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UNIDAD V

GENERACIÓN DEL 98

Introducción

A finales del siglo XIX España vive una grave crisis general: el sistema político (‘turnismo’ entre conservadores y progresistas) no funciona; se acrecientan los desfases sociales (proletarios y campesinos frente a alta burguesía); comienzan a surgir los primeros conflictos sociales violentos, etc. El malestar y el pesimismo se agudizan con la independencia, en 1898, tras varios años de guerra, de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, últimas colonias de España. El "desastre" provoca cuantiosas pérdidas económicas y humanas. Surge entonces un grupo de escritores preocupados por los problemas del país, por el “tema de España". Son los hombres de la Generación del 98.

A diferencia del Modernismo, la Generación del 98 tuvo, pues, un origen netamente español. Sus más inmediatos precursores fueron los regeneracionistas y, especialmente, Ángel Ganivet.

Se llamó regeneracionistas a un conjunto de intelectuales que durante el último cuarto del siglo XIX se platearon el problema de la decadencia española y abogaron por la necesidad de regenerar el país mediante la aplicación de un vasto programa de reformas. Entre las reformas que propusieron destacan la racionalización en el uso y la distribución de la tierra, la modernización de la administración pública y la mejora de la enseñanza. Joaquín Costa sintetizó el ideario regeneracionista en una famosa expresión: “despensa y escuela”. Ángel Ganivet fue el principal representante de esta tendencia, autor de Idearium español, obra en la que analizó las causas de la decadencia a partir de la historia y la forma de ser de los españoles.

Reformas: racionalización en uso de la tierra, educación, “despensa y escuela -> primero comer y luego educar -> España atrasada.

En los últimos años del siglo XIX surgió un grupo de jóvenes escritores con preocupaciones políticas, herederos directos del Regeneracionismo. Estos autores comenzaron publicando diversos artículos periodísticos y después emprendieron el camino del ensayo y de la novela. Según Azorín, este grupo de autores constituyó la llamada Generación del 98. Los rasgos comunes que identificarían a todos los componentes de la generación son la ideología progresista que revelan sus primeras obras y la preocupación por el estado de crisis social y política de la España de la época. Anticlericales y se enojan por atrasos culturales.

Es difícil delimitar la nómina de escritores que pertenecen a la Generación del 98, entre otras razones porque dichos autores no tuvieron conciencia de pertenecer a ninguna generación. Se suelen considerar dentro de un grupo inicial a Azorín, Pío Baroja y Ramiro de Maeztu. A ellos debe añadirse Unamuno, como precursor y maestro (guía generacional) y por otra parte Antonio Machado y Valle-Inclán, cuyos comienzos y la evolución posterior son claramente diferentes a los demás autores citados.

Azorín, Baroja y Maeztu formaron el único grupo homogéneo dentro de la Generación del 98. Juntos publicaron algunos artículos firmados con el sobrenombre de “Los Tres” y, en 1901, firmaron un Manifiesto en el que denunciaban “el clima de descomposición espiritual de la España del momento” y anunciaban su intención de cooperar a la generación de un nuevo estado social. No obstante, el grupo se deshizo rápidamente y a partir de 1905 cada autor evolucionó hacia posturas ideológicas propias, más o menos conservadoras.

Desde que Azorín “inventara” la Generación del 98 (comenzó a usar dicha etiqueta -pronto asumida por la crítica- en una serie de artículos de 1913, titulada “Clásicos y modernos”), se han venido señalando algunos rasgos que podrían caracterizar a sus integrantes frente a otros escritores coetáneos. Entre dichos rasgos destacan los siguientes: La actitud de preocupación ante la situación de España . Esta actitud contrasta con la

evasión del Modernismo hacia lo estético y aproxima a los noventayochistas a la postura

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crítica de Larra (autor considerado como “guía lejano” del grupo). Mientras que los modernistas pretendieron una renovación estética, los autores del 98 persiguieron conmover la conciencia nacional.

El idealismo de las soluciones que aportan para regenerar el país. Este idealismo contrasta con la postura pragmática de los regeneracionistas. Así, mientras éstos intentaron llevar a la práctica sus ideas, algunos críticos han destacado la abulia de los autores del 98 y su incapacidad para pasar a la acción e intentar aplicar las reformas propuestas. Ellos pensaban que el problema de la situación era la falta de conciencia nacional y que la solución era modificar la mentalidad de su pueblo, lo que pretendían hacer a través de sus obras, artículos, revistas, etc.

La búsqueda de lo auténticamente español a través de la historia y de la literatura. En opinión de los escritores noventayochistas, Castilla constituye la esencia del alma española y por eso buscan las claves de lo español en Castilla, en su paisaje y en la literatura castellana medieval.

Angustia, pesimismo y preocupación por los problemas existenciales. Esta angustia les lleva a plantearse problemas religiosos. Baroja se declarará siempre ateo y fiel a su "dogmatofagia". Baroja y Maeztu, desde un escepticismo y agnosticismo juvenil, pasarán a profesar, en su madurez, la fe católica. Y en Unamuno asistimos a una lucha agónica, a una tragedia íntima (y literariamente muy fructífera): la lucha entre la razón y la necesidad, entre la Nada y Dios.

Los autores que componen la Generación del 98 no muestran un estilo uniforme sino que cada uno se esforzará por encontrar una forma de expresión propia, personal, diferenciadora. Ahora bien, pese a la variedad, todos coincidieron en los siguientes rasgos de estilo: o Rechazo del barroquismo y el retoricismo decimonónicos, lo cual va acompañado de un

exigente cuidado del lenguaje o A lo anterior va unido el sentido de la precisión y la claridad, haciendo que predomine el

contenido sobre la forma. Azorín decía: “Escribimos mejor cuanto más sencillamente escribimos; pero somos muy contados los que nos avenimos a ser naturales y claros”.

o Recuperación de localismos y arcaísmos (gusto por las palabras tradicionales y ‘terruñeras’). Así, por ejemplo, Unamuno incorporó a sus obras palabras procedentes del léxico rural de Salamanca y otras voces de raíz popular, y Azorín recuperó palabras de obras literarias antiguas. “Luengo” (Mañana Efímero)

o Subjetivismo y lirismo que revelan el sentir personal de los autores: paisaje y alma, realidad y sensibilidad, llegan a fundirse íntimamente.

o Innovaciones en los géneros literarios: amplio cultivo del ensayo y experimentación en otros géneros, como la novela (Unamuno) y el teatro.

En cuanto a la consideración estricta de este grupo de autores como generación literaria, veamos cómo se cumplen los requisitos establecidos al respecto por el historiador alemán J. Petersen en 1930: Se considera como generación literaria al conjunto de hombres próximos por su edad (no

cumple/en discusión): nacen entre 1864 (Unamuno) y 1875 (A. Machado); pero en ese periodo de tiempo nacen también otros autores, como Manuel Machado o Jacinto Benavente.

Formación intelectual semejante (no cumple, hubo autodidactas que rechazaron la universidad): Poseen una formación autodidacta; casi todos llegan a la Universidad, aunque disienten de la educación que allí se les ofrece y de ahí que busquen completar su formación por otras vías. Pero autodidactas fueron también algunos escritores modernistas.

Relaciones personales entre ello (se cumple, relaciones de colaboración): Fue evidente la relación y colaboración entre Baroja, Azorín y Maeztu, así como sus contactos con Unamuno

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y Valle-Inclán. Todos ellos coincidieron en las mismas tertulias y revistas. Pero también coincidieron en ellas con destacados autores modernistas.

Participación en actos colectivos propios (sí): viaje a Toledo (1901), visita a la tumba de Larra (1902), homenaje a Baroja por la publicación de “Camino de perfección” (1905), protesta por el Nobel a Echegaray -“símbolo de una España pasada”- (1904), pero dicha protesta también fue firmada por Rubén, Marquina, Villaespesa, M. Machado, etc.

Existencia de un acontecimiento generacional que aúne sus voluntades (sí, pérdida de Cuba, Filipinas): fue, sin duda, el “desastre del 98”, fecha que les dio nombre. Pero también algunos modernistas, en España y América, con Rubén a la cabeza, habían denunciado la gravedad del acontecimiento.

Presencia de un “guía”: Requisito difícil de precisar. Se ha hablado de Nietzsche y de Schopenhauer, cuyo influjo es evidente, así como de Unamuno, a quien todos respetaron, pero la postura singular de este autor le impidió hacer de aglutinante e incluso le distanció con frecuencia del grupo.

Lenguaje generacional: Son evidentes las novedades estilísticas que los separan de la generación anterior, pero este fenómeno es el mismo en el caso de los modernistas. Por otra parte, se trata de estilos muy dispares en cada autor.

Anquilosamiento de la generación anterior: Sin duda se ha producido, ya que Campoamor y Clarín mueren en 1901 y nada decisivo aportarán ya Pereda, Valera, Galdós, etc. La joven generación mostró claramente su postura contraria a todos estos autores.

La obra poética de Antonio Machado -> Protodefensor de la naturalezaJosé Antonio Serrano Segura

Campos de Castilla (1912-1917)

Al igual que había ocurrido con Soledades…, Antonio Machado publicará este nuevo libro en dos etapas: la primera saldrá a la luz en 1912, poco antes de la muerte de su esposa, Leonor Izquierdo; la segunda aparecerá con la primera edición de sus Poesías Completas en 1917. En esta última y definitiva versión no elimina (como hiciera con su primer libro) ningún poema, pero sí añade otros, algunos de ellos de bellísima factura. Así pues, debe tenerse en cuanta que ambas ediciones tienen como claro hecho diferenciador la presencia o no de la enfermedad y la muerte de su esposa en ciertos poemas de la segunda edición.

En 1907, el poeta es nombrado profesor de francés del Instituto General y Técnico de Soria, tras haber ganado la plaza por oposición el año anterior. Soria contaba entonces con poco más de siete mil habitantes. Situada a algo más de mil metros de altitud, sobre dos colinas, a la orilla del Duero, rodeada de árboles —álamos, olmos…—, con sus casas de color rojizo, es una ciudad de aspecto austero y recogido. Una fortaleza en ruinas —hoy rehabilitada como Parador Nacional— sobre una de las colinas domina las pequeñas calles, bordeadas de casas de piedra labrada, muchas de ellas antiguas casas señoriales. Bellos monumentos dan a la ciudad gran valor artístico. Abajo, siguiendo la orilla del río, un camino umbroso va desde San Polo a la ermita de San Saturio, patrono de la ciudad. En la misma orilla, una corona de cipreses rodea la vieja iglesia de los Templarios, escenario de la leyenda de Bécquer titulada El monte de las ánimas. En un poema de la serie Campos de Soria, retrata así la ciudad:

Soria fría, Soria pura,cabeza de Extremadura,con su castillo guerreroarruinado, sobre el Duero;con sus murallas roídasy sus casas denegridas!¡Muerta ciudad de señoressoldados o cazadores;de portales con escudosde cien linajes hidalgos,

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y de famélicos galgos,de galgos flacos y agudos,que pululanpor las sórdidas callejas,y a la media noche alulan,cuando graznan las cornejas! ¡Soria fría! La campanade la audiencia da la una.Soria, ciudad castellana¡tan bella! bajo la luna.

Campos de Soria [CXIII-VI]

El tema del paisaje (descripción asociada con la experiencia. Remarca cómo el paisaje guarda rasgos de la grandeza de Castilla de la cual ya no queda nada. Para Machado patria = trabajo, no territorio)

Algunas composiciones del nuevo libro responden “al simple amor a la Naturaleza, que en mí supera infinitamente al del Arte —es lo que, a partir de ahora, consideraremos como “visión objetiva” del paisaje, dentro de la objetividad que pueda permitir la lírica—. En otras, el paisaje se convierte en símbolo del pasado histórico de Castilla. Por fin, en otros poemas, los elementos del paisaje castellano se convierten en símbolo de realidades íntimas. Estos tres modos de enfocar el paisaje castellano tendrán su exacto equivalente respecto al paisaje andaluz en los poemas escritos para la segunda edición, durante su estancia en Baeza, ciudad a la que —como veremos— “huirá” tras la muerte de su esposa.

Visión objetiva e identificación simbólica de los elementos del paisaje con el pasado histórico de Castilla. El tema de España.

En 1908, publica Antonio Machado un artículo en una publicación conjunta de la prensa soriana, del que entresacamos este fragmento:

Sabemos que la patria no es una finca heredada de nuestros abuelos, buena no más para ser defendida a la hora de la invasión extranjera. Sabemos que la patria es algo que se hace constantemente y se conserva sólo por la cultura y el trabajo. El pueblo que la descuida o abandona, la pierde, aunque sepa morir. Sabemos que no es patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra: que no basta vivir sobre él, sino para él: que allí donde no existe huella del esfuerzo humano no hay patria, ni siquiera región, sino una tierra estéril, que tanto puede ser nuestra como de los buitres o de las águilas que sobre ella se ciernen. ¿Llamaréis patria a los calcáreos montes, hoy desnudos y antaño cubiertos de espesos bosques, que rodean esta vieja y noble ciudad? Eso es un pedazo de planeta por donde los hombres han pasado, no para hacer patria, sino para deshacerla. No sois patriotas pensando que algunos días sabréis morir para defender esos pelados cascotes; lo seréis acudiendo con el árbol o con la semilla, con la reja del arado o con el pico del minero a esos parajes sombríos y desolados, donde la patria está por hacer.

Además de ideas o sentimientos, se esbozan aquí las imágenes mismas de algunos poemas de Campos de Castilla; y podemos también observar cuán profundamente penetraba ya en él el paisaje de Soria.

El pasado histórico de Castilla, especialmente aquellos rasgos que ofrecen significaciones guerreras, se hace presente metafóricamente en los elementos del paisaje. Esta identificación del paisaje castellano con su pasado histórico vuelve a reflejarse en otras composiciones, donde se insiste en las mismas imágenes hasta quedar éstas convertidas en elementos esenciales que identifican y definen el paisaje:

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por donde traza el Duerosu curva de ballestaen torno a Soria,

[CXIII-VI]

…Soria mística y guerrera[CXIII-VII]

…Soria —barbacanahacia Aragón, en castellana tierra—.

[CXIII-VIII]

por donde traza el Duerosu curva de ballestaen torno a Soria,

[CXXI]

…Castilla, mística y guerrera,[CXXV]

La dureza y aridez del paisaje a que antes aludíamos pueden ser también expresadas, además de con los adjetivos, mediante sustantivos precedidos de la preposición sin:

de campos sin arados, regatos ni arboledas;decrépitas ciudades, caminos sin mesones,

A orillas del Duero [XCVIII]

La segunda parte de A orillas del Duero es una transición lógica hacia el tema de la historia de Castilla. Tras apuntar las connotaciones guerreras en los versos anteriores, el poeta reflexiona sobre el contraste entre el ayer poderoso de Castilla y su mezquino presente:

Castilla miserable, ayer dominadora,envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.

A orillas del Duero [XCVIII]

Es el paso del tiempo (expresado mediante una sucesión de verbos de movimiento) el que ha producido el cambio. Pero el pasado se hace presente y pervive en el paisaje y sus gentes:

Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.¿Pasó? Sobre sus ampos aún el fantasma yerrade un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra.

A orillas del Duero [XCVIII]

El cambio no ha afectado a lo esencial del paisaje: la presencia en él de su propio pasado, personificado en el fantasma errante.

Pero la pobreza de la tierra castellana puede ser también vista con ojos tiernos, destacando lo humilde:

¡Primavera soriana, primavera,humilde como el sueño de un bendito,

Orillas del Duero [CII]

Castilla la gentil, humilde y brava[CXXV]

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Cuando nuestro poeta marcha a Baeza, tras la muerte de Leonor, esta ciudad y sus campos también recordarán su pasado histórico, relacionado con la época de la dominación musulmana. Así, la curva de ballesta (arma cristiana) del Duero se transforma en el Guadalquivir en un alfanje roto / y disperso (arma árabe):

De la ciudad morunatras las murallas viejas, […]Guadalquivir, como un alfanje rotoy disperso, reluce y espejea.

Caminos [CXVIII]

En mi rincón morunoEspaña en paz [CXLV]

Dejando a un lado todo comentario sobre la visión del pasado histórico en el paisaje castellano, que es evidente en estos versos y que ya ha sido señalada con anterioridad, lo que ahora llama nuestra atención es comprobar cómo, desde el primer momento, el poeta entra en comunión íntima con el paisaje que describe y canta. La emoción grave y conmovedora, la sencillez del lenguaje, el tono de fervor y de éxtasis panteísta, la variedad sabia y matizada de los ritmos métricos, estremecen la imaginación del lector. Tanto amor verdadero, tanta delicadeza, unida a tal capacidad de simpatía con el entorno descrito impregnan estos versos, que las cosas y el alma —como él mismo sugiere— están aquí fundidas.

El tema del cainismo (español como malo y envidioso de nacimiento)

Se trata de uno de los tópicos de la llamada generación del ’98: la maldad intrínseca del hombre, la codicia como origen de todos los males… la presencia, en definitiva, del alma de Caín en nuestros prójimos.

Dos poemas, fundamentalmente, se centran en el tema del cainismo: Por tierras de España y El Dios ibero:

Por tierras de España [XCIX] es de ritmo grave, lento. La composición es, a la vez, sencilla y bien estructurada:

Hombre de la España rural coetánea, de aspecto tenebroso, rudo y vil en ocasiones, que ha esquilmado el medio natural en el que vive. Los dos primeros serventesios presentan, en singular colectivo, al hombre castellano:

El hombre de estos campos que incendia los pinaresy su despojo aguarda como botín de guerra,antaño hubo raído los negros encinares,talado los robustos robledos de la sierra. […]

Machado, poeta de los árboles, elige en primer lugar, para denunciar la villanía del “hombre de estos campos”, la actividad destructora que más podía conmoverlo. La evocación deja paso a las consecuencias de tales actos en el presente: las tierras devastadas son improductivas, “malditas”:

Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;la tempestad llevarse los limos de la tierrapor los sagrados ríos hacia los anchos mares;y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra. (Maldición de Caín)[…]

Miseria y desolación son los resultados. La palabra “ lares” quiere expresar la organización patriarcal de la familia, la casa a que está ligado el futuro de los hijos, por lo que forma una antítesis violenta con “huyendo”. La desolación causada por los hombres se abate sobre la tierra misma: la tempestad arrastra los limos de los campos y los hace áridos y estériles. Los ríos son sagrados pues, según el poeta, el agua es bendita, lleva la vida. La maldición del último verso

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viene después de palabras que evocan lo sagrado (lares, sagrados ríos). Todo es como si se hubiese cometido un pecado irreparable. Y así, se insinúa la maldición de Caín: “trabaja, sufre y yerra”.

Los cuatro serventesios siguientes trazan un retrato físico y moral. Después de evocar su origen (“Es hijo de una estirpe de rudos caminantes”), hace un retrato admirable del “hombre malo del campo y de la aldea”, como lo definirá una estrofa más adelante:

Pequeño, ágil sufrido, los ojos de hombre astuto,hundidos, recelosos, movibles; y trazadascual arco de ballesta, en el semblante enjutode pómulos salientes, las cejas muy pobladas. […]

El alma guerrera de Castilla, que habíamos visto reflejarse en el paisaje, asoma, con la misma imagen, en el semblante del hombre: “cual arco de ballesta, […] las cejas muy pobladas”.

El futuro de España: El mañana efímeroEn título paralelo y antitético al anterior, es el poema donde Antonio Machado mejor expresa

su esperanza ante el futuro. La España pasada y presente es vacía e inútil, aunque tendrá quien la cante:

EL MAÑANA EFÍMERO

Sin nada positivo:

La España de charanga y pandereta, España pintorescacerrado (que se niega a razonar) y sacristía (visión negativa de iglesia),devota de Frascuelo y de María (Virgen),de espíritu burlón y de alma inquieta,ha de tener su mármol (material) y su día (sinécdoque -> pasado va a olvidarse),su infalible mañana y su poeta. […]

Esta España falsamente pintoresca, confinada en devociones hipócritas, privada de espíritu, es descrita con abundantes imágenes, paródicamente burlescas, que introducen de forma progresiva la denuncia terriblemente violenta del presente y el presagio de un futuro vacío y ¡por ventura! pasajero. Este fatal porvenir, indicado por la metáfora “engendrará”, se personifica en la figura de un señorito indolente (quiere mantener monarquía, vestimenta ridícula – religiosa y pintoresca -), sin ningún rasgo de personalidad destacado:

El vano ayer engendrará un mañanavacío y ¡por ventura! pasajero.Será un joven lechuzo (vive de noche) y tarambana (que no razona),un sayón con hechuras de bolero,a la moda de la Francia realista,un poco al uso del París pagano,y al estilo de España especialistaen el vicio al alcance de la mano. […]

España especialista en sobornos (inconducta), envejecida y tramposa. Pero más allá de este retrato expresionista, que podríamos calificar de esperpéntico si lo hubiera firmado Valle-Inclán, lo que domina en el poema es el tono de violentísima crítica hacia

Esa España inferior que ora y bosteza (reza, se está despertando),vieja y tahúr (tramposa), zaragatera (bulliciosa) y triste;esa España inferior que ora y embiste (toro -> no usa la cabeza),cuando se digna usar de la cabeza,aún tendrá luengo parto de varonesamantes de sagradas tradiciones

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y de sagradas formas y maneras (las mencionadas arriba. Todo va a seguir igual);florecerán las barbas apostólicas (crítica a la iglesia. Se van a seguir atrasando con la iglesia),y otras calvas en otras calaverasbrillarán venerables y católicas.El vano ayer engendrará un mañanavacío (no hay futuro) y ¡por ventura! pasajero (ironía -> va a durar poco si tenemos suerte),la sombra de un lechuzo tarambana,de un sayón con hechuras de bolero;el vacuo ayer dará un mañana huero. […]

La reiteración de las frases “El vano ayer…” y “Esa España inferior…” martillean la conciencia del lector. El furor del poeta se manifiesta ahora en una serie de imágenes que sugieren el asco, la náusea, ante el presente y el mañana estomagante que se avecina:

Como la náusea de un borracho ahítode vino malo, un rojo sol coronade heces turbias las cumbres de granito;hay un mañana estomagante escrito (neologismo de Machado -> predestinación)en la tarde (dilogía: 1) Ya es tarde; 2) Momento del día) pragmática (malas decisiones, sin moral) y dulzona (falsamente agradables, saca ventaja de situaciones). […]

Pero a ese destino inexorable del futuro inmediato se opone una nueva encarnación de España, una España redentora basada en el trabajo y la inteligencia:

Mas otra España nace,la España del cincel y de la maza (trabajo manual),con esa eterna juventud (antítesis -> “futuro vacío”) que se hacedel pasado macizo (pasado lejano, época del Cid) de la raza.Una España implacable y redentora,España que alboreacon un hacha en la mano vengadora (se levanta enfurecida para trabajar),España de la rabia y de la idea (antítesis -> “que ora y bosteza”).

El mañana efímero [CXXXV]

Guía de preguntas1. Busque una breve biografía de Antonio Machado.2. ¿Qué rasgos debe cumplir un grupo de escritores y/o artistas para ser considerados

miembros de una generación?3. Sintetice los elementos distintivos de la Generación del 98 y repare en los puntos

conflictivos.4. ¿Qué caracteriza a la producción literaria de estos autores?5. Releve los temas que propios de la Generación del 98 que se ponen de manifiesto en la

poesía de Machado. Deténgase particularmente en “El mañana efímero”. 6. Observe los poemas completos que se presentan a continuación y agregue el citado

páginas más arriba “Soria fría, Soria pura”. Complete su análisis con las figuras retóricas correpondientes, la introducción referida a Generación del 98 y la lectura propuesta por Serrano Segura.

El Mañana Efímero

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La España de charanga y pandereta,cerrado y sacristía,devota de Frascuelo y de María,de espíritu burlón y alma inquieta,ha de tener su marmol y su día,su infalible mañana y su poeta.En vano ayer engendrará un mañanavacío y por ventura pasajero.Será un joven lechuzo y tarambana,un sayón con hechuras de bolero,a la moda de Francia realistaun poco al uso de París pagano y al estilo de España especialista en el vicio al alcance de la mano. Esa España inferior que ora y bosteza, vieja y tahúr, zaragatera y triste; esa España inferior que ora y embiste, cuando se digna usar la cabeza, aún tendrá luengo parto de varones amantes de sagradas tradiciones y de sagradas formas y maneras; florecerán las barbas apostólicas, y otras calvas en otras calaveras brillarán, venerables y católicas. El vano ayer engendrará un mañana vacío y ¡por ventura! pasajero, la sombra de un lechuzo tarambana, de un sayón con hechuras de bolero; el vacuo ayer dará un mañana huero. Como la náusea de un borracho ahíto de vino malo, un rojo sol corona de heces turbias las cumbres de granito; hay un mañana estomagante escrito en la tarde pragmática y dulzona. Mas otra España nace, la España del cincel y de la maza, con esa eterna juventud que se hace del pasado macizo de la raza. Una España implacable y redentora, España que alborea con un hacha en la mano vengadora, España de la rabia y de la idea.

EL DIOS IBERO (Cainismo) -> ¡Dios no tiene nacionalidad!

Igual que el ballestero tahúr (tramposo) de la cantiga, tuviera una saeta (flecha) el hombre ibero para el Señor que apedreó la espiga (granizo)y malogró los frutos otoñales (árboles frutales), y un «gloria a ti» para el Señor que grana centenos y trigales que el pan bendito (sinécdoque -> pan como alimento) le darán mañana.

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«Señor de la ruïna (Dios como responsable de todo lo malo), adoro porque aguardo y porque temo (idea del Dios fatal del antiguo testamento): con mi oración se inclina (se arrodilla)hacia la tierra un corazón blasfemo (siente que adorar a Dios por beneficios y temor es ser blasfemo. Hipálage -> el blasfemo es el campesino). »¡Señor, por quien arranco el pan (sinécdoque) con pena, sé tu poder, conozco mi cadena (hombre aprisionado al trabajo, lo ve como castigo)! »¡Oh dueño de la nube del estío (lo que le va a arruinar las cosechas)que la campiña arrasa (tormenta – verano), del seco otoño (otoño), del helar tardío (invierno), y del bochorno que la mies abrasa (calor quema trigales)![No se hace mención a la primavera, cada estación es una desgracia] »¡Señor del iris (arcoíris), sobre el campo verde (ISV)donde la oveja pace (ISV Cinética), Señor del fruto que el gusano muerde (frutos que crecen lo hacen en malas condiciones) y de la choza que el turbión deshace (alud deshace casa), »tu soplo el fuego del hogar aviva (ni siquiera se responsabiliza por prender su hogar), tu lumbre da sazón al rubio grano (sinécdoque), y cuaja el hueso de la verde oliva, la noche de San Juan, tu santa mano! »¡Oh dueño de fortuna y de pobreza (antítesis, concepto fatalista de la religión), ventura (suerte) y malandanza (mala suerte) [antítesis],que al rico das favores y pereza (imagen de Dios injusto)y al pobre su fatiga (ni siquiera trabajo) y su esperanza! »¡Señor, Señor: en la voltaria rueda del año (ciclo de las estaciones) he visto mi simiente (hijos) echada, corriendo igual albur (suerte) que la moneda del jugador en el azar sembrada! (los jugadores de azar pierden) [Comparación. Hay una suerte nefasta para sus hijos, como la de un apostador] »¡Señor, hoy paternal, ayer cruento (antítesis -> Dios de extremos),con doble faz de amor y de venganza, a ti, en un dado de tahúr (azar -> no tiene certeza de que su rezo llegue) al viento va mi oración, blasfemia (contenido blasfemo) y alabanza!» Este que insulta a Dios en los altares, no más atento al ceño del destino (lo insulta porque cree en el destino), también soñó caminos en los mares (idea de irse – emigrar)y dijo: es Dios sobre la mar camino (dios me va a dar un futuro mejor cuando emigre). ¿No es él quien puso a Dios sobre la guerra más allá de la suerte, más allá de la tierra, más allá de la mar y de la muerte?[¿Cómo es que el individuo siendo blasfemo pone a Dios sobre todas las cosas?] ¿No dio la encina ibera para el fuego de Dios la buena rama, que fue en la santa hoguera de amor una con Dios en pura llama? Mas hoy... ¡Qué importa un día! Para los nuevos lares (descendientes)estepas hay en la floresta umbría, leña verde en los viejos encinares (hay esperanza aún aunque para él tal vez no). Aún larga patria espera abrir al corvo arado sus besanas; para el grano de Dios hay sementera bajo cardos y abrojos y bardanas (plantas duras).

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[Va a haber futuro siempre y cuando se trabaje] ¡Qué importa un día! Está el ayer alerto al mañana, mañana al infinito, hombres de España, ni el pasado ha muerto, no está el mañana —ni el ayer— escrito (no existe predestinación, el futuro se puede cambiar). ¿Quién ha visto la faz (cara) al Dios hispano? (busca romper con superstición)Mi corazón aguarda al hombre ibero (antes decía “Dios íbero”) de la recia mano, que tallará en el roble castellano (Castilla -> noble pasado)el Dios adusto de la tierra parda (Dios que va a salir de la tierra que se trabaje).

Abel Sánchez de Miguel de Unamuno (1864-1936).Adaptación

(Domingo Ródenas, prologo a su edición de Abel Sánchez, San Manuel Bueno, mártir, Cómo se hace una novela y otras prosas. Editorial Crítica.)

Más viejo de la generación Estudió Filo y Letras Rector Universidad de Salamanca Deportado a Francia en un principio por apoyar a EEUU en la guerra Nívolas: nuevo enfoque, relato cuya voluntad está dada por un proceso anterior

--> relación amistosa entre Joaquín y Abel

La preocupación por los problemas sociales y políticos de su tiempo no le abandonó nunca. Inquieto por la situación de España, desea una regeneración moral del país (idea criticada por Generación del 98 por ser muy difícil) a partir de un fondo espiritual que debe servir incluso para españolizar Europa. Unamuno rechazará el comunismo (por materialista) y al fascismo (totalitario, antiliberal y antiintelectual), siempre desde su actitud liberal radical y de defensa de la libertad de conciencia.

Las novelas de Unamuno: su obra narrativa se sitúa en el contexto de la crisis progresiva del Realismo (novela espejo de la realidad), que va abriendo paso a nuevas tendencias. La narración convive ahora con el ensayo, los aforismos, el lirismo intimista o la descripción paisajística, dando lugar a una prosa impresionista, sugerente pero fragmentada, que no pretende reflejar verosímilmente la realidad, sino disolverla entre experiencias subjetivas y cuestiones de conciencia (contar dramas íntimos). En Unamuno, esa ruptura con el Realismo (al que definió como “una estética cortical”) se produce a través de una novela discursiva y filosófica, en la que la acción se encuentra muy concentrada, reducida a la esencia (cada capítulo toma un tema de los personajes), al desarrollo de los conflictos interiores de los personajes. No hay descripciones, ni decorados, ni precisiones espaciales o temporales; nada de ello interesa al autor, por lo que el lector se da de bruces con la interioridad atormentada del personaje (sentimientos, pasiones), expresada a menudo en forma de monólogo o de diálogo (con lo cual queda en un segundo plano el papel del narrador y la obra adquiere carácter teatral).

Aunque Unamuno rompe con el Realismo, algunas de sus obras aún mantienen la ilusión de realidad (Paz en la guerra, Abel Sánchez, La tía Tula, San Manuel Bueno, mártir ), mientras otras buscan expresamente romper esa ilusión (Amor y pedagogía, Niebla…). En cualquier caso, se trata de búsqueda narrativas propias del comienzo del siglo XX: en Abel Sánchez, Unamuno requiere al lector desde el prólogo de la obra, y en la nota preliminar él mismo se convierte en editor de unos documentos hallados (la confesión de Joaquín) que insertará en diversos momentos de la obra (cuasi quijotesco. Unamuno como compilador), que acaba siendo, en buena medida, una autobiografía.

Abel Sánchez se publica en 1917. La obra es una revisión y reinterpretación del conocido pasaje bíblico que tiene como protagonistas a Caín y Abel. En el prólogo, y refiriéndose a la escasa acogida que ha tenido la primera edición de su novela, el autor se justifica diciendo que “al público no le gusta que se llegue con el escalpelo a hediondas simas del alma humana y que se haga saltar pus”. Alude después a lo que llama “la lepra nacional española”, el odio, la

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envidia, materia central de la obra. Al final deja entrever su punto de vista: “He sentido la grandeza de la pasión de mi Joaquín Monegro y cuán superior es, moralmente, a todos los Abeles. No es Caín lo malo; lo malo son los cainitas. Y los abelitas” (los que toman partido por uno o por el otro). - Una nota preliminar explica las características de la novela: el relato se mezclará con la confesión (entrecomillada) del protagonista. Ambos personajes aparecen identificados desde la primera frase y pronto, apenas unos párrafos después, empezamos a conocer sus diferencias, y la pasión que devora a Joaquín. Esa misma pasión acabará enfrentando a los dos amigos. El despecho se ha convertido en envidia y después en odio. Así lo reconoce Joaquín en su confesión al final del capítulo III: “Aquella noche nací al infierno de mi vida”, afirma.

Algunos ejes de trabajo.El regalo de bodas de Joaquín a Abel, en el capítulo V, es muy significativo. Piénsese

sobre ese simbolismo y analícense las metáforas (las del hielo) con las que Joaquín describe la impresión que le causa la noticia de la boda y el odio que anida en su corazón. En este mismo capítulo, Joaquín se refiere a los defectos graves de la personalidad de Abel: ¿de qué se trata? Egoismo, es el defecto de Abel. De grande se ve cuando no le explica a su hijo sobre arte, cambia con su nieto.

Los capítulos VI y VII ofrecen nuevas metáforas (enfermedad, demonio…) para describir el odio de Joaquín. Localícense. En estos capítulos aparece también un nuevo personaje, la que será esposa de Joaquín; indíquense los rasgos que deberá reunir ésta.

El capítulo VIII introduce el subtema de la “gloria artística de Abel”, una “granizada desoladora en el alma de Joaquín”, y en el IX éste declara abiertamente a la que ya es su esposa la naturaleza de la pasión que lo domina. Estúdiense los rasgos de la relación que se establece entre ambos. Su relación es como si Antonia cuidara a un enfermo. Joaquín dice que odia a Abel y cree que se casó con Helena contra él.

Al final, ante un Joaquín desesperado, emerge otro asunto fundamental de la novela, la religión; en referencia a Dios, afirma el protagonista: “Tendré que buscarle”.

En el capítulo XI, mediante un diálogo entre Abel-Abel y Caín-Joaquín, se plantea abiertamente la revisión del tema central de la novela, con indicación expresa de los dos textos de referencia: el relato bíblico (le interesa el comienzo de la envidia) (Génesis, IV, 1-16) y el drama de Lord Byron (1788-1824) Caín: a Mystery (1821). Véase cómo interpreta Joaquín el relato bíblico y, en consecuencia, el origen de su odio hacia Abel: “No hay canalla mayor que las personas honradas”, dice.

El capítulo siguiente se centra en la lectura del Caín byroniano: ¿qué efecto produce en el espíritu atormentado de Joaquín? Agrava la situación, empeora la herida, no toma conciencia. Tiene miedo de que su odio sea inmortal.

El Caín pintado por Abel contribuye a aumentar su reputación a la vez que atiza el fuego de la pasión de Joaquín, una pasión no correspondida, que despierta indiferencia en el odiado: “Ser odiado por él con un odio como el que yo le tenía era algo, y podía haber sido mi salvación”. Pero Abel nunca lo va a envidiar, solamente el Aragonés.

En el capítulo XIV, a propósito del homenaje a Abel, Joaquín exalta de nuevo la figura bíblica de Caín. Véase qué argumentos expone para interpretar el cuadro hasta llegar a exclamar que aquella pintura es “un acto de amor”. En su discurso, Joaquín a Caín con otra figura bíblica, Satán, a través de la obra de John Milton (1608-1674), El paraíso perdido (1667): ¿quién es Satán en el relato bíblico? Véase una muestra de la obra miltoniana en los materiales complementarios. Al final, Joaquín reconoce a su esposa que no ha logrado vencer al demonio que lo corroe: en buena medida, la novela es el esfuerzo de Joaquín por liberarse de su pesadilla interior, la búsqueda de un remedio que lo cure (que no ha sido, al menos, la heroicidad de elogiar públicamente a su odiado Abel). Cuando él elogia a Abel, Joaquín esperaba saciar su odio pero está triste, se siente superado y piensa que debió haber dicho todo.

El capítulo siguiente nos ofrece un nuevo paso en esa búsqueda, pero antes Joaquín hace una rápida y precisa descripción de la técnica pictórica de Abel. ¿Qué destaca de ella? Es fría, calculada y le falta emoción. A continuación el enfermo probará otra medicina: ¿cuál? La religión. En el interesante diálogo que sigue Joaquín desnuda de nuevo su interior y pide

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respuestas lógicas, argumentadas, pero, en lugar de eso, ¿qué encuentra? Una pregunta del cura: ¿para qué naciste? Respuesta: para los demás.

Joaquín vuelve a desnudarse interiormente en el capítulo XVII, ahora ante Helena, su prima y esposa de Abel. Fracasa en su intento (ni siquiera le sirven las alusiones a las relaciones que mantiene Abel con otra mujer) y su situación se vuelve patética, humillante. - El comienzo del capítulo XXI ilustra perfectamente la evolución de la novela: “Huyendo de sí mismo, y para ahogar, con la constante presencia del otro, de Abel, en su espíritu, la triste conciencia enferma que se le presentaba…” En esa huida, Joaquín prueba un nuevo remedio: ¿cuál? El casino ¿Logrará este otro pasatiempo curar la enfermedad de Joaquín? No, la envidia está incluso en conversaciones sustanciales. Lo que sí le procura son nuevas discusiones sobre temática religiosa, subrayadas con un juego de palabras, un retruécano al final del capítulo XXII. Señalar. Circulo vicioso (uno puede pecar, de todas formas va a ser perdonado); “hombres desollados”.

Conocemos en el capítulo XXIII lo sucedido con el aragonés pobre y con Federico Cuadrado, todo por boca del segundo, Éste compara al aragonés con otro personaje bíblico, Jacob. Esaú vende su herencia por un plato de lentejas. Para el Aragonés las lentejas son como la mujer pobre. Véase por qué. En cuanto a sí mismo, Cuadrado expone las causas de su odio. Es bastardo, hijo de un amante y rechazado por su padre. ¿Qué paralelismo se puede establecer entre ambos y Joaquín? A Federico y el Aragonés no lo quieren sus padres, a Joaquín no lo quiere nadie.

El buen entendimiento que se produce entre el hijo de Abel y Joaquín alumbra en éste proyectos de venganza. ¿En qué consisten? Sacarle el hijo a Abel. Abelín va a escribirle su biografía.

El capítulo XXV muestra las confidencias que hace el discípulo a su maestro (“estamos solos, nadie nos oye…”). Éstas tienen que con la concepción de la pintura de Abel, su carácter y objetivos (“no vive más que para su gloria”), la relación con su hijo, las razones de su matrimonio, y una obsesión, “pintar el alma de Joaquín”… Extráigase una síntesis de la visión que Abel hijo tiene de su padre. Es una persona egoísta y solo se avoca a sus cosas.

Antonia advierte a su marido del sacrificio de Joaquina, su hija. ¿De qué se trata? Quiere ser monja. El padre, sin embargo, propondrá a la joven un sacrificio muy distinto. ¿Qué motivos lo mueven a ello? Usar a Abelín como para seguir su linaje y arruinar el de Abel. Véase al respecto los primeros párrafos del capítulo XXIX, ilustrados con referencias a personajes bíblicos. Analícense. Adviértase la comparación entre las dos sangres femeninas (la de Helena, turbadora; la de Antonia, redentora. Joaquín se casa con ella por despecho). A continuación, el narrador describe con una rápida pincelada el ambiente que reina en ambos hogares, el de Abel y Helena y el de Joaquín y Antonia. Señalar. Ambos hogares son ámbitos tristes.

En el capítulo XXXI Joaquín expone sus intenciones sobre las dos obras que prepara. Analícense los propósitos que impulsan a cada una de ellas.

“La envidia es una forma de parentesco”, afirma Joaquín, en diálogo con su yerno, en el capítulo XXXII. Explíquese esa frase a la luz de su contexto. Se envidia un igual, tienen que relacionarse estrechamente en algo.

Con el nieto en los brazos, Antonia exclama; “Dios quiera que no riñan en ti dos sangres”. Explíquese el sentido de esta frase. Complétese esta explicación con esta expresión de la angustiada abuela: “… que no te retraten, que no te curen! ¡No seas modelo de pintor, no seas enfermo de médico!”

Sin embargo, el niño será también motivo de enfrentamiento entre Abel y Joaquín, y Unamuno lo convertirá en testigo privilegiado del desenlace de la novela para ambos. De paso, y a modo de testamento, Joaquín (y con él Unamuno) formula su convicción de que España es una tierra de odios, patria del cainismo, donde la envidia tiene su asiento. Próximo ya el final, debe notarse la sinceridad cruel e implacable con que el protagonista, harto de odio, se dirige a Antonia y declara cuáles han sido sus verdaderos sentimientos hacia ella.

Textos complementarios: Habla del éxito de Abel y el fracaso de Caín, que luego mata al otro1. Adán abrió los ojos para ver un campo,

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parte arable y cultivada, con gavillas esparcidas acabadas de segar; en la otra parte, pastos y miajadas; y en medio hay un altar, como hito limitáneo y rústico o montículo de césped, donde pronto del cultivo ve llegar sudado a un segador trayendo sus primicias: verde espiga, jalde haz, juntado todo sin cuidado. Un pastor después, más bondadoso, los caloyos trae de su rebaño, escogidos, los mejores; inmolándolos entonces, sus entrañas y su grasa, salpicadas con incienso, en la leña las coloca y todo rito cumple necesario. Tal ofrenda pronto el fuego favorable de los cielos la consume en llama súbita y grata humareda; mas no la otra, falta como estaba de sinceridad. Así rabió en lo interno aquél y, mientras departían, lo golpeó con una piedra en mitad del torso, arrancándole la vida; éste, pues, cayó y, lívido, dejó escapar el alma con gruñido y sangre pródiga. (John Milton (para él Caín = satán): El paraíso perdido. Libro XI, versos 429-447. Editorial Círculo de Lectores)

Unamuno desarrolla desde el capítulo XIV el proceso de ahijamiento de Abelín, un proceso con implicaciones simbólicas obvias. Por un lado, Joaquín adquiere la garantía de perpetuación a través de su discípulo/hijo Abelín (suele llamarlo “hijo”), quien será depositario de sus saberes y actuará como futuro biógrafo suyo; y por otro, despoja a Abel de esa misma garantía, la de la continuidad filial. Para la completa consumación de sus planes, Joaquín utiliza a su hija rogándole que se case con Abelín para así “curarse”. Es el sacrificio que el padre exige a Joaquina en el ara de su patología moral y la joven lo concede. Emparejados, pues, los vástagos de Joaquín y Abel, Unamuno puede llevar a término la idea del Caín de Byron de que la mezcla de las sangres de Caín y Abel atenuaría la virulencia de la estirpe del primero. Y, así, hace que nazca un retoño, Joaquinito. Sin embargo, la presencia del nieto, más que dulcificar el sentimiento de Joaquín, lo acrecienta, puesto que el pequeño prefiere la compañía más divertida de su abuelo, cumpliendo de ese modo una fatalidad, la de la simpatía ineluctable del pintor. Este último desaire anticipa el desenlace dramático, la muerte de Abel y la imposibilidad de la reconciliación o el perdón (esta es la tragedia de Joaquín). Sólo un año después, habiendo desaparecido su odiado Abel, espejo y medida de sí mismo, sumido en una “honda melancolía”, reconocerá Joaquín su culpa y pedirá a los suyos justo aquello contra lo que ha luchado toda su existencia: que lo olviden: “¿Me olvidará también Dios? Sería lo mejor, acaso, el eterno olvido. ¡Olvidadme, hijos míos!”. Semejante renuncia a la perduración es el signo supremo de la derrota de Joaquín y el acatamiento de su castigo.

Una derrota que, en las últimas páginas, se sitúa en el contexto de una dolencia colectiva, conmutando la historia de un individuo en alegoría de una sociedad, la española. No es otro el sentido de estas palabras del personaje: “¿Por qué nací en tierra de odios? En tierra en que el precepto parece ser “Odia a tu prójimo como a ti mismo”. Porque he vivido odiándome; porque aquí todos vivimos odiándonos”. Un pesimismo histórico y social que se contrarresta con la petición subsiguiente de Joaquín: “Pero… traed al niño”, al que pedirá perdón. La España futura, representada por sinécdoque en el niño inocente, debe redimir a la España dividida y enfrentada y en ella tenía puesta Unamuno, al menos en 1917, la esperanza de un futuro menos sombrío. Esperanza que se vio vastamente defraudada.

Para una conciencia como ésta, torturada por la envidia, Unamuno entendió que era necesario un asedio narrativo especial. No le satisfacía un acercamiento externo y superior, por ejemplo el de un narrador omnisciente, al complejo proceso mental del personaje. Ni tampoco una mirada externa aunque testimonial… En Abel Sánchez es preciso que el personaje focal, esto es Joaquín, asuma, al menos en parte, la enunciación y dé él mismo forma lingüística a su

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tragedia (razón de La Confesión en 1º persona) El sentido de esta necesidad técnica puede rastrearse en un ensayo de 1905, “Soledad”, donde Unamuno reflexiona sobre el episodio de Caín y Abel y disiente de quienes habrían querido “asistir a las conversaciones entre Caín y Abel y haber presenciado la escena que precedió a la muerte de éste por aquél”. A diferencia de éstos, curiosos de la dimensión teatral (diálogos y acciones) del crimen, a él le interesa el monólogo secreto del fatricida, los gañidos y murmullos de su conciencia. “Yo habría deseado oír a Caín a solas, cuando no tenía a Abel delante”. Y para oírle, “era preciso que él no me viera ni supiera que yo le oía, porque entonces me mentiría”. En efecto, trece años después encontrará la fórmula para oír el murmullo íntimo de Caín/Monegro sin que éste se sepa escuchado, para “sorprender los ayes solitarios” y sinceros de su corazón: hacer que Caín se confiese, no ante otro hombre sino ante sí mismo, en las páginas de un diario que titula, con ecos de San Agustín y Rousseau, Confesión.

Unamuno pone a Caín cara a cara frente a un espejo y lo empuja al difícil ejercicio del autoanálisis mediante la escritura, tan difícil que acaba siendo, en la novela, inviable: Joaquín es incapaz de interpretarse a sí mismo.

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