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Espacios Públicos ISSN: 1665-8140 [email protected] Universidad Autónoma del Estado de México México Hernández Millán, Abelardo Orígenes y antecedentes del EZLN Espacios Públicos, vol. 10, núm. 19, agosto, 2007, pp. 264-283 Universidad Autónoma del Estado de México Toluca, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=67601915 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Espacios Públicos

ISSN: 1665-8140

[email protected]

Universidad Autónoma del Estado de México

México

Hernández Millán, Abelardo

Orígenes y antecedentes del EZLN

Espacios Públicos, vol. 10, núm. 19, agosto, 2007, pp. 264-283

Universidad Autónoma del Estado de México

Toluca, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=67601915

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Fecha de recepción: 8 de septiembre de 2006. Fecha de aprobación: 4 de octubre de 2006.

Abelardo Hernández Millán*

RESUMEN

En este artículo se expone lo relativo a dos procesos históricos, en cuya conjunción se hizo necesaria y posible la conformación del EZLN: la forma-ción de grupos guerrilleros urbanos a partir del Movimiento Estudiantil de 1968; el desarrollo de las luchas agrarias indígenas y campesinas en el Estado de Chiapas. Refi ere también las distintas etapas del periodo inmediato anterior al momento insurreccional, en el cual tuvo lugar el adoctrinamiento ideológico, la educación política y el adiestramiento militar de los zapatistas.

Pal abr as cl ave: EZLN, vertientes constitutivas, periodo formativo, etapas

ABSTRACT

The article presents the two historical processes which made possible and necessary the EZLN to emerge: the urban guerrilla groups form the EZLN to emerge: the urban guerrilla groups form the EZLN

center of the country formed after the Student Movement from 1968; and the development of the indigenous and land related fi ghts in the State of Chiapas. Also, it is refered to the different steps that the emergence moment stage had where the ideological spread, politics education and militar training from the zapatistas took place.

Key wor ds: EZLN, constitutive tributaries, formative periods, steps

Orígenes y antecedentes del EZLN

* Profesor de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública, UAEM;candidato a doctor en Ciencia Política por la UNAM.

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INTRODUCCIÓN

El 1 de enero de 1994, en el pueblo mexi-cano se dio la noticia de la existencia de una insurrección indígena ocurrida en el estado de Chiapas, esa acción llevó a la opinión pública a formularse, al menos, dos preguntas fundamentales acerca de los protagonistas de la insurrección: ¿quiénes eran?, ¿qué querían? El desarrollo de los acontecimientos ofreció una respuesta general a estos interrogantes: se trataba de una organización político-militar con-formada mayoritariamente por indígenas mayas chiapanecos que se habían alzado en armas por democracia, libertad y justicia para todos los mexicanos pobres.

Subsistía la incertidumbre acerca de los orí-genes remotos —vertientes constitutivas— y de los antecedentes inmediatos —periodo de preparación— del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), nombre con el cual se identifi caban los indígenas insurrectos.

El presente artículo intenta despejar algunas de las dudas existentes acerca del desarrollo de estos procesos; el escrutinio de la historia y el contenido de entrevistas realizadas en distintos momentos a diversos integrantes del EZLN (principalmente al Subcomandante Marcos) proporcionaron al autor muchos de los elementos que son necesarios a la recons-

trucción aproximada de tales procesos.

VERTIENTES CONSTITUTIVAS

La conformación del EZLN no puede ser con-EZLN no puede ser con-EZLN

siderada como algo que ocurrió al margen de la historia de México, por más original o novedosa que haya sido o pueda parecer.

Dos procesos históricos estuvieron pre-sentes en sus orígenes: los movimientos sociales ocurridos en los años sesenta y setenta del siglo XX —que dieron lugar a la creación de muy diversas organizacio-nes político-militares— y la centenaria lucha de resistencia de los pueblos indios de Chiapas en contra de distintos tipos de subordinación —que, a principios de los años setenta y en diversas regiones de la entidad, produjo un vigoroso y pujante movimiento indígena y campesino en torno a demandas agrarias.

Las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN)(FLN)(

La acción sucesiva de movimientos socia-les que, como el magisterial de 1958, el ferrocarrilero de 1958-1959 y el médico de 1965, se enfrentaron en forma multitu-dinaria al poder político en turno, llegaron a confi gurar en la década de los sesenta un estado de insurgencia social y política que alcanzó su expresión máxima en el movi-miento estudiantil y popular de 1968.1

La violenta respuesta ofi cial a la petición de diálogo (matanzas del 2 de octubre de 1968 y 10 de junio de 1971) produjo el desconcierto y la frustración de los estu-diantes; pero, al mismo tiempo, logró abrir opciones nuevas de acción y participación políticas: partidos políticos, organizaciones sociales de masas, asociaciones cívicas y guerrilla.2

Cabe aclarar, sin embargo, que la presencia de la guerrilla en la historia reciente de México data de épocas anteriores a 1968;

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pero también que, a partir de ese año, nuevos grupos —sobre todo en ámbitos urbanos— optaron por la vía armada para intentar transformar de raíz el sistema so-cial. Tanto en la ciudad como en el campo, los años sesenta y setenta estuvieron mar-cados por la acción de estos grupos.

Las FLN son fruto de esa época; la historia de su creación y desarrollo está aún por escribirse; no obstante, con los pocos datos aislados disponibles es posible establecer lo siguiente: El territorio de la Selva Lacan-dona había sido utilizado como campo de operaciones guerrilleras desde fi nes de los años sesenta, cuando el Ejército Insurgente Mexicano (EIM) llegó ahí con el propósito de instruirse en el uso de las armas y de iniciar una revolución de alcance nacional. Luego de pocos meses de permanencia irregular, sus integrantes fueron descubier-tos, capturados y encarcelados;3 las FLN se fundaron el 6 de agosto de 1969, algunos de sus integrantes ya habían estado antes en la selva, invitados “por otras estructuras, gente que había andado en otras actividades guerrilleras y que quisieron hacer lo mismo, pero al fi nal no lo hicieron”, como relata en entrevista Fernando Yáñez Muñoz, uno de sus fundadores (La Jornadade sus fundadores (La Jornadade sus fundadores ( , 20/01/03: 17).4 Es probable, entonces, que los mismos hayan pertenecido antes al EIM.

Las FLN regresaron a la selva en 1972 como nuevo proyecto político, adquirieron un rancho que les serviría de hogar y de cuar-tel.5 Su primera célula, en la cual participa-ban un indígena tojolabal y uno lacandón, entre otros, fue bautizada como Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata (La JornadaGuerrillero Emiliano Zapata (La JornadaGuerrillero Emiliano Zapata ( ,

20/01/03: 17). Al igual que después lo haría el actual EZLN, las FLN prohibieron a sus integrantes el consumo de alcohol y de drogas (La Jornadadrogas (La Jornadadrogas ( , 17/04/95: 19).

Luego de casi año y medio de sobreviven-cia en la región, el escondite fue localizado y el grupo desbaratado por los aparatos de represión. En esta operación murió César Germán Yáñez Muñoz, alias “El hermano Pedro”;6 ante lo cual su hermano Fernan-do pasó a ser el máximo dirigente de la organización, adoptando el nombre de “Comandante Germán”.

Las FLN, sin embargo, persistirían en su em-peño y, nueve años después, regresarían a la Selva Lacandona incluyendo en su orga-nigrama la instancia EZLN, aunque todavía no como parte armada de las comunidades indígenas sino, al parecer, únicamente como el sector campesino de una estructura organizativa más amplia.7

Esta vez la persistencia tuvo su recompen-sa: el grupo guerrillero implantado desde el exterior no solamente tomó el territorio de la Selva Lacandona como campo de adies-tramiento militar, sino que también hizo contacto con los pueblos indios asentados en la misma, conjuntando experiencias de luchas diversas y logrando conformar así un ejército indígena que, luego de diez años de intensa labor ideológica, militar y política, surgiría a la luz pública.

Quien hoy es conocido como Subcoman-dante Marcos se incorporó al grupo en 1984, labrando a lo largo de diez años una indiscutible posición de liderazgo. A princi-pios de 1993, el Comandante Germán dejó de ser el responsable de la estrategia militar

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de la organización, siendo relevado en su cargo y funciones por el Subcomandante Marcos.8

El EZLN, reafi rma su vocero, “es hijo de los movimientos armados de los sesenta y los setenta” (V: 355),9 lo que permite comprender por qué ha puesto en alto el ejemplo de los guerrilleros Arturo Gámiz García y Pablo Gómez Ramírez, del Grupo Popular Guerrillero (GPG) de Chihuahua; Lucio Cabañas Barrientos, del Partido de los Pobres (PDLP), y Genaro Vázquez Rojas, de la Asociación Cívica Nacional Revolu-cionaria (ACNR), ambos de Guerrero, con quienes se identifi ca plenamente. Resulta ilustrativo que un municipio autónomo za-patista ubicado al oriente de San Cristóbal de las Casas se denomine Lucio Cabañas (ver II(ver II(ver : 222, 462); y que exista un pueblo bautizado con el nombre de la luchadora so-cial Rosario Ibarra, madre de un guerrillero desaparecido por los cuerpos represivos en los años setenta (II: 227).

La organización rebelde se considera parte de un aliento de largo alcance que había comenzado varias décadas antes de su conformación y aparición; pero no como su expresión fi nal y más depurada, sino apenas como una más de sus recientes manifesta-ciones. Así lo considera el Subcomandante Marcos: “la historia que nos congregó estos días no es nueva. Los agravios que nos con-vocan no son nuevos. No es nueva nuestra lucha. Ni dolores ni combates tienen tiempo ni dueño” (discurso pronunciado el 04 de marzo de 2001). Por eso se refi ere a ese pro-ceso como a “las sucesivas olas de rebelión ciudadana que pueden remontarse a 1968 o a 1985, que resurgieron en 1988 y en 1994,

aparecían de nuevo en 1997” (La Jornadaaparecían de nuevo en 1997” (La Jornadaaparecían de nuevo en 1997” ( , 11/08/97: 6). También por ello, en alusión a la guerrilla anterior a 1968 y al movi-miento estudiantil de ese año, enaltecía a la guerrilla de los años setenta llamándola “la tercera dignidad de los inconformes” (La Jornada(La Jornada( , 30/08/97: 9).

Las luchas agrarias en Chiapas

En la conformación del EZLN, por otra parte, cobró actualidad el caudal histórico de la lucha indígena y campesina de los chiapanecos rebeldes. “Somos producto de 500 años de luchas”, proclamaron desde el principio, evocando así las epopeyas de los indígenas que se sublevaron contra la esclavitud impuesta por la invasión y el dominio españoles (1521-1810); que in-tegraron los ejércitos que hicieron frente a la subordinación del gobierno “novo-hispano” respecto de la Corona española (1810-1821); que resistieron los agresivos embates del imperialismo norteamericano (1835, 1848) y europeo (1838-1867); y que se alzaron en armas contra las injusticias derivadas de una larga y pesada dictadura (1876-1910) (I: 33; ver II: 44; IV: 184, 207; López, et. al. 1975: 14-38).

Las ideas libertarias que animaron esas lides están presentes en el pensamiento de los indígenas zapatista. En sus comunica-dos se advierte que entre ellos permanece vivo el ejemplo de los insurgentes Miguel Hidalgo, José María Morelos y Vicente Guerrero (inicios del siglo XIX), del liberal Benito Juárez (mediados del siglo XIX) y de los revolucionarios Ricardo Flores Magón, Francisco Villa y, sobre todo, Emiliano Za-

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pata (principios del siglo XX) (ver I: 73-74; II: 44, 133, 137, 222, 462). Por eso decla-raron: “desde su nacimiento como nación independiente, México viene arrastrando el eco de un reclamo: no hay lugar digno para sus habitantes originales (los mismos que lucharon por darle independencia, los mismos que los defendieron de las agresio-nes extranjeras, los mismos que pelearon la revolución)” (La Jornadala revolución)” (La Jornadala revolución)” ( , 27/10/97, p. 6, paréntesis original; ver II:44). En honor de estos próceres, los indígenas zapatistas han puesto sus nombres a siete municipios autónomos.

Está muy presente el periodo reciente de luchas agrarias en la entidad, a principios del siglo XIX, Emiliano Zapata había vis-lumbrado con optimismo la participación de Chiapas en la revolución que entonces se fraguaba. En el documento titulado Aná-lisis de la situación carrancista, se lee este fragmento: “La Revolución aumenta cada día más: en Chiapas, Tabasco, Campeche y Oaxaca (...) la Revolución se ha adueñado de toda la vasta región”. En carta a Genaro Amescua, de febrero de 1918, escribe: “La revolución netamente popular y agraria ha ganado considerable terreno, y hoy domina no sólo en Morelos, Guerrero, Tlaxcala, México y Puebla [además] ha penetrado en el fondo de los Estados de Tabasco y Chiapas, quizá los más oprimidos del país” (Zapata, 1918).

Lo cierto es que Chiapas sí participó en la revolución, pero de manera muy distinta a como se hizo en otras entidades del país. Aquí no hubo grupos organizados que conspiraran contra la dictadura de Porfi rio Díaz; ni tampoco, una vez depuesto el

dictador, que estuvieran dispuestos a hacer valer los postulados de Francisco I. Madero (Plan de San Luis) ni, menos aún, los de Emiliano Zapata (Plan de Ayala).

A nombre de la revolución, quienes se levantaron en armas no fueron campe-sinos o indígenas pobres, sino grandes terratenientes dispuestos a luchar hasta lo último, pero no para impulsar una reforma agraria sino para impedirla. Y lo hicieron, primero, en contra del grupo que detentaba el poder político y tenía su sede en Tuxtla Gutiérrez; y, luego, en contra del grupo que había aceptado la intromisión externa del carrancismo en Chiapas, la cual había llegado a afectar sus intereses económicos y políticos (Benjamin, 1995: 119-165).

Este grupo, conocido como los “mapaches” por su forma de operar (hurtos nocturnos de víveres), se mantuvo en pie de guerra hasta 1920 cuando, por la correlación de fuerzas militares y políticas del centro y norte del país, y en el marco de la suce-sión presidencial de ese momento, su jefe máximo resultó favorecido con el cargo de gobernador de la entidad.

Ni como resultado de la revolución, ni como posterior obra de la política social cardenista (segunda mitad de los años treinta), hubo en Chiapas reforma agraria. Como apunta una estudiosa del tema, “el curso que siguió la reforma agraria en Chia-pas durante los períodos posrevolucionario y cardenista estuvo condicionado por los límites que la estructura local y regional de poder impuso a este proceso de reforma social” (Reyes, 1992: 123).

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En épocas más recientes, la situación no varió sustancialmente. Por una parte, los objetivos de la reforma agraria eran consi-derados ajenos y opuestos a los intereses históricos de los grupos locales de poder, que defendían la permanencia de la gran propiedad territorial. Por otra, las demandas de campesinos e indígenas se referían más a las condiciones de vida y de trabajo en las fi ncas y haciendas que al reparto de la tierra. Pero cuando surgió esta exigencia, el gobierno estatal pudo atenderla, así fuera como remedio pasajero, echando mano de las tierras nacionales existentes en la entidad, sobre todo en la Selva Lacandona. Años después, el reparto de tierra volvería nuevamente a ser parte importante de las demandas campesinas, debido a: “a) el fomento a la concentración de tierras; b) el agotamiento de terrenos nacionales; c) el crecimiento demográfi co y el casi nulo mo-vimiento migratorio de la población rural chiapaneca; d) la emigración de refugiados guatemaltecos; y e) la transformación del uso agrícola de la tierra por un uso gana-dero” (Reyes, 1992: 125-126).

La disputa por la tierra, en consecuencia, hizo surgir una nueva etapa de la organiza-ción campesina e indígena. “Si en la fase anterior (1940-1970) la motivación de la política agraria es el incremento de la pro-ducción, en esta nueva etapa (1971-1988) la motivación se modifi ca, ya que pasa a ser de carácter social por la fuerte presión del movimiento campesino”, sintetiza la especialista (Reyes, 1992: 126).

El movimiento campesino chiapaneco en-tró en una dinámica nunca antes vista. A la lucha por la tierra se sumaron los reclamos

por créditos, mejores precios a productos y apertura de mercados; así como por el reconocimiento de derechos sindicales a jornaleros agrícolas. Los trámites legales de siempre continuaron su curso, pero ahora las tomas de tierra y las marchas multitu-dinarias aparecieron en el escenario estatal de la lucha agraria.10

Respecto a la lucha por la tierra en la enti-dad, el zapatista Isaías testimonia: “dicen que Marcos se fue a entrenar a Nicaragua hace 12 años. Pero nuestra lucha no empezó hace 12 años, ni hace 15 ó 20. Nosotros tenemos solicitudes de tierra desde hace 40, 60 y 100 años. Tenemos tantas que por lo menos son 100 kilos de archivos. Esa ha sido nuestra lucha por la tierra desde hace muchos años” (La Jornadamuchos años” (La Jornadamuchos años” ( , 22/02/95: 8).

Al auge del movimiento campesino e indígena el gobierno federal opuso la bu-rocratización de trámites y, el estatal, la represión directa.

La Selva Lacandona y Los Altos de Chiapas

Recientemente, la Selva Lacandona ha servido de escenario a varios hechos sig-nifi cativos:

En 1972 el gobierno federal restituyó más de 614 mil hectáreas del territorio de esa región a apenas 70 jefes de familia lacandones, considerados entonces como sus “dueños originales”. En realidad, sos-tendría tiempo después el Subcomandante Marcos, se planeaba expulsar a todas las comunidades de la selva y declararla patri-monio de un pequeño grupo de lacandones

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para comercializar la madera. Entonces no lo sabíamos, pero los estudios revelaron que había un gran manto petrolífero ahí abajo. Esto ahora ya está confi rmado y sabemos también que hay uranio, sobre todo en el interior de la selva (Le Bot, 1997: 143-144).

A esto hay que agregar los intentos actuales por privatizar la exploración y el aprove-chamiento de la biodiversidad de la región por parte de empresas transnacionales.11

En 1975 se había formado ya, en esta misma región, la organización Unión de Ejidos Quiptic Ta Lecubtesel, nombre tzeltal que signifi ca Nuestra Fuerza para la Liberación y que, en 1980, se transformaría en la Unión de Uniones. Al entrar en crisis (1983) se convertiría fi nalmente (1988) en la Asociación Rural de Interés Colec-tivo (ARIC). Entre sus objetivos fi guraba la regularización de terrenos ejidales, pero también la gestión de procesos productivos y la obtención de mejores condiciones de comercialización para sus productos (prin-cipalmente el café).

Durante decenas de años, organizaciones indígenas y campesinas se habían esforzado denodadamente por conseguir o regulari-zar un pedazo de tierra, como se lee en la siguiente cita:

Venimos de algunas organizaciones indepen-dientes. Así hemos luchado, pero no hemos logrado nada. Muchos de nuestros pueblos hemos luchado así, pero lo que hemos lo-grado [son] encarcelamientos, asesinatos, represiones. Estas [son] las razones por las que estamos participando en una lucha armada (entrevista al Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia

General del EZLN [CCRI-CG] (La Jornada,

04/02/94: 6).

En ese contexto, la ARIC llegó a ser la organización idónea para convertir en realidad tales aspiraciones. Sin embargo, factores como el rezago agrario frente a la creciente demanda de tierra y de créditos, las discrepancias en torno a cómo asegurar el desarrollo organizativo, la disminución de los precios del café y el ganado, así como la creciente labor del EZLN en la zona, contaron para que, en cierto momento, más del 40% de los miembros de la ARIC se inte-graran a la organización zapatista.

El trabajo pastoral de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas estaba guiado por el ideal de liberación presente en la “opción preferencial por los pobres” instaurada desde principios de los años sesenta por el obispo Samuel Ruiz García. Dicha labor había tenido un momento cumbre en la ce-lebración del Congreso Indígena de 1974, en el cual representantes de las distintas etnias de Chiapas cobrarían conciencia de que sus problemas eran comunes. Los temas sometidos a debate en esa ocasión fueron: tierra, comercio, educación y salud, que correspondían a necesidades básicas sentidas en comunidades indígenas de la entidad. La convicción generalizada que surgió del Congreso fue expresada en la frase que rubricaba el documento resoluti-vo: “luchar por la toma del poder político y acabar con la explotación del hombre por el hombre”. La tarea evangelizadora conti-nuó siendo realizada por más de siete mil catequistas y diáconos en 38 municipios de las tres regiones de Chiapas que conforman esa Diócesis (Altos, Selva y Norte).

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Estos hechos hicieron posible que po-bladores de la selva visualizaran como opción organizativa al núcleo guerrillero de las FLN que, a fi nales de 1983, se habían establecido en esa región con el propósito de adiestrarse en el uso de las armas y de iniciar una revolución social. La necesi-dad de defenderse de los continuos actos represivos del gobierno estatal aceleró el encuentro y, luego, determinó la modalidad organizativa con la cual sería conocida en su aparición pública.12

Así, en la conformación del EZLN confl u-yeron diversas vertientes organizativas. Incluso puede decirse —como lo afi rma el Subcomandante Marcos— que “el EZLN más que ser una organización, es una con-fl uencia de organizaciones” (Zeitschrift der Informationsstelle Lateinamerika, 1994: 48). No obstante, las dos que destacan son el grupo guerrillero urbano de las FLN

y el movimiento campesino e indígena chiapaneco, cuya exitosa fusión orgánica logró conformar un ejército popular que, ante los ojos del mundo, apareció alzado en armas el 1 de enero de 1994. Se trata de dos esfuerzos que, durante un tiempo y cada uno por su lado, avanzaron de manera progresiva; y que, en un cierto momento circunstancial, se encontraron. Por eso la organización se asume como “producto del encuentro de la sabiduría y la resistencia indígena con la rebeldía y la valentía de la generación de la dignidad que alumbró con su sangre la oscura noche de las décadas de los sesenta, setenta y ochenta” (II:434; ver La Jornada, 13/10/99: 22).

Durante este proceso de convergencia y fusión se pusieron en juego la férrea

convicción de cambio social del grupo guerrillero y la fi rme determinación de lucha de indígenas chiapanecos; los cuales se fundirían luego en una sola voluntad y en una fuerza única.

EL PERIODO DE PREPARACIÓN

El momento de la insurrección estuvo ante-cedido por un proceso formativo que duró aproximadamente diez años, periodo en el cual se delinearon, desarrollaron y conso-lidaron muchos de los aspectos que hoy caracterizan al EZLN (III:312). Fue, como aprecian los propios zapatistas, un período de preparación “seria y cuidadosa” (I:75); un tiempo de hacer lo necesario “bien y a conciencia antes de iniciar” (I:89). ¿En qué consistió esa preparación?, ¿cuáles fueron sus etapas?

Los contenidos de su formación

No resulta difícil suponer que este proce-so debió abarcar, de manera integral, el adoctrinamiento ideológico, la educación política y el adiestramiento militar de sus integrantes. “Hablando de los primeros diez años de la lucha, fueron de preparación po-lítica y militar de nosotros los insurgentes y de nuestras comunidades”, afi rma Lucio, Capitán Primero (Muñoz, 2003: 67).

En cuanto al aspecto militar, no queda claro en qué momento deciden armarse pero, cuando lo hacen, la tarea inmediata consiste en conseguir armas y equipo (I:74; ver II:224). Éstas “fueron adquiridas con la aportación de todos y costaron 60 mil

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(viejos) pesos cada una. Contribuyeron al gasto 48 personas”, siendo sus proveedo-res el mercado negro, policías, soldados y grupos de seguridad (guardias blancasy grupos de seguridad (guardias blancasy grupos de seguridad ( ) de hacendados y ganaderos”, revelaron los zapatistas (La Jornadalos zapatistas (La Jornadalos zapatistas ( , 19/06/95: 13; paréntesis y cursivas originales; ver Rocha, 1998: 34). Poco se supo, sin embargo, de las particularidades del proceso de adiestra-miento que conlleva el uso de las armas.

En cuanto al aspecto político, el Subcoman-dante Marcos reconoce que “no es gente que tenga experiencia política, sino que realmente tuvo un trayecto de lucha legal, de lucha pacífi ca” (Zeitschrift der Informa-tionsstelle Lateinamerika, 1994: 47). Por lo tanto, se hizo necesario abrir una “escuela de cuadros” en plena Selva Lacandona: “cuando ya sabes un poco, empezamos a estudiar la historia de México y otros países donde ha habido guerra. Y luego nos enseñan tácticas de combate” (Subte-niente Amalia, La Jornada, 06/04/94: 11); “estudiamos, pero no así nada más en un libro, sino, al mismo tiempo, en el trabajo, cómo seguir avanzando (…) Eso es lo que ha pasado, que matan a un dirigente y luego ya no hay quién lo siga. Por eso hay que tener esa formación profunda” (entre-vista al Comandante Tacho, La Jornada, 18/10/94: 16).

Implantación y adaptación

Según testimonio del dirigente rebelde, en el proceso formativo que tuvo lugar ini-cialmente en la Selva Lacandona, Chiapas —y que antes de la insurrección alcanzaría a otras regiones de la entidad—, es posible

establecer cinco etapas más o menos dife-renciables entre sí.

La primera, que denominó de implantación y adaptación, se inicia en noviembre de 1983 y dura aproximadamente tres años (III: 61),13 comienza con la llegada de un compacto grupo de activistas —o “núcleo operativo”, en terminología de El Che Gue-vara— estrechamente relacionados con las FLN, organización de corte político-militar ya mencionada en el apartado anterior.

El 17 de noviembre de 1983 instala su primer campamento que, por las difi culta-des iniciales, es denominado La Pesadilla (ver III: 61; Le Bot, 1997: 133). En 1984 cuenta con seis integrantes (tres mestizos y tres indígenas) y, en 1986, con doce (once indígenas y un mestizo) (II: 131; Gilly, et al. 1995: 136).14

El grupo se asume desde el principio como EZLN y se apega estrictamente a lineamien-tos ideológicos y programáticos inspirados en movimientos revolucionarios de Amé-rica Latina vigentes en los años sesenta y setenta; es decir, se plantea como objetivo la toma del poder político por la vía armada, el derrocamiento del gobierno autoritario, la instalación de un gobierno de transición y la construcción del socialismo (ver III: 320).15 En versión del Subcomandante Marcos: “nosotros llegamos a la selva con este planteamiento. Es la clásica historia de la élite revolucionaria que se acerca a un actor de cambio y en torno a ese actor de cambio construye la teoría y el movi-miento: el proletariado, en el caso de la revolución marxista-leninista” (Vázquez, 2000: 105).

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Más que poner en práctica una táctica o una estrategia política predeterminada, el grupo dedica todos sus esfuerzos a cumplir primero un aprendizaje de sobrevivencia, es decir, a afrontar el reto de “hacerse parte del terreno” (Gilly, et al., 1995: 132). Esto, como comenta el Subcomandante Marcos, no se refería solamente a la satisfacción de necesidades individuales básicas: “teníamos que estar en contacto con la población de los alrededores no sólo por cuestiones logísticas sino por cuestiones políticas porque fi nalmente, lo que nosotros pretendíamos era organizar un movimiento revolucionario” (Vázquez, 2000: 139).

El contacto con pobladores de comunida-des indígenas (al parecer inicialmente de las etnias Tzeltal y Tojolabal) permite al grupo conocer y adaptarse a condiciones geográfi cas de aislamiento propicias a su instrucción en las cuestiones militares. El campamento en la Selva Lacandona, llamado para este entonces Agua Fría, se llamaría después Cuartel General Playa de Trigo (II: 243 y La Jornada, 11/09/98: 3). El apoyo proveniente de las comunidades es todavía incipiente.

Al fi nal de esta etapa comienza a darse el acercamiento y la interacción entre indíge-nas e integrantes de la célula guerrillera, quienes, sin embargo, aún no realizan tra-bajo político en la región o fuera de ésta, ni cuentan con plazos y metas claramente defi nidos. La perspectiva de enfrentarse al ejército federal o a la policía aún es muy remota. “La montaña te enseña a esperar”, declara el dirigente zapatista (Gilly, et al. 1995: 135). En otras palabras, hacer la gue-rra no constituye aún su objetivo político

central, si bien es ya considerada como parte de una revolución que sólo podía ser realizable en el largo plazo (Le Bot, 1997: 124, 131 y 193).

De fi nales de esta etapa evoca el Subco-mandante Marcos: “amanecía enero y amanecía 1986. Tiempos de esconderse todavía, de ocultarnos de aquellos de los que seríamos parte luego” (III: 95).

Contacto e interacción

La segunda etapa, que comprende de fi nes de 1986 a mediados de 1991, la caracterizo como de contacto e interacción con las comunidades indígenas de la Selva Lacan-dona. Como resultado de ello, apreciaría años después el vocero, su percepción del método revolucionario comenzaría a cambiar: “después de todo, ése había sido el origen fundamental del EZLN: un grupo de “iluminados” que llega desde la ciudad para “liberar” a los explotados y que se encuentra con que, más que “iluminados”, confrontados con la realidad de las co-munidades indígenas, parecíamos focos fundidos” (La Jornadafundidos” (La Jornadafundidos” ( , 25/07/03: 6).

Con el transcurso del tiempo, la convicción de luchar con las armas, originalmente sostenida por el grupo guerrillero, llegaría a coincidir con la necesidad de defensa que, en cierto momento, surge en comunidades de la región ante el despojo de tierras a cargo de terratenientes y ganaderos, así como de la creciente represión por parte de guardias blancas, Policía de Seguridad Pública (estatal) y Policía Judicial (federal). Bajo estas circunstancias, el EZLN nace en

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la Selva Lacandona como organización masiva de autodefensa. “Los nueve años anteriores nos preparamos para la defensa, sólo para la defensa”, señala en entrevista el Subcomandante Marcos (La Jornadael Subcomandante Marcos (La Jornadael Subcomandante Marcos ( , 4/03/94: 3).

Da principio un contacto más frecuente e intenso entre el grupo inicial y los pobla-dores indígenas. Narra el vocero: “nosotros entramos por primera vez, armados, de día, a un poblado; es el primer poblado civil que tomamos, en 1986”; y destaca que son aceptados en virtud de que provienen de la montaña y no de la ciudad, es decir, de haber mantenido contacto e interactuado con las comunidades (Gilly, et al., 1995: 137).

Comienza a nutrirse de contingentes que provienen de, al menos, tres sectores loca-les: agrupaciones indígenas con gran tra-dición de lucha, asociaciones campesinas de orientación maoísta y miembros de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas.16

Grupos de jóvenes indígenas —primero— y poblados enteros —después— deciden integrarse a la organización, la cual aún era considerada por aquellos como una fuerza externa a las comunidades. Como reconoce el vocero: “Sí, en esa época, la segunda mitad de los ochenta, en Los Altos también ya empezamos a ser miles y, además, en condiciones no selváticas, más difíciles (…) En todo caso, en ese periodo, del 89 al 90, pasamos de algunos cientos a ser miles de combatientes” (Le Bot, 1997: 180).

Surge así la contradicción entre dos concepciones organizativas no sólo dife-rentes, sino en principio irreconciliables:

la político-militar, en la cual un mando superior toma las decisiones y ordena a las instancias subordinadas su cumplimiento; y la comunitaria —existente desde épocas an-teriores a la conquista por los españoles—, en la cual los acuerdos y su cumplimiento son resultado de la deliberación y la acción colectivas.17

Tal contradicción se resolvió con la gradual subordinación de la disciplina militar a las modalidades de decisión comunitarias que regían desde siempre en los pueblos indios. Esto implicó, entre otras cosas, que la opinión de los indígenas comenzara a tomarse en cuenta, es decir, que se asumiera y reconociera su capacidad de mando. Al respecto, el responsable de la estrategia militar hizo notar que dentro de los aciertos podemos mencionar que desde que el EZLN se implanta y empieza a entrar en contacto con las comunidades, los insurgentes, o sea la tropa regular, empiezan a aprender no sólo a hablar el lenguaje... en los términos de las comunidades indígenas, sino también a escuchar. Esa es la principal aportación que las comunidades indígenas hacen al EZLN y que lo forman definitivamente (La y que lo forman definitivamente (La y que lo forman definitivamente (Jornada, 17/11/98: 6).

En otro momento precisa que “las comu-nidades indígenas, que tienen otra forma de hacer política, otra forma de ver subir su vida política a todo lo que tiene que dar (…). Eso genera una forma de hacer política que choca con los planteamientos de una organización político-militar que éramos nosotros (…). De ahí que el EZLN

no nace propiamente hace 15 años, el 17 de noviembre, cuando llegan los primeros compañeros (…) el EZLN nace como tal a la

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hora en que las comunidades lo agarran y lo moldean como lo que ahora es” (Rocha, 1998: 33).

Ante los crecientes embates represivos de cuerpos policíacos y guardias blancas, las comunidades indígenas plantean la posi-bilidad de que la naciente organización no sólo cumpla funciones de defensa, sino que también sea un instrumento mediante el cual los pueblos indios puedan enfren-tar la violencia institucional y, además, exigir atención a sus demandas. Dicho de otro modo, que adquiera una modalidad ofensiva.

En esta etapa, la organización político-militar todavía conserva el mando del proceso y aún no incluye en su orden del día el asunto de hacer la guerra. Espera una coyuntura favorable, pues está consciente de que las condiciones nacionales e inter-nacionales no son propicias para iniciar las acciones. En las comunidades, mientras tanto, se reflexiona en sentido inverso, pues su situación resulta ya insoportable y desesperante.

Con el correr del tiempo, la cercanía del mando político-militar con los pobladores indígenas llega a ser doble: geográfi ca, pues sale de regiones selváticas aisladas y se acerca a comunidades de Las Cañadas; y organizativa, pues cuenta ya con la incor-poración de familias enteras pertenecientes a esas comunidades.

Llega un momento en que el sector polí-tico-militar no puede tomar decisiones sin contar con el parecer de los habitantes de las comunidades. Formalmente el mando sigue siendo militar pero, en realidad,

éste ha pasado a manos de representantes de las comunidades indígenas, las cuales exigen a aquel sector subordinarse a la toma de decisiones colectivas, es decir, que “mande obedeciendo”. “Esta fue la primera derrota del EZLN”, concluye al respecto el Subcomandante Marcos (Video Los más pequeños, 1994).

Crecimiento y consolidación

La tercera etapa, que califi co como de creci-miento y consolidación de la organización, comprende los años de 1991 y 1992.

Durante este periodo termina el proceso de masifi cación de la organización y comienza otro muy importante en el cual el EZLN deja de ser el ejército ajeno que permanece en las montañas y se va convirtiendo en el ejército propio que radica en las comuni-dades. El territorio de los pueblos indios se convierte en su territorio. La suma de esfuerzos de concientización y organiza-ción de años anteriores produce un salto cualitativo: la línea que separaba a la fuerza armada de las comunidades desaparece hasta que, fi nalmente, constituido en una sola fuerza, el ejército pasa a ser el “brazo armado” de las comunidades indígenas (ver entrevista al CCRI-CG, La Jornada Laboral, 29/10/98: 2).

Como prueba de ello, el 20 de mayo de 1992 ordena la concentración de 5 mil hombres en una comunidad de la selva, quienes provistos de cohetones, triques (cohetes pequeños) y varas de ocote, rinden cuentas de su capacidad real de moviliza-ción. El ejercicio, según narra el estratega

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militar, resulta del todo exitoso (Durán, militar, resulta del todo exitoso (Durán, militar, resulta del todo exitoso (Durán, militar, resulta del todo exitoso (Durán, militar, resulta del todo exitoso (Durán, militar, resulta del todo exitoso (Durán, militar, resulta del todo exitoso (Durán, 1995: 70).1995: 70).1995: 70).1995: 70).1995: 70).1995: 70).1995: 70).

Consulta sobre la guerraConsulta sobre la guerraConsulta sobre la guerraConsulta sobre la guerraConsulta sobre la guerraConsulta sobre la guerraConsulta sobre la guerra

La cuarta etapa, que ocupa casi todo 1992, La cuarta etapa, que ocupa casi todo 1992, La cuarta etapa, que ocupa casi todo 1992, La cuarta etapa, que ocupa casi todo 1992, La cuarta etapa, que ocupa casi todo 1992, La cuarta etapa, que ocupa casi todo 1992, La cuarta etapa, que ocupa casi todo 1992, consiste en realizar la consiste en realizar la consiste en realizar la consiste en realizar la consiste en realizar la consiste en realizar la consiste en realizar la consultaconsultaconsultaconsultaconsultaconsultaconsulta acerca del acerca del acerca del acerca del acerca del acerca del acerca del momento de iniciar la guerra.momento de iniciar la guerra.momento de iniciar la guerra.momento de iniciar la guerra.momento de iniciar la guerra.momento de iniciar la guerra.momento de iniciar la guerra.

Las adversas condiciones económicas Las adversas condiciones económicas Las adversas condiciones económicas Las adversas condiciones económicas Las adversas condiciones económicas Las adversas condiciones económicas Las adversas condiciones económicas y sociales imperantes en el país impac-y sociales imperantes en el país impac-y sociales imperantes en el país impac-y sociales imperantes en el país impac-y sociales imperantes en el país impac-y sociales imperantes en el país impac-y sociales imperantes en el país impac-taban severamente la vida cotidiana en taban severamente la vida cotidiana en taban severamente la vida cotidiana en taban severamente la vida cotidiana en taban severamente la vida cotidiana en taban severamente la vida cotidiana en taban severamente la vida cotidiana en las comunidades indígenas de Chiapas, las comunidades indígenas de Chiapas, las comunidades indígenas de Chiapas, las comunidades indígenas de Chiapas, las comunidades indígenas de Chiapas, las comunidades indígenas de Chiapas, las comunidades indígenas de Chiapas, las cuales vivían un acelerado proceso las cuales vivían un acelerado proceso las cuales vivían un acelerado proceso las cuales vivían un acelerado proceso las cuales vivían un acelerado proceso las cuales vivían un acelerado proceso las cuales vivían un acelerado proceso de pauperización y, al mismo tiempo, de de pauperización y, al mismo tiempo, de de pauperización y, al mismo tiempo, de de pauperización y, al mismo tiempo, de de pauperización y, al mismo tiempo, de de pauperización y, al mismo tiempo, de de pauperización y, al mismo tiempo, de concientización acerca de cómo cambiar concientización acerca de cómo cambiar concientización acerca de cómo cambiar concientización acerca de cómo cambiar concientización acerca de cómo cambiar concientización acerca de cómo cambiar concientización acerca de cómo cambiar su situación. La idea de hacer ya la guerra su situación. La idea de hacer ya la guerra su situación. La idea de hacer ya la guerra su situación. La idea de hacer ya la guerra su situación. La idea de hacer ya la guerra su situación. La idea de hacer ya la guerra su situación. La idea de hacer ya la guerra acechaba los pensamientos y templaba las acechaba los pensamientos y templaba las acechaba los pensamientos y templaba las acechaba los pensamientos y templaba las acechaba los pensamientos y templaba las acechaba los pensamientos y templaba las acechaba los pensamientos y templaba las voluntades: voluntades: voluntades: voluntades: voluntades: voluntades: voluntades:

Primero empezaron a emerger algunas voces Primero empezaron a emerger algunas voces Primero empezaron a emerger algunas voces Primero empezaron a emerger algunas voces Primero empezaron a emerger algunas voces Primero empezaron a emerger algunas voces Primero empezaron a emerger algunas voces que decían que ya no aguantaban; luego que decían que ya no aguantaban; luego que decían que ya no aguantaban; luego que decían que ya no aguantaban; luego que decían que ya no aguantaban; luego que decían que ya no aguantaban; luego que decían que ya no aguantaban; luego aparecieron núcleos que empezaron a decir aparecieron núcleos que empezaron a decir aparecieron núcleos que empezaron a decir aparecieron núcleos que empezaron a decir aparecieron núcleos que empezaron a decir aparecieron núcleos que empezaron a decir aparecieron núcleos que empezaron a decir que se irían a la guerra solos, por su lado. que se irían a la guerra solos, por su lado. que se irían a la guerra solos, por su lado. que se irían a la guerra solos, por su lado. que se irían a la guerra solos, por su lado. que se irían a la guerra solos, por su lado. que se irían a la guerra solos, por su lado. Entonces la comandancia empieza a detectar Entonces la comandancia empieza a detectar Entonces la comandancia empieza a detectar Entonces la comandancia empieza a detectar Entonces la comandancia empieza a detectar Entonces la comandancia empieza a detectar Entonces la comandancia empieza a detectar esta situación, la analiza y decide consultar. esta situación, la analiza y decide consultar. esta situación, la analiza y decide consultar. esta situación, la analiza y decide consultar. esta situación, la analiza y decide consultar. esta situación, la analiza y decide consultar. esta situación, la analiza y decide consultar. Se organiza, pues, la explicación de los pros Se organiza, pues, la explicación de los pros Se organiza, pues, la explicación de los pros Se organiza, pues, la explicación de los pros Se organiza, pues, la explicación de los pros Se organiza, pues, la explicación de los pros Se organiza, pues, la explicación de los pros y de los contras de iniciar el levantamiento, y de los contras de iniciar el levantamiento, y de los contras de iniciar el levantamiento, y de los contras de iniciar el levantamiento, y de los contras de iniciar el levantamiento, y de los contras de iniciar el levantamiento, y de los contras de iniciar el levantamiento, tomando en cuenta las circunstancias: las tomando en cuenta las circunstancias: las tomando en cuenta las circunstancias: las tomando en cuenta las circunstancias: las tomando en cuenta las circunstancias: las tomando en cuenta las circunstancias: las tomando en cuenta las circunstancias: las del Tratado de Libre Comercio, la caída del Tratado de Libre Comercio, la caída del Tratado de Libre Comercio, la caída del Tratado de Libre Comercio, la caída del Tratado de Libre Comercio, la caída del Tratado de Libre Comercio, la caída del Tratado de Libre Comercio, la caída del sistema socialista, lo que pasó en El del sistema socialista, lo que pasó en El del sistema socialista, lo que pasó en El del sistema socialista, lo que pasó en El del sistema socialista, lo que pasó en El del sistema socialista, lo que pasó en El del sistema socialista, lo que pasó en El Salvador, en Nicaragua, en Guatemala. Y Salvador, en Nicaragua, en Guatemala. Y Salvador, en Nicaragua, en Guatemala. Y Salvador, en Nicaragua, en Guatemala. Y Salvador, en Nicaragua, en Guatemala. Y Salvador, en Nicaragua, en Guatemala. Y Salvador, en Nicaragua, en Guatemala. Y del otro lado estaba la lógica de la muerte del otro lado estaba la lógica de la muerte del otro lado estaba la lógica de la muerte del otro lado estaba la lógica de la muerte del otro lado estaba la lógica de la muerte del otro lado estaba la lógica de la muerte del otro lado estaba la lógica de la muerte y la miseria: el aumento de la mortalidad y la miseria: el aumento de la mortalidad y la miseria: el aumento de la mortalidad y la miseria: el aumento de la mortalidad y la miseria: el aumento de la mortalidad y la miseria: el aumento de la mortalidad y la miseria: el aumento de la mortalidad infantil, la cancelación del reparto agrario infantil, la cancelación del reparto agrario infantil, la cancelación del reparto agrario infantil, la cancelación del reparto agrario infantil, la cancelación del reparto agrario infantil, la cancelación del reparto agrario infantil, la cancelación del reparto agrario por la reforma al Artículo 27, el choque de por la reforma al Artículo 27, el choque de por la reforma al Artículo 27, el choque de por la reforma al Artículo 27, el choque de por la reforma al Artículo 27, el choque de por la reforma al Artículo 27, el choque de por la reforma al Artículo 27, el choque de comisiones que iban a solicitar recursos y comisiones que iban a solicitar recursos y comisiones que iban a solicitar recursos y comisiones que iban a solicitar recursos y comisiones que iban a solicitar recursos y comisiones que iban a solicitar recursos y comisiones que iban a solicitar recursos y regresaban sólo con un montón de papeles regresaban sólo con un montón de papeles regresaban sólo con un montón de papeles regresaban sólo con un montón de papeles regresaban sólo con un montón de papeles regresaban sólo con un montón de papeles regresaban sólo con un montón de papeles

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Con motivo de los 500 años de la llegada Con motivo de los 500 años de la llegada Con motivo de los 500 años de la llegada Con motivo de los 500 años de la llegada Con motivo de los 500 años de la llegada Con motivo de los 500 años de la llegada Con motivo de los 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a tierras americanas, de Cristóbal Colón a tierras americanas, de Cristóbal Colón a tierras americanas, de Cristóbal Colón a tierras americanas, de Cristóbal Colón a tierras americanas, de Cristóbal Colón a tierras americanas, de Cristóbal Colón a tierras americanas,

“los jefes indígenas plantean que hay que empezar la guerra” (Le Bot, 1997: 190). Resultaba imperioso decir “ya basta”, y “llevar la guerra a los poderosos, antes de que nos la echen a nosotros” (Video Los más pequeños, 1994).

Es cuando tiene lugar la consulta en las co-munidades acerca de si se debe o no iniciar la guerra; “en esos meses, en septiembre, octubre y todavía la primera quincena de noviembre, se hace la consulta en algo así como 400 o 500 comunidades de las cuatro etnias” (Le Bot, 1997: 191). El Subco-mandante Marcos recuerda: “Se quedaban discutiendo días (…) hasta que llegaba la votación y se hacía un acta que decía: ‘Tan-tos niños, tantos hombres, tantas mujeres, tantos que sí a la guerra, tantos que todavía no’. Y así salió que había que empezar la guerra, en octubre de 1992, con los quinien-tos años” (Gilly, et al., 1995: 141).

Con base en una evaluación de posibles ventajas y desventajas, la gran mayoría de las comunidades indígenas decide en asam-bleas el sí a la guerra (I:241). La estrategia para hacerla efectiva comienza entonces a ser pacientemente delineada y conservada en el más absoluto secreto.

Merced a la estrecha relación estableci-da con indígenas de varias regiones de Chiapas, la visión ortodoxa de la lucha armada —originalmente sostenida por el grupo guerrillero— había sido superada y sustituida por una nueva visión, bastante heterodoxa, en la cual el objetivo no era ya la toma del poder político, pero tampoco solamente la autodefensa. La concepción original de la guerra había quedado atrás.

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A lo largo de diez años, el EZLN había mo-difi cado sustancialmente sus tácticas y su estrategia políticas.

Entre septiembre y noviembre de 1992, indígenas de al menos tres regiones de Chiapas acuerdan que su organización comparezca públicamente para exponer las demandas históricas de los pueblos indios y, en consecuencia, para exigir su atención efectiva.

En enero de 1993 “se plantea el carácter general de la guerra, que es por demandas nacionales, no sólo indígenas, sino nacio-nales. Las demandas principales, las ban-deras de lucha, son: democracia, libertad y justicia” (Le Bot, 1997: 196).

Preparación de la insurrección

La quinta etapa, de preparación de la in-surrección, ocurre a lo largo de 1993. En enero de ese año, cada comunidad, cada región y cada grupo étnico ha elegido a sus representantes, contribuyendo así a la consolidación de un poder indígena real, es decir, del mando político y militar del CCRI-CG, instancia que ordena al Subcomandante Marcos —mando superior específi camente militar— poner en marcha los preparativos de la guerra.

El reto consistía en transformar un ejército de naturaleza defensiva, cuya conforma-ción había requerido de un largo periodo de incubación, en un ejército no sólo de carácter ofensivo, sino también “profe-sional, regular, consciente, instruido y disciplinado” (EZLN, 1994: 2).

Antes de la insurrección, sin embargo, ocu-rrió —entre el 22 de mayo y el 3 de junio de 1993— un cruento episodio que evidenció importantes aspectos militares y políticos de dos fuerzas antagónicas que estaban a punto de enfrentarse. El siguiente es un re-sumen del parte militar correspondiente:

A las 12 horas del día 22, la organización indígena descubrió una columna militar integrada por 80 soldados que se dirigía a uno de sus cuarteles ubicado en la Selva Lacandona. A las 16.45 del mismo día, abrió fuego en contra del ejército federal, causándole al menos dos bajas. Más tarde tuvo lugar un nuevo tiroteo entre ambos ejércitos, dando como resultado una baja zapatista y otras dos del ejército federal. El día 23, mil quinientos soldados toman parte en el ataque a las posiciones de la organización chiapaneca. El día 24 algunos helicópteros sobrevuelan el área. Nuevos combates producen doce muertos más del ejército federal. “Del 24 al 31 el enemigo combate contra un fantasma (...)”. El ejérci-to releva tropas, cuyo número de elementos llega ya a los tres mil. Se retiran a partir del 1º de junio.18

En apreciación del Subcomandante Mar-cos, el gobierno federal había ordenado el repliegue del ejército como una medida política que, ante la inminencia de la entra-da en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC), tenía como propósito evitar que México y el resto del mundo supieran de la existencia de un grupo guerrillero. “El ejér-cito empieza a desplegarse, va a operar y a acabar con los guerrilleros, pero a los pocos días de que está desplegando se retira. Esa no es una decisión militar. Es una decisión

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política (...) En todo caso, era una guerrilla que se podía aniquilar. Pero el hecho de aniquilarla...signifi caba, para el gobierno federal, reconocer que había guerrilla. En vísperas del TLC, elucubramos nosotros, pues lo que hace el gobierno es meter el freno” (El Financiero, 21/02/94: 64).

Según el EZLN (1994: 8), lo negativo del bal-ance militar de esta batalla podía resumirse en los siguientes puntos: “el enemigo logra sacarnos de la posición, descubre nuestra presencia en la zona, nos causa una baja y nos quita un arma.” Lo positivo, por otra parte, habría consistido en que: “(...) el enemigo se retira con 14 muertos y 6 heridos, con la tropa desmoralizada y el repudio de la población, presión nacional e internacional, muestra su torpeza estra-tégica, la ubicación de sus fuerzas, sus medios principales y sus conocimientos tácticos”.19

Como hemos visto, para esas fechas la organización rebelde había decidido ya iniciar la guerra en contra del gobierno federal y el sistema político mexicano; y, en consecuencia, se encontraba plena-mente ocupado en los preparativos de la insurrección. Su descubrimiento, como es evidente, no logró disuadirlos de llevar a cabo su arriesgada empresa.

El 17 de noviembre de 1993, 10 años después del arribo del núcleo guerrillero a la Selva Lacandona, “el Estado Mayor zapatista se agolpa en torno al fogón. Están los planes generales y se han avanzado detalles a nivel táctico”, rememora el jefe insurgente (II:77).

La realización de esta empresa, entonces, contaba con combatientes capacitados y decididos; con armas, puesto que ya el EZLN había resuelto que su lucha tendría una expresión armada; y con una táctica adecuada para cumplir las exigencias de la estrategia trazada;20 en pocas palabras, con lo necesario para iniciar la guerra.

Decidido esto último, ahora había que afi nar “detalles”: el escenario de la insu-rrección, por ejemplo. “Tenía que ser algo sobre las ciudades, no podía ser algo en el campo”, señala el Subcomandante Marcos (La Jornada(La Jornada( , 05/02/94: 6). Y también “es-taba el otro problema de la población civil. Si nosotros atacamos las ciudades, qué va a pasar con la población civil y sobre el gue-rrillero, más que la causa, pesa la población civil” (La Jornadacivil” (La Jornadacivil” ( , 05/02/94: 7).

Y, desde luego, la fecha de la insurrec-ción:

A partir de entonces los compañeros empie-zan a tomar en cuenta aspectos logísticos para el alzamiento, no políticos. Es decir, por ejemplo, cuándo pueden conseguir más reservas de alimento, pensando desde un principio en una guerra larga, en que nos cer-can, que nos avientan contra las montañas. Entonces tiene que coincidir después de la cosecha, cuando se puede juntar dinero (La cosecha, cuando se puede juntar dinero (La cosecha, cuando se puede juntar dinero (

Jornada, 05/02/94: 7).

Fue así que “todo ese año de 93 se dedicó a eso, ya con las fechas probables del 20 de noviembre, 12, 25 o 31 de diciembre” (Gilly, et al.: 142). De esta forma, “hay una discusión en el Comité y la siembra decide la fecha” (Vázquez, 2000: 188).

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Entre balances, saldos y aprestos, llega el mes de diciembre. En sus últimos días, los integrantes de la agrupación indígena se trasladan en toda clase de vehículos con el fi n de cumplir la orden de ocupar los edificios municipales de siete ciudades representativas de Chiapas. El día 30, “las últimas tropas inician su marcha para tomar posición” (II: 78).21

El largo proceso formativo daba sus pri-meros aunque —en ese momento— incier-tos frutos. El EZLN se disponía a revertir la adversidad. México despertaba súbita-mente “del dulce sueño de la modernidad” (II: 57).

CONCLUSIONES

El EZLN es resultado de un arduo trabajo cotidiano de interacción constante entre dos concepciones de lucha y dos cosmovisiones diferentes que luego se harían una sola.

Como una de sus vertientes históricas principales destaca, por una parte, la guer-rilla derivada del Movimiento Estudiantil y Popular de 1968; concretamente, el grupo político-militar denominado Fuer-zas de Liberación Nacional que, en varias ocasiones, llegó al territorio de la Selva Lacandona con el fi n de prepararse en el manejo de las armas y de operar objetivos revolucionarios de alcance nacional.

Por otra parte, concurren en su confor-mación experiencias de lucha agraria de integrantes de comunidades indígenas mayas chiapanecos que, si bien tardíamente se habían planteado la lucha por la tierra, al paso del tiempo llegan a convertirse en

la fuerza determinante de la organización.

A lo largo de diez años de permanente contacto, ambas vertientes logran identi-fi car objetivos comunes e integrarse como un todo en el EZLN. En este proceso resulta importante el liderazgo del Subcomandante Insurgente Marcos pues, en un contexto señalado por la diversidad de modalidades de lucha, a su capacidad de estratega militar tuvo que sumar las habilidades de un líder aglutinador, mediador y conciliador.

Los ritmos y tiempos del proceso de con-formación del ejército indígena estuvieron dados por las diferentes etapas que pro-dujeron su encuentro, su convergencia y, por fi n, su fusión orgánica: implantación del núcleo guerrillero y adaptación al me-dio natural hostil; establecimiento de los primeros contactos con las comunidades indígenas; solución de la contradicción entre lo político-militar y lo comunitario; receptividad positiva y crecimiento orga-nizativo; consulta y posterior asunción del acuerdo de hacer la guerra; y preparación paciente y silenciosa de la insurrección. El episodio de Corralchén fue una prueba temprana de lo que podría ocurrir el día de la insurrección.

La explotación y la represión locales contaron mucho como causa y moti-vación para la organización y la lucha. Asimismo, la problemática reciente en la Selva Lacandona —marcada por procesos de colonización y de saqueo de recursos naturales— contribuyó a la conformación del EZLN.

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Junto a la realización de las tareas propias de una preparación ideológica, política y militar, se fueron creando condiciones propicias para que el núcleo guerrillero original y las comunidades indígenas construyeran un método propio de insurrec-ción y un proyecto político de revolución, diferentes al que pretendían desarrollar al principio los integrantes de las FLN. Acaso haya sido algo no planeado, sino circuns-tancial, pero las difi cultades de escapar a los llamados de la ortodoxia revolucionaria fueron superadas con creces.

Se trata, en suma, de dos periodos impor-tantes de la historia reciente de México: el primero abarca de 1968 a 1983, mientras que el segundo comprende el período 1983-1993.

NOTAS

1 “El movimiento estudiantil de 1968 y su trágico desenlace marca sin duda un nuevo punto de partida de la política nacional”, asevera Claude Heller (1976:118); ver Be-llinghausen, 1988.

2 “Las más de 30 organizaciones armadas que surgieron y actuaron en las ciudades prin-cipales de la República (Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey) se derivaron más bien de la radicalización del movimiento estudiantil y, en algunos casos, se alimen-taron de los elementos más militaristas de la guerrilla rural” (Sierra, 2003: 71).

3 Entrevistado en 1994 por Efraín Bartolomé, poeta oriundo de Ocosingo, el administrador de ranchos Armando Torres afi rma que eso sucedió —hace como veinte años—; que se trataba de un grupo de 35 integrantes que,

con el pretexto de realizar operaciones co-merciales diversas, llegó a la sierra de Agua Azul a ofrecer servicios médicos y pastora-les, y que, al ser descubiertos sus verdaderos propósitos, fueron fi nalmente capturados y encarcelados. Según su versión, formaban parte del grupo el periodista Mario Menén-dez y el ingeniero Eloy Cardel (Bartolomé, 1995:214-216). Según otra fuente, la presen-cia del EIM en la selva data de 1968, y estaría integrado por “un joven médico, Alfredo Zárate, y tres hermanos recién graduados de la universidad —Margil, César Germán y Fernando Yáñez—, todos originarios de Monterrey” (De Vos, 2002: 331).

4 Las referencias del diario La Jornada no con-tienen noticias o reportajes, sino entrevistas a zapatistas y, sobre todo, comunicados ofi ciales del EZLN.

5 Una nota periodística asegura que las FLN

habían comprado un rancho en Ocosingo, mismo que convirtieron en campamento (La mismo que convirtieron en campamento (La mismo que convirtieron en campamento (Jornada, 21/01/03: 13). Otra señala: “dicen que desde 1968, en algún rancho, saber dónde, parece El Chilar, los descubrieron y murieron algunos compañeros, y que luego llegaron y le entraron a la Selva” (Expreso Chiapas, 18/06/94: 5).

6 Un diario nacional publicó que las “Fuerzas Armadas de Liberación Nacional” se en-frentaron en 1974 al Ejército en un lugar de la selva llamado Punta Diamante (El Financiero, 10/02/95: 45).

7 Un especialista hace notar que la organización “[FLN] alcanzó un nivel de complejidad semejante, quizá superior, a la de la Liga Comunista 23 de Septiembre” (Sierra,2003: 80). Cabe señalar que buena parte de la his-toria de las FLN, y de sus actuales vínculos con el EZLN, puede consultarse en la Casa Dr. Margil Yáñez, ubicada en Apodaca,

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Abelardo Hernández Millán

Nuevo León, México (ver La Jornada, 30/10/02: 1).

8 “En 1993, cuando los zapatistas indígenas votaron en masa —y en secreto—por alzar-se en armas, [el Comandante Germán] fue relevado del máximo liderazgo y pasó a ser subordinado de la comandancia indígena y del estratega militar del EZLN, el Subcoman-dante Marcos...” (La Jornada, 20/01/03: 17). A principios de 1993, Yáñez dejó de tener el mando “durante la gran asamblea rebelde en la selva Lacandona” (La Jornadarebelde en la selva Lacandona” (La Jornadarebelde en la selva Lacandona” ( , 21/01/03: 13).

9 Entre 1994 y 2003, con el título EZLN. Do-EZLN. Do-EZLN

cumentos y comunicados, la editorial Era publicó 5 volúmenes de comunicados y documentos del EZLN, los cuales cubren el periodo de su actividad política comprendi-do entre el 1 de enero de 1994 y el 4 de abril de 2001. El número romano corresponde al número de volumen y, el número arábigo, al de la(s) página(s) donde se encuentra ubicada la cita o referencia.

10 Ver Taller de Análisis de las Cuestiones Agrarias. Los zapatistas de Chiapas (1988). Este pequeño, pero valioso libro, expone con detalle las luchas campesinas ocurridas en distintas regiones del Estado de Chiapas durante el periodo 1974-1985.

11 En una revista de Chiapas afi rma que la Bio-prospección consiste en “colectar y evaluar miles de plantas y microorganismos usados en la medicina tradicional de las comunida-des mayas”. Se señala que las instituciones involucradas son la Universidad de Georgia (EUA), el Colegio de la Frontera Sur (Méxi-co) y la empresa Molecular Nature Limited (Inglaterra) (Este sur, 2000: 6-14; ver Luis Hernández Navarro, “Piratas de la vida”, La Jornada, 12/09/00: 19).

12 Según testimonios, fue Jaime Soto, asesor de la Quiptic y miembro del Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), el primero en sugerir la necesidad de la lucha armada y en comenzar a prepararse para ello, aunque es probable que no existiera conexión con las comunidades que luego se integrarían al EZLN (Expreso Chiapas (Expreso Chiapas ( , 17/06/94: 3). Ver De Vos:2002: 332-333).

13 Las referencias provienen de entrevistas de distinto tipo que, en diferentes momentos y a propósito de las etapas preparatoria e insurreccional, fueron realizadas al Sub-comandante Marcos en videos: Los más pequeños y Marcos. Historia y palabra; libros: De Huerta, 1995: 136; Yvon Le Bot, 1997; Vázquez, 2000; Gilly, et al, 1995; y periódicos: La Jornada y El Financiero(enero y febrero de 1994).

14 En nota periodística se apunta que en el núcleo urbano “no fi guraban jóvenes radicalizados de movimientos universitarios recientes” ni miembros de otros grupos guerrilleros (El Financiero, 21/02/94: 65).

15 Los Estatutos de las FLN, vigentes desde el 6 de agosto de 1980, incluían ya, como fi gura organizativa, al EZLN; no obstante, es válido suponer que, en esta primera etapa, las co-munidades indígenas aún estaban lejos de adoptar esta denominación como suya.

16 Acerca de este proceso de incorporación masiva, véanse: De la Grange y Rico, 1999: 79; Legorreta, 1996: 54; Legorreta, 1997: 55-60; y Moguel, 1994: 12.

17 Se trata aquí, en términos de Enrique Dussel (1994:64), de una verdadera “democracia maya (…) fruto de milenios de una de las columnas culturales de la historia mundial(junto al Egipto, la Mesopotamia, el Indo,

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Orígenes y antecedentes del EZLN

la China, los mexicas y el Tehunatisuyo de los incas)”.

18 El EZLN (1994: 6-8) narra este episodio en el parte militar titulado “La batalla de Corral-chén” (ver La Jornada, 13/08/97: 12).

19 Cumplían con el principio elemental señalado por un especialista en el tema: “Lo nuevo... es el empleo de las acciones guerrilleras de manera consciente y franca, para objetivos políticos precisos, no intentando ganar batallas inmediatas, sino probando tan sólo que los revolucionarios sobreviven” (Taber, 1967: 25). Y practicado por un jefe guerri-llero: “El guerrillero necesita sólo presentar un frente al enemigo. Con retirarse algo, esperarlo, dar un nuevo combate, volver a retirarse, ha cumplido su misión específi ca”(Guevara, 1970: 155).

20 No debiera iniciarse una guerra “sin que se encontrara primero respuesta para la siguiente pregunta: ¿qué es lo que ha de lo-grarse por la guerra y en la guerra? El prime-ro es el objetivo fi nal; el otro es el propósito inmediato” (Clausewitz, 1972: 316).

21 En un comunicado el Subcomandante Marcos habla de siete etapas en la formación del ejército indígena: selección, implantación, supervi-vencia, contacto con comunidades (—paralela en tiempo a la terce-ra—), crecimiento (llegan a Los Altos y al Norte), votación acerca de la guerra y preparación de la insurrección. Por su intensidad, la etapa 7 se refi ere a los días 30 y 31 de diciembre de 2003, así como al 1º de enero de 2004 (Mensaje enviado al arranque de la campaña y a la

presentación del libro EZLN: 20 y 10, el fuego y la palabra llevada a cabo el 10 de noviembre de 2003).

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