· Giorgio Manganelli Las Fábulas'de los tarots · Vida, y lajoven mujer dedicada a la fá cil...

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... · ... Giorgio Manganelli Las Fábulas ' de los tarots C on el lenguaje de un sueño concen- trado y perplejo, Italo Calvino ex- plora el lugar donde se sitúa -¿qué, por . lo demás?- no una peripecia ni, en ri- gor, un relato, sino más bien una visión de la baja Edad Media, cotidiana y abs- tracta, duramente ósea y cálidamente carna l. El castillo de los destinos cruzados -o mejor, con ironía y estupor, "la mo- rada "- es el lugar ambigüo, noble y. pobre; cortés y al .mismo tiempo de un .. turbio carácter terrestre; como un pa- quete de cartas, limpio de signos herál- dicos, y manipulado, trabajado por una furia risueña, por los sudores rencoro- _ sos de los jugadores. Precisamente un paquete de cartas: no las cartas bidi- mensionales, imágenes humorísticas que torturan a Aliciaal otro lado del espejo, sino cartas arcaicas, alusivas, sabias; una filiación litúrgica oracular e inasequible. Al centro de este libro fascinante de Calvino, publicado en una de las edicio- nes más elegantes, se encuentra justa- mente el paquete del Tarot; un paquete precioso por la iconografía, diseñada en el siglo xv por Bonifacio Bembo y otros, y recompuesta aquí con todas las cartas que han podido recuperarse, cu- .· yas doraduras, esmaltes, los artificios vegetales y geométricos de enigmática, solemne densidad, son esplendentes. Colocado al centro de una mesa alrede- dor de la cual están sujetas las damas y ., los caballeros eternamente taciturnos, este paquete de Tarot es un catálogo de los posibles, una lista de hipótesis, un diccionario críptico del mundo; en sus signos se compendian los nudos fatales del destino humano; todos juntos .ocu- pan un espacio tan helado como fas- tuoso donde se alinean, depurados de todo clamor cotidiano, los acontecí- Traducción de Héctor Orestes Aguilar" sobre la versión de Philippe Di Meo mientas rituales y privilegiados, las desventuras, los éxtasis, la muerte, e! ¡ oscuro itinerario del conocimiento. Pero he aquí que uno de los persona- jes taciturnos se apodera de lascartas, y . con un gesto deliberado escoge una, que torna.el valor de un autorretrato heráldico; a esa segunda, y poco a poco algunas otras, y mediante imágenes, y mediante signos, impuestos e inciertos, recuenta una. historia sin pa- labras. Cada carta es un escudo de ar- .mas;' pero su aire ; ceremonial cubre y ltalo Calvino 27 representa los acontecimientos onerosa- mente humanos y los consagra, les co- munica no la secuencia temporal sino e! itinerario de! destino. De carta en' carta, el primer narrador confiesa una alter- nancia de imprudentes desventuras y de prematuros amores silvestres; pero estas cartas, todas las cartas, son polivalentes; y he aquí que le sigue otro taciturno: de una de estas cartas hace nacer unahisto- ria ql;le crece en otra dirección. El As de copas, que era en la primera historia la fuente donde abrevaba e! jo- ....

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Giorgio Manganelli

Las Fábulas'de los tarots

Con el lenguaje de un sueño concen­trado y perplejo, Italo Calvino ex­

plora el lugar donde se sitúa -¿qué, por .lo demás?- no una peripecia ni, en ri­gor , un relato, sino más bien una visiónde la baja Edad Media, cotidiana y abs­tracta, duramente ósea y cálidamentecarna l. El castillo de los destinos cruzados-o mejor , con ironía y estupor, " la mo­rada "- es el lugar ambigüo, noble y .pobre; cortés y al .mismo tiempo de un ..turbio carácter terrestre; como un pa­quete de cartas, limpio de signos herál­dicos, y manipulado, trabajado por unafuria risueña, por los sudores rencoro- _sos de los jugadores. Precisamente unpaquete de cartas: no las cartas bidi­mensionales, imágenes humorísticas quetorturan a Alicia al otro lado del espejo,sino cartas arcaicas, alusivas, sabias; unafiliación litúrgica oracular e inasequible .

Al centro de este libro fascinante deCalvino, publicado en una de las edicio­nes más elegantes , se encuentra justa­mente el paquete del Tarot; un paqueteprecioso por la iconografía, diseñada enel siglo xv por Bonifacio Bembo yotros, y recompuesta aquí con todas lascartas que han podido recuperarse, cu- .·yas doraduras, esmaltes, los artificiosvegetales y geométricos de enigmática,solemne densidad, son esplendentes.Colocado al centro de una mesa alrede­dor de la cual están sujetas las damas y .,los caballeros eternamente taciturnos,este paquete de Tarot es un catálogo delos posibles, una lista de hipótesis, undiccionario críptico del mundo; en sussignos se compendian los nudos fatalesdel destino humano; todos juntos .ocu­pan un espacio tan helado como fas­tuoso donde se alinean, depurados detodo clamor cotidiano, los acontecí-

Traducción de Héctor Orestes Aguilar"sobre la versión de Philippe Di Meo

mientas rituales y privilegiados, lasdesventuras, los éxtasis, la muerte, e! ¡

oscuro itinerario del conocimiento.Pero he aquí que uno de los persona­

jes taciturnos se apodera de las cartas, y .con un gesto deliberado escoge una,que torna .el valor de un autorretratoheráldico; a esa opone~una segunda, ypoco a poco algunas otras, y medianteimágenes, y mediante signos, impuestose inciertos, recuenta una.historia sin pa­labras. Cada carta es un escudo de ar-

.mas;' pero su aire ; ceremonial cubre y

ltalo Calvino

27

representa losacontecimientos onerosa­mente humanos y los consagra, les co­munica no la secuencia temporal sino e!itinerario de! destino. De carta en' carta,el primer narrador confiesa una alter­nancia de imprudentes desventuras y deprematuros amores silvestres; pero estascartas, todas las cartas, son polivalentes;y he aquí que le sigue otro taciturno: deuna de estas cartas hace nacer unahisto­ria nu~va, ql;le crece en otra dirección.El As de copas, que era en la primera

historia la fuente donde abrevaba e! jo-

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ven desafortunado, se convierte, en la

segund a, en una alquímica Fuente de

Vida, y la joven mujer dedicada a la fá­

cil aventu ra -el Arcano de la Templan­

za- se da quizá como una monja, quizá

por la naturaleza misma; y la historia

prosigue para engendrar ot ra historia y

esta última aun otra; y cuando al fin to­

dos juntos los tarots ocupan el espacio

de la mesa y todos los comensales loshan recogido durante sus confesiones,

el diccionario de las posibles fatalidades

está desplegado por completo delante

de nosotros según el itinerario que esco­

jamos: se leerán todas las vidas posibles,la del narrador o, incluso, la del lector.

Pues bien , cada carta corresponde,

con un sentido diferente, pero no dis­

continuo, a las lecturas o a los textos , o

a las vidas infinitas: "Todo relato se di­

rige al encuentro de otro relato y mien­

tras que un comensal mueve su insignia,

en el otro extremo de la mesa otro

mueve la suya en sentido opu esto, mien­

tr as que las historias cont adas de iz­

quierda a derecha o de abajo ha cia

arriba pueden asimismo ser leídas de de-

recha a izquierda o de arriba abajo. " De

tal modo, la historia "del viajero en la

ciudad subterránea, por ejemplo, no era

otra que la histori a del visitador de la

ciudad celestial, contada al revés ..."

La fábula de Calvino es un placer

raro porque conduce al éxtasis de la eso.

tructura y tiende, ayudándose de la

droga de la sintaxis, a eso que no sin

insolencia podría tacharse de " realismo

heráldico" ; y por esto el relato se sitúa

subrepticiamente en este género anti­

guo, sabio y sutil que se nos había ase­

gurado era "imposible" y que quizá así

comenzábamos a considerarlo: se trata

de una fábula didascálica, que en cada

una de sus frases, en cada uno de sus

pasajes, presupone una presencia icó­nica y que la anota, la acompaña sabia­

mente , mezclando claridad e inextrica­

ble mentira, en una glosa narrativa que

está cerca de la alegría y el miedo de la

agotadora poli valencia infinita de las

significaciones , de un itinerario desti­

nado a una conclusión indescifrable.

Eljuego de Calvino deja un problema

en la sombra: es posible que el trazo de

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los tarots, tal y como queda al final so­

bre la mesa , una definitivamente el de­

sorden y el sentido en la identidad reen­

contrada de los contrarios: " Roland

había descendido al corazón caótico de

las cosas, al centro del cuadra do de los

tarots y del mundo, al punto de inter­

sección de todos los órdenes posibles."

El Arcano de la Justicia podría ser la

Razón del relato que se cobija bajo elazar combinatorio de los tarots esparcí­

.dos" ; existe un gesto paradójico, entre

lo ascético y lo burlesco, que , al inverti r

el discurso , autoriza su lectu ra exacta.

Suspendido con la cabe za hacia abaj o, el

Colgado declara: " Dejad me así. Di la

vuelta y he comprendido. El mundo selee al revés . ¿Está todo claro?"

Sin embargo, puede que esta Razón,

este centro coincidente con el caos no

forme sino una unidad con la encanta­

dora, inepta fabula ción; el sentido del

relato consiste sólo en su relato, elj uego

implica y conmueve, porque es la más

grande, o la única , aprox imación a la

tragedia qu e nos ha sido concedida . Al

sentencioso, místic o Colgado, pareceopon erse ot ro Arcano, el Prestidigita­

dor: una figura varonil vestida de rojo

situada atrás de las tablas; así como apa­

rece sostiene en su mano una pluma,

pero en su mano izquierda , y se trata de

una figura bastante oscura: " un charla­

tán o un mago ocupado en sus rutinas";

pero igualmente un poeta. "So bre los

campos blancos de la Luna , Astolfo

reencuentra al poeta , ocupado en inter­

polar en su trama las rimas de las octa­

vas, la locura de las intrigas, las !,!zonesy las sinrazones. Si este último vive en el

mismísimo centro de la Luna , nos dirá

si es verdad que ella contiene el diccio­

nario universal de las rimas, de las pala­

bras y de las cosas, si es el mundo lleno

de sentido, el opuesto a la tierra insen­

sata. No, la luna es un desierto -tal era

la respuesta del poeta, a juzgar por la

última carta echada sobre la mesa ,

la calva circunferencia del As de dena­

rios-, de esta esfera árida parte todo

discurso y todo poema; y todo viaj e através de bosques, batallas, tesoros , ban­

quetes, alcobas, nos reconduce aquí, al

centro de un horizonte vacío." ()

e L'Espress«

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