Fundamentos de Teoría Económca Comprehensiva. Luis Razeto

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LUI5 RAZE MDAMEMjeS DE UMA A ECOMOMICA C0nPREh5IVA

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Teorización sobre la economía solidaria

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  • LUI5 RAZE

    MDAMEMjeS DE UMA A ECOMOMICA C0nPREh5IVA

  • LUI5 RAZETO MIQLIARO

    rUhDAnEhT05 DE UNA TEORIA ECONOMICA COMPREMSIVA

    Libro Tercero de: E C O N O M I A DE S O L I D A R I D A D Y M E R C A D O D E M O C R A T I C O

  • Primera versin: Economa de Solidaridad y Mercado Democrt ico . Libro Tercero: Fundamentos de una Teora Econmica Comprensiva. Ediciones PET, Santiago, 1988.

    Segunda versin: Fundamentos de una Teora Econmica Comprensiva. Libro Tercero de: Economa de Solidaridad y Mercado Democrtico. Ediciones PET, Santiago, 1994.

    Luis Razeto Migliaro

    Inscripcin N 90.750 I.S.B.N. 956-259-034-8

    Edita y distribuye: Programa de Economa del Trabajo (PET) Santo Domingo 526 - Santiago

    Portada: Cesar Dmela - Cerchi e aste su piani. 1933 Composicin: Beatriz M . Pescia Casaux Imprimi: S.R.V. Impresos S.A. Tocomal 2052 - Fono/Fax: (56-2) 551 9123 Santiago, Chile

    IMPRESO E N C H I L E / PRINTED I N CHILE

    Es interesante observar como en la economa todas las conexiones son reactivas, como los grupos e intereses particulares se asocian, tienen influencias unos sobre otros y experimentan recprocamen-te su fuerza y su oposicin.

    F.G.W. H E G E L

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    I . E l espacio de lo econmico. Componentes estructurales de la economa y niveles de su anlisis.

    1.- En este L ibro tercero nos proponemos conducir los dife-rentes anlisis particulares o especiales desplegados a lo largo de esta investigacin terica^ a un nivel de sistematizacin y sntesis que nos permita comprender mejor la estructura y funcionamiento de la economa en su conjunto, entendida como un proceso alta-mente complejo en permanente desarrollo y transformacin. Pero no ha de buscarse tanto, en lo que sigue, alguna acabada elaboracin de un sistema o modelo terico, sino ms bien un andamiaje conceptual -un cuerpo coherente de conceptos bsicos y esenciales-til para reconocer la realidad econmica en su complejidad, para enfocar los problemas del desarrollo, y para definir una prctica

    1. Nos referimos especialmente a los Libro primero y Libro segundo de E c o n o m a de Solidaridad y Mercado D e m o c r t i c o , publicados en segunda versin con los ttulos: Las Donaciones y la E c o n o m a de Solidaridad y Cr t i ca de la Economa^ Mercado D e m o c r t i c o y Crecimiento, (Santiago, PET, 1994); pero tambin a Empresas de Trabajadores y E c o n o m a de Mercado, PET, Santiago, 1991 (se-gunda versin).

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    transformadora en la perspectiva de la democratizacin econmi-co-social, a partir de las situaciones y problemas reales y actuales que enfrentan nuestras sociedades.

    La exposicin sinttica que haremos supone un alto grado de esquematizacin terica, en la que inevitablemente resultan sim-plificados muchos temas y problemas complejos. Cabe advertir, por ello, que la mayor riqueza de contenidos y determinaciones particulares deber ser encontrada por el lector en las partes anteriores de este estudio, muchos de cuyos conceptos y anlisis se encuentran aqu solamente subsumidos (en el sentido riguroso del verbo subsumir: reconducir un concepto, un anlisis o un caso particular, al mbito de otros conceptos, teoras o casos ms generales, en cuya extensin aquellos se encuentran comprendi-dos). En numerosos otros casos nuestro aporte se limita a abrir un espacio y una perspectiva de anlisis, dejando apenas enunciados nuevos problemas, enfoques alternativos frente a problemas an-tiguos, o dimensiones tericas cuya exploracin queda acaso iniciada.

    En Empresas de trabajadores y economa de mercado y en los Libros Primero y Segundo de Economa de solidaridad y mercado democrt ico hemos examinado -siguiendo un orden distinto al que sugiere esta lista-, los siguientes asuntos: a) Diferentes realidades microeconmicas: la empresa de tra-bajadores, los talleres cooperativos de autosubsistencia, las em-presas cooperativas tradicionales, la economa domstica, la eco-noma de comunidades, la economa campesina, la economa popular de subsistencia, el cooperativismo, la autogestin y la economa comunitaria, la economa de donaciones institucionales, la economa de voluntariado y otros grupos informales y asociacio-nes alternativas. (En otras investigaciones especiales^ hemos profundizado aspectos de estos distintos tipos de unidades econ-micas, englobando diversos subconjuntos de ellas bajo las deno-

    2. Se trata de: L a s Organizaciones Econmicas Populares (3ra. edi-cin), Santiago PET, 1990; Las Empresas Alternativas, Santiago, PET, 1985; Economa Popular de Solidaridad: identidad y proyecto en una visin integradora, Santiago, Area Pastoral Social de la Confe-rencia Episcopal de Chile, 1987.

    minaciones de "organizaciones econmicas populares", "empre-sas alternativas" y "economa popular de solidaridad").

    El estudio de estas realidades microeconmicas nos ha permi-tido desarrollar importantes conceptos relativos a la produccin y circulacin econmica; en especial, una reformulacin y nueva identificacin de los factores econmicos (distinguiendo princi-palmente los factores: laboral, tecnolgico, financiero, comunita-rio, administrativo y medios materiales), y de las relaciones econmicas (distinguiendo las de intercambio, donacin, coopera-cin, comensalidad, reciprocidad, tributacin, asignacin jerr-quica, incidencia redistributiva y otras menores). b) Varias articulaciones sectoriales: la formacin de un movi-miento cooperativo integrado, la integracin funcional de un sector de empresas cooperativas y autogestionadas, el mercado de las donaciones, la composic in de un sector solidario de la econo-ma, y diferentes interacciones entre esos y otros agrupamientos y tipos econmicos .

    Tales estudios sectoriales nos lleveu-on a efectuar algunos importantes desarrollos conceptuales necesarios para una com-prensin ms amplia de la economa y de sus distintas alternativas y modos de desenvolverse. En especial hemos propuesto la dis-tincin entre tres sectores econmicos principales: un sector de intercambios, un sector de economa regulada y un sector solidario, y examinamos algunas de sus recprocas interacciones; hemos tambin analizado distintas racionalidades especiales correspon-dientes a modos de comportamiento econmico que se difunden en esos distintos sectores (examinando en particular: la formacin del valor y de los precios en el mercado de intercambios, la dinmica y las distorsiones del "mercado de donaciones", la racionalidad especial de la economa de solidaridad, etc.). c) Algunos temas especficos de nivel ms general: sobre las relaciones entre economa y polt ica; el concepto de mercado, con sus formas de organizacin, componentes y regularidades; el proyecto de un mercado democr t ico y su modo de funcionamien-to; las relaciones entre libertad individual, cooperacin y Estado; un enfoque crt ico de la teora econmica y de su evolucin histrica; la cuest in del crecimiento econmico; algunos aspectos de una accin transformadora de la economa en la perspectiva de

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    su democrat izacin, etc. La reflexin y el anlisis en torno a estos temas nos ha

    permitido aproximarnos a una comprens in de la economa en general, distinta de las que se han difundido y que se presentan como "convencionales" sea a nivel de la disciplina acadmica como del debate ideolgico.

    La tarea que emprendemos ahora incluye un esfuerzo de sistematizacin y sntesis de conceptos econmicos (tanto de los que elaboramos a lo largo de este estudio como de los que recuperamos de distintas teoras econmicas conocidas), a f in de disponer del conjunto bsico y esencial de conceptos y teoras requerido para acceder a la comprens in de la estructura y funcio-namiento de la economa en su conjunto. Para referimos a este conjunto de conceptos y teoras acuamos la expresin "teora econmica comprensiva", aludiendo a los dos significados del trmino "comprensin" , en cuanto la teora comprende - o sea incluye y abarca- las distintas formas y modos de la actividad econmica ampliando significativamente el espacio de la discipli-na, y en cuanto ella proporciona nuevos medios para comprender - o sea entender y explicar- los fenmenos y procesos econmicos , l levndonos ms all del conocimiento del c m o son, para acceder a la inteleccin de sus lgicas y racionalidades.

    A manera de introduccin metodolgica, indispensable para acceder con rigurosidad a este nivel de sntesis (o anlisis de la globalidad), debemos precisar al menos tres cuestiones previas: a) l o que pueda entenderse por "macroeconoma" o "nivel macro-econmico de la realidad", trminos con que suele calificarse el grado de abstraccin propio de un estudio de la estructura y fun-cionamiento de la economa en su conjunto; b) la vinculacin y relaciones que existen, o que deban establecerse, entre los anlisis particulares o especiales y los enfoques macroeconmicos genera-les; y, ms ampliamente, c) los niveles de abstraccin y de anlisis a travs de los cuales la ciencia econmica logra aproximarse a su objeto propio.

    PrecisEu: el sentido en que pueda hablarse de una realidad ma-croeconmica es importante no solamente por razones tericas; tambin lo es por motivos prcticos, en la perspectiva de la accin transformadora que buscamos definir. Hay una idea errnea, muy

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    extendida entre quienes aspiran a provocar cambios sociales de carcter "estructural", que entorpece el descubrimiento de lo alternativo en la economa y su potenciamiento y desarrollo a partir de lo existente. Es la idea de los "sistemas econmicos" entendidos como totalidades funcionales que integran la realidad en un todo "que tiene un carcter definido, con el cual marcan o determinan esencialmente a sus elementos constitutivos. As , se habla del "sistema capitalista" y se lo concibe como un todo homogneo o como una realidad global coherente, tal que los distintos elementos que participan en los procesos de produccin, distr ibucin y consumo al interior de esa realidad son considerados tambin como capitalistas, o al menos adaptados, "contaminados" y fun-cionales al sistema en cuestin. E l resultado de dicha idea es que las diversas formas de empresa y las distintas racionalidades econmicas especiales, por muy diferentes que sean a las capita-listas en su estructura interna, en su modo de operar y en sus objetivos (como es el caso de las empresas estatales, cooperativas, etc.), son consideradas como formas capitalistas por el hecho de funcionar "dentro del sistema". Lo mismo se aplica respecto a la nocin de "sistema socialista". En ambos casos las formas econ-micas alternativas y solidarias -que no son capitalistas ni socialis-tas- se tornan invisibles (para los que observan la realidad con esa idea de sistema) no obstante estar presentes y operantes ante sus ojos. Como se ve y se descubre capitalismo (o socialismo) en todas partes, desaparece de la percepcin el carcter distinto de algunos tipos de comportamiento y organizacin econmica. E l bosque no deja ver los rboles: con la idea de que se trata de un bosque de encinas, no se observa que coexisten con ellas muchas otras varia-das especies de rboles y animales que viven y son parte de ese bosque.

    La nocin ideolgica de los "sistemas econmicos" est en estrecha conex in con el concepto "c ien t f i co" de la ma-croeconoma. Con el trmino "macroeconoma" , en efecto, suele designarse a la economa como un todo, o el mbito de lo econ-mico en su globalidad. Ahora bien, tal concepto de la ma-croecononua requiere ser especificado y sometido a examen cr-tico si no queremos ponernos con l frente a algo inexistente o que no puede ser aprehendido o conocido como tal. En efecto, el "todo"

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    no se encuentra en ninguna parte, no es determinable como tal, porque no tiene sustancia ni es un sujeto. Nadie puede identificar el componente empr ico que otorgue contenido, forma y movi-miento a la totalidad econmica en cuanto totalidad. Ella es slo un enunciado terico, o un concepto abstracto.

    Del todo en cuanto todo slo puede decirse que es el todo, as como de la sociedad o de la economa en general puede afirmarse solamente que son la sociedad o la economa en general. Cualquier otra afirmacin, concepto o anlisis de ellas no puede ser sino un indagar y referirse a aspectos o realidades particulares, constituti-vas -partes integrantes- de dichas totalidades, y por tanto i m p l i -can abandonar el mbi to propiamente "macro" y entrar en alguna realidad o determinacin particular o sectorial. As , por ejemplo, la misma definicin de la economa implica hacer referencia a los procesos particulares de produccin, circulacin y consumo, a los recursos, necesidades, beneficios, ingresos, relaciones y activida-des, y a otros elementos que la componen.

    Sin embargo, el trmino economa significa algo definido, y la nocin de "macroeconoma" tiene tambin un significado. E l "todo" que es la economa y el "todo" que es la sociedad, no son lo mismo. Lo econmico se extiende por todos los mbitos , aspectos y niveles de la realidad social, como una dimensin especfica de sta, de sus actividades y relaciones constitutivas. A l precisar que se trata de "una d imens in" de la sociedad queremos cuidarnos de cualquier interpretacin pan-economicista; sin em-bargo, al decir que se trata de una dimensin "de la sociedad", reconocemos que la extensin de lo econmico no puede ser otra que la extensin de la sociedad misma. Pero no hemos avanzado mucho, pues "la sociedad" como tal no es sino una abstraccin, un concepto muy general a cuya mxima extensin corresponde una comprensin mnima. L o que existe son las personas, grupos, sujetos organizados, instituciones, sectores concretos, actividades, ideas, valores, etc., y sus relaciones e interacciones reales, consti-tutivas de la ms increble complejidad de determinaciones par-ticulares. Cuando intentamos delimitar el campo de la sociedad o de la economa, lo que debemos hacer es, pues, precisar las realidades que consideramos las componen, con todas sus relacio-nes estructurantes.

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    Para nosotros, pues, lo macroeconmico no es otra cosa que el conjunto de los sujetos econmicos particulares, sus activi-dades y comportamientos, con todas las relaciones e interac-ciones que establecen entre s, formando una articulacin o red altani^nte compleja de mltiples elementos en permanente movimiento ystransformacin.

    Esta conclusin simple de un razonamiento elemental po-dramos haberla obviado si no fuera porque demasiado a menudo se le atribuye a la economa como un. todo una vida o dinmica propia, independiente de las acciones, relaciones y decisiones de sus componentes, como si estuviera movida por leyes inmanentes generales y dotada de una propia lgica de funcionamiento racio-nal. Bajo tal idea subyace la afirmacin de que "el todo es mayor que la suma de las partes", cierta solamente si de las partes se tiene una concepcin puramente material y cuantitativa, pero que se de-muestra sustancialmente errnea apenas nos percatamos de que entre las "partes" de la realidad es preciso incluir junto a los objetos y sujetos sus actividades, relaciones e interacciones tanto materiales como ideales, culturales y espirituales.

    Pero no puede ser slo esta afirmacin lo que sostiene y ha hecho persistir en la ciencia econmica una concepcin de lo ma-croeconmico como teniendo vida propia. Los orgenes reales de tal idea deben buscarse en la observacin positiva de una condi-cin efectivamente presente en la realidad y en la vida econmica, cual es el hecho de que en ella todos los componentes que la for-man se encuentran interconectados; no hay en la economa ningn acto, hecho o fenmeno que no tenga efectos reales sobre los dems actos, hechos y fenmenos que le son prximos, y a travs de stos sobre los ms lejanos, en un encadenamiento general, del cual podemos tener una muy plida imagen en aquella de la piedra lanzada sobre un lago que genera ondas concntricas que se extienden por toda su extensin. Es lo que anota asombradamente Hegel, en aquel texto con que hemos querido iniciar este l ibro.

    Ahora bien, del hecho que las acciones de cada uno de los componentes de la totalidad tengan efectos que se extienden sobre el conjunto de ella no puede deducirse que la totalidad como tal tenga vida propia independiente de las partes. Exactamente al contrario, el percatarse de esos encadenamientos y concatenaciones

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    permite superar la creencia en una dinmica propia del todo en cuanto tal, toda vez que se nos evidencia cmo ste cambia su movimiento cada vez que acta uno de sus i iembros. Cabe re-cordar aqu el anlisis que hiciramos en el Libro segundo sobre la interpretacin de las denominadas "leyes econmicas" 3.

    La mentechumana tiene dificultades para comprender realida-des muy complejas. Los hombres tenemos capacidades limitadas para mantener simultneamente en la conciencia la cantidad de conceptos y datos que seran necesarios para comprender una estructura y unos procesos tan complejos y variados como son los econmicos. De all que tengamos que efectuar distinciones que nos permitan analizar separadamente subconjuntos o partes de esa realidad; creamos, en consecuencia, espacios tericos sectoria-les. Y para pasar de los conocimientos parciales y sectoriales a niveles de mayor agregacin, procedemos mediante abstracciones y simplificaciones, subsumiento los datos y conceptos menos amplios en otros conceptos, modelos y teoras de mayor compren-sin. Es lo que hacemos al pasar de los conocimientos micro-econmicos a los sectoriales, y de stos a los de nivel macro-econmico. Por cierto, si no estamos concientes de estos proce-dimientos analticos, corremos serios riesgos de terminar con-fundiendo la parte con el todo, y los conocimientos y teoras generales con el conocimiento de toda la realidad.

    Para entender la dinmica compleja de estas realidades econ-micas interconectadas y el ordenamiento de sus innumerables componentes, formulamos conceptos y teoras de diferentes n i -veles de generalidad y abstraccin. El conocinento de nivel macroeconmico no ser otra cosa que la conceptualizacin -en un nivel de abstraccin y sntesis superior- de los sujetos, actividades y relaciones particulares y sectoriales, distinguiendo lo principal de io secundario, lo (relativamente) permanente de lo coyuntural y transitorio, lo esencial de lo accidental, prestando particular atencin a las interconexiones y nexos estructurantes del proceso

    3. Cfr. Crtica de la Economa, Mercado Democrtico y Crecimiento, pargrafo 2.

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    econmico general. En otras palabras, es una sntesis de mlt iples conocimientos de nivel microeconmico y sectorial, que los supone ya elaborados. Siendo as, el estudio macroeconmico debe estar precedido de mltiples investigaciones microeconmicas .

    Cierto es que el movimiento de la economa en su conjunto no coincide con las ideas, objetivos ni voluntad de ninguno de sus integrantes. Esto es obvio, pero no es debido a que tenga una lgica propia y a priori, independiente de las ideas y de la voluntad de sus integrantes, ni autoriza a creer que procede conforme a leyes inmanentes. A l contrario, se debe precisamente a que el movimien-to del conjunto es un resultado de la accin de m l t i p l e s sujetos y fuerzas cuyas ideas, voluntades, objetivos, actividades y com-portamientos particulares se componen en lo que podr amos con-siderar una correlacin de fuerzas, una articulacin de innumera-bles movimientos y vectores. El resultado no corresponde a la voluntad u objetivo de ninguno de los sujetos participantes con-siderado independientemente; pero cada uno produce efectos reales, siempre mayores que cero.

    Esto no hace ms que reafirmar la necesidad de partir de lo^ particular, de lo microeconmico, si se quiere acceder a lo global, a lo macroeconmico; afimtiacin que formulamos i n i -cialmente en los Prolegmenos en el L i b r o p r imero . Partir, en cambio, de lo general, o del nivel considerado macroeconmico , sin la previa indagacin de los sujetos, actividades, relaciones, racionalidades particulares, no conduce ms all de una simple formulacin ideolgica, esto es, de una to ta l izac in p r e - c i en t -fica de la realidad. Cuando se procede en tal modo ideolgico, inevitablemente se tiende a confundir las abstractas formulaciones ordenadoras con la realidad misma, l legndose a considerar la totalidad como si fuera una entidad real que tiene una vida propia. Y si, luego, desde lo general se quiere acceder a lo particular, se tender a. absolutizar aquellas expresiones microeconmicas y sectoriales que manifiesten coherencia con la formulacin macro-econmica (ideolgica) que se haya adoptado, con la consiguiente exclusin de todas aquellas expresiones microeconmicas que no concuerden con aquella, o con el no-reconocimiento de su diver-sidad, que viene a ser lo mismo. De all las dificultades insalvables que han encontrado los "economistas puros" para comprender las

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    economas internamente diferenciadas, no slo mixtas sino plura-listas.

    A la inversa, el recorrido metodolgico que propiciamos, que parte efectuando el reconocimiento de la composicin miltiple y heterognea de las realidades econmicas particulares, parece ser

    el tnico apropiado para satisfacer la necesidad (que tambin enun-ciamos en los Prolegmenos de esta obra) de diversificar la mi-croeconoma y desarrollar una macroeconoma comprensiva de la pluralidad, cuya coherencia no resulte de la absolutizacin de un enfoque unilateral sino del reconocimiento de la diversidad y del pluralismo de las expresiones reales que forman parte de los mercados determinados.'*

    U n insuficiente reconocimiento de la diversidad micro-econmica es causante de conceptos restrictivos de la macro-economa, en distintas de sus formulaciones tericas convencio-nales. Podemos observar, en efecto, que en la ciencia econmica suele entenderse como realidad macroeconmica alguna de las siguientes situaciones: a) el anlisis de las dimensiones globales de los procesos de produccin, de la renta, del empleo, etc., en base a la consideracin de variables agregadas y sus recprocas de-pendencias; b) el anlisis de las relaciones y actividades vincula-das al actuar de algunos sujetos econmicos grandes, y espe-cialmente el anlisis de los modelos de poltica econmica en que se traduce la accin del Estado; y c) la formulacin abstracta de algtn circuito econmico sectorial, del cual se hace una indebida

    4. En un taller que se realiz en la CEPAL (Cfr. Taller "Economa de solidaridad y mercado democrtico", CEPAL/CNHUAH, Santia-go, 9.04.85, Documento 85-9-1331) para analizar los dos primeros volmenes de esta obra, algunos comentaristas nos observaron que seria demasiado extensa, detallada o minuciosa la primera parte de nuestro trabajo destinada a examinar el comportamiento donante y las actividades de los sujetos de la economa solidaria, y sugirieron invertir el orden de la exposicin en el sentido de partir con el encuadramiento general y con los problemas tericos enfocados en el Libro segundo. Como hicimos ver en esa ocasin, haberlo hecho as constituira un error pues sera anteponer conclusiones por lo dems provisorias- sin que al lector le resulten suficientemente justificadas.por un conjunto

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    generalizacin considerndolo como si fuera la totalidad econmi-ca (es el caso del modelo de equilibrio general, que quiere repre-sentar el funcionamiento de una economa en que haya solamente relaciones de intercambio operando en condiciones de competen-cia perfecta).

    En ninguno de estos casos se est considerando la economa en su conjunto. En el primero se dejan fuera de consideracin los sujetos, actividades y operaciones concretas, y se consideran solamente agregados cuantificables de los resultados de aquellos. Se deja fuera toda consideracin de las caractersticas peculiares de los productores y dems agentes del proceso econmico , sus motivaciones, objetivos e intereses; se pierde la diversidad y pluralidad de los sujetos participantes, y no se llega a comprender los cambios que en la dinmica de la economa pueden resultar de modificaciones en el comportamiento social e individual. Sin duda, los anlisis efectuados en trminos de variables agregadas tienen utilidad prctica y capacidad predictiva (bajo ciertas condi-ciones); pero no pueden ser considerados como adecuada formu-lacin terica de la economa en su conjunto.

    En el segundo caso se est considerando efectivamente la accin de sujetos econmicos , sus objetivos y comportamiento; slo que no se los considera en toda su extensin y amplitud. Cuando se analizan las polticas econmicas del Estado y su concreto accionar (tanto en la produccin, circulacin y consumo), probablemente se est considerando una parte significativa de la economa global, tanto mayor cuanto ms fuerte sea la presencia

    indispensable y suficiente de anlisis particulares. Aquella observa-cin crtica refleja un vicio muy difundido en la cultura moderna y en la intelectualidad progresista, que podemos denominar con G. Marcel "espritu de abstraccin", y que consiste en la pretensin de alcanzar ideas generales, juicios sobre la totalidad, sin antes habernos dado el que Hegel llama "duro trabajo de abstraccin" a partir de la experiencia y de lo particular. Es cierto que los hombres y los grupos organizados necesitamos paradigmas orientadores de la accin; e! problema es que ninguna totalizacin podr superar el nivel de lo meramente ideolgico si no se manifiesta como resultado, suma y prolongacin de mlt iples indagaciones particulares.

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    del Estado en la formacin econmico-social de que se trate. Pero ser siempre el accionar de un sujeto, que por ms amplio y compuesto que sea y por dominantes que sean sus influencias sobre los dems sujetos econmicos, no abarca el funcionamiento de la economa toda.

    En el tercer caso nos encontramos con un enfoque "macro-econmico" que ms que los anteriores presenta la apariencia de abarcar la econonrua en su conjunto, al menos en un cierto nivel de abstraccin. Las teoras del equilibrio general apoyadas en mode-los de interrelaciones e interacciones ofrecen, en efecto, un marco de anlisis capaz de darcuenta de los flujos, fenmenos y procesos econmicos que proceden en trmino de relaciones de intercam-bio y que tienen expresiones monetarias. Pero ya sabemos que la economa es mucho ms que esto, y que en toda formacin eco-nmico-social concreta se efectian mltiples otras actividades y operaciones econmicas (de produccin, circulacin y consumo) que operan fuera del mercado de intercambios, y que no dejan de tener efectos incluso sobre ste. Ellos son parte de la economa en su conjunto, y como tal deben ser reconocidos en una autntica macroeconoma. De ah nuestra afirmacin en el sentido que los conocidos modelos de equilibrio general no pasan de ser, en realidad, ms que teoras econmicas sectoriales, y especfica-mente teoras aplicables al "sector intercambios", que por ms extendido que se encuentre en las sociedades modernas no deja de ser slo uno de los sectores econrrcos.

    2.- Las diferentes observaciones metodolgicas efectuadas nos llevan a plantearnos la necesidad de una ms precisa dist incin e individuacin de los niveles de abstraccin y de anlisis a t ravs de los cuales la ciencia econiica puede aproximarse a su objeto propio.

    La economa acadmica ha formalizado la distincin entre mic ro y m a c r o - e c o n o m a . Con esa distincin ha enfrentado d i f i -cultades serias a la hora de precisar el objeto propio de cada una de estas ramas de la disciplina y de identificar los nexos que aseguren la coherencia esperada entre ellas. Ya nos referimos a estas d i f i -cultades por el lado macro, al observar como a veces los anlisis considerados propios de dicho nivel son en verdad relativos a

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    procesos particulares o microeconmicos considerados en trmi-nos de mayor agregacin; y otras veces, corresponden a anlisis

    , sectoriales que no abarcan la economa en su conjunto. Tambin por el lado micro se presentan anlogas imprecisiones, toda vez que a ste nivel se incluyen tradicionalmen^, adems del estudio del comportamiento de las empresas y famihas, los temas de la distr ibucin de la renta y de los recursos entre usos concurrentes, la teora de los precios, los mercados sectoriales, etc., que com-prenden indudablemente anlisis a nivel de variables agregadas. As , no puede trazarse una demarcacin entre lo que ha de consi-derarse de nivel micro y macroeconrrco.

    En realidad, la teora econmica es (debe ser) una sola, pues ha de dar cuenta de los comportamientos y procesos particulares en sus relaciones e interrelaciones recprocas y en los movimientos de la economa global que de ellos resultan. E l asunto es que para cornprender esta realidad tan compleja formulamos conceptos y teoras de diferentes niveles de generalidad y abstraccin, que nos permiten aproximaciones parciales y sucesivas, hac indonos comprender el comportamiento de sujetos, sectores, mercados, etc. de mayor o menor extensin. Pero tales niveles no constituyen exactamente peldaos que se sobreponen unos a otros ordenada-mente, como sera cmodo para las exigencias formalistas de la academia. A l contrario, se intersectan y combinan en un proceso cognoscitivo complejo que, si bien avanza de lo particular a lo general, no lo hace de manera uniforme sino que supone movi-mientos de retralimentacin, saltos analticos y combinacin de niveles, a travs de los cuales el conocimiento de la realidad se va perfeccionando. De hecho, muchos de los conceptos econmicos principales son vlidos y utilizables cualquiera sea el "espacio ter ico" en que se est efectuando el anlisis; por ejemplo, puede hablarse de factores econmicos, y de cada uno de ellos, tanto para referirse a una empresa, a un mercado especial, a una economa global.

    An as, es posible y conveniente proponer una distincin de niveles que sea mejor que la tradicional. Si el principal problema de sta es que ni lo macroeconmico es puramente macro ni lo microeconmico puramente micro, la identificacin de un nivel intermedio puede resultar esclarecedora. Y en efecto, la distincin

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    que hemos hecho desde el comienzo de nuestra investigacin, entre los niveles micro, sectorial y macro nos ha sido bastante ltil a lo largo de su desarrollo.

    El contenido central de nuestro nivel microeconmico es el estudio de los sujetos econmicos elementales en sus diversos tipos, esto es, los individuos con sus diversos modos de compor-tamiento, las familias con sus variadas actividades, las empresas con su amplia gama de diferenciaciones, todos los dems sujetos y organizaciones que mantienen unidad de gestin econmica, con sus respectivas relaciones y caractersticas.

    El resultado terico principal correspondiente a este nivel es la identificacin de las diferentes lgicas operacionales que mani-fiestan los distintos tipos de empresas en su funcionamiento y desarrollo. Tambin encontramos aqu el anlisis de las relaciones y del comportamiento econmico de los individuos; sus motiva-ciones, preferencias, intereses, necesidades, etc. que manifiestan en las distintas actividades econmicas que realizan. Y en un plano ms agregado, el estudio de las relaciones e interacciones entre sujetos y unidades econmicas particulares (complementacin, concurrencia, asociacin, fusin, etc.)

    A l nivel del anlisis microeconmico vemos aparecer ya los principales conceptos tericos que sern utilizados tambin en los niveles de mayor generalidad (conceptos tales como recursos y factores econmicos, trabajo y capital, ingreso, renta y beneficio, distribucin y patrimonio, relaciones econmicas , intercambios, tributaciones, donaciones, oferta y demanda, empleo y salario, y tantos otros), porque en las empresas se realizan ya, con unidad de sentido, las distintas actividades econmicas .

    E l contenido central del nivel sectorial es el estudio de los sectores econmicos, esto es, de los subconjuntos constituidos por las unidades, sujetos, actividades y flujos econmicos que proce-den conforme a modos de relacin y de comportamiento relativa-mente homogneos (de un mismo tipo o de tipos afines), y que a travs de sus interacciones recprocas tienden a configurar circuitos econmicos especiales.

    Atenindonos a este concepto, hemos distinguido tres princi-pales sectores econmicos, a saber, el sector solidario, el sector intercambios y el sector regulado.

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    Lo que fundamenta y justifica el considerar cada uno de estos sectores econmicos como un subconjunto susceptible de anlisis unitario es, por un lado, la existencia de caractersticas y elementos que son comunes a todas sus formas integrantes, y por otro, la existencia de nexos y relaciones concretas que producen un cierto grado de integracin real entre sus diferentes componentes, que en consecuencia generan una dinmica que involucra a todas sus partes, donde la actividad de cada una interactia e influye sobre las dems . Tal integracin entre las partes y su relativa homogenei-dad permite formular tericamente, para cada sector, lo que pode-mos considerar como su racionalidad econmica especial, ex-presin del modo de ser caracten'stico y de los modos de compor-tamiento y desarrollo del sector como tal y de sus integrantes.

    Hablamos de "racionalidad econmica especial" y no de "lgica operacional particular" (concepto que reservamos para expresar el modo de comportamiento y desarrollo de las unidades econmicas) , porque a nivel sectorial debemos reconocer realida-des heterogneas y menos integradas que las unidades econmicas elementales. En efecto, cada sector est conformado por sujetos y unidades econmicas que no obstate tener importales elementos en comn, tienen diferentes estructuras y modos de funcionamiento, y que incluso proceden conforme a diversificadas l g i ca s operacionales. Vale al respecto, para todos los sectores, lo que afirmamos en su oportunidad respecto al sector de economa de solidaridad: en este nivel intermedio no estamos frente a un sujeto unitario, como son, por ejemplo, la empresa de capitales, la empresa de trabajadores, o la cooperativa de consumo, que proce-den con una lgica definida y precisa al estar provistas de unidad de funcionamiento y de gestin; ni tampoco frente a una totalidad, como es el mercado en una formacin econmica-social deter-minada, del que es posible observar su evolucin e identificar sus tendencias globales mediante el estudio de sus dinamismos y conflictos internos. No siendo ni un sujeto particular n i una totalidad social, la economa de solidaridad (como tambin los otros sectores) presenta una coherencia y unidad interna menor, por estar compuesta de una multiplicidad de sujetos diversos, y por estar condicionada por su interaccin con sectores externos con quienes constituye la totalidad.

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    Si bien el estudio de los sectores econmicos constituye el contenido central de este segundo nivel de anlisis y abstraccin, cabe identificar en el mismo tambin otros importantes contenidos. En un plano de menor .agregacin, ms prx imo al nivel micro-econmico , encontramos el estudio de los procesos de integra-cin entre unidades econmicas similares (dentro de un mismo sector) que constituyen grupos de empresas asociadas, movimien-tos econmico-sociales integrados (el movimiento cooperativo, por ejemplo), redes de sujetos coordinados (por ejemplo, las empresas piiblicas de un pas) , etc. que operan organizadamente desplegando en comtn funciones especficas o polt icas econmi-cas definidas. Y en un plano de mayor agregacin, ms prximo al nivel macroeconmico, encontramos los desarrollos tericos y anlisis referidos a circuitos econmicos o "mercados especia-les" que tienen como base un sector determinado, pero que inter-fieren y estn afectados por procesos propios de los otros sectores. Nos referimos, por ejemplo, al sistema de precios (cuya base es el sector de intercambios pero que se encuentra afectado por los sectores regulado y solidario); a la poltica econmica del Estado (que opera especialmente sobre el sector regulado pero que incide sobre los niveles globales de produccin y empleo); al sistema de las donaciones (que incluye tanto las de carcter pbl ico y privado como las especificas del sector solidario), etc.

    De acuerdo con esta concepcin puede concluirse que prcti-camente todas las teoras econmicas consideradas "generales" se han desenvuelto en realidad al nivel de abstraccin y anlisis sectorial. Las teoras generales clsicas y neo-clsicas porque versan sobre el sector de la economa de intercambios; la macroeconoma keynesiana y los distintos anlisis de polticas de desarrollo, porque se han concentrado en el estudio de los efectos que sobre la economa global tienen las decisiones y procesos generados desde el sector de la economa regulada. Los varios enfoques de economa alternativa, cooperativa y autogestionaria, porque se han limitado a analizar aspectos del que hemos denomi-nado sector solidario.

    Precisar, por ello, los contenidos propios del nivel macro-econmico resulta especialmente complejo, si tenemos en cuenta las consideraciones metodolgicas que ya hicimos al respecto. En

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    trminos formales no es difcil indicar que se trata, aqu, de estu-diar la estructura, el funcionamiento y el dinamismo de la economa en su conjunto; pero esto no nos indica an un contenido determi-nable.

    En el curso de nuestra investigacin hemos encontrado un

    concepto fundamental que puede darle un contenido a esta defini-cin formal; es el concepto reformulado de mercado determi-nado, concebido como todo el complejo sistema de interrelaciones y correlacin de fuerzas entre todos los sujetos, relaciones, flujos y actividades que participan en los procesos de produccin, cir-culacin y consumo en una formacin econmico-pol t ica. Pero an este concepto es insuficiente pues acoge slo una dimensin de la econonaa global cual es la de las relaciones, interacciones y flujos de los bienes y entre los sujetos, no incluyendo los procesos de transformacin que experimentan los elementos sustantivos de la economa en los procesos de produccin y consumo. No obstan-te sus delimitaciones el concepto reformulado del mercado nos indica el mbito general en que se desenvuelven los procesos econmicos .

    Naturalmente, al interior de este mbito terico general pue-den identificarse y desglosarse anal t icamente aspectos y temas de estudio que aproximan la teora general a los niveles sectoriales (porque, como explicamos, del todo en cuanto todo poco puede decirse sin entrar en especificaciones). Son "temas" macro-econmicos, en efecto, las teoras de ia produccin, de la circulacin y del consumo, consideradas como desglosamientos analticos de conjuntos complejos de actividades y relaciones de ciertos tipos; lo son tambin los estudios tericos de las distintas conformacio-nes posibles del mercado determinado, a saber, el mercado de-mocrt ico, el mercado oligrquico, otras formas del mercado concentrado, etc.; el anlisis de la articulacin entre los tres principales sectores econmicos, con sus respectivas incidencias y su impacto relativo en el dinamismo de la economa global; el problema del desarrollo, considerado como proceso integral de expansin y potenciamiento de la economa global; y varios otros. Como es obvio, en este nivel de teora macroeconmica todos los conceptos elaborados en los niveles micro y sectorial tienen cabida y pueden ser subsumidos, adquiriendo aqu el puesto y la funcin

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    que les compete dentro del ordenamiento o encadenamiento teri-co.

    Sobre el grado de integracin terica que es posible alcanzar en este nivel macroeconmico nos detendremos rnas adelante. Bstenos por el momento reiterar nuestra precedente afirmacin en el sentido de que a este nivel no encontramos alguna lgica operacional ni determinada racionalidad econmica nica. N i siquiera un sistema de leyes coherentes que den cuenta del proceso general y de las direcciones de la evolucin econmica, como se ha pretendido, sino en trminos meramente tendenciales y conside-rndose siempre posibilidades pluralistas alternativas.

    3.- Una vez cumplido un recorrido terico -con el anlisis de diferentes formas microeconmicas y sectoriales que nos enfren-ta al estudio de la economa en su conjunto, parece necesario comenzar por alguna definicin general que nos diga qu es la economa, o que al menos identifique el espacio de lo econmico y lo distinga de las otras esferas o dimensiones de la actividad humana y de la organizacin social, como lo pol t ico, lo cultural, etc.

    En trminos rigurosos la definicin del espacio de lo econ-nco -que coincide con la delimitacin del objeto propio de la ciencia de la e conoma - no puede hacerse sino al concluir su desarrollo terico, una vez que se hayan analizado los distintos sujetos, actividades y relaciones que lo constituyen. En verdad, esto vale para cualquier ciencia, por ms que sus tericos se esfuercen por definir prematuramente -habitualmente en el primer captulo, o en la in t roduccin- el objeto propio de la disciplina que practican. Debemos repetir una vez ms lo que ense Hegel: que la totalidad slo puede ser aprehendida como resultado.

    No obstante esto podemos, ya a estas alturas de nuestra investigacin, proponer un concepto de lo econmico que no resulte demasiado formal ni incompleto, pues hemos recorrido una parte significativa del proceso analtico que nos ha llevado a un progresiva ampliacin del mbi to de lo econmico, superando conceptualizaciones restringidas que han sido formuladas en dis-tintos momentos de la evolucin de la disciplina. E l concepto que adoptemos provisoriamente aqu podr a su vez resultar ampliado

    y enriquecido en el curso del nuevo recorrido terico que inicia-mos.

    Adems , la delimitacin de lo econmico no resulta de la simple sumatoria o integracin de los elementos econmicos que hayamos conocido, sino que requiere una especfica reflexin que venga a competar la construccin de su espacio terico.

    La finalidad eficiente de la economa es la satisfaccin de necesidades humanas, individuales, grupales y colectivas, en toda su variedad y complejidad. Para satisfacerlas, los hombres encuentran en el mundo natural y en la realidad social dada, un conjunto de recursos, tambin grandemente diferenciados, que se presentan como medios que pueden ulizar para lograr aquella satisfaccin. Entre tales extremos -las necesidades como fines y los recursos como medios- se desenvuelve lo que consideramos como proceso econmico. Pero no a todo cuanto se presenta y manifiesta en tan amplio espacio podemos atribuirle connotacio-nes econmicas .

    La economa supone una especfica actividad humana de ordenamiento consciente de ciertos recursos en funcin de satisfa-cer determinadas necesidades: una adecuacin de medios a fines, que implica una cierta racionalidad (humana) en la accin, y algn nivel de organizacin (social) de los recursos utilizados. Para estar en presencia de hechos econmicos es, pues, necesario que la saUsfaccin de las necesidades suponga tal racionalidad en la accin, y tal organizacin de los recursos.

    Esta precisin revierte sobre la definicin misma de las nece-sidades y de los recursos que tengan connotaciones econmicas . Se reconocern como necesidades econmicas y como recursos econmicos, aquellas necesidades humanas y aquella gama de recursos, implicados en las susodichas actividades racionales y organizadas. Respirar, que satisface una necesidad humana me-diante el uso de un recurso natural, no se presenta como actividad econmica sino en ciertas circunstancias; por ejemplo, cuando se quiere satisfacer esa necesidad con el aire puro de la mon taa y para ello se organiza un tour especial, o cuando se ha de respirar bajo el agua transportndose hasta all el oxgeno necesario. (Es habitual distinguir lo econmico por el uso de recursos que sean escasos; pero an cuando hay relacin entre la escasez de los

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    recursos y su organizacin racional, no siempre la escasez de los recursos utilizados convierte la situacin en econmica. Por ejem-plo, no porque la l luvia escasee por escasez de nubes, el riego natural del campo -efectuado sin intervencin de la actividad human^ organizada- se hace ms econmico de cuanto lo es cuando abunda Ja lluvia).

    E l concepto de lo econmico requiere todava ulterior espe-cificacin, pues la organizacin social de los recursos y su orde-namiento racional en funcin de satisfacer necesidades humanas podra ser ain insuficiente para discriminar lo econmico de las otras dimensiones de la vida social. En economa nos encontramos siempre ante el hecho que los recursos disponibles pueden ser utilizados en disntas formas y para satisfacer diferentes necesi-dades. En otras palabras, caracterstica suya es la posibilidad de usos alternativos de los recursos, para satisfacer tambin nece-sidades alternativas, lo que implica siempre efectuar opciones tanto a nivel de los fines como de los medios y de su modo de organizacin. Las opciones son econmicas cuando implican preferir un determinado uso de los recursos, en una determinada organizacin, para satisfacer determinadas necesidades, descar-tando otros usos posibles y otras necesidades que podrn satisfa-cerse si las opciones fueran distintas.

    En economa nos movemos siempre con algn grado de l i -bertad, en el sentido que los sujetos que adoptan decisiones estn ante cierto rango de alternativas entre las que pueden escoger. Cabe anotar de paso que, desde el momento que estamos frente a fines y medios alternativos entre los que es preciso optar, toda cuestin econmica involucra alguna dimensin tica, entrando en juego los juicios de valor.

    Las opciones econmicas no son arbitrarias sino racionales, en un sentido que es preciso explicar. En toda actividad econmi-ca se busca alcanzar determinados beneficios (directa o indi-rectamente vinculados a las necesidades que se quiere satisfacer) y se incurre en determinados costos (el sacrificio de los otros usos posibles de los recursos, y de las necesidades que podran haber sido alternativamente satisfechas). As, en toda unidad econmica se efecta, implcita o explcitamente, una proyectacin y una evaluacin de la actividad, en base a algn tipo de clculo de

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    costos y beneficios. Este modo de efectuar las opciones viene a especificar ulteriormente los tipos de racionalidad que podemos reconocer como propiamente econmicas, lo que a su vez revierte sobre el tipo de necesidades y de recursos que tienen contenido y significado econmico. Por ejemplo, la necesidad de comunicarse con otras personas adquiere connotacin econmica cuando se busca optimizar su satisfaccin organizando de manera eficiente el tiempo, las actividades y los recursos disponibles al efecto, pero no la tiene cuando se satisface en la prctica espontnea de la amistad ajena a todo clculo.

    Este l t imo ejemplo nos sirve para precisar mejor lo que en realidad buscamos definir al preguntarnos por el espacio de lo econmico. Si la prctica espontnea de la amistad sin clculo no es una actividad especficamente econmica, ella tiene sin embar-go una "d imens in" econmica, como la tiene toda actividad humana. En efecto, el tiempo destinado a practicar esa amistad tiene otros usos alternativos que podran rendir resultados eco-nmicos distintos; por ejemplo, si en vez de conversar amigable-mente el hombre trabajase, o dedicase ese tiempo a estudiar la con-veniencia de realizar ciertas inversiones. Si hiciera una de estas dos cosas es probable que aquella necesidad de comunica-cin personal permanezca insatisfecha, de modo que ms adelante buscar satisfacerla de otro modo, por ejemplo, organizando una recepcin o integrndose a las actividades de un club social, decisiones que inevitablemente implican uso de recursos econ-micos. Por otro lado, lamisma prctica de la amistad sin clculo requiere la disposicin y uso de ciertos medios materiales con valor econmico , y puede tener tambin efectos econmicos futuros... aunque no sea otro que el de liberarse de la necesidad de organizar recepciones.

    Podemos concluir que si bien no todas las actividades humanas son especficamente econmicas -pudindose , al contrario, iden-tificar un tipo particular de actividades en que lo econmico es lo central y determinante-, tienen sin embargo todas una d imensin econmica, que puede ser individualizada y precisada. En este sentido afirmamos antes que lo econmico se extiende por todos los mbitos, aspectos y niveles de la realidad social, como una dimensin especfica de sta y de sus actividades y relaciones

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    constitutivas, sin que por ello aceptemos una concepcin pan-economicista.

    A una conclusin anloga llegaramos si debiramos precisar el espacio de lo poltico o de lo cultural, que son tambin dimen-siones inevitables, sieippre co-presentes en todas las actividades y relaciones humanas, que sin embargo no constituyen ni agotan toda la vida social.

    Como resultado de nuestro reconocimiento de una mult ipl ic i -dad de formas econmicas alternativas habitualmente no consi-deradas como tales por los economistas, hemos abierto grande-mente el espacio de lo econmico; pero al mismo tiempo nos preocupamos de deslindar lo ms ntidamente posible lo econmico de las dems dimensiones de la vida social, para no caer en conceptos ambiguos e imprecisos que para nada sirven.

    Hemos identificado, pues, el espacio terico de la economa. Entre las necesidades humanas (cuya satisfaccin es la causa final de la economa) y el mundo natural y social de donde se obtienen los recursos (que podemos considerar como la causa material de la econorm'a), encontramos los distintos sujetos y unidades econmicas que realizan y cumplen diferentes activi-dades y funciones econmicas (todo lo cual es causa eficiente de la economa) , en las cuales se establecen diferentes tipos de relaciones, flujos, circuitos o mercados que conectan en distinto modo y en varios sectores y niveles -micro , sectorial y macro todos los elementos integrantes de la economa, conforme a variadas formas de organizacin y a diversas racionalidades y lgicas operacionales (elementos que pueden asumirse como causa formal de la economa) .

    As definido el espacio de la economa, su comprensin y reconocimiento implica elaborar conceptualmente y examinar al menos los siguientes aspectos principales; las necesidades econ-micas; los recursos econmicos; los sujetos y unidades econmi-cas; las actividades y funciones econmicas; las relaciones, flujos, circuitos y mercados econmicos; las racionalidades y lgicas operacionales; los sectores econmicos especiales y los niveles en que se articula la economa global.

    Este concepto de lo econmico y este listado de aspectos a ser tratados pueden no diferir aparentemente - s i se los considera en su

    formulacin abstracta- de lo que ha sido tradicionalmente acepta-do por los economistas tericos. Sin embargo, al identificar los contenidos reales de esos distintos elementos componentes del concepto los economistas han efectuado significativas reduccio-nes, que terminan limitando el campo de la economa a slo algunas de sus manifestaciones. Con ello - y tal como lo hemos ido viendo en distintos momentos de nuestro an l i s i s - esta ciencia ha dejado fuera de su objeto de estudio numerosos tipos de necesida-des, de recursos, de sujetos y tipos de unidades econmicas , de actividades, de formas de organizacin, de relaciones econmicas , de racionalidades, de circuitos y procesos, a los que es preciso reconocer ciudadana econmica.^ Especialmente si pretendemos alcanzar una visin "de la econonrua en su conjunto".

    Hemos ya proporcionado una explicacin de aquellos re-duccionismos en nuestro anlisis de la evolucin de la ciencia econmica, al poner de manifiesto las caractersticas que ha ido adoptado la disciplina en funcin del clima cultural y cientfico en que se ha venido configurando su estructura conceptual y cognoscitiva, y atendiendo a los nexos que ligan los distintos sistemas tericos con las diferentes situaciones histricas y p rc -ticas, y con los proyectos econmico-pol t icos a los que se han vinculado orgnicamente, "otorgndoles coherencia y justifica-cin". Junto a la explicacin del reduccionismo, tales anlisis histricos nos permitieron percibir de qu manera - todav a insu-ficiente- se ha ido transformado, reduciendo en algunas fases y amplindose luego progresivamente, el objeto considerado propio

    5. Observamos reducciones significativas en la identificacin de los contenidos correspondientes prcticamente a todos los elementos que especifican el campo de la economa: a) en el reconocimiento de slo algunas necesidades humanas como econmicas (Cfr. Las Donaciones y la Economa de Solidaridad, pargrafo 29); b) de slo algunos tipos de recursos como significativos econmicamente (Cfr. Crtica de la Economa, Mercado Democrticqy Crecimiento, parg. 28 y 29; c) de slo ciertos sujetos y organizaciones como unidades econmicas (Cfr. Empresas de Trabajadores y Economa de Mercado, cap. 1, y L a s Donaciones y la Economa de Solidaridad, prag 32 a 41); d) de slo algunos tipos de flujos y relaciones econmicas como tales

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    de la disciplina,, con el progresivo reconocimiento de algunas nuevas racionalidades econmicas importantes.^

    Nos referimos, adems, a la generalizacin indebida de ciertos tipos de comportamientos particulares de tipo capitalista, de los que se ha supuesto sea la expresin del comportamiento medio e incluso del comportamiento natural o normal y que son propuestos como modelos para la obtencin de los ptimos resultados eco-nmicos . En este sentido la teora econmica ha colaborado eficientemente en la difusin de un tipo humano de caractersticas morales bastante discutibles por su insaciabilidad, compett ividad, ipobreza espiritual e individualismo exacerbado, y en la expansin de un tipo de racionalidad y de organizacin econmica que consolida injustas desigualdades y subordinaciones, cuyos automatismos son propuestos como "leyes objetivas y universa-les", las nicas racionales posibles. Evidentemente, tales genera-lizaciones se sustentan en las mencionadas concepciones reductivas de lo econmico: podremos esperar, entonces, positivos efectos prcticos de su ampliacin terica. '

    A este propsi to cabe hacer tambin una observacin crt ica respecto a ciertas tendencias tericas que, pretendiendo ampliar el campo de lo econmico, no hacen sino acentuar el problema. Nos referimos a dos orientaciones distintas e incluso opuestas, pero que coinciden en el mismo problema de fondo. En un lado tenemos las postulaciones economicistas que atribuyen a lo econmico una

    (Cfr. Las Donaciones y la Economa de Solidaridad, prag. 4 a 9); e) de slo algunas racionalidades y lgicas operacionales como econ-micamente vlidas (Las Donaciones y la Economa de Solidaridad, parg. 29 y Crtica de la Economa, Mercado Democrtico y Cre-cimiento, parg. 2 a 7); f) y de slo determinadas modalidades del clculo de costos y beneficios como propiamente econmicas (Cfr. Las Donaciones y la Economa de Solidaridad, parg. 30).

    6. Cfr. Crtica de la Economa, Mercado Democrtico y Crecimiento: parg 1 al 8.

    7. Sobre la reduccin del campo de lo econmico en base a un tipo particular de comportamiento pueden encontrarse abundantes afirma-ciones explcitas. Por todas ellas valga la siguiente, de Schumpeter:

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    funcin estructurante de todos los dems mbitos de la vida social, pretendiendo explicar lo poltico, lo cultural, lo jur dico, lo moral, etc. (niveles considerados "superestructurales") como estando determinados estrictamente por la economa. En el otro lado tenemos las ms recientes concepciones neo-liberales que hablan de un "imperialismo de la economa", idea con la cu I extienden una particular racionalidad econmica (los clculos de costo-beneficios propios del consumidor y del empresario maximizador de su beneficio inmediato) a los mbitos extra-econmicos de la vida social, pol t ica y cultural, generalizando tal mtodo de clculo como si fuera la expresin de todo comportamiento humano racional. En ambos casos, ms que verdaderas ampliaciones del espacio terico de la economa, lo que se verifica son generaliza-ciones indebidas de conceptualizaciones econmicas restringidas.

    Examinadas estas distintas cuestiones metodolgicas y con-ceptuales previas, indispensables para enfocar adecuadamente el objetivo y el camino a recorrer, estamos en condiciones de pasar al estudio de los conceptos y cuerpos tericos que nos irn aproxi-mando a una visin de conjunto de la economa. Estructuramos la exposicin siguiendo un ordenamiento que se ha hecho clsico en la disciplina (aunque nos reservamos observaciones crticas por hacer a la distincin en que se basa). Analizaremos en la primera seccin problemas que pueden corresponder a la denominada

    "Slo nos ocuparemos de aquella conducta econmica que tiene por objeto la adquisicin de bienes mediante cambio o produccin, restrin-giendo su concepto a estos tipos de adquisicin, abandonando el sentido ms amplio a los conceptos de "motivo econmico" y "fuerza econmica", pues los precisamos fuera del campo estrecho dentro del cual hablamos de la conducta econmica". Y precisa el significado de tal reduccin: "Si encuentro el origen de ciertos movimientos de precios en regulaciones polticas del comercio, he terminado ya mi labor como economista terico, pues esas regulaciones polticas no se dirigen inmediatamente a la adquisicin de bienes por cambio y produccin, y no caen, por tanto, dentro de nuestro concepto de hechos puramente econmicos" . (J. Schumpeter, Teora del desenvolvi-miento econmico, F.C.E. Mxico- Buenos Aires, 1963, pgs. 17 y 19).

  • "teora de la produccin"; en la segunda seccin abordaremos temas que son ms bien propios de una "teora de la circulacin econmica" ; y en la tercera nos centraremos en aspectos que conciemen ms directamente a una "teora del consumo". Deja-remos pendiente las cuestiones propias de una "teora del desa-rrol lo" .

    Primera Seccin

    E L P R O C E S O D E PRODUCCION Y SUS FORMAS D E ORGANIZACION ECONOMICA

  • I I . Recursos y factores econmicos

    4.- Los medios ofrecidos por la naturaleza y por la sociedad para realizar actividades econmicas son mlt iples, y podemos considerarlos prcticamente como infinitos atenindonos a su i n -definida variedad y magnitud. No parece justificado considerarlos escasos sino abundantes en trminos potenciales, aunque antes de entrar al proceso econmico deben ser descubiertos y controlados por el hombre, lo que supone un proceso paulatino y progresivo de actualizacin de sus potencialidades.

    Esta afirmacin puede sorprender, pues los libros de economa nos han acostumbrado a esperar que en las primeras lneas de cualquier teora econmica general se haga referencia a la escasez, como punto de partida y motivacin que justifica toda actividad econmica. Nos preocuparemos de demostrar que se es un presu-puesto errneo, que no deja de tener graves consecuencias tericas y prcticas. Pero tambin nuestra afirmacin sobre la abundancia de los recursos -que ocupa un puesto relevante en nuestra cons-truccin t er ica - requiere ser precisada.

    El descubrimiento de siempre nuevos materiales y energas ocultas e insospechadas en la intimidad de la materia nos mueve hoy a adoptar un punto de vista abierto y optimista sobre las fuerzas

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    productivas potenciales, distinto al punto de vista que se formara en pocas anteriores a la segunda revolucin industrial y a la revolucin tecnolgica, en las que se elaboraron algunos conceptos econmicos fundamentales que no han sido despus suficientemente reformulados a la luz de las nuevas experiencias histicas. E l enfoque abierto sobre los recursos se ve reforzado an ms s i " consideramos el despertar de nuevas energas psquicas y sociales, que se manifiestan en renovadas formas de creatividad de los individuos y de los pueblosJ A nivel popular, el cientismo y el avance tecnolgico han contribuido a propagar una visin de la economa muy distinta a la que exista hace algunas dcadas, y una percepcin de los recursos que en^cierto modo puede incluso ser considerada como irresponsable'Lo cierto es que en las sociedades industriales avanzadas, que son "sociedades de abundancia y de derroche, no hay conciencia de escasezj

    No obstante lo aQterior, paradjicamente se est difundiendo desde hace algunos aos una nueva percepcin muy pesimista de los recursos disponibles, motivada precisamente por el despilfarro y mal uso de ciertos particulares recursos no renovables, y por desequilibrios ecolgicos cuya aceleracin podra llevar a la impo-sibilidad de asegurar en el futuro la reproduccin social de la economa e incluso de la vida humana. Tal concepcin pesimista, que ha llevado incluso a pensar el planeta tierra como una nave espacial con recursos dados cuyo uso debe ser cuidadosamente regulado para prolongar su duracin, contiene importantes ele-mentos de verdad que merecen reflexin profunda. Pero contiene tambin errores graves y da lugar a profundas deformaciones prcticas -entre otras, las acentuadas tendencias al control masivo de la natalidad, a la eutanasia, e incluso a la incubacin de nuevos grmenes racistas y genocidas-, producto de una extraa simbiosis que se est produciendo entre el acostumbramiento social al derroche y una toma de conciencia superficial de los problemas ecolgicos. Se hace urgente, pues, una consideracin ms a fondo de los recursos econmicos, a partir de una importante precisin que es necesario hacer a su concepto.

    Desde los inicios de la ciencia de la economa, buscndose los elementos o fuerzas ltimas y originales de la actividad econmi-ca, se adopt la costumbre de clasificarlos en dos grandes categoras:

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    la tierra y el trabajo, entendindose por tales, respectivamente "los dones de la naturaleza" y "el esfuerzo laboral de los hombres", cuya combinacin dara lugar al proceso econmico. Una larga discusin sobre la prioridad de uno u otro de estos elementos caracteriz toda una fase germinal de la disciplina, desde los f i -sicratas, hasta los economistas clsicos. En el curso de tal debate fue introducida una tercera categora, la de capital, que condujo primero a una distincin trinmica (entre los recursos "tierra", "trabajo" y "capital"), y sucesivamente a una nueva dist incin dicotmica que se consolid en la economa acadmica conven-cional, entre capital y trabajo.

    / S proceso de formacin y discusin de estos conceptos estuvo envuelto (y envolvi) una inexactitud inicial que ha tenido serias consecuencias tericas; inexactitud que se origina en la falta de distincin entre fuerzas econmicas potenciales (las que existen antes de su utilizacin econmica real) y fuerzas econmicas actuales (las que se encuentran participando en procesos de pro-duccin, distribucin y consumo). Los "recursos o factores" son, para los economistas convencionales, los dos (o los tres) indica-dos, sin tener en cuenta su carcter potencial o actual.

    La confusin se produjo en el curso del debate mencionado, en trminos que es interesante e ilustrativo reconstruir. En la p r imi -tiva distincin entre tierra y trabajo, por "tierra" se entenda "los dones de la naturaleza" y por "trabajo" el esfuerzo humano. La tierra estaba representada socialmente por los terratenientes, y el trabajo lo aportaban los organizadores de la produccin y quienes la efectuaban directamente: inclua, pues, ala actividad empresarial. Cuando los economistas clsicos argumentaban que la fuente del valor es el trabajo y no la tierra, defendan -en efecto- los intereses de los capitalistas y justificaban as las ganancias que obtenan. Los fisicratas, que justificaban y defendan la renta de los terra-tenientes, argan de manera irrebatible que los dones de la naturaleza - l a tierra- son anteriores al trabajo, organizativo o productivo que fuera. Pero en rigor, tal argumentacin implicaba considerar la tierra en su estado de fuerza econmica potencial, mientras al trabajo se lo estaba considerando como fuerza econmica actual. La distincin pasaba desapercibida.

    Cuando se introdujo el concepto de capital, se lleg a identi-

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    ficar como las grandes fuerzas sociales de la economa a los terratenientes, los capitalistas y los trabajadores, respectivamente perceptores de la "renta", la "utilidad" y el "salario". E l intento de explicar la formacin de tales tres formas econmicas dio origen a tres captulos de la teora econmica.

    Luego, estos tres factores fueron reducidos conceptualmente a slo dos - e l capital y el trabajo-, en la medida que la tierra pas a ser considerada como una forma particular del capital. Y en realidad, no haba razones esenciales para no hacerlo as, desde el momento que comenz a entenderse la tierra en cuanto fuerza econmica actual y no potencial, o sea, en cuanto elemento que participa activamente en el proceso de produccin y distribucin. Por cierto, en tal caso ya no estamos ante "los dones de la naturaleza" sino ante un activo concreto valorizado del mismo modo que las maquinai-ias y el fnanciamiento.

    Si en la pirimitiva distincin entre la tierra y el trabajo el capital era puesto en el lado del trabajo, en la nueva distincin entre capital y trabajo es la tierra la que es puesta en el lado del capital. Cumplida esta trastocacin, los tericos encargados de defender y justificar las utilidades dejaron de pensar que el trabajo sea la fuente de todo valor, y en realidad olvidaron ms bien el problema mismo de la fuente del valor.

    Cul de las distinciones -entre tierra y trabajo, o entre capital y trabajo- es la adecuada? N i una n i otra, evidentemente; pero el recordarlas nos permite superar definitivamente la inexactitud conceptual que las envuelve. Si fue posible oponer la tierra al trabajo incluyendo en este lt imo concepto los aportes del em-presario capitalista, fue debido a que en un lado se ponan los recursos potenciales y en el otro los actuales; y si fue posible despus oponer el trabajo al capital incluyendo en este ltimo concepto a la tierra, se debi a que se estaban clasificando slo factores econmicos actuales sin considerar los recursos potencia-les. Nosotros podemos ahora concluir que el problema debe ser enteramente replanteado una vez que se reconoce explci tamente la distincin entre las fuerzas econmicas actuales y las potenciales.

    /Los economistas convencionales, al referirse a los elementos que forman parte de las empresas y que participan en las actividades econmicas , suelen hablar indistintamente de "recursos" y de

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    "factores" econncs . Para resolver los problemas tericos plan-teados y aprovechar mejor estos dos trminos, proponemos para ellos una distincin muy simple, pero densa en implicaciones:

    Entenderemos como recursos econmicos todos aquellos elementos y fuerzas, materiales e inmateriales, naturales y huma-nos, que tengan la potencialidad de ser aprovechados en algn proceso o actividad econmica de cualquier tipo. Los recursos los reconoceremos, entonces, por doquier en la naturaleza, en los hombres, en la sociedad, en sus ms variadas y mltiples manifes-taciones. No podremos hablar ya de recursos escasos -excepto para referirnos a algunos de ellos en particular- ya que en todas partes encontramos elementos y fuerzas fsicas, humanas, socia-les, etc. que no han sido utilizadas pudiendo serlo.

    Entenderemos, en cambio, por factores econmicos aquellos elementos y fuerzas materiales e inmateriales que participan ac-tualmente en los procesos y actividades econmicas ; dicho en otras palabras, factores econmicos son aquellos recursos que se en-cuentran organizados e c o n n i i c a m e n t e . Como la unidad bsica de la organizacin econmica es la empresa, factores son los recursos en cuanto participan o estn insertos en alguna empresa o unidad econmica, de cualquier tipo que sea: productiva, comer-cial, financiera, etc. Es en ellas que los recursos se convierten en factores, lo cual supone que hayan sido valorizados econmica-mente. Tambin los factores pueden encontrarse transitoriamente desocupados; para reconocer una fuerza econmica como factor" nos bastar con saber que ha sido valorizado econmicamente y que se encuentra presente en el mercado. As entendidos, los factores pueden ser efectivamente escasos, por razones que com-prenderemos ms adelante.

    Una distincin tan obvia entre recursos y factores no ha sido verdaderamente asumida y utilizada en la teora econmica (o al menos no se le ha dado todo su significado para el anlisis econ-mico), debido a que desde la perspectiva del capital interesan solamente aquellos recursos que tienen expresin monetaria o que han sido valorizados por el capital mismo. Es por ello que se ha llegado a identificar los "recursos" y los "factores", y se ha acep-tado solamente una distincin entre recursos o factores "emplea-dos" y "desocupados"; pero con esta distincin se est reconociendo

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    significado econmico solamente a aquellos recursos que hayan sido valorizados monetariamente, esto es, que hayan asumido en algVn momento la forma de mercanca (o de capital), y que pueden ser expresados en unidades de dinero.

    La distincin que proponemos hacer entre recursos y factores permite reconocer que hay abundantes recursos econmicos que no han sido valorizados por el capital, y que incluso no son va-lorizables monetariamente, pero que pueden adquirir valor y ser utilizados productivamente -incluso con elevada productividad-especialmente por las empresas alternativas y solidarias, pero tambin por las capitalistas y estatales. Cuando ello sucede, esos recursos se convierten en factores econmicos reales, aunque no adopten la forma capitalista. Nuestra distincin resulta, as, crucial para comprender las formas alternativas y solidarias de empresa (que, como hemos visto antes y como precisaremos ms adelante, uti l izan factores econmicos peculiares: la comunidad, por ejemplo), y para fundamentar y comprender las posibilidades de un desarrollo alternativo y solidario (cuyo significado examinare-mos en el L ibro cuarto). Por todo esto es conveniente precisar aun lo que son los recursos, con qu criterios podemos identificarlos, y cmo distinguiremos sus varias clases o tipos.

    5.- Los recursos son -hemos dicho- todos los elementos y fuerzas materiales e inmateriales que tengan la potencialidad de ser aprovechados en alguna actividad o proceso econmico. De acuerdo con esta definicin, los recursos son notablemente variados y heterogneos. Si queremos encontrar en tal diversidad algn elemento comn que nos permita precisar su contenido, debemos pensarlos a todos ellos en su particularidad, como combinaciones determinadas de energa e informacin. Esta precisin puede ser importante para evitar la confusin que implicara creer que "todo es recurso econmico": la naturaleza, el hombre y la socie-dad como tales, o la totalidad de las energas y de las informaciones existentes.

    iLos recursos econmicos estn en la naturaleza, en el hombre y en la sociedad, pero no son la naturaleza, el hombre ni la socie-dad. Estas son ms bien las tres grandes fuentes que generan recursos, por lo cual podemos distinguirlos y clasificarlos en

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    recursos naturales, personales y sociales. Sin embargo, yendo a un plano de mayor profundidad y rigor descubrimos que los re-cursos se generan siempre en una relacin del hombre con la na-turaleza en un contexto social, o del hombre con la sociedad y con otros hombres situados en la naturaleza. Es por esto que los recursos son una combinacin de energa e informacin; pero no una combinacin de cualquier energa e informacin, sino deter-minadas, y especficamente aquellas combinaciones que puedan ser utilizadas en alguna actividad o proceso econmico . Esto es, que puedan a su vez combinarse con otras (combinaciones de energa e informacin) de modo tal que den lugar a la producc in de realidades nuevas o a su flujo en vistas de satisfacer necesidades humanas.' Podemos decir que una cierta energa es "recurso" cuando est unida a una informacin (a un mensaje) que pone de maifiesto su virtualidad econmica; del mismo modo, una cierta informacin es "recurso" cuando est asociada a una energa que hace aparecer su intencionalidad econmica.

    Desde la economa los recursos pueden ser considerados como dados, pero no ha de olvidarse que ellos son o han sido siempre generados en una relacin del hombre con la naturaleza y/o con los dems hombres, mediante alguna actividad que puede ser extra-econmica (cultural, cientfica, poltica, etc.) o econmica (la acti-vidad econmica especfica que reproduce algunos de los recursos que las empresas necesitan).

    Entender de este modo los recursos es esencial para comprender en profundidad la economa y participar en ella de modo humana-mente racional. Pero no es an suficiente. M s all de lo indicado, 'todo depende de comprender el carcter subjetivo de todo recurso econmico, o al menos su elemento subjetivo intrnseco y consti-tutivo.^

    El "carcter subjetivo" lo entendemos aqu en sentido ontolgico y no en la acepcin epistemolgica del trmino. Ontolgicamente lo sub-

    . jet ivo -en cuanto atributo sustancial del sujeto- es ms que lo objetivo porque constituye un grado superior del ser. En la siguiente secuencia, la materia inerte, el ser vegetal, el animal sensible, el ser consciente, el ser espiritual y el ser absoluto, manifiestan grados crecientes de subje-tividad. Epistemiolgicamente lo subjetivo -en cuanto caracterstica

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    Naturalmente, los recursos econmicos particulares tienen un distinto grado de subjetividad. Hay energas ms subjetivas (hu-manas, morales, intelectuales, etc.) y otras que se encuentran ms prximas a las cosas (fsicas, qumicas, etc.). Similarmente, hay informaciones que tienen una dimensin ms terica, universal e interior, y otras que se mantienen en el plano de lo sensible. Pueden ser ms cualitativas o cuantitativas! Por otra parte, en las combi-naciones de energa e informacin puede predominar el elemento informtico o bien el energtico. Todo ello determina que el recurso en cuestin tenga un carcter subjetivo ms o menos pro-nunciado.

    Tales grados de subjetividad podran ordenarse segn los recursos sean ms interiores o exteriores al hombre, o bien, segn cual sea la fuente que los genera; sea el hombre, la sociedad o la naturaleza. Pero ms que la graduacin nos interesa profundizar en la comprensin del car Jter subjetivo de los recursos econmicos. l respecto, tres consideraciones nos parecen decisivas.

    Con la primera relevamos que los principales recursos de que dispone una economa son las capacidades de los hombres, a partir de su conciencia, su intelecto, su voluntad, sus fuerzas mo-rales, su imaginacin, su sensibilidad, su sistema nervioso y mus-cular, etc. Cada una de estas potencias del hombre puede ser de-sarrollada mediante actividades especficas de estudio, reflexin, comunicacin, juego, trabajo, contemplacin, ejercicio, capaci-tacin, etc. Cabe tambin sealar que todas estas potencialidades se constituyen y articulan como recursos econmicos en la medi-da en que se proyecten a travs de la creatividad, la organizacin y la accin, lo cual implica, entre otras cosas, que aquellas potencias humanas se integran y operan de consuno. Desde el

    del conocimiento- es menos que lo objetivo: suele entenderse como subjetivo aquel conocimiento (percepcin, idea, etc.) que, por estar influido por la subjetividad del cognoscente, se presenta como ms arbitrario y menos confiable que el conocimiento "objetivo" que dice lo que la realidad es en s misma independientemente de los intereses, los gustos y la voluntad del sujeto que conoce. No es en ste sino en el primer sentido que entendemos el carcter subjetivo de los elementos sustantivos de la economa.

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    punto de vista del desarrollo de los recursos econmicos, resulta decisivo en este sentido la integralidad en el desarrollo de la persona. Sobre lo cual volveremos oportunamente.

    ' Con la segunda consideracin relevamos que la economa no se sustenta en s mdsma sino que est entrelazada y depende en gran medida (en cuanto a sq nivel de desarrollo, a su modo de ser, a las direcciones que sigue) de los otros mbitos o niveles de la vida social: de la cultura y el arte, la investigacin y la ciencia, la salud y la educacin, las ideologas y la poltica, la moral y la religin. Desde estos mbitos quedan definidos los fines y objetivos de la economa, pero tambin sus recursos y cuales de stos se convierten en factores activos. En efecto, el conocimiento, la imaginacin creativa, la conciencia, la voluntad individual y colectiva, las fuerzas morales, la solidaridad y cooperacin, la racionalidad de los comportamientos sociales, en la medida que se encuentran socialmente desarrollados y que puedan ser convocados para la realizacin de empresas y actividades econmicas, son impor-tantsimos recursos que tiene (o deja de tener) una sociedad para su desenvolvimiento econmico. En este sentido, debe tambin destacarse el hecho que el reconocimiento, movil izacin y uti-l izacin de los recursos -especialmente de aquellos propiamente sociales- es siempre funcin de un proyecto articulador y mo-vilizador. Como dice Gramsci, "slo el que fuertemente quiere identifcalas condiciones (recursos) necesarias parala realizacin de su voluntad".

    [Con la tercera consideracin queremos destacar que tambin los recursos estrictamente materiales tienen en s mismos un carcter subjetivo inherente, y su misma conformacin como re-cursos econmicos involucra un desarrollo del sujeto. Esto se refiere no solamente a las mquinas, o al dinero, que han sido crea-dos por los hombres y cuya utilizacin es posible solamente en la medida que los hombres tengan destrezas y conocimientos sobre su sentido. Tambin se refiere a los objetos y fuerzas naturales "en bruto", que pueden estar all frente a los hombres sin que stos las vean y comprendan en sus posibilidades econmicas. Es necesario ver y descubrir esas posibilidades para que las cosas y energas naturales se conviertan en recursos. El petrleo estuvo durante milenios all sin que se constituyera como recurso econnruco.

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    pues los hombres no lo conocan n i saban de sus energas ocultas: era una energa an no combinada con la informacin que pusiese en evidencia sus potencialidades econmicas. La cordillera de Los Andes, utilizada econmicamente por las antiguas culturas abo-rgenes, ha dejado en gran parte de ser un recurso econmico desde cuando los hombres se han alejado de ella. En otras palabras, el desarrollo social y la expansin de la conciencia del hombre son necesarios para que existan y sean utilizados los recursos natura-les; lo que hace pensar que si estamos agotando ciertos recursos, quizs sea tambin porque el hombre no est suficientemente desarrollado en su conciencia y en sus potencialidades subjetivas. Verdaderamente, la provisin de recursos econmicos es siem-pre proporcional al grado de constitucin del sujeto.^

    9. E l carcter subjetivo de los recursos ha sido enfatizado por M . Max-Neef quien ha Postulado que el Gheist - e l espr i tu- es el principal de los recursos econmicos. Sin hacer la distincin entre "recursos" y "factores" (aunque s entre los recursos y las fuentes de los recursos), Max-Neef se ha preocupado por individuar los que denomina "recur-sos no-convencionales" en que se sustenta -en su o p i n i n - la "econo-ma invisible" y altemativa. Le escuchamos tales conceptos en la serie de Seminarios preparatorios del Informe Desarrollo a escala huma-na: una opcin para el futuro, organizados por CEPAUR (Chile) y la Fundacin Dag Hammarskjold (Suecia) en 1985, en los que junto a otros investigadores de la economa altemativa hicimos tambin nuestro aporte. Desgraciadamente el mencionado informe no recoge la concepcin del Gheist como recurso econmico fundamental, como tampoco hace mencin del hecho relatado por el antroplogo boh viano Jorge Dandler de que en su pas los mineros dicen que "el mineral se madura", en el sentido de que no es algo que est ah sino que incorpora su trabajo, su vida y su muerte. E l ojo del minero es el experto en el seguimiento de las vetas. Si bien la expresin del minero implica una concepcin del nexo entre el hombre y la naturaleza distinto al que se establece en la economa moderna, es expresiva del hecho que el desarrollo del sujeto es consustancial al desarrollo del recurso material. Que "el mineral se madura" es lo que expresamos en trminos genera-les modemos al decir que los recursos econmicos son siempre una determinada combinacin de energa e informacin, que involucra necesariamente al sujeto.

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    6.- Los medios ofrecidos por el hombre, la sociedad y la natiifaleza para realizar actividades econmicas -esa masa gigan-tesca y multifactica de energas e informaciones difuminada socialmente- entran en la esfera de lo econmico como tal sola-mente cuando alguien - u n sujeto econmico cualquiera- decide emplearlos concretamente y^lo hace de hecho, en alguna actividad racionalmente organizada, en la produccin y distribucin de bienes y servicios que satisfagan necesidades especficas. Es en tal momento que los recursos se convierten en factores econmicos reconocibles como tales J

    Los recursos se mutan en factores en la medida que entran (o se disponen a entrar) en alguna determinada combinac in eco-nmica, esto es, cuando se integran en un sujeto o unidad econ-mica al interior del cual cumplen alguna funcin necesaria para su operacin. As , distintos recursos se convierten en factores al mismo tiempo, juntos, al combinarse racionalmente entre s para producir o participar en la distribucin de los bienes.

    I Hay, pues, en los factores, "algo m s " que en los recursos, a saber: a) Una serie de relaciones (el recurso ha dejado su aisla-miento anterior y se ha incorporado a una unidad econmica; o est integrado al mercado a travs de alguna relacin econmica) ; b) Con ello ha entrado en el proceso econmico general, en el circuito de la produccin, circulacin y consumo en flujo permanente, pasando a estar l mismo en constante movimiento y transfor-macin (dejando su anterior inmovilismo o pasividad, entra en "otro r i tmo" y adquiere -por decirlo a s - una fluidez especial, que puede significarle crecer y perfeccionarse pero tambin deteriorar-se y consumirse); c) Participando en las actividades productivas con una funcin particular que cumplir en ellas, el factor econmi-co manifiesta su propia y especfica productividad, resultado del despliegue y ejercicio de las energas e informaciones que lo componen; d) A l ser productivo, participa en la generacin del valor de los productos, y l mismo resulta y queda valorizado por los sujetos econmicos: o sea, comienza a ser apreciado, deman-dado, solicitado, convocado (siendo la valoracin monetaria una de las formas en que ello se manifiesta, pero no la nica posible).

    Definimos el factor como el recurso que ha actualizado sus potencialidades econmicas; podemos precisar esta definicin

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    diciendo que, al pasar de la potencia al acto, el factor se manifiesta como un recurso relacionado, movilizado, productivo, valori-zado.

    La pregunta que surge inmediatamente a partir de esta defini-cin se refiere a los tipos o clases de factores que puedan distinguir-se. Tambin en esto la pien_cia econmica ha mantenido una percepcin parcial y reductiva. ;

    Por la misma razn por la que no llegaron a distinguir entre recursos y factores, los economistas convencionales suelen darle relevancia solamente a la distincin entre los "factores" capital y trabajo. E l haber partido de la experiencia empresarial y econmi-ca capitalista ha llevado a extender el concepto de capital de manera que abarque y subsuma a otros factores necesarios, a los cuales no se reconoce verdadera existencia propia y autonoma. Como sabe-

    . mos, en ciertas etapas de la ciencia econmica se hablaba de tres recursos o factores, la tierra, el trabajo y el capital; pero luego fueron reducidos conceptualmente a slo dos - e l capital y el trabajo-, en la medida que la tierra fue considerada como una forma ms, o particular, del capital. Incluso el trabajo tiende a ser considerado simplemente como una forma o expresin del capital, de modo que en algunas formulaciones los factores econmicos resultan distinguidos en "capital f i jo" , "capital de trabajo", "capi-tal financiero", etc., que son formas que asumen distintos factores econmicos en las empresas de capitales. Si en la ciencia econ-mica ha perdurado el reconocimiento del trabajo como un factor distinto al capital, no ha sido ciertamente por la lgica del anlisis de esos economistas sino porque las fuerzas reales del trabajo han luchado histricamente por su autonoma y se han opuesto al capital, levantando objetivos e intereses econmicos propios.

    Se precisa, en consecuencia, un nuevo reconocimiento de los factores econmicos integrantes de las empresas y presentes en los circuitos econmicos, cuyo punto de partida sea la diversidad de formas empresariales existentes y el proceso histrico de diferen-ciacin de la experiencia econmica de la humanidad, Ms adelante habr que dar cuenta del significado terico e histrico que tiene la subsuncin de factores distintos bajo la comn categora de capital .

    Buscando comprender la mencionada diversidad, y analizando

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    la estructura y operacin de una empresa cualquiera, en un primer i reconocimiento hemos distinguido cinco principales factores i (con los que analticamente operamos en varios estudios anterio-

    res). A saber: a) E l factor trabajo, esto es, las capacidades fsicas e intelec-

    ! tuales de las personas, que las hacen aptas para ejecutar una serie de actividades laborales participando directamente en el proceso ! econmico. I b) E l factor tecnolgico, o sea, el conjunto de los conocimientos

    e informaciones relativos a - y objetivados en- unos procesos y sistemas tcnicos de produccin, organizacin del trabajo, comer-cializacin, etc. Es un "saber hacer" objetivado y valorizado como tal, un conjunto de resultados de las actividades de concepcin, proyectacin, diseo, resolucin de problemas, etc. Es un factor que se desarrolla a travs del estudio, se perfecciona con un conocimiento prctico que se acumula en cada persona, empresa o sociedad, y que se va cristalizando y sedimentando en instrumen-tos de trabajo, en sistemas tcnicos, en rutinas de trabajo, etc. c) . E l factor medios materiales, a saber, el conjunto de los ele-mentos fsicos, instalaciones, instrumentos, equipamiento, insu-mos y materias primas, etc. necesarios para efectuar concretamen-te el proceso tcnico de trabajo, en la produccin y en las dems funciones econmicas. ^"'u^^c^miit'^K^-mnr'-^x v fl d) E l factor financiero o medios de pago, constituido normal-mente por una cierta cantidad de dinero, o por una capacidad de crdito, que permite contratar factores y establecer relaciones econmicas (especialmente de intercam.bios) en el mercado. L a forma que este factor asume normalmente es el dinero; pero puede tratarse de algn otro medio con el que se logra convocar, atraer y adquirir los recursos y factores necesarios. ) E l factor administrativo o gerencial, es decir, un sistema de coordinacin y direccin unificada de las funciones y actividades econmicas. En lo fundamental consiste en un mecanismo de toma de decisiones, a travs del cual las unidades econmicas responden oportunamente a las cambiantes condidones en que operan, y coordinan eficazmente la actividad de todos sus componentes. Incluye un elemento de poder que cristaliza en un sistema jerrqui-co (linea de mando) y en un aparato administrativo.

    . i -

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    Con posterioridad a este esquema de cinco factores, y luego de analizar los modos de ser y de operar propios de las empresas al-ternativas y solidarias, llegamos a distinguir un sexto factor, que si bien no en todas las unidades econmicas se le reconoce exis-tencia como factor indegendiente, s la tiene en algunos tipos de ellas, teniendo tambin presencia) real en la economa global. L o hemos denominado factor Cy su presentacin ameritaun pargrafo aparte.^" ^

    7.- Los diferentes tipos de empresas "alternativas" que hemos examinado -las formas econmicas asociativas, cooperativas y solidarias, donde priman relaciones integradoras: de comensalidad, cooperacin, reciprocidad y donac in- tienen en comn el fundar-se en alguna modalidad de "accin conjunta" de personas que cooperan entre s para enfrentar sus necesidades econmicas , mejorar sus condiciones de vida y, en muchos casos, para desple-gar un efecto positivo sobre la comunidad en que se desenvuelvenj. Se ponen en comtn recursos materiales, fuerzas de trabajo, co-nocimientos tcnicos y capacidades varias de los asociados; y de su combinacin y gestin comunitaria se esperan efectos positivos en cuanto a la produccin, ingresos y bienestar, para cada uno de los participantes y para la comunidad como tal.

    fSi , pues, la accin y gestin corijunta, presente al interior de la unidad econmica (y de la economa en general), tiene efectos tangibles y concretos sobre el resultado de la operacin econmica -efectos especficos, adicionales, distintos a los que generan los

    10. Una primera formulacin de este "factor C" lo expusimos en L a s Empresas Alternativas, dcimo-segunda unidad; nos atenemos aqu a dicho texto, con pequeas correcciones y algunas amp