

de el comienzo en Ia doble relacion consigo misrno y con los

otros: 1a autoobservacion entra en una conexion en parte cu-

riosa, en parte empatica can las conmociones animicas del otro

Yo. EI diario se convierte en una carta destinada al remitente:

Ia narracion en primera persona, en monologo destinado a re-

ceptor ajeno; ambos constituyen en la misma medida experi-mentes con la subjetividad descubierta en las relaciones inti-

mas pequefio-familiares.

Esta, como recinto mas Intimo de 10 privado que es,

esta continuadamente inserta en publico. Lo contrario de la in-

tirnidad literariamente mediada es indiscrecion, no publici dad

como tal. Las cartas ajenas no solo se prestan y transcriben;

muchos intercambios epistolares estan ya de antemano, como

muestran en Alemania los ejemplos de Gellert, Gleim y Goethe,

previstos para la imprenta. Un giro expresivo corriente de la

epoca confirmaba el acierto de Ia carta conseguida diciendo

que estaba «a punta de imprenta», As! se explica a partir de Ia

subjetividad -directa 0 indirectamente inserta en la publici-

dad- de los intercambios epistolares y de los diarios intimasel origen del genera tfpico y de la propia disposicion literaria

de ese siglo: la novela burguesa, la descripcion psicologica en

forma autobiografica, Su mas temprano y por mucho tiempo

infiuyente ejemplo, la Pamela (1740) de Richardson, surgio pre-

cisamente de Ia intenci6n de este de hacer una carta modelo in-

cluible en las apreciadas colecciones que de ellas se hacfan.

Subrepticiamente se Ie convierte al autor en asunto capital la

narracion, como tirada por una cinta. Pamela l legara a conver-

tirse en modelo no de cartas, sino de novelas en forma episto-

lar. No s610 Richardson mismo sigue con Clarissa y Sir Charles

Grandison con el genero que ha descubierto. Cuando Rousseau,

con la Nouvelle Heloise y luego Goethe con las Werther Lei-

86

den se sirven de la forma de la novela epistolar, es ya imposi-

ble hacer marcha atras, Las postrimerias del siglo se mueven

gozosamente y con soltura en el terreno de la subjetividad,

apenas explorado en sus comienzos.

Las relaciones entre autor, obra y publico cambian: lle-

gan a convertirse en interrelaciones intimas de las personas pri-vadas psicologicamente interesadas en 10 «humano», en el auto-

conocirniento, aSI como en la compenetracion. Richardson Ilora

con los personajes de sus novelas exactamente igual que sus

lectores; autor y lector mismos se convierten en protagonistas

que «se expresan», Sterne, particularrnente, consigue un refi-

namien to .del .papel .del. narrador por .medi()9:~E~fl~()?~~! ....l~....Ilarriaiiiientos. casl hasta de indiCaClonesescenicas; todavia pone

en escena Ia novela para el publico contextualizado, no con fines

de distanciamiento, sino para enmascarar completamente la di-

ferenda entre el ser y el parecer.P La realidad como.jlusion

creada nor e] rnrevo zenero tiene en Ingles el nombre de fiction:

con ell~ ~~ i~d~~p~j~ de su calidad de meramenie fingida. Por

vez prirnera consigue crear la novela burguesa aquel estilo derealisrno que autoriza a todo el mundo a penetrar en la accion

literaria como sustitutivo de la propia acci6n, a tomar las re..

laciones entre los personajes, entre el lector, los personajes y

eI autor como relaciones sustitutivas de la realidad. Tambien

el drama de Ia epoca se convierte en fiction, a traves de la

inrroduccion de la «cuarta pared», no menos que la novela. La

rnisma Madame de Stael, que fomentaba en su casa el extrava-

gante juego de sociedad consistente en retirarse todos los pre-

sentes, luego de Ia comida, para escribirse unos a otros cartas,

llego a tener consciencia de que las personas se convertian a sf

mismas y a las demas en sujets de fiction.La esfera del publico se origina en las capas =-rnas am-

plias- de la hurguesia, por 10 pronto, como aplicacion y, almisrno tiempo, consumacion de la esfera de la intimidad pe-

quefio-familiar. Sala de estar y salon se encuentran bajo el mis-

rna techo, y como Ia privacidad de una necesita de la publici-

dad de Ia otra, como Ia subjetividad del individuo privado esta

inserta desde el comienzo en la publicidad, tambien en Ia li-

teratura convertida en fiction estan ambas conectadas. Por un

lado, el lector, compenetrandose, repite las relaciones priva-

das delineadas en la Iiteratura: rellena 1a fingida intimidad con

experiencias procedentes de Ia realidad y se pone a prueba en

aquella para esta, Par otro lado, 1a intimidad literariamente

mediada desde el principio, la subjetividad literariamente ca-

paz, se convierte, efectivamente, en la literatura de un amplio

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publico lector; las personas privadas convertidas en publico ra-

zonan tambien ptiblicamente sobre 10 leido y 10 introducen en

el proceso corminrnente impulsado de la ilustraci6n. Dos alios

despues de la aparici6n de Pamela en el escenario literario se

fund6 Ia prirnera libreria publica; clubs de libros, drculos de

Iectores, librerias de suscripcion crecen rapidamente y permi-ten que la lectura de novelas se convierta en un habit a de las

capas burguesas (en un tiempo en el que, como en Inglaterra

a partir de 1750, el volumen de ventas de los peri6dicos diarios

y de los semanarios se dobla en un cuarto de siglo)." Esas ca-

pas burguesas cOllstituyen eJpublico que se ha ida forman do

desde tiempo arras en las tempranas instituciones de las casas

·dEcafe,·del(is··salones Yde-hiS"TiscngesetlscFiilfien,y q u e · - a b . o H ladquiere una textura uniforme gracias a la instancia mediado

ra de la prensa y de su criticaprofesional. ElIas forman Ia pu-

blicidad de un raciocinio Iiterario en el cual la subjetividad de

orizen intimo v ncrnrefio-farrril iar ]]1 "0>1 '" "" pnt., ...rl;..,.,;pni'" ""nsig~ misma y ~c'erc'ad~ ~i-~i~~'; '--o- -~~ ...-. .- . . . . .~...~ ~~.-

7. La relacidn de la puhlicidad literaria con la puhlicidadpoHtica

El proceso en el cual el publico compuesto par perso-

nas privadas raciocinantes se apropia de Ia publicidad regIa

mentada desde arriba, convirtiendola en una esfera de crftica

del poder publico, se completa can la transformaci6n del fun-

cionamiento de la publicidad Iiteraria, dotada ya can organiza-

ciones del publico yeon plataformas de discusion. Mediado

por esa publicidad literaria, aparece tambien el marco experi-

mental de la privacidad publicarnente inserta en la publici dadpolitica. La representaei6n de los intereses de una esfera priva-

tizada de la economia mercantil es interpretada con ayuda de

ideas desarrolladas en el humus de la intimidad pequefio-fami-

liar: la Humanitiit tiene aqui su emplazamiento genuino y no,

como ocurria en su modelo griego, en la publicidad misma. Can

el nacimiento de una esfera de 10 social, por cuya regulacion

pugna la opinion publica con el poder publico, ha experiment a-

do una remocion --en comparaci6n con los antiguos- el tema

de Ia moderna publicidad, desplazandose de las tareas propia-

mente politicas de la ciudadania comunitariamente activa (ad-

ministraci6n de Ia justicia en el interior, autoafirmaci6n en el

exterior) a las mas bien civiles tareas de una sociedad publica-

88

mente raciocinante (la seguridad del trafico mercantil), La ta-

rea politica de la publicidad burguesa es 1a regula cion de la

sociedad civil (a diferencia de Ia res publica); 53. con las expe-

riencias de una esfera privada intimizada a las espaldas, par as!

decirlo, la publicidad burguesa hace frente a la autoridad mo-

narquica establecida; en ese senti do, se puede decir de ella queha tenido a la vez, desde el principia, un caracter polemico yprivado. Al modelo griego de publicidad le faltan arnbas carac-

teristicas: porque el status privado del senor de la casa, del

que, como ciudadano que es, depende su status politico, se basa

en el dominio sin apariencia alguna -mediada par la intimi-

dad- de libertad; y agonal es el comportamiento del burgues

solO en Iil compefiCi6ri· de ·108negOd08,que represeiifauriaapa-rente forma de lucha contra el enemigo externo y no, par ejem-

plo, en la disputa can el propio gobierno.

La dimension de Ia polemics, en el seno de la cual la

nublicidad consizuio eficacia nohtica durante el si!TlnXVTTr xe

ha desarrollado ya, en el curs~ de los dos sigl~~ ~;t~ri;~~~;:~la controversia juridico-estatal en torno al principio del dominicabsoluto. La Iiteratura apologetica del secreto de Estado da

vida Iingiifstica al media con cuya ayuda puede el soberano

afirmar su soberanidad (jura imperii): precisamente los arcanaimperii, aquel catalogo completo de practicas secretas compues-

to por Maquiavelo que habian de garantizar el mantenimiento

del dominio sobre el pueblo menor de edad. A la practica del

secreto se Ie opondra 1uego el principio de la publicidad.v Los

opositores de 1a epoca se cuestionan S 1 la ley depende del arbi-

trio del soberano 0 si la autoridad de este debe s610 ejercerse

sobre el fundamento de una ley. Par legislador entienden ellos

evidentemente, par esa epoca, a la asamblea de estarnentos: la

polemica de los opositores de la monarquia, de los monarcoma.

cos, vive aun de la tension entre el soberano y los estamentossefioriales, pero se dirige ya contra la misma burocracia abso-

Iutista can la que la polemica burguesa se ensafiara mas tar-

de, desde finales del XVII. Incluso en Montesquieu se mezclan,

en la lucha con el enemigo comun, ambos frentes y a menudo

hasta la indistinguibilidad. El unico criteria de distincion po-

sible de la vieja y la nueva polemica es el estricto concepto de

la ley, que contiene la idea de justicia no s610 en el sentido de

los derechos legftimos, sino la idea de legalidad impuesta me-

diante normas generales y abstractas.

Ciertamente, la tradici6n filosofica, tanto Ia aristotelica

como la cartesiana, conocen la categoria de la lex generalis a

universalis; pero en el ambito de la filosofia social y de la po·

89

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litica fue introducida, implicitamente, por Hobbes, y definida

expresamente por vez primera por Montesquieu.sr «Whoever

has the legislative or supreme power of any commonwealth is

bound to govern by established standing laws, promulgated and

kn~wn to the people, and not by extemporary decrees ... » 56 Locke

atnbuye a la ley,. a diferencia de la orden y de la disposicion,c(:m~tant and lasting for~eY En la literatura francesa del siglo

sigurente habra de precisarse esa ceracreruacion. «Les lois...

sont les rapports necessaires qui derivent de la nature des

choses».~ Son regI~s racionales dotadas de cierta generalidad

y duracion, Un gobierno abase de decretos y edictos es consi-

derado por Montesquieu une mauvaise sorte de legislation.n

·Con-.e~loseprepara--IasfibVetsi6ii-del· iifiIiCipIoIriapelahle deldominic absoluto formulado por la teoria del Estado de Hob-

bes: veri.t~s non auctoritas tacit Zegem.* En la <dey», suprema

encarnacion d~ las ~~.)l·~asgenerales, a.bstractas y perrnanentes,a cuya mera ejecucion uene Que reducirse pi c!"lTl;ni,., " " t- > , .. ,, ~

tenida una racionalidad en ia que 10 j~s-t-o-~~;;;;;~;~ ~~;~i~justificado.

. .Historicamente, la exigencia polemics de ese tipo de

racionalidad, enfrentado a 1a practica secreta de la autoridad

soberana, se ha desarrollado en conexion can el razonamiento

publico de las personas privadas. Asi como el arcanum sirvio

al mantenimiento de una dorninacion basada en la voluntas asi

ta~bie~, la publicidad habra de servir a la irnposicion de 'una

legislacion basada en Ia ratio. Ya Locke vincula Ia ley dada a

conocimient? publico con un common consent, y Montesquieu

Ia redu,c~, finalrnente a raison humaine; pero esta reservado

a 10:. fisiocratas, como veremos mas adelante.s? el relacionar

explfcitamente la ley con la razon que se manifiesta a traves

de la opinion .publi~~. Se desarrolla en la publicidad burguesa

una conscrencia polftica que consigue articular la idea y Ia exi-gencia de leyes generales y abstractas contrapuestas al dorninio

absoluto, y que aprende finaImente a afirmarse a.si rnisma -es

decir, a la opinion publica- como Ia unica fuente legitima de

esas leyes. En, el cu:so ?el siglo XVIII Ia opinion publica exigira

la competencia legislativa para unas normas que solo a 'dla

deben el contenido poIemico-radonalista.

. Los criterios de generalidad y abstraccion que caracte-

rizan a 1~ norma legal tienen que resultar evidentes a las per-

sonas pnvadas, las cuales, en el proceso comunicativo de la

publicidad literaria, se cercioran de su subjetividad procedente

* La verdad y no Ia autoridad hace Ia ley,

90

de Ia esfera intima. Porque, en calidad de publico, estan ya esas

personas privadas bajo la ley tacita de una paridad entre los

instruidos, ley cuya abstracta universalidad constituye la unica

garantia de que los individuos subsumidos a ella como «meres

hombres» seran respetados en su subjetividad. Las formulas

revolucionario-burguesas de «igualdad» y «libertad», luego en-quistadas, conservan aqui todavia su vivacidad: el razonamien-

to publico del publico burgues se lleva a cabo al comienzo, sin

tomar en cuenta los rangos y jerarqutas sociales ypoliticas

preexistentes, de acuerdo con reglas generales que, al restar es-

trictamente ajenas a los individuos como tales, garantizan un

espacio al desarrollo Iiterario de su interioridad; al ser genera-

. .·les,unespado aTbri :i as ii id i vi d ii al ;a r -se r bbJ im vas;Uri -e spaC]Cia 10 mas subjetivo; al ser abstractas, un espacio a 10 mas con-

crew. Al mismo tiempo, el resultado del raciocinio publico bajo

tales circunstancias recIama racionalidad; de acuerdo con esa

idea de racionalidad, una opinion publica nacida de la fuerza

del mejor argumento pretende estar en posesion de la cap a-

cidad raciocinante -moralmente pretenciosa- que intenta ha-cer una y la misma cosa de 10correcto y de 10 justo. La opinion

publica ha de coincidir con 1a «naturaleza de la cosa»,61 Por

eso pueden las «leyes» -a las que la opinion publica qui ere

ahora disponer para la esfera social-, junto a los criterios

formales de generalidad y abstraccion, exigir tambien para sl

el criterio material de racionalidad. En ese sentido dec1aran los

fisiocratas que s610 la opinion publique conoee el ordre naturel

y 10 hace visible para que pueda el monarca ilustrado conver-

tirlo, en forma de norma general. en fundamento de su accion,

-Por ese camino ha de converger Ia dominacion con la razon.

La autocomprension de la publicidad politica, manifes-

tada en la categoria central de la norma legal, es mediada por

Ia consciencia institucionalizada de la publicidad litera ria, Por10 general, ambas formas de publicidad encajan bien una con

otra. En ambas se forma un publico de personas privadas cuya

autonomia, basada en la disposicion sobre la propiedad privada,

quiere manifestarse en la esfera de la familia burguesa como

tal, quiere realizarse intimamente en un contexto de amor, li-

bertad y formacion: en una palabra: como Humanitiit.

Llamamos a la esfera del mercado Ia esfera- privada; a

la esfera de la familia, como nucleo de 10 privado, esfera inti-

ma. :Esta se presume independiente de aquella, cuando, en rea-

lidad, es completamente cautiva de las necesidades del mer-

cado. La ambivalencia de la familia, el ser a la vez agente so-

cial y tambien, en cierto modo, anticipada emanclpacion de la

91

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sociedad, se manifiesta en Ia posici6n de los miembros de la

familia; por un lado, a causa de la dominaci6n patriarcal se

mantienen unidos, y par el otro, estan vinculados uno a otro

par Ia intimidad humana. Como hombre privado es el burgues

las dos cosas en una: propietario sabre bienes y personas y,

al mismo tiempo, hombre entre los hombres, bourgeois y hom-me. Tambien 1a publicidad permite observar esa ambivalencia

vi sible en 1a esfera privada; no se sabe bien si las personas pri-

vadas se ponen de acuerdo qua hombres en el raciocinio litera-

rio acerca de experiencias de su subjetividad, 0 bien si las per-

sonas privadas se ponen de acuerdo qua propietarios en el ra.

ciocinio polit ico acerca de la regulacion de su esfera privada.

EI circulo de personas de ambas formas de publico nsiquiex:a

c()!:tlc;:j_de_poromplete:-lasmuJeresy 16s"ecoriomicamente de-

pendientes estan factica y juridicamente excluidos de Ia publi-

cidad polit ica; mientras que el publico lector femenino, asi como

el formado por aprendices y criados, tiene a menudo una par-

ticipacion mas fuerte en la publicidad literaria que los propie-

tarios y padres de familia. Sin embargo, en los estamentosinstruidos se da a arnbas fonnas de publici dad el mismo va-

lor: Ia publicidad aparece en Ia autocomprension de la opinion

publica como una e Indivisible, Tan pronto como las personas

privadas no solo dialoguen qua hombres sobre su subjetividad,

sino que quieran tambien, qua propietarios, intervenir en el

poder publico de acuerdo can sus intereses comunes, servira

la Humanitiit de la publicidad Iiteraria a la eficacia de la publi-

cidad politica. Finalmenie, la publicidad burguesa desarrolladaacaba basdndose en la [ict icia identidad de [as personas priva-das reunidas en calidad de publico en sus dos roles de propie-tario y hombre.

La Identificacion del publico del «propietario» con el

del «hombre» se consuma tanto mas cuanto mas el statusde las personas privadas burguesas suma, par 10 comun, la

caracterist ica de la propiedad y la de la instruccion. La fie-

ci6n de una de las publicidades, sabre todo, esta, empero, am-

parada en el heche de que ella ha sido, efect ivamente, vehtculo

de funciones importantes en el cuadra de la emancipacion po-

Ut ica de la sociedad burguesa respecto del reglamento mercan-

tilista y, en general, respecto del antiguo regimen: porque ha

vuelto el principio de la publicidad contra las autoridades es-

tablecidas, puede desde el principia converger la funci6n obje-

tiva de Ia publici dad poli tic a can la autocomprension adquirida

mediante las categorias de la publici dad l iteraria, y puede tam-

bien converger el interes del propietario privado can la libertad

92

individual. La formula basica de Locke consistente en la preser-vation of property subsume sin preocupaciones, bajo el capitulo

«propiedad», life, liberty and estate de un plumazo; asf de facil

resultaba entonces -par recoger una diferenciacion del joven

Marx- identificar emanclpacion polftica y emancipacion «hu-

mana».

93

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III. Funciones pohtieas de la puhlicidad

8. EI C8S0 modelico de Ia evolucton Inglesa

Una pubIicidad que hace las veces de publicidad po-

Ittica surge en Inglaterra en el carnbio de siglo entre e1 XVII yel

XVIII. Las fuerzas empeiiadas en conseguir influencia en las

decisiones del poder estatal apelan al publico raciocinante paralegitimar sus exigencias ante esta nueva tribuna. En conexion

con esa practica, la asamblea de estamentos se transforma en un

Parlamento moderno, proceso de remocion que, evidentemente,

se desarrolla a 10 largo de todo el siglo. Pero esta por explicar

par que en Inglaterra tienen lugar, mucho antes que en otros

paises, conflictos que son dirimidos can la participacion del

publico. Tambien en el continente se da, Como instancia apela-

tiva, una publicidad literaria. En el continente esa publicidad

se vuelve por vez primera virulenta; de todos modos, bajo la

tutela del mercantilismo, el predominio del modo de produc-

cion capitalista llega tan lejos como en la Inglaterra posteriorala Gloriosa Revolucion. En Inglaterra surgieron, en Ia segunda

mitad del siglo XVII, un gran nurnero de compafifas nuevas que

sustentaban y ampliaban a la manufactura textil y a la indus-

tria siderurgica -sabre todo-, y tarnbien a la fabricacion de

papel, Al tradicional enfrentamiento entre landed y moneyed

interes ts [intereses hacendados y adinerados], que en Inglate-

rra, can todo, no llevaba la impronta de un conflicto de clases

radical (en Inglaterra pronto se convirtieron los hijos de la

aristocracia agraria en comerciantes exitosos, y a menudo con-

siguio tambien la alta burguesia propiedades agrarias nota-

bles).' se le superponfa ahora un nuevo conflicto de intereses:

el enfrentamiento entre los intereses restrictivos del capital

94

comercial y financiero, de un lado, y los intereses expans~vos

del capital manufacturero e industrial, del otro.' Ese conflicto

llego a consciencia a comienzos del siglo X~I~I;. solo a. part!r de

entonces dejan de ser commerce y trade smommos SIn mas de

manufacture e industry. Con ese conflicto evidentemente se re-

produce un antagonismo, ya tipico en las fases tempra~~s deldesarrollo capitalista, entre los intereses de una generacion ~,n-

terior, insertada y fijada ya en el mercado, y una generacion

posterior obligada a explorar y crear mercados para la?, nue-

vas ramas del comercio y la industria. Si esa constelacion se

hubiera limitado, como ocurrio min en tiempos de los Tudor, al

estrecho drculo .de 10srrzer(;1_za~t~p,::!r!(;e:>_ [ c _ a l! l~ r ci ': 3 :I 1 !e _ s < l _ ~ a ,l ld E l ~ . .

....ii:tdostprobiihlemente no hubieran apelado ambas partes a _la

nueva instancia del publico. Perc en la Inglaterra posrevolucio-

naria el enfrentamiento que, como tal, se propaga a partir de

las esferas del capital, comprende a capas mas amplias preci-

sarnente en la medida en que el modo de produccion capitalista

va imponiendose, Y en la medida en que va surgiendo de esas

mismas capas entretanto, un publico raciocinante, resultaba na-tural que el partido en cada caso mas debil considerara la po-

sibilidad de dar a la pubJicidad la disputa politica. Hacia el

cambio de siglo, penetra Ia discordia partidaria hasta en la po-

blacion excluida del derecho a voto.

Tres acontecimientos de los afios 1694-1695dan la pauta

del comienzo de ese desarrollo. La fundacion del Banco de In-

glaterra signifiea, dist intamente a los casas de las bo.lsz~ de Lyon

y Amsterdam, la entrada en una nueva etapa del capitalismo: esa

fundacion augura la consolidacion, sabre Ia base de un modo

de produccion capitalista revolucionado, de un sistema s610 sus-

tentado basta entonees por el trafico cornercial.' La aQQlici6n

de la institucion de la censura previa significa una nueva eta-

pa en el desarrollo de la publicidad; posibilita la penetracion

del razonamiento en la prensa, permitiendo que esta se desarro-

He hasta convertirse en un instrumento que impele a que las

decisiones politicas sean tomadas ante la nueva tribuna del

publico. El primer gabinete de Gobierno 4 significa, e~ fin, una

nueva etapa en -el desarrollo del Parlamento: es un primer paso

por e1 largo camino de la parlamen_tarizacion d~1 poder e:,t~tal,

que acabara llevando a la conversion de Ia misma publicidad

politicamente activa en un organo estatal.

Ya en los afios setenta del siglo XVII el Gobierno se

habia visto necesitado de proclarnaciones para poder hacer fren-

te a las conversaciones de las casas de cafe; las casas de cafe pa-

saban por incubadoras de agitaci6n politica: «Men have assu-

95

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med to themselves a liberty, not oneIy in coffehouses, but in

other places and meetings, both public and private,to censure

and defame the proceeding of State, by speaking evil of things

they understand not, and endeavouring to create and nourish

an universal jealousie and dissat isfaction in the minds of all His

Majesties good subjectss.t Con Ia Licencing Act cae en 16951a censura previa; la Reina exhorta varlas veces a los diputados

para que resta~r~n la cens~ra, pero en vano, Es verdad que 1a

prensa sucumbira a la estncta Ley sobre el libelo (Law of Li-

b~l) 6 Ya las rest ricciones impuestas por los numerosos privile-

glOs7de l~ ~orona yel ParIamento; t ambien e1 impuesto de tim-

bre, decidido en 1712, tuvo como consecuencia un retroceso

tr<lnsit~~o.: bajoIa tirada deIa prensa, se redujo el alcance de

lo~ .Fl_~_~~d~~q_~__~Jg:unQs.llegarona-desaparecer- t ; - a r a - s i e m p r e : - ·Pero, cornparada con 1a del resto de los Estados europeos, la

prensa inglesa gozaba de unas Iibertades excepcionales.

.Har~~y es el primer estadista que sabe aprovechar la

nueva si tuacion, Compromete a Ii teratos del esti lo de Defoe ~al

que se ha llamado el primer periodista-, el cual defiende la

c~usa de los whigs * no s610, como hasta entonces, en panfletos,

Sl ,n? en los. nu~vos periodicos, EJ hace por vez prirnera del «es-

pmtu partidarlo» .un public spiri t. La Revie-vv de Defoe, el Ob-

servator de Turchin y el Examiner de Swift son discutidos en

clubs y casas de cafe, en el hogar y en Ia calle. Los mismos

Walpole y Bol ingbroke se dirigen a Ia publicidad, En hombres

como Pope, Gay, Arbuthnot y Swift se da una conexion de Ii.

t~ratura y pol itica comparable a la union de lit eratura y per.o-dismo encarnada por Addison y Steele.

. Como es obvio, en ningun memento Ilego a estar 1a

prensa rmportanre, durante esta primera decada en manos de

la oposicion. La London Gazette, que fue durante mucho tiem-

~o .la iinica hoja gubernamental -hecha al viejo estilo, con no-

t icias escuetas, todas el las l imitadas a Ia «coyuntura poli ticas-c-,

fue completada en 1704 con Ia Review, de aparici6n trlsemanal

y ~uyo sit io ocuI:0 en 1711 el Examiner. En las postrimerias de]

reinado de Ia rema Ana, se enfrentaron los whigs al Mercator

f~ndado en 1713, con el British Merchant. Bajo Jorge I comen~

zo la decada de predominio de los whigs; pero enos, que en

1722, con el London Journal, consiguieron el periodico mas irn-

* Whigs=liberales. La oposicion clasica de la politica in-glesa entre wh~gs y tories (conservadores) se remonta al siglo XVII,

cuando se suscito la lucha por Ia subordinaci6n 0 no subordinacionde Ia Corona al Parlamento.

96

portante y de mayor divulgacion de Ia epoca," no fueron los

creadores del periodismo pol itico de gran esti lo, sino los tories-que habian pasado ahora a la oposicion=-, bajo la direccion

de Bolingbroke: «La novedad conseguida por Ia oposicion fue

Ia creacion de una opinion popular. Bolingbroke y sus amigos

entendieron que se trataba de formar una opinion publica con-centrada en un punto y dotada de impulses volitivos hornoge-

neos, capaz de impulsar Ia vida pol itica. Agi tacion popular y gri -

terio de consignas, intranquilidad y alborotos no estaban aun a

Ia orden del dia [ ... ] Tampoco habia aun asarnbleas publicas

regulares [ . .. ] La opinion publica estaba mas bien orientada

por otro factor: par la fundaci6n de un periodismo indepen-

dien~~qlJe ..l.t:!._vio_asimismoaijrmaaofrente-alGnbremo-yqUe

corrvi rtio en asunto corriente el eomentario crit ico del, y la opo-

sici6n publica al , Gobierno».? En el verano de 1726 aparecieron,

como preludio, por asf decirlo, de Ia «Iarga oposicion», tres sa-

tiras de la epoca inspiradas por Bolingbroke: el Gulliver de

Swift, la Dunciad de Pope y las Fables de Gay; Bolingbroke

edi to en noviembre del mismo ana el primer numero del Crafts-

man, !a plataforma polft ica de la oposicion hasta 1a ernigracion

del editor a Francia en 1735. Con esta revista, a la que siguio

luego el Gentleman's Magazine, la prensa se convierte por vez

prirnera y de un modo propio en el organo critico de un publico

polrticamente raciocinante, se convierte en fourth Estate, en

«cuarto poder»,

E1 comentario y l a crit ica constantes de rnedidas adop-

tadas par la Corona y de resoluciones del Parlamento, conver-

t idas merced a todo ella en insti tucion, t ransformaron al poder

publico, Ilamado ahora a comparecencia ante la tribuna de 1a

publicidad, El poder era ahora «publico» en un doble sentido.

El grado de desarrollo de Ia publici dad se medira de ahora en

adelante de acuerdo con el nivel de disputa entre el Estado y

la prensa, disputa que durara el siglo entero,» Las cartas de

Junius, aparecidas en el Public Advertiser desde el 21 de no-

viembre de 1768 hasta el 12 de mayo de 1772, indican -con su

estilo precursor del articulo editorial politico-- ese nivel, per-

fectarnente distinguible a distancia. Se ha Hamado a esa serie

de articulos satiricos «pioneros de la prensa modemas.v por-

que en el los se imputan publicamente al rey, a ministros, a altos

mili tares y a juristas maniobras poli ticas, y se descubren cone-

xiones mantenidas en secreto y de relevancia politica, de un

modo que, desde entonces, resulta modelico para una prensa

critica.

El Parlamento dispone de un instrumento frente a este

97

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genero de crftica: el privilegio -procedente de los tiernpos en

que pugnaba con la Corona- de mantener en secreto las dis-

cusiones parlamentarias. En 1681 fue ciertamente autorizada la

publicaci6n de los votes, 10 que dio Iugar a alambicadas noti-

cias sobre determinados resultados de las discusiones habidas

en eI Parlamento: 11 pero el Par1amento insistfa Con resolucion

en la prohibicion de hacer de las discusiones mismas algo acce-sible a 1a publicidad. Con extrema cautela, desde la subida al

trono de 1a reina Ana, se dedic6 The Political State of Great

Britain a una especie de cronica parlamentaria, tarea de 1a que

ya se cuidaba el Historical Register desde 1716. Evidentemente,

ambos periodicos privilegian a1 Gobierno de turno, de modo

que .]a.~P<J.~~ci<?!1_ti~lJ~qu~.c.ontentarsecon-noticiasopffi'tunas ..

acercii de los discursos mas importantes de sus representantes

aparecidas en las hojas sernanales, 0con una compilaci6n de los

discursos en forma de folleto. Desde comienzos de los afios

treinta, en el nuevo cIima de crftica politica creado por Craft-

sman, e! Gentleman's Magazine, y pronto tambien su adversa,

rio, el London Magazine, dan noticia de los debates parlamen.

tarios, E1 Parlamento se via en Ia necesidad de ir renovando Ia

prohibicton de las publicaciones, Las viejas disposicionse acaba

ron llegando a un punta, en 1738, en que hasta una pubIicaci6n

de los debates habidos entre una y otra reunion parlamentaria

tenia que ser castigada como un breach of privitege.n Wilkes,

como alderman de Londres, fue el primero en poner fuera de

juego el privilegio parlamentario -no jurfdicamente, pero sf

de hecho-: no hizo curnplir la pena impuesta al redactor

del Evening Post por breach a t privilege [ruptura de pri,

viIegio]. La exclusion de la publicidad de las discusiones par-

lamentarias 13 no podia ya mantenerse por rnucho tiempo en Una

epoca en que una «Memory» de Woodfall convirtio al Morning

Chronicle en periodico londinense de vanguardia, al reproducir

literalmente dieciseis filtraciones de discursos parlamentarios

sin comunicarlo a la tribuna de la Camara de los Comunes -10

que estaba estrictamente prohibido-. En el afio 1803, el spea-

ker * reservo por vez prirnera un puesto en la tribuna a los

periodistas; durante casi un siglo habian entrado ilegalmente.

Pero solo con la reconstruccion del Parlamento, tras el incen-

dio de 1834, fueron instaladas tribunas para los informadores

(dos afios despues de que el primer Reformbill [Proyecto de ley

de reforma] convirtiera al Parlamento, durante tanto tiernpo

criticado par la opinion publica, en un organo de esta),

'" Aqui tiene el sentido de presidents del Parlamento.

98

Esa transformacion dura cerca de medio siglo. Su conti-

nuidad la hace particularmente apropiada para estudiar las cr~-

cienres funciones de control politico desempefiadas por el pu-

blico raciocinante. Inglaterra era el unico Estado en el que, a

finales del siglo XVII, habia conseguido irnponerse, al acabar

la guerra civil religiosa, una Constitucion que, ciertarnente, noacababa de anticipar las revoluciones burguesas contmentales

de los siglos XVIII Y XIX, pero que, con Ia realizacion de varios

elementos del Estado de Derecho (Habeas Corpu~ Act, !?ec!a-

ration o t Rights), las hacia superfluas en su propio terrrtorro,

En un nivel del capitalisrno en el que comienza a desarrollarse

el capital industrial, ....ero s~J~t<:>.t'!?~yi~.:=t~.p~ed(.)~i~~~~~~..c<l~IiihiTcomercia:TiiiferesaoO en la conservacron del VIeJO ~odo

de produccion, los dirigentes representantes del moneyed inte-

rest [mteres de los seetores adineradosJ procedian de las capas

conservadoras de la alta burguesia, que man tenia rnuchos ~u~-tos de contacto can Ia nobleza. Los miembros de arnbas come!-

dian en el Parlamento sobre la base de una cierta homogeneidad

social de impronta aristocratica.'!En eso, las cIases social y econ6micamente dirigentes

habian llegado en 1688 tambien a1 poder politico. La Camara

de los Comunes perdio el caracter de asamble.a de esta?Jentos,

pero no solo porque en ella se reuni~n en creciente medida per-

sonas nombradas por las c1ases dominantes, en vez de de~eg~d.os

de las corporaciones. Ocurrio mas bien que, desde el prmcrpio,

las capas burguesas del estamento media (protestante, ~omer-

cial e industrial), a cuyos intereses capitalistas habia servido en

substancia la Revolucion, pero sin darles inrnediata representa.

cion parlarnentaria, se constituyeron en alga as~ com~ una corte

parlarnentaria constantemente ~n, a':lmento. As~ seg~l1an -dot~-

dos bien pronto de 6rganos pubhcIStlC~S-:- las ~1~cuslOnes.y deCl:

siones parlamentarias en calidad de publico cnnco: 10 rrusmo S1

pertenecfa la mayoria a 1a poblaci6n con derecho a voto, como

en Londres y Westminster,l> que S 1 perteneda a 1a masa de los

desprovistos de ese derecho. La transforrnacion funcional del

Parlamento no se reduce exclusivamente al hecho de que el rey

soberano quede vinculado a la Bill a t Rights [l?eclar~ci6n d~

Derechos] 10 que le rebaja al Parlamento. La diferencia cuah-

tativa respecto a la situacion anterior es la nueva relacion del

Parlamento con la publicidad, que acaba convirtiendo a las dis-

cusiones parlamentarias en un asunto plenamente publico.

Ahara que no podia prescindir del Parlamento, el rey

estaba obligado a asegurarse en su seno ur; firme apoyo. E.l

surgimiento del enfrentamiento entre wighs y tories, con la di-

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v~s~,de la resistance los unos,del Divine Right los otros, la es-c~sl~n del Parlamento en «partidos» en el memento de la po-

lemica en ~o~no a la Exc~usion Bill -«partidos" cuya lucha vie.

ne ~ substituir a la antenor disputa entre Parlamento y country[pals], par un lado, y ~orona y c_hancellors [cancilleres], por

el otro-: t,odo ella esta en conexion estructural con los inte-reses obJetI~os de los distintos grupos sociales. La evolucionparlamentana de esas «fracciones. puede entenderse sin em-

bargo, tornando s610 en cuenta el nuevo campo de batalla que

es eI Parla:ne?t?, d~sa.rrollado a 10 largo del siglo siguiente

entre el raciocinro pubhco de un publico critico y la influenci

corruptor~ de un rey obligado a un ejercicio indirecto del ma~~

··do-.I:;ammo.tiasometfdaeiielpafIarii-eiii:Opuede eniodoii:t~

mento refugiarse en.la publicidad y apelar al juicio del publico;

la m~~ona, mantemd~ gracias a la corrupcion,16 Se ve obligada

a,legltImar la ~u.t,honty de que dispone con la reason que ledisputa Ia oposicion. Esa situactrm x» rI""",rrn]]" 1"<><T~ .4~ nt .. ~l. . . - ---- ~- ----~~ 0-' " I. U'::l.L.l.Ir,;~

lr:terca:nblO de posiciories efectuado cuando el partido de la re-

slstencl~, de lo~ whigs se instalo en el Gobierno durante unagenera.clO~, y, vlc~,:ersa, los jacobistas legitimistas tuvieron que

recurn~ ar ~Jerclclo ~e la resistencia en el terreno del orden

revoluclOn.~no, A part.Ir,?e 1.127, gracias a la eficacia del Crafts-man_,surgio una OPOSICIOn.Istematica que, a veces, l leg6 a con-

tarmcluso con algo parecido a un gabinete en la sombra hasta

que en 1742 las ;o~troversias, poli ticas fuera del Parlame~to lle.

gar?n al gran publico a traves de la literatura y la prensa. Los

tones ado-\?taron la te~ri~ de los old whigs; los modern whigs

en el Gobierno, I~ practica de los tories, La oposici6n polfti ,

~a en el pla?o naClOna! habia sido hasta entonces posible como

m~ento de rmponar violentamenre los propios intereses recu-

rnendo ~ !a formacion de grupos antigubernamentales y a la

guerra CIVIl;ahora, mediada por un publico raciocinante to-maba la f~~a de una controversia duradera entre el pa;tido

de la .0poslclOn. y el .~el Gobierno. A partir del motivo del dia,

se extlend~ la dlSCUSlO?a todos los topics of government [asun-

tos de g~bIerno]; ~e discute sabre la separacion de poderes, sa-

bre las hbertades mglesas, sabre patriotisrno y corrupciontid f . , , par-lO y raccion, sobre la cuestion de Ia legalidad de las nue

rela~lOnes entre oposicion y Gobierno, y se llega a partir V~!

aqui ha~ta.l~s elem~n_ta!es cuestiones de Ia antropologia politica.

Del racrocmro publicfstico de esa decada de los treinta precede

la te~ria de la oposicion ?esarrollada por Bolingbroke mismo en

relacion a su antropologla pesimista.v Bolingbroke expo hI 1" . ne a o-

ra a re acton entre mtereses privados y publicos como relacion

100

entre court y country, entre in power y out of power, entre

pleasure y happiness, passion y reason: la oposici6n, como coun-try-party, es presentada como depositaria de la razon y la jus-

ticia frente al court-party corrompido por influence.Desde comienzos del siglo XVIII se hizo habitual distin-

guir 10 que par entonces se llamaba sense .ot the, people ?e losresultados electorales oficiales. Como medida mas aproximada

de aquel se tenia a los resultados promedio de las elecciones en

los condados. The sense of the people, the common voice, thegeneral cry of the people y, fina1mente, the public spirit dena-

taban, a. partir de entonees, una magnitud de la que 1a oposi-

cion se podia rec1amar; can su ayuda, en efecto, consiguio obli-.g a r , . .ejjvarias6tasiones~···1~coposicionaWalpoleyasumayoria ..

parlamentaria al pacto." Tales acontecimientos no pueden ser

considerados evidentemente aim como signos de una especie

de dominaci6n de la opinion publica, Las verdaderas relaciones

cit'! noder nueden apreciarse mejor en la futilidad e ineficacia

d~ ~las peticiones masivas frecuentemente organizadas desde

1680. Es verdad que en 1701 y en 1710 sucedieron a peticiones de

ese estilo las correspondientes disoluciones del Parlamento;

pero no se trataba, en el fondo, mas que de meras aclamaciones

de las que el rey se aprovechaba. Esto se puso mas tarde de

relieve cuando, entre 1768 y 1771, en conexion con la Wilkes-Agitation, no sigui6 a las numerosas peticiones de condados, ciu-

dades y zonas la exigida disolucion del Parlamento: el rey no

tenia el menor interes en exponerse a los peligros de unas nue-

vas elecciones habida cuenta de 10acomodaticia que resultaba

la mayo r ia parlamentaria existente. Ni siquiera la disolucion

del Parlamento en 1784 (con motivo de la cual lleg6 a afirmar

el rey, en un discurso ante la Camara de los Comunes que se

ha hecho celebre, que se sentia obligado to recur to the sense

of people), se debe en primera instancia a la presion de esa

«opinion popular»."

No obstante, junto a los grandes periodicos nuevas,

como el Times (1785), surgen por esos afios las demas institu-

ciones del publico politicamente raciocinante. En tiempos de

Wilkes aumento la envergadura y la frecuencia de los publicmeetings. Tarnbien en ese memento se forme un buen numero

de asociaciones politicas. Las veintiseis country-associations fun-

dadas en 1779 a imagen y semejanza de la Yorkshire Associa-

tion, se dedicaron a organizar peticiones acerca de cuestionestales como la financiaci6n de la guerra, la reforma del Parla-mento, etc. Es verdad que ya a finales del siglo XVII se reunian

los parlamentarios en re1ajados clubs. Pero todavia en-"'1'141'le

, 'lo t

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resulta dificil aI Gentleman's Magazine caracterizar a los dipu-

tados electos segun su orientaci6n politica; de ningun modo

podia. establecerse, par 10 general, su clara vinculacion par-

tidaria, S610 a comienzos del siglo XVIII consiguen los partidos

una base organizativa fuera de] Parlamento, outdoors," fundada

en las petitions, ** en los public meetings y en las political asso-ciations. Can la fundacion de comites locales consiguen su pri-

mera estructura organizativa robusta.

En 1792, tres alios despues del estallido de la Revolu-cion francesa, el publico polit icamente raciocinante es indirec-

tamente reconocido en su funcion de critic a publica por un dis-

curso de Fox ante la Camara de los Comunes, Par vez primerase habla en el Parlamento de public opinion en el estricto sen-

tido de esta locucion: dt is certainly __ightand.prudent-to-con-___sulLthepubl-ieopinion[.:-.Tlffne public opinion did not happen

to square with mine; if, after pointing out to them the danger,

they did not see it in the same light with me, or if they con-

ceived that another remedy was preferable to mine, Ishould

consider it as my due to my king, due to my Country, due tomy honour to retire, that they might persue the plan whichthey thought better, by a fit instrument, that is by a man who

thought with them]'. ..] but one thing is most dear, that I ought

to give the public the means of forming an cpinion»." Tan nota-

ble como la afirmacion es el motivo mismo de ella: Fox estaarremetiendo contra Pitt, que en 1791, presionado por la opi-

nion publica, organize de nuevo los preparatives de una guerra

con Rusia. El raciocinio politico del publico ha llegado a arti-

cularse de tal modo que en el umbral del siglo XIX desempefia

ya el papel de un permanente comentarista crit ico, arrebatando

la excIusiva al Parlamento y convlrtiendose en el interlocutoroficial de los diputados. Fox habla mirando al publico; they[ellos], los sujetos de Ia public opinion, no estaran ya par mu-

cho tiempo excluidos, como strangers, de las discusiones parla-mentarias. EI absolutismo parlamentario se ve obligado a ceder

paulatinamente su soberania. Tampoco se habla ya de sense ofpeople, ni menos de Ia opinion vulgar 0common. Public opinionse dice ahora: ella se forma en Ia discus ion publica, luego derque

el publico, por medio de la educacion y Ia informacion, haya sido

'" Literalmente, fuera de casa, extramuros; se refiere a1reconocimiento de Ia actividad externa, publica, no parlarnentariade los partidos.

"' * Peticiones, suplicas; uno de los procedimientos del dere-cho comun a recurrir contra la Corona.

10 2

puesto en condiciones de fonnarse una 0I?in~on fundada; de

ahi hace la maxima foxiana de ofrecer a1 publico the means offorming an opinion [los medias adecuados para formarse una

opinion]. _ . ,Durante las cuatro deeadas siguientes 1a discusion se

traslada a la ampliacion del derecho a voto; finalmente, do~ afiosdespues de la Revolucion de julio, se apru~ba el R~fo:mblll que

revisaba Ia obsoleta distrlbucion de las ClrcunscnpclOnes elec-torales, y se reconoce tambien ahara ala multiplicada clase me-

dia, de la que se reclutaba 1a masa del publico raciocinante, el

derecho a 1a cogestion politica: de los par enton~es cerc.a ,de

24 millones de habitantes podian votar ahara C£l:~~\:lp.IPtUQn.

Las condiciones-necesarias para-ta-transffodii e r a de un govern-ment by public opinion fueron completadas en 183.4 con el n~-made Tamworth Maniiestum de Peel; par vez primera publi-caba un partido su programa electoral. La opinion publica s~

forma en 1a disputa argumental alrededor de un asuntc, no acri-ticamente en el apoyo 0 rechazo -plebiscitaria 0 ingenuamen-

te manipulados-, apoyados en eI common sense, de pe:sonas.Por eso necesitaba como objeto, antes las circunstancias de-

finidas, que las personaIidades prominentes. Los conserva_dores

publicaron su programa: los whigs hacian, par Ia misma epoca,

el siguiente exhorto electoral: «Remember that you are now

fighting for things, not men - for the real consequences of your

reform»." [«jRecordad que ahara IuchaI?os por casas, : : ' 0 par

hombres: nos batimos por las autenticas consecuencias de

vuestra reforma!».]

9. Las varianles continentale!!

Tambien en Francia surge -no antes, de todos modes,de la primera mitad del siglo XVIIl- un publico politicamente

raciocinante. Pero no logra institucionalizar efectivamente sus

impulsos polit icos antes de la Revoluci6~: como hacia el publico

Ingles de Ia misma epoca, Sin aprobacion de la censura no se

podia publicar una sola li,o.ea,y asf no podia. ,d~sarrollarse un

verdadero periodismo pohttco: Ia prensa periodica en su con-

junto seguia siendo raquitica, La hojilla oficial sernanal M~rct;rede fa France tenia todavia en 1763, a pesar de ser el pericdico

de mayor divulgaci6n, no mas de 1.600 abonados, de . lo~ cuales

cerca de un tercio vivia en Paris, otros 900 en provmcias y eI

resto se distribuia en el extranjero. A escondidas se leian tam-

103

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bien, evidentemente, los periodicos introducidos ilegalmente,sabre todo los holandeses.s

No solo se echa en falta un periodismo politico culti-

vado, sino que ni siquiera existfa una asamblea de estamentos

bajo cuya influencia pudiera irse constituyendo paulatinamente

una representacion popular: los Estamentos generales no han

sido convocados desde 1614. Los parlamentos existentes, las Cor-

tes Supremas de Justicia, que representan la unica fuerza po-

litica no completamente dependiente del Rey, estan formados

no por la elite de la burguesia, sino por los aburguesados pode-

res intermedios en la medida en que han podido resistir y afir-

marse frente al regimen absolutista. Falta tarnbien, finalmente,

....l~._Q~§e..sccial.de ....aquellas-instituciones,·-·GieFto···-que··especulado;;

res y banqueros, manufactureros traficantes, compradores al

par mayor y arrendatarios -no la burguesia comercial y fi:1bril

en general- estan ya bajo la Regencia a disposicion de la alta

burguesfa, en cuyas manos estaba toda la riquezade la nacion,

Peru no esUm en condiciones de actuar sobre la disposicion de

la nacion: no se unen, como en Inglaterra, a la aristocracia y al

alto funcionariado (noblesse de robe 2 3) * dando Iugar a una

capa al ta homogenea que; apoyada en un solido prestigio, pudie-

ra representar frente al rey los intereses de las clases capitalis-tas en forrnacion.

Las diferencias estamentales son estrictas. Es verdad

que los comerciantes ricos, normalmente en 1a tercera genera-

cion, consegufan un titulo nobiliario, sobre todo los que tenian

alguna canonjia en las alturas funcionariales 0 relacion con

elIas; pero la obtencion del titulo les separaba de la esfera de

la produccion y la distribution. -A rnediados de siglo el Abbe

Coyer hizo tomar consciencia de ese problema en un panfleto,

intitulado La noblesse commercante, que gozo de notable divul-

gacion.- Por otro lado, la nobleza, excluida del cornercio y la

industria, as! como de la banca +-ocupaciones todas ellas no

estamentales-, se hizo dependiente economicamente de la Co-

rona: desde el punto de vista burgues, esto es, desde el punto

de vista del trabajo productivo, se la considera un estarnento

parasitario cuya irrelevancia polttica es compensada con privi-

legios fiscales y patentes reales. El rey monopoliza par com-

pleto el poder publico. Es el negativo de la igualdad burguesa:

todos, excepto el unico rey (y magistrado), son subditos par

igual, todos estan par igual sometidos a la autoridad superior,

todos son personas privadas, cuya esfera es, sean a no burgue-

* Aristocracia togada.

10 4

ses la societe civile -una fonnaci6n dificil de captar, desde el

p~to de vista de la teoria de las cla,ses, en ~l siglo XVI~I-.

De muchos modos esta aun 1a burguesfa embutida, par aSI de-

cirlo en el Estado estamental, como 10 muestran los roles feu-

dale; desempefiados par los parlamentos burgueses y la asimi-

lacion a 1a nobleza de Ia alta burguesia; y de diversas manerasda entrada la nobleza en sus salones al estilo inteIectua1 ilus-

trado de los intelectuales burgueses antes que a los burgueses

mismos. Pero la burguesia, Ia nobleza y la Corona desempefian

funciones tan diversas y tienen status tan especificos, que fa -cilmente pueden distinguirse los «sectores» en el modelo teorico:

el politico, el econ6mico y. el que. hace lasvec;~~~~{(~?~~~_~~A~~2~..................Eri lapiiriierarii itad---aefsigIOEi-cntica se ocupa de los

«filosofos», a pesar de Montesquieu, de la religion, Ia literatura

y el arte; solo en la epoc~, de la publicacion. ~e la Enciclope-

dia se desarrolla Ia intencion moral de los filosofos hasta ha-

cerxe. a] rnenos indirectamente, poli tica. La Enciclopedia esta

pe-;';s~d~como empresa pubIicistica de gran envergad~ra.25 Po.r

eso Robespierre pudo celebrarla mas tarde como «capitulo pn-mero de l~ Revolucion». En el ultimo tercio del siglo aparecen

clubs del tipo de la asociaci6n masculina que se habia reunido

en el Club de l'Entresol 26 -inspirada en las ideas inglesas-,

clubs que, en cierto modo, continuaban los Bureaux d'Esprit

regidos por las mujeres; los iniciadores de la critica public~, los

filosofos, se convirtieron, de literatos que eran, en econormstas,

Economistas se Haman los fisi6cratas que se reunen can Oues-

nay, y 1uego con Mirabot y Turgot, en el Club que los mantiene

en contacto. Defienden su doctrina en la Gazette du Commerce

y en el Journal de l'Agriculture, du Commerce et des Finance~:

hasta que, finalmente, Turgot y Malesherbes, dos de sus. mas

significativos representantes, son llamados en 1774 al Gob~e~o

como -par as! decirlo- los primeros exponentes de la OpInIOnpublica.

Pero fue Necker, como es sabido, el primero en conse-

guir que la publicidad politicamente activa abriera una brecha

en el sistema absolutista: el dio al conocimiento publico el ba-

lance del presupuesto nacional. Tres meses despues el rey de-

ponia al ministro.? De todos modos, se habia preservado el

raciocinio politico del publico como instancia de control del

Gobierno, de modo notablemente significative en el pun to sen-

sible de los intereses burgueses: la dimension del endeudamien-

to estatal venia a simbolizar la conflictiva relacion entre el po-

der economico y su falta de poder politico, por un lado, y entre

la dependencia financiera y el gobierno absolutista, por el otro.

10 5

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L,a esfe~ incubada en Ia falda de la noblez~ -que se man tenia

sm funclOn~s econornicas ni politicas peru que era socialmente

representatIva-, can ayuda de la intelectualidad ascendente es-

fera que 10 era de un publico que acabo siendo po1iticam~nte

raciocinante, se convierte ahora en la esfera en la que la socie-

dad burguesa expone reflexivamente sus intereses, Desde el

~ompte re?du. [Ia memoria] de Necker ya no es posible inuti-h~ar la efl~acla de. e~a publicidad en sus funciones politicas,

solo ~~ posible oprimirla, A traves de los Cahiers de Doleance

es, o~lcJalmente admitido eI raciocinio del publico en los asuntos

publicos. Como se sabe, esto IIev6 a Ia convocatoria de los Es-

tamentos generales; la tradicion ininterrumpida en Inglaterra

de las ~sambleas estamentarias se reanuda aquf de golpe en una

dete,rmmada .etap~~~I __E!:~~:J:_"!Q]IQ-S-Qcia1rpuesesa-tradldoiisoIo------pCdla--cumpllranora el papel de un Parlamento moderno."

. La Revolucion crea en Francia de Ia neche al dia -aun.

que eVldentemente can un caracter- menos estable- 10 que en

Inglaterra habia requerido un continuado desarrollo de casi

u:nacenturia: las institudones que Ie falraban aI publico raci~

cman.te. Surgen los partidos de club, de los que se nutren las:~ac~lOnes parlamentarias; se forma una prensa diaria poli-

uc~ y los E~tamentos generales dan a la publicidad sus dis-

cusiones. Desde agosto aparece, can caractei- diario el Journal

des Debattes et des Decrets, dedicado a Ia inform~cion parla.

n:e~taria. A I rnenos tan importante como Ia institucionalizacion

factica de. Ia p~blicidad politica es su reglamentacion juridica:

el revo1UclOnano proceso es interpretarlo y definido a 1a vez

de acuerdo con la C?nstituci6n; puede que tenga que ver Can

ella ~1que en el contmente llegara a adquirirse una consciencia

precrsa de .l~s funciones poJiticas -ya efectivas, ya posibles-

de la publicfdad burguesa. Surge aqui una autoconsciencia de

mas cI~r? contorno que en la Ing1aterra coetanea. Las funcio-

nes P?htlcas de la publicidad pasan de ser codificaciones de 1aConstItucion revo1ucionaria francesa a convertirse rapidamente

en consignas que se extienden par Europa. No par casuaIidad

se f~n:n~ la voz alernana Ottentlichkeit traduciendo del frances

publicite; la voz circula a1 comienzo como Publizitat, y as! se

regtstra en el verso sarcastico que corrfo par toda A1emania enlos dias de Ia Revoluci6n:

Das grosse Losungswort, das ein [eder krdht

Vor dem in ihren Staatsperiicken '

Sich selbst des Volkes Hdupter bilcken,

Horch auf! Es heisst . Publizitat.29

106

[La gran consign a que en boca de carla uno esta,

Ante la cual, can sus pelucas de Estado,

Hasta las caciquiles cabezas se inclinan,

[Presta atend6n!: se llama publicidad.]

La Constitucion de 1791, que recoge arnpl iamente Ia

Declaration des Droits de l'Homme et du Citoyen (de 26 de

agosto de 1789), compIeta el entramado de la publicidad en su

epigrafe onceavo: «La libre expresion de ideas y opiniones e~

uno de los mas preciados derechos de los hombres, Por consr-

guiente, todos pueden hablar, escribir e imprirnir libremente

ateniendose a la responsabilidad derivada del mal usa de esa

Iibertad en ..Q1>C;i!SQs_revistosporlaley-»,31LLa-Gonstitucionde .

J 7 S ( 3 " -inse~ta--expresamente la libertad de reunion en la protec-

cion de Ia libertad de opinion: «El derecho a manifestar las pro-

pias ideas y opiniones, a traves de la prensa a de cualquier otro

modo, el derecho a asociarse Iibremente [ ... J no pueden ser

r»nn..ulcados» para Iuego a modo de disculpa por esa cautela,

;:ft;di;~=a aiusi6n' al An~ien Regime: «La necesidad de procla-

mar esos derechos viene dada par Ia subsistencia, a el recuerdo,

aun fresco, del desnotismo»." E1 memento en que este articulo

entra en vigor no "coincide ya, evidentemente, con Ia realidad

constitucional. En agosto del anterior ana, dos dias despues del

asalto a las Tullerfas, un Edicto de la Comuna de Paris de-

nuncio a los enemigos de la Revolucion como «empoisoneurs

de l'opinion publique» * y se requiso su prensa. E1 17 de enero

de 1800, dos dias despues del golpe de Estado, Napoleon supri-

me Ia libertad general de prensa. S610 trece hojas seran nomi-

nalmente excluidas de la prohibicion, A partir de 1811 solo son

tolerados, aparte del oficial Moniteur, tres periodicos, y todos

bajo un regimen de estricta censura. Los borbones n;:staurados

comienzan proclamando su intencion de respetar la Iibertad de

prensa, Tarnbien se dice eso en la Charte de junio de 18~4 (ar-t iculo 8): «Los franceses tienen el derecho a poder publicar e

imprimir sus opiniones mientras se sometan a las 1eyes encar-

gadas de impedir los abusos de esas Iibertadesv.P Pero la opo-

sicion solo muy cautamente podia manifestars~. Solo Ia ~e.~o

lucian de julio, que recibia su lema de Ia hoja de oposicion

fundada precisamente par Thiers y Mignet, Ia NationaiP dio a

la prensa y a los partidos, y devolvio, por fin: al Parlament?

-ampliado gracias a la refonna electoral y abierto a la pubh-

* Traducci6n literal: «Bmponzofiadores de la opinion pu-blica»,

107

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cidad en sus debates-, el terreno de maniobra garantizado porlos derechos humanos revolucionarios.

En Alemania da sefiales de vida, de un modo efimero,

par vez prirnera, algo parecido a la actividad parlamentaria

frances a luego de la Revoluci6n de julio, en los lugares residen-

ciales de algunos territorios de la Alemania del sur y del suroes-

te,34en donde las corporaciones representativas recomendadas

par el Acta final vienesa de 1815 enlazaron con determinadas

tradiciones estamentales a nivel de los Ldnder, Posteriormente,

como es sabido, las resoluciones de Karlsbad obstaculizarian

casi por completo el desarrollo y la vida de esas instituciones.

Las circunstancias alemanas se distinguen de las ingle-

. . .s < t §_ .PQf . .1as_barreras--estamentaIes·· duraderamente·· ·CoiI!re'rvadas.por el absolutisma continental, especialmente las barreras Ie -vantadas entre la burguesia y la nobleza; a su vez, los burgueses

guardan estrictas distancias respecto del pueblo. AI pueblo per-

tenecen, ademas de la poblacton rural (desde los iarnaIeros has-

ta los pequeiios propietarios, pasando por los aITendatarios) y

de las capas bajas (ajomalados, soldados y criados), los tende-

ros, artesanos y obreros. Volk [pueblo] cubre el significado de

peuple a 10 largo de todo el sigle TvIII; aquf como alIa son e1

mostrador y el trabajo artesano los criterios de delimitaci6n

subjetivos que se imponen frente a la burguesia propiamente

dicha. Los que antafio fueron burgueses par excellence, ciuda-

danos, comerciantes y artesanos, dejan de ser considerados par-

te de Ia burguesia por los «burgueses». EI criteria de estos es

Ia instrucci6n; los burgueses pertenecen a los estamentos ins-

truidos (gente de negocios y academicos -sabios, intelectuales,

funcionarios, medicos, juristas, profesores, etc.-). Las circuns-

tancias alernanas se diferencian de las francesas por la posicion

completamente dependiente de las cortes que tiene la nobleza.

Lo que le impide constituirse en una esfera de 1a «sociedad,

separada _delas funcionas polfticas y econ6micas y, en comunica,

cion con los intelectuales burgueses, dar la pauta cultural deun publico raciocinante.3S

E1 publico POlit icamente raciocinante se insta1a, sabre

todo, en las tertulias privadas de los burgueses. En las ultimas

decadas del siglo XVIII, los florecientes periodicos, tambien los

politicos, se convier~en en puntos de cristalizacion de la vida

social entre las personas privadas. No es solo que los periodicos

diarios mismos den testimonio del «af{m lector» 0 de 1a «furia

lectora»: 36 desde los afios setenta se extienden sociedades lee-

toras privadas y comerciales por todas las ciudades, incIuso

par las pequefias, de modo que se posibilita una discusi6n ge-

10 8

1 del valor a e1 sinvalor de esas instituciones, Hacianera acerca . 'd 270 iefin de si 10 ueden contarse en Alemania J?a:, e soc-

~~de·s lecto;as ~e ese estilo_31s- trata de asociaciones co!: l?ca-

1 . ue ofrecen la oportunidad de leer tanto periodicoses proplOs q ., t t-. t aS1'como -10 que es igualmente impor an e

como reVIS as, , L ' 1 d leede discutir y conversar acerca de 1 0 Ieido. os c~rcu os de.

tura rimitivos no fueron atra cosa que comumd~~e~ e sus-

. .p destinadas a abaratar la obtencion de periodicos, Lascnpcion b b esos rno-sociedades de lectura, en cambia, no se asa, an ya en. .

tivos financieros. Esas asociaciones, que ehgen a ,su dlrectl~a

de acuerdo con estatutos, que deciden por mayana acerca e

. , , de nuevos miembros que resuelven las cues-la incorporacion , , 1 las... tion!tsen· disputa.ipcrJa via parlarnentana,:que .exc uyeu_a_.

. prohiben los juegos, sirven exclusivamente ~ la ne::e-mujeres Y publico raCIO-sidad de las personas privadas burguesas, como .

, d formar publicidad: leer y comentar revistas,mante que son, e . t t

. t 'ambiar oniniones personales y formular conjun T~?,1eIl~In e1c. , , . canricar St;uellas que, desde los afios noventa, aco~IUmoran, a ~ ,

~ ~ « ublicas», Los peri6dicos mas atendld?s y mas lel?,os son

. dP t ido politico' las Staatsanzeigen de Schlozer, ellOS e con em . , A h h I 1Teutscher Merkur de Wieland; la MInerva de __c._._en_otz, e

Hamburger Polit ische Journal, el Journal von und fur De~tsc:-

land 3B «La revista de Schlozer, que llego a alcanzar ,una Ira ~

de 4.000 ejemplares, parecia un tras,unto ~annoveres de ~a ~~-

bertad de prensa inglesa; era la "bete no~re d~ los gr:~ es ,

los cuales, como se decia por entonces, teman. :nJedo de tr?p~

zar con SchlOzer"».39Tambien la brutal reaccion de lo~ prmci-

frente a los primeros publicistas en el suroeste alem.an c o n rPt·et

s

e un smtoma que permite estimar cierta potencia .de a1 uy , , por vez primerabli id d Wekherlin que aparecio en escena .

~~ 17~~~o~ el Felleis;n, y Schubart, conocido ya en 177~por su

Deutschen Chronik, tuvieron que pag~r un ~lto precio. Uno. , idio: 1 otro se le quebro el espmazo durante sumuna en presi 10, a d b aIreclusion de diez afios en una fortaleza: lavado e cere ro

modo directo todavia.40

10. La sociedad hurguesa como e8~era ~e la autonoznfa

privada: derecho privado y mercado Iiheralizado

Los excursos historicos sobre el surgimiento d~ una

ubIicidad pollticamente activa en Inglaterra y ,en,el .continente

~antienen un caracter abstracto mientras se Iimitan al marco

10 9

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institucional de publico rensa .po de tension de una c;n~ronta~?_artldos y Parl~mento, y al cam-

-como Principio de control c::lt7c~ntre autond~d y pUblicidad

eso puede documentar el hecho de de los g~b.lnetes-, Todo

funciones politicas a 10 largo d 1 .1 uela pubhcIdad carga canmisma de la funci6n s61 ; sig 0 XVIII, pero la naturaleza

una especifica fase de la ~iit~~: :n~enderse ,e,nel contexto deburguesa: la epoca en la que el t e,/ evoluclOn .de Ia sociedad

social se emancipan ampliamente ra ICo me::cantl! y el trabajoEn el orden politico co I de las dIrectrICes estatales.

transitoriamente Ia 'pubnl'e 'dqdue este proceso llega a culminar, lCI a toma u . .,

nopor casualidad: ella es reci na pO~lC.lOncentral, yde los Estados bur eses P samente el prmclplO organizativo

····c6fij(j"Ia·Tnglaferia~·osteri~~~jre~hocon ..Jor:m~.-paFlamentaIia;··

mismo vale para las Hamad g an R;formblll de 1832; y 10piradas en el modelo de 1 aCsmO?arq~las constitucionales ins-

L . . a onstItuclOn belga de 1830a pubhCldad politi came t· '

normativn riP lln ' . ' n e actlva mantiene el status

Ia socied~d -bu;;e~~g~:: ~~e ~~:e para Ia ~ut?mediacion de

necesidades El p . r estatal comcidente con sus, presupuesto SOCIald bI" .«desarrollada» es un mercado t e, esa pu icidad burguesa

hace del tr<ifico en la esfera de~ndenc!a!men.t~ Iibe~alizado que

to entre personas privad a reproduCclOn SOCIa]un asun-

cion de la sociedad burgu::'a c~~pletando .~on .~llo la privatiza-privado podia] . su estabIhzaclDn como ambito

en el sentido' :~~a~v~r~:to. !ablarse l::;a~oeI absolutismo solo

sido despojadas de su 5 1 t las r~lacl~:m~s sociales habian

politicas, las juridicas y ~:::cd:' quasi .pubhco; las funciones

por el poder publico. Ese ambit Il llst :atlVas fueron acumuladas

no era ya de ningu n modo .0 sdepc.rado de la esfera publica

b " «pnva 0» en el sentid d .eracion respecto del reglam t d I . 1 0 e una 11 -ral, surgio como ambito mere~ °t'l' e a autondad; por 10 gene-

t Ican 1 lstamente regl t d

oro ado, el «sistema unificadoT» d 1 .. ame~ a o. Parbien ya el comienzo de un . .e ~ercantIhsmo sienta tam-

duccion en el sentido Pos~ti~~~a:~acIOn d~l proceso de repro-

desarrolI~ paulatinamente de u~ mo;1 sen:ldo de qu~ este se

yes prop las del mercado Por 0 a~tonomo, segun las Ie-ser mediadas por la : que l~s relaclones sociales Began a

.. s clrcunstanclas 1 I'cambio en la medida en I y as re aciones de inter-

impulsado desde arriba v~u~ e m.~d~ de produccion capitalista

libre asentamiento de esa ;~:r~n~~ ose. C~n la extension y el

de mercancias ganan autonomia' e~ m~~~a 0, l.o~propietariosdo» se forma de ordinari d ' sen 1 0 posrtrvo de «priva-di .' no, e acuerdo con la id d I IiISPOSlcion sobre la propiedad ca italf , ea e a Ibre, pI a IstIcamente activa,

110

La historia del derecho privado de la Modemidad mues-

tra hasta que punto se desarrollo este proceso ya en la fase mer-

cantilista. La concepci6n del negocio juridico como un contrato

basado en la libre declaraci6n de voluntad esta modelada segun

el proceso de intercambio entre propietarios de rnercancias en

libre concurrencia. Ella sup one, al mismo tiempo, un sistemade derecho privado que reduce las relaciones entre las personas

privadas a contratos privados, siendo decisivas las relaciones

de intercambio estructuradas de acuerdo con las leyes del libre

trafico del mercado, Evidentemente, las partes contratantes no

siempre estan en una relacion de intercambio; pero esta rela-

cion, central en la sociedad burguesa, sirve de modelo a las

relaciones contractuales. (Cen-las-libertades basicas.del.sistema ..

de derecho privado tiene que ver tarnbien, y de un modo arti-

culado, la categoria de la capacidad juridica general , la garantia

de la personalidad juridica; no por mucho tiempo se seguira de-

finiendo a esta segun la posici6n social y el origen. El statuslibertatis, el status civitatis y el status famiZae ceden frente a

un status naturalis que se adjudica ahora a todos los sujetosde derecho <lJ -en coincidencia can la paridad basica que se da

entre los propietarios de mercancias en el plano del merca ..

do y entre los instruidos en el plano de la publicidad.)

Con las grandes codificaciones del derecho burgues se

desarrolla un sistema de nonnas que garantiza una esfera pri-

vada en sentido estricto, a saber, la esfera del trafico entre per-

sonas privadas, tendencialmente emancipada respecto de las im-

posiciones estarnentales y estatales. Esas codificaciones garanti-

zan la institucion de la propiedad privada y, en conexion con

ella, las libertades basicas del contra to, de la industria y

de la herencia. Las fases evolutivas estan, de todos modes,

mas marcadas en el continente que en Inglaterra, precisa-

mente a causa de las codificaciones, puesto que en Inglate-rra el mismo proceso tiene lugar en el marco de la Common

Law; sin embargo, en suelo Ingles se formaron las figuras

y las instituciones jurtdicas especiales de una sociedad de libre

trafico mercantil 42 antes que en los paises de tradicion jurtdica

romana. En 1794 se publica en Prusia el Allgemeine Landrecht;

en Austria, en 1811, el Allgemeine Biirgerliche Gesetzbuch; en-

tre ambos aparece la obra clasica del derecho privado burgues,

el Code Civil de 1804, Caracteristico de todos esos libros legales

es que no solo aparezcan en interes de la sociedad burguesa,

sino tambien en el especffico ambiente de ella: estan penetra-

dos par el raciocinio publico de las personas privadas reunidas

en calidad de publico. A traves de concursos y consultas la opi-

1 1 1

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n~~n publica resulta comprornetida en Ia obra Iegislativa tam.

bien en aquellos lugares en los que no existen corporaciones

parlament~rias 0 que, como en la Francia de Napoleon. aun

cuando existentes, carecen de efeetividad. Igual que en Berlin y

en ~iena, tambien en Paris se someten los proyeetos legislativos

al dictamen de la publicidad, y no meramente a la considera-cion de una tribuna de especialistas (1800). En efecto; los bo-

rradores mismos ni siquiera fueron elaborados por los tradicio-

nales juriseonsultos, sino por hombres de gobierno instruidos,

personas que, en cierta medida, estan en contacto can el publi-

co activamente politico; las ideas basicas eran sometidasa e n -tica en circulos de discusion del estilo de la Berliner Mittwoch,

........f!!i~HschafL[la ...ociedadberlinesa··-de-los·miercolesJ·.a··lii-que··llego a pertenecer Suarez.

v La historia del derecho privado de Ia Modernidad no

comienza can las positivizaciones del derecho natural efectua,

das en el siglo XVIII. Par sf solo, el Derecho romano recibido

entendido al comienzo como derecho privado solo par contra-

posicion al Derecho canonico, empieza a desarrollarse a partirde la disolucion de las formas jurfdicas heredadas tanto de los

viejos estamentos sefioriales, como de los estamentos profesio-

nales de los burgos, hasta convertirse en derecho de Ia sociedad

burguesa emancipada. Bajo el absolutismo, la tecnica juridica,

mas que el derecho propiamente dicho, sirve a los soberanos

como instrumento de intervencion en la disputa entre el cen-

tralismo de las autoridades y el particularismo de los poderes

estamentales, La sociedad burguesa se desprendera de sus ata-

duras corporativas amparandosa en Ia majestad administrativa

del soberano. Tampoco en esta funcion garantiza atin el dereeho

romano una ordenaci6n en sentido estricto del derecho priva-

do. El «derecho privado» sigue vinculado a las autoridades in-

cluso alIi donde no esta completamente absorbido par las dis-posiciones policiales; estas consideran tareas anexas a la «be-

neficencia publica» 43 tambien al Derecho mereantiI, industrial

y Iaboral. Las pandectas, que orientaban a la teoria del derecho

privado vigente par entonces, se convirtieron en mera ficcion

frente a la realidad jurfdica: «En el derecho laboral, las pandec-

tas reconoeen tan s610 para las Iibres relaciones laborales la

poco diferenciada prestacion Iibre de servicios; pero el derecho

~e la servidumbre local parte del poder y la comunidad domes-

tiCOS,el derecho artesanal, de la posicion profesional-estamen-

tal, el derecho laboral rural. de las obigaciones de servicio cam-

pesinas. El derecho de obligaciones de las pandectas presupone

una completa libertad contractual; pera las reglamentadones

Il2

locales estan llenas de limitaciones de precios, llenas de impues-

tos, de obligaciones de abastecimiento y oferta, de limitaciones

de la produccion y de obligaciones de termino [ ... J Una. or~e-

naci6n juridica abstracta, general y , por tanto, en apariencia,

libremente individualista en el plano economico, se enfrenta a

una masa casi sofocante de ataduras autoritarias, estamentalesy corporativas del derecho contractual, laboral, de habitacion e

inmobiliario, es decir, de todos los puntas claves, social y eco-

nornicamente, del dereeho privado»."

EI derecho privado moderno acaba con esas ataduras

en la segunda mitad del siglo XVIII. Con todo, lleva aun un siglo

mas el que la.evoluci6ndel s~g_t_li~_<l.lt::~1!tr:q0LT()l"llP<:l,~()Q§!i_J!l:~

oarreras-concretas q u e seoponian a la valorizacion del capital

industrial, a la imposicion definitiva del modo de produccion

capitalista; e1 que la propiedad se entregue al libre trafico cam-

biario del mercado: su herencia, a la Iibre voluntad . del pro-

pietario individual; el surtido y la actuacion de la industria, aS I

como la formaci6n de los empleados, al criteria del ernpresa-

rio; la determinacion del salario, al libre acuerdo entre patronoy obrero, En Inglaterra se quitan par vez primera competencias

a un juez de paz en 1757: la industria textil se libera de la re-

gulacion estatal de los saIarios; entre esa fecha y 1813 eI.libre

trabajo asalariado se introduce en todas las ramasde la mdus-

tria; un aiio despues es derogada una ley del periodo isabelino

que preveia un periodo de forrnacion de siete afios para los

aprendices. Coinciden can ello estrictas prohibiciones de aso-

ciacion, As! se va abriendo paso la libertad de empresa desde

mediados del siglo XVIII. Esa evolucion comienza en Francia

can el estallido de la Revoluci6n; en 1791 estan ya casi todas

las directrices estatales, y todas las regulaciones estamentales

del comercio y la industria, arrineonadas. Lo que ya en la Aus-

tria de Jose II Ilego a imponerse, estaba reservado en Prusiaa las reformas de Stein-Harden berg, Iuego de Ia derrota de

1806. Tarnbien las leyes feudales de la herencia y la sucesion

fueron defendidas can exito durante mucho tiempo. En Ingla-

terra, s610 can la Ley de Refarma (Reformbill) de 1843 se im-

pone la concepcion individualista, segun la cual ha de desvincu-

larse la sucesi6n de la unidad econornica colectiva formada por

la comunidad domestics y familiar para relacionarse, en cambia,

con el propietario individual.s Antes de que el trafico rnercan-

til entre las naciones (yen Alemania, entre los territorios) se

liberara de las barreras aduaneras, el capital industrial se abre

vias Iibres en el interior; el mercado de los bienes de usa, de

los bienes de equipo y del trabajo, el del capital mismo, acaba

1 13

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par subordinarse casi exc1usivamente a esas leyes de 1a libreconcurrencla.

, La 1iberalizacirin del comercio exterior necesita, [en ua

pars como Inglaterral, la derogad6n de Ia Ley del grano (1846)

para poder ser realizada, En un estadio mas elevado se habfa

reproducido la vieja contradicci6n entre los Intereses defensives

apegados a las posiciones de mercado establecidas, por un lado,

Y , p,?r el otro, los mtereses expansivos del capital que se va in-

virtiendo en nuevos sectores, Pero esta vez no habria de Iirni-

tarse ese capi tal, impulsado como estaba par las poderosas fuer-

zas de 1a Revolucion industriaI,46 a una transi toria atracci6n de

los viejos monopolies y, a largo plaza, a una rnera remocion

de las Posie.iones dommantes en el mercado. La necesidadque

...1~s,_~'::I~-"l:l_~_PJ_g]J_.s_trias.-tenian-deampiiar-las poriuiildad~s desahda ,de sus productos, de ampliar la entrada de las rnaterias

requendas par ,sus ~r~ductos Y de ampliar las importaciones

d~ productos al imenticlos que abarataran el niveI de subsisten-

CIa de sus productores, los trabajadores asalar+ados Dl interesohiptl1Tn. =_ J:!_ ~ -~---~"'" ......... l- .lLC~ C

--'!-:.. ~' '-'u UH, par arrmconar 1a reglarnentacion estatal y los

pn~IleglOs Y contro~es estatales, aparecen en la Inglaterra de

la epoca, en 1a nacion predominante en el mar y en e1 mer-

cado a la vez, e l! una s~tuaci6n en la cual todos podfan salir ga-

na,nd? con eI laisser [aire y nada podian perder con el, La ven-

taja Industrial con que contaba Inglaterra acrece el interes de

esta J;>orel libreca~bismo.47 Luego de la ernancipacion de las

colonI,as norteamen~anas respecto de la madre patria se tenia

ademas la prueba ejernplar, El cornercio can un pais Iibre se

muestra por 10 rnenos tan beneficioso como e1intercambio inter-

no a ~ sistem:: co!onial.48 Asi determina el tr ee tr ad e 49 [libre

comercio], Ia eficacia de 1al ibre concurrericia externa e interna

1~ entera ~ase que conocemos por el nombre de liberal, Es ha~

bltua~ derivar la esencia del capi talismo del capitalismo concu-

rrencial de esa especifica forma. Frente a elIo hay que reeordar

Que esta forma no constituye sino un instante feliz en toda 1a

larga .historia del desarrol lo capitaIista: el capitalismo concu-

rrencial surge. en una constelaci6n hist6rica irrepetible de la

Inglaterra d~ finales .del XVIII. EI resto de los paises ni siquiera

ha.n consegmdo realizar plenamente los principios del laisser

f ' ; l lre en el c~mercio internacional en la era dorada del 1ibera-

Iismo, a ?J-edlados del siglo XIX. Aun asf, 1a sociedad burguesa

se emancipa, como esfera de la privacidad de las directrices del

poder p~b~i~o y, en esta fase, va tan lejos' en su ernancipacion 50

que posibilita 1a Ilegada a la sazon de Ia publici dad politiea

en el Estado burgues de derecho,

11 4

J 1. La contradietor-ia institucionaIizacion de Ia publicidad

en el estado burgues de derecho

Segun la idea que de sf rnisma tiene Ia soeiedad bur-

guesa, el sistema de libre concurrencia puede regularse a si

mismo: can la condicion de que no se entrometa ninguna ins-

tancia extraeconomica en el trafico carnbiario, asegura que es

capaz de funcionar de acuerdo can el bienestar de todos y con

la justicia segun la rnedida del rendirniento individual. La so-

ciedad determinada exctusivamente por las Jeyes del libre mer-

cado se presenta no s610 como una esfera Iibre de dominacion,

sino tarnbien comu esfera exenta de poder: la porencia econo-

. .IIj l, :g ,_de .un ... .oseedor.-cualquiera-demercanctas···qUeda-esf:iole~····

cida dentro de un orden de magnitudes en el cual no puede ad"

quirir influencia alguna sobre eI mecanisrno de los precios y,

ell consecuencia, no puede jarnas material izarse directarnente

como poder sobre otros poseedores de mercancias: permanece

sometida a Ia anarquica decision del rnercado, que se impone

anonimarnente, y en cierto modo, autonomamente respecto del

proceso de intercarnbio." En esa direccion de una esfera priva-

da tendencialmente neutralizada por 10 que hace al poder y

emancipada respecto de la dorninacion, muestran tarnbien las

categorias juridicas su const itucion basicarnente economica, La

seguridad juridica, es decir, Ia vinculacion de las funciones del

Estado a normas generales, proteje, junto a las Iibertades co-

dificadas par el sistema de derecho privado burzues, el orden

del «rnercado Iibre» , Intrornisiones estatales sin autorizacion

legal son -seglin su sentido sociologico=- rechazables no por-

que lesionen principios de justici a establecidos por el derecho

nature I, sino, sirnplemente, porque resultarian imprevisibles,

con 10 que se negaria el estilo Y la rnedida de racional idad que

conviene a los intereses de 12.spersonas privadas aue actuan

como capitalistas, Fallarfan entonces las «garant ias de calcula-bilidad» que Max Weber ha descubierto en el capitalismo indus-

trial: 52 el calculo de las posihilidades de beneficio requiere un

trafico que tenga lugar de acuerdo con expectat ivas coIculables.

Concurrencialidad y legaliformidad constituyen, par consiguien-

te, criterios del Estado burgues de derecho; 53 adrninistracion

«racional» y justicia «independiente» 54 constituyen el presupues-

to organizat ivo. La ley misma, que ha de atenerse 81 ejecutivo

y a Ia justicia, debe ser obligatoria en la misma medida para

todo el mundo; 10 que sirve, principalmente, para impedir Ia

dispensa 0el privilegio. De modo que las leyes del Estado coin-

ciden con las del mercado: ni las unas ni las otras permiren

11 5

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excepci6n alguna ni al ciudadano ni a1 hombre privado; Son

objetivas, esro es, no manipulables por particulares (el precio se

sustrae a 1ainfluencia de cualquier poseedor de mercancias sud-

to); sus dest inatar ios no son part iculares detenninados (el mer-cado Iibre prohJbe los convenios excepcionales).

Las leyes del mercado l1egan a funclona- bien por sf

rnismas, 10 que les presra, a los ojos de 1a e60nomia cfasica, laapariencia de un ordre naturel; en cambia, las leyes del Estada

necesitan una expresa imposici6n. Tambien ahora pod ria el so-berano actuar como legisladar, mientras estuviera en condicio-

nes de vincular sus ordenes, y su tarea estatal en general, a nor-

mas generales, las cuales deberfan estar orientadas de acuerdo

COn los intereses del trafico burgues, B1 Estado de derecho

como tal , su ccndicion, noi!l}pli.ca-Ja-constitucionatizaeio1ide-.-..a--publiGidad--en-el-mafCo--de una forma de gobierno parlamen-

taria (0, a1 menos, parlamentariamente asida), Eso tenian los

fisiocratas en mente; su Hamado despotisrno legal pretendia pre-

cisamente una dOminacion de Ia opinion publica par el monarca

ilustrado. Par sf solos, los intereses en competicion COnel ca-

pi tal industrial , sobre todo e1landed interest [el interes de loshacendados] -bien el de los latifundistas nobles, bien e1 de

los aburguesados propietarios de gran des fincas rurales-,. son

aim tan fuertes en 1a era liberal que dorninan al misrno Parla-

rnento Ingles hasta 1832 y, en los siguientes catorce afios, con-

siguen impedir la derogacion de la Ley del grano.55 Por eso el

rnonarca ilustrado de los fisiocratas no pasa de ser mera fie-

cion: en el conflicto de los intereses de clase de ningUn modo

estarfa el Estado de derecho en situacion de garantizar per se

una legi~lacion a la rnedida de las necesidades del t rat ico bur-

gues, Solo con la cornpetencia legislativa misrna se gana el pu-

blico de las personas privadas esa certeza, EI Estado de dere-

cho, como Estado burgues, hace de Ia pubIicidad poli ticamente

activa un organa estatal con objeto de asegurar institucional-mente Ia conexion de Ia ley con Ia opinion publica.

Talprocedencia explica una contradicci6n que es in-

herente al Estado de derecho y que se pone de relieve en una am-

bivalencia del concepto de ley: «En Ia lueha politica contra un

gobierno real fuerte hubo que ir acentuando cada vez mas la

colaboraci6n de la representaci6n popular como cri terio deter-

minante de la ley y, a1 final, como criterio decisive. Si , desde el

punto de vist a politico, sabre todo, la colaboracion de 1a repre,

sentaci6n popular depende de la ley, tambien resulta cierto ...

10 contrario: la colaboraci6n de la representacion popular da

lugar a la ley. Dominio de la ley significa entonces colaboraci6n

11 6

., d I resentacion popularsP Por un0, finalmente, dominio e ad refe como expresion volitiva, el

lade, entra en el concepto 'o~en;~ente impuesta, de domina-

momenta de la exigencia, V reston 0 manifestaci6n de la., P ro por otro lado, como exp . Ii dCIon. e , I ti ne otro memento, anterior, iga 0razon, el conce~to de ey con iecan el Parlamento y el publico-

a su procedencia ~artI~ulada antepone Carl Schmitt una de-

de la_ opinion pubh;~. or l:s~tra: «Ley no es la voluntad de

terminacion, la poh~ca,: 'no alga racional-universal: no

uno a de .mucho~ ~mEr~~~:nio de 1a ley lIeva implicit a la

~:::;:;~'r'~:~~:~:6~i:fq!~:"i!:'~;~~e;'~iij\~:"dguesa tfpic , P .._.- - - o l - - - - - - d -- - - · · 1 - · · · · · · d oniinacion p o l t t i c a debe adop-f --. ivadaenrarrcipada e a _ d 1

es era prr . . , L idea burguesa del K, ta 0re-I f a de Ia dominacion. a .tar a orm . I' , d toda actlvidad estatal a un SIstemagal, esto es, Ia VlDCU aCIOn e as Iegitimadas por la opinion

' ti 0 posible de norm . _10 rnas con Inu . if'ntr. . . -1 . . 1 Estado como 111::>-

publica, esta orie~ta~, aI aLrnnc~~:~~-~~b;;;ni ; presentan unatrumento de dominacion, os ac

naturaleza apocrifa, 1 iocinio publico de las per-En la medida en que e rac . d

~- --!---- ce., a su caracter de determinado~ ,SID. po ersonas _PHvadas anrm ibl que una legislacion interre-d 1 . t y 10 legal no es POSl ee 0 JUs 0 .' . 'bliea haga expresamente las veceslacionad~ con. la opmI6: faucompetenda Iegislativa ha sido con-de poder: y, sm ,embarg , 1 ha tan manifiestamente enconada

quistada a traves de una uc ede negarsele a ella misma el

can los viejos pOde~es, .q~~~~ r:llama legislative power; Mon-

caracter de un <:po ~r)). d . categorfas sociales determina-

tesquieu, po~vOlr; SID po ~~ s:putan ambos autores tan solo

das que le sirvan de SOP.Dta a l icar» meramente las leyes

a la justicia,. la cual se ~:~~fe~e:Ja entre el poder legislative

existe-?tes . .Sin e~bar~~Iada por la contraposicion entre regIa y

y el ejecunvo est mo ., ordenador y volicion activa."actuacion, entre ent~ndlmlento der» Ia Iegislacion no debeA do construida como «po , . Iun cuan . 1 tad polftica, sino convenio raciona .ser emanacion de una ~~ un iana de la soberanfa realTampoco ]a reconduccIOll

brousseealUlldiIema' la opinion publica

ob rna popular aca a con. ida sera d ] arbitrariedad y esta someti ':.esta a la postre en{rent~ a :ne~tes del publi;o compuesto por

de tal modo a las ey:s ~m e no uede serle adjudicado

personas priv:adas f~~~~:~n:~s~~ de v~luntad mas alta, situa-

de modo es.trIcto e d 1 Ie es eI atributo de soberanfa. De

~~u~;~oe:~~sd;~~i::di::en~onod~~rl~~~:~O;p~~~~n~~~~~re ser ni limite del po er m p s

11 7

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fuente de todo poder. En su propio eontexto esra mas bien obli :.>

ga.da a modificar. el caracter del poder ejecutivo, 1a dominacion'mls~a. ! - - a «d~lnacion» de 1a publicidad es, segun 1a idea que

de sr rnrsma nene, una ordenaci6n en la que Ia dominad6n en

general se disl?elve; veritas non auctoritas tacit legem [1a verdad

y no 1a aut?ndad hace la ley]. Esta inversi6n de Ia sentenciade ~obbes rntenta cap t ar 1a func ion de Ia opinion publica re-

eurnendo.?l concepto de soberania, tan imitil aqui como en la

consrruccron legal-estataI de los pouvoirs. El pouvoir como tal

es puesto a debate por una publicidad politicamente activa.

Ese debate estd encargado de reconducir la voluntas a ratio

ra~io que se el~bora en la concurrencia publica de argumento;

privados en ca}ldad_ de consenso acerca de fa prdcticqmente ne-

c t? s ar _ !o _ I ?n _el . interes-universal:

AlIi donde la ordenaci6n Iegal-estatal, es decir, Ia propiadel Estado d.e derecho, n? aparece, como en el caso de Ingla-

terra, a partir de formaciones anteriores, las del Estado esta,

mental , sino que, como en el cont inente, es sancionada tornan-

do como base una ley, 1a ley fundamental0

Constituci6n precisa-me?te, se e~cuentran las funciones de 1a pubJicidad clararnente

articuladas, a Un grupo de derechos fundamenta1es (Iibertad

d~. opinion : f de expresion, Iibertad de prensa, libertad' de--re-u~

mo? J :' asociacion, e~~.) se relaciona con Ia esfera del publico

raclocl.nante y tarnbien (derecho de peticion, iguaI derecho de

sufragio y de voto) con la funcion politica de las personas pri-

v~das en esa publicidad. Otro grupo de dereehos fundamentales

(Iibertad personal, invioIabi lidad del dornicilio, etc.) t iene que

v.er con eI status de libertad individual basado en Ia esfera in-

tirna de ~a peq.uefia fami lia patriarcal. E1 tercer grupo de dere-ch?s baSlCOS(I~ldad ante; Ia ley, protecci6n de Ia propiedad

p~vada, etc.) esta en conexion con el trafico de los propietarios

privados en la esfera de la sociedad burguesa. Los derechos fun-

dan:entales garantizan: las esjeras de 1a publicidad y de Ia pri-

vac~dad (c~n 1a esfera intima como su nucleo cent ral ); las insti-

t~Clones e tnstrumentos del publ ico, por una parte (prensa, par-

tides), y la ?ase de la autonomia privada (fami lia y propiedad),

por otra: fma1me?~e, l as [unciones de las personas privadas,

sus funcI.on~s pohticas como ciudadanos igual que sus funcio-nes econoIruca~ como poseedores de mercancias (y, como «hom.

bres», la funcion de la comunicacion individual, mediante elsecrete de la correspondencia, por ejemplo).S!I

Una de las consecuencias de la transformaci6n de la es-

fera de la puhlicidad y de sus funciones 59 por los derechos fun-

damentales es que la publicidad misma se convierte en princi-

1 18

organizativo de la actividad de los 6rgan?~ estatales; .publ i-

equivale aqui a notoriedad. E1 que se hlcl~r~:, no:ox:as las

parlamentarias aseguraba a la opmion publica su

·lnfluencia, aseguraba la conexion entre diputados y electores

como partes de un mismo publico. Casi par 1a misma epoca 60

se abren tambien a la publicidad los procedimientos judiciales.Hasta Ia independiente justicia necesita del control de Ia opi-

nion publica; s610 en el contexto del publico apto para 1a en-

tica parece a salvo la independencia de la justicia tanto res-

pecto del ejecutivo como respecto de la parte privada, Las re-

sistencias mas eficaces al principia de la publicidad las ofrece

la administracion: pero no tanto porque hubieraque. P~t!~_~.I;Y<iT..deLconocimientopubJico'determina:dos ··pfocedeies, precisamen.te en interes publico, cuanto porque burocracia y ejerci to, como

es natural, representaban bajo el absolutismo eI unico medio

instruldo de poder del soberano frente a Ia sociedad burgue-

sa. Con todo, una orden dada en 1806 por el rey de Prusia a su

ministro de Estado atestigua de un modo ejemplar que, en e1

marco del absolutismo ilustrado, se extendia la idea de que

"una constante publicidad del Gobierno y de los subditos es la

rnejor garantia frente a la negligencia y a la mala voluntad de

los funcionarios subordinados, y merece en todo caso ser exi-

gida y protegidas.s'

La fijacion constitucional de una publicidad pol itica-

mente activa muestra ya en el articulo central -que afirma que

todo poder procede del puebJo-- el caracter de una ordena-

cion de la dorninacion esforzadarnente conseguida recurr iendo

al poder rnismo, Por 10demas, el Estado burgues de derecho pre-

tende, sobre Ia base de la publicidad politicamente activa, una

organizacion del poder publico que preserve la subordinacion

de este a las necesidades de una esfera privada que se presenta

a si misma como neutralizada desde el punta de vista del po-

der y como emancipada respecto de la dominacion, Las nor-mas constitucionales estan ancladas a un rnodelo de la sociedad

burguesa que en modo alguno coincide con 1a realidad de esta,

Las categorias, sacadas del proceso historico del capit ali smo,

tarnbien de su fase liberal, tienen inc1uso un caracter hist6ri-

co; sefialan tendencias historicas (pero no mas que tendencias),

As! son las «personas privadas» -can cuya autonomfa, garan-

tizada socialmente por la propiedad, cuenta el Estado de de-

recho tanto como con la instruccion del publico que ellas for-

man- una pequefia minorfa, incluso cuando se incluye en

elIas a la pequefia burguesfa, Incomparablemente mas numero-

so es el «pueblo», sobre todo Ia poblaci6n rural. Y siguen sien-

11 9

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do poderosos, de acuerdo con las leyes politicas de Ia

precapitalista, los soberanos apoyados en la .

ejercito, por una parte, y los grandes propietarios

nobles latifundistas, par atra.62 Sin embargo, las

tituciones, tanto las escritas como las no escritas, se

ciudadanos y hombres; y ciertamente de un modo

puesto que tienen a Ia «publicidad» por principia n"""'''Ti'7'~'i

La publicidad burguesa esta orientada par el prin

del acceso general. Una pubHcidad de la que estuvieran eoexcluidos determinados grupos no solo seria incornpleta,

que en modo a1guno podrfa hablarse de pubIicidad. E1 v......u.'"

al que se atribuye el papel de sujeto del Estado h"rm.o"

recho entiende, pues, tambien su .' .. .. .. .. .' ...

esc-estFietosentido;-erpu6lTco anticipa en sus consideraciones

la pertinencia de todos los hombres. En definitiva, hombre,

esto es, persona moral, es tambien el individuo privado. Ya he-

mos indicado el Iugar hist6rico y social en el que se ha desa-

rrollado esta autocomprension: en la esfera intima, inserta enpublico, de Ia pequefia familia patriarcal brota la consciencia

de esa, si asi se quiere, informe humanidad. Mientras tanto, el

publico habia adquirido ya una forma perfectarnente definida:

es el publico lector burgues del siglo XVIII. Esa publicidad si-

gue siendo Iiteraria cuando desarrolla funciones politicas: la

instruccion es un criteria de admisi6n; la propiedad, el otro.

De hecho, ambos criterios cubren a1 mismo circulo de perso-

nas; porque la instruccion escolar era par entonces mas con-

secuencia que presupuesto de un status social, el cual, a su

vez, estaba determinado por los titulos de propiedad antes que

por otra cosa. Los estamentos instruidos son tambien los esta-

mentospropietarios, El censo, que regula 1a admision en la pu-

blicidad politicamente activa, puede, por tanto, ir de consuno

can el censo fiscal: ya 1a Revolucion frances a toma a estec?mo medida de 1a diferencia entre ciudadanos actives y pa-

SIVOS.

Esa lirnitacion del derecho de sufragio no necesaria-

mente valfa, sin embargo, como limitaci6n de la publicidad mis-

rna, mientras ella valiera como mera ratificaci6n juridica de

un status del hombre privado que es a la vez instruido y pro-

pietario. La accesibilidad general a esa esfera, cuyas funciones

politicas habria de institucionalizar el Estado de derecho, debe

decidirse en Ia flstructura de la sociedad burguesa de anterna-

no, no Iuego, con la Constitud6n politica que esta se da. La

publicidad queda entonces garantizada cuando las condiciones

economicas y sociales ofrecen a cada uno Ia posibilidad de cum-

120

. . de ad.misi6n, es decir: de conseguir las cua-

. ,···de la autonomia privada que distin~e a1 hombre

'. ropietario. Esas condiciones han sldo. puestas de

- r a economia po1itica de la epcca ~ JeremIas Benthem

impensable sin Adam SmithP , ' .

presupuestos de la econorma pohtlca son conoci-imagina un sistema cuyas leyes inroanentes of;t":cen. 6"d fundamento para calcular su actlvldad

un S 'L10 .' • • del. almente de acuerdo con la maxlmlzaclOnu v . , . . . . . . . . . racion , • .

. Tales calculos los guarda cada uno para ~l, sm con-con los demas; la producci6n de mer~anclas es .sub-

anarquica y objetivamente arm6mca. El .?11~e!L:r:rresu:pu.es'w..es,por-.Gonsiguiente-;-economico:lu-gatRfitla de la

competici6n. Bl segundo parte de 1a idea de que todas las

mercancias se intercambian segun su «valor»; el cual, a .su vez,

se rnide de acuerdo con Ia cantidad de tiempo necesana para

producir Ia mercanda. Tanto los bi~nes pro~ucidos como la

fuerza de trabajo productora son tenidos .p.~r l~al como mer-

candas. En la medida en que esa condicion solo se c~mple

cuando quien ofrece una mercancia e~ a Ia vez su fabn~ante

v, puesto 31 reves, cuando todo trabajador posee el me~lO, d~

producci6n, e1 segundo presupuesto se convierte en s?clologl-

co: una sociedad de pequeiios productores de mercancias. Este

segundo esta conectado con e1. pri~ero, p~esto que el pre:m-puesto econ6mico de Ia formacl~n ID?ependiente de lo~ precios

contiene ya el presupuesto sCX:1016g1cOe un~ propl~dad. de

los medios de producci6n relattvamente extendida y dISemma-

da, El tercer presupuesto es de orden te6rico; 10 introdujo el

viejo Mill, y fue conocido luego a traves de una fonnulaci6n

Hamada Ley de Say: dada una plena movilidad de producto-

res, productos y capital, la oferta y la deman~ estaran en cons-

tante equilibria. Por consiguiente, las capacidades deben ser

siempre utilizadas a plene rendimiento, las reservas de 1a fuer-za de trabajo, agotadas, y el sistema, por principio exento de

crisis, ha de ser mantenido en equilibrio en un nivel alto, me-

dido siempre por el estadio de desarrollo de las fuerzas pro-

ductivas.Bajo esos presupuestos, pero s610 bajo ellos, todos es-

tim en condiciones iguales para conseguir, can talento y «suer-

te» (el equivalente a la invisibilidad e impenetrabilidad del, sin

embargo, estrictamente detenninado acaecer de los fenomenos

del mercado), el status de un propietario y, asi. el de un «hom-

bre»; de conseguir. esto es, las cualificaciones que un hombre

privado necesita para ser admitido en la publicidad. Tampoco

12 1

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en 1a primera mitad del siglo XI X estaban esas Lua.u.UL,:iL.;lU l!

colmadas, como se echa de ver en 1a polemica funci6n

pefiada por 1a economia politica rnisma.e Con todo, se

~ons~guido una aproximaci6n tal a1 modelo liberal, que pudo

idenrificarse el interes de la cIase burguesa can eI interes gene-

ral, y pudo el tercer estamento establecerse como Naci6n. La

publici dad, como principio organizativo del Estado burgues

de derecho, gozaba en aquella fase del capitalisrno de credibi-

lidad. Si cualquiera, como pare cia ocurrir, tenia Ia posibilidad

de convertirse en un «burgues», entonces podian tener acceso

a .laf1ubIicidad politicamente activa exclusivamente los burgue-

ses SIll que ella desmereciera su principio, Y, viceversa, solo los

····propietarios··estabarr·en--situacion:-deT6fii:iaf-iiiipu6Jico···CapaZ

de proteger legislativamente los fundamentos de Ia ordenacion

existente de Ia propiedad; s610 ellos tenian intereses privados

que, a~,tomaticament~, convergian can el interes comun de pre-servacion de una sociedad burzuesa como esfera nriv;:!(h\ !':oAl ....

de ell~~, par consiguiente, era- de esperar una -~ie~t-i;~-~e~;;'

se~taclOn del l~ter~s general, pues, para el ejercicio del rol pu-blico, no necesItaban salirse de Ia existencia privada: entre el

hombre privado como homme y el citoyen no hay ruptura al-

guna e~ tanto el homme sea al misrno tiempo propietario y,

como cttoyen, procure por la estabilidad de la ordenacion de

la propiedad. EI Interes de clase es la base de la opinion publi-

ca. Durante aquella fase, debe haberse confundido de tal modo

o?jetivamente, can el interes general, que esa opinion hapo'

dido pasar por opinion publica -posibilitada par el raciocinio

del ptiblico-c- y racional, En coacci6n se hubiera convertido si

el publico, como clase dominante, se hubiera decidido a acabar

con el principia de la publici dad: el raciocinio se hubiera con.

~ertido en do~m~; la evidencia de una opinion que habria de-

jado de ser publica, en orden, En tanto los presupuestos men-tados podian considerarse dados, en tanto la publicidad existia

com? esfer~ y funcion~ba, 10 que el publico creta ser y hacer

era Ideologza y, a un tiempo, algo mas que mera ideologia. So.

bre Ia base del progresivo dominiode una clase sabre la otra

este. desar~ol~a, sin e~bargo, unas instituciones politicas cuy~

sentido objetivo admite la idea de su propia superaci6n: veri-tas non auctoritas tacit legem, la idea de la disolucion del do.

minio en aquella ligera coaccion que ya s610 la conminatoriaevidencia de una opinion publica impone.

Si las ideologias no solo rnuestran en su falsedad Ia

consciencia socialmente necesaria, si estan en posesion de un

momento de verdad -en la medida en que 10 existente se re-

1 2 2

a si mismo, aunque s610 sea para justificarse-s-, entonees

hablarse de ideologia propiamente dicha s610 para esta

6S Su origen estaria en Ia identidad entre «propietario»

«hombre»; tanto en el rol que a las personas privadas, en ca-

lidad de publico, les es dado desempefiar en Ia publici dad po-

liticamente activa del Estado burgues de derecho -al produ-

cirse la identificacion entre publiddad literaria y publicidad po-

litica-c-, como en la opinion publica misma, en la que el interes

de clase, rnediado por el raciocinio publico, adquiere una apa-

riencia universal -al identificarse el dominic can su disolu-

cion en la pura razon->,

Sea como fuere, la publicidad burguesa desarrolladae s T a · · · v i n c i i l a : d a : - a : · · · u n a · c o m p l i c a - d a : · · c o n s f e h i C i 6 i i · · · d e · · · p r e s u p u e s f o ssociales: ellos han ido cambiando continuamente de un modo

rapido y profundo, y can su transforrnacion aparece la contra-

diccion de la publici dad institucionalizada por el Estado bur-

gues de derecho: can el au_xiliode su principia, que =-segun Ia

idea queeUa misma se hace de la cosa- esta enfrentado a toda

dominacion, se fundo un orden politico cuya base social, sinembargo, no hacfa de la dominaci6n algo superfiuo.

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IV. Publicidad hurguesa: idea e ideologia

12. «Public opinion», «opinion publique)), «offentliche mei-......... ..._.,..~..__~:_!..e.__ ~_~Ll!_ . . . 1 1

.LRLL~·6" ' , i" VPU.I.lULl .l'u.I.I.ut;ii; aCer-ea ue 1.8 pre.historia del tupico 1

i

La autocomprensjg-, de la fundon de la publicidadburguesa ?a cristalizadr, en el topico de la «opinion publica»,

cuya prehlston~" que acaba con la articulada significaci on que

a~canza esa nocion a finales del XVIII, es evidentemente larga y

solo a. grandes ~:azos re:producible.2 Nos servira, sin embargo,

Como introduccion a la Idea de publicidad burguesa (paragra,

f? 12) que, luego de su formulacion clasica en la doctrina kan-

trana del derecho (paragrafo 13), pasa ala problematica de ·He.

gel y M~rx (paragrafo 14) y reconoce en la teorta politica liberal

de n;.edlados del siglo XIX la ambivalencia de idea e ideologia(paragrafo 15).

. 0_pini0;Z_traslada al frances y al Ingles la poco compli.

c~da sIgmficaclOn de la latina opinio, la opinion, el juicio in-

clerto,o no completamente probado. El lenguaje artificial delo~ fi~osofos, ,desde la platonica doxa hasta el hegeliano Meinen,coincide aqui completamente con el sentido del habla cotidia-

n.a.. E.n n~estro co~t.exto, empero, es mas importante la otra

s~gmflC~~lOnde opiruon, a saber: reputaci6n, el credito, la con-sideracion de que uno goza en Ia opinion de ot 03 0 ' ..I . r. pimon

en e sentIdo de opini6n insegura, a la que falta todavfa la prue-

ba .~e su ve:-dad, se vincula a opinion en el sentido de repu,

taCl?n .cues~l~mable P ? r : Ia masa. La palabra es portadora de

la sIgmficaclOn de optnion colectiva, de tal manera que todos

los atributos que insistan en su caracter social se convierten

e~ superfluos pleonasmos. Composiciones como: common opi-

man, general opinion, vulgar opinion, faltan aim por completo

124

en Shakespeare; de public opinion no se habla, ni tampoco de

public spiri t+ Asimismo, las costumbres y los usos, las ideas

corrientes y las convenciones extendidas reciben sin rodeos en

frances el nombre de opinions.

Opinion, evidentemente, no evoluciona a public opinion,

a opinion publique --que Bevan la impronta del siglo XVIII, la

impronta de un raciocinio inserto en un publico capaz de jui-

cio-- de un modo lineal; porque las dos significaciones origi-

narias, la de mera opinion y la de credito 0 reputacion forma-

da en el espejo de las opiniones, estan en contraposici6n a la

racionalidad pretendida por la opinion publica. De todos mo-

dos, no es tan pregnante la contraposicion en que esta en In-

'..'g1afeffa::-OpiniotfTorr truth ··[verdacl-};···reason·.y.judgemen.t[juic

cia], como el avivado enfrentamiento que opone en el frances

del siglo XVII opinion a critique)

Hobbes consigue una lograda mediacion al .identiflcar

conscience -Que siznifica a la vez consciencia (Bewustsein) y

conciencia (G~ssen) *-y opinion. Como es sabido, Hobbes

se deja guiar por las experiencias de la guerra civil religiosa y

proyecta en el Leviathan (1651) un Estado que, basado exclusi-

vamente en la auctoriias del soberano, este completamente

desvinculado de las convicciones y los sentimientos de los sub-

ditos, Puesto que los subditos estan excluidos de la publicidad

objetivada en el aparato de Estado, la pugna que enfrenta a

sus sentimientos es politicamente indecidible, esta cornpleta-

mente desterrada de la esfera de la polttica, -La guerra civil

acaba con el dictado de una autoridad confesionalmente neutra-

lizada.- La confesi6n religiosa es asunto privado, es un senti-

miento privado carente de consecuencias para el Estado: todos

ellos tienen el mismo valor para el, la conciencia se convierte

en opinion," Hobbes define la «cadena de opiniones», que va de

la faith [creencia] al judgement. Busca la nivelacion de todos

los actos del creer, del juzgar y del imaginar en la esfera del

«opinar». Tampoco es la «conscience nothing else but man's

settled judgement and opinion»? No queria Hobbes, con su

identificacion de conscience y opinion, dar a esta 10 que quita-

ba a aquella -la exigencia de verdad-, pero si imprimi6, en

cambio, un desarrollo al comentario historico-intelectual, un

desarrollo tal que, con la privatizaci6n tanto de la religion como

.. Se usa aqui consciencia (can 5) para verter el alemanBewustsein, es decir, con sentido predominantemcnte episternologi-co; y conciencia (sin ese) para verter Gewissen, es decir, can sen-tido predominantemente moral.

125

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de la propiedad, con la emancipacion de las personas privadas

respecto de las ataduras semiptiblicas de la Iglesia y de los po-

deres intermedios estamental-estatales, clio par vez primera va-

lidez a 1a opinion de aquellas. La desvalorizaci6n hobbesiana

del sentimiento religioso lleva en verdad a la valorizacion de

Iaconvicci6n privada en general,"Ya Locke, que entr6 en el College Christ Church de

Oxford tres afios despues de la decapitacion de Carlos I y un

ana despues de la aparicion del Leviathan, pudo hablar de Ia

Law of Opinion, clasificandola junto a Ia ley divina y a Ia ley

estatal (y defenderla tenazmente en las ediciones tardias de su

Essay Concerning Human Understanding). La Law of Opinion

.........l .e.er ige . . .en ..uez.ile.virtudes··y·vieios;··lavirtud·se·media··precl~samente en el public esteem 9 [en funci6n de la consideracion

publica]. Como muestra Ia formulaci6n completa -Law of Opi-

nion and Reputation-, Locke restaura la significacion origina-

ria de opinion: la idea que de uno tienen los dernas. Par otra

parte, ha sido pulida esa opinion del inadmisible sentido de

mero opinar, de apariencia externa, engafiosa: la Law of Opiniones tambien designada, como verdadera measure of virtue and

vice que es, por Philosophical Law. Opinion denota aqui la mana

informal de los folkways,* cuyo control social indirecto es mas

eficaz que la censura formal bajo amenaza de sanciones ecle-

siasticas 0 estatales. Por eso aqueUa ley recibe tam bien el nom-

bre de Law of Private Censure. Es verdad que esa ley -frente

a la espontaneidad de los usos y costumbres colectivos- con-

tiene ya aquel momento de consciencia que aloja a la «opinion»,

procedente de 1a creencia privada, en la moral mundanizada;

pero, no sin fundamento, sigue faltando aun el adjetivo public.

Law of Opinion no alude de ningiin modo a una ley de la opi-

nion publica; pues nisurge opinion de la discusi6n publica (con-

sigue antes bien su obligatoriedad by a secret and tacit con-sent), ni tiene modo alguno de infIuir en las leyes del Estado,

puesto que esta basada en el consent a t private men, who have

not authority enough to make a law. In La opinion, en fin, a di-

ferencia de la public opinion, no esta ligada a los presupuestos

de instrucci6n y propiedad; opinar no requiere, pongamos por

caso, participacion en un raciocinio, sino simple manifestaci6n

de aquellos «habitos. a los que luego se enfrentara criticamen,

te la opinion publica considerandolos prejuicios,

Con todo, opinion mantiene en Locke, gracias a la iden-

* Tradiciones populares, habitos tradicionales de compor-tamiento.

126

tificacion can conscience, una posicion valiosa que la rescata de

la conexion, polemicamente devaluada, can el pure prejudice;

en frances, este sigue teniendo a Ia opinion como prisionera,

La ley «filosofica» no es para Bayle, contemporaneo de Locke,

la Law of Opinion, sino el Regime de la Critique l! Bayle arran-

ca Ia critique de su origen historico-filologico, y la convierte encrftica, en examen del pour et contre, que todo el mundo puede

realizar sabre cualquier cosa; la opinion se hace raison destruc-

tiva, Evidentemente, Bayle considera el asunto de 1a critica

como asunto estrictamente privado. La verdad se descubrira,

efectivamente, en la discusion publica entre los crfticos, pero

el ambito de 1a razon seguira siendo, no obstante, un ambito

. .. n r er rr o ; c o n fr apUe stO · ·a l . .a m5 i 16 ··pu6licoderEstad6.tn·ierna~···mente critica, sigue siendo la raz6n subalterna en el exterior.

Como la conscience en Hobbes, tambien la critique de Bayle es

un asunto privado, sin consecuencias para el poder publico. As!

distingue el tambien entre critique; por un Iado, y satires y li-

belles dijiamatoires, par el otro; la crftica culpable de rebasar

las fronteras de 10politico se degrada a panfleto. En Inglaterra,en cambio, a partir del panfleto surge, par la misma epoca, la

prensa polfticamente raciocinante. Los enciclopedistas, que se

reclaman de la herencia de Bayle -y no solo par la labor en-

ciclopedista de este 11,,-, utilizan opinion en 1a polemica sig-

nificacion de un estado intelectual de incertidumbre y de va-

cio. rz Quien sabe tener la raison por Ia mana, quien entiende de

que va 1a critique, sabe como sacudirse le joug de la scolasti-

que, de l'opinion, de l'autorite, en un mot des prejuges et de la

barbarie; el editor aleman traduce: «das loch der Scholastik,

der offentlichen Meinung, der Autoritdt» [el yugo de la escolas-

tica, de la opinion publica, de la autoridad].J3 En efecto: un

afio antes se habra hablado par vez primera de opinion publi-

que; Rousseau fue el primer autor que utilize esa expresion ensu celebre Discurso sobre las artes y las ciencias. Rousseau em-

plea la nueva noci6n en el viejo sentido de opinion; el atributo

publique denota de todos modos el carnbio de perspectiva de

la polemics. Los criticos, se dice ahara, sepultan los fundamen-

tos del creer y aniquilan Ia virtud, dedican su talento y su filo-

sofia a la destrucci6n y al socavamiento de aquello que los

hombres consideran sagrado; se enfrentan a la opinion publica

(c'est de l'opinion publique qu'ils sont ennemisi.r

E1 transite de opinion a public opinion se efectua en

Ingles a traves del public spiri t; todavia en 1793 traslada Frie-

drich Georg Forster el frances opinion publique a ese viejo pu-

blic spirit en vez de a public opinion, aun cuando ambas pal a -

127

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bras estan ya en circulacion como sinonimos, Steele transporta

el public spirit, del elevado y abnegado sent imiento del sujeto

individual, a 1a dimension objetiva del espiritu de epoca, a Ia

objet ividad de 1a general opinion que, desde entonces, apenas

es deslindable del instrumento de que se vale esa opinion, Ia

prensa.s Bolingbroke echa mana del termino para fundamen-

tar 1a conexion entre oposicion politica y sense at the people.

En los articulos del Craftman del afio 1730 llama Spirit ot Li-

berty al public spirit del pueblo ilustrado y guiado por la opo-

sicion: Spirit oi Liberty que contempla en contradiccion con Ia

corrupcion de los detentadores del poder. The knowledge of the

millions [eI saber de la mayoria de Ia poblacion] seria tan poco

ridiculo como despreciable, puesto que en 1a masa de Ia pobla-

.cion viviria un au!¢~t!c::_Q~~ntimiento (ij-aUmencannotyeasi5fi, .

-«ltmencanIed16 ). El public spirit en este sent ido retiene aun

algo de Ia espontaneidad de Ia opinion de Locke: el pueblo, con

su fidedigno common sense, es en cierta medida infalible. E1

public spirit incorpora ya entretanto elementos ilustrados ca-

racteristicos de 10 que no tardara en Ilarnarse public opinion:

sin el periodismo polit ico, que Bolingbroke rnismo contribuyo

a crear, no se hubiera convertido el sense of the people en el

public spirit, tan eficaz para Ia oposicicn. En la consciencia de

ese conservador, al que se Ie impone el rol de opositor-racio-

cinante y, de este modo, de primer oposicionista en el sentido

de la moderna tactica parlamentaria, se junta curiosamente un

pedazo de anticipado rousseaunianismo con los principios de la

crftica publica. En el public spirit estan ambas cosas: el rude

sent i do de 10 justa y 10 correcto, que se da sin mediaciones, y Ia

art iculacion de la opinion can el judgement, a traves del ajuste

de cuentas publico de unos argumentos can otros.

Edmund Burke, ya antes de la Revolucion francesa, de

la que Iuego habria de convertirse en refinado critico, ha esta-

blecido las diferenciaciones oportunas,'? no par cierto aun ensu celebre discurso a los electores de Bristol, en donde desarro-

Ila de un modo ejemplar 1a teorfa liberal de la representacion

virtual. Tres afios despues escribe para los mismos electores

una carta, «On the Affairs of America». Se habia producido en-

tretanto la secesion de las colonias norteamericanas respecto de

la madre patria; se habia publicado la Declaration of Rights. «I

must beg leave to observe that it is not only the invidious branch

of taxat ion that will be resisted, but that no other given part of

legisl ative right can be exercised without regard to the general

opinion of those who are to be governed. That general opinion

is the vebicle and organ of legislative omnipotence.» IS La de-

1 2 8

terminacion, poco clara desde el punto de vista del Estado de

derecho, de la opinion publica como organo y vehfculo de la

omnipotencia (0 soberania) no deja, en cambia, duda alguna

respecto del concepto de esa general opinion. La opinion del

publico raciocinante no es ya simple opinion, no coincide con

1a mera inclination, sino can las reflexiones privadas acerca de

los asuntos publicos y con la discusion publica de estos, «In a

free country», escribe Burke pecos meses mas tarde, «every man

thinks he has a concern in all public matters; that he has a

right to form and to deliver an opinion on them. They sift,

examine and discuss them. They are curious, eager, attentive

and jealous; and by making such matters the .daily.s~~j~l::.!~_t:lr...

. theiLthoughtsand-diseoveries;vast-numbel 's ·contract a very

tolerable knowledge of them, and some a very considerable

one [ ... J. Whereas in other countries none but men whose office

calls them to it having much care or thought about public af-

fairs, and not daring to try the force of their opinions with one

another, ability of this sort is extremely rare in any station of

life. In free countries, there is often found more real public

wisdom and sagacity in shops and manufactories than in the

cabinets of princes in countries where none dares to have an

opinion until he comes into them. Your whole importance the-

refore depends upon a constant, discret use of your own rea-

son»,'? No tardaria la general opinion de Burke, por paralelis-

mo con public spirit, en tamar el nornbre de public opinion: el

Oxford Dictionary la registra por vez primera en 1781.En Francia, aparece la palabra correspondiente a me-

diados de siglo; pero 1a signifi cacion apenas variaba respecto

de opinion. Opinion publique equivale a Ia opinion del pueblo

portada par la tradicion y el bon sens, asf en 1a reivindicacion

critico-cultural que Rousseau hace de su naturalidad, como en

el intento ant iideologico que los enciclopedistas hacen de disol-

verla. S610 cuando, can los fisiocratas, es imputadaal publiceclaire (publico ilustrado ], toma la opinion publique la estric-

ta significacion de una opini6n que, par medio de 1a discusion

crftica en Ia publicidad, acaba por destilar la opinion verdade-

ra. --En ella se disuelve Ia oposicion entre opinion y critique=-,

Los fisiocratas, verdaderos exponentes del publico raciocinante,

resaltaban, como es sabido, la legalidad propia de la sociedad

burguesa frente a las medidas del Estado; no obstante, frente

al regimen absolutista se comportaron de modo apologetico, Su

doctrina se parece, segun una sentencia de Marx, a 1a repro-

duccion burguesa del sistema feudaI.20 En la transicion del mer-

cantili smo al Iiberalismo, ellos se rnantienen en la base de la

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dom~naci6n feudal, en la agricultura, como unico trabajo pro-

ductivo: pero la contemplan desde el punto de vista de la pro-

ducci6n capitalista. Al monarca Ie es encargada la custodia del

ordre naturel, y el public eclaire Ie proporciona la comprension

de las leyes del orden natural. Louis-Sebastian Mercier, que pa-

r~ce habe~ side el primero en cap tar el estricto sentido de opi-n~o~ pu?ltque y en entrever su rol social ,21 tampoco consigue

distinguir muy clara mente entre gobernantes y sabios.:22Estos

de+-rminan la opinion publica, aquellos trasladan a la practica

la~ consecuencias .del objetivamente guiado raciocinio del pu-

blico: «Les bons livres dependent des lumieres dans toutes les

.~la~~~~_l~_l'~tlPl~;_~ls_~o~.~.~l~_.y~ri!¢ f~~__~!1! f ! t l ~ _ . .qui __~jagouvernent I Europe; ils ec1airent Ie gouvernement sur ses de-

voirs, sur sa faute, sur son veritable interet, sur I'opinion publi-

que qu'iI doit ecouter et souivre: ces bans livres sont des mai-

tres patients qui attendant Ie reveil des adrninistrateurs des

Etats et le calme de leurs passionse.P La opinion publique es

el resultado ilustrado de la reflexion comun y publica sobre los

fundamentos del orden social; ella resume las leyes naturalesde este: no domina, perc e1 poderoso ilustrado se vera obliga-

do a seguir su vision de las cosas.

, . Con esta doctrina de. la doble autoridad de la opinion

publica y el soberano, de ratio y voluntas, interpretan los fisi6-

cratas la posicion del publico raciocinante aun dentro de los

limites del regimen existente, Mientras sus coetaneos ingleses

enten~Iian el public spirit como una instancia capaz de forzar

al legislador a bus car legitimacion, prosigue en Francia el aisla-

miento de la sociedad respecto del Estado, de tal modo que 18.

funci6n critica de la opinion publique resta todavia en las ca.

bezas de estos intelectuales estrictamente separada de la fun-

cI~n. ~egisl~ti~a. Sin embarg?, en ese temprano concepto de la

~p.mIOn publica cabe ya la Idea especifica de la publicidad po-htIcamente activa, Le Harpe ha podido decir en una ocasi6n

de Turgot 10 siguiente: «II est Ie premier parmi no us qui ait

change les acres de l'autorite souveraine en ouvrages de rai-

s?~nement et. ~e persuasion» 24 (Io que significa ya racionaliza,

CIOndel dominic). Perc Turgot, igual que los demas fisi6cratas

no relaciona. esta idea con Ia garantia dernocratica de que la~

personas pnvadas, que proporcionan las visiones e indicacio-

nes oportunas en el plano de la opinion publica, puedan dar a

esas. indicacion:s una obligatoriedad legislativa, Cierto que 1a

maxima absolutista, segun la cual auctoritas tacit legem, ha sido

puesta fuera de juego; pero aun no se ha realizado su inversion.

La razon de la opinion publica acaba escatirnandole a esta su

1 30

funci6n constitutiva. Rousseau, por otra parte, que fundamen-

ta con toda la claridad deseable Ia autodeterminaci6n dernocra-

tica del publico, liga la volonie general a una opinion publique

que coincide can la opinion espontanea, sin reflexi6n, can la opi-

nion en sus disposiciones hechas publicas.

Tambien Rousseau quiere reconstruir en el «estado so-cial» un ordre nature 1 ; pero este no le parece inmanente a las

leyes de la sociedad burguesa, sino, en definit iva, transcenden-

te a la actual sociedad, La desigualdad, igual que la falta de li-

bertad, se siguen de la corrupci6n de un estado natural en eI

que los hombres no realizaban sino su naturaleza humana,

mientras que Ia ruptura entre naturaleza y sociedad escinde a

....aaathtilVidmnm-hommeycitoyen:-El-primitivo-acontecimiento-·

de la autoenajenacion hay que cargarlo en el haber del pro-

greso civilizatorio. El genial artificio que es el Contrat social

habra de reparar el desgarro: cada uno subordina a la comu-

nidad persona y propiedad, asi como todos los derechos, para

participar de los derechos y obligaciones de todos a traves de

la voluntad general.", El pacto social exige un traspaso sin re-servas, el homme se fusiona con eI citoyen. Rousseau proyecta

1a poco burguesa idea de una sociedad politica desinhibida en

la que la estera aut6noma privada, la sociedad burguesa eman-

cipada del Estado, no tiene espacio alguno. Su base no resta

desconsiderada: Ia propiedad es a la vez publica y privada, de

tal modo que todo ciudadano s610 en calidad de participante

en la voluntad cornun se tiene a si mismo por subdito." En con-

secuencia, la voluntad comun no surge de Ia concurrencia en-

tre intereses privados: una tal volonte de taus coincidiria con

el modele liberal --en el que se presupone la autonornia pri-

vada·-, modelo liberal que el Contrat social estaba precisamen-

te encargado de superar. La volonte general, garantia de un es-

tado de naturaleza restaurado bajo las condiciones de un esta-do de sociedad, brota mas bien como una especie de instinto

de bhumanidad, brota, par tanto, del estado de naturaleza y

penetra salvadoramente en el estado de sociedad. As!·ve Rous-

seau, contradiciendo a Montesquieu, el espiritu de la Constitu-

cion no inscrito en marmol, ni en metal, sino ancIado en el co-

razon de los ciudadanos, esto es: en la opinion (chablo de cos-

tumbres, de usos y, especialmente, de opinion popularvj.t '

Con el Contrat social de Rousseau, la Law of Opinion

de Locke se convierte en soberana. La opinion no publica es

elevada, bajo el titulo de otra opinion publique, a la categoria

de unico legislador, y desde luego con exclusion del publico

raciocinante. EI procedimiento legislative que Rousseau previ6

131

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no deja la menor duda al respecto.P S610 se requiere sana en-

tendimiento humano (bon sens) para percibir el bien comun.Los hombres sencillos, simples, se irritanan can los refinamien-tos politicos de Ia discusi6n publica; los debates largos no po-

drian menos de servir a intereses particulares. Rousseau opone

1a armonia y concordia de las asambleas a Ias peligrosas re-clamaciones de los oradores brillantes. La volonte general esantes consenso de los corazones que de los argumentos P La

sociedad mejor gobernada es aquella en Ia que las leyes (lois)

coinciden con las costumbres (opinions) arraigadas, La modes-tia de las costurnbres guarda de las discusiones espinosas (dis-

cussions epineuses).3iJ En cambio, eI Iujo corrompe Ia sana sim-pleza, somete unos grupos a otros, Y_!'I:JQQQsa la.oplnioupu-bHca---{-etwusa-l'ojjinionpCAqu{es -eficaz, en cambia, el usacompetitive de 1a lengua: Ia opinion es la opinion del public

eclaire, posibilitada por la prensa y los discursos de salon: con-tra su influencia corruptora, alza can toda resolucion Rousseau,

completamente en el estilo de su escrito prerniado de 1750, la

opinion de las costumbres simples y de las buenas almas.A pesar de su espontaneidad, esta opinion esta necesi-

tada de direccion en su doble funcionalidad, Ella tiene a su

cargo, como convenci6n, la tarea del control social; por enci-rna de ella vigila el censor, no tanto como juez de Ia opinionpopular cuanto como portavoz suyo: «L'opinion publique est

I'espece de loi dont le censeur est Ie ministre»," Este es el uni

co capitulo del Contrat social en el que se habla de opinion pu-blique. Y el comentario hace patente la cercania lexica a la Law

of Opinion de Locke: «Qui juge des moeurs juge de l'honneur;

et qui juge de l'honneur prend sa loi de I'opinion»," ~sta se

hace entretanto -10 que no ocurre en Locke- con la tarea

legislativa (aunque necesita de guia). As! como la opinion es

articulada par el censeur en su funci6n de control social, as!t arnbien ocurre en su funci6n legislativa con el legislateur. l!ste

se encuentra frente a una opini6n ciertamente soberana, pero

en precaria situaci6n a causa del peligro de 1imitaci6n que la

amenaza, No puede servirse ni de Ia violencia ni de la discu-

sion publica (ni la force ni la resolution), tiene que refugiarse

en la autoridad de una influencia indirecta «qui puisse entrainer

sans violence et persuader sans convaincresP- La democracia

rousseaunianade la opinion no publica acaba postulando el

ejercicio del poder manipulador, La voluntad general IIeva siern,pre razon, se dice en el desacreditado pasaje, pero no siempre

queda dilucidado el juicio que le sirve de guia; par eso hay que

ponerle siempre ante los ojos las casas tal como son, y a veces

13 2

tal como le deben de aparecer." Pero, cpor que no nama sim-

plemente Rousseau opinion a Ia opinion popular soberana; par

qUE la identifica con opinion publique? La explicacion es senci-

lla. Una democracia directa exige la presencia real de quien

es soberano. La volonte general como corpus mysticum esta li-

gada al corpus physicum del pueblo reunido." La idea del ple-biscito duradero se la imagina Rousseau de acuerdo can Ia ima-

gen de la polis griega: el pueblo estaba alIi, par asi decirlo, reu-

nido sin Interrupcion en 1a plaza; as! tarnbien se convierte a

los ojos de Rousseau la place publique en fundarnento de la

const itucion. De el recibe la opinion publique su atributo, es de-

cir, del ciudadano reunido en asambleay __l_i~P_1Je_stQ_a]aaclama-

·····cion;no-del-raciociiri6--publico· d e - u n - public eclaire.

Los fisiocratas hacian de portavoces de ese raciocinio

en representaci6n de una publicidad eficazrnente critica del ab-

solut ismo restaurado; Rousseau quiere la dernocracia sin publi-

ca di scusion. Y ambas partes reclaman e] misrno titulo: opinionpublique. Cuya signifi cacion, en consecuencia, se ha polariza-

do en la Francia prerrevolucionaria. Pero Ia Revoluci6n mis-rna consigue el acoplarniento de las dos escindidas funciones de

Ia opinion publica, la critica y la Iegisl ativa.l= La constitucion

de 1791 limita el principia de la soberania popular mediante el

Estado parlamentario de derecho, garante de Ia publicidad po-

Iiticamente activa, El concepto frances de la opinion publica se

radicaliza respecto del ingles: el diputado Bergasse, en un de-

bate de Ia Asamblea Nacional acerca del significado de opinionpublique para eI Estado de derecho, ha formulado la nocion

de un modo patetico: «Vous savez que c-e n'est que par I'opi-

nion publique que vous pouvez acquerir quelque pouvoir pour

faire Ie bien; vous savez que ce n'est que par elle que la cause

si desesperee du peuple a prevalu: vous savez que devant eUe

routes les autorites se taisent, tous Iesprejuges

disparaissent,

taus Ies interets particuliers s'effacents.s Par la rnisma epoca

ha escrito Jeremy Bentham un escrito util a la Constit uantei P

en 61 se explicita por vez primera en forma monografica la co-

nexion de la opini6n publica can el principle de la publicidad.

Par un Iado, el ejercicio del poder necesita del control

permanente de la opinion publica -puesto que «esta amena-

zada por una serie de tentacioness-s-: la publicidad de los de-

bates parlamentarios asegura una «supervision del publico»,

cuya capacidad critica se da par sentada: «La totalidad de ellos

(the public, le corps pubZique) constituye un tribunal de masvalor que todos los tribunales juntos. Puede uno ponerse terco

respecto de sus exigencias, puede uno considerarla como un

13 3

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conjunto de opiniones limitativas y divergentes que se anulan

y.destroyen mutuamente; pero todo el mundo percibe que ese

tribunal, .aun cuando no exento de la posibilidad de error, es

mcorrupt ible: q~e busca constantemente ac1ararse, que contie-

ne la entera sabidurfa y justicia de un pueblo, que decide siern-

pre acerca de! destino de los hombres de Estado (public men,

homrr:es publ~ques), y que las penas que impone son inelucta-~l~s}}.38Adernas, 1a Asamblea estaria en condiciones de hacer

utiles l~s consideracio~~s del publico: «nada mas factl dejan-

dose gma: por Ia publicidads (under the guidance o f publicitysous :e, ~egln:e ~e fa pz:blicite).39 Par otro lado, evidentemente:

Ia OpInIOn publica esta a su vez necesitada de la publicidad

de los debates parlamentarios para estara] corr'iente: «En__n.

.p..:';e~.!~__ll.~__h!!Ya_practicadoGurarrte··lafg6 tiempoiasas~hJbleas

pubb,cas, el espfri tu cornun (general [eeling, esprit general) se

ha~:a elevado; I~s ldea_s~anas se universalizaran, los prejuicios

danmos, cornbatidns publIcamente ya no por retoricos sino par

ho~bres .de ~~tado, perderan fuerza r . . . J. La razon y ~l espiritu

de mve:::tlgaclOll se convertiran en costumbres de todas las cla-

ses soctaless.w Bentham enriende los debates publicos del Par-

la~ento como una meraparte de los debates publicos del n u -blico en general . S6Io C O ? la publicidad dentro y fuera del Par-

l~ento consigue ~~rantlZarse 1a continuidad del raciocinio po-

lItIc? ,Y de su funcion, a saber: el poder -par recoger una ex-

presion de Burke- de convertir una matter oj will [cuestion

de voluntadJ, en una matter o] reason [cuestion de raciocinio].

El nombr~~llento de los diputados no puede ser asunto de de-

g~, resolucion 0 toma de partido, sino cosa de razonable deci-

s~~n: «Bn una asamblea elegida por el pueblo y renovada pe-

rlOdlcan:-ente, la publ icidad es absolutamente necesaria para

proporcIOl1:ar, a los senores electores 1a posibilidad de proceder

con con~)clmlento d~ ~~usa~.41.En efecto: desde Jorge III, la

t : terza VIVa de 1a opinion publica se ha impuesto a las senten-eras de rnuerte (since public opinion, more enlightened, has had

a grea;er ascendency, depuis l'opinion publique eclaire a pris

plus ,d ascendent; en el texto aleman sigue hablandose en este

pasa]e. de Vol~s-M~inung, opinion del pueblo).42 En Inglaterra,

1~, r nejor habna sido consegwdo mediante la continua viola-

c~on de las leyes: par eso habla Bentham del regime of publi-

city cOl?~ ~till ~e? imperfect and newly tolerated (Ie regime de

la pubhClte: tres imparjait, encore et nouvellement tolere),

Guizot, ,una genera cion mas joven, que habia dictado

desde ,1820 Iecciones acerca del origen y l a hi stori a del Estado

burgues de derecho, da a1 «dominic de la opinion publica» su

1 34

clasica formulaci6n: «C'est de plus Ie caractere du systeme qui

n'admet nulle part la legit irnit e du pouvoir absolu d'obliger taus

les citoyens a chercher sans cesse, et dans chaque occasion, la

verite, la raison, Ia justice, qui doivent regler le pouvoir de fait .

C'est ce que fait Ie systeme representatif: 1. par la discussion

qui obl ige Ies pouvoirs a chercher en commun la verite; 2. par

la publicite qui met les pouvoirs occupes de cette recherche

SOl..S Ies yeux des ci toyens; 3. par la liberte de Ia presse qui

provoque les citoyens eux-rnernes a chercher Ia verite et a Ia

dire au pouvoir».".

Friedrich Georg Forster parece haber sido el introduc-

tor en eI oeste aleman, en los prirneros afios de la decadarle

Jos.noyenta,--de--la··noei6u···de·opinian··publtijiie;· t r a u u c l e n c f o p o roffentliche Meinung. Los Parisischen Umrisse, cartas a su es-

posa fechadas a finales de 1793, dan testimonio de esta nueva

realidad por vez prirnera en la Ii teratura alemana.f La dife-

renciacion que Forster establece entre opinion publica y espf-

ritu comun, sobre todo, rnuestra que se habia formado ya par

complete una idea acerca de la publ icidad polit icamente act iva

de Francia e Inglaterra antes de que el concepto fuera impor-

tado en Alemania: «Tenemos ya 7.000 escritores, a los que no

se presta la menor consideracion: puesto que no hay un espf-

ritu aleman comun, tarnpoco hay una opinion publ ica alemana.

Hasta las palabras misrnas nos resultan tan nuevas, tan extra-

fias, que todos piden explicaciones y definiciones, mientras que

ningun Ingles malinterpreta a otro cuando se habla de public

spirit, ningun frances a otro frances, cuando de opinion publi-

que»,45 Hasta que punta llevaba Forster razon respecto de la

necesidad de comentario de los vocablos plagiados, 10 dernues-

tra Wieland, que era por aquella epoca mas conocido como pu-

blicista que como aspirante a editor de clasicos, Un lustro des-

pues de las observaciones de Forster, Ilevo una de sus «con-

versaciones entre cuatro ojos» precisarnente hacia esa «opinionpublica»." Nada nuevo aport an las acotaciones de Wieland. La

opinion publica ir'rumpe «alIi donde la obcecaci6n y el prejui-

cio, que hacen al caso de nuestro bien y nuestro mal [, ', ] ceden

finalmente al supremo poder de la verdad»: 48 ella coincide en

cuanto a resultados con la «mas penetrante investigacion de la

cosa, luego de considerar, del modo mas precise, todos los pros

y los contras; y pronto habra de tener en Alemania la fuerza

de una ley." La opinion publica arranca de los instruidos y se

extiende «sefialadarnente entre aquell as clases que, cuando ac-

tuan en rnasa, hacen de contrapoder»." No se esta aludiendo,

obviamente, a «las mas bajas clases del pueblo», los sans-cu-

135

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lottes, puesta que, sometidos como estan a Ia presion de la mi-

seria y el trabajo, no tienen ni Ia obligacion ni Ia oportunidad

de «preocuparse por casas que no afecten directamente a sus

necesidades materiales»,"

Cierto que en las reflexiones de Wieland aparecen tam-

bien c1aramente elementos rousseaunianos, elementos con los

que luego, durante la guerra de liberaci6n, enlazara el romanti-

cismo politico para Identificar a Ia opinion publica con el silen-

dose espiritu del pueblo.P Pero en Wieland misrno domina una

idea de la opinion publica inclinada -en la algo pedante tradi-

ci6n de la Ilustraci6n alemana- a char ante la tribuna del ra-ciocinio publico, sabre todo, a la mentira clerical y al secreta

de gabinete P

13. La puhlicidad como principio de mediaclon entre po~

Utica y moral (Kant)

Aun antes de que el tapas de la publicidad arraigara en

el ambito lingiiistico aleman, la idea de la publici dad burguesa

encuentra su forma teoreticamente madura en el desarrollo de

los principios de la Publizitdt por la filosofia del derecho y de la

historia de Kant. .

£1 proceso crftico del que se sirven las personas pri-

vadas politicamente raciocinantes frente a 1a dominacion abso-

lutista se ve a sf mismo como impolitico: la opinion publica

quiere racionalizar la politica en nombre de Ia moral. En el si-

glo XVIII se disuelve 1a tradicion aristotellca de una filosofia de

1a politica en filosoffa moral, y 10 «moral», pensado en conexion

can «naturaleza» y «razon», se extiende hacia 1a esfera =-capta-

da ya en sus cornienzos- de 10 «social», hacia el horizonte se~

mantico de 1a por entonces con tanta propiedad resaltada pa-

labra social en el ambiente anglosaj6n. No por casualidad habia

tenido el autor de la Riqueza de las Naciones una catedra de

filosofia moral. En ese contexte hay que interpretar Ia siguiente

frase: «La verdadera politica no puede dar ni un paso sin rendir

antes tributo a 1a moral, y aun cuando la po1itica es par S 1 mis-

rna un arte diffcil, de ningun modo es su asociacion con la moral

arte alguna; porque esta atajaria gordianamente el nudo que

aquella fuera incapaz de desvolver tan pronto como ambas co.

menzaran a disputarv." Kant escribe esta sentencia en el epilogo

de su proyecto para 1apaz eterna. Aqui repite dos postulados de-

ducidos en la doctrina del Derecho; la constitucion civil de un

136

Estado cualquiera ha de ser republicana, y.1a relaci6n d~ los E~-

tados entre st, en el marco de una federacion co~mopohta, p~c:-

fista. Los esfuerzos juridicos tendentes a garantlzar la :paz CIVIl

en el interior y la paz cosmopolita en el exterior contribuyen a

la idea de un orden plenamente justo. La coacci6n no puede se-

guir siendo ejercida en 1a f~rma ,del domimo person~l ? de laautoafirrnaci6n prepotente, smo solo afirmando que «UDlcamen-

te Ia raz6n tiene pcder». Las relaciones juridicas -desarrolla-

das hasta convertirse en dominacion exclusiva-e-, que pueden

imaginarse como la posibilidad de una rela~i6n de coacci6n re-

ciproca, seg(m leyes universales, entre l~ libertad de uno y la

de los demas, proceden del~_!:!,,::z;(rl:!_p.ri;\c:,tlca_(extr:emQ--coIltraata"....

queal-ptincipiO:-auCioriias non veritas f~~it legem~.Hobbes nudo sancionar con esa lormula el pader ab-

soluto de los soberanos porque el establecimiento de la pa~,

es deck el final de Ia guerra civil religiosa, s610 era consegui-

ble al p~ecio de que el monarca monopolizara e~ poder publi~o

y de q-ue la sociedad burguesa, junto C~}fl su disputa conf.e~~o-

nal fuera neutralizada como esfera privada, Ante Ia decision, ' dacorde con las insinuaciones de una sensatez que, per asr e-

cirlo se encarnaba existencialmente en Ia persona del 5oberano ,todo raciocinio segun las reglas de la moralidad estaba redu-

cido a opinion carente de consecuencias ~ara 1a po1i~ica. ~uan-

do este fue rehabili tado por Kant, dos siglos despues, ~aJo.}a

forma de ley de la razon practice, cuando hasta la legls,laclOn

politica estaba sometida eticamente a suocontrol, se habian _ya

constituido en publico los ciudadanos privados y estaba ya mz-

puesta la esfera de su raciocinio (a saber: Ia publici~ad) en las

funciones po1iticas mediadoras entre Estado '! s.o':ledad. Pareso hace la publicidad kantiana las veces de prmcipio ca~~ de

solidarizar la polrt ica con la moral/" Kant entiende la publIcldad

sabre todo como principio de la ordenaci6n juridic a y como

metodo de la ilustracicn.«Minorfa de edad», cornienza el celebre tratado,56 «es

la incapaddad de servirse del propio enten~imiento sin la. di-

reccion de otro. A la propia culpa bay que [mputar esa mm?-

ria de edad si la causa de la misma no radica en la carencia

de entendimiento, sino en la de resoluci6n 0de valor ... » La

liberacion respecta de la minoria de edad por culpa. propia .se

llama Ilustracion. :B.sta indica al individuo una maxima subje-

tiva, a saber, pensar par 51 mismo. A la humanidad como ~n

todo Ie sefiala una tendencia objetiva, a saber, el progreso hacia

el orden justa. En ambos casos debe aceptar la Ilustracion a

Ia publicidad como mediadora: «Es dificil para todas los hom-

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br,es i?dividualmente considerados esforzarse por salir de Ia

mmoria de edad a que han sido abandonados en la naturale-

za [ ... ]. P~ro es mas posible que un publico se ilustre a si rnis-

rna; can solo que se le deje en libertad, es casi inevitable»." Por

es? e? Ja concepcion ilustrada el pensar por S1mismo parece

coincidir con, el pe?sar en voz alta," exactamente igual que eluso de la razon equivale a su uso publico: «Ciertarnente se dice'

eI pode~ ,superior ,po~a conculcarnos Ia libertad de hablar ~

de escribir, pero ,lamas la de pensar. [Pero cuanto podriamos

pensar, y co~ ,que correccion, si no pensaramos, por asi decir-

10, en comumon conotros con los que, nosotros a ellos y ellos

a nosot:rQ~2...p:t:l_c~!~:r:a,!!1_().~_.C:Q.~l},!loi_c.§._m_Q§.JQ$.R~Ds_~.mi~n.tQSh>,59_

" Kant, co~o, los enciclopedistas, se representa la Il~s-

traclO~, el usa ,publIco de la razon, por 10 pronto como asunto

de sa~lOs: partlcularrnente de aquellos que tengan que ver con

los prmcipios ~e la razon pura, esto es, los filosofos. Se trata,como en las disnutas de los escolasti .............- ,..--- .i._~L_~L_ ---.'; -'. V .3 LJ.,,-"U;:) s Y dUll Li:1lIlu·ren t;II

I~s dialogos pugnaces de los reformadores, de doctrinas y opi-

nI~nes «a las que las facultades han de separar unas de otrasb~]o el r;o~bre de los te6ricos [.,.J, cosa de la cual e] pueblo se

dice a SI mismo que no entiende una palabra-.w El conflicto de

las facultades se c~nsuma como disputa entre las bajas y las

altas. Estas, teologfa, derecho y medicina, se basan de uno u

otro, ~odo, en 1a autoridad, Tambien ellas estan al amparo de

la vigilancia estatal, puesto que constituyen el «personal de la

Sabl?Un~», lnte]ectuaIe~, jueces y medicos, Se limitan a aplicar

la Cle,nCIa(son entendidas en chapuceria, en savoir faire), En

cambio, l~s facultades bajas tienen que ver con conocimientos

d~ la razon p~ra, cuyos representantes, los fil6sofos, indepen-

dl~ntes de los, l?terese~ del gobierno, s610 por la razon se dejan

guiar. Su espiritu esta llama do «a la exposicion publica de la

verdadsf Es necesario que, en ese conflicto de las facultadesle sea a la, razon «Iegitimo el hablar publicamente, porque (d~

l~ contrario) no podria la verdad salir a Ia luz del dia»,62Y,

ciertarnente, CO~~ afiade Kant, para mal del mismo gobierno.

La publicidad, dentro de la cual practican los filosofos

su artes,ania critic,a, .ha dejado de ser entretanto, sin embargo

de ~~ nucIeo academico, meramente academica, As! como Ia dis-

~uslOn ~~ los fil6sofos tiene lugar a la vista del gobierno, para

instruccion y, examen de el, tarnbien asi ante el publico del

«pueblo» se srrve de la propia razon para guiarlo. La posicion

de eS,te pub:ico es ambigua: por un lado, menor de edad y

n,ecesltado aun de Ilustraci6n; par el otro, en cambia se cons-

tituye en publico exigido par una mayoria de edad de la que

138

solo los ilustrados son capaces. Porque, a fin de cuentas, no solo

a los fllosofos les es dado el hacerlo, sino a cualquiera que

acierte a hacer un uso publico de su razon. El conflicto de las

facultades es, por asi decirlo, solo el hagar desde el que el

fuego de la Llustracion irradia y en el que este es avivado con-

tilluamente. No solo en la republica de los sabios se realiza la

publicidad, sino en el uso publico de la razon, ejercido por to-

dos aquellos que acierten a ese usa. Evidentemente, tienen que

rebasar los Iimites de su esfera privada como si fueran sabios:

«Entiendo, empero, capaces del uso de su propia razon ante

tcdo el publico del mundo lector a todos aquellos a quienes

nadie Hamada sabios a enseiiados par ella. Capaces de uso pri-

..VadoTtamcfa-··aqlletlns--que··esteles-permi-te··desempenal'·s-u-·razen··

en algun puesto 0 cargo civil que les ha sido confiado [ .. -J Evi-

denternente no les esta aqui permitido razonar, sino que hay que

obedecer. Mas tan pronto como esta parte de la maquina apa-

rece tambien como miembro de una comunidad, de la sociedad

cosmopolita incluso, y por consiguiente en calidad de sabio que

se dirige a un publico por media de escritos y haciendo gala

del propio entendimiento, esta ciertamente en condiciones de

razonar.. _".63 De ahi resulta el postulado de la publicidad como

principio: «El uso publico de su razon ha de estar libre en todo

momento, y s610 el puede dar lugar a la Ilustracion entre los

hombres; el uso privado de la misma, empero, puede a menu-

do llegar a ser muy lirnitado, sin par ello, no obstante, obs-

taculizar seriamente el progreso de 1a Ilustracions.t' Todos es-

tan llamados a ser «publicistas», a dirigirse «al propio publico,

es decir, al mundo, par medio de escritosv.fCan el «rnundo» en el que se constituye el publico se

alude a Ia publicidad como esfera: Kant habla de conocimiento

de mundo, se refiere al hombre de mundo. Este sentido de .mun-

daneidad se articula en el concepto de ciudadania del mundo,

de cosmopolitania y, finalmente, en el de ]0 optimo delmundo,

con la idea de un mundo que quiza aparezca del modo. rnas cla-

ro en el «concepto mundane» de la ciencia -pues, en pureza,

en cambio, el mundo se construye en la cornunicacion rentre

seres racionales-, Mientras que el coricepto academico de la

ciencia refiere tan 5610 a «una disposici6n iespecto deciertos

fines arbitrarios», el concepto mundano de ella «afectaa.Io.que

necesariamente interesa a todOS»,66Esto no es mundos en. .el

entendimiento transcendental , no es, como suma de:,t :A4.0S~JQS

fen6menos, la totalidad de su sintesis y, en cuanto;q,u,~'~j-~\:u.no

con Ia «naturaleza». Este «rnundo» remite mas bieni~d~;n~a-

nidad como especie, pero en el modo en que sePJ.;~~~t3;rsU

(139

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unidad en el plano fenomenico: el mundo del publico lector ra-

ciocinante que se estaba desarrollando par entonces entre las

arnplias capas burguesas. Es el mundo de los Iiteratos, pero

tarnbien de los salones en los que discurre la conversaci6n de

las «reuniones mixtas»; aqui, en los hogares burgueses, se es-

tablece el publico. «Si se presta atenci6n al curso de los dialo,

gas que se desarroHan en las reuniones mixtas, que no estan tansolo compuestas por sabios y hombres de razon, sino tambien

por gentes de negocios 0 par mujeres, se nota que, aparte de

narraciones y bromas, no se da conversacion, es decir, racioci,nio, en modo alguno».67

E1 publico raciocinante de los «hombres» se constituye

en elde los «c]udadanos», en el que se llega a ac,:Y~1:dQs_es,

pecto d~__l-Q-~-gs_untos--(~Cf)mu-nes}}.E-sa----Piib]iClaad-po1ftiCamente

------a:divi_:i-seconvierte, bajo la "Constituci6n republicana», en prin.

cipio organizativo del Estado liberal de derecho. En el marco

que ella ofrece se establece la sociedad burguesa como esfera de

la autonomia privada (rodos deben bUSC2Tsu <felicidad, por el

camino que Se les antoje mas provechoso). Las libertades bur-

guesas son garantizadas par Jeyes generales; la libertad de los"hombres» coincide con 1a igua1dad de los ciudadanos ante Ia

ley (abolici6n de tadas los «derecnos de nacimiento»). La legis-

laci6n misma cede a «Ia vo1untad popular procedente de la

razon»; porquelas leyes tienen su origen empirico en 1a «coin-

cidencia publica» del publico raciocinante; por eso las llama

Kant tambien leyes publicas, diferenciandolasde las privadas,

que, al igual que el uso y Ia costumbre, tienen un valor inexpre-

sable.68

«Una ley publica, empero, que determina para todos

10 que debe y 10 que no debe estar en justicia permitido, es el

acto de una voluntad publica, de la que emana todo derecho

Y que con nadie debe poder proceder injustamente. Mas no es

posible otra voluntad que Ia del pueblo en su conjunto (puesto

que todos deciden par todos, cada uno, par consiguiente, decidepor sf mi

smo)>>.69En eso se esta siguienda la argumentacion

rousseauniana, can una decisiva excepcion: que el prinCipia de

soberania popular 7ij solo ba jo el presupuesto de un uso publi-

co de la razon puede ser realizado. «Tiene que haber en cada

materia cornun [ ... J un espiritu de libertad, pues, en 10 que

concieme a la obligacion general de los hombres, a todos se

exige el que esten racionalmente convencidos de que esta coac.

cion es confarme a justicia para que no caigan en contradicci6n

consigo mismos», La limitaci6n de la pUblicidad, opina Kant,

con 1a mirada puesta en las por entonces tan debatjdas Iogias

mas6nicas, seria <da causa motivante de todas las sociedades

140

. d a or naturaleza Hamada a par-secretas, Pue~ la humanida e~lt p e concierne a los hombres

ticipar especialmente en aque 0 qu la celebre sentencia sabre

en generals.i' En ese contextolap~r~ce paladion de los derechosla libertad de pluma como e «unICO

del pueblo». ,. d 1 azon pura habia asignado Kant

Ya en la Critica ear .. 1 funcion de con-'bI' t e los raciocmantes a .al consenso pu ICO en r d La iedra de toque de 10 tenido

't' de la verda: « pI "trol pragma leo . . 'n ya de mera per'suasron, es,por cierto, ya se trat .e .d~ convlc~~':n~nicarlo y de que todo hom-

externamente, la POSlbl~~~d ~ La inteligible unidad de la cons-

b:red.e raz6n 10 halle v 1 .o~ide con la unificaci0I1,__p _ ~ c : > ~ ~ < : : i ~ l : l _

crencia transcenden!~l_ ~~ln-_------.------+---seriip-TriCas.Luego, enb '--·--h.-d------d-t6das las consciencia .

··err--lapu JICluii r • • ificaci6n constitutiva esa

la filosofia del derecho, r~cI_b: una slgnsar-cte-Ia-diferencia existen-.. . d t dos IOS-JUIcios-a-De. . .

«coincidencia- eo0 - . 'or la ublicidad: las activi-

te-entre-los .sujetos» garantlz~~:ci~nada<:. ~on el derecho de los

dades politicas. esto es, las r uer-do can el derecho y la' ~ . oder estar en ac

dernas, tienen que p aximas sean capaces de pu-

moral hasta eI punto en que sus ~ecesiten de elIa.73 Ante lablicidad, hasta el. punto. ~~ J~e politicas deben asentarse en

publicidad, todas las acnvi a 1es a su vez estan justifi-

e] fundamento de las Ieyes, l : : c i ~ ~ : l e ;nte la 0~ini6n publica.

cadas como leyes ge:n~rales y or una situacion completamenteEn el marco proporcionado p ., "J y paz etema en un «or ..

ifi constitucion CIVl • ,nonnada (que urn. ca e natural de la dominacion esden plenamente justo»), .1~ IdY I s leyes del derecho _y la

Ida por e1 dominic e areemp aza . fundamentalmente a moraI-.polftica puede traduClrse

dtegerse la solidaridad entre po-

Mas, iC?mo pue e ~ro esa situacion de derecho? ParaUtica y moral m~en:ras no eXl~~a.e t e la voluntad de todos los

construirla ni ~lc;tUIeraes s~;~:it :ci6n regulada por principios

individuos de VlVIT en una C la unidad distributiva dellib rt d: no basta esto es, con . d

de 1 e a, . ' II Ia unidad colectiva proporcrona ?querer; se neceslta. ~ara ~ 0 d iuntos deberian querer esa 51-

por la voluntad unificada '. to oSeJo Kant cree tambien que no

tuacion, Como consecuencra de .e~o de esa situaci6n de jus-

nos seria dado. esperar otro conn der olltico, La toma de po-

ticia que el que puede ofrecer el r = das ~unidas en calidad de

der indirecta de la~ personas pn;: un modo propiamente po-

publico no se concibe, e?:pero, a1 de la pubIicidad burguesa

lftico: 74 la autocomprension m?r. ue contribuyen a faci-' ''(' ti 0 de eXIgenclas q ,

obliga tambien a un IP. 1 lleva a abstenerse de los me-

Iitarle una funci6n p~l~tIca qu~ ~ s la Iiberacion respecto detodos del poder politico, me 0 0

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los cuales promete Ia pubIic'del plano de la filosofia de lal~~ ~ant re~ue~ve este diIema en

te~encion de los individuos ;tt::a, Segun, el. tambien sin in-

truirse condiciones extemas Iib am~nte Iibres pueden cons-

puede ser duraderamente ab; r~~dbajo las cuales la politica

sabido. Kant construye un or I a por la moral. Como es

su constitucion social que h1:,ro.ag~S~ de] genem humana y de

do partido del mero estado:o e , I~arle a 1 0 optimo habien-necesidad siquiera de consider:Strictlvo de la naturaleza, sin

mos deben hacer segUn las 1 aquello, que los hombres mis-

no consiste ese progreso eyes de 1a hbertad; evidentemente

moralidad, sino eXc1usiv~~es, en un quantum creciente de

tos de IaJegaIidad,7s e en un aumento de los produc-

Si la naturaleza 'd ___ _ __-- -cteaao»- -tanio-de --I-as1 se

h-Sl~e- e los «antagonismos de la so-

uc as Intemas co d Itre los pueblos- para d rno e ias guerras en-turales de la humanidad esarrollar t~das las disposiciones na-d . , en una «socledad "1 •a mllllstradora de derech ' CIVl umversalrnentetit " " 0», entonces nene ou~ .,,,,. I>~~UCIOnC!Vl! pkmanlente' t ' A ~ __ 4 ~,,« "COns-

mente alejada» que solo JUs a» una «comcidencia patologica-

eUa se ha resuelto un prob~parec: como un «todo morals, Enteoretica: «un coniunro rl..e~:_~ _?u~ K~nt da una formulacion

exigen leyes generales-par--;_-s~...~" .l;CI~}fl?leSque conjuntamente

del cual todo el mundo se sie an ~nlD.uento, conjunto respecto

ordenarse de tal modo y d taInte

dlDClinadoa excIuirse, ha deti . , e 000 0 ha d dirtucion, que, aun cuando los ,. e ISponerse su cons-tiene se enfrenten en sus "se,ntlmlentos privados que con-

obstante de modo que en fSPlraclones, consiga mantenerlos no

resu1tado sea exactamente ~ que ~ t u co~ducta publica hace el

ninguno de esos malos senti: S~tIS ~;tOrIO como si no se dierade Mandeville: private vices pleunbl~s)'bUf?a variacion del lema

K IC enelts-an t desarrol1a pues d '

l?~presupuestos sOciologicoS detee a.cue;do can este, principio

btzcamente activa: estes estan d rnnna os de la publlddad po-autonomia privada posibilitada e todo p~to adheridos a la

los poseedores de rnercanci por _las relaclOnes sociales entre

A I publico politicam:!t:n

h~e~tad de competicion.los propietarios privados TaClOCInante5610 t ienen acceso

1a esfera del trafico merc~~~es su autonomia echa raices en

con el interes de mantene 1 I Y resulra, par tanto, coincidente

requerida para ello es ap:~ co:o

1esfera privada: (,La cualidad

rrifio, que no sea una'muJ"er)e Ie ~s, naturales (que no sea un- , a umca: qu 'I

senor, que tenga, por tanto al '. e e sea su propio

puede contarse cualquier ob' rna propledad (para 10 quera e arte, 0 de artesania, 0 de-

14 2

corativa, 0 cientifica) de la que vivir; esto es, que, en los casos

en los que tenga que solicitar de los demas para poder vivir,solo por medio de la enajenacion de 10 que es suyo 10 solicite,no por media de la concesion que haga a otros de hacer uso

de sus capacidades, Por consiguiente: que a nadie sirva como

a la comunidad en el sentido propio de Ia palabra. Aqui son los

parientes del arte y los grandes (0 pequefios) propietarios igua-les unos respecto de otros ... » . 7 7 Kant, que percibe 10 insatisfac-

torio de esa diferenciacion (ces alga dificil, 10 concedo, deter-

rninar el requisite necesario para poder ser exigente respecto

de la posicion del projimo que sea senor de sf mismo»), Ilega,

sin embargo, a una adeeuada delimitacion frente a 10 que mas

. . . t~Lt : le s _ ~ _ Uamara__libre __rabajo asalariado,~--Mient~as-qt1elo-s--·

obreros asalariados estan necesitados del intercambio de su

iinica mercancia, Ia fuerza de trabajo, trafican los propietarios

privados entre ellos, como poseedores de mercancias, mediante

eI intercambio de bienes. Solo estes son sus propios senores,

s610 ellos han de estar autorizados al derecho de voto, al uso

publico, en sentido ejemplar, de Ia razon,

Esa limitacion, empero, se compadece bien con e1 prin-cipio de la publicidad s610 en el caso de que existan en el mar-

co de la esfera privada iguales oportunidades de conseguir Ia

propiedad a traves de los mecanismos reales de la libre concu-rrencia." As! puede ciertamente el libre trafico rnercantil «dar

Iugar a una considerable desigualdad entre los miembros de una

comunidad (entre arrendatario y soldado, propietario y campe-

sino vasallo), en 10 que a las circunstancias de sus bienes hace;

solo que Cal trafico mercantil no Ie es dado] impedir que estos,

si su talento, su diligencia y su suerte se 10 perrnite, est en facuI-

tados para enaltecerse en circunstancias desiguales. Pues, si no,alguien estarfa en condiciones decoaccionar a otro, sin que,

a su vez, pudiera ser el coaccionado mediante otra accion con-

traria ejercida por el otro [ ... J , Puede suponersele (a cualquie-ra) feliz en cualquier circunstancia con s6Io que sea consciente

de que unicamente a el mismo (a su capacidad, a a su seria

voluntad), 0 a circunstancias de las que a nadie puede culpar,

y no en la irresistible voluntad de otro, radica el, que pueda

Ilegar a aIcanzar una- posicion de igualdad respecto a otros, loscuales [, . . ] por 10 que al, derecho concieme, no gozan de ven-

taja alguna frente a e1»,80Sin que con ello resulte vulnerado

el principio de Ia publicidad, son, por consigulente, excluidos

los no propietarios del publico compuesto por personas pri-

vadas politicamente raciocinantes. No son, pues, en este sen-

tido, burgueses, sino personas de talento, diligencia y suerte

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quienes pueden aspirar a ello; y asi se convierten, pues, aquellos

e?_meros compan~ros de protecci6n, que disfrutan de 1a protec.

cion de las leyes sm que les sea dado a ellos misrnos eI hacerlas,

. ~ant. ,comparti6 co~ los li?~rales 1a confianza en que1a prrvanzacion de la sociedad CIVIl conseguira por si solasen tar esos presupuestos sociales que habrian de const ituir Ia

base natural ~e 1a situacion de derecho y de una publici dad

c~?az de funcionamfenro politico; y puesto que una constitu-

cion social de este estilo reproduce tan claramente, segun pa-

rece, el ordre .natu~el, no le resulta dificiI a Kant aceptar, en el

plano de Ia filosoffa de Ia historia, a la si tuacion de derecho

como. resul tante. de 1a con~t~ccion de 1a naturaleza, 10 que le

~en;z:Ite convert l: a .l~ P?htlca en una cuestion de moral. La

ficcion de una Jushcla_lIl!!!a,:q_~nleaL-libFe-tratiC(J ..m e r c a r i r n_acaba--fJ~r-hacerprajisll:ile la equiparaci6n de bourgeois y hom-me, del mteresado propietario privado y el individuo aut6nomo

'-"-La ~s~ecifica relaci6n existente entre Ia esfera privada y 1~

publicidad, ,~e 1a que surge eI inteligible desdoblamiento de!

sUJet:>emp1T1c.a.entre eI egoista bourgeois y el altruista homme,

penn~te tambien 1a consideraci6n del citoyen, del ciudadanoautonzado al .sufragio, bajo la mirada de Ia moralidad y bajo

la de la legahdad. En su conducta {{pato16gicamente alejadas

puede este aparecer tarnbien como un sujeto moralmente Ii-

bre. con solo que, mediante un designio de la naturaleza, es

deCI~, sabre la ~a~~ de una ~ociedad de propietarios privados

en hbre compencron, emancipada del dominic y neutralizada

d.esde el punta de vista del poder, se garantice la concordan-

CIa de,la I?ublicidad poIi tica con la autocomprensi6n alcanzada

en el ambito de la pubUcidad literaria; y se garantice de modo

q~e !as personas privadas mteresadas, reunidas en calidad de

publico, se conduzcan externamente, en cuanto ciudadanos,

co~o sr fueran hombres .intima~,ente Iibres. Bajo presupuestos

s~c.Iales que ~rad~cen private vzces a public virtues resul ta em-prrrcamente Imagmable una situacion cosmopolita y con ella

una sumis~6n de Ia ~~1itica a 1a ;noral. Como res publica ten; '

~~non esta en condiciones esa sItuaci6n de Ilevar a rnanifesra,

CIOn a Ia res publica noumenon; Ie es dado, sobre el mismo

s~e10 de 1a experiencia, unificar dos legislaciones heterogeneas

SIll. ,ue una pueda aprovecharse de otra: se trata de Ia legis-

!aclOn que atafie a las personas privadas como sensualmente

impulsados posee~ores de mercancias y de 13 que concierne

a las personas ~nva.das como hombres espiritualmente Iibres.

Igual que en el ambito social, para el mundo en general se ex-

pone la relaci6n de 1 0 fenornenico con 10 nournenico del s i c ,

14 4

guiente modo, de acuerdo con la solucion de la tercera antino-

mia de 1a razon pura: todo efecto cualquiera debe ser pensa-do, considerando su causa intel igible, como libre, y sin embargo

de ella, atendiendo a su manifestacion empirica, como necesa-

rio al mismo tiempo, esto es, como miembro de la conexi on

causal universal de todos los acontecirnientos del mundo de

los sentidos."

Esa diferenciacion sistematica central no le permite

a Kant, evidentemente, mantenerse consecuente en el terreno

de la filosofia polftica -no puede pretender seriamente hacer

depender a las Ieyes de la raz6n practica de condiciones em-

piricas-. En la medida, empero, en que aquella base!:l~t':l:~!3:L

de . 1a , _ _§itlJa_ci6u__ustao-de-derecho--es-cuesTionabre-como tal,

ia---construccion de una situaci6n de derecho -que era basta

ahara el presupuesto de una politica moral- debeconvertirse

en contenido y tarea de la polftica. Tambien a la publicidad,

encargada de armonizar la politica con las leyes de Ia moral,

Ie seria ahora asignada una nueva funcion, una funcion tal

que, en definitiva, no puede ser interpretada en el marco del

sistema kantiano,Sea quien fuere el sujeto de la acci6n politica, el 50-

berano, un partido, alguien Hamada al caudillaje 0 eI ciudada-

no, si no puede regirse por leyes ya existentes, sino que esta

empefiado en proporcionar antes una situacion de derecho 0

justa, no le basta con considerar meramente la coincidencia

con el arbitrio negativo de todos los demas: tiene que intentar

conseguir tarnbien influencia positiva sobre la voluntad de es-

tos. Eso puede hacerse por medio del poder y, de ordinario,

asi se hace, Adquirir influencia sobre el arbitrio de los otros,

si se procede moralmente, sirve para ofrecer una orientacion

a los fines generales del publico, una orientaci6n -mas preci-

samente- a la necesidad de bienestar de la sociedad burguesa

como un todo. La intencion moral de una accion debe, porconsiguiente, ser controlada, en el ambito de una politica tal,

respecto de su posible exito en el mundo de los sentidos. La

virtud politica no puede ser indiferente a Ia felicidad: todas las

rnaximas politic as necesitan, pues, para coincidir con derecho

y politica a la vez, de la publicidad, puesto que «elias tienen

que medirse de acuerdo con Ia finalidad general del publico

(la felicidad)», ya que «hacerle a este feliz con su situacion»

serta la tarea propia de la politica." Antes, en el rnismo tratado,

habia dicho en cambio: «Las maximas politicas no deben par-

tir del bienestar esperable como resuItado de su obediencia a

un Estado cualquiera, esto es, no de un fin al que cualquiera

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convierte en objeto de las mismas [ ... J como el mas alto [ ... Jprincipio de la sabidurta estatal, sino del puro concepto del de-

ber de justicia, y las consecuencias fisicas de eso pueden ser

tambien las que ellas quieran-v

Bajo el presupuesto filosofico-historico de una base

natural ya existente de una situaci6n de derecho, podia, debia

incluso, Kant separar Ia fortuna del Estado del bien del pueblo,la moralidad de la legalidad. Pero nunca parece con tar can ese

presupuesto; eso muestra la ambivalencia de su filosofia de la

historia, en la cual, junto a las muchas manifestaciones -cohe-

rentes can su sistema- que exc1uyen la moralidad del progre-

so, reservando para este uri acrecentamiento de los productos de

.-- ·-la··legalidad; -se---eneuentra--el-··_··reeonoeimiento,-eon-t-racl:-ietorio--de·-·-

ese sistema, de «que, en la medida en que eI genera humano

es constante en 10 que hace a la cultura, como finalidad natu-

ral de aquel que es esta, tambien el, en el progresar hacia 1 0

optima, se hara comprensible en 10 que hace a la finalidad mo-

ral de su existencia-.s Y, en el mismo contexte: «Ademas, hay

muchas pruebas de que el genera humano todo ha ido a mejor

realmente en nuestra epoca, en cornparacion con todas las pa-sadas»." Si ha de venir una situacion de jus'ticia s610 de un

modo politico, y ciertamente por medio de una politica en coin-

cidencia ·con Ia moral, el progreso de Ia Iegalidad depende en-

tonces precisamente de un progreso de Ia moralidad, y la respublica [enomenon se convierte en un producto de Ia res publicanoumenon misma: « • • • puesto que todos los talentos se desa-

rrollan a cada dia que pasa, se cultiva el gusto, e incluso, a

fuerza de Ilustraci6n, el comienzo se convierte en fundaci6n de

un estilo de pensamiento, el cual puede llegar a transjormarcan el t iempo la natural disposici6n grosera a Ia diferenciacidn

por costumbre en principios practices determlnados, y as], una

coincidencia social patoI6gicamente apartada, en un todo ma-

ral».8fJLa relaci6n de la res publica [enomenon con la res pu-

blica noumenon deja de coincidir can Ia relacion, teoreticamen-

te fijada, entre esencia y apariencia. «La idea», se dice a pro-

p6sito del conflicto de las facultades filos6ficas con las juri-

dicas, «de una const ituci6n coincidente con los derechos natu-

rales de los hombres, segun la cual quienes obedecen a la ley

han de ser aJ mismo tiempo legisladores, esta en la base de

todas las formas de Estado, y Ia comunidad, que pensada a la

medida de aquellas formas con conceptos de la raz6n pura,

significa un ideal plat6nico (res publica noumenon}, no es mera

fabulaci6n sesudesca, sino Ia fonna eterna de toda constituci6n

14 6

civil en general, capaz de alejar toda guerra»." Vale la pena

recordar ahora el usa kantiano de la no cion de «ideal», que

alude a una idea in individuo, esto es, a una cosa individual

completamente determinada par la idea a s610 determinable

per ella-.MEstaria aun mas alejado de la realidad que la idea;

a ambos, idea e ideal, solo puede asignarseles una funcion

regulativa: as! como la idea proporciona Ia regla, as! tambienel ideal sirve a la imagen primitiva de la determinaci6n de

una imagen persistente que no deja en ningun momento de ser

«rnedida orientativa de nuestra conducta», completamente dis-

tiuta del ideal al que Plat6n imput6 falsamente un significado

constitutivo como idea del entendimiento divino. Tanto mas

sorprendente~---enton-ces;qtle---en----el-conte~to--ae---1-as--dta-s--que---

mas traido aqui a colaci6n se Harne a Ia res publica noumenonprecisamente un ideal platonico. No se trata de una mera pro-

mesa, pues a continua cion se dice: una «sociedad civil orga-

nizada» segun este ideal «es la exposici6n del mismo segun

Ieves de libertad, mediante un ejemplo en la experiencia (respublica [enornenon.), y s610 puede ser Iaboriosamente conse-

guida luego de multiples guerras y hostilidades; mas su consti-tucion, una vez conquistada en gran escala, se califica como

la mejor de todas», Ya la frase anterior habia concluido indica-

tivamente en e1 mismo sentido: « .•. capaz de alejar toda guerra»,

En la determinacion del ideal, en cambio, se dice 10 siguiente:

«Pero querer realizar el ideal en un ejemplo, como el estilo

en una novela, pongamos por caso, no es hacedero y lleva ade-

mas en sf algo de contrasentido y de poco edificante en la me-

dida en que las barreras naturales, que de continuo obstaculi-

zan la completud de la idea, hacen imposible toda ilusi6n en

tal intento e imposible tarnbien con ella, analogamente, el bien,

y hasta sospechoso y meramente ficticio»."

En la filosoffa politica de Kant hay dos versiones cla-

ramente divisables. La versi6n ofidal sirve a la construccion de

un orden cosmopolita que supera la constriccion de la natura-

Ieza, orden bajo cuyo presupuesto puede luego la doctrina del

derecho derivar las actuaciones poltticas de las actuaciones mo-

rales: perc aun en una situacion de justicia real (se trata de la

condici6n externa que puede permitir a los hombres una vida

social conforme a derecho), no significa la pol itica moral sino

un actuar recto a partir de la obligaci6n y bajo leyes positivas.

El dominio de las leyeses garantizado mediante la notoriedad

publica, esto es, mediante una publici dad cuya capacidad de

funcionamiento posibilita la base natural de la situacion de

derecho 0 de justicia.

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La otra version de la filosofia de Ia historia, la inofi-

cial, parte de que Ia polftica ha de urgir a la construccion de

una situacion de derecho. Para este fin se sirve ella de la cons-

truccion de un orden cosmopolita surgido de Ia constriccion

de Ia naturaleza y, especialmente, de la politica moral. La po-

Ittica no puede ser exclusivamente entendida de un modo mo-ral, como un actuar segun obligaci6n y bajo leyes positivarnen-te existentes, leyes cuyapositivizacion, entendida como fin pro-

pia de ese actuar, necesita mas bien de la consideracion hacia

una voluntad colect ivamente unificada por la finalidad general

del publico; a saber: el bienestar. Esa voluntad tiene a su vez

que ser preservada par medio de Ia publicidad. Pero ahora tie-

ne la publicidad que mediar entIJ!p_Qli. tica. .ymoraLen ...un-sen-

-ridLfespecifico;--en-eiTaha'-de';:parecer de un modo inteligible

la unificacion de las finalidades empiricas de todos, la legaIi-

dad ha de resultar de Ia moralidad.

Can esta intencion cargara la filosoffa de Ia historia

con Ia tarea de guiar al publico; porque en ella, como prope-

deutica que es de una situaci6n cosmopoli ta, coinciden las le-yes de Ja razon con las necesidades del bienestar: ella misma

ha de converti rse en opinion publica. As! se llega a Ia notable

autoimplicaci6n de la fi losoffa de la historia; ella est ima el efec-

to retroactivo de una teoria de Ia historia sobre el propio de-

curso de esta: «Un intento filos6fico de elaborar las leyes ge-

nerales de la historia universal segun un plan de la naturaleza

tendente a Ia completa unificaci6n civil de la especie humana

tiene que contemplarse como posible y hasta como exigible par

ese designio de la naturaleza»." Can progresiva iIustraci6n «una

cierta participacion del corazon en el bien, part icipacion que

e] hombre i lustrado cornprende que no puede evitar, acabara

por entronizarse»." Asi ha de convertirse la filosofia de la his-

toria misma en una parte de la Ilustracion, la cual hace de ellaun diagn6stico que la convierteen su andadura, puesto que sus

conocimientos penetran en el raciocinio de] publico. Kant de-

dica en el contexto de su «historia veraz de la humanidad» al-

gunos paragrafos propios a las dificultades «de las rnaximas

apl icadas al progresar hacia el 6ptimo universal en considera-

cion a su pubi icidad»." De Ia instruccion y adoctrinamiento del

pueblo estarfan encargados profesores de derecho l ibres, los fi-

16sofos, precisamente, los cuales estan desacreditados can el

nombre de ilustradores como peligro para el Estado. El pro-

gresar hacia el optima universal necesita, s in embargo, desarro-

lIar toda su actividad a plena publicidad (<<demodo que la

148

prohibicion de publicidad impide el progreso de un pueblo ha-

cia algo mejor ej."Las consecuencias, socavadoras del si stema, de una fi-

losoffa de la historia capaz de implicar su propia intencion y

efecto aparecen precisamente en la categoria de publicidad que

ella misma reclama: en el camino historico de su realizacion,

la razon exige, en coincidencia con la unidad inteligible de laconsciencia en general , una uni ficacion de las consciencias em-

piricas; Ia publicidad ha de medlar entre aquella y esta; su ge-

neralidad es la de una consciencia empirica, consciencia a Ia que

Ia Iilosoffa del derecho hegeliana dara su nombre: opinion pu-

blica.

......_. . __.E~129n.t.;ineament.er .. tan ..solo.. se,aeop-la·lapub-licma-d·g"

las categorias del sistema kantiano rnieri tras Ia separacion -tam-

bien obligato ria, par 10 pronto, para la filosofia politica- en-

tre sujeto empirico y sujeto inteligible, entre ambito fenome-

nico y ambito nournenico, pueda contar con los presupuestos

sociales del modele liberal de publicidad: can la clasica rela-

cion bourgeois-homme-citoyen, esto es, con la sociedad burgue-

sa como el ordre naturel capaz de convertir private vices enpublic virtues. Puesto que una serie de ficciones en las que se

articula la autocomprensi6n de la consciencia burguesa como

opinion publ ica penetran en el sist ema kantiano, puede gracias

a el. a su vez, ganarse Ia idea de la publicidad burguesa pre-

cisamente en su conexion con el presupuesto de una base na-

tural de la situacion de derecho. No por casualidad se enfrenta

el concepto de la publicidad -en cuanto ella no puede seguir

garantizandose esa conexion-e- a los fundamentos del sist ema

mismo. Ya Hegel pondra expresamente en duda el que la so-

ciedad burguesa pueda funcionar como un orden natural de ese

estilo. A pesar de la base natural de Ia situaci6n de derecho

o de justicia, Ia esfera privatizada del trafico mercantil y del

trabajo social amenaza con estall ar a causa de sus confl ictos in-ternos. Mas en tales circunstancias no le conviene a Ia publi-

cidad seguir siendo el principio de mediaci6n entre politica y

moral, y en el concepto hegeli ano de opinion publ ica se denun-

cia ya a la idea de la publicidad burguesa como ideologla.

14. Sohre la dialectlca de la puhlicidad (Hegel y Marx)

En el contexte de las personas privadas raciocinantes

se realiza 10 que Kant llama la «coincidencia publica» y Hegel

149

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1a «OpInIOn publica»; en ella encuentra su expresion «Ia ge -

nera1idad empirica de los puntas de vista y de las opiniones de

rnuchos».s A prirnera vista, Hegel parece determinar esa mag-

nitud de un modo s610 matizadamente distinto del de Kant:

«La Iibertad formal, subjetiva, de que los individuos COmo ta-

les puedan tener y rnanifestar su propio juicio, su propia opi-

nion y su propia resolucion acerca de los asuntos generales,hace aparicion en el conjunto que se llama opinion publica}}.95

Para aclarar este parrafo, define Ia funcion de la pub1icidad de

acuerdo can el modelo del siglo XVIII, esto es, como raciona-

lizacion del dominic: «Lo que haya de va ler ahara no vale ya

par mediacion del poder, poco par Ia del habiro y 1a costurn-

bre,y sobre todo por Ia mediacion de Ia inteligencia y el fun-

darnen to»; y_l!1}_pgc_Q--despues:«-EI--p-riflcipio-de-l-milna6mode-r~

- - - - n o - e x i g e q u e 10 que haya de ser reconocido par todo hombre

le aparezca como alga Iegitirnados.w Y as! como Kant ofrece

1a publicidad del raciocinio como piedra de toque de la verdad

-piedra de toque en Ia que 10 tenido por cierto puede rnostrar-

se como valido ante todo hombre de razon=-, asi tambien He-

gel espera de 1a opinion publica "que una cosa es 10 que al-p"uien presume en casa, con su mujer a sus amigos, y otra 10

que acontece en una gran reunion, donde una inteligencia de-

vora a 1a otra»." Par otro lado, Ia contingencia de 1a generali-

dad merarnente formal, que esta tambien adherida a Ia opinion

publica, se ve obligada a hacerse con su propia substancia fuera

de esta: es el conocimiento como mera apariencia. En Ia me-

dida en que el usa publico de Ia razon es cosa de sabios -e]

kantiano conflicto de las facultades-, rebasa el conocer a la

mere. apariencia: de ahi que Hegel coloque a Ia ciencia fuera

del ambito de Ia opinion publica: "Las cienci-s, en la rnedida

en que -siempre que sean ciencias- no se hallan jarnas sa-

bre el suelo del opinar y de los puntas de vista subjetivos, asi

como tampoco consiste su exposicion en el arte de los giros, delinterpretar y del manifestarse 0reservarse segun convenga, sino

en la manifestacion inequivoca, determinada y abierta de Ia

significacion y del sentido, no caen bajo la categoria de 1 0 inte-grable por la opinion puhlicas."

La desconsideracion de 1a opinion publica resulta "for-

zosamente del concepto hegeliano de sociedad civil. Cierto que,

por una parte, ce1ebra el filosofo las leyes de Ja sociedad civil

burguesa, remitiendo a la economia politica de Smith, Say y

Ricardo, como la apariencia de Ia racionalidad; pero la penetra-

cion hegeliana en el caracter a Ia vez antagonico y anarquico de

ese sistema de necesidades destruye decisivarnente las ficciones

IS O

liberales sabre las que se basaba la autocomprensi6n de la

opinion publica como legitima razon. Hegel descubre la pro-funda escision de la sociedad burguesa, la cual «no solo no

supera la [ ... J desigualdad [. .. J que se da en la naturaleza,

- e [ ] levanta una desigualdad del talento, de .la ca-smo qu -.. 1 99 P

pacidad e incluso de la formacion intelect~al y mora ». orque«mediante la generalizaci6n de las relaciones entre los hom-

bres a traves de sus necesidades y de los modos de .~reparar

y disponer e1 medio para ellas, aumenta la acumulaCI?D d~ la

riqueza [__], par una parte, asf como, por Ia otra,. el. aislamien-to y limitaci6n del trabajo particular Y'.par consiguiente, tam-

bien Ia dependencia y _~s~_~~C? l ~ _ _! _ ~ _ f ~ ~ _ ! g . _ ? _ c : l _~~._Ja_-cla_se_.adhe~-rh:l.a~cesfe--frabajOT ..]. Se pone aqui de mamfiest?, que nunc~

le es bastante a la sociedad burguesa Ia exageracion de la.~.

queza, 0 10 que viene a ser 10 mismo: que no esta en poses~~n

de capacidad suficiente como para controlar Ia ~x~g.er~Cl?n

de la nobreza y la proliferacion de Ill. plebe».!OO El pI01e[ana~1O,ciertamente, se determina de un modo merarnente negativo

entre los estamentos de la sociedad burguesa, como una ca-

tegoria que alude a los necesitados: pero Ia t.eoria, esb~zada ~n

silueta, del subconsumo (con las consecuenc~as de ~ imperra-

lismo anticipado: vease el paragrafo 246), dlagn?stlca un con-

flicto de intereses que descalifica al mteres C<?mUDYpresunta-

mente general del propietario privado polfticamente r~cIOcI-

nante presentandolo como un intere~ ~erament~ partIcular.

No puede ya la opinion publica del pubhco constituido por Ia

reunion de las personas privadas seguir gozando de una base

para su unidad y para su verdad; acabara recalando en la etapa

de un subjetivo opinar de muchos, _.

La ambivalente posicion de Ia opinion publica se sigue

necesariamente de la «desorganizacion de la soci~dad burgues.a».

Pues 'que aspecto tendrfa un Estado que, segun la expresion

de He~el, se «confundiera» con la sociedad bur~esa, esto es,

que «se detenninara par su garantfa de prot;ecc1on de la pro-

piedad y de Ia libertad personal»? 101 Tendencialmente, en ~fec-

to el Estado burgues de derecho, con cuya ayuda l~evaran a

r~6n las personas privadas al dominio segun Ia medida ~e su

opinion publica, se ira, par asf decirlo, retirando en la sociedad

burguesa, se «confundira» con ella. Per? en el momento en que

la situacion privada como tal «se consti tuyera en ele~ent.opal~

ticipante de los asuntos ~enerales en e~ poder legislativo»,

penetraria 1a desorganizacion de la s~cIedad burguesa en e!

Estado_Puesto que el sistema antagonico de necesIdade~ .esta

disgregado en intereses particulates, Ilevarfa una publicidad

151

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polnicamente activa compuesta por personas privadas «a un

opmar y a un querer inorgantcos y al mere poderio masivo

enf:-e.ntad.o al Estado organico».I03 Para evitarlo, 1a prevencionpoI.lclal tiene que contro1ar Ia amenazante desorganizacion aI

estilo de una atadura corporativa. E1 interes en Ia libertad de

comercio ,e i~dustria necesita «de una tal (atadura), tanto mascuant? mas ciegamente hundido esta en 1a egoista finalidad, y IanecesIt~ para vo]ve~ a 10 general y para reducir y atemperar

las peligrosas sacudidas y el tiempo de pennanencia del terre-

no en el que han de dirimirse las colisiones (de la sociedad bur-

guesa) con inconsciente necesidads.ts Con este concepto de una

soe~e?~d corporati~amente retroacopJada ha rebasado Hegel

defi~~lvamente Ia I~ea del1ib':~~!_~_~~!_!<l:rJ:lP9_<::q_el_coneeptode- pu.bhcidad,-Ejue--en-crerta-nre-ruaa pertenece a Ia limitada esferaprivada, puede seguir siendo el liberal.

La opinion publica tiene la forma del entendimiento hu-

~~r:o sana, esta extendida entre el pueblo al modo de los pre-

]U1c~O~,y aun en. esa turbulencia refleja, de 1odos modes, «las

vemaueras necesidades y las tendencias correctas de Ia reali-

dad».IOSLIega par S 1 sola a consciencia -en la asamblea de esta-

me.r:tos, que compromete a los estamentos -profesionales de Ia

sociedad burguesa en 1a tarea Iegislat iva=-. «La publicidad de

la asam~~ea de estamentos» 106 no sirve, pues, para establecer

la conexion entre las discusiones parlamentarias y eI raciocinio

politico del publico, que criticaria y controlaria al poder esta-

tal. Es mas bien principio de integra cion desde arriba del ciu-

dadano, ya que «la apertura de esa oportunidad de conocimien-

t~s tie~e ~l sentido general de llevar par vez primera a la opi-

n:?n publica a pensamientos verdaderos y de dotarla de penetra-

CIOnrespecto de la situacion y el concepto del Estado y de sus

asuntos, y par ella de dotarla par vez primera de capacidad

para poder juzgar racionalmente de todo eso, y luego tambien

d~ aprender ~ co~o~er y a observar los negocios, los talentos,

virtudes y d]SPOS]CIOneSde las instancias estatales y de los

funcionarios. As! como esos talentos conservan en tal publicidad

una po_tente ?portunidad de desarroIIo y un escenario honora-

ble, asr tambien es ella (la publicidad) un medic de salvaci6n

f~n~e a la ~anidad de los individuos y de las masas, y un me-

dIO mstructivo para la formacion de estas, y ciertarnente uno de

los de mayor envergaduras.iw La publicidad reducida a «media

?e forn;taci6n» no puede ya seguir siendo un principio de la

I1.ustrac~on y una esfera de realizacion de Ia raz6n. La publi-

cldad. sl:v.e meramente a la integraci6n del subjetivo opinar en

Ia objetividad, puesta por el espfritu en forma de Estado. He-

152

gel se mantiene en la idea de la realizacion de la razon en un

«orden plenarnente justo»; en ese orden coinciden [usticia y

felicidad, Pero el raciocinio politico del publico, la opinion pu-

blica, ha sido descalificada como garante de la coincidencia; el

Estado, como la realidad que es de la idea moral, conlleva esa

garantla per se, por su mera existencia: «De ahi que la opinion

publica consiga a la vez la atencion y el desprecio; este, por suconcreta consciencia y manifestacion: aquella, par su funda-

menta esencial que, mas 0 menos revuelto, solo en aquel con-creto aparece. En la medida en que ella (la opinion publica)

no contiene ni Ia medida de diferenciacion, ni la capacidad de

realzar el lado substantial de un saber determinado, es enton-__ces.Ia __ndependenGia----res-pecto-de--elfa:--lapnm i;faco-ndT d6o-for:----rna] de alga grande y razonable (tanto en Ia realidad como en

1a ciencia)>>.I08

La opinion publique reaparece en Ia esfera de 1a opi-

nion; la razon realizada en el Estado existente contiene enton-

ces, a su vez, el impenetrable momenta de 1a dominacion per-

sonal , que habfa side desplazado y disuelto par Kant en el am-

biente de la publicidad. Hegel resume su analisis de la opini6n

publica en Ia siguiente sentencia: «La subjetividad, que como

disclucion de la estatalidad existente tiene su mas externa rna-

nifestacion en el opinar y el raciocinar -avaladores de la con-

tingencia de ella y por tanto autodestructivos-, tiene su ver-dad era realidad en su contraria, la subjetividad como identica

a la voluntad substancial, la eual constituye el coneepto del po-

der principescos.t" En el sene del Estado, aIcanza la libertad

subjetiva su derecho, como en un juego de palabras, en el su-

jeto del monarca, No ejecuta este el derecho del publico, que

-segun Kant- es unico deposi tario de Ia posibi1idad de uni-

ficar las finalidades, El poder principesco tiene mas bien su

fundamento en aqueJIa inmediatez del mundo moral, a partir de

la cual han impuesto por vez primera los sujetos e1 derecho desu subjetividad. El monarca experimenta «que un pueblo no

se deja confundir respecto -de su fundamento substancial, su

esencia y el determinado caracter de su espiritu; pero que, res-

pecto del modo en que conoee esto y juzga conductas, aconte-

cimientos, etc., resulta confundido por sf mismo».110E] dominio

s610 esta limitado por un espiritu popular que es uno can el

orden espontaneo de la moralidad substancial; el reino de la

Ilustracion, en carnbio, en el que el espiritu popular se sabe

opinion publica, perrnaneee sin obIigatoriedad. La sol idaridad

entre politica y moral es rechazada por Hegel como una cues-

tion mal planteada; frente a la racionalizacion del dominio me-

153

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diada por la publicidad pone el un existencialismo hist6rico-

universal del espfritu popular: «Durante un tiempo fue muy

debatida la cuestion de si, en la oposicion entre moral y po-

litica, debia la segunda medirsede acuerdo can la primera,

Sabre 10 cual solo es oportuno aqui observar que el bien deunEstado tiene una justificacion completamente distinta de ladel

bien del individuo, y la substancia moral, el Estado, tiene su

existencia, esto es, su derecho, de un modo directo, no abstrac-

ta, sino concretamente; y que solo esta concreta existencia,

y no uno de los muchos pensamientos generales adecuados a

mandamientos morales,puede ser principio del actuar y del pro-

ceder. El dictamen respecto de Ia hipotetica injusticia impu-"-Taolea--Iapolint-aen-esafi1pofefiCi:Cc6nI:rapbsici5n;--se-oasamas--bien en la superficialidad de las representaciones de la morali-

dad, de la naturaleza del Estado y de las relaciones de este canel punto de vista mcralsJ'! Hegel desarma la espoleta de la

idea de la nublicidad burzuesa. Dues la sociedad anarouica v

antagonica ~o representa fa esfe;a -emancipada respecto d;l

dominio y neutralizada desde el punta de vista del poder- del

trafico de las personas privadas aut6nomas, sabre cuya base

podrfa un publico de personas privadas trasladar la autoridad

politica a un plano radonal. Tampoco la sociedad burguesa pue-

de abstenerse de dominio;su tendencia natural a la desorgani-

zacion Ie Ileva a necesitar como ninguna otra de una integra-

cion por medio del poder politico. La construccion estatal-es-

tamental de Hegel reacdona a contradicciones que el ha visto

solidamente asentadas en la realidad del Estado burgues de de-

recho de impronta anglosajona 0 francesa; solo que no ha que-

rido considerar esa realidad como una realidad de la sociedad

burguesa progresada.t=

EI joven Marx ha vista eso con penetracion. No se Ie

escapa que los estamentos «politicos» de Ia sociedad preburgue-

sa se han disuelto, en Ia burguesa, en meros estamentos «so-

dales»; adscribirles a elIos, sin embargo, Ia funcion politica

de mediadores entre Estado y sociedad, equivale aI impotente

intento restaurativo «de precipitar de nuevo a los hombres en

Ia esfera politica con la limitabilidad de su esfera privada».lI2

La constitucion neoestamental quiere hacer retroceder la se-

paracion, facticamente realizada, entre Estado y sociedad al

modo prusiano, glorificado por Hegel, Marx ve que tiene que

formarse una «republica», la forma del Estado burgues de dere-

cho, «allf donde la esfera privada consigue una existencia auto-

noma».113Hasta ese momenta tenia la sociedad «un caracter

directamente politico, esto es, los elementos de la vida civil,

154

como por ejemplo la propledad, 0 Ia familia, 0 el estilo y modo

de trabajo, estaban elevados a elementos de la vida estatal bajo

la forma de sefiorio, estamento y corporaci6n. Determinaban en

esa forma la relacion del individuo suelto con el todo estatal,

esto es, su relacion poltrica, esto es, su relacion de separacion

y exclusion respecto de las otras partes constitutivas de Ia so-

ciedad [. "J . La revolucion politica, que constituyo aI Estado po-litico como asunto general, esto es, como Estado real, deshizo

necesariamente todos los estamentos, corporaciones, gremios y

privilegios [,.,]. La revolucion politica llevo consigo Ia abolicion

del caracter politico de la sociedad civil, Deshizo a la sociedad

civil en sus partes constitutivas masstmples, en individuos, por

--rrrra=parte; en---ios--elementos-rnateriales-y--esp-irituaJes-que--fe-r-

man el contenido vital, la situacion civil de estos individuos,

por la otra. Desencaden6 el esplritu politico que, par as! decir-

10, estaba disgregado, deshecho, disperso por los diversos ca-

llejones sin salida de la sociedad feudal; 10 recompuso, 10 Ii-

bero de su mezcolanza con la vida civil y 10 constituy6 como

esfera de la comunidad, como la esfera de los asuntos genera-

les del pueblo, en ideal independencia respecto de los elemen-tos particulares de la vida burguesaa.l!'

Como la ultima frase deja adivinar, Marx trata de un

modo ironico a la publicidad politicamente activa (Ia "ideal in-

dependencia» de una opinion publica compuesta por propieta-

rios privados raciocinantes que se creen hombres autonomos).

Pero, con objeto de captar su momenta ideologico, toma la idea

de la publicidad burguesa seriamente en la medida en que re-

sulte coincidente ese momento ideologico con la autocompren-

sion de las circunstancias y relaciones politicas avanzadas de

Francia e Inglaterra. Marx critica la constitucion neoestamen-

tal de Ia filosofia del Estado de Hegel segun el patron del Es-

tado burgues de derecho, solo para desenmascarar a la idea de

la «republica» como contradicclon y para poner a la asentada

idea de la publicidad burguesa ante el espejo de las condicio-

nes sociales de posibilidad de su realizacion totalmente imbnr-

guesa.Marx denuncia a la opinion publica como falsa cons-

ciencia: ella se oculta a sf misma su caracter de mascara del

interes de clase burgues. La critica marxiana de la economia

polftica toea, en efecto, a los presupuestos sobre los que se

basa Ia autocomprension de la publicidad polfticamente activa.

Segun esa critica, el sistema capitalista no puede, abandona-

do a sf mismo, reproducirse sin crisis como un «orden natu-

ral». Ademas, el proceso de valorizacion del capital se basa en

15 5

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1a apropiaci6n de 1a plusvalia extraida del plustrabajo de aque-

~10~poseedore~ de mercancias que dispongan tan solo, comoumca m.ercanCla, de su fuerza de trabajo. -Por eso en vez deuna sociedad de estamentos medics constituida par pequefios

productores de mercancias, se forma una sociedad de clases

en .1a que las expectativas de ascenso social del t rabajador asa-

lanado a proptetarro son cada vez mas reducidas-. Finalmente,

los mercados, can arreglo a la acurnulacion de capital. se con-

forman de ~ m?do oligopolistico, de modo que ni siquiera can

una forrnacion mdependrente de los precios hay que contar

a largo plazo: 1a emancipacion de Ia sociedad burguesa respecto

del reglame?to .~e 1a superioridad no IIeva, pongamos par caso,

a la neutral izacion del poder en el tnifico entre_p_~rsQnas_prj¥a-

___as;_en-v.ez-de-esf),-cuajan--en-lasToi-mas -delaiibertad contrac-

tual .burg_uesa nuevas relaciones de poder, especialmente entre

propietarios y trabajadores asalariados.

Esa crftica destruye todas las ficciones de las que la

i~ea d~ .la publicidad burguesa se reclama, Pone de manifiesto

como rattan, po:- 10 pronto, los presupuestos sociales de la igual-dad de. oportuntdades para que cada uno pueda conseguir, con

reSOlUCl?? y. «suerte», el status de un propietario, y can ello,

125 cualIflcaClOne~ necesarias _para ser admitido en la publicidad

como hombre privado: propiedad e Instruccion. Igualmente se

desvanece la equiparacion de. «propietarios» y «hombres»; por-

que, a ca~sa de su :nfre~tamlento con la cIase de los trabajado-

res asalariados, su mteres en el mantenirniento de la esfera del

tn'tfi~o mercantp y del trabajo social deja de ser un interes

propiamente pnvado. pa~a. degradarse a Interes particular, que

solo por rnedio del ejercicro del poder puede imponerse a otros.

Desd: este p~to de vista, no puede ya la disjiosicion sobre la

propiedad pnvada transformarse incondicionalmente en Iiber-

tad de l~s hombres aut6nomos. La autonornfa privada burguesa

no permite «hallar la realizaci6n de la Iibertad de cada hombreen otro hombre, sino antes bien los limites de esa libertad".J15

y los derechos _garantes de ese «egofsmo» son «derechos hurna-

~os» en el ~entido del hombre abstracto que al perseguir sus

intereses privados no rebasa la ilibertad del propietario, que

~s u?- agente del proceso de valorizaci6n del capital, con 10 que

jamas IIega a convertirse en aquel hombre «real y verdadero»

que seria el burgues capaz de sobrellevar las funciones del ciu-

da~~,o. La separacion de sociedad y Estado coincide can «Ia

escision del hombre. en hombre publ ico y hombre privado».116

Pero, como bourgeois, es el hombre privado en definitiva tan

poco homme que, para estar en condiciones de percibir ver-

156

daderamente los intereses ciudadanos, deberia salirse de su

reaIidad burguesa, «abstraerse de ell a, retirarse de esa organi-

zaci6n global hacia su individualidads.l'? La concepcion en la

que las personas privadas reunidas en publico acaban coinci-diendo luego de discursos y contradiscursos, no puede ser con-

fundida can 10justo y con 10 correcto: tambien Ia tercera iden-

tificaci6n -la central- entre opinion publica y razon resultaquenrantada. En tanto no sean efectivarnente neutralizadas, en

la reproduccion de la vida social, las relaciones de poder y la

sociedad civil misma se base aun en el poder, ninguna situacion

de derecho 0 justa que reernplace 1a autoridad politica por la

autoridad racional puede construirse sabre su base. Asi pues,

._t~_mPQC_QJa_disoluci6n·de-las-Telaciones--tem:Iales··de-ao-miniCi---en--

el media del publ ico raciocinante es Ia pretendida disolucion de

todo dominic politi co en general, sino su perpetuacion en otra

forma -yel Estado de derecho, junto a la publicidad como

principia cent ral de su organizacion, mera ideologia-s- . Preci-

samente Ia separaci6n entre los ambitos publico y privado irn-

pide en esta etapa del capi talismo 10 que la idea de la publicidad

burguesa promete.En la polernica en torno de las reformas electorales, a

las que a comienzos de los afios treinta habia seguido, en Fran-

cia e Inglaterra, una cierta extension del derecho electoral, se

objetiva Ia lucha por la realizacion del Estado burgues de de-

recho, Es, empero, notable que Marx viera ya tamb ien en ella

un precedente de la constitucionalizacion de la sociedad bur-

guesa; en el rnismo contexte se dice: "Que la sociedad burgue-

sa penetre, masiva, y completamente en la medida de ]0 posible,

en el poder Iegislativo, que la sociedad burguesa real quiera

substituir a Ia sociedad burguesa ficti cia del poder legislative,

todo ello, no es sino su aspiracion a dotarse de existencia po-

l itica)}.1l8El joven Marx da, antes de 1848, una interpretacion

radical -dernocratica de la tendencia a la generalizacion del de-recho electoral; el anticipa una t ransformacion de la publici dad

burguesa, de Ia cual, luego de Ia sublevacion de junio de los

obreros de Paris, hara un diagn6stico mucho mas claro: «EI

regimen parlamentario vive de la discusion acerca de como

prohibir 1a di scusion, Todo interes, toda insti tuci6n social son

aqui transformados en pensamiento general , t ratados como pen-

samiento acerca del modo de afirmar algun interes, aIguna ins.

titucion [rente al pensamiento e imponerlos como articulos de

fe. La lucha aratoria desarrollada en la tribuna da lugar a los

golfos de la prensa, e1 club de debates del Parlamento se com-

pleta necesariamente can los clubs de debates de los saIones

157

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y las tabernas; los representantes, que apelan constantemente

a la opinion popular, autorizan a la opinion popular a decir su

verdadera opinion a traves de peticiones. El regimen parlamen-

tario 10 abandona todo a la decision de la mayoria ace rca del

modo de evitar que las grandes mayorias decidan mas alla del

Parlamento. Si acariciais los violines can la cuspide del Esta-

do, c::queo tra cosa podriais esperar sino que los de abajo bai-len ?».lJ9

Marx ha anticipado en diez afios la perspectiva de ese

desarrollo: en la rnedida en que las capas no burguesas entren

en la publicidadpolitica y se instalen en sus instituciones yparticipen en la prensa, en los partidos, en el Parlamento, el

-arma--de--l~q5uo1iCidad,afiIadapof-la--bufgUesfa;--se-v61veracoiFtra ella. Marx imagina que la sociedad misma se hara politica

par esa via; las reformas electorales parecen mostrar ya, den-

tro de Ia publicidad establecida, la tendencia a la disolucion

de esta: «En la medida en aue la sociedad burzuesa ha nlan-

teado realmente su existenci~ politica como su ;erdadera "exis-

tencia, ha hecho inesencialla distincion entre su existencia civil

y su existencia politica; y can uno de los miernbros separados

cae su otro, su contrario. La reform a electoral significa, pues,

dentro del Estado politico abstracto, Ia disolucion de este, pero

tambien la disolucion de la sociedad civil burguesas.P'

La publici dad burguesa ha surgido historicamente en

conexi6n can una sociedad separada del Estado: 10 social puedeconstituirse como esfera propia en la medida en que, par un

lado, Ia reproducci6n de la vida social conlleve formas privadas,

pero, par el otro, tarnbien en la medida en que el ambito pri-

vado en su conjunto adquiera relevancia publica. Las regIas

generales del trafico entre las personas privadas se convertian

ahara en asunto publico. En la polemica que las personas pri-

vadas se apresuraron a desarrollar, enfrentadas al poder publi-

co, en tomo de este asunto, lleg6 la publicidad burguesa a su

funcion politica: las personas privadas reunidas en publico hi-

cieron de la confirmaci6n de la sociedad como una esfera pri-

vada un tema publico. Pero ya a mediados del siglo XIX podia

anticiparse que esta publicidad, de acuerdo can su propia dia-

lectica, llegarta a estar compuesta par grupos que, al carecer

de disposicion sabre propiedad alguna, y can ella, de una base

para su autonomia privada, no podian tener ningun interes en

el mantenimiento de la sociedad como esfera privada. Si ellos,

coma publico ampliado, se convirtieran en sujeto de la publici-

dad desplazando a los burgueses, la estructura de Ia publicidad

se transformaria de raiz. Tan pronto como la masa de no pro-

15 8

pietarios eleva a tema de su raciocinio publico a las reglas ge-

nerales del trafico social, se convierte la reproducd6n de la

vida social como tal en asunto general y ya no meramente !iu

forma de apropiaci6n privada. La publicidad dernocratico-revo-

lucionaria, «que quiere substituir la sociedad burguesa ficticia

del poder legislative por la sociedad real», se transforma de este

modo fundamentalmente en una esfera de publica consulta y

de decision respecto de la direccion y la administracion de todo

proceso necesario para la reproducci6n de la sociedad. El enig-

ma de una «sociedad politica», formulado por Marx en su crt-

t ica de la filosofia hegeliana del Estado, encontrara su clave unos

pocos afios despues en el lema programatico de la socializacion

aeTbs-meaibsde-pfbdUcci6n.- .--------

Can tales presupuestos puede entonces tambien la pu-

blicidad realizar seriamente 10 que siempre habia prometido:

la racionalizacion del dominio politico como un dominic de

hombres sobre hombres. «Si en el curso de la evoluci6n desapa-

recen las diferencias de c1ase y se concentra toda produccion

en las manos de los individuos asociados, enronces perdera el

poder publico su caracter politico. El poder politico en el sen-

tido propio de la palabra es la violencia organizada por una

clase para la opresi6n de otras.!" Ya su investigaci6n sobre

La miseria de la [ilosofia proudhoniana la habia acabado Marx

con Ia afirmaci6n de que «solo en un orden de cosas en el que

no se den ni clases ni conflictos de clases dejaran de ser las

evoluciones sociales revoluciones politicas-P: Con la disolucion

del poder politico en poder publico, la idea liberal de una pu-

blicidad politicamente activa ha encoritrado su formula so--

cialista. As! 10 ha interpretado Engels, como es sabido, en apos-

tilla a una afirmacion de Saint-Simon, al decir que, en el lugar

del gobierno sabre las personas aparecera la administracion sa-

bre las casas y la direccion de los procesos de produccion.V'

No la autoridad como tal desaparecera, sino la autoridad polf-

tica: las funciones publicas subsistentes y las de nueva forma-

cion transformaran su caracter politico en un caracter adrni-

nistrativo, Esto es, ernpero, solo posible S 1 "los productores aso-

ciadas [ ... ] regulan racionalmente su metabolismo can la na-

turaleza, 10 someten a su comun control, en vez de ser domina-

dos por el como si de una ciega potencia se trataras.!"

Marx saca de la inmanente dialectica de Ia publici dad

burguesa las consecuencias socialistas de un contramodelo en

el que la clasica relacion entre la publicidad y la esfera privada

se invierte, La critica y el control de la publicidad se extienden

a aquella parte de la sociedad burguesa depositaria de la dis-

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posicion sabre los medias de produccfon: el ambito del trabajo

soctalmenre necesario. De acuerdo can este nuevo modelo Iaautonomia no se basa ya en la propiedad privada; no puede ya

fundars~ ~n abso.luto en la esfera privada, t iene que hacerlo en

1a publicidad rrnsrna. La autonomia privada es un derivado

de la. autonomia originaria s610 constituida por el publico de

lo~ clUdadanos sociales en el ejercicio de las funciones am-pliadas d~ manera social!sta; de 1a publkidad. Las persona~ pri-

v~da~ seran p~rs?nas pnvadas de un publico antes bien que el

publl~O un pubbco de personas privadas. En el Iugar de 1a

identidad entre bourgeois y homme, entre propietarlo privado

~ hombre, aparecera la ident idad entre citoyen y homme; la

Iibertad del hombre prjvado se determinani. segun eI rolde.Ios

hmu_br:es_-COillG-eiUEladanos-sncia:fes;iio s-e(reiermiii~;~a el rold.el ciu~adano segun Ia libertad de los hombres como propieta-

no~ privados. Porque 1a publici dad no rnediara ya entre una

sC:Cledad de. propietarios privados y eI Estado, sino que antes

ble~, garan~Izani el publico autonomo -8 traves de Ia configu-

racron segun plan de un Estado absorbido por la sociedad-

para si, como conjunto de personas privadas, una esfera de 11-bert~d personal, de libre tiempo de ocio y de Iibertad de res i-

dencia, En ella se ernancipara el trato informal e intimo entre

los hombres -convirtiendose por vez primera en un trato real-

mente «privados-c, de la coaccion del trabajo social , que es siern.

pre «remo de Ia necesidad». Ejemplos de Ia nueva forma de

autonomia privada, que resulta de la primaria publicidad de

un publico de ciudadanos sociales, pueden encontrarse en una

esfera intima separada de las funciones econornicas. Can la

eli~i?a~i6n de Ia propiedad privada caen tarnbien, como Engels

ant lclp~ "" sus Gru_ndzugen des Kommunismus, Ia vieja base yla funcion, mantemda hasta el presents, de la familia la de-

pendencia de la mujer respecto de] varon y de los nifios res-

pecto de los padres. Asi «se convertira la relacion entre ambossexos, en una rela~i6n purarnente privada que s610 a las partes

~ab~a d.e concerrur y en 1<:que la saciedad no tendril por que

mmlscl.n~se».125De analoga rnanera se manifiesta Marx ya en

1a Rheznzsche Zeitung: «Si eI matrimonio no fuera la basei"de

la familia, serfa tan poco objeto de legislacion como la arnis-

tad,~.l16En ambos casas s610 puede hablarse de relacion privada

:ea~l~ada cuando esta ha conseguido Iiberarse de toda regulaci6njurfdica.

160

15. La amblvalente concepcion de 18 puhlicidad en la teoria

del Ilheral ismo (John Stuart Mill y Alexis de Tocqueville)

La dialectica de la publicidad burguesa no se ha com-

pletado como habtan ant icipado las primeras expectativas so-

cialistas. La extension de los derechos politicos de igualdad a

todas las clases sociales aconte-ci6 en el marco de esa mismasociedad de clases, La publicidad «ampliada. no llevo en 10

esencial a la superacion de la base sobre Ia cual habfa aspirado

el publico de los propietarios privados a algo asf como una

dorninacion de la opinion publica .. Eso par una parte. Por la

otra se mantiene la crftica de la ide-alogia tan manifiestamente

.-e-nI~-ide-ade---lapublicidadburguesa-que;-blrj(na:s-c-onruciones····

sociales de la transformada «opinion publica», a mediados de

siglo, precisamente cuando el l iberalismo economico alcanzaba

su punto culminante, los fil6sofos sociales sectarios de el se

vieron necesit ados de negar pract icamente a 1a publicidad bur-

guesa incIuso alli donde todavia la celebraban, Esa ambiva-

lente concepcion de la publicidad en Ia teorfa del liberalismo

se niega, por cierto, a reconocer el conflicto estructural de lasociedad, del que ella misma resulta: mas ia apologia liberal

se ha mostrado superior a la critica socialista por 10 que hace

al modo en que aquel la cuestiona los presupuestos fundamenta-

les en los que ambas, tanto en el modelo clasico de Ia publici-

dad burguesa, como en el contramodelo dialecticarnente esbo-

zado, coinciden.

La idea de la racionalizacion del dominic pol itico habia

sido esbozada por la consciencia burguesa del siglo XVIII en el

marco de Ia fiIosofia de la historia. Desde Ia perspect iva por

ella trazada podian concebirse tarnbien los presupuestas so-

dales de una publicidad politicamente activa al modo de un

«orden natural». Lo cual podia ofrecer una base natural a la

publicidad de modo que se garantizara un curso aut6norno y, enprincipio, arm6nico a la reproduccion social. En coincidencla

con ello, la opinion publica estarfa, por un lado, descargada de

confiictos estructurales, y par el otro, en la medida en que

conoce las leyes de movimiento inmanentes de la sociedad y

las tiene en cuenta, podria tamar decisiones de acuerdo can

Donnas obligatorias, las cuales vendrian a ser regulaciones prac-

ticamente necesarias para el interes general. Presupuestas esas

circunstancias, no se requeriria formaci6n de la voluntad algu-

na en 10 que a las disposiciones detalladas hace, sino solo en el

hallazgo de la verdad en 10 principal. Aquel modele de una pu-

blicidad pol iticamente act iva, que pretende la convergencia de

161

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opinion ~~blica y r~z?n, acepta como objetivamente posible

la reduccion a un rmmrno =-por media del orden natural 0 10

que viene a ser 10 mismo, par medio de una organizacion'de

la sociedad estrictamente orientada en el sentido del interes

general- de los conflictos de intereses y de las decisiones buro-

craticas y, en la medida en que resulten inevitables su subor-

dinaci.on a criterios .q~e gocen de la confianza del j~icio publi-co. Ml~ntras los soclal~s~as se dedican a demostrar que la base

de la Idea de Ia publicidad burguesano satisface esos presu

puestos y que, para satisfacerlos, seria menester otra base ta-

man los liberales la manifestacion de la misma contradiccion

como motivo para poner en duda los presupuestos de la base

···natw;al--misma--sobre--··la·que-I-a-puolicidad-·porfficameiile--·aCfiva····

habn~ de basarse =-para, de todos modos, convertir en una

cuestion tanto mas decisiva Ia de la conservacion de una form:

relativizada de pu~lici~d burguesa-. Con el liberalismo pierde,

pues, 1a autoconsciencia burguesa de Ia publici dad la forma de

la filosofia de la historia en provecho d~ un common-sense-me:liorismus t21 -se hace «reaIista»-.

. .~a misma manifestaci6n externa de la publicidad, rna-

n."festaclOD COD Ia que siernpre ha contado 1a idea de publi-

cidad para revestir cierta evidencia, se modifico can el movi-

miento cartista en Inglaterra y con la Revolucion de febrero

en el continente. Hasta entonces podia el publico ser interpre-

tado como publico de individuos libres -aun cuando estuviera

m~s 0 menos solidamente adherido a Ia representacion, jerar-

qmcamc;:nte escalonada y comunalmente supervisada, de los ran-

gas sociales-s-. El trato se realiza en el ambiente de la «socie-

d~d», recibida. de la nobleza y variada par la burguesia, se-

gun reg.las de igualdad y franqueza, segun el c6digo de la auto"

proteccion y Ia deferencia. La disposicion a aceptar reciproca-

mente los roles establecidos -y, a la vez, a irrealizarlos- se

basaba en la justificada confianza en que las relaciones amigo-

enemigo estaban efectivamente excluidas del seno del-publico,

euyo presupuesto era el interes comun de clase. Y una cierta

racionalidad emanaba ya de las formas raciocinantes de la dis-

cusion publica, asi como de la convergencia de las opiniones en

l~s reglas de la crftica y en el objetivo de Ia politica. Mas tu-

vieron que observar, los reflexivos coetaneos de la publicidad

burg?e~a desarrollada, como esta rasgaba velos; por 10 pronto,

eI publico se va ampliando, informalmente, a traves de la di-

vulgacion de la prensa y Ia propaganda; junto a su exdusividad

s?cI,,:1perdera t~~bien ~a conexi6n que Ie aseguraban las'Tns-

tituciones del trafIco SOCIal,y perdera tambien un relativamente

162

alto nivel de instruccion, Los conflictos hasta aquel momento

reservados a la esfera privada apareceran ahara en el escenario

de la publicidad: necesidades de grupos sociales que ninguna

satisfaccion podian esperar de un mercado autorregulado, ten-

deran a ser reguladas por el Estado; la publicidad, encargada

ahora de mediar en esas reivindicaciones, se convertira en cam-

po de enfrentamiento de intereses, enfrentamiento que adqui-rira los rudos rasgos de una disputa violenta. Las leyes, promul-

gadas bajo la «presion de la calle», dificilmente pueden ahora

entenderse como normas emanadas del razonable consenso en-

tre personas privadas que polemizan en publico; esas leyes ex-

presan mas 0 rnenos abiertamente el compromiso entre intere-.s-es-· rivados---en-competitivapugna-;--- .. ..-------------

En ese contexto observa Mill como la poblaci6n com-

puesta par trabajadores manuales, asi como (en Estados Uni-

dos) las mujeres y los negros, exigen la garantia del sufragio

universal. Mill da su expresa aprobaci6n a todos los movimien-

tos que se alzan contra la aristocracia del dinero, del sexo y del

color, contra la democracia minoritaria de los poseedores de

mercancias, contra la plutccracia de Ia gran burguesfa.P' Tam-bien Tocqueville conmina al gobierno, como diputado de la

oposicion en la Asarnblea Nacional, pocos dias antes de la Re-

voluci6n de febrero ~ue el habia previsto can precisi6n-, a

que vaya admitiendo progresivamente al pueblo en el circulo

de los ciudadanos can derecho a voto. «Ouiza jamas se ha

dado, en ningun tiempo ni en ningun pais, un Parlamento que

haya reunido a tan polifaceticos y brillantes talentos como el

nuestro de hoy, si exceptuamos a la Asamblea Nacional, Y sin

embargo de 10cual, apenas se fija la mayor parte de la Nacion

en 10 que ante ella transcurre, y casi ni se entera de 10 que

acerca de sus asuntos se diee en la tribuna publica; y las mis-

mas personas que ante esta comparecen, mas entretenidas en

10 que ocultan que en 10 que muestran, no parecen tamar en

serio el papeI que desempefian. Efectivamente, la vida publica

tiene aun lugar tan s610 alli donde no es pertinente, y ha dejado

de existtr allf donde uno esperarfa, segun la ley, encontrarse

con ella. (De d6nde viene todo eso? De que las leyes han li-

mitado el ejercicio de todos los derechos polfticos a una unica

cIase social. ..» 12) EI orden basado en la competicion no tiene

ya la suficiente credibilidad como para hacer plausible su pro-

mesa de mantener abierto el acceso a la publicidad politica me-

diante la presunta igualdad de expectativas de conseguir la

propiedad privada. En vez de esta, exige ahora el principio de

aquella la admisi6n de las clases obreras, de las masas caren-

163

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tes de propiedad e instruccion -y10 exije, precisamente, por.

medio de 1a extension de los derechos politicos. Igualitarios=, .

La reforma del derecho electoral es el tema del siglo XIX: la

ampliacion del publico, y no ya meramente, como en el si-

glo XVIII, el principio de la publicidad como tal. La autotemati-

zacion de la opinion publica desaparece en la misma medida

en que la pnictica secreta de los gabinetes le quita a ella lafinalidad polemica definida, convirtiendola en algo en cierto

modo difuso. La unidad de la opinion publica y su inequivocidad

no sera ya comunmente garantizada por los adversarios. Libe-

rales como Mill y TocqueviIle estiman el proceso, al que estan

resueltos a afirmar -por el principio de Ia publicidad-, pero,

......_.pEH'.las-eoHseeue·flcias·del--mismo-·soore-·esemismo-principie,·es-

tan resueltos a desestimarlo. Porque los irreconciliables inte-

reses que, con la ampliacion del publico, fluyen a la esfera de

1a publicidad se procuran su propia representacion en una

opinion publica escindida y convierten a 1a opinion publica

dominante en cada memento en un poder coactive, a pesar de

que, en otros tiempos, tenia que ser ella la encargada de disol-

ver todo tipo de coaccion en Ia unica coacci6n de la inteligen-cia. As! deplora Mill precisamente el «yugo de la opinion publi-

cal', el «medio de coacci6n moral que es la opinion publica»; y

su gran alegato On Liberty va ya dirigido en contra del poder

de Ia publicidad, que hasta ahora habia valida de un modo

absoluto como garantia de la razon contra el poder. Se ve «en

el conjunto una creciente tendencia a extender el poder de la

sociedad mediante el dominio de Ia opinion publica, una ten-

dencia que esta llegando ya a la impertinencia». El dominio de

la opinion publica aparece como el dominic de la muchedumbre

y de los mediocres: «En la vida del Estado, decir que la opinion

publica gobierna al mundo suena a topico. El unico poder que

conserva aquf todavia su buen nombre es el de las masas y el

de aquellos gobiernos que se conviertan en instrumentos delas exigencias y las inclinaciones de las masas ... Y, 10 que cons-

tituye una novedad aun mas significativa, las masas crean ac-

tualmente sus propias opiniones, no ya a traves de dignatarios

de la Iglesia 0 del Estado, no ya a partir de Iideres 0 de escritos

que sobresalgan por encima de 10 habitual. De la elaboracion

intelectual de esas opiniones cuidan hombres de poco mas 0

menos Ia misma catadura, los cuales, bajo el impulso del mo-

menta, se dirigen a ellas (a las masas) a traves de los perio-

dicosl,.B°

Tambien Tocqueville trata a la opinion publica mas

como coacci6n que impele a la conformidad que como una po-

164

tencia de la critica: «En la medida en que los ciudadanos se

equiparan unos can otros llegando a ser analogos, disminuye

en cada uno la mclinacion a creerse ciegamente a un deter-

minado hombre 0 a una determinada clase. Crece la propension

a creer en la masa, y cada vez mas es la opinion publica quien

gobierna al mundo ... La publicidad posee en los pueblos demo-

craticos un poder unico, excepcional. No convence de sus con-cepciones, las impone, y macula a las almas por media de una

presion intelectual violenta ejercida par todos sabre el enten-

dimiento de uno. En Estados Unidos la mayoria tiene como ta-

rea presentar ante los individuos un conjunto de opiniones

acabadas, y as! les sustrae a la obligaci6n ~e forn:ars~ ~llos una

.·prophr;····De·····moao·-que,··por-lo-·-Etue-··a--.cu<5-St-lon~s··f.l1osohcas.,....Q,.- .

rales y politicas hace, existe un gran numero de teorfas que to-

dos aceptan, confiando en la publicidad, sin parar a exarninar-

las».l3l Igual que Mill, Tocqueville cree tarnbien vivir en una

epoca en la que hay que considerar a Ia opinion publica como

una fuerza que, en el mejor de los casas, puede servir para

limitar al poder, pero a la que, en cualquier caso, hay que so-

meter tarnbien de un modo efectivo: «Si un hombre 0 un par-tido sufren en Estados Unidos una injusticia, iU quien han de

acudir? <.Ala opini6n publica? Es ella quien constituye la ma-

yoria; (a la instancia legislativa? Es ella quien representa a

la meyoria y quien la obedece ciegamente; ia la ejecutiva? Ella

es designada par la mayoria ... ; ial orden publico? Al fin y al

cabo no es sino la mayo ria armada; (a los jurados? E1 colegio

de jurados es la mayoria ... ».131

Del mismo cuestionamiento partira Mill para exponer

el viejo problema de la libertad de pensamiento y expresion

de un modo distinto a como se habia planteado, en el contexto

de la lucha del publico contra la autoridad, desde la celebre

Disertacion Areopagitica de Milton. Alii donde el poder del so-

berano ha sido substituido por el al parecer no menos arbitra-rio de la publicidad, la opinion publica que llega a imponerse

no escapa al reproche de intransigencia. La exigencia de toleran-

cia se dirige a ella, no a los censores que antes la oprimian; y

el derecho a la Iibre manifestacion de la opinion no ha ya de

proteger al raciocinio critico del publico frente a las acornetidas

de Ia policla, sino de las acometidas del publico mismo a los

no conformistas: «En nuestra era el ejemplo de la no coinci-

dencia presta [ . .. ] un servicio meritorio. Precisamente porque

el poder de dominacion de la opinion (publica) ha llegado a ro-

bustecerse tanto que 10 extraordinario, 10 fuera de 10 comun,

.puede convertirse en motivo de reproche, precisamente por ella

16 5

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es de desear que 10 extraordinario empiece a menudear

quebrantar ese poder de dominaci6n»_l33 Mill desarrolla

opiniones en disputa en el plano de la publicidad un {'t"\nr,"nj~,."

de tolerancia, buscando la analogia can la disputa religiosa,

publico raciocinante no puede acceder ya a una opinion racio-

nal porque «s610 la cliferenciaci6n de las opiniones en el estado

dado del entendimiento humano concede a todos los aspectos

de la verdad una esperanza de juego Iimpio».I34La resignaci6n

ante la insolubilidad racional de los intereses concurrentes en

Ia publici dad se inserta en una teoria del conocimiento perspec.

tivista: puesto que los intereses particulares no pueden en ab-

soluto ser medidos con los generales, las opiniones, en las que

..... .estos.. encaman,---Ulantienen--un----i-I=reaueti-be---nueleo---de----ereencia,····-

de fe. Mill reclama tolerancia, no critica, porque los restos dog-

maticos pueden ser perfectamente sofocados, pero no reduci-

dos al cornun denominador de la razon, Lo que impide Ia uni-

dad de razon y opinion publica es la falta de aval objetivo de

una concordancia, socialmente realizada, entre los intereses, la

no demostrabilidad racional de un interes general.

Bentham aun habia podido acudir a la mayoria como

criterio para averiguar sl una decision ha sido tornada en el

interes general. Mill puede, en cambia, sabre la base de sus ex-

periencias con el movimiento cartista, sefialar que la mayoria

del publico ampliado no Ia constituyen los propietarios priva-

dos, sino los proletarios, «que estan todos en la rnisma situacion

social, y que, en substancia, pertenecen todos al mismo esta-

menta profesional, a saber: la clase de los trabajadores manua-

les corrientes. No queremos can ella hacer ningun reproche:

todo 10 que podriamos decir en contra de una tal mayorfapodriamos tarnbien decirlo de una mayoria compuesta por nego-

ciantes 0 propietarios. Cuando se da una identidad de situa-

cion y de actividad profesional, aparece tarnbien una identidad

de incIinaciones, padecimientos y prejuicios; y dotar a una de

esas clases de un poder absoluto, sin oponerle un contra peso de

incIinaciones, padecimientos y prejuicios de otro tipo, quiere

lisa y lIanamente decir que se esta emprendiendo el camino mas

seguro para aniquilar toda esperanza de mejora ... ». La opinion

publica se convierte en un poder entre otros poderes, Por eso

no puede creer Mill «que estuviera Bentham utilizando del modo

mas provechoso sus grandes dotes cuando pretendio entronizar

a Ia mayoria, prescindiendo del rey y de la Camara de los

lores, por medio del sufragio universal; y no solo eso, sino que

agoto todos los recursos de su ingenio para cefiir por todos

los medios imaginables el yugo de la opinion publica cada vez

166

sobre el cuello de todos los funcionarios publicos ...

. seguramente se ha heche ya bastante por un poder cuando

. . le ha convertido en el m a s fuerte; a partir de entonces hay

que procurar mas bien que ese poder mas fuerte no aniquile

a todos los demas».135

La publici dad politicamente activa no esta ya subordi-

nada a la idea de una disoluci6n del poder: mas bien ha de

servir al reparto de este: la opinion publica se convierte en

mera Iimitacion del poder. EI sentido de ese carnbio aparece

en la decIaraci6n de Mill: a partir de entonces hay que pr'o-

curar mas bien que ese poder mas fuerte no aniquile a todos los

dernas. La. interpretacion. liberalista del .ES!~_~() !?Q!-:gt l_~?__q _ ~derecho--es-re--=-acCionana:---reacClon-a--:frentea la fuerza adquiri-

da en las instituciones de ese Estado por la idea de autodeter-

minacion de un publico raciocinante tan pronto como este es

transformado por la entrada de las masas, incuItas y desposei-

das. Lejos de mantener unidos desde el comienzo a los llamados

mementos democraticos con los originariamente liberales, esto

es, lejos de haber tenido nunca reunidos los motives hetero-

geneos.w el Estado burgues de derecho es ahora interpretado

bajo el prisma de ese aspecto dual del liberalisrno. Mill se en-

frenta a la idea de publicidad segtin Ia cual seria de desear que

«las rnuchedumbres llevaran todas las cuestiones polft icas ante

su propio tribunal y decidieran segun su propio criterio, ya que

en tales circunstancias se necesita de los filosofos para ilustrar

a los grupos y conseguir de estes que aprendan a dignificar

la mas profunda vision de las cosas que tienen aquellose.s?

Mill, en cambio, opina que «las cuestiones politicas no d_eben

ser decididas mediante un IIamamiento directo 0 indirecto a la

inteligencia 0 a la voluntad de un conjunto ininstruido, sino

s610mediante la pertinente consideracion de los puntos de vista

instruidos y cultivados de un relativarnente reducido mimero

de personas especialmente llamadas para esta tarea».l38 Tocque-

ville comparte la concepcion de Mill respecto del representative

governement: la opinion publica deterrninada por los padeci-

mientos de las masas necesita purificarse mediante los puntos

de vista ejemplares de ciudadanos rnaterialrnente independien-

tes; Ia prensa, aun cuando importante instrumento de ilustra--

cion, no basta para este proposito. La representacion polftica

debe evidentemente basarse en una jerarquia social; Tocquevi-

lie se acuerda de los pouvoirs intermediaires, de los poderes

corporativos de 1a sociedad preburguesa estamentalmente arti-

culada, de las familias y personas que, por nacimiento, riqueza

e instruccion, sabre todo par propiedad de la tierra y privile-

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gios a ella vinculados, «destacaban y parecian estar llamados al

mandoe.P" No se le escapa que sacar de la tierra de la sociedad

burguesa el fruto de una nueva aristocracia es cosa punto me-

nos que imposible, «pero me parece que los simples ciudadanos,

en la medida en que se unan, estan en condiciones de dar una

imagen opulenta, influyente y poderosa, en una palabra: de per-

sonas aristocraticas [ ... ] Una asociacion politica, industrial, co-

mercial 0 hasta una asociacion cientifica 0 literaria equivale a

un ciudadano mas instruido y mas poderoso, que no se deja

coaccionar caprichosamente ni oprimir en solitario-.w Los ciu-

dadanos instruidos y poderosos deben, a falta de una aristocra-

...CI~Ld~_ng_cimieIl.t.o,._C.9.nstit!JiI..l I 1 _J J b J i C ;: Q _ _e _ _U t~ . . C :1 J YQ . ..I < : l : c J Q c : i n i ( ) _ . _

es determinante de la opinion publica.

Frente a una opinion publica que, al parecer, de ins-

trumento de emancipaci6n que era se ha convertido en una ins-

tancia opresiva, no le queda otro remedio al Iiberalismo, de

acuerdo con su propia logica, que emplear todas sus fuerzas

en combatirla. Ahora hay que recurrir a la organizacion res-

trictiva para garantizar la influencia de una opinion publicarrrinoritaria frente a las opiniones dominantes, influencia que,

per se, no lograria imponerse. Para afirmar el principio d~

publicidad frente al poder de d.ominacion de una ~o::fund:-

da opinion publica, tiene que ennquecerse aquella opinion pu-

blica minoritaria con elementos de publicidad representativa has-

ta el punto en que sea posible la constituci6n de un esoterico pu-

blico de «representantes»." Frente a este, deberia limitarse el

publico -al que tan solo Ie es dado dejar que Ie representen=-

«a convertir en objeto de su juicio, por 10 comun, mas aI ca

racter y a los talentos de las personas a las que llama p~ra

que se ocupen de estas cuestiones, en vez de las suyas propras,

que a las cuestiones misrnas-.!" Mill escribe esta frase solo cua-

tro afios despues del llamamiento que los whigs habfan hechoa sus electores en e1 mas estricto sentido de la publicidad po-

Iiticamente activa: remember that you are now fighting for

things, not men! ** Pero s610 muy debilmente es el pro y el con-

* En aleman, Repriisentanten. Cuando en este c?n_textoseutiliza ese latinismo en vez de la voz propiamente germamca (queseria Vertretern), se esta implicando a «representantes» en el sen-tido de Ia publicidad representativa estudiada en el panigr~fo se-gundo de este libro, antes que a los representantes en sentido de-

mocratico-parlamentario modemo.** Traducci6n literal: «{Recordad que ahora luchamos por

cosas, no por hombres!"

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tra de argumentos y eontraargumentos desplazado por el me-

canismo de la personalizaci6n: las eircunstaneias objetivas se

exponen biograficamente arropadas. Mill se resigna a la psico-

logia social del publico de rnasas y exige una publicidad lite-

ralmente rebajada, una publicidad «representativamente» es-

ealonada.

Tocqueville, que por su procedencia, era antes un oposi-tor del absolutismo monarquico del siglo XVIII que un liberal

del siglo XIX, y que sin embargo de 10 cual, y acaso precisamen-

te par esto, estaba como hecho para el liberalismo, reclama la

abolici6n de los viejos pouvoirs intermediaires y exige la crea-

ci6n de nuevas poderes intermedios para insertar eficazmente

a-la-opi-nien--publiea-en··1ad-i-visien-y-li-m-i-tae-ien-de---Ios-pecieres-;-

por eso le llama Mill un «Montesquieu de nuestra epoca», La

burguesla, que ha dejado de ser liberal, se convierte al Iibe-

ralismo y se aferra a las garantias de las organizaciones pre-

burguesas: a aquellos derechos defensivos de las libertades es-

tamentales, substancialmente distintas de las libertades de los

derechos humanos burgueses.v" De todos modos, Tocqueville

va mas alla de Mill, puesto que su analisis de la publieidad nos610 se refiere al «poder de dominacion de la opinion publica»,

sino tarnbien a una manifestacion complementaria de la misma,

a saber: el despotismo de un Estado erecientemente burocrati-

zado. Cumplida ya la perspectiva de la oposici6n de los esta-

mentos al Ancien Regime, Tocqueville observa con gran preo-

cupacion la tendencia que el llama «centralizacion del poder

gubernative», En efeeto: el robusto poder estatal pretendido

por los mercantilistas habia llegado en el siglo XIX de la mana

de los Iiberales; como es sabido, se creo en Inglaterra par vez

primera una administraci6n central moderna con el Civil Ser-

vice. Tocqueville demuestra la incapacitacion a que ello somete

a los ciudadanos con eI ejemplo de Estados Unidos: «Por encima

de todos ellos se alza una gigantesca tutoria s610 oeupada enasegurarles comodidades y en procurar por su fortuna. Es ab-

soluta, minuciosa, regular, previsora y benigna. Seria compara-

ble al poder paterno si tuviera como objetivo la educacion de

los hombres adultos: pero ella quiere, por el contrario, mante-

ner invariablemente a los hombres en estado de nifiez. Ve con

buenos ojos el que los ciudadanos se den buena vida, siempre

que no piensen en ninguna otra cosa. Trabaja complacida por su

bienestar; pero solo de ello quiere ocuparse y s6lo a ello ate-

nerse. Cuida de su seguridad, preve sus necesidades y las ga-

rantiza, fomenta sus diversiones, IIeva sus asuntos mas impor-

tantes, dirige su trabajo, regula su descendencia, distribuye

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sus herencias: cno podria quitarles por completo de

la carga de pensar y el esfuerzo de vivir?» 14 3Tambien

Iisrno Ie parece a Tocqueville una prolongacion de esta·

cia que acabaria liquidando el Estado fiscal en

una economia estatal, imponiendo el horror de un

administrado. En 1848, ya ministro en el Gabinete de la .

luci6n, rechaza la exigencia de garantizar en laderecho al trabajo, oponiendole el argumento de que con

medida el Estado tendria que acabar convirtiendose en el

empresario industrial: «Si se llega tan lejos, entonees los im-

puestos dejan de ser un medio de poner en funcionamiento la

maquinaria gubernamental, para convertirse en el principal me-.......··---dto--de-·-e-stirnulo-de-la:irrdustda:--Err-lame-dida--en·-que~·

modo, llega el Estado a acumular todo el capital de los ciu-

dadanos, acaba por convertirse en unico propietario de todas

las cosas. Pero eso es precisamente el comunismo ... ».I44

Por la misma enoca se formulaba la teorfa de la Revo-

lucian del Maniiiesto comunista, pensada ateniendose al poder

estatal limitado del liberalismo. Solo unos afios despues, en el

escrito sobre el Imperio del tercer Napoleon (1852),145 acudirana Marx reflexiones sobre un fen6meno al que da eI mismo nom-

bre que TocquevilIe: «centralizacion del poder gubernativo». En

la adhesion del Consejo General a la Comuna de Paris se le

nota ya tocado por el empuje del poder estataI: «con sus omni-

presentes organos, ejercito permanente, policia, burocracia, cle-

recia, magistratura, 6rganos creados segun el plan de una sis-

tematica y jerarquica division del trabajo».l46 Tan tocado que

solo considera posible ya el socialismo, la conversion del poder

politico en poder publico, si la clase obrera «no se limita sirn-

plernente a apropiarse de la maquinaria estatala.i" Mas bien

hay que destruir la maquinaria burocratico-rnilitar (frase que

escribe Marx en 1871, en una carta a Kugelmann, y 2 cuya exe-

gesis, como es harto sabido, dedic6 Lenin su mas importante

Iibro, antes de que el mismo se viera econornica y tecnicamente

necesitado de substituir el «destruido» aparato estatal de los

zares par eI incomparablemente mas robusto del comite cen-

tral). En la crftica del Programa de Gotha compone de nuevo

Marx la idea de la publicidad politicamente activa con la suges-

tiva rnetafora de la extincion del Estado; lz realizacion de.resa

idea ha de estar precedida por la «destrucci6n de la burocratica

maquinaria estatal»: la prevencion liberalista frente a la cen-

tralizacion del poder gubernativo recuerda a los socialistas el

social, En el proyecto para la Constitucion de

, anticipo de la disolucion del parlamentarismo bur-

un sistema de consejos, late el convencimiento de que

publico, despojado de su caracter politico, tendria que

la administracion de las cosas y la direccion de los

de producci6n, sin controversias generalizadas, de

con las leyes descifradas por la economia politica. Irn-H.>..L-"'CCL"""J' .. .._, Marx se representa la opinion publica emancipada

sentido socialista igual que 10 habian hecho los £isi6cratas,

como cornprensi6n del ordre nature!.En la centuria que sigui6 a la era culrnmante del Ii-

beralisrno, un capitalismo «organizado» disolvi6 la relation ori-. . g l n a r i : i · · ' - e n f r e - - p u b l l c i d a c r - y · · · e s f e r a : · p n v a d a ; · ' - l o s - - p e r f i T e s - - d e - " l apublicidad burguesa se desfiguraron, Pero ni el modele liberal,

ni el socialista resultan apropiados para el diagnostico de una

publicidad suspendida entre las constelaciones estilizadas por

ambos modelos. Dos tendencias dialecticamente enfrentadas sim-

bolizan la decadencia de la publicidad: esta penetra cada vez en

mas esjeras de la sociedad y, al mismo tiernpo, pierde su fun-

ci6n politica, a saber: la sumision de los estados de cosas he-

chos publicos al control de un publico critico. M. L. Goldsch-

midt registra ambas «disturbing tendences: first a consequent

disregard of the individuals right of privacy; and second, a ten-

dency toward too little publicity, with a consequent increase of

secrecy in areas ... considered public-!" La publicidad parece

ir perdiendo la potencia de su principio -la notoriedad, sus-

ceptible de critica- a medida que se va extendiemlo como es -fera y socavando el ambito privado,