Guerrero, cuarto lugar nacional en agresiones a...

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| 1 Chilpancingo, Gro, del 29 de marzo al 4 de abril de 2021 Chilpancingo, Gro. | Semana del 29 de marzo al 4 de abril de 2021 | Tercera Época | $ 10.00 No. 1048 [Foto: Trinchera / archivo] Humberto Santos Bautista José Francisco García González Elecciones y poder en Guerrero Antes del Covid, ya estábamos mal Guerrero, cuarto lugar nacional en agresiones a periodistas

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Elecciones y poder en Guerrero

Antes del Covid, ya estábamos mal

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Trinchera Política y Cultura (año 19, número 1048) es una publicación semanal editada y distribuida por Colectivo Trinchera, A. C., Priv. Electricistas No. 9, Col. Guerrero 200, Chilpancingo, Gro., C. P. 39097www.trinchera-politicaycultura.comsem_trinchera@yahoo.com.mxEditor responsable: Ulises Domínguez Mariano.Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No.04-2019-060713063900-101, otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor.Certificado de Licitud de título y contenido No. 17328, expedido por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas, de la Secretaría de Gobernación.Impreso por Ulises Domínguez Mariano, Nogal No. 56,Fracc. Jacarandas II, Chilpancingo, Gro., C. P. 39090.Este número se imprimió el 28 de marzo de 2021.

DIRECTORIO

Coord. de InformaCIón:Zacarías Cervantes

InformaCIón:Eduardo Añorve

Eduardo Yener SantosHercilia Castro

Kau Sirenio

opInIón:Humberto Santos Bautista

José Francisco García González

Cultura:Carlos ortIz

tohuampohuan

fotografIa:Yener Santos

Diseño:Irving Ulises

Coord. general:

Ulises Domínguez Mariano

dIreCtor fundador:Manuel Domínguez Jaimes (t)

Eduardo Yener Santos

l año pasado, el 2020, el estado de Guerrero ocupó el cuarto lugar nacional en agresiones a periodistas, con cuarenta y un

ataques, incluidos dos asesinatos, señaló Artículo 19.

Este martes 25 de marzo, la Oficina para México y Centroamérica del orga-nismo internacional presentó su informe anual, titulado Distorsión: el discurso contra la realidad, cuyo primer capítulo trata de la situación de violencia que ha enfrentado la prensa en los dos años

del gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador.

El documento de 274 páginas señala que el año pasado, en México se regis-traron seiscientos noventa y dos ataques contra la prensa, de los cuales, 49.5% provinieron de agentes del Estado.

Las entidades donde se concentraron el mayor número de agresiones fueron: Ciudad de México, Puebla, Quintana Roo, Guerrero y Oaxaca.

En el periodo que comprende el informe, la organzaición defensora de

la libertad de expresión registró el asesi-nato de seis periodistas en el país, uno de los cuales se cometió en Guerrero. Pablo Morrugares Parraguirre fue acribillado a balazos el 2 de agosto de 2020 en la ciudad de Iguala.

El documento resalta que en lo que va del gobierno del presidente López Obrador suman diecisiete periodistas asesinados en México, dos de ellos en Guerrero. Además del ya mencionado Pablo Morrugares, en 2019 asesinaron a Edgar Alberto Nava López, de La Verdad

Guerrero, cuarto lugar nacional en agresiones a periodistas

e

perIodIstas de guerrero. preCarIedad.

[foto: trInChera / arChIvo]

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de Zihuatanejo.El informe también señala que por

la pandemia de Covid 19, en México han fallecido noventa y nueve periodis-tas, y que aún se carecen de garantías laborales. En este apartado, Guerrero registró tres muertes de periodistas por Covid-19: Antonio Alvear Olea, el 3 de junio de 2020; Gaudencio Mejía Morales, el 18 de agosto de 2020, y Martín Basurto Gallardo, el 24 de octubre de 2020

La organización califica el 2020 como el año de la distorsión por parte del go-bierno federal, y señala que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha podido revertir cambios del régimen del pasado.

Considera que en 2020 se hizo evi-dente que el gobierno de López Obrador realiza un nuevo manejo de «los viejos anclajes autoritarios».

La pandemia de Covid 19 y la crisis que ha dejado son solo dos realidades donde el discurso oficial fue de distor-sión. En materia de libertad de expre-sión, sostiene Artículo 19, pocas cosas cambiaron y ahora existen peligrosas tendencias contra la libertad. Una es la concentración y clausura de la informa-ción. Por ejemplo, durante 2020 el pre-sidente López Obrador siguió centrali-zando en su figura la administración que encabeza desde las mañaneras, «donde el presidente pontifica, juzga, estigmatiza, moraliza, informa y desinforma».

Se critica que los otros datos que el Presidente dice tener, en relación a los derechos humanos, parecen no existir, y si una agrupación desea conocer esos otros datos, entra en un laberinto buro-crático y al final no aparecen.

Para Artículo 19, López Obrador sigue conservando tendencias como la ausencia de criterios claros para la asig-nación de recursos en materia de publi-cidad oficial, y estos recursos públicos se concentran solo en unos pocos medios de comunicación, lo que consideró que el año pasado no hubo ejercicio de aus-teridad, sino de ineficiencia.

El informe agrega que la violencia en México inicia desde el discurso del man-datario, cuando López Obrador le dice a la población que todo está bien y en otro discurso ataca y justifica los ataques a la prensa, por publicar la situación real que se vive en México.

A dos años de gobierno de López Obrador, la organización concluye que permanecen «anclajes autoritarios» contra los derechos humanos, y apremia al Estado y a las empresas de medios de comunicación a implementar medidas

de salubridad a periodistas.

El doble reto de ser mujer y periodista en Guerrero

La periodista de Iguala Natividad Am-brosio consideró que «en Guerrero ser mujer y hacer periodismo implica un doble reto; primero porque existe un trato preferencial hacia los hombres, y segundo, porque las y los periodistas vi-ven con peligro inminente en la entidad, donde no hay garantías de seguridad pública».

En la presentación, vía redes socia-les, del informe referido, por parte del director regional de Artículo 19 Oficina para México, Leopoldo Maldonado, la comunicadora guerrerense señaló que en Guerrero los periodistas, en ocasiones,

forman parte de las víctimas de violen-cia, «porque la prensa sufre agresiones y estas agresiones son porque en Guerrero se vive una situación complicada para ejercer un periodismo libre, y no existen garantías de seguridad».

Apuntó que en Guerrero la prensa enfrenta retos porque se ha recrudecido la violencia y los periodistas en ocasio-nes deben desplazarse de sus lugares de origen.

Enfatizó que en este estado las mu-jeres periodistas enfrentan un doble reto: primero, que siempre habrá un

trato preferencial hacia los hombres, y segundo, que el Estado usa el poder público para atacar a periodistas críticas. «Se promueven campañas en redes para  desprestigiar al periodista crítico», dijo.

Señalo que en caso de agresión, amenaza o desplazamiento forzado de un periodista en la entidad, «existe una simulación de justicia por parte de la Fis-calía Especializada de Atención a Delitos contra Periodistas y del Mecanismo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, porque actúan solo si hay un delito que perseguir o solo si existe una agresión visible, y esta puede ser incluso la muer-te, sino de lo contrario las dependencias no hacen nada».

Agregó que por parte de los gobier-nos locales y del estado no se implemen-

tan planes de actuación o protección real para proteger a periodistas. «Solo hay discursos, protocolos, pero no se garan-tizan los derechos humanos», recriminó.

Con más de veinte años como re-portera, Natividad Ambrosio ha do-cumentado casos de desapariciones en Iguala y fue testigo del segundo ataque contra los normalistas de Ayotzinapa la noche del 26 de septiembre de 2014. Ha recibido amenazas por ejercer su labor periodística y se ha visto en la necesi-dad de salir de Iguala para proteger su vida.

el presIdente lópez obrador y su jefe de prensa, jesús ramírez. [foto: CuartosCuro / Informe artíCulo 19]

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Zacarías Cervantes

partir del 26 de marzo, el gobierno estatal autorizó un aumento del 10% en el aforo de algunas actividades eco-

nómicas y amplió el horario de algunos giros, como bares y restaurantes, hasta las dos de la mañana, con motivo de la Semana Santa.

El gobierno de Héctor Astudillo Flo-res tomó está determinación aun cuando Guerrero continuará en las próximas dos semanas en los doce puntos del color amarillo del semáforo epidemiológico. Es decir, las cifras de la pandemia conti-núan aunque sin aumentar, pero tampoco han descendido.

El día que se flexibilizó la actividad económica, los casos positivos de Co-vid-19 acumulados en lo que va de la pandemia, sumaron 37 406 y las defun-ciones llegaron a las 4022. En las últimas veinticuatro horas; es decir, entre el 25 y el 26 de marzo, hubo setenta y nueve nuevos casos, un incremento del 0.3%.

Ese día, el secretario de Salud estatal, Carlos de la Peña Pintos, dijo que hay un comportamiento «ondulante» en cuanto

a la incidencia de casos.Los casos activos sumaron ese 26 de

marzo 612; de éstos, el 92%, que son 561, se concentraban en quince municipios. En Acapulco se reportaron 211 casos activos; en Chilpancingo, 96; en Tlapa, 59; en Iguala, 46, y Zihuatanejo, 30.

Los pacientes hospitalizados en todos los hospitales que atienden a pacientes Covid en Guerrero, eran 167, en estado crítico 45 intubados, 103 graves y 19 estables, de acuerdo a las cifras de la Secretaría de Salud estatal.

El porcentaje de ocupación de ca-mas generales era de 23%, tres puntos arriba de la media nacional que estaba en un 20%, mientras que en las camas con ventilador para pacientes intubados, la ocupación era del 18%, seis puntos debajo de la media nacional que estaba en un 24%.

Con respecto a las defunciones, al corte del 26 de marzo sumaban 281 y el promedio diario era de 11.2.

De acuerdo a esas cifras, había des-cendido después de la crisis que se vino tras las vacaciones de diciembre, pero la

pandemia continuaban viva y actuante. Sin embargo, las autoridades esta-

tales, otra vez, como ocurrió con las vacaciones de diciembre, relajaron los aforos y horarios para la mayoría de las actividades económicas que implican riesgos por el periodo de Semana Santa.

El aforo, o sea la asistencia de clien-tes, en hoteles, establecimientos de aloja-miento temporal, playas, club de playas, balnearios, servicios náuticos, deportes acuáticos y albercas públicas, así como yates de recreo, aumentó del 50% al 60%.

Los restaurantes que ofrecen su ser-vicio tanto en espacios abiertos como cerrados y en todas sus modalidades, el aforo permitido se amplió de 50% al 60%, con un horario de cierre hasta las dos de la mañana.

Este mismo horario también aplica para centros nocturnos, bares y salones de eventos en espacios abiertos o al aire libre.

Sigue prohibido el funcionamiento de estos giros que trabajan en espacio cerrados; también sigue la suspensión de actividades de discotecas.

Autoriza el gobierno estatal mayor aforo en comercios de distracción

a

perIodo vaCaCIonal. permIso para

exponerse. [foto obtenIda en

la Internet]

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De acuerdo a estas medidas que se publicaron en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado, los casinos tendrán aforo del 40%, con horario hasta las once de la noche y sin venta de alcohol.

Sin embargo, los supermercados, tiendas de autoservicio, departamentales, almacenes, centros comerciales y tiendas de conveniencia se mantienen con un afo-ro del 50%, con un horario para la venta de alcohol hasta las ocho de la noche y el cierre a las nueve de la noche.

En estos establecimientos solo se per-mite el ingreso de un adulto acompañado de un menor.

En cambio, el gobierno estatal prohi-bió para este periodo de Semana Santa, todas las actividades que implican conglo-meración de feligreses en la vía pública, entre éstas, las tradicionales procesiones, representación del Víacrucis y concentra-ción de feligreses en todo el estado.

Los jerarcas católicos anunciaron en seguida que éstas solo se podrán observar a través de las redes sociales.

En cambio, fue muy distinto lo que resolvió en el caso de las actividades de proselitismo político en el contexto de la campaña electoral.

Para este caso, el gobierno estatal es-tableció que las concentraciones de este tipo están prohibidas solo en lugares ce-rrados, y que en lugares abiertos se debe de disponer de una superficie mínima de mil metros cuadrados, para un aforo de 200 personas, para que haya garantía de que se respetará la sana distancia.

Las medidas evidencian que el go-bierno estatal sigue privilegiando los intereses económicos de los grandes empresarios y a la clase política a costa de la salud de los guerrerenses.

Por un lado restringe a los sectores que no le reditúan ganancias económicas ni dividendos políticos, y por otro lado flexibiliza las medidas a los sectores que implican igual o mayor riesgo sanitario.

Por cuanto hace a las campañas po-líticas, el Consejo General del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Guerrero (IEPC) aprobó el 1 de diciembre pasado el Protocolo de Seguri-dad Sanitaria para la recepción de apoyo ciudadano, precampañas y campañas.

Las medidas deben cumplirse por los partidos políticos, militantes, simpati-zantes y por los candidatos a gobernador, diputaciones locales y ayuntamientos.

Estas son: el uso obligatorio y perma-nente de cubrebocas; lentes o caretas para la protección ocular y facial y guantes de látex desechables. Los lugares donde se

lleven a cabo los eventos se deben desin-fectar con agua y jabón, tanto el entorno como las superficies.

En estos espacios se debe contar con artículos de higiene en sanitarios y ser-vicio de agua potable, así como jabón antibacterial, alcohol en gel y toallas de papel para el secado de manos.

Asimismo, se debe respetar la sana distancia y colocar un filtro de supervi-sión sanitaria en la entrada de cada lugar con el propósito de aplicar gel antibac-terial y tomar su temperatura corporal.

Las medidas, sin embargo, solo se aprobaron y se difundieron, pero no hay

ninguna autoridad electoral o guberna-mental que vigile que se cumplan.

Las concentraciones son multitudi-naria y, si acaso, solo se cumple con el uso del cubreboca por candidatos y sim-patizantes. El resto de las medidas solo quedaron en anuncio.

La flexibilización de las medidas, otra vez en plenas vacaciones de Semana San-ta, y la intensificación de las campañas con multitudes en las que no se cumplen las medidas establecidas, sin duda habrán de traer consecuencias que se verán a partir de mediados de abril. Ojalá esta vez, los responsables sí las asuman.

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as elecciones de este año serán, por mu-chas razones, inéditas, tanto porque será el

proceso electoral más grande en la historia reciente por el número de gubernaturas que estarán en juego, además de las presidencias municipa-les, y también porque habrán de ele-girse los diputados federales y locales. La lucha electoral habrá de definir, de una o de otra manera, el rumbo de la Nación, toda vez que los resultados, seguramente, incidirán en la conti-nuidad del proyecto que actualmente impulsa el presidente Andrés Manuel López Obrador, denominado Cuarta Transformación de la República (4T), que se sintetiza en el principio: «Por el bien de México, primero los pobres», el cual se ha caracterizado por la instrumentación de políticas públicas orientadas a lograr una sociedad más igualitaria. Esta esperanza de redención no puede frustrase aquí, porque Guerrero ha jugado un papel brillante en los momentos estelares de la historia de México, de la Inde-pendencia a la Revolución, pasando por la Reforma, que han sido las tres grandes transformaciones que han precedido el proyecto de la 4T; y ese historial no ha estado en concordan-cia con la atención a los problemas ancestrales locales, como la pobreza y la desigualdad, que siguen lacerando nuestra realidad cotidiana, agravados por la violencia y la corrupción de los políticos que han mal gobernado al estado.

Por supuesto, para lograr la conso-lidación de la 4T se necesita pensar en un proyecto propio que tenga como prioridad sacar al estado del desastre; y eso implica romper con la ortodoxia política, porque Guerrero ya no tiene cabida en las formas tradicionales de hacer política que se ha sustentado en

la demagogia y en las ocurrencias de los políticos tradicionales que siempre han privilegiado sus ambiciones e in-tereses personales o de grupo, lo cual les ha impedido para tener altura de miras y aprovechar todo el potencial que el estado tiene tanto en recursos naturales como humanos, para poder trascender la miseria. La pobreza de pensamiento de la clase política que se disputa el poder, es lo que explica en gran parte que cada generación de guerrerenses reciba como herencia un destino incierto en un contexto donde la pobreza tiende a incrementarse. Guerrero ha sido empobrecido desde la administración pública. El problema es de justicia social y para resolverlo necesitamos que quiénes ocupen los espacios de poder en el gobierno, sean mujeres y hombres capaces de entender la dimensión de esa proble-mática y probados en la lucha social, porque solo ahí se templa la mirada sensible que ayuda a entender los problemas desde la raíz.

Por todo esto, los que aspiren a un puesto de elección popular, de diputados a presidentes municipales, incluyendo a los candidatos que pre-tenden gobernar al estado, tienen que entender que los grandes problemas emergentes del estado requieren de propuestas viables, porque no se pue-de hablar de democracia si se sigue tolerando la brutal desigualdad que caracteriza al estado y que no hemos podido trascender por los corruptos gobernantes que nos han tocado a lo largo de casi ciento setenta y dos años de historia como estado sobe-rano. Hace falta repensar al estado y al país, por encima de los intereses de las élites políticas, porque no se trata solo de ganar una elección, sino de ganar el poder, para poder hacer realidad la 4T en Guerrero e iniciar el cambio cultural y la transformación

que busca el presidente López Obra-dor, y porque solo así se entendería el cambio verdadero.

Para hacer realidad un proyecto de esta magnitud, se necesita que haya congruencia con lo que seña-lan los principios del partido en el poder, Morena; sobre todo, en lo que se refiere a los procesos internos para la selección de sus candidatos, no solo porque, se supone, que es lo que les da identidad, sino porque ningún proyecto tendrá viabilidad si no se sustenta en prácticas democrá-ticas renovadas que hagan efectiva la participación de la gente en la vida pública. Nadie estaría en desacuer-do con seguir de manera puntual los principios de «no robar, no mentir y no traicionar», excepto si hay un doble lenguaje y se empiezan a reproducir los mismos vicios que le criticaban en el pasado reciente al PRI, como el de-dazo arbitrario y la venta de candida-turas, porque eso los colocaría cada vez más lejos del ideal de Francisco I. Madero, al que repetidamente invocan como uno de los legado que los inspiran, y estarían cada vez más cerca del espíritu de Santa Anna; sobre todo, ahora que defienden y se aferran a la reelección en el mejor estilo porfirista, porque eso va a termi-nar convirtiéndolos, tarde o temprano, en otra mafia en el poder. Eso sería, además, una traición al pueblo de Guerrero, que le ha costado cientos de desaparecidos para construir una opción de izquierda.

Si no se hacen validos los princi-pios que le dan identidad a Morena: no mentir, no robar y no traicionar, se pondría en riesgo la consolidación de la 4T, y habría responsabilidades ante la historia; sobre todo, de quien aspira a gobernar el estado, por-que no solo se estaría traicionando a la democracia, sino que se estará

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Todo poder es una conspiración permanente.Honoré de Balzac.

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uestro país ya se en-contraba inmerso en una espiral desastrosa, de muertes por falta

de atención e inversión a los sistemas de salud pública y educación, y el diseño de políticas sociales destina-das a revertir la imparable pobreza y el deterioro en el nivel de vida de millones de mexicanos. La perversa indolencia de una clase política cada vez más subyugada a los intereses económicos de una ofensiva minoría de beneficiarios durante el periodo de privatizaciones de bienes públi-cos y socialización de las deudas por quiebras, fracasos y actos de latro-cinios de empresarios venidos de la mediocridad a la bonanza, debido a las concesiones pactadas con Salinas de Gortari, para afianzarse en la silla presidencial, tras la sombra del fraude electoral que seguramente le perseguirá hasta el final de sus días. Y no está por demás recordar bre-vemente a este personaje que inició abiertamente con un sistema neolibe-ral que aún no dejamos de padecer. Este político tecnócrata, originario de Agualeguas, Nuevo León, dirigió los destinos del país, de 1988 a 1994, de forma casi absoluta; buscó la manera de perpetuarse en el poder con su programa estrella: Solidaridad (Pronasol) y la alianza con el grupo de oligarcas en pleno proceso de reca-pitalizarse con los bienes nacionales, en la repartición sin ton ni son de las empresas paraestatales. El país ya se encontraba inmerso en la globaliza-ción, y los capitalistas extranjeros se frotaban las manos por venir a México a la repartición de las tajadas del pastel. En términos generales, lo que se buscaba era la privatización de los bienes públicos y que el Estado solo fuera un órgano que sirviera a los intereses del gran capital y de para-peto para justificar todas las tropelías cometidas durante los últimos treinta

y cuatro años. En sí, eso es lo que englobaba todo ese plan perjudicial para millones de habitantes de los países comprometidos con los orga-nismos financieros internacionales. No hay que olvidar cómo las admi-nistraciones encabezadas por el PRI y por el PAN fueron incrementando la deuda de la Nación, quedando de alrededor de diez billones de pesos al final el sexenio de Enrique Peña Nieto. Ése era el plan ideado desde el poderío de los países imperialistas, encabezados por el Reino Unido, con Margaret Thatcher, y Estados Unidos, con Ronald Reagan. Al analizar ese corto periodo de la historia del país, se observa por qué se aferraron a materializar el fraude electoral de 1988: para seguir adelante con el plan globalizador, Estados Unidos jamás permitiría que en México –su vecino favorito por todo lo que implica para su beneficio económico– el hijo del presidente que les expropió el petróleo, bien nacional estratégico para el desarrollo económico del país; por ningún motivo querían lidiar con un político de tradición nacionalista y menos que estuviera rodeado de gen-tes de similar ideología. Los compro-misos ya estaban pactados y México caminaba por la ruta correcta del libre mercado. Los capitalistas depre-dadores de los recursos naturales no tenían otro panorama más que el de impulsar e imponer a políticos afines; y teóricamente se podría sostener que ése fue el costo que pagó el candidato del PRI de ese entonces Luis Donaldo Colosio. Sin embargo, las cosas no resultaron como las habría planeado Carlos Salinas, o mejor dicho, como las habrían planeado Salinas y el súper asesor del ex presidente José María Córdoba Montoya, un econo-mista y político de origen francés, con ascendencia española y naturalizado mexicano que en ese sexenio, ocupó destacados puestos en la administra-

ción pública y su poder e influencia para determinar las políticas públicas no tenían límites. Como miembro del Partido Revolucionario Institucional, determinaba, incluso, a los candidatos a cargos de elección popular, para, una vez instalados éstos, cabildear con ellos u ordenarles la aprobación de las reformas constitucionales. También palomeaba a miembros del gabinete.

La política mexicana en general se ha caracterizado por sus altos niveles de corrupción, pero durante la preva-lencia del neoliberalismo, los mane-jos a base de cohechos y sobornos alcanzaron su máxima expresión. Una somera revisión a ese periodo basta-ría para descubrir la gran cantidad de políticos mexicanos que no han desa-rrollado ninguna actividad económica y de la modestia económica saltaron a las filas de la oligarquía, y con propiedades millonarias, no solo en el país, sino en otras partes del mundo. Un veterano hojalatero, ; así lo ha hecho durante muchísimos años.

En estos días, un viejo hojalatero que lleva toda una vida dedicado a su taller, me dijo:

–Mírame a mí. Me he chingado toda la vida y no he logrado más que sacar adelante a mis tres hijos. Pero mira a ésos, a los mismos que ahora andan detrás de los huesos… hay uno que ya estuvo de presidente de Chil-pancingo, y hasta dos veces, y por a’i anda otra vez, buscando el hueso.

–Pero está otro que también ya fue alcalde de Acapulco –le hice ver.

–¡Por esooo!… todos son unos bandidos; y si tienen dinero es porque robaron.

Así como él, se encuentra la mayo-ría de los mexicanos.

La falta de sensibilidad de los que de una u otra forma arriban al poder –¡aiga sido como aiga sido, Felipe Calderón dixit– es a todas luces evi-dente. Porque una vez alcanzado su

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objetivo, se alejan de los que los lle-van a ocupar esos espacios mediante los votos o definitivamente se dan a la vida relajante al pensar que vivirán de manera tranquila y desahogada económicamente hablando. La seduc-ción del poder por el poder hace que muchos personajes (hombres y muje-res) cuyos logros se deben al apoyo y respaldo popular, terminen dándole la espalda a las causas más justas de la gente, desoyendo el clamor popular al reclamar demandas, incluso algunas históricas ante la creciente pobreza y falta de oportunidades para el de-sarrollo profesional y/o laboral para las nuevas generaciones. Desde hace más de tres décadas se ha soportan-do el lastre de las crisis recurrentes, desde la irresponsable manera de manejar las políticas públicas de José López Portillo, aquel personaje que acuñó las frases: «Defenderé el peso como un perro»… «Ya nos saquearon. México no se ha acabado. ¡No nos volverán a saquear!»… «En la época actual, los países pueden dividirse entre los que tienen y los que no tie-nen petróleo. Nosotros lo tenemos»… «Tenemos que acostumbrarnos a administrar la abundancia»…

El estado de Guerrero, se ha deba-tido entre los arraigados cacicazgos, represión constante a los movimientos sociales, desatención a las demandas populares, la inseguridad por los con-flictos internos de las bandas delictivas

Un egresado de la escuela de veterinaria de la UAG, originario de la sierra, pero radicado en la Costa Grande, que como miembro de la asociación ganadera, tiene comuni-cación constante con los pequeños ganaderos de esa región y la parte alta de la sierra de Guerrero, me comentó:

–Si vieras cuánta tristeza se respi-ra en casi toda la Sierra. Las bandas de pistoleros han hecho de las suyas durante mucho tiempo en pueblos y cuadrillas. Comenzaron, explotando la madera… eran camiones y camio-nes troceros que bajaban, de día y de noche. Y se la acabaron. Después le siguieron con el ganado, y también les dieron en toda la torre a los gana-deros. En los últimos años, ya mero ahora se han dedicado a amenazar y a correr de sus casas y sus tierras a los habitantes… existen pueblos solos…

–¿Y hacia dónde se ha ido toda esa gente? –le pregunté.

–Pues a dar lástima a los pueblos del plan o a otros lugares del país; con algún familiar o a rentar peque-

ñas casas, gastando lo poco que les queda. Algunas familias que tienen parientes en los Estados Unidos, les van mandando un poco de dinero para seguir sobreviviendo. Otros se emplean de lo que sea, solo para ir comiendo al día, después de haber tenido un patrimonio que reunieron en años de esfuerzo y trabajo duro…

–Pero, ¿por qué los sacan de sus pueblos, si ya les quitaron todo? –le insistí.

–¡No, no no!... además quiero decirle que les marcan tiempo para que se vayan y abandonen sus casas y todo. En el mejor de los casos les dicen que tienen veinticuatro horas; en algunos casos de tres a cuatro horas… es una tristeza pasar por esos pueblos abandonados, los animalitos que se quedan, allí mismo se mueren de hambre y sed… quisiera que esos candidatos que ya andan alborota-dos vayan a la sierra y vean lo que realmente está ocurriendo por allá... por ejemplo, Vallecitos y Zihuaquio; antes eran pueblos prósperos y donde se manejaban muchos recursos por el comercio que allí se realizaba; y ahora todo eso está muy jodido. Es muy lamentable. Y eso ocurre también en pueblos de los municipios de San Miguel Totolapan, Ajuchitlán, Coyu-ca de Catalán y Zirándaro. Fijese, las familias que lograron salir antes, trasladaron sus vaquitas a otros lu-gares de menos riesgo; pero dejando todo atrás. Le cuento una anécdota: un caso de estos desplazados, fue la de un hombre, ya grande el don, se llevó su ganadito y por allá vivía con su mujer. En esta pandemia la señora enfermó y desgraciadamente falleció. Él pidió a algunos parientes que lo re-gresaran a su lugar de origen, porque también él enfermó. ¡Y nada pues!... cuando iban pasando el puente y alcanzó a ver desde lo alto las pri-meras casas de Vallecitos, alcanzó a decir: «Pero qué chulo es mi pueblo». Y falleció en ese instante.

–Qué triste –exclamé.–Así es, mi amigo… eso está pa-

sando en nuestra tierra y con nues-tra gente y nadie hace nada. Pasan cosas peores. Cuando la gente trae en camionetas las pocas cabezas de ganado que les quedan, en los retenes militares, los paran y les piden papeles que no traen los campesinos, mientras que a los ladrones les dan paso libre. Pues sí, hasta conviven con ellos. Es pura faramalla todo eso de la Guar-dia Nacional… por eso la poca gente que aún resiste, manteniendo viva la

actividad ganadera, solo pedimos la atención y la aplicación de los progra-mas destinados al campo y a la pro-ducción ganadera. Entre otras cosas, se necesitan los aretes, si bien es cierto que eso es para un mejor control en la compra y venta del ganado, también ha servido para que los dirigentes de la Asociación Ganadera hagan negocio con eso. Si ellos los consiguen entre diez o quince pesos, a los gana-deros se los llegan a vender hasta en ciento cincuenta pesos y los compran por pura necesidad. Es un robo. En octubre del año pasado, los ganade-ros hicimos una protesta en la auto-pista y nos recibieron a palos… no, pero si las cosas están todas al revés. La gente que quiere trabajar y solicita apoyos para eso, nos tratan mal. Y a los que se dedican a otras actividades ilícitas, si hasta conviven con gentes del gobierno y los tratan bien.

El médico veterinario se refería, efectivamente, a un desalojo que la policía efectuó en contra de gana-deros que demandaban atención a su sector. La nota fue publicada el 21 de octubre de 2020 en el diario La Jornada . El corresponsal Sergio Ocampo Arista escribió: «Decenas de ganaderos que bloqueaban la Autopista del Sol México-Acapulco en demanda de proyectos productivos y audiencia con el gobernador de Gue-rrero, Héctor Astudillo Flores, fueron desalojados la mañana del martes por policías antimotines. Antes, los integrantes de diversas asociaciones ganaderas marcharon de la glorieta de Nicolás Bravo, en Chilpancingo, hacia el Congreso estatal y luego rumbo a la autopista, donde bloquea-ron los cuatro carriles y la lateral.

»Su demanda central, dijeron, es una reunión con el gobernador priís-ta, quien se ha negado a recibirlos. También señalaron que el secretario de Agricultura Ganadería, Pesca y Alimentación (Sagadegro) ha sido incapaz de resolver sus demandas. Exigimos respeto a la Ley 469 para todas las asociaciones ganaderas del estado, guías de tránsito, documen-tos de compraventa y auditoría a las campañas zoosanitarias y al Comité de Fomento y Protección Pecuaria, así como transparentar los subsidios que se han entregado a la Unión Gana-dera y no han llegado a los produc-tores».

Para la gente del campo no ha sido nada fácil estar viviendo entre las necesidades, inseguridad y, ahora, la pandemia que está dejando a la clase

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trabajadora en peores circunstancias. Esa franja de trabajadores eventuales la está pasando muy mal, y ya ni se diga los pequeños comerciantes y los ambulantes, que ahora tienen que hacer doble esfuerzo para vender su mercancía (bebidas, alimentos, pro-ductos artesanales).

Lo único que ha venido a medio amortiguar la crisis ocasionada por la pandemia son los programas sociales,

identificados como de bienestar por parte del gobierno federal, lo que a la derecha argüendera no le agrada y condena; y algunos reaccionarios pobres también califican como dá-divas electoreras y paliativos que no solucionan nada, pero que si se les ve desde otro ángulo, han cumplido un objetivo muy particular, porque esos recursos se perdían y se difuminaban en las arcas de la insaciable oligar-

quía, evasores de impuestos, benefi-ciarios por los contratos tramposos en Pemex, CFE, en la compra de medi-camentos y otros servicios que se le prestaba al gobierno y se cubrían con recurso públicos.

Ahora se encuentran molestos, todos aquellos que se sentían due-ños del país, pero a los que la gente pobre y sus carencias les importaban un bledo.

traicionando a todo un pueblo que ha sido el más leal en esta lucha por recuperar al país.

Por eso, para los guerrerenses, el 2021 no es un proceso electoral más, sino que se juega la posibilidad de lo-grar su propia transición democrática y tener un destino mejor, para lo cual necesita elegir un gobierno que no termine siendo un simple empleado de los grupos de poder hegemónico del capital neoliberal.

El problema es el doble lengua-je que se empieza a percibir en la selección de candidatos y candidatas, donde la ausencia de democracia ha sido denunciada por los mismos mili-tantes que han estado participando en el proceso, y han quedado excluido los auténticos militantes, y en su lugar han sido designados personajes con un oscuro pasado y de dudosas con-vicciones democráticas, por lo que, como simple ciudadano, al mirar la lista de candidatos a diputados locales para Guerrero postulados por More-na, uno no puede dejar de pregun-tarse cosas de sentido común: ¿Con estos personajes se piensa transfor-mar la República? ¿Sabrán siquiera el significado de la 4T que busca el Presidente y las transformaciones que le antecedieron? ¿Sabrán algo de las luchas de izquierda que ha dado una y otra vez el pueblo de Guerrero?

Estos personajes que Morena los presenta como sus abanderados «de izquierda», ¿en qué se diferencian de la derecha? Y si no se diferencian en nada, ¿cuáles serían las razones para votar por ellos, si desconocen los grandes problemas emergentes de Guerrero, como sus pares de la dere-cha que tanto critican? ¿Le mintieron al pueblo con encuestas fantasmas,

6le están robando la esperanza de transformar al estado y están traicio-nando la posibilidad de la 4T llegue a Guerrero? ¿Con qué calidad moral van a ir a pedir el voto a los ciuda-

danos? ¿Morena es un nuevo PRI? Como diría el clásico: «Pobre Gue-rrero, tan lejos de Dios y tan cerca de los mismos corruptos y ambiciosos de siempre».

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Eduardo Añorve

steban Bernal está tocando en el zócalo de Cuajinicui-lapa. Un vendedor informal instalado allí le pidió algunas

canciones; por ello, Esteba está tocando alguna de su canciones, a petición del cliente. Es febrero de 2020. Así es él: con su acordeón, su música y su voz, le alegra la vida a cualquiera. Aunque su vida no ha sido alegre siempre, ha tenido momentos en que la música lo ha encumbrado, le ha resuelto problemas, pero también le ha traído males, dispu-tas, conflictos.

Ahora está en cama, en el hospital, en Ometepec. Está grave, aunque estable, dicen. Esteba nació en 1953, en San Nicolás, municipio de Cuajinicuilapa.

Esteban Isidoro Bernal Silva. Organizó un grupo en su pueblo, el que llamaron Abril 75; entonces, él tocaba la batería (que era el único instrumento disponi-ble), y aprendió a tocar el acordeón por gusto, viendo y tocando, como suelen hacer los músicos criollos que merecen respeto. Dos años duró Abril 75, el grupo se desbarató, pero a Esteba lo llamaron de un grupo del municipio de San Marcos, para que tocara con ellos el acordeón: La arrechera del manglar de Tecomate Pesquería era el nombre del conjunto.

José Tornez, del Mar Azul, lo vio to-cando en Acapulco y lo invitó a sumarse a ellos, en Pinotepa Nacional, Oaxaca, para jalar el acordeón, y se vino, por-

que su grupo ya andaba con problemas. Con el Conjunto Mar Azul grabó y cantó sus canciones: El Cucuniño, El Hombre Pachanguero, Mi cariño se fue a la mar, El Tecomate, Respetaré a mis padres. Pero, ahora, la fama, el di-nero, el éxito y la ambición provocaron divisiones en el grupo. Y José Tornez y Jesús Hernández, los cabecillas, jalaron hacia otros rumbos, a mediados de la dé-cada de los ochenta, cuando los sonidos comenzaron a primar en eso de surtir de música a los bailes populares y las fiestas particulares, y ya no había dinero por las tocadas ni por la venta de discos ni casetes. Por distintas causas, Mar Azul había cambiado sus músicos. En esa fecha, canciones como Soledad, La

Antes le decían el Cucuniño... ahora le dicen: amigo, juicio...

e

esteban bernal. se apagó la músICa.

[foto: e. añorve]

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cumbia del mar Azul, Mañanita triste, El Cuinique, La vida del campesino, La vida del pescador, Pinotepa Nacional, Margarita, Tengo una morena, Yola, La Siringa, y muchas otras, tenían gran relevancia en la Costa Chica y en otros estados de la República. Aquí, no había baile donde no se tocaran, no había rocola de cantina que no las incluyeran en su repertorio.

En ese tiempo, él y su familia tuvie-ron un accidente en el que resultaron muertos su esposa y una hija suya. A Esteba le hacían «gachadas» (le paga-ban poco, por ejemplo, con el pretexto de que era joven y no era fundador del conjunto), y dejó el grupo un par de años, tiempo en el que armó Tropical Centella, que grabó sólo un disco.

Volvió, mas el Mar Azul se vino abajo. Abraham Bernal, José Luis Lo-zano, Chanín Ventura, Bertín Gómez, Margarito Larrea, Misael Lázaro ya habían concluido su ciclo ahí; igual, Jesús Hernández y José Tornez. El ahora Conjunto Internacional Mar Azul estaba formado por Esteba, Leobardo Cuevas, José Gómez, Elio Ventura, Fernando Pérez y Enrique Manuel. Continuaron tocando y siendo muy solicitados, pero tuvieron problemas, discrepancias, conflictos que no pudieron resolver, y Esteba abandonó el grupo y se dedicó a vender ropa, para sobrevivir. A los cinco, seis años, lo llamaron para que se hiciera cargo del acordeón nuevamente.

Grabaron un disco en Pinotepa Na-cional, pero la compañía disquera no tenía recursos para promoverlo, y se vieron obligados a regresar con el Puma, un productor de Acapulco; en su estudio, en 2000, grabaron Me voy pa’ Carolina. Y el éxito les llegó, inmenso, en grado tal que Jesús Hernández hizo otro grupo marca Mar Azul; lo mismo, Chanín Ven-tura; respondían, así, a la demanda por su música. Incluso, éstos se atribuyeron ser autores de ese merequetengue. Y ello llevó a Esteba a componer la Cumbia del original, donde se mencionan los nombres de los integrantes; pero los otros (y otros más que surgieron des-pués, dada la demanda de música Mar Azul) volvieron a atribuirse esta cumbia; y Esteba armó la Segunda del original.

También compuso y tocó e hizo famosa la cumbia El Vainón, siendo ésta y Me voy pa’ Carolina las más relevantes de sus canciones.

En ese mismo zócalo de Cuajinicui-lapa estaba hace casi veinte años, en 2002, con uno de sus acordeones. Iba a un baile que amenizaría con su gru-po, el Internacional Mar Azul. Era un momento álgido: Me voy pa’ Carolina se tocaba, se escuchaba y se bailaba en muchos lugares, tanto de Guerrero, como de Oaxaca, Michoacán, Morelos, Estado de México y la propia Ciudad de México. También en la que llaman «La Unión Americana» los promotores de la cumbia y el bolero criollos, de la Costa Chica, uno de cuyos puntales es el Mar Azul, y lo es desde mediados de los años setenta del siglo pasado. El Conjunto Mar Azul y sus múltiples advocaciones.

Luego, pasó de mojado a las Caroli-nas, los Utah, California, porque desde allá lo requerían para fuera a alegrar-los… Ya lo dice su canción La Fuente California: Cuando yo llegué/ todos me daban la mano./ Decían: «Amigo Bernal,/ acá andamos, trabajando». Lo querían, lo quieren. Lo agarró la Migra, lo güellaron (le tomaron huellas digitales para ficharlo) y lo deportaron; lo vetaron por diez años. Se quedó con ganas de volver; pero ahora con papeles.

Ocho, nueve, diez años después, la 'piratería' volvería a medrar en Esteba y su conjunto; incluso, él mismo se vio obligado a vender sus propios discos en versión 'pirata', porque la gente no pagaba uno original. Y los sonidos volvieron a medrar en la trayectoria del Internacional Mar Azul, además de la competencia de siete y ocho grupos con el nombre Mar Azul. Uno de los problemas más acuciantes de éste y de muchos grupos de la Costa Chica han sido y son sus representantes, quienes suelen explotarlos; sobre todo, porque los músicos andan eufóricos de fama y popularidad (que implica privilegios excepcionales). El de Esteba no escapó a esta calamidad; además, el cobro de las regalías por su música era difícil y se convirtió en imposible.

Ahora, tocaban pocas veces en bailes populares y festejos. Siempre pedían re-

baja al grupo. Esteba tenía que dedicarse a otras actividades (sembrar maíz, café congo, vender discos piratas de su pro-pia música…) para vivir más o menos. Entre esas actividades, en los últimos años, Esteba recorría las calles de Cua-jinicuilapa con su acordeón, para tocar a quien quisiera pagarle veinticinco pesos por canción; a veces se acompañaba de su pariente Juan Bernal, en la guitarra, y andaban tocando para sacar para la papa. Había fracasado ya su proyecto de hacer un grupo de música con sus hijos; el trabajo en Mar Azul menguó. Luego, vino la pandemia. Enfermó hace unos días. Está en cama. Él compuso La hojita de tlachicón, acongojado por la pobreza, un auto retrato suyo:

La hojita de tlachicón,la hojita de tlachicónes una hojita dura,es como la gente pobre,es como la gente pobre,que comen tortilla pura.

El pobre, cuando está pobre,el pobre, cuando está pobre,luego, cuando se hace rico,lo primero que procura,lo primero que procura,darle de comer al pico.

En San Nicolás nací,en San Nicolás nacíy en Montecillo me criaron,me criaron mis abuelitos,me criaron mis abuelitos.Siempre los recordaré.

Ya con ésta me despido,ya con ésta me despido,dándole vuelta a mi pueblo.Estos versos que les canto,Estos versos que les canto,es recordando a mis abuelos.

P.S.: Hace unas horas se conoció que Esteba había fallecido. Ahora sí ya está en juicio (en calma) el original, el que cantó: Yo le digo a Melitón:/ Yo soy Este-ban Bernal, para afirmar su singularidad y varonía.

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Una gran historia de amor, guerra, exilio, intriga, poder y traición. Por la autora de Cisnes salvajes y Cixí, la emperatriz. La biografía, al mismo tiempo íntima y épica, de tres mujeres fascinantes que contribuyeron a moldear la China del siglo XX. Suele decirse que «una amaba el dinero, otra amaba el poder y la otra amaba a su país», pero este dicho popular no hace justicia a las

extraordinarias vidas de las hermanas Soong. Durante casi todo el siglo XX, mientras China lidiaba con guerras, revoluciones y enormes transforma-ciones, las tres desempeñaron papeles cruciales y dejaron huellas indelebles en la historia de su país. Ching-ling, llamada la Hermana Roja, se casó con Sun Yat-sen, padre fundador de la República china, más tarde vicepre-sidente de Mao. May-ling, la Herma-na Menor, fue la señora de Chiang Kai-shek, primera dama de la China

precomunista y una importante figura política por dere-cho propio. Por su parte, Ei-ling, la Hermana Mayor, fue la principal consejera no oficial de Chiang, esposa de su primer ministro y una de las mujeres más ricas de Chi-na. La relación entre ellas fue emocionalmente intensa y a veces conflictiva.

¿El idioma invisibiliza a la mujer? ¿Es compatible la lucha feminista con el respeto al sistema de la lengua? ¿Tiene sentido

que el masculino genérico se presente como símbolo de la dominación del varón? ¿Es eficaz actuar sobre el lenguaje para combatir el machismo? Este libro ha sido concebido con espíritu conciliador y divulgativo para acercar posiciones distantes, sin que ello suponga dar por buenos ciertos tópicos que se han ido imponiendo a fuerza de repetirse. Ante un debate tremendamente apasionado, Álex Grijelmo muestra los aciertos pero también las contradicciones y los excesos, y tiene la sensibilidad, la independencia y la solidez

necesarias para aportar claridad y sentido común. Algunos de los problemas que denuncia el feminismo sí se hallan en fenómenos de lengua, pero los más criticables (los refranes, los dichos o la perspectiva androcentrista que, a menudo sin darnos cuenta, aplicamos al hablar) no son necesariamente los que más se combaten. Frente al ruido relacionado con el lenguaje inclusivo, Grijelmo presenta un recorrido descom-plicado, revelador, ameno y repleto de ejemplos; y ofrece una serie de propuestas que no pretenden decir la última palabra sino ofrecer un documento de trabajo para quienes quieran contribuir al debate con nuevas argumentaciones.

LAS HERMANAS SOONGJUNG CHANGTAURUSPÁGINAS: 612

PROPUESTA DE ACUERDO SOBRE EL LENGUAJE INCLUSIVOALEX GRIJELMOTAURUSPÁGINAS: 304

«Creíamos que nos conocíamos el uno al otro. Creíamos que nos conocíamos a nosotros mismos.» Blythe ya no sabe qué es verdad y qué es mentira:

¿está viviendo la vida feliz que siempre deseó, con un marido perfecto y una hija angelical? ¿O está repitiendo la sórdida historia de su madre y su abuela, marcada por el desapego y el maltrato? ¿Es Fox, su marido, el compañero y padre ideal, o tiene una vida paralela que cada día lo aleja más de su casa? Su hija Violet ¿es una niña brillante y complicada, que solo quiere que su madre le preste más atención, o es malvada de na-cimiento? Depende del momento

y de cómo se mire, todo y nada puede parecer verdad o parecer una trampa. El instinto es una novela que se queda grabada. Una historiavaliente de horror y redención que da pie a que cada lector se interrogue sobre cuestiones dolorosas, personales y, por ello, necesarias.

EL INSTINTOASHLEY AUDRAINALFAGUARAPÁGINAS:336

BapelTorre de

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Sin haberla pisado.Casi todos los cuentos de este

libro transcurren en Ciudad Altami-rano. Una ciudad peliaguda. Ahí se ha matado lo mismo a periodistas que a políticos, además de una cifra desconocida de ciudadanos. Incluso, desde el periodismo, es poco lo que se sabe de esas tierras. Simple y sencillamente porque aquí el narco manda. Sus hilos de poder no solo se tienden en el plano de la delincuencia, sino que van más allá: Controlan los precios y la distribu-ción del refresco, cerveza o, incluso, productos de la canasta básica.

Borja radica en Altamirano. Egre-sado de la UNAM, volvió a su tierra con la firme intención de vivir de la literatura. Contra todo pronóstico, lo ha conseguido: Cada domingo vende libros usados en la avenida principal de la ciudad. Además, ha fundado su propio sello: Pungari-huato, con el que incursiona tam-bién en el mercado editorial.

Nada más noble y a la vez más difícil: Enfrentar la violencia con palabras.

Armado de una voz claridosa, los personajes de Borja van desde la desesperanza, la locura y la mal-dad, hasta la congoja, el deshonor y la venganza. Atestiguamos los remordimientos del hijo que robó las alhajas a su madre; el tipo que mató brutalmente a su hermano; el hom-bre que odia a su compadre por ser un miserable; el propietario de un puesto del mercado que se fue a la quiebra a causa de los cobros de piso; la vieja mesillera que hace un recuento de su vida; el equivocado doble asesinato de dos hombres inocentes (acaso, un homenaje al corrido El crimen de Culiacán, de Chalino Sánchez) o el autorretrato de un narco de esa región.

En estos tiempos en que parecie-ra que muchos escritores fueron al mismo taller narrativo, se agradece que un autor vaya en contra de esos canoncitos y se tome la libertad de ir en busca de una voz propia. Una voz, es cierto, muy regional (algo que aprendió de Yáñez y de Rulfo), pero tan regional, que brilla casi con luz propia.

A destacar también que en este volumen de cuentos no hay violencia de cartoncillo, ni de postales turís-ticas. Menos aún, no iremos a un Guerrero que el autor solo conozca de lejitos. Borja nos lleva de las gre-ñas hasta el Guerrero profundo. Un Guerrero que lo mismo duele, apes-ta, entristece y asombra. Un Guerrero que verán muy poco en los escapara-tes de las librerías.

El editor Geoffrey O’Brien asegu-raba que el lector de las novelas de crimen deseaba que sus ansiedades fueran aliviadas y no despertadas. Con el lector de novelas del narco, parece que ocurre un efecto inverso. En cambio, con la narrativa como la de Borja ocurre algo diferente: Puede que prosas como ésta nos ayuden a

entender el fenómeno.¡Ahí viene el Marihuano! es un libro

que cimbra al lector y lo cachetea vil-mente. Después de todo, con el acarto-namiento de la violencia imperante en el mercado editorial, estas cachetadas de realismo calentano representan agua de tinaja: fría, sin pretensiones, pero de sabor prístino. Un bálsamo realmente necesario para quitarnos este enlelamiento en el que nos tienen metidos tantas novedades insulsas.

Si usted desea adquirir este libro, tendrá que escribir al autor ([email protected]) y esperar. Le aseguro que la espera valdrá la pena.

¡Ahí viene el Marihuano!Noé Israel BorjaPungarihuato, 2020214 pp.

Ahí viene Noé...

Pablo Escobar

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1)Entre los poetas memorables del Perú, a partir del siglo

XX, sobresalen los nombres de César Vallejo, José María Eguren, Carlos Oquendo de Amat, Martín Adán, César Moro, Emilio Adolfo Westphalen, Jorge Eduardo Eielson, Raúl Deustua, Javier Sologuren, Blanca Varela, Carlos Germán Belli, Cecilia Bustamante, Marco Martos, César Calvo, Rodolfo Hinostroza, y Antonio Cisneros. Disímiles todos ellos, y aunque contengan un lenguaje recargado o llano, según los casos, es un lenguaje vivo y perecedero. Su música guarda una emoción verdadera.

Mi único reino es mi corazón cantando dice un verso de Ja-vier Heraud (1942-1963). ¿Se puede acaso escribir desde el corazón? ¿Si vemos el corazón como un río del que mana la vida y el lenguaje, entonces sí es posible cantar desde el corazón, escribir lo oscuro desde su guarida secreta? Mi único reino es mi corazón cantando no tiene ninguna señal romántica, sino más bien se adhiere a una contundente corriente de transparencia. El verbo cantar -casi siempre- ejemplifica un sonido armonioso. El reino es el territorio del espíritu. En poesía no todo es claro como el agua, lo sabemos. El lenguaje con su torre metálica de filtros se interpone con frecuencia en la sensibilidad y la elocución. Algunos poetas se quedan en la torre metálica echando solo humo, y buscando inútilmente la soledad del yermo. Vallejo, en medio de la dificultad de su discurso, con Trilce (1922) llega directo al corazón. Góngora en Las Soledades, puede bien rozar sin temor el luciente honor del cielo. Sabemos que contra viento y marea el gran poema con-tiene una belleza que nos paraliza, una emoción que nos hace dudar. Claro está, la belleza y su efecto de estremeci-miento la produce el sentido del poema. No es necesario perderse en un bosque sin salida: la literatura, la poesía debe estar cargada de sentido, como sugería Pound, pero también de una compleja claridad. El gran poema guarda un equilibrio en todo su contexto. Lo claro no es fácil, lo transparente engaña como la luz de un árbol bajo la nieve.

2)El poeta escribe en contra de los tiempos oscuros. La

poesía no sana, pero abre puertas, ventanas, y sobre todo deja entrar la belleza de las palabras al corazón. La poesía también es dolor y alegría, amor o desengaño, pero más allá de todo, es música y espíritu. César Vallejo escribió desde el corazón con un lenguaje del tamaño de una montaña. Pocos poetas nos conmueven. Vallejo es oscuro y conmueve. A veces es un río cristalino o un pozo oscuro como el de Goya. ¿Se puede escribir desde el corazón sien-do oscuro? Ahí Quevedo, Fray Luis, Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Vallejo nos asombra. El poema XXIII de Trilce dice: “Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos/pura yema infantil innumerable, madre”. La ternura y la complejidad de su lenguaje marca una forma distinta de escribir en el Perú, y en toda la poesia en lengua española. Tahona, en femenino, se refiere a un molino de harina, y estuosa (sofocante, caliente, enardecida) se une con la pura yema infantil innumerable, recreando la imagen de la madre a través de la harina o la vida misma. La palabra “madre” dota al poema de una ternura inusual. Vallejo, en su trayectoria verbal, a veces compleja, llega a un territorio de transparencia.

Los poetas peruanos actuales, sin imitarlo (y aunque algunos lo nieguen) se apegan con distancia a su árbol riguroso.

Vallejo es una presencia insoslayable en la poesia peruana de todos los tiempos. La poesía de Vallejo no es

16 poetas peruanos

quien experimenta la contemporaneidad, os-curos. Contemporáneo es, justamente, aquel que sabe ver esta oscuridad, y que es capaz de escribir mojando la pluma en las tinieblas del presente. Para Agamben definitivamente es contemporáneo aquel que recibe en pleno rostro el haz de tinieblas que proviene de su tiempo. Vallejo, como un poeta contemporáneo, vio la oscuridad de su tiempo, pero siempre alentando a la esperanza a través de una ironía y crítica agudas. Muchos poetas han saboreado en vida la tiniebla, forman parte del arquetipo del dolor y el olvido. Sin embargo, no siempre centrándose en lo oscuro, la poesía avanza por su lado de sombra, pero también de luz.

La poesia peruana de todos los tiempos es bastante rica. Los poetas aquí reunidos no se parecen, solo guardan un rigor en el lenguaje a través de una llaneza inusual.

3)La piedra resuena como un tamborVallejo tiró la primera piedra.Clasificar a la poesía peruana por genera-

ciones es siempre un riesgo. Y se ha caído en este error ya en demasía. Hay poetas que de-fienden tanto su generación que hasta lanzan manifiestos solemnes para crear un espacio vital dentro de la poesia peruana, pero no lo consiguen. Es como pertenecer a un grupo de élite, a un cenáculo, de esos que ya no exis-ten. Lo que al final importa son los poemas y los libros de los poetas que van quedando. Lo que recordamos de César Vallejo son sus grandes poemas. De la primera cosecha está Los heraldos negros (1918) y de la segunda también radical, Trilce (1922). Después vienen los poemas de Europa, y España aparta de mí este cáliz (1937). Vallejo, si se quiere, perte-nece a la generación Vallejo. Es curioso que en el Perú se hable de la Generación del 50 debido a que un grupo de poetas comenzó a publicar durante esa década. Supondríamos que una generación tiene algo en común, un aliento compartido, un estilo reconocible, una postura frente al mundo y a la poesia. Por

solo la exploración de la conciencia del lenguaje, tampoco la práctica de un objetive correlative como proponía Eliot: su poesía se acerca más a las experi-mentaciones de Joyce en el sentido de que contiene una letanía de voces, una corrupción expresiva reti-cente a elegir una forma fija de expresión. El soni-do de su voz no imita el objeto que representa, lo transfigura oponiéndose a la filosofía de Leibniz. El mundo que mira y siente no es el mejor, en cambio, es un mundo que busca su centro en el espíritu de los seres que pululan su memoria. Vallejo prueba la filosofía de Pitágoras, en el sentido de que el número es el principio de todas las cosas. Toda gira en torno a una respira-ción numérica, desde el arquetipo de sus poemas hasta los descontentos con el Uno y Trino, y su predilección por la cópula del nueve. El efecto Va-llejo en la poesía peruana actual crea un modelo de rigurosidad en el lenguaje poético. Vallejo no creó una poesía del “lenguaje” sino más bien, una poesía de la vida y por la vida.

Vallejo escribe sobre el dolor y lo oscuro de su tiempo. Va contra la co-rriente. Giorgio Agamben afirma que: “El poeta —el contemporáneo— debe tener fija la mirada en su tiempo- y agrega que-to-dos los tiempos son, para

Miguel-Ángel Zapata

Mi único reino es mi corazón cantando

contempo-ráneos

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ejemplo, Carlos Germán Belli, Blanca Varela, Pablo Guevara, y Jorge Eduardo Eielson, no se parecen en nada estilísticamente, en cambio sobreviven por el rigor. Cuando se usa el térmi-no anacrónico de “generación del cincuenta” es para dar noticia de las fechas de sus prime-ras publicaciones. Tampoco son afines en sus poéticas Antonio Cisneros, Luis Hernández, Marco Martos o Rodolfo Hinostroza, poetas que publican en los albores de 1960. En este caso se ha hablado de una influencia de la poe-sía anglosajona en algunos poetas de esta gene-ración. No todos los poetas de esta generación están influenciados por la poesia “Beat” o en lengua inglesa. Algunos vienen de la herencia clásica española, con sus aportes personales, como es el caso de Marco Martos. Además, ésa no sería la única característica de estos poe-tas. Para encontrar algunos rastros habría que recorrer la poesía latina (Propercio, Catulo), la poesía francesa (Rimbaud, Baudelaire), y la poesía peruana, incluyendo a Vallejo, Carlos Oquendo de Amat, y José María Eguren. No todos los poetas que practican una poesía na-rrativa o coloquial vienen de Eliot o de Pound. Los poetas que menos se parecen son los que van quedando en la tribu.

La piedra resuena como un tambor:La piedra es una metáfora de la precisión

y el mito, es una señal en el camino. La piedra es Machu Picchu y el Cusco. La piedra es el cielo de los andes, la energía de la altura, los riscos de la costa. El tambor es la música de la piedra. Los países tienen sus piedras y sus esferas, pero también tienen un tambor que es la música de los ojos. La piedra y el tambor son otra manera de comunicarnos, el nuevo baile, se sabe, no está en las palabras mismas sino en la emoción que nos producen. Borges lo dijo primero. Es emocionante. El inmenso y hermoso mar peruano también es un tambor azul.

Notas:

Estos poetas peruanos aquí seleccionados no tienen temor de usar tanto formas antiguas o como el verso libre, o el poema en prosa moderno, dotán-dolas con un nuevo acento y un registro radical. Son textos que tal vez con-tengan algún referente de la mejor poesía peruana de la generación de Carlos Germán Belli o Blanca Varela, de Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, Jorge Pimentel o Carmen Ollé, pero sus poemas expresan una perspectiva individual e independiente. Son, en suma, poemas que redefinen la tradición poética peruana a través de refundiciones apropiadas buscando un diálogo y una energía regeneradora.

La poesía última escrita en el Perú y fuera de sus fronteras presenta una serie de innovaciones que ameritan una relectura detallada de sus aportes. Su inteligencia radica en no negar la tradición, sino viajar con ella y mantener el mismo trote, codo a codo, subiéndose y cayéndose por la escalera versal de la poesía. Los poemas son artefactos abiertos y reversibles, y tienen como centro una pirámide experimental que arrebata toda hegemonía. El trata-miento lingüístico de estas poéticas determina que la poesía es un producto de cambios e intercambios, un asir la forma que se va para impregnarla en una nueva superficie, que después de todo, es consecuencia de una fructífera y arriesgada contaminación. Garcilaso lo hizo con certeza en su diálogo con la poesía italiana, y los modernistas, con los parnasianos franceses. En el Perú, Carlos Germán Belli (Lima, 1927) hace lo mismo con Garcilaso, Petrarca, Góngora, y también en sus sextinas o villanelas. El modernismo, como ha señalado Ivan A. Shulman, se apropia del almacén cultural del occidente y del oriente con el fin de afirmar su identidad en términos de una otredad. Esa otredad se presenta en los poetas fundamentales que comienzan a publicar en la década de 1970 (Ollé, Pimentel, Verástegui, Mora, Watanabe, Montal-betti), u ochenta (Di Paolo, Dreyfus, Santiváñez, Chirinos), y posteriormente en la de 1990 y 2000. Su continuidad pervive debido a una cuidadosa relectu-ra de la poesía peruana, y la inmediata absorción de una cultura globalizante pero dispareja.

Estos poetas peruanos seleccionados establecen un diálogo no sólo con poetas como César Vallejo, José María Eguren, sino con los artificios de la poesía brasileña del siglo veinte, el Cancionero español, las canciones de Petrarca, la poesía de Garcilaso, López Velarde, o la mejor poesía nortea-mericana. Su modernismo y vanguardia radica en ese gesto de aventurarse por las raíces de varios espacios geográficos e idiomas. Es decir, su faro no solamente podría ser Inglaterra o los Estados Unidos, sino la vertiente más cristalina de la poesía peruana, o la continua práctica y reinvención de otras formas populares como el verso libre.

La clave está en que sus poemas emocionan, no son meros juegos verbales.Como puede observar el lector, el material es variadísimo: poema en

prosa, verso libre, y con una temática que no los une absolutamente: su mérito radica justamente en su independencia y dispersión. De ahí que suene extraño hablar de una generación de los noventa o del siglo veintiuno, ya que cada autor crea su propia razón de ser, y recrea una poética particular. Hay un afán de movimiento (interior y geográfico) de exploración, no solamente del idioma sino de otras tierras y otras literaturas. Su signo es la búsqueda de una otredad permanente, y de un paraíso perdido (el Perú imaginario), o de la nueva lengua que se adquiere en otra latitud desconocida. La mayoría de estos poetas escriben sus textos en el Perú, o fuera de la patria de Vallejo, González Prada, y José María Arguedas. Y aunque hay que reconocer que la poesía peruana se ha caracterizado por ser nómada, la mayoría de estos poetas seleccionados viven o vivieron en el Perú. Estos poetas entendieron el vacío y el estruendo: la poesía hay que vivirla, pero mejor hay que saber escribirla.

Mi único reino es mi corazón cantando comprueba que aparte de la compleji-dad de la poesía, el corazón con razón, le sale al encuentro a la sangre.

Los poetas peruanos aquí incluidos han nacido en distintas regiones del Perú, entre 1932 y 1997. Estos 16 son (en orden alfabético): Cecilia Busta-mante, Eduardo Chirinos, Gian Pierre Codarlupo, Maria Emilia Cornejo, Lizardo Cruzado, Rossella Di Paolo, Javier Heraud, Miguel Ildefonso, Car-los Lopez Degregori, Vanessa Martínez, Marco Martos, Katherine Medina, Jorge Pimentel, Martín Rodríguez Gaona, Tulio Mora, y José Watanabe.

Long Island, Nueva York, marzo 15, 2021

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13

Paul

Med

ran

o

H

Ahí viene Noé Israel

muchos de esos escri-tores que miraban con desdén a la literatura sobre el narco, ahora escriben, curiosamen-te, literatura sobre el narco.

Por supuesto, cada quien es libre de escribir lo que se le antoje en el momento que más le convenga. Concuerdo con la perspectiva de la gran escritora Iris García: Escribir sobre la violencia tal vez nos permita entender y conocer las causas que la motivan.

El asunto es que muchos de los libros sobre el narco, abre-van de una violencia irreal. Una violencia imaginaria y por tan-to, inverosímil. No es que para escribir de narcos tengamos que convertirnos en tal. Sin embargo, platicar con alguno de ellos ayuda-ría a entender algo muy básico: Los narcotrafi-cantes no hablan igual en todo el país (En Gue-rrero, por ejemplo, hay varias definiciones para referirse a un narcotra-ficante que varía según la región: maña, chicos malos, siquis, armados

y las que se acumulen). No todos dicen «plebe», «fierro», «al cien». Mucha de la literatura que colma las novedades, cojea de la misma pata y se apoya en una muleta hecha con madera de cliché.

Por eso, entusiasma que un autor se tome la molestia de ir a asomarse cómo es esa violencia que pretende contarse. Cómo son algunas causas que la originan. Qué hay en la cabeza de la gente que decide cometer un ilícito. Un libro, pues, sobre las entrañas de México.

¡Ahí viene el Marihuano!, de Noé Israel Borja (Ciudad Altamira-no, 1982), representa un viaje al riñón, a las tripas de la violencia. Ahí donde la realidad dinamita la ficción. El escritor solo es un obser-vador de los infinitos vericuetos de la psique humana.

Como diría Control Machete en Danzón:

Es guardar silencio de movimientoayunar de color y sonidoser mujer, viejo y niñoY dejarse llevar.

La Tierra Caliente guerreren-se es una zona tan álgida como inexpugnable, no solo por su ubicación ni por su feroz clima y su compleja orografía, sino porque aquí se enconaron grupos de la delincuencia organizada y nada ha podido extirparlos. Al tener co-nexiones con Michoacán y Estado de México, representa una zona de poder para las fuerzas del crimen.

Pero eso sí, muchos mientan a Tierra Calor a la menor provoca-ción, sin conocerla.

Hace diez años, hacer literatura sobre la violencia que produce la delincuencia orga-nizada, era visto con cierto desdén entre un gran sector del mundo editorial.

Por supuesto, hablo de una época en que las series televisivas, las películas, los libros y la música en torno a esta problemática social, no eran un tema tan común. Existía, claro, cierto auge en la música regional desde finales de los noventa, algunas novelas que no pasaban de pequeños círculos, así como películas y actores que eran sinónimo de gustos exóticos.

El narco empezaba a convertirse en algo preocupante, pero no era un tema a seguir.

En alguno de los encuentros de literatura al que asistí (cuando todavía iba), hice migas con varios de los asistentes con quienes nos unía el mismo interés de abordar (desde la li-teratura) la violencia que atenazaba nuestras ciudades de origen. En algún momento de la tertulia, escuché a alguien decir: «Mira, ahí están los narcoescritores». Lo dijo con sorna. Con petulancia.

Ha pasado una década. Y ahora la nar-coviolencia es un tema recurrente en mucha de la literatura actual. No es para menos. El fenómeno social, ahora ocupa muchas de nuestras conversaciones: Noticias, películas, series, videojuegos, moda, música. Incluso,

Borja

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LAS IMÁGENES DE LOS NEGROS GARÍFUNAS EN LA LITERATURA HONDUREÑA

[1/3]

Jorge Alberto AmAyA bAnegAs y FrAncisco morAzán

Este artículo describe las imágenes y estereotipos que se han forjado sobre los negros garífunas en la literatura hondureña y, a la vez, re-

laciona algunas de esas imágenes con ciertos discursos nacionalistas que el Estado-nación hondureño promovió por medio de algunos intelectuales a su servicio y que intentaban impulsar una idea de “nación homogénea”, la cual se inspiraba en el modelo de nación mo-derna surgida en Europa y Estados Unidos a partir de la Revolución Francesa de 1789 y de la Independencia de los Estados Unidos, el cual concebía a la nación como un ente “civilizado” y, por ende, el proyecto de “nación homogénea” consistía en “integrar” a indíge-nas y negros dentro de la nación, ya que se consideraban como “salvajes” y “bárbaros” en los discursos oficiales.

Los negros garífunas son una de las nueve

etnias hondureñas y, a su vez, son un pueblo supraestatal, ya que, además, viven en Belice, Guatemala y Nicaragua. En Honduras, habi-tan a lo largo del litoral Caribe del país, dis-tribuidos —según la Organización de Desa-rrollo Étnico Comunitario (ODECO)— en cuarenta y ocho comunidades dispersas en la costa y en las islas del Mar Caribe de la na-ción. En las últimas décadas también se han asentado en las ciudades más importantes del territorio, como Tegucigalpa, San Pedro Sula y El Progreso, entre otras1. Igualmente, 1 Un estudio reciente de ODECO apunta que, en el caso de Honduras, los garífunas ocupan un buen número de pueblos y aldeas, en la mayoría de los cuales viven exclusivamente habitantes ga-rífunas, que son: Punta Gorda, Masca, Travesía, Bajamar, Sarawaina, Río Tinto, Miami, Tornabé, San Juan, La Ensenada, Triunfo de la Cruz, Nue-va Go, Cayo Venado, Sambuco, La Rosita, La Ceiba, Corozal, Sambo Creek, Nueva Armenia,

una gran cantidad de población ha emigrado a los Estados Unidos, especialmente a Nueva York, Nueva Orleáns, Miami, Houston y Los Ángeles, así como a la capital inglesa, Lon-dres2.Río Esteban, Guadalupe, San Antonio, Santa Fe, Cristales, Río Negro, Barranco Blanco, Santa Rosa de Aguán, Limón, Punta Piedra, Cusuna, Ciriboya, Iriona Viejo, San José de La Punta, Sangrelaya, Cocalito, Tocamacho, San Pedro de Tocamacho, Coyoles, La Fe, Buena Vista, Batalla, Pueblo Nuevo, Plaplaya, Boca Cerrada, Easter, Cayo Chachahuate, Barra del Salado y la Colonia Alfonso Lacayo en San Pedro Sula. Se debe agre-gar que existen grandes contingentes garífunas en las ciudades de Puerto Cortés y Tela. Cfr. Ama-ya, Jorge y Moncada, German, La Comunidad Garífuna y sus desafíos en el siglo xxi, La Ceiba, Organización de Desarrollo Étnico Comunitario (ODECO), Impresos PROGRAFIP, 1ª edición, 2002, Pág. 12.2 Cfr. González, Nancie, Sojourners of the Carib-

Suplemento

Suplemento de antropofagia cultural etnicitaria para

afroindios y no-afroindiosde Guerrero y de Oaxaca,

y de todo el universo oscuro.

Número 166. Año III.

29 de marzo de 2021.

Cuajinicuilapa de Santamaría, Gro.

S u p l e m e n t o © El Zambo baila la samba con una zamba Productions

SamboGuerrero

El

de

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II | El Sambo de Guerrero

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El origen histórico de los garífunas se gestó a partir de 1635, cuando un cargamen-to de esclavos negros naufragó en la isla de San Vicente, en las Antillas Menores; allí, los sobrevivientes del naufragio se mezclaron con los indígenas caribes, de donde derivó el nombre de “garínagus” con el cual ellos se autodenominan. En nuestro estudio, usare-mos el término “negros garífunas” debido a que es el más aceptado por la misma etnia en cuestión.

Desde 1635 hasta finales del siglo xviii, los garífunas permanecieron y prosperaron en San Vicente, donde constituyeron uno de los pocos pueblos negros libres de América; durante ese tiempo mantuvieron relaciones comerciales con los franceses e ingleses, pero estos últimos intentaron apoderarse de la isla, por lo cual se fueron a la guerra contra los garífunas, que fueron acaudillados desde 1795 por su máximo héroe, Joseph Satuyé, que es considerado un símbolo y mito fun-dacional dentro de la etnia. Finalmente, los garífunas fueron derrotados por los ingleses en 1797, y los deportaron a la Isla de Roatán, en el Caribe hondureño, adonde llegaron el 12 de abril de ese año. El historiador William Davidson calcula (citando fuentes documentales del periodo) que el número de garífunas arribados a Honduras en 1797 era de unas dos mil quinientas personas3. Desde entonces, los garífunas fueron poblando poco a poco la costa atlántica hondureña y, con los años, se extendieron también a los demás países. Hoy en día, se estima que viven en Honduras unos doscientos cincuenta mil garífunas, representando el 4% del total de población nacional4.

Finalmente, hay que mencionar que la cultura de los negros garífunas constituye una de las herencias africanas mejor con-servadas de Latinoamérica y, de hecho, en el 2001, la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (Unes-co), los declaró como Patrimonio Mundial de la Humanidad. A pesar de la invisibilidad y marginación a que han estado sometidos, por parte de la mayoritaria sociedad mestiza hondureña, los garífunas han hecho aportes sustanciales a la cultura hondureña, especial-mente a través de la música y danza, sobre todo con el baile de la punta, hoy considera-do baile nacional, pero, también, a través del teatro, con la obra cumbre de la dramaturgia nacional Louvabagu, que narra la etnohis-toria del pueblo garífuna, así como con la pintura, la artesanía, el deporte, la lengua, la gastronomía y otras manifestaciones más.

bean. Ethnogenesis and Ethnohistory on the Garifu-na, Chicago, University of Illinois Press, 1988.3 Davidson, William, “Etnohistoria hondureña: la llegada de los garífunas a Honduras, 1797”, en Revista Yaxkín, Tegucigalpa, Instituto Hondure-ño de Antropología e Historia (IHAH), vol. 6, no. 1 y 2, 1983, pp. 88-105.4 Esta cifra, del año 2000, se basa en el estudio de Ximena Valarezo, quien realizó una investigación para el Banco Mundial (BM) y el Fondo Hon-dureño de Inversión Social (FHIS), el cual contó con el aval de la Confederación Nacional de Pue-blos Autóctonos de Honduras (CONPAH). Cfr. Traa Valarezo, Ximena, Evaluación Social y Plan de Desarrollo de los Pueblos Autóctonos de Hondu-ras, Banco Mundial (BM)- Fondo Hondureño de Inversión Social (FHIS), en www.oas.org.hn-fhis.rtfdewbln0018.worldbank.org, 2000, pág. 2.

Marco referencial para analizar las imágenes de los negros garífunas en

los textos literarios

El presente trabajo parte de considerar, como lo sostiene Marisa Moyano5, que no existe proceso de investigación sin problema, como tampoco surge un problema sin conocimien-to previo, pues, básicamente, la investigación es el intento de responder a ese problema que surge de valoraciones extracientíficas, del anhelo por conocer o de la búsqueda de la verdad sustentada.

Situándonos en la perspectiva de la se-miosis de lo social, el propio problema, en nuestro caso, reside en analizar la naturaleza de las imágenes que se han construido de los negros garífunas en la literatura nacional, con el objetivo de determinar algunos estereo-tipos y representaciones que se han forjado sobre los garífunas en dichos textos literarios. Asimismo, interesa examinar cómo, además de las imágenes mismas, también subyacen en esos textos literarios algunas ideas de los discursos nacionales que se engendraron en Centroamérica y Honduras desde el siglo xix y, que en gran medida, intentaron ima-ginar la nación, en términos de consolidar una nación homogénea, proyecto político que intentó excluir e invisibilizar a los indígenas y negros en las representaciones de la nación, puesto que el modelo a retomar como reflejo de nación era el de la nación cívica y civilizada proveniente de Estados Unidos y Europa, es decir, de la sociedad blanca.

La nación y los discursos nacionalistas

En este estudio pretendemos mostrar cómo se han construido a través de la literatura ciertas imágenes sobre los negros garífunas a lo largo de la historia, imágenes que, con el tiempo, se han constituido en estereotipos, muchas veces aceptados como reales por la mayoritaria y dominante sociedad mestiza y blanca, pero, a veces también, por los mis-mos garífunas. Del mismo modo, se intenta relacionar esas imágenes con determinados discursos nacionalistas elaborados por parte de esta intelligentsia6, o grupo de escritores, hondureños, especialmente aquellos discur-sos que aspiraban a difundir la noción de la nación homogénea desde el siglo xix.

En este sentido, retomamos el concepto de nación expuesto por Benedict Ander-son, quien considera que la nación es «[...] una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana7». Al respecto, argumenta que es «imaginada» porque cada uno de los miembros de la na-5 Moyano, Marisa, “La performatividad en los discursos fundacionales de la literatura nacional: La instauración de la 'identidad' y los 'huecos dis-cursivos' de la memoria”, en Espéculo, Revista de Estudios Literarios, Madrid, Universidad Com-plutense de Madrid (UCM), no. 27, 2004.6 En este caso, utilizamos el término intelligentsia en el sentido que le otorgó Gramsci, es decir, el grupo de intelectuales que conforman la élite “supraestructural” subordinada a la clase hegemó-nica. Consúltese: Gramsci, Antonio, La formación de los intelectuales, Barcelona, Editorial Grijalbo, 1974, pp. 30-31.7 Anderson, Benedict, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del naciona-lismo, México D. F., Fondo de Cultura Económica (FCE), 1ª edición en español, 1993, p. 23. El ori-ginal es de 1983.

ción no llegarán a conocerse jamás, pero, a pesar de ello, en la mente de todos existirá la imagen de su unión. Es «limitada» porque tiene fronteras reales y finitas, después de las cuales hay otras naciones. Además, es «soberana» porque pretende ser libre por medio de su Estado soberano. Por último, son «comunidades» debido a la idea de que esta unión es algo profunda y horizontal, una fraternidad que está por encima de la des-igualdad. En todo caso, una idea subyacente en el concepto de Anderson es que la nación es un «artefacto construido e imaginado» social y políticamente, ya sea por parte del Estado-nación, o por parte de la intelligentsia al servicio del mismo.

En el caso de Honduras, ciertamente, desde el siglo xix, el Estado hondureño —al igual que la mayoría de países latinoamerica-nos— intentó imaginar y forjar un proyecto de nación que estuviera en consonancia con los ideales derivados de las naciones moder-nas surgidas en Europa tras las experiencias de la Revolución Francesa, así como de la Independencia de los Estados Unidos. Desde luego, se obtuvieron algunos tibios resulta-dos, como la creación o invención de algunos símbolos identitarios como la bandera, el escudo y las monedas nacionales, sin embar-go, la diversidad étnica del país, así como las debilidades infraestructurales producidas por las constantes guerras civiles acaecidas después de la Independencia de 1821, difi-cultaron dramáticamente la construcción de la nación durante las décadas posteriores a la emancipación política de la corona española; empero, durante el último cuarto del siglo xix, el proceso de construcción de la nación tomó un impulso más acelerado con la im-plantación de la Reforma Liberal de 1876, cuyo objetivo era vincular al país al sistema capitalista mundial, pero, a la vez, consolidar el Estado-nación para alcanzar el progreso. Desde ese momento, y hasta 1994, el Esta-do hondureño impuso la idea de la nación homogénea, entendida como el proyecto de reformulación de la nación, mediante el cual se intentó construir la nación con base a la integración cultural de los indígenas, negros y castas a los valores y normas de la élite dominante, ya sea blanca o mestiza, pero en todos los casos, heredera de las tradiciones legadas de la sociedad colonial española o de las nuevas aportaciones que trajo consigo la modernidad, es decir, los postulados de Orden y Progreso provenientes del positivismo desde Europa y Estados Unidos. Por tanto, homo-geneizar consistía en aculturizar a indígenas y negros, o sea, enseñarles la lengua castellana, la religión católica, las costumbres modernas, en definitiva, civilizarlos8.

En efecto, el modelo mediante el cual se imaginó a la nación encarnaba las aspiracio-nes de la élite dominante de origen criolla y mestiza; por ende, las representaciones de la nación se inspiraban en los valores y expresiones de las clases que ostentaban el 8 En este sentido, tomamos el concepto sugerido por Mónica Quijada, quien expone que desde el siglo xix, los Estados latinoamericanos intenta-ron imponer el proyecto de nación homogénea a indígenas y negros con el objetivo de integrarlos a la civilización. Cfr. Guerra, François y Quijada, Mónica (Compiladores), “Imaginar la nación”, Hamburgo, Asociación de Historiadores Lati-noamericanistas Europeos (AHILA), Hambur-go, Cuadernos, no. 2, 1994, p. 20 y ss.

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IV | El Sambo de Guerrero

poder. Así, se fraguó toda una creación de símbolos e imaginarios, como la estatuaria cívica, que exaltaba a los héroes criollos de la Independencia (como Francisco Morazán y José Cecilio del Valle); se crearon fiestas cívicas e historias nacionales que glorificaban las gestas patrias; se aprobó el español como única lengua oficial de la república; se decre-taron otros símbolos nacionales y, a la vez, se inventaron tradiciones, como el culto al origen mestizo de los hondureños (la versión oficial extendió la creencia del origen racial de la sociedad hondureña como producto del mestizaje entre españoles e indígenas ma-yas). Mientras tanto, los indígenas y negros hondureños quedaban excluidos en estos imaginarios, con lo cual, al ser invisibilizados dentro de la nación, no tenían otra salida que aceptar la imposición de ser integrados a la nación, lo cual significaba que tenían que aceptar la cultura mestiza mayoritaria y, en consecuencia, despojarse de su bagaje cultural, es decir, sus lenguas, sus religiones, sus costumbres y valores para así, según la versión oficial del Estado, civilizarse9.

Adicionalmente, en el siglo xx se si-guieron perfilando otros imaginarios en el proceso de configuración nacional, como, por ejemplo, la creación de otros símbolos nacionales como el himno nacional, el mapa y, fundamentalmente, la divulgación de una ideología nacionalista en el gobierno del General Tiburcio Carías Andino (1933-1949), que pretendía mostrar que el origen racial de los hondureños era el resultado de la mezcla de los conquistadores españoles con los indígenas mayas, proceso que Darío Euraque ha dado en llamar la mayanización de Honduras10 . De este modo, se intentó ocultar el aporte de otros grupos indígenas en el mestizaje o en la composición poblacio-nal hondureña, como los lencas, los tolupanes, los pech, los tawahkas y, especialmente, de los negros, tanto los que estuvieron presentes en el periodo colonial, así como de los negros ingleses o creoles y de los negros garífunas. Más bien, esta ideología del mestizaje originó toda una propaganda racista en contra de la presencia de los negros ingleses, quienes habían venido a laborar en las compañías bananeras afincadas en el Caribe hondureño. Así, la historia decimonónica, que ensalzó el aporte histórico de los héroes criollos, dio paso en el siglo xx a la difusión de un indige-nismo que rescataba el esplendoroso pasado de los mayas, así como la legendaria figura del indígena lenca Lempira, que combatió a los españoles en tiempos de la Conquista. No obstante, la exaltación que se hacía de los indígenas muertos no significaba que se valo-rara en igual dimensión a los indígenas vivos, pues a ellos se les siguió imponiendo coerci-tivamente el ideal de integración a la sociedad

9 Parte de todo este análisis proviene de nuestro trabajo de tesis doctoral. Cfr. Amaya, Jorge Alber-to, Reimaginando la nación en Honduras: de la ‘na-ción homogénea’ a la ‘nación pluriétnica’. Los negros garífunas de Cristales, Trujillo, tesis doctoral, Uni-versidad Complutense de Madrid (UCM), Ma-drid, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Doctorado en Estudios Iberoamericanos, 2004.10 Euraque, Darío, “Antropólogos, arqueólogos, Imperialismo y la mayanización de Honduras: 1890-1940”, en Revista de Historia, San José de Costa Rica, no. 45, enero-junio del 2002, pp. 73-103.

nacional, es decir, a la nación mestiza11.En suma, este proyecto de nación homo-

génea, tal como ha sido descrito, estuvo en vigencia entre el siglo xix y durante la mayor parte del xx, específicamente hasta 1994, cuando el gobierno de Carlos Roberto Reina (1994-1998) aprobó el Acuerdo Presidencial Nº 0719-EP, que dio vida al Programa de Educación Bilingüe Intercultural (EBI), que por primera vez reconoció de manera oficial que Honduras era una nación pluricultural y multiétnica. Justo a partir de ese año, el mo-delo empezó a fracturarse y comenzó a vis-lumbrase una radical transición a otra forma de reimaginación de la nación en Honduras: el reconocimiento de una nación pluriétnica, fenómeno que está provocando una transfor-mación política sin precedentes en la historia nacional.

El papel de los intelectuales y de la literatura en la imaginación de la

nación

Ya algunos autores como Arturo Arias y Marisa Moyano han demostrado el papel jugado en la región latinoamericana por las élites criollas y por intelectuales en la arti-culación de discursos nacionales con inten-ciones de constituir imaginarios culturales de identidad; así, desde el siglo xix, los na-cientes Estados nacionales latinoamericanos buscaron construir, desde la razón occiden-tal, identidades nacionales sobre la base de discursividades literarias como una operación concreta de legitimación ideológica que devi-no en acto constitutivo de la identidad en el proceso de imaginación nacional en Latinoa-mérica12.

Asimismo, Hozven (desde la perspectiva de la crítica posestructuralista) ha aportado la idea de que la identidad nacional no sola-mente se constituye a partir de los aportes de la tradición, el pueblo, la cultura popular, la historia, la ideología o la política. En rea-lidad, para él «[…] la identidad nacional se realiza o se construye […] como […] un efec-to de lo que se va pensando y escribiendo al hacerla y de lo que se tenía idea antes de co-menzarla13», es decir, a través de la literatura. De este modo, Hozven se propone «estudiar a la nación tal como ha sido ‘contada’», ya que entiende que la nación es primordialmente una construcción o sistema cultural, o sea, en este contexto, la nación vendría a ser «efecto de una forma de afiliación social y textual 'narrada', que cada uno de sus miembros lleva 11 La exaltación del héroe indígena lenca Lempira dentro de los imaginarios de la nación ha sido estudiada también por Euraque. Consúltese: Eu-raque, Darío, “La creación de la Moneda Nacional y el Enclave bananero en la Costa Caribeña de Honduras: ¿En busca de una identidad étnico-ra-cial”, en: Revista Yaxkín, Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), Tegucigalpa, vol. XIV, no. 1, octubre de 1996, pp. 138-150.12 Véase: A. Arias, “La literariedad, la problemáti-ca étnica y la articulación de discursos nacionales en Centroamérica”, en: Revista Istmo, Revista Virtual de Estudios Literarios y Culturales Cen-troamericanos, no. 8, enero-junio del 2004, www.denison.edu/collaborations/istmo/articulos/literariedad.htlm, 2004; y Marisa Moyano, La performatividad en los discursos fundacionales de la literatura nacional... op. cit., p. 3.13 Hozven, R., “El ensayo hispanoamericano y sus alegorías”, en Revista Universum, no. 13, Talca, Universidad de Talca, p. 68.

en su cabeza como un relato posible o no de ser actualizado14», por lo que examinar esos efectos es valorar la representación discursi-va que se ha dado de la nación a través del tiempo.

Por su parte, Doris Sommer, también ha estudiado los discursos literarios latinoame-ricanos vinculados a la imagen de nación, tanto desde su forma clásica, como desde la alternativa. Para ella, el canon de la literatura latinoamericana del siglo xix se establece por y a partir de la tensión entre amor y patrio-tismo. Las novelas de amor, pasión y guerra están estrechamente ligadas a la formación de las naciones, obras literarias que se consti-tuyen por tanto en las ficciones fundacionales de la nación. Es decir, en los libros se cons-truyen mutuamente Eros y Polis15.

De esa manera, en la literatura latinoame-ricana del siglo xix, existe un gran número de novelas clásicas que elaboran proyectos de conciliación nacional a través de anhelos de amantes de diferentes clases sociales que in-tentan superar las tradicionales fronteras de raza, clase o región, como por ejemplo en la novela “La cautiva”, de Esteban Echeverría16.

El concepto de imagen

En nuestro estudio asumimos el término de imagen y su plural, imágenes, para analizar las visiones que se han tenido sobre los negros garífunas en la literatura. En efecto, el pre-sente artículo tiene como propósito mostrar cuáles son las imágenes que se han represen-tado de los negros garífunas en la literatura hondureña a lo largo del siglo xx. Esto es sumamente importante, puesto que dichas visiones han forjado una serie de estereotipos atribuidos a los garífunas a lo largo de los siglos, estereotipos que, a la vez se constitu-yeron en una especie de frontera cultural entre los garífunas y los otros, es decir, los mestizos que componen la mayoritaria porción de la población hondureña.

La literatura, pese a tratarse de ficción en la mayoría de sus géneros, es un substrato del cual pueden extraerse muchas imágenes que las sociedades construyen cuando se com-paran con los otros pueblos. De este modo, es evidente que una buena fracción de las creaciones literarias se inspiran en la realidad, por lo tanto, ayudan a proveer la elaboración de estereotipos o tópicos sobre los distintos grupos que se describen en la obra. Así lo entienden, por ejemplo, Rall y Rall, para quienes:

[…] Es innegable el poder de las imágenes, independientemente de sí se adecúan o no a la realidad, y, con un poco de atención, cualquiera puede notarlo. Este poder se observa clara-mente y adquiere importancia en el encuentro de los pueblos. Estereotipos, mentalidades, prejuicios, valores, ideas fijas, actitudes, todo eso lo podemos subsumir bajo el concepto general de la ‘imagen’. La investigación de tales imágenes mentales se ha constituido como rama de la literatura comparada” .

14 Ibíd., p. 69.15 Un trabajo interesante de esta autora es: Doris Sommer, Foundational Fictions: The National Ro-mances of Latin America, Berkeley, University of California, 1991.16 Véase: María Eugenia Brito, “El análisis de-constructivo de Teresa”, en Revista Chilena de Semiótica, no. 2, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, 2005.