Guia Mision

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Motivación a la Misión

Animación a los misioneros

Camino recorrido desde Aparecida

La Palabra de Dios nos ilumina como misioneros

El Señor nos invita a remar mar adentro y echar las redes, en el Chile de hoy

¿Qué queremos hacer en esta misión?

¿Cómo vamos al encuentro de nuestros hermanos?

¿Qué me enseñó Jesús en mis hermanos durante la misión?

Todos los Recursos para la Misión Territorialwww.iglesiaenmision.cl

Índice3

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Queridos hermanos:

Dentro de nuestro itinerario pastoral, inserto en el gran proceso de Misión Continental impulsado por los obispos en la V Con-ferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño, celebrada el año 2007 en Aparecida, Brasil; este año 2014 que-remos esforzarnos en llevar adelante la Misión Territorial.

Será, sin duda, un esfuerzo de todos, de salir a las calles y casas, plazas y familias, a manifestar nuestra vocación como Iglesia. Ella -la Iglesia- existe para evangelizar, nos dijo el Papa Pablo VI, y poco a poco esto ha ido alojándose en nuestra con-ciencia y corazón de discípulo.

La Misión Territorial estará inserta orgánicamente en la vida ordinaria de nuestras parroquias y unidades pastorales. No es un añadido a los programas y agendas del año pastoral, pero tampoco un simple barniz misionero a cada actividad planifi-cada en los calendarios pastorales. Se trata de procurar un verdadero impulso misionero desde dentro, en la experiencia comunitaria, en los programas catequéticos, sacramentales, de promoción humana; en definitiva, en la vida cotidiana de nuestras parroquias y otros centros pastorales, para ir “provo-cando” una verdadera renovación en la Iglesia.

Hemos crecido en conciencia misionera y hemos madurado en nuestro saber dar razón de nuestra esperanza. Nuestra expe-riencia personal de encuentro con el Señor nos fortalece en el empeño de salir a la calle para proclamar que “Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo” (Documento de Aparecida, 29).

Confiamos este caminar a Cristo Misionero, bajo la protección de María, nuestra madre.

Ignacio Ducasse M.Obispo de Valdivia

Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile

Motivación a la Misión

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El sueño de Jesús, un país sembrado con el Reino

Siempre los buenos hijos sueñan con cuidar y agradar a sus padres. No era distinto para Jesús, Hijo amado del Padre ce-lestial.

En las tardes, luego de un día agitado entre curaciones de en-fermos, relatos de parábolas y explicaciones, más de una con-troversia con los dirigentes de Israel y el compartir relajado y ameno con sus discípulos, se sentaba en una roca, sin compa-ñía alguna, frente al mar de Galilea. Es que allí, apenas se sale de los límites del pueblo de Cafarnaún, se encuentra el mar, pues sus olas, con fuertes temporales, casi entran a sus calles.

Allí estaba Jesús, el Nazareno. En frente, tenía el lago, que le llamaban mar. A su espalda, las colinas suaves, características de los cerros de Galilea. En el mar, divisaba a los pescadores en sus barcas que salían a buscar el alimento de cada día. En las colinas percibía el olor a trigo amarillo y abundante, listo para la cosecha.

Jesús, el Hijo amado del Padre celestial, en aquel momento de intimidad y con aquel paisaje en su retina, soñaba con la realización de lo que su Padre le había pedido: hacer realidad su Reinado de Padre misericordioso y pleno de vida. Él, su Hijo, lo había experimentado y lo único que anhelaba con todo su corazón era realizar tal proyecto divino, para que ese Rei-nado de Dios se hiciera presente en los corazones de hombres y mujeres de todos tiempos y lugares, y en cada comunidad humana y en el mundo entero.

Sin embargo, ¡muchos son los pescados y no alcanzan los pescadores a retirarlos del mar! ¡Y abundante es el trigo para ser segado, pero pocos son los segadores! ¿Acaso Jesús y el Reino no necesitan de pescadores que, con sus redes, lleven a sus hermanos a gustar la misericordia y la vida del Padre? ¿Acaso no necesita segadores que cosechen el trigo ya listo para hacer el pan?

Los pescadores tendrán que salir en los atardeceres, entrada casi la noche, y pasar hasta la madrugada pescando y, luego,

Animación a los Misioneros

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ya a la orilla del mar, tendrán que separar los peces chicos de los grandes, los buenos de los malos, y reparar las redes, y preocuparse de sus barcas. Y los cosechadores tendrán que soportar el peso del día y del calor inclinados sobre los trigales, y separarel trigo de la cizaña y de las otras malezas, pues no todo es apto para el pan de cada día, y trasportar a las piedras de mo-lino su preciosa carga para hacerla harina.

El Hijo amado del Padre, Jesús de Nazaret, hizo realidad el sueño de su Padre y se convirtió no sólo en el Jefe de todos los pescadores y cosechadores que han de venir, sino también en la Fuente única de donde brota el Reino de Dios y sus signos.

Y hoy, en nuestras tierras chilenas, ¿quiénes serán los pes-cadores y cosechadores que, siguiendo las huellas de Jesús, “pescarán” hombres y mujeres para el Reino y “cosecharán” la mies que el Padre preparó para sí?

¡Nuestra Iglesia es misionera por que tú en ella y con tu comu-nidad estás llamado a ser pescador y cosechador para el Rei-no! Nuestros Pastores te envían a cumplir el sueño de Jesús: ¡Él te necesita! ¿Qué esperas?

Santiago Silva R.Obispo auxiliar de Valparaíso

Secretario General del CELAM

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“Discípulos misioneros de Jesucristo para que nuestros pue-blos en Él, tengan Vida abundante”.

Desde el año 2007, luego de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño, en Aparecida, hemos emprendido en todas las diócesis de Chile el proceso de la Misión Continental.

Los procesos e hitos fundamentales durante este periodo han sido:

• Sensibilización (2008-2009)• La Palabra de Dios – Evangelio de Chile (2009)

• Profundización (2010-2011) • Chile una mesa para todos – Virgen del Carmen Misionera

• Misiones sectoriales (2011-2013)• Misión Joven – Cruz de Chile Misionera

Durante este tiempo hemos buscado ir al encuentro de Jesu-cristo pidiéndole que nos haga sus díscipulos misioneros “para que nuestros pueblos en Él, tengan Vida abundante”.

Hemos fortalecido: encuentro con Jesucristo, ser discípulos y misioneros, comunión misionera, encuentro con el hermano, la conversión personal, pastoral y eclesial, la lectio divina.

Buscando como objetivo fundamental fortalecer una Iglesia de auténticos testigos en misión permanente.

Camino recorrido desde Aparecida

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Lectio divina: Remar mar adentro (Lc 5, 1-11)

Te proponemos puedas hacer un momento de oración, en lo posible en comunidad, a partir del texto inspirador de la Misión Territorial. Un misionero debe nutrirse de la Palabra que quiere comunicar tanto con su testimonio como con su predicación.

Motivación inicialNuestros pastores nos han convocado a iniciar la Misión Terri-torial que esperamos nos ayude a poner a todas nuestras co-munidades en un estado de misión permanente. Recordando el mandato del Señor a Simón Pedro, ellos también hoy nos dicen “Remen mar adentro…”. Como discípulos misioneros de Jesucristo y habiendo renovado este año nuestra fe, poniendo nuestra confianza en el Señor, queremos embarcarnos en esta navegación y echar las redes en las profundas aguas de nues-tra sociedad actual. Les invitamos a iniciar orando:

Oración

Señor Jesús, invitaste a Simón a remar mar a dentro, y ahí lanzar sus redes para pescar; no lo había conseguido y esto el pescador te lo hizo saber. “Porque Tú lo dices, echaré las

redes al mar”, te dice Simón, y lo hace contra toda esperanza, pero lo hace porque Tú se lo pediste, y es así como saca tal

cantidad de peces que llena dos barcas, ya a punto de hundir-se. Danos también a nosotros, Señor, la gracia de confiar en

Ti, para tener la actitud y la disposición del que fue llamado a ser pescador de hombres.

Amén.

La palabra de Diosnos ilumina como misioneros

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Lectura del Evangelio según Lucas 5, 1-11«Estaba Él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpa-ba a su alrededor para oír la palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas y estaban lavando las redes.

Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echen sus redes para pescar». Simón le respondió: «Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echa-ré las redes». Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban con romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.

Al verlo, Simón Pedro cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él esta-ban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres». Llevaron a tierra las barcas y, dejándo-lo todo, le siguieron».

Para la reflexión personal¿Qué mensaje me entrega esta Palabra que hemos

meditado?

¿En qué circunstancias experimento la misma sensación y cansancio de Simón? ¿Qué cosas desgastan y debilitan mi fe

y mi servicio en la pastoral? ¿Cuál es el motivo?

¿Qué me enseña este mensaje para compartir con mis hermanos la fe en Jesucristo?

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Una lectura misioneradel relato que reflexionamos

El relato se sitúa en el inicio, en una orilla. La orilla representa el lugar de la seguridad. En la orilla no sentimos las amenazas de las olas, ni corremos el riesgo de hundimiento de nuestra barca, pero la orilla no es el lugar donde un pescador se hace pescador, pues los peces se encuentran en el mar profundo. Nuestra acción pastoral muchas veces es una «pastoral de la orilla», nos cuesta dejar nuestras seguridades y nos dedica-mos a repetir las cosas como siempre las hemos hecho.

Pedro ha estado trabajando toda la noche sin lograr ningún resultado. Esta experiencia, de diversos modos, la vivimos en la pastoral. Muchas veces organizamos actividades pastorales que nos cansan, que incluso generan tensiones entre las per-sonas y vemos que los frutos son escasos y en algunas ocasio-nes, nulos. Es la experiencia de Pedro vivida en la pastoral: he-mos echado las redes y no aparecen los frutos de esta acción.

Pese a esta situación, el mandato del Señor permanece vigen-te: rema mar adentro y echa las redes. Este mandato sigue siendo actual, es para cada uno de nosotros. El Señor nos invita a navegar mar adentro en nuestra sociedad actual, en nuestra tierra y más allá de sus fronteras. No es en el encierro en nuestras comunidades donde encontraremos los interlocu-tores de la Misión, sino en el amplio mar de nuestro territorio. Es verdad que nos podemos accidentar, pero como lo afirmó el papa Francisco: «Prefiero una Iglesia accidentada por salir, que enferma por encerrarse».

Sólo la fe de Pedro en el Señor lo mueve a obedecer el man-dato que le daba. El compromiso misionero es siempre un in-dicador de nuestra fe: mientras más profunda es la fe, más aumenta el deseo de comunicar el Señor.

Luego de ver los frutos de la abundante pesca, Pedro se reco-noce un pecador y lo deja todo para seguir al Señor. Debemos estar siempre conscientes de que es el Señor quien obra el milagro de la pesca. En nuestra acción misionera es el Señor

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quien abre los corazones a acogerlo, nosotros somos sólo ins-trumentos en sus manos, pero desde nuestra debilidad, debe surgir permanentemente el deseo de dejarlo todo para seguirlo.

Oración FinalTe invitamos a terminar este momento de oración haciendo con calma la siguiente oración:

Señor Jesús, danos fuerza para dejar la comodidad de la orilla donde no se puede realizar una pesca y ayúdanos echar las

redes en tu nombre en nuestra sociedad, para que así Tú pue-das seguir manifestando tu amor y tu misericordia, atrayendo a muchos a tu encuentro. Que siempre seas Tú el sentido de sus vidas, con tu gracia y tu amor, tu perdón y tu bendición.

Danos la fuerza de tu Espíritu para que podamos salir al en-cuentro de nuestros hermanos y hermanas, especialmente de

los que están más abandonados y excluidos en la sociedad. Que Él nos ayude a descubrir en ellos tu rostro sufriente y

necesitado de tu acción y de nuestra cercanía.

Hoy nuevamente, Señor, danos la gracia de actuar en tu nombre para que sigas tocando los corazones, haciendo que muchos te conozcan y te sigan, encontrando en Ti el sentido

pleno y total de sus vidas.

Amén.

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La Iglesia realiza su misión en contextos socioculturales y re-ligiosos determinados y por ello se hace necesario que cada misionero conozca, aunque sea brevemente, algunos aspectos de la realidad nacional.

Durante las últimas décadas nuestro país ha experimentado una importante transformación cultural, que involucra todos los ámbitos en los cuales se desarrollan las personas: económico, social, religioso, cultural. El interlocutor que la Iglesia tiene es totalmente distinto a los que tenía hace algunos años.

Nuestros obispos nos recuerdan en su carta pastoral “Humani-zar y compartir con equidad el desarrollo de Chile” (septiembre 2012), aspectos centrales del contexto nacional que es nece-sario tener presente en nuestra acción pastoral:

“Nuestra fidelidad a Jesús, y nuestro contacto con la cultura actual, nos obligan a ir a la raíz de la fe que profesamos para reconocer y apoyar todo lo bueno, y para superar todo aquello que no corresponde al Evangelio”.

Por otro lado continuamos el itinerario de Aparecida en la Mi-sión Continental, llamados a una nueva Evangelización, con la animación y testimonio del papa Francisco a la Iglesia uni-versal.

Los principales desafíos que enfrentamos son: la evangeliza-ción al hombre y la mujer de hoy, la renovación de la Iglesia y el profundizar en el servicio y dialogo con el mundo de hoy. En este tiempo decimos con entusiasmo, alegría y esperanza: Cristo es Vida plena para todos.

El Señor nos invita a remarmar adentro y a echar las redes en el Chile de hoy

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Nuestro objetivo general es “ir al encuentro del otro para anun-ciar y compartir con todos que Jesucristo es fuente de Vida en abundancia”.

Nuestros interlocutores prioritarios son las familias. Queremos visitar los hogares para dialogar con las familias de hoy, com-partiendo sus propios dones, dificultades, esperanzas y sue-ños. Dialogaremos también con la sociedad sobre el lugar que ocupa la familia en ella.

Se trata de visitar el territorio de nuestra parroquia dando testi-monio y mostrando el rostro misericordioso de Dios. Nos ayu-dará primero conocer nuestro territorio y sus personas, segun-do discernir donde Dios pide nuestra presencia misionera, y realizar con ello un plan de misión.

Te preguntarás cómo hacerlo...

En continuidad con el proceso vivido en la Misión Continental.

Con el compromiso de la pastoral ordinaria y de todas las áreas pastorales.

Teniendo la palabra de Dios y el Catecismo de la Iglesia Católi-ca como centro de la formación de los misioneros.

Buscando empatía con el mundo de hoy; en dialogo, escucha, compartir, encuentro, contemplación y discernimiento.

Con recursos: Biblia, Guía del Misionero, retiro y jornada de preparación, una imagen de Cristo para la puerta de los hoga-res, y apoyo de nuestras redes sociales y medios de comuni-cación.

¿Qué queremos hacer en esta misión?

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¿Cuál será el sello de este tiempode misión?

Algunos criterios pastorales pueden servir en este tiempo mi-sionero:

• Nos motiva y sostiene el saber que contamos con la pri-macía de la gracia, entonces la invitación es salir con la confianza puesta en el Señor.

• Buscando la conversión personal, pastoral y eclesial.

• Siempre en comunión misionera.

• Centrada en el testimonio, alegría y esperanza.

• Ir en busca de las personas en situación de pobreza y abandono, de sufrimiento y exclusión.

• Promoviendo la formación de comunidades de vida cristia-na, y cuidando las celebraciones dominicales.

• Ir a las periferias de la cultura actual, donde no llega la Palabra.

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2013 Período de Pre-misión

Enero -AbrilElaboración de la propuesta y presentación a la Asamblea Plenaria

Mayo-Diciembre

Preparación de la Misión en cada diócesis. Constitución de equipos por provincia eclesiás-tica.

Junio-Agosto

Presentación en la II Asamblea Eclesial Nacional e integración de sus aportes para la misión en la COP Vicarios.

Noviembre-DiciembreFormación de misioneros y avanzada de la misión en Mes de María

Enero - Febrero 2014 Escuelas de Verano e instancias misioneras de verano

¿Cuándo realizamos la misión?

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Abril

Inicio de la Misión Territorial en el tiempo de Pascua: vigilia pascual, asambleas diocesanas

y parroquiales.Signo episcopal en la 107ª Asamblea Plenaria CECh

Abril-DiciembreVisita a los hogares y otros lugares de Misión, formación de comunidades

AgostoActividad misionera de servicio a personas en situación de pobreza

Octubre Semana de la Familia

Noviembre-Diciembre Mes de María misionero

8 de diciembre Celebración especial

Enero 2015Inicio etapa Misión permanente con las misiones y trabajos de verano

¿Cuándo realizamos la misión?

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La Misión Territorial nos impulsa a salir de nuestros templos parroquiales, capillas y colegios para ir al encuentro con las personas, instituciones y organizaciones que existen en el te-rritorio donde vivimos. En este encuentro, nosotros como dis-cípulos misioneros de Jesucristo, estamos llamados a llevar la Buena Noticia del Evangelio, primero con nuestro testimonio, nuestro ejemplo y con la palabra.

En esta parte de la Guía del Misionero queremos ofrecer algu-nas indicaciones prácticas generales que nos pueden servir de orientación en la acción misionera y algunos recursos para mo-mentos especiales. Muchas veces el temor de salir al encuen-tro con los demás nos lleva a encerrarnos y eso lo justificamos diciendo que no sabemos cómo actuar. Esto no sólo nos pasa a nosotros, les sucedió también a los profetas, pero el llamado del Señor es siempre más fuerte.

Saliendo de nuestras capillas, templos parroquiales, cole-gios, movimientos...

Es importante considerar que los misioneros no actúan en nombre propio, sino que son enviados de Dios por medio de la comunidad. Por esta razón es muy importante antes de cada salida al territorio darse un tiempo para encontrarse en un mo-mento de oración como comunidad de misioneros, pidiendo al Espíritu Santo que nos fortalezca con la necesaria humildad para anunciar con nuestro testimonio a Cristo Resucitado a los hermanos y hermanas del sector.

Como los misioneros son representantes de la comunidad que los envía, es necesario cuidar nuestras actitudes y comporta-mientos. Es fundamental el testimonio que damos a los demás.

Algunas actitudes básicas que los misioneros deben demostrar en el camino son:

La amabilidad con todos, no importando ninguna condición. El testimonio amable se percibe desde el primer diálogo, demos-trando interés por conocer y encontrase verdaderamente con el otro. No salimos para hacer una encuesta ni mucho menos

¿Cómo vamos al encuentrode nuestros hermanos?

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para formular juicios, sino para ir al encuentro de los hermanos.El diálogo. No vamos a imponer argumentos ni a convencer a nadie, sino a encontrarnos y compartir con personas que son distintas de nosotros y que muchas veces están dolidas con la misma Iglesia. No se trata de salir a defenderse, sino a es-cuchar, acoger y compartir. También de ellos aprendemos en nuestro caminar.

La misericordia con todos. Tenemos que ser signos de la mise-ricordia que Dios ha tenido con nosotros mismos. Hay muchas experiencias dolorosas que el misionero podrá encontrar y en ellas debe tener los mismos sentimientos de Cristo, que es ca-paz de compadecerse del dolor ajeno.

La alegría. Como lo ha recordado en varias ocasiones el papa Francisco, nuestro testimonio ha de ser alegre, pues es signo de que el encuentro con Cristo nos produce el gozo de sentir-nos amados por Dios.

La paciencia. Esta es una actitud muy misionera, pues nuestros tiempos no son los tiempos de Dios y los procesos de las per-sonas son todos diferentes y cada uno tiene su propio ritmo que hay que respetar. No se le puede pedir a todos que actúen del mismo modo o que tengan la misma aceptación del mensaje cristiano.

En el camino de nuestro territorio….

Cuando hemos dejado nuestras capillas, templos parroquiales, nos encontraremos con las personas y organizaciones socia-les con las cuales compartimos nuestra vida cotidiana en el sector. Sin embargo, la invitación de la misión es procurar te-ner encuentros más profundos. Muchas veces somos parte del sector, pero como comunidad no tenemos mayores relaciones fraternales. En esta sección del manual proponemos algunas acciones básicas para las diversas situaciones que podremos encontrarnos en el caminar nuestro territorio. Evidentemente, esto variará mucho si estamos en el campo o la ciudad, si esta-mos en el norte o en el sur del país.

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Caminamos y nos encontramos con algunas organizacio-nes sociales del sector: ¿qué hacer?

Nuestro territorio tiene distintas organizaciones que trabajan para el bien común. Ellas están construyendo el Reino de Dios de un modo diverso como lo hacemos nosotros, pero es total-mente válido. Es importante poder tomar contacto con ellos, encontrarnos en los lugares donde se encuentran, hacerles sentir que como comunidad cristiana queremos colaborar en su acción, buscar temas de común interés. Tal vez, luego de unos primeros encuentros podremos tener la ocasión de rezar juntos, pero es necesario saber esperar.

Caminamos y nos encontramos con otras Iglesias cristia-nas: ¿cómo nos acercamos a ellas?

Es importante considerar que no somos los únicos que con-fesamos la fe en Jesucristo y que no somos los dueños de la verdad. El diálogo con nuestros hermanos cristianos de otras Iglesias es importante iniciarlo por el encuentro fraternal: no nos encontramos con un extraviado, sino con un hermano en Cristo. Podemos dialogar acerca de lo que nos une (Jesucristo) y evitar temas que nos separan (son pocos, pero que gene-ran demasiadas tensiones). Podemos proponer rezar unidos en torno a la Palabra de Dios y expresar lo que genera este encuentro. Proponemos el texto de Jn 17, 1-26 (oración por la unidad del nuevo Pueblo Santo).

Caminamos y nos encontramos con personas no creyen-tes o con otras creencias: ¿cómo nos comportamos con ellos?

En estos casos es necesario acercarnos con una actitud hu-milde y mostrando interés por ellos y por el encuentro. No es bueno entrar en debates tratando de convencer, pues la fe no es una cuestión de ganar con argumentaciones, sino un don de Dios. Lo importante es producir el encuentro y recalcar que somos vecinos que buscamos vivir en paz y trabajar por el sec-tor. También puede ser interesante poder conocer la religión del

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otro, pero no como un interrogatorio, sino demostrando interés por lo que cree y buscar algunos elementos en común.

Caminamos y nos encontramos con personas que han te-nido malas experiencias con algunas personas de la Igle-sia Católica o que tienen rabia con la comunidad.

Hay que tener presente que muchas de estas personas no han dejado de creer en Cristo ni de profesar la fe cristiana, sino solamente han tenido un distanciamiento de la Iglesia. Es im-portante prestar oído, mostrar cercanía a lo vivido, evitar juicios (pues no se conoce toda la historia), pero tampoco de justifi-car actitudes injustificables. La posibilidad puede ser un primer paso en la reconciliación con la comunidad, pero nuevamente aquí hay que tener cuidado de no apresurar los procesos, pues muchas veces el dolor es mucho más grande de lo que nos podemos imaginar. La escucha es nuestra actitud fundamental en estas situaciones. Si se da la oportunidad, se puede invitar a orar un momento en torno a la Palabra de Dios. Se propone el texto de 1 Cor 13, 1-13.

Caminando nos encontramos con nuestros hermanos en la fe

Muchas personas que nos encontraremos son católicas, algu-nas muy practicantes, otras menos, pero que de diversos mo-dos mantienen una conexión con la comunidad. Es importante considerar que en sectores nuevos de las ciudades hay per-sonas que, siendo católicas, aún no han tomado ningún con-tacto con la comunidad cristiana y por tanto, es fundamental este primer encuentro, que debe estar marcado por una actitud acogedora. Con nuestros hermanos católicos podemos tener un diálogo más profundo y podemos proponer un momento de oración por la familia. No hay que olvidar el lugar donde están visitando: normalmente si estamos en un pueblo pequeño don-de todos se conocen es más fácil que las personas accedan a recibir al misionero en sus casas, pero esto es muy distinto en la ciudad.

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Propuestas para visitas a las casas

La visita de las casas es una acción muy importante en la vida misionera de una parroquia. Es el momento en el cual la Iglesia sale al encuentro con las familias de su sector. Es necesario organizarse bien para que, en lo posible, no quede ningún te-rritorio sin ser visitado. Hay que recordar que esperamos que esta sea una actitud permanente en la parroquia, por tanto, no es necesario agotar todo el sector en un mes. Hay que tener en cuenta la formación del territorio: no es lo mismo casa en el campo, o en un pequeño pueblo, en un condominio cerrado o en un edificio de departamentos. También hay que considerar bien los horarios, pues hay tiempos en los cuales las casas es-tán sin sus moradores o tiempos en los cuales cualquier visita es poco grata. En este sentido es bueno informarse y conocer de antemano el sector que se visitará. En cualquier caso, no olvidemos que nuestro objetivo no es el copamiento territorial, sino el impulso del Espíritu en los hogares y lugares que nos han sido confiados a la Misión.

La visita se puede estructurar del siguiente modo:

1. Llegada

Llevar siempre en un lugar visible la cruz del misionero, ya que esto evita confusiones y abre muchas puertas. Cuidar la ma-nera de vestir (sencillamente), nuestra postura, la manera de hablar, el trato respetuoso hacia todas las personas.

Presentarnos educadamente y con cariño: “Somos misioneros católicos”, y mencionar la comunidad a la que se pertenece (parroquia o capilla), preguntar al dueño de casa su nombre y decir los nuestros.

Evitar el nerviosismo o la apatía que puede darse debido al cansancio (no se trata de hacer muchas visitas en un plazo breve, sino hacerlas bien). Todos merecen recibir lo mejor de nosotros mismos. No hay que olvidar nunca que es el Espíritu Santo que inspirará nuestro hablar.

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2. La conversación

Estar muy atentos a escuchar con paciencia y caridad, tratando de entregar un mensaje de esperanza ante las dificultades. No-sotros no estamos para dar soluciones, sino que para compartir nuestro encuentro con Cristo y cómo Él nos ha acompañado durante nuestra vida, dándole una nueva luz.

Compartir el motivo de la visita a las familias. Es toda la Iglesia (nuestra parroquia y comunidad incluida) la que sale al en-cuentro de todas las personas. El papa Francisco y nuestros Obispos nos han invitado a salir de nuestros templos, para en-contrarnos con los hermanos, y eso es lo que estamos hacien-do con gran alegría.

No preguntar más de lo necesario, no ser invasivos en la con-versación. Es fundamental que sea un encuentro natural y no esquematizado. Somos hermanos que nos queremos conocer mutuamente y juntos conocer más al Señor.

Evitar toda polémica que pueda hacer entrar en el terreno de comentarios sobre terceros o juicios contra personas o institu-ciones del sector.

Si las familias presentan algunas dificultades o problemas es-peciales que ellos mismos quieren compartir, escuchemos con atención y orientemos si fuera necesario, pero siempre desde el respeto y la humildad, nunca pretendiendo saberlo todo. Tal vez sea conveniente recomendar un mejor acompañamiento o pedir una ayuda a otros.

Entregar a las personas del hogar o lugar visitado un recuerdo de esta visita, conforme a lo planificado por la comunidad que nos envía.

Ofrecer la posibilidad de una nueva visita, si la familia lo de-sea. En este punto es muy importante que podamos satisfacer las expectativas que nuestra visita puede generar en la familia. Cuidado con las promesas y compromisos que no podremos cumplir.

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3. Conclusión y despedida

Oración en familia: Es necesario ver si es posible tener un mo-mento de oración con la familia, pero siempre proponiéndolo con respeto y mucho tino. Algunas veces las personas no dis-ponen de mucho tiempo o simplemente no quieren rezar, pero no son capaces de decirlo explícitamente.

Que sea una oración breve. Se recomienda agradecer por la acogida de la familia y pedir a Dios por cada uno de sus miem-bros y las necesidades que manifestaron durante la conversa-ción (ser sencillos y sinceros).

Educación y cortesía: Haya ido bien o mal, debemos recordar que la caridad es lo mejor que podemos dejar en los hogares y otros lugares que visitamos. Despedirse cortésmente.

Después de la salida, registrar el domicilio visitado y tomar no-tar de toda información que pudiera ser útil para la acción pas-toral de la parroquia, o alguna petición particular que se haya expresado durante la visita.

Otros aspectos a tener en cuenta

Es importante tener en cuenta que, en algunas circunstancias, podremos encontrarnos con situaciones complejas o nuevas en los hogares visitados y en estos casos es necesario actuar con muy buen sentido, dejando de lado prejuicios y realizando una clara opción por el encuentro con los hermanos que allí habitan.

En las ciudades, especialmente en barrios universitarios o en sectores de migrantes, podríamos encontrar una casa habitada no por una familia sino por grupos de amigos o de connacio-nales. En este caso es importante adaptar la misma conversa-ción, pues no se trata de una familia.

Es importante insistir en que si se ha formulado algún com-promiso o promesa con la familia visitada, hay que cumplirla. Causa mucha desilusión cuando no se cumple lo prometido.

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Propuesta Oraciones y Lecturas Bíblicas

Proponemos un esquema sencillo para orar en las familias con diversos textos bíblicos.

ORACIÓN INICIALSe invita a que un miembro de la familia pueda realizar la si-guiente oración:

Padre Nuestro, Tú nos amas y nos das la vida.Por eso te damos gracias.

Con tu Palabra nos hablas en la Biblia.

En la Cruz nos amaste hasta el extremo,entregando la vida de tu Hijo Jesucristopor nosotros y por nuestra Salvación.

Te pedimos que hoy que nos visitas,te quedes con nosotros.

Y ponemos ante Tu cruz nuestros corazones con sus dolores, alegrías y esperanzas.

Enséñanos a cuidar y a hacer crecer la vida en nuestra familia.

Bienvenido, Señor, a nuestra casa. Amén.

LECTURAS BÍBLICAS Un misionero lee el texto bíblico y luego se puede hacer un comentario entre todos.

• Mt 7, 24-28• Lc 19, 1-6 • Mc 12, 28-34

• Lc 11, 1-13• Lc 10, 39-43

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ORACIÓN POR LAS NECESIDADESDE LA FAMILIA

En este momento le vamos pedir a Jesús por todas nuestras necesidades. A cada intención vamos a responder todos jun-tos: Regálanos la vida, Señor.

Que todas las familias nos sintamos parte de la única familia de Dios.

R. Regálanos la vida, Señor.

Líbranos de las divisiones y egoísmos que afectan siempre a las familias.

R. Regálanos la vida, Señor.

Líbranos de las injusticias y explotaciones que provocan la pobreza y de la falta de pan y de trabajo en nuestro barrio.

R. Regálanos la vida, Señor.

Ayúdanos a ser solidarios con los que sufren y los que están solos.

R. Regálanos la vida, Señor.

Para que en la oración y en servicio surja la Vida Nueva y para que el amor reine siempre en nuestros corazones.

R. Regálanos la vida, Señor.

Para que la Misión sea un tiempo de gracia en nuestras vidas, para que nos podamos encontrar, conocernos y juntos

acercarnos cada vez más al Señor. R. Regálanos la vida, Señor.

Por todos los difuntos de esta familia (digamos sus nombres), para que el Señor les regale la vida eterna.

R. Regálanos la vida, Señor.

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ORACIÓN FINAL(Si es posible, dirigida por alguien de la familia)

Gracias, Señor Jesús,porque tu visita nos ha traído

el amor del Padre a nuestra casa.Tu presencia y tu amor

quedan en los corazonesde los que vivimos en esta casa.

Ayúdanos a recordar siempre tu amor por nosotros,a servir, amar y a rezar por nuestros hermanos

como Tú lo hiciste por nosotros.Danos fuerza para no desanimarnos

y para vivir siempre como tu Palabra nos enseña.

Amén.

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Bendición FamiliarOtra oración posible en la visita a las familias es la bendición a las familias, cuyo esquema sugerimos a continuación.

El misionero invita a toda la familia a hacer la señal de la Cruz y luego dice:

• Misionero: La Paz del Señor Jesús Resucitado esté con cada uno de Uds.

• Todos responden: Y con tu espíritu...

• Misionero: Señor, reconocemos y acogemos con todo cariño tu presencia en esta casa. Gracias por estar con nosotros y vivir en este hogar. Ponemos la vida de esta familia en tus manos y en tu corazón, y te pedimos que les abraces a cada uno con tu afectuosa bendición (les invita a decir el nombre de cada miembro de la familia)

• Uno de los presentes lee la Palabra de Dios: Mt 7, 24-28 (la casa edificada sobre roca); y luego se hace un breve comentario libre de lo que les dice el texto a cada uno.

Oración en común

• Misionero: Padre, te damos gracias por habernos hecho hijos tuyos y miembros de tu gran familia que es la Igle-sia. Con confianza te rogamos que te quedes siempre en esta familia. Respondemos a cada petición: Quédate con nosotros, Señor.

Señor Jesucristo, que después de tu resurrección te apareciste a tus discípulos, haz que esta familia sienta permanentemente tu presencia y se esfuerce por vivir siempre unida a Ti en el gozo de tu paz.R. Quédate con nosotros, Señor.

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Tú que llegaste a la gloria de la resurrección a través de la humillación de la cruz, enseña a los miembros de esta familia a encontrar motivo de unión en las mismas dificultades de cada día. R. Quédate con nosotros, Señor.

Tú que, sentado a la mesa con los discípulos, te diste a cono-cer en la fracción del pan, haz que esta familia, participando de la Eucaristía, fortalezca su fe y dé testimonio de tu amor. R. Quédate con nosotros, Señor.

Tú, que llenaste con la fuerza del Espíritu Santo la casa donde estaban reunidos los discípulos, envía el mismo Espíritu a esta familia, para que goce de su paz y de su alegría. R. Quédate con nosotros, Señor.

Tú, que con tu resurrección eres la esperanza de nuestra pro-pia resurrección, da vida a los familiares y amigos difuntos de esta familia (se pueden mencionar los difuntos de la familia). R. Quédate con nosotros, Señor.

Se concluye la oración rezando juntos el Padre Nuestro.

Luego se reza la oración de bendición de las familias.

Dios eterno, que con tu amor de Padreno dejas de atender a las necesidades de las personas,

derrama sobre esta familia la abundancia de tu bendicióny santifica con tu gracia a los que viven en esta casa,

para que, obrando según tus mandatos,y aprovechando el tiempo presente,

lleguen un día a la moradaque tienen preparada en el cielo.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

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Luego, rocía con agua bendita a los presentes y la casa, según las circunstancias diciendo:

Que esta agua nos recuerde nuestro bautismo en Cristo, que nos redimió con su muerte y resurrección, y nos invita a ser sus discípulos. R. Amén.

Después de bendecida la familia, invita a un miembro de la familia a rezar la oración por las familias del papa Francisco:

Quédate con nosotros, Señor Jesús. Quédate en nuestras fa-milias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus dificultades, consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día.

Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos donde nazca la vida humana abundante y generosamente, donde se acoja, se ame, y se respete la vida desde su concepción hasta su término natural.

Quédate, Señor, con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro Continente, pro-tégelos de tantas insidias que atentan contra su inocencia y contra sus legítimas esperanzas.

¡Oh buen Pastor, quédate con nuestros ancianos y con nues-tros enfermos. ¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!

Amén.

Finalmente se invita a invocar la presencia maternal de María rezando un Ave María.

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Algunos consejos prácticospara los misioneros

Finalmente queremos ofrecer algunos consejos prácticos para tener presente en toda acción misionera.

Para entrar a una casa lo mejor es conversar en la puerta y conversar naturalmente. Si preguntamos “¿tiene un minuto para que pasemos?” puede que sirva de excusa para que la persona diga “en este momento estoy ocupada”, en cambio después de un rato de conversar en la puerta lo normal es que nos inviten a pasar.

Si vemos que no hay mucha posibilidad de pasar a la casa, se puede realizar una pequeña conversación dependiendo de la acogida que manifiesten las personas dueñas de casa. Hay que respetar que no todos quieren recibir la visita.

Es muy útil llevar un “mapa” de las casas por las que hemos pasado para poder anotar si se debe volver, y los números de las casas que estaban cerradas.

Recordar que en cada casa está Cristo, por lo que cada fami-lia merece tiempo. No es mejor misionero quien cubre toda la manzana de casas en relación con quien solo visita dos en una mañana. Caridad y calidad antes que cantidad.

No forzar los temas de conversación. Si bien queremos ir a lo esencial, debemos hacerlo con tacto, tampoco forzar compro-misos.

Es muy bueno dejar material litúrgico en las casas visitadas, bien sea para profundizar la fe, para orar en familia o para tener más presente a Dios en la vida. El material debe ser usado con discreción, explicando el sentido de cada imagen u oración y dándoles el correspondiente valor.

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Recordar siempre que debemos ser agradecidos de Dios que nos invita a compartir el encuentro con su Hijo. Somos Iglesia que escucha, anuncia y sirve. Esa es la motivación de la ale-gría del misionero.

Por último, la principal misión la llevamos a cabo con nuestro testimonio: “las palabras mueven, los ejemplos arrastran”.

Estas son algunas ayudas prácticas, pero no podemos olvidar que más allá de todo esto, lo importante es salir de nuestros espacios, salir al encuentro de nuestros hermanos y hermanas para conocernos y para proclamar la abundante Vida que hay en Jesucristo.

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Luego de vivir esta experiencia como discípulo misionero, te invitamos a recoger los frutos, los que has aprendido, lo que el Señor te ha hablado a través de los hermanos que has visitado.

a. ¿Qué te ha dicho Jesucristo durante la Misión?

b. ¿Qué has aprendido de nuestros hermanos mas alejados al visitarlos?

c. Al misionar en tu círculo más cercano; familia, trabajo, y vecinos; ¿qué desafíos misioneros te han quedado para la vida cotidiana?

d. ¿Qué conversión personal debieras realizar para ser un discípulo misionero más coherente con lo que el Señor quiere de ti?

e. Ser una Iglesia en estado de misión permanente. A eso nos invitan nuestros pastores. ¿Qué conversión pastoral es necesaria para que esto sea una realidad, en tu parro-quia, colegio, movimiento…?

f. ¿Qué compromiso quieres hacer con Jesucristo, para vivir como discípulo misionero, en cada momento de tu vida?

g. En una oración expresa lo que quieres decir a Jesús luego de esta Misión.

Todos los Recursos para la Misión Territorial:www.iglesiaenmision.cl

¿Qué me enseñó Jesúsen mis hermanos durante la misión?