GO_PN_SGrazalema_web.pdf Descargar ...

download GO_PN_SGrazalema_web.pdf Descargar ...

If you can't read please download the document

Transcript of GO_PN_SGrazalema_web.pdf Descargar ...

  • MONTAAS Y BOSQUES SINGULARES SENDERISMO

    PUEBLOS BLANCOS PRODUCTOS DE LA TIERRA

    Gua Oficial del Parque Natural

    Sierra deGrazalema

  • Gua Oficial delParque Natural Sierra de Grazalema

    Gua Grazalema.indd 3 16/06/10 09:08

  • Empresa de Gestin Medioambiental, S.A., 2010 Editorial Almuzara, S.L., 2010

    Primera edicin: Junio de 2010

    Reservados todos los derechos. No est permitida la reproduccin total o parcial de este libro, ni su tratamiento informtico, ni la transmisin de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea mecnico, electrnico, por fotocopia, por registro u otros mtodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright

    Coleccin Cornicabra

    Autor:Carlos Vzquez Gmez

    Colaboradores:Miguel Len Garrido y Montserrat Ganado Abad: Informacin prctica para el viajeroIsabel M Casillas Chacn, Miguel Angel Maneiro Mrquez y Raquel Daz Bernal: revisin de contenidos

    Diseo grfico:Carmen Snchez Leal

    Maquetacin:Mario Gonzlez Reina (Havana Asociados)

    Cartografa:Andrs Santor Moreno

    Ilustraciones:Francisco Jos Hernndez Fernndez, Juan Varela Sim, Carmen Lpez Muoz, Regla Alonso Miura y Luz M Vega Zabala y otros (ver ndice)

    Fotografas:Carlos Vzquez Gmez, Juan Arcadio Martnez Camuez, Juan Luis Gonzalez Prez, Javier Hernndez Gallardo, Isabel M Casillas Chacn, Juan Manuel Gonzlez Montero, Grupo Entorno S.L., Inedit, Jess Vilches Arenas, Ana Isabel Jimnez Mena, Patronato de Turismo de Cdiz, Archivo General Diputacin de Cdiz, Editorial Alberto Marn (1900-1910), Carlos J. Garca Carballo, Federacin Andaluza de Montaismo, Francisco Viruez Venegas, Miguel Len Garrido, Legado Temboury, Ayto. Prado del Rey, Avelino Gonzlez, Confederacin Hidrogrfica del Guadalquivir, Consejera de Medio Ambiente, Jess Parody Trujillo, Luis Guijo Gonzlez, Red Andaluza de Jardines Botnicos, Turismo Andaluz y otros (ver ndice)

    Proyecto editorial: Direccin General de Sostenibilidad en la Red de Espacios Naturales, Consejera de Medio Ambiente. Junta de Andaluca. Direccin del proyecto: Ramn Pardo de Donlebn Quijano. Diseo de la coleccin: Juan Luis Gonzlez Prez, Marcelo Martn Guglielmino, Raquel Daz Bernal y Joaqun Hernndez de la Obra. Coordinacin de la gua: Raquel Daz Bernal

    Editorial Almuzara:Director editorial: Antonio E. Cuesta Lpezwww.editorialalmuzara.com - [email protected] Hecho en Espaa - Made in Spain

    Gua Grazalema.indd 4 16/06/10 09:08

  • Gua Oficial del Parque Natural

    Sierra de Grazalema

    Gua Grazalema.indd 5 16/06/10 09:08

  • Gua Grazalema.indd 6 16/06/10 09:08

  • PresentacinCon este libro del Parque Natural Sierra de Grazalema se realiza

    una nueva entrega de la Coleccin Cornicabra, un proyecto editorial, compartido entre la administracin medioambiental andaluza y un grupo editor de nuestra comunidad, que rene las guas oficiales de los parques naturales de Andaluca.

    Tras un cuarto de siglo de existencia como parque natural y siendo el primero de ellos declarado por la Junta de Andaluca, la Consejera de Medio Ambiente presenta la Sierra de Grazalema en una publicacin que se compone de una primera parte de introduccin detallada a este espacio, una segunda que recoge cuatro rutas diseadas para su visita, una tercera donde se ofrecen datos prcticos y, por ltimo, un mapa del territorio.

    Todos los ingredientes necesarios para el conocimiento, disfrute y valoracin de esta emblemtica sierra andaluza al ms alto nivel.

    1

    Gua Grazalema.indd 7 16/06/10 09:08

  • ndice

    Tras una presentacin inicial y una descripcin general del parque natural, se ofrecen las claves para conocer los pai-sajes que encontraremos, como son los ambientes roco-sos, el monte de encinas, el alcornocal, el pinsapar y las riberas. Despus se esboza la larga historia de un territorio que ha marcado el carcter de sus gentes para, por lti-mo, dar unos apuntes sobre su proteccin.

    Aproximacin al parque natural 11

    Ruta 1Riberas y entornos agrcolas del norte 55

    Ruta 2Sierra del Pinar y Camino de Ronda 85

    La agricultura, la ganadera y los usos de los cursos de agua, durante siglos unos, y ms recientemente otros, caracterizan la mayora de los paisajes que podemos con-templar en esta primera ruta que discurre por zonas del norte de Sierra de Grazalema.

    Relieves de montaa de las diferentes sierras, valles con-tiguos con sus usos agrarios y densos alcornocales que tapizan grandes extensiones sobre suaves lomas son las vistas que componen los paisajes de la segunda ruta que se propone para conocer otras zonas del norte de la Sierra de Grazalema.

    Gua Grazalema.indd 8 16/06/10 09:08

  • Informacin prctica para el viajero199

    La informacin necesaria para poder planificar de la me-jor manera su visita y sacar el mximo provecho de su estancia. Direcciones, telfonos y enlaces de inters com-plementados con informacin relativa a transporte, gas-tronoma y artesana, un calendario de fiestas y eventos culturales, bibliografa y lecturas recomendadas y una til cartografa.

    Ruta 4Macizo de Lbar y Valle del Guadiaro 163

    La Sierra de Lbar y el Valle del Ro Guadiaro son los ar-gumentos principales de la ruta 4. Recorre el este y el sur del Parque Natural Sierra de Grazalema, por tierras de la provincia de Mlaga, adentrndose al final en tierras ga-ditanas a travs de un valle conformado por afluentes del Ro Guadalete.

    Ruta 3Corredor del Boyar y Sierra del Endrinal 123

    El Corredor del Boyar y la Sierra del Endrinal son los princi-pales elementos geogrficos en torno a los que gira la ter-cera ruta propuesta para conocer y disfrutar el Parque Na-tural Sierra de Grazalema. El valle conocido como Corredor del Boyar est limitado por la sierra citada en su flanco este y sureste, las sierras del Pinar por el norte, la del Albarracn por el oeste, y la de la Silla por el suroeste.

    Gua Grazalema.indd 9 16/06/10 09:08

  • Gua Grazalema.indd 10 16/06/10 09:08

  • Aproximacin al parque natural

    1

    Gua Grazalema.indd 11 16/06/10 09:09

  • 12

    Aproximacin al parque natural

    Los conocimientos y vivencias sobre los que se han construido gran parte de los

    contenidos de esta gua no hubiesen sido los mismos sin las personas que

    compartieron su saber de la Sierra. Entre ellas cabe citar a Adolfo Etchemendi,

    Cristbal de Zahara Tobalo, Paco Viruez, Pepe Jurez y Pepe Melchor.

    Para los viajeros romnticos del siglo XIX los viajes significaban instruccin e implicaban el desarrollo y mejora de la propia personalidad (Garrido, 2006).

    La aproximacin y visita a un medio rural y na-tural como Sierra de Grazalema, adems de un viaje en el espacio, puede asemejarse a un

    viaje en el tiempo. El relieve permite conec-tar con la formacin de las montaas, hace millones aos; bosques como el pinsapar nos conducen a la ltima glaciacin; el monte de encinas se conserva en algunos rincones como hace cientos de aos; los castillos trasladan a la Edad Media, el casero de algunos pueblos cuenta historias del siglo XIX; as como al ca-minar sobre una calzada romana reviviremos el esplendor de ese viejo imperio. Tambin podremos viajar a nuestro interior a travs de la contemplacin de paisajes de una enorme belleza y mediante la satisfaccin que ofrece el conocer nuevos lugares y profundizar en los ya conocidos.

    Con este libro pretendemos ofrecerle las claves para este triple viaje a Sierra de Grazalema.

    Sierra de Grazalema, desde el Noroeste

    3

    Gua Grazalema.indd 12 16/06/10 09:09

  • 1. Presentacin

    Cuando nos acercamos al Parque Natural Sie-rra de Grazalema, desde Sevilla, Jerez de la Frontera o la Baha de Cdiz, se nos presen-ta a decenas de kilmetros destacando en el horizonte entre las tierras bajas que la rodean;

    parece una montaosa isla que emerge en un mar de campias. Ms que una isla, mante-niendo el smil, podra considerarse una pe-nnsula pues se trata del extremo occidental de la Serrana de Ronda, que a su vez es el ex-tremo occidental de la Cordillera Btica, que se adentra en el mar que representa, y que fue, la Cuenca del Guadalquivir.

    Bajando a Benaocaz desde el Salto del Cabrero 2

    13

    Gua Grazalema.indd 13 16/06/10 09:09

  • Aproximacin al parque natural

    Si nos aproximamos desde Mlaga o la Cos-ta del Sol, al pasar por Ronda, contempla-mos nuestra sierra como una continuacin de la Serrana, al otro lado del valle del Guadia-ro, compartiendo los reflejos grisceos de las cumbres. Al acceder desde Granada o Crdo-ba, a la altura de Olvera, Sierra de Grazalema se nos presenta detrs de los cerros cercanos a este bello pueblo gaditano y de las peas de El Gastor y Montecorto. En ambos casos, se trata de recorridos trazados sobre la Cor-dillera Btica hasta el extremo que representa nuestra sierra. Partiendo del Campo de Gibral-

    tar, desde el extremo sur de nuestra cordille-ra, Sierra de Grazalema nos va enseando sus cumbres tras los montes de Los Alcornocales.stas son las visiones que nos ofrece de lejos, cuando nos dirigimos a ella a travs de las vas de comunicacin principales que la unen al resto de la geografa andaluza. Ms cerca, Sierra de Grazalema va tomando los colores y perfiles que la lejana slo esbozaba.

    Los grises de las rocas calizas, desde los riscos y las alturas, imprimen carcter a los paisajes de Sierra de Grazalema. Los verdes cenizos de los

    La Sierra de Albarracn proyecta su sombra sobre Benamahoma al atardecer

    Circo de las sierras del Pinar y Zafalgar, embalse Zahara- El Gastor y Sierra de Ljar a la derecha

    5

    4

    14

    Gua Grazalema.indd 14 16/06/10 09:09

  • encinares componen el tono dominante en las laderas cubiertas, unas ms y otras menos, de este tipo de monte mediterrneo. El verde ms oscuro de los densos alcornocales sustituye al anterior en las suaves lomas de areniscas. En el fondo de los valles las riberas trazan sus l-neas en diferentes tonos segn la poca: ocres, pardos y verdes vivos. Los quejigos matizan los verdes anteriores con su variedad estacional de colores, desde los frescos lugares donde habi-tan. En las umbras de la Sierra del Pinar, el pin-sapar ofrece su verde de sutiles tintes azulados. Las pinceladas de los blancos pueblos con sus tejas completan el cuadro que nos ofrecen los paisajes de Sierra de Grazalema.

    Esta descripcin pictrica nos sirve de carta de presentacin de lo que se desarrollar tan-to en este captulo de aproximacin al Parque Natural Sierra de Grazalema como en el si-guiente sobre cmo visitarlo.

    El Parque Natural Sierra de Grazalema es un territorio de 53.411 ha (aproximadamente una catorceava parte de la provincia de Cdiz o de Mlaga) situado al Norte de la provincia de Cdiz y al Noroeste de la de Mlaga. Est con-formado administrativamente por nueve mu-nicipios gaditanos (Algodonales, Benaocaz, El Bosque, El Gastor, Grazalema, Prado del Rey, Ubrique, Villaluenga del Rosario, y Zahara de la Sierra) y cinco malagueos (Benaojn, Cor-tes de la Frontera, Jimera de Lbar, Montejaque y Ronda), incluidos en parte o completamente.

    2. Los paisajes

    El relieve que compone la base de los paisa-jes de Sierra de Grazalema ha sido modelado por la Naturaleza sobre los dos tipos de rocas principales a las que se ha hecho referencia en la descripcin cromtica anterior: las calizas y las areniscas.

    Bajo la denominacin de rocas calizas en-globamos un conjunto de materiales geo-lgicos de naturaleza bsica (concepto qumico opuesto al de cido, ms conocido) en el que se renen, junto a las calizas, las

    Rocas calizas

    6

    Recreacin de los paisajes de Sierra de Grazalema 7

    15

    Gua Grazalema.indd 15 16/06/10 09:09

  • 16

    Aproximacin al parque natural

    margocalizas y las dolomas. Son materia-les resistentes en general a la erosin, por ello componen las sierras de mayor altitud. Pero el agua ejerce un efecto erosivo lineal sobre el cauce mediante la disolucin de la roca caliza que hace que formen notables gargantas o caones. Asimismo, la dureza hace que las tensiones de la corteza terres-tre (provocadas fundamentalmente por la colisin de la placa africana y la europea) deriven en multitud de fracturas del terreno o fallas. La conjuncin de estos dos efec-tos favorece la infiltracin de las aguas, de modo que los cursos de aguas superficiales y permanentes son relativamente escasos. S existe, por el contrario, gran cantidad de agua subterrnea que se almacena y fluye interiormente, surgiendo a travs de nume-rosos y caudalosos nacimientos. Todos es-tos fenmenos son responsables tambin de elementos muy caractersticos de la sie-rra: cuevas y simas, en el subsuelo, y llanos, grandes y pequeos (poljes y dolinas), en el exterior.

    Es el terreno mayoritario en el parque natural y constituye las sierras ms importantes que conforman las grandes reas que pueden deli-mitarse en Sierra de Grazalema.

    Con el nombre de areniscas hacemos refe-rencia a las rocas silceas (de naturaleza ci-da) y a otros tipos de materiales (margas, arcillas rojas, etc.) que son ms erosionables y, por tanto, dan lugar a relieves ms sua-ves, cerros y lomas de menor altitud. Al no ser materiales permeables como las calizas, favorecen la existencia de cursos de agua su-perficiales. La mayor extensin de estos terre-nos se encuentra en el cuadrante noreste del parque natural, pero tambin se hallan otras reas distribuidas en diversos enclaves de este territorio.

    En el fondo de los valles el terreno est com-puesto por los materiales derivados de la ero-sin que han sido transportados, deposita-dos y posteriormente se han compactados, en un proceso desarrollado en el ltimo periodo geolgico, el Cuaternario, durante los ltimos 2 millones de aos.

    Las rocas calizas determinan, como hemos indicado, unas altitudes relativamente ele-vadas, superando los 1.000 m. Los vientos predominantes del Suroeste provenientes del ocano Atlntico llegan cargados de hume-dad por la evaporacin del agua marina, la altitud de las sierras determina que dichas masas de aires se eleven ms o menos rpi-damente, producindose, a su vez, una cierta compresin lateral de dichas masas provo-cada por la disposicin convergente de las sierras del Pinar, del Endrinal, Callo y Lbar. De este modo el abundante vapor de agua que transporta el viento se condensa y des-carga en forma de lluvia sobre la zona. Este fenmeno, denominado lluvia orogrfica, es tan acusado que las precipitaciones que se producen en Sierra de Grazalema se hallan entre las ms elevadas, en cantidades absolu-

    Tormenta en Zahara de la SierraDa de lluvia en la sierra

    Rocas de areniscas

    8

    9 10

    Gua Grazalema.indd 16 16/06/10 09:09

  • 17

    tas, de la Pennsula Ibrica: por encima de los 2.000 l/m2 en algunos puntos prximos a la lnea de cumbres de las citadas formaciones montaosas y superando los 1.000 l/m2 en la mayora del territorio.

    El carcter permeable de la roca caliza domi-nante determina que el efecto de esta gran pluviosidad sobre la frondosidad de la vege-tacin y sobre la existencia de cursos de agua permanente sea menor del esperado. A pesar de ello gran parte de Sierra de Grazalema est forestada por un monte mediterrneo pro-pio de lugares relativamente hmedos, como atestigua la abundancia de quejigos y la pre-sencia de los emblemticos pinsapos. La otra evidencia de las elevadas lluvias es la existen-cia de numerosos manantiales, localizados donde la roca caliza permeable se encuentra con materiales impermeables.

    As pues, el tipo de roca determina la natura-leza del terreno, el relieve, las precipitaciones y la existencia y rgimen de los ros y arroyos.

    Todos estos factores van a condicionar el tipo de vegetacin, el elemento que, junto al relie-ve, conforma el paisaje.

    Los diversos elementos que se esbozaban en la composicin cromtica antes descrita repre-sentan los diferentes paisajes que podemos encontrar en el parque natural. Se nos presen-tan juntos o por separado, segn la amplitud de la vista o el lugar donde nos encontremos. En Sierra de Grazalema reconocemos cinco ti-pos de paisajes o ambientes distintos, a saber:1. Los ambientes rocosos2. El monte de encinas3. El alcornocal4. El pinsapar5. Las riberas

    Estamos en un parque natural pero, como ocurre con la inmensa mayora de los espacios naturales del mbito mediterrneo, se trata de un territorio cuyos paisajes (salvo el relieve que los sustenta) han sido modelados comple-tamente por la accin humana desde tiempos

    Quejigos de la Sierra del Peralto

    Sierra del Pinar y Salto del Cabrero, invierno de 2008

    Fuente de los 20 pilares (Ubrique)

    11 12

    13

    Gua Grazalema.indd 17 16/06/10 09:09

  • 18

    Aproximacin al parque natural

    histricos, aunque mantienen los rasgos que los asimilan a los ecosistemas originales de los que provienen. Ah radica precisamente el valor del patrimonio natural que disfrutamos hoy da.

    2.1. Los ambientes rocosos

    Los materiales calizos que constituyen la ma-yora de las sierras del parque natural deter-minan un relieve de cumbres de cierta altitud, grandes riscos, cortados y caones, con mul-titud de grietas y fisuras. Un terreno seco sin suelo frtil, o muy escaso, en el que la per-meabilidad de la roca impide la retencin de la lluvia. Las grandes pendientes y las altitudes hacen que sean lugares muy expuestos al Sol, al viento o a las bajas temperaturas. Son con-diciones especialmente difciles para que se desarrollen las plantas. Slo algunas especies vegetales adaptadas a esa dura situacin so-

    breviven, se trata de la vegetacin propia de los ambientes rocosos.

    Entre las especies de matorral de los ambien-tes rocosos de las cumbres destacan las de for-ma almohadilladas o espinosas para combatir mejor el viento y el fro, como el piorno azul o cojn de monja o de pastor (Erinacea anthyllis) o el piorno (Hormathophylla spinosa).

    La adaptacin a estos singulares ambientes y el aislamiento que ofrecen las sierras (bien se trate de Sierra de Grazalema, Serrana de Ronda o Cordilleras Bticas) tiene como con-secuencia que aparezcan plantas raras, poco frecuentes, que slo se dan en reas muy lo-calizadas, como son los territorios antes referi-dos. Se trata de las denominadas especies en-dmicas. En los ambientes rocosos del parque natural se localizan varios endemismos loca-les, rondeos o bticos.

    Los inhspitos ambientes de los riscos resultan muy apropiados para determinados animales. Los buitres leonados (Gyps fulvus) tienen en los paredones calizos los lugares idneos para su estancia, nidificacin y cra. As, Sierra de Grazalema sustenta una de las poblaciones de estas rapaces carroeras ms importantes de

    La cara Norte de Sierra de Grazalema

    Rocas calizas

    Cojn de monja y piorno, en segundo plano

    14

    15

    16

    Gua Grazalema.indd 18 16/06/10 09:09

  • la Pennsula Ibrica, de modo que su avista-miento est asegurado. En verano el alimoche (Neophron percnopterus), otra rapaz carroe-ra, los acompaa en las alturas. Importantes poblaciones de cabra monts campean por el Macizo de Lbar y la Sierra del Pinar. En el en-torno de esta ltima, el escaso acentor alpino (Prunella collaris) nos regala con su presencia durante el invierno. Frecuente en los roquedos es la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhoco-rax), fcil de identificar con su cuerpo negro y pico y patas rojas, se delata por sus sonoros graznidos.

    En las zonas ms altas de la Sierra del Pinar, por encima de los 1.500 m, durante la ltima glaciacin (hace alrededor de 10.000 aos, en el Pleistoceno), se produjeron, por efecto cua del hielo, fenmenos denominados periglacia-res que dieron lugar a una de las formaciones ms peculiares de los ambientes rocosos: los

    canchales, llamados casqueras en la sie-rra. Se trata de peascales que ba-

    jan desde las cumbres,

    como si fueran ros, ms bien cascadas, de grandes piedras que se despean por la um-bra de la citada sierra. El movimiento espo-rdico de las rocas y la imposibilidad material de que se genere suelo alguno hace que estn prcticamente desprovistos de vegetacin. El sendero del pinsapar cruza en varios puntos algunos de estos canchales.

    Los ambientes rocosos son enclaves difciles no slo para plantas y animales, tambin in-expugnables para el gnero humano. Por ello, los riscos han sido los lugares elegidos para la construccin de algunas de las fortalezas que cumplieron en la Edad Media su estratgica funcin militar. As, encaramados en sus ata-layas rocosas encontramos los castillos de Za-hara de la Sierra y de Aznalmara (junto al ro Tavizna) o los restos del castillo de Monteja-que y los de la torre Audita (en el extremo del embalse de Zahara El Gastor).

    Las cumbres de la sierra, que albergan las ra-rezas botnicas antes comentadas, tambin

    Buitre leonado

    Alimoche

    Chova piquirroja

    Acentor alpino

    Castillo de Tavizna en su pea

    17 18

    20

    19

    21

    19

    Gua Grazalema.indd 19 16/06/10 09:09

  • 20

    Aproximacin al parque natural

    han dado lugar a unas construcciones nicas en Andaluca Occidental: los pozos de nieve. Estos pozos, ubicados en las caras norte de las cumbres ms altas (Sierras del Pinar, del Endri-nal y del Palo, en la zona de Lbar) eran utiliza-dos para almacenar y conservar la nieve cada durante el invierno, que se iba extrayendo el resto del ao. Transportada por los arrieros, aislada entre corchos, era vendida en los pue-blos de la sierra y fuera de ella. El sendero del pinsapar (ruta 2) nos permite acercarnos al nevero que se encuentra en las faldas del Ce-rro de San Cristbal, en la Sierra del Pinar.

    Siguiendo con los aprovechamientos relacio-nados con las rocas en la sierra, existen otras construcciones de gran parecido a los pozos de nieve: los hornos de cal o caleras. Se trata-ba de una estructura cilndrica realizada con piedra en cuyo interior se cocan, duran-te varios das, trozos de roca caliza median-te el fuego alimentado con lea. La necesidad de piedra caliza y de lea haca que estuvie-sen ubicados en la frontera entre los am-bientes rocosos y el monte mediterrneo. Los senderos Salto del Cabrero, Ojo del Moro o El Pimpollar (ruta 3) discurren junto a algunos de estos hornos. En las caleras se fabricaba la cal viva que despus se apagaba para ob-tener la cal. Con ella se encalaban las casas y todo tipo de construcciones. As, las localida-des serranas de fachadas encaladas adquirie-ron tal significado que con el desarrollo del turismo de la segunda mitad del siglo XX se constituyeron en la conocida como Ruta de los Pueblos Blancos.

    Las altitudes que se alcanzan en el parque na-tural no pueden considerarse de alta monta-a, por tanto los ambientes rocosos de la Sie-rra son una forma en la que se nos presenta el Monte Mediterrneo cuando est sometido a las condiciones de relativa altitud o terrenos con extrema pendiente o exclusivamente for-mado por rocas.

    2.2. El monte de encinas

    El paisaje mayoritario en Sierra de Grazalema lo constituye lo que se conoce como monte me-diterrneo. Se trata de los terrenos de nuestro mbito geogrfico que sostienen una vegeta-cin caracterizada por una arboleda compues-ta predominantemente por la encina (Quercus ilex subsp. ballota, antes Quercus rotundifolia) o el alcornoque (Quercus suber) y una serie de arbustos, matorrales y plantas herbceas muy variadas. El monte mediterrneo de encinas est asociado al terreno de rocas de naturaleza caliza, que es el de mayor extensin dentro de los lmites del parque natural.

    La encina se acompaa, en menor nmero, por quejigos y acebuches, otros rboles pro-pios tambin del monte mediterrneo y que son comunes en otros lugares de la geografa andaluza. En el cortejo de rboles del mon-

    Nevero de la Sierra del Endrinal Calera del Monte del Higuern de Tavizna

    Encinar con algarrobos y quejigos

    22 23

    24

    Gua Grazalema.indd 20 16/06/10 09:09

  • 21

    te mediterrneo de Sierra de Grazalema, son abundan-tes, adems, los algarro-bos, especie menos comn. Los bosques de encinas, en sus diversas presentaciones (solas o acompaadas de los otros tipos de rboles, en forma-ciones densas, aclaradas o dehesas) ocupan aproximadamente unas 12.700 ha (Velasco y Beltrn, 2008).

    Los arbustos y el matorral que conforman el monte mediterrneo, junto con la encina y el resto del arbolado, son muy diversos. Entre ellos cabe destacar, en las zonas hmedas, el madroo (Arbutus unedo), con sus bellos fru-tos rojos y los racimos de pequeas flores de color marfil, el durillo (Viburnum tinus) con sus anchas hojas y racimos de frutillos de co-lor azul oscuro metalizado, el majuelo (Cratae-gus monogyna) con sus bellas flores blancas de cinco ptalos y las hojillas de tres lbulos, y el brusco o rusco (Ruscus aculeatus), planta de menor tamao que tiene unos bellos frutillos de color rojo vivo y unas extraas hojas que no son realmente hojas, sino una porcin de rama transformada en hoja.

    De los lugares ms soleados o abiertos po-dramos citar arbustos como el lentisco (Pis-tacia lentiscus) con sus caractersticas hojas compuestas y el gran tamao, a veces, de sus ejemplares, y el espino prieto (Rhamnus lycio-

    des subs. oleoides) planta que, como sugiere el nombre de la subespecie, recuerda en su aspecto al acebuche o al olivo pero con tallos cortos y enmaraados que presentan fuertes espinas, de ah su nombre vulgar; matorrales como la ardivieja (Cistus albidus) con sus visto-sas flores rosas y sus caractersticas hojas con aspecto de fieltro, de color verde blancuzco y sin pecolos, abrazando de dos en dos al tallo, y el torvisco (Daphne gnidium), planta txica con sus hojillas densamente dispuestas en la parte superior de los tallos y una larga floracin estival que se usaba en la zona para hacer una especie de collar para combatir el mal de ojo.

    El monte mediterrneo de encinas da cobijo en Sierra de Grazalema a una enorme diver-sidad de plantas herbceas, imposible de

    Encina (Quercus ilex subsp. ballota)

    Madroo (Arbutus unedo) Majuelo (Crataegus monogyna)

    Orqudea (Ophrys tenthredinifera)Narciso o meazorras (Narcissus papyraceus)

    25

    26 27

    2928

    Gua Grazalema.indd 21 16/06/10 09:09

  • Aproximacin al parque natural

    Al final del otoo, adems de los quejigos de las umbras, la cornicabra (Pistacia terebin-thus) ofrece al monte unas vistosas pinceladas de tonos anaranjados y ocres rojizos, con sus ejemplares aislados entre el resto de la vegeta-cin, como tenues fuegos que se encienden en las laderas de la sierra.

    Se trata de un arbusto del monte mediterrneo que tie-ne preferencia por los suelos calizos, aguantando bien las condiciones de sequedad que este tipo de terreno impone. Forma parte del cortejo de plantas arbustivas que com-parten el terreno con alga-rrobos y encinas, aunque se presenta tambin en los ro-quedos cubiertos de matorral, cuando estos rboles han des-aparecido.

    El nombre de cornicabra le viene de las agallas que se le forman como defensa ante la picadura de unos pequeos pulgones (Baizongia pistaciae, el apellido es ilustrativo de sus preferencias) y que se ase-mejan a un cuerno de cabra, primero de color verde y des-pus rojas. Las hojas son com-puestas y los frutos se presen-

    tan, a partir de julio, en unos bellos racimos de color rojo que viran a parduzco.

    Antiguamente se sangraban las ramas para extraer un tipo muy apreciado de trementina, utilizada para la produccin de barnices y del aguarrs. Esta sustancia era llamada por los griegos terebinthos, de ah el nombre de especie con el que el cientfico sueco Linneo la bautiz en 1753 (Lpez, 1982). En el siglo XIX, las ce-nizas de sus ramas se utiliza-ban para hacer jabn blanco y sus hojas para realizar el curtido de la piel, junto a otra planta denominada zumaque, como figura en un informe de los montes espaoles de 1855 (ICONA, 1987).

    Los carboneros de la sierra apreciaban mucho la madera

    de la cornicabra para hacer los mangos de las hachas y otras herramientas empleadas en sus faenas pues es dura, pesada y compacta. Prueba de ello es tambin el que se haya utilizado en otros mu-chos lugares de Espaa para trabajos de ebanistera. La versatilidad de esta planta in-cluye tambin una dimensin ldica: hasta hace pocos aos la chavalera de Zahara jugaba con los arcos realizados con sus ramas, idneas para estos menesteres.

    En el parque natural hay un lugar al que esta planta bauti-za, es el Cerro de la Cornica-bra (1.286 m). Tiene una posi-cin destacada en la Sierra de Zafalgar, la cual conforma jun-to a la Sierra del Pinar la zona de reserva del Parque Natural, la de mayor valor ecolgico, y, por tanto, la que dispone de mayor proteccin. Su cumbre es frecuentada al atardecer por las cabras monteses y en su ladera de levante crece un grupillo de pinsapos. La in-confundible silueta y el lugar donde se encuentra hacen de este cerro una de las cumbres emblemticas de Sierra de Grazalema. Podremos admirar esta mole caliza, a lo lejos, al aproximarnos desde Algodo-nales al parque natural; ms prximo desde el mirador del Puerto de los Acebuches y de cerca en el sendero Llano del Rabel (ver ruta 2).

    Cornicabra

    Cerro de la Cornicabra

    Cornicabra (Pistacia terebinthus)

    30

    Cornicabra (Pistacia terebinthus): hoja, agallas y flores

    31

    32

    22

    Gua Grazalema.indd 22 16/06/10 09:09

  • 23

    enumerar. De esta gran diversidad florstica destacan, por la belleza y colorido de sus flo-res o por su singularidad, especies como las peonas (Peonia broteroi y P. coriacea), o la gran variedad de bulbosas (jacintos, nazare-nos, gamones, narcisos, lirios y gladiolos) y de orqudeas: La Sierra de Grazalema resulta ser un verdadero paraso de las orqudeas, puesto que en su poca extensin se puede encontrar un tercio de las que hay en la Pennsula (Ru-bio, 1988). La mitad de las orqudeas andalu-zas estn representadas en esta comarca.

    Los quejigos (Quercus faginea) aparecen en los lugares de mayor humedad, como los fon-dos de los valles o las laderas de umbra. Con-fieren a los paisajes una pincelada de colores diferente al resto del arbolado del monte que, adems, cambia segn la poca del ao pues es rbol de hoja caduca. La caducidad de la fronda es ms o menos marcada segn lo fro del lugar y del ao.

    Cuando comienza la primavera, los quejigos ofrecen los verdes vivos de la hoja nueva. Ms

    tarde cambian a verdes menos in-tensos (pero ms claros que los de encinas y alcornoques) que mantie-nen hasta finales de otoo. En ese

    momento empiezan a regalarnos con una gama de ocres de las hojas que se

    van marchitando, algunas de ellas perma-necen en el rbol hasta que sale la hoja nueva en la siguiente primavera. La ma-yora va cayendo, cediendo al gris de las ramas desnudas en invierno, proceso que se ve ms acusado en los lugares y aos ms fros.

    Si nos acercamos a un quejigo podremos ob-servar sus caractersticas agallas de color ma-rrn. Se trata de unas formaciones esfricas, del tamao de una nuez, que se producen en las ramas como defensa del rbol ante la pi-cadura en un insecto himenptero, concreta-mente una especie de pequea avispilla.

    La inmensa mayora de los quejigos tienen un ancho tronco no muy alto, muchas veces hue-co, con ramas de menor calibre que salen ha-cia los lados al final del tronco. Son quejigos desmochados debido a la tala a la que los so-metan los carboneros para obtener lea con la que fabricaban carbn. En los quejigos que viven en las zonas ms hmedas podremos ob-servar las matas del helecho conocido como polipodio (Polypodium cambricum), acompaa-do de una densa capa de musgos, sobre la pe-quea superficie de la parte superior del tron-co, donde se divide en las ramas principales.

    De los quejigos se obtenan tambin vigas de madera que se utilizaban para la construccin de casas. Este rbol nos da la primera bello-ta del monte, entre septiembre y octubre, de modo que adelanta y, por tanto, ampla el pe-riodo de engorde del cerdo ibrico con este fruto, lo que se conoce como la montanera.

    Polipodio (Polypodium cambricum)Viejo quejigo del entorno del pinsapar

    Quejigo (Quercus faginea) 33

    34 35

    Gua Grazalema.indd 23 16/06/10 09:09

  • 24

    Aproximacin al parque natural

    En algunos lugares del parque natural con sue-los ms profundos y mayor humedad, los que-jigos representan la arboleda ms abundante e incluso forman pequeos bosques. Entre ellos destacaremos los que pueden observarse des-de las diferentes rutas o senderos que se pro-ponen en el correspondiente captulo: Colada de El Bosque (ruta 1), sendero Llanos del Ravel (ruta 2), La Dehesa, cerca de El Bosque (ruta 3) o sendero Llanos de Lbar (ruta 4).

    Al igual que los quejigos, las encinas tambin contribuyen notablemente a la sinfona de colores del monte mediterrneo en Sierra de Grazalema. Adems de los verdes cenizos de sus frondes, aportan, durante su explosiva flo-racin de primavera, los amarillentos de sus pequeas flores (amentos) que cuelgan de los extremos de las ramas.

    En gran parte de Sierra de Grazalema, en zo-nas expuestas al Sol por debajo de los 900 m, las encinas comparten el monte con el alga-rrobo (Ceratonia siliqua). En algunos lugares se convierte en la especie dominante, despla-zando a la encina, como es el caso del Cerro de la Cuevas y zonas cercanas del Corredor del Boyar (ver ruta 3) o el final del sendero El

    Pinsapar (ruta 2). El algarrobo ha tenido ml-tiples usos (como trataremos en la ruta 3). Al igual que el quejigo, de su madera se obtena carbn vegetal de muy buena calidad. En la ruta 3, el recuadro 4 trata sobre esta espe-cie arbrea. Segn los expertos botnicos, se trata, junto a otras especies productoras de frutos como el castao (Castanea sativa), la higuera (Ficus carica), el granado (Punica gra-natum) y el pino pionero (Pinus pinea), de rboles que proceden del centro o del este del Mediterrneo, y han sido introducidos en esta regin en pocas prehistricas; se encuentran tan bien adaptados a nuestra climatologa que a veces hacen dudar sobre su carcter forneo (VV.AA. Introduccin a la Flora Andaluza. Con-sejera de Medio Ambiente, 1993).

    En el entorno de Benamahoma en direccin a Grazalema, en el lugar conocido como el Des-cansadero, se encuentra una zona de monte mediterrneo muy bien conservado. Hallamos los rboles propios del mismo (encina, queji-gos, algarrobos y acebuches), con todo el cor-tejo de arbustos y matorrales. Se trata de una porcin de bosque de gran diversidad y com-plejidad que, junto a la gran pendiente del lu-gar, ofrece un aspecto casi selvtico.

    Hoja de algarrobo Sabina (Juniperus phoenicea)

    Pastores con rebao de ovejas, cerca del Pen de los Toros (Zahara)

    36 37

    38

    Gua Grazalema.indd 24 16/06/10 09:09

  • 25

    En algunas laderas de solanas y de mayor al-titud (sierra de Zafalgar y del Pinar), donde el monte mediterrneo pierde frondosidad, los pies aislados de encinas comparten el terre-no con algunas sabinas (Juniperus phoenicea) y enebros (Juniperus oxycedrus); ms arriba an, con ejemplares de pinsapos. En la ruta 2, el recuadro 4 trata sobre esta ltima especie. Si nos vamos a la cara norte de la Sierra del Pi-nar el encinar queda sustituido por un bosque tambin mediterrneo, pero muy particular, el pinsapar, que trataremos ms adelante.

    El monte mediterrneo ha sufrido histrica-mente aprovechamientos tradicionales abusi-vos, usos no sostenibles, que han provocado en algunas zonas su degeneracin. El pasto-reo con un nmero excesivo de cabezas de ganado caprino y de ovino, en menor medi-da, ha sido la causa principal del estado de degeneracin en la vegetacin forestal, como ya nos sealaban en 1930 los ingenieros de montes Luis Ceballos y Manuel Martn Bola-os (Ceballos y Martn, 1930). Afortunada-mente, hoy da el uso ganadero del monte se realiza con ms racionalidad, adems de estar regulados por la normativa del parque natural.

    Otro de los grandes abusos histricos de los recursos forestales ha sido el carboneo que supona la poda o corta de rboles, arbustos y matorral para extraer la lea necesaria para fabricar carbn vegetal, tambin llamado cis-co o picn cuando es menudo. El carbn ve-getal era el principal combustible usado en las casas, panaderas y herreras. ste se elabora-ba en los hornos de carbn o boliches que se montaban, a partir de mayo, con la lea (cor-tada durante el invierno) perfectamente orde-nada para tal fin en unos grandes montones que se cubran finalmente de tierra. Se cons-truan en pequeas explanadas de unos 3 4 metros de dimetro llamadas alfanjes, algunas de las cuales se creaban en las laderas por me-dio de un pequeo murete de piedra que an pueden observarse en ciertos rincones. Una vez montados se encendan y se mantena el fuego interno durante muchos das, unos 20 das para obtener unos 1.000 kg de carbn, para lo cual era necesario acumular en el hor-no cerca 4.000 kg de lea. La fabricacin del carbn, por parte de los carboneros o boliche-ros, y su posterior transporte y venta, por par-te de los arrieros, fue una de las fuentes prin-cipales de recursos de estos pueblos serranos (Bel y Garca, 1989).

    Vecino de Villaluenga terrando un horno de carbn o boliche Trilla de cereales, zona del Puerto de los Alamillos, ao 1955

    Casa de pastor, Benaocaz

    39 40

    41

    Gua Grazalema.indd 25 16/06/10 09:09

  • 26

    Aproximacin al parque natural

    Esta actividad era la responsable de montes totalmente agotados, cuyo patente estado de degeneracin es slo debido a la abusiva forma con el que se ha llevado a efecto aquel aprovechamiento (Ceballos y Martn, 1930). En referencia al nefasto efecto de esta activi-dad, muchas gentes del lugar recuerdan cmo densos encinares en Sierra Baja (Ubrique), Sie-rra del Palo (Benaojn) o de la Sierra del Endri-nal (Grazalema), fueron arrancados (Aparicio y Silvestre, 1996).

    Otros usos han supuesto directamente la des-truccin del bosque, el desmonte, para la transformacin en cultivos de cereales, pastos para el ganado, viedos y olivares. La implan-tacin de cultivos de cereales se produjo en pocas de escasez, como en la dcada de los aos 20 o durante la Guerra Civil y aos pos-teriores. Los viedos experimentaron un gran desarrollo hasta finales del siglo XIX, momen-to en que la epidemia de la filoxera acab con la mayora de ellos. Muchos fueron recon-vertidos en olivares. As, en el entorno de mu-chos pueblos, especialmente en los trminos de Zahara de la Sierra, Algodonales, El Gastor

    y Prado del Rey, el dominio del monte medi-terrneo est ocupado por dichos olivares y otros de implantacin posterior.

    En los llanos que ocupan los fondos de los va-lles, que se encuentran entre las sierras calizas (los poljes), la eliminacin en siglos anteriores del monte de encinas para la implantacin de cultivos de cereales o pastos para el ganado, ha propiciado la creacin de un tipo de paisa-je muy caracterstico de Sierra de Grazalema como el que podemos observar en la Manga de Villaluenga o en los llanos de Lbar y del Republicano.

    En algunos de los lugares que quedaron des-forestados por los usos inadecuados del mon-te, se realizaron en torno a la mitad del si-glo XX repoblaciones con diferentes tipos de pinos (carrasco, Pinus halepensis, martimo, Pinus pinaster, y pionero, Pinus pinea). Las encontraremos en el entorno de los puertos del Boyar y de las Palomas, en su cara sur, en la Sierra de Albarracn, sobre El Bosque, en la Sierra de las Vias, cerca de Villaluenga, y tambin cerca de El Berrueco.

    En los paisajes del monte mediterrneo y en los espacios en los que ste ha sido transfor-mado en pastos, olivares o viedos se sitan diversas edificaciones necesarias para los usos ganaderos y agrcolas del terreno. As, encon-tramos hermosos cortijos serranos (podre-mos ver algunos buenos ejemplos en las rutas 2 y 4), casas ms modestas o las ruinas de los apriscos, unas sencillas construcciones de piedra de una sola dependencia que tenan techos de ramas y paja, donde los pastores

    Restos de aprisco

    Majanos, Grazalema

    42

    43

    Gua Grazalema.indd 26 16/06/10 09:09

  • 27

    se cobijaban en sus trasiegos con sus cabras y ovejas o los carboneros cuando montaban los hornos. Otro elemento que nos llamar la atencin son los majanos, unos montones de piedra donde se acumulaban las rocas para dejar libre el terreno y as aprovecharlo mejor para el pasto o los cultivos de cereales.

    El monte de encinas es relativamente pobre en setas comestibles, as son ms frecuentes especies no aptas para el consumo como el hongo yesquero (Fomes fomentarius), la pipa (Ganoderma lucidum), el Inocybe pyriodora o la Helvella crispa, algunos boletos como el Bo-letus satanas o el Boletus pulchrotinctus, am-bos txicos. Las zonas de pastizales son ms ricas en especies comestibles como la seta de cardo (Pleurotus eryngii), la seta de caaheja (Pleurotus eryngii var. ferulae), los champio-nes silvestres (Agaricus spp.) y la barbuda (Co-prinus comatus). En los pinares de repoblacin son abundantes especies comestibles como los nscalos (Lactarius deliciosus y L. sangui-fluus) y los boletos como Boletus aereus o Sui-llus bellini (Casillas, 2009).

    En el dominio del monte mediterrneo es el bosque de encinas y quejigos el que alberga mayor diversidad faunstica. En estos ambien-tes, donde campean los ciervos, compiten por presas menores el escaso gato monts junto a comadrejas, tejones, turones, garduas y gine-tas, y, ms abundantes, meloncillos y zorros. Han de compartirlas con la rapaces del bosque, diurnas como el azor y el gaviln, o nocturnas como el bho chico, el crabo y el autillo (mi-grante africano de caracterstico canto aflauta-do ausente gran parte del otoo y el invierno).

    Estas tres ltimas rapaces coinciden en la en-trada de la noche con tres tipos de murcila-gos forestales: el ratonero (Myotis bechsteinii), el nctulo menor (Nyctalus leisleri) y el nctu-lo gigante (Nyctalus lasiopterus). La Sierra de Grazalema rene una extraordinaria diversi-dad de mamferos voladores: 19 especies de murcilagos de las 21 que existen en Andalu-ca, de las cuales 7 estn recogidas en la Di-rectiva Habitats de la Unin Europea. El mayor nmero de especies de murcilagos corres-ponde a los que habitan en cuevas, simas y en las profundas grietas de las zonas rocosas.

    Helvella crispa

    Crabo, fase gris

    Nctulo gigante (Nyctalus lasiopterus)

    Gineta

    44

    45

    46

    47

    Gua Grazalema.indd 27 16/06/10 09:09

  • 28

    Aproximacin al parque natural

    2.3. El alcornocal

    En las zonas del parque natural donde el terreno se compone de rocas de areniscas u otros mate-riales de naturaleza cida, el monte mediterrneo lo constituye el bosque de alcor-noques. Las areniscas otorgan al terreno relieves mas suaves, sin apenas roquedos, de modo que las lomas quedan cubiertas por el alcornocal. La continuidad en las copas de los alcornoques, determina-da por una densidad homognea de rboles, hace que se perciba el terreno como tapizado por este tipo de bosque.

    Esta peculiar densidad y homogeneidad del alcornocal se debe a que es una formacin fo-restal que ha sido explotada para la obtencin del corcho. Esto determina una poda del rbol encaminada a darle altura al tronco, para ob-tener largas piezas de corcho, de modo que las copas quedan unidas en las alturas que les otorgan los largos fustes.

    Los alcornocales los encontraremos en varios puntos de Sierra de Grazalema. El mayor es el que se extiende en el cuadrante Noreste, alre-dedor de la carretera Grazalema - Ronda y el valle del ro Campobuche o Gaduares, exten-dindose hasta la Sierra del Peralto junto a Vi-llaluenga. En el Sur tenemos los alcornocales de Garganta Barrida que se continan con los del Parque Natural Los Alcornocales. Existen otros pequeos bosques de alcornoques en enclaves como el Corredor del Boyar o el Ce-rro del Montn, cerca del pinsapar. Los alcor-nocales del parque natural ocupan un total de 6.000 ha (Velasco y Beltrn, 2008).

    El sotobosque del alcornocal est determina-do, como l, por el terreno donde crece, as encontramos arbustos y matorrales propios de suelos cidos como diferentes tipos de bre-zos (Erica arborea, E. australis, E. umbellata y E. scoparia y Calluna vulgaris) y jaras (Cistus la-danifer, C. crispus, C. monspeliensis, C. popu-lifolius y C. salviefolius). Otro caracterstico ar-busto presente en este sotobosque es el mirto o arrayn (Mirtus communis).

    Alcornoque (Quercus suber)

    Alcornocales desde el Puerto de Montejaque

    Mirto (Mirtus communis)Brezo (Erica arborea)

    48

    50 51

    49

    Gua Grazalema.indd 28 16/06/10 09:09

  • 29

    El alcornocal se acompaa, al igual que el en-cinar, con quejigos en las zonas ms h-medas, fondos de los valles y um-bras. En determinados lugares como la Sierra del Peralto, Garganta Barrida y en al-gunos rincones del Corre-dor del Boyar, aparece tam-bin otra especie, el roble andaluz (Quercus canarien-sis), tambin llamado quejigo moruno, que gusta tambin de sitios de gran humedad, incluso ms que el quejigo. Se trata de un rbol muy parecido a ste, con las hojas ge-

    neralmente ms grandes que, al contrario de su cercano pariente, no soporta las bajas tempe-raturas y slo crece en terrenos cidos, como el alcornoque. Al igual que el quejigo, el roble andaluz nos va regalando con diversos tonos de colores de sus hojas a lo largo del ao.

    Los troncos de los alcornoques se pelan cada nueve aos para la obtencin de las pie-zas de corcho o panas. El descorche se rea-liza en verano por parte de unas cuadrillas mediante un procedimiento completamente manual, necesitando, adems de un hacha y unos afilados cuchillos, unas habilidades que hace del corchero o pelador un oficio rela-tivamente cotizado dentro del mbito forestal.

    Una vez extradas las corchas del rbol, como tambin se llaman a estas panas, son rajadas en panas ms pequeas, puesto que a veces ests

    pueden ser tan grandes como el permetro del rbol. De esta manera, estas panas son recogi-das por los arrieros, que ayudados de sus mulos las llevarn fuera del monte, se llevan a

    lugares abiertos donde se pesan en la cabria (es un peso

    o romana de forma triangular donde se pesan grandes cantidades de este corcho). Despus se procede al api-lado en grandes montones llamados patios, que suelen situarse junto a la carretera (como veremos en algu-

    nas de la rutas) para facilitar su posterior trans-porte hacia los almacenes de mayoristas o bien hacia las fbricas de tapones u otros destinos para su manufactura, como la existente en Cor-tes de la Frontera. Actualmente el corcho, por sus propiedades como aislante, tiene mltiples aplicaciones, incluso en la industria aerospacial. Los alcornoques de una finca no se descorchan todos a la vez sino que la pela se realiza a tur-nos, de este modo, la extraccin o saca del corcho produce unos 175 a 200 kg por hect-rea y ao.

    Cuando el tronco de los alcornoques est re-cin pelado tiene un color anaranjado claro o canela, que se va oscureciendo con los aos hasta adquirir el marrn oscuro propio del corcho, de la siguiente saca al cabo de los nueve aos. Esa superficie de tonos anaranja-dos que aparece debajo del corcho extrado se denomina casca y es muy rica en unas sus-tancias conocidas como taninos.Faena de descorche

    Hojas de roble andaluz (Quercus canariensis)

    52

    54

    53

    Gua Grazalema.indd 29 16/06/10 09:09

  • Aproximacin al parque natural

    El alcornocal es aprovechado por el ganado porcino ya que produce frutos durante un largo periodo de tiempo, desde el otoo hasta bien entrado el invierno, de modo que se ampla el tiempo en que el cochino est en montanera, sumando sus bellotas a las de encinas y queji-gos. Las primeras bellotas se las denomina pri-merizas o migueleas, por San Miguel (29 de septiembre), despus aparecen las segunderas o martinencas, por San Martn (11 de noviembre, fecha que tradicionalmente marcaba el comien-zo de la poca de matanzas, muy conocida por el dicho A todo cerdo le llega su San Martn) y por ltimo, ya en pleno invierno, las tardas o palomeras (Montoya, 1988). Este sobrenombre que se da a las ltimas bellotas del alcornoque se debe a que, al haberse realizado ya la mayo-ra de las matanzas, gran parte de esta bellota no es aprovechada por los cerdos sino que es comida por las palomas torcaces silvestres (Co-lumba palumbus), muchas de las cuales termi-naban en la cazuela.

    En otoo y tambin al final del invierno, si ste se ha presentado suave y lluvioso, el alcornocal ofrece mayor variedad de setas comestibles que el resto de las arboledas de Sierra de Grazale-ma. As, se podrn encontrar boletos (Boletus spp.), parasoles (Macrolepiota spp.), yema de huevo (Amanita cesarea), rsulas (Rusula spp.) y chantarelas (Cantharellus cibarius).

    La fauna del alcornocal es similar a la que en-contramos en el bosque de encina. Slo des-tacar la preferencia del corzo (Capreolus ca-preolus) por este tipo de monte. Este hermoso herbvoro lo encontramos en Garganta Barrida, continuacin de los extensos alcornocales que, hacia el sur, conforman el parque natural que lleva el nombre de estos bosques.

    El vino, el mejor amigo del alcornoque

    Fbrica de tapones de corcho de Villaluenga del Rosario; principios siglo XX

    Boleto (Boletus edulis)

    56

    La gran riqueza en taninos de la casca del alcornoque pudo ser su perdicin. Efectiva-mente se talaron una gran cantidad de al-cornoques para su extraccin, ya que estas sustancias se utilizaban para el curtido de pieles, actividad con un importante desa-rrollo en la provincia de Cdiz a finales del siglo XVIII y primeros del XIX (en Ubrique, donde se mantuvo la actividad, y en otras localidades como Arcos de la Frontera).

    Segn apunta el ingeniero de montes, Sal-vador Cern, en la revista gaditana Industria Forestal Agrcola de 1879: Los propietarios de alcornocales, poco cuidadosos del porve-nir de plantas tan estimadas, alucinados con los pinges rendimientos que por el mo-mento les proporciona la venta de la corteza curtiente, han hecho decrecer en los ltimos veinte aos la masa leosa, (Ceballos y Mar-tn, 1930), prdida cifrada en casi 25.000 ha, ms de 1 milln de pies de alcornoques.

    Entre tanto, el desarrollo de la industria del vino, en pleno apogeo en la primera mitad del siglo XIX, determin la necesidad de fa-bricar a gran escala un prctico invento que haca muy poco se haba aplicado con xito al cierre de las botellas de vidrio: el tapn de corcho. No exista ningn otro material para fabricarlos, slo la corteza del alcornoque re-una las propiedades que exiga el tapn de una botella de vino, mxime si se trataba de un cava o un champn. As comenz una in-dustria taponera que cubra las necesidades de la floreciente industria vitivincola.

    En 1843 se instala en Villaluenga del Rosa-rio la primera fbrica de tapones de la Sie-rra, pasando a cuatro a principios del siglo XX (Bentez y Gonzlez, 2007).

    De este modo el corcho, que hasta enton-ces se utilizaba slo para hacer colmenas, sedales de pescadores, tapones de barril o diferentes tipos de cuencos, experiment un notable incremento de su valor y con l el de los alcornocales. Ya no traa cuen-ta arrancarlos para obtener taninos, ahora resultaba ms rentable la extraccin de su corcho para los tapones de las botellas de los vinos de todo el mundo. As, el vino se convirti en un inestimable aliado del al-cornoque.

    55

    30

    Gua Grazalema.indd 30 16/06/10 09:09

  • 2.4. El pinsapar

    En la cara norte de la Sierra del Pinar, desde el final de los tajos superiores de esta sierra, a ms de 1.400 m de altitud, hasta el Llano del Rabel, situados por debajo de los 1.000 m, se extiende por toda la ladera el hermo-so pinsapar de Grazalema. Lo apreciaremos a decenas de kilmetros, cuando nos aproxima-mos al parque natural desde el Norte, como una sombra de matices azulados. Lo obser-varemos desde el Puerto de Los Acebuches, en la carretera Zahara de la Sierra Graza-lema (CA-9104), como un gran conjunto de rboles, con su caracterstica forma de abeto y desplegndose por la umbra del Pinar. Para disfrutarlo cara a cara, habremos de tomar al-guno de los dos senderos que nos conducen a l: El Pinsapar y el Llano del Rabel, sobre los que ofreceremos informacin en la ruta 2 de esta gua.

    El pinsapo le pone nombre a esta sie-rra pues las gentes del lugar le han llamado siempre pino. Se comprende que hasta las repoblaciones de pinos de mediados del siglo XX no ha-ba posible confusin. Eran los nicos pinos, las ni-cas conferas de gran porte en Sierra de Grazalema. De hecho el pinsapar de Grazalema se ex-plotaba principalmente para la extraccin de maderos para la construccin, traviesas de ferrocarril o postes telegrficos (Bel y Gar-ca, 1989), como si de un pinar se tratase, as, hasta mediados de los sesenta existi una se-rrera al pie del Pinar (Navarro, 1994).

    Pinsapar, ao 1958

    Pinsapo (Abies pinsapo)

    Sierra del Pinar (acuarela, 39,5 x 28 cm)

    57

    58

    59

    31

    Gua Grazalema.indd 31 16/06/10 09:09

  • Aproximacin al parque natural

    Pinsapo es el nombre con el que se conoca a este rbol en las zonas de Mlaga, concreta-mente en la Sierra Bermeja de Estepona, donde el botnico suizo Edmond Boissier (que le puso el nombre a muchas otras plantas de Andaluca) lo describi por primera vez para la Ciencia en 1838. Tuvo la delicadeza de utilizar el apelativo vulgar para denominar la especie, as el nombre

    cientfico se compone del gnero, Abies, que rene a todos los abetos, y la especie, pinsapo. En Estepona era un rbol muy popular pues era utilizado en procesiones religiosas ya que en sus extremos las ramas adquieren forma de cruces.

    El pinsapo (Abies pinsapo) se encuentra en Sierra de Grazalema, en Sierra de las Nieves y en Sierra Bermeja, todas comprendidas en la Serrana de Ronda, su mbito geogrfico de distribucin. En las montaas del Rif de Ma-rruecos habitan otros dos abetos (sapin, abeto en francs, como se les nombra all al referirse a ellos en esa lengua) prcticamente iguales a los pinsapos rondeos, se diferencian en un detalle (brctea) de la pia femenina. Algunos autores los han considerado como especies di-ferentes, pero actualmente los botnicos los reconocen mejor como variedades de la mis-ma especie Abies pinsapo. As las rifeas se-ran las denominadas maroccana y tazaotana.

    Pinsapar del Parque Nacional Talassemtane

    60

    32

    Gua Grazalema.indd 32 16/06/10 09:09

  • Cara norte de la Sierra del Pinar con el pinsapar 62

    Distribucin de las distintas especies de pinsapos en el Mediterrneo61

    33

    Gua Grazalema.indd 33 16/06/10 09:09

  • 34

    Aproximacin al parque natural

    Estas tres variedades de pinsapos rifeo-ron-deos no son los nicos raros abetos del en-torno del Mediterrneo, existen otros ocho tipos diferentes: uno en Argelia, otro en Sici-lia, dos en Grecia, tres en Turqua y otro en el Cucaso (extremo de la zona mediterrnea).

    Qu hacen todos estos abetos, que gustan de climas ms fros o hmedos, en lugares de clima mediterrneo? La respuesta se en-cuentra en la ltima glaciacin, iniciada hace 18.000 aos y concluida aproximadamente unos 8.000 aos ms tarde. Con los fros de este periodo geolgico los abetos del centro de Europa se expandieron hacia el Sur hasta llegar al Mediterrneo. Una vez concluida la glaciacin, con el clima ms clido, los abetos fueron desapareciendo de la zona mediterr-nea; volvieron, por as decirlo, a sus habituales estaciones de Europa central.

    Todos? No! Algunos reductos resistieron en determinadas sierras donde, por su ubicacin, orientacin y altitud se mantuvieron unas con-diciones de abundantes lluvias, escasa insola-cin y temperaturas relativamente ms bajas. En esta situacin de aislamiento y conside-rando que las nuevas condiciones no eran las idneas, las poblaciones fueron adaptndose a las caractersticas particulares que ofrecan cada uno de los rincones donde sobrevivie-ron. Los diversos grupos fueron adquiriendo caractersticas propias, distinguindose entre ellos y respecto de los tipos originales. De este modo, se convirtieron en los abetos que son hoy da. En este proceso de diferenciacin, los pinsapos rifeo-rondeos fueron los primeros que surgieron.

    Por consiguiente, los pinsapares y los otros bosques de abetos mediterrneos pueden considerarse autnticas reliquias de la ltima glaciacin, de ah su enorme valor botnico y la necesidad de conservarlos.

    En las fronteras de la masa de pinsapos en-contramos diferentes tipos de arbustos, al-gunos espinosos como el agracejo (Berberis hispanica), el endrino o espino negro (Pru-nus spinosa) o el espino majoleto (Cratae-gus monogyna); en el borde superior, en con-tacto con los ambientes rocosos, adems de los anteriores habitan otras dos especies de arbustos de gran tamao: el serbal (Sorbus aria) y el arce (Acer monspessulanum). En el interior del bosque las condiciones de oscuri-dad que impone el denso arbolado y el suelo compuesto por un humus cido generado por las acculas de pinsapo (como ocurre con todas las conferas) hace que el sotobosque sea poco exuberante, predominando plantas como la hierba ballestera (Helleborus foeti-dus) o la adelfilla (Dhapne laureola), ambas con hojas de disposicin horizontal y relativa-mente grandes para captar la escasa luz. En los claros del bosque, la hermosa orqudea Cephalanthera rubra aprovecha la luz que llega al suelo.

    Estas especies vegetales tambin se encuen-tran en la Sierra de los Pinos, en la zona ma-laguea del parque, indicios, junto a su nom-bre, de la existencia de un antiguo pinsapar, pero que pudo ser fuertemente castigado por el carboneo, saca de madera e incluso por el ganado hasta su desaparicin (Aparicio y Sil-vestre, 1996).

    Adelfilla (Dhapne laureola)

    Orqudea (Cephalanthera rubra)Endrino (Prunus spinosa)

    63 65

    64

    Gua Grazalema.indd 34 16/06/10 09:09

  • En los periodos seteros del oto-o y la primave-ra (despus de las lluvias si los das no vienen fros) fructifican las apreciadas colme-nillas o cagarrias (Morchella spp.), son las nicas se-tas que se han recolectado tradi-

    cionalmente en los pinsapares. Tambin se dan otras setas comestibles como los nscalos (Lactarius spp.).

    En la parte baja el pinsapar comienza a mezclarse con quejigos y algunas encinas, siendo conforme bajamos en altitud ms escaso. En la parte inferior el bosque ya es un magnfico quejigal con encinas. De este modo se confor-ma un conjunto de pinsapar-quejigar de gran valor ecol-gico y belleza.

    Este privilegiado entorno ha dado cobijo a una pequea poblacin de corzos (Capreolus capreolus), relativamente alejada de las poblaciones de los alcornocales del sur. Los corzos de los montes gaditanos y del oeste de la provincia de Mlaga son los ms occidentales y meridionales de Eu-ropa. El aislamiento de los corzos andaluces del resto de las poblaciones del continente y su adaptacin a las condicio-nes del seco verano mediterrneo ha determinado algunas caractersticas propias (menor tamao, pelaje ms oscuro, diferencias en las cuernas y ciclo vital adelantado), lo que en Ecologa se distingue con el nombre de ecotipo. Esto le confiere al corzo andaluz un excepcional valor zoolgi-co, adems de cinegtico, clave para el mantenimiento de la Biodiversidad.

    Desde los aos 90, ciervos (Cervus elaphus) provenientes de otros enclaves del parque natural se han asentado en la zona del pinsapar. Esta poblacin ha ido en aumento de modo que est provocan- do un doble efecto negativo. Por un lado est desplazando a la pequea poblacin de los preciados corzos andaluces, que estaba perfectamente adaptada a la capacidad de carga de

    la vegetacin del pinsapar,

    poniendo en peli-gro su superviven-cia en este bosque.

    Por otro, el aumento de efectivos de la po-blacin de ciervos y la mayor necesidad de alimento determina una excesiva presin sobre la vegetacin

    Apoyando la tesis de la existen-cia de extensos pinsapares ron-deos, desde el mbito de la investigacin en Historia, apun-tamos los interesantes datos de un investigador del Centro de In-vestigacin Forestal (Rodrguez, 2006). La noria con la que se extraa el agua de las minas de Riotinto en la poca del Imperio Romano, expuesta en el Museo Provincial de Huelva, fue cons-truida con maderas de diferentes especies: encinas, alcornoques, robles, pinos, alerces y abetos. La procedencia de estos dos lti-mos tipos de madera es ms di-fcil de evaluar. Segn nos aclara el autor, el alerce podra provenir de la regin alpina del centro de Europa. Del tipo de abeto, g-nero Abies (que es a lo ms que la investigacin puede llegar) en razn a la distancia, habra que considerar en primer lugar el pin-sapo (Abies pinsapo). Efectiva-mente, resulta razonable pensar que, en lugar de traer desde los Pirineos la madera de los abetos (Abies alba) que es tercera op-cin presentada en el trabajo, fuese madera de las relativamen-te cercanas Serrana de Ronda o Montaas del Rif (tambin bajo el dominio romano), cubiertas por extensos pinsapares.

    El pinsapo en la antigedad: una hipotesis

    Noria romana de Minas de Riotinto

    (Museo Provincial de Huelva)

    66

    67

    68

    Colmenilla (Morchella esculenta)

    Corzo moruno o andaluz

    35

    Gua Grazalema.indd 35 16/06/10 09:09

  • Aproximacin al parque natural

    del entorno, superando la capacidad de carga del pinsapar, lo que podra tener graves conse-cuencias sobre este singular ecosistema. ste es un buen ejemplo de la necesidad de intervenir en algunas ocasiones, con premura y diligencia en este caso, sobre poblaciones de determina-dos herbvoros para permitir la conservacin de bosques y animales de gran valor ecolgico.

    Los pinsapos de la Sierra del Pinar, en cuya la-dera sur tambin encontramos en gran nme-ro, no son los nicos existentes en el parque natural, hay grupos y ejemplares dispersos por diferentes lugares. Cercanos al pinsapar, los encontramos en diferentes puntos de la Sie-rra de Zafalgar, en el Cerro del Montn y en Sierra Margarita. Ms lejanos se sitan los de la Sierra de la Silla, la Sierra de Lbar y la Sie-rra de los Pinos (comentados anteriormente). Todos estos enclaves nos indican que el rea que ocupaban los bosques de pinsapos en la Sierra era mucho mayor al actual. Trasladando idnticas consideraciones al conjunto de la Se-rrana de Ronda, puede concluirse que los pin-sapares rondeos podran representar una im-portante superficie forestal en la Antigedad.

    De la excepcionalidad y belleza del pinsapar y su, consecuente, dimensin turstica, nos dan ya cuenta en su libro de 1930 los ingenieros de montes Ceballos y Martn: desde Grazale-ma visitan el pinsapar, turistas en su mayora extranjeros, que, en bastante nmero, acu-den a contemplar estas bellezas naturales que debieran ser ms conocidas de los espao-les, mxime cuando en dicho pueblo puede encontrarse cmodo alojamiento hoy, y no se hace difcil tampoco el auxilio de un gua y los correspondientes mulos, habituados a mar-char con seguro paso por suelos de esta na-turaleza.

    La percepcin del pinsapar y de la Sierra del Pinar como un lugar extraordinario se repi-te entre los diversos expertos forestales que lo han conocido. As, el reconocido ingeniero de montes Gonzalo Ceballos (1895 1967) habla de esta sierra como el Pequeo Hi-malaya; el tupido bosque de conferas, el imponente relieve y la semejanza del desen-cadenamiento de las grandes lluvias con las precipitaciones monznicas componen un cuadro que parecera extrado del techo del mundo (Ruiz, 1994). En los aos 60, Los pro-fesores Meusel y Jger de la Universidad de Halle (Alemania), buenos conocedores de los bosques de conferas, no dudaron en calificar el pinsapar como un bosque genuino del tipo taiga (Ruiz, 1994).

    El pinsapar de la Sierra del Pinar ha sido refe-rido como una de las mejores representacio-nes del pinsapo por el eminente ingeniero de montes Juan Ruiz de la Torre (Lpez, 2008). Ms recientemente como masa forestal joven y vigorosa (Navarro, 1994). Manifestaciones que nos permitiran estar tranquilos, sin em-bargo, al ser una especie relctica la reducida superficie que ocupa le hace ms frgil ante cualquier amenaza, de las cuales el fuego es actualmente la ms importante (Conclusiones de las Jornadas de Gestin y Conservacin de los Pinsapares Andaluces, 1994).

    Grupo de visitantes en el pinsapar

    Interior del pinsapar

    69

    70

    36

    Gua Grazalema.indd 36 16/06/10 09:09

  • En la primera mitad del si-glo XIX, D. Pascual Madoz Ibez (que despus lleg a ser ministro, el de la Ley de Desamortizacin) dirigi la edicin de la magna obra Diccionario Geogrfico-Esta-dstico-Histrico de Espaa y sus posesiones de Ultramar, publicndose sus 16 tomos entre los aos 1845 y 1850. Representa una fuente de da-tos valiossima para todo tipo de estudios.

    Este colosal diccionario recoge informacin de provincias, ciu-dades, barrios, partidos judi-ciales, villas, aldeas, feligresas, caseros, cortijadas, alqueras, pagos y lugares y hasta des-poblados, adems de ros, sie-rras y otros tipos de accidentes geogrficos. Una exhaustiva recopilacin de la geografa espaola del momento.

    El texto sobre Andaluca co-mienza as: Limtase a veces esta denominacin geogrfica a los antiguos reinos de Sevilla y Crdova (sic), y entonces se divide en alta y baja, segn el curso del Guadalquivir; pero generalmente se extiende tambin a los de Jan y Gra-nada, llamndose Andaluca todo el delicioso pas meridio-nal de Espaa.

    Este antiguo diccionario apor-ta una interesante informa-cin, aunque no rigurosa, sobre los montes de los muni-cipios de Sierra de Grazalema que, resumidamente, ofrece el siguiente panorama:

    Benaocaz: Extensos encina-res cuyas bellotas mantienen numerosas piaras de cerdos. Benaojn: no existe referen-cia alguna a monte arbolado ni a ninguno de sus produc-tos, aunque entre los tipos de ganado figura el de cerda.

    Cortes de la Frontera: Terreno poblado de encinas, quejigos y alcornoques. Grazalema: Abundan las encinas y algarro-bos. La abundancia de bellotas de sus montes es aprovechada por el ganado cerdoso. El Bos-que: La arboleda se compone de encinas y quejigos, de los cuales se saca mucho carbn y maderaje. Jimera de Lbar: Se nos refiere entre los produc-tos del municipio: muchas be-llotas. Montejaque: similar al caso anterior pero sin el adver-bio de cantidad. Prado del Rey: Escasa presencia de arbolado pues slo se hace referencia a que hay plantadas bastantes vias a beneficio del desmon-te que se ha hecho de algunos cabezos. Ubrique: El terreno poblado de frondosos alga-rrobos y encinas. Villaluenga del Rosario: Algunos montes poblados de diversos rboles, encinas y alcornoques segn puede concluirse de los apar-tados de productos, en el que figuran las bellotas, y de in-dustrias, donde se recoge una fbrica de tapones de corcho. Zahara: No se cita nada relati-vo a la vegetacin arbrea en el monte, slo que el terreno es muy montuoso, con algunas caadas de sembradura y po-blado de monte y mata baja.

    De estos datos sobre las espe-cies arbreas presentes en el monte serrano del siglo XIX cabe destacar dos importan-tes detalles. Primero, el hecho de que no se hace mencin al quejigo, salvo en Cortes de la Frontera, cuando entonces debera ser especie muy abun-dante segn figura en la Flo-rula Gaditana de Prez de Lara de finales del siglo XIX (Bel y Garca, 1989) y adems era el principal suministrador de lea para hacer carbn vegetal. Precisamente esta fue la causa principal de la drstica reduc-

    cin del nmero de ejempla-res. El otro hecho significati-vo es la ausencia de referencia al pinsapar de Grazalema (sin embargo si se citan los pin-sapos en el caso de Ronda, donde hay una relacin ms exhaustiva de especies foresta-les), posiblemente por su esca-so inters productivo.

    Otros datos de inters para co-nocer la situacin de los mon-tes son los referidos a la caza: Excepto en Benaocaz y Prado del Rey donde no figura nin-gn aprovechamiento cine-gtico, en el resto de los mu-nicipios se cazaban perdices y conejos. Tambin liebres, en El Bosque y Montejaque, y palo-mas, en Benaojn y Jimera de Lbar. En esta ltima localidad se sumaban las trtolas al re-pertorio. La medalla, por cuan-to indicador del buen estado de conservacin del monte, se la llevaba El Bosque (su nom-bre ya es indicativo) pues en su entorno (inclyase en el mismo el de Benamahoma) se cazaba el corzo y el lobo.

    La pesca de los ros puede considerarse otro til indica-dor del estado de los montes de la cuenca de recepcin de los mismos. En el caso de El Bosque figura el ro Majacei-te como abundante en pesca y en Cortes de la Frontera, por donde discurre el ro Guadia-ro, se cita la pesca de anguilas y otros peces.

    El monte serrano en el siglo xIx71

    37

    Gua Grazalema.indd 37 16/06/10 09:09

  • Aproximacin al parque natural

    2.5. Las riberas

    Los cursos de agua permanentes dan vida a los bosques de ribera o en galera que, di-bujando en el paisaje serrano lneas de color cambiante a lo largo del ao, ofrecen un tipo de ecosistema con comunidades vegetales y animales muy uniformes y caractersticas. Los rboles constituyen la estructura fundamen-tal del bosque de ribera, el pasillo de la galera que encierra al ro.

    Diversos tipos de sauces (Salix alba, S. atroci-nerea y S. pedicelata, los ms frecuentes, y S. eleagnos, ms rara) y mimbreras (Salix pur-purea, el ms frecuente, y S. fragilis) son los rboles que mejor caracterizan a los bosques de ribera en Sierra de Grazalema, los ms abundantes en su conjunto y situados en la primera lnea junto al curso de agua. Cuando no aparecen otros rboles, conforman las sau-cedas, propias de las partes ms altas de los cursos de agua.

    Los otros rboles que acompaan a los sauces en el bosque de ribera son de mayor porte y se sitan normalmente en segunda fila res-pecto al agua. Los ms abundantes son los fresnos (Fraxinus angustifolia), que tambin aparecen en los terrenos de vega cercanos, a veces junto a quejigos. Sobresaliendo de la

    galera con sus altos troncos, encontramos a los chopos (Populus nigra), que han sido favorecidos o plantados para aprovechar su sombra o sus largos fustes. Otros rboles que hallamos menos frecuentemente son los ol-mos (Ulmus minor) y, escasamente, los lamos blancos (Populus alba).

    El bosque de ribera, adems de las especies antes referidas, presenta una vegetacin ar-bustiva y herbcea propia de los ambientes hmedos y sombros que ofrece el curso de agua y las copas de la arboleda. Encontrare-mos un denso sotobosque con arbustos como el sanguino o aladierno (Rhamnus alaternus), los rosales bravos o escaramujos (Rosa spp.), matas como la unciana (Dorycnium rectum), plantas rastreras como la alcandora o alcan-dueca (Vinca difformis), con sus bellas flores de color azulado, o herbceas como el aro o jaro (Arum italicum). Pero lo que mejor ca-racteriza al bosque en galera son las plantas trepadoras o lianas. Entre ellas la que ms destaca por su dominancia es la impenetrable y espinosa zarza (Rubus ulmifolius), que nos ofrece al final del verano sus dulces frutillos, las moras. Tambin son abundantes las enre-daderas que, trepando por ramas del resto de la vegetacin, van buscando la luz o simple-mente un soporte que les permita desarrollar-se sin gastar recursos en tallos leosos. Son

    Ro Tavizna 72

    38

    Gua Grazalema.indd 38 16/06/10 09:09

  • 39

    plantas como la zarzaparrilla (Smilax aspera), con sus oscuros frutos en racimo, la hiedra (Hedera helix), que asciende por los rboles, invadindolos hasta comprometer sus desa-rrollo, o las ms escasas y finas clemtides, tambin conocidas como muermras o colas de ardillas (Clematide vitalba y C. flammula). Estas ltimas enredaderas se conocan anti-guamente como hierbas de los pordioseros

    ya que, por ser muy irritante para la piel, la utilizaban los mendigos, en fresco y machaca-da, para formarse llagas en piernas y brazos de modo que provocaban la compasin cari-tativa. Una vez obtenida la generosa limosna, se curaban con hojas de acelgas (Font, 1979). En los rincones ms cerrados de las riberas en-contraremos las inconfundibles higueras bra-vas (Ficus carica).

    Arboleda de la ribera

    Fresno (Fraxinus angustifolia)Sauce (Salix alba)

    Mimbrera (Salix purpurea) Olmo (Ulmus minor)

    Chopo (Populus nigra)

    Alcandueca (Vinca difformis) Higuera junto a fresno

    73 74

    75

    76 77

    78 79

    Gua Grazalema.indd 39 16/06/10 09:09

  • 40

    Aproximacin al parque natural

    Las ramas de las mimbreras se han utilizado tradicionalmente para la elaboracin de cestos de mimbre, tambin combinndolas con va-retas de olivos o caas. Slo quedan algunos hombres mayores que mantienen la costum-bre como aficin personal, pero un joven arte-sano ha tomado el testigo de la tradicin, as sus cestos de mimbre y otros artculos de es-parto pueden adquirirse en Zahara de la Sierra.

    La naturaleza permeable de los materiales ca-lizos, predominantes, no permite la existencia de muchos cursos de agua permanentes en las zonas altas de la Sierra, a pesar de las abun-dantes lluvias. As, los bosques de ribera se lo-calizan en zonas bajas, alrededor de los cursos de agua ms o menos permanentes, que se nutren de los manantiales por los que surge el agua subterrnea. En el parque natural halla-mos estos bosques en los ros El Bosque o Ma-jaceite (ver sendero del mismo nombre en la ruta 3), Tavizna, junto al castillo de Aznalmara, Guadalete, en algunos tramos ms all de Gra-

    zalema, Gaduares, en su tramo medio, Guadia-ro (ver sendero del mismo nombre en la ruta 4), o en los arroyos de Bocaleones y Gaidvar.

    Los rincones del bosque de ribera son lugares idneos para la recoleccin de la seta de ostra (Pleurotus ostreatus) y la seta de chopo (Agro-cybe aegerita), ambas comestibles, adems de la colmenilla o cagarria (Morchella esculenta).

    Seta de ostra (Pleurotus ostreatus)

    Pepe El Rubio, de Zahara de la Sierra, haciendo cestos

    80

    81

    Gua Grazalema.indd 40 16/06/10 09:09

  • 41

    Con el frescor en verano, el abrigo en invierno y la gran variedad de plantas, siempre verdes y generosas en semillas y frutos, el bosque de ribera alberga una abundante y diversa comu-nidad de aves: petirrojos, ruiseores comunes, reyezuelos listados, herrerillos y carboneros co-munes, jilgueros, currucas capirotadas, mitos, verdecillos, lganos, arrendajos, papamoscas gris, chochnes, crabos, chorlitejos chico o los comunes mirlos, son las especies que pode-mos encontrar. Mencin especial por su estre-cha relacin con este tipo de bosques merecen aves como la lavandera cascadea (Motacilla cinerea), inconfundible por la combinacin de colores amarillo y negro en su plumaje y por los baos que se da en el agua del ro con la ayuda de su cola, el llamativo martn pescador (Alcedo atthis), que se lanza al agua como un arpn sobre su presa, la oropndola (Oriolus oriolus), ave que viene en verano y que tiene preferencia por las choperas, el ruiseor bas-tardo (Cettia cetti), poco vistoso y muy retrado pero que se puede reconocer por su inconfun-dible canto. Ocasionalmente nos visita el raro mirlo acutico (Cinclus cinclus).

    Cuando los ros van toman-do ms caudal, se en-sanchan y la galera del bosque se abre, en es-tas zonas se encuentran otras aves de mayor tamao como el pato azuln (Anas pla-tyrhynchos) o la garza real (Ardea

    cinerea). En los embalses de los Hurones y de Zahara El Gastor, en los que desembo-can algunos de nuestros ros, se pueden ver en invierno cormoranes (Phalacrocorax carbo), somormujos lavancos (Podiceps cristatus) o la escasa guila pescadora (Pandion haliaetus).

    Los cauces de agua y sus entornos son los lu-gares predilectos para los anfibios como la rana comn (Pelophylax perezi), la ranita me-ridional (Hyla meridionalis), el sapo comn (Bufo bufo), el sapo corredor (Epidalea ca-lamita), as como el tritn jaspeado (Triturus marmoratus) y las llamativas salamandras (Sa-lamandra salamandra) adems del sapillo mo-teado (Pelodytes ibericus) y el sapillo pintojo (Disscoglossus jeanneae), incluido en la Direc-tiva Hbitat. Tambin se hallan reptiles como

    Petirrojo (Erithacus rubecula)

    Aguila pescadora(Pandion haliaetus)

    Martn pescador (Alcedo atthis)

    Sapo corredor(Epidalea calamita)

    Salamandra (Salamandra salamandra)

    82 84

    83

    85

    86

    Gua Grazalema.indd 41 16/06/10 09:09

  • 42

    Aproximacin al parque natural

    la culebra de collar (Natrix natrix), la culebra viperina (Natrix maura) y el galpago leproso (Mauremys leprosa) y el europeo (Emys orbi-cularis) incluidos tambin en la Directiva Hbi-tat. En el agua habitan peces como la trucha arco iris (Oncorhynchus mykiss), barbo gitano (Barbus sclateri), el cacho (Squalius pyrenai-cus) y la boga (Chondrostoma polylepis). No menos importante y tambin incluidos en la Directiva Hbitat, como la boga, son dos es-pecies de liblulas que sobrevuelan, reco-rren y pasan su fase larvaria en estos ros (Macromia splendens y Oxigastra curtisi). De muchos de estos animales se benefician, en algunos ros de la sierra, la escasa nutria (Lutra lutra).

    Quien se ha beneficiado tambin, de distinta forma, de los ros de las riberas de Sierra de Grazalema ha sido, desde hace siglos, el ser humano. La energa del agua ha servido para impulsar diversos tipos de artilugios hidruli-cos de una importancia capital en el desarro-llo de la sociedad. As, junto a las riberas han estado funcionando varios tipos de construc-ciones que alojaban mecanismos con diversas

    funciones: para mo-ler la harina (molinos

    harineros) o las aceitunas (molino de aceite o almazara),

    para abatanar mantas (los batanes), para mol-dear metales (los martinetes), para obtener energa elctrica (las fbricas de luz o pe-queas centrales elctricas). En la Sierra hubo muchas de estas instalaciones para el aprove-chamiento de la energa hidrulica de los prin-cipales cursos de agua. Destacaron las riberas de Gaidvar, Arroyomolinos, Bocaleones, El Bosque y Guadiaro, como veremos en las co-rrespondientes rutas. Muchos de ellos han estado en funcionamiento hasta hace slo al-gunas dcadas. En El Bosque se conserva el nico que an mantiene su actividad, un mo-lino harinero (ver ruta 3).

    Culebra de collar (Natrix natrix)

    Nutria(Lutra lutra)

    Barbo gitano(Barbus sclateri)

    87

    88

    89

    Gua Grazalema.indd 42 16/06/10 09:09

  • 43

    El patrimonio vinculado a estos aprovecha-mientos basados en artilugios de ingeniera hidrulica adquiere en Sierra de Grazalema una relevancia destacada en el mbito de An-daluca. De este modo podra tener un trata-miento especfico para su puesta en valor y a disposicin del pblico visitante.

    El ser humano tambin se ha estado benefi-ciando del agua de los cursos de agua y de la frtil tierra de las vegas contiguas, as se esta-bleci una intensa actividad agrcola mediante huertas de frutales y hortalizas. De nuevo hay que destacar las riberas antes referidas, aunque fueron especialmente famosas las huertas de las riberas de Arroyomolinos y Bocaleones, en Zahara, y las de la cabecera del ro El Bosque, en el entorno de Benamahoma, de este modo dicha localidad se la conoce en la sierra como Las Huertas. Para tomar el agua del cauce, se embalsaba parcialmente mediante unas peque-as presas, las zas o azudes, que desviaban el agua hacia las acequias a travs de las cuales se distribua a las huertas, un sistema de riego que se remonta a la poca de dominio musul-mn de Al-Andalus. Son conocidos estos siste-mas adems en el ro Guadiaro a su paso por Jimera de Lbar y la Caada del Real Tesoro, ba-rriada de Cortes de la Cortes de la Fron-tera (Villaseca, 2001).

    Pero el ser humano ha sido ingrato pues todo el pro-vecho obtenido de los ros, no ha sido correspondido. As, los cauces se han utilizado como grandes colectores de las aguas residuales de los pueblos. Afortunadamente desde los aos 90 se han ido instalando depuradoras de agua, redu-

    ciendo el problema, aunque an no todos los pueblos disponen de su correspondiente esta-cin de depuracin de aguas residuales.

    En los cursos de agua con grandes fluctuacio-nes de caudal, las adelfas (Nerium oleander) acompaan al bosque en galera. En el caso de los arroyos, barrancos o torrentes, que slo llevan agua en pocas de lluvias, la arbole-da desaparece de modo que la vegetacin de ribera est formada fundamentalmente por adelfas. Inconfundibles por su gran porte, sus vistosas flores rosas de cinco ptalos y sus fru-tos alargados, que cuando se abren dejan a la vista las caractersticas semillas pelosas, estos arbustos son extremadamente txicos.

    En el tramo medio, donde las aguas van ser-penteando por el terreno, de los cauces cuyas aguas presentan cierta salinidad (por el tipo de terreno) aparecen los tarajes (Tamarix africana). En algunos lugares llegan a ser dominantes, como ocurre en el tramo del ro Guadalete cer-ca de Zahara de la Sierra, tanto en la cola del embalse cercano como despus de la presa del mismo. La salinidad de las aguas est provoca-da por el tipo de terreno, de modo que incluso

    han sustentado unas salinas, las de Ventas Nuevas. stas fueron ex-plotadas hasta quedar sumergidas por las aguas del embalse Zaha-ra El Gastor (ver ruta 2). Tam-

    bin aparecen en estas zonas y en otros lugares de la sierra donde

    el agua fluye ms lentamen-te carrizos (Phragmites australis), caas (Arun-do spp.) y eneas (Typha

    dominguensis).

    Acequia de la Ribera de BocaleonesMolino harinero de Arroyomolinos: Tolva y guardapolvo

    Adelfa (Nerium oleander): flor, hojas y frutos

    90 91

    92

    Gua Grazalema.indd 43 16/06/10 09:09

  • 44

    Aproximacin al parque natural

    3. El carcter de Sierra de Grazalema

    Encaramados en sus peas o desplegndose por la ladera, los pueblos de sierra destacan con el blanco de su casero del gris de las cum-bres o de los diferentes tonos del verde del monte o del olivar. Ubicados junto a las cum-bres donde se levantaron las fortalezas medie-vales que los originaron o bien junto a los ma-nantiales o ros que desde tiempo inmemorial les ofrecieron el agua imprescindible.

    Al contemplarlos en la distancia, muchos de ellos mantienen una apariencia similar a la de hace un siglo. Otros se han desarrollado ur-bansticamente perdiendo la tpica imagen de pueblo serrano. As, unos y otros protagoni-zan en el paisaje, hoy da, unos papeles muy diferentes.

    En la Btica Romana, pero sobre todo en Al-Andalus musulmn echaron sus races la mayora de los pueblos del parque natural. Despus, cuando dejaron de ser frontera cas-tellano nazar y los castillos perdieron su utili-dad, crecieron durante la Edad Moderna bajo el Seoro de la Serrana de Villaluenga y otros dominios de la nobleza del Reino de Espaa. En ese largo periodo, otros asentamientos na-cieron al amparo de la cacera de los seores o de las repoblaciones del rey Carlos III. Algu-nos se emanciparon gracias al valor demostra-do en la guerra contra las tropas invasoras de Napolen. Todos se desarrollaron de lo que la tierra les daba, unos ms y otros menos. En el siglo XIX, la actividad manufacturera de la fa-bricacin de mantas y de los artculos de piel transform la vida de algunos de ellos, convir-tindolos en urbes de cierta entidad y retiran-do a muchos serranos del campo. Posterior-

    Tejado de Montejaque y Cerro Tavizna Ciudad Romana de Ocuri (Ubrique)

    Sierra de Grazalema desde el Oeste, ao1915

    Yunta de mulos tirando del arado romano (Villaluenga)Alameda y casa consistorial, Grazalema 1900

    93 94

    95

    96 97

    Gua Grazalema.indd 44 16/06/10 09:09

  • 45

    mente, el florecimiento de la industria textil catalana supuso el declive de la manta serrana artesanal.

    La Guerra Civil dej doble huella en estas sie-rras. Por un lado en el paisaje, por los des-montes realizados para cultivar cereales y obtener la lea y el carbn vegetal que con-tinuaron siendo, mucho ms tiempo que en otros pases, el combustible de una Espaa aislada de la prspera y democrtica Europa de la posguerra mundial. Por otro en la Me-moria Histrica, la represin franquista acab con la vida de muchas personas que, en los pueblos, manifestaron su compromiso con el rgimen constitucional de la Repblica.

    Con el transcurso del resto del siglo XX se fue-ron configurando finalmente los paisajes, los rincones, las calles, tambin el paisanaje, que hoy podemos disfrutar.

    Sierra de Grazalema, con sus tierras y sus aguas, ha dado todo este tiempo el sustento a los serranos: pastores, cabreros y porque-ros, cazadores, canasteros, carboneros, cale-ros, neveros, salineros, corcheros, hortelanos, viticultores y olivareros, jornaleros del campo, guardas de fincas, bodegueros, molineros de harina y de aceite, herreros en sus martinetes, obreros y obreras de las fbricas de mantas y de los talleres de marroquinera. Oficios que ilustran el aprovechamiento de los recursos serranos y que, como siempre y en todo lugar, se desempearon gracias a la intendencia y el trabajo domstico de las mujeres.

    Otra ocupacin, tambin apegada al terreno mejor dicho, favorecida por lo abrupto del mismo ha sido la de los contrabandistas, al calor de la colonia britnica de Gibraltar. Re-corriendo igualmente los montes, pero en la legalidad, los arrieros mercadeaban con los productos serranos a lomos de sus mulas, como vendedores ambulantes de antao. En el otro extremo, se situaban los bandoleros, personajes que han dado fama a toda la Se-rrana de Ronda y sobre los que se forj una leyenda derivada de las exageraciones de los viajeros y el Romanticismo del siglo XIX: tierra asolada por bandidos y contrabandistas (Garri-do 2006). El recuadro 3 de la ruta 4 trata so-bre todos estos personajes.

    Cuando la Administracin asume la responsa-bilidad de la gestin del monte en la segunda mitad de siglo XX, aparecen unos profesiona-les trascendentales en la historia reciente de este parque natural: los guardas forestales, actuales agentes de medio ambiente. Y en las ltimas dcadas, unos colaboradores claves de stos: los equipos de los retenes contraincen-dios. Gracias al trabajo, el esfuerzo, e incluso la vida de ellos, el monte serrano mantiene el buen estado de conservacin en el que se en-cuentra.

    Petaqueras de UbriqueYunta de bueyes (Benaocaz)

    Cementerio de Villaluenga del Rosario

    98

    99 100

    Gua Grazalema.indd 45 16/06/10 09:09

  • 46

    Aproximacin al parque natural

    Con el desarrollo del turismo rural y de Natu-raleza de estas ltimas dcadas, las posadas serranas que describan los viajeros del siglo XIX (como el botnico Boissier) en las que uno se ve sorprendido al tener que pagar en estos miserables albergues tanto como en las me-jores fondas (hoteles) de las ciudades (Barbey, 1996), se han transformado en establecimien-tos de restauracin y alojamiento de calidad que conforman en Sierra de Grazalema una amplsima oferta para todos los gustos y bol-sillos, complementada por una serie de em-presas que ofrecen una diversa gama de acti-vidades para realizar en el parque natural. De este modo el turismo se ha convertido en el principal pilar de la economa serrana.

    4. Apuntes sobre la historia de la proteccin de este entorno

    El 18 de diciembre de 1984, Sierra de Graza-lema se convierte en el primer parque natu-ral declarado por la Junta de Andaluca. Una fecha que representa un hito importante en la historia andaluza de la conservacin de la Naturaleza y el desarrollo sostenible. Supuso, adems, la consecucin de unas pretensiones esbozadas tiempo atrs.

    En el ao 1930, los reconocidos ingenieros de montes Luis Ceballos y Manuel Martn, plan-tean la necesidad de que el pinsapar fuese ad-quirido por el Estado para garantizar su con-servacin (Ceballos y Martn, 1930).

    El experto forestal y doctor en Ciencias francs, A. Barbey, autor del interesante libro de 1931 A travs de los bosques de pinsapos de Andalu-ca y colega de los ingenieros espaoles antes citados (fueron sus anfitriones en nuestra tie-rra), concluye en su obra que el pinsapar es un tesoro nico en Europa y que se debe tender a crear lo antes posible en la Sierras andaluzas re-servas forestales, si es preciso al precio de una expropiacin decretada por inters nacional. En el captulo referido al pinsapar de Sierra de Gra-zalema, nos refiere que el propietario del vasto dominio silvo-pastoril el actual alcalde de una localidad vecina, Algodonales no se opondra a vender al Estado el pinsapar para su trans-formacin en reserva o parque nacional. En el prefacio del libro, el Sr. L. Pard, Conservador de Aguas y Bosques y director de las Escuelas Forestales de Barres (Francia), aporta sobre el pinsapar la siguiente consideracin: Parece que e