Guias para Lectio Divina

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Tiempo de Cuaresma Domingo 1º del Tiempo de Cuaresma

Las tentaciones Mateo 4, 1-11

1. Lectura Después de haber leído atentamente Mt

4,1-11 haz lo mismo con Mt 3,13-17 ¿De qué tratan estos versículos? ¿Qué proclamó la voz que salía de los cielos? ¿Se relaciona esta proclamación de 3,17 con el pasaje de las tentaciones? ¿Por qué y con qué versículos?

¿En qué consiste cada una de las tentaciones? Es posible que estén en orden de gravedad ¿qué opinas de esto?

Jesús utiliza la Sagrada Escritura para responderle al diablo; sin embargo, este último también lo hace (véase v. 6) ¿qué te hace reflexionar esto?

Seguramente ya te diste cuenta que sólo Mateo y Lucas (4,1-13) traen desarrolladas las tentaciones; en cambio, Mc 1,12-13 apenas hace mención de ellas. Compara lo que dice Marcos con lo que trae Mateo ¿es posible pensar que

Mateo (junto con Lucas) hayan haya realizado una especie de catequesis para sus comunidades a partir de la noticia que proporciona Marcos?

___________________

Para comprender mejor este evangelio debemos considerar, en primer lugar, que los primeros cristianos no tuvieron ninguna dificultad en admitir que Jesús tuvo tentaciones; así lo atestiguan Marcos (1,15), Mateo (4,1-11) y Lucas (4,1-13). Aquellos cristianos tuvieron el riesgo, al pasar los años, de olvidar esta realidad; aquí se ubica el esfuerzo que se hace en la epístola a los Hebreos para insistirles que tuvieran la garantía que Jesucristo se compadecía de sus flaquezas porque Él había sido probado en todo como las demás personas, menos en el pecado (4,15). No los espantaba ni desanimaba que Jesús hubiera tenido tentaciones; parece que más bien los llenaba de esperanza y les garantizaba que Él realmente se había hecho uno de ellos; alguien realmente semejante en todo a todos, excepto en el pecado.

En segundo lugar, podemos hacer tres consideraciones: la relación de Mt 4,1-11 con la experiencia del pueblo de Israel, el sentido profundamente humano de las tentaciones y una breve explicación de éstas.

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Es indiscutible la relación del pasaje de las tentaciones con el libro del Deuteronomio (caps. 6-8). El pueblo de Israel había salido de Egipto, había pasado el mar rojo y estaba –según algunos textos- en un tiempo de prueba1; de modo semejante, según el evangelio de Mateo, Jesús ha vuelto de Egipto (2,19-23), se ha bautizado (3,13-17) y ahora, está en el desierto en un tiempo de necesidad vital (tenía hambre) y de tentaciones. Esto abre la posibilidad de que, al hablar de las tentaciones de Jesús, el evangelista esté relacionándolas con las del pueblo de Israel y dejando clara la diferencia: el pueblo cayó en tales tentaciones, Jesús fue fiel a la voluntad de su Padre. El pueblo de Israel que había sucumbido ante las tentaciones se convertía en un mal ejemplo a evitar. En segundo lugar, para comprender mejor este pasaje de Mateo 4,1-11 es necesario tener presente que las tentaciones son algo que acompaña a todo ser humano y no son en sí mismas malas; si se cae en ella se convierte en pecado, si se supera se crece en la fortaleza (Sant 1,12)2. El recuerdo de la integridad absoluta de Jesús al no haber sucumbido ante ninguna tentación llenaba de esperanza y responsabilidad a sus discípulos y, posteriormente, a las primeras comunidades. Por último, veamos brevemente las tentaciones: convertir las piedras en pan, arrojarse de uno de los esquineros del Templo y conseguir poder y riquezas adorando al diablo.

Ante el hambre que sentía Jesús se presenta la primera tentación: convertir las piedras en pan. Comer no es malo; sin embargo, la vida no consiste en vivir preocupado por satisfacer ciertas necesidades; hay otro alimento que le concede sentido a la existencia: la Palabra de Dios.

Para comprender la segunda tentación hay que recordar que, de acuerdo a unos escritos judíos, había la creencia de que el Mesías aparecería en el techo del Templo y daría de manera espectacular la salvación a su pueblo. La tentación de triunfalismo y de espectacularidad es un peligro real en toda la vida de cualquier ser humano, especialmente en la tarea de compartir la Buena Noticia de Jesús.

Por último, la tentación del poder y la riqueza exige postrarse ante lo diabólico. El poder y la riqueza exigen, casi siempre, servilismo ante maligno y, al no poder sostenerse tal comportamiento ante el verdadero Dios, sus practicantes prefieren hacerse sus propios ídolos.

2. Meditación

                                                            1 A propósito de esto hay que decir que, aunque generalmente Mt 1,1 se traduce diciendo: “Jesús fue

llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo”, es posible que no sea la traducción más correcta. El texto más bien da a entender que Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu y, una vez estando ahí, fue tentado (véase, en ese sentido Mc 1,12-13; Lc 4,1-2). No hay que olvidar de todas maneras que en la antigüedad había gente (y el pueblo de Israel no era la excepción) que pensaba que Dios ponía pruebas o tentaba; sin embargo, siempre hubo también personas y/o comunidades que pensaban precisamente lo contrario (Sant 1,13-15).

2 Según el evangelio de Mateo no sólo tienta el diablo sino también algunas personas; así, por ejemplo: 16,1; 19,3; 22,18. 35 (ver los textos paralelos); según Hech 15,10 (también 5,9) el ser humano tiene el peligro de tentar a Dios; incluso se puede tentar un lugar que se considera sagrado (Hech 24,6).

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En sí mismo sentir o tener tentaciones no es ni bueno ni malo, sencillamente es humano. Todos, sin excepción, tenemos inclinación a hacer una cosa mala en lugar de otra buena; caer en la tentación, es decir, decidirnos por lo malo en lugar de lo bueno, es realmente el problema.

Jesús realmente se hizo uno de nosotros, en todo igual, menos en el pecado; el hecho de que sean tres las tentaciones y no más tratan de resumir, no las tentaciones de Jesús, sino las de todo ser humano.

Las tentaciones son inevitables y aparecen en los momentos más decisivos de la vida. Reconocerlo es ya una ventaja. Sin embargo, no es suficiente con que lo admitamos; debemos sentirnos responsables de superarlas adecuadamente. En esta tarea nos llena de esperanza y fortaleza que Jesús haya vivido en constante fidelidad a su Padre superando las diversas tentaciones que se le fueron presentando. Los cristianos que escuchaban o leían hace muchos años este pasaje del evangelio de Mateo debieron sorprenderse que se les dijera que Jesús había sido tentado; sin embargo, con mucha seguridad se llenaron de esperanza sabiendo que era posible, como Él, vivir superando las tentaciones y peligros de inclinarse al mal.

Las tentaciones podrían haber sido otras; sin embargo, llama la atención que Mateo se haya fijado precisamente en éstas. Parecen no estar seleccionadas al azar; responden a tres peligros fundamentales que posiblemente tuvieron algunos de los primeros cristianos. La tentación de sólo comer y subsistir haciendo a un lado la voluntad de Dios y los signos y acontecimientos en los que se manifiesta su Palabra. No menos grave era la tentación de querer hacer lo más práctico aunque no fuera lo más conveniente; el peligro real de estar más preocupados por triunfar que por testimoniar, la tentación de apostar por lo vistoso en lugar de lo profundo pero discreto. Y por último, la tentación de querer combinar poder y riqueza con “dios”, olvidando que es prácticamente imposible, al menos que se esté dispuesto a dar fuertes signos de conversión.

Una segunda y última línea de significado de acuerdo a lo que hemos venido desarrollando es el convencimiento, desde la actitud de Jesús, de que es posible superar las tentaciones. El pueblo de Israel no había sido capaz de superarlas y había sucumbido; en cambio, Jesús sí pudo porque estaba convencido de que: no sólo de pan vive el hombre sino también de la Palabra de Dios; no hay que tentar al Señor; hay que servir sólo a Dios.

Desde esta perspectiva está claro que las tentaciones tenían una profunda función catequética. Así, el recuerdo de que Jesús había sido de una absoluta integridad humana y que no había sucumbido ante ninguna tentación, animaba a los primeros cristianos a enfrentar correctamente lo que se les iba presentando en su vida personal y/o comunitaria.

3. Oración

¿Qué me hace decirle a Dios lo que hemos leído y meditado?

4. Contemplación – acción Reflexionemos honestamente ¿cuáles son nuestras tentaciones?

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Jesús, nuestro modelo, nos ha demostrado que el ser humano está hecho para superar las tentaciones ¿qué podemos hacer o en qué podemos reflexionar para no olvidar este convencimiento? ¿Cuál de estas tres tentaciones estamos, personal o comunitariamente, padeciendo más en estos momentos? ¿Qué podríamos hacer para no caer en ella? Si ya hemos caído ¿qué podríamos hacer para salir adelante?

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Domingo 2º del Tiempo de Cuaresma

La transfiguración del Señor Mateo 17, 1-9

1. Lectura

Lee con atención Mt 17,1-9. ¿Delante de quien se da la transfiguración? ¿Quiénes son testigos de la voz que sale del cielo? ¿Tendrá que ver esto con la finalidad del relato?

Una vez que Pedro ha proclamado su fe (por cierto de manera imprecisa, véase 16,21-23), Jesús les habla a sus discípulos del seguimiento y de la venida del Hijo del Hombre (16,24-28) ¿tiene esto alguna relación con la transfiguración? ¿Cuál?

Ahora, lee Mt 3,17 ¿cuáles fueron las palabras de la voz que salió del cielo en el bautismo de Jesús? Compáralas con las de Mt 17,5 ¿Hay alguna diferencia? ¿Qué agrega Mt 17,5? ¿Qué ha dicho y hecho Jesús en los caps. 5-16 para que ahora, con gran autoridad, se presente el encargo de que se le escuche?

Por último, debemos tener en cuenta que los evangelios no son el único dato sobre la transfiguración en el Nuevo Testamento; leamos 2Pe 1,16-18 ¿de qué

modo habla de la transfiguración? _______________

Para comprender mejor este evangelio consideremos, en primer lugar, hay que tomar en

cuenta que la transfiguración es un cambio de apariencia. En la antigüedad esto se veía como lo más normal: los dioses podían tomar apariencia de seres humanos, éstos últimos de dioses o incluso una persona podía tener ciertas transformaciones en algunos momentos especiales de su vida. Por eso, no debe sorprendernos que los evangelistas utilicen esta manera de hablar para decirnos que Jesús se transfigura.

En segundo lugar, para interpretar mejor la transfiguración no hay que olvidar la desfiguración de la persona de Jesús que hace Pedro (Mt 16,21-23) pretendiendo corregir la misión del Señor al imaginarse al Mesías a su antojo. A tal grado se oponía la idea de Pedro al plan de Dios que Jesús, comparándolo con el diablo, le dice que se retire de su presencia (véase 4,10). De este modo, podemos considerar la posibilidad de que la transfiguración tenga la finalidad catequética de aclarar quién es Jesús y cuál debe ser la actitud del discípulo ante las constantes desfiguraciones que se pueden hacer de su persona y misión. Esto se refuerza con el

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hecho de que los discípulos aparecen como testigos de la transfiguración y de la voz que llega de lo alto.

En tercer lugar, el mismo texto ha introducido una clave en 17,9: la resurrección. Según el evangelio de Mateo los discípulos deberán guardar silencio sobre lo que vieron y oyeron hasta que Jesús haya resucitado. En esta prohibición se encuentra, más que un secretismo absurdo, una indicación del peligro que tenían los discípulos de mal interpretar la gloria de Jesús al margen de la cruz-resurrección (véase también Lc 9,31).

Por último, teniendo en cuenta la progresión que lleva el evangelio, es significativa la declaración que hace la voz que llega del cielo. Es prácticamente una repetición de lo que se había escuchado en el momento del bautismo; sin embargo, ahora se agrega el imperativo de que se le escuche. Si se acepta la posibilidad de que en el trasfondo de la complacencia de Dios en la escena del bautismo y de la transfiguración está el primer canto del siervo de Is 42,1ss podríamos ver en Mt 17,1-9 una aclaración cristológica. El Jesús que complace al Padre no es el que se imagina Pedro sino el que entrega la vida. Más aún, por eso precisamente es porque vale la pena escucharlo; lo que ha dicho y hecho lo autoriza para ser escuchado. A esta altura del evangelio el lector ya se ha percatado de los contenidos de lo que dice Jesús y de las características de lo que hace (caps. 5-16); de este modo, no hay duda que vale la pena escucharlo.

Desde lo anterior podríamos decir que la transfiguración sirve al evangelista para aclarar quién es Jesús. Los peligros de las desfiguraciones de Jesucristo han existido siempre y los cristianos de la comunidad de Mateo no eran la excepción; tampoco nosotros. El relato de la transfiguración ponía alerta a los primeros cristianos sobre el peligro de las desfiguraciones y los invitaba a ver la gloria del Señor desde la entrega de la vida y de la resurrección. Cuando la gloria se entiende al margen de la cruz y de la resurrección se convierte, no en cercanía de Dios sino en búsqueda de intereses. El mismo evangelio de Mateo da a entender que no fue un asunto fácil de asimilar: hay confusión sobre quién es el mayor (18,1ss), se malentiende participar del reino de Jesús (20,20-28)…

De ahí que, el relato de la transfiguración de Mateo, es más que una invitación a identificar a Jesús como el Hijo de Dios. En los relatos del seguimiento de los evangelios la identificación de Jesús como Hijo de Dios la puede hacer cualquiera, hasta quienes lo rechazan. Sin embargo, la transfiguración sirve para invitar a los discípulos a pasar, del reconocimiento y del miedo aterrador, al convencimiento de que vale la pena adherirse a él, escuchándolo.

2. Meditación Existe el riesgo de que desfiguremos a Jesucristo, es decir, que lo pensemos a nuestro antojo

¿En qué nos hace reflexionar esto? Hay que escuchar al Jesús que Dios quiere manifestarnos no al que se nos ocurre a nosotros

¿en qué me hace pensar esta convicción? 3. Oración

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Hagamos una oración en la que retomemos elementos de nuestra lectura y meditación del evangelio.

4. Contemplación – acción

En nuestra vida vamos teniendo desfiguraciones de Jesucristo ¿somos conscientes de ellas? ¿Las tenemos suficientemente identificadas? ¿Qué podemos hacer para corregirlas?

En nuestra relación con Jesús ¿sólo lo hemos identificado o realmente estamos convencidos de que vale la pena escucharlo y hacerle caso como auténticos discípulos?

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Domingo 3º del Tiempo de Cuaresma

El encuentro con Jesucristo, una experiencia comprometedora Juan 4, 5-42

1. Lectura Después de leer el texto completo concentra la

atención en la manera en que la samaritana se refiere a Jesús (vv. 9. 19 y 29).

Relee atentamente el texto y busca los contrastes: entre el agua del pozo de Jacob (vv. 6-9) y el agua viva (vv. 10-15), entre el monte Garizím y Jerusalén (vv. 20-22) con el culto en Espíritu y en Verdad (vv. 23-24), entre el alimento que llevaban los discípulos (vv. 8.31) y el alimento que tiene Jesús (vv. 32-34).

¿Alguno de estos contrastes tiene relación con las bodas de Caná (2,1-12) y la purificación del Templo (2,13-22)?

Dentro del texto aparecen algunas indicaciones que funcionan como aclaraciones; no las olvides: vv. 4. 9. 27.

___________________ Para comprender mejor este evangelio hay que

tomar en cuenta que los samaritanos, aunque eran descendientes de los antiguos israelitas (2Re 17,29) tenían ciertas características propias: negaban la legitimidad del templo de Jerusalén y consideraban que el único que valía era el suyo, Garizím; su rivalidad con los judíos era muy fuerte al grado que ser apodado samaritano era una ofensa grande (Jn 8,48). La historia registra enfrentamientos sangrientos entre judíos y samaritanos por causas político-religiosas.

En segundo lugar, a Juan le gusta dar su mensaje a través de símbolos y contrastes. En esta ocasión, presenta a Jesús hablando del agua en sentido normal y en sentido simbólico, el alimento que habían comprado los discípulos y el que consiste en hacer la voluntad del Padre. A esto le podemos agregar a partir del texto de la purificación del Templo (2,13-22) las características del verdadero culto a Dios: en Espíritu y en Verdad. La samaritana, en la medida que avanza en su conversación con Jesús lo va reconociendo mejor; al mismo tiempo la profundización de Jesús por parte de la samaritana provoca que ésta profundice su manera de verse y descubra otras dimensiones de la vida. Incluso, en el caso del templo, que descubra una dimensión totalmente nueva: Jesús es ahora el punto de encuentro y no un lugar.

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En tercer lugar, hay que señalar que Juan hace una relación muy interesante entre el encuentro con Jesús y el compartir la buena noticia. No es posible ser discípulo sin sentirse enviado para ir al encuentro con los hermanos. Al mismo tiempo, el enviado deja el lugar para que las personas sigan creyendo, ya no por él, sino por la misma persona de Jesús.

Por último, se debe tener en cuenta que en el evangelio de Juan las mujeres son presentadas con características muy especiales. A ellas se les atribuyen funciones y misiones que, en los otros evangelios, sólo son referidas a los hombres. Por ejemplo, en las bodas de Caná (Jn 2,1-11) en gran parte se da el signo por la indicación de la Madre del Señor; la samaritana es la primera que reconoce a Jesús y lo acepta (Jn 4,26) convirtiéndose en evangelizadora de Samaria (vv. 28-30.39-42); la mujer adúltera es perdonada por Jesús (Jn 8,1-11); Marta, la hermana de María y Lázaro hace profesión de fe en Jesús (Jn 11,27)3; María, la madre de Jesús, se presenta como modelo para los demás discípulos al pie de la cruz (Jn 19,25-27). Las mujeres en el cuarto evangelio son presentadas como ejemplo de personas de fe y evangelizadoras.

Desde lo anterior podemos afirmar que el encuentro con Jesús supone la disponibilidad para cambiar el modo de percibir la realidad; la vida debe adquirir otro sentido a partir de la relación con Jesús. El evangelio ha querido dejar plasmado en el relato de la samaritana un proceso de fe en el que una mujer se dispone para encontrarse con Jesús y convertirse en discípula y, por lo mismo, en evangelizadora.

2. Meditación La vida cristiana es un proceso de encuentro con Jesús en el que siempre se está creciendo en

la comprensión de su persona y, sobre todo, en la experiencia de cercanía y amistad con Él. Este encuentro supone una manera nueva de ver la vida propia, la historia y la realidad en la

que se vive. No es posible encontrarse con Jesús y seguir viendo la realidad del mismo modo. Encontrarse con Jesús supone la disponibilidad de convertirse en apóstol, en enviado para

compartir esta misma experiencia con los demás hermanos y hermanas; un buen enviado según este evangelio es aquel que suscita el encuentro con el Señor más allá de su propia persona.

3. Oración Hagamos una oración en la que agradezcamos a Dios la posibilidad de crecer en nuestro

encuentro con Jesús. Démosle gracias por las personas que nos han ayudado en este encuentro. Pidámosle perdón por las ocasiones en que no hemos puesto lo que está de nuestra parte para

crecer en nuestro encuentro con el Señor; que nos perdone también las ocasiones en que hemos cometido el error de afirmar que somos discípulos de Jesús y continuamos viendo la vida, la historia y la realidad de manera inadecuada.

Roguémosle que nos ayude a convencernos de que no es posible ser discípulo sin ser un apóstol incansable por compartir nuestra experiencia de encuentro permanente con el Señor; y al revés, que sólo podemos ser apóstoles en la medida en que seamos discípulos.

                                                            3 En los otros evangelios es Pedro el que hace la profesión de fe en Jesús (Mt 16,16; Mc 8,29; Lc 9,20).

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4. Contemplación – acción ¿En qué debemos modificar nuestra manera de pensar y nuestro comportamiento para crecer

en nuestra experiencia de encuentro con el Señor Jesús? ¿Nuestra relación con el Señor Jesús realmente provoca en nosotros una manera distinta de

percibir la vida, la realidad? ¿Qué propósito debemos hacer para que realmente la experiencia de amistad con Jesucristo

nos conduzca a modificar nuestra manera de percibir la vida, la historia y la realidad que nos rodea?

¿Qué compromiso podemos hacer para que quienes nos traten se entusiasmen por encontrarse con el Señor Jesús?

Nos esforzamos por ser discípulos ¿también por ser apóstoles?

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Domingo 4º del Tiempo de Cuaresma El ciego de nacimiento

Juan 9,1-41

1. Lectura Lee Jn 9,1-41 tomando en cuenta la siguientes

secciones: la curación (vv. 1-7), la controversia a causa del milagro (vv. 8-34), el diálogo de Jesús con el ex-ciego (35-39) y la reacción de los fariseos (vv. 40-41).

Lee cuidadosamente los vv. 16-17.24 ¿qué acusaciones hacen los fariseos a Jesús?

Lee los vv.3 y 34: ante la pregunta de los discípulos (v. 2) ¿qué responde Jesús? ¿Qué dicen los fariseos?

De acuerdo a los vv. 18-23 ¿de qué tenían miedo los papás del ciego de nacimiento? ¿Por qué? Teniendo en cuenta los vv. 28-33 ¿por qué expulsan los fariseos al que había sido ciego desde su nacimiento?

¿Qué dice y qué hace el que había estado ciego al encontrarse con Jesús de acuerdo al v. 38?

_____________________

Para comprender mejor este evangelio es importante que tengamos en cuenta que el simbolismo de la luz o iluminación del evangelio de Juan adquiere gran relevancia en este relato; los elementos relacionados con la ceguera u oscuridad son evidentes (vv. 1.6. 39 entre otros) así como los que refiere la vista o la claridad (vv. 5. 7. 10. 39 entre otros). Las palabras de Jesús del v. 39 parecen resumir en sentido catequético del relato: “para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos”. Con mucha probabilidad el relato de la curación del ciego de nacimiento quiere señalar una doble consecuencia elemental de la presencia de Jesucristo en la historia humana: iluminar y deslumbrar. El ciego curado pasa progresivamente de sólo ser un beneficiado de Jesucristo (vv. 8-16) a reconocerlo como a un profeta (v. 17) hasta creer en él como el Hijo del Hombre (v. 35-38). Por su parte, los fariseos de mostrarse renuentes a reconocer el milagro pasan a la descalificación y expulsión del recién curado (vv. 34-35) a una ceguera culpable (v. 41). Jesús es revelación y juicio, iluminación y deslumbramiento dependiendo la actitud y, sobre todo, con las intenciones con las que alguien se acerque a él.

Otra clave en la comprensión de este evangelio es reconocer detrás de este relato un conflicto entre la comunidad que leía y escuchaba el evangelio de Juan (llamada por algunos

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“comunidad joánica”) y algún grupo de judíos. Se deja entrever que estos últimos no creían que Jesús procediera de Dios porque no respetaba la costumbre del sábado (9,16) y por esto lo consideraban pecador. Además, es posible que algunos judíos que habían creído en Jesucristo hubieran sido expulsados de la sinagoga o espacios de reunión; el peligro que sentían los papás del ciego era real (vv. 22-23). Y por si todo esto fuera poco, los judíos se declaraban discípulos de Moisés al contrario de los que seguían a Jesús (vv. 28ss). También aparece con claridad que algunos cristianos de raíces judías no se atrevían a romper con actitudes y maneras de pensar que entorpecían su fe en Jesucristo por miedo a que los expulsaran. Otros, representados en el ciego curado, tomaban la determinación de creer en el Hijo del Hombre (9,38).

Una clave más de interpretación es la supuesta relación entre pecado y enfermedad o desgracia; para la mayoría de personas de aquel tiempo una desgracia individual o colectiva se explicaba a consecuencia de pecados anteriores (Ex 20, 5; Num 14, 18; Dt 5,9; Tob 3,3s). Los discípulos se hacen eco de la opinión corriente según la cual la responsabilidad del pecado de los papás se transmitía a los hijos; pensaban que no había sufrimiento sin culpabilidad. Sin embargo, al afirmar el Señor que “ni él pecó ni sus padres” rechazaba esa manera de pensar.

Si tomamos en cuenta además los versículos 4-5: “tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día… mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo” podríamos decir que la ceguera de aquel hombre no era consecuencia ni de su pecado ni del de sus padres. La desgracia de un inocente, generalmente inexplicable, se convertía en un espacio para descubrir la presencia de Dios por el milagro que sucedería a continuación. Es cierto que el evangelio no explica el por qué de la desgracia de aquel hombre; no obstante, sí coloca la desgracia del ser humano como un espacio para realizar las obras de la luz, las obras del Señor.

Por último, la presencia de Jesús provoca simultáneamente la vista y la ceguera (v. 39). Los que no ven pero están dispuestos recobrarán la vista; en cambio, los que ven pero insisten en cerrar los ojos se volverán ciegos. Por eso, el pecado de los fariseos no es su falta de vista sino que se mienten a sí mismos diciendo que ven cuando sucede precisamente lo contrario. Se hace realidad aquel dicho de que “es más fácil despertar a un dormido que a un despierto”.

2. Meditación ¿En qué me hace reflexionar este evangelio? 3. Oración Hagamos una oración por las personas inocentes que padecen alguna desgracia. Pidámosle a Dios que nos ayude a comprometernos con ellos para que se manifieste su luz. Roguémosle que profundicemos en nuestro actuar de tal manera que podamos descubrir qué

comportamientos o maneras de pensar nos están impidiendo creer mejor en Jesucristo.

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4. Contemplación – acción ¿Qué desgracias o situaciones de inocentes que sufren son espacios urgentes para que

realicemos obras de la luz, obras del Señor? ¿Qué maneras de pensar o de comportarnos impiden que creamos en Jesucristo? ¿Qué es lo que nos está impidiendo ver con claridad para seguir a Jesucristo, orientar

mejor nuestra vida y comprometernos más con nuestros hermanos?

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Domingo 5º del Tiempo de Cuaresma “El que cree en mí, aunque muera vivirá”

Juan 11,1-45

1. Lectura Haz una lectura atenta de Jn 11,1-45. Ahora, lea solamente los vv. 4.11-15.23. 25-26. 41

¿qué piensa Jesús, y con él el autor del evangelio de Juan, sobre la muerte? ¿Con qué finalidad resucita a Lázaro?

Lee los vv. 21-22. 24.27.32. 37 ¿cuál es el “reproche” que le hacen Marta y María a Jesús? ¿Qué murmuran algunos de los judíos?

Con mucha atención lee también los vv. 46-54 Según el v. 46 ¿qué te imaginas que fueron a decir algunos de los judíos a los fariseos? ¿A qué acción de Jesús se refieren los sumos sacerdotes y fariseos cuando dicen: “si lo dejamos que siga así... (v. 48)?

De acuerdo al v. 53 “desde ese día decidieron darle muerte” ¿desde el día en que se reunieron? o ¿desde el día en que se reunieron porque había resucitado a Lázaro?

Por último, leyendo los vv. 45-56 ¿qué reacciones hubo ante la resurrección de Lázaro? __________________ Para comprender mejor este evangelio pongamos atención, en primer lugar, en la

problemática de la comunidad a la que se dirigía el evangelio. Es posible distinguir en el diálogo de Marta y María con Jesús las dudas y seguridades de aquellos primeros cristianos sobre la resurrección. En el fondo parece rondar la pregunta: ¿mueren los amigos de Jesús?4 El mismo evangelista ha introducido un comportamiento inusual de Jesús al decir que, cuando Martha y María le avisan que su amigo Lázaro está enfermo (v. 3) todavía permanece dos días en la zona del otro lado del Jordán (vv. 6.40) quizás para resaltar y resolver estos cuestionamientos. Esta pregunta que parece que está en el fondo del evangelio coincide con el reclamo de Martha cuando Jesús llega a su casa: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano...” (v.21; repetido también por María en el v. 32) y con el reproche de algunas visitas: “éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?” (v. 37). Posiblemente se preguntaban: ¿cómo se puede explicar que los amigos de Jesús mueran sin que el Maestro intervenga? Desde esta perspectiva, la pregunta de Jesús a Marta: “¿crees esto?” (v. 26) debía

                                                            4 El mismo evangelio insiste en que eran amigos y que los amaba (vv. 2. 3.5.11.33.38).

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resonar en cada uno de los que escuchaban por primera vez aquel pasaje en las reuniones de la comunidad5.

En segundo lugar, tengamos en cuenta que muchos israelitas pensaban que la muerte era definitiva a partir del tercer día, cuando la descomposición empezaba a borrar los rasgos personales del difunto. Cuando Jesús llegó a Betania Lázaro llevaba “cuatro días” (v. 39), es decir, no había duda que había muerto. Esto sirve para remarcar la acción de Jesús6.

En tercer lugar, existe una confesión de fe por parte de Marta (22) cuando Jesús le dice que su hermano resucitará: “ya sé que resucitará en la resurrección, el último día” (v. 24). Esto que dice Marta de la resurrección concuerda, con mucha seguridad con lo que creía cualquier judío del siglo I y, quizás, un buen número de cristianos recién integrados a la comunidad. Es una proclamación interesante y buena, pero incompleta como se comprueba en lo que dirá Jesús (vv. 25-26)7.

Por último, no es casualidad que Juan haya escogido precisamente la resurrección de Lázaro como el último signo para cerrar con broche de oro toda esta primera gran parte de su evangelio. Podría significar que para Juan el gran milagro, el signo por excelencia es la resurrección, la vida. De hecho, sorprende que a partir de esto, decidan los sumos sacerdotes y los fariseos, darle muerte (vv. 46-54). No les preocupaba que los romanos destruyeran su lugar santo y su nación sino que alguien, por estar a favor de la vida, pusiera en peligro sus intereses.

Desde lo anterior podemos decir que muy pronto los cristianos constataron que, aunque Jesús había resucitado, ellos no tenían inmunidad ante la muerte; morían como todos los demás aunque seguramente menos desesperados ¿Eso significaba que la muerte terminaba con todo? No. La fe en la resurrección garantizaba creer en la vida después de la muerte; así lo habían experimentado en el contacto con Jesús. La muerte era como un sueño, algo triste y que generaba sufrimiento, pero que abría a la esperanza. No todo acababa con la muerte. Pero, ¿la fe en la resurrección era sólo creer en el “más allá”?

Ya hemos dicho que la proclamación de fe de Marta es incompleta y refleja que no es suficiente desplazar la resurrección al último día (v. 24); es indispensable concebirla como algo que, porque se posee desde ahora, la muerte no la derriba porque quien vive y cree en Jesús nunca morirá (v. 26). En este sentido, la resurrección de Lázaro es una “probadita” de lo que significa la vida, la resurrección. La muerte es real, segura e inevitable... Sin embargo, para quien cree, también la resurrección es segura y real. Pero no es algo que sólo haya que esperarse pacientemente para después de la muerte; es una gracia que nos beneficia y compromete desde ahora.

Este convencimiento no está exento de consecuencias. Creer en la resurrección como la vida que dura para siempre y que, aunque se completará después de la muerte, comienza desde ahora y afecta todo lo que nos rodea, puede resultar peligroso y hasta amenazador para muchas

                                                            5 El autor del cuarto evangelio en su deseo de catequizar logra presentar de tal modo a los personajes que,

inevitablemente, el que lo escucha va identificándose con alguno de ellos. 6 Además, a propósito del lugar no hay que olvidar que Betania está muy cerca del Valle de Josafat, donde

según algunas tradiciones judías Dios resucitaría a los muertos. 7 Marta tiene la creencia de su pueblo: la resurrección en el último día. Los únicos que abiertamente no

creían en la resurrección eran los saduceos (véase Mc 12,18-27).

Page 18: Guias para Lectio Divina

GUIAS PARA LECTIO DIVINA DEL TEXTO EVANGELICO DOMINICAL DE CUARESMA CICLO A

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personas y grupos. La fe en la resurrección, de este modo, nos compromete a desarraigar lo que provoca la muerte, lo que atenta contra la vida en todas sus dimensiones.

2. Meditación ¿En qué me hace reflexionar este evangelio? 3. Oración

Agradezcamos a Dios que podemos afrontar la muerte, propia o de los seres queridos, desde la fe, es decir, con la certeza y la esperanza de la resurrección. Pidámosle que nos perdone las ocasiones en que al descuidar la vida hemos manifestado que no valoramos adecuadamente la resurrección. Roguémosle que la esperanza de la resurrección no se convierta en un pretexto para descuidar la vida presente; que por el contrario la fe en la resurrección sea la mejor razón que tenemos para modificar de verdad nuestro comportamiento y transformar la familia, la sociedad y la Iglesia.

4. Contemplación - acción Estamos seguros que vamos a morir y que nuestros seres queridos también ¿Cómo

debemos afrontar desde la fe la triste realidad de la muerte? ¿Qué comportamientos personales y comunitarios manifiestan nuestro compromiso por la

vida, por la resurrección? ¿En qué necesitamos poner más empeño?