Gómez Jesús (Ed.) - El Ensayo Español XV-XVII

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' EL ENSAYO ESPAÑOL . 1 LOS ORÍGENES: SIGLOS XV A XVII ' 1 EDICIÓN DE JESÚS GÓMEZ PROLOGO GENERAL DE JOSÉ-CARLOS MAINER CRÍTICA BA,RCELONA

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EL ENSAYO ESPAÑOL

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LOS ORÍGENES: SIGLOS XV A XVII

' 1 EDICIÓN DE JESÚS GÓMEZ

PROLOGO GENERAL DE JOSÉ-CARLOS MAINER

CRÍTICA

BA,RCELONA

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JosÉ MARÍA MICÓ Adjunto a la direcci6n.~ 1 ( •, . ( ' 1 J • •• .. J

RAFAEL RAMOS NOGALES Secretario de redacci6n

t MANUEL fLOREN~"" MOLIST Tipografla

IGNACIO ECHEVARRÍA Y SUSANA PELLICER Coordinaci6n

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© 1996 de la edición: Jesús Gómez

© 1996 del prólogo general: José-Carlos Mainer

© 1996 de la colección: Francisco Rico

© 1996 de la presente edición para Espafia y América:

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CRÍTICA (Grijalbo Mondadori, S.A.), Aragón, •385, 08013 Barcelona

ISBN: 84-7423-731-9 rústica

Depósito legal: B. 2-1996 Impreso en Espafia

1996. - HUROPE, S.A., Recaredo, 2, 08005 Barcelona

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1\J?UNTES ]UNTO AL ENSAYO

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DE E't'tMOLOGÍA y DE SEMÁNTICA. ,).

La etimología ~s una disciplina ·de naturaleza pesimista (y seguramente. reaccionaria) que parece enderezada a .demostrar .la flaqueza de ·nuestros saberes porque nos enseña cómo la imprecisión, la' rutina. y la arbitrarie­dad determinan la semántica. Pero, en el caso de la voz ensayo, la etimología se nos muestra, sin embargo, bastante elocuente (Alvar I980). Viene, nos dice, de /a,expresión bajo/atina ex-agium -relacionada es­trechamente con la raíz de exigir (ex-i(a)gere) y de. examen (ex-ag­men)-'- que significa 'comprobación o ponderación' y que ha dado en español dos palabras parecidas: ensaye, que vale por prueba de moneda o de metales, y ensayo, 'tentativa' y también 'prueba o aquilatamiento de cualquier cosa'. Con tal sentido, las últimas y más vitales acepciones se encuentran ya en textos medievales muy antiguos (Poema del Cid, Berceo, Libro de buen amor) e incluso hay ·una forma afín en el título de un libro de apólogos, el Libro de los engatlJ1oS y los asayamientós de las mugeres, donde asayamientos vale por 'argucias destinadas a com­probar algo'. /)el t~tismo modo, el-uso translaticio tan, común de ·'prueba teatral' se documenta en español por lo menos desde el Tesoro de fa lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias, donde se define como «entre los Comediantes, la prueva .que hazen antes de salir al teatro».

Pero su sentido literario es muy tardío entre .nosotros, si pensamos que. la primera edición de los libros fundadores del género ensayístico, los Essais de Montaigne y los Essayes de Francis · Bacon, es de Ij80 y de I59'J, respectivamente. Hasta r869·el Diccionario de la Academia·no incluye esta acepciónyhastd I925 no figura registrada la voz ensayista, por lo·que alguna razón se alcanza a]oan Coro.minas al reputar de angli­cismo el uso del primer término (lo es, habría de apostillarse, en alemán, donde Essay -y su derivado Essayist- dominan desde el siglo XVIII sobre versuch y versucher, que serían las voces propias): Todavía ·los diccionarios de extranjerismos de Baralt y de Mir y Noguer lo dan por barbarismo y el segundo propone como más ·adecuada la voz 'bosquejo', sin advertir que es italiana, por cierto (Gómez-Martínez I9BI:I9)· A ma­yor abundamiento, cuando se traducen tempranamente los Ensayos de Mon­taigne por parte de Diego de Cisneros se tildan de «experiencias y varios discursos», términos que -si se atiende a su significado· moral y a su valor retórico- no son nada descabellados; como ha de verse.

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10 JOSÉ-CARLOS MAINER ,•

1· Manuel Alvar ha señalado oportunamente que en los siglos XVIII 1

y XIX la voz ensayo se asoció al acopio bibliog;áfico o noticioso, inclu:o con dimensiones de apologfa, de modo muy flfin ,por Jo !'!rto a la ratz tecnológica de 'fonderación o prueba' que conserva la palabra, como suce: de en títulos muy conocidos de I:uis José Velázquez (Ensayo sobre los alfabetos de das letras· desconocidas que ·se encuentran en las más· antiguas. medallas y monumen~os de ESpaña, I752), Jua~ An­tonio Pellicer (Ensayo de. una .biblioteca de traduct_or~s ·espanoles, 1778), Juan Sempere y Guarinos (Ensayo de. una hbhot~ca. de lo~ mejores.escritores del reinado de Carlos: IIJ, I787), Xa!!ter Llampt: llqs (Ensayo crítico-apolqgético de •l,a ~lt~ratur:_a: espanola,. IIJ89J. FranCisco Martínez Marina (Ensayo .h1stonco-cnt1co sobre la anti­gua· legislación de los reinos de: León Y. C_astill¡vr8o~) y hasta:~ar, tolomé José Gallardo (Ensayo de una b1bhoteca espanola de hbros raros y curiosos, I86J): En otros ~pienso en el Ensayo sobre el catolicismo, .eHiberalismo y el socialismo (I851) d~ Juan Donoso Cortés- se busca 'Sin· duda, la idea. de síntesis emparentada con la divul­gación y.la ap~to;ía: Quizá ·es. Alberto Lista el primero que, al compilar. trabajos como los que antes denominó 'lecciones1.y 'artículos', adofta el término Ensayos literarios y críticos (1844): con ánimo de rejle;ar··un particular talante dnalítico que es, a .fin de cuentas: lo }ue. bu~can:os:, la delimitación de un género y· no solamente la herbonzacton nommaltsta.

'Todo ló· cual. contrasta con el uso mucho más amplio que el término tiene en las literaturas ftancesa y británica, incluso sin necesidad de acu~ dir a los precursores. Montaigne y Bacon (Routh 1920).John Dryd:n, el atrabiliario dramatwgo. inglés ·que. murió.católico en los fugaces anos de Carlos· 1, define como Ah Essay of Dram,atic Poesy (I668) un ameno diálogo.entre Grites, Eugenius, Lidiseus y Neander·donde.s~·.de.­Jiende la libertad·imaginqtiva deheatr~ in~~lar frente al model~ clastctsta. de Corneille. Y en la nota al lector ;ustifica el nombre elegtdo. porque está «written in. the country without the help of books or·advice·of friends», podo cual si alcanzara «any acceptance in the world, 1 promise. to mr~~lf a 'better success of the Second Part» (Dryden, Essays, 4)· ~sa condtcton. de ejercicio previo y anticipo de·argumentos que esperan m_e.;or-desarr~l~o, aconseja. el ·uso del término ,como captatio bene~olent1a~. de traba;os que ocultan su ambición y su novedad en la ltgereza mtelectual de los medios usados que suelen· acomodarse en un único tomo de exténsión media: lo hace. así John Locke en su Essay on the Law of .1\lature. (I66J), y luego al titular «Essay» cada una, d~ las partes de los, Two, Treatises of Government (1690) y, por ulttmo, en An Essay con-

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APUNTES JUNTO AL 'ENS'AYO II

cerning ·Human Undeistanding (1690). TamBién George Berkeley pergeñó un breve pero denso Essay towards.a New Theoiy of Vision {I709) y' Thomas 1Roberi .Malthus, .An Essay on the Principie of Population (I'J98) que tantas cosas ·cambiaría en la concepción.social de la economía~ .El ensayo parece aqu( una disposición de ánimo y un modo más incisivo y.más atrevido' de justa intelectual. Por eso, ·tampoco son infrecuentes los ensayos entre .los enciclopedistas franceses que 1dnto sabían de los caminos ·del pensamiento británico: válganos citar·el Essai sur 1' origine des connai~~cesJmwaines,(1746) de. Condillac, el Es­sai sur les moeurs ·.et Hesprit des .. Nations (1756) de .Voltaire y el Essai sur la vie:.de Séneque (1782) de Diderot. Esta oscilación entre la arbitrariedad.personálísima . .y la primera exploraci6n. intelectual se re~ coge muy bien en el diccionario -,-no por casualidad· tan dieciochesco'-'­del doctor Sqmuel Johnson. En- su segunda acepción; .Essay es <<a loose fally of the inihd; an. irregular indigest piece; not a regular and orderlr composition». (lo que se ilustra .cpn un pequeño fragmento de Lord Ba~ con: «M y essays, of all my other works,. have been most current»). En la tercera acepción, ensayo es «tria~ .experiment» y .la cita aclaratoria es de John Locke: '<<He wrote this ·but as an .essay, or taste of m y virtue>> (Johnson 1755:s.p.).

pl primer uso moderno del término ·ensayo se produce entre nosotros· en la obra de Clann cuando. ·en 1892 titula· Ensayos y revistas una· compilació11 de sus trabajos literarios (Bretz -1992). Preiliamente· ha'bía escrito a s'u ·editor Fernández Lasanta -que <<podríamos dar en un tomo los artículos. que publicaré en La España Moderna. más algunos otros de La 'Ilustración Ibérica, El Imparcial ·y La Correspondencia de España (alguno de éstos tendría ·que terminarlos) y llamar al libro Ensa" yos, nombre ... muy usado en el extranjero para libros de esta clase» (Blanq11at~Botrel 1983:66). Lqs .editores apuntan certera,n:¡e,nte, que Alas debía pensar en. los Essays on Criticis¡n de Matthew Arnold, que conocía bien, y en. los Essais de morale. et critique ·de Renan, pero .lo cierto· es que. el título parece la fase final deUargo proceso ,de buscar un nombre• para un género y quizá.algo más: se quiere determinar la legitimación onomástica del ejercicio.de la crítica de-cierto fuste en una sociedad litera­ria que va asentándose. !•Crí(ica y sátira»' había. subtitulado Clarín sus misceláneas ... Sermón perdido, N\feva :campaña ·y Mezclilla, como si en ese marbete. abrazara una práctica inteléctual· moderna -la crítica­y una intención de .abolengo• clasicista -la sátira .• Pero la f6rmula más feliz·. de Alas había sido ·el hallazgo 4e una dimensión física· y. de una· intensidad moriógráfica para ·lo que llamó <folletos literarios>>: el taináño·

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y la independencia de un librito al lado de la. libertad de un análisis socioliterario de cierto rango, donde lo mismo cabe la pequeña síntesis -Cánóvas y su tiempo- que la parábola dialogada -Apolo. en Pafos. Que Clarín reservaba para el rótulo de ensayo algo de importan­cia lo ratifica indirectamente el prólogo de la compilaciÓIJ que le sigue en el tiempo, -Palique {I89J), donde el modesto ,apelativo no quiere. ser <iUn salto atrás en la serie de mis obras, ... habiendo publicado en tómos anteriores, algunos de los cuales hasta osó llamarse Ensayos y Revistas,. estudios largos, de ciertas pretensiones críticas>> (Palique, 59)·

Fue Unamuno, sin embargo,. e} que consagró el uso intelectual del término y, en su caso, al margen del carácter «profesional>> que. todavía está presente en su maestro Clarín. Porque los Tres ensayos .de 1900 («Adentro>>, «La ideocracia>~ y «La fe») son densas reflexiones cuyo .aliento re~órico viene, respectivamente, del apóstrofe en forma de epístola, de la apasionada controversia con e( destinatario de la dedicatoria -Ramiro de: Maeztu- .en tomo a -un término. y, por último, de. la apelación inten­sa al lector. Algún tiempo después, Unamuno pensdría m.recoger-como Meditaciones evangélicas algunos trabajos similares a «Nicodemo el. fariseo>>, pero no _vaciló en .calificar Eh~ayos a la amplia colección de los suyos que en ocho pulcros volúmenes publicó la Residencia de Estu­diantes entre 1916 y I9I8 .. Dos .años antes, Ortega en el prólogo «Lec­tor ... » de Meditaciones deF Quijote (I9I4) había definido no solamen­te lla realidad del género sino su pertinencia hispánica. Y algún tiempo atrps, Azorín había titulado «Ensayos sobre la vida provinciana» ul10 de 'sus mejores libros, Los .j:>ueblqs (1905), donde se. alberga -entre otros cuentecillos y divagaciones personales- una singular y deliberada­mei¡te ambig~;~t~ evocación del-maestro Montaigne: «El ideal de Montaigne>>.,

APROXIMACIÓN A UN GÉNERO Y A SU U,SO

No es fácil definir qué cosa es un ensayo. La preceptiva tradicional que lo acoge bajo el rótulo de «prosa didáctica» no suele entrar- en pormenores sobre lo que el ensayo enseña ni sabría respondemos, de cierto, si eL ensayo es consustancial con la prosa. Para confusión de los clasificadores contumaces, .el Essay on Man {I7JJ-I7J4)de Alexander Pope se com­pone de cuatro epístolas en verso y sus Moral Essays o Epistles to' Various Persons (entre I7JI y I735) tratan en armoniosos versos blan­cos de_ los caracteres de los hombres y de las mujeres y -del buen uso­de las' riquezas, en un tono de reflexión no sustancialmente dispar del que asiste a lo que hemos dado en llamar «opa filosófica» en nues-

APUNTES JUNTO. AL ENSAYO ,IJ

tro XVIII: pensemos en las «Sátiras .a Amesto» de Jovellanos y en los mejores poemas extensos de Meléndez' y Cienfuegos.

De entrada, .la .naturaleza del ensayo· parece remitir a cámpos ajenos a la literatura y que, una vez y otra, irán ·asomando en las líneas que siguen: la filosofía, si se la entiende como ejercicio de especulación inte­lectual a la que nada. es ájeno, como una suerte· de ciencia de· todas las ciencias; la crítica, si pensamos en ella como menester, profesión u oficiq de escudriñar y ponderar las construcciones intelectuales ajenas; la cien­cia, si la concebimos como expresión de certezas· generales obtenidas me­diante la investigación. Las· tres cosas no son idénticas pero tienen, sin duda, puntos ile tangenc,ia y, en tal sentido, nos permiten tomar como punto de partida aquella definición de. Ortega que caracteriza al ensayo como «ciencia, menos la prueba explícita» y que figura en su hermoso y ya citado prólogo «Lector .. :>> de Meditaciones del Quijote {I9I4)· A lo que podríamos añadir que ·también es. ·la filosofía sin voluntad de sistema explícito o lá' crítica sin propósito de conclusión axiológica. Algo, a fin de cuentas, que, por un lado, se afilia indiscutiblemente a un campo extraliterario pero; de otro, ostenta el aura de· vaguedad y la sombra de subjetivismo que son propias de lo artístico.

En el ensayista no esperamos hallar a un «especialista» sino a lo que la jerga cient({ica reconoce como «genera lista>> o, ·a todo .tirar, un filósofo pero in partibus ihfidelium (como se define Ortega en el lugar que arriba se ha mentado): un escritor cuya autoridad se sustenta en la h{lbi­tualidad de su firma más que en el rigor de su profesionalidad. Por eso, el ensayista apela previamente a··una·cierta complicidad con su lector· mucho más que a .la demostración inapelable de una tesis .. Nadie preten­dería, de otra parte, que un. ensayo agote un tema. No-lo hace por su extensión, que nunca es muy larga, ni ·siquiera porque tenga voluntad de hacerlo: el ensayo apunta, esboza, enmarca y hasta· propone una reso­lución o formula una sentencia, pero siempre consciente. y hasta gozoso de su provisionalidad y de su revocabilidad.

Un libro de ciencia se consume y concluye en su propia. verdad porque. demuestra o pretende demostrar algo; un ensayo tiene siempre la afirma­ción y la negación entreveradas y genera nuevos énsayos sin llegar jamás. a la triste entropía de la verdad demostrada (Terrasse 1977:125). Puede; en su esfuerzo por persuadir, citar textos ajenos en su apoyo y hasta apoyarse· en una cuidadosa expolitio de Jos mismos, pero los ·usa de otro modo que lo hará. el trabajo cient({ico: dialoga con ellos más abierta­mente, los rebate de modo menos sistemático e incluso, .más que a menu­do, los transcribe de forma indirecta -«opinaba Fulano», «recuerdo ha-·

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ber leído en Mengan'o».:.-"'-, s'in señalamiento preciso .y comprobable de la fuente. Difícilmente podría hacerlo porque la ley interna del ensayo es' la digresión y .este rasgo ·retórico no constituye un aceidente. de su curso (o de su prosa, .si. se quiere) sino que es su propia mecánica ·interior: el ensayista es una curiosa !Jtezcla de reflexivo e inconstante, de.ob$erva­dor tenaz· y disperso patológico, de cigarra y hormiga. Y digo !<el ensa~ yista» porque un ensayo .nunca puede ser impersonal: reclama .. la presen, cia .de su autor. como firma porque no. tiene más sustento drgumentdl que ·su condición de experiencia =vital, intelectual-"-- que se comparte mediante. la escritura: El filósofo Eduardo Nicol, nada. amigo del ensa, yismo, lo ha visto con- gracia .al comentar la frase de Aldous Huxle'y que definía al ensayo ·como «Un artificio literario que sirve··para hablar:. de casi todo diciéndolo casi todo>>: ·,,Pueden ser íJ k vez legítimas algu, nt(.S opiniont;s divergentes sobre. si el.término ~barrocp' ha de_ aplicarse o no, como cuálificativo estético y con una .significación unívoca, al arte plástico de Bernini y a la ·música de Monteverdi y.Palestrina. _De hecho; esta cuestión sólo· puede ser tratada en forma· de ensayo: no es. tema de,.epísteme ... El-ensayo permite y hasta obligá .. a presentar lo particular sobre el fondo de lo general. Pero no permite poner lo universal en rela­ción con lo .universal» {Nicol Tg6b:2I2). ·-

;Naila existe en literatura sin la asistencia de/lector, pero .el ensayo lo¡requiere dé modo tan fundamental. que suele .. dtjar huella :verbal e'!. su'propia escritura:. con más frecuencia todavía que el novelista, el ensa-. yis/a nos conduce por su ensayo y apela explícitamente. a la buena dispo' sición de su lector, a su recuerdo de otras lecturas, .a los conocimientos o l~s·pnjuicios que quiere .ampliar o. refutar, e incluso lo emplaza. para próximas convocatorias -escritas, ya que el ensayo nunca se cierra en sí mismo. En el cuerpo del ensayo está su mismo carácter de comunicación recíproca y los signos de su continuidad: seguramente no ·existe el ensayo sino cpmo disposición a ensayar, por. lo que concierne al autor, :y a, ser lector de ensayos por lo que toca al lector. Como ningún otro género, el ensayo está vinculado al soporte material.que .garantiza su circulación entre sus fieles: lar ediciones manuales que habitualmente han recogido los de Montaigne o Bacon, los papeles periódicos donde circularon las sátiras en verso y prosa o las reflexiones dieciochescas, las revistas que en los XIX y XX =desde las. páginas de las Variedades de Ciencias, Literatura y Artes de Quintana hasta los Jolletones de El Sol dedicados a Ortega y Gasset- han sido vehfculo privilegiado ,de nuestro género:

De todo lo dicho =que .resume la opinión más general sobre el ensa­yismo (Champigny 1967, Terrasse 1977, Gómez'Martínez IgBI, Pie-

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ApUNT:ES JUNl:,O. ·AL ENSAYO I~

ra rggi)- conviene· retener: dos cosas 'fundamentales. Por un lado; la condición de complicidad ·que requiere el ensayo: lo ·hace fruto natural de épocas don'de tal rosa pueda concernir a públicos de cierta ·extensión y, por ende, el ensayo es tributario'forzoso de· una sociedad literaria. mediana­mente· organizada ·y asidua, sea ésta el público privilegiado pero real que sabemos que alcánzaba las cartas de Plinio el Joven a sus ·corresponsales, los numerosos humanistas cortesanos europeos que seguían -a Montaigne en jugosa lengua vulgar, la sociedad literaria internaCional de burguese.S, nobles y Juncionafios"que apoyaba.la obra del enciclopedismo a la sombra del Antiguo Régimen, los. barceloneses noucentistes que seguían 1as ad­moniciones del glosador Eugeni4'0rs o los madrileños de I9I6=-I934 que se identificaron eón los ocho tomitos de El espectador de Ortega. Cada época dorada del- ensayo ha sido la época dorada tle un público.

Por otro lado, a ese. ·mismo ámbito de interés remite el florecimiento del ensayo eh períodos históricos de cambio· y relativismo; mucho más que aquéllos otros dominados por un sistema ideológico o por una sensa­ción colectiva de beatífico convencimiento. Co11 mucha. gracia, Eugeni d'Ors -uno de ·los indiscutibles creadores del ensayismo ·hispánico con­temporáneo,~ estableció la genealogía del ensayo moderno: «Al segle XVII

se deia "moralista"; al segle XVIII, "enciclopedista"; avui preferim "assa­gista", del angles "essayist". :Amll diferencies de matís, aq'uests mots han designat sempre l'escriptor tal que en els problemes de diferent ordre·agi­ta les ideesgenera'ls, portant-hi un treball i un joc de pensament analegs .. Montaigne, L.a Rochefouct;~uld Joren unS'assagistes. També ho Joren Di­derot, Lessing. Ho són avui, i ·ben.Jamosos, un Georg Simmel, un Rémy de Gourmont». En el siglo XVII, prosigue diciendo, el ensayista vulgari­za un fondo •IJ1ás o !Jttmos común y mostrenco de ideas; en el XVIII,

contrapone a un catecismo envtjecido, un anti-catecisino nuevo pero arti­culado en dogmas; en el XX, precisa de una W eltanschauung, «una visió del món que doni' una solució qualsevulla als proble111es centrals» (D'Ors, Glosa~i·, 2-?6).

Pero rep'árese en· q~e no es· óbice para el auge de lo ensayístico la contemporaneidad con momentos de uutoritarismo político, mientras que sí paree(! incompatible con. épocas de euforia auto~atisfecha y plenitud confesional, aunque no sean· precisamente incómodas para· sus súbditos: Como podrá comprobarse con Jacilida4, el ensayismo en cuanto actitud fructifica en el territorio ·moral secularizado del estoicismo pero ·es invia­ble en el marco de .la lógica· escolástica. Existe un ensayo escéptico pero no es fácil conje,twar cómo sería un ensayo positivis'ta. Tiene más que ver con el libre examen protestante -o .con el ·rigorismo autoimalítico

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Jansenista,- que con. el dogmatismo católico· o con los 'Sofismas. de la ~ teología moral convendonal. No parece prosperar en eLuniverso totalita- l rio del comunismo o del fascismo pero tampoco. en el marco del integris- 11~1

;· mo democrático porque vive mejor ·en las fisuras de las creencias. Hay un ensayismo marxistá -pienso en ·Walter Benjamín y en la .Alemania de 193q o en Antonio Gramsci y una cárcel en la Italia'fascista de 1

1920--'-- .Cuando se alza a la .vez contra la ceguera liberal y el dogmatis, , mo generalizado en favor de la inteligencia solitaria pero solidaria. Y ha J_l

1

Podido haber un ensayismo liberal -pienso en Lionel Trilling y_ en los t Estados Unidos de 1950, o en la actividad intelectual de los primeros 1 años del kennedismo- cuando se apoya .en el descontento con el ptagma- j tismo chato y la autosatisfacción barata y xenófoba. Hoy mismo y ante 11

una sociedad bastante pazguata, el ensayo prospera desigual pero am- ,¡·

pliamente en resquicios de disidencia que van del neonietzscheanismo a la teoría ecológica, del neoanarquismo al.neoliberalismo, ·del neoepicureÍs' 1 mo autobiográfico al. malditismo, en la ·medida en que amplía discrepan- l cías, abre sentidos, incomoda y subvierte lo establecido, sin romper del todo la convivencia con. sus enemigos. Por ello, .no cabe confundir al eti,sayo con .. el catecismo y el dig'esto, ni siquiera con .la divulgación bien o 'malintencionada, a.unque pueda tener ·mucho que ver con el panfleto: la-subversión del ensayo nunca es .absoluta porque el emblema del ensayo es ";[a parcialidad, en el doble sentido que venturosamente acoge este término .. Es parcial porque toma· parte y lo es también porque se sabe pahe de un todo seguramente perdido e irrecuperable. Y segurameñté porque no tiene :ningún deseo .de recuperar/o.

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RETÓRICA DEL YO Y ESTÉT,ICA

DE l..A VARIEJ;>AD

La naturaleza del ensayo, más que científica, es moral. Brota allá .. donde la libertad se ejercita frente a lo estatuido, cuando la solidez de la norma pesa. demasiado. Casi todo lo que se relaciona como origen: remoto del ensayo tiene esa doble .característica de gratuidad y 1evedad que hace perdonar lo implícitamente subversivo. Los Moralia de Plutarco o las Cartas a Lucilio de Séneca (García Gual 199I) son textos oblicuos y :riflexivos, no precisamente originales pero profundamente personales, en épocas de desnortamiento: tan lejanos, en el primer caso, los moldes helénicos clásicos- y tan demasiado próximos, en el segundo, los días inc ciertos .de Nerón. No son tiempos para sesudos tratados sino para atra­yentes divagaciones, como señala Plutarco al comienzo de sus observado-

APUNTES JUNTO .AL ENSAYO 17

nes sobre (<Cómo debe el joven escuchar la poesía»: «Querido Marco Sedado, si, co·mo dedil el poeta Filoxeno, de las carnes las más sabrosás son las que no son carnes,. y de los peces los que no son peces .. . de las cosas. que se dicen en filosofía está claro para nosotros que, con aque~ llas que no tienen aspecto filos6flco, los jóvenes precisamente se .compla­cen más» (Obras morales, Bp-90). Gasi dos siglos después, la curiosi­dad benévola de las Noches Aticas .de A u lo Gelio es como un homenaje distante y modesto a un conocimiento del mundo que se .ha convertido en la pura curiosidad y en el capricho bibliográfico de un hombre que siente.111ucho frío -moral y físico~ en las llanuras que fueron dominios de Atenas y que junta las piezas del saber con la ,tenacidad vacua del que compone rompecabezas. .

Así son todos los géneros que alimentan la .constitución del ensayo. Las diatribas de los s,ofistas constituyen el género de justa .intelectual en la que seguramente pensaba Aristóteles cuando,. al sentar las primeras bases de la retórica, escribía. que <1el orador lo será según la ciencia o según la lección, el sofista lo será por la. intención y él dialéctico no por intención sino por facultad» (Retórica, 9)· Los quodlibetos acadé­micos de la. universidad medieval y renaientista eran los. ejercicios meno­res en que los graduados disertaban a su sabor sobre un tema que habían elegido libremente .. La copia verborum y la copia. rerum. erasmianas -a las que Francisco .Rico. ha. atri_buido <<un papel de primer orden en la génesis del ensayo y no sólo en Montaigne>¡ (Rico 1993:109)- eran variaciones retóricas sobre frases dignas de recuerdo o digresiones sobre asuntos que podían analizarse. en sus partes componentes, relaciones ex­ternas, opiniones autorizadas ... hastaformar pequeños trabcyos académi­cos cuya justificación era el. aprendizaje pero cuya pauta interior .era la relativización del saber' y el análisis de .lo complejo.

N o es casual que Michel de Montaigne y Francis Bacon vivieran' una época de características tan propicias para el ensayo (Routh 1920): cuan­do estaban cercanas y todavía 1vivas las guerras de religión que ambos temían y abominaban, cuando estaba constituida pero ya algo cyada la Vasta reconstrucción humanista del saber clásico, cuando asomaba incitan­te una serie de acontecimientos nuevos -como la conquista de América que tanto fascinó a ambos-, cuando. se afirmaban progresivamente las pautas morale5 expectantes y -algo desengañadas que se cifrarán en la discreción del cortesano y en la vigorosa re~urr_ección del pensamientq estoico. Ambos son hombres de libros pero no esclavos. ile la cita ex(lcta ni de la letra muerta que languidece en las escuelas. A propósito de los versos de. Virgilio y la oportunidad de citárlos, Montaigne anota que

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su paje hace el amor sin necesidád. de haber 'lt;ído al. A retino o a -Léón Hebreo; y. él mismo confiesa-que <<je. recognais pas cliez Aristoté la plus part de mes mouvements. ordinaires; on le~ a couverts et revestus d'u~~ autre robe pour l'usage de ·l'escholb> (Essa~s! II, 302). Para él, «le plus fructueux· et naturel ext;rcise de nostre esprit c'esta mon gré la conferen­ce ... L'étude .des livres c'est unl mouvement .languissánt etfaible qui n'eschauffe poiñt». De -ese modo, «tous lh jours m!amuse .a lire dans ·les auteurs, sans soin de· leur science, y cherchant 'leur fafon, non leur subject» (Essais, II, 363). La. actitud y no la letra es lo que le. importa ... El ensayo XVIII de Bacon, .«Of travel», se extiende· 'sobre consejos para el viajero porque no todo está en los libros y porque en el joven elviáje «is a part of education; in the elder, a part of experience». Y. el buen apr~vechamiento del viaje incluye mantet;ter correspondencia con los que se ha conocido en otros lug~;~res,. de modo que lo aprendido en .otras tierras «appear rather in his discourse than-his apparel or gesture» (Essayes, 55)· Y es que también el canciller ·británico gusta sóbre todo ·del ark de con­ver~ar que quiere• intercambio .de ideas y no monólogo, ya que «a good continued speech, lJ!ithout a good.speech of interlocution, shews slowness; and a good reply or second speech, sheweth' shallowness and weakness>> (E~sayes, I02). .

Esa peculiar relación de complicidad del ensayista con el leetor. nos 'lleva en derechura hacia . un par de fracturas retóricas que subyacen en la médula misma de .lo ensayísticó: por· una parte, a la legitimidad del yotcomo· soporte de la argumentación, lo que quebranta la convención inveterada de las artes persuasivas clásicas (todavía hoy las instancias ofic_iales y los solemnes ejercicios de los opositores se. realizan , en una ficticia tercera persona), y, por otra parte, .a la naturaleza discontinua; fragmentaria, inacabada; de la pieza que llamamos ensayo, lo que ame­naz'a el carácter ierrado y conclusivo·. de los géneros destinados a la con­vicción. De esas dos infracciones sacará, sin embargo, el ensayo·su fuerza y en esos intersticios construirá su pequeño y .lábil territorio genérico:

A la tradición clásica le repugnaba la argumentación en primera _per. sona. En su diálogo De senectute, Cicerón la justifica para su personaje principal, Catón el Censor, .e~ ·razón de .una edad y unos méritos •que 'le reconocen sín reservas -Escipión· y Lelio, sus interlocutores (en el prefa­cio a Tito Pomponio Ático, ,Cicerón dice haber puesto los argumentos principales en boca de .Catón <<quo maiorem auctoritatem haberet oratio»; en el diálogo el propio ·Catón• dice que «nihil necesse est mihi de .me ipso dicere, quamquam est ~id qui,dem senile aetatique nostnk concedi­tur»,· De .senectute, 64) . .Pero en los. albaceas forzosos del mundo clási~

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co; los Padres· cristianos, e'l yo cqmparece qe. un modo expiatorio; como la manifestación.de una rica experiencia aunque también 4e una concien,­cia de pecado y humildad ante el Creador ofendido (Olney 1972). En sus Soliloquia, Agustín de Hipona .hace dialogar, al humillado «Augus­tinus» con. una v'oz·interior, <<no. sé si de mí.m'4mo o· de otro, :interior o. ;xterior a mÍ», que se llama Razón:(Ratio) y que propicia la- confe­ston y el cons~elo .. Y, .al paso, .la constitución de un nuevo género litera' rio de introspección -'-<<Saliloquid vocari et. inscribí volo, novo quidem, et fortasse duro•nomine, sed ad'rem demimstranda satis idon'eo» (Obras; I, 564)-.que tuvo pronto felices seguidores: en De consolatione Phi­losophiae de Severino Boecio, ·el autor; condenado a muerte. por.el.ostro, godo Teodorico, es .. confortado por u~a mujer de 'rostro· reverendo Y' ojos ardientes• que es k-Filosofía titular: entre versos-. y. ·diálogos, el· avezado comentarista deja páginas inmortales sobre .el destino y la libertad, sobre la entereza y k muerte. En el Secretum de Francescó Petrarca; el autor h~bla de fÍ mismo con s~ maestro Agustín. de Hipona, .en preseñ­cta de otra ~mujer ·mistériosa ·que, en esie caso, es Veritas, la Verdad ~~~~ -

El yo· cristiano surge,. pues, de la introspección y del ·interrogatorio; como uri doloroso. 'trance· que. conduc~ del.hombre antiguo, pecador, al ~ombre nuevo, desengañado y arrepentido., Y por el camino; esta técnica Introspectiva ha ido reactivando todos los antecedentes clásicos que legiti­maban el recurso argumental a la primera persona: la epístola donde la f~miliaridad autorizaba el explayarse de la intimidad·(Concejo 1981), el diálogo dónde la viveza .discursiva de las réplicas ·y alusio'nes requiere del recurso frecuente a. lo propio; la biografía y la autooiografía como trama y armazón .de la narración de un proceso ile análisis conducente a un destino o .una conversión. De todo -ello conserva su huella el ensayo Y todas .estas formas se han aducido como antecedentes obligados del yo e~ayístico: un yo a la postre definitivamente secularizado porqw los terminos de la conversión a la verdadera vida del, cristiano se han trocado en ~1 nada fác~~ logro del horl)bre de experiencia. Tal.'Mont~igne, que exhtbe la autortdad de .su primera persona en los párrafos más citados d~l prefacio «.Au ledeur» de 1580: <<]e ·veus qu'on me voie en 1ma fafon stmple, naturelle et ordinaire, sans contantion ·et 'artífice: car..c'est moy q_ue je peins ... Ainsi, lecteur, je suis. moy-mesme la matiere de mon lwre» (Pascal ~60, Friedrich 1949, Olney 1972).

La consecuencia inmediata de esa remisión de la escritura al albur del yo que la escribe es ·la discontinuidad del resultado. Por eso el ensayo se emparenta con todos los. géneros· que confían su discurrir al.·azar de los

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reflejos del mundo en el espejo múltiple del yo o de los yo'es: a los ya citados -epístola, diqlogo, autobiografía- podrían añadirse los aJo~ rismos, las misceláneas o·los fragmentos. Y quiZá no fuera .desctlbt;/la.do pensar en,·los orígenes mismos de la novela moderna: ¿qué. vino a ser el Lazarillo sJnp la fusión. feliz de elementos folklóricos, apólogos y anécdotas· en torno a la luz de un yo muy ruin· que escri_be una ca~ta para contar los antecedentes de un caso que =por cierto- ya es clamoro- \ samente conocido del destinatario ~Vuesa Merced- y seguramente de los amigos de éste? ¿No se hallan a medio cami11o entre la novelizacíón \• decidida y el repertorio humanista· de casos y' hombres ilustres las Epísto-las familiares ¡ie"An(onio de Guevara que leyó con más que aprovecha­miento Cervantes? ¿Y qué es el Quijote sino la s~dimentación de dife, rentes formas narrativas del yo -cartas; diálogos; intercambios de historias oral~s y de lecturas públicas, listas de refranes apostillados-:- e~ tomo a una peregrinación (un camino) y a una farsa (dos persona;es d!Sfraz?­dos), que siempre están dispuestas a ser reemprendidas por sus protagon~s' .tas y jaleadas hasta la extenuación por sus espectadores, por ese fnso privilegiado -el barbero y el cura, el bachiller Sansón Carrasco, el ven­tero, los duques ... - de lectores en p'rimera instancia de la novela?

N,os hallamos, en suma, ante quebrantamientos del orden lógico por ra;;;ón· de la.~ urgencias o de los meandros del discurso. Y de un discurso que, de algún modo, se concibe como indefinido, como permanente ejercí, cío del ocio intelectual. Aulo Gelio, en la «Praefatio» de sus Noches Áticas, nqs conflt;sa ·sus dudas a la hora de bautizar su libro: «Na m­que ·alii Musarum insciipserunt, alii Sylvaruru, ille Ile.'ll"AOP, hic A¡uxkrHOtU Kegaa, quidam Lectionis ~uae, alius Antiquarum lec~ tionum ... Est qui Memoriales titulum fecerit, est qui IIea'YJLOl'TLXOl et Ilaeee'Ya et tuoaaxaALJCOl ... » (Noctes, 17)· La coquetería de la vacilación ilustra muy bien sobre la indefinición del género, sobre su arbitrariedad organizativa y, a fin de cuentas, sobre su secundariedad en relación con lo que supone verdaderamente central en el pensamiento. Muchos siglos después, un autor moderno, José Perra ter Mora, ha fingí, do la misma atribulada .perplejidad en la advertencia preliminar de otro libro misceláneo que acaba por tomar el nombre clásico de Cuestiones disputadas y el subt{tulo clarificador de «Ensayos de filosofía»: <<Encon' trar un título para una colección de ensayos es aproximadamente tan trabajoso como escribir esos ensayos. Por si la dificultad fuert;~ poca, se le agrega un notorio inconveniente: el hecho de que el autor tiene la impresión de que todos los tftulos que hubieran podido convenir a su elección han sido·ya·usados: desde la clásica Silva de varia lecci.<?n hasta

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las actuales Situaciones, 'Posiciones o Perspectivas no existe título que no haya sido ensayado y hasta reiterado» (1955:7). ¿Cómo podría extra­ñarnos que. el primer y delicioso livro de Ferrater se llamara Cóctel de verdad? En sus divertidas páginas de 1935 el autor rindió homenaje a dos maestros del pensamiento interrumpidó: a .D'Ors con urias «Nue­vas glosas antiguas» y a. Nietzsche con unos' «Aforismos filosóficos en ritmos .de I920». Y de su título general dejó escrito: «Sólo en. un cóctel auténtico está permitida la sublime facultad de abandonarlo sin que la interrupción cause amargura y sin que al levantar de nuevo, en Íin día de odo,.kcopa. medio vacía, se experimente ninguna necesidad de recof• dar el sabor antiguo. En un cóctel verdadero, lo más auténtico es la discontinuidad» (Ferrater Mora '1935:9).

Porque en lo ·que no vacila Gelio es ·en calificar su ritmo interior: de ordo fortuitus, que es -añade- el mismo que.antes «in excerpen­dum» -al seleccionar lecturas o noticias- había practicado. Más de diez· siglos después, Petrarca halló en el ordo ·neglectus ótra.Jorma de referir-· se a un discurrir más libre t personal. Y en 1904 Unamuno, en uno de sus más reveladores ensayos, defendió escribir «A lo que salga» y, .de ese modo, pasar de «escritor ovíparo» a «escritor vivíparo»: de fabulador que incuba largamente sus ideas a escritor espontáneo t directo de sus cogitaciones. Y no le parece mal que así sea, por· mucho que a los lectores pueda parecerles ahúso de confianza. Si así es, cavila Unamuno, es por­que en España no hay «rllel)'lorias íntimas, confidencias, confesiones», Y ello ha hecho que «la falta de intimidad es, en efecto, una de las causas· que me han hecho siempre más irrespirable el ambiente moral de nuestra sociedad». La capacidad de expresar convincentemente la vida i~te~or es la primera condición de una auténtica sociabilidad que no se l1m1te a la comadrería superficial de tertulia y casino: «Cuando alguien me echa en cara -y ha sucedido- el qúe hable y escriba siempre de m{ mismo, contésto siempre esto, y es que prefiero hablar en exceso de m{ mismo a no hablar de los demás, y que es mucho mejor pasarse la vida autobiografiándose que no pasarla murmüranilo del prójimo, q!le es como la pasan los hombres recogidos y dignos que celan con esmero su intimi­dad» (Obras completas, III, 532). Por esa vía unamuniana, volvemos a ~ identidad que se había enunciado: el territorio del yo y la disposición ab1erta -que admite y ampara todo- son los rasgos capitales de la larga historia del ensayo.

La fugaz alusión a Aulo Gelio puede servimos ahora para. establecer otra clave significativa, puesto qur; la forma de la miscelánea erudita 0 placentera ha sido esgrimida como antecedente seguro del ensayismo.

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Y hasta cierto punto :es verdad que la variedad y la curiosidad inherente a la éoleci:ión ·de ensayo$ ~:11la.zan con la historia. de esr género. Conven' dna; empero, .establecer alguna diferencia de peso. La infinita pacienc~ de Plinio el Viejo al compilar .las noticias de su Historia Natural, ·el ocio preocupado e inca'nsable de A u lo 'Gelio al disponer los· casos y las historias de. las Noches Áticas,. la búsqueda de la admiración y de lo lnsolito que preside la "Compilación de lp_ ya citada Silva de·varia lección de Pedro Méxía .o la persecuci'ón de lo. singular y pintoresco que. se ad• vierte en el Jardín ·de flores curiosas de Anton_io de Torquemada; obe­decen a, un .movimiento ·instintivo de .gusto por la variedad sorprtgndent'e. pero que rápidámente se resuelve en 'la··convicción de que lo aparenteme~· te anómalo no revela sino el orden secreto y misterioso del mundo . . Como ha intuido Michel Foucault, ·el sustentíículo filosófico y moral de la varie­dad 1 es, en el fondo, la confianza .en la similitud o y la creencia en una :dispositio escondida: .:seguramente, la misma que alimentó f.or. ·tan­tos años' el tópico .del .hombre como. microcosmos ·que ·reproducta en su pequeña armonía la lejana y grandiosa armonía matriz del macrocosmo~. (Foucault 19681 Rico 1970). . .

En el ensayo moderno. la· idea de variedad tiene ótro trasf~ndo: ya. no subsiste tras ella la convicción de la unidad sino la de la radtcal auto-. nomía de las cosas, la sospecha de la qusencia. de un paradigma único. El-~scepticismo. de Montaigne ante. las ideas comunes, su inclinación na­turdl por la experimentación, son -de modo más personal·y '"!:nos. elaborado- las mismas actitudes que llevaron a Lord Bacon a la.procla­mación del empirismo. científico y a la exorcización de .los idola que r~enjplazaba11 ante la opi11ión de los 111!Ís la ave_rigusu;ión i11.d.uc!íva ~e. la verdad, Repárese .en que. el título .de las misceláneas modernas cambta. de perspectil!a y no se ·refiere tanto al. objeto de ·1~ .. observació~ _co.mo, a ·la c¡ctitud inquisitiva del pbservador: ahora el rotulo que unifi_ca ~a pluralidad. ·de los trabajos es El espectador (en Addison .•o, dos siglos después, en Ortega -y Gasset), El censor (Cqñuelo), El pensador (Cla­l!ijo ), a -la par que se b¡.¡,scqn·{érmino.$ pqra dffinir la actitu_d de distancig, y reflexión del sujeto pensante (Meditaciones, Propos, Situations, Notas, Carnets, Dietarios).

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LA MODERNI·DAD DEL ENSAYO

El ensayiSta tej~ de modo infatigable ~u pensamiento, . tan indefinido, tan intermina'ble, tan afscontinuo como el mHndo que es su referei'Jcia, En~r:e 1914 y 1940 'el ensayQ unió a menudo sus destino~ a la ,qu,t; se ha llamado -con ,nombré bastante desafortunado- «novela intelec­tual»: las .novelas dialogadas de Aldous Huxley, las pp_rábolas católicas de G.K. Ch,esterto~;~,, La~ montaña !Jlágica de Tlzoma~ Mann, Belarmi­no y Apolop.tq de Pérez de Ayala y El hombre sin atti,butos de RoberrMusil defin,en sin apelación un'a épOf(l, ae, elucubración tefint;~da; ironía escéptica y, en el.fot¡dol profunda sensibilid.~p iaealista, condicione~ todas q~:~e fueron acusadas de t;scapismo culpable eh lo~ puros años treinta:

No deja qe ser curioso que las más ·brillantes reflexiones spbre la nece­sidad del ensayo (y; .a la ·Vez, sobre la derrota intelectual que, 4~ rr¡odo implícito, supone elt;n,sayismo como horizonte) ,tuvieran marco propicio en el .mundo de la literatura e,n lengua alemana' .entre 1goo y 1940: un m¡mdo donde hervían a ~a pez. los magnos proyt;ctos filosóficos y artísticos y. las formas más cnticas y pesimistas, los, síntomas más patoló­gicos de nacionalismo y las más lúciqc¡s conciencias internaciptJalistas. En. 19IO, el Georg Lukács más ·idealista y hegeliano escribía unas bellí­simas páginas <<Sobre la esencia y forma del f1Jsay.o» que, en forma de carta a Leo .P,opper, v(niero.n a ser el prefacio de, El alma y las formas, que, de hecho, es una colección de ensayos l(terarios. Para. el escritor, .el ensayo·.se caracterizaba po¡:. la existencia de un plus estético que le hacía. pr_e_valecer más allá de. la capucidad de su contenido c,rítico: los griegos lnventc¡_dos por. Winckelmann en sus trabajos sobre la esc~:~ltu­ra helénica o :los florentinos trazados por Bu,rc~,hardt en -su libro spbre el Renacimiento permanecerán en , nuestra sensipiÍidad aun cuando otrps historiqdores mejoren el .conocimiento .científico del s,iglo de Pericles o del de Lorenzo el Magnífico, .El ensayo no inventa nP.da nue1.1o sino que lo ordenª de otro modo. i<Su paradoja -escribe Lukács- es casi la misma que la del retrato» (en el terreno de la pintura), donde llama­mos «parecido» a una «sugestión de vida, porque sabemos que los· pinto­res han de· librar grandes batallas ante otros. hombr,es para alcanzar este ideal de expresión, porque la apariencia y el término para calificar esta lucha no. puede ser otro que el de lucha por la semejanza ... y así es como más o menos me imagino "la verdad" del ensayo. Ta~bién aquí hay una lucha por.la verdad; por la corporeización de la vida que alguno ha .extraído de un hombre, de una época o de una forma, pero

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nada más que de la intensidad de la tarea y de la visión depende si podemos obtener, o no, de lo .escrito una sugestión de vida» (1984:48).

Bastqntes años después, Theodor Adorno asociaba el ensayo a Ufla suerte de· rasgo pueril de la inteligencia que reconoce y se exalta ante la pérdida de _la unidad y la totalización y que no se· arredra ante la jlam{gera condenaci4n del «todo está escrito»: «En vez de producir cien· t(fkamente algo o de crear algo artísticamen.te, el esfuerzo del ens,ayo refleja aún el ocio de lo infantil, que se inflama sin escrúpulos con ló q.ue otros ya han hecho. El ensayo refleja .lo odiado y lo amado en vez de presentar el espíii.tu, según el modelo de una ilimitada moral del tra­bajo, como creación a partir de la nada. No empieza por Adán y Eva sino por aquello de lo que quiere hablar: dice lo que a su propósito se le o<urre, termina cuando él mismo se siente llegado a su final y no dpn~e no que4a ya rastro alguno: así se sitúa entre las Diversiones ... El ensayo tiene que conseguir que la tota-lidad brille por un momento en un rasgo parcial· es~ogtdo o· alcanzado, pero sin afirmar que la totali­dad misma esté presente. El ensayo corrige lo casual' y aislado de sus comprensiones haciendo que éstas, ya sea en el propio decurso, ya sea en su relación, como piezas de mosaico1 con c¡tros ensayos se confirmen, se multipliq,uen y se limiten» (1958:28).

Y: es que, como varias' veces hemos dicho, si el ensayo apela al ensayis­tá sucede porque no existe el ensayo aislado sino u~ complejo· asedio ensayístico al huidizo reducto de la verdad moral. Al escribir las líneas que acabo de transcribir, Adorno podía estar pensando en una figura• que líneas atrás se ha mencionado al paso, la de Walter Benjamín, de quien sería· albacea tras su trágico suicidio español. E[· estado natural (y a me­nudo único) de la obra de Benjamín son las notas sueltas y su método predilecto de abordaje fue la potenciación de una nimiedad hasta conver­tirla en clave• de una interpretación: la contemplación del plano urbano de París le suscita la idea del flaneur como usuario, como parásito y como testigo de la ciudad que es escaparate del capitalismo moderno y de su peculiar entendimiento de {as relaciones humanas; de la idea de flaneur puede pasar sin transición explícita a una deslumbrante inter­pretación de Baudelaire como poeta de una época. En el fondo del méto­do de Benjamín subyace una idea de. unidad -que en un marxista es dialéctica, no orgeJnicista- que le permite transitar de lo mínimo a lo mayor ~.través de lo «significativo»: su misma ·superstición de, acumular las citas ajenaS' ·-ya sea como lema, ya como pretexto de escolio- nos lleva a las características del.ensayista paradigmático, donde -como se ha dicho· alguna vez...o... conviviría el avezado crítico marxista y el herede.-

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APUNTES JUNTO .i'\L ENSAYO 25

ro involuntario del comentario talmúdico, ·obsesionado cow la idea de la interpretación del Libro-universal y único, No en vano, W~lter Ben­jamín soñaba con una articulación de su obrq total a través .de un título muy demostrativo de la·ít.~dole del empeño de confluencias y laberin­tos, de ~entrali~ad científica y marginalidad recreativa: Parque Central fue ese titulo postble. Pero hubo otros.-.. Et.~l932 escribía a su amigo Gershom Schole~ a propós.ito d~ la elaboració~ pendiente. de sus obras Los pasajes de Pans (otras vece~ cttada co.mo Pans, capital del siglo XIX), Ensayos completos sobre hteratura, Gartas y Utla monografía sobre el hachís: «Las f~rn;as de .expresión literaria que ini pensamiento se ha procurado en los ulttmos dtez años están del todo determinadas por las medidas de prevención y los antídotos con {qs q~e tengo q,ue afrontar la desintegración que, a causa de estas co~tingencias, amenaza mi actividad filosófica. Así, mucho~ o a[~u~os de mts trabajos son victorias en lo pequeño, pero tienen sus correfpondtente~ derrqtas en lo grande» (1987:21).· . ~Es quizá .el e,nsayista una derivación patológica del científico 0 del

filo:ofo, un cten~ífico· ~emasiado impaciente, .un filósofo a ráfagas, un críttco en.amqradtzo e tnconstante? En una de las mayores· novelas de nuestro stglo, El hombre sin atributos, el escritor austríaco Robert M u­sil n~ vaciló en convertir a 'Ulfich, su protagonista: tan irresoluto y bienin­teneton~do, tan víctima rropicia, del hundimiento del absurdo imperio de Kaka~ta, ~~ ~n «ensaytsta»: <<El no era filósofo. Los fiJósofos son opre­sores st~ e;emto: por eso someten al mundo de tal maneta que lo cierran e? ,un ststem~. Posibléin.ent~ ése ~s el motivo por el que existen grandes filosofos en .. epocas de ttra~ta, ~tentras. 9ue en los tiempos de progreso Y demo.craeta no surgen filosofías convtncehtes ... Ha..bía algo en el ser de Ulnch que obraba de un modo distraído, paralizante, desarmador contra el·o;~~n lógico, éontfa la voluntad· inequívoca, contra los impulso; de la ambtcton concretamente dirigidos, y también eso estaba comprendí' do con el.,nombre/or él elegido ~e "ensayismo" ... Un ensayo no es la expreston provtswnal y accesona de una· convicción que podría ser elevada a verd~~ en ~ná oportunidad mejor ... sino que un ensayo es :forma defi~tttva e mn;~table que la vida inte.rior de una persona da

un pensamtento categonco ... [En los ensayistas] su reino está entre la re.ligión ·y la cfencia, entre ejemplo y doctrina, entre el arhor iritellec­tuahs y la poesta: son santos con y sin religión, y a veces son también hombres enredados en una aventura» (1965:Jo8-J09)· . ~laro está que el ensayista corre el riesgo de la frivolidad y de la

ttbteza que, a fin de cuentas, son rasgos de nuestro tiempo, aunque éste no fuera el caso de Walter Benjamín. Pero ·sí debió· de serlo de aquel

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europeo prototípico de hacia I9JO, «the deliberated man>>, que W.H: Auden estigmatizó en el primero de sus poemas 'de Another Time (I940), el'·libro que fue. su summa y despedida, a la vez, de la edad del compromiso político izquierdista. Y allí, ese «de!iberated trian>.> es

A, militant inquirer, The friend, the .rasp, the ennemy, 'f.he' Essayist, the able, Able ·at tim~s to cry.

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HIPó';n{SIS SOBRE LA PECULIARIDkD

HISPÁNÍ.CÁ DEL E'NSAYO

«En Esppña siempre hubo .libertad de ingenio, o, por grave.dfyi, o ,por na tiJa cólera de la nación, que ·no por falia de il}ve.ntiva. Sus dos prime­ros ihgenios, Séneca en lo juicioso y lyf.qrcidl en lo agudo, fundaron esta opinión, acreditaron este gusto. Prudente aq}'lél, nunca pudo sujetarse a los rigores de un i/i$curso, a la. afectación de una traza; y si los émulos apodqron "arena sin cal" ,(menos mal- dijeran granos de oro sin liga) el rakdal de su doctrina, los apasionados aclarru~rot;t por gravedad españo­la, opuesta en, todo a los juguetes de la invención griega. Escribió epísto, las,. que es más libre modo y el más licencioso para decir cuanto hay; sin atarse, ni obligqrse; entra y sale, cómo y cuándo·quiere, qu,e C!!lnque no es de tanto artificio, es de más gustO>> .. Así leemos en la Agudeza y arte de ingenio (pp. I68,-I69) de Balt{lsqr Gracián y resulta, una fácil, . aunque peligrosa, tentación dejar~e llevar de unas sugerencias que convertirían. a España e.n patria de la <<libertad de ingenio». Aunque. con tqtl notable impropieclad como denominar a Séneca y fl Marcial <<es­pañoles» después de todo lo que escribió Américo Castro ...

Pero parece indiscutible que la hegemonía del yo procedente de la «cólera española» ha sido una notable constante artística entre nosotros~ Si bien .se piensa, la.s letras hispánicas de la madurez medieval, a princi­pios del siglo· XIV, surgieron amparadas en dos yoes muy distintos pero muy coincidentes en su función de riferencia ejemplar: el artificio auto­biográfico del·«]uan Ruiz» que etJhebra la variedad del Libro de buen amor, tributario a ·buen seguro dé raíces ovidianas ·mucho más que m u; déjares, ,y la referencia personalizada de un señor de escasa fortuna, políti­ca, donJuán Manuel, empecinado en erigir a su memoria un cenotafio de letras, abierto a ·la revisión (recuérdese el porqué del título del Libro infinido), poblado de reflexiones sobre moral práctica, de informaciones

APUNTES J,UNT.O AL -ENSAYO

enciclopédicas. y hasta de patéticas-fábulas de. linaje (léase el .. Libro .de las armas), que Juera, como un .. remedo' personal a la sombra .del vasto conjunto :de ,la .obra. alfonsí. Más :tarde, fray ;4ntonio. de Guevara,Ja madre Teresa.de]esús, Hernal Díaz del Castillo, Cervantes, .Lope~ Queve4o o Gracián podrán _ser testigos .elocuentes de cómo otras irisacio'ties del yo pueden· tejer en su to~no complejos .edificios de literatura: en el caso de Gúevara por mor de la ambición cortesana~que ·llega a ·la facecia estilística; en,el de reresa, por razón de una '<<humildad» que se t~eca en coqueteríai,de la persuasión y ~ Javqf de una sencillez expresiva que descubre el difícil encanto· del.. desorden, ·de. modo_similar a .como. el solda­do viejg_ydesentido que'fue Bernal.,Díaz encuentra la vi!Jacidad del recuerdo a·vueltas del cuen~~;de swdespecho; en la persona de .. c;ervántes porque. todo se' torna juego de espejos entre, el Jrácaso literariO. y. la íntima convicción de e~cribir m'uy bien, cofno en Lope de :Vega porque .la.expan-, sión 'a¡ei:tuósa.todo lo.contamina y necesita!inéluso del_heterónimo -_Tomé de Burguillos- para .ampliar el .marco .de la autorreferencia; én Quevedo porque_.,todos. los géneros hierven eh ·su. 111isma ·personaliclad hecha: estilo. indeleble, y en· Gracián pórque el" mucho .orgullo tiene que disimularse tras el seudónimo obligado y porque la ambición de _una carr,era literaria se oculta iras ·.el aforismo· cortante 1' enj~to (Spadat;cini-Talens I988).

Pero no hay sino recordar: ·que toda::la novela picaresca fue, sin duila, muchas cqsas -,denuncia de la miseria .mercantilista, glosa del fatalismo social del Antiguo Régimen, crítica erasmiana de,.lá rutina estamental o reflexión .contrarriformista sobre el tema de la Gracid- pero, sobre, todo, fue una qu.e se inscribe desde entonces en .. los .anales. de la ;retóriéa:, la capacidad del .yo· narrativo para engarzar caso. y sermón, historia y moralidad, .. en una unidad artística inextricable ... ¿Y no es 'otra mpdúla­ción del yo la espléndida pintura española de retratos del XVI -la mejo'" secuela de la it_aliana .del Cinquecertto,.junto a .la Jrancesa-1 cuya ga­lería de ·ojos' negros, graves y profundos. nos escruta toclavía d~sde lds paredes de nuestros museos? La literatura española no he¡ ~ido nunca propicia a la autobiografía naturalista ¡;onvencional, pero lha sido_ muy. rica en lo que pódríamo~ llamar autobiografía abstracta,·y que· tan a menudo sorprendemos en. las dimensiones simbólicas de ·la iconografía retratística barroca. (Mainer I986): e11 explor{lciones de·.ese- yó que casi nunca se comp./ace eir.el' despliegue de.sus anécdotas sina en la escueta, a veces angustiada y siempre orgullosa afirmación de su existencia. En los hondones, al cabo, de lo que Cracián llamó «la gravedad españO'la»:

Quizá ese sea. el·lugar más idóneo para el cultivo del ensayo. No. deja de ser significativo que en el siglo X.VIIJ. las Cartas marruecas

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28 JOSÉ--CARLOS MAINER.

de Cadalso nacieran en la compleja encrucijada del esbozo de una novela satírica, del consabido modelo epistolar de Montesquieu, de la larga som­bra personalista del senequ,ismo y, al fondo, de la burla derogatoria de Quevedo presente en la «Protesta literaria del editor»: rosa de los vientos que sólo pudo reducir a aziinut cierto la presencia del yo. Algo menos de un siglo después, el krausismo encontró su: plasmación más· atrayente en dos semificciones autobiográficas que expusieron lo· que' tenía de con­flicto íntimo mucho mejor que las largas y densas páginas del Ideal de la· humanidad para la vida de Julián Sanz del Río: me. refiero a la Memoria testamentaria de Federico de Castro y a la Minuta de un testamento .de Gumersindo de Azcárate. ¡Y cuánto no. tuvo la obra -entera de Clarín de compleja autobiografía de su intimidad ética, que quizá· halló su molde más revelador en la disposición miscelánea de los Cuentos rrwrales de I896! Miguel de Unamuno, su discípulo en ta'ntas cosas, se constituyó también en ejemplo vivo a través de narra, ciones (desde la .recién descubierta Nuevo mundo a las páginas tardías de C6mo se hace una novela) donde los géneros -el ensayo, la auto­biografía y el> relato- se hacen indiscernibles. La activa presencia de un complejo sistema de personajes alter ego (vicarios autobiográficos, en puridad) en la literatura española del. siglo XX contribuyó poderosa­mente a una sugerente contaminación intergenérica y ratifiéó la impor­·tancia del yo abstracto· entre nosotros: no hará falta recordar al propósi­to al\Rubín de Cendoya orteguiano o al Sigüenza de Gabriel Miró, por np citar al Antonio Azorín que fogocitó el nombre de su creador o los heterónimos de Antonio Machado que también acabaron por alzar­se co~ la propiedad de .lo mejor de su poética tardía.

Inéluso, .al calor del yo, regresó entre nosotros el viejo talante de la miscelánea. No sabría definir mejor. lo que significan aquellas notas, desahogos, digresiones contumaces, fragmentos de autobiografía, que Pío Baroja gustó .reunir bajo nombres .tan reveladores como Divagaciones apasionadas, Vitrina pintoresca, -Las horas solitarias o El tablado de Arlequín, por no llegar. a la estructura dispersa -entreveramiento de, recuerd'?s, noticias y fantasías- de Juventud, egolatría y de sus mis­mas memorias Desde la última vuelta del camino. En su· huella direc; ta, también Ramón J. Sender [I970:I79-r8o] ha concebido el ensayo como «una especie de monólogo documentado. Inspirado y, si es posible¡ iluminado» del que ha dado testimonio en libro tan singular como su tardío e :importantísimo Monte Odina. Las lecciones no han sido bal­días: .en el amplio ámbito de. la obra de Juan Benet que puede abarcarse bajo el rótulo. de. «ensayo>> pienso que están muchas de las cosas que

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APUN:rES :JUNTO AL ENSAYO 29

aprendió de Baroja (la habilidad de hablar de sí mismo con cierta distan­cia y la capacidad de engarzar sentimentalmente lo digresivó). Del mis­mo modo que en la obra más reciente de Rafael Sánchez Ferlosio está presente la viva herencia de prosa hablada y fragmento mínimo del Juan de Mairena machadiano.

EL ENSAYO EN SU BIBLIOGRAFÍA ESPAÑOLA

¿Puede inJerirse de esto que Espdñp es la patria privilegiada del ensayo? En un libro de síntesis sobre 'La prosa didáctica del siglo XVI, Asun­ción Rallo"'no ha vacilado en usar el término de ,;'ensayo» incluso donde puede parecer impropio (así, al hablar de «Los modelos ·ensayistas del erasntismo») y afirma sin ambages que «aunque Montaigne pusiera nombre al género, la prosa espafiola del siglo XVI significa la primera época del ensayismo europeo» [1987:1]]. Pedro Aullón de Haro, que en 1984 ya escribió .un ·manualito sobre. EL ensayo en lo,s siglos XIX y xx, es autor de otro sobre Los géneros ensayísticos del .siglo XIX, en la misma colección donde se publicó ei' de Rallo, en el que. usa con lar­gueza la designación de <<ensayo» y cree «indeclinable y de gran urgen­cia» estudiqr·el qesarrQUo del gét:~erp entre nosotros pprqu~ «ha gozado en la marcha de las' letras españolas de una posición en manera alguna oscura, antes bien de gran relevancia, de acompañamiento constante». Por falta de tradición filosófica y por falta de un estado que Juera garan­te de una activi,lad in te lectua 1-de más Juste, viene a afirmar que «buena parte de la filosofía y la reflexión científica española se halla diluida en" tre multitud de páginas de la más diversa índole ensayística» [I987:IJ-I4].

Pero la dilatación del tér,mino «ensayo» viene de atrás y la han practi­cado casi todo~ los .que han tratado de definir algún género afín. En 1966, José Luis Vare/a enlazaba el «ensayismo» Jeijooniano con la «li" teratura mixta» de ·las misceláneas áureas de Pedro Mexía y Juan de Zabaleta. Y en 1954, Alfredo Carballo Picazo, en un trabajo extenso, conspicuo y algo gris, además de pionero, había establecido una amplísi­ma genea'log{a del ensayo en España, no mejorada por la síntesis poste­rior de Donald Bleznick [ 1964]. Desde algunas fechas antes, Juan Ma­richal venía trabcifando en lo que en 1957 iba a. ser :m pn'mer libro y una .de las muestras más brillantes ·de la escuela estilística española: me refiero a La· voluntad de estilo, que en ediciones posteriores ha permutado su título·germanizante por ~u subtítulo, «Teoría e historia del ensayismo hispánico». La atractiva tesis de este •volumen es precisamente reducir a términos de ensayo una amplia gavilla de literatura personal

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• JOSÉ-CARLOS 'MAINER

impregnada de voluntad de·estilo, una. uoluntad que.se cánfigura como «agente· de constante .auto"imitación,. y-puede asimilarse a la función ge­nérica que los antropólogos denominan .role: el escritor· quiere acentuar, o atenuar según los casos,csusproplos rasgos.fisonómicos para s~r rec.otJo­cido por un grupo social coetáneo» [1957:8]. Toda creación literaria, concluye, es en primera instancia ,auto-creación del sujeto, búsqueda de la singulari~d que acaba por pagar tributo a la ~.utp_bipgrafía COf1 ánimo de hacer valer la opinión, por lo .que, de 'nuetio, Espaila 'vendría g s~r «tierra madre del e~ayismo e,uropeo (juntó a Inglaterra, su morada tra~ dicionalj»._De ese. modo, la disposición personal. de lo discursivo integraba ·las diferentes <<jornadas» en las que Marichal· se. a.soma al ensayismo hispánico: en ellas habitan Alonso de Cariagena, las semblanzas ·de ClarQ~ ·varones de Castilla,.de Fernando del Pulgar, los escritos de Teresa· de Cartagena, las cartas de Mosén Diego de J( a lera, El Yictorial.de. Gu­tierre Díaz de Games, las epístolas de Antonio de Guevara, Te.resa de Jesús, Quevedo, Feijoo, Cadalso, Jovellanos, Unamuno, Ortega, Américo .Castro y Pedro Salinas.

Pero ya antes 'un excelente crítico de principios de siglo había adverti­do la consustancialidad del pensamiento hispánico y la forma ensayo, En ·su trabajo· «La literatura española contemporánea>~, Andrés Gómez de Baquero, <<Andrenio», advertía que en España «el ensayo ha adquirido considerable importancia. Su crédito es. tan reciente que todavía disputan los p!fristas la legitimidad de la palabra ensayo· en castellano,. con la -significación de un género de escritos. El aprendizaje de la crónica perio­dística; que es un ensayo menor, la. aflciówa 'las- moralidades, tan antigua en la , Jiteratura española que. acaso arranque de la. trq~ición senequista, y la falta depa_ciencia y vocación para. la disciplina científica, .han fomet]­tado este géne'ro mixto de. literatura; que tiene fondo didáctico, sin las exigen~ias del trabajo científico, y que adorna con las galas .de la palabra toda clase de lucubraciones, correspondiendo también, por esta parte, a ·la verbosidad yfacilidad para 1a elocuencia,. propias de la gente españq[a>>. .[I928:rr6-II7]. En un artículo algo anterior, no faltaba a la práctica común de remontar lo más .lejos posible el origen del cultivo de lo ensa­yístico: «lJon Antonio de Guevara es un ensayista. Lo es Juan de Val­dés; también Quevedo y fray .Luis de León en sus Nombres de Cristó: Gracián ,es asimismo ensayista eminente. ·Sobre. todo, las Empresas po­líticas de Saavedra Fajardo, son una serie ordenada de ensayos. E!!Sayis­ias son Feijoo y el Padre Isla en. el siglo XVIII. En el siglo XIX, Larta es un ensayista condensado. Campoamor y Valera cultivaron el ensayo literario; Los ocho Folletos literarios de. Clarín son ensayos ~uy carac-

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APU.NT,ES •JU.NTO AL ·ENSAYO 31

terísticos>> [I924:r44~I45]. Pero, por supuesto, la edad de oro del ensa­yismo es la época conteritporán~a; cuando coinciden el desarrollo del pe­riodismo; la <formación de ·una .clase. media intelect!:lal, que ac'!so no puede leer tratados, pero sí puede l~er ·ensayos», y; sobre todo, la compa, recencia de una· generación· ile escritores, los ·del 98, cuyos es~ritos «han querido ser, adrmás.de una interpretación, un examen ·de conciencia. El alma española se ha ·asomado a sí misma con un interés apasionado; buscando en -lo {ntimo del pasado y del" carácter la respuesta 'a la Esfinge que le salía al camino» [r92!P47J. Bajo· el rótulq de <<la pléyade de los ensayjstas» recogía Gómez de Baquero' los nombres m4s significati­vos de los cu}tiv.adores ·del género, precedidos de Ganivet, el precursor de quien «sus novelás ... , tienen; más que· carne. de novelas, alma de ensayos»: Unámuno («prítíéipe de los ensayistas>•), ·Ortega, Azorín («sus novelas· son ensayos noveládos»), D'Ors, Pérez de Ayala, Grandmon­tagne, Maeztu y Araquistdin, a los· que añade eri apéndice a Manuel Bueno; Miguel de los Santos Oliver, Gabriel· Alomar y José Mát'íg Sa­lavemd. ..

Pero la vini:uldcióh ·del eñsayo y eÍ pensamiento· español no fue siem­pre· vista con tanta benevolencia. A Jósé Ferrater Mora -que ya he citado en más de una· ocasión-"- le divierte que el pensam'iento no tenga un molde exclusivo y :convencional de expresión y que' busque su acomo­do· hispánico en formas marcadamente literarias: «U~os han escrito· trata­dos, otros diálogos. Unos han confeccionado "summas•, otros aforismos. La lista de los modos de expre~ión filosofica hasta ahora usados es larga: diatribas, exhortacioneS, ejiístdlas, confesiones, glosas, comentarios, .dispu­taciones, ensayos, artículos, guías, aútobiografías y 'hasta diarios y nove­las ... La conclusi6n parece obvia: en filosofía se permiten muy diversos modo~ de expresión» [r98.5:t2o]. Pero para un pensador tam.bién forja­do eh el exilio, Eduardo Nicol, el <pensar por ensayos» (la feliz expre­sión es de un artículo de Eugeni d'drs· en i953 que vale por sucinta historia del' género) entrañaba la renuncia del pensamiento' a «que· se constituyese una nueva paidea española y ~:~na nueva aristeía» y ahí fracasaron, a su entender, los tres máximos pensadores de anteguerra, Ú~amuno, Ortega y D'Ors, en quien~s 1a filosofía «será ilel tipo ideo lo: gía, pertenecerá algénero ensayo» [I960:IJ4-IJ5]. Años antes,' en I944 y en una Españd, ín.telectualmente' bajo mínimos de sobrevivencia, la re: vista La Estafeta Literaria abrió una encuesta so.bre el género en la que intervinieron Gregori_o Marañón, Guillermo Díaz-P(aja, Ju'lián Ma­rías, Francisco Maldonado de Guevara y Ernesto Giménez Caballero. Con unos u o'tros matices, la mayoría ·de los concernidos se pronunció

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32 JOSÉ-CARLOS MAINER·

en términos fávofables al ensayo. Solamente el catedráticp ~almantino M~ldonado -que poco después exhum6 un r.6tulo clásiéo r orteguiano para titular los suyos. de I95F «salvaciones»- apunt6 lá relaci6n estre­cha del ensayo con el diletta.i}tis'mo y con géneros, como el .paisaje pict6-rico, que corresponden· a edades de curiosidad contemplativa y de poca atenci6n a las finalidades. En el prefacio .del citado }ibro Cinco salva­ciones escribiria que <<el pesaje y la medidá>> que etimol6gicamente supo­ne el ensayo «constituyen también esencialmente un peligro, un riesgo. Como proceso total y doloso, la industria del hombre frente al hombre y sus artefactos -ideas, cosas.,. eo,mienza por el ensay~ y,. para que sea eficaz, ·se consuma en .la salvaci6n» (Maldonado I95J.'I2). PerQ fue, por supuesto, el falangista Ernesto Giménez Caballero. quien /ley6 :más lejps esos argumentos condenatorios: «El ensayo es un género nacido a la .literatura cuando el tratado jep]6gico y dogmático de nuestra Edad de' Oro decaía .. .Fue el gét)l;ro "experimental» surgido como r:eflejo se_udo­ci~ntifi(p del método inductivo inglés ... Los ensayos n9 apgrtaban_prue­ba's; al contrario, iluminaban dudas. El ensayo es el género que más ha contribuido al escep.ticis,m.P -desde los Essais de Montaigne.,..,- y a la:descatolizaci6n de la vida. Nosotros hemos reaccionado salvadoramen­te. contra ese glne;o liberal, tan encantador y tf!fl m.aléflco, que ha sido el ensayo» (en Mainer I984:262-263):

,¿Resultaria que ,un({ guerra civil, nada menos, se había desarrollado para salv,ar (l J~spañd del ensayismo liberal? Y, sin embargo, pos años dápués de lós desahogos de Giménez, Gregario Marañ6n daria a la luz sus Ensayos liberales, título cas.i tautol6giw en la intenci6n y donde la estructura dialogal rxplícita está presente en «Dos mo~6logos sobre la prensa y fa cultura». Cinco años antes de la encuesta de marras, uno de los preguntados entonces, el critico, Guillermo píaz-Plaja, que tantas veces cumpli6 una impagable labor de puente con el talante cultural ante­rior a I9]6, dio la raz6n ál celo inquisitorial del autor d~ Genio de España y medit6 que «todo ensayo es una auto-e~opeyq, porque todo ensayo es el producto de un choque entre un yo mimético y lo que le rodea ... Ahora, bien: es evidente que ,para procurarse el auto.rretrato espiri~ua./ -la auto-etopeya- es preciso, primero que todo, sentirse pro­plemático y distinto. Es imposible buscar al ensayista entre espíritus ~ni­formes por educaci6n o vocpci6n ... Todo ensayista es, en este senttdo, u,n hereje d~ la unidad. Se sabe diverso y necesita el conocimiento de SU y~» [I9J9."I66]. .

Conjuradas las atroces profedqs del vidente de I944, parece claro que -cincuetJttJ años después- el ensayo goza de buena salud entre noso-

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APUNTES JUNTO AL ENSAYO 33

tros. Quizá porque es un género maleable y adaptable, igual que las plantas de raíces aéreas que absorben sustancias nutrientes de lugares inverosímiles. Como verá el lector en su momento, los escritores de hoy -pensemos en Pere Gimferrer, Antonio Muñoz Molina, Miguel Sán­chez Ostiz y Andrés Trapiello- han dado en cultivar el dietario, que es un modo embrionario pero significativo de ensayismo. Y están obte­niendo llamativo número de ediciones, volúmenes de ensayo que las listas de «libros más vendidos» colocan todavía bajo la rúbrica anglosajona de «no ficci6n»; no me dejarán mentir textos tan excelentes y diversos como El surco del tiempo de Emilio Lled6, Vendrán más años malos y nos harán más ciegos de Rafael Sánchez Ferlosio, La tarea del héroe de Fernando Savater, Virtudes públicas de Victoria Camps, El héroe y el único de Rafael Argullol y Teoría y refutación del ingenio de José Antonio Marina, por poner ejemplos tan irrebatibles cuanto insufi­cientes de una tendencia. Se publican ahora colecciones de aforismos clási­cos, se anuncia a bombo y platillo el regreso a Gracián (ha circulado una perversa adaptaci6n del Oráculo manual para uso de ejecutivos ... que no lean el Camino del Beato Escrivá, más útil a los mismos prop6-sitos aunque la prosa sea peor), mientras que las colecciones de clásicos griegos y latinos -un sorprendente negocio en el país que ha extirpado las lenguas antiguas de su bachillerato- venden, sobre todo, obras mora­les. Hasta cuatro ediciones diferentes de las Cartas morales a Lucilio, de Séneca, he comprobado que conviven en los estantes de las librerias españolas de I995· Parece como si en este tiempo resucitara la norma neoestoica del siglo II de nuestra era o se recuperara el tacitismo que marc6 la vida intelectual del XVII, tras haber descubierto, no ha mucho, la ironía romántica y el neonietzscheanismo, m;dos de pensamiento que se acuñaron naturaliter en fragmentos: formas todas que quizá no defi­nan satisfactoriamente el ensayo, pero que sí acotan el perfil inquieto de nuestro fin de siglo y, por descontado, avalan con largueza la oportu­nidad de esta antología.

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PRÓLOGO

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1. MONT i\IGNJ3 Y.l,Q~ P~J;QUR,SQRJ;S DEL ENSAYO

Con nombre propio, el ensayo aparece cuando se publican en 15S0 los prl.meros dos libros de los Essais de Michel de ~ontaigne,' aunque~ s<;gún, señal;¡ ;E.l.V. T!!ll~ [~96~], e.l signific~~o literario del vocablo no se cqnsolid~ hasta la edición de 1588, qjle consta ya de tres libros. Pocos años ,después, el término se difunde gra­cias a. la )nfl~ep.cia de \os Essayes (!~97) de FraQcis Bacon, que tomañS'u títufo de la obra de Montaigne. En su monografía sobre el tema, Hugo Friedriéh [1949,:35''7] advierte que Bacon emplea por primera V!!Z <<corp.o deqomi:nació1;1 de un género preciso» la palabra ensayo, por referencia a la obra de Montaigne sin dud'a; pero también con 'la idea de que el ensayo <<como forma de la prosa>> no carecía de precgrsores antiguos.

En todo éaso, le corresponde al .escritor francés ef mérito de haber inaugurado el nuevo .género literario, aunque ello no signi­fica, por supuesto, que los Essais carezcan de antecede11tes o· de precursores en \a tradición óccidental. De hecho, en lós estudios clásicos sobre los orígenes de la obra .de Montaigne, como el de Pierre Villey "[1908], se aducen ejemplos más o menos discutibles que podrían rem,onta~se li,asta ·la antigüedad grecolatina, como las epístolas de Séneca a los 'Moralia de Plutarco, precursores ambos cuya influencia reivindica Montaigne ya desde el propio título ilel ensayo titulado «Úefensa de Sénecá 'y Plutarco>> (II, 32).

Añora biep., ei problema no es descubrir la influencia de la lec"' tura de una obra cualquiera en la génesis de los ensayos de Mon­taigne, sino estudiar la tradición literaria del ensayo a partir de su~ característ¡cas. genérica~ más sobres~lieQte~, como ~u relativa brevedad, la presentación personalizada del conocimiento o la frag­mentación en las distintas partes qu·e componen los ensayos. To­das estas ca~acterfsticas se deben abstraer con independencia del estilo particular de cada ensayista, que puede ser diverso, .como se observa nada más comparar someramente los Essais de Mon­taigne y los Essayes de Bacon.

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PRÓLOGO

ORDEN. F0RTUITO Y AUT.OBfOGRAFISMO

La originalidad de los Essais se j~stifica dentro del género al que pertenecen, definido .al mismo tiempo po~ su orden fortuito y por su autobiografismo, como señalá Máiner [1983:20]. En· los ensayos1 Montaigne subraya de manera .'insistente 'la identifióttión ent~e vida y obra, con un marcado sentido autobiográfico: <Je ri'ay pas _plus ~aict IP:On livre que mon livre m'a faict, livre con­substantiel'a son autheur>> ('No he 'hecho .mi libro má~ de lo que mi libro me ha ·hecho, libro consustanciai a su autor', Essais, 11,

18). En principio, esta asimilación de la vida .a: la .obra de uh escri­to~ no es peculiar de Monfaigne ni de los Essais, sino propia dé cualquier creacióg literaria.' Sin emoargo, dentro de la tradiciÓn: dJ la. prosa didáctica, es qra~terístico del ¡!nsayo el desplazamien­to que se produce del foco de atención desde la matéi:ia tratada h~cia el individuo, de modo que resulta imposibíe extraer ense-· ñ~nzas opjetivas ni conclusiones expuestas en orden sistemático.'

,E,q e_l c;:nsay~. se nos presenta un pensamiento en. continuo mo-. vi¡niento o in fleri, C9WQ -e~cri~e Montaigne: <<une continuelle ag1-tation et mutation de mes pensée~>> ('\a continua agitación y nÍl!­tación de mis pensamientos'., Essais, III, 9). De modo que el Íector, n,ó es capaz de reconstruir un sistema doctrinar o científico, pero o~tiene a. ~a,mbio una imagen fidedigna del modo de pensar def en~ayista, o de su. co~4ic~ón humana Ínás íntima. Ésta es la nove­dad que subraya Erich Auerbach, [19-4-?-:,289] ~n su e~tu,dio spbre los Essais: el punto de vista de Montaigne ilumin;t <<las coi].dido­nes generales de la existencia hum~na; encuadrado en una situa-

·'Por ejemplo, recuérdese la-afirmaCión que hace Cerv:¡_ntes, por•boca de. Cide Hamete, cuando habla con su· pluma en· el.último capítulo de Don Quijote .(JI" 74)~ <<Para ,mí sola riació don Quijote, y yo para él; él supo obrar y yo escribir; solos los dos somos para en uno». - ·

2 Probablemente ésta sea la diferencia más importante de los Essais de Mon­taigne con respecto a la tradición didáctica en la que el testimonio personal sirc vé, sóore todo, -para au'tentificar el conocimento transmitido. Por ejemplo, ·don Juan Manuel afirma: <<Et porque este libro es de cosas ql!e yo probé, pusi en él las de que me acordé ... Et porque esto non sé cuándo se acabará, pus nombre a este libro el Libro enfinido, que quiere decir 'Libro sin acabamiento'. Et porque sea más ligero de entender et estudiar es fecho a capítulos» (Libro enfinido, 148). Se regularizan las citas en español antiguo de acuerdo con las normas expuestas en los criterios de edición.

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MONTAIGNE Y TO.S.:PRECURSORES 39

ción 'cualquiera', casual, de su vida, se ocupa de.los (ugaces mo. vimientos de su cohcienci;t, tpmados al azar, y su métódo consis­te, precisamente, en· esta .calidad ~e 'cualquiera', en su Jalt"a de selección>>. Montaigne no habl;t como escritor profesional a un público especializado, sino que es el primero, como.él mismo dice (<<moy·, le premien•), en mostrar su ser íntegro: <<mon estre uni~ versel, comme Michel de Montaigne, non -comme grammarien, ou poete, ou jurisconsulte>> ('mi ser total, como Michel de .Mon­taigne: no ~omo_famático, o_poeta,.oj~risconsulto', f!ssais, m, 2).

La tdenttficacwn entre el hbro y la vtda de Montatgne no hace más que subrayar el escepticismo del escritor frente al saber siste­matizado. En el desarrollo del ensayo visto desde los Essais·, se advierte una clara animadversión hacia las formas jerarquizadas del pensamiento, en construcciones intelectuales absohi,tas y ·enciclo­pédicas. El enciclopedismo que hay en· la obra del escritor francés es tan sólo aparente, pues deriva de la variedad de los conocimien­t?s tratados, que se suceden de manera no organizada según un Sistema previo de clasificación. Los ensayos no están organizados como totalidad, más allá de la simple adición de cada uno de los sucesivos Essais.

Los e~sayos se publican agrupados en· una colección, dentro de 1~ cual cada pieza conserva su independencia: No era nueva, en tiempos· de Montaigne, la idea de 'publicar un cóhjunto de discur­sos acerca de asuntos más o menos variados. Se podrían citar los Discorsi (1548) que escribe Maquiavelo sobre los primerÓs diez· li­bros de la historia de Tifo 'Livio.3 Con· frecuencia, el título ·de los Essais de Montaigne se traduce como <<Discursos». Comenta a este' propósito Peter Burke [!981:82]: <<El género del 'discurso era.un resurgimiento de la diatriba griega, que puede definirse·como una corta ¡:eflexión acerca de un 'tema modl escrita en forma v_i~az, directa y amena, de ·manera que el lec·t~r tenga la impre­Sion de estar escuchando al autor. Los Morália de Plutarco, uno de los libros favoritos de Montaigne, eran una colección de 'dia­tribas' en dicho sentido».

Las analog;ías entre la tradición del ensayo y el discurso de tema

3 Sobre la relaci6n entre los Essais de Montaigne y los Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio de Maquiavelo, por cierto pronto trae!ucidos al castellano en 1550, y dedicados al príncipe .. Felipe, véanse G. Atkinson [1946] y H. V. R~uth [192.0].

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4.0 P.RÓI:.OGO

ético y airet coloquial,; .que los .griegos ·denominan diatriba, 'las su' braya Carlos García Gual [1991:29] a partir de las obras morales de Plutarco, y también con respecto a las epístolas de Séneca: <<Poi: debajo de las divergencias de. estilo, de escuela y-de enfasis doctri­nal, hay t;!1tre Séneca y Plu.tarco una extensa coincidencia ·entre lo· tratado. Justamente por esa t]:adición, en· -la que~ se· ,inscriben las obras de uno y otro, a pesar de· las distancias de ·sus vidas y circuns'tancias, y de su diverso talante intelectual>>. . .. · .

Dentt:b de esta tradición discursiva, el; ensayo se asemeja a otras foJmas en- prosa, por lo gerwral reunidas en .compilaciones misce­láneas que se podrían caractérizar, cbJ:?lo iesunw Jiugo· Eri!!drich [1949:364), por su <<forma abierta>>.· Nos referimos a las coleccio­nes' de qise,ursos y de epístolas, pero también a. -los ,comentarios de jdi:verso .tipq I!P, lqs qu,e s~ qbserva la. misma predilección por .disponer 1~ materia de m¡mera apª'rei)tem!!.nte·libl,'!!. y desor.denada; en :.orden- fortuito. ··

La expresi,ón ordoJortuitus se documenta -en un texto del siglo II; .las ,No(hes Aticas de Aulo Gelio1 <<que- no suele faltar cuando se ha~la de los orígene~ remotc;¡s del ensayo y cuya fascinante "Prae­fatio" puede ahorrarnos cualquier otra disquisición sob:.:e el f~n­damentq retórico del génerO>>> como afirma José-Carlos Mainer [1983:18]! .cuando cita y traduce el pasaje. de Aulo Gelio: j<Usi aut~rn su~us qrd~ne rerum f~rtuito, quem antea in excerpendo feceramus. Nam proinde ut libru,rn q~emque in manus ceperam seu Grecum seu, Latinum vel quid memoratu dignum auqi~~~: ita ,quae ,libitum,erat, cuius generis cumque erant,, indistincte at­,que promisc<: annotabam>> ('Hemos seguido el orden del azar, el m~sn¡.o que ar formar las notas -tuv:iéramos. Porque según que yo tuviese en manos. un . .libro griego o latino, y oyera ,algq digno de recuerdo, anotaba lo que me placía, de la forma que ~uep~, indistintamente y sin ·.ordenación'). El ensayo .se acerca por su or­&~n, fortui~~ a la literatura de comentarios que menciona, Aul~ Gelio y que fue qeJ gust<;> q¡; los humanistas, como v:eremos..4

4 En·su piscurso 4e las letra¡ humanas llamado el Humanista, compuesto·en·16oo, Baltasar de Céspedes dice: «Las obras que el humanista está obligado a hacer perfectamente son muchas, como son comentarios sobre scriptores al)tiguos y particularmente-poetaS>> (p. ~44)· Y conc)uye: <<Del oficio del comentador han salido.muchas acciones del humanista que son de tiempos muy antiguos y agora én los nuestros se .han resucitado, como son varias lecciones, enmendaciones, selectas y otros libros así divididos por capítulos, donde sin consecución de .ma:

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ORÍGENES DEL ENSAYO EN ESPAÑA

Los géneros literarios qtie venimos examinando, dentro de la tradición del ensayo, se remontan, hasta el mundo antiguo, a-.pesar de la. originalidad de la obra d.e .Montaigne y de sú. consustancial moder'riidaq. No hay por qué.oponer .los rasgos novedosos de .los Essais a la continuidad de las obras preexistentes, porque la ,in­fluencia entre un género. J. sus precursores .se produce en ·ambas direcciol!es, si aceptamos que la obra literaria «modifica ·I.mesti'á concepción del pasado, como ha de modificar· el futuro>> (Borges 1980:148) .. Después de la ·aparición de los. Essais1 el género del ensayq se pr9yecta sopre· la seqe litera~a precedylite, ·aJa que c<;>n­fiere üñ nuevo ·significado. S así consideramos como precursores de Montaigne' los tratados de Plutarco, las epístolas de Séneca :o la miscelánea de Aulo Gelio.

De modo paraleló, estudiaremos varias obras escritas en cáste­llano:entre los siglos XV y XVII, algunas publicadas con anteriori, dad a los Essais, aunque .está claro .que Montaigne no ha leído la mayor paJ:te de ella~. A diferencia de lo que sucede en :los estu­dios clásicos sobre los :orígenes del ·ensayo, no nos interesa· tanto establecer -relaciones genéticas .entre ·las obras estudiadas y los Eso sais, c;:o)Jlo analizar la~. po~ibles similitudes. genéricas entre las for­mas afines al ensayo ya citadas, es decir las colecciones misceláneas de epístolas, de .discursos, de anotaciones, y ·los libros de varia lección en general. Quede .bien entendido que, .como advierte M. Morrás [1994:71], hablamos de <<formas afines o asociadas al ensayo aunque no. sean tales». Se trata, en cualquier caso, de tra" zai los 01igenes y \a. piel¡jstori~ del en~ayó en Españ~.

2. ORÍGENES DEL EN:~AYO E~ ESPAÑA

La primera traducción española· conocida de >los Essais es la -que lleva a cabo Diego de: Cisneros en . el ·siglo "XVII, 'pero permanece inéd~ta por problemas con la ,Inquisición.5 Hasta 1898 no se pu-

teria ninguna en ·cada. capítulo se declaran un lugar. o muchos de autores anti­guos>> (p. 247).

5 Hay una tesis de Otilia López Fanego [1974], en la. que edita la. traducción de Diego de Cisneros. Juan.Marichal [1984:'64] recuerda que Cisneros se·refiere a otra t,raducción manuscrita de algunos capítulos de los Essais realizada por Baltasar de Zúñiga, primer ministro de Felipe IV; traducción que, al parecer, se ha perdido.

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;PRÓLOGO

blica. una traducción castellana pe los Essais de ·Montaign:e, la rea­lizadLpor Constantino Román y Salamero, q4~ s~· edita. en la casa Garnier de ·París. Sin embargo, en los índices .espa_ijQles se formulan prohibiciones c¡¡.utelares de la obra de Montaigne ya desde IQ40, en· espera de la. aparición de uq fp.qice expurgatorio que tardaría ep. llegar; 6 Cisneros, que traduce el primer ·lipro de los Essais poco antes· de 1640 (entre 1634 y 1636); cree adivinar los fu­turos problemas que supondría la pub!ic;:ación íntegra· del mismo, y decide expurgar varios pasajes conflictivos. Por supues\O, cabe la posibilidad (sugerid? por López. Fanega 1981) de que el propio traductor hubiera· contribuido, qu~zá involuntariamente, a llamar la atención de los inquisidores sobre el· contenido. h!fterodoxo de su traducción.

~or otra parte, la acepcióp. literaria del término ensayo no se incl~ye en el Diccionario de la Real Academia Española hasta la edición-de 1869, con el significado de «Escrito, generalmente bre­ve, sin el aparato ni 1:¡ e~tensión que requiere un tratado ·comple­to . .sobre la misma materia>>? La acepción anterior recoge tan sólo el significado negativo del término, definido por lo que todavía no es, como un esbozo, frente al tratado más o menos exhaustivo que se podría redact~~ ·sobre el mism9' tema ..

$in elllb4fgo, con anterioridad a la. publicación deJ repertorio académico, a principi9s del siglo XVI~ se puede documentar en cast~llano el vocablo ensayes como equivalente del latino declama­tiones. E,n la disputa contra Aristóteles y los seguidore~ aristotéli­cos que Hernarido Alopso de Herrera publica en 1517 con versión Jatina y castellana, se habla de «todos los ensayos del Quintiliano o cualquier retórico>> (Disputatio adversus Aristotelem Aristotelicosque sequaces, 181-182) .. fJay dos tipos básicos de ensayes-o declamacio­nes: las suasorias, en las que se delibera sobre una decisión, y las controversias; en las ·que -se defiende o se ataca una causa ficticia. Como :resume Heinrich Lausberg [1960, 11:432-434], -las decla• maciones son -discursos retóricos cuya finalidad es que los alumnos

6 Todavia en 1790 se prohíben los Essais en su totalidad, como señala López Fanego [1980).

7 Sin. embargo, M. ,Alvar (I980:IJ] afirma que la citada acepción no se reco­ge hasta la edición de 1884. Pedro Alvarez de Miranda [1994:175-190], además de adelantar la fecha hasta 1869, ha .. realizado otras interesantes precisiones_sobre la palabra ensayo, sobre todo en.~! ~iglo xvm,.que es cuando aparece por prime­ra vez en el titulo de diversos tratados.

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ORÍGENES DEL ENSAYO EN' ESPAÑA 43

ejerciten los conocimientos aprendidos en clase, De nUevo, l¡t tra" dici6n ensayística. parece. relacionarse con la tradición retórica del discurso.

Eh las páginas .siguientes, estudiaremos la~ posibles relaciones genéricas entre el ensayo y otras formas discursivas tal y como se desarrollan en el ámbito de la literatura castellana entre lós si­glos XV y xvü. Comenzaremos por la epístola, una de las formas en prosa· que más ·se acercan al eñsayo.

EPÍSTOLAS

El géneró de ias epístolas se dta con frecuencia ert la bibliografía sobre los orígenes del ensayo, ya desde 'las Epístolas de Séneca a Lucilio. Montaigne· afirma incl\lso, no sin cierta ironía, que él hubiera escrito sus ensayos en forma de cart~ <<Si j'eusse eu a qui parlen> ('si hubiese "tenido a quien hablar', Essais, 1, IO). Dentro del_ género epistol¡¡_r, es neces;rlo distinguir entré diferentes tipos de cartas. Una primera distinción se puede establecer entre Ia car,­ta de negocios o los diP,lómas, compuestos con Intenciones extra­literari?~. y la epístola propiamente dicha. que, como resume Je­remy N.Ji. 1.-awrance [1988:85], <<se concibe desd~ el principio como artefacto artístico, público, apto para ser coleccionasJp en un epistolario literario>>.

Entre los diversos epistolarios recopilaqos en volúmenes misce­láneos, es necesario distinguir todavía un tipo especial de carta,. que Domingo Ynduráin [1988:71] denomina <<epístoJ¡¡ ensayísti­ca>>, en la que -se w.ez,;;la b disertación objetiva de tip~ filosófico con observaciones puntuale~ y reflexiones subjetivas. La epístola se acerca al ensayo cuap.do en ,ella se observá una gran libertad formai y temática, frente a las reglas del ars dictaminis. 8 La epís­tola ensayística puede- conservar. algunos rasgos de \a carta, como la dedicatoria para el destinatario o la fecha de escritura; peto el contenido de la misma se independiza de las otras circunstancias epistolares y adquiere un cierto .desarrollo teórico, si, bien, los ar­gumentos están enmarcados y condicionados por la relación per-

8 Por ejemplo, el Prohemio e carta de Santillana, según .señala Góm'e_z Moreno [1990:149], «presenta rasgos claramente medievales; entre éstos, el más evidente es, sin duda, el respeto 'del diseño epistolar propuesto por las, artes dictamini,¡, con una estructura que se articula entre la salutatio y la conclusio>>.

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44 ' · ':PR"ÓLOG()

isonal que se establece entre el que firma la carta y el destinatario dé la.misma. Por'lo tanto, en:la epístola ensayística,Jas.conclusio­nes que se pueden deducir no son válidas para cualquiera, ·sino que depe1,1den del proceso personalizador establecido en la carta, de modo similár a como ocurre ~n los Essais.

Lªs epístolas ensayísti<;as son del tipo .de las de Séneca a Luci]i_Q, .de Cicerón 9 d~ Petrarca, .en ·cuyos epistolarios· escritos en latín (Familiares y Seniles, entre otros) qued;¡ fijado el modelo Q1,!.rante la transición de la Edad Megia al Renacimiento. En la literatura castellana, se conservan algunos ejeiUplos más o menos tempra­nos, como las Letras de fernando del PulgaJ: que se editan a fina­les del siglo· XV. Pulgar escribe sus cartas sobre tewas morales o filosóficos, donde intercala con frecuenc;:ia observaciones subjeti­vas~ redactadas en estilo <<familiar» y en ocasiones jocoso.

F;l proceso que se había iniciado con Pulgar,. entre otros auto­res,9 cont~I]Úa su evolucion qurapte la primer:¡ mitad del si~ glo ¡XVI, cuando se generaliza la. moda de publicar epistolarios escritos en romance, que culmina en las Epístolas familiares (1539 y 1541) de fray Al}tonio de Guevara.!0 La .controvertida obra de Guo/ara, que ha suscitado .y .suscita todavía interpretaciones opuestas entre los estudiosos, está marcada por 'la impronta de su vigorosa personal~dad que, con frecuencia, se proyecta en su obra más allá de la voluntad didáctica, como afirm.a en el prólogo al Menosprecio de corte (ed. A. Rallo 1984b:~05): <<Y porque no se puede entender bien esta obrá. si no· se tiene riotj<;ia del autor della, pondráse en una ·sola palabra todo e~ discurso de su Vi.cia, para que conozcan los que leyeren esta escritura».

Por otra parte, quj¡;nes· subrayan la proyección renacentista de la obra guevariana insisten ·eh considerarla como prefiguración del ensayo ·moderno," en especial las Epístolas familiares, que Mon-

9 Así, Lawrance [1988:91-95] insiste en el valor del epistolario manusérito del burgalés Fernando 4e la Torre (c. 1416-1475). Véase también G:ómez More­no [1994:180ss.] ..

1° Cuando se refiere Rico [197'0b:2o] a las «compilaciones de carte messagiere que conocieron· un éxito espectacular a partir del volumen publicadó por Pietro Aretino en 1537»,. anota: •Entre los testimonios de la larga fortuna española de esa moda se cuentan especial~ente las citadas Eplstolas de Guevara». Habría que recordar también las numerosas cartas que intercala el franciscano en sus tratados, piens.o en el Libro áureo de Marco Aurelio y, con posterioridad_, e,n. el Relox de prfncipes publicado en 1529.

11 Ha insistido eh esta relaci6riP. Concejo [1977, 1978, 1981 y 1985]. junto'

con A. Rallo f1979 y 1988]. . ' ·

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ORÍGENES DEL ENSAYO EN ESPAÑA ·45

taigne habrí:r podido ,leer a partir de la ttag1,1cción francesa del señor. qe Quterry', de la que se hacen unas treinta ediciones du¡:;m• te .la segunda fnit;¡¡d .d~l siglo. XVI.

12 En todo ·caso, lo que hace semejante la epístola al ensayo no és tanto lá proyección de la personalidad .del escritor, como la. suma del discurso escrito e~ primera persona· ll!~.s ~l. «es.tilo objetivo» del que •habla Hugo.-Frie­drich [1949=372), y que Montaigne de~arrolla en }os Essais. Im­provisar y divagar JSOn algunas de las posibilidades que brinda l,a epístola, en .tanto que fo:nn;¡ latente del ensayo.. .

Con posterioridad a la publicación de las Epístolas familiares, se pod.i;ia,'n aducir otros epistolarios más .o menos ensayísticos, C011J.9 el Pliego de cartas (1594)·de G;¡.§p;tr .Salcedo .de Aguirre, en el que <<tras un breve y significativo prólogo, ofrece go~e cartas· que en realidad ~on ~nsayos, .no modelos utilizables :por cualquiera», como afirma Domingo Yrtduráin [!988.;71], Sin embargo, las doce car­tas que publica Salcedo están dirigidas al répiesentante de un esta­mento social o de, un oficio (labrador, estudiante, soldado, regi­dor, sacerdote, niónje, predicador, esdavo ... ) para formar en cada caso un dechado de perfecciones, con alcance 1,1niversal.. El posible carácter ensayístico del Pliego de cartas se subordina, por este Jl\O" tivo, a la e~po~~cj.<?p .~is~eÍnática. de diversos ,paradigmas, lo que es contrario· a la libertad formal del ensayo.

El cará'cter misceláneo está quizá más acentuado eg. Qtr.as colee• ciones de ~aftas publicadas ya en el siglo XVÍI, como .las Ca.rtas filológicas (1634) de Francisco G.;¡sc¡1les y las Ep(stolas varias (1675) de Félix de Lucio ·Espinosa y Malo, a: pesar de l¡¡s g~ferencias exis­tentes entre ellas. Tanto Cascales colllo Espinosa y Málo rp.;m!­fiestan una preocup;¡~~9P rigu~osa por .la cultura clásica en sus res­pectivos epistolarios, concebidos desde ut,].a perspe~tiv~ humanista o puramente filológica, como quiere Cascales ya desde el ,prqpio tÍtulo. .

En cambio, Guevara había escrito sus Epístolas familiares con un propósito menos serio. El autor simula cori pasmosa indiferen­cia un conoci¡piento humanístico que no :posee, sin duda para po­nerse al día con las corrientes culturales entonces en boga. Obsér­vese que el obispo de Mondoñedo hace alarde epi$t9lw; g_e SJl interés por los temas relacionados con las humanidades·, aunque. con fre­cuencia irnprovisá la cültuia clás~ca qu!! expone, o se inventa, como

12 Véase tan sólo P. Villey [1908, 1:140-143].

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PRÓL'O:GQ

las disquisiciones ,epigráficas y· numismáticas, que <<Se reducen a chis· tosas adivinanzas de iniciales», como dice Lida•de Malkiel [1945:365]. En este mismo sentido, Francisco Márquez Villanueva [1973:196] llega a ·afirmar ·incluso: <<Toda la técnica literaria de fray Antonio gira ~p t.orno a la idea· de falsificación>>. 13

Los. tema~ tratados en los epistolarios ensayísticos vaq de la po· lítica a la filosofía lllOral, con atencióv hacia las costumbres de la antigüedad grecolatinª, que· permanece como punto. de referen­cia. El peso de la cultura clásica se manifiesta también en el interés por conocer 'los <<inventores de las cosas>>, notable sobre todo en las Epístolas Vánas. 14 En todo caso, la disposición de los. temas t.ra• tados en los epistolarios ehsayísticos no resp<?nde a orden alguno. Cada epístola conserva 'sU' independencia con i'es·pecto a las demás, de modo que se ag_rupan editadas en colecciones misceláneas, en esto~seme~antes a los Essais de Montáigile o a los Essayes de Bacon.

ANOTACIONES ..

Las ~notaciones se aproximan al ensayo C'\Jando el texto comevta­do sirve de pretexto para que el comentarista escriba reflexiones propias, al margen de la mera glosa o de las interpretaciones que, sobre todo, pretenden adatar· el recto sentido textual.

Hay que establecer una diferencia clara entre el comentario en· sayístico y la exégesis. Por ~jempló, la exégesis de San Juan a sus poesías se articula: como una exposición vexso a verso del sen­tido del poema, como sucede en la declaración del Cántico, que toma ¡por principal modelo los cuatro sentidos tradicionales del comentario escriturístico (Cuevas 1979:35, Ynduráin 1990:173-174). Por el contrario, eri los fissais no se observa la intención didáctica que hay en las explicaciones ulteriores que San Juan adjunta a sus

IJ En el prÓlogo ~ ~u edición del Relox de príncipes, en la que• se es¡;l~~ecen las fuentes textuales.de Guevara, Emilio Blanco [1994:XLV] concl,!iye que de las ciento sesenta obras citadas, ·los <<libros inventados» alcanzan los sesenta, a los qu·e· cabría añadir las referencias demasiado imprecisas y los autores <<inciertos>>, con lo que nos quedan «Únos sesenta autores reales con un centenar de escritos» sobre un total de ochenta escritores .supuestamente clásicos.

14 Véase M. Hafter [1983]. La «preocupación general por los inventores de

las cosas••, según comenta -D. Ynduráin [1978:rp], «Se apodera de la imagina­ción de los hombres del siglo XVI: Las Casas, Guevara, Thamara, Villalón y, después, A. ·de Rojas, Juan Rufo, .Suárez de Fígueroa, etc.».

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ORÍGENES DEL ENSAYO EN ESPAÑA 47

poesías. En último extremo, com:o resume·friedrich [1949:340:..341], en la obra de Montaigne se .manifiesta Un gra,do superior de con­ciencia personal, en tanto que el escritór se· abandona 'libremente a su naturaleza.

El comentario ensayís"tico. no se concibe como glosa reducida a «declaran> el sentido del texto por complejo que sea, siríó como un debate intertextual en el que tienen cabida opiniones persona­les y aun enfrentadas con el texto que se comenta. Montaigne y los ensayistas en general son conscientes de que la complejidad de los libros comentados depende también de \a multiplicidad de lectore; y de cofuentaqos. El autor de los Essais se lamenta 'inclu· so de que «Il y a plus affai_re a interpreter les interpretati<;ms qu'a interpreter 'les choses, et plus sur les -livres que sur au~re subject: nous ne faisons que nous' entregfog!r>> ('.Hay más quehacer eh in­terpretar las interpretaciones que en interpretar las cosas, y má_s libros sobry los libros gue sobre otro tc:;ma: n.o hacemos sino glo­samos unos a otros', Essais, nr, 13). La complejidad resulta de la propia personalidad del comentarista, y no tan sólo de la multi· plicidad de sentidos inherentes en el texto, como sucedía en los comentarios bíblicos o en los comentarios de autores clá,sicos, por ejemplo, los de Servio (siglo ~V) sobre la obra de Virgilio.'5

Por ei contrario, en_ los comentar\os ensayísticos, se subraya la personal\dad de quien anota el texto al hilo de las observaciones que suscita su lectura, o su traducción. Se q·ata de manifestado· nes más o menos e~pontáneas que reflexionan sobre la propia ma· nera de entender el comentario, muchas veces a costa del rectq sentido .del texto come~tado. Ejemplo de ello son las conocidas Anota~iones (1580) que Fernando de Herrera rpublica a las poesías de Garcilaso, convertido ya en un clá~ico de la literatura castella­na. Herrera no se limita a anotar las 'fuentes literarias de los versos que comenta ni pretende tan sólo aclarar el. s.e!Jti~o d,e lo que lee con enmiendas filológ,~as, humilde tarea que ya h~pía emprendí" do el Brocense en su edición de 1574 antes que el sevillano, a'\l~que éste qi tan siquiera cita a su antecesor. 16 -Al contrario, Herrer~ se sirve de las poesías .garcilasianas COfllO de un -pretexto para ex-

15 Dentro de la tradició11 filológica de los escolios, paráfr~si~ o comentarios en general, sobre la que hay valiosas observaciones ~n el manual de L.D. Rei­nolds y N.G .. ·wilson [1974:24-30, 47-51 Y 73-74]·

16 Véase la edición de A. Gallego Morell [1972].

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.LPRÓLOGO'

poner su personal arte poé~ica~· en eru~itos comentarios~ que ver­san sQbre cuestiones de Jo más variadas: desde la métrica de las composicio!f¡;s y otr_as cu~stipnes ,técnicas, como la pureza)ingüís­tica o el uso de las figuras retóricas, hasta tema~ g~ne:r.aJ~¡;_. Gop varieg~q miscelánea, Herrera diserta sobre el amor y sobre la ~be­,lleza, sobre la n~tural~f<a de 1~ yis,ta y sob~e la función 4elsueño. Tampoco faltan, escolios mitológicos, apunte~ geogr~ficq~, o so­bre el \l,S9 ~ilitar_ de, la artillería. El saber herreriano est~ Pl!esto ;al servicio de. su yo_ncepc;tó'g jp~electual de la poesía que! hasta cierto ¡JUnto por lq mel}OS, 'Se -~pone a costa dél t~xtq d~ G~ci,laso.

Ot,ro ejemplo de anotaciones .ensayísticas son ·los comentarios que adjunta André~ l:agyn_~ ~a_ ,la traducción de 'la Matetja médica (I555) de 'nioscórides, en, lo's cuales qued~ patept~ el P\HlW d~ vist,alpersonal que el hul!l~nista segoviano proye~ta sobre el :texto trad~cido. Así, M_¡¡scd B.a!aillon "[197I:44] habla de ccla conocida tend~ncia de Lag~na a ~menizar sús obra~ ciel}tífi¡:as d~~qt; la Ana­tomica Methodüs de París, I535, hasta el comentario del Dioscorides casteÍrano d~ Amberes, 155·5, con 'relatos mis, o menos breves o extensos, algunos de ~llos de i.ndudable origen folklórico, pero siempre presentados en primera persona,. como morilentbs de ia Vid;¡ 'deJ narrador desde su niñez en Segovia hasta los viajes de su e4ad''madura». Este gu~to por lo autobiográfico, que el hispa­nista'francés [I958] relaciona con el Lazarillo y, en éspecial, ¿on el Viaje de Turquía, se puede explicar también por la misma dia­l&tic~ que se pro4uce, en Jas formas ensayísticas que estamos viendo, eni:re el saber heredado y la opinión per~oifal, como medio de enfr,eritarse al conocimiento clásico'. 17

'Desde una,pe~spectjva parecida, cabe citar otras anotaciones en­sayísticas, como la Declaración de los siete·psalmos penitenciales (I599) del fraile agustino 'Pedro Vega, o los comentarios con los que Jerónimo G9mez de la Huerta acompaña su traducci6n'·parcial de la famosa Historia natúral (I599) de Plinio el Viejo. Por ejemplo, Pedro Vega glorifica la· escritura en contra del recelo ·clásico que aparece en algunos autores, desde ·Platón. A su vez, -Gómez de la Huerta ·refuta uri fragtp.ento de Plinio en el que se niega la inmortalidad del alma, y lo refuta nó sólo por motivos religiosos,

17 Señali Consolación Baranda [1993:26]: «Las anotaciones tienen como fi­nalídad completar el conocimiento aportado por el Dioscórides o corregir sus errores científicos, desde una actitud pc;>lé¡nica con antiguos y modernos•:-

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ORÍGENES DEL .ENSAYO EN ESPAÑA 49

sino también en .nombre<del progreso ·científico que sj:rVe -para justificarJarneéesaria actualización ·del texto que Jraduce; Con lo que Gómez de· la Huerta, como Eaguna ~n su traducción del Dios· córides, roma claramente el· p;¡rtido d~ los irglOvadores en la ·polé-mica de. antiguos y modernos. ·

LIBROS DE V'ARIA LECCIÓN ... t ' • ·' ~·' r

Las anotaciones se relacionan con otro ·género ,e_n' 'pog;¡ t;l!nbiéh duran~e· los ~iglos ~~VI y xvn: los liBros de varia lección. En el ámbito-· escolar existe ~la costumbre ~de 'reunir las notas .. extraídas de ladecturas·en un cuaderno de apunt'es, o cartapacio, de -acuerdo con ·el método qu¡; recomieqdan ·pmnariistas éórilo Er_¡¡smo, Vives o Juan Lorenzo Palmireno,

Cuando Palmireno regresa ·a la· Universidad qe_Valencia en I5<:íi, coincide su vuelta· con la· reforma ae la coi,lstitución· de I499 ·y la nueva estructuración de Ja clase· de gramática. 18 Éntonces' se produce. un .debate entre el tradicional _método de enseñanza oral y los nuevos manuales:escritos q11e se gif11n~lían de_~pu~s qe la apa­rición del libro; Los Jurados valencianos .parecían desconfiar de los textos· impresos: y ·de los apuntes de clase, pues la memoriza­ción era tarea, fundamental para.las can:~ras·.d~! los t~ólogos; juris­tas y ~p.édicQs. falmireno se hace· eyo de este recelo frente a la escritura, pero defiende el método 'de· tomar apuntes que había recomendado Erasmo en De ratione studii y,·con post!!rioridad, Vj­ves en ·l)e tradendis ,discipl(nis, .doqd~ aconseja que cada· niño tenga un cartapacio dividido· en varias secCiones para tomar las -enseñan, zas o frases, dichos, apotegmas ... ,-flores caídas de:; la. bop·del maes­tro. El consejo lo propugna Palmireno en su manua11 El estudioso de la aldea. (I568) y en la -üratio in laudem classium que pronuncia en I5ÓL El. humanista aragonés es otro ejemplo •del enfrentamien­to, que se produce. a mediados del ·siglo XVI entre trad~ción· y mo­derniqad. •

Los métodos tradicionales de transmitir el saber !heredado se enfrentan con la variedad bibliográfica creada por la difusión qe la imprenta, una selva te?_Ctual en la que parece imposible orientar­se, como se .lamenta Montaigne cuando se refiere a- la multiplici­d;¡_d de interpretaciones y de comentarios literarios: ccno -hacemos

18 Véase el estudio. de Andrés· Gallego Barnés [1982:91-98].

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so 'PRÓLOGO

:sino glosamos unos a otros». Sill embargo, el ensayista, francés reconoce su afición: a recopilar sentencias y citas de varia lección no para conservarlas simplemente, sino para desarrollarlas en sus ensayos: «}e m' en. vay. éscotniflant par cy et par la des. livres. les sentences qui me plaisent, non pour le·s garder, car je n'ay point de gardoires, mais pour les transporter en cettuy-cy, ou, a vray dire, elles ne sont plus mier¡.Ac:;s q11'en Jeur premier place» ('Voy arañando aquí y allá en los libros, las frases que me placen, no para conservarlas, pues no tengo dónde, sino para trasladarlas a éste; en el qúe a decir verdad, no son más mías que en el primer lugar', Essais, I, 25). Asimismo la Variedad miscelánea de la obra de Montaigne se puede relacionar directamente con la multiplici­dad ,de recursos bibliográficos que están· a disposicion del lector medianamente culto; a la altura de 1550, aunque. el método de las ahotaciones se practicara desde la antigüedad·, cómo .'se atesti­gua "en el' prefacio .antes citado .de las Noches Áticas,. donde Aulo Gelio ·afirma que las nótas. extraídas de sus lecturas le sirven para redactar .los ·comentarios misceláneos que· forman su libro. 19

J-qs cartapacios de notas podían convertirse en una recopilación más 'o menos voluminosa de citas sueltas, ordenadas por materias que varían según el afán o los intereses profesionales de sus respec­tivo(dueños. Así, conservamos un autógrafo de Antonio Agustín, compuesto alrededor de 1554, que lleva por título Alveolus, y que

~ , d d d' . no es, mas que un cua erno e apuntes 1spuesto en vapos aparta-dos: ~<Theologia Iudaeorurn>>, <<Christianorum Theologia>>, <<Deo­rum Notiones>>, <<De ministris Deorum», <<Loca Sacra», <<De re mi­litari>}, <<Gramm·atica>>, <<Paradoxa>>, etc. Los··apuntes están escritos en latín, en italiano y en castellano; en ellos se mezcla la pura eru­dición con las anécdotas curiosas y los comentarios personales re­dactados a vuela pluma. Así, a propósito del escritor Luciano. de Samosata, anota Agustín en el Alveolus (61-62) que las moscas ane­gadas en agua o en vino, puestas en ceniza caliente .pero que. no arda, reviven, pues así lo dice Luciano en su elogio de las moscas y -añade. Antonio Agustín- <<io l'ho visto>>. Erudición y expe­riencia autobiográfica se ·dan la mano, en la senda del ensayo.

19 Corrio ·señala eh:ditor francés de las Noctes Alticae, René Marache [1967, 1:xv], Aulo Gelio distingue cuidadosamente entre las notas tomada,¡; qe sgs lc;c­turas, o de lo que oía a sus maestros, a las que llama annotationes pristinae, y la elaboración posterior que de las mismas hace en su obra, cúando redacta los commentarii. La base de la miscelánea de Gelio son las notas de lectura, o excerpta.

ORÍGENES DEL ENSAYO EN ESPAÑA

La variedad•·misceláne'a de los cartap~cio~ de Potas, as{ como la inmediatez de la escritura, tienen mucho que ver con la di~poii· ción desorden,ada qqe caracteriza a los Essais dentro de 'la ·mezcla de· autobiografismo y orden fortuito que P..em0 s consiqerado como característica del ensayo. "La misma variedad se .advierte en las ¡;o­leccion,es de discursos, de epístolas, o·err·las anotaciones y comen-. tarios. La variedad de asuntos y l¡¡ Ubre 4isposición de los mismos es la que da origen también al género de los libros de vari¡¡ lec­ción, misceláneas o centones de diverso tipo. Según Friedrich [1949:358-359], Montaigtte adivina la vía por la que llegará a su propia forma de escribir en la manera de procede¡: d~t< ,los compi­ladores·.

En España proliferan tam.bié1;1 diversas compilaciones, libros de varia lección o•misceláneas que; por fin,-comienzan a ser cat_aloga­dos.20 El éxito de,las misceláneas es patente ·ya desde la obra que. inicia el género en· castellano, la Silva de V(lria lección del caballero sevillano Pedro Mexía, publicada por vez primera en 1540 y que durante un siglo' aproximadamente alcanza treinta y dos ediciones, además de setenta y cinco traducciones, treinta· y una de ellas fran, cesas.21 Se discute, y parece .probable, la posi~ilidad dt: qu,e Mon­taigne leyese la versión francesa de la Silva realizada por Claudio Gruget y· ed~tada en 1552 con el• título de -Les diverses lefons.22

El éxito en España del género de los libr.os de varia lección estaba asegurado no sólo por. influencia directa· de obras comq la de Mexía, sinq por el' proceso mencionado que se acentúa con la difusión de la imprenta y con la proliferación de repertorios librescos que pretenden; de alguna manera, orde1p,;r 1.:¡ selva bi­bliográfica· en la que habita el hombre tipográfico. Como afirma Marcel Bataillon ~[195Q:"636], en el siglo XVI <<todo libro corría el riesgo de convertirse. en· miscelánea>>. Los liprqs dc::r varia lección

20 Hay repertorios, todavía provisionªles, de V. Infantes: [19"86] y S. López Poza [1990].

21 Son datos de Castro Qíaz [1989, 1:52-59]. Véase también l. Lerner [1982]. La primera edición de la Silva (Sevilla, 1540) se compone de tres partes, a las que se añade una cuarta parte desde la novena edición (Valladolid, 1550-1551). ~ás de un siglo después de la rp.uerte de Mexía, 1.\n escritor aragonés llama­do Martín de Ariño añade dos partes más (Madrid, 1669), luego reproducidas en las dos ediciones madrileñas de 1673.

22 Pierie Villey [1908, 1:177-178] discute esta posibilidad, que G.L. Micha\lQ [1928] acepta, así como Florent ·Pues, en la •serie de ~.rtÍcl!los aparecidos en Les Lettres Romanes [ 1959]. .

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·no son<tan .. sólo un género :especifico de escritura, ·sino. que lo -mis~eláneo penetra ·en "oi:ros géneros .literarios qu'e adoptan· una disposición enCiclopédica más allá odel propósito principal del li· bro. Así sucede en los .epist(?larios ensa}isticos que:hemos citado, o en las anotaciones, géneros en.los que.'la·variedad de las referen· cias ·personales y la infófmación ·que ·aduce el autor sobrepasa los ·límites tanto .del: mero intetcambi9 epistolar- como .de .la. simple explicación de~ texto glosado. . "'

Lá. misma .tendenCia hacia la. variedad deJecturas se manifiesta en otros géne~os que pueden llegar .a confundirse con la miscelá­nea, como el diálogo .clidáctico, por ejemplo, en el Jardín de flores curiosas (1570) de Antonio de Torquemada, en los monumentales Diálogos familiares. de ./á agricultura cristiana (1589) de fray Juan de Pineda, en el Viaje ·entretenido· (1603) de Agustín de Rojas o en El pastijero (1617) de Cristóbal Suárez_Je Figueroa. Se confunde también la miscelánea.cort los cuentos y los refranes glosados, como en la Filosofía vulgar (1568). del sevillano Juan:.de Mal Lara. Lo mis~eláneo invade losJibros.de memorias, como las Quinquagenas de la nobleza de España' que Gonzalo:Fernández de ·Oviedo acaba de ~edactar en 1556,23 los.librós de poesías y novelas, como. las que' agrupa Lope de Vega en La Filomena (1621). y en. La Circe (1624). El áutot puede.decidir editar incluso ·un volumen facticio, en el que reúne-diversos géneros liter\l.rios, y toda suerte:de curio· sidades, como Julián Medrano.cuando publica la Silva curiosa (1580), en 1~ qúe se amalgaman refranes, motes, diálogos, poesías, cuen-

f. , a a a·· · · tos :y anec otas e 1vetso t1po .. 'Las misceláneas:y lo ·misceláneo preparan asimismo la aparición

del ensáyo moderno, como se ve-en los aiversos capítulos de· los Essais, con un volúnfario desorden en 1~ disposición de la materia, así -como en la disparidad de •los asuntos tratados. Aunque ~n me­nor medida, algo semejante sucede en los Essayes, ·que ·coinciden con los Essais en. su ordeq fortuito, evidente. -incluso en la propia historia textual de las respectivas obras de Bacon y de Montaigne, corregidas y aumentadas en sucesivas redacciones y reediciones, como

23 Se conserva :un autógrafo de' las .voluminosas Quinquagenas de la nobleza

de España, de las que. Avalle-Arce ·publica en 1974 una· selección ·con. el título de Las memorias de Gonzalo Fernándá de Oviedo precisamente: Por otra parte, no harque confundir estas Quinquagenas con la obra casi homónima del mismo autór, Batallas·y quinquagenas, cuyo manuscrito publica también AvalbArce en 1989. .

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ORÍGENES DEL ENSAYO EN ESPAÑA S3

si se tratase de una obra in fleri. Incluso cabe la •posibilidad, como su­cede en los Essayes de Bacon, de 'que varíe notablemente de. una redacción·.a.otra el orden· de los. ensayos, lo: que·viene a corroborar la independencia de cada epígrafe con respecto a los demás.

Ni Montaigne ni Bacon publican sus ensayos por separado, sino que los agrupan en volúmenes misceláneos que se articulan en unidades menor~.s gq~d-~~ Q~ ~!ltOQOffiͪ {r~Qte ª Ji! Q.rgafti~ª99!J. e~ci¿lopédk; ~·frente a la organización sistemática propia_ qe_ una summa escolástica, .que. se divide en numerosos apartados, como señala E, Pa_qqfslcy [I957=.4J),, <<sigyi¡en_qo y_n, \!.~q!lc;m.a de. qi:visiq­nes y Su.~~ivisiones suscc;ptible de sér conde!lsado en un índice de materias o en .un sumario en el que todas las partes designadas mediante n4me:t:QS o letr¡¡s del mismo .rango .S!!· sitftan ~n el mismo plano des_ge el p\Jntó, ~e vi~t<t lógicQ>>. j\1 ~oqt)."ariq del sapét _tota­lizador y.presentado. en un, orden esquemático que resulta ca~acte­rístico. de.la·.SUt!l.t?ta·, el_ensayo se define por su Rensamiento' frag-. menJar.iQ y_ pQr e! !llQQQ p~r.~o!]..@~~Q9 ·d~ pr.esé11t]r e~e pe_n.~.~eJ.ltQ, como un proceso mental, en continua evolución, que depende de la naturaleza de cada ensayista.

Así pues, Ja. Si]vg 4~ .M~~íª .~~ orga.ni~.!tsle ug Jll.QQQ ~~!ll.!!ja,nj:~ a los Essais .. Con respecto a,los libros de varia·•lección, la ·principal novedad del .escritor francés es, la insistencia. en la reflexión perso: nal, según· reza la cqnocida a~~v~I,',ad!?n qu~~ a.bn; la ºbra !le Mon­taigne: <<}é sui.s moy-mesme la matiere de mon livre» CYo mi_smb s<;>y la materia de mi -libro', Essais; 1, '<<Au lecteur~>). Sin embargo, en la evolu.ciqn .de la mis.c;elán~a ·en la. España qel siglo xyi, se ha señalado .qu~ existe .. üna progresiva peqona!izáción desde la $il; va de Mexía hasta la Miscelánea de Luis Zapata. 24

La llamada Miscelánea que Zapata escribe hacia 1593 permanece inédita b~a.sta que 'lª edjta Pa$C1Ja.l GayangQ.S en 1859· Hay qg~ tener presente que ni 'el título ni el orden final ·de este libro· es del autor, el cual no pudo revisar .el texto antes. de su muerte. La 0bra qe Zapa!a es casi un libro de m~morias, con un desarrollp daraménte misceláneo, en el qué la abundancia de citas y·los .ejem­plos de la Antigüedad son con frecuencia <<reemplazados por el testimonio directq del ·autor~· ·(Prieto 1986:238). ·Zapata escribe . .

24 Véase A. Pdet<;> [1986:219-265], y A. Rallo [1984:163], que ~onclu~e:

«hay una i::lára evolución en la integración de la propia experiencia 'vttal desde 1 • Mexía a Zapata, por ejemplo>>.

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con una. modernidad que resulta sorprenden té para su época, por el tono confesional que .sabe imprimir a sus comentarios, al mis­mo tiempo que por la deséhvoltura con la que expresa sus impre­siones.

DISCURSOS

El vocablo discurso aparece tomo sinónimo de ensayo en las prime­ras traducciones de los Essais de Montaigrie, -tomo la española de Cisneros Experientias y varios discursos, la italiana de Naselli Discor' si morali, politici- e militari (1580), o la de Canini Saggi...· overo Dis' corsi naturali, politici e morali (1633), y la inglesa de• John Florio The Essays, or fnorall, politike and militaric Discourses (1603). Inclu­so Montaigne utiliza discours como sinónimo de essai: 25

Y~ hemos hablado de la antigüedad: de~ discurso, en relaci6n con la diatriba, y de su proximidad genérica al; ensayó, sobre todo cuando los discursos se publican agrupados en volúmenes -miscelá­neos~· Como señala Gómez-Martínez · [I981:18-19], cuando aduce el testimonio gel Tesoro de la lengua castellana •(16II)· de Sebastián de Covarrubias, el propósito ensayístico· se encuentra implícito en la voz discurso, tal y como· se define--~n el mencionado repertorio lexicogr#J.co: <<Tómase pol' el modo de proceder en tratar algún punto y materia, por diversos propósitos y varios conceptos» (s.v. ).

Ahora bien, no siempre se aplica el .. tftulo de discurso a obras didácticas o doctrinales como el ensayo, sino que también aparece en obras costumbristas y satíricas como Los sueños y discursos (1677) de Quevedo, el Día y noche de Madrid (1663) de Francisco de San­tos, que se divide en dieciocho discursos, o los Discursos morales (1617) de Juan Cortés de Tolosa.

El término discurso, eh su sentido etimológico derivado de 'cur­so1 o 'camino', con el significado de 'transcurrir' o 'pasar;, apa• rece -también en las autobiografías españolas de los siglos .XVI y XVII, como el Discurso verdadero de Diego Suárez, compuesto ha­cia 16Q8', los Discursos medicinales de Juan Méndez Nieto, com­puestos entre 1607 y 1Óú (M. Bataillon 1969), o el Discurso de mi vida qué Aionso de C:ontreras escribe en 1630. En las autobio' grafías, tanto ficticias coinó auténticas, a medida ·que avanzá el siglo XVI, se reafirma la individualidad del autor más allá de cual­quier propós~to didáctico o ejemplar. Precisamente esta falta de

25 Véase el artículo de A. Nacas [r980].

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propósito docente es uno deJos rasgos. de-Jas confesiones·.autobio­gráficas de Montaigne que más había sorprendido a.su primér tra· ductor español, ·Cisneros, .el cual se refiere. al afán· personalizador manifiesto en el prólogo d~ los Essais como .un .intento <<ambitioso y vano, sin excusa» (Discurso ílel traductor, fols. 45v-46), ya que tanto la confesión privada como la .confesión pública, y ·por. éscri­to, sólo se justifica por el Eropósito de enmienda de los <<propios defectos y· ignorantias».

Sin embargo, a pesar de las posibles coincidencias entre los Es­sais y lo~discursos autobiográficos, hay que subrayar una diferen­cia fundament;¡l.entre ambos;. p que la reflexión personal de Mon­taigne, como apunta Jean Molino '(1980:124], es diferente de la narración autobiográfica. Si en. los Essais se manifiesta el sentido de la interioridad y el autobiografismo del que ya.hemos hablado, falta üna ori~l).tª(ión_ vüal o una_ <<atalaya de la vida humana» que permita al autor contemplar el señtido de su propia existencia, como sucede en Ja autobiografía. En los Essais. no se separa, sigg que se idenJ;ifi_ca, el momento de autoanálisis y el de la escritura, como si de Uh nw!iól<;>g9 ip_te_Jjor ·s~ tratase.

Al margen de los discursos hasta ahora citado~, coffiQ los c;le Qgey~Jio. y los· .de Suárez,. que son narrativos o satíricos, hay que volver los pjos ha!=i~ l.o.s qiscurs.os .doctrinales, asimilados al ensa­yo. Este tipo de discurso se puede ec;li~ar aisJado .o en re.copilacio­n~s monográficas, si bien en otras ocasiones, los discursos ~e edit;m en volúmenes misceláneos que se aproximan al· ensayo precisamente. por la va.ried~c;l 4~ ·Ja~ Platerías tratadas. Como ejemplo de los discursos doctrinales editados poi ~ep~qqp, se pp5iría citar el Qis­cwso de la poesía castellana (1575) de Gonzalo Atgote lie M9lina· o el.Discurso poético (1624) de Juan de Jáuregui. Como ejemplo de lo~ qjscu.rsos. editados en re.copilaciones que versan sobre un· mismo tema, se pod#at¡. c;iJ;¡r· los Discursos del amparo de los legíti­mos. pobres (1598) de Cristóbal Pérez.· de Herrera o los 'J:res discursos' (1629) de Juan Gutiérrez de Godoy, .que versan sobre la crian?~ de lq~ hijos.

En otras ócasfóne~,. po pan;c.en estar clar,os los límites entre el volumen monográfico y el misceláneo. Así, cuando se mencionan los discursos agrupados eri el manual de Francisco Gutiérre:i de los Río~ El hombre práctico (1686), hay quien sostiene que <<no res­ponden a orden alguno» (Ma;rav~ll ~978:18), a _Resar Cle que existe entre ellos un claro hilo conductor: <<es el orden <;:ronológico de

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1a vida del hombre, desde su nacimiento :.hasta· su· muerte. No en balde la obra se abre por la generación, ed~~ación y ·disciplinas ·para.eljoven;- se coñtinúa con cuestiones y consejos para el. hom­bre maduro, -Y .se Cierra con dos. Discursos, el:LX sobre los testa­mc;ntos, fábricas y· sepulturas, 'y" el LXI; sobre la .muerte>> .. (Arre­dondo 1988-1989:!71). En .efecto, la. obra.·de Gutiérrez ·de los Ríos nos presenta una biografía, par?digmática, que se ofrece ·como manual de conducta .. para el perfecto hombre de mundo. Nada más .alejadó' del propósito de fos Essais y de su, desorden miscelá­neo .. Si se quieren incluir los sesenia,:y un ·discursos que forman El hombre práctico entre. Jos antece~eptes .del ensayo en España, habríacque hacer la menCionada saivedad sobre su carácter mono­gráfito y ejemplar, aunque el hilo biográfico que .. enlaza los; dis-

1 cursos -es en parte .un pretexto. Ed .otras colecciones de· discursos editadas. con anterioridad a

El hdmbre- práctico, sobresale el.,orden misceláneo y fortuito <<por diveAos propósitos y vanos concept<:l"s•• como-quería Covarrubias. Hab~ía qué citar los Quince discursos (1586) de Ambrosio de Mora­les, publicados junto con 'las obrás de su tío Feriiáii Pét'ez de Oli­va. Precisamente Morales -edita •sus diséúrsos a continuación del Raz~namiento -de Pérez de Oliva sobre la Iiavegación~del Guadal­quivir, que etilazá con las orationes y discursos .de los humanis­tas.264 A diferencia de lo que sucede en El. hombre· práétitó, cada uno de los Quince discursos es independienfe del restb, aunque en­tre todos ellos se puedan establecer- relaciones temáticas.

Morales no aispóne los discursos en -un orden predeterminado, sino que los 'temas varían como si fuera una -miscelánea. Los ásun­tos tratados en los Quince discursos van -desde consiaeraciones pe­dagógicas hasta reflexiones religiosas y filosóficas, sobre todo de filosofía moral: «Lo- mucho que conviene enseñar lo bu~no con dulzura de bien decir>• (discurso primero), <<La diferencia grande que hay entre Platón y Aristóteles en la manera de enseñar>• (dis­curso segundo), <<Cuánto ,quiere Dios que hagamos 'todó lo que a nosotros es posible en todas las cosas, aunque suplicándole por ellas esperemos dél el buen suci:só>> (discurso tercero), <<Dos ejein-

26 S~b~~ la. equivalencia terminológica entre razonatf1iento y ora tío; véase Gó­mez Moreno [1994:í73 y 177]. Según el Diccionario de Autoridades el término aiscurso -<<Y ale tamliié~ razonamiento, plática 'o conversación ·ponderada ·sobre alguná ·materia••" (s.v.).

ORÍGENES DEL ENSAYO EN ESPAÑA

plos. notables,dohde se ve cómo Dios algunas veces obra en sus maravillas cbn sólo .. su poder y'.otras, con servirse de algunos ~ns: trumentos naturales•u(discurso. cuiuto), <~Cuán -diferente cosa .s·on grande ingenio J.· buen. ingenio>> (discurso _quinto), <<.Unos hom, bres _valen, más que JUS riquezas, y lás riquez;as· de otros yakti más que __ ellos~· (discurso sexto), etc. ,

Parecida disp_osición miscelánea presentan los treinta. y .seis. dis, cursos que forman lo_s Er!pre~ celebrq_do~ (~653) d~Juan •4!:! _2-ªlt:tl!:!­ta,, autor más conocido ·por. sus obras teatrales o por sus sátiras costum~ristas sobre la sociedad mad~leña de la época. En cada uno de los discursos, Zabaleia pr~t~p.d~ refutar de manera· paradó­jica una opinión .que se acepta· como. verdadera desde h antigüé: dad grecolatina, por lo que su obra enlaza _con-los <<errores comu; ne$» ~ti <;:oi:!tta 9~ }9s CYil!~s ~.scr:ip~ J;'~ij9Q ·eq el sigl_q xym.27

Dentro de la tradición de' los ·errores celebrados, el médico y ensa­yista Thomas Brq~ne publica por primera vez en 1646 una colee, ción wisc\!J.<Í,p!!_.:j titq\*q¡¡ ,PseuJlodoxia Epiq~fnica, 28 pn el prólogq, Browne, cita entre sus .antecedentes literarios una serie de obras relacionadas con la·-medicina, como la de· LaurentJ o~bert, E--,.,_eurs popul!f_ire$ touchant (g medicin_e, la_ d~ Sdpion Mercurio, Degli errori popolari d'Italia· y la de James. Primerose; Dé vulgi erroribus in medicinam. Dentro de esta, tradición .médica, Zabaleta cono"ce y tra,d_uce casi. literalmente pasajes del libro citado -de Mercurio Y, como vereino~ •. t<?IJH p~íte~ de los capf!\ll9~ !4 y !5 de_l, libro primero.

La. obra de Zabaleta se Inscribe .también dentro del enfrenta­miel).to entr_e -los defens_ores d_e los Antiguos y de los Modernos (como estudia Maravall 1966:475-476' y 588, por ej$!Ihplo), en el que nuestro autor adopta claramente el partido de la moderni­dad_. Refuta todp tipo de sentencias y de apotegmas comúnmente aceptádos desde el mundo clásico,, :y ,divulgado~ jgclu~() en reper" torios de los siglos XVI- y XVII. Los ~potegmas de auto!'es· como Pl~tarco, Diógenes -Laercio, :Plinio o Cicerón pasan a engrosar la lista de los Jlrrores [f(ebrados. ,Est" ,afán polémico de Zabaleta f¡;ente ,al saber heredado; con· <<una agudeza fuera de duda y más

27 Sobre la tradición de; los •errores- comunes», véanse A valle-Arce (.195q], Varela [1966a y 1966b] y 1\]v:nv ge Miran.d~ [1992:574-578] quien, ·sin embar­go, señala la oposición existente entré érfor «celebrado>> y error <<comÚn••.

28 Feijóo tÚ'vo ·que defenderse; de 'la acusación de haber plagiado la obra de Browne, como• estudia Pedro Alvarez de Miranda· [1992:571n y 576].

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sentido del•humor•que·íl .primera vista parece>> (Rico 1970a:146), se puede relacionar con el género del ensayo. En los Essais, como señala Peter Burk.e ·[1981:83]; el gusto por la paradoja desempeña una función importante. La afinidad. con el ·ensayo que muestran los Effores celebrados· resulta de la confluencia que se produce en la obra de Zabaleta entre la miscelánea y la-paradoja, entre.el afán personalizador y el orden· fortuito que hemos considerado como característico del género creado por Mohtaigné.

DiGRESIONES.

:Además de las colecciones misceláneas, sean recopilaciones de dis­cursos, de epístolas, de anotaciones, o libros d~ varia lecciqp, se p0drfan me.,pc\onar o_tros géneros didáctico~ ligai.los ·a la. :xpresión p·ers<mab del pensamiento que se han relaciOnado tamb1en -con el ensayo, comó los florilegios de aforismos y de apotegmas '(Carba• llo Picaza 1954, A. Bkcua 1979), las recopiladone~ de em.blerúas (Gó~ez-Martínez 1979), b el diálogo didáctico (Gómez 1988:204, Vian 1994:45-66). Sin embargo, estas formas y géneros presen­tan Jor definición-marcas literarias que los diferencian del ~nsayo, definido haqitúalment~ como qn <<género i].Q marcádó» (Aullón del ijafó 1992:107). La fluidez discursiva del género ensayístico aparece' encorsetada tanto en la brevedad del aforismo·, como en la glosa pictórica característica de la literatura emblemática, o en el int~rcambio de preguntas y respu~stas propio c;le cu~Jquier tipo de diálogo.

El aiálogo didáctico comparte 'con el• ensayo· cierta apertura for" mal y, en algunos casos, facilita la presentación del conocimie11to de manera no sistemática, en tanto que el gr¡¡do de verdad de los coíneütariós puedé depender del carácter de ca:da interlocutor y de otras circunstancias retóricas. El campo conceptual de este tipo de. diálogos (a los que denominamos circunstanciales) no es el de la verdad absoluta, 'sino el de las ·opiil.~opes que, como ocurre eh el ensayo, no se sistematizan en te.glas abstractas. Así, como recuerda Eugenio Asensio [1973:21], el escritor vallisoletano Da" masio de Frías proclama en su Diálogo de la discreción (1579): <<sa­béis ya cuá11 enemigo fui yo siempre de tratár en mis éonversacio­nes o escritos cosas tratadas de otros formalmente y en propios tér!llinos, como bien podréis haberlo visto por todos mis diá.logos, apologías y qiscursos y en cuanto .más escrito tengo. Por poco hon-

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ORÍGENES DEE EN_SAYP EN ESPAÑA

roso tuve yo siempre con mi amigo Horado caminar alguho· con su ingenio por sendas y caminos hollados, nunca .. sentando ·el pie; sino en expresas y muy señaladas pisadas de otro» ..

Otro· ejemplo de diálogo ensayístico podría ser el conocido Diá, logo de la lengua que Juan de Valdés escribe en la segunda década del siglo XVI. Váldés se reconoce incapaz de. escribir un tratado sistemático sobre la lengua castellana, ya que. el romance es una lengua viva qué no se ·puede .explicar mediante reglas gramatica" les, <<porque he aprendido la lengua latina p,or arte y libros, y. la castellana por uso, de manera que de la· latina podría dar cuenta por el arfe y los libros eh que la aprendí, y de la castellap._a no, sino pór el uso común del hablab• (Diálogo ~de lá lengua, 43). La: enseñanza de la gramática en la época de V aldés se entiende. como enseñanza de la lengua latina, que permanece inmutable·como mo­delo lingüístico de referencia frente a la mutabilidad· de los idio­mas nacionales derivados del latín, como el castellano o el francés. Por este motivo, Montaigne redacta sús ensayos en léngi.la 'ro­mance, precisamente porque se trata de una lengua en continua evoluci6n, hasta el punto de que se pregunta: <<]'escris mon livre a peu d'hommes et a peu d'années. Si· c'eust esté une matiere de durée, il-1' eust fallu commettre a un langage plus ferme. Selon la variation continuelle qui a suivy le I10~tre jusgue a cette heure; qui peut esperer que sa forme presente soit éh ti~age, d'icy a cin­quante ans?» ('Escribo este libro para pocos hombres y para pocos años. Si hubiera sido materia ·de larga duradón, habría s1do me­nester encargársela a ·lengua más solida. Conforme a la cont'inua variación que ha sufrido ,la nuestra hasta ahora, ¿quién puede es,­perar que· su forma actua~' esté en uso de aquí ¡¡ cincuenta años?', Essais, III, .9). Tanto Valdés como Montaigne establecen una co­rrespondencia entre el carácter asistemático de sus res¡:>ectivos li­bros y ei empleo de ·la lengua romance, que se encuentra en con ti, nua evolución.

Existen semejanzas entre el ensayo y el diálogo, yero ¡1quél ca­rece de. la~ marcas que caqcterizan cuáJquier conveqación como procedimiento didáctico, es decir, del intercambio de réplicas entre. dos o más personas. El carácter ensayístico del diálogo nace al margen del propio mecanismo de preguntas y respuestas, cuando los interlocutores deciden, por su cuenta, introducir excursos que disforsionan el proceso de la· convetsaéióg. Recordemo~ t;¡n sólo la existencia de diálogos ciceronianos que son el resultado de la

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6o PRÓLOGO

suma de ,discursos, ·más que rdeL'intercambio de réplicas, •procedi­mien~o este· último ·más próximo al de los diálogos' de Platón. Sea como fuere, el ep.sayjsp:w del qiálogo nac~ de la ppsibilidad ·de introducir en. él digresiones al margen del asunto 'pripcip<:~l de la conversación; • . Hemos vijt9 q~J,e la 0rganjzación que preqpmina, entre. las for­

mas ensayísticas¡exarninadas, son las·colecciol}es'máf<J rn.\f!lQ~ ml_s­celáneas ·de epístolas y de discursos en· general. Sin .. embargo, otra posible· manef;!_ de. publkar los ensayos es _la de incluirlos sueltos como excursos o digresiones del asunto prinfipal de ·'\lJi.~ qpra. La: digressio es un) elemento <!potestativo de todas las _partes del discurso ... e.~pefialw~nt.e d_e la ,tJarr.qtio» (Laus~-~rg 1960,_ 1:293). 1\sí, Jas 4igr!;siones ensayí~ttcas prolifer~g e.n la~ cu;\tJ<;> !.WYY.las q~e Ifop$! de Vega esc_!"i~e -a -~arci,a Le_o':J._ar~a, pu~licada la. prime­ra de¡ ell<:~~·_eg ~1 volumen m1scelaneo ya citado de- L:a Ftlomena, y las¡ tres. rest~ntes, en el de La Circe. _

A_pesar·de que, Lope le advier.te a Marcia ~eon~rda, seudónimo .de su: amante Marta de.Nevares: <<Atrévome a vuestra merced con lo ·q~e se _me viene a l¡¡ phmla, porque sé que, somo no ~a est.u­diado retórica, no sabrá cuánto en ella se reprehenden las digresio­nes largas» '(Novelas a Marcia Leonarda, ed. F. Rico 1968:61), sin embargo, desarroU'.I cqn indud.able conciencia artís-tica la vanedad enciclopédica de

1la que hace gála en las numetosª~ qjs.ert<:~p()nes

·que ihtercala.:9 Lope se recrea en la identificación entre la escri­tura y el <:~ctp de escribir, que también se daba en los -Essais de Montaigne. Por Ja abundancüi de su~ digresiones, consus~anciales a la na'rraci6n, las novelas a Marcia Leonarda son un singülar ejemplo .de povelas.-ensayo, en las que se confunde voluntariamente la lec-tura con la experiencia vit<,~l. ·

Erudici6n y 'narración se dan la mano en el desarrollo no sólo ~e la novela corta! como las de 'Lope, sino en- el nacimiento de la novela moderna. Unos veinte años después de la edición de los Essais, se publican en España dos obras decisivas, eÍ Guzmán de Alfarache (1599 y 1604) de Mateo Alemán y Don Quijote (1605 y 1615)", en las que COlJ más o .menos frecuencia se intercalan dis­cursos y digresiones ensayísticas.

2 9 Sobre la relación que aparect; ep Lope, entre las reglas retóricas y la br\'ve­dad de la digresión, véase G. Sobej~no (1977]·

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ORÍGE:f'!ES DE.L El'{S_A:YO EN E .. SPAÑA

Las digresiones _del~ Guzmán .de .A lfarache se han. considerado du­rante mucho tiempo «moralidades superfluas>¡ e incluso se ha- creí~ do.conveniente expurgarlas, como hace Le.Sage en.sv traducción francesa del texto de Mateo Alemán.Jo Sin embargo, la combi­nación de autobiografía, y ejemplaridad es uno de los. rasgos inhe­rentes al relato picares~o, que· se relaciqn:r.con el componente di­dáctico. presente en .otros. géneros ensayísticos, como los libros de varia lección y las anotaciones, a las que .se refiere Cervantes de manera irónica en el prólogo de la primera parte de Don Quijote: <<sin acotaciones en las.m'árgenes y. sin anotaciones en el· fin del libro>>.

La propuesta narrativa de Cervantes es diversá_de la del--pícaro! En. el Guzmán de Aljarache, las digres_iones no se introducen tan sólo para generalizar sooie el éonténido del relatq como era .. fre• cuente·,J' sino que la· narración se plantea en ocasiones como sim­ple corolario o aplicación singular de la reflexión teórica, como ilustra Francisco Rico [1967:132] con el capítulor, 3 -de 1ª segun­da parte: <<Cuenta Guzmán· de f\lfarache lo que le aconteció con un capitán y un letrado en un banquete que hizo el embajador>>. ~or lo general, en el· .d.esarrollo qe la novela qe Alemán, la narra• ción en pasado de la vid<,~ .del pícaro se interrumpe a cada p,aso con las meditaciones que ·en .presente se hace el escritor. Se mezcla de manera continua Y. solidaria la <<CO!lseja>> del rela.to. biográfico tOIT lo~ <<C9l.J.Sejos>> goctrinales contenidos en..lps ensayos o di~cur-sos intercalados:J2

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Parecida rei~ción entre conseja y consejo se da en algunas ,c<>_lec; cione.s ~e cueg~o~ q de twvelas cqrt<\~. C9Jl)9 El filó~ofo 4rl a{d~q (1626) de Baltasar Mateo Velázquez, donde cada. razon¡¡miento doctrinal se .ejerp.plifica con una o -con varias narradones. Con­fluye. !!P !~, e~truc;ttga del \igro de M<,~teo Vc;!}~~qv~? 1.~ -tr:~~iqón, que.deriva de los ejemplarios medievales con la del Drcamerón de

Jo Véase• E. Cros (I967:36]. . . - - : JI Por .. ejemplo, en 1~ adapt~ción ca.stellan~. publicada er¡ Sev¡i)a, 1~42, de"!

Baldus de'Teófilo Folengo, segón ha estudiado Alberto Blecua (I97I-I972:I57]; «Para que el didactismo de la obra sea más evidente y el lect'or no se deje llevar tan sólo por el deleitoso hilo narrativo, el autor añade al final de determinados capítulos varias 'moralidades' que explican,el sentido profundo de la obra».

J2 Según la conocida tesis de Rico [1970b y 1984:228], el conflicto de «con­sejas>> y «consejos>> organiza el libro entero del pícaro (se refiere tanto al Lazari­llo como al Guzmán): «por primera vez en la historia europea del relato en prosa se nos ofrece .un esfuerzo sostenido por imaginar desde .dentro a unos individuos de fnJ\wa col!9JJ:iÓll soci:¡h>.

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62 ·P.RÓLOGO

Boccaccio, más las colecciones de cuento·s enmarcadas.en"un diálo­go didáctico, que abundan en .el primer tercio del siglo ·xvnY Obsérvese que El filósofo del aldea lleva por sul?título el de. <<Con­versaciones familiares».

Ahora bien, en e! Guzmán de.Alfarache no. se· establece· de mane­ra tan mecánica la relación entre doctJ,'in_a y.ejemplos, como suce­de en las colecciones de relatos breves que se .publican eón poste­rioridad·. Al contrario, Alemán concibe el discurso novelístico del pícaro como una reflexión doctrinal qge se: proyecta sobre su pro­pia vida, a la. que confiere un nuevo sentido. Sé pfódúcé así un trasva~e de la .definición teórica del caso a lo definido por la. tra­yectoria narrativa, eh ufi:-prés~amo de .estructuras que van de la novela al ensayo.

3 .. IMPLICACIONES IDJ;:QLÓGICAS

DEL· ENSAYO

Hem6~ definido el ensayo por d autobiografismo y por ·su ·orden fortuito (Maiher 1983.:~o). Desde esta perspectiva genérica que desemboca en los Essais, hemos hablado de los precursores del ensayo a· la luz de la obra del escritor francés, sin que fuera nece­sario, establecer una relación genética con ella, como es habitual en los estudios sobre los orígenes de la obra de Montaigne. Se trata de señalar la· confluencia entre el ensayo y otras formas ensa­yísticas q'ué están estrechamente emparentadas: colecciones misce­láneas y digresiones.

Por otra parte, la· forma ·del ensayo presenta urta serie de impli­caciones ideológicas que conviene analizar dentro del período his­tórico en ef que surgen los· Essais. Así, hablaremos del humanis­mo del ensayo en relación con las disciplinas asociadas a quienes profesan las <<letras humanas» o los studia humanitatis que, de una o de otra manera, están presentes en la obra de Montaigne y en las obras ensayísticas afines.

IMPLICACIO-NES IDEOLÓGICAS. DEL ENSAYO 6j

EL HUMANISMO DEL ENSAYO

Hay una serie. de constantes estilísticas en.el ensayq, como género literar,o, que enbzan con las preocupaciones del humanismo. En primer lugar, la animadversión _por el saber escolástico, que <<pos­tulaba una rígida estratificación del. saber, expresado en un len­guaje estrictamente técnico» .(Rico 1993:22), Frente a las formas literarias característica~ de la escolástica, qúe tienqen a organizarse en summae dispuestas seg¡J.p esquemas de divisiones y subdivisio­nes, l~qireferencias de los h1,1,roanistas se inclinan hacia las formas ensayística~ ¡¡biertas, como hs colecg_ones de epístol;~ y de discur­sos, los comentarios y-los libros de varia lecci6n en general.

Como advierte E_ugenio Asensio [1980:15), cuando resume él carácter de· la obra~latina del humanista espm9l qel siglo XVI Juap. Maldonado: <<Tuvo, a pesar de sus ocupacionés, üemp_o y gusto para escribir obras latinas. de. temas y géneros variados ... Todo formas ·abiertas, conversaciones con destinatarios, opúsculos ende­rezados a protectores, amigos y· discípulos en los que :se infiltra continuamente la nota personal, la alusión a experiencias comunes o la evocación de recúerdos>>. Tanto en los: humanistas .como en el ensayo se advierte una 'tendencia hacia aquellas formas literarias personalizadas en fas que el escritor pretende establecer una rela­ción lo más inmediata posible con el destinatario, como ocurre en la epístola (Kristeller 1974:l.o), Cuando eL proceso personali­zador de la escritura va más allá del marco retórico en el que nace o se apoya, supone una nueva. concepción del quehacer litera­rio múy próxima a la del¡ ensayista.

También se manifiesta en el ensayo una cierta proclividad hacia los temas éticos, que eran los preferidos por los humanistas, que po~ían ser en ocásiones profesores' de gí'aq1ática, de retórica y de poética, pero también de filosofía moral· y de· historia. éoincide con ellos Monta:igne en rio presentar ningún sistema -científico ni filosófico, puesto que la ética que se propugna en los ensayos está presidida por la idea de la diversidad, así como la ·étiCa humanista s~gún la define Francisco Rico [I988:so8]: <<si' algún rasg~ esen: Cial caracteriza "la ética del humanismo" en conjunto, es justa­mente la diversidad, Pero tal diversidad es a su vez la contribu-

33 Vé"ase A.-R. Fernández [1983), sobre El filósofo del aldea en particular, y ción más. significativa del humanismo. aJa filosof{ª !JlQral de su

J. Góm" 1•993(·, --- •• --- _e A=qno ¡., ''""iono. o di<put" ,..,.Jó,tiw ll"""d"

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l ' .P.RÓLOGO

quodlibetales, como su nombre indica, plantean ya la miscelánea, que aparece en. cu_:vl~Q humanistas o .escolásticos abordan temas morales.

Adém'ás de su preferenCiá por los temas ··morales o éticos, los hum'an1sfas' esiá'n muy ÍJ1teiesados "en la pedagogía y ·en la ense­ñanza, en gra,n parte, .. a. causa de motivos profesi<;inales. Esta voca­ción humanista se ·observa 'también 'en el-género ensayo, como queda manifiesto en algunos. Essais, de manera especial, el qüe se tii:ula. <<De la educación .de los hijos>> (I, '26), o el.qUe se deno­mina <<Deltafecto de los padres por los liijós»'(n; 8). La pedagogía y el afán de transmitir conocimientOs es una de 'las justificaciones genéricas .del énsáy(),. ségúh comenta José-Carlos Maifiér [I983:22]: <<Por4ue el ensayo es l:i consecuencia de una reducción de la filoso­fía a'la moral práctica de la. indagación y, :por otro hdo, ·la res­puesta a una vocación ·de pédagogíit>:. 'Hasta cierto: punto tam­bién, la_ vo_cáCión docente del ensaYista explica su preferencia por las· fbrmas personalizadas de 1la enseñ,.anza. .

Süi embargo, Montaigile no era un humanista en sentjdo es­trictb,. aunque comparte <<los intereses y·actitvdes humanísticos>> (Bur~e 1981:I6). ·La primera. gran diferencia con respecto al hu­manismo es que los Essais e~tán escritos enJengua vulgar, en fran­cés·, cuando J¡tlengüa de expresión elegida ·por los ~u'manistas como Vivd o Erasmo es ·el latín exclusivamente. ·En este sentido, la i~te~ción divulgadora del .eilsayista se .diferencia con tpda claridad del exquisito 4tgn1mismo arqueológico. ·

J;;n:España, la ;irresistible ·ascensión del castellano se había inicia­do- relativamente pronto, c_o_n la voluntad de· hacer- del ~;om:n1ce un instrumento de expresión paralelo al de-una lengua <¡Jásica (Gil Fen1áhg¡;_z J98I:3~-66, Ynduráin 1982). I\1 castellano literario se impoq_e primero' como lengu_a de la corte, ·en detrimento de otros idiomas <<nacionales>> cog¡o t:l aragonés.34 Pero también,. ~e impo­ne en <h;trimento ·del latín, en. un proceso histórico que se inicia

.. relativamt:nte pronto, de mod,o que cuando quieren lograr mp mayor rel?ercusión qe S'\1S escritos, hay ciertos humanistas que no dudan en usar el castellano como sustitu.to de las lengúas clásicas. ~~ podda citar, por ejem¡>lo, la traducción castellana que realiza

34 Ségúñ Gustay~ Bueno Martínez [i96Ó:98], el idioma nacional es uno de ·los rasgos cónsustanciales del ensayo: «Un ensayo es uria suerte de•teoría expues· tª· en Ull leng!laje nacional>>.- •

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IMPLICACIONES IDEOLÓGICAS DEL ENSAYO· 65

Andrés Laguna de la Materia médica de Dioscórides, o la 'miscelá­nea que Mexía escribe en su_ lengua materna, como señala él mis' mo en el prólogo ~de la Silva (I, 162-163), sobre todo para quienes <<nO entienden los libros latinos>>.

Así que el romancista procura divulgar y hacer accesible el co­nocimiento cJá.~!co fueq de\ reducido círculo del humanismo ex­quisito y profesional, con un planteamiento en esto semejante al de Montaigne, otro humanista que escribe en vulgar. 'El ensayo marca un punto de inflefP.óp. en el. desarrollo cada vez más erudito de la cultura libresca, frente a la nueva especialización en _la que habían incurrido- los studia humanitatis. Desde ·esta ·perspectiva, hay que entender los ataq11e~ que Mo1,1taigne dirige en contra de la pedantería, precisamente.en á ensayo (I, 25) titulado <<Du pedan­tisme>>, es decir, <<Del magis~erio>>. El escritor francés explica la pedantería como una degenerac,ión de los estudios propios de los humanistas, ligados en exceso a la imitación de los antiguos (Ga­rin 1986:94-96). 'Y a hemos visto en el caso del Dioscórides de Laguna, de los Errores celebrados de Zabaleta, o del ·comentario de Huerta· a la Historia Natural, que los ensayistas se declaran: par­tidarios de los modernos, en contra •de la excesiva imitación del saber heredado que proviene del mundo clásico.

El ensayo recoge los ·presupuestos pedagógicos del humanismo, al mismo tiempo que combate sus excesos y condena la pedante­ría. <<Para los nuevos exploradores, ir más allá que el humanismo suponía inevitablemente volverse contra el humanismo>>, como re­sume Franciscb Rico [I993:157], Este proceso de superación del humanismo se inscribe dentro del pedodo histórico del Renaci­miento, concebido en toda su complejidad y ·ep.· sus !llúJtiples as" pectos muchas· veces contradictorios.35

EL ENSAYISMO A PARTIR DEL RENACIMIENTO

El ensayo, como forma literaria que nace en el siglo XVI, lleva aparejada una cierta visión del mundo, una expresión del pensa­miento que se asocia con algunos de los rasgos considerados como

35 Véase el compl_ejo panorama que traza Domingo Ynduráin [1994] quien, además de analizar las implicaciones entre el Renacimiento y el humanismo, examina la evolución paralela de otras corrientes de pensamiento como el neo· platonismo o la escolástica.

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66 PRÓLOGO'

éaracterísticos de la cosmosivión. renacentista: el individualismo, el predominio de la vida civil, el.:relativismo moral, la .. preferencia por los sistemas de conocimiento no sistemáticos .. En Jas misceláneas y e~ las flo~estas, relaciónadas·con elestudio ddo~ Essais de Mon, taigne, se refleja el interés. por <<Una realidad no .definida de ante­manO>J y, como dice también.Domingo Ynduráin (1978:~28]', <<no integrada en un sistema ya definido>>. . _

Dentro de las formas ensayísticas, el contenido doctrinal se ex­pone de manera suelta y aparentemente. espontánea. f:lugo Frie­drich [1949:350] insiste en. el qeséuido. propio der ensayo, defini­do por su ·ordo neglectus, .con una expresión tomada de Petrarca. La pretendida espont'aneidad' del ordo neglectus es muy del gusto de la época de.?Viontaigne y, en general, de la estética· ,renacentis­ta, que se refleja .en fenómenos tan diversos', como la .. predilección por la poética rústica cque formula. Sannazaro a principios del siglo Xvl:, o las éííticas contra la afectación de El Cortesano de ·castiglione. E~ el .proemio de la Arcadia, Sannazaro habla 'de <<las rústicas

Églogas, brotadas de natural vena ... expresándolas. des11udas de orn.~tO>> .(p. 57). Garcilaso adapta la formulació'n' deL napolitano en· 1~ dedicatoria de SU égloga III, VV. 41-43: ,

Aplica, . .pues, un rato los sentidos t . a1 bajo son . ae mi zampoña ruda, t indigna de llegar a tus oídos, . , pues d'orn,amento y gracia va desnuda. 1

La rl!sticidad a la ·que se refiere Garcilaso es, una rusticidad simula-da qué_ se. propone ~omo ideal estilístico, en térmi.nos tótnados de! S:¡fmazaro (Górne~ 1993:~94-195). Del mismo modo, eLpoeta toledano en la carta a Boscán, ·escrita en endecasílabos sueltos (vv. 5-,10), parece rechazar el ornamento propio de la epístola culta en nombre dr la amist<;>s~ farn~li;tfidad que le une al destinatario:

ni será menester bucar estilo presto, distinto d'ornamento puro .tal cual a culta epístola conviene. Entre muy grandes 'bienes que consigo el amistad perfeta nos concede es aqueste descuido suelto y puro. 36

36 Véanse el artículo de 'Maurer. [1990] y las puntualizaciones· de B. Morros [1990].

IMPLICACI_ONES ID.E.OLÓGICAS DEL ENSAYO ·67

La epístola está· fechada en Aviñón,.·el 12 de octubre de 1534: Con anterioridad Garcilaso revisa. en ·Barcelona la traducción que a instancias suyas, su arnigo 'Boscán había. realizado de .. E/ Cortesa­no, donde Castiglione se déclara enemigo de la •afectación: <<Está tacha es aquella· que suele ser odiosa a todo el mundo, de la cual nos hemos de guardar· con todas nuestras fuerzas, usando en toda cosa un.cierto desprecio o.descuido, con el cual se encubre el arte y se muestra que todo "\o que se hace':y se ;dice se· viene hecho de suyo sin fatiga y sin casi.li.abello pensado>> (p. 59) ... 0bsérvese que .Boscán traduce •precisamente <<descuido>> .para referirse al arte de improvisar, con.. aparente sencillez, ·que el manual. italiano de cortesanía denominaba• sprezzatura (Morreale 1959, 1:163). 1.

La sprezzatura de Castiglione se .asemeja • a la estética del ensayo·¡ definida también por el descuido ·del ordo ·neglectus, ·hasta el punto de que .deja huella .en los ensayos .de .Bacon. Asegura el escritor inglés en s~s E$sayes (p. 360) que la excesiva laboriosidad es causa de que se pierda la· gracia en la expresión, que consiste en ser natural y. no afectado: <<natural ,and unaffected>>. Tanto para Ba­con como para Castiglione, Boscán, Garcilaso o Sannazaro, el ver­dadero arte estriba. en simular Ja ausencia de artificio· y de orna" mento, es. decir, en <<la retórica, de ·la Iio tetótica>>, según la feliz expresión de Annick Paternoster [1991:39]. La aspiración a la na­turalidad. aparece como una. constante durante el Renacimento; que se manifiesta en formulaciones estilísticas comunes: la predi­lección por el diálogo en tanto que conver:~ación familiar,.J.a apari• ción de la epístola horaciana, la exaltación de ti Naturaleza, o el ordo neglectus .del' ensayo.37

•El descuido del ensayo no es tin rasgo retórico únicamente, sino el medio del que se sirve Montaigne ·para reflejar su, imagen del murido y su absoluta subjetivid;¡d (Ftiedrich 1949:350). :Reéorde-

3 '~·Sobre la exaltación de la Naturaleza, no hay más que recoraar las encendi­das palabras que, por boca de Marcelo, pronuncia fray Luis de'León en su diálo­go De los nombre~ de Cristo, en alabanza de la v,ida pastoril y campesina: «la fu~rza del se~tir es del campo y soledad» -dice, por •ejemplo- o «la vida del pastor es inocente y sosegada y deleitosa, y la condición de su estado es inclinada al amor>> (pp. 221-224) .. La Naturaleza durapte la época r~nacentista aparece como vía privilegiada del conocimiento, junto con la introspección de origen agustiniano. En este mismo sentido, Montaigne reallza una defensa in'teresada de la Th~ologia ~aturalis sive Líber creaturarum d~ Raimundo Sabunde, e11 sus E¡­sais, 11, 12.

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68 PRÓLOGO

mps que el razonamiento doctrinal del ensayo es menos impor­tante, que su desarrollo personalizado: <<Qu'on ne s'attende pas aux niatieres, mais a la fas:on que j'y donne>> ('Que no se fijen en las materias sino en la forma que les doy', Essais, 11, 10). De­,trás de la afirmación de- Montaigne, se esconde la creencia com­,partida por t_odos los ensayistas de que, en último .extremo, en el estilo de la obra .más que en su .contenido reside la verdadera dimensión del hombre. Desde esta perspectiva, el ensayo ,supone el nacimiento de una nueva literatura antes ·que de un género lite­rario,. como apostilla Domingo Ynduráin [í994:1209] <<Montaigne no qea un nuevo género, lo que crea es una nueva literatura: la q~e aspira a reflejar al·hoinbre· que esc.ribe, no un mundo autó­nomp y· objetivo, independiente del autor y del lector». No por ello,¡_sin embargo, debemos renunciar a definir el ensayo como un género de escritura asociado a unas formas de expresión más o menos afines, como sop. los discursos, epístolas, .anotaciones y libro's de varia lección que estamos estudtando.

E~ cierto que se escapa del ámbito formal,el ensayo entendido, en toda la· dimensión estilística .del término, como ensayismo, por emp~ear la denominación de Juan Marichal.38 En esta nueva acep­ción, hay· tantos ensayos como ensayistas, pues el ensayismo de­pende .de 'la <<voluntad de estilo» de cada escritor. No obstante, también en el ensayismo se pueden descubrir constantes estilísti­cas .que se divulgan .a partir del período histórico renacentista y en la época de Montaigne, como la mencionada exaltación de la naturalidad ó del descuido.

A su vez, Marichal (1984:36-37] hace depender el' surgimiento del ensayismo de la afirmación del individuo, lo que se viene con­siderando como una ·de las características del Renacimiento: <<la presentación, biográfica o autol;liográfica, de una figura individual, como tal figura individual, no había adquirido hasta la época rena­centista un valor teórico universal>>. Aunque hemos visto que el

38 Los estudios de Marichal han tenido eco en la bibliografía sobre el ensayo aunque este eco no siempre ha resultado positivo. Véanse Donald Bleznick [r964] y Jean-Marcel Paquette [I972], por ejemplo. Compárese A. Car~~llo f~~~zo [I954], estudio p~m¡ero sobre la naturaleza del ensayo español. En los <<Apuntes» prece· dentes, que he tenido la fortuna de leer una• vez redactado este prólogo, José­Carlos Mainer resume el estado de la.cuestión y diserta sobre las relaciones entre el ensayo y la supuesta mentalidad hispánica, ·cuestión disputada que late en el fondo de los planteamientos al modo de Marichal.

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IMPLICACIONES IDEOLÓGICAS DEL ENSAYO 69

individualismo con que.se proyecta Montaigne en sus Essais resulc ta harto sorprendente incluso para su traductor, Diego de Cisneros·.

Todavía se siente duran.te el ReJ?,acimiento el imperativo de jus­tificar la exposición autobiográfica con propósitos penitenciales y de enmienda mediante los cuales se generaliza el caso .individual, del que se extrae su carácter ejemplificador. Así, el Libro de la vida de .Santa Teresa está escrito <<por mandato ·de su. confesor», a quien dedica <<esta relación que mis. confesores me mandan (y aun el Señor sé yo lo quiere muchos días ha, sino que yo no me he atrevido)' y que sea para gloria y alabaqza suya, y para que .de aquí adelante, conociéndome dios mejor, ayuden a mi flaqueza» (pp. 117-118). Desde la otra ladera, el protestante burgalés Fran­cisco de Enzinas redacta sus Memorabilia en 1545 por mandato de su maestro ·Melanchthon tatnbién fOn propósito catequístico: <<De buen grado obedeceré a un maestro tan esclarecido y que me pide algo tan honroso; de mejor grado aún al pensar que este escrito ha. de traer· no .poco provecho a los que desconocen las trampas de cierta gentei me. refiero: a esa que, amparada en una máscara de religión, últraja a Dios y cubre con su hipocresía el más crudo descreimiento» (Memorias, 55).

Al lado de estas autobiografías religiosas y penitenciales, a par­tir de la época renacentista, se desarrollan las autobiografías civiles en las que .se refleja una visión secularizada del individuo, de la que es heredero··Lázaro de Tormes, como afirma Domingo Yndu­ráin [1992:481]: <<el triunfo exhibido por el pregoneró se basa, preci.samente, en los valores mundanos rechazados y superados por sus antecesores: ·son los valores mundanos y sociales, la atracción del paganismo renacentista, contra cuya seducción luchan lo mis­mo Petrarca que Erasmo».

Los Essais no son una autobiografía-en sentido estricto, porque no están dispuestos en ningún orden determinado, ni tan siquiera biográfico. Pero el fuerte autobiografismo que proyecta Montaig­ne en sus escritos, la conciencia de su individual.idad, explica en gran parte el naci¡:niento del ensayo moderno. Como escribe.en un pasaje de. sus Essais al que ya nos hemos referido: <<Les autheurs se communiquent au peuple par quelque marque particuliere et estrangere; moy, le preqlier, par mon estre universel, comme Mi­che! de Montaigne, non comme grammairien, ou poete, ou juris­consulte» ('Los autores danse a conocer aLpueblo por alguna mar­ca particular y .externa;· yo soy el primero en dar a conocer mi •ser

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total, en mostrarme como Micher de. Mont¡ligne, no .como gra­máticq, o poeta, 'o jurisconsulto', Essais; III, 2). A pesar de la radical nóveda~ .• dé h. formulación, se. podrían encontrar .afirma­ciones paralelas .. :en obras antenores. ·

. En 1492, •Gonzalo de A y ora escribe en eL prólogo a una traduc­·cióri dedicada _a Isabel. la Católica: _<<El argumento ·de esta obra no es .el hombre univers:¡J ni la universalidad de las .causas·, sino el hombrdndividuah~ (citado por Iriarte I94~:I82). Este princi­.pio de individuación sería sistematizado después, por Huarte de San Juan, .en su Examen-.de, ingenios- (i:575). No hay más que leer el pro,emio. de la .. edición-refórmada de I594, donde el autor:inten­ta explicar la. disparidad, de los juicios humanos (pp. I66-I92). Arúfs de ser qtalogada p'or Huarte, h conciencia individual- .se pase~ a sus"anchas por la literatura .renacentista, de. tal, modo que el sujeto se constituye no .a ·partir de un .. sistema de pensamiento, como afirma curiosamente uno de :los mayores defensores de la filosbfía ·dehRenacimiento (Garin I98I:I4-I5), sin~ 'que la aten­ción! filosófica <<se concret_a en la historia de. los hombres, y; por .encima .de todo, en la .memoriá de ~i mismos, en el recuerdo de sus propias visicitudes terrenas, hoy». ·

Una de las· prin<;ipales consecuencias del individualismo' rena­centista es ·la separación de lq público frente, a lo privado (Rodrí­?~ez¡ I990),. ya que el sujeto se constituye, como tal, con relativa m~epen~~n.c1a de las _categorías sociales; .como propugp;¡,l;¡a l.\1()n­taigne. Desde ésta 1'1\!J,Spectiya, se ,entiende la ·diferencia cque .esta­blece el ensayista entre. sil ser total ( <<mon estre universel») y sus ocupaciones profesionales· como gramático, q poe_ta, o juriscon­sulto. Ta_rpb_ién Bacon en sus. Essayes establece continuaroep.te di­f~rencias entre lo público y lo privado. Por ejemplo, ·en el ensayo titulado <<Üf· Simulation and D\ssirnulation» reconoce la necesidad de la simulación :para mantener el derecho a la. intimidad. En. el en¡;ayo <<Üf Nobility>>, distingue entre la nobleza pártjcular y la nobleza <<Coinó parte del Estado» (Essayes, 248). En el ensayo <<Üf ·Frendschip»; escrito a propó~ito de la figura del privado, se refiere a la amistad como ·un bien moral más accesible para el ciudadano qu: no posee cargos que para el hombre público.

El ensayista identifica la forma de escribir con su más íntima naturaleza, frente a las ocupaciones sociales, lo que no hace sino subrayar la originalidad de la experiencia de cada individuo. De ahí el vínculo que se puede establecer también entre el ~acimiento

IMPLICACIONES IDEOLÓGICAS DEL ENSAYO .7I

del ensayo y el escepticismo de ·Montaigne, quien desconfía de los sistemas ·filosóficos y de las verdades inmutables: <<La relativi, dad. de cualquier norma -ética se confirma en los Essais- con un agudo sentimiento de que el hombre normalme.ríte es incapaz de observar la cond-qcta ideal>> (Rico I988:53I). La llamaaa escéptica a descree:.; -de las verdades de la ·filosofía tiene su eco en el arte renacentista, como apunta Américo Castro [I925:388] cuando en~ laza la obra de· Montaigne ·con l~ de C<frva1,1tes: <<Un gran con­te~poráneo de Cervantes, Miguel.dé Montaigne, sintió con acui" dad e~:A~~oblema de la relatividad ·de· nuestros juicios y estuvo a .punto de caer en un, mar de escepticismo ... Cervantes dej~ abierto y• patente el problema, y cop. ra.ra genialidad lo lleva .ínte­gro al centro de su arte, que al mismo tiempo supone una profun­da: visión -del mundo»,

La· concepción -renacentista-del· conocimiento (Neil ~er¡.r¡.y 1992) se opone 'por su· enciclopedisrp.o misceláneo a la sistematización del saber que la escolástica medieval lleva a cabo en las Summae, organizadas según un sistema lógico de subdivisiones. Cuando Er­win Panofsky [I957:33] traza· paralelos entre la arquitectura góti­ca y la escolástica qe los siglos XII y XIII, precisa: <<La totalidad del saber humano permanecía entonces accesible al espíritu nor­mal y no·especializado puesto que las ciencias naturales, las huma­nidades e incluso las· matemáticas .no •. habían elaborado aún sus métodos y.:su. terminología espd::ífica· y-esotérica». En cambio, el ensayo es producto .. de una época histórica donde se ·impone la especialización, al mismo Jtiempo que :se asiste al nacimiento ·de la ciencia·moderna. La separación entre-los científicos y lodetra­dos se acentúa· cada vez rp.ás, en contra·.del panorama trazado por los humanistas, que pretendían recuperar el pensamiento. clásico a través ·de las bellas letras.

El ensayo nace a partir de la progresiva .separación entre .ciencias y letras, con pretensiones de restaurar la unidad del· saber, despe-. dazada ya de manera inevitable en· fragmentos. De ahí la aspira­ción paradójica del ensayista, tal y como .Iaxesume Theodor Adorno [1958:28]: <<El ensayo· tiene que conseguicque la ,totalidad. orille por un momento .en .un rasgo parcial escogido o alcanzado, pero sin afirmar· que hr totalidad ·misma es'té presente». No depende el ensayista de ningún sistema. filosófico o. científico,. ni, está liga­do a la introducción en España de la filosofía de ,los novatores, porque el ensayo se aparta del saber organizado, a· pesar de que

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72 J>RÓVOGO

se haya afirmado que el <<ensayo nace con la ciencia y de la cien­da>> ·(Varela. 1966b:I45). Propugna el e11sayo uri ecleCticismo cuya medida es el. hombre real, que se dirige a los otros· con un, afán divulgador o <<democratizador>> en· el sentido que glosa Mainer [1983:I8]. Ya nos hemos· referido al valor pedagógico del ensayo, que nace condicionado por la difusión de las humanidades y de los studia humanitatis.

-Los Essais; como ,todo fenómeno literario por otra parte, resul­tan singulares e irrepetibles. No así los factores históljcos que con­dicionan su modo. de escritura, y que, tienen diversas implicacio­nes ideológicas presentes asimismo en España· entre los siglos XV

y xvn. Aunque no ·cristalizasen en una obra equivalentt; a la de Montaigne, en la literatura castellana de la época existen formas quei todavía in nuce, quizá no suficientemente desarrolladas, po­drídn· considerarse como ensayos o como .orígenes del ensayo antes de que .en España se generalice la· acepción literaria del tér!l}.ino.

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4. ESTA ANTOLOGÍA

Los,t textos de la antologí;¡, se editan en orden cronológico. Cada una, de las piezas va precedida ·de una breve introducción sobre ,el autor y la obra. Los criterios de edición son los siguientes: ,se rhoderniza el uso de mayúscuhs y minúsculas, la puntuación, .la acentuación y la unión de palabras, aunque se conservan con­tracCiones no usuales en el español actual, como deste o dél.

L;s abreviaturas· tipográficas se· desarrollan sin indicación algu­na. El ·signo tironiano se resuelve como y, solución que predomi­na cuantitativamente. Se tnoderniza la ortografía de acuerdo con los criterios utilizados por Rico [I98TI32], por lo que se reducen al uso actual las oposiciones del tipo x'lj, s/ss, rlclz, yli, ulv/b, ph/f,' etc . .Se conservan las vacilaciones en el tift1bre de las vocales (vin{a, mochacho) y la~ alternancias def tipo as{/ ans{, agora! ahora o santól sancto,• al igual ·que los grupos consonánticos no usuales en el español actual; aunque se simplifican• las consonantes dobles excepto si poseen valor: fonológico en la actualidad, como -11- o -rr-.

Se adopta como texto base el de la edición princeps o, en ~u defecto, el único manuscrito conservado, como sucede en la MIS· celánea de Zapata. Siempre que ello ha sido posible, tenemos en cuenta otras ediciones modernas que nos sirven para enmendar las

ESTA ANTOLOGÍA 73

erratas y lecturas dudosas. Las acotaciones marginales, o ladillos, se editan a pie de página, separadas de las notas donde se aclara, en la medida de lo posible, la tradición literaria de los textos o se hacen algunas mínimas precisiones lingüísticas.

Después de la antología, se incluye (por el mismo orden que el de las obras reproducidas) una serie de comentarios que com­plementa la información contenida en las notas a pie de página. En los comentarios, se especifican las referencias bibliográficas fun­damentales y las indicaciones relativas a la procedencia de cada una de las obras. También se aclaran los aspectos textuales del fragme~o seleccionado. Son fragmentos, aunque por lo general se ha respetado la división en discursos, epístolas, capítulos, etc. El volumen se cierra con una bibliografía final. · Esta antología sobre el ensayo ha merecido una de las ayudas a la Creación Literaria que concede el Ministerio de Cultura. De manera independiente, la idea original del proyecto me había sido sugerida por Francisco Rico, primer culpable de que me aplicase a la tarea. Quisiera agradecer también los comentarios que otras personas han realizado durante alguna o algunas de las sucesivas fases de redacción: Pedro Álvarez de Miranda, Emilio Blanco, Pa­loma Cuenca, Francisco Layna Ranz, Julián Paz Hidalgo, Ana Vian y Domingo Ynduráin.

jESÚS GÓMEZ

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LOS ORÍGENES: SIGLOS XV A XVII

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FERNANDO DEL PULGAR

<<LETRAS»

Se desconoce con exactitud la fecha y el lugar de naCimiento de Fernando del Pulgar (¿Toledo, 1430?), secretario de Enrique IV y .embajador de Isabel!ª' Católica; quien asimismo le nombra su' cronista. La Crónica de los Reyes Católicos don Fernando y doria Isabel que e~cribe Pulgar alcanza hasta 1492, de lo que puede deducirse la fecha aRroximada de su muerte.

Además de la crónica citada, se conservan otras obras. de Pulgar, como los Claros varones de Castilla, las Glosas de Mingo Revulgo o las Letras. La primera de ellas es acaso 'la más conoci,~ª' se trata de una colección de cortas biografías o retratos dé diversos personajes notorios en su épo­ca, como el propio rey Enrique IV, hermano de Isabel la Católica a la que dedica sú obra, el marqués de SantÍ:lhma, el marqués de Villena o el conde de Alba Fernán Álvarez de Toledo.

Las Glosas son una .serie de anotaciones sobre uri póéma alegórico atri­buido al franciscano Íñigq de Mendoza; en el cual el pastor Mingo' Re­vulgo, que representa al pueblo, se lamenta ante su compañero Gil Arri­bato de la decadencia de Cast,iJla en tiempos de Enrique IV. Pulgar inten,ta desvelar el sentido alegórico oculto bajo el disfraz pastoril de esta égloga dialogada, que tiene un propósito político.

Las Letras, como su nombre indica, son una coleccion de cartas o epís­tolas dirigidas a familiares, amigos o personalidades de la época. Alternan en· ellas los comentarios políticos y mili tates, las reflexiones filosófic;¡s, con las observaciones personales y autobiográficas. El estilo y el tono de las diferentes cartas también oscila desde la gravedad profunda hasta los comentarios jocosos o la confidencia íntima. Tanto por la libertad de composición como por la variedad expresiva que favorece el molde d\! la epístola, Pulgar se convierte con estas Letras en uno de los más terp.­pranos precursores d¡;l ~l).sayo.

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LOS MALES DE LA VEJEZ

Señor d<;>ctor. Francisco Nuñes, físico:' . Yo, Fernando de Pulgar, escribano, .paresco ante .. yos y digo

que, 'padesciendo grand dolor de la ijada 2 y otros males que ·aso'­man con 'la vejez, ·quise leer a Tulio, E>e senectute, por haber 3 dél para· ellos algund 'refuedio; y no le dé Dios más· salud al alma de lo que yo fallé en él' pa'ra mi ijad¡¡. 4 Verdad es gue da mu­chas copsolacion.es y cuenta muchos loores de la vejez, pero no provee ~de remedio p~p~ sus males. 5 Quísiera yo fallar un reme­dio sol9 más, por cierto, señor fí~~co, que. todas sus consolacio­nes; porque el conorte, 6 cuando .no quita do~or,, no pone conso­lación, jY así quedé con mi dolor y sin su consolación.

Quise veer·esomismo el segundo--libro que fizo de las Cuistiones Toscula~as,7 do quiere probar que el sabio no· debe haber dolor; y, si lo' hobiere, lo puede desechar con ·virtud. 8 Y ó, señot doc" for, como no soy· sabio, serití'el dolor; y, como no soy virtuoso, no lo pude desechar, ni lo desechara el mismo Tulio, por virtuoso que fuera~ si sentiera el m~l que ,ro sentí. Así gue,, para 'las enfer­medad~s que vie1,1el) con la vej,ez.1 fallo que es mejor ir. al físico remediador· que al ,filósofo coq.,soJador. 9 -

1 físico: '_profesor de medicina', 'médico'.

2 'cavidad entre las costillas falsas y los huesos de las caderas'.

3 haber, en español antiguo, contien­de con el verbo tener como transitivo para expresar posesión: haber ... algund remedio. En la carta de Pulgar predo­mina esta última solución: haber dolor, hobieron mala postremería, hobieron hon­rada vejez, etc.

4 follé: se mantiene la f inicial, que en castellano desaparece o se aspira ya en época temprana ('hallé'), aunque en el texto de Pulgar predomina la solu­ción contraria, como es general en la literatura del siglo XV. Véase más aba­jo: follar, fizo, fallo ('hallo'), ftjo, etc.

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S'Se refiere al' diálogo d~ M~rco Tu­lio Cicerón, De senectute, donde el vie­jo Catón conversa con Lelio y Esci­pión el Joven, a quienes convence de la excelencia de la vejez. Pulgar, en cambio, rechaza los argumentos de Catón.

6 'consolación'. 7 esomismo: 'asimismo'. 8 Se refiere Pulgar a las Tusculanae

disputationes, otro diálogo de Cicerón, que toma su título del escenario don­de se desarrolla la conversación, en Tus­culanum, una finca rural que había ad­quirido el filósofo romano.

9 Se repite la oposición entre consue­lo y remedio, con otras oposiciones de­rivadas: virtud! dolor, filósofo/ físico.

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LETRAS 79

Por los Cipiones, por los J\1etelos y ·Fa\Jios y por' los Trasos y por otros, algvnos romanos ·que vivieron y -murieron en honra, quiere ptobat Tulio que lá vejez es ·buena. Y, por algunos que hobieron mala pos tremería, probar,é yo que ·es'· mala~ Y daré ma~ yor número qe te_stigos para prueba de mi intinción que el señor Tulio. pudo dar para en prueba· de la ·suya, uno de los· cuales pre­sento al m'esmo Tulio, el cual sea preguntad_o-de mi parte, cuando Marco Antonio Sl,l ~Jleinigq_ le' cortó la ,mano y la cabeza, ¿cuál quisiera más: morir de calenturas algunos años antes, o· morir como murió, viejo y de fierro algunos años después?'0

Bien:9"eo yo que aquellos romanos que alega hobieron honr;¡,d_a vejez. PeJ;q también 'creo que el señor Tulio escribió las prosperi~ dades que hobieron- y dejó de decir. las angustias y dolores q_ue sintieron y sienten todos cuantos mucho; viven. Sab~o y honrado fue Adán, pero ~us i:los fijos vido homicida el uno del otro. Justo fue Noé, pero vido perecer el mundo y él andovo en la tormenta de las aguas y·vídose descubierto y escarnecido de su fijo.--Abra­hán amigo fue d~! Dio~, pero· desterrado andovo de su tierra, su­friendo angu~tias por ,moradas ,ajenas. !saque, la vejez le fizo ·ciego y vivió vida atribulada por discordia de sus dos fijos. Rico fue Jacob y honrado, pero SUS fijos le vendierOI} a,l fijo que ~ás alllaba y; cien~o7:.treit:~ta años, confesó que había pocos y 'malos. David perseq.u:i()nes.:;hobo muchas y- graves,· y disensión dentro de su casca, que ·es doblado tormento. El viejo Helí, sacerdote, sus dos fijos sbpo ser muertos ;n ta·batalla y el arca ·del testamento tom.a­da- de los enemigo~. 11 Estos; de quien estas cosas se leen; patriar­cas fu~rori y amigos-el~ Dios mucho m'ás, ·por cierto, que .los Me­telos ni los ·Fabios -de Roma.12 Pero ¿quién quita que, en los

10 El 1 de• diciembre deL año 43, captural) a Cicerón mientras huye, ·le cortati la cabeza y. las manos, que Mar• co Antonio,exhibe en la tribuna ·de los oradores de Roma.

11 Aunque en el texto aparece Elías, se refiere a la historia del sacerdo­te Hell, que ·se narra en· I Samuel 4, 15-18: HelÍ'tenía noventa y. ocho años, se había· qu~dado ciego, cuando un mensajero 1~ ~~ la QQticia de·la derrota de Israel a niános de los filisteos, de la muerte de sus dos hijos Ofni y Fines

y del cautiverio del ·arc:L Cuando el mensajero ·menciona el arca de Dios; Helí cae de la silla donde estaba senta• do y muere.

P- Frente a los ejemplos romanos' y paganos, se oponen diversos casos to­mados·de la Biblia: Adán, Noé, Abra­hán o Abr~II).. lsaque (Isaac), Ja¡:ob, David y Helí. Los seis primeros se púe­den leer en el libro del Génesis. ·!:.os dos últimos; en el libro de Samuel, que en la versión Vulgata se denominaba libro de los Reyes o de los Reinos.

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So FERNANDO DEL PULGAR

muchos ·años que vivieron, hobieion lugar todas estas persecucio­nes que·sintieron? No acabaríamos de contar porque son muchos, y aun diría que· todos, los que por vevir .mucho hobieron en sus postrimeros días grandes tormentos, allende de los dolores corpo­rales que les acarrea, la vejez.

Ni por eso quiero· yo comparar. nuestra vida y trabajos a la vida y tc;:ntacione~ destos patriarcas, ni de los sanctos y mártires que alumbrados del Espíritu Sancto sufrieron. virtuosos .martirios y per­secuciones, porque aquello fue por otros misterios" de Dios. obra­.dos en aqueqos que .fueron sus amigos, ·por espremen,tar en ellos .la virtucl de la fe, de la paciencia y de la costancia para ejemplo de nuestra vida. Pero digo que, cuando aquéllos sentieron los tra­bajos gue hobieron, ¡cuánto más los sentirían los que no podieron alcanz'ar la gracia que ellos alcanzaron! ~

J oh\ nos condepna a pena de vevir poéos días y sofrir muchas la,cerias;13 la· cual sentencia se ejecuta cada. día en cada uno de no­sotros[ especialmente en los viejos. porque continuamente padesce­mos. dolores, dolencias, muertes ·de propincos,14 necesidades que tomamos, otras. ,que se nos vienen sin llamar segund e 15

• en la maner~ .que Job lo pronunció por su sentencia; ítem más, 16 po­breza amiga· y mucho compañera de la vejez.

Y porque loa esomismo Tulio la vejez de temprada,17 porque se apa~ta de lujuria· y de los otros ecesos de 1'! mocedad,, sea pre­guntad,o si usan los viejos desta temperanza porqúe no pueden o porque no quieren/8 Dígolo; señor físico, :porque a vos y a otros hombres, honrados viejos, he oído llorar esta tempran'za 'y loar y {;leleitarse tanto. en la destempranza de su mocedad pasada

13 lacería: 'cansancio, sufrimiento'. Es proverbial la asociación entre el su­frimiento y el personaje bíblico de Job, que el\ e(ecto afirma (Job 14, I-2): «Horno, natus de·muliere, brevj 1 vi­vens tempore, 1 repletur multis mise~ riis». ELhombre·n~cido. de mujer vive corto tie¡npo, lleno de miserias·:

14 propincos: 'próximos; parje_ntes o allegados\

15 e alterna con y como forma de la conjunción copulativa, aunque esta úl­tima predomina cuantitativamente.

16 ítem más o Ílef!!'• expresión latina que significa 'iguahp . .,.nte'.

'7 'templada'. Obsérvese que todo este párrafo juega con la repetición de palabras derivadas de la misma familia léxica: temprada•, tempradd, temperanza, tempranza frente· a destemprado, destem­pranza. ,Se trata .de· una figura retó­rica denominada annominatio o parono­masia ..

18 Con la fórmula 'loa también la ve­jez Tulio' con que se inician é~te y los dos' siguiente párrafos, discute Pulgar al­gunos.de los argumentos que aduce Ca­tón (De senectute, 39), en primer lugar, que la vejez· nos priva de los placeres li­bidinosos que se dan en la j!lventud.

LETRAS 8!

que paresce. faltar la obra porque faltó el poder; que está ya tan seco cuanto está verde el deseo para la· obra, si podiese. Así que no sé yo cómo loemos de temprado al qu¡; no puede ser destemc prado. Y, .. sil el viejo quien;. tornar a usar de las ·lujurias que dejó con la m9cedad, ya veedes,:9 señor doctor, cuánd• hernioso le·está andar ·envuelto en las cosas que su apetito le tienta. y su- fuerz~ le niega.

Loa también la vejez potq'ue está llena de actoridad y de conse­jo,'0 y' por cierto dice v,erdad, comoquiera que yo he visto· mu" chos viejos llenos de días y vacíos de seso a los cuales ni los años dieron actóridad· ni la éspir;.iencia pudo dar doctrin~, y ser corregí, dos de algunos mancebos·. Y, si algunos viejos hay que sepan, aun éstos diceq: si ~opiera cuando mozo lQ que agora· sé cuando viejo, otramente hobie:ra vevido. 21 De manera que, si el mozo no face lo ·que debe porque no sabe, menos lo face el viejo, porque no puede.

Loa también el señor Tulio la vejez porque está cerca de ir a visitar los buenos en Ja otra vida, y desta visitación veo yo que todos huimos y fuyera el mesmo Tulio si no le tomaran a manos y le inviaran su camino a facer esta visitación que mucho loó y poco deseÓ. 22 Porque, fablando con su reverencia, uno de los ma­yores males que padesce el Viejo es el pensamiento de tener cerca­na la rhue¡:te, el cual le face no gozar de todos los otros bienes de la vida porque todos naturalmente querríamos conservar este seer, y esto acá no puede seer porque cuanto más esta vida crece tanto más descrece; e• cuanto más anda, tanto -más va a no andar nada. Y propia~ente fablando, .no se puede decir con verdad que vive ni que muere. el viejo: no muere, porque aún tiene el ánima en el cuerpo, y no vive, porque tiene la muerte tanto cerca y cuanto cierta. Así que no sé yo qué vtda puede tener el que este temor continuo tiene. 23

rq 'veis'. 20 actoridad: 'autoridad'. Según Ca­

tón, la autoridad es el rasgo más sobre­saliente de la vejez: «Apex autem senec­tutis est auctoritas» (De senectute, 6r).

21 'vivido'. 22 Alude Pulgar a la muerte de Ci­

cerón, a la que ya se había· referido en el tercer párrafo de su carta, y alude también al pasaje del diálogo (De se-

nectute, 84) en el que Catón manifies­ta su deseo de reunirse con sus precla­ros ~migos y con su hijo después de muerto.

23 En los dos siguientes párrafos,

Pulgar'enumera una serie de males que conlleva la vejez, sobre todo por la de, cadencia física y por las enfermedades corporales .. Hay que recordar que la car­ta se endereza a un médico.

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82 FERNANDO DEL PULGAR

Y lo más grave que yo veo, señor doctor,' es que si el viejo quiere usar ·como viejo·; huyen dél; si como .mozo, l:iurlan dél. No .es para servir· porque no puede, no para servido porque riñe, no ·para en compañía de mozos porque el tiempo les apartó la conversación,24 menos pueden convenir los viejos porque la ve­jez desacuerda sus propósitps. Comen cori pena, purgan con tra­bajo. E,pojosos a los que los menean, aborrecibles a los propin­cos porque tardan en morir, aborrescibles,si son' ricos y viven mu­cho porque tarda su herencia .. Disfórmansele los ojos, la-boca y las otras faciones y miembros'. Enflaquécenseles los sentiaos y al­gunos se les privan: Gastan, no ganan. Fablan mucho, facen poco. Y, sobre todo, la avaricia que les crece juntamente con Jos días, la Cll;al doquier que asie,1,1ta, ¿qué mayor corrupción puede ser en la vida? •

. A~í1 que, señor físico, no sé yo qué pudo fallar Tulio .que loar en Ü vejez: heces y horrura de toda la vida pasada, 25 la cual le face :hábile para recebit cualquier dolencia de la !jada, .con sus ad­herehcias.26 Y si alguna edad de la vida·Jallo digna de loor (lo que niego), debiera a -mi parescer loar la mocedap antes que la veje~, ·porque la una es .fermosa, la otra fea;. la una sana, la otra ~nfe~ma; la una alegre, la otra triste; la una enhiesta, la otra caí­da;• la una recia, la otra flaca;' la.una dispuesta para todo ejercicio, la otra para ninguno sino par~ gemir Íos males que cada hora de &nt.ro y de fuera les nascen.

Y, por tanto, señor físico, sintiéndome muy agraviado de las consolaciones y pocos remedios de Tulio, De senectute, como de ningúnas y de ningund·valor, apelo para ante vos, señor Francis­co, De :mediciS,27 y JJido los emplastos necesarios sepe et :instantisi­me,28 y requieros que me remediéis~y no me consoléis. Valete.'9

2 4 conversación: en sentido amplio, 'vivir, habitar·en compañía de otros'.

25 horrura: 'horror'. 26 Vuelve Pulgar al motivo que

abre la carta, el mal. de ijada que pade­ce. Continuamente mezcla la observá­ción per;onaL y subjetiva. con la' re­flexión filosófica.

·2 7 Alude de nuevo al oficio médico

al mismo tiempo que reitera poco des­pués la oposici6n entre el consuelo fi­losófico y el remedio medicinal.

28 sepe et instilntisime: 'a menudo Y con frecuencia'.

2 9 valete: 'adiós'. Expresión latina que se utiliza con frecuencia en la des· pedida de las cartas, y que se adopta también en las epístolas escritas-en ro·

que ejerce el destinatario ,Je la carta, manee.

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ANTONIO DE GUEV ARA <<EPÍSTOLAS FAMILIARES,

En la biografía de Antonio de Guevara .. (¿1480?,,1545), se hace patente un acusado afán ~e ascensión q~e le h~ce _medrar hasta conseguir los pues­tos que desempena cqmo predicador auhco, cronista real y consejero del emper,ador Carl~s V .. ?nevara ingresa en la corte a los doce años, aunql}e d¡!spu~s d~ ~onr Fehpt; el' Hermoso en 1506, profesa en la orden' de San F~anc1sco. N?·por ello' renuncia Guevara a sus ·aspiracio'nes cortesa­nas. S1endo·fr~ncrscano, su trayecto~ia se liga a los· designios iinperiales. E11 1521, Guevara es nombrado predicador de Carlos V, nombramiento q~e. no s~ confirma. hast¡¡ 1523. Desempeña al f!!Ísmo tiempo diversas mlS!ones Importantes comq comisionado ,de la Ipq-g~sición, otro de los pasos de su carrera,. en la que se suceden, varios c¡¡rgos oficiales: cronista real ep: 1526, ~unque no, c,on~~rvamos ninguna cróni~a ·suya, obispo de Guad~ en 1529, y de Mons!¡;>ñedo en 1537.

Por otra parte.' Guevara es un escritor de éxito, uq tratadista político Y ~or~l q~~ en~Iend;_ perfectamente los gustos .del público cortesano de su epoca. El _Lrbro aureo ·de Marco Aurelio, el primero de sus tratados, com~enza a Circular en :15~5 y ~o se imprime hasta tr\!s años despüés. Para entonces Guevara hab1a reahzado una segunda redacción de la obfa muy reformada, que se~ublica en I529 con el título de Relox de prínci: pes. Se, tr¡¡t~ ~e un ampho m~nual ~qucativo en el que ~e expone desde la teona P?l!ticahasta las normas deJ matrimonio o la crianza de ·los hijos

Durante 1539 publica Guevara· n~evos tratados en los q-;¡~ sigue maní:· fest~ndo su interés por la historia rc~Ip.ana·, como la Década de Césares 0 b1en su pn;ocupación por diverso~ aspectos de la condu~ta cortesana' como e~ Aviso de-privados, el Arte de mqrear o el Menosprecio de corte ; alabanza de aldea, una de sus obras' más conocidas en la actualidad Desde su condición d~ religioso, publica con posterioridad óbras ascética~ como el Orato~o de relig~~sos (15~) ~ •el '!vfpn~ Calvario (1545 y IS4~). ' en Las Eptstolas famtlt~res· se pubhcan e~ ·<,los extensos libros (1539 y 1541),

los que _se. recoptla este nuevo genero renacentista de esqitura que ~canza, por la ~pqca· en la que escribe· Guevara, un·a gran difusic)n. En us cartas mensaJeras, fray Antonio desarrolla los aspectos familiares que

caracterizan el estilo de las Letras de Pulgar, mezclando los comentarios cortesanos con las reflexiones más o menos íntimas. ·

¡ ~.1

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'' !

LETRA PARA DON j'UAN DI;: MONCADA

En la cual se declara qué cosa es ira y cuán buena es la paciencia

Espect:¡ble s~ñor 1 y magnífico caballero: Si os paresce que ~;es pondo a vuestras letras tarde, echad la cul­

pa a Palomeque vuestro criado, que ~<S cojo, y el caballo que le distes es manc,o• y el camino es largo y el invierno es recio y yo también estoy siempre ocupado, aunque de mis ocupaciones, he sacaqo poco provecho. A lo que sospecho, si ese vuestro criado tardó en llegar acá y tardó en ·tornar allá, fue la causa el ser en 1 ¡ . d . ' d e cammo enamora o;· y SI esto es as1, ya, señor, po éis pensar

cuánfo querrá él más cumplir con el amor que le arde en el pecho, que ro con las cartas que trae en el senq. Si me queréis creer, a howpres enamorados nunca cometeréis vuestros negocios,2 por­que su oficio no es ocuparse en negocios, ni escrebir cartas, sino de aguardar esquinas, tañer guit<!,JJaS, es_calar paredes y ojear ven­tanas."

1 A todo lo que- me escrebís en vuestra carta, habréos ·de respon-

der más ·breve que vos, señor, queréis y más largo que yo podré. Com? voy a 'la Inquisición a votar ·y a palacio a predicar y cada día en las crónicas de César escrebir, sóbramme negocios y fálta­me el: tiempo. Per 'Sacra numina,3 le juro que a muchos cortesa­nos 9ue se andan por ,esta Corte, baldíos,4 tengo yo más envi­dia del tiempo que pierden que a los dineros que tienen.b

Viniendo pqes ya al propósito, yo le juro a ley de amigo que me ha pesado de su .desastre y infortunio como si por mí pasara el caso, que, como decía Quilo el filósofo, los trabajos de los ami­gos no sólo los hemos de remediar, mas aun llorar.' Preguntado

• A los enamorados, ¡:¡o han de cometer negocios. Nota en qué se ocupa .el enamorado. , b Los cortesanos pierden el tiempo. ' El trabajo del amigo hase de sentir más que el nuestro propio.

1 espectable: 'digno de consideración pública'.

2 cometeréis: 'comisionaréis'.

3 per sacra numina: 'por los dioses sa­grados'-.

4 'vagabundos', 'inútiles'.

EPÍSTOLAS FAMILIARES ss

Ages'i.lao el griego que .por qué lloraba más las tristezas de los amigos que no las muertes de los hijos, respondió: -No lloro la falta de la mujer, ni .la pérdida de la hacienda, ni la muerte de los hijos porque todos éstos son parte de mí, y lloro la muerte del amigo, que -es otro yo.5

Digo est'o, ·señor: que, pues no me puedo hallar allá presente para con vos llorar ni tarppoco me hallo acá· poderoso para os remediar, quiero escrebiros ·alguna letra para os consolar, porque a las veces no menos usa de piedad con el amigo la pluma, que de crueldad con el enemigo la lanza.6

Aco"nsejaros que· no sintáis lo que tanta razón hay para se sentir sería ocasión para que a mí me notasen de descomedido y a vds acusasen de·insensato. lo que yo osaré decir-es que lo· sintáis como hombre y lo -disimuléis como discreto. Las injurias que tocan en honra, y nos las hizo· de quien no podemos tomar venganza, el más sano consejo •es dejarlas caer, pues no se pueden vengar.a Si en ,estos trabajos .presentes queréis tomar el camino de cristiano y dejar el de caballero, pornéis, señor, los ojos no en quien os persigue, sino en Dios que lo permite, delante del cual os hallaréis tan culpado que es poco lo que padescéis a respecto de lo que merescíades padescer. Mas, y allende desto, debéis pensar que las tribulaciones que Dios permite no son para perdernos, sino para probarnos,' porque en los libros de Dios a ninguno asientan· qui­tación sino al que es para trabajo/ y en los del mundo, a nin~ guno· dan sueldo sino' al que es para regalo.8

Escrebísme, señor, que os escriba qué cosa es ira 9 y qué sea la

d La injuria que hizo el hombre poderoso hase de disimular. • Dios no tienta a los suyos, sino pruébalos.

5 No he localizado ·en las coleccio­nes de apotegmas la cita de Quilo ni la de Ag~silao, aunque el tópico del amigo como <<Otro yo» es frecuente; por ejemplo, aparece en Cicerón (De amicitia, So): «veros amicus ... est enim is quidem tanquam alter idem».

6 la pluma ... la lanza: variante sobre la disputa clásica entre las letras y las armas.

7 quitación: 'salario', 'sueldo'. 8 Las continuas antítesis caracterizan

el estilo guevariano: trabajo/regalo, Dios/ mundo. 'Más abajo: freno/espuela, maña/fuerza, amigos/enemigos, amansar­les/ embravescerles.

9 Parece inevitable el recuerdo del Lazarillo, ro: «Y pues Vuestra Mer­ced escribe se le escriba». Como anota Franciséo Rico, «'Escribe se le escri­ba' es giro empleado abusivamente por fray Antonio de Guevara en sus Epís­tolas familiares, de las cuales se ha pro­puesto ver aquí una parodia».

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86 ANTONIO• DE GUEVARA

difinición· della para ver si podréi~ perder la saña ·de aquel que os hizo tag atroz ·injuria. Saber qué cos¡t es ira y irle a· la mano a la. ira no me paresce, señor, .mal·consejo, porque sabida la ver~ dad, a las veces es más s~gu~o al que está injuriado disimular .la injuria que no vengarla/ Arístides dice .que no es• otra cosa ira sino un, encendimiento. de la. sangre y una ~Iteración del corazón. Posidonio dice que no es .otra. cosa ira sino .una breve locura. Ci­cerón qice que, a lo que los latino~ llaman ira, los griegos llaman deseo de·veng~nza. •Esquines decía que la ira se causaba del vaho de la hiel y del cáior del corazón. Macrobio diwque mucho va de la .ira a la iracundia, porque la jr,a nasce de la ocasión ·y la iracun­dia, de ma~a condición. El divino Platón decía que no estaba la culpa¡ en la ira, :sino en aquello-·por. que nos airamos. Laercio dice que, ·cuando la pena. excede a la culpa, entonces es venganza y no celo, mas cuando la culpa excede a la pena, es. celo ,y no ven­gand. Plutarco dice que los previlegios de la ira' son no. creer a los 'amigos, ser súbito en· los hechos, tener. encendidas l<ts maji­llas, :fprovecharse presto de las manos, tener desenfrenada la len­gua, decira·cada.palabra.una malicia, enojaqe de·pequeña ocasión y no1admitir ninguna razón.g· Preguntado Solón Solonino que quién. se podía llamar airado, respondió: -El que tiene en poco perder <los amigos y no hace caso de· c<;>brar enemigos. 10

Después .de tantos y tan graves filósofos, lo que osaría yo decir ~s qu~ el vicio de la ira ·es )igero de escrebir; fácil de persuadir, aplaciqle de predicar, n provechoso de ·aconsejar y muy, muy,

f Nota qué cosa es ira y las opiniones della. g Nota los p~evilegios infames que tiene la ira.

lO D~spués del extenso preámbulo epistolar, Guevara enumera distintas, opiniones· de filósofos griegos y latí~ n,os sobre.la ira, algunas de.la~ cuaks ha podido leer en la Polyanthea :(París; 15p) ~e .Nanio Mirabelio, como me sugiere Emilio Blancg. E¡¡ todo caso, Guevara yaría el orden de las .. citas y los autores a los que.atribuye•las defi': niciones, as,í, enJa Polyanthea, la defi" nición de lá ira ••como encendimiento de la sangre» no se atribuye a Arísti­des, sino a Aristóteles: De- anima, T.

Del mismo modo, Donato y San Juan Damasceno pasan. a ser. para Guevara, respectivamente, Macrobio y :Esquines. Permanece inalteraOle la cita de Cice­rÓn sobre la ira como «deseo de ven­ganz~, o, como se. ~ita en la Polyan· thea: <Jlibido puniendi eÍ)lS ql.!i videatur laesisse iniuriª» (Tusculanae, IV;· 9)· Por otra parte, la·definición de la·iq como <<breve locura•• también se encuentra en otros autores como Horado (epístola 1, 2, 62) y Séneca (De ira, 1, 1).

11 aplacible: lo mismo que 'apacible'.

·EEÍSTOLAS FAMILIARES

• muy; difícil de. refrenar.12 De cualquier 'vicio podemos decir 'mal, mas del. vicio de ·la ira, ·pod~mos decir mucho y mucho mal por­qu~ la ira no sólo nos torna locos, mas aun nos hace de todos ser aborrescidos. h

Templar la ira es cosa, asaz virtuosa, mas desecharla del tod'o es cosa muy. :más segura, porque todo Jo que en sí es malo y de su condición dañoso más fácilmente se resiste que se alanza. '3 En los principios, muclias cosas están.en nuestras :manos de a~mitirlas o despedirlas, mas después que se han. de nosotros muy b1en apo­derado, si~por caso se levanta c·ontra .ellas la razón, .dicen que no se qui~ren ir pues .. están ya en ,posesión. Es de· tan mala .yacija14

la ira· que, de sola una vez que le damos el. nuestro querer, hace después ella del nuestro querer el nuestro no querer.

En. los. rectores que gobiernan -la república,' no condenamos la buena o mala correción que hacen, sino la mucha .ira que en ello mue~tran, porque si· tienen obligación a castigar los vicios, no tienen licencia para mostrarse apasionados. A los que pecan, justa cos,a' es no queden sin pena, mas esta. pena no ha ·de ser con que parezca que toman dellos venganza porque, por bruto que un hom~ bre sea, sin. comparación siente más el odio que le muestran que no el castigo que le, dan/ El azote, el palo, la puñada. y la disci­plina que· se da· a 1:¡ <;arne, aunque duele, presto pasa; mas la pala, bra injuriosa' nunca. el corazón la olvida. '5

Ser uno poderoso de refrenar la ira no es virtud humana, smo heroica y divi11a; porque no hay en el mundo más ·alto género de triunfo que triunfar cada uno de su corazón prqprío. Sócrates el filósofor teniendo ya la mano empuñada para herir a un sfi

h El ·hombre airado es de todos. malquisto . . i En el que gobiern~ es n:\l.!Y peligrosa la ira.

i Más lastima la palabra al bueno que no la herida.

12 persuadir ... predicar ... aconsejar:, se identifica la escritura con la función persuasiva propia de la "retórica y;- más en· concreto, de las artes sermocinales de la predicación. Guevara ejerce de predicador •. áulico en la corte de Car• los V, como recuerda al principio de la carta, al mencionar entre sus obli: gaciones la de ir «a palacio a predicar».

·r¡ 'se expulsa~-. '4 yacija: 'cama' y, en un sentido

wás awplio, 'asiento'. '5 Es otra_idea recurrente, en Gueva­

ra, según anota Emilio Blanco [1994:9]: «La oposición entre la llaga, que sana, y la mancha en la fama, que queda in­deleble, es continua en Guevara••.

' 6 También Séneca (De ira, I, IS) atribuye. la anécdota a Sócrat~s. aun­qu~ V alerio Máximo (IV, 1). la asigna al filósofo Arquitas.de Tarento, como hace Cicerón (Tusculanae, IV, 36).

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88 AN.TONIO DE GUEV·ARA

criado, ·deteniéndola así alzada, dijo: -Acordándome que soy fi­lósofo y que-estoy agora airado, no quiero darte e1 merecido cas• tigo}

¡Oh, ejemplo muy digno por cierto de notar y mucho más y más de imitar!, del cual podemos· coligir que, en el tiempo que de la ira estamos enseñoreados, no- pem,os de osar hablar y mucho menos a nadie ·castigar. Licurguio el filósofo 1pandaba a los go­bernadores de su república que de todo lo malo y deshonesto que lo condenasen y castigasen, mas que por ninguna manera a los malhechores aborresciesen, diciendo que no había paraJos pueblos tan grave .pestilencia como era el juez que se emborrachaba de • ry p 1 . 1ra. , ocos son os que;: este consejo toman y muy :muchos los que lo contrario desto hacen, porque ya nadie se aira contra.los pe­cadosL sino contra los pecadores.1

'8 Para mí, y aun ,para quien

quiera, grandísimo trabajo es comunicar y tractar con hombres furios,os y mal sufridos porque són_ incomportables para servir y muy: peligrosos para los conversar. '9-

Pues he dicho qué cosa es ira y los daños que hace_ la ira, diga­mos _agora qué. remedios se puedeQ dar para la ira, porque no es m1 _fin enseñaros a enojar, sino a desenojar. m Osaría yo decir que es muy gran remedio para la ira refrenar cuando está enojado la lengua y dilatar para adelante la venganza, porque muchas co­sas haFe y dice y promete un _hombre cop enojo, las cuales no querrí? después que le hubiesen pasado por el~ ·pensamiento. Al homb~e airado no ·le hemos de importunar que del pie a la rríano perdoqe la injuria, sino rogarle mucho que· para· adelante dilate mucho la venganza, porque durante el enojo no se ha de hacer cuenta que el injuriado p'erdone, sino que se aplaque." Al hom­bre furioso y airado, quererle alguno poner en concierto y justicia o es falta de cordura o sobra de diligencia, porque la ira muy

k Notable ejemplo para refrenar la ira. 1 La ira ha d~ ser contra el peca4o y no contra el pecador.

m Nota los remedios contra la ira. • El hombre airado no admite consejo.

'7 No he podido encontrar la cita­da ley de Licurguio o Licurgo, cuya faceta legisl~dora recoge Plutarco en va­rias obras, así.como el propio Guevara en otra de las Epístolas, ú, 27-37.

'8 Lo mismo se repite en las Epísto'

'

las, II, 59: <<es a saber, airándonos con­tra los pecados y habiendo piedad de los pecadores, y esto se hará y cumpli­rá cuando les ayudaremos a salvar las ánimas y no a perder las honras>>.

'9 incomportables: 'insoportables'.

EP .. ÍSTOLAS FAM·ILIARES

encendiqa y el corazón muy furioso ni admite consoiación ni se vence con. razón. ·

A viso y torno a avisar al hombre que presume de cuerdo no se tome jamás con alguno que esté airado porque, si así no lo hace· a mejor librar, él escapará -de allí o ·lastimado en la honra o descalabrada la cabeza. Aunque uno sea amigo del que está aira­do, más bien. le hace en dejarle que en hablarle ni en· ayudarle porque~ en aquellas· hw:as, más ha menester freno que le enfrene que no espuela que le toque. Con el •hombre que está airado, más es meneste: usar de maña que emplear en él la -fuerza porque, dado caso que se enojó de súbito, el amansarle ha de ser de espa­cio: Plutarco, en los libros de su república, aconseja al empera­dor Trajano que sea paciente en los trabajos; manso ·en los nego­cios y sufrido con los furiosos, afirmándole y jurándole que muchas más cosas son las que el tiempo cura que no las que la razón concierta!0 Entre personas grandes, hemos visto grandes enemis­tades, las cuales pasiones y enojos no se pudieron atajar con rue­gos de amigos, amenazas de enemigos, dádivas de dineros, ni aun con cansancio de trabajos, y después que hizo su curso el tiempo y tornó sobre sí cada uno, acordaron ellos niesmos entre sí mes­mos, sin que nadie les fuesse a rogar de se hablar y concertar/

Finalmente digo que cuando el amigo viere la cólera de su ami­go encendida, si le quiere hacer buena obra, échele agua para aman­sarle y no leña para más embravescerle.

Yo, señor don Juan, tp.e he alargado en esta letra mucho más de lo que pensaba y aun de lo que deseaba, sino que vuestra sobra­da pena ha hecho ser descortés a mi pluma. Sufrid, callad, disimu­lad y dejad pasar el tiempo y olvidarse un poco el negocio, que si yo no me engaño, veréis arder en sus entrañas el huego que me­tieron por vuestras puertas.2

'

Salomón el hebreo decía que el sabio tiene la lengua en el cora­zón y el que es loco y furioso tiene el corazón en la lengua.q

' El enojo hase de quitar poco a poco. P Más cosas cura el tiempo que la raz6n.

q En qué se conosce el que es cuerdo y el que es loco.

20 No' he podido localizar el ·conse­jo de Plutarco a Trajano entre las obras políticas de aquél. Tampoco lo encuen­tro en la carta que el fil6sofo escribe al emperador, incluida por Guevára en-

tre sus Epístolas (n, 350-354) y por Mexía en la-Silva -(1, 6). Sobre esta' car­ta, véase I. Lerner [1990:145].

2' huego: con- aspiraci6n de la !­

iniciaL

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90 ANTONIO DE GUEVAR'A'"

.A.gis el griego decía que al hombre loco pésale de lo que sufre y alábase de lo que dice, y al sabio pé~ale de· lo. que dice y alábase de lo que sufre.22

Agora, si no, nunca, es menester·que os aprovechéis de vuestra sciencia, prudencia y cordura pon}ue no peqqeña· esp~cie de locura es ·saber a otros curar y no· querer a sí mismo remediar. No estoy desacordado .. que cuando muri6 doña •Francisca, mi hermana, en ·su Torre Mexía, me· escrebistes tantas y tan buenas·, cosas que ·abastaron para• aliviarme la. pena, .aunque no del todo la lástima.' Y digo esto; señor, porque sería raz6n· _que de aquella vendimia tomáseges para vos alguna rebusca!3

En todo lo demás, no tengo más que· os escrebir, sino que el crédito que trajo vuestro criado con vuestra carta para. lo que me dijese\ ese mesmo crédito le da mi carta para que os responda, etc. De Toledo, a seis de ab:r;iJ, ·Il)i\ y q¡lip.ieptos y yeinte y tres.

:l

' Buena elocuencia es ésta.

22 La cita de Salomón traduce casi literalmente el pasaje del Eclesiástico 21, 29: <<In ore .fatuorum.cor·illorum, 1 et in corde sapientium os illorum».

23 'rebus,ca.do q~e queda en la viña después de la vendimia'. La aso-

'

ciación vendimia/rebusca se repite en Guevara con cierta frecuencia, por ejem­.plo, en el Relox, 313: «porque si la va­riable fortuna fió de mí que yo le ven­dimiasse su viña, créeme que no te faltará en mi casa una buena. rebusca».

PEDRO MEXÍA

«SILVA DE VARIA LECCIÓN»

La vida de .Pedro •Mexía (1497-1551) transcurre casi por entero en su ciudad -natal, Sevilla, donde desempeña div~rsos cargos administrativos: como caballero veintieuatro en el Ayuntamiento, alca!de ~e la, Santa Her­mandad desde 1538 y cosmógrafo de la tasa de Contratación desde 1537. Además fue nombrado crónisfa oficial por Carlos V en t548.

Sobre la formación intelectual de Mexía, que.estudia leyes en la Uni­versidad.de Salamanca entre 1516 y 1526, se ha discutido su posible eras­mismo. 'En todo caso, participa de. m::i!ieta· activa en la erradicación de la· reforma protestante y luterana, en el proceso abierto (1549) .contra el doctor Egidio, que ocupaba desde 1537la canonjía m'!gistral de Sevilla_.

L,a obra de Mexía .se publica de manera tardía, en los .diez .últimos años .de su vida. Si dejamos al' lado algunas ,noticias sobre la posible incur­sión, en el teatro de nuestro autor y algunos poemas de circunstancias, los libros de Mexía que se conservan pertenecen al ámbito liistórico o científico. Escribe Mexía varias crónicas, eh especiál la Historia imperial y cesárea, publicada desde 1545 con: gran éxito, y la Historia del emperador Carlos V, que deja manuscrita sin terminar. Eri el ámbito de 'la divulga! ción científica, edita los Coloquios o Diálogos (1547) Y-'la Silva de varia lección (1540), ambos libros con gran éxito· editorial. Los Coloquios se dividen en seis partes dialogadas que versan sobre temas morales y cientí­ficqs: qesqe ,medicina y gastronomía hasta problemas astronómicos, de geofísica y metereología. Los diferentes te~as se. desarrollan dentro del marco conversacional más o menos desarrollado en cada uno de los seis diil~gos,

Por su parte, la Silva de varia lección inaugura en castellán~ el género de, la wiscel4nea. que se define, desde el propio título de Silva, por la di'sposición qesordenada de las múltiples lécturas. que conipo'nén 'la o !:ira. Mexía se muestra preocupado en· la Silva por reunir la mayór 'informa­ción posible, busc:¡ndo ·~o insÓlito o lo desconocido, ·propósito qué se apoya en la misma variedad temática con que dispone los capítulos. Cada uno de ellos se concibe como una unidad cerrada y, hasta cierto punto, independiente del resto.

El propósito divulgativo ae Mexía se efCPliCa bien, como en el' caso de Guévara, por el nuevo público que había .generado la difusíón de la imprenta. En parte, se trata de recopila,r y, en menor medida, de ordenar el conocimiento existente para ppnerlo a ~Hposición de los lectores. en romance.

91

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1 !

Qué sea la causa de parecer los hijos a los padres o madres.

Cómo se causa la diversidad en los gestos de los hombres.

Y los hijos de los sabios no salen ellos tales. Y otras cosas al propósito

Com<? ninguna cosa hizo Dios que no la hiciese ordep.aqa y con causa·,, las similitudes en los gestos (ya contados· en el pasado capí­tulo),¡ la diferencia que en ellos hay, -causa y razón tiene de don­de proviene. Y también la terná lo que vemos que pasa cada día: que p~rece más el hijo al padre que a la madre y otras veces por el co~trario. Y también hay razón pór que se engrenda antes hijo que hija y por que vemos que los animales de una especie todos tiene¿ los gestos de una manera y en solos los hombres' hay tantas difere~cias, que muy raras veces se parece un hombre a otro, Y otra cosa qu~ t;~ !llá,s para maravillar: que vemos muchas veces que los hijos de los hombres ·discretos no salen tan sabios como sus padres. Todas éstas son dudas que Aristóteles y otros filósofos tratan~ y entre ellos hay diversas opiniones y respuestas; de todas las cuales, yó escogí lás que agora quiero decir reduciéndolas a 'tres causas y razones princípales que causan lo ya dicho, con las cuales;, aunque no en tan buena ordeq. como debiera, se satisfará a las dudas .Y dificultades que se han propuesto.2

La primera causa y razón que a esto se puede dar es (que es doctrina de todos y se tiene .por cierta y verd_adera) que naturaleza siempre se .esfuer.za y trabaja a lo mejor, así que en la generación

1 Aunque los capítulos de la Silva son indepe_ndi.eJ?tes, en varias ocasio­nes, los temás se concatenan. Así, el asunto de este capítulo XLI surge como derivación· del anterior capítulo cuyo título es: «De algunos hombres quepa­recieron tanto a otros que fueron te­nidos por ellos. Del engaño que Tora­nio hizo a Marco Antonio. De la respuesta que dio un mancebo a Octa-

'

92

viano. De dos niños hermanos seme­jantes».

2 Mexía acumula diversas cuestiones de filosofía natural en desorden misce­láneo, «no en tan buena orden como debiera», y con el propósito de satis­facer la curiosidad del receptor de la Silva, por lo que insiste en lo insó­lito .y maravilloso de los temas que trata.

l

SILVA DE VARIA LECCIÓN 93

se enca~ina y procura engendrar varón antes que hembra, y hacer­lo semeJante al padre antes que a la madre. Y dicen que se ha 3

en esto como el pip.tor que saca una cosa al natural de otra y que, cuando naturaleza no hace esto así, siempre es por defeto y flaqueza de la materia, que, cuando no tiene la perfeción necesa­ria. pata que sea engendrado -varón, encamínase a engendrar hem­bra. Y así, en el gesto y serriejiú'lza, cuando la virtud que hace la forma (que, los naturales llaman· virtud formativa) de parte del ho¡p.bre es mas fuerte y poderosa, sale el hijo más semejante al ~ar?n q~-~/ la mujer; pero, cuando en esta virtu& hay alguna ~ndrspusrcwn o ~en os fuerza y vence la virtud y parte de la· mu­Jer, salen los h!:JOS a ella semejantes. 4

También se juntan otras causas para esto, que diremos adelan­te, señaladamente es causa principal én esto la buena o mala dis­pusición de la materia de ambas partes en la generación, ·Lo pri­merq, la mujer sea como paciente y el hombre como agente y artífice, y se~n la disposiciÓQ de aquélla· así puede naturaleza obrar la similitud. Y no solamente la virtud y fuerza de parte del padre o madre. obra· en la similitud del gesto. y miembros, pero también en ~a· complisión y en la dispusición y fuerza dellos y en algunas paswnes y ·enfermedades y otras habilidades, como ·vemos muchas veces que los hijos de. los calvos salen calvos, y sordos de Jos sor­dos. Y aun .heredan los .hijos algunas enfermedades de los padres co~o son:. según ?aleno, 1~ ~od¡gra o gota y el artética,5 y aun Avrce?a anade.' la lepra y. ptlSlca. Y aun las señales que de casos o hend~~ hubreron los padres/ engañándose naturaleza las pone en los hrJOS alguna vez, tanto• se tqbaja. procrear lo semejante.

Esto, entre otros, afirma Columela en el libro octavo De re rustica y aun también Plinio el junior en su primero lioro, en una . carta hablando de la mujer de Cornelio, dice que murió de gota, que era ·enfermedad de su padre y linaje, y afi(ma lo dicho: que e~. las

8 enfermedades se heredan y decienden de los padres a los

h!:Jos. Y aun· alguna vez esto se estiende a los nietos y decen-

3 se ha: con el significado de 'hacer'. 4 materia ... forma (que los naturales lla­

man virtud formativa): terminología pro­pia de la filosofía de Aristóteles y de la escolástica. Resume Mexía la doc­trina aceptada por los profesores-de fi­losofía natural.

5 'un· tipo de gota'. 6 'tisis'. 7 casos: 'caídas'. 8 En realidad, se refiere Plinio el Jo­

ven al suicidio de Corellius Rufus para librarse de los padecimientos origina­dos por su.gota hereditari~ (Epístolas, r,

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94 .PEDRO MEXÍA

dientes como en Niceo, poeta. natural.d~ Bizancio• o Costantino­pla de quien escribe Plinio •que ·siendo su padre y m~dre blan­cos, él sali6 negro de color porque su ·abuelo·, padre de su madre, era ·negro. 9

Pruébase también lo dicho y véese ·en los caballos y otros ani­males que; en . .las colores y talles, parescen .por la mayor p,arte a los padres. Finalmente, -doctrina y razón es la ya dicha de Aris­tóteles en;el 'libró I;>e aere et aqua •y de Empédocles acerca de Plu­tarco, en el De placitis philosophorum, ·y trátalo Alberto Magno en ·el libro diez y seis. y deciocho De animalibus. 10 Y de aquesta misma causa acaesce y viene la d~v~rsidad y variedad de los gestos de los hombres y en la dispusición y talle de los otros -miembros, seguh la diversidad y .• dispusición que hay en el varón-y la mujer en aguella sazón. ·

U segunda razón y causa· de las dudas que pusimos es también de Aristóteles y de Plinio, libro séptimo·, la cual es .la imagina­ción:lde los padres en aquel punto y :también el aff;cto y pasión que hay en el ánimo,1~ Y liace· mucho al ·cáso la vi'sta ·o imagen pr\!s~r.te, y ésta es fortísima causa juntándose con la primera ya dicha porque, imaginando y pensando el padre o madre un gesto hermoso, es causa de concebirse el hijo lieqnoso y aun parecerse al g¿sto así ill}agir.;,¡do. Y como acaesce tener los padres diversas ima~naciones, cáusase dello la diversidad y diferencia de los ges­tos, y eLhijo que es engendrado parécese a-diversas pe.~;sonas. Y esto es tenido por ta,n, ~mportante que dice Empédocles donde arriba dejimos que ha acaecido parir las mujeres 'hijos y parescer en los gestos a las estatuas y figuras que tenían en· sus apo,sento~ y cáma-

12, 4)- Por su parte, Columela trata. de los rasgos congénitos en la críá aer ganado (De re rusiica, VII, ]), así como en la procreación de las aves :domésti­cas (vm, 2).

9 Cita Mexía al tío de Plinio el Jo­ven, llamado Plinio el Viejo, autor de la famosa Naturalis Historia, VII, 51,. donde se refiere" en efecto el caso de Niceo.

10 El título de Aristóteles, De dere et a qua, puede referirse a la materia tra­tada en alguna de ·sus obras físicas, aun­que .. no he podido identiflcar la cita.

'

La obra de E!ppédocles de Agrigento se cita a través de los Moralia de Plu­tarco: De placitis-philosophorum:_ «Sobre las opiniones de Jos filósofos•!· Más pre­cisa todavía es la referencia de Alberto Magno, De animalibus, ya que-el capí­tulo 14 del· tratado primero del libro XVI versa sobre el parecido entre pa­dres e.gijos. Retoma eLmismo asunto Alberto Magno en.el capÍt\llo 4 del tra­tado primero del· librci xvm. .

n·pJinio el Viejo, Naturalis -Historia, VII, 52-53.

SILVA I!E VARIA LECCIÓN 95

ras cuando ·se concibieron. 12 ·Lo p¡,al a_caescer en los otros anima­les l?ier¡. !Se prueba por. aquella historia de Jacob, que ponía.las varas' pintad~s qqn,qe sus o_vejas concebían y salían los .corderos todos. manchados. 13

Y es de· notar ·que no solamente ·en .l9s miembros corporales hace esta irnPx~~iqn, pero el afecto y ánimo de los p;¡gres imprime en los hijos concebisfg~. Y aconsejan los filósofos naturale~ que no haya el hombre ayuntamiento a ~J.l qmjer enojado ni airado ni triste ¡;J.i f;mbriagado, porque aconteye engendrar los hijos con estas ~smdic~ones y p;¡siones·, Y ~de aquí viene el padre alegre en.­gendrar hijo triste, porque lo estab.a-éLcuando lo engendró. y dice Alejandro Afrodíseo una cosa harto de QQta_r, que por esta. razón salen algunªs veces los hijos:bastardos y adulteriÍlQ~ w.alos y vicio­sos, por la· mala imagiqación y temor. que ·sus padres tuvie_rolj en su generación. 14

-

.Así que d~sta razón se saca respuesta ·para aquell'! dqbda o pre: g~nta, ~ue cuál sea la causa qqe en los .hombres solos hay tanta dtferencta ·en los gestos y rio. Ja haya en, ·los. otros animales así. J?e lo cual dice Aristóteles que es la causa: que los animales- no tienen .pensamiento ni imaginación, sino solamente están intentos en el ·acto presente; 15 pero. los hombres, como las más veces ten­gan los pensamientos en· otras partes y -la imaginación y memoria distraída. y repartida, por esto acontece tanta diversidad y no pare­cer !os hijos a sus padres:16 Y el. mismo Alejandro, en el prime­ro hbro de sus Problemas, responde casi es~a 'misma respuesta a la cuestión que dejimos (que por qué acontece los· hijos de ·hom­bres sabios y discretos se:t; necios y de .. poco saber) diciendo ser la causa que los hombres que saben poco, como dejimos de las bestias, están muy atentos en aquebcto presente cuando sus hijos

12 De placitis phil~sophorum, 'v, 12. 13

- Se cuenta en el Génesis, 30, 37-43- Huárte _rechaza en su Examen (p. 653) este ejemplo bíblico como pro­pio de «filósofos vulgares».

14 Alej~ndro, de Afrodisía, Problemas (r, 85) distingue el amor honesto en­tre marido y mujer, del amor desho: nesto que .. es vehemente-y furibundo.

15 intentos: 'atentos'. · 16 Se refiere, .. al. llb~o atribuido a

Aristótele~ de· los Problemas, x, ro,

89rb. Huarte rechaza •la teoría en ·.su Examen-, 652: «A este ·problema res­pondió Aristóteles muy mal, diciendo que el hombre tiene varias imaginacio.­nes, en el acto carnal, y que qe aquí proviene salir sus hijos tan desbarata­dos; ·pero los brutos animales, como no. se distraen al tiempo ·de engendrar, ni tienen tan fuerte :imaginativa como el hombre, sacan ~iempre lcis hijos de una me~ma manera y semejanza ~ SH>~

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PEDRO MEXÍA

se engendran, por esto está la materia dispuesta perfectamente, por no haber alteración ninguna, por lo. cual los hijos salen más perfectos algunas·veces, porque naturaleza no está ocúpada ni des­traída en otra cosa y hace por eso la obra más perfecta. '7 En los sabios no es ·así porque; COffi;O tienen comúnmente muy agudo y alto ingenio, así lo tienen por la mayor parte más ocupado y no se ocupan tanto eir aquel acto que dejen de tener otras imagi- ' naciones y consideraciones, por lo cual no hay en la materia dis­pusición, y naturaleza no puede obrar tan enteramente, y por esto suelen procrear hijos, los que son sabios· y discretos, menguados o a lo menos no tari· sabios como ellos.

·La' tercera razón y c~usa que se da a hs dubdas ya puestas es astrológica, causada por las influencias de las estrellas. Auctor esTo­lofueo en su Centiloquip, que según la dispusición celestial y la im'agen o signo que acendei8 y la postura y aspectos que los pla-

' netas tienen en la.genitura y nascimiento del hombre, así se influ-ye~ los gestos, y pareciendo a los padres o no según la proporción que hubiere en las genitura.s· del padre o del hijo.'9 Y aquí pu­diéramos decir las formas y faiciones que cada planeta influye, 20

siendo significador e.n esta· parte según. las diversas natuqlezas y propriedádes dellos, y lo :q1ismo de los signos y otras imágines de estrellas; pero serÍa· cosa muy larga de contar, y también no proposimos de decir sino las causas y no en particular los efectos. Lo uno y los .otro tracta Tolomeo en el Cuadripartito y Julio Fír­mico y Alí Ben Rajel y Guioo Bonato y otros.''

Y -esta -razón es muy poderosa y ·no se puede negar, pues se vee y se sabe la influencia y fuerza que los cuerpos sup¡;riores

'7 Alejandro ·de .1\.fr_odisia, Problemas (r, 26). Por otra parte, se acumulan en este párrafo los nexos causales que alargan el período: están muy atentos en aquel acto presente ... por esto ... por no ... por lo cual ... porque ... por eso ... A conth nuación: En los· sabios ... porque ... por lo cual ... por esto.

'8 'asciende' .

r9 Aunque no es cita literal de To­lomeo, la dependencia entre la genera­ción y la influencia de los planetas se puede deducir de varios epígrafes del Centiloquio; por ejemplo; ·el LXXIV lleva por título: «El que tiene a Marte en

'

el ascendiente tendrá sin, excepción. una cicatriz en la cara».

•o faiciones: 'facciones'. "Además del Teirabiblos o Cuadri­

partito (por ejemplo, I, 3 «Del poder de ·)os planetas»; III, 12 «Los vicios y las enferii1edades del cuerpo») de T o­lomeo, cita Mexía el nombre de otros tres escritores: Julio Fírmico, autor de los Matheseos libri (siglo IV), Alí Ben Raje!, autor de El·libro complido en los iudicios de las estrellas según reza la tra· ducción castellana realizada en tiempos de Alfonso X, y Guido Bonato, autor del Liber astronomicus (1491).

SILVA DE VARIA LECCIÓN 97

tienen a los inferiores y los efectos ·que ellos hacen. Y, pues esto se causa por el movimiento, que ~s causa de la generación y corru­ción y él es el que dispone la materia y después la informa, síguese que, como el movimiento de los tiempos nunca cese y hay diver­sos tiempos y diversos movimientos, y como dejimos, ellas" tie­nen diversas naturalezas, así se acondiciona diversamente la mate­ria y se dan diversas faiciones y dispusiciones en las criaturas, a veces semejables las unas a las otras según la semejanza que hubo en los cielos en· el un tiempo o en el otro.

Estas ~usas y razones que tenemos dichas a· las veces concurren todas, a las veces la una o las dos, y aun algunas veces la m~a repugna y contradice a la otra, y así causan diversos efectos como vemos. Y destas mismas razones, se conoce la causa de nace¡; los hijos hermosos de padres feos y por el contrario, que es también la buena o ptala dispusición de la materia y virtud y la imagina­ción de los que engendran y la influencia celestial en aquel tiem­po, como en las otras dubdas habemos dicho.

22 Se refiere a las planetas, sustanti­vo de género femenino en esta ocasión. En efecto, en el párrafo precedente, se

habla de que «cada planeta influye ... según las diversas naturalezas y pro­priedades dellos».

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ANDR;ÉSLAGUNA

••DE LA MATERIA MEDICINJ\1;.»

Nacido en Segovia h~cia :r5n, Laguna estudia en la UI!iversidad de Sala­manca y en ·Patís, donde asiste a la facultad de Medicina. Aprende griego en el College' de ·France. Son continuas 'sus peregrinaciones por Europa a lo largo de toda su vida. Viaja a Londres, se reúne en Gante con la c;orte de Carlos V, trabaja como médico en la ciudad de Metz desde 1540 a 1545. En 1545 recibe en Bolonia el grado de docto¡;. Después de. una nueva temporada en A~emania, regres!l a Italia, donde permanece hasta 1554. En 1550 es no~.~rado .médico del papa Julio m. En 1557 realiza un último Viaje a Colonia. Regresa a Segovia en 1558. Viaja de nuevo á Francia én 1559• para acompañar de regreso a España a la nueva reina, IsabeÍ de Válois. De ~~lta en España, hh:iére poco d~spués, el 28 de diciemore de 1559.

Se ha atribuido a ~ndrés Lagu11a el Viaje de TurqrUá, un diálogo ma­nuscrito en el qué se narran las peregrinaciones de ·Pedro de Urd~malas. Además de este diálogo de disC\ltida autoría, la. obra publicada del huma­nista segoviano consiste sobre. toqo en traducciones latinas de obras cien­tíficas griegas. Conservamos ta~b~én algunos discursos originales, como el que pronuncia en 1543 en la Upiyersidad de Colonia sobre Jos prob.l,t;­mas políticos de Európa, o el; que ~~~ribe en 1556 a propósito de la epi~e­ínia que se extiende por los .Países B_ajos.

Entre sus ,traducciones latinas, destacan varios opúscülós de Aristóte­les, como be phisyogtidmia (París, 1535), y sus comentarios sobre la~ obra~ medicinales de' Galerlo. También comenta la obra de Pédacio Diosc6rides Anaz~rbeo, Acerca de Ia· materia medicinal y de los venenos mortfjeros (1555), el único tratado medicinal junto con el discurso sobre la epidemi~ en los P;úses Bajos antes citádo que Laguva redacta en, castellano, y donde al hilo de la traducción, intercala diversas notas con abundantes alusiones biográfi,cas. .. . .. , ..

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DE LA VÍBORA

Griego: echidf1e . . Latín: vipera. A,rabe: lqba.me alfahay. Castellano_, catalá'n, portugués: v{bora, Tudesco: brantichlangen ... La víb?~a se llama• en latín vipera y en griego echis·y echidne, empero el pnmero de a'questos dos nombres últimos significa -el"macho y el segundo la hémbra.

·Es la hembra de la longura de ~n codo, roja, 'f toda llena de ciertas manchas, ansí azules como pardillas. Tiene Ios'"ojos muy encendidos, la cabeza anchuela. y la garganta ~ngosta. Su cola no se va adelgazando prqporcionadamente, 'quiei:o decir: poco a poco, sino súbito fa vemos· hacerse muy subtil y sin carm;, ,a la fin de la cual se ve~ qn orificio Qien an~ho por gonde suelep.. vaci;u:se l;s _superfluidadés. del vientre. Demás de lo susodicho, .tiene .. cua­tro.:colmillejos o dientes, dichos .caninos, con los cuales ofende; y éstos encubiertos de ciertas veji~uillas· subtil~s, dént~o .de" las cuales está encerrado un veneno claro, dulce y harto sabroso al gusto, empero mortífero y _pernicioso si se mezCla con la sang~e del-hombre. No puede morder COÍl aquellos dientes la víbora Slll

que juntamente; se rompan las tales veji~as y se derrame su ponzo­ña p.or la parte mordida. Recógese ~a~bién parte del venen,o en la• l~pgua y a\ln, cuanto puedo juzg~r. lqs v~pé¡;eos slientes son también venenosos; lo cual cono<;Í a la clara los días pasados en Ro m~, porque como, en la .botica del Rerus~no .tomase ~na víbora muerta ya de dos días ·y aferrase -con sus d1entes.la tetilla ~e una codorniz -viva, luégó se le ennegreció la ·herida· y el pobre ammále­jo, cabeceando con un gran sueño, se murió en ~enos de una hora. Camina la hembra tan cautamente y despac10 que parece no menearse; aunque, cuando quiere moverse, es muy ágil.

El macho tiene la cabeza muy más estrecha, el pescuezo más ancho, todo el resto más subtil y más luengo, y tan solamente dos colmillos mortíferos. Del medio cuerpo arriba, se mueve con grande velocidad el macho, y se muestra muy inconstant~.

Las dipsadas: que quiere dezir 'sedientas': son una espec1e de víboras que se hallan a la orilla de la mar afncana; todas mancha-

• Dipsadas.

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DE tA MATERIA MEDICINAL IOI

das de negro, de .las cuales· ansí la cafne como. la mordedura en­gendra inexpugnable sed, a causa que.ellas mesmas son muy sala­das. Las áspides no difieren de aquéstas sino en la color más elata.

Describe En'nolao ·en sus. Corolarios tres especies de áspides,b que so:n las .chelidonias, las .chereas y las ptyailas: 1 •Créese que con esta última especie dio desastrado .fin a sus días aquella celebrada reina de Egipto, Cleopatra." Porque como Augusto, después de muerto el desdichado de Antonio, la hiciese guardar a muy buen recaudo para después triunfar della en Roma; y no la dejasen cu­chillo ni ·otro ínstnimento alguno con que 'matarse pudiese; pro­curó la· infortunada señora (por .no verse en ~emejante infamia "la que se había visto reina d~ .tañto's reyes) que en ün canastillo. de higos, para engañar las guardas, la trajese.cierto villano un áspide,. con el cual, después de haber hec~o primero la .muy lamentable prueba. en dos 4oncellas y deudas suyas, las más caras y favori­das,> se dio .a sí mesp1a la, muerte. Dicen,. pues,. los historiado­res que las guardas, sospechando lo que. a la fin sucedió,. rompie~ ron apresuradamente las puertas de su aposento,·que por de. dentro habían atrancado; y, por presto que llegaron, hallaron a la reina y a la una doncella suya despedidas ya desta .luz; y que, pregun­tando a la otra que había resistido .. algo más al veneno, aunque estaba ya boqueando, si le parecían: aquélla~ ser excelentes haza-. ñas; respondió con la última· voz, ya mortal' y caauca: -'Sí, que son excelentes y dignas de mujeres que de. tal linaje decienden.

Añaden más: que Cleop:itra, con la mano derecha, se había apli­cado el áspide y, con la siniestra:, la hallaron que tenía sobre su cabeza una real corona para dar a entender al mundo que aún hasta sus postrimeros días fue reina.

Entre todas las serpientes, 'la víbora pare viva criatura, dado que ~ngendra huevos, como los peces. Produce sus viborillas no todas juntas, siqo cada día la -suya, y cQm_únmente hasta veinte, envtieltas todas en unas telicas tiernas-, a manera de pares, que

b Áspides. 'Cleopatra. Augusto.

' Ermolao Barbaro traduce también coridem corollarium i,ibri quinque (Colo-la-farmacología :de Diosc6rides y escribe. ni a, 153(). fol. 24a). Distingue BarBa-un Corollarium que se publica p6stu- ro,. en. efecto, las tres especies de.ásph lllamente, en 15i7; aunque. he maneja-. des que cita el humanista segoviano. do una edici6n.algo posterior, In Dios- • 'amadas y preferidas'.

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102 ANDRÉS LAGUNA

se rompen al tercer día. De Jos cuales animalejos, aquellos que en' nacecson ·postreros, algunas veces suelen anticiparse royendo eQ, el vientre dé su madre lás dichas telas, y ansí salir antes de su limitado tiempo, de miedo que los otros no les hurten la bendi­ción. Y ésta .es la opinión de. Aristóteles, la cual Plirii<> inte~pre­tando siniestramenú:,l .escribió que. las viborillas. horadaban _el vientre a su proJ?ria Jmadre para salir .a. luz, y ansí la mataban.4

Ma~ éste es tan grande error como el otro en que es.tán los que piensan que concib" por la boca la hembra·y, en acabando dé con­cebir, tranza con los dientes· la éabeza.del ·macho.5 PorqÚe yo, con mis proprios ojos, muchas veces he visto en •Roma,' en casa de maestro Gilberto (médico excelentísimchy muy curioso ~scu• driñ1~dor dela generación 4e todas. aquestas fieras), _eLmacho y la hembra entre sí- mezclados, .a manera. de las otras :serpientes; y la·.víbora, después de. haber parido .naturalmente sus· .. viborillas, lamerlas, quedando sana y entera.6 Y ansí, cuando Galeno ·tefie~ re que conciben las 'víboras por. la boca y que después revientan· pari~ndo, tráelo como fabulosa ficción de Nicandro.7 Por donde conviene juzgar que los latinos .llamaron a esta serpiente pipera no porque pará con fuerza, y violencia, sino ·porque· p·are vivos· sus viborillos, como si la llainarlm vivipera.·

.Creyeron aJgunos que no• solamente la cabeza vipérea, empero· también la cóla fuese :partícipe de·veneno. A esta causa Nicandro, en 1J preparación de la víbora, para componer.la teriaca,8 manda: que se corte hasta cuatro -<:ledos de entrambas: partes. La .cual opi~ nión 'siguiendo Galeno, .en el capítulo XI ·del ii,bro segundo del arte curativa Ad Clauconem, nos dejó el mesmo precepto;9 aun-

3 'equivocadamente'. riqri~g,]3rowne. parece tener en cuen· 4 Naturalis Historia, X, 62 . .1\f\~l,ll~ , ta en. sus_Pseudodoxia Epidemica (p. ,458)

Plinio, ¡en efecto, que las «viborillas» la· opinión d_el humanista· segóviano . . causan la muerte ae su rriadré .al nacer; 7 Refiere Galeno d .p~saje qe Nican·

5 Naturalis Historia, X¡ 62·. Se 'refie- -dro-en -el tratado Ad Pisonefn de theria-re .Plinio a la cópula o, como dice t~- ca liber, que citó pór la edición.de Opera •bién Rojas en el prólogo a su Tragü:o- Omnia (Hildesheim, 1965), XIV, 9 media, «al tiempo del .concebir, poi la (p. 239). .boca de la hembra metida la cabeza del' ·. 8 'triaca, antídoto vacuna'. ma~ho, y ella con el gran dulzor aprié- 9 Ad GÍauéo~en·ride' methodo medendi, tale tanto que le mata».. en :Opera Omnia, XI, 11; 12 (pp• I43-

6 Laguna.se apoy~ en la experiencia 144), dónde Galeno habla de la compo-personal, con mis proprios ojos, para re• sición de la teriaca corta,ndo, en efecto, la futar la opinión de autores antiguos cabeza y la cola de la víbora. Véase taro-como Plinio, en.este caso. Con poste· bién Plinio, Naturalis Historia, XXIX•, 21.

DE LA MATERIA MEDICINAL 103

que en el XI de la virtud de los simples, en eLcapítulo de la carne vipérea, hablando de su propria opinión, -dice que le parece ser cosa muy razonable cortar toda la cabeza a la vt'bora por amor del veneno que en su boca se encierra; empero gran disparate cor· tar la cola. 10

Es la carne de la vt'bora de complexión muy seca. y caliente, y tiene muy gran virtud de expeler los humores corruptos y pesti­lentes de las partes interiores al cuero; de los cuales no es maravi­lla que se engendren a' las veces ejércitos de piojos, aunque 1'" pare· ce estraño a Dioscórides;" Ansí la carne comida, como bebido el vino en que se hobiere ahogado l¡¡ víbora, sana toda especie. de lepra. Son las vt'bor~s naturalmente deseosas de vir¡.o y embria­gas, por la cual causa Jos que quieren cazar gran muchedumb¡.-~ dellas suelen poner unos vasos llenos de muy buen vino junto a las matas en la campaña, dentro de los cuales hallan después infinitas y todas medio borrachas. El proprio tiempo para cazar las víboras de las cuales se ha de componer Ia teriaca es h fin de la primavera, o ·desde mediado abril hasta mediado mayo, por· que estonces andan muy gordas y su carne es más olorosa y. suave a causa de las flores que pacen. Las víboras que se toman en las marinas tienen muy salada carné, y por eso no convienen a la teriaca.

Ll?mase la vt'bora,_ como cualquiera,otra serpiente, therion en griego; el cual nombre, general y oomún a t~das, q~iere decir una 'fiera', de donde aquella medicina solemne, por componerse de la carne de aquesta fiera, vino a llamarse theriaca, cuya compo· sición se hallará por extenso en el libro que Galeno compuso della dedicado a Pisón. I2 Cuenta Plinio que Antonio Musa, médico de César Augusto, dando a comer las vt'boras, sanaba toda llaga in­cura~le.'3

10 De simplicium medicamentorum, temperamentis ac Jacultatibus, en Opera Omnia, XII, XI, I (p. 317), donde re· futa que sea necesario cortar la cola de la víbora.

u Acerca de la materia medicinal, 11,

16: «Dicen algunos que los que comen carne de VI'bora engendran muchos pio· jos; lo cual es falso». Obsérvese que

Laguna se distancia del texto de Dios· éórides que comenta, al igual que dis­cute las opiniones de otros autores clá­sicos, como el citado Plinio.

u Se refiere al Ad Pisonem de theria­ca liber antes citado.

IJ No encuentro este último dato de Plinio sobre el médico de Augusto en la Naturalis Historia, XXIX, 5·

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'

FERNANDO DE HERRERA ••ANOÍ ACIONES»

La vida de Herrera se desarrolla casi por completo en Sevilla (1534-1597). Era entonces, la capital andaluza, gracias al comercio de Indias, una de las más importantes urbes comerciales de España. Durante su.juventud, realiza Herrera estudios eclesiásticos y recibe antes de 1565 órdenes· me­nores, que le sirven para obtener un puesto como beneficiado. en la parro~ quia de San Andrés. Con las escasas rentas de su prebenda:, vive Herrera en c,ontacto con los representantes de la intelectualidad sevillana: pinto­res, poetas y humanistas como ]tian de Mal Lara. Participa también en la tertulia del conde de Gelves, de cuya ·esposa doña Leonor de Milán se enamora, como advierte el pintor FranCiscó Pacheco. Se ha especulado sobre el posible carácter de los amores de Herrera con Leonor, quien pasa a ser la. destinataria de su poesía amorosa con diversós pseudónimos, como Luz, Estrella, Lumbre, Lucero, Sirena, Aglaya o Eliodora.

Herrera. es uno. de los poetas más representativos del Renacimiento, que coJ?,tinúaJa tradición inaugurada por el toledano Garcilaso de la Vega a part,ir dl;!l pt,imer tercio del siglo ,XVI.. Se considera la obra herreriana como el a¡quetipo d,e la poesía culta, corregida laboriosamente. El autor sólo publica t;n vida parte de sus poesías, con ·el título d~ Algunas obras (1582), además de c;>t~os poemas sueltos. ;Pacheco prepara la edición pós­tuma publicada en 1619 y prologada por 'Francisco de Rioja. Con poste­rioridad, se 1han localiZado ot~as composiciones halladas en manuscritos:

También .escribe Herrera. diversas obras históricas, com·o la Relación (1572) sobre la batalla de Lepanto, y ~nas Anotaciones en prosa·a-la poesía de Garcilaso que constituyen todo ,un m;mifi.esto sobre los gustos ·herre7

rianos más allá de la ,mera exége~i~ o de J¡¡ declaración del texto comenta­do. Las Anotaciones desencadenan .una pol~wic¡¡.lit~raria en la que se ven invo,lucrados otros comentaristas, como eJ. ':¡lrp<;ense, que reprochan ai' sevillano su excesiva libertad a la hora de redactar las notas. Eri efecto, Herrera dispone sus anotaciones poéticas' en-·completo desorden, pendien­te' sobre todo de expresar sus propias opÍ~io~es. No es de extrañar que en ocasiones éensute a Garcilaso o que dis<;rte sobre los más variados. asuntos en extensas digresiones, como l:¡ qye escribe a propósito de la palabra «desbañe».

.ros

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DESBAÑE

·Podemos· usar_ vocablos m:ievos·.en nuestra lengua, que ·vive y flo­rece;· en la latma,, más rara y peligrosamente, porque ya está aca­bada, que no quéda ~1 uso della sino en los" libros, no· de la habla, que no sabemos qué v'o~ablo sea latino sino el que se halla en autore~ an.tigu~s. :o~q~e de las le11guas muertas' nos qu~d~ so­lamente la& tehqmas guardadas en los escritos de los hombres dot~s de aquella' edad ~n que tuvieron vida porque de su imita­ció~ ~e_ sabe y conoce la fuerz¡t qellas; pero en la nuest~a que vive, se e,scnbe y. habla, y trata lo que se ·~sc_ribe y trata y habla.

Osó Garcilaso entremeter ·.en la lengua y plática española mu­chas¡voces latinas, italianas y nuevas; y sucedióle bien esta ósadía· Y ¿tfDiefemos: nosotros. traer al usó y ministerio della otras voce~ es~ y nu~, siendo limpias, proprias, siriificarites, convinientes, ?Ianfficas, nume~osas y de buen sonido/ y que sin ~Has no se ae~l~a e1 p,ensamtento con. una: sola p:llabra? Apártese este rústico mte~o de nuest,r? áni~o. Si~amos el ejemp]o qe aquellos antiguos varo~es que ~nnquec~e:fon .. el ,se~món romano 4 con las voces grie­gª~ y, peregnnas, X con las 9:Y:!:>ar.as mesmas. No seamos inicuos jueces .contra nosotros, padeciendo pobreza de la habla. ' · ·

¿Qué más merecieron los· que comenzaron ·a introducillas en·nues­tío lenguaje, ·abriéndoles el.paso, que los escritores desta edad? ·Por qué no pensarán que es lícito a ellos lo qu~ a otros, guardando ~odo e_n el :u~o Y traye~~o_legítimamente a la ~atúi"aleza española aque­llas dtcrones conJmcto y pt:uqencia? ¿Tuvieron'los pasados más en­te:'! poti~a de. la habla que los pre~entes?, ¿fueron más asolutos senores del~~? Tod~s las.le~guas tuvieron infancia o nifiez,.j'uven~ . tud, perfecton y veJ~z; y nmguna-cosa se hizo grande de repente.

' lenguas muertas son, como aclara Miranda Villafañe en sus Diálogos (fol. 37f): «Las que no se hablan natu­ralmente en ninguna parte, como son la griega y la latina, en las cuales aque­llos que en ellas escriben, por no ser proprias suyas ni naturales, no es líci­to ningún vocablo nuevo».

2 reliquias: 'lo que queda de un todo, lo restante, vestigios de las co­sas pasadas' (Kossof 1966:277).

3 numerosas: 'armoniosas o melodio­sas' (Kossof 1966:219).

4 sermón: en sentido amplio 'discur­so, oración' aquí referido a la 'lengua romana' en general. .

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ANOTA<;: lO N~ S '107

A to.dos los pueblos fueron siempre nativos los ·vocablos pro­prios de las ~OS<\S, o·fuejon hallagos'por necesidad y hechos luego, o por metonimia, ironía, metáfora; sinédóqJ.Ie. Lícito e~ engen" drar innumerables tropos. ¿Qué? Las figuras, que>están en las palabras· y .en las sentencias, ¿por ventura, ho son comunes a 'to­das las gentes?5 Así creció la .lengua· griega. Asf ton la asidua continuación de Tulio y de muchos semejantes a·Tulio,6 pudo la lengua .latina, ·como tierra nueva! hacerse fértil y abundosa con este cult_o y labranza, y •Crecer· erl la s'uma· grandeza, donde· por ventura. n:o esperaron que pudiese llegar los de la edad antecedente·.

No hay lengua tan pobre y tan ,bárbara que no se pueda· enri­quecer y ac;lornar ~on diligencia. Con este .cuidado y estudio, bus­ca y rastrea ·el estriño pe otra nación los pasos y pisadas de Tulio; y acrecienta •y engrandece su lenguage proprio· con las riquezas maravillosas de aquella divina elocuencia. No hay por qué deses­pere el amador de su•lengua si se dispone atentamente de la•rique­za y abundancia· y elocuencia de su· habla. Con los más estimados despojos de Italia y Grecia, y de. los otros reinos peregrinos, pue• de vestir y aderezar su patria y ampli~la eón heQ:riosura;:y él mes• mo producir y criar nuevos ornamentos. Porque quien hubiere alc;mzado con estudio y arte tanto.juicio que pueda discernir si la VOZ' es PJ:'9pl;Ía y duke. el sonic;lo, o estraña y áspera, puede y .tiene licencia ,para componer vocablos y enriquecer la lengua.

Aristóteles, Tulio y Horacio; aprueban 1a novedad de las dicio­nes y enseñan· qSmo se hallen. Y así dijo Tulio que las cosas' que parecen duras al pri,ngpió se ;¡}>lanihm. cg_n el uso, Y Horacid: <<licuit, semperque licebit /. signatum praesente nota procudere:nó­men>>.7 Pero. no basta formar ·bien las ··figuras en el· diseño si des­•pués, coloridas,8 no imitan bien: la carne. Porque no .conviene a

s Herre;a recuerda perfect311)-en~e Ía 'distinción retórica entre los tropos (me­tonimia, ironía, metáfora, sinécdoque) Y las figuras, a su vez, subdivididas en figurae elocutionis, o figuras de dicción, Y figurae.sententiae, o del 'pensamiento.

6 En principio, Herrera• propone coino modelo de elocuencia ~1 ejem­plo· de Marco Tulio Cicerón,._ aunque como matiza-con.posterioridad, no se trata de imitar de manera exclusiva al orador latino; tal y como proponían

los -iíamados «ciceronianos» . ' 7 Ars Poeticd, 58-s9: «Sieííipi:e se pei­mitió y se permitirá crear una palabra acuñada con una marca indicadora de su época>1. En la Rhetorica ad Herennium (IV, :31) atribuida a Cicerón, se defiénde el uso moderado de los neologismos.

8 ''adornadas con los colores de la retórica' . !lJ C())or retórico se puede tra­ducir con el significado aproximado de :bella .presentación literaria' equivalente al ornatus del •discurso.

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~----------------~------.......... ....... a ~os FERNANDO DE HERRERA

todos -la formación de voces nuevas, que requiere ecelente-juicio, y que sea' tal el .resto de la oraéión que dé ·autoridad al ~ocablo nuevo que se ·entrepone en ella· como una estrella. Y ser corto y muy moderado en ellas, y formallas en modo que tengan simili­tud y analogía, con ·las otras voces formadas y inovadas de· 'lo~ ¡buenos escritores .. Mas, porque un· autor ecelente no use ni se valga de algunas diciones, no se deben· juzgar por no buenas y ·huidas dél para nunca· usallas, ·porque otros• pued.en valerse dellas y dalles ·estimación con sus escritos. Voces hay en Virgilio ·que no se hallan en Horacio, y en Horacio que no las conocemos en 'Catulo, y ~n éste que no .las trata Tibulo .. Y,. porque rio satisfagan a algunos, no son malas. y ,indinas de ser acogidas; que el vino .es bueno y hay gustos que lo aborrecen, y no está en .un .escritor ,toda' la lengua ni la puede usar uno solo, ni juzgar ni aqbar. 9

Di~ídese en ~os especies la formación de los vocablos nuevos: por necesidad, para esprimir pensamientos de teología y filosofía y lasf.cosas nuevas que se hallan ahora; y por o;~amento. Y así es licito y loable en los modernos lo que fue hcrto y loable en .}os antiguos. Mayormente que puede el poeta usar en todo tiem­·po, con prudente libertad, :por ornato, de vocablos nuevos; y le 'ofende y hace grandísima injuria quien le quiere privar de la facul­tad- de ordenar con ellos su poema. Porque, cb1llo dice Tulio, los poetas hablan en; otra lengua; y no son las :mesmasr cosas las que .. trata el poeta que las que el orador, 11i unas mesmas leyes y observaciónes. 10

• Pero no sólo osan esto, mas .pueden servirse de voces de todas lenguas. Y, por todas estas y otras ·cosas, los llama .~Aristóteles tiranos de las diciones," porque es· la poesía abundantísima y esuberante y rica en todo; libre. y, de su derecho y jurisdición, sola, sin sujeción alguna; y maravillosamente .idónea en el ministerio de la lengua y copia de palabras por sí, para mani­festar todos los pensamientos del ánimo y el hábito que represen­tare y óbr;t y efecto y grandeza y todo lo que cae en sentimiento

9 ·Este último comentario se podría entender como una crítica contra los llamados <<Ci~ronianos!• o·defensores de la imitación exclusiva de Cicerón. Aun­que Herrera cita con frecuencia al aiitor latino, reconoce. también .su ·admiración ·por. otros escritores y poetas, como Vir­gilio, Catulo y Tibulo.

'

10 ·Por ejemplo, admite Cicerón Orator, XX, 68, que la libertad:. de for­mar y·componer palabras es mayor en los· poetas que en los oradores.

11 En su Retórica (1404a), .Aristóte~ les habla de la «dicc¡ión poética~ carac, terizada por su mayoi: ·libertad expre­siva frente al discurso en prosa ..

ANOTACIONES I09

humano, sin que le fal_te mensajero de la voz que sinifique clara­mente todo lo que quisiere. Porque casi :padece necesidad de todas las cosas el género humano antes que de la voz y de la dición. Porque, déstas solamente, posee admirables riquezas que nunca se acaban y deshacen, mas con inmensa fertilid~d crecen y se re­nuevan perpetuamente. Y, de tod¡ts las cosas que vienen al senti­do, ninguna ·hay menesterosa y necesitada ·de voz que la declare y señale. Porque luego se imprime y estampa una señal manifiesta del nombre de aquella cosa entendida. Y muchas veces da y pone muchas voces a una sola cosa, que cada· una dellas proferida hace un éñtendimiento casi tan cierto como el nombre verdadero. Y así tienen los hombres gran potestad y fuerza en las palabras para demostrar las cosas que son, sin que haya alguna que les deje de reconocer esta sujeción. .

Las voces son oscuras en nuestro uso por muchos modos: de la gente, cuap.,do traemos vocablos proprios y particulares de otra nación; del arte; de las leyes y ritos y cerimonias; de la traslación; de la erudición; de mucha novedad, como si dijésemos con imita­ción latina último por primero,P y de mucha vejez, renovando las voces desusadas. Pero las que ahora son voces viejas, en otro tiempo fueron nuevas, y al contrario. Y así dice Quintiliano (en el capítu­lo ro del libro I} que así como son las mejores voces, de las nuevas, las más viejas; así, de las viejas, son mejores las más nuevas.'3

Y también hacen las diciones inusitadas más grave la oración por­que éstas admiramos, y de la admiración nace la jocundidad; mas esto tiene lugar con mayor frecuencia en la poesía, porque las cosas y las personas son más ecelentes y más graves.

u último; 'básico, primario, prime­ro, el más remoto contando desde el presente hacia el pasado'. Es acepción que documenta Kossof [1966:337b] con el siguiente verso de Herrera: «tu

boca 1 fue la última causa de mi fuego». 'J Es traducción literal, lnstitutio ora·

toria, 1, 6: «Ergo, ut novorum optima erunt maxime vetera, ita veterum ma­xime nova».

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'

AMBROSIO DE MORALES ~·QUIN~E DISCURSOS>•

Ambrosio de Morales (1513-1591) nace en Córdoba, estudia Humanida­des y <teología en la Universidad de· Salamanca, con su tío el humanista Fernán Pérez de Oliva. Desde 1532, profesa como monje jerónimo en la Sierra de Cór4oba y~ con posteriori4ad, prosigue sus est\ldios en la Universidad de Alcalá, de la cual es nombrado· catedrático de Retórica. Además, en 1565, obtiene el cargo de. cronista real. · ·

Por~enc~rgo de Felipe II; realiza en 1572 un viaje por el norte de Espa­ña para invent~~ los bienes dé iglesi~s y monasterios, su Viaje a los reinos· de León y Galicia y principado de Asturias conocido también como Viaje santo. Entre la.s obras· de Morales, destacan·las de carácter h,istórico, como la continuación que escribe de la Crónica general de España de Flo­rián de Ocampo o el. libro. de Las antigüedades de España (1575), junto con varios opúscW_os manuscritos que se ~onservan, en la Biblip~eca de El Escorial, de lo.~ que ·no existe publicac;i,ón hasta 1793. Adem4s, edita en 1586 las obras 4~ su tío Pérez de Oliva, a las. que. adjunta discursos o.riginales escritos poi;' -el propio Morales, c;;omo el Discurso de la lengua castellana y los Quince discursos· que tratan sobre diferentes temas de fi~oso­fía moral.

III

Page 55: Gómez Jesús (Ed.) - El Ensayo Español XV-XVII

LO MUCHO QUE CONVIENE ENSEÑAR

LO BUENO CON DULZURA

DE BIEN D.ECIR

'De todos los daños que tráe a los homb~es el ser nacidos en peca­do, es uno muy grande y muy perjudicial, de que aun San Pablo en sí II1~S]llO mucho se, lamentaba: que, siéndonos tan natural lo bueno, y lo que es malo t;¡.n aje¡:¡.o de la razón, tengamos inclina­ción para querer más el mal, y nos hayamos de. hacer fuerza y apremiamos para seguir la virtud, como quien al vicio se va de su gana y a las virtudes arrpstra contra su voluntad.' Gran mal es é~te• sin duda, y como fuente de aonde todos los demás proce­den;r que, si el hombre tuviera a la voluntad tan inclinada a. la virt*d, y con tal gusto y sabor en -ella cual tiene en· los deleites 'ilícitos,, ó nunca Óesamparara lo q1,1e amaba naturalmente p fuera fácil

1 cosa con cualquiera liviana amonestación teducitfa a lo que

su apetito y su inclinación 'la convidaba, y no fuera menester gui­sarle lo que de suyo le sabía bien ni engañarla para hacerle comer lo que le había de aprovechar.

Mas es tan ajeno de nuestro natural corrompido todo lo que es bueno, y está nuestra voluntad tan golosa de lo malo, que quien algo le ha de hacer tragar de la virtud mucho cuidado y maña es menester que tenga para guisárselo; y, como quien da a comer tortugas a ético asqueroso 2 conviene que con otros sabores se las encubra y engañe desta manera el gusto, o como si diese píldoras a un enfermo muy delicado ha necesariamente de dorarlas o po­nerles alguna dulzura que el paladar no deseche.

Por esto, de los que amonestan a bien vivir a los hombres, y en sus pláticas o escrituras les enseñan y persuaden la virtud, mucho más aprovechan los que con la suavidad del bien decir ador­nan su habla que los que dan los preceptos de la vida desnudos deste atavío. Que, aunque lo que de la virtud se enseña sea de su natural muy excelente, y aunque sea mucha verdad lo que dijo

1 En la epístola Ad Romanos, 7, 21,

se lamenta Pablo de su inclinación hacia

'

112

el mal, que va más allá de su voluntad. 2 ético o hético: 'tísico'.

Q.UINCE DISCURSOS :113

Platón:• q~e, si la virtud y la sabiduría. pudiesen ser vistas con los ojos corporales cuán hermosas son, a todos herirían de sus amores.3 Pero mucho mejor se veen, y más eficacia tienen para que .tales Jes. parezcan al entehdimieritó y por tales las ame la vo­luntad, .cuando el lustre de las palabras acrecienta y esclarece la hermosura .de lo que se enseña. Cuanto más que .nada de lo que se dice no puede· .llegar al álma si no entra por las. puertas de los sentidos, a ·los cuales.es menester que agrade lo que allá dentro ha de pasar.

Y, Señ~ladamente, el sentido del oír, por donde principalmente se coge. la doctrina, es tan delicado que ligeramep.te se ofende. de quien hace poco -caso dél; no queriendo granjearle con suavidad y dulzura, sino entrarse, como dicen, de rendón 4 y como por fuerza y a su .pesar. Que, aunque del alma es .todo el derecho de aprobar una cosa o tenerla por mala, y lo que -toca a este juicio todo pertenezcg. a la razón; mas no dejan por eso los sentidos de ser mucha parte pará darse el parecer, y por solo su .disfavor muchas veces lo .bueno no es tenido por tal' y sücede en. su lug~r lo malo.5

Una cosa honesta y provechosa .para el alma, por sólo no ser agradable al sentido, ella misma algunas veces la condena y la desecha. Como un buen manjar, por sólo que nos lo den de mane­ra que haga asco, lo aoorrecemos. Y no hay rostro tan hermoso que sucio parezca bien. Asila música tiene gran poderío para mo~ ver los ánimos, .. como por grandes ejemplos parece; .y es por ser tan dulce. y suave.para los oídos que halla muy fácil la entrada y llano el camino para penetrar al ¡tlma, y aun quien negocie por ella en favor de lo que pide. Y el .fin de agradar. tanto a Dios la músi~ ca en sus alabanzas y el usar tanto della los santos varones en el Viejo Testamento y agora· la Iglesia.·deJesucristo éste fue sin duda, pues no se pudo tener otro más principal. J?<;>co le importa a Dios que s~s loores se canten o se digan como comúnmente hablamos; mas El, por el deseo que como infinitamente bueno tiene de nues­tro bien, huelga mucho se ~elebre!l y ¡:-esuenen con todo género

a En el Phedro. 3 Fedro, i5od. 4 de rendón: 'de rondón' . 5 Comienza el diséurso Morales en­

careciendo la importancia del oído para

transmitir la doctrina, aunque al final habla de la utiliaad de la visión; .. con lo que se restablece .el equilibro entre el ver y el oír.

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,II4 AMBROSIO DE MORALES

de música y·dulce·armonía, ·por lo mucho que con ella se mueven nuestros ánimos y se levantan. más a contemplarlo y crecer en su servicio y merecer más con ÉL6

Y fuera del alabanza de Dios, la Sagrada ·Escritura muestra cómo ·:Vale mucho la· música ·y. todo .el ·cuidado de bien decir en los santos ·y :en tódos.los hombres excelentes para amonestar suavemente· a los . hombres y aprovechar más eón 1\l dulzura de su .doctrina. En el Eclesiástico, queriéndose· comenzar los loores de todos los ·.sal}tos patriarcas pasados, la primera cosa .que en general se celebra en ellos es· que, .teiliendo el. señorío <lel·pueblo, con su· mucha prudencia les decían. santísimas palabras;• y cómo los hombres sabios ·y muy advertidos b.uscaban todo .género de dulce armonía para mayor suavi.dad en ellas.7 Y la reina Ester6

pid~ó a Dios le .diese dulzura. de palabras que sonasen su;¡.vemente en los oídos del rey, porque así entendía tendrían mayor fuerza para movede.8 C9qforrpe también a esto, Abigail, con dulces palabras :¡ suavidad de su habla, aplac;ó l:t i:.;:a del rey Pa.vid para qu,e, dejase de ir a matar a su marido y destruir su cása como había determinado, y dándole después el rey las gracias desto, lo atribuye todo a la dulce pl~tica con qu~ le amansó su furia. 9

También dél diee la Sagrada Escritura •que doblegó y quebra1_1tó los ~niritos de su gente con hablarles .cuando con grande ímpetu querían matar a~ rey Sa\Íl en la· cqeya. 10 Y si las buenas razones que ·él·entonces les dijo no tuvieran su'avidad y dulzura, .verclade­ram~nt_e no fueran ·poderosas para así· aplacar y reprimir los áni­mos, feroces de aquella, gent~ de guerra. Y ·enseñado está esto de la fuerza del bien decir en l;¡. Sagr.a..da Escrit:ura, pues se dice en el~ libro ·de los· Macabeos~ se tuvo cuidado al escreb\~ aqu.ella historia que los· lectores pudiesen tener· deleite y gusto en·el buen orden. y concierto della· y de .subuen proseguir, y desto también,

b Ester; Xliii.

6 Sobre el poder extático de 'la mú­sica, no hay más que recordar la fa­mosa oda de fray Luis dédieada a Fran­cisco de Salinas: «por quien al bien divino 1 despiertan los sentidos,;, Cla­ro que Morales, profesor de retórica; desarrolla el poder de la .música eh re­lación con la palabra en· la oratoria.

'

' Lib. ~n. ca .. 11.

7 Eclesiástico 44, 4-5, donde se re­fiere a los patriarcas como «inventores de melodías musicales».

8 Ester 14, 13. 9 1 Reyes 25, 32, .cuando DaVid

bendice la sabiduría ( «eloquium tuum») de Abigail.

10 1 Reyes 24, 8.

-------·-- ---.

QUINCE DISCURSOS II5

como de todo lo demás, se. siguiese coin!ÍI,i· provecho ,'a los que la leyesen. 11

¿Pues qué nuestro Redemptor, Jesucristo?, ¿no usó. desta sua­vidad· en su· decir para hacer con ella una estraña maravill'a?J Así lo testificaron aquellos ministtós qüe los príncipes de los' sacerdo­tes y fariseos habí~n enViado. a prenderlo' y se :volvieron. sin to.~ar" le. Preguntados: -¿Por qué no ·le.trujistes?, respondieron: ~Porque nunca hombre así habló .como. éste. habla. 12 Bien se puede· atri~ huir esto a la eficacia grandísima de la_ .palabra divina; mas, en ·aquellos ql1e tari. ma~ aparejados iban para que en ellos obrase, más sé. puede creer que valía la suavidad de la .plática de nuestro Redemptor, que ellos .gozaban. No .muchos años antes, se había visto otra cosa semejante a ésta; porque 13 no es lícito comparar ningúhá co'sa humana con las divinas, sino que .en alguna manera le quiere parecer, y confirma mucho lo que de la fuerza del bien decir vamos trataiJ,do.14

Cuando Mario y Cinna, en la guerra. civil que eón Ludo Sila tuvieron, enviaron a matar ·a Marco Antonio, famosísimo orador de aquel tiempo, comenzó á hablar a los soldados que habían ve­nido al cruel ministerio con tanta dulzura y .suavidad de palabras y fuerza de _razones que, .teniendo desenvainadas las espadas para herirle, estaban:.atónitos y sin moverse; que no parecían.hombres, sino· estatuas_ de ínámiol cubiertas de las armas·, y sólo tuvieron sentido para oír y mo:verse con lo que oían y volver sin hacer nada,~ Otro soldado, "llamado Annio, 'que los vio así salir de don­de Marco Antonio estaba, entró determinado de no escuchar; y así•, en lleganpo a :él, lo ·mató· temiendo ·también. éL ablandarse: si lo oía. 15 Así ·con este su temor, mostró más el poderío de la el o-

d Juan, vn.. 'Valerius Maximus,

11 11 Mácab'eos 2, 29, donile 'se ad­vierte que se ha oüsClido más la sim-' plicidad en la narración que la veracidad ddos hecj10s: <<Dejando al historiador el oficio de narrar detalladamente las cosas, nos liemos ~sforzado por seguir las normas de la condensación».

12 Juan 7, 45-46. Es traducción li­te~al: «Venerunt' ergo.ministri ad pon• tifices et pharisaeos et dixerunt eis illi: Quare non adduxi'stis illum?-Respon­derunt ministri: Numquam sic IÓcu-

tus est horno, sieut hic horno». 13 porque: con valor cond:sivo,

'aunque'. Ll Después de los ejemplo~ tomados

de la Biblia sóbre el poder de.Ia elo" cuencia (en los patriarcas, Abigail, Da­vid o el mismo Jesucristo), vienen los ejemplos tomados de la antigüedad romana.

15 La. anécdota se cuenta en el libro de Valerio Máximo Dictorum Jactorum­que memorabilium; VIII, 9·

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--~-------~----------------------------------------.---------------------------------------------~ n6 AMBROSIO DE. M'ORALES

cuenci;t <;le Antonio que no los que de~m.ayaron con ella. Y erdade­ramente, su fuerza ~s muy grande en los ánimos de los _hombres, y reina en ellos· muy po.derosamente con su suavidad y dulzura.

· ¿Y qt:!é o.tro es -el intento de 1~ po~sía y el fin para que fue hallada y usaga qespués (como .también la u~¡t mu.chas veces la Sagrada: Escritura), sil;\9 para que -con. el cebo del armgp.i;¡ que d .~ers.Q tiene y con la' adri:üra~i.ón a que· el poeta provoca, las cosas que ~e cuentan o enseñan· fuesen ·má.s a!)ladas y más de gana recebidas, y mejor imprimiesen en los ánimos coh aque)k dulzura y levantamiento que aplace al oído? -y agrádale· tanto pór una razóq.que Cleantes, gran filósofo,:u~a)).qo ·de una hermosa compa­raci§n, mostrab¡¡: así como nuestro soplo (deCía él) hace un soni­do rpucho-mayor y más cl~ro cuando sale. quebrado por las vueltas de 1~ trompeta, adonde parece que se cuela por aquellas angostu­ras para derra{llarse después y salir más sonoro y ·purificado por el aJ?-cho de la boca, así también lo que conCibe ."el entendimiento Pªfil, qecir lo pule y h aclara m_ás la estrecha ley de los versos, por ¡donde ·~ale y se escucha con más suavida<:l q~ la mel~día que gozan ·los oídos.'6

Por esto dice Lucrecio que escribe en verso la·filosofía natural, porque c9p, S).l dulzura no se sienta el ~spereza y dificultad de la-doctrina. Coipo las madres (dice ·él), cuando ·quie.:re.n dar a be­ber á sus niños alguna cosa amarga, por la salud, les .ponen, en lo~ l~bios dd vaso, miel· para que con aquel gusto no ofenda al palaqar lo amargo de la medicina, .•así pone el verso· cierta suavidad en lo. que dice, y hac(;! un engaño saludable al ánimó por medio ·de este deleite del sentido. '7 Po.r esto también se .guija Vitruvio al principio de su, singular obra·que De Arc:hitectura compuso, por­que no pudo esq¡;birla en verso, el cual, ·como él allí dice, con la medida y razón que .tiene en el sonido, y con la hermosura, compostura y ornamento de las palabras incita y agrada a los sen­tidos, y así los entendimientos reciben-de mejo.r gana y más fácil­mente lo que se les enseña. '8

·. ¿Pues qué Marco Tulio? Dice que los pitagóreos las cosas más difíciles de su doctrina las enseñaban en ve.t;sos, según su maestro

'6 Rec~ge Séneca la afirmación del

filósofo griego en sus epí~tola~· A. L-u­cilio, ró8, ro.

'7 El} De rerum natura, ;IY, 10-25,

l;ucrecio desarrolla la comparación,. que atribuye a los médicos y !l.Q a las ma­dres, como dice Morales.

'8 De Architectura; v, r-2 ..

QUINCE DISCURSOS:

se lo :dejó mandado, como que fuesen así por más aplaci,bles más fáciles de' .entender.'? 'Las fábulas de Isopo, ¿por qué han sido tan admitidas y tan estimadas_ aun desde antes del tiempo de _Platón, como en sus obras vemos/ sino ,porque• cop el deleite del senti­do aficionan mucho al·entendimiento?20 Y el filósofo Cebes, dis­cípulo muy principal de Sócrates, todo lo que pertenece para la buep.a in~tittición del hombre lo enseñó, como.- vemos, por una pintura; entendiendo cuán más: bien recebida -y más eficaz sería la doctrina -con aquel gozarla los ojos y cebarse en mirarla. 21

M,as ¿para qué buscamos ejemplos en particular? Todos los es­critores·pnidentes buscan buen gusto pata hacer más· sabrosa su doctrina, y no ·hay honesto deleite .del sentido con que no que­rrían convidar al entendimiento, y no se desvelan ni trabajan· me­nos en enseñar las cosas suavemente q~e e[\ l:mscarlas para Jas ·ep­señar. Y a Platón y· a Marco Tuliog les parece no basta para ·que uno deba. :escrebir que sepa pensar cosas. buenas, sino que las pue­da dar de manera que agrad~n ·por suaves y graciosamente. die chas. 22 Platónh también hace· a la elocuencia como cocinera. de la filosofía moral, y así la llama porque guisa la una con buen gusto los manjares que la .otra .tiene:23 Y no es otra· la causa porque Horacio, juzgando de los escritores, con mucha razón .da. la ·ven­taja por pública aprobación de los votos de todos al que de tal manera tiempla lo que dice y le da sabor que siempre mezcla lo dulce con lo provechoso.24

f En el Phedro. g En el Phedro. En el principio de las Tusculanas.

h En el Gorgias.

'9 Cicerón, Tusculanae, IV, 2, alu­de a las enseñanzas pitagóricas en verso. En cuanto al adjetivo aplacible, véase el anterior testimonio de Guevara, cuan­do se refiere al vicio de la ira como «aplacible de predicar».

20 Aunque no menciona Platón a Isopo o Esopo en el Fedro, podría re­ferirse Morales a las interpretaciones alegóricas de los mitos y de las fábulas que Sócrates practica usualmente. Así, en el diálogo eón Fedro, se menciona el mito de Bóreas; la comparación del alma· con el auriga, la.fábula de las ci­garras y la invención de la escritura.

21 El propio Morales traduce la Ta­bla de Tebes a continuación de los Quin­ce discursos.

22 Platón trata en el Fedro de la con­junción de la dialéctica con la retóri­ca, pero siempre antepone aquélla. Más ajustada es la cita de las Tusculanae (1, r) donde Cicerón critica a los autores latinos incapaces de expresar por escrito sus pensamientos con elegancia.

23 Sin embargo, Sócrates desarrolla

la comparación ·entre la retóricá y la culinaria de manera negativa, Gorgias, 462b-466b.

24 Se refiere a los conocidos versos

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n8 AMBROSIO D.E MORA:LES

Mucho• ·d~sto tiene la divin'l teología; en quien se tratan los altos misterios c;le Dios y· los secretos oel cielo, de la.cual dice San Dionisio; .que-·usa muchas: vezes de ficciones poéticas.'5 Y aun­que esto. se·hacé .porque cosas tan soberanas y que mucho-exceden nuestro común saoer· no se pueden dar a ·entender de otra manera, y falta el' natural orden de·.hablar en cosas que· tanto sobrepujan y ·.vencen nuestra naturaleza; pero tambi~n- se nace muchas veces por­:que sea.niás gustoso lo- que se dice y porque, gozándolo en alguna ·manera:ehentido·, Jo ·reciba el entendimiento; más de gana .. Y ¿qué otro es, ·en general, eLfiv de la1Sagr;¡da Escrit].lra y doctrina ev'an­·gélica·"dé n).lestro Redemptor, · qqe con admirable consejo. las cosas invisibles, de que sólo el ánimo pudiera participar oyéndq}as, nos las·: muestra por represe'ntación y ejemplo de las visibles, y ·lo que puclieta ·decirse: sencillamente lo enseña con ·rodeb de parábolas y se~ejanzas? N o es otro- .en esto· su -ihteiüo sino •querer .que por más puertas nos entre la doctrina y haya más sentidos que la reci­b~ri, y no sólo pase por los".oídos;·antes_bien penetre en su manera poi. la- vista, y de todo· suceda :buen gusto .y deleite: en lo que se !dice. Porque siempre h buena .doctrina con aquesta dulzura ·se~hac¡! mejor; y lo que •¡.nucho en ella vale, vale más por estar así' enseñadó:

; En el lio. í De la celestial jerarquía, c. u.

·del Ars-Póetica, 343"344: «omne tulit .punctuin.qui miscuit utile·dulci. 1 lec­torem .delectando pariterque mo­nendo» ..

'

•s De coelesti hierarchía, 1, 2, donde afir~a que .las cosas celestiales se ma­nifiestan incluso a través- de ·símbolos («s:fínbola») ·o ·señal~.

\.

LUIS ZAPATA

«MISCELÁ-NEA»

Luis Zapat~ de Chav~s (Llerena, Badajoz, 1526'-1595) llega en 1535 a la corte dé · Carlos v· como paje de la efuperatriz Isabel de Portugal y, desde 1539[ es paje del príncipe Felipe·. Eñ 1541, es nombrado caballero de Santiago. •En 1548, acompaña al futuro Felipe II en su viaje .a. los Países Bajos. De regreso -en España, pasa temporadas e.n. Sevilla, donde asiste como Fernando de H_errera a las tertulias deJos Gelves. En 1566, -Feli­pe II <?!~ena la prisión de Zapata, confinado en el· c¡¡,~t¡l~o de Segura de la Sierra (Jaén),,donde tie.11e lugar su degradación coro~ caballero de San,­ti.ago. Trasladado con posterioridad al castillo de Horn_achos .(Badajoz) y a Valen<:ia, Zapata per~an,.ece- en prisión 'hasta 1590. Dos años después, viaja a Lisboa; donde publica una traducción del' .i1rte poéti~a de Horacio.

Cor'no escritor; a Zapata. se 'le conoce especialmente por s_u Gario famo­so (1566}', un ]ioéfu.a épico que narra -las hazañas de CarJos 'V ·a partir de 1522 hasta la muerte ·del Emperador en Y tiste. T~bién escribe un Libro de cetrería, cuyo maiJ.uscrito firma-en 1583, y.compon!! durante los últimos años de su vida unp:p.iscelánea inédita hasta que en l859.la pu-blica Pascual de Gayangos. ·'

t

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'.1 1

DE ALGUNOS YERROS POÉTICOS

Favorino filósofo_, segúQ C\l_enta Aulio Gelio, r~p:r;!!hendió·a Virgi­lio desta.s _po_cas cosas. Si es razón· o no el letor . .lo. vea, y juzgue también la intención;. que, cuando p.o es con envidia o maligni­dad, la reprehensión :_¡ntes es .muy .mucho de loar; como quien está en un' camino múy ·pasajero, por donde los presentes y por venir 1éctóres han de pasar, gran loa merecería que se pusiese en él diciendo y ínoHrando con la mano: -Caminante amigó, aquí 'ato~ló mi compadre Virgilio; aquí cayó el antjguo y ciego Home­ro.1 Aparta,, aparta caminante;· y echarás J:?Or' otra parte.

~avorino' rT~prehende que Palinqro dijo a Eneas, en ¡;J infier­~,q.l.que buscase su <;:!l~rpo para enterrad~ e.n los puertos de Ve­lia.1 Velia. no la había entonces, ni se Uam6- así aquel puerto en tie~po··de.Eneas. y de algunos reyes que después dé! pasaron. Y así a tal parie, ·pot aquel nombre que de ahí a muchos años tuvo, no pod~a atinar Eneas.

Otro: 3 que, contando Virgilio del monte Etna, dice que, en­celado, escupía las arrancadas entrañas del monte; que fue impro­písima y monstruosísima traslación.4 Como el otro indigno poe­ta d¡!ste nombre, al nevar decía que escupía Júpiter en los Alpes.

Otras le reprehende que, contando que salía Dido con majes­tad real entre sus príncipes y capitanes, la compara a Diana cuan­do sale a bailar con sus ninfas y a hacer danzas y coreas. 6 Y otra

1 No es Favorino, sino Iulius Hy­ginus quien comenta en las Noches Áti­cas, X, XV, 5, el error de Palinuro cuando pide a Eneas que le entierre <<portum Velinum», en el puerto de Ve­Ha, que entonces no era conocido con ese nombre.

2 Eneida, VI, 365-366: <<Líbrame, invicto de estos males: ponme tierra 1 encima, ya que puedes, y busca los puertos de V elia>>.

3 Otro, hay que sobreentender yerro poético.

4 Eneida, III, 575-577. En este caso, sí es Favorino el que compara el pasaje

citado de Virgilio con otro de Pínda­ro, en las Noches Áticas, XVII, X, 9, para condenar la expresión del poeta latino: «monstruosissimum est».

S Otra, se podría sobreentender cosa, como al inicio del párrafo siguiente.

6 'danza antigua acompañada de canto'. En el pasaje aludido de la Enei· da, I, 498-504, se mencionan los «cho­ros» de Diana. En esta ocasión, tam­poco es Favorino, sino V alerius Probus quien, al relacionar el' pasaje virgiliano con otro de Homero, señala en las No­ches Áticas, IX, IX, I4, que la compa­ración entre Diana y Dido no es apro-

120

' l

MISCELÁNEA 1~1

más: qq~; po:r }a múerte de un ciervo· casero ·que mató Asca­nio, se revolviese tan mortal guerra entre los troyanos y Ios la­tinos·.

San Jerónimo le repreh~p.qe otra cosa, con mayor causa: que fue hacer mala a la castísima reina Dido; que Dido fue antes que .Eneas trecientos. añ~s; porque Cartago fue fundada antes del advenimien,to de· Nuestro Señor mil y treinta e ·siet.e años, y· Roma despue_s, antes del s.eteci~nt9s y treinta e .siet~- En lo que a Eneas no dw tampo~o mucha honra Virgilio: .hacerle burlador y :ngañador de uiia mujer y falto de su fe y palabra.7 En.lo que, .qmtada_ la ~uto­ridad del:-sancto doctor aparte, y el' cargo de gran concrenc1a de la infamia, tal revoluCión y confusión,de tiempos se pudiera escu­sar: <<poterat duci quia· coena sine istfs>>;8 y no fuera su alta y ex­celente obra menos clara.

Otras tres reprehendo yo. La ·prifnera. que,. al vencer' a Tur~o Eneas,9 .pintó a Turno tan vil y de tan bajo ánimo que se ~e rm­diÓ pidié'ndole merced ·con tan miserables palabras como JUrarle por vida de su madre; y· a Eneas, .tan cruel (ergo cobarde) que mató al rendido suplic;:,¡nte ..

También fue leve yerro suyo, de descuido, que quedan~o m~erto Príamo en su real casa, ¿cómo le mató Pirro después? D~ce: <<lac:t ingens .litore truncus, 1 avuls¡Imque humeris caput :t sm~o nomi­ne corpus»: que estaba tendido, descabezado en la nbera. Salvq si no llama ribera a Troya toda, después de asolada, <<et campos ubi Troya fuit>>." " . .

También Jue algún descuido suyo que en su loor prop10, di­ciendo a Dido Eneas qu!én era, dijo que era pío, ,:<fama su~~r etera notus>>: conoCido por fama sobre las estrellas. Y tamb1en

piada: «nihil eius sim~litudinis capere possit».

7 Segdn 'Lida d~ Malléiél [I974=79-8o y I~I], aunque Jerónimo nu1,1ca re­prende a Virgilio, habría sido el santo el origen de la defensa eclesiástica de la castidad de Dido en nombre de la «Verdad histórica>> especialmente en su tratado Contra Joviniano, I,. 43-

8 Expresión latina qúe Zapata repb te con. una ligera variante:· .. .scena sine istis el} otro capítulo. de la Miscelánea (fol. 123v) y, a· continuación, la tradu-

ce como «sin ello podía pasan>. 9 Eneida, XII, 930-938. Én efecto,

el :suplicante Turn_o menciona a An­quises, padre de Eneas, quien 'fmalmen­te le atraviesa con su espada.

10 Eneida, n, 557-558: <<Yace enor­me su tronco en la, p)aya; 1 arrancada de los hombros la cabeza y sin nom­bre su .cuerpo».

11 Eneida, m, n: «los' llanos· donde un día se alzó Troya».

12.Eneida, I, 379: <<mi fama es cono, cicla más allá del cielo».

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122 LUIS ZAPATA

que;· .si sobre las estrellas le conocían, mejor en la tierra Dido le podía conocer.

Mas en esto no tiene Virgilio disculpa; que, quinerido él hacer tan fuerte caballero a Eneas, no fue acto sino de• no .imaginable cobard_ía:: ver.,que mató Pirro, ante sus ojos, a ·su rey Príamo y su pariente, sin osar él defenderle ni venirle a la mano ·en ello, ~ino que ,se fue huyendo a poner en cobro su casa, y en el camino estuvo por matar a Elena y •hacía contra el~a bravatas, como que de tanto daño ~abía sido la causa. 13 Cuyas sus mismas faltas en­tendió bien el autor pues mandó quemar sus obras en su testa­mento, por no emnendadas,-lo que defendió Augusto César, que sól? pudo remediar, tan gJ:an pérdida si asÍ' fuera. Mejor entendió mu~ior del Escudo, un caballero .francés, la obligación que tiene u_n faballero ,a su príncipe; que, viendo ir de vencida .al rey Fran­ClSC!J en PaVIa, y .desa<;:ompañado de lo~ que, en anteponer,los en fav9r y en mercedes, ansí les había hecho Ilfuchas ventajas, dijo: <<Sir_e, ·Ú son los votres miñones de la chambre?», que, en español, dic9: <<Señor, ¿adónde están ·agora 'los vuestros privados de la cá­mara?». Y se metió arite él, en los enemigos, donde ante •sus mal con~cidos -ojos le dieron rpuerte.

Cicerón;. en una poética ficción suya, en_ el sueño de Cipión, cayó en otro gran yerro. que, aunque yo lo. reprehenqo• en otra parte, lo diré también aquí, como quien despacha una mis~.a cosa por 'dos vías, con el duplicato: <<Tulio dice injustamente 1 que, de 1~ décima espera 14 1 y de la tardía primera, 1 se hace un son excel~nte. 1 De persona tan famosa,. 1 fue mala imaginación;/ que, aunque. sea fabulosa, 1 donde. no hay alre, no hay son». 1s'

Otro gran indecoro .de Virgilio noté leyendo acaso ahora: que es que, enviando cien embajadores Eneas al rey Latino, en saltan­do ep tierra, pidiéndole paz y amistad, y llevando grandes. dones con elló,s, él. los rescibió agradablement'e y les dio también con otros dones qe gran precio. Y, a la. primer, vist!! de los embajado­res, huéspedes, envió a decir a Eneas que allí tenía una hija que

13 Eheida, II, 5~5,...593 . 14 décima' ~spera: 'décima esfera.' o

'décimo cielo que, como resume OtiS H. Green [1964, II:43-60], podría re­ferirse al Primer Motor o 'bien al Em­píreo. El primer cielo corresponde al de la luna.

'

15 La cita de Tulio alude al Somnium Scipionis incluido en el De repu'b/ica, vr, 18, donde Cicerón describe Ja visión del mundo er;¡ el que el girar de las es­trellas engendra un «dulcis s'onus». V éa­se el coment,ario de F. Rico [1970: 25-26].

MISCELÁNEA .123

casar con él, que fue. nueva I!f¡lneia. con tanta aceleración tratar luego, a. la prim.er Vista, de casamiento.16

. •

Lucano, aunque buen. poeta, es muy prolijo: que nuqca vrene al cuento. Tanto. que, desde que. pon.e frente a frente para pelear. a César y .Pompeyo, tarda on~e planas en venir al hecho. Todo se le va en declamar y en •llorar. duelos; que, aunque tenga razón, bastaría una y ·no tantas veces, que enfada. Y,. por .. eso, dicen: que se debe Lucano de contar más entre los oradores que entre los.poetas.

Ovidio,,.ep su.Metamorfoseos; ninguna_reprehensión pade:e. Antes, en su_ ingenio, ·en invención, en disposición hace ventaJa a todos los poemas. En elocuCión, V.ir~lio .se -la ,h'ace. ~~s, en. las .o~ras obras, OYidio·,. ·aunque tiene .algunas agudas .e utrles sentencras, a sí mismo no se iguala. . ~

Esto de poetas· heroicos; porque, deJíricos y satíricos, cuyo prín:; cipe es Horacio, seríiico'sa infinita ser nadie juez de -tantos ple]tos de menor contía: -de 'cada :epigrama .u dístico.

Homero debe, en palabras y versos, de tener .en su lengua .gran melodía; pues, .de toda la Antigüedad y de_Alejandre, fue tan ala~ hado; mas, en. ·las _cosas·, según vuelto en· latín y en. :español le leemos;_ ninguna hay que adpliraf.l7 Y como todos •los poemas consten. de palabras y de cosas, Jas cosas son en todos ~os .que escriben de más •sustancia que las palabras. A charlatanena trran muchas· veces. Y papagayos, .. tordqs y picaias .h~blari, aunque l.o que dicen no lo entiendan, hablan. Porque bobena es grande deCir <<Fulano tiene lindo latín o lindo griego» .. Eso muy poca cosa es, porqu-e del tal es su propia lengua ni~terna, en 1~ ~~e le alab,a.

Dante es tan. pesadq qv~ jamás pude leer una lioJa entera del. Y demás de esto, la materia_ es del Paraíso y del Purgatorio y d:l Infl~rn~; en lo que. no es bien que ·nadie ·se entrometa, sino• dejarlo a Aquél cuyo el todo es.18

16 El episodio se narra en la Eneida, vn, 150-285.

17 Además de la traducción. castella­na· que hace Juan de Mena de' la Jifas latina,. la IUada de Homero fue tradu­cida parcialmente al. castellano (desde una. versión latina ae Pier Cándido.De-· cembrio) ya a mediados pe) siglo XV. En cuanto a la Odisea, Gonzalo Pérez

publica en 1550 una traducción de los trece primeros libros y; seis años más tarde, la traducción completa.

18 Se refiere a la Divina Comedia' Después de enumera~ los yerros de es­critores latinos (Yirgilio, Cicerón, Lu­cano, ·Ovidió, Hotacio), Zapata enu­meraJos yerros. de los italianos: Dante, Petrarca y, por extenso,. Ariosto.

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LUIS ZAPATA

Petraréa es adi:niraole en su lengua, mas en esto erró en estre" m~: que con la silla apostólica no se llevaba bien, ·como. dice aquel soneto .que se me :¡cuerda: La avara Babilonia, etc.'9 Y,. en una canción,' d,ice: «I' .die'in guardia a San' Pietro, or non piu, no: 1 Intendami chi puc~», etc!o y, porque .le entendemos, pienso qu'•esto o se le ha quitado o se le debé de quitar. Lo demás que escribió en latín: De próspera y adversa.Jortuna, no son obras dig­nas dél:

Ludovico Ariosto, admirable y no asaz alabado poeta, que cuanto le loaren merece más, cuantas fábulas tiene fomó- de otros poetas, aun hasta del nuestro Amadís: la puente de Rodamonte, de cuando conJas armas de Amadís iba don Guilán.21 El cuál no hizo sino i:nu1arles los nombres, y con otros vestidos nuevos sacarlos a. re­presfntar en sus comedias. Mas en esto. hizo lo que se debe, qu'es: lo que se toma.con.gran exceso, mejorarlo. Fue mozo del Inamo­rám~nto de Orlando y del .español Espejo de caballerías, .que cada rato¡ no~ remite a ellos. 22 Y escribió algun:¡s cosas deshones'tísi­mamente. Lo demás de su ingenio, ·dispusición y elocución, ya que la invención dé muchas fue. ajena, no puede acabarse de .loar. Algunos culpan al buen caballero que ¿có111o 'supo Elordelís de la manera qué Bradamarte murió sin que ninguno se: lo había di­cho,' hasta que Astolfo y Sansoneto. le entraron con la nueva?23

Mas yo le disculpo dicieqdo que, con la nueva precisa y cierta,

'9 Se trata del soneto cxxxvn del

Cat¡zio.nere de Petrarca, que comienza: «L'avara Babilonia a colmo 'l! sacco ... », donde er poeta italiano censura la co­rrupCÍÓtJ .de la .corte papal, dgrante su: estancia en la ciudad de Aviñón.

20 Se citan dos versos de la canción

del Canzionere, cv, 16-17 de Petrar­ca: «1' die' in guarda a san Pietro; or non piii, no: 1 intendami.chi pó, ch'i' m'intend'.io» en la.que parece criticar. a la. curia romana: «Me.encomendé ·a· San Pedro; y ya no sigo; 1 entiénda-• me quien pueda, yo me ·entiendo».

21 Se refiere al pasaje ·del Orlando fu­

rioso,. XXIX, 39-49 que tiene UIÍ CO"

rrelato eri el Amadfs dé Gaula, n, 50. 22

El Innamoramento di Orlando (1506-'I5I5) de .Niccolo degli Agosti-

'

ni, continuación del Orlando Innamo­rat~ de Matteo Maria Boiardo, -j el Es­pejo de· caballerfas· (a. ·1527) citado en el escrutinio del-Quijote, 1, 6, adapta· ción pªrcia! del libro -de BoiardQ y de. la con,tinuación de Agostini.

23 En el Orlando furioso, XLII, I6oe-I6oh, Fiordeligi no .sólo intuye que su amado Braridimarti ha muerto nada más ver a Astolfo y a San.soneto, en cefecto, sino que se lamenta de no haber estado presente: «T'avrei giova­to, s'io veniva, assai 1 ch'avrei.tenute in te le lucí fisse 1 e se Gradasso avessi dietro avuto; ./ con un sol grido. io· t'avrei dato aiuto» .. Sin haber sido in­formada, Fiordeligi o Flordelís sabe que su amado ha sido muerto a trai­ción.

MISCELÁNEA !25

ellos le entraron; mas la tarde. antes había. llegado la .nueva;: y como la fama tiene mil lenguas y mil agujeros por donde sus cosas pu~ blica y derraina, pudo Flordelís saberlo con incertinidad todo; mas; hasta que llegaron Astolfo y Sansoneto, no lo supo "con certeza.'+

También dormitó cuando puso: <<Ermonide de Olanda segno basso j che per pass¡¡rgli il destro fiailco atesé», .que dice en espa­ñol: que apuntó bajo, que por pasarle el.diestro lado atendió.25

Los que justan nunca encuentran.ellado derecho, sino el izquier­do. Y esto no es-cosa superflua. Está obligado a. saberlo un caballero.

De otro•descuidillo, si-fuera vivo, le advirtiera. también yo casi: en la hi;t~ria misma, que es muy liviano. Y lo diré yo para que todos entiendan que yo veo bien; como, cuando soore la vista por­fían ~lg1,1nos, ·yo veo la fuatilla, 26 'jo lá nubecilla á Ihüy lejos. Y porque no sólo d(dos yerros grandes huyan-los qu'escriben, sino aun adviertan en los descúidillos como. éste. Y pues yo amqestro como un rústico el caminó a los escritores véhideroLcuáhto eh mí está, casi oblig~do s~y a. decir: -Guarda la .piedra en que podéis tropezar como de la sima .en que, si cayéredes, pereceréis.

·Dice el buen Luduvico Ariosto, cuando e11vió Agramante a.de­safiar a los tres para la isla Lipadusa: «che se abian de trovar con numer pare 1 de caballero armati in Lipadusa. 1 Una isoleta e questa, che dal ruare ! medesmo che .la cinze· .e circu:qfusa>>;27

Y mi repJel¡.ensióri es que metió. aquí mucho y muy escusado ri­pio en diciendo «Una.isoleta e questa••, etc.; que basta decir que era isla, sin añadir que del mar mismo que la. ciñe estaba alrededor rode;¡da, que eso con decir que era isla ,se .entendía. Y pudiera, para cumplir con su consonante o con su verso, decir otra parti­cularidad nueva como que la bañaba el Mediterráneo; u otra cosa, como si él lo ~ir:l!'a, ello supiera muy mejor d~cir.

Volviendo a Virgilio, que leí agora,'28 veo un indecoro en el

24 Esta :misma explicación. es .la que ofrece ·Ruscelli en sus Annotationi et avvertimenti (1556) sobre' el Orlando furioso, como recuerda ·M. -C:hevaliei (1966:Í34fl).

2 5 Orlando furioso, XXI, IOa-IOb:• «Hermónide de.Holanda.bajo apunta 1

'y pasar el-costado. izquierdo atiende». 26 Diminutivo de mata. 2 7 Orlando furioso·; XL, 55a'55d:" <<che

s'abbia a ritrovar con.nume~; pare L.di

cavallieri armati in Lipadusa. 1 l.Jna iso­letta e. guesta; che :dál mare 1 ·medes­mo che li cinge, e circonfusa», donde describe lá isla de Lámpedúsa: <<era isla que el mar toda ceñía /. y cfñe ... >>.

28 que leí agora: fórmula que repite con anterioridad a\ inicio del párrafo que.comienza: <<Otro gran .indecoro de Virgilio noté ·leyendo acaso agora ... », y que refleja la inmediatez entre la es· critura y reflexión de la que,hacen gala

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126 LUIS ZAPATA'

sesto, grandísimo. VJendo .Eneas a ~.U .padre ·en el ipfierno, dice que tres "Yeces Tode6 a echar sobre el q~ellp a su padre, 1\nquises, los brazos: Eso a .un. esclavo, a un hijo,~a ·un ·vasallo, a• un criado se había con .. ta~ta, indecencia .de a~brazar: Y. a su ·p<\qre, ·echársele a le bes~ los. pres, y no ·a. rod.earle el c:uello con los brazos;_ que ~~s m~ntlras .se. han de .de~r~. con la decencia ~que si Juera~}· verdad, que drce:· <<Ter conatus rbt:collo dare bra~hia circum~.29 ·.~.otro yerrecillo,30 aunque liviano, fue en· su segunda octava

Dtro. de Drlando, etc·., en decir: <<que. per .amor vene in!Jurore e mato, 1 htiom che si sagio era estimato prirria».l' .De loco, no es contrario. el sabio; sino. el' cuerdo. Y así h,abía de·.decir que por amor vmo en. furor y en. ser Joco, de hombre que por tan cu~rdo había antes sido .tenido .. ·En :fin, otro yerrecillo pequeño hay¡ suyo: ~ue en Jos poetas, 'unos~ son casquillos ·de saeta )os ye­rror pequenos, otros de· lanz6n y de.·lanza grandísim()S. Brada­~apte era;é~stiana, y en la octava· Tu: me, hai, Ruger, lasciata etc., drc~: <<que. s1 conceso me avesero i dei~>; 32 que, siendo cristiana, no 1,había de· invoc'ar sino a un .solo Dios. Y de otros yerros le reprehenden ?~ros, que yo .no .me atreviera· .a .hacer ·esto si por gala no lo ·hrcrera un .comentador suy:o"' · - · ·· . Mas. vengan luego. nuestros españoles 'a dar cuenta de. ·sí, que

srendo yo el· que· se• la ·ha .de tomar, .seguros vendrán a juicio.33

Jua~ de Mena: .1~ d!Jreza.de sus coplas, la falta del lenguaje .atribú­yase¡ a la .. barbana 4e aquel tiempo.!4 Mas esto .miré en étestotro día:~qué, para escrebit la infelice muerte !fel duque. de Niebla, que ·~abían de s:r malos agüeros sus desdich¡1s, ¿para qué pone en suJ ~uerte senales de tempestades?. Pues él no muri6 por tem-

tanto ~pata com~.Montaigne. Obsér­vese que la cita de V!rgilio está fuera· de lugar.

2~ Enéida, VI, 700: «Tres yeces in­tentó .poner los 'brazos eit , torno a su cuello>>.

30 De nuevo vuelve al Orlando fu· rioso de .Ariosto.

3' Orlando furioso, I, 2c-2d: «die per amor'venne in furor~ e matto, 1 d'uom che si saggio era, stimato prima», cuan-. do describe la locura amorosa de Orlan­do, «que por amores fue loco impacien• te,lun hombre por tan sabio reputado».

'

32 Orlan4o.Jurioso, XXXII, 43f: «che se concesso m '·avessero i dei.;. '

33 Después de los escritores italia­nos, enumera Zapata los yerros de «nuestros españoles>¡: Mena, Boscán y Garcilaso ..

34 N o es Zapata el primer autor del sjglo XVI que alude a la inmadurez es­tilística de los .siglos anteriores. Por ejemplo, Herrera Habla en:.sus Anota· cionei.de·«la .rudeza. y poco ornamento que se permitía en su tiempo» (Galle­go. Morell 1972:406) a propósito de Juah del Encina.

MISCELÁNEA' 127

pestad en· la mar, .sino .. por hundirse. con muchos \a barca ,en quy él iba, lo que en una salida a espaciarse por la mar suele· acaescer.35

Boscán muchas cosas ·dijo muy bien, y de muy buenas y razo­nables y notables un libro consta; mas elLeandro suyo es prolijo, y <<En el lumbroso ·y fértil Oriente ... >>. es ajeno, letra por letra.36

El imitar el aire, el estilo es muy bueno; el tomar· cositas de aquí y de allí para una obra, y asentarlas bien, es gala; como el que para· su casa llevare de otras: de ·una la portada, de otra la fuente, de otra la reja. Mas decir toda esta casa es mía, siendo ajena, eso es hurto y sinraz6n, y descontinencia grande es. Y acaes­ci6les :f'lós primeros que hurtaron cosas de Italia (donde pocos españoles habían aportado antes; pues, por maravilla, llamaban al que fue a Roma el romano), lo que acaescería al que llevase hurtados bueyes o caballos, o ropas de un lugar a su tierra, y lo vendiese allá por suyo: que, si un caminante pasase por aquel lugar robado y hallase a otro llorando por su cama, y a otro que­jándose por su buey, tendría en menos la riqueza de su vecino de que se alababa. Pues si le quitara a cada uno sus bienes, queda­ra sin pluma, como cuando le tomaron las ajenas a la picaza.

En Garcilaso, no hay cosa que reprehender, sino infinitas que loar sino sola una: que en la urna de Tormes, puso por pintura tantas guerras, tantas batallas, tantas galeras, tantas historias que en toda una casa no caben; cuanto más en una urna, estando en la otra media recostado y la otra media en el suelo.37 Que ya que las ficciones se hacen, no sean en todo falsas; que ya que unas cosas creemos por cortesía, otras no se pongan de manera que por ninguna vía las podamos creer. V ol6 el caballo Pegaso por los aires, ya que se crey6 esto al poeta; más absurda mentira y menos de creer fuera que vol6 sin tener para ello más que un ala. Creemos que Tormes supo las tap.tas historias por venir; creá­rnoslo, mas ponga colorada 38 esta ficci6n en su gruta espaciosa

lS En El laberinto de Fortuna, r6o­I86, se incluye el episodio de los agüe­ros que comenta Zapata.

36 «En el lumbroso y fértil Orien­te ... », es el comienzo de la Octava rima de Boscán, que toma como modelo la octava de Bembo.

37 En la égloga segunda de Garcila-

so, cuando el río Tormes le enseña la urna a Severo (vv. II72-II7J): «mos­tróle una labrada y cristalina 1 urna donde él reclina el diestro lado».

l 8 colorada: se refi~re a los colores de la retórica, como antes Herrera. En este caso, Zapata se refiere a la verosimili­tud poética.

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128 I:UIS ZAPAT!í..

y grande, para que no séa más difícil al gusto de tragar la salsa que ·la vianda.

Bien veo que se pone a mucho en culpar faltas ajenas quien ha escrito como ·yo, y tiene ·tantas faltas suyas. ·Mas harto será mi amigo el que en ·mi vida me las c.ulpare para que las enmiende o li_me.

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JERÓNIMO GÓMEZ DE LA HUERTA «HISTORIA NATURAL»

Nace en Escalona, Toledo (¿1568?) y muere en Madrid (1643). Estudia Humanidades en Alcalá y Medicina en Valladolid. En r624 es nombrado médico de cámara de Felipe IV. Además de su traducción de la Historia natural (1599) de Plinio, compone Huerta otras obras, como los Proble· mas filosóficos (r628) o el Florando de Castilla (1588):

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DEL ALMA

'J;..n el segundo capÍtulo .del)bro de ~a Sa~iduría," está escrito lo siguiente: Dijenm los malos, pensando mal· el)tre ~i; ••Corta es y llena de pesar nuestra vida·, y al fin della no hay descanso· ni contento alguno. Ninguno se conoce que haya vuelto al mundo, porque somos hechos de nada; y, después de la vida, vendremos a ser lo que fuimos antes, como si no hubiéramos sido; porque nuestro cuerpo se convertirá en ceniza y el espíritu se derramará CO!JlO aire delgado, y pasará nuestra vida como el rastro de la nube, y se deshará como niebla que se ahuyenta con los rayos del sol; nuestros nombres se olvidarán con el tiempo, y ninguno te~drá memoria de nuestras obras. El tiempo se pasa como la som­br~, y no hay tornar después de nuestro fin, que ya está experi­mentado, y ninguno vuelve. Venid, pues así es, y gocemos de lo~ bienes que hay en la tierra».' Y adelante dice: ••Estas cosas imaginaron los malos; y erraron, ciegos de su malicia». 2

Este parecer, sin discrepar un punto, tuvieron Alejandro, Aris­t6xeno, Dicearco, Epicuro y todos sus secuaces, diciendo: coma­mos y bebamos, pues es cierto que mañana nos moriremos y nos convertiremos en nada. Y la mesma 3 vemos que sigue Plinio en esté capítulo negando la inmortalidad y excelencias grandes del

a Sapientia, c. 2.

'Sapientia, 2, r-6: <<Dixerunt enim aggravata. 1 Et nomen nostrum obli-cogitantes apud se non recte: 1 Exi- viorem accipiet per tempus, 1 Et nemo guum et cum taedio est tempus vitae memoriam habebit operum nostro-nostrae, 1 Et non est refrigerium in rum, 1 Umbrae· enim transitus est tem-fine hominis, 1 Et non est qui agnitus pus nostrum, 1 Et non est reversio fi-sit reversus ab inferis. 1 Quis ex nihi- nis nostri: Quoniam consignata est, et lo nati sumus, 1 Et post hoc erimus nemo revertitur. 1 Venite ergo, et frua-tanquam non fuerimus. 1 Quoniam fu- mur bonis quae sunt, 1 Et utamur crea-mus flatus est in naribus nostris, 1 Et tura tanquam in iuventute celeriter». sermo scintilla ad commovendum cor Gómez de la Huerta inicia su comen-nostrum: 1 Qua extincta, cinis erit cor- tario con una traducción casi literal del pus nostrum, 1 Et spiritus diffunde- pasaje citado del libro de la Sabiduría. tur tanquam mollis aer; 1 Et transibit 2 Sapientia, 2, 21: «Haec cogitave-vita nostra tanquam vestigium nubis. 1 runt, et erraverunt: 1 Exaecavit enirn Et sicut nebula dissolvetur quae_ fuga- illos malitia eorum>>. ta est a radiis solis. 1 Et a calare illius 3 Hay que sobreentender opinión.

HISTORIA NATURAL

alma.4 Error 'herético, lleno de ceguedad y locura; pues, como dice la mesma Sabiduría:b ••l,as almas de los justos están en las manos de Dios,· y a ellos no les tocará el tormento de la muerte; que, aunque parecen a los ojos de los necios que mueren y tienen por aflicci6rt y .trabajo su fiq, reposan y viven en. paz••.5

Y así, como el real Profeta, 6 será justo en. esta parte lla1flar a los temerosos de Dios (a aquellos que confiesan su fe, y creen sus obras· y maravillas) para qul¡! .consideren •la nobleza grandeJ del alma, y las excelencias que puso el Criador en dla.' •.Venid», dice, ••oíd, y contaros he a todos los que teméis a Dios los gran-_ des bienes que ha pue~to Dios en. mi alma». 7 Lo cual ~onsidera: ba bien el devoto illernardod cuando, hablando con ella, decía: «¡Oh, alma señalada· con la imagen de Dios,. hermoseada con su semejanza, redimida -con su sang:re, desposada _con la fe,. do.tada de espíritu, acompañada de ángeles, capaz de bienaventuranza, he­redera de bienes eternos y partícipe. de raz6n!, ¿qué tienes tú que ver con er cuerpo?>>. 8

San Agustín, en el libro De Trinitate,' dice: ••Aunque el a)Jn\1 nuestra no es de la ,mesma ·'naturaleza de Dios; con, todo eso, se halla en ella la imagen suya, que es la mayor excelencia que tie­ne>>.9 Y pruébase del primero· del Génesis/ donde dice: ••Haga-

• b Sapientia,· c. 2. 'Psalrnus 65. 'Augustinus, Libri de Trinitate.

d·Divus Bernardus. f Génesis i.

4·Gómez de la Huerta traduce y luego comenta el capitulo LV del libro VII" de la Historia Natural donde, por ejemplo, afirma Plinio: «ni hay después de la muerte más sentido alguno en el cuerpo, ni en el alma, que le.había an­tes del nacen>.

5 Sapientia, 3, r-3: .«Iustorum autem animae in· manu Dei sunt, 1 Et non tanget 'illos tormentum mortis 1 Visi sunt ociili insipientium mori, 1 Et aes­timata. est afflictio exitus illorum, 1 Et quod a nobis est iter exterminium; 1 Illi autem sunt in pace». S~ trat~- de nuevo de una traducción 'literal.

6 Se. refiere al real Profeta . .David, principal autor del Libro de los Salmos, o Salterio, conocido. también como.Sal­terio de David.

7 Psalmos, 65, _16: «Venit~, a~dite, et narraba; omnes quis timetis Deum;/ Quaq.ta fuit animae meae».

8 Traducción casi literal de las Me­ditationes, III, 7 de.San Bernardo: «Ü anima, Dei i~signita imagine, decora­ta similitudine, despon_sata fi9e, dotata spiritu, redempta sanguine, deputata cum angelis, capax beatitudinis, hae­res bonitatis, rationis particeps, quid tibi cum -carne unde ista pateris?».

9 De Trinitate, .XIV, 8, n: «Quam, vis enim mens humana nón sit eius na­turae cuius est Deus: imago tamen naturae eius qua natura melior nulla est, ibi quaerenda et invenienda est in nobis, quo etiam natura nostra nihil habet melius».• G6mez de la Huerta tra­<l;uce literalmente a· San Agustín.

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132 JERÓNIMO. GÓMEZ DE· LA HUERTA

mos al hombre a Ia imagen y semejanza nuestra».10 Pero esta se­mejanza, como dice San Ambrosio/ no hemos ·de entender que es de_ toda id_entidad de Dios; porque desta suerte no hay nadie semeJante a El." Sólo el Verbo es -seJ;Ilejante al Padre, y el Divi­J?.O Espíritu es semejante a los dos, porque son un [)ios sin distin­ción de. esencia. Pero es semejante a Dios porque la proporción que su naturaleza tiene con él: ser una, indivisible, espiritual, in­telectiva, toda en todo y en cualquier parte dé su cuerpo impasi­ble, gozosa,- inéorruptible y perpetua.

-Pero, para prueba .desta inmortalidad del alma (pues no solac mente estamos oBligados a creerla, sino a confesad~). será bien traer algunas razones de doctores santos ·contra aquellos que. de­cían no ser -posible probarse. Y pruébase, primero, de su produc­ci~f· Porque, siendo el alma espíritu intelectual, ,no puede engen­dr~rse de cuerpo alguno, pues el efeto no. puede ser más perfeto que la causa que le produce. Y así col]lo no hay agente corpóreo de'~on,de pueda producirse, tampoco le hay para· poder corrom­pe~se, que una mesma es la razón y fuerza de los contrarios; lue­go, síguese ser el alma incorruptible y perpetua.

~ruébase también de su modo de sustancia, h la cual no tiene contrarios y· no se halla -corrupción sino entre ellos; porque las generaciones se hacen de un contrario en otro. Y así los cuerpos celestes, por no tener materia sujeta a contrarios, no son corrupti­ble~- Y de la mesma suerte, el alma; porque ella recibe en sí con­forme es, y lo _que recibe no tiene contrario, que las razones de c~ntrarios en el entendimiento no son contrarias, sino una ciencia de contrªrios,. Luego imposible es que el alma sea coqjlptible, 12

g S. Antoninus Florentinus, tit. r, c.r, & T.

h Divus Thomas, q. 75-

ro Génesis, r, 26: <<Faciamus homi, nem ad imaginem et similitudinem nostram)>.

" En su· Summa Theologica, l, r, r, después de citar los pasajes del Génesis y del De Trinitate de San Agustín, San Antonino aduceJa autoridad de San .Ambrosio.

12 El razonamiento es casi ··una tra­ducción .literal del pasaje mencionado en la Summa Theologica, I, 75, 6 de San­to Tomás: <<Non enim invenitu~ corrup,

'

tio nisi ubi invenitur contrarietas: ge­nerationes enim et corruptiones ex contrariis et: in contraria sunt; unde corpora coelestia, quia non habent materiam contrarietati subiectain, inco­·rruptibilia ~sunt. In anima .autem in­•tellectiva non potest:esse aliqua contra­netas. Recipit enim. secundum modum sui esse; ea·vero quae in·ipsa recipiun­tur, sunt absque contrarietate; quis etiam.ratiories contrariorum in intellec­tu non sunt contrariae, sed est una

HISTORIA NATURAL 133

Tarij.bién se prueba de sus acciones, porque cualqu~éfa c0 sa .'!

su modo -desea· ser; y el_ deseo en las. cosas que conocen sigue su conocimiento: El sentido sólo-conoce lo pt:esente, y así sólo desea aquello que conoce presente. Pero el entendimiento apreliende s¡;~ absolutamente en: todo tiempo, porque tiene conocimiento de lo infinito, y así desea siempre ser infinitp. Pues el deseo natural no puede ser vano, luego él alma ihtelectüal es incorruptible y perpetua. '3

Fqera desto, el: entendimiento tie_ne- infinita capacidad, porque cuanto más conoce puede conocer más; y la voluntad-de la mesm~ suerte,-porque siempre desea mucho bien "hasta lo infinito. Luego si esta capacidad es infinita, su d~ració,n -ha de s_er infinita porque,1

cual es· el propio deJa cosa,. tal -ha· de ser la esencia de la mesma cosa. y todas sus propiedades. Luego necesariamente el alma será infinita.

Pruébase tam~ién claíarilenfe de ·la libertad· de la voluntad, a quien no pueden vencer los ángeles ni todas las criaturas juntas; ni. forzarla ni necesitarla para -que ame lo que 'aborrece o quiera lo que no qp¡ere; si~w sólq [)jos, que la qió. Y :¡sí, pue~ l_a volur¡.­tad es señora· de todas sus acciones y obras, se sigue ser inmortal porque lo que se mueve solamente por sí, y no por otra criatura o agente natural, es et~rno y 11.0 puede 'perec~~- Y si se hubiera de acabar o corromperse, había de haber algún agente natural que. la pudiera mover. Pues no habiendo quien mueva esta facultad del alma que •es la vol\}ntad, tampoco habrá ·quien mtteva a la mesma alma para su corrupción.

Cierto es también que no hay cosa que nos diferencie de los brutos sino la religión y conocimiento del sumo [)io_s, y que nin­gún animal conoce más de aquello que es para su fin, como el buey no conoce el oro, ni las piedras preciosas, porque no son hechas para uso suyo. Pues, si el hombre desea .naturalmente co-

scientia contrariorum. III}possibile est ergo quod anima intellectiva sit corrup, tibilis••.

13 Continúa Gómez de la Huerta tra-. duciendo literalmente el artículo citado de la Summa Theologica, I, 75, 6: <<Po­test enim huius rei accipi signilm ex hoc,, quod' unumquodque naturaliter suo modo esse desiderat. Desiderium auteiil;

¡n rebus cognoscentibus sequitur cog­nitionem. Sensus autem·non cognoscit­esse ,nisi sub hic et nunc; sed intellectus apprehendit esse absolute, et secundum. omne tempus. Unde omne habemus in-. tellectum natu_raliter desiderat esse sem-· per. Naturale autem desiderium non1

potest esse inane. Omnis igitur intellec-. tualis substantia est incorruptioilis».

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134 JERPNIMp GÓMEZ DE· LA HUERTA

nocer a Dios, cierto es que nos ·enseña naturaleza.ser hecb:os para est¡; fin; y· así, ·para ·verle, queda, el alma• después de la muerte del cuei'po, inmortal'. Y .lli esto rto fuera· así, se sigue evidentemen­te que -el' hombre: fuera el más infeliz de. todas ·las criaturas, pues todas tienen-algún determinado fin· donde habiéndole alcanzado, teposán y están qúiet<!-S; y ~ó}o él nunca lleg;¡ en, esta vida a tener­le. Y esta ·razón se colige de San Bernardo·en el libro De cimtemptu muqdi/ donde dice: el alma racional, hecha a imagen de Dios, puédes·e ocupar e.Ii mucho m;!s que las otras de los· otros vivientes; pero no 'puede llenarse' ni satisfacerse· de' todo punto con ellas, porque quien es capaz.·de Dios no le puede satisfacer todo lo que es menos que Dios:. Y, de :¡tquí, s'e sigue que naturalmente apete" cen el bien eterno, que es el fin ,para que fueron criadas; y este apetito se ha de cumplir para no quedar el hombre más imperfec" to 'que todos los ap.imales, siendo el más perfecto dellos. 14

Finalmente: se prueba estb de la justicia y .equid·aq de :pios; porque, siendo -como ·es justísimo, ni deja obra buena· ·sin premio ni· ifia1dad o p~c.aqo ·sin castigo. Pues si vemos universalmente en esta vida que--a 'los malos· lós llena de. prosperidad ·y r.bienes y los i:leja sin el castigo que merecen sus obras7 y ·d los buenos los da traBajos y miserias ;y .no el premio de la virtud, síguese que hay otra vida, y qúe. es el alma oinmortaJ y que recibe despué_s· d~sta el ,premio o la pena~ue merecía, y que allí es· d cumplimiento qe · !a divina justicia. 15

De suerte que, de la ptoducióp.· y .p_rincipio del alma, de su. esen­cia y modo de sustancia, de sus ·acciones, de su capacidad, de su fin, ~de ,su apetito, de la semejanza ·que tiene con· Dios y de la ju-sticia del mesmo Dios, se prueba claramente ser· el alma inmor-

1 Divus Bérnardus, De contemptu mundi. 1 Divus Thomas, De penitentia,_ d. J.

14 No figura- el libro De contemptu:

mundi entr'e las obras autorizadas de San Bernardo, aunque se le. atribuye con este, título ilila' colección de him-' nos: ·.Por• otra· parte, es recurrente ·en· la obra del ·santo la idea del «menos­precio del mundo» aquí. formulada¡ cotpo razón suficiente para aspirar alr amor de rDios, ya que ·el «alma rai:io-·

nah> no se !Osiega con la· fruición de los ·bienes mundanos. Véase, por ejem­plo, el Líber de diligendo Deo {vn, r8) o el Tractatw de natura ei dignitatis amo­ris ·(l, r).

15 Se refiere Gómez de la Huerta al.

pasaje de :Santo Tomás en la Summa Theologica, l, J, 84-90, subtitulado De penitentia.

~ISTORIA NATURAL 135

tal y de duración eterna. Pero p<;>rque :acere;¡ del -vulgo suelen te­ner más fuerz_a las autoridades de los antiguos que hts razones de la verdad, será bien que :veamos lo que sintieron. ellos desta inmortalidad, comenzando desde· los poetas en l9s C\la}es ,suele ser más dudosa :la verdad. Y .lo que hallamos en ellos es que a cada ,paso tratan del infierno y purgatorio y de los campos Elíseos y ae-Ios cielos, lugares adonde, según· ellos dicen, van· las almas de los defuntos conforme a los méritos .o deméritos -de sus obras. Vémoslo en la Eheida de Virgilio y casi en todas las tragedias de Séneca y en los Metamorfoseas ·de Ovidio y en otros muclws, poetas.-~ •

También. los historiadores, escribiendo los hechos ·de excelentes varones, publican la 'inmortalidad de las almas. Salustio dijo: la naturaleza de las riquezas tiene corta gloria y que·en poco tiempq se acaba, pero la vir~ud es etern<!-: y nunca perece1 su, nombre; -de suerte que la hermosura del rostro, Ias--riquezas de la tierra, la fuerza del cuerpo· y .todas las otras cosas desta vida en. poco tiem• po se pierden; pero los grandes· y y:irtuosos hechos son como el alma. 16 V alerio Máxiq1.,9 :h~ce mención de los indios¡ y dice que las mujeres procuraban acabar la vida en la ;muerte de su maridos, para gozarse ·en la otra .con ·_ellos.'7 Y lo .. mismo cuenta Góm'ara que. _usaban ·los cumanese~ y otros de· algunas provincias de nues, tras Indias. \8 Lo mismo! .tuvieron .otros muchos historiadores an~ tig~os, aunque bárbaros y paganos .. Y también. muchos de los .fi-

16 Salustio, Bellum lugurthinum (rr, 2), diserta sobre •la. condición· humana Y exalta la inmortalidad. de las obras espirituales ,.frente a la «hermosura, las riquezas abundantes, las fuerzas físicas Y otros ·bienes por, el estilo~ que «son cosas materiales,, como etcuerpo,.y·en breve se. pierden ...

17 Dictorum· factorumque memorabi,

lium, ir, 6, donde cuenta Valerio Máxi: mo la costumbre de~las hindúes· de arro­jarse a la pira filneraria con su difunto marido: .. <•coniugis se flammis superia" cit, et cutp eo tamquam felicissima cre­matur)).

18 Lo que cuenta Francisco López de GÓmara en su Historia -general de 'las Indias (155~), que cito por la edición

de Historiadores primitivos de Indias, vo­lumen. 22 de la BAE (Madrid, 1852), .folio, 209a, sobre los ritos funerarios ,de los., cumanenses .es que: ·¡•Al cabo del año, si es señor el que se enterró, júntanse muchos que para esto son lla­mados y convidados, con tal.que cada __ uno traiga su comer;· y en anochecien­do desen_ti~rran al muerto con· muy gran llanto ... Queman los h~es<;>s, y dan la cabeza a la más 'rioble o legíti­ma mujer, que la· guarda por reliquias en_ memoria de su marido.,Creen, jun­tainent~ con. esto, que la ánima ~s in­mortal; empero que come ·y bebe allá en el campo donde anda, y que es el eco que respo,nde al que habla y llama».

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136 JERÓNIMO" GÓMEZ DE LA: HUERTA

lósofos morales. Y así -Catón, con deseo de llegar ·a aquella vida 'inmortal, se dio la mu-erte ·a sí mesmo, para qu'e subiese al· cielo su alma. Y lo mismo hicieron Diógenes· J Xenón.

Lucrecio, aunque algún tiempo parece haber tenido 1o contra· rio, escribió últimamenfe estos versos: «Cecidit idem retro de terra quod fuit ante 1 Ín terram, sed quod missum est ex etheris oris, 1 id rurstim coeli fulgentia templa receptant!•. En castell;¡no, podremos decir desta suerte: «Lo ,que· era tierra se convierte en tierra, 1 mas lo que fue. ·enviado del altura 1 tofua· a subir, y en los lúcidos templos 1 del cristal_ino cielo se recibe».'9

También los astrólogos paganos tuvieron por cierta la inmorta· lidad del alma, y entendieron, como escribe Macrobio,• .que ha­bía: dos puertas en el Zodiaco, que eran 'los dos trópicos de Capri· cornio y de Cancro,•o .por las cuales decendían las almas del cielo -a ·l¡¡ tierra- y, desptié$ de la muerte de lbs cuerpos, tornaban a subir a él. Y el decender era por Cancro, y así a aquel l_ugar le llamaban Puerta de los hombres, porque entonces bajaban las al­mas a informar los cuerpos-humanos. Y el subir era por Capticor· ni~;>, y ·por esto le llamaban Puerta de los dioses, porque en en· trando por ella alcanzaban la deidad eterna:" ·

· Entre los filósofos· naturales, fue Pitágoras el primero que afir­·mó por cierta esta inmo_rtalidad; y después -siguieron su parecer Platón,' Arquita Tarentino y Plotino.22 Aristóteles, aunque algu· nos .. son de parecer contrario, es ~ierto que en muchos lugares afirmó lo mesmo; y véese claramente en el 2 libro De anima,'" .,

''Macrobius, In Somno Scipionis. D. Hieron~us, Contra icwenianum. 1'Plato, in Timaeo et in Phedo.

mI, 2 et 3 De-anima et I2 Methaphisicorum et-li. I Theologiae, cap. 2.

''9 De rerum .natur~. 11, 999-1001. 20 'cáncer' . 21 En efecto~ refiere Macrobio en su

comentario al sueño de-Escipión-la exis· tencia de las dos puertas: utia para ba• jar del cielo a la tierra y otra· para as·· cender. «Ideo hominum una, altera deorum vo~atur. Hominum Cancer; quía per hunc in inferiora descensos est: Capricornus deorum, quia per illum animae in propriae immortalitatis se· dem; et in deorum numerum revertun­tur». In Somnium Scipionis, I, 2. Por

'

su parte, Sari Jerónimo,-1-dversus ]ove· nianum --(1, 36 y 11, ;¡o) habla de resu­rrección de la carne y de la· superiori­dad del alma sobre el_ cuerpo.

22' De los dos diálogos platónicos ci­

tados, el Timeo y el Fedón, el primero de· ellos es el que más influencia ejerce sobre la posteriilad. El pitagórico Ti­meo de Locros expone en él su cos­mogonía. El Fedón trata directamente de la inmortalidad del alma, a través del relato que hace un testigo ocular, Fedón, de las últimas horas de Sócrates.

HISTORIA NATURAL 137

donde dice: el entendimiento es otra especie de alma diferente de la sensitiva y vegetativa, ' 3 y así se puede apartar dellas como lo perpetuo de lo corruptible. Lo me~mo sinificó en otros muchos lugares!4

De suerte que no ha habido bárbaros ni paganos, poetas, ora· dore~, ni filósofos que no hayar tenido por cierto ser el alma in­corruptible y perpetua; excepto aquellQs que al principio dijimos. Pero, entre estos que confesaron ser el alma· de duración infinita, tuvieron algunos errores! unos dijeron que las almas er;,m inmor· tales y- tantas cuantas era el número de los cuerpos, pero que no eran sus formas, sino que asistían en ellas para gobernarlos como los marineros en las naos. Esta opinión tuvieron Platón, Plotino y Filópono. Otros entendieron que estaban criadas antes que los cuerpos, y que bajaban del cielo a encerrarse en ellos. Este parecer tuvieron Pitágoras, Lucrecio y Ptolomeo.

Pero la verdad católica es que el alma racional es forma del cuerpo que informa y que, en cada caso, hay una sola, la cual cría allí Dios cuando en el vientre de la madre está organizado el cuerpo y dispuesto para recebirla. Y, según las obras que el hombre hace mientras dura esta unión, recibe premio o castigo después que con la muerte se apartan.

' 3 vegetativa: en el texto, negativa por error. Según la doctrina aristotéli­ca, el alma posee tres potencias: la ve­getativa, común a todos los seres vi­vientes; la sensitiva, propia de los animales y del hombre; y la intelecti· va, exclusivamente humana.

' 4 La teoría aristotélica sobre el in­telecto no aparece expresada con la cla­ridad que presupone la referencia de

Huerta al De anima. Aristóteles, en rea­lidad, distingue entre el intelecto pasi­vo corruptible, y el activo (De anima, III, v, 430a), que es inmortal y eter­no. Más ajustada es la cita de la Meta· física [1073a] y de la Teología, obra atri­buida a Aristóteles que se traduce al latín en 1519, donde al inicio de la mis­ma se expone la división del alma hu­mana en vegetativa, animal y racional.

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PEDRO VEGA «DEC~ARACIÓN DE LOS SIETE -pS~LMOS PENÍTENCI'¡\LES•>

Natural de Coimbra, es hijo de un catedrático de Medicina, Tomás Ro­dríguez de Veiga, y tío dé Tomé Pinheir9 da Veiga. Profesa -a partir de 1575 en la orden de San Agustírl. Conventual en Valladolid y luego en. Coimbra, explica ~n la Universidad los Saln;w_s sobre los que publica su obra más ·notabl.e y ~ifundida, la DeHaracló'} de los siete. psalmo~ :Peniten' ciales (159,9-160~)- Mut;re con posterioridad a 162r.,

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DE LA UTILIDAD DE LAS COSAS . . . ESCRITAS

Scribantur haec in generatiot)e altera.' El famoso y antiguo Licur­go: que dio. ley a los. lacedefuoriios, jamás quiso consentir que ellas se escribiesen, diciendo que habían de andar estampadas en los ánimos de sus ciudadanos; pues -eran las reglas de todas sus acciones, anduviesen siempre a la vista, que las escribiesen en la memoria, y las tuviesen presentes en lo que hubiesen de obrar.' El albañil que va labrando el edificio no ha de dejar el nivel en casa, siendo necesario en todas ocasiones; si a cada piedra que asienta con­~ie?e echar el plomo, es menester tenerle siempre a mano. Luego st l~s leyes son las reglas de todas nuestras acciones, bien se sigue que, pues el obrar es casi de contino, conviene tenerlas siempre pre­sentes para nivelar por ellas el bien o el mal de lo que queremos hac~r. En el libro no lo están, que o no se lee o se olvida.

Esta razón daba Licurgo para que no se escribiesen sus leyes; qúería que sola la memoria, que es fuerza andar siempre a mano y en nuestra compañía, fuese el papel donde se estampasen porque las tuviesen presentes en todas ocasiones. Si fueran tantas sus leyes conio las de nuestros tiempos (los digestos, códigos y otras mil que no caben en los libros y se añaden a la margen) mal cupieran en la memoria. Pero serían pocas y bien guardadas las que él esta­bleció, y así podrían sin ayuda de escritura conservarse.

Y no fue des te parecer sólo él. También Sócrates b dijo que el escribir se inventó para ayudar a la memoria; la estorba, porque antes que hubiese letras, encomendábase a la memoria lo que im­portaba, y se acordaban dello.3 Pero en nuestros tiempos aun los

a Licurgas, ut refert Plutarchus, in eius Vita virorum illustrium b • •

tomo l. Enncus Stephanus, Apothegmata, lib. 8, fol. 659. 1 Psalmos 101, 19: «Esto se escribi­

rá para la generación posterior>•. 2 Se refiere Vega a las famosas bio­

grafías de Plutarco, Vitae virorum il/us­trium, I, XIII, 1-3, donde trae la anécdota· de Licurgo. Véase también Erasmo, Apotegmas, I, 264.

3 Aunque la cita de Enricus Stepha­nus (Henri Estienne) parece referirse a su edición de los Apotegmas de Plu­tarco, no he podido localizar ejemplar alguno de la obra. El desprecio de Só­crates por la escritura aparece en el co­nocido pasaje del Fedro (274c-276a).

DECLARACIÓN DE· LOS SIETE PSALMOS 141

doctos se contentan en muchas materias con saber las remisiones para hallarlas a su tiempo en el libro, y entretanto .Jas tienen olvi­dadas. Y muchos de los cristianos se descuidan· con saber que es­tán escritas las cosas que tocan a E>i:os y a su alma, y con sola esa prenda viven olvidados y sin memoria dellas. Y viene a ser ocasión de olvido el escribir, que se inventó para ayuda y reparo de la memoria.

Mandando por decreto el Senado romano que se quemasen cier­tos libros .de Cayó Severo, respondió 'él: «Resta ahora que me quemen a mí también, que mientras vivo, viven y vivirán ellos en mi memoria estando el original· estampado en el alma». Poco importa-falten los traslados si la memoria puede en todo tiempo suplir la falta de la escritura': <<Nunc súperest, ut ipse vivus com­burar, qui libros edidici>•.4

Estas son, las razones porqu.e algunos antiguos prohibieron es-. cribirse las cosas importantes. Pero dellas mismas bien considera­das, podemos sacar argumento cierto: que muchas cosas es nece­sario escribirlas; a lo menos, como aquí dice· nuestro Profeta/ para las generaciones venideras: <<Scribantur paec in generatione altera>>. Porque·, en. fin, escrebir en la memoria es pintar en yeso fresco, que con el tiempo se comen las tintas, se deslustran y des­hazen las figuras. Es menester traslado dese original a lo más tar­de, para cuando se caiga la pared en que está la pintura. Cuando se desmorone esta tapia de :barro de nuestros cuerpos y se vaya de los ojos el alma, en.cúya memória se r,~tr<~taron, quede traslado más duradero a los que están por venir. Porque no puede ser in= mortal lo que estriba en.memoria de hombres mortales, es 'menes­ter que se escriba: <<Sciibantur haec in generatione altera».

Entra aquí harto a propósito una difinición que Tulio dio a los anales y crónicas de los tiempos, que se escriben ·en casi todas las repúbljcas polítiJ,::as: <<Bistoria», dic.e él, <<est testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistta vita~, p,upcia vetustatis».d ¡Mirad qué de bienes la halla, qué de epítetos ·le pmie! En sólo declararlos, se .pudiera hacer un largo discurso si los versos que faltan no estuvieran llamándonos y dando priesa. <<La historia es

' Stephanus, ubi supra. d Tulius, 2, De Oratore.

4 La respuesta· de Severo la refiere Erasmo, Apotegmas, VIII, 233·

5 nuestro Profeta: David ..

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142 PED.RO· VEGA

testigo .. de. los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, embajadora de la antigüedad». 6 ¡Qué ·de provechos nos se!lala! .. ¡Qué palabras tan macizas y·tan bien pensadas! Dame gana de reír después que el tratar con eJ11prentas me enseñó -el estilo de los libreros, que ·usan entre sí trocar unos libros con otros .p:¡ra tener de todas suertes. Y· la medida del contrato es dar pliego por pliego, como si no valiera más solo -~ste renglón de Cicerón que unJibro entero de ptros. Vamos _,pasando los ojos por los términos con que la difine; que todos v~enen harto a nues­tro propósito.

«La historia», dice· él, <<es testigo de los tiempos». Dificultosa­mentelpuede constar por otra vía a los venideros lo que .pasa en nuestr<?s días si ,qo es escribiéndose.

<<Es ~uz de la verdad». Bien confieso yo que hay coronistas que se alarpa~ en re~erir las hazañas· y grandezas de su república, los cuales,;mas propiamente escurecen que alu~bran la verdad. Pero salen l,uego muchos de otras• naciones que-los ·desdicen y aclaran la verqad. Y si alguno, por ignorancia-de los tiempos, de los acae­cim~et¡.tos. y personajes; o por poca diligencia en apurar 1as cosas, escnben lo que no es; el mismo tiempo venga sus agravios, los acaba :a ellos y a sus ~scritos, y dentro de pocos años solamente permanecen los que son tenidos por ·vercl,aderos. Y por eso con razón·:s~ llama la, historia <<l~z de la verdad»., También es <<maestra de la vida», porque en los acaecimientos ajenos que pasaron de­prendemos Jorque nos·conviene pacer-en lqs puestros; «embajado­ra de la antigüedad», porque nos trae las nuevas de lo que ha sucedido e_n los tiempos que han pasado.

Pero lo que más hace a nuestro propósito es llamarla vida de la memoria: <<Historia est vita memoriae». Y con solas estas pala­bras se responde a la razón de Licurgo. Sin dud;¡, es import;mte que las cosas importaptes. se escriban· en· la me!fioria. En ese punto yo voy con Licurgo. Pero si la memoria se muere, ¿no sería· a propósito hall,ar una cosa que le diese vida? ¿Quién no lo yée? Pues eso dice Tulio que es la historia escrita: «vita mem0riae~. Es la vida de la memoria. Sin ella·, mil años ha que fueran muertas las cosas que pasaron ha mil años y viven hoy en la memoria de los hombres. ¡Cómo!, ¿tanto vive una memoria? No, por cierto.

6 T raducci6n literal del pas:Ue citado del De

Oratore, U, 36, de Marco Tulio Cicer6n.

DECLARACIÓN :DE LOS SIE,TE PSALMQS 143

Muchos años· ha que s~ hubiefa acabado, pero •al estar ~scrito: le da vida y hace durar muchos siglos. ~a escritura 'es vtda ~e 1~ memoria que ya fuera muerta. Es el regtstro-donde vuel~e ~ hall~r lo que una vez perdió, deprende de• ~uevo lo que ~e le liab1a olVI­dado, y da vida a lo que ya. estaba muerto y sepultado en-las tinieblas del olVido. Víta memoriae.

Los: antiguos poetas fi1;1giero1) que· en el otr_o mundo· había: un: río que llamaron Leteo de cuyas aguas en b,eb1endo se ·l,es. olvtda­ban a los difuntos: todas las cos;¡s de la VIda. Parece-, que~ para consolarlos, ·quisieron dar a-entender que no. se morían los·holl'l!-· bres a las CoSaS del munQO, SÍUO que }as crl&a$ Sernorfan par:¡¡ el¡os~ Olvidarlas del todo era mo:dtse ellas: •. Y,, ·si advertís. el1 mismo. 110mbre del' río parece, que lo dice. Lethum- se·Tlama la muerte mJatíir y Leteo ef río del olvido: 'río mortal' o 'río de ~la ·muer• ter-. luego si• el_ olvido ·es muerte de ·las cosas, el esqeb1rlas. será resucitarlas darlas vida, hacerlas .inmortales.

Todas l;s ~eces que t~caba Anteo a la tierra cobraba nuevas fuerzas según fjngieron los que dél hablaron; pero muerto una vez, no resucitaba. Aquí -sí. La memoria no sól~ cobra_ fuerz~s todas las veces que torna a leer lo que ya desfalleoa y ~e tba olVI­dando; pero después de acabado del todo en· su memona, pasando los ojos por lo· escrito, se_ resfresca, resucita Y. vive, .

Est vita memoriae. En· fin, es la ,sal con parttcular excelencra, que no sólo conserva· y ,hace duraderas, pero también· da vida· a las cosas de los muertos y ·vivos trasladándolas de unos en otros siglos. Escríbanse para los venideros la~ obras- mara~llosas del_ Se­ñor que los presentes recebimos: <<Scribantur haec m generattone altera>>.

Viene hartOJ en; confirmacióm de~ lo dicho un cuento del gran Alejandro;'· que saliéndole:al.encuentro~un mensaj~o.con la m~o, tendida haciendo señales -de que le traía ·alegrísimas nuevas, le ataJÓ la razó~¡, y dijo an~emanQ:7 <<Quid magni narrabis, vir, bone, nisi-nuncies.;Homerum reuixisse?»: «¿Qué-nuevas me podras traer

"Plutarchus, in Vita Alexandri.

7 En realidad, la respuesta< de tAlé- jandro por la_ poesía de Homero cua~-jandro aparece:en los Apotegmas: zv;. do·aq\lél-Ilora ante la tumba de Aqm~ 72, de .Erasmo,- no en •la obra •citada les porque no vive ya el poet~- para can-

b tar Sus.hazañas: Vida de Ale_¡andro, IX, de Plutarco quien, sin em argo, tam-bién se refiere a la admiraci6n de Ale- XV, 7 ·

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144 PEDRO VEGA

que .sean de estima si acaso no fu"éren de haber resucitado el gran historiador Homero?». Todos los buenos sucesos de sus vitorias: los reyes vencidos, las provincias ganadas, enriquecidos los cam­pos. con. los despojos ajenos, rendido y avasallado· el mundo a su corona, le pareció que no merecían norp.bre de buena nueva si habían de morir poco después que se muriese él por falta de un escritor tal q'ue con estilo inJ1lortal .las hiciese inmortales en la memoria de los venideros. _

También los. lacedemonios miraban a este mismo blanco; los cuales, según escribe Plutarco/ cuando habían de dar alguna ba­talla~ al tiempo de romper y dar Santiago 8 en 'los enemigos, pa· rab~, hacían alto y ofrecían un solene sacrificio a las Musas con vihuelas y grandes instrumentos de música; de lo cual dijo Pínda­ro/ poeta griego; traducidos sus versos en latín: «En arma Musis .adiadent 1 Serpsit et in· ferrum citharae sonus ipse sonorae>>:_ «Aquí estári juntas las armas y las Musas, 1 y suena entre las aceradas mallas la suavidad de la cítara>>9 ¿Sacrificio a las Musas entre el esq:uendo de 'las trompetas, pífaros y atambores? 10 ¿No venía más ·a propósito a Marte, dios de las batallas', aJa Belona, a Palas, o a Vulcano, fabricador de las armas? ¿Qué .tiene que hacer el hierro desnudo, el coraje del soldado, el ruido de las trompetas bastardas, el estruendo· de la artillería que dispara, la humareda de los mosquetes y arcabuces que anublan el aire con las verdes florestas del monte Parnaso, habitación de las Musas entretenidas al co,rriente de las frescas aguas, en agradable silencio midiendo la cantidad de las sílabas y los pies de los veqos?., ¿de qué sirve llamarlas que se hallen presentes al alarido de los campos, al es­truendo de las armas, a la vocería de los soldados entre las huma-

f Refert Plutarchus, Virornm íllústrium tomo 1, .in Vita Lícurgi. t Pindarus, 'ut refert Plutarchus, ubi supra.

8 Dar 'Santiago es el grito con que los españoles invocan al santo patrono «al roinper la batalla contra los moros u otros enemigos de la fe», como es­pecifica el Diccionario de Autoridades (s.v. Santiago).

9 Las citas de Plutarco se encuen­tra_n en. las Vitae. virornm íl/U5trium, I, XXI, 4-6, donde. se refiere a los can­tos de los espartanos o lacedemonios. Sin embargo, los versos de Píndaro

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dicen así: <<Aquí los consejos de los an­cianos, 1 y de los guerreros !ªs lanzas, tienen la prez, 1 y los coros, la Musa y Aglaya». A cont,inuaci6n cita Plu­tarco el siguiente verso de otro poeta: «Pues prevalece ante el hierro el buen tañer de la cítara••.

.ro pífaros: 'flautín de las· bandas mi­litares'. También son instrumentos bé­licos los atambores y las trompetas·.que cita Vega.

DECLARACIÓN DE LOS SIETE PSALMOS 145

zas de los fuegos y instrumentos de guerra, y entre la sangre que de parte a parte se derrama?, ¿qué propósito trae? ¿Sabéis qué? El mismo que vamos tratando. Hállense presentes las Musas a nuestras batallas, sean testigos de vista de nuestras hazañas porque puedan después los poetas, que las suelen llamar como inspirado­ras de sus versos, escribir con verdad a los venideros cómo pasa­ron y recontar por menudo los sucesos hechos y ·hazañas de la batalla. Por cosa de grande estima tenían ganar las· vitorias, pero querían ganar primero la gracia de las Musas que las habían de hacer inmortales con los escritos de sus poetas.

Tornemos ahora a nuestro poeta y profeta David. No invoca la vana deidad de las Musas, pero el intento de sus palabras tira sin duda al mismo blanco que los lacedemonios cuando las llama­ban. En efecto, desea que la~ hazañas, no suyas, sino del soberano Dios, las obras maravillosas que hizo en favor de los hombres, vivan en todas las edades, duren todos los siglos, sean inmortales en la memoria de los mortales. Y quiere que se emplee todo lo que en nosotros hay (el afecto, la lengua y la pluma) en el agrade­cimiento de tan ilustre hazaña, y tan admirable beneficio como recibió el mundo con la venida del hijo de Dios a la tierra para rescatarle de la esclavonia de Satanás." «Scribantur haec in gene­ratione altera.>>

11 esclavonia: 'esclavitud'.

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MATEO AL~MÁN «GUZMÁN DE ALFARACHE»

Hijo de un médico c!r"\lja!lO, nace Mateo Alemán .en 1547. Estudia las primeras letras en Sevi~l_a .. En junio de 1564, se gradúa de bachiller en Artes y Filofofía por la ll~¡nada Universidad de Maese Rodrigo (el cole­gio de Santa María de Jesús). Au.nque no se sabe con certeza si estudia con posterioridad en Salamanca, lo ci~rto es que en 1566 está matriculado en la Universidad de Alcalá para curs~r Medicina. Regresa Mateo a Sevi­lla enls68, antes·de haberse licenciado, y se casa agobiado por las deudas tres años después.

En 1580, se matricula en leyes ,en la Universidad .de Maese Rodrigo, el mismo año que ingresa en 'la cárcel sevjllana como· consecuencia de algunas deudas .. En 1583, después de un intento frustJ_a_go para embarcar­se hacia,el Perú, continúa realizando· encargos admin~strat_ivos para la Co­rona. Se instala en Madrid y trabaja para la Hacienda real. J;:n ~593 il).s­pecciona en calidad. de juez las minas de Almadén.

En 1599 pul:Jlica la primera parte de la que será su oora con más alcan­ce literio, el Guzmán de Aljarai:he, el relato con el que Mateo Alemán renueva· el género de la novela picaresca. Regresa el autor a Sevilla en 1601, donde entabla amistad con Lope de Vega. El inmediato éxito con­seguido por el Guzmán propicia la aparición de una segunda parte escrita por un tal Mateo Luján, pseudónimo del. valenciano Juan Martí.

M;~t~;o Alemán ingresa,. de nueyo en la cárcel por deudas. En 1604, publica la vi.d:¡ de ~.an A~tonio de Padua y viaja a Lisboa, donde aparece la segunda parte del Gu:¡;¡nán. A ·fines de 1605, se encuentra en Sevilla. En junio de 1608 consig1,1e ep1,barcar para México, donde al año siguiente publica su Ortografía castellana. En 1613," edita los Sucesos de fray García Gue"a, arzobispo de México junto con ·la Oración fúnebre"por el mismo. Dos años después, reside Mateo Alemán en el pueblo de Chalco, sin que se conserven al parecer más datos sobre su existencia ·posterior.

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Cuenta Guzmán de Alfarache lo que le aconteció con un capitán

y un letrado en un banquete que hizo el embajador

Son tan parecidos el engaño y la mentira, que no sé quién sepa o pueda diferenciarlos. Porque, aunque diferentes en el nombre, son de una identidad, conformes en el hecho, supuesto que no hay m,entira sin engaño ni engaño sin mentira!· Quien quiere mentir engaña~ y eLque quiere engañar miente. Mas, como ya están rece­bidos '1en diferentes propósitos, iré con el uso y digo, conforme a él, qúé tal es el engaño respeto de la verdad, cop1o lo ciertó en orden a la ·mentira·, o como la sombra del espejo y lo natural que 1~ representa. Está tan dispuesto y es tan fácil para efetuar cualqrtier grave daño, cuanto es difícil de ser a lqs principios conocido, por ser tan semejante a er bien, que, representando su mi~ma figura, movimientos y talle, destruye con grande fa­cilidad.

Es una red sutilísima, en cuya comparación fue hecha de maro' mas la· que fingen los poetas que fabricó Vulcano contra el adúlte­ro.' Es tán· imperceptible y delgada·, que no h~y tan cla_ra vista,, juicio tan sutil ni discreción tan limada que pueda descubrirla; y tan krtificiosa que, tendida en lo más llano, menos podemos escaparhos della, J?Or 1~ segur;idad con que vamos. Y con aquesto, es tan fuerte, que pocos o ninguno la rompe sin dejarse dentro alguna prenda.

Por lo cual se llama, con justa razón, el mayor daño de la vida, pues debajo de lengua de cera trae corazón de diamante, viste cilicio sin que le toque, chúpase los carrillos y revienta de gordo y, teniendo salud para vender, habla doliente por parecer enfer­mo. Hace rostro compasivo, da lágrimas, ofrécenos el pecho, los brazos abiertos, para despedazarnos en ellos. Y como las aves dan el imperio a el águila, los animales a el león, los peces a la ballena

1 Se refiere al adúltero Marte (Ares), atrapado por Vulcano (Hefesto) con una red que, según se narra en el can-

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to VIII de la Odisea, era de hilos in­visibles como de telaraña (Francisco Rico).

GUZMÁN DE ALFAR'ACHE 149

y las serpientes a el basilisco, así entre los daños, es el mayor dellos el engaño y más poderoso.

Como áspide, mata con .un sabroso sueño.2 Es voz de sirena, que prende agradando a el oído. Con seguridad ofrece paces, con halago amistades y, faltando a sus divinas leyes, las quebranta, de­jándolas agraviadas con menosprecio. Promete alegres contentos y ciertas esperanzas, que.nunca·cumple nillegan,.porque las va cam­biando de feria en feria. Y como se .fabrica -la casa de muchas pie" dras, así un engaño de otros muchos:3 todos a sólo aquel fin.

Es ~dugó del bien, porque con aparente' santidad asegura y ninguno se guarda dél ni le teme. Viene cubierto en figura de romero,4 .para ejecutar su mal deseo. Es tan. general· esta conta­giosa enfermedad, que no solamente los hombres fa padecen, mas las aves y animales. También los peces tratan allá de sus engaños,. para conservarse mejor cada uno. Engañan los árboles y plantas prometiéndonos alegre flor y fruto, que al tiempo· falta y lo pasan con lozanía. Las piedras, aun siendo .piedras y sin .sentido, turban el nuestro con su fingido resplandor y mienten, que no· son lo que parecen. El tiempo, las ocasiones, los sentidos nos engañan. Y sobre todo,. aun· los más bien .trazados pensamientos.

Toda .cosa engaña 5 y todos engañamos en .una de cuatro ma­neras. La una dellas es cuando quien .trata el engaño sale con él, dejando engañado a e} otro"' Como le aconteció a cierto estudiante de Alcalá de Henares, el cual, como se llegasen las pascuas y no tuviese con qué poderlas pasar alegremente, acordóse de un veci­no suyo que tenía un muy gentil corral de gallinas, y .no para hacerle algún bien. Er~· pobre mendicante y juntamente con esto grande avariento. Criábalas con el pan que le daban de limosna y de noche las encerraba dentro del aposento mismo en que dor"

·2 Según·explica Plinio, Naturalis His­

toria, XXIX, ;18 (FR). 3 Cmp.o.dj~e Terencio, Andria, 778:

«fallacia alia aliam trudit>> (FR). En cuanto a la comparación precedente, dice Juan de Aranda, Lugares comunes (fol. 79v): «La mentira se va edifican­do con palabras, como el edificio con piedras» (Jesús Moreno):

4 Los maleantes solían burlar a la justicia disfrazados también <<en. figura

de romero», por lo que Felipe II pro­mulga en 1590·una pragmática en con" tra de los falsos romeros (FR). Por otra parte, se lee en el romance de don Ga¡­feros: <<en figura de romeros, 1 no nos conozca Galván» (]M).

5 Alemán .. repite la idea en otros lu­gares, como en el elogio que escribe a la Vida ... de Ignacio de Loyola de Luis Bel­monte Bermúdez, donde dice: <<todo, del cielo al suelo, es mentiroso» (FR).

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MATEO ALEMÁN

mía. Pues, como anduViese dando trazas para hurtárselas,y ningu­na fuese buena, porque de día era imp~sible y de noche asistía y las. guardaba, 6 vífióle. a la. memoria fingir un pli,ego de car­tas y púsole de ,porte dos ducados·;. dirigiéndolo .a Madrid a xierto caballero principal muy nombrado. Y antes. que amaneciese, con rp.ucho secreto se lo puso a el umbral de la puerta, para que luego en abriéndola lo hallase .. Levantóse por .la mañ,aqa y, con¡.o lo vio, sin saber qué fuese, •lo alzó dek suelo. Pasó· el estudiante por allí como acaso, y viéndolo el pobre le rogó que leyese qué papeles eran ;¡.quelJos~ EJ estuqiant~ le dijo: <<¡C~áles me hallara yo agora otros! Estas cartas van· •a. Madrid, con ·dos ducados de porte, a un caballero· rico que allí reside y no será llegado cuando estén pagadf>S». A eJ. pgb;re le creció ~1 ojo.7 Pareciqk·que un ·día de caminb ·era poco trabajo, en especial que a mediodía lo habría andadi> y .a ,¡a noche se volvería en un carro. Dio de comer a ~us avks, ¡:lejólas encerradas y proveídas y fuese. a llevar su pliego. El est~dia:nte a la noche saltó por u"ws trascorr'!les y, desquician­do el aposentillo, no le tocó en alguna otra cosa que las gallinas, no ·dejándole más de sólo el gallo, con un capuz y caperuza de bayeta muy bien cosido, de· manera que no se k cayese, y así se fue a su casa.· Cuando el pobre vino a la suya de madrugada y vio ~u mal recaudo y que había trabajado en. balde, ,porque tal c;¡palk,ro no• había en Madrid, ·lloraban él y el gallo su soledad y viudez amargamente.

Otros engaños hay en que; junto con el engañado, lo queda también el engañador. Así_ le aconteció a este mismo estudiante y en este mismo. caso. Porque, :.como para· efetuarlo no pudiese sólo él, siéndole necesario· compañía, juritóse con. otra -camarada suya, dándole cuenta y parte del hurto. Éste lo descubrió a un su amigo, de manera que pasó la palabra· hasta venido a saber unos bellaconazos andaluces. Y como esotros fuesen castellanos viejos y por el me~~o C<\~9 sgs co.nt.rariQs,8 ac,ordar,on d" desva­lijados con otra graciosa burla. Sabían la casa donde fueron y ca­lles por donde habían de venir. Fingiéronse justicia y aguardaron pasta que volviesen a la traspuesta de una calle, de donde, luego que los devisaron, ~;tJjerqg ~n forma el;~ r,onda c.on s~s lanternas, espadas y• rodelas. Adelantóse uno a preguntar: <<¿Qué gente?».

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6 asist(a: 'estaba presente'. 7 crecer el ojo: 'codiciar ,algo'.

8 Alude a una tradicional rivalidad entre castellanos y andaluces.

GUZMÁN DE ALFARACHE

Pensaron ellos que aquél era corchete y, por no ser conocidos y presos con aquel mal·indicio, solt~on las gallinas y dieron a huir como unos potros. De manera que· no faltó quien también·a ellos los ,engañase.

La .tercera manera de engaños es <;uando son sin perjuicio, que ní. engañan a otro con ellos, ni lo quedan los que quieren o tratan de. engañar. Lo cual es en ·dos maneras: o· con obras o palabras; palabras contando· cuentos, refiriendo nové~as·, fábulas y otras co­sas de entretenimiento; _;y obr;ts, .como :son las del juego de manos y otros primores o tropelías que se hacen y son sin algún daño ni peijuicio· de tercero.

La cuarta manera es cqando.·el que ·piensa engañar queda enga­ñado, .trocándose la suerte. Acontecióle aques'to. a un gran prín" cipe de Italia (aunque también ·Se ·dice de ·César),9 el cual, por favorecer a un Jamosísimo poeta de su tiempo, lo1levó a su casa, donde' le hizo a los principios muchas _lisonjas y caricias, acom­pañadas de l)lércedes; cuanto dio lugar aquel gusto, mas fuésele pasando poco a poco, hasta .qued'ar el pobre poeta con sólo su aposento y límitada ·ración, de n¡.anera que padecía mucha desnu­dez y trabajo, tanto que ya no salía de casa por no ·tener con qué cubrirse. Y considerándose allí enjaulado, que aun como a papa­gayo no trataban de oírle, acordó de recordar a el príncipe dormi­do en su favor, .tomando traza para elló. Y en sabiendo que salía de casa, esperábalo a la welta y, saliéndole a el .encuentro con alguna obra que le .. tenía compuesta, se la ponía· en las m'lnos, creyendo con aquello refrescarle rla memoria. Tanto. continuó en hacer esta· diligencia, que como ya c~sado el príncipe de tanta importunación· lo quiso burlar, y habiendo él mismo compuesto U~;I sonetó y viniendo de ·pasearse una. tarde, cuand;o vio que ~e salía el poeta a el encuentro, sin darle lugar a que le ·pudiese dar la·obra que le había compuesto, sacó del pecho el soneto y púso­selo en ·las manos a .el poeta. Eh cual entendiendo la treta, como discreto, fingiendo haberlo ya leído, celebrándolo mucho, echó mano a su faltriquera y sacó della un solo real de a ocho que tenía y dióselo al p~ps;ipe, diciendo: <<Digno es de premio un buen ingenio. Cuanto tengo doy; que si más tuviera, mejor lo pagara».

9 El apotegma narrado a: ccntinua· ci6n, que también se dice de César en efecto, aparece recogido por otros

autores anteriores a Alemán, como Fer­nández de V elasco o Guict:iardlni (FR y }M).

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152 MATEO ALEMÁN

Con esto quedó atajado el príncipe, hallándose preso en su mismo lazo, con la misma burla.que pensó hacer, y trató de allí adelante de favorecer a el hombre: como .solía. primero.

Hay otros muchos géneros destos engaños, y en especial es uno y dañosísimo el de aquellos que quieren que·como por fe creamos lo que contra los ojos vemos. El mal nacido y por tal conocido quiere con hinchazón y soberbia ganar nombre de .poderoso, por­que bien mal tiene cuatro maravedís, dando con- su mal proceder causa que hagan burlas dellos, diciendo quién son, qué principio tuvo sh linaje, de dónde comenzó su caballería cuánto le costó la nobleza 10 y el oficio en que trataron s~s pad:es y quiénes fue­ron sus madres. Piensan éstos engañar y engáñanse~ porque con humildad, afabilidad y l;men trato fueran echando tierra .hasta henchir con el jtiempo los h:oyos y quedar parejos con Jos buenos.

Otros engañan con fieros, para· hacerse _valientes, como si no supiésé!:nos que sólo aquellos lo son ql}~- callan .. Otros con el mu­cho haplar y mucha librería 11 quieren ser -estimados por sabios y no consideran cuánta mayor la tienen los libreros y no por eso lo son. Que ni la loba larga ni el sombrero de Jalda ni la mula cop. toéas y engualdr¡¡.padas será poderosa pa,ra que a cuatro lances no descubran la hilaza. 12 Otros hay necios' de solar conocido, que como tales o que caducan de viejos, inhábiles ya para todo género de uso y ejercicio, notorios .en edad y. flaqueza, quieren desmentir las espí:is fJ contra toda verdad y razón tiñéndose las \Jarbas, cual si· alguno 'ignorase que no las hay tornasoladas, que a cada viso hacen su color diferente y ninguna perfeta, como los cuellos de las palomas; y en cada pelo se hallan tres diferencias: blanco a el naqmiento, flavo en el medio y negro a la ·punta,14·.como· plu­ma de papagayo. Y en mujeres, cuando lo tal acontece, ningún cabello hay que no tenga su color diferente.

Puedo afirmar de una señora que. se teñía .las. canas, a la cual estuve con atención mirando y se las vi verdes, azules, amarillas,

10 Alude a la compra de hidalguías o de títulos nobiliarios, que se ve en la época como una consecuencia del desprestigio que sufre la nobleza.

11 librería: 'biblioteca'. 12 Los accesorios característicos del

hábito estudiantil y eclesiástico, como son la loba (vestidura talar), el spmbre-

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ro de falda (de ala ancha) y la mula con gualdrapas, no son suficientes para que no se descubra la hilaza, es decir, -para que no se descubra que la apariencia no se corresponde con la verdad.

IJ desmentir las espías: 'despistar'. 14 flavo: 'pajizo,. entre amarillo_ y

rojo'.

GUZMÁN DE ALFARACHE 153

coloradas y de otras varias colores, y en algunas todas, de manera que por engañar el "tiempo descubría su locura; sieq.do risa de cuantos la vían. Que usen esto algunos mozos;· a quien por herencia, como fruta temprana de la. Vera de Plasencia, le nacieron cuatro pelos blancos, no es maravilla. Y aun éstos dan ocasión que se ·diga libremente dellos aquello de que van huyendo, perdiendo el crédi­to en edad y s~so.

¡Desventurada vejez, templo sagrado, paradero de los carros de la vida! ¿Cómo eres tan aborrecjda;eh ella, siendo eL puerto de todos más deseado? ¿Cómo los que de lejos te. respetan, en lle• gando a·Ji fe profanan?15 ¿Cómo,_si eres. v:aso de pr)ldencia, ~;:res vituperada como loca? ¿Y si la misma honra, respeto y reveren­cia, por qué de tus mayores amigos estás .. tenida. por _infame? ¿Y si archivo de la sciencia, cómo te desprecian i' O en ti d_eqe d~ haber .mucho mal o la maldad· está en. ellos~ Y esto es Jo cierto: Lleg,an a ti sin lastre de_ consejo y <;la vaivenes la gavia,16 porque a el seso le falta el peso.

Al propósito .te quiero contar un cuento, larg9 ele cmisidera­ción, aunque -de discurso breve, fingido para este propósito.17

Cuando Júpiter .crió l:t fábrica deste universo pareciéndole toda en tQdo ta!l ¡¡drpirable y hermosa, primero que crias~ a, el hombre, crió los más animales. Entre los cuales, qy.i~9 el asno señalarse; que si así no lo hiciera, no Jo fuera. Luego que abrió los ojos y vio est:t bell_e~a del orbe, -se alegró. Comenzó a dar -saltos de u·na en otra parte, con la rociada que suelen, ql,l~ fue la primera salva que se le hizo a el m~nqo g~jándolo iinmundo,18 hasta que ya cansado,_ quer:i~nclg reposar:, algo más manso de lo que poco a11Je~ anduvo, le pasó por la imaginación cómo, de dónde o cuáQ­do era él -asno, pues ni tuvo -principio- déJ n! padres que lo fuesen. ¿Por qué ·o· pará qué fue-~,.-!¡¡do? ¿Cuál había de ser su -paradero?,

Cosa muy propia de asnos, venirles la consideración a más no poder, a lo último de todo, cuando es pasada la fiesta, los gustos

IS Recordemos el diálogo De senec­tute de Cicerón (FR), en el que se de­fienden las supuestas ventajas de la ve· jez, en contra de las cuales escribe su epístola Pulgar.

16 'cesto eri lo alto del navío', aquí como metáfora humorística de la 'ca· beza'.

17 Se trata de una fábula o apólo­go varias veces citado por Gracián y que Mateo Alemá.g toma con toda probabilidad de una sátira de Jaime Fal­.cón (FR).

18 Juego de palabras ·habitual en la época (algunos ejemplos en FR)·entre mundo 'limpio' e inmundo.

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154 MAT)30 ALEMÁN.

y contentos. Y aun quiera Dios que llegue como ha de venir, con emmienda y persev~rancia·, que tewprap.o se recóg~ quien tar­de se convierte.

Con este· cuidado se fue a Júpiter• y· le 'suplicó se sirviese de revelarle quién o para qué lo había criado. Júpiter: le dijo que para serVicio del bo111bre, refiriéndole por menor·todas las cosas y mi­nisterios de su cargo. Y fue tan pesado para él, que de solamente oírlo le hizo mataduras y arrodillar -en el· suelo de ojos; y con el temor del trab.ajo yenid,~ro (a4nque siemp;r;e los males no pade­cidos asombran más c9n el ruido que hacen oídos, que después ejecutados)· quedó en aquel punto tan 'melancólico cual de ordina­rio· lo vemos, pareciéndole-vida 'tristísima la ·que se le aparejaba. Y pr~guntando cuántQ tiempo h:¡bía .qe· ~u¡:ar en ella, le fue res­pond}do que treinta años .. El·a:sno 1se volvió,·de nuevo a congojar, pareciéndole que sería eterna si 'tanto tiempo la esperase, que aun a lostasnos cansan los trabajos. y con humilde ruego le supJicó que se doliese dél, no permitiendo ~arle t;mta vida, y, pues no habíal desinereeidó con algü·na cülpa, no le quisiese cargar de tanta pena. Que bastaría vivir diez años, los cuales. prometía· servir como asno de bien, con toda· fidelidad y mansedumbre, y que los veip.te restantes los· diese a quien mejor pqdi~sc:: s!,lfr,id<?~- Júpiter, movi­do d~ su rUego, concedió su dérñahdá, con lo .cual quedó el asno menos malcontento.

El perro, que todo lo huele, había estado atento a lo que pasó con Júpiter el asno y quiso 'tambi~rt ·s,ªpef de su buena 6 mala suerte ... y auhqüe ánduvÓ·eti esto muy perro; queriendo saber (lo que no era lícito) secretos de los dioses y para solos ellos·reserva­dos, cuales eran las cosas por veriir, en cierta manera pudo tener excusa su yerro, pues 'lo preguntó a Júpiter,, y ·no 'hizó lo que algunas de las qué rrie ojeó, qi:te siri Dios y con el diablo, buscan hechiceras y gitanas que les echen suertes y digan su 'buenaventu­ra. ¡Ved cuál se la· dirá quien para sí h ·tiene mala! <Dícenles mil mentiras y embelecos. Húrtanles por bien o por mal aquello que pueden y déjanlas para necias, burladas y engañadas.

En rc;solución, fuese a Júpiter y suplicóle que, pues con su compañero el asno había procedido tan misericordioso, ·dándole satisfaci'óq a· sus pregunt:¡.~. le hiciese a él ottá semejante merced. Fuele. respondido que su ocupación sería en ir y venir a caza, ma­tar la liebre y el conejo y no tocar en él; antes ponerlo con toda fidelidad en ma,nos del amo. Y después de cansado y despea-

GUZMÁN DE ALFA:RA:CHE 155

do de correr y trabajar ,19 habían. de tenerlo atado a estaca; .. guar­dando la casa, donde comería tarde, frío y·poco, a fuerza de dien­tes· royendo· un .hueso roído y desechado. Y juntamente con esto le darían muchas veces muchos .puntillones y palos.

Volvió a replicar preguntando el tiempo que había de padecer tanto trabajo. Fuele respondido ·que treinta años .. Malcontento el­perro, le pareció negocio intolerable;. mas· confiado de la merced que a el asno se le había. hecho, representando la consecuencia .su­plicó aJypiter que tuviese' déLmisericordia y no permitiese hacerle agravio, pues no menos que el asno era hechura suya y el más leal' de. los animales; que lo emparejase con él, dándole solos diez años de vida. Júpiter se lo concedió y el perro, reconocido desta merced·; bajó el hocico por tierra ·en agradecimiento: della, resinando en sus manos los otros veinte .años de que le hacía dejación.

Cuando pasaban estas cosas, no dormía la· .mona, que con aten,. ción estaba' en. acecho, .deseando ver el paradero .dellas. Y como su oficio sea: contrahacer lo que otros hacen, .quiso imitar a sus compañeros. Demás que la llevaba el deseo de .saber de sí, pare­ciéndole que quien tan clemente. se había mostrado con el asno y el perro,. no seria para con. ella riguroso.

Fuese :i Júpiter y supljcóle se sirviese de darle alguna luz de lo que había de pasar en el discurso de ·su vida y para qué había sido criada; pues era cosa sin. duda no h'aberla hecho. en balde. Júpiter le·respondió que solamente se contentase saber. por en ton, ces que andaría en cadenas arrastrando. una maza,20 de quien se acompañaría como de un fiadot; 2

! si ya no la ponían asida de al­gunatbaranda o reja, donde padecería el verano calor y el invierno frío, con sed y hambre, .comiendo con sobresaltos, ,porque a cada bocado daría cien tenazadas con los dientes y le darían otros tan­tos azotes para que con ellos provocase a risa y gusto. Éste se le hizo a ella fririy amargo y, si pudiera, lo mostrara .entonces con muchas lágrimas; pero llevándolo en paciencia, quiso también saber cuánto tiempo había de padecerlo. Respondiéronle lo que a los otros, que viviría treinta años. Congojada con esta respuesta y consolada con la esperanza en el.clemente Júpiter, le suplicó lo que los inás animales, y aun se le .hicieróñ muchos. Otorgósele

l9 despeado: 'con los pjes wolidos'' 'sin pies'.

'20 'tronco u otra cosa pesada don·'

dese ata la cadena de la mona'. 21 'correa que limita los movimien­

tos del animal' .

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MATEO ALEMÁN

la m"rced según que lo había pedido y, dándole gracias, le besó la mano por _ello y fuese con su~ compañeros.

Últimamente, crió después a el• hombre, criatura perfeta, más que todas las de -la tierra, con ánima immortal y discursivo. Dio le poder sobre .todo lo criado en el suelo, haciéndolo señor usufru­tuario dello. Él quedó muy alegre de· verse criatura tan hermosa, tan misteriosamente organizado, de tan gallarda compostura, tan capaz, tan poderoso señor, que le pareció que ·tina tan excelente fábrica era digna ·de immortalidad. Y así suplicó a Júpiter le dijese .'no lo que ,había de ser dél, sino euánto había de vivir,.

Júpiter le respondi6 que, cuando determinó la creación de to­dos los animales y· suya, propuso darles a cada .uno treinta años de vid~. Maravilló se_ desto el hombre, que para tiempo tan corto se huBiese hecho una obra tan maravillosa, ·pues en abrir y-cerrar los ojos pasaría .como una flor su vida, y apenas habría saca­do los· pies _del vientre de su madre, cuando entraría de: cabeza en el.de la tierta, dando con todo su cuerpo en eL sepulcro, sin gozar su ed~d ni del agradable sitio donde fúe criado. Y considerando ló que con Júpiter pasaron los tres animales; fuese a él y con ros­tro humilde le hizo este .razonamiento: <<Supremo Júpiter, si ya no es'que mi demanda te sea molesta y contra las ordenaciones tuyas (qve tal no es intento mío, mas cuando tu divina voluntad sea.se'rvida, confirmando la mía con ella en todo), te suplico qqe, pues estos animales brutos, indignos de tus mercedes·, repudiaron la vida· que les diste,. de cuy.os bienes les faltó noti<;ia con el cono­cimiento-de razón que no tuvieron, pues largaron cada uno dellos veinte años de los que_ les habías c9qcedido, te suplico me los des para que yo los viva pQr .ellos y tú seas en este tiempo mejor servido de mí».

Júpiter oyó la petición del hombre, concediéndole que como tal viviese sus treinta años, los cuales pasados, comenzase a vivir -po·r su .orden los heredados, PrLmeramente :veinte del asno, si!:­viendo su oficio, padeciepdo trabajos, acarreando, junt;¡.ndo, tra­yendo a casa· y lleg;mdo para sustentarla lo n~es_aqo a ella. De cincueqta hasta setenta, vivieseilos del perro ladrando, gruñendo, cort mala condiciÓn y pe.or gqstq. Y últimamente, de setenta a noventa, usase de Jos de la mona, contrahaciendo los defetos de su naturaleza.

Y así vemos en los que llegan a esta edad que suelen, aunque tan viejos, querer parecer moz9s, pulirse, aderezarse, pasear, ena-

'

GUZMÁN 'DE ALF.ARACHE 157

morar y hacer valentías representando lo que no son, como lo hace la :mona, que ·todo es querer imitar las obras del hombre y nunca lo puede ser ..

Terrible cosa es y m.al se sufre que los .hombres quieran, a pesar del tiempo y de su desengaño, dar a entender a el contrario de la verdad y que' con tintas, emplastos y escabeches 22 nos -desmien­tan y :hagan trampantojos, desacreditándose a sí mismos. Coli\O si con esto .comiesen más, durmiesen más o mejor, viviesen más o con menos enfermedades. O como si por aquel camino les volvie.­sen a ·nacer los dientes y muelas que ya perdieron, o no se les cayesen las . que les quedan. O .como si reformasen sus flaquezas cobrando calor natural; vivificándose de nuevo la vieja y helada sangre. O como si se. sintiesen más' poderosos en Jdar y tener mano. Finalmente, como si' supiesen que no se. supiese ni se murmurase que ya no se dice otra cosa, sino de .cuál es mejor lejía: la que hace fulano o la de zutano.

No sin propósito he traído lo dicho, pues vj_ene a concluirse con dos .. caballeros cofrades· ·desta ·bobada, por quien ·he referido lo pasado. El. embajador mi señor, como has oído, daba plato de ordinario, era ·rico y holgaba hacerlo. Y como no siempre todos los convidados acontecía a ser..de gusto, aceitó un día que. hacía banquete a el embajador de España y a otros caballeros, llegársele dos de :mesa.

Eran personas principales: uno capitán, el otro letrado; pero para él ·enfadosísimos· y cansados .ambos y de quien antes había murmurado comigo a solas. Porque tanto cuanto gustaba. de hom" bres de ingenio, verdaderos y de buen ·proceder, aborrecía por el contrario todo género de menti¡as .. aun en burlas. No podía ver hipócritas ni aduladores; quería que todo trato fuera liso, sen­cillo y sin doblez, pareciéndole que allí estaba la verdadera sciencia.

Y aunque había causas en éstos para ser aborrecidos, tengo tam­bién por sin- duda que hay en amarse o desamarse. unos más que otros algún influjo celeste.'3 Y en éstos obraba con eficacia, por­que todos los aborrecían.

~.2 ·escabeches: 'líquidos para .teñir ca­nas' (trae JM algunos ejemplos de la época). Obsérvese que Guzmán critica una y otra vez la costumbre de teñirse las canas, motivo recurrente que apa-

rece también al final del capítulo. 2

3 Guzmá~ se hace. eco de las sim­patías ocultas entre las .cosas, ocasio­nadas poi el influjo celeste, idea que desarrolla con frecuencia Mexía (Silva,

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.1

MATEO ALEMÁN

Bien quisiera .mi ¡¡mo escaparse dellos; nías: no pudo a causa que se le llegaron en la calle y lo vinieron .acompañando. Hubo de tenerles el envite por fuerza, trayéndolos a su pesar consigo. Que no hay ·peso que así pese, como lo qüe pesa una semejante pesadilla.

Luego, como entró-por la puerta de casa, le.coriocí en el rostro que venía mohíno. Mirélo con atenCión y entendióme .. Hízome señas; hablándome.conJos ojos, mirando aquellos dos caballeros, y no fue más menester para dejailÍle bien satisfecho y enterado de todo· el cáso. ·

CaPé por entonces y disimulé mi pesadufl1bre. Púseme a imagi­nar qué t:¡;aza podría tener para que aquestos hombres que tan disgustado t~nían a mi amo, le pudieran .. ser en alguna manera entre~enimiento: y risa, pagando el escote. Tocóme .luego en la imaginación una graciosa .burla. Y no hice mucho en fabricarla, porque ya ellos venían perdigados 24 y la traían guisada .. Esperé la odsión, .que ya estaba muy cerca, y guardéme para Jos postres, por- s~r mejor admitido, que para· que Ja boca se hincha de risa no .ha de estar eL vientre .vacío de vianda, y' nunca se quisieron bien gracias y hambre: tanto se ríe cuanto se· come.

Las mesas~ estaban puestas. Vinieron ~irviendo manJares. Brin" dáro~se)os huéspedes. Y cuando ya vi que se les.calentabaJa san­gre a todos y andaba la conversación en folla, 2 s tratando de vac rías cq~as, antes de dar- aguamanos ni levantar los manteles·, -lleguéme _eor un.l;~,do a el capitán -y dijele a el oído un· famoso disparate. El se rió de lo que le dije, y viéndose obligado a .responderme con otro, me hizo bajar la cabeza para decírmelo•a ·el oído. Y así en secreto nos .pasaron ciertas jpas y venid~~·

Y cuando me pareció tiempo a propósito, •levanté la voz muy sin él, diciendo con rostro sereno, cual' si fuera verdad que de lo que quería decir hubiéramos tratado. Y dije:

-¡No, po, eso no, señor capitán! Si vuestra merced se lo quie."

II, 39-4o' Y 111, 4'-5)- Recuérdese que el sevillano también reconoce (Silva, r, 42) que la influencia celeste en el na­cimiento del•hombre' condiciona las se­mejanzas entre padre e hijo. Las creen­cias ~strológicas eran moneda corriente en .la época, siempre que no .se.-niegue c;l libre. albedrío. ·Como resume Otis

'

H. Green: «Esto es, pues, lo que creía el' siglo de Cervantes y Calderón: Los astros influyen en el cuerpo, no en el alpta; 'inclinan la voluntad, pero s~ for" zarla».

24 perdigados: como diciendo· • casi a

punto'. 2s 'confusión, tumulto'.

GUZMÁN :DE ALFA'RACHE 159

re decir, ·muy enhorabuena, pues tiene lengua. para ello y manos para defenderlo; que no son buenas burlas ésas para un pobre mozo como yo y tan seiVidor del señor dotor comó el que más en el mundo.

Mi amo y los más huéspedes dijeron -a una: -¿Qué es eso, Guzmanillo? Yo respondf: -¡No sé, por .Diós! Aquí el señor- capitán, que tiene·.deseo

de verril.e de corona, 26 me ordena los grados y anda procu~ando cómo- el.señor do'tor y yo nos cortemos las uñas metiéndonos eri pendencia;· •

El capitán se quedó helado del embeleco y, no sabiendo en Jo que había· de parar, se reía sin hablar palabra. Mas el embajador de España me dijo: ~Guzmán, amigo, por IÍli .vida, ¿qué ha sido eso? Sepamos

de qué te qes y enojas en un tiempo, que algo debe tener de gusto. -Pues vuestra señoría metió su vida por pr~nda, dirélo, aun­

que muy contra toda mi-voluntad. Y protesto que no digo nada ni lo dije:ra c,on ·menos fuerza, si me $acaran la lengua por el colo-' drillo. Sabrá vuestra señoría que me mandaba .el señor capitán que hiciese a el señor dotor ·una burla, picándole ·algo en el corte de ·la barba. Porque· dice que la tráe a modo de barba de pichel de Flan­des 27 y que la mete las noches en prehsa de dos tabletas, liada como guitarra, para que a -la mañana salga con esquinas, como limpiadera,'8 pareja y tableada, los pelos iguales, cortados en cua­dro, muy estirada porque alargue, para que. con ella y su ·bonete romano acrediten sus letras ·pocas y gordas;29 cqmo de libro de coro. ¡Cual si fuera esto parte para darlas y no se hubiesen visto caballos argeles,Jo hijos· de· otros muy castizos; y muy grandes ne­cios de falda/' mayores que la de sus loba~! Y son como mela­pes, que nos engañan por la pinta: parecen finos y soQ calabazas. Esto quería que yo le dijese como de mío. Por eso digo que se lo diga él o haga lo que mandare.

26 de corona: 'tonsurado, rapado' y figuradamente, 'descalabrado, mal­trecho'.

27 pichel: 'vaso o jarrá más ancha del suelo .que de la boca'.

28 • cepillo o escobilla~ . 2 9 barba y bonete caracterizan a los

letrados de la época (FR y JM), del

mismo modo que en el pa_saje anterior el vestuario del estudiante y del ecle­siástico (loba larga, sombrero de fal­da, mula con tocas y-engualdrapadas) servía para caracterizar al que preten­día pasar por sabio sin serlo.

JO caballos argeles: 'poco leales'. JI de .. falda: 'de tomo y lomo'.

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160 MATEO ALEMÁN'

Santiguábase ric:;ndo el:capitán, viendo mi,embuste, y todos taro• bién se reían, sin saber si fuese verdad o mentira que tal nos hu­biese pasado. Mas el señor dotor, con su entendimiento atestado de sopas, no sabía si enojarse o llevarlo en burlas. Empero, como lo estaban los más mirando, asomóse un poco y,32

•· .haciendo la boca de corrido, dijo:

'""""Monsiur, si mi profesión diera lugar a la satisfación que pide semejante ¡¡.trevimiento, crea vuestra señoría que cumpliera con la obligación en que mis padres me dejarol!. Mas, como vuestra señoría está presente y no tengo más armas que la lengua, daráse­me licencia 'que pregunte a el señor capitán y me diga la edad que :tiene. Porque, si es verdad lo que .dice, que se halló en servi­cio ael emperador Carlos Quinto en la jornada de Túnez,33

¿córÍlo no tiene pelo blanco en toda la barba ni alguno negro en Ü cabeza? Y si es· tan mozo como parece, ¿para. qué depone de c~sas tan antiguas? Díganos eri qué Jordán se baña 34 o a qué santb s.e encomienda para que le pongamos candelitas cuando lo hay~tnos menester, Aclárese. con. todos. Tenga y tengamos. Pues ha salido de un triunfo, hagamos an;¡bos bazas; que no será justo, habiendo .metido prenda, que la saque franca.

Todos los convidados volvieron a refrescar. la risa, en especial mi amo, por haberse tratado de dos cosas que le causaban enfado y deseaba en ellas reformación. Y viendo lo que había pasado, me .dijo:

-Di agora .tú, Guzmanillo, ¿qué sientes desto? Absuelve la cuestión, pues propusiste ¡;l,:;¡tgumento.

Y o entonces dije: -Lo que puedo responder a ·vuestra señorí¡¡ sólo es que ambos

han dicho verdad y ambos mienten por la barba.

3• asoJ.6se: 'salió fuera de sí', 'se destapó'.

33 En 1535· 34 Alude a la leyenda del judío

errante, que conserva. la misma edad

'

bañándose en el Jordán, por lo que en los textos de la época el mencionado río se identifica dé manera proverbial, y también humorística, con la 'eterna juventud' (FR y JM).

MIGUEL DE CERVANTES

<<DON QUIJOTE>>

Fue bautizado Cervantes en Alcalá de Henares (1547), hijo del cirujano Rodrigo Cervantes y de Leonor Cortinas. No sabemos mucho sobre su juventud ni sobre sus estudios. Su familia, apurada por problemas econó­micos, se instala sucesivamente en_ Valladolid, en CJ)rdob_a, en Sevilla y en Madrid. El A ):untamiento de esta última ciudad encarga en J5Q8 <1 J:,<?­pez de Hoyos un volumen dedicado a la muerte de la reina Isabel de Va­lois. En el volumen, editado al año siguiente, aparecen varias poesías de Cervantes que son el primer testimonio impreso de su vocación literaria.

Cervantes se marcha a Italia a los veinte años, 'participa en la Óatalla de Lepanto (1571), donde es herido en la mano izquferdá, que le quedó inútil. Cuatro años despjlé's,. embarca desde Nápoles con destino a Espa­ña, pero la nave es capturaqa por corsarÍos. Cervantes permanece cautivo en Argel durante cinco años, hasta í580. De regreso por _fin a España, se casa en 1584 y, al año siguiente, pt!blica la primera de sus novélas, La Ca/atea, ámbientada dentro deJa tradición pastqril que goza de gran popularidad por- aquellos años.

Por otr¡¡ parte, entre los oficios que desempeña Ceryantes, trabajª <;QIJlQ

comisario de abastos para la armada y lueg!=J como -recaudador -de impues­tos, pero algunas irregularidades económicas cometidas en el desempeño de su cargo ~acen que sea encarcelado, al menos, en 1597. En 1la· cárcel, dice Cervantes que copcibe el Quijote cuya primera edición es de 1605, obteniendo un inmediato éxito hasta el punto, por ejemplo_, de haber escrito una segunda parte que se publica en· 1615. Aunque el propósito explícito de la novela es parodiar los relatos de cabal\ería, su alcance lite­rario ha he¿ho del Quijote- uno de •los símbolos de la narrativa clásica española.

En la época de Cervantes, el éxito del Quijote acrecienta su renombre y el interés por conocer otras obras suyas, que se publican con relativa rapidez. En ;:913, edita las Novelas ejemplares, un· conjunto de nqvelas cortas sin el ha.bltual marco boécacciano. En 1614, publica una sátira· poé­tica escrita en tercetos con el título de Viaje del Parnaso y, después de la publicación al aí1o siguiente de la segunda pai:te del Quijote~ reúne en un volumen 1~ mayor parte de su obra dramática; Ocho comedias y ocho entremeses, si bien en el prólogo reconoce el ·escaso éxito obtenido por su teatro a causa, sobre todo, de la competencia con las comédias de Lope d'e Vega. 'Por último, compone Los trabajos·de Persiles y Sigismun­da, novela de amor y aventuras cuya dedicatoria firma Cervantes poco antes de su muerte, acaecida el\ J(ÍIÓ. El Persiles se 'publica ·de mañéra póstuma, en 1617.

161

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Que .trata d~l curioso discurso que hizo Don Quijote

·~e las armas ·y las ,letras

Verdáderameñté; si bien kcbnsidera, séñores~míos, grandes e inau­ditas cosas 'ven ·los que profesan la orden"de la andante caballería. ·Si no, ¿cuál de 'los vivientes habrá en' el' mundo· .que ahora por la puerta deste castillo entrara y de la ·suerte que estamos nos vie­-re', que juzgue y crea ·que nosotros somos quien somos? ¿Quién pddrá decir que esta señorá que está a mi. lado es la grán reina ~~e tqdq~ saqemos y .~u!! yo soy ~q~~l Caballer? de la· Tfis,te Fi­g'ira que anda por ah1 ep. J:>Oca .de l~,fam,a? Ahora no hay que d~dar:, 'sino que !!Sta a,rte y ejercicio excede a todas aquellas y !aquellos qqe los hombres inventaron, y .tanto más se· ha de tener en estima cJanto .a más peligros está sujeto. - ·

;Quítenseme delártte lbs que dijeren que las Jetras· h¡i.cén ventaja a. las armas; que les diré, y sean-::quien se fueren;' que .no saben lo"' que dicen. Porque la razón que los tales suelen decir,;y a lo qt.Íé ellos wás ·sé atienen, es que los trabajos ·del espíritu exceden a los· del cuérpo, y gue las armás sólb con el cuerpo se ejercitan, coino si fuese su ejercicio oficio de ganapanes, para lo cual no es menester más de l~>t~;enas fuerzas; o como si en esto que llama­mó,s arrr~as los qu,e la~ profesamos no se enc;errasen los actos de la fortaleza; los cuaÍes piden p;¡_ra ejecut¡¡ll().~ p1uc;:gci eJ,lten4imien­to; o como ·si no trabajase el ánimo -del guerrero que tiene a su cargo un ejército, o la 'defensa de una ciudad .sitiada, así con el espí¡:itu como. con. el cuerpo. Si :no, véase si se alcanza .con las fuerza·s corporaleS' á·-sabét 'j Conjeturar -el intento del enemigo, los designios, las estratagemas, las dificulta'des, el prevenir los da­ños qúe se temen;·que todas estas cosas son accio-nes del entendi­hiierltó, en q~i~n. no tlen.e parte alguna el cuerpo.

Siendo pues ansí, qué las armas requieren espíritu, como las letras,, veamos ahora cuál de los dos espÍritus, el del letrado q el del g~errero,. trabaja más .. Y esto se vendrá a conocer por el. fin y paradero a que cada uno se encamina, porque aguelia inten­ción se ha de .. estimar en más que tiene por objeto más noble fin.· Es el fin y paradero de las letras ... , y no hablo ahora de las divi-1

IÓ2

D'ON QUIJOTE IÓJ

nas, que tienen por blanco llevar y encaminár las· almas al cielo; q\!e a un fin t'!n sin {in. como éste. ninguno otro se le puede igua­lar. Hablo·de las letras humanas·; que es su fin poner en su puntq la justicia distributiva· y·· dar a· cada mio. lo' que es suyo, entender 'Y hacer que la's buenas leyes se guarden. En, por cierto, generoso y alto y digno de grande alabanza, pero no de tanta co~o ine:rece aquel a que las armas atienden, las cu.ales tienén por objeto y fin la paz, que es. el mayor bien que los· hombres pueden desear en esta vida. Y asf, las primeras buenas. nuevas que tuvo; el mundo-y tu­vieron~los hombres fuer.on las que· dierón los .ángeles la noche que fue ·nuestro día, ·cuando· cantaron en los. aires: <<.Gloria sea en las altura's,. y paz en la tierra, a los hombres. de buena voluntad»·.' Y a la salutación que .el mejor maestro de la tierra y· del cielo enseñó .. a. sus ·allegados y;¡favoridos, fu~C decirles· que cuando entra­sen en· alguna casa dijesen:· <<Paz 'sea en .esta ·casa»:2 Y otras :ml,l'" chas veces les dijo: <<Mi paz .os doy, mi: paz os dejo: .paz sea con vosotros>>,3 bien comó joya y prenda dada. y dejada de tal mano; joya que· sin ella, en la tierra ni en el cielo puede haber bien aJgu• no. Esta paz es el verdadero fin de· la gu¡;rra, 'que lo mesmo es decir armas que guerra. Prbsupuesta pues esta verdad, que el.fin de la guerra es. la paz, y que en esto hace ventaja el fin de las letras, ·vengamos ahora a los trabajos del ·cuerpo· del letrado y a los del profesor de las armas, y vé;¡se cuáles son mayores.4

Digo, pues, que los .trabajos del estudiante son éstos: principab menté. pobreza (no. porque·todos sean pobres, sino por·poner este caso en todo el es tremo que pueda ·se.r), y·, en .haber diclio que padece pobreza; me parece. que no .. había que decir más de SU' mala ventura, porqu~: quien es pobre no tiene cosa buena. Esta. pobreza la padece por sus partes, ya en hambre, ya. en fr;ío, yá: en. desnu­dez, ya en todo junto; ·pero, con .tod9 :esto, no ;es tanta que no coma, aunque sea un poco más tarde de lo que se usa, aunque

1 Traducción del conocido versícu­lo de lmcas 2, ·14: «Gloria.,in altissimis Deo, 1 :Et in terra ·pax ~ominibus bo­nae ,.voluntatis>>.

2 Salutación· que aconseja Jesús a .los apóstoles: «Pax huic domui>•, Mateo lO, 12.

3 Ju.an 14, ·27: <<Pacem .. relinquo vo' .bis, pacem, meam do vobis>•; 7:0, 19: <<Pax vobis».

4 Aquí se inserta.en el Q!Jijote, el si­guiente comentario del• narrador: <<De tal manera, y por tan buenos términos, iba prosiguiendo en su plática don Qui­jote que obligó a que, por entonces, ninguno de los que escuchándole esta­ban le tuviese por loco; antes, como to­dos los más eran caballerós; a quien son anejas las armas, le-escuchaban de muy buena gana. Y él prosiguió diciendo>>.

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164 MIGUEL DE CERVANTES

sea de las sobras de los ricos; que es la mayor miseria del estudian­te éste que entre· ellos lla¡;nan andar a la sopa, 5 y no les falta al" .gún ~jeno braserq o .. chimenea· que, si no callenta,

6 a.•lo. menos

entibie su frío; y, en fin, la noche duérnien· debajo de cubierta. No quiero llegar a otras menudencias,. conviene a .saber, de la falta de camisas· y no sobrá de zapatos, la raridad y-poco pelo del· vesti­do/ ni aquel ahitarse con .tanto gusto, cuando la ·bue:p.a suerte les depara algún banquete.

Por este camino .cj'ue he pintado, áspero y ·dificultoso, .tropezan­do aquí, cayendo allí, levantán~l'ose acullá; tornando a caer acá, Uegan al' grado que desean; el cual alzando, a muchos hemos visto que, habiendo pasado por estas sirtes 8 y por estas Scilas y Ca­.ribdis,9 como llevados en vuelo de la favorable fortuna, digo que 16s hemos visto mandar y gobernar el mundo desde uha silla, tro­dda su hambre en hartura, su frío en refrigerio, su desnudez en galas, y su dormir en una estera .en reposar .en holandas y damas­~Ós: ptemio_justamente mereéido de su virtud. Pero, contrapues• tos y comparados .. sus trabajos con los del mílite guerrero, se que­dan muy· atrás en todo, como ahora diré.

10

j Pues comenzamos en. el ystudiante por la pobrez~ y· sus· partes, veamos si es más rico· el soldado. Y veremos que no hay ninguno ~ás pobre en .la .misma .pobreza, porque está atenido a la miseria de su paga, que viene o tarde.o Jtunca, o a lo que garbeare por· su rhanos," con notable peligro de 'su. vida y de su cqnciencia. Y a veces suele ser .m desnudez tanta que m:¡. coleto acuchillado

12 le

sirve de gala .. y de camisa, ·y en h.mitad del invierno se· suele repa­Jrar de las inclemencias deLeielo, estando en la campaña. rasa, con ·sólo el aliento de su boca, ·que, ·como sale de lugar vacío, tengo por averigu;¡do que .debe de· salir frío·, contra toda naturale?:a_. Pues •esperad ·que espere que llegue: la. noche, para _restaqrarse de todas

5 andar a la sopa, de donde sopista: 'persona que iba a comer. la sopa de limosna' o 'estudiante sin más recurso que la· caridad'.

6 'calienta'. 7 raridad: 'escasez'. 8 'bajos de arena',. 9 Scilas y Caribdis: en sentido figu­

rado 'peligros, trabajos' que aluden a la travesía del estrecho de Mesina, ya desde la Odisea, XII y XXIII.

10 Aquí finaliza el capítulo del Qui­jote, I, 37· Comienza el siguiente des· pués del título («Que trata del curioso discurso que hizo Don Quijote. de las armas y las letras»), ~on la siguiente introducción del narrador: «Prosiguien· do Don Quijote, dijo».

11 garbear: 'trampear, robar'. 12 ,coleto acuchillado: 'vestido de piel

con aberturas' y aquí, en sentido ir6· · nico, 'roto a cuchilladas'.

DON Qtil:JOTE

estas incomodidad~s en la. cama. que k aguardá, la cual;. si no .es por su. culpa, jamás pecará de estrecha; que bien· puede medir en la tierra los pies que quisiere, y revolverse en ella a su sabor, sin temor que se .le encojan .las sábanas.

Llégtiese,. pues, a todo esto, el _día 7 hora de recebir eL grado de su ejercicio; lléguese un día de. batalla, que allí le pondrán la borla en la cabeza, hecha .de hilas, para curarle algún balazo, que quizá le habrá pasado los sienes, o le dejad estropeado. de braz~ o pierna. Y, cuando esto .no suceda, ,sino que el cielo le guarde y conserve sano y vivo, podrá ser que se quede en la mesma po­breza que antes estaba, y que sea menester que_ suceda uno y otro rencuentro, una y otra batalla, y· que de todas salga· vepcedor, para medrar e:Q. ;¡lgo; pero .estos ;milagros vense·raras veces. Pero; decidme, señores, si habéis mirado en ello: ¿cuán menos son los premiados por la guerra que. los que han perecido en ella? Sin duda, habéis de. responder que no. tienert comparación, hi: se pue­den reducir a cuenta los muertos, y que·.se. podrán. contados pre, miados vivos ,con tres letras de guarismo. 13

Todo esto. -es al revés en los letradqs, porque de faldas (que no quiero decir de mangas),14 todos tienen en qué entretenerse. Así.que, aunque es mayor el traoajo del soldado, es,mudio menor el premio. Pero a esto se puede responder que es más fácil premiar a dos mille~rados. que a treinta mil1 soldados, 'porque a aquéllos se premian con darles oficios, que por fuerza se han de ·dar -a los de su profesión, y a éstos no se .puec\en premiar sino con la mesma hacienda .del señor a quier¡. sirve!).; y esta imposibilidad fortifica más la razón que tengo. Pero dejemos esto aparte, que es laberin­to de muy dificultosa salida, sino volvamos a la ·preeminencia de las armas contra las letras, materia. que:; hasta ah<;>ra está por averi­guar según son las razones que cada una de su parte alega. Y, entre las que he· dicho, dicen las letras que sin ellas no se podrían. sus­tentar las .armas, porque la· guerra también. tiene .sus leyes y está sujeta a ellas, y que las: leyes caen debajo de lo que son letras Y letrados. oA esto .responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defien.den las repúb,li"

13 con_ tres letras de guarismo: '-' cori trd cifras', es decir, menos de rooo.

14 faldas: 'lo que se recibe en calidad de honorarios'; ·mangas: 'propinas'. Obsérvese que las críticas del hidalgo

en contra de los ·letrados hay .que. en· fertderlas, de manera especial, dirigi­das a los juristas cuyo oficio es, como antes especifica: «entender y ~hacer que las buenas leyes se guarden».

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i66 MIGUEL DE CERVANTES

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DON QUIJOTE 167

cas, .se conservan l~s reinos, se guardan las ciuaades, se aseguran los caminos, se despejan· los' .mares .de cosarios y finalmente, '5 si por ellas no fuese, las repúblicas, los rein<;>s, J~s monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían. sujetos al rigor y a la confusión que trae.consigoJa guerra: el tiempo que dura y tiene licencia d¡; usar .de sus .previlegios. y de sus. fuerzas. ,

Y ·es razón averiguada ,que· aquello que más. cuesta se estima y deoe-de. estimar en .más. Alcanzar alguno .. a_ ser. eminente ep letras le cuesta tiempo, vigilias, .halJlbre, ddnudez, váguido de cabez'a, indigestiones de estómago y otras co·sas a éstas adherentes que, en parte, ya las tengo .referidas; mas llegar uno .• por sus tér­minos a ser buen soldado le- cu~sta todo ló que al estudiante, en tahtó m·ayor.grado que· no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida. Y, ¿qué temor de necesidad y po­br~za puede llegar ni fatigar al. estudiante, qu~ llegue al que tiene Ull SOldadO que, hallándOSe CercadO .en alguna fuerza IÓ Y estando dd posta o guarda en algún revellín o caballero,'7 siente que los eriemigos están minando hacia la parte donde él está, y no puede afa~tarse· de allí por ningún caso, hi huir el peligro que -de tan cerca le amenaza? Sólo lo que. puede hacer es. dar noticia a su capitán de lo que pasa, para que lo remedie con alguna contrami­na', y él estarse quedo; t~rhiel1dp y esper~ndo cuándo i'rhprovisada­m~nte .. ha de subir a las nubes sin alas y bajar. 'al ·profundo sin ~~~~- .

Y si éste parece pequeño peligro, veámos si le iguala o hace ventajas el de embestirse dos galeras por ,las proas en mitad del mar espacioso, las cuales enclavijaoas y trabadas, no le queda al soldado mkespacio del .que concede dos pies de.tabla del espolón. y' COÍl tpdó éstó, vieridó que tiene delante de sí tantos ministros de la muerte que· le 'amenazan cuantos ,cañones de artillería se ases­tan. a la parte contraria, que no distan. de su cuerpo una lanza, y viendo. que~al primer descuido ·de l,os pies iría a visitar los pro­fundos senos de· Neptuno; y, con todo esto, con intrépido cora­zón, llevado de la honra que le -incita, se pone a ser blanco de tant;¡ :¡rqbucena y procura pasar. por. tan estrecho paso al bajel contrario. Y lo que más es de admirar, que apenas uno ha caído dond~ no se podrá Jevantar hasta la fin del mundo, cuando otro

'5 cosarios: lo mismo que 'corsarios'. '6 fuerza: 'fort¡tleza'.

'7 revellín o caballero: 'elementos de­fensivos de .la fortaleza'.

ocupa su mesmo lugar; y si éste también cae en el mar, que como a enemigo le aguarda, otro y otro le sucede sin dar tiempo al tiempo de sus muertes: valentía y atrevimiento el mayor que se puede hallar en todos los trances de la guerra.

Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espan­table furia de aquestos endemoniados instrum.epto~ de J¡¡ artillería, a cuyo inventor tengo pata mí que en el infierno· se le está dando el premio de su diabólica inv:ención, con ·la cual dio causa que un infame y cobarde brazo quite la vida a un valeroso caba~lero y que, sin saber cómo o por dónde, en la mifad del coraje y brío que enciende y anima a los valientes pechos, llega una desmanda­da bala (disparada de quien quizá huyó y se espantó del resplapdor que hizo el fuego al dispa~;ar de la maldita máquina) y corta y acaba en un instante los pensamientos y vida de quien la merecía gozar luengos siglos.'8 Y así, considerando esto, estoy por decir que en el alma me pesa de· haber tomado este ejercicio de caballero• andaqte en edag tan detestable cómo es esta en que ahora vivi­mos; porque, aunque a mí ningún peligro me pone miedo, -toda­vía me pone recelo pensar si la pólvora y el estaño me han de quitar la ocasión de hacerme famoso y conocido por el valor de mi brazo y filos de mi espada, por todo lo descubierto de la tierra. Pero haga· el cielo lo que fuere servido, que tanto seré más estima­do, si salgo con lo que pretendo, cuanto a mayores peligros me he puesto que se pusieron los caballeros andantes de pasados siglos.

'8 Evocación de la Edad de Oro

(«Bien hayan aquellos benditos si­glos ... ••) seguida del lamento por la in­vención de la artillería y de las armas de fuego, como hace también Miran­da Villafañe en sus Diálogos (fol. I02v), donde después de mencionar la «dulce edad del oro», especifica que «no se sen-

tía el terrible estruendo de la artille­rÍa». Más adelante (fol. 103), las letras increpan a las armas por los «tronidos salidos de las temerosas máquinas, fun­dadas por la malicia del hombre, por medio vuestro halladas para su perdi­miento» y <<el estruendo de los fulgo­rosos arcabuces».

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LOPE DE VEGA

<<LA CIRCE>>

En la trayectoria biográfica de ~ope Félix de Vega Carpio (1562-1634), sobresale su apasionado itinerario sentimental jalonado por dos matrimo­nios, primero con Isabel de Urbjn_a desde 1588 hasta· su múerte en 1595', y después con Juana d!'; Gu;!rdq, que muere en 1613. También conocemos el nombre de varias amíl.r;ttc;s, .como la actriz Elena Osorio cuyo adulterio finaliza con eL destierro de Lope fuera de Madrid en 1587, Micaela de Luján y-Marta Cle Nevares, a la que conoce Lope en 1616 cuando ya se había ordenado de sacerdote. ' '

En cuanto a :su· obra literaria, Lope aparece como uno de los escritores más prolíficos de la época, que cultiva en sus escritos toaa cla,se de géne­ros, aunque su popularidad. se debe sobre todo ar teatro y a la comedia. Se considera que es elhverdadero creador de la· .llamada <<comedia nueva>>, aunque hay diversos precedentes .. En todo caso, ~l r;t.Ú.!llero de sus comedias basta por sí solo para dar idea de la-influencia 91! ~\1 teatro, si recordamos que en la actualidad conservamos -los textos de más de trescientas piezas; además de varios autos sacramentales y er¡.tremeses.

Lope concibe su teatro pensando sobre todo en la representación, por lo que en un principio no se preocup:¡ de publicar sus piezas dramáticas que, sin embargo, comienzan a aparecer en volúmenes de dote obras a partir de 1604\ En cambio, sí se preocupa por edita¡; su obra narrativa Y poética. En este sentido, 1598 es un año'importante eii la cárrera edito­rial de Lope, porque publica su primera novela, La Arcadia, y el poema épico La Dragontea. No muclio después publica·otra·novela, El peregrino en su patria (1604), además de otros poemas· extensos: El Isidro (1599), La hermosura de Angélica (1602) y J;.a Jerusalén conquistada (1609).

Cuando cumple cuarenta años, en 'i:6o2, publica también la primera edición de sus Rimas, con dosci~ntos sonetos. El volumen alcanza un gran éxito y, en la edición de, 1609, ~e incluye ·el Arte .nuevo de hacer comedias en este tiempo, de gran significaCión para entender las teorías de Lope soote' el teatro. Dramaturgo consumado y de popularidad reconoci­da, Lope sfgue puolicando volú¡:nenes ·de poesía, ·como las Rimas sacras (1614) o las R.Jmas humanas y divinas de/licenciado Tomé Burguillos (1631). También publica dos volúmenes misceláneos en los que alterna poesías y prosas, con algunas novelas cortas: La Filomena (1621).y La Circe (1624). Una de .. sus últimas obras editadas es La Dorotea, una comedia celestinesca sobre sus antiguos amo_rí_os_ e~~-· Elena Osorio que se publica -dos años antes de su· muerte· y que, en. cierto sentido, se puede considerar como su testamento literario.

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A DON FRANCISCO LÓPEZ DE AGUILAR 1

EPÍSTOLA NONA

Envío a V. M. el comento que hice al-soneto, impreso en la última página de tnt Filoniéna, que eíf tanta variedad de 'opiniones fue necesario.2 Es cosa para burlarse des te siglo la 'facilidad' con que much~s hablan en lo ·q~e no entÍende¿. Únicq bien }liu:rial:ia Só­crates a la ciencia y único mal, a la ignorancia:3 No se puede p~nsar cosa más bien dicha. Si estuviera la dificultad en la lengua, co

1mo ,ahora ~e . .usa, confieso gue se ,quejaran /'C!Q. c¡msa; pero es­

t¡¡n.4o.e.n la S\!ntencia, no sé por qué razón no ha de tener verdad lo¡ que no alcanzan .. Para el ingenio de_ V. M., para sus grandes estudios, par·a su lección de tod_os cuantos buen,os autores secano• ceh, clásicos y 'modernos; para el conocimiento que tiene de la filosofía y poesía, excusada fuera esta exposición; pero para el desen­gaño de los que se apasionan de los términos- nuevos de decir,

1 ,. . o -

aunque sean tan bárbaiós, y no reparan en el alma de los conce-t~s, no será fuera de propósito.4 El soneto' dice ansí:

t 1 La calidad elementar 'resiste

m{aÍl;l.or: q~~ ·; .Ú ~i~tulceleste aspira y en ~as W~1!,te~ ¡11,1gélic~~ se mira donde la idea del calor consiste ..

No y~ c'~m~ 'el~II?-e~t~ el fuego el alma, cuyo vuelo al sol admira,

1 Francisco López" de A~ilar, muer­to en 1655, es aliado de Lope en las polémi~as literarias de su 'tiempo. Fir­!p~ la de9icatoria «Al teatro» qu~ pre­cede,a La· Dorotea ,(pp. 50-:-55 .. y 58), en realidad escrita por el, propio Lope, y también .firma la aprobación.

2 ·Se refiere Lope a '·su anterior vo­lmnen misceláneo de La Filomena con otras diversas ·rimas, pfosáf y versos euya primera.edición se imprime en la casa de la viuda de Alonso Martín, el año 1621 en Madrid. El soneto se incluye en efecto al final del volumen, con el

viste

lema de Crisóstomo: «Castitas res est angelica1>.

3 Traducción del apotegma de Só­crates tal y como lo refiere Erasmo (Apotegmas, m,. 33): «Scientiam dice· bat unicum esse bónum: contra, uni· cum malum ignorantiaht>>,

4 La oposición entre lós términos nuevos de decir y el alma de los concetos reproduce 'la anterior entre la dificultad en la lengua y en la sentencia, Se trata de una velada-crítica en: contra de los , seguidores de Góngora, los «cultos» de ' los que habla al final de esta epístola.

~--

LA CIRCE 171

que de inferiores mundos se retira a' _donde el querubín ardiendo- asiste.

No puede elementar 'fuego aprasaq~e. La virtud celestial, que vivifi~a, . -envidia el verme a la suprem~ alzarme.

Que donae el fuego angélicq m~ aplica, ¿cómo podrá mortal poder tocarme, que <<eter;no>> ·y «fin>> co_ntradici6n implica?

' La ip.tenciól} des te soneto (llamemos así al argumento) fue pintar un hombre que, habiendo algunos años seguido sus pasiones, abier­tos los ojos del entendi!l}iento, se des~udaba dellas, y reducido a la conterpplación del· divino Ainor, -de todo punto se :hallaba libre de: sus afectos.5 Y no es de condenar porque parezca enig­mático, siendo tan alta la materia y• el sujeto' tan digno, pues Pla­tón lo qu_e escribió ·de las cos~s divinas -lo envolvió en fábulas· y imágenes matemáticas, de suerte que de ninguno y de pocos fuese entendido. 6 Que alguna vez nos habemos de apartar del común y simple modo de .decir, est enim (como Quintiliano difine) figura orationis ornatus. 7

Fúndalé en tres •fuegos correspondientes a tres mundos: 8 El ca"

5 Algo semejante escribe Lope _en SUJ

comediaLa dama boba (acto primero,­vv. 542-549), .cuando glosa· el mismo soneto: «La intenCión, o -el argumen-. to, 1 es pintar a quien ya llega 1 libre del amor que ciega, 1 con luz del en­tendimiento, 1 a la alta contemplación de aquel puro amor sin fin, 1 donde es fuego el serafín>>. m mismó propó­sito ejemplar queda manifiesto también en el poema .. mitólogico de La ·Circe, III, 233-240, que da título alivolumen misceláneo donde se incluye (Obras poé­ticas, 225): «Yo prometí, Señor, que cantaría 1 la. resistencia. de un varón prudente, 1 éuyo valor. divino le de;­VÍa 1 que amor lascivo divertirle in­tente; 1 ya_ por esta moral filosofía 1 se. ve el ejemplo y la virtud presen­te 1 de quien jamás, amado y persegui­do, 1 la patria celestial puso en olVido>>.

6 Lo mismo que . en La dama boba

(acto primero, Vv, 579-583): <<Platón, 1

a lo que en cosas divÍI¡as· 1 escribió, puso cortinas 1 que, tales como estas, son.J matemáticas figuras 1 y enig­maS>>. La idea es traducción directa del Heptaplus de Pico della Mirandola, ci­tado poco después por Lope: <<Plató 0 oster ita, involucris aenigmatum, fa" bularum velamine, mathematicis ima~ ginibus et subobseuris recedentium sen, suum indiciis, sua dogmata occultavit>> (Scritti. vari, 172).

7 <<Es la figura la gracia del estilo.>> La sentencia aparece-literalmente en la Theologia• symbolica, (p. 33) de. Andrea de Acitores, quien remite al libro de Quintiliano, Institutio oratoria, l, 9, don­de se habla de las figuras retóricas en generaL

8 Los tres mundos que correspon­den a los tres fuegos . sop el angélico o intelectual, el celeste formado por las esferas y el sublunar donde .vive el hóm­bre, como explica Pico della Mirando-

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LOPE DE VE:GA

lor es en nosotros calidad elementar, la celestial es la virtud que calienta, la angélica es la idea del.calor. ·Fuego es el· elemento en nosotros, fuego es el sol' en el cielo y fueg'o el entendimiento será­fico; pero difieren en que el elementar abrasa, ·el celeste vivifica y el sobreceleste ama. Así lo aispu~a divina,y sutilmente Pico Mi­randulano en su Héptablo:9

Que a la virtud ·celeste aspira. Dice que, resistiendo al fuego, significado por el elementar, aspira a la, virtud celeste, que es la contemplacjóq de los orbes celestiales, para alejarse de fas cosas ter.res tres.

Y en las mentes angélicas se mira! que se halla este amor como en espejo, JI1irá/;}dose en las .,mentes de los ángeles que coq. tanta pu;reza aman y asisten a la presencia. del. verdadero amor porque, ac9mpañada el alma dellos, lleg_a a ~ontemplarle; que <<translati ad ¡_regnum Christi, ad· eos A~ gel os i:~;q1 cepimus p!!rtinere>> como dice. San Agustín en su. Ciudad de Dios!0 Pues viend~ ell~s a Dfos, como dice la Verdad divina por San Pablo, nosotros <<per ~p<Eculum in aenigmate»." Q~e este verso diga que se mira en ellos se entiend!! por las p:Jla\:>ras de CrjsptQtno: <<Castitas res est angelic;¡, per. hoc enim solum homines Angelis assimiÍantur>>.12

la en su Heptaplus y también Acitores en. su .Theologia symbolica (pp. 268-269). Además, Pico. considera que el hombre, según la tradicional idea del microcosmos, compendia las caracterís­ticas·principales de los tres mundos: «El hombre no es tanto un cuarto mundo, cuanto la síntesis de los .. tres mundos descritos>> (Scritti vari, 300).

9 En efecto, el párrafo traduce de• manera.casi literal el pas.aje correspon" diente del Heptaplus de Pico della Mi­randola: «Est apud nos calor- qualitas elementaris, est in caelestibus virtus ex­calfactoria, est ··in angelicis. mentibus idea caloris. Dicam aliquid expressius: est apud nos ignis quod est elemen­tum; Sol ignis .in caelo est; est in re­gione ultramundana .ignis seraphicus intellectus. Sed vide quid differat. Ele-. mentaris urit, caelestis vivificat; super­cadestis amat» (Sciitti vari, 188) . .Lope. repite la tripartición en.La dama boba

'

(acto:primero, \rv. 552-553' y 556-561): «Tres fuegos que corresponden, 1 her­mosa Nise, a tres mundos ... Calidad elemental 1 es el calor eri nósotr~s; 1 la· celestial es virtud 1 que calienta y que recrea, 1 y la angélica es la idea del calor».

10 La Ciuíiad de Dios, XXII, 29: «Trasladados al reino dé_Cristo, .comen­zamos.a pertenecer a: aquellos ángeles».

11 L Corintios 13, 12: vemos «por un espejo, y en enigma». San.Agustín (La Ciudad de Dios, XXII, 29) cita también la famosa expresión de San Pablo.

12 «La castidad es angélica, pues·sólo por esto los hombres se parecen a los ángeles». En el Commento sopra.:una can­zone de amare composta da Giro/amo Be­nivieni, Pico .se refiere .. al amor «angéli­co» ,de aquellos que iluminados por el «estudio filosófico». abandonan et amor de las <<bellezas sensiblesw por el de -las <<cele~tes» (Scri¡ti l(ari, 531) ..

LA· CIRCE 173

Pues sólo por la felicidad ·se·.diferenciaq, de. suerte que, en lo que se aparta: del hombre, le .iguala con el ángel; porque dop.de San· Marzal, escribiendo a los tolosanos, dijo que solos los ángeles go­zaban de la vista de Dios; añadió, y todos los que le aman peifec­tamente.13 'Virtus unitiva llamó aLamor San Bernardo.'4 Luego esta unión no sólo. s¡; hará con los. ángeles, pero con el mismo Dios. Marsilio Ficiiio· dice que la lumbre !le la divina mente no se infun­de eh el' alma, ·si dla, como la luna al sol, no se revuelve a ella, y que esto no es ha~ta tanto que ponga a una parte. lós engaños. de los sentidos y las nieblas· de la fantasía, y desnuda de aquella· calígine''Y sombra, que. así llamó Teofilatb a la inorancia, se re­duzga a lo más. secret9 de ola misma mente. '5 Y Mercurio en el Pimandro introduce la mente divina diciendo: <<Comprehéndeme tú, que yo te enseñaré>>, y que finalmente, cuando ·le enseñó, vio en la suya la luz existente, coh potencias inumerables·, un orha-

. . ' . f d d d " 6 mento sm termmo y un·. uego cerca o e gqn po er. ·

Donde la. i3ea de'l calor consiste. Que los ángeles estén significa­dos por eHuego en la Escritura declara San Dionisia con las visio­nes de Ezequiel: <<Eam enim invenies non .solum rotas igneas fin-1 gere, sed etiam ignea animalia et viros quasi fulgenteS>>, y más• adelante: ·,,Tronos igneoS>>, y que a los Serafines «incensas. ex eo nomine Scriptura ·declarat>>, y está esto tan firme, que diée: <<eis-. que ignis et proprietatem et actionem tribuit>>.17 Y sin otras co­sas, discurre en la grandeza deste nombre fuego, como allí se pue-

IJ En el Commento, Pico también se· refiere a.la «via amatoria>; como un me­dio de purgación e iluminación hasta que regresa. al afma la «memoria de la parte intelectual» y «purgada del fue" go amói'os<i» se·transfigura en-una «for­ma angélica» (Scritti vari~ 481).

'4 En los Lugares comunes (fol. 54) de· Aranda, se atribuye a .San-Dionisia la sentencia .«Elamor tiene virtud uni­tiva y transformativa». En La Circe, III, 227 (Obras poéticas, 933), Lope se· refiere al amor como <<virtud entre dos almas unitiva».

rs En. el comentario al Banquete (VI, il 13) de Platón, y tras comparar ·a Dios j con la luz solar, Marsilio Ficino (Ope­

ra, II, 1351) afirma que la luz divina

L

se refleja como un espejo eli el alm,a, que cuando quiere se vuelve hacia Dios.

"16 Se refiere ·al inicio del Pimandro. o· Pimaníier, 3-4, atribuido a f!eqp.es Tris­megisto, en el·que'ia «mente divina» se aparece en forma de una luz «serena y alegre» para instruir al narrador de la visión. Véase M. Ficino, Opera, ll, 1837.

17 San Dionisia, De coelesti hierar­chia, XV, 2: «Pues-encontrarás que ella representa no: sólo ruedas de~ fuego, sino· también animales de fuego.y hombres• refulgentes» (se refiere a la visión del. profeta que se relata en Ezequiel 1,

4-28). «La Escritura los llama encen­didos por sil mismo nombre ... y les atribuye la propiedad y la acción del fuego».

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~74 LOI!E D.E V:EGA:

de. ver tan altamente, que por este_lugar sólo queda bien entendi­do el argumento geste soneto. Y así. J'riniegisto en áquella anti­quí~ima l'eología llafuó a Dios, Dios de fuego, majestad_y espíri­tu. '

8 ···E t. erit lumen Israel ,in igne», dijo Isaías. '9 Y ast Theos se

qeriva de <<Athein, quod est urere». 20 <<Ardientes. espíritus>> lla­mó a los ángeles Teófilo Eolengo, y adelante -dijo: <<Donde des­cansan las.,pintadas formas y ejemplares ideas; que calor parte es del Juego, como la luz del resplan'dor:». 21 Pero no yi~iera bien decir que de la1·luz, plJeS_ aquel calor es pa,rticipado ·de la verd;¡dera luz, ·<<fuente y origen de toda luz espiritual>> como dice• Andreas de Acitores en su Teología sirñbólica.22 Fuera de que d fuego y ella tienen diversos a~ributos metafóricos, ·y _asUa ·llamó Edu;¡rdo <<flamma micans, fax coelicae y lampas!>, y después dijo: <<Lucife-run:t ignem flammiparum y vitae datorem ... 23 ~ r

No ya como elemento. el fuego viste 1 el alma; __ Este atnw es fue­go!ab effectu, a quien se transfiere la causa por metonimia, que <<perurit •ex imagine, et forma- -alicuius .. pulchr:it_udinis», como SaÓ Jerónimo dijo,

24 Platón le.lláma ardor:- <<Amoris ardore insa-

• J 25 , . . o • - -· •

nn~nt». ·Y calor .no .esta fuera de ser ent_end1do por ·el 1\fu()r, pu7s Sép.eca le ·llamó: <<Blandus animi calor».26 Con Platón se conformó Virgilio, <<ardebat Alexim».27 Pero es significando su. l)layor fuerza, que también Séneca (que le Hamó blando calor)

t

'8 -~e refiere a los tratados gnósticos

attibuidos ·a Hermes Tris¡p.egisto, como el. P,imandro antes citado.

-'9 ~y la luz de I-srael -estará en . el, fueg~.» ~a cÚa de Isaías ·3, ~pare_!:e e~ la Tbeo/ogia symbolica, 228, de Acitores.'

20 Athein, «que es quem;r ... 21 Probablemente se· refiere al co­

mentarig que T~ófilo Folengq es_cribe sob~~ los salmos, donde define los es­píritus angélicos, ~egún. San. Pablo, coino· «llamá de fuego>> (In omnes J)q· viticos P!-aliJ1os commentaria, fol. 345), aunq~e no he podido loc.aJi~ar el resto• c!el· pasaje citado por Lope.

22 Acitores, cuyo libro utiliza· iope sin citarl_o en otras ocasiones, se refie­re en ~~ Theologia symbolica (p. 228) a C:¡:js_to comó «fons et origo totius spi­~italis luminis».

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23 «Llama reluciente, antorcha celes­te y resplandor ... Fuego luminqso fla­mígero y dador de vid?.»,

24 «Abrasa-por la representación y la

imaginaci§n -~e alguna _belleza.» Lope se refiere· de nuevo al fuego ele,mm­t,al, origen del calor que, por la rela­ción metonímica ca,_!l,sa~consecuencia, se aplica t;¡¡p.bién al sentimiento amo­roso.

is Platón, Banquete- ?,_07a, Diotima se refiere a la •caus;¡ rl§J amor y del de­seo en los animales: «Todos ellos en-­ferman pqr eT.ardor del amor».

26 Séneca, Octavia, II, 561: «Un blando calor del alma». '

27 Églogas, II, J: ,;Formosum pastor G:orydon ~r~ebat _Alexim» («El pas­tor, Coridón se abrasaba· de -aii_lO! por el )l,ermoso Alexis»).

1 ! ~L

LA CIRCE 175

r. . 'b ' .. '1 . 28 dijo en otro lugar que eta IUego «Vlscen us et vems -atens». -- Cuyo vuelo al sol admira. No es paréntesis, ni sip. ca~k porque es el segundo fuego del segundo mundo, por donde d1ce quepa­saba el alma a.-Ia contemplación del murido angélico. Que sea· fue" go también díjolo Lucrecio: <<Tremulum iubar haesitat ignis», y aun de la~ estrellas lo sintió ansí: <<Duw cernitur ardor·earum».29

Y fuego le llamó Mirandulano én el capítulo- I de su- Heptablo.l:' Que de inferiores mundos se retira. Está·;muy claro: por el nuestro

y el celeste, hasta pasar al angélico: Marsilió diferéncia estos ·mun­dos dividi'endo en dos" operaciones la ,Sabiduría ·divina: una que ' está enrlá' naturaleza del mismo Dios, y: otra que 'Se es tiende a· las cosas de afue~a; la primera, que concibi9 el rnurido primero y eterno; ·la~ segunda, que cría el· segundo y temporal Y Y así el Maestro de las Sentencias: <<Duplicem in Deo agnoscunt ·potesta~ tem ordiriátam et absolutam>>Y Al celeste llamó Lucrecio mun­do, '··mágni moen1a mundi>>Y Pero dij9 todo esto divinamente Filipe Portes francés, en el segundo soneto:

Le pensier qui me plaist et qui le plus sovant me dérobe· a· moimesme et l,J.:¡v~.eiilent me pousse, nie retirant du monde, 4n ;¡'our, de una secousse, iusque au troisieme ciel II]._e alloit haut élevant. J,¡,

28: Fedra ··n, 643:, «visceribus ignis mersus et venis latens» («UD fuego su­mergido en mis e1,1tr;tñ~s y escondido en inis -venas>¡ )i como dice Fedra' a Hi-pólito. ,< ·

·2 9De rerum natura, v, 697: «Vacila

un trémulo. n!sp}a!ldo~ ·d~ lfuego», se refiere Lúcrécio- al ·soL Con.'anteriori­dad, se había referido ;ál· fuego de las estrellas (De rerum natura, V; 587): «Mientras !!S visiple su resplandor»' Ambos· son fuegos .pertene~el)tes· al mundo'··celeste, es decir, el «segundo fuego del segundo mundo».

¡o Recl!é~~ese que, según la tripar­tición qhe hace· Lope· a la zaga de Pico en su Hepta¡ilus (nota 9); al «segu,ndo mundo» ·o mundo celeste le correspon­de el fuego que <<vivifica»:

JI En el cowen~:uio al Banquete' l¡ 3_.

Marsi\io Ficino exP,one la ·creación del universo a partir de la idea que hay en Dios, -que primero crea la mente angé­lica, con posterioridad el alma y el cuet­po·del mundo (Opera, II, 1321'-'1322).

32 Se refiere probablell1ente a la co­nocida obra de Pietro Lombardo, Sen­tentiarum libri quatuor, aunque no he po­dido localizar. la cita: «Dos poderes alcen que hay en l)ios, uno relativo y otro absoluto».

33 be rerum natura, V, 454: «Las gr:~;ndes murallas del mundo».

34 Philippe Desportes, Les·premieres oeuvres-(París, 1573)', soneto II, 1-4, ci­tado por S.A. Vosters [1977, II:I40-152], con la traducción siguiente: «El pensamiento que me place y con más frecuencia 1 me sustrae a mí mismo y muy altamente me empuja· 1 retirán-

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•1

LO_PE DE V.EGA

.A donde el querubín ardiendo qsiste. A contemplar con. él <<noh :per quandam imaginariam:.intelligentiae perceptionem, sed per ve· rum quemdam. virtutis intellectum superioris: substa1_1tialemque·con· tactum, ubi non videt sblum sed gustat etiam atque tangit quam suavis· est Oominus>>; .. así Marsilio. Ficino· sobre J!lotino platónico, en el libro segundo de la· primera Eneada. 35 Q~erubín cuya voz <<cógnitionis plenitudinem significat>!, como .dice Didimo, o que <<illuc· ªscendens per s,ublim'erii ~e coelestem cognitionem evolat>>, como refiere DariieJ. Barbaro_ en su ·Cadena de oro·. 36

No puede elemetJ(ar Juego abrasarme. No son identidades, ni dice aquí lo mismo que .. ha dicho, ni es justo decir que todo el_soneto eS.fuego. Que_ como 'toda la poesía es amatoria, 'como lo entendió Ci~erón de Anacreonte, amor todo· es:Juego.37 Y aquí hace un m~tamorfoseos q~l humano al divino, lo que debió de querer-sig­nificar· el insigne poeta y jurisconsulto_ Alcia'to en_ aquel fuego de los~· dos Cupidos igne ign(s;38 al contrario del fuego que los ap.ti· gups ponían en las aras para que el retraído no hallase 'sagrado y diese en el castigo, que es ló que Eurípides· dijo de Hermión a Andrómaca; y el lugar de Plauto; para que los esclavos huyesen dehemplo de Venus, <<ignem magnum hic faciáni>>, como refiere sobre este· lugar Turnebo.39 Pues antes del fuego del amor hu­mano, se halla -defensa y sagrado en el divino, y se quieta y sosie-

dqme del mundo, un día, de un gol­pe, 1 fue .a .llevarme alto, hasta el ter­cer cielo»; Lope.se.refiereal tercer mun­do «angélicon.

35 En el comentario a las Eneadas de Plotino ·de Mªr~ilío ..Ficino (Opera, u, 1560): «No por alguna pe_rcepción.ima­ginaria de la inteligencia, siño por•U!l .verdadero conocimiento de la virtud 'su­perior y por un éontacto substanciál en el que no sólo se ve, sino inclu­so se gusta y toca cuán _suave es el Señor».

36 La definicjón de Didimo. ;sóbre

Quernbín («indica plenitud de conoci­miento») y el comentario de Daniel Barbar<) («subiendo allí vuela hacia el ·co11ocimiento .sublime y celeste») se en­cuentran en la obra de este 1Íltimo, Aurea ... caten(J; 161..

37-Cicerón, .Tuscula_nae, IV, 33: l<Nam Anacreoñtis quidem tcita poesis est ama­toria» ..

38-Alciato, Emblem'!s, CX: «res mira, crematur 1 Igne ignis, furias odit A_moris amor>>, según la traduccipn de B. Daza· (1549): «Con fuego el fuego (gran.cosa) se· inflama. 1 -Del_ amor abo­rrece. Amor la llama».

39 Adrianus: Tur~ebus, Adversaria, IX, 12, refiere la costumbre de utilizar el fuego para· que abandonaran los al­tares quienes se acogen a sagrado y, en efecto, cita. el pasaje de Eurípjdes (Ai-zdrómaca, vv. 255-26ó) que refiere Lope, así como el de Plauto (Rudens; Ill, 4), cuando el alcahuete Lábrax,de­cide incendiar el altar _de Venus, «ig­nem magnum hic faciam»: •«haré aquí una gran hoguera».

LA CIRCE I77

ga el: alma, por ser eL otro amor ·vano y mentiro'so';. y'.éste cierto, sólido y verdadero, como dije en el cuarto soneto: de mis Rin:zas sacras:

¡<3uán engañada el alma presúmía que con su capaddad pudiera hartarse con lo que el bien mortal le prometía!' Era su esfera Dios para .quiétafse, y ·como fuera dél lo pretendía, no pudo hasta t!!n.erle sosegarse. 4o

La v~d celestia,l que vivifica 1 envidia el verme a la suprema al.~arme. Esta virtud, que·es l;¡ de .los orbes celestia}~s. y su, influencia, qu~ no se .entiende aquí por la$ V}rtudes con que Co!Jl4nmente. se •lla­man a los á,ngeles, -como lo refiere San Dionisio en su Celeste jerar­quía Y Que envidi~ el yerme tan alto que la pasé ,es como llan;m a 1~ .}una <<aemula soli~ ppposita allegoria>>Y

Que dorde el,fuego angélico me aplica, ./ ¿cómo podrá mortal_poder tocarme? El divino Hieroteo, De amoris laudibus, dice deste amor (o sea divin~, angélico o humano) que impele a' las cosas superio­res que miren las inferiores, <<prospiciant et consulant>>, y que las iguales -<<Ínter se societate iungantur>>, y que las inferiores <<Se con­vertant ad superiora>>.43 Y entbncés alaba tanto Platón a los que llegan a esta,perfeción de espíritu, <<Si cui contigerit Ut ipsum pulch­rum intueatur, sincerum, integrum, purum, simplice¡:n>>, con esta exageración, <<non humanis-carnibus, coloribus, non aliis fnortali­bus nugis c<intáminatum, sed ipsum sei:undum se ·púlchrum divi­num inspiciat». 44

4° En- efecto, Lope cita los dos úl, timos tercetos del. soneto IV de·sus Ri­mas sacras (Viuda de Alonso Martín, Madrid, .r6I4). poemario relacionado ya desde·el.título.con la crisis-religiosa que ·conduce ·a su •autor al sacerdocio:

4l San Dionisio, De coelesti hierar­chia, VI, 1-2 y VIII,· I,-trata de .las' Vir­tudes que, junto con los· Tronos y Do­minaciones, forman una de las tres jerarquías angélicas.

42 «Rival del sol, por opuesta. ale­goría.»

43 La citá· de ·Hieroteo .o Jeroteo aparece en el libro de su discípulo San

Dioniso, De divinis nominibus, IV, 15, de- donde la toma Mafsilio Ficino .en su.comentario al Banquete, Ill, 1 (Gpe· ra, n, 1329): <<El amor divtnq, angéli­co, espiritual, animal o natural, no es otra cosa: que una. cierta Virtud,de jun.7 tar. y unir,. que mueve las cosas supe­riores a ejercer su providencia sobre las inferiores, y concilia las' cosas iguales en •una comunión social entre ellas. Y por último, invita a las inferiores a dirigiqe a las mejores. y más nobles».

44 En el Banquete, 2nd,e, ;Diotima describe_ la escala .. hacia la contempla­ción. de lo bell!J, y se pregunta •lo que

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!¡11

LOPE DE VEGA

Que eterno y fin contradición implica. El amor .divino éárece de fin, comctebihé' Sai\. Diónisio, De diviiiís nominibus; ;y así dice que es «quasi circulus quidam perpetuus•>.45 Y Platón, que el amor <<est im!f1ortalitatis desideril!m»¡ y Aristóteles, que <<amator ~emo qui non sep1per amet·~= uno, en .el Timeo y otro, en los Eticos, habiendo conocido la fuente. per~ne .. del .divino amor.46

Porque, como dice San Juan Grisóstomo, <<amare difficile est, nisi prius cognoscatur quod cupitur amare>>,47 que en buena filosofía es imposible. Hállase libre· el alma de que su amor pueda ser con­trastado porque, siendo eterno en Dios (••qui· solus habet immor­talitatem ·et lucem habitat ip.accesibilem», como dice el Apóstol a Ti~oteo),48 implicaría contradici§n el fin y la eternidad.

Y a ¡v. M. ha visto la explicadon de h;> que .en este soneto pare­. ció a !os c¡:íticos des te tiempo enigma; este nóm.bre ."tendrá lo· que no enHenden. Y o tengo lástima a los círculos y ambages. con que se escurecen, por llamarse <<cultos», tan lejos de imitar a su inven­tor, ~0p10 está del primer cielo de la ~luria el~ lucidísimo Impí­reo.49 Si bien en estos días hay quien los ·reprehenda dicíendo que

\

\ ' sucedería «Si le fuera posible a. alguno ver la belleza, en sí, pur~. limpia, sin ¡nezcla ... No contaminada por carnes humanas, ni por las aJ?ariencias ni por otras bagatelas mortales, y pudiera con­templar 1~ divina belleza 'en sÍ».·

45 Comenta San Dionisia, De díví· nís nomíníbus, IV, 14, que el amor di­vino •carece de fin y de principio» al igual que la «figura del círculo>>, com­paración que retoma M. Ficino en su comentario al Banquete, n, 2: ··E!. amor es un círculo bueno que gira eterpa, mente» (Opera, 11, IJ24)· Pico dedica un capítulo de su ·Commento a la ex­plicación de la correspondencia entre el amor y la-figura circular (Scrittí vari, 504-507)·

46 !-a cita de Platón sobre el amor, que •es deseo de la inmortalidad», apa­rece· en boca de Diotima (Banquete, 207a), y no en el Tímeo. Lope repite la idea. platónica en otras obras, por ejemplo: <<Ílo le llamara 1 de la irimor-· talidad ·Platón deseq» (Obras poéticas,

731) .. La cita .dé Aristóteles, -,,no ~s amante el que .. no ama siempre», apa­r~~ ¡!n la Etíca Eudém~a. 1235b.

47 ~Amar es difícil si no se conoce primero lo que se déseá amar.» Pico sostiene. una idea semejante en su Com· mento, cuando afirma que •!.lO se desea algo hasta después de;. que se conoce•¡ (Scrittí vari, p. 492).

48 1 Timoteo 6, 16: •El único in­mortaLque habita una luz inaccesiblé».

49 En el sistema geocéntrico, el Em­píreo o Únpíreo es la esfera del cielo que está más alejada.de la primera es­fera, que ; corresponde a la luna, así co.mo están alejados se~·Lope los lla­mados <<CUltos» del modelo ·que preten­den imitar, es decir, de Góngora. En el Heptaplus, después de referirse a las nueve primeras esferas del múndo ce­leste, afirma Pico: <<Po~gamos sobre los ríueve cielos el'· pécimo i¡ue los teólo­gos llaman Empíreo». Por el contraríq, la luna <<es el más bajo y .vil de todos los· astros» (Scrittí vari, 226 y 228) .•

LA CIRCE 179

usurpan el nombre de poetas sin conocimiento de la ciencia, y es la gracia que el ta). reprehensor no sabe ninguna. Y añade que escriben por su natural sólo y nuestra miseria, cosa que me ha movido a preguntar a V. M. si acaso sabe por dónde viene a ser miseria nuestra haber tantos poetas, o bu!'!nos o malos, que antes me parece abundancia; o, ;¡lo menos el autor deste aforismo, que ¿entre- cuáles se cuenta?50 Yo pienso que esto debe ser lo que re­fiere Plinio de Apeles, «Ultra crepidam iudicare».s' Tenía 'Apolo críticos y ya tiene calificadores, tenía emulaciones virtuosas y yá tiene··Iibelos de infamia de hólflbres de tales costumbres, que lo son de la Repiíblica y aun de la rpisma Naturaleza.

so Ironiza Lope a costa del repren­sor de los cultos al que antes alude.

SI •Juzgar más alH de la sandalia.» Se

trata de la conocida respuesta de Ape­les a un zapatero, tal y como la refiere Plinio, Naturalís Historia, XXXV, 36.

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í j.

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FRANCISCO CASCALES

<<CARTAS FILOLÓGICAS>>

El humanista murciano Francisco Cascales (c. 1564-1642h después. de militar como soldado en el ejército español por 'Francia, Flandes é 'Italia, regresa a ·su ciudad natal en 1594· Desde í597, ejerce• como preceptor de gramática en Cartagena. Cuando resulta elegido catedrático' del cob­gio de San Fulgencio en 1601, -establece su residencia en.Murcia, donde. permanece hasta s~ m~ert_e, Casado en tr.es .ocasiones (con Petronila de. QuirÓs, Luisa Contreps y Juana, Ferrer), sabemos que tiene cuatro hijos y qu,e, durante su existen¡:ia como repU;tado profesor, padece algunas pe­nurias económicas. Ade~ás del Dis¡urso de 'la ciudad de Cartagena (1598) y de ios Discursos.

his(Óricos spbre la (iuqad de Murcia (í621), obra esta última compuesta. por encargo del Ayunt~mjento <,!e ·su ciudad natal que le había concedido el títul~ de croqista, los dos tratados más· significativos de Cascales son las Tablas poéticas (1617) y las Cartas filológicas (1634). Las Tablas están· escritas-en forma de diálogo cuyo interlocutor principal, llamado Casta­lio, va comentando las pán<;ipales características de los· divenos géneros poétjco~ de acuerdo con la tradición cla~ici,sta de <;QII!t;ntaqo~ ~ la Poética, de Ari~tóteles y a la, epístola Ad Pisones de Horado, sqbre la que et pro­pio Cascale~ e~cribe una paráfrasis latina con el tJh~Jo qe Epistola Horati Flacci de Arte Poetica in methodum redacta (1636).

En cuanto a las Cartas filológicas, se trata de una colección mi~celáp.ea de treinta cartas divididas en tres décadas. Versa sobre los más variados asuntos, desde las cartas· de polémica y crítica literari~ (qu~ ~on l~s más numerosas) a la~ de erudición, sin olvidar aque1las en las .que el humanista hace eJ{hibjcíón de ~u ingenio, y las de asunto grave, sobre temas políti­cos e históricos.

181

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SOBRE EL NÚMERO TERNARIO

J\l Hcenciado Diego Magastre y al licenciado Alonso de la Mota: Por mi fe, señor licenci~do Magas.tre y ,señor licenciado Alonso

de la Mota, que me han echado las bulas.~ Quisieron V s.Ms, que. el día de los Reyes nos juntásemos a una merienda para alegrarnos en la fiesta. Puso u·ño un-capón y ·otro un par de perdices, y mi escote ordenaron que fuese ún discurso del número ternario en alusión a los Tres Reyes. Si yo me contentara éori traer las cosas que e11 sí encierra este númer<?, a diestro y a siniestro, pudiera sin diftcultad hacer -lil1 puevo ca,os ,y cumplir mi obligación a poco trabajp; pero, ya que acepté·esta parte, qui~rc;> dar:la con las notas y oJ:,servaciones de más erudición que pudiere, si de mí se puede esperar alguna.

Los Magos vinieron del Oriente a Jerusalem (Mateo 2), dicien­do: «¿Dónde ha nacido eh~y de lo judíos?, porque habemos vis­to sli'estrella y le venimos· a adorar>>. 2 L:r provincia oriental de dond~· vinieron f~e la Arabia, profetizada ya por DavidJ (Salmos 71, ro): <<Reges Tharsis et insulae inuneia ·offer~nt, 1 Reges Ara­b?m et Saba dona adducent>>.3 Arabia (dice Claudio Ptololl}eo) es fertilísirp.,a de .aromas; _envíanos encienso, mirra, jengibre, amo­no, cinamomo, copia de pimfenta y otras cosas; tiene famosos caballos, camellos y bueyes.4 Pues. el orQ 9~ .Arabia, ¿quién no le ce~ebra?. De aquí fueron los Magos o Reyes.

Magos entiendo (con el doctísimo Maldonado, sobre este lugar de San Mateo) no mágicos ni encantadores, sino hombres doctos y insignes en el conocimento de las estrellas y que, con la sagaci­dad natural y sciencia prognosticaron cosas futuras, y interpreta-

'echar bulas: en sentido figurado, 'imponer alguna carga'; en este caso, el discurso sobre el número temario que, como explica Cascales, ha escrito por encargo de sus colegas. Se trata de la típica captatio benevolentiae.

2 Mateo 2, 1: «ecce Magi ab oriente venerunt Ierosolymam, dicentes: -Ubi est qui natus est rex Iudaeorum? vidi­mus enim stellam eius in oriente, et

venimus adorare eumn. El texto de Cascales es una traducción directa del versículo citado. ·

3 «Los reyes de Tarsis y de las Is· las ofrecerán sus dones, 1 y los reyes de Seba y de Saba le pagarán tri­buto.>>

4 En su Cosmographia (v, 16-18), Ptolomeo describe la ubicación de Arabia.

!82

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1 ,CARTAS FILOLÓGICAS

ba~ sueños;. a.stró~?~~~!.;~, :_f~cto, ?_ pito_n:s o sabios; que los per­sas a los .sabtos llaman magos, como,los' gneg'os filósofos, los italia­nos de la Tos~ana arúspices, los indios bragmanes o gimnosofistas.5

Y estos. Magos era reyes (ésta. es la común opinión de los doctores sacros) b ·príncipes, que deLmismo modo se ha de entender. Vir; gilio, en ·aquel verso: <<Dié quibus in terris inscripti .nomina re­gum / nascantur flores»; 6 y Horado (oda 29, libro r) reyes. los llama cla:~~ente.: <<lcci, beatis nunc Arabum i~wides. 1 gaxis, et acrem mthttam patas 1 non ante devictis Sabaeo 1 regibus horri-biliqlle Medo».7 '

Y estos Reyes ~agos.eran tres según San Augustín, San León; Ruperto y otrqs. Llamábanse Melchior, Gaspar, ];3altasar: Tres fueron las regiones .de d9p_Qe v,inieron: Arabia, Sabá, Tarsis; tres los, dones que. o~r~cieron a Jesús: o¡:o, mirra, encienso .. Pues ¿por que tantas tnphcrdades? Porque, adorando a Cristo, con quien por vía ,de concomita1,1cia asistían al .Padre y el .Espíritu Santo, adoraba~ intrínse~amente fa Santísima Trinidad; que no es.posible que pubtesen vemdo tres para menos que para símbolo de la .divi­na Triada; h cual quiso Dios significar de mil maneras y en mil lugares.

Adam, padre del género humano, engendró tres hijos: Caín, Abel·y Set. Noé, padre segundo deJas gentes, procreó también tres: Serh, Cam y Jafet. Abraham hospedó tre~ ángeles; Sara coció tres medidas de harina para regalarlos; tres cortesías les hizo Abra• h~m: lavatorio, comida·y som~ra del árbol. Tres fueron los s:rntos de quien Dios se llama señor: dios de Abraham dios de Isaac· dios de Jacob. Tres los niños que salieron deÍ horno ilesos: A tres-·días que apacentó el ganado Moisés, se le apareció Dios en la zarza. 'J1res subieron al monte por la salud del pueblo: Moisés, Aaíón yHus. Tres veces se midió Elíseo con el nifio yar:r resuci-

5 Se refiere Cascales a la obra del je­suita Juan Maldonado, Commentarii in quatuór Evangelistas (1596 y i597); hay una traducción; castellana de· los Comen­tarios a San Mateo (Madrid, 1956), en la que se lee el pasaje aducido.

~Eglogas, III, 106-107: ·.cDime en

7 Carmina, l, XXIX, 1-4: <<ledo, ¿envidias ahora los opulentos tesoros de los árabes, y ·preparas una enconada guerra contra los reyes de Sabea, in• victos hasta el momento, tejiendo cade­nas también contra el terrible medo?».

8 Como se recuerda en los citados Commentarii de Maldonado (pp. 145,-146).

lqué país brotan las flores con los nom­

res de los reyes estampados».

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i 1

FRANCISCO CASCALES

tarlo ... · Y trecientos lugares hay .a .este propósito,. y no es el me­nor el de los Tres Mago,s o Reyes .de Oriente, q!-le hoy con tanta fiesta celebramos. ·

El númer~ .ternario fue venerado de los étnicos. de mil modos,9

con muchas. significaciones y a muchos propósitos. Aun ~as cosas que casualmente tenían el· número de tres· las estimaban .más que otras; por parecerles que, aunque. obradas acaso, tenían aproba­ción divina; porque estaban persuadidos que agradaba a Dios el número ternario; .tanto que vino a ser proverbio: «numero deus impare gaudet».10 Millares de cosas hay con el número de tres en sí incluso. Tres Parcas: .Láquesis, Cloto, Átropos. Tres Gra­cias: Talía, Aglaya, Pasitea. Tres hijos de Rea: Júpiter, Neptuno, Fitóm Y tres hijas: Vesta, Ceres, Juno. Tres. Sirenas en Trinacria. Tres ~nigmas proponía la esfinge tebana: cuál era la cosa de dos pies, lde tres pies y de cuatro pies/'

El ~erecho es ae tres maneras: natural, civil y gentil; la medici­na ta~bién: lógica, metódip y empírica, Los géneros de hablar son tres: sublime; templado y hu~ilde. La mesa délfica de Apcilo; de tres pies, ·dicha trípode. La ciudad de Roma es dividida. en tres estados: senatorio, ecuest~e y plebeyo. Des te número tuvieron nom­bres los tribus, tribunos, triunviros, trinummo y .trimegisto: La QuWera·fu~ bestia·de tres cabezas;.el monstro Sciia: perro, virgen y· pescado; las Górgonas, tres; Ias Furias, tres; las Ha.rpías, tres; los libros sibilinos, tres. Quien desto quisiere hacer córnucopia lea a Ausonio, en ·et idilio que comienza:12 <<Ter bibe»; quedará bastante· sati~fecho.'3

9.étnii:os: ·'gentiles, 'idólatras o paga· nos\ Después d!' los ejemplos que'Ca_s-­cales to~~ del Antiguo. Testa,mento: Adán, Noé, Abraham, etc., vienen las historias de la mitología grecolatina.

10 Es un conocido verso de Virgilio, Églogas, ym, 75: «a la divhJidad le agrada el número impar».

u Alusión a la leyenda de Edipo que aparece, por ejemplo, en la Ilíada, XXIII, o en las tragedias de S6focles~ Cuando Edipo llega a Tebas, la Esfin­ge le plantea· el enigma sobre cuál es el ser que anda ora.en dos, ora en tres, ora en cuatro patas y que, contraria­mente a los demás, es más débil cu·an-

'

tas más patas tiene. E¡lipo vence ·a la Esfinge porque a4iyina la ¡respuesta, ya que se trata .del hombre: que, cuando niño, camina a cuatro patas, luego con las dos piernas y, finalmente, se apoya en un bastón.

12 cornucopia: 'abundante recolec­ción'; aquí con un significado libresco o erudito equivalente al de 'varia lec­ción' que ya se atestigua .en las Noches Aticas (praefatio, 6) y que se populari­za en el título de diversas misceláneas como la de Ravisio Textor (1520).

13 Se refiere a la obra de Ausonio ti­tulada Griphus .ternarii numeri .que, .en efecto comienza: ,, Ter bibe -ve! totiens

CARTAS EILO!,ÓGICAS

Pero •lo que es más de copsiderar,. a mi juicio, ~on algunas ob­servaciones y notas acerca. del número ternario. La prirnera sea que naturaleza h_a_ce muchas cosas debajo ·deste número. Virgili<;>, en el-libro 1 de su Geótgica, avisa a los labradores el!! 1os -tiempos por la Lupa y por el Sol. De· la Lupa· hace tres prognósticos: que, obscura, señala lluvia; roJa, vientos; clara, serenidad.

Luna revertentes CU!l). primum colligit igne~, si nigrum obscuro COJllprenderit aére cornu, maximus agricolae ,pelagoque parabitur imber:, at si virgineo suffuderit ore ruborem, ventus erit: vento ·semper rubet aurea Phaebo: sin orta in quarto (namque is certissimus auctor) pura, nec _obtusis per caelum cornibu~ ibit, totus, et" ille dies, et qui nascentur ah illo, exactum ad mensem pluvia ventisque carébunt.

Si la Luna mostrare en er oqso ob~curo y neg~o el cuerno, grande lluvia •a la t~erra y al mar se le apareja; y· si sp rostro virginal sacare arreboles; ·habrá viento sin duda; pero, ,si por el cielo apareciere pura y clara, con cuernos plateados, todo aquel día y los demás .siguientes al fin del mes será tiempo sereno. ' 4

Del, Sol hace muchos prognósticos, mas en tres ma1,1~ras: del Sol cuando nace, y del Sol cuando se pon..e, y del Sol juntamente q¡ando nace y cuando se pone: <<sol -quoque et e~9riens et cum se condi­dit in undas, signa dabit», etc. Y más abajo:

At' si, cum refereti:¡ue díem conditque relatúm, lucidus orbis erir, frustra terrebere nimbis: et 'claro sylvas cernes Aquil~ne moveri. 15

ternos: sic mystica !ex est». A lo.largo de 90 versos, enumeq Ausonio moti­vos ternarios, varios de los cuales coin­ciden con' algunos ddos que había adu­cido Cascales inmediatamente antes, como las tres Parcas y las tres Gracias. (v. 19), Vesta, Ceres y Juno (vv. 7-8), la Trinacria (v. 20), tres tipos de me-•

dicina (vv. 67-68), tres modos retóri­cos de .hablar (v. 66), trípodes (v. 74), tres estados romanos (v. 78), tribunos (v. 79), etc.

14 Ge6rgicas, l, 427-4351 15 Ge6rgicas, I, 438~439: «El sol

también, al levantarse 'y cuando 1e ocul­te en las olas, dará sejíales»; I, 458-·

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186 FRANCISCO CASCALES

Y las señales-del Juicio Es tremo han de ser en el. Sol, en la ·Luna y en las. estrellas. Cosa notabilísima .fue lo que Naturaleza hizo cuando mostró tres soles a uh tiempo, y éstos solamente vistos en España,,la noche que.nació. Cristo, nue_stro Salvador. .¡Oh, ma­dre Naturaleza·, cuánto te debemos los españoles por habemos hon­rado con esta' estupenda triplicidad de soles, significadores de la Trinidad immensa. de Dios!

La segunda nota· es: que el número ter1,1ario significa el grado supremo de .perfección. Así parece por Horado (oda 1, libro I}: <<hunc, si mobilium turpa Quiritium 1 certat tergeminis tollere hominibus»,'6 etc., donde ·llama cargos tergéminos, Ó" triplicados, a los cargos amplísimos y excelentís~mos, cuales fueron la edilidad mayo~', la pretura y consulado. Y el mismo, en la oda 3: «illi robur :et aes tr~plex 1 circa pectus erat, qui fragilew truci./. com­¡:nisit pelago ratem 1 primus ... ». «El primero -dice- que sulcó el mar, sin duda tenía en el pecho algún roble o bronce triplicado; es a saber durísimo.••'' y el mismo, en 'la oda 13 deste libro, usó del mismo tér~ino: «felíces ter, et amplju~, 1 quos irrupta

1 ' ' tenet copula>>, etc. «Ü, tres veces dich,osos aquellos que viven en la no ;rompida cópula ª~1 matrimonio~•;'8 donde «tres vece~ di­chosos>> es lo mismo que «dichosísimos··~ ·Esta perfección enseña claramente el psalmista, Rey, dicien!fo en tres versos:

1

Be1tus ille, qui non abiit in consilio ·;impiortim et in via peccatorum non stetit et ih cathedra pestilentiae non sedit.

'Bienaventurado el que no se halló en el consejo de los malos, hi hizo alto en el camino de los -pecadores, · ni se asentó en la cáted~a de pestilencia. '9

Y el francés, en su lengy:¡, vulgar, p~n llamar ~un hombr~ muy valiente, le dice trefort: 'tres veces-fuerte'; .es a saber, 'fortísimo'.

460; «Por e! contrario, si, cuando con­duce el Sol al día y cuando lo oculta ya llevado, su iiisco es luminoso, te es­pantarán ep vano las densas nubes y v~_r.~s en vano la selva agitarse al soplo del Aquiló_n que aclara el cielo>>.

16 Carmina, I, I, 7-8: «Disfruta éste; si la muchedumbre de los ii\~9nJ, tantes ciudadanos pugna por ensalzar,·

lo con la triple J;Ilagistratura>>. -'7 Camiina; I, III, 9-12. 18 Carmina; 1, XIII, 17-18. '9 Salmos r, I'-'3. Cascales modifica

el Beatus vir con .que comienza la cita bíblica por Beatus. ille, que recuerda el inicio del famoso epodo II, I, de Ho­racio: «Beatus ille .qui procul ne­gotj,\s ... ».

CARTAS' FILOLÓGICAS

La tercera nota sea que el número ternario significa felicidad'. Horacio (oda 17! librp 2): «cum populus frequens 1 laetum thea­tris ter érepliit sonun:l>>; «Cuando el pueblo ·numeroso 1 hizo en los teatros tres veces alegre aplauso>>,20 felice, honra al que se le hace y gloria suma.21 Propercio (elegía· 8, libro j): «et manibus faustos ter qepuere. sonos>>; «y con las manos. le hicieron tres ve­ces aplausos felices>>.22 Y Virgilio, en ·el libro 4 de su Geórgica·, dice: .. «terque fragor stagnis auditus Avemis>>. 23 Aquí dice Servio que se alegró grandemente el infierno de ver volver a Eurídice, mujéf'de Orfeo;24 y, cu:¡,n,do el).t~s). el_l sepal de· su contento, las ánimas le <hicieron •tres veces aplauso.

La cuarta nota sea· que el número ·ternario fue .muy usado en los sacrificios y otras cpsas divinas, y en los encantos y arte mági, ca. Marón, libro 1 de la Geórgica:

terque novas circum felix eat hostia fruges, - omnis quam ·chorus, et socii comitentur. ovantes,

-et Cererem clamore vocent in tecta.

'La -bestia que ha de ser sacrificada dé tres vueltas primero a los sembrados, vaya el. coro tras ella; y con .guirnaldas los compañero~ síganla, llamando a Ceres con clamores a su casa. 25

Esta era Ia fiesta ambarval, que era ~aÍir a l;Jei}decir los panes alre­dedor de los sembrados, y celebrábase en honor de la diosa·Ceres, instituidora de la agricultura. Unos dicen que la res era un corde­ro, otros que un puerco, otros· que up. becerro; pero lo más cierto es que llebabanjuntamente tres reses: cordero,. becerro y puerco; y·por eso,. a este· sacrificio llamaban suovitaurilia, que es tanto comp decir: sus, ovis, taurus; los tres animales dichos. 'Lo mismo dice Catón erí el libro De re rustica, a quien se deQe ~ai el}tero qédio

. "~

2° Cármlna, Il, XVII, 25-26. 21 Se refiere la cita de Horado a

la reaparición tras una enfermedad'- de Mecenas en el teatro, cuando .es sa­ludado por la multitud que dé este modo le hace «felice honra>> y «gloria suma».

22 Elegías, lll, X, 4·

23 Geórgicas, IV, 493: «y. por tres ve­ces se dejó oír un sordo ruido, sobre el -lago del Averno».

24 En In VergiliiGeórgicá commentá­rius, IV, 493, Servio habla de la ale­gría por la .vuelta de Eurídice: «quasi exultarent umbrae reditu Eurydices>>.

25 Geórgicas, I, 345-347··

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I88 FRANCISCO CASCALES

to. 26 En Éin, lo que hace a nuestro propósito es que con aquella víctima daban tres vueltas a los sembrados, y que eran las reses tres, como. misterio muy proprio y acomodado a .las cqsas divinas.

Horacio (oda 28, libro r): <<Quamq\.lahl festinas·, non est.mora longa; licebit 1 iniecto ter pulvere curras~.27 Entre los antiguos, era casi sacrilegio dejar al difunto por sepultar. En Homero, Pa~ .troclo insepulto se le aparece a su amigo Aquiles '} le ruega que ·le dé luego sepultura porqúe pueda entrar en el infierno; que la gentilidád tenía que las ánimas de los que no habían sido sepulta­dos andaban vagando. por las soledades del Orco, y que Carón no las admitía en su barca para pasarlas.28 Y llamábase justa. se­pulturq cuando, al enterrar el cuerpo, se le echaba tres veces tierra; que es lo que aquí dice Horacio: <<Ter iniecto pulvere>>. Be. lo mismb se queja Ariadna, con Teseo, en Catulo: <<pro quo dilace­renda 'feris dabor alitibusque 1 praeda, nec iniecta tumulabor mortua terra»•29 Marciano· .diCe eh· la ley <<Di vi fratres, ff. de rellig. et sumpl funerum>>: <<Los hermanos divos, por un edicto, mandaron que n;die fuese osado inquietar el cuerpo entregado a la· justa se­pultu:a>>.30 Y Arquitas Iar:~;ntip_Q, en Bo.racio (oda 28, libro r), ruega· al marinero que pasa que no .pase sin echar un poco de tierra 'al cuerpo que allí estaba por enterrar: <<at tu, nauta, vagae ne paree malignus arenae 1 ossibus et capiti inhumato 1 particu­lam d¡¡re>>Y

Virgilio dice, en la persona de Sinón, que Diomedes y Ulises robarop de Troya el Paladion fatal, y que' apen.as le pusieron en

·26 Se refiere Cascales al libro cono­cido también como De Agricult~ra, 141, 1-4, donde Catón hace la interpreta­c,ión etimológica susodicha.

~7 Ca¡;mina, l, XXVIII-:2, 15-16: «Aun­que vas con prisa, rio es larga la demo­ra que te pido; podrás correr cuando me hayas echado tres puñados de tierra••.

28 Alusión a la Ilíada, XXIII, cuando Patroclo se aparece en 1 su~ño~ a su ami­go Aquiles:

2 9 Carmen, LXIV, T52-153: «A cam­bio, será entregada ·a fle~as ,y alimañas para ser pasto 1 de ellas .Y., muerta, no será sepultada con tierra encima>>.

3o Traducción .casi literal de. la ley contenida en ~i'pigrsto, ~1. 7: «Pe reli-

'

giosis et sumtibus funerum et ut funus ducere liceat» (<<De los lugares religio­sos y de los gastos de los entierros y de que·se permita llevar·a enterrar>>) cuyo epígrafe 39 advierte: «Divi fratres edic­to admon,u,er¡.m,t ue i_ustae sepulturae tra­ditum, id' est terra conditum corpus in­quietetun>. Téngase en cuenta que la denominación latina bivi podía aplicarse a los emperadores que recipían el título .de «divinos» o, como tradüce Cascales, divos.

3' Carmina, I, Xxviii-2,.4-6: ~<Pero .tú, marinero, no seas mezquino y de­jes de dar a mis huesos y a mi cabeza 'insepulta un poco de esa arena que el viento arrastra>>.

C.ART.AS FILOLÓGICAS

su real, cuando la diosa Palas l,!izo tres milagros:. uno, que echó de sí· llamaradas de Juego;: ·o.tro, que sudó; y otro, que tembló la estatt1a tres vec!.!s~

vix positum ¡castris .simulachrum: auere c;:qruscae )uminibus flammae arrectis, salsusque per .:¡rtJlS sudor iit: terque. ipsa solo (mirabilia dictu) emicuit, parmamque ferens, 'hastamque tremente.m.32

En los <:ncantos de la magia, era muy ordinario y' aun, a parecer de lotiñ1gicos, necesario este número. ELmismo Virgilio (Écloga 8):

terra tibi haec primum triplici diversa colore licia circumdo terque haec altaria circum effigiem duco: numero deus impare gaudetY

Donde vemos que pone tres lizos y tres colores,34 y que con Ia imagen .de cera da tres vueltas al altar. Teócrito, en su Pharmaceu­ttia·, dice: <<Ter libo, ter et haec pronuntio mystica verba>>: <<Tres veces sacrifico, y tres veces pronuncio estas místicas palabras>>Y Ovidio, en el 2 .de los Fastos, dice de una encantadora: que ponía ba:jo el lumbral tres pedazos-de encienso con tres dedos: <<et digitis tria thura tribus sub limine ponit>>.36 Y Tibulo, libro I: <<ter cane, ter dictis expue carminibus»: <<Canta tres· canciones y; dichas, escu­pe tres veces>>.37 Y Petrqnio, 'hablando de una maga:· <<ter me ius~ sit expuere tetqtie la:pillos iniicere irr sinum••: <<Tres veces me man­dó escupir, y echarle tres veces piedras en el regazo>>.38 Y el poeta Nemesiano: <<Quid prodest, quod me peregrini· mater Amintae 1

32 Eneida, u,. 172;-175: «Apc;nas co­locaron la estatua en el campo: llamas brillantes 1 ardieron eh sus ojos encen­didos y un .salado sudor /. cayó de sus miembros y tres· veces sola se alzó 1 (asombra decirlo) del suelo agitando su lanza y escudo».

33 Églogas, VIII, 73-75: «Comien­zo por ceñir alrededor de ti tres veces cada uno de estos tres hilos de tres co­lores diferentes, y por tres veces alre­dedor de estos altares llevo tu imagen, a la divinidad le agrada el número impar>>.

34lizos: 'hilos fuertes'. 35 Se .refier~· al. idilio segundo d'e

Teócrito, titulado «La hechicera» o «Las hechiceras», en el que la aprendiz de bruj~ Sirp.eta reali.z:¡ v.na, serie de con­juros para atraerse el amor de Delfis. El idilio de Teócrito es la fuente inme­diata de la égloga VIII de Virgilio an­tes citada.

36 Fastos, u, 573: «Tomando. con tres dedos tres granos de incienso los colo­ca bajo el umbral>>.

37 Elegías, l, II, 56. 38 Satiricon, CXXXI, 5,

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FRANCISCO' CASCÁLES

ter vittis, ter frortde sacra, ter thure vaporo/ ... 'lustrarit?»:.-«¿Qué importa.-dice- que lá madr~ del forastero Amintas.me· h'aya pu· rificado tres. veces con las. tocas, tres veces con la sagrada hoja, y tres veces con el vaporoso encienso?».39

La quinta nota sea que los gentiles tenían por cierto su daño y por cierto ·su l:iien, habiendo comproBación der número. terna· rio. Ovidio: ••Ter tecum conata loqui, ter inútiÍis liaesit /lingua, ter in piima destitit ore sonus••: «Tres· veces probé' a'hablarle, tres veces se me pegó a la ga,.rganta la inútillengu~, tres veces se que­dó ,la palabra en la boca».40 VirgiJ~<? (libro 7 de la Enelda): «hic pater omnipotens ter caelo .clarus ab alto 1 intoó.uit>•. Y luego dice: «diditur h~y suhitu Troiana per agmina· rumor, 1 advenisse diem quo debita .moenia cq¡Idant»: «Así como Júpiter tronó tres veces 4esde el cielo, .se alegraron lo~ tJ;:Qyanps grandemente y, con aqüell:¡ señal, tuvieron por cierto ser llegado el día de fundar la ciudad' prometida». 41 _ •

La ·sesta y última nota sea. que, así_ cristianos_ como gentiles, .siemp~e han sentido bien del número ternar~o, LQs pitagóricos (según'.Plut'ai'c<>) dedicaron el número ternario a la justicia, por· que la "justicia. está· en.medio de los dos extremos, ofensor y ofen· .diqo; con que se ~ngendra 'la triplicidad . .p y los ¡¡i!tigqQs, jno. so• •lamente olos n,~m~x;os, pero las figuras aplicaban a los nombres de los dioses, como- el triángulo a Diana; y -por eso la·. decían Tritoge­nia, y :l1 Minerva Trigémina porque .. los .egipcios c()n ella significa· ban lo~ .tiempos del •año, que entre ellos eran tres: verano, estío y invierno. 'Demócrito dijo que l~alas fue llamada Tritonia· por ha· ber dado tres preceptos acomodados a la· buena institución, «Bene consulendum, recte iudicandum, iuste agendum»: «Acon,sejar bien, juzgar bien, tratar bien».43 C.elio Rhodigino (lib. 22; cap. 9) dice que Dios, autor del universo, es reverenciado con 'tres cosas: con adoración! con-sacrificio de encienso y con himp,os; y éstos canta· dos en tres ti~mpos: por la mañana, a mediodía y .a 1~ ta.nle.44

La· Iglesia usa contra los tres enemigos.del alma: oraciones, orna· mentos y ceremonias.

39 Églogas, IV, 62-64.-40 Heroidas, rv, '7-8' 41 Eneida, vm, 14r y 144-145· -P La noticia está tomada de Rho­

digino en sus Lectionum Afitiquarum

libri triginta (XXII, g). 4l Demócrito, Los filósofos presocrá-

ticos, lll, 83r.. · 44 Lectionum Antiquarum libri trigin­

ta, XXII, 9·

CARTAS FILOLÓGICAS I9I

Eubulo decía que en la comida se han de beber tres copas de vino: una a la salud, otra al gusto, otra al sueño. En honra y gloria de los tres Horados que triunfaron de los tres Curiacios, dice Dionisio que instituyó el pueblo romano el privilegio de los tres hijos: «Ius trium liberorum». Y era que, a quien se le conce­día, se le daba renta o ración para sustentar tres hijos. 45 El em­perador pomiciano hizo merced deste privilegio a nu~stro espa­ñol Marcial; él mismo lo testifica en la cortapisa del libro 2:46

Natorum mihi ius tritim roganti · .......- Musarum pretium dedit .tneatutn,

solus qui poterat. Valebis, uxot: Non debet domini perire mulius. 47

Y, con esto, alzo las mesas de mi pobre convite; que no es razón perder por enfadoso lo que debiera merecer por el deseo de acer· tar. Nuestro Señor, etc. De casa} julio 3-

45 Dionisio de Halicamaso, Historia antigua de Roma (m, 22), en honor de la victoria de los tres Horacios sobre los Curiacios, se establece la ley según la cual el erario público costea la crianza de los tríllizos hasta la pubertad.

46 cortapisa: en sentido figurado, 'adorno y gracia con que se dice una

eosa'; aquí se entiende como 'adorno final'.

47 Epigramas, 11, XCII: «Cuando so­licité los derechos que se conceden a un padre de. tres hijos, J me los dio como recompensa por mis poemas 1 el único que podía. Adiós, esposa. 1 Un regalo del dueño no debe ser destruido».

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'1

JUAN DE ZA:j3ALETA «ERRORES CELEBRADOS»

Escasean los datos bipgráficos sobre Juan de z;abaleta, si bien sabemos que nace hacia .. 1616 y que muere unos sesenta años después. También puede aségurarse que consigue obtener rentas al ganar unos pleitos sobte sus derechos de mayorazgo, aunque su posición económica nunca fuera desahogada. Nombrado cronista de felipe IV, .sus inclinaciones 'literarias le llevan hacia el mundo de la comedia, .que gemuestra conocer a la·.per­fección, ·Escribe ·diversas piezas teatrales splo o en colaboración, entre las cualené.podría fitar Trófa abrasada, escrita con. Calderón, Aún vive la honra en los muertos, El ermitaño galán o El hijo de Marco Aurelio.

Sih embargo~ la f¡una de Zábaleta deri~a ~obre todo ,de su ,obra cost\lm­brista, principalm.ente del Día de fiesta por la mañana .(1654) y Día d~ fiesta por .la tarde (I66o), díptico organizado como una· serie de cuadro~ sobre la vida cotidiaqa madrileña y sobre sus personajes característicos. En 1667 aparece Ja primera edic[ón de sus Obras en 'prosa que, además de los cuadros costumbristás, incluye tratados y obras doctrinales, co¡:p.o los Problemas de ·filosoj{a niltural, la Historia de Nuestrá Señora .de Madrid o los Errores celebrados, su·obra con mayores pretensiones de originalidad, editada por primera vez en 1653.

Cada uno de; lo~ 36 epígrafes de los que consta la primera ~dición de los Erro~es ~elebrados. ;se divide a1 S\1 v~z en dos partes: ·e1 error p{opia­mente. dicho, d':JI¡.de se recoge algún pensamiento o apotegma clási<;s> co' múnmente aceptado, y el discurso en el que Zabaleta cuestiona el valor de las conclusiones del apotegma. Queda patente, por tanto, la voluntad polémica y contradictoria del autor con re~pecto al conocimiento re9bido y .tradicional. De hecho, los Errores celebrados son.el origen de obras en las que o bien se refuta el ·planteamiento de Zabaleta, como los Aciertos celebrados de la :¡intigüedad (1654) de José de la Torre, o bien se imita, como los Antiaxiomas (1682) de Fernando Díez. de Leiva.

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DISCURSO NOVENO

El hombre es un árllol celestial. V e~e er;¡ que tiene las raíces hacia el cielo; los cabellos son las raíces. 1 El cicló no tiene m~~ que e~ te, árbol; por él se ha dignado de parecer tierra, por él se parece la tierra al cielo. Ej lJgmbre e.s sombra de Qios; mu§:buen retrato es· de. Dios la sombra, porque. es retrato que se. hace· Dios a· sí mismo. El hombre es superior a todas las criatura's corporales. Cüantó hay bueno en ellas hay en él, y en él hay mucho más que ; en ellas. 2

Tkn gran cosa es ser hombre que cabe eri él el rimndo; por eso

1le ll;tman mundo pequeño.3 Tan excelente cosa es ser hom­

bre gue el mundo se de~var.~ecc:: de:: que Je llamen hombre grande. Muy parecidos son él uno al otro: EÍ mundo tiene a Dios por almá, el hombre tiene un alma que se parece a .Dios. El mundo :tienf Cl!_atro ~lementos, de cuatro elementos se compone el hom­bre} El mundo tiene -forma esférica, desde el vientre de su ma­dre la tiene el hombre: cuando sale dél, si estiende los brazos, también la tiene; si estando en cruz le quisiesen rodear desde cual­quiera de sus estremos con una línea, haría la línea un círculo

f ·-· ' ajust~do. 5 El mundo consta de cielo y tier~a, el hombre tiene par-

1 La comparación del hombre con un árbol al revés (con las raíces hacia el cie/Ó) ya está en la obra de Scipioh Mercurio, Degli efrori popolari d'Italia (libro·primero, capítulos'14: y ·I5) que Zabaleta traduce.en este discurso. Así, comenta el italiano (Degli e"ori popola­ri, fols. 24v-25) que <<los filósofos lla­man al hombre planta al revés, es de­cir, con las raíces hacia arriba ... planta que tiene la cabeza por tronco y los cabellos por raíces vueltas hacia el cie­lo, que es su propio territorio>>.

2 Esta consideración también apare­ce en el ~exto italiano, Degli e"ori po­polari, fol. 23: «El hombre es un epí­tome y un compendio de todas las cosas bellas y maravillosas que Dios, en la creación, infunde en las criaturas».

3 Después de la in,J-,agen del hombre comó árbol o planta inversa, con las raíces hacia el cielo, aparece la compa· ración del hombre con un ¡,pequeño mundo», que ta.rnbién se lee en el texto italiano (Degli mori'Popolari, fol. 23v): «Como si en un pequeño mundo se vie­se cuanto de bello y de bueno está di­fundido por todo el mundo».

4 Paralelismo que aparece también en Degli morí popolari (fol. 23v): «los cuatro elementos son los cuatro humo· res», es decir que el agua, tierra, aire y fuego se corresponden respectivamen· te con los humores humanos: flema, melancolía, sangre y cólera.

5 Se trata de una imagen clásica, la figura del hombre con las extremida­des extendidas «estando en cruz» y en-

~94

ERRORES ·CELEBRADOS 195

te en sí que se parece al cielo: la cabeza, en ella están' los ojos en· lugar de luceros. .

Mucho contiene el mundo; de todo ello ama la ciencia el hom7 bre; todo lo puede saber si quiere saberlo; capacidad hay en su entendimiento para todo: con él penetra.al cicló, con él escudriña la tierra. Por todas estas prerrogativas, se atrevió un antiguo a llamarle dios mortal. No dijo bien, pero se engañó con muy bue-na disculpa. 6

,

De todas estas perfecciones y. otras muchas está dotado el hom­bre. ¿Por~ qué desdeñaría Pl'?tino 7 que le viese la posterid:d en esta forma? Si· lo hizo por el parecer de nuestra estructura, nmgu­na cosa corporal hay tan hermosa, niQ.guna tan bien Jabricada, ninguna:.con tanto concierto, ninguna con.tanta harmonía,.de nin, guná hace tan agradable objeto. Si lo hizo por los defectos inte­riores de· nuestra humanidad, éstos no se retratan; y, si estaba tan mal con ellos, por verse sin ellos había de apetecer el andar retratado. Si lo que le avergonzaba era la materia de que era he­cho, de aquella misma·materia eran y habían sido todos· los prínci­pes del mundo; todos los varones insignes, cuantos ganaron triunfos; cuantos :merecieron aplausos. Bien se podía gloriar de ser de la especie de aquéllos.

Yo me holgara.preguntar a este hombre de qué materia se hol­gara .de ser, si le pesaba de ser de tierra. Porque, si se holgara de ~er •de .alguno de los otros tres elementos,8 todos .ellos están

cerrada en un círculo, según aparece des­de De Architectura (III, 1, 3) de Vitrubio.

6 La imagen del.liótíioré como «dios mortal» también ·proviene de la obra de Mercurio (Degli errori pqpolari, fol. 23): «El hombre es un dios t~rrestre y mor­tal, y Dios es un hombre celeste e in­mortal; •. Sin embargo, Zabalefa recha­za la comparación con un: No dijo bien, mientras que el italiano la aprue­b~ e incluso afirma, que le parece «una sentencia de oro más propia de úri cris­tiano que de un pagano». Según espe­cifica Mercurio, la fuente original de la comparación es la obra atribuida a Her­mes Trismegisto (La llave, 25): <<Hay que atreverse, pues, a decirlo: el hom­bre terrestre es un dios mortal, el

dios celeste es un hombre inmortal .. , 7 Se refiere al apotegma de Erasmo

(Apotegmas, VIII', 171) donde se narra la -respuesta de Plotino qu~, segJ!cy 1ª versión de Zabaleta,. dice así: «Amo­leo, hombre de. ánimo generoso y muy amante de los hombres de letras le pi­dió a Plotino, filósofo excelente entre los discípulos de Platón, que·se dejase retratar para que participasen de su pre­sencia en la niejor forma que pudiesen los siglos venideros. Plotino le dijo: "¿No me basta la afrenta de traer a cuestas esta humanidad, sino que tú quieras informar della a las edades fu­turas?". Hace caso desto Erasmo>>.

8-otros tres elementos: agua, aire y fuego.

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JUAN ·DE ZABALETA'

en esa tierra .. embebidos ·y:· mezclados. Si quisiera ser de plata, oro, diamantes o carbunclos: los carbunclos, los diamantes, el oro y la plata· son tierra y .tierra tan infeliz que es de mejor. calidad, una hormiga que todos ellos. ·Si le pesaba de no· ser. flor, parto de la, ti~~ra son las flores; :de ella. salen y a. ella· vuelven. Si ·apetecía ser hecho de 1,111 pedazo de cielo, el cielo no es t~Q perfecta ,criatu­ra como el hombre. Si quería. ser sólo alma, era pretender J?.Oveda­des en las obras de Dios; era corp.q(quer~r. enmedJrlas.·

El fin 'para que se hace el alma es para VIV!ficar el cuerpo, para regirle y para hacerle eterno. Querer ·alma ·sin cuerpo era querer alma sin oficio, Y ,sin qué qi para qué, no hace Dios nada. Fuera de que querer sin la carga• del cuerpó la sustancia deb alma, era quererla sin merecimientos; .porque, no teniendo C01l·quien pe­lea!,! no tendría a quien vencer. Si .. quería ser dios, era muy decla­radaf locura. Si se holgara de no ser, era desesperación muy despe-chada. · '

A1 todas luces, es error la· respuesta de este hombre y error con w.alignidad de vicio. 9 Porque, ~i era verdad ·que se afrentaba de ser ~um~no, no habiendo más que ser debajo• de la Luna, era so­berbia. Y, si fui: su intención no más que admirar con la respuesta al qte le pedía licencia para retratalle dándole. a entender que le pon(an en confusión los defectos de ,su naturaleza,. fue vanagloria. Para,mí, tengo que fue lo segundo porque no pqdía ignorar Ploti­no. que gozaba entre todas las criaturas corporales la suma digni­da4 siendo hombre.

Lo¡ má~ de aquellos filósofos flaquearo11 por la vanidad. Con Ja ell!briaguez de este vicio, hacían mil disparates, de donde a 'ellos les parecía que les ~aqía de resultar alabanza. ,¡Oh, gente loc;a! Los muchachos, cuando juegan, suelen hacer coronas de pa­pel y se las ponen. Los vanos,, de unas cosas que no valen nada, quieren hacer su glm;ia. Este filósofo quiso hacer su estimación de un desatino. El verdader<;> filosofar era huir ·de este defecto .y conocer que esta gloria no es duradera. En un arca sin llave, no está seguro un tesoro; en las bocas de los otros, no están ~eguras ·¡;stas locuras doradas. De la ~ca abierta, saca el que quiere lo que hay para hacer de ello lo que quiere; de las bocas ajenas, se

9·Después del discurso en alaban­za de la dignidad humana, a partir de aquí Zabaleta refuta explícitamente la

'

sentencia de Plotino, cuya respuesta explica por la vaitidad del filósofo "griego.

ERRORES CELEBRADOS 197

toman los hechos o los dichos de los otros para aplaudirlos o vitu­perados. Los buenos suelen correr peligro. ¿Qué harán los que no tienen más que la apariencia de bú.enós? Si este hombre supiera lo que él pensaba que sabía, echara de ver que los aplausos los alcanza mejor el que huye de ellos que el que va tg~ ~e ellos. La estimación humana se ep.<!mora de los desdenes; del que no pace c~so de ella, es de quien ella hace caso. Plotino deseó el aplauso y halló la censura.

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l

'

FÉLIX DE LUCIO ESPINOSA Y MALO «EPÍSTOL~AS V ARIAS••

Félix de Lucio Espinosa y Malo nace en Zaragoza (1646-1691). Se docto­ra en Leyes por la Universidad de Nápoles. Es nombrado caballero del .. hábito de Calatrava, secretario de Estado en el reino de Sicilia y; por últi­mo, consejero de Carlos JI.

E,nJre su obra, destacan las Epístolas varias (16~5), colecci6n· de 31 car­tas, c¡¡,d~.~11a de las cuales versa sobre di~¡;r¡;ntes asuntos eruditos y mora­les. S~ manifiesta en ellas un acusado iQter_és por conocer los oqgenes de instituciones, costumbres o diversas artes, como la pintura, la escultu­ra, la escritura, la monarquía, los· ritos funerarios, etc.

Además de su epistolario, publica Espinosa y Malo otras obras, como la colecci6n de sonetos titulada· Ociosidad ocupada y ocupación ociosa (1674), las oracion~s ret6ricas reunidás en sus Declamaciones, -escarmientos políticos y morales (16j4), las .Vidas de. los filósofos Demócrito. y Heráclito y los Ocios morales divid;dgs e!! descripciones simbólicas (169!).

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1 1

DE LA PINTURA, Y ALGUNOS INVENTORES

Y PRECEPTOS DELLA

r •

Al señor .,Dominico" Gargiuli de Espataro, 1 excelentísimo en el Arte.

Muchos días ha que· vi algunas obras de V. M. dispuestas con tal primor que me robaron tod:¡ la atención y de maravill~ quedé algúp rato suspe~so, viegdó a la excelencia que h~ lÍegado en V. M. este arte. Y, teniéndole comunicado, he venerado más sus obras, pue~J sé que no da Hneas .sin gue $epa con mucho fundame.Q.tO la pr,oporción.que debe ~eQe¡:, Ji~. distancia que debe ob~e;t;Varse y la igualdad que debe 1seguir; .estando alicionado tan .teóricamente en todos;los áutores"de.lo que·el.arte requiere y, prácticamente, en todas las rhás célebres academias, en que tantos años ha llevado tantos aplausos como lo manifiestan sus célebres discípulos, que son ya en toda la Italia dignos de grandes el}comios.

Entre todas las artes de segunda esfera (que les daremos este nombre), las cuales no son el conocer con el entendimiento, sino obrar con la mano,> es la Pintura, a mi parecer, la más noble y ex'celente: como aquella que, sagaz imitadora de la naturale­za, deleita los ojos con la hermosura, afila el ingenio con el artifi­cio, recrea la memoria con los sucesos pasados e incita el deseo a este ejercicio con el ejemplo de las cosas presentes.3 Pregúnte· sele a Atenas la estimación que hacían desta excelente arte, que todos los muchachos en sus primeros años los metían a dibujar

a Cardanus, in 17. De subtilitate.

1 Domenico Gargiulo, llamado Mic· co Spadaro (Nápoles, 1612-1679), es un paisajista además de pintor de escenas históricas y bíblicas. Se conservan obras suyas en diferentes museos, como el Louvre o Villa Borghese.

2 Se refiere a las artes mecánicas, de <<obrar por la mano», entre las que se sitúa la pintura, por oposición a las ar­tes liberales, que se identifican con un conocimiento menos práctico y más

teórico. Sin embargo, Espinosa y Malo también reivindica para la pintura la necesidad de conocer los principios teó· ricos como la «proporción», la <<distan· cia» o la <<igualdad>>.

3 En efecto, Hyeronymus Cardanus, De subtilitate (XVII, 317), sitúa la pin· tura entre las artes mecánicas, como la más noble: «Est enim pictura me· chanicarum omnium subtilissima. eadem vero et nobilissima».

200

EPÍST.OLA:S VARIAS" 201

Y· oósqtiejar; siendo re~ibida en el primer gtad9 de las artes libera­les. Examínenle a Roina,.b ~i .e.ra lícito. ejercitarla a otro que al ciudadano que .por \atgó tie¡:npo ,hubiese :probado la,'calidad de su sangte.4 Díganlo los griegos y latinos,' si.las familias q1ás ilus­tres·. se avergonzaron acaso ,de toinar desta. ins!gne arte, .. no sólo el oficio, sino etmismo hotribre. 5 •

Dispónese Ja .tela, aplícase al' color .. el pincel, corre diestra lá mano. a ,repartir. las. luces, las sombras, ~os lejb~, y" a fuerza de líneas hace.: ya parecer muy apartado lo que; está en campo llano: Es la,...pfimer 4ija. de la ide¡¡, madre del modelo, reina de la maravi­lla, ptitkesa de la simetría,· dueño de la proporción, norrria de las líneas .y •regla del compás. Er:¡ <;ostumbred y· ley entre los ro, manos que ningún esclavo .pudiese ejercitar esta arte; .antes se le daba ·pena riguro'sa a quien contravenía a este orden. 6

· Fue el primer .origen de· ila Pintura Amor,' pues ,según me acuerdo ·haber Jeído, liéenciándose y despidiéndose del objeto amado para alejarse dél, queriendo dejarle alguna memori~ suya, d¡;signó su. efigie 7 rudamente en. el. muro, al r.eflejó ge la luz ,rodeada de la sombra de su mismo cuerpo.

Requiérep.se al pintor tres calidades: ciencia. es la prime~a, para saber disponerla co~o .. conviene, .. experiencia paJ:¡ ·ej~rc;itarla según sus reglas, y diligencia· para que aplique -el ánimo con todo afecto a la obra . . Ha· de ser noticioso .de todas las ciencias: es necesaria la Teolo­gía p'arii poder con seguridad bosquejar las ·cqs:¡~ de Dios y de los santos; la Hí'storía/ sagrada y profana.. para no errar en las

b .Plinius, Íib. 35. cap. 'i:o; Gerardus 'Ioan~ios y ossius & s6. ~ Caelius Rodiginus, lib. 16,, cap. 3· .J Alexander ah Alexandro,

Diemm genialium libri. ' Ex commentariis Poetarum. f Sallustius; in Bello Iu#urthino. Philost~atu:'s", lib. 1 Iconum.

. 4:Plinio, Naturalis Historia, xxxv,. 36, da la noticia de. que en Grecia (no en Romá) se oonsideraba la pintura en­tre las artes liberales; sin que pudieran pr:¡cticarla los esclavos, sino tan sólo los nobles. Véase también la obra cita" da de Gerardus Io~~nes Vossius, De quatuor artibus popúlaribus, V, Ó-7.

5 .Afirma Rhodigino en sus Lectio­num Antiquamm libri triginta, XVI, 3,. que los atenienses reivindicaron' para· sí

principalmente la gloria ~n la pintura y en la, escultura. .

6 Aunque no he podido localizar el pasaje. ge Alejandro al que 'se refiere Espinosa, la costumbre de los griegos (que él atribuye a los romanos) ya he­mos visto que.se documenta en la obra de Plinio, Naturalis Historia, XXXV, 36, como lo recuerda también.Francisco.Pa­checo, en El arte -de la pintura, 77 J 13 9.

7 designó: 'dibujó'.

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202 FÉLIX DE LUCIO ESPLNOS·A Y MALO

costumbres• de las gentes ni en los sucesos;8 la Poesía/ por ,la· no­ticia que .ha de. tener de lo. fabuloso; 9 la :Anatomía, para .colocar lós músculos y artejos en .su. asiento sirr de(ecto;'0 la .Filosofía, para exprimir muchos accide~tes naturales ·sin error. Y, si nos hemos de gobernar por el sentir de Pánfilo Macedonio, maestro de Apeles, ¿cómo se podrán tirar con fundamento las líneash sin la Geometría?."· ¿Cómo divisar perfectamente l;¡¡s fábricas sin· la Arquitectura? ¿Cómo 'representados lugares del mundo sin 'la Cos­mografía? ¿Cómo mostrar 'las imágenes det cielo sin la Astrolo­gía? ¿Cómo designar los sitios de los países y ,las plantas de' las fortale,zas sin la Milicia? ¿Cólflo dar luz; a las figuras, disponer los lej?s, coteja¡; las posturas y proporcionar los movimientos sin la Perspectiva ?.12

Estó pertenece a la ciencia, pero la experiencia poco a poco ha de alcanzarse y con una continua fatiga. Los corintios·/ de la sqmbra del hombre (como dije) .u de la son:~bra de la mano, tuvie­ron sus principios.'3 Los egipcios fueron los primeros que -dibu­jaron·con líneas al cuerpo human<;>. Telefanes la ejercitó.~in colores.

s·nemetrius Phalereus, lib. 67 De e1ocutione. éicero, in Oratote. ~Plini,us- hiiíior, li. a. epistula 5· Ioanñes Stobaeus, Ecloga ethica, cap. 5-

; Gera_rdus Vossius, Liber de pjc¡ura & II.·

l Vide Plinius, lib. 35, cap. 9-

-~·Salustio, Bellum Iugurthinum, .IV,

6; hablún general de la necesidad 4~ co11srryar la memoria de los sucesos acaecidos: «memoria rerum gestarum». Por su parte, según Filóstrato el Vie­jo, Imágenes, l, r, la pintura con,tribu­ye al mejor conocimiento (le la, histo­ria así como la poesía.

9 Los p~sajes ci!ados de Demet~i9 Falereo y de Cicerón se encuentran en la· obra de Vossius, De quatuor artibus popularibus, V, 24, donde se cita De e/o, cutione a propósito de la opinión de un pit¡tor, el ·cual compara el argumen­to del cuadro con las fábulas de los poetas.

10 artejos:· 'articulaciones del cuerpo humano' o, de·manera todavía:más es­pecifica, 'articulaciones de los dedos'.

u No he podido localizar el pasaje de Plinio el Joven, pero sí lo encuen.-

t,roen'l:i,Naturalis Historia, ~X{CV, 36, donde se habla del' Pánfilo Macedonio, al que se refiere Espi~osa, muy versa­do en aritmética y geometría, sin las cuales negaba que se pudiera pintar con perfección. Sobre e! pasaje de Stobaeus, véa~e la obra de Vossius, De quatuor artibus popularibus, V, 24.

u Cita de. nuevo Jlspinosa la obra de Vossius, De quatuor artibus populari· bus_; V, u, donde no he podido locali­zar el pasaje. Sin emb~rgo el. epígrafe r6 trata de ra óptica ·en relación. con la sombra y la luz·.

IJ Plinio, Naturalis Historia, XXXV,

5, discute los orígenes de la pintura, que algunos dicen fue descubierta en­tre los corin~iqs y otros entre los egip­cios; pe_LO todos .la descubren a través de rodear con líneas ·la sombra del hombre. '

EPÍS.TOJ:AS ~ARIAS 203

Cleofan:to comenzó a introducirlos. Apolodoro·• hªlJó el pincel.14

Eumaro atenie~_se fue el primero que 9istinguió en la :pintura la mujer del varón .. Ciinón Cleoneo halló l<!s imágenes agobiªdas y posturas torcidas, comen:zó a variar los' semblªl).t_es, articuló los músculos, hit1Cli.ó las venas, encrespó los pliegues. y an:~gas de los· vestidos. Poligñoto 1 fue el primero qqe a las mujeres pintó con galas muy lucidas y dio pri'ncipio al abrir 1ª. boca y descubrir los dientes.'5 2_euxis esforzó la eip!nencia del relieve y .qio a las cpsas la~viveza del nat_ural. Parrasio m el).s_eñó a pintar coh siple­tría, exprimió la vista, la comp.ostura" del cal;>ello. 16 Y_, finalmen­te, Apeles en_ aquel siglo fué el que avanzó a todo$ en la excelen­cia, aunque es verdad ·que unos en aJg~na cosa llegaron a toda perfecdón y en ningil:n9 pellos se hallaron toqas juntas, por cuya . causa ll_evó Zeuxis" el primado d.e la fama en las tnJtas;17 Parrasio, en los contornos; Apeles• en los retratps;18 Anfión_, en la disposi­ción; Arístides/ erl l9s afectos; 19 Asclépiodoro, en· las medidas; Petcico, en los animales; Ar:deas, en~ los paisaje_s; Pausianes, en los muchachos; Eufranores/ en los h~_rqes;20 Eutiquides, en los carros;

k flinius, lib. 35, cap. IO. 1 Plato, lib. 3 Polit. Halicarnes. Disertatione de Demosthenis acumine, m Halic~~n~s, ubi supra. Quintilianus, lib. 12, cap. IO. " Aristotelis, Poetica, cap. 7;

Quintilianus, lib. 12, cap. ro; Plinius, lib. 35, cap. 9, ubi plurima de. Zeuxide leges.. • Valerius Maximus, lib. 8, cap. n.

Atheneus, lib .. .13. P Plinius lib .. 38, c .. IO et n. q Plinius Ji. 35, c~p. II.

14 En efecto, Apolodoro es el inven­tor del pincel según se.afií:ma en la Na­turalis Jtistoria; XXXV, 36.

15 Los pasajes citados .de Platón y de Dionisia de Halicarnaso aparecen en la obra de Vossius, De quatuor artibus po­pularibus, V, 36, donde se habla de ,Po­lignoto.

16 Espinosa cita a Quintiliano, Ins­titutio oratoria, XII, IO, quien da la no­ticia del ~intor Parrasio.

17En efecto, hablan de Zeuxis Aris­t6teles en la.Poética (1450a y 146rb); Quintiliano en la Institutio oratoria (XII,

IO} y Plinio en, la Naturalis Historia (XXXV, 36}. El primado de la fama en las frutas se. ilustra con la difundida

anécdota de las uvas pintadas· por Zeuxis que después narra Espinosa: «que,. engañados·los pájaros de las uvas pintadas, bajaron á picarlas».

18 Según Valerio Máximo, Dictorum factorumq·ue memorabilium VIll, II, Ale­jandro Magno concede.a.Apeles la. dig­nidad de. ser su retratista. También en Ateneo, Deipnosophisfae (591a).

'9 Naturalis Historia, XXXV, 36, des­taca la capacidad deLtebano Arístides para expresar ~1 sentimiento humano: «is omnium piimus animum pinxit ét sensus hominis expressit>>.

20 Naturalis Historia, XXXV, 40, «primus videtur expressisse dignitates heroumi>.

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204 FÉLIX DE TUCIO ESPIN.OSA Y MALO

Soso, .en~los pavil\lentos; Nicias, en la_s mujeres-y perros;· Claudia Serapión y ·Eudoro, en las scen;¡s; Turpilio, en l_~s figuras ~pequeñas.

Y deste siglo más vecino,21 florecieron 'el 'Parmesianino en la gracia·, .el Corr~chio en la terneza; Ti_ciano en las test;s; eL JJassa" .no en los .. animales, ·~l Pordonon _en la fiere_za, Andrés del Sarto en la g1,1lz,ura, ·lorgion· en el dar sombra, el Salviaii ~n· los vesti­dos', Paúlo Veronense en los fondQs; .el Tintoretd en la presteza, Alberto .Duri ·en la c:liJigencia, d Gangiaso egla ·práctica, Polidoro en la_s batallas~ el Bonarot:_¡ en la perspectiva, Caravacho en los sayoneS,

22 y' Rafael en ·muchas de las referidas cosas.

Ea diligencia es la -tercera parte del pin(or, en· que es necesario no perder punto' para ·acqmpañar los afectos cop los semblantes y ac<;iones, la viveza del· espítitu, los. movimientos del; cuerpo, los p~iegues del Vc;!stido, 1o hinchado del velo, la gracia en lá belle­za, I~ promptitud en' la mocedad, la gravedad ~n la vejez, el enco­gimepto en la modestia, la c:l~senvoltura en el arrojQ, la furia en la val~ntía, la autoridad _en la majestad, la piedad en la devoción, la alegr~a en la fiesta, ~'1 tristeza en el dolor, eho_bresalto en el estra­go, la atención en la maravilla y, en fin, que se expriman todos los motivos de la idea con la mayor perfección que pueda disponer el arte.23

',Vide Vossius, in libr~ de gra'phice, variis. in l~cis. Vide etiáni Iulius ··Caesar Bulengerus, Líber de pictura; iudovi_cus Demontiosius, De pic­tu{a antiquorum; Franciscus Iunius; Albertus Durerus et Leo Baptista

·, Albertus. 21 Después de .la enumeración de los

pintores de la Antigüedad cuya ·lejanía en el tiempo·marca Espinosa ·con··<<aquel siglo» (por opo!ición ·a «este siglo más vecino»), enuméta una serie de pin­tores contemporáneos, .la. mayoría italianos: Parmesianino·(Parmigiarini); Correchio:(Correggio), Ticiano (Tizia­no), Bassano, Pordoron (quizá Gio'­vanni Antonio Licino, el Pordenone, 1484-1539), Andrés del Sarto, Iorgion (Giorgione ), . Salvia ti~ (quizá Francesco Rossi, llamado también el ·Salviati, 1510-1563), !Paulo-Veronense, Tintoreto (Tintoretto ); Alberto Duri (por Alberto Durero seguramente); Gangiaso (al que .no he conseguido identificar), Polidoro

'

(quizá Polidoro.da Caravaggio, llama­do también Polidoro· Caldara·, '1492-1543), Bonarota (Miguel Ángel ·Buo­narroti), Caravacho (Caravaggio) y RafaeL ·

22 sayones: 'ministros de la justicia', 'verdugos'.

23 Insiste Espinosa en el componen­te teórico de la pintura («idea») inclu­so cuando ha~la de la «diligencia>>, la tercer~ de las cualidades del pintor jun­to con la «Ciencia» y la «experiencia». Además, cita una pequeña bibliografía en la que no falta el libro de Vossius, De quatuor artibus popularibus (v, 60) más otras cinco referencias, tres. de ellas sólo con el 'nombre de su autor: Leo

EPÍSTOLAS V'ARIAS• ·205

V. M., en países y aguas -creo que es el féni?t desfe :siglo. El ver con la proporción· y destreza que' estiende el aire·en el lienzo, que funda.l:rtierra, que ·allana las campañas, qu~ encorva los rpofí" tes, que ·cava los valles, condensa. las selvas, recoge 'las fuentes, desata los ríos, obscureceJas grutas y, finalmente, con 'tan hermo" sa variedad hace deliCios·a la vista.es para coronarlo.por único en el .arte.24 Si Arquímedes supo encender con' eL··cristal el fu·egd, si Arquitas hacer. una paloma ~e leñó que por maña del con trap~' so estendiese las alas, ~i Rugero •Bacomo por fuerza de su ·magia hacía llover y óbscurecerse el cielo, V. M. ·sin turoacióñ. alghrtá; sin iriáCmoVimiento que el leve impulso de la •mano·, imita en la tela ·con diestro pincel (as hazañas de. ~odo; de manera que, para mentirse v·erdadéro, ponen poca dificultad los ojos y, si .haY alguna, es para reducirlos más presto la adiniración.25 No faltan­do más que buscar artificio· para qacet lo que León .emperador de griegos, que tenía pájaro·s de oro que cantaban, y. Boecio, que tenía serpientes de metal que silbaban. '

Cuéntase de aquel gran pintor Nealces que piiifando un caballo feroz en acto de manejarlo, habiéndole dado toda aquella .perfec­ción que alcanzab::Lsu primor: alta cerviz, testa. pequeña, .cuello elevado, órejas afiladas, ojos vivos, nariz hinchada, pecho lleno; grupa espaciosa, vientre p,equeño, piérhas nervosas, rodillas redon­das, ctin rara,26 cola !!nó'espada y larga, frente estrellada; rem~n" dada piel y la 'huella fulminante y breve; queriend~, satisfech? ya de lo demás,' ·fingir la ·boca espull}ante con el ansia de la1fatb ga, después de haberla muchas veces bosquejado, deshecho, vuelta a hacer y ·tornadª a borrar; mudando pinceles, redoblando .colo-

:. Plinius lib. 35; cap. II.

Battista Alberti (De pictura), Alberto Durero (De symmetria pflrlium humano­rum corporum libri) y Franciscus Iunius (al que no.he podido 'identificar). Cita también .dos títulos, el Líber de pictura de Iulius Cesar Bulengerus,·o J3oulen­ger. (De pictura et statura libri duo, 1627) y el pe picíura antiquorum de Ludovi­cus ·Demontiosius, o Louis de ·Mont­josieu (incluido ·en la cuarta parte del Gallus Romae hospes, 1595).

24 Destaca Espinosa las cualidades como paisajista del' pintor al que dirb

ge su carta, Domenico Gargiulo, a quien denomina «féniX deste siglo» por ser «Ó!lico en el arte», así como es única el. ave Fénix.

2 5 Se pondera la excelencia de la pintura de Gargiulo con una imagen muy del gusto barroco, la ·del «enga­ño a los ojos», que se desarrolla más abajó cuando trae a colación, diversas pinturas de.la Arltigüedad"como la per­diz de Protógenes, las uvas de Zeuxis o la toalla de Parrasio.

26 'rala, ,escasa'.

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206 FÉLIX DE LUCIO ESPINOSA Y MALO

res, no bastándote finalmente el ánimo .de agradarse a sí mismo y .desconfiando de exprimirlo según su intención, enfurecido en coraje, tomó lá esponja donde suelen los.pin~ores limpiar sus ins­trumentos con ánimo de destruir con impaciencia tan largo traba­jo, y (¡o', gran maravilla!)' donde I)\) pudo llegar el arte, arribó el acaso. La: ~uette, en la pintura, cumplió el oficio de la naturale­za; en aguello que nó pudo la quietud de la diJigencia, alcanzó el ímpetu de la cólera. ,Porque la esponja inmunda. con los colores diversos .que había corregido al pincel, arrojada 'a la boca del caba­llo, le vino a dar la perfección,de la espuma que con tanto trabajo no había podido con'seguit la solicitud del arte.~7 No así V. M., que madura y consideradamente proporcionando los ·colores en la ta~la, no necesita de. agradecer a, la ca~ualidad el acierto; ni de mendlgar primores de la suerte, pues tiene tah fundamentada su habili~ad que consigue lo que quiere con sólo ponerlo por ejecución.

Escríbesé qu~, a la perdiz que pintó en la isla de Rodas Frotó­genes, volaron las perdices. Léese que el dragón pintado en el tríunyirato hizo cesar el canto de los pájaros que interrumpían el sueño a :Cépido. Cuéntase. queJos cuervos engañados de las tejas .pintadas eñ: el teatro de Claudio, para salir de las fingidas ventanas, le. volaron a los ojos. Sábese que pintaba Apeles tan semejantes hs imágenes y retra,tos de algunos que· muchos adi~­nos y. judiciarios, por la cara del retrato, pronosticaban.la vida y la muerte de· los ho_mbres. Publícase. de Zeuxis' que, engaña­dos·l~s pájaros de las uvas pintadas, ·bajaron a picarlas.28 De Pa­rrasio :se. refiere que -pintó. en una tabla .una toalla tan natural que mostrándosela a Zeuxis, pensando éste que debajo venía la pintu­ra, fue a descubrirla quedando engañado al querer apartar la toa­lla. Pero ¿de qué nos admiramos desto?, cuando cualquiera que

1 Ex Petrus Mexía, in Silva de varia léctione, et Plinius ubi supra.

27 Naturalis Historia, xxxv, 36._ La anécdota del caballo de N ealces a la que se alude está muy difundida; por ejem­plo, también la cuenta Pacheco en El arte de pintura, 437·

28 La conocida anécdota de-las uvas pintadas por Zeuxis l_a Cllent~, en efec­to, Plinio: Naturalis Historia· (XXXV, 36) y Pedro Mexía:-5ilva (1, 642): «Pin­tó después este Zeuxis en una tabla

a un- niño que. llevaba unas uvas en un. plato, et¡ tanta perfeción, que tam­.bién bajaron las aves a comer de las uvas; de lo cual quedó muy descon­tento, diciendo que, si h_ubiera pinta­do el niñ'o tan perfectamente como las uvas, que temieran dé! 'las aves y no osar_an abajar a·comerlas». Véase tam­bién El arte dé la -pintura, 520, de Fa­checo.

EPÍSTOLAS VARIAS 207

llegare sin particular atención a mirar la habilidad de V. M. en el lienzo, querrá que la mahó ~e asegure de lo que dudan los ojos.

Mucho se alabó la sagacidad de Ti1flantes" que, habiendo en · el sacrificio de Ifigenia pintado melancólico a Calcante, afligido i a Ulises, a Ayaz que gritaba, a Menelao que se deseperaba; cuan-1 do llegq .a querer pintar a Agamenón, que avanzase. a· todos éstos

: ~ en la pasión y en los afectos, conociendo que era empresa dificui-. tosa el representarlo, ni tan fácil .como la piedad del arúspice, el

-~ Í dolor de los amigos, el llanto del hermano y la tristeza de los f circunstantes, venció con la maña el defecto y le pintó con la ca­í beza baja,-fingie~do que al enjugarse las lágrimas' se había cubier-

to del todo el semblante.29 Más es aplaudida la industria, mu­chas veces, que el primor del arte; pues, a lo que no puede llegar éste, suele aJcai)zarlo aquélla con facilidad.

¡Cuánta veneración t1,1vo Demetrio a la Pintura• que, pudien­do quemar a· Rodas, no quiso ejecutarlo sólo por no a\>r\lsar el Baco de PrqtógenesP0 En tanta estimación estuvo la Pintura que en la Grecia se cuenta que el rey Candaulo y el rey· A talo compra­ton el uno una pintura de Arístides en cien talentos, y otra tabla de Bularco compró el otro en tanto oro. Dejo la Medusa de Ti­momaco, que la apreció César dictador en ochenta talentos. Y los Argonautas de Clicias, que los pagó Ortensio orador con ciento y cincuenta talentos. Pero, si consideramos bien la excelencia en quien la ejercita como V. M., no tiene precio. Viva V. M. para envidia del siglo presente, emulación del pasado y ejemplo primo­roso del venidero, etc.

" Vide Bulengerus et Gerardus Ioannes Vossius, Líber de graphice. • Quintilianus, ubi supra, Petronius Arbiter et alii. Vide circa facta

eorum varios Graecos et Romanos historicos.

29 La anécdota se cuenta en la obra de Vossius, De quatuor artibus populari­bus, V, 40. Se trata de una anécdo­ta bien conocida, que aparece también en El arte de la pintura, 296, por ejemplo.

JO En los dos libros que menciona Espinosa: Institutio oratoria (XII, ro) de

Quintiliano y Satiricon (LXXXIII, 1) de Petronio, tan sólo se menciona el nom­bre del pintor Protógenes. La fuente original de la anécdota podría ser, como ocurre en otros numerosos pasajes, la Naturalis Historia (xxxv, 36) o el li­bro de Vossius, De quatuor artibus po­pularibus (v, 50).

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FRANCISCO GUTI:gRREZ DE LOS RÍOS <<EL HOMBRE PRÁCTICO»

Francisco Gutiérrez de los Ríos, tercer conde de Fernán· Núñez, nace en Córdoba (1644). Entra al servicio de la r_eina doña María de Austria y, en 1660, 'viaja:·en el séquito de la· inf~t¡¡ María Teresa hacía- Francia, donde permanece hasta 1665~ Durante lo~ diez años siguientes, viaja por Europa eiLla-bores diplomáticas y mil,itares. Quizá reside en los -Países Bajos entre 1671 y 1675. En 1676, se encuentra en .Madrid donde se casa con doña Catalina Zapata de Mer¡.doza, que muere en 1681. EÍ:conde viaja a Sicilia en 1677 y continúa p~e~tando sus servicios ~ la corte: En 1684 es nombrado gobernador de Cádiz. Muere en 1717.

Como autor, el conde de Fernán Núñez es conóciclo casi ex~lusiva­mente por haber publicado un t;atado educativo titulado El hombre prácti, co (1686), dividido en 61 discursos sobre oiversas materias. Se· ha destaca­do en el manual de Gutiérrez de 10s Ríos .sti carácfer pragmático y utilitario patente ya desde el propio ·título ge la obra que, por otra parte, se consi­dera· como precursora ,del ¡re.g~amiento ilustrado.

209

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DE LA FILOSOFÍA EN GENERAL,

Y DE LA QUÍMICA

La ftlósofía que sobre los principios de Aristóteles se aprende hoy en las escuelas .no sólo podemos decir no· ser útil' al conocimien­to perfecto de las cosas naturales, cotrecCión de costumbres y de­más u~os de la vida activa o práctica' 2 en cualquiera. profésión des­te género (como mando de los hombres, conocimiento de la naturaleza, jurisprudencia, medicina, ecopomía, etc.), sino muy dañosa para todq ell'o en alguna manera porque todo esto consi.ste en ¿osas fí~ic¡1s y reales, con tal hábito de sujetarse a la razón y h~ir de la disputa contra,rjJl .a ~lla, que nos haga por último venir en cpnocimiento y afijarnos en las vérdade_s sólida~ y prá_cticas.

Y al contrario, este género de filosofía,. con lá .lógiea que sirve de introducción a ella, consistiendo más en palabras y distinciones quiméricas que en cosas físicas y reales, no sólo hace adquirir un hábito abstraído de las cosas prácticas, sino tenerlas todas por dis­putables poniendo la felicidad no en encontrar y convencerse de lo cierto y verdadero, sino puramente de vencer y quedar victo­rioso, en la disputa.3 Y así vemos defender en sus cátedras y con­clusiones hoy una cosa y la contraria mañana, quedando siempre triunfante el mantenedor con esta o aquella argucia o distinción contra los que se la disputan sin que en el largo curso de tiempo que ha tenido este género de estudio veamos haber quedado averi­guadas estas o aquellas verdades enseñándose como tales por los fundamentos innegables que las comprueban y poniéndolas a un lado (digámoslo así) para que no queden sujetas a controversia

'no ser útil: en el texto ser útil, aun­que añadimos el adverbio de negación necesario para el sentido.

2 práctica: con sus derivados (prácti­co, prácticamente ... ), es uno de los vo­cablos claves en la obra de Gutiérrez de los Ríos. En este discurso, se men­ciona en otras ocho ocasiones, relacio­nado además con otros vocablos igual­mente significativos de la mentalidad preilustrada, como activa (en otras cinco

ocasiones) y útil (en otras tres). 3 Como recuerda F. Rico [1993:

48-49], una de las críticas habituales en contra de la escolástica era la de ser estéril por no extraer consecuencias prácticas de las especulaciones. Los hu­manistas reprochan a los bárbaros es­colásticos el esoterismo especializado de la doctrina además del verbalismo de los métodos basados en la discusión o en la disputatio.

210

:EL HOMBRE PRÁG,T,IGO 211

a el modo del .que~ empezando diversas obras, va concluyendo las que puede, dejando sólo er afán para las •que aún no 'ha ·podido perficionar.

Y si cóntra esto se aleg~re que ~ste género de filosofía y sus disputas sirven de introducción y .basá para mantener l;¡s de Ja sagrada teología y santos misterios de la religión· contra •las false­d;¡des de los que en ella quieren introducir novedades o sectas, concluiremos que se mantenga en buen hora p;¡q tan sa;nto fi~ y quede su estudio meramente para las personas eclesiásticas dedi­cadas a la contemplación y necesarias para impugnar los ·errores contra-la-religiórr. Y que los demás que profesaren una ·vida.activa y práctica no se embaracen ·en nada. de esto que pueda abstraerlos de· la práctica o confudir en ella sus operaciones.4

Muy vari;¡s ~op.. ~as sectas· u opiniones que hallamos así .de los filósofos antiguos ·como de los modernos que ya imitando a -los .que han precedido, y ya inventando, ·han establecido dogmas y princi­pios sobre que cada· uno ha fundado los discursos que le han pare­cido más proporcionados para el conocimiento Ul,l~ve~sal .de la na~ turaleza y regla de· las costumbres. Y como de ninguna manera podemos condenar a el que quisiere instruirse de todas estas opio niones porque el conocimiento de la naturaleza y de todo. lo q~e la compone es necesarísimo .a cualquiera hombre prácticamente sabio, y también le seria a éste de inconveniente una suma aplica-. ción a tan detectable· empleo, .parece que el. mejor medio o. más, sabio consejo seria recibir principalmente esta nociones del varón o libro que pareciese más docto en ellas para los usos prácticos (como yo juzgo serlo eL admirable. Gassendo)5 en tal manera, que su entendimiento se convenciest; de 1o scible, 6 de lo que no lo es, o de lo que puede ser problemático en. cádi ·cosa, .afijándose en ello y no dando su aplicación a nuevas o muy sutiles indagacio­nes que. le apartasen de los demás .usos prácticos de la vida, o que se la ocupasen enteramente, pues todo lo que el hombre prác: tico debe· procurar en ella es lo gue p'ara su instrúcción y operacio-

4· Alude a la distinción. tradicional entre la vi3a actil{a_ y la contemplativa que, en la tradición cristiana, personi­fican Marta y María (Lucas 10, 38-4'2) respectivamente. Característica de la mentalidad de Gutiérrez de los Ríos es la preferencia que manifiesta por la

«Vida ~ctiva y práctica>>. S Manifiesta sü admiración por el fi­

lósofo Pierre Gassendi (1592-1655), ene­migo también de las abstracciones que tanto disgustan a Gutiérrez de los Ríos.

6 de lo scible: 'de lo que se puede sa­ber o conocer' ..

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212 FRANCISCO GU-TIÉRREZ 'DE LOS RÍOS

nes activas le puede ser útil huyendo' el deseo. de guerer·ser exce­lente: en esta o aquella sciencia por el.de procurarlo en los manejos públicos. Y no incurriendo en la nota de algunos príncipes y hom­bres señaladós, que aplicados a esta o aquella facultad, les hemos visto por aventajarse en ella, ser despreciables en su profesión acti" va o dominante,

Y porque el estenderse a referir, aunque. fuese por mayor, 'los principios y opiniones sobre que cada' secta de filósofos ·se ha fun• dado no sólo sería. hacer des te tratado un volumen muy grueso, sino proceder. contra el método y fin de todos estos discursos, dejando esto a. el que lo quisiere ver -en Platón, en los fracmentos de Epicuro que halla.mos en Diógenes Laercio, en Aristóteles, en Séneca, en Plutarco, en Renato. Descartes, etc. ,7 sólo me ha pa­recidb no pasar en 'silencio alguna advertencia que juzgo necesaria sobrd la-químicao filosofía hermética, •llamada· así de Hermes·Tris­megisto a quien sus· profesores .reconocen por inventor: Porque con. las admirables operaciones que en ella vemos así en la separa­ción ·de los mixtos, como .en los varios y no pocas veces útiles reme'dios.hallados por este camino, se dejan tanto llevar del delei­te de sus investigaciones que ordinariamente. suelen abst~aerse y apartarse. de las .p:1ás cosas .prácticas. Y aun desto mismo ·hacen entre . .sí una especie de misterio, ·suponiendo· convenir así a la ver­dadera filosofía cuyo.nombre -dan. a esta su sciencia; en que, no pudi~ndo negai: por las razones dichas: al principio deste ·artículo que Jos profesore·s deben ser muy estimados en la república, sólo asentareipos que.el horpbre práctico y qedicado a una ·vida activa debe evitar ésta aplicación. Porque, declinando ordinariamente.mu­chos de sus profesores a la •quimérica' esperanza de la transmuta­ción física y real de los metale·s (o piedra filosofal, que 'llaman vulganiiente), con la: esperanza aérea de .que no sólo oro,8 sino la salud queoaría en sus manos por este medio, será bien estar prevenidos de lo poco creíble que esto sea, así porque la mejor parte de· los hombres sabios lo han juzgado ·desta manera, ·como· porque los ejemplos en contrario que nos alegan, bien considera­dos en las historias y memorias de las ge11tes, hallaremos ser in­ciertos. Fuera Q!:! que si lo IIJ..ás a que vemo.~ llegar el arte es a

7 Significativa es la cita de Descartes, único repre­sentante de los filósofos modernos equiparado :i los de la antigüedad grecolatina.

8 aérea: 'infundada'.

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EL HOMBRE PRÁCTICO 213

perficionar las obras empezadas por la naturaleza, como, por ejem­plo, con el calor de un horno templado en cierta manera experi­mentamos que las flores o frutos que habían de producir por mayo o por junio, se producen por diciembre o por enero, y que del mismo modo aplicado el del estiércol con el método conveniente, suple a el calor natural del ave y hace que sin ella salgan los po­llos de sus huevos; siendo todo esto no hacer de nuevo, ni trans­mutar de una cosa física y real en- otra, sino perficionar lo que la naturaleza había empezado a hacer. A que si- replicaren que el transmutar la plat;¡ en oro u el cobre en p\ata es también perfic!o­nar lo empezado por naturaleza, -cuyo intento supondrán era ha­cer la plata oro y el cobre plata, les negaremos el supuesto pre­guntándoles dónde han visto en la mina o matriz del metal (como suelen llamarla) un pedazo de cobre ya empezado a convertir en plata o un pedazo de plata ya empezado a convertir en oro. Y si nos dijeren que por medio de las separaciones químicas han sacado alguna vez de la plata oro, o del cobre plata, les responderemos que bien puede haber algunas porcion,es de un metal mezcladas con otro y que lo que sólo se. niega es que naturalmente se vayan convirtiendo las de• un metal en otro, en cuyo caso sólo se pudiera dar arte que, imitando a la naturaleza, hiciese lo mismo.

Pero no siendo esto así, y siendo cierto que cada una de las cosas criadas (según nos muestra la experiencia innegable) tiene sus principios generativos separados de la otra, que no hay arte que pueda ir contra la naturaleza y que lo que más que éste puede hacer es perficionarla en lo empezado por ella, parece· queda des­truida esta vana imaginación de los químicos y que sólo nos resta ponderar lo aéreo de las aprehensiones en que su pasión arroja a algunos de ellos .mezclando las cosas sagradas con las profanas y queriéndolo todo reducir a su intento, ya diciendo que la Sagra-. da EscrituJ;a trata desde el principio hasta el fin de su deseada piedra filosofal, ya suponiendo que Virgilio está lleno de sentidos alegóricos conducientes a esto, ya estableciendo otras dos mil fic­ciones discurridas con tanta sutileza y tan bien fundadas al pare­cer, que casi es imposible que siq grande especulación y tener la mente acostumbrada al establecimiento de verdades sólidas se pue­da entrar en conocimiento de las falsedades a que vemos declinar esta no poco útil sciencia química en sus buenos usos, en cuya prueba hallaremos muchos hombres harto sabios que se han deja­do (a mi entel).c;ler) engañar por ella.

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NOTAS CRÍTICAS

FERNANDO DEL PULGAR

La bibliografía sóbre Fernando del Pulgar se ha interesado más en su labor como historiador que por su labor epistolar y ensayística. Además de la edici6n de la Cr6nica que hace Mata. Carriazo en 1946, R.B. Tate edita los Claros varones en 1971. Sobre el ensayismo de Pulgar, véanse tan s6lo Marichal [1957:31-35] y Lawtance [1986:87-90]. Contamos, entre la~l:íibliografía reciente, con una edici6n de las Letras a cargo de Paola Elia [19&2], que- se_ basa en el incunable de Toledo, 1496, en el que se contiene la segunda redacci6n de la obra, aumentada hasta 32 cartas.

Sin embargo, el presente -texto de la carta sobre «Los males de'la vejez» reproduce la primera edici6n conocida de las Letras, sin pie de imprenta, aunque probablemente se publica por Fadriquer de -Basilea:, en Burgos, 1485; ejemplar 32-v-19 de la Biblioteca del Mon¡¡sterio 4e San Lorenzo del Escorial, fols. a-aiii. Hecho el cotejo de esta carta con las ediciones posteriores, no se advierten más que variantes gráficas sin mucha· impor­tancia, aunque en el párrafo que comienza <<Loa también el señor Tulio la vejeZ>>, después de la· frase <<e cuanto más anda. tanto más -va a no andar», la edici6n de Burgos continúa << ... nada. Y propiamente fablando, no se puede decir -con verdad que vive ni que muere el viejo: no muere porque aún tiene el ánima en el cuerpo, y no vive porque tiene la muerte tanto cerca y cuanto éierta . .Así que no sé yo qué vida puede tener él que este temor continuo tiene». Po~ otra parte, la expresi6n latina que aparece al final de la carta en la edici6n de Burgos como instantisime, en la de Toledo aparece como instantive.

Según J. Domínguez Bordona (ci~ado por Elia 1982:113), la carta so­bre <<Los males ·de la vejez» está redactada entre 1481 y 1482. En ella, Pulgar, lo mismo que con posterioridad Montaigne (Essais, 1, 27: <<De l'aage»), rechaza la visi6n tradicional sobre la vejez-tal y como se. desarro­lla en el diálogo De senectute de Cicer6n. Bacon también contrapone la vejez a la juventud en sus Essayes, XLII: <<Üf You:th and Age». Sobre el tratamiento del-tema de la vejez en Montaigne, véase Hugo Friedrich [1949:247-253]. Entre los ejemplos españoles (compárese A. Rallo 1979:170-'180 y ].A. Maravall 1966:83ss.), cabe destacar las Epístolas fa­miliares (11, 383-389) de Antonío. de Guevara ..

ANTONIO DE GUEVAR~

En la abundante bibliografía guevariana, es fundamental todavía el estu­dio de A. Redondo [1976] sobre los aspectos hist6ricos de su vida y obra. En otra monografía posterior, A. Rallo [1979] se iriteresa por la

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216 NOTAS CRÍTICAS

proyección renacentistá ide la obra guevariana; ,én contra de la tesis de Lida de Malkiel [1945], que insiste en su medievalismo quizá en exceso. Son numerosos los artículos y los estudios parciales sobre alguna o algu­nas de las cuestiones _dispf1tadas que implican las obras escritas por Gue­vara, des?e el pensamiento al estilo, estudiado por dzaro Carreter [1988] o Antomo Pneto [1986:177-217]. Eri cúanto:¡a las ediciones modernas de .los·tratados,guevarianos, cabnitar la de A . .Rallo [1984] y la de Emi­lio Blanéó [1994] sobre su libró quizá más representativo.

El texto de la <<Letra>> de Guevara se publica ·a partir de la, primera edición de la.s Epístolas familiares, realizaqa por• Juan de Villaqufrán, en Valladolid·, 1539; ejemplar· 29-v-4 de •la Biblioteca :del Monasterio de San,.Lorevzo del Escorial (fols. '34"'"35v). La edición de.].M. de Cossío [1952-1954]. toma·como· texto base el de una·edición posterior, realizada p_or[G. Coci, en Zaragoza, 1543, a· la que considera como segunda edi­CIÓn, pues afirma que la primera edición de l;is,Epístolas es la.:de Vallado­lid,JI542>también por Juan de Villaquirári. Hecho el cotejo entre la edi­ción princeps y la- reproducida .por Cossíó, no se aqvierten cambios sustanciales excepto el que afecta al destinatari'o de la carta, pues mientras en ja princeps es don Juan de Moneada, en la •de~Cossío es don Juan de Mendoza.

El tema de la .ira ya había sido tratado por Séneca, en uno de sus Dialogi más extensos, y por ·Plutarco en el diál<;>go De cohibenda ira inclui­do en sus Moralia. El propio.Montaigne retoma el asunto en sus Essais, 11, JI y luego Bacon, Essayes, LVII: <<Of Angen>. También·Guevara escri­'be ~tra epístola sobre. la· ira: <<Razonamiento ·hecho a su Majestad en un sermón de Cuaresma, a do se expone una palabra• del Psalmista>> (Epís­tolas familiares, 11). -

PEDRO MEXÍA 1

~ara una info_rmación· ~ctualizada sobre la obra· de Mexía, hay·que remi­tirSe al estudio de A. Castro Díaz [1989, I:7~146]'; quien ha· realizado al mismo tiempo sendas ediciones .de la Silva y de los Coloquios. Sobre el·erasmisrrio en particular, recordemos el plavteamiento de M.·.Bataillon ·[1950:648-649],. quiz,á demasiado radical ·y que por' ello ha suscitado la necesidad de comentarios y matizaciones.

Se publica el capítulo XLI de h primera parte de la Silva de .varia lección a partir de la edición princeps publicada por Domingo de Robertis, en Sevilla, julio de 1540; ejemplar RIJI8I7 de la Biblioteca Nacional de Ma­drid (fols. 50-51}. Se han tenido en. cuenta sucesivas ediciones de esta obra, en, especial la Óltima editada en vida de s'u autor, por Juan de Villa­quirán, en Valladolid, 1551, ejemplar R/9005 de la .Biblioteca Nacional de Madrid, que recientemente ha servido de texto base pára la menciona­da edición de A. Castro Díaz [1989-1990]. Con respecto al capítulo

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NO.TA:S _CRÍTICAS 217

aquí editado, no hay cambios_¡:;ualitat!vQ_~ ~JJ;<;epto la•numeración; ya que ~1 capítulo XLI de la edición de Sevilla _S!! cqp;:~sponde con el <;apítulo :Jg-11 de la de Valladolid. En general, sobre lqs 9!m.bios introdl,!cidos en la Silva a partir de la primera edición, véase l. Ler11rr [1982]. i

Jl!, «;tpítulo XLI de la edición de Sevilla tiene su co,r~!!l¡tJQ !!!). el. títplo de los J:Issais, 11, 37: <<De la ressemblance des enfants aux p~~es»., A dife­rencia del ens.~yj~ta francés, Mexía enfoca la semejanza-entre padr~s ,e; hijos desde la penpectiva casi exclusiva de la filosofía natural,_ dent~q de la tradición pseud9ari~totélica de los.Problemas. El capítulo de Mexía influye en otras miscel~n.\;<t.S de la época, como el jardín ,de flores curiosas (tratado primero, p. 123 po~ ejemplo) donde se l!lencionan varios partos maravillosos' a los que se inten.ta, qar vna explicación. Como señala Yndu­ráin (I978:IJO], <\en el siglo XVI, e,n_gt;J;l,eral, el interés _POr las anomalías va acompañado por la preo~upación qe averiguar el porqué de unos.fevó­menós aparentemente inexplicables••, Co,l), pos!erioridad, en el Examen, pp. 642-670, Hu~~e discute la teoría de; la g~neración tal• y como la expone Mexía.

ANDRÉS LAGUNA.

Los diversos estudios de Marcel Bataillon han p~esto de reÜeve la impor­tancia de Andrés Laguna, eJ:.l la cultura de su tiempo de~de la perspectiva def humanismo y del erasmismo, además de contribuir a la qebatida cues~ tión sobre la autoria del Viaje de Tu~quía. ~ .

Pór otra parte, sobre la traducción de la obra farmacológiCa de Dioscó­rides, es imprescindiblé la, gigantes<;a edición de Dubler [1955]. Téngase en cuenta que sólo hasta 1695 hay trece ediciones conocidas dé la traduc­ción que publica Laguna con_ sus comentarios. Para la anotación sobre la víbora, se sigue el texto -d~ la. :P!:irner~ edición_, Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferQs impresC! por Juall: I:.atio, en Amber~s,_ 1555; ejemplar R/8514 de la Biblioteca Nacional de Madrid (pp. 132-13:4)· No se advierten variantes significativas col). respecto a las ediciones poste­riores, al menos según se deduce del cotejo del' capítulo 11, 16, donde se incluye el comentario sobre. las 'víboras_ .. Recordemos que el médicó y ensayista Thomas Browne dedica también un capítulo de sus Pseudo­doxia Epidemica (m, 16) a la misma materia -que trata Laguna y que con toqa probabilidad tiene efl· cuenta ·el comentario del segoviano cuando re(uta·•las opiniones clásicás sobre el parto y la generación de las víboras. . ,,

FERNANDO DE HERRERA,

Si dejamos· a un .lado ·los estudios sobre la obra poética de •Herrera anali­zada pór estudiosos y .editores (A. Coster, O. Macrí, J .M. Blecua, A. Vi"­lanova, C. Cuevas, etc.), por lo que se .refiere a ·sus Anotaciones a las poesías de Garcilaso, cabe citar los estudios de A. Alatorre [1963],

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218 NOTAS CRÍTICAS

E. Asensió ~198'1.]', B. Morros [198.5] y Juan Montero [1987), que edita las observaciOnes del·Ptete Jacopín y la Respuesta de Herrera. Además tengo_ en cuenta"l:i ediCión de A. Gallego Morell [1972] y la· de Elía~ L. Rivers [1981]. ~

~~-anotación sobre la palabra aesbaife se edita a partir de la primera ed~c10n de las Obras de Garci~aso ~e la Vega con anotaciones publicadas por ~lo~so de la Barrera en Sevilla, 1580; ejemplar RII408 de la Biblioteca Nac10nal de Madrid (pp 573-576) El bl ·d 'b -, l - , _ · · voca o << es ane» aparece en la eg oga segunda de Garcilaso, verso 772. ·

~ua~do en _:1 siglo. XVIII, José Nicoiás de Azara comenta la palabra <<desbanar>>, senala (Gallego ~orell 1972:676): <<Herrera nos muele con una ~esa~a· di~resió~ sob_re e~ uso de las· voces nuevas, sin decirnos lo que SI~mfica _esta:. sm, duda· _porque no lo supo; pues quien amontonó tant7s Impertm~n~Ias. n? hubiera o_mitido una cosa tan :senciah>. A pesar ~e lat condena dieciOchesca ·sobre la impertinencia-de la digresión' herrería­na, 1~ defensa que h~~e el sevillano de los neologismos es relev:}nte para ente?de~ su concepc10n de la lengua y de la poesía.

. C~ncibe H:r~;ra la lengua como up:organisnio vivo, en perpetuo cam­biO, por oposiCIOn a las lengua,s y_a, muertas como el latín <<que no queda el us_p della sino en los libros, no de la habla>>. Además, afirma con ro­tund¡dad la plena autonomía de la poesía y de la capacidad creadora del poeta c~lto, con argumentos que segupmente harían las delicias de Gón­gora .. Sm embargo, Y a pesar de su s!efensa teórica del p.eologismo, Herrera apenas empl~a vocablos nuevos en su propia obr:¡ poética, según se dedu­ce del estudio de D .. Kossoff [1966:XIV-XV]..

AMBROSIO DE MORALES 1

La dofumeJ;ltación del libro de E. Redel [1908] sigue siendo válida a f~lta de \)tros estudios sob~e la vida y la obra de Morales, cuya bibliogr~­fi~ ~o es abundante. <;:abría citar también la edición facsímil de, ia edición 4,Iec!Oc~esca del Viaje santo, que con~iene la biografía preliminar de Enri­que Florez.

Por lo que se refiere al- primero-de los Quince discursos incluido en la a~tología, s~ publi~a a partir de la edición de las Obras del maest;o Femán Pere~ de Oltva reahzada por ·Gabriel Ramos Bejarano, entre Salamanca Y Cordoba·, en 1586; ejemplar R/7747 que se conserva en la Biblioteca Nacio~al de Madrid ~fols. I$8v-164). '

El ,d~scurso de Morales ?esarrolla una seri('! de ideas sobre el poder de 1~ rpusica y d~ 1~ elocuenCia .para trans1J1itir el conocimiento y, en es pe-' Cial, el co~oc~mi,ep.to -d~ la divinid¡¡d. Se privilegia el sentido -del oído, aunque se\ Insiste en la Importancia--de la vista Hay un · t ·1_·b · •. . . , · . . , · .. · _ Cier o ,equ11 no entre VISI9n/audicion que Ynduráin [1983:60~] considera típico del Re~

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NOTAS CRÍTICAS 219

nacimiento; ·aunque como matiza: <<el oído. queda especializado .en cues­tiones de fe y, en general, sobrenaturales>>.

LUIS ZAPAT~

El texto- de la Miscelánea se e'cÍita a partir del único man~scrito, que se conserva en la Biblioteéa Nacional de Mádrid (ms. 279Q, fok 298-307). Hay un facsímil (CSIC, Badajoz, 1987), volumen 1, pero sigue faltando la edición cuidada del manuscrito en la que se estudien los diversos tipos de letra del mismo, así como sus fases de redacción. Mientras tanto, sólo pl}ede·ófrecerse una-transcripción-provisional con el único propó~ito de facilitar su lectura. Recordemos que la primera edición de· la· Miscelá­nea es la que realiza Pascual de Gayangos, con lecturas poco fiables, en el volumen ii del Memorial Histórico Español (Madrid, 1859), antolo­gizada por Antonio Rodríguez•Moñino. Con posterioridad, se po­drían citar otras ediciones, como la parcial qüe publica G. Horsman

en 1935. En <<De· algunos yerros poéticOS>>, Zapata expresa sus juicios literarios

con una 'desenvoltura inusitada en nuestradetras clásicas. Salvando todas las distancias, recuerda ~1 Montaigne deJos Essais, II, 10: <<Des livres>>. Lo mismo cabe decir de otros capítulos de la Miscelánea, como el que se titula <<De cuán alto y noble ejercicio es el escribir>> (fols. 122-123v), que se relaciona con la conocida disputa de las armas y las letras.

JERÓNIMO GÓMEZ DE LA HUERTA

Se edita . .el comentario de Gómez de la Huerta al capítulo LV del libro VII de la Naturalis Historia a partir de la Tradución de los libros de Caio Plinio Segundo de la Historia Natimil de· los animales; primera parte, publi­cada por Luis Sánchez en Madrid, 1599; ejemplar R/28744 de la Biblio­teca Nacional de Madrid (fols. JI8v-122). Hay una edición parcial de la obra de Huerta (que incluye del•libro XXVI al XXXVII) publicada como apéndice a la traducción que realiza Francisco Hernández.de la enciclope­dia de Plinio.

.En su comentario, Gómez de la Huerta refuta la teoría que expone Plinio en el citado capítulo, que califica coinó <<Error herético>>. De he­cho, en el ejemplar R/28744 hay dos rayas al inicio del capítulo y al margen, la an()tación manuscrita: <<Esto es herético y no se debe creer>>. No es de extra,jiar que en la traducción que Francisco Hernández hact; de la Historia Natural, se opte por eliminar el capítulo, como señala ej traductor: <<no quise interpretar .ni poner aquí por no me parecer bien que. anduviesen en lengua vulgar los desatinos que en él osa vomitar. Pli­nio>> (pp. 205-207). No.puede darse.mayor disparidad entre el traductor y el autor traducido.

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220 N'O.TAS CRÍTICAS

El tema' de la .inmortalidad d,el alma es uno de esos asuntos tratados con frecuenci_a en la historia-de la filosofía y del' pensamiento, <<un tema noble Y mamdo en el que el juicio nada ha de encontrar de su propia cosecha, al estar el camjno tan pisado que np puede andar más que tras las !mellas de otros», como <licé Montaigne en -sus Essais, I, 50. Los !l!g~~;ntos .que ~grime Gómez de 1~ I:Iuerta aparecen Jiga9os a una trad!ciOn que se P.odría remoritat · ha.sta las Tusculanas de Cicerón 0 al .fedro de Platón, pas;mdo por la Summa de _Santo Tomás .ql!edta el tra­ductor. Durante el siglo XVI_, hay varias obras sobre el tema escritas en. ~astella~o, co,mo el Tratado de la inmortalidad del ánimp (1503) de Ro­dogo. Femandez de Santaella o los Piálogos de la, eternidad del ánima (¿I565?) de Pedro de Navarra. - ,

PEDRO VEGA

Se· e¡li~a el diséurso t¡:rcero que escribe ~¡;dro ·Vega sobre el verso 19 del 9mnto salmo penitencial (o salmo 10;1: .según la numeración de la Vul~ata) a partir de la edición de la segunda parte de la Declaración de 1os ·stt!e psalmos l!eniten(iales realizada por Miguel Serrano de V~rgas, en Madf1d, 1602; eJe~plar R/3961 de la ·Biblioteca Nacional de Madrid (fols. 318v¡322v). La pnmera parte de esta obra la publica Juan Íñiguez de Leq~erica, en Alcalá, Í5_99·

MATEO ALEMÁN

Para un p~noram~ ~ibliog~áfico acivalizad? sobte la vida :y la obra de Ma­teo Aleman, remito a las Introducciones de F. Rico [1983'] y ].M. Micó [I987], cuyas ediciones tengo .rp.uy presentes ·a la hora de redacfar las notas la. pi~ de_página, tanto es a,sí que, llegado el- ~aso, señalo la deuda co~ __ la md1~acwn de las abreviaturas 'FR o ]M que remiten a las notas correspondientes de ambos editores.

Se edita el ca~ítulo- J, 3_ de la seg~nda parte del Guzmán de Alfarache de Mateo Alem~n a partir de la pnmera edición publicada pór Pedro Crasbeeck, en Lisboa, 1664; ejemplar R/,15733 de la Biblioteca Nacional de Madrid (fols. I7V-27). · ·

F. Rico [1967] señ~~, la •impo-rtancia del mencionado capítulo para ~ompre~der la compos!c1on del Guzmán tan_to por su dualismo. «conse­Ja/ conseJO» com? por su. mezcla de estruct\lras narrativas propias de la nov(!~a Y de e~~ru~turas argu~entativas propias del ensayo. Incluso se podna t~az~r un 'cierto paralehsmo entre e~ .capítulo I, 3 de la segunda -parte Y _1~ ,disposición del capítulo IV, .18 deJa Silva de Mexía en el que la defimcron de la mentira viene· seguida también, .como en el libro de Mateo Alemán,· por el_ relato de- un caso so~re un viejo que tiñe sus canas.

Por ?t:a parte, la d1sputa ·entre el capitán y el letrado, si bien en tono humonstlco, reproduce la conocida contraposición entre las armas y las

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NOTAS CRÍTI.CAS '221

letras. Rééuérdese el discurso de dóri. Quijote, editado a continuación. C~rvantes también dramatiza la disputá en clave humqrística, .. en el entre: més de La guarda cuidadosa.

MIGUEL DE CERVANTES

Entre la bibliografía cervantina, destacaré tan sólo algunos estudios que tienen que ver de. manera esp~cífica con el tratamiento-de la disputa entre las armas y las letras, desde las consideraciones que Américo Castr? .de­dica al tema en su ya clásico libro [1925] o desde la monograf1a de J.A. Matavall [I948]liasta,los estudios más recientes como los de M. Mo-ner [1986] o C. Chauchadis [1992]. . .

Se edita el discurso de las armas y las letras a .partir de la pnmera edición de-El ingenioso·hidalgo Don Quijote de la Manc~a ~ealizada p_or Juan de la Cuesta, Madrid', 1605; ejemplar R/23189 deJa Biblioteca Nacronal de Madrid (fóls. 225-229v). Además del capítulo 38 de la p~irnera p~te, donde se contiene la mayor parte del. discurso que pronuncra .el QUIJOte sobreJas armas y las letras, .. se incluye también el fragmentó del capítulo anterior doñde se inicia el parlamento y, _además, se remiten á las notas las escasas interrupciones del narrador, de modo .que se ·edita ínte~ro Y aislado el diséurso pronunciado por el hidalgo ..

La disputa de las armas y. las letras se puede rem~mtar a los debat,es medievales sobre el clérigo y el caballero, como .el de Elena y Mana, aunque el enfrentamiento adquiere un nuevo significado desde la perspec, tiva delhumanismo italiano~ como-han estudiado Peter E .. Russell o N.G. Round entre otros. Véase, por .ejemplo, el replanteamiento de J. Law­rance [i<j86]. En todo caso, Don:Quijote prefiere ~a profesión ~e las armas para.·afcanzar la virtud, y de ahí deriva la éxpr'es1ón «humamsmo de las armas» que. acuña Maravall [1948], 11o se. trata. tan sólo ·~e :demostí~~ el valor del-brazo sino del ánimo .. La idea apátecé con relatiVa frecuencra en: la tradiciÓn española del. tema, por ejempló, en. la parte final_ •de. ~a Repetición de amores de Lucena, dond\!. t~biéh se· proclama la pn.~acra de. las armas (J. ·Gómez 1994). o en' .el li~ro s~gundo ,d~ los Dtalogos de la Phantástica Philosophía de F. Miranda· V!llafane. En ult1mo extremo, las letras ·y las armas son complementarias, tal y co~,o defienden ~?s par­tidarios de -la solución armónica de la disputa, solucwn que tamb1en apa­rece en el Quijote, 11, 6.

LOPE D)3 VEGA

Para establecer la biografía de Lope, sigúe siendo ,fundamental el-libro _de A. Castro y H.A, Rennert [1968]. Por_ otra• parte, es~asean los estud1~s sobre la obra prosística de Lope, en especral sobreJas ep1stola~ como la ed1r tada en esta antología. Dejamos a unlado el epistolario privado·del Fénix,

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222 NOTAS CRÍTI:CAS

que cuenta con el t::abajo ya clásico ~e A. González de Amezúa [1935-1943]. Desde la perspectiva del ·género literario, vé:¡.se. también el. breve análisis de M. Levisi [1989]. Además, se podrían citaralgunos.estudjos.generales, como los de K. Vossler [1932], J. Entrambasaguas [1967], S.A. Vosters [197~] ? E. Orozco [I97J]. eplos que se analizan las polémicas literarias de! Femx como las que mantiene con Góngora y sus seguidores, enfrenta· miento .latente en ·varias de .las alusiones .contenidas en la .epístola.

El texto ~e la epístola nona,· dirigida a don Francisco López de Agui­Jar, se pu~hca según la. primera edición de La Circe ·con. otras rimas y p:osas; realizada por la .vmda de Alonso Martín en Madrid el año 1624, eJempla~ R/30595 .de la Biblioteca Nacional de Madrid) (fols .. 2J2V-2J5v). Además, tengo presente la edición deJ:M. Blecua [r989:I2I8-I225], que no resu9lve las numerosas. citás y referencias librescas acumuladas por Lo pe. El sone~o glo~ado en la epíst?~a ~ona ya había. sido incluido por Lope al fi~al dej antenor·volumen miscelaneo de.La Frlomena (r62r) y en el acto pnmero~e.La dama boba (cuyo autógrafo está fechado en abril de r6IJ), coq¡o s¡;nal~ oportunamente ~- Alonso [1966:4s6~466], quien explica la preferencia de ·Lope· por d citado .soneto como una reacción en contra de los seguidores de Góngora, a los que critica por. su excesivo verbalismo.

. Desde ,ot~o punto de vista, F. Rico [1970:207~227]· i1,1terpreta el sig­~Ifica~o ultn~~ del soneto 'y del comentario epistolar dentro de <<Un cua­Jado ciclo poetiCO», formado .por varios sonetos incluidos también en La Circe, que gira en torno a la ,idea del hombre como microcos~os o vín­~lo qu~ .. sirve para unir los eslabones de la gran cadena del ser .. En rela­CIÓn con el_ pequeño inundo del hombre, se ha hablado también del posi­ble pl~tomsmo. o ne?platonismo de la concepcilm amorosa de Lope, defe~dida-en vanos articulas como·el de A.S. Trueblood [1958], C. Aubrun ·[1962], f.E. Holloway [1972] o A. Egido [1978], aunque también se ha dudado de la sinceridad de sus asp_iraciones platónicas, como hace·Otis H. Green [1963, 1:268-"275].

En tci,do cas~, ;es evidente ~a fili,ación literaria de la teoría expuesta en la epistola _a Lo pez ~e Aguilar, cuyo punto de partida es el 'Banquete de Platón, vanas vece~ qtado, ad.emás del comentario que 'sobre-esta obra e~cribe.Marsi_lio Ficino. 'fambién es básica la influencia del Heptaplus de Pico della Mirandola, qu~ le sirve a .. Lope para trazar la división en tres mundos (angélico, celeste, sublunar) que configura la explicación. deL so­neto. Podrían establecerse otras conexiones con la obra de Pico, sobre tod~ _co? el Commento sopra una canzone de amore composta da Girolamo Bemvtent, que. pertenece a la misma tradición de ·comentarios poéticos, Otras obras Citadas por Lope también se relacionan con las corrientes ~lat?~cas y con :I neo~lat?nismo florentino, como eLPimandro y la ;<_an­ti~UI~Im~ ~eologia» at~b~I~a a Hérmes Trismegisto. Asimismo la teo!o­gia snnbohca de San Dwnmo (De coélesti hierarchia, De.divinis nominibus), que conecta también con la obrá de Acitores yr con los· comentarios de

'

NOTAS CRÍTICAS 223.

Barbaro a los :salmos ·de David, 'obras de las que Lope extra\! citas de segunda mand, procedimiento frecuente en los Siglos de Oro y docu­mentado en otro.s libros de·nuestro autor, como sucede en algunos pasa' jes de La Dorotea estudiados por E.S. Morby [1952]. En la epístqla a I,.ópez de Aguilar, -se dan la mano el alegorismo bíblico con el alegoris~V,o platóniCo popularizado en diálogos italianos, ·como El Cortesano-de Casti­glione o Los Asolaf!OS· d\! Bembo, traducidos al· castellano durante la pri-· mera mitad del siglo 'xvr. Pueden encontrarse textos paralelos en el es tu" dio de D. Ynduráin [1990:r6, 39, 53-55, n'j-ír8, IJ9-I4I Y 179]- a propósito del contexto literario y doctrinal de la poesía de San Juan.·

FRANCISCO CASCA.LES

Ya ·rtós hemos referido a las dos obras más significativas de Cascales: las Cartas filológicas y las Tablas poéticas. De la primera, hay -una. edición· moderna de J. Garc}a Soriano [I96I], quien además publica en 19M la biografía más completa sobre el autor. DC< \a.s Tablas poéticas, hay una edición de A. García Berrio [1975] que incluye un detallado y extenso comentario de la obra de ·Cascales así como de su filiación literaria, en la que destaca la noveqad .de sus formulaciones, a pesar de que no hay doctrina ·importante ·que el humanista murciano no· haya plagiado.

Se' edita el t'exto de la .catta. sexta de la década· primera de las Cartas• filológicas según la primera edición.realizada por Luis Verós; eh Murcia,. 1634; ejemplar R/69793 de la Biblioteca Nacional de Madrid (fols.

22V-27V)• El razonamiento sobre el número ternario se.podría:relacionar con una

dilatada tradición en la que se pretende descubrir significados ocultos' en los números, como estudia F. Rico [1970:47-49]. La tradición está más o menos presente en los juegos numéricos que a veces se ;hacen con· pre­tensiones simplemente eruditas, como Erasmo cuando escribe el discurso sobre el número tres. en sus Adagia (Il, IX, 5) o el·propio Cascales. En las Cartas filológicas, las correspondencias numéricas son tan sólo un pre­texto del humanista para exhibir sus conocimientos, al mismo. tiempo que para mostrar su ingenio, no exento de humorismo.

JUAN DE ZABALETA

Si' dejamos a un lado la actividad literaria ·de Zabaleta como autor teatral: y como escritor costumbrista, faceta esta última que ha interesado de manera especial a l:i crítica, hay que destacar con respecto a los Errores celebrados algunos artículos pioneros, como el de Avalle-Arce [1956]1

, y los. estudios de· Maravall donde toca la polémica de. antiguos y modernos [1966]. Además, hay que tel).er en cuenta· las ediciones ·modernas, ·como la de· Martín de Riquer de 1954 y la de D. Hershberg [!972].

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224 N.OTAS CRÍTICAS.

Se• edita: el dis~rsó noveno a 'partir de.la·piimera edición de los Eriores celebrados ·publicada .por. Gregorio .R,.odríguez: en. Madri~, 1653; ejempliU' R/34994 de la Biblioteca Nacional de ·Madqd (fols. 32~35v).

En d discu.rso noveno, se diScute el error que cita Eras¡po en sus Apo­tegmas-sobre Plotino, cuando·se niega a' dejarse retratar por l\n pintor; co¡no se. relata ta¡nbién en la Vida de Plotino, 1,. que escribe Porfirio. Zabaleta ~scribé un discurso sobre la dignida&de·la·figura humana· tomando co~o base algunas metáforas tradicionales, como la del hombre <•microcos~os» y «árbo\.celestiah> que F. Rico [~970].estudia dentro.de la tradición. Ade-. más, traduce Zabaleta casi literalmetlte .algu,nos pasajes ·tomados de los ca­pítulos 14 y 15 del libro .Primero de la ob~.a de Scipion Mercurio, Delgli errori popolari d'Italia, en• la que la dignidad del hombre sirve para demos­trar la dignidad de la médicina. En esté se,ntido, la aportación más novedo­sa que introtiuce Zabaleta es la de trasladar el planteamiento desde la medi~ cina y la filosofía natural al ámbito de; la filosofíi\ moral.

·1

SÉÜ~ DÉ LUCIO ESPINOSA Y MALO 1 .. • .

Entre la escasa bibliografía sobre ~a obra de !lspinosa y Malo, ·cabe desta­car el artículo de M.Z. Hafter [1'983] que aporda precisamentela'des.crip• ciónqe sP colecciól! epistolar. Ea carta sol?re la pintu~a se edita a partir de lá Primera edición de. las Ep'{stolas varias realizada por Francisco Sanz en.Midrid, 1675; ejemplar a/35358. dd:¡. Biblioteca Nacional de· Madrid (fóls. i99-204), . • -

Espinosa utiliza un sistema de notas o de referencias textuales infre­cuente para su época, cuando lo habitual es citar una obra· o un autor en· los !adillos del escrito aproximadamente ·a la aÍt¡¡ra del' pasaje aludido. Por•el contrario, en las Epfstolas vanas, hay url sist(!ma de notas semejante al actu~, puesto que se in,dica con UJ1 número •el punto .de la carta al que remite el conjunto de Jeferericia~ bibliográficas encabezadas por ese mismo·número~ Este sisteg¡a pemiite a Espinosa añadir con total libertad autqres y obra,s que no ·se mencionan en el cu~rpo de la car.ta; con lo que .las• notas adquieren una .autonomía inusitad;¡ en los primeros siglos de la impren~a.

No ha sido posible evacuar todas las notas q1,1e acumula Espinosa, por lo que he optado por h\lcer una· selección lo m~s rigurosa posible. Entre los pasajes citados en las notas,' algunos. de difícil localización, hay que ad.vertir sobreJa costu!llbre de Espinosa de no citar en todas las ocasignes las fuentes originales de donde toma la m:¡yor parte de .la información <;ontetiida ·en su carta:_ el libro ~reinta y cinco de la Natura lis· H4toria de Plinio .y el capítulo• quinto del De quatuor ~rlilms popularibus de V ossius además de otros librqs que también cita·, como el de ·Ludovicus Demon­tiosius. Sin embargo, a veces se <<_olvida» Espinosa de mencionar a ~linio: o a Vos~i~s para citar .directam~nte las obqs o autores ·referidos. por: ellos.

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NOTAS CRÍTICAS 225

En cualquier caso, varias de las anécdotas y curiosidades históricas que se cuentan en la carta estaban tan difundidas que se pueden establecer varios paralelismos con otros textos, como ocurre con el manual que escribe Pacheco, El arte de la pintura, probablemente desconocido por Es­pinosa y Malo.

FRANCISCO GUTIÉRREZ DE LOS RÍOS

Después de Morel-Fatio, parece que-el primero en llamar la atenci6n so­bre nuest~o autor fue Rusell P. Sebold en una entusiasta nota publicada en 1970, Con posterioridad, habría que reseñar el artículo pionero de Mar<!Yall [1978] que insiste en el carácter preilustrado de la obra de Gu­tiérrez de los Ríos además de en su ensayism9 genérico, el articulo de J. Guti~rrez [1981], <:,1 de M.S. Arredondo ;(1983] y las notas incluidas en el estudio de P. Alvar~~ de Miranda [1992:109-III y passim]. Por su parte, L.M. García Ba¡:rio [1980}. ha escb,recido los confusos datos bibliogJ;áficos existentes en torno a la primera edición de El hombre prácti­co, que es de 1686 y no de 1680 como se ha llegado a suponer.

Se ed~ta el discurso XIV («De la ftlosofía en general, y de la química») a partir de la primera edici6n de El hombre práctico realizada por Felipe Froppen, en Bruselas, 1686; aunque existe la posibilidad de que s.ea falso el pie de imprenta. El ejemplar manejado lleva la signatura R/20610 de la Biblioteca NaCional de Madrid (fols. 38-45).

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li

Page 119: Gómez Jesús (Ed.) - El Ensayo Español XV-XVII

'

TABLA

APUNTES JUNTO AL ENSAYO,

por José-Carlos Mainer

PRÓLOGO

7

L Montaigne y los ·precurs·ores ·del ensayo 37 2. Orígenes del ensayo en. España 41

3. Implicaciones jdeológicas del ensayo 62 4· Esta antología · ·72

LOS ORÍGENES: SIGLOS XV A XVII

Fernando del Pulgar, Letras «Los. males de la vejez••

Antonio de Guevara, Epístolas familiares <<Letra para don Juan de Moneada en la cual se declara gué cosa es ira, y cuán buena es la paciencia»

P.edro Mexía,, Silva. de ~taria lecciót~ 91 <<Q~é sea la causa ~e par~c~r l9~ ~ijos a los padres o m.¡¡dres» 92

Andrés Laguna, De la materia medicina'! 99 <<De la víbora» 100

Fernando de Herrera, Anotaciones 105

<<Desbañe» 106

Ambrosio de Morales, Quince discursos 111

<<Lo mucho que conviene enseñar lo bueno con dulzura de bien decir» 112

Luis Zapata, Miscelánea 119 <<De algunos yerros poéticos» Iio

Jerónimo Gómez de la Huerta, Historia natural 129

<<Del alma» 130

241

Page 120: Gómez Jesús (Ed.) - El Ensayo Español XV-XVII

TABLA

. ' 1' Pedro Vega, Declaración de 'z~s· siete psalmos penitenciales <<De la utilidad de las cosas escritas»

Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache <<Cuenta Guzmán de Alfarache lo que le aconteció con un capitán y un letrado e~ un banquete que_ hizo el_,embajadort>

Miguel de Cervantes, Do~ Quijote <<Que trata del 'curioso discurso que hizo Don Quijote de las armas y las letrash-

Lope de Vega, La Circe A don Francisco López de Aguilar.

Epíst~la ,nona • . , ~ 1 .- •• , 1 ,

Francisco Cascales, Cartas filológicas <<Sobr~ el número ternario»

1uan de Zabaleta, E"ores celebrados «Discurso noveno», .

Félix de Lucio Espinos~ y Málo, Epístolas varias <<De la pintura, y algunos rinven~ores y preceptos della» '

Francisco Gutiérrez de los 'Ríos, El hombre práciico <<De la filosofía en general, y de la química>>

NOTAS CRÍTIC~~

BIBLIOGRAFÍA

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200

209 .iio

215

227

B.I~_LIOTECA CLÁSI.CA

l. Cantar de Miq Cid

2. Libro de Alexandre,

3- GONZALO DE BERCEO

Milagros de Nuestrq Señora

4· ALFONSO EL SABIO

Calil~ e Dimna

5- ALFoNso EL SAÍIIO

Estoria de España •

6. DoN JuAN MANUEl,

~1 conde Lucanor

7- ARCIPREs''fE DE HiTA Libro de buen amor

8. Romancero

9. PERO LÓPEZ DE AVALA

Rim,ado pe palacio

10. ENRIQUE DE VILLENA

L~s doce trpbajos de Hércules

n. GuT~ERRE DíEz

DE GAMES

El Victoria/

12. MARQUÉS DE SANtJ.LLANA

Comedieta de Panza, sonetos, serranillas y otros p~emas

13. ALFONSO MARTÍNEZ

IlE TOLEDO

ArcipreSte de Talavera

14. JUAN DE MENA

Laberinto de Fortuna y otros poemas

15.· ) ORGE MúmiQUE Poesía

16. FERNANDO DEL P'uL¿AR

Claros varones de Cástilla, , Letras

17. brEGO DE' SAN PEDRO

Cárcel de amor con la continuación de Nicolás N&fiez· ' ' 1

18. GARCI RoDRÍGUEZ

DE MONTALVO

Amad(s de Gaula.

19. ANTONIO DE NEBRIJA

Gramática sobre la 'lengua castellana

20. FERNANDO DE ROJAS

La Celestina

2!. JUAN DEL ENCINA

Teatro

22. BARTOLOMÉ DE TORRES

NAHARRO

Soldadesca, Tivellaria r otras. obras

23. ALFONSO DE Vi\ú)És

Diálogo -de Mercurio y 'Carón

24. FRANCISCO DELICADO

La ·lozana andaluza

25. FERNÁN PÉREZ DE ÜLIVA

Diálogo de la dignidad del hombre y otros escritos

26. GIL ViCENTE

Teatro castellano