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 mente a lo que sirve para un mejor planteamiento teórico de los problemas. .  l texto que ofrecemos al lector es un a profunda reelaboración de las leccio nes de ant rop olo gíafilosófica que ll evo enseñando desde hace más de diez mios. Esta interpretaciónfilosófica del hombre ahierta y sensible a la respuesta cristiana al problema del hombre debe no poco a los es- critos y a la enseñanza de Albert Dondeyne quedurante muchos años fue un maestro incomparable enl a univer sidad catÓlica de Lo vai na. Deseo most rar mi gratitud a lo s profesores G Lec/ere Fe- rreira y M Moro que han querido leer el manuscrito y presentar útiles obs erv aciones y al profesor V Polizzi que ha repasado el texto italiano. 1 Prólogo INTRODUCCIÓN  PROBLEMA ANTROPOLÓGICO ¿Qué es el hombre? ¿Quién soy yo? ¿Cuál es el sentido de la existencia humana? Estos y otros interrogantes po r el estilo do- minan todo el campo de la antropología filosófica. Ha n sido en todas las épocas y en todos los nivele s de cult ura bajo formas y medidas diversas los inseparables compañeros de viaje del hombre. Hoy se plantean con mayor urgencia a la conciencia de todo el qu e quiere vivir su existencia de un modo verdaderamente humano En el conjunto de la reflexión filosófica estos interro- gantes tienden a ocupar el lugar de preeminencia. 1 Actualidad y urgenc ia de problema A primera vista da la impresión de que la humanidad en el momento presente de la historia está más madura para dar una respuesta a estos interrogantes que en los tiempo pasados. En efecto n un ca ha sido tan amplio y ta n especializado c om o h oy el desarrollo de las ciencias del hombre biología fisiología me- dicina psicología sociología economía política etc. que in- tentan aclarar la enorme complejidad del comportamiento hu- y proporcionar y para regular la vida del hombre. Cada uno de estos sectores cien- tíficos organiza un vasto panorama de conocimientos concretos y precisos sobre el hombre para los que cuatro o cinco años de estudios universitarios constituyen apenas un a primera inicia- ción. Además se tiene claramente la impresión de que incluso los

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mente a lo que sirve para un mejor planteamiento teórico de losproblemas. .

El texto que ofrecemos al lector es una profunda reelaboraciónde las lecciones de antropologíafilosófica que llevo enseñando desdehace más de diez mios.

Esta interpretación filosófica del hombre, ahierta y sensible a larespuesta cristiana al problema del hombre, debe no poco a los es-critos y a la enseñanza de Albert Dondeyne, que durante muchosaños fue un maestro incomparable en la universidad catÓlica de

Lovaina.Deseo mostrar mi gratitud a los profesores G. Lec/ere, C. Fe-

rreira y M. Moro que han querido leer e l manuscr ito y presentarútiles observaciones, y al profesor V. Polizzi que ha repasado e ltexto italiano.

10 Prólogo INTRODUCCIÓN

EL PROBLEMA ANTROPOLÓGICO

¿Qué es el hombre? ¿Quién soy yo? ¿Cuál es el sen tido de la

existencia humana? Estos y otros interrogantes por el estilo do-minan todo el campo de la antropología filosófica. Han sido en

todas las épocas y en todos los niveles de cultura , bajo formasy medidas diversas , los inseparables compañeros de viaje delhombre. Hoy se plantean con mayor urgencia a la conciencia detodo el que quiere vivir su existencia de un modo verdaderamentehumano. En el con junto de la reflexión filosófica estos interro-gantes tienden a ocupar el lugar de preeminencia.

1. Actualidad y urgencia de! problema

A primera vista da l a imp resi ón de que la humanidad en elmomento presente de la h is to ria está más madur a p ar a d ar una

respuesta a estos inter rogan tes que en los t iempo" pasados . En

efecto, nunca ha sido tan amplio y tan especializado como hoy

el desarrollo de las ciencias del hombre: biología, fisiología, me-dicina, psicología, sociología, economía, polít ica, e tc ., que in-tentan aclarar la enorme complej idad del comportamiento hu-mano y proporcionar los instrumentos necesarios y utilizablespara regular la vida del hombre. Cada uno de estos sectores cien-tíficos organiza un vasto panorama de conocimientos concretosy precisos sobre el hombre, para los que cuatro o cinco años deestudios universitarios constituyen apenas una primera inicia-

ción. Además, se t iene claramente la impresión de que incluso los

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12 Introducción El problema antropológico 13

grandes problemas humanos tienden cada vez más a ser consi

derados -a l menos en la mentalidad de mucha s personas-

~ o m o problemas funcionales y operativos que requieren especiahstas en c ad a u no de los sectores.

En concomitancia con la explosión técnica y científica de la

humanidad surge un d ifuso interrogante sobreelsignificado hu

mano de esta gigantesca empresa cultural. Muchos siguen sinduda soñaoQo en que el progreso científico y el progreso técnico

realizarán casi automáticamente una existencia mejor, o que laelaboración ci ent íf ic a de nueva s estructuras proporcionará laclave última y definitiva para superar todas las miseria s del

hombre. Po r otra parte también aumenta cada día el número de

los que toman sus dista ncia s r espe cto a la fe absoluta en tas

ciencias; están convencidos de que hay en el hombre ciertos problemas que jamás podrán comprenderse y menos todavía resolverse a t ra vé s de unos cambios externos y puramente materiales.

Las inmensas posib il idades posit ivas que la c iv il izac ión técnico

industrial ofrece al hombre están llenas de ambigüedad. Un mun

?O dominado únicamente po r la ciencia y por la técnica podria

Incluso revelarse como i nhab it ab le , y e sto no sólo desde el punto

de vista b io lógico , s ino sobre todo desde el punto de vista cul

tural y espiritual. Después de dos guerras mundiales y despuésde los campos de exterminio en donde fueron suprimidos millo

nes de hombres inocentes no es posible mirar el pl"Ogreso cienti

freo y técnico con la misma ingenua superficialidad que era carac

terlstica del siglo pasado.

Sobre todo se comprueba que el aumento vertiginoso de los

conoc imientos técnicos y ana lí ticos de la existencia humana y elprogresivo perderse por entre los laberintos de las especializaciones

van acompañados de una creciente incertidumbre respecto a lo

que constituye el ser profundo y último del hombre l. Quizás estemos asistiendo actualmente a la más amplia crisis de identidad

que ha atravesado nunca el hombre, crisis en la que se ponen en

discusión o quedan marginados muchos de los fundamentos seculares de la existencia. Las palabras que escribió hace casi medio

siglo Max Schel er no parecen haber perdido nada de su actua-

lidad:

En la hisloria de más de diez. mil años somos nosolros l a p rimera

época en que el hombre se ha convertido para si mismo radical y universalmenle en un ser «problematico>l: el hombre ya no sabe 10 que es

1. Cf. G . Mar cel , L'lromllle probli-rnaliq/le. Paris 1955, 73-74.

y sc da cuenta de q ue no lo s abe. Solamen te hac iendo tab la r as a de

todas I.as Iradiciones .referentes a este problema, contemplando con

sumo rigor melodológlco y con eXlrema maravilla a ese ser que se llama

hombre, se podrá llegar nuevamente a unos juicios debidamenle fundadosf> 2.

Martin Heidegger, hablando de la antropología de Kant,hace eco a e st as palabras de Scheler:

N!nguna época ha sabido conquistar tantos y tan variados conoci-

mientos sobre ~ I hombre como la nuestra... Si n embargo, ninguna

época ha conOCido al hombre t an poco como la nues tra. En ninguna

época el hombre se ha becho tan p roblemát ico como en la nues tra» 3.

La misma idea, en términos más o menos idénticos, es la que

expone Gabriel Marcel cuando toma al hombre de las chabolasdesheredado y marginado de la cultura moderna. como m o d e l ~d e ~ hombre contemporáneo que no sabe ya q u j é ~ es y par a qué

eXiste 4,

En este contexto de pérdida de idenli da d, de incertidumbrey desconcierto respecto a la imagen del hombre, la reflexión fi-losóf ica, c ri tica y sis temática , sobre el ser y sobre el significado

del hombre se conv ie rt e en una de las tareas más urgentes denuestro tiempo 5. Los i nt entos d e e labor ac ión de un a nueva an

tropología filosófica son po r elJo mismo característicos de mu-

chos pensadores actuales. Es preciso recuperar la secular cer teza

del hombre, pensarla de nuevo hasta el fondo y enriquecerla con

todas las nuevas interpretaciones. En el centro está el problema del

significado de la existencia; pero ese problema no puede aclararse

más que a la l uz del se rmismo del hombre. Descubriendo de nuevo las llncas fundamentales de su ser y la orientación dinámica

que permita averiguar su significado último,el

hombre de hoyestará nuevamente en disposición de situar la gigantesca expansión

de la cultura técnico-cienlifica de forma que contribuya a la rea

lización auténtica del hombre. La reflexión antropoíógica sistemática y la iluminación de la existencia humana, en este momento

de su his tori a. constituirán entonce s un verdadero servicio al

hombre.

2. M. Scheler, Phi/osoplrisclre Weltanscha/llmg, Bonn 1929, 62; I d. , DieSlel/llng des Mellsc!ren im Kosmos, Bonn 1928, 13.

3. M. Heidegger, Kant lIJ1d das Prabl em der Melap lrys ik , Frankfurl

1951, 189.4. G. Marce!. Y. e, JI s.

5. Cf. J. Y. Jol if . CompreJlder al 1r"!IIf,re, Salamanca 1969, 20.

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14 Introduccíón El problema antropológico 15

2. Génesis del problema filosófíc,o del hombre

Los interrogantes sobre la esencia del hombre y sobre el significado de su existencia, tanto hoy como en el pasado, no nacenen primer lugar de una curiosidad cientifica, encaminada al aumen

to del saber. Los prob lemas ant ropológi cos se imponen por símismos, i rrumpen en la existencia y se plantean por su propiopeso. No es en primer lugar el hombre el que suscita problemas;es el propio hombre el que se hace problemát ico debido a la viday a la condición en que vive. La existencia, al hacerse problemática,requiere una respuesta y obliga a tomar posiciones. Y esto no selleva a cabo de forma esporádica, para algún que otro privilegiado, sino comúnmente -a l menos en cierto modo - en la vidade cada hombre disponible y deseoso de autenticidad 6.

La antropología filosófica no crea ni inventa los problemas delhombre. Se los encuent ra, los reconoce, los asume, los examinacriticamente. E intenta, fatigosamente, dar una respuesta que

pueda iluminar la problemática concreta y existencial.La probl emát ica ant ropo lógí ca se asoma a la vida concre ta

de maneras muy distintas. Quizás sea posible agruparlas en tornoa estos tres temas: admiración y maravilla, frustración y desilusión, experiencia de lo negativo.

a) Admiración y maravil la

La ret1exión sobre las dimensiones fundamentales del hombre puede nacer de la maravil la y de la admiración frente al universo o frente al hombre y sus creaciones: admiración ante el

6. Cf. G. Hourdin, en el volumen Qri'est-ce qrle /'homme, Patis 1954,143: <q,Qué es el hombre? Cuestión banal, cuestión magnifica, cuestión eterna. Hace miUones de años que los hombres se agitan por la superficie del globo como hormigas po r un sendero del bosque, como mosquitos aliado de un

estanque; y desde entonces mil lares y mil lones de hombres y mujeres se hanplanteado esta famosa cuestión. Lo han hecho incansablemente, con la mIsma angustia, con la misma insiSlencia, con el mismo sufrimiento. ¿Por quénacemos a la luz del día? ¿Por qué amamos? ¿Por qué estamos desunados.a desaparecer? ¿Por qué nos devoramos mutuamente? .. Me par ec e que através de los caminos de la historia, por encima de la diversidad de pueblosy de r azas , e st e interrogante del hombre sobre sí mismo es el que domina

y se eleva sin tregua, sin descanso. Todo lo que dura. todo lo q ue une, lasobras de arte como las religiones, ¡jene por objeto ofrecer un balbuceo derespuesta a esta inquietante, a esta perpetua cuestión».

coraje que conquista la naturaleza, los montes, los mares (cf. elcanto coral de la Ant{gona de Sófocles), ante el genio artísticoque se expresa en la música, en l a poesía, en la pintura, en la danza, en la literatura, en la arquitectura, etc.; adm.iración ante elhechizo de la amistad y del amor, de los ojos inocentes de un niño,

de una acción noble, del sacrificio de la propia vida por una grancausa, etc.También la experiencia religiosa puede abrir semejantes ho

rizontes de maravil la. Es la experiencia que traduce limpiamenteel salmo 8: ¿Qué cosa es el hombre para que te acuerdes de él?...

Maravílla, por consiguiente, ante el valor y el misterio que serevela en la existencia hlJJl;lana y búsqueda del centro misteriosode tamaña grandeza 7.

La admiración expresa en cierto modo una actitud contemplativa, profundamente mortificada en la civ.iIización í n ~ u s t r i a l ,pero nunca extinguida por completo. Está orJentada haCia el reconocimiento de la grandeza y del misterio que hay en el hombreindependientemente de la obra humana y anterior a ella.Aquel fresco de la capil la sixtina, donde Miguel Angel di-

bujó la creación de Adán, es quizás una de las mejores expresiones art ís ticas de esta fuente de reflexión ant ropológica: ent re eldedo de Dios y el dedo de Adán está el centro invisible de todo elcuadro: aquel la misteriosa grandeza que hace del hombre un serhumano 8.

b) Frustración y desilusión

La mayor parte de las veces la problemática antropológica nosurge a nte una contemplación serena. Muchos hombres viven

absortos en sus empresas exteriores o en la superficíalidad de unavida de masa que se muest ra poco inclinada a la reflexión. Solamente entran dentro de si en el choque con la realidad. esto es,en la experienc ia de la f rus tración, del f racaso o de la derrota.El infortunio, un accidente de tráfico, la muerte de .Ios padres,de la esposa o de un hijo, la guerra, el genocidio, los campos deconcent ración... nos arrancan cruelmente de la dispersión para

ponernos frente al problema del significado fundamental de la

7. ·Cf. S. Ben-Chorin, Der dreidimellsiollole Mensch in Bibel rmd Moderne, Trier 1971. 28-37.

8. eL P. L a n d ~ b e r g , Ein /ühr ung in die phi/osop/u"sche Al1llrm"u!flJ{ie.

Frankfurl 21960, 17-19.

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16 Introducción El problema antropológico 17

propia existencia. «Me convertí para mí mismo en un grave pro

blema», afirma Agustín 9, refiriéndose al trauma sufrido con ocas ión de la muerte de un amigo. El fracaso de nuestros propiosproyectos, la fatiga y la dureza del trabajo, el cansancio de vivir,la impotencia de a lc anza r una felicidad verdadera y una pazestable, la soledad, el abandono de tantos amigos..., en una palabra el contraste entre lo que uno es y lo que le gustaría o deberíaser para ser plenamente bombre, son o tras tan ta s experienciasque nos inv it an a ref lexionar y a susci ta r los interrogantes de

siempre: ¿Quién es el hombre? ¿Quién soy yo? ¿Para qué he nacido? ¿Por qué vivo? ¿Por qué se ve amenazado t odo amor?

Son interrogantes que se imponen independientemente del credo

religioso o metafjsico al que se haya adherido un hombre. Seencuentran en las viejas p áginas del libro de Job y apa recen incluso en los escr itos de a lgunos marxis ta s, que s iempre los hanrechazado.

Mienlras haya hombres que mueran -adviene A. Schaf f- o s ientan

miedo a la muerte, hombres que pierdan a sus seres queridos y temanesta pérdida, o sufran corporal o espir itualmente (y será esto lo queocurr a mient ras haya hombres) , no nos contentar emos con conocersolamente los cambios en las formaciones sociales, sino que querremos comprender los problemas per sonales y saber CÓmo pemos decomportarnos ante ellos 10.

e) Lo negativo y el l'acío

Muchos hombres intentan un p lanteamien to de la vida enconformidad con una filosofía o una visión del mundo y delhombre -a bien se ven obl igados a vivir den tro de las e st ructu

ras - sin tener en cuenta las dimensiones profundas y personaJesdel hombre. Esto se verifica espe¡:ialmente en las culturas industrializadas y racionalizadas. El hombre vive a lienado, como número en medio de una gran masa impersonal, que 10 explota sintener en cuenta sus p roblemas per sonales . O bien cor re det rá sde valores engañosos, orquestados por una pérfida publicidad,olvidándose de los verdaderos problemas. Y sucede que todo esteconjunto llega el momento en que no sólo no ofrece ninguna satisfacción. sino que se hunde dejando aparecer el vacío y la nada.

9. CO/lfessivnes lV, c. 4: «Faclus eram ipse mihi magna quaes tio" .10. A. Schaff. Marx od a Sur/re? Versuch ei ncr Philosophie de:; Mens

chen. Wien 1964. 61.

I

I

'1

...ybert Camus)1os ha dado una descripción i m p r e s i o ~ a n t e cua.D:dohaOhrdel- hombre moderno preso entre los engranajes de la VIda

moderna y superracíonalizada: levantarse, tranvía, trabajo, comer,tranvia, trabajo, lunes, martes, miércoles... ; de pronto todo sederrumba, se revela en to da su crudeza el absurdo y el vacío de

semejante existencia n. De ahí el interrogante fundamental: ¿valela pena vivir? Hemos de recordar el texto ya clásico:

Existe un solo problema filos6fico verdaderamente serio: el suicidio.Juzgar si la v ida merece o no merece ser vivida es responder a la cuesti6n fundamental de la f ilosof ía. Lo demás, por ejemplo, si el mundo

tiene tTes dimensiones, si eL espíritu tiene nueve o doce categorlas, soncuestiones secundarias. Son un juego. Antes hay que responder... Yonunca he visto mor ir a un hombre por defender el argumento ontológico. Galileo, a pesar de que babía descubierto una verdad importante,abjuró de ella muy fácilmente apenas vio en pel igro su vida. En ciertosentido bizo bien. La verdad es que esLa verdad no merecia que aceptase la hoguera. Es compLetamente indiferente cuál de estos dos, La

t ierra o elsol, es el que gira alrededor del otro. Se trata de Ulla cuesliónrealmente fÚlil. Pero veo por el contrario que muchas personas mueren

porque juzgan que la v ida no es ya digna de ser vivida. Y paradójicamente veo a otros que se h a ~ n matar por ciertas ideas -o ilusionesque const ituyen su razón de vivir (lo que se llama una razón pa ravivir constituye al mismo tiempo una óptima razón para morir). Portanto pienso que el s en tido de la v ida es la cuestié ¡n más urgen te 12.

Este mismo fenómeno de ex.per iencia del vac ío y de la nada

frente a una civilización dominada únicamente po r la técnicay po r el funcionalismo lo atestiguan otros pensadores como A.Sehaff y E. Bloch. El hombre no vive solamente de economía,de política, de tensiones sociales. La experiencia del vacio y de la

nada no es más que un modo negativo de protesta y de repulsa de

una civilizacióll que debería servir al hombre, pero que lo ahoga

en sus aspiraciones más profundas y más personales.Las t re s expre siones a las que se ha aludido nos permiten

comprender por qué brota concretamente la ref lexión sobre el

11. A. Camus, Le mythe de Sisyplre, en Essais, Paris 1965, 106: {(Re-sul ta que todos los decorados se vienen abajo. Levantarse, t ranvra, cuatrohoras de oficina o de tal le r, comida, t ranv ía , cuatro horas de t raba jo , des canso, donnir, y el lunes-martes-miércoles-jueves-viemes-sábado siempre almismo ritmo, siguiendo fácilmente el mismo caIníno cas i s iempre. Pero undia surge el «por qué» y todo vuelve a comenzar en medio de ese cansancioteñido de admiración. «Comenzam, eso es importante. El cansancio está alfinal de los actos de una vida mecánica. pero inaugura a l mismo tiempo elmovimiento de la conciencia».

12. A. Camus, o. e., 99.

 

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18 Introducción El problema antropológico 19

misterio de la propia existencia. Ahora hemos de procurar comprender más a fondo cuáles son las intenciones que animan aesta reflexión y la caracterizan específicamente como antropología.

3. Raíces más p ro fu nd as d el p ro bl ema a nrro po ló gi co

La problemática antropológica parece estar sostenida sobre

todo po r ciertas experiencias e instancias específicas: po r unaliber tad que busca ser ~ l I a misma y no puede sust raerse a la propia responsabilidad; po r las re laciones con las otras personas,especialmente con las personas queridas; finalmente, po r una necesidad impelente e insoslayable de encontrar un significado global a la existencia humana.

a) Libertad que realizar

Los inter rogantes fundamentales del hombre parecen nacerdel hecho de que el hombre no existe como un per ro o como una

piedra, sino como sujeto personal, esto es, como alguien que escapaz de deci r yo, tú, nosot ros, e sto es, de reflex ionar, de tomar

distancias frente a las cosas, de dar se cuenta, aunque no plenamente, de su propia condición humana. Su existencia no se despliega ciegamente según los r itmos de la naturaleza, del ins tintoo de las estaciones. Se da cuenta de que vive y de que está en laimposibilidad de sustraerse de esta tarea de vivir.

Por consiguiente, el punto de apoyo de estos inter rogantesantropológicos no es tanto la contemplación del hombre y del

universo como la experiencia de que es preciso vivir y de que hayque hacer algo, sin que por 10 demás esté muy claro qué es lo quehay que hacer . El hombre se ve lejos de la meta, a lienado, todavía no plenamente hombre, en camino hacia la realización de suexistencia, homo viator. Por consiguiente, en el centro se encuentra

la exper iencia de una l iber tad que tiene que hacerse p l e n a ~ e n t elibre y que por esto necesita ver claro, comprenderse a si mIsma,su ser y su destino. Podría decirse que la antropología nace de una

libertad inquieta y necesitada, necesariamente responsable de si

misma y de su propia existencia. pero al mismo tiempo ansiosade comprenderse a sí misma y de descubri r el camino que tieneque recorrer. libertad inevitable. pero libertad incierta, amena

zada en el mundo y expues ta a la traición de si misma.

En este nivel los verdaderos interrogantes antropológicos no

se presentan nunca como problemas objetivos e impersonales,cuya soluc ión deja indi fe rente a la condic ión per sona l del que

busca la respuesta. Aun cuando millones de bom.bres hayan.suscitado esos mismos interrogantes y hayan refleXIOnado ansIosa

mentepara

buscar su solución, esto no dispensa a nadie de lanecesidad de aclarar po r cuenta propia la pregunta fundamen:at:¿Quién soy yo? ¿Qué es lo que significa s e ~ ? o ~ b r e ? . L ~ reflex.lónhecha por los demás, sobre todo la reflexlOn slstematlca a n l ~ e lde la antropología filosófica, podrá se r un est ímulo y una gUIa,

a veces una gran luz, o bien un engaño que aparta de la verdadera comprensión. En cualquier hipótesis esa refiex.ión no podrá

reemplazar jamás al esfuerzo personal por aclarar los problemasde la propia ex.istencia 13. Vivir la propia vida como vida « h ~ a n a »significa vivirla - a l menos en c ie rta medida-: ~ ~ presen.cla deestos interrogantes. No mostrar ninguna senSIbilIdad o mteréspor el los ser ía señal de una profunda alienación y de u.na inmensafalta de autenticidad.

b) La COI/vivencia COIl los demás

Aunque sea cada uno p e r s o n a l m e n ~ e , bajo el j ~ p u l s o de supropia libertad que va en busca de sí misma, el que tIene que suscitar el problema antropológico, esto no impide que el problemanazca también -y con frecuencia de forma prevalente- de lasrelaciones con los demás. Los problemas antropológicos t ienenun elemento comunitario y social. Nacen específicamente en el

espac io de los vincu las que nos unen con los demas hombres en

el mundo: en el trabajo, en el doJor, en el gozo del amor y de la

amistad en la muerte del ser querido, en los confl ic tos que dividena los hdmbres y en la esper anza que los une. El mismo s e n ~ i d o dela existencia y l a posibi [idad de real iza r una autén tica I J b e r ~ ~ dparecen depender en amplia medi.da de los d e m á ~ .. La .frustraclOllde estas relaciones parece conduclr por tanto casI mevltablementea suscitar el problema del ser y del significado del h o m b ~ e : .

La muerte parece sin embargo ocupar un lugar pnvllegladoen esta experiencia. La muerte est imuló en otros t iempos .Ia r ~ flexión antropológica de [os griegos. Y a través de toda la hlstona

13. er. W. Luijpen . Nieirwe ínleídir'lK 1m dI! e x í ~ ( f ' J l I Í < ; 1 c J'!IIofllenoloKie.

Ulrccht 1969. 22-23 .

 

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20 Introducción El problema antropológico 21

sigue inspirando los grandes interrogantes del hombre. La refleJÚ6n renovada sobre ella va acompañada de una atención másprofunda a los problemas antropológicos, como resulta especificamente de la f ilosofla heideggeriana. En todos los sit ios en que lamuerte de la persona querida es considerada como un problemaserio y original, florecen igualmente, con todo su peso de humanidad, la libertad personal, el amor, la esperanza, el sentido de lavida. «La muerte -observa S. de Beauvoir- no es nunca unhecho natural; nada de lo que sucede al hombre es nunca vatural,ya que su presencia pone al mundo en cuestión» 14. El marxistaA. Schaff se expresa en este mismo sentido: «La muerte es detodos modos el estimulo más fuerte para reflexionar sobre lavida. La amenaza de la propia muerte. y con mayor frecuenciala muerte de la persona amada» IS.

Esta curiosa conexión de nuestro problema más personal conel de los demás y el de nuest ros vínculos con ellos indica ya, encierto modo, en qué dirección habrá que situar el significado másprofundo del hombre.

C. Necesidad de un significado global

La tercera raíz del problema antropológico es la necesidadurgente e i rreprimible de conferi r a la existencia un significadoúltimo y definitivo. En real idad no se tra ta de una ra[z que seatotalmente distinta de las anter iores, sino de una formulaciónmás explícita de la intención que éstas contienen.

La pregunta de un significado úl timo nace de la experienciapersonal y comunitar ia que se ve enfrentada con el limite de lamuerte. Frente a el la la angustia existencial busca una l iber taddefinitiva, un fundamento eterno del amor, una razón definitivade esperar. La pregunta antropológica nace entonces de la confrontación entre una vida humana infinitamente preciosa y sagrada y la muerte que parece destrui r lo que hay de más hermosoen el universo.

La pregunta por un significado último y definitivo está tambiénligada al hecho de que cada uno de los hombres se percibe en ciertomodo a sí mismo como una totalidad que vale infinitamente másque la suma de sus actos, de sus virtudes y de sus defectos. Es esta

14. S. de Beallvoir. Une morl rrés douce, Paris 1964, 164.15. A.

$charr, o. e., 65.

total idad personal la que da significado a las diversas accionesy la que consiguientemente tiene que tener en otra parte las raicesde su validez.

Todo esto parece llevar a la convicción de que la posibilidadde vivir la l iber tad y el amor frente a los demás, en un mundo

radicalmente marcado por la muerte, está determinada por la presencia de una tercera dimensión que supera por todas partes loslímites restringidos de la existencia personal e histórica. Y entonces se llega generalmente a un interrogante expllcitamente metafísico y religioso. La pregunta por el significado último del hombreestá vinculada inseparablemente a la intención matafísica generalque se manifiesta como necesidad de aclarar y de comprender elfundamento del ser y el puesto del hombre en el universo.

4. ¿Qué es la antropología filosófica?

Así pues, se puede llamar «antropologfa filosófica» 16 a todo

intento de asumir la problemática específica del hombre, tal comola hemos descrito en las páginas anteriores. Se trata de intentosque pretenden aclarar , según una reflexión metódica filosófica,el gran interrogante que el hombre se plantea a si mismo: ¿quésignifica «ser hombre»? En otras palabras, la antropología filosófica es la disciplina que toma al hombre como objeto de su investigación, en el intento de aclarar y de establecer en cierto modosu ser, esto es, los aspectos fundamentales de su esencia o naturaleza. Podrja decirse también que la antropologfa filosófica (o filosofía del hombre) estudia al hombre desde el punto de vista delhombre, para enunciar en qué consiste el misterio del «ser hombre» 17.

16. cr. O. Marquard, Zur rJeschichre des philosophischen Beg,iffs {(An-thropologie» sei, dem Ende des 18. Jahrh, en Collegium philosophicum. Festschrift J. Rilter. Basel-Stuttgart 1965, 209-239; Id., Anlhropologie, en J. Rilter,HislorÍ.\"ches Wiirterbuch der Philosophie, l, Basel 1971, 362-374.17. ef. E. Corelh, Was ¡si philosophische Anrhropologie?: Zeilschrin filr

katholische Theologie 91 1969, 252-273. Par ti endo del hecho de que todo

hombre, anles de filosofar, comprende ya en cierto modo, al menos impU-citamenle. 10 que es «ser hombre», Corelh define asI la t area de la anlTopologra filosófica: «In der Aufdeckuog der onlologischen Wessenslruklur desMenschen l iegt zwar die lelzle und eigenllicbtsle Aufgabe einer philosophischen Anlhropologie. Darin eñabrl sie aber auch ihre wesellgemásse Grenze,deren sie sich sach-und sprachkritisch bewusst bleiben mlJssn (p. 267).Ce. también H. Plessner, Anlhropologie philosophiqlle, en La philosophie

Gil mi/ieu du ving/ieme siec/e n.Firenze 1958. 85-90: SI. Breten,

Le probte-