Gaceta Médica de Bilbao, Vol 117-4-v2 ARTÍCULO ORIGINAL

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Resumen: Recorrido histórico por los orígenes y vicisitudes de la asistencia psiquiátrica hospitalaria en Bizkaia, tomando como punto de partida el inicio del S. XIX y las terribles condiciones asistenciales de la época. En un principio, los enajenados agudos tuvieron vetado su ingreso en el entonces hospital general de Achuri, recogiéndose en la primera cárcel-galera de Urazurrutia, junto a men- digos, delincuentes y prostitutas. Si su estado se mantenía, la inexistencia de una institu- ción para “dementes” en el territorio, obligaba a trasladar a los enfermos a otras provincias, muy alejados de los núcleos familiares y sociales, de quienes, antes o después, quedaban totalmente desarraigados con estancias que se contaban muchas veces por decenios. Un manicomio provincial fue una aspiración de larga data, que finalmente no llegó a com- pletarse nunca en su totalidad, con respuestas parciales como el hospital de Bermeo en 1900, de gobierno municipal y rápidamente desbordado, o luego el antiguo balneario de Zaldibar para dedicarlo “provisionalmente” en 1923 a fines hospitalarios. A partir de entonces fueron varios los intentos de retomar el asunto del manicomio provincial, con algunos escándalos y denuncias provenientes incluso de fuera del entorno, conformando una sorprendente suce- sión de múltiples propuestas y fallidos proyectos hasta el último tercio del S. XX. Entre otros muchos, el proyecto más ambicioso fue el impulsado a principio de los años 30 en terrenos de Zamudio (hoy Derio), donde se planeó un macrocomplejo hospitalario inicialmente destinado para acoger entre 1.300 y 1.500 enfermos y finalmente transfe- rido en 1951 al Obispado de Bilbao, con fines de seminario. Fue a finales de los años 60 cuando se materializó un nuevo proyecto de clínica psiquiátrica, mucho más modesto ORIGINAL Gac Med Bilbao. 2020;117(4):290-312 PALABRAS CLAVE Historia de la psiquia- tría. Manicomio. Diputación de Bizkaia. Hospital psiquiátrico. Asistencia psiquiátrica. Bermeo. Zaldibar. Zamudio. Autor para correspondencia: [email protected] (Óscar Martínez Azumendi). © 2020 Academia de Ciencias Médicas de Bilbao. Todos los derechos reservados. Asistencia psiquiátrica hospitalaria en Bizkaia. Del Hospital de Nuestra Señora de Gracia (Zaragoza) y la cárcel galera de Bilbao, al Instituto Neuropsiquiátrico Nicolás Achúcarro (actual Hospital Zamudio) Martínez-Azumendi Óscar a, b (a) Servicio Vasco de Salud-Osakidetza, Red de Salud Mental de Bizkaia, Euskadi, España (b) Psiquiatra. Sección de Historia de las Ciencias Médicas y de la Salud. Academia de Ciencias Médicas de Bilbao Recibido el 29 de junio de 2020; aceptado el 27 de septiembre de 2020 Conferencia pronunciada en la jornada científica organizada por la Sección de Historia de la ACMB y la Red de Salud Mental de Bizkaia (Osakidetza), con ocasión del centenario del fallecimiento del Dr. Nicolás Achúcarro Lund y cincuentenario de la creación del Instituto Neuropsiquiátrico Nicolás Achúcarro (Hospital Zamudio). Bilbao, 9 de noviembre de 2018.

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Resumen:Recorrido histórico por los orígenes y vicisitudes de la asistencia psiquiátrica hospitalariaen Bizkaia, tomando como punto de partida el inicio del S. XIX y las terribles condicionesasistenciales de la época. En un principio, los enajenados agudos tuvieron vetado su ingreso en el entonces hospitalgeneral de Achuri, recogiéndose en la primera cárcel-galera de Urazurrutia, junto a men-digos, delincuentes y prostitutas. Si su estado se mantenía, la inexistencia de una institu-ción para “dementes” en el territorio, obligaba a trasladar a los enfermos a otras provincias,muy alejados de los núcleos familiares y sociales, de quienes, antes o después, quedabantotalmente desarraigados con estancias que se contaban muchas veces por decenios. Un manicomio provincial fue una aspiración de larga data, que finalmente no llegó a com-pletarse nunca en su totalidad, con respuestas parciales como el hospital de Bermeo en 1900,de gobierno municipal y rápidamente desbordado, o luego el antiguo balneario de Zaldibarpara dedicarlo “provisionalmente” en 1923 a fines hospitalarios. A partir de entonces fueronvarios los intentos de retomar el asunto del manicomio provincial, con algunos escándalos ydenuncias provenientes incluso de fuera del entorno, conformando una sorprendente suce-sión de múltiples propuestas y fallidos proyectos hasta el último tercio del S. XX.Entre otros muchos, el proyecto más ambicioso fue el impulsado a principio de los años30 en terrenos de Zamudio (hoy Derio), donde se planeó un macrocomplejo hospitalarioinicialmente destinado para acoger entre 1.300 y 1.500 enfermos y finalmente transfe-rido en 1951 al Obispado de Bilbao, con fines de seminario. Fue a finales de los años 60cuando se materializó un nuevo proyecto de clínica psiquiátrica, mucho más modesto

ORIGINALGac Med Bilbao. 2020;117(4):290-312

PALABRAS CLAVEHistoria de la psiquia-tría. Manicomio. Diputación de Bizkaia. Hospital psiquiátrico. Asistencia psiquiátrica. Bermeo. Zaldibar. Zamudio.

Autor para correspondencia: [email protected] (Óscar Martínez Azumendi).© 2020 Academia de Ciencias Médicas de Bilbao. Todos los derechos reservados.

Asistencia psiquiátrica hospitalaria en Bizkaia. DelHospital de Nuestra Señora de Gracia (Zaragoza) y lacárcel galera de Bilbao, al Instituto NeuropsiquiátricoNicolás Achúcarro (actual Hospital Zamudio)Martínez-Azumendi Óscara, b

(a) Servicio Vasco de Salud-Osakidetza, Red de Salud Mental de Bizkaia, Euskadi, España(b) Psiquiatra. Sección de Historia de las Ciencias Médicas y de la Salud. Academia de Ciencias Médicas de Bilbao

Recibido el 29 de junio de 2020; aceptado el 27 de septiembre de 2020Conferencia pronunciada en la jornada científica organizada por la Sección de Historia de la ACMB y la Red de Salud Mental de Bizkaia (Osakidetza), con ocasión del centenario del fallecimiento del Dr. Nicolás Achúcarro Lund y cincuentenario de la creación del Instituto Neuropsiquiátrico Nicolás Achúcarro (Hospital Zamudio). Bilbao, 9 de noviembre de 2018.

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en número de camas, aunque más ambicioso en objetivos terapéuticos, el actual Hos-pital Zamudio de la Red de Salud Mental de Bizkaia, de Osakidetza.© 2020 Academia de Ciencias Médicas de Bilbao. Todos los derechos reservados.

Ospitale-asistentzia psikiatrikoa Bizkaian. Graziako Andre Mariaren Ospitaletik(Zaragoza) eta Bilboko kartzela-galeratik, Nicolás Achúcarro Institutu Neuropsi-kiatrikora (egungo Zamudio Ospitalea)

Laburpena:Ibilbide historikoa Bizkaiko ospitaleko asistentzia psikiatrikoaren jatorrian eta gorabeheretan,XIX. mendearen hasiera eta garaiko asistentzia-baldintza izugarriak abiapuntutzat hartuta.Hasiera batean, inorenganatu akutuek, garai hartan Achuriko ospitale nagusian sartzea de-bekatua izan zuten, Urazurrutiako lehen galera kartzelan jasoz, eskale, gaizkile eta prostitu-tekin batera. Bere egoera mantentzen bazen, lurraldean "dementeentzako" erakunderik ezzegoenez, gaixoak beste probintzia batzuetara eraman behar izaten ziren, familia- eta gi-zarte-guneetatik oso urrun zeudenak, zeinengandik, lehenago edo geroago, erabat deserro-tuta geratzen baitziren hamarkada askotan kontatzen ziren egonaldiekin.Probintziako eroetxe bat data luzeko asmo bat izan zen, baina azkenean ez zen osorik amaitu,erantzun partzialekin, 1900. urtean Bermeoko ospitalea, udal-gobernukoa eta berehala gai-nezka egina, edo, ondoren, Zaldibarko bainuetxe zaharra, 1923an "behin-behinean" ospi-tale-helburuetarako erabiltzeko. Ordutik aurrera, hainbat saiakera egin ziren eroetxeprobintzialaren auziari berriro heltzeko, ingurutik kanpo ere zetozen eskandalu eta salaketabatzuekin, XX. mendearen azken herenera arte huts egindako eta hainbat proposamenensegida harrigarria osatuz.Beste askoren artean, proiektu handizaleena 30eko hamarkadaren hasieran Zamudioko lu-rretan (gaur egun Derio) bultzatutakoa izan zen. Bertan, ospitale-makro konplexu bat pres-tatu zen, hasieran 1.300-1.500 gaixo hartzeko, eta, azkenik, 1951n Bilboko Gotzaindegiratransferitu zen, mintegi bat egiteko. 60ko hamarkadaren amaieran gauzatu zen klinika psi-kiatrikoaren proiektu berri bat, askoz apalagoa ohe kopuruari dagokionez, baina asmo han-diagokoa helburu terapeutikoei dagokienez, gaur egungo Bizkaiko Osasun MentalekoSareko Zamudio Ospitalea, Osakidetza.© 2020 Academia de Ciencias Médicas de Bilbao. Eskubide guztiak gordeta.

Hospital psychiatric care in Bizkaia. From the Nuestra Señora de Gracia Hospital(Zaragoza) and the jail in Bilbao, to the Nicolás Achúcarro Neuropsychiatric Insti-tute (currently Zamudio Hospital)

Abstract:Historical tour of the origins and vicissitudes of hospital psychiatric care in Bizkaia, takingas a starting point the beginning of the 19th century and the terrible healthcare condi-tions of the time.At first, the acutely alienated were barred from entering the then Achuri General Hospital,being sent to one of the prisons in Bilbao, along with beggars, criminals, and prostitutes.If their state of illness maintained, the absence of an institution for "insane" in the territory,forced the hospitalization in other provinces, far away from their family and friends, fromwhich, sooner or later, they were totally uprooted given the long stays, even for decades.A provincial madhouse was a long-standing aspiration, which finally never came to com-pletion in its entirety, with partial responses such as the Bermeo hospital in 1900, or laterthe old spa of Zaldibar, “provisionally” dedicated to hospital purposes from 1923. Sincethen, there have been several attempts to take up the matter of the provincial mad-house, with some scandals and complaints even from outside, forming a surprising suc-cession of multiple proposals and failed projects until the last third of the 20th century.Among many others, the most ambitious project was the one promoted in the early1930s, where a macro hospital complex was planned to welcome 1,300-1,500 patientsand was finally transferred in 1951 to the Bishopric of Bilbao, for seminar purposes. Itwas in the late 1960s that a new psychiatric clinic project materialized, the current Za-mudio Hospital of the Bizkaia Mental Health Network, Osakidetza.© 2020 Academia de Ciencias Médicas de Bilbao. All rights reserved.

KEYWORDSHistory of psychiatry. Asylum. Psychiatric hospital. Psychiatric care. Bermeo. Zaldibar. Zamudio.

GILTZA-HITZAKPsikiatriaren historia. Eroetxea. Bizkaiko Aldundia. Ospitale psikiatrikoa. Asistentzia psikiatrikoa. Bermeo. Zaldibar. Zamudio.

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292 Martínez-Azumendi Óscar

Corría el año 1968 cuando se inauguró el actual HospitalZamudio, psiquiátrico entonces dependiente de la Dipu-tación y hoy integrado en la Red de Salud Mental de Biz-kaia (Osakidetza–Servicio Vasco de Salud). Precisamenteel año en que se cumplía el cincuentenario del prema-turo fallecimiento del neuropatólogo Nicolás Achúcarro,puntualmente conmemorado meses antes por la Acade-mia de Ciencias Médicas de Bilbao, y de quien tomó elhospital su primer nombre como Instituto Neuropsi-quiátrico Nicolás Achúcarro.

Fue una ansiada inauguración destinada a paliar mu-chas de las deficiencias asistenciales sufridas durantemuy largo tiempo por la provincia y sus habitantes, quie-nes soportaron, durante largas décadas, la demora en laconstrucción de un hospital provincial que viniera a darrespuesta a sus necesidades institucionales de trata-miento psiquiátrico. Postergación no originada en lafalta de proyectos e ideas, como iremos enumerando alo largo del trabajo (tabla I), sino seguramente motivadapor el bajo perfil de exigencia que los enfermos mentalesy sus familias han mantenido a lo largo de la historia,todo ello acompañado del relativo desinterés social einstitucional por sus necesidades y que en último tér-mino ha sido la razón principal de su descuido asisten-cial.

S. XIX. Los inicios: la cárcel galera y el hospital Ntra.Sra. de Gracia de ZaragozaRemontándonos a principios del S. XIX, si la atención ala enfermedad mental en el mundo occidental era deplo-rable en general, en España lo era particularmente, tantopor las condiciones en que se encontraban recluidos losenfermos, como por el trato recibido. Asimismo, la esca-sez de establecimientos que pudieran acogerlos obli-gaba su traslado a hospitales muy alejados del entornofamiliar, perdiéndose con rapidez el contacto, sobre todoentre las clases menos favorecidas, incapaces de sufra-gar los gastos de costosos desplazamientos. Franciscode Goya dejó testimonio pictórico de cómo se encontra-ban los enfermos que visitó en el Hospital General deNtra. Sra. de Gracia de Zaragoza, hacinados y desnudos,descuidados y maltratados, lo que hoy nos permite re-crear visualmente cual era la situación en la que estoseran ingresados a principios del s. XIX. De todo elloqueda constancia en extenso en la literatura académicay popular y no nos detendremos aquí más.

No fue hasta el 20 mayo de 1849 que se promulgó laLey de Beneficencia, no publicándose su reglamentaciónhasta dos años después, el 12 de mayo de 1851. La Leyordenó la existencia de los hospitales públicos, entreellos aquellos especiales para el tratamiento de los locos,como forma de garantizar una asistencia que venía re-cayendo de forma precaria en manos de ayuntamientos,diputaciones y particulares.

Hasta entonces, ni tampoco hasta final de ese siglo,Bizkaia no contaba con institución pública donde reco-ger a sus enfermos “crónicos”, buscando solución a elloen el traslado al hospital aragonés al que nos referíamosantes, muchas veces prolongándose allí el ingreso du-rante largos años, si no por decenios. Así, de 1805, se

conserva un decreto del Ayuntamiento de Bilbao dandopermiso al «procurador veredero» (representante delhospital de Zaragoza encargado de las notificaciones eintermediación) para la postulación en la villa, acordán-dose igualmente que el síndico le diera la «limosna acos-tumbrada»1. Subvención económica que era completadapor los honorarios que debían satisfacer los enfermospudientes, quienes recibían diferentes servicios y dietaalimenticia en base a las cantidades con las que contri-buían. En el caso de los dementes pobres de solemnidad,cuya condición debía ser certificada por el párroco de sulugar de procedencia, estos eran recibidos a cargo de labeneficencia pública. En cualquier caso, todos ellos de-bían presentarse con certificación facultativa jurada,diagnosticados como «dementes actuales y habituales»por los facultativos «que los hayan visitado en dicha suenfermedad»2.

Más cerca, el Hospital de los Santos Juanes de Atxuri,que en aquel tiempo atendía a la población de Bilbao,negaba el ingreso a los enfermos dementes, junto a le-prosos y afectos de sarna y “mal gálico” (sífilis)3. Tam-poco en el nuevo hospital de Atxuri, que le tomó el relevoen 1820, se ingresaban estos pacientes. Así se seguía re-cogiendo en el reglamento de 1842 que, arrastrando lasordenanzas de 1788, en su artículo 18 dictaba: «Noserán admitidos, aunque sean vecinos, los tiñosos, lepro-sos, sarnosos, gálicos, furiosos, locos, hambrientos y losque padecen males habituales; pues de éstos no pudien-doIos desamparar cuidará la noble Villa como es propiode su humanidad...»4, es decir que serían atendidos enlugares segregados, específicamente dedicados a ese fin.Una ordenanza que aún se mantuvo hasta la segundamitad del siglo XX, y que disculpó al hospital de Basurtode ingresar a enfermos mentales durante mucho tiempo.

Si en el hospital general se negaba la atención al de-mente, para aquellas situaciones “agudas” en que era ne-cesaria su admisión institucional con fines deevaluación, y sobre todo contención, esta se realizaba encárceles y “cuartos de detenidos”, junto a delincuentes,mendigos y prostitutas allí también recogidos. A ese finse destinaba en Bilbao la llamada cárcel galera, correc-cional o reformatorio de mujeres5, ubicada primero enla actual calle Urazurrutia para luego saltar a diversosemplazamientos al otro lado de la Ría. Su estado no eraprecisamente el más adecuado para garantizar una mí-nima comodidad a los allí recluidos, lo que llevó al Ayun-tamiento, en 1838, a negar la admisión en dicha cárcelgalera a persona alguna, salvo «los cuatro dementes queexisten en la actualidad y los demás que en tan lastimosoestado se recojan a la misma»6, lo que sucedió durantealgún tiempo no pareciendo que los enfermos mentalesfueran merecedores de mejor destino.

En cualquier caso, la capacidad de acogida de dichoestablecimiento era muy limitada, por lo que una vez su-perada la fase “aguda” de observación, muchas vecestambién apremiados por el coste que suponía a los ayun-tamientos su mantenimiento, los enfermos eran trasla-dados a Zaragoza. Traslado que corría a cargo de susfamiliares o por algún agente municipal (denominadoscomisionados), incluida la Guardia Civil7. Con esa finali-

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dad, en Bilbao, se solicitaron los servicios de diferentescarreteros, como fue en 1845 el caso de la joven ManuelaBasterra. Natural de Abando, aquejada de locura y pobrede solemnidad, tras permanecer cuatro meses en obser-vación en el cuarto de detenidos de aquel pueblo, y alque por este motivo «generaba muchos gastos», se dejaen manos del carretero Gorgonio o Gregorio Navarro,natural de Frescano (Zaragoza), para su traslado al Hos-pital de Ntra. Sra. de Gracia a cambio de 760 reales devellón certificando que «me obligo a llevar en mi carroy entregarla a su director… siempre que en el camino nosucediera una desgracia de la muerte que no es de espe-rar». Un viaje del que no tenemos otra noticia más alláde que su duración fue de 11 largos días. Este tipo detraslados debieron ser frecuentes, habiendo referenciasde pagos a otros carreteros que, con el tiempo o a causade la competencia, parece disminuyeron algo los precios.Así ocurrió con el traslado de Juan Antonio de Uriarte,de Arrigorriaga, para lo que se requirieron en 1847 losservicios de Esteban de Elejalde por 720 reales, una can-tidad razonable «atendiendo a que para el viage (sic) ne-cesita de caballería, y acaso de otra persona más, pueslos arrebatos de locura del Uriarte son vastante (sic)fuertes, y él es forzudo. Los parientes del demente reu-san (sic) el conducirle».

Un precio aún más barato fue el satisfecho un par deaños después, quien sabe si en relación con menoresriesgos derivados de su conducción, del presbítero Eu-genio Hernando, cura de la parroquia de San Román deCiérvana, «en estado deplorable de enagenación (sic)mental y demencia furiosa». Siendo probada su «falta debienes y recursos para poder atender, no ya a su cura-ción, pero ni aun a su precisa subsistencia. Y no ha-biendo aquí ningún establecimiento destinado al aliviode los desventurados que padecen semejante dolencia...»se solicitó a la Diputación su traslado a Zaragoza pa-gando por ello y «habiendo procurado hacerlo con lamayor equidad posible», 560 reales a José Navarro, tam-bién de Frescano, no sabemos si el mismo carromaterode antes o familiar de este8.

En la documentación administrativa que se conservade la época, predominan más las cuestiones económicasque de otra índole clínica o asistencial, si bien algunosaspectos que tienen que ver con el cuidado de los de-mentes pobres se pueden entrever en los legajos archi-vados. Así sabemos acerca de las partidas destinadas ala alimentación en la “Casa de dementes”, recogidas re-gularmente en el libro de actas de los plenos del Ayun-tamiento. Por ejemplo, las libradas mensualmente a JoséM.ª de Vergara, encargado del cuidado de dicha casa, os-cilantes en cantidad como fueron los 900 reales de ve-llón de diciembre de 18419 o los 377 reales, menos de lamitad, en abril de 18410. Fluctuaciones en el coste queprobablemente tendrían que ver con las propias oscila-ciones en el número de asilados, y cuyo monto signifi-caba también una fuente de ingresos complementaria alsueldo del alcaide de la casa. Así queda constanciacuando Miguel García, tras conseguir ese puesto tras elfallecimiento de José María de Vergara11, ha de reclamarel perjuicio que le supuso en 1851 el traspaso del sumi-

nistro de la comida a la cárcel galera desde la Casa deMisericordia12, viendo así reducido ese ingreso.

El Ayuntamiento igualmente socorría otras necesi-dades como la reposición de jergones o el suministro de«alguna ropa para vestir a una de las mugeres (sic) de-tenidas en la casa de dementes», así como eventual-mente negaba ese socorro si consideraba podían sersatisfechas por la familia, caso de algún demente que,habiendo sido trasferido ya a la casa familiar, sorpren-dentemente se le seguía suministrando una ración dia-riamente13. El coste económico de los cuidadosdispensados y la cuestión de quién debiera hacer frentea los mismos, si la familia o el erario en caso de pobrezaextrema, fue un tema recurrente, siendo esta cuestiónuna de las primeras a dirimir en caso de indicarse un in-greso. Así leemos en un oficio dirigido al Ayuntamientode Abando: «Resultando del reconocimiento practicadopor los facultativos titulares de esta Villa… que el dete-nido en la cárcel pública… vecino de esa Anteiglesia, sehalla poseído de una enagenación (sic) mental, y no ha-biendo en esta provincia casa de dementes donde poderencerrarle, se hace preciso que V. averigüe si la familia…tiene recursos para facilitar los cuatro reales diarios quese exigen en el establecimto de Zaragoza, dando V. cuentaen ese Ayuntamto, en el caso contrario, a fin de acordarlos medios de facilitar dicha pensión»14. Cuatro realesdiarios que también se reclamaban pocos días antesdesde el hospital aragonés, bien a la familia o bien alAyuntamiento, para hacer frente a la subida de costes enlos gastos generados por Manuela Basterra, allí condu-cida unos años antes como vimos más arriba15.

Además de los gastos de manutención y abrigo, tam-bién queda constancia de algunos arreglos realizados,como las “obrillas” en capilla, dos cuartos y escaleraacordadas en 184316, o los trabajos de carpintería, cieloraso, caños y obras de recogida de aguas que siguieronpoco después y por los que se libraron 2.618 reales devellón a cargo de la caja general17. Acometidas que segu-ramente no llegaron a mejorar mucho la condición dehabitabilidad del inmueble.

Por esos años, vista la precariedad asistencial exis-tente en España, Pedro María Rubio, consejero de Ins-trucción Pública y médico de cámara de Isabel II, trasuna visita al hospital de Zaragoza, solicitó a la reina laelaboración de un censo de los enfermos mentales exis-tentes en España, con el objetivo de crear establecimien-tos especiales destinados a su curación. De aquella visita,rememoraba penosamente: «…pero ¿cómo dejar dedecir que reconoció desde luego lo que no debería tenernombre en ninguna lengua, y allí se llaman gabias, cons-tituye un padrón de ignominia para la nación de Europaque lo consienta a mediados del siglo XIX? Allí, enfrentede uno de aquellos inmundos nichos cerrados por unaestrecha puerta que presenta en su borde inferior, unahedionda gatera destinada a dar salida a las inmundiciasy a la cabeza del desgraciado enfermo, llamó la atenciónde V. E., como la mía, el hermoso rostro de una joven de16 a 18 años, que tendida boca abajo con el cuerpomucho más alto que la cabeza, y por consiguiente con elcuello violentamente encorvado para poder mirar a los

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294 Martínez-Azumendi Óscar

Tabla I

Evolución del número de camas psiquiátricas en Bizkaia. Proyectos y propuestas de emplazamiento

a lo largo del tiempo (continúa en la página siguiente)

Año (y po-

blación)Camas

Camas /

1.000 hab.

aprox.

Necesidad/Lugar propuesto Características

1857(160.579)

Ingresos en Hospital Ntra. Sra. de Gracia (Zaragoza.

1868 Begoña (Bilbao)Casa de dementes con 120 camas. Para las 3 provin-cias.

1890 BermeoConcurso al que se presentaron Bermeo, Durango yOrduña.

1900(311.361)

Bermeo Anteproyecto de obras de Severino Achúcarro.

Gestión municipal y ámbito provincial.

1910(349.923)

1919 Sondica Proyecto de Hueto.

1920(409.550)

1923 Zaldibar Antiguo balneario, compra "provisional".

Proyecto de Hueto y arquitecto Diego Basterra.

1924 550 1.25

1930(485.205)

Transferir Bermeo a DiputaciónEn relación con la polémica de los manicomios ini-ciada en Madrid.

Construir un nuevo manicomio provin-cial y asilo

Proyecto Vicente San Sebastián. 1,000 camas. Con-curso varios municipios.

Zaldibar para asilo de ancianos y niños.

Manicomio cerca de la ciudad Para atraer alienistas.

1931 Proyecto López Albo

Terrenos en Zamudio (Derio) Colonia Sanatorio de 1.300-1.500 camas

Cruces Clínica neuropsiquiátrica de 100 camas

1938 Proyecto de Babío y Aranzamendi.

Clínica psiquiátrica de 30-60 camas + dispensario

Hotel en calle Henao Rechazado por céntrico

Edificio de la Caja de Ahorros en Be-goña

Utilizado por Patronato Antituberculoso

Alquiler de la Casa Galera Ayto. Bilbao Para 90 dementes. Finalmente, cerrada en 1938

1939 933 (abril) 1.87 Ampliar ZaldibarIngresar allí todas las mujeres (532), liberando 160 deBermeo que recogería los hombres desplazados(salvo 47 de Santa Águeda)

974 (agos.) 1.91 Para alojar parte de los varones

Estudio de viabilidad de un pabellónde Zamudio (Derio)

Al menos 3 pabellones de los 4 levantados

Centralizar en Zamudio (Derio) y des-echar Zaldibar y Bermeo

1940(511.135)

974 (feb.) 1.91 Clínica Psiquiátrica o Dispensario Lo desestima el informe del arquitecto

987 (mayo) 1.93Diversas adaptaciones de Zaldibar yBermeo

1026 (agos) 2.01Desarrollar las instalaciones de Zamu-dio

Clínica Mental + 2 granjas-colonia enDerio y Zaldibar + Bermeo y Zaldibar

200 camas en la Clínica. Propuesta de Vallejo Nágera

1943Compra o arrendamiento de inmueblepara clínica

Se anuncia en prensa

Diferentes ofertas Desestimadas

1944 886 1.66 Compra de Bermeo por Diputación Se desestima

Manicomio en Cruces 400-500 camas. Desestimado

Ampliación de Zaldibar 620 camas

+ habilitar parte de Zamudio (Derio) yderribo del resto

+595 camas = 1.185 camas para Bizkaia

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lados, clavaba sus rasgados ojos en los circunstantes conla expresión del más agudo dolor y sin proferir una solapalabra en medio de la confusa gritería de sus desdicha-dos compañeros, que con horribles imprecaciones nosaturdían, asomados igualmente por los agujeros de las

puertas de sus respectivas jaulas»18. De la publicaciónde sus resultados, sabemos que, en 1847 y con una po-blación en torno a los 15 millones de habitantes, en «laPenínsula e islas adyacentes» existían 7.277 dementescensados, de ellos 1.626 institucionalizados y el resto

Año (y pobla-

ción)Camas

Camas /

1.000 hab.

aprox.

Necesidad/Lugar propuesto Características

1945Utilizar 2 pabellones (último piso libre)de Zamudio (Derio)

Proyecto de Babío y Aranzamendi, para 600 varones

Dispensario en Bilbao, con ambulanciapara traslados

Diputado Fernando Oleaga

Clinica en 1 pabellón de Zamudio 200 camas mixtas

+ Colonia Sanatorio en 3 restantes

O varones en 1 pabellón + mujeres enZaldibar

800 camas

+ 4 centros de higiene mental Bermeo (o Gernika), Durango, Markina y Balmaseda

1947Posibilidad de clínica mental en Hospi-tal de Basurto

Promovido por Mariano Bustamante. Negativa porparte del hospital

Solicitud de proyecto al arquitecto

1948Provincialización de Bermeo por Dipu-tación

1949Sanatorios interprovinciales Psiquiá-trico-tuberculosos

Propuesta de Mariano Bustamante

Arrendamiento de local en Basurto paraClínica

Nueva negativa de Basurto

Clínica mental en Deusto-Ibarrekolanda Mariano Bustamante y arquitecto de la Diputación

60 camas mixtas

1950(569.188)

Explanación de terrenos en Deusto-Iba-rrekolanda

Se desestima finalmente el proyecto por excesivo

1951Cesión de edificios de Zamudio (Derio)al Obispado

1957 Búsqueda de local para Clínica 16-18 camas

Calle Fika, junto a Maternidad Desestimado

Escuela de maestría Desestimado

Construcción en Basurto Desestimado

Terrenos en Zalla y Santa Marina Desestimado

1959 Nuevos terrenos en Zamudio Encomienda a Emiliano Amann (primero 56 camas)

"Complejo psiquiátrico" 700 hombres+ 800 mujeres

+ Clínica + 84 camas con 20 pensionistas y 4 "indeseables"

1960(754.385)

1961 1185 1.57 Clínica 100 camas.

+ 2 pabellones x 200 hombres y muje-res

Valenciano Gaya, aconseja reducir el tamaño del com-plejo psiquiátrico según recomienda la OMS

+ Mejorar Bermeo y Zaldibar

1962 Clínica Mental Reducción a 62 camas, según anuncia El Correo.

1963 1246 1.47 Clínica Mental Se sigue a vueltas con su emplazamiento

+ Complejo psiquiátrico sanatorial 400 camas + pensionistas. Nunca se materializó

1964 Inicio de las obras

1967 1375 1.62

1968 Inauguración de instalaciones

1969 Ingreso de los primeros pacientes

1970(1.043.310)

1978 1312 1.22

2018(1.149.628)

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domiciliados en sus propias casas o las de sus parientes.Realmente una cifra muy pequeña en comparación conlo que vendría después. En el caso de Bizkaia, con150.000 habitantes, sin contar los ingresados en Zara-goza, en aquel momento se contabilizaban 3 en la casaque fue galera de Bilbao, 3 en el hospital de Durango y132 en su domicilio19.

Sin embargo, a pesar de estos intentos y las más omenos regulares denuncias acerca del deficiente con-texto asistencial, la falta de camas más cercanas a los lu-gares de origen de los pacientes seguía siendo endémicay especialmente acuciante en Bizkaia, empezando a bus-carse diversas alternativas. Tras el cierre de la Casa Ga-lera de Iturribide (abierta entre 1841-44), años despuésse abrió otra (entre 1848 y 1870), la Casa de Recogidasde “Nuestra Señora de la Caridad o del Refugio” en la An-teiglesia de Begoña, que a su cierre se propuso su recon-versión en una casa de dementes para «las tresprovincias hermanas». Con este fin, en junio de 1868, seacuerda el presupuesto para la creación de una casa dedementes mixta con capacidad para acoger 120 perso-nas20. Un primer proyecto frustrado de los múltiples queseguirán a continuación.

El fallido manicomio vasco­navarro y Real Decretopara la construcción de manicomios por las Diputa­cionesEsta deficitaria situación asistencial sensibilizó al filán-tropo navarro Fermín Daoiz Argaiz, quien a su falleci-miento en 1873 legó gran parte de su fortuna «…de lacual se satisfarán las mandas ya expresadas a la Benefi-cencia Pública y al efecto y condolido de la pobre huma-nidad a quien Dios en su soberano poder retira la razón,la primera cualidad del hombre, notando la falta que unEstablecimiento de dementes hace en la provincia a quepertenece el pueblo de mi naturaleza y las tres Vascon-gadas»21, si bien ninguno de ellas ejerció su derecho areclamar su parte en aquel hipotético manicomio que,solo tras muy diversas incidencias, se inauguraría 30años después en Pamplona22.

Volviendo unos años hacia atrás, decíamos que, en suconstitución, el hospital de Atxuri vetaba el ingreso depacientes psiquiátricos, extremo que quiso suavizar elproyecto de un nuevo reglamento en 1877. Así, la Comi-sión nombrada para ese fin propone al Ayuntamiento deBilbao: «No son compatibles en sentir de la Comisión lasexclusiones de ciertas enfermedades, que contenia el an-tiguo Reglamento, con las ideas y las necesidades de laépoca presente: desaparecieron, á medida que la cienciamédica estiende sus conquistas, muchas preocupacionesque justificaban tan dura como ineficaz precaución, y, siá esto se añade la grande extensión y desarrollo que enla época actual han adquirido ciertas diátesis, resultaráque ni la razon, ni la conveniencia pueden aconsejar quese nieguen los auxilios benéficos del asilo hospitalario álos enfermos comprendidos en el capítulo 18 de las an-tiguas Ordenanzas… Inspirada en el mismo criterio, pro-pone á V. E. la admisión provisional y de observación delos enagenados. No pudiendo estos, sin grave riesgosuyo y de las personas que los rodean permanecer en su

domicilio, se hace preciso proveer á las necesidades deatenderlos provisionalmente y de observar la intensidadde su dolencia. En el art. 6º del proyecto de Reglamentoformula la Comision una solucion que, á la par que sa-tisfaga tan atendible necesidad, conserve sin alteracionla índole y carácter del Hospital civil». De forma conse-cuente y proponiéndose un límite temporal a los ingre-sos, en el aludido art. 6.º se especifica: «Se dará entrada,en casos y circunstancias especiales, á los pacientes deenagenacion mental, aunque solo provisionalmente ypor via de observación. A los treinta dias de su estanciay atendidas las observaciones del Sr. Médico-cirujanomayor, deberá volverse el paciente al seno de su familia,si se hallase en condiciones que lo permitan, ó en otrocaso se empezará á instruir el expediente necesario paraque á la mayor brevedad posible sea trasladado á un ma-nicomio ó á donde sus interesados determinen; no pu-diendo de modo alguno hacerse permanente en esteestablecimiento la estancia de este género de enfer-mos»23.

Sin embargo, lo que por un momento supuso uncierto paso adelante en la integración de los enfermosmentales, no habiéndose previsto la necesidad de desti-nar nuevos recursos complementarios para su asisten-cia, bien pronto se vuelve contra ellos, percibiéndosecomo una molestia para el resto de asistidos y planteán-dose de nuevo su exclusión. Así lo hace Ceferino Garai-gorta (médico mayor del hospital) en oficio dirigido alpresidente de la junta de gobierno, quejándose de quelos ingresos de dementes eran cada vez más frecuentesy causaban trastornos en la asistencia al resto de los pa-cientes. Juzgando que no había un lugar adecuado paraellos, propuso que se estudie la habilitación de una salafuera del hospital, solicitud que fue desestimada alegán-dose falta de medios24.

Pocos meses después, en otro oficio dirigido al al-calde por el presidente de la junta, Toribio Ugalde, sedice que las celdas que ocupan los dementes en obser-vación son muy pequeñas, no reuniendo las condicionesde higiene adecuadas, habiendo empeorado la situacióncon la R. O. de 19 de mayo de 1885. Esta Orden, que fueuno de los primeros textos legales en ocuparse en Es-paña del internamiento25, contemplaba dos tipos de hos-pitalización, de observación y definitiva, requiriendo deayuntamientos o diputaciones el disponer de un local«con las convenientes condiciones para recluir a los de-mentes en observación, donde puedan permanecerhasta que se les conduzca a un manicomio en clase dereclusos permanentes», a la vez que aumentó el periodomáximo de observación a tres meses, prorrogables aseis.

Finalmente, en 1887, el ayuntamiento bilbaino cierrael deficiente departamento del Hospital de Atxuri, comu-nicando a la Diputación la necesidad de trasladar a Va-lladolid a los seis alienados que entonces se encontrabanallí ingresados26. Fue el año en el que se promulgó el RealDecreto autorizando a las Diputaciones la construcciónde sus propios manicomios, tanto de carácter provincialcomo regional27, tras reconocerse el Estado incapaz dellevar adelante la reorganización de la asistencia sanita-

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ria que había propuesto años antes, por la que los esta-blecimientos de dementes serían considerados como debeneficencia y se disponía la creación de seis de ellos detipo general para todo el territorio nacional28-29.

El manicomio de BermeoEste Decreto, junto al retraso en la construcción del pro-yectado manicomio vasco-navarro y la imperiosa nece-sidad de camas psiquiátricas más accesibles, llevó a laDiputación de Bizkaia a convocar entre los municipiosinteresados la posibilidad de instalar en sus terrenos unainstitución de estas características. Acudieron a la ofertaDurango, Orduña y Bermeo, siendo este último a quienfue aceptada su propuesta. En 1890 se pidió al arquitectoSeverino Achúcarro, tío del neuropsiquiatra NicolásAchúcarro, la elaboración de un anteproyecto de obras yel 21 de septiembre de 1892 se formalizó en Bilbao elcontrato para la construcción del manicomio en Bermeo.Convenio, según el cual, el municipio cedería gratuita-mente los terrenos y asumiría un 18 % de los gastos deconstrucción, corriendo el resto del presupuesto de laedificación a cargo de la Diputación. La propiedad deledificio quedaba para la provincia, dependiendo su sos-tenimiento de los fondos municipales, pudiendo cargarsecon este fin una tasa de entrada de 40 pts. por paciente yotras 1,38 pts. diarias por los ingresos de beneficencia, ala vez que se podían explotar posibles ingresos privados.

Pero, mientras tanto, el tiempo corría y la precarie-dad y falta de recursos asistenciales era cada vez másevidente en Bizkaia. Muestra de ello fue la “Nota de laRedacción” que incluyó la Gaceta Médica del Norte, an-tecesora de la actual Gaceta Médica de Bilbao, que apro-vechando un trabajo reimpreso de J. M. Escuder,Curación del loco, aclaraba: «Las celdas de locos de nues-tro Hospital Civil (más bien cuartos de castigo) se hallansituadas entre dos patios de salas destinadas a enfermasprostitutas»30, como queriendo dejar bien claro la nece-sidad de llevar adelante las propuestas de creación deuna institución adecuada.

El proyecto inicial de Bermeo, pensado para entre24-50 pacientes, tras sufrir varias ampliaciones, final-mente fue concluido en 1900. En octubre se recibían losprimeros pacientes, trasladados principalmente de Va-lladolid y Santa Águeda (Mondragón), cerrándose el añocon 108 pacientes ingresados. Este número fue cre-ciendo con rapidez, necesitándose pronto nuevas refor-mas de ampliación31-32.

De cara a la provisión de la plaza de médico director,en abril de 1900 se convocó un concurso abierto a mé-dicos que hubieran sido, al menos cuatro años, encarga-dos de algún servicio facultativo en un manicomionacional o extranjero. La oferta fue anunciada en el Bo-letín Oficial de la Provincia33 y algunas revistas profesio-nales a nivel nacional34-35. Al concurso se presentaroncatorce especialistas de los más diversos puntos del Es-tado, siendo finalmente elegido, no sin cierta polémicade trasfondo político, Vicente Ots Esquerdo36, puesto delque fue destituido en septiembre de 1901.

Desde su inauguración, la relación entre la Diputa-ción y el Ayuntamiento de Bermeo no estuvo exenta de

dificultades y tensiones derivadas de la propiedad y ges-tión del hospital. La idea fue que, si bien el hospital ten-dría carácter provincial, su administración fueramunicipal, pero, tan pronto como en 1903, la Diputaciónse interesó por la posible adquisición y explotación enexclusiva de la institución. Realizándose repetidas ges-tiones con ese fin, incluida alguna oferta de compra deedificios y terreno, estas no llegaron a materializarse porlas importantes discrepancias en las tasaciones realiza-das por ambas partes. En 1933, teniendo en cuenta lasdiferencias habidas hasta ese momento, la Diputaciónpropuso una fórmula amistosa que le permitiera la or-ganización de su servicio de beneficencia provincial, a lavez que garantizara la subsistencia de la obra de benefi-cencia municipal bermeotarra. Con esa idea, en 1938, losde Bermeo ofrecieron la cesión de terrenos e instalacio-nes a cambio de 25.000 pts. anuales para el sosteni-miento de sus proyectos de beneficencia y laconstrucción, por parte de la Diputación, de un nuevoasilo. Condiciones valoradas por esta última como exa-geradas en la tasación realizada, sin poder ocultar encualquier caso el interés que tenía en las instalaciones,aparentemente más por cuestiones puramente econó-micas que de otro tipo: «…la economía que ello habríade representar para la Diputación a cuyo beneficio que-daría lo que hoy percibe la Junta Municipal, lo que habríade producir un Pensionado bien organizado, y la dife-rencia que se pudiera obtener conduciendo a Bermeo alos dementes, hoy situados en distintos Manicomios, conpensiones de 3,50 y de 4,00 pts. diarias» (en ese mo-mento se pagaba 3,00 pts. por cama en Bermeo)37. Final-mente, el traspaso definitivo a la Diputación no tuvolugar hasta 1948.

Una sucesión de especulativas propuestas y Zaldi­bar, de balneario a hospitalNo resuelto el problema de contar con suficientescamas para toda la provincia, el hospital de Bermeotiene que acoger pacientes en mucho mayor número desu capacidad real, mientras que otros muchos siguensiendo trasladados al psiquiátrico de Santa Águeda enMondragón o lugares más alejados como Valladolid.Ante ello, en 1919, la Diputación encarga al Dr. Hueto,director médico de Bermeo, la elaboración de un pro-yecto para la construcción de un manicomio provincial.La prensa deja constancia de su memoria38, en la que,con un presupuesto de cuatro millones de pesetas, sepropone la construcción de varios edificios pequeños,con terrenos anexos donde los enfermos capacitadospudieran desarrollar diversas labores agrícolas en unaimportante extensión de terreno en Sondica. Sin em-bargo, la propuesta se va demorando en el tiempo hastaque, tres años después, se acuerda la compra, por700.000 pts., de un balneario ubicado en Zaldibar paradestinarlo a manicomio «provisional»39. En esa mismasesión de la Diputación, comenzó a discutirse tambiénel proyecto de adquisición de terrenos para la construc-ción definitiva del gran manicomio de Sondica, pero elreloj siguió corriendo sin alcanzarse el acuerdo y a lasonce de la noche se levantó la sesión por falta de nú-

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mero suficiente de diputados40, viendo así pospuestasine die su conclusión.

Bajo la dirección del Dr. Hueto y del arquitecto DiegoBasterra, tras poco más de un año y de sortear un in-forme desfavorable a su utilización como manicomio, seanuncia la precipitada «Inauguración parcial del Mani-comio de Zaldívar», justo dos días antes del cese del pre-sidente de la Diputación. El proyecto constaba de cuatropabellones, capaces para 300 enfermas, de los cualessolo se inauguraba el que anteriormente sirvió para al-bergue de veraneantes. Los restantes seguían en obras,el pensionado casi concluido, mientras que los de bene-ficencia (admisión y hospital) y el de personal iban muyretrasados. La crónica de época así lo relataba: «A lastres y media de la tarde, salieron en varios automóvileslas personalidades invitadas al acto. La Junta de Patro-nato de damas del nuevo manicomio, acudió en plenocon su presidenta, doña Caridad Mac-Mahón. Tambiénacudieron otras señoras y señoritas, que con su presen-cia realzaron el acto… Una vez allí, se procedió á la inau-guración de uno de los cuatro pabellones, en dondequedaron establecidas ocho alienadas, que previamentehabían sido llevadas de Bermeo y que conversaron pa-cíficamente con las personalidades asistentes al acto. Lasinfelices se mostraban encantadas»41. Infelices que, otrorotativo explicó, «Para inaugurar el pabellón se llevaronde Bermeo a Zaldivar, en automóviles, ocho alienadasque fueron convenientemente acomodadas», ilustrandola reseña con una sonriente fotografía de la «Junta dedamas y las autoridades en el acto de inauguración» yotra imagen de «un rincón del parque del antiguo balne-ario que servirá ahora de dulce refugio a las pobres alie-nadas»42.

Sin embargo, el cambio en el proyectado manicomiomodelo en Sondica y el posterior desarrollo asistencialen Zaldibar, no fueron del agrado de su director FelipeHueto, que renunciaba al poco tiempo a su cargo tras va-rios desencuentros administrativos y polémicas perio-dísticas. Así escribía en su tercera y última solicitud decese a la Diputación: «...Hace cinco años que la Diputa-ción de Vizcaya, en lozana prosperidad y por espontaneoimpulso, decidió resolver el difícil problema de la asis-tencia manicomial a los enfermos mentales privados derecursos, y para lograrlo tuvo la idea de requerir mi con-curso, ofreciéndome, unánime, un puesto que ni soliciténi hube de aceptar sin previa exposición de mi criteriosobre el caso y de los medios que estimaba indispensa-bles para la consecución de tan extraordinarios empe-ños.

Enamorado de mi especialidad, y envanecido por tansolícito y efusivo requerimiento, abandoné el cargo queocupaba, dejé clase y laboratorios, clientes y enfermos yrealicé en Vizcaya y en el extranjero los viajes y trabajosindispensables para que tuviese adecuado desarrollo lainspirada idea de levantar el Manicomio modelo de Es-paña entera que ambicionaba aquella Diputación.

Mudanzas de fortuna en las arcas provinciales o depensamiento en sus administradores indecisos, reduje-ron a un modesto cambio de Balneario en Manicomio lasmagníficas aspiraciones de antaño. Atemperándome a

las circunstancias, he procurado en el reciente programade Zaldivar, como intenté en el más amplio del nuevo Ma-nicomio, imprimir a los sacrificios pecuniarios de V. E. lamáxima eficacia y organizar científica y económica-mente la adaptación del establecimiento y la asistenciade los recluidos en el mismo, a fin de conseguir que micooperación facultativa no quedase reducida a un his-triónico y miserable cometido que rechaza mi conceptode los deberes y derechos de un funcionario digno.

Comprendiendo la incompatibilidad manifiesta de miconcepción del cargo de director del Manicomio con eltriste papel de testigo o disculpador de tantos errorescomo venían sucediéndose, presente a vuecencia, porconducto del señor presidente, la dimisión de micargo...»43.

Dos meses después es nombrado para ocupar esepuesto el Dr. Wenceslao López Albo44, quien, entre otraspersonalidades científicas de la época, había trabajadocon Nicolás Achúcarro en Madrid. Sobre esas fechas, elmanicomio tenía una capacidad aproximada para 250pacientes, si bien solo alojaba a 150 mujeres. En total, enVizcaya, sumando los pacientes (hombres y mujeres) in-gresados en Bermeo, sumaban un total de 550 enfermos,el 1,25 ‰ de la población, sin contar los desplazadosfuera de la provincia.

Tras la llegada de López Albo a Zaldibar, La Gacetadel Norte publica un par de extensos artículos donde,además de describirse la breve historia e instalacionesdel hospital, López Albo se extiende acerca de la necesi-dad de desarrollar novedosos sistemas de asistencia ex-trahospitalaria y conceptos de higiene mental45. Ideasque desarrollaría más en extenso presentándolas en elCongreso de la Liga Española de Higiene Mental que tuvolugar en Bilbao en septiembre de 1928, llevándolas fi-nalmente a cabo en la nueva “Casa de Salud de Valdeci-lla” en Santander46, donde marchó como director amediados de 1928. Pocos años después, propuso un mo-delo similar para intentar solucionar el problema asis-tencial vizcaíno, con un ambicioso megaproyecto queveremos más adelante.

Asumido el gobierno del hospital por Severo Aranza-mendi, quien fue nombrado subdirector del estableci-miento con ese fin47, el censo de mujeres era ya de 269,10 de ellas de pago, habiéndose superado las 250 camaspresupuestadas. Sin embargo, si hacemos caso de la cró-nica, casi publirreportaje, que La Gaceta del Norte pu-blicó a principios de 1929, sus instalaciones yfuncionamiento eran dignas de alabanza en opinión delreportero que las visitó48.

El problema manicomial vizcaíno en la prensa deMadridMuy poco tiempo después, de forma sorprendente ycuando parecía que el asunto de la hospitalización psi-quiátrica estaba más o menos solucionado, se formó ungran revuelo mediático tras la publicación en El Sol, pe-riódico liberal madrileño, de una breve nota de redac-ción49. En ella se pregunta por qué ya nadie hablaba enBilbao del problema manicomial, censurando a renglónseguido: «en los establecimientos de Bermeo y Zaldivar,

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de instalación deficientísima, se hacinan los alienados,desamparados de una dirección técnica apropiada. Seestá obrando como si se creyera —y puede ser que al-gunos lo crean— que un manicomio es un almacén delocos. Pero a los locos no se los recluye únicamente paraque no perturben la vida de los cuerdos, sino para inten-tar restituirles la salud mental que perdieron. Y esto eslo que no puede hacer un médico carente de especiali-zación», para finalizar preguntándose a qué se esperabapara actuar sobre dicha situación50. Parecería que dichanota pasó desapercibida, no siéndolo así otra segundaque desencadenó una encendida defensa de los servi-cios, incluida una precipitada visita de una delegaciónde la Diputación a Zaldibar, para entonces ya con 285 pa-cientes, incluidas 12 pensionistas. Sigue algún cruce decartas, duramente respondidas desde El Sol, y algunosartículos locales en vehemente defensa de las institucio-nes provinciales, que sin embargo no pueden menos quereconocer posibles deficiencias en el de Bermeo. En re-lación con este hospital, se invoca su carácter municipalpara descargar de responsabilidad a la Diputación, ha-biendo también quien apunta precisamente a la necesi-dad de que la Diputación lo asumiera totalmente, o queesta construyera un nuevo manicomio que diera res-puesta a las necesidades provinciales, recogiendo asi-mismo a todos aquellos enfermos distribuidos pordiferentes provincias51. Tampoco cayeron nada bien lasafirmaciones del rotativo madrileño entre los médicosbilbainos, quienes convocaron un banquete de desagra-vio y homenaje al Dr. Aranzamendi. Poco a poco, el en-fado y alboroto generado fue cediendo y, de formamenos ruidosa, el interés se dirige hacia el problema realen la asistencia. De esta manera, sin reconocer en ningúnmomento la pertinencia o justeza de la denuncia perio-dística realizada, se vuelve a defender la construcción deun nuevo manicomio provincial, más cercano a la ciudadde forma que ofreciera un mayor atractivo a posiblesalienistas de prestigio: «si el cargo les obligase a residiralejados de una gran capital donde, aparte de otros ali-cientes de la vida de las ciudades, han de formar su clien-tela»52. Valorándose una peor oferta asistencial por partedel hospital de Bermeo, se aconseja la unificación de lasjuntas rectoras de los dos hospitales existentes, comoforma de salir al paso de posibles deficiencias originadaspor su carácter municipal. Una “provincialización” deBermeo en la que la Diputación no parecía estar muy in-teresada, inclinándose más por un nuevo proyecto ela-borado por Vicente San Sebastián, entonces diputadoprovincial y poco antes presidente del Colegio de Médi-cos de Vizcaya quien, en un informe sobre la Beneficen-cia Provincial, en junio de 1930 propuso la construcciónde un nuevo hospital general provincial de mil camasque desahogara el de Basurto, un manicomio, de otrasmil camas, y la reconversión del manicomio “provisio-nal” de Zaldibar en asilo para ancianos y niños.

Por el contrario, la provincialización del hospital, enese momento, sí era del interés de Bermeo, que así lo so-licitó aprovechando la injerencia de la Diputación en loque consideró asuntos de su incumbencia y que conllevóasimismo la dimisión de Robustiano Elorrieta, su direc-

tor. El episodio, sin duda con otros condicionantes polí-ticos y económicos, fue secundario a la prohibición de laComisión provincial del trabajo de los dementes, algofrente a lo que los mismos pacientes se rebelaron parapasmo del columnista que cubrió la información: «… losenfermos pobres habían protestado de la decisión pro-hibitiva. Examinados estos razonamientos, con la naturalsorpresa en cuanto a la protesta de los dementes, comosi se tratase de temperamentos normales, se modificópor la Comisión de Gobernación el acuerdo, reducién-dolo a prohibir que los dementes trabajasen, como lo ve-nían haciendo, en obras fuera del establecimiento enbeneficio del Municipio… en consideración a los enfer-mos, expuestos en los trabajos del parque o en el arreglode las calles al ludibrio público, principalmente de losniños, y evitar, además, que en un momento determi-nado alguno de los dementes, en un acceso de exalta-ción, pudiera llevar a cabo la comisión de algún delito»53.Mientras tanto, la situación siguió complicándose paralos enfermos vizcainos, que ven como Santa Águeda yPamplona les cierran sus puertas desbordados igual-mente.

Un proyecto de macromanicomio modelo en Zamu­dio (Derio)Con la solución propuesta por Vicente San Sebastián, seacuerda la convocatoria de un concurso54 por el que,desestimando otras ofertas provenientes de Munguía,Durango y Lujua, se propone la construcción del nuevomanicomio en terrenos del Ayuntamiento de Zamudio(hoy pertenecientes a Derio). Es evidente que en el con-curso tuvieron que existir importantes intereses econó-micos, llegando al punto de curiosas maniobras entreunos y otros, tretas como las ensayadas desde Munguíasacando a colación ciertos casos de tifus existentes enlas inmediaciones de los terrenos de Zamudio55. Más lla-mativo fue el cambio de opinión entre parte de la prensalocal, que si bien parecía había acogido de muy buenagana la idea de las nuevas instituciones, poco despuésparte de ella se desmarca de la idea56, mientras que susdefensores acusaban a la Junta de Caridad del Hospitalde Basurto de posibles intereses contrarios57.

Pero si en relación con la construcción del nuevo hos-pital (general) provincial persistía el debate, el proyectodel manicomio sigue adelante, nombrándose una Comi-sión Gestora, cuyo presidente, tras visitar Bermeo enjulio de 1931, certifica las pésimas condiciones en lasque se encuentra y la dolorosa impresión que le generael vergonzoso hacinamiento, las camas en los pasillos, elinsoportable olor y los pequeños derrumbes, ante lo queurge la construcción de un nuevo hospital58. Una situa-ción que, a tenor de algún otro reportaje en una revistamédica, no era nada comparable a la de Zaldibar59.

Finalmente se compran los terrenos de Zamudio, queno deben confundirse con los que ocupa el actual hospi-tal, donde se iría a levantar el manicomio modelo, segúnel proyecto elaborado por el psiquiatra Wenceslao LópezAlbo (que había sido director de Zaldívar años antes60)y el arquitecto Diego Basterra, tras un viaje por Europaacompañados por Vicente San Sebastián. Dicho pro-

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yecto, divulgado tanto en prensa generalista como espe-cializada61-62, consistía en una colonia-sanatorio agrícolae industrial de 1.300 a 1.500 camas, aneja a una granjaescuela para los «futuros caseros... que cumplirá la doblefinalidad de servir para la enseñanza práctica de la agri-cultura a los labradores de la provincia y para la utiliza-ción de los enfermos en su propio beneficio. Tal vez —nonos atrevemos a asegurarlo— sea esta simbiosis de Es-cuela Práctica de Agricultura y Manicomio el primerejemplo que dará, no solo en España, sino en el extran-jero». Junto a lo anterior, se contemplaba también unaClínica Neuropsiquiátrica y dispensario de Higiene Men-tal, con otras cien camas en Cruces.

Parece que en esa ocasión las cosas toman un ciertoritmo y, a finales de 1931, se hizo público el concursopara la construcción de lo que, curiosamente, en ese mo-mento se denominaron «viviendas de enfermos menta-les», cuatro enormes pabellones que debían estarfinalizados para mediados de 193463. A la vez que se ini-cia la construcción de los pabellones, se van preparandoalgunas de las actividades proyectadas para sus futurosmoradores según aconsejaban los más modernos abor-dajes ocupacionales. Entre ellas la suficiente dotación demimbreras que, cultivadas en terrenos de la granja es-cuela, suministrarían «la materia prima para sus traba-jos de cestería, mobiliario y enseres de este género». Coneste fin, se solicitan presupuestos a Francia y Zumárraga,encargándose finalmente la nada despreciable cantidadde 300.000 «estaquillas de mimbre»64. Mientras se es-taba a la espera de ellas, la noche de San Sebastián de1933, sorprendió a todos con el repentino derrumbeparcial del primero de los pabellones construidos, hechoque fue atribuido a la caída de una de las grúas, supues-tamente por un fallo en uno de sus cables de anclaje,toda vez que se trataba de una «forma modernísima enesta clase de construcciones»65. Sin embargo, muy pocosdías después y de nuevo de forma inesperada, otro delos pabellones se vino abajo, en esta ocasión sin causaaparente66. Afortunadamente, en ninguno de los de-rrumbamientos hubo víctimas, aunque sí cuantiosaspérdidas materiales. Constituida una comisión con el finde estudiar las posibles causas de lo sucedido, tras di-versos cruces de acusaciones, tanto políticas como téc-nicas, finalmente se concluye que el desastre fueoriginado en la baja calidad de los materiales empleados,atribuible al bajo precio abonado para su construcción,proponiéndose la rescisión del contrato a los construc-tores y la destitución del arquitecto municipal, a pesardel informe exculpatorio del propio Colegio Vasco-Na-varro de Arquitectos67.

Mientras tanto, las obras seguían lentamente, jalona-das con los más diversos incidentes, tales como el plande asalto a la taberna-estanco donde se pagaban los jor-nales de los obreros, felizmente frustrado por la Policíaapresando a la banda en el fielato de Santo Domingo68.O, ya con año y medio de retraso sobre la fecha previstapara su conclusión, la solicitud de instalar en sus cerca-nías un puesto de miñones, dirigido a garantizar la se-guridad del personal que trabajaba en la Granja, asícomo no se cobijaran gitanos y maleantes en las instala-

ciones en construcción69. Durante la Guerra Civil, enmayo de 1937 su estructura fue bombardeada, para pos-teriormente, paralizadas las obras, ser utilizada para losmás diversos usos y cometidos, tales como fábrica dearmas o piñones de bicicleta, vaquería, cuartel, vivienda,premilicia y campo de entrenamiento del Frente de Ju-ventudes.

Clínica Psiquiátrica Provincial en Bilbao y reordena­miento de camas en Zaldibar y BermeoParalizado el proyecto del manicomio modelo, las nece-sidades de camas psiquiátricas seguían siendo acucian-tes, debiendo buscarse algunas otras alternativas quevinieran a paliar la situación. Así, en 1938, tras la ocu-pación de Bilbao y todavía no acabada la Guerra Civil, sesolicitaron informes a los directores de Bermeo y Zaldi-bar, Antonio Babío y Severo Aranzamendi, quienes apo-yaron la idea de crear una Clínica Psiquiátrica con 30 o60 camas de hospitalización breve, incluidas algunaspara pensionistas que contribuirían al sostenimiento delos gastos. Dicho centro, debiera estar además provistode un Dispensario o Policlínica aneja, donde atender alos enfermos no necesitados de ingreso, junto a un “Ser-vicio Social” a cargo de una “enfermera visitadora” conla misión de velar por los enfermos de alta. La clínicaconvendría que estuviera alejada de los grandes mani-comios existentes, con estancias de no más de cuatro aseis semanas, tras las que serían trasladados a los hos-pitales aquellos que no pudieran salir de alta. Además,debiera estar ubicada en el extrarradio, para aislarla delos ruidos urbanos, así como evitar asimismo las posi-bles molestias al vecindario, motivos por los que se des-aconsejó la adaptación de un hotel visitado en la calleHenao, y llevaron al arquitecto provincial a valorar la po-sibilidad de acondicionar un edificio, ubicado en Begoñay propiedad de la Caja de Ahorros Vizcaína, utilizado enese momento por el Patronato Nacional Antitubercu-loso70. Poco antes, desde el Consistorio bilbaino se ofre-ció a la Diputación el alquiler de la Casa Galera, «capazde albergar 90 enfermos mentales». La idea no prosperóy esta cierra sus puertas a final de 1938, pasando lossentenciados a arresto menor y mendigos pernoctantesa los pabellones de Elejabarri, mientras que los 11 de-mentes allí recluidos (7 varones y 4 mujeres) debieronser realojados en diversos centros, entre ellos en un con-gestionado Bermeo71. Una situación de desbordamientopor la que, pocas semanas después, se acuerda solicitara Bermeo la cesión del Asilo Municipal (pabellón ubi-cado dentro del complejo manicomial), con el fin de am-pliar las camas psiquiátricas72.

Otra de las soluciones propuestas fue la construcciónde un nuevo pabellón en Zaldibar, lo que permitiría hos-pitalizar allí a la totalidad de las 532 mujeres vizcaínasentonces diseminadas por Zaldibar, Bermeo, Mondragóny Palencia, a la vez que se liberarían 160 camas en Ber-meo que de esa forma se desahogaba ligeramente y que-daba en disposición de recibir los 111 pacientesdesplazados en Pamplona y Palencia (en Santa Águedaseguirían 47). En mayo de 1939 se dieron instruccionesal arquitecto provincial para el estudio de esa posible

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construcción, a la vez que se le solicita considerar la via-bilidad para utilizar uno de los fallidos pabellones de Za-mudio (Derio) con el fin de alojar un cierto número depacientes varones. Junto a todo ello, se apunta otra po-sible «solución total» que pasaría por «prescindir nosolo de Bermeo, sino también de Zaldívar, centralizandoen Zamudio todos los dementes, (...) para ello habríande habilitarse por lo menos tres de los pabellones con elconsiguiente gasto, dejando sin destino inmediato lasconstrucciones de los actuales manicomios y sin másventaja en cuanto a las mujeres que la que pudiera su-poner la economía de una administración única»73. So-luciones, todas ellas, donde lo que primaba básicamentefueron las consideraciones exclusivamente económicas,más allá de cualquier otra de tipo clínico o de convenien-cia para los enfermos y sus familias.

Ese verano de 1939, tras la solicitud desde Zaldibarde suspender los ingresos por incapacidad para absor-berlos, se dio una nueva llamada de atención hacia el im-parable desbordamiento de los hospitales, con Bermeoacumulando camas ubicadas en los pasillos, así comocon un alto número de enfermos desplazados fuera dela provincia, algo especialmente preocupante para lasarcas provinciales por su sobrecoste, con una inversiónanual superior al millón de pesetas en la atención hos-pitalaria psiquiátrica.

Resulta de especial interés, clínico y sociológico, com-probar que fue precisamente justo al término de la Gue-rra Civil cuando mayor número de camas psiquiátricasfueron ocupadas en un muy corto espacio de tiempo, pa-sando de las 933, en abril de 1939, a las 1026 en agostode 1940. Un incremento del 10 % que tuvo lugar parti-cularmente en Bermeo, que absorbió 68 de las 93 nuevascamas contabilizadas en tan corto espacio de tiempo, pu-diéndonos imaginar lo que tuvo que suponer para los en-fermos y profesionales en un ya sobreexplotado hospital.

Desestimándose nuevamente la provincialización delhospital de Bermeo, tanto por las graves deficiencias quepresentaba como por la dificultad estructural para suampliación, la solución propuesta fue la creación de unanueva Comisión que pudiera estudiar de forma centra-lizada las diversas posibilidades que se estaban bara-jando por separado, principalmente la ampliación deZaldibar y el aprovechamiento de lo construido en Za-mudio. Propuesta que es apoyada igualmente desde laComisión de Hacienda, especialmente preocupada porlas cuestiones económicas apuntadas, que propone aca-bar los pabellones de Zamudio (Derio) y, en un intentode sacar beneficios, ofertar las eventuales plazas sobran-tes a provincias limítrofes que tenían un problema decamas similar.

Con ese objetivo, en marzo de 1940, se enviaron ofi-cios a las Diputaciones del entorno (Santander, Asturias,León, Burgos, Álava, Guipúzcoa, Soria, Logroño, Zara-goza, Huesca y Teruel), preguntando por la posible uti-lización de los servicios del manicomio de Zamudio quese planeaba terminar. Ninguna de las respuestas mostróinterés mayor en la oferta, si bien algunas no la descar-taron totalmente, siendo práctica habitual en varias deellas tener enfermos desplazados fuera de sus límites.

Por otra parte, y también desde un criterio pura-mente financiero, se señala la excepcional importanciaque tendría para el funcionamiento económico del ma-nicomio el cultivo y crianza de ganado a cargo del tra-bajo de los dementes «para atender a las necesidades delos establecimientos de beneficencia obteniendo con ellopositivas ventajas en la calidad y precio de los produc-tos»74.

El informe elaborado por el arquitecto con las pro-puestas de solución al problema manicomial se abre se-ñalando una acumulación anual de unos 10-12 enfermos(acumulación que, en términos de camas totales, enmayo era ya cercana al millar y se había superado concreces solo un trimestre después), lo que se atribuye «alabuso de las bebidas alcohólicas característico de estepaís y a los matrimonios entre familia», problemáticaspara las que se proponen estrategias preventivas y cu-rativas. Las primeras apoyadas en la “inspección social”,mientras que para las segundas sería necesario disponerde una “Clínica Psiquiátrica” o “Dispensario” que permi-tiera un tratamiento temprano y más eficaz. Opción estaúltima que el mismo arquitecto, aun defendiéndola, des-estima desengañado por la experiencia acumulada traslas múltiples veces que ya se había discutido previa-mente esa posibilidad sin resultados tangibles. Seguida-mente, dirige la atención a las cuatro estructurasinacabadas de hormigón existentes en Zamudio (Derio),que recuerda fueron proyectadas para una población de1.500 asilados, pero que, en su opinión, fácilmente po-drían acoger 2.000 o alguno más. Tras estas considera-ciones propone una serie de posibilidades: 1)Acondicionar los pabellones de Zamudio, bien en parteo en su totalidad, hasta dar cabida a unas 1.250 camasmixtas, o menos si solo se fueran a ingresar varones. 2)Ampliar Zaldibar, en ese momento con 270 camas demujer, hasta las 626 camas que acogieran a la totalidadde asiladas a cargo de la Diputación, incluidas aquellasen Bermeo. 3) Bermeo, con 441 camas, se calculó querealmente no tenía capacidad para más de 274, por loque se propone su ampliación física para añadir 193camas y así acoger con cierta comodidad los varones asi-lados repartidos por diferentes lugares, junto a un exce-dente de 50 camas. Para ello se aconseja la compra delas instalaciones de Bermeo por parte de la Diputacióny se presentan varias opciones, mejor o peor resueltas,rehabilitando el Asilo anexo, así como construyendonuevos edificios. 4) Entre las soluciones propuestas, seincluye otra que, si bien no se desarrolla, nos da cuentade haberse considerado otros posibles emplazamientoscomplementarios a Zaldibar (Balneario de La Muela enOrduña u otro). Para terminar, sin referencia tampoco aotras cuestiones clínico-asistenciales, se detiene en otrotipo de consideraciones que califica de políticas, y quecomprobamos que alguna de ellas mantiene hoy en díatoda su actualidad, mediatizando la adaptación racionalde nuestros servicios: «La desaparición del Manicomiode Bermeo causaría malestar en este pueblo, cuyos in-tereses se hayan vinculados en gran parte a la vida delManicomio. Por otra parte, la Diputación aumentaría suprestigio si en circunstancias tan difíciles como las ac-

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tuales, consigue llevar a cabo una obra como la de Za-mudio, que dotaría a Vizcaya de uno de los mejores Ma-nicomios nacionales». Finalmente, su recomendaciónúltima pasa por desarrollar Zamudio como proyecto defuturo, no solo por la modernidad de las instalaciones,sino por la mayor facilidad para la ubicación de una clí-nica-dispensario cercana a Bilbao, así como contar conespacio suficiente para una granja y terrenos destinadosa laborterapia75.

Vallejo Nágera y la Clínica MentalMientras, la población asilada seguía acumulándose in-exorablemente, para sobrepasar el millar de personasen agosto de 1940, mes en que la Diputación recibe unnuevo anteproyecto firmado, en esta ocasión, en Bilbaopor el psiquiatra Antonio Vallejo Nágera. Este da lavuelta a las propuestas realizadas hasta ese momento,modificando radicalmente la organización psiquiátricaal aconsejar una clínica psiquiátrica de doscientas camas(cien para cada sexo), incluidas algunas para pensionis-tas privados, dirigida al mayor número de curaciones enel periodo agudo de la enfermedad. En ella, los pacientesesquizofrénicos (el 80 % de los ingresos según Vallejo)se someterían a los tratamientos convulsionantes deSakel (comas hipoglucémidos por insulina) y Meduna(choques cardiazólicos), con lo que se alcanzaría «unporcentaje del 50 % de curaciones totales y definitivasmás un 30 % de remisiones compatibles con la reedu-cación y el trabajo, restando un 20 % de enfermos... in-curables y crónicos». Además, funcionarían dosgranjas-colonias agrícolas: una en Zaldibar, especiali-zada en avicultura y cunicultura, para mujeres, y la otraen los terrenos de Derio, para hombres. Bermeo y Zaldi-bar quedarían «para enfermos crónicos, incurables pe-ligrosos y dementes inaccesibles a toda terapéutica».Para los «niños anormales» aconsejaba la reeducación apartir de los 6 años, para luego, llegando a la edad adultay en condiciones de ser obreros capacitados, ser atendi-dos en granjas o colonias de trabajo, mientras que los«imbéciles profundos» pasarían a los asilos manicomia-les con la mayoría de edad. Los epilépticos podrían aten-derse lo mismo en las colonias de trabajo que en losasilos manicomiales en función de su estado psíquico76.Una propuesta que desde la Comisión de Gobernaciónse acogió con entusiasmo, para, en una especie decuento de la lechera de suma y resta de camas, «...confiaren que en un plazo corto y breve estaría en marcha la so-lución total de nuestros problemas».

Esta idea parece actuó como punto de inflexión enlos presupuestos teóricos barajados hasta ese momento,considerándose preferente la realización de la clínicamental, dirigida al tratamiento precoz y agudo de la en-fermedad, antes que el acondicionamiento de los mani-comios, que quedarían reservados a la hospitalizacióncrónica.

Siguen pasando los meses y, a mediados de 1943, en-tendiendo que la posible ampliación de Zaldibar y la pro-vincialización de Bermeo ya estaban en marcha, laComisión de Gobernación dirige su atención hacia laapuntada Clínica Mental. Desestimando cualquier pro-

yecto de «grandes vuelos», independiente o vinculada aotro centro benéfico como el Hospital Provincial, pro-pone como alternativa una solución más modesta quepasase por la compra o arrendamiento de un inmueble,con capacidad para 20 a 40 camas, en la capital o sus in-mediaciones. Solución, eso sí, que «...exigiría, desdeluego, la adquisición de una furgoneta para el trasladode enfermos que fuese preciso enviar a los manico-mios»77. Nada más publicarse el acuerdo en prensa y Bo-letín Oficial a final de año, Vallejo Nágera escribecongratulándose con la decisión y deseando un rápidodesenlace del proyecto «...con la colaboración de loscompetentes compañeros de esa Pinto, Villanueva y Fi-gueirido (sic), además de los que desempeñan servicioen Bermeo y Zaldivar», a la vez que sugiere que los pues-tos asistenciales fueran ocupados de forma interina, a laespera de una futura oposición, pendientes en ese mo-mento de la ansiada reforma psiquiátrica en España.Tras recibirse diversas ofertas, algunas se rechazan deplano por su ubicación o características (Santutxu, Ba-surto-Kobetas, Elorrio), mientras que para el resto, in-cluido un intento de recomendación en el que intervieneel Obispo de Oviedo ante el Presidente de las Cortes Es-pañolas, que parece ser fue la más atractiva para la Di-putación, finalmente tampoco se llegó a cerrar ningúnacuerdo, quedando pospuesto una vez más el proyectode la Clínica Mental.

Un nuevo manicomio. Primero en Cruces y luegovuelta a empezarEn un nuevo e inesperado regate, en mayo de 1944, laDiputación acuerda solicitar a la Universidad de Valla-dolid la elaboración de un programa que sirviera debase para convocar unas oposiciones dirigidas a cubrirla plaza de director médico, destinada al asesoramientotécnico y jefatura de los Servicios Psiquiátricos78. Esemismo mes, el presidente de la Diputación no puedemás que reconocer la lentitud de todo el proceso y re-tomar el asunto prioritario que había quedado en sus-penso: «Entre los problemas que para nuestraactuación se plantean es sin duda alguna el de asisten-cia manicomial, el que se presenta con más graves yacuciadores caracteres sobre todo en lo que afecta a de-mentes varones, hoy acogidos en el Manicomio de Ber-meo. En el ánimo de todos está la realidad de nuestraafirmación, y prueba de ello son las preocupacionessuscitadas y las resoluciones adoptadas para la amplia-ción del sanatorio Psiquiátrico de Zaldívar (terminadaluego en octubre de 1945), para la creación de la Clí-nica Mental y para la designación de un Director facul-tativo como garantía de una futura organización, perotambién todos conocen la lentitud de actuación queforzosamente impone a las Corporaciones los trámitesy requisitos procesales, que si no obstaculizan en ab-soluto, por lo menos entorpece y retrasan muchasveces la realización y la eficacia de los más acertadosproyectos. No es de ahora, sino desde el año 1.903, seviene estudiando la posibilidad de provincializar el ma-nicomio de Bermeo, se ha escrito mucho, se ha gestio-nado más, y en cuarenta años de buenas intenciones

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nada se ha conseguido; el establecimiento sigue siendolamentable excepción en nuestros servicios, ni res-ponde a una orientación facultativa, ni tiene organizadadebidamente la asistencia, ni el edificio reúne las mí-nimas condiciones de higiene y salubridad y económi-camente lo que a la Diputación cuesta igual si no superaa lo que se abona en otros establecimientos similaresmontados y atendidos con los adelantos que reclamala moderna psiquiatría». Seguidamente, como si de uncapítulo más de una extraña historia interminable setratara, se retoma la idea de construir un nuevo mani-comio, en esta ocasión exclusivamente para cuatrocien-tos o quinientos hombres, desestimando la compra delhospital al Ayuntamiento de Bermeo debido el elevadoprecio solicitado y el mal estado de las instalaciones79.Con ese fin se propusieron unos terrenos que la Dipu-tación tenía en el barrio de Cruces, pero que la comi-sión formada por Ángel Uruñuela (Inspector Generalde Sanidad), Eugenio M. de Aguinaga (Arquitecto pro-vincial) y el psiquiatra César A. Figuerido finalmentedesaconsejaron por la fragmentación del terreno entres partes, así como resultar pequeño para organizarla terapéutica agrícola80.

Ante esta situación, se vuelve una vez más la vista alos inconclusos pabellones existentes en Zamudio(Derio), pidiéndose al arquitecto provincial el estudio desu readaptación, pero disminuyendo la cantidad decamas presupuestadas en un principio a un máximo de570 para enfermos varones, incluidas cuarenta de la clí-nica de observación y treinta de infecciosos y tubercu-losos. La solución propuesta, seguramente con grandosis de escepticismo por parte del arquitecto que re-producía literalmente los mismos cálculos económicospresentados cuatro años antes, sugiere acabar dos de lospabellones levantados y el derribo de los otros dos res-tantes, confiando en que el escombro generado pudieraamortizar el propio gasto de su demolición, no sin antesser necesario solventar el problema del abastecimientode agua, que seguía coleando todavía desde el inicio delas obras en la década previa.

Finalmente, con un censo total de 869 enfermosmentales adultos (327 hombres y 542 mujeres) en Biz-kaia, ligeramente menor que los existentes a finales de1940, Eugenio Aguinaga propone la ampliación de Zal-dibar hasta 620 camas y la creación de 565 en Zamudio(Derio), dotando así a la provincia de 1.185 camas, quese pensaban serían suficientes para sus necesidades pre-sentes y futuras. Una previsión que sin embargo se al-canzó en 1961, y ya para 1967, el año previo a lainauguración del actual Hospital Zamudio, Bizkaia con-tabilizó 1.375 camas a su cargo.

Con este objetivo y reconociéndose que «los pabello-nes de hormigón armado levantados en Zamudio exce-den de lo que esas necesidades representan», laComisión de Gobernación anuncia la subasta públicapara la demolición y aprovechamiento de los materialesde parte de dichos pabellones81. Sin embargo, no huboofertas de interés y los esqueletos de las cuatro estruc-turas siguieron en pie y la indefinición sobre el rumbo atomar persiste.

La propuesta de Babío y AranzamendiEn un nuevo alarde de postergación de una soluciónoperativa, se acuerda que el arquitecto elaborase uncuestionario dirigido a conocer con mayor detalle algu-nas cuestiones estadísticas, clínicas y normativas a lasque debiera responder la clínica mental y el nuevo ma-nicomio para hombres. Mientras tanto, visto el estadode semiabandono de las instalaciones de Zamudio(Derio), desde el Gobierno Militar se solicita permisopara cobijar de la intemperie los camiones de uno de losGrupos de Artillería que pensaban trasladarse al Cam-pamento de Zamudio, solicitando hacerlo en los sótanosdel manicomio en construcción, así como se ordenase«las pequeñas obras necesarias para evitar el enfanga-miento del suelo y las goteras que hay en el techo de losreferidos sótanos»82.

Con las respuestas e informe elaborados por los Dres.Babío y Aranzamendi, director y subdirector de Bermeoy Zaldibar respectivamente, quienes aconsejan una ins-titución que acogiera, con cierto margen de ampliación,a unos seiscientos enfermos varones, se solicita al dipu-tado y médico Fernando Oleaga elabore un proyectofinal, utilizando únicamente los dos pabellones delfrente, de los que quedaría sin utilizar el último piso. Elcompleto informe elaborado concluye sintetizando lapropuesta de esta manera: «Vizcaya quedaría perfecta-mente atendida si contase con:

a) Dispensario en la capital con ambulancia auto-móvil y equipo especializado (conductor y dos en-fermeros psiquiátricos).b) Clínica psiquiátrica con doscientas camas enuno de los semibloques levantados en Zamudio (Clí-nica mixta para ambos sexos).c) Colonia-Sanatorio en los tres semibloques res-tantes con ochocientas camas si todos los serviciosse centralizasen aquí o con el semibloque gemelo ala clínica, alojando en él a los enfermos varones ac-tualmente repartidos en los diversos manicomioscon los que la Diputación tiene contratados sus ser-vicios.

En el semibloque gemelo pueden instalarse en magnífi-cas condiciones de doscientas cincuenta a trescientosenfermos crónicos formando la Colonia-Sanatorio paravarones. Si se levantase un edificio sencillo para granjaagrícola donde situar de 80 a 100 pacientes quedaba re-suelto el problema por el tiempo suficiente, para encon-trando alivio económico y utilizando los trabajos de lospropios enfermos ampliar paulatinamente los serviciosa los pabellones levantados y lo que reste por edificar.

d) Con el Sanatorio para señoras en Zaldivar ye) Con cuatro centros secundarios de higienemental rurales ya mencionados».

Dichos Centros Secundarios de Higiene Mental Rurales,estaban contemplados así: «En Bermeo (o Guernica),Durango, Marquina y Valmaseda) funcionarán una vezpor semana estos Dispensarios que actuarán en cadapartido bajo un patronato integrado por: el Alcalde, elPárroco, el Director de la Caja de Ahorros Provincial, elInspector Municipal de Sanidad y un Maestro nacional

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en conexión con la Junta de Damas de los establecimien-tos manicomiales. Uno de los médicos ayudantes de laclínica llevará los servicios del consultorio y entre todoslos médicos ayudantes alternarán para conocer perfec-tamente las necesidades psiquiátricas de la provincia yel mejor modo de luchar contra ellas”83.

En base a estas consideraciones, la Diputaciónacuerda solicitar al arquitecto provincial, Eugenio Agui-naga, la elaboración de unos bocetos previos del posibleaprovechamiento de los edificios existentes, sugirién-dole se documentara con un viaje de estudio al extran-jero, muy particularmente Inglaterra. De igual maneraque se acuerda «solicitar de la orden de Hermanos Hos-pitalarios de San Juan de Dios, condiciones bajo las cua-les pudieran hacerse cargo de la asistencia a losdementes que fueran acogidos».

Durante todo este tiempo, se venían dando infruc-tuosos pasos por parte de la Diputación para el desahu-cio de los inquilinos que ocupaban algunos de loscaseríos ubicados en los terrenos comprados y se pen-saban dedicar a Granja escuela y al servicio del hospital,trámites que se van demorando en los años para final-mente, una vez más, el proyecto se paraliza: «el 6 de juliode 1948, la Comisión Agro-pecuario-forestal dadacuenta del expediente de su razón, acuerda quede sobrela mesa, hasta que designado el Ingeniero Agrónomoque vaya a prestar servicios a la Corporación, emita elcorrespondiente Informe»84.

Tensiones en BermeoSi las condiciones estructurales en Bermeo no eran pre-cisamente buenas, tampoco parece que fueran muchomejores las relaciones entre el estamento médico y el ad-ministrativo, este segundo más alineado con las monjasque atendían la institución. Así se puso en evidencia aconsecuencia de una agresión sufrida por la madre supe-riora por parte de un paciente embriagado, y por el queBabío y Urquijo acabaron expedientados tras mutuas acu-saciones de un sector al otro85. En su defensa, Babío se-ñala los problemas crónicos con la Junta de Beneficenciay la autoridad, de forma similar a lo que Urquijo aduce delas juntas administrativas, con acusaciones de mezquin-dad de planteamientos e interés económico. En relacióncon el problema de autoridad, ambos médicos señalan elincumplimiento de las órdenes dictadas para el controlde los pacientes, así como la utilización de estos para di-versos trabajos auxiliares sin su visto bueno e incluso ex-plícita disposición en contra. Aun reconociéndose la faltade responsabilidad directa en lo sucedido, así como eldesacato a la autoridad médica y del reglamento desde al-guno de los sectores del hospital, finalmente el expedientea los dos médicos se cierra con una amonestación porfalta leve al considerarse que todas esas circunstancias,en ese momento denunciadas, no se había dado parte a laComisión con anterioridad. Quizás la forma menos com-prometida para atajar el fondo real de la cuestión.

Mariano Bustamante, director médico de los Servi­cios Psiquiátricos. Clínica Neuropsiquiátrica enDeusto

Tampoco el último proyecto al que nos hemos referidosalió adelante, y habrá que esperar todavía algo más dedos años cuando, tras el nombramiento a principios de1947 de Mariano Bustamante como director médico delos Servicios Psiquiátricos Provinciales, este plantea de-tener cualquier gestión o plan sobre la organización delos servicios neuro-psiquiátricos hasta no conocer el cri-terio de la Junta del Hospital de Basurto acerca de la cre-ación de una clínica mental en sus instalaciones.Aspiración desestimada con celeridad desde el hospital,alegándose la falta de espacio libre para ello, pero sobretodo invocando el artículo 2 de sus Estatutos, reflejadoen sus distintos Reglamentos, que «...prohíbe ni admitirni atender a los enfermos de enajenación mental»86. Vetodiscriminatorio para los enfermos mentales que se man-tuvo hasta bien entrada la segunda mitad del s. XXcuando, en 1973, fue inaugurado su servicio de Psiquia-tría con José Guimón al frente87.

Un nuevo freno que, junto a toda la serie de demorasprevias, hace que el arquitecto municipal muestre su in-disimulado hartazgo, posiblemente haciéndose eco tam-bién de la opinión de otros muchos profesionales yciudadanos, cuando se le reclama su opinión y responde,subrayando enfáticamente su propio texto: «Punto departida fundamental es la fijación exacta y definitiva delPrograma de Servicios que deben alojarse en la Clínicamental, y en el Asilo Manicomial, cuyo emplazamiento,según acuerdo de la Comisión de Gobernación del 19 deoctubre de 1.944, queda fijado al aprovechar dos de loscuatro pabellones de Zamudio...». Para concluir, posible-mente temeroso de un nuevo rumbo programático: «Sinestos puntos definitivamente resueltos, no cabe trabajaren el Proyecto solicitado»88. Postura ante la que la Comi-sión de Fomento, Cultura e instrucción acuerda, una vezmás, «remitirlo a la Comisión de Gobernación, para suestudio y resolución pertinente, en orden a lo que pro-ceda».

Habrá que esperar a mediados de 1948, cuando Bus-tamante da a conocer públicamente la idea que teníasobre la ordenación hospitalaria, desmarcándose delmegaproyecto de Zamudio (Derio) para 1.500 o 2.000camas, aconsejando en su lugar una organización enbase a: “Clínica Mental” dirigida al tratamiento activo,“Sanatorio” para la ocupación y observación prolongada,y “Colonia Agrícola” para la convalecencia prolongada.Junto a ello, tres departamentos: infantil, crónicos invá-lidos e infecciosos. A la vez que desaconseja el agrupa-miento de todos ellos por el riesgo de distanciamientodel contacto médico, despersonalización en la asistencia,relajamiento de la disciplina del personal auxiliar, difi-cultad para la coordinación asistencial y mecanizaciónde todas las tareas, quedando el paciente «reducido auna unidad más en el cuadro desmesurado de una hu-manidad doliente»89.

Un interés especial le mereció la atención a los en-fermos con tuberculosis, llegando a aconsejar sanatoriosmixtos para enfermos afectados de ambos procesos, en-fermedad mental y tuberculosis o viceversa. La tubercu-losis supuso una problemática clínica e higiénicairresuelta durante mucho tiempo y que solo cristalizó

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en Zaldibar en un departamento de aislamiento a prin-cipio de los 60, mientras que en Bermeo «por circuns-tancias ‘diversas y adversas’ no se hizo lo necesariohasta producirse un estado alarmante de infección»90.

En 1949 se baraja una nueva ubicación para la dese-ada Clínica Neuro-Psiquiátrica, presentándose un pro-yecto arquitectónico, con unas sesenta camas mixtas, enesta ocasión en Deusto-Ibarrekolanda, acompañado dela correspondiente propuesta de dotación material y depersonal firmada por Bustamante. Junto a las razoneseconómicas y médicas barajadas en aquel momento, seempezaron a valorar igualmente otras, como las geográ-ficas que aconsejaban la mayor cercanía posible al hos-pital general. Opinión también corroborada por unadelegación creada para visitar el ya obsoleto DispensarioPsiquiátrico de San Sebastián, así como las nuevas ins-talaciones que se estaban levantando en el recinto de sufuturo Hospital Provincial, capaces para 70 camas, y quegarantizaban una mayor confidencialidad a la hora delingreso y menor estigma asociado, razones que en Biz-kaia aconsejaban implicar al Hospital de Basurto.

Pero tampoco en esta ocasión vio la luz ninguna delas propuestas. Por una parte, acogiéndose Basurto denuevo a su Reglamento para desentenderse del asunto.Por otra, incluso tras la explanación de los terrenos enDeusto para la Clínica, esta quedó abortada año y mediodespués por razones exclusivamente económicas: «En elproyecto redactado se observa, desde luego, que si suconcepción fue guiada por el mejor deseo, este se exce-dió un poco..., y así se observa que en una clínica que hade establecerse con miras a una economía en el coste delServicio de Beneficencia..., se colocan nada menos queuna sala de conferencias, una cabina de proyecciones,cuatro dormitorios de médicos y se instalan todos losservicios en la misma proporción, con lo que el presu-puesto y el coste se elevan naturalmente a cifras muylejos de los que la Diputación puede y debe hacer. A jui-cio de esta Sección ese proyecto debe reducirse en todossus aspectos, limitándolo a 40 camas...»91. Quedaba así,una vez más, el asunto “sobre la mesa”, con la propuestade designar una nueva «Comisión Especial que estudieel problema y puntualice las condiciones de la proyec-tada clínica».

Durante ese tiempo, tras algunas obras realizadas enZaldibar y finalmente la provincialización de Bermeo en1948, parece mejoró momentáneamente algo la asisten-cia, aunque no se consiguieran resolver ciertos aspectosdisciplinarios con el personal asistencial en este último.Así parece ser cuando la Junta de Damas se queja anteBustamante por las ausencias del director médico y lafalta de horarios del practicante, circunstancias estasfrente a las que él mismo se muestra de alguna maneraimpotente92. Aun peor, con ocasión del desafortunadosuicidio consecutivo de tres pacientes en Bermeo, sehace evidente la aparente laxitud asistencial imperante,así como las diferencias existentes entre el cuerpo ad-ministrativo y el sanitario que son así señalados: «Es ne-cesario que se haga ver a los médicos que tanto elpracticante como el jefe de los cuidadores, no cumplencon ningún servicio estando como están, todo el día ha-

ciendo tertulia en el despacho de los médicos. Estos se-ñores tienen sus obligaciones y no tienen que estar,como digo, todo el día metidos en el despacho en plande tertulia»93. Insatisfacción y queja en la que pareceríase incluía también al propio director de los Servicios Psi-quiátricos, de igual manera que se hizo tiempo despuéstras los destrozos ocasionados por un paciente: «Estaadministración (del H. Bermeo) siente tener que mani-festar que si la orden del Dr. Bustamante, de no atar niencerrar a los enfermos que se agitan y se ponen furio-sos sigue en pie, así como la anormalidad derivada porla cuestión de competencia entre los Médicos del Sana-torio, que da lugar con sus ausencias a que los subalter-nos no sepan a qué atenerse en momentos de verdaderopeligro, ...habrá un día luctuoso en que la víctima seráprobablemente un empleado subalterno...»94.

De “vuelta” a Zamudio. Valenciano Gayá y la clínicaneuropsiquiátricaUn ejemplo más de la lentitud y desidia con la que sefueron abordando los diferentes proyectos es la cons-tatación de que, aún a finales de 1951, no se había so-lucionado el problema de la traída de aguas a lasinstalaciones levantadas en Zamudio (Derio), algo queya se preveía se debía acometer cuando se elaboró elprimer proyecto a principio de los años 30, y se recordóen 1944 al menos. Un expediente, el de la traída deaguas, que seguía en trámite cuando, en 1951, se aban-dona definitivamente el proyecto para el que fueron le-vantados los pabellones que, en estado desemiabandono, fueron entregados al Obispado de Bil-bao, que los dedicaría a lo que durante varias décadasfue el “Seminario de Derio”95, 96, 97.

A finales de 1957, se propone la construcción de unnuevo edificio en la calle Fika de Bilbao, adosado a la fa-chada norte de la antigua maternidad, que pudiera aco-ger unas 16 o 18 camas mixtas98. El proyecto, elaboradopor el arquitecto Emiliano Amman, fue costeado enparte con el remanente de las cuentas de la extinguidaJunta de Damas de Bermeo y Zaldibar procedente de lospensionados de dichos sanatorios y, en parte, por elFondo de Apuestas Mutuas Deportivo-Benéficas. Pero,de nuevo y como en ocasiones anteriores, el plan nofructifica, en esta ocasión por la pequeñez de las insta-laciones proyectadas, así como su ubicación en un en-torno dedicado a mujeres y niños.

De vuelta a empezar, la dispersión asistencial y losinnumerables defectos y limitaciones de Bermeo y Zal-dibar hacen que la Comisión de Beneficencia y Obras So-ciales aconseje retomar en ese momento una visión deconjunto, más amplia, que comprendiera la clínica men-tal junto a la asistencia sanatorial de forma interconec-tada, entendiendo la clínica como el «embrión y el puntovital de la asistencia a los dementes», mientras que «laasistencia cerrada manicomial tiende a restringirse cadavez más, y sus indicaciones a limitarse con mayor preci-sión». Este punto de vista lleva a desechar otras solucio-nes que se estaban barajando, como la habilitación de laantigua Escuela de Maestría como clínica mental o suconstrucción en terrenos del Santo Hospital Civil y, tras

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descartarse otras propiedades de la Diputación en Zallay Santa Marina, se encomienda a Emiliano Amman la re-dacción de un nuevo proyecto que constituiría la pri-mera fase de una nueva organización psiquiátrica enotros nuevos terrenos de Zamudio99. Resulta sorpren-dente constatar aquí la proximidad del nuevo emplaza-miento propuesto a los anteriores edificios cedidos muypocos años antes al Obispado, aspecto este que no podíapasar desapercibido a la Comisión, quienes resolvieronel asunto de esta peregrina manera: «Se apuntan comoinconvenientes ...la proximidad del antiguo proyecto demanicomio con el consiguiente peligro de comentariopúblico por falta de criterio al donar las edificaciones.Las posible críticas de que pueda ser objeto la Corpora-ción, procederán de mal intencionados que las haránaunque se construya el Sanatorio en lugar distinto... Lamala fe ...será evidente si consideramos que las edifica-ciones donadas respondían a un proyecto de manicomiointerprovincial (realmente no fue así proyectado a prin-cipios de los años 30), inaprovechable en la actualidad...y finalmente que era deber de la provincia el contribuira la instalación del Obispado y sus servicios, sobre todoal más importante y costoso, que es el Seminario»100.

La primera propuesta del arquitecto establecía unacapacidad de 56 camas para la clínica mental, repartidasentre hombres y mujeres. Para, pocos días después, trasconversación mantenida con Mariano Bustamante y Da-niel Andía por la Diputación, firmar un nuevo proyecto,denominado como “complejo psiquiátrico”, con una ca-pacidad para setecientas camas sanatoriales de hombres(280 recuperables, 140 epilépticos, 210 dementes y 70tuberculosos e infecciosos) y ochocientas de mujeres,además de otras 84 en la clínica (con estancias máximasde 4 meses), que incluía veinte para pensionistas y cua-tro en la denominada «Caseta de indeseables (total-mente independiente)»101.

La idea se acompañaba de cinco planos de edificiosen diferentes ubicaciones dentro de los terrenos dispo-nibles, resolviéndose su planta en doble crujía, comoforma de reducir la longitud de los pasillos, en aras dela comodidad, y no aumentar el número de plantas, loque ahorraría en necesidad de personal.

Finalmente, tras el laborioso estudio y discusión dedichos cinco anteproyectos para la Clínica Mental, el 25de enero de 1960 se aprueba el definitivo, con 62 camasen habitaciones individuales, «incluido el servicio depensionado que se instala en beneficio de los que sin serpobres carecen de recursos para hacer frente a los ele-vados gastos de clínicas psiquiátricas privadas», y unpresupuesto cercano a los 37 millones de pesetas, que-dando para más adelante la construcción del resto delcomplejo sanatorial.

Un año después, a sugerencia de Bustamante, se re-caba la opinión del psiquiatra Luis Valenciano Gayá,quien, desde Murcia, remite su opinión favorable a unainstalación que acogiera no solo casos psiquiátricos, sinotambién neurológicos y neuroquirúrgicos, con una am-pliación hasta unas cien camas con estancias medias dedos meses. Igualmente aconsejaba incluir alguna habi-tación de unas cuatro camas, lo que ahorraría personal

en funciones de vigilancia tras tratamientos como lascuras de Sakel, de sueño prolongado o de reserpina agrandes dosis, habituales todavía entonces. En relacióncon la idea del complejo psiquiátrico final, en torno a lasmil camas, señala la tendencia que se iba abriendo pasofavoreciéndose instituciones menores, no superiores aquinientas o seiscientas según la OMS. Teniendo encuenta ese punto de vista, aconsejaba pabellones paradoscientos hombres y otras tantas mujeres, que se su-marían a las cien camas de la clínica. Además, al consi-derar que en aquel año se censaban ya 1.185 pacienteshospitalizados, Bermeo y Zaldibar se mantendrían me-jorados y con un menor número de camas, quedandocomo oferta de camas descentralizadas. Junto a lo ante-rior, sugiere otras modernas estructuras complementa-rias, como hospitales de noche y día, así como equiposmóviles para atender a algunos pacientes en sus domi-cilios102.

Algunas de sus sugerencias menores fueron tenidasen cuenta, manteniendo las 62 camas presupuestadas,para aprobarse definitivamente el proyecto con un pre-supuesto cercano a los 39 millones de pesetas103. Sin em-bargo, en febrero de 1963 todavía se sigue a vueltas conel emplazamiento de la clínica, debiendo cambiarse suubicación primitiva al considerar que no reunía las ne-cesarias condiciones de funcionalidad en relación con elfuturo complejo sanatorial proyectado y así, tras la va-loración de otros dos emplazamientos desestimados porconsideraciones económicas, finalmente se opta por elque será su lugar definitivo hasta hoy en día.

Pocos meses después, en agosto de 1963, se encargaa Emiliano Amman completar el “complejo psiquiátricosanatorial” según las orientaciones de Bustamante paraunas cuatrocientas camas, incluidas un cierto númeropara pensionistas104, si bien dicho complejo nunca llegóa materializarse.

Iniciadas las obras en enero de 1964, seguidamentese prohibía el corte de arbustos y árboles en el área, quequedaban destinados a la ornamentación de la futuraciudad sanatorial, aconsejándose también la plantaciónde otras especies de crecimiento lento con el objetivo deplanificar una masa forestal105, de la cual hemos sido tes-tigos de su tala recientemente. El proyecto siguió ade-lante, con ciertas adaptaciones, a la vez que se pedíanuevamente opinión a Valenciano Gayá sobre algunosaspectos relacionados, tales como la instalación del de-partamento psicotécnico y electroencefalografía, o loshospitales de día y de noche. Mientras tanto, en septiem-bre de 1966, por iniciativa de Bustamante, se creó elConsultorio de los Servicios Psiquiátricos Provincialesen los bajos de la calle Arbieto n.º 3 de Bilbao, embriónde lo que luego sería la asistencia psiquiátrica extrahos-pitalaria y la amplia red de recursos comunitarios exis-tentes en la actualidad106, 107.

Próximas a su finalización las obras de la ClínicaMental, resulta de especial interés para el conocimientode la situación asistencial a principios de 1967, la exis-tencia de un borrador de informe acerca del estado yproblemas existentes en la Beneficencia y Asistencia So-cial en aquel momento. Dicho documento, con anotacio-

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nes manuscritas y sin firma, está remitido a Fernandode Ybarra, presidente de la Diputación108. En él se da de-tallada cuenta de la situación de los hospitales de Zaldi-bar y Bermeo, tanto en cuestiones estructurales comoasistenciales, incluidas valoraciones subjetivas de las fi-guras más significativas al frente de las mismas (médi-cos, superioras y administradores), alguna no saliendomuy bien parada. Para hacernos una idea del lamentableestado en que se encontraban las instalaciones: «Todoel invierno se puede decir, que hemos estado sin calefac-ción en Zaldibar... permaneciendo las enfermas muchasmás horas en la cama para evitar en lo posible las con-secuencias de un ambiente húmedo y helado... Con sermuy graves estos problemas de obras y servicios, a mijuicio, aún lo es más el de la asistencia médica que sepuede decir en confianza, que es prácticamente nula... elnivel clínico de la institución es bajísimo si no nulo»,siendo lo más valorado la “Terapia Ocupacional” que em-pleaba a las mujeres en «las tareas corrientes de la casa,...costura y en las faenas de la Granja, que es una depen-dencia muy importante del Sanatorio, no solo porquesurte a Zaldibar, sino también porque proporciona carnede cerdo, huevos y verduras a Bermeo y Górliz». En Ber-meo, recién llegado Suárez de Puga, se ponían más es-peranzas con la puesta en marcha de una nueva sección“clínica”, la planificación de un centro de formación depersonal psiquiátrico especializado y la iniciación de unnuevo pabellón de laborterapia (que se inauguró elmismo día que el Hospital de Zamudio). En el informe,tras una poco favorable valoración general del resto deprofesionales del momento, de cara a la proyectada in-auguración de Zamudio en 1967 el problema más im-portante se situaba en la dotación de personal. En esesentido se señala la necesidad de un puesto de subdirec-tor o director adjunto («el nombre podría ‘fabricarse’ amedida», se apunta), que viniera a suplir las carenciaspara la dirección que se describían en Bustamante enpalabras del redactor del informe, y a quien en ese mo-mento se le exige aumentar su dedicación al recién cre-ado dispensario. Termina el informe aconsejando«estudiar y programar en Vizcaya algo que es totalmenteinédito en España... las residencias de adaptación o re-sidencias piloto —casas a medio camino o pisos prote-gidos— ...han dado resultados tan positivos que creotendría un gran interés en programar un ensayo en Viz-caya, íntimamente conectado con el Dispensario y conla Clínica de Zamudio. Con ello se completaría eficaz-mente la Red Asistencial Psiquiátrica en nuestra Provin-cia».

Polémica en torno a la figura de Nicolás AchúcarroYa en la recta final de las obras y duplicado su presu-puesto inicial, su terminación iba a coincidir en fechascercanas al cincuentenario del fallecimiento del neurop-siquiatra Nicolás Achúcarro (14 junio 1880–23 abril1918). Una fecha que no había pasado desapercibidapara algunos, como el neurólogo Gonzalo Moya quien,ya en junio de 1966, había celebrado una sesión cientí-fica en Madrid en homenaje a Achúcarro, bautizando consu nombre el departamento de neurología y descu-

briendo un busto en su honor en el vestíbulo del Hospi-tal General de la Beneficencia del Estado (hoy Hospitalde la Princesa).

Enterado de ello, al año siguiente, un redactor de laHoja del Lunes de Bilbao se entrevistó con el Dr. Moya,quien le da noticia del premio instituido por el padre deNicolás Achúcarro en los años veinte, destinado a reco-nocer anualmente a un neurólogo español y extranjerode forma alternativa, y que quedó en suspenso tras laGuerra Civil. Considerando la trascendencia y alcance in-ternacional del premio, Gonzalo Moya animaba, desdelas páginas de la Hoja del Lunes, a recuperarlo por partede las instituciones, además de asegurar el interés yapoyo de la familia a la iniciativa, «gesto de alto valor pa-triótico por la difusión que en los medios científicosmundiales alcanzaría el nombre de España, de Bilbao yde la Diputación de Vizcaya, si esta se hiciese cargo dela creación de un premio que venga a honrar la memoriade un hombre que conservó siempre con su ciudad deorigen sólidos vínculos personales volviendo a morir enella, en Neguri...». Una propuesta que, ya sugerida porMoya el año anterior, no había tenido el deseado eco enla Diputación vizcaína, desde donde por diversos moti-vos se había postergado una respuesta. Ante ese silencio,el periodista se lanzó a «formular tímidamente una pre-gunta: —¿Se sabe que la Diputación de Vizcaya, conoce-dora de modo oficial de la iniciativa de resucitar elpremio Achúcarro, haya hecho algo en el sentido pro-puesto?», sugiriendo seguidamente el cercano III Con-greso Nacional de Anatomía Patológica (10-14 de mayode 1967), que organizaba en Bilbao Juan Domingo To-ledo, jefe del Instituto de Anatomía Patológica del Hos-pital de Basurto, como ocasión ideal para obtener unarespuesta satisfactoria109.

Fue durante la inauguración de dicho Congreso,donde se rindió homenaje a Achúcarro, con asistenciade familiares y una conferencia sobre su vida y obra porel catedrático de Historia de la Medicina López Piñero,cuando la Diputación anunciaba su decisión de dar elnombre de Nicolás Achúcarro a la Clínica Mental pró-xima a inaugurarse.

Sin embargo, de puertas adentro, la propuesta del ar-ticulista no parece que cayó nada bien en la Diputacióny su presidente escribió rápidamente al ministro de laGobernación, Camilo Alonso Vega, mostrando su males-tar por la reiteración en la propuesta del Dr. Moya, todavez que ya se le había respondido el interés existente enmantener otro, el “Premio Alfredo Alonso Allende”, conanáloga finalidad y propósito de convertirlo en «mani-festación de carácter internacional». Pero junto a ello nopueden ocultarse otras motivaciones políticas y así, elmismo día de la inauguración del Congreso de AnatomíaPatológica, en una circular dirigida a su primo, ayudantedel ministro de la Gobernación, amplía los motivos parajustificar la decisión desde la Diputación: «teniendo encuenta sobre todo la diferente ideología del origen deambos premios, creo que este asunto no debe seguiradelante», refiriéndose a Alonso Allende como famoso ygeneroso patriota merecedor de las consideraciones dela Diputación, mientras se refiere al Premio Achúcarro

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como nacido «bajo la ‘constelación’ de la InstituciónLibre de Enseñanza... administrado y otorgado por los‘santones’ del gremio... compañeros de clan...». Además,termina asegurando que la familia lo tenía olvidado y«no quiere volver a saber nada de este asunto, ni dar eldinero para su creación», en clara réplica a lo publicadopor la Hoja del Lunes110.

Meses después, tras una conversación personal rea-lizada ese mismo día, Toledo escribía al presidente de laDiputación comunicándole la fecha exacta del falleci-miento de Achúcarro, cuyo cincuentenario se cumpliríael martes 23 de abril de 1968. A la vez que sugería hacercoincidir los actos de inauguración de la nueva clínicamental en esa fecha y viceversa, iniciando contactos conel Prof. Zülch, director del Instituto Max Planck de Inves-tigaciones Cerebrales de Colonia en relación con esaidea111.

Fuera como fuera, la figura de Achúcarro no podíapasar desapercibida y la Diputación acuerda erigir unbusto y editar una medalla en su honor, proyecto para elque se ofrece el escultor Agustín de la Herrán Mato-rras112, y que es el que preside hoy la entrada al hospital,según dicen con la siguiente nota enterrada bajo la es-cultura: «Monumento al Dr. Achúcarro, obra del escultorAgustín de la Herrán que escribió lo siguiente en 1968:"Las proporciones de este monumento están pensadaspara verse a distancia y para ser colocado en el centrode la pradera que hay frente al edificio. Altura total 3,00ms. El autor ha tenido presentes las observaciones delarquitecto de la obra, D. Emiliano Amann y del neuroci-rujano, D. José Luis de la Herrán, ya que la alegoría queva junto al retrato representa el dolor humano, y hay enella unas formas estilizadas de neuronas; y ha utilizadodocumentación facilitada por D. Severiano Achúcarro enla realización del retrato».

Primera andadura del Instituto NeuropsiquiátricoNicolás Achúcarro y actividad actual de la Red deSalud Mental de BizkaiaPor fin, el ansiado hospital se inauguró el 7 de septiem-bre de 1968 con el sonoro nombre de Instituto Neurop-siquiátrico Nicolás Achúcarro, dando cumplida cuentade ello la prensa local113 y dedicando parte de su aten-ción a la figura de Achúcarro114, quien meses antes yahabía recibido también el homenaje de la Academia deCiencias Médicas115.

Para la ceremonia formal se desplazó desde Madridel ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, queaprovechó también la jornada para inaugurar previa-mente un pabellón de laborterapia de Bermeo y, tras lacomida, otro pabellón de rehabilitación en el Sanatoriode Górliz, tal y como se recogió con profusión de foto-grafías en la revista anual de la Diputación116.

Sin embargo, aunque oficialmente el hospital estabaya inaugurado, los primeros pacientes no fueron ingre-sados hasta casi un año después, en agosto de 1969, ha-biéndose iniciado en mayo ya cierta actividadambulatoria, junto a las secciones de laboratorio y elec-troencefalografía, así como la terapia ocupacional diri-gida a pacientes remitidos desde el Consultorio. La

memoria relativa a aquellos primeros meses de funcio-namiento del hospital (mayo-diciembre de 1969)117, uninforme anónimo, que presumiblemente realizaría Ma-riano Bustamante como primer director médico de Za-mudio, recoge que los primeros ingresos mixtos fueronveinte enfermos provenientes de Bermeo y Zaldibar, su-mando un total de 52 ingresos, con seis reingresos, y 35altas para final de año. En cuanto a pruebas complemen-tarias, se realizaron 143 EEG, siete test de Rorschach yseis de Raven, junto a 868 valoraciones hematológicas(correspondientes a unos ochenta pacientes) y 625 deorina (unos 115 pacientes). Además, en cuanto a «trata-mientos especiales» se contabilizaron 129 electrocho-ques, 355 goteos de Anafranil© y 40 de Surmontil©.

En relación con los trabajos efectuados en la secciónde Terapia Ocupacional, se apunta: cestería, carpinteríaartística, marquetería, confección de juegos de mesa, di-bujo, modelado en barro, talla, cuadros de fieltro, papelmaché y pintura. Con un promedio de asistencia de 25pacientes al día, 42 en régimen ambulatorio y cuarentainterno, cada enfermo realizó una media de cinco traba-jos. Junto a ello, la sección de Asistencia Social, desdeagosto, computó 68 entrevistas a familias, doce visitasdomiciliarias y 383 gestiones diversas, muchas de ellaspor teléfono (Consultorio, Centro de Protección de Me-nores, Cáritas, Dirección General de Seguridad, Obis-pado, INP...).

Sin poder extendernos aquí mucho más en los datosde actividad, los primeros años tuvieron que ser tiemposde gran actividad organizativa, con elaboración de dife-rentes procedimientos, formularios e impresos, así comoun importante número de reuniones entre el personalmédico y la administración, así como el denominado“Comité de Personal” que reunía al personal asistencialsemanalmente.

Poco a poco, la actividad asistencial fue creciendo(931 enfermos asistidos en 1972, con 438 ingresos, 170en hospital de día, 22 en hospital de noche, y 301 am-bulatorios), contrastando mucho con la práctica actualla estancia media registrada de 66 días. Aun así, ese añohubo 134 ingresos menos que el anterior, atribuyén-dose a «un menor rendimiento del personal médico conmotivo de los conflictos sucedidos (rotaciones y ausen-cias)». También en 1972 se puso en marcha la Unidadde Privados, con solo 10 ingresos, cifra que suponía el10 % de ocupación de las camas reservadas118. Dichascamas estaban dedicadas a los pacientes que sobrepa-sasen la clasificación socio-económica establecida en laOrdenanza Fiscal vigente aquellos años, que regulabala exacción de derechos y tasa por la prestación de ser-vicios asistenciales y sociales de la Diputación, osci-lando su coste entre las 1.000 pts. por la hospitalizacióncompleta con baño, a las 500 pts. por la hospitalizaciónde día, sin incluir los fármacos y otros tratamientos,cantidades de las que la Diputación se reservaba un 24% y el resto se distribuía entre los diferentes estamen-tos según un baremo diferenciado119. Sin embargo, estamodalidad nunca llegó a desarrollar un gran rendi-miento y fue finalmente abandonada a finales de esa dé-cada.

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En la actualidad, el Hospital Zamudio (figura 1) estáplenamente integrado en Osakidetza–Servicio Vasco deSalud, tras su traspaso desde la Diputación, junto a loshospitales de Bermeo y Zaldibar, en 1984. Más reciente-mente, en 2011, estos tres hospitales y los Servicios Ex-trahospitalarios de Bizkaia conformaron la Red de SaludMental de Bizkaia (RSMB) que, con categoría de OSI (Or-ganización Sanitaria Integrada), junto a las Unidades dePsiquiatría de los tres hospitales generales existentes enla provincia, garantiza la asistencia psiquiátrica de la po-blación según un modelo básicamente comunitario.

Teniendo en cuenta solo las camas hospitalarias dis-ponibles en 2018 para toda Bizkaia, estas estaban divi-didas en 152 para ingresos agudos (41 en Zamudio con741 ingresos y el resto entre Basurto, Cruces y Galda-kao) y 301 para subagudos y rehabilitación (entre Ber-meo, Zaldibar y Zamudio con 537 ingresos). Además, secontaba con unas 130 camas de larga estancia concer-tadas, la mayoría en Gipuzkoa, y más de 320 plazas enpisos asistidos dependientes de diferentes organizacio-nes.

Junto a lo anterior, con una población en Bizkaia entorno a 1.150.000 habitantes ese año, la RSMB atendióa más de 51.000 personas mediante consultas ambula-torias en 21 Centros de Salud Mental de adultos y cuatropara infancia y adolescencia, con programas específicoscomo adicciones y trastornos de alimentación. De ellascerca de 41.500 personas fueron mayores de edad (in-cidencia de 8,3/1.000 y prevalencia de 39,3/1.000 tar-jetas sanitarias), y unos 7.500 menores (incidencia de13,5/1.000 y prevalencia 44,7/1.000 tarjetas sanitarias).La atención psiquiátrica ambulatoria de alta intensidadse completa con 530 plazas de hospital de día depen-dientes de la RSMB (730 personas atendidas) y otras450 plazas en hospitales y centros de día de otras enti-

dades, el programa “lehenak” dirigido a los primerosepisodios psicóticos (768 personas) y el tratamientoasertivo comunitario (374 personas)120.

Si a las cifras anteriores sumamos los ingresos reali-zados en los hospitales generales, así como la actividadde sus consultas externas y aquella otra desarrollada poruna diversidad de ONG, incluida la asociación de fami-liares y enfermos, tendremos una idea más completa delgrado de desarrollo alcanzado por los servicios psiquiá-tricos en Bizkaia, impensable hace solo escasas décadas.

A modo de conclusiónVolviendo la vista atrás al punto de partida inicial, desdela perspectiva del nivel de recursos y desarrollo de pro-gramas alcanzado, puede hacernos pasar por alto elcomplicado y muchas veces inexplicable camino reco-rrido para llegar donde estamos, seguramente fiel reflejode la consideración e importancia que se ha dado a laenfermedad mental y a quienes la sufren y sus familiasa lo largo de la historia.

Aun así, la progresiva sensibilización de la población,junto a la aparición de nuevas necesidades, incluida lapsiquiatrización de muchos aspectos de la vida coti-diana, hace que los servicios desarrollados se vean sa-turados y con importantes dificultades para darrespuesta suficiente en muchas ocasiones. Frente a ello,no cabe otra actitud que seguir reclamando una ade-cuada dotación presupuestaria, especialmente dirigidaa las personas con trastornos mentales más graves. En-fermos cuya atención ha pasado de los grandes hospita-les monográficos a la comunidad, donde corren el riesgode diluirse, a la vez que se puede perder el presupuestoque antes mantenía a dichos hospitales al trasvasarse afavor de otras necesidades que nada tienen que ver conla enfermedad mental.

Figura 1. Maceros y alabarderos de la Diputación a la puerta del hospital, esperando a la comitiva de autoridadesel día de la inauguración. Vizcaya. Revista de la Excma. Diputación Provincial, nº 29. Bilbao, 1968.

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Asistencia psiquiátrica hospitalaria en Bizkaia. Del Hospital de Nuestra Señora de Gracia (...) 311

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312 Martínez -Azumendi Óscar

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Solicitud de conservación de las especies arbústi-105cas y arbóreas de los terrenos destinados a la clínicamental. AHFB. Administrativo X-00524/26. Abril1964.

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Ossa Echaburu, Rafael. Una tímida pregunta en109torno a “uno de los contados hombres geniales quetenía España”. Hoja del lunes de Bilbao. 24 abril1967: 19.

Correspondencia entre Fernando de Ybarra, Ca-110milo Alonso Vega y Vicente Ibarra. AHFB. Adminis-trativo. J-02391/008. Abril-mayo 1967.

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Red de Salud Mental de Bizkaia (RSMB). Memoria120de actividad. Diciembre 2018.