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Género, cuidados y responsabilidades familiares de los jóvenes venezolanos:
una tipología de las trayectorias migratorias en contexto de crisis
Robin Cavagnoud1
Sumilla
El capítulo propone examinar los cursos de vida de los jóvenes venezolanos tanto
hombres como mujeres, tomando como eje de análisis los conceptos de género,
cuidados y responsabilidades familiares entre las generaciones a través de la migración
de Venezuela al Perú. Algunos y algunas jóvenes, solteros y sin hijos, migran sin
miembros de su familia o entre pares en la búsqueda de una migración “de aventura” o
para brindar un soporte a distancia a su familia, mientras que otras jóvenes, en particular
madres solteras, migran con sus hijos pequeños para asegurarles mejores condiciones
de vida en términos de salud, alimentación y educación. Entre estas dos situaciones,
existe un espectro amplio de trayectorias migratorias en las cuales se plantean de forma
variable las cuestiones de maternidad y paternidad, de arreglos familiares y de
organización del cuidado entre el país de origen y el de destino. Si en todos los casos
observados, la preocupación por apoyar económicamente a los miembros de la familia
quedados en Venezuela es casi constante, las distintas trayectorias familiares,
reproductivas y laborales son importantes para interpretar la diversidad de trayectorias
y situaciones migratorias de los jóvenes venezolanos presentes en el Perú y, de forma
específica, la búsqueda de un equilibrio entre la búsqueda de realización personal y las
responsabilidades familiares.
Introducción
El capítulo propone analizar la diversidad de trayectorias migratorias hacia el Perú de
los jóvenes venezolanos tanto hombres como mujeres, considerando conjuntamente el
contexto de crisis y las responsabilidades que resultan de su situación familiar. Algunos
jóvenes, solteros y sin hijos, se marchan solos o entre pares en la búsqueda de nuevas
opciones laborales, mientras que otros, en particular mujeres solteras, salen para
asegurar a sus hijos un porvenir más estable en términos de salud, alimentación y
educación. Entre estas dos situaciones, existe un espectro amplio de trayectorias
migratorias en las cuales se plantean de forma variable las cuestiones de maternidad y
paternidad, los arreglos familiares, la organización de los cuidados y la búsqueda de
1 Socio-demógrafo, profesor asociado en el Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad
Católica del Perú (PUCP), grupo de investigación Edades de la Vida y Educación (CISEPA), [email protected]
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realización personal entre el país de origen y el de destino. Si la preocupación por
apoyar económicamente a los familiares en Venezuela resulta (casi) recurrente, la
homogeneidad del fenómeno migratorio incita a estudiar el conjunto de las trayectorias
– en particular familiares, residenciales, educativas, laborales y reproductivas – que
estructuran la biografía de los jóvenes y expresan la diversidad de las movilidades entre
Venezuela y Perú. Para ello, queda esencial considerar el género y el curso de vida
como categorías de análisis conjunta sobre la construcción de los roles, estatus y
responsabilidades de cada joven en el desarrollo de su trayectoria migratoria. El nivel
de observación que proponemos se ubica pues desde la perspectiva de los actores
sociales entrevistados y de los datos tanto objetivos como subjetivos que permiten
restituir los itinerarios biográficos en su pluralidad. Este enfoque contribuye entonces a
lograr el objetivo planteado en estas páginas, de construir una tipología de las
migraciones en contexto de crisis que involucran a la juventud venezolana y sus
responsabilidades familiares entre el país de origen y de destino.
El capítulo se divide en cuatro partes. Después de revisar los elementos contextuales,
teóricos y metodológicos que organizan la investigación y el análisis de los resultados,
caracterizaremos la noción de crisis que configura la actualidad política, social y
económica de Venezuela desde el año 2015. Las dos partes siguientes presentarán los
principales hallazgos de la investigación y la tipología que permite clasificar las
trayectorias migratorias estudiadas. En primer lugar, nos enfocaremos en la experiencia
de los jóvenes cuya migración se ha realizado de forma individual y con objetivos
variados con respecto a la consideración y el cumplimiento de responsabilidades
familiares. A continuación, analizaremos los casos de jóvenes cuya migración se ha
llevado a cabo en una perspectiva colectiva con miembros de la familia que pueden ser
de la generación anterior, posterior o similar a ego. En la conclusión del capítulo,
propondremos una reflexión final sobre la tipología expuesta frente a la heterogeneidad
de las trayectorias migratorias y agregaremos un balance sobre las principales
diferencias de género observadas en los cursos de vida analizados.
1. Elementos contextuales, teóricos y metodológicos
1.1. El éxodo de la población venezolana: un caso sin precedente en el continente2
Desde 2016, América latina es el escenario de un éxodo masivo de ciudadanos
venezolanos, causado por el deterioro de las condiciones de vida y la crisis humanitaria
que atraviesa el país. La escasez de alimentos y medicinas, sumada a las dificultades
2 Sobre la contextualización de las migraciones venezolanas en el Perú, ver el capítulo 1 del libro.
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de suministro de agua, gas y electricidad, son algunas de las manifestaciones de esta
situación que ha provocado una emigración sin precedentes en la región. En 2018,
según la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) en Venezuela, casi el 91% de la
población vivía por debajo de la línea de pobreza y 8 de cada 10 hogares sufrían
inseguridad alimentaria, mientras que la mortalidad infantil estaba aumentando y la
esperanza de vida había disminuido en un promedio de 3,5 años3. En junio de 2019,
aproximadamente 4 millones de venezolanos habían salido de su patria y los países de
América del Sur eran los principales receptores de migrantes venezolanos; Colombia
siendo el principal país de destino (1.300.000 personas), seguido de Perú (768.000),
Chile (288.000), Ecuador (263.000), Argentina (130.000) y Brasil. (168.000)4. Esta
afluencia de personas se considera como el segundo éxodo más importante del mundo
en la última década, después del experimentado por Siria en el Medio Oriente.
El colapso de la industria petrolera en la década de 2010, la crisis económica que
atraviesa el país, así como la falta de servicios públicos y empleos formales debido a
una deficiencia en el funcionamiento del Estado son las principales causas de la
migración venezolana (Salazar, 2017). La hiperinflación, la falta de alimentos y
medicinas, el alto nivel de inseguridad y la represión política son también mencionadas
como las principales razones de los flujos migratorios desde Venezuela hacia otros
países de América del Sur (Biderbost & Nuñez, 2018). Sobre la situación de los
migrantes venezolanos en Uruguay, Facal & Casal (2018) destacan también la grave
crisis política y económica que atraviesa el país como primer factor de salida. Un estudio
regional realizado en Colombia, Ecuador, Brasil y Perú con niños, niñas y adolescentes
venezolanos que salieron de Venezuela con su familia, muestra el impacto de la
migración en el estado emocional de los más jóvenes, su exposición a la violencia
durante y después del viaje, así como la expresión de sus preocupaciones y esperanzas
en el país de destino (Herrera & et al., 2019).
1.2. Sobre las emigraciones venezolanas hacia el Perú
Con respecto a la literatura sobre el movimiento migratorio y la presencia de personas
venezolanas en Perú, Koechlin et al. (2018) confirman los efectos de la hiperinflación y
de la devaluación de la moneda nacional sobre las decisiones de salida del país por
parte de los venezolanos que representan la primera cohorte de inmigrantes al Perú en
los años 2016 y 2017. Los problemas de inseguridad y de violencia reflejada en el
3 Fuente: 4 Fuente: https://www.acnur.org/noticias/press/2019/6/5cfa5eb64/refugiados-y-migrantes-de-venezuela-superan-los-cuatro-millones-acnur-y.html et https://r4v.info/es/situations/platform
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aumento de los homicidios en Venezuela entre 2013 y 2017 aparecen también entre las
causas de migración. Berganza & Solórzano (2019) analizan la integración de la
población venezolana en el Perú, en particular en el ámbito laboral a través del sector
informal de la economía, reconocido como asequible y ventajoso para generar ingresos
de manera rápida, pero con consecuencias nefastas en términos de exposición a formas
de explotación y de vulneración de sus derechos, los cuales pueden ser difícilmente
protegidos. Por otro lado, su investigación muestra que la socialización de los
inmigrantes venezolanos en Perú se realiza principalmente a través de una misma
comunidad nacional reencontrada en el país de instalación o conocida en el trayecto
migratorio hacia éste. Blouin & Freier (2019) subrayan los límites del Permiso Temporal
de Permanencia (PTP), así como el sentimiento de incertidumbre que ocasiona la
obtención de este documento por las complicaciones del trámite y los requisitos que se
deben presentar a la oficina de Migraciones. Confirman que esta situación trae como
consecuencia una inserción laboral de los migrantes venezolanos ampliamente
concentrada en el sector informal de la economía peruana, en condiciones de
explotación y de sub empleo. Sobre la relación entre migración forzada y salud, cabe
enfatizar el trabajo de Carroll et al. (2020) sobre la prevalencia de los factores de
depresión y ansiedad en la población venezolana migrando hacia Perú. De igual
manera, Mendoza & Miranda (2019) subrayan el acceso limitado a los servicios de salud
de la población venezolana en Perú y particularmente en la atención en salud sexual y
reproductiva. Al mismo tiempo, la inmigración de profesionales venezolanos representa
una oportunidad para el sector de la salud en el país frente a la emigración importante
de médicos y enfermeros desde la década de 1990.
Por último, sobre la situación particular de los niños, niñas y adolescentes venezolanos
en el Perú, Cavagnoud & Céspedes Ormachea (2019) analizan relatos de vida sobre su
experiencia migratoria y post migratoria, la evolución en la organización de su vida
cotidiana y las diferentes formas de vulnerabilidad desde el inicio de la crisis en el país
de origen. En particular, muestran que la violencia en sus distintas dimensiones está
presente a lo largo de las trayectorias migratorias de los adolescentes; desde la etapa
de vida anterior en Venezuela, el tránsito hasta Perú, y en la instalación e integración
en ese país. Asimismo, algunos adolescentes migran sin familiares, buscando formas
de salir adelante gracias a un sentido de la autonomía desarrollado desde la
adolescencia y a pesar de los dispositivos de protección social que buscan clasificarlos
en una categoría de “menores de edad” con la cual no se identifican (Cavagnoud, en
prensa).
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1.3. Población estudiada y método de análisis
El análisis que proponemos se fundamenta en los resultados de una investigación
cualitativa basada en el recojo de biografías individuales en una muestra de 51 jóvenes
venezolanos, de ambos sexos, de 18 a 40 años, las cuales están enfocadas en su
experiencia migratoria y post migratoria entre Venezuela y Perú, así como en la
evolución de su vida cotidiana y sus medios de existencia entre ambos países5. A partir
de sus relatos de vida y de la reconstitución de sus cursos de vida, se analizaron las
condiciones de vida en Venezuela y los factores que los llevaron a tomar la decisión de
salir del país, así como la secuencia correspondiente al proceso migratorio desde
Venezuela hasta Perú, y la instalación en Tumbes, Lima y Tacna que fueron las tres
ciudades seleccionadas para el contacto y la realización de las entrevistas.
En lo que se refiere al análisis de los datos, se ha empleado la versión “renovada” de la
matriz Ageven (Cavagnoud et al., 2019), la cual es una herramienta que permite
representar y analizar el conjunto de la información referida a la biografía de un individuo
ego en cada una de las trayectorias que estructuran y organizan su curso de vida
(familiar, escolar, laboral, migratoria, etc.) y que contribuyen a entender la situación
observada en el momento de la entrevista. Asimismo, este instrumento propone una
articulación entre los niveles de observación a la vez individual, familiar y contextual, y
una identificación de las principales secuencias que marcan su historia personal de cada
individuo.
El trabajo de análisis desde la noción de trayectoria y más específicamente de
trayectoria migratoria permite tomar en cuenta el continuum de posiciones que ocupan
los jóvenes en términos de situación residencial desde el periodo anterior a la crisis de
Venezuela hasta el momento de su llegada a Perú. Ésta depende de las otras
trayectorias – familiar, educativa, profesional, social, entre otras – que constituyen el
curso de vida de cada uno. En la tipología elaborada más adelante, cada grupo
enfatizará los principales aspectos que lo caracteriza y diferencia de los demás en un
enfoque cualitativo del análisis biográfico.
2. La caracterización de la crisis como factor contextual condicionante de las
emigraciones venezolanas
En adecuación con el enfoque biográfico que busca combinar los diferentes niveles de
observación, desde la dimensión contextual hasta la individual y familiar de los jóvenes
5 La investigación de campo fue realizada en el marco del proyecto CAP “Trayectorias migrantes: Un
acercamiento a los factores que estructuran los proyectos y estrategias migratorias de personas jóvenes venezolanas en Perú” financiado por la Dirección de Gestión de la Investigación (DGI) de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
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migrantes, un primer aspecto fundamental remite a la necesidad de caracterizar el
contexto de crisis que consta como proceso de alteración profunda de las condiciones
de vida de los entrevistados. Esta especificación es imprescindible para comprender el
efecto de esta variable en el funcionamiento de las familias venezolanas y en las
decisiones de movilidad que se toman en ellas para enfrentar esta situación de extrema
precariedad. Abordaremos pues aquí la noción de crisis en su articulación entre los tres
niveles; contextual, familiar e individual.
2.1. La crisis social y económica como denominador común
Los factores de orden contextual que motivaron a los jóvenes salir de su país se
relacionan con la crisis social que atraviesa Venezuela, un fenómeno conocido y
mediatizado desde los años 2015 y 2016, haciendo eco con graves problemas
económicos y políticos. El relato de todos los jóvenes entrevistados evidencia este
contexto común a la población venezolana desde mediados de la década y para muchos
desde el fallecimiento del presidente Hugo Chávez y el inicio de la hiperinflación y de la
devaluación de la moneda nacional. Esta crisis se plasma en situaciones cotidianas
sumamente complicadas y que pone en cuestión la misma supervivencia alimentaria de
las familias en ese país.
“La crisis comenzó a ponerse muy fuerte con las colas y en Venezuela antes no
había colas. Todo el mundo tuvo que ponerse en las colas y uno no podía
comprar un pollo, comerse un pollo porque eso era una lucha muy grande. En
mi caso, la gente tenía que amanecer dos, tres o cuatro días para poder comprar
y lograr comer un pollo, entonces, cosas así muy feas. Usted no podía comprar
cinco kilos de arroz, eso era razonado. (…) La situación de nuestro país es tan
fuerte, pero tan fuerte; uno verse sin agua, sin luz, sin gas, verse que los niños
le piden comida, de que no tienen para el desayuno, para mandarles a los niños
a la escuela… Entonces lo obliga a uno, ‘voy a luchar, voy a ver cómo hago para
salir’”. (Adriana, 24 años, en Tumbes con su pareja y dos hijos desde 2018,
comunicación personal, 1º de febrero de 2020)
La noción de crisis se suele definir como una alteración de las estructuras sociales y de
las condiciones de vida cotidianas. Acarrea un quiebre en el curso de vida de las familias
y de los individuos, así como una redefinición de los medios de existencia para enfrentar
el nuevo contexto y las presiones económicas que derivan de ella. La crisis se manifiesta
de diferentes maneras, en particular a través de las colas que las personas deben hacer
para conseguir alimentos. A estos problemas de inseguridad alimentaria, se suman
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otras dificultades significativas como la falta de medicamentos en caso de emergencia
sanitaria, en el seguimiento de embarazos o para partos.
“Desde un principio pues empezó a complicarse más, hasta hace mucho ya no
había medicinas, alimentaciones para los niños, más que todo a los bebés, usted
iba por los hospitales o escuchaba por las noticias, todos los días había que se
morían niños, por medicinas, por la leche, por la alimentación”. (Adela, 24 años,
en Tumbes con su prima desde hace unas semanas, comunicación personal, 2
de febrero de 2020)
Los relatos recogidos expresan situaciones duraderas de indigencia que muestran la
emergencia social de las condiciones de vida actuales en Venezuela y la desesperación
de una amplia parte de la población. El aumento de la mortalidad infantil desde 2015
constituye a este respecto un indicador que ilustra la degradación de la situación social
y sanitaria en el país (García et al., 2019).
“Había muchas personas que se veían en las calles ya comiendo de la basura,
se peleaban por eso como si fueran unos perros y era algo feo ya que los niños
también lo hacían y a uno le daba dolor por sus hermanos, como que sin poder
ayudarlo… No se conseguía arroz, no se conseguían las cosas, todo era escaso,
se hacían enormes colas para poder conseguir y en verdad eso me afectó
mucho. (…)”. (Romina, 23 años, en Tumbes con ambos padres y su hermano
desde 2018, comunicación personal, 4 de febrero de 2020)
Los testimonios de miseria y de crisis extrema se expresan en todos los relatos de vida
recogidos, sin excepción alguna… A ello se suman los problemas de inseguridad o de
enfrentamiento violento con las policías, muchas veces con consecuencias funestas a
raíz de la represión de las autoridades.
"Nosotros comenzamos a quemar cauchos, echábamos diésel, poníamos
alambres para que los carros no pasaran, esa era nuestra forma de protestar,
nosotros no usábamos armas de fuego, no usábamos cuchillos, lo único que
usábamos eran piedras, usábamos botellas, las llenábamos de diésel, les
metíamos un trapo y las encendíamos”. (Carlos, 19 años, recientemente llegada
a Tumbes y migrando solo, comunicación personal, 1º de febrero de 2020)
Los elementos presentados líneas arriba permiten caracteriza las distintas dimensiones
de la crisis y un panorama común a la amplia mayoría de la población de Venezuela que
engendra migraciones calificadas de “supervivencia” (Betts, 2013) y un desplazamiento
de refugiados en los países de la región. Este contexto se refleja en las condiciones de
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vida de las familias y de las personas de manera relativamente homogénea a pesar de
las responsabilidades familiares de cada uno.
2.2. La crisis a nivel familiar
Las consecuencias de la crisis económica en las familias son obvias. Éstas se expresan
en un conjunto de factores de vulnerabilidad que se han ido agudizando a lo largo de
los últimos años a partir de la pérdida de poder adquisitivo de los hogares. Para enfrentar
la disminución considerable de su nivel de bienestar, éstos no han tenido otro remedio
que adaptarse recurriendo a diferentes estrategias basadas en la búsqueda de otros
tipos de fuente económica u otras formas de provisión alimentaria.
“Mi esposo antes de venirse era docente, pero el sueldo de docente no le daba
y un tío mío que tiene tierras le dijo que sembraran juntos; él tenía una moto y la
vendió para comprarse semillas y sembrar”. (Carmen, 22 años, en Tacna con su
pareja e hijo desde 2019, comunicación personal, 15 de febrero de 2020)
El impacto de la crisis en el presupuesto familiar ha sido drástico para todos los jóvenes
entrevistados. Los problemas económicos se repercutan en la imposibilidad de pagar
las facturas de luz y de otros servicios básicos, los cuales terminan siendo cortados o
suspendidos, con efectos directos en el nivel de bienestar de las familias. La escasez
de medicamentos provoca dificultades de atención médica de primera importancia para
las poblaciones más necesitadas, en particular para aquellas que requieren una
vigilancia especial como los niños pequeños y las personas mayores de edad. Abundan
los testimonios de mujeres que no pueden recibir una atención adecuada para el
seguimiento de su embarazo y/o que no pueden tener acceso a un parto en condiciones
sanitarias seguras, sobretodo en caso de complicaciones para ellas y los neonatos.
Adicionalmente a los problemas en salud, los efectos de la crisis traen consecuencias
directas en la educación de los niños y adolescentes. Muchos se encuentran en la
obligación de dejar el colegio por falta de recursos para la compra de útiles o para el
transporte público hacia la institución educativa. Mientras tanto, otros adolescentes
deciden con sus padres y familiares dejar el colegio para dedicarse a alguna actividad
económica que permita aportar recursos al presupuesto doméstico. Las consecuencias
de la crisis se hacen notar entonces en todos los ámbitos de bienestar de las familias,
además de provocar problemas de salud mental y depresión. Otros testimonios enseñan
también las tensiones y formas de violencia que pueden surgir en el espacio doméstico
a raíz de la dureza de las condiciones de vida producidas por la crisis.
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2.3. De la crisis a nivel personal a la decisión de salir
Por último, a nivel personal, las consecuencias de la crisis se reflejan principalmente en
problemas de desnutrición o de mala nutrición, así como de depresión y desesperación
frente a la imposibilidad de hacer frente a las necesidades cotidianas y a la incertidumbre
hacia el futuro. En particular, las dificultades para alimentarse provocan una situación
de inseguridad alimentaria que pone en peligro la misma supervivencia de cada uno.
“Yo estaba embarazada, pero por la situación del país, que no me alimentaba
como debía porque ya en ese tiempo la comida escaseaba; la carne y el pollo ya
no los comías, que sí el huevo lo comíamos mitad y mitad”. (Emilia, 28 años, en
Tacna desde 2017, comunicación personal, 14 de febrero de 2020)
Por otro lado, son frecuentes los relatos de decisiones extremas que muchos individuos
tuvieron que tomar para deshacerse de todos sus bienes y sencillamente conseguir lo
básico para sobrevivir. La crisis se expresa pues en situaciones de angustia personal,
en las cuales el vínculo social y en particular familiar es el último soporte existente. Estas
experiencias enseñan la fragilidad que puede cobrar la vida cuando las condiciones
sociales ni siquiera permitan alimentarse y que las necesidades biológicas son las
primeras en ser atendidas, por temor de fallecer.
“Lo poquito que tenía en Venezuela lo vendí para que ellas [mis hijas] comieran,
vea pues, yo estando aquí en Perú tuve que vender la cama, porque en
Venezuela ahorita todo es así, si hablamos de vajillas por decir los platos, lo hace
cambio con comida y eso fue lo que hizo mi hermana, vender todo lo mío, toda
mi ropa la cambió por comida”. (Cristina, 31 años, en Tacna desde 2018 con su
pareja y tres hijos, comunicación personal, 13 de febrero de 2020)
A ello se suma la imposibilidad para los jóvenes de iniciar, continuar o terminar sus
estudios superiores o una carrera de profesionalización, por la misma necesidad de
trabajar en una actividad inmediatamente rentable y permitiendo generar un ingreso
básico para ellos mismos y sus familiares. Este abandono o postergación de los
proyectos educativos y de formación supone una acumulación de frustraciones frente al
impedimento de planear proyectos personales y desarrollar una autonomía económica
y residencial, lo cual se suele ser un rasgo característico de la juventud. En estas
circunstancias de depresión social y de empobrecimiento continuo, la migración fuera
del país aparece como el medio de existencia más asequible para enfrentar las
necesidades básicas y contemplar una posibilidad de supervivencia individual y familiar
a este contexto.
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“Ya llega un momento que nos apoyábamos, pero no alcanzaba, no alcanzaba
y entonces decidimos salir”. (Enrique, 27 años, en Tumbes desde 2018 con su
madre, dos hermanos y un sobrino, comunicación personal, 5 de febrero de
2020)
En el espectro de opciones al alcance de los jóvenes aparece entonces la salida del
país. El número cada vez creciente de jóvenes, de ambos sexos, que tomó la decisión
de emigrar desde 2016, en una dinámica personal o colectiva, difunde un modelo de
comportamiento y de medio de subsistencia para salir adelante y hacer frente a las
condiciones de vida relacionadas con la crisis en Venezuela. A continuación, nos
adentraremos en la diversidad de trayectorias migratorias de los jóvenes venezolanos
que salen de su país con la idea de llegar a Perú. Entre ellos, evidenciaremos los grupos
distintivos que permitan analizar las diferencias según las responsabilidades familiares
in situ y a distancia.
3. La migración como iniciativa individual con diferentes grados de apoyo
familiar a distancia
En los tres primeros tipos de trayectoria migratoria que proponemos, los jóvenes han
optado por una forma de movilidad individual desde Venezuela. Eso significa que no los
acompaña ningún familiar de su círculo doméstico cercano, aunque sí pueden viajar con
una persona que forma parte de su red de parentesco extendido. Dado que los familiares
coresidentes en Venezuela no están presente, se plantea la cuestión de sus cuidados a
distancia y de las perspectivas de la migración en el proyecto familiar.
3.1. Las migraciones “de aventura”
El primer tipo de trayectorias migratorias, identificado y designado como migraciones
“de aventura”, se refiere a los jóvenes que migran de Venezuela a Perú sin plan inicial
de viaje ni objetivo específico de apoyo económico a la familia de origen en Venezuela.
Son jóvenes, únicamente hombres, que migran solos en la búsqueda de mejores
opciones personales gracias a la migración a otro país de la región, sin
responsabilidades paternas ni encargo de enviar remesas a los familiares quedados en
Venezuela6. La mayoría de ellos tiene entre 18 y 22 años y no terminó la educación
secundaria (o abandonaron sus estudios superiores), por lo cual ocupaban trabajos
precarios y eventuales en el mercado informal en Venezuela, en particular desde el inicio
de la crisis económica. Tomaron la decisión de salir del país, a veces de forma
improvista, para transitar por el espacio transnacional que se extiende entre Venezuela
6 Este grupo abarca a trece jóvenes de la muestra.
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y Perú, y en el cual pueden hacer diferentes etapas, en particular en Colombia donde la
presencia venezolana es históricamente importante y donde pueden permanecer varios
meses para ocupar distintos trabajos como obreros, meseros o vigilantes, entre otros.
La elección de permanecer un tiempo en este país o a veces en Ecuador depende de
las oportunidades que se presentan, de las amistades que se van construyendo en el
viaje o de los pares salidos anteriormente que informan sobre las opciones laborales en
alguna localidad de este espacio de movilidad transnacional.
La decisión de estos jóvenes de migrar se fundamentó en la constatación de una
degradación de su situación personal y no se trata aquí, a diferencia de otros grupos,
del resultado de una deliberación colectiva en la familia. No les incumben
responsabilidades familiares particulares como la necesidad de cuidar a sus padres y/o
hermanos, y tampoco tienen hijos (o si lo tienen, ya no mantienen contacto con la madre
y no se involucran con su cuidado), por lo cual gozan de mayores márgenes de libertad
para viajar solos o entre pares, y aprovechar la migración previa de un amigo para
encontrar un empleo e incluso recibir alojamiento. Salvo algunos envíos de dinero a sus
abuelas como forma de apoyo ocasional, no experimentan la obligación de mandar
remesas a sus familiares en Venezuela, lo que prima en este grupo siendo la solvencia
individual. Aunque la gran mayoría son solteros, algunos jóvenes se marchan también
por motivos amorosos con la intención de encontrarse con su pareja (masculina o
femenina) quien migró previamente.
Una vez llegados e instalados en Perú, los jóvenes de este grupo ocupan trabajos
diversos, mayormente en el sector informal de la economía como vendedores
ambulantes o albañiles, mientras que otros se dedican a trabajar en bicicleta o moto en
servicios de entrega de comida a domicilio. Además de tener un acceso muy escaso a
los servicios de salud, un punto común entre ellos es el hecho de expresar situaciones
de explotación en el mercado laboral. En efecto, suelen testificar un número de horas
de trabajo a la semana sumamente importante y desventajoso en comparación a los
ingresos que reciben. Sin embargo, aceptan estas condiciones y las matizan con
respecto a lo que les tocó vivir Venezuela y lo que sus familiares siguen atravesando en
su día a día en la miseria. A las situaciones de explotación laboral se asocian
discriminaciones experimentadas en sus relaciones cotidianas y que las llevan a no
proyectarse necesariamente en Perú a largo plazo. En efecto, su movilidad no queda
limitada a la llegada a este país y contemplan la posibilidad de continuar el viaje de
acuerdo a las oportunidades que se puedan presentar más adelante en otro sitio.
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“Honestamente no me pienso quedar acá, pero no queda mucho tiempo, no por
el trato o por la situación o por el país, sino porque la verdad, al no poseer una
carrera y acá la vida realmente es un poco movida y difícil, y el sueldo no alcanza
para muchas cosas. Yo estoy buscando hacer un poco más de dinero y emigrar
a otro sitio donde el dinero pueda realmente rendir un poco más, donde pueda
ahorrar de mejor manera. En este momento, en todo caso, no tengo en mis
planes volver a Venezuela". (Jorge, 24 años, en Lima desde 2018, comunicación
personal, 26 de febrero de 2020)
Para los jóvenes entrevistados en Tacna, Chile aparece como el destino migratorio
idóneo, pero de difícil ingreso por las restricciones migratorias en ese país. En este caso,
permanecen en Perú, aprovechando las posibilidades de trabajo en el sector informal y
esperando que se presente otras oportunidades fuera del país.
Se puede observar que el tipo de migración “de aventura” se mantiene a lo largo de su
trayectoria migratoria dado que no buscan entrar en unión, ni formar una familia,
dedicando su tiempo principalmente en trabajar, pagar el alquiler de su alojamiento y
pasar tiempo de recreación con sus pares. Al no tener la obligación familiar de enviar
dinero, su decisión migratoria no se identifica como una estrategia de subsistencia
colectiva a la crisis que atraviesa su país de origen. Ello no impide, sin embargo, que
algunos jóvenes se encuentren en una situación más estable por el tiempo de instalación
en Perú y su grado de integración en el mercado laboral, que les permita generar un
ingreso suficiente y apoyar a sus familiares en Venezuela. A diferencia del grupo
analizado en el acápite siguiente, la migración no ha tenido aquí como punto de partida
un objetivo de supervivencia colectiva, sino que se inscribe en un proyecto individual
cuya experiencia favorable deja contemplar la posibilidad de enviar remesas, aunque
de forma irregular.
Por último, cabe notar que algunos jóvenes de este grupo llegaron a Perú antes de junio
de 2018, por lo cual pudieron tramitar el PTP, teniendo ahora una condición migratoria
formal que les da mejores condiciones de vida y la posibilidad de tener un puesto de
trabajo en el mercado formal. Mientras tanto, otros llegaron después de esta fecha,
solicitando un estatus de refugiado pendiente en la oficina de Migraciones, lo cual les
ubica en un limbo administrativo que no les garantiza ninguna estabilidad. Esta
vulnerabilidad legal se encuentra reforzada por frecuentes experiencias de
discriminación y xenofobia por parte de peruanos con los cuales interactúan a través del
trabajo o en el barrio donde viven.
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3.2. Las migraciones “de abnegación”
El segundo grupo propuesto abarca a jóvenes quienes viajan también solos desde
Venezuela hasta Perú, pero en este caso con un objetivo explícito de apoyo a distancia
integral a favor de su núcleo familiar de origen. Designamos estas migraciones como
formas de “abnegación”, en una aceptación cercana las nociones de “sacrificio” y de
“dedicación”. A diferencia del grupo anterior, los jóvenes son un poco mayores (tienen
entre 25 y 35 años) e incluyen de forma balanceada a hombres y mujeres7. La decisión
migratoria se debe al grado de intensidad de la crisis que golpea el presupuesto
doméstico en Venezuela y pone en cuestión la misma supervivencia de los miembros
de la familia.
“Me dije ‘Yo no tengo quien esté conmigo a mi lado y mi mamá se me está
muriendo, siento que se me va a ir muriendo la familia si no salgo y la ayudo, y
me dije ‘salgo del país porque yo voy a buscar la manera de resolver por fuera y
mandar dinero; y estando aquí, me gano 10 o 15 soles, y de esos 10 a 15 soles,
guardo 10 y gasto 5, así coma pan con agua, para buscar la manera de mandarle
a mi familia”. (Santiago, 34 años, en Tumbes desde hace pocas semanas,
comunicación personal, 2 de febrero de 2020)
Los jóvenes migran solos con el propósito de apoyar a la brevedad posible a sus
familiares quienes, por su edad, siendo niños pequeños o adultos mayores, no pueden
hacer un viaje de esta importancia con el cruce de diferentes fronteras. El viaje se realiza
en situaciones sumamente precarias, con muy pocos recursos incluso para tomar
medios de transporte en la totalidad del trayecto y comprar alimentos. Estos jóvenes
son la generación intermedia de su familia, la que se encuentra en mejores condiciones
físicas para viajar a través del continente y representan en este sentido la esperanza de
sus familiares y particularmente de las generaciones más vulnerables, para conseguir
el mínimo vital y evitar un riesgo de hambruna. Migrando solos, dejan a sus hijos que
pueden ser niños pequeños o adolescentes en el país de origen bajo la protección de la
pareja o, en caso de familias monoparentales, de tíos o abuelos, es decir dentro del
sistema de solidaridades que representa la parentela. Se trata pues aquí de una forma
de migración de crisis que se solidariza a distancia con toda la unidad familiar en el país
de origen gracias al envío de remesas. A cambio de los cuidados a sus hijos, el dinero
enviado representa una forma de compensación y, más allá del aspecto económico, un
compromiso moral con los miembros de la familia quedados en Venezuela. El hecho de
7 Este grupo abarca a ocho jóvenes de la muestra.
14
caracterizar estas migraciones como “individuales” no descarta las decisiones de viajar
entre hermanos, primos o amigos que comparten el mismo objetivo de cuidado a
distancia de la familia. Ahí se encuentran tanto a hombres que apoyan a su pareja e
hijos en Venezuela, como a mujeres quienes son madres solteras y que salieron del
país con el propósito de enviar dinero para la supervivencia alimentaria no sólo de sus
hijos sino también de sus padres mayores de edad o ancianos con necesidades
especiales de atención.
“Entonces, ya completamente, siendo sargento y pues allá me trataban muy bien con
todo, pero como el sueldo no me alcanzaba, nada, entonces no podía seguir, allá
muchos querían que no me fuera, que me quedara, que podía hacer mucha falta, pero
yo iba a dejar, yo me quedo, pero ¿quién le lleva la comida a mi casa a mi familia? ¿A
mi hijo? ¿A mi mamá? ¿A mis hermanos?” (Adela, 24 años, encontrada en Tumbes y
en camino hacia Lima, comunicación personal, 2 de febrero de 2020)
El objetivo aquí es colectivo; aunque la migración se realiza de manera individual, su
propósito tiene que ver con el cuidado y el apoyo a distancia de la unidad doméstica
para enfrentar la crisis en Venezuela, sin planificación contemplada de reagrupación de
la familia. Los trabajos que ocupan los jóvenes al llegar a Perú se ubican en el sector
informal de la economía y en particular en el comercio ambulatorio como la venta de
jugos o de comida en la calle, la realización de actividades domésticas en casas
privadas y diversas ocupaciones como meseros. Algunas mujeres pueden trabajar
también en el cuidado de niños o de adultos mayores, y para muchos se reconocen las
habilidades de los jóvenes venezolanos en oficios especializados en los salones de
belleza, peluquería y barbería.
Por otro lado, cabe notar que los jóvenes de este grupo ingresaron a Perú de forma
ilegal, es decir sin presentarse por el puesto fronterizo entre Ecuador y Perú, y que
algunos han presentado una solicitud de refugiado para legalizar su estadía en el país.
Nuevamente, un aspecto recurrente que los afecta son las situaciones de
discriminación, las cuales se manifiestan particularmente en el ámbito laboral y de la
vida cotidiana.
“Yo tengo ya más de un año trabajando acá y me han dicho, ‘venezolano de
mierda, vete para tu país’, que no sé qué y entonces aquí algunas personas
tienen la mente muy cerrada y piensan que tú estás acá por gusto o porque tú
estás de gratis, cosa que es falso. (…) ¿Por qué vienen a humillarme? Me dicen
‘no, que tú no tienes derecho, que no sé qué, que estas en mi casa’. Un día tuve
un problema con una señora que me decía: ‘no me vengas a decirme órdenes a
15
mí, yo soy peruano, tú no eres nadie aquí’. Bueno, esos son temas diarios acá.”
(Daniel, 26 años, en Lima desde 2018, comunicación personal, 27 de febrero de
2020)
Por otro lado, los jóvenes pueden aprovechar la presencia de otros familiares o amigos
en el territorio peruano sin que ello quite el objetivo fundamental del viaje a Perú:
encontrar rápidamente un trabajo, percibir un ingreso y enviar éste a Venezuela para la
compra de alimentos a los familiares. Se apoyan así en la red de parentesco ya
establecida para recibir un soporte parcial y puntual al llegar al país e insertarse en el
mercado laboral, sin implicar una coresidencia con estas personas.
“Mi tío hizo el esfuerzo y me compró un carrito de broaster y me tocó trabajar en la calle,
yo que no estaba acostumbrada a eso me tocó trabajar en la calle”. (Isabel, 20 años, en
Lima desde 2018, comunicación personal, 28 de febrero de 2020)
A diferencia del grupo presentado a continuación, la migración no se inscribe en un
proyecto a largo plazo y de hecho muchos jóvenes contemplan la posibilidad de
continuar su trayectoria migratoria hacia otro país, Chile o en algunos casos a Europa.
Es cuestión de un medio de subsistencia al alcance de los jóvenes que se inspiran de
la experiencia de otros familiares o pares, encontrando un recurso para enfrentar las
necesidades más básicas de la crisis experimentada en el país de origen.
3.3. Las migraciones “de exploración”
El tercer tipo de trayectoria migratoria identificado se refiere a los jóvenes que salen de
Venezuela con el propósito de trabajar, enviar remesas a sus familiares y, según la
evolución de su situación, contemplar la posibilidad de traer a sus familiares cercanos
(pareja hijos, hijos, padres) a Perú. Los designamos como migrantes “de exploración”
aunque podrían ser entendidas también como migrantes “de prueba”, y abarcan una
mayoría de mujeres8. En este grupo, los jóvenes experimentan la migración y sus
beneficios en una dinámica individual, y evalúan las opciones laborales y la estabilidad
de las condiciones de vida en el país de destino con respecto a la calidad de su
instalación e integración. En función este balance, pueden contemplar la migración
posterior de los demás miembros de su unidad doméstica de origen, en particular de su
pareja hombre o mujer, y de sus hijos. La decisión de marcharse solos de Venezuela se
explica por la duración y el costo del viaje en bus hasta Perú y de la incertidumbre en
torno a la satisfacción relativa de su experiencia migratoria en ese país. Se trata de un
proyecto migratorio parcial por el momento y que se inscribe en una perspectiva
8 Este grupo abarca a cinco jóvenes de la muestra.
16
colectiva en caso de elección posterior de reagrupación familiar en el país de destino.
Este tipo de trayectoria migratoria se asemeja a las demás por su exposición a
situaciones de explotación e incluso al riesgo de ser víctima de una red de prostitución
o de trata de personas a lo largo del trayecto entre ambos países, como lo han
demostrado diferentes testimonios.
“Mira, la situación fue así: yo lo conocí a una persona en la Plaza de
Bucaramanga y le dije que necesitaba trabajo. En ese rato nomás hablamos y él
me dijo que tenía algo que ofrecerme. Y yo sin pensar me fui, porque yo tengo a
mi hija en Venezuela. Mi hija estaba enferma, mi papá también, y el papá de mi
hija no se hizo más cargo de mi hija. Entonces yo era el único sustento. Me fui y
me hicieron unos exámenes, yo no sabía que era, pero era para trabajar en la
prostitución. Cuando me pusieron la ropa, unos cacheteros, un sostén así, pues,
yo lloraba, yo decía que no me quería ir para allá y todo. Al final me obligaron a
muchas cosas…” (Ximena, 19 años, en Tumbes desde hace unas semanas,
comunicación personal, 2 de febrero de 2020)
A través de este tipo de trayectoria migratoria, se busca un punto de apoyo en el país
de destino para desarrollar un foco de instalación a partir de un ingreso económico y de
un alojamiento estable, para contemplar a continuación la migración de los familiares,
particularmente de los hijos cuando los jóvenes son padres, o de sus hermanos cuando
no tienen todavía una familia de procreación. Al concretarse la migración de otros
miembros de la familia, la migración “de exploración” se convierte en una reagrupación
familiar como lo abordaremos en la siguiente sección. Este tipo de experiencia
migratoria representa pues una etapa delimitada en la trayectoria de los jóvenes. Puede
durar varios meses o incluso varios años hasta que la migración de la pareja, de los
hijos, hermanos o padres se haga posible. Si los jóvenes ingresaron a Perú antes de
junio del 2018, pueden tramitar el PTP y luego el carnet extranjería, mientras que los
que llegaron después de esta fecha tienen mayores dificultades para formalizar su
estadía en Perú. Nótese entonces que la fecha de llegada es un dato decisivo en la
posibilidad de concretar de la migración de otros familiares porque permite crear un
soporte seguro hacia la reagrupación familiar.
Este tipo de trayectoria migratoria se inscribe desde el inicio en un proyecto colectivo
que involucra toda la familia o al menos una parte significativa de ella. De hecho, tanto
el viaje como el primer periodo de estadía en Perú se realizan de manera individual,
aunque no descartan algunas experiencias en pareja, pero con un proyecto a largo plazo
de reunificación familiar. El proyecto migratorio puede incluir también la familia política
17
de ego, es decir los padres y hermanos de su pareja. A diferencia del grupo descripto
anteriormente, la migración individual se asocia no sólo con el envío preliminar de
remesas, sino también con un proyecto de convivencia familiar en Perú. Más adelante,
al concretarse éste, la llegada de los familiares implica una reconfiguración de la vida
cotidiana de los jóvenes venezolanos a través de un cuidado presencial y la resolución
de otras necesidades cotidianas como la inscripción escolar de los hijos.
“Ya cuando llegaron ellos [hijos] yo les busqué colegio, no fue fácil tampoco, en
el colegio no me dejaban ni siquiera entrar a hablar con la directora, nada, decían
que no, que no había vacantes, pero no me daban tampoco la oportunidad de
preguntar de qué podía hacer, de si podía esperar para el otro año, nada. No, la
señora de la puerta no. ‘No hay, la directora no está, está de licencia’. Tantas
cosas me dijeron en diferentes colegios, porque fui a varios”. (Paola, 26 años,
en Tacna desde 2018, comunicación personal, 16 de febrero de 2020)
Después de un periodo de cuidados a distancia y del envío de remesas, la
responsabilidad de protección de los hijos y de la gestión de su vida cotidiana se hace
de forma presencial. Aunque el proyecto colectivo existe desde el inicio, en este tipo de
trayectoria migratoria existe una experiencia significativa de vida individual en Perú. En
los siguientes tipos de trayectoria, las implicancias colectivas de la migración se
observan desde la salida del país de las personas migrantes.
4. Las migraciones inscritas en una dinámica familiar y de cuidado colectivo
“presencial”
Esta sección se enfoca en las trayectorias migratorias de jóvenes que se realizan a
través del grupo familiar, principalmente con los hijos, hermanos o padres desde
Venezuela hasta Perú. A pesar de mostrar diferencias, los tres tipos presentados a
continuación comparten este aspecto común y completan las tres categorías
presentadas anteriormente como parte de la misma tipología.
4.1. Las migraciones de reunificación familiar
Este tipo de trayectoria migratoria es la otra cara de la moneda de la última categoría
presentada en la sección anterior. El foco de atención se ubica aquí en el joven ego y
eventualmente sus familiares acompañantes que han migrado de Venezuela a Perú
para encontrarse con la pareja, el hermano o el padre habiendo viajado anteriormente
entre ambos países. Se trata pues de migraciones que tienen como objetivo una
reunificación o reagrupación familiar después de una migración “de exploración”. En
este grupo, los jóvenes tienen una edad comprendida entre los 18 y 22 años y tienden
18
a ser mayormente mujeres9. Permanecen en el seno de su familia de origen entre el
periodo anterior y posterior a la migración, por lo cual viven con sus padres una vez
llegados a Perú. En este país, se dedican mayormente a trabajar para aportar al
presupuesto doméstico, aunque algunos logran iniciar estudios superiores técnicos.
Este tipo de trayectoria migratoria se diferencia en particular de la migración “de
aventura” presentada anteriormente dado que los jóvenes no se hacen autónomos ni
económica ni residencialmente de su núcleo familiar de origen. A diferencia de aquellos
que buscan a través de la migración un medio de supervivencia para su familia en
Venezuela, los jóvenes que muestran este tipo de trayectoria viven en condiciones
relativamente estables; sus padres primo migrantes tramitaron su PTP, lo cual les
permite conseguir una regularización de su estadía en Perú. La mayoría no tiene pareja,
ni venezolana ni peruana, y si la tienen, no forman todavía un nuevo núcleo familiar.
Otra situación recurrente en este grupo se refiere a la migración de mujeres que buscan
reencontrarse con su pareja que migró meses antes. La mayoría viaja con sus hijos
hacia Perú, mientras que otras jóvenes sin hijos buscan sencillamente una nueva
convivencia después de la migración. En la etapa post migratoria, la reconstitución de
estas familias de procreación puede dar lugar al nacimiento de nuevos hijos que
consiguen la nacionalidad peruana por el derecho del suelo que rige el Código peruano,
así como un seguro de salud. Notemos que el proceso de reagrupación familiar no se
restringe entonces al núcleo familiar constituido por los padres e hijos, sino que se puede
realizar también dentro de la red de parentesco extendido. Por ejemplo, cuando tíos
migraron primero a Perú en un periodo que permitía tramitar el PTP, pueden incentivar
luego a sus sobrinos jóvenes de hacer el viaje, ofreciéndoles alojamiento y condiciones
de vida estables en la localidad de destino en Perú.
El viaje de los jóvenes desde Venezuela hasta Perú se realiza por lo general en
condiciones aceptables, trasladándose en bus y cruzando los puestos de fronteras sin
mayores inconvenientes. Los primo migrantes de la familia que ya radican y trabajan en
Perú, les han podido enviar el dinero suficiente para realizar el viaje en estas
condiciones. Además, la obtención previa del PTP permite al resto de la familia
beneficiarse de una regularización rápida de su estatus migratorio con tal de haber
llegado a Perú antes de junio de 2019. Para este grupo de jóvenes, al igual que el
siguiente, existe una ruptura con la posibilidad de volver a vivir en Venezuela en el
futuro; pertenecen a familias que buscan romper los vínculos con el país de origen y que
9 Este grupo abarca a diez jóvenes de la muestra.
19
se proyectan a largo plazo en un país diferente. Este fenómeno se plasma en muchos
casos por la venta de las propiedades en Venezuela.
“A mi papá le salió la oportunidad de venirse él solo hasta aquí, hasta Perú,
porque él iba a pasar a Chile e iba a tramitar la visa desde aquí, la visa chilena,
pero no le salió. Él se vino antes entonces, luego a nosotros nos tocó vender
nuestra casa para poder venirnos”. (Carla, 19 años, en Tacna desde 2019 con
sus padres y hermano, comunicación personal, 15 de febrero de 2020)
Sin embargo, para otros jóvenes que no tienen suficientes recursos a disposición, el
viaje desde Venezuela hasta Perú resulta más difícil.
“Cuando llegué a Rumichaca, ya no contaba nada más que 10 dólares, entonces
o comía o pagaba el pasaje y tenía mucha hambre. Tanto así que me quedé allá,
vendí unos zapatos míos que yo me llevaba nuevos de Venezuela, en 5 dólares
lo vendí para poder comer, porque ya no me alcanzaba nada porque yo me fui
así, sin saber, sin nada, tenía eso”. (Jesús, 19 años, en Ecuador durante el año
2018 y en Tacna desde 2019 para encontrarse con su hermana que había
migrado dos años antes, comunicación personal, 14 de febrero de 2020)
Para la mayoría de estos jóvenes, la experiencia migratoria de reunificación familiar
significa mejores condiciones de vida en Perú con respecto al periodo de vida anterior
en Venezuela. Sin embargo, estas satisfacciones muestran algunos límites en los
ámbitos laborales y sociales. En particular, la necesidad constante de trabajar para
asumir sus gastos o apoyar a otros familiares en Venezuela los aleja para muchos de
proyectos de estudios superiores, por lo cual en varios relatos se nota cierta frustración
y una inclinación a migrar hacia otro país. A ello se suman los problemas similares a los
grupos anteriores, relacionados con su inserción en el sector informal de la economía a
través de actividades ambulatorias, así como frecuentes situaciones de discriminación
y xenofobia. Estos factores dificultan la calidad de su integración y pueden perjudicar su
proyecto de permanecer en Perú en el largo plazo. En particular para los jóvenes que
viven en Tacna, la cercanía de Chile representa una opción migratoria en el futuro, en
un país donde los ingresos son mayores y el mayor nivel de formalidad contribuye a
evitar situaciones de explotación laboral.
4.2. Las migraciones de un núcleo familiar
Los jóvenes que migran de Venezuela a Perú con el conjunto de los miembros que
constituyen su núcleo familiar representan el grupo más numeroso de la investigación10.
10 Este grupo abarca a doce jóvenes de la muestra.
20
Éstos no se concentran en un grupo de edades específico dentro de la juventud y son
tanto hombres como mujeres. Su trayectoria migratoria presenta dos principales
configuraciones: una en que salen con los miembros de su familia de origen (padres y
hermanos) cuando no están en una unión formal y no tienen hijos, y otra en que se van
con los miembros de su familia de procreación (pareja e hijos). En vez de optar por una
dispersión de los miembros de la familia como en los grupos analizados anteriormente,
los jóvenes migran aquí con las personas que son parte de su primer círculo.
“Por la situación en Venezuela, mi mamá cayó en depresión, mi papá se la
pasaba llorando todos los días, mi hermano casi no quería ir al colegio porque
somos una familia bien unida, somos apegados unos con otros, nunca nos
hemos separado”. (Romina, 23 años, en Tumbes con ambos padres y su
hermano desde 2018, comunicación personal, 4 de febrero de 2020)
En este grupo, se toma la decisión de migrar entre todos los miembros de la familia y
de hacer el viaje de manera unida hasta Perú, lo cual implica una inversión económica
mayor a una migración de forma individual como en los casos anteriores. Una vez
instalados en la localidad de destino, la residencia compartida de los jóvenes con los
miembros de su familia de origen no impide la posibilidad de tener una pareja y
eventualmente de tener hijos de esta unión. De esta forma, estos jóvenes pueden llegar
a formar una familia de procreación después de su migración y eventualmente seguir
viviendo con sus padres y hermanos.
Los jóvenes que integran este grupo suelen trabajar en diferentes ocupaciones,
aprovechando así las oportunidades del mercado laboral en el sector tanto formal como
informal de la economía peruana. Los ingresos generados por su actividad permiten
sostener el presupuesto doméstico y en algunos casos los mismos jóvenes pueden ser
el principal soporte económico de su familia después de la migración a Perú y en la fase
de instalación e integración en este país. Esta situación no descarta la posibilidad de
enviar remesas a los miembros de la familia que todavía se encuentran en Venezuela,
en particular a los abuelos quienes, como ya fue mencionado, no constituyen la mayor
población involucrada en el proceso migratorio fuera de Venezuela. Cabe notar también
que la mayoría de familias que presentan este perfil de migración colectiva pudieron
tener acceso al PTP, lo cual les proporciona una relativa estabilidad en Perú por no
verse expuestos a un riesgo de deportación de parte de las autoridades migratorias.
La segunda configuración que involucra la unidad familiar en su conjunto se refiere a los
jóvenes de ambos sexos que migran junto con su pareja y por lo general con los hijos
que tienen de esta relación o de otra anterior. En este caso, la decisión de salida de
21
Venezuela se toma de manera conjunta como consecuencia de los efectos de la crisis
sobre el nivel de bienestar del núcleo familiar.
“Yo no quería separarme de mis hijos, no, pero él [su pareja] también lloraba
porque decía que los niños estaban flacos, desnutridos que en cualquier
momento se podían morir que no sé qué, yo también estaba flaquita y él me
decía, ‘vámonos, vámonos’… Yo le decía ‘vamos a hacerlo por nuestros hijos’,
yo le decía que no me quería separar de mis hijos. Y luego de dos semanas me
dijo, ‘vámonos, vámonos, vamos a buscar el futuro de nuestros hijos, vámonos’.
Yo le decía que no hasta que por fin decidí que sí ...” (Cristina, 31 años, en Tacna
desde 2018 con su pareja y cuatro hijos, comunicación personal, 13 de febrero
de 2020)
En este grupo de jóvenes migrantes, las amistades y pares que migraron a Perú
anteriormente constituyen una red social importante para informarse sobre las
posibilidades de trabajo en Perú, así como las opciones de alojamiento y la organización
de la fase de instalación en el país de destino. El trayecto desde Venezuela hasta Perú
se puede realizar de manera directa o a través de diferentes etapas en los países
intermediarios, en particular en Colombia. Muchos tomaron la decisión de irse a Perú
antes de junio de 2019 y de la imposición de la visa humanitaria para el ingreso al país,
mientras que otros son parte del primer grupo de venezolanos que llegó a Perú en 2016
al inicio de la crisis. Todos ellos consiguieron tramitar el PTP para formalizar su estadía
en el país, aunque ello no les aleja de problemas de discriminación que dificultan su
inserción en el mercado laboral.
“Mi esposo y yo comenzamos a buscar trabajo y nadie, absolutamente nadie nos
quería dar trabajo. Nos decían ‘No, venezolanos no, no queremos venezolanos’”.
(Nuria, 27 años, en Tumbes con su pareja e hijo, comunicación personal, 4 de
febrero de 2020)
Una vez instalados en Perú, los hijos de estos jóvenes están escolarizados nuevamente
y se suelen encontrar con otros niños venezolanos en su colegio. Después de un periodo
de adaptación a la vida en Perú, estas familias logran conseguir cierta estabilidad y
realizar envíos regulares de remesas a sus padres que se quedaron en Venezuela. Se
convierten en personas que han superado su condición inicial como migrantes y que no
muestran intención alguna de regresar a Venezuela, conscientes de la dureza de las
condiciones sociales y de la dificultad de cambiar el orden político actual, que fueron los
motivos al origen de su decisión de salir. En este grupo, se encuentran también jóvenes
mujeres que prefirieron marcharse del país con otros miembros de la familia y tener una
22
forma de protección en el viaje y en la instalación en Perú frente a los riesgos de abuso
y de explotación.
“Si hubiese viajado sola por ejemplo sí me hubiese sentido insegura porque tal
vez como te miran, como que los hombres aprovechan que estás sola, entonces,
tal vez por eso nos fuimos juntos, porque hay muchos hombres malos que se
quieren aprovechar, entonces, más que todo en Latinoamérica yo pienso que es
más complicado para las mujeres. Entonces, si hubiese viajado sola me hubiese
sentido insegura.” (Luciana, 22 años, en Tacna desde 2018 con su madre,
hermanos y abuela, comunicación personal, 14 de febrero de 2020)
Por último, notemos que este grupo de jóvenes que migraron con los miembros de su
núcleo familiar suelen constituir el soporte para la migración de otros familiares; por
ejemplo, de los padres o suegros, u otros miembros del parentesco extendido como
primos, tíos, etc. Estas movilidades se inscriben en un proyecto de largo plazo que se
distinguen de las migraciones “de abnegación” observadas en el acápite anterior,
cuando involucran a dos miembros de la misma familia, por ejemplo dos primas, quienes
migran juntas para conseguir ingresos inmediatos y servir de apoyo de supervivencia
para el resto de la familia en Venezuela. En estos casos, las migraciones responden a
un objetivo de envío de remesas y al hecho de asumir responsabilidades de cuidado en
el país de origen, lo cual no es necesariamente el caso cuando se trata de una migración
del núcleo familiar.
4.3. Las migraciones de un núcleo familiar monoparental
El último tipo de trayectoria migratoria evidenciado se refiere a las jóvenes que son
madres de familia separadas de su pareja o del padre de sus hijos, y que migran en
condiciones sumamente precarias con niños pequeños y muchas necesidades
inmediatas11. Las mujeres que constituyen este grupo tuvieron hijos desde el final de la
adolescencia y su entrada en la juventud, con un uso muy limitado de métodos
anticonceptivos, llegando a tener tres a cuatro hijos antes de cumplir los 25 años. En el
periodo anterior a su migración a Perú, estas mujeres ocupaban actividades en el sector
de los servicios en Venezuela como la limpieza de casas, el cuido de niños o la venta
en comercios, sin recibir más el apoyo del padre de sus hijos para el cuidado de éstos.
Su origen familiar se caracteriza por distintas formas de vulnerabilidad como un débil
apoyo de sus padres, la no culminación de la educación secundaria y una ausencia de
formación profesional que les permita conseguir un empleo en condiciones estables
11 Este grupo abarca a tres jóvenes de la muestra.
23
fuera del subempleo. Al igual que en los grupos anteriores, las mujeres que migraron
solas con sus hijos se suelen apoyar en la red migratoria de amigos venezolanos ya
presentes en el territorio peruano para tener un primer soporte, imprescindible, para
concretar el proyecto migratorio y tener un punto de llegada en ese país. No obstante,
no se trata de migraciones de reunificación como en el grupo anterior dado el objetivo
de la migración no es de encontrarse ni con la pareja, ni con familiares cercanos.
“Es muy importante para cualquiera que sale de su país, es muy importante que
tengas a alguien que te espera, que te reciba, mientras tú empiezas a trabajar,
mientras tú arriendas, mientras tú te solventas, eso es muy importante, es muy
difícil salir así a la deriva y llegar a un país que no conoces o donde nadie te
espera. Es muy difícil pues, empieza a pasar muchas ronchas, como decimos
nosotros, o sea penas y calamidades. Entonces, por eso nos fuimos a Perú
porque tengo un amigo aquí, porque nos recibió y ya después yo me arreglé
acá.” (Giovanna, 32 años, en Tumbes desde 2019 con su madre e hijo,
comunicación personal, 3 de febrero de 2020)
Las mujeres de este grupo representan un caso clave de lo que son las migraciones de
supervivencia. Tuvieron que afrontar muchas veces solas todos los efectos de la crisis
social y económica en Venezuela, con un apoyo débil o inexistente de su pareja y de
sus familiares. En estos casos también, las migraciones no se realizan necesariamente
de manera directa desde Venezuela hasta Perú, sino que las jóvenes pueden recurrir a
los amigos y conocidos que les pueden proporcionar ayuda y alojamiento en el trayecto.
A pesar de las restricciones migratorias impuestas por las autoridades peruanas desde
el 2019, las jóvenes que presentan este perfil con hijos pequeños pueden ingresar al
país y ser beneficiaria de las excepciones otorgadas a las personas en situación de
vulnerabilidad. Dada la escasez de recursos económicos y la urgencia de salir del país,
las mujeres que presentan este tipo de trayectoria migratoria a veces no consiguen
tomar medios de transporte en la totalidad del camino hacia el país de destino.
“Muchas nos arriesgamos a, como quien dice, quedarnos en el camino y no
saber si terminamos de llegar o no, entra el frío, entra el calor, entra el páramo…
Y tener que caminar un buen camino en el frío, no es nada fácil. El frio te pega
en los huesos, no puedes a veces ni moverte, ni caminar [...] No es que te subes
a un bus y te vas directo”. (Norma, 30 años, en Lima desde 2019 con sus dos
hijos, comunicación personal, 16 de mayo de 2020)
En la etapa de instalación e integración en Perú, estas mujeres se desempeñan en
actividades de venta ambulatoria que les permiten generar un ingreso básico para el
24
cuidado de sus hijos, de forma complementaria al apoyo que pueden recibir por parte
de amigos o miembros de la parentela que las hospedan. Para ellas, la migración ha
representado un medio de subsistencia imprescindible para mejorar sus condiciones de
vida y la de sus hijos, fuera de la supervivencia que vivieron en el país de origen.
Aunque este tipo de trayectoria migratoria involucra a pocas personas en la
investigación, las formas de vulnerabilidad que se asocian a la monoparentalidad
combinada con las necesidades de cuidado de niños pequeños merecen ser
enfatizadas, la incertidumbre con respecto al desenlace de la migración y el riesgo que
corren por ellas y sus hijos a lo largo del viaje hasta el Perú. Los testimonios son
escasos, pero reflejan trayectorias migratorias e historias de vida recurrentes desde
2019.
Conclusiones
La presentación de una tipología puede presentar el riesgo de caer en la exposición de
categorías muy delimitadas y de cierta manera “cerradas”. Sin embargo, no es el caso
en este capítulo. Por ejemplo, podemos notar que migraciones que aparecen como
formas de “aventura” en un primer tiempo, pueden tomar luego la forma de migraciones
duraderas con un proyecto de instalación y estabilización en el país de destino, con la
posibilidad de enviar regularmente dinero a los miembros de la familia quedados en el
país de origen. Es el caso de Angélica por ejemplo quien, después de una migración
caracterizada por una forma de incertidumbre, logró estabilizar su situación en el Perú
gracias a su trabajo en una peluquería y enviar regularmente dinero a su madre en
Venezuela. Después de una secuencia calificada “de aventura” y de una forma explícita
de migración de supervivencia, los jóvenes pasan después a una fase de integración y
de definición de proyectos que los ubican fuera de condiciones de supervivencia.
Aunque el proyecto inicial de la migración es netamente individual, éste no excluye a
continuación una forma de ayuda a la familia en Venezuela. De igual manera, algunos
jóvenes se pueden encontrar en una migración “de abnegación” al inicio de su
trayectoria migratoria y luego encontrarse en una migración “de exploración” cuando se
dan cuenta que las condiciones permiten contemplar la posibilidad de traer a los
familiares.
El capítulo ha mostrado que las responsabilidades familiares que condicionan el tipo de
trayectoria migratoria de cada joven descansan básicamente en el envío de remesas,
los cuidados que pueden ser asumidos a distancia y la implementación de proyectos
migratorios que permitan en algunos casos una reunificación de la unidad familiar. En
estas diferentes configuraciones, la red migratoria constituida por el sistema de
25
parentesco o, más ampliamente, las relaciones sociales de los jóvenes migrantes con
sus pares representan un factor clave en la implementación del proyecto migratorio y la
concretización de la experiencia de movilidad entre ambos países.
Por último, en lo que se refiere a las diferencias de género, la tipología enfatiza algunos
grupos que concentran uno de los sexos. Las migraciones “de aventura”, por ejemplo,
tienen una representación exclusiva de hombres y muestran la dimensión de la
movilidad en la construcción de la autonomía y de la masculinidad a lo largo de la
juventud. Al contrario, el grupo que incluye a familias monoparentales viajando con niños
pequeños concentra únicamente a mujeres que se encuentran en una situación
altamente vulnerable por su exposición a riesgos de violencia y de depresión. Las
migraciones “de exploración” revelan también una representación más importante de
mujeres, pero el enfoque cualitativo de la investigación invita a la prudencia y no permite
avanzar conclusiones definitivas. En los otros grupos propuestos en la tipología, se
observa cierto equilibrio en los sexos y diferencias entre las trayectorias que se deben
esencialmente a la calidad del vínculo social de los jóvenes con su familia de origen y a
su compromiso con los cuidados de sus familiares, en particular cuando ésos son niños
pequeños o adultos mayores. En última instancia, la trayectoria genésica y reproductiva
de cada uno, la composición y estructura de su familia de origen, combinada o no con
una familia de procreación y la búsqueda de realización personal a través de la
migración, son varios de los factores que permiten entender la construcción de las
trayectorias migratorias de los jóvenes y la importancia de su rol familiar como migrante.
La diversidad del fenómeno migratorio se articula con la heterogeneidad de la juventud,
más allá del contexto de crisis.
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