Guión El Cochecito - Rafael Azcona

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Guion de la pelicula rafael azcona

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  • El humor y el esperpento se cruzan con la sendadel neorrealismo en una nueva forma de hacer ciney de rerse de las propias miserias de unasociedad inmersa en el franquismo. Don Anselmo,un anciano ya retirado, decide comprarse uncochecito de invlido motorizado ya que todos susamigos pensionistas poseen uno. La familia seniega ante el capricho del anciano pero l decidevender todas las posesiones de valor paracomprrselo. La familia, indignada, devuelve elcochecito y Don Anselmo solo puede reaccionarde forma taxativa e implacable.

  • Rafael Azcona

    El cochecito

  • Ttulo original: El cochecito

    Rafael Azcona, 1959

  • PRESENTACIN

  • Dos guardias civiles, en bicicleta, escoltan aun anciano montado en un cochecito deminusvlidos. Al fondo un paisaje desolador y,dado que el camino es largo, los guardias optanpor remolcarse en el singular vehculo, causantede tantos conflictos. Una imagen final que resumebuena parte de la pelcula de Marco Ferreri yRafael Azcona, marcada por un peculiar humor

  • que destila amargura, soledad y un fatalismopropio de la Espaa gris que refleja, perocomprensible en cualquier otro contexto.

    Don Anselmo es un jubilado, es decir, unestorbo. Su familia no sabe donde colocarlo. Suhabitacin es invadida por una nieta empeada enaprender francs a pesar de que ya tiene novio,Alvarito, en casa y comiendo a todas horas.Deambula por la cocina, hasta que le tiran, por elbufete de su hijo, para pedir dinero y molestar denuevo, por los pasillos pelendose con las gallinasde las vecinas Slo cuenta con Lucas, otroanciano que acaba de conseguir un cochecito.Para Don Anselmo es el principio de una soledadque amenaza con ser absoluta, pues no le puedeseguir al cementerio, se siente marginado en lasreuniones de minusvlidos que van de excursin y,desesperado, decide comprar un vehculo capaz dehacerle sentir la vida que se le escapa. Un empeoconflictivo que choca con una familia donde cadauno va a la suya y en el que intervienensacerdotes del negocio como el dueo de la

  • ortopedia o lvarez, el criado de una marquesacon familiar anormal y minusvlido. Sonpersonajes dibujados con pocos y certeros rasgos,los necesarios para crear una galera similar a lade otros guiones de Rafael Azcona como El pisitoo Plcido. Una galera que da cuenta de la visindesencantada y lcida de un atento observador dela realidad.

    La pelcula cuenta con un excelente repartoencabezado por el genial Pepe Isbert, tan creblesiempre y rodeado por otros actores que hacenprximos y hasta entraables unos personajessrdidos, egostas, insolidarios pero reales. Enesta selva humana, donde los riesgos y losenfrentamientos nunca desbordan la cotidianidadcon su rutina y vulgaridad, se desarrolla unapelcula que, como otras del guionista, refleja esaotra cara tan olvidada. Frente a las coetneascomedias del desarrollismo, con sus insufriblescolores y novios, el blanco y negro de unatragicomedia donde la ancdota se convierte encategora a poco que reflexionemos.

  • La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantesquiere agradecer de nuevo a Rafael Azcona sucolaboracin para hacer posible esta edicin, quese suma al excelente trabajo realizado porBernardo Snchez Salas en Otra vuelta en Elcochecito (Logroo, Cultural Rioja, 1991), cuyalectura recomendamos. Gracias a ellos hemosrecuperado el guin de una pelcula amarga ysabia, que permanece fresca en una poca dondetantos otros ancianos buscan sus cochecitos paracombatir la soledad.

    Juan A. Ros

  • EL COCHECITO

  • GUIN CINEMATOGRFICO

    RAFAEL AZCONA

  • Bloque A

  • 1. BARRIO DE CHAMBER ENMADRID

    Finales de un invierno de los aos cincuenta.

    DON ANSELMO el don le viene de sucondicin de funcionario de la administracincivil, jubilado, un setentn pulcro y simptico,sale de su casa muy abrigado y ensombrerado, conun ramo de crisantemos al brazo y muchas prisas.Apresurando el paso al or las campanadas de unaiglesia cercana, comienza a sortear los obstculosque salpican las populosas calles de su cntricobarrio: obras municipales, carga y descarga dereses en canal ante una carnicera, puestos decastaas y de chucheras, amas de casa cargadascon sus bolsas, perros sin collar levantando lapata, y para colmo, una larga fila de peones consentido del humor se atraviesa en su camino:llevando en la cabeza unas tazas de inodoro como

  • si fueran cascos guerreros, embrazan sus tuberas amanera de lanzas y desfilan silbando marcialmentela Marcha del Ro Kwai.

    El jubilado tiene mucha prisa, ello esevidente, pero tambin est claro que se trata deuna persona de bien: un ciego pretende cruzar unaplaza y golpea rabiosamente el bordillo con subastn sin que nadie le haga caso, y a pesar de susprisas. ANSELMO retrocede para tomarlo delbrazo.

    Por desgracia para ellos, apenas se lanzan ala calzada el semforo pasa del mbar al rojo, y elasustado invidente y el temerario lazarillo,aturdidos por los golpes de freno y de claxon,provocan con sus contrapuestas indecisiones unembotellamiento en la riada de vehculos.

    Muy cerca ya de su destino, todava debe elanciano hacer un poco de alpinismo ante el montnde cascotes sacados de una zanja, pegar un saltocircense para evitar a un motocarro que se le viene

  • encima y, finalmente, quebrar como unbanderillero al alocado ternerillo que sale de unavaquera conducido por un tratante.

    Y en esa vaquera, de corada su fachada conmotivos agropecuarios, entra ANSELMO echandoel bofe.

    2. VAQUERA

    En el despacho de leche de la vaquera paredes de mosaico, relucientes vasijasCARMEN, una seca cuarentona, atiende a unamadre con su hija; la nia tiene siete u ocho aos ydebe ser una futura alcohlica, porque bebe amorro de una botella de vino. Justo cuando entre elfatigado ANSELMO, la madre le est dando unabofetada a la criatura.

    Quita! El vino es para tu padre, imbcil!

    Buenos das, Carmen saluda sinresuello el anciano. Hola, Carmen. Qu, dnde

  • est ese hombre?

    Extendiendo mantequilla en media barra depan, CARMEN informa en el sufrido tono de lavctima:

    Esperndole. A ver si lo calma, porqueest como chiquillo con zapatos nuevos.

    Nada, no te preocupes

    Y se dirige a una puerta interior mientrasCARMEN le da el pan a la nia:

    Aqu tiene, tres pesetas bien servidas.

    Ande, pngale una peseta ms decide lamadre, que esta cra come ms que un saban.

    El visitante ha pasado a la vivienda de lavaquera, y en la habitacin que sirve de oficinaencuentra a ANDREA, hermana de CARMEN, mso menos de su edad y con unas gafas que le dan unvago aire intelectual. Pero es slo la encargada de

  • llevar las cuentas del negocio:

    Buenos das, don Anselmo.

    Hola, Andrea. Cmo ests?

    Ya ve. Y usted? la contable guardaunos billetes en una pequea caja fuerte. No leveo muy buena cara.

    Es que he venido de prisa y, claro elrecin llegado, todava jadeante, se da aire con elsombrero. Dnde anda tu padre?

    En el patio gua ANDREA aANSELMO. Como loco con el cochecito. Si ledigo la verdad, ya estamos arrepentidas de haberledado ese capricho.

    Tranquila, mujer, yo lo meto en vereda, yavers.

    Cruzan los dos el comedor de la casa,presidido por una enorme Santa Cena; sentada a la

  • mesa hace punto una muchacha de aire dulce ypecho suculento, y ANSELMO, muy comunicativo,se detiene para preguntarle a ANDREA:

    Es tu sobrina?

    S, la pequea.

    Cundo ha venido?

    Lleg ayer.

    Hay que ver cmo pasa el tiempo Quguapa se ha puesto.

    Ya es maestra puntualiza orgullosaANDREA.

    ANSELMO se dirige directamente a la chica,la barbillea y la besa, muy paternal:

    Muy guapa, guapsima. Y, qu, cundo tecasas?

  • El ao que viene.

    En septiembre vuelve a intervenirANDREA.

    Bueno, pues me alegro mucho Que seasmuy feliz, hija se despide el viejo, y siguehacia el patio dicindole a ANDREA: Anda,vamos a ver a ese insensato.

    En el patio, sentado en una silla, espera elseor LUCAS el seor cuadra muy bien con suboina y su zamarra, propietario del negocio ycoetneo y amigo de ANSELMO; le hacencompaa MARA, una espingarda que es latercera de sus hijas, AGUSTN, mozo de lavaquera, que lleva adosado al trasero el taburetede ordear, y un tipo con mono de mecnico.

    Hola, Lucas

    Menos mal que has llegado recriminaLUCAS, impaciente. Ms de media hora llevoesperndote

  • Es que no sabes cmo est la calleResulta que

    Mara, las flores, que nos vamos pide ellechero a su hija. Y, ufano, le muestra a su amigoun cochecito de invlido aparcado junto a la puertadel establo: Has visto qu maravilla?

    ANSELMO le echa una mirada y aprueba:

    Ya, ya veo. Precioso Muy bonito, y muymoderno.

    Pero mira el motor, hombre

    Ah, s, ya veo

    Un blido, Anselmo y le ordena almozo: Venga, t, mntame, mntame

    Porque LUCAS est paraltico. El mozo dela vaquera instala a su patrn en el cochecito y eldel mono, que es el mecnico que ha trado el

  • vehculo, insiste en algo que ya le ha debidoexplicar antes:

    Recuerde Mucho ojo con el acelerador,que esto se embala, eh?

    A m qu me va a contar, si yo fui de losprimeros en tener moto en Madrid y, agarradoal manillar, se vuelve hacia ANSELMO pararecabar otra vez su aprobacin: Bueno, hombre,qu me dices, te gusta o no te gusta?

    Que s, Lucas Pero tienes que serprudente, sobre todo al principio.

    CARMEN ha dejado el despacho ms por elgusto de reprender a su padre que para participaren las despedidas:

    Eso. Y que le haga caso al mecnico, quees el que entiende de estas cosas.

    Que s, mujer, que s. Venga, Agustn, tirapara afuera.

  • Toma, las flores.

    MARA coloca sobre las rodillas de supadre un ramo parecido al que lleva ANSELMO, yatraviesan todos el establo para ganar la calle:

    En sus manos lo dejamos, don Anselmo.Sobre todo, que no corra.

    A m lo que me parece una barbaridad esque el primer da que sale vaya hasta elcementerio

    Y dnde queris que vaya? protesta elrecin motorizado, que es un poco cascarrabias.Si os acordarais de vuestra pobre madre como meacuerdo

    Pap, cualquiera que te oiga

    Dios quiera que no nos cueste un disgusto,el dichoso cochecito.

    Vosotras , tranquilas! impone su

  • autoridad de exjefe de administracin civil Noos he dicho que me encargo yo de todo?

    Ni caso, Anselmo, deja a estas agoreras.T, Agustn, venga, como las balas, a buscar untaxi para don Anselmo.

    3. CALLE VAQUERA

    La aparicin del grupo en la calle haconvocado a algunas vecinas. El mecnico, unavez bajado el cochecito a la calzada, vuelve a susrecomendaciones:

    Ya sabe: para ponerlo en marcha

    Djeme, le he dicho! lo rechaza demalas pulgas LUCAS. No ha cobrado usted?Pues ahora ya es cosa ma, hombre!

    Ustedes mucho llorar con que las vacas nodan dinero comenta una vecina, pero mira qucoche le han comprado.

  • Con motor y toda la pesca! salta otra.

    Un sacrificio se justifica ANDREA;pero como lo tena entre ceja y ceja desde que ledio el ataque

    Y que un padre es un padre reivindicaMARA su derecho a gastarse el dinero como led la gana. No te amuela!

    LUCAS ya ha accionado la palanca dearranque y el motor empieza a petardearalegremente:

    Te das cuenta, Anselmo? A la primera!

    S, ya, estupendo Mira, ya est ah eltaxi.

    En efecto: precedido por el eficaz AGUSTNllega en marcha atrs un taxi que viene a detenersedelante del cochecito; ANSELMO, muy en supapel de director de la operacin, corre tea de unoa otro vehculo dando instrucciones:

  • Prudencia, Lucas, mucha prudenciaSobre todo con el acelerador, ya has odo almecnico Va hacia el taxista: Buenos das.Por favor, procure usted ir despacio, no vayamos aperder a ese amigo mo, que est invlido. Sevuelve hacia las compungidas plaideras: Yvosotras, adentro. No os he dicho que me encargoyo de todo?

    Eso, a trabajar, que se pongan a trabajar!Ni que me fuera a las Amricas! corea LUCAS.Y apremia al amigo: Y t, venga, al taxi!

    Si, s pero ANSELMO, a quien lasidas y venidas han dejado sin aliento, todava sepega un trotecillo para recomendarle: Tsiempre detrs, no se te ocurra adelantarnos.

    Vmonos de una vez, pelma, que eres unpelma!

    ANSELMO monta en el taxi, el taxi se poneen marcha, y tras el taxi sale arreando el

  • cochecito. Siguiendo en marcha con la mirada, seangustia ANDREA:

    Mralo! Como loco va!

    Y se nos ha olvidado ponerle la medallade San Cristbal! recuerda de prontoCARMEN.

    Dios mo, qu zozobra. No le pasarnada? le pregunta MARA al mecnico.

    El mecnico cabecea, pesimista:

    Del coche, respondo. Ahora, de supadre

    Desde la puerta del despacho una niadescarada devuelve a la realidad cotidiana a lastres hermanas:

    Pero aqu, venden o no venden leche?

  • 4. CEMENTERIO DEL ESTE

    Un ngel de piedra levita en el aire mientrasel chirriar de una garrucha rompe el silencio delinmenso cementerio: unos marmolistas estnmontando un panten, y el ngel de piedra que lova a coronar cuelga de la polea. En primertrmino, una lpida en la que se puede leer:

    FAMILIA FRUTOS SOLANA

    Es la tumba de la mujer de LUCAS, y anteella rezan destocados los dos ancianos, que hanllegado al cementerio con toda felicidad.Terminada la oracin, el lechero, santigundose,se conduele:

    Pobrecilla Pero mejor que se hayamuerto. As, al menos, no me ha visto hecho un

  • intil.

    Pero, de qu te quejas? Y hay, en eltono de ANSELMO una soterrada envidia depeatn. Ya quisieran muchos moverse como temueves t ahora con el cochecito! El mismo taxistalo ha dicho.

    Ya admite LUCAS. Pero ella, con loque era, habra sufrido mucho. Anda, ponle lasllores.

    ANSELMO se hace un pequeo lo con losramos. LUCAS, puntilloso, identifica el suyo:

    No, se no, ste, ste.

    Es igual transige filosficamenteANSELMO: Qu ms le dar a la pobre unramo que otro.

    Colocadas las flores, LUCAS se pone laboina y apremia, como si tuviera prisa por volvera la carretera.

  • Bueno, vmonos.

    S, hala se encasqueta el jubilado susombrero, vamos all.

    Pero el cochecito se ha atascado en la cunetaque separa los cuarteles de sepulturas de laavenida que les da acceso, y ANSELMO seesfuerza en vano por sacarlo de all a empujones.

    Empuja, hombre, empuja.

    Pero, si ya lo hago!

    Es que as no saldremos nunca!

    Por favor, caballero recurreANSELMO a un paseante que llega leyendo unperidico, nos echa una mano?

    Cmo no, faltara ms.

    Es que nos hemos metido en un hoyo y

  • Con la ayuda del amable lector consiguensalir a la avenida, y tras despedirse de l, lapareja de viudos pone rumbo al enterramiento dela mujer de ANSELMO. En su camino cruzan anteuna seora que, cantando bajito, riega las macetasde una tumba, y poco despus con unosenterradores que pasan cargados con sus cuerdas ysus palas:

    Y lo de tu chica?

    Segn el mdico, anemia Y sabes loque le ha recetado?

    Carne! Qu coma mucha carne!

    Los mdicos ya se sabe. Todo lo que nosea rajar de arriba a abajo

    En determinado momento ANSELMO,desorientado entre el bosque de sepulturas,consulta con LUCAS:

    Oye, yo creo que es por all.

  • No, hombre Por ah.

    Ah, s, es verdad.

    Su nuevo rumbo les hace pasar junto a dosnios que llevando como andas una escalera,canturrean a paso procesional:

    Ya se ha muerto, ya se ha muerto, ya lollevan a enterrar, con traje de terciopelo y la cajade cristal

    ANSELMO cabecea y censura:

    Mira stos Jugando a los muertos en elcementerio.

    Si es que ya no hay ni educacin ni nadaremacha LUCAS.

    Han llegado a un impresionante muro alzadopor las docenas y docenas de nichos alineados enfilas superpuestas.

  • El lechero gua desde su confortable asientoal exhausto jubilado:

    Sigue, hombre, que es ms all. Yo no hevisto to ms despistado, de verdad.

    No, si es que como aqu construyen tantose justifica el jubilado, pues me armo un lo.

    Tras re correr unos metros a lo largo de lasfnebres estanteras, LUCAS vuelve a regaarle:

    Cuidado, que te pasas, hombre. No vesque es ste?

    Se refiere a un nicho de la fila ms baja.ANSELMO se agacha y tira de gafas paraidentificar la lpida:

    A ver

    No, se no, ste, ste.

    Ah, s, no la haba visto.

  • Se destocan de nuevo; LUCAS le pasa lasflores, y ANSELMO se arrodilla y las coloca en elnicho. En la lpida, bajo una foto esmaltada, dice:

    AQU YACE

    DOA JULIANA TORRERO DE PROHARN

    1884 1925

    La foto est manchada de barro. ANSELMOsaca su pauelo, lo humedece con un poco desaliva, y entre jadeos y suspiros lo pasa con amorsobre la imagen del rostro de su esposa, todavajoven en la foto. A sus espaldas se oyen las vocesde los nios:

    Espera, dnde vas?

    A ver esa moto.

    No es una moto, es un coche de paraltico.

  • Qu te juegas a que es una moto?

    Sin orlos, ANSELMO se ha puesto en pie, ycon los ojos fijos en la tumba, se acongojamientras reza. LUCAS, delicado por una vez, loconforta con unos golpecitos afectuosos. Pero losnios, con su impertinencia, los sacan bruscamentede su dolorido recogimiento:

    Eh, oiga. Eso es una moto o un coche deparaltico?

    Paraltico ser tu padre! se vuelveairado LUCAS. Gamberros, ms quegamberros! Habrase visto!

    Qu pasa? el padre de los chicosaseaba un nicho de la fila que corona el muro.

    Esos nios, hombre! protestaANSELMO. Faltar al respeto a los ancianos!

    Pepito! Manoln! El padre ya habajado del nicho y reparte sopapos entre sus

  • criaturas: No os da vergenza?

    Otro da, como no seis formales, no ostraigo a ver a mam.

    Espoleados por la impaciencia de LUCASque, efectivamente, no ve la hora de salir a lacarretera, los dos amigos reanudan la marcha:

    Anda, vmonos, que y a sabes cmo sonmis hijas. Estarn preocupadas.

    S, tienes razn, anda, vamos. Adems,aqu empieza a hacer fro.

    Oye una cosa sigue LUCAS, con ungesto hacia atrs: seguro que esos sinvergenzaste quitan las flores en cuanto nos pierdan de vista.

    Ya, ya lo acepta ANSELMO, resignado. Eso es lo que pasa con los nichos bajos

    Empuja, empuja

  • que como cmodos son cmodos, perono tienen ninguna seguridad, y claro, estnexpuestos a cualquier cosa.

    5. ENTRADA CEMENTERIODEL ESTE

    Una carroza fnebre que viene tras ellosobliga a ANSELMO a ponerse al trote, y asatraviesan las monumentales puertas delcementerio saliendo a la anchurosa y desiertaexplanada que se extiende ante ellas.

    Vers ahora para encontrar un taxi.

    La culpa es tuya, por despedir al que te hatrado.

    Y qu hacemos?

    Mira LUCAS ya no disimula su afn desalir arreando: lo mejor es que t te vayasdespacito hasta la parada del autobs, all, en Las

  • Ventas. Yo con el coche me planto en casa en unmomento.

    No seas egosta, hombre! Al fin y al cabo,yo he venido para acompaarte, y para tenercuidado de que no te pasara nada.

    A LUCAS el argumento debe antojrsele unaestupidez, pero propone:

    Bien, vamos a hacer una cosa, porquediscutiendo no llegaremos nunca. Anda, monta.

    Dnde? pregunta, perplejo,ANSELMO.

    En el coche, hombre, ah atrs, de paquete.

    Pero Cmo voy a montar ah? No, no,ni hablar.

    Mira, o montas o me voy, tu vers lo quehaces.

  • Uyuyuy Dios quiera que se decideANSELMO, que se encarama a la trasera delvehculo, aferrndose al respaldo del asiento.

    T agrrate.

    No, si ya me agarro!

    Esto es una maravilla, hombre!

    Ya, ya Pero t, no corras

    Mira, meto la marcha, y

    El coche arranca mientras ANSELMOtermina su frase:

    que para que nos traigan aqu serefiere al cementerio siempre hay tiempo.

    Si no pasa nada, cagueta, que eres uncagueta. Mira, mira cmo toma las curvas!

    Ojo, ojo con las curvas, que son muy

  • peligrosas!

    Con el cochecito alejndose por una avenidaflanqueada de rboles se pierden las intilesrecomendaciones del asustado jubilado. Porque eltemerario lechero, disfrutando de su recinestrenada mquina, se embala exactamente comodijo el mecnico:

    Como una moto, Anselmo!

  • Bloque B

  • 1. CASA DE DON ANSELMO

    Ha pasado algn tiempo.

    En la casa, un primer piso con balcones a lacalle, el dormitorio de ANSELMO es un poco elcuarto para todo. El anciano, tendido en bata sobresu cama, se agita, se tapa la cabeza con laalmohada y gira sobre s mismo incapaz desoportar la tabarra de su nieta YOLANDAestudiando francs:

    Garon, un caf.

    Garon, un caf.

    Bien, Monsieur. Dans un verre ou dans unetasse?

    Bien, Monsieur. Dans un verre ou dans unetasse?

  • Dans une verre, sil vous plait.

    Dans une verre, sil vous plait.

    Donne-moi aussi un journal daujourdhui.

    Donne-moi aussi un journal daujourdhui.

    Finalmente estalla y eleva su voz sobre ladel disco de francs y sobre la de su nieta:

    Aqu, ni hay dios que haga reposo nicristo que lo fund! Se incorpora en la cama:Pero, por qu no estudias en el comedor?

    Porque el comedor se ensucia. Si tuvierauna habitacin para m no te molestara. Y lepregunta, con sorna: Vous avez compris?

    Adems, para qu quieres aprenderfrancs, si ya tienes novio formal? Casarte, eso eslo que debes hacer, casarte y dejarme tranquilo enmi cuarto. Porque este cuarto es mo.

  • Levantndose, se amansa y pregunta:

    Qu hora es, Yolandita?

    Qu pesadez. Las once y cuarto.

    Las once y cuarto repite, acercndoseal balcn para otear la calle: Seguro que aLucas le ha sucedido algo.

    Bueno, me dejas estudiar o no?

    El abuelo se resigna a dejar el dormitorio, ypara entretener la espera vaga por la casa. Iniciasu ronda en el pasillo y no tarda en encontrar unpasatiempo: en el alfizar de una ventana que seasoma al patio hay una gallina. Tras cerciorarse deque nadie le ve desde los pisos superiores, elanciano la expulsa de un manotazo y cierra laventana. Se asoma luego a la cocina. MATILDE,su nuera, que est lavando ropa interior femeninaen una palangana, le conmina:

    No te quedes ah. Entra y cierra, que se va

  • a llenar la casa de humo.

    Curioso, ANSELMO quiere leer la etiquetadel detergente, pero MATILDE se lo quita de lamano:

    Deja. Siempre toquetendolo todo

    En busca de otro entretenimiento se acerca alos fogones, destapa las cazuelas y est a punto deabrasarse la nariz con el vapor que sale de unaolla. La criada, que bate unos huevos, lo denuncia:

    Seorita, ya est don Anselmocazoleteando.

    No tienes otra cosa mejor que hacer?

    El viejo grue una protesta y pregunta:

    Cuntos huevos le vais a poner?

    Dos le informa, desabrida, MATILDE. Te parecen pocos?

  • Por m ya sabes que es igual. Pero si tengoque ofrecerles un poco de tortilla a esos seores

    No te preocupes, que no vas a quedar mal.

    ANSELMO se anima al ver por la ventana,que tambin da al patio, a la criada del pisosegundo:

    A ver la gallinita esa! El patio es nuestroy aqu no hace ms que fastidiar!

    Ahora se explica la anterior presencia de lagallina en la ventana del pasillo: sus propietarios,los vecinos del segundo, la bajan al suelo del patioatada a una cuerda.

    Ante las protestas del viejo, la criada, izandoal ave, protesta a su vez:

    Ya la subo, hombre Qu dao le har austed el animal

    Bah!

  • ANSELMO cierra la ventana, y su nuera sepone de parte de la gallina:

    Qu ms te dar a ti que la suban o que labajen O es que te molesta que haga un poco deejercicio el pobre bicho? En lugar de ser tanchinche, ms te valdra no salir con esosanormales.

    A quin se le ocurre, irse de excursin conunos paralticos.

    Con esos anormales, como t dices proclama ANSELMO, ofendido, tomo el airepuro y me divierto.

    MATILDE huele el sostn que est lavando:

    No s que voy a hacer con esta Yolandita.Suda una barbaridad. Y, sin transicin, echa asu suegro: Y t, anda, sal de la cocina, que aquno sirves ms que de estorbo.

    Lo que faltaba. Ni en mi propia casa

  • puedo estar

    De nuevo en el pasillo, el viejo siguecerrando ventanas hasta llegar al vestbulo delpiso, donde tiene la agradable sorpresa deencontrar a un seor sentado ante una mesita; elvisitante ofrece la posibilidad de pasar el rato, yANSELMO lo saluda encantado de la vida:

    Le atienden a usted?

    Bueno Me han dicho que espere.

    Pero, viene usted al bufete? Yo soy elpadre del procurador.

    S, s. Mucho gusto.

    El visitante se levanta para estrechar la manode ANSELMO, que le obliga a sentarse:

    Servidor. Qu es lo suyo?

    Pues, no s. Dicen que lo han tomado

  • como abuso de confianza.

    Ya comprendo, cosa penal. Hay tantainjusticia! Voy a darle prisa a mi hijo para que lereciba enseguida.

    Y empuja una puerta forrada de bayeta verdeen la que un letrero indica:

    BUFETE

    El llamado bufete es el tpico despachoestilo remordimiento espaol presidido por unimpresionante crucifijo colocado sobre la mesa.CARLOS, el procurador, cincuentn, atiende sindemasiado inters a BLANQUITA, una mujer llenade aos, pieles, bisutera y maquillaje, que estexponindole su caso.

    Una gentuza, don Carlos, sus hijos ni

  • siquiera me han dejado verlo muerto. Un par dehienas, que y se corta, al ver asomar lacabeza a ANSELMO.

    Pasa, hombre, pasa, qu mana de quedarteen las puertas le reprende CARLOS a su padre.Y dice hacia la clienta: Es mi padre.

    Mucho gusto trata de saludarANSELMO, siempre educadsimo.

    Pero BLANQUITA lo ignora, volviendo lacabeza; ANSELMO, desairado, decideinmediatamente que aquella loca es una ordinariaque no merece la menor atencin, y va hacia elrincn en que escribe a mquina ALVARITO,pasante de CARLOS.

    Siga, siga, Blanquita.

    Despus de lo que yo he hecho por l BLANQUITA contina haciendo el elogio fnebrede quien fue su amante. Porque estaba asmtico,y usted no sabe lo que ha sido para m dormir

  • todos estos aos con l y con su asma seinterrumpe otra vez, al advertir que el padre delprocurador est escuchando.

    Pobre don Ramiro, gran persona diceCARLOS antes de volverse hacia su progenitorpara quitrselo de encima con una indirecta:No te ibas al campo, pap?

    S, pero todava no ha venido Lucas. Le hadebido ocurrir algo. Y le pide al pasante:Oye, Alvarito, tienes el Marca?

    Tenga. Pero devulvamelo, que quierorecortar una cosa.

    Simultneamente, CARLOS animando a laclienta:

    Siga, Blanquita, siga.

    Pues, nada, que ahora que se ha muerto,sus hijos me quieren quitar el quiosco.

  • Ah, pero don Ramiro, que en pazdescanse, no lo haba puesto a su nombre?

    Qu va a poner. Y a ver que hago yo ahorasin el quiosco, porque el quiosco

    Se ha interrumpido de nuevo, evidentementefastidiada por la curiosidad de aquel viejo cotilla.Y CARLOS insiste:

    Siga, siga.

    Es que No s Una mirada aANSELMO y otra a ALVARITO. A m, hablarde estas cosas tan ntimas delante de la gente

    CARLOS ya no se anda con indirectas:

    Pap, aqu no pintas nada, estoytrabajando.

    No, si ya admite ANSELMO,tragndose la humillacin. Y aprovecha parapedirle: Oye, que como tengo que ir al campo

  • con esos seores, necesito un poco de dinero porsi tengo que invitarlos a algo.

    Cunto? tuerce el gesto CARLOS.

    Cincuenta pesetas.

    CARLOS saca de un cajn de la mesa unbillete.

    Toma.

    Oye. Que son cincuenta.

    A CARLOS se le avinagra todava ms laexpresin, pero le da otro billete, y tranquiliza aBLANQUITA, que sigue haciendo visajes paramanifestar su incomodidad:

    Por Alvarito no se preocupe. Es mipasante. Y adems se va a casar con mi chica.Entonces, dice usted que don Ramiro

    Ese, se es el problema, que a ver cmo

  • demuestro yo ahora que el quiosco es mo

    ANSELMO vuelve al vestbuloresentidsimo:

    Perdone se disculpa ante el cliente queespera su turno. Es que est con una pelmaza.Una de esas vividoras que no saben lo que es laeducacin.

    No se preocupe, yo no tengo prisa.

    Es igual. De todas las maneras, ya le hedicho que est usted aqu y acepta un pitillo,para a rengln seguido franquearse: Gracias. Am no me gusta que defienda ciertos casos. Dondeest la educacin, que se quite todo.

    Eso es verdad.

    Entonces ya fumando, pega la hebra, entonces, dice usted que lo suyo es abuso deconfianza Algn empleo, supongo

  • Por ah anda la cosa.

    Llega desde el pasillo la voz de YOLANDA:

    Abuelo!

    Es mi nieta. Usted, siga, siga.

    Abuelo!

    Pues, nada. Que yo vengo a ver si su hijoencuentre la manera de Usted me comprende.

    Apartando la cortina que oculta el pasilloaparece YOLANDA, irritadsima:

    Pero, abuelo! Es que no me oyes?

    Qu pasa?

    Que ha llegado el seor Lucas, pesado,que eres un pesado!

    Ah, s, ya voy Y se justifica ante el

  • tipo del abuso de confianza. Bueno, usted me vaa perdonar. Es que voy de excursin con unosamigos Pero quede usted tranquilo, que mi hijoes un genio Como procurador, ya le digo,colosal

    Es hijo mo!

    2. PLAZA FINAL TRAYECTOAUTOBS

    Hace un soleado da de primavera.

    La plaza, todava sin urbanizar, est al bordede la ciudad.

    Frente a una parada de autobs, mediadocena de invlidos forman un corro con suscochecitos. Son PERICO, PEDRO, ARSENIO yPEPE, entre los treinta y los cuarenta aos, yJULITA y FAUSTINO, stos ms jvenes y novios

  • formales.

    JULITA peina a FAUSTINO impedidotambin de los brazos y los otros saludan laaparicin de LUCAS, que llega precediendo a unautobs de dos pisos:

    Menos mal, mira, ya est ah Nuvolari.

    Ya era hora, hombre!

    Estamos aqu desde las once!

    Yo ya tengo la boca seca!

    LUCAS, que llegaba lanzado, ha frenado mso menos espectacularmente:

    Perdonad. Es que he venido con ese amigomo del que os habl, y claro, me he retrasado.

    Pero, dnde est?

    En el autobs.

  • Y por qu no lo has trado t?

    No, si traerlo lo traa. Pero subiendo unacuesta se me cal el motor, y para no forzarlo le hedicho que cogiera el autobs.

    Miran todos hacia ANSELMO, que consombrero y sin abrigo, cargado con su paquete decomida, viene hacia ellos cruzando la plaza.

    Bueno, y ahora, qu hacemos con l?

    Mejor que lo lleves t, Arsenio proponeLUCAS. T motor es ms potente.

    Ni hablar! El motor lo tengo para correr,no para hacer de taxi!

    Hombre, por una vez interviene JULIA.

    Ni hablar! Que luego se aficiona! ytras echarle una mirada atravesada a ANSELMO,que ya llega agitando su sombrero, protesta:Adems, no anda? Pues que se vaya con los que

  • andan, leche!

    Quiz ANSELMO ha odo la ltima frase,pero no pierde su jovialidad:

    Buenos das, buenos das a todos! saluda cordial, derrochando sombrerazos.Ustedes me perdonarn, pero es que vena en elsegundo piso del autobs, y a m las escalerasY se presenta: Anselmo Proharn, servidorde todos ustedes.

    Ven, que te voy a presentar cortaLUCAS. Mira, aqu Julita, que es la prometidade ah, Faustino.

    Y ahora comenzamos con los cumplidossigue rezongando ARSENIO.

    ANSELMO, sorteando los cochecitos, llegahasta JULITA:

    Mucho gusto Y tras estrechar la manode la muchacha le ofrece la suya a FAUSTINO.

  • Servidor.

    FAUSTINO baja la mirada, avergonzando desu incapacidad para mover los brazos:

    No humilla la cabeza.

    No puede explica JULITA, connaturalidad. Y sigue presentando: Este esPerico.

    Mucho gusto Anselmo Proharn,servidor de usted

    ARSENIO, que es todo un carcter,interrumpe las cortesas del jubilado:

    Bueno, bueno, ya est bien de cumplidos,no perdamos el tiempo, que hasta el encinar hayuna tirada y no quiero comer a las tantas.

    S, hala, vmonos le apoya LUCAS,dndole a la palanca de arranque. Y le ordena aANSELMO: T sbete al coche de Arsenio.

  • Eso le anima la amable JULITA:Deme, deme el paquete, que ir ms cmodo.

    Muchas gracias, guapa le entrega elpaquete y le acaricia la mejilla. Qu parejita tanguapa.

    Venga, suba de una vez!

    ANSELMO sube a la trasera y se agarra alos hombros del irascible ARSENIO, quesbitamente se niega en redondo a llevarlo:

    No, no. Quteme las manos de encima.Oye, Lucas, yo no lo llevo, pesa mucho y me ponenervioso. Mira, que vaya con Pepe, que ademstiene asiento.

    El llamado PEPE, ms tolerante ycomprensivo, le invita:

    S, hombre. Suba, suba. Mejor que en unCadillac, ya lo ver.

  • Sentndose en una especie de repisa que elcochecito tiene en la parte trasera, ANSELMO leagradece:

    Muy amable. Pero se lo ruego, no corrausted mucho que

    Qu pasa? Tiene miedo?

    No. Miedo, no, qu va. Es precaucin.

    Los coches van arrancando y se alejancarretera adelante, mientras el cobrador delautobs echa a una familia que pretenda subir contodo su ajuar, colchones incluidos.

    3. ENCINAR

    Al fondo, lejana, la silueta de la ciudad.

    La pandilla de impedidos, tonificada por la

  • comida y las libaciones, destroza a coro yalegremente la letra y la msica de Tardes delRitz, interpretada al violn por uno de ellos:

    Ay, por favor,

    no me apriete ust as,

    ay, por favor, que me siento morir

    Tenga usted en cuentas que mira mam,

    y si se entera me va a regaar

    ANSELMO, feliz, hasta intenta bailar cogidoa JULITA, o mejor dicho, a su coche. El jubilosojubilado ha conquistado con su bonhoma a losinvlidos, que lo tratan ya como a un igual. Viendoque jadea, la risuea JULITA lo detiene:

    Pare, pare y le enjuga el sudor, queno est usted para estos trotes!

    Si no es cansancio, hija, si es de la misma

  • animacin

    Y corre hacia LUCAS, que, apartado deellos, haca malabarismos con tres manzanas:

    Ay, Lucas, aos hace que no pasaba unda como ste!

    Ya te he visto, ya, bailando como unapeonza!

    El tiempo que haca que no vea elcampo!

    Y t quieres que me quede en Madridtomando el sol contra una tapia Te das cuentade lo que es el coche?

    Ya veo, ya veo, tenis el campo en lamano abraza el paisaje con un gesto, y sigue,entusiasta. El aire puro, los rboles, laNaturaleza Una gran cosa el cochecito, ya locreo que s! y como si el vehculo fuera uncaballo, le da unas afectuosas palmaditas al

  • manillar.

    Uno de los motorizados le tiende uncatlogo:

    Don Anselmo, usted lo que tiene que haceres comprarse uno y unirse a la pandilla. Mire,mire, mire qu modelos.

    A ver, a ver.

    A usted le gusta el ftbol?

    Hombreee! ANSELMO ha sacado lasgafas para ver el catlogo.

    Nosotros somos socios del Real Madrid yvamos a todos los partidos. Y en primera fila,detrs de las porteras, que es donde mejor se ve.

    Lo malo son los balonazos se reLUCAS.

    Eso s. Pero hay que estar all, al pie del

  • can, animando a los jugadores!

    JULITA y FAUSTINO quieren seguircantando, y cortan la disertacin deportiva:

    Venga, a cantar!

    Y a ver si ahora nos sale mejor!

    Eso, eso! ANSELMO se olvida delcatlogo y corre a colocarse en el centro del grupo: Yo dirijo!

    Efectivamente, alza los brazos, y con elcatlogo enrollado como batuta da la entrada alcoro y al violn:

    Yo acostumbro todas las tardes, a merendaren el Hotel Ritz

    El viejo cupl impregna de una dulcemelancola el atardecer. Pero el intratableARSENIO, que estaba amodorrado, sale de susiesta tan protestn como siempre:

  • Ya est bien de msica, coo! A ver!Dnde esta el vino?

    No queda ni gota.

    Pues estamos apaados!

    Queris que nos acerquemos almerendero de Manolo? propone LUCAS.

    Eso, eso! Porque sin vino, no s qupintamos aqu.

    ANSELMO, encantado, se dispone a montaren el coche que lo ha trado y ofrece:

    Yo pago dos botellas!

    No, lo siento, pero ahora no le puedollevar lo rechaza PEPE, que se justifica: Elcamino est muy malo y si pincho

    Pero

  • Tiene razn Pepe interviene LUCAS,metiendo ya la marcha de su vehculo. Adems,es todo cuesta. Lo mejor es que te quedes aqu.

    Pero, cmo me voy quedar solo? pregunta desolado ANSELMO, devuelto tanbrutalmente a su triste condicin de peatn. Y lesuplica a JULITA: Dile que me lleve

    Pepe, hombre

    Que no, que con tanto peso pincho y mequedo tirado.

    Lucas, llvame t!

    Que no, que es mejor para ti que tequedes! T no te muevas, que luego te traemosvino fresco!

    Los cochecitos han ido arrancando yalejndose, insensibles todos a las splicas deANSELMO. El ltimo en hacerlo es el de JULITA,que antes debe atar al de su novio el cable con el

  • que lo remolca. La chica se disculpa:

    Lo siento, don Anselmo, pero ya ve, yotengo que remolcar a Faustino

    No, si te comprendo se resigna. Y selamenta: Pero a ver cmo vuelvo yo a pie

    Que no, hombre. Compramos el vino yvolvemos le asegura FAUSTINO, del que yatira JULITA.

    ANSELMO, personificacin del abandono yde la impotencia, ha quedado solo entre lasencinas. Tras unos instantes en los que es incapazde tomar cualquier tipo de decisin,maquinalmente, baja los ojos al catlogo que tenaen la mano. Saca lentamente las gafas. Y empieza ahojear las pginas del catlogo, llenas de modelosde cochecitos.

  • Bloque C

  • 1. CASA DE DON ANSELMO

    En el bao, ANSELMO, que se acaba dearreglar para salir a la calle, canturrea mientras sepone en los ojos unas gotas de colirio. Luegorecoge el catlogo de los cochecitos parainvlidos, y sale al pasillo. Pero retrocede para,hablando consigo, reprenderse:

    Mira, ya se me olvidaba cerrar la puerta

    La cierra y, sin dejar de canturrear, entra ensu cuarto en busca de la chaqueta. Mientras lohace, del dormitorio de su hijo CARLOS llegansus gemidos y la voz de su mujer:

    Ay!

    Cllate, hombre. Cmo te pones por uncatarro.

    Ay, ay! Pulmona, es pulmona

  • Por Dios, qu aprensivo eres.

    ANSELMO, ya con su chaqueta en lasmanos, va hacia el lugar de donde provienen losayes cerrando ventanas, que debe ser una de susmanas.

    Asuncin, la cataplasma, que se enfra elseorito!

    Enseguida va, seorita!

    Al pasar ANSELMO ante la puerta, se ve enla cocina a la criada, preparando la cataplasma, ya YOLANDA cebando a su novio ALVARITO,que come a dos carrillos:

    Te tuesto ms pan, amor?

    Hombre, claro. Pero no le quites la miga.

    Ponindose la chaqueta, ANSELMO entra enel dormitorio de su hijo; CARLOS yace en lacama, boca abajo, y MATILDE le da friegas en la

  • espalda:

    No, ah no! berrea el enfermo.

    Estate quieto, por favor.

    Cmo va eso hijo mo? pregunta elanciano sin ningn inters, mientras sigue hacia elfondo del dormitorio.

    Mal informa CARLOS, casiininteligible, porque tiene la boca pegada a laalmohada. Pulmona doble, pap.

    Mientras ANSELMO saca del armarioropero una caja de hojalata, un envase de dulce demembrillo, MATILDE habla con su marido:

    Si no te hubieras quitado la faja Que laprimavera es muy traidora, CARLOS.

    Pero, mujer, si hace calor Ayayay

    Con la caja en las manos, ANSELMO le

  • echa una mirada de conmiseracin:

    Qu juventud

    Y sentndose en el borde de la cama, buscaentre la bisutera que contiene la caja, que resultaser un joyero. Su nuera, sin interrumpir las friegas,le advierte:

    Un da, con esa mana de emperejilarte, telo van a robar todo en el metro.

    Para metro estoy yo

    La cataplasma! vuelve a pedirMATILDE.

    Desde la cocina que queda frente aldormitorio, y en la que YOLANDA sigueempapuzando a ALVARITO viene ASUNCINcon la cataplasma entre las manos. MATILDE lacoge y comprueba contra su mejilla que no estdemasiado caliente:

  • Trae. A ver.

    El catlogo de los cochecitos ha debidohacer germinar en la mente del jubilado una idea.No se atreve a hablar de ella francamente ante lossuyos, pero ponindose un anillo que saca deljoyero, dice alusivo:

    Voy a tener que hacer algo Las piernasme fallan una barbaridad.

    Naturalmente, nadie le hace caso. MATILDEle acaba de aplicar la famosa cataplasma a sumarido, que alla:

    Quema, quema!

    Aguanta, quejica.

    ANSELMO, que ha sacado de la caja unalfiler de corbata, amaga un desfallecimiento delas piernas al ponerse en pie, pero ni su muera nimucho menos su hijo lo advierten:

  • Vaya por Dios y le da el alfiler aMATILDE, para que se lo ponga. Me haces elfavor

    S. Trae MATILDE, prendindole elalfiler, aprovecha para preguntarle: Cundo levas a dar las alhajas de mam a la nena?

    Se las dar cuando mi pobre mujer lo dejdispuesto: cuando se case, cuando se case.

    Con lo que las lucira ahora que est en laedad!

    Aunque su nuera est muy dulce con l incluso le arregla la ropa y le hace una caricia,ANSELMO se aparta con un terminante:

    He dicho que no!

    CARLOS alza la cabeza:

    A dnde vas? le pregunta CARLOS.

  • A un entierro y vuelve a su labor dezapa: T a cuidarte, que para enfermo, bastanteestoy yo. No s, pero estas piernas me van a dar undisgusto.

    Tampoco ahora surte efecto la alusin a suspiernas.

    CARLOS, en cambio, se interesa vivamentepor el sepelio:

    Quin se ha muerto?

    Un compaero ANSELMO ya va haciala puerta. Un antiguo compaero del ministerio.

    Ah. Y aunque no tiene ni idea de quinsea el muerto, le indica: Deja mi tarjeta.

    S, desde luego.

    Est sonando el timbre de la puerta deentrada, y el procurador, mientras su padre saledel dormitorio, clama hacia la cocina:

  • Alvarito! Pero no oyes que estnllamando?

    El pasante se levanta de la mesa con laservilleta al cuello y la boca llena:

    Voy, voy Es que estaba desayunando, yclaro

    Siempre comiendo Anda, debe ser elSr. Iglesias. En cuando falto yo, aqu todo vamanga por hombro

    Olvdate del bufete por un momento cubre MATILDE a su marido, mirndolo, yacustate, pobrecito mo, que ests muy malito.

    ALVARITO alcanza a ANSELMO en elpasillo:

    Me deja pasar, don Anselmo?

    Pasa Oye inquiere el anciano, ya enel vestbulo. Los asuntos de mi hijo, cmo van?

  • Econmicamente, digo.

    Muy bien, muy bien, cada da mejor.

    S?

    Por qu lo dice?

    Nada, nada. Cosas mas.

    Ah, ya.

    ALVARITO abre la puerta y aparecen dosfrailes con sendas carteras de negocios.

    Buenos das saluda ALVARITO.

    Buenos das corresponden, untuosos,los frailes.

    Con permiso ANSELMO,despidindose del pasante, se cuela entre ellos:Adis, Alvarito.

  • Adis, adis.

    Est el seor procurador? pregunta unode los frailes.

    ALVARITO, receloso, plantea una cuestinde principio:

    Pero, se trata de un asunto profesional,del bufete quiero decir, o o es una cosa decaridad?

    El padre prior le explicar cede lapalabra a su superior uno de los religiosos.

    Profesional, un interdicto.

    Ah. Adelante, pasen! cambia de actitudALVARITO, que les cede el paso hacia el bufete. El seor Proharn est enfermo, pero yo soy supasante. De qu se trata, exactamente?

    Pues Ver usted. Resulta que lacomunidad

  • Sus palabras se pierden cuando entran albufete.

    2. CALLE TIENDAORTOPEDIA

  • ANSELMO no iba a un entierro. ANSELMO,que en los ltimos tiempos se ha visto abandonadopor el motorizado LUCAS, su amigo de toda lavida, ha concebido la idea de comprarse uncochecito, y tras dudarlo mucho se ha decidido ainteresarse por los precios. Pero ahora, ya all,ante la ortopedia editora del catlogo, no se atrevea entrar, y va y viene por la acera echando furtivasmiradas al escaparate y al interior de la tienda. Enestas idas y venidas le sorprende la salida de unhombre sin brazos, que con enorme naturalidadmonta en una moto acondicionada para que sujeteel manillar con los muones. Cuando el mutiladoarranca y se incorpora tan campante al trficorodado, el aspirante a impedido no lo duda ms yentra en la ortopedia.

    3. ORTOPEDIA

    En el mostrador de la siniestra tienda estsentado un nio al que toma medidas de una piernael ortopdico:

  • Veintids Y siete de aperturaArticulacin en acero inoxidable.

    Suena la campanilla de la puerta y entraANSELMO:

    Buenos das.

    Buenos das. Un momento, seor, queahora le atiendo saluda el ortopdico. Y lepregunta a su dependiente: Has tomado nota detodo?

    S. Ya est.

    Bien, entonces el ortopdico le hace unacaricia al nio y le dice a su padre, vuelva usteddentro de El da quince. Ver que todo ir bien.Adis, pequeo.

    Muchas gracias, don Hilario.

    Adis, adis.

  • El padre carga con el nio y el ortopdicolos acompaa hacia la puerta; al pasar le dice aANSELMO, que se ha sentado en un banco junto aun par de clientas de humilde aspecto:

    Un segundo y soy con usted.

    Jolines, don Hilario protestan lasclientas, que llevamos media hora esperandopara el braguero

    Sin hacerles ningn caso, el ortopdicodespide al padre del nio:

    Una cosa. La botita, se la pongo marrn onegra?

    Pues no s qu decirle Como no havenido mi seora

    Yo creo que marrn, porque negra para unnio hace un poco triste, no?

    Lo que usted diga don Hilario.

  • Y sale. El ortopdico, sin duda bienimpresionado por el aburguesado aspecto deANSELMO, vuelve a darle preferencia:

    Atienda a estas seoras ordena aldependiente. Y se inclina ante el jubilado. A sudisposicin, caballero, qu desea?

    S, buenos das

    Venga, venga le invita el ortopdico,llevndolo hacia el mostrador.

    S. Mire y a cuenta de la bata blancadel titular de la tienda, le concede el ttulo deMDICO. Mire usted, doctor

    Ver Yo tengo un hermano impedido yquera saber el precio de los coches

    Ah, muy bien, pase por aqu le cede elpaso hacia la trastienda, precisamente tenemosun modelo recin llegado.

  • Por aqu?

    Adelante, adelante. Ahora ver.

    No se moleste, yo

    Por Dios, no es molestia. Adelante.

    La tmida resistencia del anciano se debe asu temor a comprometerse:

    Es que mi hermano o sea, que no estimpedido del todo Y adems su hijo no parecemuy decidido.

    Comprendo. Bien, aqu tiene.

    ANSELMO le echa a las sillas una miradadesilusionada:

    Estas sillas?

    Mire este prototipo. Liviano, prctico, consu freno

  • Ya veo, ya. Pero estas sillas no tienenmotor el jubilado saca del bolsillo el catlogo. Y a m me han dado este catlogo.

    Ah, ya comprendo el ortopdico parecellevarse un alegrn. Entonces, su hermano hacevida normal

    A medias

    Pues venga usted por aqu.

    Vuelven a la tienda, en la que el dependientediscute con las dos clientas la calidad y el tamaodel braguero. El ortopdico ha cogido otrocatlogo del mostrador, y mostrndoselo aljubilado, se embala en el tono de un charlatn deferia:

    Le voy a ensear la ltima palabra de latcnica moderna. Esto s que es una verdaderarevolucin en vehculos para impedidos. Fjesequ maravilla. De construccin nacional, pero conlicencia americana. Vea. Ultramoderno,

  • aerodinmico.

    Aqu tiene el perfil, el alzado y la planta. Unartculo de total y absoluta garanta.

    Ya, ya trata de interrumpirleANSELMO: Pero yo slo quera saber losprecios; el hijo de mi hermano no est muydecidido, ya le digo

    Sin ningn compromiso, caballero. Y porel dinero

    Don Hilario

    Quien le interrumpe ahora es el padre delnio, que ha vuelto con una duda:

    S, diga.

    Ver. Es que como el nio tiene que hacerla primera comunin, a ver si es posible ponerle labotita blanca.

  • Faltara ms. Entonces yo tengo muchogusto en regalarle la botita al nio y le hace unacaricia a la criatura. Vers qu guapo vas aestar, angelito.

    Muchas gracias Don Hilario.

    Adis, adis y reanuda su monlogovolvindose hacia ANSELMO: Como le digo,por el dinero no se preocupe, mi profesin tienemucho de sacerdocio. Usted se lleva el catlogo yque lo vean en su casa. Y despus hablaremos.

    No, el precio Le repito que el precio noser un problema, nos arreglaremos. A m lo queme interesa es que ustedes vean el artculo. Lascosas hay que verlas, usted me comprende

    El precio insiste en vano el anciano.

    El modelo est sacado de uno que haninventado los americanos contina impertrritoel ortopdico. Mire, estos cochecitos se losregalaban a los mutilados de la ltima guerra

  • Ya, ya, pero

    y por eso son tan perfectos estosaparatos. Fjese bien, con ellos se puede jugarhasta al baloncesto!

    Don Hilario le interrumpe eldependiente, sealando hacia la calle, ah estel Rolls.

    Contentsimo con la noticia, el ortopdicolleva hacia la puerta a ANSELMO:

    Ha odo? Hasta en Rolls vienen a estacasa. Por favor, acompeme se lleva al viejohacia la calle. Esta seora es una marquesa, lamarquesa de bisbisea el ttulo, y luego sigue que tiene un hijo paraltico como su hermano,ms o menos, ahora lo ver Me ha encargado uncoche de lujo de dos plazas Permite.

    Y se adelanta para precipitarse hacia elespectacular Rolls Royce aparcado junto a la

  • acera.

    4. CALLE TIENDAORTOPEDIA

    Del asiento delantero se apean dos chferesuniformados, y el ortopdico abre la portezuelatrasera, obsequiossimo:

    Buenos das seora marquesa. Cmo estla seora marquesa?

    Bien responde, seca, la elegante seoraque comparte el asiento trasero con su hijo, un tipoque debe andar por los treinta aos, mentecato elpobre, adems de paraltico.

    Qu tal, don Vicente? el ortopdico lehace fiestas, como si se tratara de un nio, y saludaa uno de los dos chferes, un tipo gordo que sacadel coche una silla de ruedas plegable. Hola,lvarez.

  • VICENTE babea a su madre en su afn porbesarla, y ella lo aparta:

    Anda, anda, a tomar el sol.

    Mientras el llamado LVAREZ despliega lasilla, el ortopdico extrae del coche al invlido:

    Vamos a ver, don Vicente, arriba A veresas piernas Eso es Con cuidado

    ANSELMO, que sigue todas las operacionesmuy interesado, le echa una mano a LVAREZ,que le agradece:

    Muchsimas gracias.

    De nada.

    Y sujeta la silla mientras entre el ortopdicoy LVAREZ instalan en ella a VICENTE:

    Cuidado.

  • Yo sujeto.

    Muy amable.

    Ya est.

    Adis, hijo se despide la marquesa, sinasomar la cabeza.

    Don Vicente, dgale adis a su seoramam le anima el ortopdico. Un besito,chele un besito Adis, adis, seora marquesa.

    El chfer del Rolls cierra la portezuela, y lamarquesa se despide:

    Adis. Y dese prisa con el coche.

    No faltaba ms seora marquesa alortopdico no le falta ms que echarse al suelo.Yo le doy mi palabra de honor que el coche estarlo antes posible. Si ha habido alguna demora, yasabe la seora marquesa que no ha sido culpanuestra

  • Vmonos ordena la marquesa.

    El automvil arranca, pero el ortopdicosigue despidindose:

    El retraso es imputable nicamente a lafbrica Adis seora marquesa Siempre a susrdenes.

    Adis, seora marquesa levanta lagorra de su uniforme LVAREZ.

    A sus pies, seora se destocaANSELMO, para no ser menos.

    Adis, adis persigue el ortopdico alRolls dando unos pasos.

    El automvil se aleja, y LVAREZ se dejade cortesas y se encara con el ortopdico:

    Bueno, qu hay del coche? Nada, comosiempre!

  • Hombre, lvarez Ya le he dicho a laseora marquesa que es cuestin de das.

    Es que ya est bien de dar largas! Porquellevamos

    Un momento, le voy a presentar echabalones fuera el ortopdico: mire, este seortiene un hermano paraltico y

    Anselmo Proharn se presenta eljubilado.

    Mucho gusto le estrecha la manoLVAREZ, encantado de saludarle. Paralticoparcial o total?

    Cmo dice?

    Me refiero a su hermano.

    Ah, ya. No, es que le fallan las piernas.

    Mire, don Anselmo el ortopdico ya se

  • ha quedado con su nombre, ste es donVicente Don Vicente, mire, aqu don Anselmo

    Mucho gusto, seor marqus.

    VICENTE parece que tampoco puede hablar,pero retorcindose en la silla consigue estrechar lamano del anciano mientras LVAREZ vuelve aenfrentarse con el ortopdico:

    Bueno, don Hilario, a ver si nosentendemos. Cundo va a estar el coche?

    Pronto, lvarez, pronto

    Le dije que lo necesitaba urgentemente,pero hace dos meses que hicimos el encargo, yestamos como el primer da levanta una pierna,mostrndole la bota alta del uniforme aANSELMO: Con los callos y todo el santo dadetrs de la silla

    Mire, lvarez. Yo el coche lo hereclamado veinte veces. Vaya usted a la fbrica

  • y e insiste, encantado, de matar dos pjarosde un tiro. Eso, vaya a la fbrica, y de paso mehace el favor de acompaar aqu, al seorProharn, que quiere ver un modelo.

    No, si lo mo no es urgente trata deaclarar.

    Mire, se lo advierto. Yo voy a la fbrica,pero armo el escndalo! amenaza LVAREZ,girando ya la silla.

    De acuerdo, arme lo que quiera.

    Es que usted no me conoce a m

    Vaya con l anima el ortopdico aANSELMO, que ha quedado entre ambos, indeciso. Vea, vea el modelo y luego decida.

    Vamos le invita LVAREZ expansivo,y el viejo jubilado dejndose llevar. Entonces,usted tambin tiene encargado un coche?

  • No, no, yo slo quera saber los precios.Para mi hermano

    Ah, ya Le advierto que don Hilariotrabaja muy bien. Es un informal, pero en lo suyoel mejor de Espaa.

    Ya.

    El nuestro es de dos plazas, potente,vamos como un automvil

    El ortopdico los segua con la mirada,aguzando la oreja para escuchar su dilogo. Perosale el dependiente:

    Don Hilario, al telfono.

    Informal yo Habrase visto

    Y entra, mientras LVAREZ y ANSELMOse alejan empujando la silla.

  • Bloque D

  • 1. CASA DE DON ANSELMO

    Primeras horas de la maana.

    ANSELMO, en pijama, hojea su catlogosentado en el borde de su carpa. Alguien da unosgolpes en la puerta:

    Un momento! esconde bajo laalmohada el catlogo.

    Soy yo, don Anselmo dice desde elpasillo ALVARITO.

    Entra! autoriza el viejo, y comienza agemir tocndose las piernas: Ay Ay

    ALVARITO irrumpe en el dormitorio muyvestido de sport, con unas caas de pescar. Seextraa al ver al abuelo de su novia en pijama:

  • Pero, qu le pasa? No viene a la sierra?

    Si ya os lo haba advertido! Mis piernas!

    Pues mire qu cebo le haba preparado se sienta junto a l y le muestra las lombrices quetiene en un bote. Vivitas y coleando.

    Ya lo siento, Alvarito. Pero yo acabocomo Lucas, ya lo veris

    CARLOS, que tambin viene vestido deexcursionista, trae un bastn en la mano:

    No digas tonteras, pap, eso es el cambiode tiempo le da el bastn. Toma, se lo hemospedido a los del segundo.

    Su padre lo coge, escptico:

    Trae. Pero esto y nada

    No se acostumbre al bastn le aconsejaALVARITO. Una ta ma

  • Bastn? A lo que voy a tener queacostumbrarme es a la silla de ruedas

    Aparecen MATILDE y YOLANDA, tambinde campo, cargadas con la comida:

    Ya podis ir bajando esto al coche ordena MATILDE. E increpa speramente a susuegro: Qu pesado te ests poniendo con lasilla de ruedas.

    CARLOS ni siquiera lo comenta; probandoel tiento de una de las caas de pescar, le dice a supasante:

    Nada. No me gustan. Poco flexibles.

    Es que no haba otras se justificaALVARITO. Pruebe a ver si con este aparejo leva mejor. Yo creo que s, no?

    Con permiso quien entra ahora es lamadre del pasante.

  • Adelante, adelante.

    Pasa, pasa, mam y ALVARITO leinforma al viejo: Es mi mam.

    Todos los esfuerzos de ANSELMO pordespertar la piedad de su familia resultan vanos:

  • las mujeres se saludan besuquendose, y elprocurador y su pasante, que no tienen ni idea depesca, hablan de las caas como si fueran unosexpertos. Finalmente, la madre de ALVARITO seinteresa:

    Pero, no viene el abuelo?

    Quin es? pregunta el viejo, como sisus dolores le hubieran impedido enterarse de sullegada.

    Es mi mam.

    Mire, mire que tarta he preparado labuena seora le muestra el dulce.

    Ah, s No, muchas gracias. Lo siento,pero con mis piernas

    Como la ensima referencia a miembrosinferiores tampoco provoca el inters de losreunidos, el anciano levanta la voz para que looigan todos:

  • Me quedo invalido, invalido como elpobre Lucas!

    Es intil, los excursionistas, sin hacerlecaso, se van hacia la puerta. ANSELMO retiene aALVARITO:

    Oye, qu dices que le pas a esa ta tuya?

    Nada. Que se acostumbr al bastn y letuvieron que cortar la pierna por aqu sealasobre el muslo del viejo.

    Quita, hombre, qu barbaridad

    Venga, un beso, abuelo se despideYOLANDITA, que esperaba a su novio.

    Adis, hija, adis la besa, y aprovechapara doblar las rodillas, amagando una cada:Ay, de m

    Tienes razn, lo mejor es que te quedes enla cama le aconseja YOLANDA, en absoluto

  • impresionada. Mira, lee el Blanco y Negro, quete lo he trado.

    No, no s si voy a poder

    Anda, vamos, amor. Que se mejore, donAnselmo.

    Adis, hijo.

    Apenas queda a solas, el anciano cambia deactitud:

    Menos mal que se han ido! deja defluir, saca de debajo de la cama el catlogo yarroja el bastn con rabia. Bastn!

    Bah!

    Asomndose al pasillo se cerciora de quelos excursionistas ya han salido del piso, y vuelvea sentarse en la cama a estudiar el catlogo. Pocodespus por el balcn abierto le llegan las vocesde los suyos, que han llegado a la calle. Se

  • levanta, y desde el balcn los ve montar,CARLOS, MATILDE y la madre del pasante en unseiscientos, ALVARITO y YOLANDA en unavespa. Apenas arrancan, el anciano recoge elbastn y sale de su dormitorio en busca de lacriada:

    Asuncin Asuncin

    Eeeeh!

    La chica limpiaba la baera:

    Qu bicho le he picado ahora?

    Oye, Asuncin

    Ande, que buena me la ha hecho ustedquedndose en la cama.

    Para un da que tengo libre!

    Que no, que voy a salir Pero luego no selo digas a ellos.

  • ASUNCIN cambia de tono inmediatamente:

    Ah, bueno Ver, es que como yo creaque se iban todos a la sierra, le haba dicho a unprimo mo que est abajo que subiera a comerconmigo

    A m no me metas en alcahueteras!

    Ya. Y usted a m, s? Muy bonito. Ypropone, conciliadora: Hacemos un trato. Ledigo que suba, verdad?

    Yo me inhibo, yo no quiero saber nada!el anciano trata de eludir el compromiso. Pero arengln seguido acepta tcitamente: Oye, que nole vea la portera, porque como le vea sedescubrir el pastel.

    No se preocupe, ya me las apaar yo.

    Bien. Treme el traje nuevo.

    Ahora mismo. Y adems, se lo plancho.

  • Bueno, pero de prisa, que me estnesperando.

    2. ESCALINATA MUSEO DELPRADO

    En la entrada del Museo, el habitual movimientode turistas.

    Al pie de la escalinata, Faustino, elimpedido de piernas y brazos que ANSELMOconoci el da que LUCAS lo llev al campo, segana la vida con un puestecito de tarjetas postales,carteles de toros y guas. VICENTE, el hijo de lamarquesa, se est comiendo un bocadillo, peroquiere una barra de chocolate.

    Chochotate Chochotate

    Tienes dinero?

  • S Hiii Hiii Vicente le indica elbolsillo superior de su chaqueta al nio que sirvede secretario a Faustino.

    El nio le saca del bolsillo unos billetes y lepregunta a FAUSTINO:

    Cunto?

    Un duro.

    El nio separa un billete de cinco pesetas, yconsidera la posibilidad de quedarse con algo.Pero en lo que se refiere al dinero, parece queVICENTE no tiene nada de subnormal:

    No No Hiii, hiii farfulla,sealando su bolsillo. Y una vez a buen recaudo sucapital, hasta le gasta una bronca al nio: le ofreceel chocolate, y cuando lo va a coger, lo retirarindose. Ji Ji Ji

    Anda, dile a Julita que te d el pauelo le pide FAUSTINO al nio.

  • JULITA est junto a un banco en el que sehan sentado LVAREZ de paisano ycomindose otro bocadillo y ANSELMO, aquien la invlida le est haciendo un retrato:

    Mire, don Anselmo, yo no vuelvo por laortopedia porque me da una vergenza horrible.He tratado de disculparle a usted por todos losmedios, usted ya sabe cmo soy. Pero tiene quereconocer que don Hilario tiene razn.

    Por qu?

    Hombre, porque si usted le encarga elcoche, y luego no va a verlo siquiera

    Yo, en firme, no le he encargado nada.

    Julita, que me des el pauelo.

    Toma le da el pauelo y le pide aljubilado: No se mueva, don Anselmo, que estsaliendo muy bien.

  • LVAREZ se dispone a tomarse una Coca-cola con una pajita. E insiste en su punto de vista:

    Es igual. Los hombres tienen que tenerpalabra.

    De acuerdo. Pero si mi hermano no quieresaber nada, a ver

    Bueno, bueno Yo lo que le digo es queall est el coche esperndole.

    Puede ms en el jubilado la curiosidad quela prudencia:

    Y, qu tal es, usted que lo ha visto?

    Fenmeno. Ojal fuera el nuestro igual!

    No s, no s A ver si un da de estos mepaso por all para darle a ese hombre unaexplicacin

    Eso est bien.

  • LVAREZ coge el cuadro:

    A ver cmo va eso.

    Un par de toques y lo termino.

    Muy moderno. Y adems se le parece.Eh?

    Se lo ofrece al anciano, que tiene la cabezaen otra parte y ni siquiera lo mira:

    Y dice usted que el coche est bien?

    Una preciosidad. No hay otro en Madrid.El seorito Vicente, que se crey que era elnuestro, se puso a dar saltos en cuanto lo vio ledevuelve el cuadro a JULITA: Venga, firma ya,que nosotros tenemos prisa.

    lvarez, mira ste, lo que est haciendo!

    Es Faustino quien reclama a LVAREZ paraque calme a Vicente, que est haciendo un

  • estropicio en el puesto de souvenirs. LVAREZ lepasa el bocadillo a ANSELMO y se levanta:

    Sostenga Ay, Dios mo Si no fuerapor el cario que le tengo a este idiota

    VICENTE, chillando, seala una gua de lasque hay en el puesto:

    ibro, ibro!

    A ver interviene LVAREZ. Le tengodicho que las cosas no se tocan, que tienenmicrobios. Qu quiere?

    ibro, m m!

    Una gua? Y para qu quiere usted lagua y el plano de Madrid?

    M! M! bota en su silla VICENTE.

    Est bien. Cunto cuesta, Faustino?

  • Cuarenta pesetas.

    Y el de ustedes, cundo se lo entregan?pregunta ANSELMO, cada loco con su tema.

    Esta misma semana vuelve LVAREZhacia el banco, mirando al cielo. Huyuyuy, param que va a llover. Venga, est el retrato?

    JULITA ya lo ha firmado y se lo pasa alretratado. Que ahora s lo acepta, encantado de lavida:

    A ver, a ver Muy bonito! Estupendo!Muchas gracias, Julita!

    Pseme el bocadillo le pide LVAREZ.Y le urge: Hala, vamos.

    No, no, no se resiste el viejo. Noconozco a los padres de don Vicente.

    Pero, no le he dicho que no haycompromiso? Usted se viene a comer con nosotros

  • porque don Vicente le invita con mucho gusto y yaest. No te parece, Julita?

    Anmese, don Anselmo, hombre

    No s, no s Es que me sentir violento,no lo puedo remediar

    Mire, donde comen trescientos comentrescientos uno

    Adems, as me hace compaa a m, qucaray

    Bueno, bueno se levanta ANSELMO, yaconvencido.

    Ver qu banquete! Imagnese, la seoramarquesa da una fiesta por todo lo alto Hantenido una cacera y

    LVAREZ deja la frase en el aire paraacudir en socorro de su seorito, que ahora chillaasustado:

  • Lo chino! Lo chino!

    Se refiere a unos japoneses que estndesembarcando de un autocar. El pacienteLVAREZ lo calma:

    Tranquilo, don Vicente Que los chinosno hacen nada Y le explica al jubilado: Esque le tiene pnico a los comunistas.

    Como su madre, claro.

    Y se comprende.

    Empuje usted un poco, mientras metermino el bocadillo.

    Con mucho gusto, seor lvarez.

    El ayudante de FAUSTINO est acercando aJULITA, que se apiada, viendo alejarse al tro:

    Has visto, Faustino? Ese pobre donVicente, hijo nico, cargado de millones, y verse

  • as.

    En la vida no se puede tener todo filosofa a su vez el infeliz Faustino, que ni siquieraes capaz de limpiarse los mocos por s solo.

    3. COCINAS PALACIO DEDON VICENTE

    Unas cocinas enormes, con mucho movimiento decocineros, pinches, camareros y limpiadoras.

    En un rincn y en mangas de camisa,LVAREZ y ANSELMO se estn dando unbanquetazo. Su anfitrin, VICENTE, toma caf yleche con pan.

    Ah, no, yo, si hay marisco, slo comomarisco LVAREZ est comiendo langosta.Por el fsforo, usted comprende.

  • Huela, don Anselmo. Esto es como comerseel mar!

    Ya, ya Pero no puedo ms Qucomida! Nunca en mi vida he comido as y sevuelve hacia Vicente: Don Vicente, no s comoagradecerle esta invitacin

    Pero el invlido est reclamndole a unpinche:

    La gosta! La gosta!

    Se lo dije responde LVAREZ por suseorito: donde comen trescientos comentrescientos uno. Hala le rellena el vaso, lepongo otro chupito, y se termina usted el venado.

    El pinche, cansado de or los gritos deVICENTE, le trae una langosta viva, y elmentecato, sin que nadie se ocupe de l, empieza aacariciarla y a besarla como si fuera un animaldomstico.

  • Cmo come esta gente! pondera elatiborrado invitado.

    Hombre, a ver En cambio aqu, donVicente, ya lo ve: a caf con leche.

    Pobrecito.

    Es que no digiere otra cosa y al advertirlos manejos de VICENTE con el crustceo, tratade quitrselo: Deje la langosta, hombre deDios Ea, a comerse las sopas.

    No No gime VICENTE. Ylloriquea: Igo mam, igo mam!

    A su madre usted no le dice nada, porquelo capo.

    Cruza un camarero, que le ofrece aLVAREZ los restos de un faisn que lleva en labandeja:

    Un trocito, seor lvarez?

  • No, no.

    Y usted? le ofrece a ANSELMO.

    No, no, gracias.

    Pues a la seora marquesa le ha gustadomucho.

    Y a m que me importa que le guste a laseora marquesa!

    El exabrupto de LVAREZ est motivadopor un nuevo capricho de VICENTE, que trata decoger el faisn al grito de:

    Mo, mo!

    Quieto! Usted a comer las sopas! ycomenta hacia ANSELMO: Este, ya lo ve usted,lo mismo que una criatura

    Un poquito de jamn? ofrece el chiefpresentando una bandeja.

  • Yo paso de esas cosas rechazaLVAREZ. Prubelo, don Anselmo, es unaespecialidad del chief.

    Si no puedo, de verdad se justifica eljubilado. Estoy lleno, lleno

    VICENTE, en cambio, coge el jamn apuados, y metindoselos en la boca exige:

    Yo quero afetar afetar como pap.

    Lo ha odo? Ahora se quiere afeitar selevanta LVAREZ. Nosotros, como loqueremos, a veces no nos damos cuenta, pero stees un anormal, de verdad.

    Una lstima, tan listo como parece secompadece ANSELMO.

    Hay que darle todos los caprichos LVAREZ conecta una mquina de afeitarelctrica, si no, este granuja se lo dice a sumadre. Este, de tonto no tiene un pelo.

  • Est afeitando LVAREZ a su seoritocuando se presenta el mayordomo de la casa; vienea presentarle sus respetos a LVAREZ, que alparecer tiene ciertas prerrogativas como chferparticular de VICENTE:

    Buenas tardes, lvarez.

    Es el mayordomo se lo presenta aANSELMO. El amo del palacio.

    Mucho gusto.

    Oye, pichi le dice confianzudoLVAREZ. Mira a ver si nos traes unos puritos.

    Faltara ms. Voy a ver lo que encuentro.

    Me burro me burro! gime DONVICENTE. Quero jugar a motos!

    A callar! pero le ruega al jubilado.Ande, don Anselmo, termine, que ste se aburre yhay que sacarlo a la calle.

  • Ya estoy, ya

    Es como un nio de pecho, ya le digo.

    ANSELMO se levanta de la mesa con lacorbata, el chaleco y el cinturn sueltos, y quiz unpoco bebido, porque despus de ponerse lachaqueta hasta se permite pellizcar los mofletesdel invlido:

    Huy, qu cosa ms rica!

    LVAREZ, con la suya bajo el brazo,empuja la silla:

    Hale, a la calle. Y como nos d guerra adon Anselmo y a m, lo llevamos al mdico paraque le pinche.

    Justo en el momento en que estn pasandofrente a un interfono, de ste sale la voz de lamarquesa:

    lvarez! Quiero hablar con lvarez!

  • Dgame la seora marquesa se cuadraLVAREZ, y ANSELMO se destocarespetuosamente.

    Ha comido don Vicente?

    S, seora marquesa.

    Van a salir?

    Mam, mam bota en la sillaVICENTE, he mido choizo!

    Calla! le ordena en voz contenidaLVAREZ. Y sigue hacia el interfono: Cmono, seora marquesa. Hace una tarde esplndida.

    Abrguelo, de todas las maneras. Y no losuba, que estoy con los invitados.

    Como ordene la seora marquesa.

    El mayordomo los alcanza cuando ya seacercan a la puerta:

  • Aqu estn los puros!

    Hombre! se permite censurarleLVAREZ, cuyo puesto de chfer particular delinvlido le otorga ciertas prerrogativas. Podashaberlos trado en una bandeja

    Vamos, digo yo.

    Como hay confianza.

    Tenga LVAREZ le da un habano alchief.

    Gracias, hombre.

    Don Anselmo, ah va un Montecristo.

    Usted me abruma, lvarez

    Un uro, un uro m! exigeVICENTE.

    Para qu diantres quiere usted un puro?

  • Esto es para hombres.

    Usted a jugar a las motos y antes deabandonar la cocina, LVAREZ cae en la cuentade que su invitado no ha tomado postre: Quiereun zumo de naranja, unos fresones?

    No, no, si no puedo ms.

    Entonces, vmonos, que ste nos va aarmar un escndalo.

    Y reanudan la marcha, porque VICENTE,siempre con la langosta en las manos, exige.

    Calle, calle!

    Entonces, le ha gustado la comida?

    Mucho! Horrores! Tremenda!

    Premio Nobel, nuestro cocinero.

    Ya lo creo. Brbaro!

  • 4. JARDN PALACIO DE DONVICENTE

    Han salido al jardn, y LVAREZ advierteque VICENTE todava lleva la langosta:

    Vaya por Dios Deme ese bicho.

    No! Mo! Mo! proclama VICENTE,y la acaricia.

    Pero, usted se cree que se puede salir depaseo con una langosta?

    Ma! Ma! insiste el invalido, besandoel caparazn.

    Con los vapores de la digestin, y puesto adarle coba al invlido, ANSELMO se pasa:

    S, s. Suya, suya! La langosta es unanimal muy carioso

  • Muy carioso, y muy inteligente! Yo domuna, no le digo ms

    LVAREZ, mientras tanto, ha llamado a uncriado para que se lleve el crustceo a la cocina.Luego, echando a andar hacia la calle, le hace unacaricia a su seorito, que lloriquea con una de lasantenas de la langosta en la mano:

    Jodo idiota Pero se hace querer.

    Ya lo creo. Una alma de Dios.

    S, pero menudo suplicio. Ya ve, ahoranos va a tener toda la tarde detrs de la silla.Bueno, menos mal que podemos ir charlando

    ANSELMO, pasndole un brazo por loshombros, se solidariza incondicionalmente:

    Yo encantado, lvarez, considreme unamigo Pero de pronto se lamenta: Lo maloes que cuando tengan ustedes el coche con motor,se irn con los otros, como Lucas Y yo me

  • volver a quedar solo!

    Todo se arreglar, hombre.

    Qu se va a arreglar niega fatalista elviejo.

    LVAREZ trata de disipar su tristeza:

    Mire que tarde ms hermosa! Usted loque tiene que hacer es convencer a su hermano deque compre el coche ha soltado la silla paraencender el puro, y ANSELMO tiene que correrpara sujetarla, pues se deslizaba cuesta abajo. Omejor, que le hagan uno de dos plazas, como elnuestro Imagnese, saldramos todos los dasjuntos Y los domingos

  • Bloque E

  • 1. PASEO DE COCHES EN ELPARQUE DEL RETIRO

    Maana de un domingo, ya de cara al verano.

    El ambiente recuerda el de un gran premioautomovilstico, o por lo menos, el de un rallyprovincial. Hay polica, sealizaciones, camionesde la CAMPSA, cronometradores, ambulancias,etc., etc., y en los alrededores de la tribuna desalida se amontona la gente. Pero lo que se estcelebrando all, como reza la gran pancarta quecruza la lnea de meta, es la

    PRIMERA COMPETICIN MUNDIAL DEMOTORISMO PARA INVLIDOS

  • Cuando ANSELMO, que sin duda se haenterado del evento, llega al Retiro, en losalrededores de la meta reina una gran confusin:los impacientes conductores no respetan categorasni cilindradas, y los organizadores se ven negrospara poner orden en aquel barullo. El jubiladoentra en el enjambre de cochecitos sin que nadie le

  • llame la atencin al fin y al cabo es uno deellos, aunque por el momento slo en potencia yno tarda en descubrir la voluminosa humanidad deLVAREZ, que charla con uno de losparticipantes:

    lvarez! grita el viejo, corriendo hacial.

    Caramba! Mire, seor Lucas, ah vienedon Anselmo.

    El respaldo de su coche le haba impedido aljubilado identificar a su amigo, y ahora se abrazancariosamente:

    Lucas!

    Anselmo!

    Pero ANSELMO le ve el dorsal, vasa participar?

    Pues claro! Se han empeado stos y

  • aqu me tienes, de piloto!

    Qu to!

    Por qu te extraa tanto, si esto es lomo?

    Hombre, es que no saba nada

    Claro, como hace tanto tiempo que no nosvemos, que no s dnde te metes!

    Qu ms quisiera yo, que verte! Perocomo te vas con estos

    Y abarca con un gesto a los motorizados.LVAREZ corta las efusiones de los dosancianos:

    Seor Lucas, mejor que vaya a repostar,que estn dando la ltima vuelta los pequeos y leva a tocar a usted enseguida.

    Ah, s, tienes razn

  • Como el seor Lucas le eche valor comenta LVAREZ, convencidsimo, con elcoche que lleva gana en su categora, seguro.

    Valor? En cuanto den la salida yo melanzo a tumba abierta, vais a ver.

    No, eso tampoco, Lucas le recomiendaANSELMO, una cosa es divertirse y otra hacerlocuras

    No puede seguir, porque el ortopdico, queacaba de verlo, se abate sobre l como un halcn:

    Buenos das le saluda, muy seco.

    Ah, buenos das, don Hilario

    Seor Proharn, perdneme, pero sta noes manera de proceder.

    No, si usted me lo permite, yo le explicarel pobre hombre est avergonzadsimo. Ver,es que

  • A m no me explique nada. Yo tengo elcoche a su disposicin, y eso es lo nico queimporta. Venga por aqu.

    A dnde? el jubilado, escoltado porLVAREZ, sigue al ortopdico:

    A ver el coche.

    Pero, lo ha trado?

    Naturalmente. Y ya lo tengo mediovendido. Pero si a usted le sigue interesando, yoanulo la operacin.

    Pero el caso es que mi hermano

    Yo a su hermano no lo conozco. Ah lotiene.

    El coche, nuevo, flamante, responde a todoslos elogios que de l hizo el ortopdico. Elpresunto cliente, deslumbrado, suplica ms quepregunta:

  • Puedo?

    Cmo no. Monte, monte.

    La satisfaccin del presunto cliente alsentarse en el coche y agarrarse al manillar lopone al borde del orgasmo. Y el ortopdico entraen sospechas:

    Pero, hablemos claro, el coche es para suhermano o no es para su hermano? Porque yo ya noentiendo este lo.

    Para un sobrino intenta aclararLVAREZ. Pero su padre, o sea, el hermano deaqu

    No, no le hace callar ANSELMO. Yhaciendo un acopio de valor, confiesa: Laverdad, el coche era para un servidor.

    No me diga! se alboroza LVAREZ, aquien la revelacin le parece de lo ms racional.Y le estrecha la mano: Que sea enhorabuena,

  • ahora podremos salir juntos!

    Tampoco el ortopdico tiene nada queobjetar. Al contrario, muy profesional, se interesaen el tono del especialista:

    A ver, a ver. Qu le pasa?

    Las piernas, don Hilario clama elanciano, que ya se ha credo sus propias mentiras, que me fallan las piernas!

    Ah, las piernas. No me diga ms seinclina, se las palpa, y le invita: Venga ustedconmigo, le voy a hacer un reconocimiento deurgencia Aqu mismo, en la ambulancia

    Puede ser algo serio, y estas cosas es mejorno dejarlas.

    El anciano se deja llevar dcilmente hacia laambulancia:

    Es que el mdico explica me ha

  • dicho extraoficialmente, claro me ha dichoque los cochecitos anquilosan las piernas.

    Con cuidado, don Anselmo le ayuda elortopdico a subir a la ambulancia y a tenderse enla camilla. As, despacito

    Eso es Est usted cmodo?

    Comodsimo.

    As que el mdico le ha dicho que si secompra un cochecito se le anquilosan laspiernas

    Bueno, extraoficialmente.

    Esos mdicos! Como no rajen de arriba aabajo! Me permite que le vea un momento, as,por encima, un examen rpido?

    S, seor, cmo no. Me quito el pantaln?

    No es necesario.

  • El ortopdico le levanta el pantaln hasta larodilla, le baja el calcetn, le palpa los msculosy, con una cara dura impresionante, vadiagnosticando:

    Vamos a ver Necrosis Tejido secoFalta de circulacin

    No es por alarmarle, pero se le puedeproducir una gangrena seca.

    Si ya lo deca yo! exclama el paciente,ms contento que asustado. Pero ese hijomo!

    Pero, usted el ortopdico le sube elcalcetn y le baja el pantaln, no es el paterfamilias?

    Yo que voy a ser! se lamentaANSELMO. Yo soy un desgraciado confamilia!

    Sacndolo de la ambulancia, el maquiavlico

  • ortopdico lo consuela:

    Don Anselmo, no se preocupe, que esto selo arreglo yo en un santiamn Despacio,despacio, cuidado con esas piernas

    As Venga, venga conmigo.

    A dnde?

    Al coche. Quiero hacerle unademostracin.

    Ah, s

    ANSELMO segua al ortopdico, pero ve aLUCAS, que ya est en la lnea de salida:

    Un momento, don Hilario y se pega unbrioso trote para llegar hasta su amigo: Lucas!Lucas!

    Dnde te habas metido?

  • Ay, qu envidia me das Oye una cosa

    Perdona, ahora no puedo atenderte, van adar la salida.

    Qu tengo que hablarte, Lucas!

    Qu es lo que quieres?

    Importantsimo. Vers Resulta que

    No, no Ahora lo importante es lacarrera y haciendo rugir su motor, LUCAS selo quita de encima: Fuera, fuera, que voy!

    El juez ha dado la salida, los cochesarrancan y ANSELMO todava le grita:

    Ten cuidado! Y luego hablamos!

    El ortopdico permite a ANSELMO seguir lacarrera durante un momento, y luego, echndole unbrazo por los hombros, lo aparta de la tribunahablndole muy persuasivo:

  • Vamos, don Anselmo. Por aqu. Supongoque usted recordar lo que le dije, no?

    El qu?

    Que mi profesin es un sacerdocio. O sea,que yo hablo siempre con el corazn en la mano yen el exclusivo beneficio de mis clientes. En estecaso, de usted.

    Muchas gracias, don Hilario.

    Que se le anquilosan las piernas? Mejor!Si el ao dos mil nadie va a utilizarlas, salvo losfutbolistas, naturalmente! Todo el mundo encoche, todos motorizados, que es mucho mscmodo!

    Han regresado al punto en que est aparcadoel cochecito.

    En l est sentado el dependiente de laortopedia, y su jefe lo echa:

  • Fuera, fuera del coche del seorProharn!

    No, si yo todava no trata de nocomprometerse el viejo, la verdad es que sindemasiado calor.

    Sintese, don Anselmo lo instala en elcochecito con grandes mimos. Y le ordena a unaprendiz de mecnico: T, venga, ponlo enmarcha y sube detrs.

    ANSELMO no da crdito a sus odos:

    Entonces deduce, ilusionado voy a ira motor?

    Naturalmente! Ahora va a saber usted deverdad lo que es esta maravilla!

    Ya est petardeando el motor, y el aprendizmonta tras ANSELMO, para ensearle el manejode los mandos. El ortopdico, que se ha subido aun automvil, se pone a su altura, la cabeza fuera

  • de la ventanilla:

    Se siente cmodo?

    Comodsimo!

    Pues arreando!

    Automvil y cochecito arrancan alejndosede la pequea multitud por el amplio paseo, enesta zona desierto, y el ortopdico y su clientecambian impresiones:

    Qu me dice?

    Fantstico! Qu sensacin de velocidad!

    Djale, djale que gue a don Anselmo!

    Es que no tengo prctica

    Pero si es sencillsimo! Est hecho paraparalticos!

  • Ya, ya, pero

    Acelere sin miedo, hombre!

    Y ANSELMO, atendiendo la indicacin desu copiloto, gira el mando, disfrutando como unnio del cochecito tanto tiempo soado:

    Ha visto cmo se embala?

    Portentoso!

    Entonces, se queda con l?

    Hombre yo encantado! Pero, cmolo pago?

    El ortopdico, medio cuerpo fuera de laventanilla del automvil, dispara sus condiciones:

    Por eso no se preocupe! Una pequeaentrega inicial, luego unas letras escalonadas, y elcoche es completamente suyo!

  • S, pero mi hijo

    Su hijo, nada! Usted colquelo ante elhecho consumado! Y luego, a gozar de la vida!

    Y, con mucha astucia, deja que el cochecitolo rebase y se aleje. ANSELMO ve ante s elancho mundo enteramente a su disposicin, y seacongoja. Tanta es su felicidad.

  • 2. ESCALERAS CASA DE DONANSELMO

    ANSELMO llega a su casa.

    Al salir del ascensor, ya trae entre ceja yceja un plan que va a poner en prcticainmediatamente. Despus de cerciorarse de quenadie baja ni sube, limpia un poco el polvo delrellano, y se tiende en el suelo, cerca de la puertade su piso. Cuando est buscando la convincentepostura de quien ha sufrido una cada por culpa dela debilidad de sus piernas, alguien grita abajo:

    Ascensor! Las puertas!

    Porque se las ha dejado abiertas. Por unmomento piensa en levantarse y cerrarlas, paraluego seguir adelante con la puesta en escena de suaccidente:

  • Que sea lo que Dios quiera murmura,mientras se santigua. Y luego levanta la voz:Socorro! Auxilio!

    3. CASA DE DON ANSELMO

    La familia ha llamado al MDICO decabecera, un hombre ya mayor y un poco ido.

    ANSELMO, ya en pijama, est acostado; eldoctor, don Julio, sentado al borde del lecho,limpia sus gafas; a los pies de la cama, tosiendo yexpectorando, CARLOS espera con un airelgubre la confirmacin de sus sospechas. PorqueCARLOS sospecha algo, no hay ms que ver suactitud. En cambio el MDICO parece muytranquilo y relajado; tanto que ni siquiera se ocupadel accidentado:

    Qu, a Yolandita se le pas ya aquello?se interesa por la nieta, mientras le toma elpulso al abuelo.

  • S, s responde el procurador entresus toses.

    Entra en el dormitorio MATILDE, que trae elinstrumental preferido por todos los mdicos decabecera: una cuchara.

    Qu, cmo lo encuentra?

    Fiebre no hay. Dnde est la cuchara?

    Aqu tiene.

    Si ya os lo deca yo! se lamenta, muyteatral, ANSELMO. Y vosotros, nada Ay, ayde m!

    Vamos, abre la boca.

    Si no es la boca, don Julio, si son laspiernas, las piernas

    Vamos a ver, abre

  • No, la cuchara no

    Y trata de cerrar la boca. Pero el MDICO,sin hacerle ningn caso, hace palanca con lacuchara en los dientes y le desencaja la mandbula:

    Yo no comprendo por qu los enfermos letenis tanto miedo a la cuchara, una cosa que nohace nada de dao Abre

    Con la cuchara hace palanca en los dientes, ycuando consigue desencajarle la mandbula le metela nariz en la boca para examinarle la lengua y lagarganta:

    Ahhh Ahhh Ahhh le anima.

    Oggg Oggg gorgotea el paciente, alborde de la nusea.

    Nada Nada diagnostica finalmenteel galeno. La lengua un poco sucia. Que lopurguen.

  • Las piernas, don Julio! suplica elanciano. Que son las piernas!

    Bueno, calma el MDICO, finalmente,atiende sus splicas y retira las sbanas. Vamosa verlas

    Est examinndoselas cuando YOLANDA,que vuelve con ALVARITO del cine, hace unaentrada trgica:

    Mama! Qu le pasa al abuelo? Y setira sobre l para besarlo: Abuelo, abuelo!

    Nada, hija. Y levntate, que se te arruga elvestido.

    Eso, que es el nuevo apoyaALVARITO, levantndola para sobarla un poco,que es una de sus ocupaciones favoritas.

    Al ver a YOLANDA el MDICO se olvidaotra vez de las piernas de ANSELMO:

  • Ah, mira Yolandita, qu guapa se hapuesto! A ver, saca la lengua. Ahhh

    Ahhh Ahhh obedece la muchacha.

    Limpsima.

    Celoso de su protagonismo, el ancianoreclama:

    Pero si a Yolandita no le pasa nada Sisoy yo, don Julio

    Mis piernas, que no me las siento!

    Calma Calma Cincuenta aos deprofesin, y siempre lo mismo: el paciente quequiere saber ms que yo

    Invlido, como Lucas!

    Pero qu dices el doctor le tapa laspiernas. En las piernas no tienes nada.Absolutamente nada. Habr sido una lipotimia

  • Ay, don Julio! y el anciano le besa lasmanos, sin duda para dar ms fuerza a su lamento: En un coche, en un coche toda la vida!

    No digas tonteras, qu coche ni qunarices, si tienes unas pantorrillas de ciclista Ati lo que te pasa

    CARLOS ya ha odo bastante y no le dejaseguir:

    Permtame, doctor.

    Qu pasa, Carlitos?

    Que ya lo he comprendido todo. Venga,ahora le explico le hace levantar y ordena:YOLANDA, t a la cocina.

    Don Carlos se ofrece ALVARITO, muyoficioso: Si hay que velar al enfermo, yo llamoa mi mam y me quedo.

    Anda, anda a la cocina t tambin.

  • Sale la pareja de novios, ALVARITOprodigando caricias a YOLANDITA, y elMDICO pregunta, intrigado:

    Bueno, a qu viene tanto misterio?

    De misterio, nada, don Julio y hace ungesto hacia su padre, gritando ya. Que se le hametido en la cabeza que le compremos un coche deparaltico! Un mes lleva dando la lata con laspiernas! Si hasta les hemos pedido un bastn a losdel segundo!

    Y ANSELMO cambia de actitud.Incorporndose en la cama, alza el gallo,desafiante:

    S, quiero el coche! Y no me mover dela cama hasta que me lo compris!

    Lo oye usted? la ira le provoca aCARLOS un nuevo ataque de tos y no puedeseguir.

  • No seas animal, Anselmo, en un coche teanquilosaras, ya lo sabes sentencia, quizrecordando una consulta anterior, mientras vahacia la puerta. Y receta: Una buena purga y yaest.

    Si no lo veo no lo creo se escandalizaMATILDE, darnos este disgusto!

    Usted perdone la molestia, don Julio sedisculpa CARLOS sin dejar de toser.

    Nada No os preocupis yolvidando que l tambin es un carcamal explica: Los viejos son como los nios, no hay quehacerles caso. Hala, hala, vosotros a cenar, que yaes hora

    MATILDE le acompaa hacia la puerta, peroCARLOS se queda en el dormitorio, y despus decerrar la puerta se deja caer derrumbado en unasilla hasta que se le calma la tos. Luego suelta unpar de aparatosos suspiros, y dominndose, dice

  • conciliador:

    Pap Pap Pap, vamos a hacer unacosa. Levntate a cenar, y no hablemos ms de esteasunto, que no quiero perder la calma.

    Pero su padre no est para armisticios:

    A ti lo que te fastidia es gastarte eldinero! El dinero que es mo, que yo te he dadouna carrera!

    Bastaaaaa! brama CARLOS fuera des, sacudido por otro ataque de tos nerviosa.Basta, pap, que no quiero olvidar que eres mipadre!

    Tampoco se amilana ahora el viejo, quevuelve a desafiar a su hijo:

    Y entrate de una vez! Si no me comprisel coche, yo no me muevo de aqu hasta que memuera!

  • CARLOS se va a la puerta como un toro, laabre y vocifera:

    Matilde! Yolanda! Asuncin!

    Carlos, por favor! acuden cerrandoventanas su mujer, su hija y su pasante. Carlospor Dios, los vecinos!

    Que se entereeeen! se desgaitaANSELMO, desde la cama. Que lo sepa todoel mundo cmo me tratis!

    Viendo que su padre est destrozando amordiscos un pauelo, YOLANDITA se echa allorar:

    Pap, la tensin, que te sube la tensin!

    No llores, amor la besuqueaALVARITO.

    Y todo por tu culpa! acusa ahora lanieta a su abuelo.

  • Anda, hija, t sigue cenando la empujafuera del dormitorio su madre.

    Eso, nosotros a cenar pluralizaALVARITO, que aparte su aficin a palpar a lachica, tiene tambin la de comer siempre que sepresente la ocasin.

    No me levantar! sigue proclamando,impvido, el causante del alboroto. Ojal memuera aqu, como un perro!

    Finalmente, CARLOS consigue superar suahogo, y sin darse cuenta de que est rindindose,amenaza, trgico:

    Muy bien! Si no se levanta, no cena!

    Ha salido dando un terrible portazo mientrassu padre segua amontonando frases folletinescas:

    Condenado por mi propia familia!Condenado a la muerte por hambre, sin que nadieme cierre los ojos!

  • Pero, apenas comprende que lo han dejadosolo, hace un gesto de desdn hacia la puerta, sedeja caer en la cama y se dispone a dormir.

  • Bloque F

  • 1. CASA DE DON ANSELMO

    Al da siguiente, como si nada hubierasucedido en la casa la noche anterior, ALVARITOy YOLANDA viven su cursi idilio en la soledaddel bufete; ella escribe a mquina, pero solo conuna mano, porque la otra se la est comiendo abesos el novio, que une as sus dos aficiones:

    Djame, tonto, que no puedo poner lasmaysculas.

    Los deditos, las yemas de los deditos

    Entonces, vamos al cine esta tarde?

    Lo que tu digas, amor.

    La voz del procurador reclama al pasante:

    Alvarito!

    ALVARITO le devuelve la mano a

  • YOLANDA, que ahora trata de retenerlo:

    No te vayas!

    Deja, deja, que me llama el pap y vahacia la puerta echndole besos.

    Saca las entradas! Que no se te olvide!

    Cuando entra ALVARITO en la cocina,CARLOS, muy vestido de oscuro, desayuna de pie,MATILDE sentada y en bata, y ASUNCIN, lacriada, fregotea canturreando: todo el mundo hasuperado la crisis, aparentemente.

    A qu hora es la vista?

    A las once, don Carlos y ALVARITO,dicindolo, coge una tostada de la mesa.

    Se ha levantado ya? le preguntaCARLOS a su mujer.

    No. Y no ha desayunado le responde

  • MATILDE con la boca llena. A ver si se nos vaa poner malo, Carlos.

    S. Esto