Guión Adaptado, La Casa de Bernarda Alba

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GUIÓN La Casa de Bernarda Alba

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GUIÓN

La Casa de

Bernarda Alba

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Primer Acto

Es verano. Living room con paredes en colores sobrios y claros, puertas y pasillos a ambos lados de la escena. Mueblería contemporánea. Silencio imperturbable. Escenario vacío al subirse el telón. Sale La Poncia comiendo completo seguida de la Criada.

La Poncia: ¡Ay! Que funeral más largo, oye. Eso sí, la procesión estaba hermosa. Ha veni ‘o gente de los otros pueblos también. La Magdalena se desmayó cuando llegaron al cementerio, si po. Criada: Es que ‘sa si que se que ‘a sola, po.La Poncia: Porque ‘s la única que quería a su padre. ¡Que bueno que estamos solas! Estaba muerta de hambre.Criada: Que no te vea Bernarda…La Poncia: ¡Esa se cree que porque no come ella, ninguna puede! ¡Tirana! ¡Pero se aguanta, no má! Le he sacao un poco de comida del refri.Criada: (Con cara de pena, implorando) ¿Porqué no me dai pa’ mi cría, Poncia?La Poncia: Anda y saca lo que querai ho ¡Hoy no se da ni cuenta!Voz: ¡Bernarda!La Poncia: ¿Esta bien encerrá la vieja?Criada: Hasta con canda ‘o, oye.La Poncia: Pero, ¿trancaste la puerta? Mira que esa se escapa hasta del infierno. Voz: ¡Bernarda!La Poncia: (Gritando) ¡Ya viene! (A la Criada) Trae el Míster Musculoso ese pa limpiar aquí o sino Bernarda me va a sacar to ‘os los pelos con esa sonrisita suya en la cara.Criada: (En voz baja) Tengo las manos rotas de limpiarlo to ‘o…La Poncia: (Con burla y sarcasmo) Ella, la más limpia; ella, la más decente; ella, la más alta. Buen descanso ganó su pobre mari ‘o.Criada: ¿Y han veni ‘o to ‘os los parientes? Pa poner más sillas, digo yo.La Poncia: ¡Pff! Sobran. Los de él la odian. Vinieron pa verlo muerto y le hicieron la cruz.Criada: Contigo se ha porta ‘o re bien.La Poncia: Porque yo he si ‘o buena perra; ladro y muerdo los talones de los que pi ‘en limosna cuando ella lo ordena, pero un día…Criada: Un día…La Poncia: Un día me voy a encerrar con ella y le voy a escupir to ‘o.Criada: (Suspirando) ¡Ya quisiera yo tener lo que ‘llas!La Poncia: Yo no le envidio na la vida. Le que ‘an cinco mujeres, cinco hijas feas que, quitando a la Angustias que tiene plata, no tienen na que ofrecer… (Mirando un reloj en la pared) El último responso… (Imitando voz gutural) ¡Aameeén! (La Poncia tose, se ríe y sale) (Entra una mendiga en la casa con familiaridad).

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Mendiga: (Con una niña) ¡Aló! Vengo por las sobras.Criada: (Negando con la cabeza) ¡Dios lo haya perdona ‘o!Mendiga: Las sobras…Criada: (Con irritación) Son mías. Ya sabí donde está la puerta.Mendiga: Pero… ¿Y mi niña! Estamos solas, mujer, no seai mala.Criada: (Con un encogimiento de hombros) ¿Y a mi qué? Los perros también. Ahora, fuera ‘e aquí. (Se van, la Criada toma una escoba y barre con más fuerza de la necesaria) Púdrete, Antonio María Benavides ¡Púdrete! ¡Ya no vai a meterme mano en la puerta ‘e la cocina! (Por la puerta principal entran mujeres de luto) ¡Ay, Antonio! Yo que fui la que más te quiso. (Terminan de entrar las mujeres y con ellas Bernarda y sus cinco hijas).Bernarda: ¡Silencio!Criada: (Llorando) ¡Bernarda!Bernarda: Menos gritos y más obras. Vete. Este no es tu lugar. (La Criada se va llorando). Los pobres son como animales.Mujer 1: Los pobres sienten también sus penas.Bernarda: Se les olvidan ante un plato de comida.Muchacha: (En voz baja, pero audible) Comer es necesario para vivir. (Bernarda le lanza una mirada enojada).Mujer 1: Niña, cállate.Bernarda: Nadie me da lecciones. Siéntense. (Fuerte) Magdalena, deja de llorar o vete a tu cuarto, ¿Se ha entendido?Mujer 2: (A Bernarda) ¿Ya empezaron los trabajos?Bernarda: Ayer. (Hacia la cocina.) ¿Está servida la bebida?La Poncia: (Sale con vasos o latas de bebida y las distribuye.) Si, Bernarda.Bernarda: Dale a los hombres.La Poncia: Ya están tomando en el patio.Bernarda: Que salgan por donde han entrado. No quiero que pasen por aquí.Muchacha: (A Angustias.) Pepe el Romano estaba entre ellos.Angustias: Allí estaba.Bernarda: Era su madre. Ella vio a su madre, ninguna ha visto a Pepe.Muchacha: Pensé…Bernarda: (A Angustias, interrumpe.) Muy cerca de tu tía estaba el viudo de Darajalí.Mujer 2: (Aparte.) Demonio.Mujer 3: (Aparte.) Venenosa.Bernarda: En un funeral las mujeres no deben mirar a ningún hombre excepto el cura y a éste solo por ser cura, sino ¿Qué se pensaría de una?Mujer 1: (En voz baja.) Lagartona.La Poncia: (Entre dientes.) To ‘o porque anda necesitá…Bernarda: (Dando un golpe de bastón en el suelo.) ¡Alabado sea Dios!Todas: (Persignándose.) Sea por siempre bendito y alabado.Bernarda: Descansa en paz con el Ángel San Miguel. Concede el reposo a tu siervo Antonio María Benavides y dale la corona de tu santa gloria.

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Todas: Amén. (Se persignan y se van desfilando delante de Bernarda, dándole sus pésames.) (Sale Angustias al patio.) (Entra la Poncia con un fajo de billetes.)La Poncia: Los hombres te mandan esto pa los responsos.Bernarda: Dales las gracias y una copa de whisky.Muchacha: Magdalena…Bernarda: (A Magdalena que empieza a llorar.) ¡Shh! (Salen las invitadas.) (Con desprecio.) ¡Váyanse a sus casas a cotillear! ¡Ojalá no vuelvan! Vienen aquí a destilar su veneno.Amelia: ¡Madre, no hable así!La Poncia: (Suspirando.) Como han deja ‘o el piso.Bernarda: Igual que si hubiese entrado una manada de cabras (La Poncia limpia el suelo.) Niña, pásame el abanico. (Amelia le entrega uno colorido, Bernarda la mira mal y se lo tira.) Dame uno negro. Respeta el luto de tu padre.Martirio: Tome el mío.Bernarda: Pero busca otro que te hará falta. Nadie saldrá o entrará en esta casa en los 8 años que dure el luto, ni siquiera la brisa; tal como se hizo con mi padre y mi abuelo. Pueden ir cosiendo y arreglando sus ropas, que tampoco Poncia saldrá de casa. Magdalena les puede ayudar a bordar.Magdalena: Me da igual.Adela: Si no quieres irán sin bordados y las tuyas destacaran más.Magdalena: Ni las mías ni las suyas, no me voy a casar. Prefiero cualquier otra cosa a permanecer en esta casa.Bernarda: Aquí se hace lo que yo diga, ya no puedes recurrir a tu padre. Las hembras en la casa y los varones trabajando. (Sale Adela.)Voz: ¡Bernarda! ¡Déjame de salir!Bernarda: ¡Déjenla! (Sale Criada.)Criada: Me costó un mundo encerrarla, oh, la vieja es fuerte como un roble. Tuve que callarle la boca con un bozal. Se puso sus joyas y me dijo que se quería casar. (Las hijas ríen.)Bernarda: Sácala al patio y cuida que no se acerque al pozo.Criada: No temai que se tire. Bernarda: No quiero que las vecinas la vean, que es distinto. (Sale la Criada.)Martirio: Nos vamos a cambiar la ropa.Bernarda: (Asiente.) Pero no el luto. (Entra Adela.) ¿Y Angustias?Adela: La vi asomada al portón. Los hombres se acababan de ir.Bernarda: ¿Y tú a qué fuiste al portón?Adela: Fui a revisar la higuera.Bernarda: ¡Pero los hombres ya se habrán ido!Adela: Pues no, aún quedaban unos pocos afuera.Bernarda: (Furiosa) ¡Angustias! ¡Angustias!Angustias: (Entrando.) ¿Qué quiere madre?Bernarda: ¿Qué mirabas y a quién?Angustias: A nadie.Bernarda: ¿Es decente que estés persiguiendo hombres el día del entierro de tu padre? ¡Dime! ¿A quién veías?

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Angustias: (Tras una pausa.) Yo…Bernarda: ¡Tú!Angustias: ¡A nadie!Bernarda: (Avanzando con el bastón.) ¡Dulzarrona! (Le da.)La Poncia: ¡Bernarda, cálmate! (La sujeta.) (Angustias llora.)Bernarda: ¡Salgan todas! (Salen.)La Poncia: Ella lo ha hecho sin darse cuenta. Se puso ‘etrás de la ventana pa escuchar su conversación.Bernarda: (Intenta ocultar su curiosidad.) ¿De qué hablaban?La Poncia: De la Paca. Anoche ataron a su mari ‘o y a ella se la llevaron.Bernarda: ¿Y ella?La Poncia: Muy conforme. Iba con las pechugas pa fuera y el Maximiliano la llevaba como tocando guitarra. Volvieron casi ‘e día.Bernarda: Es la única mujer mala que tenemos en el pueblo.La Poncia: Porque no es de aquí. Y los que fueron con ella son también hijos ‘e extranjeros. Los hombres ‘e aquí no harían algo así pué.Bernarda: No, pero les gusta verlo y comentarlo, y se chupan los dedos de que esto ocurra.La Poncia: Contaban muchas cosas má.Bernarda: (Mirando a un lado y a otro con cierto temor) ¿Cuáles?La Poncia: Me ‘a vergüenza decírtelas po.Bernarda: Y mi hija las oyó.La Poncia: ¡Claro!Bernarda: Ésa sale a sus tías; que ponían ojos de carnero al piropo de cualquier tipejo. ¡Cuánto hay que sufrir y luchar para hacer que las personas sean decentes!La Poncia: ¡Es que tus hijas están ya bien viejonas, po! Demasia ‘a poca guerra te dan. La Angustias ya debe ser treintona.Bernarda: Treinta y nueve justos.La Poncia: Y no ha tenío nunca novio...Bernarda: (Furiosa) ¡No, no ha tenido novio ninguna, ni les hace falta! No hay en cien kilómetros a la redonda quien se pueda acercar a ellas. Los hombres de aquí no son de su clase. ¿Es que quieres que las entregue a cualquier patán?La Poncia: Debías haberte ido pa otro pueblo, entonces po.Bernarda: Eso, ¡a venderlas!La Poncia: No, Bernarda, pa cambiar... ¡Claro que en otros lugares ellas son las pobres!Bernarda: ¡Calla esa lengua!La Poncia: Contigo no se puede ni hablar. ¿Tenemos o no tenemos confianza?Bernarda: No tenemos. Me sirves y te pago. ¡Nada más!Criada: (Entrando.) Llegó don Arturo, que viene pa arreglar las reparticiones.Bernarda: Vamos. (A la Criada.) Tú empieza a limpiar el patio. (A la Poncia.) Y tú ve guardando en el baúl grande toda la ropa del muerto.La Poncia: Algunas cosas las podríamos dar...

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Bernarda: Nada. ¡Ni un botón! ¡Ni el pañuelo con que le tapamos la cara! (Sale lentamente apoyada en el bastón y al salir vuelve la cabeza y mira a sus criadas. Las criadas salen después.)

(Entran Amelia y Martirio.)

Amelia: ¿Te tomaste la medicina?Martirio: ¡Para lo que me va a servir!Amelia: Pero la tomaste.Martirio: Yo hago las cosas sin fe, pero como un reloj.Amelia: Desde que vino el médico nuevo estás más animada.Martirio: Yo me siento igual.Amelia: ¿Te fijaste? Adelaida no estaba en el funeral.Martirio: Ya lo sabía. Su novio no la deja salir ni a la esquina.Amelia: Ya no sabe una si es mejor tener novio o no.Martirio: Es lo mismo. Además le tienen miedo a nuestra madre. Es la única que conoce la historia de su padre y el origen de sus tierras. Siempre que vienen les restriega el asunto. Su padre mató en Cuba al marido de su primera mujer para casarse con ella. Luego aquí la abandonó y se fue con otra que tenía una hija y luego tuvo relaciones con esta chica, la madre de Adelaida, y se casó con ella después de haber muerto loca la madre.Amelia: Y ese idiota, ¿por qué no está en la cárcel?Martirio: Porque los hombres se tapan unos a otros y nadie es capaz de delatar.Amelia: Pero Adelaida no tiene la culpa.Martirio: No, pero las cosas se repiten. Y veo que todo es una terrible repetición. Y ella es igual a su madre y a su abuela, mujeres las dos del que la engendró.Amelia: ¡Qué cosa más grande!Martirio: Es preferible no ver a un hombre nunca. Desde niña les tuve miedo. Los veía trabajar entre voces y zapatazos, y siempre tuve miedo de crecer por temor de encontrarme entre sus brazos. Dios me ha hecho débil y fea y los ha apartado definitivamente de mí.Amelia: ¡No digas eso! Enrique Humanes estuvo detrás de ti y le gustabas.Martirio: ¡Invenciones de la gente! Una vez estuve casi desnuda detrás de la ventana hasta que fue de día, porque me avisó con la hija de un trabajador que iba a venir, y no vino. Luego se casó con otra que tenía más plata que yo.Amelia: ¡Y fea como un demonio!Martirio: ¡Qué les importa a ellos la fealdad! A ellos les importa la plata y una perra sumisa que les dé de comer.Amelia: ¡Ay!

(Entra Magdalena.)

Magdalena: ¿Qué hacen?Martirio: Nada.Amelia: ¿Y tú?Magdalena: Vengo del ático, por andar un poco. (Suspirando.) Que buena época la de nuestra

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niñez. (Con desprecio.) Hoy hay más finura. Se bebe vino de botella, pero nos morimos por el qué dirán.Martirio: ¡Sabe Dios lo que entonces pasaría!Amelia: (A Magdalena.) Llevas desabrochados los cordones de un zapato.Magdalena: ¡Qué más da!Amelia: ¡Te los vas a pisar y te vas a caer!Magdalena: ¡Una menos!Martirio: ¿Y Adela?Magdalena: ¡Ah! Se puso el vestido verde que le compré para su cumpleaños, se ha ido al patio y ha comenzado a gritar: "¡Pajaritos, pajaritos, mírenme!” ¡Me he puesto a reír!Amelia: ¡Si la hubiera visto nuestra madre!Magdalena: ¡Pobre! Es la más joven de nosotras. ¡Daría cualquier cosa por verla feliz!

(Pausa. Angustias cruza la escena con unas toallas en la mano.)

Angustias: ¿Qué hora es?Magdalena: Ya deben ser las doce.Angustias: ¿Tanto?Amelia: Pues si.

(Sale Angustias.)

Magdalena: (Con intención.) ¿Saben ya la última...? (Señalando a Angustias.)Amelia: No.Magdalena: ¡Vamos!Martirio: ¡No sé a qué te refieres...!Magdalena: Mejor que yo lo saben ustedes dos. Siempre cabeza con cabeza como dos cotorras, pero sin hablar con nadie más. ¡Lo de Pepe el Romano!Martirio: ¡Ah!Magdalena: (Remedándola.) ¡Ah! Ya se comenta por el pueblo. Pepe el Romano va a casarse con Angustias. Anoche estuvo rondando la casa y creo que pronto se lo va a pedir.Martirio: ¡Me alegro! Es buen hombre.Amelia: Yo también.Magdalena: Ninguna de las dos se alegra.Martirio: ¡Magdalena! ¡Mujer!Magdalena: Si viniera por Angustias, por Angustias como mujer, yo me alegraría, pero viene por el dinero. Aunque Angustias es nuestra hermana aquí estamos en familia y reconozcamos que está vieja, es enfermiza, y que siempre ha sido la más fea (Las otras dos asienten con entendimiento.) Porque si con veinte años parecía un palo vestido, ¡qué será ahora que tiene cuarenta!Martirio: No hables así. La suerte viene a quien menos la espera.Amelia: ¡Después de todo dice la verdad! Angustias tiene el dinero de su padre, es la única rica de la casa y por eso ahora, que nuestro padre murió y se harán reparticiones, vienen por ella.Magdalena: Pepe el Romano tiene veinticinco años y es el tipo más guapo del pueblo. Lo natural

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sería que te siguiera a ti, Amelia, o a Adela, que tiene veinte años, pero no que venga a buscar lo más oscuro de esta casa, a una mujer que, como su padre habla con la nariz. (Con voz nasal, en burla.)Martirio: ¡Puede que a él le guste!Magdalena: ¡Nunca he podido aguantar tu hipocresía!Martirio: ¡Dios nos libre!

(Entra Adela.)

Magdalena: ¿Te vieron ya los pájaros?Adela: ¿Y qué querías que hiciera?Amelia: ¡Si te ve nuestra madre te arrastra del pelo!Adela: Me gusta mucho ese vestido. Pensaba ponérmelo el día que vamos a comer fuera. No hay otro igual.Martirio: ¡Es un vestido precioso!Adela: Y me queda muy bien. Es lo mejor ha encontrado Magdalena.Magdalena: ¿Y los pájaros qué te dijeron?Adela: Regalarme unas cuantas pulgas que me han picado las piernas. (Ríen)Martirio: Lo que puedes hacer es teñirlo de negro.Magdalena: Lo mejor que puedes hacer es regalárselo a Angustias para la boda con Pepe el Romano.Adela: (Con emoción contenida.) ¡Pero Pepe el Romano...!Amelia: ¿No lo has oído?Adela: No.Magdalena: ¡Pues ya lo sabes!Adela: ¡Pero no puede ser! ¿Por eso salió detrás del duelo y estuvo mirando por el portón? (Pausa) Y ese es capaz de...Magdalena: Es capaz de todo.

(Pausa)

Martirio: ¿Qué piensas, Adela?Adela: Pienso que este luto llegó en la peor época de mi vida.Magdalena: Ya te acostumbrarás.Adela: (Rompiendo a llorar con ira) ¡No, no me acostumbraré! No quiero estar encerrada. No quiero ponerme como ustedes. ¡No quiero perder mi juventud en esta casa! ¡Mañana me voy a poner mi vestido verde y voy a pasear por la calle! ¡Quiero salir!

(Entra la Criada.)

Magdalena: (Autoritaria.) ¡Adela!Criada: ¡La pobre! ¡Cuánto sufre por su padre! (Sale)Martirio: (A Adela) ¡Cállate!Amelia: (A Adela) Lo que le pase a una le pasará a todas.

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(Adela se calma.)

Magdalena: Casi te escucha la criada.Criada: (Apareciendo.) Pepe el Romano viene por la calle. (Amelia, Martirio y Magdalena corren.)Magdalena: ¡Vamos a verlo! (Salen rápidas.)Criada: (A Adela.) ¿Tú no vai?Adela: No me importa.Criada: Como dará la vuelta a la esquina, por tu ventana se va a ver mejor.

(Sale la Criada.) (Adela queda en escena dudando. Después de un instante se va también rápida hacia su habitación. Salen Bernarda y la Poncia.)

Bernarda: ¡Malditas reparticiones!La Poncia: ¡Cuánto plata le que ’a a Angustias!Bernarda: Sí.La Poncia: Y pa las otras, bastante menos.Bernarda: Ya me lo has dicho tres veces y no te he querido contestar. Bastante menos, mucho menos. No me lo recuerdes más. (Sale Angustias muy compuesta de cara.) ¡Angustias!Angustias: Madre.Bernarda: ¿Pero has tenido valor de maquillarte? ¿Has tenido valor de maquillarte la cara el día de la muerte de tu padre?Angustias: No era mi padre. El mío murió hace tiempo. ¿Es que ya no lo recuerdas?Bernarda: ¡Más le debes a este hombre, padre de tus hermanas, que al tuyo! Gracias a este hombre tienes tu fortuna. ¡Aunque fuera por decencia! ¡Por respeto!Angustias: Madre, déjeme salir.Bernarda: ¿Salir? Después que te hayas quitado esos polvos de la cara. ¡Espejo de tus tías! (Le quita violentamente con su pañuelo los polvos) ¡Ahora vete!La Poncia: ¡Bernarda, no seai así con ella!Bernarda: Aunque mi madre esté loca yo no lo estoy y sé perfectamente lo que hago. (Entran todas.)Magdalena: ¿Qué pasa?Bernarda: No pasa nada.Magdalena: (A Angustias.) Si es que discuten por las reparticiones, tú, que eres la más rica, te puedes quedar con todo.Angustias: ¡Cállate!Bernarda: (Golpeando con el bastón en el suelo.) No se hagan ilusiones de que van a poder conmigo. ¡Hasta que salga de esta casa con los pies adelante mandaré en lo mío y en lo vuestro!

(Se oyen unas voces y entra en escena María Josefa, la madre de Bernarda, viejísima, con flores en la cabeza y en el pecho.)María Josefa: Bernarda, ¿dónde está mi mantilla? Nada de lo que tengo quiero que sea para ustedes, ni mis anillos, ni mis ropas, porque ninguna de ustedes se va a casar. ¡Ninguna! ¡Bernarda, dame mi gargantilla de perlas!

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Bernarda: (A la Criada.) ¿Por qué la han dejado entrar?Criada: (Temblando.) ¡Se me escapó, po!María Josefa: Me escapé porque me quiero casar, porque quiero casarme con un varón guapo del mar, ya que aquí los hombres huyen de las mujeres.Bernarda: ¡Calle usted, madre!María Josefa: No, no me callo. No quiero ver a estas solteronas, rabiando por la boda, haciéndose polvo el corazón. ¡Bernarda, yo quiero casarme y ser feliz!Bernarda: ¡Encerradla!María Josefa: ¡Déjame salir, Bernarda! (La Criada coge a María Josefa.)Bernarda: ¡Ayúdenla ustedes! (Todas arrastran a la vieja.)María Josefa: ¡Quiero irme de aquí! ¡Bernarda! ¡A casarme a la orilla del mar!

Telón rápido.

Segundo Acto

Habitación blanca del interior de la casa de Bernarda. Las hijas de Bernarda están sentadas en sillas bajas, cosiendo. Magdalena borda. Con ellas está la Poncia.

Angustias: Ya corté la tercera sábanaMartirio: Le toca a la Amelia.Magdalena: (A Angustias) ¿Le pongo las iniciales del Pepe?Angustias: (Seca.) No.Magdalena: (Alzando la voz.) Adela, ¿Por qué no vienes?Amelia: Debe estar tirá en la camaLa Poncia: Ésa algo tiene. La encuentro inquieta, asustá.Martirio: No tiene ni más ni menos que nosotras.Magdalena: Todas, menos Angustias.Angustias: Yo estoy bien, y al que no le gusta que se joda. Lo mejor es que pronto saldré de aquíMagdalena: ¡No te hagas ilusiones, quizá ni salí!Martirio: ¡Cállense!Amelia: (A la Poncia.) Abre la puerta para que entre el aire. (La Poncia lo hace.)Martirio: Anoche no podía dormirAmelia: ¡Ni yo!Magdalena: Yo me levanté para refrescarme un poquitoLa Poncia: También me levante yo, como a la una, Angustias estaba con Pepe en la ventanaMagdalena: (Con ironía.) ¿Tan tarde? ¿A qué hora se fue?

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Angustias: Magdalena, ¿Pa que preguntas, si lo viste?Amelia: Se iría a eso de la una y media. Lo oí toser.La Poncia: ¡Pero si yo lo sentí a eso de las cuatro po!Angustias: ¡No era él!La Poncia: ¡Estoy segura!Amelia: A mí también me pareció...Magdalena: ¡Qué cosa más rara! (Pausa.)La Poncia: (A Angustias), ¿Y qué te ‘ijo la primera vez que se acercó?Angustias: Nada. ¿Qué me iba a decir? Martirio: Pero, es raro, no se conocen, pero se ven en una reja y ya son pololos.Angustias: A mí no me parece raro, cuando un hombre ya sabe a qué viene.Amelia: (Curiosa.) ¿Y cómo te lo dijo?Angustias: Pues, Dijo: "Ya sabes que ando detrás de ti, necesito una mujer buena, como tú, si me dices si." Amelia: ¡Que vergüenza!Angustias: ¡Pero hay que pasarlas!La Poncia: ¿Y qué más?Angustias: Siempre habló él.Martirio: ¿Y tú?Angustias: No pude. Casi se me salía el corazón por la boca. Era la primera vez que estaba sola a esa hora con un hombre.Magdalena: Y un hombre tan rico.Angustias: Si, bueno, malo malo no está.La Poncia: Esa’ cosas pasan. La primera vez que mi marido Evaristo el Colorín vino a mí ventana... (Risas)Amelia: ¿Qué pasó?La Poncia: Era oscuro ya. Lo vi acercarse y, al llegar, me dijo: "Buenas noches." "Buenas noches", respondí, y nos quedamos calla ’os más ‘e media hora. Estaba sudando como cerdo. Entonces Evaristo se acercó, se acercó que se quería meter por los fierros, y dijo con voz muy baja: "¡Ven que te tiente!" (Ríen todas. Amelia se levanta corriendo y espía por una puerta.)Amelia: ¡Ay! Creí que era mamáMagdalena: ¡Callaítas nos hubiese dejado! (Siguen riendo.)Amelia: ¡Cállense que va a escuchar!La Poncia: Luego se portó re bien.Amelia: Tú te conformaste.La Poncia: ¡Yo pu ’e con él!Martirio: ¿Es verdad que le pegaste?La Poncia: Sí, y por poco lo dejo tuerto.Magdalena: ¡Así debían ser todas las mujeres! Adela, niña, no te pierdas esto.Amelia: Adela. (Pausa.)Magdalena: ¡Voy a ver! (Entra.)La Poncia: ¡Esa niña está mala!Martirio: Claro, ¡Si ni duerme!La Poncia: Y ¿qué hace?Martirio: ¡Yo qué sé lo que hace!La Poncia: Claro que lo sabí, si dormí al lado.Angustias: La envidia la come.Amelia: No exageres.

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Angustias: Se lo noto en los ojos. (Sale Magdalena con Adela.)Magdalena: Y… ¿No estabas dormida?Adela: Me siento mal.Martirio: (Con intención.) ¿No dormiste bien?Adela: Sí.Martirio: ¿Entonces?Adela: (Fuerte.) ¡Déjame ya! ¡No te metas! ¡Yo hago lo que quiero!Martirio: ¡Se preocupa por ti!Adela: ¡Quisiera ser invisible, y que me dejaran en paz!Criada: (Entra.) Bernarda las llama. (Salen.) (Al salir, Martirio mira fijamente a Adela.)Adela: ¡No me mires así! (Se va Martirio.)La Poncia: ¡Adela, que es tu hermana, y además la que más te quiere, oh!Adela: Me sigue a todos lados. A veces se asoma a mi cuarto para ver si duermo. No me deja respirar. Y siempre me critica. La Poncia: (Con intención y en voz baja.) Por Pepe el Romano, ¿no es eso?Adela: (Sobrecogida.) ¿Qué dices?La Poncia: (Alto.) ¿Creí que no cacho na’ lo que pasa aquí?Adela: ¡Baja la voz!La Poncia: Las viejas vemos a través de las paredes. ¿Dónde vai de noche cuando te levantai?Adela: ¡Ciega debí estar!La Poncia: No sé lo que te propones. ¿Pa’ que te pusiste en pelota con la luz prendía y la ventana abierta cuando paso Pepe el segundo día que vino a hablar con tu hermana?Adela: ¡Eso no es cierto!La Poncia: ¡No seas como los niños chicos! Deja tranquila a tu hermana y si Pepe elRomano te gusta te aguantai. (Adela llora.) Y ¿quién dice que no te podí casar con él? Tu hermana Angustias es una enferma. Ésa no resiste el primer parto. Es estrecha de cintura, vieja, y te lo digo…se morirá. Entonces el Pepe hará lo que hacen todos los viudos de esta tierra: se casará con la más joven, la más hermosa, y ésa eres tú. Adela: ¡Cállate!La Poncia: ¡No me callo!Adela: ¡Métete en tus cosas! Deberíai limpiar la casa, en vez de meterte en las cosas de las personas.La Poncia: ¡Velo! Para que las gentes no escupan al pasar por esta puerta.Adela: ¡Qué cariño tan grande te ha entrado de pronto por mi hermana!La Poncia: No le tengo má cariño a ninguna, pero quiero vivir en casa decente po. ¡No quiero mancharme ‘e vieja!Adela: Es inútil tu consejo. Ya es tarde. No por encima de ti, que eres una criada, por encima de mi madre saltaría para apagarme este fuego que tengo levantado por piernas y boca. ¿Qué puedes decir de mí? ¿Que me encierro en mi cuarto y no abro la puerta? ¿Que no duermo? ¡Soy más lista que tú! Mira a ver si puedes agarrar la liebre con tus manos.La Poncia: No me desafíes. ¡Adela, no me desafíes! Porque yo puedo gritar, encender luces y má.Adela: Trae cuatro mil bengalas y ponlas en el patio. Nadie podrá evitar que pase lo que tiene que pasar.La Poncia: ¡Tanto te gusta ese hombre!Adela: ¡Tanto! Mirando sus ojos me parece que bebo su sangre lentamente.La Poncia: No puedo oírte.Adela: ¡Pues me oirás! Te he tenido miedo. ¡Pero soy más fuerte que tú! (Entra Angustias.)

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Angustias: ¡Siempre peleando!La Poncia: Claro po’, con el calor que hace, quiere que vaya a comprarle quizá que cosa.Angustias: ¿Me compraste el perfume?La Poncia: El má caro. Y los polvos. En tu pieza los dejé.(Sale Angustias.)Adela: ¡Y te callas!La Poncia: ¡Ya veremos!(Entran Martirio, Amelia y Magdalena)Magdalena: (A Adela) ¿Viste los encajes?Amelia: Los de Angustias para sus sábanas de novia son preciosos.Adela: (A Martirio, que trae unos encajes) ¿Y éstos?Martirio: Son para mí. Para una ropa.Adela: (Con sarcasmo.) ¡Se necesita buen humor!Martirio: (Con intención) Para verlos yo. No necesito lucirme ante nadie.La Poncia: Nadie la ve a una en ropa interior.Martirio: (Con intención y mirando a Adela.) ¡A veces! Pero me encanta. Si fuera rica la tendría de Francia. Es uno de los pocos gustos que me quedan.(Se oyen unos campanillos lejanos, como a través de varios muros.)Magdalena: Los hombres vuelven al trabajo.La Poncia: ¿Saben? Hace años vino una mujer a la que se le pagaba pa… bueno ustedes entienden y yo misma le di dinero a mi hijo mayor pa que fuera. Los hombres necesitan estas cosas.Adela: Se les perdona todo.Amelia: Nacer mujer es lo peor.Magdalena: No podemos ni mirar lo que queremos.(Se oye un canto lejano que se va acercando.)La Poncia: Son ellos, lo hombres. Traen unos cantos preciosos.Coro: (Canción elegida por las de sonido, que trate de los hombres que se van a trabajar) (Propuesta: Modificación de Ay Hop Ay hop, de los 7 enanitos)(Se oyen panderos. Pausa. Todas oyen en un silencio traspasado por el sol.)Amelia: ¡Y no les importa estar bajo el sol!Adela: Me gustaría ir ahí, para poder olvidar lo que me hace mal.Martirio: ¿Qué tení que olvidar tu haber? Adela: Cada una sabe sus cosas.Martirio: (Profunda.) ¡Cada una!La Poncia: ¡Silencio!Coro: (Muy lejos suena una canción.)La Poncia: ¡Qué canto! (Se va alejando el cantar.)La Poncia: Ahora dan la vuelta a la esquina.Adela: Veamos por la ventana de mi pieza.La Poncia: No abran mucho, si no demá que se meten pa ‘cá.(Se van las tres. Martirio queda sentada en la silla baja con la cabeza entre las manos.)Amelia: (Acercándose.) ¿Qué te pasa?Martirio: El calor.Amelia: ¿Nada más?Martirio: Estoy deseando que llegue el frio. Y que se vaya pronto este calor insoportable.Amelia: Ya pasará y volverá otra vez.Martirio: ¡Claro! (Pausa.) ¿A qué hora te dormiste?

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Amelia: No sé. Yo duermo como un tronco. ¿Por qué?Martirio: Por nada, pero me pareció oír gente en el patio.Amelia: ¿Y no tuviste miedo?Martirio: No. Y no es la primera vez que pasa.Amelia: ¿No sería algún trabajador?Martirio: Pero si se van a las seis.Amelia: ¡Hay que prevenir!Martirio: ¡No, no! No digas nada. Puede ser una idea mía.Amelia: Quizá.(Pausa. Amelia inicia el mutis.)Martirio: Amelia.Amelia: (En la puerta.) ¿Qué? (Pausa.)Martirio: Nada. (Pausa.)Amelia: ¿Por qué me llamaste? (Pausa)Martirio: Se me escapó. No me di cuenta. (Pausa)Amelia: Acuéstate un poco.Angustias: (Entrando furiosa en escena, de modo que haya un gran contraste con los silencios anteriores.) ¿Dónde está la foto de Pepe que tenía debajo de mi almohada? ¿Quién de ustedes la tiene?Martirio: Ni idea.Amelia: Ni que Pepe fuera muy lindo.Angustias: ¡¿Dónde está?!(Entran La Poncia, Magdalena y Adela.)Adela: ¿Qué foto?Angustias: Una de ustedes la escondió.Magdalena: ¿Y lo dices así?Angustias: Estaba en mi pieza y no está.Martirio: ¿Y no se habrá escapado a medianoche al patio? A Pepe le gusta salir de noche.Angustias: ¡No me gastes bromas! Cuando venga se lo contaré.La Poncia: ¡Eso, no! ¡Porque aparecerá! (Mirando Adela.)Angustias: ¡Me gustaría saber cuál de ustedes lo tiene!Adela: (Mirando a Martirio.) ¡Alguna! ¡Todas, menos yo!Martirio: (Con intención.) ¡Desde luego!Bernarda: (Entrando con su bastón.) ¿Qué escándalo es éste en mi casa y con el silencio del peso del calor? Las vecinas deben estar escuchando todo.Angustias: Me quitaron la foto de mi pololo.Bernarda: (Fiera.) ¿Quién?... ¿Quién?Angustias: ¡Éstas!Bernarda: ¿Cuál de ustedes? (Silencio.) ¡Contéstenme! (Silencio. A Poncia.) Revisa las piezas, mira por las camas. ¡Esto aparecerá! (A Angustias.) ¿Estás segura?Angustias: Sí.Bernarda: ¿Lo has buscado bien?Angustias: Sí, madre.(Todas están en medio de un embarazoso silencio.)Bernarda: Me hacen pasar el trago mas amargo que una madre puede resistir. (A Poncia.) ¿No lo encuentras?La Poncia: (Saliendo.) Aquí está.Bernarda: ¿Dónde lo has encontrado?

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La Poncia: Estaba...Bernarda: Dilo, no temas.La Poncia: (Extrañada.) En lo de Martirio.Bernarda: (A Martirio.) ¿Es verdad?Martirio: ¡Es verdad!Bernarda: (Avanzando y golpeándola con el bastón.) ¡Hipócrita!Martirio: (Fiera.) ¡No me pegues, madre!Bernarda: ¡Todo lo que yo quiera!Martirio: ¡Si yo la dejo! ¿Lo oye? ¡Váyase!La Poncia: No le faltí el respeto a tu madre.Angustias: (Cogiendo a Bernarda.) Déjela. ¡Por favor!Bernarda: Ni lágrimas te quedan.Martirio: No voy a llorar para darle gusto.Bernarda: ¿Por qué tenías la foto?Martirio: ¿No puedo bromear con mi hermana? ¿Para qué otra cosa la iba a querer?Adela: (Saltando llena de celos.) No ha sido broma, todas sabemos que no eres así. Di la verdad. Martirio: ¡Cállate, no me hagas hablar!Adela: ¡Ya no sabes que inventar!Bernarda: ¡Adela!Magdalena: Están locas.Amelia: Y nos culpan a nosotras.Martirio: Otras hacen cosas peores.Adela: Hasta que se pongan en cueros de una vez y se las lleve el río.Bernarda: ¡Perversa!Angustias: Yo no tengo la culpa de que Pepe el Romano se haya fijado en mí.Adela: ¡Por plata!Angustias: ¡Mamá!Bernarda: ¡Silencio!Magdalena: ¡Eso es lo justo!Bernarda: ¡Silencio digo! Yo lo veía venir, pero no pensé que tan pronto. Aún no soy anciana y tengo cinco hijas y una casa que cuidar. ¡Fuera de aquí! (Salen. Bernarda se sienta desolada. La Poncia está de pie arrimada a los muros. Bernarda reacciona, da un golpe en el suelo y dice:) ¡Tendré que poner orden! Bernarda, Bernarda ¡Ésta es tu obligación!La Poncia: ¿Pue ‘o hablar?Bernarda: Habla. Siento que hayas oído. No está bien que una extraña escuche los problemas de una familia.La Poncia: Lo que se vio ya se vio.Bernarda: Angustias tiene que casarse ahora.La Poncia: Hay que sacarla de aquí.Bernarda: No a ella. ¡A él! Hay cosas que no se pueden ni se deben pensar.La Poncia: ¿Y tú crees que él se va querer ir?Bernarda: (Levantándose.) ¿Qué imagina tu cabeza?La Poncia: Él, claro, ¡se casará con Angustias!Bernarda: Habla. Te conozco demasiado para saber que ya me tienes preparada la cuchilla.La Poncia: Nunca pensé que se llamara asesinato al aviso.Bernarda: ¿Me quieres prevenir de algo?La Poncia: Yo no acuso, Bernarda. Yo sólo te digo: abre los ojos y vai a ver.Bernarda: ¿Y verás qué haber?

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La Poncia: Siempre has visto lo malo de las gente a cien kilómetros. A veces pensé que leías la mente. Pero los hijos son los hijos. Ahorita estás ciega.Bernarda: ¿Lo dices por Martirio?La Poncia: Bueno, a Martirio... (Con curiosidad.) ¿Por qué habrá escondío la foto?Bernarda: (Queriendo ocultar a su hija.) Pero si dijo que fue broma. ¿Qué otra cosa puede ser?La Poncia: (Con sorna.) ¿Y lo creí así?Bernarda: (Enérgica.) No lo creo. ¡Es así!La Poncia: (Siempre con crueldad.) Bernarda, aquí pasa una cosa muy grande. Yo no te quiero culpar, pero no has deja ’o a tus hijas libres. Martirio es enamoradiza po, digas lo digas. ¿Por qué no la dejaste casar con el Enrique Humanes? ¿Por qué el mismo día que iba a venir a la ventana le dijiste que no viniera?Bernarda: (Fuerte.) ¡Y lo haría mil veces! ¡Mi sangre no se junta con la de los Humanes mientras yo viva!La Poncia: ¡Y así te va con eso’ humo’!Bernarda: Los tengo porque puedo. Y tú no, porque sabes de donde viene. La Poncia: (Con odio.) ¡No me lo recuerdes! Estoy vieja y siempre agradecí tu protección.Bernarda: (Crecida.) ¡No lo parece!La Poncia: (Con odio envuelto en suavidad.) A Martirio se le olvidará esto.Bernarda: Y si no lo olvida peor para ella. No creo que ésta sea la «cosa muy grande» que aquí pasa, porque no es nada. ¡Eso quisieras tú! Y si pasara algún día tranquila que nadie lo sabría. La Poncia: ¡Eso no lo sé yo! En el pueblo hay gente que siempre se entera de to ‘o.Bernarda: ¡Cómo gozarías de vernos a mí y a mis hijas caer!La Poncia: ¡Nadie conoce su fin!Bernarda: ¡Yo sí sé mi fin! ¡Y el de mis hijas! La Poncia: (Fiera.) ¡Bernarda! Bernarda: ¡No me persigas tú con tus malos pensamientos! (Pausa.)La Poncia: Mejor será que no me meta en na ‘a.Bernarda: Eso es lo que debías hacer. Obrar y callar a todo. Es la obligación de los empleados.La Poncia: Pero no se pue ‘e. ¿A ti no te parece que Pepe estaría mejor con Martirio o... ¡sí!, o con Adela?Bernarda: No creo.La Poncia: (Con intención.) ¡Adela es la verdadera novia del Romano!Bernarda: Las cosas nunca son como queremos.La Poncia: A mí me parece mal que Pepe esté con la Angustias. ¡Quién sabe si se saldrán con la suya!Bernarda: ¡Ya estamos otra vez!... Tu única intención es hacerme dudar. Y no quiero creer en ti. ¡Mis hijas me respetan y nunca hicieron algo que yo no permitiera!La Poncia: ¡Sí! Pero en cuanto las dejes se sublevarán.Bernarda: ¡Ya las sabré controlar!La Poncia: ¡Pero lo que son las cosas! ¡Hay que ver lo emocioná que está Angustias! ¡Y él también parece estar así! Ayer me contó mi hijo que a las cuatro y media ‘e la mañana, pasó por la calle con la yunta, estaban hablando todavía.Bernarda: ¡A las cuatro y media!Angustias: (Saliendo.) ¡Mentira!La Poncia: Eso me contaron pué.Bernarda: (A Angustias.) ¡Habla!Angustias: Pepe lleva más de una semana marchándose a la una. Que Dios me mate si miento.Martirio: (Saliendo.) Yo también lo sentí marcharse a las cuatro.

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Bernarda: Pero, ¿lo viste con tus ojos?Martirio: No quise asomarme. ¿No hablan ahora por la ventana del callejón?Angustias: Yo hablo por la ventana de mi dormitorio.(Aparece Adela en la puerta.)Martirio: Entonces...Bernarda: ¿Qué pasa aquí?La Poncia: ¡Cuida de enterarte! Pero, desde luego, Pepe estaba a las cuatro de la mañana en una reja de tu casa.Bernarda: ¿Estás segura?La Poncia: No hay na’ seguro en esta vida.Adela: Madre, no escuché a quien no sabe nada.Bernarda: ¡Yo sabré enterarme! No se hable de este asunto. Hay a veces que los demás hacen lo que sea para vernos caer.Martirio: No quiero mentir.La Poncia: Algo habrá.Bernarda: No habrá nada. Nací para tener los ojos abiertos. Ahora vigilaré sin cerrarlos, hasta mi muerte.Angustias: Tengo derecho a saber.Bernarda: Tú no tienes derecho más que a obedecer. (A la Poncia.) ¡Si te vuelves a meter en un asunto de mi familia aquí no entras!Criada: (Entrando.) ¡A fuera hay mucha gente, y to ‘os los vecinos están mirando!Bernarda: (A Poncia.) ¡Corre a ver que pasa! (Las mujeres corren para salir) ¿A dónde van? ¡Ustedes al patio! (Salen y sale Bernarda. Se oyen rumores lejanos. Entran Martirio y Adela, que se quedan escuchando y sin atreverse a dar un paso más de la puerta de salida.)Martirio: Agradece que no dije nada.Adela: Lo hubiera dicho yo.Martirio: ¿Y qué ibai a decir? ¡Querer no es hacer!Adela: Hace la que puede y la que quiere. Tú querías, pero no pudiste.Martirio: No conseguirás nada.Adela: ¡Lo tendré todo! ¡Él me quiere a mí!Martirio: ¡He visto cómo te abrazaba!Adela: Yo no quería. He ido como arrastrada por una soga.Martirio: ¡Primero muerta!(Se asoman Magdalena y Angustias. Se siente crecer el tumulto.)La Poncia: (Entrando con Bernarda.) ¡Bernarda!Bernarda: ¿Qué ocurre?La Poncia: La hija de la Librada, la soltera esa, tuvo un hijo no se sabe con quién.Adela: ¿Un hijo?La Poncia: Y pa ocultar la vergüenza lo mató y lo metió debajo de unas piedras; pero unos perros, lo sacaron y como lleva ’os por la mano de Dios lo han puesto en su puerta. Ahora la quieren puro matar. Bernarda: Sí, que vengan todos, que vengan todos para matarla.Adela: ¡No, no, para matarla no!Martirio: Sí, y nosotras iremos también.Bernarda: Claramente ustedes no irán.(Fuera su oye un grito de mujer y un gran rumor.)Adela: ¡Que la dejen escapar! ¡No vayan!Martirio: (Mirando a Adela.) ¡Que pague lo que debe!

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Bernarda: (Bajo el arco.) ¡Acaben con ella antes de que alguien llegue!Adela: (Cogiéndose el vientre.) ¡No! ¡No!Bernarda: ¡Mátenla! ¡Mátenla!

Telón rápido.

Tercer ActoCuatro paredes blancas ligeramente azuladas del patio interior de la casa de Bernarda. Es de noche. Escena tenue, las puertas están iluminadas. En el centro una mesa con una lámpara, donde están comiendo Bernarda y sus hijas. La Poncia esta sirviendo. Prudencia esta sentada aparte. Solo se escuchan los platos y los cubiertos.

Prudencia: Ya me voy. La visita fue larga. (Se levanta.)Bernarda: Espera. No nos vemos nunca ¿Y tú marido como sigue?Prudencia: Igual, no más.Bernarda: Él tampoco viene.Prudencia: Tú sabes como es, desde que se peleo con sus hermanos por la herencia, no ha salido a la calle.Bernarda: ¿Y con tu hija?Prudencia: No la ha perdonado.Bernarda: Muy bien.Prudencia: No sé lo que te haya dicho, pero a mi me duele todo esto.Bernarda: Una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en una enemiga.Prudencia: El tiempo lo dirá todo. No me queda más consuelo que refugiarme en la iglesia y más encima me estoy quedando ciega. (Pausa) Que te ha ido bien con tu trabajo.Bernarda: Rompiéndome el lomo ¿Quieres un poco de queso o miel?Prudencia: No, gracias.Bernarda: (Adela se levanta de la mesa) ¿Dónde vas?Adela: A tomar agua.Bernarda: (En voz alta a la Poncia) Trae un jarro con agua. (A Adela) Siéntate. (Adela se sienta)Prudencia: Y Angustias ¿Cuándo se casa?Bernarda: Dentro de tres días.Prudencia: (A Angustias) ¿Estás contenta? Angustias: ¡Claro! Amelia: (A Magdalena) Botaste la sal.Magdalena: (En un murmullo) Si no vamos a tener más mala suerte de la que ya tenemos.Amelia: (En un murmullo) Igual da mala suerte.

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Prudencia: ¿Y te regalo el anillo?(A Angustias)Angustias: Mira. (Le muestra la mano)Prudencia: Está súper lindo. Y voy a venir para qué me enseñes el vestido (Se comienza a acomodar)Angustias: Venga cuando quiera. Prudencia: Buenas noches. (Se para y se despide de cada una y se va)Bernarda: Ya terminamos (Se levanta) (Magdalena se va acostar al sillón)Adela: Voy a tomar aire y a estirar las piernas.Amelia: Yo voy contigo.Martirio: Y yo.Adela:(Con odio) No me voy a perder.Amelia: No importa, igual no más (Bernarda se sienta y Angustias se queda recogiendo los platos)Bernarda: ¿Qué cuenta Pepe? Angustias: Me ignora, como que me evita, me responde desganado y siempre me dice:”los hombres tenemos nuestras preocupaciones” (Haciéndole burla o imitándolo)Bernarda: No le preguntes nada y menos cuando ya estén casados. Si te habla, háblale, si te mira, míralo, ahórrate problemas, no seas tonta.Angustias: Algo me está escondiendo ese hombre.Bernarda: Que no se te vaya a ocurrir dártelas de detective, déjalo solo, no le preguntes nada.Angustias: No estoy para nada feliz.(Entran las hermanas tiritando)Amelia: Que hace frio.Martirio: Si, estaba helado.Angustias: Buenas noches.Adela: ¿Ya te vas a ir a acostar?Angustias: Si, esta noche tengo que ser buena mujer, Pepe no viene. (Se va)Bernarda: ¡Magdalena!Amelia: Debe estar en el quinto sueño.Bernarda: ¡Magdalena! (Gritándole)Magdalena: (Con sueño) Déjeme tranquila.Bernarda: Párate y anda a acostarte a tu cama. Ahora.Magdalena: No me podía dejar durmiendo allí, déjeme tranquila un rato. (Se va refunfuñando) (Amelia se va bostezando exageradamente y dice buenas noches)Bernarda: Ustedes también vayan a acostarse.Adela: Hasta mañana.La Poncia: ¿Estai todavía aquí?Bernarda: (Con los ojos cerrados, sentada) Aprovechando que estoy sola, olvidándome de los problemas, que según tú son tan graves. (En tono agresivo) Ten en cuenta que yo controlo y vigilo todo.La Poncia: Por más que tengai el poder sobre tus hijas, no sabí lo que piensan.Bernarda: Yo tengo más que claro que no piensan nada malo, no se los permito.La Poncia: Ahí yo no me meto, con tal que ’sta casa esté bien…

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Bernarda: ¿Desde cuando estás tan callada? Lo que pasa es que no tienes nada que decir.La Poncia: Yo tengo más cosas guardás de la que crees. No ha quedado la escoba por que no he abierto la boca.Bernarda: ¿Gracias a ti? Seguro. Gracias a la vigilancia de estos ojos se debe. La Poncia: No te voy a responder como quiero, porque capaz qué me hagas después, pero no estés tan confia’.Bernarda: (Entra la Criada) Ya terminé ‘e lavar los platos, me voy acostar.La Poncia: ¿A qué hora te despierto mañana? Bernarda: A ninguna. Me puedo despertar sola. (Sale.)La Poncia: (Hacia la Criada) Es tan egoísta, tiene que siempre tener la razón.Criada: Es tan orgullosa, que llega a estar ciega.La Poncia: Yo ya no puedo hacer nada, quiero ayudarla pero me da miedo, cada una de estas cabras tiene un problema y yo ya dije todo lo que tenía que decir.Criada: Cree que se las sabe todas, no sabe na, como se aparezca otro hombre éstas se van a volver locas.La Poncia: Pero si Pepe tiene la culpa, que anda como un mono detrás de la Adela, aunque la otra se hace la tonta no má, si igual le mueve la falda.Criada: Pero si siempre los veo juntos po.La Poncia: Y estoy segura que no son solo palabras las que le da.Criada: Esa te la teníai guardaita.La Poncia: Esta cabra chica de la Adela, está loca, es capaz de hacer cualquier cosa. Criada: ¿Se casaría con ese tipo?La Poncia: No te estoy diciendo que está loca, si es la peor de todas, está endemonia.Criada: Es que como las tiene Bernarda también po.La Poncia: ¡Shh! Cállate, están ladrando los perros (Se levanta) (Entra Adela en pijama)La Poncia: ¿Y tú no te habías acostado? Adela: Voy a tomar agua.La Poncia: (A la criada) Vámonos, tengo sueño.Criada: Bien merecido tenemos el descanso, me tiene trabajando como china to ‘o el día. (Salen todas, entra María Josefa con un gato en los brazos) María Josefa: Hace tuto guagua… (Sale)(Entra Adela mira y se va, lo repite, sale martirio mira y se queda en medio, se sienta, esta con pijama y se tapa con un mantón, entra María Josefa)Martirio: Abuela ¿Adónde va?María Josefa: Ábreme la puerta ¿Y quién eres tú?Martirio: ¿Qué anda haciendo ahora?María Josefa: Me escapé ¿Y quién eres tú?Martirio: Vaya acostarse mejor.María Josefa: Ya se quién eres, Martirio, Martirio, Martirio, cara de martirio. ¿Y cuando vas a tener un niño? Mira te gané, yo tuve éste.Martirio: ¿Y de adónde sacó a ese gato?María Josefa: Ya sé que es un gato. (Mirando al gato) Pero digamos que es mi niño. Bernarda cara

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de leoparda, Magdalena, cara de…hiena.Martirio: Cállese, abuela.María Josefa: Uy, es verdad, están todos durmiendo, como tengo canas crees que no puedo tener hijos ¿cierto? cierto, cierto, pero mira tengo un niño, tengo un niño y tú no, jajaja.Martirio: Cállese mejor. Shh.María Josefa: Cuando mi vecina tuvo su hijo me lo traía y yo lo cuidaba y siempre era así. Pero tú vas a estar vieja y nadie te va a venir a ver, porque eres fea…Martirio: (La interrumpe) Vaya a acostarse mejor.María Josefa: Después tú me abres la puerta. ¿Cierto?Martirio: Si, seguro.María Josefa: (Llorando) Hace tuto guagua…. (Se va)Martirio: (Susurrando) ¡Adela! (Silencio) ¡Adela! (Silencio) (Gritando) ¡Adela!(Aparece Adela chascona y en pijama)Adela: ¿Qué quieres? Martirio: Deja a ese hombre.Adela: ¿Y quién te creí tú? Que me vení a decir lo que tengo que hacer.Martirio: Te lo digo, porque se supone que eres una mujer decente (Mirándola de pies a cabeza)Adela: Me dices eso porque te quedase con las ganas.Martirio: Ah ¿Quieres que hable?Adela: Cuando tú vas yo vengo de vuelta, tres veces.Martirio: El vino por otra, y tu le calentaste la sopa.Adela: Vino por plata, pero siempre me ha preferido a mí.Martirio: No voy a dejar que se lo quites a Angustias, se va a casar con ella.Adela: Sabes mejor que yo, que a él le da exactamente lo mismo Angustias, hasta ella se da cuenta.Martirio: Si, ya lo sé.Adela: Sabes que me quiere a mí.Martirio: (Mirando con tristeza el suelo) Si, eso también lo sé. Adela: Me quiere a mí, me quiere a mí. (Acercándose) Martirio: Prefiero que me mates a que me lo sigas diciendo.Adela: Tienes celos, no te importa que se quede con Angustias, porque sabes que él no la ama, pero no puedes seguir viviendo si sabes que se quedará conmigo, se nota que te gusta.Martirio: (Dramática) Si, y lo grito si quiero, me gusta, amo a ese hombre. (Se pone a llorar)Adela: (La abraza) Martirio, pero yo no tengo la culpa que me prefiera a mí.Martirio: No me toques, mala hermana. (La empuja pero no exageradamente) Adela: Que se case con Angustias. Igual me las arreglo para que nos sigamos viendo.Martirio: Mientras yo viva eso no va a pasar. (Se oye un silbido y Adela corre a la puerta, pero Martirio se le atraviesa)Martirio: ¿Adónde creí que vai?Adela: Sal de mi camino.Martirio: No quiero.Adela: Sale. (Forcejeando)

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Martirio: ¡Madre, madre! (Aparece Bernarda, sale en pijama con un manto negro)Bernarda: (Separándolas) Quietas.Martirio: Estaba con él, se estaba revolando la cochina. (Bernarda se dirige furiosa hacia Adela)Adela: ¿Qué? (con una actitud de insolencia)Bernarda: (Levantándole el bastón, a punto de pegarle) ¿Quién te crees que eres…? (Adela la interrumpe y le quita el bastón y se lo parte en dos)Adela: Ahora la única persona que manda sobre mí es Pepe.Magdalena: (Entra) ¡Adela! (Entra la Poncia y Angustias)Adela: Yo soy su mujer, además el dominará toda esta casa en un futuro. (Aun mirando con firmeza a Bernarda y a Magdalena)Angustias: ¡Adela!Bernarda: ¡La escopeta! ¿Dónde está la escopeta? (Sale corriendo, la sigue Martirio) (Aparece Amelia temerosa, se queda a tras)Adela: Nadie me va a detener. (Va saliendo)Angustias: (La sujeta) De aquí no te mueves. Magdalena: Deja que se vaya, así no la vemos nunca más. (Suena un disparo)Bernarda: (Entra) Ve con él ahora. (Con la escopeta en las manos)Martirio: (Entra) Ya no hay más Pepe el Romano.Adela: Pepe, Pepe, no. ¿Por qué? ¡Pepe! (Llorando desolada, se tira al suelo, se para y sale corriendo)La Poncia: (A Bernarda) ¿Lo matase? Martirio: No, se asustó y se fue corriendo.Bernarda: Pero callen, no le digan a Adela, es mejor así ¡Adela! ¡Adela!La Poncia: Abre la puerta.Bernarda: ¡Abre!Criada: Se levantaron los vecinos (Como vieja alcahueta, mirando por la ventana)Bernarda: (Susurrando) ¡Abre o rompo la puerta! (Espera un segundo) ¡Adela! (Ahora grita y golpea desesperadamente, a la Poncia) Tráeme un martillo.La Poncia: No, así no má. (Le da una patada y entra, se lleva las manos al cuello) (Las hermanas miran y se hacen hacia atrás, la criada se persigna, Bernarda da un grito y avanza) No entres.Bernarda: No ¡No! Pepe me la vas a pagar, descuelguen a mi hija. ¡Murió virgen! Vístanla (La Criada va a buscar y llega con ropa blanca) Callen, no se les valla ocurrir decir algo.Martirio: (Llorando) Al menos ella lo pudo tener. (Todas llorando desoladas e impactadas)Bernarda: (Mirándolas seriamente a todas) Y no quiero llantos, hay que mirar de frente a la muerte. ¡Silencio! (A Magdalena) Cállate. (A Amelia) Lloren cuando estén solas. Adela, la hija de Bernarda Alba ha muerto virgen. ¿Me escucharon? Callen. Silencio. Cállense les digo.

Telón Rápido.