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LUNES 26 DE MAYO DE 2014 Presentación de Horacio Verbitsky Ilustraciones de Miguel Rep SUPLEMENTO ESPECIAL DE HOMENAJE A JUAN GELMAN EN EL 27 O ANIVERSARIO DEL DIARIO Gelman Periodista P ágina I 12

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Revista Suplemento editada por el diario Página/12 de Argentina con motivo del fallecimiento del poeta Juan Gelman, periodista del medio

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LUNES 26 DE MAYO DE 2014

Presentación de Horacio Verbitsky

Ilustraciones de Miguel Rep

SUPLEMENTO ESPECIAL DE HOMENAJE A JUAN GELMAN EN EL 27O ANIVERSARIO DEL DIARIO

GelmanPeriodista

PáginaI12

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Gelman PERIODISTA2PáginaI12

Por Horacio Verbitsky

Al cumplir un nuevo aniver-sario, este suplemento es elhomenaje a la pluma másnotable que honró las co-

lumnas de PáginaI12. Gelman co-menzó a escribir desde el comienzodel diario, cuando aún no había con-cluido su exilio en París, y siguió ha-ciéndolo hasta pocos días antes de sumuerte, en enero de este año. Sólo sumaravillosa creación poética pudo re-legar a un plano secundario su obraperiodística. Tuve el privilegio de tra-bajar con él durante medio siglo exac-to, desde que nos conocimos en la re-vista Confirmado (que dirigían JacoboTimerman y el comodoro Juan JoséGüiraldes), hasta PáginaI12, pasandopor La Opinión y Noticias.

¿Cómo sería este descomunal poetatrabajando como periodista en un me-dio de mala muerte? De toda la redac-ción de esa revista es el único al que ja-más hubo que tocarle una línea, corre-gir nada, porque todo salía perfecto enel primer intento. Cuando aún no nosconocíamos asistí a lecturas de poesíasque Juan hacía en Buenos Aires al prin-cipio de la década del ’60, junto conotro gran poeta, Paco Urondo, asesina-do por la dictadura en 1976. Leían unoo dos poemas cada uno, alternándose.Eran años de un enorme fervor en laArgentina, años de esperanzas e ilusio-nes, en una transformación, en un cam-bio, en una revolución. Paco y Juan es-cribían poemas sobre la revolución ycentenares de personas escuchaban enasombroso silencio en un auditorio quese llamaba “Artes y Ciencias” que fun-cionaba en un sótano del microcentro,a metros de Lavalle donde estaban casitodos los cines de la ciudad. En esa épo-ca todavía no había llegado la civilidado la corrección política de no fumar.Uno los oía más que verlos por el humoque había en ese lugar cerrado dondetodo el mundo fumaba. En uno de esospoemas Juan dice que el poeta se sientaa la mesa y escribe y sabe que con esosversos no va a tomar el poder, que nova a hacer la revolución, y muchasotras cosas que no van a ocurrir. Pero alfinal repite que “se sienta a la mesa yescribe”. Juan mantuvo hasta el finallos mismos principios, poniendo todoen cada palabra, cosa que no se puededecir de todos los poetas, y mucho me-nos de todos los periodistas, que suelenser destruidos por el paso del tiempo.

Noticias fue un diario que formó partede un proyecto político de la JuventudPeronista, con la conducción de Mon-toneros, y era muy difícil hacer perio-dismo de calidad en esas condiciones.Hasta ese momento habíamos enfrenta-do los desafíos de hacer un periodismode calidad en medios como Confirmado,cuya línea política apuntaba a demolerun gobierno democrático y fomentar ungolpe militar. Los dueños y editores ma-nejaban la sección política, nosotrosllenábamos las páginas de Cultura y loque se llamaba en forma pretenciosaVida Moderna, tratando de poner pe-riodismo de calidad en un medio queno había sido pensado para eso. En elcaso de Noticias, por el contrario, com-partíamos el proyecto político pero esono implicaba que quienes lo conducíanestuvieran de acuerdo con un periodis-

mo de calidad y sobre todo con la liber-tad que un periodismo de calidad re-quiere. Era otro tipo de contradicciónque manejábamos de la mejor maneraque podíamos. Para saber cómo nos sa-lió, no hay nada mejor que cotejar lacolección de Noticias con las de losotros medios que impulsó el mismo gru-po político, como El Descamisado o Evi-ta Montonera.

En Noticias, Juan, Paco Urondo y yoteníamos los despachos en línea, conec-tados entre sí, de modo que pudiéramoscomunicarnos aislándonos de la redac-ción. En el trabajo del diario Juan erareflexivo, minucioso, cuidaba cada títu-lo, pesaba cada nota. Trabajábamosmuchísimas horas, terminábamos muytarde, agotados. Varias noches nos tiro-tearon los autos que llevaban el mate-rial al taller en una ciudad desierta.Después del último cierre nos relajába-mos. Juan sacaba una hoja y escribíacomo un poseso, a veces a mano, a ve-ces a máquina. La poesía la soltaba deun tirón.

Después vinieron el exilio suyo, miclandestinidad, hasta el reencuentro enPáginaI12.

Por la vueltaGelman pudo volver a la Argentina

por un recurso que presenté con el pa-trocinio de Carlos Auyero y que los jue-ces Horacio Cattani, Raúl Zaffaroni yHoracio Tozzini aceptaron en enero de1988 y que el siempre bienintenciona-do García Márquez le agradeció al se-cretario Horacio Vigliani, porque su fir-ma era la que aparecía solitaria en la fo-ja final. De inmediato se incorporó a laredacción del diario, donde dirigió elsuplemento cultural. El tema de las pri-meras notas de Juan, aún desde París,sería uno de los principales en su exten-sa colaboración: los crímenes cometidosdesde un aparato organizado de podercontra seres humanos indefensos. Setrataba entonces del juicio a Klaus Bar-bie, el jefe de la Gestapo en Lyon quehizo pedazos al líder de la ResistenciaJean Moulin. Pero a lo largo de casi tresdécadas Juan intentó rastrear en todo elmundo las raíces de la crueldad, que élpadeció en carne propia. La Shoah, lasmasacres de palestinos en Israel, los ase-sinatos seriales de Bush y Obama enAfganistán e Irak, las dictaduras imper-donables de Africa, Asia y Latinoamé-rica fueron la materia de sus notas, se-cas, cortantes, más pobladas por datosduros que por juicios de valor que, contoda razón, consideraba obvios.

En ese sentido, fue de una modestia yuna honestidad que no abundan. Quienrecorra esos trabajos, igual que los que apartir del 11 de septiembre de 2001 de-dicó a la mal llamada guerra contra elterrorismo, que hizo de un país orgullo-

so de sus libertades un Estado policial;la crisis global, la concentración de lariqueza y la desigualdad que no cesan decrecer en el mundo, las consecuenciasaterradoras del cambio climático, la re-belión de los indignados, se encontrarácon la cita escrupulosa de cada fuente,ya sea un organismo oficial, un libro, uninforme cientifico, una ONG, un diariocomercial o un blog.

Pero también escribió artículos her-mosos sobre escritores, pintores, cientí-ficos, cineastas, músicos, actores y actri-ces, a menudo vinculando una interpre-tación de sus obras con elementos de lacoyuntura política argentina. Creo quecuando él habla de ésos también estámostrando algunas cosas de sí mismoque quiero mencionar. En un artículosobre Pound y Céline dice: “La ideolo-gía de un escritor es sólo parte de susubjetividad, de su experiencia y su vo-cación expresiva”. Y menciona el casode Pound, que tanto podía hacer propa-ganda a favor de Mussolini como escri-bir “el más maravilloso poema en con-tra de la usura”. Esta idea de que la ide-ología de un escritor es sólo parte de susubjetividad está muy manifiesta en lapoesía de Juan, que no es política en elsentido convencional de la palabra. Eltiene un romance con la palabra que es-tá al margen o por encima de cualquierideología. Y vuelve a decirlo cuandohabla de Flaubert. Dice: “Flaubert pien-sa que todo dogma es espiritualmentefalso, llámese religión, progreso, catoli-cismo o democracia”. Y Juan nunca seha manejado con dogmas, ni en el pe-riodismo ni en la poesía. A veces en lapolítica sí, porque la política en el siglopasado ha tenido mucha contamina-ción dogmática, y así nos ha ido.

Juan participó en diversos proyectospolíticos, de los que se alejó o lo fueron,porque no toleraba el sectarismo ni elejercicio perverso de la autoridad. Esaincapacidad para los gestos mezquinosresplandece en sus páginas sobre Bor-ges, a pesar de su inicial cortejo a Vide-la y Pinochet, porque, en sus propiaspalabras, “al ser ciego y no leer los dia-rios, yo era muy ignorante”. En un ex-traordinario reportaje que le hizo en lasierra Lacandona al subcomandanteMarcos caben casi todas las preocupa-ciones que ambos compartían, sobre losvínculos entre el arte y la revolución(el mexicano dice en broma algo muyserio: que para ser cuadros revoluciona-rios éramos bastante redondos, cosa queJuan conoció muy bien cuando la mo-ralina pequeño-burguesa disfrazada demoral revolucionaria castigó a su her-mano Paco).

Cita a Burroughs, cuando dice: “Elque resiste es un individuo que tieneconciencia del enemigo, de sus métodosoperativos, y que está empeñado activa-mente en combatirlo”. Ese es Juan. Lodice Burroughs pero Burroughs está ha-blando de Juan. Y sobre todo cuando

dice que “el valor más alto es la fideli-dad a un propósito, que da sentido a lavida, y es lo único que se puede oponera la nada”. Esa lucha contra la nada, esafidelidad a un propósito, es algo que te-nemos que agradecerle quienes hemostenido la dicha de trabajar con él. Ha-blando de Arthur Miller dice que en losensayos está su biografía intelectual pe-ro que la verdadera está en su teatro. Enel caso de Juan pasa lo mismo. Cambie-mos teatro por poesía y se aplica perfec-tamente. La biografía de Gillo Ponte-corvo le sirve para reflexionar sobre elocaso de la épica y la disipación de lascertezas. Pero si el socialismo real se haderrumbado “habrá que imaginar otro”,concluye con pasmosa naturalidad. Yno tiene la menor indulgencia sobre esederrumbe, cuando constata que a pesarde que las revoluciones de los últimossiglos han pregonado la libertad y lajusticia, la fraternidad ente iguales, “laRevolución Francesa desembocó enNapoleón, la estadounidense en Mon-roe y la rusa en Stalin”. Su crítica des-piadada tiene algo de la fiera venganzadel tiempo que le hace ver deshecho loque amó pero no puede confundirsecon arrepentimiento y mucho menoscon abominación de los mejores propó-sitos y acomodo con las ideas y los inte-reses a los que enfrentó. Las utopías na-cen y renacen, escribe, porque la huma-nidad perseguirá siempre un paraíso in-hallable, en una búsqueda tan ineludi-ble y frustrante como la de la escritura,porque el famoso terror a la página enblanco crece en intensidad hasta que lacarilla está llena y el artista constata elfracaso del intento.

El sentido del humor que compartencon Shakespeare y Kafka hace disentira Gelman con Adorno, de quien citauna frase célebre sobre la imposibilidadde escribir poesía después de Aus-chwitz. Claro que depende de cada unoqué poesía (o qué periodismo) puedeescribirse después de Auschwitz o deCampo de Mayo, por decirlo en argen-tino. Con la voz de Leopoldo Marechal,Gelman dice que no hay situación porsolemne o trágica que sea a la que no sele pueda ver el lado cómico. En estaspáginas lo demuestra, con la minúsculaobra teatral compuesta con las palabrasdel ex dictador Albano Harguindeguy ysu esposa, contrapuestas con la de algu-nos cómplices menores y con el registroobjetivo del terror. Y nos hace reír conganas con los desastres de Leonardo enla cocina y con las definiciones desopi-lantes del real diccionario español.

La marcaEl asesinato de su hijo Marcelo y de

su nuera María Claudia aún adolescen-tes y el despojo de su nieta Macarenamarcaron su vida. En esta recopilaciónhay una carta abierta a mi nieta o nie-to, escrita durante y como instrumentode la búsqueda incesante de esa criatu-ra, cuando aún no sabía si era varón omujer. Culminó con el ansiado encuen-tro cuatro años después de aquel artícu-lo. En la carta abierta le dice que ambosson huérfanos de Marcelo. Y tambiénconfiesa sus perplejidades previas:“Arrancarte del hogar que tenías o ha-blar con tus padres adoptivos para esta-blecer un acuerdo que me permitieraverte y acompañarte, siempre sobre labase de que supieras vos quién eras y de

La nota de mañana

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ANIVERSARIO3LUNES 26 DE MAYO DE 2014

PáginaI12 27 AÑOS3LUNES 26 DE MAYO DE 2014

PáginaI12

dónde venías”. Ese último fue el cami-no que siguió hasta llegar a la primeracita con una mujer de 23 años que des-de aquel día realizó un proceso formida-ble de reconstrucción de sí misma: dehija adoptiva de un policía uruguayo amilitante por los Derechos Hu-manos y candidata a diputadapor la lista de izquierda delFrente Amplio que nodigiere Tabaré. La re-lación con Juan fuetensa y dolorosalos primerosaños pero seconvirtióluego en unremanso deidentificación ydulzura.

Es una lástimaque Juan no hayallegado a escribirla historia de esabúsqueda, que susamigos compartimosaportando algunas fi-guras del rompecabe-zas y que la mujer de su vi-da, Mara La Madrid, lo ayudóa armar desde México. Esa esuna proeza investigativa tan admi-rable como la estrategia con la queJuan fue acorralando a los líderes polí-ticos uruguayos, de Sanguinetti y Batllea Tabaré, y a los jefes militares argenti-nos que trataron de frenar la investiga-ción, como el jefe del Cuerpo de Ejérci-to de Rosario, que debió pasar a retiro yhoy está detenido por el crimen.

Regresó al país en enero de 1988pero en diciembre de ese año co-noció a Mara en una fiesta de ar-genmex y se le paró el corazón.Era hija del Gordo Juan CarlosLa Madrid, que escribió untango con Piazzolla. Al mar-gen de la partitura mi viejoescribió: “Así hablaban losmalevos del futuro”. Mara noera una chica fácil. Cuandoresucitó de tres muertes súbi-tas, Juan no dudó en seguirlaa México, donde vivía y tra-bajaba.

La Olivetti y el dinosaurio

Le pedí que me contara susrecuerdos de entonces. “Du-rante nuestro primer año devida en común, 1989, Juanviajó a la Argentina a buscar‘sus pertenencias’. Regresó deBuenos Aires con dos maletas ti-po inmigrante, casi de cartón. Unpoco de ropa, tres o cuatro libros,algunas fotos y documentos que ha-cían a la desaparición de Marcelo yMaría Claudia. No más. En casa, undepartamento en la calle Campechedonde vivimos y trabajamos muchosaños, hoy mi consultorio y sede de laeditorial que entre tres sostenemos apulmón, había una vieja Olivetti demi padre. En esa máquina, con papelcarbónico y cintas casi imposibles deconseguir, recuerdo a Juan escri-biendo.” Además de las notas dePágina sobrevivía con tra-ducciones para las Nacio-nes Unidas.

Intercalo mi recuerdo entre los deMara. Todos los años Juan viajaba aNueva York desde un mes antes hastaun mes después de la Asamblea Gene-ral. Allí lo visité varias veces a partirde 1992, cuando yo iba a denunciar

ante la Comisión Interamericanade Derechos Humanos los atro-

pellos a la libertad de expre-sión en la Argentina de

Menem. La CIDH teníasede en Washington

pero hacía escalapara ver a Juan,

que era un anfi-trión exquisito.

Una noche mellevó a escuchar al

quinteto de jazzcon el que se entre-

tenía el baterista delos Rolling Stones. Lomirábamos y nos mi-rábamos entre nos-otros: Charlie Watts

parecía un clon de Bec-kett. Después nos queda-

mos hasta la madrugadabebiendo y hablando de la

Argentina y nuestros esfuerzoscontra la impunidad, de la búsqueda

de la piba o el pibe, del periodismo, delos libros y de nuestras mujeres. Juanme contó que había buscado una portá-til parecida en Nueva York y decía queel vendedor lo cargó, preguntándoledónde había estacionado el dinosaurio.Nunca se lo creí.

En diciembre de 1989 Mara loacompañó a Buenos Aires

para el entierro de los res-tos de Marcelo, identifi-

cado por el Equipo Ar-gentino de Antropolo-gía Forense. Entre losartículos que aquí sepublican hay uno en elque alude a las acusa-ciones imbéciles que re-

cibió por reconocer y se-pultar a Marcelo, como si

fuera una táctica del Fon-do Monetario, el Pentágo-

no y la jerarquía católica pa-ra el olvido y la reconcilia-

ción (sic). “Algún día de enerode 1990 volvimos a casa. Muyposiblemente Juan volvió a tra-bajar en Nueva York, no re-cuerdo. Lo que sé es que un díale dije: Juan, basta de traduccio-nes horribles, tenés que vivir detu escritura. Empezó otra vidapara él, siempre dándole a la vie-

ja Olivetti. Para entonces no te-níamos ni computadora ni Inter-

net. Nunca, mientras vivió conmi-go, lo vi madrugar para pescar la pri-

mera noticia. Más bien era dormilóny noctámbulo. No era un correspon-

sal, no estaba a cargo de una secretaríade redacción.” (Yo sí lo vi, Mara, unade las veces que me alojaron en Méxi-co, pero es cierto que no era por mate-rial para las notas sino por noticias deMontevideo, donde estaban comenzan-do las excavaciones en busca de María

Claudia.)

Mujeres yniños primero

Sigue Mara: “Lo que sí, eracumplidor. Si salíamos de viaje prepa-

raba notas con anticipación que a ve-ces mandaba todas juntas al diario o,si estábamos en Tepoztlán, el día quetenía que enviarla, buscaba un fax pú-blico para hacerlo. A partir del ’94 seinteresó mucho en el levantamientozapatista. Más aún, viajó dos o tres ve-ces a Chiapas. Mi hija Marcela leprestó una bolsa de dormir amarillohuevo que se hacía muy chiquita. Yole compré una campera rosa fuerte queera impermeable, térmica, liviana. Yuna cantimplora. Cuando lo despedi-mos nos dimos cuenta de que había-mos olvidado la brújula. De todos mo-dos regresó pese a que en ese encuen-tro llovió torrencialmente. Aún hoyme topo con gente que relata cómo,en medio del chubasco y la escasez decobijo, se escuchó la voz furibunda deJuan reclamando la falta de caballero-sidad de algunos señores. Aunque nolo sé con exactitud, parecería que sefue a dormir bajo la lluvia cual capi-tán de barco vociferando: mujeres yniños primero”. Una de las piezas deli-ciosas de esta colección es el reportajeque le hizo entonces al subcomandan-te Marcos.

Desde 1996, a raíz de la hechura dellibro Ni el flaco perdón de dios, “tenía-mos computadora, correo electrónico eInternet. A Juan le costó muchísimoconectarse con la computadora. Se da-ba cuenta de que era una poderosa he-rramienta pero, suponía, que funciona-ba sola y, cuando perdía lo que habíaescrito, no podía reconocer que se debíaa alguna metida de dedo. La trataba co-mo a la Olivetti”.

“En el 2001 comenzó su preocupa-ción por Irak, Afganistán, los gringos,la CIA, Al Qaeda. De allí en más nosacó el dedo de la raya: la crítica al neo-liberalismo, la globalización y al ‘Impe-rio empantanado’ y destructivo se vol-vió una obsesión.”

En esos artículos de los últimosaños que menciona Mara, Juan es-cribe menos sobre autores porquesiente una urgencia en el mundoque él no puede eludir, y es lo queestá pasando desde que se reivindicóla doctrina del imperio y la idea deque todo vale en función de lo quees definido como la seguridad nacio-nal de un país.

“Ya usaba mucho mejor la computa-dora e Internet”, recuerda su mujer.“Tenía acceso a los periódicos interna-cionales, a sitios alternativos, investi-gaba. Todo lo imprimía y a color. Ha-bía que comprar cartuchos de tinta acada rato. Para cada nota buscaba in-formación, veía qué podía ser de inte-rés tanto para él como para los lecto-res, construía un guión. Esto le llevabaun día, un día y medio. Y luego, de unplumazo escribía y enviaba la nota.”Así fue hasta el final.

“Un día antes de morir, el lunes porla mañana, me dijo, mientras iba per-diendo la voz y mostrándome las manosque le temblaban:

–No sé cómo voy a hacer para escri-bir la nota de mañana.

‘Juan –le dije–, no todo se puede.’Y entonces preguntó: –¿De qué voy a vivir?Casi lo mato.”

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Publicada el 26/5/87

Por Juan GelmanDesde París

Como todos los días desde el14 de mayo, hoy Klaus Bar-bie se quedó en su celda dela prisión de San José y se

negó a comparecer ante la Corte deLyon que lo juzga por crímenes contrala humanidad. La legislación francesaotorga ese derecho al acusado. Los tes-tigos de cargo, nuevamente, han decla-rado ante un banquillo vacío.

¿Quién se sienta allí, en realidad? Parala gran prensa norteamericana, no haydudas: “Un capítulo de la historia fran-cesa que la vergüenza ha ocultado mu-cho tiempo”, opinó el Washington Post.“Muchos (franceses) estiman que el pro-ceso Barbie es un proceso contra Franciamisma, cuya actuación en materia de re-sistencia y colaboración (con el nazis-mo) nunca fue objeto de un examen pú-blico serio”, sostuvo The New York Ti-mes. Esa es, en todo caso, la tesis que eldefensor de Barbie, Jacques Vergés, sepropone explotar.

Para este ex abogado del Frentede Liberación Nacional de Argeliadurante la lucha por la indepen-dencia de ese país, buena partede la sociedad francesa colaborócon la maquinaria nazi, y laFrancia colonialista –comolos Estados Unidos en Viet-nam, como Israel contra lospalestinos– cometió críme-nes análogos a los perpe-trados por Barbie. Estasúltimas semanas, la prensaargelina se hace eco de losargumentos de Vergés. El se-manario Argelie-Actualité se-ñala que Barbie torturó hastala muerte a resistentes france-ses, tal como militares franceseshicieron con resistentes argeli-nos, y que deportó a niños y civi-les durante la ocupación de Fran-cia por los nazis, tal como militaresfranceses masacraron a niños, muje-res y ancianos cuando Argelia lucha-ba por liberarse del yugo francés. “Fran-cia juzga a un criminal, pero ¿quién juz-gará a los suyos?”, pregunta Révolutionafriquéenne, semanario del FLN.

Vergés intentaría demostrar que siBarbie pudo apresar y dar muerte a JeanMoulin, jefe de la Resistencia francesaen el interior, fue porque éste fue delata-do por sus propios compañeros. La iz-quierda biempensante del país reaccionacontra este intento de ensuciar a la Re-sistencia y de poner un signo igual entrenazismo y colonialismo. Vergés procuraen realidad –dice Jean Daniel, directordel semanario Nouvel Observateur– rela-tivizar la legítima condena al nazismoen función de las atrocidades del colo-nialismo, quiere sentar en el banquillode los acusados a Europa entera. Sin mi-nimizar los horrores del nazismo, tal vezhaya motivos para sentar a Europa ente-ra en el banquillo. Desde la conquista ycolonización europeas del resto delmundo, por ejemplo.

Tal proceso contra Barbie toca, ade-

más, otras irritaciones. Ya fue juzgadopor crímenes de guerra y condenado amuerte en contumacia por tribunalesfranceses en 1952 y 1954, que estable-cieron el siguiente balance de la actua-ción del teniente SS en la zona deLyon: 4342 asesinatos, 7591 deporta-ciones, 14.311 arrestos seguidos de tor-tura, a los que hay que agregar el pillajey los incendios, manía que Barbie solíapracticar. Vencido el plazo de veinteaños y prescriptos por ley esos delitos,hoy se lo procesa por crímenes contrala humanidad, cometidos esencialmen-te contra judíos: 84 fueron detenidos el9 de febrero de 1943 en una ratoneratendida por la Gestapo en el local de laUnión General de Israelitas de Francia,de Lyon, y enviados a Auschwitz; eranen su mayoría judíos los prisioneros ha-

cinados en “el último tren hacia Ale-mania” que partió de Lyon el 11 deagosto de 1944 transportando a loscampos de concentración a 650 france-ses; eran judíos los 44 niños de cinco adiecisiete años de edad y los cincomaestros detenidos el 6 de abril de1944 en el hogar infantil de Izeu y en-viados a Auschwitz.

El tema judío no es de poca monta enel país donde el conde de Gobineau hace

más de un siglo inventó la teoría dela superioridad de la raza aria queHitler adoptaría en el Mein Kampf.Julian Benda solía decir que Franciavivía en un caso Dreyfus permanen-

te. El día anterior al comienzo del jui-cio contra Barbie, en todos los quios-

cos de París, se ponían a la venta losejemplares de los Anales de historia revi-sionista, publicación trimestral cuyo artí-

culo liminar se titula “El mito de la ex-terminación de los judíos”. Se pre-

tende allí que ni hubo cámaras degas ni genocidio, y que “dudar de

la realidad histórica del extermi-nio de los judíos no sólo es le-gítimo, sino un deber, pues esun deber la búsqueda de laverdad histórica”. Días des-pués, la protesta de variasasociaciones de ex deporta-dos lograba que un juez or-denara el secuestro de la re-vista y la suspensión de sudistribución. Pero este “re-visionismo” no es cosa nue-va en Francia. En el dece-nio pasado se multiplicaron

las revistas de ese tipo y losatentados racistas, y en los

años ochenta se consolidóuna neoderecha cuyas tesisabrevan en la seudociencia na-zi. Y antes aún, en junio de1944, Simone Kadosche, sobre-viviente de Auschwitz, a los tre-ce años y medio de edad, era

torturada en Lyon por Barbie, encuyo poder cayó por la denuncia de

unos vecinos. La denunciaron por judía.Algunos temen que se use a Barbie

para exorcizar los demonios de la socie-dad francesa en un alemán, que el acu-sado se convierta en acusador y que seproduzca una amalgama abominable deverdugos y de víctimas. Otros piensanque los hechos que se juzgan ocurrieronhace mucho tiempo y que cabe arrojarsobre ellos el manto del olvido. Perouna mayoría de franceses cree lo con-trario: según una encuesta realizada an-tes del juicio, un 72 por ciento de losinterrogados, fueran de izquierda, decentro o de la derecha liberal, opinóque el proceso debía hacerse y un 68,que así debía ser aunque hubierantranscurrido más de cuarenta años des-de la comisión de los crímenes.

La ausencia de Barbie y los aconteci-mientos de la actualidad fueron redu-ciendo el interés de la prensa en elproceso. De los 845 periodistas y técni-cos de radio y televisión que se apiña-ban en la sala el primer día del juicio,lunes 11 de mayo, sólo quedaban 68 elviernes quince. Pero en estos días, porboca de las víctimas, ha comenzado ahablar la Historia.

Klaus Barbie no estaba solo

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Publicada el 27/5/87

Por Juan GelmanDesde París

Por primera vez hoy, desde elcomienzo del proceso, Barbiefue careado en el Tribunal deLyon con cinco de sus vícti-

mas. Todas ellas, miembros de la Re-sistencia francesa, lo reconocieron co-mo el torturador que después los envióa los campos de concentración. Unode los ex resistentes, Blandrón, habíapresenciado hace 43 años lasiguiente escena: ante susojos, Barbie intentó queun perro violara a su mu-jer. Hoy Blandrón todavíarecuerda los ojos de Barbiey reconoce su “sonrisaarrogante”.

La sonrisa de Barbie sor-prendió a todo el mundocuando se abrió el procesohace un par de semanas.“Barbie sonríe”, tituló en pri-mera página el diario Libéra-tion. “Leí tanto sobre Barbie,miré tantas fotos suyas, quecuando lo vi me sorpren-dió. No parece un sercruel, parece un ser huma-no”, se asombraba entoncesHoward Brodie, alto, flaco,71 años, venido de San Fran-cisco con sus lápices, papeles yun par de anteojos especial,munido de lentes como pe-queños telescopios, para es-crutar a distancia y dibujar elrostro del “carnicero de Lyon”.

A Simone Kadosche tambiénBarbie le pareció un ser humanola primera vez que lo vio. Teníaella trece años y medio el 6 de ju-nio de 1944 cuando, denunciada co-mo judía por unos vecinos, fue llevadaen compañía de sus padres a una oficinade color crema en el cuarto piso de la se-de de la GESTAPO en Lyon. Barbie “en-tró vestido de gris –declaró Simone en elproceso–, con un gato en los brazos. Nosentí miedo, pensando que un hombreque acariciaba un gato no podía ser tanmalo. Miró a mis padres y me acaricióuna mejilla. Dijo que yo era linda. Lepreguntó a mi madre si tenía otros hijos.Ella dijo que sí, que estaban en el campoy él quiso saber sus nombres y su direc-ción. Mamá callaba, Barbie dejó el gatoen el suelo. Se volvió hacia mí y, brusca-mente, me arrastró por los cabellos y re-cibí un soberano par de bofetadas, las pri-meras de mi vida”.

Lo que vino después fue más duro: sietedías de torturas y Barbie que lleva a Si-mone, hecha un guiñapo, ante su madre.En Auschwitz un nazi mató al padre deSimone ante sus ojos. Ella sobrevivió. El20 de julio de 1983, durante la instruc-ción del juicio, Simone fue llevada a laprisión de San José y reconoció formal-mente a Barbie. Pero él dijo que no seacordaba de nada. “Si la miro a usted –ledijo– es porque después de nueve mesesde prisión es agradable mirar a una mu-jer.” Simone Kadosche pidió que la frasefigurara en las actas de la instrucción.“Ese día me sentí insultada.”

Barbie perdió la Segunda GuerraMundial, pero no se siente un vencido.Ni un criminal. “Yo tenía superiores je-rárquicos. Obedecía las órdenes que meimpartían”, dijo ante sus jueces. Sus víc-

timas declararon que Barbie gozaba sádi-camente y torturaba. “Era mi deber. Yoera un soldado”, dijo Barbie. Y agregó:“Era la guerra, y en la guerra no hay nimal ni bien”.

Barbie explicó cómo entendía esa gue-rra al profesor Jacques Vérinne y a losdoctores Didier Weber y Daniel Gonin,psiquiatras que lo entrevistaron larga-mente durante la instrucción del juicio.No era una guerra normal, les dijo Bar-bie. Era una guerra sucia, desprolija, por-que había que enfrentar a un enemigo in-visible, fuera de la ley, sin uniforme. Esosenemigos no formaban parte de un uni-verso legal, organizado. “Todo era falsoen esa gente, no podíamos reconocerloscomo soldados”, les dijo de los resistentesantinazis de Francia, aunque no explicósi eso también se aplicaba a los niños ju-díos de Izeu y a la población civil inermeque envió a la muerte.

“Ustedes (los franceses) se convirtie-ron en un pueblo decadente porque noaceptaron la ideología que nosotros les

ofrecíamos”, siguió diciendo Barbie a lospsiquiatras. Corría el año 1985 cuandoformulaba esas declaraciones. Más decuarenta años atrás, sus jefes opinaban deél que era un “camarada irreprochable.Su actuación en el servicio es notable. Sucomportamiento como SS es irreprocha-ble, tanto dentro como fuera del servicio.Su opinión sobre la concepción nazi delmundo puede considerarse sólida”. Jui-cios que, cuando Barbie trabajaba paralos servicios de contraespionaje de los Es-tados Unidos, confirmaría R. Taylor, ofi-cial de esos servicios: “Barbie es un hom-bre honesto, intelectual y, personalmen-te, no es nervioso ni miedoso. Es absolu-tamente anticomunista y un idealista na-zi que piensa que ha sido traicionado,personalmente y en sus convicciones, porlos nazis en el poder”. Por los “bonzos”del partido, como Barbie reafirmó en es-tos días en el juicio, “los que se enrique-cieron, los que traicionaron el ideal decamaradería, los que abandonaron el ca-

mino del nacional-socialismo”.Barbie seguía ese camino sin desvíos

cuando, como teniente coronel delejército de Bolivia, organizaba cam-pos de concentración y asesinatosde opositores a la dictadura del ge-neral Banzer. Hoy, después de lacomparecencia de los primerostestigos, Barbie se declaró se-cuestrado ilegalmente y dijoque, en consecuencia, nadatenía que declarar. Tal vez enél funciona el mecanismoque describió MélanieKlein, ese “olvido moral”que permite a los verdugos,cuando las circunstanciascambian, pensarse comovíctimas de una injusticiainsoportable.

Barbie es también irre-prochable como preso. Ensu celda de la prisión deSan José lee a Homero yGoethe, obras sobre el te-odorismo y la civilizaciónincaica y, con precisiónmilitar, tanto en verano

como en invierno, se levan-ta a las seis de la mañana y

se acuesta a las siete de la tar-de. Lleva la vida de un oficial

derrotado, pero no destruido.Tal vez sea así porque, como decía

Dercors, ese gran escritor y resistentefrancés, el nazismo perdió sobre el terre-no pero no fue erradicado de las venas yarterias de la sociedad humana. Ayer seinició en Niza otro proceso, el de Ray-nald Liekens, de 23 años, que el 2 deagosto de 1984 asesinó a su casera, Hen-riette Barsky, de 75 años, esposa y her-mana de judíos muertos en la deporta-ción, “porque era judía”. Liekens, que sehizo nazi a los catorce años y se afilió alFrente Nacional, el partido de extremaderecha que dirige Le Pen poco antes delos hechos, escribió a su hermana desdela prisión una carta en la que se lamen-taba del crimen que había cometido“porque en vez de matar solamente auna judía habría podido masacrar a mu-chos más poniendo una bomba en la si-nagoga de Cannes”.

La mancha parda se ha extendido en eltiempo y por el mundo y, como afirmaPhilippe Lucas, ex rector de la universi-dad de Lyon, “el nazismo y otros totalita-rismos no sólo son lo contrario de la de-mocracia, sino su perversión, y de éstanadie está a salvo”.

“Un hombre queacariciaba un gato no puedeser tan malo”

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cambiado. En primer lugar, suconcepción de las relacionesentre el escritor y el poder po-lítico o, si se prefiere, del pa-pel social del escritor.

Es un tema que siempre hapreocupado a Vargas Llosa.Este inició un memorable diá-logo con García Márquez –tu-vo lugar en la Universidad deIngeniería de Lima en 1967–,preguntándole para qué sirveun escritor y manifestando susdudas al respecto. La respuestade García Márquez fue obvia:subrayó la función subversivade la literatura, la contribu-ción política del novelista querefleja las realidades de su pa-ís, continente o sociedad, yayuda así a los lectores a en-tenderlas mejor; y afirmó que,como hombre, el escritor po-día y debía tener una militan-cia política “porque es unapersona con audiencia y en-tonces debe aprovechar esaaudiencia para ejercer unafunción política”. Finalmente,Vargas Llosa le hizo caso.

El explica que lo mueve unarazón moral y no hay por quédudar de su palabra. Las cir-cunstancias lo han llevado dela oratoria mitinesca a la aspi-ratura presidencial impulsadapor una de las oligarquías másretrógradas y crueles de Amé-rica latina, y él mismo se de-clara invadiendo territorio aje-no con esa actividad. ¿Quéotras causas se entrelazan conla razón moral para que un es-critor de la talla de Vargas serinda a las tentaciones del po-der? ¿Un afán de protagonismopolítico que complemente elliterario o compense su insatis-facción?

Hace muchos siglos que elpoder –político, económico,

Publicada el 14/8/88

Por Juan Gelman

Llueven reproches dedistinto tipo sobreMario Vargas Llosa,cabeza visible del

movimiento contrario al pro-yecto de nacionalización de33 bancos, financieras ycompañías de seguros de supaís, virtual candidato a lapresidencia de la Repúblicapor una derecha que sólo te-nía figuras políticamente ob-soletas como el ex presidenteBelaúnde Terry (Acción Po-pular) o sistemáticamentederrotadas como el nuncapresidente Luis Bedoya (Par-tido Popular Cristiano) y quehoy puede arroparse con elprestigio del escritor.

Juan Carlos Onetti estimóridículo que el gran narradorperuano calificara de “comu-nista” ese proyecto. Abel Possedestacó la honestidad del autorde La ciudad y los perros, perocriticó su postura privatizante.El periodista español Pablo dela Higuera recordó un debateradiofónico en París, en losaños ’60, durante el cual Var-gas Llosa “demolía a Camusdesde lo alto de su stalinismogalopante”; no le reprocha laconversión ideológica sino elejercicio de un “idéntico furoren la descalificación del adver-sario, antes los liberales deca-dentes, ahora los marxistas tota-litarios”. David Viñas lo situóen el espectro intelectual delPerú con una aguda compara-ción: identificó la trayectoriapolítica de Vargas con la deSantos Chocano, que “subió alcaballo por la izquierda y sebajó renqueando –treinta añosdespués– por el otro flanco”.

¿Y si Vargas Llosa hubiese si-do siempre de derecha? “Cuan-do era joven –declaró este añoa la revista española Cambio16– me dediqué a jugar la clá-sica estrategia izquierdista paratener la fiesta en paz, que es loque suelen hacer los intelec-tuales supuestamente progre-sistas de Latinoamérica.” Eso,supuestamente progresistas.

Las tentaciones¿Ha cambiado realmente

tanto Vargas Llosa? Por ejem-plo: su postura en defensa delos derechos humanos viola-dos por un régimen, democrá-tico o no, se mantiene invaria-ble (y quien esto escribe tienede ello pruebas claras y aunpersonales). Y el simplismopolítico con que antaño “de-molía” a Camus se muestraigualmente vigoroso en con-ceptos que formuló reciente-mente, tales como “Perú mar-cha hacia la cubanización” o“el liberalismo (en el Perú) esla filosofía de los pobres con-tra los poderosos”. Otras sonlas cosas que en él habrían

eclesial– procura imponer alos intelectuales una relaciónclientelar (en el sentido roma-no de la palabra). Vargas Llosano es el primero que intenta elsalto desde la situación pasivade cliente del poder a la arenaactiva del poder mismo, cuyasdecisiones determinan la vidade toda una nación. Con for-tuna mayor o menor, intelec-tuales de izquierda y de dere-cha han seguido ese camino.En el caso de los escritores, es-to no sólo implica un cambiode actitud en cuanto a su pa-pel social y a la sociedad engeneral: también puede con-llevar una reubicación frente asu propia obra y a la literaturaen general.

Las evolucionesLa calidad de ese problema

nunca ha escapado a VargasLlosa, pero se han modificadopara él sus términos. En el diá-logo con García Márquez, Var-gas manifestó: “Pienso que hayuna relación curiosa en el apo-geo, la actitud ambiciosa, osa-da, de los novelistas y la situa-ción de crisis de una sociedad.Creo que una sociedad estabili-zada, una sociedad más o me-nos móvil que atraviesa un pe-ríodo de bonanza, de gran apa-ciguamiento interno, estimulamucho menos al escritor queuna sociedad que se halla, co-mo la latinoamericana con-temporánea, corroída por crisisinternas y de alguna maneracerca del apocalipsis. Es decir,inmersa en un proceso detransformación, de cambio,que nosotros no sabemos adón-de nos llevará. Yo creo que es-tas sociedades que se parecenun poco a los cadáveres son las

Primeras reflexiones a su regreso al país

Tiemblo en verano

¡Derecha,Dre!

Publicada el 1/2/88

Por Juan Gelman

El 21 de este mes volví a la Ar-gentina después de casi 13años de exilio que se iniciaronbajo el gobierno de Isabel Pe-

rón, se prolongaron bajo la dictaduramilitar y se arrastraron aun bajo el go-bierno de Alfonsín. Así se cerró uncírculo exiliar cuyo alcance no sé me-dir todavía.

¿El círculo se cierra en el mismopunto donde comenzó? ¿Como en elbellísimo poema de John Donne so-bre el compás? Me terminás donde meempezaste, dice el círculo al compás,la fuerza superior que lo ha trazado.Eso sentí cuando entraba ahora aBuenos Aires, como si estos años dedistancia y desgarramiento nunca hu-bieran sido y yo navegara entre dossueños: el del exilio que pasó y el deencontrarme aquí.

Todavía no lo creo del todo. Depronto giro la cabeza, sentado en uncafé, porque me extraña que todo elmundo hable argentino. Y me pregun-to si es cierto, si no es otra trampa dela insidiosa razón.

Traje conmigo un solo miedo: el delencuentro con ese pedazo de mí que sequedó en un país que ya no existe. Pa-so junto a las casas donde vivieron se-res entrañables que la dictadura asesi-nó. Paso sin transición de la alegríaprofunda a la tristeza profunda. Veollagas de pobreza que no había antesaquí. Y mucho niño abandonado: leoque algunos de ellos han muerto detos convulsa, y eso no es imputable yaa la herencia de la dictadura militar.

De estas calles me echó el odio deunos poderosos, tanto civiles comomilitares. A ellas me devolvió la soli-daridad y el afecto de personas de dis-tintos países, de lenguas y creenciasdiferentes, pero todas convencidas deque la justicia es necesaria. Otra telade amor me envuelve ahora en estascalles, como si para muchos, amigos ydesconocidos, ésta fuera una pequeñavictoria de la dignidad en un país don-de a tantos se la lastimaron con pre-meditación y furia.

Me sobrecoge la grandeza de quieneshoy ejercen esa dignidad sin miedo yno vacilan en denunciar las injusti-cias, aunque sus nombres figuran enlas listas de los próximos muertos quepreparan ya los asesinos amnistiadospor el gobierno radical. Los organis-mos de derechos humanos siguen, porsu parte, reclamando el pago de ladeuda interna argentina.

Es verano en la ciudad que vuelvo arecorrer después de tiempo, en mediode tanta precariedad, tanto dolorabierto todavía y tanta vida invictasin embargo. En sus calles, a veces,como el Petrarca por su Laura, tiembloen verano.

Pablo Piovano

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27 AÑOS9LUNES 26 DE MAYO DE 2014

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que excitan más a los escrito-res, las que proveen de temasfascinantes”. Tal vez convengarecordar que cuando VargasLlosa consideraba estimulantela realidad latinoamericana, ypronunciaba esas palabras enLima, era público y notorio queel Che aún combatía en elmonte boliviano. Corría el mesde septiembre de 1967.

En enero de 1988, VargasLlosa elige precisamente ese ti-po de sociedad no tan excitan-te, estabilizada y en período debonanza, y declara a Cambio16 que el estadista español Fe-lipe González “ha hecho lomejor que podía hacer en lasactuales circunstancias, ha eli-minado lo que el socialismo te-nía de utopía y de fantasíaigualitaria (...). Ciertamenteeso se traduce, si quieres, enuna sociedad muy previsible ymuy poco romántica, perotambién implica una consis-tencia, un consenso”. VargasLlosa reconoce que el gobiernode González ha traído una so-ciedad “más roma (...), un po-co planchada y con cierta me-diocridad de existencia. Peroes que el verdadero progresoconsiste precisamente en eso(...). Una de las tristes conclu-siones a las que yo he llegadoes que si se quiere que la genteno se entremate, si se quiereque desaparezcan la intoleran-cia y la represión, eso trae con-sigo unas formas de vida muymediocres y muy rutinarias(...). Lo otro es peor; lo otro esmi país; es Latinoamérica. Esdecir, pequeñísimas minoríascon vidas muy intensas y muyexaltantes frente a los restan-tes que viven como auténticosanimales”.

Las ilusionesLa razón moral que lleva a

Vargas Llosa a preferir unaexistencia mediocre y rutinariapara que nadie se entremate ydesaparezcan la intolerancia yla represión se apoya en obviasilusiones de índole general, yen una muy particular y con-creta: que la derecha del Perú,con él al frente, va a lograrlo.No se conoce oligarquía algunaque se haya autocercenado pri-vilegios que originan los hechosque a Vargas Llosa repugnan.

Esta visión reductora tam-bién acuña hoy sus posicionesliterarias. Con fundamento,Vargas Llosa explica a Berlan-ga que la literatura erótica delsiglo XVIII estaba cargada deuna filosofía revolucionaria,mientras que la de un HenryMiller sólo es mero conformis-mo. Y pronostica que esa lite-ratura será cada vez más unjuego estético, refinada diver-sión, experimento formal, con-cluyendo que está bien que asísea. Porque la lectura de Sade,Diderot y Mirabeau le ha per-mitido descubrir que “la fanta-sía aliada a los deseos en liber-

tad no sólo libera al ser huma-no, también lo convierte enuna máquina destructora quepodría acabar literalmente conla vida”. Claro que se puedecontestar: según qué fantasía,qué deseos.

Esperemos, por ejemplo, quela fantasía y los deseos en li-bertad de los poderosos en esospaíses centrales donde la me-diocridad de la existencia es

norma (pero no han desapare-cido la violencia, ni la intole-rancia, ni el racismo), y donde–según definición de AlbinoGómez– “todo lo que no estáprohibido es obligatorio”, nose traduzcan en un apocalipsisnuclear que impida a unos serpresidente, a otros, escritor, y atodos en general vivir, si es po-sible de manera digna, solida-ria, creadora, alegre.

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Publicada el 11/10/89

Por Juan GelmanDesde Nueva York

El presidente Carlos Menemha indultado a 216 militares yciviles involucrados en el ge-nocidio, en tres rebeliones

contra el orden constitucional y en eldesastre de las Malvinas. Indultandoademás a 64 personas presuntamentevinculadas con la “subversión” ha lle-vado a su culminación la “teoría” delos “dos demonios” que Ernesto Saba-to supo formular.

Me dio horror advertir que en lalista de “subversivos” figuraran cuatromilitares uruguayos que torturaban enel campo de concentración de Auto-motores Orletti. En ese campo “des-aparecieron” a mi hijo Marcelo y a sumujer, Claudia. Los dos tenían 20años y esperaban entonces el naci-miento de un hijo o hija que hoy an-da vaya uno a saber entre qué manos.Me dio horror que la lista incluyera a“desaparecidos” como María AliciaMorcillo, Graciela Alberti, Soria, o aun muerto que en un certificado dedefunción en regla así declara, Nor-berto Fuentes, por cuyo asesinato–entre otros– Videla ha sido conde-nado. También me dio horror que enesa lista estuviera mi nombre.

He pensado que la inclusión demuertos y “desaparecidos” en tal lista–con el obvio propósito de abultarla–es un hecho simbólico: exceptuandoa los torturadores uruguayos, nos in-

dultan en tanto que representantes de30 mil “desaparecidos” que no fueronlos autores del genocidio, ni de la en-trega del país que la dictadura llevó acabo. Nos “perdonan” precisamentehaber estado o luchado contra la en-trega, por la justicia social y la libera-ción nacional. Aquí, más que en laproporción del número de indultados,favorable a los genocidas, radica ladiferencia: en la naturaleza de lo quese está indultando. Me están canjean-do por los secuestradores de mis hijosy de otros miles de muchachos queahora son mis hijos.

Esto es inaceptable para mí. Taninaceptable como la “reconciliación”con los genocidas para la que el señorFirmenich se propone. Son hechosperversos que enferman aún más a lasociedad argentina.

El doctor Menem ha explicado queesos indultos –y los que vendrán– sonnecesarios en aras de la pacificaciónnacional. En realidad lo son en aras dela pacificación militar. La explicacióndel doctor Menem parte de una “ra-cionalidad” que construye argumentospara apartarse del deber moral.

Una “racionalidad” que se opone ala ética es enemiga de lo humano.

Los decretos de indulto a los ge-nocidas que ha dictado el doctorMenem, abogado, no sólo atentancontra el deber moral. Atentancontra el derecho mismo. Y cuandouna ley no puede proteger al dere-cho, es justo que no impida ningu-na injusticia. Así pensaba Shakes-peare por lo menos.

La culminación de los dos demonios

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27 AÑOS11LUNES 26 DE MAYO DE 2014

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Publicada el 25/2/93

Por Juan Gelman

Para un escritor, un pintor, unartista, no hay distancia másdecepcionante que la que va dela obsesión que lo lleva a crear

al resultado que logra. No en vano Ma-llarmé se aterraba ante la página enblanco. La escritura, una vez instaladaen la página, da cuenta del fracaso delintento. Decía Luis Cardoza y Aragónque cuanto más apto es el artista “ma-yor es la distancia entre el blanco y laaproximación. Y si somos más perspica-ces, no hay blanco”. La búsqueda delartista verdadero encalla en lo inen-contrable.

Leonardo Da Vinci se avergonzóde su pintura y escribió que queríapintar cosas que no están en el mun-do, que se sustraen a la condiciónhumana. Es una desesperada confe-sión de fracaso, en él, que era un ar-tista magistral. Tal vez por eso, entrela pintura y la cocina eligió siemprela cocina. Paradójicamente, el ejerci-cio de la gastronomía fue el que fra-casos más grandes le acarreó.

En 1474, a los 21 años de edad yaprendiz en el taller del Verrocchio,Leonardo prefiere ser jefe de cocina enla taberna Los Tres Caracoles, la másconcurrida de Florencia, a colaborarcon su maestro en un Bautismo deCristo. En la taberna inventa lo quecuatro siglos después se llamaría “nou-velle cuisine française”: platos de comi-da hermosamente presentados, pero su-mamente parcos, que nada tenían quever con los trozos indiscriminados decarne y el potaje grueso que los comen-sales estaban acostumbrados a ingerir.La clientela protesta, se rebela, lo bus-ca en la cocina y Leonardo debe esca-par corriendo para que no lo linchen.

En 1478 se incendia la taberna y Le-onardo abandona el encargo más im-portante que había recibido hasta en-tonces –pintar un retablo para la capi-lla de San Bernardo del palacio ducal–y a medias con Sandro Botticelli abreun restaurante. Que quiebra. Los tresaños siguientes busca trabajo comococinero en las tabernas de Florenciay no pinta. Los taberneros no quierensaber nada con los platitos decoradosde Leonardo y éste se va a Milán, don-

de el duque Ludovico Sforza lo desig-na consejero en materia de fortifica-ciones y cocinero maestro de banque-tes en la corte.

En los 17 años que Leonardo sirvióal duque pintó no más de 6 obras, pe-ro remodela a la cocina del castillo einventa a un sinnúmero de máquinaspara aliviar el trabajo: un secador deservilletas y manteles giratorio de 7metros de altura y movido por seishombres; una cinta transportadora deleños, previamente cortados por unasierra circular, que pasa de afuera dela cocina directamente al fuego y re-quiere el esfuerzo de cuatro hombres yocho caballos para accionar la sierra;un complicado sistema de tubos demetal espiralados para proporcionaragua caliente todo el tiempo; un siste-ma de barrido del piso de cocina condos bueyes que arrastran un cepillo de1,5 metro de ancho y 2,5 metros delargo; una enorme moledora de carne;un sistema irrigador para evitar in-

cendios; un sistema de aireación for-mado por fuelles de 3,60 metros delargo adosados al techo y movidos porun árbol de levas sujeto a un cigüeñalimpulsado por caballos. Mientras re-modela la cocina rechaza otro impor-tante encargo –una pintura para laConfraternidad de la InmaculadaConcepción, pero llega el día de lainauguración y es el desastre: el siste-ma irrigador inunda la cocina, los fue-lles avivan las llamas, la gran moledo-ra de carne se rompe con media resadentro, la cinta transportadora de le-ños los arroja incesantemente al salóndel banquete, los hombres de la coci-na se queman, se sofocan y aun seahogan. El duque saca a Leonardo deesos menesteres y le manda pintar re-tratos de damas de la corte, cosa queel gastrónomo escaldado acepta demala gana, y no termina ninguno. In-siste en inventar una cortadora de be-rros, que se le escapa de las manosmientras la prueba y mata a seis coci-neros y tres jardineros presentes. Elduque utiliza la cortadora con éxitocuando invaden Milán los franceses.Pero éstos lo aprisionan y Leonardo sequeda sin protector.

Leonardo sigue explorando la tierraincierta de las ciencias. Ha estudiadomatemáticas, fisiología, biología, inge-niería mecánica, ingeniería militar, elvuelo de las aves, las corrientes fluvia-les, ha hecho centenares de dibujos dela anatomía humana, ha disecado máscadáveres (30) que pinturas y frescos hadejado (18), varios sin terminar. Lostres últimos años de su vida (1516-1519) son tal vez los más felices para él:experimenta en la cocina de piedra delpalacete que Francisco I, rey de Francia,le ha dado por morada en las afueras desu gran castillo. El rey, otro apasionadopor la gastronomía, hace construir untúnel entre su castillo y el palacete deLeonardo y, escapando de los aburri-mientos de la corte, pasa con él horascocinando y comiendo. El rey quiereque el artista le preste el aparato guarda-do en una caja negra que sirve para ha-cer espaguetis, otro invento de Leonar-do, quien se niega; le regala al soberanoel retrato de Mona Lisa y un San Juan,pero no le entrega la caja negra. Leonar-do muere y un discípulo abre la caja. Es-taba vacía. Como vacía estaba para Leo-nardo la meta imposible de su arte.

Leonardo cocinero

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Publicada el 26/3/93

Por Juan Gelman

El Diccionario de la Real Aca-demia siempre ha sido paramí una fuente de legítima ale-gría. Con qué comparar el

placer que brinda, por ejemplo, su de-finición de la palabra “perro”: “Mamí-fero doméstico de la familia de los cá-nidos, de tamaño, forma y pelaje muydiversos, según las razas, pero siemprecon la cola de menor longitud que laspatas posteriores. Tiene un olfatomuy fino y es inteligente y muy leal alhombre”. El detalle del tamaño de lacola es importante en una definición,y no lo es menos la relación implíci-tamente establecida entre el fino olfa-to y la inteligencia del animal con sulealtad al ser humano.

La definición de “gato” tiene idénticointerés: “Mamífero carnívoro, digitigra-do, doméstico, de unos cincodecímetros de largo desde lacabeza hasta el arranque dela cola, que por sí sola midedos decímetros aproximada-mente; cabeza redonda, len-gua muy áspera, patas cortas,con cinco dedos en las ante-riores y cuatro en las poste-riores, armados de uñas fuer-tes, agudas, y que el animalpuede sacar o esconder a vo-luntad; pelaje espeso, suave,de color blanco, gris, pardo,rojizo o negro. Es muy útil enlas casas por lo mucho quepersigue a los ratones”. (Evi-dentemente. Me preocupa, sinembargo, que en la definiciónno haya entrado el color ama-

rillo de un gato que tuve en París. Eramuy inteligente también, como los pe-rros. Una vez que le leí unos versos míossalió disparado por la ventana. Creí queera un ingrato: yo sé que no soy Rim-baud, pero ¿quién le daba de comer,Rimbaud o yo? Poco después pasé unpar de días en cama, con gripe, y el gatoconmigo, acostado sobre la frazada,acompañándome. Ahí me di cuenta deque ingrato no era. En realidad, era en-tendido en poesía.)

Las definiciones

que he transcripto se encuentran en laedición de 1970 del Diccionario de laReal Academia, cuyo preámbulo afir-ma que el progreso más destacado deesa edición “ha sido el avance decidi-do hacia la definición directa, objetivaque en parte ya usaban las definicionesanteriores”. Las definiciones tambiénse encuentran en la edición posterior,de 1984. Pero ésta última me da menosalegría.

Por ejemplo: en la de 1970 se leía queel can can es “un baile descocado que se

importó de Francia des-pués de mediar el sigloXIX”. En la edición de

1984 el can can se convier-te en “danza frívola y muy

movida” apenas. Al parecer, laAcademia bajo Franco sabía darle

relieve a las cosas. El adjetivo “desco-cado” es mucho más sugeridor que el

débil “frívolo”. Pero tal vez el último seaapropiado para los vientos socialistas de-

mocráticos que corren en España.Eso no es todo. En 1970 “elec-tricidad” era “agente muy po-

deroso, que se manifiestapor atracciones y repul-siones, por chispas y pe-nachos luminosos, porlas conmociones que oca-siona en el organismo

animal y por las descom-posiciones químicas queproduce. Se desarrolla por

frotamiento, presión, ca-lor, acción química,

etc.”. He aquí una defini-ción vigorosa y llena de vida.

En 1984, “electricidad” se ha vuelto al-go lleno de electrones y protones. Yhan desaparecido las chispas y pena-chos con su misterio gozoso.

Las definiciones oblicuas de la reali-dad tienen su encanto. Los rostros de larealidad son tantos que la precisióncientífica y crítica alcanza a retratar unosolamente. La Aída de Verdi bien puedeser la historia de un tenor y una sopranoque quieren acostarse juntos y de un ba-rítono y una mezzosoprano que no losdejan, como propone Edward Said. YRomeo y Julieta, el primer gran tango dela modernidad, según me parece (a mijuicio, Shakespeare nada tiene que en-vidiar a Discepolín). Y el atentado con-tra la embajada de Israel en Buenos Ai-res, la prueba de que la Argentina haentrado al Primer Mundo, como explicanuestro canciller. Y si echan obreros a lacalle es para promoverlos de su condi-ción de proletarios a la de propietarios,como dice el presidente.

Hay una nueva edición del Dicciona-rio de la Real Academia, la de 1992,pero no la quiero ver. En la edición de1970 se puede leer que “¡ja, ja, ja!” es“interj. con que se manifiesta la risa”;“¡je, je, je!” es “interj. con que se mani-fiesta la risa”, que “¡ji, ji, ji!” es “interj.Con que se manifiesta la risa. 2. Gritode júbilo”. Como la obra no registra eljo, jo, jo, ni el ju, ju, ju hay que enten-der que nadie se ríe en o ni en u. Esimportante. Esas definiciones han so-brevivido en la definición de 1984. Pe-ro ¿si hubieran desaparecido de la de1992? ¿Si el premio Nobel y académi-co Camilo José Cela, por ejemplo, nohubiera logrado que esas definicionespervivieran? Se me vendría el alma alsuelo en ese caso. Me sentiría pobre,pobre de verdad.

La Real Academia

Publicada el 28/10/93

Por Juan Gelman

En febrero de 1986, en Ginebra,con Borges internado en una clí-nica no mucho antes de morir,imaginé que “Borges cita a los

guapos tanto que da la impresión de quequien escribe es un guapo que cita a Bor-ges. Esto suena a calumnia o falsedad.Pero pienso que, efectivamente, un gua-po se tomó el trabajo de ser Borges paraque algunos milagros o alucinaciones dela pérdida o la nada abandonaran su for-tuita condición y se instalaran en la es-pera de vida que tiembla en todo texto.Creo que las famas cuchilleras, las topa-das, los corajes inauditos y barriales queconstelan el ser y no ser de cada guaposon materia que dejó atrás, por insignifi-cante, el guapo de verdad, el que eligióser Borges, el que quiso apuñalar al tiem-po para detenerlo o atrasarlo, el que pe-leó incansablemente combates de papely conocía su derrota de antemano”.

Borges exaltó el coraje gratuito, “elvalor individual quiero decir, personal–abundó en 1982, en un documental deArts International que él habló en in-glés–. La gente tiene que adorar cosas.¿Por qué no ha de adorar el valor? Esolo hicieron bien los nórdicos y tambiénlos sajones. Adoraron el valor sólo poradorarlo. Y no por una causa o algún sa-crificio o por morir por su país o por sufe”. Sin embargo, hacia 1970, en la es-tupenda entrevista que Tomás Eloy

Martínez le hiciera por el Canal 7 deBuenos Aires –en el programa “Cuen-tos de medianoche” del que Pirí Lugo-nes, “desaparecida” por la dictadura mi-litar, fue la productora– Borges habíaabjurado de “El hombre de la esquinarosada”, confesado que ese cuento no legustaba, indicado que el mundo de losguapos le era ajeno, aclarado que su li-teratura sobre el tema era “un artificio”y descalificado a los guapos en generalporque eran “punteros de comité” alservicio de los políticos de turno.

Borges invirtió años en mitificar esetipo de valor, declarando casi inequívo-camente que él no lo poseía. Véase “Elpuñal”, texto de 1930: el arma sueña enun cajón con el hombre que la empuñepara lo que fue forjada: matar; a Borges,el puñal le da lástima. “Tanta dureza,tanta fe, tan impasible e inocente so-berbia. Los años pasan, inútiles.” Lamisma idea insiste en “El encuentro”,en que dos puñales de cuchilleros talvez difuntos usan a dos hombres paraenfrentarse otra vez y Borges sugiereque esa pelea, terminada, sigue latiendopara resurgir. Como si atemperara el va-lor del coraje humano, convertido enmero instrumento de la rabia del metal.Tal vez convencido de la pequeñez deesa dimensión en Buenos Aires, Borgesremitió a ocho siglos atrás su admira-ción por coraje personal y la reubicó en

las sagas nórdicas y los héroes de epope-ya anglosajona. A esas distancias no leresultaba intolerable.

Es conocido el despiste y aun horrorde las opiniones políticas de Borges.Elogió a Videla después de memorablealmuerzo, se dejó condecorar por Pino-chet, opinó en la España posfranquistaque todo era mejor con Franco, decidióque a James Carter había que propinarleun golpe de Estado. Pero en 1981, enplena dictadura militar y antes de laguerra de las Malvinas, firmó la solicita-da que las Madres de Plaza de Mayo lo-graron publicar en La Prensa en reclamode sus hijos desaparecidos. A un agentede los servicios, presunto locutor, que lointerrogó al respecto a micrófono abier-to, Borges confirmó que había dado sufirma para la solicitada y la audición seinterrumpió abruptamente. A diferenciade otros intelectuales, que nunca supie-ron reconocer sus agachadas frente a ladictadura militar Borges reconoció suserrores; en el documental mencionadoaclaró: “Al ser ciego y no leer los dia-rios, yo era muy ignorante. Pero la genteviene a mi casa (la dictadura seguía en elpoder) a contarme historias tristes sobrela desaparición de sus hijas, esposas, hi-jos, así que ahora estoy bien enterado.Durante un tiempo no supe nada de na-da, las noticias no me llegaban, peroahora esas cosas no pueden ser ignora-

das. Sí, mucha gente me ha acusado deno estar al día. Pero, ¿qué podía haceryo? Vivo solo, no conozco mucha gente,no leo los diarios. Sólo escucho lo quemis amigos me dicen y ellos pertenecena otra clase. Pero ahora claro que sé so-bre toda esa miseria y todos esos críme-nes, uno detrás de otro. Es por eso queno hablé antes. ‘Ignorancia, querida se-ñora, mera ignorancia’, como decía elDr. Johnson. Ahora creo que sé más yme siento triste, amando como amo ami país”. Dijo Borges, con tristeza en lavoz y una mueca a modo de sonrisa.

En 1984, al morir Julio Cortázar, LaNación dedicó una página entera del su-plemento literario al acontecimiento y,con las honrosas excepciones de HéctorYánover y Norah Lange, todos los soli-citados se dedicaron a ningunear al fa-llecido por sus posiciones de izquierda yprocubanas. Como Ernesto Sabato, quedestinó la mayor parte de sus disquisi-ciones a explicar que él, en realidad, nopensaba como el muerto. Días después,en Clarín aparecía una opinión de Bor-ges, quien se declaraba honrado de ha-ber publicado el primer texto de Cortá-zar que vio la luz –“Casa tomada”– yque en un breve párrafo final (aplicableal propio Borges) aludía al contexto:“Julio Cortázar ha sido condenado, oaprobado, por sus opiniones políticas.Fuera de la ética, entiendo que las opi-niones de un hombre suelen ser superfi-ciales y efímeras”. Así responde la gran-deza a la mezquindad, y a la cobardía, elvalor verdadero.

Borges o el valor

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27 AÑOS13LUNES 26 DE MAYO DE 2014

PáginaI12

Publicada el 5/1/95

Por Juan Gelman

¿Hay que estar “enfermo”para ser un gran artistao, al menos, un artista?Enfermo, entre comi-

llas; seguramente diferente. Dostoievskiexpresó en una página memorable suhorror por ser diferente. Y conviene ex-plicarse: lo diferente, en este caso, noconsiste en la diferencia con respecto alos demás –nos parecemos en que todossomos diferentes, sino en la diferenciaconsigo mismo. No se trata de esquizo-frenia. Se trata del espacio que el otroocupa en uno, un espacio quizá másvulnerable en los artistas. Puede condu-cir a la locura, que sobre todo azotó aalemanes (Trakl, Hölderlin, Nietzsche)o al silencio que eligió Rimbaud. Eso,en el siglo XIX.

El espacio del otro es cuestionadorde la propia identidad, pero ha origina-do o alimentado obras de arte estupen-das. Suele ser un espacio de dolor. Po-demos imaginar los dolores de los quenació Jean Genet, el escritor, aunquenunca sabremos cuáles fueron. Por lodemás, el dolor no basta; la inmensamayoría de ladrones y homosexualesno son Jean Genet.

Digo dolor y no sufrimiento porque elsufrimiento es pasivo. El dolor es uncampo a recorrer, un campo del que sehabla sólo por uno mismo. En diciem-bre de 1959, en la última entrevista queconcedió antes de morir en un acciden-

te de automóvil, Albert Camus confe-saba: “No hablo en nombre de nadie; yabastante difícil me resulta hablar pormí. No soy el guía de nadie. No sé, o sémal, hacia dónde me dirijo”.

Tal vez ocurra que el espacio delotro es tan abismante que el lugar pa-ra sí mismo en uno nunca deja de seruna interrogación. Se puede, claro,elegir la respuesta de Narciso, inclina-do sobre su propio rostro como mundocerrado sobre el agua que pasa. En ca-so contrario, las puertas están abiertasa la perversión y advertirla no signifi-ca necesariamente perversidad, sinouna forma de percepción del mundo.Ya lo decía Omar Khayam: “Nuncaescribirán buenos versos los bebedoresde agua”. O, según Rodolfo Walsh:“Hay escritores buenas personas mássonsos que un banquito”.

No hace falta ser caballo para enten-der de carreras y ningún cocinero nece-sita meterse personalmente en la ollapara hacer un guiso. Graham Greene,obsedido por la existencia del mal, pin-taba humanistas “buenos” totalmentedesagradables, y criminales muy simpá-ticos. Se convirtió del anglicismo al ca-tolicismo y su cura preferido fue un al-cohólico, padre de lo que llaman un“hijo natural”. Greene creía más en lafe que en las obras y, al decir de MichelSelden, se dedicaba con fervor al adul-

terio con su amante Lady Walston –es-posa de un magnate británico, judío ylaborista– “detrás de cada altar sufi-cientemente alto que encontraban enlas iglesias de Roma”. Greene hizo más:fue el espía 59200 del British Intelli-gence Service durante la SegundaGuerra Mundial, y ser un colaboradorhasta comienzos de los años 80 no ledificultó la amistad con el general To-rrijos ni el servirle de correo con FidelCastro. Orwell lo había dicho: “Greenees nuestro primer camarada de ruta ca-tólico”. En realidad, era un inspectorde infiernos que había dejado de creeren el infierno. Pese a todo lo que escri-bió sobre los conflictos entre religión yética, o salvación y conducta, no fueun escritor religioso, sino un escritorinteresado en la religión. Era, paraDouglas Jerrold, “el Harry Lime (OrsonWelles en la película El tercer hombre)de la mafia literaria”.

Greene sufría crisis de depresión delas que no lo salvaba el litro de whiskyque ingería diariamente y que no le im-pidió llegar a los 86 años de edad. Ado-lescente, escapó del rígido colegio pro-vinciano donde estudiaba y sus padreslo enviaron a un psicoanalista de Lon-dres en cuya casa vivió durante el trata-miento. Allí pasó algunos de los díasmás felices de su vida, dijo después. Co-mo buen espía, le atrajo la doble lealtad

o doble deslealtad de los agentes doblesy defendió a su amigo y superior KimPhilby, cuando se descubrió que traba-jaba para la URSS. Preguntaron a Gre-ene qué pensaba, por ejemplo, del he-cho de que Philby había mandadoagentes a Albania para entregarlos lue-go a los soviéticos. Greene replicó:“Iban a ese país armados para hacer da-ño. Fueron muertos en vez de matar”.Imposible no pensar en el código Blo-omsbury de los británicos, que privile-gia la lealtad al amigo sobre la lealtad ala nación.

El pare Durán, compinche el escritor,lo retrató así en La crisis del sacerdote enGraham Greene, probablemente apoya-do en el viejo concepto alquímico delorden de elementos que es propio decada ser humano: “Greene reconocíaque su temperamento era inestable; nogozaba de un equilibrio perfecto. Nuncase curaría de eso: hay cosas que nuncase curan. Algunos preferirían llamar en-fermedad a esa suerte de desequilibriopsicológico, pero esas condiciones sonmaneras de ser”.

Tal “manera de ser” no impidió aGraham Greene apoyar con su nombrela campaña que en 1984 lanzaron losperiodistas argentinos exigiendo el en-juiciamiento y castigo a los asesinos deRodolfo Walsh. Así de mezclada era lapersona Graham Greene, quien siem-pre prefirió que escribieran sobre suobra y no sobre su vida, como quiensabe que entre una y otra –o entre per-versión y creación– hay espacios ca-balmente misteriosos.

Espacios

El antihumanismomen contra la humanidad, porque estápresidido por la misma mentalidad queorganizó el Holocausto, esa que odia alotro, al diferente, ésa que se automutilaal mutilarse el otro y mutilarlo. Esa quesólo conoce la intolerancia furiosa antela riqueza de lo humano. El antisemitis-mo es un antihumanismo.

El atentado representa además la insis-tencia de ese mal en la sociedad argenti-

Publicada el 20/7/94

Por Juan Gelman

El atentado contra la AMIA nosólo es un crimen contra la co-munidad judía; también es uncrimen contra el pueblo argenti-

no, en el que la AMIA está inextrica-blemente enraizada, y sobre todo un cri-

na. No creo en la teoría de la conspira-ción extranjera. En las entrañas del país,también inextricablemente unido a él,pasea el monstruoso animal de la supre-sión del otro. Se pasea en carne y hueso,como prueban los militares asesinos queAlfonsín y Menem supieron indultar. Esinmensa la deuda con la humanidad deesos dos civiles a los que la sociedad civilinstaló en su presidencia y que traiciona-

ron su dolor. Ellos también condonaronla mutilación del otro.

Mi madre tenía siete años cuando pa-deció un pogrom en la Rusia zarista. Re-cordaba el hogar incendiado y a miabuela sacando a los hijos del fuego,menos a una chiquita de dos años queallí se abrasó. Entre los muertos delatentado a la AMIA seguramente estáesa tía que nunca pude conocer.

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Gelman PERIODISTA14PáginaI12

Publicada el 12/4/95

Por Juan Gelman

Dentro de seis meses cumplirás19 años. Habrás nacido algúndía de octubre de 1976 en uncampo de concentración del

Ejército, el Pozo de Quilmes casi segu-ramente. Poco antes o poco después detu nacimiento, el mismo mes y año,asesinaron a tu padre de un tiro en lanuca disparado a menos de medio me-tro de distancia. El estaba inerme y loasesinó un comando militar, tal vez elmismo que lo secuestró con tu madre el24 de agosto en Buenos Aires y los lle-vó al campo de concentración Auto-motores Orletti que funcionaba en ple-no Floresta y los militares habían bauti-zado “el Jardín”. Tu padre se llamabaMarcelo. Tu madre, Claudia. Los dostenían 20 años y vos, siete meses en elvientre materno cuando eso ocurrió. Aella la trasladaron –y a vos en ella– alPozo cuando estuvo a punto de parir.Allí debe haber dado a luz solita, bajola mirada de algún médico cómplice dela dictadura militar. Te sacaron enton-ces de su lado y fuiste a parar –así eracasi siempre– a manos de una pareja es-téril de marido militar o policía, o juez,o periodista amigo de policía o mili-tar. Había entonces una lista de es-pera siniestra para cada campo deconcentración: Los anotados es-peraban quedarse con el hijorobado a las prisioneras queparían y, con alguna excep-ción, eran asesinadas in-mediatamente después.Han pasado 12 años desdeque los militares dejaron elgobierno y nada se sabe detu madre. En cambio, en untambor de grasa de 200 li-tros que los militares rellenaroncon cemento y arena y arrojaron alrío San Fernando, se encontraron losrestos de tu padre 13 años después. Estáenterrado en La Tablada. Al menos haycon él esa certeza.

Me resulta muy extraño hablarte demis hijos como tus padres que no fue-ron. No sé si sos varón o mujer. Sé quenaciste. Me lo aseguró el padre Fiore-llo Cavalli, de la Secretaría de Estadodel Vaticano, en febrero de 1978. Des-de entonces me pregunto cuál ha sidotu destino. Me asaltan ideas contrarias.Por un lado, siempre me repugnó laposibilidad de que llamaras “papá” a

deraron de tu historia y la falsificaron.Imagino que te han mentido mucho.

También pensé todos estos años enqué hacer si te encontraba: si arrancar-te del hogar que tenías o hablar con tuspadres adoptivos para establecer unacuerdo que me permitiera verte yacompañarte, siempre sobre la base deque supieras vos quién eras y de dóndevenías. El dilema se reiteraba cada vez–y fueron varias– que asomaba la posi-bilidad de que las Abuelas de Plaza deMayo te hubieran encontrado. Se reite-raba de manera diferente, según tuedad en cada momento. Me preocupa-ba que fueras demasiado chico o chica–por no ser suficientemente chico ochica– para entender lo que había pa-sado. Para entender por qué no eran tuspadres los que creías tus padres y a lomejor querías como a padres. Me preo-cupaba que padecieras así una dobleherida, una suerte de hachazo en el te-

jido de tu subjetividad en forma-ción. Pero ahora sos grande. Podés

enterarte de quién sos y decidirdespués qué hacer con lo quefuiste. Ahí están las Abuelas ysu banco de datos sanguíneosque permiten determinarcon precisión científica elorigen de hijos de desapare-

cidos. Tu origen.Ahora tenés casi la edad de

tus padres cuando los mataron ypronto serás mayor que ellos.

Ellos se quedaron en los 20 añospara siempre. Soñaban mucho con

vos y con un mundo más habita-ble para vos. Me gustaría ha-

blarte de ellos y que mehables de vos. Para recono-

cer en vos a mi hijo y paraque reconozcas en mí lo que

de tu padre tengo: los dos so-mos huérfanos de él. Para reparar de

algún modo ese corte brutal o silencioque en la carne de la familia perpetró ladictadura militar. Para darte tu historia,no para apartarte de lo que no te quierasapartar. Ya sos grande, dije.

Los sueños de Marcelo y Claudia nose han cumplido todavía. Menos vos,que naciste y estás quién sabe dónde nicon quién. Tal vez tengas los ojos ver-degrises de mi hijo o los ojos color cas-taño de su mujer, que poseían un brillomuy especial y tierno y pícaro. Quiénsabe cómo serás si sos varón. Quién sa-be cómo serás si sos mujer. A lo mejorpodés salir de ese misterio para entraren otro: el del encuentro con un abue-lo que te espera.

un militar o policía ladrón de vos, o aun amigo de los asesinos de tus padres.Por otro lado, siempre quise que, cual-quiera hubiese sido el hogar al quefuiste a parar, te criaran y educaranbien y te quisieran mucho. Sin embar-go, nunca dejé de pensar que, aun así,algún agujero o falla tenía que haberen el amor que te tuvieran, no tantoporque tus padres de hoy no son bioló-gicos –como se dice–, sino por el he-cho de que alguna conciencia tendránellos de tu historia y de cómo se apo-

Carta abierta ami nieta o nieto

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Gelman PERIODISTA16PáginaI12

Publicada el 24/5/95

Por Juan Gelman

El infierno no termina cuandocierran las puertas y se apaganlos hornos: hace 12 años que ce-só el infierno militar en la Ar-

gentina, pero decenas de miles de perso-nas –hijos, padres, hermanos, amigos delos desaparecidos– viven esa segundaparte del infierno que crepita en la me-moria y no hay modo de apagar. “Desdeentonces, a una hora incierta / esa agoníavuelve / y hasta que mi cuento espantososea contado / mi corazón sigue quemándoseen mí”, dice el viejo marinero de un poe-ma de Coleridge que recordó Primo Le-vi. Para muchos argentinos, esa estrofapoética es vida real que quema cada día.

¿Qué esperan los militares para darcuenta del destino que infligieron a másde 30.000 argentinos? Una regla de hie-rro del infierno es que no tiene ningúncartel que indique la salida. Pero el espa-cio de duelo posible es otra cosa que elinfierno: aminora sus fuegos y el dolorquemará menos. Nadie puede hacer elduelo solo. Hasta las culturas más anti-guas inventaron ritos públicos para quela muerte de alguno fuera aceptada portodos, especialmente por quienes más loamaron, como hecho continuador de lavida. La dictadura militar no sólo asesinóa gente inerme en el más repugnanteanonimato; también desapareció el rela-to de esas muertes y castigó así –con laincertidumbre, con la impotencia, con ladesesperación que esas dos tetas alimen-tan, con la cohabitación cotidiana conel horror y el terror– a los seres que elasesinado amó. En ellos el asesinado havivido muchos años, sacudido por lasmareas contrarias de la esperanza y ladesesperanza. Los deudos de los pocosmilitares y policías que cayeron en la“lucha contra la subversión” conocieron

el dolor, pero no ese infierno que es eldolor dos veces. Sus muertos fueron en-terrados con todos los honores que ladictadura les rindió.

“El asumir nuestro (del duelo) llegahasta cierto punto, porque cuando unono supo realmente qué pasó con sus pa-dres, no puede asumir nada”, dice Caro-lina Llorens, hija de desaparecidos ymiembro de Hijos por la Identidad y laJusticia, contra el Olvido y el Silencio.“Uno hace el duelo hasta donde te dejan–agrega Josefina Giglio–. Llega un mo-mento en que la responsabilidad es delEstado y de la sociedad, que nos dejenterminar con esto. No es que uno noquiere cerrar la herida y seguir revol-viendo, es que uno no puede hacer otracosa.” Que: seguir buscando la memoriade la muerte de los seres queridos comomanera aciaga de apuntalar la propiasubjetividad. Claro que, en general, losmilitares no tienen mayor preocupaciónpor la subjetividad ajena: los millones dejóvenes que han pasado por el serviciomilitar saben muy bien que jefes, oficia-les y suboficiales se encarnizan en ani-quilar cualquier espacio personal del sol-dado que consideran atentatorio a la ca-dena de mandos, y que humillan al sol-dado a ese efecto y por las dudas en ra-zón de su particular concepto de obe-diencia; esos mandos militares pretendenordenar la realidad –y así ordenarse– afuerza de órdenes contra la realidad. Es-grimen armas aun en medio de la paz ypareciera que así confirman su hombría.Si fueran hombres de verdad, no vacila-rían en dar –o reconocer– la lista de losque desaparecieron y la lista de los asesi-nos, en vez de ampararse en un cobarde“no ha lugar”. De la cobardía de nuestras

fuerzas armadas el pueblo argentino tuvopruebas suficientes durante la dictaduramilitar, tanto en lo que hace al extermi-nio de miles de personas indefensas co-mo a la escasa gallardía que algunos ex-hibieron –por ejemplo Astiz– en lasMalvinas. No habrá tiempo que les bo-rre esos baldones. Por desdicha, tampo-co habrá tiempo que devuelva a los mi-les de jóvenes que enviaron impune-mente a la muerte.

La dictadura militar ha abandonado elgobierno del país, pero sigue dictaduran-do a muchísimas personas. El gran escri-tor italiano Primo Levi, que conoció elinfierno de Auschwitz, supo escribir: “Laherida no tiene cura, persiste en el tiem-po y las Furias –en cuya existencia nosvemos obligados a creer– perpetúan eltrabajo del atormentador negándoles paza los atormentados”. Los familiares de losdesaparecidos no estuvieron en ningunode los 356 campos de concentracióndonde éstos fueron torturados y asesina-dos. Pero tienen su propio campo deconcentración en la mente y cada díaven a su padre, a su hermano o a su hijopicaneado, golpeado y sangrando, conuna realidad que se repite más allá de lamisma realidad. El pasado se reproducede una manera horrible: los muertos yaestán muertos, pero siguen muriendo enmuchos más. El peso de ese fatum impidemuchas veces recordar al ser querido enlo que fue de vida y no de muerte.

Se equivocan el presidente Menem,los militares de autocrítica cortita y otrosmás que suponen que el asunto se ha ce-rrado con las declaraciones de jefes delas Fuerzas Armadas. Ello insisten–crueldad suplementaria y aun gratuita–en la imposibilidad del duelo dictada porla vigencia de la ley. Pero el dolor tieneotras leyes. El dolor reclama justicia. Eldolor reclama la verdad. Para los anti-guos griegos el antónimo de olvido noera memoria: era verdad.

Publicada el 14/6/95

Por Juan Gelman

Tomás Moro, es biensabido, acuñó la pa-labra a comienzos delsiglo XVI sumando

al prefijo negativo griego u lapalabra topos, lugar. Es decir,utopía igual ningún lugar. Losque últimamente decretan elfin de la utopía paradójica-mente niegan lo que afirman;si se ha terminado el “ningúnlugar”, ese “ningún lugar” tie-ne hoy lugar. Claro que lo queanuncian esos profetas sin car-tera es la imposibilidad de unmundo distinto al que vivi-mos. Concebir un proyecto de

sociedad más justa es absurdoy aun inútil para ellos; nadacambiaría jamás. No hay espa-cio –piensan– para la dimen-sión fraternal que conlleva lautopía, y la soledad de cadaquien se seguirá mirando, de-formada y deformante, en lasoledad de los demás.

Tal posición deriva, desdeluego, de intereses creadosmuy concretos y ejemplificacon el fracaso del “socialismoreal”, única utopía que llegó aser Estado, “lugar” para unacuarta parte de la humanidad.En los ámbitos intelectualesdel Este circulaba antes de ladisolución de la URSS la si-guiente adivinanza: ¿qué dife-rencia hay entre ciencia, filo-sofía y marxismo?, es la pre-gunta; respuesta: “La cienciaes como la voluntad de agarrara un gato negro muy chiquitoen una habitación enorme to-talmente a oscuras; la filosofía,la voluntad de agarrar a un ga-to negro muy chiquito en unahabitación enorme totalmentea oscuras donde el gato no es-tá; el marxismo, la voluntadde agarrar a un gato negromuy chiquito en una habita-ción enorme totalmente a os-curas donde el gato no está ypretender que se lo ha agarra-

Infiernos

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do y que se sabe todo sobreél”. Pero ése era el marxismodel “socialismo real”. Marxmismo nunca tuvo la preten-sión de describir la sociedadfutura, de agarrar el gato negroque no está. Y el fracaso sovié-tico es el fin de una historia,no de la historia, y el comien-zo de otra.

El ser humano, siempre in-cómodo con la realidad, vieneinventando utopías de todaclase desde el fondo de los si-glos y nunca dejará de hacerlo.Pero ¿dónde queda la utopía?¿No en un espacio sino en eltiempo, ya que es “cocina delfuturo”, según dijera Italo Cal-vino? ¿No empieza acaso comoautotopía, en el lugar de unomismo desde el cual se deseala propia libertad, indisoluble-mente ligada a la libertad delos demás? Habría entoncesque pensar en la utopía comocausa, no como fin, como mo-vimiento de búsqueda original(que parte del origen) que, sicristaliza, debería alimentarsede sus logros como nuevo ori-gen de otras búsquedas. Cuan-do eso no ocurre, cuando loimaginado o soñado se encogefrente al campo de lo posible,la utopía se burocratiza, seconvierte en sistema, pretendeque ya es futuro su presentecongelado. Como utopía hamuerto.

¿Residirá en su fracaso lafunción de la utopía? Las revo-luciones de los dos últimos si-glos han inscripto en sus ban-deras los lemas de igualdad, li-bertad, fraternidad, justiciaentre los hombres. Pero la Re-volución Francesa desembocóen Napoleón, la estadouni-dense en Monroe y la rusa enStalin. Tal vez porque “las ma-sas no van a la revolución conun plan preconcebido de so-ciedad nueva, sino con unsentimiento claro de la impo-sibilidad de seguir soportandola vieja” (Trotski). Ese hechoexplicaría muchos fracasos,pero nunca el fin de los inten-tos, aun cuando entre utopía yrealidad suele producirse loque Aristóteles llamó la tikhé,algo así como la buena fortunadel encuentro fallido.

Que las utopías nacen yrenacen, se ha visto hace po-co en el sudeste mexicano,donde una fuerza guerrillera,el Ejército Zapatista de Libe-ración Nacional, declara queno busca la toma del poder yllama a la sociedad civil aconstruir “una suerte de es-pacio democrático de resolu-ción de la confrontación en-tre diversas fuerzas políti-cas... (que) tendrá tres pre-misas fundamentales que soninseparables, ya, histórica-mente: democracia, libertad

mo, utópico. Sabe que la pala-bra lo separa del objeto y quenombrar es alejar, no poseer.La utopía, como la palabra,sería incesante emulsión dedos pérdidas –lo deseado, loobtenido–, una especie de pa-raíso jamás hallado que la hu-manidad busca y buscará eter-namente. Creer que se lo haencontrado es entrar en el rei-no de la muerte.

y justicia”. Esa utopía se haencarnado en miles de indí-genas de la selva Lacandona,fácilmente aniquilables des-de el punto de vista militarpero incancelables desde elpunto de vista ideal. Los

tzeltales, tzotziles, choles ytojolabales de Chiapas hanquerido que la “autotopía”pase al grado de utopía paraconvencer a la realidad deque debe ser otra. Para ellosla utopía no es mero amobla-

miento de una “buena con-ciencia”, sino el motor quelos empuja a un adelantecon doble movimiento, delogro y de fracaso.

El ser humano, por hablan-te, es deseante y, por eso mis-

El lugar de la utopía

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Gelman PERIODISTA18PáginaI12

Publicada el 30/11/95

Por Juan Gelman

Fue como un golpe verlo cuandole abrí la puerta. Sentí física-mente que me inclinaba paraatrás, aunque seguramente no

fue así. Tendría, tiene (¿por qué dijetendría?) la estatura y la edad que hoytendría mi hijo. Fue su compañero en elcampo de concentración. El sobrevivió.Me trajo escenas de los últimos días demi hijo (¿tendría él canas hoy también?)y le estaré eternamente agradecido.

Han pasado casi 20 años desde agostodel ’76, cuando él, y un par de días des-pués mi hijo, fueron secuestrados por ladictadura militar y, sin embargo, pordebajo de todo nuestro encuentro co-rría una suerte de tensión. Yo le impusela terrible tarea de recordar y era impo-sible no rozar su dolor cuando se mirabaen esos días. El fue muy cuidadoso con-migo, como si su dolor no importara ymás importara el mío. Fue muy genero-so y creo que no trató de adornar laimagen de mi hijo atrapado en el ho-rror, esa imagen por la que siempre mepregunté (noches sin dormir interro-gándome si estaba vivo, y dónde estaba,y si en un campo de concentracióncuánto lo habrían torturado, cómo lohabría dejado la tortura, si delató a suscompañeros, si yo lo recibiría con amorde padre en esas condiciones, y mi res-puesta final a esos fantasmas: sí, Marce-lo, inválido o loco, o delator, siempre te

recibiría con amor de padre porquequiero que estés vivo, ya no me importacómo. Y qué cuidado hay que tener conla palabra delator en esas circunstan-cias, usarla como si ser objeto de tortu-ras no fuera “estar en el mundo sinOtro” (Jorge Jinkis). “Estaba bien, no sequebró”, me dijo. ¿Fue así? ¿No? ¿Quéimporta ahora? ¿Por qué quiero mirareso? Recuerdo un poema de César Va-llejo escrito después de una operaciónquirúrgica: “Y está bien y está mal ha-ber mirado / de arriba para abajo mi or-ganismo”. Está bien y está mal habermirado esos últimos días de mi hijo.

Me contó las torturas que pasó y lasque pasó mi hijo. Hablaba en síncopa,con apresuramientos y silencios, y nun-ca sabré lo que sabe, o sea lo que supomi hijo. Repetía varias veces “no” antesde nombrar lo que negaba, como si fue-ra tan monstruoso que hubiera que ne-garlo muchas veces, a lo mejor toda lavida, como si lo monstruoso fuera uninfinito que necesitara otro infinito ennegación. A veces hablaba del pasado

en tiempo presente, como si todavíafuera presente para él y lo fue entoncespara mí. Nuestro país no permite otracosa. Los asesinos andan sueltos porahí, también los empresarios que losusaron, los políticos, dirigentes sindica-les, eclesiásticos y jueces que los apaña-ron; y los campos de concentración dela dictadura militar siguen funcionandoen el temor y la conciencia de millonesde argentinos. Allí habría que clausu-rarlos para siempre y la justicia será laúnica llave que los cierre. El compañerode mi hijo precisaba explicar cada cosacon un “porque”, como empeñado endomesticar tanto horror sin nombre.Hace 20 años que los sobrevivientes delos campos de concentración de la dic-tadura militar están haciendo su histo-ria. Tal vez nunca terminen de hacerla.Saludo su valor.

Yo sé bien que mi hijo está muerto,asesinado de un balazo en la nuca a me-dio metro de distancia. El Equipo Ar-gentino de Antropólogos Forenses en-contró sus restos y yo los enterré en fe-brero de 1990. Pero no puedo evitarque cada hombre de 40 años que se leparece me lo traiga. Y me pregunto has-ta cuándo viviré siempre con lo que mihijo no alcanzó a vivir. Me vaciaron desu posible ser, en el que yo me miraría,el que me marcaría como un hijo marcaa su padre. En cambio hay este desiertode destinos privados de su suerte de di-cha y de desdicha. Y es como si el uni-verso ardiera a la deriva.

Las “condolencias” del señor Massera

a los padres de los desaparecidos medan asco. Sentir asco me rebaja huma-namente y tengo que sufrirlo gracias ala impunidad que los doctores Alfonsíny Menem supieron conseguir y que elneodemócrata Grondona se encarga decondonar. A mi hijo lo secuestraroncon su mujer, Claudia, de 19 años y en-cinta de 7 meses. Los separaron en elcampo. Un día le avisaron a Marceloque habían dado una ropita a su esposa.Para animarlo, su compañero le comen-tó: “No te preocupes, ves que la estáncuidando, ella está bien, seguramenteestá contenta con la ropa que le dieron,estará más limpia y mejor”. Le permitie-ron a mi hijo verla unos minutos ycuando volvió le dijo a quien contó es-ta historia: “¿Sabés? Yo pensé que loque me habías dicho era una boludezenorme y lo primero que me dijo Clau-dia fue: ¿te gusta el vestido que me die-ron?”. Ella sabía que era el vestido deuna compañera “trasladada” y estabahaciendo vida de la muerte.

Visité no hace mucho Buenos Airesy, para no hablar del ex almirante ysiempre asesino, me encontré en zonasdemocráticas con razonamientos y ar-gumentos que de algún modo diluían laresponsabilidad de empresarios, políti-cos, dirigentes sindicales y aun militaresen el genocidio nacional. Pensé quenunca les había tocado –por fortuna–vestir la ropa de un muerto en algúncampo de concentración. Pensé que in-currían en lo que Hannah Arendt lla-maba “la trivialización del horror”.

Testigos

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27 AÑOS19LUNES 26 DE MAYO DE 2014

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Publicada el 22/2/96

Por Juan Gelman

“Ni siquiera puedo escri-bir”, se desesperaba Fe-dor Dostoiesvsky encarta escrita desde Flo-

rencia en 1869, en la mitad de un autoe-xilio de cuatro años que, huyendo de lasdeudas, lo paseó por Alemania, Italia ySuiza. No fue tan cierto: durante ese pe-ríodo produjo dos novelas monumenta-les, El idiota y Los demonios, y una de éxi-to, El eterno marido. “Debo absolutamen-te volver a Rusia –confiaba a su sobri-na–. Aquí voy a acabar perdiendo todaposibilidad de escribir por falta de mimaterial indispensable y habitual: la rea-lidad rusa (que alimente mis pensamien-tos) y los rusos.” El aquí era la Europa norusa, que le provocaba “una angustia te-rrible y aun peor que eso; miro como unabestia salvaje todo lo que me rodea”.

El tenor de esas cartas recuerda a Le-opoldo Marechal, quien realmente nopodía escribir lejos del país. Por razonesparecidas: “Me resulta imposible pres-cindir del pneuma que rodea aquí a lagente y a las cosas –me dijo algunavez–. Fuera no me sale ni una línea”. Elaquí era, en este caso, el departamentoque Elbia y Leopoldo Marechal ocupa-ban en la calle Rivadavia por el Once,donde gocé de su conversación fina ydivertida y, un poco menos, del guinda-do que solían convidar.

El tema exilio y escritura asomó másde una vez en la sala llena ya de noche.Marechal se burlaba de José Mármol–“fíjese que no por su novela, aunque esmala, sino porque se fue del país por ha-ber pasado apenas unas horas en la co-misaría”– y festejaba con ganas la anéc-dota que padeció un amigo: tras embestiramorosamente y sin éxito a una Amalia

contemporánea, se escuchó a sí mismodecirle: “Pero Amalia, yo no soy de már-mol”. Ahí se extinguió su ardor eróticoevaporado en referencia literaria.

Corría el año 1968 y con la publica-ción de El banquete de Severo ArcángeloMarechal emergía de un largo exilio in-terior que constituyeron tirios y troya-nos por razones políticas, fenómeno fre-cuente en la Argentina (y no sólo). Losescritores antiperonistas lo repudiabanpor su adhesión al peronismo y dejaroncaer sobre Adán Buenosayres un silenciogris como el plomo. Con dos excepcio-nes: Julio Cortázar y Noé Jitrik supieronhacer juicios políticos a un lado para sa-ludar la genialidad de esa novela.

Por otra parte, los colegas peronistasno soportaban el antipopulismo de Ma-rechal y no faltó uno que le birló el car-go de secretario de Cultura al que esta-ba naturalmente destinado, entre otrascosas, por su carrera en el magisterio.Fue tan densa la oscuridad que unos y

otros depositaron sobre Marechal quecuando visitó La Habana en 1969 se leacercaron escritores latinoamericanosque, dijeron, lo creían muerto. De esavisita a Cuba se conservan dos hechosmemorables: Leopoldo y Elbia donaronsangre para los vietnamitas en luchacontra el imperio; y Marechal, antes desubir al autobús que lo regresaría de unavisita a las proximidades de Guantána-mo, se volteó y en dirección a los solda-dos yanquis que apuntaban con armaslargas y binóculos estrenó un corte demanga muy notable.

El exilio interior no achicó la grande-za de Marechal para convertirla enamargura. Ni recortó su valentía: bajola Revolución Libertadora refugió en sucasa al general Valle, a quien intentóen vano convencer de que no se pre-sentara ante las autoridades de la dicta-dura militar, que terminaron fusilándo-lo. Tampoco melló su sentido del hu-mor. “Es inútil –decía–, no hay situa-

ción, por solemne o trágica que sea, a laque no le vea el lado cómico.” El Adánsuele arrancar risas tan sonoras comoun buen chiste soltado con gracia, y es-to es algo muy difícil de lograr con laescritura. Para algunos, la modernidadsólo cuenta con dos ejemplos cumplidosen materia de literatura cómica: El reyLear de Shakespeare y las novelas deKafka. Lo último es incierto, aunque escierto que el praguense se reía a carca-jadas al leer sus propios textos.

Un día helado de diciembre de 1987en Viena, en un coloquio donde unostreinta escritores exiliados –sobre tododel Este europeo– reflexionaban sobresu condición, escuché a JosephBrodsky afirmar que “el exilio propor-ciona menos motivos de cólera que lamadre patria” y que el escritor exiliado“sospecha que existe una interdepen-dencia o relación entre las razones desu cólera y su lengua materna”. Mare-chal no creía lo mismo, sino que la có-lera contra la injusticia no está sujetaa geografía; tampoco pretendía quefuera aplicable a los demás su propiacondición. Pensaba que la condiciónde exiliado es ante todo un aconteci-miento lingüístico para un escritor yque cada quien habita un exilio dife-rente. Apreciaba la escritura de JulioCortázar, al que juzgaba mejor cuentis-ta que novelista, y consideraba que elexilio la había enriquecido.

La mañana de septiembre del ’70 enque murió, Marechal había recibido unpaquete del correo. Venía de Cuba, lohabían violado y faltaba el ejemplar deAdán Buenosayres que la Casa de lasAméricas acababa de editar y él espera-ba con anhelo. “Hasta cuándo seguiránorinando sobre mi cabeza”, preguntó, sepreguntó al advertir el robo. Imperabaentonces la enésima dictadura militar yél se fue. Lo habían orinado ya bastante.

Publicada el 5/1/96

Por Juan Gelman

Enrique Cadícamo contó los he-chos (véase La historia del tangoen París): después de su éxitoen la capital francesa, y proce-

dente de Grecia, Eduardo Bianco fue aBerlín y tocó con su orquesta ante Hi-tler en el teatro Scala y luego en unasuerte de asado que provocó la curiosi-dad y el apetito del carnicero nazi. Fueen 1939 y el tango conocía entoncesen Europa una boga que renace hoypor allí. Ya se habían quemado libros ycuadros “decadentes” en la Alemanianazi. Curiosamente, a Joseph Goebbels–ministro de Propaganda y dictador dela cultura en el Tercer Reich– le gusta-ba el tango; el jazz le parecía “degene-rada música de negros”.

Bianco seguramente nunca imaginó–tal vez ni supo– el destino que correríasu pieza Oración un par de años des-pués: la bautizaron “Tango de muerte”los prisioneros del campo de concentra-ción nazi de Lvov, Ucrania, obligados aescuchar sus compases cuando eran tor-turados, cavaban su propia fosa y en-frentaban al pelotón de fusilamiento. Eljefe del campo, un teniente coronel delas SS, le había puesto letra en alemány la música de Oración era interpretadaen violín, clarinete, saxo y acordeón

por una orquesta de prisioneros forzadosa integrarla. Los SS gritaban entonces“¡A bailar, judíos!” y así iban éstos a lamuerte. Antes de abandonar el campocomo consecuencia del avance de lastropas soviéticas, el teniente coronelordenó fusilar a los músicos. Pervivenen una foto que tomaron los mismosnazis y se conserva en el archivo YadVashem de Jerusalén.

“Tango de muerte” fue el título ini-cial de un poema de Paul Celan, unode los cinco o seis que marcaron a fue-go la conciencia europea desde el finde la Segunda Guerra Mundial. Judío ynacido en 1920 en Chernovitskycuando la ciudad era rumana, Celanconoció durante dos años los rigoresde un campo de trabajo forzado en unaRumania que los nazis controlaban. En1942 sus padres fueron deportados yfallecieron en un campo de concentra-

ción. Esas experiencias acuñaron alpoeta y al poema, cuyo título definiti-vo es “Todesfuge”, “Fuga de muerte”en alemán. Para expresar su judío, Ce-lan eligió la lengua del enemigo, quele llegó por vía materna. Era conscien-te de esa irónica contradicción: algunavez dijo al respecto que “no hay nadaen el mundo que obligue a un poeta aabandonar la escritura, ni siquieracuando el poeta es judío y el lenguajede sus poemas es el alemán”.

Celan escribió la primera versión de“Todesfuge” en 1944 o 1945. Tal vezsupo del “tango de muerte” por un fo-lleto, El campo de exterminio de Lublin(Maidanek), publicado por Moscú en1944 después de que el ejército soviéti-co liberara ese campo. El novelista rusoKonstantin Simonov, redactor de la pu-blicación, consigna que en Maidanek“numerosos altoparlantes emitían losacordes de foxtrots y tangos. Resonabanestrepitosamente toda la mañana, todoel día, toda la noche”. Tal vez Celan losupo por boca de sobrevivientes delcampo de Lvov, no muy lejano de suChernovitsky natal. En “Todesfuge”hablan los prisioneros de un campo deconcentración: “Un hombre con silbatohace formar a sus judíos / los hace cavaruna tumba en la tierra / ordena tocarpara que bailen... grita que toquen conmás dulzura la muerte / esa Muerte esseñora de Alemania / grita rasquen sus

cuerdas con más sombras / así subiráncomo humo al cielo”. Las víctimas sa-ben que les espera ese efímero sepulcrodespués de los hornos crematorios delcampo: “Cavamos una tumba en el aire–dicen– ahí no se yace muy hacinado”.Los prisioneros que la dictadura militarargentina arrojó vivos al mar cavaronuna tumba en el agua. Ese horror estáfuera de toda escritura, pero Celan hizouna escritura de esa nada, sepultó en elpoema a quienes nunca tuvieron sepul-tura. La poesía habla de la realidadtambién cuando habla de lo que no fue.

Se equivocaba Theodor Adorno cuan-do sentenció que, después de Auschwitz,no se podía ya escribir poesía lírica. Lade Celan refuta desgarradoramente al fi-lósofo alemán. Y prueba, sí, que despuésde Auschwitz no hay escritura si no esotra. Lo mismo ocurre en la Argentinaposdictadura militar, donde todavía se lallama “el Proceso”. ¿Cómo hacer olvidaral lenguaje su ayer?

“Insomnio en el lecho del ser” llamóel filósofo francés Emmanuel Levinas ala obra de Celan. Ese insomnio lo llevóal suicidio en París, la ciudad de su exi-lio, hace poco más de 25 años. Un pes-cador rescató su cadáver de las aguasdel Sena el 1° de mayo de 1970, Día delos Trabajadores, pero todo indica quese quitó la vida el 20 de abril. Nuevaironía: en esa fecha, 25 años antes, lomismo había hecho Hitler.

Tangos

Orines

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Gelman PERIODISTA20PáginaI12

Publicada el 14/4/96

Por Juan Gelman

Régis Debray lo considera el me-jor escritor latinoamericano.Desde antípodas políticas, Oc-tavio Paz ha elogiado su escritu-

ra. Pero el subcomandante Marcos, jefemilitar del Ejército Zapatista de Libera-ción Nacional, habla con timidez de sucondición de escritor. “Más fácil seríacon un mate”, dijo en uniforme guerrille-ro y pasamontañas que sólo confía al airelos ojos y parte de una nariz objeto de suautoburla constante. La máscara no ate-núa la clara emanación de juventud.

Es un fenómeno raro, sin antecedentesconocidos en el mundo: su fama de escri-tor dimana de la prosa que vuelca en loscomunicados que firma en nombre delEZLN. Son textos políticos que han lle-vado de la guerra de verdad a la guerra depalabras, pero el subcomandante les aña-de paseos de ficción en las posdatas. Don-de ha aparecido hace meses el personajeDurito, un escarabajo que se proclamaCaballero Andante de La Selva Lacando-na y tiene a Marcos de escudero. Ambosdialogan –como el Quijote y SanchoPanza– sobre las materias más diversas yde política además. El Nobel mexicanocalificó a Durito de invención literariamemorable.

La entrevista con el SubcomandanteInsurgente del EZLN –exclusiva paraPáginaI12– se realizó en el marco del En-cuentro Continental Americano por laHumanidad y contra el Neoliberalismo, ytuvo lugar en algún punto de la Selva La-candona, asediada por los cercos y los pa-trullajes terrestres y aéreos del EjércitoMexicano. Allí y entre dos pipas, el jefemilitar zapatista reveló que siempre le hagustado escribir.

–¿Cuándo escribió su primer poema? –A los trece años.–¿Lo recuerda? –No, hay cosas que más vale la pena

olvidar.–¿No recuerda las circunstancias que lo

movieron a escribirlo? –Sí, era melancólico, era sobre la vida

y la muerte, medio tétrico, con la pregun-ta sobre el sentido de la vida que proba-blemente se hace todo adolescente. Yoestaba en la secundaria, como se dice enArgentina. Ya había leído poesía y esepoema debe haber sido muy parecido alos que yo leía por entonces. Me acuerdomás o menos del tema y de la circunstan-cia un poco existencial o bastante exis-tencial, de ese momento, pero no meacuerdo mero cómo iba.

–¿Siguió escribiendo poesía luego? –No. Iba más al cuento, a la poesía casi

nunca le entré. En aquel ámbito culturalla poesía era mucho la cuestión de la mé-trica, tenía que rimar y todo eso. Y entreque no me salía, que necesitaba pues uncierto manejo del lenguaje, que apenasestaba aprendiendo, y que me provoca-ban aversión esos chalecos, no sabía có-mo entrarle. Entonces mejor le daba alcuento. Cuentos escribí bastantes. Y, porsupuesto, una novela que nunca acabé.Como todos los escritores que se preciande serlo; siempre tienen una novela quenunca han acabado. Pero no, a la policía,perdón, a la poesía no le entraba, a la po-licía tampoco.

–¿Pero ha escrito poesía en los últimosaños?

–Escribí en el período de la montaña,los 10 años que pasamos allí, sobre todo

en los primeros años –1984/85– que fue-ron muy solitarios, poesía que pretendíaser política. Tratando un poco de jugar alespejo o de ayudarnos a nosotros mismos,pues éramos una pequeña pandilla casique quería cambiar el mundo; afirmandoque sí valía la pena lo que queríamos ha-cer, o lo que íbamos a hacer, aunque en-tonces no sabíamos que lo íbamos a hacertodavía. Nosotros organizábamos actosculturales todos los lunes de cada semana:el grupo de combatientes se juntaba en loque llamábamos la célula cultural y se de-cían poemas, se cantaba, se representa-ban obras de teatro. El único libro que te-níamos entonces –yo era capitán– erauna antología de Miguel Hernández. Ha-bía más reuniones culturales que poemasen el libro y éste se acabó. “Escribe algo”,me decían los compañeros, así que losprimeros poemas que escribí en ese perío-do eran más bien por encargo. Y eran po-emas así, pues, lo rudimentarios o lo acar-tonados que pueden ser los poemas sobrepedido. Luego ya escribí por gusto, porganas, algunos más, volví otra vez alcuento y a las narraciones cortas como las“Instrucciones para cambiar el mundo” olas “Instrucciones para caer y levantarse”,todo eso con mucha influencia de Cortá-zar; uno de sus libros era el otro que yocargaba. Pero a la poesía siempre le he te-nido mucho miedo. Es como dice Durito,la distancia entre lo cursi y lo sublime esdelgadísima; yo le digo a Durito que no laconozco porque no he logrado cruzarla,sigo todavía del lado de lo cursi. Así quepara llegar a lo sublime... Algo intenté enpoesía cuando empezamos a hacer con-tacto con las comunidades indígenas. Elmanejo del lenguaje que hacen ellos, ladescripción de la realidad, de su realidad,de su mundo, tiene mucho de elementospoéticos. Eso como que removió la tra-yectoria cultural normal o tradicional quetraía yo en literatura y empezó a produciresa mezcla que asomó en los comunica-dos del EZLN del ’94. Era un poco comoestarse debatiendo entre las raíces indíge-nas de un movimiento y el elemento ur-bano. Es lo que yo podría decir sobre esatrayectoria, pero sí, siempre me gustó es-cribir. No mostraba lo que hacía, por su-puesto, escribía para mí mismo.

–Octavio Paz dice que Durito es una in-vención memorable.

–Eso es injusto, Durito protesta. Diceque él no es una invención, que es real yque, en todo caso, la invención soy yo.

–¿Sigue leyendo poesía? –Sí, cómo no. En alguno de los comu-

nicados cuento la historia de una niñaque se murió, Paticha, explicando un po-co esto de los nonatos. En realidad, esoviene de la lectura de un poema de un ar-gentino que habla de una niña. ¿Se acuer-da usted de ese poema? ¿Cómo se llama?

–No sé de qué poema me habla. –Si es suyo.–Hay cosas de las que uno se quiere olvi-

dar, usted lo dijo.–No, es bueno ese poema. Lo encontré

en una antología de la poesía latinoame-ricana, junto con otro texto suyo. No meacuerdo cómo se llama, pero habla deuna niña que, obligada por las condicio-nes sociales, comete un crimen.

–¿Será “María la sirvienta”? –Andale, ése era. Su estructura inspiró

la forma literaria de la historia de Pati-cha. La historia es real, pero su presenta-ción tiene mucha cercanía con “María lasirvienta”. Y en algunas de las historiasque cuento, que contamos nosotros, apa-recen elementos poéticos –digo, en mi

caso– de Miguel Hernández, del Nerudadel Canto General, sobre todo, un libroque nos influyó mucho a muchos en lamontaña y que también cargábamos. Noconocíamos poesía más reciente hastaque ya bajamos.

–¿Y Pessoa? –A Pessoa lo encontramos bajando de

la montaña, del ’94 para acá, en librosque nos regalaban. Pero eso es nuevo. Lapoesía que frecuentábamos nosotros erala que se consideraba poesía social o decompromiso. Que es la que nos gustaba,porque estábamos en eso. O la más lejanade los clásicos, como Shakespeare, eso sí.Pero de la poesía contemporánea sólo laque tenía contenido social; la que no, nosparecía que no servía, que era contrarre-volucionaria, pequeñoburguesa, etc., etc.

–¿Piensa lo mismo ahora? –Evidentemente no.–¿Y qué piensa? –Nos damos cuenta ahora de que fue-

ron esos elementos, los no esquemáticos,los no tradicionales respecto de esa cul-tura de izquierda en la que nos formamosnosotros, en especial de la izquierdaclandestina, la de los subterráneos, losque nos abrieron ventanas. Que lo quenos salvó como proyecto social, comoproyecto político y, sobre todo, como se-res humanos, fueron esas ventanas abier-tas, esas supuestas “manchas” para un re-volucionario cuadrado, lo que nos lleva-ba a nosotros a decir bromeando que pa-ra ser cuadros revolucionarios éramosbastante redondos. No respondíamos alos esquemas pues, y por lo tanto estába-mos desechados. Esa cultura, esa litera-tura tienen su lugar, tienen su espacio yno pueden ser catalogadas según losmoldes que nos enseñaron, que poesía esla poesía revolucionaria de “Patria o

–El EZLN ha declarado que no es una vanguardia, queno desea el poder y que su propuesta alternativa es el lo-gro de un espacio democrático de confrontación y con-senso, conducente al cambio. La cita no es textual, pero¿es ésa la idea?

–Nosotros pensamos que, dado el costo social de unmovimiento de este tipo, no podemos apostar a repetir elerror de despreciar a la sociedad, al pueblo, o al equivalen-te que quiera usar cada quien para referirse a la mayoría dela población. No se trata de derrocar un gobierno y ponerotro, acabar con un sistema social y poner otro sin que lagente pueda opinar sobre ese sistema social. Decimosnosotros que, en lugar de derrocar o destruir un sistema, oderrocar o destruir un gobierno y poner otro, lo que necesi-tamos es abrir un espacio de lucha política donde la ciuda-danía, o la mayoría de la gente, pueda tener participaciónpolítica y opinar y decidir qué sistema social, qué sistemapolítico, qué gobierno es el que quiere. Nosotros decimosque no importa tanto quién está en el gobierno, sino cuáles la relación de ese gobierno con los gobernados. Nos-otros pensamos que ésa es una solución más estable yque goza de una mayor riqueza histórica que el golpe deEstado, que una revolución relampagueante o larga, comose quiera, o un desastre económico y político sustituidopor otro desastre político y económico. Lo que nosotros noqueremos es que al final hagamos las cuentas y digamos“bueno, pues ya luchamos tantos años y estamos igualaunque cambiamos, tumbamos al gobierno y pusimos otroy pasaron tantos años y volvimos a quedar igual, siguenestando la sociedad política por un lado y la sociedad civilpor otro”. No sólo por otro, sino abajo de esa sociedad po-lítica, y sin poder participar en la toma de decisiones; hastaque se harte otra vez y vuelva a nutrir un movimiento perono ocupe un nuevo espacio y dé lugar a un reacomodo dela sociedad política, siempre arriba, con la sociedad civilabajo, como siempre. Si logramos abrir ese espacio de lu-cha, vamos a pelearnos pero en un terreno donde todosnos vean, con ciertas reglas en las que estemos todos de

acuerdo y en igualdad de condquién gana, quién puede convde la población para una opcióla democracia, lo que teóricamcracia, y por eso estamos luchdría decidir qué procede, si el mo, si el socialismo, si el comumo no hay, un espacio democlas propuestas políticas con lobernados, no importa qué sisttemprano va al fracaso. Con lacon el derrumbe del campo sono es el fracaso de un sistemafracaso del socialismo y el triudad se trata del fracaso de unaPensamos que lo que está fallpolítica, que hay que encontrauna puta idea de cómo sea escómo no debe ser, y que para cesitamos otras voces y otros Nosotros decimos que no poddebemos aprender a escuchade otros y nuestra gente, no sózapatistas, tienen que aprendetiene un lugar y tienen que pelmejor surge de ahí una nueva otros apostamos a una premisdel poder, no a los cargos gubtos de elección popular, y vamproduce una organización de eque debe cuando menos provpolíticos profesionales, que dirahí si como quiera no vamos aver si nuestro fracaso como izqdemocrático es mayor que el d

Lo político

“Nada qucon las a

Diálogo con el subcomandante

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27 AÑOS21LUNES 26 DE MAYO DE 2014

PáginaI12

muerte, venceremos” solamente, o laque describe una situación social. Haypoesía que trabaja sobre el lenguaje mis-mo y no le importa tanto lo que dice si-no el manejo del lenguaje; hay poesíaque expresa sentimientos o cuestionesvivenciales cotidianas; hay poesía demuchas clases. ¿Cómo decirlo? El esque-ma político con el que habíamos crecidotenía su referente o su equivalente en unesquema cultural, en un esquema ideoló-gico e incluso en un esquema moral quemarcaba qué era lo bueno y qué era lomalo: bueno es todo lo que sirva a la re-volución, malo es todo lo que vaya encontra de la revolución. Y ahí no está elproblema de lo bueno y lo malo, de esamanera sólo se lo está eludiendo. Y esopasaba no con la literatura únicamente,con la música también, o sea, cuál debí-amos escuchar o cuál nos debía gustar,porque de eso se trataba; de nuevo teníaque ser la música de contenido social ola música revolucionaria, como le decía-mos nosotros. Y la otra era pues músicaenajenante, alienante, etc. Aunque nosgustara, teníamos que callar y decir quela buena era la música de contenido so-cial. Esa concepción influía hasta en laspláticas del (grupo) colectivo. El colec-tivo de montaña es un conjunto muy so-litario, sometido a condiciones muy du-ras, que tiende a cerrarse, a hacerse fuer-

te para poder resistir, ayudándose uno aotro. Entonces la nostalgia estaba prohi-bida; en todo caso, manifestarla. No esque hubiera una ley, pero cuando se no-taban síntomas de desmoralización enun compañero había que ayudarlo expli-cándole, por ejemplo, que el proletaria-do, por una decisión histórica, iba a asu-mir sus objetivos, etc., etc.

–Hay quien supone que ciertas cosas de-jan de existir no usando las palabras que lasnombran.

–Sí, era una especie de realismo socia-lista, pero en pequeño. Estoy hablando deuna columna formada por doce hombres.Doce en “las grandes fiestas”, decíamosque eran cuando nos juntábamos, porqueen realidad nos partíamos en unidades decuatro. Ese esquema rígido invadía todolo que era la vida del campamento guerri-llero. No se platicaba sobre la familia,porque te llevaba eso al lugar de partida.Tampoco sobre las expectativas persona-les: no podía uno imaginarse en el futurosiendo un hombre común y corriente, opodía, pero no debía decirlo. Decir, porejemplo, finalmente cuando termine estome voy a dedicar a ser chofer; no, cómo,te contestaban, eso es contrarrevolucio-nario, tienes que ubicarte en un lugar re-volucionario, seguir en esto o hacerlo co-mo el Che, irte a otro país y continuar lapelea, etc.

–Antes evocó usted un problema que tieneque ver con lo que está expresando ahora: eldel contacto con la cultura indígena. ¿Esecontacto ayudó o quizás obligó a modificarestereotipos, y no sólo desde el punto de vistade los contenidos, sino también en lo que ha-ce a la lengua? Porque sorprende a quien vi-sita Chiapas el castellano que hablan los indí-genas, lleno de giros y concordancias desusa-dos. Algo semejante ocurrió en Guatemala

cuando los indígenas, después de más decuatro siglos de padecer la dominación blan-ca, empezaron a hablar el castellano y pro-dujeron rupturas sintácticas extraordinarias ymuy enriquecedoras. ¿Qué piensa de eso?¿Qué le ocurrió con eso?

–En realidad casi nadie toca ese tema.Nosotros advertíamos que la concepciónpolítica de lo que el EZLN era entonceschocaba con la concepción política de lascomunidades indígenas y se modificaba.También hubo efectos en el quehacer delEZLN, que tenía una vida cultural bas-tante intensa para una unidad guerrillera.No sólo nos enfrentamos con las lenguasindígenas, sino también con su manejo ycon la forma de apropiación del español.Los indígenas no se apropian de concep-tos, sino de palabras, y traducen su visióncon un manejo del lenguaje muy rico, co-mo decir “está triste mi corazón” por “mesiento mal”, o decir “me duele el corazón”y señalarse la panza, que está cerca. Depronto alguien se enfermaba y decía “mevoy a morir” y al principio uno pensabaque, en efecto, se iba a morir; y cuando selo revisaba no era más que un dolor abdo-minal. Pero así se sentía. Nos encontrá-bamos con que los indígenas manejabanel lenguaje con mucho apego al significa-do de las cosas y al uso de imágenes tam-bién. Teníamos que aprender ese otromanejo del lenguaje para poder comuni-carnos con ellos, y ellos con nosotros, loque empezó a producir efectos en nuestraforma de hablar. Y de escribir. Llegó unmomento en que estábamos hablando“chueco”, como decíamos nosotros, a ve-ces anteponiendo un adjetivo, otras nonombrando alguna cosa sino aludiéndolacon una imagen, y sucedió que así cuajónuestro modo, el modo de hablar de loszapatistas, y eso nos hizo perfectamenteidentificables. Claro, nadie nos andababuscando, pero en las comunidades se sa-bía quién era zapatista por el modo de ha-blar, incluso para explicar la política ypara explicar la guerra, que entonces ape-nas era un futuro incierto. Muchos hanpercibido los efectos del contacto con lascomunidades en la política y la organiza-ción de los neozapatistas, pero nadie opocos son los que se han dado cuenta delas consecuencias del choque cultural,que sin embargo llama la atención tam-bién en el neozapatismo. Me refiero almanejo del lenguaje en relación con lapolítica. Así lo vemos nosotros, pero esmuy difícil reflexionar desde adentro, nosfalta distancia y nos falta tiempo para sa-ber cómo se da eso. Necesitamos un exte-rior, un outsider para poder entenderlo.Nosotros no podemos explicar qué es loque hizo posible eso. Sabemos que lo es-tamos haciendo y decimos “algo pasóaquí”, pero no hemos pensado todavía so-bre lo que realmente ocurrió para que seprodujera el zapatismo de 1994. Tambiénhay que considerar cómo entró el zapatis-mo en contacto con la sociedad civil, conese México que no tenía nada que ver nicon el enemigo ni con el compañero. Esehecho también influye en el trabajo delenguaje del zapatismo. Puede inclusoverse cómo los comunicados del EZLNde los primeros días del ’94 y los que fue-ron emitidos más adelante en el año danpaso a una modificación en el lenguajeque está buscando su acomodo y se estáhaciendo todavía. Es decir, se ha sumadootro elemento, aparte del indígena y delque procedía de la izquierda tradicionalque bajó de la montaña: los dos últimosconstituían ya una realidad compleja queotra vez se enfrentó con una realidad

compleja, la de México. Y hay como unaretroalimentación –así lo vemos–, vamostocando puertas, encontramos una abier-ta, nos metemos, tocamos otras y así; y enel lenguaje estamos tocando puertas ydonde vemos que se abren, por ahí segui-mos. Por eso a veces nuestro discurso esmuy repetitivo, pensamos que lo que nosresultó una vez y nos permitió hacernosentender va a volver a producir el mismoefecto. Desgraciadamente no siempre esasí. A veces produce el efecto contrario;otra vez lo mismo, se piensa, y más por-que del zapatismo se espera siempre algonuevo, más creativo, que no incurra enla reiteración, y para nosotros lo más có-modo es insistir con lo que sabemos yaque resultó. A dos años de nuestra salidaa la luz, ése es uno de los problemas quetenemos. Debemos seguir buscando den-tro de nosotros mismos y dentro de lasrelaciones creadas un lenguaje que nonos haga perder el puente con la socie-dad que logramos construir en los últi-mos dos años. Sabemos lo que no hayque hacer, es decir, repetirse, pero toda-vía tenemos que precisar lo que hay quehacer, y eso estamos probando. Por esonos sirve mucho el contacto con genteque no viene de nuestra trayectoria, nome atrevería a decir de afuera porque esgente que está muy imbricada en el mo-vimiento, pero que ve otras cosas, tieneotras experiencias, otra historia y ha he-cho otro recorrido. Eso nos ayuda a verdónde podemos avanzar. Y en buena par-te el futuro del zapatismo está en el len-guaje. No quiero decir que el zapatismova a desaparecer, pero su futuro y su que-hacer tienen que ver mucho con el que-hacer de su lenguaje. Según sea el futurode su palabra, será el futuro del EZLN.No, no del EZLN, del zapatismo, que hoyes mucho más amplio.

–En su mensaje de la ceremonia de clau-sura del Encuentro Continental America-no por la Humanidad y contra el Neolibe-ralismo dijo usted que al zapatismo se leexige no que se parta en dos sino en mu-chos pedazos, en referencia a la satisfac-ción de unos y la preocupación de otros porsus intervenciones anteriores. ¿Deberácambiar el lenguaje de sus comunicados pa-ra contentar a todos?

–Tal vez convenga insistir en ese par-tirse en dos, en tres o en cuatro; unos es-peran del zapatismo una guía, respuesta acosas prácticas; otros, un pronunciamien-to político; otros, algo que arranque unasonrisa; otros, algo que sea nuevo. Eso esalgo, lo digo honestamente, que cada veztorna más difícil escribir, cada vez se sien-te más que estás escribiendo para agradara alguien o algo, y se corre el riesgo deperder la frescura, la que teníamos nos-otros antes, cuando escribíamos y al quele gustó, le gustó, y al que no no, se chin-gó (se jodió). Pero las presiones sobre elzapatismo, de las que hablé en la clausuradel Encuentro, en cuestiones políticas,también se dan en cuanto al manejo dellenguaje. Qué es lo que debe decir, quéexpresión es machista o sexista, cuál esfeminista, y sentimos como que nos em-piezan a acorralar. Nosotros no nos alza-mos en armas para esto, nosotros quería-mos el uso de la palabra y escribíamos porgusto y no queremos perderlo. No quere-mos hacernos profesionales de la palabra,gente que exista para producir una mer-cancía, algo para el mercado, aunque esemercado sea de izquierda, o sea progresis-ta, o sea democrático, lo que sea. Para esohay computadoras. Se las programa y salelo que uno quiere.

diciones, y ahí sí se verávencer o ganar a la mayoríaón política o para otra. Eso es

mente debería ser la demo-hando. En ese espacio se po-capitalismo, si el neoliberalis-unismo. Cuando no hay, co-

crático de confrontación deos afectados, que son los go-ema social impere, tarde oa caída del Muro de Berlín,ocialista, lo que se producea social y el triunfo de otro, elnfo del capitalismo; en reali-a forma de hacer política.ando es una forma de hacer

ar una nueva, que no tenemossa forma nueva, pero sí de

dar con esa forma nueva ne-pasos. Eso sí lo sabemos.

demos solos. Decimos quer y a darle lugar a la palabraólo la armada, sino todos loser también que su palabraear ese lugar adentro. A loforma de hacer política. Nos-

sa fundamental: no a la tomabernamentales, no a los pues-mos a ver qué tipo de políticosesa naturaleza. Suponemos

vocar desencanto entre losrán “para qué nos metemosa agarrar hueso”. Vamos aquierda o como movimientode los que sí se plantean la

toma del poder y no logran incorporar a mucha gente ensus filas. Pero nos dicen que si no nos planteamos la tomadel poder, nunca se nos sumará el pueblo. Nosotros res-pondemos “y a ti que sí te planteas la toma del poder,cuándo se te ha sumado el pueblo”. Por esa premisa políti-ca que escandaliza y –dicen– nos lleva al anarquismo o aloposicionismo porque no nos gusta tener el poder, lo quees cierto, tratan de encajonarnos bajo una etiqueta u otra.Eso nos preocupa menos que resolver el cómo del nuevoquehacer político, sobre todo en la relación entre los zapa-tistas del EZLN y los zapatistas de la sociedad civil, que esdonde estamos batallando más. Nos preguntamos en quémomento nos convertimos en militares hablando como po-líticos, además de estar acostumbrados a hablar como mi-litares, en qué medida estamos tratando como iguales, enqué grado estamos entrando en un terreno que no conoce-mos y en el que vamos a resbalar y nos tenemos que apo-yar en los que ya conocen, que son políticos que tienen suhistoria, su historia de políticos viejos. Todos esos proble-mas nos tienen ahorita más desvelados que los movimien-tos militares. Para nosotros el futuro del EZLN no se defineen términos militares sino en términos políticos. No nospreocupa el enemigo, nos preocupa cómo vamos a definiruna nueva relación entre compañeros. Porque de una ofen-siva militar nos levantamos; si nos atacan y nos hacen pe-dazos nos podemos rehacer. Somos expertos en perder yvolver a levantarnos, ésa ha sido toda la historia del EZLN.Pero esto de hacer algo nuevo, de encontrarnos en un te-rreno nuevo, es muy doloroso, muy doloroso, muy doloro-so para aquellos con los que nos encontramos y muy dolo-roso para nosotros también. Es lo más difícil, y si podemosresolver eso, se resuelve el futuro del EZLN. Y no tiene quever con las armas ni con la guerra. Se trata de una nuevarespuesta social que, creo, es la que ha inquietado más anivel internacional, más que el aparato de las armas o lapoesía de los comunicados: es la idea de que sí, de que esposible algo nuevo y que es bueno intentarlo. No tenemosnada que perder.

o

ue verarmas”

e Marcos

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Gelman PERIODISTA22PáginaI12

Publicada el 22/5/98

Por Juan Gelman

Es casi nulo el número deniños inscriptos en la his-toria nacional, sólo paraadultos. Salvo el Tambor

de Tacuarí –de quien ni el nombrese conoce–, no hay casi registro nimemoria de los centenares de pú-beres y adolescentes que de unamanera u otra participaron en lasguerras de la Independencia. Porejemplo. De Juan Esteban única-mente se sabe gracias a la obramonumental de Osvaldo Bayer, LaPatagonia rebelde: tenía 15 años yera correo de los huelguistas cuan-do fue apresado por efectivos del10º de Caballería al mando delcapitán fusilador Viñas Ibarra yejecutado el 7 de diciembre de1921 en la estancia La Anita, jun-to al lago Argentino, en el extre-mo sur de Santa Cruz. “Me llamóla atención la guapeza de este ni-ño –testificó años después RamónVallejo, soldado del 10–, puescuando se vio ante el pelotón legritó ‘asesino’ al jefe y cayó.” Unbalazo le había partido la lengua.La lengua, sí, la que habla y nom-bra y critica y desnuda al opresor,el instrumento humano que mástemen los represores. Aunque seauna lengua de niño. Amaral Gar-cía –que se sepa– fue el primerchiquilín secuestrado en la Argen-tina en 1975. Asesinaron a sus pa-dres y llegó la orden de asesinarlotambién a él: tenía 4 años, sabíahablar y decir su nombre y apelli-do. Es decir, era peligroso. El asesi-no designado, como en el mito deEdipo y algunos cuentos infanti-les, no se atrevió a matarlo y lollevó a algún lugar del interior. Elex soldado del ejército uruguayoJulio César Barboza Pla, que a los18 de edad ingresó a la instituciónempujado por problemas económi-cos, fue destinado al Servicio deInformación de Defensa del Uru-guay, el SID, equivalente de la SI-DE argentina. En la sede del orga-nismo se instaló en 1976 un cam-po clandestino de detención que“albergó” a los uruguayos secues-trados en nuestro país y que pasa-ron por Orletti, en el marco deloperativo o red Cóndor. “En laplanta alta (del campo) –informa-ría años después; Barboza pidió labaja al año de incorporarse en ra-zón de los horrores a los que teníaque asistir– encontré en una opor-tunidad a dos niños de corta edad(los vi una sola vez). Conmovidopor la presencia de ellos allí, pudetrabar conversación con el niñomayor (tenía 4 años), quien merespondió que su nombre era Ana-tole y que la niña menor (de año ymedio) se llamaba Victoria.” EnOrletti y en presencia del represorJosé Nino Gavazzo, mayor delejército uruguayo, Anatole ya ha-bía declinado los nombres de to-dos los prisioneros que conocía y

había visto en el campo. Sus pa-dres, los Julien Grisonas, fueron“desaparecidos” y los niños, claro,no podían seguir en el Uruguay.Los llevaron a Chile, los abando-naron en una plaza y los recogióun orfanato. Una pareja quisoadoptar a Anatole, pero no a Vic-toria. El se opuso férreamente y lapareja tuvo que adoptar a la niñatambién. No sé si se requiere másvalor para batir el tambor en Ta-cuarí o para enfrentar a los 4 añosla pesadilla de un campo de con-centración y el dictado omnipo-tente de las instituciones. Ambosniños fueron recuperados porCLAMOR, organismo brasileñode derechos humanos. ¿Qué es elpropio nombre? Para Walter Ben-jamin, como parte de la herenciadel lenguaje, “el nombre garantizaque el lenguaje es simplemente laesencia espiritual del ser humano”.Esa que quisieron borrar los repre-sores. Es notorio que en los cam-pos daban un número a cada pri-sionero para abolir su identidad.La estrategia de los apropiadoresconsistió en borrar la filiación delos niños robados. No siempre lolograron. “Tengo a mis dos papásdesaparecidos (en 1978, en Uru-guay) –dijo Paula Eva Logares des-de la cátedra de Derechos Huma-nos que Osvaldo Bayer imparte enla Universidad de Buenos Aires– yel subcomisario de la Brigada deSan Justo (apellidado Lavallén) sequedó conmigo... Cuando desapa-recimos yo tenía 23 meses y aunasí no me acuerdo de mis viejos,no me acuerdo de nada... Yo mellamo Paula y desde que nacísiempre me llamo Paula, ellos (losapropiadores) me querían ponerLuisa, yo les decía Paula, Luisa no,Paula. Me tuvieron que dejar Pau-la, ésa fue una gran ayuda para miabuela.” En realidad, Paula recor-daba a sus padres: insistiendo en elnombre que le pusieron, afirmó sufiliación, continuó la vida de Mó-nica Grinspon de Logares y Clau-dio Ernesto Logares, confirmó sulinaje. Cuando leí de niño “Han-sel y Gretel” me pareció un relatodetestable. ¿Cómo imaginar a pa-dres que abandonaban a sus hijosporque no podían darles de comer?Con los años aprendí que esa clasede padres existe y el cuento mepareció más realista que cruel. Su-pe entonces que exaltaba el valorde dos niños desamparados quecon su ingenio escapaban de labruja que se los quería almorzar, seapoderaban de sus tesoros y regre-saban a casa. Espero que en la listade niños con lugar en la historianacional figuren algún día Anato-le, Paula y muchos otros que, conla misma guapeza de Juan Esteban,no se doblegaron ante pruebas másterribles que las imaginadas en elcuento alemán. Finalmente, repre-sores hay, brujas no, y ellos tenían4 años, o apenas 2, cuando entra-ron en la resistencia contra la dic-tadura militar.

Del nombrePublicada el 14/6/98

Por Juan Gelman

General de división(R) Albano EduardoHarguindeguy. Mi-nistro del Interior de

la dictadura militar de marzodel ’76 a marzo del ’81. Respon-sable mediato de numerososcampos clandestinos de deten-ción en todo el país. Recibíapartes diarios sobre los operati-vos y secuestros realizados. De-tenido el 27/4/88 por la prácti-ca de una de sus especialidades:el secuestro extorsivo de em-presarios, de Federico Gutheimy su hijo en este caso. Liberadoel 10/10/89. Primer general in-dultado por el presidente Me-nem. Elena de Harguindeguy:esposa del anterior.

(Fuente: documental sobrela labor del Equipo Argentinode Antropología Forense fil-mado en la Argentina en di-ciembre de 1992 y dirigido porDaniele Calcaterra. Copro-ducción europea.) El dicente.Orestes Estanislao Vaello, sub-oficial (R) de Ejército, miem-bro del Batallón 601 del SIEdesde 1973. Fue, entre otrascosas, nexo del grupo de tareasdel Batallón Depósito de Ar-senales 601, Bernal, con losparamilitares civiles de Con-centración Nacional Universi-taria (CNU) de la zona sur dela provincia de Buenos Aires,área operacional 113. (Fuente:su testimonio ante la Conadepdel 4/ 4/1984. Legajo ConadepNº 03675.) Comisión Nacio-nal sobre la Desaparición dePersonas (Fuente: InformeNunca más.)

Rogelio García Lupo. Escritory periodista.

(Fuente: Ni el flaco perdón de

dios. Hijos de desaparecidos,Juan Gelman y Mara La Ma-drid.)

Acto único(en que nada se inventa y to-

do lo que los personajes dicen yalo han dicho)

Escena IHarguindeguy: Llegué a casa

y alguien me avisó que estabanpor mandarme a detener. Elenade Harguindeguy: Yo estabaacá con el señor que venía allevarte (ríe). H.: Preparé la va-lija, subí al auto y fui a presen-tarme al Comando en Jefe. Es-tuve un año y 7 meses deteni-do, donde solamente salí a lacalle dos veces. E. de H.: Sí,era muy triste, sobre todo a latarde, cuando yo me iba, ¿teacordás? Y vos quedarte ahí,

solo, a pesar de que estabas, sí,en un lugar muy lindo, inclusorodeado de camaradas y degente del arma, era muy peno-so de ver. Conadep: Condicio-nes de vida en los Centros deDetención. La “desaparición”comenzaba con el ingreso a es-tos centros mediante la supre-sión de todo nexo con el exte-rior. De ahí la denominaciónde “Pozos” conferida a muchosde estos antros en la jerga re-presiva. No se trataba solamen-te de la privación de libertadno comunicada oficialmente,sino de una siniestra modalidadde cautiverio, que trasladaba lavida cotidiana a los confinesmás subterráneos de la cruel-dad y la locura.

Escena IIH.: Enfrenté juicios, enfrenté

períodos de privación de la li-bertad. Lo que más me dolíaeran las acusaciones de corrup-ción. Porque lo otro, aun el

Teatros

DyN

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27 AÑOS23LUNES 26 DE MAYO DE 2014

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abuso del ejercicio del poder, esun hecho político, mientras quelo otro es un delito de caráctercomún. Y siempre dije que amis hijos les iba a dar educacióny a dejarles un apellido sin má-cula. El dicente: Que en unareunión donde el dicente tuvoque exponer sobre la detencióny el secuestro de un industrial yhacendado llamado FedericoVOGELIUS se encontraban elcoronel ARIAS DUVAL, el ge-neral VALIN, tres oficiales dela MARINA de GUERRA, y sehizo presente el general HAR-GUINDEGUY. En la mismahabía gente de los grupos (detareas) como así también de SI-DE, SIN y SIFA (Servicio deInformaciones de la Fuerza Aé-rea) (sic). Que luego de relatarel informe por haber sido el au-tor directo de la detención –quevenía por orden de ARIASDUVAL– momentos antes deretirarse el general HARGUIN-DEGUY pronunció las siguien-tes palabras dirigidas al dicentey a todos los demás “que a estohay que imprimirle otro ritmo.Que no hay que escribir tanto.Son preferibles muertos que vi-vos, porque nos damos cuentaque son irrecuperables”. H.: Elprimer caso en la historia quequienes habían derrotado a unenemigo, habían triunfado conlas armas del país para asegurarsu sistema de vida, fueron lleva-dos a un tribunal para que rin-dieran cuenta de sus actos. LasFF.AA. habían derrotado a lasubversión y por eso fueron juz-gadas. El dicente: Que respectode este industrial –que se trata-ba de un secuestro extorsivo, delo cual me enteré después– in-tervino Fuerza Aérea, Ejército ydos personas pertenecientes alPoder Judicial de la Nación queen este momento se encuentranfugados. H.: Van pasando losaños, la gente me ve ahora, sabecuál es mi patrimonio, mi patri-monio real, y sabe incluso quetengo que realizar actividadespara incrementar mi haber deretiro y poder vivir bien. El di-cente: Que luego se lo pasa (aVogelius) a disposición PENpara continuar sacándole dine-ro. Que respecto del dinero quese sacó a este industrial puededeclarar fehacientemente quefue a parar a manos de HAR-GUINDEGUY y de un oficialdel Ejército de apellido FLO-RES YUVET (sic. Es Jouvet).Que solicita a esta ComisiónNacional ser llamado para uncareo con este industrial paraprobar la veracidad de estos di-chos. Que de la casa del indus-trial gente de Fuerza Aérea yEjército sustrae colecciones deestribos, espuelas, facones, me-dallas, libros, televisores, mue-bles, en una palabra desvalijanla casa. H.: Digo también quepodría vivir con mi único haberde retiro bajando mi nivel devida, cosa que no lo considerojusto a (para) quien después deservir 41 años en las FF.AA.

más linda, aunque vos decís quees fea. E. de H.: La montaña medeprime.

H.: Pero la montaña conBuenos Aires, con un pied-à-terre acá.

E. de H.: Bueno, es una cues-tión de criterio, a vos te gusta lamontaña, a mí me gusta el mar,una casa en cada lado sería loideal, vos por un lado, yo por elotro (ríe). Telón rápido.

tiene que mantener el statuscon que vivió, con que creció.Yo pretendo por lo menos mo-rirme en la misma condición so-cial y de status vital que he te-nido toda mi vida. A Dios gra-cias, hasta ahora lo voy logran-do. No sé por cuántos años más.Rogelio García Lupo: CuandoHarguindeguy era capitán y ne-cesitaba plata, iba a la CámaraAzucarera Tucumana, en Barto-

lomé Mitre y San Martín, don-de Martínez de Hoz, que era elgerente, le cambiaba los che-ques (...) No solamente eso.Martínez de Hoz representabala posibilidad de ascenso social.No era cuestión de dinero, losHarguindeguy no eran pobres,eran chacareros, sí, pero de laprovincia de Buenos Aires. Unasegunda generación de chacare-ros y el papá pudo pagarle el

Colegio Militar. Martínez deHoz le abría el camino hacia lasclases altas del país.

Escena IIIE. de H.: Un día nos podre-

mos ir a vivir como yo quiero, ysiempre digo que quiero irme avivir a Pinamar, a un lugar así.H.: Pinamar es muy lindo, perocreo que muy triste en invier-no. Yo creo que la cordillera es

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Gelman PERIODISTA24PáginaI12

Publicada el 7/3/99

Por Juan Gelman

El debate en torno de La vida es bella, de Ro-berto Begnini, y al happening que no fue deCharly García abre un tema que parece im-posible resolver teóricamente: el de la expre-

sión en el arte de la realidad del horror, ya se trate dela Shoah o del genocidio argentino. Una de las difi-cultades consiste en que se suele recalar en el falsoantagonismo “libertad del artista”/“ética del dolor”,como si fueran términos enemigos. Otra dificultad:algunos piensan que lo importante es que el arte ha-ble del horror, aunque mal o pobremente, como si larepresentación artística no pudiera usurpar el objetoque representa. Esto último quedó muy claro en elfilm La lista de Schindler. Sin mengua de la habilidady el eventual valor con que el Schindler real rescatóla vida de más de mil judíos, el mensaje de la películaes desvirtuador: la Shoah no fue la lucha entre elBien y el Mal, fue el triunfo del Mal. No fue la salva-ción de los judíos, sino su aniquilamiento. La películaestá teñida de una fantasía filantrópica muy al gustode Hollywood –el don puede ser “un bien absoluto”,dice Stern, el contador de Schindler– y éste se repro-cha no haber vendido su auto para salvar a diez judí-os más, ni su anillo de oro para salvar a otros dos. Ensuma: si con algo así como un millón de dólaresSchindler pudo salvar a más de mil judíos, con milmillones de dólares hubiera salvado a más de un mi-llón de judíos y con seis mil millones de dólares laShoah no hubiera sido. El enfoque de Spielberg es decapitalista filantrópico y perfectamente obsceno: las“buenas obras” serían el único remedio para curarmales sociales, apaciguar rebeldías provocadas por lasdesigualdades brutales del sistema vigente y calmarmalas conciencias. Un paréntesis. Así como en laArgentina lo cierto es hablar de “genocidio” y no de“excesos” de la dictadura militar, corresponde nom-brar “Shoah” y no “Holocausto” al exterminio de ju-díos por los nazis. El aura de “holocausto” remite a“un acto de abnegación que se lleva a cabo poramor”, según la Real Academia, o a una “renuncia aalgo o entrega a algo muy querido o de sí mismo paralograr un ideal o el bien de otros”, según María Moli-ner. Nada más lejos de lo que sucedió en los camposde concentración y los hornos crematorios nazis.“Holocausto” acentúa además la aparente sumisión a

su destino de los judíos prisioneros, borra sus actos deresistencia silenciosa y solidaridades cotidianas, igno-ra a quienes atacaban a los SS con botellas o a manolimpia cuando eran arrastrados a la cámara de gas,como testimonia Hermann Langbein, austríaco so-breviviente de Auschwitz, en Contra toda esperanza.La palabra hebrea “shoah” refiere la destrucción totaly evoca el desierto vacío. Es lo que ocurrió, lo que lospropios nazis llamaban “vernichten”, que significa li-teralmente en alemán “reducir a la nada”. La Shoahasestó un golpe mortal a la creencia positivista en elprogreso humano, hoy apenas recubierta con el hara-po neoliberal. Fue, como bien dijo Lyotard, un sismotan poderoso que descalabró todos los instrumentosde medición. ¿Cómo podrá expresarlo el arte? Ador-no pretendió que después de Auschwitz no era posi-ble ya escribir poesía. ¿No será que después de Aus-chwitz –o después de la dictadura militar que padeci-mos– no se puede ya escribir poesía como antes? ¿Nipensar como antes? Con toda razón señaló JackFuchs en estas páginas que “la Shoah desafía al arte”.El genocidio argentino, también. ¿Cómo dar cuentaartísticamente de esas catástrofes? ¿Hasta qué puntosu representación está tironeada por la doble necesi-dad de recordar y de olvidar? ¿Es posible decir lo in-decible? ¿En qué lugar confluyen la libertad artísticay la ética del dolor para que el dolor sea libre y éticasu representación? ¿No hay otro acercamiento artísti-co al horror que el indirecto? Las respuestas sólo pue-den encontrarse en la obra de cada creador. No seconocen las que hubiera ofrecido el proyecto irreali-zado de Charly García. El nazismo privó al gran poe-ta judío Paul Celan de padres –“soy hijo de una ma-dre muerta”–, de país –Rumania–, de amigos, y lomarcó indeleblemente. La Shoah no sólo asoma enpoemas suyos sobre los campos de concentración co-mo el estremecedor Todesfuge: también arde en lossilencios que sostienen su palabra. Así explicó algunavez Celan la relación entre esas mutilaciones y su po-esía: “Alcanzable, cerca y no perdido, quedaba algoentre las pérdidas: el lenguaje. Eso, el lenguaje, que-daba, no perdido, y sí a pesar de todo. Pero tuvo quepasar a través de su propia falta de respuestas, pasar através de su callarse pavoroso, pasar a través de lasmil oscuridades del habla portadora de muerte. Pasóy no trajo palabras para lo que había acontecido; peropasó a través de lo que había acontecido. Pasó y pudovolver a la luz ‘enriquecido’ por todo eso”. En Celan,la palabra se alza libre en la prisión de la tragedia.

Arte y genocidio

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Miedos Publicada el 1/7/99

Por Juan Gelman

Víctor Frankenstein ysu monstruo nacieronde una pesadilla deMary Shelley. La mu-

jer del gran poeta inglés y crea-dora de un mito que aún nos vi-sita soñó con “un estudiante pá-lido” que revive a un muerto, seduerme, y al despertar descubreque “esa cosa” lo observa desdearriba con “ojos amarillos, lacri-mosos, pero mirada pensativa”.Se despertó aterrada y quiso“cambiar la espantosa imagen demi fantasía por las realidades demi entorno. Todavía las veo: elcuarto, el parquet oscuro, lospostigos cerrados por los que ba-tallaba la luna para entrar, y lasensación de que más allá esta-ban el lago cristalino y los Alpesblancos, altos”. Era la habita-ción donde la escritora dormíasola en el frío verano suizo de1816. La novela, Frankenstein oel Prometeo moderno, se publicódos años después. Quién sabecómo el sueño pasa a la escritu-ra. Seguramente por las vías dela imaginación, que desmonta yreconstruye el espanto de la pe-sadilla. Mary Shelley convirtióal pálido estudiante en el doctorVíctor Frankenstein, que da vi-da a un monstruo tan sobrecoge-dor como la realidad que recibióal dejar atrás su pesadilla. En elsiglo XIX se leyó esa novela co-mo una admonición: se condenaa sí mismo el ser humano quepretende usurpar los poderes deDios. De manera parecida la in-terpretó hace pocos años el di-rector Kenneth Branagh en lapelícula que Robert De Niroprotagoniza en calidad de mons-truo. Con moraleja incluida; lapenúltima escena del film –losfunerales de Frankenstein– so-porta esta advertencia: a más co-nocimiento, más dolor. Es unalectura equivocada de Frankens-tein. Un aspecto fascinante deesa invención consiste en el me-tódico trastorno de las expecta-tivas del lector. Frankensteinparece al comienzo una suertede héroe de la ciencia que se in-terna sin miedo en campos des-conocidos; a medida que la na-rración avanza, despliega unegocentrismo ciego y causantedel oleaje de muerte que devastaa su propia familia. Su criaturaempieza como monstruo, perosu inocencia –o ignorancia– na-tural, contraria al pecado origi-nal, evoluciona hasta conocer elMal, el que impera en la socie-dad, en su creador y, más impor-tante aún, en él mismo. La no-vela es, en realidad, una parábo-

caciones freudianas, antifreu-dianas y aun junguianas de larelación pesadilla-escritura enestos casos. Mary Shelley ha-bría expresado el trauma delnacimiento prematuro y muertede su hija, y del fallecimientode su madre a los 12 días dedarla a luz. Bram Stoker habríadado salida a inseguridadesacerca de su masculinidad. Ste-venson, a las marcas que su no-driza, ferozmente escocesa ypresbiteriana, le infligió con susletanías sobre las llamas del in-fierno y la condenación del pe-cador. Pero ésa es una manerade achicar las resonancias delafuera en una escritura sensible.Lo cierto es que las ideas y lasimágenes de horror que aportóel romanticismo de fines del si-glo XVIII guardan intacto supoder de interlocución con losmiedos más profundos de dossiglos después. ¿La felicidadconsistirá en extirparlos? ¿Ha-brá que cambiar el mundo, en-tonces?

la que contradice al statu quo:habla del uso despótico del po-der –gubernamental, científico,social, familiar–, que desembocaen la crueldad contra los débilesy los desprotegidos. Al final sesimpatiza con el monstruo, máslúcido y humano que el humanoFrankenstein. “La invención (li-teraria), hay que admitirlo hu-mildemente, no consiste en cre-ar desde el vacío, sino desde elcaos”, escribió Mary Shelley enel prólogo de la edición corregi-da del texto que se publicó en1831. Soñaba –despierta– conun nuevo sistema de valores ba-sado en el amor, no en el poder.Pensaba que sólo explorando esatierra incógnita con la imagina-ción se podría erigir el mundoigualitario que su marido, sus pa-dres y ella misma querían. Elcaos era el mundo injusto, sacu-dido por guerras y voracidadescoloniales, por la rapacidad de laburguesía, por la revolución in-dustrial continua, y en el planoideal, por la contradicción cadavez más desnuda entre el racio-nalismo del Siglo de las Luces yel irracionalismo de sus partos,que empujaban a los refugios delromanticismo. Y al pavor de laincertidumbre. En 1931, en me-dio de la crisis más brutal queatravesó Estados Unidos, Holly-wood estrenaba el Frankensteinde Boris Karloff y el Drácula deBela Lugosi. No parece casual.Tampoco la serie de vampiros,el Drácula de Coppola de 1993incluido, que chupan sangre coninsistencia en las pantallas gran-de y chica –para no hablar deotros terrores, extraterrestres ydemás– en los finales de un siglocastigado por genocidios atroces–la Shoah, Hiroshima y Nagasa-ki, de kurdos y camboyanos, pa-nameños, argentinos, tantosotros–, que no conoció un solodía sin guerra, grande o chica, yque jadea amenazado por el sida,desestabilizado por la globaliza-ción y por la destrucción incon-

tenida de la Naturaleza. Es nota-ble que otros dos grandes mitosdel horror se hayan plasmado encreaciones literarias acuñadaspor un sueño. Bram Stoker es-cribió su Drácula, publicado en1897, obsedido por la siguientepesadilla: un hombre indefensoes atacado por tres vampiras se-

dientas de sexo mientras elvampiro jefe lo reclama al gritode “ese hombre es mío”. La queagobió a Robert Louis Steven-son le trajo completa la historiaque explayó en El extraño casodel Dr. Jekyll y Mr. Hyde(1886), novela que escribió entres días. No escasean las expli-

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Publicada el 29/8/99

Por Juan Gelman

Se cruzaron por primera vez enParís en 1925 y se cayeron bien.Scott Fitzgerald tenía 29 años;Ernest Hemingway, 26, y París

era una fiesta. En la tan mentada RiveGauche, margen izquierda del Sena, seapiñaban jóvenes artistas y escritoresyanquis que, al volver a casa del frenteitaliano o francés, encontraron a su paíspeor de como lo habían dejado. Unprovincianismo filisteo, el puritanismo,la Prohibición, hacer dinero como metade la vida eran las dominantes naciona-les. De ellas huían estos jóvenes –Ger-trude Stein los bautizó con sorna “la ge-neración perdida”– que, marcados porla muerte a distancia que propinaba laaviación, soñaban imprecisamente conun mundo mejor hecho. Más que auto-exiliados eran refugiados. En París podí-an vestir, escribir, beber como querían,ningún vecino molestón iba a estigma-tizar sus aventuras amorosas y la ciudadera barata. La crisis del ’29 cerró el sa-lón y se acabó la fiesta. El año de su en-cuentro con Hemingway, Scott Fitzge-rald publicaba El gran Gatsby –su mejornovela, un relato único sobre la des-trucción paulatina del idealismo inge-nuo– y moraba en el pináculo de la fa-ma que le había procurado la primera,Este lado del Paraíso. En Nueva Yorkrecibía mimos de los círculos litera-rios –lo consideraban “la voz de sugeneración”, la desilusionada–, ga-naba buen dinero con sus cuentosy había conseguido casarse conZelda, la novia que lo rechazócuando él era pobre y desco-nocido. La pareja reinci-día en bares clandes-tinos, fiestas yvoluminosas bo-rracheras quecontinuaronen París. He-mingway radi-caba allí co-mo corres-ponsal del dia-rio The TorontoStar, había viajado mu-cho y aprendido no po-co de su oficio. Le gus-taba cazar, esquiar, pes-car, boxear y en 1925veía la luz su primer li-bro, En nuestro tiempo.Entre Scott y Hem –queasí lo llamaban– nacióentonces una amistad sinrivalidades, de hermanosen la escritura, apasionadamente volca-dos a su arte. La relación no tardó enladearse. Fitzgerald tomó candorosa-mente a Hemingway como su “concien-cia literaria”, aunque no sólo a encon-trar editor lo ayudaba: leía cuidadosa-mente sus originales y le fue generosoen consejos y observaciones inteligen-tes que, sin duda, contribuyeron al lo-gro de Adiós a las armas y otras novelasde Hem. Este no leía los manuscritos deScott, hacía críticas sobre su obra publi-cada y rápidamente asumió el lugar desuperioridad como escritor que le cedíaFitzgerald, al que empezó a tratar concondescendencia. Lo pintó burlona-mente en el personaje del escritor fraca-sado que surca las páginas de Las nievesdel Kilimanjaro, un retrato que hirió a

rald: “Lo único que le permitirá a Scottvolver a ser un escritor es la muerte deZelda”, decretó. Es verdad que ademáslo molestaban algunas críticas del com-patriota: al margen de una carta en queFitzgerald le señala que, a su juicio, so-braba cierta escena en un manuscritode Hemingway, éste anota una expre-sión equivalente a nuestro “chupamelos huevos”. Y la firma: “EM”. Lo ciertoes que los dos hombres soportaban másde un contraste. Uno, alcohólico; elotro, amante del deporte. Fitzgeraldsiempre preocupado por su mujer, aun-que enamorado de otra. Hemingwaycambiando de camisa con la misma fa-cilidad con que cambiaba de esposa.Ambos se encontraron en el cruce dedos curvas: la ascendente de Hem comoescritor dominante de la época coincidecon la declinante de Fitzgerald. “Hablocon la autoridad del fracaso, Ernest con

la autoridad del éxito”, dijo Scotten los ’30: había tardado 9

años en pasar de El granGatsby a su cuarta nove-

la, Tierna es la noche,publicada en 1934.Los dos supieron,sin embargo, enviar-se cartas y telegra-mas cariñosos, a ve-ces no exentos deburlas machistas. Enuna misiva, Fitzge-rald pide a Heming-way que le relate susaventuras más re-cientes y estampa:“Oí que terminasteuna novela de cienmil palabras hechaúnicamente con lapalabra ‘pelotas’ usa-da en combinacionesdiferentes”. Heming-way responde con un“virilismo” aún másexacerbado: “QueridoScott: siempre me

alegra tener noticias de un her-mano pederasta... He dejado eljuego de escribir por el juego decafishear... Junté un lindo lotede muchachas, ‘les girls’ en pa-

labras francesas, y cuandovengas con la Sra. en pri-

mavera podré ofrecertedescuentos muy intere-

santes”. En su últimacarta, fechada en no-

viembre de 1940, un mesantes de morir, Scott felici-

ta a Hem por su novela Porquién doblan las campanas; le

dice: “Te envidio como los mildemonios y no hay ironía en esto”. He-mingway era más duro con Fitzgerald.En 1936 le escribía al editor MaxwellPerkins, al que Scott había recomenda-do a Hem: “Fue terrible que (Scott)amara la juventud tanto que saltó de lajuventud a la senilidad”. Pero Fitzgeraldno andaba tan anciano de escritura: de-jó sin terminar una novela en cuyas pá-ginas tiemblan el mismo fulgor y la mis-ma intensidad que irrigan a El granGatsby. Los dos tuvieron una muerteabrupta. Hemingway se suicidó con undisparo de fusil en la boca. Un ataque alcorazón mató a Fitzgerald. Había fraca-sado como guionista en Hollywood ysus libros no se vendían. El último che-que por derechos de autor que recibióera por 13,13 dólares.

Scott. Quien en 1937 registró en su dia-rio que sólo se había visto con Heming-way cuatro veces en 11 años: “No so-mos realmente amigos desde el ’26”, su-brayó. Parece haber previsto que, des-pués de su muerte, Hemingway se en-cargaría, como se encargó, de distribuiranécdotas de Fitzgerald perversas y aba-ratadoras, también probablemente in-exactas. No se conocen las razones deese resentimiento. Es verdad que odiabaque Scott “despilfarrara su talento” enfiestas y night clubs, y nunca le dio sudirección en París para que no le cayeraborracho. Es verdad que detestaba aZelda, que había empezado a navegarpor desórdenes mentales y a la que creíaresponsable del alcoholismo de Fitzge-

Scott y Hem

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Publicada el 25/11/99

Por Juan Gelman

Nadie sabe qué pasa por la ca-beza de ciertos académicos.Por la del profesor estadou-nidense Albert Goldman,

por ejemplo, muy respetado especialistaen Thomas De Quincey, que hace unosaños cometió una enjuta biografía deElvis Presley. Es verdad que, haciendo aun lado ciertos pormenores –la nacio-nalidad, uno inglés, el otro yanqui; elsiglo y medio exacto que separó los na-cimientos respectivos; el oficio, uno,polígrafo entendido en historia, geogra-fía, psicología, economía, metafísicaalemana; el otro, cantante de rock–, nodeja de haber afinidades: ambos consu-mían drogas en apreciable cantidad. DeQuincey se hizo famoso en 1821 con sulibro Confesiones de un opiómano, con elque intentó, desde adentro de la expe-riencia, advertir al lector sobre los peli-gros de esa adicción y el daño socialque infligía. Este “opiómano asiduo yconfirmado” –se autocalificó– aventuraen esas páginas que, para él, “todo esoquedó atrás”. Mentía, desde luego: has-ta el fin de sus días era posible verlo, aveces, visitar con frecuencia la garrafallena de láudano que se colgaba al hom-bro. Cuando Elvis murió, se supo que sumédico le había recetado unos 9 milcomprimidos de anfetaminas, sedantesy narcóticos de enero a agosto de 1977,un promedio de 37 por día. No es fácilimaginar de dónde sacaba tiempo paracantar. El “coronel” Tom Parker, su re-presentante, lo ayudó mucho a desper-diciar los milagros de su voz. En losaños ’60, cuando la música popular acu-ñada por los negros ganaba riqueza y es-pacios en EE.UU., el que enloquecía amultitudes tuvo que actuar en películasde quinto orden interpretando cancio-nes perfectamente olvidables como “Nohay lugar para la rumba en un auto de-portivo”. El “coronel” ganaba más quesu representado, insistía en hacerlo tra-bajar. Lamar Fike, uno de los ayudantesmás cercanos del cantante, lo recordóactuando en Las Vegas los siete días dela semana, a dos shows por noche, du-rante un largo mes: “Estaba tan cansadoque se ponía bizco. Por eso le daba a ladroga, para aguantar”. Elvis ingería píl-doras de todo tipo y catadura, incluidasvitaminas y tabletas desodorantes declorofila de esas que se usan para el ba-ño, con la misma voracidad con que co-mía. Tal vez tenía fe en lo que le entra-ba por donde salía su talento. En ElvisAaron Presley, una biografía de AlannaNash et al, se recoge el testimonio deMarty Lacker y Billy Smith, otros dos

colaboradores íntimos del ídolo, al queseguían por una lealtad a toda prueba yno por sus sueldos, increíblemente ba-jos. Los años de claustrofobia de Elvisno lastimaron esa devoción, aunque sucomportamiento era cada vez más ex-traño. Una vez los mandó a comprardiez diccionarios y diez cuadernos y la-piceras porque había descubierto quelas palabras entusiasman. Reunidos, El-vis abría un diccionario, se detenía enuna palabra y la pronunciaba separán-dola por sílabas. “Y entonces nos pasá-bamos el día repitiéndola en voz alta”,Lacker rememoró. Muy pegado a su ma-dre –lo acompañó a la escuela hasta sus15 años–, Elvis casi enloquece cuandoella falleció. Le presentaba en el ataúda quienes llegaban al velorio: “Aquí es-tá Eddie, ma. Lo conociste en Texas”.Odiaba a los drogadictos y considerabaque su espesa adicción propia era deotra categoría porque recetas médicas lalegalizaban. Soñó con pertenecer alcuerpo de represión del narcotráfico yse entrevistó con Nixon sobre todo pa-ra pedirle la chapa de agente federal.Se la dieron, pero el único arresto quehizo en su vida fue bastante lamenta-ble: detuvo a Hamburger James, in-ofensivo miembro de su séquito encar-gado de comprar hamburguesas, dequien sospechaba que le había robadociertas fotos comprometedoras. En susúltimos años, Elvis nunca salió de sucasa sin un farolito de policía en el te-cho del auto, linterna y bastón de re-glamento y varias pistolas. “Aquí va-mos, a servir a la ley y el orden”, dijoFike que Elvis decía. Se ignora si esavoluntad imperiosa dimanaba de su fas-cinación infantil por las historietas delCapitán Marvel, pero éstas quizás ha-yan impuesto la capa al look del can-tante en los ’70. Este ex chofer de óm-nibus de Memphis, que se hizo solo yfamoso de golpe en 1956, no se llevababien con los ’60. Apoyó con énfasis laguerra de EE.UU. contra Vietnam, sequejó de los hippies, les criticó la faltade respeto a la bandera nacional y sucultura drogadicta. Repudiaba el uso dela heroína en especial, y cuando empe-zó a consumir dilaulida, que es másfuerte, se la hacía inyectar por otro. Elno se autoinyectaba, no era un junkycualquiera. Tuvo un final patético. Ci-to a Phil Baker: “Un poco de alta cul-tura es bueno para los ricos; les confie-re un aura de decoro y dignidad y lesofrece algo en qué gastar su dinero. Pe-ro Elvis nunca la tuvo, y nunca gozó desu protección contra la anomia dehamburguesas infinitas. El mundo seahorró la existencia de la Colección deArte Elvis Presley, pero bien podría ha-berle salvado la vida”. Sí.

Afinidades

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Gelman PERIODISTA28PáginaI12

Publicada el 24/9/00

Por Juan Gelman

Abundan en Jerusalén, sobretodo en este fin de milenio.Suelen ser turistas y se creensúbitamente Jesucristo, el rey

David, la Virgen María o María Magda-lena –según el credo de cada quien– porun rato. A veces siempre, como el judíocanadiense que practicaba pesas y cultu-rismo, se convenció de que era Sansón yfue a la Ciudad Santa con la misión au-toasignada de remover una piedra delMuro de los Lamentos para instalarla ensu sitio original. Todavía es Sansón en elhospital psiquiátrico Kefar Shaul, dondelo atienden y el doctor Carlos Yair Bar-El, judío uruguayo, estudia lo que se hadado en llamar “el síndrome de Jerusa-lén”. Es que la ciudad sagrada para lastres religiones monoteístas más impor-tantes del mundo tiene un influjo parti-cular, aun en quienes se creen muy ateos.Casi imposible no conmoverse ante laTorre de David, los vestigios del Segun-do Templo, la Vía Dolorosa, el Santo Se-pulcro, la mezquita El-Aqsa, la visión delMonte de los Olivos mientras el crepús-culo asciende desde un llamado a la ora-ción hacia La Meca que resuena lejos. Sesiente el peso de la historia y de la tradi-ción judeocristiana de Occidente. Las es-tadísticas lo dicen: la aplastante mayoríade los atacados por el síndrome –sobretodo, protestantes– son europeos (35 porciento) y norteamericanos (60 por cien-to). El resto se reparte entre asiáticos ylatinoamericanos. Esos pujos de encarna-ción bíblica afectan a personas perfectas–o aparentemente– equilibradas. Secuenta el caso de un turista alemán queen los años ’80 realizaba un plácido cru-cero por el Mediterráneo, pasó por Gre-cia deslumbrado, en Jerusalén lo visitó elsíndrome y siguió con normalidad su via-je por Egipto tras una breve internaciónen uno de los departamentos de saludmental en que el personal médico de loshospitales de la ciudad investigan yatienden estos casos. Algunos originanfugaces actos de colaboración palestino-israelí como el del muchacho que, sindocumentos ni un peso y cubierto conuna piel de animal, vagaba por el desier-to de Judea. Lo encontró la policía pales-tina y pidió ayuda al ejército israelí.“¿Usa una piel de animal?”, fue la pre-gunta. Y la siguiente: “¿Es que todavía nosaben que se trata de San Juan?”. Sí: eljoven protestante se empeñaba en repro-ducir los días de formación y purificaciónque el Bautista vivió en el desierto antesde bautizar a Jesús en el río Jordán. Estefin de milenio –como el anterior– abonacreencias en la resurrección de los muer-tos, el advenimiento del Mesías, la irrup-ción del Apocalipsis. Grupos de funda-mentalistas cristianos, en especial de Es-tados Unidos, vendieron todos sus bienespara instalarse en Jerusalén a esperar lallegada del Tiempo. La secta de los Cris-

tianos Preocupados, de Dallas, planeóllevar a cabo suicidios colectivos para re-cibir a los resurrectos y algunos de susmiembros fueron deportados por las au-toridades israelíes. Claro que estas vehe-mencias mesiánicas palidecen frente a lasdel pasado. Para no hablar del sabatianis-mo, ese formidable movimiento religiosode masas que sacudió a la diáspora judíaen el siglo XVII y creó la paradójica figu-ra del mesías apóstata, un Sabbatai Zevique en 1665 se proclama enviado de Je-hová y al año siguiente se convierte al Is-lam ante el sultán de Turquía: curiosa-mente –o no–, el siglo XIX presenció es-tallidos mesiánicos de signo judío, musul-mán y cristiano en países alejados entresí y de entornos sociopolíticos, económi-cos y culturales muy distintos. Véase elYemen. Faqih Sarid se autoproclama“Madhi” (“el que es guiado”por Alá), acuña moneda pro-pia con la inscripción “El Li-berador Esperado” en una ca-ra y “Soberano del Orbe” enla otra, declara que su misiónes purificar la fe de Maho-ma, abolir los impuestos yechar a los infieles (lastropas británicas) deAdén, ocupa con suspartidarios buenaparte del país yel imán lo de-capita en 1840.También los 80 mil judí-os yemenitas esperaban sumesías. Tuvieron varios:Shukr Kuhayl I, que des-pertó un movimientoen 1861-1865 yfue decapitado;Shukr Kuhayl II(1868-1875), quese dijo reencar-nación del I; Jo-seph Abdalla(1888-1893), quese apoyó en la tra-dición judía, peroincorporó elementosde la escatología y la místi-ca musulmanas. El mesianismo ju-dío del Yemen tuvo un claro senti-do político: estaba dirigido contralos ocupantes británicos de Adény los usurpadores otomanos delpaís. La rebelión de los Taiping(1850-1864) nació signada por el cu-ño protestante. Hong Xiuquan, su mesí-as, se había encontrado con la misión depurgar a China de manchúes, seguidoresde Confucio, ladrones, esclavistas, forni-cadores y “otros demonios”. Creó unejército que tuvo hasta un millón dehombres y mujeres bien disciplinados–en general, campesinos pobres atraídospor la promesa de un reino milenario deigualdad, paz y justicia– y se apoderó deun vasto territorio del país. No escasea-ban los levantamientos campesinos detinte mesiánico en la vieja China, em-pujados por la opresión y la miseria,

pero en vez de asumirse como Maitreya–el Buda que será–, Hong se presentó co-mo el hermano menor de Jesús y, desdeluego, también Hijo de Dios. Se dio ellujo de revisar la Biblia y los Diez Man-damientos. Anunció que, en visita espe-cial a la Tierra, Dios y Jesús habían cam-biado de idea y aprobaban ya la poliga-mia, de modo que Hong amontonó 88mujeres en su harén. Su prédica, con as-pectos que recuerdan el comunismo pri-mitivo, produjo en 14 años más conver-siones al cristianismo que casi 3 mil mi-sioneros occidentales en todo el sigloXIX. La rebelión costó millones de vidas.El siglo XX no se ha librado del fenóme-no. Los mesianismos de entonces han si-do reemplazados hoy por otro aún másmortífero: su dios es el mercado libre y elpoder político, su profeta.

Mesianismos Publicada el 22/10/00

Por Juan Gelman

Reví no hace mucho La batallade Argel, film que dirigió GilloPontecorvo y que pinta conmano maestra la lucha del mo-

vimiento de liberación argelino contrael represor colonial francés. Se estrenóen 1966 y desde entonces se han produ-cido no pocas películas de tema político–algunas en torno de personajes comoTruman, Stalin o Patton, otras sobre elasesinato de Kennedy o la corrupciónen la Casa Blanca–, pero con pocas ex-cepciones, la de Ken Loach, por ejem-plo, nadie osó internarse en el subsuelode esas luchas como Pontecorvo. El di-rector italiano no conseguía financia-ción y tuvo que formar su propia compa-ñía, la Igor Film, para acometer la em-presa. La cumplió con un presupuesto de

apenas 800.000 dólares. Filmada enblanco y negro con cámaras manuales,la película se asemejaba tanto a unnoticiario que su distribuidor en Esta-dos Unidos se sintió obligado a anun-

ciarla como “una reconstrucción dramá-tica de la batalla de Argel” y a asegurarque ni un solo centímetro de la obra

era documental. Corría la déca-da de los ’60 y el film tuvo efec-

tos. Se prohibió en Francia.Los fascistas franceses cruza-ban el Canal para ponerbombas en los cines donde se

proyectaba. Los críticosfranceses que la vieronestimaron que Ponte-corvo alimentaba sim-patías por el tenientecoronel Philippe Ma-thieu, jefe de los para-caidistas coloniales. El

fiscal de un proceso con-tra trece miembros de los

Panteras Negras que teníalugar en Nueva York la

mostró completa al juradoargumentando que los acu-sados la utilizaban para en-trenarse en tácticas deguerrilla. Había para to-dos los disgustos. La ba-talla... fascinó al pro-

ductor yanqui DavidPuttnam y su éxito lo mo-

vió a pensar que Pontecor-vo debía dirigir un film épi-

co sobre la Larga Marcha queen 1934-35, bajo la conduc-

ción de Mao Tse-tung, llevó acabo el Ejército Rojo chino. Fue

–y es– un tema verdaderamenteépico: 100.000 hombres partierondel sureste de China, cruzaron 18

cadenas montañosas y 24 ríosbajo el bombardeo constantede la aviación nacionalistade Chiang Kai-shek, y ca-minaron 10.000 kilómetroshasta instalar una base roja

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en el noroeste del país. Llegaron 8000,el núcleo de las fuerzas comunistas que15 años después entrarían victoriosas enBeijing. Para convencer a varios ejecuti-vos de Hollywood de que Pontecorvoera el director que el film necesitaba, losinvitó a una proyección de La batalla deArgel. Cuando se encendieron las luces,se retiraron sin decir una palabra. Uni-ted Artists, sin embargo, contrató aPontecorvo para dirigir Queimada, lahistoria de una rebelión independentis-ta negra en una isla caribeña bajo suje-ción española. El film rebasó el presu-puesto fijado y la empresa se sintió encondiciones de imponer cambios: te-miendo que se prohibiera en España,tornó portugués el dominio colonial–aunque Portugal nunca tuvo posesio-nes en el Caribe–, exigió que se editaraen un plazo de ocho semanas y cortó 25minutos de la versión final mediante elsimple procedimiento de guillotinar me-tros de película de la terminación de ca-da rollo. Aun así, Queimada y La batallade Argel siguen siendo –al decir de Ed-ward Said– “las dos películas de temapolítico más extraordinarias que se ha-yan hecho jamás”. Pontecorvo conocíaen carne propia los avatares de la luchaguerrillera: afiliado al Partido Comunis-ta italiano en 1940, a los 19 de edad, in-

gresó dos años después en la resistenciaantifascista armada y terminó coman-dando la Tercera Brigada de partigianique liberó Milán del yugo nazi. La pelí-cula Paisà de Rossellini lo impresionóde tal modo que abandonó sus queha-ceres periodísticos y fotográficos y em-pezó a filmar documentales en 16 mmsobre la vida de los pescadores y cam-pesinos junto a los cuales había comba-tido. En 1959 dirigió Kapo, una de lasprimeras películas sobre la Shoah, quetodavía influye en el abordaje del te-ma. Esto es advertible en La lista deSchindler, con una diferencia: Kapo notiene héroes individuales, sino colecti-vos. Otros directores –Eisenstein, FritzLang, Rossellini– practicaron las esce-nas de masas, pero ninguno como Pon-tecorvo les dio a éstas el papel protagó-nico que tuvo el coro en la tragediagriega. Para ello prefería gentes realesen vez de extras. Ese personaje-coro re-apareció en Queimada con un solo ac-tor profesional entre sus filas, el francésJean Martin. Diez años después, Ponte-corvo dirige Ogro, film fallido sobre elatentado de la ETA que terminó con elalmirante Carrera Blanco, ministro delInterior de Franco. Y luego, el silencio.En un documental de 1990 para la TVfrancesa, Edward Said especuló que las

preferencias de Pontecorvo –temas po-líticos y actores no profesionales– asus-taban a los productores. Habrá algo deeso. Y, sin duda, algo más. Después deOgro y de abandonar en 1975, a las dossemanas de iniciada, la filmación deMister Klein –no le parecía que AlainDelon tuviera el tipo de judío persegui-do por los nazis en París–, Pontecorvorechazó más de 60 guiones, 35 de ellos,propios. “Empiezo a escribir un argu-mento –confió a un amigo– y me entu-siasmo. A los dos meses me pregunto¿para qué hacer este film? Ahí se termi-na.” Tal vez se habían terminado, ade-más, otras cosas. Preguntado por quénadie en Italia –y no sólo– hacía pelí-culas de tema político serias, contestó:“Nuestras certezas se han disipado. Ypara hacer una película épica, aunqueuno esté equivocado con la idea en quese basa, es imprescindible creer firme-mente en ella. Existe entonces la posi-bilidad de una comunicación. Hoy to-do el mundo tiene dudas”. Sí. EduardoGaleano recordó esa pintada impresaen una pared de Quito que decía haceaños: “Cuando tenía respuestas para to-das las preguntas, me cambiaron laspreguntas”. Padecemos la globalizacióny el socialismo real se ha derrumbado.Habrá que imaginar otro.

Dudas

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Cavilaciones

tencia en el país de 602 “gruposde odio” activos: ku-klux-kla-nes, fundamentalistas, neocon-federados, skinheads, otros, mu-chos de ellos armados y muchoscon justificaciones cristianas pa-ra perseguir a negros, latinos,árabes, asiáticos, judíos, todoshabitantes de una nación que secreyó un meltingpot y que pade-ce de segregacionismo interno.El presidente Bush no tiene lacasa limpia. ¿La bombardearápara limpiarla?

Se prepara una guerra mun-dial contra el terrorismo sin ros-tro, declarada por el máximo re-presentante institucional deotro terrorismo sin rostro: elmercado. Pueblos que sufren elúltimo seguirán pagando los cos-tos del primero.

Susan Sontag al diario parisi-no Le Monde: “...no se trató deuna ‘cobarde’ agresión contra la‘civilización’, la ‘libertad’ o la‘humanidad’ ni contra el ‘mun-do libre’, sino de una agresióncontra Estados Unidos, super-potencia mundial autoprocla-mada, una agresión que es laconsecuencia de ciertas accio-nes y de ciertos intereses esta-dounidenses”.

Los estadounidenses deberí-an entender “de una vez porqué tantas personas detestan asu país”, confió Norman Maileral diario alemán Wel am Sonn-tag. “Mientras Estados Unidosno comprenda el daño quecausa insistiendo en imponer elamerican way of life a todos lospaíses, estaremos en problemas.Seremos la nación más odiadade la Tierra.” El presidenteBush quiere ahora imponer elamerican way of war a todoslos países.

El viernes 14 de este mes,Madonna pidió a los 18 milasistentes a su concierto en LosAngeles un minuto de silenciopara rezar por la paz. “La vio-lencia engendra violencia–precisó– y no sé ustedes, peroyo quiero vivir una vida larga yfeliz, y quiero que mis hijos vi-van una vida larga y feliz.” Eldía anterior, unos cien neoyor-quinos manifestaron para decirno a la guerra. En medio delhorror y de la ira despunta laconciencia del dolor que noquiere más dolor.

Publicada el 20/9/01

Por Juan Gelman

Los atentados en NuevaYork y Washington notienen justificación ide-al posible. Los encarga-

dos de la limpieza del TradeWorld Center no dieron la or-den de invadir Panamá, Grana-da, etc., ni la de derrocar al pre-sidente Allende, etcétera. Lasempleadas de sus oficinas noplanearon la Operación Cón-dor, ni el bombardeo de Yugos-lavia, Sudán, etcétera. Alegrarsede que Estados Unidos “ha reci-bido una dosis de su propia me-dicina” es profundamente inmo-ral. Como inmoral ha sido lamuerte de civiles panameños,guatemaltecos, sudaneses, chile-nos y otros conosureños, yugos-lavos, etc., inducida y/o ejecuta-

da por la primera potencia mun-dial. Sólo que en estos últimoscasos no se rezó en todo el mun-do por las víctimas.

El terrorismo tampoco tienejustificación política: no es unapolítica, es una antipolítica y nopropone alternativas, más bienlas cierra. Existe porque hayopresión y la necesita para ser.

La guerra que propone el pre-sidente Bush tiene idéntica mo-tivación y usa el manto de la lu-cha del bien contra el mal. Kaf-ka tiene una vez más razón: “Lamentira se ha convertido en el

orden mundial”, dijo.Mohammad Omar, líder espi-

ritual de los talibanes, pregonó asu vez que Afganistán está pre-parado para la guerra santa con-tra el mal. Los fundamentalis-mos se espejan.

El gobierno estadounidenseha proclamado que esa guerrano sólo está destinada a Osamabin Laden sino a todos los te-rroristas y a todos los países quelos cobijan. ¿Habrá tambiéncastigo para la población de Li-bia, Irak, Siria, Irán, Sudán, et-cétera? ¿Se quiere atizar la Jihadislámica? ¿Se busca que el mun-do se encoja de temor? ¿Se pre-tende que no haya más Seattlesni Génovas? ¿Que cierren suprotesta los globalifóbicos? ¿Elgobierno de Bush capitaliza asíla horrible muerte de miles decompatriotas? ¿Es además capi-talista del horror?

El presidente Bush anuncióque el concepto de normalidadcambiará en adelante de signifi-cado en Estados Unidos. No setrata sólo de medidas en los ae-ropuertos: el procurador generalJohn Aschcroft está pidiendo alCongreso que se otorgue máspoder a los servicios de inteli-gencia y a las fuerzas de seguri-dad, que la CIA pueda, porejemplo, reclutar a represores lo-cales y extranjeros aunque seannotorios violadores de los dere-chos humanos, que se incre-mente la intervención clandes-tina de teléfonos, que se puedanllevar a cabo ejecuciones extra-judiciales de líderes políticos deotros países. El Senado aprobóya el espionaje de comunicacio-nes electrónicas. En defensa dela democracia, Washingtonvuelve a recortarla. Parodiandoa Jonathan Swift, se podría decirque la mejor manera de no lasti-mar a la democracia es terminarde una buena vez con ella.

El criterio de la seguridad pre-valece sobre la observancia delas libertades civiles, las garantí-as individuales y el derecho a laprivacidad. ¿Seguridad paraquiénes? No existió para los ci-viles neoyorquinos. No existirápara los civiles afganos.

El centro Southern PovertyLaw, que alerta sobre los brotesde racismo en EE.UU., registróen su informe del 2000 la exis-

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Publicada el 30/6/02

Por Juan Gelman

Se parecían casi nada. GustaveFlaubert pasó toda su vida madu-ra en su retiro al fondo de Nor-mandía. George Sand prefería el

ruido social. Uno murió soltero con pocamujer detrás. La otra practicó el amorcon abundancia y sin distinción de sexos.Ambos fueron elogiados y criticados condureza. Edmond de Goncourt anotó ensu diario que Flaubert era un provincianovulgar, lleno de exageraciones, que se au-toproclamaba apasionado, pero no dabaimportancia alguna a las mujeres. Baude-laire calificaba de “letrina” a Sand y escierto que su ex marido, Casimir Dude-vant, argumentó para que le otorgaran laLegión de Honor que haberse casadocon ella merecía un reconocimiento pú-blico. Pero Heine la consideraba “tanhermosa como la Venus de Milo” yFranz Liszt, “la mujer más fuerte (en elsentido bíblico) y la más ricamente do-tada” del siglo. Los dos eran escritores fa-mosos y se asemejaban contrariamenteen una práctica poco habitual para laépoca: mientras escribía Madame Bovary,Flaubert bailaba para sus amigos vestidode mujer; Sand usaba ropa de hombrepúblicamente. Fueron íntimos amigoshasta que la muerte decidió otra cosa.

Tenían miradas muy diferentes sobreel mundo, pero ninguno de ellos pasabapor alto la estupidez humana. ParaSand, la estupidez era “un estado infan-til” y “toda infancia es sagrada”; paraFlaubert, era inerte y no merecía com-pasión. Sand fue socialista, anticlericaly crítica de la obligada sumisión de lamujer. Flaubert repudió la Comuna deParís, aunque más “la ineptitud de la de-recha”. Y no se engañaba sobre sí mis-mo: dio la razón al médico que lo aten-día cuando lo trató de “vieja histérica”.Llegó a decir: “Si yo fuera una mujer, nome querría como amante”.

Sand le llevaba 17 años a Flaubert, seenamoró brevemente de él y le daba con-sejos maternales: que se casara, que tu-viera hijos, que hiciera gimnasia. “Ustedama demasiado la literatura –le escribió–.Eso acabará con usted y usted nunca aca-bará con la estupidez humana.” Cuandoun desastre económico agobió a Flauberty lo obsesionaba la idea de que se iba aquedar sin la casa donde escribía sus li-bros, Sand le ofreció comprarla y que vi-viera allí hasta su muerte. Eso no le im-pedía hartarse cada tanto de su “jovenamigo”: “Acabo de cenar con Flaubert–confiesa a su hijo– y su conducta fuemás extravagante que de costumbre... Loestimo mucho, pero me da terribles dolo-res de cabeza”.

Sus otras diferencias, las literarias, sonexplícitas en la correspondencia que in-tercambiaron en diciembre de 1875. Losdos salían de enfermedades y desánimospara retornar a la escritura. Sand nooculta su disgusto por la posición estéti-ca de Flaubert. Afirma que él, segura-mente, está escribiendo una obra carga-da de desolación mientras que ella pro-cura una novela que sea consuelo. El rei-tera que no permite que sus sentimientospersonales invadan sus libros. “¿Acasono los invaden?”, responde ella. Y ladoctrina del autor ausente –insiste–, másque una postura estética, ¿no encubrirála falta de verdaderas convicciones? Esapretendida objetividad –subraya– roza lasuperficie de la vida, y el arte debe ser al-

go más que sátira y pura crítica; le propi-na que escribe para una elite y que suatención extrema a la forma –lo queFlaubert llamó la búsqueda de “la pala-bra justa”– desemboca en una carenciade profundidad. La debilidad de La edu-cación sentimental –critica– consiste enque sus personajes no actúan, son merojuguete de los acontecimientos.

La respuesta de Flaubert es compacta.Asegura que no le faltan convicciones,pero su importancia y la de él mismo na-da son comparadas con el trabajo del tex-to. En su obra, “el autor debe estar comoDios en el Universo, presente en todaspartes y visible en ninguna”. El creador esnada; la obra es todo y las opiniones per-sonales no tienen cabida en ella. El nopertenece a una escuela ni ha creado al-guna, ejerce el realismo en tanto vía a laBelleza. Y no se trata de sátira o de críti-ca: cree firmemente que “no hay mons-truos ni héroes”. Por lo demás, piensa quetodo dogma es espiritualmente falso, llá-mese Religión, Progreso, Catolicismo oDemocracia. La Fisiología y la Historiacontradicen el juicio de Sand sobre laIgualdad. El ser humano es un compuestoinestable y la Tierra, un planeta decidida-mente inferior. En cuanto a que la litera-tura debe proporcionar consuelo, “nopuedo cambiar mis ojos”, dice Flaubert. Yse despide con un cálido abrazo a su “que-rida y adorable y buen maestro”. La lla-maba “maestro”, pero cuando falleció, élsupo decir: “Había que conocerla comoyo la he conocido para comprobar cuántafeminidad había en este gran hombre, lainmensa ternura que poseía este genio”.Para la muy sensible poeta Elizabeth Ba-rrett Browning, Sand era “un genio feme-nino magnífico, el mayor de cualquier pa-ís y en cualquier época”.

George Sand era más bien corta de es-tatura y Gustave Flaubert, altísimo.Cuando lo enterraron, su cajón no cabíaen la tumba ya excavada y hubo que se-pultarlo en diagonal. Con la cabeza paraarriba, claro.

Asimetrías

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Publicada el 3/9/02

Por Juan Gelman

George Orwell anticipó en suúltima novela, publicada en1949, un mundo con policí-as del pensamiento, anula-

ción del pasado, mutilaciones del len-guaje y la memoria, siempre dispuesto atragarse las mentiras que sirve el poder.Tenía en mente a la entonces UniónSoviética, pero sucede, curiosamente,que es en Estados Unidos donde el go-bierno de Bush hijo está llevando a lapráctica esas imaginaciones. Es ciertoque la novela se titula 1984 y que esta-mos padeciendo el 2002. Hay que darletiempo al tiempo. Hace más de dos me-ses que la Asociación de Bibliotecas deEE.UU. está esperando que el FBI con-teste cuántas veces ha utilizado las am-plias atribuciones que le otorga la USAPatriot Act para investigar en secretolos registros –alguna vez confidencia-les– de bibliotecas públicas y librerías.Es la pregunta número 12 de un cues-tionario de 50 que el Comité de Justiciade la Cámara de Representantes elevóal Departamento del ramo que dirige eldevoto John Ashcroft. Devoto en ma-terias varias: religión, represión, fascis-mo. También esperan el congresista de-mócrata John Conyers y el republicanoJames Sensenbrenner, presidente delComité, que prepararon el cuestionarioy fijaron el 9 de julio que pasó como fe-

cha límite para la recepción de las res-puestas. Desde que los atentados del11/9 llevaron al Congreso estadouni-dense a aprobar esa ley “antiterrorista”,un documento de 342 páginas que losparlamentarios no tuvieron tiempo deleer, el FBI adquirió, entre muchasotras, la facultad de vigilar a su antojolos hábitos de lectura de todo ciudada-no. Guay de quien compre en una li-brería o pida en una biblioteca algún li-bro sobre el Islam, o Cuba, o las TorresGemelas, o los países del “eje del mal”:podría ser catalogado como sospechosode terrorismo, detenido por tiempo in-determinado sin aviso ni acceso a undefensor, es decir, “desaparecido a la ar-gentina”, como señalara Warren Chris-topher, ex secretario de Estado de Ja-mes Carter. De hecho, casi todo el pue-blo estadounidense corre esos riegos siel FBI se encapricha. Las órdenes deallanamiento llamadas sneak and peek(irrumpir y revisar de manera furtiva) lepermiten catear cualquier hogar, escru-tar efectos personales, fotografiar, bajarinformación de la computadora si lahay, sin que el dueño se entere hastadespués del hecho cumplido. En la re-vista Insight on the News, John White-head, fundador y presidente del Institu-to Rutheford, definió la situación así:“La libertad y la seguridad no se exclu-

yen mutuamente, pero lo único que nossepara de la tiranía es la Constituciónde EE.UU. ¿Pienso que hemos perdidolibertades civiles? Sí. ¿Pienso que he-mos establecido las bases de un Estadopolicial? Sí”. No se puede decir queWhitehead habla oscuro. Las órdenesde registro de bibliotecas y librerías sonemitidas por una instancia judicial quese reúne en secreto y prohíben que losfuncionarios y dueños de las unas y lasotras revelen a nadie que el FBI los hacontactado, y menos a la persona queestá siendo investigada. Los Angeles Ti-mes (29/7) da cuenta de un sondeo queel centro de investigaciones de la bi-blioteca de la Universidad de Illinoisllevó a cabo en 1020 bibliotecas: el 85por ciento, en su mayoría de los institu-tos de investigación más importantes,fue “visitado” por agentes federales olocales que pedían información sobrelas preferencias de los lectores. La poli-cía del pensamiento, vamos. Esto notranscurre sin reacciones instituciona-les. Se ha informado en estas páginas(29/8) que en Newark, Detroit, Was-hington y Cincinnati se dictaron fallosque condenan los métodos orwellianosejecutados por Bush hijo. El tribunal fe-deral de apelación de Cincinnati dicta-minó que eran ilegales las audienciassecretas que culminaron con la deporta-

ción de centenares de sospechosos deterrorismo detenidos luego del 11/9. “ElPoder Ejecutivo intenta seccionar lasvidas de las personas, de espaldas a lamirada pública y detrás de una puertacerrada. Las democracias mueren detrásde puertas cerradas”, especifica su sen-tencia. La jueza federal de Washington,Gladys Kessler, determinó que el De-partamento de Justicia debe proporcio-nar los nombres de la mayoría de lossospechosos que siguen presos. “Las de-tenciones secretas –dice su fallo– cons-tituyen un concepto odioso para unasociedad democrática.” Y hay resisten-cias locales. Las autoridades municipa-les de Berkeley (California), Denver(Colorado), Ann Harbor (Michigan) yde cuatro ciudades de Massachusetts(Northampton, Leverett, Amherst yCambridge) aprobaron sendas resolu-ciones que cuestionan el camino que laCasa Blanca recorre en su guerra “con-tra el terrorismo” dentro de las fronte-ras nacionales. “Creemos que estas li-bertades civiles (de expresión, de reu-nión, la igualdad ante la ley y el dere-cho a la privacidad, otras) están ahoraamenazadas por la USA Patriot Act”,aseveró el concejo municipal de Cam-bridge. “Nos trajo (esa ley) resonanciasde la era McCarthy y de otros tiempos”,recordó la concejal de Denver KathleenMac Kenzie. Es que resulta imposibleanular las reservas democráticas de unasociedad entera. Eso también –desespe-radamente– Orwell lo previó.

Orwell redivivo

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27 AÑOS33LUNES 26 DE MAYO DE 2014

PáginaI12

Publicada el 26/12/03

Por Juan Gelman

Cumplió 88 en octubre y sucapacidad creadora no seagota: Arthur Miller estádando los toques finales a

una nueva obra teatral en la que vienetrabajando desde hace dos años. Estáambientada en el medio cinematográfi-co y su título, Finishing the Picture(“Terminando la película”), es condu-cente y aun significativo. Tal vez confíeintimidades del gran dramaturgo acercadel fin de otra película, su vida. Por lopronto, padece ya homenajes que rode-an su figura de un hálito de autor clási-co difunto: un documental de MichaelEpstein que explora su tormentosa yatormentada amistad con Elia Kazan,seguido pocas semanas después por Ar-thur Miller, His Life and Work, una bio-grafía compuesta por Martin Gottfriedde reciente aparición.

Son notorias las posturas éticasopuestas que Kazan y Miller adoptaronen la década del ‘50 frente al macartis-mo. Citados por la Comisión de Activi-dades Antinorteamericanas de la Cá-mara de Representantes de EE.UU., elprimero señaló a ocho colegas deHollywood como sospechosos de ser co-munistas. El último no dio nombre al-guno, se le confiscó el pasaporte y fuecondenado por desacato al Congreso,medidas que revirtió una apelación. Enun texto famoso que publicara la revistaEsquire, nada menos que John Stein-beck elogió el coraje personal y artísti-co de Miller y señaló que su actitud ex-presaba los valores auténticamente es-tadounidenses que McCarthy procla-maba defender. Kazan, por su parte, pa-gó un aviso de página entera en TheNew York Times justificando su dela-ción porque había que combatir al co-munismo de todas las maneras posibles.En la ex URSS se explicaba exacta-mente lo mismo en estos casos, claroque sustituyendo la palabra “comunis-mo” por la palabra “imperialismo”.

Cuando los años ’50 comenzaban,Miller y Kazan presentaron a la Colum-bia Pictures un guión que revelabaprácticas corruptas en el gremio de esti-badores de Brooklyn. La empresa pusocondiciones para llevarlo a la pantalla:los burócratas sindicales debían ser co-

munistas y no mafiosos, como el guiónproponía. Miller se negó y en EchoesDown the Corridor –volumen que reúnesus ensayos del período 1944-2000– re-fiere que esa imposición de la Columbialo llevó a escribir Las brujas de Salem,una de las escasísimas obras literariasque en el período macartista desafiaronsu loca arbitrariedad. Pese a todo, Mi-ller reanudó su relación con Kazan y en1999 hasta apoyó el Oscar que la Aca-demia le otorgara por trayectoria cine-matográfica, aunque guionistas y direc-

tores de Hollywood levantaron olas deprotesta por la nominación. No se apa-ga todavía el recuerdo de la colabora-ción que Kazan prestó a la caza de bru-jas desatada por McCarthy.

Walter Bernstein, uno de los escrito-res incluidos en la lista negra, dijo en-tonces: “Kazan dañó la industria del ci-ne, hizo todo más difícil para todos.Perdónenlo, está bien, pero no lo pre-mien”.

Arthur Miller es un hombre y un ar-tista marcado por la crisis del ’29, que

hirió sus 14 años de edad, y jamás can-jeó por prebenda o beneficio una éticacristalina que causa admiración en elextranjero e irritación en su país. “Elhecho de que Miller se considere a símismo un gran pensador es uno de losgrandes equívocos de la vida”, pontificóJames Walcott en Vanity Fair. Gottfriedapunta que las críticas a Miller de loscírculos culturales estadounidenses sedeben sobre todo al enfoque cínico conque escritores e intelectuales yanquis dehoy leen el aliento moral de su obra,cargada de una profunda humanidad,como apenas moralismo. Lo había dichoel propio Miller: “El dramaturgo vive enterritorio ocupado y él es el enemigo”.

Sus ensayos son implacables con larealidad política y los políticos deEE.UU., también con él mismo. Expli-ca su sentido de responsabilidad socialcomo una urgencia espiritual nacida dela necesidad de mantener un comporta-miento justo para restaurar la dignidadde su padre, arruinado por el crac de losaños ’30. Confiesa que, aunque conoceracionalmente y se opone enérgicamen-te a “lo que podría llamarse un estadopermanente de macartismo en laURSS”, su instinto vincula las imáge-nes de opresión con el fascismo, “por-que el primer golpe a la idea de ecuani-midad” fue el ascenso de Hitler al po-der. Critica la pereza de pensamiento ola ceguera deliberada de los izquierdis-tas que se niegan a admitir la represiónque practican los regímenes totalitarios,sean de derecha o de izquierda. Estosensayos trazan su biografía intelectual.

La otra, la real, está en su teatro, sunarrativa y sus ensayos, en los que elespesor de lo vivido y el juego de lamemoria de lo vivido ofrecen muchomás que la linealidad cronológica delos hechos: experiencias personales ale-jadas en el tiempo se juntan o chocanen nuevas circunstancias, como si éstasarrojaran una luz perfeccionadora delrecuerdo, enriqueciéndolo con otrassignificaciones. Algo que sin duda pal-pitará en Finishing the Picture, subraya-do por el merodeo cercano de la muer-te. En un EE.UU. que la TV ha con-vertido en “un país de entrevistados”que saben sintetizar la trivialidad –dije-ra Miller–, su obra continúa y se levan-ta como otra prueba de que la ética delarte consiste en hundirlo en la realidady transformarla.

Transformaciones

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Gelman PERIODISTA34PáginaI12

Publicada el 4/1/04

Por Juan Gelman

“La gracia me llegó en formade gato”, anotó WilliamBurroughs en sus diarios fi-nales; especialmente en

forma de Riski, su preferido. El ídolo delos beatniks quería bastante menos a losseres humanos, pensaba que el amor “esmayormente un fraude, una mescolanzade sexo y sentimentalismo que ha sidosistemáticamente vulgarizada y degrada-da por el virus del poder”. Estos diariosno son el canto del cisne de un gran he-terodoxo: más bien dan testimonio de lasimposiciones de la vejez, como “Qué esel mundo”, el poema que Beckett escri-biera un año antes de morir. El título delos diarios, publicados en el 2000, es sinduda adecuado: Last Words. Hace ademásreferencia a la fascinación del autor de Elalmuerzo desnudo por el delirio terminaldel gangster Dutch Schultz –rigurosa-mente transcripto por un taquígrafo de lapolicía– que lo llevó a crear un guión ci-nematográfico sobre el tema. Felinosaparte, en estas páginas abundan otrasentidades no humanas, demonios, extra-terrestres que él no ve y espíritus de di-versa especie que sí ve.

“Una vez pregunté en un sueño a unespíritu maligno italiano: ‘¿Quién eres?’.Y él se reía y se reía, y siguió riéndose enuna laguna oscura de mármol contra undecorado italiano y era deliciosamentemaligno”, apunta quien compusiera Yon-quis, ese cuasi tratado sobre la drogadic-ción. Burroughs había regresado a la in-gesta de drogas a los 63 de edad, luego de18 años de abstinencia. James Grauer-

holtz, editor y prologuista de los diarios,describe la vida cotidiana de Burroughsentonces y hasta su muerte en 1997. Ha-bitaba una cabaña de dos ambientes enLawrence, Kansas, con rosales en el por-che y una etiqueta en la puerta que in-formaba de la presencia de gatos en elinterior que debían ser salvados en casode emergencia. Comenzaba la mañanacon una inyección de metadona y undesayuno suculento. Después de medio-día practicaba tiro al blanco con pistolay cuchillo. El tiempo de los tragos llega-ba a las 15.30 en punto y solía trabajaren sus diarios hasta la cena con amigos.Se acostaba a las 9 de la noche, no sinantes hacer una ronda alrededor de lacabaña, pistola al cinto.

Burroughs había cambiado. Atrásquedaban las larguísimas tenidas de dro-ga y alcohol. En una de ellas –es noto-rio– mató a su mujer cuando trataba departir con un tiro la manzana que ellatenía sobre la cabeza. Sucedió en Méxi-co y en estos diarios afirma que equivo-có el disparo porque estaba poseído por“El Espíritu Feo”. Consigna que se co-munica con los muertos, fabrica conju-ros, opera una “máquina deseante” quele permite el acceso a una suerte de so-ñar despierto, reconoce espíritus que loprotegen y demonios que lo asaltan. Es-tos raptos de ocultismo y magia negraalternan con las expresiones de odio quepropina a humanistas negadores de otrasdimensiones y a la irracionalidad de unmundo que usa el disfraz de la razón.Burroughs tenía conciencia plena de los

campos de concentración, del racismo yla censura, de las seguridades que deshu-manizan. Su obra, como la de Daumiero Goya, es una sátira violenta contra elautoritarismo y una parodia de losamantes y ocupantes del poder.

Burroughs precisó estas posiciones enuna entrevista radiofónica que Eric Mot-tram le hiciera para la BBC de Londresen 1964 con motivo de la prohibición desus libros. “El virus del poder –dijo el au-tor de Nova Express– se manifiesta a símismo de muchas maneras. En la cons-trucción de armas nucleares, en práctica-mente todos los sistemas existentes queprocuran anular la libertad interior, es de-cir, controlarla. Se manifiesta en la extre-ma sordidez de la vida diaria en los paísesoccidentales. Se manifiesta en la fealdady la vulgaridad que vemos en las personas;y se manifiesta, por supuesto, en las enfer-medades causadas por el virus. Por otraparte, los que resisten están en todas par-tes, pertenecen a todas las razas y nacio-nes. El que resiste puede ser definido sim-plemente como un individuo que tieneconciencia del enemigo, de sus métodosoperativos, y que está empeñado activa-mente en combatir a ese enemigo.” Bushhijo incluiría a Burroughs en la lista deterroristas más buscados.

La escritura de estos diarios es similar ala de sus novelas, en las que se entrecru-zan sueños, fragmentos de relatos en bo-rrador, citas propias y de otros autores,frases de periódicos y revistas, versos deviejas canciones, ideas que aparecen alcorrer del pensamiento, párrafos de car-

tas a los amigos carentes de todo contex-to personal. Es la técnica del cut-up –cutand paste se diría en lenguaje cibernéti-co– o del collage, tan empleada en lapintura. Burroughs grababa al azar esematerial aparentemente inconexo, escu-chaba luego la cinta y la detenía en unpunto para pasar a máquina una frase ovarias. El segundo paso consistía en com-poner un texto doblando una de las pági-nas mecanografiadas e instalando la mi-tad en otra página “con la intención dealterar y expandir estados de concienciaen uno mismo y también en los lectores”.Decía que las palabras “están vivas comoanimales, no les gusta que las enjaulen.Corten las páginas y dejen a las palabrasen libertad”.

La obra de Burroughs fue muy criticaday aun atacada –censurada además– por suexposición sin tapujos del sexo, el alco-holismo y la drogadicción. Anthony Bur-gess fue uno de los pocos que descubrie-ron muy temprano su naturaleza innova-dora: “Si hay algún escritor que puede re-animar una forma agotada y mostrarnoslo que todavía es posible hacer con unalengua que Joyce pareció exprimir hastadejarla seca, ése es William Burroughs”.El que amaba a los gatos.

Lo vi en un encuentro internacionalde poesía que tuvo lugar en Roma a finesde los años ’70. Menudo, delgado, consombrero panamá, impecable traje gris,camisa blanca, corbata al tono y coca-co-la en mano, pasaba entre los asistentes demanera inadvertida, casi sigilosa. Recor-dé las impresiones de Paul Bowles cuan-do, en 1961, Burroughs lo visitó en su le-cho de enfermo en Tánger: “Su figura eratan tenue que su presencia en la habita-ción era incierta”.

Innovaciones

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27 AÑOS35LUNES 26 DE MAYO DE 2014

PáginaI12

Publicada el 1/2/04

Por Juan Gelman

El 6 de febrero de 1945, en un Pa-rís muerto de hambre y de frío,pero sin nazis ya, un pelotón defusilamiento de la Francia libre

acabó con la vida del escritor, poeta, crí-tico y periodista Robert Brasillach. Ni eldía elegido ni la ejecución obedecieron aun capricho. En la misma fecha del año1934, una asonada profascista en la Placede la Concorde derribaba casi a la Terce-ra República. Brasillach, por su parte, fueun contumaz antisemita, defensor de laocupación alemana de su país y del régi-men títere encabezado por el mariscalPétain que el invasor instaló en Vichy.El escritor dirigió el semanario Je suis par-tout hasta 1943 y sus virulentos artículoscontra los judíos, la resistencia interior yexterior y los aliados venían sazonadoscon acusaciones a compatriotas, judíos yno judíos, de los que no daba el nombre,pero a quienes caracterizaba de tal modoque era fácil individualizarlos, detenerlosy dirigirlos a un campo de concentración.Eso sí, nunca mató ni torturó personal-mente a nadie, aunque una de sus pro-puestas más livianas fue la de asesinar atodos los comunistas presos.

Se conocen autores cuya actividad polí-tica parece colocarse en las antípodas desu talento literario. Casos como el deLouis Ferdinand Céline hablan de la in-

trincada, tal vez tortuosa relación entreobra y vida, y también de un hecho quepara muchos pasa inadvertido: la ideologíade un escritor es sólo una parte de su sub-jetividad, de su experiencia y su vocaciónexpresiva. Se puede hacer propaganda ra-dial a favor de Mussolini en plena II Gue-rra Mundial, como Pound hizo, y crear ala vez el más formidable poema contra lausura, jamás escrito por revolucionario al-guno, como Pound hizo. Pero el caso Bra-sillach pertenece a otra categoría y desatóuna polémica en los medios intelectualesfranceses de entonces: ¿se puede ejecutar aun escritor por lo que escribe? El generalDe Gaulle consideró que sí y rechazó unpedido de clemencia que le elevaron, entreotros, André Malraux, Albert Camus, Je-an-Louis Barrault, Jean Anouilh y ArthurHonegger –no exactamente colaboracio-nistas–, y que Jean-Paul Sartre y Simonede Beauvoir se negaron a firmar. Se tratabade los límites de la impunidad literaria, delpeso de la palabra en las crisis de la histo-ria. De Gaulle pensaba que los intelectua-les franceses debían rendir cuentas por lasconsecuencias de las ideas que propagarony del partido que tomaron durante la ex-pansión del nazifascismo. “El talento en-traña responsabilidad”, decía.

Era ésa una zona pantanosa. Artistas yescritores de valía como Drieu la Roche-

lle, Sacha Guitry, Thierry Maulnier, Céli-ne y no pocos más apoyaron al régimen deVichy en mayor o menor grado. GeorgesSimenon escribió enconados artículos an-tisemitas antes de 1939 y bajo la ocupa-ción. La muy prestigiosa Académie Gon-court abandonó su liberalismo proverbialpara ejercer un colaboracionismo abiertocon el invasor alemán. Enfrente, Malrauxsólo pasó a la resistencia en marzo de1944, cuando se avecinaba el desembarcoaliado en Normandía y un año después deque el Ejército Rojo derrotara a la Wer-macht en Stalingrado y lanzara una con-traofensiva que no se detuvo hasta Berlín.Como el autor de La condición humana,Marguerite Duras se sumó a los vencedo-res al filo de que vencieran; antes habíatrabajado largos meses en una dependen-cia del régimen de Vichy controlada porlos nazis que decidía qué libros se podíanpublicar –o no– en la Francia ocupada. Laverdadera resistencia literaria de esos añosera clandestina y cuajaba en la revista LesLettres Françaises, fundada por el no me-nos clandestino Comité Nacional de Es-critores y dirigida por el comunista Jac-ques Decour y el demócrata Jean Paulhan,que había sido el alma de la Nouvelle Re-vue Française. Los nazis no quisieron clau-surar esa joya de la inteligencia francesapara dar signos de normalidad: Paulhanfue sustituido por Drieu la Rochelle, queconvirtió a la publicación en depósito delpensamiento colaboracionista. Años des-pués diría: “Apostamos y perdimos”.

Brasillach es aún hoy una suerte de hé-roe y mártir del ideario fascista francés ysus alrededores. En la prisión de Fresnes,donde esperó que lo juzgaran y escribiósus mejores poemas, comenzó a construirsu propia leyenda comparándose con An-dré Chénier, el gran poeta que los jacobi-nos guillotinaron en 1794 por razonesbien distintas: rechazaba el terror revolu-cionario tanto como la restauración mo-nárquica. Existe en París una asociaciónAmigos de Robert Brasillach que otorgapremios literarios con su nombre. Al de-cir de su biógrafa Alice Kaplan, los extre-mistas de derecha convirtieron a este exé-geta del Tercer Reich en “el James Deandel fascismo francés”. Tenía 35 añoscuando fue ejecutado.

Ningún otro intelectual de cierto re-nombre fue condenado a muerte en losprocesos a los colaboracionistas que tuvie-ron lugar de 1944 a 1947. Charles Mau-rras, el maestro de Brasillach que imaginóa fines del siglo XIX “el nacionalismo inte-gral” anticipador de no pocas ideas fascis-tas y que apoyó con entusiasmo y convic-ción al régimen de Vichy, fue condenado aprisión perpetua en 1945 y liberado sieteaños después por razones de salud y a sus84 de edad. Cuando escuchó su sentenciapronunció una frase significativa: “Es la re-vancha de Dreyfus”. Pareciera que los en-contronazos entre intelectuales francesesprofascistas y democráticos, seguramentenada ajenos al estado de la sociedad, tie-nen raíces muy largas.

Raíces

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Gelman PERIODISTA36PáginaI12

Publicada el 15/2/07

Por Juan Gelman

Eric Fair, lingüista que domina el árabe, sirvióen el ejército de EE.UU. de 1995 al 2000 y enel 2004 fue contratado para interrogar a losiraquíes detenidos en Fallujah por efectivos de

la 82ª división aerotransportada estadounidense. Loconvirtieron además en carcelero y contó al Washing-ton Post (9/2/07) lo que sueña desde que regresó a sucasa: “Un hombre sin rostro me mira fijo desde el rin-cón de un cuarto. Pide ayuda, pero tengo miedo demoverme. Empieza a llorar. Es un sonido lastimeroque me harta. Grita, me despierto y compruebo que elque grita soy yo”. El oficial al mando de los “interro-gadores” le dio instrucciones precisas. Durante su tur-no de doce horas, Fair debía impedir que el detenidodurmiera, abrirle la celda cada hora, obligarlo a per-manecer de pie en un ángulo y dejarlo sin ropa. “Tresaños más tarde la situación se ha invertido. Rara vezpuedo dormir de noche sin que ese hombre me visite.Su recuerdo me atormenta como yo lo atormentaba aél.” Los remordimientos acosan a quien es conscientede no haber desobedecido órdenes indignas y que, encambio –dice–, “intimidé, degradé y humillé a unhombre indefenso. Comprometí mis valores y nuncame lo perdonaré”. ¿Serán métodos necesarios para izarla bandera “de la libertad y la democracia” inventadapor W. Bush? La Casa Blanca insiste en que las tortu-ras en el penal de Abu Ghraib fueron un incidenteaislado. Fair presenció otras cosas y las detalla: deteni-dos forzados a estar de pie desnudos la fría noche en-tera pidiendo ayuda, o sometidos a largos períodos deaislamiento, o golpeados y pateados, y siempre conhambre y sed. “Estas técnicas se utilizaban diariamen-te en Irak so pretexto de obtener informaciones nece-sarias para terminar con la insurgencia. La violenciahoy imperante allí prueba que esas tácticas nunca fun-cionaron.” Abrumado por la conducta de sus amigos ycolegas, Fair hoy se avergüenza cada vez más de sumiedo a desafiar tales prácticas, sabe que muchos di-rán que no tiene objeto insistir en el tema porque da-ña a EE.UU. y subraya que es preciso encarar los he-chos: “La historia de Abu Ghraib no ha terminado.En muchos sentidos, ni siquiera hemos abierto el li-bro”. El de Guantánamo tampoco. Los mandos de labase naval de EE.UU. en la bahía de Guantánamo(Gitmo, por sus siglas en inglés) no se andan con chi-quitas en materia de torturas, sólo que no las ven, no

las oyen y no existen. La sargento de marines HeatherCerveny, en cambio, sí. En septiembre del 2006 pasóuna semana en Gitmo y escuchó: de uno de los solda-dos, que había estrellado la cabeza de un prisionerocontra la puerta de la celda. De otro, que el prisionerolo irritaba y entonces le pegaba en el hígado. Escuchóconversaciones entre soldados, descubrió que se trata-ba de una metodología corriente y cotidiana y elevóun testimonio al inspector general del Pentágono. Es-te envió una misión investigadora a la base que llegóa la siguiente conclusión: “No hay pruebas que de-muestren la veracidad de las acusaciones de maltratoy acoso” (blogs.abcnews.com, 9/2/07). Y más: reco-mendó la adopción de medidas disciplinarias contra lasargento Cerveny. A veces se paga el escuchar lo queotros no quieren oír. No todo está podrido en Dina-marca. El teniente coronel Colby Volkey, coordina-dor de los marines estacionados en el oeste de EE.UU.y superior inmediato de la sargento Cerveny, calificóde “ultrajante” el informe de la misión y señaló quelos investigadores sólo entrevistaron a los sospechososde torturar, “pero no conversaron con los detenidos olas posibles víctimas”. Así se hace, claro, como el ga-to: cubre sus excrementos después de defecar. Y soninteresantes las reacciones de algunos lectores delblog que se recogen al pie del artículo: “Sí, hubo en-cubrimiento en Gitmo. A los terroristas les cubrieronla cabeza con calzones de mujer. ¡JAJAJA!”. O: “¡Sí,hubo abusos (en Gitmo)! ¡Y debería haber más!”. Ytambién: “Dudo de que les hayan hecho realmentedaño”. O este comentario irónico: “¡Estoy de acuerdo!Por algo llaman terroristas a esa gente. Como nos re-cuerda un cartel: ‘NO es fascismo cuando LO HACE-MOS NOSOTROS’”. El viernes 9, una misión oficialnorteamericana encabezada por Nicholas Burns, sub-secretario de Asuntos Políticos del Departamento deEstado, visitó Buenos Aires y sostuvo entrevistas conaltos funcionarios del gobierno argentino (véasePáginaI12, 10/2/07). Burns ofreció luego una confe-rencia de prensa en la que una periodista de este dia-rio le preguntó: “Usted dijo que su gobierno admira lapolítica de derechos humanos del gobierno argentino,¿esto implica una autocrítica por la política de dere-chos humanos de su gobierno, sobre todo teniendo encuenta lo que está sucediendo en la prisión de Guan-tánamo?”. La respuesta de Burns fue tajante: “Para na-da. De ninguna forma o aspecto. Nosotros, mi país, losEstados Unidos, somos campeones de los derechos hu-manos en el mundo”. Si éstos son los campeones, có-mo serán los últimos de la tabla.

Estados Unidoscampeón

Publicada el 19/8/07

Por Juan Gelman

La economía no es una ciencia exacta, dijoPerogrullo. Casi nadie previó el desenca-denamiento de la Gran Depresión de losaños ’30 del siglo pasado o las crisis de los

años ’90 que castigaron a Japón y al Sudeste asiá-tico. ¿Alguien anticipó la posible quiebra de laempresa Countrywide de créditos hipotecarios yel sacudón bursátil que esa versión causó en Occi-dente? Se ignora. Lo cierto es que las políticas yprácticas económicas norteamericanas caminansobre “una plataforma ardiente”. No es la opiniónde un lego: David Walker, contralor general deEE.UU., es decir, jefe del Tribunal de Cuentas delpaís –Government Accountability Office (GAO,por sus siglas en inglés)– la formula en las docepáginas de un documento reciente (Financial Ti-mes, 14/8/07). Mr. Walker encuentra que la situa-ción tiene “llamativas similitudes” con los umbra-les de la caída del Imperio Romano. Entre otras,“la declinación de los valores morales y de la civi-lidad política en el país, y la presencia militar ex-cesivamente extendida y confiada en países ex-tranjeros, así como la irresponsabilidad fiscal delgobierno central”. Casi nada. GAO es lo más pa-recido a una dependencia gubernamental objetivay apartidaria que se pueda pedir. El mismo Walker

Publicada el 2/10/11

Por Juan Gelman

Es la consigna de centenares de jóvenes –yno tan jóvenes– que desde hace dos sema-nas protestan en el Zuccotti Park, ex Li-berty Plaza Park, en pleno centro financie-

ro de Nueva York. La policía detiene a algunos, lesrocía la cara con pimienta a otros, pero ellos noabandonan el lugar donde se reúnen y debaten quéhacer. Alzan carteles que dicen “Me gradué, notengo trabajo” y están tan indignados como sus co-etáneos españoles. Los medios no les hacen muchocaso, el New York Times los tilda de actores de “unprogresismo de pantomima”, pero los reclamantesviven en un país con 14 millones de desocupadossegún cifras oficiales (www.bls.gov, 2-9-11) o 34millones según estimaciones europeas (www.euti-mes.net, 6/3/11). En el extremo opuesto de la pirá-mide social, exactamente en la cúspide, se en-cuentra Bill Gates, el más rico de los 400 estadou-nidenses más ricos en la lista de Forbes, con bienespor valor de 54.000 millones de dólares (www.for-bes.com/forbes400, 21/9/11). Los 400 tienen jun-tos más riqueza que 180 millones de sus conciuda-danos juntos (www.politicalfact.com, 5/3/11) y sutotal, que asciende a 1,5 billón de dólares, aumen-tó un 12 por ciento respecto del 2010

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27 AÑOS37LUNES 26 DE MAYO DE 2014

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no pertenece a partido alguno. El organismo eva-lúa las consecuencias de las políticas de la CasaBlanca y de las leyes que aprueba el Congreso y esel árbitro final en cuestiones fiscales. El informesubraya que la economía del país se ha tornado“insustentable” y enumera los peligros inminentesque la amenazan: aumento “dramático” de im-puestos, más deuda fiscal, serio deterioro de losservicios oficiales a la población y una deuda ex-terna que facilitaría “el dumping en gran escala debonos estadounidenses en poder de gobiernos ex-tranjeros”. Y ojo a China. Beijing amenazó conutilizar su reserva de divisas –asciende a la friolerade 1,33 billones de dólares o, más claro, 1,33 mi-llones de millones de dólares– si la Casa Blanca leimpone sanciones comerciales para forzar la reva-luación del yuan. He Fan, funcionario de la Aca-demia de Ciencias Sociales china, ha señaladoque las reservas acumuladas, una buena parte delas cuales consiste en bonos del Tesoro deEE.UU., contribuyen en gran medida a mantenerla posición del dólar como divisa de reserva. Yamenazó: “El Banco Central de China deberávender dólares si el yuan es revaluado, lo que po-dría provocar una devaluación masiva del dólar”

(The Telegraph, 10/8/07). También una disminu-ción del rendimiento de los bonos del Estado enel mercado interior. El funcionario de rango mi-nisterial Xia Bin, director del Centro de Investi-gación y Desarrollo de Pekín, esgrimió la zanaho-ria: “Desde luego, China no quiere que se produz-ca un fenómeno indeseable en el orden financieromundial”. Claro que puede haber una distanciagrande entre el deseo y el acto. Walker destacó lapresencia de necesidades incumplidas: “Nuestraprosperidad exige más de nuestra infraestructurafísica. Hacen falta miles de millones de dólarespara modernizarlo todo, desde autopistas y aero-puertos hasta los sistemas de agua potable y de al-cantarillado. El reciente colapso del puente deMinneapolis es un severo llamado de atención”.Pero esos miles de millones se destinan a las gue-rras presentes y a las próximas. Sí, el parecido conel final de Roma tiene fundamento. Lo explicóEdward Gibbon hace más de dos siglos: “La decli-nación de Roma fue el efecto natural e inevitablede su grandeza inmoderada. La prosperidad ali-mentó el comienzo de la decadencia; la amplia-ción de sus conquistas multiplicó las causas de ladestrucción; y cuando el transcurso del tiempo o

algún accidente minó los soportes artificiales, esaestupenda construcción se derrumbó por la pre-sión de su propio peso” (Historia de la decadencia ycaída del Imperio Romano). Es evidente que Wal-ker leyó a Gibbon con provecho. Los “halcones-gallina” que dominan el Partido Republicano sue-ñan con “la grandeza nacional”. Richard Perle, eldefensor más acérrimo de la invasión a Irak –yotras–, supo decir: “Esta es una guerra total. Si de-jamos que avance nuestra visión del mundo...nuestros hijos corearán grandes canciones sobrenosotros en los años por venir”. Por ahora, mu-chos niños norteamericanos lloran a sus padres,madres, hermanos y hermanas muertos en Irak yAfganistán. Han sonado otras alarmas. El BancoInternacional de Pagos (BIS, por sus siglas en in-glés), la entidad que reúne a los bancos más im-portantes del planeta, planteó ciertas incertidum-bres en su 77º informe anual de junio de este año.Por ejemplo, la posibilidad de una ola inflaciona-ria general. O el descenso del PIB del mundo. Ola persistencia de importantes desequilibrios en elcomercio internacional. O la vulnerabilidad delos mercados financieros. O la disminución de lasinversiones extranjeras en EE.UU. (www.bis.org).La globalización trastornó las pautas económicastradicionales y las políticas de la Casa Blanca hanacentuado ese disloque, con su efecto de arrastreademás. Lo malo, cuando se hace pasar por bue-no, es realmente pésimo, decía Sir Francis Bacon.

(//blog.nj.com, 20/9/11). Decididamente, la crisiseconómica global tiene características especialesen la primera potencia del mundo. Y ciertas curio-sidades. Los CEO o directores ejecutivos de lasgrandes empresas reciben en promedio 11 millonesde dólares anuales (www.aflcio.org/corporatewatch, 2011) y aun ganan dinero ya en la tumba sifallecieron durante el desempeño de sus funciones.La familia de Eugene Isenberg, CEO de la NaborIndustries, especializada en la perforación de pozosde petróleo, habría recibido 263,6 millones de dó-lares en concepto de compensaciones póstumas,incentivos, bonos y diferentes seguros de vida siEugene hubiera muerto antes de que la empresarenegociara el trato (The Wall Street Journal,10/6/08). Para Michael Jeffries, de la fábrica de ro-pa Abercrombie & Fitch, la suma concertada fuemodesta: apenas 17 millones de dólares(www.marketwatch.com, 13/5/09). Huelga decirque no es la situación de muchos asalariados quemueren antes de retirarse, incluso en sus lugares detrabajo. Pocas compañías estarían dispuestas aconceder compensaciones póstumas a las familiasde sus empleados, por mínimas que fueran. Pasa lo

contrario y es siniestro: hace años que las empresasestadounidenses conciertan seguros de vida parasus millones de operarios, obtienen así descuentosfiscales y embolsan el importe cuando alguno deellos fallece. El Wall Street Journal narró el caso dela viuda de un empleado de banco que demandó alAmegy Bank de Houston reclamando los 1,6 mi-llón de dólares que la entidad recibió por el segurode vida de su marido, un seguro que los directivoshabían contratado meses después de que lo opera-ran de un cáncer y que mantuvieron a pesar de ha-berlo despedido (//online.wsj.com, 24/2/09). A po-co más de un año de los comicios de los que esperasalir reelecto, el presidente Obama presentó alCongreso un plan para reducir el déficit fiscal, quellegó a 1,23 billón de dólares en agosto pasado, esdecir, el 8,5 por ciento del PIB nacional. El planincluye un alza tributaria para los que tienen in-gresos anuales superiores al millón de dólares: es lallamada “norma Buffet”, por el multimillonarioWarren Buffet, que desde 2007 proclama que él ysus amigos “megarricos” suelen pagar menos im-puestos que el ciudadano corriente y que, en con-secuencia, habría que aumentarles la imposición

fiscal. Es difícil que la aprueben los republicanospero, aunque lo hicieran, el número de alcanzadospor la norma llegaría al 0,3 por ciento de los con-tribuyentes y rala sería la recaudación posible enuna década, estima el New York Times (17/9/11).Claro que, como movida electoral, no es mala. Elplan de Obama propone una inversión de 447 milmillones de dólares para crear fuentes de empleo,pero algunos especialistas no comparten el opti-mismo que despierta una proposición que tampocogoza del afecto de los republicanos. “Tiende másbien a conservar puestos de trabajo que a aumen-tarlos”, opinó el conocido estratega financieroJohn Hermann (www.bloomberg.com, 27/9/11).Contribuiría a crear o a mantener unos 280.000empleos en los dos próximos años, cantidad muyexigua dada la desocupación imperante. Por Inter-net se organizan y alimentan las manifestacionesde Zuccotti Park, como sucedió en Egipto, y el tui-teo es la vía de contacto preferida. De la revolu-ción egipcia han aprendido otras lecciones: el régi-men de Mubarak bloqueó Internet con eficacia yun grupo de expertos y activistas está empeñadoen generar redes alternativas para el caso de quealgo similar eventualmente se produzca (//chroni-cle.com, 18/9/11). Con la ayuda de las nuevas téc-nicas, las redes sociales han adquirido un peso po-lítico notorio y bien lo saben quienes invitan aocupar Wall Street.

¿Vuelven los ’30?

“A ocupar Wall Street”AFP

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Gelman PERIODISTA38PáginaI12

Publicada el 23/12/12

Por Juan Gelman

Pasó el 21 de diciem-bre, fecha en la queiba a terminar esteplaneta según pre-

suntas profecías mayas, y elmundo sigue andando: suverdadero final no tiene fe-cha precisa ni año fijado, pe-

ro está en proceso y se conocecon el nombre de cambio cli-mático. Los gobiernos recono-cen que existe, desde el 2001se reúnen para discutir medi-das que lo frenen, como en

noviembre último en Doha,Qatar, pero no se advierte mejora

alguna. Al revés: huracanes, tsuna-mis y tornados de inusitada violenciano obedecen a los tiempos previstospara su aparición, a veces con conse-cuencias insospechadas. Una de ellas:después del tornado que en mayo pa-sado devastó Joplin, Missouri, trecepersonas fueron infectadas por el hon-go apophysomyces y cinco fallecieron.“Se trata de un hongo común que seencuentra en el suelo, la madera o elagua y que generalmente no daña alas personas. Pero encuentra su cami-no en el cuerpo humano gracias a al-guna herida punzante provocada porun tornado, por ejemplo” (www.tree-hugger.com, 17/12/12). Claro que haymucho más. El Artico perdió casi lamitad de su extensión en 30 años:7011 millones de kilómetros cuadra-dos en 1980, 3499 millones este año.La realidad suele contradecir las pre-dicciones del Panel Intergubernamen-tal sobre el Cambio Climático (IPCC,por sus siglas en inglés), la instanciade las Naciones Unidas encargada deseguir el tema: en su informe de 2007,el IPCC concluyó que el Artico nun-ca iba a deshelarse en el verano antesdel 2070, pero en septiembre del 2012había perdido 760.000 km2 en cincoaños, una vez y media la superficie deEspaña (//sociedad.elpaís.com,19/9/12). Diversos sectores científicosconsideran que la región podría que-dar totalmente sin hielo durante elverano en no más de 20 años(www.alternet.org, 20/12/12) La cau-sa: el calentamiento global. “Subesti-mamos el hecho de que el cambio cli-mático está levantando cabeza”, seña-ló Kevin Trenberth, director de lasección de análisis climático del Cen-tro Nacional de Investigación de laAtmósfera (//tomnelsonblogspot.mx,6/12/12). La velocidad del deshieloártico le da la razón. Y no sólo: el ni-vel de los océanos aumentó 3,3 milí-metros anuales de 1993 a 2006. En suinforme del 2001, el IPCC lo había fi-

jado en 2 milímetros anuales. Los hu-racanes y las inundaciones consi-guientes podrían terminar con lospueblos, en particular los pesqueros, ylugares turísticos instalados junto aciertas playas en unos años más. Preo-cupa a los círculos científicos que in-vestigan el fenómeno la tendencia aminimizar sus alcances que hasta aho-ra impera en el IPCC. No tenerlos encuenta, señala un estudio publicadoen la revista Global EnvironmentChange, “puede impedir el pleno reco-nocimiento, la articulación y el cono-cimiento de dramáticos fenómenosnaturales que podrían estar sucedien-do” (www.dailyclimate.org,20/12/12). La polémica en torno delcambio climático no cesa y se acumu-lan las investigaciones en torno deltema. El IPCC llevó a cabo una eva-luación especial sobre el aumento dela temperatura en el mundo. Esto “de-pende de muchos factores –conclu-yó–; incluso las señales de cambiosprevistos en la dirección y la magni-tud de extremos climáticos son incier-tas” (www.ipcc.ch, marzo 2012). Unestudio del climatólogo de la NASAJames Hansen, publicado cinco mesesdespués en la revista de la AcademiaNacional de Ciencias, subraya encambio que la posibilidad de los ex-tremos climáticos aumentó un 13 porciento respecto de 1980(www.pnas.org, agosto de 2012). Afir-ma que las olas de calor que azotarona Europa en el 2003, a Rusia en el2010 y a Texas en el 2011 se debieronal calentamiento global causado porla actividad humana. La acumulaciónen la atmósfera de gases en generalproducto de la actividad industrial–dióxido de carbono, metano, óxidonitroso y otros gases industriales fluo-rados– es el origen, para muchos cien-tíficos, del efecto invernadero queconduce al calentamiento global. En1997, la ONU adoptó el llamado Pro-tocolo de Kioto sobre el cambio cli-mático, al que han adherido 187 na-ciones pero no EE.UU., el mayor emi-sor de esos gases en el mundo. El pro-tocolo tenía la meta de reducir talesemisiones al menos en un 5 por cien-to en el período 2008-2012 en com-paración con los niveles alcanzadosen 1990. Faltan datos oficiales sobreel cumplimiento de ese objetivo, peroel cambio climático registrado demos-traría que no se alcanzó. De todos mo-dos, se alargaron los plazos. Otro fe-nómeno que se vincula con el calen-tamiento global son las sequías sinprecedente que este año padecieronAmérica (EE.UU., México, Brasil,Argentina), Africa oriental, el Este dela India (la peor en 40 años) y otrasregiones. El fin del mundo transitapor otras vías que la maya.

El verdadero fin del mundo

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27 AÑOS39LUNES 26 DE MAYO DE 2014

PáginaI12

De 1 a 0,7

tar aún más en 2013”, advierte un infor-me de la Organización Internacional delTrabajo (OIT) (www.ilo.org, 22/1/13).El número de los sin trabajo aumentó4,2 millones en 2012 y el organismo dela ONU estima que llegará a 202 millo-nes este año, superando el record de 199millones del año 2009 registrado en elmomento más brutal de la crisis. En el2014 habría 3 millones más. Un cuartodel incremento en el 2012 se produjo enlas economías desarrolladas y repercutióen otras regiones, en especial en AsiaOriental y Meridional y el Africa Subsa-hariana. Todo periodista sabe que laacumulación de cifras aburre a cualquierlector y quien esto escribe pide las dis-culpas del caso. Pero lo que asoma de-trás de la frialdad de los números redon-dos es un espectáculo nada primoroso.La presentación cuantitativa de la OIT

es alarmante y más aún lo es el desaco-plamiento de sus partes. Unos 73,4 mi-llones de jóvenes serán desocupados enel 2013, según estimaciones de la OIT,un incremento de 3,5 millones respectodel período 2007-2013: se da “una proli-feración de los empleos temporales y uncreciente desaliento entre los jóvenesde las economías avanzadas; y empleosde baja calidad, informales y de subsis-tencia en los países en desarrollo”.Cuando se consiguen. No es todo, claro.A más edad, más posibilidades de perderel empleo. La alternativa es mantenerlocon salarios a la baja y padecer la inesta-bilidad de los contratos, la no jubilación,el trabajo en negro, la pregunta de si seráposible mantener a la familia en adelan-te, una sensación de inseguridad queafecta a millones de hogares en todo elmundo, sin duda más que el terrorismo

de Al Qaida. Tal vez por eso hay que vi-gilarlos a todos. Saber qué indignacióncultivan y cómo pudiera estallar algúndía. El informe mundial sobre salarios2012/13 de la OIT subraya que “las dife-rencias entre el aumento salarial y la pro-ductividad laboral, y entre las personascon más ingresos y las que menos perci-ben, son cada vez mayores”. En su infor-me 2010/11, que analiza datos de 115 pa-íses o el equivalente al 94 por ciento delos 1400 millones de asalariados en elmundo, la OIT revela que “el crecimien-to promedio de los salarios mensuales ca-yó del 2,8 por ciento en 2007 (ante el es-tallido de la crisis) a 1,5 por ciento en2008 y 1,6 por ciento en 2009. Si se ex-cluye a China, el crecimiento de los sala-rios bajó a 0,8 por ciento en 2008 y 0,7en 2009”. La torta es grande para algu-nos, chiquita para casi todos los demás.

Publicada el 3/11/13

Por Juan Gelman

Los muchachos de “Ocupar WallStreet” tendrán que revisar con-signas: ya no es el 1 sino el 0,7por ciento de los acaudalados

quienes controlan el 41 por ciento de lariqueza mundial. Así lo afirma Jason Be-llini en el Wall Street Journal precisa-mente (2013 WealthReport//line.wsj.com, 15/10/13). El pe-riodista se basa en un informe recientedel poderoso Crédit Suisse, según el cualese 0,7 por ciento está formado por per-sonas cuyos “bienes tienen un valor ne-to de más de un millón de dólares”(www.credit suisse.com, 10/9/13). Sonunos 32 millones de los 7000 millonesde habitantes del planeta y su riquezareunida asciende a 99 billones de dóla-res. El informe del Crédit Suisse divideal 0,7 por ciento en dos grupos: a) el quetiene de 1 millón a 50 millones; b) losde 50 millones para arriba, que enEE.UU. son 45.000. La vasta mayoría demillonarios en el mundo, 28 millones depersonas, posee entre 1 y 5 millones,otros 2,2 millones de 5 a 10 millones dedólares y más de otro millón de 10 a 50millones de billetes verdes. “Dos millo-nes de nuevos millonarios aparecieronen todo el mundo el año pasado.” El91,6 por ciento de la humanidad se re-parte un 17 por ciento de lo que queda.Se asiste a una crisis económica muyparticular. La recuperación estadouni-dense fue muy, pero muy, benéfica paralos multimillonarios por quinto añoconsecutivo, es decir desde la recesióndel 2008. Pero lejos están los tiempos enque los estadounidenses del rubro cons-tituían el 40 por ciento del total mun-dial y casi todo el resto era de Europaoccidental y Japón. Una investigacióncompartida por Forbes(www.forbes.com/billio naires, 4/3/13) yel Instituto de Estudios Políticos deWashington mostró que la multimillo-nariez se desplazó de manera notablehacia la región Asia/Pacífico. AhoraEE.UU. (442 multimillonarios) vieneescoltado por China (122, cero en1995) y Rusia (110). En cuarto lugar seencuentra Alemania (58), seguida deIndia (55), Brasil (46), Turquía (43),Hong Kong (39) y el Reino Unido (38).Resulta que hay más en Turquía que encualquier otro país europeo, salvo Ale-mania. Claro que no hay winners sin lo-sers. “El desempleo mundial ha subidotras registrar una disminución durantedos años consecutivos y podría aumen-

AFP

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